meditaciones sobre la vida divina en nosotros · sí como personas enteras, normales, con más...

128
Meditaciones sobre la vida Divina en Nosotros

Upload: others

Post on 23-Oct-2020

0 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • Meditaciones sobre la vida Divina en Nosotros

  • 2

    CAPA: http://pixabay.com/static/uploads/photo/2013/07/13/13/53/sunset-

    161747_640.jpg

  • 3

    CIELO Y TIERRA Meditaciones sobre la vida

    Divina en Nosotros

  • 4

  • 5

    Judith Rodrigues Dias

    CIELO Y TIERRA Meditaciones sobre la vida Divina en Nosotros

    VERSIÓN ESPAÑOLA:

    Faber Miquelin

    Humanitas Vivens Ltda

    Una Instituición a Servicio de la Vida!

    Sarandi (PR) - Brasil 2010

  • 6

    Copyright 2010 by Humanitas Vivens Ltda

    EDITOR:

    Daniela Valentini / José Francisco de Assis DIAS

    CONSEJO EDITORIAL:

    André Luis Sena dos SANTOS / Anna Ligia CORDEIRO BOTTOS

    Márico Pedro CABRAL

    VERSIÓN ESPAÑOLA:

    Faber Miquelin

    REVISIÓN ORTOGRÁFICA

    Maria Cristina de Siqueira Freitas

    PORTADA, DIAGRAMACIÓN Y DESIGN:

    Agnaldo Jorge MARTINS

    Datos Internacionales de Catalogación en la Publicación (CIP)

    Bibliotecaria: Ivani Baptista CRB-9/331

    El contenido de esta obra, así como los argumentos presentados, es

    de responsabilidad exclusiva de sus autores, no representa el punto de

    vista de la Editora, sus representantes y editores.

    Todos los derechos reservados.

    Ninguna parte de esta obra puede ser reproducida o transmitida por

    cualquier forma y/o medios o archivada en cualquier sistema o banco

    de datos sin el permiso por escrito del Autor y de la Editora

    Humanitas Vivens Ltda.

    Calle Ipiranga, 255 B, CEP: 87111-005, Sarandi – PR – Brasil. www.humanitasvivens.com.br – [email protected]

    Teléfonos: (44) 3042-2233 – 9904-4231.

    Dias,Judith Rodrigues D541c Cielo y tierra: meditaciones sobre la vida

    divina em nosotros / Judith Rodrigues Dias.

    Version espanola Faber Miquelin. --

    Sarandi, Pr : Humanitas Vivens, 2010.

    128 p.

    ISBN 978-85-61837-25-9

    Modo de acesso: www.humanitasvivens.com.br

    1.Divindade – Meditações. 2. Dimensão

    humana. 3. Vida divina – Meditações. 4.

    Religião.

    CDD-DIR 4.ed. 231

    http://www.humanitasvivens.com.br/mailto:[email protected]

  • 7

    Agradecimientos

    Agradezco a todos los que me ayudaran de alguna manera

    para que este libro resultara en realidad, en especial a Eliana

    Alves Greco e Faber Miquelin.

  • 8

  • 9

    ÍNDICE

    Introducción ...................................................................

    PARTE I: DIMENSIÓN HUMANA ............................

    1. Origen del Hombre ......................................................

    2. Libertad y Responsabilidad .........................................

    3. El amor y el matrimonio ..............................................

    4. El Sexo ..........................................................................

    5. El Inconsciente ..............................................................

    6. Unidad Universal de Todos los Seres ...........................

    PARTE II: DIMENSIÓN DIVINA .................................

    1. Somos de Origen Divina ................................................

    2. Oraciones Positivas o Negativas ...................................

    3. Cielo e Infierno .............................................................

    4. ¿Demonios o Endemoniados? .........................................

    5. Jesús de Nazaré es Dios .................................................

    6. La Misericordia de Dios es Infinita y Eterna .................

    7. Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo ...............................

    8. Santísima Trinidad: Familia Divina ................................

    9. El Bien viene de Dios y el Mal viene del Hombre ...........

    10. ¿Ángeles o Angelicales? ...............................................

    Conclusión ...........................................................................

    11

    13

    14

    20

    21

    25

    29

    33

    43

    44

    50

    57

    73

    77

    88

    98

    104

    112

    119

    125

  • 10

  • 11

    Introducción

    En este libro cuento mis experiencias espirituales. No

    es “la intelectual”, tampoco la “Psicóloga” escribiendo.

    Todo lo que escribí lo hice durante mis oraciones y mis

    momentos diarios de intimidad con Dios, Sabiduría Infinita

    que habita toda criatura.

    Soy apenas una voz que clama:

    ¡Dios existe! Él es único, Señor y Creador de todas

    las cosas. Es infinitamente bueno y misericordioso. Siempre

    creo y sigue creando. Todo lo que creo y crea también es

    bueno y eterno.

    Él se pone en cada criatura, por más pequeña que ella

    sea. Es amor, por eso nosotros también lo somos, porque Él

    “está” en nosotros. Es simple y es “padre”. Estuvo y

    siempre estará presente en todo.

    En Él no existe contradicción, error o incoherencia.

    Todo sigue su curso – dirigido por Él -, todo concurre para

    el bien, para el placer, para la alegría y la felicidad; por más

    difícil que eso nos parezca.

    Dios habla con nosotros hoy, así como siempre habló

    y seguirá hablando, porque Él es el mismo “Ayer, hoy y

    siempre”. Por eso, podemos, hoy, recibir nuevas

    informaciones sobre cosas antiguas, porque recibimos de

  • 12

    acuerdo con nuestra evolución y con el momento en que

    estamos viviendo.

    Somos hijos de Dios, no necesitamos implorar,

    simplemente pedir. Él siempre da todo lo que pedimos, pero

    no es suficiente pedir de la boca para fuera. Es necesario

    querer de verdad y pedir con el corazón. No estoy diciendo

    que necesitamos de una grande fe, más que simplemente

    necesitamos querer.

    Lo que escribo nos es objeto de investigación, por eso

    no cito fuentes ni bibliografía.

  • 13

    PARTE I

    DIMENSIÓN HUMANA

  • 14

    1. Origen del Hombre

    Nosotros somos eternos. Como espíritus, no tuvimos

    inicio ni tendremos fin. La “fuente” que nos dio origen es el

    propio Dios, no importa cuál es el término utilizado para

    identificarlo. Por eso nuestro “ser” es perfecto porque es

    esencia divina en nosotros. Somos de hecho hijos legítimos

    de Dios, y Él nos quiere con amor ilimitado y eterno.

    Somos eternamente libres, aunque no tengamos

    consciencia de eso. Elegimos lo que somos y todo lo que

    nos dice respecto. Entonces somos los únicos responsables

    por todo lo que nos ocurre y también por lo que somos

    físicos, mental y emocionalmente. Cuando nos quejamos de

    algo, estamos intentando pasar para los otros nuestra propia

    responsabilidad.

    Cuando “elegimos nuestros padres”, nuestro objetivo

    puede hasta haber sido ayudarles, pero después, muchas

    veces, nos dejamos llevar por los abuelos, padres,

    ancestrales e incluso por personas que conviven con

    nosotros y, entonces, hacemos elecciones inadecuadas, y

    hasta perjudicamos a los otros y a nosotros mismos.

    En la concepción, en el momento de la unión del

    óvulo y del espermatozoide, nuestro “yo espiritual” viene

    hacer parte de esa unión. Cuando dejamos nuestro físico,

    volvemos para el mundo espiritual no como “un trozo”, pero

  • 15

    sí como personas enteras, normales, con más experiencia.

    Eso no significa mejores, simplemente más experimentados.

    Con la muerte, nuestra libertad aumenta, porque el

    cuerpo físico nos limita demasiado, haciendo con que,

    muchas veces, hasta nos olvidemos que no somos apenas

    materia y que tenemos este cuerpo en esta fase de la vida.

    Existe, sin duda, diferencia entre el “antes” y el “después”,

    pero esa diferencia es bastante menor que acostumbramos

    suponer.

    En esta concepción existe el encuentro del yo

    espiritual, óvulo y espermatozoide. El yo espiritual contiene

    una “marca indeleble” – presencia – de Dios, por eso tiene

    todas las cualidades divinas. Por ejemplo: libertad,

    responsabilidad, inteligencia, sabiduría, salud, bondad,

    amor; todas ilimitadas y eternas. El óvulo trae en sí, en su

    núcleo, el inconsciente, que es el único, pero, al mismo

    tiempo, con marcas especiales, conteniendo todas las

    herencias

    de la madre ya seleccionadas por el espíritu. El

    espermatozoide, así como el óvulo, también trae consigo el

    inconsciente.

    En la concepción se inicia la formación del cerebro,

    del cual depende la mente consciente, que sólo existe

    gracias al funcionamiento de él. Durante los primeros cinco

    meses de gestación, el niño sólo tiene memoria

    inconsciente. Así mismo tiene poder de decisión, es libre

    para elegir, registrar, sentir, programar o no el futuro. Él

    sabe, desde la concepción lo que es cierto y lo que es

    erróneo. Es libre para tomar partido en una pelea entre sus

  • 16

    padres, por ejemplo. Pero se eso ocurre hasta el quinto mes

    de gestación, sólo se queda en él, y él jamás tendrá

    recuerdos de eso conscientemente.

    La mente consciente es adquirida gradativamente

    desde la concepción, pero sólo podemos decir que ella

    existe de hecho a partir del quinto mes de gestación. Es

    solamente a partir de esa edad que el niño puede percibir

    cognitivamente alguna cosa. Él percibe todo siempre, pero

    lo que pasa hasta el quinto mes de gestación se queda

    solamente en la memoria inconsciente, y él sólo se enterará

    caso esa memoria sea activada.

    El desarrollo del inconsciente tiene inicio en la

    concepción, existiendo desde el quinto mes de gestación,

    pero el niño sólo será capaz de recordarse de algo a partir

    del nacimiento. Pudiendo recordarse del propio nacimiento

    durante el primer año de vida. Quedando ese

    acontecimiento, desde entonces, solamente en la memoria

    inconsciente.

    A los cinco años, el niño puede tener su mente

    consciente totalmente desarrollada, quedando, entonces, con

    la capacidad mental equiparada a de un adulto. La mente

    consciente funciona como un tipo de protector de

    influencias externas. De esa manera, el niño, hasta el quinto

    mes de gestación, está más vulnerable a las influencias de

    los padres. Esta influencia puede ser negativa o positiva,

    tornándose gradualmente menos sujeta hasta el quinto año

    de vida.

    Él puede, hasta el cinco años, si lo quiere, entender el

    porqué de todo que se pasa consigo mismo y también con

  • 17

    las personas con las cuales convive. Eso porque, hasta esa

    edad, el inconsciente está mucho más abierto. Siendo el

    inconsciente común, él sabe, por ejemplo, el porqué de la

    agresividad del padre o de la sumisión de la madre. Y,

    sabiendo el origen de los comportamientos de los padres, el

    niño puede entender y perdonar hasta mismo cuando es

    agredido.

  • 18

    2. Libertad y Responsabilidad

    El niño, desde la concepción, puede hacer elecciones

    inadecuadas, pero siempre “sabe” lo que hace y castigase

    por todos sus errores, pues, además de libre, también es

    responsable. Es él quien, en una situación traumatizante,

    elige traumatizarse o no, y aun si guardará resentimiento

    hacia las personas responsables por esa situación. Por

    ejemplo, en una situación de conflicto, de pelea entre sus

    padres, cuando la madre está embarazada, quién decide lo

    que sentir y lo que hacer consigo mismo es el bebé. Aunque

    esté en el útero materno no puede ser considerado víctima,

    pues cabe a él la decisión, no importando cual sea la

    situación entre sus padres.

    El inconsciente es siempre igual, no importa la edad

    del niño o da la persona. Es como un banco de datos que son

    manipulados, en el principio, por el espíritu y, más tarde,

    cuando el niño ya posee la mente consciente, él manipula

    “conscientemente” su inconsciente.

    Quién ejerce el comando es el consciente. Por eso,

    pueden haber reacciones referentes a la “vivencia” –

    experiencias – anteriores, pues en el inconsciente, todo es

    presente y está tan activo como se estuviera pasándose aquí

    y ahora. Por ejemplo, una persona que ha pasado treinta

    años siendo pesimista, y/o que ya ha heredado ese

    pesimismo de sus ancestrales, no logra simplemente, tan

    rápido, dejar de ser pesimista. Es necesario que él

  • 19

    reprograme su inconsciente, si no lo hace, jamás será, de

    hecho, una persona optimista

    El funcionamiento de nuestro organismo es “fruto” de

    nuestro inconsciente, pero este es programado por nuestro

    consciente. Somos los únicos responsables por todo lo que

    se pasa con nosotros, por más absurdo que eso nos parezca.

    Por eso, no somos víctimas en situación alguna.

    El adolescente está en una fase de grandes cambios

    físicos que normalmente lo deja asustado. Ese es un período

    de transición entre el “ser” niño y el “ser” adulto. En

    general, él no se siente niño, pero, siente, a veces, ganas de

    jugar. Sin embargo, cree que ponerse a jugar será una

    vergüenza, porque eso puede señalar que todavía no ha

    crecido. Piensa que, no siendo más niño, tiene que ser

    adulto, pero no está preparado.

    Quiere tomar tan en serio el “ser” adulto que, muchas

    veces, vuélvase más riguroso que los propios adultos, llegan

    incluso a dar consejos a sus padres.

    Esa es una época de la vida en que nosotros menos

    nos conocemos, pues empezamos a sentir cosas que son de

    la fase adulta y, al mismo tiempo, seguimos teniendo

    sentimientos característicos de la infancia.

    Lo que hace falta para que los adolescentes hagan las

    paces consigo mismos y con la vida es saber que en

    nosotros lo que ocurre, siempre, es una suma. Es decir,

    nunca dejamos de ser niños, eso siempre estará en nosotros.

  • 20

    El adolescente, así como el adulto, tiene presente y

    activo dentro de sí todo lo que se ha pasado hasta esa edad.

    Tiene condiciones de asumir nuevas responsabilidades,

    pero, debe recordarse que el normal para él es lo que está

    sintiendo.

  • 21

    3. El amor y el matrimonio

    Dios no nos ha creado como cosas que se hace sin que

    pueda elegir u opinar como quiere ser. Él nos crea y nos

    construye según nuestra voluntad. Nosotros no hemos sido

    creados, lo estamos siendo. No somos productos acabados,

    estamos en constante progreso. Somos nosotros que

    elegimos todas las cosas, y es Dios quien nos las da. Pero

    tenemos poca consciencia de esa libertad de elección

    mientras vivimos, por eso, muchas veces, responsabilizamos

    a Dios y al destino por lo que somos, tenemos o hacemos.

    Creemos que somos víctimas del acaso.

    Sucede con nosotros sólo lo que permitimos o

    dejamos que suceda, y nada, absolutamente nada, que esté

    fuera de nuestro control, que no tenga sido elegido por

    nosotros y que no sea de nuestra entera responsabilidad.

    Dios desea nuestra felicidad, pero nos ha hecho libres, y es

    haciendo uso de esa libertad que podemos elegir vivir

    infelices

    Somos libres no solamente en el inicio de nuestras

    vidas, pero si durante toda nuestra existencia. Si así es,

    somos nosotros que elegimos amar una persona y vivir con

    ella por toda la vida o amar y vivir lejos. Amar y vivir

    felices con quien amamos, amar una persona y vivir con otra

    o amar a alguien y vivir solo.

  • 22

    El amor verdadero es recíproco. No existe amor

    genuino, es decir, aquel capaz de hacer con que dos

    personas se dispongan a vivir juntas por toda la vida, en una

    sola persona. O las dos personas se quieren mutualmente o

    el amor no puede existir.

    El verdadero amor es un sentimiento fuerte, es

    respecto mutuo, es comprensión, donación, es querer el bien

    del otro, es querer estar juntos en todos los momentos, es

    dar la vida (si necesario), es ver y comprender las

    limitaciones, es percibir las virtudes y las debilidades, es no

    confundir la persona del otro con sus actos, es

    incondicional. De hecho, el verdadero amor es

    inconfundible.

    Es el amor que determina la existencia o no del

    matrimonio. La autoridad religiosa como representante de

    Dios, bendice lo que es realizado por el amor de los dos, lo

    que es una unión de almas. Entonces, donde no existe amor,

    no existe el matrimonio.

    El amor autentico es eterno, así, una pareja que se ha

    amado, se ama y se amará para siempre, aunque tengamos la

    impresión de que el amor se ha ido: al amor es

    “indisoluble”.

    Muchas veces confundimos el ser con el hacer, por

    eso confundimos la persona amada con sus acciones y eso

    nos hace pensar que el amor se acabó, sólo porque no

    aceptamos su conducta o los hechos de la otra persona.

    Existen personas que eligen querer a todas las otras

    con la misma intensidad, es decir, no querer a nadie de

    manera especial. Podemos decir que esas personas no sirven

  • 23

    para el matrimonio, pues, no hacen distinción, tornando

    imposible dedicarse a alguien en particular.

    Querer a alguien de manera especial no significa no

    querer a los otros, porque el amor es infinito tanto en

    duración cuanto en cantidad de sus objetos.

    El matrimonio es realizado en el “alma” y no pude ser

    confundido con atracción física o interés de cualquier otra

    especie. Es una suma de fuerzas, es ponerse más fuerte. Es

    hacer parte de alguien, es sentir el dolor, la alegría, la

    tristeza, la felicidad y el placer con el otro, no importando se

    están físicamente juntos o no. Cuando uno se siente malo,

    sin saber la causa, el otro debe, se posible, verificar que es

    lo que pasa, pues él o ella puede estar necesitando ayuda.

    La armonía conyugal no depende sólo del amor, pero

    si del comportamiento, porque amar y demostrar ese amor

    son cosas muy distintas, es vivir ese amor. Una pareja que

    se ama puede pasar la vida entera peleando, viviendo en un

    verdadero infierno, mientras otra pareja que están juntas por

    algún tipo de interés puede vivir en armonía. Por lo tanto, el

    amor no puede ser mensurado por las acciones, por el

    relacionamiento, pero si por los sentimientos que “brotan”

    del espíritu, porque, en la superficie, en la consciencia,

    puede ser mezclado o confundido con sensaciones

    momentáneas generadas por conflictos en el

    relacionamiento y que nada tiene que ver con la falta de

    amor.

    Muchas parejas, estando confusas por problemas en el

    relacionamiento, se separan y pasan la vida entera separada,

    buscando, cada uno para un lado, encontrar su pareja ideal y

  • 24

    no lo encuentran, porque no saben o descubren demasiado

    tarde que la cuestión está en el relacionamiento y no en el

    amor.

  • 25

    4. El Sexo.

    El sexo es un tema que está preocupando mucha

    gente, pues cuando se habla mucho sobre algo es porque eso

    nos molesta. El sexo o la malicia sexual está en casi todo: en

    los culebrones, en los chistes, en las charlas entre amigos y

    en muchas otras situaciones.

    Considerase que la persona que no tiene relaciones

    sexuales siempre, o por lo menos periódicamente, no es

    saludable, y si no está enfermo, se volverá pronto.

    Ser hombre o ser mujer no significa ser sexualmente

    activo. Lo que hace el individuo ser hombre o ser mujer no

    es tener o no relaciones sexuales. Todo en nosotros tiene su

    debido lugar y cuando no es así generase conflictos.

    Dios ha creado el sexo sabiendo de la confusión que

    íbamos hacer con eso, pues cuanto mayor la inclinación al

    sufrimiento, mayor el rechazo o la desfiguración de aquello

    que puede colaborar con la felicidad. Por eso existe tanto

    conflicto sexual. Siendo el sexo una grande fuente de placer

    y sintiéndose, el ser humano, culpable por muchas cosas, así

    necesitando de castigo y no de placer, nada mejor que

    convertirlo en pecado, en algo malo, exactamente el opuesto

    del que ha sido creado por Dios.

    Creo yo que el sexo ha sido creado no sólo para la

    procreación, pero si también para el placer. Si nosotros que

  • 26

    somos humanos nos quedamos contentos con la felicidad de

    nuestros hijos, ¿por qué Dios no se quedaría?

    Somos libres y tenemos “medios” para hacer de

    nuestra vida un infierno o un paraíso, sólo depende de

    nosotros. Así como podemos usar las manos para bendecir,

    también podemos usarlas para matar. Todo está a nuestra

    disposición y podemos usar para el bien o para el mal.

    Incluso los alimentos se ingeridos adecuadamente nos

    proporcionan la vida, pero se lo ingerimos de manera

    inadecuada, esos pueden nos matar. El sexo no es el único

    regalo de Dios que, muchas veces, usamos para el mal, él es

    apenas más uno.

    Cuando estamos sanos, somos buenos para nosotros y

    para los otros, somos amigos, responsables, contentos y

    buscamos hacer solamente aquello que genera la felicidad.

    Amamos todas las cosas y todas las personas, sabemos y

    hacemos sólo lo que es mejor para nosotros y para los otros.

    Sentir atracción física por alguien que, por alguna

    razón, no puede ser nuestro, es lo mismo que tener ganas de

    robar. Querer es diferente de hacer. El sentir proviene de los

    impulsos y el hacer proviene de la razón. Puedo sentir ganas

    de pegar a alguien, aunque este no tenga hecho nada de

    malo, pero no puedo y no debo hacerlo. Si una persona que

    está casada se pone a distribuir aleatoriamente sus cosas,

    seguramente su pareja va a sentirse robada, y eso puede

    generar una grande pelea e infelicidad para los dos. El

    mismo se pasa con el sexo. Para todo existe un límite. La

    medida depende de cada uno. La razón debe estar siempre

    aliada a la voluntad. Evitar conflictos no hace mal a nadie.

  • 27

    La expresión “ojos que no ven, corazón que no

    siente” es usada muchas veces, para justificar traiciones en

    el matrimonio. Eso es un gran engaño, porque a veces

    aquello que no vemos nos hace más daño, pues la otra

    persona sabe que pasa algo, mismo que no sepa exactamente

    lo que está pasando. Eso crea un gran conflicto, porque la

    persona traicionada, además de todo, siéntese engañada,

    pues se fuera eso delante de sus ojos, tendría derecho a

    defensa.

    Cuando una persona hace algo mal, que daña a

    alguien, es ella la primera a castigarse, para disminuir su

    sentimiento de culpa. Lo hace inconscientemente, pero deja

    muy claro para su pareja que algo malo está pasando.

    Además de enseñar, de alguna manera, que es culpada, y

    permitir que la otra lo sepa, existe el inconsciente que es

    común a todos, por lo tanto, todo lo que pasa a uno de los

    dos la otra persona siente.

    Normalmente las personas no tienen consciencia de

    todo que se pasa con las otras, sin embargo, existe una

    comunicación especial entre los amantes que facilitan

    “saber” lo que pasa con el otro. Eso dificulta demasiado que

    una persona oculte algo, pues ella tiene el inconsciente

    común y normalmente quiere ocultar de la persona que sabe

    más que las otras (persona amada) y todavía portase de

    manera que la denuncie. Por eso, por lo más que intente

    engañar, tarde o temprano percibirá que ha perdido su

    tiempo. Eso porque su pareja no sólo ha percibido lo que se

    pasaba, pero si también se ha quedado afligido, y el

    relacionamiento, que se quería preservar, está totalmente

    arruinado .Y por fin, la persona que pensaba estar

  • 28

    engañando u “ocultando”, a la otra, percibe que sólo logró

    engañar a sí misma y a nadie más.

    Nadie es capaz de ocultar nada de nadie, si alguien

    piensa que está logrando eso está solamente engañando a si

    propio. Cuando nos portamos de manera que perjudica los

    más perjudicados somos siempre nosotros mismos.

    Todo lo que da placer de hecho, que no sea un mero

    “placer” físico, pero sí que implica el alma y que no genere

    sufrimiento a nadie, es un regalo de Dios, es una bendición

    del Padre, que debe ser disfrutado sin culpa y sin miedo.

  • 29

    5. El Inconsciente

    El inconsciente es un código genético que está

    localizado en el interior de cada célula. En él está grabado el

    pasado, el presente y el futuro en materia de experiencia de

    vida, que puede haber sido o venir a ser vivida, por toda la

    creación y de todos los tiempos. En otras palabras, el

    inconsciente es único y común a toda creación, no

    solamente a la humanidad.

    Es haciendo uso de nuestra eterna libertad de elección

    que elegimos el bien o el mal, pues todo está a nuestra

    disposición.

    Analizando que en el inconsciente está grabado el

    pasado completo y el futuro también completo, llegamos a

    la conclusión de que todo es un eterno presente, así

    podemos hacer uso de cualquier información, no importa si

    pertenece a un pasado o a un futuro igualmente distante.

    Podemos elegir cosas buenas o malas, así como

    alguien que va al supermercado con dinero suficiente para

    comprar todo lo que desea, eso, imaginando un

    supermercado que tenga de todo.

    Somos libres para elegir lo que queremos, sin

    importarnos con cuales fueran las elecciones de nuestros

    padres o antepasados, pero, en la mayoría de las veces,

    intentamos imitarlos.

  • 30

    Para activar nuestra memoria inconsciente basta

    relajarnos y entonces entramos en contacto, no sólo con

    nuestro inconsciente, pero si también con cualquier persona

    y incluso con cualquier criatura y de cualquier tiempo, pues

    el inconsciente es único. Por eso, cuando cometemos un

    error o practicamos una acción buena o mala, interferimos

    en la orden de todo el universo, pero en especial la de

    nuestro ser.

    Somos la integración del yo espiritual con todas

    nuestras experiencias. No existe el pasado, todo está en

    nosotros como un eterno presente.

    Es nuestra mente consciente que ejerce el comando,

    pero somos constantemente influenciados por experiencias

    pasadas registradas en nuestro inconsciente.

    Las experiencias negativas o positivas están todas

    grabadas o registradas. Nuestra felicidad o infelicidad sólo

    depende de nosotros, de nuestras elecciones.

    Podemos ejercer, mentalmente, mucha influencia

    sobre los otros. Sin embargo, esa influencia es ejercida

    sobre todo por nuestro consciente, por nuestro pensamiento.

    Por lo tanto, podemos colaborar positivamente con todo el

    universo, principalmente con las personas que conocemos,

    pues somos de alguna manera, responsables por todas.

    Aún hablando del inconsciente, podemos decir:

    imaginemos un grande libro, con muchas páginas. En este

    libro están impresas palabras o frases que podemos leer o

    ver, pero para hacerlo necesitamos hacer un pequeño

    esfuerzo, como hacemos con las marcas que llamamos de

    marca de agua. Durante nuestra existencia vivimos aquello

  • 31

    que elegimos y, así como vamos haciendo nuestras

    elecciones, destacamos las marcas, haciendo que se queden

    más legibles. Así, hacemos con que nuestra página sea

    diferente al de las otras personas. Si quisiéramos podríamos

    imitar los otros, pues tenemos acceso a todo el libro.

    Somos libres, pero, a veces nos dejamos llevar por

    cosas que nuestros padres, abuelos o ancestrales (no importa

    la distancia, el libro es el mismo) hicieran, es decir,

    vivieran. Si nos comportamos de esta manera, damos

    secuencia a comportamientos que escogemos libremente y

    que acusamos a los otros como responsables por todo lo que

    se pasa con nosotros, poniéndonos a la condición de

    victimas del destino.

    Podemos ser únicos, porque infinitas son las

    posibilidades a nuestra disposición. Dios nos ha hecho

    únicos, pero, nos ha dado plena libertad de elección y es

    haciendo uso de esa libertad que elegimos imitar los otros.

    Comparando el inconsciente con un ordenador,

    decimos que la energía que permite su funcionamiento es la

    energía vital. Pero, además de la energía, es necesario que se

    tenga un instructor y asistencia técnica. Lo que intento decir

    es que no podemos hacer absolutamente nada sin Dios, y Él

    nos daría un “ordenador” tan eficiente se eso hiciera con que

    no necesitásemos más del Él, porque nos ama y nos quiere

    muy cerca de Él.

    Somos sabios a la medida que tenemos consciencia de

    cuanto dependemos de Dios – no importa cual el nombre

    dado a Él. Por lo más que intentamos, jamás vamos lograr

    apartarnos o volvernos independientes, porque Él es nuestra

  • 32

    esencia. Creer que podemos vivir sin Dios es lo mismo que

    decir que un ser vivo puede vivir sin vida.

  • 33

    6. Unidad Universal de Todos los

    Seres

    Nosotros, con Dios y todo el universo, somos sólo

    uno. El universo es un ser individual, así como una ameba

    unicelular. Como se dice en aquel refrán: “el tamaño no

    significa nada”.

    El universo, constituido por una infinidad de galaxias

    conteniendo, cada una, muchos mundos y cada uno de esos,

    una infinidad de seres de todas las especies, es vivo. Todo

    tiene vida, aunque para nuestros ojos, no crezca, no se

    desarrolle o se mueva. Además de lo que vemos o sabemos

    que existe, hay muchas otras realidades vivas en el universo.

    Por ejemplo, agua, aire o tierra, no sólo contienen seres

    vivos en eses elementos, como ellos propios tienen una

    especie de vida, porque Dios vive en todo, y Él es la propia

    vida. Existe una enorme cantidad de seres que están

    totalmente lejos de nuestra comprensión.

    Nuestro consciente, que nos permite tomar

    conocimiento científico de las cosas, no nos da posibilidades

    de jamás abarcar todo, porque, conscientemente, somos

    mucho limitados. Muchas veces hasta pensamos que sólo

    existe aquello que conocemos. Lo que está lejos de nuestra

    comprensión creemos que puede ser fantasía, producto de

    nuestra imaginación.

  • 34

    Decir que en el fuego no hay vida en virtud del calor

    es lo mismo que pensar que en el hielo no hay debido al

    frio. Afirmar que sólo existe aquello que, de alguna manera,

    puede ser visto o experimentado por nosotros es tan verdad

    cuanto un ciego decir que no existe lo que él no puede ver.

    En nuestro mundo hay mucha incoherencia, mucha

    falta de raciocinio. Porque, si, pacatos seres humanos,

    viviendo en una comunidad aislada, se creen los únicos del

    planeta, del universo, eso nos resulta muy cómico y los

    consideramos “ignorantes”. Sin embargo, no nos damos

    cuenta que hacemos exactamente la misma cosa cuando no

    acreditamos en aquello que no vemos.

    Hubo un tiempo en que la luna era venerada como un

    dios y aún sigue siendo por algunos pueblos. Se en esta

    época alguien afirmase que algún día el hombre pisaría en

    ella, ¿qué podría suceder?

    Pensando en la gran evolución de la humanidad no se

    puede entender porque tantas personas aún dudan de la

    existencia de vida fuera de la Tierra. Aquí, en la Tierra, creo

    yo que existen regiones habitadas por personas que son

    totalmente ignoradas por nosotros. Y que también ellas no

    saben que existimos, sin embargo, existimos y ellas

    también. De esta manera nos comportamos en relación a los

    otros mundos y a las otras dimensiones exactamente como

    eses pocos de la Tierra que piensan ser los únicos.

    Muchas mujeres dicen para sus maridos o para otras

    personas que sus maridos pueden traicionarlas cuanto

    quieran, siempre que ellas no lo sepan. Dicen que el marido

    traicionado debe ser el último a saberlo. Es de esa manera

  • 35

    que muchos de nosotros nos comportamos en respecto a los

    extraterrestres. Negamos el obvio. Afirmamos que no vimos

    lo que todos sabemos que sí. Así exponemos al ridículo

    aquel que tienen coraje de afirmar que lo vieron. Todos

    sabemos, pero, negamos. Y quien dice la verdad es llamado

    loco, desequilibrado. ¿Hasta cuándo mantener esta situación

    de “marido traicionado”?

    ¿Por qué tenemos tanto miedo de admitir el obvio?

    ¿Por qué seguir insistiendo que somos los únicos del

    universo? ¿Qué pasa con alguien que piensa ser el más

    atrasado y descubre otro que sabe menos y que ese puede

    aprender mucho con él?

    Así como en nuestro cuerpo existen células más

    viejas y más jóvenes: una que nace, otra que muere, el

    mismo pasa con el universo. Hay mundos más viejos y más

    jóvenes. Unos naciendo y otros muriendo.

    Imagínate que las células o los órganos de nuestro

    cuerpo, de repente, empiezan a hacer de cuenta que los otros

    órganos o células no existen. Sería, seguramente, un grande

    lío. Imagínate el corazón fingiendo que los pulmones no

    existen o el contrario y, después de todo, aún creer que ha

    sacado ventaja, que ha sido listo, realista o precavido.

    Acostumbramos decir que: “es más fácil dar visión a

    cien ciegos que enseñar la luz a una persona que no quiere

    ver”. Eso es, seguramente, una gran verdad, pues aquel que

    quiere, todo puede. Pero, aquel que no quiere nada, nada se

    le puede hacer.

    Mientras no resolvemos abrir los ojos para la realidad,

    la misma que llamamos de fantasía de desocupados, nuestro

  • 36

    relacionamiento con los extraterrestres se pondrá cada vez

    más en conflicto. Así como los niños que, muchas veces,

    hacen tonterías para llamar la atención, el mismo está

    pasando con los extraterrestres, mientras fingimos

    ignorarlos.

    Cuanto más rápido dejamos de fingir de muertos, más

    rápido tendremos la oportunidad de vivir en paz. Podemos

    lucrar mucho con eso, pues tenemos mucho que aprender y

    enseñar en un relacionamiento harmonioso con ellos.

    Dios es como un padre de familia que quiere a todos

    sus hijos y os comprende, mismo cuando hay peleas entre

    ellos. Él está, al mismo tiempo, en todo el universo, es como

    si todo estuviera se pasando en una misma casa. Por lo

    tanto, nuestro relacionamiento con los extraterrestres es lo

    mismo que lo de hermanos, hijos del mismo padre y misma

    madre, viviendo juntos, pero que no se comprenden y fingen

    que no saben de la existencia unos de los otros.

    En una escuela, normalmente, existe un único

    director, y los alumnos pasan por diversos niveles. Es raro

    un alumno entrar en la escuela para estudiar un sólo año.

    Los mismos maestros, muchas veces, enseñan en diversas

    aulas, y un alumno puede tener el mismo profesor varios

    períodos seguidos.

    El bueno caminar de una escuela depende de la unión,

    del amor y disciplina por parte de todos: director, maestros,

    alumnos y los demás empleados. Una escuela jamás será

    considerada modelo caso no haya en ella personas

    dispuestas a cooperar unas con las otras, teniendo como

    objetivo común la formación de los alumnos. Eso sólo será

  • 37

    posible se cada uno donar el mejor de sí objetivando

    siempre el mejor para todos.

    Además de la necesidad de todos los miembros de la

    escuela estar unidos entre sí, aún es necesario que haya

    intercambio de informaciones y de interés entre las diversas

    escuelas. Se la comunicación dentro de una misma escuela

    es de importancia vital para todos y es también importante

    la comunicación entre las escuelas de todo el país y del

    mundo, seguramente, no sería el caso de despreciar el

    intercambio de informaciones entre escuelas

    interplanetarias.

    En un intercambio de informaciones, cuanto mayores

    las diferencias entre las partes, mayor el crecimiento de

    todos. Siempre que quieran sumar conocimientos.

    Así como los alumnos tienen formación mejor cuanto

    mayor la comunicación interna y externa de la escuela,

    serán mejores ciudadanos los individuos que sean más

    unidos dentro y fuera de su país, es decir, que también

    intercambien informaciones con los demás países. El mismo

    pasa con las personas de un mundo que no solamente

    buscan ser unidas entre sí, pero sí con las de otros mundos,

    no importando si poseen o no aspectos físicos semejantes.

    Forma física no debe ser llevada en consideración,

    pues tenemos en nuestro propio medio personas muy

    distintas unas de las otras. Y todavía convivimos con los

    animales que nos permiten conocer formas muy variadas. Si

    paramos para pensar, llegaremos a la conclusión de que

    somos tan diferentes y que ser diferente es la regla y no la

    excepción. Para ver eso, no es necesario ir lejos, ni tampoco

  • 38

    a otros países. Por lo tanto, no hay porque asustarnos con la

    forma física de nuestros hermanos de otros planetas.

    Nuestras mayores diferencias son apenas en el

    aspecto físico. Nosotros mismos, durante nuestra vida,

    pasamos por tantos cambios que nos hacen sorprendernos.

    No sólo pasamos por las diferencias normales debido a las

    diversas fases del desarrollo físico, como también podemos

    ponernos gordos o delgados demasiado, a tal punto de que

    alguien no nos reconozca, hasta por nuestros familiares.

    Existen también nuestras reacciones internas que nos hacen

    cambiar de cara a todo rato.

    Acostumbramos rotular los seres según sus formas

    físicas, olvidándonos que lo que realmente los identifica es

    su “carácter espiritual”. El aspecto físico es superficial y

    pasajero, entonces no puede servir de identidad a nadie. Eso

    tanto es verdad que existen criminales perseguidos por la

    policía que viven en el medio de las personas y, muchas

    veces, junto a sus propios perseguidores, ellos no son

    reconocidos porque el físico sufre muchas transformaciones.

    Los criminales, o cualquier persona que quiera pasarse

    desapercibida, no se esconden aún más por causas

    espirituales, pues, muchas veces, demuestran un

    “comportamiento raro” que les denuncia.

    El físico es como la ropa que, en el invierno, puede

    nos hacer parecer más grandes que en el verano debido a su

    grosor. Espiritualmente somos todos iguales, todos

    hermanos, porque venimos del mismo Padre. No hay

    diferencia entre las plantas y los seres más desarrollados que

    acostumbramos llamarles ángeles o santos. La diferencia

    entre los vegetales y los ángeles es solamente una cuestión

  • 39

    de tiempo. Así como es la diferencia entre los niños de la

    guardería y los doctores, un embrión humano y una persona

    adulta.

    Dios habita en toda la creación. Todas las cosas y

    todos los seres superiores o inferiores vienen del mismo y

    único ser, que es Dios. No importa que nombre damos a Él.

    Todo que nace, crece, envejece y muere tiene vida,

    tiene espíritu, tiene personalidad propia, mismo que poco

    desarrollada. Vida y espíritu es la misma cosa. La muerte no

    existe, pues el espíritu no muere, por lo tanto, todo que vive

    es eterno.

    Cuando miramos con los ojos físicos, vemos

    solamente el físico. Se este se modifica, no lo reconocemos.

    Por ejemplo, se busco a un alumno desconocido de alguna

    escuela, lo buscaré entre los que están uniformados y lo

    encontraré se esté portar el uniforme. Pero, se lo conozco, lo

    encontraré aunque esté sin uniforme.

    Miramos a todo con “ojos físicos” por eso vemos

    tantas diferencias. Atribuimos valores pensando como seres

    físicos que ven solamente la materia. Pero, si recordamos

    que somos espíritus y miramos con “ojos de espíritu”,

    notamos la homogeneidad de todos los seres. Vemos que

    somos, de hecho, hermanos, no importando ser vegetales,

    animales o humanos.

    La armonía universal no depende apenas del buen

    relacionamiento entre los humanos, pero si también los

    demás seres vivos del universo. Comparando la familia –

    pequeña célula familiar – con el mundo y la Humanidad

    entera con el Universo, observamos que, así como no

  • 40

    podemos afirmar que una familia es sana y feliz sin tener en

    cuenta todos los miembros de la familia, no podemos hablar

    del Universo ni de la unión de los pueblos sin que

    consideremos la relación entre los planetas y sus habitantes.

    Comparando nuestro cuerpo con el universo y cada

    célula con un mundo, diremos que así como sólo hay salud

    si existir un perfecto equilibrio entre las células, el mismo

    sucede en el universo que se torna más sano a medida que

    aumente la unión y la armonía entre los “mundos”.

    Pensar que somos los únicos del universo es lo mismo

    que considerar que somos autosuficientes. Eso es tan poco

    sano cuanto lo sería se las células de nuestro cuerpo

    actuasen como seres libres e independientes.

    Sin embargo, así como las células, sabiendo o no,

    trabajan como un equipo y con el mismo objetivo, todos

    nosotros, de todos los planetas, teniendo o no consciencia de

    ello, trabajamos, para el mismo fin: la perfección de cada

    uno y de todos. Es decir, la perfección de todo el Universo.

    Todo que vive, crece y progrese. La perfección, que es el

    objetivo de todos, puede ser retardada o acelerada,

    dependiendo de cada uno. Todos, sin excepción, lo lograrán.

    Pero no en el mismo espacio y tiempo, el camino es lo

    mismo, mas la duración del viaje sólo depende del viajero.

    Cuando decido hacer un viaje, elijo la fecha, el camino, el

    tipo de transporte. Todavía elijo las ropas que voy a utilizar

    durante el trayecto. Se hace frío, utilizo ropas de frío y se

    hace calor elijo ropas de calor. Cuando elegimos todo de

    manera adecuada, seguramente, nos sentiremos más

    contentos de que se actuamos de manera diferente.

    Realmente, son muchos los caminos para llegar a un mismo

  • 41

    sitio. Son muchas maneras de ir hacía allá. La elección es

    del viajero. Durante la caminata no debemos tener miedo de

    ayudar los que nos piden, pues, a veces, nos engañamos en

    respecto a nuestro vehículo que puede averiarse, y entonces

    seremos nosotros que necesitaremos ayuda. Ayudar los que

    necesitan aumenta nuestro círculo de amistad que genera

    aumento de recursos y probabilidades de un viaje más

    seguro, confortable y feliz. Caminando en caravana todos se

    sienten más protegidos, porque uniendo las fuerzas nos

    tornamos más fuertes. Siguen en frente sin miedo de las

    intemperies, de las dificultades que puedan surgir. Eso

    puede ser válido para nuestro viaje en busca de la

    perfección, y puede ser válido para nuestra vida actual, o

    todavía, para cualquier cosa que nos proponemos a hacer.

    Somos más felices a medida que nos ponemos en armonía

    con nosotros mismo, y eso sólo es posible si, de alguna

    manera, hacemos las paces con nuestra familia, nuestra

    comunidad, nuestro país, mundo, demás planetas,

    dimensiones, Universo y Dios.

  • 42

  • 43

    PARTE II

    DIMENSIÓN DIVINA

  • 44

    1. Somos de Origen Divina

    Nuestro espíritu “contiene” la presencia de Dios.

    Somos sus hijos legítimos. Él nos ama con infinito amor.

    Somos “eternos” y hemos sido creados a su imagen y

    semejanza.

    Somos libres para elegir todo en nuestra vida, hasta

    mismo “nuestros padres” y “nuestro sexo”. Si somos libres,

    ¿cómo concebir el Pecado Original? ¿Somos libres para

    todo menos en respecto a eso? ¿En este caso, dónde estaría

    nuestra libertad? Si eso fuera verdad, no seríamos libres, si

    no lo fuéramos, no seríamos responsables. Sólo puede ser

    responsable quien es libre, quien tiene otra opción y así

    mismo elige lo que es erróneo. Quien no es libre no puede

    ser responsabilizado, porque no es culpable, es víctima.

    Existen herencias negativas que son elegidas por

    muchos, durante muchos años. Elegimos cosas, hasta

    mismo, del inicio de la humanidad. Como ya he dicho, son

    elegidas y no necesariamente heredadas. Pueden ser

    elegidas o no, depende de cada uno.

    Tenemos muchos problemas: conflictos, registros

    negativos o pecados. Algunos de esos han sido heredados

    por nosotros, otros tuvieran su origen en nosotros. Durante

    nuestra vida podemos nos libertar de muchas barreras, pero,

    si lo queremos, podemos acumular muchas otras, sólo

    depende de nosotros.

  • 45

    Son nuestros descendentes que nos eligen como sus

    ancestrales y, además de eso, ellos pueden elegir o no tener

    los mismos problemas que nosotros. El hecho de que

    seamos de origen Divina no significa que no necesitamos

    estar en comunión con Dios por medio de la oración. Él nos

    hace a partir de Sí mismo para que fuera imposible nos

    apartarnos de Él. Pero, quiere que estemos juntos no sólo

    porque somos parte de Él, pero si porque queremos estar

    con Él.

    Así como la autoridad religiosa no hace el

    matrimonio, pero si lo bendice, también no es por el

    bautismo que uno tornase hijo de Dios, porque él ya lo es.

    Creo que, así como Dios quiere que la pareja reciba las

    bendiciones por medio de la iglesia, también quiere que

    nosotros, Sus legítimos hijos, seamos bautizados. No para

    nos convertirnos en hijos, pero si para asumirnos

    públicamente que aceptamos serlo.

    Las gracias divinas son inherentes a nosotros, porque

    “Dios está en nosotros”. Sin embargo, logramos bloquearlas

    con las elecciones negativas.

    No vamos a la escuela adquirir inteligencia, pues esta

    ya nos pertenece. Lo que necesitamos y lo que buscamos es

    adquirir conocimientos y, de esta manera, desarrollar y tener

    consciencia de nuestra inteligencia.

    La mayoría de las personas no saben y no se

    preocupan en saber los nombres, como funciona, o para que

    valgan sus propios órganos. Pero eso no hace con que ellos

    se pongan resentidos y paren de funcionar o al menos se

    molesten. Lo mismo pasa con las personas que no saben que

  • 46

    tienen Dios “dentro de sí”, que fueran creadas por Él. No

    saben o no aceptan que Él existe, ni por eso dejan de tener

    Dios dentro de sí y de recibir todo lo que necesitan para

    vivir y ser felices.

    Así como, para que nuestros órganos funcionen en

    perfecta orden, no necesitamos, necesariamente, conocerlos,

    el mismo se pasa con nosotros en relación a Dios que nos

    ama de manera incondicional y que no priva a nadie de sus

    gracias, porque conoce íntimamente e integralmente a todos

    sus hijos.

    Nosotros, que somos humanos, amamos a todos

    nuestros hijos, sin importarnos si se portan como nos

    gustaría que se portaran, imagínate Dios con Su infinita

    bondad y misericordia.

    Sería muy bueno se tuviéramos con nuestros hijos un

    excelente relacionamiento y si ellos nos conocerán

    profundamente, porque así tendríamos una comunicación

    auténtica y especial con ellos. Sin embargo, no dejamos de

    amarlos o de protegerlos si no lo hacen. Y tampoco les

    castigamos si no corresponden a nuestros deseos. ¿Como

    podemos creer que Dios puede castigar a alguien por estar

    fuera del ideal? ¿Pero, quién sabe cuál es el ideal?

    Porque somos hijos de Dios y porque tenemos en

    nosotros Su presencia, somos buenos y no somos capaces de

    practicar cualquier acto de maldad, excepto si estamos

    “enfermos”. Se nosotros comprendemos que nadie en

    “sana” consciencia, tiene capacidad de practicar el mal,

    porque perjudica más a si mismo que a los otros, pues se

    pune por todo mal practicado y/o deseado no importa contra

  • 47

    quien, ¿por qué creemos que Dios sería capaz de punir o

    condenar sus hijos cuando Él sabe todo y los ama sin más?

    Queremos a nuestros hijos aunque no sean

    exactamente aquello que nos gustaría que fueran. Podemos

    intentar instruirlos, pero ellos pueden o no aceptarlo. No

    debemos obligarlos y hacer con que se comporten según

    nuestras expectativas. Así es Dios en relación a nosotros. Él

    nos ama y desea el mejor para nosotros, pero jamás nos

    obliga a nada, porque Él sabe que lo que realmente importa

    es lo que viene del espíritu y no lo que viene de exterior.

    Los hijos aportan mucho de los padres y son hijos por

    las buenas o por las malas. Una vez hijos, siempre hijos.

    Aunque se rebelen, peleen o perneen jamás dejaran de

    serlo. Las características de los padres que están en los

    hijos, desde la concepción, son inherente a ellos

    eternamente. Lo que puede suceder durante la vida es la

    manifestación o no de ciertas características, pero eso no

    significa, en caso negativo, que no las posean.

    Así como son los hijos en relación a los padres,

    somos nosotros en relación a Dios. Las características

    divinas están en nosotros independiente si la queremos o no,

    si la demostramos durante la vida o no.

    Los dones que acostumbramos llamar de dones del

    Espíritu Santo son inherentes a nosotros, son herencias

    divina para nosotros, así como son las características de

    nuestros hijos. Si son manifestados o no, durante nuestra

    vida, depende de nosotros, de nuestra aceptación y

    “disponibilidad”, no manifestarlos no significa, en ninguna

    hipótesis, no poseerlos.

  • 48

    El comportamiento de los hijos en relación a los

    padres determina el relacionamiento entre ambos, que puede

    variar de pésimo a excelente, pero jamás va a determinar si

    son o no hijos. Eso no depende de la manera de ser ni

    tampoco de querer, es algo inmutable.

    Así como las acciones de los hijos en relación a los

    padres no interfieren en el hecho de ser hijos, también

    nuestros comportamientos no determinan si somos o no

    hijos de Dios.

    Creer que sólo los bautizados son hijos de Dios es

    pensar que los que tienen religión son mejores que aquellos

    que no la tiene.

    Si no fuéramos hijos de Dios, Él sería para nosotros

    un desconocido, tan desconocido que no tendría nada que

    ver con nosotros, y eso haría que no o deseáramos como

    Padre. Entonces, nadie se bautizaría, pues no tendría porque

    hacerlo.

    Somos hijos legítimos de Dios, bautizados o no. Él

    nos quiere con un amor eterno e infinito, mismo cuando

    tampoco sabemos que Él existe. Dios nos ama de una

    manera incondicional, y que no depende de nuestro

    comportamiento, no depende de bautizarnos o no.

    Así como existen personas que viven sanas, que

    actúan de manera correcta sin nunca tener aprendido, pero

    que lo hacen de manera instintiva, otras tienen consciencia y

    prefieren hacer sólo lo que aprenderán como cierto. Todavía

    existen aquellas que saben lo que es cierto, pero eligen vivir

    de manera diferente perjudicando a sí mismo y a las otras

  • 49

    personas. Así es en respecto a la vida de modo general y

    también en respecto a la religión.

    Lo que nosotros, bautizados, deberíamos hacer es

    buscar instruir aquellos que desconocen lo que creemos ser

    la “Verdad” y intentar crear el deseo de mudanza en quien

    sabe que vive de forma errónea, pero que no quiere o no

    tiene fuerzas para cambiar. Pero, debemos siempre

    recordarnos que no somos mejores que los otros y que los

    no bautizados son tan hijos de Dios cuanto los bautizados.

  • 50

    2. Oraciones Positivas o Negativas

    Cualquier pedido es una oración, consciente o

    inconsciente. Para avaluar nuestras oraciones basta observar

    lo que se pasa con nosotros en nuestro cotidiano, nuestra

    vida. Todo es fruto de nuestras oraciones, que pueden ser

    positivas o negativas.

    Todo deseo es una oración. Toda acción en favor de

    algo es una oración. Tomar una medicina con el objetivo de

    aliviar un dolor es un pedido de cura, es una oración. Sin

    embargo, si el objetivo es negativo también es una oración.

    El trabajo es un pedido a Dios de cosas necesarias,

    importantes para la vida. La alegría es un agradecimiento.

    Querer que un dolor se vaya es un pedido de cura. Desear no

    ver o no tener visto alguien o algo es un pedido de ceguera.

    Así como desear ver lo es para poder ver.

    Si una mujer embarazada toma un vaso de agua con el

    objetivo de causar un aborto, el bebé podrá de hecho morir.

    En este caso lo que hace el feto morir es la intención, es el

    deseo de destruirlo, que ha sido aceptado por él. Sin

    embargo, si la madre, llevada por algún motivo que no sea

    el deseo real de matar, ingerir veneno puede que no

    provoque daño algún. En otra palabra, un vaso de agua, que

    por su composición química, es inofensivo, puede matar,

    mientras tanto un veneno pode no dejar rastro como si no

    tuviera sido ingerido.

  • 51

    El peor de los venenos es el deseo de destruir o

    destruirse. Desear morir es un pedido de enfermedades o de

    medios para llegar al objetivo. La enfermedad, así como un

    accidente de cualquier tipo, no pasa de un instrumento

    utilizado para suicidarse.

    Desear vivir es un pedido de salud, paz y alegría, es

    una grande y poderosa oración de cura y de todo más de que

    se necesita para la realización del objetivo.

    Cuanto más grande el número de optimistas, alegres y

    sanos, más grande será la bendición sobre todos, porque

    reciben de acuerdo con que desean. Mas, las personas que

    estando en el medio de las otras, estuvieren deseando el mal,

    no harán uso de las gracias que son para todos, pero si los

    que la quieren.

    Muchos se rebelan por tener la impresión de que Dios

    no los escucha y así argumentan: “Yo rezo demasiado y

    nunca recibo lo que pido y conozco personas que no rezan y

    son mucho más felices”

    Lo que pasa es que piden una cosa con la boca

    mientras el corazón desea otra. Siempre que eso pasa, quien

    gana es el corazón. Dios oye y atiende siempre, hasta contra

    Su voluntad, porque respecta nuestra libertad. ¿Por qué

    contra Su voluntad? Porque Él desea locamente nuestra

    felicidad, pero cuando no la deseamos, a Él sólo queda la

    opción de dejarnos ser infelices.

    Dios quiere que recemos por nosotros y también por

    los otros – vivos o muertos – pero quiere que nuestra

    oración sea una unión de la mente, del corazón, y de la boca.

    Quiere que sepamos que estamos rezando, que deseemos

  • 52

    que nuestra oración sea atendida y que enseñemos eso con

    nuestro comportamiento.

    Cuando rezamos por los otros, quien más se beneficia

    somos nosotros mismos, porque quien desea cosas buenas

    para los otros también las desea para sí. La persona para la

    cual intercedemos sólo recibirá la gracia si ella lo quiere.

    Podemos pedir todo lo que queremos, para nosotros y

    para los demás. No hay necesidad de sentir vergüenza por

    pedir cosas “pequeñas”, “banales”, creyendo que va a

    molestar a Dios con cosas sin importancia. Todo lo que nos

    hace falta, aunque parezca insignificante, es de un valor

    inmenso para Dios. Él da más atención que nosotros en las

    cosas que deseamos. ¿Si todo es dado por Él, por qué no

    tomamos conciencia de eso y pedimos sin miedo todo lo que

    necesitamos?

    Además de tener bien claro lo que pedir, es necesario

    también saber el porqué y para qué. No debemos hacer

    nuestras oraciones o pedidos sólo por hábito, por estar

    acostumbrados, porque este tipo de comportamiento resulta

    en pedir siempre y recibir nunca. Tornase en pedir sólo por

    pedir, sin el menor deseo de recibir.

    Para que un pedido sea sincero y verdadero es

    imprescindible que sepamos lo que realmente queremos y, si

    lo que queremos es, de hecho, el mejor para nosotros en

    aquel momento, es decir, debe ser un acto consciente e

    inteligente.

    Todo lo que queremos o deseamos, no importa si se

    refiere a cosas buenas o malas, es una oración. Aunque lo

    sepamos o no. Nada, en absoluto, sucede fuera de Dios.

  • 53

    Existimos porque Él nos ha hecho; vivimos porque Él

    quiere que vivamos. Él está en todo. Es imposible huir de

    esa realidad.

    Hay personas que piensan que rezar es una señal de

    debilidad, “es cosa de mujer”. Eso es ignorancia, porque

    somos, se comparados a Dios, infinitamente pequeños.

    Muchas veces ocurre el contrario, creemos que somos

    demasiado pequeños y sin importancia para que Él se ocupe

    de nosotros. De verdad que somos pequeños y que Dios es

    infinitamente grande, pero también es verdad que Él es

    bueno, justo y misericordioso y, todavía, es nuestro Padre y

    Amigo.

    No necesitamos preocuparnos con la importancia de

    Dios, porque no somos nosotros que “subimos” hacía Él,

    pero es Él quien baja hasta nosotros, es Él quien habla

    nuestra lengua.

    Nuestra comunicación con Dios mejora a medida que

    pasamos a conocer mejor a nosotros mismos y a los otros.

    Cuando no somos capaces de mirar para dentro de nosotros

    y oír nuestras propias quejas, también no nos es posible

    tener un buen relacionamiento con los otros y con Dios. No

    nos quedamos bien con Dios sin primeramente quedarnos

    bien con la vida y con los otros.

    No debemos dejar que nuestras oraciones se queden

    por cuenta de los deseos inconscientes, porque muchos son

    los registros negativos en nuestro inconsciente y que

    funcionan como verdades incontestables para nosotros.

    Cuando no recibimos lo que pedimos, podemos

    preguntar por qué. Puede que tenemos registros

  • 54

    inconscientes contrario al que estamos pidiendo o es

    impaciencia nuestra o, todavía, puede ser el ideal para

    nosotros. La respuesta vendrá de acuerdo con la capacidad

    intuitiva de cada uno. Unos pueden ver mentalmente a

    alguien respondiendo. Otros pueden recibir la respuesta en

    forma de pensamiento que parece invención de la propia

    mente. No importa la forma, nuestra pregunta será siempre

    contestada.

    Aprendemos que agradecer a alguien que nos da algo

    o que nos hace algún favor hace parte de una buena

    educación. Tenemos eso como una cosa natural y nos

    resulta raro cuando alguien se porta de manera diferente.

    ¿Es cierto que tenemos la misma costumbre en respecto a

    Dios? ¿O aprendemos a agradecer a unos y no lo hacemos

    con otros? ¿O todavía depende de lo que recibimos o

    debemos agradecer por todo? ¿Si somos capaces de

    agradecer lo que nos dan, que muchas veces, ni se trata de

    una donación desinteresada, por qué no agradecer a Dios

    por todo lo que somos, tenemos o hacemos, sabiendo que

    todo es dado por él?

    Somos naturalmente gratos. Cuando negamos eso,

    creamos dentro de nosotros un conflicto que bloquea

    nuestro recibimiento de las bendiciones, porque pasamos a

    sentirnos culpables, haciendo que deseemos para nosotros

    cosas malas para castigarnos a nosotros mismo y así

    aliviarnos de nuestra culpa.

    Existen personas que aparentemente no saben rezar.

    Se consultadas sobre eso, confirman que no rezan, sin

    embargo, viven una vida de oración natural. Es decir, sólo

    desean el bien para sí y para los otros y, de esta manera,

  • 55

    viven según la voluntad de Dios, aunque no tengan

    consciencia de lo que hacen.

    También existen personas que creen estar haciendo la

    voluntad de Dios, porque siguen lo que está escrito. Olvidan

    que Dios, además de los ojos, nos ha dado inteligencia y

    raciocinio, es decir, nos dejó el don de la razón para que

    pudiéramos creer en Él, no porque nos han dicho que Él

    existe, pero sí porque o descubrimos por nosotros mismos,

    por medio de nuestra propia experiencia.

    Testificamos Dios a la medida que respectamos las

    diferencias individuales, principalmente en respecto a los

    dones de cada uno. No entender que el otro es diferente de

    nosotros es ver Dios como incompetente. Es no respectar el

    creador, que, además de tener creado, está en la criatura.

    Dios quiere a todos igualmente con amor eterno e

    infinito. Habla con cada uno según su capacidad de

    comprensión. Respecta nuestra libertad de elección, a

    nuestra manera de ser y a nuestra forma individual de

    comunicarnos con Él. Quiere que sepamos rezar, pero

    principalmente que sepamos amar. Rezar es pedir, es

    agradecer, es elogiar a Dios. Agradecer y alabar – elogiar-

    resulta en nosotros una grande alegría, una sensación de

    plenitud, de belleza interior que genera una poderosa

    energía capaz de nos hacer ilimitados, porque eso aumenta

    el poder de Dios en nosotros y entonces somos capaces de

    hacer, ver o sentir cosas increíbles, que son vistas por quien

    nunca tuvo tales experiencias como locuras o cosas

    demoníacas.

  • 56

    Somos divinos, por eso, ilimitados y capaces de todo

    lo que nos es propio. No debemos asustarnos cuando

    suceden “cosas raras”, aparentemente imposibles. Eso

    debería ser normal y no la excepción. La manera con la cual

    estamos acostumbrados, viviendo como se fuéramos apenas

    materia, es decir, limitados, eso sí es la excepción. Somos

    divinos y capaces de experiencias y obras divinas.

  • 57

    3. Cielo e Infierno

    Cuando morimos, no vamos a un sitio llamado cielo o

    a un sitio llamado infierno, porque ambos son solamente un

    estado de espíritu o estado interior y no un sitio donde viven

    los espíritus.

    Después de muerto no necesitamos de un lugar fijo,

    predeterminado, para vivir. El espíritu, como la persona

    viva, puede elegir donde vivir, pues sigue libre.

    La muerte es una especie de viaje que no es

    necesariamente un viaje, porque el espíritu puede, si quiere,

    permanecer en la tierra o visitar los vivos siempre que

    desear o cuando sea necesario. Existe normalmente, un

    grande lazo de unión entre todos los familiares.

    Cuando alguien se muere, difícilmente se aparta

    totalmente de sus familiares. Los espíritus, normalmente,

    tienen obligaciones y algunas tareas para cumplir en

    respecto a sus familiares, así como son mutualmente

    responsables mientras viven. Nuestras responsabilidades

    con los familiares y con personas más cercanas no

    disminuyen cuando morimos.

    Los muertos tienen obligaciones con nosotros así

    como tenemos con ellos. No hay separación, estamos más

    unidos que podemos imaginar.

  • 58

    Los ciegos no pueden vernos. ¿Es cierto que piensan

    que están solos?, ¿que sólo existen ellos y que los demás es

    imaginación? Así como ellos no pueden decir que los otros,

    aunque no pueden ver, no existan, también nosotros no

    podemos afirmar que no existe aquello que no vemos, pues

    somos tan ciegos para el mundo espiritual, para otras

    dimensiones, cuanto ellos.

    Como es fácil criticar a los otros, rotularlos de

    ignorantes o de deficientes, mientras nosotros creemos ser

    listos, sabios. Somos más sabios a medida que descubrimos

    que no sabemos nada.

    Si creemos saber todo, corremos el riesgo de

    encerrarnos para nuevas lecciones e informaciones. Por lo

    tanto, es necesario que sepamos lo cuanto es insignificante

    nuestro saber. Debemos estar siempre atentos para aprender.

    Quien piensa que sabe el suficiente y nada tiene que

    aprender es el mayor de los ignorantes, pues, cuanto más

    aprendemos, más descubrimos como es efímero nuestro

    conocimiento.

    Nadie va a la escuela cuando piensa saber todo.

    Todos tenemos cosas que enseñar, pero mucho más que

    aprender. Nuestra vida debe ser un aprendizaje constante.

    Cuando eso no ocurre, no hay progreso. No necesitamos

    sentir vergüenza cuando nada sabemos sobre algún tema

    que creemos que los otros lo saben demasiado. A veces,

    aquel que piensa no saber nada tiene más conocimiento que

    uno que afirma saber todo. Podemos y debemos sentir

    vergüenza, si, cuando, aunque no sepamos, fingimos saber,

    privándonos de aprender.

  • 59

    Aquel que tiene consciencia de tener mucho que

    aprender es humilde. Acepta ayuda. Si sufre, deja que los

    otros se acerquen para ayudarlo y, muy pronto, puede estar

    libre de sus infortunios. Sin embargo, se es el caso que

    alguien finge saber todo, no existe alguien que lo pueda

    ayudar, no hay abertura, nadie se acerca. Eso es “infierno”

    Quien acepta ayuda también la ofrece, eso hace que

    todos crezcan, progresan. Eso es estar en el cielo, es hacer la

    voluntad del padre.

    Nosotros necesitamos unos de los otros tanto cuanto

    las células de nuestro cuerpo dependen unas de las otras.

    Ningún órgano se quedaría sano si empezara a comportarse

    como se no necesitara más de los otros, como si fuera único

    e independiente.

    No hay en ningún sitio del universo un único ser que

    no dependa de los otros para vivir. Somos más sanos a

    medida que reconocemos esa verdad y entramos en mayor

    armonía con los otros, es decir, con todo el universo y con

    Dios.

    El flujo de energía vital recorre e inunda el universo,

    así como la sangre en nuestro cuerpo. Aquellos que quieren

    negar esa interdependencia universal bloquean, de alguna

    manera, esa energía. No apenas impiden que ella circule

    libremente, pero sí se cierran para ella.

    Así como ningún órgano o célula de nuestro cuerpo

    consigue vivir bien, sano sin una excelente circulación

    sanguínea, el mismo pasa con las personas que se cierran

    para la energía divina.

  • 60

    Todos nosotros, sin excepción, dependemos unos de

    los otros para vivir y ser felices. Nadie es feliz con odio a

    quien sea. Sentir odio a alguien es lo mismo que odiar a sí

    mismo. El otro es una extensión nuestra, es un “otro yo” es

    como se fuera una parte de nosotros. Es por eso que el

    “otro” nos mueve demasiado.

    Eso no significa que somos víctimas. Si cada uno de

    nosotros hiciera solamente su propia parte, el universo se

    convertiría, y todos seriamos mucho más felices. Son

    nuestras acciones que tienen más influencia sobre nosotros,

    por ese motivo nos vale la pena seguir luchando por

    nosotros y también por los otros.

    Estar en el cielo significa estar bien con la vida, estar

    en armonía consigo mismo, con el universo y con Dios.

    Dios está en todo, por lo tanto, está con todos. Pero

    solamente está con Él aquel que busca estar con la verdad.

    Quien hace todo que esté a su alcance, por sí y por los otros.

    A veces estamos con personas que “no están” con nosotros,

    pues, mismo estando juntos a nosotros, no nos perciben. De

    manera semejante se pasa con Dios, qué mismo estando con

    nosotros, muchos no están con Él.

    Unos son felices trabajando bajo el sol ardiente,

    mientras tantos otros se sienten desgraciados estando en el

    máximo conforto posible a un ser humano. Bajo idénticas

    condiciones unos son más felices, otros menos, otros

    totalmente infelices. Nuestra felicidad o infelicidad depende

    realmente de cada uno de nosotros. No depende de los otros,

    de Dios y de nadie más.

  • 61

    Si dependiera de alguien sería injusto, porque no

    tenemos poder sobre nadie excepto nosotros. Nosotros nos

    hacemos más o menos felices, delante del que se pasa con

    nosotros. Nunca el contrario, pues, delante de una misma

    situación, cada uno reacciona de manera diferente al otro.

    La muerte de un padre, por ejemplo, puede ser vista por un

    hijo como una desgracia, mientras tanto, su hermano ve la

    misma situación como un regalo para todos. Entonces,

    dentro de una misma familia, bajo idénticas condiciones,

    uno puede estar en el infierno y otro en el cielo.

    Estar en el cielo o en el infierno depende de cómo

    encaramos los hechos, aquello que ocurre con nosotros, y de

    nada más. Se dependiera de los acontecimientos, todos

    aquellos que pasaran por idénticas circunstancias serían

    igualmente felices o infelices.

    El cielo, así como el infierno, es un estado interior de

    felicidad o de infelicidad que depende únicamente y

    exclusivamente de nosotros. Y que puede ser cambiado,

    también por nosotros, cuando lo queramos.

    Sólo Dios hace acontecer. Sólo Él es capaz de todo.

    Pero, si Él no hace nada en contra nuestra voluntad es como

    si fuéramos nosotros que hiciéramos. Sin nosotros, sin

    nuestra “permisión”, Él nada hace por nosotros. Sufrimos o

    gozamos porque queremos o porque necesitamos.

    El sufrimiento es una especie de medicina amarga

    usado por nosotros para nuestra cura. La dosis depende de

    cada uno, de acuerdo con nuestra educación. Si creemos que

    algunas gotas son suficientes, así lo será, si creemos que son

    necesarios algunos frascos, así lo será. La medida es nuestra

  • 62

    y de nadie más. Dios nos da solamente aquello que

    “necesitamos”, según nuestra voluntad: “sea hecho según tu

    fe...”

    Acontece con nosotros solamente lo que queremos o

    lo que permitimos que acontezca. Y pase lo que pase, es

    siempre el mejor para nosotros, en aquel momento.

    El infierno es una especie de “hospital” donde las

    personas o espíritus que están “enfermos” son tratados. No

    para sufrir eternamente, pero si para que se recuperen lo más

    pronto posible.

    Si tenemos una pequeña verruga, necesitamos de una

    pequeña cirugía. Para eso, no necesitamos tampoco de

    internamiento. Pero, si nuestro mal es un tumor en el

    cerebro, el sufrimiento es más grande, y los cuidados

    necesarios también lo serán. Por lo tanto, nuestro

    sufrimiento es la permanencia en el hospital.

    Así como algunos pacientes se recuperan más rápidos

    que otros, el mismo pasa con los espíritus “enfermos”.

    Unos se libertan de sus males mucho más rápido que otros.

    Hay algunos obedientes, otros rebeldes que no siguen los

    consejos “médicos” de manera adecuada. Normalmente,

    aquellos que os siguen se recuperan mucho más rápido que

    aquellos que, pensando que saben más que los otros, actúan

    de manera inadecuada, complicando su estado de salud y

    retardando su recuperación. Dios, en su infinita bondad y

    misericordia, ama a todos igualmente. Incluso los más

    rebeldes de sus hijos. Para Él no existe diferencia de color,

    raza o credo. Ama hasta mismo aquellos que no creen en Él;

  • 63

    aquellos que ni al menos saben o creen que no son apenas

    materia, que creen que “quien puede más llora menos”.

    Dios es un Padre muy amable, es bueno, es

    misericordioso, es amigo y hermano de toda la humanidad.

    Todos los seres del universo son Sus hijos. No hay entre

    nosotros legitimados o adoptados, o todavía, otros, que no

    sean nada de eso. Somos todos iguales delante de Dios.

    Somos todos sus hijos, pues fuimos generados por Él. No

    hay privilegiados entre nosotros.

    Somos todos hermanos, parte del mismo “Todo”.

    Tenemos la misma esencia. Somos de la misma esencia. No

    hay mejores o peores, buenos o malos, elegidos o

    rechazados, pobres o ricos, para Él.

    Lo que existen son momentos, fases o estados

    diferentes. Cada uno vive el suyo. Se da de acuerdo con lo

    que tiene. Se Carga un fardo conforme sus fuerzas. Eso

    podemos observar en un camino de hormigas: existen más

    grandes y más pequeñas. Algunas transportan trozos de

    hojas u objetos más grandes, y otras, más pequeños. Existen

    aquellas que, en el tamaño son iguales, pero que, por algún

    motivo, no cargan la misma cantidad o no andan con la

    misma velocidad. Hay todavía, algunas que apenas caminan

    juntas, pero, transportan a sí mismas. Por lo tanto, cada

    hormiga tiene su manera de ser y de actuar. Puede que el

    fardo de la hormiga que, aparentemente, no transporta nada,

    sea más grande que de aquella que lleva el mayor trozo o

    una hoja entera.

    El mismo pasa con nosotros, por eso no nos cabe

    juzgar o condenar a nadie, ni a nosotros mismos. Sólo Dios

  • 64

    sabe el porqué de todas las cosas. Sólo Él conoce nuestras

    diferencias y nuestras razones. Sólo Él sabe porqué

    actuamos de esta o de aquella manera. Hay un tiempo para

    cada cosa. Una razón de ser de cada comportamiento

    nuestro. Una explicación que sólo a Dios importa. Para

    nosotros debe importar solamente el amor, la comprensión,

    la aceptación, de nosotros mismos y de los otros. Una

    búsqueda constante de la verdad y de la perfección.

    Aceptación no significa pasividad. Cada momento es

    único y cada peldaño corresponde a un anterior y a un

    posterior. Todas las acciones, actitudes o gestos pueden ser

    mejorados. Nadie, excepto Dios, es perfecto. A nosotros no

    nos cabe juzgar y, mucho menos, condenar a nosotros

    mismos o a alguien.

    Sólo a Dios cabe juzgar, pero condenar no es de su

    carácter, porque juzga con conocimiento de las causas. Sabe

    que, tarde o temprano, todos encuentran el camino que es la

    búsqueda constante de la perfección, que es la práctica más

    constante del amor.

    No existe un “sitio” llamado cielo conforme

    aprendemos en nuestro catecismo, cuando éramos niños.

    Dios, realmente, nos ha hecho a Su imagen y semejanza. Y,

    así, como él que no se jubila, nosotros también no

    jubilamos. Nuestro mayor placer, nuestra verdadera

    felicidad está justamente en servir a Dios y a los hermanos.

    ¿Cómo podemos creer que, después de un pequeño

    período de vida que, debido a nuestro egoísmo, no tenemos

    tiempo para recordar de más nada, sólo de nosotros mismos,

  • 65

    iremos al paraíso? Si nuestra misión, que nos realiza como

    hijos de Dios, mal tendrá empezado.

    Somos hijos “legítimos” de Dios, por eso existimos y

    somos felices a medida que hacemos la voluntad del Padre

    que es servir siempre. No nos realizamos como personas si

    queremos negar nuestra naturaleza divina que sólo se sacia

    con servir.

    Nuestra misión, así como nosotros, es “eterna”, luego,

    no tuvo inicio ni tendrá fin. Seremos felices si hagamos

    solamente aquello que nos hace felices. Eso sólo acontece

    cuando entendemos que todo que hacemos para los otros es

    para nosotros que lo hacemos. Cuando hacemos cosas

    malas, nos sentimos mal y, cuando hacemos cosas buenas,

    nos sentimos bien. Somos uno con Dios y con todo el

    Universo.

    Cualquier cosa que pasa a uno interfiere en el todo.

    Si apenas uno está enfermo, no podemos decir que estamos

    sanos. La mejora de uno significa la mejora de todos. Eso,

    con todos los hechos, pues no hay diferencia entre vivos y

    muertos, porque la muerte no existe. Es apenas el pasaje de

    un estado más limitado para un de más libertad.

    Estar en el paraíso es sinónimo de estar bien, de estar

    de acuerdo con la voluntad de Dios, de estar junto a Dios.

    No hay separación física entre quien está en el paraíso y

    quien está en el infierno, porque así como estar en el cielo es

    un estado de espíritu, estar en el infierno también lo es.

    La misericordia divida es infinita, no hay crimen que

    no tenga perdón. La bondad de Dios es tan grande que la

    maldad humana desaparece delante de ella. Dios quiere que

  • 66

    luchemos por la vida que nos dio, sin embargo, no debemos

    olvidarnos que nuestro verdadero “yo” no muere y que el

    sufrimiento o la felicidad no termina con la muerte.

    El Amor de Dios por nosotros es mucho más grande

    que podemos imaginar. Pensar que Él nos ama de acuerdo

    con nuestro comportamiento es reducir ese amor a un valor

    menor que nuestra propia capacidad de amar. Hasta nosotros

    mismos somos capaces de notar la diferencia entre las

    personas que amamos y sus acciones.

    Dios nos hizo por amor y con amor y, se fuera

    posible, Él o nosotros mismos, nos condenar eternamente,

    no nos tendría hecho.

    Dios nos ama con Amor Eterno y, como hijos, imagen

    y semejanza del Padre, también amamos. Bastando, para

    eso, que estemos sanos, porque estar enfermo es una señal

    de falta de amor para consigo mismo, y quien no ama a sí

    mismo también no es capaz de demostrar amor a los otros.

    Quien está sano y feliz desea para los otros todo el bien que

    está dentro de sí. Eso es verdadero tanto en relación a los

    muertos cuanto a los vivos.

    Quien práctica el mal, está enfermo, necesita de cura

    y no de condenación. Si estuviera sano, sabría que el mal

    perjudica más a quien lo práctica que a aquel que debería

    sufrir la acción.

    La capacidad de Dios de perdonar es infinita, pero el

    perdón tiene la medida de nuestro deseo de ser perdonados,

    es decir, la medida es nuestra. Él respecta nuestra libertad de

    elegir y nos da solamente aquello que podemos recibir.

  • 67

    No debemos tener prisa para morir, no es esta la

    voluntad de Dios. No podemos decir que vivimos cuando

    apenas pasamos, atropelladamente, por la vida, como si

    estuviéramos haciendo de mala voluntad un favor para

    alguien. Si ponemos una tarta para asar y no la dejamos

    asarse, tranquilamente, en el horno durante el tiempo

    suficiente y a la temperatura ideal, seguramente vamos

    estropearla. Así es nuestra vida, debemos vivir intensamente

    cada momento, aprovechando todos los momentos, pues

    nada se repite. Cada experiencia es única. Lo que perdemos

    está perdido para siempre.

    También no debemos dejar para mañana lo que

    realmente podemos hacer hoy. Todo en su tiempo, cada cosa

    tiene su hora, tenemos el momento cierto para nacer y para

    morir. Querer morir antes de la hora es lo mismo que comer

    la “tarta” cruda, no vale. La muerte no es solución para

    ningún problema. Nuestros sentimientos siguen intactos,

    porque hacen parte del alma y no del cuerpo.

    Para que podamos, de hecho, “ir” al “paraíso”, es

    necesario que lleguemos “allá” a la hora cierta, porque,

    como ya he dicho anteriormente, todo tiene el momento

    cierto para suceder. Así como la tarta necesita de un tiempo

    para asar, el bebé para gestar, el huevo para empollar, la

    semilla para germinar, necesitamos de esta vida para nos

    preparar y entonces, a la hora cierta, entraremos en el

    “paraíso”.

    “Infierno” es un estado de espíritu, es un intenso

    sufrimiento que no necesitamos estar muertos para

    experimentarlo. Pero, después de la muerte, eso es

    intensificado, porque, mientras se vive, la persona cree que

  • 68

    la muerte es la solución para todos sus problemas y,

    después, percibe que ha perdido el tiempo, porque ellos

    siguen presentes. Frustrada, cae en desespero, creyendo que

    jamás logrará cambiar, que todo está perdido, porque no

    conoce su propia potencialidad, no sabe vivir

    diferentemente.

    Debemos recordarnos, en respecto a los “muertos”,

    que ellos están tan vivos cuanto nosotros. Ellos nos quieren

    y necesitan no solamente de nuestras oraciones, pero sí

    también de nuestro amor. No necesitarían nos echar de

    menos demasiadamente, porque están muy cerca, pero

    nosotros, no sabiendo o no creyendo, los despreciamos,

    teniéndolos como “muertos” y muy distantes.

    Ese comportamiento aumenta mucho el sufrimiento

    de todos. Los vivos, muchas veces, culpan Dios por haber

    “llevado” sus entes apreciados y, inconscientemente,

    siéntense despreciados por los muertos. Mientras tanto esos

    son casi que totalmente abandonados por los vivos.

    Nosotros nos comportamos de manera egoísta,

    pensando mucho más en nosotros mismos, creyendo que

    hemos sido despreciados, cuando en realidad, somos

    nosotros quien los despreciamos.

    Existen personas que niegan no sólo la comunicación

    entre los vivos y los muertos, como entre Dios y los

    hombres. Aún así, piensan que son religiosas y que creen en

    Dios. Decir que Jesús ha resucitado y al mismo tiempo

    afirmar que no podemos oírlo porque Él no habla con nadie

    es incoherencia, es negar la resurrección. No hace ningún

    sentido resucitar y quedarse mudo y distante.

  • 69

    Es raro como muchas personas creen que Dios, en

    una época distante, habló a Su pueblo, les instruyó e inspiró

    a muchas personas, pero niegan y dudan que Él pueda

    hacerlo hoy. Llegan al ridículo de afirmar públicamente que

    “quien dice que oye Dios está loco y necesita ser internado”.

    Creer que Dios, en una época distante, habló e instruyó a su

    pueblo y no creer que Él sigua haciendo lo mismo hoy y lo

    seguirá haciendo mañana es dudar del poder y de la

    esperanza de Dios, que es infinito en todo. ¿O es cierto que

    la cuestión es Su pueblo? ¿Existe, por casualidad, algún

    pueblo que no sea de Dios? ¿O alguna criatura por menor

    que ella sea? ¿Estaría Dios jubilado? ¿O aquel pueblo

    necesitaba de eso pero no nosotros? ¿No necesitamos

    porque somos demasiado importantes o poco importantes?

    Seguro que es por alguna diferencia. ¿Es cierto que Dios nos

    abandonó porque nos hemos convertido en “mayores” y por

    eso Él no se fía más de nosotros, o sería porque somos un

    caso perdido?

    Si Dios es el mismo ayer, hoy y siempre, y nosotros

    somos Sus hijos tanto cuanto “Su pueblo”, pues, entonces es

    obvio que pueden acontecer hoy las mismas cosas que

    acontecían antiguamente. Sin embargo, hoy, así como

    antiguamente, Dios habla o enseña apenas para algunas

    personas, porque, para que pueda hablar, es necesario que

    alguien esté dispuesto a oír.

    Teniendo en cuenta la manera como las personas de

    hoy si portan en respecto una con la otra, en que se refiere a

    la comunicación entre Dios y los hombres, podemos

    imaginar como se portaban en el tiempo en que aquellas

    personas, inspiradas, escribían las verdades en las cuales

  • 70

    muchos se las creen hoy. Es decir, así como hoy, muchas

    personas no creen, lo mismo se pasaba antiguamente.

    Estamos acostumbrados a creer solamente en aquello

    que de alguna manera tenemos experiencia – vemos con

    nuestros ojos – y todo lo que está fuera de eso tendemos a

    descreer y hasta mismo rechazar. Eso es mediocre, es dudar

    de Dios, es no querer ver que la belleza de “todo” está,

    justamente, en la diferencia de cada “parte”. Así como son

    las piezas de un rompecabezas, cada una tiene su sitio y sólo

    que