medicina sdf asdf asdf diccionario akal del saber griego legible 17

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En resumen: el cuerpo es potencia (dynamis) del acto de vivir (enérgeia, entelékheia) y materia (hyle) de la forma (eidos, morphé) que da actualidad y figura a la sustancia unitaria que llamamos hombre. Mas para entender científicamente esos asertos hay que explanarlos mediante la doctrina aris- totélica de las causas y del movimiento. Para que una cosa llegue a existir en acto, enseña Aristóteles, es preciso que concurran cuatro modos de la causación, cuatro causas: la eficiente (lo que la hace existir), la material (de qué está hecha la cosa en cuestión), la formal (lo que es y cómo es la cosa) y al final (la finalidad en vista de la cual existe la cosa). El paso del bloque de mármol a estatua acabada es el más tópico ejemplo para ilustrar la idea aristotélica de la causalidad. Pues bien: ¿cómo según ella puede entenderse la realidad del cuerpo viviente del hom- bre? ¿De qué modo, en el caso del hombre, se especifican y concretan esos cuatro momentos de la causación? La causa eficiente de la embriogénesis humana es, por supuesto, la psykhé que aparece al fundirse sustancialmente el esperma masculino y el femenino; operación en la cual el esperma masculino aporta la for- ma y el femenino la materia. El calor es el instrumento inmediato de la psykhé en la embriogénesis, y de modo orgánico lo seguirá siendo cuando aparezca el corazón, viscera central, para Aristóteles, en la economía térmi- ca del organismo. La actividad que es la vida humana tendría su más tem- prana causa material en el esperma femenino, luego en la aportación de la madre al desarrollo del embrión, y ulteriormente en la materia re- sultante de la digestión del alimento ingerido. Causa formal del cuerpo vi- viente del hombre es, según lo dicho, la psykhé, en cuya virtud la totalidad del hombre es sustancia separada. Causa final de la sustancia humana, en fin, es el papel específico de la naturaleza del hombre en la natura- leza universal, lo que el hombre tiene que hacer y hace en ella por ser lo que es. Siendo las cuatro causas modos de operación de la psykhé, del alma, puede decirse que las causas formal y final de la sustancia humana son más neta y eminentemente anímicas que las causas eficiente y material. El tema de la causa final del cuerpo del hombre —la explícita y vigorosa orientación teleológica de la biología aristotélica— merece algún desarrollo complementario; pero éste no debe hacerse sin examinar brevemente los aspectos biológicos y antropológicos de la concepción aristotélica del mo- vimiento. Para Aristóteles, movimiento es cambio; y salvo Dios, motor inmóvil, todo cambia en el universo, todo se mueve. Los entes del mundo supralu- nar, los astros, lo hacen con sólo una especie del movimiento, el de trasla- ción, que en su caso es circular. Los entes del mundo sublunar, las cosas de la Tierra, se mueven según las cuatro especies de él: el movimiento local o de traslación (phorá), el de generación (génnésis) y corrupción (phthorá), porque todas las cosas terrestres, vivientes o no, tienen comienzo y fin, el cuantitativo, en el sentido del crecimiento (aúxésis) o del decrecimiento (phthísis), y el cualitativo o de alteración (alloiósis). Según estos cuatro modos del movimiento cambia el cuerpo humano. Muévese localmente, en tanto que tal cuerpo humano, en los desplazamientos voluntarios de su totalidad o de alguna de sus partes. Es generación su movimiento en el llegar a ser que para él es su concepción, y es corrupción en el dejar de ser en que consiste su muerte. Movimientos cuantitativos son en su caso el crecimiento de la embriogénesis, la infancia y la juventud y el decrecimiento de la vejez 16; y son movimientos cualitativos los procesos orgánicos en que de un modo u otro se altera su estado. En la estructura real de todos esos movimientos del cuerpo humano se articulan unitariamente la causalidad eficiente, la material, la formal y la final, y lo hacen según el modo de la necesidad y el modo del azar. Humano o no humano, el movimiento del cuerpo viviente se realiza según la necesidad (anánké) y según el azar (tykhé). Pero la necesidad del movimiento vital no es mecánica, sino teleológica. Contra lo que, cada uno a su modo, habían afirmado Empédocles y los atomistas, esa necesidad no consiste en que el término del movimiento sea el que es porque de tal y tal modo se ha producido, sino al contrario: el término del movimiento es el que es —es télos, en los dos sentidos de esta palabra, conclusión y finali- dad— porque para que fuese así ha sido como de hecho ha sido el proceso de su génesis. La figura del cuerpo, valga este ejemplo, no es la consecuen- cia necesaria de tales y tales procesos materiales, sino el principio desde el cual son necesariamente ordenados los movimientos que hacia ella condu- cen. En los cuerpos vivientes, la causa final es anterior —si no en el curso del tiempo, sí en la prelación ontológica— a los movimientos que dan lugar a su configuración. La naturaleza hace siempre lo más adecuado a sus fines, y éste es el modo de la necesidad en la génesis de los entes que la componen. Procede, en suma, como el arquitecto, para el cual es la figura de la casa lo que determina el modo de su construcción. Tal es el sentido de la concep- ción del arte como mimésis o imitación de la naturaleza; en rigor, el arqui- tecto es quien actúa como la naturaleza, y no al revés, aunque el ejemplo de su proceder sirva para hacer más comprensible el proceder de la naturaleza. 16 En su Retórica (1389 a 2 - 1390 b 15), Aristóteles expone una brillante caracterización de las tres principales edades —juventud, madurez, senectud— según su carácter, y por tanto según lo que en cada una de ellas es el hombre por naturaleza (kat'a physin) y por experiencia (peira).

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  • En resumen: el cuerpo es potencia (dynamis) del acto de vivir (enrgeia, entelkheia) y materia (hyle) de la forma (eidos, morph) que da actualidad y figura a la sustancia unitaria que llamamos hombre. Mas para entender cientficamente esos asertos hay que explanarlos mediante la doctrina aristotlica de las causas y del movimiento.

    Para que una cosa llegue a existir en acto, ensea Aristteles, es preciso que concurran cuatro modos de la causacin, cuatro causas: la eficiente (lo que la hace existir), la material (de qu est hecha la cosa en cuestin), la formal (lo que es y cmo es la cosa) y al final (la finalidad en vista de la cual existe la cosa). El paso del bloque de mrmol a estatua acabada es el ms tpico ejemplo para ilustrar la idea aristotlica de la causalidad. Pues bien: cmo segn ella puede entenderse la realidad del cuerpo viviente del hombre? De qu modo, en el caso del hombre, se especifican y concretan esos cuatro momentos de la causacin?

    La causa eficiente de la embriognesis humana es, por supuesto, la psykh que aparece al fundirse sustancialmente el esperma masculino y el femenino; operacin en la cual el esperma masculino aporta la forma y el femenino la materia. El calor es el instrumento inmediato de la psykh en la embriognesis, y de modo orgnico lo seguir siendo cuando aparezca el corazn, viscera central, para Aristteles, en la economa trmica del organismo. La actividad que es la vida humana tendra su ms temprana causa material en el esperma femenino, luego en la aportacin de la madre al desarrollo del embrin, y ulteriormente en la materia resultante de la digestin del alimento ingerido. Causa formal del cuerpo viviente del hombre es, segn lo dicho, la psykh, en cuya virtud la totalidad del hombre es sustancia separada. Causa final de la sustancia humana, en fin, es el papel especfico de la naturaleza del hombre en la naturaleza universal, lo que el hombre tiene que hacer y hace en ella por ser lo que es.

    Siendo las cuatro causas modos de operacin de la psykh, del alma, puede decirse que las causas formal y final de la sustancia humana son ms neta y eminentemente anmicas que las causas eficiente y material.

    El tema de la causa final del cuerpo del hombre la explcita y vigorosa orientacin teleolgica de la biologa aristotlica merece algn desarrollo complementario; pero ste no debe hacerse sin examinar brevemente los aspectos biolgicos y antropolgicos de la concepcin aristotlica del movimiento.

    Para Aristteles, movimiento es cambio; y salvo Dios, motor inmvil, todo cambia en el universo, todo se mueve. Los entes del mundo supralu- nar, los astros, lo hacen con slo una especie del movimiento, el de traslacin, que en su caso es circular. Los entes del mundo sublunar, las cosas de

    la Tierra, se mueven segn las cuatro especies de l: el movimiento local o de traslacin (phor), el de generacin (gnnsis) y corrupcin (phthor), porque todas las cosas terrestres, vivientes o no, tienen comienzo y fin, el cuantitativo, en el sentido del crecimiento (axsis) o del decrecimiento (phthsis), y el cualitativo o de alteracin (alloisis). Segn estos cuatro modos del movimiento cambia el cuerpo humano. Muvese localmente, en tanto que tal cuerpo humano, en los desplazamientos voluntarios de su totalidad o de alguna de sus partes. Es generacin su movimiento en el llegar a ser que para l es su concepcin, y es corrupcin en el dejar de ser en que consiste su muerte. Movimientos cuantitativos son en su caso el crecimiento de la embriognesis, la infancia y la juventud y el decrecimiento de la vejez 16; y son movimientos cualitativos los procesos orgnicos en que de un modo u otro se altera su estado. En la estructura real de todos esos movimientos del cuerpo humano se articulan unitariamente la causalidad eficiente, la material, la formal y la final, y lo hacen segn el modo de la necesidad y el modo del azar.

    Humano o no humano, el movimiento del cuerpo viviente se realiza segn la necesidad (annk) y segn el azar (tykh). Pero la necesidad del movimiento vital no es mecnica, sino teleolgica. Contra lo que, cada uno a su modo, haban afirmado Empdocles y los atomistas, esa necesidad no consiste en que el trmino del movimiento sea el que es porque de tal y tal modo se ha producido, sino al contrario: el trmino del movimiento es el que es es tlos, en los dos sentidos de esta palabra, conclusin y finalidad porque para que fuese as ha sido como de hecho ha sido el proceso de su gnesis. La figura del cuerpo, valga este ejemplo, no es la consecuencia necesaria de tales y tales procesos materiales, sino el principio desde el cual son necesariamente ordenados los movimientos que hacia ella conducen. En los cuerpos vivientes, la causa final es anterior si no en el curso del tiempo, s en la prelacin ontolgica a los movimientos que dan lugar a su configuracin. La naturaleza hace siempre lo ms adecuado a sus fines, y ste es el modo de la necesidad en la gnesis de los entes que la componen. Procede, en suma, como el arquitecto, para el cual es la figura de la casa lo que determina el modo de su construccin. Tal es el sentido de la concepcin del arte como mimsis o imitacin de la naturaleza; en rigor, el arquitecto es quien acta como la naturaleza, y no al revs, aunque el ejemplo de su proceder sirva para hacer ms comprensible el proceder de la naturaleza.

    16 En su Retrica (1389 a 2 - 1390 b 15), Aristteles expone una brillante caracterizacin de las tres principales edades juventud, madurez, senectud segn su carcter, y por tanto segn lo que en cada una de ellas es el hombre por naturaleza (kat'a physin) y por experiencia (peira).