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1 DE VILLA COMERCIAL A CIUDAD INDUSTRIAL: TRANSFORMACIÓN URBANA DE MEDELLÍN, 1890 -1930 ¿Ciudad futura o ciudad regulada?: Un texto introductorio a la transformación urbana de Medellín 1890-1930 “Por ti, ciudad galana y limpia, ciudad blanca; fresco oasis de altivos, forzudos y abnegados montañeses que buscaron el valle como premio de sus luchas por tierras de pan llevar; por los calientes nidos, -palomas blanquecino de hogares placenteros- con quietudes de aldea y visos de metrópoli”. Antonio J. Cano, “Canto a Medellín”. En la actualidad, los profesionales de las ciencias sociales al emprender el estudio del fenómeno urbano se encuentran con una serie de perspectivas que convierten a este mismo en un tema de investigación con alcances infinitos. No obstante, los expertos en esta rama del conocimiento humano solamente empezaron a interesarse seriamente en la ciudad hace poco más de un siglo, en el momento que el crecimiento desmedido, la industrialización y los fenómenos sociales, donde este último fue consecuencia de los dos primeros, generaron conciencia histórica en la investigación de las urbes, de las similitudes y diferencias entre ellas, de sus cambios, y generaron la necesidad de explorarlas, comprenderlas y tener diagnósticos y herramientas para su diseño. Sin embargo, pese de ser la ciudad un icono de las transformaciones del siglo XX, y que por lo tanto, ofrecía ventajas para que los historiadores iniciaran un nuevo modelo de investigación, la cual, fue explorada académicamente en el transcurso de décadas, como un tema casi exclusivo, por urbanistas, arquitectos, geógrafos y sociólogos. Pues, los historiadores no consideraban que la

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En la actualidad, los profesionales de las Ciencias Sociales al emprender el estudio del fenómeno urbano se encuentran con una serie de perspectivas que convierten a este objeto de estudio en un tema de investigación con alcances infinitos. No obstante, los estudiosos de esta rama del conocimiento solamente empezaron a interesarse seriamente en la ciudad hace poco más de un siglo, en el momento que el crecimiento desmedido, la industrialización y los fenómenos sociales. Donde este último fue consecuencia de los dos primeros, los cuales generaron conciencia histórica en la investigación de las urbes, de las similitudes y diferencias entre ellas, de sus cambios. Además, generaron la necesidad de explorarlas, comprenderlas y tener diagnósticos y herramientas para su diseño. Sin embargo, pese a ser la ciudad un icono de las transformaciones del siglo XX, y que por lo tanto, ofrecía ventajas para que los historiadores iniciaran un nuevo modelo de investigación. Ya que, ante que en el transcurso de la primera mitad del siglo XX este tema fue explorado académicamente, como un tema casi exclusivo por urbanistas, arquitectos, geógrafos y sociólogos. Debido a que los historiadores no consideraban que la ciudad mereciera un rango especial en sus trabajos, mientras los urbanistas o arquitectos ignoraban la historicidad de las urbes.

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DE VILLA COMERCIAL A CIUDAD INDUSTRIAL: TRANSFORMACIÓN URBANA DE MEDELLÍN, 1890 -1930

¿Ciudad futura o ciudad regulada?: Un texto introductorio a la transformación urbana de Medellín 1890-1930

“Por ti, ciudad galanay limpia, ciudad blanca;

fresco oasis de altivos,forzudos y abnegados montañeses

que buscaron el valle como premiode sus luchas por tierras

de pan llevar; por los calientes nidos,-palomas blanquecino

de hogares placenteros-con quietudes de aldeay visos de metrópoli”.

Antonio J. Cano, “Canto a Medellín”.

En la actualidad, los profesionales de las ciencias sociales al emprender el estudio del fenómeno urbano se encuentran con una serie de perspectivas que convierten a este mismo en un tema de investigación con alcances infinitos. No obstante, los expertos en esta rama del conocimiento humano solamente empezaron a interesarse seriamente en la ciudad hace poco más de un siglo, en el momento que el crecimiento desmedido, la industrialización y los fenómenos sociales, donde este último fue consecuencia de los dos primeros, generaron conciencia histórica en la investigación de las urbes, de las similitudes y diferencias entre ellas, de sus cambios, y generaron la necesidad de explorarlas, comprenderlas y tener diagnósticos y herramientas para su diseño.

Sin embargo, pese de ser la ciudad un icono de las transformaciones del siglo XX, y que por lo tanto, ofrecía ventajas para que los historiadores iniciaran un nuevo modelo de investigación, la cual, fue explorada académicamente en el transcurso de décadas, como un tema casi exclusivo, por urbanistas, arquitectos, geógrafos y sociólogos. Pues, los historiadores no consideraban que la ciudad mereciera un rango especial en sus trabajos, mientras los urbanistas o arquitectos ignoraban la historicidad de las urbes.

Así pues, a partir de la revolución cultural de 1968, tales problemas metodológicos desaparecieron, al constituirse como una nueva propuesta la introducción de la perspectiva histórica en la caracterización de las ciudades. Siendo por esto, que la historia junto con el resto de las disciplinas, que tenían como objeto de estudio a la ciudad, se acercaron a estos temas adoptando el fenómeno urbano como tema central de diversas investigaciones, las cuales ampliaron considerablemente su espectro teórico y actualmente está fuera de duda su pertinencia.

No obstante, frente a este contexto existe un problema epistemológico que es manifestado por el sociólogo, historiador, filósofo, filólogo y urbanista estadounidense Lewis Munford cuando dice que “los orígenes de la ciudad son oscuros, [siendo] gran parte de su pasado enterrado o borrado de modo tal que resulta irrecuperable y es difícil apreciar sus perspectivas en el futuro”1.

1 Lewis Mumford. La ciudad en la historia: Sus orígenes, transformaciones y perspectivas . 2. ed., Argentina, Infinito, 1979, p. 9. [Ed. original en inglés, 1961]

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Este aporte de Mumford sirve para explicar que algunas disciplinas, como la historia, no pueden generar resultados inmediatos; debido a que se deben guardar iguales proporciones como sucede en la investigación médica, cuya disciplina requiere largos años y un ejército de científicos para patentar una nueva fórmula. Así mismo, sucede en la investigación de las ciencias sociales, las cuales requieren esfuerzos conjuntos y prolongados para obtener revisiones e interpretaciones imperfectas del mundo que rodea al ser humano.

Y es aquí precisamente cuando se convierte en oportuno lo dicho por el mismo Mumford cuando afirma que “en nuestro intento por llegar a una mejor visión del estado actual de la ciudad, debemos atisbar por encima del horizonte histórico a fin de detectar las confusas huellas de estructuras anteriores y de funciones más primitivas”2.

Por lo anterior, se emprende esta investigación apoyada en otro postulado de este importante autor que marco paradigmas nuevos en lo que se refiere al urbanismo, como es este caso, pues, “si la ciudad ha llegado a un punto en donde se divide en dos caminos, donde el hombre escogerá uno de acuerdo a decisiones tomadas en el pasado, transformando con el desarrollo de la humanidad o llevándola a la decadencia. En donde además necesitamos una nueva imagen del orden que incluya lo orgánico y lo personal que abarque todos los oficios y funciones del hombre. Sólo si podemos proyectar dicha imagen estaremos en condiciones de hallar una forma para la ciudad”3.

Ahora bien, la ciudad, como en este caso Medellín, es un patrimonio colectivo que pertenece a todos y todos tienen derechos, deberes y responsabilidades con ella, por ser ella misma, el espacio vital donde interactúan miles de personas con sueños, anhelos, logros y dificultades. Adicionalmente, esta herencia colectiva surge desde su valor como testimonio de distintos fenómenos culturales, y su acción como elemento que mantiene la cohesión de un grupo. Manifiesta, ella misma en los valores desarrollados en el tiempo como acciones válidas de un proceso histórico, y que aún pueden serlo en el futuro.

Por ello, el objetivo “De villa comercial a ciudad industrial: Transformación urbana de Medellín, 1890 -1930” es analizar como la configuración urbanística de la ciudad se fue transformando con el cambio de la configuración y de los espacios públicos a comparación de la ciudad del siglo XIX, y como esta metamorfosis se evidenció en las ideas de progreso, industrialización y modernización, las cuales “socavaron” en las mentalidades de las élites industriales, urbanistas y dirigentes que en compañía de los demás grupos sociales que habitaban la ciudad, vivieron la transformación de Medellín de una capital provinciana con importancia comercial y económica a ser la primera ciudad industrial de Colombia.

En cuanto a lo metodológico, este trabajo de investigación se desarrolló utilizando técnicas de observación etnográfica y las propias de la investigación histórica. Tales paradigmas investigativos proporcionaron a esta exploración la posibilidad de abordar una temática variada, que se concentra en la estructura espacial de la ciudad con sus barrios, plazas y calles, las cuales reciben multitudes de referencias clarificadoras desde las diferentes contribuciones realizadas desde la antropología, la sociología, el urbanismo y la geografía.

Adicionalmente, para determinar el período a investigar se tuvo en cuenta que con la implementación del Plan Futuro de Medellín reglamentado según el Acuerdo 4 de 1890, realizada bajo el liderazgo de algunos miembros en la Sociedad de Mejoras Públicas presentes en el Concejo de Medellín, permitió terminar con la irregularidad de las calles, estrechez, curvatura, rinconadas por la mala ventilación de las habitaciones y

2 Lewis Mumford. La ciudad en la historia: Sus orígenes, transformaciones y perspectivas. p. 103 Lewis Mumford. La ciudad en la historia: Sus orígenes, transformaciones y perspectivas. p. 10.

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deficiente desagüe de las alcantarillas, como sucedió simultáneamente en algunas ciudades latinoamericanas que iniciaron algunas obras de embellecimiento. Y concluye, en 1930, cuando en Colombia se pasaba de 44 años de hegemonía conservadora a la llamada por la historiografía colombiana, la “República Liberal”.

Ahora bien, haciendo referencia de las fuentes que se utilizaron para esta investigación, se puede decir que fue necesario examinar la publicación oficial del Municipio de Medellín llamada “Crónica Municipal”, los fondos documentales de correspondencia de los diferentes personajes que influenciaron en tal transformación que se encuentran en la Colección Patrimonial de la Biblioteca Central de la Universidad de Antioquia. En este mismo recinto y colección se pueden encontrar algunas revistas de la época, como por ejemplo la Revista “Progreso”, “Letras y Encajes”, “Sábado” y “Colombia Revista Semanal” con el fin de analizar cómo desde los discursos de entidades como la Sociedad de Mejoras Públicas y las mentalidades individuales, que estaban tanto dentro de tal institución como las que no pertenecían a esta misma, influenciaron en este hito de la historiografía urbana local.

Otras fuentes importantes fueron los periódicos que por esos tiempos se imprimían en la ciudad y los que nacieron durante este periodo de años, como es el caso de “El Espectador”, “La Organización”, “Mesa revuelta”, “El Bateo”, “La Unidad”, “El Sol”, “El Colombiano”, “El Correo Liberal”, “El Luchador”, “La Defensa”, “El Correo de Colombia”, el “Heraldo de Antioquia y “El Obrero Católico”. Así también, existen otras fuentes que se tomaron en cuenta como las recopilaciones hechas de los personajes influyentes en esta transformación urbana de Medellín entre 1890 y 1930, las crónicas de la ciudad de ese entonces y otras obras importantes para la construcción de este material académico.

Así mismo, los fundamentos teóricos e historiográficos que enmarcan esta investigación, se cimentan en las bases de la historia cultural, la historia social, la historia regional, la historia local y la microhistoria.

De igual forma, esta investigación se dividirá en cuatro capítulos, donde en el primero se analiza como el concepto de ciudad desde las diferentes disciplinas pueden sustentar teóricamente este estudio. Adicionalmente este acápite, contiene un estado del arte de las investigaciones que han servido como base para la misma.

En el segundo capítulo, se contextualizará desde lo económico, político, cultural, social, la higiene y lo religioso la transformación de villa comercial a ciudad industrial producida en Medellín entre 1890 y 1930. Las mentalidades que influenciaron en tal proceso urbano será el tema principal del tercer aparte de este trabajo investigativo. Y como fue la metamorfosis urbana de la capital antioqueña para transformarse en un centro industrial, y como la sociedad medellinense se apropio de sus espacios de sociabilización y debate para conservar, proteger y/o destruir la herencia dejada de la villa comercial que era antes Medellín, es el contenido del cuarto capítulo de esta investigación.

Finalmente, en el último capítulo se tratará de contribuir, si se puede decir así, con nuevas propuestas metodológicas y temáticas a partir de la historia para la investigación y protección de los centros históricos en Medellín, Antioquia y Colombia.

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Capítulo 1¿Medellín en la historia o la Historia de Medellín?: Teorías, metodologías e historiografías sobre el estudio de la ciudad

“Toda creación urbanística, más que una operación formal o un proyecto de diseño, es la

realización de una manera de pensar y concebir la ciudad de acuerdo con la historia y

mentalidad de cada pueblo”Antonio Bonnet Correa4

1. Introducción

Desde los avatares de la historia se ha tratado desde la teoría a las ciudades como asentamientos humanos. Sin embargo, definirla no permite entenderla. Ya que, delimita su verdadera significación, pues muchos autores, al tratar de entender la ciudad han terminado definiéndola. A esto se refiere el filósofo francés Jean-François Lyotard cuando conceptualiza postmodernidad en la imposibilidad de representar la totalidad5. Así pues, la ciudad como totalidad se comporta como un fenómeno inabarcable; y pretender definirla, es tratar de abrazar la totalidad. Y entenderla, es construir espacios de reflexión desde adentro, los cuales operativizan tales lugares por partes sin aparente conexión, pero que ayudan a reconstruir el tejido explicativo de la misma y la búsqueda de un significado que no es aparente ni efímero, si no que tiene sus raíces hundidas en la historia6.

Por ello, para entender la ciudad desde lo histórico, el profesional de esta disciplina del saber humano debe desprenderse de la “actitud imperialista” que de ella y del urbanismo hicieron disciplinas como la Arquitectura y la Ingeniería, y, colocarla en una “esfera descolonizada” y abierta a la mirada y la reflexión de otras ciencias. Las cuales, en ocasiones, evidenciaron a lo largo del trasegar de los tiempos aportes tan dispares desde lo metodológico y lo teórico, como es el caso de la Sociología, la Antropología, la Economía, la Historia, la Informática y la Geografía, solo por citar las más representativas.

No obstante, lo que estas ciencias hicieron fue intentar explicar y describir a  la ciudad, y adicionalmente, la tomaron como objeto de análisis y a la manera de un rompecabezas, desarmarla en sus componentes y procurar reconstruirla.

Para esto se debe ver más allá de la casa, la plaza o el edificio, y leer en estos elementos constitutivos de la ciudad su historia signada por formas sociales, modas, cambios económicos y políticos, tradiciones culturales y simbólicas, o simplemente, la idea que antecede a la concreción en el pensamiento de un Arquitecto.

4 Antonio Bonnet Correa. El urbanismo en España e Hispanoamérica. Madrid, Ediciones Cátedra, 1991, p. 177. 5 Jean- François Lyotard. La condición postmoderna: Informe sobre el saber. Colección Teorema. Serie Mayor Madrid, Cátedra, 2008. [Ed. Original en francés, 1979].6Bellagamba, Fernando. “La ciudad como concepto cambiante: una aproximación a su significado”. Espacio 127. Instituto Superior de Formación Docente No. 123 “Ciudad de Acuerdo”, No. 8, Noviembre 2002. [En línea] Disponible en:http://www.instituto127.com.ar/Espacio127/08/n8nota06.htm.

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Por ello mismo, en este capítulo inicial de esta investigación se explorarán los conceptos de ciudad, se indagará ¿porqué la ciudad se ha convertido en un tema de vanguardia en las investigaciones sociales? y las metodología utilizadas en las mismas. Y por último, este acápite contiene un estado del arte de la Medellín Futura, el cual servirá como “abrebocas” de los objetivos propuestos en este ejercicio académico.

2. La ciudad: un contenedor de historias, imágenes, deseos, sentimientos e intereses

Este concepto, se puede decir, que es una construcción sociológica, política, cultural, social e histórica que se realiza a partir de la cotidianidad diaria. No obstante, es un acontecimiento, con mayor o menor profundidad, distancia temporal o intensidad, pero siempre es historia, es el lugar de la tradición colectiva. Por esto, mismo para iniciar esta investigación se debe analizar tal concepto desde la interacción de sus gentes y sus grupos, y como estos influyeron en la construcción de una percepción histórica de Medellín por sus actuales ciudadanos. Claro esta, sin referirse necesariamente a la historia documental de la ciudad, sino a las distintas formas de actualizar la historia de la ciudad para esos agentes sociales que buscan una nueva forma de vivir, sin olvidar la herencia dejada por sus padres y abuelos de esa Medellín olvidada.

En fin, una ciudad cualesquiera que sea, no es el conjunto de sus edificios y calles que la constituyen, ya que sin habitantes, es una “ciudad fantasma”, que puede ser vista desde la evocación arqueológica, e incluso como un barrio o ciudad dormitorio, como ocurre en el urbanismo del siglo XX, que difícilmente puede ser entendida como ciudad. Por esto mismo, la posibilidad de comprenderla desde lo teórico, como algo real y definible, consiste precisamente en la eventualidad de descubrir, en primer lugar, que representa algo activamente común a una multiplicidad de personas, y en segundo lugar, existe en ella algún tipo de permanencia por encima del marco temporal de una o más generaciones.

Esto último, puede entenderse comúnmente como un referente de tiempo pasado o como un proyecto de futuro hacia las generaciones venideras. En vista de que en una u otra dirección, o en ambas, es una temporalidad histórica. Sin embargo, la importancia histórica de la ciudad no sólo se plasma materialmente en cosas y ámbitos, sino que también incluye una diversidad de costumbres y normas. Es así como, la ciudad puede ser vista como arquitectura moral, pero sin dejar de ser vista como una “construcción histórica”, la cual, es un componente de la vida humana e integrada a su acción social.

Con base en lo anterior, la ciudad no es solo un objeto de estudio importante de las Ciencias Sociales, sino, sobre todo, un problema que ha ocupado y preocupado a los hombres desde el mismo momento en que decidieron asentarse formando agrupamientos estables en estos espacios culturales y sociales. Siendo natural, que estas formas de sociabilización requieran de un mínimo de acuerdos sociales para asegurar el equilibrio del grupo, y que de la fragilidad o solidez de dichos acuerdos depende la estabilidad necesaria para la convivencia adecuada.

De esta forma, la ciudad se debe entender como un fenómeno vivo y permanente, íntimamente ligado a la cultura con la que comparte la característica de la complejidad, desde la que también, invita a acometer su estudio desde múltiples puntos de vista. Siendo de esta manera, como se han ocupado de su estudio otras disciplinas como son la Filosofía, la Geografía, la Psicología, el Arte, la Arquitectura, la Sociología, la Política, la Literatura, la Antropología y el Derecho.

Ahora bien, como es bien sabido, y se deduce de lo anterior, son numerosas las definiciones realizadas sobre la ciudad a lo largo de la Historia, y estas mismas categorizaciones conceptuales, dependen del elemento constitutivo sobre el que se fijara

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la atención. Pues, durante el trasegar historiográfico de este término se han destacado el elemento material como la pavimentación, el cierre amurallado, los equipamientos; mientras que en otros momentos, se han concentrado en las relaciones sociales o las visiones utópico-filosóficas del fenómeno urbano.

No obstante, en los estudios de este elemento sociocultural e histórico se ha venido distinguiendo a las ciudades según dos criterios. El primero, se refiere a las épocas en las que se han consolidado, que es el criterio histórico, y el segundo, es el tipo de cultura en que éstas se han desarrollado, o sea, el criterio antropológico.

Así pues, para consolidar estos criterios se debe mirar también desde lo sociológico, que no es más, que mirar a la ciudad como una entidad urbana densamente poblada fundamentada en la industria y los servicios, esto quiero decir que genera en la mente humana un sinnúmero de imágenes distintas. Por esto mismo, al definirla se pueden usar distintos criterios como los socio-culturales, los económicos, los políticos, entre otros.

Sin embargo, al reflexionar sobre algo tan cotidiano y por ello tan evidente, es necesario alejar del pensamiento común la idea de ciudad como algo dado, ya que, su existencia es una condición inherente a la vida humana, o que pertenece al orden de las leyes naturales. Lo anterior posibilita tomar lo cotidiano no solo como un objeto de análisis, sino también, como un espacio físico que crece por la sola agregación de edificios o personas.

Es decir, que pensar la ciudad no significa solamente concebir un plan urbano de desarrollo, sino también y más relevante aún, significa entenderla desde un mapa cognitivo7. Para así, convertirse en un proceso que lleve a preguntarse, el donde y el por qué de sus orígenes, lo cual tiene tanta importancia como sus transformaciones, incluidos los procesos de involución y hasta de desaparición de agrupamientos urbanos.

Por lo anterior, al hacer referencia como en la historia, los conceptos de Ciudad y Urbanismo fueron cambiando, se puede tomar en cuenta lo manifestado por Juan Duprat, cuando dice que “la ciudad sería aquel espacio receptor y propiciador del desarrollo de actividades humanas, teniendo también una gran influencia sobre la vida de los grupos”8.

De este modo, en la evolución de estos conceptos, se puede identificar en el panorama la variedad de formas y funciones que se encuentran desde las ciudades mesopotámicas hasta la ciudad industrial, lo que obliga a recorrer un camino de una doble influencia.

Este movimiento dialéctico entre el hombre y el medio, se torna aún más como una problemática para la búsqueda de una definición de ciudad, cuando se convierten en imprecisos los intentos que por definirla se hicieron.

7 El licenciado en filosofía y letras español Constancio de Castro Aguirre, conceptualiza el mapa cognitivo, como “… una interioridad mental (...) eso que desconocemos por el momento qué forma y estructura adopta en la memoria, es lo que llamamos un mapa cognitivo. (...) refleja un hecho cotidiano que le acontece al habitante urbano en cualquier ciudad del mundo. (...) Hoy los mapas cognitivos plantean cómo se engendra en la interioridad mental la representación del mundo exterior. (...) el mapa cognitivo consiste en un dispositivo mental que nos orienta a diario en nuestra navegación urbana (...) El mapa cognitivo es o consiste en información espacial, pero de ningún modo se trata de una información desplegada sobre un plano. Es información que guía al peatón urbano (...) Es información que sirve a su poseedor para la resolución de múltiples problemas espaciales (...) esa información, que tiene su asiento en la mente, genera y establece relaciones en el espacio en que nos movemos y por ello recibe la denominación de “mapa cognitivo”. Constancio de Castro Aguirre. “Mapas Cognitivos. Qué son y cómo explorarlos.” Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. [En línea] Universidad de Barcelona, Nº 33, Agosto 1 de 1999. Disponible en: http://www.ub.es/geocript/htm.menu.8 Juan Duprat. “Las concepciones Urbanísticas: aspectos de cambio y avance”, Derecho y Planeamiento Urbano, Buenos Aires, Editorial Universidad, Buenos Aires, 1983.

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En concordancia a esto último, saltan dudas que nacen de estos referentes teóricos, como ¿Que elementos se toma en cuenta para entenderla?, ¿Que indicadores la representarían mejor?, ¿Es el número de habitantes un criterio válido?, ¿Es el tamaño, en términos espaciales, un indicador de complejidad y jerarquía?, ¿Podemos tomar la estructura social como elemento revelador de la variación urbana?, o ¿Es la forma económica de cada período histórico, la que determina la morfología, el funcionamiento y la ubicación de las ciudades?

Por esto mismo, en el momento de tomar en cuenta los indicadores comunes para establecer diferencias entre aldea, pueblo y ciudad, no es más, que el número de habitantes. Es así, como a partir de esta clasificación se pueden presentar diferencias notables a la hora de considerar las regiones. Por ejemplo, en algunos ejemplos, en Canadá para conformar un pueblo se necesitan 1000 habitantes, en el caso de Estados Unidos  la cifra sube a 2500 habitantes, para Dinamarca, la cantidad disminuye notablemente a las 200 personas, y Grecia, Nepal y España, se elevan hacia el tope mínimo de 10000 habitantes. Entre los 1000 y los 2000 habitantes, se pueden encontrar a países como Irlanda, Panamá y Australia; y por otro lado, Japón constituiría el caso extremo de 30000 habitantes para diferenciar la población rural de la urbana9. Mientras tanto, en el caso colombiano, son asentamientos poblacionales aquellos que poseen como mínimo 7000 habitantes, según la Ley 136 de 1994. Estos ejemplos son de una gran variabilidad, los cuales responden a múltiples condiciones.

Por esto mismo, existe el debate que consiste, en que si ¿una la simple categoría numérica se constituye en un indicador válido de análisis o clasificación? Llegando así a la primera conclusión a la que muchos llegan, la cual puede ser verdad, que es un primer intento de ordenamiento regional, pero que no alcanza a la hora de comprender o explicar otros procesos. Siendo este el más importante elemento de la información censal, el cual se constituye en un disparador hacia otras esferas de análisis que contemplan variables no meramente cuantitativas o el agregado de criterios cualitativos como la función administrativa, el tipo de servicios o el estatuto jurídico, pudieron servir como modelo.

Ahora desde lo funcional se puede definir a la ciudad basada en este enfoque10, se puede remitir a lo dicho por el historiador francés Henri Pirenne quien atribuye como “[...] el origen de las ciudades se vincula directamente, como el efecto a su causa, al renacimiento comercial [...] La prueba es la chocante coincidencia que aparece ante la expansión del comercio y la del movimiento urbano”11. Adicionalmente, en esta misma obra, Pirenne reserva la categoría de ciudad a los pueblos que cumplían funciones económicas de alto nivel. Y esto lo reafirma el geógrafo inglés Emrys Jones, diciendo que “para Pirenne, todas las facetas de vida urbana en los tiempos medievales, cuando se creó la ciudad europea, podrían explicarse en términos económicos”12.

Por otra medida, la idea de ciudad como una comunidad de mercaderes, choca con lo que sostiene Lewis Munford, acerca de que “... no fue el renacimiento del comercio en el siglo XI lo que determinó la fundación de un nuevo tipo medieval de ciudad [...] la actividad comercial era más bien síntoma de un renacimiento mucho más importante

9 Juan Duprat. “Las concepciones Urbanísticas: aspectos de cambio y avance”, Derecho y Planeamiento Urbano, Buenos Aires, Editorial Universidad, Buenos Aires, 1983, p. 125.10 Pierre George. Geografía activa. Editorial Ariel, Barcelona, 1967, p. 213.11 Henri Pirenne. Las ciudades en la Edad Media. 5ª. Ed. Trad. Francisco Calvo. Colección “El libro de bolsillo”. Madrid, Alianza Editorial, 1981, p. 88. [Ed. Original en francés, 1971].12 Emrys Jones. Pueblos y ciudades. Trad. Aníbal Carlos Leal. Buenos Aires, Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1973, p.6. [Ed. Original en ingles 1966].

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que se llevaba a cabo en la civilización occidental; era la característica del nuevo sentido de seguridad aportado por la ciudad amurallada”13. 

Este criterio funcional, y en especial, el referido al papel económico que se relaciona a la consideración de las ciudades como entidades dentro de las cuales, no se desarrollan funciones agrícolas, y se ve a la ciudad como un lugar donde los ciudadanos no producen directamente su subsistencia, y cuyo espacio interno se caracteriza por el desarrollo de actividades comerciales e industriales. Esta perspectiva determinista en su planteamiento se enriquece con el agregado a la definición de ciudad de otros elementos, como la presencia en el interior del casco urbano de servicios especializados; entendidos como el transporte, la educación, la salud y la administración del Estado.

Sumado a lo anterior, las teorías institucionales marcaron la diferencia entre aldea y burgo, a partir de la presencia o no de instituciones legales, y específicamente a la manera en que estaban organizadas. Lo corporativo de los burgos le otorgaba una categoría diferente a la de la organización aldeana. Lo mismo se puede decir del papel jugado por las instituciones religiosas, en la explicación de los orígenes de las ciudades. Siendo esta forma como la mayoría de las ciudades latinoamericanas, tuvieron sus orígenes en la estrecha relación con el emplazamiento de templos, oratorios o iglesias, que funcionaban como centros de atracción para el asentamiento de pobladores.

Es así como estas explicaciones acerca de los orígenes y las definiciones de las ciudades poseen iguales dificultades a las referentes de los orígenes de los primeros Estados, donde el eje de la argumentación, se centra en la identificación de poderosos motores de generación de cambios, que no contemplan el conjunto de causas examinadas en la aparición de fenómenos complejos, o si lo hacen, la colocan como subproducto de la acción de causas únicas.

3. ¿Por qué investigar la ciudad?

La ciudad como espacio de vida ha adquirido en la actualidad una connotación de conflicto social. Pues, se transformo en un lugar donde el ciudadano puede expresar sus inquietudes y reconocerse en las relaciones con el otro. Así pues, en el momento de reconocer la realidad, esta misma, posibilita distinguir un agotamiento del tiempo en que la urbe fuera un refugio para el encuentro, para el goce; una oportunidad para apropiarse del bien público en sus manifestaciones culturales, humanas, artísticas, sociales.

Por todo lo anterior, al estudiar sobre el desarrollo social de la ciudad en Latinoamérica no se puede dejar de lado el origen histórico que se remonta a la existencia de sociedades que anteceden a la empresa de la conquista europea, de carácter esencialmente urbano. Tal “invasión” del territorio en América Latina significó la apropiación política del espacio, legitimada por un acto jurídico-eclesiástico.

Es por ello, que el proceso de fundación y construcción de la ciudad, la explotación de los recursos, la organización de la población con sus jerarquías de exclusión e inclusión, y la fijación de la estructura física posibilito la implantación de un modelo de desarrollo urbano que propicia las condiciones para la formación de grupos y clases sociales14.

En Latinoamérica y Colombia, en especial esta última, la situación referenciada a la ciudad ha cumplido un papel importante en el establecimiento e implementación del

13 Lewis Munford. La cultura de las Ciudades.  2ª Ed. Trad. de Carlos María Reyles. Buenos Aires, Emecé Editores, 1957, p. 29. [Ed. Original en inglés 1938].14 Carmen Aranguren R. “La Ciudad como objeto de conocimiento y enseñanza en las Ciencias Sociales”.FERMENTUM. p. 540.

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proyecto político-económico hegemónico, por lo que lo urbano responde a las necesidades de reproducción de la sociedad que le sirve de soporte. “La sociedad occidental contemporánea ha desarrollado un tipo específico de asentamiento urbano al que se le ha denominado la ciudad moderna la cual contiene un componente estructural de estas sociedades, [la] cual es su particular lógica de diferenciación social que da cuenta de la manera como la sociedad diferencia a sus miembros y los ubica en distintas posiciones de acuerdo a las cuales intercambia y distribuye la riqueza social, entendida ésta como los bienes y servicios que produce, los privilegios que otorga, los símbolos de reconocimiento para valorar los distintos tipos de acción social y los saberes que utiliza para elegir opciones de su modo de vida”15.

Por esto, resulta interesante conocer la importancia que tiene el referente histórico prehispánico para el estudio del origen de lo urbano en el desarrollo de la estructura espacial de América Latina. En cuanto a esta temática, es pertinente abrir brechas para hallar las continuidades y rupturas que representan la visión de la ciudad como sistema socio-cultural-histórico.

Es así, como de una u otra manera, está presente la memoria de un pasado común cuya singularidad se manifiesta en las formas de representación de la realidad y en la objetivación de la realidad misma. En referencia a lo anterior, cabe señalar, cómo las prácticas urbanas concretas se pueden comprender históricamente que las hace mantenerse, recrearse y transformarse sin perder la impronta de su origen.

Efectivamente, al intentar una aproximación al estudio del fenómeno de la ciudad en cuanto a lo ontológico, temporal, sociológico, ético, económico, cultural, política, educativa y entre otras, se puede encontrar que en la investigación de estas temáticas se produce un doble movimiento que unifica los procesos del pensar y la propia realidad, lo interno y lo externo.

Y en ello, los actores sociales como sujeto y objeto de conocimiento se imbrican cognitiva y valorativamente en búsqueda de las razones que puedan explicar el origen de la ciudad, su dialéctica, su formación, su estructura, su ordenamiento y su vivir. Y es a partir de esto, que entonces al intentar consolidar el significado de este contenido se debe analizar a la ciudad como objeto de investigación, pues, la importancia del sujeto es unificador, no como un simple observador externo, sino como un ente constitutivo de su naturaleza vital en el proceso de creación y transformación de sí mismo en el otro reconocido16.

Tal postura epistemológica plantea la imposibilidad de acceder al conocimiento del objeto ciudad, obviando las condiciones de vida del ser humano que la habita, y como tampoco, será dado entender la existencia humana separada de la sociedad, de la historia y de la cultura que definen el movimiento urbano. Transformándose, así pues, la ciudad en una realidad determinada socialmente, estampada por la producción objetiva y los modos subjetivos de las relaciones sociales en su organización específica, recorrida por redes complejas del poder instituído; y es por esto, que la ciudad no puede ser considerada única, ni homogénea, ni lineal, ni compacta, ni uniforme.

Por lo tanto, su naturaleza depende de los procesos y modalidades de la estructura productiva del Estado que la interviene y la regula, de la confrontación de fuerzas sociales, del conjunto de representaciones simbólicas-ideológicas que la sustentan.

15 Emanuele Amodio, Teresa Ontiveros e Iris Rosas. Historias de identidad urbana. Caracas. Universidad Central de Venezuela / Fondo Editorial Trópykos, 1995, p. 49.16 Carmen Aranguren R. “La Ciudad como objeto de conocimiento y enseñanza en las Ciencias Sociales”.FERMENTUM. p. 542.

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Es incuestionable, como el concepto de ciudad se opone a la visión poética sostenida por algunos pensadores clásicos. Así pues, a partir de esta configuración, las investigaciones se inclinan por la transformación de su contexto viciado y deformado; por lo aceptable y cualitativamente mejor; por el diseño de un modelo alternativo humanizado, visto como principio fundamental de la estructura social, donde el itinerario histórico del ser humano encuentre posible la recreación de su condición primera de libertad contra el estado de cautividad, alienación o privación.

Siendo aquí donde, las relaciones sociales urbanas, desarrolladas en un marco de complejidades, van conformando un proceso controvertido de caracteres culturales y contraculturales e identitarios que permite a los pueblos distinguirse frente a los otros.

En concordancia a lo anterior, mediado por la memoria social, la historia vivida e interpretada y los enlaces del poder político-ideológico, las cuales se convierten en elementos constitutivos desde la síntesis de producción, recreación y transformación de imágenes que transitan los distintos espacios urbanos. En suma, un proyecto de vida contiene uno de ciudad, así como un proyecto de ciudad comprende un proyecto de vida.

Y es a esto, que le apunta la doctora en Ciencias Sociales mexicana, Rossana Reguillo, en el momento de proponer para el estudio de la ciudad un acercamiento “a los modos de organización de la diversidad, es decir, mirar la ciudad a través del conjunto de normas, valores, representaciones y formas de acción que organizan lo propio y lo ajeno, lo permitido y lo prohibido, las coordenadas espacio-temporales que orientan lo privado y lo público, lo laboral y lo lúdico, el tiempo cotidiano y el tiempo de excepción”17. Siendo las entidades y los procesos referenciados un soporte de significación socialmente fundado en la trama de la cultura urbana, entendida como “la articulación densa y compleja de un escenario, la posición de los actores, las reglas y el dominio que poseen los actores sobre dichas reglas, los objetos, tanto materiales como simbólicos, sobre los que operan los actores”18.

“Bajo esta perspectiva la cultura urbana se constituye en la mediación entre las condiciones objetivas del entorno y la subjetividad de los actores en un proceso co-constitutivo”19. Tal planteamiento permite pensar la ciudad más allá de la concepción territorial/espacial, siendo concebida en su espacio social con una dimensión múltiple donde coexisten identidades y proyectos diferenciados.

Así pues, en el contexto ciudad como construcción social es presentado y apropiado desde lo material y lo simbólico, dentro del marco otorgado a la memoria colectiva cuya permanencia organiza y sitúa la vida social en su conjunto. Para así, definir la acción transformadora de los actores en los modos de vida urbanos; de tal manera que los procesos de pensar, sentir, circular e interactuar en y sobre el escenario citadino estarían intervenidos por la memoria colectiva tan desfigurada en la masificación urbana20.

Por esto mismo, es cuando se investiga a la ciudad y su gente, para así, remitirse al controvertido par espacio / sociedad, latente en las perspectivas extremas adoptadas por

17 Rossana Reguillo Cruz. La Construcción Simbólica de la Ciudad. Sociedad, desastre y comunicación. México, Iteso / Universidad Iberoamericana., 1996, p. 75.18 Rossana Reguillo Cruz. La Construcción Simbólica de la Ciudad. Sociedad, desastre y comunicación. p. 76.19 Rossana Reguillo Cruz. La Construcción Simbólica de la Ciudad. Sociedad, desastre y comunicación. p. 75.20 Carmen Aranguren R. “La Ciudad como objeto de conocimiento y enseñanza en las Ciencias Sociales”.FERMENTUM. p. 544.

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la historiografía durante varios años. Esta coyuntura según varios autores se divide en dos tipos de investigaciones.

El primero son los trabajos en que la sociedad, la política y la economía se expanden en la ciudad concebida como un “ámbito de aplicación” de procesos amplios, como un “reflejo” de alternativas que se juegan a otros niveles.

En segunda medida, existen obras que exploran las transformaciones del espacio urbano propiamente y colocan a dichos factores en el “contexto”. Sin embargo, la articulación entre ambas es difícil, pues, inicialmente se marcó la diferencia entre las historias de “historiador” y las elaboradas por y para especialistas, las cuales fueron utilizadas en ocasiones como una herramienta operativa.

Igualmente, los estudios que ponen el centro en la sociedad, no siempre consideran el rol del Estado, cuyo agente es recuperado por la nueva historia política renovada. Así pues, las tensiones entre espacio, sociedad y Estado por un lado, entre ideas y prácticas por el otro, ponen de manifiesto algunas dificultades que enfrenta la construcción de la historia de la ciudad.

Ahora bien, el examinar el escenario de las historias de la ciudad escritas durante el siglo XX por arquitectos, urbanistas y planificadores, se pueden diferenciar tres momentos. Inicialmente la “evolución” urbanística construida por quienes lidiaban por instaurar el “urbanismo” como disciplina durante el período de entreguerras.

En un segundo momento, esta planificación de posguerra se caracterizaba por los estudios de tendencia y hacia fines de la década de 1970 por las críticas que se oponían a las ideas del urbanismo a las prácticas sociales mientras, paralelamente se desarrollaba, la historia operativa adoptada por una arquitectura urbana y que instituía, además, un género específico centrado en la revisión del campo disciplinario.

Como última instancia, se encuentra la “encrucijada de la historia”21 en que las historias de la ciudad incorporan recientemente el ideario en tanto que la dimensión de las prácticas en el marco de nuevas problemáticas, entre las cuales la esfera de las representaciones técnicas que la historia social había esquivado22.

4. El estudio de la ciudad como un contenedor interdisciplinario, multidisciplinaria y pluridisciplinario de metodologías investigativas

Basándose en lo anterior, vale la pena distinguir entre la “historia urbana” e “Historia Urbanística” en otrora tiempo reflejaba más una preocupación pedagógica que una realidad científica23. Si a esto se le suma, la diferencia entre los estudios que tenían por objeto la “Historia de la Ciudad”, entendida como una rama “que estudia los hechos urbanos desde perspectivas sociales, económicas, políticas, etc., obviando, de alguna manera, en unos casos más que en otros, la especialización de los citados hechos, no abordando, en una palabra, la ciudad en cuanto un producto histórico”24. Y aquellos otros que se introducían en el análisis de la “intervenciones urbanísticas” a las que fueron y han sido sometidas las ciudades a lo largo de su formación en cuanto a lo referente a las entidades espaciales. Siendo en unos más claros la preocupación por los hechos que suceden en la ciudad, mientras en otros, se realizan los estudios que

21 Término utilizado por el historiador argentino Tulio Halperín Donghi para referirse a la multiplicación de los objetos y los métodos. 22 Alicia Novick. “El urbanismo en las historias de la ciudad”. Revista Registro. Buenos Aires, Comunidad abierta de arquitectura, construcción y diseño, Nª 1, noviembre 2003, p. 3.23 Alfonso Álvarez Mora. “Problemas de investigación en Historia Urbanística”. Historia Urbana. No. 1, 1992.24 Alfonso Álvarez Mora. “La necesaria componente espacial en la Historia Urbana”. Revista Ayer. Asociación de Historia Contemporánea, Madrid, No. 23, 1996, p.29.

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abordan el conocimiento de la ciudad entendida como objeto independiente que se produce y se separa como un hecho social diferenciado.

Es así como la Historia Urbana, se plantea como una forma de conocimiento que se caracteriza por las implicaciones decididamente discursivas producidas entre los fenómenos socioeconómicos y las necesarias repercusiones espaciales que los exteriorizan y los expresan. Esto no quiere decir, que una cosa es un hecho social y otra su expresión en el espacio, sino que ambas están relacionadas hasta llegar a pensar que un hecho social concreto mantiene una relación con el espacio en la medida en que contribuye a su producción como realidad física.

Por esto mismo se debe plantear una “historia urbana” que buque saciar las necesidades epistemológicas desde los componentes espaciales, abordando el análisis de las relaciones socioespaciales con la intención de enfrentarse al proceso histórico de construcción material de la ciudad. Igualmente, la Historia Urbana se entendería como una disciplina que explora a la ciudad como una “entidad que soporta un hecho social”, que se incorpora a esa nueva comprensión de los hechos urbanos en su estrecha relación con el espacio que contribuyen a producir, y no, únicamente, con el espacio donde se asientan.

Ahora bien, en este “nuevo” intento de construir la Historia Urbana como una disciplina vinculada con los componentes espaciales, surge la necesidad de plantear como primer argumento, los puntos fundamentales que deberían conformar un nuevo campo científico, siendo estos puntos los podrían ser los que les den paso al componente espacial a un primer término. Como segunda medida, esta la introducción en el análisis como un componente metodológico de investigación de aquellos mecanismos que intervienen en la construcción física de la ciudad, es decir, aquellos que proporciona la disciplina urbanística. Convirtiéndose este el momento en que la Historia Urbana cobraría todo su sentido, superando, de alguna manera, el conocimiento que nos proporcionan análisis históricos que entienden el espacio como asiento simple de un hecho social. Y por último, como el conocimiento del plano de la ciudad contribuye al investigador a reflexionar acerca del tipo de sociedad o el tipo de “modo de producción” que lo ha producido. Puesto que, este elemento contribuye a aproximarse al conocimiento de la sociedad que lo ha generado.25

Es así, como dicho conocimiento acerca poco a poco al investigador hacia el tema, a medida que una determinada intervención urbanística, reflejada siempre en el plano, sólo puede producirse y llevarse a cabo si se dan unas concretas condiciones sociales. Es decir, que la contextualización espacial de concretas intervenciones urbanísticas proporcionan al estudioso el tipo de agentes de económicos y sociales que las han emprendido.

Pero esto, no debe direccionar al proceso investigativo hacia una sola dirección de pensar a la ciudad como una espacialización de una determinada organización social. Pues, la ciudad no se debe entender como una espacialización directa de la sociedad, sino como un producto más de la misma, como también, el cómo se ha hecho y quiénes han intervenido en su producción. Y es así, como una concreta organización social se le conoce no por los objetos que produce, sino por cómo los produce. Siendo la ciudad, en este sentido, uno más de ellos.

De esta manera, los análisis del proceso de producción del “objeto ciudad” han posibilitado el conocimiento del sistema o sistemas sociales que han contribuido a hacerla realidad. Pero, para ello, se debe tomar como objeto de estudio a la ciudad entendida como “producto social” y no sólo contemplarla como asiento, o localización,

25 Alfonso Álvarez Mora. “La necesaria componente espacial en la Historia Urbana”. Revista Ayer. p.30.

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de hechos sociales concretos. Éste es el sentido que se le debería dar a la Historia Urbana26.

En consecuencia de lo anterior, es que lo específico de este campo de estudio se debe centrar en como los hechos históricos toman sentido al situarlos en el espacio urbano, donde toda definición que se halla de esta línea historiográfica se torna claramente al enraizar los fenómenos en estudio desde el suelo mismo de la ciudad. El sustantivo que acompaña este tipo de historia, es que se constituye una manera de historizar esencialmente geográfica, de las regularidades y diferencias que se observan al analizar un proceso histórico en el paisaje urbano, como llama el planificador y geógrafo francés Marcel Roncayolo como “ciencias de las diferencias” a la historia urbana. Esto quiere decir, que el espacio es donde continuamente en los estudios históricos se convierte en una mera ilustración circunstancial, simplemente contextual y no explicativa, lo que termina instituyendo la esencia misma del proceder de una historia urbana que se quiera sustantiva. La preeminencia del dónde, el arraigo material de los hechos históricos en puntos concretos de un espacio activo, vivo y diferenciado, se convierte si se quiere en lo esencial. Al afirmar que en “el espacio leemos el tiempo, como recuerda la publicación de un historiador recientemente, se convierte en una cuestión central en la historia urbana27.

A partir de esto mismo, se debe entender de ordinario lo referido a los tiempos pasados o al menos como proyecto de futuro hacia las generaciones venideras, en vista de que en una u otra dirección o en ambas es una temporalidad histórica. Sin embargo, su trascendencia histórica no sólo se plasma materialmente en cosas y ámbitos, sino que también incluye un nutrido ramillete de costumbres y normas. La ciudad así, puede ser vista como arquitectura moral y se debe entender a la misma como un componente de la vida humana, como integrada dentro de la acción social.

Por consiguiente, al realizar una antropología de la ciudad, se debe realizar inicialmente una labor de Antropología histórica, pues, la historia social y cultural, la historia de valores, signos y símbolos no puede reducirse a una sucesión cronológica de tiempos homogéneos y cuantificables. Y adicionalmente, una historia cualitativa es hecha de diferentes tiempos vividas en diferentes formas y con distintos ritmos. Siendo esta la razón para que la aproximación metodológica hacia esta complejidad temporal pueda hacerse siguiendo distintos caminos innovadores expresados por diferentes artificios que puede ayudar inicialmente, al acercamiento hacia la historia de la ciudad como pasado, como presente y como futuro28.

Es de esta forma como algunas posibilidades antropológicas de la historia urbana como pasado, sobre todo si se trata de una vieja ciudad donde con cierto tipo de profundidad histórica que la puede dotar de una especial preeminencia a la contemplación y comprensión de su realidad actual. Por consecuencia de lo anterior, la historia pasada suele tener una importante presencia en la configuración del plano de la ciudad, en su organización social e institucional, en el revivir cíclico de las fiestas, dado que, la presencia de estos componentes históricos no es fruto de un simple encadenamiento causal ni debe ser entendida como una fijación hacia un objeto permanente.

Así pues, la historia pasada, puede ser captada mejor como duración en el sentido del espiritualismo del filósofo francés Henry Bergson y la teoría del tiempo histórico

26 Alfonso Álvarez Mora. “La necesaria componente espacial en la Historia Urbana”. Revista Ayer. p.31.27 Karl Schlögel, En el espacio leemos el tiempo. Sobre Historia de la civilización y Geopolítica. Madrid, Siruela, 2007.28 José Antonio Fernández de Rota. “Metodología etnográfica de la Historia urbana”. Revista de Antropología Social. Madrid, Universidad Complutense de Madrid, No. 10, 2001, p. 18.

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planteado por el historiador francés Fernand Braudel. De manera que, puede ser a la vez, fecunda y enriquecedora por intermedio de sus consideraciones a través de secuencias culturales. Tal secuencia nos permite comprobar importantes elementos de duración29.

Por esto mismo, el impacto que han causado las anteriores tendencias historiográficas sobre la historia del tiempo presente, han sido menos mecánica y más complejamente humana. Siendo así, como a la luz de estas consideraciones se puede pasar de comprenderse como un simple efecto o permanencia a una fluida duración que en un segundo momento es percibido como tradición, en un último y más íntimo momento de reflexión.

Por otra parte, el concepto de tradición no es admitido por muchos estudiosos de las ciencias históricas y sociales, ya que, es puesto en entredicho ordinariamente en la antropología, ha empezado a recuperar en los últimos años nuevos valores como concepto heurístico en la investigación socio-cultural30. Debido a que la tradición debe de ser entendida como algo construido de forma activa, y no como algo recibido de forma pasiva. Sin embargo, no es posible mantener la tradición sin un continuo esfuerzo de invención. Incluso en los aspectos más sólidamente materiales como plazas, calles, edificios y otros más, percibimos el esfuerzo de la actividad e invención humana que se plasma materialmente en el continuo trabajo de restauración. Pues, toda ciudad subsiste gracias a una tarea continua de conservación y restauración que no pocas veces, por los incendios y guerras, puede llegar a tener el carácter de una restauración casi total

Ahora bien, la recuperación del concepto de tradición, profundamente renovado, abre unas relevantes posibilidades metodológicas. Donde una de las funciones destacadas en la tradición es la identidad, que es visualizada a través del mantenimiento de ciertas tradiciones, con las cuales un grupo social se considera, se reafirma y en realidad se constituye como un grupo con identidad colectiva propia. Es por lo tanto, indispensable para la comprensión de lo que es una ciudad. Al mismo tiempo, esta reflexión ayuda a comprender lo que es la tradición, siendo fundamental no tanto la fidelidad de la representación o la fidelidad en el uso y en el sentido que se da a las cosas, cuanto su capacidad para que el grupo lo pueda vivenciar de alguna forma como un símbolo identitario duradero.

En esta medida, en relación con este papel identitario, la tradición juega un doble papel normativo y legitimador, dando un marco de referencia sobre lo que las gentes deben hacer y dota al mismo tiempo de legitimidad a los que tratan de ajustarse a esa normativa. Estas tres destacadas funciones de la tradición necesitan de ordinario de una importante actividad hermenéutica. Tarea de interpretación del significado de textos y acciones en las que hay que tratar de valorar y de justificar su semejanza con los tiempos antiguos razonablemente adaptada. Así en realidad la tradición se convierte en un criterio de adaptación al cambio.

De este modo, una manera de analizar la historia como pasado proporciona sin duda una mayor comprensión de la situación actual a través de un encadenamiento de circunstancias, pero nos brinda también la analogía y contraste de épocas distintas y de actuaciones y decisiones sobre los mismos espacios actuales que introduce un significado al momento presente en la marcha real de la historia. Es totalmente distinta

29 José Antonio Fernández de Rota. “Metodología etnográfica de la Historia urbana”. Revista de Antropología Social. Madrid, Universidad Complutense de Madrid, No. 10, 2001, p. 18.30 Una gran recuperación del concepto de tradición ha sido realizado por la Filosofía Hermenéutica, especialmente por el filósofo alemán Hans-Georg Gadamer. Con todo, su estudio de este tema, casi exclusivamente centrado en el campo de la interpretación de textos y en la historia efectual sobre ésta, parece olvidar otros aspectos de especial relevancia para la investigación en las Ciencias Sociales. Véase Hans-Georg Gadamer. El giro hermenéutico. Madrid, Cátedra, 1990.

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nuestra consideración de la forma actual de vivir los habitantes en la ciudad, cuando consideramos el momento actual, como un momento de crisis con respecto a una vida tradicional que se considera como una realidad estática multisecular que posibilita tomarle el pulso a secuencias históricas significativas que le dan entendimiento al el presente como historia, de una forma bien distinta31.

Al hacer referencia sobre la conciencia de la fuerza de ciertas constricciones espacio-materiales toma fuerza de ciertos elementos estructurales y formales duraderos en el proceso histórico y tenemos conciencia de la notable variabilidad del cambio histórico, de la frecuencia de elementos críticos, de la relevancia de naufragios normativos, del continuo esfuerzo de imaginación para mantener la tradición, de la importancia de las estrategias hermenéuticas para poder mantener a lo largo del tiempo, el sentido de identidad de los elementos culturales y un sentido de identidad colectiva de los grupos urbanos como integrantes de la ciudad. Es por ello, que la cercanía de la vida cotidiana, su riqueza, su realidad conflictiva tienden a reflexionar sobre el momento presente como un momento crítico y excepcional. Y es así, como una metodología de antropología histórica, puede contribuir a verlo como un momento típico en la vida de la tradición, un momento con unas especiales características de inventiva en la adaptación a nuevas circunstancias humanas, de las características tradicionales definitorias de la vida de una ciudad.

Es así, como ya puesta la atención en el presente como historia, se realizan interpretaciones estratégicas de la historia; a la poetización de la historia, al uso de la historia para construir la ciudad y a las distintas autenticidades históricas en combate. También este tipo de estudios se encuentran en el momento o una época, como todo momento histórico, singular.

Las nuevas concepciones del patrimonio cultural, el choque de las tecnologías destructivas y constructivas con el espíritu conservador y restaurador, ofrecen la contemplación de una nueva secuencia; una nueva manera de hacer tradición, un nuevo estilo de concebir la ciudad restaurada. Pues, las gentes ven pasar la historia, porque la vida es historia, al mismo tiempo que hacen del pasado un bien negociable.

No son pocas veces que un pleno municipal puede convertirse en una sofisticada y estratégica discusión de teoría histórica. Ya que, las elaboraciones de planes de ordenación urbana, las normativas impuestas a partir de ellos, se fundamentan en una teorización histórica, pero por el contrario a lo que suele suceder con las obras históricas, esta teorización histórica influye en el vivir cotidiano de las gentes, la cual tiene un carácter histórico y técnico. Así la teorización histórica hace historia.

Sin embargo, las nuevas formas para comprender la historia, pueden ser intensamente sonoras. Se puede investigar lo que piensan viejos y jóvenes, hombres o mujeres, profesionales de distintas características, gentes con distinta instrucción e ideología política, vecinos de diversos barrios, habitantes, nacidos en la ciudad, visitantes, etc. Esta pluralidad de perspectivas se entrecruza con la diversidad de intereses individuales y grupales que chocan contra la conflictividad humana, que contempla intentos de consenso abriendo los condicionantes y consecuentes económicos, descubre la fuerza persuadir de la verificación y de la acción del poder. Vivir en una ciudad es, en mayor o menor medida, vivir en una ciudad histórica.

Pues, si el pasado y el presente son historia, la vida de la ciudad con su identidad y su tradición se plasman en un continuo proyectar hacia el futuro. Siendo el futuro parte de la historia y cobra un doble sentido histórico cuando en los proyectos de una vieja ciudad y de sus viejos monumentos y ámbitos, se hacen proyectos de restauración y de

31 José Antonio Fernández de Rota. “Metodología etnográfica de la Historia urbana”. Revista de Antropología Social. Madrid, Universidad Complutense de Madrid, No. 10, 2001, p. 20.

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rehabilitación a partir de lo que se considera que es su historia, en una hermenéutica proyectiva. Ya que, la historia como pasado nos hablaba también de un sin fin de proyectos. Proyectos contemplados desde su conocido fracaso o desde su puesta en ejecución y consecuencias de esta actividad proyectiva. Del pasado, en ciertos aspectos, se sabe más que del presente. Cuando después de una larga historia de cambios y restauraciones, se le enfrentan en vivo, a un nuevo proyecto, la visión producida es sin duda una manera diferente de interpretar la nueva circunstancia de patrimonio y las posibilidades teóricas de la hermenéutica de la restauración. Los caminos sin salida de toda conservación ofrecen nuevas posibilidades de análisis, es así como su ejecutor, puede pretender ideal e imposiblemente, recuperar el ser original, puede tratar de detener la ruina, consensando el impacto secuencial de la historia pasada sin permitirle continuar su deterioro de cara al futuro, que es intentar recuperar la idea del creador. Así mismo, puede pensar en salvar su funcionalidad; puede jugar con las analogías a nivel material y formal, a nivel funcional, a nivel ideal32.

Y es aquí donde se puede estudiar por una parte, la vertiente socio-económica y política del problema como los condicionantes y las implicaciones sociales de los proyectos patrimoniales, que son extraordinariamente complejas. Junto con ello, puede estudiarse toda la vertiente cultural desde su trasfondo ideológico hasta los diversos valores en conflicto, las formas de teorizar sobre la historia, el arte de evocar pasados por sistemas analógicos, el peso de los símbolos, etc. Esto quiere decir, que es un campo de investigación relativamente virgen y con una importante conexión con los problemas prácticos de las gentes actuales.

Siendo así, como este proceso de análisis hace referencia a distintos tiempos históricos que insinúan la existencia de diversas historias sobre la ciudad. Siendo esto, de gran utilidad analítica, debido que se debe distinguir entre la historia hecha a partir de documentos, con un esfuerzo investigador por descubrir la verdad del pasado, de lo que es la historia vivida. Siendo una característica de esta historia vivida, los distintos puntos de partida y referentes analógicos que le sirve al historiador para entender sus documentos que proyectados sobre una pequeña ciudad ofrece una importante variedad de situaciones hermenéuticas del narrador de la historia y de su manera de trabajar y de elaborar los datos.

Todo esto se plasma en historias locales y escritos diversos y suele tener una especial resonancia en la prensa local. Por otra parte del discurso de los políticos y de las propuestas, críticas o sugerencias de muchos de sus habitantes. Lo cual, junto con este binomio, se puede distinguir también frente a la historia documental o historia con pretensiones científico críticas, por la manera como entiende o piensa su historia muchos de sus habitantes, a lo que algunos teóricos han llamado la etnohistoria, la cual centra su importancia a la hora de analizar las circunstancias actuales33.

Entre tanto, la preocupación principal no es la posibilidad de verificación de sus afirmaciones, sino la importancia que ese tipo de planteamientos o convicciones tienen en el juego de relaciones sociales y en su manera de concebir y proyectar la ciudad. Con ello, el papel de la memoria colectiva brinda caminos de penetración comprensiva.

Y siguiendo otra fuente de datos como la prensa local que suministra un apoyo documental de extraordinaria relevancia. De ordinario, incluso en pequeñas ciudades o villas, puede encontrarse una notable abundancia de publicaciones periódicas en las 32 José Antonio Fernández de Rota. “Metodología etnográfica de la Historia urbana”. Revista de Antropología Social. Madrid, Universidad Complutense de Madrid, No. 10, 2001, p. 22.33 En cuanto al tema de la etnohistoria, Terence Turner. Etno-Etnohistoria: Mito e Historia de los nativos de América del Sur Las representaciones de contacto con la sociedad occidental . 1988. En el cual usa el término para distinguirlo del viejo término de etnohistoria, destacando el carácter «etno», referido a la manera de entender los nativos su propia historia.

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últimas décadas del siglo XIX y primeras del siglo XX. En las décadas siguientes no es raro en pequeñas poblaciones, encontrar espacios vacíos de prensa. Estos pueden ser en parte compensados, con las secciones comarcales de los periódicos de capitales o ciudades importantes. Los últimos años vuelven a ofrecer una recuperación de la prensa local con publicaciones hechas por asociaciones de comerciantes u otras asociaciones locales, grupos de periodistas jóvenes34.

En resumen, esta metodología permite abordar una temática variada, que se concentra en una estructura espacial de la ciudad con sus barrios, plazas, calles recibe multitud de referencias clarificadoras. Por esto mismo, si es especialmente rica en posibilidades la contemplación secuencial de los 130 últimos años, el lanzarse documentalmente hacia épocas más remotas, supone de ordinario, un atractivo especial y puede suministramos importantes materiales en alguno de los aspectos antes reseñados, la duración de estructuras, funciones, significados, iniciativas, cambios, decisiones y también la analogía y el contraste.

Adicionalmente, el conjunto de las maneras de hacer etnografía de la historia de una ciudad presentado en un esquema de posibilidades metodológicas y conceptos organizativos de la investigación puede crear un estilo antropológico que se mueve con especial soltura en lo local. Su tradición investigadora abre un estímulo de posibilidades reflexivas, que resultan más difíciles en su metodología, cuando se abre a horizontes más generales, en los que las personas forman número, en amplias masas.

Siendo así como se puede captar lo común y la unidad, en la vida de múltiples personas, tiene una ciudad, que es una unidad dinámica hecha de entrechocar de fragmentos y discurrir de temporalidades. Nada más lejos de la unidad social, que la simple homogeneidad. Pues, una ciudad viva está siempre fragmentada en barrios y ámbitos menores, sin distinción de espacios, sin la rivalidad y el contraste de espacios sociales en interacción, no podríamos hablar de su unidad. La pequeña ciudad parece resumirse en su centro simbólico y en sus fiestas globalizadoras, para romperse continuamente hecha pedazos periféricos o convertir sitios y momentos periféricos en circunstancialmente centrales.

También un objeto de investigación de esta propuesta metodológica son los estratos sociales, los grupos profesionales, las asociaciones religiosas, políticas y culturales, sus enfrentamientos y estrategias, las que hacen vida colectiva. Quedando así, la preocupación por la globalización cultural “pálida”, cuando se constata que en una misma época histórica, en amplias áreas geográficas, todas las iglesias pueden considerarse románicas, con multitud de elementos globalizados o regionalizados.

Por consiguiente, es importante ser consciente de la globalidad de estos movimientos, pero también saber descubrir al mismo tiempo, la manera de hacerlo concreto, único, en ciertos aspectos original, a través de las estrategias humanas e invención de soluciones, en el fondo novedosas, de los concretos autores humanos.

Es por esto, que el “amor por lo local” no puede ignorar el horizonte más amplio dentro del cual tiene vida; horizonte que posibilita, impulsa, condiciona, pero nunca determina de forma mecánica. La atención a una ciudad concreta asume la dinámica de la real creación del hombre social en la historia. Sin ello, la historia, vista como una abstracción sintética seria irreal. Por eso, el tomar el pulso a una ciudad como ejemplo, constituye una manera necesaria de entender mejor el conjunto.

Por eso Medellín, estudiada con el amor por lo único, nos refleja no sólo a Antioquia, sino multitud de vitales problemas que de una forma u otra un grupo humano, concentrado en un reducido espacio se suele plantear. Es ahí donde la inquietud teórica

34 José Antonio Fernández de Rota. “Metodología etnográfica de la Historia urbana”. Revista de Antropología Social. Madrid, Universidad Complutense de Madrid, No. 10, 2001, p. 23.

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del historiador descubre que difícilmente puede hablar de los más hondos veneros universales, sin centrarse, como ejemplo, para ello, en lo local. Es esta la última ambición de esta investigación.

5. Del damero español a la ciudad industrial: Transformación urbana de Medellín, 1675-1930

Desde la investigación, la historia de la arquitectura y lo urbano de Medellín, mirar a la ciudad antes de 1890 trae a la mente imágenes de pobreza, que los estudiosos del tema han exagerado en su minimización. Lo primitivo, lo rudimentario y lo precario predomina en esa mirada histórica, por tener la ciudad un crecimiento lento debido a que su estructura urbana era limitada. Puesto que, tenía un bajo desarrollo, sin espacios públicos y con trazados dificultosos. En fin, era una pequeña villa con una arquitectura carente de importancia, con pocos edificios representativos, con poca imaginación formal.

A pesar de la posibilidad que estas observaciones sean ciertas y partiendo de la comparación hecha con el desarrollo de otras ciudades colombianas o de las descripciones hechas por los viajeros extranjeros venidos de otros lugares, que hacen referencia a las ciudades europeas de donde procedían o por las que pasaban. Sin embargo, en ambos casos dichas apreciaciones parten de la percepción propia de quienes tienen un punto de referencia mayor, con presupuestos de qué era lo ideal o adecuado, cuya mirada estaba ajustada a sus ideas sobre una ciudad perfecta. En estos casos, algunos intentaban realizar una descripción objetiva, la cual no les era posible, y sucumbían ante lo ideal, y no frente a la dimensión que veían en estos escenarios. Donde la mirada descontextualizada tampoco tiene como referencia lo preexistente, el salto cualitativo y cuantitativo sobre lo inmediato o lejanamente anterior. Siendo predominante la mirada del viajero y no la reflexión juiciosa de un proceso.

Lo anterior, quiere decir que al mirar con mayor detenimiento el cambio de Medellín desde la segunda mitad del siglo XVIII hasta el tercer cuarto del siglo XIX, se nota que no es desmesurada sí va en paulatino y sólido crecimiento. En este periodo se período se estructura y consolida el principal centro urbano de todo Antioquia y uno de los más importantes de Colombia. Puesto que, en 1780 la población de Antioquia representaba cerca al 3.8% del total de la población de la Nueva Granada, en 1870 era el 13,5%, un crecimiento bastante superior comparado a cualquier parte del resto del territorio; de igual manera, en ese lapso Medellín pasó de ser una pequeña villa, a finales del siglo XVIII, a ser la cuarta ciudad en población de Colombia hacia 1851 y la tercera para 187035.

Este fenómeno no puede pasar desapercibido, pues tiene indudable valor, y en donde se produjeron los factores determinantes para su desarrollo posterior. Habiendo momentos de auge, seguidos de tiempos de crisis o de inercia, es un desarrollo lento. Pues, en aquellos momentos de auge se ejecutaron obras que se volvieron paradigmáticas. Las cuales fueron pocas, pero tan indispensables para el contexto local que se llegó a la exageración en su alabanza, para valorar el momento que se vivía y dar una idea de que la sociedad y la ciudad estaban avanzando, distanciándose de los años y las épocas anteriores.

En esta época se introduce la idea de progreso y civilización por la modernidad ilustrada, la cual se materializa en el escenario urbano y propuso un ritmo a seguir en

35 Luis Fernando González Escobar. Medellín, los orígenes y la transición a la modernidad: Crecimiento y modelos urbanos 1775 – 1932. Medellín, Escuela del Habitat (CEHAP), Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, 2007, p. 16.

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los años siguientes, cuando ya los nuevos ideales positivistas trazaron el rumbo definitivo.

De este modo, esta investigación tendrá como objeto de estudio el crecimiento de la ciudad, su expansión urbana, el proceso urbanizador y las ideas del progreso entre las élites medellinenses y los sectores denominados como la “cultura popular”, entre los cuales están los grupos de intelectuales y el pueblo en general entre 1890 y 1930. Esto significa que se indagará no solamente por lo físico desde la materialidad y su forma, sino también desde los idearios, pensamientos e ideologías que dieron lugar a su expresión en el territorio.

La razón primordial para abordar este período, se basa en que Medellín durante esta época se presentaron procesos que condujeron a su transformación de “villa comercial a ciudad industrial” en todas las dimensiones. En vista de la concentración de las actividades económicas que la llevan a consolidarse primero como ciudad comercial, bancaria e industrial, sucesivamente; el aumento demográfico tan significativo que pasó a ser la segunda ciudad de país; se produjo una “hecatombe” social que amplió su espectro y generó mayor movilidad social, con una amplia participación de los artesanos y los técnicos, generando lo que se ha llamado una modernización desde abajo; su estructura urbana se modificó para parecerse al imaginario que se estaba construyendo y que se quería proyectar hacia afuera; y la arquitectura, respondiendo a variados intereses, dejó atrás la precariedad de muchos decenios para construirse y constituirse en parte de la nueva imagen y realidad urbana. En fin, en este período que se sientan las bases de la actual ciudad de Medellín36.

Basándose en lo anterior y como lo manifestó la historiadora Catalina Reyes Cárdenas, el rápido proceso de crecimiento y urbanización reflejado en los cambios de la infraestructura y equipamientos urbanos de la antigua villa, lo mismo que la complejidad de su tejido social, no fue espontáneo en Medellín, sino que se produjo en otras ciudades de Colombia y de Latinoamérica, donde se dieron fenómenos similares37. Sin embargo, vale la pena resaltar las particularidades nacionales y regionales de estos fenómenos, aparte de la temporalidad temprana o tardía de los mismos, reflejada en transformaciones sociales, culturales, económicas, políticas, y de imaginarios que se expresarían en el tejido urbano y la arquitectura. Si bien hay hechos comunes, unas concepciones generalizantes, también son claras las particularidades presentadas en Medellín38.

Por esto mismo, cabe concluir que el planteamiento de la modernidad, es un proceso en el que no sólo se busca la modernización infraestructural, sino también, el desarrollo capitalista y de la subjetividad moderna. Es por esto, que se debe entender la modernidad de Medellín, tanto por la acumulación capitalista que se iniciaba o por las obras civiles de comunicación, como por el “espíritu de progreso” y de secularización que impregnaba a la sociedad39.

36 Luis Fernando González Escobar. Medellín, los orígenes y la transición a la modernidad: Crecimiento y modelos urbanos 1775 – 1932. Medellín, Escuela del Habitat (CEHAP), Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, 2007, p. 12.37 Catalina Reyes Cárdenas. Aspectos de la vida social y cotidiana de Medellín 1890 – 1930. Bogotá, Colcultura, 1996, p. 2. Citado por Luis Fernando González Escobar. Medellín, los orígenes y la transición a la modernidad: Crecimiento y modelos urbanos 1775 – 1932. Medellín, Escuela del Habitat (CEHAP), Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, 2007, p. 13.38 Luis Fernando González Escobar. Medellín, los orígenes y la transición a la modernidad: Crecimiento y modelos urbanos 1775 – 1932. Medellín, Escuela del Habitat (CEHAP), Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, 2007, p. 13.39 Luis Fernando González Escobar. Medellín, los orígenes y la transición a la modernidad: Crecimiento y modelos urbanos 1775 – 1932. Medellín, Escuela del Habitat (CEHAP), Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, 2007, p. 13.

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6. Progreso, civismo, religión o tradición: Estado del arte sobre los estudios históricos del Medellín entre 1890 y 1930

Lejos del Fin de la historia anunciado cultamente en algún libro de moda, los trabajos de la última generación de historiadores colombianos inician la construcción de nuevos relatos e interpretación del pasado que apunta al redescubrimiento de la realidad nacional. Tras largas décadas de historias académicas, elementales en enfoque y lejanas de toda discusión historiográfica contemporánea, la disciplina de la historia se ha establecido seriamente en recintos universitarios y en entidades que aspiran a dar impulso a este reconocimiento del país a través de nuevos trabajos, serios y profundos, sustentados en métodos e instrumentos contemporáneos40.

Por tales razones, la historia urbana, que no contaba con muchos antecedentes, siendo uno de los campos más recientes abiertos en el quehacer historiográfico colombiano.

Con base a lo anterior, en los balances historiográficos de los últimos años en referencia a esta tendencia, Medellín es una de las ciudades colombianas donde se le ha puesto un especial interés en tenerla como objeto y tema de la investigación histórica. Probablemente tal hecho sea cierto, sin embargo, en términos de la historia urbana y del urbanismo, esa producción se reduce ostensiblemente en número y calidad41. Todo esto se puede consolidar en la precisión hecha por el arquitecto Carlos Niño Murcia sobre lo que se debe considerar como historia urbana, entendida a partir de tal situación:

“[…] la historia urbana se ocupa de la articulación entre la dimensión social y la dimensión física en la ciudad, y mira cómo se plasman los hechos sociales en los espacios, sobre todo los construidos. No separa los aspectos de cada una de estas dimensiones sino, al contrario, los articula y ve cómo la sociedad construye y ocupa los lugares para el desarrollo de su vida. Se diferencia de la historia económica, social, sanitaria o cultural en que su motivo permanente es ubicar los eventos en el espacio urbano y desde esta construcción explicar los hechos en su génesis, dinámicas y características”42.

Partiendo de esta precisión conceptual, es indiscutible que pocas investigaciones o libros publicados estarían dentro de este campo. Por tales razones, el inventario de tales obras son diversos y numerosos que están estudiando la ciudad desde diferentes perspectivas la tienen como escenario, pero no como objeto específico de estudio donde se concatenen lo social y lo físico como objeto de estudio; en algunos casos, simplemente aparece como un contenedor de los hechos sociales, y por el otro lado, el hecho físico se explica por sí mismo sin aparente relación con la sociedad que lo produjo. Así pues, desde las clásicas y tradicionales monografías, pasando por las denominadas biografías de ciudades, hasta las cronologías y el desarrollo físico e infraestructural urbano, aplicando para esta oportunidad, el caso de Medellín lo que

40 Fabio Zambrano Pantoja y Olivier Bernard. Ciudad y territorio. El proceso de poblamiento en Colombia. Prólogo, Alberto Saldarriaga Rosa. Bogotá, Academia de Historia de Bogotá/Fundación de Estudios Históricos Misión Colombia/Instituto Francés de Estudios Andinos, 1993, p. 641 Luis Fernando González Escobar. Medellín, los orígenes y la transición a la modernidad: Crecimiento y modelos urbanos 1775 – 1932. Medellín, Escuela del Habitat (CEHAP), Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, 2007, p. 9.42 Carlos Niño Murcia, “A propósito de la historia urbana”. Germán Rodrigo Mejía Pavony y Fabio Zambrano Pantoja [Ed.]. La ciudad y las ciencias sociales. Ensayos y aproximaciones. Santa Fe de Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana/Facultad de Arquitectura y Diseño/Maestra en Restauración de Monumentos Arquitectónicos, 2000, p. 23.

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ocurre para el caso colombiano, donde, de acuerdo con el historiador Germán Mejía Pavony, estos trabajos se caracterizan por el carácter limitado en términos del alcance del valor explicativo y de su carácter espacial en el tratamiento empírico-descriptivo, la concatenación cronológica y la carencia del espacio como categoría explicativa43.

Así pues, el primer ítem de este estado del arte se refiere a la conceptualización de las ciudades colombianas. Tales estudios, a partir de la utilización de metodologías provenientes de las ciencias sociales, a los debates de las conclusiones alcanzadas y a la revisión de los marcos conceptuales y modelos que las informan, hoy es claro que pasar de aldea o pueblo a ciudad no se reduce simplemente a una cuestión de números, ya sean de habitantes o de producción económica. Se requiere del surgimiento de una preocupación que esté más allá de la simple búsqueda de la supervivencia de los habitantes, es decir, la introducción de un nuevo factor generador de un cambio profundo que permite el manejo de potencialidades que no existían, en especial a lo referente al control de las grandes masas de trabajadores.

Sin embargo, la multiplicidad de características que acoge el fenómeno urbano nos advierte de la necesidad de utilizar diversas metodologías. Ninguna disciplina está en capacidad de dar cuenta de todos los fenómenos que en este recipiente de vida se producen, y esto hace que se imponga la interdisciplinariedad. Puesto que las herramientas que provienen de una sola disciplina no permiten entender sino parcialidades de la vida urbana, por esto mismo, es necesario recurrir a diferentes aportes metodológicos y conceptuales para poder construir una idea que se aproxime a la satisfacción a los intereses investigativos.

En este sentido, se hace necesario complementar el análisis proveniente de las profesiones que estudian la forma pero también de aquéllas que se esfuerzan para comprender el contenido. De esta manera, el juego que se produce entre los continentes y sus contenidos nos obliga a recurrir a la arquitectura así como el urbanismo, para entender la evolución de la forma urbana, pero sin la geografía no podemos entender las relaciones que se dan entre la ciudad y su territorio; si no se comprenden las debilidades y fortalezas derivadas de las localización, no se pueden entender el devenir histórico de ninguna ciudad.

Igualmente, sin el análisis de la antropología, no se puede comprender como se estructuran los diferentes sistemas de relaciones humanas y como éstos van evolucionando. Opiniones similares se pueden formular sobre la importancia de la economía, la sociología, el arte, en fin, sobre las disciplinas que tratan de explicar a las gentes congregadas en aquello que llamamos ciudad.

6.1. La ciudad colombianaPor consiguiente, iniciamos diciendo en este aparte, que Estudios sobre la ciudad colombiana: Patrimonio urbano en Colombia es una síntesis del trabajo realizado por la Subdirección de Patrimonio de Colcultura en los centros históricos de Colombia. Por su consistencia y continuidad es un ejemplo de la puesta en práctica de un programa definido en el contexto de las políticas arquitectónicas y urbanísticas adoptadas por Colcultura en 199044.

43 Germán Rodrigo Mejía Pavony, “Pensando la historia urbana”. Germán Rodrigo Mejía Pavony y Fabio Zambrano Pantoja [Ed.]. La ciudad y las ciencias sociales. Ensayos y aproximaciones. Santa Fe de Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana/Facultad de Arquitectura y Diseño/Maestra en Restauración de Monumentos Arquitectónicos, 2000, pp. 44--73.44 Olga Pizano Mallarino. “Presentación”. José Salazar Ferro, Benjamín Barney Caldas, Carlos Niño Murcia, Germán Téllez, Alberto Saldarriaga Rosa y Rodrigo Cortés Solano. Estudios sobre la ciudad colombiana: Patrimonio urbano en Colombia. 2ª. Ed., Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura (Colcultura), 1997, p. 9. [Ed. Original 1996]

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El contenido de este libro es la muestra de lo anteriormente descrito. Hoy en el Ministerio de Cultura es un material valioso sobre la ciudad colombiana, sobre su conformación histórica y sus presentes realidades que, además de ser el argumento de las reglamentaciones de los sectores antiguos, representa un nuevo acercamiento a la ciudad colombiana, y quizás, inicialmente, un buen material por analizar antes de elaborar las conclusiones45.

En este texto Colcultura, institución encargada de la cultura colombiana hasta 1991, dispuso para los estudiantes, arquitectos y profesionales colombianos esta base de análisis y conocimiento de la ciudad colombiana. Así mismo, los textos que lo acompañan y debaten el material gráfico presentados en esta obra son el producto del análisis topológico y morfológico elaborado por profesionales y firmas constructoras contratadas para este fin en ese entonces46.

Dentro de esta misma categorización, aparecen los estudios del urbanista francés Jacques Aprile-Gniset, que luego del trabajo La Ciudad Colombiana Prehispánica, de Conquista e Indiana realizados por este mismo autor, se publicaron otros estudios dedicados a la formación espacial agraria y a la formación espacial de la urbanización moderna.

Como el caso de Dos ensayos sobre la ciudad colombiana, obra en la cual, el primer ensayo contenido en la misma, llamado “Algunas anotaciones sobre el pueblo de la conquista”, Aprile-Gniset acompañado por Gilma Mosquera Torres manifiestan que la ciudad contemporánea no surgió de la nada bíblica y se debe enfocar el momento actual como secuencia en un proceso antiguo y continuo. Por otra parte no se puede dejar de lado el legado del pasado y descartar la herencia que entregaron los siglos anteriores. Es decir, antes que estudiar la estructura urbana del país y la morfología de la nueva ciudad que se esta construyendo, es necesario retroceder en el tiempo para examinar brevemente de qué surgió, en qué condiciones específicas y bajo que dinámicas47.

Esta obra es la búsqueda de indicios para la comprensión de lo actual y fue tratado como una especie de “puente” para penetrar en la ciudad contemporánea. Y a su vez, se verifica que muchas de las preguntas formuladas sobre este tipo de ciudad tienen sus respuestas en sus mismas raíces.

Así también, La ciudad colombiana. Siglo XIX y siglo XX condensa los estudios sobre la ciudad colombiana, realizados entre 1966 y 1986 por Aprile-Gniset correspondientes a labores de distinta índole, de las más variadas escalas territoriales, con los más diversos objetivos, además, realizadas con medios desiguales y métodos diferentes.

En esta misma obra, al realizar el estudio de caso de Medellín y su área metropolitana en 1969, desde la Universidad Nacional Sede Medellín, Aprile-Gniset se dedicó al análisis del mallaje urbano regional que se fue desarrollando históricamente una dilatación “en caracol” a partir del poblamiento mestizo del siglo XVII en el valle de Aburrá. De esta forma, el mismo urbanista francés se preguntó como la conurbación lineal a lo largo del río Medellín, desde Caldas hasta Barbosa, lo mismo que algunas

45 Olga Pizano Mallarino. “Presentación”. José Salazar Ferro, Benjamín Barney Caldas, Carlos Niño Murcia, Germán Téllez, Alberto Saldarriaga Rosa y Rodrigo Cortés Solano. Estudios sobre la ciudad colombiana: Patrimonio urbano en Colombia. 2ª. Ed., Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura (Colcultura), 1997, p. 10. [Ed. Original 1996]46 Olga Pizano Mallarino. “Presentación”. José Salazar Ferro, Benjamín Barney Caldas, Carlos Niño Murcia, Germán Téllez, Alberto Saldarriaga Rosa y Rodrigo Cortés Solano. Estudios sobre la ciudad colombiana: Patrimonio urbano en Colombia. 2ª. Ed., Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura (Colcultura), 1997, p. 10. [Ed. Original 1996]47 Gilma Mosquera Torres y Jacques Aprile-Gniset. Dos ensayos sobre la ciudad colombiana. Cali, Universidad del Valle, 1978.

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características del crecimiento de la capital antioqueña y de estructura socio – barrial. Con tales registros y las repetidas observaciones sobre los centros coloniales de Santafé de Antioquia, Marinilla y Rionegro se pudo precisar la relación Plaza Mayor – Plaza Menor y plazoletas.

Ahora bien, las circunstancias de los años recientes han hecho tan abrumadoramente presente el cúmulo de carencias, deficiencias y situaciones de conflicto que pueden agruparse bajo el rubro de “problema urbana”, que no se puede al menos experimentarse una sorpresa al comprobar que tal problema se encuentra ausente en los estudios y análisis de la realidad nacional en época tan cercana, como la década de 1950.

Puesto que, como lo manifiesta el historiador Fabio Botero Gómez, esta situación, por una parte, puede atribuirse a la evolución de los núcleos urbanos, tan lenta durante el siglo XIX y las tres primeras décadas del siglo XX. La ciudad como problema nacional de primer orden, con notas específicas propias, no causaba ninguna preocupación a los planificadores del desarrollo nacional. Toda su atención probablemente justificada con una mirada retrospectiva, estaba enfocada al problema agrario, las vías de comunicación y los problemas de hacienda pública48.

Por otra parte, los retos del siglo XXI, en cuanto a los estudios de ciudad, se centran en resolver los problemas acumulados, en consolidar procesos de marcha, los cuales se han desarrollado durante los últimos años a través del impulso a la descentralización, la eficiencia de la gestión urbana, la participación ciudadana, el ordenamiento territorial, el manejo y uso del espacio público, entre otros. Donde, las tareas para afrontar y resolver los nuevos retos que se inscriben en el recorrido que habrá de adelante la humanidad durante el siglo XX. Tales retos son, el manejo de los problemas ambientales que garanticen el desarrollo sostenible y sustentable, la construcción de formas de exclusión que presentan la ciudad y el territorio en general, la valoración objetiva de los procesos de transformación cultural que actualmente viven en el territorio, entre otros.

De tal manera, a partir de esta temática, la ciudad, la región y el territorio colombiano no se pueden seguir pensando de manera exclusiva desde una óptica parroquial o localista, ni tampoco desde una perspectiva aislada; ha de situarse en el ámbito de internacionalización de la economía y la globalización actual de las sociedades, lo cual repercute sobre las formas de construcción y estructuración del territorio tanto urbano como regional.

Por tales razones, La ciudad: Hábitat de diversidad y complejidad. Cátedra Manuel Ancízar. Pensar la ciudad: Una mirada hacia el próximo milenio, permitió la formulación amplia y diversa, pero rigurosa, de varias de las visiones que sobre la ciudad se proyectaban en el momento que se dictaba como las filosóficas, las sociológicas, las psicológicas, las antropológicas, las artísticas, las urbanísticas, las económicas y entre otras; se buscó fundamentar, en una perspectiva contemporánea, un acercamiento a la ciudad, de un número grande de hombres y mujeres provenientes de diversos ámbitos de intereses intelectuales, políticos, profesionales, o simplemente ciudadanos. Lo cual sirve para que la comunidad académica pudiera establecer lazos de comunicación permanente y de primera mano con los problemas urbanos; se quiso establecer rigurosamente, paréntesis la comprensión, de potenciación de la definición y uso del espacio público y colectivo de la ciudad colombiana; se pretendió acercar la ciudad al habitante urbano entendiéndolo como ciudadano; y se busco aportar en la construcción de una mirada de la ciudad desde múltiples puntos de vista para obtener una visión panorámica49.

48 Fabio Botero Gómez. La ciudad colombiana. Ediciones Autores Antioqueños, Volumen 58. Medellín, Secretaría de Educación y Cultura/Dirección de Extensión Cultural, 1991.

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Desde otra perspectiva, se puede decir que, la condición de teatralidad es una característica que se destaca en la vida urbana. La ciudad se dispone como un gran escenario del poder, característica que sobresale en la ciudad española en América. A tal extremo se llega en Hispanoamérica que hasta la forma urbana se vuelve instrumento importante para preservar el orden estableció y para destacar la condición de estratificación social que imperaba en la Colonia. Este escenario urbano presta un servicio eficiente en el momento de la fiesta, que aparece como una forma de volver la triste realidad en algo aparentemente maravilloso, y es el momento que los poderosos se convierten en los verdaderos protagonistas, puesto que las actividades lúdicas sirven para subrayar el poder y el prestigio, bajo la farsa imagen de la igualdad. Todo esto no hace sino poder en evidencia que dentro de las funciones de la ciudad se destaca la condición de ser centro de poder, y por ello, en la historia urbana la evolución de las fuerzas políticas ocupa un puesto preponderante.

Al mismo tiempo, que la preocupación por inscribir el asunto de la restauración de bienes inmuebles en, y desde, la problemática de la ciudad es más que un agregado de edificios, o aún más importante, que el edificio no es sólo un resultante de un acto creativo individual sino espacio construido y, en cuanto tal, participe de la complejidad de ese objeto llamado la ciudad.

Tal análisis historiográfico, es la base para que La ciudad y las ciencias sociales. Ensayos y aproximaciones, los artículos y ensayos contenidos en esta obra parten de las necesaria recurrencia a la interdisciplinariedad que plantea la ciudad como objeto de estudio. Es interesante observar en este conjunto de escritos que, aunque elaborados por especialistas en cada una de las disciplinas congregadas, los limites se hacen confusos, pues el sociólogo recurre a la antropología y a la economía; el economista, a la historia y la sociología; el historiador, a la geografía y al urbanismo, en fin a todas, en una suerte de síntesis y al cabo que incita y requiere el estudio de la ciudad. La pretendida “muerte de las ciencias sociales”, sirva de alimento para la imprescindible necesidad de superar límites, revisar paradigmas y proponer metodologías realmente acordes con el objeto que se quiere conocer en cuanto explicado50.

Es así, como en este limitado panorama, el estudio realizado por Fabio Zambrano Pantoja, en los últimos años, concluye una era de la historiografía urbana colombiana e inaugura otra. De hecho constituye el mayor esfuerzo realizado hasta el momento en este campo temático, tanto por la cobertura cronológica como por la magnitud de la aproximación a documentos y el manejo de datos, cifras y testimonio. Por la naturaleza del tema, la ocupación del territorio, es un estudio básico para la comprensión de múltiples aspectos de la historia colombiana, además de poseer su ámbito de investigación y análisis51.

Esta obra según Alberto Saldarriaga Roa es un material indispensable no sólo para historiadores, sino para urbanistas, arquitectos y profesionales de las diversas disciplinas que confluyen en los estudios de las formaciones espaciales en Colombia, además de

49 Carlos Alberto Tovar Torres, Fernando Viviescas Monsalve y Edmundo Pérez Hernández [Ed]. La ciudad: Hábitat de diversidad y complejidad. Cátedra Manuel Ancízar. Pensar la ciudad: Una mirada hacia el próximo milenio. 2ª. Ed. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia Sede Bogotá / Facultad de Artes, 1993.50 Germán Rodrigo Mejía Pavony y Fabio Zambrano Pantoja [Ed.]. La ciudad y las ciencias sociales. Ensayos y aproximaciones. Santa Fe de Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana/Facultad de Arquitectura y Diseño/Maestra en Restauración de Monumentos Arquitectónicos, 2000.51 Fabio Zambrano Pantoja y Olivier Bernard. Ciudad y territorio. El proceso de poblamiento en Colombia. Prólogo, Alberto Saldarriaga Rosa. Bogotá, Academia de Historia de Bogotá/Fundación de Estudios Históricos Misión Colombia/Instituto Francés de Estudios Andinos, 1993.

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descubrir un aspecto prácticamente desconocido de la historia del país, incita a continuar explorando las particularidades infinitas de este fascinante fenómeno52.

6.2. Las recopilaciones documentales y de crónicasPor otro lado, se deben explorar otras investigaciones que se quedan cortos en términos de lo que se considera la historia urbana aunque se aproximan a ella, por lo cual no se pueden dejar de remarcar sus importantes aportes para la comprensión de los fenómenos urbanos o de lo que llaman la cuestión urbana. Sin pretender profundizar, es bueno reseñar algunos de los principales trabajos recopilatorios de fuentes históricas y crónicas sobre Medellín para resaltar los énfasis que allí se aplican y los aspectos relacionados con la presente investigación.

Inicialmente, El Medellín que se fue, la cual es una compilación realizada por Alberto Uribe Vallejo, autor antioqueño se refiere a las disposiciones realizadas en Cédula Real concedida por Carlos II donde le asigna a la Villa de Medellín el patronato de Nuestra Señora de La Candelaria bajo el título de “Blasones de Medellín”. En “Documentos imperecederos” explora el Decreto Presidencial el 18 de julio de 1821 donde se crea el Colegio de Antioquia, institución que originó el nacimiento de la Universidad de Antioquia. Como es de esperarse en un escrito histórico debe tener una contextualización, y esto, es lo que realmente sucede en un capítulo realizado en forma de resumen llamado “Síntesis histórica de Medellín.

Uribe Vallejo en esta obra también aborda la temática de los referentes religiosos, específicamente los católicos como es el texto titulado “La Veracruz, único monumento colonial”53. Otro fragmento de esta obra llamado “Vejeces y precursores” al autor antioqueño le viene a su memoria “los primeros ‘pinitos’ que tuvo en estas tierras [Medellín] la aeronáutica y aún cuando ellos son lejanísimos en el tiempo, tratamos de refrescarlos en estos apuntes […]”54.

En otras crónicas que componen esta obra habla sobre el “Primer alumbrado público”55, los “Presbíteros de armas tomar”56. También se refiere a “El Sacatín”, que era un lugar localizado en la “convergencia de las carreras Junín y Palacé, en el cruce de la Calle San Juan”57, edificio en el cual nació la Fábrica de Licores de Antioquia.

En otros capítulos habla este intelectual antioqueño de la vida cotidiana de los medellinenses de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, como son “Deportes y deportistas”, “Barberías, fígaros y peludos”. “La Plaza de Mercado de Guayaquil”, “Cinematógrafo y otras yerbas”, Música, músicos y trovadores”, “Lo que se llevó el ensanche”, En el día de la madre”, “Algo acerca de lo que fue la semana santa”, la “Breve historia del transporte”, “Pot-pourri de cosas viejas”, “Brujas, duendes y aparecidos” y “Carnavales”..

Hay otros capítulos, por así decirlo, poco importantes para la periodicidad estudiada en esta investigación como lo son “Poco más de ayer a hoy”, en el que el autor analiza algunos hechos políticos violentos ocurridos a finalizar la época colonial en la Ciudad de Medellín. También en “Lo que va de censo a censo” que es una descripción de un censo realizado en la Villa de la Candelaria en 1800. Así mismo, dedica un aparte a un

52 Fabio Zambrano Pantoja y Olivier Bernard. Ciudad y territorio. El proceso de poblamiento en Colombia. Prólogo, Alberto Saldarriaga Rosa. Bogotá, Academia de Historia de Bogotá/Fundación de Estudios Históricos Misión Colombia/Instituto Francés de Estudios Andinos, 1993, p. 11.53Uribe Vallejo, Alberto. El Medellín que se fue. Medellín, Ediciones Panorama Ltda. 1973, p. 11.54 Uribe Vallejo, Alberto. El Medellín que se fue. Medellín, Ediciones Panorama Ltda. 1973, p. 13.55 Uribe Vallejo, Alberto. El Medellín que se fue. Medellín, Ediciones Panorama Ltda. 1973, p. 15.56 Uribe Vallejo, Alberto. El Medellín que se fue. Medellín, Ediciones Panorama Ltda. 1973, p. 18.57Uribe Vallejo, Alberto. El Medellín que se fue. Medellín, Ediciones Panorama Ltda. 1973, p. 22.

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establecimiento comercial fundada en 1933, llamado “Cuarenta años de la Joyería París y los últimos cuarenta años de Medellín”.

En lo referente a la higiene, este autor antioqueño estudia la “Matriz histórica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia”.

Por otro lado, el ingeniero José María Bravo Betancur, profesor de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín. El cual, es descrito por el entonces presidente de la Comisión de la Cultura del Concejo de Medellín, Alberto Piedrahita Muñoz como un “observador del acontecer de Antioquia y Medellín, planificador, urbanista, filósofo, romántico, y […] una nueva obra”58.

Este ingeniero antioqueño lleva “al lector por un camino de varios años de historia para narrar el acontecer de Medellín por sus hechos mismos desde el tiempo en que fue una pequeña villa por allá en los años de 1675”59.

Este texto surge como una estimulación a un “trabajo de investigación, narración y recopilación de documentos, que le servirán a futuros estudiosos del acontecer de la ciudad, un documento histórico muy valioso que el Concejo de Medellín, pone en las manos de sus mismos estudiosos, en las escuelas, colegios y bibliotecas de Medellín y de Antioquia”60.

Para este docente universitario “la Ciudad de Medellín ha sido una sumatoria de acontecimientos, de desarrollos que han identificado diferentes épocas de su proceso histórico, de componentes físicos y humanos, que la han caracterizado a lo largo del tiempo, y que inclusive, le fueron dado como nombres “La Ciudad de la Eterna Primavera”, por todo aquello que le dio y le debe seguir”61.

Y por esto, para el autor “es bueno entender, que este es un aporte más hacia la consolidación de una verdadera y positiva historia de Medellín, que no tiene más significado que el de recordar y enfatizar aquellos aspectos humanos y materiales, que fueron producto de gran entereza, de una visión muy clara de futuro y de una formación recia y dura y capaz de generaciones que nos antecedieron en este paso rápido que nos propicio la vida”62.

Entre tanto, el objetivo inicial de Lisandro Ochoa con Cosas viejas de la Villa de la Candelaria es recoger las crónicas y ofrecerlas al lector para “que cultive la amistad con la historia y el recuerdo de las “cosas viejas”, en esta ocasión relacionadas con la ciudad de Medellín”63.

Estas crónicas fueron escritas a “vuelo de pluma, como se dice, en estilo sencillo de conversación, sin pretensión alguna literaria, como de abuelo que contará una leyenda con tinta fresca de su memoria y de ligeros apuntes recogidos en tertulia de amigos y familiares y con ese grato sentimiento que produce al decir: “yo me acuerdo”… y traer al instante de las reminiscencias lo que fue en lejanos días la vida social y sus costumbres, las “primeras letras” como en clase elemental, del comercio, de la industria y otras diversas actividades en embrión del lugar en donde se nace y se vive, habiendo

58 Bravo Betancur, José María. Soñemos con el Medellín de antaño. Medellín, Concejo de Medellín, Comisión para la cultura, 1994, p. i. 59 Bravo Betancur, José María. Soñemos con el Medellín de antaño. Medellín, Concejo de Medellín, Comisión para la cultura, 1994, p. i.60 Bravo Betancur, José María. Soñemos con el Medellín de antaño. Medellín, Concejo de Medellín, Comisión para la cultura, 1994, p. i.61 Bravo Betancur, José María. Soñemos con el Medellín de antaño. Medellín, Concejo de Medellín, Comisión para la cultura, 1994, p. ii.62 Bravo Betancur, José María. Soñemos con el Medellín de antaño. Medellín, Concejo de Medellín, Comisión para la cultura, 1994, p. 9.63 Lisandro Ochoa. Cosas viejas de la Villa de la Candelaria. Medellín, Escuela Tipográfica Salesiana, 1948, p. 8.

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asistido al hilván de los años a la transformación de las cosas más o menos encaminadas hacia un progreso abierto y decido triunfalmente”64 .

Así pues, este cronista habla de la “Villa de Nuestra Señora de la Candelaria en 1874”, que es un aparte donde el mismo realiza una descripción del Medellín de esta época; también la vida religiosa de la Villa de la Candelaria en la “Iglesia de San Francisco, hoy San Ignacio”, “La Catedral de Villanueva”, la “Iglesia de San José”, “Templo de San Juan de Dios”, , la “Iglesia del Carmen”, el “Templo de la Candelaria”, la “Iglesia de San Benito, hoy San Francisco”, la “Iglesia de San Antonio” y la “La Vera Cruz”, donde no solamente Ochoa realiza la descripción del espacio físico, sino también de las actividades y personajes que asistían a las mismas.

En esta obra, Lisandro Ochoa, adicionalmente habló de la configuración urbana, las vías de comunicación y el transporte de la ciudad en “Trazado de las calles. Casas de dos pisos”, “Caminos, carreteras y vehículos”, “Primer tranvía de Medellín”, “Primeras urnbanizaciones”, “Plazas y plazuelas”, “Puentes”, “Hóteles”, los “Bancos”, “Otras urbanizaciones” y “El Bosque de la Independencia”. Para hablar de la destilación de licores y sus actividades derivadas, Lisandro Ochoa lo describe en “Rentas de licores, remates y contrabandos” y “La industria de cervezas”.

En las Cosas viejas de la Villa de la Candelaria, el autor también describe las fiestas, las costumbres, la educación, la industria, la economía, las mentalidades, y la vida cotidiana y política. En la “Fiesta de Nuestra Señora de la Candelaria”, “El cultivo del cacao”, “Aguas de la antigua Villa de la Candelaria”, “Los planteles de educación”, “Industria de cigarrillos”, “Zapatos y medias”, “El café”, “Los clubs”, “Una causa célebre y una fuga en descubierto”, “La carpintería”, “Antiguo alumbrado”, “Imprentas”, “Baños del antiguo Medellín”, “El medio circulante”, “Sastres”, “Talabarterías”, “Cantinas, pulperías y chicherías”, “La luz eléctrica”, “La Semana Santa”, “el “origen de antiguos nombres”, el “antiguo caserío de Aná”, “Fotografías”, el “Antiguo comercio de Medellín”, “Pedidos del comercio de Medellín”, “Concejo de Medellín, años 1919 – 1921”, “Librerías”, “Boticas y droguerías”, “Dentisterías”, “La Maffia”, “Médicos”, “Personajes típicos” y los “Músicos y cantores”.

En Medellín. Ciudad tricentenaria 1675 -1975. Pasado – presente –futuro, la Sociedad de Mejoras Públicas recoge “las tradiciones de la Villa, su incipiente desarrollo con la presencia de hombres de lucha, sinceros y activos, gallardos y nobles, generosos y entusiastas; su lento progreso en los primeros años de su vida de Villa, cuando actúan varones que avizoran el futuro prometedor y van regando la simiente que forje una raza que someta el medio que sea hostil; el avance posterior que van inyectando dinamismo y compromete a sus habitantes para hacer de la ciudad un centro de pujanza; el proceso urbanístico que es lógico resultado de quienes han vivido impulsados por anhelos de progreso y es piedra angular para la conquista del futuro; el despertar completo a una vida de transformación en todos los órdenes: En una palabra todo lo que el pretérito y todo lo que es el presente, con sus manifestaciones espirituales en todos los campos en que la inteligencia del hombre hace conocer su poder”65.

Historias callejeras, es una que se concentra en las conmemoraciones, festejos, de intentos por crear y recrear la Nación. Son doscientos años de este inconcluso proceso cuya historia ha sido escrita, no solo por historiadores y académicos, sino por novelistas y poetas con ficciones, que en ocasiones son difíciles de deslindar de la realidad, por artistas que con colores, formas y sonidos han plasmado sus diferentes visiones del país,

64 Lisandro Ochoa. Cosas viejas de la Villa de la Candelaria. Medellín, Escuela Tipográfica Salesiana, 1948, p. 10.65 Sociedad de Mejoras Públicas de Medellín. Medellín. Ciudad tricentenaria 1675 -1975. Pasado – presente –futuro. Medellín, Editorial Bedout, 1975, p- 10.

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por los gobiernos a través de la cultura y la educación, en fin, por una multitud de actores que en conjunto han gritado, susurrado e incluso guardado silencio expresando el sentir de la Nación que celebra66.

En lo referente a las compilaciones de fuentes primarias, sobre todo las específicas a la temporalidad propuesta en esta investigación. Medellín, su origen, su progreso y desarrollo, Jorge Restrepo Uribe trata de “relatar los hechos de la forma más auténticamente posible, en su totalidad o en parte, prefirió copiar textualmente algunos informes y documentos, mencionando la fuente, más bien que redactarlos, en la convicción de que en esta forma queda a las generaciones futuras un compendio de historia que les servirá de consulta y es por ello, por lo que se han agregado, además, datos estadísticos que son lo que en muchas ocasiones clarifican por sí solos los hechos que hacen parte del libro”67.

Aunque estaba en la mente del autor desde 1975, “la conformación de este libro se editó como respuesta al Acuerdo 8 de 1975 del Concejo de Medellín por el cual se abrió el concurso para premiar la mejor obra sobre la historia de la ciudad. Fue una de las ocho. El jurado calificador declaró la obra titulada “Documentos y estudios para la historia de Medellín” del Presbítero Javier Piedrahita E. Ahora bien, no queriendo perder el esfuerzo realizado y convencido de la importancia allí expuesta como testimonio del crecimiento de Medellín, se decidió la publicación del libro para lo cual se reestructuró la información original, se agregaron nuevos datos y se retiraron otros cuando se consideró conveniente hacerlo”68.

Adicionalmente, como lo dice el mismo autor, “fueron muchas las personas que hicieron posible este trabajo desde los cronistas, por cuyos relatos se conoce hoy la génesis de la ciudad – y los escritores o editores de fuente donde se historian acontecimientos posteriores, hasta aquellas que generosamente colaboraron con conocimiento o trabajo personal. En especial reconoce Restrepo Uribe la importante contribución que han prestado las personas y entidades que generosamente permitieron transcribir apartes de sus investigaciones, algunas de ellas aún inéditas, y la valiosa contribución bibliográfica de la Fundación Antioqueña de Estudios Sociales (FAES) en cuya colección, el autor, pudo conocer o confrontar varios datos en la obra consignada”69.

6.3. Las investigaciones colectivas y La Historia de MedellínDentro de este ítem, la Fundación Cámara de Comercio de Medellín para la investigación y la cultura en un número llamado de la revista “De mercaderes a comerciantes” de la Revista Antioqueña de economía y desarrollo. Recopila varios artículos como son “Cámara de Comercio de Medellín. La voz fuerte de Antioquia. Una mirada a los orígenes de esta entidad hasta 1930”, en el cual, Luis Fernando Molina Londoño, historiador de la Universidad Nacional de Colombia, en el artículo en el que según el autor, intenta “hacer un seguimiento a las acciones, instituciones y circunstancia, que antecedieron, originaron y enmarcaron la creación de la Cámara de Comercio de Medellín, en 1904. Registra así mismo, las actividades de esta institución,

66 Alcaldía de Medellín, Archivo Histórico de Medellín y Biblioteca Pública Piloto. Historias callejeras. Medellín, Alcaldía de Medellín, 2010, p. 1.67 Jorge Restrepo Uribe. Medellín, su origen, su progreso y desarrollo. Medellín, Servigráficas, 1981, p.11.68 Jorge Restrepo Uribe. Medellín, su origen, su progreso y desarrollo. Medellín, Servigráficas, 1981, p.12.69 Jorge Restrepo Uribe. Medellín, su origen, su progreso y desarrollo. Medellín, Servigráficas, 1981, p.12.

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hasta 1930, período durante el cual los empleados y las Juntas Directivas de ellas lograron su consolidación institucional y financiera”70.

“Bajo el signo de mercurio. La influencia de los comerciantes de Medellín en la segunda mitad del siglo XIX”, es un texto escrito por la socióloga de la Universidad de Antioquia, María Teresa Uribe que tiene como objetivo “señalar que el comercio fue uno de los principales ejes constituyentes de la vida medellinense en el siglo XIX, y como alrededor de esta actividad se tejieron los hilos de la historia local y regional, sacralizada por unos, vituperada por otros, y que tuvo como historia, hitos brillantes y momentos o momentos oscuros, grandes logros y estruendosos fracasos que dejaron en la cultura paisa huellas, que para bien o para mal, aún perviven”71.

Así mismo, el sociólogo Manuel Restrepo Yusti, manifiesta que al “escoger el período entre 1900 y 1920 para recrear un trozo de la historia de Medellín, [no pretende] dar respuesta a una coyuntura específica, sino a una inquietud que cobra vigencia: la de entender las ciudades como centros de las definiciones de una civilidad”72. Y a esto se le puede añadir que “existen historias que siguen el hilo de una cronología y existen también las que persiguen una imagen que se desplaza”73.

Así pues, a partir de esta afirmación Restrepo Yustí construye un ensayo en que “esta imagen del proceso de modernización, o el estancamiento en el pasado, que supuestamente se debió cumplir con el advenimiento del siglo XX en Latinoamérica y que se podría reducir a una pregunta: ¿Cómo vio Medellín el transcurrir de las primeras décadas del siglo XX?”74. Este es el principal objetivo de este sociólogo antioqueño en este artículo llamado “Medellín a principios del siglo XX ¿Ciudad o aldea?”.

“De cómo los comerciantes también se hicieron banqueros. El surgimiento de la élite bancaria en Antioquia (1905 – 1923)” es un texto de la economista de la Universidad de Antioquia María Mercedes Botero, donde busca responder a interrogantes como ¿Quiénes fueron los principales socios de las entidades bancarias de Medellín?¿Hasta que punto existe continuidad entre los comerciantes banqueros del siglo XIX y los accionistas de la banca en este período? ¿A qué otro tipo de actividades se vincularon los “banqueros” de este período?75.

70 Luis Fernando Molina Londoño. “Cámara de Comercio de Medellín. La voz fuerte de Antioquia. Una mirada a los orígenes de esta entidad hasta 1930”. Fundación Cámara de Comercio de Medellín para la investigación y la cultura. “De mercaderes a comerciantes”. Revista Antioqueña de economía y desarrollo. Medellín, Fundación Cámara de Comercio de Medellín para la investigación y la cultura. Medellín, Septiembre – diciembre 1989, No. 30, p. 13.71 María Teresa Uribe. “Bajo el signo de mercurio. La influencia de los comerciantes de Medellín en la segunda mitad del siglo XIX”. Fundación Cámara de Comercio de Medellín para la investigación y la cultura. “De mercaderes a comerciantes”. Revista Antioqueña de economía y desarrollo. Medellín, Fundación Cámara de Comercio de Medellín para la investigación y la cultura. Medellín, Septiembre – diciembre 1989, No. 30, p. 40.72 Manuel Restrepo Yustí. “Medellín a principios del siglo XX ¿Ciudad o aldea?”. Fundación Cámara de Comercio de Medellín para la investigación y la cultura. “De mercaderes a comerciantes”. Revista Antioqueña de economía y desarrollo. Medellín, Fundación Cámara de Comercio de Medellín para la investigación y la cultura. Medellín, Septiembre – diciembre 1989, No. 30, p. 51.73 Manuel Restrepo Yustí. “Medellín a principios del siglo XX ¿Ciudad o aldea?”. Fundación Cámara de Comercio de Medellín para la investigación y la cultura. “De mercaderes a comerciantes”. Revista Antioqueña de economía y desarrollo. Medellín, Fundación Cámara de Comercio de Medellín para la investigación y la cultura. Medellín, Septiembre – diciembre 1989, No. 30, p. 52.74 Manuel Restrepo Yustí. “Medellín a principios del siglo XX ¿Ciudad o aldea?”. Fundación Cámara de Comercio de Medellín para la investigación y la cultura. “De mercaderes a comerciantes”. Revista Antioqueña de economía y desarrollo. Medellín, Fundación Cámara de Comercio de Medellín para la investigación y la cultura. Medellín, Septiembre – diciembre 1989, No. 30, p. 52.75 María Mercedes Botero, “De cómo los comerciantes también se hicieron banqueros. El surgimiento de la élite bancaria en Antioquia (1905 – 1923)”. Fundación Cámara de Comercio de Medellín para la

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“El paso de los habitantes por el siglo XX” es un artículo en el que el economista de la Universidad de Antioquia, Juan Fernando Echavarría Uribe, realiza un recuento del movimiento demográfico ocurrido en Medellín desde 1870 hasta 1970, que como lo dice el mismo fue un paso de un “pequeño poblado menor a 30.000 habitantes” a una metrópoli subdesarrollada76.

El Administrador de Empresas de la Universidad Javeriana, Hernán Gil Pantoja, “Medellín. Lo que va de la urbanización al urbanismo”, explica como fue ese proceso de urbanización que se presentó en Medellín desde su erección como Villa de Nuestra Señora de la Candelaria en 1675 hasta la década de 1980.

El Ingeniero Civil Fabio Botero Gómez, en el artículo llamado “Desarrollo vial en el siglo XX. Lo que cuentan las calles de Medellín” explica y narra los diferentes contextos que se presentaron para que la Zona Metropolitana del Valle del Aburrá se convirtiera en una enorme aglomeración urbana que envuelve diez municipios, luego, de solamente ser una serie de pequeños poblados.

“La prensa de ayer y de hoy en Medellín. Esplendor y ocaso” es un artículo realizado por la periodista de la Universidad Pontificia Bolivariana, Ana María Cano Posada. Tal artículo es un “repaso a lo que ha sido un camino sembrado de búsquedas múltiples de un solo objetivo, el que señala el semanario “La Defensa”, el viernes 18 de noviembre de 1921: “La prensa es el mejor medio para hacer triunfar las ideas”77, entre 1890 y la década de 1980.

El Ingeniero Civil y de Minas de la Universidad Nacional, Francisco Bravo Betancur, en el “Hitos y personajes de la escena cultural” realiza una descripción sobre los personajes y las diferentes manifestaciones culturales que le dieron a la vida medellinense esos grandes regalos que solamente puede brindar la literatura, la pintura y las demás manifestaciones artísticas.

Otra obra colectiva que marco un ítem importante en la historiografía sobre Medellín, se puede citar a la Historia de Medellín, dirigida por el historiador Jorge Orlando Melo González. Tales trabajos fueron realizados por un grupo de investigadores universitarios y jóvenes recién graduados de las universidades ubicadas en la ciudad de Medellín78.

Esta misma, aborda la historia geológica, ambiental, económica, política, social, cultural, arquitectónica, infraestructural, el poblamiento y la forma urbana. Inicialmente, en esta investigación consignada en dos volúmenes. Entre los que se pueden destacar, para cumplir con el objetivo de esta investigación Víctor Manuel Álvarez Morales en “Poblamiento y población en el Valle de Aburrá y Medellín, 1541-1951”79 hace referencia de los grandes procesos demográficos presentados en Medellín desde sus

investigación y la cultura. “De mercaderes a comerciantes”. Revista Antioqueña de economía y desarrollo. Medellín, Fundación Cámara de Comercio de Medellín para la investigación y la cultura. Medellín, Septiembre – diciembre 1989, No. 30, p. 62.76 Juan Fernando Echavarría Uribe, ““El paso de los habitantes por el siglo XX”. Fundación Cámara de Comercio de Medellín para la investigación y la cultura. “De mercaderes a comerciantes”. Revista Antioqueña de economía y desarrollo. Medellín, Fundación Cámara de Comercio de Medellín para la investigación y la cultura. Medellín, Septiembre – diciembre 1989, No. 30, p. 73.77 Ana María Cano Posada. “La prensa de ayer y de hoy en Medellín. Esplendor y ocaso”. Fundación Cámara de Comercio de Medellín para la investigación y la cultura. “De mercaderes a comerciantes”. Revista Antioqueña de economía y desarrollo. Medellín, Fundación Cámara de Comercio de Medellín para la investigación y la cultura. Medellín, Septiembre – diciembre 1989, No. 30, p. 124.78 Jorge Orlando Melo (Dir). Historia de Medellín. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996.79 Víctor Manuel Álvarez Morales. “Poblamiento y población en el Valle de Aburrá y Medellín, 1541-1951”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 57-84.

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orígenes hasta la mitad del siglo XX vinculados a la ciudad y al desarrollo regional de Antioquia.

En cuanto a la historia urbana medellinense, en este conjunto de artículos se trata el abordaje de las transformaciones urbanas de la Villa de Medellín desde su erección como villa hasta la actualidad esta llena de contradicciones. Pues, al recorrer los procesos en que se ha sumido este “valle fértil” de verdes laderas hasta convertirse en una ciudad difícil donde es elevado el índice por metro cuadrado y con un alto grado de contaminación es el aporte hecho por la arquitecta Verónica Perfetti en su artículo “Tres proyectos para un deseo. La ilusión de una ciudad”80.

La arquitecta Perfetti en este artículo, estudió los cambios de jerarquía de un centro poblacional que no permitió el surgimiento en su misma área de influencia otra urbe que le compitiera. Esta afirmación la autora, la sustenta en dos puntos. El primero, se refiere que al pensar en la construcción de un tren metropolitano endosado a la nación, esto llevo a la modificación de la vida citadina. Y, como segundo aspecto a tomar en cuenta en la hipótesis de esta arquitecta de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, es como la misma ciudad asumió la mirada de otros países que la consagran como sede de narcotraficantes y la cuna de destacados futbolistas y de avezados comerciantes que la configuraron como centro de producción textil.

Es así como Luis Javier Ortiz Mesa en “Política, cabildo y ciudad, 1850 -1910” manifiesta como los integrantes del cabildo, que eran profesionales liberales y con compromiso en la vida económica donde no solamente conjuraron los intereses colectivos, sino también los suyos propios81.

En este periodo, según Ortiz, la política local en poder de sus cabildantes se preocupaban por la ciudad y le región, evitando la polarización en la misma corporación municipal. Y esto se evidencia, en que las actas no existían debates políticos, sino más bien, proyectos para mejorar el entorno vital de los medellinenses.

En conclusión el escenario del conjunto se resume en que “las fórmulas de conciliación y acuerdo predominaron, dado que permitían un desarrollo económico y social casi exento de polarizaciones y confrontaciones, lo cual se observa en la conformación diversa del cabildo”82.

“La economía local del siglo XIX” es otro texto que conforma esta obra colectiva dedicada a la Historia de Medellín, en el que su autor Luis Fernando Molina Londoño inicia diciendo que con el decaimiento de Santafé de Antioquia, Medellín y Rionegro ganaron el dominio económico de la provincia desde la segunda mitad del siglo XVIII83. Hasta la descripción de las costumbres y prácticas que ilustran la manera cómo funcionaba el mercado especulativo. Adicionalmente, la involucración del sector minero, la agricultura, el comercio local e internacional, la banca, la producción manufacturera, las vías y los transportes, etc., son el tema central de este artículo de Luis Fernando Molina.

Haciendo referencia a lo cívico, el 2 de noviembre de 1875 como motivo de la conmemoración del segundo centenario de la erección de la Villa de Medellín se trastoco el orden cotidiano, se rompió la rutina doméstica y mercantil de la Villa donde los pobladores salieron a la calle a celebrar este magno evento.

80 Verónica Perfetti. “Tres proyectos para un deseo. La ilusión de una ciudad”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 85-104.81 Luis Javier Ortiz Mesa. “Política, cabildo y ciudad. 1850 - 1910”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 188-200.82 Luis Javier Ortiz Mesa. “Política, cabildo y ciudad. 1850 - 1910”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, p. 190.83 Luis Fernando Molina Londoño. “La economía local del siglo XIX”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 201-213.

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Esta procesión cívica que recorrió las calles de la villa fue la representación simbólica de la “Estructura social de Medellín en la segunda mitad del siglo XIX” como lo expresa María Teresa Uribe en su artículo titulado de tal forma84.

Tal manifestación fue la expresión social de las presencias y las ausencias, las jerarquías y las gradaciones, en fin de los lugares simbólicos ocupados por los estamentos sociales.

En el siglo XIX, Medellín, fue más que un rosario y salve, grandes tiendas, bancos y barras de oro, moralidad y progreso. Fue una ciudad donde tuvieron lugar las utopías libertarias de los radícales, las propuestas igualitarias y fraternales de los artesanos, la vida alegre y despreocupados de los bohemios y los artistas, y la delincuencia en todas las modalidades.

Es decir, Medellín era “una ciudad caleidoscópica y llena de aciertos y mezquindades, que como Medusa tuvo muchos rostros y múltiples facetas”85.

De igual modo, el gremio artesanal del siglo XIX de la Villa de la Candelaria estaba marcado por la herencia colonial, pues, desde finales del siglo XVIII la corona española realizó los esfuerzos posibles para reorganizar y modernizar su sistema político y económico de acuerdo con el pensamiento ilustrado. No obstante la situación precaria del oficio artesanal se evidenció por la escasez de intercambios económicos entre las colonias y la metrópolis.

Esta descripción la hace Alberto Mayor Mora en su artículo “Los artesanos de Medellín en el siglo XIX”, quien además manifiesta que a pesar de la escasez de moneda y predominio del trueque rudimentario ya existían oficios básicos como el albañil, el carpintero, el herrero el jornalero, el platero y el asalariado que el siglo XIX heredaría86.

Puesto que “Medellín heredó de la colonia la habilidad manual, la impronta del siglo XIX al XX quedo indeleble la unión de la peripecia manual y la capacidad mental; esto resultó en una vocación decidida hacia la técnica, el arte y la ciencia, mezclada de una cierta aversión estamental hacia el lucro, aún perceptible hoy entre su intelligenza”87.

En cuanto, al contexto religioso Gloria Mercedes Arango, dice que el control social de la Iglesia Católica en lo político, lo educativo y el sentimiento religioso fue la influencia ejercida por el sacerdote desde el pulpito a sus fieles en Medellín. Y todo esto eso manifestó en las organizaciones católicas, los sacramentos, las catequesis, el pago de diezmos, los testimonios, la devoción por las ánimas del purgatorio, las fiestas religiosas y los ritos funerarios que siguen prevaleciendo y prevalecieron en la mentalidad del medellinense88.

Desde lo educativo, según Luis Javier Villegas, a partir de finales del siglo XVIII, pero especialmente durante el siglo XIX, las naciones emprendieron el fomento de la instrucción como arma poderosísima para la formación de los Estados.

Es así, como el mismo Villegas manifiesta en “Un siglo de altibajos de la educación en Medellín: 1786-1886”, el visitador español Juan Antonio Mon y Velarde inicia en

84 María Teresa Uribe. “Estructura social de Medellín en la segunda mitad del siglo XIX”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 214-234.85 María Teresa Uribe. “Estructura social de Medellín en la segunda mitad del siglo XIX”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo1996, p. 232.86 Alberto Mayor Mora. “Los artesanos de Medellín en el siglo XIX”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 235-246.87 Alberto Mayor Mora. “Los artesanos de Medellín en el siglo XIX”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. 1996, p. 246.88 Gloria Mercedes Arango. “La religiosidad en el Valle del Aburrá, 1826-1886”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 255-270.

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Medellín una decidida opción por la educación, pero con altibajos explicables por las variantes condiciones políticas durante los cien años siguientes89.

Debido a que pensar en el lento progreso de transformación de Medellín de una modesta villa finalizando el periodo colonial al indiscutido centro de la región antioqueña y a ser la segunda ciudad del país, tuvo mucho que ver por los variados servicios educativos.

Pues, como lo manifiesta el mismo autor, “Con el triunfo de la Regeneración y la plena alianza Estado e Iglesia se recuperó el movimiento ascendente, que continuó en el resto del siglo y las primeras décadas del siglo XX: Medellín arraigo su carácter de pujanza como centro educativo, con gran influjo en la región antioqueña y los departamentos vecinos”90.

En materia de lo sanitario, “La Academia de Medicina y el desarrollo de la región”, Tiberio Álvarez Echeverri afirma que desde la fundación de esta institución el 7 de agosto de 1887 la medicina científica avanzada pudo aliviar los dolores operatorios, estudiar los trastornos sanguíneos y el control de infecciones de acuerdo con las investigaciones de Pasteur y Lister91.

Todo lo anterior tuvo unos avances paulatinos en Antioquia con la transferencia y adaptación de médicos que estudiaron en París, por la literatura científica y la inventiva de los médicos.

Ya que Medellín tenía Hospital Universitario, Escuela de Medicina y Academia de Medicina. Además de muchos problemas sanitarios como la inexistencia de acueducto y alcantarillado, las pesebreras eran un foco de infección, las epidemias hacían estragos y la no existencia de instituciones especializadas en la atención de problemas sociales.

Y por esto es que “la labor de la Academia [en los primeros años…], fue decisiva para desarrollar la conciencia higiénica en Medellín, con proyección al momento en que se convirtiera en una ciudad populosa, y sujeta a los problemas higiénicos en las grandes urbes”92.

Entre el siglo XIX y el XX, la ciudad de Medellín fue visitada por viajeros y forasteros nacionales y extranjeros algunos de manera rápida y fugaz, mientras otros, se quedaron aquí permanentemente.

Luis Javier Ortiz Mesa en “Viajeros y forasteros en Medellín, siglo XIX y XX”, afirma que desde 1825 vinieron a Medellín geólogos y minerologo como el francés Jean Baptiste Bossingault. Así como también, un año más tarde, el sueco Carl Segismund Trombholf von Greiff contratado por la casa inglesa B. A. Göldsmith y compañía a trabajar la minería93.

Desde otra perspectiva, Gabriel Poveda Ramos en la “La industria en Medellín, 1890-1945”, señala que en 1890, solo existía un poblado grandes con unos 40 mil habitantes dentro de un país de un poco más de 3.5 millones de personas. La ciudad tenía calles empedradas, con carencia de servicios públicos, automóviles, carreteras, ferrocarriles y telecomunicaciones. Para pasar en 55 años después, al cierre de un 89 Luis Javier Villegas. “Un siglo de altibajos en la educación en Medellín: 1786-1886”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 271-276.90 Luis Javier Villegas. “Un siglo de altibajos en la educación en Medellín: 1786-1886”. Historia de Medellín. 1996, p. 275.91 Tiberio Álvarez Echeverrí. “La Academia de Medicina y el desarrollo de la región”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 277-288.92 Tiberio Álvarez Echeverrí. “La Academia de Medicina y el desarrollo de la región”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo.1996, p. 287.93 Luis Javier Ortiz Mesa. “Viajeros y forasteros en Medellín, siglo XIX y XX”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 289-303.

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capítulo de la historia medellinense lleno de industrialización y progreso, que abría sin pausa, uno nuevo hacia el futuro de la ciudad94.

A esta conclusión, llega también Fernando Botero Herrera, debido a que como el mismo lo manifiesta, el plano del Medellín futuro implementado en 1913 solamente fue una idea para conjurar el crecimiento desordenado de la ciudad sin una directriz o una política urbana. Todo esto fue la consecuencia de la negligencia de las autoridades municipales por aplicar el plano regular, dando privilegió al predominio de la especialidad inmobiliaria sin normas donde prevalecieran el patrimonio arquitectónico y el espacio público en detrimento de las escasas zonas verdes, para la recreación y el paisaje urbano. El cual fue atrasado, demolido o deteriorado95.

Por otro lado, Claudia Avendaño Vásquez, dice que desde los inicios del siglo XX, Medellín fue el núcleo más importante del Valle de Aburrá, por varias razones. Primero, la localización siendo centro de intercambio con la zona minera del norte y la región cafetera del suroeste que se veía favorecida por el asentamiento de una clase comercial que lideraba la actividad local96.

Pues, Medellín, según la misma Avendaño, tenía un aspecto todavía pueblerino, con áreas urbanas y rurales sin características homogéneas con lugares que lindaban con el río que eran cienagosos, pantanosos e insalubres. Y las tierras altas de montañas del noriente de la ciudad tenían condiciones óptimas para la construcción por su calidad relativa del suelo y la abundancia de fuentes de agua.

Para pasar en 1940, a una ciudad cuya estructura física era coherente con su zona central con área de vivienda homogéneas e integradas alrededor por un sistema compuesto por edificios públicos y áreas comerciales agrupadas a lo largo del sistema de tranvías, calles o caminos que conformaban una red de comunicaciones coherente y eficiente que causó el desmoronamiento sistemático del modelo de la ciudad – aldea, base de la identificación urbana.

En materia de lo sindical, “La organización obrera de la clase obrera de Medellín, 1900 – 1930”, es un artículo en el que Mauricio Árchila Neira describe como la Acción Social Católica fue más que una idea emanada del Vaticano para organizar y que el clero colombiano intentó llevarla a la práctica, siendo Medellín la única ciudad en que dio frutos97.

Esta ofensiva eclesiástica antimoderna se basa en valores tradicionales como la familia, la comunidad y lo corporativo, que veían como obstáculos provenientes de las “fuerzas satánicas” anticlericales del individualismo que eran las trabas asociativas a la cultura popular antioqueña que contrastaba los esfuerzos organizativos del clero y de los activistas liberales y socialistas en medio de la agitación social en este período de tiempo. Árchila Neira en este texto realiza un balance de los efectos de las respectivas campañas presentaba a la clase no respondió a los objetivos planeados por la Iglesia católica.

Mientras tanto, a finales del siglo XIX, Medellín como se ha mencionado antes por los demás autores participantes en esta obra colectiva, era apenas una aldea como la mayoría de ciudades colombianas con aspiraciones de ser centros urbanos. Tal consolidación como núcleos poblados se vio acompañada de la dificultad de enfrentar la

94 Gabriel Poveda Ramos. “La industria en Medellín, 1890 -1945”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 307-325.95 Fernando Botero Herrera. “Regulación urbana e intereses privados: 1890-1950”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 326-341.96 Claudia Avendaño Vásquez. “Desarrollo urbano en Medellín, 1900-1940”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 343-352.97 Mauricio Árchila Neira. “La organización obrera de Medellín, 1900 – 1930”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 399-407.

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pobreza, el marginamiento, la precariedad, el hacinamiento de las viviendas, la desnutrición, las deficiencias de la salubridad pública por el rápido crecimiento de la población.

Siendo de esta manera, como las estrategias frente a la pobreza y la insalubridad son analizadas por Patricia Castro en “Beneficencia en Medellín, 1890-1930” desde la concientización social, que en contraparte de la caridad cristiana, era en términos de filantropía y no de asistencia98.

La política social católica promulgada por León XIII entre 1878 y 1903 estaba destinada a neutralizar los conflictos entre trabajadores y patrones en Europa hacia finales del siglo XIX. Lo anterior sirvió para la creación de nuevas instituciones que canalizarán las limosnas, donaciones y auxilios oficiales con el fin de solucionar la situación de miseria de una población que aumentaba en número donde había enfermos, niños desprotegidos, ancianos y mujeres. Y además de combatir la ociosidad y transformarán a los pobres en seres útiles para el trabajo.

Desde otras facetas, Patricia Londoño Vega en “Religión, iglesia y sociedad, 1880 – 1930” manifiesta que tanto en Antioquia, como en América Latina, la Iglesia durante la colonia no fue importante como institución tradicional99. En contraste de lo anterior, en el altiplano cundiboyacense, Pasto y Cartagena, Antioquia tenía en vez de conventos, frailes y religiosos un activo clero disperso en poblados, laborando en parroquias y viviendo en abundancia en capellanías.

Pero el escenario cambio radicalmente a partir de la segunda mitad del siglo XIX, cuando aumento la presencia institucional de la Iglesia Católica prevaleciendo los valores religiosos en la cultura antioqueña. Tanto así, que entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX, Medellín fue la ciudad más católica en Colombia, y así mismo, el país más católico en América Latina.

Lo central para la historiadora Londoño Vega, es como las comunidades religiosas y las asociaciones devota en Medellín entre 1890-1930 han sido poco estudiadas, y que estas a su vez, permiten formarse una idea de la presencia de la Iglesia Católica y la religiosidad en la historia de Medellín.

Desde lo cotidiano, Catalina Reyes Cárdenas “La vida social y cotidiana en Medellín, 1890 – 1940” analiza como en la ciudad entre la década de 1920, las fotos muestran una apacible y pequeña ciudad que no corresponden a la imagen que sobre ella tuvieron los hombres que vivieron en esa época100. Pues, en las primeras cuatro décadas del siglo XX, Medellín sufrió cambios dramáticos que afectaron la vida de los ciudadanos que en varias ocasiones se quejaron por la rapidez, el trajín y el exceso del modernismo.

Puesto que, algunos aspectos de la vida cotidiana de las familias medellinenses estaban llenas de complejidades por los procesos de modernización y transformación sucedidos en la ciudad hasta la década de 1940. A pesar que la vida relativamente tranquila por la industrialización y la urbanización no fueron los ideales, ya que, aparece la ciudad pacífica sin mayores transformaciones sociales, pero si, con procesos de desarraigo de la población campesina que se adecuo a la vida urbana difícil.

Sin embargo, ni la Iglesia Católica ni la élite local, como lo manifiesta la misma historiadora la Universidad Nacional Sede Medellín, pudieron reforzar hábilmente con valores cristianos el proceso de modernización capitalista. Pero si fue una forma de 98 Patricia Castro. “Beneficencia en Medellín, 1890 – 1930”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 409-414.99 Patricia Londoño Vega. “Religión, Iglesia y sociedad, 1880- 1930”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 415-425.100 Catalina Reyes Cárdenas. “Vida social y cotidiana en Medellín, 1890-1940”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 426-450.

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control social exitosa donde se muestra un modelo católico heterogéneo con fisuras e incongruencias en el camino a la modernidad.

En el campo literario, Jorge Antonio Mesa Naranjo manifiesta en “La ciudad literaria: El relato y la poesía en Medellín, 1858 – 1930”, que la abundancia de material escrito desde mediados del siglo XIX101. El mismo autor afirma como entre 1835-1894 fue la época de la segunda época de “La Miscelánea” con 200 publicaciones literarias y una sección de “Bellas artes”. La mayor cantidad del material narrativo o poético permanece sin ser leído y asimilado por los historiadores: Y lo poco escrito apenas logra esbozar y reconstruirse en pocos capítulos basada en la lectura de un mínimo porcentaje de lo escrito.

En fin, el texto de Mesa Naranjo es un esbozo de la historia de la narrativa y de la poesía medellinense entre 1852 y 1930. En la cual describe procesos como los primeros relatos de la vida cotidiana de Medellín, las tertulias finiseculares literarias, el quinquenio de oro, la primera década de 1910: “del recluta a la grandeza”, la segunda época: la hora panida, la década de “Sábado” y la década de José Restrepo Jaramillo, Luis López de Mesa y Fernando González.

“La aurora del socialismo” es un texto en el que Darío Acevedo inicia desde 1918 cuando se inicia la circulación dos veces por semana de “El Luchador” bajo el lema “defensor de los derechos del pueblos”, el cual fue el órgano de expresión de la sociedad de “Luchadores” que era una de las asociaciones de mutuo auxilio a los artesanos y los asalariados, y además estimulaban el ahorro102. También desarrollaban campañas contra el alcoholismo y fomentaban el aprendizaje de la lectura y escritura como medios para salir del atraso y obtener mejores condiciones de vida.

Es así como hasta 1923, los socialistas en Medellín continuaron la tarea de conservar su organización y difundir el periódico con la consigna de difundir el socialismo “diferente el otro lado del mar”. Seguida tal labor por María Cano e Ignacio Torres Giraldo, revolucionarios socialistas que persistieras en estas lides.

Nuevamente, desde el campo religioso, el presbítero Javier Piedrahita en “Situación política y religiosa en Antioquia. 1868 a 1942”, hace un recuento desde la aparición de los primeros protestantes desde la independencia con la venida de las tropas extranjeras el patronato otorgado a la Iglesia Católica por la Corona española para participar en la administración eclesiástica, intento impedir la penetración del protestantismo en sus dominios103. Hasta cuando, en 1930 se presentaron agitaciones por una nueva reforma constitucional y al Concordato que fueron controladas por los obispos bogotanos Bernardo Herrera Restrepo, Manuel José Caycedo Martínez y el antioqueño Tiberio de Jesús Salazar y Herrera.

En este transcurso de tiempo estudiado por el presbítero Piedrahita, cuenta como en 1825, se formaliza el culto protestante, y las primeras manifestaciones en Antioquia durante 1850, pese a que el gobierno republicano heredó después de la independencia el patronato español consolidado con la Ley de 1824. Luego, cuando en 1853 se termina el patronato republicano con la separación Iglesia y Estado, el obispo de ese entonces Juan de la Cruz Gómez Plata traza una frontera política entre los dos partidos. La cual se evidenció aún más, cuando en 1868, se traslada la sede episcopal de Santa Fe de

101 Jorge Antonio Mesa Naranjo. “La ciudad literaria: El relato y la poesía en Medellín, 1858 – 1930”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 451-471.102 Darío Acevedo. “La aurora del socialismo”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 498-499.103 Javier Piedrahita. “Situación política y religiosa en Antioquia. 1868 a 1942”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 512-520.

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Antioquia a Medellín causándose una división del clero, los fieles al gobierno y los leales a la potestad exclusiva de la Iglesia.

También que a partir de este contexto que el presbítero Piedrahita, señala dos tipos de administraciones obispales en Medellín. El primero, lo llama “concilios provinciales neogranadinos” y el segundo lo nombra el “régimen concordatario” en el período del jesuita Juan A. Euguren entre 1877 y 1887, en el que la política colombiana se orientó hacia el problema religioso.

Haciendo referencia a la calidad de vida existente en Medellín entre 1890 y 1930, Constanza Toro en “Los servicios públicos en Medellín: 1920 -1930” asevera como las particularidades en la prestación de los servicios desde su temprana municipalidad en 1918, fue un hecho sin precedentes en el país y América Latina104. Este fenómeno era una condición necesaria para la generación de la industrialización que contribuyó para la realización de los primeros esbozos de regulación urbana en Medellín.

Desde lo educativo, “Los maestros y la educación en Medellín en el siglo XX”, Elkin Jiménez describe el contexto educativo de Medellín durante la primera mitad del siglo pasado105. Iniciando con la Guerra de los Mil Días, la cual dejó a la educación en un estado lamentable. Hasta la década de 1930, cuando el gobierno entregaba a cada alumno útiles escolares, se crearon las cooperativas escolares como forma de organización y por sugerencia de Luis López de Mesa se implemento la figura de la “madrina escolar” para la vinculación de la comunidad con la escuela.

Siguiendo esta misma línea, Victor Manuel Álvarez Morales, “La educación superior en Medellín, 1803-1990”106. Medellín hace algunos años es llamada la “ciudad universitaria”, como resultado de una larga historia en la que progresivamente se crearon instituciones y campos de estudio para suplir las necesidades sociales de conocimiento para la preparación y formación de profesionales requeridas por la comunidad para su desarrollo.

La Historia de Medellín, también realiza un balance de lo hecho desde el campo artístico. Como es el campo del artículo, Santiago Londoño Vélez denominado “Las artes plásticas hasta el siglo XX”107. Con la primera exposición artística realizada el 20 de julio de 1892 en la casaquinta de Juan Uribe y organizada por Samuel Velásquez y Emiliano Mejía con el fin de “mostrar a nuestros conciudadanos que no somos hombres inútiles entre ellos y que a nuestro modo trabajamos para el engrandecimiento de nuestro suelo”108. Iniciándose así la lucha para que el “artista y su trabajo adquieran lugar y reconocimiento en la sociedad”.

El arte y la pintura en Antioquia en los últimas décadas del siglo XIX tiene el auge del retrato, tras largos años de dominio iconográfico de la religión en la sociedad civil como medio de representación de retratos individuales escuetos sin elementos de ambientación escenográfico y para mantener viva la imagen del modelo realizaban enormes esfuerzos por producir imágenes realistas.

104 Constanza Toro. “Los servicios públicos en Medellín: 1920 -1930”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 531-540.105 Elkin Jiménez. “Los maestros y la educación en Medellín en el siglo XX”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 573-587.106 Víctor Manuel Álvarez Morales. “La educación superior en Medellín, 1803-1990”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 589-602.107 Santiago Londoño Vélez. “Las artes plásticas hasta el siglo XX”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 603-621.108 Santiago Londoño Vélez. “Las artes plásticas hasta el siglo XX”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 603.

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Desde el punto de vista arquitectónico, Luis Fernando Molina Londoño. “Arquitectura del Valle de Aburrá”109. Medellín conserva poca memoria histórica urbana colonial del siglo XIX. La conformación urbanística y arquitectónica su mayoría pertenece desde la década de 1950 hasta la actualidad. Lo cual configura su identidad, expresa sus valores y representan sus aspiraciones conllevando a un sacrificio de lo armónico, estético y afectivo por lo material y pragmático.

Lo anterior refleja un caos urbano producto en parte de la incomunicación entre arquitectos, urbanistas y los usuarios desde la expansión industrial a finales de la década de 1940. Esto conllevo a que los medellinenses habitarán espacios agresivos y abstractos reemplazando la vieja ciudad arquitectónica compartida por la mayoría preocupada por producir un espacio vital placentero monumental para el disfrute público o privado. No obstante, pocos profesionales rechazaron tal divorcio producido entre patrimonio, memoria y ciudad por los reducidos valores arquitectónicos contemporáneos de la ciudad.

En este texto, Molina, realiza una relación de los hitos arquitectónicos producidos en los distintos períodos de la historia de Medellín y en otras ocasiones del valle de Aburrá. Aunque solamente se tengan referencias documentales porque los elementos patrimoniales referidos en él hayan desaparecido o hayan sido transformados casi totalmente.

Desde otra perspectiva de la historia medellinense de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, “Teatro y artes representativas en Medellín”, Mario Yepes Londoño , manifiesta que desde los inicios de su vida independiente hasta mediados del siglo XX, la historia del teatro en Medellín como en Colombia se desarrollo entre dos tipos de representaciones y dramaturgia, como son la producción nacional y provinciana110. Ambos tipos de hacer teatro eran presentadas en veladas o en las fiestas de ocasión donde se observaron variadas influencias desde la comedia pueblerina y campesina de vieja tradición española, como la zarzuela.

Todo esto fue consecuencia del aire dependiente y predominantemente cosmopolita propiciada por la llegada de compañías que visitaron los distintos teatros de la ciudad como eran el Circo España abierto en 1909; el Teatro Bolívar inaugurado en 1918, demolido su escenario y adecuado en 1950, y demolido totalmente en 1972; y por último estaba el Teatro Junín construido en 1924, con una hermosa arquitectura en su fachada compartida con el Hotel Europa y con un aforo para 4000 personas.

Desde el campo musical, Luis Carlos Rodríguez Álvarez en el texto. “Músicas para una ciudad”, realiza una contextualización de la historia discográfica cuando el Romanticismo como carga estética particular llegó con décadas de retraso. No obstante, con la incorporación del carácter tropical y mestizo el último cuarto del siglo XIX se presentaron cambios trascendentales y definitivos en el Medellín musical111.

Hasta 1930, cuando llega la radiodifusión con la emisora HKO, que empieza a competir localmente con estaciones cubanas, mexicanas y norteamericanas. A partir de allí, las más importantes emisoras cuentan con orquesta de planta entre las que estaban Manuel Ruíz “Blumen”, Miguel Ángel Trespalacios, Samuel Martínez, y Obdulio Sánchez y Julián Restrepo, “Obdulio y Julián”. Sus voces competían con las estudiantinas de la carrera Junín, vespertinas de antaño y sus ritmos bailables en las tertulias del Chanceclair, la Bastilla, los Moros y el Salón Moderno.109 Luis Femando Molina Londoño. “Arquitectura del Valle de Aburrá”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 622-641.110 Mario Yepes Londoño. “Teatro y artes representativas en Medellín”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 642-650.111 Luis Carlos Rodríguez Álvarez. “Músicas para una ciudad”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 651-667.

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En materia de la fotografía, Rodrigo Santofimio Ortiz en “La fotografía en Medellín, 1950-1980”112. Inicia su relato en 1839, cuando el pintor envigadeño Fernando Isaza con la técnica daguerrotipo abrió el primer gabinete fotográfico en Medellín. Después, el 24 de septiembre se conoce mundialmente este estilo artístico por Niepe y Daguerre que “avisaban al público su disponibilidad para hacer retratos que se recomienden”113.

Hasta que, en los comienzos de la década de 1920, la prehistoria del reporterismo nace en Medellín con la revista “Sábado”, semanario ilustrado y literario, cuya primera entrega sucedió en mayo de 1921 y era dirigida por Gabriel Cano, Carlos Mejía Ángel114.

No obstante, vale la pena resaltar que en Medellín, se originó la reportería gráfica después que en Bogotá, donde ya desde 1910 con El Gráfico se estaba realizando, y después Cromos, en 1916 y el Mundo al día, en 1924, los cuales incorporaron reportajes de Francisco Gaitán, primer reportero gráfico de Colombia. A pesar que sin aprendizaje académico durante los primeros años, el reportero gráfico se “profesionalizó”, comprendió su trabajo en el gabinete artístico y la cámara de cajón, con el cual enfocaba acontecimientos que más asombro le despertaban. Esta primera fase, coincide con la transformación de villa en ciudad, donde el reportero gráfico vivía todavía del trabajo en gabinete y eventualmente despachaban sus gráficos a la prensa o revista que de antemano le hubieran solicitado.

“La radiodifusión” es un texto hecho por Edda Pilar Duque Isaza, en la que la autora manifiesta como la vertiginosa carrera de la radiodifusión en Estados Unidos durante la década de 1920 repercutió inmediatamente en Latinoamérica, especialmente en Argentina, México y Colombia. Los radioaficionados en Colombia experimentaron en receptores de galena y los estudiantes que regresaban de tierras gringas aportaron sus conocimientos a los coterráneos para el desarrollo y evolución de esta rama del saber humano115.

Puesto que, por el rápido desarrollo industrial con mercado local a partir de 1930 en Medellín condujo a la ciudad a los primeros lugares del país. Siendo de esta manera, como la radiodifusión se consolidó como medio de comunicación y de masiva influencia la cual contribuyó a fomentar esa mística creada alrededor del sector fabril. Pues, cada antioqueño se sentía responsable del éxito de las empresas anunciadoras, y es así, como los industriales reconocieron el éxito del medio de comunicación y el Estado empezó a legislar la radio y estableció responsabilidades técnicas, económicas y políticas.

Cuando en 1812 se publicaron “La Gaceta Ministerial” que luego se llamó “Estrella de Occidente” y más tarde “La Gaceta de Antioquia” solamente era con el fin de la llegada de un producto extranjero a la villa. Se inicia la propaganda política y religiosa, la cual gozaba de especiales privilegio y su influencia era destacable, ya que, los códigos de información propagandística eran realizados por medio de la percepción. Este contexto inicia la reseña de la “Historia de la publicidad en Medellín” escrita por Hernán Cárdenas Lince116.

112 Rodrigo Santofimio Ortiz. “La fotografía en Medellín, 1950-1980”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 671-682.113 Eduardo Serrano. Historia de la fotografía en Colombia. 2ª. Ed., Bogotá, Museo de Arte Moderno, 1983, p. 56. Juan Luis Mejía. “La fotografía”. Jorge Orlando Melo (Coord.). Historia de Antioquia. Medellín, Suramericana de Seguros, 1988, pp. 462-467.114 Sábado. Medellín, mayo 7, 1921, p. 1.115 Edda Pilar Duque Isaza. “La radiodifusión”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 683-692.116 Hernán Cárdenas Lince. “Historia de la publicidad en Medellín”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 693-700.

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Este texto llega hasta que el profundo cambio social producido en Medellín coincidió con el gran impulso de industrialización que se centró en la década de 1920, como se presentaba en Europa y Estados Unidos en el período entre guerra. La imaginación en la ciudad se exaltó llegaron las influencias literarias, gráficos y se produjeron modificaciones en la costumbres, donde la prensa y las revistas tomaron fuerza inusitada.

¿De dónde sacaban los libros que leían en el siglo XIX los habitantes de Medellín? Es una pregunta que realizó Rafael Vega B. en los “Apuntes para una historia de las librerías de Medellín”. El mismo Vega, responde diciendo que los traían de Bogotá a lomo de mula donde los pocos que viajaban. María de Jorge Isaacs pasaba de casa en casa con los restos de lágrimas derramadas en su lectura que provenían de la Librería Colombiana en Bogotá, esta es la manera como este autor inicia este ensayo sobre la historia bibliográfica e intelectual de la ciudad entre 1890 y 1930117.

Hasta que, en la década de 1920, el poeta antioqueño Antonio “El negro” Cano abrió la “Librería Cano”, la cual era un importante centro de reunión de una famosa tertulia de intelectuales hasta la década de 1940, los cuales varios eran pertenecientes a los “Panidas”, los cuales eran asiduos clientes de esta librería. También se fundaron la “Librería Nueva”, fue un establecimiento abierto en 1926 por Luis Eduardo Marín y se distinguió como la mejor librería de la ciudad. Además de la “Nueva”, existieron la “Católica”, la “Pérez”, la “Don Quijote”, circular de la América, la “Cultural”, y la sucursal de la “Continental”. Octavio Marín fundó después la “Librería Marín”, exitosa por los estilógrafos que vendía. Le siguen en orden de antigüedad a la “Nueva”, la “Librería Dante”, fundada en 1927 por Antonio Cuartas Pérez.

En “Los cementerios en Medellín, 1786-1940”, Gloria Mercedes Arango R., señala como desde la colonia, en el Nuevo Reino de Granada se asimilaron las costumbres funerarias europeas, impregnadas del cristianismo medieval 118.. Hasta que los cementerios como reproducción simbólica de la sociedad, reflejaban inclusiones y exclusiones que en ella vivían. Los cementerios no podían albergar los cuerpos de los suicidas, los no bautizados o de otras religiones. Si la ritualización de la muerte se definía por unos códigos imperantes desde la colonia y la salvación del alma se sujetaba a las misas de difuntos, el nuevo hogar de los muertos debía ser controlado por la Iglesia Católica.

Los cronistas en 1915 dicen que el 2 de febrero, “Caruso”, el más popular y pintoresco de los voceadores de prensa de la Villa de la Candelaria, a gritos anunciaba la próxima aparición de “Panida, Panida, Panidaaaa…! La gran revista de literatura y arte!”. Así pues, inicia Miguel Escobar Calle, la “Crónica sobre los Panidas”119.

En otras palabras, los Panidas, más que un grupo, fueron la primera y lúcida manifestación de una real e histórica generación colombiana que luego se conocería con el nombre de Los Nuevos. Y en verdad, esto lo lograron con los poemas de León de Greiff, la obra filosófica y los ensayos de Fernando González, y con la vanguardia clandestina que significa la obra artística de Rendón, y de Mexía, cuyos ignorantes de un subido modernismo formulan una propuesta “emparentada con el Dadaísmo”. El ímpetu de los Panidas quien comenzó a soplar los aires de modernidad en el arte y en la literatura colombiana. Fueron ellos quienes iniciaron la contemporaneidad, con ellos aparecieron la modernidad, al buscar nuevas ideas y las nuevas formas en antecedentes 117 Rafael Vega B. “Apuntes para una historia de las librerías de Medellín”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 713-716.118 Gloria Mercedes Arango R. “Los cementerios en Medellín, 1786-1940”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 717-721.119 Miguel Escobar Calle. “Crónica sobre los Panidas”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 723-731.

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inmediatos como Nietzsche, Simbolismo, Art Deco, Bahaus, Cubismo, etc. Pero es una “modernidad”, donde aclimatan lo exótico, lo foráneo, lo adaptan, lo vuelven criollo, les sirve de “utensilio de trabajo” y no de modelo calcable. Asimismo, a partir de Los Panidas esas vertientes que señala Luis Vidales como constantes en la literatura y en el arte colombiano, la oficial y la subterránea, no solo ahondan y amplían sus diferencias sino que la segunda se hace evidente, palmaria, abierta y trasgresora.

Luis Fernando Molina Londoño, en “Los Corregimientos”, dice que la división política administrativa de Medellín ha tenido varios cambios en el presente siglo. Como Bello, municipio que fue corregimiento de la ciudad hasta 1913, San Cristóbal, San Antonio de Prado, El Poblado, La América, Robledo, San Sebastián de Palmitas y Guayabal, tenían categoría de corregimiento, aunque los tres primeros tiempo atrás, fueron municipios. Mazo o Santa Elena y Berlín aparecen también transitoriamente con aquella condición en la década de 1930120.

En otras obras, sobre la historia de una ciudad, al hacer referencia de los bohemios no se habla de los bebedores consuetudinarios, sino a la expresión de una forma de vida en las condiciones de una ciudad como Medellín, la cual definía a finales del siglo XIX su tránsito definitivo hacia el capitalismo industrial. Esto lo manifiesta, Manuel Bernardo Rojas en. “Cultura popular, músicos y bohemios”121.

Los músicos y cantores del Medellín de ese entonces, se caracterizaban por ser autodidactas, aventureros y comprometidos con oficios artesanales, al final del siglo XIX. Pero, ya en la década de 1930, la unión de la poesía con la música popular da cuenta de una renovación temática y formal; renovación que lleva a pensar temática y formal de una cultura popular; renovación que lleva a pensar que se llevo un cambio de lo rural a lo urbano.

Ana María Cano Posada en “La prensa en Medellín”122. Señala que desde la fundación de la prensa en Medellín han aparecido más de mil títulos en la ciudad, que han desempeñado múltiples funciones en la vida local. Inicialmente como interlocutores del poder gubernamental. Segundo, como referentes de los ciudadanos para el surgimiento de una conciencia civil; tercero, sirvieron de herramientas a sus dueños para la defensa de sus intereses; cuarto, espacio para la divulgación de diferentes clases de información y quinto, arma para periodistas y columnistas para defender o atacar ideas con sus artículos, informaciones o caricaturas.

Y el relato de Cano Posada, acaba cuando a partir de 1920, con el apogeo de los diarios, la gente lee la prensa para saber que paga en el mundo y en el país, pero también en la ciudad: la propia existencia urbana, la conformación de la ciudad, los hábitos de sus habitantes, las costumbres sociales y sus desarrollos y avances son fuerte continúa de polémicas y debates.

En el desarrollo de la educación de Medellín, ocupan lugar de preeminencia las instituciones que han sido maestras de maestros, cuya misión irradia benéfico influjo en todas las entidades educativas estatales o privadas. Como también la llegada de las comunidades religiosas sirvieron como educadoras de los hijos de las familias acomodadas, y en institutos y escuelas satélites gratuitamente a estudiantes provenientes de las clases populares.

Otras instituciones importantes en la transformación de la ciudad en este período, fueron las oficiales de secundaria, los establecimientos dedicados a llenar los vacíos 120 Luis Fernando Molina Londoño. “Los corregimientos”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 732-736.121 Manuel Bernardo Rojas. “Cultura popular, músicos y bohemios”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 737-738.122 Ana María Cano Posada. “La prensa en Medellín”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 739-747.

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dejados por los institutos formales en lo referente a la educación artística, comercial, de los limitados visuales y de los menores díscolos y delincuentes. Como también, la educación especial. Medellín con colaboración de Ricardo Jiménez Jaramillo, gobernador de ese entonces, se interesó por el asunto, y en 1925, reglamentó la ordenanza No. 6 de 1923, por la cual se creaba la “Escuela de Ciegos y Sordomudos”, primera institución de su género establecida en el país.

Todo lo anterior, lo cuenta de una forma más detallada Conrado González Mejía en “La educación primaria y secundaria (1880-1950)”123.

Dentro de esta misma categoría, se encuentra Ruta Bicentenaria, cuya obra colectiva corresponde a una galería urbana que comprende un recorrido por las huellas arquitectónicas que aún conserva la ciudad, y que avivan la memoria y el corazón de muchas personas, las cuales son calles y edificios que hacen parte de la identidad medellinense.

Pues, “a lo largo de un recorrido que se inicia en el Jardín Botánico, obra donada por la Sociedad de Mejoras Públicas para la conmemoración del Centenario de la Independencia de Antioquia que va hasta el Parque Bicentenario, espacio que entrega la Alcaldía de Medellín que entrega la Alcaldía de Medellín para el encuentro y la cultura ciudadana, los transeúntes podrán encontrarse con la Medellín de ayer y hoy; la de múltiples identidades, colores, sabores y olores”124.

6.4. La historia urbana de Medellín entre 1890 y 1930En un tercer ítem de este estado del arte, se explorará la historia urbana del Medellín entre 1890 y 1930. Para tal fin inicialmente, se analizarán aquellas investigaciones que tienen como objeto de estudio la configuración y su significado para la historia de Medellín en este periodo. Es así como, la historiadora Lucía Martínez Cuadros en su monografía de pregrado trata “los cambios sufridos en las casas de Medellín en el período comprendido entre 1830 y 1930, sin dejar de lado los objetos, muebles y utensilios que también formaron parte de ellas”125.

En esta misma línea, Gilberto Arango Escobar en De la poética de la casa de patio a la poética de la casa moderna, dice que los diferentes estudios han demostrado como las principales ciudades de la zona andina colombiana, puesto que, para las primeras décadas del siglo XX, se había logrado definir por un uso social, un tipo de casa urbana que con ligeras variantes se repetía indefinidamente, llenando las manzanas que estructuraban el damero de la ciudad. Ese tipo de casa tradicionalmente se conoce como la casa de patio y alcobas en galería, de la cual se obtuvo una versión simplificada que permitió responder con bastante eficiencia a las necesidades de alojamiento de los núcleos de población de clase media, los más pobres e incluso hasta hoy han habitado en “chozas”, así mismo, de manera bastante eficiente, desde el punto de vista urbanístico se logró configurar una estructura urbana equilibrada, espacialmente generosa, para los diferentes niveles de densidad que se alcanzaban, con una imagen de obra terminada, con diferencias en el color y la ornamentación, pero guardando una gran unidad de conjunto126.

123 Conrado González Mejía. “La educación primaria y secundaria (1880-1950)”. Historia de Medellín. Director, Jorge Orlando Melo. Medellín, Compañía Suramericana de Seguros, 1996, pp. 748-760.124 Alcaldía de Medellín, Archivo Histórico de Medellín y Biblioteca Pública Piloto. Ruta Bicentenaria. Medellín, Alcaldía de Medellín, 2010, p. 2.125 Lucía Martínez Cuadros. “La transformación de los espacios y las casas de Medellín entre 1830 y 1930”. [Monografía de grado]. Departamento de Historia, Universidad de Antioquia, 2000, p. 1.126 Gilberto Arango Escobar. De la poética de la casa de patio a la poética de la casa moderna. Medellín, Universidad Nacional de Colombia / Sede Medellín, 1997.

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A partir de lo planteado por Arango Escobar, vale la pena realizarse las siguientes preguntas. ¿Qué significó es cambio para la cultura arquitectónica colombiana? ¿Qué se perdió y que se ganó en ese cambio para la gente en su condición de usuarios de la vivienda receptores de la obra arquitectónica? ¿Por qué los arquitectos renunciaron a la posibilidad de mantener elementos y componentes claves de esas arquitecturas que fueron el producto de un largo proceso de evolución tipológica y estética y que contaban además con gran aceptación de la gente, para la cual elementos como el patio llegaron a tener gran significación y sentido simbólico hasta el punto de que aún actualmente existen personas que nunca han vivido esos espacios les reconocen calidades mayores que las que se encuentran en viviendas medias actuales, diseñadas de acuerdo con criterios como confort, eficiencia, racionalidad, economía de tiempo y esfuerzo, etc.?

También dentro de este ítem, tiene cabida la religión y lo moral. Como es el caso de la tesis doctoral Religión, cultura y sociedad en Colombia: Medellín y Antioquia de Patricia Londoño Vega. Esta obra muestra la manera como la religión y la Iglesia católica fortalecieron su presencia en Antioquia, impregnado hondamente la vida de sus gentes de todas las condiciones. Describe el papel que una y otra desempeñaron de sus años de mayor influencia, siguiendo la evolución de las parroquias, asociaciones devotas y comunidades religiosas, así como la devoción privada y las manifestaciones de fe pública en esta región donde numerosas sociedades filantrópicas apuntalaban la estabilidad social127.

En materia de lo proletario y todas las temáticas que encierra este elemento historiográfico, Hernán Darío Villegas Gómez en Facetas sociales en la formación del proletariado antioqueño. Expone que antes el problema del movimiento obrero estaba pensado exclusivamente desde el ámbito sindical y sus conexiones con el Estado y los partidos políticos. Sin embargo, este mismo historiador plantea que tales investigaciones se deben hacer desde su configuración social, sus características culturales, sus representaciones, sus relaciones con el medio urbano y otros sectores sociales, su vida en la fábrica y su cotidianidad y hasta la dimensión y la direccionalidad en sus luchas que van más allá de sus propósitos reivindicativos inmediatos. Puesto que, la evolución de esta contradicción significó el desenvolvimiento del país en adelante donde fue definitiva la consolidación de lo urbano y de la industria como espacios necesarios para la consolidación del proletariado128.

En contraposición de lo anterior, Alberto Mayor Mora en Ética, trabajo y productividad en Antioquia. Una interpretación sociológica sobre la influencia de la Escuela Nacional de Minas en la vida, costumbres e industrialización regionales, plantea que al “demostrar cuál fue el sentido y el empuje que dieron esas fuerzas morales a la conducta prácticas de empresarios y obreros antiqueños, y en el caso de la Escuela Nacional de Minas, saber que pautas de acción éticas motivaron a sus ingenieros a aprovechar las oportunidades económicas brindadas por la región, es decir, que patrones de conducta los guiaron por nuevas vías de actividad y ejercieron una constante presión para inspirar inalterable devoción a esa actividad”. Se puede dilucidar, que “medidas [en] tales imperativos moralistas establecieron una base amplia para las innovaciones y aplicaciones técnicas en la economía, al dignificar y exaltar tales innovaciones y aplicaciones”129.

127 Patricia Londoño Vega. Religión, cultura y sociedad en Colombia: Medellín y Antioquia, 1850 – 1930. Trad. Carlos José Restrepo, Colección Tierra Firme, Serie Continente Americano, Bogotá, Ediciones Fondo de Cultura Económica, 2004, p. 10.128 Hernán Darío Villegas Gómez. Facetas sociales en la formación del proletariado antioqueño. 1880-1930. Medellín, Concejo de Medellín, 1990, p. 7.129 Alberto Mayor Mora. Trabajo y productividad en Antioquia. Una interpretación sociológica sobre la influencia de la Escuela Nacional de Minas en la vida, costumbres e industrialización regionales. 2ª. Ed.,

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Ya que, Antioquia para muchos de sus líderes de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, tenía la más alta riqueza no en sus minas, ni su comercio, sino las virtudes heredadas de nuestros antepasados”; siendo esto el germen para que el antioqueño fuera un símbolo proverbial de industriosidad, laboriosidad y compromiso con su trabajo. Pero si los problemas aparecían más nítidos en el escenario antioqueño por lo cual también significaba que también ocurrían.

Por otro lado, Roberto Luis Jaramillo y Verónica Perfetti, señalan que la historia de las ciudades se perpetúa por la interpretación de los principales hechos sucedidos a lo largo del tiempo, específicamente, a través de la representación cartográfica de su territorio. Esta herramienta se constituye en uno de los medios indispensables para el reconocimiento retrospectivo y prospectivo de los acontecimientos urbanos y regionales130.

Así pues, el conjunto de planos o sistema cartográfico, permite a dar a conocer la situación, tamaño, conformación y evolución de la extensión territorial determinada; por lo tanto constituye un documento de interés para los historiadores e investigadores urbanos. Además, las mismas formas de expresión gráfica revelan no sólo las técnicas disponibles de cada época, sino la habilidad artística de sus autores.

Es así que, esta obra tiene una serie de 14 planos de Medellín, desde 1790 hasta 1950, lo cual es un aporte de gran valor histórico y urbanístico, porque representa la evolución de la ciudad durante aproximadamente doscientos años y constituye un complemento de las crónicas y relatos acerca del desarrollo de Medellín, escritos por Manuel Uribe Ángel, Ricardo Olano, Lisandro Ochoa y otros.

En otra dimensión de la historia urbana medellinense futura, desde la pregunta por el vestido como diferenciador social pero la historiografía colombiana no tenía mucho que ofrecer para responderla. Raúl Domínguez Rendón, señala que una serie de discursos, prácticas y expresiones humanas sin historiar que no se pueden aclarar satisfactoriamente desde la historia económica, social o política que se ha hecho en Colombia. Problemas y pregunta relacionados con los saberes, los objetos, los valores, los cuerpos, la arquitectura, la violencia, el vestido, el arte, la demencia, la cocina, la muerte, los signos y el gasto, y que se han considerado como aspectos novedosos y exóticos que no demandarían complejidad y la rigurosidad de los que tradicionalmente se han valorado como los más importantes131.

Otro elemento a tener en cuenta, dentro de la historiografía urbana de Medellín entre 1890 y 1930 es lo referente al transporte urbano. Inicialmente en materia de este elemento de transformación citadina, Del tranvía de mulas al metro de Medellín, explora los episodios del tranvía de tracción animal o tranvía de mulas, esta obra relata hechos que tiene que ver son su génesis, construcción, operación y desaparición. Resulta notable, al revisar los trabajos entre 1895 y 1897, el desconocimiento del papel que cumplió el menospreciado tranvía de mulas en su momento132.

Igualmente, esta obra dedica un capítulo a la revisión de fuentes primarias de la memoria visual del tranvía. Llama la atención que el material fotográfico y fílmico sea tan pobre, en relación con la importancia del tema. Vale la pena destacar el esfuerzo de las entidades que se han dedicado a recuperar las imágenes del tranvía, aunque resulta

Bogotá, Ediciones Tercer Mundo, 1984, p. 16.130 Roberto Luis Jaramillo y Verónica Perfetti. Cartografía urbana de Medellín. 1750 – 1950. Medellín, Concejo de Medellín/Comisión Asesora para la cultura, 1993.

131 Raúl Domínguez Rendón. Vestido, ostentación y cuerpos en Medellín 1900.1930. Colección Textos Urbanos. Medellín, Fondo Editorial Instituto Tecnológico Metropolitano, 2004.132 Antonio Restrepo Botero y Marina Gutiérrez Mejía. Del tranvía de mulas al metro de Medellín. Colección Bicentenario. Medellín, Editorial Planeta Colombiana, 2010.

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lamentable que muchos materiales se hayan perdido o reposen olvidados en archivos privados de difícil acceso. Se reseña igualmente el escaso material fílmico encontrado. Se trata, en todo caso, de un proceso que habría de definir, en últimas, el derrotero ulterior del sistema.

En la misma medida, Fabio Botero Gómez en Historia del transporte Público de Medellín, hace una reconstrucción histórica del transporte público en Medellín entre 1890 y 1990. Tal trabajo rescata para la memoria ciudadana el paso de las diferentes modalidades de transporte colectivo; cada una de las cuales en su momento fue innovadora y aportó el progreso de la ciudad: tranvía de mulas; tranvía eléctrico y servicio municipal de buses133.

Y al realizarse este recorrido mental rápido sobre lo que ha sido la evolución del “transporte urbano”, paralelo al de la ciudad misma, surge con plena claridad la magnitud de la evolución en este sector, y lo que esta ya “ad portas” en ese campo de la técnica y la organización. Esas cosas por supuesto están a distancia sideral de lo que pasa en una metrópoli como Medellín, pero es necesario tenerlas en mente como el molde de lo posible en una escala funcionalmente igual aunque espacialmente mucho más contenida. Es decir, como una “morfología del futuro urbano” a su nivel propio.

En menor grado, se puede citar las obras de la historiadora Marta Inés Villa Martínez, con el artículo “Medellín: De aldea a metrópoli. Una mirada al siglo XX desde el espacio Urbano”, en el cual pretende mostrar la transformación urbana de Medellín desde finales del siglo XIX hasta los principios del siglo XXI”134.

Y Medellín, transformación y memoria, cuya obra se refiere a la radical transformación urbana que durante el siglo XX sufrió Medellín, en su tránsito de Villa a Ciudad. Transformación que se ejemplifica en tres espacios neurológicos desde el punto de vista arquitectónico y sociocultural: El Parque de Berrío, la Avenida La Playa y el Parque de Bolívar.

Tales investigaciones realizadas respectivamente por el Museo de Arte Moderno de Antioquia y el Museo de Antioquia, dieron como resultado final dos exposiciones: “Cincuenta Años de Pintura y Escultura en Antioquia” y “Medellín, Transformación y Memoria, 1894 – 1994”135.

6.5. La historia institucionalEn todas las sociedades del mundo existen instituciones que se destacan por su labor filantrópica, cívica o cultural. Ellas han desempeñado un papel fundamental en la conquista de unos mejores niveles de vida, la preservación del medio ambiente, la protección de los desvalidos, la promoción de la cultura y otras labores no lucrativas, llenando espacios propios de la esfera del Estado. Sin embargo, los logros de estas instituciones son impensables, desligadas a las personas que las han fundado y dirigido. A veces pareciera que él éxito corporativo depende más del liderazgo que en ellas ejercen ciertos personajes de formación integral y visión empresarial, que de la tradición del mismo ente, o de su razón social.133 Fabio Botero Gómez. Historia del transporte Público de Medellín. Medellín, Editorial Secretaría de Educación y Cultura de Medellín, 1998134 Marta Inés Villa Martínez. “Medellín: De aldea a metrópoli. Una mirada al siglo XX desde el espacio Urbano”. Moncada Cardona, Ramón (Coord.). Historia de las ciudades e historia de Medellín como ciudad”. Medellín, Corporación Región, 2007, p. 100.135 Compañía Suramericana de Seguros y Museo de Antioquia. Medellín, transformación y memoria. Medellín, Servigráficas, 1994, p. 3.

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Por esto mismo, instituciones como el Concejo de Medellín, son elegidas por voto popular se deben a la ciudadanía en mayor medida que las demás, en tanto ella les otorga el poder para incidir en su destino mediante la puesta en marcha de diversos proyectos que propenden por el desarrollo social, económico, urbanístico y cultural de las ciudades y los países. Por ello, las corporaciones públicas tienen la responsabilidad de dar cuenta de su gestión, cumpliendo con el mandato constitucional de la transparencia.

Para lograr tal fin, el Concejo de Medellín con la publicación de la obra El Concejo de Medellín, protagonista del desarrollo de la capital antioqueña se propone contribuir a la formación de una cultura cívica de los medellinenses, al mismo tiempo que hacer un aporte al conocimiento de la historia de la ciudad. Con base en ambos objetivos, y en la medida que los ciudadanos se apropien del contenido de la obra, es posible avanzar en la construcción de valores ciudadanos y del sentido de pertenencia con miras al fortalecimiento de las instituciones democráticas136. La cual es el resultado investigativo solicitado al Grupo de Investigación en Historia Social de la Universidad de Antioquia y por lo tanto no es la historia oficial, ni pretende agotar las preguntas ni la documentación existente.

Por otro lado, La Sociedad de Mejoras Públicas. Cien años haciendo ciudad, es una obra que cuenta como la élite medellinense jalonaba cambios económicos y sociales, conocedora de los traumatismos producidos en otros países por la industrialización, creada a la vez instituciones como la Sociedad de San Vicente de Paúl, los Patronatos de obreras, los ancianatos y las casas de niños expósitos, dedicadas a mitigar los impactos sociales; necesitaba de arte y cultura, construía teatros y fomentaba la enseñanza de la música y la plástica; consciente de la necesidad de crear ciencia para la solución de los problemas regionales, impulsaba el desarrollo de la Universidad de Antioquia y de la Escuela de Minas; y para regular el crecimiento urbanístico, fomentar el sentido de pertenencia y el civismo entre la ciudadanía, no sólo se valió del Concejo de Medellín, sino que creó la Sociedad de Mejoras Públicas. Todo esto lo permitió gozar de cierto consenso en torno a su proyecto regional.

Esta obra muestra la estructura de esta institución y sus integrantes, su forma de trabajo, sus fuentes de financiación y la gestión realizada en torno a ciertas obras, así como la intencionalidad subyacentes en ellas. Las fuentes empleadas fueron básicamente las monografías históricas y los cronistas de la ciudad, el Archivo de la Sociedad de Mejoras Públicas y la revista Progreso.

Este trabajo es el primer esfuerzo sistemático de aproximación a una historia interna de la institución cívica. Hasta el momento sólo se han hecho algunos trabajos desde la óptica de una historia urbana, entre las cuales el más representativo es el del historiador Fernando Botero Herrera. Por esta razón no se ha estudiado más a fondo la obra educativa y cultural de la Sociedad de Mejoras Públicas.

6.6. Civismo, élites y transformación urbana: Análisis de cinco obras que marcaron un hito en la historiografía urbana de MedellínUna ciudad es un instrumento de manejo de inconscientes colectivos, y por ello, ha sido diseñada como un gran recipiente donde se almacena la memoria, se sistematiza el pasado y se reproduce una imagen de la sociedad que la habilita en un constante proceso de creatividad que va acompañado de sistemas de control. A la pluralidad de la expresión en la ciudad se le anexan sofisticados sistemas de represión, y a la gran

136 Rodrigo García Estrada (Coord.). El Concejo de Medellín, protagonista del desarrollo de la capital antioqueña. Medellín, Instituto Tecnológico Metropolitano, 2000.

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libertad que ofrece se le adiciona al control social. Gracias a estas relaciones dialécticas la ciudad se convirtió en un instrumento de dominación, en un gran escenario de representación del poder y en un sistema de pedagogía del orden, y, a su vez, en un sistema que permitió concentrar funciones que hasta entonces se encontraban desagregadas. De estas funciones podemos destacar la expansión de las energías humanas, y por ende, el aparecimiento de la civilización discurre de manera simultánea con el surgimiento de la ciudad. Todo ello fue posible gracias a la capacidad de concentrar y movilizar la energía humana en proporciones hasta entonces conocidas, condición indispensable para poder realizar los trabajos colectivos que caracterizan la vida urbana.

La condición de teatralidad es una característica que se destaca en la vida urbana. La ciudad se dispone como un gran escenario del poder, característica que sobresale en la ciudad española en América. A tal extremo se llega en Hispanoamérica que hasta la forma urbana se vuelve instrumento importante para preservar el orden estableció y para destacar la condición de estratificación social que imperaba en la Colonia. Este escenario urbano presta un servicio eficiente en el momento de la fiesta, que aparece como una forma de volver la triste realidad en algo aparentemente maravilloso, y es el momento que los poderosos se convierten en los verdaderos protagonistas, puesto que las actividades lúdicas sirven para subrayar el poder y el prestigio, bajo la farsa imagen de la igualdad. Todo esto no hace sino poder en evidencia que dentro de las funciones de la ciudad se destaca la condición de ser centro de poder, y por ello, en la historia urbana la evolución de las fuerzas políticas ocupa un puesto preponderante.

La multiplicidad de características que acoge el fenómeno urbano nos advierte de la necesidad de utilizar diversas metodologías. Ninguna disciplina está en capacidad de dar cuenta de todos los fenómenos que en este recipiente de vida se producen, y esto hace que se imponga la interdisciplinariedad. Puesto que las herramientas que provienen de una sola disciplina no nos permiten entender sino parcialidades de la vida urbana, es necesario recurrir a diferentes aportes metodológicos y conceptuales para poder construir una idea que se aproxime a la satisfacción a los intereses investigativos. En este sentido, se hace necesario complementar el análisis proveniente de las profesiones que estudian la forma pero también de aquéllas que se esfuerzan para comprender el contenido. De esta manera, el juego que se produce entre los continentes y sus contenidos nos obliga a recurrir a la arquitectura así como el urbanismo, para entender la evolución de la forma urbana, pero sin la geografía no podemos entender las relaciones que se dan entre la ciudad y su territorio; si no se comprenden las debilidades y fortalezas derivadas de las localización, no se pueden entender el devenir histórico de ninguna ciudad. Igualmente, sin el análisis de la antropología, no se puede comprender como se estructuran los diferentes sistemas de relaciones humanas y como éstos van evolucionando. Opiniones similares se pueden formular sobre la importancia de la economía, la sociología, el arte, en fin, sobre las disciplinas que tratan de explicar a las gentes congregadas en aquello que llamamos ciudad.

Es por esto mismo, que la historiadora Catalina Reyes Cardona inicia la introducción de Aspectos de la vida social y cotidiana de Medellín 1890 – 1930 refiriéndose a que “hasta hace poco los estudios sobre Medellín habían partido de la idea implícita de que, hasta los años sesenta, la hermosa “tacita de plata” había sido un oasis de tranquilidad, limpieza, orden social y modelo de sociedad católica. Este pasado ideal, supuestamente se derrumbó como consecuencia de la crisis del modelo industrial, las masivas migraciones e indudablemente por la estocada final que le dio el narcotráfico”137.

137Catalina Reyes Cárdenas. Aspectos de la vida social y cotidiana de Medellín 1890 – 1930. Bogotá, Colcultura, 1996, p. xi.

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Este panorama nada alentador lo completa esta magister en Historia de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, al manifestar que al estudiar la “Historia de Medellín” se pueden encontrar fenómenos como los “problemas […] de las migraciones masivas de la población rural de distintas regiones del departamento [de Antioquia], la falta de vivienda urbana, de educación y de servicios médicos, la carencia de servicios públicos, el desempleo, las pocas oportunidades para las mujeres pobres, la ausencia de una cultura urbana que generará identificación entre sus habitantes y la consolidación de amplias zonas marginales y excluidas, eran síntomas de una crisis que sí bien se venía incubando lentamente, tuvo su climax entre los setenta y los ochenta”138.

Ahora bien, Aspectos de la vida social y cotidiana de Medellín 1890 – 1930 , como lo dice su autora pretende “reconstruir la manera como los pobladores de la ciudad afrontaron la transformación de Medellín, de pequeña villa comercial llegó a ser la primera ciudad industrial del país, en un proceso acelerado de modernización y urbanización”139. Pero, como lo dice el título de este libro, el “hilo conductor de esta historia está puesto en el transcurrir de la vida cotidiana y un tanto privada de los distintos grupos de la ciudad”140, adicionalmente, la autora expresa que la misma se pretendió realizar en un “tejido más sutil y resbaladizo para que [permitiera] explicar las actitudes mentales, los sentimientos y los comportamientos de hombres, mujeres y jóvenes que habitaron en la ciudad entre 1890 y 1930”141.

Mientras tanto, en el trabajo del historiador Fernando Botero Herrera Medellín 1890-1950. Historia urbana y juegos de intereses, se utilizan crónicas diversas de la ciudad y fuentes desconocidas de archivos poco empleados hasta el momento de publicación de la misma, el desarrollo de una ciudad colombiana como Medellín, que fue la pionera en el país del proceso de industrialización por la vía de la sustitución de importaciones, y cuyo modelo de desarrollo se ha caracterizado por el predominio de los intereses privados sobre los públicos.

Sin embargo, es conveniente matizar tal afirmación porque en Medellín, durante su transición de pueblo grande a ciudad en la primera mitad del siglo XX, y en contraste con la tendencia del desarrollo actual en el país; que privilegia siguiendo las modas y las presiones internacionales, la esfera de lo privado y enfatiza la regulación del mercado sobre el papel del Estado; se combinó de manera original el fortalecimiento de lo particular con la construcción, municipalización y consolidación de las empresas públicas de servicios y con una incipiente regulación, proveniente ante todo el concejo de la ciudad y de otras entidades controladas por la élite142.

No obstante, cuando hace algunos años sobresalió en Medellín dentro del contexto nacional, gracias al empeño y racionalidad puesto al servicio de las obras públicas y a una composición virtuosa de gerentes técnicos egresados de la Escuela de Minas, a quienes recomendó la dirección y el manejo de las empresas de servicios públicos143.

138 Catalina Reyes Cárdenas. Aspectos de la vida social y cotidiana de Medellín 1890 – 1930. Bogotá, Colcultura, 1996, p. xi.139 Catalina Reyes Cárdenas. Aspectos de la vida social y cotidiana de Medellín 1890 – 1930. Bogotá, Colcultura, 1996, p. xi.140 Catalina Reyes Cárdenas. Aspectos de la vida social y cotidiana de Medellín 1890 – 1930. Bogotá, Colcultura, 1996, p. xi.141 Catalina Reyes Cárdenas. Aspectos de la vida social y cotidiana de Medellín 1890 – 1930. Bogotá, Colcultura, 1996, p. xii.142 Fernando Botero Herrera. Medellín 1890-1950. Historia urbana y juegos de intereses. Colección Clío. Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 1996, p. xiv.143 Fernando Botero Herrera. Medellín 1890-1950. Historia urbana y juegos de intereses. Colección Clío. Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 1996, p. xiv.

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Adicionalmente, el poder económico y político y la dominación ideológica estuvieron centrados en una élite comercial e industrial durante 1890 a 1950, de hegemonía en sentido amplio, es decir, que logró imponer sus intereses particulares y hacerlos aparecer como colectivos. Como lo logró, como funcionaba este modelo cohesionador, como se realizó este intercambio entre lo público y lo privado, cuales intereses se impusieron y como se incorporaron las clases subalternas en el modelo, es lo que se trata establecer mediante el análisis de la historia de Medellín era el período crucial de su modernización144.

La primera hipótesis que plantea Botero Herrera, en esta obra, es sustentar en la investigación y que daría la clave para entender la legitimidad lograda por esta forma de manejo de la ciudad, es la formación de una ética centrada en la creación de un espíritu cívico, el cual se fomentó mediante campañas de diversa índole impulsadas por la Sociedad de Mejoras Públicas, entidad que propagó sus ideas a través de la revista denominada simbólicamente “Progreso”, su órgano de divulgación, como también con la creación de centros cívicos en los principales barrios de la ciudad y en otras poblaciones. Tal institución tuvo una importancia central en todo aquello relacionado con la ciudad o lo que sus miembros entendieron en su momento como planificación urbana145.

El segundo objetivo de Medellín 1890-1950. Historia urbana y juegos de intereses es realizar una reconstrucción amplia de la ciudad y de su proceso de modernización cristalizada en transformaciones significativas de la morfología urbana, como es la construcción de edificios modernos aprovechando una cadena de incendios en lugares céntricos, la reforma o destrucción de casas viejas y la ampliación y apertura de vías; y en obras públicas de gran impacto, como fueron la canalización del río Medellín, el arribo del Ferrocarril de Antioquia en 1914 y el establecimiento del tranvía eléctrico146.

Adicionalmente, esta obra explora la formación de un mercado de tierras y sus nexos con otras actividades económicas; utilizando archivos privados que permiten recrear la actividad económica y los negocios de algunos de los más destacados empresarios; la destrucción permanente del patrimonio arquitectónico y el poder de ciertos saberes en la construcción y configuración de un tipo específico de ciudad, así como el desarrollo de los principales barrios populares y obreros, y del primer residencial de corte burgués de la ciudad; todo ello adquirió mayor dinámica a medida que avanzó el siglo XX147.

Por otro lado, Como lo dice el historiador Luis Fernando González Escobar, no pretende resumir aquellos ni ser la “historia urbana” de Medellín. Cuya obra es tal vez una “pretensión ambiciosa y lejana de sus propósitos, pero sí ir en esa dirección en términos de entender el espacio históricamente construido y las relaciones originadas allí”148.

Por consiguiente, esta obra tiene como objeto de estudio el crecimiento de la ciudad, su expansión urbana y el proceso urbanizador. Donde lo físico no se pregunta desde la

144 Fernando Botero Herrera. Medellín 1890-1950. Historia urbana y juegos de intereses. Colección Clío. Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 1996, p. xiv.145 Fernando Botero Herrera. Medellín 1890-1950. Historia urbana y juegos de intereses. Colección Clío. Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 1996, p. xiv.146 Fernando Botero Herrera. Medellín 1890-1950. Historia urbana y juegos de intereses. Colección Clío. Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 1996, p. xiv.147 Fernando Botero Herrera. Medellín 1890-1950. Historia urbana y juegos de intereses. Colección Clío. Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 1996, p. xiv.148 Luis Fernando González Escobar. Medellín, los orígenes y la transición a la modernidad: Crecimiento y modelos urbanos 1775 – 1932. Medellín, Escuela del Habitat (CEHAP), Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, 2007, p. 12.

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materialidad y su forma, sino también los idearios, pensamientos e ideologías que dieron lugar a su expresión en su territorio149.

El argumento dado por el autor para escoger el período entre 1775 y 1932, es porque la ciudad de Medellín en este período vivió uno de los procesos que condujeron a la transformación de esta desde todos los campos.

Existía una concentración de actividades económicas que la consolidaron inicialmente como ciudad comercial, bancaria e industrial; luego, con el aumento de población paso a ser la segunda ciudad de Colombia, produciendo un movimiento social con una amplia participación de los artesanos y los técnicos generando la llamada modernización desde abajo; paso de la aldea de la Villa de Nuestra Señora de la Candelaria a sentirse y a verse como la ciudad de Medellín; por esto mismo, su estructura urbana fue modificada con el fin de parecerse que se estaba construyendo y que se proyectaba hacía el exterior; y la arquitectura respondió a varios intereses, dejo atrás lo simple para iniciarse la construcción de la nueva imagen y realidad urbana. Proceso que sentó las bases de la actual ciudad de Medellín150.

Pues bien, como lo manifestó la historiadora Catalina Reyes Cárdenas, el rápido proceso de crecimiento y urbanización reflejado en los cambios de la infraestructura y equipamientos urbanos de la antigua villa, lo mismo que la complejidad de su tejido social, no fue espontáneo en Medellín, sino que se produjo en otras ciudades de Colombia y de Latinoamérica, donde se dieron fenómenos similares151. Sin embargo, vale la pena resaltar las particularidades nacionales y regionales de estos fenómenos, aparte de la temporalidad temprana o tardía de los mismos, reflejada en transformaciones sociales, culturales, económicas, políticas, y de imaginarios que se expresarían en el tejido urbano y la arquitectura. Si bien hay hechos comunes, unas concepciones generalizantes, también son claras las particularidades presentadas en Medellín152.

La modernidad tradicionalista señalada por la historiadora Reyes Cárdenas, en donde la modernización capitalista local reforzada con valores católicos: una modernización técnica y económica con una escasa modernidad cultural, política y social153.

Ahora bien el planteamiento de la modernidad, como el proceso no sólo de la búsqueda de la modernización infraestructural, y por ende, el desarrollo capitalista, sino de la subjetividad moderna. Es por esto, hay que entender la modernidad de Medellín tanto por la acumulación capitalista que se iniciaba o por las obras civiles de comunicación como por el “espíritu de progreso” y de secularización que impregnaba a la sociedad154.

149 Luis Fernando González Escobar. Medellín, los orígenes y la transición a la modernidad: Crecimiento y modelos urbanos 1775 – 1932. Medellín, Escuela del Habitat (CEHAP), Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, 2007, p. 12.150 Luis Fernando González Escobar. Medellín, los orígenes y la transición a la modernidad: Crecimiento y modelos urbanos 1775 – 1932. Medellín, Escuela del Habitat (CEHAP), Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, 2007, p. 12.151 Catalina Reyes Cárdenas. Aspectos de la vida social y cotidiana de Medellín 1890 – 1930. Bogotá, Colcultura, 1996, p. 2. Citado por Luis Fernando González Escobar. Medellín, los orígenes y la transición a la modernidad: Crecimiento y modelos urbanos 1775 – 1932. Medellín, Escuela del Habitat (CEHAP), Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, 2007, p. 13.152 Luis Fernando González Escobar. Medellín, los orígenes y la transición a la modernidad: Crecimiento y modelos urbanos 1775 – 1932. Medellín, Escuela del Habitat (CEHAP), Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, 2007, p. 13.153 Luis Fernando González Escobar. Medellín, los orígenes y la transición a la modernidad: Crecimiento y modelos urbanos 1775 – 1932. Medellín, Escuela del Habitat (CEHAP), Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, 2007, p. 13.

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No obstante, para algunos autores esa modernidad y el cambio urbano sólo fueron posibles hacia la década de 1920 con la incipiente industrialización producida en Medellín. Medellín, los orígenes y la transición a la modernidad: Crecimiento y modelos urbanos 1775 – 1932 señala que tal proceso es mucho más temprano, antecedido por la misma fase industrial y preindustrial, en el que inclusive se le da un valor a los antecedentes urbanos y sociales desde finales del siglo XVIII y en los tres primeros cuartos del siglo XIX, que son la primera parte de esta obra. En este primer fragmento de la obra es una aproximación a los avatares del pensamiento “civilizatorio”, el “progreso” y el crecimiento de la Villa y cuales fueron concreciones en el escenario urbano155.

En resumen, Medellín, los orígenes y la transición a la modernidad: Crecimiento y modelos urbanos 1775 – 1932 es aparentemente el mismo tema de muchas otras investigaciones, es la ciudad de Medellín y su crecimiento urbano, pero es un intento de abordarlo desde otras perspectivas y con nuevos aportes156.

Por último, Cien años de vida de Medellín, 1890-1990 es el resultado de una investigación y trabajo de un par de años auspiciado por el Concejo Municipal de Medellín; y por supuesto, de la relación de toda una vida, con pocos intervalos, de una persona con una ciudad.

En la primera parte de esta obra, llamada “El nacimiento de una ciudad 1890 – 1920”, Fabio Gómez Botero, realizó un bosquejo de la evolución de las expresiones socio-culturales y sociopolíticas en este período. Porque, primero es imposible desligar a Medellín del contexto antioqueño. Es en este período en el que Antioquia se manifiesta, se abre al ámbito nacional sin ninguna clase de inhibición o temor; es una manifestación casi altiva, confiada, segura de sí misma. Y en la segunda parte “De la ciudad joven a la gran ciudad”, el autor realiza igual tarea pero entre 1920 y 1950 donde el mismo realiza una excelente relación entre lo literario y lo histórico.

6.7. Entre progreso y filantropía: Un texto a modo de conclusión analizando la producción historiográfica sobre el Medellín futuroEric Hobsbawn en Sobre la historia, dice que la historia es la materia prima de la que se nutren las ideologías nacionalistas, étnicas y fundamentalistas, del mismo modo que las adormideras son el elemento que sirve de base a la adicción a la heroína. El pasado es un factor esencial de dichas ideologías. Y cuando no hay uno que resulte adecuado, siempre es posible inventarlo157.

De hecho, lo más normal es que no exista un pasado que se adecúe por completo a las necesidades de tales movimientos, ya que, desde un punto de vista histórico, el fenómeno que pretenden justificar no es antiguo ni eterno, sino totalmente nuevo. El pasado legitima, cuando el presente tiene poco que celebrar, el pasado proporciona un trasfondo glorioso. En estas circunstancias, los historiadores se encuentran con que han de interpretar el inesperado papel de los actores políticos.

154 Luis Fernando González Escobar. Medellín, los orígenes y la transición a la modernidad: Crecimiento y modelos urbanos 1775 – 1932. Medellín, Escuela del Habitat (CEHAP), Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, 2007, p. 13.155 Luis Fernando González Escobar. Medellín, los orígenes y la transición a la modernidad: Crecimiento y modelos urbanos 1775 – 1932. Medellín, Escuela del Habitat (CEHAP), Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, 2007, p. 13.156 Luis Fernando González Escobar. Medellín, los orígenes y la transición a la modernidad: Crecimiento y modelos urbanos 1775 – 1932. Medellín, Escuela del Habitat (CEHAP), Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, 2007, p. 14.157 Eric Hobsbawn. Sobre la historia. Trad. Jordi Beltrán y Josefina Ruíz. Colección Libros de Historia. Crítica, Barcelona, 1998, pp. 11-19. [Ed. Original en inglés 1997].

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Esta situación afecta a la historia en general de dos maneras distintas, que es la responsabilidad del experto en esta disciplina con respecto a los hechos históricos, en particular, son somos los encargados de criticar todo abuso que se haga de la historia desde una perspectiva político-ideológica.

Para hacer referencia a estas responsabilidades, se deben hacer referencia a dos acontecimientos. El primero es la actual tendencia de los novelistas a basar la trama de sus obras en hechos reales en vez de argumentos imaginarios, con lo cual se desdibuja la frontera que separa la realidad histórica de la ficción. Y el segundo es el auge que están experimentando las modas intelectuales postmodernas en las universidades occidentales, especialmente en los departamentos de literatura y antropología; en ellas subyace la idea de que los hechos a los que se presupone una existencia objetiva no son sino en meras creaciones mentales: en resumen, que no hay una diferencia clara entre la realidad y la ficción. Sin embargo, Sin embargo, la diferencia existe, y es fundamental que los historiadores sean capaces de distinguir entre ambas. El historiador no puede inventar los hechos que estudia. El mal uso que la ideología suele hacer de la historia se basa más en el anacronismo que en la mentira158.

Y esto lo complementa, Edward Hallet Carr, al manifestar que el historiador, cuando es consciente es de su propia situación, es capaz de trascenderla y mejor armado está para verificar la naturaleza esencial de las diferencias entre su sociedad y sus con-cepciones y las de otros períodos y países, que el historiador empeñado en proclamar que él es un individuo y no un fenómeno social159.

Puesto que, el hombre tiene la capacidad de elevarse por sobre su situación social e histórica, que parece condicionada por su capacidad de aquilatar hasta qué punto está vinculada a ella. Antes de estudiar al historiador, estúdiese su ambiente histórico y social. El historiador, siendo él un individuo, es asimismo producto de la historia y de la sociedad; y desde este doble punto de vista tiene el estudioso de la historia que aprender a analizarla.

Siguiendo con este historiador británico, vale la pena preguntarse, ¿Qué es objeto de la investigación del historiador, el comportamiento de los individuos o la acción de las fuerza sociales? Ante esto, Carr responde como lo manifestaba el poeta, dramaturgo y crítico literario  estadounidense Thomas Stearns Eliot en su ensayo Historical Inevitability cuando inicia diciendo “Las vastas fuerzas impersonales”; y a todo lo largo del ensayo satiriza a quienes creen que “vastas fuerzas impersonales” son el factor decisivo de la historia, y no los individuos. A esto lo llama Edward Hallet Carr, la teoría de la historia de la nariz de Cleopatra, que cuya concepción es la importancia en la historia de el carácter y el comportamiento de los individuos, tiene una antigua condición. La tendencia a proclamar al genio individual como fuerza creadora de la historia es característica de las fases primitivas de la conciencia histórica160.

Ya que, existen millones de anónimos en la historia que actúan conjuntamente, más o menos conscientemente, y constituyen una fuerza social. En condiciones normales el historiador no necesitará saber de un solo y único campesino descontento, de una sola aldea insatisfecha. Pero millones de campesinos descontentos en miles de aldeas son factor que no puede desconocer ningún historiador. Las razones por las que una persona cualquiera se abstiene de casarse no interesan al historiador, como no sea que las mismas razones determinen la abstención de miles de otros individuos de la misma 158 Eric Hobsbawn. Sobre la historia. Trad. Jordi Beltrán y Josefina Ruíz. Colección Libros de Historia. Crítica, Barcelona, 1998, pp. 11-19. [Ed. Original en inglés 1997].159 Edward Hallet Carr. ¿Qué es la historia? Trad. Joaquín Romero Maura. Colección Ariel Historia. Barcelona, Editorial Ariel, 2001, pp. 57- 58. [Ed. Original en ingles 1986]160 Edward Hallet Carr. ¿Qué es la historia? Trad. Joaquín Romero Maura. Colección Ariel Historia. Barcelona, Editorial Ariel, 2001, pp. 58- 66. [Ed. Original en ingles 1986]

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generación, originando con ello una carencia considerable del índice de casamientos, en tal caso podría ser que resultasen significativas desde el punto de vista de la historia. Ni hemos de turbarnos ante la usada afirmación de que los movimientos los inician minorías. Todos los movimientos efectivos tienen unos cuantos guías y multitud de se-guidores; pero esto no quiere decir que la multitud no sea esencial para su triunfo. En historia, el número cuenta161.

En conclusión, dentro del escenario historiográfico del Medellín futuro, esto quiere decir a las investigaciones de esta índole que tenían como periodización entre 1890 y 1930, lo anteriormente descrito y argumentado se presenta este fenómeno.

Pues, como es bien sabido, en la idiosincracia paisa, especialmente la antioqueña se enaltece de su cualidad de pujanza, trabajadora y valiente. Sin embargo, tales atribuciones han recalado en el imaginario social de esta región causando un daño sin reparación en las investigaciones históricas en cualquier periodicidad y de cualquier temática. Y en esto vale apoyarse en una frase de Belisario Betancur Cuartas, “Haríamos a Antioquia el mejor homenaje si, aprovechando que estamos entre antioqueños, aplicáramos sinceridad al repaso de nuestro presente, a fin de indagar si seguimos siendo los mismos y si continuamos guardando el compás, para de allí extraer alguna lección útil a nuestro futuro”.

Y a partir de lo dicho anteriormente, se puede concluir que efectivamente existen obras históricas sobre el Medellín futuro, las cuales son la manifestación del esfuerzo del autor por dar a entender otra “cara”, por así decirlo” de los mitos expresados y creídos sobre la industrialización y el progreso de la ciudad entre 1890 y 1930. No pasan de ser, unos intentos de unas verdaderas investigaciones que muestren al lector otras ideas sobre el tema referido.

Esto se puede argumentar en los mismo títulos de estas obras, en la que por ejemplo Fernando Botero Herrera con Medellín 1890-1950. Historia urbana y juegos de intereses, a partir del título causa una expectativa, pero sigue realizando una “historia de la nariz de Cleopatra” como lo manifiesta Edward H. Carr, donde enaltece la labor de unas instituciones y grupos sociales organizados para el “progreso” de la Medellín.

También, vale la pena destacar a pesar que Catalina Reyes Cárdenas utiliza fuentes de diferente índole y su objeto de estudio son los grupos sociales olvidados. Esta historiadora presenta sus conclusiones, de solamente lo encontrado en las fuentes escritas oficiales, de algunos periódicos; tanto partidistas como sindicalistas; y de algunas obras de los principales autores antioqueños testigos de esa transformación urbana presentada en Medellín entre 1890 y 1930. Por lo tanto, pasa por alto lo que se puede analizar del material visual de la época y de otras fuentes, las cuales pueden llevar al lector a apreciaciones diferentes.

Siendo consciente que esta investigación, no caería en la pretensión de resolver tales problemas metodológicos. Es válido decir, que puede ser uno de los tantos llamados “primeros intentos” en tratar de mostrarle al público lector de la misma, otras facetas de la Medellín del Futuro, como tradicionalmente se le conoce en la historiografía antioqueña y colombiana. Y para ello, en “De villa comercial a ciudad industrial: Transformación urbana de Medellín, 1890 -1930” se utilizarán fuentes que pocas veces han sido utilizadas para estudiar esta época de la historia medellinense.

161 Edward Hallet Carr. ¿Qué es la historia? Trad. Joaquín Romero Maura. Colección Ariel Historia. Barcelona, Editorial Ariel, 2001, p. 67. [Ed. Original en ingles 1986]