medalla francisco díaz

7
MEDALLA FRANCISCO DÍAZ J.Mª GIL-VERNET Actas Urol Esp. 27 (1): 3-9, 2003 3 P ermítanme, en primer lugar, manifestarles a todos mi agradecimiento y expresarles la gran satisfacción, el gran honor que es para mí el que se me otorgue la máxima condecoración de la Asociación Española de Urología, de la Urología Española, como es la medalla de Francisco Díaz. Les doy las gracias de corazón a cada uno de los que forman parte de la comunidad urológica espa- ñola y muy especialmente a su presidente, el Dr. Oscar Leiva persona a la que tengo gran estima tanto por sus cualidades personales como huma- nas. Muchas gracias. Oscar. Más de cuatro siglos han transcurrido ya desde que Francisco Díaz publicase su obra "Tratado de todas las enferme- dades de los riñones, vexiga y carnosidades de la verga, y urinaria", libro venerable que se publicó en Madrid en 1588. Aquel hombre avanzado a su tiempo, que nació en Rioseras, no se conoce exac- tamente la fecha, fue entre 1510 y 1515, y que falleció en Madrid en 1590, se doctoró por la uni- versidad de Alcalá y durante largos años ejerció la medicina y posteriormente se trasladó a la corte como cirujano del rey Felipe II. Francisco Díaz era consciente del vigoroso impulso que la cirugía experimentó durante la baja Edad Media imprescindible para que duran- te el Renacimiento se desarrollasen las novedades quirúrgicas que traen consigo los siglos modernos. El espíritu de aventura y el afán de innovación fue- ron los motores que contribuyeron al gran desa- rrollo que experimentó el estudio de las afecciones urogenitales y que quedan recogidos en su obra. Hay que destacar la contribución de Francisco Díaz al tratamiento quirúrgico de la litiasis. "La innovación quirúrgica como aventura" podría ser a los ojos del historiador actual, el epígrafe que define su labor científica. Esta labor preparaba con dos siglos de antelación la futura transforma- ción del litotomista, tachada desde los tiempos de Hipócrates de charlatán, es miembro respetado de la comunidad médica y científica. No hay duda, en la España del Siglo XV y hasta bien entrado el siglo XVIII se distinguían los médicos titulados universitarios, entre los que se encontraban los bachilleres, licenciados y docto- res; los cirujanos (rivales de los médicos); los cirujanos-barberos (servidores de los médicos y con frecuencia peones suyos en esa pugna profe- sional) y los curanderos. El puesto de cirujano en la sociedad era notoriamente inferior al de médi- co, y más cuando éste podía ostentar el título de doctor. Cervantes, en su novela "El juez de los divor- cios", nos cuenta como una mujer alega que su matrimonio no es válido, porque quién se casó con ella dijo ser médico, no siendo más que cirujano. Es natural que este espléndido progreso favo- reciera el desarrollo y la posterior consolidación de la Urología, como especialidad médico-quirúrgica a finales del siglo XVIII. A lo largo del siglo XIX la exploración macroscó- pica del cuerpo humano quedó concluida. En 1920, ninguna noción anatomo-descriptiva, era posible añadir a las que contenían los grandes Tratados de Anatomía. Pero el Anatomista ambicioso, como pen- saba mi padre, el disector nato que quiere elevar a verdadera ciencia morfológica el conjunto de sus saberes descriptivos, ¿podía conformarse tan sólo con ordenarlos? Indiscutiblemente la respuesta tenía que ser no. La Anatomía Helénica de Galeno y la Renacentista de Vesalio, ambas descriptivas, sustrato imprescindible para conocer el cuerpo ACTAS UROLÓGICAS ESPAÑOLAS ENERO 2003 COMUNICACIÓN ESPECIAL

Upload: jma

Post on 06-Jan-2017

212 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

MEDALLA FRANCISCO DÍAZ

J.Mª GIL-VERNET

Actas Urol Esp. 27 (1): 3-9, 2003

3

Permítanme, en primer lugar, manifestarles atodos mi agradecimiento y expresarles la gran

satisfacción, el gran honor que es para mí el quese me otorgue la máxima condecoración de laAsociación Española de Urología, de la UrologíaEspañola, como es la medalla de Francisco Díaz.Les doy las gracias de corazón a cada uno de losque forman parte de la comunidad urológica espa-ñola y muy especialmente a su presidente, el Dr.Oscar Leiva persona a la que tengo gran estimatanto por sus cualidades personales como huma-nas. Muchas gracias. Oscar. Más de cuatro sigloshan transcurrido ya desde que Francisco Díazpublicase su obra "Tratado de todas las enferme-dades de los riñones, vexiga y carnosidades de laverga, y urinaria", libro venerable que se publicóen Madrid en 1588. Aquel hombre avanzado a sutiempo, que nació en Rioseras, no se conoce exac-tamente la fecha, fue entre 1510 y 1515, y quefalleció en Madrid en 1590, se doctoró por la uni-versidad de Alcalá y durante largos años ejerció lamedicina y posteriormente se trasladó a la cortecomo cirujano del rey Felipe II.

Francisco Díaz era consciente del vigorosoimpulso que la cirugía experimentó durante labaja Edad Media imprescindible para que duran-te el Renacimiento se desarrollasen las novedadesquirúrgicas que traen consigo los siglos modernos.El espíritu de aventura y el afán de innovación fue-ron los motores que contribuyeron al gran desa-rrollo que experimentó el estudio de las afeccionesurogenitales y que quedan recogidos en su obra.

Hay que destacar la contribución de FranciscoDíaz al tratamiento quirúrgico de la litiasis. "Lainnovación quirúrgica como aventura" podría sera los ojos del historiador actual, el epígrafe que

define su labor científica. Esta labor preparabacon dos siglos de antelación la futura transforma-ción del litotomista, tachada desde los tiempos deHipócrates de charlatán, es miembro respetado dela comunidad médica y científica.

No hay duda, en la España del Siglo XV y hastabien entrado el siglo XVIII se distinguían losmédicos titulados universitarios, entre los que seencontraban los bachilleres, licenciados y docto-res; los cirujanos (rivales de los médicos); loscirujanos-barberos (servidores de los médicos ycon frecuencia peones suyos en esa pugna profe-sional) y los curanderos. El puesto de cirujano enla sociedad era notoriamente inferior al de médi-co, y más cuando éste podía ostentar el título dedoctor.

Cervantes, en su novela "El juez de los divor-cios", nos cuenta como una mujer alega que sumatrimonio no es válido, porque quién se casó conella dijo ser médico, no siendo más que cirujano.

Es natural que este espléndido progreso favo-reciera el desarrollo y la posterior consolidación dela Urología, como especialidad médico-quirúrgicaa finales del siglo XVIII.

A lo largo del siglo XIX la exploración macroscó-pica del cuerpo humano quedó concluida. En 1920,ninguna noción anatomo-descriptiva, era posibleañadir a las que contenían los grandes Tratados deAnatomía. Pero el Anatomista ambicioso, como pen-saba mi padre, el disector nato que quiere elevar averdadera ciencia morfológica el conjunto de sussaberes descriptivos, ¿podía conformarse tan sólocon ordenarlos? Indiscutiblemente la respuestatenía que ser no. La Anatomía Helénica de Galenoy la Renacentista de Vesalio, ambas descriptivas,sustrato imprescindible para conocer el cuerpo

ACTAS UROLÓGICAS ESPAÑOLAS ENERO 2003CCOOMMUUNNIICCAACCIIÓÓNN EESSPPEECCIIAALL

humano, tenían que evolucionar hacia unaAnatomía topográfica y funcional, imprescindiblepara el desarrollo de la ciencia quirúrgica.

Los conceptos de "estructura", "estructura fun-cional", "forma", "forma funcional" y "sistema fun-cional", son fundamentales para interpretar laAnatomía moderna, la Anatomía aplicada a laCirugía, en definitiva la Anatomía Quirúrgica.

Esta forma de interpretar la Anatomía, -laAnatomía como sustrato esencial de la técnica qui-rúrgica-, la paulatina incorporación de operacio-nes regladas y la creciente habilidad manual delos cirujanos, impulsaron el desarrollo operatoriode la Cirugía en general y de un modo especial dela Cirugía Urológica, que mi padre pudo vivirdurante las décadas tercera, cuarta y quinta, delpasado siglo.

Mi padre, en esas charlas familiares propias dela sobremesa en las que el tema de mis estudios,se trataba con cierta frecuencia, me refería quetres hombres ponen en marcha la Urología comoespecialidad quirúrgica: J. Civiale, gran experto enla litotricia, su sucesor en el Hospital Necker FélixGuyón, maestro de prestigio mundial y su suce-sor en la Cátedra de Urología de París, el Hispano-Cubano Joaquín Albarrán, el gran maestro de laUrología moderna.

A estos nombres puntuales les tenemos queañadir otros más que contribuyeron al desarrolloposterior de diferentes áreas como Nitze, inventordel cistoscopio; Lichtenberg, descubridor de laurografía intravenosa y Chevassu, de la pielogra-fía ascendente; Fuller y Freyer descubrieron y per-feccionaron la técnica de la adenomectomíasuprapúbica y McCarty e Iglesias de la Torre otroHispano-Cubano éste, fueron los padres de laresección transuretral.

He dejado intencionadamente para el final a dosUrólogos Americanos Young y Huggins, que man-tuvieron una relación de amistad con mi padre.Young fue el maestro indiscutible de la cirugía pros-tato-perineal y Huggins representa la mayor contri-bución, que hasta la fecha, se ha hecho al conoci-miento del tratamiento del cáncer de próstata.

Permítanme que, una otro nombre a los recor-dados: el de Salvador Gil Vernet. Y el citarlo ahorano se debe a la relación familiar que a él me une,sino, objetivamente, por la labor callada con la quecontribuyó de forma manifiesta al desarrollo de la

urología, dándole verdadera dimensión científica ala especialidad. Acepten, pues, que en este acto ins-titucional de la Asociación Española de Urología,viva yo el placer, y también el honor, de referirme aSalvador Gil Vernet, primero como padre y, poste-riormente, como figura relevante de la urologíaespañola y mundial y que, en mérito a sus investi-gaciones, fue nombrado en Munich, en 1967, pre-sidente de la Sociedad Internacional de Urología.

Como escribió don Miguel de Unamuno en su"Diario íntimo", la palabra padre se constituye enla mayor definición de amor. Y en verdad el amordel progenitor para con sus hijos es el más gran-de, generoso y desinteresado de todas las posiblesrelaciones humanas. Y más aún será, cuando a larelación padre-hijo se une la de amistad. La amis-tad que nos unió, fue el motor indiscutible de lalabor científica; la armonía que mantuvimos ennuestra amistad era consecuencia de la serenidady de la espontaneidad propia de los genios quesiempre mantuvo mi padre.

Su gran pasión fue la de investigar en el terre-no de la Anatomía quirúrgica para, después apli-carla a la técnica operatoria. Es indiscutible queesta vida dedicada a la investigación médica impli-ca crear armonía y así es como ésta presidió larelación de amistad que mantuve con mi padre. Elsiempre afirmó que la familia es el vínculo másestrecho y entrañable de la relación natural y quetal vínculo debe ser, más que un elemento de con-fianza, un aliciente para mantener esta relacióncon más cuidado y delicadeza que cualquier otra.

En verdad la relación que mantuvimos mipadre y yo fue, por así decirlo, un auténtico con-trato tácito entre dos personas y especialmentepor lo que a él respecta, sensibles y virtuosas. Ydigo virtuosas porque los malvados sólo tienencómplices, los lascivos, compañeros de libertina-je; los interesados socios; los políticos, partidarios.Sólo los hombres virtuosos tienen amigos: mipadre fue un gran amigo para mí.

Deseo concluir este apartado que podríamosdenominar "Salvador Gil Vernet" padre y amigo,primero cantando a la amistad, a la que conside-ro por encima de las demás virtudes, y pidiendo lagracia de no ver nunca como se pierde. No obs-tante, y aunque tanto duela la pérdida definitiva,es necesario vivirla para conocer, con aceptación,el dolor por el amigo perdido.

4

J.Mª GIL-VERNET

Y ahora, con la máxima objetividad, con la ver-dad de la que nos hablaba Machado, os ruego quecompartáis conmigo el recuerdo de algunas eta-pas de la vida de Salvador Gil Vernet como estu-diante y médico, como investigador y como docen-te universitario.

Como otros niños de su pueblo natal, Vandellós,en la provincia de Tarragona acude a la escuelanacional en la que cursa sus primeros estudios, yya en esta época nace una incipiente vocación porel estudio de la naturaleza. En una de sus cartasque con amor conservo, me dice: "Llevaba ya den-tro de mí un deseo ferviente de consagrarme a lalabor científica, sentía irresistible inclinación porel estudio de las ciencias naturales, en particularpor la botánica que me cautivaba. A ella dedicabamis vacaciones veraniegas durante las cuales lle-gué a coleccionar un número considerable de espe-cies, pertenecientes algunas de ellas a familias difí-ciles de clasificar para un principiante".

La ilusión de mi padre era la de llegar a serCatedrático de Ciencias Naturales en un Instituto,pero diversos motivos familiares hicieron que nose llegase a cumplir este propósito.

En otra ocasión, relacionada con el mismotema, me comentó: "El destino, o mejor aún, laacción inexorable del ambiente, truncó mis incli-naciones por la naturaleza que fueron sustituidaspor el estudio del cadáver humano al que he dedi-cado mi existencia a partir de los 18 años, hastael punto de que se me puede aplicar la frase quese atribuye a Letamendi "Menos el papel de cadá-ver he desempeñado todos los oficios de la sala dedisección".

No cabe duda de que aquellos años dedicadosa la contemplación directa de la naturaleza, influ-yeron decisivamente en su formación, desarro-llándose en él un espíritu de observación, que esfundamental para el estudio de la medicina y espe-cialmente para la investigación. Alguna vez, mipadre me comentó que quien no siente emoción yno se extasía ante la contemplación de los gran-des espectáculos y panoramas que nos ofrece lanaturaleza, poco podrá hacer en la investigacióncientífica biológica.

El 30 de Junio de 1915, obtiene el grado deLicenciado en Medicina y Cirugía con sobresa-liente. Durante sus años universitarios, fue alum-no interno de la Cátedra de Anatomía y posterior-

mente en la de patología quirúrgica. Por últimotambién fue alumno interno en el antiguo Hospitalde la Santa Cruz, en el que, desde 1906 funcio-naba el servicio de Urología más importante deBarcelona. Tras concluir la carrera prosiguió suformación urológica en la Clínica de un cirujanomás especializado en la patología urogenital. Mipadre, en aquellos tiempos, se ayudaba con loslimitados ingresos que obtenía de un consultorioque tuvo en la calle Escudellers. Atendía a lospacientes por cincuenta céntimos la visita...

Pero su vocación se iba orientando más y máshacia la investigación y docencia, que dirigiráhacia la Anatomía. En efecto, en 1919 donSalvador, fue nombrado auxiliar temporal de laCátedra de Anatomía, actividad docente que desa-rrolla de forma gratuita. Mi padre recordó siempreaquella época con una gran satisfacción. Era unhombre que se movía por impulsos, por deseos deser o conseguir determinadas metas.

Son muchos, claro está, los impulsos que pue-den movernos, pero acaso el más fuerte de todoses el del amor, que en este caso, es distinto alfamiliar. Se trata del amor que él sentía, el amorque se siente, por la investigación. Este senti-miento ciega a las demás motivaciones, de modoque el ser humano, cuando se mueve por amor,vive centrado en éste y lo considera una priori-dad decisiva.

Un año más tarde, en 1920, oposita para laCátedra de Anatomía de Madrid, tenía tan sólo 28años; el Tribunal estaba presidido por DonSantiago Ramón y Cajal, que en el acto de la vota-ción manifestó: "de acuerdo con mi conciencia meabstengo de votar". Posteriormente el IlustreHistólogo explicó su abstención diciendo que a sujuicio, ningún opositor presentaba pruebas de serun investigador científico; unos, por su edad avan-zada era difícil que pudieran serlo; otros, por serdemasiado jóvenes, no tienen aún tiempo paraserlo. A título anecdótico me contaba mi padre queDon Santiago en aquella ocasión le dijo: "En vezde estudiar tanta Anatomía, debería ir a Burgos aaprender castellano". Sin duda debido a su arrai-gado acento catalán, pero indiscutiblemente, yesto lo puedo afirmar de forma categórica, mipadre era un español por encima de todo.

Los sentimientos son muchas veces absoluta-mente compatibles entre sí.

MEDALLA FRANCISCO DÍAZ

5

Tras un periodo de seis años que se suspen-dieron las oposiciones a Cátedras Universitarias,en 1926 obtiene por oposición la Cátedra deAnatomía de Salamanca y dos años más tarde lade Barcelona. A partir de esta fecha desarrollasimultáneamente la actividad clínica Urológica enel Hospital Clínico.

Durante todo este periodo y hasta su muerte,mi padre tiene una estrecha relación con Cajal.Nació en él una profunda admiración que perdu-raría durante toda su vida. Para nombrarlo siem-pre utilizaba el término "El Maestro".

Preparando este discurso he encontrado unade las primeras cartas de Don Santiago, del 5 deOctubre de 1925, en la que hace referencia a laneuroanatomía del plexo pélvico y a la regenera-ción nerviosa en respuesta a otra en la que mipadre le planteaba algunas cuestiones en relacióncon el tema. Hablamos de 1925 cuando él ya hacíareferencia a esta parte de la neuroanatomía quemuchos, muchos años después se ha populariza-do con el término de "bandeletas".

El Investigador. La labor ingente queda reco-gida en su tratado titulado "Patología Urogenital",publicado en tres volúmenes, a excepción de las"Enfermedades de la vejiga urinaria y de la por-ción terminal del uréter" que no pudo ser editadoy que completaría la obra. A título puramenterepresentativo quiero referir algunos comentariosque han sido emitidos por Históricos personajesde la Urología mundial en referencia a la obra demi padre:

– El Profesor Chevassu refiere: "Esta obra estádestinada a constituir un monumento capital dela ciencia Urológica".

– El Profesor Lowsley comenta: "Es una mara-villosa publicación y la usaré como libro de con-sulta".

– El Profesor Young escribía, poco antes de sumuerte, al comentar el primer volumen de la obra:"He leído este maravilloso libro, con el máximointerés. Es realmente una obra monumental. Lasilustraciones son las más sorprendentes quejamás se hayan publicado en un texto deMedicina. Su contribución al estudio de laPatología y la Cirugía de la próstata es verdadera-mente grandiosa".

Quiero concluir con esta serie de citas, que porrazones de tiempo no prolongo, con las del Premio

Nobel de Medicina de 1956, Charles Huggins y ladel Prof. Boccon-Gibod. El Profesor Huggins enuna carta que le escribió a mi padre el 6 deDiciembre de 1961, y que yo guardo con gran cari-ño, le decía: "Estimado Don Salvador, su obra esun trabajo definitivo sobre una materia que vivirásiglos. Verdaderamente me ha impresionado, y deun modo especial el carácter penetrante de susobservaciones. Mi equipo y yo lo consideramoscomo la personificación de un genio catalán, ungenio español, un segundo Cajal. Uno de los gran-des privilegios de mi vida ha sido el poder cono-cerle y entablar una relación personal. Le invito avisitar el laboratorio que dirijo, el laboratorio parala Investigación del Cáncer de la Universidad deChicago, para que imparta una conferencia,pueda revisar nuestras investigaciones y estarunos días entre amigos y admiradores".

El Profesor Boccon-Gibod, en el discurso quedisertó en el Congreso de la Asociación Españolade Urología, de 1999, con motivo de la MedallaFrancisco Díaz, que le fue otorgada comentaba:Es interesante observar que el mismo fenómeno(se refería a las aportaciones de Francisco Díaz alavance de la Urología y especialmente a su tra-tado), se ha reproducido cuatro siglos despuéscon otro español; me refiero a la obra de SalvadorGil Vernet, sobre la Anatomía y las afecciones dela próstata, publicada a mediados de los años 50;desafortunadamente nunca traducida delEspañol. Ha sido y es soberbiamente ignoradapor los anglosajones, que llegaron a resultadossimilares tres o cuatro décadas más tarde, pla-giándolo sin ninguna vergüenza y sin citarlojamás. Y termina diciendo, le debo a mi Maestroel Profesor STEG, que estuvo una temporada conel Profesor Gil-Vernet, en Barcelona, el haberdescubierto lo que sigue siendo uno de los textossobre Anatomía y patología prostática másimpresionante y grandioso de la segunda mitaddel siglo XX.

Creo que la importancia de esta obra no estri-ba en la recopilación de todo lo escrito sobre laBiología y la Patología de la próstata, no es unaenciclopedia; a nuestro modo de ver su valor radi-ca en que en ella queda perfectamente reflejada lalabor científica de muchos años en la clínica y enel laboratorio que se traduce en la aportación dehechos y conceptos nuevos.

J.Mª GIL-VERNET

6

El Universitario, el Docente. Creo convenien-te recordar algunos hechos acaecidos en laUniversidad Española que mi padre en algunaocasión me refirió y que hoy, y guardando algunasdistancias, no debemos reproducir. Se refiere alproblema de la autonomía de la Universidad deBarcelona y ante el sesgo que tomaban los acon-tecimientos de los cuales era perfecto conocedor,defiende la solución de crear dos Universidades:una española y otra catalana... Dicha soluciónpuede parecer extraña pero en aquellos tiemposera la única manera de evitar cualquier tipo desegregación política e idiomática.

El 14 de Agosto de 1936, en los inicios de nues-tra incivil Guerra Civil, tenía que abandonarEspaña en un barco francés, el Cortés II, que lolleva a Marsella. Cuando regresa a España, en1939, se dedica íntegramente a la Universidad.Escribe numerosos artículos referidos a las cuali-dades que debe tener un Profesor Universitariocon relación a la abnegación y al espíritu de sacri-ficio, el rigor y a la resistencia física, a la higienemental, a la emoción ante un hecho nuevo, a lacultura, al conocimiento de idiomas, a las publi-caciones y a la asistencia a los Congresos así comoa la importancia del ambiente.

Sin duda alguna, el ambiente, en su tripleaspecto, moral, intelectual y físico, es el factor pri-mordial en la actividad docente e investigadora,actividades que debe desarrollar un ProfesorUniversitario. El ambiente no crea genios, investi-gadores y docentes; pero cuando este es buenofavorece el desarrollo, y cuando es adverso lo difi-culta, dando frutos incompletos y a veces consi-guiendo malograrlos.

En numerosas ocasiones mi padre me hahablado del daño que el aislamiento de nuestroPaís le ha originado a la Universidad, a laInvestigación y a la Cultura en general. Este impi-de divisar nuevos horizontes y produce un enquis-tamiento intelectual, impermeable a toda renova-ción. Ya en aquella época mi padre defendía la polí-tica de europeizar España estableciendo relacio-nes culturales con los países vecinos y facilitandola salida de nuestros investigadores al extranjero.Defendió y participó decisivamente en la creaciónde un bloque cultural latino consiguiendo en 1948fundar la Sociedad Urológica del MediterráneoLatino como la mejor arma para luchar contra el

silencio y la indiferencia que nos aislaba e inco-municaba con el resto de Europa y que se sinteti-zaba en la amarga frase: "Europa termina en losPirineos". En una ocasión me leyó una frase deOrtega que a él le gustaba pues reflejaba su formade pensar en lo que a la universidad, a la investi-gación y al desarrollo cultural se refiere: "Sólo lasolución de construir una gran nación con elgrupo de los pueblos continentales volvería a ento-nar la pulsación de Europa" y me aclaraba, "estaunión no requiere la desaparición de las caracte-rísticas peculiares de cada pueblo europeo; al con-trario, como afirma este pensador: "Exige la per-manencia activa de este plural que ha sido siem-pre la vida de Occidente":

Ortega y mi padre ya intuían lo que hoy es laUnión Europea.

He querido que esta pequeña disertación, aun-que grande para mí emocionalmente, esté dedica-da fundamentalmente a mi padre. Sólo me quedareferir que toda la dedicación que he puesto en laUrología ha sido gracias a las enseñanzas que deél pude aprender. He querido que todas ellas, enrelación con la Anatomía Quirúrgica, pudierantener un resultado práctico y así creemos que hasucedido en cada una de las aportaciones quehemos realizado.

He intentado aportar algo nuevo al introducirprocedimientos quirúrgicos que han servido paraperfeccionar los que no eran suficientemente efec-tivos o que en otros casos no existían.

El protocolo de este tipo de acto, conlleva queel galardonado comente su vida científica, tareaque me resulta algo embarazosa. Mi vida, comoya he referido, ha estado marcada por las influen-cias de mi padre, a las que no podía ni debía sus-traerme, así como por el mundo que me ha rode-ado. El fenómeno biológico de la diferenciacióncelular se ha comparado al de ser médico. Estaes debida a dos factores, el código genético y elambiente. Al igual que en el desarrollo delembrión dos cosas son necesarias para el desa-rrollo del cirujano. La primera, es la de tener unahabilidad intrínseca a la que se le asocie la capa-cidad de sufrir las maduraciones necesarias paraalcanzar un alto grado de diferenciación. Lasegunda, es el ambiente adecuado para cadanivel de desarrollo. Por consiguiente, además dela vocación genética es necesario no apartarse del

MEDALLA FRANCISCO DÍAZ

7

ambiente Universitario y vivir en comunidad conun Hospital acorde a la maduración deseada. Estees el ambiente del que hablaba mi padre.

Gran parte de mi quehacer profesional lo hededicado a la producción de películas científicas.Creo que el cine es el medio audiovisual más idó-neo, más didáctico que se puede emplear en laformación del cirujano. Creo en la imagen comomedio de comunicación universal, aunque paralograrlo cada imagen debe ser autosuficientepara la comprensión del mensaje que se deseaexponer. Para que sea realmente útil, tanto parala enseñanza de la cirugía como para informar ydar a conocer los avances en el campo de la inves-tigación quirúrgica, es fundamental que las imá-genes transmitidas en directo a través de los nue-vos formatos, tengan una alta calidad de resolu-ción.

De no ser así difícilmente se le puede exigir alcirujano en ciernes que llegue alcanzar el máximode perfección, que domine la técnica quirúrgica yque consiga hacer de cada operación una obra dearte, pilares fundamentales y razón de ser del ciru-jano.

Con la llegada del color, que al igual que en lapintura vale más, que la palabra, se pueden crearimágenes que nos ayudan a sentir, a vivir, a com-partir con el cirujano la propia intervención. Conla llegada del sonido, la palabra seduce, reafirmay da más vida a la imagen. Esta es la esencia, larazón de ser del audiovisual; un aliado para obser-var, explorar e intervenir en aquellos mundosdonde impera la precisión. Las aportaciones qui-rúrgicas, las innovaciones técnicas, la cirugía engeneral, que precisan de una fuerza viva de expre-sión, son las más beneficiadas, ya que los proce-dimientos audiovisuales nos permiten enseñarprecisamente aquello que no es posible aprenderen los libros.

El sentido de la perfección, que es una de lascualidades que debe tener el cirujano, me llevó aintroducir en la década de los años sesenta elmicroscopio operatorio en cirugía urológica.Gracias a la magnificación de imágenes y visiónestereoscópica pudimos mejorar la calidad dealgunas intervenciones sobre macroestructurasen el niño y poder trabajar con una mayor preci-sión sobre microestructuras haciendo así posiblenuevas cirugías como el trasplante de testículo,

puesto que pudimos anastomosar vasos de un diá-metro inferior a un milímetro así como la cirugíade las arterias renales periféricas como la arteriainterlobar, la cirugía de la impotencia, de la víaespermática y del pene curvo, entre otras.

La microcirugía, junto a los avances en la con-servación de órganos, ha hecho posible la repara-ción de un órgano fuera del cuerpo humano, -lacirugía extracorpórea-, con lo que se cumplió elvértice tantas veces soñado por el cirujano de rea-lizar una cirugía totalmente exangüe, atraumáti-ca y haciéndolo sin prisas, puesto que una vezreparado, el riñón puede devolvérsele al pacientehoras, o incluso días después, porque así ha suce-dido.

La magnificación de la imagen que, por cierto,la actual cirugía laparoscópica, es el mayor bene-ficiario, proporciona detalles de interés quirúrgicoy también elementos para la autocrítica.

El M.O. que es uno de los más importantesavances tecnológicos del pasado siglo, es impres-cindible para la cirugía experimental en el peque-ño animal y resulta básica para el progreso de laciencia médica, sin la cual no hay método de inves-tigación, ni medicina ni cirugía científica.

La investigación quirúrgica no sólo ha contri-buido al desarrollo de la cirugía, haciéndola máshumana y más segura, sino también ha hechoposible el desarrollo de otras ramas de la medici-na y los trasplantes de órgano son un claro expo-nente ya que a partir de ellos se ha desarrolladola inmunobiología, la inmunogenética, la inmuno-supresión, la conservación de órganos, etc.

La microcirugía de importancia en la formacióndel cirujano, es de aprendizaje largo y difícil y obli-ga a la adopción de una nueva filosofía. Es unaescuela de autodominio, de paciencia, de precisióny perfeccionamiento en la que todos somos alum-nos. Todo ello nos permitirá lograr una sólida téc-nica para la ejecución impecable de toda opera-ción y, conseguir esa obra de arte a la que aludía,porque el cirujano, entre los médicos, es el que vivela más grave de sus responsabilidades: la vida deun ser humano depende durante un brevísimoespacio de pocos minutos, de su sólida técnica.

Creo, al igual que otros predecesores, que es elcirujano y no la operación el que cura al enfermo,y lo comento hoy en ese acto porque en las últi-mas décadas se ha puesto, digamos, de moda el

J.Mª GIL-VERNET

8

decir que la operación, la técnica quirúrgica, esuna faceta poco científica de la urología. En estesentido quiero resaltar, especialmente para losmás jóvenes, que hemos leído nombres que apa-recen en revistas, monografías y tratados que, enalgún momento nos han podido deslumbrar, y queopinan que el cirujano es demasiado esclavo de latécnica, que es el lado servil de la actividad qui-rúrgica y que debería ocuparse más en conocer labiología molecular y otros saberes muy eruditos ycomplejos.

Creemos que ambas formas de ver la Medicina,la Cirugía, la Urología, son, sencillamente, com-plementarias. Lo que ocurre, es que a veces, detrásde una defensa desequilibrada está una deficien-cia en lo que es la actividad quirúrgica. Es impor-tante resaltar que nuestra especialidad es médi-co-quirúrgica y que su componente técnico es fun-damental.

Cuando un residente termina su periodo de for-mación puede ser importante que sepa patologíamolecular, las mutaciones del DNA, los radicaleslibres, pero es imprescindible que sepa comoresolver los problemas quirúrgicos que con todaseguridad se le van a plantear. Debemos, pues, serhonestos, con las gentes que formamos. Un egre-gio Catedrático de Cirugía como Puente Domín-guez decía en un editorial: "yo insisto en que la téc-nica, la operación que se hace en el quirófano esel acto esencial de todo cirujano y el fundamentode su profesión". Y prosigue diciendo: "Una técni-ca bien realizada cura al enfermo, y una técnicamal hecha lo mata, así de simple". Los cirujanossabemos que esto es dramáticamente cierto y porello conviene que de vez en cuando nos lo recuer-den. Y Spencer añade: "Mi experiencia como

Asesor de Comités Hospitalarios en EstadosUnidos, es que los errores cometidos durante laoperación son todavía causa de elevada mortali-dad y morbilidad quirúrgicas".

Lo primero fue el verbo...? lo primero fue elcirujano!. No se puede, no debemos explicar lapráctica quirúrgica, como una simple aplicacióntécnica de la ciencia, sino la ciencia desde la prác-tica. La urología es formalmente una actividad, yla ciencia quirúrgica urológica no puede enten-derse más que como el resultado de esta práctica.

La urología ha comenzado a verse a sí mismano sólo como exerética, sino también como res-tauradora y creadora de un orden funcionalnuevo. Así, cuando un cirujano sustituye una víaurinaria por un segmento de intestino está ins-taurando un orden funcional nuevo, y cuandolleva a cabo un trasplante intenta ir más allá de loque es el orden natural.

Señores, gracias al esfuerzo de innumerablespredecesores estamos asistiendo a la transfigura-ción de la cirugía, sin duda caminamos sin dete-nernos hacia un orden y una concepto más belloy más profundamente humano.

Señoras, señores, muchas gracias por su pre-sencia y por su atención, a la par que reitero miagradecimiento por la distinción que se me haotorgado.

Dr. D. J.Mª Gil-VernetServicio de UrologíaClínica San JoséMonegal, 108023 Barcelona

(Trabajo recibido el 18 de octubre 2002)

MEDALLA FRANCISCO DÍAZ

9