«me dormí y desperté de nuevo en la cárcel» - a.a. · todos podemos hacerlo me dormÍ y...

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TODOS PODEMOS HACERLO ME DORMÍ Y DESPERTÉ DE NUEVO EN LA CÁRCEL 1 HARÉ UN DÍA SOLO POR HOY 3 TODO GRACIAS A MI VIDA INGOBERNABLE 4 GRACIAS A USTEDES, NUNCA ESTUVE SOLO 5 APRENDI A CAMI- NAR 6 RESEÑA DE EVENTOS 12 a SEMANA NACIONAL DEL INTERNO ALCOHÓLICO 8 Todos podemos hacerlo Hola, estimados amigos y compañeros. Vamos a comenzar una reunión de Alcohólicos Anónimos. Tomemos unos instantes de silencio, para meditar en nuestro problema común, que es la enfermedad del alcoholismo. A continuación, daremos lectura al enunciado de Alcohólicos Anónimos, que dice: «Alcohólicos Anónimos ® es una comunidad de hombres y mujeres que comparten su mutua experiencia, fortaleza y esperanza para resol- ver su problema común y ayudar a otros a recuperarse del alcoholismo. »El único requisito para ser miembro de AA es el deseo de dejar la bebida. Para ser miembro de AA no se pagan honorarios ni cuotas; nos mantenemos con nuestras propias contribuciones. AA no está afiliada a ninguna secta, religión, partido político, organización o institución alguna; no desea intervenir en controversias, no respalda ni se opone a ninguna causa. »Nuestro objetivo primordial es mantenernos sobrios y ayudar a otros alcohólicos a alcanzar el estado de sobriedad.» (Impreso con el permiso de e AA Grapevine, Inc.) «Me dormí y desperté de nuevo en la cárcel» Como alcohólico en recuperación, deseo que mi experiencia sirva para que otros pue- dan salvarse —al igual que sus familias—. Espero que tú no pases por mi experiencia. También quiero compartir cómo Dios se ha manifestado en mi vida por conducto de Al- cohólicos Anónimos. Provengo de una familia disfuncional con once hermanos, de un padre alcohólico, quien murió siendo yo todavía un niño. Viví el alcoholismo de mi padre sin saber que era una enfermedad —que yo también padece- ría. Por la comisión de un delito bajo el influjo del alcohol, mi destino fue el Reclusorio Pre- ventivo Varonil Oriente, con una sentencia de cuarenta años, en 1981. Había perdido todo: mis estudios superiores de ingeniería química en el Politécnico, proyectos, mi re- ciente matrimonio civil y religioso, mis dos pequeños hijos, ilusiones… El alcohol me ha- bía ganado la partida. ¡Se imaginan qué gran sentimiento de culpa, y el pensar cuánto dolor había causado! ¡Era mejor morir que vivir! Pero Dios se manifestó a través de mi com- pañero de prisión, Celedonio, quien enten- dió mi dolor y me llevó a mi primera junta, en 1982 —se celebraba el primer aniversario del grupo «La estrella del oriente», dentro del reclusorio—. Me identifiqué con ellos y me quedé en Alcohólicos Anónimos. Saben: mi vida empezó a tener un sentido espiritual. En este grupo conocí a Raymun- do S., del grupo «Santa Cruz Meyehualco», y lo elegí como mi padrino. Él entendió mi dolor, y yo, el suyo —además de mostrarme su experiencia como alcohólico. Desafortunadamente, cuando más ani- mado me sentía con la forma de vida de AA, fui trasladado al penal de Santa Martha Acatitla —la penitenciaria del Distrito Fe- deral—. Caminando por sus pasillos, me di cuenta de que necesitaba un grupo; pensé en mi necesidad como interno. Me comuniqué con Raymundo S., mi padrino, quien con el apoyo de compañeros internos y externos, y Dios —como cada quien lo conciba, Quien presidió todo esto—, solicitaron un permi- so ante las autoridades, para que nos per- mitieran sesionar. Inicialmente nos dieron un permiso por tres meses sujeto a prueba —con la salvedad de que, si no funcionaba, ahí quedaría el proyecto—. La subdirecto- ra técnica de la institución —¿qué creen?— ¡por fin nos otorgó el permiso para la for- mación del grupo «Crisol» de Alcohólicos Anónimos institucional el 23 de septiembre de 1983! ¡Dios no da migajas, y por Su gracia y misericordia, este grupo cumplió 30 años

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TODOS PODEMOS HACERLO ME DORMÍ Y DESPERTÉ DE NUEVO EN LA CÁRCEL 1 HARÉ UN DÍA SOLO POR HOY 3 TODO GRACIAS A MI VIDA INGOBERNABLE 4 GRACIAS A USTEDES, NUNCA ESTUVE SOLO 5 APRENDI A CAMI-NAR 6 RESEÑA DE EVENTOS 12aSEMANA NACIONAL DEL INTERNO ALCOHÓLICO 8

Todos podemos hacerlo

Hola, estimados amigos y compañeros. Vamos a comenzar una reunión de Alcohólicos Anónimos. Tomemos unos instantes de silencio, para meditar en nuestro problema común, que es la enfermedad del alcoholismo.

A continuación, daremos lectura al enunciado de Alcohólicos Anónimos, que dice:

«Alcohólicos Anónimos ® es una comunidad de hombres y mujeres que comparten su mutua experiencia, fortaleza y esperanza para resol-ver su problema común y ayudar a otros a recuperarse del alcoholismo.

»El único requisito para ser miembro de AA es el deseo de dejar la bebida. Para ser miembro de AA no se pagan honorarios ni cuotas; nos mantenemos con nuestras propias contribuciones. AA no está afiliada a ninguna secta, religión, partido político, organización o institución alguna; no desea intervenir en controversias, no respalda ni se opone a ninguna causa.

»Nuestro objetivo primordial es mantenernos sobrios y ayudar a otros alcohólicos a alcanzar el estado de sobriedad.»

(Impreso con el permiso de The AA Grapevine, Inc.)

«Me dormí y desperté de nuevo en la cárcel»Como alcohólico en recuperación, deseo

que mi experiencia sirva para que otros pue-dan salvarse —al igual que sus familias—. Espero que tú no pases por mi experiencia. También quiero compartir cómo Dios se ha manifestado en mi vida por conducto de Al-cohólicos Anónimos.

Provengo de una familia disfuncional con once hermanos, de un padre alcohólico, quien murió siendo yo todavía un niño. Viví el alcoholismo de mi padre sin saber que era una enfermedad —que yo también padece-ría.

Por la comisión de un delito bajo el influjo del alcohol, mi destino fue el Reclusorio Pre-ventivo Varonil Oriente, con una sentencia de cuarenta años, en 1981. Había perdido todo: mis estudios superiores de ingeniería química en el Politécnico, proyectos, mi re-ciente matrimonio civil y religioso, mis dos

pequeños hijos, ilusiones… El alcohol me ha-bía ganado la partida. ¡Se imaginan qué gran sentimiento de culpa, y el pensar cuánto dolor había causado! ¡Era mejor morir que vivir!

Pero Dios se manifestó a través de mi com-pañero de prisión, Celedonio, quien enten-dió mi dolor y me llevó a mi primera junta, en 1982 —se celebraba el primer aniversario del grupo «La estrella del oriente», dentro del reclusorio—. Me identifiqué con ellos y me quedé en Alcohólicos Anónimos.

Saben: mi vida empezó a tener un sentido espiritual. En este grupo conocí a Raymun-do S., del grupo «Santa Cruz Meyehualco», y lo elegí como mi padrino. Él entendió mi dolor, y yo, el suyo —además de mostrarme su experiencia como alcohólico.

Desafortunadamente, cuando más ani-mado me sentía con la forma de vida de AA,

fui trasladado al penal de Santa Martha Acatitla —la penitenciaria del Distrito Fe-deral—. Caminando por sus pasillos, me di cuenta de que necesitaba un grupo; pensé en mi necesidad como interno. Me comuniqué con Raymundo S., mi padrino, quien con el apoyo de compañeros internos y externos, y Dios —como cada quien lo conciba, Quien presidió todo esto—, solicitaron un permi-so ante las autoridades, para que nos per-mitieran sesionar. Inicialmente nos dieron un permiso por tres meses sujeto a prueba

—con la salvedad de que, si no funcionaba, ahí quedaría el proyecto—. La subdirecto-ra técnica de la institución —¿qué creen?— ¡por fin nos otorgó el permiso para la for-mación del grupo «Crisol» de Alcohólicos Anónimos institucional el 23 de septiembre de 1983! ¡Dios no da migajas, y por Su gracia y misericordia, este grupo cumplió 30 años

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Todos podemos hacerlo

Boletín institucional«Desde Adentro®»

Marca registrada anteel Instituto Mexicano

de la Propiedad IndustrialRegistro N.o 1150103

Órgano de intercambio de experienciasentre internos miembros

de Alcohólicos Anónimos,elaborado trimestralmente

por el Comité de Instituciones Correccionalesde la Junta de Servicios Generales.

Sitios web:http://www.aamexico.org.mxhttp://aacic.livejournal.com

Correo electrónico:cicosg@aaméxico.org.mx

Se distribuye gratuitamente a los gruposinstitucionales o compañeros internos,

vía estructura, en la República Mexicana.

DIRECTORIO

Presidente:Dr. Ricardo Iván Nanni Alvarado

Vicepresidente:Dr. Roberto Karam Araujo

Comité de InstitucionesCorreccionalesde la Junta de Servicios Generales

Integrantes:Dr. César Córdova Castañeda (coordinador)

Lic. Rebeca Mendoza HasseyJosé Antonio Mendoza Villagrán

Boris Fernando Hernández MéndezFederico Cervantes Hipp

Luis Miguel EsparzaManuel Antonio Moreno Merino

Miembro de staff:Lic. Paola Fátima Peña Hernández

Editor responsable:Arq. Francisco Medina Espinosa

Diseño gráfico:ldg. Adrián Olivier Silis

N.o 33/2014

Central Mexicana de Servicios Generalesde Alcohólicos Anónimos, A.C.

Huatabampo N.o 18, Col. Roma Sur,C.P. 06760 México D.F;

Apartado Postal 2970, C.P. 06000Tels: 5264-2588, 5264-24065264-2466, Fax: 5264-2166

de existencia en el 2013! Yo creo que a todos nos tocó ser solo un eslabón —a la manera de AA.

Antes del primer aniversario del grupo «Crisol», nuevamente me trasladaron, aho-ra a las Islas Marías —a donde decidió acom-pañarme mi esposa con mis dos hijitos—. Pronto sentí la necesidad de un grupo, y en la explanada del campamento «Bayeto» nos identificamos como alcohólicos el viejo Simón, Nacho, Joel y yo. Pedimos permiso a las autoridades de la colonia penal, confia-dos en nuestro Poder Superior, para sesionar en forma. Fue así que el primer grupo de AA en la isla, bajo el nombre «Nueva vida», celebró su primer junta en el campamento

«Bayeto».Sesionábamos en una casita en la unidad

«Bellavista»: toda vieja, de ladrillos desgas-tados por los años, con guacales de madera como sillas, y un desvencijado escritorio. Cuando bien nos iba, tomábamos té de li-món. ¡Todo por la gracia de Dios marchaba bien! Y como las autoridades vieron los re-sultados, nos cambiaron a una casa muy bo-nita —bien pintada y arreglada por todos—, y sesionábamos en la calle Hidalgo. Debo agradecer a los compañeros del área Sinaloa, especialmente a Narciso «el Chicho» (dis-capacitado), quien participó con nosotros

en la formación del grupo «Nueva vida». Posteriormente formamos el grupo «Com-partimiento hospital». Sesionábamos a la sombra de un árbol, con casi todos los enfer-mos del hospital. Después abrimos el grupo

«Campamento Morelos»; otro campamen-to, «Buganbilias» C.I.C.A. Después en San Juan Papelillo; en «Campamento Nayarit». En fin, creamos nuevas fuentes de vida me-diante Alcohólicos Anónimos.

Luego de dos años en Islas Marías, me re-gresaron a la penitenciaria de Santa Martha, y llegué de nuevo al grupo «Crisol», del que había tenido oportunidad de ser cofunda-dor.

Gracias a Dios, y a los compañeros Ray-mundo, Pepe A. y otros, obtuve mi libertad en el 2 000 —después de 20 años—. AA me ayudó espiritualmente a salir del fango y las tinieblas donde vivía a causa de mi alcoho-lismo.

Ya en libertad, pasé cuatro años sin beber alcohol, pero con defectos de carácter. Era taxista. Un día, a causa del cansancio, me pasé al asiento trasero para dormir un poco

—así evitaría un accidente, si seguía mane-jando cansado—. Mientras dormía —en el momento y lugar equivocado—, y sin espe-rarlo, seis jóvenes, a quienes jamás había vis-to, como a unos treinta metros robaban un

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Todos podemos hacerlo

local de motos. Al detenerlos, les decomisa-ron lo robado. Fui involucrado en su delito y, por mis antecedentes penales, me tomaron como sospechoso de ese robo, y sin tener res-ponsabilidad alguna, me condenaron a diez años de prisión.

El 16 de septiembre del 2014 cumplo mi condena de diez años. Soy honesto al admi-tir que fui desafiante al quedarme dormido en un lugar no indicado; también me expo-nía a un asalto, un accidente, un choque o la muerte.

¡Qué soberbia la mía! Yo decía: «¡No pasa nada!» No es nada grato pensar que ¡ya son 30 años de mi vida en prisión! ¡Solo Dios y yo sabemos de mi inocencia en esta segunda caída preso! Pero de lo que sí soy responsable, es de mis juicios y actitudes; vivía una sole-

dad interna muy grande. La peor soledad es no saber vivir en armonía con Dios y mis semejantes. Hoy me procuro la humildad y Le digo: «Dios: Te entrego las riendas de mi vida. Enséñame a vivir, tan solo un día a la vez».

En el transcurso de 30 años en prisión he vivido dolorosas experiencias —pero gracias a Dios y a Alcohólicos Anónimos se pueden trascender—: son testimonios de amor de mi Poder Superior para a) mi crecimiento espiritual, b) transmitir este mensaje de vida, y c) devolver la dádiva a aquel que sufre de esta perversa enfermedad.

Sigo asistiendo a mis juntas por necesi-dad, no por virtud. Me dormí y desperté de nuevo en la cárcel. ¡Qué reflexión! Tómalo

como una semilla de amor espiritual en tu vida y lleva el mensaje.

Un descuido, una mala actitud y ¡cuidado!Sálvate: el que es inteligente escarmienta

en cabeza ajena, pero el testarudo, como yo, lo hace en cabeza propia. En 30 años nun-ca he enviado nada para que sea publicado, pero alguien lo hizo con buenos fines, para transmitir este mensaje. Es la primera vez que hago llegar mi experiencia. Si no quieres sufrir más, mírate y refléjate en el espejo de mi vida.

Y recuerda: ¡despierta a la vida!Que nuestro Poder Superior nos bendiga y

nos conserve bien.

Agustín S. Grupo «Crisol»

Penitenciaría de Santa Martha Acatitla México, D.F.

Empecé a beber a la edad de doce años. El comenzar a beber a edad temprana ocasiona daños considerables al organismo y la mente. Esto produjo en mí tanto vacío —una perso-na ingobernable, rebelde, soberbia, mentiro-sa y egocéntrica, desafortunadamente a cau-sa del alcohol—. Me fui de mi casa a los 14 años, para seguir con mi libertinaje y beber alcohol; anduve por muchas partes del país.

En 1980 me casé. Pero mi soberbia, mi lu-juria y mi inseguridad me hicieron alejarme de ella, y decidí irme con otra mujer.

Estas son algunas experiencias que tuve a causa del alcohol. Luego supe en Alcohóli-cos Anónimos que había una solución.

Mi llegada a Alcohólicos Anónimos fue mediante una invitación que me hizo el departamento de Criminología de la ins-titución penitenciaria. Y es por ello que le doy gracias a Dios, por darme esta oportu-nidad de vida aquí en el cereso donde me encuentro, tratando de ser útil y feliz en el grupo «Sobriedad».

Mi forma de ver la vida ha cambiado y expreso lo siguiente: al llegar la noche, com-

«Haré un día solo por hoy»

probaré que Dios me premió con un día más de plena felicidad, y mañana… Haré un día ¡solo por hoy!

Oscar G. Grupo «Sobriedad»

cereso de Cadereyta Jiménez, Nuevo León

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Todos podemos hacerlo

Hola, mi nombre es José Guadalupe. Pri-mero que nada quiero agradecer su dedica-ción para ayudar a otras personas a recuperar su vida.

Estoy recluido en una prisión federal, por lo que se me complica poder acudir a un gru-po de Alcohólicos Anónimos. Pero mi padre Dios es muy grande y puso a mi alcance la dirección en donde ahora escribo.

Estuve leyendo el texto básico de Alcohó-licos Anónimos y despertó en mí un deseo por realizar los Doce Pasos. Mi manera de beber ha destruido mi vida una y otra vez. Estuve internado en terapia intensiva hace 8 años. Duré seis meses. Al salir de ahí creí no necesitar más de un grupo, a pesar de que ha-bía llegado sin familia y derrotado totalmen-te. Mi esposa me había dejado, marchándose con mi hijo recién nacido, y en mi última borrachera había dañado a toda mi familia. Fui a hacer un desastre en casa de mis padres: golpeé a mi padre y a mi hermana, destrocé el corazón de mi madre. Después de eso fui a parar a ese lugar donde los sentimientos de culpa me hacían sentir fatal. después de que salí de la terapia intensiva estaba toda mi fa-milia, excepto mi esposa y mi hijo. No volví

al grupo. Duré un año y meses sin beber, cre-yendo que todo había pasado, pensando que era autosuficiente. Pero ya había perdido a mi esposa y a mi hijo (ella no fue tan tonta y me mandó al demonio).

Pero en mi trabajo y en mi vida todo iba muy bien. Había recuperado el vigor, la ener-gía, las ganas de vivir. Todo estaba muy bien y de repente empecé a beber nuevamente. Todo pasó sin pensarlo. No había motivo de tristeza para empezar de nuevo a beber. En cuestión de unos meses ya estaba mal en todos los aspectos de mi vida. Me había en-contrado con otra mujer, quién me motivaba a dejar de beber: me decía que extrañaba a la persona que había conocido, que ya no era el mismo. No le di importancia. Después me recluté en un cuartel y ahí empecé otra vez. El dinero y el alcohol no me faltaban. Yo creía que todo estaba bien. Me alejé de mi familia. Tuve una niña con esta otra mujer.

Después de tres años ya estaba harto de todos los días beber, de andarme cuidando. Quería irme lejos e iniciar de nuevo con mi mujer y mi niña, pero no podía solo. En las crudas me pasaba eso: volvía a emborrachar-me y se me olvidaba, por más que intente de-

«Todo gracias a mi vida ingobernable»

jar de beber no podía. Me aleje de mi padre Dios, y después de un tiempo fui detenido y aquí estoy.

Ya llevo dos años y medio en prisión. Estu-ve pidiéndole a mi padre Dios que me diera sabiduría, entendimiento, que quería cam-biar mi vida. Pero la verdad no he podido tener contacto con Él ni en mis oraciones. Mas algo raro pasó hace tres días, cuando de repente llegó a mis manos el libro de Alco-hólicos Anónimos, el texto básico. Me puse a leerlo y se me hace difícil tener ese contacto con mi Poder Superior. Me llegó otro libro, el cual se llama La vida impersonal, del au-tor Joseph S. Benner. Lo curioso es que el au-tor de este libro también es de Akron, Ohio, en donde nació Alcohólicos Anónimos, y es de ayuda espiritual.

Me prestaron los libros nada más por dos días, y el contacto que tengo con mi familia es muy poco. Nuevamente pierdo a mi espo-sa y a mi hija. Me faltan 3 años para cumplir mi condena. Muchas gracias y felices 24 ho-ras.

José Guadalupe Ch. cefereso N.o 13 «cps» Oaxaca

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Todos podemos hacerlo

Yo toqué mi pecho y lo hallé lleno de amor; toqué mi cerebro y lo hallé firme; abrí mis ojos y los sentí seguros; sentí mis pies y encontré un nuevo camino; busqué amistad y encontré la vida, y rechacé aún más aquella vida de alcohol.

La honra puede ser mancillada.La justicia puede ser manipulada.Todo puede ser desgarrado.Pero la noción de la verdad, del bien

y del amor flota sobre todo y no nau-fraga jamás.

Hola, queridos compañeros y compañeras y hermanos en Alcohólicos Anónimos de todo el mundo. Hoy fue el día más feliz de mi vida, aquí en prisión, cuando por la tar-de recibí dos folletos de la Oficina de Servi-cios Generales, desde la Ciudad de México. ¡Gracias a mis queridos hermanos! ¡Muchas gracias por todo el amor y la amistad que re-cibo de todos ustedes! ¡Ahora más que nun-ca tengo razón para ir más contento y más seguro por el camino que elegí darle a mi vida! Orgulloso estoy de pertenecer a esta organización de Alcohólicos Anónimos; orgulloso de este camino de vida, de tener correspondencia con personas que ayudan a otras personas alcohólicas a alcanzar el esta-do de sobriedad.

Estoy consciente de los grandes retos que tenemos por delante, pero todo depende de nosotros mismos. No hay nada imposi-ble que no podamos lograr con la ayuda de Dios y de nosotros. Lo posible es morir en el abandono sin familia, sin hogar, sin herma-nos, sin amigos… si continuamos la amarga vida del alcohol.

Haciendo un recuento de mi vida, creo haber trabajado como un animal para man-tener a mi familia. Mi único defecto grave fue haber llevado la vida del alcohol desde los primeros momentos cuando me fui a la República de Alemania a estudiar. Aunque me gradué como Mecánico Industrial, fui devuelto a mi país por los problemas que buscaba con mis borracheras. Perdí buenos amigos. Regresé a Cuba y continué refugian-do mi dolor en el alcohol.

En Manzanillo —la tierra donde nací— conocí una bella mujer: Benedicta. Me ena-

«Gracias a ustedes, nunca estuve solo»moré locamente de ella; nos mudamos para La Habana. Al poco tiempo de estar allí vol-ví a tomar; tuve problemas con su hijo y se separó de mí. Empecé a tomar todos los días con más fuerza, sin darme cuenta del daño que me hacía.

En 1994 conocí a otra mujer: María de los Ángeles. No teníamos donde vivir; su ex ma-rido nos dio un pedazo de terreno que estaba frente a su casa. Yo, con un marro me dedi-qué a sacar varillas del concreto, para vender el metro a seis pesos cubanos. De las demoli-ciones que había sacaba pedazos de bloques y de ladrillos, para construir mi casa; la cons-truí en 1995, manteniendo con mi mujer una familia con sus dos hijos —que no eran míos, pero los quise como tales—. Todos los días, sin descansar ni un domingo, realizaba este duro trabajo. El dinero solo se iba en comida; apenas podía comprarme ropa. Mis cuñados todos los días tomaban y me brindaban be-bidas; yo empecé a tomar con ellos y también mi mujer. Empezábamos a cantar y a hacer fiesta. Gastábamos el dinero en alcohol. Du-rante diez años realicé ese duro trabajo. En el 2007, mi mujer me abandonó y se fue de la casa. Mis borracheras eran todos los días. Una tarde la busqué y la encontré en casa de alguien, con un extranjero. Aunque era un hombre celoso, mis pensamientos me dije-ron que era mejor terminar con ella. Siem-pre fui un hombre para una sola mujer. De buscar a la mujer que me amara como yo la amo, sin compartir con nadie más la unión de dos personas. A pesar de que viví más de diez años con ella, ella nunca consideró el amor que yo sentía y que me daba valor para perdonarlo todo. Ella fue a la policía con el ex marido y la policía me sacó del hogar que en muchos años había yo construido, con mucho trabajo, y en donde había vivido los mejores y más felices días de mi vida.

Sin casa, sin mujer, sin familia, sin ami-gos… comencé a vivir en unas naves abando-nadas de la empresa «Antillana de Acero», del Municipio del Cotorro, en la ciudad de La Habana. Mi cama era un pedazo de car-tón y, mi sábana, un pedazo de nylon. Allí sufría todos los días en mi soledad las pérdi-das de todas las cosas que yo amaba. Para no morir del hambre, continuaba realizando mi trabajo sacando varillas del concreto, para

vender el metro a seis pesos cubanos. Iba a Mantilla y ahí vendía, para comprar mi co-mida y mis bebidas. No tenía la fuerza como antes para realizar mi trabajo, pero sí el espí-ritu de hacerlo, sin robarle nada a nadie.

Un 11 de noviembre me detienen dos cus-todios, cuando salía con unos pedazos de varillas que había recogido de la línea. Aga-rrándome uno de los custodios bruscamente por el suéter, comenzó a darme de golpes en la cabeza, fracturándome el cráneo con la pistola. Me rompió toda mi ropa y con-tinuaba dándome. Golpeó todo mi cuerpo. Estaba lleno de sangre. Lo abracé y juntos caímos al suelo. Él se puso de pie y continua-ba pateándome. Mi única defensa eran mis ofensas. Yo no tenía fuerzas para levantarme. Un trabajador que pasaba por el lugar fue el que aguantó al custodio para que no me diera más golpes. La vista se me obscureció y perdí el conocimiento. Luego me llevaron para el hospital y después a la prisión de Va-lle Grande, en La Habana. Allí, después de unos cuantos meses, pude saber por la pe-tición fiscal que había sido acusado de un delito de robo con violencia e intimidación a esas personas, quienes me pedían 10 años. Leí la declaración de los custodios y vi que todo lo que decían eran mentiras. Escribí a los custodios declarantes, pidiéndoles que por favor dijeran la verdad. El certificado médico de mis fracturas, que me expidieron en el hospital, nunca apareció, ni las placas.

Me sancionaron por un delito que no co-metí a 7 años de privación de mi libertad. Desde el 2010 comencé a escribir a los dis-tintos organismos del Estado Cubano, pi-diendo justicia, pero nada. No han servido mis reclamaciones porque soy un alcohólico. Aquí he sufrido los peores días de mi vida: por la pérdida de mis familiares, por el he-cho de estar injustamente condenado, por el hambre que he pasado, por la soledad que he tenido durante estos cuatro años sin recibir visitas de nadie.

Esa vida de alcohol no daba nada. Yo ha-bía perdido todo por culpa de mi borrache-ra. ¡Tenía que dejar para siempre las bebidas alcohólicas! Pensé en la forma en que murió mi hermano. Recordé un borracho que ven-día todas las cosas de su casa para beber; la forma en que andaba mal vestido y me mire

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Todos podemos hacerlo

a mí mismo: fue como reflejarme en un es-pejo.

Sigo defendiendo mi verdad por encima de todo y espero algún día salir en libertad. Tengo las fuerzas necesarias para seguir ade-lante. Todas las noches le pido al gran poder de Dios que me de más fuerza y valor para soportar los sufrimientos, las injusticias; que me aparte del mal camino; que me de inteligencia, sabiduría y paz en mi corazón; que donde haya alcohol, yo ponga la sobrie-dad; donde encuentre odio, ponga el amor; donde encuentre ofensa, yo ponga el per-dón; donde haya discordia, yo ponga unión; donde haya mentira, yo ponga verdad; que donde haya duda, ponga fe; que donde haya desesperación, yo ponga esperanza; que don-de haya tinieblas, yo ponga luz; que donde haya tristeza, yo ponga alegría; que donde encuentre hermanos, yo ponga mi amor. Porque dando, es como se recibe; perdonan-do, es como se encuentra el perdón de Dios. Quiero que todos mis amigos y enemigos sean felices, y rezo esta oración todos los días en las noches, pidiéndole a Dios que me libere de esta injusticia y que perdone a aque-llas personas que me han hecho tanto daño, y que me perdone el daño que he causado a las personas por mis borracheras, y el daño que me he causado a mí mismo.

Dios nos ama, nos da fuerza y valor a todos nosotros, por medio de nuestra propia con-

ciencia y de nuestro verdadero amor, indi-cándonos el camino más seguro para lograr nuestra vida, nuestra propia felicidad. Él lo ve todo. Él es testigo de toda la injusticia que comete el hombre contra el propio hombre. Él es testigo de nuestro sentimiento y del amor que sentimos por toda la humanidad. Él es testigo de todas nuestras decisiones, de nuestra fe, de nuestra vida, de nuestro amor. Él es testigo de todo el valor de una amistad, de un hermano, de un amigo. Tiene más valor para mí que todo el dinero del mundo.

Soy un hombre compartido, y me gusta ayudar a todas las personas que me necesi-tan. No me gustan los abusos. Quiero mu-cho a mi familia, a mis hermanos, a mis ami-gos y enemigos. No siento odio por nadie y quiero que el mundo sea más humano y más justo para el bien de todos. Con mi dolor en el corazón de haberlo perdido todo, hoy bus-co la mejor manera de ser feliz, de volver a te-ner en mi vida un nuevo hogar y una familia nueva. Todo depende de Dios y de nosotros.

Hoy doy gracias a mis hermanos de la or-ganización de Alcohólicos Anónimos por formar parte de su amistad, siento que he cumplido parte del camino que me une a us-tedes para siempre. Pueden tener la seguri-dad de que siempre voy a escribir y tener co-rrespondencia con todos ustedes, de seguir mi vida guiada por sus consejos. Nunca sentí en mi alma el orgullo de la muerte, porque

quiero la vida y lucho por ella. Me enorgu-llezco de haber renunciado a la vida del alco-hol, de tener buenos amigos en ustedes. En Dios pongo lo más puro de mis esperanzas de continuar el camino del bien y mantener-me sobrio y ayudar con mis consejos a otros hermanos alcohólicos a alcanzar el estado de sobriedad.

Seamos firmes en nuestras decisiones, y despiértese hoy y para siempre el anhelo de lograr, para bien de todos, una vida sin al-cohol.

Creo que no se puede escribir la historia humana sin el aporte sincero de la Oficina de Servicios Generales de Alcohólicos Anó-nimos en México, cuyo objetivo primordial es salvar al hombre o mujer alcohólicos, y mantenernos sobrios… ¡Salvar vidas huma-nas es salvar familias y hogares, es salvar nuestro amor y nuestra propia felicidad con la felicidad de todos! ¡Muchas gracias, mis queridos hermanos y amigos!

No dejen de escribirme. Hoy no estoy solo. Gracias a ustedes, nunca estuve solo.

Con mucho amor para todos, me despido de ustedes. Hasta pronto.

Aníbal M. Prisión Cienfuegos

Ciudad Cienfuegos, Cuba

Estoy preso desde 2003. Era diciembre y el frío calaba hasta los huesos, cuando fui presentado como un delincuente ante los medios de comunicación. Hasta ese momen-to no hubo problema, pensé que mi estancia sería pasajera y pronto volvería a la calle. No tenía idea de la tormenta que se avecinaba. Después de dos años, el juzgado me conde-nó a doscientos treinta y dos años y nueve meses de cárcel, y me impuso una multa de ochocientos mil pesos o cincuenta años de jornadas de trabajo por el delito de fraude genérico y asociación delictuosa.

Cuando recibí el resultado me eché a reír como idiota. Algo me decía que estaba me-tido en un gran problema. En ese momento empecé a vivir una terrible soledad y un do-lor nunca antes sentido. Mi primera reacción

«Aprendí a caminar»fue reclamarle a Dios por mi desgracia. Sa-bía que jamás saldría libre. Empecé a vivir la locura; todo era oscuridad; anochecía y amanecía entre cuatro paredes. Ésta sería mi casa por siempre. Qué difícil era aceptar la realidad.

Me fortalecí y acepté el reto de sacar al muerto que ya olía mal. No era fácil, pues el muerto era yo. Acepté la invitación hecha por la Comunidad y ellos me enseñaron a ca-minar en la cárcel. Inicié un nuevo día: me formé en el rancho y compartí actividades; se acabaron la buena comida, el departamen-to alfombrado y la cama; aparecieron el sue-lo y las cucarachas.

Me acostumbré a la nueva forma de vivir. Valoré y reconocí el amor y el cariño que mi familia me mostró, y que por prepotencia y

falta de respeto perdí. Estos recuerdos lace-raban mi conciencia; tenía que iniciar una nueva manera de pensar, si no, de nuevo me esperaba el psiquiátrico.

El miedo me recordó cómo los alcohóli-cos, años atrás, me habían capacitado para enfrentar estas situaciones. Tomé la deci-sión de agarrar mi costal de penas y arrastré mi orgullo por todo el reclusorio; entraba y salía de los dormitorios de segregación lle-vando café a quienes están en la cárcel de la cárcel, donde viven los lacras. Así aprendí de aquel mundo raro creado por el hombre. Cuando iba a la zona de ingreso recordaba cómo llegué por primera vez y eso me moti-vaba para transmitir el mensaje a los nuevos.

El servicio me fortaleció para hacer frente a este mundo difícil. En automático desapa-

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Todos podemos hacerlo

reció la depresión y llegó a mi vida la alegría de vivir; la energía creadora de Dios me libe-ró de la culpa: dejé de estar frustrado.

El dinero se acabó; ya había comprendido que la ambición me trajo a este lugar. Me de-cidí a comprar la mercancía más cara de los alcohólicos: la humildad. Tuve que perder todo para adquirir un poco de ella. Asimi-lé que los errores se pagan caro. Diario me río de mi desdicha y les digo a mis compa-ñeros que saldré preliberado en el año 2103. Aprendí a caminar sobre vidrios rotos. No sé cuándo, pero un día estaré con ustedes y testimoniaré que sí se puede.

Inició el año 2010 y con él la emoción de la 10.a Convención. Nos dieron la noticia de que se haría un enlace satelital con algún pe-nal, reclusorio o cereso, como se realizó en Guadalajara.

La emoción creció cuando nos informa-ron que se presentaría la petición para que el enlace se realizara desde nuestra casa, el Re-clusorio Norte. Pasaron algunos meses y nos dieron la noticia de que nos otorgarían el servicio. Nos llenamos de alegría. En la ple-naria, se pidió que quienes desearan realizar el enlace presentaran su currículum. Llega-ron varias propuestas y después de discutirlo se eligió por votación al compañero Víctor B., luego a mí y después al compañero Ca-milo M. Muchos compañeros se frustraron, pues todos querían el servicio.

Más tarde nos trajeron la respuesta: el elegido para realizar el enlace sería Víctor B. Me entristeció la noticia, aunque quedaba de emergente. Pasaron unos meses cuando, por medio de cic, mi compañero Ángel R. me informó que dentro del enlace también se realizaría la apertura de la 10.a Conven-ción y que me habían elegido como coordi-nador. Me llené de alegría.

Las autoridades del reclusorio solicitaron la ponencia por escrito. Se realizaron los pre-parativos con ánimo. Se hicieron ensayos de la ponencia de mi compañero Víctor B. y de la mía. El día llegó y yo estaba muy entusias-mado por la apertura.

El viernes 25 de marzo, a la seis de la tar-de, esperaba el momento de entrar en acción, pues me había tocado dar el campanazo de salida para el inicio de la 10.a Convención. Hoy, ya puedo compartir mi experiencia, porque antes, por mis estudios en la juven-tud, me negaba a creer en los beneficios del paso once.

Ese mismo día, a las tres de la tarde, caí en un cansancio extremo, pues desde el mes de enero, cuando mis compañeros me regala-ron el servicio de secretario del 22.o Distrito, todas las energías fueron canalizadas hacia este magno evento. Diariamente, sentía la presión del tiempo; despertaba alrededor de las tres de la mañana y ya no conciliaba el sueño. Por eso estaba exhausto. Tenía un fuerte dolor de cabeza. Sentía la carga emo-cional de mis compañeros que empezaban a abatirse porque eran las doce y aún no lle-gaban las pantallas. Vi en muchos de ellos cómo la fe empezó a decaer. La desespera-ción se apoderaba de sus rostros y el ánimo se volvía frustración.

Tenía que motivarlos y mostrar con he-chos que esto debía ir hacia adelante. Les dije que de un momento a otro las pantallas estarían dentro del reclusorio; hora y media más tarde llegaron. Creo que los compañe-ros externos se percataron de nuestro ánimo, pues a Víctor y a mí nos llevaron dentro del grupo, empezaron a orar y nos invitaron a hacer ejercicios de respiración. Pablo P. y Jai-me S. me abrazaron y me dijeron que pidiera un deseo. Le pedí a Dios que se manifestara en la exposición del mc Víctor, pues él era el encargado de llevar al Estadio Azteca el sen-tir de todos los que estamos presos.

Le pedí a Dios que hablara por él, y creo que así fue, porque su participación tuvo ex-celentes resultados. Alrededor de las siete de la noche, bajé de la coordinación y me senté en una banca del auditorio. Hasta hoy, no puedo descifrar con palabras la emoción que sentí cuando observé miles de velas pren-didas en el estadio. Súbitamente solté una lágrima. Volví la mirada hacia todos lados y mis compañeros estaba tan conmovidos como yo. La emoción emanada del Todopo-deroso se manifestaba. El sentimiento tam-bién embargaba a las autoridades presentes. Me conmovió ver a un custodio con su velita encendida y llorando. La emoción cimbraba el Estadio Azteca. Entonces pensé: «Ahí es-tán las monedas de mis compañeros líderes del distrito, que con sus aportaciones y con su fe depositada en la gente que aquí adentro se dedica a lavar, planchar, bolear, cantar, y tocar, vender Friscos, botanas, encendedo-res, estafetas…, hicieron esto posible».

Hubo tres compañeros que fueron herra-mientas que el Jefe utilizó: Juan Carlos, Juan Pedro e Ismael: mc, tesorero y coordinador

de eventos de distrito. Mi reconocimiento para ellos, para el cic y para el Área DF Nor-te, así como también para las autoridades que nos permitieron que esto culminara de la mejor manera.

El esfuerzo y el legado de Bill y Bob valió la pena. Ellos estuvieron presentes en espíri-tu. No es tu aptitud, sino tu actitud lo que determina tu ineptitud.

Margarito (Publicado en la revista Plenitud AA,

N.o 186)

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¿Qué es?

Es un evento que se formalizó en abril del 2004, en el marco de la 38.a Conferen-cia Mexicana, y cuya finalidad es fortalecer lazos de colaboración con autoridades en materia de procuración e impartición de justicia de los centros penitenciarios de todo el país, para llevar el mensaje de Alcohólicos Anónimos a aquellas personas que padecen la enfermedad del alcoholismo y se encuen-tran recluidos en una prisión.

Es muy importante sensibilizar e infor-mar a los profesionales sobre el propósito de nuestra agrupación, pues ellos son nuestro conducto para que se nos continue abriendo las puertas en los distintos centros de reclu-sión en el territorio nacional. Recordemos que durante todo el año los compañeros de AA realizan su servicio en nuestros 551 gru-pos institucionales. Sin embargo, durante esta semana se intensifica el trabajo en nues-tras 83 áreas.

La 12.a Semana Nacional del Interno Al-cohólico fue celebrada del 23 al 28 de junio, teniendo como escenario el estado de Jalisco

—área Jalisco Centro—, bajo el tema y lema «Alcohólicos Anónimos y los profesionales unidos en un mensaje» y «Una solución de vida», respectivamente.

El lunes 23 de octubre, dio inicio la rue-da de prensa a las 9.00, en el hotel Holiday Inn Guadalajara. Asistieron como invitados funcionarios del gobierno del Estado de Ja-lisco y titulares de los distintos centros de re-adaptación social del Estado, representantes de instituciones de la sociedad civil y guber-namental en materia de impartición de jus-ticia y centros de reclusión, representantes de instituciones públicas, médicos legistas, criminólogos, psicólogos, trabajadores so-ciales y sociólogos —además de miembros de Alcohólicos Anónimos.

Participaron en la mesa de honor la Lic. Marisela Gómez Cobos, fiscal de reinser-ción social; el Dr. Gustavo Iglesias Robles, secretario técnico del cecaj; el Lic. Octa-vio Rodríguez Solís, secretario general de la Asociación Mexicana de Salud Psíquica, A.C.; el Lic. en Psic. César Córdova Casta-ñeda, coordinador del Comité de Institu-ciones Correccionales de Central Mexica-

12.a Semana Nacional del Interno Alcohólico

na de Servicios Generales de Alcohólicos Anónimos, A.C.; el Sr. Maximiliano Pérez Gómez, coordinador del Comité de Insti-tuciones Correccionales de Conferencia; el Sr. Francisco Socorro Ortiz, custodio de la región Centro Poniente, y el Sr. Gabriel Alba Reyes, delegado por el área Jalisco Centro.

Durante el desarrollo de la rueda de prensa se mencionó la sinergia y la evolu-ción de la sociedad para la reinserción de los internos alcohólicos, lo cual habla del sentido humano y el dinamismo que apor-ta Alcohólicos Anónimos en esta actividad que define nuestro tiempo.

Alcohólicos Anónimos es una asocia-ción que ha superado las transformaciones sociales de moda impuestas con cada cam-bio de tiempo. Es uno de los pilares don-de se fortalece a las personas que sufren la enfermedad del alcoholismo mediante su modelo de ayuda mutua. La esencia de AA se finca en compartir la experiencia de cada uno de nuestros miembros y en confiar la propia vida y voluntad al cuidado de Dios

—o, si se prefiere, de un Poder Superior.La Lic. Marisela Gómez subrayó la no-

ble tarea noble que realiza AA, y que existe en cada miembro de esta comunidad, pues después de haber sufrido una caída y levan-tarse, lo hace para ayudar a otro que se en-cuentra en las mismas condiciones en que él o ella estaba.

Fue mencionado que en el Estado de Jalisco, de entre una población de 25 000 adolescentes encuestados, el 39 % de ellos ha tenido contacto con el alcohol. Es por

ello importante redoblar esfuerzos en este tema. La fiscal señaló que un alto número de internos en los catorce centros de reclusión ubicados en el Estado llegaron a cometer el delito bajo el influjo de alcohol.

A las 10.30, la fiscal de reinserción social del Estado de Jalisco inauguró los trabajos de nuestras 83 áreas.

También asistimos al Centro de Reinser-ción Social de Puente Grande, Jalisco, donde participaron compañeros internos. Los in-tegrantes de la mesa de honor fueron el Lic. Miguel Ángel Núñez Sambrano, director del Centro de Readaptación Social; el Lic. en Psic. César Córdova Castañeda; el Sr. Maximilia-no Pérez Gómez; el Sr. Gabriel Alba Reyes Delegado; y los Srs. Jesús C. y Juan Carlos G.

Hubo oportunidad de escuchar el testimo-nio de un compañero interno, quien agradeció a las autoridades del centro por haber otorga-do todas las facilidades para la realización del evento y motivó a los compañeros que requie-ren de ayuda a acercarse al grupo institucional con el cual cuenta el penal.

Los trabajos se llevaron a cabo en un am-biente de armonía, gracias a la gentil disposi-ción por parte de las autoridades del centro de reinserción social. Es por ello que, a nombre de Central Mexicana de Servicios Generales de Alcohólicos Anónimos, A.C. les agradece-mos por habernos abierto las puertas de este centro para la realización del acto inaugural de la 12.a Semana Nacional del Interno Alco-hólico.

Comité de Instituciones Correccionales

Reseña de eventos