maupassant en el norte de castilla

5
CIPRES La editorial Páginas de Espuma reúne en dos volúmenes los relatos del autor de ‘Bola de sebo’ en edición de Mauro Armiño [P2] Sábado, 17.12.11 Número LXXXI SOMBRA LA DEL Maupassant, todos sus cuentos Caricatura del escritor Guy de Maupassant en una de las publicaciones en las que solía colaborar.

Upload: juan-casamayor

Post on 16-Mar-2016

217 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Maupassant en el Norte de Castilla

TRANSCRIPT

Page 1: Maupassant en el Norte de Castilla

CIPRES

La editorial Páginas de Espumareúne en dos volúmeneslos relatos del autorde ‘Bola de sebo’ en ediciónde Mauro Armiño [P2]

Sábado, 17.12.11Número LXXXI

SOMBRALA

DEL

Maupassant,todossus cuentos

Caricatura del escritorGuy de Maupassant en unade las publicacionesen las que solía colaborar.

Page 2: Maupassant en el Norte de Castilla

Frente al fetichismofolclorista de las tum-bas de Julio Cortázar ode César Vallejo, don-

de no faltan poemas, piedras,copas de vino o billetes de me-tro, la sepultura de Maupassanten el cementerio parisino deMontparnasse guarda todo elencanto y el misterio de los vie-jos enterramientos románticosdel siglo XIX. Nadie sabe quiénse llevó el libro de bronce ori-ginal que adornaba este recogi-do monumento funerario; sinembargo, la leyenda dice quelos últimos meses que pasó elinquilino de la tumba, entre el7 de enero y el 6 de julio de1893, en la célebre clínica deldoctor Blanche, podrían haberservido de argumento paracualquiera de los maravillososcuentos de terror que escribióel autor de ‘El Horla’.

Algo de este universo esca-lofriante, que llevó al escritor,gravemente enfermo de sífilisy víctima de permanentes ata-ques de pánico, a tratar de qui-tarse la vida al menos en cua-tro ocasiones, quedó escrito ensu relato ‘Quién sabe’. Pero to-davía queda mucho por saberde aquel extraño doctor Blan-che, un personaje habitual dela alta sociedad del París de fi-nales del siglo XIX a cuya clí-nica para enfermos mentalesacudían algunos de los miem-bros más relevantes de la vidaintelectual del momento. Guyde Maupassant (Dieppe, 1850-París, 1893) estaba, desde lue-go, entre ellos. Protegido delgran Gustave Flaubert, quienle brindó la ocasión de publi-

car su primera obra, ‘Bola desebo’, en 1867, Maupassant era,en el momento de caer grave-mente enfermo, un escritor co-nocido que fascinaba en los sa-lones de París por sus extraor-dinarios relatos de misterio, alos que la crítica literaria colo-có enseguida al lado de los deEdgar Allan Poe como paradig-ma del género.

La permanente actualidadde Maupassant, sin embargo,no está solo en el atractivo clá-sico de sus cuentos de terror.Autor de cinco novelas, el es-critor que trataba de quitarsela vida una y otra vez intentan-do degollarse con un cortaplu-mas o una navaja de afeitar ha-bía sido uno de los cronistas so-ciales más afilados del momen-to. Frente al tono oscuro de susrelatos, la frescura, la ironía yla profundidad de campo de susartículos publicados en perió-dicos como ‘Le Figaro’, ‘Le Gau-lois’ o ‘Gil Blas’ dan cuenta detodo ese mundo de las pasio-nes humanas y de las conve-niencias sociales que el fran-cés supo retratar tan bien enbuena parte de sus escritos. Laedición, por parte de Siruela,de ‘Todas las mujeres’, una co-lección de 73 relatos que for-man un gran retablo sobre elalma femenina, o la reedición,de la mano de Nórdicas, de sunovela ‘La noche’ dan cuentade la vigencia de esta otra par-te de su obra. A ellas hay quesumar una nueva versión ci-nematográfica del inolvidable‘Bel Ami’, que aprovecha el ti-rón cinematogrático del ‘vam-piro’ Robert Pattison, muy biena acompañado por Uma Thur-man, Cristina Ricci y KristinScott Thomas, para volver acontar la historia de GeorgesDuroy, el romántico excomba-tiente de la guerra de Argeliaque protagoniza un ascensoimparable en la buena socie-dad de su tiempo gracias a suatractivo físico y a sus extraor-dinarias dotes para jugar, pre-cisamente, con las debilidadesdel sexo femenino.

De cómo llegó Maupassant,cuyas crónicas de los grandessalones parisinos no están es-critas precisamente de oídas, aconverirse en un alma en penaesperando la muerte por los pa-sillos del antiguo palacio de laprincesa de Lamballe, conver-tido por Esprit-Sylvestre Blan-che (un nombre para anotar) ypor su hijo Émile en el míticorefugio de los locos más egre-gios de París, aún queda mu-cho por averiguar. El misteriono se extingue, y algunos lollevan incluso al lugar donde

el escritor vio la luz por vezprimera, no en Dieppe, como

dice su partida de nacimien-to, sino, tal vez de más altacuna, en el mismísimoMiromesnil, un bellísimo‘château’ de la francesaCosta del Alabastro quehoy tiene en alquiler sus

habitaciones para los via-jeros de alcurnia. Peroesa es otra historia.

blogs.nortecastilla.es/elavisador/

Un misterioque no se extingueSegún la leyenda, los últimos meses de la vidade Maupassant darían para un cuento de terror

CARLOSAGANZO

‘BOLA DE SEBO’ Y TODOS LOS DEMÁS Sábado 17.12.11EL NORTE DE CASTILLALA SOMBRA

DEL CIPRÉS2

Page 3: Maupassant en el Norte de Castilla

Esta historia con casi3.000 páginas, bienordenada en dos to-mos, con guías e iti-

nerarios para el lector, queya está a su disposición en laslibrerías comenzó en 1880.Es el año en el que Guy deMaupassant, un tipo apasio-nado, de carácter sanguíneo,decidido a ser escritor sin re-nunciar a los placeres de lavida, con buenos padrinos y

mejor mentor (nada menosque Gustav Flaubert) se hacecélebre por un cuento: ‘Bolade sebo’. No era su primer re-lato, pero sí el primero que elautor de ‘Madame Bovary’ lepermitiría firmar con sunombre y el que provoca susencendidos elogios: «‘Bola desebo’, el cuento de mi discí-pulo cuyas pruebas he leídoesta mañana –escribe Flau-bert a una sobrina– es unaobra maestra, mantengo es-tas palabras: una obra maes-tra de composición, de hu-mor y de observación». Lapublicación de este cuentohizo que Maupassant pasarade ser un perfecto descono-

cido a un escritor famoso. Ymuy solicitado. Su fama lehizo desplegar una actividadfrenética a pesar de su preca-ria salud y de que nunca re-nunció a una agitada vida so-cial, que pasaba por la fre-cuentación casi obsesiva delos salones literarios.

Pero volvamos al princi-pio de esta historia. La razónpor la que el autor francésGuy de Maupassant (Dieppe,1850- París 1893) esté en laprimera línea de la actuali-dad es la publicación por par-te de la editorial Páginas deEspuma de sus cuentos com-pletos, los más de trescien-tos que llegó a escribir.

La edición es mucho másque la reunión en dos volú-menes de las historias que ledieron fama, es una auténti-ca oportunidad de adentrar-se en el mundo literario, a ra-tos terrible, a ratos ‘espumo-so’, del autor; de conocer susmotivos y de acompañarle si-quiera someramente en unavida marcada por los excesosy la escritura «encarnizada»,gracias al estudio y trata-miento de la edición del crí-tico y traductor Mauro Armi-ño (premio Nacional de Tra-ducción en 2010 por ‘Histo-ria de mi vida’ de GiacomoCasanova). Armiñono solo es el autor de

Retazos de vida‘real’ y próximaLos cuentos completos de Maupassant traen a laactualidad sus seres ‘grises’, pero también terribles

Portadas de loscuentos queMaupassantpublicaba en lasrevistas ‘Gil Blas’ y‘Revue Populaire’.:: CORTESÍA DE PÁGINAS

DE ESPUMA

ANGÉLICATANARRO

>

Sábado 17.12.11EL NORTE DE CASTILLA 3

Page 4: Maupassant en el Norte de Castilla

la traducción y delestudio introducto-

rio de la obra, sino el que hadiseñado una serie de guíaspara el lector, como el resu-men de las tramas de cadauno de los cuentos, su clasi-ficación por temas y otroscomplementos editorialesque hacen única esta publi-cación. Él mismo justificaesta labor de desbroce yacompañamiento: «¿Cómote metes en un libro de casi3.000 páginas? Si eres aficio-nado al terror, encontrarásuna vía por dónde empezar.Si simplemente quieres vol-ver a leer alguno del que tie-nes un vago recuerdo, la lec-tura de la trama puede ayu-dar».

Armiño cierra con esta edi-ción quince años de estudiodel autor francés que se hantraducido en varias antolo-gías temáticas (la más recien-te la publicada por Siruela etorno a los cuentos protago-nizados por mujeres) hastallegar a esta edición comple-ta, que se iba gestando a lolargo de estos años. Si se lehace reflexionar sobre lo queel autor de ‘El Horla’, que mu-rió en la última década del si-glo XIX, puede decirle al es-critor de hoy, y más en con-creto al escritor español, suprimer pensamiento pasa porla dificultad de comparación:«Ahora no hay un Juan Be-net que quiera hacer una obraliteraria, que quiera tener unestilo. Las cosas han cambia-do mucho. Lo que los escri-tores quieren es vender librosy lo que ahora vende es la no-vela histórica, que ni es no-vela ni es historia, son solocuentos chinos».

Otra cosa es lo que Mau-passant puede ofrecer al lec-tor actual: «Lo que Maupas-sant ofrece son trozos devida, de realidad, en una épo-ca y en unas circunstanciascon unas características muyconcretas. Pero ahí está lacondición humana y en es-tos cien años esa condiciónno ha cambiado gran cosa. Loque reflejan sus cuentos, laspasiones, la codicia, la envi-dia... son absolutamente ac-tuales».

Pero vayamos a las carac-terísticas de su escritura. Se

ha escrito mucho acerca delrealismo de Maupassant, desu cercanía o lejanía con elnaturalismo de Zola, y a ellodedica Armiño un capítulode su introducción ( ‘Lo realcomo fuente de lo imagina-rio’): «Maupassant está departe de Flaubert y no creeen ese método científico deanálisis propalado por Zola:no admite que el narrador seconvierta, como quería el au-tor de ‘Nana’, en un sabio, enun científico que examina lacarne por dentro y empleauna especie de probeta para,a través de la sangre, llegar alalma. Para Maupassant, ‘elrealista, si es artista, tratará,no de mostrarnos la fotogra-fía trivial de la vida, sino dedarnos de ella una visión máscompleta, más penetrante,más convincente que la rea-lidad misma (...) cada uno denosotros se hace una visióndel mundo. Y el escritor notiene otra misión que repro-ducir fielmente esa visióncon todos los procedimien-tos artísticos que ha apren-dido y de los que puede dis-poner».

Y en este punto habría quedistinguir entre el aliento delos cuentos que Maupassantdestinaba a los periódicos(durante una etapa tuvocomprometidos dos cuentossemanales en otros tantosdiarios) y sus novelas.

«En las novelas se mues-tra más literario. En los cuen-tos, que van destinados a unlector de periódico (aunquehablamos de un lector de pe-riódico de la época que de en-trada era una persona conuna cierta cultura) utiliza unfrancés más fácil. No se pier-den en florituras ni en des-cripciones paisajísticas. Meteal personaje en la acción si-guiendo esa regla del perio-dismo de que al lector hayque engancharlo en el primerpárrafo».

Y a pesar de que como elpropio Mauro Armiño reco-noce, en estos cuentos pare-ce no preocuparse demasia-do por el alma de sus perso-najes, lo cierto es que tam-bién se le puede consideraruno de los precursores del in-terés de los escritores por lasenfermedades mentales desus personajes, lo que inau-guraría la estrecha relaciónentre aquellos y el nacientepsicoanálisis.

«De alguna forma eso yaestaba en Flaubert, ese verlos caracteres de las personasy exponer cómo la mente tra-baja por su cuenta, como aveces se come a sí misma».

Y una última referencia alo que aporta Maupassant ala literatura fantástica, en pa-labras de su traductor: «Larealidad más simple, bien ob-servada, como exigía Flau-bert, puede ser fuente de an-gustias extrañas, de ansieda-des palpitantes, de terroresconscientes». De todo ellollenó sus cuentos.

>

Al abordar la proli-ja obra de Guy deM a u p a s s a n t(1850-1893), el

lector se pregunta ¿por dón-de empezar? ¿Por las cróni-cas periodísticas, por los rela-tos de viajes, por los más detrescientos cuentos o por lasnovelas? La primera consta-tación que se impone, unavez leída su obra, es la impo-sibilidad de considerar inde-pendientes al cronista, del es-critor de cuentos o del nove-lista, dado que temas, perso-najes y motivos se entrecru-zan constantemente en unaobra que se inspira tanto enla realidad como en lo fantás-

tico, en París o la provincia,en la sociedad mundana omarginal. Una producción tandiversa muestra, sin embar-go, una clara unidad, ya intui-da por el propio escritor, quetiene su origen no solo en suformación literaria, sino tam-bién en su particular visión

del mundo, basada en la ob-servación de sus coetáneos einfluida por Flaubert y Scho-penhauer.

Maupassant conoce untemprano éxito con la publi-cación en 1880 de ‘Bola desebo’. Toda su obra se concen-tra entre 1880 y 1891; a par-tir de entonces su salud se de-teriora gravemente a causade su enfermedad, una sífiliscontraída en su juventud quele provoca trastornos de vi-sión y de memoria, parálisisy demencia. Los sucesivos in-tentos de suicidio determi-nan su internamiento en laclínica del Dr. Blanche don-de muere en 1893 dejando

Maestro en el artede la sugestión

CUENTOS COMPLETOSGuy de Maupassant. Edición ytraducción de Mauro Armiño.Editorial Páginas de Espuma. Dosvolúmentos. 1.456/1472 páginas.94 euros.

‘BOLA DE SEBO’ Y TODOS LOS DEMÁS

Profesora de laUniversidad de Valladolid

CRISTINARISCO

Sábado 17.12.11EL NORTE DE CASTILLALA SOMBRA

DEL CIPRÉS4

Page 5: Maupassant en el Norte de Castilla

La historia de un amorfracasado, seguido deuna vida frustrada,puede ser el tema de

una novela enorme. Maupas-sant, en pocas páginas, nosdice lo esencial». Son palabrasde Jean Renoir cuando em-prende la adaptación delcuento de Guy de Maupas-sant ‘Une partie de campag-ne’, y que a pesar de ciertasdificultades de rodaje y deposproducción ha quedadocomo una de las cumbres deldiálogo de cine y literatura.La fidelidad de Renoir al ori-ginal dejó un insólito metra-je de 40 minutos, que se po-drían haber incrementadocon algunas escenas del co-mienzo que no se llegaron afilmar, pero lejos todavía dellargometraje que le exigía elproductor Pierre Braunber-ger. Los compromisos de Re-noir para iniciar ‘Los bajosfondos’ le impidieron ocupar-se de los remates finales, yluego la llegada de la guerrallevó al director a EstadosUnidos. Por fin el productorlogró que Margarita Renoir,la compañera del cineasta, seocupara del montaje, y el mú-sico habitual de sus películas,Joseph Kosma, compusiera lapartitura. El estreno se reali-zó diez años después, en1946, sin que Jean Renoir pu-diese darle el visto bueno.

Lo que se cuenta en ‘Une

partie de campagne’, como su-cede en casi todas las grandesnarraciones, no proviene deningún exceso imaginativode Maupassant ni de la capa-cidad visionaria de Renoir. Esuna historia antigua y repeti-da, un mojón de la experien-cia común. Lo importante, lo‘esencial’, es la hondura quese consiga, lo que se excaveen la superficie de los hechos.El envoltorio de época lo dauna familia de comerciantesque emprende una excursióndominical desde París con elcarro que les ha prestado el le-chero. Un envoltorio perfec-tamente transportable desde1860 hasta la actualidad. Elgrupo viaja con la ilusión deun día diferente, especialmen-te la madre y la hija, un pocohastiadas de sus adocenadasparejas. Ellas son las más enér-gicas, también las más abier-tas, y el encuentro casual condos jóvenes en la fonda don-de comen abrirá el camino dela seducción. Con la aureolade conquistador que siemprese reviste la biografía de Mau-passant, podríamos esperaruna escritura dirigida por elerotismo directo, una palabradescriptiva que corriera traslas alusiones, picardías, avan-ces y supuestas defensas pron-tamente derribadas. Sin em-bargo la construcción de laaventura sexual se desvía ha-cia el marco de la naturaleza,de la que toma su energía ypujanza en el domingo solea-do para introducirse en loscuerpos y recorrerlos a la ma-nera de esas hormigas que lamadre cree sentir por debajode su corpiño. Y luego elige

como vector narrativo aquelque más se aleja de la palabradenotativa: el sonido. La na-turaleza es un teatro sonoroque envuelve las peripeciasde los amantes hasta dejarlasencerradas en metáforas po-derosas que culminan con elruiseñor que vigila el mato-rral frondoso de la isla de losIngleses. Este «invisible tes-tigo de las citas de Romeo yJulieta» puntea con las infle-xiones de su canto el avancedel encuentro sexual. Espas-mos, gritos, subidas y bajadasque el cuento va delegandoen los trinos del pájaro, hastaculminar con «un gemido tanprofundo que parecía la des-pedida de un alma; un gemi-do prolongado que acabó enun sollozo».

De esta trabazón indirec-ta, tan brillante y arriesgada,toma buena nota Renoir, asícomo de la distancia que Mau-passant traza con la posible li-gereza de la anécdota. En lapelícula el joven que luego vaa seducir a la muchacha dis-cute con su alocado compa-ñero sobre el alcance de estaseducción, algo más que unjuego o un entretenimiento,y las consecuencias amargasque va a dejar en la chica. Porel bien de ella, dirige al fogo-so hacia la madre, que gorjeamás que habla. La estrategiasonora de Maupassant tieneen Renoir un asombroso co-rrelato: todo lo importante, omejor, lo narrativamente es-perable, va a quedar excluidodel campo visual. Inicialmen-

te ese centro queda suspen-dido como promesa de futu-ro que el deseo alimenta sincesar, en complicidad con eldía de campo, con el sol queenciende los rostros o el aguaque acaricia las orillas. Y cuan-do ese tiempo debe llegar yestallar, hacerse presente, Re-noir recurre a una de sus ar-mas preferidas: el fuera decampo. Nada es visible por-que nada merece ser visto, loimportante son las ilusionesprevias y las frustraciones pos-teriores. El momento en queHenriette se entrega a su pre-tendiente en el frondoso ma-torral de la isla, queda literal-mente oculto por un prime-rísimo plano del rostro de ellaque deja ver poco más que unojo y la lágrima que fluye. Este

plano, que en un recordadoanálisis Jesús González Re-quena se atrevió a calificarcomo el mejor de la historiadel cine, es el telón dramáti-co que se cierra sobre el actosexual, y que no solo impidesu visión sino que desplaza laatención hacia lo más estre-mecedor del hecho, lo que nosva a unir a la experiencia deHenriette porque va a sonaren cada espectador como unmojón ineludible de su bio-grafía.

Al final Maupassant y Re-noir hablan, con inusitada yespecífica brillantez, de lomismo: del cruce de una fron-tera personal, del antes bre-ve e ilusionado y el despuéslarguísimo y triste. La virgi-nidad es metafórica, lo quecuenta es la herida del en-cuentro con el otro y con unomismo. El cuerpo, impulsa-do por un panteísmo arreba-tador, es sin embargo el lugarde una experiencia indivi-dual, y de su conciencia. Eldeseo arrastra, trae goces, espasajero y a la vez cíclico, perosus hechos pueden dejar ci-catrices hondas y feroces.Aquel río que se remontó parallegar a la revelación de la isla,su temblor y su vértigo, novolverá a ofrecerse con la mis-ma pureza. Henriette ya nun-ca será la joven que se prue-ba sin saber el final. Ya estáadvertida, ya posee la dura sa-piencia, y cuando vuelva a laisla en esa escena que nosconmueve como pocas, lohará cargada de marido, deexperiencia, de mirada haciaatrás, de tristeza, de tiempofundido.

El bosquecillo de la isla de los InglesesJORGEPRAGA

Fotograma de ‘Une partie de campagne’.

dos novelas inacabadas, ‘ElAngelus’ y ‘El alma extran-jera’.

Sus primeras novelas,‘Una vida’, ‘Bel-Ami’ y ‘Mont-Oriol’ pueden calificarsecomo novelas de aprendiza-je y de costumbres, mientrasque las últimas, ‘Pedro yJuan’, ‘Fuerte como la muer-te’ y ‘Nuestro corazón’ sonnovelas de análisis que po-nen de relieve el interés deMaupassant por la psicolo-gía; lo que le conduce a sim-plificar las intrigas, a reducirel número de personajes, aexplorar los estragos causa-dos por la pasión y el paso deltiempo.

Sus novelas presentanuna galería de seres macha-cados por la vida, minadospor el sufrimiento físico omoral que arrastran un pro-fundo sentimiento de sole-dad moral, originado por uninmenso hastío y una cons-tante angustia ante la muer-

te. Cada novela puede pare-cer así como la variación deun tema recurrente. La pri-mera, ‘Una vida’, es un rela-to simbólico de la condiciónfemenina en el siglo XIX, através del destino de su jo-ven heroína, que tras pasartoda su vida soñando con elamor, solo conocerá la decep-ción y el sufrimiento. Su si-guiente novela, ‘Bel-Ami’, apesar del ascenso social de suprotagonista George Du Roy,transmite también una vi-sión pesimista al incidir enla idea de que el hombre estáabocado a la soledad mien-tras espera la muerte, y quelo único cierto en la vida esprecisamente la muerte.Christiane Andermatt, la he-roína de ‘Mont- Oriol’, com-prueba que el dolor produci-do por un amor fracasado noes equiparable a su intensasoledad existencial. Pedro en‘Pedro y Juan’, concibe el exi-lio como la única salida a la

rivalidad fraternal, causa desu punzante angustia. En‘Fuerte como la muerte’, elpintor Olivier Bertin ve acre-centada su soledad al cons-tatar que el inexorable pasodel tiempo es un impedi-mento a su amor; un acciden-te fortuito,–posible suicidio–pone fin a su sufrimiento. Fi-nalmente en ‘Nuestro cora-zón’, su última novela, Ma-riolle siente un enorme va-cío existencial que nada lo-gra mitigar. Esta unidad deinspiración crea un sistemade ecos de una novela a otray difunde un mismo tono devoz, la de un escritor que con-vivió con el sufrimiento y lasoledad.

Sus novelas ponen ademásde manifiesto un gran cono-cimiento de la sociedad de suépoca, ya sea de los salonesparisinos –que tanto frecuen-tó– o del campo normando.Pero Maupassant no es Bal-zac y no ofrece por lo tanto

retratos ni descripciones de-talladas sino más bien esbo-zos que sugieren una acti-tud, revelan una emoción,mediante un gesto, un obje-to, un detalle sorprendente,dejando que la imaginacióndel lector vaya llenando hue-cos. Renuncia pues a la des-cripción para recurrir a lasimple evocación; de ahí queencontremos más imágenesque descripciones en sus no-

velas; de ahí que siempre sealuda a esas sinfonías senso-riales, a esa fiesta de todoslos sentidos que se presentacomo la doble consecuenciade una filosofía pesimista yde una concepción del rea-lismo fundada en la suges-tión. Maestro pues en culti-var el arte de la sugestión,sabe también mostrarse di-recto, incisivo, incluso iró-nico, preocupado por con-servar su libertad de palabray su independencia, recor-demos a este respecto quenunca quiso formar parte deninguna escuela.

Las novelas de Maupas-sant, excepto ‘Bel-Ami’, raravez reciben el calificativo deobras maestras, posiblemen-te porque son demasiado lú-cidas y crueles, porque la vi-sión de la sociedad que emi-ten es tremendamente pesi-mista e incluso absurda, sinconcesiones a cualquier tipode ideal, a cualquier atisbo

de felicidad, dado que elamor, la comunicación conel otro se revelan siemprecomo una falacia.

A cada novela correspon-de una visión personal de lascosas perfectamente adapta-da al tema elegido; lo quemuestra la preocupación denuestro autor por la búsque-da de la palabra justa, lecciónbien aprendida de su amigoFlaubert. A este respecto con-viene no olvidar la importan-cia que nuestro escritor con-cede a la claridad y transpa-rencia en la escritura. Sin em-bargo, ésta resulta más com-pleja de lo que parece pues ellector sorprendido por el im-pacto emocional debe apren-der a leer entre líneas y debedescubrir, sobre todo, la im-portancia del objeto más hu-milde, del detalle más insig-nificante. Hagamos caso aMaupassant y dejemos ha-blar solo a los personajes ylos hechos.

En sus novelas,el amor,la comunicacióncon el otro serevelan siemprecomo una falacia

Sábado 17.12.11EL NORTE DE CASTILLA 5