matriz. iago rey de la fuente

88
IAGO REY DE LA FUENTE MATRIZ 20 15 6

Upload: bilbaoarte-fundazioa

Post on 09-Dec-2015

377 views

Category:

Documents


3 download

DESCRIPTION

MATRIZ exposición Iago Rey de la Fuente2/10/2015 - 23/10/2015ExpoIagoReyDeLaTorrePIEZAS-CAJA es un proyecto que trata de crear un equilibrio entre CONTENIDO-CONTINENTE y ARTISTA-AYUDANTE (asistente). Se toma la figura de Ayudante como punto de partida para las premisas conceptuales de este proyecto. Ya que no creo que en la actualidad esos conceptos no friccionan y no se cuestionan entre sí. Es la idea de interrelacionar, de supeditar el lado formal y estético de las piezas a la del resto de los/las artistas becad@s. El objetivo es subvertir la relación contenedor-continente que a lo largo de la historia y sobre todo en el contexto del arte se ha mantenido. El proyecto se basa en tomar la noción de caja, de embalaje de obra y reflexionar sobre su concepción formal, conceptual y simbólica. Es el “ayudante ayudado” del resto de becad@s, que se basa en una de las piezas de cada uno, crear una caja de embalaje-pieza para cada una de ellas. Por lo tanto, forma y tamaño vendrán supeditados por las obras de l@s becados y el material y la estética serán de libre elección del artista. Así, se creará una pieza por cada becad@ y tantas piezas como participantes haya durante el año de la beca.Lo interesante es crear una suerte de tensiones entre el contenedor y el continente, tensión sobre la concepción de sus valores estéticos y artísticos y sobre sus relaciones formales. Por ello como resultado final del proyecto se mostraran las cajas pieza con la ficha técnica de las obras del resto de artistasIago Rey de la Fuente es técnico Superior en Artes Aplicadas a la Escultura, en la Escuela de Artes y Oficios Maestro Mateo de Santiago de Compostela, y Licenciado en Bellas artes por la Universidad del País Vasco, en la especialidad de escultura. Ha recibido varias becas, como recientemente la beca Daniel Txopitea 2014 y ha realizado diversas exposiciones individuales y colectivas, entre ellas, en la sala Windsor Kulturgintza 2014.

TRANSCRIPT

Page 1: Matriz. Iago Rey de la Fuente

IAG

O R

EY D

E LA

FU

ENTE

MAT

RIZ

20 15

6

Page 2: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 3: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 4: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 5: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 6: Matriz. Iago Rey de la Fuente

FUNDACIÓN BILBAOARTE FUNDAZIOAEdizioa / Edición

Juan Zapater LópezZuzendaria / Director

Aitor ArakistainKoordinazioa / Coordinación

Txente ArretxeaPilar ValdiviesoAndrew GangoitiMuntaia / Montaje

Ana Canales Agurtzane QuincocesEkoizpen exekutiboa Producción ejecutiva

Bilboko UdalaAyuntamiento de Bilbao

Juan Mari AburtoBilboko alkateaAlcalde de Bilbao

Nekane AlonsoKultura zinegotziaConcejala de Cultura

Koldo NarbaizaAlba FatuarteInés Ibañez de MaeztuBeatriz MarcosAmaia ArenalConchi garciaFundación BilbaoArte Fundazioko patronatuaren kideakMiembros del Patronato de la fundación BilbaoArte Fundazioa

BI-1346-2015Legezko gordailua / Depósito legal

FUNDACIÓN BILBAOARTE FUNDAZIOA

BilbaoArteDiseinua / Diseño

Iago Rey De la FuenteArgazkiak / Fotografía

Iago Rey De la FuenteAitor ArakistainMaketazioa / Maquetación

Zuhar Iruretagoiena LabeagaTestuak / Textos

Hori-horiItzulpenak / Traducciones

GrafilurInprenta / Imprenta

UDALAAYUNTAMIENTOKULTURA ETA HEZKUNTZA SAILAÁREA DE CULTURA Y EDUCACIÓN

FUNDACIÓN BILBAOARTE FUNDAZIOA - Urazurrutia 32 - 48003 BILBAO - Tel. 94 415 50 97 [email protected] - www.bilbaoarte.org

Page 7: Matriz. Iago Rey de la Fuente

MATRIZIAGO REY DE LA FUENTE

Page 8: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 9: Matriz. Iago Rey de la Fuente

Eulogio era un hombre de mediana edad, de mediano tamaño y de me-diana vida. Su capacidad económica y de consumo era media. Nuestro hombre mediano tenía una vida tranquila y estable. Su día a día trans-

curría entre un ir y venir de ficheros. Se había construido a sí mismo en el con-vencimiento de la objetividad de los números. Había estudiado para contable, porque como se dice, era una apuesta segura y el mundo de los números le daban una certidumbre, un suelo firme sobre el que pisar, lejos de otro tipo de prácticas, más imprecisas, más subjetivas y más inconsistentes, los números no mienten.

Nuestro sujeto mediano no tenía familia, evidentemente no nació de la nada, pero lamentablemente sus padres habían fallecido bastante jóvenes y él había optado por no establecer ninguna relación estrecha con nadie. Como es sabido, las relaciones implican, las implicaciones generan sentimientos y los sentimientos son inestables, imprecisos y mutables. Era una de esas cosas que no le interesaba incluir en la rutina de su vida y una de esas cosas de las que prefería prescindir.

Certeza era la palabra preferida de Eulogio. Se había convencido a sí mis-mo de que una rutina bien estructurada, bien organizada y bien contrastada para con las necesidades de un ser vivo era el mejor artefacto cotidiano para llevar una existencia serena e imperturbable. Entre sus parámetros de vida rutinaria había tenido que incluir, entre otras cosas, una casa media, de un solo dormitorio, un coche de tres puertas, para ir y volver del trabajo, y eso, un

Page 10: Matriz. Iago Rey de la Fuente

trabajo que era la pieza que no encajaba perfectamente con su concepción de estabilidad. Como ya sabemos, nuestro mediano ser se había cultivado bajo la esperanza de poder trabajar en el mundo de los números, un mundo certero, con leyes estables. Pero por avatares de la vida, Eulogio terminó trabajando de archivador y no de contable como se esperaba. Digo archivador y no cla-sificador, aunque de pie a malos entendidos, porque ese era exactamente su cometido. A nuestro ser mediano no le gustaba que le confundieran con un secretario, o con un ayudante de oficina, porque para ser exactos, y la exacti-tud es importante, lo que el hacía era archivar. Archivar, ordenar y reordenar ficheros, mover fichas de izquierda a derecha, de arriba abajo. Fichas que con-tenían palabras, palabras que desplazaba de lugar según el día y los criterios que su superior le ordenase aplicar.

Su jefe era, como algunas veces ocurre, un ente que él no conocía más que por su voz y con el que nunca había tratado en persona. Era algo así como la voz que sale en algunos programas de televisión, una voz que pertenece a eso, a un ser superior, pero superior de ánimo, de conocimiento y de presencia, tan superior que no parecía humano. Eulogio, nuestro mediano sujeto, llegaba a las ocho de la mañana a la oficina y atendía a la voz superior que le dictaba el cometido del día. Hay que puntualizar que, a pesar de haberse acostumbra-do a la extraña tarea de ordenar palabras, a la más extraña metodología de trabajo y a la voz sobrenatural, el mediano ser había conseguido, a base de no hacerse demasiadas preguntas, sentirse cómodo y proseguir con la tarea que le asignaban. Pues el único propósito de aquel trabajo era procurarse un sueldo medio que le permitiese una vida estable con comodidades medianas.

La oficina se situaba en una de las Gran Vías de este Estado. Una de esas calles que por no tener, no tienen ni nombre propio y de las cuales puedes encontrar un ejemplar en cada ciudad. La oficina se encontraba en un segun-do piso, al que solo se podía acceder mediante un ascensor, cosa que siempre había sorprendido al ser mediano. Pero Eulogio, como ya he dicho, prefería no cuestionarse demasiado las fuerzas ocultas que designan sentido a las co-

Page 11: Matriz. Iago Rey de la Fuente

sas y se había terminado por acostumbrar al uso del ascensor para llegar a su trabajo. El despacho donde desempeñaba su tarea era una especie de biblio-teca donde se acumulaban palabras en ficheros. Una suerte de biblioteca de cajones archivadores, archivadores de oficina desde el suelo hasta el techo con ficheros que contenían palabras con su consiguiente significado.

La extraña tarea que desempeñaba nuestro hombre era aquella en la que, siguiendo órdenes, aplicaba los criterios referentes a la ordenación de las pa-labras que el ser superior le hacía llegar. Uno de los criterios por los que la ordenación se podía regir era colocando las palabras en orden alfabético, cri-terio bastante normal, pero por el que el ser superior solía decantarse pocas veces. Otro criterio, el que más emocionaba a nuestro hombre, consistía en ordenarlas por el uso que de ellas se hacía. Así las palabras más utilizadas se posicionaban en los primeros puestos y las palabras más infames se iban quedando rezagadas en aquellos archivadores a los que el ser mediano solo se asomaba de vez en cuando, por contener términos de uso marginal. El queha-cer de nuestro hombre era un tanto extraño y, sobre todo, imposible de llevar a cabo en su totalidad. Tanto es así, que la tarea quedaba a medio cumplir de semana en semana. Pero como nuestro hombre mediano tenia alma de con-table y memoria de ferretero, se las apañaba para recordar el orden anterior y poder proseguir con la reordenación de los vocablos.

A veces ese ser superior, el superior por antonomasia, le exigía que estable-ciese un método poco ortodoxo, donde las palabras se sucedían siguiendo la letra por la que hubiese finalizado la anterior. Método que a Eulogio le disgus-taba profundamente por el hecho de tener que establecer criterios personales como el de gusto, la ocurrencia o incluso peor, el azar. Tales días le resultaban tediosos, ya que tenía que atender a la palabra anterior y a la siguiente en la colocación del nuevo fichero y solía ocurrir que, con esta metodología sin método, con este procedimiento sin táctica, este modo sin norma, las palabras permanecían resonando en su memoria por más tiempo del deseado.

Page 12: Matriz. Iago Rey de la Fuente

Esos días, fastidiosos donde los haya, añoraba volver al mundo concreto de los números, añoraba cumplir su sueño, el sueño de su alma de contable. Esos días odiaba en silencio al ser superior. Pero se las apañaba para que el ser superior, la voz que llega aérea, no se diese cuenta y, en un fastidioso silencio, ordenaba y desordenaba los fichero, aunque más lento que de costumbre, es-perando a que la semana transcurriese y el sistema de criterios de ordenación se renovase a un orden más lógico, objetivo. Un orden más de este mundo, un orden más establecido.

A pesar de saber que el orden mutaría nuevamente, nuestro sujeto media-no veía desestabilizado su ser y más allá de las horas de trabajo, las palabras le perseguían y le hacían perder su estabilidad interrumpiendo su rutina, su certeza y su matemática vida de alma de contable.

Había incluso días en los que las voces resonantes no le dejaban dormir, pues cuando se prestaba al sueño, de improvisto y produciendo una violenta sacudida, alguna de las palabras que durante el día había reordenado reso-naban en su mente. Era como si algo del sentido de la re-ordenación quisiera salir a flote y fuera imposible contener este impulso. Como si una potencia reprimida empujase por hacerse sitio en este mundo. Y claro está, a Eulogio, nuestro ser mediano, de medianas inquietudes, estos arrebatos de potenciali-dades incontenibles le inquietaban.

Aclarados ciertos aspectos sobre el quehacer diario de nuestro personaje y dejando de lado este largo preámbulo, llegamos ahora al punto álgido de la historia, donde un 27 de agosto de 2015 Eulogio abandonó todo. Nadie supo de él nunca más. El único rastro que dejó fueron los tres ficheros abiertos don-de había colocado las tres últimas palabras de aquel día. Tres palabras recién reordenadas y tres ficheros abiertos a la espera. Ese fue el legado que Eulogio dejó en este mundo.

Las malas voces dicen que se fue a comprar tabaco, tesis improbable donde

Page 13: Matriz. Iago Rey de la Fuente

las haya, ya que como todo el mundo sabe, en los tiempos que corren los seres medianos no fuman. Pero como la improbabilidad no es imposibilidad, me aventuro a proponer la idea de que tal vez empezase a fumar aquel día. Quién sabe, siempre hay un día en el que se empieza.

Quizás como a mí, las tres palabras reordenadas en los ficheros os susci-tan curiosidad. Curiosidad inocente del lector, curiosidad del querer buscar un porqué. Lo he intentado, he intentado comunicarme con el ser superior para preguntarle cuáles fueron las últimas tres palabras que nuestro persona-je re-ubicó. El ser superior no contesta. Podría incluso aventurarme a escribir aquí las combinaciones de palabras que pudieron ser la causa, pero en cual-quier caso, sería un sinsentido mostraros mis vacilaciones, ya que como yo, vosotros tendréis las vuestras.

Por lo tanto, atengámonos a las certezas, y la única certeza a la que nos po-demos acoger son los hechos y los hechos son: la luz de la oficina encendida, tres archivadores abiertos, tres palabras reubicadas y un hombre con alma de contable desaparecido.

Zuhar Iruretagoiena Labeaga

Page 14: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 15: Matriz. Iago Rey de la Fuente

Eulogio adin ertaineko, tamaina ertaineko eta bizitza ertaineko gizona zen. Bere ahalmen ekonomikoa eta kontsumitzekoa ere ertainak ziren. Gure gizon ertainak bizitza lasai eta egonkorra zuen. Bere egunerokoa

fitxategi artean igarotzen zuen. Bere burua zenbakien objektibotasunaren uste osoaren gainean eraikita zuen. Kontulari izateko ikasi zuen, beti esaten den bezala, apustu segurua zelako eta zenbakien munduak, zehaztugabeagoak, subjektiboagoak eta egonkortasun gutxiagokoak diren beste era batzuetako praktiketatik urrun, beti ziurtasuna, zapaltzeko moduko zoru irmoa ematen zizkiolako; zenbakiek ez dute gezurrik esaten.

Gure subjektu ertainak ez zuen familiarik; oso argi dago ez zela ezereze-tik jaiotakoa, baina zoritxarrez bere gurasoak nahiko gazte hil zitzaizkion eta berak inorekin harreman esturik ez ezartzearen bidea hautatu zuen. Gauza jakina den moduan harremanek inplikatu egiten dute, inplikazioek sentimen-duak sortarazten dituzte eta sentimenduak ezegonkorrak, zehaztugabeak eta aldakorrak dira. Berak nahiago zuen bere bizitzako errutinan horrelakorik ez edukitzea eta gurago zuen horrelakoak saihestea.

Eulogiok gustukoen zuen hitza ziurtasuna zen. Bere burua konbentzitu zuen izaki bizidun baten beharrizanekiko errutina ondo egituratua, ondo an-tolatua eta ondo erkatua izate barea eta ikaragaitza burutzeko tresnatik one-

Page 16: Matriz. Iago Rey de la Fuente

na zela. Bere ohiko bizitzako parametroen barruan, besteak beste, etxe ertain bat sartu behar izan zuen, logela bakarrekoa, eta hiru ateko kotxe bat lanera joateko eta itzultzeko eta, hori, egonkortasunaren bere ikusketarekin bat ez zetorren pieza zen lan bat. Jakin dakigu gure izaki ertainaren itxaropenik be-hinena zenbakien munduan lan egiteko aukera edukitzea zela, mundu ziur-ra, lege egonkorrak dituena. Baina bizitzaren gorabeheren ondorioz Eulogio artxibozaina zen, eta ez kontularia berak itxaroten zuen bezala. Artxibozain esan dut, eta ez sailkatzaile, nahiz eta bien artean gaizki ulertzeko aukerak sortu eta, egia esan, horixe zelako bere betebeharra. Gure izaki ertainari ez zitzaion gustatzen bere lan hori idazkari batenarekin nahastea, edo bulego-ko laguntzaile batenarekin, zehatz esanda, eta zehaztasuna garrantzitsua da, berak egiten zuena artxibatzea zelako. Fitxategiak artxibatzea, ordenatzea eta berriz ordenatzea, fitxak ezkerretik eskuinera mugitzea, goitik behera. Hitzak zituzten fitxak, egunaren eta bere nagusiak agintzen zizkion irizpideen arabe-ra lekuz aldatzen zituen hitzak.

Bere nagusia, batzuetan gertatzen den bezala, ahotsagatik baino ezagutzen ez zuen eta berarekin inoiz zuzeneko traturik izan gabeko izakia zen. Nolabait esateko, telebista saio batzuetan ateratzen den ahotsaren antzeko zerbait zen, horrena den ahots bat, maila goreneko izaki batena, baina gorenekoa gogoan, ezagutzan eta presentzian, hain gorenekoa ezen ez zuela humanoa ere ematen. Eulogio, gure subjektu ertaina, goizeko zortzietan iristen zen bulegora eta egu-neko aginduak ematen zizkion maila goreneko ahotsari egiten zion jaramon. Azpimarratu behar da izaki ertainak, hitzak ordenatzearen ataza arraroarekin, lan egiteko are arraroagoa zen metodologiarekin eta naturaz gaindiko ahotsa-rekin ohitu arren, bere buruari galdera gehiegi egin gabe eroso sentitzea eta agintzen zioten lanarekin jarraitzea lortu zuela. Hori horrela zen bere xede bakarra lan hartan erosotasun ertaindun bizitza egonkorrera iristeko aukera ematen zion soldata ertaina eskuratzea zelako.

Bulegoa Estatu honetako Kale Nagusietako baten zegoen kokatuta. Ez edu-kitzearren, izen propiorik ere ez duten eta hiri guztietan ale bat dagoen kale

Page 17: Matriz. Iago Rey de la Fuente

horietariko baten. Bulegoa bigarren solairu baten zegoen eta bertara heltze-ko aukera bakarra igogailua zen; horrek hasieratik harritu zuen izaki ertaina. Baina, lehen ere esan dudan moduan, Eulogiok nahiago zuen gauzei zentzua ematen dieten ezkutuko indarrei buruzko galdera askorik ez egitea eta azke-nean bere lanlekura iristeko igogailua erabiltzera ohitu zen. Lan egiten zuen bulegoa fitxategietan hitzak metatuta zeuden liburutegi baten antzekoa zen. Kutxa-artxibagailuak, behearen gainetik sabairaino hitzak eta horien bidezko esanahia zuten bulegoko artxibategiak zituen liburutegi antzekoa.

Gure gizakiak burutu behar zuen ataza arraroan, jasotako aginduak be-tez, hitzak maila goreneko izakiak helarazten zizkion irizpideen arabera or-denatzea zen. Hitzak ordenatzea eraentzeko erabiltzen zen irizpideetako bat alfabetikoa zen, irizpide nahiko normala dena, baina maila goreneko giza-kiak gutxitan hautatzen zuena. Beste irizpide bat, gure gizona gehien hun-kitzen zuena, hitz horien erabileraren arabera ordenatzea zen. Horrela gehien erabiltzen ziren berbak lehen postuetan jartzen ziren eta hitzik penagarrienak atzean geratzen joaten ziren bazterreko erabilera baino ez zuten terminoak edukitzeagatik izaki ertainak lantzean behin baino ukitzen ez zituen artxiba-gailu haietan. Gure gizonaren betebeharra nahiko arraroa eta bitxia zen eta, batez ere, erabat burutzeko ezinezkoa. Horregatik ataza betetzeke geratzen zen astetik astera. Baina gure gizon ertainak kontulariaren arima eta bur-dindegiko saltzailearen memoria zituen eta aurreko ordena gogoratzeko eta hitzen antolakuntza berriarekin jarraitzeko gauza izaten zen.

Batzuetan maila goreneko izaki horrek, nabarmen gorenekoa zenak, orto-doxia gutxiko metodoa ezartzeko exijitzen zion, non hitzak aurreko berbaren amaierako hizkiaren araberako hurrenkeran kokatu behar ziren. Eulogiok nazka zion metodo horri gustua, ateraldia edo, horiek baino txarragoa zena, zoria bezalako irizpide pertsonalak ezartzeagatik. Egun horiek gogaikarriak gertatzen zitzaizkion fitxategi berriaren kokapenean aurreko hitza eta hurren-goa zaindu behar izaten zituelako eta gertatzen zen, metodorik gabeko meto-dologia honekin, taktikarik gabeko prozedura honekin, araurik gabeko era ho-

Page 18: Matriz. Iago Rey de la Fuente

nekin, hitzak bere buruan berak nahi zuen baino denbora luzeagoan geratzen zitzaizkiola durundia eraginez.

Egun horietan, benetan gogaikarriak zirenetan, erabateko etsipenez oroitzen zen zenbakien mundu zehatzera itzultzearekin, bere ametsa betetze-arekin oroitzen zen samintasunez, kontulariaren bere arimaren ametsarekin. Egun horietan isiltasunez gorrotatzen zuen goreneko izakia. Baina moldatzen zen maila goreneko izakia, airetik heltzen zen ahotsa, horretaz ez konturatze-ko eta, gogaikarria zen isiltasunean, fitxategia ordenatzen eta desordenatzen zuen, nahiz eta ohikoa zena baino astiroago egin harik-eta asteak aurrera egin eta antolakuntzari ekiteko irizpideen sistema ordena logikoagoa, objektiboa-goa bihurtu arte. Mundu honekin zerikusi handiagoa duen ordena, ordena ezarriagoa.

Ordena berriz aldatuko zela aurrez jakin arren gure subjektu ertainak eze-gonkortuta ikusten zuen bere izaera eta lansaioko orduak amaituta ere hitzek segika egiten zioten eta bere egonkortasuna galarazten zioten bere errutina, bere ziurtasuna eta kontalariaren arimaren bizitza matematikoa hautsiz.

Egun batzuetan ezin zuen lorik egin ahots durunditsuengatik ia lo egoten zenean, bat-batean eta astindua emanez, egunean zehar antolatutako ber-baren baten oihartzuna entzuten zuelako bere buruan. Berrantolamenduaren zentzuaren zerbaitek azalera atera nahi izango balu eta bultzada horri eustea ezinezkoa balitz bezala zen. Potentzia zapaldu batek mundu honetan bere le-kua lortzeko bultza egingo balu bezala. Eta, jakina, Eulogio, gure izaki ertaina, kezka ertainak zituena, urduritu egiten zen eutsiezinak ziren potentzialtasu-nen eroaldiekin.

Gure pertsonaiaren eguneroko lanari buruzko alderdi batzuk argitu ondo-ren eta sarrera luze hau gaindituta, goazen gure kontakizunaren unerik gore-nera, 2015eko abuztuaren 27an Eulogiok dena bertan behera utzi zuenekora. Inork ez zuen ordutik aurrera bere berririk izan. Utzi zuen arrasto bakarra

Page 19: Matriz. Iago Rey de la Fuente

egun hartako azken hiru hitzak kokatu zituen hiru fitxategi irekiak ziren. Ber-rantolatu berriak ziren hiru berba eta itxaroten zeuden hiru fitxategi ireki. Horixe izan zen Eulogiok mundu honi utzi zion legatua.

Mihi gaiztoek diote tabakotan joan zela, egon daitezkeenen artean tesirik ezinezkoena dena, mundu guztiak dakien moduan izaki ertainek ez dutelako erretzen. Baina nekez gertatzekoa izateak ez du esan nahi gertaezina denik eta ausarta izanda proposatuko nuke agian egun hartan hasi zela erretzen. Nork daki, beti dago hasteko egun bat.

Agian, niri neuri ere gertatzen zaidan bezala, jakin-mina eragiten dizue-te fitxategietan berrantolatutako hiri berba horiek. Irakurlearen jakin-min inozoa, zergatia bilatu nahi duenaren jakin-mina. Ahalegindu nahiz, maila goreneko izakiarekin komunikatzeko ahaleginak egin ditut gure pertsonaiak birkokatu zituen azken hiru hitzei buruz galdetzeko. Maila goreneko izakiak ez du erantzuten. Zioa izan zitezkeen hitzen konbinazioak idaztera ausartu naiteke baina, edozein kasutan, zentzugabekeria litzateke nire zalantzak zuei erakustea, nik ditudan bezala, zuek ere zeuonak edukiko dituzuelako.

Beraz, har ditzagun bakarrik gauza ziurrak eta heltzeko moduko ziurtasun bakarra gertaerak dira, eta gertaerak hauek dira: bulegoko argia piztuta dago, hiru artxibategi irekita, hiru berba birkokatuta eta kontulari arima duen gizon bat desagertuta.

Zuhar Iruretagoiena Labeaga

Page 20: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 21: Matriz. Iago Rey de la Fuente

Eulogio was a middle-aged, middle-sized man who lived an unremark-able life. In economic and consumer terms he was in the middle of the range. This average man led a quiet, stable life. His days were spent

inputting and outputting files. He was a self-made man, and he had built him-self on the foundation of his conviction as to the objective nature of numbers. He had studied accountancy because, as they say, it was a sure thing, and the world of numbers provided him with certainty, with solid ground on which to tread, far removed from other more imprecise, more subjective, more incon-sistent things. Numbers do not lie.

Our Mr. Average had no family. Evidently he did not “just grow”, but his parents had, unfortunately, died quite young and he had chosen not to form any close relationships with anyone else. Everyone knows that relationships have implications, implications lead to feelings and feelings are unstable, im-precise and changeable. It was just one of those things that he had no interest in making a part of the routine of his life; something that he preferred to do without.

Eulogio’s favourite word was certainty. He had convinced himself that a well structured, well organised routine well suited to the needs of a living be-ing was the best mechanism for living a quiet, undisturbed life day by day. He

Page 22: Matriz. Iago Rey de la Fuente

had had to include an average one-bedroom house among the accoutrements of his routine life, along with a three-door car to commute to and from work. Work: that was the only thing that did not fit perfectly into his idea of stability. This Mr. Average had built up the hope that he would be able to work in the world of numbers, a world of certainty and stable laws. But fate led Eulogio to end up working as a file manager and not, as he expected, as an accountant. I use the word “file manager” rather than “clerk” even at the risk of being mis-interpreted, because it describes exactly what he did. He did not like people to mistake him for a secretary or an office assistant because managing files was precisely what he did, and precision is important. Filing, arranging and rearranging files, shifting files from left to right, from top to bottom; files that contained words, words that he moved from one place to another as and when instructed by his boss.

As is often the case, he only knew his boss as a disembodied voice and had never met him in person. His voice was like that of the master of ceremonies on some TV shows: the voice of a higher being – higher in spirit, in knowledge and in presence – so superior that he hardly seemed human. Mr Average Eu-logio got to the office at 8 AM and listened to the voice from above as it gave him his instructions for the day. It must be said here that although he had become accustomed to his strange task of sorting words, to his even stranger job and to that supernatural voice, he had managed by not asking himself too many questions to put himself at ease with the task allocated to him. For him the only purpose of his job was to provide him with an average wage so that he could afford a stable life of average comfort.

The office was located on one of the country’s High Streets: one of those streets with no proper name that can be found in every town. It was on the second floor and could only be reached by lift, which had always surprised our Mr. Average. But, as I have said before, Eulogio preferred not to ask too many questions about the hidden fate that gave things meaning, and he had grown used to taking the lift to get to work. His workspace was a kind of library where

Page 23: Matriz. Iago Rey de la Fuente

words accumulated in files. A kind of library of box files, office files stacked from floor to ceiling that contained words and their meanings.

The strange task that he performed was this: he arranged words in order, according to criteria given to him by his boss. One of those criteria might be to place them in alphabetical order, but the voice on high seldom required him to do anything quite so normal. Another criterion – and the one that most thrilled Eulogio – was to order them according to their use. Thus, the most frequently used words were placed first and the most notorious were relegated to files that our Mr. Average opened only rarely, for they contained terms that were used only marginally. His work was therefore somewhat odd, and above all it was impossible ever to complete. Indeed, by the end of the week his task was only half done. But he had the soul of an accountant and the memory of an ironmonger, and he always managed to remember where he had left off and continue rearranging the words.

Sometimes his boss, truly his superior, instructed him to use unorthodox methods, such as making the last letter of each word coincide with the first letter of the next. Eulogio deeply disliked this, because it forced him to apply personal criteria such as taste, wit or – worse still – resort to random chance. He found such days tedious, because he had to pay attention to each consec-utive word placed in the new file and this methodless method, this procedure without tactics, this rule-less modus operandi often caused the words to re-main in his memory, echoing there for longer than he would have liked.

On those tiresome days he pined for the solid world of numbers, he pined for his dream: the dream of his accountant’s soul. On those days he felt a silent hatred of his boss. But he always managed to make sure that the voice from on high was unaware of his hate, and in meticulous silence he sorted and unsort-ed the files, though more slowly than usual, waiting for the week to end and for new, more logical, more objective sorting criteria to be provided; for an order more of this world, a more established order.

Page 24: Matriz. Iago Rey de la Fuente

Although he knew that the criteria would be changed again, our Mr. Aver-age was shaken to the core of his being, and even outside working hours words haunted him and threatened to make him lose his stability by interrupting his routine, his certainty and the mathematical life that he had built with his accountant’s soul.

There were even days when the echoing voices would not let him sleep, be-cause when he made ready for bed one of the words that he had sorted during the day would resonate suddenly and violently through his mind. It was as if the meaning of the continuous rearrangement of words was trying to float to the surface, and the impulse was impossible to contain; as if some repressed force was trying to push its way into the world. And of course Eulogio, as an average man with average concerns, was upset by these waves of potentially uncontainable force.

After these clarifications concerning our man’s daily life it is time to end this long preamble and come to the point of the story: on 27 August 2015 Eulo-gio left it all behind him. No one ever heard from him again. The only trace of him that remained comprised three open files, in which he had placed the last three words of the day. Three recently rearranged words and three files open and waiting. That was all that Eulogio bequeathed to this world.

Certain malicious gossips claim that he popped out to buy cigarettes, which is highly unlikely story because everyone knows that nowadays average people do not smoke. But since unlikely does not mean impossible, I may venture to suggest the idea that perhaps he began smoking that day. Who knows, there has to be a first day.

Perhaps, like me, you are curious to know what those last three rearranged words were, just out of innocent curiosity as a reader and a desire to find rea-sons. I have tried, and tried hard, to communicate with his superior to ask what three words were the last that our protagonist rearranged, but I have

Page 25: Matriz. Iago Rey de la Fuente

received no answer. I could even venture to write combinations of words here that could have been the cause, but there is no sense in revealing my doubts to you. No doubt you also have your own theories.

So let us stick to certainties, and the facts are the only things that are cer-tain. And the facts are these: the office light was on, there were three files open, three words rearranged and one man with the soul of an accountant who was nowhere to be found.

Zuhar Iruretagoiena Labeaga

Page 26: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 27: Matriz. Iago Rey de la Fuente

Materia grisFounded

Page 28: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 29: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 30: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 31: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 32: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 33: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 34: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 35: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 36: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 37: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 38: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 39: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 40: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 41: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 42: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 43: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 44: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 45: Matriz. Iago Rey de la Fuente

Piezas - caja

Page 46: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 47: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 48: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 49: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 50: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 51: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 52: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 53: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 54: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 55: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 56: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 57: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 58: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 59: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 60: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 61: Matriz. Iago Rey de la Fuente

Matriz

Page 62: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 63: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 64: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 65: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 66: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 67: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 68: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 69: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 70: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 71: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 72: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 73: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 74: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 75: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 76: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 77: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 78: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 79: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 80: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 81: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 82: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 83: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 84: Matriz. Iago Rey de la Fuente

Ser mediano

Zuhar Iruretagoiena Labeaga

Materia grisFounded

2013– “Blanca”. Alabastroa, plastikoa, goma - alabastro, plástico, goma 2013– Ikuspegi orokorra “Materia gris” Vista general exposición. Sala Garoa

2013– “Amarilla”. Xehetasuna - detalle. Egurra - madera 2013– “Rojo”. Plastikoa, alabastroa - plástico, alabastro

2013– “Palé”. Alabastroa, plastikoa, goma eta egurra - plástico, alabastro, goma, madera 2013– “B/N”. Plastikoa, alabastroa, goma - plástico, alabastro, goma.

2014– Ikuspegi orokorra “They found life on earth” Vista general exposición 2014– “Arquitectura”. Egurra, goma beltza - Madera, goma negra

2014– “Arquitectura dos, tres, cuatro”. Egurra, oihala, kartoia - madera, tela, carton 2014– “Trapecio”. Burdina, metakrilatoa - hierro, metacrilato

Piezas caja

2014– “Balda azul”. Isolatzailea, goma, egurra - aislante, goma, madera 2014– “Balda uno”. “Balda dos”. Isolatzailea, goma, zementua, igeltsua, egurra

- aislante, goma, cemento, escayola, madera 2014– “Alvaro”. Latoia, egurra, isolatzailea - laton, maderas, aislante

2014– “Alessandra”. Egurra - madera 2014– “Jorund”. Egurra, zintxak - madera, cinchas

Matriz

2015– “Porex”. Porexpana - porexpan 2015– “Bloque”. Hormigoia, metakrilatoa, eskaiola, burnia

- hormigón, metacrilato, escayola, hierro 2015– Serie “Pliegues” seriea. Irudi fotokopiatuak -imágenes fotocopiadas

2015– “S/T ” Igeltsua, isolatzailea, zintxak - escayola, aislante, cinchas 2015– “R/K “. Igeltsua, burdina - escayola, hierro

2015– “ Torre”. Hormigoia - hormigón 2015– Serie “Pliegues” seriea. Irudi fotokopiatuak - imágenes fotocopiadas

2015– “Z/I”. Egurra, isolatzailea - madera, aislante 2015– “Anxo”. Hormigoia, burnia, marmola - hormigón, hierro, mármol

2015– “Anxo”. Xehetasuna - detalle 2015– Serie “Pliegues” seriea. Irudi fotokopiatuak - imágenes fotocopiadas

Page 85: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 86: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 87: Matriz. Iago Rey de la Fuente
Page 88: Matriz. Iago Rey de la Fuente

FUNDACIÓN BILBAOARTE FUNDAZIOA - Urazurrutia 32 - 48003 BILBAO - Tel. 94 415 50 97 [email protected] - www.bilbaoarte.org