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  • 8/6/2019 MATERIA O ESENCIA Reflexiones sobre la restauracin arquitectnica de tres fortificaciones en Cartagena de Indias.

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    MATERIA O ESENCIA

    Reflexiones sobre la restauracin arquitectnica de tres fortificaciones en

    Cartagena de Indias.

    Marcelo Antonio Cceres Cabrales

    La memoria es sin duda el bien ms valioso de la civilizacin humana, el recordar

    nos permite comparar, evaluar y crecer sobre las experiencias del pasado, lo que

    es particularmente evidente en las dimensiones tecnolgica y filosfica de nuestro

    desarrollo como especie, pero estas como todas las dems actividades del

    hombre, gozan o ms bien padecen de complejidad, lo que las convierte en un

    largo y constante proceso de ensayo y error, por lo que el mismo hecho de hacer

    memoria est sometido a constante revisin por los paradigmas que influencian el

    pensamiento de cada poca.

    Si la memoria es importante para los seres humanos, ms importante resulta su

    conservacin, desde sus componentes materiales como los inmateriales, ya que

    las edificaciones no son importantes en s mismas sino en funcin de la historia y

    como reflejo material del pasado. Hasta ahora toda civilizacin ha hecho un uso

    selectivo de su memoria, muchas veces apropindose de la de otros pueblos y

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    creando vnculos que podramos tildar de imaginarios1, pero esta polmica no es

    de nuestro inters inmediato, lo que si podemos rescatar de esta discusin es que

    para nosotros como ciudadanos del mundo occidental, hijos del siglo XX y

    viviendo en el siglo XXI, lo que resulta ms relevante en trminos de cmo

    conservar nuestra memoria, es la capacidad que esta tiene para darle validez a los

    mitos fundacionales, los teros de los que supuestamente nacieron los estados

    nacionales modernos, caso en el que Colombia no es la excepcin.

    Las Naciones no se crean solo con objetos y manifestaciones a los cuales se les

    imbuye un valor simblico cmo un himno y una bandera, se necesitan agentes

    aglutinantes para adherir los pueblos y conminarlos a que se sientan ciudadanos

    del mismo ente nacional, ya que estos individuos tienen orgenes culturales,

    tnicos y religiosos muy diversos, como es el caso de nuestro pas. Muchos de

    estos aglutinadores vienen a ser bienes materiales y manifestaciones culturales,

    presentes en el plano real de nuestra existencia. Es aqu donde cobran

    importancia los hroes, tradiciones, costumbres, idiomas y edificaciones, que entre

    muchos otros hacen parte de nuestra memoria colectiva por ser objetos de

    nuestros afectos, cimiento de nuestra cultura y parte de nuestra historia, al haber

    sido protagonistas, escenarios y evocaciones de procesos que marcan nuestra

    existencia cotidiana actual2.

    1 ANDERSON, Benedict. Comunidades imaginadas, Verso, Londres/Nueva York, 1991.

    2 Ibid, Tambin como ejemplo podemos mencionar la consolidacin de las naciones

    europeas a travs de las lenguas vernculas, como es el caso de Francia antes de la

    revolucin, ya que en lengua verncula circulaban los libelos polticos que prepararon

    la escena socio-poltica para este hecho, descrito por Roger Chartier.

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    Pero en ocasiones esos bienes patrimoniales materiales, que han sido participes

    de la epopeya nacional han superado el estado en el que la sola conservacin

    preventiva no es suficiente y requieren una restauracin para evitar su

    desaparicin total y asegurar su permanencia en el tiempo y en la memoria de las

    generaciones futuras. Por lo tanto, centraremos nuestra discusin en como

    deben desarrollarse estas intervenciones, de acuerdo con las tendencias que han

    resultado ms influyentes para nuestro mbito colombiano.

    El caso que desarrollaremos es el de las 3 bateras de artillera costera que

    defendan la aproximacin occidental de la isla de Crex o Tierra Bomba, en la

    baha de Cartagena de Indias durante la primera mitad del siglo XVIII, llamadas

    San Felipe, Santiago y Chamba, construidas con los diseos del ingeniero militar

    Juan de Herrera y Sotomayor. La hipottica propuesta de restauracin de estas

    edificaciones ser argumentada desde dos puntos de interpretacin opuestos, las

    cuales para efectos de este trabajo denominaremos tendencia anglosajona y

    tendencia grecolatina, evidenciadas por la mayora de las intervenciones

    realizadas a monumentos similares en Estados Unidos e Inglaterra, frente a las

    realizadas en el mbito mediterrneo con los monumentos de las culturas clsicas.

    Al mismo tiempo analizaremos ejemplos puntuales de otras culturas, dejando en

    claro que estas categoras, de corte geogrfico y poltico, no obedecen a escuelas

    de restauracin particulares, ms bien son formas para catalogar tendencias y

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    preferencias en los proyectos de restauracin aprobados y llevados a cabo en

    estos pases, con el fin de describir el manejo de la memoria que prevalece en

    cada una de sus culturas y contrastarlo con el propio, enfocndonos ms en lo que

    se ha hecho que en lo que se propone hacer.

    Las bateras defensivas en la isla de Crex fueron construidas en un periodo

    histrico marcado por conflictos blicos entre los grandes imperios coloniales de

    Europa, nuestro Mar Caribe sirvi como teatro estratgico en esta contienda en la

    que el esquema defensivo del Reino de Espaa consisti en una constelacin

    multitudinaria de castillos, fuertes, bateras, torres y reductos, ubicados en

    aquellos lugares que resultaban ventajosos y la verdad sea dicha, dignos de ser

    defendidos3.

    Ya para finales del siglo XVII, Inglaterra era la potencia naval indiscutida en todo el

    orbe, lo que de acuerdo con el historiador militar Juan Marchena, le daba una

    capacidad de despliegue anfibio, no solo tctico sino estratgico, tal cual como

    quedo demostrado durante el asedio de los meses de marzo y mayo de 1741,

    fecha en las que las bateras de San Felipe, Santiago y Chamba fueron

    destruidas4. Los navos britnicos de gran porte hicieron fuego directo con

    3 ZAPATERO, Juan Manuel. La guerra del Caribe en el siglo XVIII, Instituto de Cultura

    Puertorriquea. San Juan de Puerto Rico, 1964.

    4 MARCHENA, Juan. Sin Temor De Rey Ni De Dios. En: Soldados De Rey, El Ejrcito

    Borbnico En Amrica Colonial En Vsperas De La Independencia. Allan Kuethe y Juan

    Marchena, editores. Universitat Jaume I Barcelona, 2005.

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    municin slida sobre las bateras, lo que demoli sus parapetos, mientras que las

    bombardas HMS Alderney y HMS Terrible, hacan llover metralla y municin

    explosiva sobre las estructuras de las mismas. El eficiente bombardeo naval ingls

    las dejo reducidas a las ruinas que conocemos hoy en da, afortunadamente para

    nosotros, la Royal Navy solo pretenda silenciar la artillera de estas edificaciones

    y San Felipe y Santiago se conservan relativamente bien a excepcin de sus

    parapetos y techumbres, por otra parte, Chamba es casi inexistente.

    Es aqu donde cabe hacernos la pregunta central de esta discusin, hasta dnde

    se nos est permitido restaurar estas bateras? He aqu un conjunto monumental

    testigo de un hecho histrico importante, el cual nos ofrece dos alternativas como

    respuesta a la pregunta, cada una proveniente de la tendencia de restauracin

    anglosajona y grecolatina respectivamente, en la primera las regresaramos a su

    estado previo a la batalla, en aras de promover la educacin sobre este hecho por

    medio de museografa viva, y en la segunda nos limitaramos a conservar las

    ruinas violentamente arrasadas, como manifiesto de la guerra, propsito de su

    construccin.

    Nuestra pregunta central no es nueva, ya se haba planteado antes en la discusin

    entre el multitalentoso y romntico pensador britnico John Ruskin y el progresista

    y controversial arquitecto francs Eugne Viollet-le-Duc. Para Ruskin, parte de la

    belleza del monumento reside en su carcter de obra antigua, el cual es evidente

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    a travs de su ruina y descomposicin natural, para Viollet-le-Duc esto significaba

    la eventual desaparicin de la obra, un imperdonable crimen contra la memoria,

    pero al mismo tiempo promova la libre interpretacin del monumento y el llevarlo

    a un mejor estado, agregndole mejoras que este nunca tuvo originalmente. El

    anterior proceder era catalogado por el filsofo Ruskin como una falsa descripcin

    del monumento que Viollet-le-Duc destrua con su trabajo5. Este debate victoriano

    resulto ser uno de los ms influyentes para los restauradores en los aos

    venideros y aun continua vigente.

    Como ejemplo arquetpico de las tendencias anglosajonas de restauracin,

    encontramos el caso del fuerte William Henry, construido en 1755 por el Mayor

    William Eyre y quemado hasta los cimientos por los franceses y nativos

    americanos en 1757. Las cortinas y baluartes del fuerte estaban construidas en

    fajinas y rellenas de arena, su recuperacin obedece a la iniciativa privada de dos

    hombres de negocios en la dcada de 1950, aos en los que la investigacin

    arqueolgica del sitio revelo los cimientos de la edificacin junto con un pozo y los

    calabozos6. Actualmente el fuerte funciona como museo en conjunto con un hotel

    y resort del mismo nombre, todo el complejo ofrece atracciones tursticas de todo

    tipo en las que se pueden ver actores que representan los roles de soldados

    coloniales britnicos y franceses, entre otros.

    5 Wikipedia. http://en.wikipedia.org/wiki/Eug%C3%A8ne_Viollet-le-Duc Bsqueda

    realizada el 20 de octubre de 2009.

    6 The Fort William Henry Museum and Restoration

    http://www.fwhmuseum.com/archaeology2.html Bsqueda realizada el 20 de octubre

    de 2009.

    http://en.wikipedia.org/wiki/Eug%C3%A8ne_Viollet-le-Duchttp://www.fwhmuseum.com/archaeology2.htmlhttp://en.wikipedia.org/wiki/Eug%C3%A8ne_Viollet-le-Duchttp://www.fwhmuseum.com/archaeology2.html
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    Antes que correr a sealar como los demonios del capitalismo se nutren de un

    bien patrimonial que hace parte de la memoria de cinco naciones, es bueno

    preguntarnos no se hace lo mismo en Cartagena? De acuerdo con los

    administradores del fuerte William Henry, la reconstruccin es una conmemoracin

    a los cados en combate, cuyos huesos aun reposan en los predios del

    Hotel/Fuerte/Campo de batalla7, pese a que ante los ojos de algunos historiadores

    la reconstruccin total de la edificacin puede interpretarse como una manera de

    esterilizar la historia, censurando la ruina natural que deja la estela de toda guerra,

    reemplazando a sus muertos con actores vestidos en coloridos uniformes militares

    del siglo XVIII, pero cada cultura se reserva el derecho de honrar a sus muertos y

    si bien sabemos, los Estados Unidos de Amrica son una cultura de lo visual y

    meditico y en ella est completamente justificado preferir la resurreccin por

    encima del descanso eterno, tal cual como ocurri con el fuerte William Henry.

    Pero cmo justificar una reconstruccin casi total frente a las teoras de

    restauracin vigentes? La paradoja de la nave de Teseo puede darnos algo de luz

    al respecto. El barco en el cual volvieron (desde Creta) Teseo y los jvenes de

    Atenas tenia treinta remos, y los atenienses lo conservaban desde la poca de

    Demetrio de Falero, ya que retiraban las tablas estropeadas y las reemplazaban

    por unas nuevas y ms resistentes, de modo que este barco se haba convertido

    en un ejemplo entre los filsofos sobre la identidad de las cosas que creces; un

    7 Ibid.

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    grupo defenda que el barco continuaba siendo el mismo, mientras otro aseguraba

    que no lo era.

    La anterior leyenda griega documentada por Plutarco ha sido uno de los pilares de

    discusin en la filosofa de la restauracin por muchos aos, tanto as que es

    comparado directamente con el navo britnico HMS Victory, que fue botado en

    1765 y aun continua listado como activo en la Royal Navy, al igual que la nave

    de Teseo, al Victory se le han reemplazado todas sus tablas, lo que resulta en el

    debate si es ms importante la materia o la esttica de un bien patrimonial. La

    experiencia nos ensea que ambas son importantes en igual medida pero ninguna

    ms que la otra. Por desgracia ese concepto es solo aplicable en una situacin

    ideal.

    En trminos materiales, el caso de las bateras de la isla de Crex, es similar al de

    muchos edificios importantes del periodo clsico en Europa, que han perdido gran

    parte de su materia la cual no podr ser recuperada, lo que hace que en una

    restauracin donde prime el valor material esta deba ser restituida con elementos

    contemporneos, lo que en nuestra opinin es completamente vlido en aras de

    mantener viva la memoria, evitando que esta desaparezca con la erosin natural

    de los materiales. En defensa de este argumento podemos decir que si

    entendemos al monumento orgnicamente como un todo, la perdida y posterior

    restauracin de una de sus partes correspondera a un proceso de sanacin y

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    regeneracin pero siguiendo en la lnea de las analogas biolgicas, un falso

    histrico sera considerado como una malformacin. Lo que nos lleva a emitir un

    juicio de valor sobre las propuestas de Viollet-le-Duc, siendo muchas de estas

    graves falsos histricos, los verdaderos enemigos de la memoria o al menos de la

    veracidad de la memoria.

    Hasta ahora todos hemos estado de acuerdo en que la memoria merece ser

    preservada, pero para que esto ocurra tambin debe ser transmitida y es aqu

    donde no podemos incurrir en el error del especialista. Un monumento al igual que

    cualquier otro documento, debe poder ser ledo y entendido para que alcance su

    objetivo, que es transmitir el conocimiento que encierra, y en este aspecto no debe

    requerir que el espectador del mismo sea un arquelogo, arquitecto o historiador

    para poder entender los usos que esta obra tuvo y como esa realidad histrica que

    nos recuerda hace parte de nuestro pasado, por lo tanto consideramos que una

    restauracin ideal no debe permitir que la ruina del monumento contine, pero

    mucho menos que esa misma ruina se convierta en excusa para contar una

    historia que nunca fue, por lo tanto no abogamos por una restitucin completa de

    los materiales faltantes de las bateras de la isla de Crex, pero si por una

    adecuacin de su entorno y liberacin de sus muros, ya que nada evidencia mejor

    la batalla en la que fueron destruidas que los impactos mismos de las balas de

    can, que ahora parecen inofensivas frente a las edificaciones modernas que

    amenazan con engullirlas.