más allá de la ecología de la restauración:

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Más allá de la ecología de la restauración: Sociedad Iberoamericana y del Caribe de Restauración Ecológica (SIACRE) perspectivas sociales en América Latina y el Caribe Eliane Ceccon Daniel Roberto Pérez (Coordinadores) Sociedad Iberoamericana y del Caribe de Restauración Ecológica (SIACRE)

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  • Ms all de la ecologa de la restauracin:

    Sociedad Iberoamericana y del Caribe de Restauracin Ecolgica (SIACRE)

    perspectivas sociales en Amrica Latina

    y el Caribe

    Eliane CecconDaniel Roberto Prez

    (Coordinadores)

    Sociedad Iberoamericana y del Caribe de Restauracin Ecolgica (SIACRE)

  • Ms all de la ecologa de la restauracin:

    perspectivas sociales en Amrica Latina

    y el Caribe

  • A los pueblos de Latinoamrica y el Caribe.A nuestros hijos Brisa, Joaqun y Manuel.

  • Ms all de la ecologa de la restauracin:

    perspectivas sociales en Amrica Latina

    y el Caribe

    Eliane CecconDaniel Roberto Prez

    (Coordinadores)

  • Realizacin: VAZQUEZ MAZZINI EDITORES [email protected] www.vmeditores.com.ar

    Ceccon, Eliane Ms all de la ecologa de la restauracin : perspectivas sociales en Amrica Latina y el Caribe / Eliane Ceccon ; Daniel Roberto Prez. - 1a ed. - Ciudad Autnoma de BuenosAires : Vzquez Mazzini Editores, 2016. 384 p. ; 24 x 17 cm.

    ISBN 978-987-9132-51-7

    1. Ecologa. 2. Medio Ambiente. I. Prez, Daniel Roberto II. TtuloCDD 577

    Realiz su Licenciatura en Ciencias Biolgicas en la Uni-versidad Nacional de Ro Cuarto y tres post-grados (Espe-cialidad, Maestra y Doctorado) en temas de biodiversi-dad, educacin y restauracin en la Facultad de Ingeniera de la Universidad Nacional del Comahue. Fue consultor del Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y coordinador en el programa de lucha contra la desertificacin en Patagonia financiado por Global Envi-ronment Facility (GEF). Se ha desempeado como primer coordinador nacional de la Red de Restauracin Ecolgica de la Argentina, y dirige desde el ao 2006 el Laboratorio de Rehabilitacin y Restauracin de Ecosistemas ridos y Semiridos (LARREA) que rene doctorandos en temas de ecologa de la restauracin. Ha participado en la publica-cin de nuevas especies y restauracin en zonas ridas, libros, y publicaciones educativas para la restauracin ecolgica basada en Educacin Ambiental. Actualmente se desempea como profesor titular en la Facultad de Ciencias del Ambiente y la Salud y dicta cursos de maes-tra y doctorado en Argentina.

    Dr. Daniel Roberto PrezDra. Eliane CecconRealiz su Licenciatura y Maestra en Ciencias Forestales en la Universidad Federal de Paran, Brasil, y el Doctorado en Ecologa, en el Instituto de Ecologa de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico (UNAM) con una estancia acadmica de investigacin en el Departamento de Botni-ca de la Universidad de Cambridge, Inglaterra. Tambin rea-liz un ao de especializacin en sistemas agroforestales en el CATIE (Centro Agronmico Tropical de Investigacin y Enseanza) en Costa Rica con una beca de la Universidad de las Naciones Unidas. Cuenta con una experiencia de ms de 25 aos trabajando en proyectos de investigacin y desarrollo en conservacin, restauracin de ecosistemas, produccin forestal y agroecologica para campesinos, en diferentes regiones de Brasil y de Latinoamrica. Actual-mente se desempea como Investigadora Titular B en el Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM y es miembro del Sistema Nacional de Investi-gadores del Consejo Nacional de Ciencias y Tecnologa. Ha publicado ms de 70 trabajos cientficos como artculos en revistas arbitradas e indexadas o como libros o captulos.

  • AGRADECIMIENTOS

    Agradecemos al Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias - Universi-

    dad Nacional Autnoma de Mxico, por dirigir el trabajo de arbitraje de este libro a

    travs de su comit editorial y a la Universidad Nacional del Comahue, Argentina,

    que vincul ambas instituciones a travs de convenios y apoyos para el proyecto

    Redes VIII y Misiones al Extranjero VII que subsidi la Secretaria de Polticas

    Universitarias de Argentina. Agradecemos a Fernando Farinaccio por la elabora-

    cin de todos los mapas presentes en las divisiones entre cada pas en este libro.

    E. Ceccon agradece el apoyo financiero de los proyectos PAPIIT - UNAM IN105015

    e IN300615. D. R. Prez agradece el apoyo del proyecto de investigacin 04/U014.

    La edicin de este libro fue posible gracias a los fondos del Laboratorio de Rehabilita-

    cin y Restauracin de Ecosistemas ridos y Semiridos (LARREA) gestionados por

    la Fundacin de la Universidad Nacional del Comahue para el Desarrollo Regional.

    Agradecemos tambin a la Sociedad Iberoamericana y del Caribe de Restaura-

    cin Ecolgica (SIACRE) por el apoyo e incentivo recibidos para realizar este libro.

  • Nos solidarizamos con el dolor y la ira de los familiares de los jvenes estudiantes de Ayotzinapa, Mxico. Exigimos que los hechos se aclaren en breve,

    de manera irrefutable, y que los culpables sean castigados con todo el rigor de la ley, independientemente de su jerarqua poltica y econmica.

    Demandamos el regreso de la democracia en Brasil, pas que ha sufrido recientemente un golpe de Estado institucional rechazado por gran parte de su pueblo.

    Tambin insistimos en la resolucin real y pacfica de los conflictos sociales en nuestra sociedad multinacional y multicultural, evitando la criminalizacin

    de las protestas, con una visin de sustentabilidad y justicia social.

  • Soy, Soy lo que dejaron,

    soy toda la sobra de lo que se robaron. Un pueblo escondido en la cima,

    mi piel es de cuero por eso aguanta cualquier clima. Soy una fbrica de humo,

    mano de obra campesina para tu consumo Frente de fro en el medio del verano,

    el amor en los tiempos del clera, mi hermano. El sol que nace y el da que muere,

    con los mejores atardeceres. Soy el desarrollo en carne viva, un discurso poltico sin saliva.

    Las caras ms bonitas que he conocido, soy la fotografa de un desaparecido.

    Soy la sangre dentro de tus venas, soy un pedazo de tierra que vale la pena.

    soy una canasta con frijoles, soy Maradona contra Inglaterra anotndote dos goles.

    Soy lo que sostiene mi bandera, la espina dorsal del planeta es mi cordillera.

    Soy lo que me enseo mi padre, el que no quiere a su patria no quiere a su madre.

    Soy Amrica latina, un pueblo sin piernas pero que camina.

    T no puedes comprar al viento. T no puedes comprar al sol.

    T no puedes comprar la lluvia. T no puedes comprar el calor.

    T no puedes comprar las nubes. T no puedes comprar los colores. T no puedes comprar mi alegra.

    T no puedes comprar mis dolores.

    Tengo los lagos, tengo los ros. Tengo mis dientes pa` cuando me sonro.

    La nieve que maquilla mis montaas. Tengo el sol que me seca y la lluvia que me baa.

    Un desierto embriagado con bellos de un trago de pulque.

    Para cantar con los coyotes, todo lo que necesito. Tengo mis pulmones respirando azul clarito.

    La altura que sofocaSoy las muelas de mi boca mascando coca.

    El otoo con sus hojas desmalladas. Los versos escritos bajo la noche estrellada.

    Una via repleta de uvas. Un caaveral bajo el sol en cuba.

    Soy el mar Caribe que vigila las casitas, Haciendo rituales de agua bendita.

    El viento que peina mi cabello. Soy todos los santos que cuelgan de mi cuello.

    El jugo de mi lucha no es artificial, Porque el abono de mi tierra es natural.

    Voc no pode comprar o vento Voc no pode comprar o sol Voc no pode comprar chuva Voc no pode comprar o calor

    Voc no pode comprar as nuvens Voc no pode comprar as cores

    Voc no pode comprar minha felicidade Voc no pode comprar minha tristeza

    T no puedes comprar al sol. T no puedes comprar la lluvia.

    (Vamos dibujando el camino, vamos caminando)

    No puedes comprar mi vida.MI TIERRA NO SE VENDE.

    Trabajo en bruto pero con orgullo, Aqu se comparte, lo mo es tuyo.

    Este pueblo no se ahoga con marullos, Y si se derrumba yo lo reconstruyo. Tampoco pestaeo cuando te miro,

    Para que te acuerdes de mi apellido. La operacin cndor invadiendo mi nido,

    Perdono pero nunca olvido!

    (Vamos caminando) Aqu se respira lucha. (Vamos caminando)

    Yo canto porque se escucha.

    Aqu estamos de pie Que viva Latinoamrica!

    No puedes comprar mi vida.

    LATINOAMRICACALLE 13

  • NDICELISTA DE PASES Y AUTORES

    Pg. 13

    PRLOGOPg. 17

    INTRODUCCINLa restauracin ecolgica en el contexto socioambiental de Amrica Latina y el Caribe

    Pg. 21

    CAPTULO 1Construccin social de la restauracin ecolgica

    Pg. 29

    ARGENTINACAPTULO 2

    Restauracin ecolgica basada en educacin ambiental en zonas ridas de la Patagonia Argentina

    Pg. 43

    CAPTULO 3El rol de los voluntariados en la restauracin ecolgica del centro argentino

    Pg. 55

    CAPTULO 4Aportes para valoracin ecolgica, social y econmica de la restauracin

    en la reserva natural del Parque Nacional Lago Puelo (Argentina)Pg. 77

    BRASILCAPTULO 5

    Replantando vida: la restauracin forestal como herramienta para la rehabilitacin humanaPg. 89

    CAPTULO 6Aspectos ambientales, tcnicos y sociales de la restauracin en

    un rea protegida privada en el sur de BrasilPg. 103

    CAPTULO 7Mucho ms all de la foresta: los impactos socio-econmicos de los proyectos de restauracin ecolgica en la Mata Atlntica de Brasil

    Pg. 117

  • CHILECAPTULO 8

    La restauracin ecolgica en el Sistema Nacional de reas Silvestres Protegidas del Estado de Chile: el caso del Parque Nacional Rapa Nui

    Pg. 137

    COLOMBIACAPTULO 9

    La restauracin ecolgica desde el ordenamiento jurdico colombianoPg. 155

    CAPTULO 10Integracin de aspectos sociales a los procesos de monitoreo

    de restauracin ecolgicaPg. 177

    CAPTULO 11Investigacin participativa para la restauracin y la produccin agroecolgica

    Pg. 203

    COSTA RICA, REPBLICA DOMINICANA, COLOMBIACAPTULO 12

    Gobernanza multinivel y multifactorial como impulsor de la restauracin: casos de estudio de la Red Iberoamericana de Bosque Modelo

    Pg. 217

    CUBACAPTULO 13

    Campesinos y tcnicos a favor de la conservacin del paisaje natural protegido Hanabanilla". Provincia Villa Clara, Cuba

    Pg. 235

    MXICOCAPTULO 14

    Restauracin productiva en la prctica: el caso de las comunidades indgenas Me Phaa de La Montaa de Guerrero, Mxico

    Pg. 245

    CAPTULO 15Esquemas agroambientales enla restauracin del paisaje: el caso de una Organizacin No Gubernamental en La Montaa de Guerrero, Mxico

    Pg. 257

  • CAPTULO 16Agroecosistemas culturales para la restauracin de paisajes rurales:

    El estudio de Leucaena macrophylla en La Montaa de Guerrero, MxicoPg. 267

    CAPTULO 17Criterios socio-ecolgicos para la seleccin de especies nativas arbreas en la

    restauracin productiva de la Selva Baja Caducifolia de Santa Ana del Valle,Tlacolula, Oaxaca, Mxico

    Pg. 277

    PANAMCAPTULO 18

    Fortalecimiento de las capacidades de productores pequeos para implementar la ganadera sostenible: la experiencia de la Asociacin de Productores Pecuarios y

    Agrosilvopastoriles de Pedas (APASPE)Pg. 301

    PERCAPTULO 19

    Experiencias de rehabilitacin comunitaria con queual (Polylepis sp.) en el Departamento de Ancash, Per

    Pg. 315

    VENEZUELACAPTULO 20

    Chureta ru to pomupk: integracin del conocimiento indgena y ecolgico para la restauracin de ambientes degradados

    Pg. 331

    CAPTULO 21Experiencias de fortalecimiento de capacidades para la restauracin ecolgica

    en Amrica LatinaPg. 355

    CONCLUSIN

    Participacin social en la restauracin ecolgica: un campo de investigacin en expansin en Amrica Latina y el Caribe

    Pg. 369

    GLOSARIOPg. 375

  • 13

    ARGENTINABarri, Fernando. Instituto de Diversidad y Eco-

    loga Animal, Centro de Ecologa y Recursos Naturales Renovables, Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas (CONI-CET), Universidad Nacional de Crdoba.

    Chrobak, Ricardo. Facultad de Ingeniera, Uni-versidad Nacional del Comahue.

    Cingolani, Ana M. Instituto Multidisciplinario de Biologa Vegetal, Consejo Nacional de Inves-tigaciones Cientficas y Tcnicas (CONICET), Universidad Nacional de Crdoba.

    Farinaccio, Fernando. Laboratorio de Rehabilita-cin y Restauracin Ecolgica de Ecosistemas ridos y Semiridos (LARREA), Facultad Ciencias del Ambiente y la Salud, Universidad Nacional del Comahue.

    Friedlander, Pablo. Fundacin de Actividades Biosfricas, Centro de Restauracin Ecolgica y Educacin Ambiental.

    Gonzlez, Florencia del Mar. Laboratorio de Rehabilitacin y Restauracin Ecolgica de Ecosistemas ridos y Semiridos (LARREA), Facultad Ciencias del Ambiente y la Salud, Universidad Nacional del Comahue.

    Herrero, Mara Lucrecia. Instituto de Investiga-ciones Biolgicas y Tecnolgicas, Centro de Ecologa y Recursos Naturales Renovables, Consejo Nacional de Investigaciones Cientfi-cas y Tcnicas (CONICET), Universidad Na-cional de Crdoba.

    Meinardi, Elsa. Instituto Centro de Formacin y Enseanza de las Ciencias (CEFIEC), Univer-sidad Nacional de Buenos Aires.

    Navarro Ramos, Silvia. Instituto de Investigaciones Biolgicas y Tecnolgicas, Centro de Ecologa y Recursos Naturales Renovables, Consejo Na-cional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas (CONICET), Universidad Nacional de Crdoba.

    Paredes, Daniela. Laboratorio de Rehabilitacin y Restauracin Ecolgica de Ecosistemas ridos y Semiridos (LARREA), Facultad Ciencias del Ambiente y la Salud, Universidad Nacional del Comahue.

    Prez, Daniel Roberto*. Laboratorio de Rehabi-litacin y Restauracin Ecolgica de Ecosiste-mas ridos y Semiridos (LARREA), Facultad Ciencias del Ambiente y la Salud, Universidad Nacional del Comahue.

    [email protected], Daniel*. Instituto de Investigaciones

    Biolgicas y Tecnolgicas, Centro de Ecologa y Recursos Naturales Renovables, Consejo Na-cional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas (CONICET), Universidad Nacional de Crdo-ba. ONG Ecosistemas Argentinos.

    [email protected] Araujo, Mara Emilia. Laboratorio de

    Rehabilitacin y Restauracin Ecolgica de Ecosistemas ridos y Semiridos (LARREA), Facultad Ciencias del Ambiente y la Salud, Universidad Nacional del Comahue.

    Rovere, Adriana E*. Consejo Nacional de Inves-tigaciones Cientficas y Tcnicas (CONICET), Centro Regional Universitario Bariloche, Uni-versidad Nacional del Comahue.

    [email protected], Ricardo. Proyecto Conservacin y Refo-

    restacin de las Sierras de Crdoba, Argentina.Torres, Romina. Instituto de Investigaciones Bio-

    lgicas y Tecnolgicas, Centro de Ecologa y Recursos Naturales Renovables, Consejo Na-cional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas (CONICET), Universidad Nacional de Crdo-ba. ONG Ecosistemas Argentinos.

    BRASILAlves Pinto, Helena. Instituto Internacional para a

    Sustentabilidade. Benevides Bittencourt, Csar Seleri. Companhia

    Estadual de guas e Esgotos do Rio de Janeiro (CEDAE).

    Boelsums B. Sansevero, Jernimo. Instituto Inter-nacional para a Sustentabilidade, Instituto Flo-restal, Departamento de Cincias Ambientais da Universidade Federal Rural do Rio de Janeiro.

    Brancalion, Pedro. Departamento de Cincias Flo-restais da Universidade de So Paulo. Piracicaba.

    LISTA DE PASES Y AUTORES POR ORDEN ALFABTICO Y FILIACIONES

    *Autores de correspondencia

  • 14

    Campos, Marina. The Nature Conservancy.Castro, Ana. Instituto Internacional para a Susten-

    tabilidade.da Silva Abel, Elton Luis. Companhia Estadual de

    guas e Esgotos do Rio de Janeiro (CEDAE).Duarte de Moraes, Luiz Fernando. Centro Nacio-

    nal de Pesquisas em Agrobiologia, Empresa Bra-sileira de Pesquisa Agropecuria (EMBRAPA).

    Duarte Ferreira, Alcione. Programa Socioambien-tal Replantando Vida, Assessor da Presidncia da Companhia Estadual de guas e Esgotos do Rio de Janeiro (CEDAE).

    Gama Alves, Adriano. Companhia Estadual de guas e Esgotos do Rio de Janeiro (CEDAE).

    Latawiec, Agnieszka*. Instituto Internacional para a Sustentabilidade, Laboratrio de Sus-tentabilidade, Departamento de Geografia e Meio Ambiente, da Pontifcia Universidade Catlica do Rio de Janeiro, Rio de Janeiro, Brasil; Department of Production Engineering and Logistics, Opole University of Technolo-gy, Opole, Poland; School of Environmental Sciences, University of East Anglia, Norwich, UK. [email protected]

    Marques de Abreu, Alan Henrique*. Companhia Estadual de guas e Esgotos do Rio de Janeiro (CEDAE). [email protected]

    Miranda de Britez, Ricardo*. Sociedade de Pes-quisa em Vida Selvagem e Educao Ambien-tal (SPVS). [email protected]

    Ribeiro Pinto, Severino. Centro de Pesquisas Am-bientais do Nordeste (CEPAN). Recife.

    Ribeiro Rodrigues, Ricardo. Departamento de Biologia, Universidade de So Paulo. Piraci-caba.

    Santiago Lemgruber, Luisa. Instituto Internacio-nal para a Sustentabilidade, Escola Nacional de Botnica Tropical. Rio de Janeiro.

    Strassburg, Bernardo. Instituto Internacional para a Sustentabilidade, Departamento de Geografia e Meio Ambiente, da Pontifcia Uni-versidade Catlica do Rio de Janeiro. Rio de Janeiro.

    CHILEBaldini, Ada*. Corporacin Nacional Forestal

    (CONAF) [email protected] Martn, Vctor. Corporacin Nacional

    Forestal (CONAF).Tucki-Montero, Enrique. Corporacin Nacional

    Forestal (CONAF).

    COLOMBIAAguilar-Garavito, Mauricio*. Instituto de Inves-

    tigacin en Recursos Biolgicos Alexander von Humboldt. Red Colombiana de Restaura-cin Ecolgica. [email protected]

    [email protected] Catao, Jos Ignacio. Escuela de Restau-

    racin Ecolgica de la Pontificia Universidad Javeriana.

    Calle, Zoraida*. Fundacin Centro para la Inves-tigacin en Sistemas Sostenibles de Produc-cin Agropecuaria (CIPAV).

    [email protected], Adriana. Fundacin Centro para la In-

    vestigacin en Sistemas Sostenibles de Produc-cin Agropecuaria (CIPAV).

    Giraldo, Eudaly. Fundacin Centro para la Inves-tigacin en Sistemas Sostenibles de Produc-cin Agropecuaria (CIPAV).

    Giraldo, Julin Andrs. Fundacin Centro para la Investigacin en Sistemas Sostenibles de Pro-duccin Agropecuaria (CIPAV).

    Murgueitio, Enrique. Fundacin Centro para la Investigacin en Sistemas Sostenibles de Pro-duccin Agropecuaria (CIPAV).

    Ramrez, Wilson. Instituto de Investigacin en Recursos Biolgicos Alexander von Hum-boldt. Red Colombiana de Restauracin Eco-lgica.

    Rondn-Camacho, Diana Catalina. Red Colom-biana de Restauracin Ecolgica.

    ESTADOS UNIDOSBloomfield, Gillian Sarah*. Environmental Lea-

    dership & Training Initiative (ELTI), Yale School of Forestry & Environmental Studies. [email protected]

    Garen, Eva. Environmental Leadership & Training Initiative (ELTI), Yale School of Forestry & En-vironmental Studies.

    COSTA RICACarrera Gambetta, Fernando. Centro Agron-

    mico Tropical de Investigacin y Enseanza (CATIE), Ctedra Latinoamericana de Gestin Forestal Territorial.

    De Camino Velozo, Ronnie. Centro Agronmico Tropical de Investigacin y Enseanza (CA-TIE), Ctedra Latinoamericana de Gestin Forestal Territorial.

  • 15

    Morales Aymerich, Jean Pierre*. Centro Agron-mico Tropical de Investigacin y Enseanza (CATIE), Ctedra Latinoamericana de Gestin Forestal Territorial. [email protected]

    Villalobos Soto, Rger. Centro Agronmico Tro-pical de Investigacin y Enseanza (CATIE), Ctedra Latinoamericana de Gestin Forestal Territorial.

    CUBABallate Denis, Domingo. Subdireccin de Con-

    servacin. Empresa Nacional para la Protec-cin de la Flora y la Fauna. Villa Clara.

    Cabrera, Marlem Triana*. Subdireccin de Con-servacin, Empresa Nacional para la Protec-cin de la Flora y la Fauna. Villa Clara.

    [email protected] de la Paz Monteagudo, Alfredo. Administracin

    del Paisaje Natural Protegido Hanabanilla.Dorta Fuentes, Maira. Administracin del Paisaje

    Natural Protegido Hanabanilla.Fuentes, Andrs Reemberto. Administracin del

    Paisaje Natural Protegido Hanabanilla.Lpez Delgado, Dilaida. Subdireccin de Conser-

    vacin. Empresa Nacional para la Proteccin de la Flora y la Fauna. Villa Clara.

    Orosco Gonzlez, Florencio. Administracin del Paisaje Natural Protegido Hanabanilla.

    GUATEMALAGonzlez, Gabriela. Ecologic Development Fund,

    Guatemala.

    HONDURASEstrada, Carlos. La Asociacin de Juntas Admi-

    nistradores de Agua del Sector Sur del Parque Nacional Pico Bonito (AJAASSPIB).

    MEXICOBorda-Nio, Mnica*. Departamento de Cincias

    Florestais da Universidade de So Paulo, Pira-cicaba. [email protected]

    Ceccon, Eliane*. Centro Regional de Investigacio-nes Multidisciplinarias, Universidad Nacional Autnoma de Mxico. [email protected]

    Galicia-Gallardo, Ana Paola. Posgrado de Cien-cias Biolgicas, Universidad Nacional Autno-ma de Mxico. [email protected]

    Hernndez-Mucio, Diego*. Posgrado de Cien-cias Biolgicas, Universidad Nacional Autno-ma de Mxico. [email protected]

    Lindig-Cisneros, Erika. Coordinacin del Cole-gio de Filosofa, Facultad de Filosofa y Letras, Universidad Nacional Autnoma de Mxico. [email protected]

    Lindig-Cisneros, Roberto*. Instituto de Inves-tigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad, Universidad Nacional Autnoma de Mxico. Campus Morelia, Michoacn.

    Marcial-Carranza, Santiago. Organizacin Xua-jin MePha A.C., Guerrero.

    Martnez-Romero, Patricia*. Posgrado en Geo-grafa. Universidad Nacional Autnoma de Mxico. [email protected]

    Mucio-Mucio, Margarita. Organizacin Xua-jin MePha A.C., Guerrero.

    PANAMSantamara, Saskia. Environmental Leadership &

    Training Initiative (ELTI), Instituto Smithso-niano de Investigaciones Tropicales.

    Slusser, Jacob*. Iniciativa de Liderazgo y Capaci-tacin Ambiental (ELTI). Instituto Smithso-nian de Investigaciones Tropicales.

    [email protected]

    PERFuentealba Durand, Beatriz. Instituto de Monta-

    a, Per. [email protected], Steven. Departamento de Recursos Na-

    turales, Universidad de Cornell.

    VENEZUELAAlvarado, Mileydis. Cooperativa Velo de Cristo.

    Cooperativa de Viveristas del Orinoco, Ciudad Bolvar. Estado Bolvar.

    Bilbao, Bibiana*. Departamento de Estudios Am-bientales, Universidad Simn Bolvar (USB), Caracas. [email protected]

    Chani, Humberto. Estacin Cientfica Parupa, Autoridad Gran Sabana, Corporacin Venezo-lana de Guayana (CVG), Gran Sabana, Estado Bolvar.

    Delgado-Cartay, Mara Dolores. Departamento de Estudios Ambientales, Universidad Simn Bolvar (USB), Caracas. Universidad Tcnica de Mnich, Freising, Alemania.

    Deza, Mara Eugenia. Estacin Cientfica Parupa, Autoridad Gran Sabana, Corporacin Venezo-lana de Guayana (CVG), Gran Sabana, Estado Bolvar.

  • 16

    Hasmy, Zamira. Departamento de Estudios Am-bientales, Universidad Simn Bolvar (USB), Caracas.

    Lambos, Filiberto. Comunidad indgena Pemn, Santa Teresita de Kavanayn, Gran Sabana, Parque Nacional Canaima, Estado Bolvar.

    Lanz, Ingrid. Comunidad Pemn, Santa Teresita de Kavanayn, Gran Sabana, Parque Nacional Canaima, Estado Bolvar.

    Leal, Alejandra. Departamento de Estudios Am-bientales, Universidad Simn Bolvar (USB), Caracas.

    Machuca, Rubn. Estacin Cientfica Parupa, Au-toridad Gran Sabana, Corporacin Venezola-na de Guayana (CVG), Gran Sabana, Estado Bolvar. (fallecido)

    Marn-Wikander, Sofa. Departamento de Estu-dios Ambientales, Universidad Simn Bolvar (USB), Caracas.

    Mrquez, Milagro. Escuela Tcnica y Agropecua-ria Kavanayn (ETAK), Santa Teresita de Ka-vanayn, Gran Sabana, Estado Bolvar. Labora-torio de Ecosistemas y Cambio Global, Centro de Ecologa, Instituto Venezolano de Investiga-ciones Cientficas (IVIC), Caracas.

    Mndez, Carlos. Laboratorio de Ecosistemas y Cambio Global, Centro de Ecologa, Institu-to Venezolano de Investigaciones Cientficas (IVIC), Caracas.

    Milln, Adriana. Instituto de Ciencias de la Tie-rra, Facultad de Ciencias, Universidad Central de Venezuela.

    Parra, Mirla. Cooperativa Velo de Cristo. Coope-rativa de Viveristas del Orinoco, Ciudad Bol-var, Estado Bolvar.

    Pedraza, Erika. Departamento de Estudios Am-bientales, Universidad Simn Bolvar (USB), Caracas.

    Prez, Francisco. Escuela Tcnica y Agropecuaria Kavanayn (ETAK), Kavanayn, Gran Sabana, Estado Bolvar.

    Picn, Gabriel. Fundacin Dos Aguas, Puerto Ordaz. Electrificacin del Caron, C.A. (COR-POELEC). Gerencia de Gestin Ambiental. Departamento de Conservacin Ambiental. Ciudad Guayana, Estado Bolvar.

    Reyes, Fannilys. Cooperativa Velo de Cristo. Coo-perativa de Viveristas del Orinoco, Ciudad Bo-lvar, Estado Bolvar.

    Rodrguez, Daniel. Comunidad Pemn, Santa Teresita de Kavanayn, Gran Sabana, Parque Nacional Canaima, Estado Bolvar.

    Rodrguez-Salcedo, Hctor Manuel. Estacin Cientfica Parupa, Autoridad Gran Sabana, Corporacin Venezolana de Guayana (CVG), Gran Sabana, Estado Bolvar.

    Rosales, Judith. Centro de investigaciones ecolo-gicas de Guayana (CIEG). Universidad Nacio-nal Experimental de Guayana (UNEG).

    Salazar-Gascn, Ruth. Departamento de Estu-dios Ambientales, Universidad Simn Bolvar (USB), Caracas.

    Snchez, Becker. Centro de investigaciones ecol-gicas de Guayana (CIEG). Universidad Expe-rimental de Guayana (UNEG), Estado Bolivar. Centro de investigacin y Formacin del Po-der Popular, Estado Bolvar.

    Zambrano, Eduardo. Departamento de Estu-dios Ambientales, Universidad Simn Bolvar (USB), Caracas.

  • 17

    Escribir el prlogo para el libro Ms all de la ecologa de la restauracin: pers-pectivas sociales en Amrica Latina y el Caribe, como presidente de la Sociedad Iberoamrica y del Caribe de Restauracin Ecolgica, es a la vez un reto y una tarea muy emocionante ya que se empieza a dar lnea sobre un tema trascenden-tal: cmo abordar el tema social de la restauracin ecolgica en Amrica Latina y Caribe. Varias revisiones sobre la historia de la restauracin ecolgica en algunos pases de Amrica Latina comentan que, antes de que ocurriera el nacimiento de la Sociedad Internacional para la Restauracin Ecolgica (SER) a finales de la d-cada de los 80 del siglo pasado, ya se haban realizado algunos proyectos sobre el tema con algn xito importante. Hoy ya han pasado 27 aos del nacimiento de la SER y en su proceso de crecimiento ha sido bastante lo que se ha avanzado a nivel conceptual y prctico gracias al aporte de sus miembros. Un ejemplo im-portante fue la escritura de Principios de SER internacional sobre la restauracin ecolgica" del 2002. En dicho documento se presentan bases tericas importantes y adems se plantean los pasos que se deben tener en cuenta, cuando se van a ejecutar proyectos de restauracin ecolgica. El crecimiento fuerte del tema de la restauracin ecolgica en Amrica Latina y el Caribe empez a gestarse desde el ao 2004 cuando comenzaron a nacer organizaciones como la Red Iberoamericana y del Caribe para la Restauracin Ecolgica (RIACRE), la Red Latinoamericana de Restauracin Ecolgica (REDLAN), la Red Colombiana de Restauracin Ecolgica (REDCRE), el Grupo Cubano de Restauracin Ecolgica (GCRE), la Red Mxicana de Restauracin Ecolgica (REPARA), la Sociedad Brasilea de Recuperacin de reas Degradadas (SOBRADE), la Red de Restauracin Ecolgica de la Argentina (REA), la Red Chilena de Restauracin Ecolgica (RESTAUREMOS CHILE), la Red Brasilea de Restauracin Ecolgica (REBRE) y la Sociedad Iberoamericana y

    PRLOGOpor

    JOS IGNACIO BARRERA CATAO

    Escuela de Restauracin Ecolgica - EREPresidente de la Sociedad Iberoamericana y del Caribe

    de Restauracin Ecolgica - SIACRE

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    del Caribe de Restauracin Ecolgica (SIACRE), esta ltima resultado de la unin entre RIACRE y REDLAN en el ao 2013. Como puede apreciarse ya existe un te-jido importante que ha sido construido tanto por iniciativas particulares como por iniciativas colectivas, que podr ser ms grande en la medida en que en el resto de los pases de Iberoamrica y el Caribe se conformen ms redes con el propsito de tener y mantener la disciplina de la restauracin ecolgica en las agendas de los go-biernos, de la academia, de los centros educativos, de las empresas y de la sociedad en general.

    Tanto la ecologa de la restauracin como la restauracin ecolgica se han conver-tido en disciplinas importantes debido al estado de degradacin y transformacin en que se encuentran hoy los ecosistemas de nuestro planeta, hasta el punto que se ha puesto en peligro no solo la vida de la especie humana sino de las dems espe-cies. Desde que el hombre cambi sus hbitos de nmada a sedentario y desde las primeras civilizaciones hasta nuestros das, debido a la mala gestin de los territo-rios y al crecimiento de la poblacin mundial, se ha generado un avance fuerte en la degradacin de los ecosistemas, principalmente en los ltimos 100 aos, que es cuando la poblacin creci exponencialmente. Hoy el uso y el abuso del suelo por las diferentes actividades humanas han generado un desbalance importante entre el rea de los ecosistemas poco o nada disturbados y los ecosistemas disturbados y transformados. El reto hoy es cmo lograr, por lo menos, equilibrar dicho des-balance. La respuesta es que debemos hacerlo mediante el compromiso de todos. Cuando las reas degradadas quedan abandonadas debido al desinters humano como consecuencia de su improductividad y bajo valor econmico, la naturaleza hace lo posible por restablecerla con los medios con que cuenta en cada lugar; no obstante, en algunos casos se ha visto que esto no ha sucedido y por el contrario dichas reas continan degradndose. Cuando los ecosistemas no se restablecen solos, o el restablecimiento resulta muy lento, se requiere darle una ayuda para as restablecer igual los servicios ecosistmicos. Es entonces cuando la restauracin ecolgica y la ecologa de la restauracin entran a jugar un papel muy importante y ms an cuando se debe restablecer la relacin entre los ecosistemas y el hombre. El restablecimiento de la relacin entre el hombre y los ecosistemas debe llevar a que se cambie esa cultura de la destruccin por una cultura de la construccin. Es hacia all que debemos apuntar en los siguientes cientos de aos. Una manera de poder asegurar el xito de los proyectos de restauracin en el tiempo es mediante la apropiacin de la comunidad, por eso es muy clave un marco normativo slido y unas autoridades ambientales fuertes.

    En cuanto a la consideracin del tema social en la restauracin ecolgica ya se han realizado algunos aportes importantes en Amrica Latina, en especial en Mxico, Argentina, Brasil, Colombia y Chile. Los proyectos han involucrado a organizacio-nes no gubernamentales, cooperativas de campesinos, comunidades campesinas, gobiernos locales y regionales, colegios y universidades. Pero, adnde deben apun-tar los objetivos y las metas de un proyecto con participacin social?, qu tipo de

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    mtodos sociales e indicadores son vlidos cuando se realiza un proyecto donde participa la comunidad?, qu tiempo es necesario para saber que un proyecto de restauracin ecolgica con participacin social fue o no exitoso?, qu tanto juega el papel cultural, histrico, educativo y econmico en el xito de un proyecto de res-tauracin ecolgica con participacin social? Todas estas preguntas las deberemos responder con el correr de los aos y, para poder hacerlo, es necesario trabajar de manera interdisciplinaria y transdisciplinaria entre profesionales, pero sin dejar de lado los diferentes grupos de comunidades inmersos en el territorio. Afortunada-mente restauracin ecolgica es interdisciplinaria y debe apoyarse en los aportes de las comunidades.

    Finalmente, lo que se puede dimensionar de los diferentes proyectos realizados por nuestros colegas de Amrica Latina es que puede ser posible una relacin dife-rente entre hombre y naturaleza, una relacin de construccin y no de destruccin, lo que implicar ganar en confianza, respeto, seguridad, capacidad de organizacin, sentido de pertenencia y eficacia en la ejecucin de recursos para poder asegurar el xito de los proyectos de restauracin ecolgica.

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    Desde hace cerca de 500 aos, Am-rica Latina y el Caribe (ALyC) han sido sometidos al pillaje econmico, social y ambiental. Desde la poca colonial, las plantaciones agrcolas se convirtieron en un instrumento para subyugar las economas y los pobladores locales, para obtener productos a bajos precios por el uso de la fuerza de trabajo esclavo. Sin embargo, las ganancias de estas planta-ciones jams contribuyeron al desarro-llo de los pases donde se desplegaban.

    Este pillaje que se perpetu hasta nuestros das en nuevos contextos y modalidades (Fals Borda y Moncayo, 2009), y tuvo como una de sus innume-ras consecuencias que, en 2010, buena parte de los ingresos de la poblacin de ALyC estuvieron considerados abajo

    de la lnea de pobreza, con 177.000.000 de personas afectadas (30 %), donde la indigencia lleg alcanzar a 70.000.000 de habitantes (12 %). En las zonas ru-rales, la pobreza alcanz el 53 % de la poblacin, alrededor de 63.000.000 de personas, de los cuales 36.000.000 (30 %) fueron considerados indigen-tes. En la regin, cada ao mueren de hambre 200.000 nios, el 80 % de las personas en los sectores indgenas son consideradas pobres y cerca de 10 % de la poblacin total vive con menos de un dlar al da (FAO, 2013).

    Otro gran problema que histrica-mente afecta a ALyC es la distribucin de los ingresos. Desafortunadamente esta regin ocupa el vergonzoso ltimo lugar en el planeta en este rubro, presen-

    INTRODUCCIN

    La restauracin ecolgica en el contexto socioambiental de America Latina y el Caribe

    Eliane Ceccon [email protected]

    Daniel Roberto [email protected]

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    tando un Coeficiente de Gini1 promedio y mnimo ms alto de todo el mundo, 52 para Latinoamrica y 41 para el Caribe (CEPAL, 2011). Esta enorme inequidad ha llevado a una irremediable exclusin a diversos grupos sociales. Por otra parte, estos promedios enmascaran visibles di-ferencias entre pases de la regin. Mien-tras que en Venezuela y Uruguay, los ms pobres perciben alrededor del 20 % del ingreso total y los estratos ms altos reci-ben otro 20 %; en Colombia, Guatemala y Brasil, los ms ricos perciben cerca del 40 % de los ingresos y los ms pobres, el 10 % (CEPAL, 2011). Estos ltimos son, por lo tanto, los ms desiguales de la re-gin. Innumerables estudios confirman que la inclusin social no es slo un re-quisito tico, sino necesario para la sus-tentabilidad.

    La poblacin actual en ALyC tiene un consumo per cpita por debajo del nivel del mundo desarrollado. Al mismo tiem-po, esta regin posee inmensas reas con aptitud agrcola y pecuaria, con costos de produccin relativamente bajos que generan una cantidad cada vez mayor de alimento para el resto del mundo. Un desafo importante es cmo conciliar esta creciente produccin de alimentos y la conservacin de los ecosistemas natu-rales (Grau y Aide, 2008).

    Por otra parte, durante los ltimos 40 aos, la proporcin de la poblacin

    de Amrica Latina y el Caribe que vi-ven en las zonas rurales se ha reducido de la mitad a menos de un cuarto. Por lo tanto, mientras que existen regiones en que ocurre una deforestacin masiva, en otras se desarrollan procesos de regene-racin natural del bosque por el abando-no de la tierra (Grau y Aide, 2008).

    Por lo planteado hasta aqu, el destino de los ecosistemas de Amrica Latina y Caribe depender de las nuevas dinmi-cas econmicas, sociales y polticas que surgirn en las prximas dcadas y la forma cmo la regin responder a estos nuevos paradigmas globales en trminos de poblacin, comercio, consumo, y tec-nologa.

    Delante de un panorama socioecon-mico tan complejo, creemos que para dar respuesta a la degradacin y ofrecer soluciones ecolgicas y humanas al pro-blema, la restauracin ecolgica en ALyC debe sobrepasar los lmites disciplinarios tradicionales como ha planteado Gross (2006).

    De hecho, el enfoque sobre la restau-racin de paisajes prstinos no tiene mu-cho sentido en ALyC, donde el concepto clsico de restauracin ecolgica es inde-fendible, a menos que claramente forta-lezca la sustentabilidad tanto ambiental como social. La restauracin debe invo-lucrar y beneficiar a los pobladores lo-cales mediante la bsqueda de caminos

    1. El ndice de Gini mide hasta qu punto la distribucin del ingreso (o, en algunos casos, el gasto de consu-mo) entre individuos u hogares dentro de una economa que se aleja de una distribucin perfectamente equi-tativa. Una curva de Lorenz muestra los porcentajes acumulados de ingreso recibido total contra la cantidad acumulada de receptores, empezando a partir de la persona o el hogar ms pobre. El ndice de Gini mide la superficie entre la curva de Lorenz y una lnea hipottica de equidad absoluta, expresada como porcentaje de la superficie mxima debajo de la lnea. As, un ndice de Gini de 0 representa una equidad perfecta, mientras que un ndice de 100 representa una inequidad perfecta (Banco Mundial, 2015).

    ms all de la ecologa de la restauracin...

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    para prevenir la degradacin en el futuro y generar nuevas formas de afrontar los problemas del conocimiento, ms all del sistema disciplinarista de la ecologa, es-trechando el vnculo con las ciencias so-ciales (Ceccon, 2013; Ceccon et al., 2015; Prez, 2015).

    Para ilustrar el planteo de una restaura-cin comprometida con la sociedad, pro-ponemos una analoga entre la restaura-cin latinoamericana y el movimiento muralista mexicano. Este movimiento emergi en el inicio del siglo XX, cuan-do artistas e intelectuales de este pas y algunos extranjeros, participaron en la construccin de una nueva identidad na-cional y en la consolidacin de los ideales sociales creados por la revolucin mexi-cana. Dentro de su arte, adems cambia-ron las ideas raciales preexistentes contra los indgenas, que se haban establecido durante el periodo colonial y postcolo-nial. El muralismo, adems de retirar el arte de los claustros y museos para expo-nerlo en lugares pblicos, de fcil acceso, promovi la elaboracin de murales que incluan el trabajo de artesanos, tallado-res de madera y tejedores textiles que no eran considerados artistas, lo cual hizo a una gran parte de la poblacin entender la importancia de los murales y sentirse incluida en el movimiento (Rodrguez, 1970).

    La restauracin latinoamericana re-quiere de productores de plantas, pue-blos originarios, agricultores, volunta-rios y la sociedad civil en general que, a modo de los artesanos, talladores y te-jedores del muralismo, puedan aportar horizontalmente a la construccin del conocimiento. O bien se produce esta ex-posicin pblica y fusin, o se confa en

    que el saber de la restauracin emanar de los claustros universales y rebasar a los practicantes, que lo usarn aplican-do los protocolos pre-establecidos por la academia. Un nuevo paradigma de la restauracin en ALyC requiere de nuevas formas para acceder al conocimiento, y la construccin de una identidad acorde a las condiciones sociales, histricas y polticas propias de la regin. De acuerdo con Gross (2006), la restauracin, por su carcter inherentemente multidisciplina-rio es propicia para generar nuevas for-mas de conocimiento como ninguna otra ciencia natural, ni siquiera la ecologa. Esto no significa que se pretende plan-tear que el conocimiento cientfico no sea vlido ni fundamental, sino que exis-te otro espacio a ser construido a partir del saber transdisciplinario, que puede ser robustecido y validado por una gama de actores sociales con su historia, repre-sentaciones, necesidades e intereses.

    Es importante tener en cuenta en nues-tra historia, no solo los orgenes ya men-cionados, sino adems que los pases de ALyC retornaron a la democracia y la vieron consolidarse como sistema de go-bierno slo en los ltimos 30 aos. Sin embargo, ms recientemente, en paises como Honduras, Paraguay y Brasil, se puede percibir que la democracia occi-dental no termina de consolidarse, con emergencias de nuevos formatos de gol-pes institucionales caracterizados por muchos como golpes de estado que podran expandirse en toda la regin. Podemos observar que los movimientos sociales fueron clave en el proceso de transformacin social, en la oposicin a las dictaduras y en las transiciones. Con estas mudanzas polticas recientes, nue-

    la restauracin ecolgica en el contexto socioambiental...

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    vas identidades colectivas surgieron en el lxico latinoamericano y caribeo, ema-nando de aejas condiciones sociales y tnicas, principalmente en zonas rurales, como es el caso de las poblaciones ind-genas o negras de Brasil con sus mlti-ples relaciones con la naturaleza (como por ejemplo el quilombola, el castaero, el pescador, entre otros).

    Hemos asistido a un proceso en que estos y otros valores culturales, la capa-cidad inventiva y las potencialidades hu-manas se trastocaron en capital huma-no, hacindolo reducible a un valor de mercado y representable en los cdigos de capital. Queremos cuestionar el dis-curso donde la naturaleza desde una p-tica antropocntrica es capital. Pensa-mos que de frente a las particularidades y a la emergencia de nuevos fenmenos polticos-sociales presentados en ALyC. Es posible en este continente apoyarse en paradigmas tericos que cuestionan el actual vnculo de nuestra especie con el resto de la naturaleza y que en lugar de pretender la restauracin del capital na-tural, nos orientemos a la restauracin de la relacin de la sociedad con la natu-raleza y a la bsqueda de alternativas a los modelos clsicos de la economa que profundizan la desigualdad social, la de-gradacin y la crisis socioambiental.

    En una propuesta alternativa de res-tauracin que va ms all de la ecologa, es importante dar lugar a conceptos que emerjan de varios procesos de resistencia cultural, estimular el pensamiento sobre la naturaleza, y estimular los caminos de la autogestin de los pueblos, de sus ba-ses ecolgicas y culturales.

    Un buen ejemplo de ideas que se en-cajan perfectamente a una identidad La-

    tinoamericana es el de sustentabilidad que se confronta a la de desarrollo sus-tentable. Este concepto experimentado y elaborado en el continente (Gonzlez-Gaundiano y Puente-Quintanilla, 2011), encaja perfectamente con una nueva pro-puesta de restauracin ecolgica. Se trata de una forma de relacin que transforma la organizacin comunitaria de mane-ra global, al buscar el mejoramiento de la vida de los individuos y de los grupos en sus aspectos econmicos, culturales, socio-polticos y ambientales. A pesar de que este proceso puede ser impulsado por agentes externos, su mantenimiento a lo largo del tiempo, depender de la participacin activa y de la auto-organi-zacin de la propia comunidad (Toledo, 2003, 2005). Leff (2012) por su parte, clama por una sustentabilidad compar-tida, al convocar a todos los actores so-ciales (gobiernos, acadmicos, empresa-rios, campesinos, indgenas, ciudadanos) a un esfuerzo comn en una operacin de concertacin y participacin en la que se integren diferentes visiones.

    Se puede concluir que hay todo un sa-ber sobre la restauracin latinoamerica-na que es posible construir. En los 70s, el escritor y ensayista Eduardo Galeano (2004) nos mostr a una parte de Am-rica desangrada en sus recursos y cultura por intereses externos, una dura imagen de la Amrica Latina profunda. A pesar de la denuncia, estas venas actualmente an siguen sangrando. Un grupo muy re-ducido de ALyC se enriquece a costas del empobrecimiento de la mayora y de un deterioro ambiental desenfrenado. Sin embargo, de esta trgica historia emer-gen resistencias, alternativas y sueos de sus habitantes. Este libro puede ser un

    ms all de la ecologa de la restauracin...

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    ejemplo. Nuestro deseo es que la restau-racin en ALyC se nutra de su identidad ecolgica, pero tambin de su historia y su complejidad socioambiental. Propo-nemos que la restauracin ecolgica no eluda la discusin sobre su pertenencia al marco del ecocentrismo o el antropo-centrismo, ni relegue a segundos planos el origen de los problemas de la degrada-cin. Para ello damos lugar en este libro, a aquellos que han explorado con gran esfuerzo y saliendo de su zona de con-fort, los desafos de la integracin de los aspectos sociales y ambientales, ms all de la ecologa de la restauracin.

    ESBOZO DEL LIBRO

    En este grupo de trabajos tenemos una amplia visin que abarca diversos aspec-tos humanos y sociales en variadas rea-lidades, y formas alternativas de pensar o implementar acciones de restauracin. De esta manera, con la multiplicidad de voces emergentes de la regin que aflo-ran ms all de principios generalistas de la restauracin y de abajo hacia arriba, pensamos que abrimos un debate sobre la identidad de la restauracin ecolgica y social en nuestra regin.

    Los destinatarios de este trabajo son practicantes de la restauracin, volun-tarios, gestores ambientales, decisores polticos, ONG e investigadores que, en su labor, frecuentemente se efectan el siguiente tipo de preguntas: Cmo se puede lograr que nuestra restauracin supere los lmites de la investigacin bsica ecolgica? Cmo lograr la inclu-sin de la comunidad en mis proyectos de restauracin? Se puede a travs de la restauracin aportar a una nueva forma

    de relacin de la sociedad con la natura-leza? Qu rol juegan la legislacin y la poltica en la restauracin? Se va confi-gurando o no una identidad latinoame-ricana de la restauracin ecolgica? Se puede esperar que estas preguntas ten-gan respuesta en experiencias, investi-gaciones y reflexiones realizadas en este libro. Se retomarn nuevamente estos planteos en las conclusiones.

    El libro se inicia con dos anlisis so-bre el contexto social, poltico y filos-fico de la restauracin, constituidos por la presente Introduccin y el Captulo 1 de Roberto y Erika Lindig-Cisneros, de Mxico, que ahonda en los fundamentos de la restauracin.

    Luego, los aportes de los autores se or-ganizaron por orden alfabtico segn el pas de procedencia. Para Argentina se presentan tres captulos. El referido a restauracin ecolgica basada en educa-cin ambiental, aborda las relaciones de la educacin ambiental con la restaura-cin y empoderamiento de pobladores sin trabajo en zonas ridas de la Patago-nia. En el segundo captulo, se expone el importante rol que pueden desarrollar los proyectos en contextos de bajo ac-cionar de los sectores gubernamentales, fondos limitados y alto compromiso de individuos voluntarios, en bosques del centro de la Argentina. El tercer captulo aporta reflexiones sobre la valoracin de los ecosistemas y nos alerta sobre los va-cos de conocimiento en el tema que se requiere cubrir en los bosques templa-dos del sur de Argentina.

    De Brasil se presentan otros tres tra-bajos. El primero trata un tema de pro-funda dimensin humana como es la rehabilitacin de personas y su integra-

    la restauracin ecolgica en el contexto socioambiental...

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    cin a la sociedad a partir de proyec-tos de restauracin. El mismo refiere a crceles con reclusos, un caso que tiene implicancias para reflexionar sobre to-das las formas de marginalidad y nece-sidades de rehabilitacin humana en la regin. El segundo detalla acciones de una ONG para integrar diversos actores sociales para la restauracin y manejo de unidades de conservacin, la capacita-cin y la educacin ambiental. El mismo logra integrar problemas de la ecologa de la restauracin, gestin, economa y participacin. El tercer trabajo descri-be el mayor esfuerzo de restauracin de Brasil, el Pacto de la Mata Atlntica, firmado por 260 referentes de sectores sociales. En este caso se muestra cmo la restauracin puede generar empode-ramiento, empleo, ingresos y beneficios socioeconmicos y ambientales en gran escala, as como interpretar la importan-cia de la gobernanza en los proyectos.

    De Chile se presenta nuevamente, como en Argentina, el importante rol de los voluntariados, en ste caso en la Isla de Pascua, en donde tambin con limita-dos recursos y apelando entre otros a los establecimientos escolares, se pudieron lograr cambios en el ambiente en sus as-pectos naturales y sociales.

    En el caso de Colombia se recupera una extensa trayectoria del pas en res-tauracin ecolgica, en donde se puede apreciar el efecto de la suma de esfuerzos para avanzar en planes de restauracin, apoyados por el sector gubernamental, hasta llegar a un marco jurdico legal ya plasmado en un Plan Nacional de Res-tauracin que requiere en la ltima eta-pa su aplicacin prctica. Asimismo, en otro captulo se presenta una propuesta

    para incorporar la dimensin social al monitoreo de la restauracin ecolgica. El otro trabajo de este pas muestra una forma posible de articulacin entre el co-nocimiento cientfico y el conocimiento popular que, integrados, permitieron empoderar actores locales y dar solucin a problemas de las comunidades huma-nas que vieron degradar sus bosques por actividades productivas o que sufrieron riesgo ambiental por deslizamiento de tierras.

    Desde Costa Rica se recibe un aporte para la reflexin sobre las oportunida-des de los "Bosques Modelo" para la go-bernanza en proyectos de restauracin. Se agregan ejemplos en otros pases de ALyC como Colombia y Repblica Do-minicana.

    En Cuba se expone un caso en don-de el impulso de una pequea donacin pudo, adems de restaurar algunas reas dentro de una zona de conservacin, mejorar la calidad de vida de los habi-tantes locales y generar importantes lec-ciones.

    En Mxico los captulos 14, 15 y 16 presentan trabajos desarrollados en la regin de La Montaa de Guerrero, afec-tado por un estado ambiental inestable con valores muy altos de degradacin en los indicadores biofsicos y sociales. Es-tos trabajos se realizan con la organiza-cin no gubernamental indgena Xuajin Me Phaa, cuya principal actividad es la produccin de flor de Jamaica orgncia. En La Montaa, la sobrevivencia depen-de de paisajes muy degradados. En este caso, la restauracin productiva inte-grada a la produccin sostenible podra tener un papel decisivo para el futuro de los pobladores y del ecosistema. En

    ms all de la ecologa de la restauracin...

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    2008, el Centro Regional de Investiga-ciones Multidisciplinarias (CRIM) de la Universidad Nacional Autnoma de M-xico (UNAM), comenz a trabajar con esta cooperativa en varios proyectos de restauracin tanto locales como del pai-saje, utilizando principalmente la meto-dologa de investigacin-accin.

    El ltimo captulo correspondiente a Mxico, plantea el uso de un ndice de importancia socioecolgica de especies arbreas, para su uso en la restauracin productiva en comunidades rurales en el Estado de Oaxaca.

    De Panam emerge la descripcin de la experiencia en la que los productores aprendieron que la ganadera puede ser ms productiva y sostenible, al com-binar mejores prcticas de manejo de los animales con el establecimiento de sistemas silvopastoriles, los cuales mez-clan rboles, arbustos forrajeros y la produccin ganadera. Estas actividades resultaron en la conformacin de la pri-mera cooperativa legalmente reconoci-

    da dedicada a la ganadera sostenible en ese pas.

    El captulo de Per incluye experien-cias, retos y dificultades que se afronta para la rehabilitacin de bosques del g-nero Polylepis con participacin de co-munidades campesinas locales.

    En el caso de Venezuela, se aborda es-trategias de restauracin de los ecosis-temas afectados por el fuego, conside-rando la integracin de conocimientos indgenas y cientficos.

    Finalmente se incluye un trabajo de la Universidad de Yale que se implement en diversos pases latinoamericanos con el objetivo de fortalecer capacidades de liderazgo ambiental a travs de cursos, materiales didcticos y otras estrategias variadas, diseadas para promover la restauracin ecolgica y empoderar a pobladores locales.

    El cierre de la obra es una reflexin en donde se retoman las preguntas inicia-les cuyas respuestas explora el presente libro.

    la restauracin ecolgica en el contexto socioambiental...

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    REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS

    Banco Mundial. 2015. Indice de GINI.

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    CEPAL. 2011. Panorama social de Amrica Latina. Comisin Econmica para Amrica Latina. Santiago de Chile.

    Fals Borda O, Moncayo VM. 2009. Una sociologa sentipensante para Amrica Latina. Coleccin Pensamiento Crtico Latinoamericano. CLACSO. Bogot, Colombia.

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    nal? Gaceta Ecolgica 77: 67-83.

    ms all de la ecologa de la restauracin...

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    INTRODUCCIN

    La restauracin ecolgica, a diferencia de otras formas de relacionarnos con lo natural, desde la recoleccin, pasando por la agricultura, la urbanizacin y las formas modernas de explotacin de la naturaleza, tuvo en su acepcin actual un origen bien definido en el plano histrico-disciplinar. Jordan y Lubick (2011), hacen un anlisis de dicho origen, principal-mente en pases de habla inglesa, y distin-guen entre una restauracin utilitaria de la naturaleza, que tiene un origen mas o menos difuso y la restauracin ecolgica ecocntrica, que es aquella que se lleva a cabo por el bien de la naturaleza misma, lo que implica que los intereses humanos, e incluso las necesidades humanas, son de carcter secundario. Sin embargo, es importante considerar qu es lo que se entiende por bien de la naturaleza mis-

    ma tomando en cuenta que el concep-to de naturaleza ha sido determinado en las distintas disciplinas humansticas y cientficas adquiriendo significados espe-cficos. Es decir que eso que entendemos por naturaleza est mediado por los dis-tintos discursos que la han definido, esta-bleciendo al mismo tiempo las relaciones que el hombre mantiene con lo natural. En el discurso de la filosofa occidental tanto como en el religioso judeo-cris-tiano, ha dominado la concepcin de lo humano como superior jerrquicamente a todas las dems formas de lo viviente, y esta concepcin ha justificado el domi-nio y la explotacin de la naturaleza por parte del hombre, y cabe mencionar que este es el fundamento de algunas de las crticas a la restauracin ecolgica, pues al menos que se libere de esta concepcin jerrquica no sera ms que otra forma de dominacin (Katz, 1992).

    CAPTULO 1

    Construccin social de la restauracin ecolgica

    Roberto Lindig [email protected]

    Erika Lindig Cisneros

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    Sin embargo, la restauracin ecolgica ecocntrica en el sentido de Jordan y Lu-bick, tuvo su origen en las primeras d-cadas del siglo XX en los Estados Unidos y fue articulada por Aldo Leopold, uno de los conservacionistas ms importantes de la primera mitad del siglo XX, segu-ramente influido por las ideas filosficas de John Muir. Es a partir de 1934 cuando se articula claramente la idea de la restau-racin ecolgica, y esto ocurre cuando se inaugura el Arboretum de la Universi-dad de Wisconsin en Madison. Leopold expres claramente de lo que se trataba en el discurso inaugural del Arboretum: reconstruir, principalmente para el uso de la Universidad, una muestra del Wis-consin original, una muestra de cmo el condado de Dane se vea cuando llegaron nuestros antepasados (Jordan, 1984). Al parecer Leopold tena una visin con-flictiva sobre qu constitua un paisaje natural (wilderness en ingls, que es in-teresante, porque se refiere tambin a lo salvaje), en donde se mezclaban ideas conservacionistas y utilitarias (Denevan, 2011). Sin embargo, la valorizacin de la naturaleza por s misma, as como la im-portancia de sta para el bienestar huma-no definitivamente es parte de la filosofa de Aldo Leopold, y encuentra, al menos en parte, sus orgenes en las ideas de John Muir, quien fuera un naturalista que in-fluy mucho para el desarrollo del movi-miento conservacionista en los Estados Unidos y en otras partes del mundo. Muir consideraba que la naturaleza tiene el de-recho de existir sin ser perturbada en si-tios protegidos, y por lo tanto fue un pro-motor activo de la creacin de parques nacionales. Pero las ideas de Leopold so-bre la naturaleza van ms all de Muir, y

    se manifiestan claramente en su tica de la tierra (land ethic), y en sus propias pa-labras: la tica de la tierra simplemente ampla los lmites de la comunidad para que incluya al suelo, el agua, las plantas y los animales, o de manera colectiva, la tierra1 (Leopold, 1952). Lo que manifies-ta un distanciamiento con la visin occi-dental de dominacin de la naturaleza.

    La idea de la restauracin ecolgica como el retorno a las condiciones origina-les de ecosistema se consolid y domin hasta finales del siglo XX, a pesar de que el propio Leopold dud de la factibilidad de lograr la fidelidad necesaria para llegar a ese estado previo a la degradacin (Jor-dan y Lubick, 2011), y de que otros auto-res tambin la cuestionaran tanto desde la ecologa como de la filosofa (Katz, 1992). Viniendo de este ltimo campo las crticas ms severas, que incluso la acusaron de ser un fraude o, en el mejor de los casos, un auto engao. Crticas que se fundamentan al establecer el valor intrnseco de la natu-raleza como funcin de que la diferencia entre las acciones humanas mediadas por la cultura y la capacidad tecnolgica, y las acciones de otros seres vivos y objetos in-animados es tan profunda, que considerar al ser humano como una especie ms, em-bebida en la naturaleza, es completamente errnea (Elliot, 1994).

    Entre quienes practican la restauracin ecolgica estas crticas no pasaron desa-percibidas, pues desde una perspectiva ecolgica tambin fue posible reconocer sus limitaciones, lo que se reflej en un nmero creciente de publicaciones. De tal forma que la definicin actual de la So-

    1. The land ethic simply enlarges the boundaries of the community to include soils, waters, plants, and animals, or collectively: the land.

    ms all de la ecologa de la restauracin...

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    ciedad Internacional para la Restauracin Ecolgica (SER, 2004), hoy en da no hace ninguna referencia a lo que se espera del esfuerzo de restauracin, pues simplemen-te establece que la restauracin ecolgica es el proceso de ayudar a la recuperacin de un ecosistema que ha sido degradado, daado o destruido2. Actualmente, la res-tauracin ecolgica es reconocida por los profesionales del manejo de ecosistemas y, en su forma acadmica, la ecologa de restauracin, es una disciplina incorpora-da al campo de la ecologa. Sin embargo, su incorporacin en grupos no especiali-zados de la poblacin y por lo tanto a las estructuras polticas parece aun ambigua e incluso en algunos casos inexistente.

    La creciente evidencia de que la crisis ambiental es ya de carcter planetario, que se refleja entre otras cosas en que ha-cia finales del siglo pasado el 40 % de los productos de la fotosntesis estn acapa-rados por la humanidad (Vitousek et al., 1996), que nuestra especie utiliza el 60 % del agua dulce que corre en los continen-tes (Postel et al., 1996) y en que alrede-dor del 70 % de la superficie continental es dominada por actividades humanas, ya sea de forma intensiva (como sera el caso de las grandes ciudades del planeta) o de forma moderada, lo que tiene como consecuencia que algunos biomas prc-ticamente ya no existan sin la influencia humana (Sanderson et al., 2002). Si a lo anterior sumamos los efectos actuales y esperados del cambio climtico, ha lle-vado a algunos autores a proponer que la era geolgica actual debe llamarse el an-tropoceno, que iniciando en el siglo XIX

    2. Textualmente dice: Ecological restoration is the pro-cess of assisting the recovery of an ecosystem that has been degraded, damaged, or destroyed.

    con el origen de la revolucin industrial, marca la poca en que el ser humano do-mina los procesos planetarios (Crutzen y Stoermer, 2000). En funcin de lo ante-rior, establecer nuevas formas de dialogo3 sobre y con la naturaleza es de carcter urgente, esto requiere de (re)construir en la sociedad las formas en que interac-tuamos con ella y una de estas formas de interaccin es la restauracin ecolgica.

    La experiencia de uno de nosotros (R. Lindig), en el campo de la restauracin ecolgica se inici hace 18 aos en el mbi-to acadmico, en el que ha continuado y se ha extendido a la prctica con comunida-des rurales de diferentes conformaciones culturales y en el mbito urbano y peri-urbano. Adems, en ocasiones como parte del trabajo con comunidades y en otras desligado del mismo, se ha interaccionado con diferentes organismos gubernamenta-les y no gubernamentales. Este cmulo de experiencia, limitado como es cualquier experiencia individual, ha obligado a la reflexin en torno a diferentes visiones de la naturaleza y la forma en que la restau-racin ecolgica cabe, o no, como parte de las formas de relacionarse con ella, lo que llev a una primera reflexin sobre el tema (Lindig-Cisneros, 2011) y que llev a iniciar un proceso de exploracin sobre la necesidad de una construccin social de la restauracin ecolgica. La conclusin

    3. Por dilogo entendemos un intercambio que, tomando en cuenta las tensiones y respetando las divergencias de opiniones y posturas frente a un tema o un problema, lo-gre un mnimo acuerdo sobre las estrategias particulares de accin a seguir y, en el mejor de los casos, de lugar a un nuevo saber que tome como antecedentes tanto los saberes de la gente como los de la academia. Para ello es necesario tener presente el carcter conflictivo de la prob-lemtica que se trata, procedente de las fuerzas polticas, econmicas, sociales y culturales que la intervienen.

    construccin social de la restauracin ecolgica

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    principal de este primer esfuerzo fue que, cuando ocurre, la restauracin ecolgica se incorpora como una forma de manejo complementaria a las formas aceptadas por la comunidad que hace uso de la na-turaleza, y este es un punto que se debe destacar, pues el carcter utilitario, aunque vara su enfoque entre comunidades rura-les a urbanas, siempre est presente.

    VISIONES DE LA NATURALEZA

    Lo natural, o la naturaleza, o la naturale-za humana, han atrado a los ms grandes pensadores desde la antigedad. Griswold (1996) seala que en el Libro X de las Le-yes, Platn argumenta que lo natural, es decir el todo, es gobernado por la razn (personificada por los dioses), y no por el azar o cualquier arte humano, y aunque Platn se refera principalmente a la natu-raleza humana, al referirse a un todo ms extenso, refleja la otredad de la naturaleza que es independiente de la accin humana, visin que es caracterstica de la cultura oc-cidental, que desde luego est representada por la dicotoma Aristotlica de physis y techn. Esta oposicin conceptual formula-da por Aristteles, que se remonta incluso ms all de Platn, ha gobernado toda la historia de la filosofa de la ciencia hasta el siglo XX, de acuerdo con J. Derrida (2010). No es una oposicin simple, se trata en rea-lidad de una serie de dicotomas: naturale-za/ley; naturaleza/convencin; naturaleza/arte; naturaleza/libertad; naturaleza/socie-dad; naturaleza/espritu; naturaleza/cultu-ra, etc., que privilegian sistemticamente el segundo trmino: la serie de oposiciones es jerrquica y excluyente. Para efectos de este trabajo, ms all de su carcter paradjico,

    interesa que la serie de oposiciones siem-pre ha privilegiado una cierta figura de lo humano (producida por el pensamiento occidental, en consecuencia, etnocntrica) sobre eso que en cada caso se ha entendido por naturaleza.

    As, incluso dentro de esta tradicin cultural, la naturaleza es vista de diferen-tes maneras, algunas de ellas en conflic-to entre s. Drenthen, Keulartz y Proctor (2009), reconocen cinco maneras de con-ceptualizar a la naturaleza que forman un continuo: la naturaleza evolutiva, la naturaleza emergente, la naturaleza ma-leable, la naturaleza como sagrada y la naturaleza como cultura. La primera, la naturaleza evolutiva, corresponde a la visin cientfica que considera que la na-turaleza surge de procesos evolutivos. La segunda, la naturaleza emergente, se basa en considerar a la naturaleza en funcin de las propiedades emergentes, es decir que el todo no se explica por la suma de las partes. La idea de naturaleza maleable se basa en considerar que la naturaleza biofsica y la naturaleza humana son sus-ceptibles de ser alteradas por las acciones humanas. La visin de la naturaleza como algo sagrado, de acuerdo a estos autores, se diferencia de las tres primeras en que su origen no es acadmico, desde esta perspectiva, se entiende que la naturale-za posee cualidades sagradas o espiritua-les, o que incluso es espiritual en esencia. Finalmente, en la visin de la naturaleza como cultura, y en oposicin directa con la visin de la naturaleza evolutiva, la na-turaleza se considera como un producto de la cultura y no lo contrario. Si bien este ltimo planteamiento pone en cuestin la oposicin jerrquica naturaleza/cultura, corre el riesgo de reducir el concepto de

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    naturaleza a una mera construccin cul-tural, o a una diversidad de construcciones culturales. Lo importante desde nuestro punto de vista es cuestionar el carcter je-rrquico de la oposicin sin reducir la al-teridad4 (Martnez de la Escalera y Lindig, 2013, p.22) de la naturaleza, es decir entre otras cosas, que sta no necesariamente responde a finalidades humanas, ya sea que se trate de su conocimiento o de su ex-plotacin, o a otro tipo de finalidades.

    De tal forma que nos enfrentamos al problema de establecer que tan lejos se puede llevar el concepto de construccin social, y este punto es de gran importan-cia para nuestra discusin, pues la idea de la construccin social de la realidad no es nueva (Berger y Luckmann, 1966), y es importante recordar que surgi en el campo de la sociologa, ms preocupada por la sociologa del conocimiento que por cuestionar la validez de la realidad como algo extrnseco al ser humano. Sin embargo, esta idea rpidamente impact en diversos campos al aplicarse la premi-sa de la construccin social a lo natural, o a la naturaleza. Kidner (2000) presen-ta de manera clara el problema al argu-mentar, por un lado, que proponer que la naturaleza es una entidad que se pue-de percibir de manera directa, y que est disponible sin ambigedades para todos independientemente de la experiencia, el contexto cultural o la motivacin es

    4. Alteridad: Se dice de una condicin que marca la re-lacin con los otros (saberes, grupos o individuos, hu-manos o animales, cosas y estados de cosas), es decir, con lo diferente. Toma la forma tambin de un trabajo de la diferencia que, interviniendo en la constitucin de subjetividades (interpretaciones del s-mismo), en la for-macin de identidades colectivas histrico-sociales, abre la conformacin identitaria a los avatares del tiempo y las circunstancias (materiales, polticas y pasionales).

    insostenible; y por el otro que tampoco es razonable proponer que la naturaleza es un artefacto de la capacidad social y lin-gstica del ser humano, pues implica que debido a que el mundo social vara en el tiempo y el espacio que cada uno de estos mundos va a construir una versin dife-rente de la naturaleza. Estas dos visiones representan extremos en un continuo que refleja la complejidad de la relacin de los seres humanos entre s en relacin con lo natural que ha llevado desde la dicotoma hombre-naturaleza de la tradicin occi-dental, hasta los derechos de lo natural, re-conocidos en las constituciones de varias naciones latinoamericanas; que se basan, al menos en parte, en visiones diferentes de lo natural, del ser humano como par-te de la naturaleza, y de esquemas bien de dominacin, o bien de interdependencia.

    Podemos entonces establecer que la concepcin de la naturaleza s produ-ce en cada caso distintas relaciones con ella. Es decir, frente a la discusin ante-rior, que la naturaleza no es reducible a las concepciones socio-histricas que se tengan de ella y que, sin embargo, es-tas concepciones s determinan nuestro modo de relacionarnos con lo natural y de producirnos como humanos en estas relaciones. As que un punto importante es reconocer la alteridad de la naturaleza, en particular que no responde a intereses humanos, pero que el ser humano, como ente biolgico derivado de los mismos procesos evolutivos que dan lugar a lo na-tural, depende de ella, no solamente para satisfacer necesidades materiales, sino porque, influida s por la concepcin que tengamos de ella, pero fundamenta a la cultura, a travs de construcciones socia-les y otros procesos cognitivos.

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    La concepcin dicotmica de la natu-raleza/hombre que ha determinado en buena medida la visin de la naturaleza como un objeto explotable es precisa-mente lo que se debe cambiar, hay que re-conocer que la alteridad de la naturaleza no implica dicotomas que confronten lo natural con lo humano sino que crea un lazo de dependencia del ser humano ha-cia la naturaleza, y que la naturaleza hu-mana es parte de esa otra naturaleza y, en todo caso, que las dicotomas jerrquicas, y excluyentes, han servido para justificar esquemas de dominacin que tienen a la bisfera, y por lo tanto a la civilizacin, al borde de lo que podra ser una catstro-fe con consecuencias mucho ms severas para la segunda que para la primera.

    RESTAURACIN ECOLGICA COMO UNA CONSTRUCCIN SOCIAL

    La restauracin ecolgica surgi a partir de visiones de la naturaleza que se alejaron del comn de su tiempo, sin ser radical-mente diferentes, y se construy una forma de interaccionar con lo natural formaliza-da en mtodos (tcnicas), metas y objeti-vos, porque en el sentido de Drenthen, et al. (2009), la restauracin ecolgica surge desde la visin evolutiva de la naturaleza, por el hecho de que se le concibe en el am-biente acadmico, pero en particular desde la visin disciplinar de la ecologa de la pri-mera mitad del siglo XX. Pero rpidamente trasciende y se le incorpora a la discusin, tambin acadmica, sobre la relacin hom-bre-naturaleza (Cronon, 1995) y las conse-cuencias ticas de la misma (Elliot, 1994).

    A pesar de que la restauracin ecolgica ha pasado a formar parte del discurso con-

    servacionista e incluso se le legitima fuera del mbito acadmico, lo que se refleja en su inclusin en la legislacin de mltiples naciones, ya sea el leyes secundarias como es el caso de Mxico (Captulo II de la Ley General del Equilibrio Ecolgico y la Proteccin al Ambiente; DOF, 2008), o en normas constitucionales, como es el caso de Colombia (Artculo 80 de la Constitu-cin Poltica de Colombia, 1991), el hecho es que reconocer la necesidad de ayudar a la recuperacin de los ecosistemas que hemos degradado o destruido no ha lleva-do a una reflexin sobre la relacin del ser humano con la naturaleza y mucho menos a cuestionar la validez de las dicotomas de dominacin de la naturaleza que son el fundamento de la ideologa de mercado dominante, que se ha impuesto a nivel glo-bal desde hace al menos tres dcadas.

    Lo anterior es claro si consideramos que en los Estados Unidos, en donde se origin la idea de la restauracin ecol-gica, o al menos en donde se articul de manera ms clara, su incorporacin en el imaginario colectivo como una forma de relacionarnos con la naturaleza ha sido lenta (Jordan, 2003), si consideramos que otras formas contemporneas de relacio-narse con la naturaleza, como la conser-vacin, se incorporaron a la cultura desde hace al menos 50 aos.

    En la actualidad, la restauracin ecol-gica se ha incorporado a aquellas visiones de la naturaleza afines a la visin evolu-tiva de la misma, es decir en el mbito cientfico y tcnico, lo que incluye desde luego a especialistas en las ciencias y tc-nicas relacionadas con el ambiente como la ecologa, la conservacin o la silvicul-tura. Aunque para esta ltima la restaura-cin es, cuando mucho, un auxiliar para

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    comprender mejor el funcionamiento de sitios severamente degradados y por lo tanto para su recuperacin (Wagner et al., 2000), lo que es comprensible dado que la silvicultura busca de manera muy concreta incrementar la productividad de los bosques y en particular de la pro-duccin de madera; y podemos incluir su incorporacin por lo tanto a mbitos re-lacionados como el de la administracin pblica de recursos naturales y de la natu-raleza, entendida como los espacios que se manejan con fines de conservacin, como reas naturales protegidas.

    Mucho ms difcil es tratar de deter-minar si la idea de la restauracin eco-lgica se ha incorporado a la poblacin en general, aunque al menos en el caso de Mxico, una exploracin de las causas que enarbolan muchas ONG en el campo ambiental, sugiere que la adopcin de la restauracin ecolgica prcticamente no se ha dado, pues hoy en da todava se hace nfasis en actividades como la refo-restacin, que fue bandera ambiental en la segunda mitad del siglo XX (Cervantes et al., 2008). Aunque esto parece ser una tendencia en otras naciones, lo que llev a W. Jordan (2000) a manifestar: Diversas escuelas de pensamiento ambiental for-man, en buena medida, parte del mismo grupo en el sentido de que han ignorado a la restauracin, en su escepticismo so-bre su valor, y la amplitud de sus impli-caciones polticas.... han fallado al no re-conocer su valor como una estrategia de conservacin o como un contexto para negociar la relacin entre nuestra especie y el resto de la naturaleza. Me parece que este error se debe a la impresin equivo-cada de que la restauracin ecolgica es slo un intento de restaurar a la natura-

    leza por s misma, y no de restaurar a la vez una parte importante de la relacin humana con la naturaleza no-humana.

    Sin ignorar el debate sobre la natura-leza que influye en la presente discusin que tratamos en la seccin anterior, para nuestros fines basta reconocer que sien-do la restauracin ecolgica una forma de relacionarse con la naturaleza, una forma de intervenir en ella, es por lo tanto, una construccin social, pero una construccin social que hasta ahora no ha logrado trascender ms all de un pe-queo grupo de especialistas y que mu-cho menos ha logrado su potencial para cuestionar las relaciones de explotacin que han caracterizado a la civilizacin particularmente a partir de la revolucin industrial. Matthias Gross (2000), sugiere que para entender a la restauracin ecol-gica desde un punto de vista sociolgico se puede usar como base a los socilogos estructuralistas de principios del siglo XX, en particular a mile Durkheim y Georg Simmel, porque la restauracin ecolgica implica no slo la intervencin del ser humano sobre la naturaleza, sino tambin la respuesta de la naturaleza a la accin humana. En este sentido, se esta-blece una interaccin entre la sociedad (o al menos las personas involucradas en el proceso) y la naturaleza, y como establece Jordan (2000) con respecto a la restaura-cin: diversas escuelas de pensamiento ambiental han fallado al no reconocer su valor como una estrategia de conserva-cin o como un contexto para negociar la relacin entre nuestra especie y el resto de la naturaleza. Lo que implica que aun la restauracin se encuentra en una posi-cin marginal en cuanto a las formas en que nos aproximamos a lo natural.

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    Experiencias de investigacin en restauracin ecolgica participativa

    Las experiencias que han influido en la reflexin sobre la necesidad de una cons-truccin social de la restauracin se iniciaron con el trabajo de investigacin en res-tauracin ecolgica participativa que, a partir del ao 2001, se ha llevado a cabo con la Comunidad Indgena de Nuevo San Juan Parangaricutiro (CINSJP). Este trabajo tuvo como finalidad recuperar reas cubiertas por ceniza volcnica de la erupcin del volcn Paricutn, que dur nueve aos iniciando en 1943. Las tierras comunales en donde se llev a cabo el trabajo se encuentran en el Estado de Michoacn, en el occidente de Mxico, y el tipo de vegetacin dominante son los bosques de pino y pino-encino. Trabajando con la Direccin Tcnica Forestal de la comunidad se logr determinar la mejor manera de lograr el establecimiento de especies nativas arb-reas, particularmente del gnero Pinus (Blanco-Garca et al., 2011), en los arenales formados por la erupcin que como se logr establecer fueron en su mayora tierras agrcolas al momento de la erupcin. El nfasis en especies de pinos fue por su im-portancia para la produccin de madera pues cabe mencionar que la CINSJP cuenta con un programa de manejo sustentable de sus bosques con reconocimiento interna-cional. Con el paso de los aos la colaboracin se extendi para explorar otros aspec-tos de restauracin ecolgica, incluyendo el papel de plantas nodrizas y estrategias para favorecer la biodiversidad en sitios de restauracin productiva (Daz-Rodrguez et al., 2012). El trabajo en los arenales de la CINSJ abri una lnea de investigacin sobre restauracin de sitios severamente degradados que se ampli para el estudio del establecimiento de especies tiles en crcavas formadas en acrisoles. Este trabajo se llev a cabo en una comunidad rural cercana a la Ciudad de Morelia, la capital de Michoacn. En este caso, trabajando con la poblacin local de manera directa, se ha logrado la revegetacin de crcavas con especies arbreas (Gmez-Romero et al., 2012, 2013) y la investigacin contina hasta la fecha.

    En los ltimos 6 aos, se ha intensificado el trabajo en un sistema de manantiales y humedales localizado en la zona periurbana de Morelia. Los manantiales de la Mintzita, son la fuente de casi la tercera parte del agua de la ciudad, y se encuentran sujetos a una serie presiones derivadas de la presencia humana que estn causando su deterioro (Escutia-Lara et al., 2009), en este sitio se ha trabajado con comunida-des vecinas y en una campaa de educacin ambiental con escuelas de la ciudad. En esta misma cuidad, se ha participado en el trabajo de restauracin de una zona natural protegida estatal, el Cerro del Punhuato, en donde la restauracin se en-frenta a los problemas asociados con las manchas urbanas, incluido el efecto de la isla urbana de calor (Valle-Daz et al., 2009). El trabajo en el Cerro de Punhuato ha implicado la colaboracin cercana con autoridades del gobierno estatal y grupos sociales diversos.

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    Este cmulo de experiencias representa una progresin en el continuo rural-urba-no, adems de una muestra de diferentes visiones de la naturaleza. Como resultado de la interaccin con las personas que participaron, y participan, en los proyectos ha sido posible distinguir patrones en la forma en que se percibe a la restauracin (o no se le percibe pues es comn que se ignore la existencia de esta forma de manejo de ecosistemas) y en la que se le ubica en funcin de las formas en que nos relacionamos con la naturaleza. En trminos generales, la restauracin se ve desde una ptica ms utilitaria en el mbito rural y ms ecocntrica en el mbito urbano, lo que posible-mente es consecuencia de que en el primero las formas de produccin dependen de una relacin mucho ms directa con la naturaleza que en el segundo (Figura 1).

    Figura 1. La visin de la naturaleza cambia dependiendo del mbito en el que se mueven las personas, como consecuencia de mltiples experiencias de restauracin participativa en el occidente de Mxico, es aparente que en esta zona, en el mbito rural la restauracin ecolgica depende de una visin ms utilitaria que en el mbito urbano, en donde tiende a ser ms ecocntrica.

    CONCLUSIONES

    Si en una primera aproximacin al pro-blema de la restauracin ecolgica como una construccin social, o dicho de otra forma, de cmo incorporar a la restaura-cin como una nueva forma de dilogo entre nuestra especie y la naturaleza, uno de nosotros consideraba que era nece-sario considerar tres principios (Lindig-Cisneros, 2011): el principio de restitu-cin, el principio de renegociacin y el principio de adaptacin. Siendo el prime-

    ro que debemos, aunque sea de manera parcial, restituir a la naturaleza lo que se ha perdido por la relacin de explotacin que establecimos con ella particularmen-te despus de la revolucin industrial. El segundo tomado de Andrew Light (2000), cuando propone que la restauracin eco-lgica puede funcionar como: una refe-rencia para expandir nuestras nociones de obligatoriedad moral ms all de la vi-sin antropocntrica. Finalmente el ter-cero, el principio de adaptacin, derivado de reconocer que el cambio global (del

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    cual el cambio climtico es slo su ma-nifestacin ms evidente) solamente se puede abordar desde un enfoque adapta-tivo en dos sentidos, en que la magnitud del impacto es tal que solamente nos que-da adaptarnos a los cambios que inevita-blemente se van a dar y que en el proceso debemos de estar dispuestos a cambiar de estrategias a travs de negociar nuevas re-glas de convivencia.

    Tan solo a cuatro aos de esa reflexin, es claro que la crisis planetaria es sist-mica y abarca mucho ms que nuestra relacin con la naturaleza, independien-temente de cmo la concibamos. No so-lamente hemos fallado en implementar las metas que hubieran limitado el incre-mento de la temperatura promedio glo-bal a 2C, lo que abre la posibilidad a que se crucen umbrales cuyas consecuencias pueden ser catastrficas. Sino que se han roto todo tipo de dilogos indispensables para la viabilidad de las sociedades re-gionales y de la sociedad humana en su conjunto. Se ha profundizado la otredad de mltiples interlocutores, lo que se re-fleja en la violencia contra las mujeres y la radicalizacin de muchos jvenes, que al encontrarse sin mayores perspectivas de vida son susceptibles a ser atrados por grupos con ideologas que solamente se pueden clasificar como necrfilas sensu Fromm (1985, 1998). Como argumenta Klein (2014), cuando analiza el fracaso del sistema socio-econmico que ha do-minado en el planeta en las ltimas dca-das para enfrentar el cambio climtico; el fracaso implica un cambio de reglas, las sociales o las naturales, y sabemos que las segundas no van a cambiar. Por lo tanto nos enfrentamos con una situacin que llama con urgencia a cambiar las formas

    de dominacin dentro de nuestras socie-dades tanto entre personas como entre nuestra especie y la naturaleza. En este proceso de cambio, la restauracin eco-lgica puede jugar un papel fundamental como herramienta de dilogo y de recu-peracin, pues al reconocer que al resta-blecer a lo natural nos restablecemos a nosotros mismos, reconocemos en el otro a un interlocutor que por lo tanto deja de ser ajeno a nuestra esfera de lo moral.

    Cualquier persona que haya partici-pado en un proceso de restauracin am-biental sabe que la relacin nunca es jerr-quica. Aunque podemos imponer nuestra tecnologa para explotar a la naturaleza y obtener de ella mltiples bienes, cuando tratamos de ayudar a la recuperacin de ecosistemas degradados nos damos cuenta de que cuando mucho podemos tratar de incorporar nuestra tecnologa (entendida como la capacidad de aplicar nuestro co-nocimiento) a los procesos naturales para influir en el proceso, y en muchos casos el resultado es muy diferente a lo que haba-mos anticipado. Adems, en la mayora de los casos en el proceso no solamente se es-tablece una relacin con la naturaleza, sino tambin con otros grupos humanos, que en muchos casos dependen directamente del ecosistema que se busca restaurar.

    Esto implica que se debe de buscar ac-tivamente el acercamiento entre diferen-tes visiones de la naturaleza, en particu-lar entre la visin cientfica, o evolutiva como la definen Drenthen y sus colabora-dores, y otras basadas en tradiciones cul-turales diferentes, pues la primera puede aportar las herramientas necesarias para establecer el dilogo e iniciar el proceso de cambio, y las segundas el fundamento tico para hacerlo.

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