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destal de la perfección sobrehumana 2 La historio- grafía reciente ha revaluado la carrera de Martí, analizando de cerca cambios en sus actitudes y revisando esquemas de periodización. Los histo- riadores enfatizan ahora el período comprendido entre 1886y 1887como una fase de transición en su vida, durante la cual se radicalizaron sus concep- ciones 3 Este capítulo se propone avanzar en la dirección de estas tendencias, haciendo una recon- sideración de Martí a la luz del cambiante orden internacional de las últimas décadas del siglo XIX, de las cuales fue un agudo y preceptivo observa- dor. Lo expuesto aquí parte de dos presupuestos: que hay un riesgo latente de abstraer a Martí del mundo; y que los historiadores al explicar sus actitudes y acciones, no pueden desconocer la matriz histórica en la que se inscriben, ni la natura- leza de la resistencia de la trama socio-económica y política a la que van dirigidas y que codetermina, por consiguiente, sus resultados. MARTI, AMERICA LATINA y ESPAÑ"A Cristopher Abel Traducción de Magdalena Holguín "América se llamó Bolívar Cuba se llamó José Martí ... sin esos hombres, la Historia carecería de sus más bellas páginas; y los pueblos habrían perdido sus más bellos destinos: ningún pueblo ha hecho nunca cambiar de rumbo la Humanidad; han sido los grandes hombres los que han producido los más grandes cambios de Ideas, en el corazón del Mundo; la Renovación ... Napoleón; .. la Constitución '" Bolívar ... la Emancipación ... Martí ... la multitud es incapaz de Ideas; no es capaz sino de sentimientos; los pueblos sufren la magia de los Genios; los Genios, se apartan de los pueblos ... hay u~a valorización, entre el Genio y el Pueblo; el Gemo salva al Pueblo . el Pueblo sufre al Genio . y el Pueblo devora al Genio, si la Muerte no se encarga de devorarlo ... Roma sacrificó los Gracos Colombia devoró a Bolívar; la Argentina expulsó a San Martín; ¿Qué habría hecho Cuba de Martí? ¿No hay derecho, a exterminar aquello que no ha nacido? Respetemos la virginidad de lo que es". (J. M. Vargas Vila, Obraspóstumas deJ.M. VargasVi/a.JoséMartí. Apóstol-Libertador, Paris, 1938, Segunda edición. Santo Domingo, 1975) pp. 96-97. Los recientes escritos dedicados a José Martí han intentado restituirle su humanidad. Ya no se le ve siempre sonriendo inescrutablemente como la Mo- na Lisa. Prominentes académicos cubanos han intentado disipar los escritos "extra-históricos" y mucho del vocabulario confesional -soñador, apóstol, mártir, profeta del amor universal, hom- bre de concordia y comprensión, evangelio mar- tiano- que, durante las décadas de 1920 y de 1930 especialmente, rodearon su nombre y oscurecieron su importancia '. La erudición literaria ha logrado, sin caer en la trampa de extenderse desmedida- mente sobre sus problemas personales, realizar la tarea de desacralización, bajando a Martí del pe- 1. Juan le Riverend, "Les années 1930 et le développement des sciences sociales" en Les années trentes á Cuba - Actes du co//oque international organisé á Parisennovembre 1980... (París 1'182),esp. p.104. l. Martí y Bolívar El vínculo entre Bolívar y Martí es evidentemente central en la comprensión de Martí. Sinembargo las continuidades y las diferencias entre ellos y las circunstancias en las que trabajaron no han sido establecidas con suficiente precisión. Martí y Bolívar actuaron y fueron limitados por diferentes ambientes internacionales. Bolívar, por una parte, confrontó una España que era todavía uno de los principales poderes europeos, cuyos monarcas confiaban aún en su derecho divino de gobernar y que estaban en posición de obtener apoyo del reciente fortalecimiento de la economía imperial efectuado por Carlos lII. Martí, por el contrario, enfrentaba una monarquía española des- lucida, decadente y anacrónica, que disfrutaba de un lugar en las convenciones internacionales sólo en virtud de poseer, por la gracia de los grandes 2. José Antonio Portuondo, "Retratos infieles de José Martí". Revis- ta de la Biblioteca Nacional José Martí, 1959, Tercera época, Vol. X, No. 1, Enero-Abril 1968, pp. 5-14. 3. Especialmente,. Jorge Ibarra, José Martí - Dirigente político e ideológico revolucionario (Habana, 1980). 13

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destal de la perfección sobrehumana2• La historio-grafía reciente ha revaluado la carrera de Martí,analizando de cerca cambios en sus actitudes yrevisando esquemas de periodización. Los histo-riadores enfatizan ahora el período comprendidoentre 1886y 1887como una fase de transición en suvida, durante la cual se radicalizaron sus concep-ciones3• Este capítulo se propone avanzar en ladirección de estas tendencias, haciendo una recon-sideración de Martí a la luz del cambiante ordeninternacional de las últimas décadas del siglo XIX,de las cuales fue un agudo y preceptivo observa-dor. Lo expuesto aquí parte de dos presupuestos:que hay un riesgo latente de abstraer a Martí delmundo; y que los historiadores al explicar susactitudes y acciones, no pueden desconocer lamatriz histórica en la que se inscriben, ni la natura-leza de la resistencia de la trama socio-económica ypolítica a la que van dirigidas y que codetermina,por consiguiente, sus resultados.

MARTI, AMERICA LATINA y ESPAÑ"ACristopher Abel

Traducción de Magdalena Holguín

"América se llamó BolívarCuba se llamó José Martí ...sin esos hombres, la Historia carecería desus más bellas páginas;y los pueblos habrían perdido sus más bellos destinos:ningún pueblo ha hecho nunca cambiar de rumbola Humanidad; han sido los grandes hombreslos que han producido los más grandes cambiosde Ideas, en el corazón del Mundo;la Renovación ...Napoleón; ..la Constitución '"Bolívar ...la Emancipación ...Martí ...la multitud es incapaz de Ideas; no es capazsino de sentimientos;los pueblos sufren la magia de los Genios;los Genios, se apartan de los pueblos ...hay u~a valorización, entre el Genio y el Pueblo;el Gemo salva al Pueblo .el Pueblo sufre al Genio .y el Pueblo devora al Genio, si la Muerte no seencarga de devorarlo ...Roma sacrificó los GracosColombia devoró a Bolívar;la Argentina expulsó a San Martín;¿Qué habría hecho Cuba de Martí?¿No hay derecho, a exterminar aquello que noha nacido?Respetemos la virginidad de lo que es".

(J. M. Vargas Vila, Obraspóstumas de J. M. Vargas Vi/a.José Martí.Apóstol-Libertador, Paris, 1938, Segunda edición. Santo Domingo,1975) pp. 96-97.

Los recientes escritos dedicados a José Martí hanintentado restituirle su humanidad. Ya no se le vesiempre sonriendo inescrutablemente como la Mo-na Lisa. Prominentes académicos cubanos hanintentado disipar los escritos "extra-históricos" ymucho del vocabulario confesional -soñador,apóstol, mártir, profeta del amor universal, hom-bre de concordia y comprensión, evangelio mar-tiano- que, durante las décadas de 1920y de 1930especialmente, rodearon su nombre y oscurecieronsu importancia '. La erudición literaria ha logrado,sin caer en la trampa de extenderse desmedida-mente sobre sus problemas personales, realizar latarea de desacralización, bajando a Martí del pe-

1. Juan le Riverend, "Les années 1930 et le développement dessciences sociales" en Les années trentes á Cuba - Actes du co//oqueinternational organisé á Paris en novembre 1980 ... (París 1'182),esp.p.104.

l. Martí y BolívarEl vínculo entre Bolívar y Martí es evidentementecentral en la comprensión de Martí. Sinembargolas continuidades y las diferencias entre ellos y lascircunstancias en las que trabajaron no han sidoestablecidas con suficiente precisión.

Martí y Bolívar actuaron y fueron limitados pordiferentes ambientes internacionales. Bolívar, poruna parte, confrontó una España que era todavíauno de los principales poderes europeos, cuyosmonarcas confiaban aún en su derecho divino degobernar y que estaban en posición de obtenerapoyo del reciente fortalecimiento de la economíaimperial efectuado por Carlos lII. Martí, por elcontrario, enfrentaba una monarquía española des-lucida, decadente y anacrónica, que disfrutaba deun lugar en las convenciones internacionales sóloen virtud de poseer, por la gracia de los grandes

2. José Antonio Portuondo, "Retratos infieles de José Martí". Revis-ta de la Biblioteca Nacional José Martí, 1959,Tercera época, Vol. X,No. 1, Enero-Abril 1968, pp. 5-14.

3. Especialmente,. Jorge Ibarra, José Martí - Dirigente político eideológico revolucionario (Habana, 1980).

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Estados, colonias dispersas en el Caribe, el LejanoOriente yen Africa. Mientras que en 1820 se dabaun feroz debate respecto de si los estados sucedá-neos del continente hispanoamericano deberíanser monarquías o repúblicas, los protagonistas dela independencia cubana eran irrevocablementerepublicanos.

Martí y Bolívar veían a los Estados Unidos deforma diferente. Para Bolívar, los nacientes Esta-dos Unidos no constituían amenaza inmediataalguna para Hispanoamérica: la posibilidad deuna reconquista inglesa no había sido eliminada, almenos hasta la guerra anglo americana de 1812; deotra parte, su energía expansionista se concentra-ba en la colonización de las fronteras. Bolívar, sinembargo, se mostraba cauteloso respecto tanto delos Estados Unidos como de la monarquía brasile-ra, deseando excluirlos a ambos de las discusionesreferentes a los acuerdos federales hispanoameri-canos4•

En la década de 1880 el contexto internacional sehabía transformado decisivamente. El tempranoénfasis en un débil nexo comercial nOratlántico, alcual el occidente cubano y otros productores decafia de azúcar y de café del Caribe se habíanintegrado parcialmente, fue superado por relacio-nes económicas internacionales más dinámicas ypor el surgimiento de una incipiente economíainternacional, y quizás, mundial, con la cual eloccidente cubano había establecido fuertes lazos ycon la cual el este de Cuba y Puerto Rico poseíanvínculos menos estrechos. En los Estados Unidos,la reestructuración central del capitalismo fuecomplementada por la consolidación de la coloni-zación fronteriza; en las décadas de 1880 y 1890emerge este país como fuerza expansionista carac-terizada por un dinámico capitalismo colectivo,cuyos grupos dominantes se hallaban comprome-tidos en la aserción de los Estados Unidos comopoder continental y más tarde, mundial, de estatu-to semejante al de Inglaterra, Alemania, Francia yRusia. Las minorías oposicionistas mantenían, en-tre tanto, campañas anti-imperialistas inconse-cuentes, argumentando que la expansión ultrama-rina era contraria al espíritu de la república.

Argumentaban que la expansión agresiva asimila-ba los Estados Unidos a las monarquías europeas,

4. Tanto los académicos marxistas como los no marxistas concuer-dan en afirmar que las pretensiones de los exponentes del panameri-canismo de descender en linea recta de Bolivar son, en gran medida,poco fundamentadas históricamente. Ver, por ejemplo, Miguel Acos-ta Saignes, Bolfvar: acción y utopia del hombre de las dificultades(Caracas 1983), esp. pp. 299, 320. También David Bushnell, "TheIndependence of Spanish South America" en Leslie Bethell, ed.Cambridge HislOry of Latin America. Vol. UI From Independence toc. 1870 (Cambridge, 1985), pp. 95-156.

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implicaba riesgos políticos incalculables y gastosmilitares excesivos, y que era incompatible con losintereses económicos de la mayoría de los ciudada-nos norteamericanos5• Las ideas de Martí sobre losEstados Unidos, maduradas durante largos perío-dos de exilio, fueron influenciadas tanto por suexperiencia y observaciones personales, como porla cuidadosa lectura de los críticos sociales norte-americanos, a quienes re interpretó desde la pers-pectiva de un refugiado latinoamericano.

La transformación del contexto ideológico eraigualmente evidente. Mientras que el ideal nacio-nalista se propagó por los Andes a medida queavanzaba la lucha por la independencia, en Cubaeste ideal antecedió y animó la primera y abortivaguerra de independencia de 1868-78, y se habíaasimilado completamente antes del comienzo de laguerra de 1895-966. En tanto que Bolívar elaboróuna teoría de autodeterminación nacional comorespuesta a exigencias inmediatas, una teoría deeste tipo no era necesaria en las décadas de 1880 y1890. Martí compartía con Bolívar una concepciónde la revolución como movimiento social y no sólocomo lucha política7, pero sus concepciones delnacionalismo eran diferentes, si no antagónicas.Para Martí, el nacionalismo se encontraba inex-trincablemente ligado a la multiplicidad racial, elimperativo del resurgimiento del idioma españolen la escritura y, hasta cierto punto, al anticlerica-lismo -factores a los que Bolívar deba menorimportancia.

En ciertos aspectos, Martí y Bolívar eran similares.Como Bolívar, Martí deseaba que Hispanoaméri-ca ocupara el escenario mundial. Martí celebró elreconocimiento de Méjico en una exposición inter-nacional realizada en Filadelfia; más tarde el deVenezuela y Perú. Registró tamién la participaciónde Guatemala en una exposición en París8• Asícomo Bolívar había concebido a Colombia comouna potencia mundial que competiría en igualdadde condiciones con Francia o Inglaterra.

5. Sobre la expansión estadounidense, Philip S. Foner, 1he Spanish-Cuban American War and the Birth of American Imperialism (2 vols.N.Y. 1972); T. Paterson, ed. American Imperialism and Anti-Imperi-alism (N.Y. 1973); Lloyd C. Gardiner, Walter La Feber and T.McCormick, Creation of the Modern American Empire U.S. Diplo-matic History (London, 1973).

6. ,Ver Simon Collier, "Nationality, Nationalism and Supranational-ism in the Writing of Simón Bolivar", en Hispanic American Histor-ical Review No. 65 (1983). pp. 37-64.

7. Ver especialmente John Lynch, Simón Bolfvar and the Age ofRevolution (University of London, Institute of Latin American Stud-ies, Working Papers No. lO, 1983).

8. José Martí, Obras completas (Habana, 27 vols, Segunda edición,1975). (En adelante O.c.), XV, n.d., pp. 446-49.

Martí, qUlzas habiendo perdido en el exilio elsentido de la naturaleza limitada de los intereses yposibilidades de Cuba, concebía exageradas no-ciones relativas al Caribe hispano como punto deequilibrio del mundo.

En otros sentidos, los dos líderes eran marcada-mente diferentes. Compartían la idea de que losconflictos de clase deberían ser pospuestos mien-tras no se hubiera completado la lucha por laindependencia nacional. Pero sus orígenes de claseeran distintos. Bolívar, miembro de una rica fami-lia de productores de cacao, tenía más en comúncon Madero que con Martí, y daba un mayorénfasis a la propiedad, la estabilidad y la seguri-dad. Martí y Bolívar tuvieron asimismo un ciclovital diferente. Martí no vivió lo suficiente comopara participar en el establecimiento de la indepen-dencia, y por consiguiente, no se vió obligado aexponer detalladamente sus nociones de represen-tación popular y responsabilidad en una Cubalibre, como tampoco sufrió el tipo de críticas deque fue a veces objeto Bolívar, cuando se le acusa-ba de que el tema unitario de su carrera eranvanidad e inescrupulosidad napoleónicas9•

Bolívar era un líder civil eficiente y un soldadocomprometido con el profesionalismo militar.Martí, por contraste, no era un soldado, sino undirigente civil que reconocía el grado de profesio-nalismo y de experiencia militar que el GeneralMáximo Gómez y otros destacados militares in-surgentes habían aportado a la causa de la inde-pendencia, pero que prefería dejar en manos de losespecialistas la dirección de los combates adjudi-cando a los civiles las decisiones relativas a lacoordinación y asignación de recursos.

La admiración de Martí por Bolívar no era ilimita-da. Martí elogiaba las hazañas militares de Bolívary simpatizaba con sus compromisos constitucio-na listas iniciales, sus campañas contra el persona-lismo, su confrontación con el caudillismo en Ve-nezuela, y con algunas de las medidas tendientes asubordinar la Iglesia a intereses nacionales másamplios. En lo referente a cuestiones sociales, sinembargo, Martí criticó severamente a Bolívar.Subestimando quizás cuanto deseaba Bolívar laabolición de la esclavitud, Martí le atribuía laresponsabilidad de haber fracasado en completarel proceso de liberación en los países andinos. Demanera característica, Martí no atribuía este su-puesto fracaso a los orígenes de clase de Bolívar,sino a su incapacidad de observar el impacto des-

9. Ver la valiosa discusión historiográfica en David Bushnell, "TheLast DictatOlship: Betrayal or Consurnrnation". Hispanic AmericanHistorical Review No. 65 (1983), pp. 65-105.

humanizante del sistema de castas, emanada deuna falta de confianza en el pueblo, del desconoci-miento de la "fuerza moderadora del alma popu-larlO• A este respecto, se sentía Martí más cercanode Rivadavia: "Rivadavia, el argentino, tenía ra-zón 'Estos pueblos se salvarán' "11. Sobre Cuba, noabrigaba Martí duda alguna:

"Creo a mi pueblo capaz de construir sobre los restos deuna mala colonia, una buena república"12.

2. Martí, estructuras políticase ideología

Las actitudes de Martí hacia la democracia y ladictadura se formaron inicialmente en la infancia yen la adolescencia bajo el régimen colonial y luegodurante la juventud y los primeros años de madu-rez en España. Martí se identificaba con la Repú-blica Federal, especialmente con Pi y Margall, elPrimer Ministro español, autor de la traducción deProudhon al español. Martí compartía el difundi-do desencanto con las consecuencias de la Repú-blica Federal, considerando que la República de1874 era poco más que una monarquía camufladay lamentaba que los sanos y pujantes elementos deuna generosa y honorable burguesía tuvieran pocainfluencia en las Cortes.

Las preocupaciones principales de Martí en Espa-ña eran los eventos políticos liberales cotidianos ylos asuntos constitucionales: los debates de lasCortes, los cambios ministeriales, la libertad deprensa, las prácticas electorales, el impacto delpersonalismo, la.autonomía universitaria, las rela-ciones diplomáticas, y la política del poder13• Mar-tí empleaba categorías liberales como la de "opi-nión pública", y manifestaba su admiración por elliderazgo republicano definido, aquel de Gambe-tta y Sagasta, observando dentro del típico criterioliberal:

"Las naciones en sus períodos críticos, producen hombresen quienes se encarnan: hombres nacionales"14.

Las preocupaciones de Martí por las relacionesentre Iglesia y Estado eran convencionales: univer-

10. O.e. VIII, 1983. pp. 241-50.

11. O.e. IV, 1895. p. 88.

12. O.e. IV. 1892. p. 303.

13. Ezequiel Martínez Estrada, Marrí. revolucionario (Segunda Edi-ción. Habana. 1974), pp. 134-5.

14. O.e. XIV, 1881. p. 94.

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sidad laica versus confesional, libertad de concien-cia y matrimonio civil. Informó sobre las amena-zas del Papa León XIII de abandonar a Roma paratrasladarse a Malta, y expresó su esperanza de unatransición a la monarquía constitucional en elVaticano15• El periodismo político de Martí fuecomplementado por reportajes sobre las artes queenfatizaban rasgos de una cultura burguesa, aun-que republicana, tales como las elecciones en laAcademia Francesa.

Para Martí, el fundamento de las repúblicas no eraestructural: era ético. Buscaba como su base uncambio fundamental en el comportamiento huma-no y una conducta cívica desinteresada. Por eso suexplicación de la caída de la Repú blica española seencuentra expresada en términos de cualidadespersonales -falta de profundidad, pureza, energíay visión de su liderazgo político, con la honrosaexcepción de Pi y Margalll6. El análisis de Martí sepresenta en términos de calidades personales y node estructuras políticas. La calidad de su descrip-ción es evidente en su irónico retrato de Sagasta enlas Cortes:

"Satisfecho de su triunfo, Sagasta se sienta a reposar, ydeja vagar sobre sus labios, como una mariposa harta demiel de flores, su sonrisa volteriana. Cree a despecho suyo,en la libertad. Rompe en cada combate todas sus lanzas enprovecho de sí mismo, menos una -que rompe siempre enbeneficio de la libertad"17.

Haciendo una referencia de paso a "la España quetrabaja, sufre y vive, pero no vota", Martí observópero no analizó los problemas que conllevaba elponer en práctica los imperativos morales y políti-cos que predicaba. No hizo análisis alguno sobrecómo los valores liberales -tolerancia, sujeción,etc.- pudieran ser sobrepuestos a las estructuraspolíticas, donde afianzados intereses regionales ylocales fingían defender el Liberalismo al tiempoque desplazaban bloque de votos en favor deprioridades privadas y perpetuaban hábitos decaciquismo que traicionaban su vocabulario libe-ral. Afirmar lo anterior no constituye una críticaex post Jacto de Martí, puesto que sus contempo-ráneos españoles hacían ya en ese momento obser-vaciones estructurales y discriminaciones finas,agudas y apropiadas aun cuando no sistemáticas.Críticas semejantes de la sociedad y de la políticaespañola alcanzaron su apogeo en los voluminosos

15. o.e. XIV, 1881, pp. 79, 134.

16. Ver Cintier Vitier y Fina García Marmiz, Temas martianos(Habana, 1969), p. 28.

17. O.e., XIV, 1881, p. 67.

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escritos del aragonés Joaquín Costa, quien les dióexpresión formal, después de la muerte de Martí en1901.

"Llegó septiembre de 1868; ocurrió el alzamiento el día 29,tan sonado; surgieron por todas partes Juntas revolucio-narias; vibraron los himnos patrióticos; proclamose lasoberanía nacional; y en medio del mayor entusiasmo unaConstitución democrática fue promulgada. Pues lo mismoque si no hubiéseis promulgado nada. Se habló de obstácu-los tradicionales, y el trono del monarca fue derribado;pero el verdadero obstáculo tradicional, el trono del caci-que quedó incólume, y todo aquel aparato teatral, mani-fiesto de Cádiz, juntas revolucionarias, destronamiento dela reina, Constitución democrática, soberanía nacional, nopasó de la categoría de pirotecnia: la graduamos de revolu-ción, y no fue más sino un simulacro de revolución '" Escomo la superposición de dos Estados, uno legal, otroconsuetudinario: máquina perfecta el primero, reglamen-tada por leyes admirables, pero que no funciona; dinamis-mo anárquico el segundo, en que libertad y justicia sonprivilegio de los malos, donde el hombre recto, como noclaudique y se manche, sucumbe"18.

La misma ausencia de análisis estructural es evi-dente en la descripción que hace Martí de la cone-xión de España con Cuba. Informó sobre el enérgi-co repudio de Sagasta a las violaciones de laselecciones cubanas, y su protesta ante el desdénhacia Cuba manifestado por Cánovas. Martí pro-testó por el impacto adverso sobre Cuba de lastímidas reformas en las tarifas, y censuró la in-comprensión de los cubanos evidenciada por unreformista canario, Ministro de Ultramar, León yCastillo, quien calificaba de desagradecidos a aque-llos cubanos que rechazaban su propuesta de asi-milación como alternativa al estatuto autónomo oal de colonial9• Relacionando la determinada ne-gativa de España de ceder su control sobre Cubacon otras características malsanas del nacionalis-mo español, Martí censuró los intentos de inflar elorgullo nacional mediante la exageración de humi-llaciones menores en Marruecos, y de las supuestasofensas cometidas por los franceses contra losespañoles en Túnez20•

¿Cuáles fueron las principales influencias intelec-tuales que recibió Martí? Su deuda con Lamartineha sido objeto de un sinnúmero de conjeturas21•

Estrade ha atribuido cautelosamente el énfasis deMartí sobre la regeneración de los masones y sobre

18. Joaquín Costa, O/i¡:arquía y caciquismo. Colectivismo a¡:rarioy otros escritos (antología), (ed. Rafael Pérez de la Dehesa, Segundaedición, Madrid, 1969), pp. 20-1.

19. O.e., XIV, 1881, pp. 49, 188,213-5.

20. O.e., XIV, 1881, p. 69.

21. Angel Augier, Acción y poesía en José Martí (Habana 1982) p.242. ' ,

la necesidad que tienen los pecadores de una re-dención personal a Victor Hug022• Una concep-ción minoritaria ve a Martí como un discípulo delidealista materialista, Luis Buchner23• Convencio-nalmente, se asocia a Martí con la difusión de lasideas de Karl Krause en España, en los años1868-74. El krausismo ha sido diversamente consi-derado como una síntesis prematura y como unmal definido eclecticismo que contiene una refor-mulación de Kant. Algunos especialistas argumen-tan que el krausismo, aun cuando carece de pesointelectual, constituyó un instrumento oportuno yvalioso para los españoles, aislados del curso prin-cipal del pensamiento europeo y sujetos a largosperíodos de intolerancia religiosa. Según esta posi-ción, el krausismo suministró una orientación éti-ca apropiada para la juventud -una religión de lavirtud razonada- que descansaba en categoríascomprensibles para una generación inmersa en laortodoxia católica. Tal posición identifica el krau-sismo con el liberalismo, la reforma educativa ypenal, la descentralización, y la transformación dela educación, especialmente en lo relativo a losestudios filosóficos. Puede observarse una relaciónentre las tesis principales del krausismo y el desen-volvimiento de las ideas de Martí: la creenciamística en la armonía natural, el misticismo subje-tivo con posibles matices panteístas, y un radicalis-mo filosófico que proponía el propósito moral enlugar de la utilidad como criterio para las institu-ciones24•

Sin embargo, quizás sería más apropiado no inten-tar clasificar a Martí en la categoría de discípulodirecto, en parte porque la amplitud de sus lecturassugiere la voluntad de absorber diversas ideas, yenparte porque el krausismo mismo fue heterogéneoen su contenido y sujeto a numerosas influencias.Martí podría verse, más bien, como un productodel ambiente intelectual propiciado por el krausis-mo -caracterizado por la apertura y la preocupa-ción por la moral, por la regeneración educativa ycultural- más que como el discípulo de cualquiertradición única.

La amplitud de los intereses de Martí se evidenciaen su deuda con el romanticismo. Resulta anacró-nico considerar la política de Martí sin tener en

22. Paul Estrade, José Maní - mílitante y estratega (Habana, 1983),pp. 11-35.

23. Esta concepción fue expuesta por José A. Beguez Cesar, Maní ye/ Krausismo (Habana, 1943).

24. Sobre el impacto del krausismo en España, esp. Raymond CarroSpain. /808-/939 (Oxford, 1966), p. 301-4; sobre la incidencia delkrausismo en Martí, Luis Toledo Sande, Ide%gía y práctica en JoséMartí - seis aproximaciones (Habana, 1982), p. 140 Yss. Yel libro dePeter Turton, que será publicado por Zed Press, Londres.

cuenta el contexto romántico de sus actitudespolíticas. Lejos de ser un romántico literario, en elsentido de escribir egocéntricamente, era un mo-dernista en su empleo de la metáfora y del simbo-lismo y en el intimismo de sus temas. Igualmente,tampoco puede decirse que sea un romántico en loreferente al rechazo de las tiránicamente rígidasreglas del clasicismo, puesto que éstas nunca seaplicaron en Cuba y apenas influyeron en España,ni en lo referente al rechazo del método científico.Quizás pueda verse algún romanticismo en el inte-rés de Martí por el deísmo; pero claramente estáausente en el compromiso con una versión perso-nal de un fortalecido catolicismo.

Sin embargo, en un sentido político más amplio,puede observarse un retardado romanticismotransferido a un ambiente no europeo. Las conno-taciones épicas de Martí se encuentran en su políti-ca, no en su poesía, especialmente en su cruzadapara alejar a Cuba de la visión monolítica de larealidad impuesta por un estado colonial autorita-rio que negaba la relación que Martí buscabailuminar entre pensamiento y sentimiento. Martírechazó exponentes de una auténtica experimenta-ción sin contenido social o político, considerandola prosa como un servicio patriótico y la poesíacomo una necesidad accesoria, a veces injustifica-ble25• La insistencia poética sobre la autocompren-sión fue traducida a la noción política de Latino-américa pasando de la derrota a la comprensión desí misma, y de allí a la completa emancipación.

Al igual que los románticos, Martí no creía envalores absolutos y perseguía la liberación delabsolutismo político y eclesiástico y de un sistemasocial jerárquico, racionalizado sólo en términosde cosmologías obsoletas, en el cual, a finales delsiglo XIX, no confiaban siquiera sus mismos de-fensores. Buscaba una revolución que hiciera posi-ble la recuperación de la propia autenticidad. Subúsqueda de identificación personal se agudizódurante los largos períodos de exilio. En su corres-pondencia privada, en 1886, Martí admitía la frus-tración que experimentaba por carecer de controlsobre su propio destino, y expresaba su angustiapor encontrarse exilado en países donde no teníaderecho a intentar un mejoramiento de las condi-ciones imperantes, su impotencia para cambiar a

25. Las publicaciones referentes al romanticismo europeo son dema-siado numerosas para citarlas. J.L. Talmon Romanticism and Revo/t(Londres, 1965), pp. 135-65, constituye una útil introducción a esteterna. En palabras de Rubén Darío, los versos libres de Martí eran:.•... versos de un hombre de libertad, versos del cubano que haluchado, que ha vivido, que ha pensado, que debía morir por lalibertad". Citado por Angel Augier, Acción y poesía en JoséMartí(Habana, segunda edición, 1982), pp. 204-5.

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Cuba, y el dolor que le producía el no poderatender a sus obligaciones familiares26. Sin desco-nocer los derechos individuales, Martí enfatizabala individualidad; sin rechazar la razón, enfatizabala intuición27. Estos dos aspectos se observan en laforma como Martí subraya repetidamente la im-portancia del comportamiento cívico desinteresa-do, la simplicidad y la austeridad -como tambiénen la periódica recurrencia del tema del martirio.Ya en 1871, escribía:

"El martirio por la patria es Dios mismo, como el bien,como las ideas de espontánea generosidad universales"28.

El tema del martirio es retomado enfática y explí-citamente en 1889:

"Yo creo en el culto de los mártires"29.

El romántico político en Martí admiraba más elheroísmo que el genio, especialmente en Garibaldi:

••... la libertad, patria humana, tuvo un hijo, y fue Garibal-di: fue él. Su inteligencia, no hecha al yunque ni al esmero,vaga y yerra: mas su magnánimo corazón, que no conocecansancio ni vejez, recaba prestamente para el héroe laadmiración que un extravío intelectual o un exceso debondad momentáneamente le enajenan. Se le conoce comoa un salvador y como a un padre"30.

Martín era selectivo. Traductor de Mes Fils deVictor Hugo, compartía con este autor la fuerza eintensidad proféticas, y quizás su tendencia algesto grandioso; pero no hay evidencia en Martí deun énfasis sobre lo grotesco o lo malvado, auncuando su insistencia en la armonía del universoquizás deba más a Hugo que a Krause. Martírepudiaba aquellas ideas románticas que propo-nían deshacerse de las restricciones, el orden y eldecoro, puesto que para él, el régimen colonialrepresentaba el desorden, la falta de restricción yde decoro; rechazaba asimismo la idea de que elhombre común fuese un filisteo. En estas condicio-nes, su preocupación por infundir al activismopolítico resulta comprensible, especialmente en loreferente a su interés por la Sociedad LiterariaHispanoamericana en Estados Unidos y su acogi-

26. o.e. xx, 1886, p. 91.

27. Ver Antonio Melis, "Lotta antimperialista e lotta di c1assin JoséMarti", en Ideologie. Quaderni di storia contemporanea No. 5-6,1968, pp. 100-20.

28. O.e., 1, 1871, p. 61.

29. O.e. XX, 1889, p. 355.

30. O.e. XIV, 1881, p. 100.

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da a una editorial hispanoamericana en NuevaYork en 189431.

Para Martí, la revolución en la sensibilidad seencontraba ligada a la revolución política y social;la emancipación de la sociedad se vinculaba irre-vocablemente con la emancipación de la imagina-ción. Tal fusión debía colocarse al servicio de lacausa del Caribe y de Hispanoamérica.

El romanticismo político de Martí se relaciona consu anticlericalismo. Durante toda su vida, susescritos reflejan un típico anticlericalismo y unamplio deísm032. En Cuba, la Iglesia no desempe-ñó un papel de importancia durante el régimenautoritario colonial. El gobierno liberal, anticleri-cal de Madrid, aliado con Iso propietarios criollos,había atacado el estatuto privilegiado y la riquezade la Iglesia cubana, y ésta nunca se recuperó. LaIglesia oficial, propietaria de esclavos, tenía pocainfluencia sobre los elementos negros y mulatos dela sociedad cubana, quienes preferían los cultosafricanos y los sincretismos populares. La calidady el compromiso del clérigo cubano (en su mayoríaespañoles, pues pocos cubanos eran ordenados),eran reputadamente bajos. Según un viajero inglésprotestante, evidentemente prejuiciado, Cubaconstituía un traslado impopular para los clérigosespañoles, por cuanto disfrutaban de mayor podere ingresos en la España metropolitana, así como demejor salud; Cuba era la "Bahía de Botany delclero católico romano"33.

Posiblemente era Martí un librepensador y unmasón; por esta razón no se mostraba hostil a lascreencias religiosas personales, pero se oponía de-cididamente a la intervención de la Iglesia en lapolítica. Martí atribuía a Cristo sólo sus cualida-des humanas34. Cuando la caída de la monarquíaespañola, escribió con ironía sobre el papel de lareligión como instrumento de las clases privilegia-das35. En Méjico asumió una línea anticlericalconvencional, refiriéndose desdeñosa mente a laprensa católica "vestida con el manto de piedad".Anotaba con aprobación que los misioneros pro-

31. O.e., XX, 1891, pp. 392-3; V, 1894, pp. 440-1.

32. O.e., 1, 1871, pp. 45-76.

33. Ver, por ejemplo,Manuel Moreno Fraginals, "Iglesia e imperio",Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, V, Enero-Diciembre1963, Nos. 1-4, pp. 11-34; Miguel Figueroa y Miranda, Religión ypolítica en la Cuba del siglo XIX. El obispo Estrada visto a la luz delos archivos romanos 1802-1832 (Miami, 1975).

34. Luis Toledo Sande, Ideología y práctica en José Martí - seisaproximaciones (Habana, 1982), p. 157.

35. O.e., XIX, n.d., pp. 392-5.

testantes norteamericanos confrontaban no sólo elclericalismo rural y el ultramontanismo urbano,sino

"El pueblo de las ciudades ... si no religioso, ha idodemasiado adelante en su fe en la libre razón para volver alas negociaciones tímidas y concepciones incompletas delprotestantismo"36.

En Guatemala exhibió Martí un elegante anticleri-calismo, subestimando la seriedad de propósito yla elasticidad del clero, mostrándose divertido conla voluptuosidad de las imágenes de las vírgenesque adornaban las iglesias:

"Afortunadamente hay vivas vírgenes"37.

En cierto sentido, las actitudes religiosas de Martíno necesitaron un desarrollo ulterior, por cuantola Iglesia no constituía un problema para la luchade independencia y no opuso más que una resisten-cia obligada a la introducción de una constituciónexplícitamente atea cuando esta terminó. Las acti-tudes de Martí eran las usuales para un cubano:

"Hay un dios: el hombre ... ""El ser religioso está entrañado en el ser humano. Unpueblo irreligioso morirá, porque nada en él alimenta lavirtud". 38.

La falta de claridad que rodea la posición de Martíhacia el socialismo y el anarquismo puede expli-carse ampliamente por su falta de precisión. Elpredominio del marxismo dentro del socialismointernacional, contrariamente a las afirmacionesde algunos marxistas posteriores, estaba lejos deencontrarse asegurada; seguidores de Marx y deLasalle disputaban todavía su influencia, y otrasalternativas socialistas mantenían su atractiv039.Martí se esforzaba por desarrollar una ideologíaapropiada para las condiciones de Hispanoaméri-ca, y reconocía que las principales ideas socialistaseuropeas respondían a un ambiente de rápidaurbanización e industrialización. En 1883, Martíveía en Marx un ardiente reformador y un interna-cionalista:

••... Karl Marx estudió los modos de asentar el mundosobre nuevas bases, y despertó a los dormidos, y les enseñóel modo de echar a tierra los puntales rotos. Pero anduvode prisa y un tanto en la sombra, sin ver que no nacen

36. a.c., VI, 1875 p. 220; XXIII, 1882, p. 49.

37. a,c., VII, 1878, p. 153.

38. a.c., VI, 1875, p. 226; XIX, n.d., pp. 392-5.

39. José Cantón Navarro Algunas ideas de José Martí en relación conla clase obrera y el socialismo (Habana, 1981), esp. pp. 50-61.

viables, ni de seno de mujer en el hogar los hijos que no hantenido gestación natural y laboriosa. Aquí (Nueva York)están buenos amigos de Karl Marx, que no fue sólomovedor titánico de las cóleras de los trabajadoreseuropeos, sino veedor profundo en la razón de las miseriashumanas, y en los destinos de los hombres, y hombrecomido del ansia de hacer bien. El veía en todo lo que en sípropio llevaba: rebeldía, camino a lo alto, lucha".40.

Mientras que perseguía alternativas radicales alegoísmo de Adam Smith, Martí permanecía dis-tante del socialismo. Retamar lo cita en 1894:

"Dos peligros tiene la idea socialista, como tantas otras:-el de las lecturas extranjerizas, confusas o incomple-tas-, y el de la soberbia y rabia disimulada de los ambi-ciosos ... "41.

Martí, en palabras de Portuondo, no aceptaba lalucha de clases pero llegó a reconocer diferenciasde clase y la necesidad de la justicia social42.Sóloen 1899, después de la muerte de Martí, fue funda-do un partido socialista en Cuba. Sus orígenesideológicos fueron bastante heterogéneos: contabaentre sus antecedentes tanto la obra de Martí comoel pensamiento social del Papa León XIII43.

Problemas análogos surgían respecto del anar-quismo. Durante su estadía en España, Martímostró poco interés por el anarquismo, a pesar dela difusión gradual propiciada entre 1870 y 1871por la sección española de la Internacional de unconocimiento del debate Marx-Bakunin y, en 1873,de una ola de huelgas espontáneas y de incendiosde fábricas44. Indudablemente, la falta de interésde Martí por el anarquismo se explica principal-mente en razón de sus prioridades, especialmentesu preocupación por la precariedad de una nacien-te burguesía. Puede deberse también a la ubicaciónperiférica del anarquismo en España, y al hecho deque el anarquismo no tenía aún las dimensionesmás amplias que adquirió en la década de 193045•

40. a.c., IX, 1883, p. 388.

41. Roberto Fernández Retamar "Desatar a América y desuncir alhombre" en El partido revolucionario cubano de José Martí (Habana,1982), p. 84.

42. José Antonio Portuondo, "Vigencia dellatinoamericanismo deJosé Martí" Cuba socialista Año 11, No. 4 (5), Oct. 1982 - Feb. 1983.

43. "Manifiesto del Partido Socialista Cubano" en El movimientoobrero cubano. Documentos y artículos. Tomo 1.1865-1925. (Repro-ducido Habana, 1981), pp. 162-5; J. Rivero Mumiz, El primer PartídoSocialista Cubano - Apuntes para la historia del proletariado en Cuba(Las Villas, 1962).

44. James Joll, The Anarchists (Londres, 1964), pp. 224-64.

45. Ver especialmente Raymond Carr, Spain. 1808-1939 (Oxford,1966), esp. pp. 440-55.

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Sin embargo, resulta curioso que Martí no hubieraanticipado la potencial importancia del anarquis-mo en Cuba, anterior a la que tuvo en España,particularmente si se considera que muchos emi-grantes anarquistas de orígenes españoles diver-sos, se encontraban estratégicamente localizadosen La Habana. Ciertamente, los emigranteseuropeos concebían frecuentemente el Nuevo Mun-do como una tabula rasa libre de las petrificadasestructuras de sus países de origen, desde sus visio-nes podían ser puestas fácilmente en práctica ...

Martí compartía muchas de las ideas anarquistas.pensaba que el presente era climatérico; huscabaelaborar una ideología adecuada para países conpoca o ninguna industrialización, donde el socia-lismo no era una tendencia influyente. Tenía no-ciones análogas a las de los anarquistas en elsentido de abarcar la totalidad de la comunidad delos desposeídos, y compartía la percepción deinstituciones culturales comunes y uniones inci-.pientes como bases estructurales de la actividadpolítica radical46. Otros aspectos del anarquismoeran claramente incompatibles con el pensamientomartiano, especialmente la hostilidad a todas lasnociones de patria como inconsistentes con elinternacionalismo, y el recurso anarquista a losactos individuales de terrorismo y de venganzasimbólica. Mas aún, la observación pragmática dela expansión norteamericana había hecho queMartí fuera poco receptivo respecto de los idealesde una sociedad federal basada en comunidadesauto contenidas y auto reguladas que la pondríanen situación desventajosa en caso de una confron-tación con un capitalismo corporado beligerante47•

Un liberalismo gradualmente radicalizado consti-tuyó siempre la característica dominante de laideología martiana. Frecuentemente se subvalorael hecho de que, hasta finales del siglo XIX, elliberalismo de los países latinoamericanos, espe-cialmente durante los regímenes coloniales, con-servaba todavía un potencial radical y revolucio-nario. El internacionalismo del lenguaje, la insis-tencia sobre el ejercicio del juicio individual y laeficacia de la acción individual, sumadas a unagenerosidad latente -todos estos elementos evi-dencian un agudo contraste con las rígidas actitudesasumidas por la administración colonial españolaen sus últimas décadas. En la década de 1880, el

46. Temma Kaplan, Anarchists 01Andalucia 1868-1903 (Princeton,1977); Juan Díaz del Moral, Historia de las agitaciones campesinasandaluzas (Madrid, 1967); Jean Becarud y Gilles Laponge, Anarch-istes d'Espagne (Paris, 1970), pp. 9-52.

47. JolI, loc. cit.; Josph Termes, Anarquismo y sindicalismo enEspaña; Primera Internacional (1864-1881) (Barcelona, 1982); JoséAlvarez Junco La comuna en España (Madrid, 1971), esp. pp. 1-20.

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vocabulario liberal se hallaba ampliamente difun-dido en Cuba. La propagación de las ideas libera-les asociada con los movimientos independentistasdel continente americano se veía reforzada por losocasionales gobiernos liberales españoles. Lascampañas electorales para elegir representantescubanos en las Cortes españolas durante fugacesaperturas, suministraron oportunidades para laampliación de la crítica al régimen colonial. Elhecho de que mucho antes de 1895 el liberalismo sehabía constituido en la posición intelectual preva-lente se evidencia en el fracaso de los ideólogos delgobierno en su intento de restituir la racionalidadautoritaria acorde con las cambiantes circunstan-cias. Las prioridades del liberalismo económicofueron adoptadas por las élites cubanas desde ladécada de 1880 -la limitación de las restriccionesal comercio externo al imperio, las medidas contrala riqueza de la Iglesia, la abolición de la esclavi-tud, y la entrada irrestricta de la inversión inglesa ynorteamericana. Asimismo, las tesis principalesdel liberalismo político habían sido debatidas conanterioridad. En 1880 eran ya los aceptados yreiterados lugares comunes de la oposición y sehabían integrado a la mentalidad popular, forma-da y reformada por la experiencia de las revueltasde los esclavos, el bandolerismo social, y la prime-ra, abortiva guerra de independencia48• El lenguajeliberal no era en absoluto monopolio de los inde-pendentistas. Las nociones de libertad, justicia ytiranía tenían resonancia por ser compartidas conlos autonomistas y los anexionistas. Todos estostres grupos recurrían a la misma trama de supues-tos y de argumentos típicos, invocaban un lenguajepopular, símbolos y mitos semejantes, y compar-tían cierta sensibilidad hacia los posibles usos dellenguaje, aun cuando emplearan los mismos con-ceptos con propósitos opuestos.

La influencia de Martí derivó, en gran medida, desu habilidad para utilizar un lenguaje común alservicio de fines radicales. Compartía con sus pre-decesores en la oposición y con sus contemporá-neos, el apelar a la dignidad personal y el énfasissobre la ruptura con las complacencias del régimencolonial; daba especial importancia a la realiza-ción de la personalidad en el contexto de la frater-nidad; invo~aba una patria superior que sería ge-nerada medIante la dedicación y la virtud cívicas, yu.na moral s~ncilla y superior de limitadas aspira-CIOnesmatenales. Aquello que principalmente dis-tinguía a Martí de sus predecesores y de los anexio-nistas y autonomistas, era su visión optimista de laparticipación política de las masas. Esto ya sehacía evidente en su identificación con el mutualis-

48. Jorge Domínguez, Insurrection and Loyalty. 1he Breakdown 01the Spanish American Empire (Harvard, 1980).

mo cooperativo de los primeros sindicatos mejica-nos en 1875-76, y en su apoyo a las actividadeshuelguistas iniciales en los sectores textil y mi-ner049•

Martí rechazaba explícitamente las concepcioneselitistas donde la politización de las "clases humil-des" constituía el resultado ocasional y adventiciode la competencia generada en las clases altas, y notemía los riesgos conllevados por despertar expec-tativas populares exageradas del gobierno. Martíreconocía probablemente las ventajas prácticas dedicho optimismo, especialmente el valor pragmáti-co de la participación política popular como mediode realizar su concepción de una Cuba libre. Dadala ausencia de un patronazgo, la única manera deobtener los recursos suficientes para adelantar unaguerra de independencia con éxito era acceder a lasexigencias populares de cambio social, y Martíbuscó satisfacerlas dentro del marco de la concilia-ción de clases. La independencia sólo podía serlograda encausando los sentimientos de protestalatentes desde hacía muchos años y la politizaciónresidual de períodos anteriores.

3. Martí y la integraciónde la experiencia norteamericana

Los largos períodos durante los cuales Martí estu-vo expuesto a las consecuencias sociales de laindustrialización, la urbanización y la emigraciónmasiva no lograron debilitar los supuestos y acti-tudes que había adquirido en Hispanoamérica yEspaña. Tanto su lectura de los autores norteame-ricanos como su observación de la sociedad norte-americana confirmaron el énfasis dado en susescritos a la armonía y a la reconciliación.

Así, puede considerarse que la admiración de Mar-tí por el análisis de la angustia concomitante a unmundo de riqueza presentado en los escritos deHenry George, era totalmente consistente con lasposiciones que previamente había adoptado. Re-nuente a abandonar sus actitudes liberales pasa-das, Martí se sintió atraído por el intento deGeorge de reconciliar el laissez-faire liberal deSmith y de Ricardo con el socialismo de Proudhony de Lassalle. George buscaba distinguir los bene-ficios monopolistas de los legítimos beneficios delcapital, y presentaba una política de redistribuciónde la tierra tendiente a conseguir una sociedad másjusta. Argumentaba que la concentración excesivade la propiedad privada era la causa del esclaviza-

49. Paul Estrade, loc. cit., pp. 11-35.

miento de la clase obrera que conduce a la anar-quía y al despotism05o.

Un énfasis análogo sobre el mejoramiento y elcambio sociales sin recurso a la violencia políticapodía ser observado en la crítica de Bellamy alsistema industrial norteamericano, que influyó no-tablemente en Martí. Martí seguía a Bellamy en laconcepción de N orte América como litoral orien-tal. Ambos rechazaban la preocupación exclusivapor el bienestar material, creían que un individua-lismo excesivo era incompatible con el espíritupatriótico, atribuían al sistema industrial la pobre-za, y enfatizaban el derecho de los hombres a unaparticipación equitativa en la producción indus-trial. Bellamy reflejaba y reforzaba las versionesigualitarias del liberalismo, que rechazaban e in-tentaban domeñar la forma emergente dominantedel capitalismo corporativo. Martí simpatizabacon aquellas posiciones de Bellamy que pedían laeliminación de la motivación utilitaria y de losintermediarios, la restauración del espíritu de ser-vicio, e invocaban la igualdad de oportunidades, eldesarrollo de las aptitudes naturales, la práctica dela emulación como incentivo, y la unificación delmundo en una única nación federa151•

La influencia de Bellamy fue complementada porla de Emerson, quien adoptó un "misticismo prag-mático" donde se afirmaba la primacía de lo espiri-tual sobre lo material, y quien expresaba respetopor el cristianismo -pero no por sus manifesta-ciones institucionales- y un énfasis puritano en laintegridad de las experie'ncias religiosas individua-les. Las prioridades de Martí se manifestaban enlas frases que empleaba para elogiar a Emerson:

"Poesía del espíritu humano ... Castidad de expresión ysinceridad de pensamiento ... una serena gratitud"52.

Basándose en sus lecturas y observaciones, Martíaconsejaba cautela -ni adulación acrítica ni re-chazo total- hacia los Estados Unidos. Expresa-ba admiración por el heroísmo de las guerras deindependencia, por la energía física y por los logrosmateriales de Norteamérica, por el clamor popularde reforma, especialmente en lo referente a ladeshonestidad electoral, y finalmente, por la "clá-sica ciudad" de Boston, ciudad de místicos y deagnósticos políticos tales como Motley, Long-

50. Especialmente George, Progress and Poverty: An inquiry into thecause 01 industrial depression (Escrito en 1877-9, 4a. edición, Lon-dres, 1882).

51. Bellamy, Looking Backward 2000-1887 (Primera edición 1887;Boston, 1917).

52. O.c., XIX, n.d., p. 355.

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fellow y Emerson53. Por otra parte, Martí criticabaseveramente la calidad de la justicia, el beneficio delos cargos públicos, y la política con base citadina;deploraba asimismo el filisteísmo de los industria-les54• Martí estaba alerta a la posibilidad de que eldominio irrestricto, comercial y financiero de WallStreet, que despertaba la ira de los populistasnorteamericanos en el sur y en el oeste de losEstados Unidos, fuese en breve transferido a Cuba,con consecuencias adversas similares para los pe-queños agricultores, a quienes, al igual que lospopulistas norteamericanos, consideraba la basede una democracia radical.

El exilio en los Estados Unidos nunca tuvo comoefecto una política de clase claramente articuladaen Martí. Su pensamiento se encontraba permea-do por un humanismo literario, caracterizado porideas imaginativas y por una preferencia por lasanalogías relativas a la armonía de la familia. Susescritos manifestaban una idealización convencio-nal de los intereses comunes y de las metas de lafamilia, combinada con un énfasis en el papelejemplarizante del paterfamilias, y con valoresreminiscentes de de Tocqueville: dignidad, honor,decoro, y la búsqueda de la felicidad. Mostrabapoco interés por el refinamiento conceptual, y unaclara aversión hacia conceptos tales como diferen-ciación étnica y lucha de clases.

Lo anterior no significa que Martí desconociera lasdimensiones crecientes del conflicto social. Es indu-dable que los atentados con bombas en el mercadode heno de Chicago, que marcaron el clima x deldescontento laboral en los Estados Unidos, absor-bían las preocupaciones de Martí; y que sus conse-cuencias despertaron en Martí la consideración dela creciente profundidad y complejidad de la estra-tificación social en los Estados Unidos. Después decondenar inicialmente la acción anarquista, Martípasó a atribuir a los comerciantes, concentradoresdel ingreso y maximizadores de ganancia, la res-ponsabilidad tanto de haber hecho abortar la vi-sión liberal de una sociedad armónica en la quetodos los grupos sociales compartiesen la prosperi-dad, como de haber destruido la confianzan pre-viamente existente en el buen nombre de un lide-razgo político virtuoso.

La fluidez de las estructuras de clase, y la regionali-zación de la formación de clase en los EstadosUnidos y en Latinoamérica a finales del siglo XIX,precluyeron probablemente análisis más sofistica-

53. O.c., IX, 1881, pp. 45, 88, 98; IX, 1883, p. 337.

54. O.c., IX, 1881, pp. 64-85.

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dos de las relaciones de clase en la obra de Martí.Su prioridad -una Cuba libre- exigía, de cual-quier manera, una alianza de clases. La lucha deindependencia encarnaba un reto a los supuestoscoloniales que subyacían a una estructura de clasesrígidamente piramidal, que generaba explosionesde tensión social, las cuales, a su vez, suministra-ban una justificación al autoritarismo ya la disci-plina externamente impuesta. Los líderes de laindependencia respondían a las exigencias popula-res que los límites de la propia realización deberíanser expandidos, y se aprovechaban -especialmen-te entre los trabajadores emigrados- del debilita-miento del respeto por los valores que sosteníanuna sociedad rígidamente estratificada. Martí ysus colaboradores formularon exigencias persis-tentes relativas a conceder la totalidad de los dere-chos civiles a la población negra y mulata, que, apesar de la legalización en 1881 de los matrimoniosinterraciales, fueron negadas aún en 1890-91. Lacausa multirracial estaba tan profundamente iden-tificada con la lucha de independencia, que latardía aceptación del gobierno español de la legis-lación desegregacionista en 1894 tuvo poco im-pact055.

El compromiso de Martí con el multirracismo ycon la idea de que una guerra tanto multirracialcomo nacional tendría efectos niveladores e iguali-tarios deseables, tuvo un profundo impacto sobreuna generación más joven56•

Un vocabulario compuesto de amalgamas eclécti-cas y de nociones pluralistas, formados durante losperíodos de exilio, le fue útil a Martí para eludir larigidez de la invocación de clase y para ampliar subase de apoyo, con el fin de unir fragmentos de laélite criolla con sectores móviles de la fuerza detrabajo. Martí estaba empeñado en unir gruposcuya combatividad de clase y militancia étnica seintensificaran mediante una posición impuesta ex-ternamente, especialmente la conciencia de castaque sobrevivió por muchos años a la esclavitud.

4. Diagnóstico y prescripciónpara Cuba e Hispanoamérica

Martí fue un agudo observador de la dramáticatransformación del orden político y económico

55. Verena Martínez-Alier, Marriage. c/ass and colour in nineteenthcentury Cuba. A Study 01 Racial Altitudes and Sexual Values in aSlave Society (Cambridge, 1974), p. 41.

56. Esto se observa, por ejemplo, en Pedro Deschamps Chapeaux,Rafael Serra y Montero, Obrero incansable de nuestra independencia(Habana, 1975).

internacional iniciada en las tres últimas décadasdel siglo XIX. Escribió sobre la expansión delcomercio y de la inversión internacionales, y lepreocupaba el que otros países como Argentina yMéjico diversificaran sus perfiles de exportaciónen tanto que Cuba permanecía excesivamente con-fiada en el mismo monocultivo que dominaba sucomercio exterior en la década de 1840. Martíescribió asimismo sobre la emigración internacio-nal. manifestaba la preocupación de que una esca-sez crónica de trabajo pudiese diferir la prosperi-dad que preveía para el continente y, como suscontemporáneos del Cono Sur, mostró gran inte-rés en los esquemas de colonización de NuevaZelanda57• Por haber sido víctima del exilio y de laemigración forzosa, Martí fue un temprano obser-vador de la importancia de las migraciones intra-continentales, ejemplificando en sí mismo modelosde transmisión de ideas radicales y de su asimila-ción selectiva.

La concepción de Martí del continente era unaconcepción del norte. Sus generalizaciones sobreLatinoamérica (o, como insistentemente decía,Hispanoamérica) se formaron exclusivamente conbase en su experiencia de Cuba y de las repúblicasal norte de ésta. No hay evidencias de que sus viajesse hubieran extendido más al sur de Venezuela.Entre las repúblicas hispanoamericanas, sentíaparticular admiración por la Argentina. Recha-zando los estereotipos de los emigrantes italianos,organistas, vendedores de fruta, limpiabotas, Mar-tí enaltecía los méritos de los italianos como indus-triales, escritores y actores que enriquecían y forta-lecían la economía y la cultura de Buenos Aires58•

El empeño argentino en la ampliación de sus fron-teras, la actitud del gobierno argentino que propi-ciaba la emigración europea, la colonización urba-na y rural, y la creación de un clima comercialconducente al desarrollo de las instituciones ban-carias y financieras, merecían generosos elogios deMartí en la década de 1880.

La percepción de Martí de la Argentina estabadeterminada, en gran medida, por la concepcióntípica de la costa oeste de los Estados Unidos. Ensus escritos sobre los Estados Unidos, Martí evi-denciaba poca comprensión de la dimensión y elcarácter del conflicto fronterizo. La única excep-ción a lo anterior eran las ocasionales referenciasa la urgencia de asignar terrenos a los indiosnorteamericanos, tanto para compensarles por la

57. o.c.,VIII, 1883, p. 405; Donald Denoon, Seu/er Capita/ism: theDynamics 01 Dependent Deve/opment in the Southern Hemisphere(Qxford, 1983).

58. O.c., XXIII, 1882, p. 224.

depredación de la que habían sido objeto, comopara impedirles la beligerancia contra la agricultu-ra a pequeña escala, donde pudieran participar enel orden prevalente y en el mercado. Martí proyec-tó más tarde esta visión de frontera libre de conflic-to a la Argentina, modificándola parcialmentesólo en 1890 cuando manifiesta su preocupaciónpor la destrucción de las tradiciones gauchas. Sinembargo, dichas cautelosas revisiones no fuerondesarrolladas hacia un amplio análisis de las ten-siones rurales entre estancia y gauchos, trabajado-res rurales y terratenientes, o siquiera entre gran-des estancieros y pequeños terratenientes campesi-nos. Una vez más, se evidencia la ausencia deanálisis estructurales en los escritos de Martí.

Puesto que el periodismo sindicalizado constituíauna de sus principales fuentes de ingreso, le tran-quilizaba saber que su correspondencia era popu-larmente aceptada:

"Sin entra jamás en denuncias ni censuras concretas, sinoque -y esto me halaga más- mi simple correspondenciame ha atraido el cariño y la comunicación espontánea delos hombres de mente más alta y mejor corazón de laAmérica que habla castellano".

Pero sentía perplejidad ante el hecho de que sucorrespondencia, publicada en 1887 en veinte pe-riódicos latinoamericanos, tuviese más éxito en elCono Sur que en Méjic059• Esta perplejidad era unindicio de la falta de comprensión de Martí deestructuras sociales y políticas compartivas: el po-tencial de lectores de todo tipo de periodismo eramayor en el Cono Sur que en el Méjico porfiriano,debido a tasas más altas de urbanización, mayoresniveles de alfabetización y a un clima político másconducente a libre intercambio y a la publicaciónde ideas liberales.

Para Martí era crucial el que Cuba no cometiese elerror de la emulación excesivamente mecánica delos modelos europeos y norteamericanos. Aconse-jó contra el exceso de preocupación por artificios,teorías y aplicación de modelos ajenos a las cir-cunstancias locales. Era vital, indicaba, que Cubaevitara repetir los errores de las repúblicas hispa-noamericanas iniciales; sugería también, sin em-bargo, que ésto era poco probable, dado que Cubadisfrutaba de una madurez política cuya ausencia

59. a.c.. XX, 1887,p. 112; XX, 1887, p. 85. En su periodismo, Martíera particularmente efectivo e inmediato al reportar discursos direc-tos. Su descripción de dramas cortesanos contiene una cuidadosaimitación del realismo. Ver o.c., IX, 1881 pp. 76-7, 148-50. Eratambién efectivo en el periodismo ligero sobre temas de interésgeneral, como el del ferrocarril elevado de Nueva York y Berlín, osobre la posibilidad de un túnel en el canal que conectara Inglaterra yFrancia O.c., XXIII, 1882, pp. 299-300.

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en el continente en la década de 1820 era evidente.El énfasis puesto por Martí en la necesidad dediseñar soluciones autóctonas para los problemasde Hispanoamérica y del Caribe fue expresadoclaramente en el Manifiesto de Montecristi (1895),que puede interpretarse como la formulación defi-nitiva de sus actitudes políticas maduras. Era esen-cial eludir la repetición de los errores en los quehabían incurrido las "repúblicas feudales o teóri-cas de Hispanoamérica:

"El error de ajustar a moldes extranjeros ... la concentra-ción de la cultura meramente literaria en las capitales; elerróneo apego de las repúblicas a las costumbres señorialesde la colonia; la creación de caudillos rivales consiguienteal trato receloso e imperfecto de las comarcas apartadas; lacondición rudimentaria de la única industria, agrícola yganadera; y el abandono y desdén de la fecunda razaindígena ... "60.

Patriotismo y nacionalismo -cubanidad- erantemas recurrentes en los escritos de Martí. Unatemprana insistencia (1871) sobre la integridadpatriótica fue subsecuentemente desarrollada, in-tensificada probablemente por la experiencia delexili061• En sus primeros escritos identificaba asi-mismo Martí la lucha cubana de independenciacon aquellas de las de otros países del continentehispanoamericano contra España, con la de losEstados Unidos contra Inglaterra, con la de Italiacontra Austria y la de España contra Francia62.

Según Martí, el patriotismo era una "fuerza sagra-da" y purificadora cuando propiciaba la felicidadhumana, y debía ser censurado tan sólo cuandodividía a los pueblos63• En sus escritos de 1892,caracterizaba los aspectos esenciales del patriotis-mo así:

"La pasión republicana, la ansiedad de la acción, la uniónde las energías, el orgullo de la virtud cubana, la fe en loshumildes y el olvido de las ofensas, moverán, y nada más,nuestras plumas"64.

Para Martí, la redención nacional se encontrabaestrechamente vinculada con la raza. En sus pri-meros escritos puede verse un estereotipo negativodel mestizaje en el cual Hispanoamérica era vícti-ma de una herencia de heterogeneidad étnica, y sudesarrollo se encontraba retardado por la combi-nación de la falta de una ética del trabajo entre los

60. O.c., IV, 1895, pp. 93-101.

61. O.c., 1, 1871, pp. 45-76; 1, 1887, p. 199.

62. O.c., 1, 1873, pp. 93, 104.

63. O.c., 1, 1892, pp. 320, 329.

64. O.c., 1, 1892, p. 323.

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españoles y la resignación pasiva de los indios. Ensus publicaciones posteriores, sin embargo, Martíevoluciona hacia un estereotipo positivo, en el cualnuestra América disfruta de las ventajas peculiaresdel mestizaje, que surgió de la fusión de las supues-tas cualidades positivas de los indios, tales como lapaciencia y la generosidad, con aquellas de losespañolesl valor y determinación. El mestizaje leconferiría a Hispanoamérica un potencial para laintegración nacional impensable en Asia o enEuropa, y la colocaría en una posición ventajosapara enfrentar la penetración norteamericana.

Martí rechazaba decididamente la génesis de unapolítica económica internacional agresiva, cristali-zada en el Congreso Panamericano de 1889-90 y enla Comisión Monetaria Americana Internacionalde 1891. De hecho, así como los eventos ocurridosen 1886-87 le habían conducido a una radicaliza-ción de su apreciación del ordenamiento interno dela sociedad norteamericana, aquellos de 1889-91consolidaron sus ideas sobre las ambiciones exter-nas de dicho país. Apartándose de la tesis conven-cional de que una repúlica era incapaz de ambiciónimperialista, Martí consideraba el incipiente Pa-namericanismo como una desviación de las tradi-ciones del idealismo bolivariano, y como un pre-texto mal encubierto para promover una codiciosaalianza entre la gran industria y los políticos,decidido a propiciar intereses antagónicos a los denuestra América, incluyendo la consumación delas ambiciones anexionistas y obligando a los paí-ses hispanoamericanos a romper sus vínculos consus socios comerciales europeos. Martí veía algu-nos motivos de optimismo en los debates, dadoque las propuestas agresivas de los Estados Unidosevocaban un grado de unidad latinoamericana sinprecedentes, mientras que las agudas divisionesinternas de la delegación norteamericana en loreferente a tácticas y estrategias pasaban al domi-nio públic065•

Ver a Martí como un acabado nacionalista eco-nómico sería proyectar actitudes ahistóricas co-rrespondientes a un período posterior. En econo-mía era Martí un liberal pragmático, que argu-mentaba en favor de la aplicación selectiva de loslímites de tarifas y de los acuerdos comerciales conel fin de proteger la naciente industria. El protec-cionismo se justificaba en términos de la nociónliberal según la cual las entidades naturales debíantener libertad de crecimiento, pero que requerían aveces ayuda en sus estadios iniciales. Martí no seapartaba de las convenciones liberales al prescribiruna economía basada principalmente en la agri-

65. Especialmente, O.c., VI, 1889, pp. 46-62; VI, 1891, pp. 149-66.

cultura para Hispanoamérica, sosteniendo que La-tinoamérica gozaba de ventajas comparativas parala exportación agrícola, ni al concebir naciones depequeños agricultores sin los extremos de la inco-rrecta distribución del ingreso.

En Méjico, manifestó su profunda hostilidad hacialas propuestas de acuerdos comerciales con losEstados Unidos, cuyo único beneficiario, segúnMartí, sería este país por cuanto Méjico disponíaya de un acceso adecuado a los mercados vecinos yuna pequeña variedad de productos mejicanosserían intercambiados por gran variedad de manu-facturas norteamericanas y por algunos alimen-tos66• Se mostró igualmente inexorable en su re-chazo de las concesiones ferroviarias porfirianas,que consideraba excesivamente generosas paralos intereses norteamericanos. Sin embargo, Martíadoptaba simultáneamente un pragmatismo con-vencional al argumentar en contra de la con~i-nua dependencia en el sector minero. Sus preocu-paciones tenían tres aspectos: las economías lati-noamericanas eran excesivamente vulnerables a laoscilación de los precios y a la competencia extran-jera; las ganancias se encontraban exageradamen-te concentradas en las manos de unos pocos em-presarios, y la minería era poco conducente a laformación de hábitos industriosos.

Para Martí, el internacionalismo no se oponía alnacionalismo. Siguiendo a Bolívar, sus escritosconsignan diferentes grados de nacionalismo y deinternacionalismo. Un nacionalismo cubano quecobijara tanto a los exilado s como a los residentesde la isla era la mayor preocupación de Martí. Sedirigía asimismo al antillanismo, a la solidaridadde los nacionalistas hispanos del Caribe. Martímanifestaba un interés general por la evolución dela identidad hispanoamericana, que incluía el Ca-ribe hispano y a aquéllas personas de origen hispa-noamericano radicadas en Estados Unidos; enocasiones expresaba su identificación con los pa-triotas y nacionalistas de todo el mundo colonial.

El antillanismo había precedido muchos años aMartí. Una causa común había unido a los nacio-nalistas cubanos y portorriqueños en Nueva Yorken 185067• Posteriormente, en 1867, el ideólogodominicano, Ramón Betances, exilado en NuevaYork y en Haití, quien utilizaba por pseudónimoEl Antillano en Voz de América - Organo de lasantillas españolas (1865-1867), publicación en pro

66. Especialmente, a.c., VII, 1883, pp. 20-2.

67. Emilio Roig de Leuschenring, Hostos y Cuba (Habana, segundaedición, 1974), pp. 78-82.

de la independencia de Cuba y Puerto Rico, pro-clamó una federación antillana. La conciencia deproblemas compartidos se evidenciaba en la orga-nización de la Sociedad Republicana de Cuba yPuerto Rico (1865) yen el Comité Revolucionario;también en la colaboración en la fracasada insu-rrección de Lares en 1868 yen la guerra de 1868-78.

La guerra de Perú y Chile contra España despertóla esperanza entre los nacionalistas cubanos yportorriqueños de encontrar apoyo en el continen-te para lograr la realización de la lucha de indepen-dencia, brevemente sustentada por la misión chile-na precedida por Benjamín Vicuña Mackenna,quien inútilmente propuso un ataque naval con-certado de Colombia, Venezuela, Chile y Perúcontra España, en sus posiciones más vulnerables-las colonias del Caribe68•

La solidaridad se convertía en tema permanente amedida que la agresividad de la expansión estado-unidense aumentaba. Martí y otros cubanos ex-presaron su apoyo militante a aquellos nacionalis-tas dominicanos descontentos con sus compatrio-tas que apoyaban las ofertas norteamericanas parala adquisición de la Bahía de Samaná en 188969• Enla década de 1890 hubo manifestaciones adiciona-les de acción conjunta. Betances fue elegido repre-sentante del Partido Revolucionario Cubano enParís. Hostos, por quien Martí expresaba ciertaafinidad desde 1875, asumió el liderazgo en laformación de una Sección Portorriqueña del Par-tido Revolucionario Cubano en 18957°.Paul Estrade ha formulado la hipótesis de que latoma de conciencia nacional más radical que pue-da observarse en el mundo colonial en las últimasdécadas del siglo XIX, se dio en el Caribe hispano.En Martí, Hostos, Betances y Luperón, ve Estradeuna mezcla de liberalismo democrático que enfati-

68. Carlos M. Rama, La independencia de las Antillas y RamónEme/erio Betances (San Juan, 1980), esp. pp. 52-4.

69. Martí realizó tres viajes a la República Dominicana, conmemora-dos en E. Rodríguez Demorizi, ed. Martí en Santo Domingo (Segun-da edición, Barcelona, 1978), esp. p. 35. Sobre temas relacionados, verChristopher Abel, "Politics and the economy of the DominicanRepublic, 1890-1930", en C. Abel y C.M. Lewis, Latin America,Economic Imperialism and the Sta/e: the Political Economy 01 theExternal Connection Irom In dependen ce 10 the Present (Londres,1985), pp. 339-66.

70. Las concepciones de Hostos y de Martí eran similares. No ha sidoaclarado todavía si existió entre ellos un intercambio de ideas, o sillegaron a opiniones análogas independientemente. O.c., VIII, 1876,p. 54. Emilio Roig de Leuschenring, Hostos y Cuba (Segunda edición,Habana, 1974). esp. pp. 76-82,88. Carmelo Rosario Natal, PuertoRico y la crisis de la guerra hispanoamericana (1895-1898) (Hato Rey,1975), pp. 79-98; Joaquín Freire, Presencia de Puerto Rico en lahistoria de Cuba (San Juan, 1966), esp. p. 107.

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za la libertad personal y gobierno representativo;libertad de control externo de la empresa e impor-tancia de la instrucción pública, con un énfasis másradical en el antirracismo, antiimperialismo yen elantillanismo 71.

Problemas relativos a la penetración externa de uncapitalismo estadounidense dinámico, que apenasllegó al Brasil en la década de 1930 y muchodespués a la Argentina, fueron confrontados porCuba en las décadas de 1880y de 1890,debido a lacronología de la expansión norteamericana. Unacaracterística adicional del antillanismo que mere-ce atención en la insistencia de Martí en la posibili-dad de explotar el poder nacional de negociación.La idea de que las islas del Caribe (y las nacionescontinentales) pudiesen utilizar en su provecho ladisputa sobre la ascendencia externa que no habíasido resuelta, fue esbozada por Martí, pero nosuficientemente desarrollada; no ofrece ninguna

. precisión sobre las circunstancias en las cualesnuestra América pudiera explorar las oportunida-des de enfrentar a los poderes europeos contra losEstados Unidos72•

El internacionalismo de Martí era primordialmen-te hispanoamericano, pero llegó a extenderse a losconflictos anticolonialistas de otras regiones; Mar-tí se identificaba con la resistencia egipcia al impe-rialismo británico, y con la de Túnez a los france-ses. Su breve crítica seguía la línea del pensamientoradical antiimperialista de su tiempo, que enfatiza-ba los costos humanos y financieros del activismoimperialista e interpretándolo como una distrac-ción demagógica de los conflictos domésticos73•

Sin embargo, este análisis no era objeto de ulteriordesarrollo.

5. Martí y la política pragmática

La elevada erudición literaria que ensalza la ideo-logía y la poesía de Martí, muchas vecesdesconocesu consumada habilidad como político pragmáti-co. Martí estaba decidido a convertir el compromi-so patriótico en una coalición republicana efectivade oposición que, dirigida desde el exilio, se apoya-ría en pasadas experiencias para articular las aspi-

71 O.c., VI, 1889, p. 160.

72. Paul Estrade, "Remarques sur le caractere tardif et avancé de laprise de concience nationale dans les Antilles espagnoles", Cahiers dumonde hispanique el /uso-brasilien. Carave//e No. 38, 1982, pp. 87-117.

73..0.C., XVI, 1881, p. 117.

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raciones residentes en Cuba y fuera de ella74• Sepropuso conseguir fondos, en los Estados Unidos yen Jamaica, a través de grupos revolucionarios deayuda mutua, posiblemente con matices masóni-cos, en los cuales las diferencias de ideología, clase,raza y religión estarían subordinadas a los objeti-vos nacionales. La meta explícita de Martí era lapronta deposición del régimen colonial español yel establecimiento de un sistema de grupos revolu-cionarios. Intentando elaborar las directrices ge-nerales de una sucesión republicana, sin entrar enproblemas potencialmente conflictivos como aquélde la naturaleza de su estructura o el de la cronolo-gía de la transición a la república, Martí sededicó aestablecer procedimientos y procesos ordenadosdentro de una coalición flexible y heterogénea peroduradera, basada en el sentimiento nacionalista yen el principio de la acción organizada 75. I

Martí consideraba que el Partido RevolucionarioCubano (PRC) era fundamental en lo referente a laclarificcación de los objetivos, propósito y carácterde la lucha de independencia; veía también en él unnúcleo de gobierno para la república independien-te del futuro que diseñara un marco político para lapaz. Las prácticas de reclutamiento y la correspon-dencia regular que alimentaban la identificaciónpopular con el PRC fueron promovidas por Martí,por cuanto estaba convencido de que un alto gradode identificación popular era esencial para la con-servación de la república. Consideraba valioso elPRC en tanto que podría aportar a un futuroelectorado la experiencia de la participación de-mocrática, y acostumbrar a los dirigentes a lanoción de la responsabilidad ante la totalidad delpartido y no solamente ante quienes detentan elpoder financiero.

La actitud de Martí frente a los anexionistas eraambivalente. Por una parte, los atacaba argumen-tando que su causa se limitaba a posponer eltriunfo final de la independencia76; por otra parte,mostraba una prudencia pragmática al reconocerla sinceridad de algunos anexionistas, y al aliarsecon los comerciantes criollos, impacientes con elrechazo inmodificable de los españoles de las pro-

74. Sobre la coordinación de emigrantes y trabajadores de tabaco,lean Stubbs, Tobacco on IhePeriphery. A Case Sludy in CubanLabor Hislory (Cambridge, 1985), p. 109; "Dandy or Rake? cigarMakers in 1860-1958" en C. Abel y M. Twaddle (comps.) CaribeanSocieties. Vo/ume /. Co//ecled Seminar Papers No. 29 (Institute ofCommonwealth Studies, Londres, 1982), pp 17-25.

75. O.c., 1, 1887, pp. 18-9; Y elaboración subsiguiente de "Bases delPartido Revolucionario Cubano" y "Estatutos secretos del Partido",1, 1882, pp. 279-80, 281-4. También 1, pp. 436-9.

76. O.c., 11, 1892, p. 49.

puestas tendientes a desmantelar los elementosarcaicos del estado colonial. Protestando contralas incongruencias existentes entre las estructuraseconómicas y las políticas españolas, algunos seg-mentos de las élites financieras cubanas perseguíanuna creciente incorporación dentro de la órbitaeconómica norteamericana. Preocupado porque elideal de una Cuba libre no se sacrificara a interesestransitorios, Martí reconocía implícitamente laconveniencia táctica de establecer alianzas con losanexionistas y con los terratenientes susceptiblesde ser convertidos a la causa de la independencia.Martí, sin embargo, censuraba en 1892 la timidezde las clases propietarias:

"Y quién, dice el propietario tímido, me garantiza quedespués del triunfo de la revolución, no continúe yo pade-ciendo bajo los revolucionarios ambiciosos e impotentes,bajo un país de abogados sin empleo y de caudillos encabe-zados, lo mismo que padezco bajo este gobierno español deprostitución y simonía?"77.

Preocupado porque el ideal de una Cuba libre nose sacrificara a intereses transitorios, Martí inten-taba evitar que ocurrieran divisiones y desercionesdel PRCcomo resultado de la mezquindad de losintereses particulares o de las diferencias regiona-les y seccionales.

Martí, el pragmatista, identificaba la oportunidadde tomar la iniciativa política a principios de ladécada de 1890. Gran parte del debate políticoanterior se había centrado en la reforma del estadocolonial, en la posibilidad de la participación polí-tica criolla basada en restringidas concesiones queconllevaba exigencias estrictas de propiedad y decultura, yen una mayor incorporación a la toma dedecisiones de grupos de presión, como la SociedadEconómica, que representaban sectores estratégi-cos y exigían que se diera una orientación dinámi-ca a la economía cubana. En 1890, sin embargo,este debate había perdido toda su fuerza. Inclusivelos conservadores criollos, para quienes el mante-nimiento del orden, la búsqueda del crecimientoeconómico y la promoción de Cuba en la economíamundial constituían las prioridades principales,reconocían que la estructura colonial era obsoleta.El Movimiento Económico, formado a partir delPartido Reformista, que encarnaba la opinión delos grupos de propietarios que no tenían un interésdirecto en perpetuar la conexión hispano-cubanaen las formas establecidas, no logró enraizarse yperdió todo ímpetu. De esta manera, surgió laoportunidad de que Martí y sus aliados llenaran unvacío político; de allí surgió también el imperativo

77. o. e., n, 1892, p. 62.

táctico de aplacar a los sectores detentores depropiedades, alarmados de que el programa dedemocratización y la ecuación establecida porMartí y Maceo entre la independencia nacional yla sociedad multirracial pusieran en peligro susintereses. Por la misma causa, existían razonesapremiantes para asegurar a los emigrados espa-ñoles que no serían victimizados en un ordenrepublican078.

Martí estaba decidido a eludir en Cuba un proble-ma que había encontrado tanto en Méjico como enGuatemala. Observando ambos países desde elmedio optimista y atípico de la inteligencia liberalcapitalina, había ignorado inicialmente la persis-tencia y tenacidad del caudillismo y del caciquismoy el peligro que representaba para la tradiciónradical de virtud republicana las estructuras loca-les y regionales de poder encarnadas en Lerdo,cuyos vínculos principales eran personalistas yclientelistas79.Por esta razón, en Méjico (quizás noen Guatemala), Martí fue tomado de sorpresa aldescubrir que el liberalismo era propenso a laregresión y a la dictadura militar80•

El choque de Martí con los elementos caudillistasdel liderazgo militar de Máximo Gómez amenazócon destruir la coa,lición independentista cívico-militar. La aparentemente inmoderada afirmaciónde Martí de que la lucha cubana no era "propiedadexclusiva"81de ninguno de sus líderes, ha provoca-do la ira de comentaristas tales como Philip S.Foner, quien analiza duramente a Martí, señalan-do su desconocimiento del contexto continental enel cual el idealismo revolucionario se convertía enmilitarismo. Martí, sin embargo, conocía bien estatendencia:

"A diferencia de Maceo, quien conocía la necesidad de unaautoridad fuerte en la lucha revolucionaria debido a suexperiencia, y se inclinaba a tolerar la conducta dictatorial

7!\. Paul Estrade, "Cuba a la veille de l'indépendence: le MouvementEconomique (1890-1893) 1:Faits et Jalons pour son histoire", Mélan-¡{es de la Casa de Velásquez, Tomo XIII. (1977), pp. 385-424.n"Bilanet essai d'interprétation", ¡hid, Tomo XIV. (1978). pp. 357-80. Tam-bién O.c., 111,1894, pp. 72-3.

79. O.e.. VI, 1875, p. 304; XIV, 1881, p. 57.

80. Ibarra,op. cit., pp. 5-40. Escribiendo en Méjico en el complacienteambiente de la Revista Universal, Martí parece desconocer el impactodestructivo del clientelismo y de la maquinaria política que debilita-ban un idealismo liberal; y descuida la consideración del aparatoadministrativo -la competencia del sistema de contabilidad. la for-mación de agencias recolectoras de información esencial- cuestionesque no eran quizás material para un tipo de periodismo excitante,pero sí esenciales para el bienestar y eficacia del estado liberal.

81. O.e., 1, 1884, p. 178.

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de Gómez, Martí veía en la conducta de Gómez un mal quedebía ser combatido antes de que el movimiento revolucio-nario degenerara en una ejecución personal, divorciada delas masas populares ..."82.

La evaporación del compromiso revolucionario enla política del miope interés propio en la década de1900, y más tarde en las bandas de ladrones· yasesinos de las décadas de 1930 y 1940, dan larazón a Martí más bien que a Foner, por cuantoMartí colocaba en primer lugar el imperativo demantener una lucha nacional unificada

"impedir que las simpatías revolucionarias en Cuba setuerzan y esclavisen por ningún interés de grupo, para lapreponderancia de una clase social, o la autoridad desme-dida de una agrupación militar o civil, ni de una comarcadeterminada, ni de una raza sobre otra"83.

En su lucha, el autonomismo no tenía ningúnlugar. Para Martí no fue nunca una alternativa, nisiquiera un expediente a corto plazo o una fasetransicional. La generosidad pragmática que ex-tendió a los anexionistas no cobijaba a los autono-mistas. En 1894, ya era claro para Martí que noexistía una opción intermedia entre la independen-cia y el estado colonial, y que era esencial impedirla recurrencia del ciclo conocido de promesas con-cesionarias de parte del gobierno español, queseparaba los elementos "moderados" de la luchaindependentista, seguidas por la reafirmación de laautoridad española y el retiro de las concesiones.Martí expresaba su total falta de confianza en elautonomismo:

"La reacción autonomista, lejos de ponernos en mal, nosha servido de bandera: aturdida está, y la seguiremosaturdiendo: los que están con nosotros, con nosotrossiguen; con los que pudieran estar con los autonomistas,nosotros no contábamos"84.

PerspectivasMartí exhibió un idealismo radical, atemperadopor el pragmatismo liberal colocado al servicio dela causa revolucionaria. El objetivo de una Cubalibre suminsitró un impulso sólido e inmodificableque determinaba sus opciones. Sin embargo, suconcepción de una Cuba independiente nunca seencontró completamente articulada; la sugestivaobservación formulada en 1893 nunca fue poste-riormente desarrollada:

82. Phi1ip S. Foner, Antonio Maceo - the 'Bronze Titan' of Cuba'sStruggle for lndependence (New York, 1977), p. 121.

83. O.e., 1, 1887, p. 214, 217.

84. O.e., I1I, 1894, p. 314.

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"Independencia es una cosa, y revolución otra. La inde-pendencia en los Estados Unidos vino cuando Washing-ton, y la revolución cuando Lincoln"85.

Totalmente conciente de la destructividad de laguerra ("Las guerras no son cosas de bastidor y demerengue ... "86), Martí preveía una breve luchaque culminaría en la independencia. Sus cálculos,no obstante, fueron errados. La guerra se prolon-gó. Su destructividad, recientemente analizada porLuis Pérez Jr., apresuró el proceso de descapitali-zación de las plantaciones cubanas y españolas,acelerando la penetración de la incipiente empresatransnacional87•

La historiografía revisionista que busca desmitifi-car a Martí, deja todavía sin responder numerosaspreguntas. ¿Puede atribuirse a sus prolongadasausencias de Cuba una errada interpretación de lascondiciones existentes en la década de 1890? ¿Has-ta qué punto subestimó Martí la escala de penetra-ción de las empresas radicadas en Estados Unidosantes del comienzo de la guerra en 1895? ¿N o fueMartí excesivamente optimista al considerar quelas circunstancias eran propicias para el surgi-miento de una ideología igualitaria entre los cam-pesinos y hacendados? ¿Lo inclinó su ausencia asobrevalorar el nivel de solidaridad multirracialentre los cubanos? ¿Sobrevaloró también el alcan-ce de la guerra como elemento integrador y nivela-dor entre trabajadores rurales y urbanos, campesi-nos, pequeños comerciantes, exilados y residentescubanos? ¿Era imposible para Martí, a partir de lainformación disponible en ese momento, evaluarcon precisión el grado de compromiso de Cuba conla causa de la independencia, así como la tercatenacidad y la adaptabilidad táctica y estratégicade la España metropolitana? ¿Calculó equivocada-mente sobre la base de un apoyo material hispano-americano poco ajustado a la realidad? Los limita-dos recursos facilitados por Eloy Alfaro desdeEcuador, a quien había sido presentado por Var-gas Vila en Nueva York, no ocultaban la ausenciade apoyo venezolano o mejicano, ni la oposicióndel gobierno conservador ultramontano de MiguelAntonio Caro en Colombia, quien, a comienzos dela Guerra de los Mil Días, idealizaba el ordenautoritario de la colonia española y habí~ dadorespaldo diplomático a la España metropolitana.

85.O.e., 11, 1893, p. 196.

86. o.e., 1, 1890, p. 261.

87. Luis A. Pérez Jr., "Insurrection, Intervention, and the Transfor-mation o the Land Tenure Systems in Cuba, 1895-1902". HispanicAmerican Historical Review, 65, 1985, pp. 229-54.

El problema de las peculiaridades de la composi-ción del Partido Revolucionario Cubano merecedetenida atención. ¿Eran los recursos del PRCsuficientes para coordinar una guerra prolongada?¿No se extendieron excesivamente a causa de loscompromisos contraídos con una Sección Porto-rriqueña? ¿Cuál fue la importancia del cambiointerno del PRC orientado hacia la facción ane-xionista, dirigida por Tomás Estrada Palma, des-pués de la muerte de Martí? Recordando las nume-rosas ocasiones en las que Martí meditó sobre supropia mortalidad, ¿por qué no preparó un here-dero, o un grupo de herederos para sucederlo?

De Venezuela, el prominente historiador marxistaGermán Carrera Damas ha concluido reciente-mente:

"El culto a Bolívar ha llegado a constituir la columnavertebral, en ocasiones el universo, del pensamiento"88.

Martí ha ocupado una posición paralela, aunqueno idéntica, como héroe epónimo y vocero deCuba. Los escritos revisionistas cubanos haninaugurado la tendencia que disipa la propensióna la hagiografía martiana. Puede predecirse con-fiadamente que una detallada investigación acadé-mica de las difíciles preguntas que rodean la carre-ra de Martí sólo contribuirán a realzar su impor-tancia.

88. Germán Carrera Damas, "Simón Bolívar, el culto heroico y lanación", Hispanic American Hislorical Review, 1983, esp. p. 109,donde Carrera Damas desarrolló temas previamente explorados en supreeminente libro El cuila a Bolívar (Caracas, 1964).

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Caballero, Luis (1943 - )Pintor colombiano, dibujante y grabador.

Dibujo. Tinta sobre papel