mario benedetti

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Introducción El presente informe describe la vida y obra de un hombre que se ha ganado dignamente un lugar de incuestionable y merecida preeminencia en la Literatura occidental del siglo XX, Mario Benedetti. Se destacó durante su vida como: escritor, ensayista, dramaturgo, poeta y novelista. Entraré en su vida, recordando su biografía (brevemente) Analizando su pensamiento. Donde selecciono una de las obras que fundó su fama en el mundo de la literatura “Pedro y el Capitán”, indagando en el área sicológica de sus personajes, determinando la acción de ellos en el espacio donde se desarrolla la obra, vinculando las acciones con los pensmientos de cada uno. Distinguiendo a la vez, lo que es un personaje en una obra de teatro y lo que son los actantes, procurando destacar o más bien interpretarlos. La indagación dramática en la sicológia de un torturador. Algo así como la respuesta de por qué mediante qué proceso, un ser normal puede convertirse en un torturador. Descifrar si la obra es un enfrentamiento entre un monstruo y un santo, como se podría fácilmente suponer, o más bien me dé a conocer una trama que me lleve a recomendar, con fasinacion el libro Mario Benedetti más que un intelectual, fue una persona muy de su época, que se interesó por entregar una radiografía del hombre de su tiempo. Preocupado por temas políticos y sociales. Por eso su aporte

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Page 1: mario benedetti

Introducción

El presente informe describe la vida y obra de un hombre que se ha ganado dignamente un

lugar de incuestionable y merecida preeminencia en la Literatura occidental del siglo XX,

Mario Benedetti.

Se destacó durante su vida como: escritor, ensayista, dramaturgo, poeta y novelista.

Entraré en su vida, recordando su biografía (brevemente)

Analizando su pensamiento. Donde selecciono una de las obras que fundó su fama en el

mundo de la literatura “Pedro y el Capitán”, indagando en el área sicológica de sus

personajes, determinando la acción de ellos en el espacio donde se desarrolla la obra,

vinculando las acciones con los pensmientos de cada uno. Distinguiendo a la vez, lo que es

un personaje en una obra de teatro y lo que son los actantes, procurando destacar o más

bien interpretarlos. La indagación dramática en la sicológia de un torturador. Algo así como

la respuesta de por qué mediante qué proceso, un ser normal puede convertirse en un

torturador. Descifrar si la obra es un enfrentamiento entre un monstruo y un santo, como se

podría fácilmente suponer, o más bien me dé a conocer una trama que me lleve a

recomendar, con fasinacion el libro

Mario Benedetti más que un intelectual, fue una persona muy de su época, que se interesó

por entregar una radiografía del hombre de su tiempo. Preocupado por temas políticos y

sociales. Por eso su aporte al mundo de las letras fue y es sumamente valioso, gracias a los

temas que trató, con su modo de ver la vida. Entre sus escritos están, novelas, ensayos,

artículos, obras de teatro, revistas, diarios, etc. Todas portadoras de un gran valor estético e

información directa, sólo como él lo supo hacer.

El escritor uruguayo deja tras de sí más de 80 obras y Novelas, a la edad de 88 años en

Montevideo, Uruguay muere un18 Mayo de 2009 .

Page 2: mario benedetti

Mario Benedetti.

ROSTRO DE VOS

Tengo una soledad

tan concurrida

tan llena de nostalgias

y de rostros de vos

de adioses hace tiempo

y besos bienvenidos

de primeras de cambio

y de último vagón

tengo una soledad

tan concurrida

que puedo organizarla

como una procesión

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por colores

tamaños

y promesas

por época

por tacto

y por sabor

sin un temblor de más

me abrazo a tus ausencias

que asisten y me asisten

con mi rostro de vos

estoy lleno de sombras

de noches y deseos

de risas y de alguna

maldición

mis huéspedes concurren

concurren como sueños

con sus rencores nuevos

su falta de candor

yo les pongo una escoba

tras la puerta

porque quiero estar solo

con mi rostro de vos

pero el rostro de vos

mira a otra parte

con sus ojos de amor

que ya no aman

como víveres

que buscan a su hambre

miran y miran

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y apagan mi jornada

las paredes se van

queda la noche

las nostalgias se van

no queda nada

ya mi rostro de vos

cierra los ojos

y es una soledad

tan desolada.

Novelista, ensayista, dramaturgo poeta y cuentista y crítico. Nace en Paso de los

Toros, 1920 - Montevideo, Uruguay (2009) es uno de los escritores más importantes

de la segunda mitad del siglo XX. BIOGRAFÍA

Mario Benedetti nació en Paso de los Toros (Tacuarembó, Uruguay) el 14 de

septiembre de 1920, su familia se trasladó a Montevideo cuando tenía cuatro años.

Se educó en el Colegio Alemán de Montevideo y el Liceo Miranda, y trabajó como

vendedor, taquígrafo, contable, funcionario público y periodista.

Residió unos años en Buenos Aires y en 1948 regresa a Montevideo donde se

incorpora la revista literaria Marginalia, que duró hasta el año siguiente, fecha en que

pasa a formar parte del consejo de redacción de la revista Número, cuya primera

etapa se extiende hasta 1955. Esta publicación es clave en la formación y el

desarrollo de la llamada "generación del 45" o "generación crítica", integrada

entre otros, además de Benedetti, por Carlos Martínez Moreno, Mario Arregui, Angel

Rama, José Pedro Díaz, Armonía Somers, Idea Cilariño, Sarandy Cabrera, Ida

Vitale, Carlos Maggi y Emir Rodriguez Monegal.

Page 5: mario benedetti

A la aparición de su primera obra ensayística, Peripecia y novela, (1948) siguió, en

1949, su primer libro de cuentos, Esta mañana, y, un año más tarde, los poemas de

Sólo mientras tanto.

En 1953 aparece Quién de nosotros, su primera novela, pero es el volumen de

cuentos Montevideanos (1959) --en los que toman forma las principales

características de la narrativa de Benedetti-- el que supuso su consagración como

escritor. Con su siguiente novela, La tregua (1960), Benedetti adquiere proyección

internacional: la obra tuvo más de un centenar de ediciones, fue traducida a

diecinueve idiomas y llevada al cine, el teatro, la radio y la televisión. Verdadero

cronista de su ciudad (Montevideo) y de su tiempo, Benedetti es un prolífero

intelectual - aproximadamente 80 títulos publicados - que transita la critica literaria, el

ensayo prolífico, la poesía y, por supuesto, la narrativa. Sus textos, inteligentes y

cálidos, recuperan un país que ha transitado el memorioso recuerdo, el

costumbrismo, pero también el dolor de las épocas difíciles de la dictadura.

Entre 1954 y 1960 ocupó tres veces la dirección literaria de Marcha, el semanario

más influyente de la vida política y cultural del Uruguay y uno de los más importantes

de América Latina. Fue clausurado en noviembre de 1974, después de sufrir

numerosas suspensiones tras el golpe de estado de 1973.La actividad de Mario

Benedetti en esos años se multiplicó. A su intensa labor de escritor y periodista, se

sumó una cada vez más activa participación política. En 1971 fue uno de los

fundadores del Movimiento de Independientes 26 de marzo, que integrará más tarde

el Frente Amplio. Pero esta alternativa en desarrollo será frustrada por la fuerza.

El golpe lo obliga a abandonar su país en 1973, iniciando así un largo exilio de doce

años que lo llevó a residir en Argentina, Perú, Cuba y España, y que dio lugar

también a ese proceso bautizado por él como desexilio: una experiencia con huellas

tan profundas en lo vital como en lo literario.

Benedetti transciende más allá de los libros. Sus historias, poesías y cuentos han

sido adaptadas al cine, teatro, radio y televisión. Muchos de sus poemas han tomado

forma de canción, junto a Daniel Viglieti, Silvio Rodríguez o Joan Manuel Serrat. Sus

Page 6: mario benedetti

poesías han entrado en el cine de la mano de Eliseo Subiela, en aquella maravillosa

"El lado oscuro del corazón" y más recientemente en "Espabílate amor".

BIBLIOGRAFÍA

Obra poética

Solo mientras tanto (1948-1950).

Poemas de la oficina (1953-1956).

Poemas del hoyporhoy (1958-1961).

Noción de patria (1962-1963).

Contra los puentes levadizos (1965-1966).

A ras de sueño (1967)

Quemar las naves (1968-1969)

Letras de emergencia (1969-1973)

Poemas de otros (1973-1974)

La casa y el ladrillo (1976-1977)

Cotidianas (1978-1979)

Viento del exilio (1980-1981)

Geografías (1982-1984)

Preguntas al azar (1986)

Yesterday y mañana (1988)

Despistes y franquezas (1990)

Las soledades de Babel (1991)

El olvido está lleno de memoria (1994)

El amor, las mujeres y la vida (1995)

La vida ese paréntesis (1997)

Rincón de haikus (1999)

Inventario (1950-1985). (Poesía) Ed. Visor, Mario Benedetti

Inventario dos (1986-1991). (Poesía) Ed. Visor, Mario Benedetti

Antología Poética (1948-1991)

(Poemas) Ed. Casa de las Américas (1995) Mario Benedetti

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Relatos:

Esta mañana. 1949.

Montevideanos. 1959.

La muerte y otras sorpresas. 1968.

Con y sin nostalgia. 1977.

Geografías. 1984.

Despistes y franquezas. 1989.

Buzón de tiempo

Cuentos (antología). 1982.

Cuentos completos. 1986

El porvenir de mi pasado 2003

Novelas:

Quién de nosotros (1950).

La tregua (1960)

Gracias por el fuego (1965)

El cumpleaños de Juan Angel (1971)

Primavera con una esquina rota (1982)

La borra del café (1992)

Andamios (1997)

Teatro:

Pedro y el capitán. 1979.

Crítica literaria:

Peripecia y novela (1948).

Page 8: mario benedetti

Marcel Proust y otros ensayos (1951).

Literatura uruguaya siglo XX (1963 / 5.ª edición ampliada, 1996).

Genio y figura de José Enrique Rodó (1966 / 2.a edición, 1992 ).

Letras del continente mestizo (1967 / 3.ª edición ampliada, 1974)

Sobre artes y oficios (1968).

Crítica cómplice (1971 / 2.ª edición ampliada, 1988).

El recurso del supremo patriarca (1979 / 9.ª edición, 1989).

El ejercicio del criterio (198 1 / 6.ª edición amp liada, 199 5 ).

Poetas de cercanías (1994).

45 años de ensayos críticos (1994).

Ensayo:

Peripecia y Novela (1948)

Marcel Proust y otros ensayos (1951)

El escritor latinoamericano y la revolución posible (1974)

El desexilio y otras conjeturas (1984)

La cultura ese blanco móvil - conferencias, ponencias y ensayos breves de 1979-

1988. (1989)

Perplejidades de fin de siglo.

PREMIOS

1949 el premio del Ministerio de Instrucción Pública.

En 1987 recibió el Premio Llama de Oro de Amnistía Internacional por su novela

Primavera con una esquina rota

Benedetti CUENTO 1949 Esta mañana y otros cuentos

-Benedetti CUENTO 1959 Montevideanos

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-Benedetti CUENTO 1977 Con y sin nostalgia

-Benedetti CUENTO 1989 Despistes y franqueza

-Benedetti CUENTO 1993 El césped y otros relatos

-Benedetti CUENTO 1999 Buzón de tiempo

-Benedetti CUENTO 2003 El porvenir de mi pasado

-Benedetti CUENTO y POESÍA 1984 Geografías

-Benedetti DRAMA 1979 Pedro y el capitán

-Benedetti ENSAYO 1993 Perplejidades de fin de siglo

-Benedetti NOVELA 1953 Quién de nosotros

-Benedetti NOVELA 1960 La Tregua

-Benedetti NOVELA 1965 Gracias por el fuego

-Benedetti NOVELA 1971 El cumpleaños de Juan Ángel

-Benedetti NOVELA 1982 Primavera con una esquina rota

-Benedetti NOVELA 1992 La borra del café

-Benedetti NOVELA 1996 Andamios

-Benedetti POESÍA 1950-1985 Inventario I (Poesía completa)

-Benedetti POESÍA 1956 Poemas de la oficina

-Benedetti POESÍA 1963 Noción de patria y 1965 Próximo prójimo

-Benedetti POESÍA 1973-74 Poemas de otros

-Benedetti POESÍA 1976-77 La casa y el ladrillo

-Benedetti POESÍA 1978-79 Botella al mar

-Benedetti POESÍA 1978-79 Cotidianas

-Benedetti POESÍA 1981 Viento del exilio

-Benedetti POESÍA 1986-1991 Inventario II (Poesía completa)

-Benedetti POESÍA 1986 Preguntas al azar

-Benedetti POESÍA 1988 Canciones del más acá

-Benedetti POESÍA 1991 Las soledades de Babel

-Benedetti POESÍA 1995 El amor, las mujeres y la vida

-Benedetti POESÍA 1995 El olvido está lleno de memoria

-Benedetti POESÍA 1998 La vida, ese paréntesis

-Benedetti POESÍA 1999 Rincón de Haikus

-Benedetti POESÍA 2002 De insomnios y duermevelas (Adelanto)

-Benedetti POESÍA Antología poética (1994) Guadalupe Carrillo

-Benedetti, Montevideo, una estética urbana

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-Hiber Conteris Exilio, “desexilio” y “desterritorialización” en la obra de

Benedetti

-Luis Quintana Tejera La tregua de Mario Benedetti

Pedro y el Capitán, es una novela muy sencilla, con pocos detalles descriptivos, que

nos sitúa en una situación de la vida real, en donde un preso (Pedro o Rómulo), es

azotado e interrogado con el fin de obtener cierta información acerca de sus

compatriotas.

A lo largo de la novela, nos damos cuenta como Pedro mantiene la calma, recibe

toda clase de castigos, es torturado física y psicológicamente, y sin embargo,

mantiene la calma, defiende sus ideales y decide no delatar a ninguno de sus

compañeros.   En un principio, pensé que Pedro estaba loco, estaba tranquilo   y  

parecía no sufrir, parecía como si el dolor no le hiciera nada, no temía que lo

torturaran en zonas muy sensibles (como lo describe la novela),   y navegaba con

bandera de serenidad, tanto, que cuando el Capitán, después de ser descrito como

un personaje perfectamente bien vestido, bien peinado, con modales, con técnicas

diferentes de obtener la información, pacífico, entre otras cualidades, pierde el

control, se desquicia y cae en el juego de su propio prisionero.

Por otra parte, el Capitán, parece ser un personaje seguro de sí, fuerte, con carácter

indestructible, el cual utiliza métodos de interrogación, innovadores, pacíficos y

bondadosos, los cuales han de ablandar al torturado, sin el uso de   violencia. El

Capitán (alias Coronel), poco a poco va perdiendo la cordura, y de la mano de

Pedro, se va dando cuenta de que sus situación no es muy distante ala del

prisionero, quizá su sufrimiento es más fuerte aun que el del propio torturado,

revelación tras revelación, el Capitán descubre que sus acciones, a lo largo de su

vida, han carecido de moral.

A mi consideración, la novela es muy interesante, sin embargo, podría ser mucho

más atractiva, si no careciera de detalles y descripción. A mi gusto, llega un punto en

el que la narrativa da la impresión de que ya quiere terminar el libro, entre más

pronto, mejor.... El tema de Pedro y el Capitán lo pensé inicialmente como una

novela, e incluso le había puesto título: El cepo. Recuerdo que en un reportaje que

en 1974 me hizo el crítico uruguayo Jorge Ruffinelli, como él me preguntara sobre

mis proyectos literarios de entonces, le hablé justamente de una eventual futura

Page 11: mario benedetti

novela, llamada El cepo, y le dije, más o menos: "Va a ser una larga conversación

entre un torturador y un torturado, en la que la tortura no estará presente como tal,

aunque sí como la gran sombra que pesa sobre el diálogo. Pienso tomar al

torturador y al torturado no sólo en la prisión o en el cuartel, sino mezclados con la

vida particular de cada uno." Bueno, pues eso es en realidad Pedro y el Capitán.

Yo definiría la pieza como una indagación dramática en la psicología de un

torturador. Algo así como la respuesta a por qué, mediante qué proceso, un ser

normal puede convertirse en un torturador. Ahora bien, aunque la tortura es,

evidentemente, el tema de la obra, como hecho físico no figura en la escena.

Siempre he creído que, como tema artístico, la tortura puede tener cabida en la

literatura o el cine, pero en el teatro se convierte en una agresión demasiado directa

al espectador y, en consecuencia, pierde mucho de su posibilidad removedora. En

cambio, cuando la tortura es una presencia infamante, pero indirecta, el espectador

mantiene una mayor objetividad, esencial para juzgar cualquier proceso de

degradación del ser humano.

Pedro es un preso político a quien el capitán intenta sacar información en cuatro

sesiones de conversaciones que se producen tras otras tantas de tortura.

Comentario:

Obra teatral dividida en cuatro partes que apenas ocupan setenta páginas.

La primera de estas partes es en realidad un monólogo del capitán en que va de “poli

bueno”, en contraste con los “polis malos” que acaban de torturar a Pedro.

Se muestra comprensivo, incluso dice que es normal que no quiera hablar (incluso le

habla de su familia para que vea cuánto sabe de él), que debe hacerse el fuerte esa

primera vez, pero que tarde o temprano se rendirá y sólo él debe decidir hasta qué

punto aguantar el sufrimiento, porque siempre se acaba confesando.

Da la impresión, como más tarde le dice el propio preso, de que más que

convencerle a él de que hable, intenta convencerse a sí mismo de que no es un

torturador, que eso lo son los otros, los que utilizan la violencia.

Page 12: mario benedetti

En la segunda parte Pedro accede a hablar con su torturador: “Quiero aclararle que

el hecho de que usted no participe directamente en mi tortura, no garantiza que no le

odie, ni siquiera que lo odie menos.”

Aún le sorprende más poco después:

Capitán: “De todas maneras, te aconsejo que no me provoques, soy de pocas

pulgas, ¿sabes?

Pedro: “Lo sé. Quizá yo sepa más de usted que usted de mi.”

Capitán (con ironía): ¡No me digas!

Pedro: Sí le digo. En su afán de extraerme lo que sé y lo que no sé, usted no

advierte que se va postrando tal cual es.

A partir de ese momento las cosas cambian entre ellos y el capitán que pretendía

hacer hablar a Pedro es quien habla de sí mismo, de cómo se ve y cómo le percibe

su familia.

En el tercer acto un Pedro cada vez más destrozado parece haber traspasado

alguna barrera que le pusiera por encima de cualquier tortura.

Pedro: “... Estoy muerto. No sabe qué tranquilidad me vino cuando supe que estaba

muerto. Por eso ahora no me importa que me apliquen electricidad... No me importa

porque estoy muerto y eso da una gran serenidad, y hasta una gran alegría. ¿No ve

que estoy contento?”

Aquí el capitán comienza a hablar a Pedro de usted y él le habla de tú. Ya no está

tan seguro de que Pedro vaya a delatar a sus amigos... y necesita

desesperadamente que lo haga, por sí mismo.

La última parte muestra a un Pedro torturado casi hasta el límite y a un capitán casi

horrorizado con el que comienza una conversación de toques surrealistas en que no

se sabe (por indicación del autor) si Pedro delira o lo simula, incluyendo una

conmovedora “carta” a su familia a cuyos efectos intenta resistirse el torturador.

Page 13: mario benedetti

El capitán llega a suplicar: “ Si usted muere sin nombrar un solo dato, para mí es la

derrota total, la vergüenza total. Si en cambio dice algo, habrá también algo que me

justifique. Ya mi crueldad no será gratuita, puesto que cumple su objetivo. Es sólo

eso lo que le pido, lo que le suplico...”

Aunque pueda parecer que todo lo que se dicen y descubren podría estar más que

sabido (la obra es de 1979), todavía impresiona.

Al comienzo de la obra hay un comentario del autor, y aunque no revela demasiado

de lo que se relata después, yo prefiero leerlo tras haber terminado la lectura.

La obra no es el enfrentamiento de un monstruo

y un santo, sino de dos hombres, dos seres de

carne y hueso, ambos con zonas de

vulnerabilidad y de resistencia. La distancia entre

uno y otro es, sobre todo, ideológica, y es quizá ahí donde está la clave para otras

diferencias, que abarcan la moral, el ánimo, la sensibilidad ante el dolor humano, el

complejo trayecto que media entre el coraje y la cobardía, la poca o mucha

capacidad de sacrificio, la brecha entre traición y lealtad.

Otro aspecto a destacar es que la obra, de alguna manera, propone una relación

torturador-torturado, que, aunque ha sido escasamente tocada por el teatro, se da

frecuentemente en el ámbito de la verdadera represión, por lo menos en la que se

practica en el Cono Sur. En Pedro y el Capitán los cuatro actos son meros

intermedios, treguas entre tortura y tortura, son los breves períodos en que el

interrogador "bueno" recibe al detenido, que ha sido previa y brutalmente torturado,

y, en consecuencia, es de presumir que tiene las defensas bajas.

El torturado puede no ser sólo una víctima indefensa, condenada a la inevitable

derrota o a la delación. También puede ser (y la historia reciente demuestra que

miles de luchadores políticos la han encarado así) un hombre que derrota al poder

aparentemente omnímodo, un hombre que usa su silencio casi como un escudo y su

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negativa casi como un arma, un hombre que prefiere la muerte a la traición. Pero

aun para sostener esa actitud digna, entera, insobornable, el preso debe fabricarse

sus propias verosímiles defensas y convencerse a sí mismo de su inexpugnabilidad.

Cuando Pedro inventa la metáfora de que en realidad ya es un muerto, está sobre

todo inventando una trinchera, un baluarte tras el cual resguardar su lealtad a sus

compañeros y a su causa. En la obra hay dos procesos que se cruzan: el del militar

que se ha transformado de "buen muchacho" en verdugo; el del preso que ha

pasado de simple hombre común a mártir consciente. Pero quizá la verdadera

tensión dramática no se dé en el diálogo sino en el interior de uno de los personajes:

el Capitán.

No he querido representar en el preso a un militante de uno u otro sector político. La

durísima represión ha abarcado virtualmente todo el espectro de la izquierda

uruguaya, y hasta ha alcanzado a otros sectores de oposición, como pueden ser la

Iglesia o los partidos tradicionales. Pedro es simplemente un preso político de

izquierda que no delata a nadie, y que de algún modo

humilla a su interrogador, venciéndolo mientras

agoniza. Cada uno de los cuatro actos concluye con un

no.

De más está decir que, aun en medio de la derrota que hoy sobrellevamos, no estoy

por una literatura –y menos por un teatro– derrotista y lloriqueante, destinados a

inspirar lástima y conmiseración. Tenemos que recuperar la objetividad, como una

de las formas de recuperar la verdad, y tenemos que recuperar la verdad como una

de las formas de merecer la victoria.

¿Puede darse teatro sin actores? No conozco ningún caso de este tenor. Se me objetará

que así ocurre en el espectáculo de marionetas. No obstante, incluso en estte caso, un

actor anda siempre

Tras el telón, aunque sea de otro modo.

Es normal, y evidente que la unidad básica de toda actividad teatral sea el comediante,

o textualmente su “partitura”.

Descargar obras

de Mario Bendetti

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Page 15: mario benedetti

A. J. Greimas establece una serie de unidades jerarquizadas y articuladas: actante,

actor, rol, personaje.

B. 2.2. Los personajes

C. 2.2.1. Por qué un ñaque.

D. La obra consta de dos personajes: los dos focos de una elipse, una sustancia

en dos perspectivas inicialmente antagónicas, en tensión y progreso -o

inversión- a lo largo de la obra. La esencialidad de un diálogo dramático no

interrumpido por voces innecesarias centra el tema de manera pertinente a los

propósitos del autor hacia una indagación en su proceso de deterioro físico y

conflicto emocional, exploración que de acuerdo con la premisa de sencillez

comunicante se lleva a cabo de modo más eficiente y de mayor hondura

psicológica por su reducido número y por su polaridad.

E. La relación entre torturador y torturado que se nos presenta, aunque “ha sido

escasamente tocada por el teatro, se da frecuentemente en el ámbito de la

verdadera represión” [4], según Benedetti, y parece que los datos lo avalan

[5]. El propósito de partida de dicha relación en nuestra obra radica en la

voluntad del militar de obtener una serie de datos y la negativa de Pedro a

facilitarlos, delatando así [6] a sus compañeros durante los respiros entre

apremio y apremio, momento en que este último se presentaría debilitado y

favorable a una eventual colaboración. La pieza no escenifica sin embargo el

enfrentamiento entre “un monstruo y un santo sino de dos hombres de carne y

hueso, ambos con zonas de vulnerabilidad y resistencia. La distancia entre

uno y otro es, sobre todo, ideológica [...]” [7], raíz de las demás diferencias.

F. «En la obra hay dos procesos que se cruzan: el del militar que se ha

transformado de “buen muchacho” en verdugo; el del preso que ha pasado de

hombre común a mártir consciente. Pero quizá la verdadera tensión dramática

no se dé en el diálogo, sino en el interior de uno de los personajes: el capitán»

(Benedetti, 1979:10)

G. Me propongo estudiar a continuación ambos procesos y explorar ese conflicto

psicológico.

Page 16: mario benedetti

H. 2.2.2. Pedro, Rómulo o la importancia de llamarse.

I. El primer hecho que desde el título llama la atención es el anonimato de un

personaje, al que siempre se denominará por su grado militar, en contraste

con la personalización de nombre -humanización- del otro. No es banal

detenernos en este asunto: la importancia de llamarse es, con rectitud, en una

paráfrasis libre, la importancia de ser. Como dice Sonia Mattalía (1999) a otro

respecto, “la fundación del personaje” se halla

J. «en el reconocimiento de su nombre. La posibilidad de tener un nombre

propio o perderlo apuntará en la narrativa benedettiana [y en nuestra obra]

hacia la afirmación o al despojamiento de la identidad del sujeto»,

K. y a la perspectiva de actuación, dentro de una épica individual o colectiva.

L. «Llamarse será, en la producción narrativa del autor, reconocerse o

desconocerse en el propio cuerpo, en la propia letra, en los objetos, en la

praxis política».

M. Pedro y Rómulo son además nombres de mitos fundacionales. Ignoro hasta

qué punto es consciente el empleo por Benedetti de sus connotaciones

culturales pero no parece casual, máxime si se tiene en cuenta el nombre de

la mujer del personaje, Aurora. Cabe, por tanto, preguntarse qué se funda a

partir de la muerte de una víctima de la represión, y en ello me detendré en

otro punto.

N. ‘Pedro’, sobre lo ya referido, muestra gran hondura caracterizadora desde su

etimología: es a partir de cierto momento la piedra dura que ya no siente,

anhelo del poeta, encarnada en este “mártir consciente”, que

O. «puede no ser solo una víctima indefensa, condenada a la ilevantable derrota

o delación. También puede ser (y la historia reciente demuestra que miles de

luchadores políticos la han encarado así) un hombre que derrota al poder

aparentemente omnímodo, un hombre que usa su silencio casi como un

escudo y su negativa casi como un arma, un hombre que prefiere la muerte a

la traición» (Benedetti, 1979:10)

Page 17: mario benedetti

P. ‘Rómulo’ es el nombre revolucionario que adopta Pedro. “Participar de la

revolución implica cambiar de nombre, ser otro”; de hecho, el motivo de tener

un nombre y cambiarlo “es un gesto que fundamentará la épica

revolucionaria” [8]: Es en esta mutación personal que sigue a la adopción del

alias donde surge la conciencia de la crisis y donde se elaboran sus

respuestas. Se produce, al tiempo, un ensanchamiento del uno en el todos,

que permite restañar la herida que la pérdida del nombre propio -identitario,

con todo- puede acarrear, con la alegría de la pertenencia a un grupo. En

cierto momento, Pedro asume esta identidad como la única que le

corresponde: ha llegado a la certeza de la muerte individual; se mantiene

firme en sus convicciones de victoria colectiva:

Q. CAPITÁN

Pedro.

R. PEDRO

Me llamo Rómulo.

S. CAPITÁN

No, te llamás Pedro.

T. PEDRO

A lo sumo, Rómulo, alias Pedro. (Benedetti, 1979:52)

U. El Capitán es consciente de esta dicotomía; Pedro también: adopta su

identidad política al comienzo de la tercera parte para morir por la causa,

dignamente; se abandona a sí mismo, es otro y, en el extremo, “Pedro Nada

Más” es nadie porque -dice- “estoy en la muerte”. Ya no abandonará su nueva

subjetividad para la Historia, su alias, salvo de manera transitoria al

rememorar aquella noche en la playa y las manos de su esposa, antes de la

agonía, hablando solo ante el inquisidor [9]. En ese punto, el conflicto del

Capitán es de tal calado que trata de devolver a Pedro a su realidad

revolucionaria para deshumanizarlo en un vano intento final por resolver sus

problemas de conciencia, según explicaré enseguida.

V. 2.2.3. La muerte como sabotaje [10] y la victoria del “no”.

Page 18: mario benedetti

W. Si la finalidad de la tortura, al menos la que reviste carácter político, radica en

obtener información de la víctima [11], las formas de negarse a la delación por

parte de la misma constituyen, de ser conscientes, como en el caso que nos

ocupa, verdaderas estrategias. La primera que emplea Pedro para la defensa

de sus convicciones y el mantenimiento de su dignidad es el silencio. Durante

toda la primera parte atendemos en puridad a un largo monólogo por parte del

Capitán, ya que no recibe respuesta. De este modo, Pedro sabotea el

interrogatorio, el diálogo mismo, quebrado por su presencia silenciosa; y

retiene la información de que dispone, asumiendo con la lealtad a los suyos y

a su causa, la tortura que se le infligirá de manera inmediata.

X. Pero las estrategias de Pedro no se detienen en este punto, sino que se van

adaptando al progreso de la situación. Durante la segunda parte, liberado ya

de la capucha, habla, pero no traiciona. Su tono es de confrontación, un

enfrentamiento directo y un anuncio de que oculta mucho más de lo que el

Capitán pueda pensar, sobre todo en el terreno personal [12], hacia el que de

aquí en adelante derivarán sus palabras gradualmente, desacreditando

asimismo los intentos vanos del Capitán, en la línea de su monólogo del

primer acto [13], de extraer información como de autojustificarse. El giro que

se ha producido conduce al Capitán en este momento a ordenar a Pedro que

calle e imponerse incluso, perdida la compostura, con un puñetazo, pero

también a caer en la trampa del cambio de sujeto interrogador, como

concesión prima facie inocua que, sin embargo, plantea y suscita el conflicto

psicológico del verdugo al hacer que arrostre el espejo. La táctica del

debilitamiento físico de la tortura no hace mella en Pedro todavía. En cambio,

a estas alturas, se ha frustrado todo intento primigenio del Capitán, y fracasa

inmediatamente el de la apelación a argumentos intelectuales [14], de modo

que le resta solo recurrir a los emotivos, un paso por detrás de Pedro, lo que

significa que ya no será capaz de encauzar el diálogo correctamente y dirigirlo

hacia el fin que persigue.

Y. Tras la sesión que separa el segundo del tercer acto, el menoscabo de Pedro

es terrible. El propio Benedetti da indicaciones acerca de que se debe

mantener suspendida en la representación la ambigüedad interpretativa de las

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palabras de Pedro, entre el delirio y la extrema lucidez. La crueldad obscena

que se entrevé más allá del alcance del espectador conduce a Pedro, en la

disyuntiva de ceder a la tentación de confesar o bien mantenerse firme en sus

convicciones con todas sus consecuencias, por derroteros cencidos, insólitos,

rayanos en la locura: así, establece un blindaje final en el que se sustrae a lo

circundante, con lo que sabotea la finalidad de los interrogatorios, de la

tortura, y protegido por el cual acusa directamente al Capitán de su

responsabilidad en los hechos, quitando el velo.

Z. PEDRO

Estoy en la muerte y chau.

AA. CAPITÁN

Estás vivo. Y podés estar más vivo aún.

BB. PEDRO

Se equivoca, capitán. Estoy muerto. Estamos como quien dice en mi velorio.

(Benedetti, 1979:53)

CC. Porque “cuando uno está vivo, quiere seguir viviendo, y eso es siempre

una tentación peligrosa. En cambio, la tentación se acaba cuando uno sabe

que está muerto” [15]. No se trata, desde luego, de “vivir como un muerto”

perdida la dignidad por la delación sino de estar, de saberse “técnicamente

muerto” aunque todavía se funcione “como cuerpo”, lo que condiciona la

percepción del entorno de este personaje hasta el final de la obra. [16]

DD. Esta sensación de muerto anticipado se mantiene hasta la muerte del

cuerpo que pone fin a la cuarta parte [17], al interrogatorio, a la obra, con un

chorro de luz destinado al rostro del cadáver que deja a un tiempo que se

cierna la sombra sobre el Capitán. La muerte como estrategia resulta muy

efectiva en relación con el personaje ya que le libera incluso del dolor físico y

de cualquier atadura a la vida (salvaguardando sus principios), pero es

necesario señalar que en su origen muestra una falla que Pedro no es capaz

de resolver hasta el último acto, apremios mediante: se trata del momento en

que el Capitán revela que conocen la implicación de su mujer -no de su viuda-

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al nombrar su alias. A causa del impacto de ese anuncio, Pedro se refugia en

el delirio, ahora más real que fingido, se transfigura por virtud de la memoria

de la infancia y arrastra tras de sí al Capitán hasta que la mención del nombre

de Aurora rompe el sortilegio: la importancia de los nombres, otra vez. Pedro

tratará entonces de reafirmarse en su postura [18]; el Capitán también, pero la

secuencia ha calado sin duda en su ánimo.

EE. Justo en el momento que vengo tratando se explicita la razón de fondo

de la victoria del sacrificio de Pedro, de su ‘no’ rotundo, de su rebeldía:

subyace a toda la obra la cuestión de la consideración del detenido. Mientras

el Capitán es capaz de reificarlo ante los propios ojos, merced a la rutina

laboral y a su educación en la tortura, puede seguir el argumentario previsto.

Pero cuando se extravía, cuando no consigue guiar el interrogatorio, cuando

comienza a expresar con sinceridad su simpatía por el reo, cuando, en suma,

lo contempla como un ser humano, se avivan todas sus contradicciones, las

que padece en su esquizofrenia cotidiana -entre familia y trabajo-. Y como

todo ser humano merece una respuesta, permite al preso preguntar, sobre

aspectos personales o biográficos, incluso; y como todo ser humano merece

respeto, siente la necesidad de emplear el tratamiento con Pedro. Sin

embargo, la falta de simetría inicial de los personajes se torna de nuevo

asimetría puesto que Pedro no lo utilizará más, ajeno y muerto como se sabe,

con lo que Benedetti nos lleva a un cambio efectivo de papeles (en su

jerarquía, al menos) a través del uso del lenguaje.

FF. CAPITÁN

[…] Sentí de pronto que debía tratarlo de usted. Nunca me había pasado esto.

GG. PEDRO

No te preocupes. En compensación, yo voy a tutearte. (Benedetti, 1979:62)

HH. De esta forma aparentemente despreocupada, lúdica casi, se mantiene

la superioridad formal del que pregunta pero ha cambiado el sujeto de tal

acción, ahora con un matiz moral. El intercambio, Capitán-Pedro, ya en la

parte final, va más lejos. Pedro no es solo el que pregunta, sino el que

pregunta sin necesidad, el que sabe la respuesta, los nombres; el que conoce

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el conflicto interior de su oponente y pone las cartas boca arriba, más muerto

que nunca. Ni siquiera le afecta en este momento la alusión al apodo

revolucionario de su mujer, porque está lejos, dentro de sí. Si se defendió de

sí mismo con la muerte antes de la muerte, Pedro vence al Capitán con su

mayor fuerza, verdadera estrategia -si estrategia es- no pretendida, cuya

máxima expresión es el adiós a Aurora [19]: ser humano.

II. 2.2.4. El Capitán ante el espejo.

JJ. Dice Mario Benedetti que

KK. «definiría la pieza como una indagación dramática en la psicología de

un torturador. Algo así como la respuesta a por qué, mediante qué proceso,

un ser normal puede convertirse en un torturador.» (Benedetti, 1979:9)

LL.El Capitán, en efecto, se nos presenta en el estado final de un proceso: es un

torturador, un torturador que interroga pero que también ordena los apremios

para procurarse las respuestas que exige. ¿Cómo ha llegado a esa situación?

MM. El personaje no responde a un perfil patológico y se halla lejos de

cualquier fanatismo. Se trata un hombre normal [20], sin convicciones

profundas, pero normal. Ese es el peligro verdadero, un peligro que se cierne

sobre todos [21], sobre cualquiera de los espectadores; es un militar [22] que,

poco a poco, seducido por pequeñas tentaciones económicas e ideológicas,

va construyendo un cerco de insensibilidad en derredor suyo, más estrecho

cada vez, y que se cierra fatalmente con una educación específica destinada

a que realice con la máxima eficacia las funciones que desempeña en la obra.

El análisis actancial; utilidad para la lectura del teatro.

Se inscribe dentro de una historia del teatro; es portadora de sentido y, en consecuencia,

Se halla directamente relacionada con los conflictos ideoógicos.

Un actante puede ser una abstracción, en “pedro y el capitán”: Libertad, mayéutica,

dialéctica, (sala de torturados), concepciones de estereotipos por descifrar: un torturado y

su torturador, oponentes del sujeto o de su acción.

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Un personaje puede asumir simultáneamente, funciones actanciales diferentes: Pedro,

ser el torturador que hace hablar a su torturado, (cambio de roles).

Actante fuera de la escena, Aurora, alias Beatriz que construye en la obra, (mujer de

pedro), para que le entregue información el capitán haciendo uso de la debilidad que

para todo hombre es su familia, aunque no consiga mucho ya que la situación emocional

la vive y recrea el capitán con Ines, su esposa y sus dos hijos. Las evocaciones a estas

dos mujeres habla de que no necesitan estar en escena para comprender el sentir y

sufrir de estos dos hombres “presos”, por su condiciones de torturador(ser monstruo)

Y torturado, preso inservible.

Una pregunta, que en la obra analizada es de suma importancia es: ¿ Cuál es el lugar

exacto del ayudante y el oponente en relación con el objeto y el sujeto?Ayudante como

ayudante del sujeto ( amigo, compañero de búsqueda) Capitan para con Pedro.

Los actantes se distribuyen por parejas posicionales: sujeto/objeto,

destinador/destinatario y por parejas oposicionales: ayudante/oponente.

Con una flecha que puede funcionar en los dos sentidos y que, muy a menudo, deja

aparecer el conflicto como una colisión, como un choque entre estos dos actantes.

Se dan casos en que la ambigüedad ayudante-oponente, es constitutiva no solo del

personaje, sino de la relación con el sujeto ( Gabriel, Rosario, Magdalena y Fermin).

Quienes no hacen más que sustentar el “valor” de esconder la verdad, que oculta el

torturado, hasta su muerte.

Sala de interrogatorio

Sala de tortura

Edipo

O: el culpable

La tortura

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O el culpable

Como se ve aquí la casilla destinador es la portadora de la significación ideológica del texto

dramático. Y ello es válido incluso en el caso de que lo que figure como destinador sea una

pulsión aparentemente en relación con el destino individual del sujeto: tortura.

Lo escencial en esta obra teatral es sin lugar a dudas la existencia de, toda pareja básica de

relato dramático, sujeto-objeto. El sujeto se une al objeto o de su querer por una flecha que

indica el sentido de su búsqueda.

El objeto de la búsqueda del sujeto puede perfectamente ser individual (una tentativa de

desear la verdad), pero la relación sujeto-objeto, hace de la individualidad un rasgo que no

existen por si solos dentro de la acción, sin los actantes: El capitán puede desear salvar a su

torturado, mediante la confesión. Pero alcanza a un conjunto más amplio, la salvación de sú

vida, por la prescencia de su tormento de ser un ruin rufian degollador.

La trama de esta obra transcurre en algún centro de detención existente durante la

represión de la década de los 70 u 80 en Latinoamérica. Se desarrolla mediante el

relato de las formas de ver la realidad y de aprehender los distintos valores. ¿Existen

torturadores buenos y malos? ¿Será posible que alguien que haga de la tortura su

función cotidiana resulte ser un hombre bueno?. El Capitán es el inquisidor de buen

trato, cuya estrategia consiste en distender al detenido, logrando declaraciones de

interés a su “noble causa”. No es quien pega ni hiere, es quien pregunta y sugiere.

Pedro el detenido, que aguanta y calla. Mientras avanza el relato, se incrementa la

crueldad en el maltrato pudiendo observándose como decaen las fuerzas de Pedro

por tanta agresión. Pero al mismo tiempo se va produciendo lo más interesante de la

obra, que es el cambio de

roles en escena. Pedro resultará ser el interrogador y el Capitán el requerido.

Mientras el Capitán intenta lograr revelaciones acerca de actividades subversivas y

de personas implicadas; en estos nuevos interrogatorios, Pedro indaga sobre

sentimientos y valores que aquél no ostenta. - ¿Cuál es el nombre de tal o cual

subversivo?, preguntará el Capitán. - ¿Qué pensarían tu esposa e hijos si supieran

de tu trabajo?, cuestionará Pedro. Y entre preguntas formuladas y respuestas

Tortura, libertad,Familia.

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consistentes en otras preguntas, van concluyendo la obra, las fuerzas de Pedro y la

poca cordura del Capitán. Pedro desgastado y el Capitán “Torturado” por las

inquisiciones morales de aquél. Entre castigo físico y castigo moral, ambos

protagonistas van encontrando la muerte. Uno por los golpes recibidos. El otro por

los cuestionamientos realizados por su propio reprimido, que le han hecho ver y

reconocer una vida llena de valores confundidos y de una moral que ha brillado por

su ausencia.-

<los actantes hacen referencia a una sintaxis narrativa: los actores son reconocibles en el

interior de los discursos particulares en que se manifiestan>

Se puede considerar a los dos personajes en la obra como un solo actor; la fusión sicológica

que hacen los personajes, de que cada uno logre expiar sus culpas y así no llegar a morir en

el intento, aún sabiendo que para pedro no existe salida, pero solo uno conseguirá el fin;

morir, sin cupas ese será Pedro, quien nunca termino aprobando con un sí al interrogatorio,

estuvo dispuesto a dar su vida, y así su mente no quedó con ataduras en cambio el capitaan

vivirá sin nunca cumplir con su máxima hacer que el torturado, hable.

Un actor se define, con un cierto numero de rasgos característicos. Si dos personajes

poseen a la vez las mismas características y hacen la misma acción construirán un mismo

actor: Paradigma torturado/torturador.

Conclusión

Albert Camus murió muy joven y de una forma muy absurda, ya que no fue por motivo de la

tuberculosis que lo aquejó durante su vida, como cualquiera hubiese esperado. Un trágico

accidente cortó la vida de Camus a la edad de 47 años, tal vez sea cierto que el destino

está escrito para cada hombre. Hasta ahí llegaba su historia y que pena no poder seguir

disfrutando de su literatura por mas tiempo, ya que dejó incluso manuscritos incompletos. La

vida, sin lugar a dudas, le quedó debiendo tiempo.

Pero hoy tras su muerte recordamos, su obra fue trascendente y universal, de ahí su

importancia en todo el mundo y cada vez que leamos una de sus obras no podremos sino

saber que pertenece a éste hombre, dado a sus características tan peculiares, influido por la

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sociedad de su tiempo, a través de los personajes sublimes que desarrollan sus argumentos

En sus obras se ocupó de la ética, la justicia, la política, el poder, la humanidad. En su

pensamiento. Por supuesto un gran hombre de letras. Que no podemos dejar de conocer a

través de sus obras, especialmente en “Pedro y el Capitán”, donde con majestuosidad,

desarrolla a través de sus mentes, sabe descubrir lo más profundo del alma de dos

hombres que se confrontan en escenarios distintos pero similes a la vez, en la acogida del

sosiego de sus personalidades, y en la incursión de el devenir de sus destinos.

Luego de leer y analizar la obra; “Pedro y el Capitán”, la recomendaré con pasión a los que

gustan de la mejor literatura y mi argumento será: Si desean indagar en lo mas profundo de

Las debilidades y luchas entre dos hombres, no dejen de leer a Benedetti con esta obra.

Se encontrarán con: una tensión dramática que ofrece una representación teatral en la que

Se darán cuenta deuna reflexión cruda y realista de la violencia en los régimenes represivos.

Las personalidades de la victima y el verdugo, surgen con perfiles tan bien logrados como

creibles.

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