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Plegaria a un Niiio Dormido: Iconografia del Ritual Funerario del Angelito en Mexico Daniela Marino El ritual del angelito, conocido por este nombre en casi toda HispanoamCrica, es el rito de paso de 10s niiios bautizados a la vida en el mhs allh. De acuerdo con el dogma cat6lic0, 10s niiios mueren sin pecado mortal y van directamente a1 Cielo para convertirse en Angeles, sin pasar por el Purgatorio. Por ello la muerte de un angelito, a pesar del dolor que ocasiona a 10s padres, es un acontecimiento alegre. Es un ritual muy antiguo, que lleg6 a este lado del AtlAntico como parte de la cultura espaiiola per0 que en Mexico se enraiz6 perfectamente con la celebraci6n prehisphica que el cronista y evangelizador Fray Diego Durtin defini6 como el “Miccaihuiltontli el cual vocablo es diminu- tivo y quiere decir fiesta de 10s muertecitos y a lo que ella entendi segtin la relaci6n fue ser fiesta de nifios inocentes muertos.” Como aconteci6 con otros elementos culturales, si 10s indigenas notaron que la manera de continuar el ritual era asimilhdolo al que se efectuaba en Espaiia, pues entonces asi lo hicieron. Del mismo modo, el lo” mes del afio, dedicado por 10s mexicas a 10s adultos fallecidos, se subsumi6 a1 2 de noviembre, el dia de muertos de la tradici6n cat6lica y el Miccaihuiltontli, que anteriormente coincidia con el 9” mes del aiio, pasm’a a celebrarse, bajo un nuevo ropaje, cada 1” de noviembre. Asi, 10s rituales funerarios ocupan en Mexico un importante lugar en la cultura popular, per0 reflejan tambiCn una innegable realidad demogrhfica. La muerte era un acontecimiento fre- cuente, especialmente la de 10s hijos que sigui6 siendo muy alta hasta bien entrado el siglo XX. Durante todo el porfiriato, la esperanza de vida se mantuvo alrede- dor de 10s 30 aiios y la mortalidad infantil era del 30%. Con la extensi6n de servicios mCdicos y educa- tivos a 10s pueblos, Csta descendi6 al22% para 1920 y a1 13% hacia 1940. En este trabajo, sefialaremos posibles origenes e indagaremos sobre 10s cambios particulares que acon- tecen en el ritual popular mexicano a travCs de su rep- resentaci6n iconogriSica, y en particular con la incor- poraci6n de la fotografia, hecho que acontece- aunque en menor medida-hasta nuestros dias. Asi, ahondaremos en la particular relaci6n que se establece en la recreaci6n popular del ritual del angelito, entre la tradici6n-las formas simb6licas del rito-y la modernidad, caracterizada por la casi inmediata incor- poraci6n de la imagen per0 tambiCn de 10s elementos introducidos por el fot6grafo como nuevo “maestro de ceremonias.” El ritual Antecedentes y paralelismos Foster define el ritual funerario infantil como una forma popular del catolicismo espaiiol. Todavia hacia fines del siglo XIX, cuando moria un niiio se realizaba en Espaiia-en el litoral meditedneo desde Castell6n hasta Murcia, en Extremadura y las Islas Canarias, aunque a comienzos de ese siglo habria existido en la mayor parte del sur y centro de la peninsula-el “baile de 10s angelitos,” protagonizado por amigos y parientes del niiio muerto que durante toda la noche cantaban y bailaban al son de guitarras y castaiiuelas. Transformados, el baile, la mh.ica y 10s juegos tam- biCn e s t h presentes en el ritual mexicano. Este autor seiiala otras similitudes entre ambas versiones del ritual: el vestir a1 niiio de blanco, como signo de pureza, y la palma en su atafid, simbolizando su virginidad, y transcribe la descripcidn de un funeral infantil que presenciara en Valencia hacia 1870 el via- jero franc& Charles Davillier, quien refiere que la muertitaae 5 o 6 aiios-estaba acostada sobre una mesa con un cirio encendido en cada esquina “vestida como si fuese a ir a una fiesta” y con una corona de azahares en su cabeza. Es importante este detalle del vestir porque serh el mhs distintivo del ritual mexi- Aunque la transferencia del ritual, como de todos 10s demhs bienes y elementos culturales europeos, lleg6 a AmCrica desde Espaiia-evidente en su difusi6n por todo el continente hispanoamericano y a su presencia en comunidades tanto de origen indigena como de origen africano-, tambiCn se pintaron niiios difuntos del Renacimiento y el barroco en Italia, Inglaterra, Holanda y Francia y en la NorteamCrica cano. 45

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Plegaria a un Niiio Dormido: Iconografia del Ritual Funerario del Angelito en Mexico

Daniela Marino

El ritual del angelito, conocido por este nombre en casi toda HispanoamCrica, es el rito de paso de 10s niiios bautizados a la vida en el mhs allh. De acuerdo con el dogma cat6lic0, 10s niiios mueren sin pecado mortal y van directamente a1 Cielo para convertirse en Angeles, sin pasar por el Purgatorio. Por ello la muerte de un angelito, a pesar del dolor que ocasiona a 10s padres, es un acontecimiento alegre. Es un ritual muy antiguo, que lleg6 a este lado del AtlAntico como parte de la cultura espaiiola per0 que en Mexico se enraiz6 perfectamente con la celebraci6n prehisphica que el cronista y evangelizador Fray Diego Durtin defini6 como el “Miccaihuiltontli el cual vocablo es diminu- tivo y quiere decir fiesta de 10s muertecitos y a lo que ella entendi segtin la relaci6n fue ser fiesta de nifios inocentes muertos.”

Como aconteci6 con otros elementos culturales, si 10s indigenas notaron que la manera de continuar el ritual era asimilhdolo al que se efectuaba en Espaiia, pues entonces asi lo hicieron. Del mismo modo, el lo” mes del afio, dedicado por 10s mexicas a 10s adultos fallecidos, se subsumi6 a1 2 de noviembre, el dia de muertos de la tradici6n cat6lica y el Miccaihuiltontli, que anteriormente coincidia con el 9” mes del aiio, pasm’a a celebrarse, bajo un nuevo ropaje, cada 1” de noviembre. Asi, 10s rituales funerarios ocupan en Mexico un importante lugar en la cultura popular, per0 reflejan tambiCn una innegable realidad demogrhfica. La muerte era un acontecimiento fre- cuente, especialmente la de 10s hijos que sigui6 siendo muy alta hasta bien entrado el siglo XX. Durante todo el porfiriato, la esperanza de vida se mantuvo alrede- dor de 10s 30 aiios y la mortalidad infantil era del 30%. Con la extensi6n de servicios mCdicos y educa- tivos a 10s pueblos, Csta descendi6 al22% para 1920 y a1 13% hacia 1940.

En este trabajo, sefialaremos posibles origenes e indagaremos sobre 10s cambios particulares que acon- tecen en el ritual popular mexicano a travCs de su rep- resentaci6n iconogriSica, y en particular con la incor- poraci6n de la fotografia, hecho que acontece- aunque en menor medida-hasta nuestros dias. Asi,

ahondaremos en la particular relaci6n que se establece en la recreaci6n popular del ritual del angelito, entre la tradici6n-las formas simb6licas del rito-y la modernidad, caracterizada por la casi inmediata incor- poraci6n de la imagen per0 tambiCn de 10s elementos introducidos por el fot6grafo como nuevo “maestro de ceremonias.”

El ritual Antecedentes y paralelismos

Foster define el ritual funerario infantil como una forma popular del catolicismo espaiiol. Todavia hacia fines del siglo XIX, cuando moria un niiio se realizaba en Espaiia-en el litoral meditedneo desde Castell6n hasta Murcia, en Extremadura y las Islas Canarias, aunque a comienzos de ese siglo habria existido en la mayor parte del sur y centro de la peninsula-el “baile de 10s angelitos,” protagonizado por amigos y parientes del niiio muerto que durante toda la noche cantaban y bailaban al son de guitarras y castaiiuelas. Transformados, el baile, la mh.ica y 10s juegos tam- biCn es th presentes en el ritual mexicano.

Este autor seiiala otras similitudes entre ambas versiones del ritual: el vestir a1 niiio de blanco, como signo de pureza, y la palma en su atafid, simbolizando su virginidad, y transcribe la descripcidn de un funeral infantil que presenciara en Valencia hacia 1870 el via- jero franc& Charles Davillier, quien refiere que la muert i taae 5 o 6 aiios-estaba acostada sobre una mesa con un cirio encendido en cada esquina “vestida como si fuese a ir a una fiesta” y con una corona de azahares en su cabeza. Es importante este detalle del vestir porque serh el mhs distintivo del ritual mexi-

Aunque la transferencia del ritual, como de todos 10s demhs bienes y elementos culturales europeos, lleg6 a AmCrica desde Espaiia-evidente en su difusi6n por todo el continente hispanoamericano y a su presencia en comunidades tanto de origen indigena como de origen africano-, tambiCn se pintaron niiios difuntos del Renacimiento y el barroco en Italia, Inglaterra, Holanda y Francia y en la NorteamCrica

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colonial, lo que podria estar sugiriendo la presencia de un ritual especial.

Una interesante menci6n de Philippe Ariks nos hace reflexionar sobre sus probables antecedentes europeos: este autor nos indica que, a fines del medie- vo, el gran nLimero de niiios que morian antes de poder asistir a un bautizo colectivo motiv6 a la Iglesia a multiplicar 10s lugares de culto, reemplazar el bautismo por inmersi6n por el de aspersi6n y pre- sionar a las familias para que proporcionaran dicho sacramento a sus hijos reciCn nacidos. Esto parece haberse hecho costumbre ya en el siglo XIV, cuando aparecen con mAs frecuencia referencias a un tip0 especial de milagro: la resurrecci6n de 10s niiios muertos sin el bautismo, s610 por el tiempo necesario para poder recibir el sacramento.

Durante 10s siglos XVI y XVII estos milagros se vuelven tan comunes que se les construyen santuarios especializados, llamados “de tregua.” En la Iglesia de la Anunciada, en Aix-en-Provence, en la segunda mitad del siglo XVI, ya no era un milagro sino sim- plemente una costumbre el depositar 10s cadiveres de 10s niiios en el altar y esperar que apareciesen 10s signos de una reanimacidn para bautizarlos. Sin pre- tender determinar un origen, esta referencia me parece ampliamente sugerente, pues quC mejor lugar que el altar de una iglesia para que el velorio de un niiio adopte la iconografia religiosa y otros elementos que aparecertin en el ritual, como las velas o la mesa cubierta con una s6bana blanca, que ya comentamos a1 transcribir el ejemplo espaiiol. Asimismo, tal vez no fuera s610 casualidad el que AriCs encontrara esta cos- tumbre en un templo dedicado a la Virgen, quien podia entender el sufrimiento de las otras madres, condolerse por sus hijos e interceder por ellos a fin de realizar el milagro, o tan siquiera acompaiiar su camino a1 cielo.

Esto podria apoyar la hipdtesis de Aceves acerca del origen de 10s atributos iconogrificos del ritual funerario infantil “en 10s textos y en las imigenes pic- tdricas que dan cuenta del ciclo de la muerte y la glo- rificaci6n de la Virgen,” tema muy popular en la tradi- ci6n cristiana y en la iconografia del arte sacro. Este autor se refiere a la palma y la corona que llevan 10s muertitos, la prohibicibn de llorar expresando la creencia en la resurreccih, la utilizaci6n de mdsica y flores en 10s cortejos, el canto de las alabanzas mari- anas durante el velorio. Las similitudes en el ritual y en la iconografia se habrian originado, se@n Aceves, por una parte en Ia asimilaci6n de la muerte de 10s niiios bautizados a la de la Virgen, al estar tanto una como otros libres de pecado y por tanto de 10s casti- gos divinos que esperan a 10s demas mortales; por

otra parte, en la profusi6n de pinturas de la Asunci6n de la Virgen en 10s templos a partir del siglo XVII, en la manera en que se celebraba este pasaje del culto mariano cada 14 y 15 de agosto y en la difusi6n popu- lar de 10s libritos de piedad que contenian oraciones a la Virgen, 10s santos, etc.

Para Aribs, es bajo la presi6n de 10s reformadores de la Iglesia que se “comienza a descubrir el alma de 10s niiios antes que su cuerpo. Per0 cuando la volun- tad de 10s litterati fue aceptada, se convirti6 en folk- lore, y el nifio comenz6 su carrera popular como pro- tagonista de un nuevo folklore religioso.” Folklore que en America se revestirh de nuevos significados a1 surgir de la combinacidn de la doctrina cat6lica refor- mada y 10s cultos indigenas y africanos.

El ritual en 10s pueblos mexicanos Existen varias descripciones de funerales de

angelitos en Mexico que permiten establecer un p a t h , si bien reconocen variaciones regionales y entre pueblos de origen indigena y africano. Los ele- mentos m6s relevantes son el atuendo copiado de la imagineria cat6lica (de Angel, Niiio Dios, Virgen Maria o algdn/a santo/a), aunque no faltaron el vestido blanco o el de fiesta-especialmente entre clases medias y bajas urbanas-; accesorios de signifi- cad0 religioso: palma, cruz, rosario; flores y plantas- sobre la mesa o el atadd, sobre el cuerpo, en la habitacibn-, a veces alimentos-elotes, nopales-, imC genes religiosas y velas. Otros elementos concurrentes identifican momentos del ritual: mdsica, bailes, ora- ciones, dulces y bebidas y juegos especiales.

En el ritual suele aparecer tambiCn la ofrenda de comida, fundamentalmente elotes, que se ven en algu- nas fotografias. Ofrendas que se repiten 10s 1” y 2” dias de noviembre cuando en cada casa se recuerda a 10s ausentes: se dispone una mesa con flores, comida, dulces de alfeiiique si eran niiios, las fotos de 10s muertos, objetos que eran de su pertenecia o de su agrado, se quema copal y se bebe a su salud; y que se reiteran sobre las tumbas. En realidad-m6s all& de 10s prkstamos europeos-4 particular acercamiento a la muerte, la aceptaci6n de la desaparici6n de 10s seres m6s cercanos y su recreacidn ritual todos 10s primeros dias de noviembre tienen una fuerte impronta mexi- cana.

iconografia de la muerte, iconografia de la infancia El ritual fue objeto de distintas representaciones

iconogrificas. La herencia espafiola y catblica, con sus escenas de Dormici6n tanto de la Virgen como de santos, martires y beatas se continda en la pintura dieciochesca de 10s muertitos de alcurnia, de las aris-

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tocriticas familias coloniales y, paradbjicamente, en la fotografia de la segunda mitad del siglo XIX y primera del XX, aquClla que representa el ritual mes- tizo y popular del velorio, cortejo y entierro del angelito. El ritual de 10s grupos afromexicanos, en cambio, pese a sus similitudes es objeto de grabados y litografias de viajeros del siglo XM y de fotografias antropol6gicas del presente; tal vez fuera un ritual rnis curioso para europeos y citadinos, tal vez estos grupos-por sus particulares creencias-decidieran no incorporar la fotografia a1 ritual.

La pintura Dentro de la iconografia europea, el niiio muerto

aparece en 10s monumentos funerarios de sus padres y maestros en el siglo XVI, acompaiiado de la efigie de sus padres y hermanos. Lo que distinguia a 10s niiios muertos de 10s vivos era que 10s primeros eran repre- sentados de tamaiio rnis pequeiio y llevando en la mano una cruz o una calavera. En 10s cuadros de familias donantes de ese siglo, h e m6s comdn que se 10s pintara desnudos para diferenciarlos de 10s hijos vivos, retomando la imagen del putto que simbolizaba las a lms puras.

Para Aribs, este deseo de mantener el recuerdo de 10s hijos desaparecidos, en una Cpoca en que la mor- talidad infantil seguia siendo muy alta, constata que ya no se consideraba su deceso como una pCrdida inevitable. Este sentimiento (tambiCn el alma de 10s niiios es inmortal) tenia un profundo arraigo religioso y por eso su representaci6n derivaba de la iconografia cristiana de la Sagrada Familia, el Niiio Jesiis, la Virgen Niiia y las otras infancias santas.

A partir del siglo XVII, a1 mismo tiempo que se tornaban m8s frecuentes 10s retratos de niiios vivos y muertos, Ari8s encuentra ejemplos que le permiten seiialar lo seguiente.

El nifio ha salido del anonimato. Esti demasiado personificado como para significar un mod0 de ser del rnis all& y por otra parte, el alma esti demasiado vin- culada a 10s rasgos propios del individuo como para poder ser evocada bajo 10s caracteres impersonales de una alegoria. En adelante, las relaciones entre 10s muertos y 10s vivos son tales que en el hogar, y ya no solamente en la iglesia y sobre las tumbas, se desea recordar y conservar su memoria.

Representar a1 nifio “solo y por si mismo” ser8, para AriCs, la gran novedad del siglo XVII, product0 del deseo de las familias de conservar el recuerdo de sus hijos en el “aspect0 fugaz de la infancia” y que se continda incluso en la fotografia del siglo XIX. Hasta nuestros dias, podriamos agregar.

TambiCn en MCxico 10s niiios muertos fueron retratados para conservar su memoria entre 10s vivos. Estas representaciones fueron evolucionando de acuerdo a 10s cambios en el lugar que ocupaba el niiio en la familia y en la sociedad y en las escuelas icono- grbficas. Encontramos pinturas de angelitos desde fines del period0 colonial, aunque 10s retratos del pre- sente siglo tienen otro sentido: ya no se realizan a pedido de 10s padres ni con un fin utilitario, sino por iniciativa del artista y en ella si aparecen angelitos de sectores populares.

Los cuadros coloniales de angelitos -hasta la primer dCcada del siglo XIX- destacan, rnis que la individualidad del niiio, su pertenencia a una familia acaudalada o a un linaje noble. Esto era representado a travCs del escenario, 10s objetos, las ropas, las joyas, etc. En este sentido, el niiio es tambiCn un objeto, un modelo gracioso, “un mero pretext0 para mostrar la importancia del apellido.”

Ya en el siglo XM, con la difusi6n del liberalism0 y el romanticismo, 10s niiios son pintados con rnis fre- cuencia y de manera conceptualmente distinta. Ahora, 10s retratos infantiles si destacan la individualidad del niiio y tambikn un lugar rnis importante dentro de la familia. Los ideales romhticos propician 10s retratos familiares y las tiernas escenas infantiles. Por su parte, 10s liberales les otorgaron un papel decisivo en la construcci6n de la nueva nacibn.

Estos cambios en el terreno de las ideas se refle- jarin en las representaciones no s610 de 10s niiios vivos, sino tambiCn de 10s muertos. La iconografia describe una muerte austera. La vestimenta es mucho rnis sencilla, sin joyas ni 10s recargados accesorios que adornaban 10s retratos coloniales, a lo sumo una flor entre sus manos. Se continda representando a 10s niiios acostados en su lecho, per0 el plan0 se acerca y mis que a1 cuerpo entero se retrata el rostro, elemento fundamental para capturar a1 niiio en su individuali- dad. En ocasiones, 10s ojos y la boca abiertos, fijando el realism0 de la muerte. Otras veces se 10s pintaba como si estuvieran vivos, de pie, 10s ojos abiertos, y con algdn objeto en la mano-juguete, abanico, som- brero-, ademis del ram0 o la flor.

Estas representaciones pict6ricas de 10s niiios yacentes del siglo XIX-especialmente las de 10s aiios 1840 a 1870-son contemporineas de las primeras experiencias fotogrificas: daguerrotipos, ambrotipos, ferrotipos, tarjetas de visita; que por su costo retrataron a 10s niiios de 10s mismos sectores altos y medio-altos de la sociedad mexicana. Por lo tanto, observamos que la postura, la vestimenta, 10s rostros, son 10s mismos; y a su vez muy distintos de las fotografias de 10s angelitos de clases bajas, tanto urbanas como rurales.

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La fotografia Como ya avanzamos, segdn Aceves tanto el ritual

como la iconografia del funeral de angelitos se basan en las representaciones literarias y pict6ricas de la Dormicidn y Asunci6n de la Virgen, que se hicieron m5s frecuentes a partir del siglo XVII. No obstante, ya 10s primeros evangelizadores recurrieron a las posibilidades de multiplicaci6n que brindaba el grabado para difundir las imigenes catdlicas entre 10s indigenas-que prontamente fueron apropiadas, copi- adas y reelaboradas por Cstos-, a1 mismo tiempo que contaban las vidas de 10s santos en sus sermones. Esto significa que la poblaci6n indigena y mestiza, tanto rural como la que opta por residir en las ciu- dades, contaba-desde mucho antes que apareciera la fotografia-con un amplio, extenso y ya antiguo capi- tal iconogrAfico cristiano al que apelar para dotar sim- b6licamente 10s ritos de la muerte, sin necesidad de apelar a la pintura de niiios muertos de clases altas.

El desarrollo de la fotografia de la muerte no fue exclusivo de MCxico ni tuvo por Cnicos protagonistas a 10s niiios. Acontecid en Espaiia, en otros paises europeos y americanos, donde el modelo a imitar fue siempre Paris. El retrato fue el rubro m6s rentable para 10s fotbgrafos, y la inclusidn del retrato funerario requiri6 el dominio de tCcnicas apropiadas: 10s man- uales de la Cpoca nos ilustran, por ejemplo, con quC sustancias pintar 10s labios y c6mo maquillar el rostro para disimular la impresi6n cadavCrica.

Las fotografias espaiiolas de angelitos son en general fotos de estudio, que retratan a1 niiio en el regazo de sus padres, o tomada en el lecho de muerte. Estas fotos tambiCn se realizaron en MCxico, especial- mente entre clases medias urbanas, per0 entre las clases bajas de pequeiios pueblos del medio rural la fotografia no s610 capta el ritual popular del angelito sino que se incorpora a 61, como una parte importante del mismo.

Los retratos de angelitos podian ser tornados durante el funeral o bien en el estudio del fotbgrafo, camino a1 cementerio. Un aspect0 interesante de las primeras es que reflejan las caracteristicas del velorio, aunque con ciertas limitaciones: por razones de ilumi- nacibn, muchas veces en lugar de tomar la foto en la habitaci6n dispuesta para el ritual se ha sacado la mesa a1 patio, mostrando por tanto s610 una parte de la escenografia y 10s elementos utilizados para des- pedir a1 angelito; otra limitacidn se debe a1 plano elegido por el fot6grafo: en el caso de las que retratan s610 a1 angelito, el plano se acerca para captarlo en su individualidad. Las que incluyen a familiares del muertito, amplian por esta necesidad el plano, aunque en general son de estudio.

El fot6grafo tenia mayor participaci6n cuando la foto era tomada en el estudio. Entonces, era 61 quien montaba la escena y decidia quC elementos apare- cerian en el retrato: tel6n, muebles y ornamentos que ya existian en su estudio y eran utilizados en 10s dem5s retratos comerciales. Esto le otorgaba, por una parte, mayor impersonalidad y homogeneidad a1 retrato de angelitos y, por otra, una mayor influencia del criterio artistic0 del profesional y de las tendencias dictadas por la moda: el estilo de 10s muebles, 10s paisajes naturalistas del tel6n de fondo, las poses y tCcnicas sancionadas en Paris.

Generalmente, 10s angelitos eran retratados acostados, sobre una mesa o en su a ta~d; en 10s brazos de un adulto, sentado sobre el regazo de Cste o bien de pie sobre una mesa, sostenido por un familiar. Cuando acostados, a veces se colocaba el cuerpo de perfil o s610 el rostro, 10s ojos cerrados, la boca abierta o ce- rrada, simulando que duermen. M6s frecuentemente aparecen boca arriba, sus brazos a ambos lados del cuerpo, o cruzados sobre el pecho sosteniendo una flor o ramo, una CNZ o un rosario, o entrelazando sus dedos. Cuando tienen sus ojos y boca cerrados, una posici6n relajada, representan el sueiio eterno; con la boca y 10s ojos abiertos nos muestran el crudo realism0 de la muerte. Otras veces les han maquillado el rostro y les han abierto 10s ojos, pareciera que sus padres quisieran seguir viCndolos vivos, que no se resignan a su pCrdida.

Puede decirse que estas representaciones fotogr6- ficas de angelitos de sectores populares repiten la pos- tura y la gestualidad de la pintura de 10s niiios muertos de 10s siglos XVIII y XIX, asi como la presencia de elementos como flores, velas, palmas y coronas. Sin embargo, debemos resaltar que e s t h tomando el ves- tuario directamente de la iconografia religiosa, la misma en que se ha basado la pintura funeraria. En este sentido, afirmamos que la fotografia de angelitos refleja el ritual popular en si mismo -nos muestra su particular us0 de la iconografia, su propia muerte- que no es deudo de 10s funerales de 10s niiios de las clases altas.

iC6mo se incorporaba la fotografia a1 ritual? Un primer momento lo constituia la producci6n de la imagen. Esta se tomaba en el mismo lugar donde se estaba celebrando el funeral, adonde acudia el fot6- grafo, o bien en el estudio, como escala en el camino del velorio a1 cementerio; en ambos casos, la foto so- lemnizaba el ritual, ayudada por el ceremonial dis- puesto para ese fin. En un segundo momento, ya la familia en posesi6n de la imagen, la sacralizaba a1 instituirla en el altar domkstico, que ya incluia otras imigenes religiosas-inclusive retratos de otros muer-

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tos de la familia-que recibian sus plegarias. A este altar se oraba y ofrendaba cotidianamente, per0 la imagen del niiio adquiria un significado y una intensi- dad particular en el ritual especifico del 1" de noviem- bre, dia de 10s angelitos.

Conclusiones En principio, podemos afirmar que si el ritual deI

angelito es decididamente de origen cat6lico y europeo, la reelaboraci6n sincrktica, mestiza, del mismo nos habla de su aceptaci6n y apropiaci6n por las culturas americanas. En particular en Mexico, a1 enraizarse con tradiciones preexistentes a la conquista e incorporar elementos regionales, dio lugar no s610 a un ritual propio y notablemente extendido-al menos en la regi6n central-, sino ademk a una manifestaci6n de la cultura popular original y muy difundida cual es la fotografia de angelitos, product0 de la rdpida apropiaci6n y funcionalizaci6n de nuevas tecnologias por parte de las clases bajas tanto urbanas como rurales.

Dimos cuenta de Ia fragilidad de la niiiez mexi- cana hasta casi mitad de este siglo, cuando se produce una importante disminuci6n de la mortalidad infantil. Retomando a Ari&s, puede causar sorpresa que la fre- cuencia de la muerte de 10s hijos no anulara la sensi- bilidad de 10s padres a1 respecto. Esto nos lo demues- tra la la conservacidn de la imagen del angelito, como reflejo del valor otorgado a la infancia, sobre todo a partir del siglo XIX y a6n en 10s sectores m8s humildes: 10s padres lamentan su muerte, pese a la brevedad de su vida; pero, por otra parte, el ritual y la utilizaci6n posterior de la imagen no s610 exorcizaban la pkrdida, tambien sacralizaban la ofrenda, reforzando su vinculo con Dios en un particular ejer- cicio, popular, de la religiosidad cat6lica. Es decir, el

valor de 10s hijos se manifestaba tambiCn en el momento de su muerte.

En cuanto a la iconografia, consideramos que existe un corte entre la pintura y la fotografia de niiios muertos. La pintura dieciochesca, realizada a pedido de las familias nobles y ricas de la colonia, repite 10s motivos de la iconografia religiosa, en particular, como ha demostrado Aceves, de aquella de la Dormici6n y el Trdnsito de la Virgen y de santos y miirtires y, al mismo tiempo, se recarga de elementos suntuarios; per0 entrado el siglo XM, es reemplazada por una pintura y una fotografia laicas y austeras en la representaci6n de 10s niiios muertos de sectores altos y medios. Este caso, de las contemporheas pintura decimon6nica y primeras experiencias fotogrificas que retratan angelitos de las mismas clases media-aha y alta con muy similares cinones estkticos, si puede considerarse una continuidad.

Pensamos que, en cambio, la fotografia que retrata angelitos de clases populares no copia ni con- tinlia la pintura de niiios de clase alta. Si aparecen algunos elementos en ambas representaciones es porque las dos tomaron como modelo a la misma iconografia religiosa, que como vimos estaba amplia- mente difundida y arraigada en 10s sectores populares -prueba de ello, que las mismas imigenes aparecen en las fotos-, y que llevan a su extremo, copiando incluso elementos (como el vestido) que no habian sido incor- porados en las imdgenes producidas para las clases altas y agrega otros de su existencia cotidiana (como la ofrenda de alimentos, especialmente elotes). En conclusi6n, si bien ambas expresiones abrevan en la misma fuente y por tanto comparten muchos elemen- tos, es importante destacar que el us0 social que se hace de ellas es fundamentalmente distinto.