mariano moreno plan de operaciones 1810

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  • 8/14/2019 Mariano Moreno Plan de Operaciones 1810

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    MARIANO MORENO (1778-1811)

    Plan revolucionario de operaciones / 1810

    Fuente: Mariano Moreno. Escritos polticos y econmicos. Ordenados y con un prlogo porNorberto Piero. Buenos Aires, La Cultura Argentina, 1915.

    Plan de operaciones

    Que el gobierno provisional de las Provincias Unidas del Ro de la Plata debe poner en prctica paraconsolidar la grande obra de nuestra libertad e independencia.

    Seores de la Excelentsima Junta Gubernativa de las Provincias Unidas del Ro de la Plata:Volar a la esfera de la alta y digna proteccin de V. E. los pensamientos de este Plan, encumplimiento de la honorable comisin con que me ha honrado, si no es ambicin del deseo, es a lomenos un reconocimiento de gratitud a la Patria; ella solamente es el objeto que debe ocupar lasideas de todo buen ciudadano, cuya sagrada causa es la que me ha estimulado a sacrificar misconocimientos en obsequio de su libertad, y desempeo de mi encargo. Tales son los justos motivosque al prestar el ms solemne juramento ante ese Superior Gobierno hice presente a V. E., cuando,en atencin a las objeciones que expuse, convencido de las honras, protest V. E. que nunca podrandesconceptuarse mis conocimientos, si ellos no llegaban a llenar el hueco de la grande obra.En esta atencin y cumplimiento de mi deber, sera un reo de lesa patria, digno de la mayorexecracin de mis conciudadanos, indigno de la proteccin y gracias que ella dispensa a susdefensores, si habindose hecho por sus representantes en mi persona, la confianza de un asunto en

    que sus ideas han de servir para regir en parte mvil de las operaciones que han de poner a cubiertoel sistema continental de nuestra gloriosa insurreccin, no me desprendiese de toda consideracinaun para con la Patria misma, por lisonjear sus esperanzas con la vil hipocresa y servil adulacin deunos pensamientos contrarios, que en lugar de conducirla a los grandes fines de la obra comenzada,slo fuesen causa de desmoronar los dbiles cimientos de ella; y en esta virtud, el carcter de lacomisin y el mo, combinando un torrente de razones, las ms slidas y poderosas, uniformando susideas, me estrechan indispensablemente a manifestarme con toda la integridad propia de unverdadero patriota.La verdad es el signo ms caracterstico del hombre de bien; la resignacin, el honor y la grandeza denimo en las arduas empresas, son las seales ms evidentes de un corazn virtuoso, verdaderoamante de la libertad de su patria; tales son los principios que me he propuesto seguir paradesenvolver el cmulo de reflexiones que me han parecido ms conducentes para la salvacin de laPatria, en el presente plan, sin que preocupacin alguna poltica sea capaz de trastornar ni torcer la

    rectitud de mi carcter y responsabilidad.El emprendimiento de la obra de nuestra libertad, a la verdad, es tan grande, que por su aspecto tieneuna similitud con los palacios de Siam, que con tan magnficas entradas, no presentan en su interiorsino edificios bajos y dbiles; pero la Providencia que desde lo alto examina la justicia de nuestracausa, la proteger, sin duda, permitiendo que de los desastres saquemos lecciones las msimportantes. Porque aunque algunos aos antes de la instalacin del nuevo gobierno se pens, sehabl, y se hicieron algunas combinaciones para realizar la obra de nuestra independencia; diremosque fueron medios capaces y suficientes para realizar la obra de la independencia del Sud, pensarlo,hablarlo y prevenirlo? Qu sacrificios hemos hecho, en qu emprendimientos, que sean suficientespara que podamos tributarnos loores perpetuos por la preferencia de la primaca? Qu planos ycombinaciones han formado ms laboriosas reas, para evitar que se desplome un edificio que sinpensar en la solidez que debe estribar sus cimientos, queremos levantar con tanta precipitacin?Permtaseme decir aqu, que a veces la casualidad es la madre de los acontecimientos, pues si no se

    dirige bien una revolucin, si el espritu de intriga y ambicin sofoca el espritu pblico, entoncesvuelve otra vez el estado a caer en la ms horrible anarqua. Patria ma, cuntas mutaciones tienesque sufrir! Dnde estn, noble y grande Washington, las lecciones de tu poltica? Dnde las reglas

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    laboriosas de la arquitectura de tu grande obra? Tus principios y tu rgimen seran capaces deconducirnos, proporcionndonos tus luces, a conseguir los fines que nos hemos propuesto.En esta verdad las historias antiguas y modernas de las revoluciones nos instruyen muycompletamente de sus hechos, y debemos seguirlos para consolidar nuestro sistema, pues yo mepasmo al ver lo que llevamos hecho hasta aqu, pero temo, a la verdad, que si no dirigimos el ordende los sucesos con la energa que es propia (y que tantas veces he hablado de ella) se nos desplome

    el edificio; pues el hombre en ciertos casos es hijo del rigor, y nada hemos de conseguir con labenevolencia y la moderacin; stas son buenas, pero no para cimentar los principios de nuestraobra; conozco al hombre, le observo sus pasiones, y combinando sus circunstancias, sus talentos,sus principios y su clima, deduzco, por sus antecedentes, que no conviene sino atemorizarle yobscurecerle aquellas luces que en otro tiempo ser lcito iluminarle; mi discurso sera muy vastosobre esta materia, y no creyndolo aqu necesario, no trato de extenderlo, pero deduciendo laconsecuencia tendamos la vista a nuestros tiempos pasados y veremos que tres millones dehabitantes que la Amrica del Sud abriga en sus entraas han sido manejados y subyugados sin msfuerza que la del rigor y capricho de unos pocos hombres; vase pueblo por pueblo de nuestro vastocontinente, y se notar que una nueva orden, un mero mandato de los antiguos mandones, ha sidosuficiente para manejar miles de hombres, como una mquina que compuesta de inmensas partes,con el toque de un solo resorte tiene a todos en un continuo movimiento, haciendo ejercer a cada unasus funciones para que fue destinada.

    La moderacin fuera de tiempo no es cordura, ni es una verdad; al contrario, es una debilidad cuandose adopta un sistema que sus circunstancias no lo requieren; jams en ningn tiempo de revolucin,se vio adoptada por los gobernantes la moderacin ni la tolerancia; el menor pensamiento de unhombre que sea contrario a un nuevo sistema, es un delito por la influencia y por el estrago quepuede causar con su ejemplo, y su castigo es irremediable.Los cimientos de una nueva repblica nunca se han cimentado sino con el rigor y el castigo,mezclado con la sangre derramada de todos aquellos miembros que pudieran impedir sus progresos;pudiera citar los principios de la poltica y resultados que consiguieron los principales maestros de lasrevoluciones, que omito el hacerlo por ser notorias sus historias y por no diferir algunas reflexionesque se me ofrecen "acerca de la justicia de nuestra causa, de la confianza que debemos tener enrealizar nuestra obra, de la conducta que nos es ms propicia observar, como igualmente de lasdems mximas que podrn garantizar nuestros emprendimientos".

    En esta atencin, ya que la Amrica del Sud ha proclamado su independencia, para gozar de una justa y completa libertad, no carezca por ms tiempo de las luces que se le han encubierto hastaahora y que pueden conducirla en su gloriosa insurreccin. Si no se dirige bien una revolucin, si elespritu de intriga, ambicin y egosmo sofoca el de la defensa de la patria, en una palabra: si elinters privado se prefiere al bien general, el noble sacudimiento de una nacin es la fuente msfecunda de todos los excesos y del trastorno del orden social. Lejos de conseguirse entonces elnuevo establecimiento y la tranquilidad interior del estado, que es en todos tiempos el objeto de losbuenos, se cae en la ms horrenda anarqua, de que se siguen los asesinatos, las venganzaspersonales y el predominio de los malvados sobre el virtuoso y pacfico ciudadano.El caso y la fatalidad son las disculpas de la indiscrecin y la flaqueza. El hombre animoso hace salira luz los ocasos para utilizarlos, y sus enemigos son los que se rinden al yugo de la fatalidad. El quetiene gran corazn, espritu y alma elevada, manda a la fortuna, o ms bien la fortuna no es sino lareunin de estas cualidades poderosas, pero como su brillo amedrenta al vulgo y excita la envidia,ser feliz quien pueda hermanarlas con la moderacin que las hace excusables.No admiremos la Providencia ni desconfiemos de ella, recordando que de las fatalidades msdesastradas, saca las grandes e importantsimas lecciones que determinan el destino del mundo. Lamano dio luz al sol y a los astros, y hace girar los cielos, humilla a veces los tronos, borra losimperios, as como desde el polvo encumbra a lo sumo de la grandeza a un mortal desconocido,demostrando al Universo que los mortales, los imperios, los tronos, los cielos y los astros, son nadaen comparacin de su poder.Sentemos ante todo un principio: la filosofa que reina en este siglo demuestra la ridiculez de lagrandeza y las contingencias a que est expuesta. La insubsistencia perpetua y continuada de lacorona de Espaa, lo est evidenciando; la familia real envilecida, haba ya dejado de serlo y perdidosus derechos; el 25 de mayo de 1810, que har clebre la memoria de los anales de Amrica, nos hademostrado esto, pues hace veinte aos, que los delitos y las tramas de sus inicuos mandones yfavoritos le iban ya preparando este vuelco.

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    Por mejor decir, no se la ha destronado ni derribado del solio, sino que se la ha hundido debajo de lasplantas; y jams pudo presentarse a la Amrica del Sud oportunidad ms adecuada para estableceruna rplica sobre el cimiento de la moderacin y la virtud.La familia de los Borbones estaba en el suelo, y ninguno de sus cobardes amigos acudi a tiempo adarle la mano; no era menester ms que dejarla dormir y olvidarla.As, pues, cuando las pasiones del hombre andan sueltas, cun horrible, pero cun interesante, es el

    observarle! Entonces sale a lo claro lo ms escondido de su corazn, entonces la vista puede seguirpor las vueltas y revueltas de aquel laberinto inescrutable los estragos del odio, los arrebatos de laambicin, el desenfreno de la codicia, los mpetus de vanagloria y los proyectos de engrandecimiento.Hay hombres de bien (si cabe en los ambiciosos el serlo) que detestan verdaderamente todas lasideas de los gobiernos monrquicos, cuyo carcter se les hace terrible, y que quisieran, sinderramamiento de sangre, sancionar las verdaderas libertades de la patria; no profesan los principiosabominables de los turbulentos, pero como tienen talento, algunas virtudes polticas, y buen crdito,son otro tanto ms de temer; y a stos sin agraviarlos (porque algn da sern tiles) debeseparrselos; porque, unos por medrar, otros por mantenerse, cules por inclinacin a las tramas,cules por la ambicin de los honores, y el menor nmero por el deseo de la gloria, o para hablar conms propiedad, por la vanidad de la nombrada, no son propios por su carcter para realizar la grandeobra de la libertad americana, en los primeros pasos de su infancia.A la verdad, me rebajara de mi carcter y del concepto que se tiene formado hacia mi persona si

    negase los obstculos e inconvenientes que atropellando mis deseos desconsolaban mi nimo,aunque conceba algunas veces medios para allanarlos. Otros, en mi lugar, lejos de confundirsetransformaran, como hace la verdadera destreza, los obstculos en medios, hollaran los estorbos, yaun los procuraran para complacerse en superarlos; en fin, yo titube en medio de las mayoresdificultades, temiendo el empezar, y ansiando el acabar, excitado por mi adhesin a la Patria,contenido por los escrpulos y agitado entre la esperanza del xito y el temor del malogro.En esta virtud, habindome hecho cargo de todo, resolv entregarme a la marea de losacontecimientos, porque las empresas arduas siempre presentan grandes dificultades, y, porconsiguiente, grandes remedios; pues huir cuando se va a dar la batalla, no slo es cobarda sino auntraicin; y en este estado me puse en manos de la Providencia, a fin de que dirigiese misconocimientos acerca de la causa ms justa y ms santa, pues si se malograse el fruto de misintentos, la recompensa, creo, quedara cifrada en la gloria de haberlos emprendido.En cuya atencin y consecuencia, la sensibilidad y una extremada energa son los elementos msgrandes de la naturaleza y los ms propios para realizar una grande obra, porque entonces losnimos generosos se desenvuelven en medio de las ms horrorosas tempestades, aumentando susfuerzas a proporcin de los peligros que los amenazan, y consiguientemente unos hombres de estecorazn son capaces de las acciones ms heroicas, y aun de conducir con su poltica las tramas mslargas y formales, donde se cifre la vida de un hombre y el destino de un estado.No se me podr negar que en la tormenta se maniobra fuera de regla, y que el piloto que salva elbajel, sea como fuere, es acreedor a las alabanzas y a los premios; este principio es indudable,mxime cuando se cie a la necesidad absoluta como nico medio para la consecucin de lo que sesolicita.Las mximas que realizan este plan y hago presentes son, no digo las nicas practicables, sino lasmejores y ms admisibles, en cuanto se encaminen al desempeo y gloria de la lid en que estamostan empeados. Quin dudar que a las tramas polticas, puestas en ejecucin por los grandestalentos, han debido muchas naciones la obtencin de su poder y de su libertad? Muy poco instruidoestara en los principios de la poltica, las reglas de la moral, y la teora de las revoluciones, quienignorase de sus anales las intrigas que secretamente han tocado los gabinetes en iguales casos: y,diremos por esto que han perdido algo de su dignidad, decoro y opinin pblica en lo ms principal?Nada de eso: los pueblos nunca saben, ni ven, sino lo que se les ensea y muestra, ni oyen ms quelo que se les dice.En el orden moral, hay ciertas verdades matemticas en que todos convienen, as como todosadmiten los hechos incontestables de la fsica. Pregntesenos a cada uno qu figura tiene el sol, yresponderemos unnimes que redonda; pregntesenos tambin sobre los bienes de la esclavitud ymales de la libertad, y nos parecern stos preferibles a aqullos, porque siendo poco numerososunos y otros, queremos naturalmente la mayor suma de bienes, de la cual slo hay que separar unacantidad pequea de males.Pero cuando vengamos a los medios de formar la mayor suma de estos bienes, y la segregacin msconsiderable de estos males, entonces falta la unanimidad, el problema divide las opiniones y losdebates comienzan.

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    Tal sera el estado en que nos encontraramos, si no nos uniesen generalmente los intereses de laPatria; y quin de vosotros, seores, sera capaz de poner en cuestin la libertad y felicidad de ella,no teniendo sino unos conocimientos superficiales de las causas secretas de la revolucin? Acasose necesit ms fortaleza el 25 de mayo de 1810, para derribar los colosos de la tirana y despotismo;que se necesita para erigir los cimientos de nuestro nuevo edificio? Desembarcese el suelo de losescombros, quiero decir; concluyamos con nuestros enemigos, reformemos los abusos corrompidos y

    pngase en circulacin la sangre del cuerpo social extenuado por los antiguos dspotas, y de estemodo se establecer la santa libertad de la Patria.Y en consecuencia creera no haber cumplido, tanto con la comisin con que se me ha honrado,como con la gratitud que debo a la Patria, si no manifestase mis ideas segn y como las siente elcorazn ms propias, y los conocimientos que me han franqueado veinticinco aos de estudioconstante sobre el corazn humano, en cuyo, sin que me domine la vanidad, creo tener algn voto ensus funciones intelectuales; y por lo contrario, si moderando mis reflexiones no mostrase los pasosverdaderos de la felicidad, sera un reo digno de la mayor execracin; y as no debe escandalizar elsentido de mis voces, de cortar cabezas, verter sangre y sacrificar a toda costa, aun cuando tengansemejanza con las costumbres de los antropfagos y caribes. Y si no, por qu nos pintan a lalibertad ciega y armada de un pual? Porque ningn estado envejecido o provincias, puedenregenerarse ni cortar sus corrompidos abusos, sin verter arroyos de sangre.Hablemos con franqueza: hasta ahora slo hemos conocido la especulativa de las conspiraciones, y

    como tal cuando tratamos de pasar a la prctica nos amilanamos. Pues no; no son stas laslecciones que nos han enseado y dado a conocer los maestros de las grandes revoluciones; fjese lavista sobre los anales de las historias del Norte, de la Francia, etc., y aun de la misma Espaa, y seobservar las tramas y astucias polticas, nicamente dirigidas a conseguir por todo camino aquellosfines a que han aspirado.Se ha repetido muchas veces, que la necesidad es madre de la industria, y que su carcterhalageo, pintado con los bellos colores de una filosofa sutil, invierte su estudio y destreza pormedio de la seduccin y la intriga, teniendo a veces su origen ms o menos noble, segn lascircunstancias.ltimamente, demos un carcter ms solemne a nuestro edificio, miremos slo a la Patria, y cuandola Constitucin del Estado afiance a todos el goce legtimo de los derechos de la verdadera libertad,en prctica y quieta posesin, sin consentir abusos, entonces resolvera el Estado Americano elverdadero y grande problema del contrato social; pues establecer leyes cuando han de desmoronarseal menor mpetu de un blando cfiro, depositndolas dentro de un edificio, cuyos cimientos tan pocoslidos no presentan an ms que vanas y quimricas esperanzas, exponiendo la libertad de laPatria, la impotencia, que quiz al menor impulso de nuestros enemigos, envolvindonos en arroyosde sangre, tremolen otra vez sobre nuestras ruinas el estandarte antiguo de la tirana y despotismo; ypor la debilidad de un gobierno se malograra entonces las circunstancias presentes, y msfavorables a una atrevida empresa, que se inmortalizara en los anales de Amrica, y desvanecidasnuestras esperanzas seramos vctimas del furor y de la rabia.Y en consecuencia de todo lo expuesto, pasando ya a la exposicin de los artculos que contiene lacomisin de mi cargo, por el orden y segn instruye su contenido, dice:Artculo 1 - En cuanto a la conducta gubernativa ms conveniente a las opiniones pblicas, yconducente a las operaciones de la dignidad de este Gobierno, debe ser las que instruyen lassiguientes reflexiones:1 Sentado el principio que en toda revolucin hay tres clases de individuos: la primera, los adictos alsistema que se defienden; la segunda, los enemigos declarados y conocidos; la tercera, lossilenciosos espectadores, que manteniendo una neutralidad, son realmente los verdaderos egostas;bajo esta suposicin, la conducta del Gobierno en todas las relaciones exteriores e interiores, con lospuertos extranjeros y sus agentes o enviados pblicos y secretos, y de las estratagemas,proposiciones, sacrificios, regalos, intrigas, franquicias y dems medios que sean menester poner enprctica, debe ser silenciosa y reservada, con el pblico, sin que nuestros enemigos, ni aun la partesana del pueblo, lleguen a comprender nada de sus enemigos exteriores e interiores podranrebatirnos las ms veces nuestras diligencias; lo segundo, porque adems de comprometer a muchosde aquellos instrumentos de quienes fuese preciso valernos ocasionndoles su ruina, tambinperderamos la proteccin de tales resortes para en lo sucesivo, y lo que es ms, la opinin pblica; ylo tercero, porque mostrando slo los buenos efectos de los resultados de nuestras especulaciones ytramas, sin que los pueblos penetren los medios ni resortes de que nos hemos valido, atribuyendostos sus buenos efectos a nuestras sabias disposiciones, afianzaremos ms el concepto pblico, ysu adhesin a la causa, haciendo que tributen cada da mayor respeto y holocausto a susrepresentantes; y as obviaremos quiz las diferentes mutaciones a que est expuesto el Gobierno.

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    2 A todos los verdaderos patriotas, cuya conducta sea satisfactoria, y tengan dado de ella pruebasrelevantes, si en algo delinquiesen, que no sea concerniente al sistema, dbese siempre tener constos una consideracin, extremada bondad: en una palabra, en tiempo de revolucin, ningn otrodebe castigarse, sino el de incidencia y rebelin contra los sagrados derechos de la causa que seestablece; y todo lo dems debe disimularse.3 En todos los empleos medios, despus que se hallen ocupados por stos, la carrera de sus

    ascensos debe ser muy lenta, porque conceptuando que el establecimiento radicado de nuestrosistema, es obra de algunos aos, todos aspiraran a generales y magistrados; y para obviar estodeben establecerse premios, como escudos, columnas, pirmides, etc., para premiar las acciones delos guerreros, y adormecer con estos engaos a aquellos descontentos que nunca faltan, y exigenpor su avaricia ms de lo que merecen. Pues en qu se perjudica a la Patria que un ciudadano lleveel brazo lleno de escudos, ni que su nombre est escrito en un paraje pblico, cuando de ello noresulta gravamen al erario? Y as con stos debe ser la conducta segn y como llevo referido.4 Con los segundos debe observar el Gobierno una conducta muy distinta, y es la ms cruel ysanguinaria; la menor especie debe ser castigada, y aun en los juicios extraordinarios y asuntosparticulares debe siempre preferirse el patriota, porque, siendo una verdad el ser amante a su patria,es digno a que se le anteponga, y se forme de l no slo el mejor concepto, sino que tambin se leproporcione la mejor comodidad y ventajas: es lo primero; y lo segundo, porque aprisionando ms suvoluntad, se gana un partidario y orador que forma con su adhesin una parte slida de su cimiento.

    5 Igualmente con los segundos, a la menor semiprueba de hechos, palabras, etc., contra la causa,debe castigarse con pena capital, principalmente cuando concurran las circunstancias de recaer ensujetos de talento, riqueza, carcter, y de alguna opinin; pero cuando recaiga en quienes noconcurran stas, puede tenerse alguna consideracin moderando el castigo; pero nunca haciendo destos la ms mnima confianza, aun cuando diesen las pruebas ms relevantes y aun cuando sedesprendiesen de la mitad de sus intereses, hasta tanto no consolidar nuestro sistema sobre basesfijas y estables; que entonces s, a los que se hubiesen distinguido con servicios particulares se lesdebe atender, y, formando de ellos el concepto a que son acreedores, participarles el premio.6 En los mismos trminos, como la conducta de estos segundos y su adhesin contraria a nuestracausa es radicalmente conocida, sin embargo, el Gobierno debe, tanto en la Capital como en todoslos pueblos, a proporcin de su extensin, conservar unos espas no de los de primer ni segundoorden, en talentos y circunstancias, pero de una adhesin conocida a la causa, a quienesindistintamente se les instruya bajo de secreto, comisionndolos para que introducindose conaquellas personas de ms sospecha, entablando comunicaciones, y manifestndose siempre de unmodo contrario de pensar a la causa que se defiende, traten de descubrir por este medio lospensamientos de nuestros enemigos y cualesquiera tramas que se pudieran intentar; y a stosdbese agraciarlos con un corto sueldo mensual, instruyndolos como he referido, bajo de ciertasrestricciones que se les debe imponer; stos no han de obtener ningn empleo o cargo alguno, ni aunel de soldado, pues este solo carcter sera suficiente para frustrar los intentos de este fin.7 Consiguientemente cuantos caigan en poder de la Patria de estos segundos exteriores e interiores,como gobernadores, capitanes generales, mariscales de campo, coroneles, brigadieres, ycualesquiera otros de los sujetos que obtienen los primeros empleos de los pueblos que an no noshan obedecido, y cualesquiera otra clase de personas de talento, riqueza, opinin y concepto,principalmente las que tienen un conocimiento completo del pas, situaciones, caracteres de sushabitantes, noticias exactas de los principios de la revolucin y dems circunstancias de estaAmrica, debe decapitrselos lo primero, porque son unos antemurales que rompemos de losprincipales que se opondran a nuestro sistema por todas caminos; lo segundo, porque el ejemplo deestos castigos es una valla para nuestra defensa, y adems nos atraemos el concepto pblico; y lotercero, porque la Patria es digna de que se le sacrifique estas vctimas como triunfo de la mayorconsideracin e importancia para su libertad, no slo por lo mucho que pueden influir en alguna partede los pueblos, sino que dejndolos escapar podra la uniformidad de informes perjudicarnos muchoen las miras de las relaciones que debemos entablar.8 ltimamente la ms mera sospecha denunciada por un patriota contra cualquier individuo de losque presentan un carcter enemigo, debe ser oda y aun debe drsele alguna satisfaccin,suponiendo que sea totalmente infundada, por slo un celo patritico mal entendido, ya desterrndolopor algn tiempo, ms o menos lejos del pueblo donde resida, o apropindole otra pena, segn laentidad del caso, por un sinnmero de razones que omito, pero una de ellas es para que eldenunciante no enerve el celo de su comisin, vea que se tiene confianza, y se forma concepto de supersona.9 En cuanto a los terceros individuos, tambin ser de la obligacin del Gobierno hacer celar suconducta, y los que se conozcan de talento y ms circunstancias, llamarlos, ofrecerles, proponerles y

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    franquearles la proteccin que tenga a bien el Gobierno dispensarles, a proporcin de empleos,negocios y dems, sin dejar de atender a la clase de bienes que gozan y la cantidad de sus caudalesy trabas que los liguen, sin hacer nunca una manifiesta confianza hasta penetrar sus intenciones y suadhesin, practicndose esto por aquellos medios que son ms propios y conducentes.10 Asimismo la doctrina del Gobierno debe ser con relacin a los papeles pblicos muy halagea,lisonjera y atractiva, reservando en la parte posible, todos aquellos pasos adversos y desastrados,

    porque aun cuando alguna parte los sepa y comprenda, a lo menos la mayor no los conozca y losignore, pintando siempre stos con aquel colorido y disimulo ms aparente; y para coadyuvar a estefin debe disponerse que la semana que haya de darse al pblico alguna noticia adversa, adems delas circunstancias dichas, ordenar que el nmero de Gacetas que hayan de imprimirse, sea muyescaso, de lo que resulta que siendo su nmero muy corto, podrn extenderse menos, tanto en lointerior de nuestras provincias, como fuera de ellas, no debindose dar cuidado alguno al Gobiernoque nuestros enemigos repitan y contradigan en sus peridicos lo contrario, cuando ya tenemosprevenido un juicio con apariencias ms favorables; adems, cuando tambin la situacin topogrficade nuestro continente nos asegura que la introduccin de papeles perjudiciales debe ser muy difcil,en atencin a que por todos caminos, con las disposiciones del Gobierno debe privarse suintroduccin.11 Los bandos y mandatos pblicos deben ser muy sanguinarios y sus castigos al que infringiere susdeliberaciones muy ejecutivos, cuando sean sobre asuntos en que se comprometan los

    adelantamientos de la Patria, para ejemplo de los dems.12 Luego que algunos pueblos, tanto del Per, como de la Banda Oriental hayan sucumbido, sedeben ocupar aquellos primeros empleos por sujetos que, considerando en ellos alguna reputacin ytalento, podra servir de mucha extorsin su asistencia en esta Capital; y por lo tanto debeseparrselos con esta poltica, a fin de obviar algunas convulsiones populares y mutaciones degobierno, a que est expuesta la Patria, por el partido de la ambicin.13 Tambin deben darse los grandes empleos, como generales, etc., a sujetos en quienes puedanconcurrir las mismas circunstancias explicadas ya en la reflexin antecedente.14 Asimismo, cuando los sujetos que empleados en los primeros cargos, como gobernadores de lospueblos, jefes de divisiones, o generales, llegasen a obtener una grande opinin y concepto, mximelos que gobiernan fuerzas, debe precisarse con disimulo mandarlos de unos a otros o con cualquierotro pretexto, llamndolos a la Capital, separarlos de sus encargos por algn tiempo, haciendo variarsus comisiones despus, a fin de que como son los que manejan las fuerzas, ayudados de la opininy concepto, no puedan cometer atentados que comprometan la felicidad pblica, de lo que causarandisensiones intestinas y guerras civiles; lo mismo debe ejecutarse cuando la opinin y concepto delos primeros empleados en todo ramo claudique en los pareceres pblicos, aunque sea sin causaverdadera, dndoles luego el Gobierno una satisfaccin secreta de las causas que han dado margena retirarlos de sus empleos; y, sin perjudicar su mrito, emplearlos en oportunidad con variacin dedestino.15 Siendo los magistrados, justicia, tribunales y dems autoridades, el antemural y sostn de losrespetos pblicos, donde algunas veces, cuando son ocupados por hombres corrompidos, y llenos devicios, se acogen los tumultuosos, prevalindose de la proteccin y respecto para alguna trama, odeliberaciones; se debe precaver que dichos tribunales, justicias, magistrados y dems empleos seanocupados por personas de nuestra entera satisfaccin, quienes instruidos de nuestras ideas en laparte que les toque, nos sean adictos para estorbar el apoyo de los ambiciosos y perturbadores delorden pblico, y adems prever cualquiera atentacin contra las autoridades del Gobierno, queresulte en perjuicio de la causa, observndose siempre la poltica que debe guardarse con respecto ala reclamacin pblica, por opinin y concepto; adoptndose, cuando no haya otro, el medio del malel menos.16 A todos los oficiales y militares (no siendo de aquellos muy conocidos que tengan acreditado yasu patriotismo), no debe desprecirselos y acomodndolos despacharlos fuera de la Capital, a lascampaas del Per, o la Banda Oriental.17 En los mismos trminos, dbese sin recelo dar empleos a todos los extranjeros, segn el mrito otalento de cada uno, pues es creble que stos si no por patriotismo, a lo menos por el inters que lesresulte, sern fidedignos en la confianza que de ellos se haga.18 Por consiguiente, el Gobierno debe tratar, y hacer publicar con la mayor brevedad posible, elreglamento de igualdad y libertad entre las distintas castas que tiene el Estado, en aquellos trminosque las circunstancias exigen, a fin de, con este paso poltico, excitar ms los nimos; pues a laverdad siendo por un principio innegable que todos los hombres descendientes de una familia estnadornados de unas mismas cualidades, es contra todo principio o derecho de gentes querer haceruna distincin por la variedad de colores, cuando son unos efectos puramente adquiridos por la

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    influencia de los climas; este reglamento y dems medidas son muy del caso en las actualidadespresentes.19 En la misma forma debe tratarse sobre el reglamento de la prohibicin de la introduccin de laesclavatura, como asimismo de su libertad, con las circunstancias que tenga a bien establecerla, perosiempre protegiendo a cuantos se acojan a nuestras banderas, declarndolos libres, a los unos, sisus amos fueren del partido contrario, y a los otros, rescatndolos con un tanto mensual de los

    sueldos que adquieran en la milicia, para de esta forma no descontentar a sus amos, pues esevidente que tocando al hombre en sus intereses claudica no slo el patriotismo sino la buena fe ydems circunstancias que lo adornan; lo que me franquea decir que si los fondos del erario fueransuficientes para los gastos del Estado, hasta radicar su establecimiento, yo respondera con micabeza de la seguridad de nuestra libertad, en la mitad del tiempo que de otra manera necesitaremos.20 ltimamente, el misterio de Fernando es una circunstancia de las ms importantes para llevarlasiempre por delante, tanto en la boca como en los papeles pblicos y decretos, pues es un ayudantea nuestra causa el ms soberbio; porque aun cuando nuestras obras y conducta desmientan estaapariencia en muchas provincias, nos es muy del caso para con las extranjeras, as para contenerlasayudados de muchas relaciones y exposiciones polticas, como igualmente para con la mismaEspaa, por algn tiempo, proporcionndonos, con la demora de los auxilios que debe prestar, siresistiese, el que vamos consolidando nuestro sistema, y consiguientemente nos da un margenabsoluto para fundar ciertas gestiones y argumentos, as con las cortes extranjeras, como con la

    Espaa, que podremos hacerles dudar cul de ambos partidos sea el verdadero realista; estascircunstancias no admiten aqu otra explicacin, por ser muy extensa, y fuera del orden a que sepropone este plan, cuyas mximas dar por separado en otras instrucciones, luego que concluya laobra que trata de stas y otras, titulada: Intereses generales de la Patria y del Estado Americano;adems, que aun para atraernos las voluntades de los pueblos, tampoco no sera oportuno unadeclaracin contraria y tan fuera de tiempo, hasta que radicalmente no sentemos nuestros principiossobre bases fijas y estables y veamos los sucesos de la Espaa la suerte que corren.

    Art. 2 - En cuanto al medio ms adecuado y propio a la sublevacin de la Banda Oriental del Ro dela Plata, rendicin de la plaza de Montevideo y dems operaciones a este fin, son las siguientes:1 En cuanto a los principios de esta empresa, son muy vastos y dilatados, no los principios ni losmedios, sino los fines de sus operaciones, porque, a la verdad, es la plaza de Montevideo el nicobaluarte que considero se opondr en gran parte a nuestros designios, mediante a que no se logr yael golpe premeditado, conforme se proyect el da 12 de agosto del presente ao, bajo la direccindel comandante de infantera ligera de aquella plaza, don Prudencio Murgiondo, y mxime cuando notenemos una marina capaz y superior a la que tiene la plaza de Montevideo, que entoncesbloquendola por mar y estrechndola por tierra con una fuerza suficiente, evidentemente aseguroque no necesitaramos, en caso semejante, ms planes y combinaciones para su rendicin; pero,como la suerte no cuadra completa, es preciso no abandonndonos, premeditar los medios msconducentes.2 En esta inteligencia, sentado por principio innegable que una grande obra nunca se comenz porsus extremidades, y que cuanto ms slido es su cimiento, ms perfecta es su conclusin: en estavirtud, no es el golpe el que debe dirigirse primero a la plaza de Montevideo, es realmente a lospueblos de su campaa, y en esta suposicin, es ms fcil disuadir y persuadir a diez que a ciento, ybatir a veinte mil individuos detallados que a diez mil en masa; en consecuencia de estasexposiciones, habindose comunicado ya a los Comandantes militares y Alcaldes de los pueblos dela Banda Oriental el anuncio de la instalacin de la junta Gubernativa, a nombre del seor donFernando VII, en esta Capital, es preciso que se capte la voluntad de aqullos y de los eclesisticosde todos los pueblos, ofrecindoles la beneficencia, favor y proteccin, encargndoles comisiones yhonrndolos con confianza y aun con algunos meros atractivos de inters, para que, como padres deaquellos pequeos establecimientos, donde se han dado a estimar, hecho obedecer y obtenidoopinin, sean los resortes principales e instrumentos de que nos valgamos, para que la instruccin denuestra doctrina sea proclamada por ellos, tenga la atencin y el justo fruto que se solicita.3 Adems, debe pedirse a los alcaldes, comandantes y curas de los pueblos, unas listas de lossujetos ms capaces y de ms probidad, talento y respeto, con las dems circunstancias de suscaudales y clases de ellos, que sean capaces de poderlos ocupar en asuntos del servicio, y en lamisma forma a stos se les debe agasajar y atraer, despachndoles ttulos de oficiales, y proveyendoen ellos algunos cargos de los que se supriman a aquellos que no sean de la opinin de los pueblos,pidindose al mismo tiempo a dichas justicias una relacin de todos los europeos, y suscircunstancias, los que obtienen encargos o no, y los que son o dejan de ser del concepto y opininpblica.

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    suplantando nombres y firmas supuestas, tanto para la plaza de Montevideo, como para la campaa,en que su contenido, v. gr., sea el siguiente:Debe suponerse, en su sentido, que se ha recibido cartas de alguien, a quien se contesta; en ellas seha de expresar el acuse de recibo de aquellas noticias que se han tenido verdaderas, por los agentes,para dar un color sublime a la apariencia, suponiendo igualmente diversidad de impostura, ya de quequeda orientado, de que le comunicar todas las operaciones pblicas y secretas, o ya de que

    conoce su patriotismo acerca de la causa de la Patria, de cuyo queda satisfecha el Gobierno, o ya deofertas que se suponga haya hecho, y otras cartas sean mandadas por diferentes conductos, cuandose proporcione, con encargo reservado de manifestarlas y hacerlas interceptar por los gobernadores,satlites y dems justicias de Montevideo, ya porque por el tribunal de vigilancia o por el gobierno,han de ser abiertas, las cuales con apariencias de unas demostraciones tan convincentes, pormuchas razones que expongan aquellos sujetos a quienes se dirigen dichas cartas, y aunque jurenno conocer semejantes firmas, y protesten que son imposturas, ltimamente, por muchos alegatosque expongan, nunca podr dejar el gobierno de parar su atencin, y mirarlos como sospechosos,cuando aparezcan a la vista comprobados unos datos tan positivos con cosas verdicas, como, v. gr.,el acuse de noticias y disposiciones que el gobierno y las justicias han tomado de antemano, real yverdaderamente, siendo conforme lo pintan las cartas; de aqu resulta adems que por mucho que sele oculte al pueblo, no puede dejar ste de trascender algo, y por cuya combinacin indisponemos deesta forma los nimos del populacho con los de aquellos sujetos de ms carcter y caudales, a

    quienes se haya enviado algunas de aquellas cartas, que podran servir y ayudarles en su empresa ycon sus talentos o bienes, los que vindose vilipendiados y calumniados, no harn una mitad de loque podran hacer en favor de aqulla, y, tal vez, algunos, enconados sus espritus, abandonando otrayndose consigo la parte de sus bienes que puedan salvar, en las ocasiones que haya proporcin,tomen el partido de salirse afuera de la plaza, y venirse a nuestros territorios; de lo que resultainfinidad de adelantamientos con esta propagacin de imposturas, y que cuantos ms hombres decaudales y adictos tengamos, ms recursos se nos presentan, y a nuestros enemigos muchosmenos.Para estos ardides nos franquea un margen absoluto la diversidad de opiniones y divisiones en queestn las familias, pues unas son de un bando, otras de otro; y, por lo tanto, se deben escribir lascartas de padres a hijos, de tos a sobrinos, de mujeres a maridos, etc., y adems por este orden, concuya idea no puede dudarse, logremos dividir los nimos e indisponerlos de tal manera que quizcausemos disensiones y convulsiones populares, de que podemos sacar mucho fruto, sembrandoentre ellos mismos la semilla de la discordia y desconfianza.9 Las cosas, en el estado que la antecedente reflexin menciona, presentan ya ocasiones que nodeben desperdiciarse, mandando inmediatamente a los pueblos del Uruguay y dems principales dela campaa, una fuerza de quinientos a seiscientos hombres con oficiales, sargentos, cabos y dems,para que sirviendo de apoyo se vayan organizando en los mismos pueblos algunos escuadrones decaballera y cuerpos de infantera, tenindose presente el haberse atrado ya a nuestro partidohonrndolos con los primeros cargos, a un Barde, negro, a un Baltasar Bargas, o a los hermanos yprimos de Artigas, a un Benavdez, a un Vzquez, de San Jos, y a un Baltasar Ojeda, etc., sujetosque, por lo conocido de sus vicios, son capaces para todo, que es lo que conviene en lascircunstancias, por los talentos y opiniones populares que han adquirido por sus hechos temerarios: ydespus de stos aquellos de quienes se tenga informe por los jueces, y lo que stos mismospropongan, para que yndose formando algunos cuerpos de tropas e instruyndose en el arte militar,mandndoles de aqu todo lo que fuera menester, se alisten y comiencen a hacer algunas correras, ya hacerse obedecer a la fuerza, y no a las consideraciones.10 Ya alarmados los pueblos y unidas las fuerzas en masa, mandando de aqu los jefes y una mitadde oficiales, a lo menos, de los ms instruidos, que se hallan agregados en los tercios de esta Capital,uniformndolos y pagndoles sus sueldos corrientes, se podr comenzar a invadir y adelantar terrenohacia la plaza de Montevideo, para ir alarmando, y protegiendo el sistema de aquellos pueblosinmediatos que estn bajo la garanta de aqulla, proveyndoles al mismo tiempo de trenes, tiendasde campaa y dems necesario.11 Ya en este caso, ningunos podrn ser ms tiles para los adelantamientos de esta empresa, quedon Jos Rondeau, por sus conocimientos militares adquiridos en Europa, como por las demscircunstancias expresadas, y ste para general en jefe de toda la infantera; y para la caballera, donJos Artigas, por las mismas circunstancias que obtiene con relacin a la campaa; y verificndoseestas ideas, luego inmediatamente debe de mandarse de esta Capital el nmero de tres a cuatro milhombres de tropa arreglada, con la correspondiente plana mayor de oficiales para el ejrcito, deconocimientos, talentos y adhesin a la Patria, con el plan de combinaciones y operaciones militares

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    que deben observar, con las amplias facultades de obrar en todo lo dems segn les pareciere msadecuado a sus conocimientos y circunstancias.Nota. -Queda de mi cargo presentar un plan de las instrucciones militares que deben regir lasoperaciones de la campaa que se haga para la rendicin de Montevideo, con todas lascircunstancias ms posibles para asegurar toda su campaa a nuestro favor en poco tiempo.12 Los hacendados que por seguir el partido contrario abandonasen sus casas, criados y haciendas,

    se les llamar por edictos pblicos, y si a los terceros no compareciesen, se considerarn sushaciendas, ganados, caballadas y dems que sean de su pertenencia, como bienes legtimos de lapatria y servirn para la manutencin del ejrcito en la dicha campaa.13 Adems, con las proclamas seductivas, halageas y lisonjeras con las frases de Libertad,Igualdad y Felicidad, se les estimular a que concurran los vecinos de la Banda Oriental con aquellosauxilios de carros, carretas, caballadas, boyadas y otros que sean menester para el trnsito yconduccin de las divisiones del ejrcito en sus marchas, entusiasmndolos con papeles ycertificados de buenos servidores, que se les dar por los jefes de destacamentos y dems oficiales aquienes auxiliasen, a nombre del Gobierno Superior, mandndose de aqu en medios pliegos depapel, documentos impresos, dejndose los correspondientes blancos para llenarlos con lascorrespondientes circunstancias que sean del caso, y si se denegasen a prestar aquellos auxilioscorrespondientes, se les har comprender que se les tendr por malos servidores y sospechosos a lacausa que se defiende.

    14 Luego, en el acto de rendirse la plaza de Montevideo, todo buque grande y pequeo, y cualquierflotante de cualquier clase y condicin que sea, no siendo ingls, portugus, americano, o de otracualquier nacin de las amigas o neutrales, o de individuos que tengan dadas pruebas de adhesin ala causa, por hechos u otras circunstancias, aun cuando existan dentro de la plaza de Montevideo,todos los dems sern confiscados a beneficio del Estado, comprendindose asimismo todo buqueespaol que se halle en la baha de dicho puerto, con sus cargamentos y resultados, aun cuandosean sus dueos individuos que justifiquen no haber intervenido en favor ni en contra, mediante a queson los principales enemigos contra quienes hacemos la guerra, en defensa de nuestra libertad.l5 Todas las fincas, bienes races y dems de cualquiera clase, de los que han seguido la causacontraria, sern secuestrados a favor del erario pblico; igualmente los bienes de los espaoles enquienes concurran las circunstancias expresadas en la reflexin antecedente.16 Igualmente deben ser secuestrados todos los bienes de todos los individuos de cualquiera clase ycondicin que sean, que se hayan hallado dentro de la plaza de Montevideo, al tiempo de su asalto oevacuacin, exceptuando los de aquellos que dejo explicados ya en la reflexin nmero 14; y en lamisma forma ser exceptuada la parte de bienes que toque a los hijos o herederos forzosos de losindividuos que se hayan encontrado dentro de la plaza y que les quepa la fuerza de la ley, si aqulloshan seguido nuestra causa, en servicio o no, habindose hallado fuera de la plaza, dndoles yponindolos en posesin de la parte que les toque, se confiscar la parte paterna o materna, y simadre o padre se hubiesen hallado tambin fuera de la plaza, slo se confiscar la parte quepertenezca a aquella persona que teniendo derecho forzoso, se hubiese hallado dentro de la plaza, yconsiguientemente se deja entender que no podrn ser decomisados ningunos bienes que estandodentro de la plaza pertenezcan a alguien que no exista en ella, y los que hubiesen sido vendidos oembargados por el gobierno de Montevideo, ser nula y de ningn valor su venta, y sern devueltos asus legtimos dueos, sufriendo este quebranto el que hubiese comprado.17 Sern desterrados todos los espaoles y patricios y dems individuos que no hayan dado algunaprueba de adhesin a la causa con antelacin, y los extranjeros, si estando avecindados no justificasen haberse mantenido neutrales, y sern conducidos a los destierros de Malvinas,Patagones, y dems destinos que se paliasen por conveniente.18 Todos los que despus de sufrir la pena de secuestro en la parte que le toque no quisiesen sufrirla de destierro, que ser de quince aos, y fuesen aptos para servir a la Patria en los ejrcitos, se lesalistar, si voluntariamente quisieren, tenindose esta consideracin con aquellos en quienes hayanconcurrido algunas circunstancias de atencin, que con aquellos, en quienes no concurran ningunosmiramientos ni hayan concurrido, se les alistar en los ejrcitos, detallndolos en diferentesregimientos, y ser por el trmino de quince aos el tiempo de su empeo.Los que no queriendo alistarse voluntariamente de los ya referidos, siendo aptos, sin achaques, niimposibilidad alguna por edad ni otras circunstancias, sern destinados a los trabajos pblicos; y losque por imposibilidad, achaques o edad no fuesen aptos, stos sern conducidos a los referidosdestierros para que cumplan nicamente su tiempo, sin agobiarles con prisiones ni trabajo alguno ymantenindolos con la racin competente y dems necesario a las circunstancias que han concurridoen sus personas, por cuenta de los fondos pblicos.

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    19 Consiguientemente, con los gobernadores, jefes de la plaza, plana mayor y dems magistrados ysujetos en quienes concurran las circunstancias expresadas en la reflexin 7, artculo 1, mediante alas causas que dicha reflexin instruye, se proceder con arreglo a ella en todas sus partes.20 Despus de tomar este orden los acontecimientos, se pasar a tratar sobre las rdenes que seanconcernientes para aunar y tripular los buques que fueren aptos para respeto, defensa y demsoperaciones que fueren necesarias, no tripulndolos con marina espaola, para precaver cualquier

    accidente; e igualmente se proceder por comisiones, que se nombrarn por el Superior Gobierno, ala realizacin de los remates de bienes, fincas, races, despachndose para el efecto noticias a lointerior de los pueblos, de sus cantidades o especies, para los que quisieren entrar a los remates, porpequeas o grandes partes, exceptundose esta clusula con los bienes que no sean movibles.En la obra anunciada dar ms pormenores, otras mximas de las que pueden ser conducentes aeste artculo.

    Art. 3 - En cuanto al mtodo de las relaciones que las Provincias Unidas deben entablarsecretamente en la Espaa para el rgimen de nuestra inteligencia y gobierno, es el siguiente:l Deben de recogerse por la Excelentsima Junta, tanto del Cabildo de esta Capital, como de todoslos de la Banda Oriental y dems interiores del Virreinato, actas o representaciones que los dichospueblos hagan a la autoridad que actualmente manda en los restos de la Espaa, en cuyas debenexpresar las resoluciones y firmeza con que, poniendo todos los medios posibles, se desvelan para

    conservar los dominios de esta Amrica para el seor don Fernando VII y sus sucesores, a quienesreconocen y reconocern fiel y verdaderamente en vista de la peligrosa lucha, y que sus intenciones yfines legtimos no son ni sern otros; que cualquier especie o informes dados por algunos jefes, seruna impostura que harn por fines privados; que el haberlos suspendido de sus encargos ha sido pordemasiado celo de los pueblos, a cuya voz han tenido que sucumbir, considerndolos a stos comomiembros creados por el antiguo gobierno corrompido, llenos de vicios y traidores, adems de otros justos motivos que les han asistido por incidentes y pruebas de infidelidad e intrigas, de cuyosacontecimientos reservan, para su debido tiempo, documentos justificativos y originales; que laAmrica nunca se hall en tanta decadencia como en el presente, por la poca energa y mal gobierno:que el haber desarmado las autoridades de la Capital el ao antecedente los cuerpos o tercios que sehallaban sobre las armas de los europeos, bajo de otros pretextos que entonces se fingieron, yretirado la mayor parte de las milicias que igualmente se hallaban en servicio, ha sido descubiertaesta trama, que no fue sino con concepto hacia las miras capciosas que la autoridad reservaba, deentregar estos pases a Francia, segn las correspondencias que se han descubierto con sta; quedesde el gobierno del ltimo virrey se han arruinado y destruido todos los canales de la felicidadpblica, por la concesin de la franquicia del comercio libre con los ingleses, el que ha ocasionadomuchos quebrantos y perjuicios; que igualmente disensiones populares en algunos pueblos sonnicamente la causa de que dividindose las opiniones quieren negar no solamente la obediencia a laCapital, sino aun a los mismos magistrados de sus pueblos, por cuya circunstancia se han tomado lasprecauciones del envo de algunas tropas a ellos para castigar a los rebeldes que, queriendo formarpartidos a la capa de los antiguos magistrados, siembran especies seductoras, para perpetuar en elmando a sus favoritos; tambin debe hacerse presente cuantos vicios y tachas hayan tenido losantiguos magistrados, exagerndolas en la ms debida forma.2 En esta inteligencia, todas las representaciones de los cabildos, bajo stas y otras circunstanciasde las cuales se les instruir, deben ser todas unnimes y conformes en el sentido literal de suscontenidos, con la diferencia de las circunstancias que cada una de ellas tengan que aadir conrespecto a la conducta privada de sus gobernantes, sin omitir de instruir igualmente a todos loscabildos de los papeles pblicos que Liniers y Cisneros dieron a luz, en los cuales se contenanaquellas proclamas que causaron tantas agitaciones; como de todas las referidas tramas del referidoLiniers, cuando la capitulacin con los ingleses, de las circunstancias precedidas con el emisariofrancs que mand Napolen, y su correspondencia con ste por medio de don Juan Perichn. Enfin, debe ponerse en prctica cuanto sea concerniente a entretener y dividir las opiniones en la mismaEspaa y haciendo titubear y aparentar por algn tiempo hasta que nuestras disposiciones nos vayanponiendo a cubierto.3 En los mismos trminos, deben todos los cabildos hacer presente la energa y lo justo del nuevogobierno, el que se esmera en fomentar las artes, agricultura e industria, para cuyo efecto se tomancon la mayor actividad las providencias, de cuyas se esperan sean muy felices sus resultados; queigualmente se va creando un nmero suficiente de tropas bajo la exacta disciplina, a fin de poner acubierto estos preciosos pases de alguna tentativa por el tirano de la Europa, cuyo nmero de ellasno bajar de veinte a veinticinco mil hombres; que asimismo se trata del fomento de los minerales deoro y plata, cuyos resultados sern pruebas fidedignas, luego que se cubran los gastos que la

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    mutacin del gobierno ha causado, mandando los socorros que sean posibles para ayuda de la luchacontra el tirano de la Nacin.4 Estas y otras clases de exposiciones por diferentes estilos, de los varios acontecimientos y casosque favorezcan nuestras ideas, deben ser pintadas y expuestas con viveza y energa, doradas almismo tiempo con el sublime don de la elocuencia, acompaadas con algunos datos y documentospositivos, que reunidas con la unin de votos e informes de unas tan vastas provincias, qu carcter

    no deben imprimir y qu fuerza no deben de hacer un cmulo de combinaciones con todas lasformalidades del derecho?5 En la misma forma y dirigidas al mismo fin, en iguales trminos, deben acompaar expedientes decada pueblo, informados por treinta, cincuenta o cien de los sujetos ms conocidos y condecorados,ya por sus negocios, riqueza u otras circunstancias, a que ninguno ser capaz de negarse, cuando nohay un principio conocido y radical de nuestro fin, cuando adems el terror les obligar a estasdeclaraciones, y reunindose todas estas circunstancias en la forma expresada, deben mandarse poruna comisin secreta de tres hasta cinco individuos que sean de talento, que atesoren el don de lapalabra, y ltimamente que sean adornados de todas las cualidades necesarias para quepresentados a la autoridad suprema que en la actualidad gobierna, representen con el mayor sigilolos fines de su comisin y documentos que acompaen, y, sorprendindola de esta suerte,conseguiremos que nuestros enemigos no antepongan sus influjos y gestiones hasta que a lo menoshayamos sido odos, entreteniendo asimismo alguna parte del tiempo con la diversidad de opiniones y

    conceptos que formarn.6 Estas mismas negociaciones deben entablarse con el mismo fin, por diferentes diputaciones, en elgabinete ingls y portugus, para que como aliados de la Espaa y enemigos de la Francia, vean quellevamos por delante el nombre de Fernando y el odio a Napolen, para que, junto con otrasrelaciones que debemos entablar en estos gabinetes, no se nos niegue los auxilios que necesitemossacar de sus estados por nuestro dinero, como armas, municiones, etc., y a lo menos que,suspendiendo el juicio mantengan una neutralidad, cuando adems, a unas distancias inmensas pocoo nada podrn labrar, ni asegurar los papeles pblicos de nuestros enemigos, compareciendoigualmente los nuestros; y viendo que todos aborrecemos a Napolen y confesamos a Fernando,careciendo precisamente de conocimientos interiores en la materia, resulta que no puedenperjudicarnos sus juicios, respirando todos un mismo lenguaje, y hasta podrn dudar por algn tiempocul sea el partido realista; no dir que estas tramas no puedan descubrirse, pero poco cuidado debedrsele a la Patria, si se le franquea tiempo para ir realizando sus miras, y estorbando que la Espaapueda remitir algunas tropas en la infancia de nuestro establecimiento.7 Tambin ser muy del caso que nuestra diputacin, con la mayor reserva, seduzca y atraiga de laEspaa, algunos ofciales extranjeros o nacionales, que sean de talento, o facultades en alguno delos ramos militares, fundidores o que posean algn arte de los que carecemos y nos son muy delcaso, ofrecindoles premios y distinciones e igualmente el viaje hasta esta Amrica.En la obra anunciada tambin se comprendern algunas reflexiones acerca de las relaciones queestos diputados deben entablar en una clase de negociacin, ya explicada en este ltimo artculo.

    Art. 4 - En cuanto a la conducta que debemos mantener con Portugal y la Inglaterra, como mspropia, es la siguiente:1 Nuestra conducta con Inglaterra y Portugal debe ser benfica, debemos proteger su comercio,aminorarles los derechos, tolerarlos y preferirlos, aunque suframos algunas extorsiones; debemoshacerles toda clase de proposiciones benficas y admitir las que nos hagan; igualmente debemosproponerle a la Inglaterra un plan secreto, que dar por separado, con consulta del GobiernoProvisional, sobre algunas ideas, las cuales proporcionan verdaderamente ventajas que su comerciopuede sacar de estos preciosos pases, las que no puede dejar de admitir, siendo ventajosas a lasconocidas ideas de un sistema actual y a las que propendern nuestros medios y esfuerzos, para quemire la justicia de nuestra causa, los fines de ella, que son los que los papeles pblicos relacionan ymanifiestan, las causales que nos han movido, cuyas son las mismas que presentan los cabildos,gobiernos e informes de los pueblos; asimismo los bienes de la Inglaterra y Portugal que giran ennuestras provincias deben ser sagrados, se les debe dejar internar en lo interior de las provincias,pagando los derechos como nacionales, despus de aquellos que se graduasen ms cmodas por laintroduccin; ltimamente, haciendo sacrificios, debemos atraernos y ganar las voluntades de losministros de las cortes aunque sea a costa del oro y de la plata, que es quien todo lo facilita.2 Persuadidos de que Portugal, por los distintos intereses que le ligan con la Corona de Espaa,tanto por la unin y alianza presente, el parentesco con Fernando, y los derechos que tienen sussucesores a aquella corona, cuyas gestiones a esta Amrica son bien notorias por la seora princesaSu alteza Real Doa Carlota Joaquina de Borbn, hechas por su agente o enviado don Felipe

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    Contucci, es consiguiente que empeada la plaza de Montevideo y puesta en apuros, se den, aesfuerzos de dicha seora, los socorros de tropas y dems necesario, y a pesar de las disposicionesque podamos poner en prctica para estorbarlo, no debemos dudar se den aquellos auxilios; y eneste caso es preciso usar de toda la fuerza de la estratagema y el ardid para los diferentes fines, yantes que las tropas lleguen, no debemos omitir tocar todos los resortes que sean posibles en la cortede Brasil, con los primeros magistrados y principalmente con el embajador ingls.

    3 En esta suposicin, en primer lugar, debemos ganarnos las voluntades con ddivas, ofertas ypromesas de los primeros resortes inmediatos al gobierno de Montevideo, porque, como legos queson sus gobernantes, y que en nada proceden, ni deliberan sin asesores, secretarios, y consultores,stos con su influjo, pareceres y consejos, empleando toda su fuerza con una poltica refinada, leharn concebir al gobierno con las instrucciones que reservadamente le enviemos, luego de asegurarsu influjo: que Portugal procede de mala fe, que se mire a los antecedentes de las reclamaciones quela seora princesa tiene hechas, no slo a la Capital de Buenos Aires, sino a la corte de Espaa conrelacin a sus derechos; que asimismo se premediten a fondo los autos y antecedentes remitidos porel embajador Casa Irujo; de suerte que, reunidas todas estas circunstancias unas con otras y demsdatos que al mismo tiempo daremos nosotros por separado, le inclinamos, cuando la plaza no sehubiese rendido ya, y los portugueses nos apurasen, a que tratemos de un armisticio o composicin;y ltimamente el fin es que nuestros influjos, exposiciones y dinero proporcionen enredar al gobiernode Montevideo con el gabinete de Portugal, por medio de sus mismos alegatos, indisponiendo los

    nimos de ambos con las tramas e intrigas, que stas aqu no pueden figurarse, porque adems queson suceptibles de variar con los acontecimientos que vayan sucediendo, sera excusado exponeralgunas de ellas; pues el resultado es que a costa de proposiciones ventajosas y sacrificios del oro yla plata, no dudemos que guiadas las cosas por el embajador ingls, que es el resorte ms esencial yprincipal que gobierna y dirige, por sus respetos, las operaciones del gabinete del Brasil, alcancemoscuanto queramos.4 Los movimientos de las tropas, que segn tenemos noticias extensas, han de moverse de SanPablo, Ro Pardo, y dems del Ro Grande, en principios o fines de octubre, bajo la direccin delCapitn General de la Capitana de Ro Grande del Sud, don Diego de Souza, nos aseguran quetienen algunos fines, y que nuestros clculos por los informes no pueden fallar, y, cuando llegasenprobablemente a verificarse, debemos tambin con antelacin tomar todas las medidas conducentesa lo menos para entretener la morosidad de sus jornadas, valindonos de quitarles todo auxilio decaballadas, ganados, carretas y dems que puedan ayudarles a la rapidez de sus marchas.Consiguientemente, segn las noticias radicadas que tenemos por los agentes, y sujetos de nuestraparcialidad, en aquellos destinos de Ro Grande, sobre la conducta corrompida del tal Souza, segncada uno la pinta indistintamente, como si todos de mancomn acuerdo hubieran uniformado suspareceres, nos dan margen a darles el mayor ascenso, que el dicho Souza es, como nos dicen, llenode vicios, mal visto de todos, adusto y de poco concepto pblico, venal escandaloso, apegado alinters y al negocio; de suerte que un hombre de estos principios no sirve sino para descontentar losnimos y hacer infructuosas las ms de las veces las diligencias de sus tareas, y por de contado uncarcter como ste, es para todo y capaz de todo; por el oro y otras consideraciones que se tengancon l, cuando no en el todo de nuestras intenciones, lo podemos atraer, a lo menos en alguna parteque nos sea ventajosa, concurriendo igualmente las circunstancias del crdito que tiene y goza en lacorte con los primeros ejes de aquella monarqua, cuyos motivos le amplan y franquean todoprocedimiento que pueda usar bajo la garanta que disfruta, por la que y con sus informes como jefedel ejrcito, los que deben ser atendidos, por la confianza que de l se haga, pueden ser causales, yde las ms principales, para coadyuvar a las miras de nuestros intentos, cerca de nuestrasreflexiones.5 ltimamente, cuando hay poca esperanza de xito de un negocio es mxima de los ms grandestalentos arrojarse a una deliberacin la ms arriesgada; y en esta inteligencia debemos proponer a laInglaterra que, para que mantenga su neutralidad y la corte del Brasil abandone la causa deMontevideo, la persuada con pretextos que se hacen a su autoridad y respetos, por algn gobierno deMontevideo (que un gran talento acompaado de dignidad y concepto, es capaz de hacerse concebirsemejantes ideas) que igualmente, con reserva y sigilo, se nos franquee por la corte de Inglaterra losauxilios de armamentos, y dems necesarios por los justos precios; que bajo el respeto de subandera se conduzcan nuestros diputados a los parajes de ultramar donde se les destine; asimismosiempre que por el Ro de la Plata tengan nuestros diputados o comisionados que desempearalgunos encargos o conducciones de municiones, armamentos o caudales de esta Capital a la BandaOriental; y en la misma forma cuando necesitemos sean conducidos bajo su bandera diputadosnuestros, que se dirijan a la plaza de Montevideo con algunas proposiciones o avenencias, mediantea que nosotros no tenemos marina alguna, y nuestros enemigos tienen inundado todo el Ro de la

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    Plata y sus canales infinidad de buques, los que pudieran las ms de las veces interceptarnosnuestros recursos; y sta bajo la proteccin de un disimulo poltico.6 En la misma forma debemos solicitar de la Inglaterra, transando la cuestin por principioscombinados, que declare pblicamente aquel gabinete que por ningn pretexto se halla obligado aaquella corte, a pesar de la liga ofensiva y defensiva, contra el tirano de la Europa, a sostener en lasdisensiones domsticas una parte, o partes de la monarqua espaola, contra otras de la misma, por

    diferencias de opiniones, del modo cmo deben ser reglados sus respectivos gobiernos, siempre queno desconozcan a Fernando, y al mismo tiempo acrediten por obras y palabras el odio al tirano de laFrancia.7 Y en consecuencia de las varias exposiciones propuestas, benficas y ventajosas, que nuestrosagentes deben entablar en aquel gabinete, como un tratado reservado debemos proponerle tambin,y obligndonos en toda forma, a que siempre que la Espaa quedase subyugada por la Francia, yaun cuando no la subyugase (cuyo caso est muy remoto por las apariencias) y aquel gabinete nosprotegiese reservadamente, con los auxilios y dems circunstancias que graduemos, para el efectode realizar nuestra independencia, haremos entonces una alianza ofensiva y defensiva,protegindonos mutuamente en aquellas circunstancias con toda clase de auxilios, y sta a lo menospor el trmino de veinte a veinticinco aos; por condiciones que entonces se tratarn entre ambosgabinetes, bajo un acomodamiento o proposiciones ms adecuadas, propias y benficas a losintereses de ambas naciones, hacindole al mismo tiempo seor de la isla de Martn Garca, cuyo

    plano debe mandarse sacar con todas las circunstancias de su magnitud interior, extensiones, aguas,frutos y calidad de su temperamento y puerto; para que, poblndola como una pequea colonia ypuerto franco a su comercio, disfrute de ella como reconocimiento de gratitud a la alianza y proteccinque nos hubiese dispensado en los apuros de nuestras necesidades y conflictos.

    Art. 5 - En cuanto a las comisiones que deben entablarse por nuestros agentes en lo interior y demsprovincias dependientes de este gobierno, para consolidacin de nuestro sistema, son las siguientes:1 En cuanto a este artculo, creo que tengo dado ya algunas ideas de los fines y comisiones quenuestros agentes deben desempear en lo interior de las provincias del Virreinato, pero aadir que,como sus comisiones en los pueblos que estn a nuestra devocin no necesitan ser ocultas, auncuando algunos de sus fines lo sean, deben observar stos, con particularidad y atencin, la conductade los nuevos gobernantes y empleados, como la opinin del pblico, con lo dems que sea del casoponer en la noticia del Gobierno, para su inteligencia y deliberaciones, reservando aquellos puntos enque se les instruya por separado en las instrucciones secretas o pblicas; al mismo tiempo supliendocon su energa y talento la falta de imprentas en aquellos pueblos, circulando por papelesmanuscritos algunos peridicos alusivos al sistema, a fin de que con esta poltica se atraiga con lanueva doctrina, y se excite a sus habitantes a abrazar deliberadamente la causa de la libertad de laPatria; estos agentes necesitan ser hombres de algn talento, ilustracin e instruidos en las historias,y que juntamente atesoren el sublime y raro don de la elocuencia y persuasiva, y adems adornadosde cualidades y circunstancias que los caractericen, para que se forme concepto y respeto de supersona; y a stos se les debe pasar estas especulaciones.2 En los pueblos enemigos que an no hubieren sucumbido, donde tengan que mantenerse bajo elpie de unos simples comerciantes, ser de su conato, siempre que haya ocasin, participar todos losresultados (sin comprometerse a s ni a ninguno) de aquellas comisiones ocultas que se les confierapor medio de las instrucciones que se les d, pero como los acasos son derivados unos de otros,despus de algunas reflexiones generales que tengo ya hechas, no me es posible proponer los quelas ocasiones deben facilitar.Art. 6 - En cuanto a los arbitrios que deben adoptarse para fomentar los fondos pblicos luego que elPer y dems interior del Virreinato sucumban, para los gastos de nuestra guerra, y demsemprendimientos, como igualmente para la creacin de fbricas e ingenios, y otras cualesquieraindustrias, navegacin, agricultura, y dems, son los siguientes:1 Entremos por principios combinados, para desenvolver que el mejor gobierno, forma y costumbrede una nacin es aquel que hace feliz mayor nmero de individuos; y que la mejor forma ycostumbres son aquellas que adopta el mismo nmero, formando el mejor concepto de su sistema;igualmente es mxima aprobada, y discutida por los mejores filsofos y grandes polticos, que lasfortunas agigantadas en pocos individuos, a proporcin de lo grande de un estado, no slo sonperniciosas, sino que sirven de ruina a la sociedad civil, cuando no solamente con su poder absorbenel jugo de todos los ramos de un estado, sino cuando tambin en nada remedian las grandesnecesidades de los infinitos miembros de la sociedad; demostrndose con una reunin de aguasestancadas, cuyas no ofrecen otras producciones sino para algn terreno que ocupan, pero sicorriendo rpidamente su curso baasen todas las partes de una a otra, no habra un solo individuo

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    que no las disfrutase, sacando la utilidad que le proporcionase la subsistencia poltica, sin menoscaboy perjuicio.2 Tambin sentar el principio, para despus deducir, que cuando se proyecta una negociacinreflexionando su origen, medios y fines, e igualmente combinando sus resultados bajo de datospositivos comprobados, de cuyos clculos resulta evidentemente una cierta y segura utilidad, sera unentendimiento animado de la torpeza, aquel a quien proporcionndosele todos los recursos

    necesarios para una empresa semejante, no la emprendiese por falta de nimo y nimiedad deespritu, y en consecuencia de ambos axiomas, contestando a la primera proposicin digo:Qu obstculos deben impedir al Gobierno, luego de consolidarse el Estado sobre bases fijas yestables, para no adoptar unas providencias que aun cuando parecen duras en una pequea parte deindividuos, por la extorsin, que pueda causarse a cinco o seis mil mineros, aparecen despus lasventajas pblicas que resultan con la fomentacin de las fbricas, artes, ingenios y demsestablecimientos en favor del Estado y de los individuos que las ocupan en sus trabajos?3 Consiguientemente deduzco, que aunque en unas provincias tan vastas como stas, hayan dedesentenderse por lo pronto cinco o seis mil individuos, resulta que como recaen las ventajasparticulares en ochenta o cien mil habitantes, despus de las generales, ni la opinin del Gobiernoclaudicara ni perdera nada en el concepto pblico cuando tambin despus de conseguidos losfines, se les recompense aquellos a quienes se grade agraviados, con algunas gracias oprerrogativas.

    Igualmente deduzco tambin de qu sirven, verbigracia, quinientos o seiscientos millones de pesosen poder de otros tantos individuos, si aunque giren, no pueden dar el fruto ni fomento a un estado,que daran puestos en diferentes giros en el medio de su centro, facilitando fbricas, ingenios,aumento de agricultura, etc., porque a la verdad los caudales agigantados nunca giran ni en el todo,ni siempre y, aun cuando alguna parte gire, no tiene comparacin con el escaso estipendio que deotra manera podra producir el del corto derecho nacional, y tal vez se halla expuesto a quiebras, loque en la circulacin del centro mismo del estado no est mayormente expuesto a ellas; y resultaasimismo, adems de lo expuesto, que hacindose laboriosos e instruidos los pueblos de unarepblica, apartndolos del ocio y dirigindolos a la virtud, prestan una utilidad con el remedio de lasnecesidades que socorren a los artesanos, fomentando al mismo tiempo cada pas.4 En esta virtud, luego de hacerse entender ms claramente mi proyecto, se ver que una cantidadde doscientos o trescientos millones de pesos, puestos en el centro del Estado para la fomentacinde las artes, agricultura, navegacin, etc., producir en pocos aos un continente laborioso, instruidoy virtuoso, sin necesidad de buscar exteriormente nada de lo que necesite para la conservacin desus habitantes, no hablando de aquellas manufacturas que, siendo como un vicio corrompido, son deun lujo excesivo e intil, que deben evitarse principalmente porque son extranjeras y se venden a msoro de lo que pesan; pero como esta materia no sea de este tratado, paso a exponer los medios quedeben adoptarse para el aumento de los fondos pblicos.5 En consecuencia, despus de limpiar nuestros territorios totalmente de los enemigos interiores yasegurar nuestra independencia, tanto para cubrir los empeos del Estado, como para nuestrosemprendimientos y dems que sean necesarios, dbese, tomando las providencias por bandos,papeles pblicos y beneplcito de todos los pueblos por sus representantes, proponiendo los fines detal emprendimiento, manifestando las ventajas pblicas que van a resultar tanto al pobre ciudadanocomo al poderoso, y en general a todos, poniendo la mquina del Estado en un orden de industriaque facilitar la subsistencia a tantos miles de individuos, y es que despus de estas precaucionespolticas, se prohba absolutamente que ningn particular trabaje minas de plata u oro, quedando elarbitrio de beneficiarla y sacar sus tesoros por cuenta de la Nacin, y esto por el trmino de diez aos(ms o menos) imponiendo pena capital y confiscacin de bienes, con perjuicios de acreedores y decualquier otro que hubiere derecho a los bienes de alguno que infringiese la citada determinacin omandato, para que con este medio no se saque, ni trabaje ocultamente en algunos destinos ningunamina de plata u oro, y adems los habilitadores, herederos y acreedores que tengan derecho a losbienes de algn individuo, lo estorben, celen, y no lo permitan, pues sin otra pena ms, les cabr lade slo perder la accin que hubieren a ellos por haber infringido aqullos esta ley, incurriendo en undelito de lesa patria; pues quien tal intentase, robar a todos los miembros del Estado, por cuantoqueda reservado este ramo para adelantamientos de los fondos pblicos y bienes de la sociedad.6 Adems, para este efecto, tanto en el Per, como en los dems parajes de minas concedidas quese han trabajado hasta aqu, debe obligarse a todos los mineros a que se deshagan de todas losinstrumentos, vendindolos al Estado por sus justas tasaciones, igualmente los repuestos de azoguesy dems utensilios.7 En este estado ya, y habindose con antelacin tomado las medidas capaces para proveernos deazogues, por mano de alguna nacin extranjera, dbese asimismo tratar de la creacin de las casas

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    de ingenios, creando todas las oficinas que sean necesarias, como laboratorios, casa de moneda ydems que sea del caso, donde no las hubiese; omitiendo toda explicacin por no ser de mi conato, yproveyndolas de buenos ingenios mineros, trabajadores, directores, etc.8 Asimismo debe tratarse por comisiones de hacer nuevos descubrimientos minerales, mandando almismo tiempo a todos los dichos de plata y oro comisiones para acoplar todo el tesoro posible; y enmenos de cuatro aos podremos, sin duda, adquirir fondos para la realizacin de los nuevos

    establecimientos.9 A la nueva moneda, dadas tales circunstancias, con arreglo al valor que ahora tiene, se le debemezclar una parte, tanto al oro como a la plata, que le rebaje de su ley un 15 20 por ciento, concuya utilidad debemos contar anualmente, pues siendo la moneda, como es en todas partes, un signoo seal del premio a que por su trabajo e industria se hace acreedor un vasallo, como igualmente unramo de comercio, que probablemente se cre para el cambio interior con las dems producciones deun estado, es arbitraria su alteracin cuando las circunstancias la requieran, y cuando se combine porun sistema ventajoso; vanse las historias antiguas de la Grecia, y se encontrar que en una de suspocas, no slo desterr Licurgo en Lacedemonia (uno de sus establecimientos) toda moneda de oroy plata, para refrenar la codicia y ambicin, sino que introdujo monedas de fierro, que para llevar unasola necesitaban un carro (que son cien pesos nuestros). Estos calcularon mejor que nosotros losprincipios de la poltica sobre esta materia; cuando es notorio y evidente que el rey ms poderosotiene ms enemigos, que por todos modos acechan para su ruina y que slo la exportacin y el

    cambio de los frutos es la nica necesidad que tiene un estado para su completa felicidad, bien claromanifiesta esta mxima el buen rgimen y costumbre del grande Imperio de la China. Trato de cortareste punto, porque siendo por otros principios ms dilatado, nada diramos, aun cuando dijsemosalgo que sea capaz de iluminar las razones que hay para adoptar este sistema; y tambin son de lasque hablar por ms extenso en la obra anunciada.10 Adems, es susceptible que, muchos europeos, cuya estirpe es la que en todas estas provinciasobtienen los gruesos caudales, no adaptndoles el sistema, traten de emigrar llevndoselos al mismotiempo o remitindolos por otros conductos que los pongan a salvo, vendiendo asimismo sus fincas yestablecimientos, lo que causara una grande merma a la circulacin del Estado este grande cmulode exportaciones tan poderosas. En esta virtud debe nombrarse, en cada pueblo, una comisin decuatro a cinco sujetos, a proporcin de la poblacin de cada uno, para que, en un trmino fijado,formen un estado de todos los caudales, bienes, fincas, races y dems establecimientos, conespecificacin particular de los de cada uno y lo presenten en dicho trmino al Superior Gobierno,quien inteligenciado de todos sus pormenores, debe mandar se publique por bando con la mayorsolemnidad, irrevocable en todas sus partes, sin admisin de recurso alguno en la materia,constituyndolos al mismo tiempo no slo por sospechosos, sino por reos del Estado; y es que, entrmino de quince o veinte aos, ningunos establecimientos, fincas, haciendas de campo, u otra clasede races puedan ser enajenadas, esto es, vendidas a ninguno, cuando no concurra la circunstanciaevidente y comprobada que se deshace de alguna parte de sus bienes o del todo por una absolutanecesidad que le comprometa, pues en tal caso el que comprase dichos bienes sin el conocimientodel Gobierno y verificase la emigracin de aquel que vendi y exportacin de sus valores, aunque seapasado cualquier trmino, les sern decomisados para los fondos nacionales los mismosestablecimientos, o sus justos valores; sobre este punto instruirn las restricciones o artculos quedeben estipularse hasta fenecido el trmino de este mandato, sobre las ventas, compras y demsconcernientes a la materia.11 Que igualmente todo negociante europeo, por el mismo trmino no podr emprender negocios apases extranjeros, con el todo de su caudal, ni hipotecando establecimientos o races algunos, encambio de otros frutos movibles, sin el completo conocimiento del Gobierno adonde competa su jurisdiccin, pero si de hecho resultase algn fraude ser nula y de ningn valor la referida hipoteca;pues cuando ms, y eso con las imposiciones que hubiere a bien establecer el Gobierno, slo podrgirar con la mitad de su referido caudal que obtuviese, para que circulando la otra mitad en el centrodel Estado, sea responsable y fiadora de aquella parte que extraiga con semejante fin.12 En los mismos trminos, no podr hacer habilitacin o prstamos a nacionales, ni extranjeros sino es en la misma forma, y bajo las condiciones que para ello se impondrn, para que bajo de fraudealguno no puedan trasponer sus caudales a reinos extranjeros, ni disminuir de este modo el giro delcentro del Estado.13 En la misma forma, si de alguna negociacin en reinos extranjeros resultase alguna grande o totalprdida de aquellos fondos que extrajo, deben con todos los requisitos que se les obligue en lasinstrucciones que para estos fines se establecern, probarlo ratificadamente y en la ms debidaforma, para levantar la responsabilidad a que estn sujetas las dems partes de bienes que quedarona su fianza. Sobre estos puntos ya referidos hablar extensamente en la obra anunciada, como sobre

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    los medios que deben adoptarse en el establecimiento de la casa de seguros nacionales, que debecrearse para las negociaciones a pases extranjeros, de que podrn resultar grandes ingresos a losfondos pblicos; como igualmente los casos en que el Estado ser acreedor a heredar y recuperar lasriquezas que salieron de su centro, de los que murieron sin herederos en la Amrica, aunque en otrosreinos los tengan; circunstancias y dems requisitos que debern concurrir que, sujetados a ellos,podrn tambin forzarlos aun cuando sean extranjeros.

    14 Puestas las cosas a la prctica con la eficacia y energa que requiere la causa, hallndose confondos el Estado, debe procurar todos los recursos que sea menester introducir, como semillas,fabricantes e instrumentos, y comenzando a poner en movimiento la gran mquina de losestablecimientos para que progresen sus adelantamientos, han de sealarse comisiones para cadaramo separados, sin que los establecedores de una clase de ingenios, tengan que intervenir en otra,sino cada tribunal atender al ramo sobre que le amplen sus conocimientos, y de esta suertedetallndose los negocios, y atendiendo igualmente a todos, todos tendrn un igual movimiento,aunque unos sean ms morosos que otros en la conclusin de su establecimiento, y establecidos yase disolvern las comisiones particulares, crendose entonces un tribunal, que bajo de sabiasdisposiciones y leyes, abarcando todos los ramos, tenga conocimiento en su fomentacin y recursosque deban adoptarse para gobernarlos y dirigirlos a la consecucin de su grandeza y felicidadpblica.Mucho podra haber dicho aqu sobre sta y otras materias; pero como sus ideas estn concebidas y

    arregladas para la obra que dbese presentar al Superior Gobierno y por no repetir, me esindispensable el suprimirlas en este plan.

    Art. 7 - En cuanto a las relaciones secretas que nuestros agentes y enviados deben desempear enlos pases extranjeros, como en Portugal e Inglaterra, son las siguientes:1 En cuanto a este punto debo de decir que, incluyndose algunas reflexiones sobre las comisionesque deben entablar nuestros agentes en los pases extranjeros en el artculo 4, que trata de laconducta que debemos observar con estas dos naciones, aadir que tanto el desempeo deaqullas como el de las dems sobre este particular deben ser ejercidos por direccin y conducto deconocidos talentos, no omitindoles la contribucin, ni dejando de asistirles con cuantos interesessean necesarios, para persuadir y apoyar nuestros intentos, siempre por delante con lasconsideraciones y propuestas de intereses benficos que les deben resultar, para poder merecer laproteccin que necesitamos, principalmente de la Inglaterra, mediante a que conocemos en dichanacin, en primer lugar, ser una de las ms intrigantes por los respetos del seoro de los mares, y losegundo por dirigirse siempre todas sus relaciones bajo el principio de la extensin de mirasmercantiles, cuya ambicin no ha podido nunca disimular su carcter, y bajo estos mismos principioshan de ser los que dirijan nuestras empresas hacia sus consecuciones en aquella corte.2 En igual manera, como sus casos han de proponerse por principios diplomticos y muycircunstanciados, sera echar aqu un borrn con querer expresar en asuntos tan vastos algunasreflexiones con cortas exposiciones, y, en cuanto a que los medios que nos sean precisos tentarconocimiento de la misma Inglaterra, mientras dure la alianza con ella, o por mejor decir, lavergonzosa e ignominiosa esclavitud en que lo tiene; pues en realidad, no pudieron hacerse mejorescomparaciones por ningn poltico instruido, que aquellas que hizo aquel famoso francs, en quehablando de la opulencia, riqueza, libertades y dones que por la naturaleza posea cada uno de losdistintos estados del orbe, llegando a Portugal, dice: Portugal no es nada, pero ni tampoco es paranada, su riqueza es la causa de su ruina, porque si su poltica ms instruida invirtiese los tesoros queemplea para esclavizarle, en antemurales ms respetuosos a su dignidad, grandeza y decoro que lees debido, tal vez sera disputado y reido por las dems naciones el merecimiento de su alianza; lashistorias antiguas de la Francia y de otras naciones demuestran evidentemente que no tantas vecessolicit Portugal la amistad y alianza, como las diferentes que se las propusieron las distintasnaciones, por sus intereses y fines particulares; no se han soterrado an en los anales de las historiasla memoria del procedimiento y conducta que la Francia y otras naciones han usado con la dinastade Portugal, despus de auxiliarla, hacindola sacrificar y vendindola a sus miras particulares deambicin e intrigar por fines privados.3 Ultimamente, si Portugal entrase a profundizar con ms poltica, cul es el abatimiento en que laInglaterra lo tiene por causa de su alianza, presto hallara la refinada maldad de sus mirasambiciosas, pues no debe creer que aquel inters sea por el auxilio de sus tropas, ni de su marinaporque claramente se deja entender que sus fines no son sino chuparle la sangre de su estado,extenundolo de tal suerte que tal vez sus colonias americanas se conviertan en inglesas algn da,porque si despus de otros fines particulares, el principal fuese la extraccin que hace de sus frutoscoloniales, qu ms podra apetecer la Inglaterra? y entonces para qu necesitara su amistad y

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    alianza? Bien claramente se deja entender que para nada, quedando asimismo agradecido, en casosemejante, si pudiese conservarse en Europa por los respetos de la Espaa, si triunfase de susenemigos; pero Portugal se desengaar a costa de su sangre y destruir su despotismo,regenerando sus corrompidas costumbres, y conocer los derechos de la santa libertad de lanaturaleza.4 En esta virtud, cuando las estrechas relaciones de una firme alianza con la Inglaterra nos

    proporcionen la satisfaccin de nuestros deseos con aquel gabinete, nuestros ministros diplomticosdeben entablar los principios de enemistades e indisposiciones entre Portugal y la Inglaterra; ytomando los asuntos aquel aspecto que nos sea satisfactorio, debemos entrar a las proposiciones delos rompimientos con Portugal, con relacin a conquistar la Amrica del Brasil, o la parte de ella quems nos convenga, luego de combinar nuestros planes, que para el efecto trabajaremos conantelacin, por medio de las guerras civiles; combinando al mismo tiempo, por medio de los tratadossecretos con la Inglaterra, los terrenos o provincias que unos y otros debemos ocupar, y antes deestas operaciones hemos de emprender la conquista de la campaa del Ro Grande del Sud, pormedio de la insurreccin, y los intereses que sacrificaremos bajo el aspecto de proteger laindependencia, y los derechos de su libertad; stas y otras comisiones son las principales quenuestros agentes deben entablar, dndoles para ello las instrucciones necesarias, midiendo lasnegociaciones con el tiempo y conforme a sus acasos, que como la cadena de la fortuna a quien losha de proporcionar, omito aqu la explicacin de algunos casos, cuando adems, en la referida obra

    Intereses de la Patria, etc., manifiesto lo suficiente sobre la materia.Art. 8 - En cuanto a las comisiones y clases de negocios que nuestros agentes y emisarios debenentablar reservadamente en las provincias del Brasil, para sublevarlas, hacindoles gustar de ladulzura de la libertad y derechos de la naturaleza, son las siguientes:1 Aun cuando esta materia es muy vasta y requiere muchos y muy slidos principios, y aunque nome extienda tanto como ella pide, en las instrucciones anunciadas, har presente algunas de las queaqu manifiesto para el entable de este grande proyecto.En esta inteligencia, suponiendo que nuestra libertad e independencia de la Espaa estriba ya enprincipios fijos, y que nuestras relaciones con la Gran Bretaa se hayan estrechado a medida denuestro deseo, hallndose evacuada la plaza de Montevideo y puesta en orden de defensa,tranquilizndose su campaa y haciendo volver a sus habitantes, por edictos ejecutivos, a ocupar lospueblos y atender el curso de su comercio, industria y agricultura, como igualmente hallndose elerario pblico con algunos fondos, resultados de las disposiciones dichas, que con antelacin de unoo dos aos deben haberse emprendido, entonces arreglando los batallones de milicias de la campaay escuadrones de caballera que deben crearse de los habitantes de la misma, con relacin a lafuerza de vecindario que cada pueblo tenga, se debe guardar y conservar en la plaza de Montevideoy su vasta campaa hasta el nmero de diez mil hombres de tropa de lnea; de cuyo nmero, seis mildeben guarnecer las fronteras, ocupando los puestos del Cerro Largo, Santa Teresa y demsantiguos.En la misma forma los regimientos de infantera y escuadrones de caballera de las milicias de laBanda Oriental, hasta las mrgenes del Uruguay, deben de componerse hasta el nmero de seis milhombres; en los pueblos de Misiones, provincia de Corrientes y su jurisdiccin, adems de dos milhombres de tropa de lnea que deben mantenerse en aquella provincia, el reglamento de sus miliciasdebe ascender hasta el nmero de tres mil hombres; asimismo en la ciudad de la Asuncin delParaguay, adems de mil hombres de tropa de lnea, sus milicias deben contar de cuatro a cinco milhombres, y en esta forma, guarnecidas nuestras fronteras con unas fuerzas de respeto, ocupandosus puestos, siempre las tendremos prontas para nuestros emprendimientos y dems operaciones.2 Los comandantes de dichas fronteras, adems de ser hombres en quienes concurran unoscompletos conocimientos militares, deben tambin tener las circunstancias de talento, discrecin,prudencia y algu