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MARIANO FUENTES LIRA

Nació en Cuzco (Perú), en 1914, y murió en la misma ciudad, en 1986. Fue exiliado por motivos políti-cos. Llegó a La Paz en 1935. Estudió en la Academia Nacional de Bellas Artes, bajo la dirección de CecilioGuzmán de Rojas. Fue docente de la escuela indigenal de Warisata, donde desplegó una extraordinarialabor junto a otros intelectuales “inquietos por conocer aquel laboratorio de la bolivianidad”. De estaexperiencia queda una gran producción considerada hito en su trayectoria: un mural, dibujos y óleos enlos que recuperó la imagen de dirigentes, estudiantes y comunarios.Su obra indigenista, expuesta en Potosí y otras ciudades del país, es precursora de la Generación del 52, ala que dedicamos las ilustraciones de T’inkazos este año.Las imágenes que reproducimos fueron facilitadas por José Bedoya, director de la Academia Nacional deBellas Artes “Hernando Siles”. A él, y a Laura Salazar, un agradecimiento especial por su colaboración.

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índice

T’inkazos rurales y urbanos 6

SECCIÓN I: ESTADOS DE ARTE,REVISIONES BIBLIOGRÁFICASY DIÁLOGOS ACADÉMICOS

Repensando la violencia y elparentesco en los Andes de Bolivia

Krista E. Van Vleet 11

Comentarios y debate sobre elartículo de Van Vleet.En torno a la violenciaen contra de las mujeres

Sonia Montaño 42Denise Arnold 47Krista E. Van Vleet 55

SECCIÓN II: PROCESOS DEINVESTIGACIÓN - FORMACIÓN

Estrategia metodológica de“Sensacionalismo, valoresy jóvenes”

José Luis Gálvez Vera yVíctor Quelca Mamani 61

Revista Boliviana de CienciasSociales, cuatrimestral delPrograma de InvestigaciónEstratégica en Bolivia (PIEB)

Consejo EditorialRossana BarragánPamela CallaGodofredo SandóvalCarlos Toranzo

DirectoraRossana Barragán

EditoraNadya Gutiérrez

DiagramadoRubén Salinas

Pintura de tapa e interioresMariano Fuentes Lira

Esta publicación cuenta con elauspicio del DGIS(Directorio General deCooperación Internacionaldel Ministerio de RelacionesExteriores de los Países Bajos)

Depósito legal: 4-3-722-98

Impresión“EDOBOL” Ltda.

Derechos reservadosFundación PIEB,junio 2002

PIEBEdif. Fortaleza, piso 6 of. 601.Av. Arce, 2799Teléfonos: 2432582-2435235Fax: 2431866Correo electrónico:[email protected]ágina web: www.pieb.org

junio 2002 AÑO 5 Nº12

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SECCIÓN III: INVESTIGACIONES

Tarija en los imaginarios urbanos:un recorrido por los resultados dela investigación

Sergio Lea Plaza, Adriana Paz y XimenaVargas con la participación de Adela LeaPlaza 77

Heterogeneidad, cultura, impacto,acción individual y colectiva: porun nuevo enfoque en el estudio delas OECAs bolivianas

Pablo Laguna 99

SECCIÓN IV:HACIA POLÍTICAS PÚBLICAS

Participación, políticaspúblicas y democracia

José Carlos CamperoNúñez del Prado 121

SECCIÓN V: ARTE Y CULTURA

Un problema de organización.La crítica tradicional y elprograma literario del 52

Antonio Vera Jordán 143

SECCIÓN VI:RESEÑAS Y COMENTARIOS

Comentario sobre“Empleo y competitividad”

Tom Kruse 153

Arellano López, Jorge. Arqueología deLípes: Altiplano Sur de Bolivia.

Por: José M. Capriles,Ruben Dario Chambi yMaría Soledad Fernández 165

Bridikhina, Eugenia; Rosells, Beatrizy Oporto, Luis. Las mujeres en lahistoria de Bolivia: Antología. 3 vols.

Por: Virginia Aillón 170

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Escobari de Querejazu, Laura.Caciques, yanaconas y extravagantes. Lasociedad colonial en Charcas.S. XVI - XVIII.

Por: Roger Mamani, Juan PabloDelgado, Guillermo Callisaya y PatriciaChuquimia 172

Presta, Ana María. Encomienda,familia y negocios en Charcas colonial(Bolivia): Los encomenderos de La Plata1550 - 1600

Por: Desireé Kieffer, Zelma Montañoy Consuelo Sánchez 174

Roca, José Luis. Economía y Sociedaden el Oriente Boliviano (Siglos XVI-XX).

Por: Douglas EstremadoyroGarcía 176

SECCIÓN VII: A LA CAZA DE LIBROS

Tesis universitarias en Bolivia.Universidad Mayor de San Andrés- Universidad Católica BolivianaCarreras de Economía 1991-2000

Rossana Barragán y KarinaLópez Videla 181

SECCIÓN VIII:VENTANAS AL MUNDO 185

Datos útiles para escribir enT‘inkazos en su formato regulary en T‘inkazos virtual 191

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T’inkazos rurales y urbanosT’inkazos 12 reúne artículos cuyos escenarios son tanto rurales como urbanos. Sobre el área rural, presentamos el artículo de Krista Van Vleet en la sección Estados del arte,

revisiones bibliográficas y diálogos académicos. Van Vleet, profesora del Bowdoin College en EstadosUnidos, aborda el tema de la violencia intradoméstica en una comunidad del norte de Potosí. Su trabajoes fundamental por varias razones, y aquí queremos destacar solamente dos. Primero, porque prácticamenteno existen estudios sobre la violencia doméstica e intradoméstica en el área rural, a diferencia del áreaurbana donde se cuenta no sólo con varios trabajos sino también con “cifras de la violencia” que sonreactualizadas. En segundo lugar, porque su investigación amplía el análisis de la violencia doméstica a laviolencia en el marco de las relaciones de parentesco.

T’inkazos 12 incluye, también, aprovechando la publicación del artículo de Van Vleet, un debate entorno a la violencia doméstica y comentarios hechos a este artículo. Para este efecto fueron invitadas SoniaMontaño, Denise Arnold y la propia autora. Agradecemos a todas ellas por sus colaboraciones y estamosseguros que los lectores apreciarán no sólo sus contribuciones sino también visiones distintas y, a veces,complementarias sobre el tema.

Un tema que ha despertado en los últimos años mayor atención en escenarios urbanos, tanto por laaparición de nuevos periódicos como por su consumo masivo en las ciudades, es la llamada “prensa roja”.En la sección Procesos de investigación-formación, el equipo coordinado por José Luis Gálvez, tambiénen el marco del PIEB, en Santa Cruz, nos ofrece un artículo que muestra cómo los investigadores seacercaron al tema en términos metodológicos y la manera en la que diseñaron el análisis sobre dos perió-dicos “sensacionalistas”.

Pablo Laguna presenta en la sección Investigaciones, una rica y útil revisión de la literatura referida alas Organizaciones Económicas Campesinas (OECAs), criticando los enfoques economicistas que predo-minan, sugiriendo también romper con las visiones que borran su heterogeneidad, y apuntalando haciasus potencialidades para el desarrollo.

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Cambiando de escenario tenemos dos problemáticas absolutamente actuales. Nos referimos a loscambios y conflictos latentes que se viven en diferentes ciudades a raíz de migraciones que van cambiandolas configuraciones urbanas espaciales y sociales. El trabajo de investigación realizado con el apoyo delPIEB por el equipo coordinado por Sergio Lea Plaza, en la ciudad de Tarija, aborda el tema de los“imaginarios” urbanos de la población tarijeña, por un lado, y de la población conocida por los tarijeñoscomo “norteños”. Dos imaginarios que a veces se superponen pero que también muestran espacios geo-gráficos, sociales y culturales muy distintos sobre una misma ciudad.

En Cultura, y continuando con la cobertura que se ha dado a 50 años de la Revolución de 1952,tanto a través de las pinturas y los pintores que ya son parte de T’inkazos, como al material publicado alrespecto, incluimos un artículo de Antonio Vera sobre la Literatura del 52.

En la sección de Políticas Públicas, José Carlos Campero realiza una revisión al proceso de participa-ción, políticas públicas y democracia.

La sección Reseñas está dedicada, esta vez y en gran parte, a la producción histórica reciente. Publica-mos así la reseña de una Antología de tres tomos de Bridikhina, Rossells y Oporto sobre las mujeres,realizada por Virginia Aillón, y un conjunto de otras reseñas escritas por jóvenes estudiantes de la Univer-sidad Mayor de San Andrés, a quienes agradecemos por su interés y su entusiasmo. Contamos además, enesta misma sección, con el comentario de un colaborador de T’inkazos, Tom Kruse, quien aborda el temadel Empleo y la Competividad.

En la sección A la caza de libros, continuamos con la entrega de las presentaciones y breves análisis delas tesis de licenciatura de las distintas universidades del país. Entregamos en este número una primeraparte de una visión panorámica sobre las tesis de licenciatura en Economía de la Universidad Mayor deSan Andrés y de la Universidad Católica Boliviana, en la ciudad de La Paz. Tenemos el placer de anunciarque la base de datos sobre las tesis que publicamos en el anterior número puede encontrarse en T’inkazosVirtual, en el sitio electrónico del PIEB (www.pieb.org); las tesis de economía estarán disponibles a partirdel mes de agosto.

Finalmente, en la sección Ventanas al mundo, publicamos direcciones electrónicas que pueden serinteresantes para los/las investigadores/as, así como algunas noticias.

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Mariano Fuentes Lira. Campesino

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SECCIÓN I

ESTADOS DE ARTE,REVISIONES BIBLIOGRÁFICASY DIÁLOGOS ACADÉMICOS

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Como Michelle Rosaldo (1980: 408-9) señaló hacemás de veinte años, “el cariño y el altruismo raravez son prerrogativas propias de parientes cerca-nos que viven en el mismo hogar”, y sin embargo,con demasiada frecuencia, los investigadores ima-ginan que “saben exactamente lo que significa serpadre o madre, hermano/a y cónyuge o hijo/a”.La autora lanzó el desafío tanto a los antropólogoscomo a las feministas, para examinar de cerca lacomplejidad de las relaciones de parentesco, no

“AHORA MI HIJA ESTÁ SOLA”:

Repensando la violencia y el parentescoen los Andes de Bolivia

Krista E. Van Vleet1

En este artículo, la autora difunde una parte de los re-sultados de su investigación realizada en la comuni-dad andina de Sullk'ata. La valiosa información permi-te extender el análisis de los múltiples contextos en losque ocurre la violencia.

solamente las intimidades sino también las jerar-quías, preguntando “cómo las distintas relacionesal interior del hogar podrían influir en las relacio-nes fuera del hogar”. Inspirada por sus palabras, ytambién por las palabras de las mujeres de la co-munidad andina de Sullk'ata, ubicada en la pro-vincia Chayanta del departamento de Potosí2, exa-mino las relaciones de parentesco a través de va-rios incidentes de violencia doméstica que ocurrie-ron durante mi investigación de campo en 1995 y

1 Profesora del Departamento de Sociología y Antropología del Bowdoin College, 7000, College Station Brunswick, ME 04011.Este artículo se basa en una investigación realizada en Bolivia en 1995 y 1996, financiada por una beca Fulbright-Hays para eltrabajo de investigación en el exterior, y una beca Rackham para tesistas de la Universidad de Michigan. Agradezco a ambasinstituciones por la posibilidad que me dieron. Saqué provecho, también, de los comentarios que he recibido de Susan Bell,Coralynn Davis, Sarah Dickey, Julie Hastings, Oren Kosansky, Diane Lakein, Bruce Mannheim, Nancy Riley, y los becarios dela "Comunidad de Investigadores" de 1998, en el Instituto de Investigación sobre la Mujer y el Género de la Universidad deMichigan. Asimismo quisiera agradecer a Carol Greenhouse y los lectores anónimos de la revista American Ethnologist por susrevisiones cuidadosas y comentarios penetrantes. Agradezco, finalmente, a Sara Shields por la traducción a este artículo, y aRossana Barragán y Nadya Gutiérrez por su apoyo editorial. La responsabilidad es, sin embargo, mía.

2 Hasta hace poco, algunos habitantes de la comunidad hablaban aymara además de quechua. Actualmente sólo unas cuantaspersonas mayores son bilingües en estos idiomas y la gran mayoría prefiere hablar quechua en la comunidad. Sin embargo, cadavez más habitantes de Sullk'ata son bilingües en español y quechua, debido a la educación fiscal y la migración. Véase Howard-Malverde, 1995 para una exploración de la relación entre estos tres idiomas en la región de Chayanta, Bolivia. Las palabras encursiva en el texto son quechuas.

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1996. Entre los casos de violencia doméstica delos cuales me enteré durante aquel periodo de die-ciocho meses, casi todos tienen que ver con pa-rientes políticos: la violencia surgió entre suegras ynueras, entre maridos y esposas, y entre cuñadas.La violencia entre maridos y esposas se reconocecon más facilidad, y es más frecuente que la vio-lencia entre mujeres parientes. Sin embargo, mu-chas mujeres en Sullk'ata cuentan sus experienciassobre la violencia perpetrada por sus suegras y lasrelaciones desiguales del poder entre mujeres pa-rientes se han reconocido también en otras regio-nes andinas (de la Cadena, 1991, 1997; Harvey,1998, 1994; Weismantel, 1988). Si bien se ha exa-minado con profundidad la violencia entre cón-yuges en los Andes (Harris, 1994; Harvey, 1994),se ha prestado poca atención a la violencia entremujeres parientes y a los discursos imbricados quesostienen las asimetrías del poder entre parientespolíticos, tanto mujeres como hombres (véase, sinembargo, Harvey, 1994)3.

En este artículo exploro las relaciones de inti-midad y poder entre parientes políticos con elobjetivo de aumentar la comprensión tanto de laviolencia doméstica como del parentesco enSullk'ata. En un nivel más general, analizo la vio-lencia doméstica en términos de las complejida-

des de las relaciones de parentesco y, sobre todo,las relaciones de parentesco político porque ilu-minan las formas en que los momentos de vio-lencia están configurados por aspectos múltiplesde identidad y poder4.

En sociedades organizadas en base al paren-tesco, el matrimonio es un ámbito en el cual lasrelaciones de desigualdad, respecto a factorescomo sexualidad, etnicidad, género, edad y cla-se, se constituyen mutuamente (por ejemplo, dela Cadena, 1991, 1997). Asimismo, el parentes-co político constituye en sí una categoría de iden-tidad y una trayectoria del poder que influye enlas relaciones entre individuos y grupos situadosen formas distintas, no solamente maridos y es-posas. Exploro la manera en que los discursos yprácticas de parentesco y conflicto entre mari-dos/esposas, suegras/nueras y cuñadas en Sullk'atase imbrican en forma desigual, creando un con-texto en el que la violencia ocurre y se normaliza.Mi análisis contribuye a aquellos estudios de laviolencia doméstica que reconocen la importan-cia que tienen las relaciones desiguales del poderpara la violencia, incorporando el género comouna categoría del poder, extendiendo al mismotiempo el análisis más allá de las diferencias entrehombres y mujeres5. La integración del parentes-

3 Harris (1994) enfatiza las fundaciones simbólicas de la violencia doméstica entre cónyuges, y las fundaciones materiales de lamisma, y explora el género y la masculinidad además de los diversos contextos y clases de violencia en los Andes. Harvey (1994)argumenta que la relación de parentesco, además de la diferencia sexual, es significativa para la violencia entre cónyuges. Paradiscusiones de la violencia en las prácticas de cortejo y entre parejas casadas, véase, también: Allen,1988; Bolin,1998; Bolton yMayer, 1977; Cereceda, 1978; Daza,1983; Harris,1978,1994; Hopkins, 1982; Millones y Pratt, 1980; Platt, 1986; Starn, 1999.

4 Desde hace mucho tiempo, intelectuales feministas han enfatizado que las jerarquías del poder se experimentan a lo largo detrayectorias múltiples, las cuales no pueden aislarse ni en términos de experiencia ni en términos analíticos. Entre muchas otras,véase: Abu-Lughod, 1993; Collins, P., 1990; de la Cadena, 1991, 1997; Haraway, 1991; Kulick, 1998; Rivera (ed.), 1996;Weismantel, 2001; Yanagisako y Delany (eds.),1995.

5 A través del enfoque sobre las asimetrías del poder entre hombres y mujeres como fundamento del abuso, a partir de los años 70s,los movimientos e intelectuales feministas han influido enormemente en la atención dirigida al tema de la violencia doméstica aescala mundial. En los últimos años se ha estudiado el abuso de menores, ampliando el enfoque de la pareja matrimonial alhogar, en relación con el contexto de la violencia. Respecto al abuso de niños en un contexto andino, véase, por ejemplo: Harvey,1998. Los intelectuales de la teoría gay, la teoría feminista y los estudios de la masculinidad han llamado la atención a lasjerarquías del poder y la violencia en relaciones “del mismo sexo”. Para ejemplos etnográficos, véase: Gutmann, 1996; Kulick,1998; Letellier, 1994; Parker y Gagnon (eds.), 1995.

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co político en el análisis de la violencia domésti-ca en Sullk'ata demuestra las formas en que lasrelaciones del poder y la violencia pueden exten-derse más allá de un hogar en particular, reconfi-gurando de esa manera los límites de “lo domés-tico” y la violencia doméstica.

Por otro lado, la incorporación de la violen-cia doméstica en un análisis de relaciones de pa-rentesco infunde nuevo vigor a las interpretacio-nes antropológicas del parentesco y el género enla región, y llama la atención en torno a los mo-dos de interacción y expectativas entre parientesy la negociación de las asimetrías del poder en lasrelaciones. Las formas materiales y emocionalesen que los individuos se relacionan íntimamenteunos con otros, y el aspecto negociado del “pa-rentesco” en los Andes (Van Vleet, 1999; Weis-mantel, 1995), empiezan a resaltar a través de laatención prestada a las asimetrías del poder, in-cluyendo los casos de abuso físico. Además, laatención prestada tanto a parientes mujeres comoautoras y como víctimas de la violencia, involu-cradas como están en redes de relaciones másamplias, ayuda a iluminar las maneras en que elparentesco político, además del género, son pro-cesuales y potencialmente contradictorias. Laspersonas del mismo “sexo” pueden tener al mis-mo tiempo identidades de género diferentes cuan-do se relacionan unas con otras. De la mismamanera, el parentesco político adquiere maticesdistintos cuando se trata de individuos en posi-ciones diferentes, en contextos específicos y enmomentos específicos. En el fondo, ni el paren-tesco ni la violencia se pueden entender fuera delas relaciones vividas entre individuos, las cualesson estructuradas por múltiples trayectorias delpoder (reivindicadas e impugnadas en distintasformas) que al mismo tiempo están arraigadas en,y sin embargo a veces transgreden las intimida-des y sentimientos idealmente sociables del ho-gar.

La violencia entre parientes en Sullk'ata si-gue la norma de la violencia doméstica que ocu-rre entre individuos de casi todas las clases socia-les, etnicidades, géneros, orientaciones sexuales yedades. Lejos de plantear que en Bolivia la vio-lencia doméstica afecte únicamente a minoríasétnicas o a un estrato socioeconómico en parti-cular, mi análisis se concentra en este contextoetnográfico específico debido a mis experienciasen la investigación. Lo presento con la esperanzade generar y extender el análisis de los múltiplescontextos en los que ocurre la violencia, y las dis-tintas formas en que las relaciones del poder seconstituyen y se impugnan en la vida diaria delas personas, parientes o no, en los Andes. Em-piezo por esbozar el contexto social y económicogeneral del parentesco político en Sullk'ata. Lue-go sitúo mi análisis en términos de lo que dicenlas mujeres de de la comunidad de la violencia desus parientes políticos. Incorporo ejemplos etno-gráficos de la violencia, tanto entre suegras y nue-ras como entre maridos y esposas, para poder ex-plorar las formas en que los discursos locales dela borrachera y la costumbre funcionan para nor-malizar la violencia entre parientes políticos. Asi-mismo, esta yuxtaposición de eventos e interlo-cutores ilumina la manera en que se entrelazanlos discursos respecto a la violencia cometida porsuegras y maridos y las explicaciones aceptablesde la misma. En la siguiente sección, me concen-tro en el tema de la relación de parentesco políti-co entre suegras y qhachunis (nueras), delinean-do los intercambios desiguales de trabajo y lasambigüedades afectivas y jerárquicas que confi-guran las asimetrías del poder entre mujeres pa-rientes. En la última sección, examino los hilosentretejidos de asociaciones de parentesco en dosincidentes de violencia, el primero entre cuñadasy el segundo entre una pareja casada. Empleandoel parentesco político como concepto analítico,exploro las formas en que los incidentes de vio-

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lencia se encuentran implicados en un nexo am-plio de relaciones de parentesco e historias de in-teracción en Sullk'ata. En la parte final del traba-jo, presento algunas reflexiones en torno a lasimplicaciones que tiene este análisis de la violen-cia en el contexto etnográfico específico deSullk'ata para la comprensión de la violencia y elparentesco en términos más globales.

EL CONTEXTO DEL PARENTESCOPOLÍTICO EN SULLK'ATA

Los habitantes de Sullk'ata están integrados en laeconomía global en forma desigual, y la mayoríade los hogares depende tanto de la producciónpara el mercado como de la agricultura de subsis-tencia y el pastoreo de animales para sobrevivir.En las últimas dos décadas, la articulación entrela agricultura de subsistencia y la producción parael mercado ha sufrido un cambio acelerado. Araíz del cierre de las minas, la migración a las tie-rras bajas agrícolas y los centros urbanos se haincrementado, y los sectores económicos infor-males y de servicios se han expandido. Tantomujeres como hombres trabajan en la economíadel mercado. Si bien muchas mujeres de Sullk'atamigran a la ciudad para trabajar como empleadasdomésticas antes de casarse, después del matri-monio lo más común es que ellas se queden en lacomunidad rural y se hagan cargo de la produc-ción de subsistencia, mientras que sus maridosmigran en ciertas épocas del año para conseguirun trabajo asalariado. La producción de subsis-tencia se organiza a través del parentesco y estáimbuida del concepto de reciprocidad que inte-gra seres y mundos humanos y sobrenaturales (porejemplo, Abercrombie, 1998; Allen, 1988; Bo-

lin, 1998; Gose, 1994, Platt, 1986). Debido aque el trabajo es muchas veces el recurso más es-caso en la región, la gente depende de redes indi-viduales de relaciones de intercambio de trabajopara sostener la producción de subsistencia: lasmujeres intercambian su trabajo con otras muje-res, y los hombres intercambian su trabajo conotros hombres (por ejemplo, Collins, 1988).

El matrimonio en Sullk'ata no se fundamentaen valores ideales de 'amor' o compañerismo, sinoen el concepto de la oposición y complementarie-dad de género que infunde las prácticas económi-cas, sociales y políticas necesarias para la vida coti-diana6. Si bien una pareja casada se concibe comouna unidad, qusawarmi (marido y esposa, en que-chua), no intercambian el trabajo como una uni-dad, y maridos y esposas no necesariamente esta-blecen relaciones de intercambio con individuosen los mismos hogares. Además, el matrimoniositúa a maridos y esposas en una amplia red derelaciones de parentesco. Tradicionalmente, unapareja casada convive en el hogar de los padres delmarido durante los primeros 2 a 5 años de matri-monio. Mientras vive con sus suegros, la mujerestá obligada a trabajar para su suegra: pastorearovejas, cocinar en fuego abierto, lavar ropa en elarroyo, ayudar con la cosecha y siembra de papas,porotos y maíz. Al mismo tiempo que la joven es-posa está trabajando para su suegra, intenta tam-bién establecer relaciones de intercambio de tra-bajo más recíprocas con otras mujeres en la comu-nidad. Un yerno, en cambio, puede tener relativa-mente poco contacto con sus parientes políticos,fuera de contextos rituales (cf. Harris, 1994: 54).La mayoría de las mujeres de Sullk'ata respondiócon risas cuando les pregunté si sus maridos traba-jaban para los padres de ellas o les ayudaban. A

6 Los estudios antropológicos de género, el parentesco y el matrimonio en la región han incorporado la oposición complementariacomo temática desde los años 70s. Véase, por ejemplo: Allen, 1988; Arnold, 1992, 1997; Bolin, 1998; Bolton y Mayers (eds.),1977; de la Cadena, 1997; Harris, 1978, 1981, 1994; Harvey, 1994; Hopkins, 1982; Millones y Pratt, 1980; Ossio, 1992; Platt,1986; Rivera (ed.), 1996; Spedding, 1997; Valderrama y Escalante, 1997; Van Vleet, 1999.

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menos que la mujer espere heredar tierras de suspadres, el hombre tiene pocos motivos para regre-sar a la comunidad de su esposa y ayudar a sussuegros con la siembra o la cosecha. Debido a quelas obligaciones de parentesco y las redes de inter-cambio de trabajo se extienden más allá de la pare-ja marido-esposa, y puesto que las obligaciones noson equivalentes, los individuos que viven en cual-quier hogar específico negocian las demandas ma-teriales y emocionales en competencia al inte-rior del hogar y entre hogares.

Por otra parte, el esfuerzo de combinar el tra-bajo de subsistencia con el trabajo asalariado li-mita a hombres y mujeres, en las distintas etapasdel ciclo de vida, en formas diferentes. Despuésdel establecimiento de un hogar separado porparte de la joven pareja, la nuera se encuentramenos enredada en las obligaciones laborales yde parentesco con su suegra. En los últimos años,las parejas jóvenes han reducido drásticamente lacantidad de tiempo que viven con los padres delmarido, mediante la compra de materiales, artí-culos para el hogar y un terreno, usando el dine-ro ganado por ambos antes del matrimonio. Sinembargo, los pobladores de Sullk'ata reconocentambién que una mujer casada, incluso cuandovive con el marido y los hijos solamente, contri-buye con más trabajo al hogar que su marido. Enlos términos de un discurso nacional de moder-nización, los hombres casados que reciben unsueldo por su trabajo son considerados más “avan-zados” o “civilizados” (de la Cadena, 1991). Espor eso que las relaciones del intercambio asimé-trico de trabajo entre parientes políticos siguensiendo importantes, tanto para las formas de pro-ducción para el mercado y la subsistencia, comopara las trayectorias y experiencias de conflictos,incluso después de que una pareja ya ha estable-cido su propio hogar. Volveré a estos aspectos delcontexto amplio social, económico y político, alo largo de mi análisis.

DISCURSOS LOCALES DE VIOLENCIA YPARENTESCO POLÍTICO

Al igual que en otras regiones andinas, las muje-res de Sullk'ata charlan abiertamente sobre la vio-lencia en las conversaciones cotidianas (véase tam-bién: Harris, 1994: 52; Harvey, 1994: 66). Lomás típico es que una mujer relate la violenciacometida por un pariente político a otras muje-res, pero en sus conversaciones acerca de la vio-lencia las mujeres simultáneamente la normali-zan y critican. En esta parte abordo el tema delos discursos locales en torno a la violencia do-méstica e identifico sus ambivalencias, plantean-do una doble diferenciación entre el desfase denormalizar y destacar la violencia en el discurso,y las variabilidades del poder y la vulnerabilidadde las mujeres en Sullk'ata.

Tanto hombres como mujeres normalizan laviolencia intrafamiliar, señalando el estado deebriedad de la persona abusiva, o sosteniendo quela violencia es 'de costumbre' (custumbrilla). Apesar de la conversación sobre incidentes especí-ficos de violencia, la idea de que la violencia in-trafamiliar es costumbre indica la ausencia relati-va de un metadiscurso explícito en torno a la vio-lencia. Sin embargo, al mismo tiempo se identi-fica y se habla de la violencia perpetrada por pa-rientes políticos y sobre todo por esposos. Lasmujeres se lamentan y quejan de la violencia in-trafamiliar, no solamente a otras mujeres sino tam-bién, y a veces, a las autoridades locales y estata-les. A veces las mujeres se defienden, abandonana esposos abusivos, se niegan a trabajar para sussuegras o a vivir con ellas. No obstante, las muje-res, igual que los hombres, también bromean ylanzan indirectas que vinculan la violencia con elsexo. El análisis de los ejes o planos transversalesde la ambivalencia en estos discursos indica lascomplejidades de las vidas, relaciones e historiasde las mujeres que evidentemente sufren abusos

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Mariano Fuentes Lira. Dirigente.

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pero no son simplemente impotentes respecto asus parientes políticos.

Por otra parte, los significados de la violenciaemergen no solamente en lo que se dice, sino tam-bién en los intersticios de lo que queda como su-puesto o abierto a interpretación, en lo que no sedice e incluso en lo que no se puede decir. Losdistintos interlocutores, incluyendo la antropó-loga, acceden a un conjunto variable de experien-cias, conocimientos, explicaciones o comprensio-nes de sentido común en sus interpretaciones delos eventos. Por ejemplo, para los pobladores deSullk'ata la violencia intrafamiliar está configu-rada en parte por un contexto social e históricoque incluye la represión violenta de mineros, cam-pesinos y cocaleros, dirigida por el Estado; losconflictos regionales por la tierra entre gruposétnicos andinos originarios; peleas rituales tradi-cionales o tinkus; conflictos entre los miembrosde la misma comunidad; y el castigo físico que aveces se emplea para reforzar la jerarquía entrepadres e hijos7. Además, gran parte de mi propioentendimiento de la violencia doméstica enSullk'ata se refracta por los intercambios infor-males que tuve durante mi trabajo de campo conlas mujeres; algunas eran mis amigas y comadres,otras eran simplemente mis vecinas o conocidas,y muchas de ellas estaban vinculadas por el pa-rentesco o el compadrazgo. Generalmente, lasmujeres iniciaban estas discusiones de la violen-cia intrafamiliar, y en más de una ocasión me pre-guntaron si mi marido me pegaba, si peleábamos,si él tenía otra esposa en la ciudad. Por lo tanto,lo que puedo decir de la violencia intrafamiliar sebasa en la evidencia etnográfica “situada” y par-cial (Abu-Lughod 1993; Collins, 1990; Haraway,1991). Mi identidad personal como antropólogay gringa de los Estados Unidos, mujer casada pero

sin hijos y viviendo sin mi marido y lejos de mifamilia, no es inconsecuente para lo que la gentede Sullk'ata me dijo de la violencia intrafamiliar.

EL CASO DE CLAUDINA Y SU NUERA

Uno de los primeros incidentes de violencia en-tre parientes políticos de los que me enteré se dioentre una suegra (Claudina) y su nuera. No pre-sencié el incidente, pero mi comadre Ilena sí fuetestigo. Ella me lo relató esa misma noche, cuan-do estábamos sentadas preparando la cena. Clau-dina, la suegra, tenía casi 60 años, y ella y su es-poso acababan de patrocinar una de las fiestascomunitarias más grandes y económicamenteexigentes. Sus hijos, todos adultos casados, ha-bían llegado con sus familias para ayudar con lospreparativos y participar en la fiesta que duró unasemana. El último día de la fiesta, Claudina acu-só a su qhachuni de no haber recogido huevos yno haber ayudado a cocinar el almuerzo del día.Enojada y borracha, Claudina golpeó a su nueraen el ojo.

La explicación que dio Claudina por golpeara su nuera —que había dejado de cocinar— es lamás común para explicar por qué una mujer hasido golpeada, ya sea por su marido o por su sue-gra. La tarea de cocinar y servir la comida repre-senta un índice no sólo de la identidad de géne-ro, sino también de la mayoría de edad y las rela-ciones específicas de parentesco con otros miem-bros del hogar (Weismantel, 1988). En el con-texto de la vida cotidiana en los Andes, la tareaprincipal de una mujer casada en el hogar es co-cinar. Se puede entender la cocina como un sitiode poder para la esposa, que tiene bajo su controlel consumo y la distribución de los productos desubsistencia (Allen, 1988; Arnold, 1992; Weis-

7 Se ha escrito poco sobre la relación entre la violencia promovida por el Estado y la violencia doméstica en los Andes; pero, véase:Johnson y Lipsett-Rivera, 1998; Morrison y Biehl, 1999; Nash, 1993; Starn, 1999; y Stephenson, 1999. Sobre la relación entreel tinku y las prácticas de cortejo, véase las citas en la nota al pie 3.

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mantel, 1988). Sin embargo, más de una mujerpuede vivir en cualquier hogar específico, y cuan-do una nuera vive con la familia de su marido,una de sus tareas principales es cocinar para to-das las personas en el hogar. Si bien por lo gene-ral la suegra sirve la comida, enfatizando de esamanera su papel en la asignación de los recursosdel hogar, la nuera al cocinar demuestra su com-petencia, obediencia y preocupación por el sus-tento del hogar. La actitud y eficiencia en la coci-na por parte de la nuera se asocia en términosprácticos y simbólicos con la forma en que ella vaa integrarse y contribuir a la reproducción de sunuevo hogar y comunidad (Valderrama y Esca-lante, 1997: 166).

Por lo tanto, la cocina y la violencia si bienno se encuentran fuera de un sistema de género,también están imbricadas en las relaciones y losdiscursos del parentesco. Incluso después de queuna qhachuni ha dejado de vivir en el hogar delos padres de su marido, continúa sujeta a obli-gaciones ante su suegra y puede ser golpeada porella. Sin embargo, la posición de la nuera en unared de relaciones cambia en el curso del tiempo,modificando las formas en que se negocian lasrelaciones entre suegras y nueras, maridos y es-posas, madres e hijos. En este caso, la nuera ehijo de Claudina ya no estaban viviendo en elhogar de Claudina. La nuera ya estaba bien esta-blecida como warmi (mujer y esposa, en que-chua): tenía seis hijos (uno de los cuales estaba apunto de casarse), un hogar en otra comunidad,y relaciones extensas de intercambio de trabajoen ambas comunidades. Cuando el hijo de Clau-dina se enteró del conflicto, ese día apoyó a suesposa en lugar de a su madre. La nuera y el hijode Claudina regresaron con sus hijos a su propiacasa la mañana siguiente. Cinco meses después,cuando pregunté a Claudina sobre el incidente,su hijo y nuera todavía no habían vuelto a visitara Claudina y su esposo. Se negaron a venir inclu-

so para Carnaval, época del año en que las fami-lias bolivianas en todo el país vuelven a su comu-nidad, viajando a veces grandes distancias parafestejar y bendecir sus hogares y comunidadesnatales.

NORMALIZANDO E IMPUGNANDO LAVIOLENCIA DE PARIENTES POLÍTICOS

Las formas en que las mujeres negocian situacio-nes que pueden volverse violentas, o reaccionanante el abuso físico de un pariente político, varíansegún las contingencias de la situación, la historiade los individuos y el contexto social e históricomás general en el que tiene lugar la violencia. Comoen otras regiones andinas y otras partes del mun-do, a veces las mujeres de Sullk'ata impugnan elabuso perpetrado por sus parientes políticos, comohizo la nuera de Claudina. A veces las mujeres sedefienden físicamente (Spedding, 1997:65), o in-fligen dolor a través de otros medios, como en elcaso descrito por Weismantel (1988: 181-2) de lamujer que ofreció a su marido abusivo plato trasplato de comida, obligándole a comer a pesar deque estaba de chaqui. Una mujer de Sullk'ata pue-de simplemente dejar a sus suegros y volver a lacasa de sus padres, sobre todo si todavía no se haformalizado su matrimonio con una ceremonia dematrimonio civil o religiosa y una fiesta comuni-taria. Aunque conozco a una mujer que se fue des-pués de muchos años de matrimonio, debido a laseveridad de las golpizas que recibía, la mayoría delas mujeres no cuentan con suficientes recursos fi-nancieros, materiales o emocionales para vivir so-las.

En situaciones extremas, las mujeres acudena sus padrinos o a las autoridades estatales paraquejarse formalmente de la violencia intrafami-liar. En Sullk'ata se considera que los padrinos dematrimonio son las personas más apropiadas paraarbitrar en una disputa entre parientes políticos.

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Investigadores andinos de distintas regiones yépocas han notado que, históricamente, tanto lasmujeres andinas indígenas como las de descen-dencia española han recurrido a las autoridadesestatales coloniales o republicanas en casos de vio-lencia doméstica (Barragán, 1997; Hünefeldt,2000; Spedding, 1997). Sin embargo, al acudir aun juez o a la policía, una mujer se sitúa en unaposición que puede volverse contradictoria, de-bido a que tiene que asumir conceptos de la fa-milia, del género y la feminidad contrarios a losconceptos indígenas andinos (Harvey, 1993:135), además de enfrentar estereotipos raciales yde clase y barreras relativas al idioma, la capaci-dad de leer y escribir, además de las financieras.Durante el periodo de mi residencia en la comu-nidad, tres mujeres denunciaron la violencia desus esposos a la policía o al juez, y otra amenazócon entregar a su cuñada a la policía debido a laviolencia física. En un caso, la policía metió almarido en la cárcel de la provincia hasta que sumadre pudo reunir el dinero suficiente para sa-carlo bajo fianza. La joven, en este caso, volvió ala casa de sus padres, porque su relación matri-monial todavía no se había consolidado a travésde una ceremonia civil o religiosa.

Si bien lo más típico es que una mujer relateel abuso intrafamiliar a otras mujeres, tanto hom-bres como mujeres normalizan la violencia intra-familiar a través de discursos en torno a la borra-chera y la costumbre. Los quechua-parlantes con-ciben la borrachera como un estado alterado,parecido al sueño. El mismo tiempo del verbo seutiliza para la borrachera, los sueños y el pasadomuy distante8. La diferenciación gramatical re-fleja el entendimiento, generalizado en los An-des, que no se puede responsabilizar a una perso-na por lo que hace cuando está borracha (Har-vey, 1991, 1994; Mannheim, 1991; Saignes, ed.,

1993). Por ejemplo, cuando Claudina me contósu versión de la historia meses después de pegar asu nuera, mencionó varias veces lo borracha quehabía estado en el momento, llorando todo eltiempo. En algunos casos de violencia, la justifi-cación de la borrachera es cuestionada. Sin em-bargo, todos los incidentes de violencia que co-nozco entre parientes políticos en Sullk'ata ocu-rrieron durante las fiestas del calendario anualritual o en otros contextos rituales en los que lagente estaba borracha.

Tomar es parte integral de los rituales comu-nitarios y la borrachera es imprescindible para elsustento del mundo espiritual y material de losquechua-parlantes católicos (Abercrombie, 1998;Saignes, ed., 1993). La fertilidad de la tierra y lafecundidad de los animales y seres humanos seregenera a través de libaciones a la Pachamama(generalizada como la “Madre Tierra”) y tambiénentendida como distintas manifestaciones de laVirgen y a las ánimas de las montañas (urqus enquechua). Los indígenas andinos se preocupanpor cumplir sus obligaciones de reciprocidad conlo sobrenatural. Asimismo, el acto de tomar ge-nera y sostiene las relaciones de reciprocidad ysociabilidad entre las personas, pero al mismotiempo es mucho más probable que la gente ex-prese el conflicto y se ponga violenta cuando estáborracha (Harvey, 1991, 1993, 1994; Harris,1994). Las mujeres preparan las libaciones y to-man con sus parientes, aunque por lo general lasmujeres no llegan al mismo estado de ebriedadextrema que muchos hombres. A diferencia delos hombres, las mujeres tienen la responsabili-dad de seguir cocinando para la familia, pastearlas ovejas (una necesidad diaria) y actuar comolas cuidadoras de sus parientes varones borrachos,generalmente sus maridos e hijos.

El discurso de la borrachera está entrelazado

8 Para la explicación gramatical normal de este punto, véase Cusihuamán, 1976: 170-171.

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también con un discurso en torno a la “costum-bre” a través del cual las mujeres de Sullk'ata lla-man la atención sobre las maneras en que la vio-lencia se revela en público y al mismo tiempo seencuentra más allá del discurso público. A veces,la normalización de la violencia a través del dis-curso de la costumbre se hace de manera implíci-ta, como por ejemplo cuando Ilena me contó delincidente de violencia entre Claudina y su nuera.Dijo que lamentaba que el incidente hubiera ocu-rrido: Ilena tenía relaciones de intercambio detrabajo con la suegra y la nuera involucradas enla disputa. Sin embargo, en lugar de criticar lasacciones de Claudina directamente, contó la his-toria de la violencia de su propia suegra, y termi-nó diciendo:

– Grave he sufrido. Cinco años he vivido alláy tuve que hacer todo.

– ¿Te enojabas con tu suegra y ella contigo?–le pregunté.

– Sí, respondió ella.– ¿Qué hacía tu marido?– Volvió a la casa de su madre. Se debería

haber quedado conmigo. Ella me odiaba deverdad.

Aquí, Ilena sitúa las acciones de Claudinadentro de un contexto más general de relacio-nes de parentesco político y violencia intrafa-miliar entre mujeres. Las mujeres mayores, so-bre todo, me contaron de sus suegras y los añosdifíciles que habían soportado viviendo en elhogar de sus suegros. Si bien las mujeres enfati-zaban lo doloroso que habían sido sus experien-cias, no indicaron que éstas fueran excepciona-les.

A veces, la normalización de la violencia a tra-vés del discurso de la costumbre es mucho másexplícita. La brecha entre mis propias sensibili-dades y las de las mujeres que había llegado a

conocer, además del reconocimiento coincidentedel dolor de la violencia, se volvieron más evi-dentes para mí durante la semana de Carnaval de1996, cuando Máxima fue golpeada por su espo-so. Ambos se estaban acercando a los setenta añosde edad. Máxima llegó una tarde a la fiesta y contóa las mujeres que su esposo le había pegado ypateado dos noches antes. Ella me pidió acom-pañarla a Sucre porque no tenía a nadie en la co-munidad y allá estaban sus hijos. Quedé en ircon ella y más tarde pregunté a otra mujer, queresultó ser la comadre de Máxima, si sabía lo quehabía pasado.

– Es la costumbre. Cuando los hombres estánborrachos se ponen a renegar y pegan a susmujeres –me dijo.

– ¿Tu marido te pega a ti? –le pregunté.– Sí, respondió. Mi marido es igual.

En el momento de la conversación, la reac-ción de Roberta me sorprendió. Conocía bien aella y su marido, y no calificaba su relación como“abusiva”. Tampoco pensaba que la violencia do-méstica en Sullk'ata fuera “la costumbre”. Pero almismo tiempo, la aseveración de Roberta meenfrentó al desafío de reconocer que la gente deSullk'ata tiene formas apropiadas e inapropiadasde cometer y hablar de la violencia, así como for-mas aceptadas de relacionarse con seres humanosy sobrenaturales, con parientes y con los que nolo son.

Es así que, si bien las mujeres reconocen al-gún grado de variación entre individuos (algu-nos son más propicios a la violencia que otros), lanoción más generalizada es que la violencia seasocia con estados (como la borrachera) y rela-ciones específicas (como el parentesco político).En Sullk'ata, la violencia intrafamiliar es la cos-tumbre cuando la gente está borracha, como afir-ma Roberta, pero está claro que la violencia entre

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parientes políticos no se considera como costum-bre cuando la gente está sana. Me enteré de unsolo incidente de violencia entre esposos cuandolos dos estaban sanos. La gente reaccionó horro-rizada y hablaba de la educación incorrecta delhombre. Además, si bien las críticas respecto alas acciones del pariente y las expresiones de do-lor pueden entrelazarse con los detalles de cir-cunstancias personales y discursos de normaliza-ción, los pobladores de Sullk'ata rara vez cuestio-nan la idea general de que los familiares puedenemplear la violencia. Resultó que Máxima no fueconmigo a Sucre y me dijo que no podía encon-trar a nadie que pasteara sus ovejas en su ausen-cia. Por último, entre la falta de conexión entremi reacción emocional y las actitudes de mis com-pañeras de Sullk'ata destaca la forma en que lossupuestos culturales profundamente arraigados—como ideas acerca del “amor” en el matrimo-nio y el estigma asociado con ser “víctima” delabuso— pueden enredarse con conjuntos de su-puestos y condiciones materiales muy distintos através de las contingencias del trabajo de campo.Más adelante examino este tema con mayor de-talle9.

SEXUALIDAD Y VIOLENCIA:MARCANDO LA VIOLENCIA

DE MARIDOS

Es así que en Sullk'ata los discursos de la cos-tumbre y la borrachera normalizan la violenciacometida por parientes políticos, tanto de hom-bres como de mujeres. Sin embargo, las mujeres

de Sullk'ata tienden a enfatizar la violencia desus maridos. Este énfasis podría indicar la ma-yor frecuencia del abuso perpetrado por losmaridos. La tendencia a recalcar el abuso con-yugal también podría reflejar el hecho de que laviolencia perpetrada por el marido tiene mayo-res posibilidades de causar daños, sea por su fuer-za física o por las consecuencias sociales y eco-nómicas que surgen del conflicto. La intensi-dad y la importancia de la relación entre mari-dos y esposas tiende a incrementarse con el tiem-po. Si bien es fácil disolver una relación de pa-reja al principio de la misma, después de unaserie de ritos matrimoniales y el nacimiento dehijos, la separación es poco frecuente. En con-traposición, la importancia de la relación entresuegras y nueras tiende a disminuir con el tiem-po, a medida que una mujer va estableciendo supropio hogar, familia y relaciones de intercam-bio de trabajo con otras mujeres.

Por otra parte, la tendencia a destacar la vio-lencia del marido refleja el acceso que tiene lagente a una variedad mayor de discursos pú-blicos. A fines de diciembre de 1995, el enton-ces presidente Gonzalo Sánchez de Lozada pro-mulgó la Ley contra la Violencia Intrafamiliar(Ley 1674). Según el texto de la ley, cualquiermiembro de la familia, varón o mujer, adultoo niño, está protegido del abuso por parte deotro miembro de la familia o del hogar, siem-pre que éste se denuncie dentro del plazo de24 horas. Se había difundido la ley por radio,pero los anuncios que se emitían en quechuase referían solamente a la violencia de los hom-

9 Los grupos de apoyo en Estados Unidos emplean el término "sobreviviente" en vez de "víctima" del abuso, en parte debido a esteestigma. Ninguno de los dos términos representa plenamente la manera en que las mujeres de Sullk'ata hablan de sí mismas y losacontecimientos de violencia en los que están involucradas. Como Harvey ha dicho en un contexto parecido, "Me impactó elhecho de que su tolerancia de acciones que para mí fueron horrorosas, no se basó en un sentimiento de vergüenza o pasividad;hablaban con orgullo de cómo se habían defendido, y estaban plenamente dispuestas a quejarse a otras personas del trato querecibían. La diferencia entre su actitud y la mía fue que ellas parecían aceptar este aspecto de enfrentamiento en sus relaciones,como una de las consecuencias desagradables de enamorarse y formar una pareja estable" (Harvey, 1994: 66).

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Mariano Fuentes Lira. Estudio de rostro femenino

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bres contra las mujeres10. El énfasis explícitoen la diferencia de género y la sexualidad enmuchos de estos discursos oscurece la impor-tancia que tiene el parentesco político en elsurgimiento de violencia entre cónyuges, y almismo tiempo encubre la violencia que sucedeentre mujeres en Sullk'ata11.

Sin embargo, la imbricación de los discursosque normalizan la violencia y el énfasis que po-nen las mujeres de Sullk'ata en la violencia co-metida por maridos (a diferencia de otros hom-bres) indica que el parentesco político es un as-pecto significativo de la violencia conyugal. EnSullk'ata, las explicaciones y justificaciones pare-cidas que emplean maridos y suegras por habergolpeado a una mujer, y los discursos imbricadosde la borrachera y la costumbre que normalizanla violencia intrafamiliar, sugieren que la diferen-cia de género no es una categoría suficiente paraanalizar la violencia doméstica en la región. Senecesita mayor análisis de las relaciones de pa-rentesco, sobre todo las relaciones entre parien-tes mujeres, para lograr una comprensión máscompleja de las jerarquías de poder que estructu-ran esas relaciones, así como las formas en quesurge la violencia en las redes de interaccionesentre parientes en Sullk'ata.

SUEGRAS Y QHACHUNIS: LEYENDO ELPARENTESCO POLÍTICO ENTRE MUJERES

El énfasis que pongo en el parentesco políticocomplica pero no busca suplantar los estudiosfeministas, los cuales han enfatizado el génerocomo categoría de análisis de la violencia domés-tica, y la violencia de los hombres contra las mu-jeres como síntoma y al mismo tiempo funda-ción de la jerarquía de género. El género y el pa-rentesco no se separan ni se limitan en las expe-riencias de la gente (Collier y Yanagisako, eds.,1987; Weston, 1993; Yanagisako y Delany, eds.,1995). Sin embargo, enmarcar las relaciones deparentesco político en una noción de oposiciónde género no solamente tiene la consecuencia dedebilitar la fuerza analítica del parentesco políti-co, sino que también limita el “género” comocategoría analítica a la oposición binaria entrecategorías homogéneas de hombres y mujeres. Porlo tanto, las diferencias entre mujeres son tam-bién imprescindibles para la comprensión delparentesco político, y las formas en que las rela-ciones del poder se estructuran y se negocian enlos Andes. Voy a explorar las maneras en que seexpresa el parentesco político entre suegras y nue-ras (qhachunis). Concentro mi enfoque en dos

10 La literatura sobre el tema de la violencia doméstica publicada por el Ministerio de Desarrollo Humano y la organizacióninternacional UNICEF, enfatiza que los derechos de mujeres y niños contra la violencia doméstica son derechos humanos.Véase, por ejemplo: Ley 1674 Contra la Violencia en la Familia o Doméstica, La Paz: Ministerio de Desarrollo Humano, Secre-taría Nacional de Asuntos Etnicos, de Género y Generacionales, Subsecretaría de Asuntos de Género, 1996; Más que madres, LaPaz: Ministerio de Desarrollo Humano, Secretaría Nacional de Asuntos Etnicos, de Género y Generacionales, Subsecretaría deAsuntos de Género, 1996; Legislación Andina y Violencia contra la Mujer (Documento del Seminario Andino “Legislación yViolencia” en 1995, Cochabamba, Amanda Dávila (ed.), La Paz: Vicepresidencia de la República de Bolivia y Ministerio deDesarrollo Humano, 1996.

11 También los discursos públicos enredan los conceptos que tienen los pobladores de Sullk'ata respecto a la sexualidad y lafecundidad con ideologías nacionales y transnacionales de la diferencia de género y la “alteridad” étnica. Por ejemplo, algunoshan empleado o analizado la frase “amor andino” para referirse a la violencia en las prácticas andinas de cortejo y las relacionesmatrimoniales. Véase: Degregori, 1989; Millones y Pratt, 1989; Platt, 1986 y Harris, 1994, entre otros. En la medida en que losdiscursos públicos sobre sexualidad y violencia han sido ya bien analizados (Harris, 1994; Harvey, 1994), no abordo este temaen este artículo. Para más detalle sobre discursos de género, sexualidad y violencia en Sullkata, véase: Van Vleet, 1999. Para laviolencia doméstica y poder en otros partes véase, por ejemplo, Harvey and Gow (eds.), 1994; Heise, 1995; Morrison y Biehl,1999.

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aspectos interrelacionados de la asimetría del po-der entre parientes mujeres —los intercambiosasimétricos del trabajo y los valores ideales riva-les del afecto y el respeto— para demostrar laimportancia que tiene el parentesco político paracomprender la violencia doméstica, y la impor-tancia que tienen las diferencias entre mujeres paracomprender el parentesco en los Andes. Sin em-bargo, la relación entre suegras y qhachunis no seaísla de otras relaciones de parentesco ni de dis-cursos más amplios de identidad y poder. Por lotanto, también incluyo en la discusión un análi-sis de las relaciones de parentesco entre padres ehijos, sacando algunas implicaciones para la com-prensión de la violencia entre cuñadas.

HACIÉNDOSE PARIENTES

La relación afectiva y económica entre suegra ynuera se entrelaza con la relación estructural y elsistema más general de valores que configuran lasrelaciones entre padres e hijos. Sin embargo, lanuera se integra solamente en forma parcial a lafamilia de su marido, y puede ser que nunca seconstituya en una “pariente legítima” (Harvey,1994). Es así que, para la familia de la mujer, seconsidera que una hija o hermana recién casadaestá pasando un periodo difícil viviendo con susparientes políticos, lejos de su propia familia. Laprimera noche de la Fiesta de la Virgen de Rosa-rio, por ejemplo, sentada en un banco en la igle-sia, Seferina lloraba mientras la gente encendíavelas. “Ahora mi hija está sola”, decía con triste-za. Al principio yo estaba confundida, porquehabía asistido al matrimonio de su hija apenasdos meses antes. Pensé que tal vez el marido desu hija se hubiera muerto en un accidente de ca-mión, pero esa no fue la causa de la soledad de suhija ni de su propio dolor y tristeza. Seferina mehizo entender que su hija, que vivía en una co-munidad cercana, estaba sola porque no tenía

parientes cercanos, “parientes legítimos”, en eselugar.

La familia del marido festeja la llegada de lanueva nuera, pero también tiene que cargar conla responsabilidad de incorporar a una personaextraña en el hogar. Una nuera recién llegada nosolamente es considerada como “de otro lugar”,sino que también es distinta de sus parientes po-líticos en términos constitucionales. Para los po-bladores de Sullk'ata, el “parentesco legítimo” sevincula con el concepto de “criar” a la hija (wiña-chiy). Cuando una mujer se casa, no solamentese traslada de la red familiar con la cual se crió.También traslada las fuentes materiales a travésde las cuales su cuerpo se desarrolló, y el conoci-do panteón de lugares sagrados. Como Weisman-tel ha planteado respecto a los indígenas andinosde Ecuador, se entiende en forma plenamente li-teral que las personas que comen la misma comi-da están compuestas de la misma carne. El mate-rial del cuerpo humano se construye a través de“una variedad de sustancias y actos: ingerir comi-da y líquidos, compartir estados emocionales conindividuos o espíritus, estar físicamente cerca depersonas u objetos” (Weismantel, 1995: 694). Esasí que el proceso de integrar a una qhachuni enla red de parentesco de la familia de su maridosólo se puede cumplir en un largo periodo detiempo.

Las relaciones de parentesco entre una qha-chuni y sus parientes políticos se forjan a travésde las mismas interacciones y prácticas diarias—la alimentación, y comer y trabajar juntos—que recrean el parentesco entre padres e hijos. Ali-mentar a un hijo es el medio principal a travésdel cual los padres expresan su amor y cariño.Alimentar a un hijo significa “criarlo” inclusoantes de su nacimiento (Arnold y Yapita, 1996:311-12; Van Vleet, 1999; Nash, 1993; cf. Weis-mantel, 1995). Asimismo, alimentar a los hijosconstituye uno de los medios principales de esta-

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blecer la jerarquía en la familia (Harvey, 1998:74-5). Hasta que los hijos se establezcan en rela-ciones productivas en la comunidad o en otrolugar, se considera que son dependientes de suspadres. A diferencia de los intercambios de co-mida y trabajo entre adultos, en los que se esperaque la comida y el trabajo sean devueltos en for-ma recíproca, la relación de parentesco entre pa-dres e hijos es, como ha afirmado Harvey (1998:75), el resultado de “haber sido alimentado porotros a quienes uno mismo no alimenta”. Comoparte de esta relación, se espera que el hijo/la hijatrabaje para sus padres y respete y obedezca a suspadres y hermanos y hermanas mayores. De estaforma, las prácticas que forjan las relaciones afec-tivas también mapean las jerarquías y desigual-dades entre parientes (Harvey, 1998; Weisman-tel, 1995).

Durante el tiempo que vive en el hogar de susuegra, una qhachuni depende de sus parientespolíticos para la comida y la vivienda, y está si-tuada como una niña moralmente obligada a tra-bajar porque se la alimenta. Como me dijo Ana-cleta, una mujer anciana de Sullk'ata que todavíavive con su marido en la vivienda construida porsus suegros, “¿Dónde íbamos a vivir si no aquí?No teníamos nada cuando nos casamos. Ni ani-males, ni tierra, ni casa, ni ollas, platos, cucha-ras”. Si bien no se espera que surja una intimidadautomática entre suegras y nueras, la qhachunidebe dirigirse a su suegra como “mi mamá”, mien-tras que la suegra se dirige a ella como “mi hija”.La nuera contribuye al hogar de sus parientespolíticos con su trabajo agrícola hasta que sumarido reciba su porción de tierra. Frecuentemen-te pastea las ovejas de su suegra. Mientras vivecon sus suegros, cocina para toda la familia, unatarea que consume mucho tiempo y esfuerzo.

Además, debido a la división de género en eltrabajo, inicialmente la suegra constituye el pun-to principal de integración al hogar y a la comu-

nidad para la qhachuni. La qhachuni puede pasarmás tiempo con su suegra que con su marido.Sin embargo, la qhachuni tiene la responsabili-dad de desarrollar una relación de buena volun-tad o motivar el cariño de su suegra. Así se animauna nueva nuera a ganar la aprobación de su sue-gra a través de sus habilidades en la cocina, sudisposición a trabajar, su obediencia y su capaci-dad de ser sociable y viva. También se espera quela qhachuni respete la autoridad de la suegra yque reciba sus órdenes.

Sobre todo, al principio de la relación, la qha-chuni se sitúa como una niña dependiente de susparientes políticos, pero también comparte laposición de una persona que no es pariente. Alcasarse y salir de su hogar natal, una qhachuni seestá convirtiendo en adulta, un proceso que seconsolida después del nacimiento de su primerhijo. Mientras vive en el hogar de su suegra, noes fácil para la qhachuni extraerse de las obliga-ciones laborales que tiene con ella. Si todavía notiene sus propios hijos, una nuera está especial-mente vulnerable a las críticas y al posible abusopor parte de su suegra. No obstante, la qhachuniaporta su trabajo al hogar de su pariente políticocon la expectativa de que ese trabajo o productosequivalentes le serán devueltos a la larga, comoen el caso de formas de trabajo más recíprocascomo el ayni.

LAS AMBIGÜEDADES DEL PODER

En sus interacciones diarias, suegras y nueras ne-gocian las disyuntivas en sus relaciones económi-cas y afectivas. Al mismo tiempo, esas disyunti-vas se conectan con las ambigüedades más gene-rales de la jerarquía y autoridad entre parientes.Relaciones de parentesco exitosas, como afirmaHarvey (1998:75), son relaciones en las que lajerarquía se mantiene intacta, en las que se otor-ga respeto a los individuos apropiados: los niños

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“que no aprenden este respeto no se conviertenen seres humanos sociales, y después de morir seconvierten en [almas condenadas]”. Por lo tanto,si un niño no demuestra el debido respeto, cui-dando los animales, cumpliendo tareas con bue-na voluntad, vigilando a sus hermanos menoresy dirigiéndose a los adultos en la forma correcta,los padres o posiblemente un hermano mayor tie-ne el derecho de reprenderlo. Los padres puedenresponder al desafío de un niño o a la percepciónde la falta de respeto, con una reprensión de dis-tintos grados, y pueden reñirlo (rimay) o golpearlo(maqay) para reforzar físicamente la jerarquíaentendida entre padres e hijos. La violencia físicaentre padres e hijos puede suceder cuando lospadres están sanos, y no se considera inapropiadaa menos que la violencia sea extrema; pero no escomún que los adultos reprendan a los hijos deotras personas12. Debido a que la relación entresuegra y qhachuni es parecida a la relación entrepadres e hijos, pero no es igual, el parentescopolítico se convierte en un ámbito de reproches yconflictos potenciales. Si bien se critica y hasta segolpea a una nuera que no demuestra respeto asus parientes políticos, no se dice que ella se con-vierte en un alma condenada después de la muer-te, como un niño irrespetuoso. Por otro lado, lanuera puede impugnar directamente la violenciade su suegra o sus afirmaciones de autoridad, in-dicando el hecho de que la suegra no es su “pa-riente legítimo”. Por lo tanto, la misma falta decontrol en la relación de parentesco político, depor sí ambigua, también puede provocar un arran-que de violencia en el intento de resolver la am-bigüedad y restablecer las relaciones de parentes-co armónicas (Harvey, 1991).

Los pobladores de Sullk'ata reconocen laambigüedad y la posibilidad de negociación en

las categorías de parentesco, así como la imbrica-ción desigual entre diferentes categorías de jerar-quía. Movilizan varios discursos para negociar laposición y el poder entre parientes políticos. Lasnueras llaman la atención sobre su posición am-bigüa en forma explícita cuando destacan su “so-ledad” en momentos de angustia. Las mujeres re-conocen que hay pocas personas a quienes pue-den recurrir en la comunidad de sus parientespolíticos; en realidad no hay nadie que protejasus intereses. El abuso perpetrado por la suegrapuede ser detenido por su propio hijo (como enel caso de la nuera de Claudina), y el abuso per-petrado por un marido puede disminuir graciasa la presencia e intervención de sus padres. Sinembargo, no está claro que un marido o una sue-gra vaya a apoyar a una mujer o no, como indicala afirmación de Ilena respecto a que su maridomuchas veces se aliaba con su madre en las dis-putas. Incluso cuando una nuera ha vivido en unacomunidad durante muchos años y ha estableci-do su propio hogar y familia, puede llorar por-que “está sola”, sin madre ni padre, sin importarque sus padres estén vivos o muertos.

Las mujeres de Sullk'ata afirman que los “me-jores” matrimonios son cuando una hija se casacon un hombre de su comunidad natal. Estas afir-maciones sugieren que una red de parientes con-sanguíneos puede proporcionar a una mujer ma-yor protección contra la violencia o bien una po-sición más segura en la vida diaria. Harris (1994:54) señala que en el ayllu cercano de Laymi, loshermanos de una mujer pegarán al marido que leha tratado con violencia, lo cual respalda estepunto de vista. Sin embargo, en Sullk'ata la pro-tección ofrecida por un hermano depende nosolamente de su conocimiento del incidente deviolencia sino también de las contingencias de su

12 Existen excepciones. Por ejemplo, los padres de familia reconocen la autoridad de los maestros de la escuela, y a veces ellosmismos se apoyan en la autoridad paternal del Estado, amenazando con enviar a sus hijos (sobre todo hijos mayores) a lasautoridades estatales (maestros, policía, jueces) cuando no se comportan bien (Mannheim, comunicación personal, 1997).

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relación con el marido de su hermana. Por ejem-plo, puede ser que el hermano participe en redesde trabajo, esté vinculado a través de la relaciónde compadrazgo o alquile tierra del marido de suhermana. Como expresó Máxima en uno de losejemplos anteriores, sus hermanos “están con” sumarido; ella no iría a contarles a ellos de la vio-lencia de su marido, sino a sus hijos. De los casosespecíficos de violencia entre cónyuges que ana-lizo en el presente trabajo, dos tienen que ver conmujeres casadas con hombres de su comunidadnatal13.Por lo tanto, las ambigüedades del paren-tesco político se extienden a relaciones familiaresmás amplias y configuran las contingencias deacciones e interacciones entre las personas.

Asimismo, debido a que la relación de paren-tesco político entre suegra y qhachuni se cruzatambién con otras relaciones de poder e identi-dad, una qhachuni puede impugnar la asimetríade su relación con la suegra a través de discursosnacionales y transnacionales de clase y etnicidad,familia y género. Estos discursos urbanos enfati-zan el mayor estatus que tiene la persona que hablaespañol, gana dinero, tiene educación escolar,compra bienes de consumo como ropa y electro-domésticos, y vive en la ciudad donde los servi-cios de luz y agua mantienen a la gente, la ropa ylas calles más limpias. Los mismos permiten amujeres más jóvenes establecer un ámbito de su-perioridad, al cual sus parientes mujeres mayoresno tienen tanto acceso. Cuando una nuera se nie-ga a vivir con sus parientes políticos, su estatuspuede aumentar según los discursos nacionales ourbanos de cultura y clase; sin embargo, y al mis-mo tiempo, las valoraciones locales de la sociabi-lidad critican esas acciones. Por ejemplo, una sue-

gra puede trastocar los discursos nacionales deetnicidad y clase que estigmatizan a los indígenasandinos, despreciando a una qhachuni que es “be-lla” y “blanca” porque no sabe trabajar ni relacio-narse socialmente con otras mujeres (Valderra-ma y Escalante, 1997: 167).

En tiempos más recientes, algunas qhachunisjóvenes simplemente se han negado a vivir con lasuegra por más de un par de meses después decasarse. Esto posiblemente impide aún más laintegración de la mujer en el grupo familiar de sumarido, y aumenta su aislamiento. Las últimasdos mujeres que se casaron en la comunidad senegaron definitivamente a vivir con la suegra.Ellas habían pasado sus primeros años de matri-monio, antes de la ceremonia religiosa, viviendoen la ciudad con sus maridos y ganando dinero.Cuando las jóvenes parejas regresaron a vivir enla comunidad rural, construyeron sus propiascasas. En el momento de mi trabajo de campo,los dos maridos habían migrado para buscar tra-bajo asalariado, y estaban ausentes durante va-rios meses. Aún así, las dos jóvenes comían y dor-mían en su propia casa con sus wawas. Si bien lasdos nueras pasteaban las ovejas de su respectivasuegra cada día, ambas se negaron a cocinar parasus parientes políticos. Una mujer me dijo: “To-davía hay demasiada gente en la casa de mi sue-gra. Cocinar es mucho trabajo. Aquí cocino rá-pido, para mí y la wawa nomás, en esa cocina degas”. Si no querían vivir con los parientes políti-cos, la alternativa para estas dos jóvenes era vivirsolas, una opción considerada poco sociable y algorara por los pobladores de Sullk'ata. Es posibleque el vivir en la comunidad o la ciudad, sin ha-ber realizado las obligaciones más tradicionales

13 En estos casos, las dos mujeres fueron golpeadas por el marido, no por la suegra. En términos generales, los hermanos puedenofrecer alguna protección a las hermanas que se encuentran en relaciones abusivas, cuando están dispuestos a ayudar a mantenera hermanas que dejan a sus parientes políticos. Además, puede ser que aquellas mujeres que heredan tierras o bienes mueblesmás sustanciales que los de su marido, estén menos sujetas a las demandas y la violencia de sus parientes políticos; es un temaque necesita mayor investigación.

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Mariano Fuentes Lira. Huaynacha

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de una nuera, incremente el aislamiento de lamujer y su vulnerabilidad ante la violencia de sumarido; al mismo tiempo que esté menos limita-da por las demandas de su suegra. Pero esta esuna pregunta que queda por explorarse.

La relación entre suegra y qhachuni cambiaen el transcurso del tiempo. Una qhachuni, in-cluso la más obediente, no se queda en el hogarde su suegra. Inicialmente, la capacidad que tie-ne la suegra de controlar el grado de aislamientoo integración de una qhachuni, y su mayor con-trol de los recursos intra e interfamiliares, sonaspectos significativos de la asimetría del poderentre ellas. Una vez que tiene su propio hogar, sereformulan las obligaciones que tiene la nuerarespecto a su suegra. Si bien se espera que la qha-chuni siempre trate a su suegra con respeto, en eltranscurso del tiempo la nuera desarrolla unaposición de mayor poder. A medida que vayaconsolidando la relación con su marido, establezcavínculos de parentesco con sus hijos, y desarrollerelaciones de intercambio de trabajo con otrasmujeres, una qhachuni termina estableciéndoseen la comunidad como warmi (mujer adulta yesposa en quechua).

Sin embargo, a pesar de que la qhachuni pue-de poner énfasis en su capacidad, sus planes y susdeseos de vivir en la ciudad y ganar dinero, o suestatus como warmi, mientras viva en el campono puede aislarse de una red jerárquica, aunqueambigua, de relaciones entre parientes. Es así quemientras algunas mujeres en Sullk'ata me dije-ron que vivían con la suegra por cariño, otras cri-ticaron su carácter moral. En una ocasión trajeun cassette de canciones andinas a la cocina cuan-do estábamos preparando la cena Juana, yo y suhija Marissa. La canción “Mi suegra buena”(“K'acha swiritay”) fue transformada por Ilena,quien cantaba “mi suegra mala” (“saqra swiritay”)en el refrán de toda la canción. Cuando estabarecién casada, Juana vivió durante cinco años con

su suegra; pero incluso después de vivir muchosaños en hogares separados, la suegra de Juana leseguía molestando. Del mismo modo que otrasmujeres en Sullk'ata, tanto suegras como qhachu-nis, Juana se basa en experiencias personales y endiscursos locales y nacionales de etnicidad, clase,género y familia, para normalizar la violencia, paraimpugnar activamente la autoridad de sus parien-tes políticos e indicar la forma en que negocianlas posiciones de poder. Es así que, por muchoque una mujer afirme estar sola, las nueras enSullk'ata no están aisladas de conjuntos múlti-ples de relaciones económicas, sociales y políti-cas, las cuales atraviesan y se extienden más alláde un hogar específico.

LOS ENREDOS DEL PARENTESCO

Las relaciones entre suegras y nueras tienen ras-gos de la jerarquía del poder que se establece en-tre padres e hijos. Pero, además, distintas expec-tativas, obligaciones y futuras recompensas vin-culan a parientes y no parientes entre sí, y a suscónyuges, hermanos y padres. Si bien puede sernecesario como mecanismo heurístico el enfoquesobre las relaciones binarias entre suegras y nue-ras, éste resulta insuficiente para analizar las con-tradicciones y negociaciones del parentescotal como se vive en interacciones cotidianas. Enla presente sección, examino las trayectorias delos intercambios desiguales y las jerarquías ambi-guas a través de dos incidentes de violencia. Micomadre Ilena y sus parientes políticos partici-pan en ambos incidentes, pero la relación entreellos va más allá de la historia de vida de Ilenacomo individuo. Los dos acontecimientos —elprimero entre Ilena y su cuñada, y el segundoentre Ilena y su marido— estuvieron separadospor un periodo de seis meses. Al principio nopercibí que los acontecimientos estuvieran rela-cionados. Sin embargo, ahora sostendría que las

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tensiones entre Ilena y su cuñada, y entre Ilena ysu marido, se entrelazan de modo inextricable enmúltiples niveles: las interacciones entre indivi-duos, las relaciones estructurales más generalesentre hermanos y parientes políticos de la mismageneración, y el contexto social y económico másgeneral de Sullk'ata. Primero describo el incidentede violencia entre Ilena y su cuñada, y concentroel análisis en la red de relaciones de parentesco einteracciones individuales que se extienden des-de aquel acontecimiento. Más adelante, incorporoel incidente de violencia entre Ilena y su maridoen la discusión14.

El conflicto físico entre Ilena y su cuñada (laesposa del hermano de su marido) ocurrió du-rante la fiesta de Año Nuevo, en enero de 1996,cuando las dos mujeres estaban borrachas. Lacuñada de Ilena le riñó por haberse prestado unbuey sin pedir el debido permiso unos meses atrás.Ilena se defendió y también a su marido, Marce-lino, señalando que se habían prestado el bueypara arar el terreno del padre de Marcelino, no elterreno de Marcelino e Ilena. Ilena insinuó quesu cuñada debería estar agradecida por la canti-dad de trabajo que hacían ella y Marcelino paralos padres ancianos de los maridos de las dos.Luego la cuñada le dio un puñetazo, raspándolela mejilla. Ilena devolvió el puñetazo e hizo san-grar la nariz de la cuñada. Cuando la cuñada deIlena se despertó al día siguiente con sangre en lacara y el delantal, necesitaba que alguien le dijeraqué había pasado. Días después, la cuñada ame-nazaba con entregar a Ilena a la policía. Final-mente, el hermano del marido de Ilena disuadióa su esposa. Con el tiempo, la cuñada de Ilena

dejó de discutir el asunto, pero aún así el rencorentre las dos seguía hirviendo bajo la superficie.

Las obligaciones del parentesco, que se im-brican y se cruzan, constituyen una base sólidadesde la cual se puede interpretar este aconteci-miento. Primero, como en el caso de la relaciónde parentesco político entre suegras y nueras, lasrelaciones entre hermanos y parientes políticosde la misma generación se caracterizan por lasambigüedades de la jerarquía y el cariño. Las cu-ñadas se encuentran en una relación sumamenteambigua unas con otras. Por lo general, las cuña-das no son “parientes legítimos” y no desarrollanlas relaciones materiales y afectivas de parentescoa través de sus prácticas diarias, como intentanhacer las suegras y nueras. Si bien un joven y suesposa normalmente viven en el hogar de los pa-dres de él, junto con sus hermanos solteros, espoco común tener a más de un hermano casadoviviendo en el hogar al mismo tiempo. Por lo tan-to, las esposas de los hermanos no trabajan nicomen juntas, ni comparten el espacio en el ho-gar de su suegra. Los hermanos y sus esposas queviven en la misma comunidad rara vez desarro-llan relaciones de intercambio de trabajo ni deparentesco ritual, aunque hermanos y hermanasy sus respectivos cónyuges, y hermanas y sus ma-ridos, lo hacen con frecuencia. Existe poca cama-radería entre las esposas de hermanos, a menosque sean de la misma comunidad natal.

Además, la relación entre cuñadas está confi-gurada por la respectiva relación entre sus cón-yuges. Si bien lo ideal es que los hermanos seancompañeros íntimos, existen grandes posibilida-des de ambigüedad y trastorno en la jerarquía de

14 Como otros han notado, sucede con frecuencia que los antropólogos se incorporan en historias de relaciones entre interlocutoresque ya están en marcha y que empezaron mucho antes de su llegada (Mannheim y Tedlock, 1995). Mi relación de amistad conIlena contribuyó a una situación que ya era conflictiva. Debería señalar que he desarrollado el análisis en el presente trabajo enparte a través del proceso de mi intento de entender el sentido de las explicaciones que dio Ilena para la violencia de su marido,pero el análisis presentado aquí es incompleto. Trato en mayor profundidad el incidente de violencia entre Ilena y su marido enVan Vleet, 1999.

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parentesco entre hermanos. La jerarquía acepta-da de parentesco entre hermanos coloca al mayoren una posición de autoridad por encima del her-mano menor. Sin embargo, debido a que el her-mano mayor termina encargándose del hogarnatal, tradicionalmente recibe la mayor herenciamaterial, y muchas veces mayor cariño de los pa-dres. La negociación y la competencia en torno ala herencia de tierras, en particular, puede suce-der a lo largo de muchos años, creando tensionesal interior del hogar y más allá de él debido a quelos hermanos perciben desigualdades en un con-texto de escasez. Si bien idealmente las tierras agrí-colas se dividen en partes iguales entre hijos va-rones después del matrimonio de uno de ellos, elpadre puede seguir cultivando los terrenos y deesa manera mantener su control de la tierra. Confrecuencia el hijo ayuda con las tareas agrícolasen el terreno que él terminará heredando. Mien-tras viví en la comunidad, las tensiones en tornoa la herencia de tierras y las labores agrícolas esta-llaron varias veces en conflictos verbales entre her-manos, y con menos frecuencia en violencia físi-ca. También sucedieron disputas sobre herenciasentre las esposas de hermanos. Generalmente lashijas reciben su herencia en la forma de bienesmuebles, pero muchas mujeres en Sullk'ata indi-caron que la esposa de su hermano menor iba aheredar las ovejas de la madre. Debido a su proxi-midad en términos de residencia, las obligacio-nes imbricadas que tienen con la familia y la co-munidad, y su participación en las fiestas y labo-res comunitarias, es inevitable que los hermanosy sus cónyuges comparen sus respectivas respon-sabilidades y recompensas. Cuando es cuestiónde defender los intereses percibidos de sus pro-pios hijos, incluso los que se llevan bien puedenterminar enredados en conflictos.

Las relaciones de parentesco, incluyendo lasrelaciones entre cuñadas, cónyuges y hermanos,se ven afectadas también por los intercambios

desiguales de trabajo. Las obligaciones de traba-jar y cuidar a los padres se asocian generalmentecon los valores sociales y morales de la reciproci-dad y las relaciones de parentesco. Los sacrificiosrequeridos por los padres para criar a sus hijos sepueden entender como la primera mitad de unciclo de ayni o intercambio recíproco en Sullk'ata(véase también Nash, 1993: 67). Según los po-bladores de Sullk'ata, un hijo tiene la obligaciónmoral de cuidar a sus padres. Como informanArnold y Yapita (1996: 320-21) respecto a losQaqachakas aymara-parlantes en una región cer-cana, “Aunque el hijo traiga a la nuera a la casa, élllorará por sus padres y los enterrará. En cambio,dicen, la hija estará lejos y sólo dirá: ‘Oh, murie-ron y fueron enterrados hace un tiempo’”. Se con-sidera que las hijas, igual que las nueras, estánmenos involucradas en la vida y muerte de lospadres en términos emocionales y materiales. Lospadres pueden convocar a todos sus hijos paraque les ayuden con las labores agrícolas. Sin em-bargo, las obligaciones de trabajar y cuidar a lospadres se vinculan también con la herencia, y re-quieren cantidades desiguales de tiempo y esfuer-zo por parte de los distintos miembros de la fa-milia.

La persona más indicada para ayudar a lospadres ancianos es el hijo menor porque terminaheredando la vivienda de sus padres. Las obliga-ciones de un hijo pueden generar tensiones alinterior del hogar, como resultado de la compe-tencia entre los vínculos sentimentales y econó-micos con los padres y el desarrollo de la relacióneconómica, social y afectiva con la esposa o loshijos. Cuando se casa el hijo menor, las obliga-ciones de ayudar a sus padres le incumben a él ya su familia. Si él migra en ciertas épocas del añoen busca de trabajo asalariado y está ausente du-rante periodos largos, las exigencias de las rela-ciones del parentesco extendido pueden ser pesa-das para su esposa.

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Desde esta perspectiva, la disputa acerca delpréstamo del buey forma parte de negociacionesmás complejas en torno a obligaciones laboralesdesiguales, las cuales se vinculan con los temaseconómicos y políticamente importantes de la he-rencia y la distribución del poder y la autoridadentre personas de la misma generación y entreuna generación y otra. Ilena enfatizó que ella ha-cía más trabajo que su cuñada para sus parientespolíticos. El marido de Ilena, Marcelino, era elhijo menor de padres ancianos. Ella y su maridohabían vivido con sus suegros durante cinco años,al principio de su matrimonio, e Ilena había apor-tado mucho trabajo a la administración del ho-gar. Luego de vivir varios años en un centro mi-nero, ella y su marido volvieron a la comunidadnatal del marido debido a sus obligaciones fami-liares. Ella y su marido ayudaban rutinariamentea los padres ancianos de él con las labores agríco-las, sobre todo el arado, la siembra y el pastoreode ovejas. Si bien el hermano mayor de su mari-do y la esposa de él (con quien tuvo la disputa)vivían en la misma comunidad, no ayudaban acuidar a los padres y no compartían las tareascotidianas y estacionales de subsistencia. Ilena sequejó del hecho de que su cuñada ni siquiera habíavivido con la suegra en algún momento.

Por su parte, la cuñada afirmó que Ilena y sufamilia recibían un trato preferencial de parte desus suegros ancianos. Ella estaba especialmenteconsciente y crítica del hecho de que a veces Ile-na y la suegra combinaban sus respectivos reba-ños en un solo grupo y se turnaban pastoreandolas ovejas. Este intercambio permitía a Ilena cum-plir otras tareas los días en que la suegra se encar-gaba del pastoreo, pero también significaba queIlena podía reclamar su derecho implícito de pro-piedad de las ovejas en el futuro. En forma pare-cida, al arar la tierra de su padre, Marcelino esta-ba reiterando su demanda de heredar ese terreno,a pesar de que lo araba con el buey de su herma-

no. El hecho de que la cuñada riñó a Ilena (enlugar de Marcelino, la persona que efectivamen-te realizó el arado) refleja tanto las limitacionesde género que afectan las actividades e interac-ciones entre los pobladores de Sullk'ata, comolas formas en que los conflictos pueden exten-derse a múltiples relaciones.

Durante los meses después de la pelea entreIlena y su cuñada, se desarrollaba una divisióncreciente entre Ilena y sus parientes políticos. Lacuñada se negaba a saludar a Ilena. En febrero ymarzo de ese año, Ilena tenía sospechas de que sucuñada estaba haciendo circular chismes malicio-sos sobre ella entre las otras mujeres de la comu-nidad con las cuales intercambiaba trabajo. Enmayo, el cuñado de Ilena la riñó mientras sumarido estaba ausente, trabajando en la ciudadde Cochabamba. En junio de 1996, durante laúltima semana de mi trabajo de campo en la co-munidad, Ilena fue golpeada por su marido, quehabía regresado recién de la ciudad. El marido,Marcelino, estaba borracho, después de amane-cerse en el velorio de un comunario. La acusó deinfidelidad mientras la golpeaba. Al día siguien-te, Ilena acudió ante su madrina de matrimonioy luego ante el juez en el pueblo más cercano.Supuse que Ilena había ido al juez para acusar asu marido de abuso doméstico. Sin embargo,cuando hablé con Ilena acerca del incidente, medijo que había ido al juez para quejarse de loschismes maliciosos de la gente en la comunidad,los cuales habían causado el abuso cometido porsu marido. “Hablan y hablan y luego cuando [mimarido] está borracho me pega. Me pega por loque hablan de mí. Las señoras hablan mucho,¿no?” me dijo. Al expresar su preocupación porlos chismes, Ilena estaba señalando las relacionesestructurales de rivalidad y competencia entrehermanos y parientes políticos de la misma ge-neración. No nombró explícitamente a su cuña-da, pero situó el momento de conflicto con su

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marido en una historia específica de interaccio-nes con sus propios parientes políticos, las cualesya he descrito en parte.

Los conflictos entre Ilena y sus parientes po-líticos, tanto su marido como su cuñada, tam-bién están arraigados en un contexto social y eco-nómico más general. La mayoría de los hogaresno puede sobrevivir ni del trabajo asalariado nide la producción de subsistencia únicamente, ymantener el acceso a la tierra requiere trabajaresa tierra. Por lo tanto, los maridos que trabajanen centros urbanos dependen del trabajo de susesposas en las comunidades rurales para la pro-ducción de subsistencia. Esto tiene consecuen-cias que van más allá de la relación entre cónyu-ges, y se extienden a las relaciones entre parientespolíticos de la misma generación. En primer lu-gar, los hombres casados que migran en ciertasépocas del año dependen de sus parientes y com-padres para vigilar y apoyar a sus familias. Peroen los meses anteriores al incidente de violenciaentre Ilena y Marcelino, las ambigüedades estruc-turales de la relación entre parientes políticos seconvirtieron en una ruptura más crítica. La es-posa, el hermano y la esposa del hermano deMarcelino, además de sus respectivos hijos, ha-bían dejado de dirigirse la palabra cuando él vol-vió de la ciudad. Desde esta perspectiva, la vio-lencia de Marcelino no tiene que ver simplemen-te con el control de la sexualidad de Ilena ni consu estado alterado de borrachera. Su violencia re-suena también de las ambigüedades con las rela-ciones de parentesco, las cuales requieren la pre-sencia física de las personas para reforzar las inti-midades y jerarquías, además de la vulnerabili-dad de los maridos que requieren, pero no pue-den controlar, la fuerza de trabajo de sus esposasen un contexto más general de inestabilidad eco-nómica y condiciones sociales cambiantes.

En segundo lugar, debido a las formas en quelas relaciones entre parientes y no parientes se

entretejen en Sullk'ata, la tensión en la relaciónentre Ilena y su cuñada se extendió también a lasrelaciones más generales entre mujeres en la co-munidad. Sobre todo en regiones como ésta, enlas que los hombres migran en ciertas épocas delaño y los niños van a la escuela, las mujeres comoIlena dependen cada vez más de relaciones deintercambio de trabajo con otras mujeres paracumplir las exigencias agrícolas de una economíade subsistencia. Si bien Ilena y su cuñada no inter-cambiaban trabajo, el conflicto físico entre ellas,además de las tensiones continuas, tuvo un efec-to negativo sobre redes de interacción y las rela-ciones cotidianas entre Ilena y otras mujeres enla pequeña comunidad. Los valores de la vidacomunal influyen en las relaciones entre muje-res; el bienestar emocional, social, político y eco-nómico de una mujer depende en parte del esta-do de esas relaciones. Tanto la violencia cometi-da por Ilena y su cuñada cuando estaban borra-chas, como la forma en que Ilena respondió a laviolencia de su marido, reflejan los intercambiosdesiguales y las ambigüedades de la jerarquía en-tre parientes políticos a través de la importanciacotidiana de mejorar los vínculos con otros indi-viduos, tanto parientes como no parientes.

El hecho de que los conflictos y transaccio-nes se irradian hacia fuera es inevitable, porquelas asociaciones entre las personas se imbricanunas a otras. Por lo tanto, en vez de constituireventos aislados que sirven como ejemplos de lasestructuras estáticas del parentesco, estos inciden-tes de violencia pueden ser mejor comprendidoscomo “cruces concurridos de caminos” (Rosal-do, R. 1989: 20-21) de las relaciones entre indi-viduos, entretejidas pero continuas y vividas. Losconflictos entre Ilena y sus parientes políticos es-tán arraigados en el contexto social y económicogeneral de Sullk'ata, las asimetrías estructuralesque configuran las prácticas diarias de cuñadas,hermanos y cónyuges, y la historia más específica

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de interacciones entre individuos particulares.Surge una comprensión más compleja de las re-laciones de parentesco en Sullk'ata cuando lla-mamos la atención al conflicto entre parientespolíticos, tanto hombres como mujeres. Además,la violencia se revela como parte de las negocia-ciones en torno a la posición que uno tiene en lasmúltiples relaciones estructurales del poder, máscomplejas que lo que indica una oposición senci-lla entre “agresor” y “víctima”.

CONCLUSIONES: REFLEXIONES ENTORNO A LA VIOLENCIA

Y EL PARENTESCO

Las nociones de “parentesco”, de “lo doméstico”y la “violencia” se entrelazan con las experienciasindividuales de la violencia y con discursos másamplios —locales, nacionales e internacionales—que otorgan a la “violencia doméstica” significa-dos e implicaciones particulares. Sin embargo,incluso inmediatamente después del incidente,la violencia perpetrada por un pariente políticopuede parecer menos problemática que vivir sinesa persona o aislarse de la red global de relacio-nes de parentesco en Sullk'ata. Puede ser que unamujer no esté dispuesta a denunciar al agresor:puede ser que no tenga un lugar alternativo don-de ir a vivir ni otra opción de sustento económi-co y emocional, que no considere la vida fueradel matrimonio como posibilidad viable, o queno confíe en la suficiencia de la protección esta-tal. Puede ser que los discursos públicos no reco-nozcan la variedad de restricciones que afectan lavida de mujeres y hombres, las opciones materia-les, sociales y políticas a las que tienen acceso opueden movilizar, y las formas en que los indivi-duos en distintas posiciones pueden interpretaro “leer” una ley en un contexto de múltiples asi-metrías del poder.

Por otra parte, los supuestos acerca de quién

puede ser autor/a o víctima de la violencia do-méstica, qué acciones constituyen la violenciadoméstica, y si la violencia es aceptable o no, sevinculan íntimamente con las relaciones desigua-les del poder. La atención prestada a los discursosy prácticas alrededor de la violencia de maridos yesposas, suegras y nueras, y cuñadas en Sullk'ata,demuestra que los discursos y jerarquías de géne-ro por sí solos no explican adecuadamente lasformas en que la violencia doméstica surge entrelos pobladores de Sullk'ata. Si bien la jerarquíade género es un aspecto no sin trascendencia dela violencia doméstica en los Andes, las obliga-ciones de parentesco y las ambigüedades de je-rarquía y afecto configuran en forma significati-va las maneras en que se negocian las relaciones,y se crean las condiciones para el surgimiento dela violencia entre individuos.

Por lo tanto, si bien la violencia entre muje-res no se la reconoce con tanta frecuencia comola violencia entre maridos y esposas, es trascen-dental para una comprensión más general de laviolencia doméstica en los Andes. El análisis dela violencia entre mujeres relacionadas a travésdel parentesco político destaca las formas en quela violencia doméstica, que parece ser tan condi-cionada por el género en los discursos y prácticaspúblicos, surge también en las relaciones entreindividuos del mismo género. La atención pres-tada a las relaciones entre suegras y nueras con-tribuye a definir los parámetros del parentescopolítico que en parte establecen las condicionespara el conflicto. El análisis de la violencia a tra-vés del lente del parentesco político cambia tan-to los significados como los fundamentos gene-rales de la violencia, situándola en una red de re-laciones negociadas y al mismo tiempo jerárqui-cas entre parientes.

Además, el parentesco y la violencia enSullk'ata se extienden más allá de los muros deun hogar, y afectan y son afectados por las rela-

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ciones más amplias del poder. En lugar de existiren una categoría distinta (algo que no es la vio-lencia “doméstica”), la violencia entre parientespolíticos en Sullk'ata requiere un concepto máscomplejo y amplio, tanto de “lo doméstico” comode la “violencia doméstica”. Maridos y esposas,suegras y nueras, y cuñadas, vivan o no en el mis-mo hogar, están sujetos a las obligaciones, opor-tunidades y expectativas del parentesco políticoy el parentesco en términos más generales. Comodemuestran los conflictos entre Ilena y sus pa-rientes políticos, distintos incidentes de violen-cia y varios hogares se pueden imbricar unos aotros. Desde esta perspectiva, una definición es-trecha de la violencia doméstica que solamenteincorpora la violencia entre una pareja casada oentre las personas que viven en el mismo hogar,oscurece tanto los casos de violencia entre muje-res parientes como las historias particulares de loseventos y los discursos del poder que hacen posi-ble la violencia en Sullk'ata. La expansión de loslímites de lo doméstico podría permitir interpre-taciones más integrales de la violencia domésticaque ocurre entre personas de la misma genera-ción y entre distintas generaciones, tanto enSullk'ata como en otros lugares. En muchos paí-ses como Bolivia y los Estados Unidos, las defini-ciones legales del abuso doméstico incorporanconceptos de heterosexualidad y/o residencia enla formalización de “quién está protegido dequién”. El resultado puede ser que los individuosinvolucrados y los sistemas policiales y judicialesconsideren ciertas clases de abuso como más omenos legítimas, limitando de esa manera la po-sibilidad de interpretar el abuso tomando en cuen-ta las asimetrías más amplias, y restringiendo la

definición de quienes pueden denunciar el abusou obtener ayuda15.

Por otro lado, la integración de la violenciafísica y el conflicto interpersonal, además de laintimidad social y afectiva, contribuyen, en elanálisis etnográfico del parentesco, a contrarres-tar la tendencia de reducir las interacciones yprácticas estratégicas de los individuos a estruc-turas estáticas. Las estructuras del parentesco seviven en y a través de cuerpos y subjetividadesindividuales, en las interacciones cotidianas en-tre individuos. Hermanos y cuñadas, suegras ynueras, y maridos y esposas, entre otros, inte-ractúan unos con otros, y a través de estas inte-racciones las intimidades y jerarquías del paren-tesco se despliegan y se transforman. Las jerar-quías del poder se reproducen constantementeen las interacciones entre individuos. Pero almismo tiempo, la historia de vida de cada indi-viduo, las historias de interacción entre variosindividuos y los contextos coyunturales especí-ficos son importantes para la manera en que elparentesco y el conflicto se representan y se in-terpretan. Es así que el análisis del parentescopolítico en Sullk'ata plantea una pregunta res-pecto a la manera en que las realidades emocio-nales y materiales de individuos de carne y hue-so se entrelazan en otros contextos sociales yculturales. Por ejemplo, las obligaciones, expec-tativas y valores afectivos que se entrelazan conel trabajo de una nuera son especialmente im-portantes para la dinámica del hogar en Sullk'ata,y se vinculan con una variedad de otras desigual-dades económicas y sociales. Sin embargo, mu-chas veces se asocia la violencia doméstica im-plícita o explícitamente con relaciones sexuales

15 Es así que la violencia en parejas gay y lesbianas rara vez se reconoce como violencia doméstica. Se supone que las parejas gay ylesbianas son del "mismo" género, al mismo tiempo que se supone que la diferencia de género es el eje del poder y la violencia.Véase: Letellier, 1994; NCAVP, 1988. Las formas en que el abuso violento y las interpretaciones individuales y públicas delabuso están arraigados en sistemas interconectados de opresión racial, de género y de clase, se han examinado con muchaprofundidad. Véase, por ejemplo: Collins, 1990.

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íntimas o “románticas”, al mismo tiempo quese oscurecen los aspectos económicos de estasrelaciones y los aspectos cruzados de la desigual-dad. ¿Hasta qué punto se justifica repensar lascomplejas realidades del parentesco y el matri-monio en lugares situados, a fin de reevaluar lascontingencias de la violencia doméstica, ademásde los lentes analíticos a través de los cuales en-tendemos la violencia doméstica?

Finalmente, la comparación de la violenciaentre mujeres parientes en Sullk'ata demuestra,de nuevo, que las relaciones y jerarquías de géne-ro no tienen que ver solamente con las diferen-cias entre categorías homogéneas de “hombres” y“mujeres”. El género se extiende también hacialas relaciones, prácticas e interacciones que cons-tituyen las diferencias entre hombres y las dife-rencias entre mujeres, de tal manera que las dis-tintas identidades y posiciones de poder estánarraigadas en contextos específicos. Como sue-gras, cuñadas y nueras, las mujeres luchan conlas obligaciones, intercambios desiguales y ambi-güedades del afecto en el parentesco político. Sinembargo, tanto el género como el parentesco seexperimentan y se negocian en diferentes formas,dependiendo de la edad y la generación, la rela-ción con el cónyuge, y el acceso a recursos comoel trabajo asalariado y la educación, entre otrosfactores. El género no es necesariamente el únicoeje de desigualdad que estructura la vida de unamujer en cualquier momento dado ni el eje prin-cipal. Del mismo modo, el parentesco políticono es la única categoría ni necesariamente la prin-cipal, que configura la identidad y las experien-cias de la asimetría del poder entre parientes po-líticos. Por lo tanto, para comprender las formas

en que el poder se despliega entre mujeres y hom-bres en otros contextos aparte de Sullk'ata, pue-de ser imprescindible prestar atención a las rela-ciones entre mujeres y las relaciones entre hom-bres.

La violencia en Sullk'ata está arraigada en lacultura y refleja las negociaciones interpersonalesen torno a las posiciones y el poder en el contex-to de múltiples desigualdades estructuradas. Esasí que, a pesar del carácter aparentemente uni-versal de la violencia doméstica, la violencia, comoel parentesco, requiere modos de interpretacióny comprensión complejos y pertinentes a nivellocal. En el presente trabajo he ampliado el enfo-que sobre la violencia doméstica para incorporarlas redes de poder en las que se encuentran muje-res y hombres, o a través de las cuales puedenhacer el intento activo de cambiar sus circuns-tancias. He llamado la atención al parentesco talcomo es vivido por personas que a veces sientendolor y se encuentran en relaciones cargadas deincertidumbres. Estas redes de relaciones, y lasinteracciones individuales implicadas en ellas,configuran los eventos y las formas en que losinterlocutores, incluyendo la antropóloga, pue-den interpretar “el parentesco” o “la violencia”como interacciones vividas. Por lo tanto, paracomprender la violencia y el parentesco, y paraentender el lugar de ambos en relaciones dinámi-cas que convergen en el ámbito doméstico y almismo tiempo se extienden más allá del mismo,se requiere un análisis detallado de significadosexpresados y no expresados, la micropolítica delas interacciones, y las estructuraciones históricasdel poder en lugares específicos y en momentosespecíficos en el tiempo.

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Mariano Fuentes Lira. Mallku Pedro Rojas

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El artículo de Krista Van Vleet es uno de los pocostrabajos sobre la violencia intrafamiliar en el árearural. Aprovechamos su publicación para generarun debate. Hemos invitado a Sonia Montaño, co-nocida feminista y pionera en el trabajo con muje-res, y quien ha sido, además, la primera Subsecre-taria de Asuntos de Género e impulsora de la Leycontra la Violencia Doméstica en Bolivia, pro-mulgada durante su gestión. Actualmente trabaja

COMENTARIOS Y DEBATE SOBRE EL ARTÍCULO DE VAN VLEET

En torno a la violencia en contra de las mujeres

en la CEPAL de Chile. Por otra parte, participaDenise Arnold, antropóloga y conocida investiga-dora que ha publicado múltiples trabajos sobre elmundo andino, muchos en coautoría con Juan deDios Yapita, lingüista aymara. Finalmente, despuésde las preguntas y opiniones de cada una de lasinvitadas, la autora del trabajo, Krista Van Vleet,responde a los comentarios que se han realizado asu artículo.

1 Especificamos aquí la “violencia urbana” porque los estudios existentes proporcionan, como se verá a continuación, las cifras deviolencia sólo en el área urbana. La recuperación y sistematización de datos corresponde a Rossana Barragán.

2 García et al. Sistemas públicos contra la violencia doméstica en América Latina. Un estudio regional comparado. Costa Rica: GESOy BID, 2000, p.33-352000: 33-35.

En 1995 se registraron 21.504denuncias de violencia contra lamujer, en cuatro ciudades y en14 instituciones; de éstas, el 71por ciento provenía de mujerescasadas o convivientes que de-nunciaron como agresor a sumarido o compañero. El infor-me del PNUD de 1999, regis-tró en 67 instituciones en todoel país 7.307 casos o denunciasen cinco años; de éstas, el 93por ciento corresponde a la vio-lencia intrafamiliar y el 98 porciento han sido demandas pre-sentadas por mujeres. Los da-tos de 1998 son aún más increí-bles. En las Brigadas de Protec-

LA MAGNITUD DE LA VIOLENCIA URBANA EN BOLIVIA1

ción a la Familia se registraron44.965 casos en las ciudadescapitales2 lo que da un prome-dio de casi 5.000 casos por ciu-dad, 416 por mes; es decir, 104denuncias por semana. Estascifras deben, además, multipli-carse, porque se calcula quesólo uno de cuatro o cinco ca-sos son denunciados.

PERSPECTIVAS OPUESTASSOBRE LA VIOLENCIA EN ELÁREA RURAL Y EN GRUPOS

“ÉTNICOS”

De manera más implícita queexplícita, existen perspectivas

opuestas sobre las relaciones degénero y la violencia en el árearural. En esta medida me voya permitir caracterizar, a ries-go de esquematizar, dos visio-nes encontradas.

Primera posición: Géneroy mujeres por encima de cul-tura y diferencias étnicas. Estaperspectiva se encuentra enONGs que han trabajado conmujeres fundamentalmente desectores populares urbanos oen la Subsecretaría de Género,hoy Viceministerio de Género.Consideran que bajo el para-guas cultural o el de los dere-chos de los pueblos indígenas

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PREGUNTAS Y COMENTARIOS DESONIA MONTAÑO

Pregunta de Rossana Barragán. Después de leereste artículo ¿cuáles han sido tus reacciones y re-flexiones y en qué medida consideras que cambiao no nuestra comprensión sobre el análisis de laviolencia? Por otra parte, ¿cuál es tu respuesta yanálisis frente a la segunda posición que se haplanteado respecto a las relaciones de género ylas mujeres en el área rural?, ¿cuál debería ser elrol de una instancia estatal como el Viceministe-rio de Género? Cuando estabas de Subsecretaria,señalaste en la introducción de la investigacióncoordinada por Silvia Rivera, que había una acti-tud de mucha cautela respecto a la inequidad degénero entre los grupos étnicos o poblacionesindígenas, y considerabas que se tenían que desa-rrollar políticas porque esa inequidad y discrimi-nación afectaba también a las mujeres de esosgrupos. ¿Hasta qué punto reafirmas lo que sostu-viste antes y qué opción sería conveniente: quelas mujeres del área rural asuman y enfrenten ellas

mismas la solución a esta situación porque es partede su ámbito como cultura y derechos como pue-blos indígenas, o consideras que deberían desa-rrollarse políticas estatales al respecto y, de ser así,cuáles serían las condiciones? ¿No es que progra-mas o leyes aplicados en el modelo top down notienen también modalidades autoritarias y pocodemocráticas? Denise Arnold es, por ejemplo,muy crítica a toda la interculturalidad que seimplementa desde el Estado y que, según ella,aún con buenas intenciones, continúan siendotodo menos interculturales.

Respuestas de Sonia Montaño. De entrada debodecir que las perspectivas discrepantes sobre laviolencia contra la mujer se refieren al grado deaceptación o reconocimiento de la diferenciasexual como un ordenador de las jerarquías so-ciales, y no a la oposición entre la violencia con-tra la mujer rural o indígena frente a la urbana.La violencia se presenta en distintos ámbitos te-rritoriales y culturales y no se restringe a un áreageográfica o cultural. El daño que produce es elmismo en todas partes y aunque la tolerancia

y la multicultaridad, se escon-den posiciones esencialistasque idealizan no sólo las rela-ciones de género sino tambiénel conjunto de las relacionessociales al interior de ella.

Segunda posición: Dere-chos culturales y de pueblos in-dígenas por encima de las dife-rencias de género. Dos varian-tes de esta posición. Primero, laque considera que hay una re-lación complementaria de géne-

ro en los Andes, posición quese ha alimentado también de et-nografías y trabajos realizadoshace ya bastantes décadas. Se-gunda variante: la situación delas mujeres no es tan idílica. Enambos casos, sin embargo, hayuna oposición a intervencionesajenas porque se considera quelas actitudes de las que defien-den la primera posición, quepertenecen generalmente a lasclases medias, tendrían un dis-

curso paternalista, misionero,colonialista y hasta civilizador,puesto que tratarían de “ense-ñar” cómo no deben ser las re-laciones de género, la sexuali-dad o el cuerpo femenino. Alli-son Spedding las ha criticado eneste sentido, señalando que aldedicarse a poblaciones pobresy marginales, pintan cuadros“para justificar y mantener el in-tervencionismo” y sus fuentesde trabajo.

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cultural varíe, ésta no puede ser argumento paraatenuar la gravedad del crimen.

Este debate se llevó a cabo durante la CuartaConferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing,en 1995, donde el tema enfrentó a mujeres dedistintas latitudes con representantes de variosconservadurismos/fundamentalismos. De hecho,la idea relativamente correcta de que la violenciaes culturalmente específica y que no puede en-tenderse sino dentro de una cosmovisión o ma-triz cultural, ha sido uno de los argumentos paraoscurecer la naturaleza criminal de la violenciacontra la mujer, el carácter de violación de losderechos humanos y ha alimentado los esfuerzospor relativizar, despenalizar y obscurecer la gra-vedad del crimen. Esta discusión puso ya en evi-dencia que en general los argumentos acerca dela dimensión cultural suelen aplicarse solamentecon relación a la mujer y no se utilizan para favo-recer la defensa de sus derechos. Más curioso aún,quienes defienden los derechos culturales porencima del género no comprenden que las rela-ciones de género son por definición una cons-trucción cultural.

Por tanto creo que la introducción al cuestio-nario sesga el debate presuponiendo que las dis-crepancias están relacionadas con la comprensiónde lo rural o lo indígena, cuando bien pudiera serque las discrepancias se refieran al género y lofemenino. A mí me parece que el debate es entreconservadurismo/fundamentalismo y moderni-dad. La forma de plantear —esquemática por cier-to— género por encima de cultura y derechosculturales, y de pueblos indígenas por encima delas diferencias de género, no ayuda a un debateinterdisciplinario ni al diálogo social, aunque,evidentemente, es una provocación que puederesultar saludable si la manejamos adecuadamen-te; es decir, reconociendo y explicitando la pers-pectiva desde la cual se participa en este debate.

Uno de los aportes del feminismo ha sido el

cuestionar la pretendida neutralidad de las cien-cias, incluidas las sociales, y la importancia quetiene el explicitar el lugar desde donde se debatepara reconocer los sesgos, amores o desamores conlos que operamos, interrogamos, respondemos oinsinuamos dudas. Así, no hay preguntas inge-nuas y menos respuestas neutrales. Yo voy a res-ponder desde mi compromiso con el movimien-to feminista, mi solidaridad con las mujeres mal-tratadas y mi convicción absoluta de que los de-rechos humanos son o debieran ser universales.Me declaro, desde ese punto de vista, contraria alrelativismo cultural, partidaria de la eliminaciónde todos los usos y costumbres que atenten con-tra los derechos humanos.

Con esta introducción, quisiera señalar aho-ra que el artículo de Krista Van Vleet es un exce-lente trabajo que aporta al conocimiento de laviolencia en un determinado contexto, como elmundo rural andino, y lo hace con bastante sol-vencia. Es tan bueno que incita al debate. Megustó mucho el aporte bibliográfico que ella haceen torno al tema de parentesco y a los distintosabordajes desde la perspectiva antropológica in-digenista. Creo que ella revisa lo mejor que hayen circulación sobre este tema. En segundo lu-gar, me parece interesante el esfuerzo por articu-lar el enfoque de género con el de parentesco.Me gustó mucho la mirada desde la perspectivade las relaciones de poder, concepto clave paraanalizar el fenómeno que nos ocupa. Interesan-tes son sus aportes acerca del papel normalizadorque tiene el discurso sobre la costumbre, la bo-rrachera y las ambivalencias del mismo. Particu-larmente interesante es su preocupación por lasrelaciones entre mujeres y la violencia entre és-tas, explicada a partir de las relaciones de paren-tesco.

Conozco el área rural boliviana y muchos re-latos me resultan familiares aunque su lectura noha cambiado (aún) mi perspectiva sobre el tema

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de la violencia, que se distancia parcialmente dela que sostiene la autora. Muchas de sus preocu-paciones las he compartido como feminista cuan-do entendí, gracias al trabajo de feministas hin-dúes, islámicas, católicas, el por qué la violenciade las suegras forma parte del andamiaje patriar-cal que sustenta la violencia de género. Tambiéndesde el feminismo he entendido que era necesa-rio trascender la violencia en el ámbito domésti-co y asociarla con las formas de organización/dominación de la sociedad. De hecho, si analiza-mos el marco jurídico internacional sobre la vio-lencia doméstica como la convención de Belemdo Pará, veremos que allí se recogen definicionesmás amplias y complejas sobre la violencia quelas que enmarcan la Ley contra la Violencia Do-méstica en Bolivia, pero sobre eso hablaré más ade-lante.

El texto que analizamos propone que, en so-ciedades organizadas a base del parentesco, elmatrimonio es el ámbito donde las relaciones dedesigualdad se constituyen respecto de “factores”como la sexualidad, la etnicidad, el género, la edady la clase. Propone, asimismo, que su análisis con-tribuye a mirar “más allá” de las relaciones entrehombres y mujeres. El parentesco como concep-to analítico ayudaría —según la autora— a obte-ner una mirada más amplia, que trasciende elámbito doméstico poniendo el acento en la di-námica de las relaciones situadas en un tiempo ylugar específicos.

Coincido en la importancia de complejizarlas miradas para evitar simplificaciones. Perocomo dije anteriormente, mientras la autora haceun aporte al mostrar la complejidad y la potencia

del concepto de parentesco como herramientaanalítica, lamentablemente no hace lo mismo conel enfoque de género, tendiendo en general a untratamiento simplista del mismo, reduciéndolo auna variable más como la edad o, en su defecto, asimplificarlo como una oposición binaria hom-bre-mujer, agresor víctima3, lo cual está alejadode las principales reflexiones feministas4. Así ellaseñala en la p. 23, párrafo izquierdo final, que suestudio permitiría demostrar que la diferencia degénero no es una categoría suficiente para anali-zar la violencia doméstica en la región. Dice laautora que es el análisis de parentesco el que cam-bia los significados de la violencia y sus funda-mentos, sin reconocerle al análisis de género elaporte que hizo a la comprensión de la violenciay las relaciones sociales. El análisis de género essistémico y siempre implica el establecer víncu-los con otras formas de dominación.

Para argumentar a favor del enfoque de pa-rentesco alude a la necesidad de ver otros aspec-tos como la violencia entre mujeres, las prácticasde la borrachera y las obligaciones familiares comosi estas problemáticas hubieran sido ajenas a losestudios de género. La antropología feminista hahecho esfuerzos importantes por establecer unacomunicación menos frustrante con la antropo-logía clásica, demostrando el carácter cambiantede los sistemas de parentesco, la relación fecundaque puede haber en torno al tema de la diferen-cia (sexual-cultural), reconociendo que hay ten-siones reales en torno al concepto de derechoscolectivos y derechos individuales de las mujeres.

Otorgarle al concepto de parentesco un valoranalítico tan amplio, sin someterlo a una crítica

3 Cabe señalar que el comentario de Sonia Montaño hace referencia a una versión anterior del artículo de Van Vleet, que nopudimos publicar porque era demasiado extenso. Se pidió a la autora reducirlo. En todo caso, la referencia a “agresor-vícitima” seencuentra en la p. 34 del artículo de Van Vleet.

4 Menciono, rápidamente, los nombres de Alda Facio, Violeta Bermúdez, Gladys Acosta, Haydé Birgin, Nieves Rico, SusanaChiarotti, Julieta Montaño, como los primeros nombres de estudiosas que vienen a memoria y que han establecido vínculosentre las relaciones de género y otras dimensiones de la dominación en América Latina.

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de los enfoques androcéntricos que existen sobreéste, impide reconocer, por ejemplo, que detrásde la noción de “conceptos indígenas andinos” seesconde una visión estática de los sistemas deparentesco o de los conceptos indígenas andinos.A mi juicio, una revisión del concepto de poderque está en la base del pensamiento feminista,ayudaría a interpretar mejor la violencia y la rela-ción de ésta con los sistemas de género que inclu-yen sistemas de parentesco basados en jerarquíaspatriarcales. En ese sentido, me parece que el ver-dadero debate es entre conservadurismo/funda-mentalismo y modernidad.

A mi juicio, se trata de encontrar las intersec-ciones y los vínculos que ambas perspectivas ofre-cen desde el punto de vista analítico para identi-ficar los encuentros y desencuentros entre las lu-chas de las mujeres y las de los pueblos indígenasque, en el caso de Bolivia, tienen derroteros afi-nes aunque también puntos de tensión similaresa los encontrados en otros países y culturas. Poreso me permito citar algunas reflexiones relativasa la experiencia mexicana donde encontramosalgunos de los dilemas que debemos enfrentardesde las políticas públicas y a los que debe aten-der cualquier instancia gubernamental que seocupe de la igualdad.

LOS USOS Y COSTUMBRES

Aunque hay muchas más tensiones, me detengoen uno de los dilemas centrales y que tiene quever con la necesidad de superar nociones próxi-mas al esencialismo del estilo “conceptos indíge-nas andinos”, que sugieren la existencia de unacultura indígena esencial que, además, hay quedefender frente a las demandas de muchas muje-res por abolir prácticas que las vulneran comosujetos individuales de derechos.

En Bolivia, y en el mundo, hay evidencias másque suficientes acerca de la gravedad de la violen-cia contra la mujer en el ámbito doméstico (tam-bién en el público) como una de las violenciasencubiertas más graves, lo que llevó, por ejem-plo, al Comandante Marcos en Chiapas a reco-nocer que: “Algunos usos y costumbres no sirvena las comunidades indígenas: la compraventa demujeres, el alcoholismo, la segregación de lasmujeres y jóvenes en la toma de decisiones colec-tivas, que sí es más colectiva que en las zonas ur-banas pero es también excluyente. Hay que eli-minar el alcoholismo, la venta de mujeres, elmachismo, la violencia en el hogar”5.

LA LEY

Aunque el presente artículo no tiene por objetodefender la Ley contra la Violencia en Bolivia, esnecesario señalar que en todos los países, y tam-bién en Bolivia, la ley es el resultado de consen-sos y por lo tanto su enfoque no es riguroso des-de el punto de vista conceptual; la Ley buscabaser eficaz desde el punto de vista político. Sin em-bargo, los debates que concluyeron en una leycomo la que tenemos en nuestro país partían delhecho de que era la violencia doméstica la queno estaba reconocida, visibilizada ni penalizada,y que las otras formas de violencia ya se encon-traban en el Código Penal, aunque a este nivelaún había y hay mucho por hacer. De modo quela Ley no reduce la violencia a la perpetrada entrehombres y mujeres: la visibiliza, da un paso fun-damental en esa dirección.

Es interesante recordar que, durante el deba-te en Bolivia, se formó un frente único entre an-tropólogos indigenistas, indigenistas de “cuelloblanco”, sectores confesionales y conservadoresquienes salieron a la palestra con argumentos si-

5 Respuesta brindada por el comandante Marcos al escritor Carlos Monsivais en una entrevista citada por Enrique Krauze en “ElEvangelio Según Marcos”. En: Letras Libres, México, marzo 2001.

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milares que remitían a la tradición, las buenascostumbres, los valores nacionales y la defensa dela familia boliviana, considerando que esta Leyvenía a quebrar “nuestra” cultura para promovercomportamientos ajenos a la tradición de distin-tas vertientes clericales e indigenistas. No fueronpocos los que atenuaban la responsabilidad porla impunidad que da el alcohol o resaltaban ladefensa de las relaciones familiares. El extremo seprodujo cuando intentaron oponerse a la crea-ción de Servicios Legales Integrales en zonas in-dígenas, a pesar de que éstos estaban apoyadospor un líder dirigente, el Vicepresidente VíctorHugo Cárdenas y Lidia Catari, con el argumentode que era una imposición occidental y que ha-bía que respetar las formas tradicionales de reso-lución de conflictos, las que sabemos, concluyencon frecuencia en la subordinación de las muje-res.

De este modo, la esclavitud a la tradición,rasgo distintivo de sociedades premodernas, seenfrentó con el mensaje de cambio que compar-tían mujeres de distintos sectores incluidas mu-chas mujeres de comunidades indígenas. Este esun tema fundamental para entender las tensio-nes que provoca la crítica feminista a discursosde diversa factura transnacionales (opus dei), na-cionales (sectores confesionales/ indigenisitas/andinistas) o localistas (comunitaristas).

Quiero recordar a Roger Bartra, quien, conrelación al debate sobre los derechos indígenasen México, hace referencia al conservadurismode algunos indígenas que defienden la subordi-nación de las mujeres y reflexiona acerca de cómoeste conservadurismo no les ayuda a defender suidentidad sino que las debilita: “La defensa del‘pluralismo jurídico’ para que acepte en el ámbi-to constitucional sistemas normativos ya existen-tes en las comunidades; que legitime aquellos usos

y costumbres considerados ‘buenos’, como el he-cho de reconocer que el marido que va a la asam-blea comunitaria lleva ‘la participación de lamujer’ (que se queda en casa); aceptar que en di-chas asambleas ‘no hay voto’ sino acuerdos uná-nimes impuestos por la ‘palabra verdadera’ de losancianos o reconocer que se hace más justicia ‘re-parando el daño antes que castigando al culpa-ble’ (una práctica en la que cabe una gran varie-dad de tradiciones: desde la exhibición públicadel presunto culpable, para que se avergüence,hasta el linchamiento o el trabajo forzado al ser-vicio de las personas afectadas)”. Y continúa: “es-tas expresiones de tradicionalismo y conservadu-rismo no afectan seriamente a los grandes blo-ques financieros, industriales o comerciales, o sólode una manera muy atenuada. ¿A quién puedenafectar? En primer lugar, sin duda, a los propiospueblos indígenas”6.

El debate sobre usos y costumbres es de lamayor importancia porque, como lo muestra VanVleet, las prácticas vigentes contribuyen a nor-malizar la violencia contra la mujer, presentán-dola como una consecuencia inevitable de lasobligaciones de parentesco o como una conse-cuencia de la inevitable borrachera.

Otro tema que trae el artículo es el de la for-ma de resolución de conflictos. Es bueno recor-dar que en Bolivia, como en otros países, la dis-cusión acerca de la penalización de la violenciacontra la mujer fue muy amplia y tuvo como unode sus ejes el debate acerca de la mediación, lanegociación, el castigo y la injerencia del estado.En la oposición a la penalización coincidieron otravez tanto algunos andinistas como algunos cri-minólogos críticos, quienes por motivos distin-tos y desde otras perspectivas consideran necesa-ria la reducción de los tipos penales y, por lo tan-to, propugnaban el sacar a la violencia doméstica

6 Bartra, Roger: “Derechos Indígenas”. En: Letras Libres, mayo 2002, México.

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del ámbito legal, para dejarla en la esfera de lanegociación privada.

SOBRE “LOS SISTEMAS NORMATIVOSCONSUETUDINARIOS”

Reconociendo la legitimidad de muchas críticassobre el carácter arbitrario de las institucionesjudiciales, de las discriminaciones en el ámbitojudicial y toda la serie de críticas que desde elpropio movimiento de mujeres se han formula-do, sostengo que desde una perspectiva de dere-chos humanos universales, y dado que en todaslas culturas conocidas en el territorio las mujeresestán en desventaja, no se puede delegar a los sis-temas normativos consuetudinarios la sanción dela violencia contra la mujer en el ámbito domés-tico. Es necesario combatir tanto los “usos y cos-tumbres” tradicionales como los llamados occi-dentales, en la medida en que ambos restringenlas posibilidades de respeto a los derechos indivi-duales de las mujeres. Creo que hay que perfec-cionar la Ley, educar más, prevenir más, mejorarla policía y la justicia pero de ninguna manerausar el argumento de la ruralidad o la cultura paramantener en la impunidad la violación de los de-rechos de las mujeres.

Santiago, mayo 2002

PREGUNTAS Y COMENTARIOSDE DENISE ARNOLD

Pregunta de Rossana Barragán (RB). Denise, entodo tu trabajo has enfatizado las particularida-des del mundo aymara y andino y también la in-comprensión y el desconocimiento de este mun-do por parte de funcionarios, planificadores yoperadores de políticas públicas. Has escrito, porejemplo, casi como una respuesta ante una opi-nión urbana generalizada que sostiene que las

mujeres no tienen un rol en las reuniones y orga-nizaciones políticas incluso dentro de las comu-nidades, de que esa caracterización es más bienexterna, al igual que existía la visión del indiotaciturno y mudo a principios del siglo XX. Haspostulado que habría que ir “más allá del silen-cio” planteando que las mujeres finalmente “ha-blan con otras bocas” y tienen “otros dominios”.En el ámbito de la educación, junto con Juan deDios Yapita, han planteado que aún en los mejo-res intentos de la educación intercultural se man-tiene una perspectiva “hispana-europea”, conser-vando los criterios del grupo dominante que dejade lado las perspectivas andinas. Quisiera, en pri-mer lugar, como conocedora que eres del mundoandino, tener tu opinión sobre si la violencia queanaliza Van Vleet constituye un caso absoluta-mente excepcional.

Respuesta de Denise Arnold (DA). Los casos deviolencia en Sullk’ata (prov. Chayanta, norte dePotosí) que describe Van Vleet no son excepcio-nales; se oyen comentarios en muchas de las co-munidades rurales andinas donde “los habitan-tes están integrados en la economía global en for-ma desigual” y donde hay una exagerada desigual-dad de acceso a los recursos, tanto a nivel localcomo a nivel nacional (e internacional).

En mi propia experiencia he notado ademásmarcadas diferencias regionales, tanto en las acu-saciones sobre este tipo de violencia como tam-bién en la reacción de las mujeres ante la misma.Por ejemplo, en los ayllus libres de Oruro y delnorte de Potosí que conozco, donde se vive a dia-rio todo tipo de violencia, las mujeres se preparanpara enfrentarla desde jóvenes y cuentan de sushazañas muchas veces con risas. Tampoco se pre-sentan como mujeres oprimidas. Allí también hevisto evidencia de violencias domésticas en contrade los hombres, especialmente cuando éstos esta-ban borrachos. A diferencia de esta situación, pa-

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rece que en las comunidades de ex-hacienda de laregión de La Paz hay más temor entre las mujerespara enfrentar esta violencia. En estas circunstan-cias, me parece que habría que saber mucho mássobre estas diferencias regionales antes de entrar adebates cargados de emoción e injurias.

Además, Van Vleet no plantea que en Boliviala violencia doméstica afecta únicamente a mi-norías étnicas (o a un estrato socioeconómico enparticular), puesto que ésta “ocurre entre indivi-duos de casi todas las clases sociales, etnicidades,géneros, orientaciones sexuales y edades”. (Sabe-mos a nivel público de varios casos sobresalientesque ocurren entre miembros de las élites del paísy, a nivel cotidiano, de la fascinación popular porlas telenovelas que tratan de la violencia domés-tica entre estos grupos sociales). Más bien su aná-lisis se concentra en el contexto etnográfico sólodebido a sus “experiencias en la investigación”.

La contribución de Van Vleet es importante,tanto para las reflexiones etnográficas de la últi-ma década sobre categorías como el “parentesco”y “el parentesco político” (anteriormente toma-das por dadas en la antropología clásica), comopara el mayor entendimiento de las situacionesestructurales de desigualdad entre parientes, lasque provocan una serie de negociaciones cotidia-nas de poder, recurriendo incluso a la violencia.En este sentido, su análisis de parentesco políticotrata también de “universalismos” de poder y suresistencia, los cuales se pueden encontrar en cual-quier sociedad, incluso en la Inglaterra que co-nozco, aunque la violencia tome otra forma.

El problema con su análisis es que su revisiónde las categorías de parentesco como “aspectosmúltiples de identidad y poder” va más desde laperiferia hacia el centro y no al revés. Para mí, esinsuficiente plantear que “En sociedades organi-zadas en base del parentesco, el matrimonio esun ámbito en el cual las relaciones de desigual-dad, respecto a factores como sexualidad, etnici-

dad, género, edad y clase, se constituyen mutua-mente”. O que “el parentesco político en sí cons-tituye una categoría de identidad y una trayecto-ria del poder que influye en las relaciones entreindividuos y grupos situados en formas distintas,no solamente maridos y esposas”. Este problemametodológico comienza con el desafío de MichelleRosaldo (citada al inicio del ensayo), de pregun-tarse “cómo las distintas relaciones al interior delhogar podrían influir en las relaciones fuera delhogar”. Pero, ¿no sería mejor comenzar el análi-sis por el otro extremo, es decir, averiguar “cómolas distintas relaciones en la constitución de lanación podrían influir en las relaciones dentrodel hogar”?

LOS DISCURSOS DEL PODER Y SUSORÍGENES

Quizás una carencia metodológica de Van Vleet,que le ha permitido pasar por alto esta cuestión,ha sido la exclusión en su artículo del “discurso dela violencia doméstica”; no ha sido testigo de pri-mera mano en estas situaciones y por tanto sólopresenta los casos que ella ha oído en los quehace-res de su trabajo de campo. Ella misma reconoceuna ambigüedad en su ubicación de los discursosdel poder cuando habla de “las relaciones vividasentre individuos, las cuales son estructuradas pormúltiples trayectorias del poder”. También admi-te que las mujeres “no están aisladas de conjuntosmúltiples de relaciones económicas, sociales y po-líticas, las cuales atraviesan y extienden más allá deun hogar específico”, y que se basan en “experien-cias personales y en discursos locales y nacionalesde etnicidad, clase, género y familia”. Pero no llegaa analizar precisamente cómo estos discursos na-cionales influyen en el hogar.

Andrew Canessa, en cambio, en su ensayo“My husband calls me ‘india’ when he beats me:reproducing national hierarchies in an Andean

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Hamlet” sitúa el propio discurso de la violenciaen primer plano, para entender mejor cómo losdiscursos nacionales, con sus inherentes jerarquíasde género, raza y etnicidad, se reproducen en lascomunidades rurales aymaras (supuestamente enla periferia del Estado) y en un sinnúmero decontextos tanto públicos como los más íntimosdel hogar. De esta manera, Canessa resalta más elracismo nacional que permanece en el fondo deldiscurso de la violencia y que ocurre en situacio-nes de tensión marital extrema entre los sujetos“marcados étnicamente”. En este contexto, los in-sultos de un varón a su esposa en la comunidadaymara- hablante de Pocobaya (prov. Larecaja, de-partamento de La Paz), se expresan en términosde “india sucia” o “maldita india”, y evidencian anivel micro los aspectos sexuados y raciales en eltrasfondo de la construcción de la nación.

LA CONSTRUCCIÓN SEXUADADE LA NACIÓN

Me gustaría desarrollar este punto un poco más,basándome en el análisis de Canessa. Él cita va-rios estudios a nivel mundial que muestran quelo femenino (o “mujer icónica”) es un synecdochepara la nación, algo que habría que “estimar, pro-teger, defender, adorar y controlar”. Los estudiosde Hünefelt (1997) y Barragán (1997) analizaneste fenómeno en el caso más específicamenteandino. En el mejor de los casos, los discursos dela construcción de la nación reconocen la pre-sencia originaria e indígena en su interior comoalgo exótico, vinculado más con los aspectos “cul-turales” de su historia y constitución que con unapresencia que habría que representar a nivel polí-tico, económico y social. Yo diría que este fenó-meno no sólo es un resto de “políticas colonialesy republicanas” (como sugiere Barragán), sino algoque surge con más fuerza en el meollo de la vi-sión mestiza de la nación construida en torno a

la Revolución Nacional de 1952, y en muchas delas políticas estatales posteriores, incluso las ac-tuales.

En el caso femenino, la entrada masiva de lasmujeres aymara y quechua hablantes en los espa-cios públicos, como resultado de la oleada de lamigración a los centros urbanos, está generandonuevos discursos colonizantes. Por una parte, seestán encubriendo diferencias de identidad en elmeollo de la nación al recurrir a categorías másinclusivas como “género” o “mujeres”, en un in-tento de redefinir un conjunto hegemónico de“mujeres” (o “madres” en el fenómeno urbanocriollo-mestizo del Día de la Madre) como lasreproductoras de la nación y las transmisoras desus valores. Por otro lado, la mayor presenciapública de estas mujeres está regenerando un dis-curso colonizante y programático entre las élitessobre la higiene y la moralidad pública, comosucede ahora en los programas de propaganda dela Alcaldía de La Paz. De esta manera, las muje-res andinas se encuentran nuevamente en la ten-sión entre la mayor integración o el rechazo departe de la sociedad civil.

El caso masculino es diferente. Como señalaCanessa, se han podido reproducir en la perife-ria, las ideas criollo-mestizas urbanas de la na-ción mediante la penetración de tres actividadesclaves: la educación estatal, el servicio militarobligatorio y el trabajo pagado de los migrantesrurales en los centros urbanos, dirigidos hasta losúltimos años a la población masculina (cf. Ar-nold con Yapita y otros, 2000; Quintana, 1998).A su vez, como muestra Canessa, estas activida-des y los valores que enseñan, transforman lasactitudes de los varones hacia las mujeres de suscomunidades.

En los hechos, los hombres, como gruposexuado, viajan más a los centros urbanos en buscade trabajo asalariado y luego tienen más acceso adinero, en tanto que las mujeres se quedan más

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Mariano Fuentes Lira. Niño

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en las comunidades, encargadas de los quehace-res de la producción de subsistencia agropastoril.(Con todos los problemas de reducción en la pro-ducción agropostoril que hubo en las últimasdécadas, hay pocos excedentes para llevar a ven-der y los precios de los productos no favorecen alcampesino).

Los hombres suelen aprender más castellano,tanto en la escuela como en su período de servi-cio militar obligatorio y sus permanencias en loscentros urbanos. Y es a través de estas institucio-nes que internalizan en mayor grado los valoresde la visión criollo-mestiza del país (por ejemplo,en los libros de textos escolares o los ritos nacio-nales de la ciudadanía) o de los medios masivosde la comunicación nacional. Lo que estas insti-tuciones enseñan es que ser “civilizado” es ser“blanco” y castellano-hablante, con todos los as-pectos corporales, de vestimenta, etc., que acom-pañan estos estereotipos de la nación, y (hasta losúltimos años) el ser ciudadano es ser “hombre”con propiedad urbana y con un trabajo asalaria-do. La misma Van Vleet reconoce que, dentro deun “discurso nacional de modernización”, loshombres casados que reciben remuneración porsu trabajo son considerados más “avanzados” o“civilizados”.

Canessa va más allá al enfatizar lo masculinoy militar de esta visión de la nación, con sus al-manaques, himnos y ritos de patriotismo. Es asíque la libreta militar es un requisito para asumirel poder del ciudadano, para conseguir no sóloun carnet de identidad sino también el derecho avoto, u obtener un trabajo (o una esposa) y ungrado en las universidades estatales. Como resul-tado, la nación imaginada por los grupos domi-nantes del país ocurre en un contexto sexuadomasculino, jerárquico y racial, donde la patria sereproduce también en la “patria chica” de la co-munidad. Debido a esto, según Canessa, el dis-curso masculino en las comunidades expresa la

conquista sexual en términos de la conquista delos diferentes elementos raciales de la nación.

De acuerdo al análisis de Canessa, el sufri-miento de los hombres como víctimas de la dis-criminación diaria en la escuela o el cuartel —seapor su uso del aymara (o quechua) en ambientesconsiderados inapropiados o por su manejo “mo-toso” del castellano— lo transmiten a sus muje-res. Él cuenta cómo los conscriptos recién ingre-sados al cuartel son acusados de ser maricones ycómo, por cualquier infracción, se les hace desfi-lar vestidos como mujeres. En las regiones rura-les que conocemos, es común oír que un esposorecién llegado del cuartel, ordena a su mujer quese levante y ponga la comida “hasta contar diez”;es común también oír que estos esposos “pegan asus mujeres”.

Entonces, si bien la ideología de las relacio-nes vernaculares de género dentro de la comuni-dad recalcarían las famosas “relaciones comple-mentarias”, esta complementariedad se debe si-tuar en las redes mayores de relaciones sociales,políticas y económicas, donde prevalecen otrasideologías. Desde esta perspectiva, las mujeresdentro de la comunidad son dependientes de otrasmujeres —incluso de sus suegras y cuñadas— paraexpandir las relaciones de trabajo en la economíade subsistencia, sea en los trabajos compartidosdel pastoreo o la agricultura. Por otro lado, comoindica Canessa, los esposos que deben salir de suscomunidades para buscar trabajo pagado (perocon pagos mínimos) se ponen muy vulnerablesal no poder controlar la fuerza de trabajo de susesposas en un contexto general de inestabilidadeconómica y condiciones sociales cambiantes.

Esta tensión entre el machismo y la vulnera-bilidad masculina es la que resulta a veces en lastendencias de los varones, cuando salen de estascomunidades, de controlar la sexualidad de susesposas mediante embarazos seguidos, como unmecanismo de control social, y, en el peor de los

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casos, en la violencia física cuando regresan, de-bido a los conflictos de valores que ellos han ex-perimentado más allá de los límites comunales.En esta jerarquía de valores, poder y control, elestado criollo-mestizo logra primero “blanquear”a los hombres, y luego ellos importan estos valo-res a sus comunidades, cargados por su expresiónlingüística (al hablar más castellano o introducirhispanicismos en su aymara o quechua) y su ex-presión corporal, en la vestimenta y las comidas“blancas” (el pan, los fideos y el arroz) para “refi-nar” también a sus familiares.

HACIA UNA POLÍTICA ECONÓMICA DELA VIOLENCIA DOMÉSTICA

Estas ideologías nacionales también disfrazan larealidad económica en la que, como admite VanVleet, la mayoría de los hogares no pueden so-brevivir ni del trabajo pagado ni de la produc-ción de subsistencia únicamente, y mantener elacceso a la tierra requiere trabajar esa tierra. Estaforma de economía es la que genera diferenciasen el acceso al mundo exterior a la comunidad.Como enfatiza Canessa, el empleador no contri-buye a estos procesos y tampoco las políticas es-tatales se han interesado hasta la fecha en ofrecersoluciones para garantizar el bienestar físico ymoral de las fuerzas campesinas del trabajo. Has-ta las últimas décadas, los recursos de la comuni-dad han podido proveer la seguridad social en loscasos de emergencia y de vejez. Pero, con las cons-tantes sequías y procesos de emigración, hay cadavez menos recursos que se pueden extraer.

De esta manera, insiste Canessa (siguiendo aJanvy), la flexibilidad laboral y reserva de manode obra barata de los campesinos semiproletaria-zados son fundamentales y no simplemente peri-féricos para la reproducción del capital en lospaíses en subdesarrollo. A su vez, la injusticia deeste sistema económico se funda en las relaciones

dependientes de una división del trabajo por elgénero, y la subvención económica estatal por lasmismas comunidades.

RB.- Qué opción sería conveniente: ¿que las mu-jeres de las áreas rurales asuman y enfrenten ellasmismas soluciones o debieran desarrollarse polí-ticas estatales al respecto y, de ser así, ¿cuáles se-rían las condiciones?, ¿hay algunas otras opcio-nes?

DA.- Desde este contexto, a mi parecer, la gene-ración de otro discurso sexual-moralístico pormujeres de la clase media acerca del comporta-miento familiar dentro de la intimidad del hogarde las comunidades rurales, simplemente repro-duciría los prejuicios anteriores, creando, a su vez,una nueva ronda de propuestas urbanas y traba-jos garantizados para esta clase. Se trataría, otravez, de una ola profunda de “extirpación de ido-latrías”. Me preocupa también la “etnificación”de las representaciones nacionales de la proble-mática de la violencia doméstica, por ejemplo enlas propagandas de la Defensoría del Pueblo yotras instancias del estado. Todo esto reproducelas mismas jerarquías nacionales sin mayor cues-tionamiento a las violencias institucionales hacialas mujeres de otras clases sociales, dentro de lanación.

Yo diría que las alternativas deben venir tantode arriba como de abajo. Desde arriba, habría quecuestionar y cambiar las ideologías actuales de lanación, y, a la vez, expandir la mejor representa-ción y participación de los pueblos originarios eindígenas no sólo en el discurso sino también enlos hechos, incluso en una nueva ronda de cam-bios constitucionales y de formas del gobierno.

Desde arriba, habría que tratar también conmás seriedad la cuestión de la mayor alcoholiza-ción de las comunidades rurales y peri-urbanas.Van Vleet menciona los “discursos locales de la

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borrachera” y de “la costumbre” como mecanis-mos normativos que justifican la violencia que amenudo ocurre cuando alguien está ebrio. Perohabría que ubicar estos mecanismos dentro delos mensajes generados por los medios masivosde comunicación; los intereses estatales y muni-cipales de pasar por alto los problemas generadospor el alcohol en favor de sus intereses en recupe-rar sumas tributarias cuantiosas; y la paulatinapérdida de control de las mujeres de la produc-ción local de bebidas en favor de su producciónmasiva (cf. Castellón, 2002).

Desde abajo, con la mayor participación delas mujeres aymaras y quechuas en la vida públi-ca nacional, se está cuestionando actualmente elcómo entender la “nación” al revalorizar las con-tribuciones que hacen los pueblos originarios ala identidad del país. El famoso capital simbólicode reconocer en la acción la chachawarmi de Cár-denas-Katari en su Vicepresidencia, es apenas elinicio (Arnold, 2000).

Al mismo tiempo, hay una pugna por rene-gociar los parámetros del género a todos los nive-les. Por ejemplo, al interior de las naciones ay-mara y quechua, una lucha por redefinir las rela-ciones de género según sus propios valores, peroen relación con las nuevas normas internaciona-les, es todavía incipiente en las tensiones entre lasnormas de género a nivel regional, nacional e in-ternacional. Es notoria la poca cantidad de direc-tivas para repensar esta cuestión en las leyes indí-genas actuales (incluso en Convenio 169 de laOIT), con sus enfoques más dirigidos al procesode desarrollo. Actualmente, un gradual rechazode los conceptos de género norteamericano “uni-sex” impuestos (por ejemplo en los textos de laReforma Educativa), está dando lugar a un re-planteamiento del género vernacular.

RB.-Tanto en el artículo de Van Vleet, como enotros trabajos, se observa una diferencia de géne-

ro muy marcada respecto al acceso a recursos. Así,aunque en el artículo no se explicita la relaciónentre la violencia y tenencia de la tierra, uno pue-de percibir que parte de los conflictos analizadostiene que ver con la marginación de las mujeresde la herencia de la tierra, por lo que deben ir aresidir donde la familia del marido, ingresando arelaciones de subordinación en relación a la sue-gra, especialmente al principio. El acceso a la tie-rra de parte de las mujeres ¿no es un problemacentral de su posición? O ¿es que estamos pen-sando en términos “occidentales”?

DA.-La cuestión del acceso a recursos debe irmucho más allá que la cuestión de tierras (o laherencia femenina de rebaños), para repensar larelación entre las economías de la periferia y delcentro, incluso de los precios de productos, lossistemas de subvención (por ejemplo, en trigo),hasta las relaciones de dependencia económica anivel internacional.

RB.- Las diferencias generacionales y de génerobien marcadas tanto en las áreas rurales comoentre los migrantes aymaras urbanos pueden serjerárquicas hasta autoritarias. ¿Hay una similitudcon la Patria Potestad? Y si se ha internalizadoestos valores dentro del mundo “andino” a talpunto que hoy parecen andinos, ¿no es que en-mascaran viejas prácticas coloniales y republica-nas de desigualdad y violencia?

DA.- Primero, habría que ubicar la oleada actualde protestas de mujeres (y también de hombres)contra la violencia doméstica en su contexto so-cio-histórico. Los estudios de Barragán (1997) yotros han mostrado cómo, en la Colonia y laRepública, las mujeres andinas indígenas (comolas de descendencia española) recurrieron a lasautoridades estatales en casos de violencia domés-tica, pero en determinados momentos. Plantean

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que antes, en las comunidades rurales, era cos-tumbre recurrir a los padrinos y a las autoridadescomunales; pero con la mayor emigración hacialos centros urbanos y la pérdida de estos meca-nismos de control social, se recurría a la iglesia uotras instancias de la sociedad civil. ¿No será quelo mismo está ocurriendo ahora como consecuen-cia de la modernización y que las instancias ac-tuales son precisamente las oficinas de la Defen-sora del Pueblo, las Brigadas de Protección de laFamilia y la Tribuna Libre del Pueblo?

Respecto a la cuestión de si hablar del “mun-do andino” encubre viejas prácticas coloniales yrepublicanas de desigualdad y violencia, yo diríaque la construcción actual de la Nación que vivi-mos es más bien un fenómeno criollo-mestizopost 52, cuya desestructuración de las comuni-dades es lo que quizás ha empeorado la inciden-cia de estos hechos.

RB.- Más allá de factores económicos, se percibe(a través también de estudios que se han hecho yotros que se están haciendo) que tanto en las co-munidades como entre migrantes aymaras urba-nos, hay diferencias generacionales y de génerobien marcadas; diferencias que parecen ser jerár-quicas y algunos dirían hasta autoritarias. Lo queme sorprende, personalmente, es la cercanía quehay entre los principios de la Patria Potestad vi-gentes en el período colonial y republicano delsiglo XIX, con los relatos sobre esta comunidad.Como lo he analizado en un trabajo, la PatriaPotestad era el dominio, autoridad y violencia le-gítima que tenían los padres sobre sus hijos, elpatrón sobre sus “criados”, y también el esposo

sobre su esposa. Lo que me lleva a la preguntasiguiente: ¿no será que estas relaciones desigua-les, jerárquicas, de poder y violencia se han inter-nalizado tanto que hoy son parte también delmundo “andino”7? En otras palabras, no existenaspectos que hoy aparecen como andinos y queenmascaran más bien viejas prácticas coloniales yrepublicanas de desigualdad y violencia? Y porconsiguiente, cuando se defiende lo “andino” ¿nose estarían defendiendo simultáneamente estasdesigualdades?

DA.- Yo diría que “lo andino” en este caso (siexistiera) trataría del perspectivismo de la inter-pretación de la realidad, desde lo imaginado como“lo propio”. Ambos, Van Vleet y Canessa, anali-zan la violencia doméstica “desde afuera”: VanVleet a nivel de la experiencia individual, con-textualizada culturalmente, y Canessa en térmi-nos de las jerarquías generadas por las estructuraseconómicas que inciden en los diferentes nivelesde la nación. Sin embargo, ambos autores pasanpor alto algunas maneras regionales andinas depercibir las violencias vividas como la continua-ción de una larga historia previa.

Por ejemplo, en El Rincón de las cabezas (Ar-nold y otros, 2000), planteamos que lo que pasaen la escuela o el cuartel, también tiene maticescomunales y no sólo estatales. Asimismo, el perío-do del servicio de las jóvenes rurales como em-pleadas domésticas en los centros urbanos y de losvarones en el cuartel, se percibe en ocasiones comoun continuo histórico de las obligaciones previasde servir como aqllas y guerreros, en modelos an-dinos alternativos del estado. Se puede decir lo

7 Otro caso es el que tiene que ver con los robos en el mundo “andino”. Marcelo Fernández, en su libro la Ley del Ayllu, y en suartículo en T’inkazos 9, señala que los castigos impuestos a los robos son drásticos en el área rural porque corresponde a valoreséticos y morales del mundo andino. Sin embargo, no hay que olvidarse también que los robos en toda la legislación medievalespañola, colonial y republicana temprana han sido duramente castigados. No quiero aquí señalar que el derecho medieval ycolonial sea su origen, pero sí llamar la atención sobre el hecho de que lo que hoy se analiza como andino puede también debersea intersecciones históricas.

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mismo en relación a las obligaciones postmaritalesde la pareja, incluso del yerno que ignora Van Vleet.

El defender “lo andino” en este sentido no esdefender las desigualdades actuales sino una ma-nera de proponer alternativas para el futuro. Lostrabajos de Van Vleet y de Canessa nos ayudanen este desempeño, al aclarar la reconstruccióncontinua de “culturas” (incluso las andinas) enámbitos estatales, donde muchas de las tensionesde identidades conflictivas, creadas desde arriba,encuentran su expresión en las ambigüedades dela violencia en el hogar. Nos hacen entender quesólo cambios fundamentales en el corazón de lanación pueden aliviar estas desigualdades.

BIBLIOGRAFÍA

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Arnold, Denise Y. con Juan de Dios Yapita y otros,2000 El rincón de las cabezas: Luchas textuales, educacióny tierras en los Andes. La Paz: UMSA e ILCA.

Barragán, Rossana1997 “Miradas indiscretas a la Patria Potestad:articulación social y conflictos de género en la ciudad deLa Paz, siglos XVII-XIX”. En: D. Y. Arnold (comp.).Más allá del silencio: las fronteras del género en los Andes.La Paz: CIASE e ILCA.

Canessa, Andrew2001 “My Husband Calls me ‘India’ when he Beats me:Reproducing National Hierarchies in an AndeanHamlet”. En: Conferencia de la AmericanAnthropological Association, Washington.Manuscrito.

8 Agradezco a Bruce Mannheim por discutir las ideas que desarrollo en este comentario.

RESPUESTA-COMENTARIO DEKRISTA VAN VLEET

Los comentarios de Sonia Montaño y DeniseArnold, al igual que mi artículo y mis propioscomentarios, son parciales en los dos sentidos dela palabra: en el sentido de ser incompletos, inca-paces de contar la historia en su totalidad o decirla última palabra sobre las complejidades de lasrelaciones de género, el parentesco y la violencia;y en el sentido de ser escritos desde perspectivasparticulares, con proyectos políticos implícitos yexplícitos y distintas esferas de conocimientos8.Si leemos estas perspectivas críticamente y unaen relación con otra, podemos avanzar hacia unacomprensión más compleja de la violencia do-méstica en Bolivia, las contingencias inherentesen el trato de la violencia como un tema social,

Castellón Q., Iván2001 Procesos de alcoholización en Chilimarca.Cochabamba: Editorial Serrano.

Hünefeldt, Christine1997 “Las cartas femeninas en las desavenienciasconyugales. Las mujeres limeñas a comienzos del sigloXIX. En: D. Y. Arnold (comp.). Más allá del silencio: lasfronteras del género en los Andes. La Paz: CIASE e ILCA.

Quintana T., Juan R.1998 Soldados y ciudadanos. Un estudio crítico sobre elservicio militar obligatorio en Bolivia. La Paz: PIEB

Weismantel, Mary1998 “Viñachiña: hacer guaguas en Zumbagua,Ecuador”. En: Denise Y. Arnold (comp.). Gente de carney hueso. Las tramas de parentesco en los Andes, pp. 83—96. La Paz: Ciase e ILCA.1995 “Making kin: Kinship Theory and ZumbaguaAdoptions. En: American Anthropologist 22.

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político y humanitario de gran envergadura, y lasformas en que los discursos en torno a la violen-cia (incluyendo el que emerge en el presente nú-mero de T’inkazos) se determinan por las relacio-nes de género y se racializan. Si bien hay muchostemas y asuntos inter-relacionados que merecenuna atención más profunda, voy a limitar miscomentarios para responder a dos críticas especí-ficas, una de cada autora, reiterando la impor-tancia de comprender la violencia en términosde las múltiples relaciones de poder. Ofrezco es-tos comentarios como parte de un esfuerzo cola-borativo de continuar creando espacios para undiálogo significativo sobre temas de violencia.

Para comenzar, quisiera reiterar que el análi-sis de género ha sido y sigue siendo un lente po-deroso a través del cual podemos comprender laviolencia doméstica y movilizarnos en su contra.Como señalo en mi artículo, y como Montaño yArnold reiteran, la opresión de género es siste-mática y siempre vinculada a otras formas dedominación. Las feministas han demostrado, poruna parte, que las relaciones y jerarquías de géne-ro se estructuran y se viven de forma distinta pormujeres de distintas orientaciones étnicas, racia-les, sexuales y de clase, y que el género configura,a su vez, otras relaciones de desigualdad. En miartículo, intenté llamar la atención sobre el pa-rentesco como una categoría de identidad y po-der, que por lo general no se reconoce en la trini-dad hegemónica de las opresiones (raza, clase ygénero), pero que también estructura las relacio-nes de poder y las instancias de violencia entremujeres y entre hombres y mujeres en Sullk’ata.En sus comentarios, Montaño señala críticamenteque una discusión tan detallada del parentescorequiere simplificar el análisis de género que seda en detrimento y a expensas de reconocer lasformas en que el género se vincula a otras des-igualdades. Sin embargo, mi artículo, al descri-bir en detalle las “diferencias entre mujeres”, y de

manera particular la violencia entre suegras ynueras y cuñadas en Sullk’ata, desafía la supuestacategoría homogénea de “la mujer” y un concep-to simplista del género que sólo toma en cuentaoposiciones binarias entre el hombre y la mujer.

Si bien la mayoría de las feministas afirmaríaque el género es una desigualdad estructural ge-neralizada y omnipresente, hay discrepancias res-pecto al grado en que la subordinación de géneroes la opresión más significativa en cada momen-to de la vida de una mujer. Esto tiene consecuen-cias que determinan si un teorista social, femi-nista o no, considere al género como la categoríaprimaria de análisis en todos los contextos. Porejemplo, ya para la década de los 80, en los Esta-dos Unidos, las intelectuales y activistas negras,latinas y asiáticas americanas criticaron exhausti-vamente tanto el “Movimiento de Mujeres” pre-dominantemente blanco y de la clase media, comogran parte de la literatura feminista, por haberpasado por alto las múltiples opresiones que las“mujeres de color” tienen que negociar en formacotidiana, y las maneras en que las jerarquías ra-ciales y de clase refuerzan y son reforzadas por elpatriarcado. Mi perspectiva es que necesitamossituar nuestra comprensión de las asimetrías depoder, incluyendo las relaciones de género encontextos específicos, en instancias de interacciónsocial y lingüística entre la gente, así como enamplios contextos, ámbitos y discursos sociales,políticos e históricos para poder delinear cómocada uno de ellos se constituyen mutuamente. Sibien el parentesco no es la única estructura orde-nadora de la violencia en Sullk’ata, si pasamospor alto el parentesco, no solamente se debilitanuestra comprensión intelectual de la violenciasino también se bloquean las vías que puedenexistir para encarar el tema de la violencia en co-munidades rurales.

Arnold también critica el énfasis del artículosobre el parentesco, pero desde una perspectiva

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muy distinta. En su comentario, Arnold planteaque “el problema” en mi análisis es de orden me-todológico: mi análisis del parentesco, escribeArnold, “va más desde la periferia hacia el cen-tro”. Ella pregunta (invirtiendo la lógica de la frasede Michelle Rosaldo, citada al principio de miartículo): “¿no sería mejor comenzar el análisispor el otro extremo, al averiguar ‘cómo las distin-tas relaciones en la constitución de la nación po-drían influir en las relaciones dentro del hogar’?”.Arnold responde con una descripción detalladade los discursos nacionales implantados a travésde las experiencias de los hombres aymaras encolegios, el servicio militar y el trabajo como mi-grantes en centros urbanos, fundamentada en unmanuscrito inédito de Andrew Canessa. Los co-mentarios de Arnold tratan más extensamente lostemas de mi artículo y, al igual que ella, me pare-ce convincente el análisis que hace Canessa de laforma en que raza, clase, identidad nacional ygénero se entrelazan en los casos de violencia queél describe. Existen muchas posibilidades paraintegrar estos análisis, una desde el centro haciala periferia y otra desde la periferia hacia el cen-tro, en un todo más complejo: se podría conside-rar que mi análisis y el de Canessa son comple-mentarios.

Sin embargo, como todas las complementa-riedades en los Andes, ésta también es jerárquica,por lo menos en el contexto del comentario deArnold. Para decirlo en términos específicos, Ar-nold privilegia un análisis que va desde el centrohacia la periferia, reiterando discursos hegemó-nicos que son totalmente determinados por ydeterminantes de las relaciones de género. La afir-mación original de Rosaldo se presentó como unacrítica de la diferenciación entre ámbitos domés-ticos y públicos, y el supuesto relacionado queplantea que el ámbito público (masculino) actúasobre el ámbito doméstico (femenino). Rosaldo(1980) propone una reestructuación de este aná-

lisis reconociendo lo borrosas que son las fronte-ras entre lo doméstico y lo público, así como lasformas en que aquellos individuos tradicional-mente asociados con el ámbito doméstico (mu-jeres, niños) se constituyen como actores socialesactivos, que se apropian además de los discursos“públicos” y los reconfiguran para sus propios fi-nes. La crítica de Rosaldo hacia la oposición bi-naria ámbito público/ámbito doméstico puede,por supuesto, aplicarse a otras oposiciones bina-rias (tales como Primer Mundo/Tercer Mundo,centro/periferia, moderno/premoderno, civiliza-do/no civilizado) que son también de género, ra-cializadas y racializantes, y se encuentran impli-cadas tanto en las teorías de modernización ydesarrollo (Escobar, 1995) como en el discursogubernamental sobre la violencia doméstica. Paraser claros: no estoy cuestionando el interés y aten-ción hacia los discursos nacionales de Canessa yel énfasis que le otorga Arnold, sino más bien lanoción de que un movimiento analítico desde laperiferia hacia el centro sea “un problema”. Esindudable que las propias investigaciones etno-gráficas tan detalladas de Arnold son un contra-punto al énfasis que en este comentario otorga alos discursos nacionales.

Distintas orientaciones metodológicas y teó-ricas sirven para abordar distintas preguntas yproblemáticas. Las problemáticas de la nacio-nalidad, la ciudadanía, el racismo y el sexismoen un contexto cada vez más urbano y transna-cional son importantes en Bolivia en la actualcoyuntura histórica. Debemos entender las ma-neras en que ellas están inter-relacionadas no sólocomo aspectos universales genéricos y de rela-ciones de género sino las maneras cómo ellasson específicamente producidas y reproducidas.Si bien la versión original de mi artículo inclu-yó una sección sobre los discursos públicos entorno a las diferencias de género, la “otredad”étnica y la violencia doméstica, esta sección fue

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eliminada casi en su totalidad para reducir elartículo. Esta opción y elección expresa mi pro-pio posicionamiento como alguien que es rela-tivamente outsider a la configuración de discur-sos en torno de la violencia en Bolivia así comoal contexto de mi trabajo de campo en 1995-96en una comunidad rural marginal (aunque, porsupuesto, totalmente nacional y transnacional).

Está totalmente claro que hay que enfrentarla violencia como un problema nacional. La vio-lencia es internacional en su alcance pero se ma-nifiesta en formas arraigadas en el ámbito local.La Ley contra la Violencia Doméstica que tieneBolivia representa un paso importante para poderenfrentar los casos de abuso que suceden a diario.Sin embargo, no se puede comprender ni mitigarla violencia doméstica si no se encaran sistemáti-camente otras relaciones de poder al mismo tiem-po. Si bien este debate se ha enmarcado en laretórica de “género encima de etnicidad y clasesocial” versus “etnicidad y clase social encima delgénero,” estoy de acuerdo con Montaño y conArnold, quienes plantean (si bien de distintasmaneras) que esta oposición no nos permite ana-lizar las formas profundas y complejas en que cla-se, raza y género se entrelazan y se configuran en-tre sí, en formas específicas de acuerdo al entornosocial, cultural e histórico. El reconocimiento delos derechos humanos universales proporciona labase para una orientación política que desafía es-tos vectores entrelazados del poder. Como femi-nista y antropóloga, apoyo dicha forma transfor-madora del trabajo político e intelectual. Sin em-bargo, tengo mis dudas respecto a la combina-

ción de una discusión de derechos universales conuna postura analítica que universaliza las causas ylas consecuencias de la violencia. Si reconocemosque vivimos en una sociedad caracterizada porrelaciones de poder múltiples, estructuradas y di-námicas, ¿acaso no deberíamos basar nuestra orien-tación política y nuestras políticas, en un análisissobrio de las raíces y configuraciones de la violen-cia doméstica en contextos específicos e interac-ciones cotidianas, tanto en los niveles nacionalescomo en los niveles más locales? Si no lo hace-mos, corremos el riesgo de dejar de reconocer lasformas en que los discursos hegemónicos vuelvena ingresar en nuestro trabajo intelectual y políti-co, y entonces estaríamos facilitando una vez másel ejercicio de la dominación de la élite, de lo ur-bano, del estado, de lo transnacional; una domi-nación que está siempre y en sí misma determina-da por el género.

BIBLIOGRAFÍA

Escobar, Arturo1995 Encountering Development: The Making andUnmaking of the Third World. Princeton, NJ: PrincetonUniversity Press.

Rosaldo, Michelle1980 “The and Abuse of Anthropology: Reflections onFeminism and Cross-cultural Understanding”. Signs 5.

Van Vleet, Krista(en preparación) “Intimacies of Power: RethinkingKinship and Violence in the Bolivian Andes”. AmericanEthnologist 29.

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SECCIÓN II

PROCESOS DEINVESTIGACIÓN - FORMACIÓN

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Habrá, pues, que consumirla (a la prensa engeneral), pero desde una actitud de crítica,sospecha y de análisis sistemático de suscontenidos, para ni llamarse a engaño niinfravalorar sus mensajes. Se trata de saberlosleer con sentido crítico. El sentido crítico esuna premisa básica de la libertad de lossujetos, en tanto que es esa capacidad dediscernimiento y juicio propio la que les otorgaautonomía en la toma de decisiones.(Noam Chomski2)

Ignorada en las escuelas de periodismo, criticadapor la prensa “ilustrada”, subvaluada en los estu-dios de comunicación y menospreciada por lasélites sociales: la crónica roja está sumándose máspuntos de los que se le quiere restar.

INVESTIGACIÓN APOYADA POR EL PIEB

Estrategia metodológica de“Sensacionalismo, valores y jóvenes”

José Luis Gálvez Vera yVíctor Quelca Mamani1

En este artículo, los autores exponen la estrategia meto-dológica que se utilizó en la investigación para analizarlos contenidos axiológicos de los discursos que mane-jan los diarios de crónica roja Extra y Gente, así como elconsumo que de esos contenidos hacen los jóvenes deSanta Cruz de la Sierra. Se trata de un entramado detécnicas semióticas, cuantitativas y cualitativas.

Si bien algunos estudiosos de la comunica-ción aceptan como axioma que los contenidosde los mass media no son más que un reflejo delas sociedades, no dudan en cuestionar severamen-te a este subgénero del periodismo. Aducen va-rias razones: irresponsabilidad periodística al en-fatizar en el “cómo” detallado de la información,y la falta de ecuanimidad en el tratamiento pe-riodístico; el uso o abuso de las supuestas moti-vaciones que posee el público para leer crónicaroja; y muchas consecuencias sociales (miedo, yla idea, entre otras, de que del miedo a la insoli-daridad con las víctimas no hay más que un paso).Otros comunicólogos adoptan, en cambio, pos-turas imparciales a la hora de conceptualizar lacrónica roja. Erick Torrico señala que ésta res-ponde a “un resquebrajamiento de la vieja mora-

1 Comunicadores e investigadores del PIEB. José Luis Galvez es Director General de Equipos MORI - Bolivia; Victor Quelca esdocente en la Universidad Gabriel René Moreno.

2 En: Estupiñan, F. (2000).

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Mariano Fuentes Lira. Víctororiano Yana-indio

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lidad social y una necesidad, por lo menos secto-rial, de información ligera” (Torrico, 1999:4). In-vestigadores colombianos consideran que el éxi-to de este tipo de periódicos está basado en elaparente fracaso de la prensa tradicional en suintento por acercarse y conquistar a la clase po-pular.

A favor o en contra, lo cierto es que hay pe-riódicos de crónica roja en países subdesarrolla-dos como Bolivia y en países industrializadoscomo Alemania y Gran Bretaña. La diferencia quetal vez se puede señalar entre unos y otros, por lomenos en el caso de Bolivia, es que la utilizacióndel escándalo que implique la vida privada depersonajes públicos aún está ausente.

Erick Torrico da una definición de crónicaroja: “...Con un diseño llamativo (grandes titula-res, fotografías e ilustraciones sugerentes y uso decolores contrastantes), hace un manejo discrecio-nal de contenidos sobre transgresiones a la ley(robos, crímenes, secuestros, tráfico de drogas,empleo no autorizado de armas, etc.), a la moralaceptada (violaciones, abusos de autoridad, co-rrupción, etc.) o a la normalidad esperada (acci-dentes, tragedias)” (Torrico, 1999:5). Sus ejes te-máticos son el sexo y la violencia (Guardia, 1999:11). Enfatiza un discurso informativo sensacio-nalista; es decir, presenta los aspectos más llama-tivos de una noticia o de un suceso para producirgran sensación o emoción (Acuña, 1999).

Las posiciones enfrentadas respecto a la cró-nica roja responden, de alguna manera, a las di-ferentes perspectivas de estudio que, hasta el mo-mento, se vienen adoptando respecto a la inves-tigación de la Comunicación de Masas. Una, ba-sada en un paradigma positivista, cuantitativo yfuncionalista, en la que se considera inequívocoal mensaje que transmiten los medios de comu-nicación: a un estímulo, una respuesta; a una cau-sa, un efecto, sin indicios de resistencia. Tal enfo-que, de unos medios de comunicación podero-

sos, con efectos excepcionales, tuvo su época deapogeo después de la Segunda Guerra Mundial.Se veía a los mensajes como una especie de balasque, si se dirigían y disparaban apropiadamente,alcanzarían sus blancos y lograrían sus propósi-tos (Teoría de la bala mágica, de Jacques Ellul).Harold Lasswell, con sus cuatro funciones de laComunicación de Masas; Paul Lazarsfeld y laTeoría de los efectos mínimos; Charles Wright,con las funciones manifiestas y latentes, y las dis-funciones de los medios de comunicación; Noe-lle-Neumann y la Espiral del silencio, entre otros,son quienes reforzaron, con diversos estudios, laidea del gran impacto de los mass media.

Una perspectiva opuesta a la anterior es elculturalismo, surgida en Latinoamérica en la dé-cada de los años '70, con los aportes de la Escuelade Frankfurt (Theodore Adorno, Walter Benja-mín, Herbert Marcuse, Jürgen Habermas, ErickFromm, entre otros) y con un énfasis en los estu-dios desde una perspectiva humana (AntonioPasquali) y de consumo cultural (Néstor GarcíaCanclini, con el teórico boliviano Luis RamiroBeltrán, a la par). Bajo el enfoque culturalista,“los estudios de los medios, más que estudios dela tecnología de medios masivos, se conviertenen estudios de las mediaciones; ya no es cuestiónde medios sino de cultura” (Barbero, 1998:28).El aporte más sobresaliente en este campo es elde Martín-Barbero que des-centra la comunica-ción. Dice él: Si antes las preguntas de investiga-ción se centraban en los emisores y efectos, ahorahay que centrarlas en las mediaciones del percep-tor. Ya no se debe hablar de mensajes que circu-lan, efectos y reacciones, sino de una comunica-ción pensada “...en el campo de la cultura, de losmestizajes que la tejen y las anacronías que la sos-tienen, del modo en que trabaja la hegemonía ylas resistencias que moviliza y del rescate de losmodos de apropiación y de réplica de las clasessubalternas” (Barbero, 1998:307).

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Es en esta última tendencia que ubicamos anuestra investigación y, por ende, el estudio evitahablar de efectos. Sí se refiere a las mediaciones o“instancias estructurantes de la interacción de losmiembros de la audiencia, que configuran parti-cularmente la negociación que realizan con losmensajes e influyen en los resultados del proce-so” (Orozco, 1996:74). Se sumerge, entonces, enel estudio de los contenidos axiológicos de losdiscursos entendiendo que son el eje que articulala sociedad y configura el imaginario social paracrear actitudes y comportamientos, costumbresy, posteriormente, las instituciones.

Los objetivos generales de la investigaciónfueron analizar los contenidos axiológicos de losdiscursos que manejan los diarios de crónica rojaExtra y Gente; y analizar el consumo que de esoscontenidos hacen hombres y mujeres de 13 a 18años. Para ello, se buscó identificar las temáticasmás frecuentes en estos diarios, así como los va-lores y antivalores contenidos en su discursado.También se intentó inferir la idea que del ser hom-bre y del ser mujer proyectan estos cotidianos,así como señalar las infracciones éticas y jurídicasen las que incurren.

En lo que hace al estudio centrado en los per-ceptores, se buscó describir las motivaciones porlas cuales los jóvenes se exponen a los contenidosde estos periódicos, así como las condiciones3 enlas que éstos hacen la lectura de esos contenidos.También interesaba identificar los valores y anti-valores que tanto jóvenes, padres y maestros per-ciben en estos periódicos. Y, por último, estable-cer si la familia y la escuela están preparando elcontexto de mediación para su lectura.

En este artículo, más que presentar los re-sultados de la investigación, nos interesa ilus-trar la estrategia metodológica que desarro-

llamos. A grandes rasgos podemos distinguirdos etapas en la investigación: una centradaen los periódicos y otra en los perceptores.

LOS PERIÓDICOS

La selección de las unidades que compusieron elcorpus de análisis se la realizó siguiendo el siste-ma planteado por Jacques Kayser (1964: 69). Serecolectó, durante siete semanas contiguas, los pe-riódicos de siete días diferentes. Estos cotidianosfueron revisados de manera exhaustiva, periódi-co por periódico, nota por nota, figura por figu-ra. Así, y siguiendo una rigurosa sistematización,los investigadores realizamos un análisis semióti-co, un análisis ético-periodístico y otro jurídico.

La primera gran decisión fue el recorte del obje-to. Se había planteado analizar tres periódicos: Ex-tra, Gente y La Nación. Pero bastó el primer aborda-je para reconocer que no eran unidades emparenta-das y que el análisis sería más extenso de lo que enun principio se había previsto. Así, tuvieron queprevalecer las limitaciones a los límites.

Por otro lado, dado que el trabajo abarca dosobjetos muy diferentes, el equipo define una po-sición amplia, integradora y de complementarie-dad de las posturas epistemológico-metodológi-cas. Recurre al análisis semiótico así como a estu-dios cuantitativos y cualitativos, en el entendidode que todas las posturas proveen herramientasque deben ser seleccionadas de acuerdo a las ca-racterísticas y particularidades del objeto de es-tudio.

ANÁLISIS SEMIÓTICO

La investigación se inició con una reflexión res-pecto al diseño metodológico. Se tomó en cuenta

3 Entiéndase por condiciones las circunstancias o situaciones en las que los jóvenes hacen la lectura de los periódicos estudiados(solos, acompañados, a escondidas, sin comentarlos con nadie, etc.).

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la recomendación de Vassallo de López (1999: 7-9), quien propone que es necesario precisar y ubi-car coherentemente la investigación en dos dimen-siones complementarias: En “la metodología DEla investigación, que hace referencia a la concep-ción epistemológico-teórica que da fundamento aun proceso investigativo; y la metodología EN lainvestigación, que se refiere más bien a la secuen-cia de pasos y al aparato técnico-instrumental uti-lizados en una indagación concreta”.

Considerando aquello, la primera parte delestudio se situó epistemológicamente en el para-digma hermenéutico como horizonte de visibili-dad general. Se partió de la aceptación de que lahermenéutica ayuda al investigador en la com-prensión e interpretación de textos lingüísticos—algo que no se puede conseguir con la lógicapositivista—, rechazando ambigüedades y arbi-trariedades, y obligando al lector estudioso a noabandonar el texto sino a retornar siempre a él.Gadamer dice: “Toda interpretación correcta tie-ne que protegerse contra la arbitrariedad de las

ocurrencias y contra la limitación de los hábitosimperceptibles del pensar, y orientar su mirada“a la cosa misma” (1991: 329). Con ello se pre-tende dejar en claro que el equipo ha hecho elmayor de los esfuerzos por evitar las interpreta-ciones subjetivas y arbitrarias.

En lo operativo, el análisis de los periódicosse inscribe dentro de la corriente de enfoque es-tructuralista, específicamente la desarrollada porAlgirdas Julien Greimas, quien propone el análi-sis del “recorrido generativo”. Se utilizó el reco-rrido generativo greimasiano, porque permitíauna reconstrucción dinámica del modo en el quela significación de cada material de estos periódi-cos “se construye y se enriquece por medio de unrecorrido que va de lo más simple a lo más com-plejo, de lo más abstracto a lo más figurativo”(Floch, 1992: 141).

Con tal propuesta teórico metodológica se tra-bajó en el plano discursivo para dar cuenta de losprocesos de tematización, figurativización, acto-ralización, temporalización y espacialización, y así

EL RECORRIDO GENERATIVOComponente sintáctico

SEMÁNTICA FUNDAMENTALNivel profundo

Nivel desuperficie

SINTÁXIS DISCURSIVA

SINTAXIS FUNDAMENTAL

SINTAXIS NARRATIVASUPERFICIE

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SEMÁNTICA DISCURSIVA

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Estructurasdiscursivas

Discursivización

Actoralización

Temporalización

Espacialización

Componente semántico

Fuente: Greimas-Courtes: Diccionario de Semiótica (1990: 197)

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nota y material periodístico y, luego, en la elabo-ración de una ficha resumen y una interpreta-ción general realizadas por ejemplar estudiado.

En total, se analizaron todas las notas de ca-torce ejemplares, incluidos todos sus suplemen-tos, ilustraciones y fotografías, siguiendo el pro-cedimiento establecido. A manera de ejemplo, secita el análisis de la primera nota de la edicióndel periódico Extra, el día miércoles 30 de agostodel 2000, en la primera sección páginas 1 y 2,titulado: “Sádico casi mata a su hijo a chicota-zos” (Nota de portada).

Primero, se identificaron los actores que apa-recen en la narración, estos eran: Cristóbal Ibá-ñez, Mujer, Niño de 10 años y Julia Muñoz.Cada uno de ellos desempeña en la nota un rol

se infirieron las temáticas más frecuentes y las pau-tas que proyectan del ser hombre y ser mujer. Enel nivel profundo de las estructuras semio-narra-tivas, y para identificar los valores y antivaloresque articulan sus contenidos, se hizo uso del cua-drado semiótico “que postula la axiología del uni-verso discursivo al articular los valores del mun-do representado” (Blanco, 1989: 25), y que fun-ciona en base a operaciones lógico-semánticascomo la contradicción, la contrariedad, la impli-cación y la presuposición.

Las herramientas interpretativas creadas paratal fin fueron dos matrices construidas por el equi-po: “Cuadro de figuras sémicas, roles y actores” y“Análisis estructural de imágenes e ilustraciones”.Las mismas se emplearon para el análisis de cada

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temático: padre sádico y golpeador, prófugo ydetenido; madre cómplice que apoya castigo alhijo; hijo brutalmente castigado; víctima; estu-diante del colegio 16 de Julio y abuelita defen-sora del niño y a la vez denunciante (todos estostérminos son tomados literalmente del textoperiodístico).

Cada rol temático está debidamente respal-dado por las figuras sémicas, tales como: Chico-tazos con quinza charañi (instrumento de casti-go). Pisó el pecho del hijo. Echó alcohol en las heri-das. (Dibujo: padre iracundo que golpea con granfuerza). Veía impasible (la madre respecto a cómoel padre castigaba al menor). Quería que su hijoescarmiente. (Dibujo: mujer que disfruta viendoel sufrimiento). 10 años (edad del niño). Una y

otra vez golpeado en todo su cuerpo. Sollozos y gritosde dolor. Se retorcía desesperado. 25 días de impe-dimento (Dibujo: del cuerpo ensagrentado delniño). Se faltó a clases. Presentó la denuncia ante laOficina de Defensa del Niño en Cotahuma. Logróque se detenga al padre en la PTJ.

Posteriormente se identificaron los conteni-dos axiológicos: violencia, castigo, sadismo, pro-tección, compasión, legalidad. De esto se dedujoque la narración, al ser negativa, muestra una re-solución VIOLENTA de los conflictos. Así semaximiza el castigo y el sufrimiento, y minimizala irresponsabilidad del niño de faltarse a la es-cuela.

La información se sintetiza en el cuadrado se-miótico de la siguiente manera:

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- Quimsa charañi- Brutalmente

golpeado- Pisó el pecho

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Símbolos: : negación: relaciones de contrarios: relaciones entre contradictorios: relación de implicación

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ANÁLISIS ÉTICO - PERIODÍSTICO

Respecto a la tarea de señalar las infracciones éti-co-periodísticas en las que incurren Extra y Gente,se construyó una “Tabla de infracciones ético-pe-riodísticas”, en base a una detallada revisión de có-digos deontológicos de varios países del mundo y

de documentos reconocidos internacionalmentecomo la Declaración Universal de Derechos Hu-manos. Por medio de esa tabla, parámetro de nor-mas estándar que miden la labor de la prensa, sellenó la “Ficha de infracciones ético-periodísticas”para cada nota, siempre y cuando en ella se obser-varan faltas a la ética profesional.

POSIBLES INFRACCIONES JURÍDICAS: Presentar publicaciones respecto a la vida privada o queafecten a la reputación

Nº DEINFRACCIÓN

6 y 8

7

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16

21

TIPO DE INFRACCIÓN

Publicación respecto a la vidaprivada.

Información inexacta en los dibujos.

Desequilibrio informativo.

Sensacionalismo

No delimitar claramente ladiferencia entre noticias y opinión(juicios de valor - adjetivoscalificativos)

Identificación familiares de víctima

NOMBRE DEL PERIÓDICO: EXTRA FECHA: 30-08-00 (miércoles)SECCIÓN: Primer Cuerpo PÚBLICO: General PÁGINAS: 1 y 2

Por chacharse del colegioTÍTULO: Sádico casi mata a su hijo a chicotazos (Nota de portada) Nº DE MATERIAL: 1

ARGUMENTOS

Se trata de una situación de violencia doméstica que no esde interés ni repercusión pública.

La ilustración es ficticia, creada por el dibujante (el ambiente,los gestos y rostros y rasgos de los padres, sangre chorreandodel cuerpo del niño, etc.).

No hay testimonio del padre agresor.

Se redunda en detalles mórbidos sobre el padre despiadado,golpeador, sádico, brutal y que roció con alcohol las heridasdel hijo.

Hay calificativos exagerados para el padre (desalmado,sádico, despiadado, golpeador, cuya crueldad no tuvolímites, etc.)

Padre: Cristóbal Ibáñez, Abuela: Julia Núñez

Infracciones éticas en el material periodístico

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ANÁLISIS JURÍDICO

Para el análisis jurídico, se procedió a revisar elordenamiento jurídico nacional y algunos pactoso convenios internacionales, lo cual permitió ela-borar una “Tabla de normas legales” referidas alos medios de comunicación. En base a ese pri-mer listado-parámetro, se revisaron todas las no-tas observando minuciosamente si las mismastransgredían algunas leyes (la información se ano-taba al final de la ficha de Infracciones éticas).Así, se ubicaron los materiales con sus posiblesinfracciones jurídicas.

Se consultó entonces a varios y reconoci-dos abogados; a la Defensora del Pueblo enSanta Cruz, a la asesora en asuntos constitu-cionales del Defensor del Pueblo de la Repú-

blica de Bolivia, a ex diputados nacionales, aex concejales municipales, y a comunicadoressociales. Una vez realizadas las entrevistas a esosprofesionales, y siguiendo el consenso de losmismos, se confirmaron todas las faltas jurídi-cas en las cuales incurren los diarios sensacio-nalistas.

ESTUDIO DE LOS PERCEPTORES

ENCUESTAS

Era necesario conocer cómo se daba el consumode los diarios entre los jóvenes, así se optó porutilizar una encuesta que aportara respuestas avarias preguntas, organizadas en función de cin-co grandes dimensiones:

¿Con qué frecuencia compran estos periódicos en casa?

¿Cuál de estos periódicos compran más?

¿Qué suplementos de estos periódicos les gusta más?

¿Qué secciones les gusta más?

¿Qué fue lo último que leyeron en estos periódicos?

¿Lo comentaron con alguien?

¿Con quién comentaron lo último que leyeron?

¿Cuánto les gusta leer estos periódicos? ¿Por qué?

¿Qué es lo qué más les gusta de estos periódicos?

¿Qué es lo que menos les gusta?

¿Para qué dicen que les sirve leer estos periódicos?

¿Cómo califican a estos periódicos?

¿Les gustaría salir en estos periódicos?

¿Qué sienten después de leer estos periódicos?

¿Dónde es más frecuente que hojeen o lean estos periódicos?

¿La mayoría de las veces que lo leen, lo hacen en grupo o a solas?

Generalmente, ¿lo leen a escondidas o en público?

¿Qué valores y antivalores son los que más claramente identifican y reconocenque están presentes en el contenido?

CONSUMO

MOTIVACIONES

VALORES

CONDICIONES

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Se identificaron y operacionalizaron las va-riables a medir hasta identificar indicadores y pre-guntas, concluyendo que la encuesta no tenía lasrespuestas a todas las inquietudes, en especial enlo que respecta a identificar y describir las verda-deras motivaciones de los jóvenes, las condicio-nes y situaciones del consumo. Pero esa preocu-pación se delegó a los grupos focales.

El universo de estudio estuvo conformado porvarones y mujeres de 13 a 18 años, residentes enla ciudad de Santa Cruz de la Sierra, que reporta-ban alguna vez haber leído los periódicos Extray/o Gente. El tamaño de la muestra se calculómediante una estimación por proporciones. Así,se aplicaron 403 encuestas.

El tipo de muestreo utilizado fue polietápico,probabilístico aleatorio y sistemático. Polietápi-co, porque se aplicó en varias etapas: primero, seeligió de manera aleatoria las unidades vecinales;segundo, de la misma forma se eligió los manza-nos; tercero, se seleccionó de manera sistemáticalos hogares que serían encuestados; por último,se eligió a los encuestados cumpliendo con losrequerimientos de la investigación. Probabilísti-co, porque en todas las etapas se respetó la selec-ción aleatoria. Aleatorio, por lo ya mencionado:la elección de manera aleatoria de las unidadesvecinales y de los manzanos a visitar. Y sistemáti-co, porque se respetó un sistema en la recolec-ción de información: en sentido contrario a lasmanecillas del reloj y con salto de tres hogares.

El instrumento de recolección de datos fue so-

metido a prueba previa con el fin de verificar quelas preguntas sean entendibles por la población enestudio y, en caso de ser necesario, adicionar o cam-biar las alternativas de las preguntas cerradas.

El trabajo de campo fue realizado por encuesta-dores capacitados, especialmente entrenados y so-metidos a control directo en distintos niveles. Huboun responsable de todo el operativo, además de unsupervisor de campo. Se pudo, pues, inspeccionarel respeto del muestreo sistemático a través de lahoja de ruta de los encuestadores (esto es, supervi-sión de “rutinas” de campo, incluyendo las especifi-caciones seguidas por el encuestador cuando se en-contró ante un no contacto), así como las entrevis-tas a partir de la hoja de ruta generada para cadapunto muestral (se verificó que se haya hecho unbuen relevamiento de información, atendiendo es-pecialmente aspectos claves como la realización y elclima de la entrevista y, por ende, la confiabilidadde la información recogida), además del contactopersonal realizado en un 20 por ciento de los pun-tos muestrales visitados por cada encuestador, y delcontenido a través de la reiteración al encuestado decinco preguntas del cuestionario.

Se construyó un manual de codificación quecontemplaba todas las preguntas del cuestiona-rio, tanto abiertas, cerradas, como de selecciónmúltiple. Para la determinación de los códigosde respuesta en las preguntas abiertas, dos codifi-cadores hicieron primero un listado de frecuen-cias de las respuestas más comunes asignando uncódigo a cada respuesta. Cada uno de ellos traba-

¿Prohiben leer los periódicos en casa?

¿Hablaron los papás sobre este tema?

¿Prohiben leer los periódicos en el colegio?

¿Hablaron los profesores sobre este tema?

¿Preguntan acerca de estos periódicos los menores a sus padres?

¿Cuánta mediación intencionada hacen los padres?

¿Cuánta mediación intencionada hacen los profesores?

MEDIACIONES

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jó por separado con el 10 por ciento del total delas encuestas. Luego se unificaron los listados ycódigos, asegurándose que la categoría otros noexcediera al 15 por ciento del total de respuestas.Usando ese manual se procedió a codificar críti-camente el total de las encuestas.

El ingreso de datos fue controlado a través deun programa especialmente concebido para che-quear los rangos de cada variable y controlar laconsistencia lógica en las preguntas que lo reque-rían. El procesamiento se realizó mediante paque-tes estadísticos específicos para ciencias sociales.

Antes de proceder al análisis, se construyó uníndice de estratificación socioeconómica utilizan-do doce indicadores registrados en cada boleta.

El análisis se hizo cruzando la informacióncon las variables sexo, grupos de edad y estratosocioeconómico.

GRUPOS FOCALES

Con la finalidad de asegurar la identificación másexhaustiva posible de todos los factores en juego,facilitar la construcción de un conjunto de seg-mentos actitudinales básicos, construir un mar-co de hipótesis preliminares; en suma, ahondaren lo aportado por las encuestas y validar esa in-formación, la investigación contempló la realiza-ción de una serie de grupos motivacionales.

Estos grupos focales permitieron sondear yanalizar las motivaciones por las cuales los ado-lescentes se exponen a los contenidos de los pe-riódicos analizados e inician el proceso de apro-piación y reproducción o resemantización de lacarga axiológica que contienen, todo ello en uncontexto o no de mediaciones familiares y edu-cativas. El proceso implicó una validación porcongruencia y profundización de los resultadosinicialmente obtenidos a través de las encuestas.Se implementaron siete grupos focales: dos conadolescentes varones, dos con adolescentes mu-

jeres, uno con padres, uno con madres y uno conmaestros. Los grupos estuvieron conformados por7 a 8 personas y tuvieron una duración prome-dio de 60 minutos. Fueron dirigidos por miem-bros del equipo investigador.

Una vez realizado cada encuentro, el equipodiscutía en relación a los aspectos más sobresa-lientes surgidos en la dinámica. Hubo la trans-cripción de todo lo hablado en cada grupo y, porsupuesto, un análisis posterior.

A MANERA DE CONCLUSIÓN

Debemos reconocer, ante todo, que el objeto deestudio abordado es complejo, como es todo fe-nómeno comunicacional. Versa sobre contenidosde discurso y sobre el consumo de esos discursospor un público específico; así se plantea la necesi-dad de un diseño metodológico en dos planos muydistintos: uno centrado en los periódicos (discur-so) y otro en los perceptores. De allí se desprendela necesidad de búsqueda de interrelación entretécnicas distintas (que pertenecen a posturas epis-temológicas diferentes) pero complementarias:desde lo hermenéutico, la semiótica de Greimas;desde lo positivista, las encuestas; desde lo cualita-tivo, los grupos focales y las entrevistas.

Aunque parezca obvio, es necesario remarcarque para el estudio de todo fenómeno comuni-cacional es necesario un acercamiento metodo-lógico, técnico e instrumental coherente. Estoimplica que aún transgrediendo las fronteras teó-ricas y epistemológicas, se debe garantizar el cen-trarse en el objeto de manera que antes de res-ponder a una determinada corriente o postura,ese complejo acercamiento contribuya al análisisdel problema. Esto implica tener la apertura decaminar al ritmo del esclarecimiento del proble-ma, haciendo adaptaciones, recortes, modifica-ciones, tanto en lo metodológico como en la com-prensión teórica.

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Mariano Fuentes Lira. Zampoñas

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SECCIÓN III

INVESTIGACIONES

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Tarija en los imaginarios urbanos:un recorrido por los resultados de la investigación

Sergio Lea Plaza, Adriana Paz y Ximena VargasCon la participación de Adela Lea Plaza1

Los movimientos migratorios en las dos últimas déca-das han motivado la aparición de nuevos actores en laciudad de Tarija y de un imaginario que concibe la exis-tencia de dos ciudades. Los habitantes de cada una deellas expresan en este estudio qué sienten, qué pien-san y cómo ven al “otro” que, dependiendo el caso, esel tarijeño o el migrante.

EL CONTEXTO GLOBAL

La urbanización ha sido uno de los fenómenoscentrales de la vida latinoamericana durante elsiglo XX. Llegó a constituir —en los países de laregión— un conjunto de núcleos y redes urba-nas en los que no sólo se aglutinó rápidamente lapoblación y se erigieron grandes ejes de podereconómico y político, sino también se reconstru-yeron las culturas y las identidades al influjo delproceso globalizador.

La urbanización va más allá de la concentra-ción espacial de la población, pues, como señalaManuel Castells (1999), también puede enten-derse como la irradiación de un sistema de valo-

res, actitudes y comportamientos que configu-ran lo que algunos autores denominan “culturaurbana”, y que, a criterio del propio Castells, noes otra cosa que un sistema característico de lasociedad industrial capitalista, ahora globalizada.

Las ciudades latinoamericanas en países queno han logrado un nivel óptimo de industrializa-ción o no han construido una sólida base econó-mica, empiezan a recibir a un ingente número depersonas sin tener las condiciones favorables paraabsorberlas; no ofrecen las oportunidades nece-sarias de trabajo y de prestación de servicios.Entonces se producen los desequilibrios, la en-tropía, la incapacidad de satisfacer las necesida-des básicas y otros problemas que derivan en con-

1 Esta investigación surgió de la preocupación de la Casa de la Cultura de Tarija por conocer la nueva configuración socio-culturalen la ciudad de Tarija y de la iniciativa de su directora, Adela Lea Plaza, para investigar el problema del creciente conflicto culturalentre tarijeños y migrantes provenientes de zonas andinas del país. Fue realizada en el marco de la Convocatoria Regionalconvocada por el PIEB. Sergio Lea Plaza es comunicador social y docente de la UCB; Adriana Paz es comunicadora social yeducadora ambiental; y Ximena Vargas es psicóloga, trabaja produciendo materiales educativos.

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flictos sociales, culturales, políticos, etc., detrásde un telón de fondo que es la pobreza, lo cualagranda las brechas que generan la exclusión y lamarginalidad de amplios sectores poblacionales.

En Bolivia, el proceso urbanizador, un tantotardío y lento, se ha concentrado en el últimocuarto de siglo dando como resultado la consoli-dación de ciudades grandes y también interme-dias debido a la creciente descomposición de lasociedad rural.

En ese contexto, la ciudad de Tarija se ha con-vertido, junto con Santa Cruz, en un polo recep-tor de migrantes, con lo cual ha alcanzado unelevado crecimiento demográfico que llega al cin-co por ciento anual en el último período inter-censal (1992-2001), que comprende casi diezaños en los que la población ha aumentado denoventa mil habitantes, a ciento treinta y cincomil2.

LA PROBLEMÁTICA EN TARIJA

En las últimas dos décadas, Tarija ha vivido pro-fundos cambios que han alterado los rasgos cen-trales de la tranquila y pequeña ciudad de antes.Cambios que se materializan en fenómenos nue-vos: el elevado incremento demográfico y creci-miento caótico, el emplazamiento de múltiplesáreas periféricas junto a un creciente descentra-miento de la ciudad, la consolidación del comer-cio informal, la ruptura de los estilos arquitectó-nicos preeminentes, la aparición de la delincuen-cia, la introducción de diversas prácticas cultura-les y nuevos cultos religiosos, etc.

La transformación responde probablementea la cada vez mayor inserción de Tarija en el es-quema del libre mercado, lo cual le ha dotado deciertos rasgos de sociedad moderna, capitalista yde masas, como sucede con muchas otras socie-

dades latinoamericanas al influjo de la globaliza-ción; intenso proceso urbanizador por el que tran-sita Bolivia.

Bajo esa perspectiva, los movimientos migra-torios se han constituido en uno de los fenóme-nos fundamentales del proceso en Tarija. A par-tir de permanentes corrientes inmigratorias—intensificadas en las dos últimas décadas—,provenientes de la zona andina del país (desde larelocalización de los 80s.) y de las provincias deldepartamento, han entrado en juego nuevos ac-tores introduciendo nuevos cruces en el tejido so-cio-cultural de la ciudad de Tarija.

La presencia de migrantes del norte en la ciu-dad, a diferencia de los migrantes de las provin-cias del departamento, es percibida generalmen-te por los tarijeños como una invasión masiva queestá avasallando la cultura e identidad local, im-plantando prácticas exógenas y modificando lascaracterísticas de la ciudad.

En la práctica ya se observaron claramenteconflictos en el orden cultural entre ambos gru-pos, circunscritos generalmente a un nivel de dis-curso (sin concretarse en acciones de violenciafísica) y vinculados a fiestas, bailes, ritmos y for-mas de vida distintas. Es posible conjeturar en elfuturo cercano choques socio-culturales de ma-yor magnitud entre tarijeños y migrantes, los quemuchas veces son alimentados por el discurso deun grupo marcadamente regionalista amplifica-do por los medios masivos.

Estos conflictos revelan la ausencia de un ni-vel favorable de integración, es decir que la ciu-dad no absorbe óptimamente al migrante y mu-chas veces no lo acepta, lo cual contribuye a quecada grupo se atrinchere en su espacio bajo elparaguas de su supuesta identidad monolítica.

Cada grupo asentado en un espacio urbano,el centro y la periferie, a pesar de coexistir pacífi-

2 La tasa de crecimiento anual de la ciudad de Tarija fue calculada a partir del crecimiento poblacional absoluto entre 1992 y 2001tomando en cuenta datos proporcionados por personeros del INE en Tarija.

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camente, mantienen entonces un explícito recha-zo respecto al otro. El centro y la periferie sonespacios claramente diferenciados en lo topográ-fico, pues el primero se emplaza en un terrenoplano con presencia de la naturaleza, mientras elsegundo lo hace en un terreno erosionado y sinpresencia de la naturaleza. Además, existe tam-bién una fuerte diferencia en el nivel de presta-ción y calidad de servicios básicos, puesto que enel área central se tiene una cobertura del 100 porciento, en tanto que en las áreas periféricas lascoberturas son muy bajas.

Se perfilan, entonces, algunos conflictos sus-tentados en visiones y formas de vida distintasque expresan una fuerte tensión entre lo propio ylo ajeno, lo tradicional y lo moderno, y que en-cubren un gran desconocimiento de la nueva rea-lidad de una ciudad en transición.

EL IMAGINARIO URBANO

En la investigación que realizamos, abordamos eltema de los imaginarios urbanos entendidos comola dimensión simbólica de la ciudad, como la otracara de la dimensión física, palpable y tangible.Estos imaginarios no remiten a fantasías o sím-bolos, significados o significantes profundos yabstractos. Se los entiende, más bien, como laimagen o representación mental de la ciudad queconstruyen las personas a partir de sus percep-ciones y en función de sus vivencias, experien-cias, añoranzas y otras que son tamizadas por ras-gos sociales y culturales.

Favio Avendaño Triviño (2001) define el ima-ginario urbano como el resultado de un procesomediante el cual el hombre, a partir de lo vividoy conocido, de lo elaborado y no elaborado, “re-crea” su propia imagen de su muy particularmundo de dominio, acude a su imaginación, ar-ticula lo vivido en nuevas combinaciones menta-les que se traducen en representaciones imagina-

rias que le ayudan a “sintonizarse con el mundoen que debe actuar” y en las que dominan lasnostalgias y anhelos del ser; la representaciónimaginaria es, en este sentido, selectiva pues larealidad es observada a través de filtros de abs-tracción orientados por las vivencias, intereses,deseos y carencias.

El imaginario urbano viene a ser, entonces,como un conjunto de representaciones mentalesque parten de la realidad, son tamizadas por in-tereses, anhelos, rasgos culturales y sociales, etc.,para nuevamente volver a la realidad orientandolos comportamientos respecto a la forma de usarlos espacios urbanos y de relacionarse con losdemás actores, como afirma Armando Silva(2000).

Las matrices culturales se constituyen en fil-tros fundamentales en el proceso de construccióndel imaginario, por lo que grupos de origen cul-tural diverso están predispuestos a construir ima-ginarios también diversos. El imaginario urbanofue utilizado como método o instrumento paraencontrar diferencias y similitudes entre tarije-ños y migrantes respecto a la ciudad, a partir delas que podríamos identificar algunas claves quenos ayuden a entender los procesos que se desa-rrollan en el nuevo tejido socio-cultural formadoen Tarija.

En la investigación se trabajó con mujeres yhombres que habitan barrios tradicionales (cali-ficados así por su antigüedad) establecidos en elárea central de la ciudad, y mujeres y hombresque habitan barrios de migrantes, establecidos enzonas periféricas. Entre agosto y octubre de 2001se realizaron entrevistas en profundidad, una en-cuesta y grupos focales.

Para estudiar comparativamente los imagina-rios de ambos grupos, se abordaron tres dimen-siones cronológicas profundamente interrelacio-nadas: las evocaciones (correspondientes al pasa-do), las representaciones actuales (presente) y las

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idealizaciones (futuro). En cada una de esas di-mensiones imaginarias se abordaron categorías (dealguna manera transversales) que van mucho másallá de los aspectos físicos de la ciudad, para lle-gar a rescatar los valores, las concepciones, lasformas de vida y el carácter y forma de ser de sushabitantes. Todo ello a partir de la ciudad.

Los datos imaginarios encontrados en la ex-ploración de esas dimensiones nos aportarían conelementos importantes para reconstruir la ciudadque tanto tarijeños como migrantes no sólo tie-nen en mente, sino recorren, respiran, ven, usany viven, en tres dimensiones: la ciudad de antes(ubicada en el tiempo entre los años 1930 y 1970),la ciudad de la actualidad y la ciudad idealizada(en el futuro).

Tomando en cuenta los conflictos socio-cul-turales ya desatados (que proyectan un potencialmuy grande) y las formas claramente diferencia-das de uso de la ciudad entre migrantes y tarije-ños, ambos grupos de diverso origen cultural,partimos de la hipótesis de que en un mismo es-pacio físico de convivencia coexisten dos visio-nes de la ciudad, que en aspectos fundamentalesentran en contradicción.

LA IDEALIZADA TARIJA DE ANTES

Fuertemente marcadas por la nostalgia, las evo-caciones de los tarijeños (de estratos acomoda-dos y populares) pintan a su ciudad de antañocomo ideal: tranquila, segura, limpia, ordenada,de perfecta armonía entre el hombre que la habi-taba y la naturaleza que lo rodeaba, con un pai-saje urbano en el que, plácidamente, se fundía elverde de las huertas con las plateadas aguas delrío Guadalquivir, los rojos techos de tejas y losblancos muros de las casas y donde las calles eranespacios seguros de juegos infantiles y largas ter-tulias entre los vecinos. Según las evocaciones, enla Tarija de antes el hombre vivía sin premuras,

como en una gran familia y en el seno de unasociedad solidaria. En suma, y como lo expresóuno de los entrevistados: “Tarija era una ciudaddonde el tiempo transcurría feliz”.

Idealizada de este modo, la memoria de lostarijeños parece haber borrado las carencias, de-ficiencias y problemas que entonces acusaba laciudad (carencia de servicios básicos, deficienciade luz eléctrica, contaminación de las aguas y elaire, etc.). Eventualmente se habló de ellas, aun-que más con ribetes anecdóticos que con carác-ter de “problema”. En contraposición a esta si-tuación, se observó y verificó que afloran otroselementos hasta en sus detalles mínimos. Entre-vistados y participantes de los grupos focales fue-ron capaces de pintar cuadros verdaderamentecompletos de las fiestas sociales y populares, delas grandes casonas de entonces, del orden en quese ejecutaban las piezas musicales durante las re-tretas, del orden que se seguía en los bailes du-rante las fiestas, etc. En otras palabras, una in-tensa vida social que giraba en torno al único cen-tro histórico y simbólico, la plaza principal (Luisde Fuentes y Vargas), espacio que cumplía las másimportantes funciones sociales, económicas ypolíticas.

En suma, encontramos en la mente de los ta-rijeños un lugar diseñado para la interacción desus habitantes, los que vivían como en una granfamilia formando parte inherente del paisaje na-tural. Es la clara imagen de un pueblo que hatransitado de lo rural a lo urbano, de las relacio-nes primarias a las secundarias, de la homogenei-dad a la heterogeneidad.

EL IMAGINARIO SOBRE TARIJAANTES DE MIGRAR

Antes de migrar hacia Tarija, y sin conocer aúnesta ciudad, cientos de bolivianos especialmenteprocedentes de las zonas andinas del país cons-

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truyeron en su mente un imaginario de la capitalchapaca. La construcción de ese imaginario tuvocomo sustento los relatos y narraciones orales oescritas de familiares y amigos ya establecidos enTarija, la literatura, las fotografías, las informa-ciones a través de medios de comunicación, etc.

Alimentado ese imaginario por sus propiasfantasías y reforzado por razones afectivas (el de-seo de reunirse con familiares y amigos que yaradicaban en la ciudad sureña) muchos visualiza-ban a Tarija como un vergel de clima ideal, unaciudad rodeada de naturaleza generosa y abun-dantes frutos que caían de los árboles, donde lavida era barata y tranquila, con gente buena yhospitalaria.

Por el clima y más que todo por la seguridad,porque Tarija era una ciudad tranquila, no seveía paros, manifestaciones, nada absoluta-mente nada, era donde estudiaban tranquila-mente los chicos3.

Rubén Vargas, nacido en Potosí, hijo de pa-dres campesinos, vivía en su tierra natal caracte-rizada por un inclemente frío. Allí visitaba concualquier pretexto el vivero municipal porque erael lugar donde podía percibir las cuatro estacio-nes del año en la variedad de las flores. Tenía unahermana en Tarija, la que a veces volvía a Potosípara visitarlo. “Por lo que mi hermana a veces noscontaba, me imaginaba así a Tarija, o sea me ima-ginaba con flores, así de verdad, que había aguaahí, y que era un vivero” (entrevista en profundi-dad).

Esta imagen se convirtió en un factor desen-cadenante de la decisión de migrar y cobró ma-yor importancia que las razones económicas,puesto que la decisión de la mayoría de los mi-grantes de trasladarse a Tarija no obedeció a la

expectativa de encontrar un gran mercado labo-ral. Obviamente que las razones económicas siem-pre tienen su peso a la hora de decidir el destinodel traslado, pero en este caso también han exis-tido otras preponderantes.

LA CIUDAD ENCONTRADA

La Tarija que los migrantes encontraron a su lle-gada respondió, casi siempre, al imaginario quepesó en su decisión de ir en busca de la tierraprometida. La Tarija encontrada era verde, llenade flores y frutos, con un cantarino río que labordeaba, una ciudad tranquila, bonita, una ciu-dad para caminar, con gente muy buena, segúnlas evocaciones que de esos primeros tiemposhacen los propios migrantes.

Pero pasado un tiempo, la ciudad les mostrótambién la otra cara. Para los migrantes con di-nero, relocalizados de las minas de COMIBOL,esa otra cara empezó a ser visible cuando los tari-jeños encontraron en la migración un buen ne-gocio: el loteamiento de tierras para venderlas alos migrantes cada vez a mayor precio.

Para los migrantes con menores o escasos re-cursos, la ciudad prometida se fue convirtiendoen una tierra hostil. Su lucha por un espacio en laciudad los llevó a los asentamientos ilegales. Acu-sados de usurpar las tierras de los tarijeños, re-chazados por un pueblo que empezaba a sentirseinvadido, la Tarija que finalmente habitarán estáen la erosión, en las zonas sin verde, sin agua. Ensu imaginario Tarija y los tarijeños van adquirien-do otros matices.

LA TARIJA DE HOY

La apacible y tranquila Tarija está dejando de ser,para sus habitantes, la pequeña ciudad evocada

3 Pablo Ocampo, 60 años, nacido en Potosí, ex minero, radicado en Tarija desde 1985.

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Mariano Fuentes Lira. Puka poncho con chalina

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con nostalgia, pues comienza a ser concebidacomo una ciudad mediana en referencia a las másimportantes del país. Aunque encontramos unaimportante diferencia en la forma de dimensio-narla según cada grupo. A diferencia de los tari-jeños, los migrantes consideran, en una mayorproporción, que es una ciudad mediana, en víasde convertirse en una grande. No obstante, am-bos grupos coinciden en que ha crecido demasia-do pero todavía no es grande.

Es así que en el imaginario la ciudad de Tarijaestá perdiendo uno de sus rasgos característicos:ser percibida como pequeña.

Antes eran unos pocos barrios; ahora cuandotengo oportunidad de salir por ahí y dar unavuelta me asombro de que en tan poco tiempoTarija haya podido crecer tanto; creo que hayconstrucciones incluso en las partes erosiona-das, hay unos barrios que yo ni me imaginabaque existían. Es impresionante la cantidad degente que ha venido a vivir a Tarija. Esrealmente para asustarse... Yo todavía tengo enla cabeza que si llego a la calle Cochabambase va a acabar Tarija y que más allá no haynada, nada... Pero cuando salgo un pocohacia un lado y al otro es impresionante, haycasas hasta en la punta del cerro4.

Coincidentemente, ambos grupos creen quela ciudad tiene una población de más de cien milhabitantes, dato que se acerca a la realidad, puessegún el último Censo Nacional de Población yVivienda, 2001, Tarija tiene ciento treinta y cin-co mil habitantes. Una cuarta parte de los tarije-ños encuestados considera que se cuenta con másde ciento cincuenta mil habitantes5, reflejando

quizás la percepción generalizada —fundamen-talmente en círculos tarijeños— de que cada díallega más y más gente a la ciudad.

Los migrantes llegarían a representar del 30al 50 por ciento del total de la población en Tari-ja, según la percepción preponderante de ambosgrupos. Sin embargo, casi la mitad de los encues-tados del grupo migrante afirma que ellos ya cons-tituyen una amplia mayoría en términos demo-gráficos, conformando entre el 50 y el 70 porciento de la población de la ciudad. Esta percep-ción podría tener implicaciones políticas impor-tantes en la correlación de fuerzas y en la con-ducción de los órganos de gobierno e institucio-nes municipales. Como señala Jacqueline Estra-da, “Los norteños hemos acaparado Tarija, noso-tros ahora somos más del 50 por ciento6”.

Un dato imaginario interesante: Tarija estáconsiderada mayoritaria y coincidentemente porambos grupos como una ciudad de comerciantesy en menor medida de estudiantes y obreros.

Es indudable que Tarija ha crecido a un rit-mo elevado, pero en el croquis mental general dela ciudad cada grupo visualiza una mancha urba-na demarcada por límites distintos. Para los mi-grantes la ciudad tiene límites que en algunoscasos van más allá de los hitos urbanos que, paralos tarijeños, suelen marcar las fronteras de lamisma.

En el croquis mental de los tarijeños se exclu-ye toda la zona periférica (de reciente creación)en la que se asientan los migrantes, especialmen-te de origen andino, emplazada de norte a este apartir de la Av. Circunvalación, vía que atraviesala ciudad para conectarse en sus dos extremos conla Av. Las Américas (otra vía que atraviesa la ciu-dad) haciendo de primer anillo. La Av. Circun-

4 Carmen Verdún, tarijeña, entrevista en profundidad.

5 Las percepciones reflejadas en el texto fueron rescatadas antes del levantamiento de datos del último Censo del 2001

6 Potosina con más de 30 años de residencia en Tarija, entrevista en profundidad.

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valación constituye claramente para los tarijeñosuna especie de línea imaginaria que bordea la ciu-dad marcando uno de sus límites. En cambio,para los migrantes la ciudad se extiende muchomás allá de esta avenida y llega por el norte inclu-sive a la localidad de Tomatitas (unos dos kiló-metros más allá). Por otra parte, para los migran-tes es desconocida la extensa zona de San Luis,hacia el sur y en el otro extremo de la ciudad, aligual que otras zonas que no se enmarcan en lastendencias de expansión de los migrantes.

Pese a estas divergencias importantes, encon-tramos plenas coincidencias respecto a los lími-tes en función de las otras coordenadas. Se evi-dencia con claridad profundo desconocimientode zonas importantes del área urbana, perfilán-dose, paralelamente, algunos trazos del marcoespacial de referencia de cada grupo que dibujanlas líneas de un territorio que, en el caso de lostarijeños, pareciera no reconocer la presencia delos migrantes.

ESCENARIOS URBANOS

En coherencia con los marcos espaciales de refe-rencia de cada grupo se posicionan en el imagi-nario dos centros urbanos que desplazan al cascoviejo (en torno a la plaza principal) como únicocentro simbólico en la historia de la ciudad. Enla práctica, se constata que la Plaza Principal hadejado de ser el lugar de reunión de todos losestratos sociales, función cumplida hasta haceunos ocho años.

Tanto para tarijeños como para migrantes elMercado Campesino (situado en un extremo,colindante con la zona periférica) es, indiscuti-blemente, el principal centro de abasto de la ciu-dad, desplazando en el imaginario al MercadoCentral, ubicado en el centro histórico y lugartradicionalmente más importante para esas acti-vidades.

Además de ser el más importante centro deabasto, el Mercado Campesino es también paralos migrantes el principal lugar de comercio jun-to a la zona del mercado La Loma, ambos asenta-dos en espacios contiguos por lo que se articulanplenamente y conforman el eje Mercado Cam-pesino-La Loma. Estos espacios constituyen elprincipal escenario para la intensa actividad co-mercial de los migrantes, observándose claramen-te otras formas de organización y usos del espa-cio público y privado.

Los tarijeños, en cambio, identifican a Tien-das en el Centro y al Mercado Negro como losprincipales lugares de comercio. Ambos lugaresse asientan en el centro histórico y se articulanplenamente.

Así, en el imaginario se han conformado doscentros de comercio claramente diferenciados: elcentro histórico y el eje del Mercado Campesi-no-La Loma. Ambos centros de comercio son lossitios en los que se genera mayor movimientodurante el día en la ciudad, según la percepciónde los sujetos de estudio. Se advierte claramenteque el centro histórico continúa siendo conside-rado como el escenario de mayor actividad, aun-que para los migrantes el eje del Mercado Cam-pesino-La Loma tiene una relevancia similar.

De la misma manera, en la imagen mental dela ciudad los dos centros comerciales constituyencontundentemente los puntos más transitados dela ciudad: el Mercado Campesino es, para losmigrantes, el punto más transitado, en tanto quepara los tarijeños es el Palacio de Justicia (sitiofundamental del centro histórico).

Pero Tarija está dejando de ser una ciudad paracaminar (perdiendo otro de los rasgos de la ciu-dad evocada) según la óptica tanto de tarijeñoscomo de migrantes, que afirman coincidentemen-te que la principal forma de movilización se da através del micro o del sistema público de trans-porte; aunque todavía para una gran proporción

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de tarijeños el caminar sigue siendo el medio másimportante para recorrer las calles de la ciudad.

En los recorridos cotidianos inscritos en elmapa mental de la ciudad —explorados en gru-pos focales— se encuentran claramente diferen-ciadas dos tendencias inversas, en función delgrupo socio-cultural de origen. Los tarijeños re-corren diariamente las principales calles del cen-tro histórico de la ciudad sin salir de la esfera deinfluencia del casco viejo y utilizando plazas ytemplos como referentes básicos de orientación.En sus recorridos no existen vías de vinculaciónhacia los barrios periféricos, lo que muestra cla-ramente que para los tarijeños estos barrios real-mente son desconocidos y marginales.

En el imaginario migrante, al igual que en elcaso de los tarijeños, las plazas son los referentesde orientación más importantes, pero también loson, y en gran medida, los mercados. Sin embar-go, en sus recorridos diarios los migrantes no in-gresan al centro histórico; solamente lo hacen porel área de tránsito que conecta muchos barriosmarginales con el mercado central y con el Mer-cado Campesino, que coincide con las rutas deltransporte público. Esto no significa que los mi-grantes no vengan al centro histórico, sino queen su imaginario sus rutas prioritarias no pasanpor ese centro. La visita a ese sitio es una activi-dad extraordinaria, casi turística podríamos de-cir.

A pesar de lo que acabamos de afirmar, un sec-tor del centro histórico, fundamental para losmigrantes, se ubica en torno al Mercado Centralque, además de abarcar el área de comercio de laAv. Domingo Paz, se conecta con el área del Mer-cado Campesino y otros lugares, haciendo de nudo.Este sitio es más importante para los migrantesque para los tarijeños como lugar de mayor movi-miento y de mayor tránsito en la ciudad.

De esa manera, se perfila una zona interme-dia, de interacción entre el centro histórico y el

eje comercial la Loma-Mercado Campesino, ubi-cada en las calles adyacentes al Mercado Central,que conecta físicamente a ambos mercados, en-tendidos por los migrantes como grandes cen-tros comerciales.

Así, los migrantes conciben al Mercado Cen-tral como centro secundario o complementariodel centro mayor, pero no como lugar de abasto,sino como lugar de comercio, actividad general-mente informal que desarrollan intensamentecomo vendedores de alimentos en sus calles ad-yacentes (Sucre, Bolívar y Domingo Paz) sin in-gresar al propio mercado.

Vemos, de esa manera, cómo en el imagina-rio de cada grupo se ha construido un centro asen-tado dentro del marco espacial de referencia.

Pero cada centro no es, para los habitantesde la ciudad, el escenario más efectivo para ex-presar reclamos y propuestas destinadas a mejo-rar la situación de la ciudad o del barrio. En elimaginario, esos centros no cumplen una fun-ción política. Los mejores escenarios para canali-zar demandas y dirigirse ante los que gobiernanla ciudad, además de presionar para mejorar lasituación, son los medios de comunicación. Igualde importantes como mecanismos de participa-ción social son, para los migrantes, las sedes delos barrios que, en la práctica, han asumido unrol político fundamental como instrumentos paralograr la consecución de demandas vecinales debarrios periféricos

En el caso de los tarijeños se observa que losbarrios y sus dirigencias tienen un sentido festivoy no político, pues sirven principalmente para laorganización de fiestas y eventos en ciertas fechasdel año que permiten reunir a los vecinos. En elimaginario se ha perdido, sin embargo, la nocióndel barrio como célula de interacción social, enla que a partir de fuertes lazos de solidaridad yamistad todos los vecinos interactuaban cotidia-namente.

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Estas constataciones implican que la plazaprincipal, escenario central de manifestacionespolíticas y reivindicaciones de la sociedad en elpasado, ha perdido ese rol ante los ojos de loshabitantes de la ciudad.

Por otra parte, se observa claramente que elcomplejo García Agreda es para ambos grupos ellugar de la ciudad en el que la gente practica másdeporte; en realidad es el único en Tarija quereúne ciertas condiciones favorables para el desa-rrollo masivo de este tipo de actividades. A pesarde ello, una gran proporción de migrantes no creeque sea el centro más importante pues identifica,en contraposición, al centro deportivo del barrio.

Los sitios deportivos son además de espacioscentrales para este tipo de práctica, los mejoreslugares de diversión en la ciudad, junto a áreasubicadas en la campiña, según la percepción delgrupo migrante. En cambio, para los tarijeños,las casas particulares cumplen ese rol junto a dis-cotecas y karaokes.

En el caso migrante, el barrio se va consoli-dando como célula de intermediación política yde interacción social, funciones que se han idoperdiendo en el imaginario del tarijeño, conse-cuentes con la organización impersonal de unasociedad capitalista.

No existe un lugar de paseo compartido en elimaginario de migrantes y tarijeños, pues según losúltimos los mejores lugares para pasear en Tarija seencuentran en los alrededores de la ciudad, los cua-les, desde su perspectiva, están fuertemente vincu-lados a la campiña y al río, fuera del radio urbano:Tolomosa, Tomatas Grande y otros lugares más ale-jados aún, situados en área plenamente rural.

Para el migrante, en cambio, la concepción dealrededores abarca lugares más cercanos a la ciu-dad como Tomatitas; años atrás un gran paseo para

el tarijeño y en la actualidad un lugar concurridomasivamente sólo por migrantes. En el imagina-rio de éstos, los parques, y en especial el Parque delas Flores, son los principales sitios de paseo, loscuales, junto a la zona de Tomatitas, están articu-lados físicamente al eje comercial Mercado Cam-pesino-La Loma. Resalta el hecho de que ambosgrupos no compartan lugares de paseo y que lostarijeños abandonen los balnearios tradicionales ybusquen otros más alejados, como huyendo de lapresencia de los migrantes y de la contaminación.

VISIONES DEL DESARROLLO

En la Tarija de antes, evocada con mucha nostal-gia y casi como un paraíso —gracias a la genero-sidad del ambiente— pervivía con mucha fuerzauna noción de calidad de vida basada en la inten-sa interacción social en un entorno natural y enun concepto distinto de desarrollo, más espiri-tual y humano, que en muchos casos era indife-rente a los avances de la civilización occidental.

Y la llegada con demasiada prisa del progresoa la que no estaban acostumbrados loshabitantes del valle hizo que de manera muyrápida —casi sin darse cuenta— la ciudadcrezca y empiece a cambiar, por lo que “hayprogreso pero no sé si hay felicidad”7.

Si bien en la práctica se observa que la Tarijamoderna de fines del anterior milenio y de prin-cipios del actual ha mejorado mucho en la pres-tación de servicios y superado los indicadores dedesarrollo, posicionándose (a nivel departamen-tal) según el último “Informe de DesarrolloHumano en Bolivia”, como una de las regionesde más alto desarrollo humano, existen dos vi-

7 Carlos Torri, tarijeño, entrevista en profundidad. A propósito, el tarijeño Guillermo Bluske escribió un libro muy difundido quese llamó El subdesarrollo es felicidad, en el que destacan las virtudes de vivir en Tarija, al margen del frenético ritmo y presión delo que se conoce como modernidad.

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siones marcadas y contradictorias entre sí en tor-no al progreso de la ciudad.

Los tarijeños piensan que el gran crecimientode la ciudad registrado en los últimos años, a partirde las fuertes corrientes migratorias de bolivia-nos de la zona andina, está produciendo cambiosque la transforman radicalmente, destruyendo suesencia de Tarija linda, tranquila, limpia y vincu-lada con la naturaleza, lo cual significaría, de al-guna manera, un retroceso en su desarrollo. Seatribuye a los migrantes la culpa de una diversi-dad de males que aquejan a la ciudad: caos ydesorden, mayor pobreza y delincuencia, sucie-dad y ruptura con el panorama arquitectónicotradicional y especialmente avasallamiento cul-tural; es como si, según la percepción de los tari-jeños, la llegada de los migrantes hubiese puestoun freno al desarrollo de la ciudad.

Lamentablemente ni siquiera mano de obrabarata aportan. Están atropellando....Estánafeando la ciudad, la han llenado de mugre8.

El desorden público, la contaminación visual yla suciedad, la mugre es obra de los norteños;razón por la que existe temor de que los kollasse adueñen de los espacios verdes que sepretendan construir en el futuro...9

Los migrantes no pagan impuestos, contra-bandean y más bien sabotean el progreso delos empresarios tarijeños y de la ciudad, laciudad va creciendo pero no tiene la capaci-dad para acogerlos, por eso se va empobrecien-do cada vez mas”10.

...es gente que no disfruta, que avasalla...molesta su forma de vivir, de hablar... no esque esté mal, pero es otra cultura11.

Los migrantes, por su parte, coinciden enque la ciudad está sumida —en los últimosaños— en un proceso de transformación gene-rado a partir de las constantes olas migratorias.Sin embargo, consideran que, a pesar de que sehan perdido algunos rasgos, los cambios han sig-nificado de alguna manera el avance y el desa-rrollo de una ciudad que si bien era bonita ytranquila también era atrasada. Aseguran, con-tundentemente, que ellos han traído el desarro-llo a la ciudad.

En la percepción del sector migrante se pre-sentan indicadores que sustentan esa visión y quese expresan en el crecimiento de la ciudad, en elincremento de barrios, en la creación de calles yservicios básicos en los mismos y en la dinámicaeconómica mayor que produce el comercio in-formal y la mano de obra del migrante; así comola activación de un fluido sistema de transporteurbano que conecta a aquellos barrios alejadoscon el centro de la ciudad. Todos esos cambios,producidos a partir de la presencia de los migran-tes, han permitido, desde su percepción, mejorarla ciudad.

Tarija era chiquitita, con la migración hacrecido. Nosotros hemos mejorado las calles, haavanzado la ciudad, hemos creado nuevosbarrios y los estamos mejorando poco a poco. Losbarrios eran erosionados, con quebradas y ahoraestán mejorando gracias a la gente del norte...12

8 Ramiro Ruiz, tarijeño, entrevista en profundidad.

9 Oscar Villena, tarijeño, 39 años, entrevista en profundidad

10 Mauricio Chávez, tarijeño, 28 años, grupo focal.

11 Cecilia Vargas, 37 años, grupo focal.

12 Juan Carlos Quispe, potosino con 10 años de residencia en Tarija.

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Antes en Tarija no habían calles, era como unárea rural, había mucha erosión, churquiales,no había mucho que hacer, todo era silencio ycalma...13

...es mucho más fácil, ahora nosotros hemossido los protagonistas del desarrollo de Tarija.Hacemos trabajos que los tarijeños no hacíanni harían nunca; somos buenos con lasmanos14.

Los testimonios recogidos en el trabajo decampo permiten vislumbrar que entre ambos gru-pos existe una diferencia neurálgica respecto alconcepto de bienestar y de desarrollo, pero espe-cialmente en torno al rol de los migrantes en eldesarrollo. Esta divergencia fundamental posible-mente surge debido a que el imaginario asientasus bases en la realidad que circunda al indivi-duo; en ese sentido es comprensible que ambosgrupos tengan un imaginario diferenciado, pueshabitan, recorren, respiran y viven la ciudad des-de espacios diferentes. Esta disparidad de visio-nes trasciende a elementos y detalles que van desdela convivencia diaria entre vecinos, hasta las pro-yecciones de la ciudad deseada o temida, comose verá posteriormente.

En coherencia con su visión en torno al desa-rrollo, los migrantes califican con un puntaje másalto a la prestación de servicios básicos, en saludy limpieza, a pesar de que en los barrios periféri-cos existe una marcada deficiencia en este sector.Una de las explicaciones de la divergencia pasapor una cuestión imaginaria: para los tarijeños,que en los barrios centrales gozan de todos losservicios, la ciudad está siendo invadida por mi-grantes que vienen a quitar esos servicios, por loque, según la lógica de esa posición, la calidad de

los servicios ha bajado. Los migrantes, que pro-vienen de zonas inhóspitas totalmente desaten-didas, tienen expectativas distintas; esperan me-nos que los tarijeños porque tienen menos. Porejemplo, el hecho de contar con agua potable —algo superado en el centro de la ciudad— es ungran logro para los migrantes.

De la misma manera, existe una distinta va-loración respecto a los problemas medulares dela ciudad:

Para el tarijeño la pérdida de tranquilidad,de los lazos con la naturaleza, el caos,desorden, suciedad, ruptura con los estilosarquitectónicos y avasallamiento culturalson los problemas centrales. Es la pérdidade los rasgos de la ciudad añorada en lasevocaciones, en virtud de lo cual lostarijeños cada vez se sienten menos a gustocon su ciudad.Para el migrante, la pérdida de tranquilidad,vinculada a la delincuencia, aparecetambién como un problema central, junto ala falta de servicios y recursos para losbarrios, además de la pobreza y el crecienteregionalismo.

Es absolutamente interesante destacar que lafalta de empleo no aparezca dentro de los facto-res negativos mencionados, cuando en el país esuno de los principales problemas.

Por otra parte, la noción del tiempo manejadapor los tarijeños cuando evocan la ciudad de antesgira en torno a la percepción de que “el tiempoalcanza para todo”, rasgo importante que permitíauna mayor interacción entre los habitantes y entreéstos y los espacios urbanos, en coherencia con elestilo de vida y la fisonomía de la ciudad.

13 Gloria Pérez, potosina, con 28 de años de residencia en Tarija.

14 Pedro Vera, 48 años, orureño con 15 años de residencia en Tarija, grupo focal.

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Al parecer el tiempo todavía alcanza en Tarija,pues mayoritariamente ambos grupos manifiestanque viven en una ciudad en la que el tiempo lespermite realizar sus actividades diarias de maneratranquila, aunque se observa un alto porcentaje demigrantes que considera que les falta tiempo.

IDENTIDAD

¿AVASALLADOS?

Casi todos los tarijeños entrevistados o partici-pantes de los grupos focales coincidieron en sen-timientos y apreciaciones acerca de que existe unavasallamiento de la cultura tarijeña por parte dela cultura del migrante andino.

La ciudad está poblada por nuevos habitantesdel norte que han cambiado las costumbres yhan introducido a la fuerza otras. Traen sumanera de vivir y de ganarse la vida ...Lasalteraciones son provocadas por los norteños,los ciudadanos también tienen la culpa porquesomos pasivos y permitimos que continúe elavasallamiento a las costumbres. Vienen ellospero no vienen solos, viene todo el paquetecompleto: su mugre, su música, su ropa, sumodus vivendi..

Sí (me molesta) porque quieren imponer suscostumbres. Me molesta porque no reconocennuestra identidad, Nosotros somos otra raza,nuestra raza es totalmente diferente, no somosquechuas ni aimaras ni cambas. Nosotrostenemos otra forma de ser y hasta nuestramanera de hablar es distinta...Yo siento queestamos llegando al colmo de la paciencia. Yano respetan ni nuestras fiestas. Mira lo que

pasa con la Fiesta de Santa Anita. A este paso,en lugar de celebrar a la abuela del NiñoDios, dentro de poco nosotros vamos a estarhaciendo sahumerios al eckeko15.

En cuanto a sus costumbres y tradiciones hanvenido, quien sabe, a suplantar valores en lascostumbres de los tarijeños...Por ejemplo, elproblema del carnaval; nosotros no nosconvencemos de que entre un grupo a bailarsaya al corso del carnaval, protestamos ante gily mil: estos kollas que vienen, que quierenimplantar su cultura aquí...16

¿AVASALLAMOS?

Frente a los sentimientos de avasallamiento cul-tural manifestados por los tarijeños, los migran-tes tienen diversas posiciones. Para unos, comoJacqueline Estrada que vive en Tarija desde hace21 años, ese avasallamiento no es real:

Las culturas se van a unir. Los migrantestenemos hijos tarijeños, tenemos gente quehemos vivido hace añadas en Tarija, que yanos creemos tarijeños, que ya no llevamostanto la cultura del Norte, inculcamos anuestros hijos poco ya de la cultura del Norte ymás la cultura de Tarija. Ustedes tienen lafiesta de San Roque, el Carnaval, La Pascua;ahí los llevamos a nuestros hijos, les hacemosver, les decimos qué tan lindo es eso y ellos yaestán viendo que esa es la cultura que vanllevando para más allá; ya no va a ser tanto lacultura del Norte.

Con ella coincide don Pablo Ocampo, mi-grante potosino que radica en Tarija desde 1987:

15 Luis Villena, tarijeño, entrevista en profundidad.

16 Carmen Verdún, tarijeña, entrevista en profundidad.

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Mariano Fuentes Lira. Rostro 1

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Nos hemos adecuado a la cultura de Tarija, alas costumbres de Tarija; mas bien nuestras cos-tumbres de allá, rara vez festejamos. Festejamosel 10 de Noviembre, día de Potosí, pero ya noen la dimensión de allá

Opiniones contrarias dieron migrantes, tam-bién antiguos, que participaron en grupos foca-les. Para ellos, la cultura del migrante está influen-ciando a los tarijeños que terminarán perdiendosus tradiciones

En el futuro el regionalismo va a ser aúnmenos porque van a ser muchos más losmigrantes. La gente ya se va a acostumbrar yvan a perder sus tradiciones

La propia gente chapaca no conoce su culturay nos echan la culpa a nosotros de que sepierda

Ahora los rasgos de la identidad de los tarije-ños han cambiado o desaparecido, por ejemplosu tono de hablar... Tal vez el hecho de que loshabitantes comunes y corrientes de la ciudad ha-yan aceptado o dejado de renegar como antescontra los kollas hace que las autoridades esténalertas y traten de dar un sacudón, tratando deforzar una reacción de regionalismo para recupe-rar la identidad

Lo cierto parece ser que los tarijeños, en sugeneralidad, sienten que su identidad “se estáperdiendo”, y, los migrantes, por su parte, perci-ben la misma situación respecto a la identidadtarijeña.

Pero llama la atención que no exista la per-cepción de que los migrantes han venido a quitar

trabajo, supuesta causa generatriz del rechazohacia el migrante en muchos países.

AUTOPERCEPCIÓN Y PERCEPCIÓNDEL OTRO

Tarijeños y migrantes convergen en el imagina-rio que define al habitante oriundo de Tarija comoun ser apegado a la naturaleza, con sentido delhumor, muy sociable, tranquilo, comunicativo yabierto, que privilegia los afectos sobre lo mate-rial, así como la estética y la naturaleza:

Son gente que comparte, nos invita aparticipar, son fiesteros y de buen humor, lesgusta hacer bromas, claro que a veces mediaspesaditas...17

Somos buenos, comprensibles y somos flojos...18

Los migrantes perciben además otro tipo derasgos negativos en los tarijeños como el regiona-lismo, la poca capacidad trabajo, de organización,la carencia de espíritu de lucha y sacrificio paraconseguir sus objetivos.

La gente de Tarija es dejada, floja, lo únicoque les importa es verse bien, vestirse, ir a lasfiestas, hasta de sus hijos se olvidan, no hacenlas cosas con mirada al futuro. Los norteñossomos trabajadores, no nos da vergüenza ytrabajamos de lo que sea...19

Existe similitud en el imaginario respecto almigrante caracterizado, por ambos grupos, comoactivos, trabajadores, sacrificados, violentos, or-ganizados y ahorrativos.

17 Janeth Mamani, 32 años, potosina, grupos focales.

18 Ramona Soruco, tarijeña, 50 años, entrevista en profundidad.

19 Gloria Pérez, 28 años de residencia, potosina,47 años de edad. Grupo focal.

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Los norteños somos trabajadores y no nos davergüenza, trabajamos de lo que sea... somosmás revolucionarios, no somos conformistas,queremos tener siempre un poco más20.

Ellos son corajudos, más abiertos y entradores,sus barrios son bien organizados... trabajan delo que sea21.

A estas percepciones los tarijeños le añadenotro tipo de características negativas respecto asu forma de ser y de vivir que privilegia el trabajoy lo material por encima de los afectos; así comosu sentido estético y su inexistente relación conla naturaleza:

Los kollas son ahorrativos, invierten encomercio, pero viven mal22.

No les gusta el verde, es gente deshonesta,traicionera y acomplejada... aunque tenganplata se compran flores de plástico23.

El trabajo de campo permite revelar que lastipificaciones si bien coinciden en términos ge-nerales, las valoraciones sobre ellas son absoluta-mente diferentes porque responden a dos cosmo-visiones distintas. De esta forma encontramos quelos rasgos más valorados por unos, curiosamente,son los más rechazados por los otros.

Probablemente la utilización del tiempo seael elemento fundamental que establece la dife-rencia entre ambos, pues el tarijeño concibe que

aprovechar el tiempo es disfrutar de la compañíade amigos y de la naturaleza (disfrutar el presen-te), mientras que los migrantes consideran que elaprovechamiento del tiempo consiste en inver-tirlo en el trabajo porque ello representa una se-guridad para el futuro (planificar el futuro).

El imaginario sobre la identidad de ambos seexpresa en la manera en que cada uno de ellos sedefine, al mismo tiempo que establece la diferen-cia con «el otro» con el que comparte su ciudad.

Nosotros somos extrovertidos y ellos sonintrovertidos, ellos necesitan del alcohol y lafiesta para intentar ser felices, sólo intentar; eltarijeño no, él trata de ser feliz cada día ypuede ser feliz comiendo, charlando, nadando,paseando por la plaza; el tarijeño así seapobre, cuando se emborracha se alegra, canta,bromea; el kolla se emborracha para llorar24.

Somos trabajadores, no importa la paga o eltipo de trabajo, siempre estamos dispuestos ahacer lo que sea por trabajar. Somos entrado-res y más decididos ...25

La imagen generalmente estereotipada quemuestra al pueblo tarijeño como “flojo” se puedeexplicar de la siguiente manera, según las pala-bras de Jorge Ruiz Paz26 en su libro Los chapacos:

La flojera congénita que les endilgan por sumodo cantado de hablar, no es mas que unamanera de vivir acorde con el juicio de la

20 Guillermo Quispe, 29 años, paceño, 11 años de residencia en Tarija. Grupo focal.

21 Litza Tambo, 19 años, tarijeña. Grupo focal.

22 Inga Olmos, 25 años, tarijeña. Grupo focal.

23 Ramiro Ruiz, 65 años, tarijeño. Entrevista en profundidad.

24 Ramiro Ruiz Avila, tarijeño, 65 años. Entrevista en profundidad.

25 Jertrudis Inda, 44 años de edad, tupizeña, con 30 años de residencia.

26 Ruiz Paz, Jorge. Los Chapacos, Tarija: Editorial Luis de Fuentes, 2001.

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razón puesto que saben que el descanso y lacostumbre de meditar otorgan al individuo ladistinción de maneras y de agudeza mental enel decir, que raramente se alcanzan en lascivilizaciones avanzadas. Que hablen losejemplos: Los griegos de la época dorada,creadores de los juegos olímpicos, no conocíanmas ejercicios que los gimnásticos, ni másjuegos que los de la inteligencia; y sin embargo¡Cuánta sabiduría transmitieron al mundoentero! Esos mismos filósofos cantaban así a lapereza: «Oh! Melibeo, esta ociosidad nos la hadado Dios....Jesús dijo: ¡Mirad las aves del cielo; nosiembran ni siegan, ni recogen en graneros; ysin embargo el Padre Celestial las alimenta ...Y como conocen por las Escrituras que Dios,después de seis días de intenso trabajo decidiódescansar por toda la eternidad, no les parecemuy difícil ser fieles al mensaje divino, esenciade su religiosidad (págs. 8,9,10).

Para el migrante, en cambio, el trabajo seposiciona como un valor rector y organizador dela vida, las relaciones sociales, las percepciones yel uso de espacios urbanos. Además de ser unmecanismo central para lograr dignidad.

Probablemente estas distinciones encuentrensus fundamentos en el entorno y en la cultura ,pues los andinos provienen de lugares en los quelas condiciones de vida son adversas, con una tie-rra hostil que les obliga a trabajar arduamentepara conseguir de ella algunos beneficios. Mien-tras que en el valle la vida no exige tanto trabajodebido a la fertilidad de la tierra que brinda susfrutos sin mayores esfuerzos.

Por otro lado, como ya se indicó, la utiliza-ción del tiempo varía en función de las cosmo-visiones, pues en el mundo andino no se puede

concebir el futuro sin el pasado, sin la memo-ria; a diferencia de la cultura tarijeña que pro-viene de su relación con los españoles quienesconcebían el presente y el futuro de una formadistinta.

LA IDEALIZACIÓN:UN RETORNO AL PASADO

Los tarijeños de distintas edades y clases socialesparecen unificar sus imaginarios a la hora de pro-yectar una ciudad ideal que, como es natural, estáfuertemente arraigada a la memoria y a los re-cuerdos que permanecen sobre la Tarija de anta-ño en la que primaban los lazos de amistad, con-fraternidad y de familiaridad entre sus habitan-tes.

En sus proyecciones, los tarijeños desean unaTarija que dé la sensación de estar en una ciudadpequeña pero que crezca conservando el estilotradicional de las edificaciones antiguas y de lascasas (estilo “chapaco” de una sola planta), concalles con suficiente espacio para caminar, conmuy pocos edificios modernos. Que sea una ciu-dad tranquila apacible y agradable para vivir, enla que predomine la naturaleza, el verde y el año-rado río Guadalquivir (seco y contaminado en laactualidad). Los habitantes proyectan en sus men-tes una ciudad que esté diseñada para la creaciónde áreas verdes, plazas y parques; pues existe unarelación indisoluble de los árboles y las huertasen la vida cotidiana del tarijeño.

Me gustaría que Tarija vuelva a su estilo, a laciudad tipo pueblo con casas suntuosas perocon determinadas características: las puertasmás anchas, las construcciones de adobe, caña-huequitas, todas esas cosas que duran buentiempo si se las saben usar27.

27 Carmen Verdún, 37 años, tarijeña. Entrevista en profundidad.

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Que la ciudad se construya a partir de suidentidad; mantener un nexo con lo rural, queno se coma a los pueblos rurales28

Por su parte, el sector migrante concibe unaimagen muy semejante a la ciudad anhelada porel tarijeño, pues en su proyección la ciudad ten-dría dimensiones pequeñas, privilegiaría el verdey el río, pero en función de una ciudad atractivapara el turismo y no porque precisamente elloforme parte de su entorno histórico y cultural.En cuanto a la arquitectura y a las construccio-nes hay una clara preferencia por el estilo tradi-cional de las casas del centro, para que éste nopierda sus características y no se asemeje a otrasciudades del interior.

Que la ciudad se mantenga y el centro nocambie, que no se convierta como La Paz oSanta Cruz con puro edificios. Que seconstruyan muchas plazas y parques porqueson lugares para compartir29.

Sin embargo, el sector de los jóvenes migran-tes proyecta una Tarija moderna con edificios, yaque su construcción implica la creación de nue-vas fuentes de trabajo y también dotarle a la ciu-dad de un aspecto moderno.

En la construcción y mantenimiento de losedificios se necesita trabajo de obreros y degente pobre30.

¿CUÁL DEBERÍA SER SU VOCACIÓN?

Para ambos sectores, la ciudad debería adoptaruna vocación industrial, turística y estudiantil yaque Tarija, debido a su clima y a su naturaleza,presenta potencial para dichas actividades. Pare-cería haber una contradicción en cuanto a las di-mensiones de la ciudad y su vocación, pues porun lado se desea que Tarija mantenga la calidadde vida propia de una ciudad pequeña, con sufi-ciente tiempo y tranquilidad en el ritmo de vida,pero por otro lado se escogen actividades queimplican crecimiento, mayor cantidad de habi-tantes y por ende alteración de su ritmo de vida(ciudad turística, ciudad estudiantil, industrial).Esta aparente contradicción revela —a pesar dela añoranza por la Tarija de antes— la influenciadel concepto de modernidad vinculado a un de-seo de integración nacional e internacional.

Que Tarija sea la puerta de Bolivia al mundopara mostrar las diferentes culturas que hay enel país, pero eso sí resaltando la tarijeña,claro...31

Tarija debería dedicarse a la industria, Tarijatiene de todo, cultivo de frutas, vegetales yanimales32.

A la hora de imaginar la ciudad del futuro sinduda resulta casi un acto reflejo asociar el futuroa las regalías provenientes de la explotación dehidrocarburos, aunque esos recursos estén desti-nados para el desarrollo regional y no urbano.Esta coyuntura especial que vive el departamen-

28 Miguel Castro, 36 años tarijeño. Grupo focal.

29 Jackeline Estrada, 31 años, potosina, 21 años de residencia. Entrevista en profundidad.

30 Teodosia León, 17 años, chuquisaqueña con 4 años de residencia. Grupo focal.

31 Mauricio Chávez, 28 años, tarijeño. Grupo focal.

32 Paolo Abastoflor, 20 años, cochabambino, con un año de residencia. Grupo focal.

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to alimenta el imaginario de sus habitantes demanera diversa.

Por ejemplo, el sector migrante considera queel ansiado dinero de las regalías debería ser utili-zado en el mejoramiento de los barrios, pues allíse encuentran las células de la ciudad y se con-centra la mayor parte de la población, guste o noa sus habitantes originarios.

Con barrios bien organizados y con gente bienorganizada puede marchar el desarrollo de laciudad 33.

Este testimonio corrobora la percepción quetiene dicho sector sobre rol protagónico que hanadquirido durante el crecimiento de la ciudad enlos últimos años. Por otro lado, también refleja eldeseo de integrarse plenamente a esta ciudad yformar parte de su desarrollo.

Por su parte, los tarijeños consideran que eldinero debería ser invertido en la creación de ac-cesos de entrada a la ciudad, la construcción deuniversidades y la conservación de su medio am-biente y recursos naturales.

Que hayan más universidades para que losjóvenes podamos tener más opciones y podamoselegir nuestros horarios para así poder trabajary estudiar34.

Es importante tener buenos caminos de accesoa la ciudad para así estar bien comunicados ypoder transmitir nuestra cultura35.

LA CIUDAD TEMIDA

Al imaginar y proyectar una ciudad es natural an-teponer las cualidades y los rasgos positivos porencima de los negativos, pero ello no significa queel imaginario no se proyecte en función de aquelloque “no queremos”, que tememos y que no qui-siéramos que llegue a suceder. De esta manera, alexplorar el imaginario de aquella ciudad en la queno se desea vivir, en la que se teme caminar y conquien se teme convivir, nuevamente encontramosdiferencias sustanciales entre ambos sectores.

Uno de los principales temores que manifies-tan los tarijeños respecto a la ciudad del futuro esla disolución de la identidad y la cultura tarijeñaen medio del gran número de gente del norteque ya vive en la ciudad y que seguirá llegando apartir de las expectativas desatadas en el resto delpaís por el potencial gasífero. La pérdida de iden-tidad traería —como una consecuencia lógica—la pérdida de las costumbres, tradiciones, seguri-dad, tranquilidad y de la personalidad de la ciu-dad desde el punto de vista arquitectónico y desus áreas verdes.

En ese sentido, a la pregunta de que si que-rían una Tarija con migrantes, la mayor parte res-pondió que no, algunos más enfáticamente queotros pero la negativa fue general..

No, porque eso es despersonalizar mi ciudad.Migrantes kollas, no. Los migrantes judíos,alemanes, italianos y árabes que han venido anuestra ciudad se han tarijeñizado, hanaportado a la industria, al desarrollo deTarija, pero no han tratado de imponer sucultura como lo intentan los kollas36.

33 Nayda Fernández, 28 años, potosina. Grupo focal.

34 Litza Tambo, 19 años tarijeña. Grupo focal.

35 Pablo Castellanos, 28 años, tarijeño. Grupo focal.

36 Ramiro Ruiz, 65 años, tarijeño. Entrevista en profundidad.

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Estos temores de alguna manera corroboranel imaginario que existe sobre la Tarija actual, puesse vislumbra una sensación de vulnerabilidad porel temor de la pérdida de identidad que explicanlos comportamientos regionalistas.

Los migrantes, por su parte, no expresan untemor al incremento del regionalismo, por el con-trario, consideran que en el futuro éste va a des-aparecer junto a muchos de los rasgos culturalestarijeños; pues están seguros que en la actualidadya son casi la mayoría de la población y que cadavez tiende a aumentar.

En el futuro el regionalismo irá desaparecien-do porque cada vez somos más migrantes y loschapacos se adecuan más a la cultura delnorte. Los chapacos no saben conservar sucultura y con el tiempo ya no va a haberchapacos, la gente se acostumbrará a vernos yaprenderán nuestras tradiciones37.

Para el sector migrante, las preocupaciones ylos temores son muy diferentes: la agudizaciónde la crisis que desencadenará el desempleo, elincremento de la delincuencia y la inseguridadciudadana. De la misma manera existe unapreocupación que es compartida por los tarije-ños respecto al tema del deterioro de los recursosnaturales, el río y la erosión.

Uno de los principales problemas que va ahaber es la delincuencia a causa de la agudacrisis; la gente se va a dedicar a robar parapoder comer porque no va a haber trabajo38.

Como se refleja en los testimonios, laspreocupaciones de los migrantes son genéricas yvinculadas a la situación de pobreza generalizada

en el país, pero no así a problemas específicos dela ciudad, a excepción del deterioro de su medioambiente y su tranquilidad.

CONCLUSIONES

El conjunto de percepciones en torno a la Tarijade hoy (representaciones actuales) muestra níti-damente que en el imaginario se van erigiendodos centros diferenciados: el centro histórico y eleje del Mercado Campesino-La Loma.

Así, el centro histórico aglutina a la pobla-ción de barrios tradicionales y a un conjunto deotros barrios, en tanto que el eje del MercadoCampesino-La Loma a los barrios periféricos,básicamente habitados por migrantes, y ellos seconstituyen en sendos territorios para cada unode los grupos.

Entonces, queda claro que cada centro tienesu área de influencia, se asienta en zonas topo-gráficas distintas (plana y erosionada) y con unentorno natural diferenciado. Cada área de in-fluencia incluye los espacios necesarios para eldesarrollo de la vida de sus habitantes: el centrocuenta con espacios de interacción, de diversión,de actividad económica, religiosa y cultural cla-ramente enmarcados, al igual que la zona delMercado Campesino, la que aparentaría ser sóloun centro comercial, pero que cuenta tambiéncon espacios de esparcimiento y diversión plena-mente articulados a ella, como el Parque de lasFlores (barrio de la Loma) y Tomatitas. Esa in-terpretación es coherente con los recorridos ima-ginarios.

La articulación —en el imaginario— no seda sólo por razones físicas, sino que responde alógicas distintas de habitar la ciudad: la lógicacomercial del migrante que atribuye gran impor-

37 Graciela Canaviri, 19 años, cochabambina, con residencia de un año. Grupo focal.

38 Beatriz Belén, 29 años, potosina, con 15 años de residencia. Grupo focal.

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tancia a los mercados y a la actividad que en tor-no a ellos se genera. La lógica del tarijeño que, encorrespondencia con la evocación idealizada dela Tarija de antes, se basa en un fuerte relaciona-miento interpersonal y un entorno pleno de na-turaleza. Aparecen, por tanto, dos valores recto-res: el trabajo para los migrantes y la interacciónpersonal para los tarijeños.

En el imaginario la ciudad migrante aún seencuentra en formación, pero en la práctica pue-de desarrollarse con independencia del tradicio-nal centro citadino. Aunque en las representacio-nes mentales la ciudad del centro histórico toda-vía tiene supremacía, se vislumbra la consolida-ción de la que tiene como centro al eje comercialdel mercado Campesino-La Loma.

A partir de ello podríamos concluir que losmigrantes conciben y viven la ciudad bajo unalógica comercial, puesto que el centro de la ciu-dad migrante —el eje del Mercado Campesino-La Loma— ejerce la función comercial, y los ba-rrios —como células— ejercen las funciones so-ciales y políticas.

Así, cada ciudad cuenta con límites imagina-rios distintos que nos muestran, por una parte, eldesconocimiento de la vasta zona de la periferiahabitada por migrantes, y, por otra, el desconoci-miento de parte de los migrantes de otras zonasimportantes. Pero, además, se encuentra que cadamapa imaginario de la ciudad coincide con la zonade influencia de cada una de las ciudades imagi-nadas.

A pesar de ello, ambas ciudades se reconocencuando tanto migrantes como tarijeños les adju-dican una gran dinámica. Sin embargo, parecie-ra que no se tocaran, que en la mente de los suje-tos de estudio ambas fueran independientes, re-presentando cada una no sólo a un grupo socio-cultural (tarijeños o migrantes andinos) sino unaforma de vida que entraría en contradicción.

Pero se ha evidenciado que para el tarijeño la

periferie es un mundo desconocido, que quizás,como dieron a entender nuestros informantes, noquiere explorar, pues no quiere descubrir la otracara de Tarija.

Es interesante constatar que los migrantes tie-nen clara la relación centro-periferia, pero pare-ciera que no se sienten marginados pues desarro-llan sus actividades centrales en espacios diferen-ciados, en los espacios que su ciudad les brinda adiferencia de los tarijeños que consideran a laperiferia altamente marginal.

De alguna manera estamos presenciando anivel imaginario el emplazamiento de dos ciuda-des que tienen sus límites, su topografía, sus ha-bitantes, sus lógicas, sus espacios, ritmos, valora-ciones distintas respecto a los problemas y al de-sarrollo, basados, probablemente, en valores dis-tintos.

El punto de mayor divergencia entre tarije-ños y migrantes se encuentra en la percepciónacerca del rol que estos últimos han asumido enel desarrollo de la ciudad: los tarijeños creen quelos migrantes han puesto un freno al desarrollomientras que los migrantes piensan que contri-buyeron notablemente al avance de la ciudad.

A pesar de ello, el habitante de Tarija, oriun-do o migrante, percibe que su ciudad está per-diendo vertiginosamente aquellos rasgos que lepermitían vivir en armonía, tranquilidad y paz,lo cual le daba, además, un toque de originali-dad. Tarija aparece como una ciudad en transi-ción a partir de tensiones entre lo tradicional y lomoderno, lo propio y lo ajeno, tensiones que es-tán dando paso a conflictos de orden cultural,que si no son resueltos favorablemente puedensaltar al campo social y luego a la esfera de lopolítico.

El avasallamiento cultural percibido por lostarijeños se constituye en un fantasma urbano quealienta conflictos culturales de baja intensidad,sustentándose en un concepto (generalizado en

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el habitante oriundo de la ciudad) según el cualla cultura y la identidad aparentarían ser puras,manteniéndose inalterables en el tiempo, visiónque ha sido superada por corrientes que hablande la interculturalidad, hibridación y otros pro-cesos que reconocen la dinámica, cambio cons-tante e interinfluencia de las culturas. En el casode los migrantes se encuentra una mayor actitudde integración y adaptación cultural, aunque tam-bién existen posiciones de confrontación.

Por otra parte, los habitantes —especialmen-te oriundos— ya no se sienten a gusto con suciudad; por ello, se idealiza el pasado, encubrien-do probablemente una posición que no buscaasumir la modernidad latinoamericana preten-diendo rescatar los rasgos de una sociedad másrural que urbana.

Se visualiza por tanto un probable escenariode crisis, que fijaría su punto de partida justa-mente en esas posiciones y en la construcción deestas dos ciudades tan diferentes en lo subjetivocomo en lo objetivo y que pareciera que no hanedificado puentes importantes de articulación.Quizás el factor desencadenante sea que, en lapráctica, la prestación de servicios esté empezan-do a ser rebasada, apuntando peligrosamente aun no lejano colapso, que tiene su correlato en lafalta de una visión y posición claras respecto alproblema de parte de los órganos públicos deconducción municipal. Podemos concluir seña-lando, entonces, que la ciudad de Tarija no seencuentra preparada para asumir los cambios queseguramente se profundizarán en los próximosaños.

BIBLIOGRAFÍA

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Heterogeneidad, cultura, impacto, acciónindividual y colectiva: por un nuevo enfoque en el

estudio de las OECAs bolivianas1

Pablo Laguna2

Se han realizado muchos estudios en torno a las orga-nizaciones económicas campesinas en el país, pero enla mayoría de los casos su tendencia economicista haignorado la heterogeneidad y las estrategias y objeti-vos de los actores que participan en ellas, lo cual haprovocado una percepción incompleta cuando no equi-vocada de las OECAs, como lo demuestra el siguientetrabajo.

INTRODUCCIÓN

Por el número de actores3 que agrupan, las orga-nizaciones económicas campesinas4 (que deno-minaremos OECAs) se han vuelto un factor demucha importancia en la problemática del desa-rrollo y cambio social del mundo rural bolivia-

no. A la fecha, existen estudios de naturaleza “eco-nomicista” que esencialmente evaluaron de ma-nera incompleta la capacidad de gestión empre-sarial de estas organizaciones, bajo enfoques quelas consideran como un todo en el cual el campe-sinado es homogéneo y no tiene capacidad deacción individual.

1 Ponencia extraída de la problemática preliminar de la investigación doctoral “¿Pueden las organizaciones económicas campesinascontribuir al incremento sostenible del ingreso y autonomía de sus socios? El caso de las organizaciones de productores de quinua delAltiplano Sur boliviano”. Agradezco a Ruth Silva por las observaciones, correcciones y sugerencias aportadas a este texto.

2 Candidato a doctorado del Departamento de Sociología Rural del Desarrollo de la Universidad Agraria de Wageningen, Holan-da, casilla 1487, La Paz, correo electrónico: [email protected].

3 Los actores pueden ser individuales y colectivos. Como Long (1992: 25), consideramos a los actores colectivos como grupos deindividuos con representaciones o interpretaciones similares. Por lo tanto, las colectividades, categorías sociales o aglomeracionesno pueden ser considerados como actores, puesto que no tienen una manera comúnmente asumida de formular y asumirdecisiones (Long N.,1992: 23).

4 Consideramos a las organizaciones económicas campesinas (OECAs) como formas organizacionales adoptadas por campesinospara la realización de actividades de producción agropecuaria, transformación y/o de comercialización, cuyo factor de estructu-ración principal (pero no exclusivo) es el acceso a la plusvalía, y que tienen la intención “expresada” de mejorar sostenible yautónomamente las condiciones económicas, de existencia y la capacidad de negociación de sus miembros. Estas OECAs tienenvarias formas jurídicas, asociaciones de productores, cooperativas, corporaciones agropecuarias, etc.

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El propósito de esta ponencia es doble. Porun lado, pretendemos hacer un balance del esta-do actual de los trabajos sobre las OECAs. Porotro, a partir del estudio del comportamiento desus miembros heterogéneos, así como del impac-to de las OECAs sobre éstos, nos proponemosaportar nuevos elementos conceptuales y teóri-cos, que permitan evaluar de manera complemen-taria el potencial de las OECAs para mejorar lascondiciones económicas, de existencia y la capa-cidad de negociación de sus miembros.

1. DESARROLLO E IMPORTANCIADE LAS OECAs

A partir de la década del 80, la capacidad del Es-tado de utilizar eficientemente los recursos eco-nómicos con los que contaba fue cuestionada enlos países en desarrollo. Esto dio origen a las po-líticas de ajuste estructural a través de las cualeslas instituciones internacionales de crédito5 ycooperación6 para el desarrollo condicionaron suapoyo a la disminución de la intervención estataly a la generación e implementación de iniciativaspromovidas por entidades de la sociedad civil(organizaciones de base, municipios, ONGs, etc.).Como consecuencia de este cambio de política elEstado dejó de asumir el liderazgo en la ejecu-ción de acciones destinadas al desarrollo rural,sobre todo investigación, transferencia de tecno-logía y comercialización.

Ante la urgencia de vencer la pobreza ruralincrementando la seguridad alimentaria y los in-gresos del campesinado, se planteó la necesidadde intensificar7 la producción agrícola preservan-

do los recursos naturales. Ciertos autores pensa-ron que las Organizaciones No Gubernamenta-les (ONGs) podrían contribuir eficientemente ala disminución de la presencia estatal en el desa-rrollo rural y, sobre todo, a la generación y trans-ferencia de tecnología (Bebbington et al.,1993).Sin embargo, un número importante de ellas noasumieron este papel correctamente y algunas noparecieron responder a las necesidades de la po-blación rural, pues persiguieron prioritariamen-te otros fines (políticos, personales, etc.) (Riveraet al.,1992; Legrand,1998).

Por otra parte, ciertos sectores de la sociedad(campesinos, sindicatos agrarios, Estado, investi-gadores en ciencias sociales, partidos políticos,etc.) cuestionan a las ONGs por su insuficienciade responsabilidad y transparencia, la absorciónde una parte importante del financiamiento des-tinado al desarrollo del campesinado y la inten-ción que tendrían en debilitar al campesinadopara legitimar su existencia8 .

A fines de los años 80, los resultados desalen-tadores del trabajo de una parte de las ONGs fa-vorecieron el incremento del apoyo dirigido hacialas organizaciones económicas campesinas, comoun medio para permitir mayor autonomía, capa-cidad de negociación y desarrollo al campesinado.

Existen OECAs en todas las regiones boli-vianas y no surgieron como producto de un solomodelo de intervención y de un solo interven-tor. En 1958, el Estado promulgó la Ley Gene-ral de Sociedades Cooperativas de Bolivia, me-diante la cual trató de establecer una relacióncorporativista de control del campesinado a tra-vés de las cooperativas, complementaria de rela-

5 Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo, etc.

6 FAO, FIDA y ciertas instituciones de las Naciones Unidas.

7 Incrementar la utilización de capital (fijo y circulante) por unidad de superficie.

8 Por ejemplo, en Bolivia muchas ONGs han sido abiertamente denunciadas por la Confederación Sindical Única de TrabajadoresCampesinos de Bolivia (CSUTCB) y la mayoría de los partidos políticos de manipular políticamente y de dividir al campesina-do. Esta situación favoreció la elaboración de un proyecto de ley que controle a las ONGs, actualmente en preparación.

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ciones idénticas establecidas con los sindicatoscampesinos9 y de trabajadores (Central ObreraBoliviana10 ).

A partir de la década del 60, el Estado redujosubstancialmente su apoyo financiero a las coo-perativas y campesinado en general, favorecien-do el desarrollo del capitalismo agrario del orien-te. No obstante, fomentó su creación a través deinstituciones públicas como el Banco Agrícola deBolivia y el Instituto Nacional de Colonización.Estas instituciones proporcionaban respectiva-mente crédito y tecnología, con la condición pre-via de que los campesinos o colonizadores se or-ganizaran en cooperativas. Esta política, combi-nada con el creciente apoyo de algunas ONGs yde ciertas fracciones de la iglesia católica, busca-ba el incremento del poder y autonomía campe-sina11 y permitió la multiplicación exponencialde cooperativas agropecuarias en todo el territo-rio hasta alcanzar el número de 1.291 en 1989,de las cuales 515 (40 por ciento) eran activas12

(Fernández y Coca,1991) y agrupaban alrededorde 32.870 socios (Quisbert,1992).

Desde 1983 surgió una segunda generaciónde OECAs a raíz de la demanda campesina pormejorar su producción e ingresos a través del ac-ceso a la tecnología productiva y/o mercados, ala cual el Estado y ciertas cooperativas agrope-cuarias no respondían (Bebbington et al.,1996).El retorno a la vida democrática, en 1982, per-

mitió la consolidación de la Confederación Sin-dical Única de Trabajadores Campesinos de Bo-livia (CSUTCB). Con el apoyo de ONGs, agen-cias de cooperación internacionales y del mismoEstado, esta confederación creó en la mayoría desus federaciones sindicales una Corporación Agro-pecuaria Campesina (CORACA) con la finali-dad de impulsar el desarrollo productivo y co-mercial de los pequeños productores, bajo el con-trol del sindicalismo campesino nacional.

Muchas CORACAS desaparecieron por di-versos factores. Paralelamente, la sequía de 1983permitió la proliferación de ONGs locales y ex-tranjeras que, junto con organizaciones interna-cionales para el desarrollo13, apoyaron la creaciónde asociaciones campesinas en todo el país (De-visscher,1996: 40). Estas asociaciones buscabanmejorar e incrementar la producción y comer-cialización de productos agropecuarios como unmedio para proporcionar mayores ingresos, ca-pacidad de negociación y desarrollo al campesi-nado. En su gran mayoría, estas asociacionesreemplazaron o disminuyeron considerablemen-te el trabajo ideológico y de búsqueda de ciertaautosuficiencia alimentaria, intentando mejorarsu articulación con el mercado y agrupándose enorganizaciones14 para alcanzar mejor este propó-sito. Por lo tanto, pocas OECAs15 desarrollaronactividades de índole cultural. Asimismo, la granmayoría de éstas no tuvo lazos con los sindicatos

9 Con el decreto de Reforma Agraria se creó la Confederación Nacional Campesina, organización nacional sindical ligada ycontrolada por el Ministerio de Asuntos Campesinos y Agropecuarios que agrupaba a todos los sindicatos de Bolivia.

10 La presencia de dirigentes sindicales en el gobierno del MNR creó un lazo entre sindicalismo y Estado.

11 A través de propagación de ideologías y de apoyo a la producción que permita principalmente cierta autonomía alimentaria y,en segundo lugar, obtener ingresos. Esta posición es próxima a la que sostenían los teólogos de la liberación.

12 Registro del Instituto Nacional de Cooperativas (INALCO) en 1989, citado por Fernández y Coca (1991:12)

13 Principalmente del BID y PNUD.

14 Comité Integrador de Organizaciones Económicas Campesinas (CIOEC) y la Asociación de Organizaciones de ProducciónEcológica de Bolivia (AOPEB).

15 Por ejemplo, la Asociación Nacional de Productores de Quinua (ANAPQUI) desarrolló actividades para revalorizar prácticasrituales y sociales tradicionales y el conocimiento técnico local, sin por lo tanto rechazar tecnología externa.

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y algunas se agruparon en asociaciones de nivelmicro-regional y regional.

2. EL ESTADO ACTUAL DE LOS TRABAJOSSOBRE LAS OECAs

Hasta mediados de la década de los 80, dos tiposde enfoques predominaron en el estudio de lasOECAs. El primero de índole sociopolítica, cor-te neomarxista e interesado en la lucha de clases,percibe a las OECAs como un medio para forta-lecer a los pobres en su capacidad de defender susderechos y luchar contra las élites explotadoras(Freire,1970; Fals Borda,1972 y 1988) o a la in-versa, como un medio de control del campesina-do por parte del Estado y del gran capital (Gous-sault, 1976; Gagnon, 1976). En Bolivia, este tipode enfoque no fue utilizado en el estudio deOECAs, aunque lo fue en algunas investigacio-nes en torno al movimiento campesino (Iriarte etal.,1980; Paz,1983; etc.).

El segundo enfoque utilizado es de índoleeconómica y está inspirado en las teorías moder-nistas o post-modernistas relacionadas con la in-tervención. Esta aproximación considera a lasOECAs como uno de los éxitos de la moderniza-ción y del crecimiento económico. Dentro de estaóptica se distingue el trabajo de Esman y Uphoff(1984) que incluye casos de todo el mundo y deBolivia. Para el caso boliviano, nos parece im-portante mencionar los trabajos de Bebbingtonet al. 1996a; Devisscher, 1996; de Morrée,1998;Fernández y Coca,1991; Healy,1988; Laguna etal.,1997; Quisbert y Martínez,1994; Tendler etal.,1988; Toselli,1996 y Romero,1997.

Romero (op. cit: 335), utilizando un enfoqueestructural-funcionalista, plantea que en todas lasorganizaciones del sector agropecuario existe una

correspondencia automática entre objetivos y es-tructuras, las cuales estarían determinadas por losprimeros y adaptadas a éstos. Por lo tanto, paraentender la racionalidad de las estructuras conque se dotan las organizaciones es importanteconocer sus objetivos respectivos.

Asimismo, Romero (op. cit.:335–336) señalaque existen dos tipos de organizaciones campesi-nas. En las primeras, las “tradicionales”, “la utili-zación de los recursos económicos derivados de laconvivencia con la tierra deben servir para reforzarunas comunidades y por ende al hombre que perte-nece a las mismas”. Las segundas constituyen lasOECAs y los sindicatos, en los cuales existe unacultura híbrida que trata de conciliar la visión“tradicional” con la visión moderna de insercióna un mercado nacional vinculado al internacio-nal. Este autor finalmente deja entender que lasorganizaciones son libres de definir sus objetivossin que existan influencias, presiones y confron-taciones con actores externos.

Los otros autores “economicistas”, con excep-ción de Morrée16 (op.cit.), optaron por unaaproximación frecuentemente utilizada en admi-nistración de empresas que concibe a las OECAscomo “organismos” (Morgan, 1986) y que Ber-noux (1994: 388) denomina “teoría de la con-tingencia estructural”, también denominada“contingencia sistémica”. Este enfoque consideraa las OECAs compuestas de varios elementos (re-cursos humanos, administración, comercializa-ción, tecnología, información, dimensión de losmiembros, toma de decisiones, etc.) que interac-túan mutuamente y se autoregulan, formando untodo o sistema. El supuesto es que el conjunto delos elementos se moviliza permanentemente paraasegurar el buen funcionamiento del sistema (laorganización) (Silverman, 1973: 28), aunque cier-

16 Esta autora adopta un enfoque que combina la teoría de las contingencia estructural con cierto interés por conocer los compor-tamientos de los campesinos afiliados a los OECAs que estudió.

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tos autores afines a este enfoque sistémico, comoGouldner (1967), mostraron que los cambiosdentro de las OECAs se pueden dar por transfor-maciones en uno o algunos de sus elementos quecuentan con cierta autonomía. Finalmente, esteenfoque no percibe un modelo de organizaciónóptimo, pues éste depende de las circunstanciasen las que se encuentra la organización.

Los trabajos “economicistas” arriba mencio-nados estudiaron con prioridades variables lascaracterísticas e interacción de estos componen-tes con el fin de evaluar su capacidad de autoges-tión. Además, en estos estudios fueron analiza-das la historia, estructura, objetivos y activida-des. Sólo algunos de estos trabajos (de Morrée,Laguna et al. y Devisscher) se interesaron en tra-tar de evaluar los resultados económicos globalesde las organizaciones, en particular la rentabili-dad o autofinanciamiento de éstas.

A su vez, en el estudio del funcionamiento yresultados de las OECAs, los autores “economicis-tas” consideraron necesario conocer la relación en-tre la dinámica interna y externa de éstas. Para ellos,las actividades de las OECAs son influenciadas porlas relaciones directas o indirectas que tienen con elmedio que las rodea (políticas estatales y municipa-les, acceso a financiamiento, equipos, herramientasy conocimientos, el mercado y sus agentes, lasONGs, instituciones de gobierno y empresas priva-das, etc.). Asimismo, los trabajos de Quisbert yMartínez (op. cit.), Devisscher (op. cit.) y Laguna(op. cit.) ponen énfasis en la necesidad de adapta-ción de las OECAs a los cambios de su entorno,sobre todo del mercado, a través del acceso y siste-matización de la información externa e interna ydel establecimiento de alianzas con actores exter-nos17 , que permitan ejecutar lo planeado y/o inno-var para lograr sus objetivos y perpetuarse.

Finalmente, Esman y Uphoff (op. cit.), Healy

(op. cit.), de Morrée (op. cit.) y Bebbington et al.(op. cit.:108) concluyeron que, en comparacióncon el Estado y las ONGs, las OECAs son máscercanas en sus objetivos y acciones a los intere-ses de sus adherentes y más representativas de és-tos, motivando, por lo tanto, mayor interés yparticipación de sus socios.

3. LÍMITES DE LOS TRABAJOS ACTUALESY NUEVOS ELEMENTOS PARA

SUPERARLOS

UN ENFOQUE “ECONOMICISTA”INCOMPLETO

La dicotomía propuesta por Romero, citada enel capítulo anterior, lleva a pensar que los campe-sinos que pertenecen a organizaciones tradicio-nales (ayllus, comunidades, capitanías, etc.) ha-rían parte de comunidades homogéneas con unafuerte cohesión, en las cuales la producción iríaal autoconsumo. Según esta visión, sólo los cam-pesinos afiliados a OECAs tendrían una raciona-lidad mercantil. No obstante, varios autores, en-tre los cuales podemos mencionar a Dan-dler,1987; Gonzalez de Olarte,1984 y 1994;Harris,1987; Long y Roberts,1978 y 1984; Ker-vyn, 1996; Guerrero,1998; Molina,1987; Morel(1990); Morel et al. (1991) y Laguna, 1992 y1995, demuestran que no existen comunidadescampesinas aisladas y que en cualquier comuni-dad existe una mayoría de campesinos con o sinfiliación a OECAs que comercializan y compranproductos con una intensidad variable. Esta ra-cionalidad mercantil se combina en diverso gra-do a otras racionalidades que siguen valores deuso, de comportamiento social, etc.

Por otro lado, la propuesta de Romero deanalizar las OECAs únicamente en base a sus

17 Otras organizaciones económicas, sindicatos, instituciones de Estado, empresas privadas y ONGs.

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Mariano Fuentes Lira. Desnudo varón

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objetivos y estructura es insuficiente. A menudouna misma estructura funciona para objetivos,actividades y comportamientos diferentes dentrode las OECAs. Varios estudios realizados en Bo-livia (Fernández y Coca, 1991; Devisscher,1996;Laguna et al. 1997) muestran que —pese a teneractividades a veces diferentes, o trabajar en regio-nes con problemáticas y campesinado diversos—la mayoría de las OECAs tienen estructuras si-milares, generalmente influenciadas por actoresexternos (técnicos, ONGs, financiadores, insti-tuciones estatales, etc.).

Asimismo, estudios sobre OECAs como los deDevisscher (op. cit.), Quisbert y Martínez (1994),Laguna (1997) y Laguna et al. (op. cit.), muestranque las estructuras de éstas no se adecuan forzosa-mente a las actividades y necesidades que se plan-tean. Por lo tanto, no podemos conocer la viabili-dad económica de las OECAs ignorando sus acti-vidades, funcionamiento y resultados.

Esman y Uphoff (op. cit.) y Bebbington y etal. (op.cit.:108), utilizando respectivamente unaobservación estadística y un enfoque “populista”,afirman que a diferencia de las organizaciones sin-dicales, el Estado y las ONGs, las OECAs tienenuna utilización más eficiente y controlada de losrecursos. No obstante, estos trabajos no analizanla globalidad de las actividades18 desarrolladas porlas OECAs, la modalidad de acceso a los recur-sos19 necesarios para el funcionamiento de las or-ganizaciones, ni su respectiva preservación y uti-lización para poder demostrar tales afirmaciones.

Healy (1988), Tendler et al. (1988) y Beb-

bington et al. (1996) presentan como un éxito elcaso de la Central de Cooperativas el Ceibo en laproducción y exportación de cacao. Estas afirma-ciones revelan más de la ideología que de la obje-tividad de análisis y merecen mucha reserva. Nodebe ignorarse que el personal técnico del Servi-cio Alemán de Cooperación Social–Técnica(DED) prospectó, generó y asumió exclusivamen-te los cambios en los sistemas productivos de lossocios de esta organización. Este fenómeno es encierta medida similar en algunas OECAs comoANAPQUI20 , FECAFEB21 , etc. No pretendemosoponernos a la asesoría técnica, pero estimamosnecesario crear dentro de las OECAs las propiascapacidades de identificación y adaptación de al-ternativas técnicas de toda índole (producción,transformación, comercialización, gestión).

Por otra parte, Devisscher (1996) y de Mo-rrée (1998) señalan que tanto las OECAs queaccedieron a mercados convencionales, como lasque lo hicieron a los artificiales, denominados“solidarios”, con la mediación de organizacioneso agencias financieras para el desarrollo, tienenproblemas de comercialización, de conocimien-to y acceso al mercado. Estos autores añaden quelas OECAs no tienen capacidad de planificar ac-tividades, sufren algunos problemas de gestión ysus posibilidades de realizar alianzas con actoresexternos son aún reducidas. Paralelamente, losmercados solidarios tienden a disminuir por lapérdida de interés de los consumidores de lospaíses del “norte” en la problemática del desarro-llo. Los únicos productos cuya demanda se ha

18 Capacitación, asistencia técnica, transformación, comercialización, contabilidad y gestión, planificación, etc.

19 Personal técnico-administrativo, información, tecnología, instrumentos de gestión, planificación y seguimiento, etc.

20 Asociación Nacional de Productores de Quinua (ANAPQUI). La iniciativa y búsqueda de ciertas alternativas técnicas paramejorar la producción biológica de quinua (uso de insecticidas, abono foliares, segado de cosecha, etc.) vienen en mayoría decooperantes extranjeros. Lo propio pasa para la mejora de la producción de café (terrazas, cubierta vegetal, insecticidas natura-les, etc.).

21 Federación de Caficultores Exportadores de Bolivia (FECAFEB). La situación es similar que en ANAPQUI para la mejora de laproducción de café (terrazas, cubierta vegetal, insecticidas naturales, etc.).

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incrementado o es estable son la quinua (Cheno-podium quinua), exportada en un 80 por ciento amercados no artificiales, y el café, que consolidócierto mercado biológico (Toselli, 1996).

Finalmente, en la actualidad ignoramos lacapacidad de autofinanciamiento e inversión delas OECAs, factores que influyen en su capaci-dad de adaptación a los cambios del entorno.Ninguno de los trabajos “economicistas” men-cionados realizó cálculos objetivos sobre la renta-bilidad de las OECAs, que incluyan los costospor depreciaciones y deudas a largo plazo, ni elcosto real que supone el apoyo técnico que reci-ben. Además, las OECAs reciben importantesdonaciones financieras que representan un costode inversión importante. Sólo Laguna et al.(1997) y de Morrée (1998) trataron de estimar larentabilidad de las actividades de las OECAs, es-tudiando respectivamente seis organizaciones decriadores de camélidos y tres organizaciones22 delnorte de Chuquisaca. El primer trabajo identifi-ca una sola organización que se autofinancia, sino se consideran las inversiones iniciales en equi-pos, infraestructura y capacitación, y la asesoríatécnica de un cooperante. Por su parte, el segun-do trabajo muestra datos que señalan una ausen-cia de rentabilidad en las tres organizaciones porel elevado costo de personal y operaciones (op.cit.: 308-312). No obstante, de Morrée (op. cit.)concluye que ciertas OECAs tienen la capacidadde autofinanciarse para transferir tecnología a loscampesinos. Bebbington et al. (op. cit.), Quisbert(1992) y Devisscher (op. cit.) plantean la mismaafirmación ambigua, señalando que las OECAscon actividades comerciales preferentemente di-rigidas a mercados de exportación solidarios y conposibilidad de ligarse a actores externos que lesproporcionan los recursos necesarios (financia-

miento, asistencia técnica, información, etc.) tie-nen capacidad de rentabilidad. En conclusión, sino cuantificamos el costo real del funcionamien-to de las OECAs (incluyendo donaciones), de lasdepreciaciones e impuestos, es imposible cono-cer la posibilidad de estas organizaciones en su-ministrar de manera autónoma mejores ingresos,tecnología, mayor capacidad de negociación yautonomía a su base asociativa.

HETEROGENEIDAD Y CONFLICTO

De los trabajos “economicistas” precedentes, única-mente de Morrée (1998) describe actividades deinversión en recursos agropecuarios productivos yde manejo de éstos en dos familias campesinas. Noobstante, ignora el comportamiento de los demásactores campesinos de la comunidad que estudiaque tienen o no afiliación a la OECA que conside-ra. Esta ausencia de visión global dentro de la co-munidad que observa impide saber si las dos fami-lias que estudia constituyen actores por sí solos o si,por el contrario, se trata de individuos que pertene-cen a actores colectivos que este estudio no mues-tra. El resto de estos trabajos considera que todoslos campesinos presentes en una organización sonhomogéneos y tienen objetivos similares.

La heterogeneidad campesina ha sido demos-trada y analizada en varios estudios económicosy agropecuarios (Gil J. y Caballero W.,1990;Hervé,1994; Kervyn,1996; Laguna 1992 y 1996;Montoya et al.,1996; Morales M.,1990; Mo-rel,1990; Zoomers et al.,1998, entre otros), asícomo en estudios sociológicos y antropológicos(entre éstos Favre,1976; Long y Roberts,1978 y1984; Rivière, 1982; de la Cadena, 1989), queponen en evidencia la heterogeneidad, desigual-dad y las dinámicas de diferenciación internas.

22 Asociación de Productores de Leche de Chuquisaca (ADEPLECH), Cooperativa San Isidro Ltda. de Redención Pampa (pro-ducción y comercialización de cereales) y la Asociación de Productores Campesinos de Lupiara (APROCAY) —producción ycomercialización de cereales y papa.

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Las OECAs, como consecuencia de la moda-lidad de libre afiliación que tienen sus socios y desu presencia en diferentes comunidades campe-sinas, agrupan parte o la totalidad de esta hetero-geneidad.

A la vez, como lo señalan Crozier y Friedberg(1977), la aproximación estructural–funcionalis-ta, utilizada en el análisis de Romero sobre OE-CAs en Bolivia (1997), tiende a percibir comoóptimos los papeles que asumen los actores en lasestructuras sociales, quienes mostrarían confor-midad con las expectativas que tendrían otrosactores. Como lo señala Giraud (1993:73), lasdinámicas sociales dentro de las organizacionesno sólo se explican por los papeles atribuidos acada actor a través de reglamentos de funciones,sino también por relaciones de poder, intereses,emociones y elementos culturales. Los enfoquesestructural-funcionalista y de contingente sisté-mico ignoran que las OECAs son una construc-ción social en la cual la estructura, los cargos, re-glas, etc. son deformados o eludidos por la ac-ción de los diferentes actores que las componen,los cuales tienen sus propias creencias, percep-ciones, objetivos y estrategias, a menudo diver-gentes, contradictorios y, a veces, conflictivos(Morgan,1986: 74-76). Estos enfoques pasan poralto los conflictos internos que afectan el funcio-namiento de las OECAs, al igual que las motiva-ciones y capacidades de sus miembros en inter-venir activamente sobre su propio futuro crean-do los espacios necesarios para alcanzar sus inte-reses. Los estudios socio–antropológicos arribamencionados muestran que las diferencias de si-tuación y comportamiento de los miembros delas comunidades campesinas pueden crear ten-siones y problemas en las comunidades y cam-bios en su organización interna.

Asimismo, estudios realizados en otros países

han demostrado la heterogeneidad y el conflictoexistente en las OECAs y organizaciones campe-sinas que controlan el acceso a recursos producti-vos. Nuijten (1992), estudiando el caso de unejido mexicano, mostró que los socios, dirigentesy personal técnico-administrativo, no se compor-tan como lo esperado y legalmente reglamenta-do, lo cual afecta el logro de las actividades con-venidas con el personal técnico estatal en la dis-tribución de la tenencia de la tierra, y provocaproblemas dentro del ejido. Igualmente, en va-rias situaciones se observa que pese a estar obli-gados por los reglamentos, los socios de las OE-CAs no asisten a las reuniones de su organiza-ción o no venden la totalidad de su producción aésta (Laguna,1997; Quisbert y Martínez,1994).Asimismo, son numerosos los ejemplos en los quese evidencia clientelismo, nepotismo, hurto omalos manejos financieros y de bienes de las or-ganizaciones pese a la existencia de reglamentosde conducta (Laguna,1997; Laguna et al.,1997).

DETERMINANTES DEL COMPORTAMIENTODE LOS ACTORES

Long (1984:3 y 1992:21) señala que los actoresactúan organizada, cognitiva y diferentemente enfunción a su cultura y su ideología, su situación ysu posición en la estructura social. Crozier (1963)y Friedberg (1971) fueron los primeros en teori-zar sobre las modalidades y determinantes delcomportamiento de los actores dentro de las or-ganizaciones en general. Para estos autores, lasorganizaciones se componen de diferentes acto-res con comportamiento social específico, volun-tario y a priori racional, que responde a objeti-vos23 (intereses) y sigue estrategias particulares(modalidades de realización de los objetivos). Noobstante, no debemos ignorar que parte del com-

23 Económicos, sociales, profesionales, cognitivos, etc.

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portamiento de los actores tiene determinantescoyunturales no racionales que revisten más as-pectos emotivos y sentimientos.

Los actores definen sus estrategias y compor-tamiento en base a sus percepciones (representa-ciones) sobre los límites y oportunidades ofreci-dos por su situación personal presente y contin-gente —considerando los recursos con los quecuentan— al igual que en base a su posición enla estructura social (Friedberg,1971; Crozier yFriedberg,1977). Esta última define los espaciosde acción social de los actores (normas de com-portamiento, cargos y responsabilidades, inmer-sión en redes sociales, relaciones de poder, de tra-bajo, afectivas, de confianza, etc.) que determi-nan la posibilidad de acción de los actores segúnuna o varias posibilidades (margen de acción)(Giraud,1993).

Para entender la complejidad de las lógicasde acción de los actores no basta un diagnósticode la organización de la cual forman parte, esnecesario entender sus representaciones comoactores. Sainsaulieu (1977) señala que las percep-ciones de los actores son producto del funciona-miento de su propio sistema de interpretación,encargado de procesar la información a la queacceden, la cual a su vez depende de la posiciónde los actores en la estructura social. Este sistemade interpretación se compone de conocimientos,creencias, normas de comportamiento y valoresde referencia definidos por la trayectoria socialde los actores (educación, aprendizaje, trabajo,experiencia asociativa, intercambios, influencias,etc.) dentro y fuera de la organización. Conside-rando que los sistemas de interpretación son uncomponente de la cultura, las representaciones ypraxis social tienen una dimensión cultural, pro-ducto de la vivencia pasada e inmediata de losactores.

A diferencia de Bourdieu (1987) que con suconcepto de habitus sostiene que el comporta-

miento de los actores es de tipo mecánico y obe-dece a predisposiciones culturales de poca varia-bilidad creadas durante la infancia y la adoles-cencia, creemos que el sistema de interpretaciónes retroalimentado y modificado por las nuevaspercepciones de los actores, adquiridas en su in-teracción social cotidiana.

Finalmente, estudios de la escuela de Man-chester (Cunnison, 1960) mostraron que los in-dividuos de una misma organización están liga-dos a diferentes organizaciones y círculos socialesen los que construyen o adoptan valores, normas,creencias y conocimientos particulares. De estamanera, estos actores definen sus propios siste-mas de interpretación, diferentes los unos de losotros, que contribuyen a la existencia de culturasdiferenciadas dentro de una misma organización.

Varios trabajos socio–antropológicos demos-traron la existencia de una fuerte interrelaciónentre las diferentes estrategias que tienen los cam-pesinos, la cual afecta a sus relaciones sociales(Harris,1987; Molina,1987; Mamani,1988; Ri-vera et al.,1992; van Kessel,1992). Consideran-do los estudios “economicistas” precedentes, deMorrée (op. cit.) describe ciertas estrategias y ac-tividades productivas, comerciales y de inversiónde dos familias campesinas. Por lo tanto, al igualque los demás estudios “economicistas”, no con-sidera desde una perspectiva histórica la globali-dad de la situación, representaciones, objetivos yestrategias (económicas, sociales, políticas, etc.)de los campesinos afiliados a las OECAs.

PARTICIPACIÓN Y MARGEN DE MANIOBRA DE LOS ACTORES CAMPESINOS

EN LAS OECAS

Los socios de las OECAs tienen un margen demaniobra importante dentro de sus organizacio-nes. Para ser viables y competitivas, las OECAsdependen de la producción campesina que les per-

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mite responder a mercados exigentes en volumeny calidad, así como bajar sus costos de transforma-ción y comercialización. Asimismo, las OECAsreciben mucha presión de varios actores. Requie-ren para existir ser legitimadas por sus socios, esdecir tener una base asociativa identificada con ellasa través de su participación en la toma de decisio-nes, funcionamiento y beneficios. Sólo esta situa-ción les permitirá lograr representatividad real anteactores externos, sobre todo sus mecenas, quienesa veces tienden a legitimar organizaciones sin ver-dadera participación campesina24.

Estos aspectos diferencian a las OECAs de lasempresas caracterizadas por la existencia de rela-ciones de tipo salarial, en las cuales los emplea-dos deben cumplir ciertos objetivos y funcionesdefinidos bajo riesgo de ver su salario disminui-do o ser despedidos y reemplazados por otros asa-lariados. A diferencia de las empresas, las OE-CAs constituyen un espacio social en el que loscampesinos tienen oficial y oficiosamente mayormargen de maniobra que los asalariados25 en latoma de las decisiones sobre las políticas y accio-nes a ejecutar y, por consiguiente, más influenciaen el funcionamiento y subsistencia de éstas. Estaparticipación se realiza a través de espacios for-males (asambleas, reuniones, etc.) e informales(relaciones26 con personal técnico o administra-tivo de ONGs y proyectos, etc.).

Con excepción de de Morrée (op. cit.) y De-visscher (op. cit.), los trabajos anteriores no sepreocupan por la posibilidad de participación

formal o informal de los campesinos en la tomade decisiones de las OECAs. No obstante, nin-guno de estos trabajos muestra cómo los campe-sinos intervienen formalmente o no en la identi-ficación y definición de objetivos y actividadesde sus respectivas organizaciones. Tampoco se-ñalan cuáles son sus espacios de acción social ysus márgenes de maniobra dentro de éstas.

CONFRONTACIÓN, CONFLICTO,COOPERACIÓN, DINÁMICA CULTURAL: LOS

COMPONENTES DE LA “ACCIÓN COLECTIVA”

Las OECAs constituyen una forma de intersec-ción entre dinámicas externas e internas de lascomunidades campesinas. Por lo tanto, el análi-sis de las actividades, resultados y efectos de lasOECAs debe considerar las intervenciones “de-sarrollistas” de origen externo que influyen sobreellas, los comportamientos locales, entre los cua-les figura la reacción de los campesinos a la inter-vención, y los factores externos que pesan sobreestas modalidades de actuar.

Por otra parte, Olivier de Sardan (1995: 89–95) señala que toda intervención necesita actoresde mucho peso, denominados transmisores omediadores27. Éstos tienen un margen de manio-bra que les permite readaptar su función, esta-blecer relaciones clientelistas o realizar accionescorruptas. En efecto, su posición de mediadoresles da un monopolio para acceder a los “benefi-cios” de los interventores o, a la inversa, de los

24 Dos ejemplos de esta situación constituyen la relación de la Asociación Integral de Ganaderos en Camélidos de los Andes Altos(AIGACAA) con las diferentes organizaciones internacionales para el desarrollo y ONGs que financian sus actividades, y la dela Asociación Nacional de Productores en Camélidos (ANAPCA) (Laguna et al.,1997).

25 Sin embargo, como lo mostraron varios estudios (Sainsaulieu,1970; Friedberg,1971), los asalariados nunca pierden totalmentesu capacidad de acción en sus empresas.

26 Familiares, compadrazgo, clientelismo, etc.

27 Olivier de Sardan (1995: 153) distingue dos tipos principales de mediadores: los extensionistas, que pertenecen al mundoexterno (instituciones de desarrollo públicas y privadas, Estado), y los intermediarios de las sociedades locales (promotores,líderes naturales, antiguos emigrantes, etc.).

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Mariano Fuentes Lira. Antucacha

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actores locales que los vuelve elementos clave enla realización de las actividades de las OECAs.Los mediadores tienen la capacidad de no com-portarse como la intervención lo planifica, afec-tando el impacto esperado por la intervención dela organización a nivel de la comunidad. Por esto,es importante considerar el comportamiento delos mediadores y relacionarlo con el impacto pro-ducido en las organizaciones económicas y en lascomunidades campesinas.

En efecto, como corolario de la importanciadel apoyo financiero que proporcionan a lasOECAs, las agencias de cooperación u ONGsposeen márgenes de maniobra importantes ypueden, a veces, imponerse sobre los intereses delos campesinos y personal técnico-administrati-vo con la presión de no otorgar más ayuda. Porotra parte, el hecho de aceptar una ayuda finan-ciera o técnica no significa forzosamente que lasOECAs la utilicen tal como lo espera el donante.La respuesta de los actores a la intervención pue-de llevar a modificarla en función a las relacionesde poder que existan y al impacto que crea sobrelas representaciones, objetivos, estrategias y com-portamientos de ellos. Los campesinos puedentener comportamientos contrarios a los que per-siguen los actores externos. Las OECAs tienenun margen de maniobra del cual tratan de obte-ner ventajas para su beneficio.

Las OECAs intervienen en comunidades don-de no todos los campesinos son sus miembros.Los diferentes campesinos afiliados y sin lazo conlas OECAs, al igual que el personal técnico–ad-ministrativo y los actores externos28 en relacióncon estas organizaciones, tienen una multitud derepresentaciones, intereses y proyectos de diferen-te orden (económico, cultural, político, social)producto de su cultura y su posición simultáneaen múltiples estructuras sociales. Estas represen-

taciones, estrategias y objetivos divergen o coin-ciden de un actor a otro. La concurrencia de di-versos intereses y representaciones implica unaconfrontación de sistemas de interpretación, va-lores, normas y creencias entre los diferentes ac-tores. Por lo tanto, las organizaciones son un cen-tro de encuentro y confrontación cultural dondela competencia y la cooperación son posibles ylos elementos del sistema de interpretación pue-den ser transformados o cuando menos modifi-cados en su forma de expresión (discurso, len-guaje, ritos, etc.) como producto de múltiplesinteracciones a las que están sometidos los acto-res (Wright,1994:24).

Como es de suponer, por su perspectiva, losestudios “economicistas” ignoran los sistemas deinterpretación, las percepciones, intereses y estra-tegias de los actores externos que influyen en lasOECAs y los conflictos creados por la confron-tación de estos determinantes del comportamien-to. Tampoco muestran la capacidad de maniobraque tienen los actores ligados a las OECAs.

El conflicto es inherente a la naturaleza mis-ma de las OECAs, lo cual afecta a su funciona-miento, resultados, impacto y subsistencia. Ladivergencia y los cambios de las representacionese intereses de los diferentes actores presentes enlas organizaciones provocan una situación de con-frontación que contribuye a la existencia de ines-tabilidad en las relaciones entre los actores pre-sentes en ella y a la fragilidad del funcionamien-to de ésta (Giraud,1993: 24). Esta confrontaciónpuede permitir la dominación de valores y repre-sentaciones de ciertos actores, pero no implicaque las representaciones y valores del resto de losactores desaparezcan. Proponemos el concepto de“interface”, concebido por Long (1984:10), paradenominar al conjunto de conflictos de interesesentre actores presentes en las OECAs.

28 Asistentes técnicos, agencias de cooperación, ONGs, compradores, etc.

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No obstante, Haubert (1996) postula que lasOECAs existen en virtud a una doble legitima-ción y participación otorgada por actores inter-nos y externos que persiguen el cumplimiento desus intereses a través del funcionamiento de és-tas. Para que una OECA tenga doble legitimidaddebe existir una confrontación y negociación delos objetivos o intereses de sus diferentes actores.Como resultado de este proceso se crea una coin-cidencia en ciertas representaciones de los acto-res, quienes se agrupan para realizar conjuntamen-te algunos objetivos comunes a través de la “ac-ción colectiva”. Los actores ven más ventajas queinconvenientes en esta práctica. Como consecuen-cia de la confrontación, los objetivos y accioneselegidas por consenso no son forzosamente losde mayor racionalidad económica, en la medidaen que los actores presentes en las organizacionesposeen también intereses no económicos.

Asimismo, la presencia de relaciones de soli-daridad, afecto y consecuencia dentro de lasOECAs crea un ambiente favorable para el apren-dizaje y la transmisión de valores, creencias ynormas, elementos que componen los sistemasde interpretación a través de discursos, lenguaje,ritos, mitos y relaciones (profesional, afectivo,etc.) (Sainsaulieu,1972). Los elementos cultura-les transmitidos pueden influir en la praxis socialde los actores y crear ciertas similitudes de com-portamiento y lazos de confianza sin eliminar suselementos culturales específicos (Giraud,1993: 6).

A menudo, estos intereses definidos en co-mún tienen diferente nivel de importancia paralos actores agrupados en la OECA, puesto quepueden formar parte de un abanico de estrate-gias definidas para alcanzar otros intereses. En casode contar con una estrategia más adaptada y efi-

ciente para alcanzar sus intereses reales antes quelos intereses consensuados, los actores puedencambiar de opinión y crear nuevamente un con-flicto de intereses. Esta situación de “convergen-cia de prioridad variable”, según el actor, consti-tuye, a su vez, una amenaza para la estabilidad dela organización.

Las OECAs no son entes aislados debido a laposición social múltiple de sus miembros y a susrelaciones directas con actores externos, las cualesinfluyen tanto en la ejecución de sus actividadescomo en los actores afiliados a ellas. Consiguiente-mente, toda evolución de coyuntura, como tam-bién el alcance de objetivos esperados por ciertosactores presentes en la organización, puede influiren el cambio o nueva definición de los intereses,estrategias y modalidades de accionar de ciertos aso-ciados que ya no ven el interés de seguir en la aso-ciación. En el marco de la confrontación de unaOECA o de un grupo de actores con el exterior,cada actor tiene capacidad de analizar y represen-tarse su accionar, el de los demás actores y la evolu-ción del medio en el que se encuentra (Long,1992:23). Esta modalidad de acción puede producir de-serciones, tensiones, negociaciones y cambios29

adaptados a las expectativas de los actores que de-seen seguir asociados, influyendo en la configura-ción de la estructura social en la que están inmersos(Giddens30, Sainsaulieu y Segrestin,1986).

Finalmente, podemos afirmar que toda “ac-ción colectiva” implica cooperación para cumplirciertos fines, sin que exista un consenso en la to-talidad de los intereses de los actores ni desapa-rezca la capacidad de acción individual de éstos.Por lo tanto, la acción colectiva no es únicamen-te producto de un encuentro entre el cálculo uti-litario de cada uno de los actores presentes en ella

29 Reestructuración, nueva definición de funciones de los cargos, objetivos, estrategias, actividades de ésta, como también de losintereses y comportamiento de los socios que permanecen afiliados.

30 Citado por Long,1992: 24

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o un efecto de la retribución, sino también de laexistencia de códigos culturales, algunos de elloscompartidos, que favorecen el acercamiento en-tre actores (Giraud,1993:26).

IMPACTO, REPRESENTACIONES, GLOBALIDADDE OBJETIVOS Y ESTRATEGIAS: ELEMENTOS

PARA ANALIZAR LA ACEPTACIÓN DE LASOECAS POR LOS CAMPESINOS

La participación de los socios en las actividadesde las OECAs y la adopción de alternativas (eco-nómicas, sociales, políticas, etc.) propuestas porellas, no son un elemento suficiente para cono-cer el grado de aceptación de estas organizacio-nes por parte de sus socios y su capacidad de res-ponder a los intereses que ellos persiguen. En efec-to, los diferentes actores pueden tener interesesocultos, diferentes los unos de los otros, e inten-tar alcanzarlos a través de la adopción de com-portamientos comúnmente compartidos, crean-do una situación de fragilidad social que afecta-ría al funcionamiento, resultados e impactos es-perados en las OECAs. Asimismo, la no adop-ción por parte de los actores campesinos de alter-nativas propuestas por las OECAs a las que per-tenecen puede ser producto de la falta de condi-ciones propicias y no de intención. Por lo tanto,para poder apreciar la identificación y satisfac-ción de los actores campesinos con las OECAs esnecesario conocer las representaciones, objetivosy estrategias que sustentan el comportamiento delos actores, además de identificar la intención y/o modalidad de adopción de las alternativas pro-puestas por éstas.

Asimismo, con excepción de de Morrée (op.cit.) y de Bebbington et al. (op. cit.), el resto de lostrabajos “economicistas” no se ha preguntado cómoy por qué participan los actores campesinos en las

actividades y alternativas propuestas por las OE-CAs. De esta manera, estos trabajos arriesgan di-fundir una percepción según la cual la adhesión alas OECAs implica la aceptación y adopción siste-mática de las alternativas propuestas por las ins-tancias de decisión de las OECAs. Por consiguien-te, los campesinos se comportarían tal cual lo es-peran los dirigentes y personal técnico de las OE-CAs, los financiadores y ONGs que las apoyan.

Por otro lado, nos parece importante señalarque las actividades de las OECAs influyen sobrela situación global de las representaciones y delcomportamiento de sus socios y el resto de acto-res en relación con ellas, los cuales actúan simul-táneamente en otros espacios sociales. Este pun-to es ignorado por los trabajos anteriormente ci-tados. Por lo tanto, creemos que es importanteestudiar el impacto de las actividades de las orga-nizaciones sobre la globalidad de los objetivos,estrategias y comportamiento de los actores liga-das a ellas. Entre todos los “economicistas” cita-dos, sólo de Morrée (1998) trata de preocuparsepor el impacto de las OECAs aunque su enfoquees exclusivamente económico e ignora que todaintervención técnica también afecta las relacio-nes sociales, políticas y, a veces, elementos cultu-rales de los campesinos. Su aproximación se li-mita a estimar el ingreso que representaría paralas dos familias campesinas que estudia vendertoda su producción a la cooperativa e ignora cam-bios globales (económicos, sociales, políticos, etc.)en la situación de los actores.

Finalmente, por la ausencia de consideracióndel impacto de las acciones de las OECAs sobrela dinámica de la globalidad de los objetivos yestrategias de los actores campesinos directamentee indirectamente31 ligados a ellas, nos es imposi-ble evaluar qué aceptación tienen las OECAs porparte de sus socios.

31 Campesinos presentes en comunidades donde intervienen las OECAs.

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A MANERA DE CONCLUSIÓN: NUEVOSELEMENTOS A CONSIDERAR EN EL

ESTUDIO DE LAS OECAs

El análisis anterior revela que el estado actual deestudio sobre las OECAs no permite conocer lacapacidad de éstas para mejorar sostenible y au-tónomamente las condiciones económicas, deexistencia y la capacidad de negociación de susmiembros, ni su influencia en el cambio socialrural. Por lo tanto, resulta difícil identificar ac-ciones pertinentes que coadyuven al logro de losobjetivos y actividades propuestas por estas orga-nizaciones.

Varios factores explican esta situación. Se notauna ausencia de cuantificación de la rentabilidaddel funcionamiento de las OECAs, sobre todode sus costos (asistencia técnica y donaciones,depreciaciones, impuestos). Si bien el acceso a laplusvalía constituye uno de los factores de estruc-turación principales de las OECAs, creemos quecon las aproximaciones exclusivamente “econo-micistas”, actualmente utilizadas, no se puedeestudiar la capacidad de funcionamiento y demejoramiento de las condiciones de vida de losactores campesinos que agrupa.

La gran mayoría de los trabajos actuales ig-nora que existe una heterogeneidad de actoresinternos y externos ligados a las OECAs con ca-pacidad de acción sobre su funcionamiento y susresultados. Asimismo, gran parte de estos traba-jos desconoce que la modalidad de acción de losactores está guiada por estrategias y objetivos pro-pios, a menudo divergentes, que obedecen a re-presentaciones y disposiciones culturales hetero-géneas. La confrontación entre los diferentes ac-tores ligados a las OECAs, como también los cam-bios en el contexto de ellas, tienden a modificarestos elementos que determinan su comporta-miento social. Asimismo, esta confrontación per-mite la creación de acción colectiva sin que des-

aparezca la acción individual de los actores pre-sentes en las OECAs.

Por lo tanto, para entender la dinámica realde las relaciones sociales presentes en las OECAsy en las comunidades donde intervienen, es ne-cesario entender las expectativas y modalidadesde comportamiento de los actores presentes eneste tipo de organizaciones. Por sus actividades,las OECAs tienen impacto de múltiple dimen-sión sobre los actores ligados a ellas. Por lo tanto,es también necesario explicar las dinámicas so-ciales de las OECAs evaluando el impacto queproducen a nivel de los actores campesinos queasocia y de las comunidades donde actúan. Con-siderando las diferentes dimensiones de las estra-tegias de los campesinos y de las relaciones exis-tentes entre éstos y otros actores, el impacto nodebe ser únicamente medido desde un ánguloeconómico, puesto que toda intervención técni-ca o mercante supone un cambio en las relacio-nes sociales de las comunidades y organizacio-nes.

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Mariano Fuentes Lira. Estudio 3

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SECCIÓN IV

HACIA POLÍTICAS PÚBLICAS

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Participación, políticas públicas y democracia1

José Carlos Campero Núñez del Prado2

La apatía de la sociedad para participar en los proce-sos políticos de toma de decisiones ha motivado estetrabajo que hace un recorrido crítico por las diferentesmetodológicas diseñadas para generar una mayorparticipación ciudadana, y muestra las potencialida-des, condicionantes y limitantes de posibles nuevas po-líticas públicas.

INTRODUCCIÓN

La evolución económica, social y política en estamitad de siglo se ha visto fuertemente aceleradapor los procesos de globalización e internaciona-lización lo que ha dado como resultado nuevastensiones entre y dentro los países. Los procesosde continentalización, en los que muchos paísesse han involucrado, han creado nuevos ámbitosde representación en los cuales se desarrollan eldebate público y la toma de decisiones con elconsecuente impacto en el ámbito supranacio-nal, nacional y local.

Este nuevo y complejo marco de relacionesintergubernamentales a diversos niveles y com-plejidades nos plantea una realidad en la que la

vida, la participación y las decisiones políticas seencuentran cada vez más alejadas del ciudadanocomún. Éste encuentra como único espacio departicipación la contienda electoral que no tieneotro fin que el de determinar quién será el queejerza el poder. Pareciera que, como afirma Subi-rats, “…se nos ha ido muriendo en el camino lademocracia de debate, de deliberación” con el con-secuente resultado de la pérdida de legitimidaden las decisiones de los poderes públicos “...de losque si bien nadie discute su representatividad, sí sediscute su falta de sensibilidad para contar con lasopiniones de los afectados en los temas de conflicto”(Subirats, 1996).

Esto nos presenta una dicotomía aún mayorcuando analizamos la clase de ciudadanía con la

1 El presente trabajo representa sólo una parte del documento del mismo nombre presentado, el año 2000 al XIV Concurso deEnsayos y Monografías sobre Reforma del Estado y Modernización de la Administración Pública: “Administración Pública yCiudadanía” del Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo-CLAD, donde obtuvo la certificación de “Men-ción Honorífica”.

2 Candidato Doctoral en Gobierno y Administración Pública, Máster en Gestión y Políticas Públicas, Licenciado en Economía,Director de Liderazgo para el Desarrollo y Profesor de Maestrías para el Desarrollo de la Universidad Católica Boliviana. E-mail:[email protected]

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que contamos hoy y descubrimos que, a diferen-cia del pasado reciente, tiene un nivel de instruc-ción e información muy altos3, está organizada entorno a problemas de carácter general o personalque le interesan y, además, está dispuesta a utilizarun variado menú de acciones políticas no conven-cionales para ejercer presión sobre los tomadoresde decisiones (Vallés, 1997). Es decir, que cuandomás preparada se encuentra la población para par-ticipar del debate y la toma de decisiones políticas,más alejada está de las diversas arenas públicas don-de se llevan a cabo estos procesos.

Esta situación ha motivado una postura am-bivalente en la población, pues si bien expresa supreferencia por el esquema político democráticosobre cualquier otra opción existente, lo hace deuna forma marcadamente crítica y escéptica entorno a su funcionamiento actual. El resultadoha sido el debilitamiento del modelo democráti-co clásico de participación a través de interme-diarios como los partidos políticos u otras orga-nizaciones, porque éstos han degenerado en es-tructuras excesivamente jerárquicas y burocráti-cas que no han podido adaptarse a la singulari-dad de los intereses específicos de la población(Catalunya Segle XXI, 1999).

La búsqueda de una solución a esta realidadha surgido, casi en la totalidad de los países de-mocráticos, de la mano de la “participación” dela sociedad, asumida como condición necesaria ysuficiente para re-democratizar las democraciasen los países desarrollados, y para consolidar lademocracia en los en vías de desarrollo.

A diferencia de las décadas pasadas, en las quese percibía que la eficacia gubernamental estabadirectamente relacionada con la centralización dela toma de decisiones y, por lo tanto, que la par-ticipación era un obstáculo, hoy se tiene la im-

presión de que es una variable que potencia ellogro de esa eficacia, y que la eficacia en el accio-nar gubernamental tiene conexión directa con ladescentralización de sus funciones a niveles degobierno menores y con mayor autonomía.

Esta nueva percepción ha llevado a varios paí-ses latinoamericanos a implementar políticas parala apertura, transparencia y el acercamiento delas acciones gubernamentales a la ciudadanía. Sehan desarrollado y aprobado políticas de descen-tralización administrativa o política que, en al-gunos casos, se han visto acompañadas de otrasque aluden específicamente a los procesos de par-ticipación social necesarios para impulsar y con-solidar la democracia.

Los objetivos detrás de estas políticas aludena dos metas claras: la primera relacionada con elGobierno y con el logro de mayores niveles deeficacia de las políticas y, la segunda, en corres-pondencia con la ciudadanía y el logro de unamejor y más fluida relación Estado-sociedad.

El presente trabajo trata de mostrar que ade-más de la percepción generalizada de que la par-ticipación de la sociedad es una condición nece-saria para la profundización de la democracia, éstadebe ser considerada e institucionalizada comoparte integrante de cada una de las etapas del pro-ceso de las políticas públicas para generar mayoreficacia y legitimidad en las acciones gubernamen-tales, logrando, de esta manera, reafirmar, en elmediano y largo plazo, la importancia del con-junto de instituciones que son los pilares del sis-tema político democrático.

En este sentido, primero realizaremos una re-visión de las etapas del proceso de políticas quenos permitan identificar claramente sus caracte-rísticas eminentemente políticas. En segundo lu-gar, analizaremos algunas de las diversas metodo-

3 El acceso a la educación universal, la incorporación de la mujer a la vida laboral, la difusión de la información por todo tipo demedios son algunas de las causas por las que la generación actual se encuentra en una posición privilegiada en comparación conla de sus inmediatos antecesores y totalmente radical en comparación a la generación de sus abuelos.

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logías que se han desarrollado para fomentar unamayor participación ciudadana. Identificaremoslas etapas del proceso de políticas en las que secentran, así como los potenciales problemas desu aplicación.

1. LAS ETAPAS DEL PROCESO DE POLÍTICAS

No podemos decir que entre los teóricos de laspolíticas públicas exista un acuerdo tácito paraaceptar un único concepto que pueda explicartodas las características que éstas engloban o elnúmero de etapas o pasos secuenciales de las quese componen. En este sentido, y de acuerdo conlos objetivos del presente trabajo, nos basaremosen las etapas del proceso de las políticas plantea-das por Charles O. Jones: identificación de unproblema y agendación, la formulación de solu-ciones, la puesta en marcha del programa y laevaluación de la acción (Jones, 1984).

IDENTIFICACIÓN DE PROBLEMASPÚBLICOS4 Y AGENDACIÓN

No todos los problemas son públicos, no todoslos problemas públicos se constituyen en deman-das sociales y no todas las demandas sociales sontratadas por el gobierno. Por esta razón quizá éstasea la etapa más importante en el proceso de po-líticas, ya que determina el éxito o fracaso de unproblema público para convertirse en políticapública y obtener alguna solución. Si esta etapafracasa no hay siguientes.

La fase de identificación de un problema seconcreta en la elaboración de una agenda guber-namental que queda integrada por cinco concep-tos claves: la percepción de los sucesos; la defini-

ción de un problema; la agregación de intereses;la organización de las demandas; y, la representa-ción y acceso ante las autoridades públicas.

Podemos definir la percepción como simple-mente el acto de recibir y registrar un evento através de la vista, el oído, el tacto o el olfato. Laforma en cómo se haya percibido es muy impor-tante para el proceso de políticas porque condi-ciona la definición del problema. La definiciónes, por tanto, el proceso mediante el cual conver-timos una percepción en un problema.

No todos los problemas son percibidos comopúblicos. Para algunos existe un problema y paraotros es más bien un beneficio; por otro lado, lasociedad normalmente trata de encontrar solu-ciones a los problemas con los que se enfrenta,pero sólo si es que esto es insuficiente se tiene laimpresión de estar frente a un problema de ca-rácter público. Asimismo, para que el problemase perciba de forma clara, se intente definirlo ygenere agregación de intereses, es necesario quela población que percibe ese problema públicosea mayoritaria respecto a aquellos que lo perci-ben como un beneficio.

La agregación de intereses y la organizaciónde las demandas son factores muy importantespues afectan el proceso de las políticas y sus re-sultados. Cuanto mayor sea el número de perso-nas que perciben y definen un mismo problema,mayor será el grado de agregación social en tornoal mismo y mayor la capacidad de organizaciónde una demanda social que pretenda obtener so-luciones al problema.

El proceso de representación es aquel quepuede constituir un vínculo entre las personas,sus problemas y el gobierno; porque no siemprelas percepciones del representado y del represen-tante sobre un mismo problema son similares, lo

4 Entenderemos como problema público a todas aquellas consecuencias, provenientes de actos humanos, que tienen efectos directossobre terceras personas y no sobre aquellas directamente involucradas. Para John Dewey (1927), ésta es la idea básica en la que seencuentra la diferencia entre problemas públicos y privados.

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que a veces conduce a que las políticas que plan-tea este último no reflejen soluciones a los pro-blemas que el representado define.

El proceso de agendación presenta una mayorcomplejidad por lo que es necesario realizar su aná-lisis de forma separada en el siguiente apartado.

Agendación

La formación de la agenda puede entendersecomo el proceso mediante el cual ciertos proble-mas o cuestiones llegan a llamar la atención seriay permanente del gobierno como posibles asun-tos de política pública.

De acuerdo con Cobb y Elder (1972), el pro-ceso de agendación se da ante la existencia de dostipos diferentes de agenda: la sistémica y la insti-tucional.

La agenda sistémica tiende a estar integradapor problemas de carácter abstracto, general yglobal —áreas de problema— y con identifica-ción masiva de la población precisamente por for-mulación genérica —contaminación, pobreza, se-guridad nacional—. La agenda institucional tien-

de a ser más específica, acotada y concreta, iden-tificando y definiendo problemas precisos comola tuberculosis, el narcotráfico o la distribuciónde la tierra (Cobb y Elder, 1972).

El proceso de agendación puede entendersecomo determinado por tres tipos de procesos con-dicionantes: participación, incorporación en laagenda institucional y mantenimiento en ella.

• Participación: Trabajar en la agendación enun contexto democrático supone la interrela-ción de grupos activos —organizados, estruc-turados, liderados, apoyados y con recursospolíticos5 — y legítimos identificando proble-mas y negociando las posibles soluciones1984)” (Jones, 1984). Debido a que los pro-blemas públicos devienen de una construc-ción social, quien participa en su formaciónpuede ser un factor importante y decisivo taly como lo habíamos planteado anteriormen-te. No todos los grupos sociales cuentan conla misma capacidad de organización ni con lamisma dotación de recursos y grado de pro-fesionalización6 , por lo tanto existen claras

5 Cuando nos referimos a los recursos “políticos” de los grupos de presión y siguiendo a Dahl, estamos hablando de factores comola riqueza, el ingreso, el conocimiento, acceso a tecnología, popularidad, control sobre las comunicaciones o el control sobre elcomando de las fuerzas armadas, entre otros. Estos recursos políticos se encuentran desigualmente distribuidos entre otras causaspor el grado de especialización; diferentes dotaciones de recursos heredados; diferencias biológicas, sociales y de experiencia e,incentivos y motivaciones. Asimismo, debemos estar conscientes que el nivel de recursos con los que pueda contar un grupo depresión no es el equivalente a la influencia política que pueda llegar a lograr; ésta puede variar dependiendo de la mayor o menorcantidad de recursos utilizados para lograr algún objetivo o por la mayor o menor habilidad y eficacia con que se utilicen éstos.Dahl, Robert, 1970.

6 La profesionalización de las políticas es un fenómeno de lo que Walker llamó “comunidades de profesionales de las políticas” yque se caracterizan por sus conocimientos especializados y el papel clave que juegan en la definición de las políticas. Conformese amplía el interés del público en el problema, la influencia de los especialistas tiende a disminuir, mientras que cuando se tratade problemas de baja visibilidad y que requieren de conocimientos especializados, los profesionistas llegan al apogeo en suinfluencia. Pueden actuar para balancear y minimizar los sesgos introducidos por otros grupos, pero a su vez también inducen suspropios puntos de vista. Debido a su participación, los términos utilizados en los debates tienden hacia un lenguaje cada vez mástécnico y esotérico, creando así barreras en contra de la participación popular y haciendo que el proceso y sus resultados seanmenos inteligibles para el público en general. Jack Walker, “The Diffusion of Knowledge and Policy Change: Toward a Theoryof Agenda Setting”, trabajo enviado al Annual Meeting of The American Political Science Association, agosto 29, septiembre 2,Chicago, 1974. Otros libros de interés pueden ser: Daniel Moynihan, “Professionalization of Reform”, Public Interest, Fall,1965. Hugh Heclo, “Issue Networks and the Executive Stablishment” en Anthony King (ed.), The New American PoliticalSistems. Washington D.C.: American Enterprise Institute, 1978.

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diferencias de influencia entre unos y otrosgrupos (Gusfield, 1981).

• Incorporación en la agenda institucional: Lasrutas que siguen los problemas para ser agen-dados son muy variadas y nunca se puede es-tar seguro del éxito. La posibilidad de incor-porar un problema en la agenda depende devarios factores como el alcance social del pro-blema, que determina el grado de apoyo quese puede recibir. Si el alcance del problemasupone llegar a un gran número de personas—inflación, cortes de servicios básicos, entreotros— se obtiene mayor atención y apoyo.La relevancia e importancia del problema de-termina, asimismo, el grado de atención y apo-yo que se puede lograr sobre un problema. Laexistencia de un amplio acuerdo sobre la defi-nición del problema que le otorgue credibili-dad y aceptación política, así como la existen-cia de una solución de fácil comprensión y apli-cación permitirá atender el problema rápida-mente y dejar espacio para la incorporación deotro problema en la agenda. Finalmente, exis-ten otros factores de carácter coyuntural o “ven-tana de oportunidad” que pueden ser de algu-na forma utilizados para obtener ventajas quepermitan la incorporación de los problemas enla agenda: crisis, elecciones, cambios de perso-nas en puestos claves, composición política delcongreso, cambio de administración (Kingdon,1984).

• Mantenimiento en la agenda: Una vez incor-porado el problema en la agenda se deben to-mar medidas para mantenerlo dentro de ellay convencer a los tomadores de decisiones paraque se den acciones continuas destinadas asolucionar el problema. A medida que la agen-da institucional crece es más difícil la incor-poración de nuevos problemas como tambiénel mantenimiento de los ya incorporados. Asícomo las ventanas de oportunidad y otros fac-

tores ayudan a algunos problemas a llegar a laagenda, también causan que otros la abando-nen, cumpliendo lo que se ha denominado“ciclo de atención a las cuestiones (issues)” yque explica que la atención pública constan-temente varíe su mirada y su apoyo a un sin-número de problemas.

Finalmente, estos factores condicionantes queacabamos de revisar pueden ser distorsionados oreacomodados y todas las coyunturas modifica-das de acuerdo a la actitud que asuma el gobier-no respecto a su papel en el proceso deagendación.

• Dejar que suceda (Let it happen): El gobiernoasume un rol pasivo en el proceso de agenda-ción manteniendo abiertos los canales de ac-ceso y comunicación para que los grupos so-ciales afectados se dejen oír, pero no trata deayudarlos a definir los problemas y organizar-se o a asumir el rol de definir el problema yestablecer las prioridades. Esta actitud generaun sistema altamente preferencial, pues sim-plemente ignora la distribución inequitativa delos recursos entre los grupos sociales y, por lotanto, favorece a aquellos que cuentan con ellosen detrimento de los que no tienen tal suerte.

• Fomentar que suceda (Encourage it to hap-pen): El gobierno asiste a las personas o gru-pos en el proceso de definición de los proble-mas a través de la equiparación de recursos ypreparación de las personas, más que definien-do y estructurando los problemas. En estecaso, la actitud del gobierno puede ser consi-derada como arbitraria porque es el que de-termina qué grupos o personas deben recibirayuda. Existe la posibilidad de que al orien-tar la ayuda a ciertos grupos, el gobierno estécumpliendo algunos objetivos propios deconstrucción de agenda.

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Mariano Fuentes Lira. Palacete de los marqueses de Caso (hoy Museo Nacional de Arte)

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• Hacer que suceda (Make it happen): En estecaso, el rol del gobierno es muy activo en lastareas orientadas a la definición de los pro-blemas y objetivos que buscan lograr los gru-pos sociales. Los hacedores de políticas noesperan a que el sistema funcione por sí mis-mo; por el contrario, dirigen las operacionespara definir problemas y señalar prioridadesanalizando los eventos sociales por sus efec-tos y estableciendo la agenda de acción gu-bernamental. Este rol gubernamental presentados claros inconvenientes: por un lado, su-pone una excesiva carga de trabajo para el go-bierno, pues las tareas de juzgar las consecuen-cias y establecer prioridades en una sociedadcompleja son, a su vez, complicadas; en se-gundo lugar, este tipo de rol protagonista cues-tiona los principios democráticos del propiogobierno.

FORMULACIÓN

Ha sido identificada normalmente como aquellaen que se toman las decisiones de políticas den-tro del gobierno de una forma cuasi obscura, muypoco transparente y que no es visible a los ciuda-danos. Sin embargo, implica mucho más que esto,implica una serie de actividades más o menos re-lacionadas en un proceso que se compone de

muchas y diversas decisiones de lo muchos acto-res participantes gubernamentales7 y extraguber-namentales8 , que en sus diversas interacciones hanpreparado y condicionado la decisión central(Aguilar Villanueva, 1996b).

Las aproximaciones utilizadas para la realiza-ción de propuestas de políticas pueden variar deacuerdo a la experiencia del formulador, el esta-tus o la importancia del asunto para el gobierno;pero en general pueden ser de tres tipos o unacombinación de los mismos.

• Formulación rutinaria: Es repetitiva y sincambios esenciales en el proceso de(re)formulación dentro del área de un asuntoque está bien establecido en la agenda guber-namental.

• Formulación análoga: Tratamiento de nue-vos problemas a través del análisis de lo quese hizo y se desarrolló ante problemas simila-res en el pasado o en otros países –buscandoanalogías.

• Formulación creativa: Tratamiento de proble-mas nuevos o ya existentes a través de pro-puestas novedosas y sin precedentes y que re-presentan, de algún modo, una ruptura conlas políticas del pasado.

Asimismo, debe tenerse en cuenta que ade-

7 Si bien dependemos de la forma de gobierno existente en cada país, podemos determinar que, en la mayoría de los casos, losactores gubernamentales que se encuentran inmersos dentro del proceso de formulación de políticas pueden ser la presidencia, elcongreso, el poder ejecutivo, el gabinete presidencial, las agencias, los gobiernos locales y estatales, las universidades, las organi-zaciones de investigación privadas o no gubernamentales, el primer ministro y su cuerpo de ministros, etc.

8 Ya lo planteaba claramente Roger Davidson cuando establecía que “… nada es más natural para los intereses personales ogrupales que asociarse sobre o alrededor de aquellas agencias gubernamentales cuyas decisiones les afectan directamente…” enRoger Davidson, “Breaking up those ‘Cozy Triangles’: an impossible dream?”, Legislative Reform and Public Policy, Ed. SusanWelch & John G. Peters, New York, Praeger, 1977. Como vemos ya en la década de los setenta se habían identificado claramentelas relaciones existentes entre los grupos de presión social y las agencias gubernametales; hoy podemos encontrar una cantidad yvariedad mucho mayor de grupos de presión que se encuentran mucho más organizados, con mayores recursos que en el pasadoy con mayor poder para influenciar las decisiones gubernamentales. Entre otros, podemos citar a las redes de asuntos, las redes depolíticas, los thinktanks, agrupaciones cívicas, asociaciones sociales —ancianos, gays—, minorías raciales, religiosas, etc. queejercen influencia importante cuando los temas de políticas que se encuentran en discusión de alguna forma les afectan.

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más de la aproximación a ser utilizada para for-mular una política, el proceso mismo está com-puesto o determinado por dos conjuntos de ac-ciones distintas. Primero, una acción guberna-mental que de alguna forma determina ciertas lí-neas y patrones de acción; y segundo, un conjun-to de actores extragubernamentales de variadasorientaciones políticas. Éstos pueden ir desdeaquellos que ejercen presión para salvaguardar susintereses actuales, pasando por la de los posiblesclientes y beneficiarios de la política, hasta aque-llos que presionan para modificar el statu quo yobtener mayores beneficios. La formulación esun proceso y como tal no está definido a priori;se estructura de acuerdo a las interacciones entrelos actores, hasta concluir en una política quecuente con el apoyo mayoritario para luego serimplementada. Por consiguiente, el proceso deformulación está compuesto básicamente por dospartes en constante interacción: la “planeaciónracional” llevada a cabo por el gobierno y las“reacciones subjetivas” de los grupos de presióndentro o fuera del gobierno.

Planeación racional

Este proceso de planeación racional implica másque todo al gobierno e incorpora, al menos, ladefinición de los siguientes aspectos:

• Número de problemas a ser tratados: debeexistir claridad en cuanto si la propuesta depolítica está dirigida a solucionar todos losproblemas de un área problemática específi-ca, un grupo de problemas o un solo proble-ma.

• Extensión del análisis: asimismo, se debe tomarconciencia de los aspectos del o los problemasque se tratarán. Si se abordarán en su totalidado sólo en algunos aspectos específicos.

• Efectos estimados: deben responderse a pre-

guntas en torno a si se han calculado los posi-bles efectos de la propuesta de política sobreel problema específico al que se quiere darrespuesta o sobre otros problemas y progra-mas.

Como hemos visto con anterioridad, estasdefiniciones se irán concretando como resulta-do del proceso de formulación y podrán mante-ner el espíritu inicial impuesto por el gobiernoo haber cambiado para adaptarse al juego depoder inmerso en este proceso. De ahí la im-portancia de tratar, aunque de forma acotada,los tipos de relaciones políticas que se producendentro de él.

Reacciones subjetivas

Ya en 1964, Lowi establecía que las relaciones so-ciales se constituían por las expectativas recípro-cas; aludía a que la mayoría de las relaciones po-líticas están determinadas por las expectativasexistentes en torno a los “productos gubernamen-tales o políticas”. Es decir, que las actividades po-líticas se desarrollan y orientan alrededor del pro-ceso de las políticas en función a los beneficios yventajas que cada grupo de presión intervinientepretende obtener de las acciones gubernamenta-les dirigidas a resolver cuestiones sociales (Lowi,1964). Esto supone que a mayores beneficiosmayores serán los recursos que los grupos de pre-sión inviertan. Consecuentemente, el diseño ydesarrollo de las políticas no son solamente untranquilo y neutro espacio jurídico o administra-tivo sino, también, una arena política en la queconvergen, luchan y conciertan las fuerzas políti-cas (Aguilar Villanueva, 1996c).

Más interesado por la influencia que ejercenlos grupos de presión dentro de la propia admi-nistración —y como esto condiciona la accióngubernamental—, Allison desarrolló tres mode-

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los explicativos de la acción gubernamental. Elmodelo de “política o actor racional” plantea elcurso de la política como el desarrollo y resulta-do de una elección racional que considera a deci-sores y operadores de la política como actores quese comportan racionalmente, maximizando va-lores y minimizando costos luego de haber exa-minado toda la información existente y con ellaconstruido la mayor cantidad de opciones rele-vantes. El modelo del “proceso administrativo”plantea el curso de la política como un productoorganizacional; es decir, responde a las pautas decomportamiento y decisión —redes de informa-ción propia, jerarquías establecidas, funciones ytecnologías, repertorios de respuestas y manualesde funciones— de las organizaciones públicas in-tervinientes en el proceso de las políticas. El mo-delo de “política burocrática” ve a la política comoun resultado político: un juego de fuerzas entregrupos con intereses propios —agencias, minis-terios, reparticiones, etc.—, con victorias y de-rrotas, donde la política es el vector resultante deenfrentamientos y compromisos, competicionesy coaliciones, conflictos y transacciones conve-nientes (Allison, 1996).

El proceso de formulación tiene como etapafinal aquella que legitima la política, que incor-pora las nociones de autoridad, consenso, obli-gación, apoyo, etc.; es decir, que la legitimidadse establece cuando la propuesta de política esaceptada, convertida en norma legal y apoyadacon los recursos necesarios para su puesta enmarcha.

IMPLEMENTACIÓN

El significado literal de la implementación es elde “llevar a cabo el trabajo”, y si bien a simplevista parece una cuestión no muy complicada, esla etapa más compleja del proceso de las políticastal y como Bardach plantea:

Es sumamente difícil diseñar políticaspúblicas y programas que luzcan bien en elpapel; es más difícil aún formularlas enpalabras y eslóganes que suenen agradablesa los oídos de los líderes políticos y loselectores de los cuales son responsables; y, esinmensamente más difícil implementarlasde una forma que complazca a todos,incluyendo a los supuestos beneficiarios yclientes (Bardach, 1977).

La política en el momento en que se echa aandar, desata muchas oportunidades y expectati-vas, poderes e intereses en juego, cargas de traba-jo y responsabilidades, operaciones y decisiones.La implementación se convierte, entonces, en unproceso muy complejo, elusivo y conflictivo quevuelve casi imposible el encontrar una fórmulade coordinación que integre las diferencias y con-figure una acción colectiva armónica y efectiva.

Más allá del diseño de la política se encuen-tra su puesta en marcha, y más allá del presidenteo primer ministro y de la legislatura se detectauna compleja red de organizaciones públicas, pri-vadas y mixtas, con intereses y hábitos, que seencarga de transformar las decisiones en hechosefectivos. Importantes consideraciones pertinen-tes y decisivas en el destino de las políticas públi-cas si han de llegar a ser efectivamente políticas,componentes de la historia social real y no sim-plemente un discurso de gobierno o escritos deleyes (Aguilar Villanueva, 1996a).

Muchas políticas fracasan. Esto no quieredecir que la implementación sea la etapa que de-termina el fracaso de una política; solamente sepretende dejar claro que si hay algún punto con-flictivo en el que la política puede fracasar lamayor parte de las veces es en el de la implemen-tación.

Dos son los factores principales que determi-nan el fracaso de las políticas en esta etapa:

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• Multiplicidad de participantes y expectativas:diferentes individuos y organizaciones, guber-namentales y civiles intervienen por las másdiferentes razones e intereses, e intervienencon diversas actitudes y grados de compro-miso. El resultado de esta variada participa-ción es pormenorizar objetivos, recursos y pro-cedimientos, y adaptarlos a circunstancias yoperadores. Esta multiplicidad de especifica-ciones, aunque no se encuentre fuera delmarco global de aplicación de la política, ge-nera conflictos, malos entendidos, confusio-nes o retrasos que pueden ser factores aniqui-ladores de la política.

• Multiplicidad de decisiones y puntos claros:cada vez que se requiere un acuerdo entre losactores participantes para que la política pue-da seguir adelante tenemos un “punto de de-cisión”; y dentro de cada uno de estos puntosexisten varios “claros” o aprobaciones parti-culares de parte de actores que tienen el po-der o la capacidad de vetar la forma, el conte-nido o el tiempo de la decisión cooperativainicial.

Finalmente, podríamos establecer que laimplementación es algo así como un set o grupode actividades dirigidas a poner un plan o pro-grama en práctica; “…el proceso de interacción entreel establecimiento de objetivos y las acciones engra-nadas para lograrlos”; por lo tanto, un procesoimposible de ser contenido y delimitado, unaamplia “…red sin costura” pero en continuo pro-ceso de ser tejida. En resumen, “…la habilidad[que deben desarrollar los responsables de laimplementación de la política] para forjar [día adía] los subsiguientes vínculos en la cadena causal,conectando acciones y objetivos [con el fin de hacerefectiva la aplicación de la política y lograr el cum-plimiento de los resultados esperados]” (Jones,1984).

EVALUACIÓN

Es el proceso mediante el cual el gobierno y lasociedad civil pueden juzgar los méritos y efectosreales de los procesos o programas gubernamen-tales. Se ha convertido en el instrumento básicopara medir la efectividad de los programas, asícomo el instrumento estándar para determinarqué programas deben seguir implementándose ycuáles no ante eventuales políticas de recorte pre-supuestario o reducción del gasto corriente gu-bernamental (Jones 1984).

Se encuentra compuesto por cuatro subacti-vidades:

• Especificación: es la subactividad catalizado-ra del proceso de evaluación y la más impor-tante, pues en ella se procede a identificar losobjetivos y criterios a través de los cuales unproceso o programa gubernamental debe serevaluado.

• Medición: es la recolección de informaciónrelevante al objeto de evaluación; debe sermuy precisa —número de vehículos en cir-culación para determinar el uso de una carre-tera— o, por el contrario, de tipo impresio-nal o poco precisa —la visita a un centro desalud para comprobar las mejorías resultan-tes de la implementación de un nuevo pro-grama gubernamental.

• Análisis: es la absorción y tratamiento de lainformación recolectada en orden para obte-ner conclusiones; asimismo, esta etapa se ca-racteriza por la utilización de diversas meto-dologías, desde las científicamente rigurosashasta las impresionales y experimentales.

• Recomendación: es la determinación de quées lo que se debe hacer a continuación; esdecir, se debe decidir sobre si dejar que el pro-grama siga su curso sin interferencias, seguirrealizando la evaluación para obtener mayor

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información que permita tomar una decisiónposterior, realizar ajustes que serán mayoreso menores dependiendo de los resultados en-contrados en la evaluación, o terminar el pro-grama.

El proceso de evaluación ocurre en todos losniveles de gobierno y fuera del mismo; involucraa personas con diferente formación, experienciay aptitudes; pero, por sobre todo, los resultadosde la evaluación son eminentemente políticosaunque se hayan producido de forma científica.

La evaluación, de la misma manera que lasrestantes etapas del proceso de las políticas, es unproceso político. En primer lugar, alguien decideque ésta debe llevarse a cabo, dónde debe reali-zarse y qué recursos se podrán a disposición delproceso para su aplicación y los métodos a serutilizados. En segundo lugar, al decir llevarla acabo se decide la existencia de ganadores y perde-dores, incluso antes de que el proceso de evalua-ción se lleve a cabo o los resultados salgan a la luzpública (Jones, 1984). En tercer lugar, la posibleterminación de un programa como resultado deuna evaluación, pone en movimiento otrosandamiajes dentro y fuera del gobierno quedesatan la competencia por los posibles recursosa ser liberados (Wildavsky, 1980).

Simultáneamente, el proceso de evaluaciónpuede ser usado como una forma de conseguirlegitimidad para un programa; es decir, que a tra-vés de la evaluación es posible mostrar cumpli-miento de objetivos y metas, y, así, lograr reco-nocimiento público y publicidad que permitanobtener mayores recursos presupuestarios y polí-ticos.

Sin embargo, cuando es aplicada a los pro-gramas sociales la evaluación se torna particular-mente complicada debido a que éstos se caracte-rizan por no contar con una definición rigurosade objetivos y metas, o por ser susceptibles de

cambiar con el tiempo. Asimismo, es importantenotar que algunos programas sociales presentanresultados fácilmente cuantificables frente a otrosde difícil cuantificación como: cohesión social,aprendizaje democrático, solidaridad, capacidadde organización, entre otros, que entorpecen laobtención de resultados claros para que el eva-luador tome una decisión.

Frecuentemente, las evaluaciones de políti-cas gubernamentales más dramáticas son aque-llas que provienen de fuera del gobierno; es de-cir, de los grupos de presión social que siemprese encuentran en posición de alerta con las polí-ticas que pueden afectarlos directa o indirecta-mente. Las políticas dentro de un sistema polí-tico democrático, cuenten o no con factores eva-luativos, encontrarán eco en las personas queejercen su derecho de libertad de expresión; y, asu vez, este fenómeno de forma agregada se con-vierte en la base para acciones evaluativas quepueden verse representadas en ámbitos tan va-riados como las elecciones de los cargos electosgubernamentales hasta las acciones organizadascapaces de influir en decisiones políticas futu-ras.

MODELOS DE PARTICIPACIÓN

Como se ha determinado, el policy process se en-cuentra muy distante de estar alejado de la ciu-dadanía y de los múltiples intereses que ésta re-presenta. Puede ser definido como un procesoaltamente politizado del que dimana una serie depolíticas totalmente diferentes a las que hubiesendesarrollado agencias gubernamentales autóno-mas y aisladas de cualquier interferencia admi-nistrativa, política o social. La importancia de estarealidad demanda que estas políticas sean estu-diadas conjuntamente con los procesos de parti-cipación ciudadana impulsados en las últimasdécadas en diversos países, lo cual permitiría es-

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Mariano Fuentes Lira. Residencia de los marqueses de Villaverde (hoy Museo Nacional de Etnografía y Folklore)

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tablecer relaciones causales resultantes de ambosprocesos.

No intentamos establecer como ejemplo deun modelo de participación actos en los que re-presentantes explican sus programas o propues-tas a un grupo de ciudadanos que permanecenpasivos y donde la situación de ambas partes ter-mina siendo frustrante, pues este tipo de reunio-nes es básicamente informativo y no existe bila-teralidad comunicativa. Por el contrario, trata-mos de ilustrar metodologías innovativas que sehan desarrollado con el objeto de establecer unarelación que combine información, deliberacióny capacidad de intervención de los ciudadanosen los procesos decisionales, sabiendo de ante-mano que se tratan problemas públicos que notienen una solución clara, única o ideal (Subi-rats, 1996).

En este sentido, son variados los modelos departicipación ciudadana que se han ofrecidocomo recetas para paliar, de alguna manera, ladeslegitimación del sistema democrático y pro-mover el debate y la deliberación sobre proble-mas públicos o la toma de decisiones de formadirecta.

DEBATE Y DELIBERACIÓN

Si bien no cubrimos todos los tipos de experien-cias que se han llevado a cabo en muchos países,citaremos aquellos a los cuales se ha prestadomayor atención en la literatura contemporánea:

• Consejos ciudadanos o Núcleos de interven-ción participativa (NIP): son una técnica parala intervención de los ciudadanos en los pro-cesos de toma de decisiones públicas. Tratande integrar y recoger lo mejor de mecanismostan dispares como asambleas, jurados, conse-jos consultivos y encuestas de opinión, paraofrecer otra posibilidad de que las voces de

los ciudadanos se escuchen en el proceso detoma de decisiones públicas. Se constituyenpor grupos de 25 a 30 personas elegidas alazar que, tras un proceso de información plu-ral y de deliberación colectiva, emiten un dic-tamen sobre un problema colectivo que exigeuna respuesta pública. Al final del periodo deanálisis —entre 3 y 5 días—, se pasa un cues-tionario en el que cada uno de los miembrostrata de reflejar la totalidad de los temas tra-tados a lo largo de las sesiones y que permiteelaborar un informe descriptivo de los resul-tados con la ayuda de un grupo asesor y conla aprobación de una comisión de los partici-pantes. Finalmente, si bien el informe recogelas preferencias de los ciudadanos, éste no tie-ne carácter vinculante y la capacidad legal dedecidir sobre el problema pertenece a los re-presentantes políticos electos (Font, 1996).

• Encuestas deliberativas (Deliverative Opi-nion Polls): se trata de un mecanismo desa-rrollado de forma experimental para la elec-ción de candidatos presidenciales en Esta-dos Unidos de Norteamérica o en discusio-nes públicas sobre ley y orden en Gran Bre-taña. Reúne una muestra de población vo-tante a la cual se informa detalladamentesobre algún problema público planteado yposteriormente se le pide una opinión me-diante una encuesta. Es un proceso que di-fiere de los métodos de encuestas tradicio-nales porque antes de pedir alguna opinióninforma a los encuestados. El número depersonas es mucho mayor que en el casoanterior, por lo que la profundidad con laque se trata el tema es menor y quedan lasdudas sobre el posible sesgo que puede pro-ducirse en la selección de la información ode los informantes (Fishkin, 1995).

• Conferencias de consenso: buscan conocer laopinión informada de la gente común sobre

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algún tema rodeado de cierta polémica, e in-tentan confrontar las lógicas técnicas o cien-tíficas y las derivadas de la defensa de intere-ses con la opinión de la ciudadanía en gene-ral o parte de ella. Este es un proceso en elcual interactúan las partes en conflicto y lapoblación que, por algún motivo, se sienteafectada por cualquiera que sea la decisión quese vaya a adoptar, realizándose una confron-tación técnica y científica que a veces escapade la comprensión de la mayoría de los parti-cipantes. La participación de las personas nose produce de forma aleatoria, sino que se haceun llamamiento a todas aquellas personas quepor alguna razón se sientan interesadas en eltema para que participen (Stewart, 1996).

• Grupos de mediación: buscan encontrar so-luciones a conflictos existentes, por lo que secaracteriza por contar con ambas partes enconflicto para que las decisiones que se adop-ten, finalmente, cuenten con la legitimidadde los interesados y de los grupos afectados.Esta forma de deliberación puede asemejarsemás a un arbitraje o mediación no obligato-ria, donde lo importante es que las dos partesen conflicto estén presentes, tengan la opor-tunidad de dialogar y se cree el clima necesa-rio para que ambas partes puedan conocer losdiferentes puntos de vista y las respectivasmotivaciones y finalmente plantear una sali-da factible al problema (Stewart, 1996).

Los cuatro modelos de participación antesexplicados tienen en común la intención de mez-clar aportaciones basadas en conocimientos téc-nicos y aquellas basadas en la defensa de interesessociales presentes, con las fundamentadas en elsentido común y las experiencias personales delos participantes. Se busca a través de la delibera-ción la formación en la población de una opi-nión responsable —informada de los pros y los

contras—, consciente de las consecuencias de lasalternativas en conflicto sin que ello implique,necesariamente, el llegar a una solución correctao que la solución planteada sea adoptada por lasautoridades.

TOMA DE DECISIONES DE FORMA DIRECTA

El referéndum es el método tradicional de estetipo de participación ciudadana en la que se to-man decisiones de forma directa. Actualmente sonmuy utilizados en países como Estados Unidos,Suiza y Gran Bretaña; y el avance tecnológico delas telecomunicaciones —internet, televisión porcable, televisión interactiva, etc.— le ha brinda-do nuevas y variadas potencialidades.

Entre los ejemplos más conocidos de la apli-cación de estas nuevas tecnologías figura la expe-riencia del estado de Ohio, en Estados Unidos,donde un sistema interactivo de televisión porcable permite a sus habitantes participar directa-mente a través de un sistema de cinco botones—multialternativos— en consultas puntuales. Lacrítica a estos nuevos sistemas advierte que pue-den convertirse en medios a través de los cualeslos grupos de intereses ejerzan influencia y ma-nipulación, mediante la movilización electrónicade sus afiliados o simpatizantes, directamentesobre los medios de comunicación y representan-tes políticos. Otro aspecto negativo es que no todala población tiene la posibilidad de acceso a latelevisión por cable, lo cual provoca una rigidezde acceso a la participación política (Subirats,1996).

Entre otros ejemplos menos intensivos en tec-nología, pero de mayor importancia y trascen-dencia, podemos citar los “presupuestos participa-tivos” en la ciudad de Porto Alegre, Estado de RíoGrande do Sul, en Brasil, donde los grupos so-ciales del municipio se reúnen en espacios pro-pios de discusión para debatir y priorizar las in-

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versiones municipales anuales (Moreno, 1999).Y por otro lado, la experiencia de “participaciónpopular” en 314 municipios de Bolivia, en loscuales las comunidades indígenas, pueblos indí-genas, comunidades campesinas y juntas vecina-les constituyen legalmente Organizaciones Terri-toriales de Base (OTBs) que cuentan con la po-testad legal de establecer espacios propios de dis-cusión de acuerdo a sus propias costumbres y re-glamentos para la identificación y priorización delos problemas sociales y su incorporación comoprogramas a ser implementados en el presupues-

to municipal, a través de programas de inversiónmixta —capital público o privado y mano de obralocal— y finalmente, evaluación del cumplimien-to de la ejecución presupuestaria con derecho aveto sobre la gestión municipal (Molina, 1997).

Utilizando la información de los Cuadros Nº1 y 2 podemos obtener una relación entre losmodelos de participación analizados, la etapa delproceso de políticas en la que pueden ser situa-dos o en la que, por sus características, se llevan acabo; y la importancia de esa participación en ellogro de los objetivos de políticas de cada etapa.

Cuadro 1Características de las etapas del proceso de las políticas

Identificación de Formulación Implementación Evaluaciónproblemas públicos

y AgendaciónParticipación de grupos de presión X X X xConflicto de intereses X X X xDeterminante del éxito ofracaso de la política X x X xAlto grado profesionalizacióndel proceso x X x XLogro de legitimidad X X X X

Fuente: Elaboración propia

X = alta relevancia; x = relevancia relativa

La participación de la ciudadanía de formaorganizada, los intereses representados por lamisma y la legitimidad que supone, presentanalta relevancia en la mayor parte del proceso de

políticas. Esto plantea una primera señal para laexistencia de una relación positiva entre la par-ticipación ciudadana y mejores políticas públi-cas.

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En suma, como podemos ver en el Cuadro 3,la mayoría de los modelos de participación quetienen por objetivo la generación de debate y dis-cusión se encuentra focalizado en las primeras tresetapas del proceso de políticas, pues no tiene capa-cidad para la toma de decisiones, sino capacidadde emitir juicios de valor que pueden ser o no con-siderados por los tomadores de decisiones. Mien-tras, los modelos de participación directa en la tomade decisiones gubernamentales tienen un impacto

a lo largo del proceso de las políticas. Asimismo,debe resaltarse la existencia e importancia de la par-ticipación en cada una de las etapas del proceso depolíticas como factor condicionante para que losproblemas públicos se consoliden como tales; seanincorporados en la agenda institucional; se adop-ten como políticas o programas públicos con apo-yo político y financiamiento; sean implementadosy; finalmente, se evalúe el verdadero impacto en lasolución de los problemas.

Cuadro 2Características de los modelos de participación ciudadana

Carácter Fomento de Formación Implica una Incrementovoluntario la discusión y de opinión toma de la legitimidad

en la deliberación durante el efectiva de de las decisionesparticipación proceso decisiones políticas

Consejos ciudadanos oNúcleos de intervenciónparticipativa (NIP) NO SI SI NO SIEncuestas deliberativas NO SI SI NO SIConferencias de consenso NO SI SI NO SIGrupos de mediación NO SI SI NO SIReferéndum SI/NO NO NO SI SIPresupuestos participativosy Participación popular SI SI SI SI SI

Fuente: Elaboración propia

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A MANERA DE CONCLUSIÓN

Nos hemos introducido al tema del presente tra-bajo a través del reconocimiento de una cada vezmás apática sociedad para participar en los pro-cesos políticos de toma de decisiones que afectande forma directa o indirecta a su vida. Apatía queno sólo se debe a la decisión de las personas deno participar, sino al cada vez mayor alejamientodel ciudadano de las arenas de discusión y tomade decisiones gubernamentales.

En una primera parte del trabajo hemos ana-lizado el proceso de las políticas a través del cualel sistema político da solución a los problemasque surgen del constante (re)acomodo de las va-riables en su interior; estableciendo las caracte-rísticas del proceso de políticas y, a la vez, deter-minando dos importantes factores: primero, quees un proceso eminentemente político en el queexisten perdedores y ganadores; y, segundo, es un

proceso altamente participativo compuesto de unsinnúmero de grupos de presión tanto del inte-rior como del exterior del gobierno que, en últi-ma instancia, determinan los resultados del pro-ceso.

En la segunda parte, hemos analizado las ca-racterísticas de algunas de las propuestas meto-dológicas diseñadas para generar mayores gradosde participación de la sociedad en el proceso depolíticas; y hemos podido determinar que éstastienen virtudes y deficiencias. Por una parte selogran los objetivos de participación social, aun-que para este fin se haya tenido que motivar a laspersonas con retribuciones financieras. Se gene-ran importantes discusiones que permiten am-pliar y profundizar el conocimiento de las perso-nas sobre algunos asuntos públicos, percibir laexistencia e importancia de otros puntos de vistay, finalmente, realizar la dificultosa tarea de plan-tear una posible solución al problema presenta-

Cuadro 3Modelos de participación ciudadana y su importancia en el proceso de las políticas

Proceso de las políticasModelos de Planteamiento Agendación Formulación y toma Implementación Evaluaciónparticipación del problema de decisiones y control

públicoConsejos ciudadanoso Núcleos deintervenciónparticipativa (NIP) SI SI/NO SI/NO NO NOEncuestas deliberativas SI SI/NO SI/NO NO NOConferencias de consenso SI SI/NO SI/NO NO NOGrupos de mediación NO NO SI NO NOReferéndum NO SI/NO SI NO NOPresupuestosparticipativos yParticipación popular SI SI SI SI/NO SI

Muy Alta Muy Alta Alta Media/Baja* Muy AltaGrado de importancia de la participación

Fuente: Elaboración propia

* Dependiendo el tipo de política o programa a ser implementado

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do. Por otro lado, estas metodologías participati-vas no son totalmente relevantes en la determi-nación del resultado final pues, en su mayoría,no son vinculantes a las decisiones de las autori-dades públicas.

El análisis conjunto del proceso de las políti-cas y las propuestas de participación ciudadananos permite vislumbrar una nueva generación depolíticas públicas con mayor participación ciu-dadana y, por lo tanto, con nuevas potencialida-des, condicionantes y limitantes:

POTENCIALIDADES

Primero, el posibilitar que las personas partici-pen en la identificación de sus problemas y apor-ten con su experiencia o exploren nuevas posi-bilidades de soluciones afecta directamente y deforma positiva a la efectividad de las políticasadoptadas para enfrentar dichos problemas. Ade-más, impulsa la generación y el mejoramientode habilidades de organización que no sólosirven para fines políticos, sociales, culturales,comunitarios, entre otros, sino, también, parael fortalecimiento de las organizacionescomunitarias.

Segundo, se debe fomentar la participaciónciudadana en la implementación de aquellos pro-yectos que lo permitan fomentando la apropia-ción ciudadana del proyecto (ownership) y el lo-gro de equidad y autoestima individual y colecti-va (Campero N. and Pérez 1997).

Tercero, la promoción de la participación entodas las etapas del proceso de las políticas gene-ra ventajas comparativas:

• Identificación de problemas y agendación: per-mite la detección de problemas reales y la po-sibilidad de definirlos y acotarlos de formatal que respondan a las necesidades reales dela población.

• Formulación: mayor legitimidad en la priori-zación de las necesidades y aportes en las difi-cultades y oportunidades originadas en la ex-periencia comunitaria.

• Implementación: apoyo a la efectividad orga-nizativa, generación de ideas innovativas,aporte de la sabiduría acumulada en la po-blación y retroalimentación continua quepermite la toma de decisiones de forma opor-tuna (Kliksberg 1998).

• Evaluación: al ser fomentada la participaciónen las anteriores etapas se incide directamen-te en la prevención de la corrupción. Los jue-ces más efectivos suelen ser los destinatariosde las políticas pues lo contrario sería comorobarse a uno mismo. Se genera informacióncontinua que permite la toma oportuna dedecisiones y se desarrollan procesos de apren-dizaje constante en la población.

CONDICIONANTES

Primero, existe una gran diferencia entre los pro-cesos de participación social que se llevan a cabode forma experimental o como pruebas piloto ylos que se desarrollan de forma institucionaliza-da y respaldados por la normatividad legal. Losprimeros logran incentivar a los participantes deforma transitoria, ya que una vez finalizado elexperimento la apatía retorna acompañada de lasensación de desilusión por haber sido utilizadoscon fines políticos que perseguían sólo legitimaruna decisión pública y no promocionar la parti-cipación. Los segundos, generan incentivos decarácter permanente y la sensación de que, almargen del resultado de su participación, sontomados en cuenta y pueden participar de formaactiva, reconocida y respaldada.

Segundo, depende exclusivamente de losgobiernos no sólo el establecer reglas del juegorespetadas y aceptadas por todos los actores;

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sino, prever mecanismos que permitan amino-rar las diferencias de recursos entre los gruposparticipantes, especialmente de aquellos quepor situaciones étnicas, sociales, económicas oculturales posean mayores impedimentos parainfluir en los procesos de toma de decisiones.Una de las mayores medidas de éxito ha sido elrespeto de la historia, cultura e idiosincrasiade la población, factores que contribuyen aléxito y mantenimiento de la proactividad so-cial. Generalmente, el no tomar en cuenta es-tos factores origina la aparición de procesosparticipativos solidarios paralelos que gozan demayor legitimidad que los propuestos o im-puestos por el gobierno.

Tercero, los resultados de los procesos de par-ticipación deben ser representativos de los con-sensos alcanzados en ellos para lograr legitimi-dad en la toma de decisiones. Si, por el contrario,se tienden a pervertir los resultados del proceso afavor de uno o más grupos de presión la legitimi-dad tenderá a bajar y por consiguiente a generarsentimientos generalizados de frustración y aban-dono del proceso, y, por lo tanto, menores posi-bilidades para incorporar a esa población en acti-vidades similares en el futuro.

LIMITANTES

Primero, una cosa es lo que los gobiernos esta-blecen a través de las leyes y otra el resultado realde su aplicación. La realidad nos ha demostradoque entre el discurso político a favor de la parti-cipación ciudadana y los hechos reales que im-pulsan las políticas a favor de ella existe una granbrecha.

Segundo, las diferencias en la capacidad y can-tidad de recursos entre los grupos participantes,sumadas a otros factores como el aumento de laprofesionalización y la tecnificación del proceso,serán siempre limitantes importantes que pue-

den ser tomados como una restricción de entra-da que sesga el resultado del proceso.

Tercero, los procesos de participación en so-ciedades desarrolladas son distintos a los que ocu-rren en sociedades en vías de desarrollo en térmi-nos de mayores niveles de cultura, educación,recursos, número de espacios de discusión, etc.Aspectos que tenderán a diferenciar por comple-to las características estructurales de los procesosen una u otra realidad.

Cuarto, siguiendo a Dahl en cuanto a las li-mitantes de la democracia participativa debemosestar conscientes de que los procesos de partici-pación tienden a ser más fáciles y eficaces de serdesarrollados en poblaciones con un número nomuy elevado de pobladores (Dahl 1999:124),aunque no podamos, en ningún caso, determi-nar las magnitudes poblacionales óptimas para eldesarrollo de la participación pues estas depen-derán estrictamente de las características del pro-ceso, el lugar y la cultura en la cual se desarrollan.

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SECCIÓN V

ARTE Y CULTURA

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UN PROBLEMA DE ORGANIZACIÓN

La crítica tradicional y el programaliterario del 52

Antonio Vera Jordán1

En este artículo el autor revisa dos obras de EnriqueFinot y Fernando Diez de Medina, buscando pistas delo que a partir del 52 marcó la forma general de enten-der, concebir y esperar de la literatura en Bolivia.

Hablar de literatura boliviana y de la Revolucióndel 52 permite no sólo observar las relaciones entreese fundamental hecho histórico que marca el na-cimiento de un nuevo Estado y la producciónliteraria que se desarrolla, ya sea en sus momen-tos germinales o posteriormente, sino tambiénacercarse a cómo el 52 marca las visiones críticasde la literatura nacional. En concreto, a cómo eseproceso que se remonta a los inicios de la Guerradel Chaco y, de diversas formas, se prolonga has-ta nuestros días, ha modelado la visión críticaacerca de lo que significa la literatura nacional.Nos referimos a la pregunta acerca de si es posi-ble hablar de una “literatura boliviana” plantea-da en dos momentos —diferentes entre sí—delo que podemos llamar hoy la crítica tradicional(Enrique Finot y Fernando Diez de Medina).

NUEVO ORDEN

Como sucede cuando un cambio histórico se

concentra con tanta intensidad en un momen-to específico —en una fecha, un día preciso— ycuando éste además se caracteriza por la violen-ta irrupción de un orden que desplaza a otro, elnuevo Estado tiene como una de sus finalidadesgenerar un consenso absoluto de las fuerzas so-ciales para legitimar el orden instaurado. Unade las vías para lograr ello es generar en diferen-tes ámbitos de la sociedad un discurso que ex-prese el carácter necesario de los cambios trau-máticos y radicales: la Revolución no sólo apues-ta a cambiar un orden de cosas, sino que requie-re volver a nombrarlo. Y para ello es necesarioreinventar el relato histórico a partir de la ideade una línea divisoria que separa el oscuro pasa-do de opresión del tiempo nuevo de bienestar.El hecho revolucionario, entonces, se convierteen una fecha fundacional, un punto de partida,que marca de manera rotunda el salto de unaetapa inferior a otra superior. Así, no sólo elpasado inmediato, sino todo el pasado, se con-

1 Antonio Vera es literato. Estudió en la Universidad Mayor de San Andrés, en La Paz.

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vierte en un continuum más o menos uniformeque desemboca en ese punto de quiebre; y ade-más, el futuro se diseña a partir de la certeza deque luego de esta primera etapa, marcada aúnpor el conflicto, seguirán otras cuyo fin es unorden de cosas armónico, una sociedad perfec-ta.

A pesar de que el Estado surgido de la Revo-lución del 52 tardó poco en perder su legitimi-dad, en convertirse en una estructura burocráticay prebendal, y que el alcance de sus radicales cam-bios económicos y sociales fue menor a lo espera-do, en sus pocos años de auge marcó no sólo fuer-tes tendencias, sobre todo en las artes plásticas,sino que impuso, incluso más allá de sus propiosalcances, el discurso del nacionalismo revolucio-nario como un punto trascendental para juzgarno sólo la historia social del país, sino la de susmovimientos culturales y artísticos2.

LA CRÍTICA TRADICIONAL

Es posible observar lo anterior en los trabajos delos dos autores antes señalados. Ambos, comohemos dicho, pueden ser esquemáticamente agru-pados dentro de lo que hoy podemos llamar elenfoque tradicional de la crítica literaria: uno esla voluminosa Historia de la literatura boliviana(1955), de Enrique Finot, cuya primera edicióndata de 1944, y el otro es Literatura boliviana(1954), del versátil Fernando Diez de Medina,publicado en 1954, al calor de la Revolución. Apesar de que hoy existe un consenso generalizadoacerca del limitado aporte de ambos trabajos, puesrepresentan un enfoque nada riguroso y menos

creativo de la literatura nacional, es innegable que,con algunos matices, ambos son una muestra va-liosa respecto a las ideas oficiales, en términoseducativos, que han mantenido —y en muchoscasos mantienen— vigencia en el país. A partirde ello, este artículo se propone releer, algunosde sus planteamientos centrales, para delinear asílo que podríamos llamar el programa literario dela Revolución, que se expresa sobre todo en laobra de Diez de Medina. Creemos pertinentevolver a estos trabajos en busca de pistas de loque a partir del 52 marcó la forma general deentender, concebir y esperar de la literatura en elpaís.

Entre los trabajos de Enrique Finot y Fernan-do Diez de Medina hay mucho parentesco, aun-que también diferencias que vale la pena anotar.Sin duda, ambos textos destacan en la primeramitad del siglo XX, sobre todo por la magnitudde su empresa: ambos pretenden dar una miradade conjunto, orgánica y sistemática de la litera-tura boliviana desde la época preincaica hasta losdías actuales. Si bien en los primeros años delsiglo XX se publican varios panoramas y síntesisde la literatura boliviana, la mayoría de ellos enrevistas norteamericanas, éstos, aunque compar-ten en gran medida el enfoque de estos autores,no pasan, en su gran mayoría, de las 70 páginas.Por otro lado, en ese mismo período aparecentrabajos como los de José Eduardo Guerra (Itine-rario espiritual de Bolivia) o la obra precursora deCarlos Medinaceli, que sin embargo no tienen lapretensión abarcadora de los otros trabajos (sinque ello signifique, por supuesto, valoración al-guna).

2 Veáse Molloy, 1989; y Sanjinés, 1992.Javier Sanjinés sintetiza la pérdida de legitimidad del Estado del 52 de la siguiente manera: “desde el momento constitutivo delEstado de 1952, compatible con la movilización popular, hasta el desplazamiento del poder hacia los militares y la pérdidasucesiva de la base social de esa dictadura con la ruptura del Pacto Militar-Campesino, hecho que protagoniza el régimen delGeneral Banzer, se ve claramente que el Estado de 1952 necesitó menos de treinta años para llegar a la misma falta de legitimidadque el Estado oligárquico alcanzó en cincuenta años de predominio”.

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¿LITERATURA BOLIVIANA?

Los trabajos de Finot y Diez de Medina se iniciana partir de la misma pregunta: ¿Es posible hablarde una literatura boliviana? En ambos casos se partedel mismo diagnóstico: Bolivia es un país en for-mación, de incipiente desarrollo y enormes limi-taciones. Entonces, la pregunta es cómo es posiblehablar de una literatura propia y no simplementede un conjunto de autores que no hacen más queimitar las tendencias definidas en los grandes cen-tros literarios, los países europeos. Para ambos, porejemplo, el modernismo, a pesar de sus grandesluces —y a pesar de Jaimes Freyre— no es sinouna tendencia que sigue al parnasianismo francés.Por ello, coinciden en afirmar que las primeras se-ñas de la literatura propiamente nacional se en-cuentran en aquella literatura que implica “mirar-se a sí mismo”, es decir, en las obras que se ubicancomo parte de “la escuela vernácula” o “naciona-lista”. Ello permitirá que las letras cumplan un re-quisito básico para lograr su “personería intelec-tual” (Diez de Medina, 1954: 33): la originalidad.El otro requisito, es la perfección en la expresión,y ambos autores sugieren que no se podrá alcanzarhasta que el país alcance también un grado de de-sarrollo superior. Por lo tanto, no es posible hablaraún de una literatura nacional sino de algo así comoun germen de ella, un sedimento que empieza avislumbrar lo que vendrá luego.

DOS MOMENTOS DEL NACIONALISMO

Por otro lado, al valorar la literatura contempo-ránea, es decir la de los primeros 40 o 50 años delsiglo XX, ambos autores sostienen que el perío-do liberal que va desde la Revolución Federal hastalos anteriores a la Guerra del Chaco, marcado poruna época de relativa prosperidad y durante elcual el país adquiere algunos signos exteriores demodernización, determina el florecimiento de la

actividad cultural y artística. Se refieren con elloa las revistas literarias, los cenáculos literarios, asícomo a los primeros premios literarios y las edi-toriales que adquieren maquinarias modernas loque permite abaratar los costos de publicación.

Finot formó con Hernando Siles el PartidoNacionalista en 1926, contradictoria fuerza polí-tica que albergara a jóvenes como Augusto Cés-pedes y Carlos Montenegro y, posteriormente,Víctor Paz y José Antonio Arze. Según cuentaHerbert Klein, estos jóvenes universitarios radi-cales, redactaron un programa para el partido quefue moderado por los viejos líderes liberales quelo dirigían, entre ellos Finot (Klein, 1968: 111).Este dato es significativo para entender la posi-ción de Finot en su historia de la literatura: eseincipiente nacionalismo aparece en su valoraciónde la literatura boliviana cuando discrepa con elcelebérrimo Marcelino Menéndez y Pelayo quienen su Historia de la Poesía Hispanoamericana con-sidera que Bolivia no tiene “historia independien-te en la época colonial ni mucho menos tradicio-nes literarias” (Finot, 1954: 10). Finot toma po-sición por lo auténtico, lo propio, es decir poraquello que diferencia a Bolivia de otros paíseslatinoamericanos y de Europa:

Los pueblos hispanoamericanos empiezanapenas a adquirir la conciencia de sí mismosy a tratar de encontrarse(...)En tal sentido, son los países de Américaaparentemente más atrasados, porqueconservan con mayor fuerza el selloautóctono, los que van más rápidamente encamino de formar el alma nacional oregional, que plasmará con mayor dificultaden los países atacados de agudocosmopolitismo. Son aquéllos y no éstos,por lo tanto, los que poseen mayoresposibilidades de crear su propia literatura.(Finot, 1954: 5)

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Mariano Fuentes Lira. Rincón colonial en la esquina del tambo del Cacique Quirquincha

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Pero cuando Finot valora a los autores de lallamada “generación del Chaco”, muestra sus dis-tancias, como se distancia de toda la literaturaen la que advierte “contaminación ideológica” o“pose izquierdista”. Sostiene que el Chaco hasido sobre utilizado como tema con pretensio-nes ideológicas, llama a Cerruto “un elementode tendencia socialista, como casi todos los queproceden de su grupo” (Finot, 1954: 377), etc.Finot escribe su obra a principios de los 40, cuan-do el país acaba (o no acaba) de salir del traumade la Guerra y en un momento en que se agudi-zan las posiciones radicales tanto en algunospartidos políticos como en jóvenes intelectua-les. Finot muere en 1952 y en el 54, la editorialGisbert publica la segunda edición de su obraque tiene dos anexos complementarios: uno so-bre la literatura colonial escritos por los espososMesa-Gisbert, y otro sobre la literatura contem-poránea, de Luis Felipe Vilela, quien prolongalos juicios de Finot hacia la literatura de la Re-volución. Vilela apunta sus armas, amparado enMonseños Quirós, contra la Antología de poetasde la Revolución, libro en el que predominan loscantos laudatorios del tipo: “Oración para quela repita un proletario”, de Carlos MendizábalCamacho.

En 1954, en cambio, un militante Fernan-do Diez de Medina, empieza así las “Reflexio-nes finales” de su libro: “Desde el 9 de Abril de1952, Bolivia marcha a la cabeza de la insur-gencia sudamericana” (1954: 380). Diez deMedina, quien reconoce que le esperan al paíshoras difíciles, sostiene que la literatura nacio-nal encontrará en esa época promisoria que co-mienza, su cauce. Diez de Medina no sólo veíacon buenos ojos el proceso revolucionario, sinoque formaba parte de él. De hecho, en 1953 Diezfue invitado por el gobierno revolucionario apresidir la Comisión Técnica para la ReformaEducacional.

UN PROBLEMA DE ORGANIZACIÓN

Conviene detenerse aquí. Es importante notar doscosas importantes. Por un lado, Finot y Diez coin-ciden en que Bolivia no ha alcanzado aún el gradode desarrollo económico, social y espiritual de unpueblo civilizado. Pero es importante anotar cuáles la causa para que ello sea así: en resumidas cuen-tas, la inaprehensible heterogeneidad del país, tantodesde el punto de vista geográfico como, sobretodo, desde una perspectiva “racial”. Finot hablade heterogeneidad y de falta de unidad, y ve conoptimismo que Bolivia empiece, junto con otrospaíses americanos, a “mirarse a sí misma”. Diez deMedina, va más allá y no sólo habla de heteroge-neidad sino también de exclusión:

La nación andina es uno de los depósitosvírgenes del mundo civilizado: nada le falta.(....) Cierto que de sus cuatro millones deactuales, sólo un tercio, formado por blanco ymestizos, participa en la vida nacional; losotros dos, constituidos por indios y otrosnúcleos mestizados, se desenvuelven aislados,herméticos, dentro de moldes primitivos. Masel día que la nación resuelva su problemacrucial, incorporando por la economía, por laeducación y por la técnica a esas mayoríasinertes a la masa colectiva, habrá dado el pasodecisivo por su resurgimiento(Diez de Medina, 1954: 43)

Antes, Diez de Medina se pregunta:

¿Qué valen la prodigiosa acumulación yvariedad de las riquezas naturales, si lanación yace dispersa en sus grupos raciales,quebrada en su economía social,desarticulada en el esfuerzo humano?Bolivia es un problema de organización.(Ibid.)

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Un problema de organización, precisamentees lo que encuentran ambos autores no sólo enlas letras bolivianas sino en la propia forma deencarar su trabajo. Esa heterogeneidad no sólogenera una literatura dispersa, sino que les impi-de encontrar la forma de organizarla. Por eso, conalgunas diferencias, ambos autores confiesan o sufracaso o el estado preliminar de sus historias:porque no encuentran el hilo conductor, porqueno pueden unir bajo el tratamiento racional ycientífico al que aspiran, esas obras desiguales ydispersas como el país que les da origen. Y poreso, también, la obra de Finot, como él mismo loconfiesa, es más un catálogo de nombres, más omenos agrupados bajo momentos históricos, gé-neros literarios y escuelas, que una obra crítica.Por otro lado, Diez de Medina dice apostar poruna opción contraria a la de Finot: la valoraciónselectiva. Pero difícilmente se encuentra un argu-mento sólido entre sus impresiones subjetivas(muchas de ellas muy interesantes) acerca de losautores que ha elegido.

Así, ambos se enfrentan a una paradoja: apesar de que encuentran en la heterogeneidad elcamino para que se desarrolle la literatura nacio-nal, consideran que mientras esa heterogeneidadse mantenga será imposible hablar, articular, co-nocer, si es que realmente existe o no una litera-tura nacional.

EL PROGRAMA

Diez de Medina, en sus “Reflexiones finales”, unesu ímpetu revolucionario a una invocación queconsidera imprescindible para que la literaturanacional se fortalezca: es un llamado al orden, ala uniformidad, a la cordura, la disciplina, la vi-talidad y la energía.

Ese llamado al orden implica varias cosas: enprimer lugar una disposición a buscar los perma-nente antes que lo pasajero; en segundo lugar,

una disposición heroica, “un grave estoicismo paraafrontar la adversidad y al mismo tiempo un ge-nio turbulento, desordenado, contrario al esfuerzosolidario y persistente” (Diez de Medina, 1954:383). En tercer lugar, es necesario atender “a estatierra antigua, misteriosa, que nos nutre”. Y encuarto lugar, alejarse del sentimentalismo, la ne-gación y el desquiciamiento. Dice al respecto, porun lado:

Basta de melodramas sensibleros, vidas enderrota, en la narración, o plorantescursiloides en verso. Más Kipling, menosDostoiewski. (Diez de Medina, 1954: 386)

Y recomienda además:

Hay que defenderse también de lascorrientes disolventes, de esa filosofía denegación y desesperación que soplan deciertas naciones de occidente. Ese aire deextravío y de locura que se escapa dealgunas páginas de Hesse, de Kafka, deSartre, de Houghton. Ni influenciasforáneas ni desquiciamiento interno.Necesitamos una literatura de amanecer,capaz de convertir el drama social en fuentede energía y de belleza. Un mensaje desalud, de temperancia varonil, para superarla inercia y el desorden. (Diez de Medina,1954: 386)

Esta suerte de programa literario propuestopor Diez de Medina es compatible con el progra-ma del nacionalismo revolucionario, que intentarefundar la nación, devolverle legitimidad al Es-tado, incorporar a los excluidos, romper con unorden económico del que se aprovechaban unoscuantos y con una vida política en la que partici-paban sólo los miembros de una élite.

Así, hay dos puntos centrales en la propuesta

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de Finot y, sobre todo, de Diez de Medina, queson las marcas constitutivas de la visión críticasobre la literatura que genera la Revolución del52.

Por un lado, a pesar de que ambos valoran elperíodo liberal por su contribución a generar unambiente literario y cultural de cierta intensidad,ambos consideran que no es sino con la literatu-ra “vernacular” (la mirada a sí mismo) que la lite-ratura propiamente nacional empieza a forjarse.Así, lo que ocurre en ese período, incluido elmodernismo, es, a pesar de sus figuras de grantrascendencia, nada más que ese sedimento quedará luego paso a la verdadera literatura nacio-nal. Como hemos señalado, aun el modernismo,para ambos, es la expresión exótica e imitativa delo que produce Europa.

Por otro lado, Diez de Medina propone a lasgeneraciones venideras, un programa de sentidosunívocos, de tono épico y diurno, enérgico y va-ronil, para acabar con ese heterogeneidad quecomplica la aparición de una literatura nacional.Literatura nacionalista y revolucionaria, escritapor militantes de las letras, por gente con los piessobre la tierra, sin amaneramientos ni preocupa-ciones vacuas. No es difícil asociar esa imagencon la de Franz Tamayo, quien en su Horacio y elarte lírico, muchos años antes que Diez de Medi-na, propone a un poeta que es comparado conlos arquitectos monumentales de la época clási-ca, cuyo fin es el dominio absoluto sobre las for-mas, evitando entregarse a ellas3:

No solamente es un profundo precepto demoral, sino que traducido al campoestético, marca la necesidad de circunscribirlos objetos reales e irreales, dentro de límites

definidos, de establecer la justa proporciónde las distancias, de guardar la ley de lasperspectivas intelectuales, de regular lacomposición y combinación de los tonos ycolores, de moderar así un excesivo vueloimaginativo y, en fin, de realizar de estemodo, obra humana, nada más quehumana. (Tamayo, 1995: 454)

FUERA DE PROGRAMA

Ambas consideraciones centrales de la visión crí-tica de la literatura forjada a partir de la revolu-ción del 52 dejan “fuera de programa” a dos au-tores: Ricardo Jaimes Freyre y Oscar Cerruto,cuyo libro de cuentos Cerco de penumbras, apare-ce en 1957, posteriormente a la Literatura Boli-viana.

Cuando Diez de Medina habla de JaimesFreyre dedica emocionadas páginas a resaltar sugenio, su originalidad, su talante de artista. Se-ñala incluso que, a pesar de su exotismo, Jaimeses profundamente andino en su paisaje y en laemoción. Lo ubica en la más alta cumbre, peroahí lo deja, solitario, sin darle mayor crédito quesu destreza y su carácter para la formación de laliteratura nacional. O, en todo caso, si ese méritoexiste es porque tras esas lejanas brumas en lasque se refugia, está el Ande. En cambio Tamayo,no sólo tiene genialidad, sino que es el “pontíficede nuestra literatura” (Diez de Medina, 1954:290).

En las páginas finales, dirá de Cerruto que“cultiva la narración intelectual: perfecta, moder-nísima, con una sequedad abstracta que lo acercaal expresionismo contemporáneo” (Diez de Me-dina, 1954: 372). En el momento que Diez de

3 De hecho, Diez de Medina no ahorra elogios hacia Tamayo, a quien valora como una de las figuras más importantes de las letrasbolivianas, a pesar de la áspera polémica que enfrentó a ambos a partir de la publicación de Franz Tamayo, hechicero del Ande, el“retrato al modo fantástico” que Diez de Medina publicó sin autorización de Tamayo en 1942.

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Medina escribe su libro, aún no se ha publicadoCerco de penumbras. Si algo es seguro, es que es-tos relatos son exactamente lo contrario al pro-grama propugnado por el historiador de la litera-tura.

Jaimes Freyre y Oscar Cerruto tienden en susobras muchos puntos de encuentro a los que nonos referiremos en este artículo. Uno de ellos es,precisamente, el que en su escritura, la intensaexploración de las formas está unida a la explora-ción de la noche, la muerte y el misterio. Es decirque la búsqueda de sentidos y de formas está aso-ciada con los ámbitos que están fuera de la reali-dad, alejados del paisaje típico, muchas veces dela vitalidad y, también, de la cordura. Ningunode esos autores podría entrar en el programa lite-rario del nacionalismo revolucionario. Sin em-bargo, poco podríamos entender de los caminosrecorridos por la literatura boliviana sin la enig-mática y oscura presencia de sus obras.

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SECCIÓN VI

RESEÑAS Y COMENTARIOS

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Comentario sobre “Empleo y competitividad”1

Tom Kruse2

Cochabamba, julio 2001

INTRODUCCIÓN

En Bolivia hoy, abordar el mundo del trabajopor medio de términos como “competitividad”y “empleo” tiende, en el primer caso, a atomi-zar y volver ilegibles las problemáticas sociales,y en el segundo, a explorar una (relativa) ausen-cia. Aunque hay una variedad de usos del tér-mino competitividad, aplicado al mundo deltrabajo conlleva una idea básica: cada cual tieneque equiparse como pueda para navegar en unmundo naturalizado en su hostilidad. Y el em-pleo, entendido como una relación contractualexplícita entre un empleador y un empleado, lle-va a cierta normatividad en la regulación de larelación, y, por extensión, a un ámbito de dere-chos públicos y un rol para el Estado —que eslo que menos hay en Bolivia—. Pero, mientrasfalta “empleo”, abunda el trabajo: los datosmuestran que la mayoría de los bolivianos tra-baja más a cambio de igual o menos (e incre-mentándose la “nada” de los no-asalariados), encondiciones peores y en medio de una crecientedesigualdad (Arze Vargas y Maita Pérez,1999:15, 57, 65; Jemio, 2000: 374, 377). Enfin, parece que las categorías analíticas y el vo-cabulario mismo tendrían cada vez menos ca-pacidad de explicar la realidad.

El estudio que comentamos presenta los da-

tos sobre mercados de trabajo en Bolivia hoy, yhace una loable labor de resumir las políticas di-rigidas al empleo de los últimos años —o, mejordicho, catalogar su relativa ausencia y el carácterderivativo y ex post facto de las mismas—. Sin em-bargo, por esta brecha registrada en la disonanciaentre lenguaje y fenómenos, tengo profundasdudas sobre las recomendaciones. Considero queel análisis sufre de varias delimitaciones concep-tuales que impiden tanto una compresión ade-cuada de los problemas del trabajo como de su“tratamiento”. En tanto, sugiere una agenda deinvestigación necesaria, y un llamado a pensar másallá de lo popular o permisible, ejemplificado enlas modas temáticas como los “mercados pro-po-bres” y la violenta carrera de volver absolutamen-te todo convertible en “bienes” hipotecables. Eshora de think outside the box.

Mis notas reúnen algunos complementos y/odesafíos, que con los datos presentados en el tra-bajo, conforman un ideario mínimo para abor-dar el “trabajo” en la política hoy. Mencionarétendencias de cambio en los procesos producti-vos y el uso de la fuerza de trabajo; el ámbitorural en los mercados de trabajo; el peculiar tra-tamiento del binomio formal/informal; la seg-mentación persistente en los mercados de traba-jo; y el ambiguo lugar del trabajo en la “cuestiónsocial” hoy en Bolivia.

1 Notas sobre el trabajo “Empleo y competitividad” de Verónica Querejazu V.

2 El autor es investigador del Centro para Estudios del Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA). Comentarios a:[email protected].

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INCORPORANDO LAS DINÁMICASPRODUCTIVAS...

En el trabajo encontramos poco sobre demandade mano de obra y las dinámicas productivascambiantes detrás de esta demanda. Faltan da-tos y estudios más sistemáticos al respecto, peroalgunas tendencias parecen claras en los “secto-res estratégicos” de la economía: una reduccióndel empleo; desmembramientos que producennuevas polarizaciones entre “núcleos” y “perife-rias”, lo cual reduce la densidad sindical y difi-culta nuevas sindicalizaciones; degradación deltrabajo dentro de las empresas y externalizaciónque engendra trabajo precario anexo a las em-presas. En resumidas cuentas, entre la IDE y lacreación de empleo de calidad (base de posicio-nes estables en la estructura social) hay una re-lación al menos ambigua y probablemente in-versa.

En cuanto a la “industria nacional”, no hayestudios adecuados sobre la evolución de estrate-gias empresariales y sus impactos en el trabajo3,pero sí contamos con estudios puntuales y suge-rentes (Arze Vargas, 1997; Escobar de Pabón,2000; Kruse, 1999). Estos sugieren varias ten-dencias, todas contrarias a las ideas de la flexibili-zación “virtuosa”4. Detectan estrategias de “com-petitividad” basadas en la reducción de costos la-borales por medio de degradación de las condi-

ciones de trabajo dentro de las plantas y una sub-contratación precarizadora. En suma, como enmuchos otros países de la región, son ejemplosclaros de “ventajas espurias”, el “camino bajo” deldesarrollo (Harrison, 1997, capítulo 6) o la “fle-xibilización primitiva” (de la Garza Toledo,1992:4)5. Otro estudio mío señala una francainvolución industrial: externalización acompaña-da de des-tecnificación del proceso productivo,la ampliación de formas despóticas de manejoempresarial, empeoramiento de las condicioneslaborales, frecuentemente ligado a la feminiza-ción de la fuerza de trabajo (Kruse, 2001). Laprecondición obvia de estas tendencias son he-chos políticos: una desregulación de hecho delmercado laboral, y una dramática des-sindicali-zación inducida.

... EN TIEMPOSDE GLOBALIZACIÓN

En el trabajo que comentamos, el abordaje alproblema está delimitado por el alcance territo-rial del Estado-nación, pero sugiero que el pro-blema del trabajo no puede ser delimitado así6.Los flujos internacionales tienen un impactocada vez más importante sobre los mundos detrabajo en Bolivia, tanto “de venida” como de“ida”. De venida, tenemos los efectos sobre eltrabajo de la IDE en los sectores “estratégicos”,

3 Al estilo del equipo de Gittleman (1998).

4 Lograr mejoras en la productividad y competitividad acompañadas de job enrichment y pactos de productividad, o “una esperan-za liberadora del trabajo humano, de su carácter enajenado, rutinario, con escaso control del trabajador sobre el mismo, fuentede nuevos consensos e identidades con la empresa....” (de la Garza Toledo, 2000:757).

5 Aun donde hay mejoras en la productividad, parecen estar divorciadas de las condiciones de empleo y remuneración. Un estudioreciente de la OIT proporciona datos sugerentes: no obstante un aumento de la productividad significativa en la industriamanufacturera entre 1990 y 1996, los salarios reales en el mismo sector cayeron en 14 por ciento (Martínez de Bujo, 1998:26,96).

6 Ejemplos de incorporación fructífera de lo global a estudios del trabajo son muchos; ver, al respecto: Abramo, 1999; Appadurai,1990; Benería, 1998; Broad, 1995; Castells, 1996; Cook, 1999; Freeman, 1998; Florence, 1998; Lee, 1996; Moody, 1997;Munck, 2001; Nash, 1994; Page, 1999; Pérez Sáinz, 2000; Standing, 1999; Trouillot, 2001; Ward, 1990.

7 Entendido como “un retorno a la dependencia en productos primarios de exportación....” (Coronil, 2001:75).

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enmarcado en tendencias claras de “reprimari-zación” de la economía7 y “captura” del Estadopor los actores transnacionales8. También devenida, la “industria nacional” vive una compe-tencia cada vez más aguda por la apertura co-mercial tanto “legal” como “ilegal”, y cuya ins-titucionalización bajo el ALCA empieza ya aasustar a los “empresarios nacionales”9. Para ex-plicar el “sector informal” es también cada vezmás necesario hacer referencia a los flujos inter-nacionales: en Cochabamba, por ejemplo, ba-rrios enteros se dedican a la confección de ropaa ser “exportada” a mercados argentinos, comer-cio internacional significativo, aunque difícil-mente registrado.

Y de ida: aunque son todavía tentativos losesfuerzos de estimación, hay una clara y crecientemigración de personas en busca de trabajo esta-cional, permanente y/o para establecer doblesdomicilios. Relata Hinojosa que es un fenóme-no que crece, involucrando a cada vez más sec-tores. Existen barrios y zonas urbanas enterasdonde no hay una familia (en el sentido am-pliado) que no esté tocada por la transmigra-ción10, con varios impactos: remesas monetariasimportantes, imaginarios y sentidos de pertenen-cia cambiados, y segmentos enteros de jóvenespara los cuales el futuro no es otro tiempo sinootro lugar (Ciarallo, 2000; Grimson, 1999;Grimson y Paz Soldán, 2000; Hinojosa, Pérez yCortés, 2000).

Pensar el trabajo en la globalización requieretambién que nos ubiquemos en las narrativas decausalidad en la economía mundial. Al mirar decerca estas narrativas se revela su precariedad. Unanarrativa casi de sentido común hoy va así: creci-miento, más que redistribución, es la base parasuperar la pobreza; el único camino de crecimien-to es articulándose a circuitos de economía inter-nacional; la única manera de hacer esto es contrabajadores más productivos quienes ganaránmás; por tanto, para avanzar en la globalizaciónhay que prepararse, educarse para la productivi-dad. Con esfuerzos módicos, es fácil demostrarque cada eslabón lógico es débil, y que usar lamisma cadena conceptual se vuelve un acto defe. Legítimamente cuestionadas están: la relaciónentre crecimiento real en la globalización y “de-sarrollo” (Ugarteche, 1994, 2000; Weller, 2000);la relación entre apertura y crecimiento (Chang,1998; Jenkins, 1995; 1996; Pieper y Taylor,1998); la relación entre políticas neoliberales ycrecimiento (Brenner, 1999; Crotty, 2000; Weis-brot, Baker, Naiman y Neta, 2000)11; la relaciónentre el empleo de trabajadores productivos y unreflejo de lo mismo en sus salarios (Pritchett,1997; Storper, 2001; Wood, 1995); la relaciónentre preparación de trabajadores y su insercióna actividades productivas (Gemmell, 1998; Ro-binson, 1998). Desde luego hay otras narrativasy otras deconstrucciones posibles. El punto es laprecariedad de las narrativas en circulación, y por

8 Un ejemplo por excelencia es la formulación de la Ley 2029 de agua potable por consultores de las IFIs, y su aprobación sincomentario, debate o siquiera conocimiento de los legisladores, luego dramáticamente revertida por las protestas de abril de2000. Implementada horas antes de la instalación de Aguas del Tunari en SEMAPA, dicha ley creaba las bases jurídicas de laconcesión. Como epílogo, hoy la reglamentación de la Ley 2066 —sucesora de la 2029— se encuentra estancada por presionesde Aguas del Illimani.

9 Ver, por ejemplo, “Sudamérica ante el desafío del ALCA,”La Razón jueves 19 de Julio de 2001, p. A4.

10 Explica Ludger Pries: “Se plantea el surgimiento de un nuevo tipo de migración, la transmigración, y con ella de los transmigran-tes. En este caso, la migración ya no es la situación excepcional en la vida; se convierte en una forma de existir, de vivir y desobrevivir en sí mismo.” (Pries, 2000:56). Es precisamente el fenómeno estudiado por Hinojosa, Pérez y Cortés.

11 Para la versión contraria, ver: Dollar y Kray (2000).

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tanto la necesidad de posicionarnos consciente ycrítica en o ante las mismas.

¿Y EL CAMPO?

Si bien es cierto que Bolivia es cada vez más unpaís urbanizado, el campo sigue siendo un esce-nario de mercados de trabajo cambiantes e im-portantes, tanto en sí como articulado al ámbitourbano. Incluirlo en la discusión es un imperati-vo. Un resumen reciente de los datos disponiblestrajo importantes sugerencias sobre mercados la-borales del campo: el agro oriental tiende a utili-zar menos mano de obra, de modos más precari-zadores (periodos de contratación más cortos,mayor polarización en calificaciones) y producien-do cada vez más “temporeros permanentes”,mientras el trabajo asalariado se extiende cada vezmás en el agro campesino occidental (PachecoBalanza y Ormachea Saavedra, 2000: 38, 53).Otro estudio reciente de 10 municipios, que bus-có entender fuentes de ingresos de familias rura-les, registró un marcado descenso de ingresos por“unidad agropecuaria” (cayó 32 por ciento), y unaumento claro de “empleo local” y “migraciónestacional-temporal” (aumentó 48 por ciento y36 por ciento, respectivamente.Unidad de Segu-ridad Alimentaria, 2000: 8-9). El drama de lacreciente mercantilización del esfuerzo humanoen el campo continúa.

En cuanto a las articulaciones entre campoy ciudad, hay una importante literatura sobreestrategias económicas familiares que abarcanmúltiples espacios, incluyendo el trabajo asala-riado urbano y rural. Lejos de desaparecer, estasarticulaciones parecen “modernizarse” continua-mente. Un estudio reciente de 203 transmigran-tes (campo-ciudad-campo) sugiere que en mer-cados laborales segmentados12 el rol de activi-

dades generadoras de ingresos en los “pueblosde origen” sigue jugando un papel central en lasestrategias de sobrevivencia (Jimenez-Zamora,1999). En resumen, el campo y su relación conla ciudad tienen que estar en la discusión. Lejosde ser una categoría residual —como su ausen-cia a veces da a entender, aunque tal vez no apropósito— el campo es lugar de mercados detrabajo y un escenario central en los itinerariosmultifacéticos y complejos de los que vendensu fuerza de trabajo.

FORMAL:INFORMAL

Hay una tendencia testaruda de considerar a lo“informal” como un ámbito con olor a residuohistórico, aparte del resto de la economía —una“economía de pobres para pobres” (como diceQuerejazu), con lógicas y procesos propios—.Surgen dos problemas con este enfoque. En pri-mer lugar, echar un sinfín de actividades y rela-ciones sociales de producción en la canasta de la“informalidad” oculta mucho más de lo que re-vela. En esta canasta encontramos los múltiplesprocesos no regulados, articulados o solitarios,pujantes o moribundos; relaciones laborales, fa-miliares, parciales, temporales; pagos en especie,dinero, información, esfuerzo, prestigio, tantoatrasados como puntuales; reciprocidades y re-des que sostienen flujos prodigiosos, cadenas pro-ductivas jerárquicas y desigualdades marcadas; etc.(Gutiérrez, 1998). Necesitamos con urgencia unvocabulario nuevo, como sugiere Portes, que partano de narrativas (la presunción de procesos deproletarización simples) o categorías que conge-lan o homogenizan, sino de una atención cuida-dosa a los modos diferenciados de absorción, ex-pulsión y utilización de mano de obra en cade-

12 Ver la exposición teórica de Jemio (2000:357-8) y nuestras notas, abajo.

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nas y tejidos productivos específicos (Portes,1995)13.

Por otro lado, quedan invisibilizadas las arti-culaciones entre la economía formal e informal.Existen dos posiciones fuertes al respecto: la pri-mera supone o plantea una esfera abstracta y abs-traída de su entorno, el “mercado de pobres parapobres”; la segunda plantea articulaciones variasy densas donde casi todo es funcional de algúnmodo al mercado/capitalismo. Encontramos estaúltima posición, por ejemplo, en García, cuandoescribe:

hoy la [empresa privada] ha refuncionaliza-do ... sistemas laborales, asociativos yculturales de la economía campesina,artesanal, doméstico-familiar para laobtención de materia prima (leche, lana,soya, trigo, arroz, minerales, coca), para laelaboración de partes de componentes delproducto total (joyas en oro, zapatos,textiles, pasta base), para el abastecimientode fuerza de trabajo temporal y la tendenciaa la baja del salario urbano (petróleo,industria), o para la obtención de tasas deinterés superiores al promedio (banca)(2001: 34-5).

Aunque para mi gusto este retrato es algo to-talizante (no pueden haber “autonomías relati-vas” en términos históricos, quizás las puede ha-ber en términos económicos), el autor sí plantealas preguntas correctas y los desafíos necesarios

para generar un vocabulario capaz de captar ladiversidad de lo “informal” y precisar sus múlti-ples e híbridas articulaciones con la explotacióndel trabajo, la producción y circulación de valor.

SEGMENTACIONES IRREDUCIBLES

Querejazu hace referencia a la “discriminación sa-larial, en especial por étnia y género”, pero sinelucidar que no estamos ante un simple incum-plimiento de ley ni tampoco un problema de sa-lario, sino ante una profunda segmentación delos mercados. Es decir, hay algo que “traba” el“funcionamiento correcto” del mercado, o en laversión sanitaria de Jemio, se dan situacionesdonde trabajadores “con las mismas calificacio-nes reciben remuneraciones distintas, dependien-do del sector en que se encuentran empleados ...resultante de barreras institucionales u otros fac-tores” (Jemio, 2000: 357-8). La barrera institu-cional a la que quisiera referirme, con una larga ydistinguida trayectoria en Bolivia, es el racismo.En las discusiones públicas, el racismo es nebu-loso y omnipresente, amorfo y por tanto casi no-tratable (y sustantivamente no-tratado). Discre-po: el racismo es complejo, pero visible, tocabley plasmado en prácticas cotidianas. Un escenariopor excelencia para comprenderlo son los merca-dos del trabajo, donde para muchos —parafra-seando a Stuart Hall— la categoría “clase” es vi-vida como discriminación racial14. Nuestro sen-tido común lo confirma: en Bolivia decir “jardi-nero” no es sólo señalar una ocupación o trabajo;

13 Por ejemplo, Pérez Sáinz hace un aporte interesante a un vocabulario nuevo al distinguir entre: i) informalidades de las queemergen los “nuevos pobres”, producto de recortes de empleo público y procesos de desindustrialización; ii) nuevos tipos de“informalidad subordinada” a circuitos de la IDE, el empleo precario ligado al turismo, maquiladoras, etc.; y iii) una “neoinfor-malidad” de tejidos socio-productivos locales que “por razones históricas específicas, han logrado la conformación de unaaglomeración económica que ... por razones peculiares, han conseguido insertarse a la globalización” (2000:55-56. Sus estudiostratan de países centroamericanos).

14 El otro escenario privilegiado es el sistema educativo; ver, al respecto, la etnografía de Luykx (1999) y la ponencia de Calla(2000).

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Mariano Fuentes Lira. Portada del Seminario de San Jerónimo (Montículo)

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también anuncia el género, color de piel, caste-llano peculiar, etc. de quien lo haga.

En su estudio citado arriba, Jiménez-Zamora(1999) muestra cómo las teorías económicasneoclásicas son incapaces de explicar la marginali-zación y segmentación de la fuerza de trabajo in-dígena. Parte de un dato básico: los indígenas sequedan estancados transmigrando entre comuni-dades empobrecidas de origen, y trabajos preca-rios, sin protecciones y mal pagados. La novedaddel análisis se halla en la inversión de la causalidadresultante del análisis, ampliamente demostrada enlos datos. La teoría neoclásica sugiere que el traba-jo indígena “escoge” la no inserción laboral porpriorizar actividades y obligaciones en su comuni-dad de origen, por encima de la necesidad de equi-parse adecuadamente para —y comprometersecon— el mundo moderno. En contraste, la autorasugiere que tal vez es al revés: ante la discrimina-ción que persistentemente imposibilita la elabora-ción de una trayectoria de ascenso, aún con el “equi-pamiento” o preparación adecuada, los indígenasnecesariamente recaen sobre su comunidad de ori-gen. Esta barrera, sugiere, los mantiene deambu-lando entre comunidades “amortiguadoras” y tra-bajos degradados. Hay una conclusión ineludible:en el mercado del trabajo existe un núcleo duro deodio/miedo institucionalizado, irreducible a cate-gorías económicas, que consistente y violentamentetrunca las aspiraciones15. Por tanto, asumir y re-vertir el racismo en el empleo y los mercados detrabajo tendría que figurar explícitamente en nues-tros análisis del mundo del trabajo y nuestros que-haceres.

TRABAJO Y EL IMPERATIVO DE LARECIUDADANIZACIÓN

En otros países, la masificación de la industriali-zación y la emergencia de una función genéricasocial del trabajo permitió la entrada del trabajoal dominio público de derechos, regulación y re-conocimiento. En Bolivia, aunque hubo antece-dentes en los ’40, fue efecto de la masiva irrup-ción de la gente (en buena medida) como trabaja-dores a la vida política, institucionalizada en laCOB en su relación con el Estado. Con el decli-ve inducido de la COB, hubo un repliegue; eltrabajo de hecho ha dejado de ser un objeto deestudio, tema público, ámbito de derechos, basede utilidad social y reconocimiento público —loque Castel (1995) llama un “lugar ocupable” enla sociedad—. Digamos, se ha privatizado el mun-do del trabajo16. Y nos debe preocupar. No es sóloel apagar paulatino de la luz pública sobre unaesfera fundamental de la vida; es el resurgimien-to de despotismos, verdaderas escuelas del auto-ritarismo y discrecionalidad que produce impre-visibilidad, frustración y violencia.

En el trabajo de campo en las fábricas17 ob-servamos cómo se violenta cotidianamente lasaspiraciones: el operario al que le va mal en susestudios nocturnos por no contar con horariosfijos; la madre trabajadora incapaz de prome-terle un fin de semana a su hija; la costurera quees una perpetua estudiante “en potencia” queaspira, pero nunca logra, realizar sus estudios.Acortar así las “duraciones esperadas socialmen-te” (Merton, 1992) produce un efecto de “ajus-te estructural” de las aspiraciones mismas dequienes viven de la fuerza de trabajo que ven-

15 Al decir que se frustran, no quiero decir con esto que la gente quiere o debe querer aquellas cosas “de la modernidad”.

16 Es decir, se ha vuelto un “tema privado”. Un conocido filósofo alemán captó bien el sentido que quiero comunicar, al referirsea las “sedes ocultas (hidden abodes) de la producción.”

17 Trabajo en preparación.

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den. En su conjunto, estas aspiraciones estruc-turalmente ajustadas (o negadas) no son epife-nómenos, sino un aspecto estructural y estruc-turante de nuestros tiempos; son, tal vez, el efec-to más íntimo —por tanto potente— del “ajus-te estructural”.

No debe subestimarse el ancho y profundode este mundo: el trabajo es donde más tiempo(despierto) pasamos, y donde una mayoría pasasu pubertad y se inicia a la vida adulta. Con lareconfiguración de los procesos productivos enun contexto de desregulación de facto, se tiende adesindicalizar, desarticular y terminar invisibili-zando “el trabajo” y silenciando a los trabajado-res18. Muy rara vez es un ámbito de derechos en-tendido como una presencia fiscalizadora o pai-saje de procedimientos con cierta eficacia míni-ma confiable. Desregulando y silenciando, yo meatrevería a decir que el mundo del trabajo activa-mente desciudadaniza.

¿Cómo emprender un proceso de reciudada-nización? Ofrezco cero “respuestas”, pero sí tresobservaciones. Castel sugiere que únicamente lareconstitución del trabajo como ámbito de dere-cho, estabilidad y reconocimiento, sentará lasbases de una democracia verdadera (Castel, 1996:621). Estoy de acuerdo. Pero las propuestas pre-sentadas por políticos y analistas hoy se muevenen sentido contrario: sugieren que sólo podemosequiparnos para la tormenta del mercado, y máxi-mo tirar algunos salvavidas focalizados que seguían no por conceptos de justicia o derechos,sino de costo-beneficio en la austeridad. La expe-riencia de los últimos 15 años en Bolivia demues-

tra que estos patéticos parches “sociales” ex postfacto son insuficientes y desarticuladores; en todocaso, son cualquier cosa menos un proyecto deciudadanía.

Segundo, ¿quien lo hará? Dudo que una re-ciudadanización vendrá “de arriba”. Histórica-mente, los procesos que ampliaban las esferas dederechos y producían una ciudadanización sus-tantiva —la historia del siglo pasado— eran pro-cesos de conquistas paulatinas desde abajo19. Parala reciudadanización hoy, tendrán que conjun-cionarse dos tipos de demandas y procesos de re-conocimiento y de redistribución inclusiva: elprimero, ante la correcta denuncia de discrimi-nación; el segundo, ante la obvia e intolerabledesigualdad20. Y con estos matices, las demandasde reconocimiento no deben desplazar la redis-tribución ni partir de exclusiones o reificacionesidentitarias; y las propuestas de redistribucióntendrán que enfrentar la terrible complejidad delmundo del trabajo21. Y sobre “redistribución”, sonmúltiples las conceptualizaciones de la naturale-za de la injusticia socioeconómica: tenemos laexplotación de Marx, la mala distribución de bie-nes primarios de Rawls, la noción de Dworkinsobre una necesaria “igualdad de recursos” y las“habilidades” de Sen. Hoy en Bolivia hay unamarcada fetichización del último, institucionali-zado en el concepto de “Desarrollo Humano”,que de manera muy apresurada —y cómoda—remite a recetas para la “formación” de “capitalhumano”, dejando de lado tanto estructuras comoresultados. La reciudadanización —una necesa-ria desprivatización de lo público— requiere más.

18 Sobre la producción del silencio, ver: Lampphere, 1997; Peña, 1997; Tiano, 1994; Yelvington, 1995.

19 La formulación clásica y sustento de esta argumento se encuentra en Marshall (1992), escrito en los años ’50.

20 Las presentes notas se basen en —y se nutren de— el extraordinario debate entre Nancy Fraser (especialmente 1995 y 2000) eIris Marion Young (Fraser, 1995, 1997, 2000; Young, 1990, 1997), y mis conversaciones con la Dra. Pamela Calla.

21 Ver, al respecto, las apreciaciones críticas de Calla sobre el reduccionismo clasista y salarista del movimiento sindical boliviano(2000:217-219).

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parte de su actividad profesionala la arqueología, y específicamen-te a la temática de las adaptacio-nes medioambientales culturales,en particular de las sociedades decazadores y recolectores de losperíodos más tempranos de laocupación humana en Bolivia yde los Andes Centro Sur en ge-neral. En esta ocasión, y con elapoyo de importantes editorialesextranjeras como el Museo Jacin-to Jijón y Caamaño, la PontíficaUniversidad Católica del Ecua-dor y Taraxacum de Washington,D.C., se presenta el libro Arqueo-logía de Lipes: Altiplano Sur deBolivia, publicado en Quito,Ecuador. En el referido volumen,Jorge Arellano expone el resulta-do de sus investigaciones arqueo-lógicas iniciadas en compañía deEduardo Berberian, en 1974, yreiniciadas en 1994 a través delProyecto “Arcaico y Formativo”,cuyo principal objetivo fue esta-blecer la primera secuencia cul-tural cronológica del desarrolloprehistórico de Lipes.

El primer capítulo, “El alti-plano boliviano en la época pre-hispánica”, establece la extensióndel área cultural centro sur andi-na, situando al altiplano bolivia-no dentro del desarrollo históri-co andino. A partir de estas con-sideraciones, el autor realiza una

zonificación fisiográfica de lasáreas culturales de Bolivia, divi-diendo la zona altiplánica en:Altiplano norte o región cir-cumlacustre, y el Altiplano me-ridional, donde ubica a su regiónde estudio. Plantea que el interésarqueológico se ha centrado enel Altiplano norte, y específica-mente en Tiwanaku en detrimen-to de las demás regiones y desa-rrollos culturales. Pero, paradó-jicamente, utiliza a Tiwanakucomo referente para estableceruna periodificación general decinco etapas: Precerámico (9000-6000 a.C.), Arcaico (5500-2500a.C.), Intermedio Temprano oFormativo (2000 a.C.-500 d.C.),Horizonte Medio (500-1200d.C.), Intermedio Tardío (1200-1400 d.C.) y Horizonte Tardío(desde la invasión Inca hasta laconquista española). A pesar deque este capítulo pudo haber pro-piciado una profunda reflexiónsobre el tiwanaku-centrismo dela arqueología boliviana, termi-na sumándose a la noción totali-zadora y homogeneizante querepresenta Tiwanaku.

En el segundo capítulo, “Li-pes en el altiplano meridional”,se caracteriza geográfica y ecoló-gicamente el Altiplano sur, enfo-cando a la región de Lípes comoun hábitat difícil pero apto para

ARELLANO LÓPEZ, Jorge

2000

Arqueología de Lípes:

Altiplano Sur de Bolivia.

Quito: Museo Jacinto Jijón y

Caamaño, PUCE, Taraxacum.

José M. Capriles,Ruben Dario Chambi

y María SoledadFernández

La región de Lipes, conocida porsu riqueza arqueológica desdeinicios del siglo XX, a pesar desu importante ubicación geográ-fica y cultural, así como de lasexcelentes condiciones de preser-vación del registro arqueológicoque la caracterizan, ha merecidopoca atención por parte de lasinvestigaciones recientes en estecampo. En este sentido, los tra-bajos de Jorge Arellano Lópezhan sido fundamentales paraempezar a delinear las caracterís-ticas de la ocupación prehispáni-ca en la región.

Geólogo de formación, Jor-ge Arellano ha dedicado gran

RESEÑAS1

1 Las reseñas que se presentan tienen el mérito de haber sido realizadas por alumnos que están por lo general en su segundo año deHistoria, en la Universidad Mayor de San Andrés, en la materia “Fuentes y Técnicas de Investigación”, dictada por RossanaBarragán. También contamos con el aporte de Virginia Aillón, documentalista y responsable del Programa de Bibliotecas delPIEB.

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el poblamiento humano. Con fi-nes de investigación, se divide elmicroambiente de puna altiplá-nica en tres pisos ecológicos:Puna Alta (por encima de los4500 m.s.n.m), Puna Intermedia(4000-4500 m.s.n.m) y PunaBaja (3700-4000 m.s.n.m), ca-racterizando a cada uno según lasparticularidades climáticas y dediversidad biológica que alber-gan. En este capítulo también sehace una somera exposición deantecedentes sobre las investiga-ciones arqueológicas realizadas enla región, partiendo en 1903 conlos trabajos realizados por G.Courty y culminado en los tra-bajos ya clásicos de Ibarra Gras-so, Barfield y Le Paige, generan-do de esta manera un contextohistórico y una justificación cien-tífica para proponer la hipótesiscentral de su trabajo, la cual es-tablece que la región de Lípes fue,en tiempos prehispánicos, unárea de relación entre el Altipla-no norte y el desierto de Ataca-ma, y que durante la época post-Tiwanaku habría sufrido unaimportante eclosión demográfi-ca.

En el capítulo destinado a lametodología de investigación, sedivide la región de estudio (9.400km2) en seis subáreas: la cuencade las lagunas Cañapa-Hedion-da-Ramaditas, las lagunas Chu-luncani-Pastos Grandes, la cuen-ca del río Alota, la cuenca sur delrío Quetena, la cuenca norte del

río Quetena y los alrededores dela laguna Colorada. Dentro decada una de estas subáreas se cla-sifican a los sitios arqueológicossegún el material cultural predo-minante en: sitios líticos, sitioslíticos con evidencia de cerámi-ca, sitios cerámico-líticos y sitioscerámicos. Asimismo, también seexponen las técnicas de recolec-ción y excavación empleadas encada uno de los asentamientosinvestigados.

El cuarto capítulo, “Dataciónradiocarbónica”, está dedicado ensu totalidad a los datos de 14Cobtenidos de tres grupos demuestras distintos. El primeroestá formado por cuatro mues-tras vinculadas al señorío Mallku,con fechas calibradas que fluc-túan entre 1300-1700 d.C. Elsegundo grupo se halla confor-mado por cinco muestras perte-necientes al Abrigo Ramaditas,de las cuales la más antigua fuevinculada al Horizonte Tempra-no 1055-1090 d.C. y la másmoderna 1420-1660 d.C. con elHorizonte Tardío. El tercer gru-po, formado por tres muestras decarbón obtenidas en los márge-nes orientales del Salar de Uyu-ni, también se encuentra vincu-lado con el señorío Mallku confechas calibradas ubicadas entre185 a.C. y 655 d.C.

En el capítulo “Arcaico Tar-dío: Primeros cazadores en Lípes(5500 a.C. - 1500 a.C.)”, el au-tor nos presenta una exhaustiva

clasificación tipológica del mate-rial cultural lítico, realizando unainteresante asociación con lamateria prima. Este análisis dematerial lo lleva a plantear la exis-tencia de dos circuitos trashu-mánticos asociados a la caceríaestacional. El primero compren-día un desplazamiento de las la-gunas Ramaditas, Hedionda yCañapa hacia las lagunas Chu-llunca y Pastos Grandes, exten-diéndose durante el Arcaico Tar-dío hasta la cabecera del río Alo-ta. El segundo circuito compren-día un desplazamiento de las la-guna Colorada y Verde hacia SanPedro de Atacama, y formaríauna especie de canal de conexióncon esta región chilena.

El Intermedio TempranoFormativo (1300 a.C. - 200 d.C.)se aborda en el sexto capítulo.Jorge Arellano sugiere que la im-portancia adquirida por las pun-tas de proyectil con pedúnculopara la cacería especializada deanimales pequeños y aves, al igualque la presencia de cerámica conpasta arenosa y cocción reducto-ra, son los elementos caracterís-ticos de este período. Propone unpatrón de asentamiento centra-do en los microambientes dequebradas cerradas de las áreas deQuetena y laguna Colorada, de-bido a la abundante provisión deagua de manantiales que presen-taban los sitios pertenecientes aeste período.

El séptimo capítulo, “El Ho-

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rizonte Medio (100 a.C. - 1100d.C.)”, caracterizado en la mayorparte del Altiplano andino por eldesarrollo y expansión de la cul-tura Tiwanaku, es analizado des-de el rol jugado por la región deLipes. A través de numerososdetalles, Jorge Arellano proponeque Tiwanaku alcanzó esta regióna través de circuitos de intercam-bio, y que se constituyó un im-portante lazo conector con la re-gión de San Pedro de Atacamadonde la presencia de Tiwanakufue relevante, especialmente a tra-vés de sitios como Abrigo Rama-ditas y Savala, en las cercanías delSalar de Uyuni, donde inclusivese hallaron pinturas rupestres cla-ramente influidas por el estiloTiwanaku. La tradición Puki fuetambién relevante durante el Ho-rizonte Medio, especialmente enla región más septentrional delárea de estudio.

En el capítulo “El IntermedioTardío (1000 d.C. - 1450 d.C.)”,se describen las característicasprincipales del señorío Mallku,una cultura arqueológica defini-da a partir de los patrones funera-rios y cerámicos característicos delos asentamientos datados en esteperíodo cultural. En este capítulose desarrollan extensivamente lascaracterísticas de pasta, tratamien-to de superficie, morfología, de-coración y frecuencia en los sitiosde los tres diferentes tipos cerá-micos que caracterizan la cerámi-ca de la tradición del señorío

Mallku, así como de los cuatrotipos definidos para la región surde Lípes no asociados a esta tra-dición cultural. También se des-criben detalladamente otras cate-gorías de artefactos como leznaspara tejer, astiles de flechas, ces-tos, tejidos, azadones y otros ha-llados en las distintas investigacio-nes realizadas en la región. El arterupestre merece un tratamientoespecial, y al menos dos tradicio-nes, una de origen local y otra po-siblemente procedente del nortede Chile, son identificadas paraeste período. Los conjuntos dechullpares o torres funerarias, sonadecuadamente descritos, parti-cularmente en relación a los asen-tamientos domésticos (localizadoscon preferencia en la Puna Inter-media) y resaltando la función ri-tual y de diferenciación social quecumplieron. A partir de los indi-cadores culturales anteriormentedescritos, y complementadas concomparaciones interregionalesadicionales, el autor interpreta elorigen del señorío Mallku comoparte de un proceso de migracio-nes con dirección hacia el sur, pro-cedente del altiplano circumlacus-tre occidental.

El noveno capítulo, “El Ho-rizonte Tardío (1450 d.C. - 1500d.C.)”, desglosa las principalescaracterísticas que adquirió laconquista Inca de la región deLípes. Para Jorge Arellano, la li-mitada presencia Inca en la re-gión de Lípes se debió a la difi-

cultad de extracción de recursosen la región, siendo que la locali-zación de los asentamientos In-cas más importantes se hallan enel área de Colcha K, al norte dela región de estudio, donde laexplotación agrícola (sobre todode quinua y cañahua) permitióuna producción relativamenteimportante por los Incas, talcomo lo demuestran las nume-rosas y diversas facilidades de al-macenaje registradas en los asen-tamientos ubicados en esta re-gión. Son tomados en cuentacomo sitios adicionales, SantaRosa, ubicada al este del Salar deUyuni, y el Tambillo de Rama-ditas, ubicado al sur de la lagunahomónima, identificados a par-tir de la característica arquitec-tura Inca y su relación con cami-nos prehispánicos. La cerámicadel Horizonte Tardío registradaen Lípes es asociada al estilo IncaPacajes por lo que el autor plan-tea un dominio indirecto de esteúltimo grupo étnico, particular-mente sobre la región de ColchaK. Con este panorama, el autorpresenta muy sintéticamente, enel décimo capítulo, “La Colonia”,las características que adquiere elmaterial cultural con la conquis-ta española en la región de Lí-pes.

El onceavo y último capítu-lo, “Perspectivas acerca del desa-rrollo cultural prehispánico deLipes”, el autor expone un pano-rama general de los resultados

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Mariano Fuentes Lira. El Ekeko

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alcanzados en una propuesta his-tórico cultural. En este sentido,define la existencia de una socie-dad arcaica de cazadores recolec-tores, posiblemente dividida envarios grupos y relacionada demanera directa con grupos esta-blecidos en las tierras altas y me-dias del norte de Chile. Luego,con la presencia de las primerasevidencias de cerámica duranteel Formativo, establece la presen-cia de grupos semisedentariosasentados en espacios cerrados yprotegidos, para posteriormentetener la presencia del señoríoMallku durante el período Inter-medio Tardío, originado a partirde una difusión regional proce-dente del sector occidental delaltiplano norte, posiblementeiniciada en el Horizonte Medio.Culmina con la propuesta de ladominación incaica de la región,ubicada especialmente en la re-gión norte del área de estudio,donde la producción agrícola fuefuertemente explotada inclusivedesde el período precedente. Entodo este proceso, numerosasproblemáticas son abiertas ymuchas interrogantes quedantodavía por resolver, tal como elmismo autor reconoce. No obs-tante, la interacción con otrasáreas geográficas determinó unarelativa interdependencia entrelas sociedades asentadas en Lipesy otros grupos culturales vecinos.Para Jorge Arellano, esto expli-caría el sometimiento durante el

Horizonte Tardío de la región, sinla necesidad de una ocupaciónincaica directa. Finalizada la sín-tesis cronológica, se presenta unainterpretación en la cual Lipesmuestra el rol jugado por sus ha-bitantes al interior de dinámicasredes adaptativas de intercambioy movilidad zonal a lo largo deltiempo y el espacio.

Para concluir, Arqueología deLipes: Altiplano Sur de Bolivia nosólo ofrece nuevos datos e inter-pretaciones sobre la dinámicacultural de la región de Lipes entiempos prehispánicos, sino queparalelamente propone una inte-resante visión macroregional queinterrelaciona cada período cul-tural local con las fases, períodosy tradiciones estilísticas del occi-dente boliviano, noroeste argen-tino y norte de chileno. Cada unode los capítulos cuenta, además,con mapas, tablas estadísticas,fotografías y figuras que hacenque el contenido esencialmentedescriptivo del volumen adquie-ra mayor fluidez en su lectura. Elfruto de las extensas investigacio-nes realizadas por Jorge Arellano,contribuye significativamente, anuestro juicio, al corpus todavíareducido pero cada vez más am-plio de publicaciones científica-mente serias y responsables deestudios arqueológicos realizadosen Bolivia por investigadores na-cionales. Por último, a pesar deque no se citan en este trabajo,este volumen necesariamente

debe ser complementado con losestudios recientemente realizadosen la región de Lipes por el ar-queólogo argentino Axel Nielseny sus colaboradores (e.g., Nielsen1998, 2001; Nielsen et al. 2000)

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BRIDIKHINA, Eugenia;ROSELLS, Beatriz y

OPORTO, Luis

2000-2001

Las mujeres en la historia de

Bolivia: Antología. 3 vols.

La Paz: Embajada del Reino

de los Países Bajos; Sol de

Intercomunicación. Vol I.

Eugenia Bridikhina. “Imáge-

nes y realidades de la Colo-

nia”. Vol II. Beatriz Rosells.

“Imágenes y realidades del

Siglo XIX”. Vol III. Luis

Oporto Ordoñez. “Imágenes y

Realidades del Siglo XX

(1900-1950)”

Virginia Aillón

troducción a los estudios bolivia-nos, editada por Joseph Barnadasen 1987, y que tiene singular va-lor para el avance de los estudiossociales. Este gesto cobra impor-tancia en un país donde el acce-so a la información es siempre untema conflictivo, especialmentepara investigadores/as jóvenes yde regiones alejadas de los cen-tros de poder del país.

El volumen I se inicia consugerentes acercamientos histó-ricos a las primeras mujeres blan-cas que poblaron estas tierras, yel armado de sus fortunas, a pe-sar de ser también un génerodominado desde su cultura ori-ginaria. Junto con ello, la gravecrisis que significó el nuevo régi-men para las indígenas que ini-cian su recorrido histórico en laColonia con el signo de la discri-minación y sujeción. Y, entreambas clases de mujeres, el pa-pel de la lengua castellana comoarma de colonización entregadaa las mujeres blancas.

Particularmente rico es elanálisis de la situación jurídica dela mujer tanto de la ibérica enestas nuevas tierras, como de lacriolla, pero también la indígenae incluso la negra. El estudio vadibujando el camino que siguióla implantación violenta, siste-mática y permanente del ideariode mujer occidental y cristianoen estas tierras.

A nuestro modo de ver, es co-rrecto que la literatura jurídica

sea una de las fuentes principalespara establecer la situación de lamujer en los tres períodos estu-diados, porque la prescripción hasido la forma y el contenido dela conformación de las mujeres.En ese mismo sentido, sería im-portante analizar, comparativa-mente, la literatura médica yaque si alguna prescripción resu-me a los sistemas dominantes esla pre(pro)scripción del cuerpo.Esta ingeniería regulatoria es par-ticularmente extraordinaria en laprimera mitad del siglo XX, talcomo lo demuestra la Bibliogra-fía de la mujer boliviana (CI-DEM; 1985) que consigna folle-tos y libros varios sobre gineco-logía, higiene, parto, aborto, be-lleza y cuidados del cuerpo feme-nino en general. El ejemplo másinteresante en ese sentido es laregulación para el ejercicio de laprostitución en 1916, recogida yanalizada por Luis Oporto en elVol. III de la serie.

Lo que se nota como esfuerzoen esta selección es el intento dedar cuenta de la situación de lasdiversas mujeres que han habita-do este territorio desde su consti-tución formal como nación. Ydecimos que se nota el esfuerzoporque la historiografía sobre lamujer boliviana en general, se di-vide entre sectores de mujeres yson pocos los que pueden darcuenta del conjunto y sus varian-tes. Así, el feminismo ha construi-do una historiografía desde las

La mujer escrita podría subtitu-larse esta serie que a través de larevisión y selección documentalva escribiendo a la mujer bolivia-na desde la Colonia hasta la pri-mera mitad del siglo XX.

Esta serie, editada con losauspicios de la Embajada de losPaíses Bajos en Bolivia, tiene unapresentación peculiar pues hatomado la forma de antologíaanotada. En ese sentido, estos tresestudios se acercan a lo que lla-maríamos un balance de la situa-ción de la mujer en el períodoestudiado, un ejercicio similar alhecho por especialistas en la In-

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mujeres de clase media, clase altay la mujer popular en relación asu participación política y econó-mica. A estos estudios la mujerindígena le es ajena, incluso cuan-do se historia a la mujer urbana.Por el otro lado, a los estudiosantropológicos, etnográficos e his-tóricos que dan cuenta de la mu-jer indígena, les cuesta poner aestas mujeres en relación con lasotras o con lo urbano. Así, es difí-cil tener un mapa, y lo que se ob-tiene generalmente son pedazos,trozos y fragmentos. Y si bien estopuede indicar un estadio en lacomprensión de la situación de lamujer, es también cierto que es-fuerzos panorámicos como el quehoy nos ocupa han de encontrarserias dificultades. Con todo, elresultado, si bien denota la difi-cultad, demuestra también la po-sibilidad ya que en los tres volú-menes encontramos apartadossobre la situación de la mujer in-dígena, en el primero incluso es-pecificando la situación de lamujer negra en la Colonia.

Tal vez el que mayores luceshecha al respecto sea el volumentercero, a cargo de Luis Oporto,quien se cuida muy bien de gene-ralizar o sobreespecificar (dos erro-res mayúsculos y lamentablemen-te comunes en este tipo de acer-camientos) a las mujeres estudia-das. Así, pone mucho cuidado enobservar a las “letradas” en sus di-ferencias que son las de clase me-dia (que lograron ocupar espacios

importantes en el arte y otras áreassociales, según el autor) y las declase alta, de quienes resalta tantola frivolidad o filantropía con queenfrentaban su vida así como elpoder económico de las hacenda-das o empresarias. En el caso dela “no letradas”, el autor se cuidade conformar una visión victimis-ta de esta mujer, y así como apuntalas malas condiciones de vida, re-salta también la autonomía eco-nómica y de otra índole de la cholao la chota, de la chichera y tam-bién la especificidad de la mujerindígena y campesina que tiene asu favor un sistema de reciproci-dad que marca de manera diferen-te su relación con el otro género.Tampoco deja de lado a la obre-ras de las que destaca, sobre todo,a la minera y las organizacionesfemeninas como la FOF, el Co-mando Femenino del MNR, etc.

La metodología histórica hasido combinada, en los tres ca-sos, con la metodología de losimaginarios, esta vez a través detextos especialmente literarios dela época. Y, posiblemente porqueya había trabajado anteriormen-te en esta metodología (La Mu-jer, una ilusión: ideologías e imá-genes de la mujer en Bolivia en elSiglo XIX. La Paz: CIDEM,1987), el segundo volumen a car-go de Beatriz Rosells destaca poreste apartado. Inicia este capítu-lo con las imágenes de la mujeren la producción de poetas y na-rradores del siglo XIX, como con

los poemas de Wallparrimachi, elpoeta de la Independencia; con-tinúa con poemas de DanielCampos, así como en imágenesde mujeres en Gabriel René Mo-reno. Particularmente interesan-tes son los párrafos dedicados alas noveles Juan de la Rosa, deNataniel Aguirre, y Soledad, deBartolomé Mitre. Continúa elestudio con un repaso de las iden-tidades femeninas en boca y le-tra de las escritoras de la época:María Josefa Mujía, Adela Zamu-dio, Carolina Freire y LindauraAnzoátegui, entre otras.

Una vez visitada la literatu-ra, Rosells brinda también imá-genes de la mujer en novedosasfuentes como son los diarios deviajeros (D‘Orbigny, Thouar,Campos, Bresson) y cartas priva-das. No está ausente de este acer-camiento a los imaginarios, refe-rencias a la literatura culinaria,expresión del mestizaje de coci-na ibérica e indígena.

Como en toda antología,cada lector podrá encontrar figu-ras o temas tratados en demasíao, por el contrario, sugerir ausen-cias notables. Mas, si convenimosen que la antología es una pro-puesta, los autores y sus lectoresestableceremos, en verdad, undiálogo fructífero más que unainterpelación inocua. En ese sen-tido, y en el ámbito de las fuen-tes literarias, sí he sentido la au-sencia de mayores referencias ysobre todo textos de Hilda Mun-

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dy, cuya obra, a mi modo de ver,resume mucho de la vida y lasimágenes de la mujer de la pri-mera mitad del siglo XX.

Aunque el primer volumenintercala láminas de cuadros de laColonia, los otros dos culminancon una iconografía (fotografías,croquis de viajeros, grabados ydibujos) de la época provenientesde archivos públicos y privados asícomo de publicaciones específica-mente iconográficas como la deMelchor María Mercado.

Como se ve, estamos ante ungesto por demás noble además deacadémico y serio cual es el debrindar una recopilación, muybien seleccionada, de fuentes pri-marias y bibliográficas para cadauno de los períodos estudiados.Así, el estudio que hacen los au-tores es más una propuesta, unalectura de los documentos y unainvitación a nuevas lecturas. Esdecir, una invitación al debate,lo que también denota un gestoamable con el lector en general ycon el investigador en particular.

ESCOBARIde Querejazu, Laura

2001

Caciques, yanaconas y

extravagantes. La sociedad

colonial en Charcas.

S. XVI - XVIII. La Paz:

Plural Editores /Embajada

de España en Bolivia.

Roger Mamani,Juan Pablo Delgado,Guillermo Callisaya yPatricia Chuquimia

ra —y después de quince años deinvestigación— Escobari deQuerejazu los ha reunido en unsolo volumen, después de habersido madurados, repensados yreescritos.

El libro tiene cuatro partes:la primera aborda la convivenciaétnica en las ciudades, mientrasque la segunda trata de los caci-ques como parte de la elite colo-nial y sus rencillas por la obten-ción del cargo. El trabajo y lamovilidad de los yanaconas enCharcas, se toca en la tercera par-te; la mano de obra y tecnologíaminera en Potosí, en la cuartaparte del libro.

En la primera parte se tomael tema de la fundación de ciuda-des observada por la autora comouna constante dinámica de inte-racción cultural. Las ciudades deanálisis son Chuquiapo o Nues-tra Señora de La Paz; Cantumar-ca, que es la Villa Imperial de Po-tosí; Uru-Uru o la Villa de SanFelipe de Austria, y Chiquitos oSanta Cruz de la Sierra. La autoradestaca la inserción de pobladosde indios ya existentes al fundar-se las ciudades, los cuales en sumayoría fueron mitimaes de dife-rentes etnias. La autora otorgagran importancia al tipo de orga-nización habitacional que separadrásticamente los barrios de indiosde los barrios de españoles, sepa-ración que se irá debilitando has-ta el punto de desaparecer. Esimportante señalar que el estudio

En este libro, Laura Escobari deQuerejazu aborda la sociedadcolonial desde el rol que tuvie-ron los pobladores originarios, esdecir los “Indios” en Charcas alo largo de todo el periodo colo-nial, con el objetivo de dar a co-nocer actores sociales poco abor-dados en la historiografía comolos caciques, los yanaconas y losextravagantes. La autora señalaque muchos de los capítulos deeste libro, basado fundamental-mente en fuentes primarias (vi-sitas, crónicas, padrones, etc.) yapoyado en bibliografía, fueronpresentados en distintos congre-sos internacionales y como avan-ces de investigación en diferen-tes revistas, enriquecidos con lasdiscusiones que generaron. Aho-

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de estas ciudades en su desarrollourbano y social, da a conocer as-pectos nuevos sobre lo que fue lamano de obra y vida cotidiana enlos siglos XVI y XVII, así como laintervención de las misiones jesui-tas y su importancia en la econo-mía y sociedad colonial duranteel siglo XVI.

En la segunda parte, la auto-ra aborda a los caciques comoparte integrante de la elite colo-nial, analizando su relación y fun-ción para luego reconstruir, a tra-vés de documentos del ArchivoGeneral de Indias, y de las pro-banzas del Archivo de La Paz delos siglos XVI a XVIII, las ascen-dencias y linajes de los Canqui yCusicanqui, importantes en Ca-lacoto-La Paz y en Tiwanaku, queafirmaban ser descendientes deFelipe Tupac Inca Yupanqui. Laautora complementa así otrosestudios realizados sobre caci-ques: el libro de Roberto Cho-que Canqui, Sociedad y economíacolonial, que muestra otras des-cendencias como de Martín PaxsiPati Cacique de Tihuanaco-LaPaz.

La tercera parte del libro hacereferencia a la vida de los yana-conas, y para ello toma dos casosen distintos lugares del territoriode Charcas. El primer caso seubica en la provincia colonial deYamparaes, cercana a la ciudadde la Plata, en el actual departa-mento de Chuquisaca. El segun-do caso se ubica en la hacienda

de Sicaya, en el actual departa-mento de Cochabamba.

El estudio de la provincia deYamparaes en el siglo XVII, sebasa en dos visitas a este corregi-miento, una en 1613 y otra en1651, notándose entre ambas lagran baja demográfica de indiosyanaconas. La autora trata deanalizar si el descenso es demo-gráfico o más bien es expresiónde una estrategia de resistencia yuna costumbre, dado el controlvertical de pisos ecológicos en losvalles chuquisaqueños de los in-dios Gualparocas y Yamparaes.Para la autora, el descenso se debeatribuir fundamentalmente altipo de tenencia de la tierra, yaque en el momento de la visitalos indios se encontrarían enotras tierras.

En el caso de la hacienda tri-guera de Cochabamba, la autoraaborda el sistema de arrendamien-to de tierras en el siglo XVIII, unsistema en el que el mayordomoque administraba la hacienda po-día arrendar las tierras tanto a crio-llos, como a mestizos y yanaco-nas arrendatarios libres, siendotodos obligados a hacer uso delmolino de la hacienda, que era loque generaba mayor gananciapara la hacienda.

En la cuarta parte del libro,se abordan diferentes aspectosrelacionados a la mano de obra ytecnología minera. Se recuerda laimportancia del yacimiento mi-nero de Potosí donde, entre 1570

y 1650, se produjo más de lamitad de toda la plata del mun-do en una bonanza que duraríapor lo menos dos siglos, pues laproducción de plata fue respal-dada fuertemente por las medi-das que tomó Toledo en el añode 1573. Respecto a la tecnolo-gía, la autora va viendo cómo losingenios, que al inicio eran amano, a pie y a caballo, se trans-formaron para el siglo XVIII eningenios hidráulicos. Para suconstrucción se utilizaba made-ra traída de los valles de Chuqui-saca, mientras el hierro llegaba deEspaña, razón por la que su cos-to era muy elevado. De ahí tam-bién que a lo largo de la épocacolonial los cabildos incentivaronnuevos inventos para aminorarlos gastos de la extracción delmineral.

Finalmente, aborda el temade los trabajadores de las minasde Potosí a quienes se los deno-minó “mingas o contratados li-bres” con un salario. Señala tam-bién que fueron llamados “indiosde ruego” porque se les suplica-ba para que trabajaran, así comoindios extravagantes por la pecu-liaridad que tenían de vivir cercade sus pueblos de donde cada díallevaban productos agrícolas.

Laura Escobari de Querejazucontribuye así al estudio de la his-toria de Bolivia; el lector encon-trará en este trabajo una fuenteque le servirá de guía para el aná-lisis de los procesos coloniales.

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PRESTA, Ana María

2000

Encomienda , familia y

negocios en Charcas colonial

(Bolivia): Los encomenderos

de La Plata 1550 - 1600

Lima: Instituto de Estudios

Peruanos.

Desireé Kieffer,Zelma Montaño y Consuelo Sánchez

Charcas. El análisis de casos pro-porciona una visión más ampliade estos personajes y cómo utili-zaron diferentes estrategias paralograr sus propósitos: alianzasmatrimoniales convenientes, ser-vicio militar y posiciones políti-cas, que les permitían pasarse deun bando a otro, y obtener elmayor beneficio posible; los ne-gocios que llegaban a concretarcon parientes, vecinos y paisanosfueron claves para la formación deredes estrechas de cooperación.

En siete capítulos, la autoradescribe, entonces, no sólo la vidade los encomenderos y de sus fa-milias, con un detallado estudiode fuentes archivísticas, sino queademás profundiza en el contex-to del espacio charqueño. El es-tudio cuenta con dos apéndicescon listas de encomiendas2 y en-comenderos en el siglo XVI, unglosario de términos de la épocay una extensa bibliografía. Con-tiene, además, un índice de nom-bres y lugares, y numerosos ma-pas y cuadros.

El primer caso es el del enco-mendero Francisco de Almendras,un español de origen oscuro na-cido en Extremadura, que tomóel riesgo de aventurarse a la con-quista del nuevo mundo para, deesta manera, lograr el status, po-der, riqueza y honor que en Espa-

ña jamás hubiera podido alcanzar.Su amistad con los Pizarro, y elhaber sido uno de los 168 quetomaron Cajamarca, le valieronpara conseguir importantes rique-zas y la encomienda de Tarabuco.No fundó familia pero reconociódoce hijos naturales; podía ser unapersona muy entregada a parien-tes, amigos y paisanos o tremen-damente arrogante con los que noestaban dentro de su círculo. DeAlmendras luchó con GonzaloPizarro en contra de las LeyesNuevas y fue nombrado posterior-mente Gobernador y JusticiaMayor en La Plata, cometiendoen este cargo arbitrariedades ex-tremas como ejecutar a enemigospolíticos o quitar encomiendas asus dueños legítimos para entre-garlas a simpatizantes de Pizarro.Estos actos hicieron que los rea-listas lo ajusticiaran junto con pro-minentes vecinos de La Plata. Delos doce hijos naturales que de-claró tener, se pudieron localizara diez, los que iniciaron una largafamilia incorporándose a la diná-mica urbana y rural de Charcas;las hijas se casaron con personajesimportantes, ya sea encomende-ros o comerciantes, utilizando elmatrimonio como medio de con-solidación del linaje.

Continuando con la familiade Francisco de Almendras, la

Este libro trata de cuatro casos deencomenderos en La Plata, en elsiglo XVI. El acercamiento a dife-rentes historias de vida permiteque, independientemente del ori-gen en el Viejo Mundo, los con-quistadores que llegan a estas co-lonias se encuentren con un sinfínde posibilidades no sólo de enri-quecimiento sino de encumbra-miento social imposible de lograren una España rígida por un ho-nor ligado a la pureza de sangre.

El estudio sobre encomende-ros realizado por Ana María Pres-ta, nos da a conocer las diversasoportunidades mercantiles de laencomienda y el papel quedesempeñaron los encomenderosen la sociedad colonial inicial de

2 Las encomiendas eran mercedes concedidas por alguna autoridad colonial pero bajo la confirmación real; se daban generalmentecomo recompensa por servicios militares, con ellas se asignaba al beneficiario el derecho a gozar del tributo y mano de obra de ungrupo de indígenas a cambio de evangelizarlos.

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autora analiza cómo llegaron a LaPlata sus dos sobrinos, Diego yMartín, que se enrolaron en lacarrera militar y partieron en lasexpediciones a la región de loschunchos y chiriguanos; partici-pando también en la conquista ypoblación de Charcas. Como re-compensa recibieron la encomien-da de Tarabuco, que pertenecióantes a su tío Francisco de Almen-dras. Los dos hermanos, junto asus primos naturales, acrecentarony diversificaron la herencia mate-rial y simbólica de la familia, lo-grando que la tercera generaciónde Almendras consolidara su si-tuación dentro de la sociedad deCharcas, con una posición so-cioeconómica poderosa que losmantuvo en el nivel más alto en-tre 1540 y 1600, a pesar de la fal-ta de origen hidalgo.

El caso de Pedro HernándezPaniagua es muy diferente al an-terior. Este encomendero vino alNuevo Mundo como emisario dePedro de la Gasca, teniendo laoportunidad de lograr una carre-ra militar y política por la querecibió la encomienda de Pojo.Hernández de Paniagua era, enExtremadura, un hidalgo queincrementó su reputación parti-cipando, junto al rey Carlos I, enla revuelta de las comunidades deCastilla, en 1520. Dejó al veniral Nuevo Mundo a esposa, seishijos y muchos bienes, entre ellosun mayorazgo, viajando solo conun hijo natural. Su permanencia

en las colonias fue corta ya quemurió seis años después de su lle-gada, tiempo suficiente para acre-centar su fortuna y consolidar sualta posición. A su muerte llegósu primogénito, Gabriel Pania-gua de Loayza, para hacerse car-go y gozar de la encomienda,haciendas y negocios diversos querecibió como herencia y que acre-centó considerablemente. Paraello se valió de estrategias matri-moniales ventajosas con familiasen Lima y Plasencia, de igual sta-tus que el suyo. También tomóparte activa dentro del poder po-lítico, llegando a ser corregidordel Cuzco. Se dedicó al comer-cio de la coca que le dio muchasganancias, también incursionóen la industria textil, siendo due-ño de importantes obrajes. Eneste caso es interesante resaltar elhecho de que, luego de su falle-cimiento, las mujeres de este li-naje iniciaron su carrera públicaejerciendo la práctica social de laviudez como mayor atributo desu linaje. Esta familia, por susorígenes, su situación económi-ca y las estrategias matrimonia-les que la llevaron a relacionarsecon la corte virreinal de Lima,donde tenía parientes y amigos,perpetuó la encomienda por cua-tro generaciones, manteniendosu status por más de un siglo.

El tercer caso presentado porPresta es el de la familia Zárate quetiene dos aspectos diferentes: porun lado, los Zárate Mendieta que

llegaron al Nuevo Mundo sin sta-tus social, y por otro, los ZárateRecalde que, al igual que los Pa-niagua de Loayza, eran ya de fa-milia prominente en España. Losprimeros en llegar al Nuevo Mun-do fueron Lope de Mendieta yJuan Ortiz de Zárate, quienes, gra-cias a la carrera militar, obtuvie-ron una encomienda en la regiónde Carangas, ganando así poderpolítico, económico y social. Pos-teriormente, en 1563, llegó Fer-nando de Zárate con el título de“Don”, lo que le permitió rápida-mente contraer matrimonio conuna viuda heredera de una enco-mienda. Las familias Zárate Men-dieta y Zárate Recalde mantuvie-ron estrechos lazos de parentesco,ésto les favoreció en la adminis-tración de sus negocios e intere-ses comunes.

Finalmente, está el caso delLicenciado Polo de Ondegardo,natural de Valladolid, quien lle-gó al Perú justo cuando se die-ron los cambios políticos de 1540que le permitieron acceder rápi-damente a una encomienda ad-ministrada de manera tan eficien-te, que se convirtió en la síntesisdel empresario del siglo XVI. Porsu talento y profesión logró serconsejero de funcionarios y virre-yes llegando a una posición so-cial más alta. Para perpetuar supatrimonio, Ondegardo mandóa sus hijos a universidades espa-ñolas con el fin de que pudieranacceder a una posición burocrá-

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tica de jerarquía para sobrevivirmanteniendo su linaje. Veinteaños después de su muerte, sufamilia se fue desintegrando mo-ral y materialmente.

Polo de Ondegardo supomantener los vínculos económi-cos, familiares y profesionales enlugares claves como Charcas, LaPaz, Lima y Valladolid. El restode su familia vivió a su sombra:los varones buscaron alcanzarfama y fortuna, y las mujeres in-gresaron a la vida religiosa de losconventos de Charcas.

El poder ilimitado que alcan-zaron los encomenderos en unprimer momento fue controladopor la intervención de la Coronay las nuevas competencias econó-micas que surgieron por parte delos mineros, comerciantes y terra-tenientes. Esto permitió que, conel paso de las generaciones, sólolograran mantener el patrimoniosimbólico mientras que el mate-rial se reducía considerablemen-te. A pesar de estas medidas, eltrabajo muestra que la encomien-da en el Nuevo Mundo dio lugara la diversificación económica yal reconocimiento social, cosamuy difícil de lograr para muchasfamilias en la España de la época,debido a sus orígenes oscuros o ala falta de oportunidades. Con losrecursos económicos que obte-nían con la encomienda, les fueposible alcanzar en Charcas elhonor, el poder y la riqueza, tanimportantes en estas sociedades.

ROCA, José Luís

2001

Economía y Sociedad en el

Oriente Boliviano (Siglos

XVI-XX). Santa Cruz:

Editorial Oriente.

Douglas EstremadoyroGarcía

el resto denominado espacio geo-gráfico “oriental”, Roca señala queéste se inicia en los valles meso-térmicos como una forma de pro-teger a Charcas y Potosí de las in-cursiones chiriguanas; prosigue ci-tando los intentos prehispánicosy coloniales en el área de Mojos,estableciendo la presencia defini-tiva posterior en esas zonas a tra-vés de difíciles rutas fluviales y te-rrestres desde Santa Cruz; conti-nuando hacia el Este con la pro-vincia de Chiquitos, que denomi-na “lebensraum cruceño”, y sucontinuación hacia el río Para-guay. La marcha hacia el noroes-te, buscando “el destino manifies-to”, culmina con la creación deldepartamento de Pando y la pro-yección cruceña, más efectiva quelos intentos originados desdeCharcas. El capítulo concluye conimportantes consideraciones so-bre la región geo-histórica cultu-ral llamada “Oriente boliviano”.

En el segundo capítulo, dedi-cado a la “Mano de obra, rebelio-nes, producción y mercado”, elautor nos muestra aspectos rela-cionados con lo sucedido en laspoblaciones originarias que, afuerza de constituirse en la manode obra obligada para todos losmigrantes a la región oriental, fuedisminuyendo por las condicio-nes de trabajo, enfermedades yexcesos, hasta casi desaparecercomo fuerza laboral. Esta sería unade la razones del estancamientodel desarrollo regional, que sólo

El libro de José Luis Roca presen-ta cuatro siglos y medio de la his-toria del Oriente boliviano, desa-rrollados en ocho ensayos autóno-mos con estrecha relación temáti-ca. El autor plantea la “hazaña pro-tagonizada por la sociedad cruce-ña en su conjunto”, y para ello uti-liza la “vieja técnica ad narrandum”con el objetivo de llegar a un ma-yor público lector, a estudiosos dela historia oriental y a una mayordifusión de su historia.

En el capítulo primero, “ElOriente Boliviano, un espaciogeo-histórico”, el autor describe laocupación territorial del Oriente,como “la Historia de Santa Cruz”,tarea que requirió tres siglos ymedio, y fue impulsada por lapobreza de los primeros habitan-tes de Santa Cruz, viviendo en unárea periférica del desarrollo y ocu-pación colonial y republicana.Asignando a Santa Cruz el rol de“ciudad capitana” y núcleo de irra-diación del poblamiento de todo

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en el siglo XX se compensa con lamigración andina y otras de ori-gen extranjero para el desarrollode la agricultura y agroindustria,especialmente en la zona norte yeste de Santa Cruz.

El capítulo tres, “La gomaelástica”, muestra a este productocomo importante sostén de la eco-nomía boliviana (junto al estaño),durante por lo menos tres déca-das, de 1890 a 1920. La explota-ción y su comercialización masi-va comenzó en Bolivia en 1894,por gente del norte de La Paz,Santa Cruz y del Beni, generan-do una actividad destinada almercado externo que creó indus-trias locales de transformación, ypermitió acumular excedenteseconómicos que después fueroninvertidos en empresas comercia-les, agropecuarias, financieras y detransporte fluvial. La industria dela goma nació y se nutrió de es-fuerzos privados, con la mano deobra indígena y mestiza. La obrapatriótica-empresarial de NicolásSuárez Callaú es considerada unhito descollante en este periodode la vida regional y nacional.

La industria de la goma ha-bría originado que el Oriente se“desvinculara económicamentede regiones andinas bolivianas”y canalizara su esfuerzo a un pro-pio mercado de consumo dondecolocó productos tradicionalescomo el azúcar, arroz y café. Lagoma dio solidez y perennidad ala cultura del oriente, atrayendo

además la presencia de paceños,situación que el autor destaca através de la figura de José Ma-nuel Pando, explorador del nor-te y visionario intérprete de suimportancia.

Los obstáculos naturalescomo las cachuelas que marcabanel accidentado curso del Mamo-ré y Madera, las dificultades dellegar al occidente y en general almercado final de los productos,son descritos con realismo y co-nocimiento de las situaciones quevivieron esos pioneros.

En el capítulo cuarto, el au-tor nos desarrolla lo que conside-ra una “historia común” de losterritorios de Mojos y Chiquitos,comenzando por lo que denomi-na “enigma de los Mojeños pre-históricos”, refiriéndose a las obrasde tierras o “lomas” existentes enla actual llanura beniana. Destacala importancia de los misionerosjesuitas que en el período colonialse establecen inicialmente enMojos, después en Chiquitos,implantando un particular “Mo-delo de sociedad indígena”, que alo largo de 175 años fue toman-do forma sobre la base del catoli-cismo y la aceptación de los habi-tantes naturales, para concentrar-se en reducciones y vivir “congre-gados antes que disgregados”. Esta“Cultura reduccional” conservaimportantes y particulares rasgos,como la música y artesanías; ytuvo especial valor para la forma-ción de núcleos poblados que hoy

constituyen pueblos y ciudadesorientales.

El capítulo quinto puedeconsiderarse como una amplia-ción del capítulo tercero, relacio-nado con los productos natura-les del noreste y noroeste, ya queanalizando la difícil situación deestos territorios por la pérdida delvalor comercial de su principalproducto natural, así como elabandono de parte del gobiernocentral, se hace patente la nece-sidad de consolidar la soberaníanacional por lo menos a travésde la creación de unidades polí-tico-administrativas. Se define,entonces, la creación del depar-tamento de Pando en 1938, y sereordena el territorio del depar-tamento de Beni, favoreciendotambién al departamento de LaPaz con provincias norteñas, másallá de la tradicional ocupaciónpaceña de su periferie de pie de-monte andino. Acápites especia-les nos relatan otro auge transi-torio de la goma durante la Se-gunda Guerra Mundial, y la pocofeliz presencia de la empresa pe-trolera Standard Oil of New Jer-sey, funesta por sus acciones du-rante la Guerra del Chaco.

En la “Trayectoria de la ga-nadería beniana”, capítulo sexto,el autor nos relata los orígenes dela ganadería tradicional desde laépoca de los misioneros jesuitas,la dificultad de llegar a los mer-cados de consumo y la importan-cia que revistió esta explotación

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pecuaria en la época de la CasaSuárez. La explicación de traba-jos recientes para un mejora-miento genético y la consolida-ción de su mercado nacional enel occidente Boliviano, son ma-tizados con relatos anecdóti-cos de la forma como se llevabanlas tropillas de vacunos hacia elmercado brasileño, y el dificul-toso transporte aéreo hacia LaPaz, Cochabamba y las minasnacionalizadas.

Asumiendo dos términos dellibro del historiador francés Thie-rry Saignes, en su obra Ava y Ka-rai: ensayo sobre la frontera Chiri-guana (siglos XVI - XX), Roca es-tablece esas dominaciones comoun reconocimiento a la “culturamestiza, hoy conocida como cul-tura camba”, que comienza a for-marse sobre la base de la llegadade los Chiriguanos de origen gua-raní desde las llanuras del bajorío Paraguay, quienes interaccio-nan con los “cruceños” ya mesti-zos a través de la mezcla de loshispanos afincados en tierrasorientales con las etnias próximasa la ciudad de Santa Cruz. Entreambos grupos se habrían estable-cido relaciones de intercambiono exentas de violentos enfren-tamientos, que se dejan de ladopara oponerse a la campaña To-ledana contra los Chiriguanos;también protagonizan insurrec-ciones que dieron lugar al retirode parte de éstos —los Avas ha-cia el Paraguay y los Karai hacia

el norte—, originando un despo-blamiento indígena en las actua-les regiones de Cordillera y elChaco de los departamentos deSanta Cruz, Chuquisaca y Tari-ja.

El capítulo octavo, al queRoca denomina “Santa Cruz lapróspera”, nos muestra el desa-rrollo cruceño que se inicia a par-tir de la conexión caminera conel occidente del país, concluidaen 1954, y las posteriores víasférreas que unen Santa Cruz conlas fronteras argentina y brasile-ña. Igualmente, el desarrollo —todavía cuestionado por algu-nos— de la agricultura y agroin-dustria, sobre la base del cultivode soya, algodón, girasol, trigo,caña de azúcar, etc., así como unaganadería intensiva y la recienteconclusión de la carretera asfal-tada a Trinidad.

El autor destaca el papel deentidades cívicas cruceñas, espe-cialmente el Comité Pro-SantaCruz, así como cooperativas deservicios y producción que consi-dera fundamentales en el desarro-llo cruceño actual, concluyendoque esta prosperidad es fruto deuna “afortunada combinación deesfuerzo estatal e iniciativa priva-da” que requiere de “una imagi-nación y creatividad de la mismamagnitud que la mostrada por loshombres de la generación de hacemedio siglo”, para que esta pros-peridad no se convierta en un“mero referente histórico”.

Es indudable que el libro es-crito y presentado por José LuisRoca nos transporta a un largoperiodo de la historia nacional,circunscrito al espacio geográfi-co de un “oriente” que abarcaactualmente los departamentosde Santa Cruz, Beni y Pando, yque fue ocupado, explotado ymantenido en beneficio de la so-beranía nacional, por un esfuer-zo nacido desde un núcleo “cru-ceño”, centrado desde el sigloXVI en la ciudad de Santa Cruz.Si bien es posible observar el sen-tido cruceñista de su punto devista, no es menos cierto que elaporte de quienes viniendo depleno oriente hacia el norte, enun esfuerzo sostenido, hicieronpresencia nacional mucho másallá de circunstanciales o accio-nes políticas y administrativas delgobierno central. Vale destacar lalimitada pero no por ello menosimportante presencia de empre-sarios y ciudadanos paceños quecoadyuvaron a la “Hazaña cru-ceña”, según lo destaca el autor.

Junto con otros libros acadé-micos valiosos, pero menos des-criptivos y a veces poco conocedo-res de la realidad de esa parte delterritorio nacional, el libro de JoséLuis Roca es, a nuestro modo dever, un importante referente parael estudio e interpretación de unatierra e idiosincrasia oriental, toda-vía lejana para muchos, y cuya his-toriografía está en proceso de acla-ración y desarrollo.

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SECCIÓN VII

A LA CAZA DE LIBROS

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En el anterior número de T’inkazos iniciamos lapresentación de las tesis de licenciatura en lasuniversidades bolivianas, tomando inicialmenteel caso de la ciudad de La Paz. Continuando estaentrega, decidimos elegir para este número unade las carreras más importantes en términos deestudiantes: la carrera de economía en las dos uni-versidades más importantes de la ciudad de LaPaz.

En la medida en que estamos frente a carre-ras muy concurridas, el número de tesis es tam-bién bastante grande. De ahí que decidimos ha-cer la presentación en dos partes. Ahora presen-tamos las características generales de las tesis,mientras que en el próximo número realizaremosun análisis de las áreas abordadas y los temas pri-vilegiados. Señalemos, también, que en la medi-da en que estamos hablando de más de 800 tesis,las referencias no pueden ser incluidas enT’inkazos en su formato regular. Sin embargo, la

base de datos será publicada en su totalidad enT’inkazos Virtual, en el mes de octubre.

Economía es indudablemente una de las ca-rreras clásicas en Bolivia. Las tesis son una de susexpresiones, aunque no tenemos los datos paraestablecer la relación entre alumnos en el perío-do 1991-2001, con el número de tesis presenta-das. En todo caso, y gracias a los registros de es-tos dos centros de estudio, la base de datos con laque contamos tiene un total de 884 tesis. Estosignifica que en promedio, en el lapso de 11 años,se cuenta con alrededor de 80 tesis y profesiona-les en el mercado de trabajo.

La tendencia en la presentación de las tesis enel período considerado es creciente entre 1991 y1997, año después del cual se observa un descen-so puntual importante (1998-1999). El año 2000muestra nuevamente un incremento, aunque latendencia es aún difícil de precisar para los añosque vendrán (Gráfico 1).

TESIS UNIVERSITARIAS EN BOLIVIA

UNIVERSIDAD MAYOR DE SAN ANDRES - UNIVERSIDAD CATÓLICA BOLIVIANA

CARRERAS DE ECONOMÍA

1991-2001

1 Karina López Videla es estudiante de último año de la Carrera de Economía de la Universidad Católica.

Rossana Barragán y Karina López Videla1

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Las tesis se distribuyen de manera relativa-mente equilibrada entre ambas universidades: 52por ciento corresponden a la UMSA y 48 porciento a la Católica. Es importante, sin embar-go, señalar que en la distribución por años, lastesis de la UMSA representaban más del 70 porciento, hasta 1994, mientras que las de la UCBeran sólo el 25 por ciento (Cuadro 1). En térmi-nos absolutos, las tesis de la UMSA, de 1991 a1992, eran casi cuatro veces más que las de laCatólica (Gráfico 2). La tendencia se invierte cla-ramente en 1995, a favor de la Católica. A partirde ese año, la UMSA tiene ya sólo el 37 por cien-

Gráfico 1Distribución de las tesis de Economía por años, 1991 - 2001

PORC

ENTA

JE

AÑOS

1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001

16

14

12

10

8

6

4

2

0

to mientras que la Católica aglutina a más del 60por ciento. Sin embargo, por el descenso señala-do para la Católica, en 1999, y de manera parale-la a un nuevo incremento en la UMSA, hoy porhoy parece tenderse a un equilibrio de tal maneraque cada una de las universidades tiene alrededordel 50 por ciento. Finalmente, otro elemento im-portante a señalar es que aparentemente se ha-brían presentado en la Católica sólo cinco tesis elaño 2001. Si este dato fuese real, y no atribuiblea problemas de registro de tesis, la situación de laUniversidad Católica en cuanto a tesis sería pre-ocupante (Cuadro 1 y Gráfico 2).

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UCB UMSA TOTAL

AÑO Mascu- % Feme- % Total % Mascu- % Feme- % Total % Mascu- % Feme- % Total %/884

lino nino lino nino lino nino

1991 7 54 6 46 13 25 25 66 13 34 38 75 32 63 19 37 51 6

1992 10 53 9 47 19 35 25 69 11 31 36 65 35 64 20 36 55 6

1993 17 71 7 29 24 42 25 76 8 24 33 58 42 74 15 26 57 6

1994 22 58 16 42 38 43 36 71 15 29 51 57 58 65 31 35 89 10

1995 47 77 14 23 61 63 28 78 8 22 36 37 75 77 22 23 97 11

1996 38 62 23 38 61 58 35 78 10 22 45 42 73 69 33 31 106 12

1997 49 77 15 23 64 61 26 63 15 37 41 39 75 71 30 29 105 12

1998 31 66 16 34 47 63 19 68 9 32 28 37 50 67 25 33 75 8

1999 20 63 12 38 32 46 32 84 6 16 38 54 52 74 18 26 70 8

2000 40 63 23 37 63 52 46 78 13 22 59 48 86 70 36 30 122 14

2001 2 40 3 60 5 9 35 67 17 33 52 91 37 65 20 35 57 6

Total 283 144 427 332 125 457 615 269 884 100

% 66,3 33,7 72,6 27,4 69,6 30,4

Cuadro 1Distribución de las tesis de la Carrera de Economía en la Universidad

Mayor de San Andrés y en la Universidad Católica Boliviana, por años 1991-2001

Gráfico 2Distribución de las tesis por años, 1991 - 2001

MER

O

AÑOS

1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001

70

60

50

40

30

20

10

0

UCBUMSA

En términos de la distribución por sexos, hayun mayor predominio de los hombres, quienesrepresentan el 70 por ciento, mientras que las mu-jeres son el 30 por ciento. La relación es relativa-mente similar en ambas universidades aunque hayligeramente más mujeres en la Universidad Ca-tólica (66 por ciento de hombres y 34 por ciento

de mujeres). En general, no hay variaciones muydrásticas (aumentos o descensos) en las tesis pre-sentadas por las mujeres en el período considera-do, mientras que los hombres tienden a crecer apesar de altibajos puntuales. Esto significa que,contrariamente a otras profesiones, la economíacontinúa siendo un núcleo duro masculino.

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Gráfico 3Distribución de las tesis de Economía por sexo y por años

MER

O

AÑOS

1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001

100

80

60

40

20

0

HombresMujeres

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SECCIÓN VIII

VENTANAS AL MUNDO

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LatindexSistema regional de información en línea para revistas científicas de América Latina, elCaribe, España y Portugal:

http://www.latindex.unam.mx/index.html

El sitio ofrece:• Catálogo de revistas: 800 revistas académicas de diferentes países. Hay búsquedas

por Tema, Título, Editorial y País.• Directorio de revistas

Foro electrónico del BID sobre “Reformar las reformas”El Departamento de Investigación del Banco Interamericano de Desarrollo lleva a caboun foro electrónico entre más de 250 institutos que forman parte de la Red de Centrosde la institución.

Fecha: del 1 de junio al 1 de julioModerador: Eduardo Lora, Asesor Principal del Departamento de InvestigaciónTemario del debate:• ¿Cuál es el estado de la reformas?• ¿Por qué hay tanto descontento en la opinión pública con las reformas?• ¿Cuál es el futuro de las reformas?• ¿Cuáles son los méritos de las propuestas para reorientar o ampliar las reformas?

Requisitos:Registrarse en el sitio web del Instituto de Desarrollo Social del BID (INDES) ingresando a:

<http://indes.iadb.org/newuLJ.asp>.

DIRECCIONES ELECTRONICAS

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Centro de Estudios de la Mujer de la Universidad de Alcántara, EspañaOfrece información sobre cursos, publicaciones, etc. Tiene una sección interesante deenlaces a sitios relacionados. Ejs.:Observatorio de Naciones Unidas:

www.un.org/womenwatch/

Family Health International (FHI):

www.fhi.org

Dispone de dos resúmenes de trabajos realizados en Bolivia.

Red de Comunicación alternativa de la Mujer, Fempress. Este sitio tiene una base dedatos de artículos con descriptores. Ej.: Modernización, Estrategias de desarrollo, etc.

Feminism and Womens’s Studies Index.

CEPAL. Unidad Mujer y Desarrollo:

www.cepal.cl/mujer/

Este sitio ofrece varias posibilidades. Sus enlaces proporcionan las direcciones electróni-cas de organismos especializados y organizaciones internacionales.

Universidad de Minnesota. Biblioteca sobre Derechos Humanos y Derechos de lasMujeres, en varios idiomas:

www.umn.edu/humanarts/index.html

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Primer Congreso Sudamericano deHistoria. Instituto Panamericano deGeografía e Historia. IPGH-BOLIVIA

Lugar y Fecha: Santa Cruz de la Sierra(Bolivia), 20. 21, 22 de Agosto 2003

Temáticas:

• Nuevas aproximaciones a la historiade la época colonial

• Historia económica• Historia social y de género• Historia cultural intelectual y del arte.• Historia ambiental.• Historia política• Historiografía• Enseñanza de la Historia

en la Educación Superior.• Arqueología, Antropología

y Etnografía.• Archivos, Bibliotecas y Centros

de Estudios Históricos.

Comisión Organizadora NacionalDr. Ing. José Luis Tellería-GeigerPresidente Sección Nacional [email protected]. Clara López BeltránComisión Nacional de [email protected]. Ramiro Palizza [email protected]

CONGRESOS

Comité Organizador LocalDr. Alcides Parejas Moreno (Santa Cruz)Lic. Paula Peña Hasbun (Santa Cruz)[email protected]. Ana María Lema (Santa Cruz)[email protected]

Organización de simposios:Se pueden proponer simposios dentrode las áreas temáticas hasta diciembrede 2002, presentando el tema, clara-mente formulado, acompañado de unadescripción de unas 200 palabras.Los simposios podrán tener hasta unmáximo de ocho ponentes y uno o máscoordinadores. La aceptación de lossimposios estará a cargo de la Comi-sión Académica del Congreso.

Enviar las propuestas y solicitud demayor información a:Ramiro Palizza LedesmaIPGH-BoliviaC. Hermanos Manchego # 2559Casilla Postal: 11253Teléfono: (591-2) 2432285Fax: (591-2) [email protected] Paz Bolivia

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CD-ROM. Catálogo Etnológicode la REDETBO

La Red Etnológica de Bolivia (REDETBO),apoyada por el Programa de Bibliotecasdel PIEB, ha producido el CD-ROM“Catálogo etnológico de tierras altas ybajas de Bolivia”.Este CD reune varias bases de datosbibliográficas de los centros de la Red,con un lenguaje de búsqueda por tierrasaltas o bajas y, en su interior, por autoro pueblo étnico. La información que seobtiene son listados bibliográficos de loque existe en los distintos centros dedocumentación sobre un autor o puebloétnico. El registro incluye la notacióntopográfica de cada documento y elcentro (o centros) donde se encuentra.Este catálogo ha merecido una carta defelicitación, dirigida a Virginia Aillón,responsable del Programa de Bibliotecasdel PIEB.

Estimada Virginia:

Después de revisar el CD-ROM “Catálo-go Etnológico” no me queda más quefelicitarlos por la producción de tanimportante fuente bibliográfica, en unsoporte electrónico fácil de transportar y,a la vez, bastante atrayente a primeravista.Otros aspectos importantes que merecendestacarse, ya en la utilización del CDson los siguientes:

• Excelente presentación.• Muy buena la exposición sintética de

los aspectos importantes de lo que esREDETBO.

• Fácil instalación.• Y buena presentación de los registros.

Me permito sugerir algunos aspectosque podrían mejorar la consulta del CDen una segunda edición:

• Con respecto a la búsqueda, sepodría suprimir la utilización de íconose ingresar directamente a los menúsde búsqueda.

• La información referencial que ofrecenes bastante valiosa por la temática ala que está dirigida; ésta debería ircomplementada por un resumen deldocumento de manera que la informa-ción sea más completa y beneficiosapara el usuario.

• Sería importante incluir la direccióncompleta de las instituciones partici-pantes, de manera que el investigadorpueda acceder al documento enforma más práctica.

Un abrazo, atentamente:

Lic. Hugo Morales BellidoDOCENTE MATERIA DE NUEVAS TECNOLOGÍAS

CARRERA DE BIBLIOTECOLOGÍA UMSA

PUBLICACIONES EN CD-ROM

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T’inkazos es una revista cuatrimestral de cien-cias sociales sobre Bolivia, de alcance nacionale internacional. Se nutre de investigaciones apo-yadas por el PIEB y de colaboraciones fuera delPIEB. Los artículos que por razones de espaciono puedan ser publicados en su formato regu-lar, y cuya difusión sea importante, tendrán sulugar en T’inkazos virtual, en la página WEBdel PIEB.

ÁmbitosSociología, Antropología, Política, Derecho,Educación, Historia, Sicología, Economía y dis-ciplinas de las ciencias sociales.

SeccionesLos artículos deben poder ser incluidos en unade las ocho secciones de la revista.

Tipo de colaboraciones1. Artículos para las distintas secciones2. Reseñas y comentarios de libros3. Bibliografías4. Noticias

ArtículosArtículos de carácter multidisciplinario ytransdisciplinario. Los artículos deben ser re-sultado de investigaciones realizadas sobre Bo-livia. En este sentido, se privilegiarán trabajosque articulen la investigación empírica con lareflexión teórica. La revista no publica proyec-tos de investigación que no sean del PIEB niartículos de tipo periodístico.

DATOS ÚTILES PARA ESCRIBIR EN T‘INKAZOS EN SU FORMATO REGULAR

Y EN T‘INKAZOS VIRTUAL

Extensión: 60.000 caracteres máximo incluyen-do espacios, notas y bibliografía.

ReseñasLas reseñas pueden ser presentaciones breves delos libros, estilo “abstracts” y reseñas informati-vas y comentadas.Extensión: Entre 5.000 y 8.000 caracteres in-cluyendo espacios, notas y bibliografías.Atención: Si Ud. desea comunicar la publica-ción de un libro o que su libro sea reseñado,favor enviar a la Dirección de la revista dos ejem-plares del mismo; éstos se utilizarán para la in-formación sobre publicaciones recientes enBolivia, y serán entregados a los académicos in-teresados en realizar la reseña. El envío de estascopias no garantiza la redacción de la reseñapero sí la difusión de su publicación.

BibliografíasTrabajos que ofrezcan información bibliográfi-ca general o detallada (listas) sobre un temaespecífico, región o disciplina.

NoticiasSi Ud. quiere informar sobre actividades queha realizado o realizará su institución, envíe-nos la información para su difusión en Noti-cias.

ColaboracionesToda colaboración es sometida a la evaluacióndel Consejo editorial para su publicación enfunción de varios criterios:

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1. Su relevancia social y temas que se decidanprivilegiar en cada número.2. Su calidad académica.3. La disponibilidad de espacio en T’inkazos ensu formato regular. Para otros casos, los artícu-los tendrán un lugar en T’inkazos virtual.

En ningún caso se devuelven los trabajosenviados para su publicación ni se mantendrácorrespondencia sobre las razones de su no pu-blicación.

Normas generalesTítulos e intertítulos: Se aconseja no sean muylargos.

Notas: Las notas deben estar al pie de página,ser correlativas y no deben usarse para biblio-grafía detallada.

Bibliografía: Debe situarse al final del artículoo reseña de acuerdo a las siguientes normas:

1. De un libro (y por extensión trabajos mo-nográficos)Apellido(s) y nombre(s) del(os) autor(es)Año de edición Título del libro: subtítulo.Nº de edición. Lugar de edición: editorial.

2. De un capítulo o parte de un libroAutor(es) del capítulo o parte del libro.Año de edición “Título del artículo o partedel libro”. En: Autor(es) del libro. Título dellibro: subtítulo. Lugar de edición: editorial.Páginas entre las que se encuentra esta partedel libro.

3. De un artículo de revistaAutor(es) del artículo de diario o revistaAño de edición “Título del artículo: subtí-tulo”. Título de la revista: subtítulo. Volumen,Nº. (Mes y año). Páginas en las que se en-cuentra el artículo.

4. De documentos extraídos del InternetAutor(es) del documento.Año del documento o de la última revisión“Título de una parte del documento” (si setrata de una parte). Título de todo el docu-mento. Nombre del archivo. Protocolo y di-rección o ruta (URL.,FTP, etc.). Fecha deacceso.

EnvíoUsted puede enviar su artículo o consulta a lassiguientes direcciones:

[email protected]@ceibo.entelnet.bo

O, en un diskete, a las oficinas del PIEBque se encuentran ubicadas en el sexto piso deledificio Fortaleza (avenida Arce 2799). Es im-portante que adjunte sus datos personales y di-rección para mantener contacto. Agradecemossu interés.

Jóvenes colaboradoresComo pautas generales para escribir artículos yreseñas, les solicitamos remitirse a la Guía deformulación de proyectos de investigación delPIEB, en su segunda edición.

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El Programa de Investigación Estratégica en Bolivia (PIEB), patrocinado por elDirectorio General de Cooperación Internacional del Ministerio de Relacionesde los Países Bajos (DGIS), es un programa autónomo de apoyo a las investiga-ciones en ciencias sociales establecido en 1995.Los objetivos del PIEB son:1. Apoyar la investigación dirigida a la reflexión y comprensión de la reali-

dad boliviana, con la finalidad de contribuir a la generación de propues-tas políticas frente a las diferentes problemáticas nacionales, promover ladisminución de las asimetrías sociales y las inequidades existentes, lograruna mayor integración social y fortalecer la democracia en Bolivia.

2. Incentivar la producción de conocimientos socialmente relevantes y las aproxi-maciones multidisciplinarias que permitan visiones integrales de la socie-dad, promoviendo simultáneamente la excelencia académica. Para el PIEB,desarrollar el conocimiento, la investigación y el acceso a la informaciónson pilares clave para que una sociedad pueda afrontar su futuro.

3. Promover la formación de nuevas generaciones de investigadores hacien-do énfasis en la formación de los jóvenes.

4. Desarrollar la capacidad regional y local de la investigación con relevan-cia social.

El PIEB prerende alcanzar estos objetivos a través de cuatro líneas de acción:a) Investigación. Brindar apoyo financiero a equipos de investigación, previo

concurso de proyectos.b) Formación. Fortalecer la capacidad de investigadores jóvenes y profesio-

nales a través de la formulación y ejecución de proyectos de investigación,cursos, conferencias y talleres.

c) Fortalecimiento institucional. Desarrollar actividades de apoyo a unidadesde información especializadas en ciencias sociales, como respaldo indis-pensable para sostener la investigación.

d) Difusión. Impulsar una línea editorial que contemple la publicación de li-bros resultantes de las investigaciones financiadas por el Programa y de laRevista de Ciencias Sociales “T’inkazos”.

En todas las líneas de acción el PIEB aplica dos principos básicos. Primeroreconocer la heterogeneidad del país, lo cual implica impulsar la equidad enterminos regionales, genéricos y generacionales. Segundo, respetar las pro-puestas de investigación en términos teórico-metodológicos, de enfoques y deactores que investigan y se investigan.

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