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ÁLBUM FILOSÓFICO Mariana yibeth viveros 10-3

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ÁLBUM FILOSÓFICO

Mariana yibeth viveros

10-3

LA ETICA

La ética es una rama de la filosofía que se ocupa del estudio

racional de la moral, la virtud, el deber, la felicidad y el buen

vivir. Requiere la reflexión y la argumentación. El estudio de la ética se

remonta a los orígenes mismos de la filosofía en la Antigua Grecia, y

su desarrollo histórico ha sido amplio y variado.

La ética estudia qué es lo moral, cómo se justifica racionalmente

un sistema moral, y cómo se ha de aplicar posteriormente a nivel

individual y a nivel social. En la vida cotidiana constituye una

reflexión sobre el hecho moral, busca las razones que justifican la

adopción de un sistema moral u otro.

Una doctrina ética elabora y verifica afirmaciones o juicios determinados. Una

sentencia ética, juicio moral o declaración normativa es una afirmación que

contendrá términos tales como “bueno”, “malo”, “correcto”, “incorrecto”,

“obligatorio”, “permitido”, etc., referidos a una acción, una decisión o incluso

también las intenciones de quien actúa o decide algo. Cuando se emplean sentencias

éticas se está valorando moralmente a personas, situaciones, cosas o acciones. Se

establecen juicios morales cuando, por ejemplo, se dice: “Ese hombre es malo”, “no

se debe matar”, etc. En estas declaraciones aparecen los términos “malo”, “no se

debe”, etc., que implican valoraciones de tipo moral.

La palabra ética proviene del latín ethĭcus, y este del griego

antiguo ἠθικός o, transcrito a nuestro alfabeto, êthicós. Según algunos

autores, es correcto diferencia rêthos, que significa ‘carácter’, de ethos,

que significa ‘costumbre’, pues “ética” se sigue de aquel sentido y no

es éste.

Según una corriente «clásica», la ética tiene como objeto los actos

que el ser humano realiza de modo consciente y libre (es decir,

aquellos actos sobre los que ejerce de algún modo un control

racional). No se limita sólo a ver cómo se realizan esos actos, sino que

busca emitir un juicio sobre estos, que permite determinar si un acto

ha sido éticamente bueno o éticamente malo.

Fernando Savater, en el primer capítulo de su libro Ética para

Amador («De qué va la ética»), define la ética como «el arte de vivir, el

saber vivir, por lo tanto el arte de discernir lo que nos conviene (lo

bueno) y lo que no nos conviene (lo malo)».

Ello implica establecer una distinción entre lo que sea bueno y lo

que sea malo desde el punto de vista ético, y si el bien y el mal éticos

coinciden o no con lo que serían el bien y el mal en sí.

RAMAS DE LA ETICA

MetaéticaLa metaética es una rama de la ética cuyo centro de interés es el análisis del lenguaje moral.

En 1903, George Edward Moore publicó Principia Ethica, una obra que es considerada como la

carta de nacimiento de la metaética, aunque en ella no se menciona la palabra "metaética". No

obstante, en esa obra se otorga particular importancia al análisis de los predicados "bueno" y

"malo" como propiedades definitorias de los juicios éticos. La obra introduce, por ejemplo, el

problema de la falacia naturalista.

La metaética como tal no intenta responder, como lo hace la ética

tradicional, a interrogantes como «¿qué es "lo bueno"?», sino más bien

a «¿qué hace una persona cuando habla acerca de lo "bueno"?», o bien

«¿qué características son propias del lenguaje moral?» Se trata, en

suma, de un discurso elucidatorio que se ocupa a su vez de otro

discurso, el moral.

Desde los Principia Ethica y su intento por definir la palabra

"bueno", la metaética ha crecido notoriamente en su alcance.

Actualmente incluye no sólo asuntos relativos al significado y uso de

los términos y las proposiciones morales, y más en general a todo

desbrozamiento conceptual ligado a tales temáticas, sino también

cuestiones vinculadas a la posible lógica de los enunciados morales.

Quizás la función más importante de la metaética sea de

carácter gnoseológico: establecer el modo en que podrían

fundamentarse, si esto es posible, los juicios normativos o de valor. Es

decir que, aunque en la metaética prima una pretensión de neutralidad

normativa y valorativa de sus análisis, su hacer está estrechamente

relacionado con la cuestión de la validez de las proposiciones morales.

PROBLEMA DEL SER Y EL

DEBER SER

El problema del ser y el deber ser (también llamado la guillotina de Hume,

y muchas veces confundido con la falacia naturalista) es un problema en metaética

acerca de la posibilidad de deducir oraciones normativas a partir de oraciones

descriptivas. Las oraciones descriptivas son aquellas que dicen lo que es el caso,

mientras que las oraciones normativas son aquellas que dicen lo que debe ser el caso.

Tómese por ejemplo el siguiente par de oraciones:

Nerón es cruel.

Nerón debe ser cruel.

La primera es una oración descriptiva y la segunda es una oración

normativa, y resulta evidente que existe una gran diferencia entre ambas.

Para deducir una oración normativa, una manera es construir

un argumento que incluya una oración normativa entre las premisas. Así

por ejemplo:

Todos los emperadores deben ser crueles.

Nerón es un emperador.

Por lo tanto, Nerón debe ser cruel.

Según la lógica deóntica, este argumento tiene la siguiente forma válida:

(Donde es "x es un emperador", es "x es cruel", y es "Nerón".)

Pero el problema del ser y el deber ser consiste en encontrar una manera de deducir oraciones normativas sin

tener que incluir más oraciones normativas entre las premisas. En el argumento anterior, uno puede preguntar por

una justificación para la nueva oración normativa, "todos los emperadores deben ser crueles". En tal caso, la única

salida sería deducir la oración a través de otro argumento que incluya una premisa normativa. Por ejemplo:

Todos los líderes deben ser crueles.

Todos los emperadores son líderes.

Por lo tanto, todos los emperadores deben ser crueles.

Pero esto nos deja con el nuevo problema de encontrar

una justificación para la premisa "todos los líderes deben ser crueles",

y con la amenaza de una regresión al infinito. Podría observarse, por

supuesto, que así como se puede pedir justificación para las premisas

normativas, se puede pedir justificación para las premisas descriptivas.

. Pero esto es otro problema, que puede encontrar otras respuestas.

Una diferencia entre las oraciones descriptivas y las oraciones normativas

es que las primeras, a diferencia de las segundas, pueden (quizás) juzgarse

verdaderas o falsas a partir de la investigación empírica. Así por ejemplo,

el valor de verdad de la oración "Nerón es un emperador" puede

determinarse haciendo una investigación histórica. Sin embargo, no

sucede lo mismo con la oración "Nerón debe ser cruel".

La verdad o falsedad de esta oración debe determinarse por otros

métodos, y si se descarta la posibilidad de probar su verdad a través

de una deducción a partir de premisas verdaderas, entonces vale

preguntar si hay algún otro camino.

El abismo que separa a los hechos de los deberes no tiene nada

que ver con el contenido de las proposiciones descriptivas de las que

se parte. Lo mismo da que se trate de proposiciones metafísicas,

científicas o de la vida cotidiana. El error se encuentra en el

procedimiento, no en el punto de partida.

LA FALACIA NATURALISTA

La falacia naturalista es una falacia descubierta y nombrada por

el filósofo inglés Henry Sidgwick, aunque es más conocida gracias a

su discípulo George Edward Moore, por usarla en su libro Principia

ethica de 1903.

Si bien suele creerse que se comete una falacia naturalista cada vez que

se pretende fundamentar una proposición ética a partir de una definición

del término "bueno" que lo identifique con una o más propiedades

naturales (por ejemplo "placentero", "deseable", "más evolucionado",

etc.), realmente se comete esta falacia cuando se define "bueno" según

una cualidad con la que general o incluso necesariamente se acompaña el

objeto que en cuestión es bueno, sea aquella natural o no.

Lo fundamental de la misma no es igualar "bueno" con una

propiedad natural, sino equipararla con cualquier propiedad

sencillamente porque se acompañe, aparentemente, siempre de ella:

sería como afirmar que porque todos los limones son siempre y

necesariamente amarillos, decimos lo mismo cuando decimos "limón"

que cuando decimos "amarillo".

Moore hace esta analogía entre "lo bueno" y los colores, pues ambos son

comprensibles sólo si pertenecen ya al acervo conceptual del agente; esto es, son

comprensibles sintética, no analíticamente: no son deducibles de ningún otro

concepto, y no son explicables a quien no sabe qué son; de hecho es que no son

explicables en absoluto, sencillamente sabemos lo que son, pero no podemos

responder a "¿Qué es 'lo amarillo'?" o "¿Qué es 'lo bueno'?" Ante tal inquisición,

sólo podemos dar respuestas extensivas, pero no intensivas: podemos decir "mira,

por ejemplo, esto o aquello es bueno" o "esto o aquello es amarillo", pero no podemos

dar un significado para ello.

En resumen, la falacia naturalista se basa en confundir "bueno" con "lo bueno", y por ello

pasar del pensamiento, que pudiera ser perfectamente correcto, de que todos los elementos "x"

(siendo "x", por ejemplo, el placer), son buenos, al de que los elementos "x" son "lo bueno" y

conforman el conjunto de todo lo bueno, lo cual es erróneo pues, incluso aunque efectivamente

el placer y sólo el placer fuera bueno, aun así cabría preguntar ¿"Es el placer bueno"? Aunque la

pregunta fuera absurda en el sentido de que todos sabríamos que sí, que efectivamente el placer

siempre es bueno, que no hace falta preguntarse si lo es, la pregunta no sería absurda en sentido

lógico, no sería una tautología, esto es, no sería lo mismo que preguntar ¿"Es el placer

placentero"? Por tanto, si somos capaces de diferenciar la pregunta ¿"Es el placer bueno"? de

¿"Es el placer placentero"? Salta a la vista que aunque el placer sea siempre, y sólo ello, bueno,

"bueno" no es lo mismo que "placentero".

La falacia consiste en pasar de una identidad de extensión (los

sujetos a que refiere) a una de intensión (lo que significa); y con ella se

obtiene la creencia de que podemos llegar a conclusiones éticas a

través de conclusiones de otros estudios ajenos a la ética, como el

estudio de la naturaleza, de lo deseado, de la voluntad, de la psique

humana, o de la metafísica.

De esta manera, "lo bueno" ha sido equiparado falazmente con cosas como "lo

deseado", "lo que satisface un deseo" o "lo que existe necesariamente".

La falacia naturalista es muchas veces confundida con el problema del ser y el deber

ser, que afirma que es imposible deducir proposiciones normativas a partir de

proposiciones fácticas.

También se utiliza el término "falacia naturalista" para describir la creencia de que lo

natural es inherentemente bueno, o que lo innatural es inherentemente malo.

LA ÉTICA NORMATIVA

La ética normativa es la que pone el acento en describir lo que las

personas deberían considerar bueno o malo, mientras que la ética

descriptiva pone de relieve lo que la mayoría de la gente cree que es

correcto o incorrecto.

Por otro lado, la clasificación que realiza la ética normativa de las

acciones humanas como adecuadas o inadecuadas la diferencia de

la metaética, que estudia la valoración de las teorías éticas morales y,

también, la diferencia de la ética aplicada, la cual expone las reglas en

contextos prácticos y que, por tanto, se ocupa de campos específicos

del comportamiento humano y de discutir las respuestas debidas ante

estas situaciones.

Se refiere al aspecto de la ética que tiene que ver exclusivamente

con la formación y elaboración de las normas sociales, pero no con su

seguimiento o cumplimiento, porque ya sería el aspecto fáctico de la

ética.

La ética es una disciplina filosófica que tiene como objeto de

estudio la moral desde varias posturas filosóficas.

La ética normativa estudia la clasificación de los actos humanos en

correctos e incorrectos dejando a un lado los prejuicios clasifica las

acciones humanas como adecuadas o inadecuadas , esta ética que

tiene que ver exclusivamente con la formación y elaboración de las

normas, pero no con su seguimiento o cumplimiento.

CONSECUENCIALISMO

El consecuencialismo hace referencia a todas aquellas teorías que sostienen

que los fines de una acción suponen la base de cualquier apreciación moral que se

haga sobre dicha acción. Así, siguiendo esta doctrina, una acción moralmente

correcta es la que conlleva buenas consecuencias y buenos actos.

El consecuencialismo se distingue de la deontología ética en que ésta enfatiza el tipo

de acción en lugar de sus consecuencias. También difiere de la ética de la virtud, la

cual se centra en la importancia en las motivaciones del agente.

Hay que diferenciar entre la intención y la acción o

resolución.1 Así Kant filósofo alemán, pone énfasis en la intención o

razonamiento y los consecuencialistas en la acción o resolución

(consecuencias de la acción).

La intención en ética es una propiedad del modo o dirección de

razonamiento de una persona. Según Kant, la buena moral debe seguir la

búsqueda de verdades o comportamientos universales, sin importar las

consecuencias, por otro lado, la idoneidad de una acción o valoración de

las consecuencias es una valoración sobre la inteligencia de esa persona o

también de las posibles negligencias que ha cometido en su razonamiento

o búsqueda de información. Si bien a una persona no se la puede culpar

de sus limitaciones si se la puede culpar por no tratar de superarlas

Así hay negligencia cuando una acción no es idonea cuando en

medida de lo posible la verdadera respuesta ha estado dentro del

alcance en tiempo y recursos para la habilidad de aprendizaje y razón

de la persona en cuestión.

En estos términos se entra siempre en valores subjetivos por lo que la ética en

este sentido está fuera de toda lógica si no se aportan argumentos objetivos basados

en la experiencia. Así hacer lo correcto en términos de Kant, es decir, tener una

buena intención y no mirar las consecuencias permite catalogar a la persona. Y la

forma de actuar o acciones se cataloga en función de las consecuencias. Los

argumentos para catalogar las buenas intenciones son falseables pues dependen de

la veracidad de información que nos de el sujeto, sin embargo, las consecuencias son

medibles con argumentos objetivos.

Por otro lado, las responsabilidades de alguien que con buena

intención produce resultados negativos según él, inesperados, son

aplicables. Si un hombre no actuó con reflexión, convicción y

conforme al principio de razón, entonces el sujeto es responsable de

todos los efectos negativos que pudieran derivarse de su acción, no así

de los buenos (son causa de la casualidad y no realizados con buena

voluntad).

Esto es, porque el sujeto es inmoral, no ha actuado con buena

voluntad. Por otro lado los consecuencialistas argumentarían que las

responsabilidades no recaen en cuanto se demuestre que no hay

negligencia o no hay posibilidades de conocer las otras formas de acción

porque están fuera de la capacidad del individuo. Por lo que la negligencia

pasa a traspasarse a si es consciente de su incapacidad o si los demás lo

son de la suya. Aun así es posible que no haya pruebas objetivas y se

vuelva a entrar dentro de terrenos subjetivos.

Según Kant considerar buena una intención depende de lo universal y aplicable

que sea y no puede contener excepciones. Así mentir por ejemplo, no estaría dentro

de ningún modo (ninguna excepción) de razonamiento que lleve a buenas

intenciones incluso si esto evitara una mala consecuencia, por ejemplo la muerte de

otra persona. Esto es así porque según Kant, no mentir siempre es un

comportamiento consistente con la universalidad de buenas intenciones.\ El ser

veraz (sincero) en todas las declaraciones es pues, un sagrado mandamiento de la

razón, incondicionalmente exigido y no limitado por conveniencia alguna.

Los consecuencialistas argumentarían que si existe una acción que

lleve a mejores consecuencias esta debe ser tomada, pero debe estar

basada en argumentos sólidos que correlacionen la acción con la

consecución; si no se estaría recurriendo a la falacia ad

consequentiam. La consecuencia en si misma no justifica una acción

sino los argumentos que justifiquen la relación existente entre la

acción y la consecución.

Si esta relación es fuerte entonces se reduce el riesgo e incluso puede ser lógica o

verdadera. Así si suponemos que mentimos para salvar a otras personas y esas

personas mueren, somos responsables de las consecuencias, es decir, de no haber

argumentado correctamente y además según Kant de no seguir buenas intenciones,

pues hemos mentido. Así la expresión: "No existen buenas o malas acciones tan solo las

consecuencias", es falaz porque las malas acciones se pueden calificar mirando a la

intención de la persona y no a las consecuencias que se originan o no ser falaz si se

mira a la inteligencia o capacidad de la persona en razonar, es decir, el resultado de

sus razonamientos o acciones/consecuencias.

Si se mira a la intención solo la propia persona es capaz de discernir por lógica si

está haciendo bien o mal en función de la universalidad de su elección que solo ella

conoce y sin preocuparse de las consecuencias y por otro lado si se mira a las

consecuencias de sus acciones se pueden justificar con argumentos suficientes que

unas acciones pueden llevar a determinadas consecuencias aunque la certeza

siempre se esfume ante los imprevistos o fallos en la argumentación. Esto llevaría

hasta otra famosa frase que dice: "El camino hacia el infierno (unas malas

consecuencias), está plagado siempre de buenas intenciones.

LA DEONTOLOGÍA

El término deontología procede del griego: to deon (lo conveniente, lo debido)

y logía (conocimiento, estudio…); lo que significa, en términos generales, el estudio o

la ciencia de lo debido. El objeto de estudio de la Deontología son los fundamentos

del deber y las normas morales. El concepto de deontología fue acuñado por

Jeremías Bentham en su obra Deontología o ciencia de la moral, donde ofrece una visión

novedosa de esta disciplina. Para Bentham, la deontología se aplica

fundamentalmente al ámbito de la moral; es decir, a aquellas conductas del hombre

que no forman parte de las hipótesis normativas del derecho vigente, aquellas

acciones que no están sometidas al control de la legislación pública.

LA ÉTICA DE LA VIRTUD

La ética de virtud es una teoría que se remonta a Platón y, de modo

más articulado, a Aristóteles, según la cual una acción es éticamente

correcta si hacerla fuera propio de una persona virtuosa. Por ejemplo,

si para el utilitarismo hay que ayudar a los necesitados porque eso

aumenta el bienestar general, y para la deontología hay que hacerlo

porque es nuestro deber, para la ética de virtudes, hay que ayudar a los

necesitados porque hacerlo sería caritativo y benevolente.

LA ÉTICA APLICADA

La ética aplicada es, en palabras de Brenda Almond -co-

fundadora de la Sociedad de Filosofía Aplicada-, el examen filosófico,

desde un punto de vista moral, de cuestiones concretas en la vida privada y pública

de juicio moral.

La ética aplicada constituye una de las áreas más prolíficas y actuales de

la filosofía contemporánea. Los que hacen ética aplicada desarrollan su trabajo en

varias áreas de la sociedad donde la ética posee un papel relevante. Trabajan en

ámbitos como la bioética, la ética empresarial, la ética ambiental, la ética legal, la

ingeniería ética, la ética de la comunicación, la ética del ciberespacio, etc. Éstos y

muchos otros ámbitos, donde se lleva a cabo un intento de tratar con problemas

éticos que surgen en la vida cotidiana, constituyen el objeto de estudio de la ética

aplicada.

En una primera noción de ética aplicada, podría parecer redundante,

puesto que la ética misma es una filosofía práctica, una filosofía de la

acción; sin embargo, esa filosofía práctica que Sócrates ejerciera en

el Ágora, quiere decir, en el centro de la vida ciudadana de Atenas, con el

transcurso del tiempo fue poniendo cada vez más el acento en sus

componentes teóricos, hasta casi reducirse en los últimos siglos a una

reflexión sobre los fundamentos de las normas.

La moral es el conjunto de normas de comportamiento

generalmente aceptadas por una sociedad, por ello, la moral y la ley

suelen estar íntimamente relacionadas. En cambio, la ética es la

reflexión sobre las diferentes moralidades que se dan en las

sociedades, por ello, la ética supone una actitud crítica sobre la moral

y sobre las leyes.

La tentación de actuar de un modo éticamente cuestionable puede ser

muy fuerte, en particular cuando ese comportamiento puede tener

recompensa. Véase el caso de un proceso farmacéutico. Durante años ha

sido práctica común que los proveedores otorguen descuentos a los

detallistas por mercancía dañada o caducada. Sin embargo, algunas

empresas parecen aprovecharse de esa política. Ha habido un gran

número de fusiones entre cadenas farmacéuticas detallistas, lo cual les da

notable influencia.

Al volverse más dependientes de estas cadenas, los proveedores

lanzan la acusación de que algunas se han vuelto más liberales en su

interpretación de "dañada y caducada" y hacen deducciones no

autorizadas en sus facturas. ¿Esto es contrario a la ética? Los proveedores

creen que sí lo es, pero hay quien piensa que éstos han tenido la ventaja

durante años. En el pasado habían podido imponer condiciones a los

detallistas y ahora "el reverso de la moneda es juego limpio".

Las organizaciones están dirigiendo su atención a las cuestiones

éticas. Esto se ve en que la mayoría de las empresas tiene un código

de ética para sus empleados. Sin embargo, mientras haya objetivos en

conflicto y la oportunidad de que la gente haga juicios, habrá fallas

éticas. Para aliviar un tanto la presión sobre los empleados que

encaran problemas éticos y acaso para reducir la frecuencia y gravedad

de estos problemas, las organizaciones han tomado varias medidas:

Comunicar claramente las normas éticas y las expectativas de la organización mediante

capacitación inicial y frecuentes recordatorias y actualizaciones.

Asegurar que los requerimientos del empleados en términos de metas, cuotas y plazos sean

razonables.

Crear un puesto a nivel alto de "ejecutivo responsable de la ética", ocupado por una persona con

la capacidad para brindar consejo, así como la autoridad para responder a quejas e indagaciones.

Expresar reconocimiento a la conducta ética extraordinaria y actuar con decisión en las

violaciones a la ética.

Reforzar la sensibilidad de los empleados al comunicar declaraciones éticas formuladas por

organizaciones profesionales, como la American Marketing Association.

En los beneficios del comportamiento ético se podría decir que la

conducta ética debería recompensarse por sí sola. Con todo, también hay

beneficios tangibles en ella. El negocio se construye sobre relaciones con

los proveedores, clientes, empleados y otros grupos. La fuerza de esas

relaciones es en su mayor medida función de la cantidad de confianza que

las partes tienen una en la otra. El comportamiento carente de ética mina

la confianza y destruye las relaciones.

Las cuestiones que tienen que ver con la ética a menudo son

ambiguas. Hay situaciones en las que algunos podrían considerar

inapropiado y carente de ética el comportamiento de un mercadólogo,

en tanto que otros lo considerarían totalmente aceptable.

LA HISTORIA DE LA ETICA

Antigua Grecia

Desde el inicio de la reflexión filosófica ha estado presente la consideración sobre la

ética. Platón afronta la temática ética en diversos lugares y desde contextos

diferentes. Así, por ejemplo, en el Gorgias busca superar el hedonismo y la ley del

más fuerte. En el Fedón evidencia la importancia de lo que exista tras la muerte para

regular el propio comportamiento. En La República aborda juntamente la ética

individual (desde la perspectiva de una justicia dentro del alma) y la ética pública,

con una compleja teoría del Estado, que encuentra complementos y puntos de vista

diferentes en otras dos obras, el Político y las Leyes.

Por otra parte, los filósofos estoicos y epicúreos propusieron

teorías morales basadas en principios opuestos: la virtud y la vida

con moderación (estoicismo), y la búsqueda del placer (epicureísmo).

EDAD MEDIA Es un momento en el que la ética asume elementos de las doctrinas clásicas de la

felicidad (el fin del actuar humano consiste en obtener el bien que nos hace felices) y los

une a la doctrina cristiana (vista como Revelación divina), especialmente según la

normativa que recogen los mandamientos. El fin último del actuar humano es la caridad,

que se consigue al vivir desde el Evangelio, y que permite al hombre acceder a la visión de

Dios (en el cielo), donde el ser humano alcanza su máxima plenitud y el bien supremo.

Diversos autores hablan de ética y según perspectivas diferentes. Es

oportuno recordar dos grandes nombres, san Agustín de Hipona y

santo Tomás de Aquino(especialmente en la segunda parte de la Suma de

teología, en la que se recogen numerosos elementos de la ética de

Aristóteles).

Posteriormente, y tras las huellas de las ideas de Tomás de Aquino, se

desarrolla en el ámbito católico lo que luego será conocido

como principio de doble efecto.

EDAD MODERNA

Los filósofos éticos modernos trabajan con la mirada puesta, sobre todo, en el

mundo antiguo (estoicos, epicúreos, Platón, Aristóteles), si bien con algunos

elementos heredados de la Escolástica medieval. Descartes tiene algunos elementos

de ética en su famoso Discurso del método. Dentro del racionalismo, es Baruch

Spinoza quien elaboró de modo más amplio y sistemático una propuesta ética. En el

ámbito del empirismo, David Hume trabajó en diversos momentos para

comprender los motivos profundos de las acciones humanas.

La gran revolución ética moderna se realiza a través de Immanuel

Kant, que rechaza una fundamentación de la ética en otra cosa que no sea

imperativo moral mismo (deontologismo formal), pues si la moral se

orienta a buscar la felicidad no podría dar ninguna norma categórica ni

universal. Los filósofos idealistas desarrollaron esta moral del imperativo

categórico. Hacen frente así al utilitarismo, al afirmar que el principio de

utilidad no es el único criterio de corrección

EDAD CONTEMPORÁNEA

La ética del siglo XX ha conocido aportes importantísimos por parte

de numerosos autores: los vitalistas y existencialistas desarrollan el sentido

de la opción y de la responsabilidad, Max Scheler elabora una

fenomenología de los valores. Autores como Alain Badiou han intentado

demostrar que esta principal tendencia (en las opiniones y en las

instituciones), la cuestión de “la ética” en el siglo XX, es en realidad un

“verdadero nihilismo” y “una amenazante denegación de todo

pensamiento”.

Recientemente, y desarrollando un análisis en profundidad de los

orígenes y fundamentos de la ética, han aparecido diversos estudios

sobre el papel de las emociones en el desarrollo de un pensamiento

ético antifundacionalista, como ha indicado Richard Rorty. En las

últimas dos décadas, el filósofo escocés MacIntyre establece nuevas

herramientas de análisis histórico-filosófico de distintas versiones

rivales de la ética.