maría zambrano y georges bataille. variaciones de lo imposible

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42 María Zambrano y Georges Bataille: variaciones de lo imposible Antonio Castilla Cerezo * Resumen: La intención de este artículo es explorar la relación entre poesía, filosofía y el con- cepto de “lo imposible”. Para ello, me propongo revisar no sólo ciertos textos de Zambrano, sino también algunos momentos de la obra de Georges Bataille, en los que estos autores estudiaron, desde dos perspectivas muy distintas, la categoría men- cionada. Palabras clave: Zambrano, Bataille, filosofía, poesía, imposible Abstract: The aim of this article is to explore the relationship betwen poetry, philosophy and the concept of “the impossible”. In orden to do that, I intend to revise not only cer- tains Zambrano’s texts, but also some moments of Georges Bataille’s Works, in which those authors studied, in two very different ways, the mentioned category. Keywords: Zambrano, Bataille, Philosophy, Poetry, Impossible Fecha de recepción: 3 de mayo de 2010 Fecha de aceptación: 31 de mayo de 2010 * Universitat de Barcelona. [email protected] Aurora nº 11, 2010, ISSN: 1575-5045, pp. 42-48 aría Zambrano escri- bió, casi al comienzo de Filosofía y poesía, las siguientes pala- bras: “no se pasa de lo posible a lo real, sino de lo imposible a lo verdadero”. 1 Se trata de una declaración extraña, sobre cuyo significado no se extiende, sin embargo, la autora en ninguna otra parte del libro. La frase contiene, a mi modo de ver, tres enigmas fundamentales: en primer lugar, cómo es que “no se pasa de lo posible a lo real”, cuando nuestro más elemental sentido M 1 Zambrano, M., Filosofía y poesía, México, Fondo de Cultura Económica, 1996, p. 7.

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María Zambrano y Georges Bataille

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María Zambrano y Georges Bataille: variaciones de lo imposible

Antonio Castilla Cerezo*

Resumen:La intención de este artículo es explorar la relación entre poesía, filosofía y el con-cepto de “lo imposible”. Para ello, me propongo revisar no sólo ciertos textos deZambrano, sino también algunos momentos de la obra de Georges Bataille, en losque estos autores estudiaron, desde dos perspectivas muy distintas, la categoría men-cionada.

Palabras clave: Zambrano, Bataille, filosofía, poesía, imposible

Abstract:The aim of this article is to explore the relationship betwen poetry, philosophy andthe concept of “the impossible”. In orden to do that, I intend to revise not only cer-tains Zambrano’s texts, but also some moments of Georges Bataille’s Works, inwhich those authors studied, in two very different ways, the mentioned category.

Keywords: Zambrano, Bataille, Philosophy, Poetry, Impossible

Fecha de recepción: 3 de mayo de 2010Fecha de aceptación: 31 de mayo de 2010*Universitat de Barcelona. [email protected]

Aurora nº 11, 2010, ISSN: 1575-5045, pp. 42-48

aría Zambrano escri-bió, casi al comienzode Filosofía y poesía,las siguientes pala-bras: “no se pasa delo posible a lo real,sino de lo imposible

a lo verdadero”.1 Se trata de una declaraciónextraña, sobre cuyo significado no se extiende,sin embargo, la autora en ninguna otra partedel libro. La frase contiene, a mi modo de ver,tres enigmas fundamentales: en primer lugar,cómo es que “no se pasa de lo posible a loreal”, cuando nuestro más elemental sentido

M1 Zambrano, M., Filosofía y poesía, México, Fondo de Cultura Económica, 1996, p. 7.

común nos dice que ciertas cosas sólo llegan aser reales después de haber sido meramenteposibles durante un tiempo; segundo, qué hayque entender por “lo imposible” y “lo verda-dero” para que pueda transitarse desde el pri-mero de estos dos conceptos hasta el segundo;tercero y último, por qué una afirmacióncomo ésta encabeza un libro sobre las relacio-nes entre filosofía y poesía. La respuesta a estaúltima pregunta es particularmente difícil,sobre todo porque dicho interrogante se rami-fica en muchos otros, de los que a continua-ción tan sólo mencionaré unos pocos: de unlado, ¿en qué términos se establece la relaciónentre lo verdadero y la poesía?, ¿y entre ésta ylo imposible?; de otro, la aspiración de la filo-sofía a lo verdadero, ¿no debería hacernospensar en la existencia de un “imposible” pro-piamente filosófico? y, en tal caso, ¿cuáles sonexactamente las relaciones entre la filosofía yel sentido común? Abordar estas cuestionescon la atención que merecen me llevaría asobrepasar ampliamente la extensión de unartículo de estas características, de modo queno intentaré resolverlas aquí. No obstante,para aproximarme a algunas de ellas me haparecido útil recurrir a determinados momen-tos de la obra de Georges Bataille, autor al queno se suele relacionar con Zambrano, perocuya reflexión sobre la poesía tiene a “lo impo-sible” como categoría central y guarda, pese asus notables diferencias, más de una analogíacon la posición de la filósofa malagueña a esterespecto.

“…no se pasa de lo posible a lo real…”

El sentido común guarda con las cate-gorías modales una relación mucho menossencilla de lo que en principio pretende. Lafilosofía tradicional no hizo a este respectosino explicitar ese vínculo aparentemente sim-ple. En un primer momento, Aristóteles ads-cribió al ámbito de la modalidad únicamente

dos pares de categorías (posibilidad e imposi-bilidad; contingencia y necesidad), cada unode cuyos términos se relaciona con el otromediante el principio de no contradicción.Muchos siglos más tarde, Kant añadió a estelistado un tercer par de conceptos, existencia yno existencia, el primero de los cuales equiva-le, si no me confundo demasiado, a lo queZambrano llama “lo real” en el fragmentocitado más arriba. Partiendo de estas distin-ciones, resulta posible describir (aunque Kantnunca lo hiciera) la relación que el sentidocomún establece entre las categorías modalespor medio de un sistema de círculos concén-tricos, en cuyo disco central se situaría la cate-goría de necesidad, mientras que en uno másamplio hallaríamos la de existencia y, en otromás amplio aún, la de posibilidad.2 Además,las circunferencias mayor y menor (es decir,las que delimitan los dominios de la posibili-dad y de la necesidad, respectivamente) estarí-an trazadas mediante líneas continuas, en tan-to que la circunferencia intermedia (esto es, laque corresponde al ámbito de la existencia) loestaría por una línea discontinua. Así:

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2 En un diagrama como éste, lo imposible ocuparía todo el espacio que cae fuera del círculo de la posibilidad, lo no existente todolo que cae fuera del de la existencia y lo contingente todo el ámbito de la posibilidad, salvo el círculo central, reservado a la necesi-dad.

Con este último detalle se pretenderepresentar el hecho de que, nuevamente parael sentido común, si bien no se puede pasar delo imposible a lo posible, así como tampocode lo contingente (ni, por lo tanto, de lo con-tingentemente existente) a lo necesario, sípuede haber en cambio tránsito de lo posible alo existente (es decir, a lo real, según la termi-nología utilizada aquí por Zambrano).

Por esta vía se introduce en la modalidadun problema que era justamente el que Aristó-teles quería excluir de las categorías en general,y que no es otro que el del movimiento. Éstepuede plantearse como sigue: suponiendo queno todos los seres posibles existan, ¿en qué con-siste el criterio, la prueba que lo meramenteposible ha de superar para “pasar a” la existenciareal? Al margen de cuál sea nuestra respuesta aesta pregunta, e incluso de si la respondemos ono, lo que de antemano sabemos sobre ese cri-terio es que tiene que aplicarse a todas las posi-bilidades por igual –o sea, que tiene que ser jus-to. No consideramos justa a una acción porqueestemos de acuerdo con ella, sino porque seciñe a un ordenamiento legal, esto es, porqueno hace excepciones en su aplicación. Pero si lajusticia es el rasgo principal de este criterio,entonces será posible “justificar” (literalmente,“convertir en justo a”) todo cuanto existe, yaque lo realmente existente no es otra cosa queaquello que ha superado el criterio, la pruebade la justicia. En otras palabras, una vez seacepta que hay un criterio para seleccionar las“existencias reales” a partir de las “meras posibi-lidades”, y que ese criterio es justo, resulta legí-timo afirmar que existe todo aquello que nece-sariamente tiene que existir, de modo que laexistencia tiende a identificarse con la necesi-dad. No es que todos y cada uno de los seresque existen sean necesarios; es el orden que seestablece entre ellos, el status quo de la existen-

cia real el que queda por principio legitimado,y al que por consiguiente no se puede impug-nar.3 Llegamos así a la siguiente paradoja, másinquietante de lo que a primera vista parece: silo real se confunde con lo necesario (es decir,con lo que necesariamente es), entonces lomeramente posible se confunde con lo imposi-ble (o sea, con lo que necesariamente no es), demanera que no hay forma de pasar de lo posiblea lo real. El mismo criterio que habíamos esta-blecido para determinar qué debía y qué nodebía pasar de la primera de estas dos categoríasa la segunda, es el mismo que paraliza ahora esemovimiento.

Lo imposible y lo verdadero

La paradoja que acabo de mencionar tie-ne su origen en el hecho de que se haya inten-tando expresar conceptualmente –o sea, enúltimo término, por recurso a las categorías–un movimiento entre dos categorías que, porel hecho mismo de serlo, son estáticas. Explicarlo dinámico por recurso a lo estático es el peca-do fundacional de la filosofía, y de él se siguenla práctica totalidad de sus aporías. Para mini-mizar el alcance de esa incoherencia que le esinherente, la filosofía inventó la noción de sus-tancia, a la que concedió el lugar predominanteentre las categorías, y en la que aspiró a cifrar ellado estable de todos los seres existentes. A lasustancia, a lo que no cambia en el cambio, sela consideró en lo sucesivo el ser verdadero delente, en tanto que a todo lo demás, a lo queconstituye el ser cambiante de las cosas, se lotuvo por mera ilusión, apariencia, engaño, y sepensó por tanto que no resultaba tan grave queel lenguaje filosófico no fuera capaz de apresar-lo. De este modo la filosofía escindió lo imposi-ble de lo verdadero, apaciguando la inquietudque la atravesaba de un extremo a otro y queamenazaba con impugnarla.

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3 El principio de incomposibilidad de Leibniz acaso sea el ejemplo más claro de este tipo de maniobra, por el que la posibilidadque pasa a ser real queda finalmente legitimada como necesaria, con lo que el orden de lo real(mente existente) resulta incuestio-nable. El leibnizianismo de María Zambrano, que Agustín Andreu le atribuye en los preliminares de la edición de la correspon-dencia entre ambos –véase Zambrano, M., Cartas de la Pièce. (Correspondencia con Agustín Andreu), Valencia, Pre-Textos/Universi-dad Politécnica de Valencia, 2002, p. 19– desde luego no parece aplicarse en este punto.

Claro que este gesto, con el que seinaugura la historia de la metafísica, diolugar a nuevas paradojas. En particular, sereparó en que la distinción entre lo sustancialy lo accidental, entre lo verdadero y lo impo-sible pretende que una cosa sea lo que es por-que tiene una determinada esencia, perotambién que se distinga de todas las demásque son de su misma especie por lo accesorio.Ahora bien, si lo que una cosa es (o sea, loque hace que sea ella misma y no cualquierotra), es lo mismo que aquello que la distin-gue de todas las restantes, entonces su esen-cia tiene que incluir lo no-esencial, lo verda-dero de la cosa ha de coincidir con lo que enella no puede representarse por recurso acategorías inmóviles. La noción de sustancia sereveló, así, como una mera maniobra de dis-tracción, y la filosofía fue vista a partir deentonces por el hombre de a pie como una for-ma pedante del ilusionismo.

Sólo un lenguaje que renunciara a escin-dir lo imposible de lo verdadero podía evitarestos problemas. Ese lenguaje existía ya; era elde la poesía, que desde tiempos lejanos reco-nocía sus limitaciones, pero que no por ellorenunciaba a superarlas. Para este lenguaje essiempre cierto que “no se pasa de lo posible alo real”, si bien no del todo exacto que debapasarse por ello “de lo imposible a lo verdade-ro”. Hay que entender, me parece, la segundaparte de esta frase de Zambrano como unamera aproximación, y no como la expresiónadecuada de lo que sucede en el lenguaje poé-tico. Para decirlo con otras palabras, acaso unpoco más explícitas, aunque considerable-mente más farragosas: no se trata de pasar deuna categoría a otra, sino de trasladarse desdeun lenguaje que considera legítimo esto últi-mo a otro para el que “lo imposible” y “lo ver-dadero” no son sino las dos dimensiones fun-damentales y simultáneas desde la que cabeexperimentar el movimiento.

Filosofía y poesía

La filosofía no tardó en defenderse de eseantiguo lenguaje, pero esta vez no por recuso aun nuevo juego terminológico, sino a su directaexpulsión fuera de la polis. En unas páginas céle-bres, Zambrano expone las implicaciones de lacondena platónica de la poesía, mostrándonosque no se trata de una mera peculiaridad delpensamiento de Platón, sino de la condiciónindispensable para el despliegue del lenguajefilosófico en general. En este primer momentode las relaciones entre filosofía y poesía, el len-guaje filosófico lanzó contra el poético dos acu-saciones fundamentales, y la intención de loexpuesto hasta aquí es que se entienda por quéfueron esas dos y no cualesquiera otras. En pri-mer lugar, la acusó de ir contra la justicia, y enesto tuvo la filosofía toda la razón, ya que la jus-ticia es, como vimos, el rasgo principal del crite-rio por el que ciertas posibilidades son seleccio-nadas entre muchas otras con vistas a “pasar a”la existencia, operación que la poesía impugnapor principio. Y segundo, la acusa de ser menti-ra; más aún, “para Platón, en realidad, la poesíano es que sea una mentira, sino que es la menti-ra. (…) Un pensamiento desafortunado puedellevar al error, a la confusión, a la verdad mediovelada, incompleta. Pero mentira, lo que se dicementira, solamente la poesía”.4 En esto la filoso-fía tiene de nuevo razón, pero se trata esta vez deuna razón que debe ser matizada. Y es que lafilosofía no es menos mentira que la poesía,como se ha comprobado al analizar las conse-cuencias del tránsito de lo posible a lo real, peroes mentira en otro sentido. La filosofía nosmiente al pretender que puede hacerse algo(captar la realidad cambiante por medio de con-ceptos estables) que en realidad no puede hacer-se, mientras que la poesía es mentirosa porqueaspira a acceder a lo esencial a través de lo acce-sorio, a la unidad a través de la multiplicidad, loque sólo es posible en la unidad ficticia del poe-ma. La mentira filosófica quiere ocultarse,

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4 Zambrano, M., Filosofía y poesía, ed. cit., p. 30.

negarse absolutamente, y para ello echa manode una serie proliferante de argumentos, queson los que no tardan en conducirnos uno trasotro a la aporía; la mentira poética, en cambio,se presenta de entrada como un engaño, comouna ficción, y con ello alcanza el grado máximode honestidad, de verdad que le está dado alcan-zar a un discurso humano.

Pero hay un segundo momento en lasrelaciones entre la filosofía y la poesía, que vie-ne dado por la transformación que moderna-mente se opera en el primero de estos dos len-guajes. Los aspectos de esta modificación sonmúltiples, y aquí mencionaré tan sólo dos deellos: en primer lugar, tras el surgimiento delEstado moderno la filosofía se encuentra conque ya no existe nada parecido a la polis, nipor lo tanto tampoco los límites más allá delos cuales se podía enviar al poeta en la anti-güedad; y segundo, la tendencia a privilegiarel cálculo, que en las ciencias naturales esmanifiesta como mínimo desde Galileo,desemboca en la invención de una ciencia denuevo cuño, la economía, que no depende yade los datos de la naturaleza, sino que aspira aregir exclusivamente el orden de la produc-ción social. Este doble movimiento, que con-lleva a la vez la decadencia de la política (ensentido antiguo) y la emergencia de la econo-mía (en sentido moderno) es el que culminaen lo que Hannah Arendt ha llamado “la subor-dinación de lo político a lo social”,5 aconteci-miento que viene acompañado, de una parte,por la reorganización del pensamiento filosó-fico en términos de cálculo, como sucede yaen Descartes, y por otra, por el abandono de lajusticia como paradigma del pensamiento.

Poesía y economía

Que la política se halle subordinada en lamodernidad a la economía conlleva, entre otrascosas, el que la justicia se vea sustituida por el

beneficio como criterio fundamental para deci-dir qué es socialmente imposible y qué no lo es.Si “lo imposible” no significa en este contextolo mismo que en el lenguaje lógico (es decir, lomismo que “lo contradictorio”), es porque seentiende que el beneficio tiene su propia lógica,y que la economía es el saber que tiene porobjeto a esa lógica del beneficio. Este saber sefundamenta, al menos, sobre los siguientes dosaxiomas: en primer lugar, el ser humano esantes que nada un yo, y por lo tanto esencial-mente egoísta, de manera que por “beneficio”entiende, en último término, el beneficio pro-pio; y segundo, si los hombres son egoístas ynecesitan de un saber específico para obtenersus propios fines, es porque su “situación natu-ral” no es la de la abundancia, sino la de la esca-sez o, mejor aún, la de la carencia absoluta.6

Dicho de otro modo, el saber económico sepresenta para esta concepción de la moderni-dad como el único medio por el que el indivi-duo puede aspirar a alcanzar el beneficio pro-pio, sorteando la oposición de la naturaleza,que se lo niega.

Si después de esta modificación la poe-sía continúa siendo lo imposible para el ordendel lenguaje, es porque supone una concep-ción de la economía, del ser humano e inclusode la naturaleza totalmente distinta a la que seacaba de señalar. Es así por tres motivos: antetodo, porque la poesía no se ha presentadonunca como un saber, y menos aún como unsaber científico, dotado además de la herra-mienta inapelable del cálculo; segundo, por-que lo propiamente poético no es la obtenciónde beneficio egoísta alguno, sino la lógica deldon, la cual consiste en entregarse, en darsemás de lo estrictamente necesario, cosa que noconciben ni la justicia antigua ni esa formamoderna de la justicia a la que hemos dado enllamar “economía”; y finalmente, porque elpoeta es aquel que experimenta el lenguaje, noya como falta, escasez o carencia, sino como

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5 Véase Arendt, H., “El auge de lo social”, en La condición humana, Barcelona, Paidós, 1993, pp. 48-59.6 Para un análisis más detallado de estos axiomas, véase Campillo, A., “Los dogmas fundamentales de la economía moderna”, enContra la economía, Granada, Comares, 2001, pp. 44-54.

abundancia del signo y como riqueza de loposible.

Anexo: Bataille y Zambrano

Me gustaría finalizar este breve escritocontrastando los planteamientos de GeorgesBataille y de María Zambrano acerca de larelación entre la poesía y “lo imposible”. Lapoesía es lo imposible, como hemos visto,antes que nada porque es contraria al orden de

la ley, ya sea que se considere a esta última des-de el antiguo paradigma jurídico-político odesde su versión más reciente, de carácter eco-nómico-social. Esa irreductibilidad de la poe-sía al orden de lo legal es lo que la vincula aotros tres conceptos (el no saber, el don y laabundancia) que, como conoce perfectamentetodo lector de Bataille, constituyen algunos delos rasgos más reconocibles del pensamientode este autor. Baste con recordar, en relaciónal primero de ellos, que el pensador francés

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7 Véase Bataille, G., “El no-saber”, en La felicidad, el erotismo y la literatura. Ensayos 1944-1961, Buenos Aires, Adriana Hidalgo,2001, pp. 245-259, y Goldaracena, C., “Un sistema inacabado del no saber”, en Bataille y la filosofía, La Coruña, Eris, 1996, pp.81-92.

Marta Negre. Plataforma 2, 2010

Marta Negre. Plataforma 1, 2010

llegó a referirse a su propia filosofía como un“sistema inacabado del no saber”,7 y ello porcuanto su escritura filosófica comparte con lapoesía la voluntad de expresar lo imposible.Igualmente significativa es la importancia queconcede al concepto de don, que le interesódesde fecha muy temprana8 y al que no titubeóen relacionar, por un lado, con la escritura poé-tica9 y, por otro, con la concepción de una “eco-nomía general” contrapuesta a la “economíarestringida” propia de la lógica del beneficio. Esprecisamente cuando propone esta inversión delos axiomas de la economía que hace referenciaa la noción de abundancia, la cual para Bataillees primera con respecto a la de carencia, lo quees manifiesto para todo verdadero poeta y seexplicita, incluso, en la obra de algunos deellos, como es el caso de William Blake.10

Creo que la postura de Zambrano apropósito de estos tres asuntos no difiere esen-cialmente de la de Bataille. Así, respecto alprimero de ellos, dice nuestra autora que elpoeta no se afana en “saber qué sería él conindependencia de aquella fuerza que hablacon su voz. Y si acaso esta fuerza le abandona,no se siente más que vacío”.11 Y en relación alsegundo, el del don, se expresa con idénticaclaridad en las líneas que siguen:

El poeta no pide, sino que entre-ga; el poeta es todo concesión. ¿No le será con-cedido nada? Se puede pedir en nombre de lajusticia. Pero quien de verdad da algo, no lohace en nombre de ella. Quien da y quien damás de lo que se le pide, y casi tanto como seespera, lo hace porque le viene su don de más

allá de la justicia; de más allá de lo que remu-nera a cada uno, con lo que le pertenece. Por-que este don de la poesía no es de nadie y es detodos. Nadie le ha merecido y todos, algunavez, lo encuentran.12

Por último, en lo que atañe a la relaciónentre el lenguaje poético y la abundancia,Zambrano ha contrapuesto la actitud del filó-sofo, el cual “busca porque se siente incomple-to y necesitado de complementarse”, a la delpoeta, que “nada en la abundancia, en el exce-so”.13 También en este punto, pues, encontra-mos una coincidencia entre las afirmacionesde los dos pensadores que aquí estamos consi-derando, si bien más a nivel de contenidosque de forma de expresarlos.

En al menos otros dos aspectos, sinembargo, me parece que las posiciones deBataille y de Zambrano en relación a nuestrotema son claramente incompatibles incluso alnivel de los contenidos, a saber: en primerlugar, el filósofo francés concede una granimportancia al vínculo entre lo imposible y lasexualidad, idea completamente ajena al pen-samiento de Zambrano; y segundo, mientrasque para Bataille lo propiamente poético, esdecir lo imposible, va ligado a un gasto impro-ductivo que culmina con la noción de sacrifi-cio, para la pensadora malagueña, en cambio,la concepción “sacrificial” de la historia14 es elgran error de Occidente, y su superación lagran tarea que nuestra cultura tiene pendientesi quiere hacer incluso de la política una prác-tica creativa, y por lo tanto en algún sentidoligada a la poesía.

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8 Bataille, G., “La noción de gasto”, en La conjuración sagrada. Ensayos 1929-1939, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2003, pp.110- 134.9 Bataille, G., “La soberanía que no se apoya en NADA o la poesía”, en Lo que entiendo por soberanía, Barcelona, Paidós, 1996, pp.41-42.10 Véase en Bataille, G., La parte maldita, Buenos Aires, Las Cuarenta, 2007, pp. 25-49.11 Zambrano, M., Filosofía y poesía, ed. cit., 1996, p. 42.12 O. c., p. 46.13 O. c., pp. 63-64.14 Véase Zambrano, M., “El absolutismo y la estructura sacrificial de la sociedad”, en Persona y democracia, Madrid, Siruela, 1996,pp. 105-117.