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CUADERNOS DE LITERATURA VOL. XIX N.38 JULIO-DICIEMBRE 2015

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Adis a la economa

poltica? Problemas deparmetros, mtodosy direcciones en laconfiguracin de los estudios

culturales centroamericanosA Goodbye to Political Economy? Parameter, Method, and Direction

Problems in the Configuration of Central American Cultural Studies

Adeus economia poltica? Problemas de parmetros, mtodos e

rumos na configurao dos estudos culturais centro-americanos

Marc ZimmermanU N I V E R S I T Y O F I L L I N O I S A T C H I C A G O / U N I V E R S I T Y O F H O U S T O N , E S T A D O S U N I D O S

Profesor Emrito del Programa de Estudios Latinos y Latinoamericanos de la Universidad de

Illinois, Chicago y del Departamento de Lengas Modernas y clsicas en la Universidad

de Houston, Texas. PhD en Literatura de la University of California, San Diego. Es autor

deLiteratura y testimonio en Centro-Amrica: Posiciones post-insurgentes (Casa Editorial

de la Universidad Rafael Landvar, 2006),Literature and resistance in Guatemala:

Textual Modes and Cultural Politics from El seor presidente to Rigoberta Mench . 2vols.

(Ohio University Press, 1995); con John Beverley,Literature and Politics in the Central

American Revolutions (University of Texas Press, 1990),Defending their Own in the Cold.

The Cultural Turns of U.S. Puerto Ricans (University of Illinois Press, 2011), U.S. Latino

Literature(MARCH/Abrazo Press, 1992). Correo electrnico: [email protected]

Ensayo

Versin revisada de una ponencia presentada en la Primera Conferencia de Estudios culturales centroamericanos en

la Universidad de El Salvador, San Salvador, 2007, ya con unas referencias a acontecimientos ms recientes que la

fecha de autora original. Documento accesible en lnea desde la siguiente direccin: http://revistas.javeriana.edu.co

doi : 10.11144/Javer iana.cl19-38.aplm

Cmo citar este ensayo:

Zimmerman, Marc. Adis a la economa poltica? Problemas de parmetros, mtodos y

direcciones en la configuracin de los estudios culturales centroamericanos. Cuadernosde Literatura19.38 (2015): 34-43. http://dx.doi.org/10.11144/Javeriana.cl19-38.aplm


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Adis a la economa poltica? Problemas de parmetros,mtodos y direcciones en la confguracin de los estudios culturales centroamericanos

El problema terico

Desde la poca de los movimientos revolucionarios, la cuestin de cmo estudiar

las sociedades latinoamericanas se ha enfocado con ms y ms frecuencia en lo

que antes se consideraban cuestiones secundarias o superestructurales. Den-

tro de este contexto, los estudios culturales de una variedad u otra han pasado

a un escenario cntrico en un esfuerzo por elaborar modelos tericos y crear

polmicas con respecto a asuntos cruciales para desarrollos futuros. Durante el

mismo periodo, Centroamrica ha vivido una transicin crucial que involucra

procesos de paz y democratizacin en el contexto de la imposicin de polticas

econmicas neo-liberales as como conflictos socio-polticos persistentes y crisis

naturales ms graves. Cuestiones con respecto a gnero, etnia, nuevas identi-

dades e identificaciones nacionales; cuestiones de inmigracin masiva, sobrecrecientes olas de criminalizacion y violencia tanto como crecientes controversias

sobre eco-poltica y mezclas culturales, son entre los asuntos ms comunes. Estos

haban sido minimizados en estudios previos de casi cada pas o fenmeno lati-

noamericano. Pero las preguntas que surgen de las teoras de estudios culturales

no pueden tener menos y de hecho dado la gran debilidad y vulnerabilidad

econmica de la regin pueden tener ms importancia en Centroamrica y es-

pecialmente en sus pases norteos.

Conocemos las circunstancias y los ejemplos siempre citados: los sandi-nistas malinterpretaron los asuntos de los miskitu, impusieron su voluntad sobre

los afro-caribeos de Bluefields, negaron agendas de gnero y las perspectivas

feministas y lasgay. El FMLNconcibi mal las perspectivas y actitudes urbanas

de su pas. La izquierda guatemalteca hizo una mala lectura de las relaciones in-

dgenas y por supuesto, las cuestiones guatemaltecas se extendieron a Chiapas en

los aos noventa como parte de un foco meso-latinoamericano ms amplio que

abarc movimientos sociales y subalternos en las vsperas del neo-liberalismo y

la globalizacin.

Algunas formas tempranas del marxismo explicaron las relaciones en

funcin de luchas de liberacin nacional en contra de relaciones feudales y

neo-coloniales; la teora de la dependencia enfatiz las luchas en contra del im-

perialismo y la dominacin cultural en un sistema total en el cual el nacionalismo

en s era parte de una estructura de dependencia. El fracaso de Chile en los aos

setenta y de los movimientos revolucionarios de los ochenta, as como el colapso

del movimiento internacional comunista y el desencanto con el experimento cu-

bano, condujeron hacia una crtica de las ideologas de izquierda y del marxismo

en s. Estos se vieron como parte de un modo eurocntrico colonizador inade-cuado y hasta errneo para gran parte de Amrica Latina y del mundo entero.


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Los mismos movimientos revolucionarios dejaron de ser vistos como lu-

chas bipolares entre el capitalismo y el socialismo y se convirtieron en intentos

de ltima hora por parte de elites de oposicin en contra de la ola inevitable de

un sistema globalizante en el que las luchas principales involucraron grupos, con-

figuraciones y bloques inestables y siempre cambiantes. Adems los problemas

con las perspectivas y acciones revolucionarias centroamericanas con respecto

a asuntos indgenas, afro-caribeos y feministas condujeron al rechazo de pre-

vios modelos explicativos centrados en modos de produccin, lucha de clase,

imperialismo cultural y dems; y condujeron tambin al aumento de crticas

que enfatizan combinaciones variantes de factores sociales, tnicos, religiosos,

etctera, en un proceso general de globalizacin en el cual luchas entre fuerzas

locales y globales, fuerzas sectoriales y generales se agudizan, se contradicen yson difciles de contener.

La irrupcin de las aplicaciones a Amrica Latina de la teora post-colonial

agudiz la distincin entre cuestiones tericas y construcciones aplicables a diferen-

tes partes del mundo colonizado. La prdida de fe en la crtica marxista normativa

condujo tanto a nuevas teoras no-economistas de fuerzas y movimientos sociales,

como a nuevas orientaciones de la modernidad, gobernabilidad y la ingobernabi-

lidad que posiblemente obtienen su formulacin ms radical en un tipo de crtica

post-marxista que, originada en medio de la lucha postcolonial de la India, hallsus propias variantes y puntos de controversia entre los historiadores latinoameri-

canistas por un lado y los literatos de estudios culturales por el otro.

Dentro del nuevo ambiente intelectual el cambio ha sido en la direccin de

Foucault, Baudrillard, Bourdieu, Stuart Hall, Laclau y Mouffe, Negri y Hardt.

Otros se han basado en el trabajo de tericos sociales como Brnner, Lechner

y Caldern, y tambin en tericos centrados en asuntos culturales como Martn

Barbero, Richard, Sarlo y Garca Canclini. En la escena latinoamericanista de los

Estados Unidos, Jean Franco, George Ydice, Juan Flores y otros empezaron a

introducir y elaborar una visin nueva, mientras figuras como John Beverley, Pa-

tricia Seed e Ileana Rodrguez empezaron por proponer cuestiones subalternas

como reaccin a las crticas dominantes. Al final sus discordancias son menos

importantes que sus similitudes en el surgimiento de una crtica contempornea

que est a la vanguardia del pensamiento crtico en la era de la globalizacin,

de los procesos transnacionales y movimientos sociales. Estas tendencias ahora

se han juntado en la formacin en la dcada de 1990del Task Force de cultura,

poltica y poder dentro de la Asociacin de Estudios Latinoamericanos y la

iniciativa de Cultura, poltica y poder dentro de la Asociacin Internacional deEstudios Culturales.


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A pesar de todas estas re-orientaciones tericas, haba una ausencia so-

bresaliente en el desarrollo de la construccin terica latinoamericana de estos

das: precisamente una perspectiva sobre una de las reas claves del hemisferio,

cuyos fracasos revolucionarios abrieron la nueva poca socio-poltica e ideolgi-

ca Centroamrica. De hecho estos influyeron mucho en la teora post-marxista

mientras que nuestra atencin giraba despus de Esquipulas IIaNAFTA, Chiapas

y a los nuevos procesos y luchas de democratizacin que han surgido en Vene-

zuela, Bolivia, Ecuador, Argentina, Uruguay y otros lugares. Curiosamente entre

la gran mayora de los tericos ya mencionados arriba, ha habido un gran silencio

sobre los procesos culturales de Amrica Central.

En el contexto actual nunca ha habido tanto inters en la literatura y cultura

centroamericanas por especialistas no centroamericanos (el resultado de intere-ses y carreras que se desarrollaron en el perodo de crisis previo). En contraste

el inters fuera del crculo de los especialistas ha sido poco. Hasta cierto punto,

Centroamrica est aislada de nuevo y solo las controversias incitadas por libros

comoEl ascode Horacio Castellanos Moya,Adis, muchachosde Sergio Ramrez

yEl pas bajo mi pielde Gioconda Belli, as como la controversia provocada por

la apropiacin de Mario Roberto Morales (1998) de las ideas de Garca Canclini

para atacar a la poltica de identidad indgena en Guatemala y sobretodo, la

controversia Rigoberta Mench / David Stoll han mantenido a flote el inters enlos estudios culturales centroamericanos (ver Stoll 1999; Arias 2001y Zimmerman

2006). Sin embargo, tales debatesse han mantenido distantes de las teoras de

transicin socio-econmica y poltica, por ejemplo la teora de John Booth y

Thomas Walker de cambio de rgimen, presentada en la tercera edicin de su

libro sobre Centroamrica (1999). Y eso es especialmente serio porque todo el

trabajo clave sobre Centroamrica demuestra que no podemos entender proce-

sos socio-econmicos y polticos sin fijar sus conexiones ms profundas con las

dimensiones del desarrollo cultural, artstico e ideolgico.

El campo de estudios culturales centroamericanos halla su formulacin

inicial ms importante en los debates sobre el marxismo ortodoxo de La patria

del criollode Severo Martnez Pelez (1970) y los textos gramscianos de Sergio

Ramrez; empezando conBalcanes se desarrolla y se elabora en los aos ochenta

y ms all en los estudios del populismo, indigenismo, religin, cultura popular,

estructura familiar, vida cotidiana, gnero y estudios queer, entre otros temas

,as como en los trabajos de Roger Lancaster, Erick Blandn-Guevara, Carlos Vi-

las, Kay Warren, Diane Nelson, Marta Casaus, Emilio del Valle Escalante y otros.

Ahora los debates mencionados, tanto como los nuevos libros de Garca Cancliniy compaa, se unen a otros esfuerzos como la coleccin coordinada por Mabel


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Moraa (2000), y la coleccin editada por Ana del Sarto, Alicia Ros y Abril Trigo

(2004) para poner en relieve un campo de trabajo que debe fortalecer los estudios

culturales latinoamericanos y centroamericanos en los prximos aos, especial-

mente en relacin con las nuevas fuerzas de globalizacin y transnacionalizacin.

El propsito de este ensayo es contribuir a este desarrollo, pero siempre

con cierto grado saludable de escepticismo con respecto a los modelos iniciales

de estudios culturales, especialmente el concepto de construccin social, como

lo proponen Stuart Hall y otros intelectuales de la segunda generacin de la

escuela de Birmingham, tanto como sus seguidores en estudios postmarxistas,

postmodernos, postcoloniales y subalternos en Amrica Latina.

La deuda que tienen los estudios culturales latinoamericanos con los estu-

dios culturales generales debe ser vista en relacin a su distanciamiento tericode las categoras tradicionales para que las perspectivas sobre cuestiones de etnia,

gnero, sexualidad, etctera, puedan encontrar un papel ms determinado y es-

pecfico en la articulacin de discursos. La palabra articulacin es la conexin

clave con la cual los latinoamericanistas y en nuestro caso, los centroamerica-

nistas, intentan captar las particularidades y especificaciones de su formacin

social variante. La meta de los estudios culturales centroamericanos en vas de

desarrollo debe ser la de explorar las dimensiones hemisfricas y regionales

necesarias para constituir una versin local apropiada, adecuada y fructfera paraexaminar el pasado, el presente y el futuro de la realidad centroamericana.

En el proceso se debe especificar y diferenciar nuestro acercamiento con re-

lacin a aquellas construcciones de estudios culturales que dependen demasiado

de una teora de construccin social y discursiva. Mientras que es una dimensin

importante, tambin ha sido exagerado y convertido en el sine qua nonde los

estudios culturales, como si no hubiera una realidad fuera de su construccin

discursiva e ideolgica. En este contexto es importante considerar la cuestin

que Daniel Mato y otros han formulado recientemente: se debe distinguir entre

estudios culturales latinoamericanos desarrollados en el mundo de habla inglesa

y la forma que toma en el terreno latinoamericano? Esta cuestin est enraizada

en la notoria despoliticizacin y en el elitismo de los estudios culturales en los

Estados Unidos en comparacin con la versin necesariamente politizada de

estudios culturales que, centrada sobre relaciones de poder, emerge en Mato y

otros en el campo latinoamericano.

En un esfuerzo por encontrar una base diferencial para la insercin de Am-

rica Latina en los estudios culturales a nivel global, Mato, como coordinador de

la Asociacin Latinoamericana de Cultura, Poltica y Poder, reconoce la deudaterica de los estudios culturales latinoamericanos a sus antecedentes britnicos


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(Mato 2002). Sin embargo, quiere hacer una distincin sumamente aguda entre

las versiones britnicas y estadounidenses de estudios culturales latinoamerica-

nos por un parte y por otra, lo que l considera las dimensiones fundamentales de

la teora de estudios culturales desarrollndose actualmente dentro de Amrica

Latina. De hecho Mato enfatiza el hecho de que Amrica Latina tiene sus propias

tradiciones especficas de crtica cultural y que supuestas influencias de Pars o

Birmingham son paralelos (y no prstamos) que se reconocan retrospectivamen-

te y con frecuencia.

Mientras una figura como Jess Martn Barbero puede citar un sinnmero

de antecedentes europeos, su trabajo y el trabajo de sus colegas famosos se de-

sarroll dentro del marco de tradiciones netamente latinoamericanas. Adems

y ms importante para Mato, los estudios culturales en Amrica Latina tienenque distinguirse de sus primos en Birmingham y los practicantes en Estados

Unidos, con la designacin de Latin American Studies in Culture and Power,

indicando de esta manera su nfasis firme en las dimensiones polticas de las

prcticas culturales y en los efectos de poder inherente en, y emanando de, esas

misma prcticas culturales. Esta dimensin, insiste Mato, marca la diferencia

ms evidente entre los estudios culturales latinoamericanos y aquellas versiones

que l ve como cntricas en los Estados Unidos y de hecho, en las ltimos giros

tericos del trabajo de Stuart Hall.Aunque Mato da privilegio epistemolgico a los intentos tericos realizados

en Amrica Latina, tales re-orientaciones pueden conllevar su propia ceguera:

una observacin irreflexiva y demasiado conveniente que obvia los prejuicios y

prcticas residuales criollistas, subestimando as, y como diran Anbal Quijano

y Walter Mignolo, la colonialidad de poder que persiste en los intersticios

de tales discursos y sus presuposiciones tericas. A mi ver, Mato se inclina de-

masiado hacia una esencializacin de la latinoamericanidad, aunque niega esa

posibilidad; y es cierto que las divisiones recientes entre las perspectivas de los

estudios culturales versus las de los estudios subalternos, son como una suerte de

guerra clasista y una lucha para controlar el terreno. Sin embargo, se supone que

persiste un sentido de comunidad poltica (tal vez imaginaria) que se basa en una

oposicin mutua a la hegemona neoliberal y sus verdugos trans-continentales.

El nuevo orden capitalista exige y crea procesos de inestabilidad, ingoberna-

bilidad, fragmentacin, desorden y hasta oposicin para su propia supervivencia

y expansin. Pero el sistema est as haciendo que proliferen procesos que bien

pueden girar de manera decisiva en su contra, creando nuevos espacios en los

cuales la oposicin pueda erigir formas de resistencia subalterna cada vez msactivas, poderosas y a veces capaces de liberarse. Esta es una dimensin clave del


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nuevo (des)orden del mundo realizada en los ltimos aos con los giros variados

hacia la izquierda en varios pases del hemisferio (ver Zimmerman y Balboa,2012).

Los estudios subalternos y su estatus en el juego terico

Las perspectivas subalternas empezaron a contribuir al desarrollo y profundi-

zacin de nuestro entendimiento de la construccin y reproduccin extendida

de la estigmatizacin y la marginalizacin en el mundo contemporneo. Sin em-

bargo, implcita en esta consideracin est la cuestin de la representacin, o sea

quin tiene el poder legtimo de hablar por los subalternos y de qu manera es la

autoridad de hacerlo construida discursivamente? Aqu las apelaciones a la hete-

rogeneidad y a la hibridez no son completamente satisfactorias. Lo que es central

para este asunto son las cuestiones sobre el estado de los intelectuales subalter-nos que desafan los viejos modelos. Hoy los estudios subalternos involucran

una crtica postcolonial de las teoras y tericos viejos y nuevos en su capacidad

de captar los viejos y nuevos movimientos sociales tomando en consideracin las

particularidades de los casos latinoamericanos y sin esencializar, romantizar u

homogenizar la conciencia subalterna.

Los estudios subalternos latinoamericanos se postulan como una crtica

radical de las versiones izquierdistas de los estudios culturales. Sin embargo hay

problemas. Aun si se acepta la necesidad de captar el discurso subalterno, cmopueden los crticos latinoamericanistas radicales quienes son subalternos en s

mismos solamente en relacin a las normas crticas hegemnicas estar seguros

de su propia gnosiscomo base adecuada de supraxis? Cmo podemos desa-

rrollar una crtica de la epistemologa subalterna? Es factible? Y si podemos

elevar la cuestin de la legitimidad de todas las formas de conocimiento, de

qu manera y de acuerdo con qu criterios podemos establecer parmetros ms

o menos razonables para nuestro campo de estudio? Podemos vencer nuestra

tendencia a homogenizar o romantizar la conciencia subalterna? Qu pasa con

nuestra tendencia a privilegiar el discurso indgena, minoritario o subalterno, o

cmo estar seguros de que lo hemos hallado cuando existe la posibilidad de que

es otra forma de ventriloquia colonial? Cmo podemos superar la idea de que

los oprimidos son de alguna manera necesariamente virtuosos?

Tambin, es cierto que los subalternos solo se articulan en un proceso

que termina cuando se finaliza su estado de subalternidad? O el grado en el

que los subalternos ya participan es un esfuerzo pblico capaz de totalizar todo?

Es verdad que detrs de estos grupos tnicos y movimientos sociales estn las

grandes fundaciones internacionales? Sin las fundaciones, tendran los grupos al-gn impacto? Quines son los Che Guevaras o tupamarosde la postmodernidad


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globalizada, o se hace innecesaria una vanguardia heroica dentro de aqulla? En

fin, Son los estudios subalternos simplemente la tropicalizacin del Sur de parte

de los tericos del Norte? Es posible que (por fin) el pensamiento desde el Sur

sea capaz de transformar el pensamiento del Norte? Estas son las cuestiones que

emergen en la crtica que hizo George Ydice (2001) del anlisis de John Bever-

ley (1999) de las teoras del consumo en Nstor Garca Canclini (1995). Surgen

tambin en la coleccin editada por Jon Beasly-Murray y Alberto Moreiras (2001)

sobre la subalternidad latinoamericana, donde empezamos a ver una ruptura

inclusive con respecto a Antono Gramsci, unos de las figuras claves para el pensa-

miento marxista y pos-marxista de Amrica Latina1. Estas son las interrogaciones

cuyas respuestas nos esperan mientras el siglo nuevo va por su propio rumbo.

Preguntas finales

Claro, no se puede pensar lo cultural en Centroamrica sin pensar su situacin

historico-social, los proyectos de modernizacion al nivel econmico tanto como

cultural. Y no es que se tiene que mencionar lo econmico ni mucho menos la

economa poltica sino que est ah por todas partes. Es obviamente imposible

tratar el tema cultural sin trazar su conexin necesaria, clara o fundamental con

lo econmico. En los estudios recientes tenemos mucho sobre historia y me-

moria cultural, sobre realidad y representacin indgena y caribea, cultura ydemocracia, posmodernidad y modernidad, sobre la ingobernabiliidad, sobre la

inmigracin, sobre la mara trucha, la Bestia y los dems. Pero en todo eso, parece

como la famosa superestructura vuelve a ser ms clave que la famosa infraes-

tructura marxista hasta que nos hace preguntar si las nuevas circunstancias en la

regin no implican, hasta cierto punto por lo menos, que debemos decir adis a

la economa poltica como clave para el anlisis de los asuntos centroamericanos.

Pero aqu enfrentamos el cunundrum, el catch 22. Porque tumbando viejos

paradigmas, dnde estamos? Porque si no domina lo econmico, qu domi-

na? Es una combinacin de fuerzas, contestara uno. Pero bajo qu condiciones

domina o prevalece una dimensin u otra? No hay ley de determinaciones

cambiantes? Todo es puro caos y empiricismo? Como podemos medir la im-

portancia de cualquier cosa que estudiamos? Con qu instrumentos podemos

prender un anlisis que tiene ciertas bases de validez? Cmo pensamos la regin

cuyos problemas profundos queremos entender y resolver? As que tan fcil es

decir adis, pero cmo y a qu decimos hola?

1 Esta tendencia se culmin con la publicacin del libro de Jon Beasly-Murray (2010).


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