marber fran j - fruta amarga

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Fruta Amarga (Spanish Edition)

Una historia real que se convirti en leyenda.

FRUTA AMARGA

Basada en la biografa de Maria Sophia von Erthal.

Fran J. Marber.

Copyright 2013, Fran J Marber

NDICE

Introduccin

Captulo II

Captulo III

Captulo IV

Captulo V

Captulo VI

Captulo VII

Captulo VIII

Captulo IX

Captulo X

Captulo XI

Captulo XII

Captulo XIII

Captulo XIV

Captulo XV

Captulo XVI

Captulo XVII

Captulo XVIII

Captulo XIX

Captulo XX

Captulo I

Anotaciones del autor

Introduccin

Tropec con esta historia de forma fortuita hace unos aos. Buscaba documentacin para escribir La pgina 64 y, sin pretenderlo, encontr algo realmente inaudito. Al principio no pude creer nada de lo que mis ojos tuvieron la fortuna de leer, pero despus, tras una pausa de varios das, volv a retomarlo. Mi sorpresa fue creciendo al comprobar que cada uno de los datos que all se verta era real, que coincidan en tiempo y forma con uno de los cuentos ms universales que la literatura haya dado. Por desgracia, nada de lo que aconteci a mediados del siglo XVIII en un olvidado ducado alemn se parece a ese relato infantil que ha llegado hasta nuestros das. El tiempo se encarg de desvirtuarlo todo. El paso de los aos, e incluso de los siglos, convirti una dramtica historia de amor en un dulce y entraable cuento para nios.Ahora, como autor, he tratado de dar forma a los contados datos que pude recopilar para montar una trama en donde el tiempo pasado no suponga una barrera temporal en el sentir de los personajes. Soy de los que opinan que el mundo se mueve por amor y que es indiferente el contexto histrico en el que se enmarque puesto que, hasta en el mismsimo siglo XXI, no resultara complicado encontrar algn que otro prncipe dispuesto a dar la vida por su amada.Por ello, espero que disfruten de una historia muy distinta a la que conocemos y en la que, tanto los enanos como los prncipes azules o los maleficios de una vil madrastra, nunca fueron exactamente tal y como nos lo contaron. Captulo II

No. No te has equivocado ni le faltan pginas a este libro. S que puede parecer un poco extrao, pero esta historia comienza por el segundo captulo. El primero lo guard para el final, y aparece justo detrs de este montn de hojas que ahora tienes en tus manos. Pero por favor!, no lo busques, intenta ignorarlo; no tiene ningn sentido que comiences leyendo el final porque, entre otras cosas, no lo entenderas y parte de la magia de este libro se acabara perdiendo.Me llamo Eva Marlowe y el captulo uno fue lo primero que escrib tras vivir la historia que a continuacin vas a conocer. Supongo que no deja de ser un impulso que me dict el corazn y que dio pie a que me decidiera a contar lo que, tal vez, nunca debi haber visto la luz. Por eso, sera conveniente que leyeras con atencin las doscientas cincuenta y ocho pginas que hay antes. Hazme caso: es el nico modo de saborear cada una de sus palabras. Y, aunque ahora creas que solo puedes leerlo con los ojos de un adulto, de alguien que hace tiempo perdi su inocencia, no es as. Intenta dejar que tu imaginacin vuele tan alto como la de un nio. Hazlo. Durante su lectura regresa a esa infancia que ya no recuerdas, a ese tiempo en el que cualquier cosa, por imposible que fuera, poda hacerse realidad. Por qu no? Anmate a viajar conmigo a travs de estas pginas y descubre de dnde surgen esos personajes literarios con los que alguna vez soaste Captulo III

Bajar al ruinoso local de antigedades de mi padre supona, para una licenciada en Historia como yo, adentrarse en una autntica jungla por explorar. Tener que abrirme paso entre delicados jarrones chinos de la dinasta Ming, evitar tropezar con una vitrina de cristal que contena dos huevos de porcelana pertenecientes a una rarsima edicin limitada o rodear el viejo can de un galen espaol hundido que pesaba casi una tonelada era algo que, aunque pudiese hacerlo a diario, erizaba mi piel. No poda evitarlo: aquel lugar me fascinaba, y lo mejor de todo era que se encontraba justo bajo mis pies, en la planta baja de nuestra casa. Imagino que para mi padre no dejaba de ser nada ms que su lugar de trabajo y, despus de tantos aos de rutina, no perciba ese olor a magia tan caracterstico que desprenda cada una de las reliquias que all haban quedado olvidadas.Pap siempre deca que Londres haba dejado de ser la capital del reino y sus habitantes haca tiempo que perdieron ese glamour que siempre caracteriz a los britnicos. Lo repeta una y otra vez hasta la saciedad, quejndose amargamente de la ruina que se nos vena encima porque ya nadie compraba antiguallas. Una mala racha, deca. El pobre no entenda o, mejor dicho, no quera admitir, que la denominada clase media de finales del siglo XX pasaba de gastarse los ahorros de medio ao de trabajo en uno de sus artculos obsoletos para, simple y llanamente, adornar una estantera de casa. Las prioridades haban cambiado y algo tan etreo como un fin de semana romntico en un hotel con tu pareja o una buena televisin de cuarenta y dos pulgadas en el saln colmaban las aspiraciones de cualquier mortal que se preciara. En 1992, un silln modelo Luis XV con acabados en pan de oro y tapizado en terciopelo rojo satinado estaba destinado a quedar olvidado en un apartado rincn de la tienda acumulando polvo. Esa era la nica realidad, y l se negaba a aceptar que aquello ms que un negocio pareca un museo. Un nuevo milenio nos esperaba a la vuelta de la esquina y nuestro establecimiento se haba quedado obsoleto.No obstante, si haba algo que realmente llamaba la atencin era una caja fuerte de la marca Arce del ao 1865 que, segn aseguraba mi padre, perteneci a una familia noble alemana. La sobriedad con la que presida el despacho aquella mole de hierro era digna de mencionar y, junto a su pintura anacarada gris perla y unas ruedas oxidadas donde apenas se apreciaba la numeracin que deba marcar la combinacin que la abrira, le daban un aire tan misterioso que pareca querer invitarme a descubrir su contenido.Qu haces ah parada como un pasmarote? pregunt mi padre, que andaba haciendo inventario, al verme ensimismada.Es esa caja, pap. Siempre me he preguntado qu guardar dentro.Me gustara poder ayudarte, cario, pero ni yo mismo s qu contiene. Tu madre se llev ese secreto a la tumba se lament, aunque el tono que uso para responder dej un poso de duda flotando en el aire.Nunca te lo dijo? me extra.No.Pero se lo preguntaste?No.Venga, pap. No mientas. Pretendes que crea que el anticuario ms prestigioso de Londres tiene en su despacho una caja fuerte que pesa quinientos kilos y nunca le ha interesado saber qu guarda dentro.Mi padre no respondi. Tan solo apret los labios y arque las cejas. Despus continu con sus quehaceres, ignorndome.Qu quieres ocultarme? le pregunt. Mrame! Hace tiempo que dej de ser una nia. Te recuerdo que tengo veintiocho aos y una licenciatura en Historia.No hace falta que me lo recuerdes continuamente suspir melanclico. Me he perdido tu infancia sin apenas darme cuenta.Creo que va siendo hora de que hablemos de mam lo atosigu, cogindolo por el brazo para que no huyera por uno de los angostos pasillos del local.Eva, te he dicho mil veces que tu madre era una mujer extraordinaria, pero tambin muy fantasiosa. Para ella la vida era como un cuento de hadas en donde cualquier cosa, por muy extraa que pareciera, poda hacerse realidad. Era como una nia grande con muchos pjaros en la cabeza.A qu te refieres? no termin de entender aquel comentario.A nada en concreto. Pero Se ajust las gafas y rehuy mi mirada.Qu?Nada. Ya te he dicho que no s nada concluy malhumorado. Abri su dietario y continu clasificando antigedades.Mam siempre fue un tema tab para mi padre. Ella muri cuando nac yo. El parto se complic y, para qu darle ms vueltas; dio su vida por m y a pap le toc perder lo que ms amaba en este mundo. Mi hermano Arthur dice que antes era un hombre risueo, que jugaba con l en el parque y todos los domingos lo llevaba a pescar. Segn cuenta, era un tipo genial; pero lamentablemente yo no conoc a ese padre. Es cierto que nunca escuch un reproche ni nada parecido por lo acontecido en aquella noche de mi alumbramiento, aunque a veces, cuando me mira, siento como si yo tuviese la culpa de su muerte. Al fin y al cabo, si ella no sigue aqu, con nosotros, es por m.Pero, volviendo al tema que nos ocupaba, aquella caja fuerte me tena hechizada. Sospechaba que haba algn secreto oculto en su interior y yo, como cualquier historiadora que se precie, necesitaba descubrir aquel misterio.Arthur haba asegurado das atrs que dar con la combinacin no le supondra ningn problema, aunque antes deba localizar la llave; ya que sin ella no se podra abrir nunca.Le pregunt a mi padre por ella, pero me jur y perjur que no la tena; es ms, aseguraba que nunca supo de su existencia. Intent excusarse diciendo que esa caja de hierro era la nica pieza de la tienda que no haba sido comprada y si an continuaba all, al lado de su escritorio, era solo y exclusivamente porque mam se empe. Al parecer, la encontraron en el stano de la casa de la abuela y era lo nico que conservaba de su madre. Por tanto, aquel objeto era en s mismo un recuerdo familiar y su valor se reduca al cario que supona tener algo de la abuela entre nosotros. Mas aquella respuesta sobre su procedencia chocaba frontalmente con otra versin que aseguraba que perteneci a una familia noble de Alemania; porque, que yo supiese, mi madre no tena orgenes germanos. Por consiguiente, todo lo que envolva aquella historia era en s una pura contradiccin.La presencia de aquel armatoste metlico abra muchos frentes de investigacin que, por supuesto, yo no estaba dispuesta a pasar por alto, y decid subir a casa y comenzar a buscar en el rbol genealgico de la familia algn indicio que nos pudiese relacionar con ese pas centroeuropeo. Supuse que podra encontrar fotos antiguas o alguna que otra carta olvidada por los cajones del comedor que arrojara un poco de luz sobre el asunto. Desafortunadamente, no hubo suerte, y decid que haba llegado el momento de actuar.El primer interrogatorio al respecto lo llev a cabo con mi hermano. Era seis aos mayor que yo y caba la posibilidad de que hubiese escuchado algo sobre los orgenes de nuestros antepasados en alguna conversacin con la ta Madeleine. El inconveniente era que ltimamente nos habamos distanciado un poco; apenas haca un mes que haba salido de la crcel y desde entonces se haba vuelto mucho ms reservado. Lo acusaron de algo que no haba hecho y, por confiar en un amigo, tuvo que cumplir medio ao de condena. He de admitir que las compaas de Arthur no eran todo lo adecuadas que una quisiera para su hermano, ya que los hurtos y las peleas callejeras se haban convertido en su entretenimiento preferido; no obstante, bajo ese cuerpo musculado de aspecto feroz y tatuajes oscuros, se esconda una persona noble que desde muy nio siempre so con ser guionista de cine. Supongo que nunca termin de aceptar la perdida de mam y eso hizo que su actitud cambiara considerablemente y se escudara en una rebelda que nadie entenda.Dnde va mi hermanito preferido? lo asalt en el pasillo al ver que coga la cazadora para marcharse. ltimamente se le vea poco por casa.Ignoraba que tuvieses ms hermanos ironiz, blandiendo media sonrisa y sin detenerse para hablar conmigo.No seas borde. Es una manera de hablar contest abalanzndome sobre su cuello. Era tan alto que tena que ponerme de puntillas para besarlo.Quita, quita Cuando una mujer se pone tan cariosa es porque busca algo respondi apartndome con sus manazas de boxeador. Venga, sultalo.Arthur, que soy tu hermana le record.Ya, ya, pero hace siglos que no me das un beso. Venga, sultalo insisti.La verdad es que me conoca mejor que nadie y saba que aquellos mimos no eran gratuitos.Tienes un minuto? le ped con cara de complicidad.Depende contest mirando su reloj.Es sobre mam titube. Saba que estaba harto de mis constantes preguntas sobre ella. Era raro el da que no le sacaba el tema y en cuanto la nombraba se desesperaba.Otra vez? suspir. Es que no te vas a cansar nunca? se lament marchndose hacia las escaleras. Hace tiempo que dejaste de ser una nia.No, espera. Vers, es esa caja fuerte que hay en el despacho de pap. Creo que guarda algn secreto sobre ella.Qu te hace pensar eso? Se detuvo al escucharme. Pareca que por fin captaba su atencin unos segundos.T sabes si tenemos familiares en Alemania?En Alemania! Que yo sepa no. El nico alemn que conozco se llama Nicolae y pasa marihuana en un bareto llamado White Powers. Por qu lo preguntas?Porque esa caja fuerte fue la nica herencia que recibi nuestra madre y, segn he averiguado, perteneci a una familia noble de ese pas.Es absurdo. Nunca escuch nada al respecto, y mucho menos sobre familiares de ascendencia alemana. Me parece una estupidez.Pero dijiste que me ayudaras a abrirla le record al ver que se marchaba.Qu pesada! Te he dicho mil veces que es imposible hacerlo si no tienes la llave. Sus paredes son de acero macizo. Lo entiendes?Pero, si la encuentroSi la encuentras, tu hermanito la abrir. Ok? contest mientras terminaba de bajar la escalera que daba al portn de casa, intentando librarse de m.Gracias, Arthur.Qu rara eres! A veces me pregunto si te metes algo coment antes de cerrar la puerta y marcharse.S que a cualquier otra persona le hubiese molestado que la llamaran rara, pero quiz eso era lo nico que me una a mi madre. Cuando pap hablaba de ella, contaba que andaba siempre fantaseando, y en eso yo no me quedaba muy atrs. Y respecto a su segundo comentario, la respuesta era no, nunca consum nada. Las drogas no formaban parte de mi vida.Saltaba a la vista que las primeras pesquisas que hice no despejaban nada el panorama de incertidumbre que se cerna sobre mi pasado, pero quin dijo que el trabajo de campo de una historiadora fuese una tarea fcil? Tena muy claro que no me iba a rendir tan pronto. La constancia deba ser una prctica obligatoria en mi profesin y yo pensaba mantenerla hasta el final. Deba continuar con ese proyecto de investigacin generacional que haba comenzado puesto que el siguiente sujeto a interrogar se encontraba relativamente cerca, ms concretamente en la planta baja, al fondo del anticuario. Como es lgico, me refiero a mi padre.Baj las escaleras e improvis un nuevo itinerario por aquel laberinto de antigedades con el nico fin de acercarme a l y, como quien no quiere la cosa, abordarlo con una serie de preguntas que haba ido apuntando mentalmente en la cabeza.Qu haces, pap? le pregunt con voz melosa. Saba que cuando se encontraba inmerso en sus anotaciones le molestaba hasta el vuelo de una mosca.Me mir por el rabillo del ojo y resopl.No lo ves? Haciendo inventario agudiz la vista para leer una grabacin que vena escrita en el reverso de un reloj de bolsillo.Y para qu lo haces si tienes los mismos artculos que el ao pasado?Vienes a recordarme que no he vendido nada? me recrimin. Gracias por tu apoyo, hija. As es mucho ms fcil superar la mala racha que sufrimos los comerciantes de este barrio. Notting Hill ya no es lo que era, y alguno de vosotros poda buscar trabajo porque un ingreso extra no nos vendra nada mal.No te lo tomes as, pap. Lo achuch cogindolo por el hombro. Pero es que eres demasiado escrupuloso con tu trabajo. No descansas nunca. Es necesario que catalogues pieza por pieza?S. Es indispensable saber en todo momento el ao de fabricacin, el pas de origen, el autorClaro, claro asent con desgana.Parece mentira que seas historiadora se lament, retomando unas anotaciones que solo entenda l. Su dietario pareca un criptograma y, aunque no tena la carrera de medicina, su letra era exactamente igual que la que poda verse en un parte mdico.S, parece mentira mascull mientras me marchaba derrotada por su indiferencia.A ver qu demonios te ocurre ahora? se interes.Pues eso, que soy una historiadora que no conoce su historia. No s nada de m y el nico que puede contarme algo eres t. No crees que resulta pattico que con la edad que tengo an ande preguntado cosas sobre mi madre? Me parece increble tener que ir todo el da detrs de ti rogndote para saber un poco ms de mam. Es injusto.Entonces ocurri algo inesperado. Mi padre, al escuchar aquello, se qued completamente helado, tan inmvil como cualquiera de las armaduras que presidan la entrada de la tienda. Al parecer, mis palabras haban provocado un inesperado sentimiento de culpa en l.Ven! Acompame dijo agarrando mi mano inesperadamente. Te ensear algo.Not un brill extrao en sus ojos, e incluso adopt un paso acelerado impropio de l. Su vida haba resultado siempre tan sosegada que sus movimientos por el interior del local parecan estudiados y lentos como los de una tortuga. Tantos aos all enclaustrado lo haban dotado de una movilidad perezosa pero acertada que le ayudaba a moverse sin romper ninguno de sus valiosos enseres. En cambio, tras escuchar mis quejas, sus pies parecieron cobrar vida propia y en apenas unos segundos me encontr sentada frente a l, en su despacho.Escucha bien lo que te voy a decir porque ser la nica vez que lo mencione me advirti nervioso, quitndose las gafas y clavando su mirada sobre m. Aunque, antes debes prometer que no le dirs nada a tu hermano.Me ests asustando, pap.Lo prometes? insisti en voz baja, indicando con las manos que no alzara la voz.Ser una tumba susurr.A continuacin, cogi uno de los libros que adornaban el estante de caoba que haba en la pared. Se trataba de un ejemplar grueso, de color rojo oscuro y lleno de polvo que desde haca aos aguardaba all olvidado, esperando que algn valiente se animara a leer las miles de palabras que en sus hojas venan escritas. Sin embargo, al abrir una de sus tapas de cartn, descubr que su interior estaba completamente hueco; era uno de esos libros falsos que se suelen usar para decorar, y sac una pequea saca de terciopelo.Qu es eso? pregunt sorprendida por el sigilo con el que lo trataba.Era de tu madre afirm mientras dejaba caer su contenido sobre el escritorio. Este era su colgante. Nunca se separaba de l. Toma, ahora es tuyo.En un principio no reaccion ante aquel repentino ofrecimiento y me qued perpleja por lo que tena ante m. Se trataba de una cadena muy fina de plata en la que colgaba un dije de forma ovalada y, sobre su dorso, apareca grabada la silueta de una serpiente, que retorcida sobre s misma, se morda la cola.Es precioso! exclam sorprendida porque por fin lograba tener entre mis manos algo que perteneci a mam, y su simple tacto eriz mi piel.Seguro que ella hubiese querido que lo lucieras t asegur nostlgico. Sus ojos se humedecieron ligeramente y dej de hablar en un intento de disimular su congoja.Muchas gracias, pap. Pero no puedo aceptarlo. Es el nico recuerdo que tienes de ella.No, hija. No es el nico respondi con irona sealando la caja fuerte.Sonre por su ocurrencia.Hay algo ms titube mientras se sonaba la nariz con un pauelo y se colocaba de nuevo sus lentes.Algo ms? pregunt ilusionada, esperando otro regalo sorpresa.S, tu nombre contest muy serio.Qu le ocurre? Es un nombre falso y me llamo de otra manera? pregunt expectante. Aquella afirmacin provoc un repentino hormigueo en mi estmago.No, hija. Tu nombre es Eva, y es exactamente con el que tu madre quera que se te conociese.Y por qu Eva y no otro?Eso debers averiguarlo t. Al fin y al cabo, eres historiadora continu sin pestaear, pareca hablar muy en serio.La nica Eva que conozco es la que nombra la Biblia, la que mordi la manzana prohibida record en voz baja.Pues puede que esa Eva, la primera mujer que pec sobre la faz de la tierra y que fue expulsada del paraso, te ayude a encontrar las respuestas que siempre has buscado asegur colocando otra vez en la estantera aquel libro falso.No te entiendo, pap.Yo tampoco lo entiendo, hija. Tan solo te transmito las ltimas palabras que dijo tu madre poco antes de morir.Dijo?S. Segn ella, ese colgante de plata y tu nombre seran la llave de tu desgracia. Por eso cre conveniente ocultrtelo. No te lo di antes porque tema que pudiese ocurrirte algo.La llave de mi desgracia? De qu hablas?Lo siento, Eva. Eso fue lo que dijo. No puedo ayudarte ms.Entonces sali del despacho y me dej sola sentada en aquel silln; bueno, sola no, con ms de mil preguntas hacindome compaa. No obstante, deba estar contenta porque al menos haba logrado avanzar algo sobre el enigmtico pasado de mam. Por alguna razn que desconoca, ella se empe en que me bautizaran con el nombre de Eva, y eso sumado al extrao colgante con forma de serpiente que haba lucido en su cuello, elevaba el asunto de mi nombre a la categora de clave cifrada. Estaba segura de que era un enigma que necesitaba descubrir, una pista que mam dej para que yo la siguiese algn da, y senta que haba llegado el momento de hacerlo. Aunque, segn mi padre, averiguarlo era una psima idea.As pues, comenc a estrujarme el cerebro pensando en algo coherente que pudiese estar relacionado con mi nombre y ese curioso colgante de plata. Eva y serpiente. Esas eran las claves que haba que descifrar; comprometiendo directamente al personaje bblico de la mujer que fue tentada para que comiera del fruto prohibido. Y de ser as, entonces era ms que evidente que esa pieza de fruta entraba a formar parte del misterio y supona un tercer elemento que tambin podra resultar relevante para esclarecer aquello.Eva, serpiente y manzana; las llaves de mi desgracia, Eva, serpiente y manzana; las llaves de mi desgracia, repet esas premisas ms de cien veces intentando encontrarles un sentido. Como licenciada en Historia, no supe hallar ninguna otra vinculacin que se ajustara a esas tres palabras, por lo que opt por dar prioridad a la hiptesis de Adn y Eva. Y estaba tan inmersa en mis deducciones que no me di cuenta de que eran casi las ocho de la noche, la hora en la que mi padre cerraba la tienda y suba a casa.Eva, voy a cerrar! me avis a voces tras bajar la persiana del escaparate y apagar las luces de la entrada.Si no te importa, me quedar un poquito ms respond desde el fondo del local.De acuerdo, pero no te olvides de cerrar con llave al salir. Y no te dejes la llave puesta!Vale asent. l siempre haca hincapi en la dichosa llave, como si estuviese hablando con una nia pequea.Qu no se te olvide! volvi a insistir.Despus se march por una puerta lateral que acceda al vestbulo de casa y me dej sola, envuelta por una sinuosa penumbra de sombras y rincones oscuros. La verdad es que cuando se apagaban las luces del anticuario daba un poco de pavor quedarse all. Eran tantos los objetos y de tan diferentes tamaos que la oscuridad dibujaba grotescas sombras a su antojo sobre el suelo y las paredes, dotndolas incluso de apariencias fantasmagricas que parecan cobrar vida propia. Pero yo no estaba dispuesta a dejar que un miedo absurdo me impidiese concluir la investigacin que haba comenzado y dej la luz de la librera del fondo encendida.Tras buscar durante un rato en una enorme estantera repleta de volmenes olvidados y llenos de polvo, encontr una Biblia muy antigua en la que aparecan ilustraciones hechas a plumilla sobre unas pginas tan amarillentas que casi parecan pergaminos. Si no estaba equivocada, eso era justo lo que necesitaba, y me sent en una vieja mecedora para leer el pasaje que hablaba sobre el jardn del Edn. Debo admitir que la lectura de las Sagradas Escrituras nunca estuvo entre mis preferencias, y no porque no fuesen interesantes, que lo eran; sino por la forma tan tosca y pesada en la que se presentaban. Era comenzar a leer sus primeros prrafos y mis ojos cedan sbitamente. Los prpados se volvan pesados, las palabras se amontonaban y el sueo anulaba mi visin, igual que el alcohol lo hara con un borracho. Y, efectivamente, volvi a suceder. El sueo me venci merced a una lectura enrevesada y al armnico balanceo de aquella antigua mecedora. S, el sueo pudo conmigo y, una vez sumida en l, cre ver la silueta de una mujer tendida sobre un lecho de flores en medio de un bosque, cubierta por una extraa caja de cristal. Se trataba de un vidrio translcido que apenas permita contemplar con nitidez su interior y, embargada por la curiosidad, me fui acercando poco a poco, caminando muy lentamente por un estrecho sendero de hojas secas y matorrales, hasta que por fin pude ver con claridad el rostro de la joven que yaca dentro. Su tez era tan blanca como la nieve y sus labios rojos como cerezas en temporada que, junto a una recia melena oscura, la hacan parecer una princesa de cuento. Quiz fue una imprudencia hacerlo, pero me aproxim tanto al cristal que cubra su cuerpo que mi aliento lo empa y, cuando fui a limpiar el vaho con la mano, ella abri repentinamente los ojos. En ese momento me despert asustada, creyndome perdida en medio de un espeso bosque.Hasta en los sueos me perseguan los miedos. Trat de reponerme para dejar atrs el bosque imaginario en el que crea estar inmersa y, mientras procuraba volver a la anodina realidad, mi vista qued presa en el cuadro colgado justo en la pared de enfrente.Se trataba de un leo de dimensiones considerables en el que aparecan representados Adn y Eva en el momento de morder la manzana, observados con atencin por una serpiente que surga sigilosa entre la maleza. Inconscientemente, no pude evitar acariciar con mi mano el colgante que llevaba al cuello, pensando que tal vez la serpiente en forma de ocho que me haban regalado guardaba relacin con aquel lienzo. Y, entonces, como si una voz lejana me susurrara al odo, escuch de repente: busca la llave.Me levant asustada. Mirando a mi alrededor de izquierda a derecha, en busca del dueo de aquella extraa voz, pero no haba nadie conmigo. Y aunque estaba completamente sola, aquellas palabras surgidas de la nada helaron mi corazn, alterando su palpitar. Sin embargo, yo estaba segura de que all no haba nadie ms. Y aquellos susurros que cre escuchar deban de ser fruto del miedo que comenzaba a aflorar erizando cada vello de mi piel. Solo eran eso: susurros que surcaban esa soledad que senta.Observ el cuadro con atencin. Representaba una escena muy sencilla pintada al leo, pero, a su vez, sumamente hermosa: el cuerpo desnudo de dos enamorados mirndose a los ojos y compartiendo un fruto que formaba parte de una prohibicin que el poder divino les haba impuesto. Aun as, a ellos pareca no importarles. Sus miradas de gozo transmitan que mereca la pena arriesgarse a morder la manzana, que nada ni nadie podra separar sus vidas. Si bien, aparte de eso, aquel cuadro no revelaba nada ms. No en vano, insist. Comprob su reverso y los bordes interiores del marco. Repas concienzudamente cada palmo de su bastidor sin encontrar nada que pudiese tener relacin con mi madre.Por unos momentos me sent desorientada. Haba perdido completamente la nocin del tiempo inspeccionndolo. Mir el reloj. Al ver que era muy tarde, decid que sera mejor dejar la bsqueda para el da siguiente; por desgracia, si haba algo que me sobraba en la vida era tiempo y, resignada, sub a casa. Captulo IV

Los asfixiados ronquidos de mi padre rompan sin piedad el silencio de la casa. Como de costumbre, al acostarse dej abierta la puerta de su dormitorio, y puedo jurar que eso resultaba demoledor para cualquier pobre mortal que intentase conciliar el sueo. Aunque vivamos en un casern relativamente grande y mi habitacin quedaba al final de un largo pasillo, si quera pegar ojo deba cerrar su alcoba. Era el nico modo posible. Y al hacerlo no pude evitar que mi mirada se posase sobre un pequeo portarretratos de plata que haba en su mesilla. Mostraba una foto de mam con un vestido blanco plisado de encajes y diminutas incrustaciones de cristal, como el de una novia. Pareca antiguo, de otra poca. Lo cierto es que haba visto esa foto cientos de veces, pero, no s por qu, esa noche capt mi atencin.Me acerqu de puntillas, sin hacer ruido, y la cog con cuidado; quera llevrmela al dormitorio para acostarme con ella y poder disfrutar un poquito contemplndola.Luego, una vez tendida sobre la cama, dej la lamparilla de la coqueta encendida para recrearme la vista con aquel retrato. Mirndolo pensaba lo injusta que fue la vida con ella: la pobre acababa de cumplir los treinta y nueve aos pocos das antes de morir. Mam era guapsima. Tenan los ojos del mismo color que su pelo, negro como el azabache; y su piel pareca de porcelana china, de esa que da miedo tocar por si se rompe, igual que los frgiles tibores que guardaba bajo llave mi padre en una de sus mejores vitrinas. Y se vea tan radiante que, instintivamente, me acerqu el marco a la nariz para intentar captar su olor. Puede sonar absurdo porque todos sabemos que las fotografas no huelen, pero el caso es que aquella noche lo hice y, al respirar tan cerca de l, se empa su cristal. Entonces, mientras retiraba con suma delicadeza el vaho con el pliegue de la sbana, apreci que el traje de la foto era muy similar al que vesta la muchacha del bosque que vi en sueos. Jurara que idntico. Mas eso no era todo: sobre su cuello luca el mismo colgante que me acababa de regalar pap. Entonces, de nuevo, como si fuese un acto reflejo, me llev la mano hasta el pecho y lo cog. Despus, tras cerrar los ojos, recorr lentamente su silueta con las yemas de mis dedosRepas una y otra vez aquella serpiente con forma de ocho. Supongo que de algn modo en el cerebro humano quedan registrados todos los datos que hemos vivido a lo largo de nuestra existencia porque, de repente, cre recordar dnde estaba guardado ese vestido que apareca en la foto.Una tarde, bastantes aos atrs, tratando de esconderme de las travesuras de Arthur, sub al desvn. A pap no le haca ni pizca de gracia que jugramos all porque era como un lugar sagrado donde haba guardado los recuerdos de mam. En aquel reducido espacio de polvo y olvido cohabitaban bales, maletas cerradas e incluso la cuna de madera donde dorm de pequea. Se podra decir que aquello era lo ms parecido al anticuario de su alma, un almacn en el que haba dejado aparcados los enseres que le recordaban das de llanto y desconsuelo.Al escuchar el volumen y la frecuencia inalterable de los ronquidos de mi padre, supuse que estaba plenamente dormido, inmerso en esa fase del sueo en la que, aunque estuviesen bombardeando la ciudad, jams abrira los ojos, por lo que pens que sera el momento idneo para subir a la planta ms alta de la vivienda.Nada ms entrar, lo primero que apreci fue que los aos haban pasado demasiado rpido, sin apenas sentirlos. Me di cuenta de ello porque aquella especie de trastero lo recordaba mucho ms grande y espacioso, de techos ms altos; imagino que cuando eres una nia todo parece enorme a tu alrededor. No obstante, su contenido permaneca exactamente igual: bales apilados en los laterales, cajas de cartn llenas de viejos juguetes, percheros atiborrados de ropa y un armario de roble carcomido que sobresala al fondo; el mismo donde, si mal no recordaba, vi por ltima vez ese vestido de mam.Camin descalza por un suelo completamente cubierto de polvo, dejando sembradas las huellas de mi incertidumbre sobre l mientras me acercaba. Cruc los dedos y, rezando en silencio, ped que aquel armario se hubiera mantenido intacto durante todos esos aos, para que an guardara en su interior la prenda que iba buscando. Juro que eso era lo que ms deseaba en ese momento; y, tal vez por ello, cuando por fin estuve ante aquel mueble, sent un repentino escalofro. Supongo que remover el pasado produce ese extrao efecto. Como los ronquidos de mi padre se haban quedado en la planta de abajo y en aquel momento tan solo alcanzaba a escuchar el sonido de mi agitada respiracin, tom aire, cog los pomos de las dos puertas y las abr con decisin.S. El vestido an segua all. En el mismo sitio, colgado en una percha y embutido en una bolsa de plstico transparente. Por unos instantes, mi cuerpo se qued paralizado contemplndolo. Lo tena frente a m, pero no saba qu hacer. Y me mantuve inerte hasta que, de repente, sent un extrao impulso, unas ganas locas por tocar su tejido y palparlo entre mis dedos Lo descolgu. Tras liberarlo del plstico que lo cubra lo estrech contra mi cuerpoLo olA pesar del tiempo que estuvo all guardado, an desprenda un suave aroma a madre. Probablemente, fue la primera vez que senta ese perfume, pero me result muy familiar. No sabra cmo explicarlo porque nunca tuve la fortuna de estar acurrucada entre sus brazos, pero aquel vestido desprenda magia; no s, como una sinuosa luz que te invitaba a ponrtelo.Hipnotizada por los sentimientos de aoranza que me invadieron en aquel momento, me despoj del camisn y adentr mi cuerpo desnudo en un laberinto de raso blanco y tul acristalado. El tacto de su tela al posarse sobre mi piel provoc un cmulo de sensaciones indescriptiblesS, ya no albergaba la menor duda: aquel vestido desprenda una magia que te haca sentir especial, como una princesa de cuento de belleza sin igual. Aunque debo admitir que me quedaba un poquito ajustado y en la espalda, a la altura de la cintura, haba algo rgido enganchado a sus costuras interiores que incomodaba; pero, aun as, resultaba el traje ideal para lucir en una gran fiesta.Debo confesar que sent un secreto placer vistindolo, como si estuviese hechizado, y, jugando a soar despierta, pens que si alguna vez llegaba el da de casarme, lo hara con ese mismo vestido; con unos cuantos retoques podra quedar perfecto. Seguro que pap se sentira orgulloso llevndome del brazo al altarUff! No pude seguir soando despierta porque me falt el aire. Apretaba tanto aquel corpio que respirar supona un esfuerzo y no aguant mucho ms tiempo con l puesto. Tras quitrmelo, busqu entre sus costuras eso que tanto molestaba. Con solo palparlo se notaba que era algo rgido, como una horquilla metlica o algo as. Pero qu sentido tena que la hubiesen cosido en el interior del forro de un vestido? La curiosidad se apoder de m y trat de descoser el dobladillo ayudndome con los dientes.Puedo asegurar que no di crdito cuando comprob de qu se trataba. En mis manos tena una llave de hierro con el asa en forma de serpiente retorcida sobre s misma, similar al grabado que vena representado en el colgante que ahora luca en mi cuello. Si no estaba equivocaba, aquello no era una mera coincidencia, y comenc a sospechar que poda ser la llave de la caja fuerte de la oficina.Sin pensarlo dos veces, me puse otra vez el camisn y baj corriendo al despacho. No poda esperar ms. Tena que comprobar si encajaba en la cerradura de aquel armatoste de hierro.Nerviosa, con las manos temblorosas, encend el flexo del escritorio y me arrodill ante la caja fuerte. Introduje muy lentamente la llave en el orificio correspondiente y, atnita, comprob que encajaba de forma precisa. Mi pulso se aceler al pensar que por fin la haba encontrado y no pude evitar que una sonrisa nerviosa se dibujara en mi rostro. Acto seguido, intent girarla, pero fue intil. Necesitaba conocer la clave de la combinacin para abrirla, solo as girara. No tena ms remedio que esperar a que Arthur regresara. As que guard la llave en el primer cajn del escritorio, cerr apresurada el despacho y sal del anticuario. Quera esperarlo en la entrada.En uno de los laterales del hall haba una vieja chaise longue sobre la que solamos dejar los abrigos al llegar a casa. Mi padre siempre renegaba al respecto, y con razn, ya que justo al lado haba un perchero muerto de tristeza porque nadie lo usaba; adems, pap argumentaba que era una autntica aberracin dar tan mal uso a un mueble por el que muchos de sus mejores clientes suspiraban. El caso es que a m esa noche me vino de perlas para esperar a Arthur. Como haca un poco de fro, us los abrigos a modo de manta y me acurruqu.All tendida y rodeada de un silencio sepulcral, me perd en mis pensamientos mientras la madrugada avanzaba inexorablemente hacia un amanecer que pareca hacerse de rogar. Os aseguro que los minutos perdidos durante una espera nocturna dan para mucho. En ellos hay tiempo para aorar los mimos de una madre que nunca conociste, para recapacitar por la falta de comunicacin que puede existir entre dos hermanos que conviven bajo un mismo techo o, incluso, para repasar una y otra vez los pequeos detalles que a diario pasan inadvertidos ante nuestros ojos. Con esto ltimo me refiero a un descomunal espejo que haba colgado al fondo, justo debajo del descansillo de la escalera.Recostada sobre la chaise longue, me entretuve en repasar cada uno de los grabados que conformaban su repujado marco. La policroma de la madera era tan antigua que se haba resquebrajado por el paso del tiempo, pero an mantena intacto su color original: rojo como la sangre y adornado con filigranas plateadas. Resultaba raro porque, a pesar de que siempre estuvo all, en aquel preciso lugar, nunca haba reparado en l, haba pasado completamente inadvertido hasta entonces. No obstante, atrajo tanto mi curiosidad que qued atrapada en el embrujo de su reflejo. No sabra explicar cmo ocurri, pero, de pronto, me encontr de pie frente a l, buscando mi rostro en su cristal. Parecer increble, pero no poda verme reflejada. Proyectaba la imagen un tanto distorsionada de todo el hall: la chaise longue cubierta por los abrigos con el perchero desnudo a su lado, la puerta de entrada con su alegre vidriera de colores y un oxidado paragero que aguardaba arrinconado esperando nuevos das de lluvia. Sin embargo, mi presencia, a pesar de encontrarme a escaso medio metro de l, no apareca por ningn lado. Era como si yo fuese un nima del purgatorio o un fantasma que me hubiese parado delante de un espejo que ignoraba mi presencia. Captulo V

Eva, ests bien? escuch mientras alguien acariciaba con delicadeza mis cabellos. Era pap, extraado porque estuviese en camisn durmiendo en el portn de casa.S Deb quedarme dormida esperando a Arthur trat de justificarme, encandilada por los rayos de sol que se colaban por la cristalera de la entrada.Un viernes noche? Pero si sabes que la hora de llegada de tu hermano es uno de los grandes enigmas de la humanidad brome.Yaya Tienes razn, pap. Subir a vestirme contest entre bostezos, desperezndome.Rachel te ha llamado por telfono dijo mientras buscaba las llaves de la tienda en sus bolsillos.Vale. Gracias Luego la llamar asent con desgana.Rachel era una de las pocas amigas que an mantena de la niez y, como todos los sbados, haba llamado para salir por la noche; aunque para eso an quedaban unas cuantas horas por delante. Eran las nueve en punto de la maana, la hora en la que habitualmente mi padre comenzaba su maratoniana jornada laboral. Abra el local, encenda las luces y continuaba con su interminable inventario mientras se perda por un laberinto de estanteras abarrotadas de reliquias olvidadas en el tiempo y la memoria.Yo envuelta en un abrigo con ms arrugas que un acorden, segu con la mirada su rutinario proceder mientras mis pupilas intentaban aclimatarse a la luz diurna. Despus, una vez que tuve asumida la llegada de otro presumible sbado largo y aburrido, comenc a subir las escaleras. Y mientras las plantas de mis pies desnudos se posaban cansinamente sobre cada glido peldao de mrmol, no pude evitar buscar con el rabillo del ojo el enigmtico espejo que haba abajo. Ah estaba, aguardando en la penumbra e ignorando a quien se cruzase ante l. Por fortuna, tena asuntos mucho ms importantes que perder el tiempo contemplando un viejo espejo defectuoso; haba una caja fuerte cerrada durante aos esperndome en la oficina del anticuario, y la tardanza de Arthur comenzaba a resultar insoportable. ltimamente llegaba siempre varias horas despus del amanecer y haba logrado que para l todos los das fuesen viernes; es decir, fiesta nocturna, alcohol, mujeresDe improviso, se escuch un portazo. No haba duda, era l, y baj a toda prisa a recibirlo.Arthur Eres t? pregunt mientras dejaba atrs los escalones de dos en dos.No! Por Dios! Otra vez no se lament al verme, intentando mantenerse erguido.Anda, sube. Te har un caf bien cargado le propuse al ver que llegaba tan perjudicado. Su aspecto era pattico y el olor a vmito que emanaba de su ropa resultaba insoportable.No te molestes. Tan solo necesito dormir un poco continu con voz cansada, agarrndose con las dos manos a la baranda. Haba bebido tanto que su cuerpo se tambaleaba como un barco en altamar.Vamos, deja que te ayud a subir le dije, sujetndolo por la cintura.Eres una pesada! Si sigues as te convertirs en una solterona inaguantable.Mejor para ti. As tendrs quien te cuide lo empujaba intilmente porque sus piernas apenas acertaban a superar los escalones.Dios me libre! Menudo martirio! se quej, echndose las manos a la cabeza.Cuando por fin logramos llegar a la cocina sus lamentaciones se fueron diluyendo poco a poco con la inestimable ayuda de un par de cafs bien cargados. Media hora despus, su cabeza razonaba lo suficiente como para entender mi explicacin.Recuerdas que dijiste que si encontraba la llave me ayudaras a abrir la caja fuerte?No Por Dios, Eva! Eso fue lo ltimo que escuch ayer antes de marcharme. No te cansas nunca de ese rollo? respondi sin apenas poder abrir los ojos.Tengo la llave le susurr al odo.La llave? No puede ser. Timaron a pap cuando compr ese armatoste. Nunca se podr abrir respondi tratando de ponerse erguido sobre la silla.Te equivocas. Nadie le vendi esa caja porque perteneca a nuestra abuela, a la madre de mam.Estoy empezando a sospechar que la nica borracha que hay aqu eres t.Mira este colgante, era de ella. Y la llave que he encontrado tiene la misma forma de serpiente que aparece en este grabado.Ahora s que me he perdido contest apretndose la cabeza con las dos manos.Arthur, la he probado y encaja perfectamente en la cerradura asegur convencida.Vale, vale Me voy a dormir. Se levant.No, Arthur, espera. No puedes dejarme as. Necesito saber qu guarda en su interior. Quise detenerlo agarrndome a su brazo.Y yo necesito dormir. Me muero por meterme en la cama.Por favor Arthur.Hermanita, no te preocupes. Seguro que cuando me levante esa maldita caja an seguir ah. Recuerda: media tonelada de hierro. Y se march tanteando las paredes del pasillo, apoyndose como poda para llegar a su dormitorio.La verdad es que tena razn. Si haba esperado veintiocho aos, podamos demorar su apertura unas cuantas horas ms. Adems, no crea que fuese capaz de abrirla en las condiciones en que haba llegado. Para descifrar la combinacin lo necesitaba en plenitud de facultades y l, en ese momento, era un despojo humano. Lo mejor era dejarle dormir la mona. Y como mi descanso nocturno tampoco haba sido todo lo placentero que una hubiese querido, pens que no estara de ms darme un buen bao caliente. Lo mo siempre haban sido las duchas rpidas, pero esa maana se me antoj llenar la baera hasta arriba y sumergirme en una confortable nube de pompas de jabn.Qu placer! No hay nada igual: cerrar los ojos, sentir cmo tu piel se sonroja con la temperatura del agua caliente y disfrutar de las caricias de las burbujas de jabn que explotan bajo tu barbilla. Pero lo mejor siempre llega despus, cuando levantas los prpados y te encuentras rodeada de una densa niebla de vapor que empaa todos los azulejos del cuarto de bao y quiebra la luz del techo en finos haces luminosos que parecen empeados en sealarte solo a ti.Y sumergida en ese paraso terrenal permanec hasta que el agua comenz a enfriarse. Tocaba bajar de las nubes, enjabonarse y finalizar el placentero bao secndome con una mullida toalla. Y mientras lo haca, no pude evitar escribir mi nombre sobre el espejo empaado del lavabo. Era algo que desde nia me haba fascinado hacer: escribirlo y ver como el vaho se evaporaba lentamente hasta que el espejo volva a brillar en todo su esplendor y desaparecan las palabras marcadas sobre l. Tena su encanto hacerlo, pero de nuevo mi mente se ofusc con el asunto de la llave. No poda olvidarlo. Abrir esa misteriosa caja fuerte se haba convertido en una obsesin.Cuatro horas despus Arthur por fin resucit. Lo hizo con un humor de perros y unas ojeras tan oscuras como un antifaz, y en cuanto me vio aparecer alz la vista clamando al cielo.No tienes otra cosa mejor que hacer? pregunt resoplando, como si yo fuese parte de la pesadilla que acababa de tener. Djame tranquilo!No te enfades. Sabes que me hace ilusin abrir esa caja lo persegu por el pasillo intentando justificar mi tozudez.Est bien! Ver qu puedo hacer, pero no creas que resultar tan sencillo abrir una cerradura del siglo pasado.Arthur baj conmigo al anticuario. Fue arrastrando pausadamente sus pies por el parqu de la tienda, sin prisa, como un potrillo que acaba de nacer e intenta erguirse. Todava circulaban restos de alcohol por sus venas, aunque ahora se haban instalado en sus neuronas en forma de pitidos agudos que colapsaban su cabeza. Las muecas de su cara as lo indicaban. Adems, su camiseta era una esponja hmeda de sudor y sus brazos musculados apenas podan sustentar el mosaico de tatuajes que los decoraban. Pero, a pesar de todo ello, tuvo la suficiente lucidez para acompaarme al despacho de pap sin que nos viera y buscar un fonendoscopio en un antiguo maletn de piel negro que perteneci a un viejo boticario arruinado; mi padre era de los que nunca tiraban nada a la basura y con lo que tena all guardado probablemente haba para montar una farmacia. Despus, introdujo la llave en la cerradura, se coloc el fonendo en los odos y comenz a girar muy cuidadosamente las ruedas numeradas que deban marcar la contrasea. Nunca antes haba visto a Arthur tan serio y concentrado. Sus dedos las acariciaban con delicadeza, girndolas de derecha a izquierda en el ms riguroso de los silencios buscando la combinacin correcta que la abriese. Se notaba que no era la primera vez que lo haca, pero prefer no preguntar dnde haba aprendido tal habilidad porque estaba segura de que la respuesta no iba a ser de mi agrado. Lo cierto es que aquello fue lo ms parecido a una de esas secuencias en blanco y negro de una pelcula de ladrones, aunque, en este caso, el botn que nos esperaba dentro de aquella caja de caudales no era ajeno, sino de nuestra propiedad.De pronto, se detuvo. Se qued inmvil, como una estatua, y me mir fijamente, sin parpadear:Ya est dijo con voz misteriosa, con cuidado de que mi padre no lo escuchara.La has abierto?Dudabas de m? Esboz una ligera sonrisa. Despus, tras ponerse de pie apoyndose en el escritorio, me susurr al odo. Seorita, haga usted los honores.Por fin haba llegado el momento que tanto deseaba. Me arrodill y sujet la llave con firmeza mientras la giraba. El mecanismo interior de anclaje son al abrirse como el golpe seco de un martillo sobre un yunque; ya solo quedaba comprobar qu contena aquella especie de despensa metlica.Nervios. O al menos eso era lo que indicaban mis manos sudorosas, ya que despus de tantos aos de incertidumbre por fin podra descubrir el misterioso secreto familiar que guardaba.Contuve la respiracin, agarr con las dos manos el volante de acero que haba junto a la cerradura y lo gir. Entonces los nervios se trasladaron a la boca de mi estmago y sent como si un puo cerrado lo apretara con fuerzaAbr la puerta.Dentro, a simple vista, no haba gran cosa. El polvo haba logrado filtrarse en su interior, posando sus microscpicas partculas sobre el nico objeto que custodiaba: un viejo manuscrito de pginas amarillentas y tapas de cartn enmohecidas. S que puede sonar extrao, pero a eso se reduca su contenido. Un libro. Nada ms. Ni joyas ostentosas ni nada de valor sobre sus estantes polvorientos.Sorprendida, lo tom con mucho cuidado pues, de algn modo, aquello era parte del legado de nuestros antepasados y supuse que deba contener informacin de suma importancia cuando decidieron protegerlo con tanto ahnco.Al abrirlo desprendi un olor a tiempo pasado y la primera de sus pginas apenas aguant el roce de los dedos. Mi sorpresa fue mayscula cuando quise leer sus primeras lneas, estaban escritas a plumilla en una lengua que desconoca y no pude entender nada.Qu ocurre? pregunt Arthur al verme contrariada. Esperaba de pie, a mi lado, mirando expectante. No es lo que buscabas?No s Esperaba otra cosa respond desconcertada.No te entiendo. Abro este armatoste y, en vez de estar dando saltos de alegra, pones cara de pquer.Perdona, Arthur. Claro que agradezco tu ayuda, pero es queQu? Esperabas que estuviese repleta de joyas y dinero? Se sent sobre la mesa.No, no es eso. Me conformo con este libro. Lo que ocurre es que est en otro idioma. Parece alemn observ al ver sus primeras pginas. Estaban escritas a plumilla con un tipo de letra muy antigua y floreada.Lgico. T misma dijiste que perteneci a una familia noble de ese pas.Ya. Pero pap tambin dijo que era parte del ajuar de la abuela.Pap, pap Qu sabr pap! Desde que muri mam se pasa el da encerrado en este maldito anticuario y ya no sabe ni lo que dice. Sin darse cuenta se ha convertido en un viejo trasnochado que desvara. No me mires as. Sabes que lleva ms de un cuarto de siglo sin pisar la calle y, probablemente, ha pasado a ser otra reliquia ms de este apestoso museo. Se levant malhumorado. No queris aceptarlo, pero los dos estis perdiendo el tiempo tratando de aferraros a un pasado que, por mucho que os duela, nunca ms volver. Resulta estpido. Mam muri. Y cuanto antes lo asumis, mejor.No respond. Para qu? Tena razn en todo lo que deca. Entonces un incmodo silencio invadi el despacho, espantando a Arthur de mi lado. Se march enfadado mientras yo trataba de asimilar la verdad de sus palabras. Era cierto que los segundos perdidos son irrecuperables. Es un insignificante espacio de tiempo por el que muchos moribundos seran capaces hasta de matar. Sin embargo, cuando uno se siente muerto en vida no valora el tiempo que malgasta; y eso es lo que le estaba ocurriendo a mi padre y, aunque no quisiera admitirlo, puede que a m tambin. Me haba dejado arrastrar hacia una desidia que ahogaba mi da a da, empujndome a dejar pasar las horas sin apenas sentirlas. Mi presente estaba siendo engullido por un pasado que no lograba superar y era incapaz de liberar las emociones que haban quedado atrapadas dentro de m.Sub a casa siguiendo los pasos de Arthur y me refugi en mi dormitorio. Quera buscar un sentido al libro que habamos encontrado, aunque para ello antes tena que hallar el modo de traducir aquel texto. Estaba segura de que en l se encontraban la mayora de las respuestas que andaba buscando desde nia. Y entonces son el telfono y me devolvi de nuevo a la cruda realidad:Eva, eres t? escuch al descolgar.Hola, Rachel respond sin mucho entusiasmo al reconocer su voz. Lo que menos me apeteca en ese momento era hablar.Me alegro de que ests viva! La prxima vez echar una solicitud para pedir audiencia contigo dijo con su particular irona, aunque tena su parte de razn.Perdona que no te haya llamado, pero ando un poco liada ltimamente.Liada? Eso s que es una novedad. En fin, supongo que luego me contars qu te traes entre manos.Luego?Por supuesto. No recuerdas que habamos quedado esta noche? Es sbado, ta! Y mi signo se encuentra bajo la influencia de Venus. Sabes lo que eso significa? grit entusiasmada.Ni idea, pero presiento que me sacars de dudas enseguida. Me tumb en la cama mientras la escuchaba porque saba que, una vez que se pusiese a hablar, nada la parara.Esta noche conocer al hombre de mi vida. Lo presiento.Me alegro por ti, pero, la verdad es que no me apetece mucho salir, Rachel.Cmo? Djate de monsergas. Hoy salimos de marcha y no volveremos a casa hasta que no conozcamos a un tiarrn sexy y fornido. A las once de la noche te espero en el Hopper Pub y, dicho esto, colg.No me dio tiempo a responder, pero cualquiera le deca que no a Rachel. Sus planes resultaban siempre inamovibles. A la hora de salir de marcha, sus palabras eran dictatoriales y no admita un no por respuesta. Adems, su vida giraba en torno a las cartas del tarot, el horscopo y todos esos rollos que nadie en su sano juicio se creera y, si ella deca que la noche era propicia para los amoros, a ver quin le llevaba la contraria. Para Rachel, los influjos de la luna o de cualquier planeta eran palabras mayores y no consenta bromas sobre ello. Pero su gusto por el ocultismo no era el verdadero motivo porque el que evitaba salir con ella. Desde que Arthur tuvo problemas con la justicia, apenas haba pisado la calle; no me apeteca tener que ir dando explicaciones de lo ocurrido a todo el que se cruzara conmigo. Claro que, por otro lado, puede que fuera lo mejor: respirar un poco de aire fresco y conocer gente nueva poda venirme bien para aclarar la mente y desconectar un poco. Adems, era muy divertida y me rea mucho con ella.La tarde pas con ms pena que gloria. Las horas fueron desfilando una tras otra sin que pudiera quitarme aquel dichoso libro de la cabeza. Y, despus de cenar, mientras recoga la mesa, decid poner al corriente a mi padre:Esta maana hemos abierto la caja fuerte de tu despacho solt de sopetn. l, que se encontraba tranquilamente sentado en el sof leyendo el peridico, alz la vista por encima de sus gafas y me mir sorprendido. Haba un libro dentro, pero no hemos podido leerlo porque est escrito en alemn.Cmo sabes que es alemn? pregunt con semblante serio, aunque no pudo evitar que su rostro se desencajara, lo que me indic que tena constancia de la existencia de aquel manuscrito. Mi padre nunca supo mentir y, al parecer, la conversacin que habamos iniciado le incomodaba.No puedo asegurarlo, pero lo parece continu. Y si mal no recuerdo, una vez comentaste que esa caja fuerte perteneci a una familia alemana.Quin? Yo? Ests equivocada. No, no, nunca dije tal cosa neg repetidamente.Pues ayer mismo me dijiste que perteneci a la abuela Josephine.S As es titube.Entonces, por qu guard la abuela un libro escrito en alemn en su caja fuerte?Siempre muestras inters por cuestiones que no tienen respuesta respondi levantndose airadamente del sof.Te ha molestado la pregunta?Ya te he dicho mil veces que no s nada del contenido de esa caja fuerte. Djame en paz respondi contrariado. Despus se march.Resultaba evidente que ocultaba algo, pero tena asumido que no haba forma de sonsacarle nada. Puede que pap no supiese mentir, pero era una tumba a la hora de guardar secretos y, cuando decida sellar los labios, su silencio pasaba a ser algo extremadamente valioso. As pues, deba encontrar el modo de traducir ese libro, aunque para ello tuviese que buscar al nico alemn del que haba odo hablar: ese tal Nicolae que mencion mi hermano. Captulo VI

Nunca antes haba paseado por esa parte de la ciudad, pero no tard mucho en comprender por qu Leyton era uno de los barrios ms peligrosos de la zona este de Londres. Mis ojos no pudieron encontrar ni una sola fachada sin pintar. El arte urbano se haba encargado de decorar cada una de sus paredes con cientos de grafitis multicolores que reivindicaban con mensajes radicales otra forma alternativa de entender la vida. Los contenedores de basura llevaban das sin recoger y el olor resultaba nauseabundo, casi irrespirable. A pesar de ello, las aceras se encontraban abarrotadas de gente, plagadas de prostitutas buscando compaa y de yonquis ojerosos pidiendo limosna junto a farolas altas de cuellos curvos que a duras penas iluminaban un metro ms all de donde estaban plantadas. Era evidente que intentar pasar desapercibida resultaba prcticamente imposible; se vea a cien leguas que yo era una intrusa en aquella jungla de despropsitos. Lo cierto es que no tard en arrepentirme de mi ocurrencia. Nunca deb acercarme a un lugar como ese, y mucho menos sola. Afortunadamente enseguida divis un rtulo de nen azul que se encenda de forma intermitente indicando el nombre del local que iba buscando: White Powers.Inquieta, me acerqu hasta una mole humana de casi dos metros de altura que, enfundada en una gabardina de piel negra, vigilaba la entrada. Aquella bestia me mir de arriba abajo con los brazos cruzados y, sin mediar palabra, abri la puerta del local. Entonces comprend que los saludos y los buenos modales sobraban en aquel barrio de mala muerte. El lenguaje de las palabras all estaba de ms.Disimul como pude mi nerviosismo, tratando de parecer decidida al entrar en el pub.Haba poca luz. Las sombras eran dueas de un ambiente de humo y msica estridente, y sus contados clientes haban buscado los rincones ms oscuros para refugiarse en el alcohol y las drogas. Sin embargo, y contrastando con toda aquella desagradable inmundicia, las camareras que servan en la barra parecan verdaderos ngeles celestiales. Eran preciosas. Divinas. Parecan chicas de calendario y vestan todas con la misma camiseta negra ajustada en la que se poda leer en grandes letras plateadas sobre el pecho el nombre del lugar donde trabajaban.Busco a Nicolae le grit a una de ellas. La msica estaba tan alta que no estaba segura de que pudiera orme.No conozco a nadie con ese nombre, cario respondi preparando una hilera de chupitos.Saqu veinte libras del bolsillo y las dej bajo una copa que haba en el mostrador. Entonces, sonri y como por arte de magia recobr la memoria.Pregunta al final del pasillo que hay junto a los aseos. All tal vez sepan por dnde anda indic sealando hacia el fondo del local.Llegu hasta una destartalada puerta que se mantena en pie de puro milagro y, antes de que pudiera acercar el puo para llamar, un joven delgado de ojeras amoratadas la abri.Qu te trae por aqu? pregunt. Al hacerlo, su boca mellada se acerc tanto a mi cara que me embriag con su aliento a vodka y tabaco negro.Necesito ver a Nicolae. Tengo que hablar con l contest tratando de reponerme del tufo.Eso ya me lo imaginaba, monada. Todo el mundo quiere ver a Nicolae. Para qu lo buscas?Vengo a ofrecerle trabajo.Trabajo? se sorprendi. Acto seguido comenz a rerse a carcajadas. Venga, lrgate. Este lugar no es para ti asegur cerrando la puerta en mis mismas narices.No me ir hasta que no hable con l insist, colocando el pie delante de la puerta para que no la cerrara.Mira, cario, no creo que seas de ese tipo de chicas que deseara conocer a Nicolae. As que, por tu bien, ser mejor que te vayas me aconsej, aunque ms que un consejo pareci una advertencia.Muy bien, pues l se lo pierde contest lanzndole un beso. Despus me march contoneando las caderas todo cuanto pude. Aquel tipo no lo saba, pero estaba hecha un manojo de nervios y apenas atinaba a dar un paso correlativo al otro. Los tacones me estaban matando; no obstante, continu caminando decidida, como si aquel lugar no me intimidase en absoluto.Espera! grit. Tal vez pueda presentrtelo.Dile que si quiere verme estar en la puerta. Chao! respond sin volver la mirada.No saba si haca lo correcto, pero lo cierto es que estaba deseando salir de aquel tugurio. Adems, lo de esperarlo en la puerta fue un farol; no pensaba quedarme ni un segundo ms all. Deb suponer que un tiparraco de esa calaa nunca se prestara a leerme un libro. Fue una estupidez ir a un barrio tan peligroso en busca de ayuda; lo ms sensato hubiese sido esperar al lunes y buscar un traductor en alguna academia de idiomas. En fin, supongo que no pude reprimir el mpetu por conocer qu haba plasmado sobre las pginas de aquel enigmtico libro y me dej llevar.Abandon aquel antro tan rpido como pude, pero apenas haba avanzado un par de metros cuando alguien, desde una esquina oscura que haba al otro lado de la calle, me chist.Quin eres? pregunt manteniendo la distancia, sin alcanzar a ver su rostro.Eso es precisamente lo que yo quera saber. Quin eres y por qu buscas a Nicolae? respondi una voz rasgada, casi afnica. La silueta de su cuerpo apareca recortada por la luz de una puerta entreabierta que quedaba a su espalda.Lo conoces? pregunt desde la acera de enfrente porque no me atreva a cruzar.Puede que s; o puede que no Todo depende de quin lo busque.Me llamo Eva y necesito hablar con l.Muy bien, pues ya lo tienes delante. T dirs?Entonces t eres Nicolae? pregunt cruzando la calle e introducindome en las sobras de un callejn un tanto inquietante.El mismo. Qu buscas? Herona, coca, anfetaminas?No, no estoy aqu por eso respond nerviosa, sin saber si estaba haciendo lo correcto.Pues t dirs qu coo quieres? se molest.Me dijeron que eres alemn.Y?Necesito un traductor.No me jodas. Has venido a un barrio como este buscando un traductor? Ese es el mejor chiste que he odo ltimamente coment rindose. Vamos, lrgate nena. No puedo perder el tiempo con tonteras me recrimin con voz cansada.Te pagar.Cmo? pregunt sorprendido por la respuesta. Pareca que no daba crdito a lo que escuchaba. Qu has dicho?Cien libras por cada hora. Tan solo debes leerme un libro escrito en alemn asegur sacando el dinero del bolso para que viera que no hablaba en broma.Quieres hacerme creer que ests dispuesta a pagarme esa cantidad por leer un simple libro. Dnde est la trampa?Hablo en serio. Necesito saber qu dicen esas pginas. Se trata de un antiguo legado familiar y solo as podr conocer parte de mi pasado.Lo siento, guapa. Suena muy tentador, pero no me interesa. No tengo tiempo para leer cuentos a nias de pap contest antes de marcharse. Bscate a otro.Espera! Si cambias de opinin puedes encontrarme en el viejo anticuario de Notting Hill.Aquel tipo se esfum. Su silueta se fue diluyendo en la oscuridad de la calle igual que un terrn de azcar lo hara en una taza de caf. Puede que su cara no pudiera verla, pero su voz rasgada qued grabada en la parte ms visible de mi alma. Imagino que fue una locura tratar de buscar ayuda en un lugar donde nadie conoca esa palabra, y me sent tan frustrada que decid regresar directamente a casa. Para m la noche ya estaba finiquitada.Llam a Rachel; saba que se iba a enfadar porque acababa de estropear sus planes de fiesta nocturna, algo sagrado e inamovible para ella, y le solt la primera excusa que se me vino a la cabeza:Perdona, pero es que estoy con la regla y no me encuentro muy bien trat de justificarme.El problema era que ese mismo pretexto lo haba usado dos semanas atrs y no col. En fin, tampoco deba preocuparme mucho porque Rachel, adems de ser una chica genial, tambin era la nica solterona que quedaba como yo; es decir, me necesitaba para no salir sola de marcha. Quizs suene pattico, pero esa era la cruda realidad, cuando eres mujer y rondas los treinta sin tener novio aparece un cartel sobre tu frente que indica con grandes letras fluorescentes que no te comes un rosco.Resumiendo: acab la noche del sbado en casa y sin ningn plan a la vista. La nica opcin coherente era acostarse, cerrar los ojos y descansar un rato; tratar de recuperar el sueo perdido de la noche anterior. Captulo VII

No eran todava las siete de la maana cuando son el timbre del portn. Mi padre, como era de esperar, ni se inmut; supongo que sus ronquidos le impedan escuchar cualquier otro sonido ms lejano que el propio que emitiese su asfixiada respiracin. Por Dios! Para un domingo que una puede levantarse tarde, va el pesado de mi hermano y olvida las llaves. Arthur era el colmo de los despropsitos y yo ltimamente me haba convertido en la chacha que siempre arreglaba sus desaguisados. En fin, no tuve ms remedio que levantarme y baj las escaleras maldiciendo en arameo su olvido; si haba algo en esta vida que detestaba era que me sacaran de la cama de un sobresalto, y mucho ms en domingo.Se puede saber dnde has metido las llaves? lo recrimin nada ms abrir la puerta.Sin embargo, quien esperaba fuera no era mi hermano.Saba que era demasiado temprano afirm un joven que aguardaba en el portal con las manos metidas en los bolsillos y sin dejar de mirar de un lado para otro algo nervioso. Era un poco ms alto que yo y su pelo tan rubio que los primeros rayos de sol que se colaban entre las casas de enfrente se reflejaban sobre su alborotado flequillo.Nicolae? pregunt al reconocer la grave textura de su voz.S, soy yo. Imagino que la voz me ha delatado. Dicen que es inconfundible contest tras sacarse un chicle de la boca y pegarlo en la farola que haba frente a la puerta. Bonito medalln apreci sin dejar de mirarme el escote. Con las prisas no haba cogido el batn y baj en camisn.Era de mi madre respond sonrojada, tratando de taparme el pecho con las manos. Bueno, esto entra. No te quedes ah fuera le ped aturullada. Lo ltimo que esperaba esa maana era encontrar un hombre tan atractivo en la puerta de mi casa. Tena unos ojos azules tan penetrantes que resultaba imposible mantenerle la mirada, aunque las ojeras que los acompaaban delataban lo larga que haba sido la noche para l. Aun as, y a pesar de que se trataba de un delincuente de los barrios bajos de Londres, yo no poda ocultar que estaba encantada de tenerlo all. Aguardas aqu un momento? le ped mostrndole la chaise longue para que se sentara y apartando los abrigos que haba encima.Sub corriendo al dormitorio a ponerme unos vaqueros y el primer suter que pill del armario y baj lo ms rpido que pude con las llaves de la tienda. l, mientras, esper sentado en silencio, sonriendo discretamente y recrendose en mi nerviosismo.Lo siento. No estoy acostumbrada a tener visitas a estas horas me excus tratando de domar un poco mi pelo. Lo tena tan alborotado que pareca una chiflada que se acababa de escapar del manicomio.Deb venir ms tarde. Nunca recuerdo que cuando yo termino de trabajar la mayora de los mortales an no se han levantado.Claro, claro Debe de ser muy duro tu trabajo. Quiero decir Ya sabes. Las noches son muy largas y eso asent nerviosa, sin saber qu decir.Me puedes ensear el libro? pregunt al ver que me quedaba de pie delante de l sin habla.S, s El libro. Por supuesto. Lo haba olvidado respond buscando la llave.Tienes el dinero?Cmo?Dijiste que me pagaras.Claro! S. No hay problema.La verdad es que no s qu me ocurri porque no atin a decir dos palabras seguidas que tuviesen sentido. Ignoro si fue por verme all, a solas con alguien como l, o por la emocin que supona descubrir por fin lo que contaba aquel libro; pero el caso es que estaba muy alterada.Una vez dentro, sigui mis pasos en silencio, observando con atencin cada una de las antigedades que bamos sorteando en nuestro itinerario hacia el despacho. Despus lo invit a que se sentara frente al escritorio de pap.Aqu est dije mostrndoselo.Supongo que advirti mi nerviosismo porque al dejar el libro sobre la mesa l, inesperadamente, tom mi mano.Ests temblando apreci. Tan importante es para ti? pregunt sin soltarme.Mis labios no articularon palabra alguna y a duras penas pude tragar saliva. Tan solo asent con la cabeza.Entonces, con la misma delicadeza que liber mi mano, cogi el libro. Y sin ms demora, comenz a leer en silencio la primera de sus pginas.Qu dice? pregunt apresurada. No poda esperar ms. La incertidumbre me recoma y necesitaba saber algo.Es alemn afirm, aunque creo que se trata de un escrito muy antiguo. Hay palabras que no conozco coment tras ojearlo, sin apartar la vista de sus pginas.Pero podrs traducirlo? me preocup.Lo intentar. Pero antes debers contestarme una pregunta sugiri cerrando el libro.Volv a asentir en silencio.Tienes novio?Al escuchar aquella pregunta me ruboric. Mis mejillas comenzaron a hervir como una tetera, delatando la vergenza que senta en ese momento, sin entender cul era el sentido de esa inesperada pregunta.No me malinterpretes, pero no tengo ganas de malos rollos aclar. No quisiera que por estar aqu contigo, a solas, despus tengamos problemas. Paso de novios celosos expuso sin tapujos, como si ya le hubiese ocurrido anteriormente.No, no. Puedes estar tranquilo. De momento no tengo que dar explicaciones de mi vida a nadie. Pero porque yo no quiero Podra tener novio, pero no. Ahora mismo, quiero decir, en estos momentos, no lo tengo.Tras aquella pattica aclaracin, retom de nuevo la lectura. Yo me mantuve callada, esperando expectante a que comenzara a descubrir detalles de aquel manuscrito y sin dejar de mirar sus ojos azules.Parece un diario mascull en un tono ms que interesante.Me vas a tener ms tiempo en vilo? lo instigu al ver su pasividad.Est bien!! Tratar de leerlo en voz alta. No s si podr hacerlo con las palabras exactas que vienen aqu escritas, pero intentar dar sentido a las que no entienda. Vers, en la primera pgina viene un pequeo texto escrito con una letra diferente al resto del libro, como si fuera una resea que alguien garabate en l. Y, ms o menos, dice as:Pasarn los aos y vendrn nuevos tiempos, pero la maldicin permanecer intacta como el primer da. Nadie podr escapar a un conjuro escrito sobre un reflejo, y la familia Von Erthal deber aprender a vivir con ello.A pesar de ignorar a qu se refera, un sbito escalofri hel mi cuerpo. El tono grave, casi afnico, de su voz al leerlo dio una intensidad al mensaje que difcilmente podr olvidar. Aquello son a una advertencia, una resea que, a pesar de haber sido escrita mucho tiempo atrs, daba autntico pavor escuchar.Contina, por favor le ped.Nicolae pas la pgina con cuidado de no romper el papel. Al hacerlo, sus dedos quedaron impregnados de un polvillo amarillento que, si no estoy equivocada, eran restos casi desintegrados de aquellas hojas manidas que haban permanecido intactas durante mucho tiempo. Acto seguido, continu su traduccin:Nadie debera aduearse de la vida de otros, y mucho menos de su biografa, mas cuando uno no puede predicar a los cuatro vientos las injusticias que ha vivido, solo le queda la opcin de escribirlas. A da de hoy, llevo por equipaje una pluma, un tintero y un montn de hojas en blanco en las que tratar de plasmar lo que pudo ser su diario. No en vano, debo ser honesto y confesar que todo cuanto escribo a continuacin no es mi historia, aunque, por desgracia, en un momento dado, tambin form parte de ella.rase una vez una nia llamada Maria Sophia Margaretha Catharina von Erthal, la cual vino al mundo en el ao 1729. Se trataba de una criatura un tanto especial pues, a pesar de poseer una cara angelical, naci con un pequeo problema: era albina. As pues, tanto sus cabellos como su piel resultaban tan blancos que parecan hechos de la ms fina porcelana que el ser humano hubiese podido contemplar jams. Quizs el azar o su pariente de gala, el destino, quiso que naciese en un tranquilo ducado de la Franconia alemana conocido como Lohr, una apacible aldea situada a orillas del ro Meno, en el seno de una familia acomodada que la crio con tanto mimo y cario como a una princesa. Desafortunadamente, su idlica infancia se vera truncada poco despus de cumplir los doce aos, cuando su querida madre fallece de forma repentina. Un trgico suceso que supuso un duro golpe para su padre, el condestable del territorio de Kurmainz, que le cost mucho superar. Por ello, durante los dos aos siguientes, Philip Christoph von Erthal trat de volcarse personalmente en el cuidado y la educacin de sus dos hijos, el primognito Christoph y la pequea Maria Sophia, la nia de sus ojos, inculcndoles los valores que siempre haban caracterizado a su aorada madre.Result ser una etapa dura y triste, repleta de sombras, pero a su vez muy emotiva, en la que el calor paternal estuvo siempre presente en la vida de sus hijos. Aun as, pasado ese largo periodo de luto y reclusin en el castillo de Kurmainz, el barn Von Erthal fue requerido por las autoridades de la poca para continuar desempeando el cargo que ocupaba como diplomtico del ducado. Si bien, es cierto que no se trataba de un trabajo duro, requera tener que ausentarse durante largas temporadas del domicilio familiar y hacer viajes con relativa frecuencia al extranjero, brindndole a su vez la oportunidad de relacionarse con emperadores y reyes de toda Europa. De este modo, fue como pudo conocer a Claudia Elizabeth Maria von Venningen, condesa imperial de Reichenstein, con la que contraera matrimonio en segundas nupcias el 15 de mayo de 1743.La condesa, una mujer altiva y distante pero de extraordinaria belleza, tuvo a bien el trasladarse con los hijos de su primer matrimonio al castillo de Kurmainz, en Lohr, para hacerse cargo de la tutela de los dos vstagos de su nuevo marido. Por aquel entonces, Maria Sophia contaba ya con catorce aos y comenzaba a sentir que la adolescente que viva dentro de ella le peda a gritos que olvidara a la nia inocente y prudente que siempre haba sido. Mientras, su hermano Christoph se aplicaba en aprender los entresijos que acarreaba ser el sucesor legtimo del ducado; le faltaban pocos meses para alcanzar la mayora de edad y presenta que el relevo generacional no tardara mucho en llegar. Su padre, el barn Von Erthal, comentaba con relativa frecuencia su deseo de retirarse para descansar de tan largos viajes, y delegar el ttulo de condestable de Kurmainz a su primognito.Por desgracia, esto nunca llegara a suceder. El joven Christoph desapareci repentinamente una fra maana de invierno durante una cacera. Ocurri de forma extraa y, para tratar de justificar su prdida, comenzaron a circular rumores de diversa ndole: unos contaban que un alud sepult su cuerpo bajo la nieve, mientras que otros aseguraban que perdi la vida cuando se introdujo de forma imprudente en una cueva persiguiendo un oso. El caso es que, de un modo u otro, nadie supo nunca con certeza qu fue lo que realmente le ocurri al joven durante la ausencia de su padre, aunque la gran mayora de los habitantes de Lohr sealaban como culpable de la desaparicin aY tras leer esto, el joven ces la lectura.Qu ocurre, Nicolae? Por qu has dejado de leer? pregunt contrariada.Faltan las siguientes pginas. Alguien debi de arrancarlas contest mostrndome el diario.Arrancadas?S, eso parece. Pero por qu te interesa tanto un diario que fue escrito hace ms de doscientos aos?La verdad es que an no lo s. Tal vez sea el simple hecho de que haya estado guardado durante tanto tiempo dentro de una caja fuerte lo que me fascina; o, quizs, porque pudo ser un antepasado mo quien lo escribi.Hay algn albino en tu familia?Que yo sepa, no. A mi padre le han salido unas cuantas canas, aunque supongo que son cosas de la edad. Y, al parecer, tampoco tenemos familia en Alemania. Pero, sea como fuere, me gustara conocer lo que viene escrito en esas pginas. Puedes continuar leyendo? le ped con amabilidad.La siguiente fecha que aparece escrita en el encabezamiento de la pgina es 1745.Dos aos despus calcul en voz alta. Y qu cuenta?Entonces el joven se acomod en el silln y trat de continuar con la traduccin:Pasaron dos largos aos en los que la joven Maria Sophia vivi sumida en la incertidumbre de si alguna vez volvera a ver a su querido hermano. La herida sufrida por la muerte de su madre an no haba cicatrizado plenamente y por ello trataba de aferrarse a esa idea; algo, en lo ms profundo de su interior, le deca que Christoph no estaba muerto, que su corazn an lata en algn olvidado rincn de aquel misterioso bosque. Eran hermanos de sangre y el vnculo que los una le daba las fuerzas necesarias para continuar teniendo fe en que algn da volvera a casa. No obstante, ella era sabedora de las muchas leyendas que existan sobre La puerta de Spessart. Se podan contar con los dedos de una mano los hombres de la aldea que se atrevan a adentrarse en el bosque de las siete colinas, puesto que el nico trayecto que lo atravesaba conduca directamente hasta las peligrosas minas de Bieber, donde vivan hacinados en comunas los proscritos, leprosos y lisiados que haban sido expulsados de Lohr. All, en un lugar que pareca un autntico infierno terrenal, eran obligados a trabajar como esclavos en las profundas galeras de donde se extraa la plata, el cobre y la sal gema que abastecan las acaudaladas arcas del ducado de Kurmainz.Como lo viv de cerca, puedo asegurar que la adolescencia de Maria Sophia no result grata. La larga ausencia de su padre, la tensa relacin que mantena con su madrastra y sus hijos y las carencias visuales motivadas por su albinismo la obligaron a buscar entre el personal del servicio del propio castillo el cario que le faltaba. Por ello, no resultaba extrao verla a diario entre los fogones de la cocina contndose confidencias con la seora Doret, la cocinera, una mujer gruesa de carcter afable que vesta faldas largas hasta el suelo que parecan mecerse con su gracioso caminar. La buena mujer nunca se cansaba de escuchar las divertidas ocurrencias de Maria Sophia; o con el joven Philips Roussel, un simptico mozo de cuadras apenas un ao mayor que ella, que siempre andaba ocupado herrando caballos o peinando crines.Como era de suponer, la arrogante condesa no aprobaba que su hijastra se codeara con esa inmundicia y le recriminaba con insistencia la dejadez que haba adoptado en su educacin; aunque, por otro lado, disfrutaba en silencio de su ausencia por los salones oficiales del castillo. Para la condesa, Maria Sophia no dejaba de ser un aborto de la naturaleza, un bicho raro de piel blanca que encajaba mejor entre los subordinados de la plebe que en una familia noble y bien posicionada como la suya.Cada maana, cuando el alba an se desperezaba de su letargo nocturno y la luz del da no cegaba en exceso sus delicadas pupilas, la muchacha sola bajar al patio de armas donde siempre le esperaba ensillado su caballo Torbat, un ejemplar tordo de raza rabe que su padre le regal en uno de sus cumpleaos. As, comenzaba su acostumbrado paseo matinal por las calles del pueblo hasta las inmediaciones de la puerta de Spessart.Por tratarse de una dama de linaje, para abandonar la fortaleza deba salir siempre acompaada por un guarda o criado de confianza, una obligacin a la que el joven mozo de cuadras se prestaba encantado y que Maria Sophia agradeca. De este modo, cuando se alejaban lo suficiente de la aldea como para no ser vistos, la joven aprovechaba para conversar con quien ella consideraba su mejor amigo.El seor Roussel debe conocer muy bien este bosque? le pregunt la muchacha a Philips mientras este la ayudaba a descabalgar.S. Es el nico habitante de Lohr que se atreve a adentrarse en l. Al fin y al cabo, es su trabajo respondi mirando hacia el interior de una lgubre arboleda.Nunca habis pensado en ser leador como vuestro padre? se interes la joven.No. Es un trabajo duro y peligroso. Nunca se sabe lo que puedes encontrar en Spessart. Prefiero los caballos.Y a l no le da miedo adentrase solo en un lugar como este?Una vez, siendo yo nio, se lo pregunt, y su respuesta despej todas mis dudas. Me coment que aqu es donde ms seguro se senta porque los rboles siempre dan la cara. Los mires por donde los mires, aunque nos empeemos en rodearlos, siempre dan la cara. Son los nicos seres vivos que encontrars de frente, algo que por desgracia no suele ocurrir con las personas. Adems, son fieles con todos aquellos otros rboles que los acompaan pues, aunque pasen cientos de aos, siempre permanecen en el mismo lugar, arraigados al suelo por unas profundas races. El rbol muere exactamente en donde naci, en el mismo lugar, y no existe en el mundo nada ms fiel que un rbol coment orgulloso de repetir las sabias palabras de un humilde leador.Algn da atravesar este bosque afirm Maria Sophia, sin poder evitar que su frgil mirada se perdiera entre las sombras del espeso follaje de unos rboles tan sumamente altos que se entrelazaban entre s, como queriendo impedir con sus ramas el paso a quien osase adentrarse en l.An pensis en encontrarlo? pregunt el mozo que asa las riendas de los dos caballos, paseando tras ella por los lindes del paraje.Estoy convencida de ello. Christoph no era tan estpido como para meterse en la cueva de un oso.Entonces qu creis que ocurri?No lo s, pero espero que cuando regrese mi padre se aclare todo respondi pensativa, anhelando que llegara ese momento.En el pueblo se rumorea queQu? se interes la muchacha, cesando en su caminar.Nada. Olvidadlo. Son solo habladuras.Por favor, Philips le rog.Dicen que fue la condesa quien Ya sabis.La condesa? Por qu? Qu tiene que ver ella con la desaparicin de mi hermano? Nosotros nunca estuvimos entre sus prioridades. Su nica preocupacin, aparte de sus dos hijos, es comprar rasos y tules para hacerse nuevos vestidos. Probablemente se ha pasado ms horas delante de ese maldito espejo que le regal mi padre que con nosotros. Cree vivir en un estado de perpetua juventud.Pues no es tan complicado de entender, Maria Sophia. Vuestro hermano iba a cumplir la mayora de edad y era el primognito, el heredero natural del ducado le record, sin terminar de atreverse a decirle todo lo que pensaba.Y?Tras desaparecer l, y si por desgracia vuestro padre no vuelve, ella o alguno de sus hijos pasaran a ser los dueos legtimos de los territorios de Kurmainz.Eso nunca ocurrir! respondi ofuscada. Mi padre regresar.Yo no estara tan seguro murmur el joven para s.Por qu decs eso, Philips? se preocup la joven dama al no entender sus insinuaciones.El barn nunca estuvo tanto tiempo ausente. Siempre regres antes de que comenzara el invierno. Es extrao que no haya vuelto a Lohr ni tengamos noticias de su paradero.Yo no lo siento as. Cada vez sus compromisos lo obligan a viajar a territorios mucho ms lejanos y su demora pronto ser subsanada.As lo deseo, Maria Sophia. As lo deseo asinti el mozo en voz baja, sin mostrar mucho convencimiento, pues haca ya casi ao y medio de su marcha.El paseo matinal de Maria Sophia continu en silencio, reflexionando sobre la sinceridad de las palabras de su amigo. Ella saba que nadie, aparte de Philips, sera capaz de hablarle sin tapujos. Ser la hijastra de la condesa acarreaba ese ingrato honor.De verdad creis que mi madrastra sera capaz de traicionar el apellido de los Von Erthal? insisti. Las dudas comenzaban a anidar en ella, que valoraba la posibilidad de que Philips pudiera tener razn.Nadie en el pueblo se fa asegur con rotundidad, sabiendo que ante Maria Sophia podra decirlo sin temor a ser castigado.Pero por qu? No lo entiendo. Se supone que ama a mi padre.Ama a vuestro padre o a sus bienes? Supongo que la respuesta es tan sencilla como cruda contest con semblante serio.Sois un desagradecido, Philips Roussel. Por qu aseguris tal cosa?Porque en su ausencia es ella la que dispone se sincer.De nuevo otro silencio turb los pensamientos de la joven.No creo que fuese capaz de hacer dao a mi padre. No es tan retorcida.Estaras dispuesta a acompaarme? le pregunt el muchacho inesperadamente, detenindose en medio del camino.Acompaaros? A dnde? lo mir sorprendida, pues nunca antes Philips se haba mostrado tan descaradamente locuaz.A un lugar que probablemente no os guste, pero solo vindolo con vuestros propios ojos comprenderis el alcance de mis palabras. Es la nica manera de que salgis de dudas.Maria Sophia no se lo pens. Mont sobre los lomos de Torbat y sigui el ligero trote de la montura de su amigo Philips. Regresaron a Lohr, hasta una de las calles colindantes al castillo de los Von Erthal.Aqu es seal Philips descabalgando ante una de las cabaas que haba repartidas a lo largo de toda la calle y despojndose de la zamarra azul que, como todo mozo de cuadra que se preciara, deba vestir. Despus, ayud a la muchacha a bajar de su montura, mirando a ambos lados de la calle, asegurndose de que nadie los viera entrar en aquella morada.Quin vive aqu? pregunt la joven, extraada por la forma de actuar de su amigo.Es la casa de los Howers. Una familia de campesinos le explic mientras se introducan en una vivienda humilde levantada a base de caas, arcilla y piedras. En su interior, sobre un camastro hecho a retazos, aguardaba un nio de unos ocho aos junto a una mujer que, arrodillada y aplicando paos hmedos sobre su frente sudorosa, trataba de contrarrestar las altas fiebres de su hijo.Qu le ocurre al nio? pregunt preocupada por el mal estado que presentaba.La mujer se gir. Y al reconocer su tez plida y el pelo canoso no se atrevi a contestar. Sus palabras se quedaron ahogadas en su garganta, retenindolas a pesar de que le quemaban.Esa pregunta quizs deberas hacrsela a la condesa. Es ella la que fumiga de madrugada el huerto de manzanos de la vaguada contest Philips.Y por qu habra de hacer tal cosa?Supongo que para que los muertos de hambre no roben su fruta.Maria Sophia no respondi. Su mirada haba quedado presa en la maltrecha criatura que se retorca de dolor. Una tez amarillenta y un jarro lleno de vmitos a los pies de su camastro constataban el mal estado en el que se encontraba el nio.El invierno es duro y las plantaciones de col no madurarn hasta primavera trat de explicarle Philips. La caza de venados est prohibida y penada con la muerte, y el pueblo tiene hambre. Por eso, aunque se les advierta todos los das del peligro que corren, resulta complicado retener a un nio para que no sucumba ante los encantos de los colores rojizos de una manzana.Qu le ocurrir entonces?No creo que lo mate el veneno, pero s puede que el hambre. En su estado, sin una buena alimentacin, no aguantar mucho.La joven se acerc a la madre para intentar consolarla. Esta continuaba de rodillas arropando a su hijo que tiritaba sin cesar. Un lienzo de sudor fro barnizaba su frente y unas grandes ojeras dibujaban casi toda su cara.No se preocupe por la comida. Yo me encargar de que no le falte de nada a su hijo le asegur Maria Sophia, aunque la mujer supuso que aquella promesa caera en saco roto y no le hizo mucho aprecio. Los miembros de la nobleza nunca haban ayudado a los campesinos.Mam, es Blancanieves? balbuce el nio tratando de reconocerla.No, hijo. Cierra los ojos y procura dormir lo hizo callar la pobre mujer, preocupada por si el comentario de su hijo hubiera molestado a la noble que los visitaba.Qu ha dicho? se interes Maria Sophia, sorprendida por escuchar tan curioso nombre.La madre se mantuvo callada. Apart la mirada y continu colocando paos hmedos sobre la frente de su hijo.Olvidadlo! La fiebre le hace delirar afirm Philips, intentando restar importancia a las palabras del nio. No quera que supiese que en el pueblo se mofaban de ella llamndola as. Su tez plida y el color de sus cabellos eran motivos de burla entre las gentes de la aldea.Maria Sophia abandon abatida la humilde morada. A pesar de que el sol brillaba con rabia esa maana, no calentaba lo suficiente como para apaciguar el fro que senta su joven corazn. La pobre se haba quedado helada ante el dramtico cuadro que contempl en la casa de los Howers. Por eso, al llegar al castillo, no se molest en acompaar a su amigo hasta las cuadras, como sola hacer. Se dirigi directamente a la cocina, a pedir explicaciones a la seora Doret.Hay algo que deba saber sobre el huerto de la vaguada? pregunt mientras apretaba su barriga con fuerza con ambas manos y simulaba gestos de dolor.No habr probado las manzanas, mi dama? se apresur a preguntar la mujer.S. Pasamos junto al huerto y se me antoj coger una pieza de fruta.Os preparar un caldo de cebolla y tomar una cuchara de jugo de ricino dijo apurada, cogiendo unos cazos que colgaban sobre la chimenea.Pero qu ocurre? insisti Maria Sophia. Sentndose sobre un pequeo taburete de madera.La mujer, aprovechando que estaban a solas, se quit el delantal y cerr la puerta de la cocina.Mi dama, en este castillo suceden cosas que, tal vez, debera saber murmur al poner un cazo de agua a hervir.Tienen que ver con la condesa? pregunt en voz baja.La seora Doret asinti en silencio, con temor de que pudiesen escucharlas, y continu pelando unas cebollas.Qu ocurre con las manzanas? Dgamelo. Necesito saberlo.Quizs no debera contrselo, peroNo confa en m?S, mi dama, pero podra perder el trabajo si se entera de que he sido yo quien dud, suspirando profundamente.Por favor le rog la joven en tono carioso, hablando siempre en voz baja.Est bien asinti la cocinera algo nerviosa. Cada maana, un poco antes de que amanezca, los jardineros rocan los manzanos con zumo de belladona, unas bayas venenosas que recolectan en el bosque de Spessart. Fumigan todos los rboles de la vaguada, menos uno que elige la misma condesa Claudia Elizabeth. As, al despertar el da, aparenta que ha sido el propio roco de la maana el que se ha posado sobre las manzanas y no un veneno.Entonces, esas manzanas? dijo Maria Sophia sealando un cesto que haba sobre la mesa.Esas son del rbol que elige la condesa. Son las nicas que no rocan y se pueden comer sin ningn temor respondi abocando sobre una tazn el caldo que haba preparado. Tomadlo. Os sentar bien y limpiar vuestro estmago.La muchacha no bebi. Envolvi el tazn con cuidado en un pequeo mantel y tom varias piezas del cesto de manzanas.No os lo tomis? pregunt la seora Doret, extraada por su repentina mejora.No. Hay alguien que lo necesita ms que yo respondi sonriendo y marchndose apresurada por la puerta de servicio.Durante las siguientes semanas, con cuidado de no ser descubierta, Maria Sophia fue todos los das a visitar al hijo de los Howers. Le llevaba viandas, leche recin ordeada y fruta fresca. De este modo, el recelo inicial con el que la madre del pequeo Eliot la recibi fue dando paso a una confianza que la joven cortesana se gan poco a poco con su buen hacer. Por aquel entonces, entre las gentes de Lohr era de sobra conocido el carcter autoritario y egosta de la condesa Claudia Elizabeth, de ah la extraeza por la conducta amable y desinteresada que su hijastra mostraba hacia los ms necesitados. Un hecho que no pas inadvertido entre los lugareos y que corri como la plvora de boca en boca, extendindose rpidamente entre el resto de habitantes de la comarca de KurmainzEntonces, sin mediar palabra, Nicolae se levant del silln y dej el viejo diario sobre el escritorio del despacho. Pareca cansado y el blanco de sus ojos se encontraba visiblemente enrojecido. Despus cogi su cazadora de piel.Qu ocurre? me apresur a preguntar, extraada por su conducta.Ya ha pasado una hora. Recuerda que ese era nuestro trato: una hora por cien libras respondi sin poder evitar un bostezo.No puedes continuar un poco ms? Te pagar.Lo siento. Llevo muchas horas sin dormir y debo echarme un rato. Esta noche tengo que volver a trabajar coment abandonando el despacho.Cmo? No puedes dejarme as lo recrimin.Puedo hacer lo que me d la gana. Acordamos una hora y he cumplido. Ahora pgame contest con semblante serio.Y si te pago cien libras ms te quedaras?De verdad que lo siento, no puedo. Si no duermo un rato me va a estallar la cabeza.Debo confesar que me qued sin habla. Estaba tan absorta escuchando la historia de la familia Von Erthal que aquella hora q