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LA TIRANÍA CRIMINALLA DECADENCIA

Entre el helicóptero que se llevó a Isabel Perón y la caída de Fernando de la Rúa, se produjo el desmantelamiento de la Argentina industrial que había desarrollado una sociedad de inclusión, más justa y sotialmente más participativa que cualquiera de las contemporáneas de América Latina. Esta no había podido superar el conflicto social que la dividía. Entre 1955 y 1973, vivió una guerra larvada. Los enemigos del peronismo se propusieron terminar hasta con el recuerdo de su época, pero la resistencia popular les hacía imposible gobernar.La aparición de la guerrilla agravó el conflicto. Sin embargo, ésta estaba derrotada cuando se la usó como pretexto para terminar con el conflicto social por eliminación de los obreros indus­triales. Para ello había que terminar con la industria. La masacre de decenas de miles, entre los que había guerrilleros, pero también militantes políticos y sociales, sacerdotes, intelectuales y familiares de desaparecidos, fue un instrumento para evitar resistencias.La dictadura dejó el campo arrasado. Los gobiernos que la siguieron, se encontraron enorme­mente condicionados. Raúl Alfonsín, tras algunas medidas audaces, se vio presionado por los uniformados y por los grandes grupos económicos. Carlos Menem se asumió como continua­dor de la política económica del proceso. En 1999, el desgaste menemista llevó al gobierno a una Alianza que n i siquiera cumplió con el compromiso de terminar con la corrupción. Al poco tiempo se supo que el Ejecutivo coimeaba senadores para obtener leyes exigidas por acreedores y empresarios.A fines de 2001, la descomposición social llegó a su extremo. Mientras algunos fugaban sus dó­lares al exterior, los excluidos saqueaban supermercados y los pequeños ahorristas reclamaban, golpeando cacerolas por las calles porteñas.El presidente Fernando De la Rúa, se alejó en helicóptero, de la Casa de Gobierno.

LA INSTALACIÓN DEL PROCESO™Con la muerte de Perón se había iniciado la conspiración. En julio de 1975, Jorge Videla fue de­signado jefe del Estado Mayor Conjunto, y en agosto llegó, como vimos, a la jefatura del ejército. Desde enero los Comandantes prepararon el golpe. No faltaban civiles: sectores empresarios opuestos a la CGE y disgustados con los “privilegios” que la Ley de Contratos de Trabajo daba a sus trabajadores.Los militares anunciaron veladamente la cuenta regresiva en diciembre. El general Albano Har- guindeguy pasó a dirigir la Policía Federal. En esos días se entrevistó con el jefe montonero Roberto Perdía, y le advirtió que la dictadura que se avecinaba no iba a ser moderada como la de Lanusse. Eduardo Massera, jefe de la armada, exigía que cada arma controlara el 33% de los cargos, rompiendo la tradición de predominio del ejército. Los marinos aceptaron que Videla 183183. Los nuevos amos del poder bautizaron a su tiranía como proceso de reorganización nacional

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conservase el cargo de comandante a la vez que la presidencia. Los uniformados harían el tra­bajo sucio. El ministro de Economía, fosé Martínez de Hoz se encargaría de la transformáción económico social argentina.La noche del 23 de marzo, mientras el gobierno y los dirigentes sindicales actuaban como si no existiera peligro de golpe, las tropas comenzaron a tomar posiciones y se produjeron los prime­ros homicidios. A las 19 de este último día, los comandantes iniciaron la última reunión con el ministro de Defensa. Mientras se desarrollaba, La Razón tributaria del ejército, titulaba con tamaño catástrofe: ES INMINENTE EL FINAL. TODO ESTÁ DICHO. Al terminar la reunión, Videla pidió al ministro una reunión con generales para el día siguiente. Era mentira. La presi­dente fue derrocada esa misma noche.Los golpistas eliminaron sin resistencia los poderes constitucionales y fijaron las normas para la etapa. Se suspendían las actividades políticas o sindicales. Los comandantes Videla, Massera y Agosti se constituyeron en Junta Militar. Subordinado a ella quedaría “el oficial superior de las fuerzas armadas que ocupara el cargo de presidente”. El 29 asumió Videla, hasta marzo de 1981. La ex presidente fue enviada detenida a Neuquén. Fueron intervenidas la CGT y la CGE y se sus­pendió el derecho de huelga. Varios partidos “extremistas” fueron prohibidos. El partido Comu­nista Argentino, sólo suspendido como los partidos “democráticos”. En la opinión pública había sectores felices y, en algunos casos, comprometidos con el golpe. La desintegración del gobierno derrocado había sido acompañada por la acción psicológica. Los empresarios, que habían pro­vocado un lock outm en febrero estaban eufóricos. La Sociedad Rural, CARBAP (Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa) y el gran capital industrial y financiero apoyaron el golpe. En la Bolsa de Comercio, las acciones subieron un 284% el 25 de marzo.El Poder Judicial se subordinó a la nueva “legalidad”, y no faltaron prestigiosos juristas que apoyaron al proceso, al mismo tiempo que veneraban al texto de 1853. Los políticos eligieron el silencio, coherente con el apoyo de muchos durante la conspiración. Los medios de comuni­cación fueron sometidos a un rígido control. Sin embargo, la auto censura, y la plena adhesión no lo hacían necesario.Washington conocía los preparativos y no vio mal el golpe. Kissinger envió un telegrama al presidente Ford: “Habrá un fuerte énfasis en la ley y el orden, asignando máxima prioridad al esfuerzo antiterrorista. Un operativo limpieza contra figuras políticas y sindicalistas presunta­mente corruptos,... Evitar una postura rabiosamente antiperonista o antisindical y tratar de trabajar con sectores receptivos del poderoso movimiento sindical. La implementación de un programa de... menor participación del Estado en la economía,... promoción de exportaciones, atención favorable al sector agropecuario... actitud positiva hacia las inversiones extranjeras.”185 “En... los derechos humanos se pueden presentar aspectos problemáticos.”186

LAS DOS CARAS DE JANOJano era el dios de dos caras. La divinidad de las puertas y de los finales. Para los guerreros era de los suyos. También se le atribuían aptitudes para la economía, y había inventado el dinero. La dictadura tenía, como el dios, dos caras: una económica y una militar: la liquidación de la Argentina del Bienestar peronista y la represión de los que se opusieran.Al presentar su plan económico, Martínez de Hoz anunció que “la economía argentina” no tenía184. Huelga de la patronal185. Seoane, María y Muleiro, Vicente, ob. Cit., pag. 218 Kissinger a Ford 24/3/76, telegrama confidencial 071677:186. Andersen, Martín, ob. Cit., pag. 265

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“ningún mal básico ni irreparable.” Había que terminar con los obstáculos producidos por el estatismo desde la posguerra con medidas excepcionales. Guillermo Klein, vice ministro de Economía, decía que el nuevo sistema, que redujo los salarios a la mitad, en 10 meses, era "solo aplicable si lo respalda un gobierno de facto.”187 Para Videla, el proceso no venía a derrocar un gobierno, sino a terminar con una Era histórica.El mundo capitalista sufría cambios que repercutieron en la Argentina. La internacionalización dé las economías regionales y nacionales se daba “en un marco de crisis con la exacerbación de prácticas especulativas en los mercados financieros” en los que imponían las “políticas liberales y aperturistas.188” Esto favorecía una “puja desde los grandes centros de la economía mundial y los organismos internacionales para lograr la inserción de los países en desarrollo a los nuevos círculos financieros.”189Martínez de Hoz acabó con el modelo industrial e impuso uno “basado en la valorización finan­ciera.” Algunas de cuyas características habían integrado los programas iniciados en 1955, como la caída de salarios. Lo nuevo eran los métodos represivos inéditos, acompañados de durísimas condiciones para la clase trabajadora, el pánico a la desocupación y el endurecimiento de las condiciones de trabajo.Los uniformados aniquilaron toda resistencia; Martínez de Hoz debilitó el poder adquisitivo, destruyó el modelo industrial y eliminó al Estado como fuente de empleo y como distribuidor de recursos. Había total coherencia entre una y otra. La lucha contra la subversión, justificaba la dureza de las medidas.

LA CACERÍADesde la caída de Perón, las fuerzas armadas se formaron para combatir al enemigo interno. Cuando la Revolución Cubana trajo la. guerra fría al hemisferio, se instaló la doctrina de la Se­guridad Nacional, con fronteras ideológicas. Ya había misiones militares de los Estados Unidos y de Francia, que contribuían en la formación de cuadros para la lucha contrainsurgente, prioridad desde la resistencia peronista.Frente a la amenaza comunista, miles de oficiales latinoamericanos pasaron por las escuelas militares de los Estados Unidos y la Zona del Canal de Panamá. Entre ellos los jerarcas de la dic­tadura del 24 de marzo. Sin embargo, resultaba superior la instrucción que daban los franceses que, en Vietnam y en Argelia habían aplicado hábiles interrogatorios a sus prisioneros, mediante la tortura. En Argelia, los galos hicieron desaparecer 3024 personas. Sus discípulos argentinos desaparecieron 30.000. “No sé”, decía el ex general Albano Harguindeguy, “si los oficiales que estuvieron en la Escuela de las Américas... recibieron enseñanza específica sobre la tortura, pero sobre la forma de interrogar, sí.”190Las organizaciones enfrentaban un enemigo muy poderoso, preparado en la doctrina de la pa­tota, el secuestro, la desaparición, la tortura y la muerte. Como habían perdido apoyo popular, les faltaba lo principal de una guerrilla. Igualmente, creían que el golpe los acercaba al triunfo.187. Más adelante, el gobierno de Carlos Menem se encargó de demostrar que también era posible en democracia.188. Rapoport, Mario y otros, Historia económica, política y social argentina (1880-2000), pag. 788189. Ibídem190. Declaraciones a la periodista Marie-Monique Robin, publicadas en Página 12 del 31 de agosto, 1 y 2 de septiembre de 2003. El general Díaz Bessone declaró “acá fue distinto, operó todo el Ejército sin excepciones. Todos los hombres en actividad actuaron en la guerra contra la subversión... Con mucha eficacia, en no más de tres años fue aniquilada la subversión.”

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Los militares empezaron una cacería de guerrilleros, de militantes, de simpatizantes y de hom ­bres y mujeres de izquierda ajenos a las organizaciones. Videla decía en 1998: “No, no se podía fusilar. Pongamos un número, pongamos cinco mil. La sociedad argentina no se hubiera ban- cado los fusilamientos... ayer dos en Buenos Aires, hoy seis en Córdoba,... hasta cinco mil. No había otra manera. Todos estuvimos de acuerdo en e s to .... ¿Dar a conocer donde están los restos? ¿Pero, qué es lo que podemos señalar? ¿El mar, el río de la Plata, el Riachuelo? Se pensó e n ..., dar a conocer las listas. Pero luego se planteó: si se dan por muertos, enseguida vienen las preguntas que no se pueden responder: quién mató, donde, como.”191 El asilo político era una tradición en Sudamérica. En 1976 estaba en pleno auge. Pinochet pro­puso que las dictaduras facilitaran el tránsito de bandas sin límite de fronteras, para ejecutar guerrilleros asilados, o políticos molestos. En mayo de 1976 fueron secuestrados y asesinados en Buenos Aires los uruguayos Zelmar Michellini y Héctor Gutiérrez Ruiz. También m ataron en Buenos Aires al ex presidente de Bolivia, general Juan José Torres.El teniente coronel Alberte delegado de Perón en las etapas duras del exilio, era hom bre del peronism o y del ejército, y escribió una carta a Videla, su comandante, el 23 de marzo. En ella apelaba a la “experiencia acumulada”, que mostraba a las fuerzas armadas reprimiendo a los trabajadores. No sólo lo angustiaba el precio que pagarían los perseguidos. También que los militares term inaran de enemistarse con el pueblo. El 24, de marzo, un comando entró a su departamento, y lo arrojó por la ventana a la calle.Los diarios informaban de la muerte “en combate” de “delincuentes subversivos”. En tales com­bates siempre ganaban los buenos. Frente a 210 “delincuentes” abatidos, sólo hubo 43 caídos entre las fuerzas del orden. Los crímenes alcanzaron a miembros de la Iglesia, cuya jerarquía acompañaba el plan. Tres sacerdotes y dos seminaristas fueron asesinados en Belgrano R. Segu­ramente sus sermones no caían bien a feligreses que habrán avisado a los uniformados. La Co­m isión Ejecutiva Episcopal, escribió el 7 de julio a la Junta Militar. Denunciaba el “incalificable asesinato de una comunidad religiosa”, pero no fue más allá. Era obispo de La Rioja monseñor Enrique Angelelli, un sacerdote comprometido con los más pobres. Su figura era adorada por unos y detestada por otros. A comienzos de 1976 m onseñor Bonamín dijo en la provincia que “el pueblo argentino había cometido pecados que sólo se podían redim ir con sangre”192 Era la bendición para que los centuriones comenzaran a purificar la Iglesia de La Rioja.193 El 18 de julio fueron secuestrados dos sacerdotes y sus cuerpos aparecieron muertos con signos de tortura. El 22 Angelelli presidió el sepelio, al que no asistió ningún otro obispo, y pronunció una emocionante oración. El 4 de agosto lo mataron en un falso accidente.194 Es inevitable preguntarse que sentían los príncipes de la Iglesia que callaban por prudencia y qué pensaban aquellos que decían que lo de Angelelli había sido accidental. Y qué Bonamín, y los capellanes como Christian Von Vernich, que aprobaban abiertamente los crímenes, cuando no colaboraban con ellos.Con los prisioneros judíos hubo u n trato especial. Muchos fanáticos creían en un plan sionista para dom inar el mundo. A las razones de estos cruzados, se sumaron intereses. Como “los judíos tienen todo el oro”, algunos unieron lo útil a lo agradable y trataron de apoderarse de sus bienes, como en el caso del ex m inistro y empresario José Ber Gelbard, el del periodista, Jacobo Timer- man, y el banquero David Graiver, a cuyos herederos despojaron, con secuestros y torturas, de la empresa Papel Prensa

191. Seoane, María y Muleiro, Vicente, ob. Cit., pag. 215192. Mignone, Emilio, ob. Cit. Pag. 200193. Ibídem194. Nunca más, pag. 357

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MARTÍNEZ DE HOZEl “Plan económico de las fuerzas armadas” 195 era de la pieza fundamental para term inar con el Estado de Bienestar. Había que “revertir la situación actual en el m enor plazo posible”, y para ello “todos los argentinos sin distinción deberán poner su esfuerzo y realizar su contribución. Ningún sector debe quedar al margen de esa tarea. Habrá sin duda sacrificios a realizar, pero cuando los mismos se reparten equitativamente y con la conciencia de que son necesarios para alcanzar la meta fijada, aceptada y deseada por todos, tales sacrificios pueden ser llevaderos.”196 El plan, sufrido especialmente por los trabajadores, tuvo el apoyo de sectores de la clase media. La sensación de que había vuelto el orden con la llegada de los militares, las medidas represivas y sobre todo la propaganda de la prensa les llevaban tranquilidad.197Con el apoyo de la finanza internacional y del empresariado, se superó la crisis de coyuntura. Luego llegaron las reformas que consistían en un fuerte ajuste que seguía la orientación de la escuela económica de Chicago. El equipo de Martínez de Hoz adhería al neoliberalismo del austríaco Von Hayek y el norteamericano Friedman, por lo que se los apodó Chicago Boys. Ins­trumentos fundamentales fueron la reforma financiera y la apertura externa. La industria dejó de ser la impulsora del crecimiento, y el lugar central lo ocuparon las finanzas, hasta el punto de abandonar la prioridad de la industria pesada. Para los conductores de la economía era lo mismo producir acero que caramelos.Los bancos trabajaban con tasas negativas para subsidiar las actividades productivas. En febrero de 1977 se liberaron las tasas de interés, que saltaron hasta alcanzar importantes valores posi­tivos.198 Se liberó la creación de bancos y financieras, y se multiplicaron sucursales de unos y otras, muchos de capital externo y de dudosa solvencia. Sin embargo, los resultados produjeron un clima especulativo, estimulado por la competencia. La oferta de títulos y valores oficiales indexables, y la tentadora inversión en depósitos a plazo fijo atrajo a los pequeños y medianos ahorristas por los suculentos intereses y por la garantía estatal que se mantenía aún para inver­siones en entidades privadas. Así, las finanzas se transformaron en factor fundamental de la eco­nomía, y se incentivó “la valorización especulativa produciendo la hipertrofia del sector: entre 1978 y 1979 se autorizó la apertura de 1197 sucursales financieras, mientras el PBI per cápita se encontraba virtualmente estancado.”199Al mismo tiempo se inició la apertura de la economía. Se decía que el mercado era víctima de los abusos de los productores nacionales que lo tenían cautivo. Abrir la economía introduciría la competencia, y de ella llegaría mejor calidad y bajos precios. Entre los productores argentinos, sobrevivirían los más emprendedores, que comprarían equipos y maquinarias modernas. Se eliminaron subsidios a la exportación, y se aplicaron reducciones de aranceles de importación. Las vidrieras se llenaron de productos importados, cuyos precios eran baratos por que el peso195. “El programa económico que enuncié el 2 de abril de 1976 tuvo la aprobación previa y el consenso de las fuerzas Armadas que asumieron la responsabilidad del gobierno en medio del caos político, económico y social imperante.” Marlincz de Hoz, José Alfredo, Bases para una Argentina moderna, 1976-1980, pag. 9196. El Plan de Martínez de Hoz habla tenido un invalorable antecedente en el ministerio de Celestino Rodrigo, durante el gobierno de Isabel.197. Aunque no fueron pocos los que, ante lo evidente, prefirieron cerrar los ojos diciendo: “por algo será”.198. “Los bancos debieron tener un encaje del 45 y luego del 15% lo que obligaba a mantener inmovilizada una parte importante de los depósitos. Para compensarlo, aumentaron la brecha entre las tasas activas y las pasivas, encareciendo los créditos.... Entre junio de 1977 y mayo de 1982 la emisión para tales efectos fue de casi 62 billones, algo más que el 5% del PBI.” Rapoport, Mario, ob. Cit., pag. 792199. Rapoport, Mario, ob. Cit. Pag. 792

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estaba sobrevalorado. Las PYMES empezaron a quebrar, y las fábricas a convertirse en galpones para alm acenar productos importados. Rapoport dice: “Luego de un breve período de creci­miento, la recesión... se manifestó con crudeza, dejando... una economía estancada,...el PBI sólo creció un 23% entre 1975 y 1983.”200La industria cayó un 12,4%. entre 1975 y 1983 La reforma: “provocó un gran impacto negativo sobre las actividades productivas, mientras que sus resultados en materia de control de la infla­ción resultaron altamente cuestionables.” 201 Lo que se ahorraba por bajos salarios aumentó en costo financiero. En ese momento se produjo la diferenciación entre los industriales grandes y los medianos y chicos. Los primeros, con reservas y vínculos en el exterior, tomaron préstamos externos baratos. Los medianos y pequeños debían pagar las tasas usurarias del mercado local reformado.La reducción de aranceles afectó a la industria. Muchos establecimientos cerraron. Crecieron conglomerados que diversificaron sus servicios, dejando la industria y convirtiéndose en im ­portadores o especuladores financieros. Esto facilitó la concentración en los grandes grupos económicos y en las empresas transnacionales, y la asociación de unos y otros. El salario cayó del 45 % del ingreso en 1974 al 26% en 1983202, y la desocupación alcanzó cifras inéditas.Años después, M artínez de Hoz se vanagloriaba: "La creciente confianza internacional que despertó el m ism o le perm itió (a la Argentina) acceder en las mejores condiciones de plazo e interés”203 Así creció la deuda externa, pero “el endeudamiento externo no es...condenable en sí mismo, sino por el contrario, indispensable si se quiere lograr el crecimiento de países en desarrollo que normalmente presentan una escasez de capital y crédito local.”204 En marzo de 1976 había una deuda de 9.738 millones de dólares. Siete años después, llegaba a 45.087 millo­nes. Esto alimentó la especulación. Las tasas internacionales eran más bajas que las internas y se tomaba deuda en el exterior para prestar en el mercado interno. El déficit aumentó por las importaciones, los viajes turísticos al exterior, la fuga de capitales, y la compra de armamentos. Todo sostenido por el Estado que se obligaba a crecientes pagos de intereses. Dice Rapoport205 que “la Argentina se endeudó para destruir su aparato productivo, hipotecando su economía y arrasando la base productiva que podía contribuir a levantar posteriormente esa hipoteca.” 206 El crecimiento del campo continuó a pesar del plan y a que los productores se quejaban, como siempre, del trato que recibían del Estado. La exportación de cereales pasó de 1.067 a 2.894 millones de dólares. La de carne aumentó de 172 a 430 millones. Las nuevas tecnologías, la mecanización y el desarrollo de semillas híbridas, recibieron, el impulso de la producción de soja.207 No dejaba de ser paradójico que los alimentos argentinos se destinaban a las proletarias mesas de la Unión Soviética, y el gobierno que atropellaba los derechos hum anos para ganar la Tercera Guerra Mundial se financiaba con el oro de Moscú. Las exportaciones de carnes al blo- que soviétirn de 11.000 toneladas en 1976, llegaron a 415,3 millones en 1979,y3485en 1981...208200. Rapoport, Mario, Op. Cit., pag. 800201. Rapoport, Mario, ob. Cit., pag. 795202. Señala Rapoport que en los ajustes tradicionales, el salario resultaba impactado inicialmente, pero en un segundo momento recuperaba posiciones. Esto no ocurrió con la nueva política económica. Ob. Cit., pag 822203. Martínez de Hoz, José A., 15 años después, pag. 179204. Ibídem, pag. 175205. Ob. Cit., pag. 812206. Ibídem, pag. 813207. La superficie cultivada de soja pasó de 169.440 Ha. en 1972/73 a 1.800.000 en 1979/80. En maíz en cambio se redujo de 4.993.000 en 1970/71 a 3.600.000 en 1980/81208. Según datos de la Cámara de Comercio Argentino-Soviética, publicados en Gilbert, Isidoro, E l oro de Moscú, pag. 359

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La balanza comercial era netamente favorable,209 pero Moscú poco tenía para ofrecer al mer­cado argentino y su ineficiencia en producción de alimentos hacía imprescindible la compra de cereales y carnes de las pampas, y llegó a comprar el 66% de las exportaciones de trigo y el 30% de las de maíz.En 1980 la URSS invadió Afganistán, y Washington tomó represalias a las que quiso sum ar a la Argentina. No tuvo éxito. La dictadura “se negaba a tom ar parte en decisiones punitivas adopta­das sin nuestra previa participación o que fueran tomadas en centros de decisión fuera del país.” Esas patrióticas palabras se debían a lo que aconsejaban las entidades agropecuarias a Martínez de Hoz, que subordinaron el odio al comunismo a la sagrada libertad de comercio. Además la URSS pagaba una prim a de embargo de más de 1.000 millones sobre el precio, y Moscú com­praba el 80% de las exportaciones.Ante las nuevas condiciones de especulación, aparecieron pequeños ahorristas que apostaron a ella. Un modelo fue el seguro de cambio que creó Domingo Cavallo en junio de 1981 por el que se cubrían créditos privados con el exterior, y el Estado se hacía cargo de la deuda externa privada. La destrucción de las fábricas produjo la aparición de un nuevo personaje: el cuenta- propista. Con la indemnización del despido, compraban un kiosco o un taxi. Transformarse en patrón de su propio negocio era vivido como un logro. En poco tiempo la saturación de kioscos y de taxis los arruinó.Desde el prim er peronismo, grupos, como los Macri y los Rocca, habían crecido con las obras públicas. La batalla del petróleo de Frondizi ayudó a Pérez Companc, y Bridas. Las obras pú­blicas impulsaron a la cementerà Loma Negra, de Alfredo Fortabat y luego de su viuda Amalia Lacroze. Todos contratistas del Estado, con amigos que ayudaban a ganar las licitaciones. Los tiempos de Martínez de Hoz los convirtieron en socios vivos de un Estado bobo. Fueron la Patria Contratista.Había que ayudar al Estado ineficiente porque “achicar el Estado es agrandar el país”, y para ello había que entregar todo lo posible a estos contratistas. Estos todavía no serían dueños de las empresas que eran el patrimonio histórico de los argentinos, sino que realizarían parte de sus tareas, a buen precio. Todos compraron o crearon bancos o compañías financieras, para su propia financiación, al tiem po que les permitían entrar en el juego que más gustaba. De ese modo se pusieron a la cabeza de la deuda privada, que habría de pagar el Estado por la reforma de Cavallo.

EL OPERATIVO CLARIDAD“La única guerra total, integral, es la guerra cultural”, decía el fundador del prim er campo de concentración, general Acdel Vilas,210 El enemigo combatía sobre todo en el campo de las ideas. “No enfrentamos a un oponente que batalla por defender una bandera, una nación o sus fron­teras. Quien nos ataca no tiene nada de eso. Es sencillamente, parte de un ejército de ideólogos, cuyo cuartel puede estar en Europa, América o Asia, Carece de identidad nacional. Es el produc­to de una contracultura con un objetivo bien definido: destruir los cimientos de la civilización209. Los saldos entre 1980 y 1982 pasaron de 1.599,5 a 2,985 millones, con un pico de más de 3.400 en 1981, siempre favorables a la Argentina.210. Manuscrito inédito de Vilas en Andersen, Martín, ob. Cit., pag. 232. Vilas estaba convencido de que estaba librando una cruzada contra un enemigo demoníaco, y no vaciló en poner por escrito la historia de su lucha contra la subversión. Por eso escribió sus memorias acerca de la guerra sucia. Pero los mandos del Ejército le ordenaron esconder lo que había escrito. No obstante, el manuscrito fue conocido, y existen copias de él.

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occidental de la que naturalmente, los argentinos formamos parte... Lo que formamos en el in­dividuo es su mente... No se trata de conquistar terreno, físicamente, sino de conquistar mentes. No de tom ar plazas fuertes, sino de moldear las estructuras mentales a su favor”211 La batalla no estaba en el monte tucumano ni en las ciudades donde actuaban los montoneros. “... En la Argentina tenemos más de 30 universidades nacionales,... (dedicadas a la) infiltración marxista. Las nuevas, universidades fueron creadas para cubrir todo el territorio nacional.”En esto se basó el Operativo Claridad. La guerra cultural se libraba en todo el mundo, y sobre todo en las decadentes potencias de occidente. “Se establecieron cabeceras de puente marxistas en algunos centros universitarios famosos de países que, como Francia y Estados Unidos, m ani­fiestan una cultura a la que nosotros somos muy permeables y receptivos. Estos se convirtieron en centros para el ‘lavado de cerebro’ de jóvenes becarios e intelectuales argentinos... al retornar al país... se convierten en quinta columna de la guerra cultural en su propia nación.”212 Massera tenía objetivos más pragmáticos, pero a veces vestía el hábito del cruzado. En febrero de 1978 en la Universidad del Salvador213, sostuvo que la crisis de occidente se había iniciado con Car­los Marx, que cuestionó la propiedad privada, Sigmund Freud, que atacó “el sagrado ser interno de la persona humana” y Albert Einstein, quien cuestionó los criterios sobre tiempo y espacio.214 En agosto de 1980, la policía bonaerense, quemó un millón y medio de libros del Centro Editor de América Latina. Cincuenta escritores fueron muertos o desaparecidos. La CONADEP afir­mó, en los ’80, que sobre 10.000 desapariciones comprobadas, hubo un 21% de estudiantes, un 5,7 de docentes, 1,6 de periodistas y 1,3 de actores y artistas.215En julio de 1976, el ministerio de Educación informó el resultado de su gestión. No pasaba por una disminución del analfabetismo, sino por la eliminación de 3000 docentes y administrativos de colegios nacionales.216 Paralelamente, Videla almorzaba con hombres de la ciencia y la cultu­ra. El 5 con Federico Leloir, René Favaloro, Julio H. Olivera, Alfredo Lanari y Roque Carranza. El 19 con Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, Leonardo Castellani y Horacio Ratti. El primero agradeció “el golpe del 24 de marzo, que salvó al país de la ignominia.”217 El autor de El Túnel afirmó: “El general Videla me dio una excelente impresión. Se trata de un hombre culto, modesto e inteligente. Me impresionó la amplitud de criterio y la cultura del presidente.”218 Castellani dijo que había pedido por el escritor Haroldo Conti, que acababa de ser desaparecido. No tuvo éxito. Tres días después, un grupo de estudiantes secundarios fue secuestrado en La Plata, era La no­che de los lápices. Querían obtener el boleto gratuito para los estudiantes. La policía de Camps y Etchecolatz los detuvieron, los vejaron y torturaron y asesinaron a seis de ellos.La jerarquía de la Iglesia colaboraba en la represión, pero directivos de colegios católicos re­sistieron a la supervisión policial o militar, y muchos arriesgaron el pellejo p o r cubrir algún perseguido.

211. Vilas, Acdel, manuscrito inédito.212. Ibidem213. Hernán Brienza, 3 puntos N° 287 del 26 de diciembre de 2002, señala que la invitación a Massera a las aulas tuvo que ver con una negociación por la vida de los sacerdotes Orlando Yorio y Francisco Jaiics. En 1974, la USAL pasó a ser administrada por laicos. Un testigo identificado informó a Brienza: “A los dos sacerdotes los liberaron a pedido de Bergoglio. Nosotros fuimos los negociadores. Massera no quería pero finalmente accedió. Como contrapartida, hubo algún tipo de acuerdo político y el nombramiento de ‘doctor honoris causa’ del marino en El Salvador”214. La Opinión, 7/2/78215. Nunca Más, pag. 296216. Andersen, Martín, ob. Cit., Pag. 233217. Anguita, Eduardo y Caparros, Martín, ob. C it tomo III, pag. 72218. Anguita, Eduardo y Caparros, Martín, ob. C it tomo III, pag. 73

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“Las universidades (eran) ‘criaderos’ de subversivos... En las entradas a los pabellones colgaban carteles en los cuales entre otras cosas se prescribía la longitud máxima del cabello del hombre, se prohibía el uso de barba y se exigía ropa limpia y aliñada.”219Se descentralizaron los servicios educativos de nivel preprimario y primario. Con el pretexto del federalismo, se derivaba el gasto a las provincias.El ministro Juan Llerena Amadeo estableció en marzo de 1979 los contenidos de la asignatura Formación Moral y Cívica. También fueron aprobados los contenidos de Historia, a los que se había agregado lo referente a la subversión y el terrorismo y los méritos de la represión militar. Se prohibió el manual escrito por Manuel Bustinza220, y se combatió la matemática moderna. Para mejorar el nivel, se elevó el puntaje para la eximición de exámenes en la enseñanza media. Tal vez la mayor hazaña de la gestión haya sido el cierre de la Universidad Nacional de Luján. El ministro había quedado muy mal impresionado por la arquitectura atípica de los módulos donde se estudiaba.La dictadura había tom ado el poder después de una etapa de renacimiento artístico, entre 1972 y 1974. Desde 1976, la venta de novelas cayó un 70 por ciento, la de biografías y ensayos un 90 por ciento, la de discos a la m itad y las revistas un 30 por ciento. La producción cinematográfica se mantuvo en los núm eros de los años anteriores, pero la temática había cambiado. De “La Pata- gonia rebelde” u “Operación masacre”, se pasó a “Los chiflados dan el golpe”, protagonizada por el actor Albino Rojas -e l Soldado Chamamé- o “Patolandia nuclear”. El cantor Ramón “Palito” Ortega se destacó con siete películas entre 1976 y 1980, entre ellas “Amigos para la aventura” o “El tío disparate”.221 En el Instituto de Cinematografía, el implacable M anuel Paulino Tato, se jactaba de haber batido records de prohibición de películas entre 1976 y 1978.Los gobernantes procuraban mejorar la imagen de las fuerzas armadas. Así proliferaron las pe­lículas que mostraban a Alberto Olmedo y Jorge Porcel como simpáticos colimbas -algo exce­didos en años- haciendo travesuras en los cuarteles. El ídolo Carlitas Balá sirvió en la ficción en la fuerza aérea, a órdenes de Ortega.222Muchos fueron los artistas, escritores y periodistas desaparecidos - la CONADEP estima un 3% del total-223, y no menos los que tuvieron que buscar refugio en otras tierras.

219. Spitta, Arnold, El proceso de Reorganización Nacional de 1976 a 1981, pag. 93220. Esta medida fue tomada tras una fuerte campaña de los medios de la editorial Atlántida, que intentaban demostrar el carácter subversivo del libro.221. dencia de los gustos del público, que parecía preferir las películas narcotizantes. En más de una oportu­nidad, las cintas de Ortega llegaron a superar el millón de espectadores.222. El cantautor tucumano había sabido cambiar. En los tiempos en que se acercaba el retorno definitivo de Perón, y los jóvenes rebeldes llenaban las calles, palito dio a conocer la pegadiza canción “Yo tengo fe” que preanunciaba los “tiempos de justicia” que se avecinaban. A la hora en que los militares reprimían salvajemente a esa misma juventud, E l Rey pasó a repudiar a aquellos que no apreciaban “la sonrisa de los niños”, y los invitaba a que se tiraran “al río, en su parte más profunda”, tal vez para ahorrar trabajo a los desaparecedores.223. Nunca Más, pag. 296

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LIBERTAD DE (PAPEL) PRENSALos canales de televisión se repartieron entre las tres armas. El Canal 7 quedó a cargo del PEN. Los medios gráficos privados, se adaptaron rápidamente. No por miedo. Estaban de acuerdo con la aniquilación de los irregulares y sus simpatizantes, y no hizo falta la censura formal. Des­aparecieron las publicaciones de hum or relativamente corrosivo, como Chaupinela, Mengano y Satiricón.Los m ontoneros publicaban clandestinamente Evita montonera. En agosto de 1976, Rodolfo Walsh creó ANCLA, Agencia Clandestina de Noticias, que se manejaba críticamente frente a la conducción montonera. Informaba sobre la represión, los conflictos laborales y la marcha de la economía. La agencia denunció el crimen de monseñor Angelelli. También el conflicto de Luz y Fuerza y los de las automotrices. En septiembre divulgó la aparición de cadáveres maniatados y mutilados en la costa uruguaya y recordó que Videla había dicho que “en la Argentina deberán m orir todas las personas que sea necesario para que vuelva a reinar la paz.”224 La Opinión, cuyo director Jacobo Timerman había apoyado el golpe y term inó en u n campo de concentración, se tomó algunas libertades. En enero de 1977, publicó un artículo titulado “Los derechos humanos en el presente contexto político-social de la Argentina”. El diario fue suspendido.La Sociedad Americana de Prensa envió dos periodistas a Buenos Aires. Estos informaron sobre diarios intervenidos. Un directivo les dijo: “Si publico los datos de ese caso que conozco, el que desaparece soy yo.” Los diarios “justificaban la censura porque se declaraban de acuerdo con la dictadura.” Además “... se negaban a informar sobre la desaparición de personas y... se benefi­ciaban de aquel comportamiento al asociarse al Estado para la producción de papel.” En efecto, los diarios La Nación, La Razón y Clarín apoyaban y encubrían la represión salvaje. También recogían beneficios materiales. El precio del papel para diarios era exorbitante, y los tres medios se distribuyeron las acciones que el subversivo David Graiver poseía en sociedad con el Estado en la empresa Papel Prensa.La empresa monopolizaba la producción de papel de diario. Acusado de adm inistrar fondos de los montoneros, Graiver se fue del país y murió en un accidente sospechoso. Su viuda, Lidia Pa­paleo, y otros miembros de su familia, fueron secuestrados y torturados. Se los obligó a vender sus acciones a La Nación, Clarín y La Razón.La Razón quebró, y los directivos de Clarín manejaron a su antojo el precio del papel. La Nación, ocupó un lugar secundario. El dominio de Papel Prensa permitió que el Gran diario argentino, desplazara al popular Crónica del dominio del mercado.225El centenario La Prensa, coherente con su liberalismo, publicó solicitadas que reclamaban por violaciones de derechos humanos. No por oposición. En 1978 calificó como “lamentable” la invitación a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos226, y afirmó que el Mundial había servido para que “miles y miles de extranjeros hayan comprobado que aquí no se fusila, ni se persigue o reprime a los ciudadanos pacíficos.” En mayo publicó una lista de 2500 desapa­recidos, y el 18 de julio, una solicitada de la mujer y los hijos del ex embajador desaparecido Hidalgo Solá.224. XI Conferencia de Ejércitos Americanos.225. La dueña de Clarín, Ernestina Herrera, viuda del fundador Roberto Noble, resultó involucrada en una lospcchosa adopción irregular de niños, presuntamente hijos de desaparecidos. Cuando esto se escribe, la causa judicial ha cumplido diez años sin que se aclarara la identidad de los hijos.226. Blaustein, Eduardo, Zubieta, Martín, Decíamos ayer, pag. 264

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Más audaz fue el Buenos Aires Herald, de lengua inglesa. Su director, Roberto Cox, en un re­portaje de la revista Somos127, sostuvo que “-Para entender la política editorial del BAH hay que conocer el liberalismo europeo que nos caracteriza desde el nacimiento del diario hace más de 100 años.” Era u n disparate la pregunta del periodista de Atlántida: “¿Entonces son de centro izquierda?” El Herald soportó un atentado, y Cox fue arrestado por 24 horas. Más adelante se iría al exilio.En 1979, Crónica informó sobre la visita de la CIDH. Glosaba declaraciones de Isabel Perón: “El pueblo debe participar libremente en la vida social y política para decidir su destino. Cuando se encuentra impedido de hacerlo, las violaciones a sus derechos humanos ocurren por añadidura.” También mencionó la declaración firmada por Deolindo Bittel y Herm inio Iglesias en nombre del PJ: “No podemos aceptar que la lucha contra una m inoría terrorista, de la que también hemos sido víctimas, se la quiera transformar en una excusa para implantar el terrorism o de Estado.”El presidente de ADEPA, Claudio Escribano, dijo alguna vez: “no fuimos recios en la crítica contra los hombres que se excedieron en el ejercicio del poder.” Para el periodista de La Nación, “Debemos lamentar no haber alzado más la voz, porque hubiéramos contribuido a la salud de la República.”227 228 El más no deja de ser una exageración, ya que mantuvieron un silencio cómplice frente a las atrocidades.En línea con estos medios amigos actuaron las publicaciones de Editorial Atlántida, Gente, So­mos y Para Ti, y “formadores de opinión” de tradición golpista, como Bernardo Neustadt o Ma­riano Grondona. El prim ero escribía en Extra: “Videla no es Pinochet”. El dictador sería la línea blanda frente a los energúmenos Menéndez o Suárez Masón, afines al chileno.Para Ti inventó el reportaje a la madre de un delincuente subversivo en una confitería. La mujer habría declarado que fue manipulada por la guerrilla. Más tarde “comprendió su error”, se resig­nó a la muerte del hijo que ella no había sabido educar, y decidió contar su historia a la revista. En realidad estaba secuestrada, había sido peinada, maquillada y vestida, y hablaba vigilada por los esbirros desde una mesa cercana. Los periodistas de Atlántida, con Samuel Chiche Gelblung y Reneé Salas a la cabeza, no tenían límites en su adhesión incondicional.Con el tiempo, algunos diarios se tom aron libertades. Clarín, fiel a la tradición desarrollista, criticaba a Martínez de Hoz. En agosto de 1979 publicó un artículo en que María Elena Walsh atacaba la censura, que trataba a los argentinos como pupilos de un jardín de infantes. Sin em­bargo, el satánico censor no era, según la autora, creación del proceso. En julio de 1980, el m i­nistro Harguindeguy se reunió con 18 mujeres periodistas, Magdalena Ruiz Guiñazú y Mónica Cahen DAnvers, entre ellas.En junio de 1978 apareció la revista Humor”. Desde el campo humorístico, filtraba críticas hacia lo que estaba ocurriendo. Al principio se limitaron al Mundial de fútbol, al seleccionado y a Menotti, con algo para la política económica. En la tapa apareció una caricatura en la que mez­claban los rasgos del entrenador y los del ministro de Economía.En junio de 1980 comenzó a publicarse Línea, dirigida por José María Rosa, que criticaba a la dictadura, desde el peronismo. Fue clausurada por primera vez en mayo de 1981 a raíz de una tapa ilustrada por el rostro vendado y amordazado de un hombre joven. Más adelante, se atrevió a publicar una foto de tapa con Videla, Massera y Agosti, con el título de Subversivos y corruptos. En octubre de 1982 sufrió la clausura definitiva.229Fermín Chávez, llevó adelante otro proyecto: entre mayo de 1980 y mayo de 1981 salieron los

227. Revista Somos N° 36, del 27 de mayo de 1977228. Citado por Verbitsky, Horacio, en Página 12, 7/6/98229. Tomado de revistalineaxom.ar, versión on line de la revista.

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seis números de Pueblo Entero. De edición precaria y distribución mano a mano, la revista tenía un contenido que no evitaba los temas polémicos y las críticas a la dictadura.

LA CRISIS DEL BEAGLEEl 2 de mayo de 1977 se conoció el fallo de la Corte Arbitral sobre las islas del Canal Beagle. Picton, Lennox y Nueva serían chilenas, y se trataba de compensar a la Argentina con “aguas propias navegables”. Alejandro Lanusse había solicitado la resolución del problema por un laudo de la Corona Británica.Durante el primer trimestre de 1976, la Argentina estuvo a punto de denunciar el acuerdo. En marzo, Luder presidente del Senado, convocó a una reunión secreta para tratar el tema. Esta no llegó a realizarse por la caída de Isabel Perón.El 31 de diciembre de 1976, la Corte produjo la resolución. En abril, la reina Isabel II la ratificó y el 2 de mayo, el Foreing Office entregó el texto a los embajadores. El gobierno chileno lo acep­tó, pero el canciller César Guzzetti, manifestó reservas: “ningún compromiso obliga a cumplir aquello que afecte intereses vitales de la Nación o que perjudique derechos de soberanía.”230 Los nubarrones aparecieron a ambos lados de los Andes.El ejército y la armada querían rechazar el fallo. Más moderadas eran la fuerza aérea y la can­cillería, que querían rechazar los fundamentos pero aceptar la parte dispositiva.231 La cuestión dejaba al descubierto tanto la interna militar, como la mentalidad de los sectores duros, que creían que la victoria contra los restos de una guerrilla desorganizada y sin base popular los convertía en guerreros invictos. Santiago nombró “alcaldes de mar” en las islas para asegurar su soberanía. Chile tenía unidad de decisión. En Buenos Aires, cada paso era discutido por el triunvirato gobernante, cuyos miembros no actuaban con buena fe entre ellos. Massera, a cada paso vacilante de Videla, lo maltrataba a gritos en las reuniones de la Junta.1978 transcurrió entre encuentros que poco aportaron. En febrero, los presidentes se reunieron en Puerto Montt. Pinochet sorprendió a Videla diciendo: “Señor presidente: Nuestra princi­pal divergencia ya fue expresada en las cartas que intercambiamos en mayo de 1977... allí ha quedado establecido que las negociaciones no configuran modificación alguna... Chile... ha de cumplir cabalmente la responsabilidad de defender el patrimonio que le corresponde por derecho.”232 El argentino respondió con el discurso que llevaba y no contestó las amenazas. Al regresar, debió soportar a Massera, que aprovechó para humillarlo. Días después, el almirante dijo en Tierra del Fuego: “Se acabó el tiempo de las palabras.”Los belicistas preparaban planes de invasión. Suponían que Chile haría una resistencia simbó­lica, pero los chilenos también se alistaban. Además de las acciones navales, intentarían cruzar hacia los yacimientos petrolíferos patagónicos. Apostaban a la globalización del conflicto. Perú, Bolivia y Ecuador tenían intereses y revanchas pendientes. Brasil no miraría con indiferencia una invasión argentina a Chile. Con la guerra inminente, Videla consultó al Nuncio Pío Laghi sobre la disposición del Papa a intervenir, y este le respondió que Juan Pablo II no se quedaría “de brazos cruzados, hará todo lo que esté a su alcance para preservar la paz de 40 millones de católicos.”Así se inició una gestión que tomaría cuerpo con la llegada del Cardenal Antonio Samoré, quien,230. Dromi, María Laura San Martino de, Historia Política Argentina, tomo II, pag. 261231. Lanús, Archibaldo, De Chapultepec al Beagle, pag. 261232. Según Seoane y Muleiro, ob. Cit., pag. 348, Villarreal les dijo que ante el discurso del dictador chileno, "parte de la delegación argentina planteó irse de Puerto Montt, pero que en el almuerzo posterior a la lectura de los discursos, Pinochet pidió que comprendieran sus palabras pronunciadas sólo por razones internas.”

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como representante del Papa, logró detener la guerra en los días de Navidad, cuando las avanza das argentinas y chilenas estaban a punto de abrir el fuego.

25 MILLONES DE ARGENTINOSUna de las canciones con las que la dictadura promocionaba el campeonato Mundial de fútbol decía que todos los argentinos -25 millones- lo íbamos a jugar. El gobierno constitucional había aceptado la organización, designó a Cesar Menotti entrenador, y le dio las facilidades para orga­nizar un equipo competitivo. La dictadura se adueñó del proyecto. Cuando sus crímenes empe­zaron a difundirse en el exterior las autoridades denunciaron la existencia de una “campaña anti argentina" ¿Que mejor manera de contrarrestarla que la realización de un campeonato mundial de fútbol, ai que asistiría multitud de visitantes y periodistas? En 1978 habría terminado la cace­ría de y se podría ocultar las secuelas para que no fueran vistas por ojos inconvenientes.Se sumaba la posibilidad de hacer buenos negocios privados, con la construcción de aeropuer­tos, estadios e infraestructura Militares y marinos disputaron el control de fondos. El general Omar Actis, presidente del ente organizador, fue asesinado presuntamente por los montoneros, Desde ese momento, el responsable de la organización fue el almirante Carlos Alberto Lacoste, que incrementó su fortuna de una manera poco acorde con su sueldo de marino.233 En Europa se lanzó una campaña contra el campeonato. En los Estados Unidos, El New York Times, se sumó a la propaganda a favor de la dictadura: “Sus fuerzas armadas están librando una lucha contra la subversión, pero esto de ninguna manera afecta al turista; al contrario, convierte a Buenos Aires en una ciudad más segura que Nueva York, especialmente de noche”234 Es cierto que si Menotti creyó que podía dejar de lado lo político para concretar un viejo obje­tivo futbolístico, seguramente los jugadores, más jóvenes, ni pensaron en el asunto. Es cosa de preguntarse como habrán recibido la arenga en que Videla les exigió ganar o ganar: “Señores, así como el comandante arenga a su tropa, así como el Presidente saluda y despide embajadores, así quiero exhortarlos a que se sientan y sean ganadores, ganadores del torneo, ganadores de la amistad, ganadores de la hidalguía y demuestren la calidad humana del hombre argentino.”235 Un grupo de argentinos exiliados y franceses formó en París el Comité pour le Boycott de l’Organizatión par FArgentine de la Coupe du Monde de Football, que entre otros integraba Ca­cho El Kadri. Esta posición no era compartida por los montoneros. Estos no producirían “nin­guna operación que pueda poner en peligro a los jugadores y a los periodistas.” De todos modos, provocaron acciones que impactaran por su espectacularidad. Además, la organización filtró un grupo que realizó conferencias de prensa para periodistas extranjeros en las que denunciaban la situación argentina, y se elaboraron volantes que, junto a una imagen tomada del logo oficial del campeonato, llevaban ingenuos pareados entre los que se destacaba la consigna: “¡Argentina campeón! ¡Videla al paredón!” Un equipo llegó a Buenos Aires para interceptar emisiones de televisión de los partidos y atacar objetivos militares mediante lanzacohetes que impactaron entre otros objetivos, en la Casa de Gobierno, la Escuela de Mecánica de la Armada, y la Escuela Superior de Guerra. Todos blancos alejados de los estadios y de los lugares donde podían afectar a las delegaciones. No obstante, no se logró difusión mediática de la presencia montonera. Los diarios la silenciaron y no existieron las adhesiones que los guerrilleros esperaban.236233. Demás está decir que mucha gente mal pensada supuso que habían sido los hombres de mar los que terminaron con Actis.234. Anguita, Eduardo y Caparrós, Martín, pag. 414235. Seoane, María y Muleiro, Vicente, ob. Cit., pag. 361236. La Conducción montonera seguía imaginando un escenario político que sólo existía en su imaginación.

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El día de la inauguración, un emocionado Videla, vestido de civil, pronunció el discurso: yes justamente la confrontación en el campo deportivo y la amistad en el campo de las relaciones humanas que nos perm iten afirmar que es posible, aún hoy, en nuestros días, la convivencia en unidad y en la diversidad, única forma para construir la paz. Por ello pido a Dios nuestro señor que este evento sea realmente una contribución para afirmar la paz. Esa paz que todos deseamos....”237El campeonato se desarrolló. El equipo argentino lo ganó, pero dejando dudas acerca del parti­do clave en que se derrotó a Perú por seis a cero, un par de goles más de los que se necesitaban para clasificarse a la final. En medio de la euforia, pasó inadvertida la actitud de los holandeses que no quisieron recibir las medallas de las manos del dictador. “Con este triunfo ganamos todos los argentinos, con fe y con coraje, y esperamos que esta victoria se traslade a otros cam­pos para construir la Argentina grande que todos anhelamos.”238 Gillespie239 dice que ante el triunfo de la dictadura que habia logrado sus objetivos, “el único consuelo... (que les quedaba a los argentinos) fue el espectáculo de las contracciones nerviosas del general Videla mientras, durante la ceremonia de presentación final, los retrasos provocaban fuertes silbidos de todos los espectadores.” La noche del triunfo, las calles de Buenos Aires se llenaron de hinchas del equipo vencedor. Entre ellos se contaban las esclavas de la ESMA, que debieron pintarse para salir a festejar el triunfo con los integrantes del Grupo de Tareas. En el baño de una parrilla, Graciela Daleo se atrevió a pintar con su lápiz de labios: “Milicos asesinos. Massera asesino. Viva Perón. Vivan los Montoneros.”La Argentina parecía haber llegado al pináculo del éxito. El 16 de noviembre, la cordobesa Silva­na Suárez imponía su belleza en la elección de Miss Mundo. Al año siguiente, nuevamente con la conducción de Menotti, el seleccionado juvenil, encabezado por Diego M aradona, ganó en Japón el campeonato Mundial de su categoría.

REPRESIÓN Y DERECHOS HUMANOSEn una conferencia de prensa, le preguntaron a Videla si en su reciente visita al papa había hablado “de los desaparecidos y los detenidos, sin causa, sin proceso.” Después de refirmar su coincidencia con las inquietudes del pontífice, el dictador agregó: “los argentinos no tenemos nada que ocultar ni nada de que avergonzarnos en ese sentido, porque justamente eso ocurrió en defensa de los derechos hum anos... amenazados po r... el terrorismo subversivo que preten­día cambiar nuestro sistema de v ida... Frente al desaparecido, en tanto esté como tal, es unaincógnita, es un desaparecido__ no puede tener ningún tratamiento especial, no tiene entidad,no está. Ni muerto, n i vivo, está desaparecido.”La dictadura agregó al estado de sitio la suspensión de la opción para salir del país, y estableció la pena de muerte, que nunca se aplicó legalmente. El Poder Judicial, teóricamente independiente,Suponían que los atentados impulsarían una resistencia centrada en la clase obrera que, según pensaban, "simpatiza con nuestra política, que el tiempo demostró acertada.” En la actualidad “el Peronismo Monton­ero es mayoría dentro del peronismo.” También suponían que eran “el alma de esta (¿) Resistencia.” Gillespie, Richard, ob. Cit. pag. 313. El movimiento obrero no tenía ningún interés en sumarse a la acción de la guer­rilla, de la que desconfiaban y que sólo podía llevarlos a una mayor represión.237, Anguita, Eduardo y Caparros, Martín, ob. Cit. pag. 453238. En la hora de la victoria, un eufórico Massera exclamó: “¡Ahora haremos la Biblioteca Nacional!” El ase­sor Yofre, recibió la consulta de un coronel. ¿Cómo se podría aprovechar políticamente la euforia popular? El iodo políüco del general Villarreal dijo que era el momento de iniciar la apertura política. No le hirieron caso. 2.3V Gillespie, Richard, ob. Cit., pag. 313

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fue cómplice de las atrocidades. Los jueces rechazaban por miles los recursos de habeas Corpus. La ex presidente fue detenida en una residencia de Neuquén, luego en una base naval, y por fin, en prisión domiciliaria, en la quinta que había sido de Perón en San Vicente. Siempre vivió en absoluta soledad y sufrió todo tipo de humillaciones. En 1981, fue sentenciada a 7 años y once meses de prisión, pero en julio se la autorizó a viajar al exterior. Fijaría su residencia en Madrid. Muchos dirigentes políticos y sindicales fueron detenidos en el buque 33 Orientales. Eran dete­nidos no sospechados de subversivos, como Carlos Menem, Antonio Cafiero, Miguel Unamuno, Jorge Taiana, y los sindicalistas Lorenzo Miguel, Diego Ibáñez y Jorge Triaca, entre otros. El ex gobernador de La Rioja había anunciado que, si había golpe, iba a ser un tenaz defensor de la presidente. No cumplió.Los prisioneros no sufrían torturas físicas, aunque no faltaban las morales. Fue Lorenzo Miguel el que contó que Menem se ofrecía para hacer de monaguillo en las misas de los capellanes. Luego fueron trasladados al penal de Magdalena. Cuando m urió la madre de Menem, no le permitieron asistir al velorio. Indignado, dijo que Videla iba a “pudrirse en la cárcel”. Con los años, procuraría evitarlo.Terrible fue el caso del ex presidente Cámpora, su hijo Héctor y Juan Manuel Abal Medina. El Tío supo que su nombre encabezaba las listas. “Si me agarran”, decía, “no voy a ir preso.” Pudo asilarse a la embajada de México en un descuido de la custodia. Suponía que en un par de días le permitirían viajar a territorio mexicano. Pero para la dictadura, era el principal responsable de la subversión apatrida. El encierro en la embajada se prolongaría hasta noviembre de 1979, cuando se le detectó un cáncer. Se lo obligó a aceptar ser revisado en un hospital de Buenos Aires. La Nación, a través de Claudio Escribano, evaluó las posibilidades: “a) Si la biopsia revelase que el tum or que afecta a Cámpora es benigno no habría salvoconducto para él, b) Si se comprobase que el tum or es maligno y la expectativa de vida del ex presidente es de varios años el salvo­conducto no le sería concedido inmediatamente, c) Sólo obtendría el salvoconducto de manera inmediata si las expectativas de vida fueran escasas.” Después partió para México, donde murió en diciembre de 1980. Su hijo Héctor, también asilado en la embajada, fue autorizado a viajar para el entierro. Juan Manuel Abal Medina compartía el refugio. No había militado en la gue­rrilla, pero era culpable de portación de apellido. Después de la derrota de Malvinas pudo irse. La situación de los prisioneros de las cárceles legales, sin llegar a los extremos de los chupaderos clandestinos, era sumamente dura. Además, la fluidez de los vasos comunicantes entre unas y otros hacía que se corriera el riesgo salir de la legalidad.En diciembre de 1976 se supo de la aplicación de la Ley de Fugas a diez detenidos de Resistencia, Chaco. Fueron masacrados en Margarita Belén. “Un grupo de delincuentes subversivos” había interceptado a los custodios que los trasladaban para “liberar o eliminar a los presos.”240 Todos los detenidos fueron muertos a tiros. No hubo caídos entre los que “intentaron salvarlos” ni entre los uniformados.Los sobrevivientes que permanecieron siete años o más, en prisión, no vivieron en un lecho de rosas. Eran habituales las torturas, los interrogatorios violentos, los simulacros de fusilamientos y perm anente la incertidumbre sobre el destino final de cada uno.Años después se demostró que la masacre había seguido un plan sistemático. Los desapareci­dos, al menos unos 9.000 según los archivos de la CONADEP, fueron guerrilleros, simpatizan­tes, intelectuales, sacerdotes, gremialistas, políticos, periodistas, estudiantes, y todo aquel que tuviera la desgracia de que su nombre estuviera en una agenda inconveniente o que atinara a

240. Anguita, Eduardo y Caparrós, Martín, La Voluntad, tomo III, pag.249. Era jefe de la brigada Cristino Nicolaides. Cumplía fundones políticas Ricardo Brinzone, luego jefe del Ejército con De la Rúa y Duhalde.

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pasar o estar en el lugar y el momento equivocado. Rara vez se los capturó en un enfrentamiento armado. Además, las patotas contaban con la liberación policial de la zona donde operar.Al llegar a los campos241 eran torturados. El adiestramiento recibido de franceses o norteame­ricanos complementaba el saber empirico de muchos policías, habituados a interrogar de ese m odo a los delincuentes comunes.A medida que se incrementaba la represión, aparecieron centros de mayor capacidad y sofisti­cación Declaró el ex gendarme Antonio Cruz, “los presos eran traídos... en coches particulares ya sea dentro del baúl, en el asiento trasero o recostados .en el piso. De la misma forma eran sacados, y por lo poco que se sabía, cuando ello ocurría, la mayoría iban a ser ejecutados. Si algún detenido moría, se esperaba la llegada de la noche y luego de envolverlo en una manta del ejército se lo introducía en uno de los coches particulares que partía con rum bo desconocido.” Entre los campos estaban “Automotores Orletti”, “El Olimpo”, y el “Club Atlético” en la Capital Federal, ““La Perla” en Córdoba, la Guarnición de Campo de Mayo, la “M ansión Seré”, “El Ban­co”, la Base Naval de M ar del Plata, el “Pozo de Banfield” “C.O.T. I Martínez”, y “La Cacha” en Buenos Aires, “La Escuelita” en Neuquén, el “Batallón 121”, en Santa Fe, la “Q uinta de Funes”, en Rosario. En la Marina, la Escuela de Mecánica de la Armada.Hubo también maternidades clandestinas. Cuando empezaron a llegar las primeras prisioneras embarazadas, se las atendía hasta el parto. Los bebés eran arrancados a sus madres a poco de nacer, pese a que se aseguraba que se los entregaría a sus familiares.242 Si no faltaban familias de militares que no tenían hijos y encontraron esta forma particular de adopción, tam bién era cierto que, en la locura dominante, pensaban que adueñarse de los hijos de los subversivos era evitar que se contaminaran por las ideologías apatridas y anticristianas que habían llevado a sus padres al mal.El saqueo de propiedades de los “subversivos” fue lo habitual. El contador Horacio Palma fue secuestrado junto con el abogado Conrado Gómez y el industrial vitivinícola Victorio Cerruti. Llevados a la ESMA se produjo una venta ficticia de campos en Chacras de Coria, Mendoza, a favor de una empresa de Massera. El negocio incluía pinacotecas, caballos de carrera, cuentas bancarias y autos de desaparecidos.243El exilio se hizo una salida común. Hubo una prim era etapa, antes del 24 de marzo, cuando los sicarios de López Rega empezaron a firmar sus crímenes como Alianza Anticomunista Argenti­na. En esa etapa, cayeron Rodolfo Ortega Peña, Atilio López, Silvio Frondizi o Julio Troxler.244 La banda dio a conocer la lista de sus futuras víctimas, entre las que figuraban Víctor Heredia y Mercedes Sosa, pero también María Elena Walsh, Luis Brandoni, Facundo Cabral, Juan Carlos Mareco, y los peronistas Marilina Ross -viajera del charter de Perón- Leonardo Favio y Carlos Carella. La mayoría se fue del país.La salida de los dirigentes de las organizaciones armadas contó con el apoyo de sus estructuras. Más complicada fue la situación de quienes no estaban encuadrados y los que abandonaban alguna organización. Considerados desertores, corrían el riesgo de ser muertos por sus ex com­pañeros.241. LRD: Lugares de reunión de detenidos, en el lenguaje de la dictadura.242. La aberración llegaba al extremo de cuidar especialmente a las futuras madres, a las que se llamaba “envases de criaturas inocentes”, que se destacaban por su belleza o por ser blancas y rubias, porque sus hijos estarían dentro de los parámetros predilectos por los futuros apropiadores.243. Seoane, María y Muleiro, Vicente, El Dictador, pag. 263244. Ortega Peña habia sido, junto con Eduardo Luis Duhalde, la gran promesa de la renovación genera­cional en la historiografía revisionista, López, el colectivero del Cordobazó había sido vicegobernador de la docta, Frondizi, hermano del ex presidente, un respetado ideólogo marxista y Troxler, sobreviviente em­blemático del basural de José León Suárez.

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Algunos se sentían culpables de no volver. Cacho El Kadri no era montonero. No podía regresar, pero no aceptaba su condición de exiliado: “eso sería como aceptar que ya estamos estacionados acá para siempre, que nos ganaron”. Lo expulsaron de España, y en París se cuestionaba: “... se­guir acá tranquilos, mientras los milicos allá están haciendo una carnicería... ¿No será que nos aburguesamos, che, que nos cagamos?’’245Otro tema del exilio fue la antigua incomprensión acerca del peronismo. Los militantes de iz­quierda encontraban partidos hermanos, y en Francia o en Suecia, la socialdemocracia teñía una gran parte de la población. El dram a argentino no era visto con la m isma claridad que el chileno. Si bien Pinochet cometió muchos menos crímenes que los militares de Buenos Aires, los europeos creían ver las cosas más claras en Chile: un gobierno socialista, derrocado por una dictadura militar... Pero ¿qué había ocurrido en la inexplicable Argentina? El peronismo era, para ellos, fascista. Los montoneros eran la izquierda que se había peleado con Perón, pero a los peronistas históricos, como El Kadri, no los entendían. En alguna oportunidad debieron escuchar que les dijeran que los golpistas “... derribaron el gobierno de derecha de la señora de Perón. ¿No? La señora de Perón era fascista como su marido, y estos militares la derrocaron para hacer un gobierno más progresista, que va a tratar de acabar con el peronismo para que la Argentina pueda...”246 Esto era apoyado por el PC pro moscovita que defendía a las palomas democráticas de Videla, frente a un posible golpe de los halcones pinochetistas: Menéndez y Suárez Masón.Fue la solidaridad de los movimientos de derechos humanos, el ejemplo de las Madres de Plaza de Mayo, y la adhesión espontánea de mucha gente lo que permitió revertir la tendencia. La denuncia de las atrocidades del régimen provocó movilizaciones en los centros del exilio con creciente apoyo de la opinión pública europea.

LA IGLESIA JERÁRQUICALa Iglesia colaboraba, a través de la mayor parte de su jerarquía en la represión, pero no faltaron sacerdotes, monjas y laicos que ayudaban a los perseguidos.Un sector apoyó sin vacilar a la dictadura. Convencidos de estar viviendo una guerra en la que el enemigo era un agente del demonio, hombres como Victorio Bonamín y los capellanes militares o policiales, como Chistian Von W ernich, estuvieron al lado de los torturadores cuando estos aplicaban la picana, los cardenales Aramburu y Primatesta, y el vicario militar, monseñor Tórto­lo247, no Cegaban al fanatismo de Bonamín, pero apoyaban, sin im portar formas, la erradicación del marxismo.Algunos obispos, Zaspe, Kemerer, Laguna, atendieron familiares de desaparecidos y manifesta­ron su disidencia en las asambleas episcopales, aunque no denunciaron los crímenes. La excep­ción fueron Angelelli, Ponce de León, de Nevares, Hesayne y Novak, los dos primeros asesina­dos. Hicieron públicas sus críticas y se sumaron a las entidades de derechos humanos.En mayo de 1976, los obispos publicaron una Carta Pastoral que hablaba de la represión ilegal:245. Anguita, Eduardo y Caparros, Martín, ob. Cit., pag. 57246. Ibidem. pag. 164247. En abril de 1976, Tortolo había concedido un reportaje a la revista oficialista Gente. En él había dicho, con aparente ingenuidad, que “En base a unos datos, que no me los han confirmado pero que yo pienso que son altamente fidedignos, tengo entendido que la mayor parte de los guerrilleros son hijos de hogares rotos, hogares desavenidos o también fracasados universitarios”. Más adelante agregaba: “.i 'la violencia no es evangélicaen todo caso es un anti-valor evangélico. Pero esto tampoco impide que el Estado tome las medidas necesarias para su defensa legítima, especialmente frente a la subversión.”

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“Hay hechos que son más que un error: son un pecado, los condenamos sin matices, sea quien fuere su autor (...) es el asesinar -con secuestro previo o sin él- y cualquiera sea el bando del ase­sinado (...) Pero hay que recordar que sería fácil errar con buena voluntad contra el bien común si se pretendía..., que los organismos de seguridad actuaran con pureza química de tiempo de paz, mientras corre sangre cada día; que se arreglarán desórdenes, cuya profundidad todos co­nocemos, sin aceptar los cortes drásticos que la situación exige; o no aceptar el sacrificio, en aras del bien común, de aquella cuota de libertad que la coyuntura pide; o que se buscara con preten­didas razones evangélicas implantar soluciones marxistas.”248 Mignone señala que no ignoraban lo que pasaba, y critica la ambigüedad para evitar choques con los militares. Sin embargo, el “documento provocó malestar en algunos sectores de las fuerzas armadas, lo que llevó a que...la Comisión Ejecutiva del Episcopado mantuviera una reunión con... Videla”.249 El crimen de los palotinos de San Patricio, provocó una reclamación de la Comisión Ejecutiva: Primatesta, Aramburu y Zaspe “...por el incalificable asesinato de una comunidad religiosa en la parroquia de San Patricio en Buenos Aires.” Pero no era culpa del gobierno: “Sabemos por la pa­labra del señor ministro del Interior y por la presencia en las exequias del señor ministro de Rela­ciones Exteriores y Culto..., cómo el gobierno de las fuerzas armadas participa de nuestro dolor.” No queda clara la posición del Nuncio Pió Laghi, que dijo alguna vez al embajador de Estados Unidos que había temido por su propia vida.250Algunos prelados extranjeros tuvieron otra actitud. El arzobispo de París llegó a no autorizar una ceremonia recordatoria de San M artín, porque la dictadura desaparecía gente. En septiem­bre de 1976, presentó sus credenciales en la Santa Sede el nuevo embajador argentino, el radical Eugenio Blanco. Paulo VI evitó saludar al gobierno de facto, y lo hizo en cambio al pueblo argen­tino, y agregó que “las desapariciones de personas esperaban todavía una explicación adecuada.” La llegada de Karol Wojtila, renovó el anticomunismo de Roma. El nuevo pontífice no prestó atención a los reclamos de las Madres de Plaza de Mayo. De todas maneras, en enero de 1980 reclamó que se aclarara lo ocurrido con las desapariciones, y en marzo de 1983 criticó la au- toamnistía de los militares.

UNAS LOCAS QUE CAMINANLos familiares se movilizaron desde el prim er día recorriendo comisarías, cuarteles, juzgados y embajadas extranjeras. Visitaban al sacerdote Teodoro Gracelli, en la capilla del edificio Li­bertad.251 El religioso -d e quien decían que sólo faltaba que se le asomaran las botas bajo la sotana-252 entretenía a los denunciantes sin dar soluciones concretas. El ministerio del Interior

248. Mignone, Emilio. Iglesia y dictadura, pag. 44249. Clarín 19-5-76250. Con respecto a la actitud del Nuncio durante el proceso hay posiciones muy diferentes. Solía jugar al tenis con Massera, decía, para lograr información y salvar vidas. De hecho, intervino en la recuperación de prisioneros que pudieron viajar al exterior. Un detenido dijo haberlo visto visitando un campo de con­centración en Tucumán, pero Mignone llegó a la conclusión de que se habría tratado de una confusión del testigo. Muchos hombres de la Iglesia lo defienden, y entre ellos figura un hombre de la veracidad de Jaime De Nevares, obispo de Neuquén. Para Mignone, tuvo actitudes contradictorias, en lo que se puede tener en cuenta tanto la poca simpatía por los guerrilleros izquierdistas como el temor personal que Laghi no vaciló en mencionar a su interlocutor americano.251. Sede del Comando en Jefe de la Armada252. Goñi, Uki, Judas pag. 30. Muchos familiares están seguros de que Gracelli aprovechaba las visitas para obtener información. Existen motivos para vincularlo con desapariciones definitivas (“traslados”) de

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otorgaba diez números por día para los familiares, que debían pasar la noche en la Plaza de Mayo, por lo que se reunía una multitud.Fue Azucena Villaflor de Vincenti quien dijo a las madres: “Todo esto que hacemos, venir acá, los habeas corpus, las entrevistas, las idas a la policía y a los regimientos, todo es inútil,... Nada de esto nos va a llevar a nada. Lo que tenemos que hacer es ir a la Plaza de Mayo... y cuando seamos bastantes, porque desgraciadamente vamos a ser enseguida bastantes,... vamos a atra­vesar la Plaza, vamos a cruzar la calle, nos vamos a meter en Casa de Gobierno, no nos vamos a dejar rajar por nadie, y vamos a llegar a Videla. Porque Videla no debe saber el alcance que está tomando esta terrible represión.”253 254El sábado 30 de abril de 1977, catorce mujeres se encontraron en la Plaza, “desierta, además justo en ese tiempo estaban poniendo veneno para ahuyentar a las palomas, así que ni palomas había.” 254. El sábado no era el mejor día, y la cita siguiente se hizo para el viernes próximo. Luego se pasó a los jueves porque los viernes eran días de brujas y traerían mala suerte.255 Se sentaban en los bancos, pero la policía “nos hacían caminar por afuera de la plaza, mientras nosotras inten­tábamos por todos los medios caminar por dentro, para que la gente nos viera. Así fue como, tomadas del brazo y de a dos, hacíamos la ronda.”256El grupo, creció, y aprovechó las visitas de Terence Todman y Ciras Vanee257 para hacerse oír a los gritos. Luego se reunieron en las iglesias de Betania, y de la Santa Cruz. En esta últim a se celebró una misa a la que fue una multitud. De ella participó “una mujer de 39 años, alta, flaca, que hablaba con un casi imperceptible acento que podía parecer extranjero pero que muchos confundían como del interior.... Vestía de civil, pero era monja. Había llegado a la Argentina en 1965. Se llamaba Alice Domon.”258 También un joven rubio, que decía tener un herm ano desapa­recido. Se trataba de Alfredo Astiz, oficial de la Escuela de Mecánica de la Armada.En agosto detuvieron a dos periodistas que acompañaban a las madres. El Buenos Aires Herald informó el hecho, y utilizó el nombre que los transeúntes les daban, aunque en inglés: The mad women (las mujeres locas). En una peregrinación a Luján nacieron los pañuelos blancos con que se las identificaría.259En octubre se publicó una solicitada en La Prensa: “No pedimos más que la verdad”. Llevaba 237 firmas, e incluía una frase de Videla: “Quienes digan la verdad no sufrirán represalias.” Una mar­cha en la Plaza del Congreso fue reprimida por la policía con gases lacrimógenos “y nos llevaron a todas presas: más de 300 madres, junto a las monjas francesas y a periodistas. Nos ficharon y nos identificaron. En ese momento estábamos juntando dinero para una solicitada con el nom ­bre de las Madres porque la de nuestros hijos no la querían publicar.”260 Clarín inform ó de una manifestación de “familiares de personas cuyo paradero se desconoce... versiones posteriores indican que fueron detenidas algunas personas.” Fue la oportunidad para que Astiz consolidara la confianza ganada. La “Policía Federal intervino y perturbó el desarrollo norm al de la marcha, a raíz de lo cual Astiz se enfrenta con la policía en defensa de las Madres. El suceso sirvió para hacerse conocer entre los familiares que asistían a la Plaza.” 261prisioneros que creían estar recuperando su libertad.253. Goñi, Uki, ob. Cit, pag. 31254. Ibidem, pag. 28255. Declaraciones de Hebe Bonaffini, en Kimel, Eduardo 30 Años de H istoria Argentina, pag. 292256. Ibidem257. Ambos pertenecientes a la administración Cárter, crítica de la dictadura.258. Goñi, Uki, ob. Cit., pag. 40259. Aunque en esta oportunidad se trataba de pañales, que simbolizaban los de sus hijos desaparecidos.260. Declaraciones de Hebe Bonaffini, en Kimel, Eduardo 30 Años de Historia Argentina, pag. 292261. Silvina Labayru ante la CONADEP, en Massera, el genocida, pag. 68

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En noviembre, el número de madres había crecido, y los periodistas extranjeros se encargaban de que su lucha se conociera en el exterior. Por esos días se publicó la entrevista que el corres­ponsal de France-Press, Jean-Pierre Bousquet había hecho a la hermana Alice: “Yo no juego ningún rol. No soy más que una simple religiosa de las Misiones Extranjeras que ha hecho el voto de llevar asistencia a los habitantes más desesperados de su parroquia.” Se decidió publicar una nueva solicitada el 10 de diciembre, día de los Derechos Humanos. La Nación demoraba la aprobación, hasta que por fin se permitió. Mientras se recaudaban fondos para pagarla.Por la tarde del 8, en la Santa Cruz, se reunió un grupo que se sorprendió con el gentío que asis­tía al templo. Era el día de la Virgen. Astiz se presentó y preguntó por Azucena Villaflor. “Estaba realmente muy decepcionado de no haberla encontrado.”262 Luego se acercó para entregar su contribución haciendo extraños movimientos con los billetes en la mano. “Me llamó la atención que cuando me los daba los levantaba”, señala un testigo. “Me estaba señalando. Ahí me marcó”. Después, policías de civil detuvieron más de diez personas entre madres y allegados. Entre ellos la hermana Alice. También el dinero recaudado.Pese a lo ocurrido Azucena Villaflor, María Adela Antokoletz, Nora Cortiñas y un grupo se reu­nieron frente a La Nación. Tras larga discusión la solicitada fue aceptaba. El sábado 10, cuando fue a comprar el diario para verla Azucena fue secuestrada. El mismo día fue llevada con en­gaños la hermana Léoni Duquet, cuyo contacto con las madres había sido insignificante. Todas fueron a la Escuela de Mecánica de la Armada y nunca aparecieron.El Herald publicó el sábado el titular 15 personas secuestradas. El domingo se publicó la noticia del secuestro de Azucena: Otra “madre loca" secuestrada. La Opinión informaba que “el Go­bierno había expresado su ‘vivo y categórico repudio a todo intento perturbador de la paz y la tranquilidad.,, la desaparición de ‘un grupo de personas, entre ellas dos religiosas’ ocurría... (cuando) ‘pueblo y gobierno buscan... soluciones que les permitan arribar a una paz digna y duradera’,. ..‘la subversión..., insiste con sus métodos de odio y destrucción.’” El intervenido diario de Timerman, La Nación y Clarín difundieron información oficial que informaba que los montoneros se habían hecho responsables del secuestro de las monjas y ponían condiciones para liberarlas.263Con el antecedente de las Madres, se formó Abuelas de Plaza de Mayo, en 1977 por la evidencia de que se producían muchos nacimientos en cautiverio. Sin embargo, la abominable práctica de los secuestros de hijos se agravaba por el robo de la identidad de aquellos y, muchas veces, por la formación de lazos afectivos con sus apropiadores.En diciembre de 1975, tres meses antes del golpe pero en pleno funcionamiento de la Triple A, fue creada la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos, donde militaron Oscar Alende, Raúl Alfonsín, el luego premio Nobel Adolfo Pérez Esquivel y el obispo de Neuquén Jaime de Nevares.-Hombres de confesiones diversas integraron el Movimiento Ecuménico de Derechos Humanos, entre ellos el obispo metodista Federico Pagura, Jorge Novack, obispo de Quilmes, y dignatarios judíos, católicos y protestantes. Con la inspiración de Emilio Mignone se formó el Centro de Estudios Legales y Sociales. La entidad contaba con un cuerpo de abogados entre los que se contaban Luis Zamora, Jorge Baños y el mismo Mignone.El gobierno norteamericano envió en visita a Terence Todman y Patricia Derian, que se entre­vistaron con dirigentes políticos. Luego lo hicieron con Videla.. Mientras estaban reunidos, 30 o 40 madres se concentraron en la Plaza de Mayo para ver al visitante. La policía intentó desalo­jarlas asegurando que Videla las iba a recibir. Luego intentaron reprimirlas, pero había muchos

262. Testimonio de Cecilia Vázquez, en Goñi, Uki, ob. Cit., pag. 85263. Curiosamente, los guerrilleros llamaban de ese modo a sus compañeros detenidos. Anguita, Eduardo y Cnpnrrós, Martín, ob. Cit., tomo III, pag. 388

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periodistas que cubrían la visita. Al salir de la entrevista, Todman y Derian, hablaron con ellas. Fue Derian la que, además de disfrutar de la compañía del terrible COARA264 en sus propias mazmorras, se entrevistó formalmente, con miembros de las entidades.Entre los esbirros de Massera, se destacaba el capitán de Navio Jorge Tigre Acosta, responsable directo de los tormentos y dueño de vidas y muertes en la Escuela de Mecánica: “-Yo hablo todos los días con Jesusito... Si Jesusito quiere que vivas, vas a vivir. Si no quiere, te doy un Pen- tonaval y te vas para arriba.” Hombre de confianza del comandante, pasaba por encima de sus jefes directos. El jefe de operaciones era el capitán de Infantería de Marina Jorge Perrén265 que se jactaba de que ninguno de sus hombres hubiera sido abatido por el enemigo, y proclamaba que “en la forma en que caían de noche sobre sus blancos, disfrazados de civiles, los hombres de Operaciones demostraban mucho más ingenio y osadía que el propio Acosta”266. A este grupo se sumaban militares retirados y policías federales. El grupo de tareas era la niña mimada del COARA. Massera se había involucrado personalmente con la ESM A. Cuando el grupo se formó, pronunció una conferencia en la que instó a “responder al enemigo con la máxima violencia, sin trepidar en los medios.”267 En más de una oportunidad se calzó el uniforme de combate y par­ticipó en los operativos con los nombres de Cero o Negro, y no vaciló en utilizar la picana para demostrar que no ordenaba nada que no fuera capaz de hacer personalmente.268

EL FIN DE LA LUCHA ARMADALas organizaciones armadas estaban en vías de extinción. Habían creído que el golpe iba a agu­dizar las contradicciones. Pero ni el proletariado se alineó detrás de Santucho, n i el pueblo pero­nista lo hizo detrás Firmenich.Al líder del ERP lo mató el 19 de julio un comando del ejército. Los restos de la organización fueron desapareciendo rápidamente.La cúpula montonera salió del país a fines de 1976. Creyendo que el peronismo había quedado atrás, crearon estructuras fantasmales suponiendo que el pueblo los seguiría. Firmenich era comandante del ejército y secretario general del partido. Tampoco comprendían la capacidad de represión de las fuerzas armadas. No es extraño que elaboraran conclusiones ingenuamente optimistas.Rodolfo Walsh escribió en enero de 1977 un documento crítico titulado “Reflexiones sobre la situación partidaria” En él señalaba lo erróneo de la visión que suponía que la Junta Militar perdía espacio, y que “sólo la apoya la alta burguesía, la oligarquía y los monopolios...ni siquierala Iglesia.... y los montoneros no tardarán en encabezar el contragolpe de las fuerzas populares.”“Hay dos fallas”, decía, “del pensamiento de izquierda en ... el pensamiento montonero. Una, privilegia las lecciones de la historia en que la clase obrera toma el poder y desdeña aquellas otras en que el poder es tomado por la aristocracia, o por la burguesía. Ni Marx ni Lenin proce­dieron así. Ambos dieron a la toma del poder por otras clases un carácter ejemplar. La segunda falla deriva de la prim era... Puesto que las lecciones de la historia en que la dase obrera toma el poder se dan solamente a partir de 1917 y solamente en otros países, ése es el nivel donde empieza nuestro anáfisis. Un oficial montonero conoce... cómo Lenin y Trotsky se adueñan de264. Comandante de la Armada, en el curioso idioma de siglas del gusto de los uniformados.265. Perrén seguía la tradición de su padre, almirante que había combatido contra Perón en los años ’50.266. Massera, el genocida, pag. 79267. Legajo N° 6974268. Las tareas sucias no sólo estaban a cargo de los cuadros destinados a la ESMA, sino que habla una ro­tación que pretendía que todos tuvieran sangre en las manos.

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San Petersburgo en 1917, pero ignora como Martín Rodríguez y Rosas se apoderaron de Buenos Aires en 1821... La toma del poder en la Argentina debería ser, sin embargo, nuestro principal objeto de estudio, como lo fue de aquellas clases y aquellos hombres que efectivamente lo toma­ron. Perón desconocía a Marx y Letón pero conocía bien a Irigoyen, Roca y Rosas, cada uno de los cuales estudió a fondo a sus predecesores.”269“En nuestro país es el Movimiento el que genera la Vanguardia y no a la inversa,... si la Van­guardia niega al Movimiento, desconoce su propia historia.... Hasta el 24 de marzo del 76, cuando las condiciones eran inmejorables para esa lucha (política EM), desistimos de ella y en vez de hacer política,..., en ... nombre del peronismo, decidimos que las armas principales... eran militares.”Al cumplirse un año del 24 de marzo, difundió una carta de denuncia a la dictadura. Al día siguiente fue sorprendido por la patota de la ESMA y se resistió hasta la muerte, con lo que evitó que lo capturaran.A fines de 1978, los montoneros intentaron reaparecer en la Argentina. Creían que se entraba en el final de la dictadura, tras la primera huelga general de abril de 1979. Consideraban que el pueblo estaba reaccionando, y la dictadura sufría el desgaste final.La realidad era otra. Los trabajadores empezaban a movilizarse, pero no habían consolidado una resistencia que fuera más lejos que las reivindicaciones laborales. La unidad gremial era endeble y, sobre todo, los sindicatos no estaban dispuestos a sumarse a la estrategia de la guerrilla para arriesgar seriamente el pellejo sin perspectivas de triunfo. Además, las relaciones entre irregu­lares y burócratas no habían sido un modelo. Era utópico unir a montoneros y trabajadores en una lucha común.También comenzaron las disidencias. En 1979 se lanzó la contraofensiva que produjo un 75% de bajas, muchos de ellos muy jóvenes capturados al cruzar la frontera. Entre los caídos hubo ocho dirigentes importantes. Ante la irrealidad de la cúpula, un grupo oficiales encabezó la segunda y definitiva escisión.

DICTADURA Y SINDICATOSPara la dictadura la burocracia sindical era una molestia poco importante. No pasaba lo mismo con las comisiones internas. El 24 de marzo fueron ocupados quince sindicatos, que llegaron a centenares en semanas.La Embajada informó sobre 750 a 1000 “activistas sindicales detenidos... sin asociación alguna con grupos subversivos”270 500 de éstos están muertos. Otros 3.000 o 4.000 estarían presos.271 En Pacheco: “Rodearon Ford con camiones y jeeps, armados hasta los dientes, nos registraron uno por uno y llevaron muchos compañeros detenidos... se llevaron a los delegados, subdelegados y activistas.... hubo unos cien desaparecidos.”272Los militares veían a los gremialistas como una banda de delincuentes que manejaban a los trabajadores, sin ocuparse de sus intereses. Convocaron a una reafiliación, con la idea de que la mayoría dejaría los gremios. Casi todos se reafiliaron.273Después del primer momento, algunas organizaciones constituyeron una agrupación modera-

269. Gasparini, Juan, Montoneros. Final de cuentas, pag. 125270. Andcrscn, Martín. Ob. Cit., Pag. 213271. Ibídcm272. Aboa, Alvaro, Las organizaciones sindicales y el poder m ilitar (1976-1983), p. 127 / V l Ir bullo*, ió tiesto, Historia política del movimiento obrero, pag. 371.

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damente crítica: las 25 Organizaciones, que reconocían como “únicas autoridades sindicales" a las elegidos antes del golpe.A fines de 1977 hubo algunas huelgas. En un momento miles de obreros estaban en paro. Se concedieron aumentos para bajar los conflictos. Los sindicalistas mansos crearon la Comisión de Gestión y Trabajo, con apoyo oficial. Las 25 crearon el Movimiento Sindical Peronista, y sus dirigentes fueron detenidos.1978 fue el momento de éxito de la dictadura. La guerrilla liquidada, los políticos en silencio, y el movimiento obrero domesticado, fuera de los moderados desplantes de los 25. Con el éxito del Mundial, Videla fue vitoreado en el balcón. El conflicto con Chile fomentó un nacionalismo de cortas miras, y muchos postergaron reclamos ante la guerra. Cuando el Papa evitó el conflicto pareció completarse el año positivo.Pero crecía el desempleo, caía el salario, se ignoraban las más elementales conquistas labora­les, continuaban los uniformados en las fábricas, y prohibidas las comisiones internas. “Eran frecuentes las falsas acusaciones de hurto como medio de zanjar las diferencias laborales. Al trabajador en conflicto no le quedaba más remedio que retroceder ante cualquier avasallamien­to patronal.... la detención (aún transitoria) suponía sufrir castigos corporales, en ocasiones severísimos.”274A fines de 1978, los 25 organizaron una cena a la que asistieron agregados laborales de Estados Unidos y Alemania Federal, y representantes de la ORIT. Saúl Ubaldini leyó un documento que exigía ei restablecimiento de la Ley de Asociaciones Profesionales. Atacaba la política econó­mica, reclamaba por los salarios y las obras sociales y por el restablecimiento de la democracia, con justicia social.En 1979, las 25 convocaron a un paro general para el 27 de abril: por la “restitución del poder adquisitivo del salario y la vigencia de las convenciones colectivas de trabajo... normalización y libertad sindical.”275El gobierno citó a los dirigentes al Ministerio de Trabajo, y la policía los fue capturando cuando salían. Las organizaciones internacionales reclamaron ia libertad, y lo mismo hicieron el partido Justicialista y la UCR. Dirigido por un comité clandestino, el paro afectó a la industria y los fe­rrocarriles. No existió en el comercio ni entre los empleados públicos.276 Los detenidos saheron libres en julio.Por la nueva ley sindical de la dictadura, los dirigentes no debían tener antecedentes penales, lo que excluía casi a la totalidad. La ley “pretendía instaurar un verdadero sindicalismo amarillo, de colaboración con el régimen”277, y fue repudiado por la ORIT, ya que violaba normas interna­cionales, lo que fortaleció la posición dura de los 25.En claro desafío, se refundaron las 62 Organizaciones. Lorenzo Miguel, aún preso, fue reco­nocido como líder. En noviembre, los duros reconstituyeron la ilegal Confederación General del Trabajo, con sede en Brasil al 1400. El secretario general era una figura nueva: el cervecero Saúl Ubaldini, de 42 años, con estudios secundarios, católico practicante, y había mamado el peronismo desde la cuna.278 Consideraba que la CGT era la casa de todos los trabajadores, sin274. Abos, Alvaro, ob. Cit., pag. 44275. Ibídem276. Caleño y Parcero opinan que “después de casi veinte años de producidas las acciones de la resistencia peronista, emprendida contra la dictadura oligárquica que volteara a Perón en el 55, los trabajadores iniciar­on una nueva etapa de resistencia; esta vez contra un poder tanto o más temible que aquél.” Ob. Cit, pag. 178277. Godio, Julio, ob. Cit., pag. 341278. En un reportaje de la revista Humor* de enero de 1983, contaba: “Mi padre (que era mozo) tuvo la su­erte de cambiar de trabajo. Entró en el Frigorífico Lisandro de la Torre y así comenzamos a conocer la sidra, el pan dulce y el hecho de que no hubiese amargura los seis de enero; yo también tenía juguetes... A los doce

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renegar de su propia identidad peronista. Una novedad fue la buena relación con la Iglesia, que estaba dando un mayor espacio a los obispos más críticos.279 O tra fue que Ubaldini se abrazó con Hebe de Bonafini, dirigente de Madres de Plaza de Mayo. Hasta ese momento, sindicalistas y Madres se desconfiaban mutuamente.Los dialoguistas, recibieron el edificio de la CGT en la calle Azopardo, pero Ubaldini se le­gitimaba por su creciente prestigio popular. Después de varias acciones de fuerza, la ofensiva continuó por otros medios. El 7 de noviembre la CGT convocó a una marcha hacia el santuario de San Cayetano en Liniers donde se reunieron más de 10.000 personas bajo la consigna de Paz, Pan y Trabajo. Por prim era vez se escuchó el grito: ¡Se va a acabar! ¡Se va a acabar! ¡La dictadura militar!

LA INTERNA MILITAREn julio de 1976, la Embajada informó que “después de cuatro meses en el poder, los resultados de los esfuerzos del gobierno son confusos”280. La gestión de Martínez de Hoz parecía vencer a la inflación y tenía “la confianza de los sectores externos, pero a costa de una disminución de la dem anda y de los salarios reales que podría producir un grave problema laboral en los próximos meses (negrita en Zona, suplemento de Clarín).” 281La lucha antisubversiva estaba terminando, pero “el tipo de contra violencia a la que recurrió podría a la larga crear más problemas de los que resuelve. Ya muchos de los que antes apoyaban al gobierno se alejaron debido a su tolerancia con los excesos por parte de las fuerzas de seguri­dad, que en muchos casos involucran personas inocentes”282A los diplomáticos les preocupaba la interna militar. Massera “m aniobra para ser presidente en detrim ento de Videla”. El almirante debió soportar que el presidente fuera un general. Los generales duros desconfiaban de Videla y su amigo el jefe de Estado Mayor Viola, pero nunca aceptarían un presidente marino, y Massera se conformó con el “imbécil de Videla”.El almirante atacaba las relaciones con políticos corruptos, a los que se designaba embajadores o funcionarios. Eran críticas falaces. Él no vacilaba en usar de asesores a sus prisioneros de la Escuela de Mecánica de la Armada, o en procurar entrevistas con líderes montoneros.283 Más adelante atacó a M artínez de Hoz, también criticado por los duros desde cierto “nacionalismo”. Los generales creían librar una Guerra Mundial. La Embajada informaba: “...muchos militares, probablemente también Videla, están convencidos de que la lucha antiterrorista aquí representa una batalla im portante en la ‘Tercera Guerra Mundial’ y que Argentina fue elegida po r el ‘Co- munismo internacional’ como campo de prueba en su campaña por conquistar el m u n d o ....años... me eligieron como el mejor alumno del Consejo Escolar N° 20 y me entregaron una medalla en el Teatro Colón, al que nunca había imaginado que iba a conocer por dentro. El premio era un viaje a Mar del Plata acompañado por mi madre. Nos vistieron y nos alojaron en el hotel Nogaró... No comía el durazno que me servían de postre porque no lo sabia pelar con tenedor y cuchillo pero, ¡cómo no voy a tener agra­decimiento por las obras que se hacían en esos días!”279. La Conferencia Episcopal Argentina tomó distancia de la ley de Asociaciones Profesionales. El Equipo de Pastoral Social del Episcopado redactó un documento que defendía el derecho de agremiación. A fines de 1980 Monseñor Hesayne declaró que la política de la dictadura estaba en pecado.280. Maxwell Chaplin 23/7/76, BUENOS 04852, calificado Secret con carácter de Prority281. Ibídem282. Ibídem283. Muchos han afirmado que existió una entrevista Firmenich-Massera en París. No parece haber sido cierto. El Negro se entrevistó con Villalón quien, de acuerdo a sus ambiguos antecedentes, parece haber prometido conseguir la reunión, pero no cumplió o no pudo cumplir.

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Sin duda el ERP es trotskista y los Montoneros son ahora vagamente marxistas (aunque empe­zaron como nacionalistas católicos de extrema derecha)... pero no hay pruebas que indiquen que Cuba está involucrado (sic).... Tampoco hay evidencias que indiquen que Moscú o Pekín participen.”Al pasar a retiro, en 1978, Massera inició su carrera de político civil, con el apoyo de su Arma. Creó un partido de la Democracia Social, fundó un diario, Convicción, y puso a trabajar mano de obra esclava de las mazmorras.En mayo de 1976, la revista Carta Política inspirada por M ariano Grondona hablaba de “Las monarquías fundentes” y sostenía que en la historia, la democracia es hija de la autocracia. “Durante siglos las autocracias hereditarias impusieron al pueblo el hábito de la obediencia a laley....... Sólo cuando hayamos aprendido a obedecer la ley mereceremos hacerla.”284Clave fue la elección del sucesor de Videla. Massera maniobró de mil modos, pero se impuso el poder del ejército. El almirante pidió una terna, Viola respondió: “la terna es Videla, Videla y Videla”. Desde ese momento, los lobos de mar juraron venganza. Esta pareció posible en 1980, al elegirse al presidente del tercer período. La jefatura del ejército había pasado a manos de un hombre de confianza de Viola; Leopoldo Fortunato Galtieri, un simple, que se reconocía incapaz para la política. Había cursado en la escuela para militares nativos de los yanquis en el Canal de Panamá y había alcanzado un record: no había aprobado los exámenes. Su lealtad empezó a deteriorarse cuando los marinos le soplaron al oído que el próximo presidente, en vez de Viola podía ser otro general. Un tal Galtieri.Después de una inexplicable tardanza, se logró la unanimidad, y Viola fue designado. Cuando asumió corrió el rum or de que habría una salida electoral. Varios políticos presentables ocupa­ron ministerios y gobernaciones provinciales. Pero cuando los peronistas, los radicales, y los militantes de los restantes partidos empezaron a prepararse para la contienda, el comandante Galtieri -s in consultar a Viola- lanzó una frase contundente: “Las urnas están bien guardadas”. Rápido de reflejos, el radical Raúl Alfonsín respondió: “que las empiecen a desempolvar, porque vamos a llenarlas de votos.” La respuesta ponía en evidencia quien iba a ser protagonista de próximos capítulos. Pero sería del segundo. El primero era para el general que m antenía las urnas a buen recaudo.En medio de un clima de debilidad del presidente, éste sufrió un episodio cardíaco que lo obligó a pedir licencia. Galtieri había sido exaltado en Estados Unidos, donde se había hablado de su personalidad majestuosa, mientras los marinos lo alentaban a sacarse de encima a su ex mentor. Aprovechando el pretexto de la salud del presidente, Galtieri le anunció, en una patética entre­vista, que la Junta lo echaba. Lo que no se conoció entonces fue el precio que había puesto el comandante naval Anaya para colaborar en el desplazamiento: el compromiso de apoyarlo en la recuperación de las islas Malvinas.

284. La idea de la convergencia cívico militar no era exclusiva de los uniformados. En realidad parece más propia de civiles preocupados por tener algún tipo de participación por concesión militar, y que actuaban dentro o fuera del régimen. Yofre, el socio político de Villarreal, representa el primer caso. Luego veremos los planes que desde afuera parece haber propuesto Raúl Alfonsín.

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DEMOCRACIA CONDICIONADALOS CAMBIOS ESTRUCTURALES

QUE DEJÓ LA DICTADURA

La crisis en que term inó la economía de la dictadura no modificó los cambios de fondo que se habían producido en las estructuras económicas sociales. Dice Eduardo Basualdo que “la inte­rrupción de la sustitución de importaciones trajo aparejados cambios estructurales que modifi­caron drásticamente el funcionamiento económico y social de nuestro país... la industria dejó de ser el eje ordenador de la actividad económicaSin duda, el endeudamiento externo fue un factor decisivo debido a su incidencia tanto en la salida de recursos... como en la redistribución del ingreso hacia el capital concentrado y la inédita fuga de capitales que se registró... el endeudamiento externo operaba como una masa de capital líquido que se valorizaba... debido a las... diferencias” entre las tasas que se pagaban internamente y las más reducidas del mercado externo. Esto producía “una fiesta financiera” cuyos beneficiarios exportaban sus ganancias al exterior.

. desde 1979 en adelante cuando... confluyen la Reforma Financiera con la apertura exter­n a ... el grueso del endeudam iento... se destinó... a . .. la realización de colocaciones financieras en el mercado nacional e internacional. De esta manera, el capital concentrado obtuvo rentas ex­traordinarias que se orientaron hacia el exterior, desvinculándose del proceso económico local.” Paralelamente, el Estado se endeudaba en el mercado interno, a tasas muy superiores a las que pagaban en el exterior sus nuevos acreedores. De ese modo se facilitaba la entrada de “divisas que los grupos económicos y los capitales extranjeros adquirían en el mercado cambiario y luego remitían al exterior. Posteriormente, la importancia del Estado siguió siendo decisiva por­que mediante los regímenes de seguros de cambio se hizo cargo de la mayor parte de la deuda externa...” Todo facilitado por la caída generalizada de salarios“De esta manera, el dominio ejercido por el capital transnacional aparecía como el obstáculo fundamental para concretar un acelerado desarrollo nacional, que era la m eta buscada por los diversos sectores sociales que (habían conform ado)... la alianza policlasista.A partir de la dictadura militar, la situación anterior se replanteó drásticam ente... el capital con­centrado interno -constituido... por una fracción del capital extranjero y los grupos económi­cos locales- pasó a controlar el proceso económico en base a la explotación de los trabajadores y la subordinación del Estado a sus intereses particulares. El proceso de acumulación ya no está liderado por el consumo de los sectores populares”285

LA GUERRA DEL ATLÁNTICO SUREl 2 de abril de 1982 la Junta, presidida por Galtieri ocupó las islas Malvinas. Era una vieja aspi­ración nacional, nacida en 1833, cuando fueron usurpadas por los ingleses.286285. Basualdo, Eduardo, Acerca de la naturaleza de la deuda externa y la definición de una estrategia política, pag 30286. El tema está ampliamente desarrollado en el libro Tras su manto de neblina del autor

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Por generaciones, los niños argentinos se criaron -nos criamos- soñando con la recuperación del archipiélago usurpado. No era de extrañar la alegría que hizo que se llenara la Plaza de donde la dictadura nos había echado a palos y gases lacrimógenos dos días antes.La guerra fue, al fin, una gran frustración. Desde el principio sospechamos de las razones de los dictadores en retirada. Luego supimos del heroísmo de muchos y el padecer de muchos otros en los cielos, los mares y las trincheras. Por fin, la derrota de una guerra mal calculada y peor conducida, terminó con la rendición del 14 de junio, que el dictador de Buenos Aires sentenció diciendo que la batalla de Puerto Argentino habla terminado.Cuando el canciller Costa Méndez y su comitiva visitaron La Habana en las postrimerías de la guerra, Fidel Castro la definió como una guerra de liberación nacional, y agregó ante sus desorientados visitantes: "... ninguna guerra de liberación nacional se pierde. Siempre que se esté dispuesto a pelearla.”287 Seguramente el ministro entendió de qué estaba hablando el líder cubano, aunque su rol de intérprete de una nación en lucha contra el imperialismo fuera el último papel que hubiera imaginado para culminar su carrera diplomática. Otros miembros de la delegación, como el general Iglesias, seguramente tratarían en vano de aproximarse al signi­ficado de esas palabras.Es que la dictadura encabezada por Galtieri, se había lanzado sin saberlo a una típica guerra colonial o, como la llamaba Castro, de liberación. Estas guerras se diferencian de aquellas que se libran entre potencias que dirimen supremacías -como las Guerras Púnicas o las Guerras Mun­diales del siglo XX- de las que son causadas por razones de límites territoriales -como la Guerra del Chaco en la década de 1930- y de las que reconocen odios ancestrales como el interminable conflicto árabe-israelí o las matanzas entre etnias luego de la formal independencia de las co­lonias europeas que alcanzó el África negra.288 Las guerras coloniales o de liberación enfrentan básicamente a un imperio con una colonia o con un país pequeño -en cuanto a su poderío-, y no son movidas por odios o rivalidades nacionales, más allá de los que se despierten y alimenten por la guerra misma. El imperio agresor busca una ganancia. Esta puede ser económica, cuando se trata de dominar un territorio con una riqueza determinada o del control de tal riqueza. Tam­bién puede moverlo el interés de apropiarse de un punto geográfico de importancia estratégica, y no faltan los casos en que se busca la fácil conquista de prestigio,Siempre se trata de una inversión en dinero, en sangre, en materiales y armamento, cuyo costo no debe superar el beneficio esperado. Por eso, los franceses firmaron un tratado con el gobierno de Rosas en 1840 y retiraron sus fuerzas, dejando solos a sus colaboradores nativos, y por eso la primera potencia del m undo abandonó Vietnam no muy elegantemente, en la década de 1970. En ambos casos, la resistencia de pueblos dispuestos a luchar hasta sus últimos esfuerzos -com o decía Fidel a sus visitantes argentinos- terminaron por quebrar la voluntad de los imperios, que estaban gastando demasiado, en armas, en dinero, en sangre propia, con relación al botín que podían obtener.Galtieri, Anaya y Lami Dozo, y sus colaboradores uniformados, iniciaron lo que luego llama­rían la Gesta de Malvinas, soñando que Londres se resignaría a la pérdida, después de algunos cansados rugidos, y que si no, el Gran Hermano del Norte, impediría que los ingleses atacaran al gobierno que tan bien colaboraba con la defensa de la seguridad hemisférica en la guerra sucia centroamericana. Cuando se vieron en plena guerra, comenzaron las compadradas verbales y las torpezas políticas y militares. Galtieri no entendió, una vez más, de que le estaban hablan­do cuando desde el balcón escuchaba reclamar a la Plaza “Ya echamos al inglés, echemos al

287. Cardozo, Oscar, Kishbaum, Ricardo y Van der Kooy, Eduardo, ob. Cit., pag. 271288. Naturalmente, éstas tampoco se dan en estado puro, y a los odios, las rivalidades o las disputas de fron­teras se unen causas de otro tipo, como la cuestión del petróleo en algunas de las nombradas.

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Alemann” en referencia a su ministro de Economía, representante de capitales europeos en la Argentina.Era muy difícil, por la naturaleza de la dictadura, que ésta se transformara -mediante una guerra de liberación nacional- en un proceso revolucionario diferente. Sin embargo, la historia reciente mostraba alguna excepción. El general Velazco Alvarado, en el Perú, se convirtió en la cabeza de una revolución antiimperialista con contenido social después de su experiencia de militar que había combatido contra la guerrilla autóctona. Y hay otros casos en la historia. Pero el general majestuoso, y quienes lo acompañaban, no eran de la misma madera que el cholo que, en 1968, había entrado en los yacimientos petrolíferos con los tanques del ejército.La dictadura afrontaba una guerra “no deseada”, como se había dicho tantas veces del enfrenta­miento interno, con una manifiesta inferioridad de recursos materiales respecto de los ingleses. La Marina no tenía submarinos nucleares, los aviones de la fuerza aérea eran obsoletos frente a la ultramodernidad de los Sea Harrier que despegaban verticalmente y podían, prácticamen­te, detenerse en el aire, y los conscriptos de 18 años no tenían la instrucción necesaria para enfrentarse con un ejército profesional de la NATO. Pero sobre todo, era imposible que unas fuerzas armadas formadas en la doctrina militar de la “guerra sucia”, de la patota, el secuestro y la tortura, y conducidas por los Señores de la Guerra que se habían formado en tales batallas, tuvieran la convicción necesaria para enfrentar una guerra de liberación. Además, una guerra de liberación supone como condición principal contar con la adhesión popular y apoyarse en ella, y mal podía buscarla la dictadura que durante seis años había martirizado al pueblo argentino, arrasando con buena parte de la militancia obrera, política, estudiantil y social más comprome­tida, y degradando las condiciones de vida de las grandes mayorías con su política económica. El divorcio entre los uniformados que usurpaban el poder y el pueblo que los soportaba no se podría corregir con la apelación hipócrita a la recuperación de los territorios irredentos, ni con la propaganda mediática que deformaba la realidad. Ya en sus primeras apariciones en el bal­cón histórico, Galtieri se desconcertaba con la aparente incoherencia de la voz de la Plaza que aplaudía cuando se mencionaba a las Malvinas y abucheaba cada vez que se recordaba al proceso. Claro que si el gobierno dictatorial estuvo lejos de encabezar una guerra de liberación, que si muchos jefes de las fuerzas armadas no estuvieron a la altura de las circunstancias, hubo también aviadores cuyo heroísmo y destreza asombró a los propios enemigos, oficiales que estuvieron al frente de sus tropas y soldados que, con más coraje y patriotismo que pericia, superaron las li­mitaciones de su escasa instrucción, de sus limitados medios y de conductores incapaces. Detrás de ellos hubo también el compromiso y el esfuerzo de quienes, desde el continente entregaron su tiempo y sus bienes a lo que creían una gesta liberadora, pese a la absurda propaganda engañosa de los medios oficiales que hasta horas antes de la rendición bramaban ¡Estamos ganando!Esa vez, el clarín de la Patria sonaba desafinado al ser tocado por los lacayos del Imperio. Y la ilusión de muchos se perdió en las compadradas inconsistentes de quien pedía “que venga el principito”, o en las del almirante Anaya, que decía que estaba orgulloso de que su hijo piloteara un helicóptero en Malvinas, y luego pedía al enemigo un trato preferencial para ese mismo hijo, prisionero de guerra.

GRUPOS ECONÓMICOS Y PARTIDOS POPULARESTras la derrota en la guerra, los partidos políticos mayoritarios se aprestaban a la vuelta a la democracia con optimismo. Eran conscientes de lo difícil de la situación, pero se suponía que un accionar adecuado permitiría superarla. Los antecedentes, de los que el más cercano era el de 1973, les hacían pensar que en lo político se trataba de enfrentar, neutralizar o encausar a las

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debilitadas fuerzas armadas. Sin embargo, las transformaciones estructurales habían cambiado las relaciones de poder, y la nueva etapa era más vulnerable a la influencia de los acreedores externos y a los grupos económicos nacionales o extranjeros instalados en el país.Señala Basualdo que “la terminación de la dictadura plantea a los sectores dominantes un de­safío... que consiste en la manera de llevar a cabo, ahora bajo un régimen constitucional, un control político que posibilite el desarrollo del nuevo patrón de acumulación. Se trata de un problema crucial para el afianzamiento de los sectores dominantes porque ya no podían recurrir a la d ictadura...En este sentido,... agotada la represión e interrumpida la industrialización sustitutiva, la opción de los sectores dominantes fue avanzar en la redefinición del sistema político y de la sociedad ci­vil mediante una estrategia negativa que continúa la tarea dictatorial, pero a través de otros me­dios. ... No pretende construir consenso sino impedir la organización de los grupos subalternos,inhibiendo su capacidad de cuestionamiento__ Ya no se trata de hacerlo mediante la represióny el aniquilamiento sino mediante un proceso de integración de las conducciones políticas y sociales de los sectores populares. De esta manera, los sectores subalternos son inmovilizados no pudiendo generar una alternativa política y social que cuestione las bases de sustentación del nuevo patrón de acumulación.”239El radicalismo pretendía representar a los sectores medios, y el peronismo reconocía a los tra­bajadores como la “columna vertebral” del Movimiento. Utilizando la amenaza de desestabili­zación y el fantasma del retorno militar, los poderes económicos fueron quebrando la voluntad del gobierno alfonsinista. El manejo impiadoso de la economía creó la situación propicia para imponer un programa que contrariaba los sueños del regreso del Estado de Bienestar.289 290 Para Basualdo, “son cooptados cuadros políticos, dirigentes sindicales, etc., que conservan e incluso en algunos casos fortalecen sus liderazgos debido al respaldo que encuentran en los sec­tores de poder. Sin embargo, de allí en más, (su)... tarea central... consiste en la desmovilización y la desestructuración de quienes supuestamente representan.... los sectores dominantes excluyen todo compromiso con las clases subalternas, pero mantie­

nen la dominación (hoy llamada ‘gobernabilidad’) sobre la base de la integración de las conduc­ciones de esas clases subalternas.”291Si esto ocurrió con Álfonsín, el segundo turno constitucional comenzó con una crisis feroz, Golpe de Mercado la bautizó algún medio. El peronismo, y su candidato Carlos Menem, parecían en 1989 menos dóciles que sus moderados antecesores. Por eso se aplicó una presión mayor, hasta poner a ambos de rodillas. Menem terminó siendo el mejor alumno del nuevo modelo. El continuador de Martínez de Hoz292, y el liquidador de los restos del Estado que, con el pretexto de que la administración privada es más eficiente, entregó a precio vil el patrimonio'acumulado durante décadas.La privatización y la apertura indiscriminada de la economía terminaron con la destrucción de lo que quedaba de las actividades productivas. Se volvió a una Argentina preindustrial, con289. Basualdo, Eduardo, Sistema político y modelo de acumulación, pag. 15290. Es cierto, también, que los radicales cometieron errores producto de sus prejuicios de clase y de la soberbia del triunfo, como arremeter contra el Movimiento Obrero, en lugar de buscarlo como aliado. Algo similar harían los peronistas al asumir el gobierno en 1989. Y los dos en las campañas de denuestos que caracterizaron a la propaganda electoral de cada elección.291. Ibídem292. Como lo reconocería el propio Joe en un reportaje de Felipe Pigna, publicado por la revista Noticias en el número 1411 del 10 de enero de 2004: “es el espíritu que capta el presidente Menem cuando asume con el ministro Cavallo. Ellos dieron la orientación económica correcta en las grandes líneas, que eran las nuestras.”

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desocupación de la quinta parte de la fuerza de trabajo, y la pauperización de quienes seguían trabajando.De este modo, el proceso terminó en sus formas dictatoriales y en sus métodos de desaparición y tortura, pero se consolidó por medio del vaciamiento ideológico de los partidos populares y de los sindicatos que, ante la inexistencia de un partido propio de los sectores dominantes se convirtieron en instrumentos de estos. Como señala Basualdo: “son los propios sectores domi­nantes, específicamente la fracción del capital concentrado interno, los que asumen la tarea de cooptar al partido político que accede al gobierno una vez agotada la dictadura militar, a distin­tos integrantes del partido opositor y a diversas conducciones de organizaciones que conforman la sociedad.”293

EL GOBIERNO DE ALFONSÍNFrente a un desprestigiado peronismo, del que sólo parecía quedar el recuerdo de López Rega, del caótico final del gobierno en 1976, y de los graves enfrentamientos internos, Raúl Alfonsín, tras ganar la interna radical, se presentó como una puerta a la vida. Nada más oportuno después de tanta muerte. Sobre todo, cuando los peronistas pretendían ganar con el recuerdo de Perón. El radital ganó netamente las elecciones sobre un candidato anodino, Italo Luder.El nuevo presidente había acertado con el diagnóstico, y aparecía como el iniciador de una nueva etapa histórica. Controlaba la Cámara de Diputados, y el peronismo no parecía estar en condiciones de trabar la marcha del gobierno, pese a gobernar doce provincias y tener mayoría en el Senado. La opinión favorable al presidente estaba más arriba del 52% obtenido, y este creyó que era posible concretar su proyecto de Tercer Movimiento Histórico, sintetizador del yrigoye- nismo y el peronismo. Por primera vez se viviría en verdadera democracia desde 1930294. Y, se sabía, con la democracia se comía, se educaba, se curaba...295Pero las fuerzas armadas no estaban dispuestas a allanarse al poder civil, sobre todo porque no habían logrado garantizar la impunidad de los crímenes del proceso. Alfonsín derogó la autoam- nistía que se habían otorgado, aunque en otros aspectos se procedió con impericia. Reemplazó a los comandantes y ordenó el procesamiento de los miembros tres primeras juntas.296 Pero permitió desafíos como el ocurrido el día de la asunción del nuevo jefe del ejército, general Jorge Arguindeguy El ministro Borras aguantó en silencio la presencia desafiante de Videla, invitado al palco de honor.Alfonsín creía en la teoría de los dos demonios297, y mandó procesar a unos y a otros. Para los uniformados, se establecían tres categorías: los que dieron las órdenes, responsables plenos, los que las cumplieron, eximidos de culpa, y los culpables de crímenes aberrantes.En la campaña había denunciado un pacto sindical-militar, y trató de poner en caja a los gre­mios. El ministro de Trabajo Mucci intentó la sanción de una ley que democratizara los sindi­catos y pusiera límites a la burocracia. El peronismo sintió que se atacaba a la columna vertebral del Movimiento, y las dos CGT se unificaron para resistir. La ley Mucci fue aprobada por Dipu-293. Basualdo, Eduardo, ob. Cit., pag. 21294. Para la interpretación oficial de la historia reciente, en los ’30 había primado el fraude, el peronismo había sido una democracia con componentes autoritarios, entre 1955 y 1973 dominaba la proscripción y los últimos años habían sido de una feroz tiranía.295. Uno de los recursos de campaña había sido la afirmación de que con la democracia se lograban todos los bienes de que carecía el pueblo.296. Lo mismo que a los principales jefes de la guerrilla.297. Se pidió al Brasil la extradición de Mario Firmenich, que había sido detenido en ese país.

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