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  • 8/16/2019 Manresa 1980 1-3 Todos los artículos de ese números

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    M NRESE S P I R I T U A L I D A D I G N A C I A N A

    S U M A R I O

    ITURRIOZ: Recomendaciones del Papa ]uan Pablo II a la Com

    pañía de Jesús 5

    R . P. PEDRO ARRUPE: «El modo nuestro de proceder» 17

    MANUEL RUIZ JURADO: La pobreza en el carisma fundacional ignaciano 47

    JÓSE IGNACIO GONZÁLEZ FAUS: Notas sobre la Experiencia espiritual

    en los Ejercicios de San Ignacio 65

    Notas y Comentar ios

    MIGUEL NICOLAU: El «Presupuesto» de San Ignacio y el diálogo

    ecuménico 87

    Recensiones bibiliográficas 91

    Libros recibidos 96

    L O Y O L ACentro de espiritualidad

    V O L . 52 Enero-Marzo 1980 NUM. 202

    AZPEITIA - GUIPÚZCOA

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    DIRECCIÓN — REDACCIÓN — ADMINISTRACIÓN

    Director: Jesús I tu r r ioz Arregui , SJ.

    Consejo de Redacción: J o sep Rambla , SJ . (Ba rce lona ) ; M anue l Te j e r a , 8.1. ( S e v il la) ; E l ias Royón, S.l. (M ad r id ) ; J e sús Core l l a , SJ . (Val ladol id ) ; José Co bre-ros , SJ . (G i jón ) ; Fe rmín O j ínaga , S.l. (Bi lbao) ; A. López A m at (Vale nc ia ) .

    Redacción: (Ar t í cu lo s . Reseñas . No ta s b ib l i og rá f i ca s ) . Cen t ro de Espir i tual idadde Loyola . A zpe i t i a (Guipú zcoa ) .

    Propietario: C .E .S . I . Pab lo Aranda , 3. M a d r i d - 6 .

    Administración (Susc r ipc ión . D i s t r i buc ión . Ca j a ) : Cen t ro de Espir i tual idad de Loyo la . Azpe i t i a (Gu ipúzcoa ) . (Cta . cte.: R ev i s ta M anr e sa , Banco de Vizcaya ,

    Esta Revista se publica con censura eclesiás t ica y t ien e reservadoslos derechos de propied ad li tera ria.

    Azpe i t i a ) .

    Precio de suscripción para 1980

    España

    Ot ros pa í s e s

    800 pese tas

    15 dólares USA

    Depósito Legal: M. 1436- 1958

    Gráficas IZARRA. — Polígono 36. Usúrbil (Guipúzcoa). — Febí

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    Recomendaciones del Papa Juan Pablo II

    a la Compañía de Jesús

    In t roducc ión

    Del 17 al 21 de s e t i e m b r e de 1979 tuvo lugar en Roma la IVConsul ta del P. Pedro A rrup e , Genera l de la Compañ ía de Jesús ,con los P res iden tes de las Confe renc i a s de P rov inc ia les de todoslos países. Junto con los va r ios Co nse je ros de la Cur ia del P. General se r eun ie ron los P res iden tes de las Con ferenc ias Prov inc ial e s ; es taban como ta les los de Uruguay, As ia del Este, Estados

    Unidos , Bélgica , India , Bras i l , España, I ta l ia , Canadá, América Cent r a l , Francia , Kikwit , Polonia y Alemania . Dada la r epresen ta t iv idadde cada uno de es tos P rovinc ia les , b ien puede dec i rse que en estaampl ia Consu l ta del P. Gen eral es taba pres ente toda la Compañía .

    El «tema general» de la r eun ión se cen t raba en e s ta f rase : «else rv i c io de la Compañía a la Ig les ia» .

    Dos documentos rec ien tes de la Santa Sede o r ientab an last endenc ia s de la r eun ión : el uno, el que t razó las D i r ec t ivas bás icas sobre las re lac ion es ent re los Ob i spos y los Re l ig io sos ; el o t ro ,la Alocución preparada por el Papa Juan Pablo I para la Aud ienc i aque pensaba conceder, el 28 de s e t i e m b r e de 1978, a los Procuradores reun idos en Roma , documen to que el Papa Juan Pablo IIhabía comunicado a la Com pañía hac iéndo selo s uyo .

    La es t ruc turac ión del t ema era c laro : cará cter propio de nuest ro se rv ic io en el camp o soc io-e conó mico ; nues t ro se rv ic io en lam i s i ó n de evange l iza r («M is ione s») ; nues t ro se rv ic io do c t r ina l a laIg les ia ; nues t ra colaboración con los Ob i spos en las Igle sia s Part i c u l a r e s ; el e s t i lo de v ida que la Iglesia espera de noso t ros .

    El 4 de s e t i m b r e el P. A rrup e había s ido recib ido en A u d i e ncia par t icular por el Papa: a és te había inform ado de la p róx imaconsu l ta que había de t ene r con los 14 r ep re sen tan t e s de las Conf e r enc i a s de los P rov inc ia les , las cuales reúnen un cen tenar desuper io res mayores d i s t r ibu idos en cas i todas las r eg iones del

    V O L . 52 MANRESA P P . 5-16

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    6 r r u H R i o z , s. i . 2

    mundo. Su Sant idad había mostrado mucho in terés por es te encuent ro .

    Que el Papa se interesara por los problemas concretos de laCompañía no era de extrañar. Basta con recordar el «día de S. Ignacio» que el Papa había vivido en Castel Gandolfo el recién pasado 31 de Jul io. En dicho Palacio Apostól ico reside una pequeñacomunidad jesuí t ica encargada, desde hace mucho t iempo, de lad i recc ión y de l cu idado de l Observa tor io As t ronómico Vat icano . E lSanto Padre invitó a los jesui tas de la Specola a con cele brar conél la Eucar is t ía , en su capi l la . Asis t ieron también los empleadosseglares con sus famil ias . Luego subió a desayunar en e l comedorde la co m un ida d S. I . A l cae r de la ta rd e el Sa nto Padre re gr es óa obs erva r las es t re l las a t ravé s de uno de los te le sc op ios ins ta

    lados en el Palacio Apostól ico. Luego se unió a un grupo de jóvenesque se preparan para la Compañía : cantos y conversaciones f a m il ia res marcaron es ta s imból ica velada en Caste l Gandolfo .

    Los miembros de la Consulta l levaban ya tres días y mediode reuniones , cuando fueron recibidos en Audiencia e l d ía 21 porla mañana.

    Fue el pro pio P. A rru pe q uien hizo la pre se nta ció n de los reunidos ante el Papa. Resumido el curso de la Consulta , su contenido , e l ánimo de los miembros de el la . . . todavía el P. General añadió una palabra para los jóvenes rel igiosos que ingresaban en laCompañía ; se había notado una recuperación de vocaciones: actua lmente con tamos con cerca de mi l nov ic ios (cuyo número , concretamos por nuestra parte , en 1975 había descendido a 612: cfr.M a n r e s a , 1977, pg. 362).

    Presentamos aquí e l texto de la Alocución Pont i f ic ia , t i tu ladaen L 'Osservatore Romano (30 de se t iem bre 1979, ed ic ión sem analen cas te l lano) como «Recomendaciones del Papa a la Compañíade Jesús». El texto cas te l lano —el Papa pronunció su discurso eni ta l i ano— per tenece a L 'Osservatore, como también las t i tu lac ionesin t e rmed ia s :

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    3 R E C O M E N D A C I O N E S D E JU A N P A B L O I I 7

    I. — A L O C U C I Ó N DEL PAPA

    Es para mi motivo de satisfacción recibir hoy y hablar con aperturade corazón a una representación tan calificada de esa Compañía de Jesús,que, desde hace más de 4 siglos, trabaja incansablemente en todas laspartes del mundo «para la defensa y propagación de la fe... bajo el Romano Pontífice, Vicario de Cristo en la tierra» (Fórmula del Instituto).

    Benevolencia de la Sede Apostólica hacia los Jesuitas

    Por esto agradezco al Prepósito general, a sus asistentes y consejeros, a los provinciales aquí presentes, el haber deseado, durante vuestraasamblea romana, venir a rendir homenaje al Vicario de Cristo, al queos une, como jesuitas, un vínculo especial de amor y de servicio. Por miparte, me complazco en confirmar la benevolencia de esta Sede Apostólicaa la Compañía de Jesús, que se ha merecido, en el curso de los siglos,con el fervor de la vida religiosa y con el ardor del apostolado, como mispredecesores han testificado en varias ocasiones.

    Por las informaciones que me llegan de todas partes del mundo, conozco el mucho bien que realizan tantos religiosos jesuitas con su vidaejemplar, con su celo apostólico, con su sincera e incondicional fidelidadal Romano Pontífice. Ciertamente no ignoro —y así lo advierto tambiénpor otras muchas informaciones— que la crisis que en estos últimos tiempos ha sufrido y sufre la vida religiosa, ha afectado también a vuestraCompañía, causando desorientación en el pueblo cristiano, preocupacionesa la Iglesia, a la Jerarquía y también personalmente al Papa que os habla.

    El genuino espíritu ignacianoSé que dirijo la palabra a quienes tienen las principales responsabi

    lidades en el gobierno de la Orden. Cuento con vuestra colaboración y,por lo tanto, deseo vivamente recomendaros que promováis con gran empeño todo el bien que se realiza en la Compañía y realiza la Compañía, y,al mismo tiempo, pongáis remedio, con la debida firmeza, a las deplorables deficiencias, de manera que toda la Compañía viva y actúe animadasiempre por el genuino espíritu ignaciano.

    La brevedad del tiempo no me permite detenerme a ponderar adecuadamente tanto las iniciativas de bien que deben desarrollarse para salir alencuentro de las necesidades urgentes del mundo, cuanto las deficienciasque deben remediarse, para que no se vea comprometida la eficacia de esasiniciativas. Me limitaré a recordar algunas recomendaciones de mis inmediatos predecesores Pablo VI y Juan Pablo I, que, por el gran amor ala Compañía, tenían particular interés por ella. Las hago plenamente mías.

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    Fidelidad y disciplina

    Por eso os digo: sed siempre fieles a vuestro Instituto, que Pablo VI,«como garante supremo de la fórmula del Instituto y como Pastor universal de la Iglesia» (Carta al padre general, 15 de febrero de 1975) quisoque se conservase en su plena integridad. Sed fieles igualmente a las normas de vuestro Instituto que Pablo VI y más recientemente ]uan Pablo I,indicó en la alocución preparada, poco antes de morir, para vuestra congregación de procuradores; especialmente en cuanto se refiere a la austeridad de vida religiosa y comunitaria, sin ceder a tendencias secularizantes;un sentido profundo de disciplina interior y exterior; la ortodoxia de ladoctrina con fidelidad plena al supremo magisterio de la Iglesia y del Romano Pontífice, fuertemente querida por San Ignacio, como bien sabéislodos; y el ejercicio del apostolado, propio de una Orden de presbíteros

    (Gregorio XIII, «Ascendente Domino»), solícitos del carácter sacerdotalde su actividad, incluso en las más diversas y difíciles empresas apostólicas,llevadas a cabo con la ayuda válida y preciosa de los queridos hermanoscoadjutores, mediante el ejercicio de sus tareas.

    La formación de los miembros jóvenes de la Orden

    Para este fin me parece necesario recomendar un cuidado especialísi-mo en la formación de los miembros jóvenes de la Orden, esperanza de la

    Compañía y de la Iglesia. Me congratulo con vosotros por el número devuestros novicios, signo de un consolador florecimiento de vocaciones. Estosjóvenes son un don de Dios; pero, precisamente por esto, constituyen también para vosotros una gran responsabilidad. Vosotros sabréis darles ciertamente la formación adecuada: formación espiritual según la reconocidaascética ignaciana, formación doctrinal con sólidos estudios filosóficos yteológicos según las directrices de la Iglesia, y formación apostólica orientada a aquellas formas de apostolado que son propias de la Compañía,abiertas, sí, a las nuevas exigencias de los tiempos, pero fieles a esos valores tradicionales que tienen eficacia perenne.

    Sat isfacer las esperanzas de la Iglesia

    Yo se qué fuerza viva representa la Compañía y por esto deseo ardientemente que crezca y prospere según su espíritu genuino, dando a todosejemplo de religiosidad profunda, de seguridad doctrinal, de fecunda actividad sacerdotal, de modo que cumpla plenamente la misión que la Iglesiaespera de ella y ofrezca a la Sede Apostólica ese servicio que, según su Insti

    tuto, se ha comprometido a prestar.

    Con estos sentimientos formulo los mejores deseos para los trabajosde vuestra asamblea, mientras imparto de corazón la bendición apostólicaa vosotros, a todos vuestros hermanos a quienes representáis, y a las obrasapostólicas de toda la Compañía de Jesús.

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    5 R E C O M E N D A C I O N E S D E J U A N P A B L O I I 9

    I I . — R E A C C I O N E S A N T E LA A L O C U C I Ó N P O N TIF IC IA

    Es ob vio que la pro pia Co ns ulta de l P. Ge nera l tom ar a m uyconsideración las «recomendaciones» Papales . Pero también hureacciones en la prensa: nos l imi tamos a la nacional .

    1. R eaccion es de la Prensa

    A pr imera vis ta , parece ext raño que la reacción de la prennacional , en cuanto nos es conocida , explotara con tanto re t rasobre todo, s i se t iene en cuenta la dureza con que algunos perdicos lo h ic ieron. He aquí a lgunas muest ras . No se o lvide queAlocución es del 21 de se t iembre; y que fue di fundida a l meel 30 de se t iembre en la edic ión semanal de L'Osservatore Romano.

    Un dia r io m ad r i leño pu bl icaba e l 11 de no vie m bre es te t i ten t ipog raf ía ex t rao rdin ar ia , mu y l lama t iva , a t re s colum nas decinco que forman su pr imera plana: «La not ic ia que no c i rcJuan Pablo II a los Jesuitas: Sean lo que son o desaparezcan. Lpide remedien las deplorables def ic iencias y que vuelva e l genues pí r i tu ig na cian o. El Papa recib ió al P. A rru pe co n tod a la pm ay or de la C om pa ñía» . A qu í se re m ite a la pg . 32, que es la úl tdel d iar io . A l l í , a cua t ro co lum nas y en t in ta ro ja , des tac a aqude «Sean lo que son o desaparezcan». En un subt í tu lo se precis«Juan Pablo II ha venido a decir les a los jesui tas lo que hace sigdi jera o t ro Papa. . .» . Esto es , que e l propio per iódico viene a dmentir su propio t i tular, pues no fue Juan Pablo II quien tal diY queda todavía más a tenuada la fuer te impres ión que los t i tres pudieran producir a los lectores s i se s igue hasta las úl t iml íneas de la «not ic ia»: «Evidentemente , como en ot ras ocas ionel Papa ha ut i l izado a los jesui tas como paradigma, y les ha dia e l los lo que ot ro s re l ig ioso s de ben enten der, aprend er y e jet a r» . Quizás a lguno de los lec tores de MANRESA acier te a inpre tar e l proceso lógico de es ta «not ic ia que no c i rculó». No ta rea fác i l .

    Otro diar io , también madri leño, había a ludido a la Alocuel 10 de nov iem bre co n este t i tu la r: «El Papa pid ió a los je su

    auster idad de vida [y la ruptura con los movimientos la icos y ter ia l i s tas)» . En un recuadro que acompaña a l resumen de la Acuc ión se inc luye un comenta r io t i tu lado «Disc ip l ina y Or todoDe é l son es tas expres iones: «Una somera lec tura del mensaes suf ic iente para apreciar que e l Sumo Pont í f ice desea poner den y corregir desviaciones en la ins t i tución ignaciana. . . Dehace algunas d éca das la C. de J . su fre una pro fun da c ris is de ident i d a d . . . La a lus ión a la au s te r ida d. . . El en ca rec im ien to de re s is

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    tendencias secular izantes , la invocación a la d isc ipl ina , y sobre todo,a la or todoxia representan. . . una l lamada de a tención. . . La connivenc ia con movimien tos l a icos y po l í t i cos mate r ia l i s tas , que a lgunos de los miembros de la Compañía mant ienen, toca a su f in . Traslas recomendaciones papales no hay espacio para la confusión».Días de sp ué s, el 18, un co lum nis ta del perió dic o encabeza ba su te xt ocon este t í tulo: «Los Jesuitas». Las primeras l íneas de la «columna» eran éstas: «Pieza clave en la cr is is eclesial que padecemosha sid o la C om pañía de J es ús . . .» . El s ig uie nte párra fo va así :«Hoy, según no pocos, Ignacio de Loyola no conocería su amadísima fun da ció n. Jes uitas en las fro nte ras de la he ter od ox ia, s i nola han cruzado ya; jesui tas alzando el puño en mít ines comunistas,negando la v i rginidad de María , sos teniendo las más a t revidasdesv iac iones mora les e inc luso merec iendo desau tor izac iones va t icanas . . . » . El s iguiente párrafo: «Todo el lo bajo el mandato de PedroA r r u p e . . . » , termina: «De ahí que se l legara a decir que lo que unespañol —Ignacio de Loyola— había fundado, iba a mori r a manosde ot ro español» . El ú l t imo párrafo incluye es tas palabras : «Ahorael actual Papa acaba de dir igir. . . unas palabras que bien parecenun ul t imátum». Las úl t imas l íneas de la columna son: «Por eso noes aventurado pensar que los días de Pedro Arrupe están contados».

    Otro columnis ta de un diar io de Provincias corre lacionaba, fe

    cha del 23 de noviembre, la s i tuación del Cardenal Presidente de laConferencia española de Obispos con la del Padre Arrupe. Sea ono clara la lógica en que se apoya la comparación, queden aquí lasúl t imas l íneas del párrafo comparat ivo: «La s imi l i tud entre losjesui tas y la Conferencia Episcopal Española es pues , según todas¡as claves, muy parecida. Las cabezas de una y otra inst i tución podr ían d imi t i r» .

    Una Revis ta , muy def in ida en sus posic iones , bajo e l t í tu lo de:«Juan Pablo II no para. Los puntos sobre las íes a los jesuitas»,iniciaba su comentario: «Para nadie es un secreto que la Compañía de Jesús, la mayor y más poderosa orden de la Iglesia Catól ica,es tá gravemente dañada por la nefas ta p laga del neo-modernismoo progres ismo». Sigue luego un recuento de s ín t imos graves: pa-ramarx ismo re lac ionado con las guer r i l l as , aber rac iones t eo lóg icas ,tendencia a l secular ismo, posic iones desviadas ante e l abor to o laordenación de la mujer o la homosexual idad. . . Con es ta ocas iónreproduce la Alocución que Juan Pablo I iba a dir igir a la Compañía.

    Esta oleada informativa no puede menos de recordar la quese produjo por los años 1973-76. Nos alargaríamos en exceso siin tentáramos recoger s iquiera lo más s ignif ica t ivo de aquel la l i tera tu ra , que cuenta con tantos precedentes en la h is tor ia de la Compañía ya desde su fundación.

    En ca m bio , no nos pare ce que la pren sa nacio nal rec og ieracon e l conveniente re l ieve ul ter iores in tervenciones del Papa res-

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    7 R E C O M E N D A C I O N E S D E J U A N P A B L O I I 11

    pecio a la Compañía : e l las apor tan e lementos , que, s in duda, cpletan el cuadro de relaciones del Papa con la Compañía.

    a) A me diado s de d ic ie m bre vis i tó e l Papa la Un ivers iGregor iana . In ic ió su discurso —ante los t res mi l y más a lumde la Gregor iana y de los Ins t i tu tos Bíbl ico y Orienta l— mantando: «He acogido con suma complacencia la invi tac ión, no porque he adver t ido en e l la un admirable tes t imonio de devoy f idel idad para con el sucesor de Pedro; s ino porque puedo mfestar la a l ta consideración que me merecen la Univers idad y Ins t i tu tos asociados». Lejos de poner f renos a la «formación ata d í s im a en los am bien tes c ien t í f i cos de todo e l mun do» , ana seguir la tarea encomendada por S. Ignacio a estas sedes de etudios : «Constante aper tura , lea l y dóci l a las indicaciones del

    gister io, en armonía con el espír i tu propio de la Compañía de Jey una a ten ción s ie m pre viva hacia las c ien cias ». Todo e l d iscufue invitación a la apertura: «no tengáis miedo a abrir las puede Cris to»: aper tura a las demás c iencias , a los problemas de hombres concre tos , a l se rv ic io de l a comunidad ec les ia l : «debeservi r a los hombres y mujeres de nuest ro t iempo, debemos serlos en su sed de verdad to ta l» . «Recordadlo b i en , quer idos p rofesores y alumnos: las real idades que se profundizan aquí , el servpedagógico y format ivo que se r inde, las doctr inas que de aquíd i f u n d e n , no son algo marginal , casi un lujo frente a los problemreales de nuestro mundo. Tocan más bien a los aspectos mprofundos de la exis tencia , aquel los que Cris to ha venido a i lnar con su vida , muer te y resurrección».

    b) En la alo cu ció n previa al 'Á ng elu s ' del do m ing o 16 deciembre, recordó que el día 20 se cumplía el cincuentenario depu blic ac ión de la En cícl ica «M en s N os tra» , de Pío X I, so bre los c ic io s E spir i tua les . «Pío X I , con cretó e l Papa, recom end aba e l todo de San Ignacio, guía segura en este camino por el especcarisma recibido de Dios en beneficio de toda la Iglesia. De h i s tó r ico documento , pas tores de a lmas e Ins t i tuc iones han tomestímulo para abrir casas de Ejercicios que bien se pueden def'pulmones de vida espi r i tual ' para las a lmas y para las comundes cr is t ianas ; porque los e jerc ic ios son un conjunto de medciones y oraciones en una a tmósfera de recogimiento y s i leny sobre todo, una sacudida in ter ior —susci tada por e l Espír i tu Sant o — para abrir amplios espacios del alma a la acción de la graci«El cr is t iano, en e i fuer te d inamismo de los e jerc ic ios , es ayuda entrar en el ámbito de los pensamientos de Dios, de sus des

    nios por conf ia rse a El , verda d y amor, as í co m o de tom ar dec ines con empeño en la escuela de Cris to , midiendo c laramente dones y las propias responsabil idades». El Papa «espera que ec incuentenar io sea p rov idenc ia l ocas ión para que sacerdo tes , re l igiosos y la icos cont inúen s iendo f ie les a es ta exper iencia y le inc rem en to: hago es ta invi tac ión a todo s los s inc ero s busca doresla verdad».

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    12 J . I T U R R I O Z , S . I . 8

    c) El ter ce r hech o se pro du jo m uy a f ina les de di ci em br e. ElP. Ca r los M ar t in i , Rector has ta ento nce s de la Univers idad Gregor iana , era nombrado arzobispo de Milán. Había sido Rector del Instituto Bíblico desde 1969 hasta 1978; este año pasó a regir la Univers idad Gregor iana . En e l Vat icano se corre lacionaron los dos ú l t imos impor tan tes nombramien tos de l Papa : Monseñor Dannee ls ,com o Arz ob ispo de Bru selas -Ma l inas ; e l P. M ar t in i , com o arzobispde la diócesis considerada como la más importante de I tal ia . Dedicados ambos a la formación de los sacerdotes , a l quehacer teológ ico : moderadores ambos de movimien tos t eo lóg icos o esc r i tu r í s -t i cos . Dos f iguras de formadores de sacerdotes y de teólogos .

    Si se nos permite una ref lexión personal , d i r íamos que es tos

    tres actos de Juan Pablo II han completado el cuadro que define supostura ante la acción de la Compañía, en su aspecto doctr inal ,representado en la Gregor iana e Ins t i tu tos asociados; en su aspectoespir i tual , a l recom end ar tan viva m en te los Eje rc ic io s ; e inclusoen su gobierno, cuando un des tacado gobernante de la Compañíade es tos nuest ros t iempos —el P. Mart in i , nacido en 1927, ingresóen 1944— ha s ido escogido para ocupar un puesto tan re levantecomo el arzobispado de Milán.

    2 . R eacción del P. Pedro A rrupe

    Sin duda, la Consulta del P. General , a cuyo término tuvo lugar la A lo cu ci ón d el Papa Juan Pablo II , to m ó mu y en cue nta las«recomendac iones» pont i f i c ias .

    Teniendo en cuenta que el Papa se dir igía expresamente algrupo de «gobernan tes» de la Com pañía , tam bié n e l P. A rrup e sedir i g ió , en car ta del 19 de octub re , a los Su per iore s M ayo res dela Compañía . Prescindiendo de las reacciones , en di fer ido, que t ambién esta carta produjo por parte de la prensa nacional , recogemoslos puntos principales de el la .

    a) El S anto Padre se ha servido de es ta ocas ión para ma nife starnos con gran bondad, precis ión y brevedad, lo que s iente y esperade noso t ros . Son pa labras sumamente a len tadoras .

    b ) Nos com unicó que se advie r ten tambié n en t re noso t ros losefectos de la cr is is que padece actualmente la vida re l igiosa; y quee l lo l e p reocupa persona lmente . Requi r ió nues t ra co laborac ión , y nosrogó: promover con todo empeño lo bueno que hay en la Compañíay que el la real iza; y a l mismo t iempo, procurar con la debida f i rmezae l remedio de las dep lorab les def ic ienc ias .

    c) Nos indicó algunos punto s , individuándolos con toda clar idad , que co inc iden cas i p lenamente con def ic ienc ias que ya noshabían s ido manifes tadas por Pablo VI y Juan Pablo I ; que nosotroshemos ven ido reconoc iendo s inceramente y t ra tando de cor reg i r. S induda no lo hemos conseguido.

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    8 R E C O M E N D A C I O N E S D E J U A N P A B L O I I 13

    d) Es mo me n to de p r egun ta rnos s e r i amen te cómo da remos mayor ef icacia a l gobierno de la Compañía y a la e jecución de cuantolas ú l t imas Congregac iones Genera les han prev is to .

    e) El P. A rru pe no quie re descarg ar sobre otros las respon sa

    bi l idades: «sobre mí recae en pr imer lugar la responsabi l idad delcumpl imien to de es tos deseos de l Papa» .

    f ) «Pero voso t ros , Prov inc ia les , cor res pons ab les conm igo en e lgobie rno de la Compañía un iversa l , habé is de asumir vues t ra par tepersonal en la adopción de aquel los cambios que den a vuestrogobierno el deseado vigor y ef icacia que se nos exige».

    g) «U na l lamad a de a te nció n, re i te rad a por t res Po nt í f ices , nodeja lugar a dudas de que es e l mismo Señor quien, con todoamor, pero también con todo apremio , espera de noso t ros a lgomejor» .

    h) «No podem os espe rar más » . S in negar que se hayan hechograndes es fuerzos , n i que se hayan ob ten ido muchos resu l tadospos i t ivos , «hemos de conc lu i r que no es suf ic ien te , es demas iadolento e l r i tmo de apl icación de los medios que las úl t imas Congregac iones GG. nos seña lan para l a renovac ión profunda de la Compañía».

    i ) R esum en de los puntos exp res am ente m enciona dos por e lPapa: tendencias secular izantes , auster idad y discipl ina en la vidare l ig iosa y comuni ta r ia , f ide l idad a l magis te r io en mater ia de doc t r ina , y ca rác te r sacerd o ta l de nues t ro t raba jo apos tó l ico , espec ia la tención que hay que prestar a la formación espir i tual , in te lectual yapos tó l ica de los jóvenes jesu i tas .

    Te rm ina el P. A rru pe s eña land o el pro ce so de es tud io de ls i tuación y de la promoción ef icaz del gobierno tanto a n ivel pv inc i a l , como local . De las referencias que de es tos t rabajos «dla base» l leguen a Roma, resultará s in duda una toma de posicióconcreta que señale las medidas para «promover con todo empeñlo bueno» y «procurar con la debida f irmeza el remedio de las p lorab les def ic ienc ias» .

    El Papa rec ib ió en aud ien cia p riva da al P. A rr u p e e l día 3 enero: audiencia sol ic i tada e l 31 de dic iembre , cuando e l Papa clebró una misa de f in de año —como lo hiciera el año 1978— el Gesü. Informaciones procedentes de la Cur ia general ic ia , t ram it ida s a la prensa , e l P. A rru pe in terc am bió im pre s ion es con Pontíf ice sobre el estado actual de la Compañía y de la Iglesia gene ra l . Var ios observadores vat icanos subrayaron, que, desde laaudiencia del 21 de set iembre, los contactos entre el Papa y eP. Ar rup e han s ido f rec ue nte s . A dv iér tas e , con tod o, por lo queesta s aud ienc ias h ace , que el P. A rru pe fue ree leg ido , el 26 dma yo de 1979, Pre siden te por la qu inta vez — la p rim er a ele cc ifue en 1967— de la Unión de Super iores Generales . Por consiguit e , pudieran ser obje to de a lguna o a lgunas de es tas Audienciaasuntos referentes a la v ida re l ig iosa en general , dado e l in teréque por el la muestra s iempre el Papa.

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    14 J. ITURRIOZ, S . I . 10

    I I I . — REFLEXIO NES FINALES

    Supuesta la resonancia que la Alocución Pont i f ic ia ha obtenido,a l me nos en nue st ros am bien tes nac ionales , t ra t em os de recogeren unas «ref lex ione s» a lgunas ideas con clus ivas pond erada s , independientemente del marco concreto en que es tas reacciones naciona les , tan di fer idas , se produjeran; y que pudo recalcar determinados acentos .

    — El Papa m an ife stó con palabras e xpre sas que sabía que s uspalabras iban di r ig id as a quiene s t iene n las pr inc ipale s responsabil idades en el gobierno de la Orden. Esta act i tud explíci ta delPapa puede dar a su Alocución dos s ignif icados , que, le jos de ex

    clui rse mutuamente , deben ser acumulados e in tegrados . Esta int i

    midad da lugar a que el Papa, en cuanto a las censuras que a losgobernantes d i r i ja , se conduzca con más l iber tad , s in temor a lasrepercusiones que sus correct ivos pudieran adquir i r en ot ro marco . Por otra parte , el Papa en esta int imidad habla confidencialmente con aquel los que pueden colaborar con é l : «cuento con vuest racolaboración». El Papa entra así , por consiguiente, en la int imidadde la Compañía, para desde el la lograr lo que de el la espera. Añadamos, en es ta misma l ínea , que, supuesto es te marco ín t imo,la forma de expresarse el Papa desde este punto de vista , dif iere

    radicalmente de la que adoptara por ej . en la Universidad Gregor i ana , o en el rezo del 'Ángelus' en la Plaza de S. Pedro.

    — El Papa sabe adem ás que esto s gob ern an tes e stán reu nido sen una co ns ulta , de la que fue in form ad o po r el P. A rr u p e, en laaudiencia a és te o torgada e l 4 de se t iembre . Conocida ya por e lPapa la temática de dicha consulta , cuanto el Papa ahora comunicaa los Consejeros deberá ser inscr i to dentro de e l la : tanto más ,cuanto que aquel la temát ica es taba centrada, a l menos en par te ,en la Alocución preparada por el Papa Juan Pablo I. En realidad,las admoniciones de Juan Pablo II caminan en la misma l ínea trazada por Juan Pablo I; y las de ambos, en la línea de Pablo VI.

    Pudiéramos concretar que lo que «de nuevo» aporta Juan Pablo II, si cabe hab lar así, no es pre ci sa m en te lo que ata ñe a la situación de la Compañía. Cierto es que, s i el Papa acentúa los «datos deplorables» en la acción de la Compañía , es también muy importante cuanto ref iere acerca de las informaciones por é l rec ibidas de todas las partes del mundo, sobre «el mucho bien que real izan tantos re l ig iosos jesui tas con su vida e jemplar, con su celoapostól ico , con su s incera e incondic ional f idel idad a l Romano Pont í f i ce» .

    Los aspectos negativos de la acción de la Compañía fueron expresamente reconocidos por la CG 32 en su «Decreto his tór ico»,y de m odo m ás detal la do , en la alo cu ció n que el P. A rru p e p ronu nció acerca del es tado de la Compañía . Son documentos asequibles

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    1 1 R E C O M E N D A C I O N E S D E J U A N P A B L O I I 1 5

    de hecho a nue st ros lec to res . Añá dase todavía o t ra a locu ción mrec ien te , d i r ig id a por e l P. A rru pe a la Con greg ació n de «Procdores» en se t iembre de 1978; és ta era precisamente la ocas ión la Alocución del Papa Juan Pablo I.

    — Lo «nu evo » ap orta do por el Papa es la exigencia de mayoreficacia en el gobierno. Recordemos que habla a los pr incipalesresponsables del gobierno. Esta ef icacia es b idi reccional : 1 ' «Qpromováis con gran empeño todo e l b ien»; 2 ' Que «pongáis remdio con la debida f irmeza a las deplorables deficiencias». Las expres iones: 'gran empeño ' y 'debida f i rmeza ' son mat ices igumente empeñat ivos de una única ac t i tud de gobierno: f i rmezaeficacia. Notemos bien que el Papa enmarca esta s i tuación de Compañía dentro de «la cr is is que en es tos ú l t imos t iempos ha

    f r ido y sufre la v ida re l ig iosa». Pudiéramos ensanchar todavía meste marco, para contemplar es ta cr is is en la perspect iva generde nue stra soc ied ad , que tan to echa de me nos una verd ade ra autént ica autor idad; y tanto lamenta la permis ividad o impunipor parte de los gobernantes.

    — Tanto es ta 'prom oc ión de l b i en ' como este ' remedio de lasdef ic iencias ' han de ser logrados de modo que toda la Compañviva y ac túe animada s iempre por e l genuino espír i tu ignaciano. esta l ínea indicada por el Papa incide la importancia de la conmmoración por é l hecha del c incuentenar io de la «Mens nost ra» Pío XI; pues, en efecto, son los Ejercicios Espir i tuales los que de dar viv en cia ev ang élica a toda la acc ión de la Co m pañ ía en dos sent idos . En es te mismo fascículo de nuest ra Revis ta , se pblica una co nfe ren cia del P. A rru pe s ob re «el mo do nu es tro de pc e d e r » : test imonio de que la Compañía actual no ha renunciado su gobierno a l espí r i tu propiamente ignaciano de las Const i tucnes ; antes al contrario, t rata de real izarlo del modo mejor, s i bno todos y cada uno de los jesui tas procedan como es exigido psu vocac ión .

    — Si obs erva m os las or ien tac ione s co nten idas en la car ta dP. A rru pe , no se adv ierte en ella la nece sida d de un cam bio de oritación por parte de la Compañía, ni en lo bueno —que según indicación del Papa ha de ser promovido con gran empeño—, ni en def ic iencias deplorables —a las que ha de ponerse remedio con deb ida f irm e za — . El P. A rru pe se apoya en la base que las ú l t imdos Congregaciones Generales (1965-1966, 1974-1975) le sumint r a n : y en el las hace hincapié, porque ambas se inspiran ya en laor ie nta cion es del Co nci l io Va t icano I I . No se t ra ta , por co ns igu iede cambiar e l rumbo ins t i tucional adoptado por la Compañía , esc ia lmente en esos dos Capí tu los . Estos , por su par te , han de sumnis t rar y suminis t ran medios para lograr « la promoción del b ien«el remedio de deficiencias» que el Papa espera de la colaboracide los gobernantes de la Compañía.

    — Añ adi r íam os , como con c lus ión , que den t ro de la Compa

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    i 6 J . I T U R R I O Z , S . I . 1 2

    se sustancia todo, según la indicación del Papa, en mayor eficacide gobierno. Siguiendo es ta l inea , d i r íamos que la cr is is general dla v ida re l ig iosa no proce de de fa l ta de or ie nta cion es d i re ct iv as : lt ienen todos los ins t i tu tos según las adaptaciones que de s í hayanhecho a las normas del Vaticano I I . Es el problema advert ido, al menos en la Compañía , desde s ig los a t rás : no es cues t ión de normasde d i rec t ivas . . . e s cues t ión de e jecución.

    Pero a su vez, añadiremos, que esta e jecución no es asunto quetan sólo afecta a los gobernantes: en real idad somos todos y cadauno de los re l ig iosos , en es te caso los jesui tas , los verdaderos e jecutivos. La Compañía será, en úl t ima instancia, lo que cada uno delos jesui tas , en vir tud de la ley suprema de la caridad, nos decidamos a ser en nuestra persona y en nuestra acción.

    Jesús Iturrioz S.l.Loyola

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    El modo nuestro de proceder *

    1. Es ta con feren cia qu iere ser una apor tac ión más a cuan to enot ras ocas iones he d icho sobre la ' renovac ión ' , la ' ac tual ización ' ,

    la ' adaptación ' de la Compañía que, s igu iendo la e s te la del Conc i l ioVat icano II , han p r o m o v i d o las dos ú l t imas Co ngrega c iones Gene ra les .

    No me m u e v e a e l lo ninguna in te nció n apolog ét ica de la nuevaimagen que e s te ' agg iornam ento ' ha dado a la Com pañía . Pre tendoso lamente hacer a lgunas re f lex iones en la d i recc ión marcada por elConci l io Vat icano II:

    «La adecuada renovación de la vida religiosa comprende, a la vez,un retorno constante a las fuentes de toda vida cristiana, y a la primigeniainspiración de los institutos y una adaptación de estos a las cambiadascondiciones de los tiempos» (Perf. Car., n° 2).

    La Congregac ión Genera l 32, en su dec re to so bre El Jesui taHoy ' , respondiendo a muchas pe t ic ione s proven ien tes de toda s part e s , dio la des cr ipc ión a u tor i ta t iva de la iden t idad del j e su i ta ennues t ro t i empo . Ese decre to d ice qué es ser j e su i t a hoy. Pero an teesa renovada ident idad cabe preguntarse: ¿Ha c ambiado —y cóm o — la ' p r e senc ia ' y el com por t am ien to t an to del jesu i ta individua lc o m o de la Compañía en cuan to orden re l ig ios a?

    Puesto de manera más inc i s iva : ¿Cóm o se r esue lve concre tam e n t e en la Compañía la t ens ión la ten te en t re las dos d i r ec t r i ce sde l Conci l io : re torno a las fuen tes an t iguas y adap tac ión a los t i e mpos nuevos?

    Y, dicho ya con la f rase ignaciana, ¿cómo ha evo luc ionado nues

    tro modo de proceder? ¿Cómo debie ra de haber lo hecho y cómodeberá hacer lo en el fu turo?

    * Conferen cia leída en traducción inglesa en el -Centro ignaciano de Espiri tualidad,de Roma, durante el «Curso Ignaciano», el 18-1-79.

    V O L . 52 MANRESA PP . 17-46

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    2. Los dis t in t os n ive les

    El problema es importante : e l es tudio de las ac t i tudes , de cons t an t e s de l compor t amien to —ind iv idua l e s e i n s t i t uc iona lpuede ser muy revelador. La sicología confirma que, a largo pl

    es inevitable la interacción entre las capas profundas del ser —i d e n t i d a d — y las ac t i tudes y sent imientos . Podr íamos deci r que ident idad t iene como consecuencia natura l unas ac t i tudes , un lante espi r i tual y humano que const i tuye e l modo de proceder rac ter ís t ico . Este modo de proceder, a su vez , adquiere d iversas pres iones adaptadas a las d iversas c i rcunstancias y d i ferentes t iepos , haciendo posible la unidad en la p lur i formidad.

    Hay, por tanto, t res niveles: el de la esencia o carisma, el las act i tudes mentales u operat ivas que de él se deducen y el

    los rasgos exter iores que conf iguran la imagen externa . Nuesmodo de proceder, para San Ignacio, es un concepto que traspaes tos t res n ive les y, cons igu ien temente , adquie re va lorac iones mdiversas . Ya se ve que en ese equi l ibr io re torno/adaptación qpide el Concil io no puede aceptarse ni rechazarse en bloque cuaha const i tu ido nuest ro modo de proceder durante cuat ro s ig losmedio, sobre todo ta l como lo ent iende e l observador más supecial que se det iene en las apariencias externas y, en base a el lasaca precipi tadas y abusivas deducciones .

    Entiendo, pues, que al f i jarnos en el modo nuestro de procedhabrá que dis t inguir cuidadosamente cuanto para San Ignacio cot i tuye las no tas ca r i smát icas fundamenta les —podr íamos dec i r ident idad di ferencia l de la Compañía—, las ac t i tudes bás icas y munes que de el las se derivan con lógica inevitabil idad, y oprescr ipc iones complementa r ias mucho más suscep t ib les de eluc ión.

    No deben tam po co pasarnos ind ave r t idos los dos planos enlos que osci la el legado ignaciano: el Ignacio-fundador, y el Ign

    general que fue super ior concreto de una época determinada, mdelador de la abigarrada comunidad de jesui tas de la Roma de años 1550. C on ce bir lo c om o un bloq ue ante el que solo cabe el ' to nada ' , es igno rar los prin cip ios m ás elem en tale s del es pír i tu yletra de la legislación ignaciana.

    3. El C on ci l io Va t icano I I

    La expresión modo nuestro de proceder, acuñada por San Ign

    c io , responde a la vi tal necesidad de identidad que t iene toda nciente Orden o Congregación re l ig iosa . El Conci l io Vat icano I Iemplear es tas palabras , recoge e l concepto:

    «Pecul ia r fo rma de v ida» (Lumen Gent ium, 45)— «índole de la R el igión propia de cada uno» (Ch ris tu s Do m inus , 33)— «Ca rác te r par t i cu la r» (P er fec tae C ar i ta t i s , 2 b , c )

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    3 E L M O D O N U E S T I I O D E P R O C E D E R 1 9

    Estas expresiones, dist intas de aquellas con las que el Concil iose ref iere a la ' función ' o 'mis ión ' de cada Ins t i tu to re l ig ioso, parecen aludir al peculiar modo con que cada cuerpo rel igioso afirmasu presencia ante la Iglesia y el mundo. En el plano lógico se t ratade una noción posterior y subsiguiente a la de 'carisma' , y máspróxima a la de imagen o est i lo.

    4. Los prime ros com pañero s.

    Los 'Primeros Compañeros ' , e Ignacio más que ninguno de el los,s in t ieron también esa neces idad de def in i rse . En su caso, puedeafirmarse incluso que la forma de vida precede al propósi to de perpetuar en forma de nueva Orden rel igiosa los lazos que les mantenían unidos a Ignacio, para quien eran «nueve amigos mios en elS e ñ o r \

    Nacen as í dos expres iones: la más ant igua y pr imigenia es 'modo de vida ' ( ' forma vivendi ' ) que se ci ta ya en la fórmula de Profesión de San Ignacio y en la de sus compañeros el 22 de abril de1541 en la basí l ica de San Pablo Extramuros2 . La segunda, que acabará por prevalecer gracias al frecuente uso que de el la se hace enlas Cons t i tuc iones , es p rec i samente el modo nuestro de proceder.En 1539, apen as aprob ada o ra lm en te po r Paulo III la Fó rm ula delInst i tuto (fal taba año y medio para la Profesión), Ignacio escribe lleno de gozo a su sobrino Beltrán que el Papa «ha aprobado todonuest ro modo de proceder»3. Y la misma exacta f rase emplea Salmerón para dar la grata noticia a Laínez4, que a la sazón se encontraba fuera de Roma. Y la usa también Javier desde Portugal re f ir iéndose a la pobreza5 . Era una frase consagrada en el grupo6 .

    A los comienzos , pues , ' forma de vida ' y modo de proceder sonexpres iones coexis tentes , y equivalen a ' Ins t i tu to ' . 'Forma de vida 't iene un carácter más jurídico o formal, y aparece en las Fórmulas

    1 Mo n. Ign. Epp. X II , 32 1. Carta a Juan de Verd olay. Ven ecia, 24 julio de 1537.2 Mo n. Ign. Const. I, 32.3 Mo n. Ign. Epp. I, 149. BAC , 671 . (Las c itas ' B A C hacen referencia a las Obras

    Completas de San Ignacio de Loyola, Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid, 3.* edición. 1977).

    4 «Contra tantas adversidades y contradiccione s y varios juicios , [el po ntífice , Vicario de Cristo Nuestro Señor] ha aprobado y confirmado todo nuestro modo de proceder,viviendo con orden y concierto, y con facultad entera para haber consti tuciones». MonIgn. Epp. I, 154.

    5 Mo n. Ign. Font. Narr. I, 234.6 La vís pe ra de salir de Roma para Lisboa y la Ind ia, 15 de marzo de 1540, deja

    firmada su declaración sobre las Constituciones que puedan hacerse: «Yo, Francisco,digo assí: que concediendo Su Santidad nuestro modo de vivir, que estoy a todo aquelloque la Compañía ordenase acerca de todas nuestras constituciones, reglas y modo devivir» (Mon. Xav. I, 811). Y el 15 de enero de 1544, al saber la aprobación oral de laCompañía, escribe desde Cochín a los compañeros de Roma: «Entre muchas mercedesque Dios nuestro Señor en esta vida me tiene hechas y hace todos los días, es estauna, que en mis días vi lo que tanto deseé, que es la confirmación de nuestra reglay modo de vivir» ( ibid. p. 294). Cfr. Mon. Ign. Epp. I, 142, carta de 19 dic. 1538.

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    20 H . P . P E D R O A R R U P E , S. I . 4

    de Paulo III y Ju l io III en la va r ian te ' Ins t i tu tu m v i ta e ' , y en las fórmulas de las p r imeras P ro fe s io nes ' . Es la e senc ia de la nueva Orden.Pos t e r io rmen te la f rase va d i l a tándose y admi t i endo un más ampl ioc o n t e n i d o ; y modo nuestro de proceder acaba prevaleciendo en lasCons t i t uc iones : i nc luye no so lo e l em en tos pe r t enec i en t e s a la ident i dad , s ino las ac t i tudes que de ella se de r ivan .

    5. Las Const i tuciones

    En las C o n s t i t u c i o n e s , la exp re s ión el modo nuestro de proceder, o sus va r ian tes nuestro modo de proceder, el modo de procederde la Compañía aparece no m e n o s de 16 v e c e s : nn. 92, 137, 142,152, 216 (dos v e c e s ) , 321, 398, 409, 547, 589, 624, 629, 680, 778, y

    815. Se la invoca a p ropós i to de cosas muy d i spares y de muy des igua l impor tanc ia .

    A f o r t u n a d a m e n t e el f r ecuen te uso de end íad is ( t é rm inos enapos ic ión que se c o m p l e m e n t a n o exp l ican m u tuam en te ) , tan conf o r m e al gus to l i terar io de la época , nos pe rm i t e de t e rmina r en cadacaso la s i gn i f i cac ión que t i ene nuestro modo de proceder. Los pasaje s más s i gn i f i ca t i vos son los s i gu i en t e s :

    [92 ] «con fo rme a n u e s tr a P R O F E S I Ó N y modo de proceder»

    [152 ] «mi rando el fin de nues t ro INSTITU TO y modo de proceder»[216] «el trabajo que en nuestro modo de proceder se requiere»[216] «v iv i r en O B E D IE N C I A y h ace rce al modo de proceder de la Compañ ía»[321] . . . condic iones incompat ib les «con la o rden y modo de proceder»[398] «la sinceridad de nuestro modo de proceder, que es DAR GRATIS»[547 ] «cumpl imien to de t od o s n u es t ra s C O N S T I T U C I O N E S y modo nuestro

    de proceder»[589] . . . incompatibles «con la LIBERTAD de nuestro modo de proceder»[680 ] «cosas muy d i f í c il es tocan tes a todo el cuerpo de la C o m p a ñ í a o

    e modo de proceder della».Se ve que, de jados apar te los con tex tos (137, 409, 629, 778 y

    815) en que la f rase t i ene un va lor In t rascend ente , modo de proceder de la Compañía apunta al con jun to de or ig inal id ad es , notasespec í f icas y d i f e r enc i a l e s de la Com pañía respe c to a las c o n t e mporáneas Ordenes re l ig iosas . Algo que hay que de fender com o esencia l o de r ivado de la e senc ia del p rop io ca r i sm a, y que podía sorprender a qu ien desde fuera con tem plaba el nuevo t ipo de re l ig iosoen ab ie r to con t ras te con los hab i tua les de la época . El m i s m o sent ido t i enen los pasajes an tes c i tad os de la car ta de Sa lmerón aLaínez, y de San Ignacio a su sob r ino B el t rán : «ha s ido aprobado yc o n f i r m a d o por el Vica r io de Cr i s to N ues t ro Señor todo nuestromodo de proceder».

    7 Cfr. nota 2.

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    5 E L M O D O N U E S T R O D E P R O C E D E R ' 2 1

    El modo de proceder nos exige es tar s iempre preparados para«discurr i r por unas par tes y o t ras del mundo» [92] ; impide que enla Com pañía puedan ad m it i rse persona s di f íc i les o inút i le s [1 5 2 ] , enfe rmas [216] , o incapaces de someterse a l a obed ienc ia [216] .El modo nuestro de proceder confiere al jesui ta una gran l ibertadapo stól ica [5 8 9 ] , pero exige a ca m bio, para a tes t igu ar la pureza denues t ra in te nció n, que se renun cie a toda com pe nsa ción eco nóm icapor nuest ros t rabajos [398] , has ta e l punto de que deben deses t imarse las ofer tas de fundaciones que a tenten a es te punto esencia lde nuestro modo de proceder [ 3 2 1 ] .

    F ina lmen te , el modo de proceder de la Compañía es tan importante para Ignacio, que, exceptuado el caso de elegir el sucesor deun General d i funto , la Congregación General solamente puede reunirse cuando «se t ra ta de cosas perpetuas y de importancia . . . uot ras mu y di f íc i le s toca ntes a todo e l cue rpo de la Com pañía o e lmodo de proceder della» [ 6 8 0 ] .

    Ot ras veces , en cambio , modo de proceder son cosas menost rascendenta les aunque se requieren en e l perfecto jesui ta : puede sersu manera de dar los Ejerc ic ios [409] , c ier ta c i rcunspección y discreción [142] , e incluso c ier ta veteranía y as imi lación de la manera de reaccionar y conducirse en los casos que puedan ocurr i r [624] .

    Es obvio que en todas estas ci tas San Ignacio nos da su pensamiento más como Fundador que como General .

    6. En la m en te de Ignacio

    Debemos buscar el por qué de esta frase modo nuestro de proceder, e in tentar s is temat izar a lgunos de sus e lementos más import an t e s .

    San Ignacio, part iendo del est i lo de vida e imitación de los¡Apóstoles que l levaba el grupo germinal de los primeros compañer o s , concibió la Compañía como algo muy dis t in to de las OrdenesMonást icas y Mendicantes de su época. Y, a l ser d is t in to , habr ía decorresponder un proceder d is t in to . La Compañía nacía como unaagrupación de clér igos, unid os por los vo tos p rop ios de los esta dosde perfección, en un nuevo Inst i tuto rel igioso aprobado por la Igles ia y s ingularmente v inculado con e l Romano Pont í f ice : «...estSocie tas n ih i l a l iud quam c le r ica tus re l ig iosus»8 .

    No es una sut i leza, y el lo se verá en las consecuencias quetiene para e l modo de proceder: la vida, el t ipo de habitación, devest ido, de domici l io , e tc . , será a imi tación no de los re l ig iosos , s ino de los c lér igos honestos , como sanciona la Fórmula del Inst ituto (n.° 8).

    7. Pero es te nuevo Ins t i tu to de «C lér igos R egulares» vien e tam -8 Font. Na rr. I I , p. 236. Nadal V, 608, y cfr. pp. 548 y 66 1.

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    Z2 R . P. P E D R O A R R U P E , S . I . 6

    bien especi f icado por un f in que le es propio , y ese f in determinnuevos e lementos del modo de proceder. La programát ica f rase comienzo del Examen [3] : «El f in des ta Compañía es no solo a t tcler a la salvación y perfección de las ánimas propias con la grad iv ina , más con la mesma in tensamente procurar de ayudar a la salvación y perfección de las de los próximos», puede provocar espejismo de suponer un doble f in a la Compañía. No es así . SIgnacio habla s iempre del f in en singular. La primera parte de frase ci tada («no solo . . . ánimas propias»), es la evocación de deber com ún a todo cr is t ian o que en las órden es m oná st ica s , erm ít icas o co nte m plat iv as a lcanza su m áxim o ejer c ic io y aquí menciona para darlo por supuesto. El f in de la Compañía —San nacio habla s iempre 'del f in ' en singular, «el f in que se pretend[ 5 0 8 ] — viene en la segunda parte de la frase: la ayuda a la salvac ión y per fecc ión de l p ró j imo, y, más concre tamente , espec i f icpor ese « intensamente» que es un des te l lo del «magis» ignaciande «la mayor gloria de Dios» [156, 307, 603].

    «Quis f in ís?» , se pregu nta Nad al . Y resp ond e: «M ax im us on i u m : sa lus e t pe r fec t io an imarum ad maiorem g lor iam Deo»9 . «Est¡He quid em f in is So cie ta t is unic us: ad m aio rem Dei g lo r iam in ró m n i b u s e n i t i »1 0 .

    8 . A es ta es pe ci f ic id ad de la Co mp añía , en cuan to co ntra dis t inde los d em ás Ins t i tu to s re l ig ios os , se ref ie re Nadal cuand

    expone su ' t r ip le gracia ' : la pr imera es la 'gra t ia bapt ismat is ' conced ida por Dios a tod os los f ie le s; la segu nda es la 'grat ia re l i -gionis ' con que todos los re l ig iosos cuentan para poder consegulos f ines de su Religión; la tercera es la 'grat ia Societat is ' , es dcir, la gracia part icular para que la Compañía pueda conseguir f in espec í f ico u .

    9 . Es te f in de la Compañía determina sus tancia les aspectos dnuest ro modo de proceder : abre perspect ivas universa les d

    apostolado, pr iv i legia las mis iones d i f íc i les y, como consecuenexige i l imi tada d i sponib i l idad y movi l idad. Lleva consigo la renuncia a m inis ter io s que exige n una es ta bi l idad in com pa t ib le con movi l idad apostól ica , la renuncia a las d ignidades ec les iás t icas , abandono de cuantas l imi taciones a la acción evangel izadora pudran provenir de usos re l ig iosos o comuni tar ios propios de las re l igiones mendicantes o monást icas . Ignacio hace sa l tar dos e lemetos que se tenían por ind isolu blem en te unidos a l es tado re l ig iosel coro y el hábito.

    «No se ata la Compañía a acudir a una parte o a otra, y veila l ibertad que quiere tener en el exercicio de sus minister ios. Pesta causa no t iene la Compañía choro ni hábito part icular o di

    0 Nadal V, 52. n.° 33.1 0 Ibld. 199, n.° 184. Cfr. también p. 304 n.° 69, p. 330 n.° 86, p. 490 n.° 3, p. 66

    n.° 42, p. 785, n.° 13.u Font. Narr. II, pp. 3-5; Font. Narr. III, p. 515 n.° 147.

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    E L M O D O N U E S T R O D E P R O C E D E R " 2 3

    ren te , s ino el de clérigos honestos, ni se obliga a missas ni a otrascosas que impiden la l ibertad de su fin, para es tar más dese mb arazados y más l ibres para acudir con nuestros minister ios dondeuniversa lmente hubié ramos más neces idad de l los»1 2.

    ¿Podemos imaginar hoy lo que suponía renunciar al hábito rel ig ioso, s igno de pres t ig io y fuente de respeto , y adoptar e l t ra jehabitual de un clero no muy acreditado en aquellos t iempos de laReforma y Contrarreforma? Araoz nos lo aclara: «¿En qué nos vimos en es to del hábi to? Yo moría por verme descalzo, ves t ido desaya l , por parecer santo luego. Y es cosa grande que habiendo elPadre andado con saco, descalzo, etc . , diese en tomar este hábito,que no había hábito más desacreditado e i rrel igioso que el sacerdotal entonces, y que no les santif icase a los de la Compañía elhábi to , s ino e l los a l hábi to»1 3.

    1 0 . Otra de las ma yores s ingu lar idad es de nuestro modo de proceder se refiere a la pobreza: negarse a rec ibi r es t ipendio por

    Misas y demás minis ter ios espi r i tuales en una época en que erafrecuente la acumulación de benef ic ios , en que no escaseaba e lc lero in teresado y en que las tasas por servic ios , d ispensas , conces iones de indulgencias , e tc . , e ran práct icas habi tuales .

    11. El gobierno de la Compañía presentaba también no pocasinnovaciones . Su c lara es t ructura monárquica , la ausencia de

    todo capi tu lar ismo, e l régimen vi ta l ic io del General , la insól i ta duración del t iempo de probación, la d i ferencia de grados en la Compañía , e ran ot ras tantas sorpresas de nuestro modo de proceder.

    12. Tam bién la ascét ica de la nueva Orden traía un aire nuevo: losEjerc ic ios y sus grand es tem as proye ctado s sobre toda la

    vida del jesui ta , e l d iscernimiento , la cuenta de conciencia , e l régimen paternal , la carencia de peni tencias y asperezas impuestas porreg la , e tc . Un punto clave en el talante espir i tual de la nueva Ordenes su par t icular modo de oración y, concretamente , e l c í rculo de

    la oración a la acción, y viceversa, de que hablaba Nadal: «Nuestraperfección anda en c í rculo: y es con tener perfección de oracióny ejercicios espir i tuales para ayudar al prój imo, y luego con el loadquir ir más perfección en la oración para más ayudar al pró j im o »1 4. Es el «c on tem pla t ivu s in ac t ion e» , el «hallar a Dios en tod aslas cosas»1" , verda dera s ín tes is de la asce s is más gen uina m enteignaciana, indudable modo de proceder de l a Compañ ía" .

    No debe dejar de mencionarse o t ra caracter ís t ica de la ascét ica ignaciana que se integra en el 'modo de ser de la Compañía ' : e l

    ser 'mil icia bajo el estandarte de la cruz '1 7

    . La combat iv idad, c ier ta1 2 Nadal V, 442-443 n.° 224. Cfr . ¡bld. 57-60.1 3 Font. Na rr. II I, p. 790.1 1 Na dal, Pláticas de Coim bra , p. 75-76 n.° 14.1 3 Nad al, IV, p. 651 . Cfr. tam bién M HS I R eglas, p. 490.1 6 M on. Ign. Epp. I I I, 510. BA C, 804 n.° 6.1 7 Fo rm . In st. n.° 1.

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    agresividad apostól ica que, por una parte , la hace apta para 'msiones ' d i f íc i les y, por o t ra , la convier te en blanco de persecuc iones .

    13. Por ú l t im a, e l cua r to vo to , sup rem a expre s ión de un vínculespecial con el Sumo Pontíf ice, Vicario de Cristo en la t ierr

    a cuyo servic io inmediato e incondic ional se pone la Compañía dede su nacimiento. No solo son las Fórmulas del Inst i tuto las quse abren con esta profesión de especial obediencia al Papa, s inoq u e , años antes de que las Fórmulas se escr ib iesen, esa obediencia al Sumo Pontíf ice fue uno de los elementos nucleares del grupde pr imeros compañeros . Esa especia l obediencia es uno de lop i la res fundamenta les 1 8 de nuest ro modo de proceder.

    14. Ningun a prueba más palm aria de la or ig in al ida d de es to s e le

    mentos , que apenas he hecho más que enumerar, que la campaña de incomprensión e incluso escándalo con que en no pocoambientes fueron recibidos y las muchas y largas d i f icul tades qua muy diversos n iveles , inc luso los más a l tos , hubo que superapara mantener la in tuic ión ignaciana y preservar en su in tegr idanuest ro modo de proceder. La bibl iograf ía de impugnaciones y aplogías de la Compañía en el siglo XVI y XVII , ocas ionada fundamentalmente por es tas 'novedades ' , forma una más que mediana bib l io teca .

    Resumen de cuanto l levamos dicho acerca de los e lementosins t i tucionales que const i tuyen e l núcleo perenne de nuest ro modde proceder, es es ta f rase de insuperable c lar idad: «Pater nosterIgnat ius non solebat d icere ' sp i r i tus Socie ta t is ' , sed 'modus Socita t i s p rocedendi '» 1 B.

    15. Las ' Ins t ru cc io nes '

    Ignac io esc r ibe en las Cons t i tuc iones [629] : «Adonde qu ie rque inbie e l Super ior, dará ins t rucción cumpl ida , y ordinar iamenen scri t to, del modo de proceder y medios que quiere se usen parel f in que se pret iende». Se trata de avisos y normas mucho máconcretas e inmediatas dadas con ocas ión de a lguna mis ión espec ia l . Es obvio que ni pertenecen a la esencia de la Compañía,n i descr iben s iquiera ac t i tudes necesar iamente der ivadas de e l laPero son aplicaciones concretas a una si tuación dada en un est i lde f in ido .

    — Tres inst ruc cione s dio a los PP. Broé t y S alm eró n p ara la misión a I r landa , y de e l las form a par te es e es tupe ndo t ra ta do de prudenc ia y s icología quee l mismo Ignac io in t i tu ló «Del modo de negoc ia r y conversar en e l Señor»™.Corr ía e l mes de se t iembre de 1541 .

    M o n . Ign. Const. I, 162.M o n . Paed. II, 131.Mon. Ign. Epp. I, 179. BAC, 677.

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    9 E L M O D O N U E S T R O DE P R O C E D E R " 25

    — La « Ins t ruc c ión para la jo rnada de Tren to» en 1546, a La ínez , Sa lmeróny Fabro, añade a las norm as sobre conve rsac ión con los d e m á s y t r a to mutuo ,prec iosas ind icac iones sobre el t e s t i m o n i o que han de dar y la mane ra dejuntar su ac t iv idad of ic ia l con los m in i s t e r i o s más humi ldes .

    — «Cosas que pa re cen poder ayudar a los que van a A l e m a n i a » , es el

    t í tulo de la ins t rucc ión que en 1549 en t r egó a S a l m e r ó n y C a n i s i o " . J u n toa un lúcido anál is is de los f ines de esa 'm i s ión ' y los m edio s para real izar lacon éxi to , Ignacio les br inda una s e r i e de sab ios conse jos esp i r i tua les y no rmasde compor t amien to .

    — La Ins t rucc ión al P. Juan N uñe z, Patr iarca de E t i o p í a2 3, que ha s ido cal i f i c ada como «documen to fundamen ta l por el de l icado conoc imien to de la s icolog ía o r ien ta l» , es no s o l a m e n t e una joya de la mis ionolog ía , s ino un v e rdade ropa rad igma del modo de proceder que San Ignac io des eaba en unas c i rcuns tanc ias concre tas .

    16. Es i m p o s i b l e , sin r ebasar los l ími tes a que aquí tengo quec i r c u n s c r i b i r m e , el hacer ni s iqu ie ra una s ín tes i s del enormecauda l de conse jos y suge renc i a s —obl igadamen te muy concre tas ,abundantes y h e t e r o g é n e a s — que San Ignacio da en es tas y otrasins t rucc iones . Pero no o l v i d e m o s que e l las son la t r aducc ión , ent é r m i n o s de v ida r ea l , del n ivel profundo de nuestro modo de proceder i n s t i t u c i o n a l . Ese m o d o de p roceder va con f igu rando , no loo l v i d e m o s , la imagen del j e su i ta que comienza a ac tuar en el escenar io re l ig ioso de su t i empo. Pero , si va le n com o m ue st ra , aquívan a lgunas c i tas :

    — «Hablar poco y t a r d e , oir largo y con gus to . . . La despe dida pre s ta ygrac iosa»

    — «Para conve rsa r. . . m i ra r p r imer o de qué condic ión sea y haceros del la»— «Hace r cuen t a de que todo lo que se habla puede o v e rná en públ ico»— «Ser l ibera les de t i e m p o , es a saber : p rom et iend o para mañana , hoy, si

    fue re pos ib l e , sea hecho»— Lleven v ida «e jem plar, de m o d o que no s o l a m e n t e lo malo, s ino aun la

    e s p e c i e de mal se ev i t e» . «M an i f i é s t en se , cuan to lo s u f r e el ins t i tu to re l igioso del a Compañ ía , con fo rmes con las c o s t u m b r e s de aque l los p ueblos»

    — «Donde haya facc iones y pa r t idos d iversos , no se opongan a n inguno , sino que m ues t r en e s t a r como en m e d i o y que a m a n a unos y o t ros»

    — Para tene r «au tor idad , ayuda m uchís im o no s o l a m e n t e la in ter ior gravedad de las co s tum bres , s i no t amb ién la ex t e r i o r en el andar, en los g e s to s , ene l ves t ido decoroso y, sobre todo , la c i r cunspecc ión de las pa labras y madurezde los cons e jos , t an to en lo que se r e f i e r e a las cosas p rác t icas com o en loque toca a la doc t r i na . A e s t a madurez pe r t en ece no dar su p a r e c e r con p rec ip i t a c ión , si la cosa no es f ác i l , s ino tom ars e t i em po para pensar la o e s tud ia r lao confer i r l a con o t ros»

    — «De tal modo de f i endan la Sede Apos tó l i c a y su au to r idad , que a t ra igan at odos a su v e rdade ra obed i enc i a ; y por d e f ensa s impruden t e s no sean ten idospor pap is tas , y por eso me nos c re ídos»

    — «En el d ec i r de los o f ic ios d iv inos , como de la m i sa y v í spe ras , t engan

    Mon . Ign. Epp. I, 386. BAC, 705.Mo n. Ing. Epp. XI I , 239. BAC, 779.Mon . Ign. Epp. V I I I , 680. BAC, 956.

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    26 R . P. PED RO ARR UPE, S. I. 10

    también g rande adve r t enc i a a hacer lo en m a n e r a que el pueblo se ed i f i que , ydespac io y d i s t in to» . . . «Los ornamentos de sacerdo te , d iácono y subdiácono ydel a l tar, los cá l ices , a ras e i n s t rumen tos de hacer hos t ias pa rece que d eben serescogidos»

    — « M i r e n si será bien que coman apa r t ado s . . .»

    17. Rasgo muy ignaciano es la f lexibi l idad en la apl icación de estasno rmas de c o m p o r t a m i e n t o , la conf ianza que se pone en quienes es tán sobre el t e r r e n o . Las C o n s t i t u c i o n e s , por lo que toca alas cosas exter iores , contendrán pocas perscr ipciones . «Que seacomode a la t i e r r a » "4 . Es que para Ignacio la v ida del j e su í ta esmuy d is t in ta de la del m o n j e . Su v ida no t i ene so lame nte una dimens ión in te r io r, o hacia su comunidad , s ino también una d imensión exter ior, hacia el m u n d o que le rodea . Su v ida com ún le exigi rá v iv i r con y como aque l los a qu ienes se d i r ige su t rab ajo apost ó l i c o . La v ida com ún , así, se conv ie r t e en a lgo muy ex igen te , másde lo que pedía un concep to t r ad i c iona l o e s tá t i co . Exige una constante adaptación. La v ida co mú n del mo nje quedaba de te rmina dade una vez pa ra s iempre . La del após to l , no: p ide un rea jus tecont inuo .

    18. Las 'Reglas '

    San Ignacio quiso dejar b ien di ferenciados dos e s t ra tos desu leg i s lac ión . Las Const i tuc iones por una pa r te . Y, por o t r a , a nivelin fe r io r, un com plem en to p reva l en t emen te d i r i g ido a «las cosasex te r io re s» que no debían entrar en una cod i f i cac ión de va lor tanuniversa l y e s tab le como son las C o n s t i t u c i o n e s . Se t r a ta de las'Reglas ' , pequeños con jun tos o rgán icos que regulan el m o d o deproceder en una ma te r ia con cre ta o el f u n c i o n a m i e n t o de una Casade t e rminada . Las Co ns t i tuc ion es p reven es te t ipo de ordenanzas:«son necesar ias o t ras Ordenanzas que se pueden acomodar a lost i empos , lugares y pe rsonas en d iversas Casas y Co leg ios y Off i -cios de la Compañía» [1 3 6 ] . Profunda sab idur ía de nues t ro Fundador y Leg is lador que supo d i s t ingu i r lo grande de lo pequeño ,lo permanente de lo t r ans i t o r io , lo un iversa l de lo loca l , lo su s t ancia l de lo a cc iden ta l

    Polanco nos d ice que Ignacio t rabajaba ya en 1548 en la r edacc ión de algunas R eglas , val ién dos e para e l lo de la o r ac ión , la r e f lex ión y la expe r i enc i a .Nada menos que 24 f ue ron comp ues t a s pe r s ona lm en te por él o f ue ron p romulgadas por su au to r idad , comenzando por las d i r igidas al Co l eg io de Paduae n 1546. S im ón Rodr íguez , a fa l ta de las Cons t i t uc iones , le había p rece didoun año an t e s con una se r ie de reglas para el Co l eg io de C o i m b r a2 5.

    Estas 'Ordenanzas ' de Ignacio marcan un modo de procederm u c h o más m inuc ioso y ex t e r io r que las del Fundador. Sus pres-

    Mon. Ign. Epp. II I, 41 n.° 12.MHSI . Regulae. Praefatio, 3.

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    2 1 E L M O D O N U E S T R O D E P R O C E D E R " 2 ?

    cr ip cio ne s , co m pa t ib les con los a l tos vue los de las or ig ina l idae in tu ic ione s ins t i tuc ion a les , son , por h ipó tes i s , más con t ingen

    Pero, precisamente , porque son más concretas y modelan loaspectos externos de la v ida , son más percept ib les . Consiguienm e n t e , hay el pel igro de que el espectador se quede detenido eel las , asumiendo para la descr ipción del jesui ta rasgos secundr ios , de s i tuación o de época, con olvido de los elementos que df inen e l modo de proceder ve rdaderamente impor tan te ; y que a lcambiar la imagen externa , en vi r tud misma de la f lexibi l idad nuinamente ignaciana, deduzca abusivamente que e l modo de proceder —no digamos ya e l 'modo de ser '— de la Compañía , ha sf r ido una desnatura l ización.

    Este pe l ig ro es t an to mayor cuanto que los inmedia tos sucesores de SanIgnac io en e l Genera la to , con t r ibuyeron a conso l idar, por mot ivac iones muy explcables , es ta legis lación subsidiar ia . Laínez introdujo pocas reformas y adicion e s ; Borja edi ta todo el conjunto de Reglas en 1567, y queda sustancialmentef i jado en un Corpus que t ras la edición del P. Mercuriano en 1580 es práct icamente def in i t ivo . Con pocas cor recc iones y ad ic iones de Acquaviva , son aprobadas por l a Congregac ión Genera l VII en 1616 y se mant ienen inmutab le(aunque con mat izado grado de vigencia) durante más de t res s iglos hasta laCongregac ión Genera l XXVII (1923) y la ed ic ión de 1932 2 6.

    19. Son pre sc ripc ion es de m uy des igua l valo r. Pero en toda s elhay sabios pr incipios de orden natura l y sobrenatura l .

    Sería injusto desencadenar sobre e l las la i ronía y suf ic iencia de quien lascontempla desde el úl t imo cuar to del s iglo XX. Muchos de los pr incipios qulas insp i ran t i enen e te rna v igenc ia . Só lo su expres ión , acomodada a veces ala cor r ie n te e sp i r i tua l y e l gus to cu l tu ra l de su época — co nt r a r r e fo rm a y bar roc o — las hacen menos acomodadas a la nuestra . Pero fueron s ignos vis iblesde l modo de proceder, y con t r ibuyeron a es tampar l a imagen de la Compañíay de l j esu i ta que merec ie ron la es t ima de no pocas generac iones y s i rv ie ronde punto de re fe renc ia a no escasas Congregac iones re l ig iosas nac idas en loss ig los subs igu ien tes .

    Un so lo e jemplo : l as «Reglas de la Modes t ia» , compues tas por San Ignac icon tan del iberado empeño que a e l lo dedicó largos ra tos de oración con e fus ión de lágr imas, pueden tener más de un detal le menos apl icable a todos lost iempos. Pero es innegable e l valor de su intuición: dar gran importancia a lpor te ex te rno como re f le jo de va lores in te r io res . La imagen prop ia es , despuésde todo , un inmedia to medio de comunicac ión .

    Nuestro modo de proceder, fue un valor que Ignacio se esforzócon todo empeño en defender desde e l pr incipio . A toda costa defendió de cualquier desviación que lo aproximase a lo mona

    o conventual , o de cuanto , por e l ext remo contrar io , desvir tula sacerdotal idad o la intensidad apostól ica de la Compañía. Buparte de las tensiones que Ignacio hubo de mantener y supercon a lguno de sus p r imeros compañeros se deben , p rec i samenta es ta preocupación.

    2 6 Ibid.

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    2 8 B . P. P E D R O A R R U P E , S . I . 1 2

    Todos sabemos también cómo en la época de la Encic lopediay La I lustración, de tanta carga antieclesial , la imagen de la Compañía y del Jesuíta fue desfigurada por la l i teratura sectaria , y estereot ipada en los l ibelos , fo l le tones o def in ic iones de los d iccionar ios . Pero admitamos que concretos episodios de la h is tor ia dela Com pañía — ine vi ta ble s a la larga en cua lquier in s t i tu ció n a lcorrer de los s iglos— y, ¿por qué no decir lo?, cier ta fal ta de renovac ión a t iem po por par te de la Com pañía , pud ieron dar pre tex to ,aunque imp roporc ion ado , a t a l de fo rm ació n .

    20. M ás a l lá de los m on tes y e l mar: Nadal

    La Compañía se extendió ver t ig inosamente cuando aún no ha

    b ía C o n s t i t u c io n e s e s c r i t a s P e r o h ab ía ya u n m o d o n u e s t ro d eproceder, que no era otra cosa que la ' forma de vida ' del grupode los pr imeros compañeros , y, en sus e lementos esencia les habías ido recogido en la Fórmula del Ins t i tu to . Era imprescindible asegurar dos cosas : t ransmit i r a los nuevos l legados e l autént ico modode proceder de la Compañía, y mantener, a t ravés de él , la unidadde espí r i tu e incluso c ier ta «uniformidad. . . en cuanto sea posible . . .quanto lo compadecen las qual idades di fferentes de las personasy lugares , e tc .» [ 6 7 1 ] .

    Je ró nim o Nad al , el m allorq uín en cuya con qu ista Igna cio habíadebido mostrar toda su capacidad de perseverancia , fue , antes ydespués del Fundador, e l hera ldo del pensamiento ignaciano. Cont r ibuyó como nadie, sobre todo en I tal ia y en la Península Ibéricaa implantar e l modo nuest ro de proceder. Esta era la expres iónque Nadal , a l igual que los pr im i t ivo s co m pañ ero s , em pleaba paracompendiar, hasta más no poder, cuanto él sentía ser específ icoy diferencial de la Compañía. «Excitó Dios al P. Maestro Ignaciocomunicándole una gracia , (y mediante é l a nosotros) , la cual seguimos, y nos regimos según e l la : y es te es nuest ro pecul iar modode proceder en que d i fe r imos de los o t ros re l ig iosos»

    2 8

    . Más explíci to aún en otra parte: «las Ordenes rel igiosas dif ieren en elmodo de p rocede r»2 9. La 'grat ia Societat is ' , para Nadal , es el auxil io que cada jesuíta , y la Compañía en su conjunto, reciben paraser f ieles al propio f in.

    2 1. Cu and o, m ue rto ya San Igna cio, Nadal vis i tab a las casas y colegios de la Compañía expl icando las Const i tuciones , l levaba

    siempre consigo un cuadernil lo en que había anotado ideas y sugerencias para sus p lá t icas . Tal cuaderni l lo t iene es te t í tu lo : «Delmodo de proceder en la Compañía» 3°. De l me dio c en ten ar de quecons ta , en t resaco a lgunas :

    2 7 Sobre el número de Jesuitas en vida de San Ignacio, Cfr. André R A VIER: S aintIgnace fonde la Compagnie de Jésus. 1974. p. 288.

    M Na da l. Pláticas de Coim bra , p. 55 n.° 24.3 0 Nadal V, 723 y IV, 614. Edición trilingü e en C .I.S . «Subsidia» n.° 8, Rom a, Curia

    Generalicia. 1974.

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    13 E L M O D O N U E S T R O DE P R O C E D E R " 2 9

    — Su vocac ión es c o m o una c lar idad que i r radia de Cr i s to : e l la los l lena yl o s mueve . Nace de ahí un impulso y d ec id ido em peño de comba t i r por lasalvación y p e r f ecc ión de las a lmas , ba jo la obed i enc i a de la Ig les ia j e rá rqu icaromana .

    — El modo de v ivir, en lo ex t e r i o r, es com ún , pe ro pob re . Y en lo in ter ior,

    s e e s fue rza , con la gracia divina, en t ene r mucha per fe cc ión .— S igue la p e r f ecc ión de t odas las v i r t u d e s . . . y muy i n t e n s a m e n t e la obe

    d ienc ia y la abnegac ión y la o r ac ión . . . en t odas las ope rac iones .— El modo de p rocede r de la C o m p a ñ í a es con suav idad y f i rmeza .— Examina con mucha d i l igenc ia la vocac ión de cada uno . . . y la ayuda y

    con f i rma con l a rgas p robac ion es .— Tien e grande l iber tad para po ner a cada uno en su grado.— Tiene pron t i tud en todos sus m in i s t e r i o s , aun a co s t a de la v ida.— Tiene fac i l idad de hal lar oración y a Dios en t odas las cosas .

    — Las v i r tudes han de o r d e n a r s e a la acción.— S igue muy e s p e c i a l m e n t e la obed ienc ia de en t end imien to .— Tiene de seo de p adece r por Cr i s to .— La conve r sac ión es c la ra , a legre , devota , fác i l , f ami l ia r y común .— El j e su i ta nunca ha de e s ta r oc ioso , ni t i ene co loquios si no es para hacer

    fruto.— Tiene l iber tad en el S eñor para conversa r y t r a ta r con todos , pero no

    t i ene f ami l i a r i dad con mu je r e s , aunque s ean d evo ta s , ni cura de monjas .— Los Super iores no e s tán ob l igados a segu i r el conse jo de sus consu l to r e s .

    22 . Cr is to , M odelo

    La se lección ignaciana de los e l emen tos i n s t it uc iona l e s denuestro modo de proceder es de insp i rac ión c la ram ente c r i s to lógica . La r ad ica l idad incondic iona l en el s e g u i m i e n t o de C r is to determina los pa rám et ros ap os tó l icos de la Compañ ía . Y la con templac ión de su persona inspira el de seo de imi ta r su v ida . El mode lo

    es s i empre Cr i s to , y p r ec i samen te Cr i s to como es in tu ido en losEje rc i c io s . No en vano la Compañía es, en de f in i t i va , una ve rs iónins t i tuc iona l de los E j e r c i c io s . Son mom en tos fue r t e s de esta inspi rac ión :

    — Principio y Fundamento: de él b ro t a e spon táneamen te la ind i fe renc ia y ladisponibi l idad.

    — Coloquio de la meditación de los pecados: la pregu nta «¿qué debo hacerpor Cr i s to?» , no t ien e p ara Igna cio y sus segu idores o t ra res pues ta que unaent rega to ta l .

    — Reino de Cristo y Dos Banderas. El s egu imien to de C r i s t o se hace viday e m p r e s a , con la radical idad del «magis» .

    — Contemplación para alcanzar amor. Cr i s to in te rpe la desde toda la c reac ión ,desde todos los hom bres . Desde e l los ama y en e l los desea ser a m a d o y servido.

    — Discernimiento y discreción de espíritu. Es una t écn ica que San Ignacio yano abandonará nunca . En la con fo rmac ión de la Com pañ ía j uega un pape l fundamen ta l .

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    3 0 R . P. P E D R O A R R U P E , S . I . 1 4

    — R egias para sen t i r con la Igles ia . Es s ign if icat iva la preocu pación de Ignacio por inser tar a l e jerci tante en la Igles ia en una consciente act i tud de f idel idad y servicio . La Compañía , que nace para servir a Cris to y a su esposala Igles ia bajo e l Romano Pont í f ice , y unida a é l con especiales vínculos , es lasup rema exp re s ión de e sa f i de l i dad y en t r ega3 1.

    Pero los Ejercicios no nos dan solamente la pista de esos grandes rasgos ins t i tucionales del modo de proceder de la Compañía .La persona de Cristo es la verdadera vida, a la cual se l lega imitán do lo. Ignacio habla de C ris to «de chad o y regla nu estra» (Ej . 344).Cr is to «nos da e jemplo que en todas cosas a nosotros posiblesle queramos imitar, como sea la vía que l leva los hombres a lavida» [101]. Todo eso no es más que la versión de aquella pe t ición de los Ejerc ic ios : «Demandar conocimiento de la v ida verdadera que m ue stra el su m o y ve rda de ro ca pitá n, y grac ia para le

    imitar» (139).En los Eje rcic ios , la pe rson a de C ris to es co nte m pla da en

    acción en los mis ter ios de su vida morta l , y los sent idos se aplican a ver le «con la v is ta im agin at iva , m edi tan do y con tem plan doen pa rt icu lar sus circ un st an cia s. . . a oir con el oido lo que hab la,etc.» (Ej . 121ss.) . El ejerci tante debe ver a «Christo Nuestro Señorcomer con sus apóstoles , y cómo bebe, cómo mira y cómo habla»(Ej. 214) . A nte Jes ucr is to debem os po r tarnos co mo « esc lavi to ind igno , mi rándolos , con templándolos y s i rv iéndolos en sus neces i

    dades. . .» (Ej . 114). «Mirar, advert ir y contemplar lo que hablan. . .mirar y considerar lo que hacen, así como en el caminar y t rabajar. . .» (Ej. 115-116).

    23. Esta refe ren cia person al a C ris to será una co ns tan te en Ignac io , y en concreto durante el período de redacción de las

    Cons t i tuc iones : «Con nuevo represen tá rseme Jesús con mucha devoción y moción a lágr imas» (Diar io , 74) ; «Vol tandome a Jesús:Señor, dónde voy o dónde [me queréis l levar] , e tc . s iguiéndoos ,mi Señor, yo no me podré perder» (Diario, 113); «Terminando a

    Jesús , como hal lándome a su sombra , como s iendo guía . . .» (Diar io, 101) ; «Viniendo en pensamiento Jesús , un moverme a seguir le ,pareciendome internamente , seyendo é l la cabeza o caudi l lo de laCompañía , ser mayor argumento. . .» (Diar io , 66) .

    Ignacio siente por Cristo un atract ivo total y busca en él larazón de ser y el modelo de su obra. Con férrea lógica cumpleen sí mismo el t r iple paso que señala en los Ejercicios: conocerle,para amarle y seguir le . Ignacio, en lo grande y en lo pequeño, hasido siempre constante en aquel amor que, en los albores de su

    convers ión, le h izo desear conocer —al precio de pel igros y penal idades hoy di f íc i lmente apreciables— cuanto en la t ier ra quedade más cercano y evocador de la persona de Cristo: los SantosLugares. Su personal modo de proceder, y el modo de procederque en lo grande y en lo pequeño quiso para su Compañía, no son

    Fórm. Inst . n." 1 y 3.

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    m ás que e s t o : la pe r f ec t a im i t ac ión de Cr i s to , 'pe r fe c tus De us ' ,pero tam bién 'pe r fec tus h om o ' .

    24. Entre dos épocas

    El paso de los s ig los no a f ec tó en nada al modo de procederde la Compañía en sus e l em en tos e senc ia l e s , y muy poco a la imagen ex te r io r. A esa f ide l idad debe en buena par te la Compañ ía suprobado v igor apos tó l ico .

    A l ser r es taurada en 1814, la Com pañ ía puso g ran empe ño en r ecuperaren toda su pureza no sólo los r asgos co ns t i tuc iona les de nuestro modo deproceder, s i no t ambién el mayo r núm ero pos ib le de r asgos ex te rnos res taurando la imagen t rad ic iona l del j e su i t a . Lo p r ime ro es taba forzado por la m i smaconc ienc i a de iden t idad que había que a segurar t ras el pa rén t e s i s de la supres ión . También los j esu i tas de la Co mp añía res taurada es taba n de acuerdo conC l e m e n t e X I I I en el «s in t ut sun t , aut non sin t». Para ello —y se expl icaf á c i l m e n t e en las c i rcuns tanc ias soc io- re l ig iosas de la é p o c a — era muy dif íc i l , por no dec i r In necesa r io e inc luso v i tando , el s epa ra r en el modo nuestrode proceder los n ive les de que a n t e r i o r m e n t e he t ra tado . Cualquier invocac ióno adaptac ión en las «cosas ex t e r io re s» e s t aba m en ta lmen te a soc iada a una posibi l idad de qu iebra en las f undamen ta l e s .

    25. Pero todo s sab em os que el siglo XX ha p r e senc iado una de lasrevoluciones culturales más ampl i a s y p rofundas de la huma

    nidad . Se t ra ta de un m u n d o y un hom bre nuevo . La Com pañía v ivea su l imi tada esca la el p rob lema un ive r sa l de la Ig les ia : abr i rsea la nueva rea l idad . El Conc i l io Vat icano II y su r e f le jo jesu í t i co — lasCongregac iones Gene ra l e s 31 y 32— son los m o m e n t o s f u e r te s deese esfuerzo por pone r se al día.

    La Compañía se ha e s forzado por que la c o r r e c c i ó n de rutala acerque a las f uen te s , pon iendo en nueva luz los pe rennes valores del c a r i sma y modo de proceder ignaciano . O t ros e l eme n tosmenos esenc ia les pueden y aún deben cam biar en v i r tu d m ismadel «magis ignaciano» y de la regla del « tanto cuanto» de los Ejerc ic ios .

    Englobados en el un ive r sa l mo v im ien to de r enovac ión ec le s ia l ,t a m b i é n los j e tu i t a s han cam biado a lgunos s ignos e x te rn os de suimagen . El observad or a presurado que de t enga su a t enc ión al nivelde las apa r ienc ias , podrá dedu c i r ab us iva me nte que han cambiadoa lgunos componen te s impor t an te s , si no f u n d a m e n t a l e s , del modode proceder de la Compañía . Podría decir lo m i s m o de la Ig les ia ,y en am bos casos se r ía una a f i rmac ión inexac ta . Aunq ue es jus toreconoce r que la imagen que él pe rc ibe d i f ie re en a lgun os aspectos f enomeno lóg icos de aquél la a la que él e s taba ac os tum brad o .

    2 6 . El s igno más v i s ib le , la sotana, es hoy de uso opc iona l , y no la encont ra rágene ra lmen te en t r e las nuevas gene rac ion es , sin que por e l lo haya var iado

    la norma de segui r los usos de los