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La Situacin Internacional y las tareas de los marxistas revolucionarios hoy Manifiesto de la III“ Conferencia de la Fraccin Trotskista por la Cuarta Internacional (FT-CI)

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La SituaciónInternacionaly las tareas

de los marxistasrevolucionarios hoy

Manifiesto de la IIIª Conferenciade la Fracción Trotskista por la Cuarta Internacional (FT-CI)

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33333Manifiesto de la IIIª Conferencia de la FT-CI

INTRODUCCION

Las últimas décadas estuvieron caracterizadas por la ofensiva burguesa sobre el trabajo, sobre los paísessemicoloniales y sobre los ex estados obreros burocratizados. Esta fue la respuesta del capital al período convul-sivo abierto en los �70. Esta década estuvo marcada por la crisis de acumulación capitalista después del boom dela posguerra, la emergencia de potencias competidoras como Alemania y Japón y el ascenso obrero y popular del�68/�81, en los países centrales y, en forma más aguda en la periferia, que socavaron la relativa estabilidad delOrden de Yalta, hegemonizado por EE.UU., cuestionando las bases de su dominio. Este período marcó el fin dela llamada �hegemonía benevolente� del imperialismo norteamericano y lo obligó a éste a pasar a la contraofen-siva para prevenir una muy rápida erosión de su poder, tanto en la arena económica como en el terreno militar.Como resultado de esta reacción imperialista, Estados Unidos logró enlentecer los ritmos de su decadencia,alcanzando una recomposición relativa de la hegemonía. Esta política que se inició con Reagan en la década delos �80 tuvo su punto más alto en la década del �90 donde la debacle de la URSS y su reafirmación como potenciatriunfante de la guerra fría le permitió crear el espejismo de un dominio indisputado sobre el mundo, ocultando yaminorando las contradicciones de su dominio. El reforzamiento de la ofensiva liberal y la extensión del capitala nuevas áreas geográficas antes vedadas para su explotación llegó a un triunfalismo burgués desenfrenado,dando lugar a una década de prosperidad y renovada confianza capitalista.

El fin de la década de los �90 marcó un punto de inflexión con respecto a la situación de las décadas preceden-tes. La apertura de este nuevo período en la situación internacional, es el resultado de los siguientes factores:

1) El fin del boom de la economía norteamericana de fines de los �90 y a nivel más general, el desarrollo delas contradicciones inherentes a la mayor internacionalización del capital y de un importante desequilibrio enla economía mundial, que se había anunciado en la crisis asiática de 1997-99.

2) Un cambio significativo en la política exterior del imperialismo norteamericano que siguió a los atentadosdel 11-9 hacia una orientación ofensiva tendiente a generar las condiciones para reafirmar el dominio norteame-ricano sobre el mundo, lo que ha llevado a debilitar instituciones internacionales como la ONU, y a redefinir elrol de otras como la OTAN, poniendo en cuestión el sistema que desde la segunda postguerra rige en líneasgenerales las relaciones internacionales.

3) Como consecuencia de lo anterior, estamos presenciando un desarrollo sin precedentes en los últimos añosde las tensiones interestatales entre las grandes potencias, fundamentalmente entre Estados Unidos por un lado yFrancia y Alemania por otro, que alcanzaron niveles importantes previo a la guerra norteamericana contra Irak yque muestran un punto de falla en las relaciones internacionales que seguirá actuando a largo plazo, independien-temente de las distintas coyunturas de mayor cooperación o diálogo o de mayor enfrentamiento por las que

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atraviesen estas relaciones. En el corto plazo, la crisis que se ha abierto en el proyecto de la Unión Europea trasel triunfo del NO en el plebiscito sobre la Constitución Europea en Francia y en otros países, es un handicap afavor de Estados Unidos.

4) Una recuperación lenta pero sostenida del movimiento de masas luego del retroceso de casi dos décadasque implicó la ofensiva neoliberal, el impacto de la restauración capitalista en curso y el profundo retroceso en laconciencia de clase y la organización independiente del proletariado. La huelga de los empleados públicos fran-ceses en 1995 marcó un punto de inflexión en un proceso de reversión ideológico-político del derrotismo de losaños precedentes. A la emergencia de aliados del proletariado, como sectores juveniles anticapitalistas principal-mente en los países centrales, campesinos, etc. que se venía desarrollando, se incorporó como un elemento deimportancia la tendencia a la acción directa en América Latina y una creciente actividad del movimiento obrero.Esta lenta recuperación de sectores avanzados del movimiento de masas se da en el marco de una crecientepolarización social y política a izquierda y derecha, lo que puede estar preanunciando el desarrollo de aconteci-mientos más convulsivos allí donde las contradicciones son más agudas, como ya lo viene anticipando el procesorevolucionario abierto en Bolivia en octubre de 2003, y que alcanzó un nuevo pico en junio de 2005.

Desde el punto de vista de la situación internacional, lo más dinámico es la pérdida de legitimidad del dominionorteamericano y el intento de Estados Unidos de redefinir un orden mundial según sus intereses nacionales.

Si bien la decadencia de la hegemonía norteamericana es un elemento histórico, que comenzó a mediados dela década del �70 con la derrota de Estados Unidos en Vietnam, y seguirá actuando en el largo plazo, este procesose ha acelerado después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, precipitando el giro del gobierno de Bushhacia una política exterior más unilateral y guerrerista. La oposición a la guerra de Irak de potencias imperialistascomo Francia y Alemania, de gobiernos semicoloniales y del movimiento de masas a nivel mundial, puso demanifiesto crudamente la polarización que genera esta política ofensiva.

Estamos atravesando un período en el que Estados Unidos sigue siendo la principal potencia imperialista,pero su dominio no es aceptado pasivamente sino que, por el contrario, es cada vez más cuestionado o resistidopor distintos actores que se fueron perfilando en el curso de la última década. Su creciente militarismo es unamuestra de debilidad y no de un dominio indiscutido, una muestra de su pérdida de consenso y la necesidad deapelar a métodos más brutales para sostener su hegemonía a nivel mundial.

Este es el principal elemento por el cual desde nuestro punto de vista se ha abierto una etapa preparatoria, enla que a diferencia de los años precedentes de incesante ofensiva burguesa y derrotas importantes del movimientoobrero y de masas, se combinan golpes reaccionarios como la guerra contra Irak con una tendencia a una mayorresistencia del movimiento de masas y a una incipiente recomposición de la subjetividad proletaria, aunque lalucha de clases no sea lo que predomine.

El inicio de este nuevo siglo, signado por la decadencia de la hegemonía del imperialismo norteamericano, losconflictos entre las potencias imperialistas, el creciente militarismo, la polarización social y la lenta emergenciadel movimiento de masas, plantea la necesidad de avanzar en un programa revolucionario que esté a la altura delos próximos combates de los oprimidos en el período que se abre.

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�Globalización� e Imperialismo

En las últimas décadas se desarrolló un importanteavance en la internacionalización de la economía, conla expansión del capital hacia nuevas zonas geográfi-cas que antes le estaban vedadas, como por ejemplo laex URSS y los países de Europa del Este y el avancede la restauración capitalista en China. Este proceso,que se acompañó del triunfalismo del �libre mercado�luego de la caída del llamado �socialismo real�, diolugar a una nueva moda ideológica que pregonaba quecon la �globalización�, el capital había superado a sumodo las contradicciones de la época imperialista,como las rivalidades entre potencias que llevaron enel siglo XX a dos guerras mundiales, y la contradic-ción entre la internacionalización de las fuerzas pro-ductivas y los estados nacionales, en detrimento deestos últimos.

Si comparamos la configuración que tenía el impe-rialismo a principios del siglo XX con la situación ac-tual, han ocurrido grandes transformaciones, que amodo de síntesis han sido: a) que los grandes mono-polios y corporaciones aumentaron enormemente supoder en los últimos treinta años, mediante un proce-

so acelerado de fusiones y adquisiones, es decir me-diante una mayor concentración y centralización delcapital en la mayoría de las ramas productivas; b) queconquistaron nuevos mercados territoriales y pusie-ron nuevas esferas de actividad humana bajo su domi-nio en un proceso de mercantilización general queabarca también la educación, la cultura, las jubilacio-nes y la medicina, por nombrar sólo algunas de lasáreas significativas; c) que las potencias dominantestienden a buscar que el control económico que ejer-cen en áreas del mercado �global� se exprese en insti-tuciones jurídicas y políticas supranacionales; d) queestos dos fenómenos han llevado a un cierto debilita-miento de la �soberanía� de los estados nacionales,aunque en forma desigual según los casos que se con-sideren; e) que los desarrollos científicos y técnicosagudizan la contradicción entre una producción cre-cientemente socializada y compleja con la imposiciónde una medida (�miserable�, al decir de Marx) quepermita su valorización y su intercambio mercantil; f)que se ha desarrollado una nueva división mundial deltrabajo, en donde ciertos países (los países centrales)tienden a concentrar los trabajos complejos y la cien-cia básica, otro número de países (fundamentalmente

FUNDAMENTOS

1. LAS PERSPECTIVAS DE LA ECONOMIA MUNDIAL

PARTE I

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el Asia y en particular China) la explotación intensivade la fuerza de trabajo mediante un fuerte desarrollode la manufactura en países de la periferia sin paran-gón en la historia del siglo XX, otro sector de la peri-feria que se ubica como proveedor de materias primassufriendo una desindustrialización relativa como es elcaso de América del Sur, y un cuarto sector de paísesque funcionan esencialmente como reservorios de po-blación obrera privados de toda posibilidad de inte-grarse en el proceso de producción, como es el casode gran parte del continente africano; g) el crecimien-to del comercio mundial en forma más rápida que laproducción, en especial el comercio intra-firma y porel creciente peso de la inversión extranjera directa enlos países centrales y en los países de la periferia; h) lahipertrofia de las finanzas, creando un verdadero mer-cado mundial globalizado; i) por último, y como con-secuencia de todos estos cambios, se ha desarrolladouna creciente gravitación de la ley del valor a nivelmundial. La mayor influencia de las trasnacionales,sobre todo en el campo de la producción de bienestransables, pero cada vez más en otras áreas de valori-zación del capital, como los servicios, tiende a la for-mación de precios mundiales en cada vez más ramasde la economía.

Todos estos elementos marcan una diferencia conel �imperialismo clásico� donde los países de la peri-feria capitalista eran integrados a la economía mun-dial como abastecedores y productores de materiasprimas para los centros metropolitanos. También esdiferente del despliegue en los años del boom de lasmultinacionales y su instalación de filiales en merca-dos protegidos. Lo nuevo es que la �especialización�primaria como productores de materia prima, se com-bina con la integración de un importante número depaíses de la periferia a los circuitos de la producciónmanufacturera internacional administrados por las tras-nacionales, proceso permitido por el abaratamientosignificativo del transporte y de las comunicaciones.

Pero estas transformaciones, lejos de crear un es-pacio económico mundial homogéneo y armónico,como proclaman los ideólogos de la �globalización�,no han producido un �cambio epocal� sino que hanexacerbado las características básicas del imperialis-mo, reforzando el desarrollo desigual de países, regio-nes y ramas de la economía, aumentando las brechasentre naciones ricas y pobres, entre la burguesía y elproletariado, entre ramas dinámicas y sectores sumer-gidos de la economía, en suma, acrecentando la con-tradicción entre la producción social de la riqueza y lainternacionalización de las fuerzas productivas por unlado, y su apropiación por un número reducido de cor-poraciones y estados imperialistas por el otro.

A su vez, la creciente financierización de la econo-mía con el boom de las inversiones especulativas enlos mercados de valores, los mercados inmobiliarios,los bonos de deuda pública, entre otros, dejaron al des-cubierto el carácter parasitario del capitalismo y au-mentaron considerablemente la volatilidad de la eco-nomía, como se vio en la propagación de la crisis asiá-tica de 1997 que llegó a Rusia, Brasil e hizo estragosen Argentina.

Hoy la producción y el comercio mundial están di-rigidos por 500 supermonopolios industriales, banca-rios y del agrobusiness, cuyas casas matrices se en-cuentran en un puñado de países que componen el se-lecto grupo de potencias imperialistas, como EstadosUnidos, Alemania, Japón, Francia, Gran Bretaña e Ita-lia.

La economía de Estados Unidos sigue siendo laprincipal economía del mundo, pero su peso relativoha descendido desde un 50% del PBI mundial a la sa-lida de la segunda guerra, hasta alrededor del 25% delPBI mundial. Aunque sus monopolios siguen siendolos primeros en el ranking mundial han perdido in-fluencia a manos de trasnacionales japonesas y euro-peas.

Contrariamente al sentido común que dio pormuerta la competencia capitalista con la conforma-ción de mega corporaciones centralmente como re-sultado de las fusiones y adquisiciones de firmas, seha intensificado la lucha por quedarse con porcionessignificativas del mercado, lo que ha llevado a laconformación de bloques económicos alrededor delas potencias imperialistas y sus zonas de influencia,como el Tratado de Libre Comercio entre EstadosUnidos, Canadá y México; la Unión Europea y laASEAN asiática.

Estos bloques económicos se han enfrentado en pe-queñas �guerras comerciales� en la Organización Mun-dial del Comercio, por los subsidios al agro, por losestándares de las compañías aéreas comerciales, entreotros temas, defendiendo los intereses de sus mono-polios, haciendo fracasar reuniones cumbre y permi-tiendo que países semicoloniales de importancia comoBrasil y la India aprovechen esas diferencias en lasnegociaciones.

La expoliación de las semicolonias

Durante los �90, la imposición del llamado �Con-senso de Washington� en el mundo semicolonial, ba-sado en la desregulación de los mercados, la aperturaeconómica a la penetración del capital extranjero, lasprivatizaciones de empresas de servicios públicos, lamercantilización de áreas de la actividad humana como

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la educación, la cultura, la medicina, entre otras, y laflexibilización creciente de la fuerza de trabajo, refor-zó la expoliación imperialista.

El cuadro se completó con la doble carga del pagooneroso de la deuda externa y del deterioro en los tér-minos de intercambio de las materias primas, derivan-do en el empobrecimiento de amplias zonas de la peri-feria.

Los propagandistas a sueldo del capital le atribu-yen al neoliberalismo un rol �modernizador� que su-puestamente permitió incorporar al �primer mundo� alos países semicoloniales. Muy por el contrario, el pro-ceso de internacionalización de la producción indus-trial y la incorporación a este proceso de algunos paí-ses atrasados, ha permitido que las corporaciones tras-nacionales obtengan ganancias extraordinarias produc-to del abaratamiento de la fuerza de trabajo y de quepara atraer capitales los gobiernos de los países peri-féricos han eliminado prácticamente las cargas fisca-les al capital, la protección social, y casi toda regula-ción legal sobre el medio ambiente y estándares decalidad.

Las burguesías locales optaron por transformarseen socias menores del saqueo imperialista. Los gobier-nos entreguistas liquidaron las riquezas nacionales ylos recursos naturales. El gobierno de Menem en Ar-gentina llegó al colmo de entregar a la española Rep-sol las reservas petroleras del país.

Millones de trabajadores perdieron sus empleos conlas privatizaciones y las reestructuraciones de las fir-mas. América Latina se transformó en el continentede mayor desigualdad social, lo que motorizó la ac-ción directa de masas en algunos países como Argen-tina, Bolivia, Perú o Ecuador.

Las contradicciones del proceso de restauracióncapitalista en China y Rusia, y de suincorporación plena a la economía mundialcapitalista

La caída de los regímenes stalinistas en Europa delEste, y principalmente la desintegración de la URSS yel curso que ha tomado la restauración capitalista enChina, han significado la ampliación geográfica y so-cial del dominio del capital hacia amplias zonas delplaneta, extendiendo las posibilidades de explotacióna centenares de millones de trabajadores que actúancomo mano de obra barata y ampliando las perspecti-vas de los mercados de bienes y servicios a millonesde nuevos consumidores.

Pero fundamentalmente han agudizado la compe-tencia entre monopolios y potencias imperialistas porconquistar nuevas áreas de influencia, mercados y

fuentes de materias primas, en el marco de la estre-chez del mercado capitalista mundial. Así mientrasla Unión Europea está tratando de reafirmar su do-minio en los estados de Europa del Este transformán-dolos en su patio trasero, incorporándolos a la Unión,desde el punto de vista político, Estados Unidos in-tenta tener una influencia mayor sobre estos países,como demostró en el apoyo que logró de algunos deellos como Polonia en la guerra contra Irak. Pero es-tas disputas son sólo el anticipo de una pelea mayorpor ver quién se beneficia estratégicamente con larestauración en los colosos chino y ruso, como mues-tran las divergencias sobre el levantamiento del em-bargo de armas a China por parte de la UE con laoposición de los EE.UU., y la distinta política haciaRusia de este último con respecto a Europa, en parti-cular Alemania.

El desmantelamiento de la economía planificadaen Rusia implicó una brutal destrucción de fuerzas pro-ductivas y un enorme retroceso económico, social ycultural. El carácter depredador que adquirieron lasprivatizaciones dio lugar al surgimiento de una nuevacapa de oligarcas, fuertemente ligados a Occidente,que se han apropiado de los recursos naturales comoel gas y el petróleo y que sin capital para competir enel mercado mundial, se aprestaban a transferir la pro-piedad de sus activos al capital petrolero internacio-nal, en particular norteamericano. Esto ha obligado ala confiscación de sus propiedades por parte del esta-do ruso, que se erige de esta manera como el árbitroentre el capital internacional y la apropiación de losrecursos naturales rusos. Sólo después de esta acciónel gobierno norteamericano ha iniciado una fuerte cam-paña propagandística contra el carácter autoritario delgobierno de Putin -carácter que los mismos EE.UU.ayudaron a consolidar durante la década pasada- quebusca crear fuerzas abiertamente proimperialistas alinterior de Rusia. Esto en el marco del aceleramientode la pérdida de influencia geopolítica de la otrora su-perpotencia, ya no sólo en Europa del Este y los paí-ses Bálticos, actualmente incorporados a la OTAN,sino también en su patio trasero. El ejemplo más re-ciente es el retroceso ruso en el Cáucaso y en AsiaCentral, luego del levantamiento en Kirguistán, quefue aprovechado por EE.UU.. La situación en Ucranialuego del triunfo de la �revolución naranja�, es aúnmás grave para Putin, debido al rol clave de este paíspara la seguridad nacional rusa. La burocracia restau-racionista rusa está sufriendo las consecuencias delgiro procapitalista que los gobernantes rusos desdeGorbachov hasta Putin vienen llevando adelante enlos últimos veinte años: su ilusión de asentarse comouna nueva clase burguesa de una potencia capitalista

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apelando al capital internacional para modernizar suparque industrial y tecnológico, ha redundado por elcontrario en una pérdida de su estatus en el tablerointernacional y en una desintegración territorial queamenaza la supervivencia de la misma federación rusa.Los resultados geopolíticos cada vez más desastrososy la hostilidad de la población a las reformas de mer-cado, por un lado, y la presión norteamericana, por elotro, están socavando las bases de sustentación del bo-napartismo de Putin. Esta realidad abre a mediano pla-zo un pronóstico alternativo: o un salto en la penetra-ción imperialista en la misma Rusia y su transforma-ción en un país semicolonial como Brasil, o una reac-ción de la clase obrera rusa que, aprovechando la de-bilidad de su clase gobernante y las brechas entre lasdiversas potencias imperialistas, impida esta perspec-tiva ominosa y revierta todos los desastres que ha sig-nificado la restauración capitalista cuestionando elpoder de la burocracia restauracionista y de los nue-vos ricos.

China viene beneficiándose contradictoriamente delas �ventajas del atraso�, es decir, de su menor desa-rrollo industrial, y de su enorme reserva de mano deobra barata, alcanzando cifras de crecimiento sosteni-do de 9% por más de una década. Esta situación hallevado a muchos a hablar de China como la �nuevapotencia� del siglo XXI, disminuyendo las consecuen-cias del carácter desigual y dependiente de este desa-rrollo para las perspectivas de la economía china. Enel plano interno, la penetración del capital extranjeroha exacerbado una desigualdad insostenible entre laszonas costeras, donde se concentra la inversión, y laszonas que dependen para el empleo de viejas fábricasestatales quebradas o de la explotación del campo. Eldesarrollo chino tiene así un carácter explosivo y uni-lateral, cuyas consecuencias desde el punto de vistasocial son la profundización de la polarización, la con-centración de la riqueza y las protestas que genera eldesmantelamiento de la economía estatal, todavía ma-yoritaria, y la crisis agraria.

El futuro en el largo plazo del crecimiento chino yde su exitosa integración a la economía mundial de-penderá del estado de salud del capitalismo mundial.En todos estos años, China se benefició muchísimomás que otros países por su vasto pool de mano deobra barata, de la tendencia de las economías y multi-nacionales de los países imperialistas que están en unacarrera desenfrenada para bajar los costos para recu-perar la rentabilidad después de la crisis de los �70,que fue el primer momento donde la tasa de gananciade las principales economías comenzó a descender.Esta tendencia sigue siendo una realidad de la econo-mía mundial que se ha profundizado como salida a la

sobreinversión de los �90, no sólo en cantidad sino anuevos sectores (servicios), pero viene siendo contra-rrestada por una tendencia opuesta que surge del mis-mo proceso de reestructuración y relocalización capi-talista de las últimas décadas: la falta de mercados paralos niveles de tasa de ganancia que los cambios en elproceso productivo permitan valorizar y realizar.

El camino aplicado, aunque ha recuperado la ren-tabilidad, ha redundado en una nueva estrechez delmercado capitalista mundial, llevando no a una ex-pansión como en el boom de la posguerra sino a unalucha despiadada por los mercados. De esta lógicade hierro resulta la búsqueda incesante de fuentes demano de obra barata que ha beneficiado particular-mente a China como el �nuevo milagro capitalista�,pero que a su vez pone un gran interrogante sobre lasustentabilidad de esta nueva división mundial deltrabajo, a menos que se crea alegremente el sueñosin fundamento de las grandes empresas de una Chi-na que emerja como gran potencia consumidora, cues-tión que es difícil de esperar por razones internas yexternas, al menos en un ritmo que evite potencialescataclismos económicos en los próximos lustros. Laesperanza de Occidente en que el mercado chino seconvierta no sólo en un �gran ensamblador del mun-do� sino también en un nuevo mercado consumidorque permita reequilibrar la economía mundial, man-tenida durante todos estos años por el crecimientomás allá de sus posibilidades del consumo norteame-ricano, no resiste la menor prueba.

En otras palabras, la ampliación geográfica del ca-pital al tiempo que fue una salida momentánea para elcapitalismo mundial en las décadas pasadas, sobre todoen los �90, ha significado una intensificación de la com-petencia intermonopólica en busca de nuevos merca-dos, lo que a largo y mediano plazo tiende a agravar lacrisis capitalista.

Los desequilibrios de la economía mundial

La creciente internacionalización de la economía,que fue una de las respuestas a la crisis de acumulacióndel capital iniciada en la década del �70, se manifiestaen la fuerte volatilidad del capitalismo mundial. A pe-sar de su apariencia de invencibilidad el capitalismomundial sufrió en los últimos once años cinco crisisregionales que impactaron a los países centrales, aun-que gracias a la acción de los gobiernos y los bancoscentrales pudieron ser contenidas. Es decir, casi unacrisis cada dos años, o más aún si incluimos la crisis dela economía norteamericana en 2001/2002. Este fue elcaso de la crisis del �tequila� de 1994, que hundió losbonos del Tesoro norteamericano y que obligó al salva-

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taje de los bonos de la deuda mexicanos por el gobiernode Clinton, o la crisis que se inició en Asia en 1997 yque luego se extendió a Rusia en 1998 llevando al de-fault de su deuda externa, que golpeó fuertemente a WallStreet, impulsando a la Reserva Federal de EstadosUnidos a sostener al fondo de inversión LTCM paraevitar que su caída se transformara en el desencadenan-te de una crisis financiera internacional. En 1999 Brasilfue la siguiente víctima, aunque logró capearla, no asíArgentina, lo que culminó en 2001 en el default de deu-da soberana más grande de la historia. Por último, lue-go del hundimiento de las acciones �puntocom�, la eco-nomía norteamericana entró en recesión, que si bien fueleve por las medidas tomadas, vio las bancarrotas y losfraudes de negocios más grandes de la historia, comofue el caso de la Enron o World Com. Todos estos ele-mentos muestran que, a pesar de la mayor expansióngeográfica y a nuevos ámbitos del capital en las últimasdécadas, la economía mundial no ha conseguido unaestabilidad duradera.

Es en este marco que debemos ver la fuerte recu-peración de la economía mundial en 2003 y 2004 im-pulsada por el consumo norteamericano y la inversiónchina. El carácter desigual de esta recuperación, de laque Estados Unidos se beneficia, mientras que los prin-cipales países de la Unión Europea están sufriendo unestancamiento con pronósticos de crecimiento casi nu-los, es una expresión más de los profundos desequili-brios de la economía mundial.

La recuperación de Estados Unidos, luego de larecesión de 2000-2002, se basó esencialmente en treselementos, a saber: 1) la suba de los gastos de defensaligados a la política militarista de la administraciónBush, 2) la baja espectacular de impuestos a los secto-res de mayor poder adquisitivo de la sociedad, esti-mulando el consumo de los estratos más ricos, y 3) unnivel muy bajo de las tasas de interés, que permitiósostener el mercado interno y alentar sobre todo la in-versión inmobiliaria.

Sin embargo, estas políticas, aunque permitieronmantener el dinamismo económico y mejorar el climade los negocios capitalistas, han profundizado los des-equilibrios de la economía mundial, en especial la deEstados Unidos, la economía más fuerte.

En primer lugar, la baja de impuestos llevó a gene-rar un nuevo déficit estatal. En segundo lugar, el sos-tenimiento de la demanda de los consumidores llevó aun endeudamiento sin precedentes de los hogares nor-teamericanos y a reducir drásticamente la tasa de aho-rro nacional. Por último, el déficit de la balanza co-mercial de Estados Unidos alcanzó a mediados de 2004

la cifra récord de US$ 665.000 millones, es decir el5,7% de su PBI. Nunca en la historia el mundo habíafinanciado un déficit de esta magnitud, que implicaque los Estados Unidos absorban más del 80% de losahorros disponibles a nivel mundial. A su vez este dé-ficit estaría señalando un deterioro estructural del apa-rato manufacturero norteamericano, un indicador sen-sible de su pérdida de competitividad en importantesáreas, que es uno de los signos más palpables de sudeclinación hegemónica.

Con un enorme costo interno, la economía norte-americana aún sigue actuando como consumidor enúltima instancia, atrayendo las exportaciones sobretodo de Asia, y en menor medida de Europa. Mientrastanto, los bancos centrales de los países asiáticos, acu-mulan millones de dólares en reservas, financiando deesta manera el déficit comercial de Estados Unidoscon sus ahorros invertidos en bonos del tesoro norte-americano y otros activos financieros. Este procesogenera un círculo vicioso por el cual países exporta-dores a Estados Unidos subsidian las bajas tasas deinterés que mantiene la Reserva Federal, estimulandoel endeudamiento de los consumidores norteamerica-nos, para que sigan comprando los bienes importadosde China o Japón.

En este contexto, aumenta la probabilidad de tur-bulencias financieras, ya que un giro drástico de laReserva Federal a una política más restrictiva, o el sóloanuncio de que un banco central asiático decidierapasar parte de sus reservas en dólares a euros, podríadisparar pánico en los mercados. Una fuerte crisis fi-nanciera pondría en cuestionamiento el rol del dólarcomo moneda de reserva mundial. Esto muestra la re-lativa precariedad del crecimiento norteamericano ypone en cuestión la sustentabilidad a largo plazo deeste funcionamiento desequilibrado de la economíamundial.

Las perspectivas a mediano plazo son por lo tantode mayores tensiones económicas, en un momento enel que el empeoramiento de las relaciones políticasentre las grandes potencias ha puesto en cuestión laefectividad de las medidas de coordinación interna-cional, que fueron un componente importante para elrestablecimiento de un equilibrio capitalista temporalluego de la crisis de los �70.

Teniendo en cuenta que el débil crecimiento de lademanda interna en Europa y Japón les impide actuarcomo motores alternativos a Estados Unidos, las pers-pectivas de la economía mundial pueden llegar a sersombrías en caso de un fuerte ajuste de la economíanorteamericana.

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2. LA GUERRA DE IRAK, LA OFENSIVA NORTEAMERICANAY LAS CRECIENTES TENSIONES IMPERIALISTAS

Los atentados a las Torres Gemelas y el Pentágonoel 11 de septiembre de 2001, pusieron en evidencia lavulnerabilidad externa de Estados Unidos y acelera-ron el curso agresivo en la política exterior del gobier-no de Bush. La pérdida de consenso para ejercer sudominio sobre aliados y enemigos, obliga a EstadosUnidos a recurrir a cuotas cada vez mayores de coer-ción, lo que se ve reflejado en su unilateralismo y enla tendencia creciente al militarismo en el terreno po-lítico internacional.

La estrategia norteamericana apunta a cambiar drás-ticamente las relaciones internacionales y las institu-ciones que habían sido la base del orden mundial depostguerra, de modo tal de generar las condiciones parareafirmar el dominio mundial de Estados Unidos enlas próximas décadas.

Durante la primera presidencia de Bush esta estra-tegia se expresaba más en los términos de la �guerracontra el terrorismo� y el �ataque preventivo�, mien-tras que su segundo mandato adoptó un discurso cen-trado en la �extensión de la democracia y la libertad�en contra de los �tiranos�, dando lugar a una políticaque combina el guerrerismo y el uso del poderío mili-tar con la reacción democrática como forma de impo-ner el �cambio de régimen�.

Las bases del unilateralismo norteamericano

El �unilateralismo� de los Estados Unidos tieneraíces económicas profundas. La así llamada �globa-lización�, que significó un salto en la penetración im-perialista en la periferia a través de la desregulaciónde los mercados, las privatizaciones y la explotaciónde mano de obra barata, dio rienda suelta a las tenden-cias más depredadoras del capital norteamericano yconformó una base social que favorece la vuelta a lasformas más bárbaras del imperialismo. El primer go-bierno de Bush y su reelección son una expresión aca-bada de estos sectores. Esta política exterior agresiva,va acompañada en el plano interno por un retrocesobrutal de importantes conquistas conseguidas por elproletariado y las masas norteamericanas en años delucha.

Si durante la primera presidencia de Bush la patro-nal aprovechó la recesión y los atentados del 11-9 paradespedir y avanzar en flexibilizar las condiciones deempleo, al punto que la recuperación económica notrajo aparejada una reducción significativa del desem-

pleo, la segunda presidencia anuncia un avance cuali-tativo en la privatización de los sistemas de seguridadsocial y salud, pretendiendo el estado ahorrar millo-nes de dólares a costa de desfinanciar la asistencia so-cial y profundizar el esquema privado de fondos depensión y retiro.

La estrategia de la actual administración pretendelegitimar, naturalizar y consolidar estos avances, pro-fundizando y extendiendo el cambio no sólo en el te-rreno socioeconómico, sino incluso en el terreno polí-tico y cultural, extirpando de raíz todo trazo de iguali-tarismo y avanzando en el terreno del régimen en unrecorte sin precedentes de las libertades democráticas,reforzando la autoridad del ejecutivo y el control delos tres poderes del estado por parte de los personerosmás derechistas del establishment político. El nuevodiscurso de Bush, además de sus fuertes tonalidadesreligiosas, apunta a constituir una sociedad de �pro-pietarios�.

En síntesis, si el fordismo y/o americanismo y el wil-sonismo fueron el programa del capitalismo norteame-ricano en ascenso con el cual estableció su hegemoníasobre el trabajo en lo interno y, luego de la segundaguerra mundial, le permitió consolidarse como poten-cia hegemónica, moldeando las instituciones del ordenmundial a su imagen y semejanza, la ofensiva actual esmás bien su contrario. Así, el debilitamiento del �multi-lateralismo� en la política exterior se acompaña por elintento de destruir y reemplazar los elementos de �per-suasión� que permitieron la cooptación y sumisión dela clase obrera en las épocas de bonanza por una nuevacombinación que implica un creciente autoritarismo y/o bonapartismo con un reforzamiento de los valoresmorales tradicionales. Un producto genuino de la crisisy declinación del capitalismo norteamericano.

Rivalidades interimperialistas

Esta política de Estados Unidos de perseguir suinterés nacional de forma tan abierta, intentando sacaruna ventaja estratégica para mantener su hegemoníamundial, es la fuente principal de tensiones que desdelos preparativos de la guerra de Irak atraviesan el sis-tema internacional, dando lugar a una rivalidad sin pre-cedentes en las últimas décadas entre las potencias im-perialistas.

Desaparecida la �amenaza comunista� con la caí-da del Orden de Yalta, la primacía norteamericana dejó

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de ser un requisito automático para el mantenimientodel statu quo mundial, dando lugar a un aumento en lacompetencia y en las diferencias políticas entre laspotencias imperialistas. La �amenaza del terrorismoislámico� no es suficiente por sí misma para abroque-lar al mundo occidental detrás de Estados Unidos, te-niendo en cuenta que las potencias europeas tienenotros sistemas de alianzas, relaciones e intereses co-merciales en Medio Oriente, que divergen de los deEstados Unidos.

La muestra más aguda de esto ha sido la crecienterivalidad entre Europa y Estados Unidos que se haexacerbado en los últimos cuatro años y tuvo su picoen la oposición de Francia y Alemania, acompañadospor Rusia, a la guerra de Irak.

El unilateralismo de Estados Unidos está en la basede este aumento de tensiones interimperialistas, ya quesu decisión de imponer sus intereses cualquiera seanlas circunstancias amenaza los intereses vitales de lasotras potencias.

El proyecto de Unión Europea responde evidente-mente a la necesidad de contrapesar el poderío esta-dounidense y de mejorar las perspectivas del capitaleuropeo en el terreno internacional. Sin embargo, lapolítica norteamericana en Irak provocó una impor-tante división entre las potencias de la UE. Mientrasque Francia y Alemania lideraron la oposición, mani-festándose partidarias de un orden más multilateralregido por las instituciones como la ONU, Gran Bre-taña mostró su opción estratégica de ser aliada de Es-tados Unidos, seguido por Italia y España y arrastran-do a países importantes del este europeo como Polo-nia.

La lista de diferencias entre los Estados Unidos yEuropa es larga y variada: la guerra de Irak y las ac-tuales relaciones con el régimen iraquí; el tratamientode los prisioneros en Guantánamo; la política a serimplementada en el conflicto palestino-israelí más alládel apoyo de ambos al gobierno de Abbas; cómo tratarel tema de la proliferación nuclear en Irán y en Coreadel Norte; si mantener el embargo de armas sobreChina; el embargo sobre Cuba; si la OTAN deberíaseguir siendo la estructura primaria para discutir lasrelaciones entre EE.UU. y Europa, opuesto a los Esta-dos Unidos tratando con la Unión Europea; el sistemaGalileo versus el sistema GPS como sistemas de na-vegación satelital; la urgencia del cambio climático yel Protocolo de Kyoto; el apoyo a la Corte CriminalInternacional; quejas mutuas (y amenazas de sancio-nes) con respecto a los subsidios industriales; las mo-dificaciones genéticas de las semillas agrícolas; la ri-validad entre Boeing y Airbus; y por último pero nomenos importante el crecimiento del euro como una

moneda de reserva mundial potencial.¿Esto significa que la UE se ha convertido en un

polo progresivo a los Estados Unidos, como sostienensectores del movimiento antiglobal que propugnan laconformación de un frente anti-hegemónico entre lospaíses de la periferia y la UE contra el unilateralismonorteamericano? Nada más alejado de la realidad. LaUE y los EE.UU. comparten importantes intereses. Es-tán de acuerdo en mantener la estabilidad del sistemacapitalista mundial, están unidos contra las crecientesdemandas de los países periféricos cuando se trata denegociaciones con potencias imperialistas en la Orga-nización Mundial del Comercio. Este interés en impe-dir cualquier triunfo de los oprimidos contra el impe-rialismo, es lo que explica momentos de relativo acer-camiento y cooperación como el apoyo a la �revolu-ción naranja� en Ucrania o la presión conjunta ejercidacontra Siria para que se retire del Líbano.

Sin embargo, las diferencias profundas que emer-gieron abiertamente con la guerra de Irak persisten por-que no responden a elementos coyunturales, sino a unadisputa estratégica basada en elementos económicos,sociales, políticos y militares. En este marco, el avancedel proyecto de la UE ha sufrido un gran golpe despuésdel rechazo de Francia y de otros países como Holandaa la Constitución Europea. El eje franco-alemán, motorde la construcción europea, ha entrado en una fase crí-tica: divididos ante la constitución y con sus líderes encaída libre electoral, tardarán tiempo en recomponer su�insustituible� alianza. El caos en que ha entrado laUnión Europea se manifiesta en la caída del euro, querefleja el nerviosismo de los mercados frente a la incer-tidumbre que se abre en la dirección política del viejocontinente. Las futuras ampliaciones de la UE, comopor ejemplo la incorporación de Turquía, quedan en ellimbo, al tiempo que es probable que se endurezcan lascondiciones para los países recientemente incorpora-dos de la Europa Oriental como la República Checa oPolonia. En este escenario pueden aparecer nuevas bre-chas y choques entre los países europeos, que defende-rán sus intereses más encarnizadamente, como frente ala futura discusión del presupuesto comunitario, aumen-tando la división. En otras palabras, la creciente divi-sión entre los Estados y sobre todo el rechazo categóri-co de la población al ataque que implica el avance de laUE, en lo inmediato le pone un límite al desarrollo deEuropa como polo contrahegemónico.

La prueba de Irak

El unilateralismo norteamericano y el recurso almilitarismo como forma de imponer el dominio estánteniendo su primera prueba seria en la política hacia

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Irak, cuyo desenlace todavía permanece abierto.La guerra contra Irak tenía como objetivo transfor-

mar el país en una plataforma del poderío imperialistaen Medio Oriente que permitiera rediseñar el mapapolítico de la región, fortaleciendo la posición de Es-tados Unidos y su aliado Israel, en detrimento de bur-guesías y regímenes semicoloniales de la región quepresentan objeciones al alineamiento automático conEstados Unidos, como el régimen sirio.

Medio Oriente concentra las principales reservasde petróleo y constituye la principal fuente de provi-sión de crudo para la UE, que mantiene buenas rela-ciones con regímenes como el de Irán, al que EstadosUnidos considera el �eje del mal�. Por lo tanto, el re-posicionamiento norteamericano en la región consti-tuye una amenaza directa a los intereses de potenciascompetidoras, esencialmente de Europa y Rusia.

Estados Unidos fue a la guerra prácticamente solo,desafiando a aliados históricos y haciendo caso omisode un antinorteamericanismo sin precedentes que diolugar a las movilizaciones de millones de personascontra la política norteamericana y el presidente Bush.

Aunque las tropas norteamericanas lograron unarápida victoria militar contra el régimen de Hussein,que se desintegró casi sin ofrecer resistencia, la ocu-pación de Irak demostró ser una empresa más compli-cada de lo que suponían los planificadores del Pentá-gono y los neoconservadores, ideólogos del �cambiode régimen�.

La ofensiva de Estados Unidos ha intensificado elprofundo sentimiento antinorteamericano en la región.En Irak el intento de establecer un gobierno títere delimperialismo, dio lugar al surgimiento de una resis-tencia armada contra la ocupación, que tiene una am-plia base social en el sector sunita de la población ira-quí y se concentra geográficamente en el centro delpaís, principalmente en Bagdad y Falluja.

A pesar de tener el ejército más fuerte del mundo,Estados Unidos no ha podido aplastar esta resistencia,que sigue hostigando a sus tropas y aumentando elnúmero de bajas. Pasado el momento más crítico parael imperialismo, cuando en abril de 2004 tuvo que hacerfrente a dos levantamientos, el de la ciudad de Fallujay el de la ciudad de Najaf liderado por el clérigo chiítaAl Sadr, Estados Unidos empezó a implementar unacomplicada ingeniería política para establecer un go-bierno local que todavía está en formación. Para lle-gar a esta situación y a las elecciones fue indispensa-ble la colaboración de los líderes chiítas, principal-mente del clérigo Ali Al Sistani.

Estados Unidos cuenta con el handicap de que has-ta el momento la resistencia iraquí sigue confinada alsector sunita y no ha logrado generalizarse en un mo-

vimiento de liberación nacional de masas que expreseel rechazo a la ocupación militar y la lucha por la ex-pulsión de las tropas extranjeras, y contra sus colabo-radores locales.

Hasta el momento el resultado de la operación nor-teamericana en Irak es provisorio. Aunque Bush, conel impulso de haber ganado las elecciones presiden-ciales a pesar de la baja popularidad interna de la gue-rra de Irak, ha relanzado una ofensiva política en laregión luego de la realización de las elecciones ira-quíes el 30 de enero de 2005, tomando el discurso dela reacción democrática para avanzar en la resolucióndel conflicto palestino o para reforzar el aislamientointernacional de Siria, el Medio Oriente sigue siendouna zona de inestabilidad política en el marco de unantinorteamericanismo de masas.

La situación en el Líbano muestra la profunda po-larización que genera la política norteamericana, queen general sigue las líneas de las divisiones religiosasy étnicas en la región y los bandos que se enfrentaronen los quince años de guerra civil. El país está literal-mente dividido al medio entre un sector dirigido poruna oposición proimperialista y condescendiente conIsrael, mayoritariamente cristiana maronita, sunita ydrusa, y otra mitad, mayoritariamente chiíta, dirigidapor Hezbollah, que intenta resistir la ofensiva impe-rialista y que puede alentar a la acción a otras fuerzasantinorteamericanas en los territorios palestinos, Irán,y el propio Irak.

Estratégicamente, el hecho de que Estados Unidostodavía tenga que lidiar militarmente con una guerri-lla, muy inferior desde el punto de vista del armamen-to, pero que cuenta con base social y que por lo tantoexige la colaboración local �militar y de inteligencia-para una campaña de contrainsurgencia, alienta el sur-gimiento de otras fuerzas de este tipo en la región o enotras partes del mundo, que sobre el modelo de unaresistencia irregular enfrenten el poderío militar nor-teamericano.

La ocupación de Irak reveló también los límites mi-litares de la principal potencia del mundo. La perma-nencia de alrededor de 150.000 soldados en Irak, jun-to a la continuación de misiones y bases militares enamplias zonas del mundo �desde Europa Occidental yJapón hasta Afganistán- está llegando al tope de lascapacidades de tropas disponibles, dado que tras laderrota de Vietnam el ejército norteamericano elimi-nó la conscripción obligatoria y está compuesto porsoldados profesionales y reservistas.

Si bien es cierto que la ofensiva norteamericana nopodía sostenerse por medio de la intervención militarexclusivamente, dando lugar a una suerte de �guerrapermanente� de operaciones policiales en cualquier

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1313131313Manifiesto de la IIIª Conferencia de la FT-CI

parte del mundo, la política de reacción democráticaexpresada en la retórica de �cambio de régimen� y de�reformas democráticas� no podría ser efectiva sin elpoderío militar norteamericano.

La débil coalición que acompañó a Estados Uni-dos a la guerra sufrió duros golpes. La alianza conBush le costó al primer ministro británico Tony Blairla crisis más importante de su gobierno. España aban-donó la coalición tras los atentados de Madrid del 11de marzo de 2004, que provocaron la derrota del go-bierno de Aznar y la asunción del gobierno del PSOE.El gobierno de Berlusconi, otro aliado de Bush, haencontrado serias dificultades para sostener su apoyoa la guerra luego de que soldados norteamericanos dis-pararan contra el vehículo que transportaba a la perio-dista Sgrena, tomada como rehén y liberada, hiriéndo-la gravemente y matando al oficial del servicio secre-to italiano que había logrado su liberación.

Está lejos de haberse recompuesto el rompecabezas

de Medio Oriente. La intervención norteamericana buscaacelerar los ritmos de cambios profundos en la regiónque apunten a fortalecer la posición de Estados Unidose Israel, realineando a países que históricamente tienenlazos con Europa, consiguiendo nuevos agentes localesque tomen la tarea de liquidar la resistencia de las ma-sas y desarmar sus organizaciones más radicales. Enese sentido van los acuerdos entre la renovada direc-ción palestina de Mahmoud Abbas y Sharon para liqui-dar la lucha nacional palestina, el intento en Irak deformar un gobierno local que tenga la capacidad de re-construir un aparato represivo capaz de lidiar con laresistencia, o el apoyo a movilizaciones motorizadaspor el ala proimperialista de las elites locales como for-ma de impulsar con agentes internos el �cambio de ré-gimen�. Las crecientes turbulencias que atraviesan laregión indican que Medio Oriente será una de las zonasconflictivas donde seguirá a prueba la capacidad dedominio de Estados Unidos.

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La emergencia del movimiento antiguerra fue unhecho enormemente progresivo. En el medio de losaprestos a la invasión militar a Irak, la movilizaciónde millones de personas en los cinco continentes fuela oposición más grande que se levantó contra el in-tento de Bush de rediseñar el mundo y el Medio Orientea su favor. Desde entonces, aunque con enormes alti-bajos, sigue siendo un factor presente de la realidadmundial, como demostró su acción después de los aten-tados del 11/3 en España, que obligaron al retiro delas tropas de este país de la coalición pronorteameri-cana, o en la importante pérdida de votos de Blair enlas recientes elecciones en Gran Bretaña a pesar de suvictoria electoral.

Sin embargo, en Europa, donde este movimientofue más fuerte, tanto las direcciones sindicales, inclui-dos los sindicatos �alternativos� y �combativos� comoel IGM, el SUD, y los COBAS como los principalesreferentes del movimiento antiglobal como ATTAC,incluidos los autonomistas, le impidieron ser una he-rramienta eficaz para parar la maquinaria militar nor-teamericana. Antes del inicio de la guerra estas direc-ciones le imprimieron un carácter esencialmente paci-fista que sembraba ilusiones en las potencias europeas

que se oponían a la guerra y en las Naciones Unidas.Las únicas posibilidades de detener la guerra des-

de fuera del teatro del conflicto, era parando la ma-quinaria militar que la hacía posible. La �maquinariade guerra� se compone principalmente por los esta-dos y gobiernos que la llevan adelante, más las bur-guesías imperialistas que la financian y esperan ob-tener beneficios de ella. Sólo con una gran lucha con-tra los gobiernos de los países agresores se podía pa-rar la agresión imperialista, o aún darla vuelta y trans-formarla en una lucha social contra los gobiernos im-perialistas. Pero salvo acciones aisladas, las direc-ciones del movimiento antiguerra impidieron que laclase obrera con sus métodos y programas fuera elcentro de gravedad de la lucha contra la guerra me-diante la huelga general, el boicot y el sabotaje a laindustria y al transporte de pertrechos de guerra. Espor eso que la política de los marxistas revoluciona-rios contra la guerra es la combinación del derrotis-mo revolucionario en los países agresores, para locual es una base de apoyo el movimiento antiguerrapero que debe avanzar del actual pacifismo (objeti-vamente progresivo en los países imperialistas agre-sores) a la lucha abierta contra los gobiernos impe-

Claves PROGRaMáticas

1. EL MOVIMIENTO ANTIGUERRA Y LA GUERRA/OCUPACIÓN DE IRAK

PARTE II

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rialistas como los de Bush, Blair y Berlusconi. Laexperiencia de la lucha de Argelia contra el imperiofrancés o del heroico pueblo vietnamita contra el ejér-cito norteamericano, demostró que la combinaciónde la resistencia de los pueblos oprimidos y la movi-lización en las potencias imperialistas agresoras, hapermitido la derrota de los más poderosos ejércitosdel mundo, aunque por el rol de sus direcciones estose lograra a un alto costo que no economizó pérdidasen vidas y años de guerra.

Una política revolucionaria de este tipo sólo podíasurgir del combate abierto contra las direcciones y laideología pacifista que éstas propugnaban, que conde-na por principio toda guerra por �inmoral�, llevando aigualar la violencia contrarrevolucionaria de los opre-sores con la legítima lucha de los oprimidos. Por eso elpunto de partida del programa revolucionario es definirque la guerra de Irak es una clara guerra de agresiónimperialista contra una nación oprimida. Bajo la más-cara de la �democracia�, el gobierno de Bush busca li-quidar toda soberanía nacional para sojuzgar a su pue-blo y expoliar sus riquezas. Toda guerra de defensa yliberación nacional de una nación oprimida, es para losrevolucionarios una guerra justa y legítima, como lofueron -por ejemplo- la lucha por la liberación nacionalde Argelia contra los colonialistas franceses o la guerrade Vietnam. En este tipo de guerras, los revoluciona-rios nos ubicamos en el campo militar de los países se-micoloniales, independientemente del carácter del ré-gimen que los gobiernen porque el triunfo del país im-perialista significará dobles cadenas para el pueblo dela nación semicolonial, y padecimientos peores aún quecon su dictadura doméstica. En el caso de Irak nos ubi-cábamos por la derrota militar del imperialismo norte-americano y su coalición, a pesar del carácter reaccio-nario y dictatorial de Saddam Hussein. Seguimos enesto las enseñanzas del marxismo revolucionario, cu-yos fundamentos planteara con total claridad Trotskyfrente a una eventual guerra entre el régimen semifas-cista de Brasil dirigido por Vargas en los �30 y la impe-rialista Inglaterra. En este marco decía �en este caso,yo personalmente estaría junto al Brasil �fascista� con-tra la �democrática� Gran Bretaña. ¿Por qué? Porqueno se trataría de un conflicto entre la democracia y elfascismo. Si Inglaterra ganara, pondría a otro fascistaen Río de Janeiro y ataría al Brasil con dobles cade-nas. Si por el contrario saliera triunfante Brasil, la con-ciencia nacional y democrática de este país cobraríaun poderoso impulso que llevaría al derrocamiento dela dictadura de Vargas. Al mismo tiempo, la derrota deInglaterra daría un impulso al movimiento revolucio-nario del proletariado inglés�. Por eso el primer puntode nuestro programa revolucionario frente a la guerra

de Irak fue el de la derrota de las tropas imperialistas.Pero esta ubicación en el campo de la nación oprimidano significa como hacen las corrientes populistas, con-fundir la justa defensa de la nación oprimida con sudirección eventual. Como demostró toda la historia delsiglo XX y más recientemente la dictadura militar ar-gentina en la guerra de Malvinas contra el imperialis-mo británico o Sadam Hussein en las dos guerras delGolfo, la burguesía de la nación oprimida, es incapazde tomar las medidas militares y políticas que llevaríana derrotar al imperialismo. Su temor a la lucha de clasesy a impulsar el armamento generalizado de la pobla-ción para defenderse demuestran que, aún siendo agre-didas por el imperialismo, prefieren la derrota nacionala desatar fuerzas sociales que cuestionen su dominio declase. Por eso los revolucionarios nos ubicamos en elcampo militar de la nación oprimida y desde esa trin-chera planteamos un programa que combine las tareasde la liberación nacional con el método y los objetivosde la revolución proletaria como forma de disputar ladirección de la guerra a la burguesía nacional, que máspronto que tarde terminará capitulando y permitiendolas más desmoralizantes derrotas nacionales. Es que elproletariado es la única clase que puede unificar y diri-gir al conjunto de las capas explotadas en una luchahasta el final contra el imperialismo, como parte de unaestrategia revolucionaria e internacionalista.

En el caso de Irak, sólo una acción independientede la clase obrera y las masas iraquíes podría haberderrotado al invasor, dejando al pueblo iraquí en me-jores condiciones para liberarse del régimen de Hus-sein, a la vez que su triunfo nacional hubiera consti-tuido un extraordinario acicate para la lucha contra laexplotación y por la libertad de todos los pueblos opri-midos de la región y el mundo.

Esta misma lógica hoy se continúa bajo la ocupa-ción militar y frente al desarrollo de la resistencia.Muchos sectores que ayer se opusieron a la guerraporque la consideraban una acción injustificada delgobierno de Bush, hoy por el carácter islámico de laresistencia iraquí se niegan a pelear por el triunfo delas masas del país ocupado. Esto es un razonamientoequivocado que no plantea como principal cuestión laderrota del imperialismo. Un triunfo de las masas ira-quíes daría un impulso a las masas de todo MedioOriente que pondría en cuestión la dominación impe-rialista en esta estratégica zona del planeta que con-centra las principales fuentes de petróleo, amenazan-do al mismo tiempo el poder de las burguesías de laregión. A su vez la derrota de los imperialistas en Irakpotenciaría la lucha del proletariado y de las masas delos países centrales al debilitar a los gobiernos guerre-ristas, como en el pasado fue el caso de la derrota de

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Vietnam para los EUA. Sólo desde esta ubicación esposible luchar por una dirección y un programa clara-mente antiimperialista que lleve al triunfo de la na-ción oprimida. Esto pasa en primer lugar por denun-ciar, a pesar de sus distintos intereses, el carácter co-laboracionista del clero chiíta fundamentalmente sumáxima figura Al Sistani, con las tropas norteameri-canas. En segundo lugar, cuestionar la forma en queconducen la resistencia los sectores sunitas, que leimprimen a esta lucha un carácter tribal y sobre todo,el ala minoritaria fundamentalista islámica que utilizamétodos brutales como atentados contra la poblaciónchiíta que sólo fortalecen la ocupación imperialista.Sólo una dirección que busque transformar a la clasetrabajadora, la única que puede llevar la lucha contrael imperialismo y todos sus agentes hasta el final, enclase dirigente de la nación oprimida, podrá lograr unaunidad efectiva contra el invasor imperialista y con-vertirse en una fuente de inspiración para los pueblosoprimidos de la región y de todo el mundo.

Un nuevo auge del fenómeno religioso

Históricamente las clases dominantes utilizaron lareligión para reforzar el sometimiento de las clasesexplotadas, predicando entre las masas desposeídas lapaciencia y la sumisión frente a la miseria y la opre-sión, justificando el sufrimiento con la ilusión de unavida en el más allá, mientras que en la tierra, institu-ciones como la Iglesia Católica o las iglesias protes-tantes, acumulan riquezas materiales y poder político.Esta doble moral clerical se manifiesta en todos losterrenos. Lo hemos visto por ejemplo, en el caso deArgentina, en la complicidad de la Iglesia con el terro-rismo de estado. Es particularmente obscena en cuan-to a la prédica represiva a favor de la castidad y de ladiscriminación, mientras que obispos y sacerdotes in-tegran redes de abuso de menores.

Por eso Marx definía a la religión como �el opio delos pueblos�.

Los marxistas revolucionarios somos ateos irre-conciliables y luchamos contra la injerencia de lareligión en la vida pública, defendiendo y peleandopor conquistar derechos democráticos básicos comoel derecho al aborto y a la libre elección de la sexua-lidad. Sin embargo, sabemos diferenciar nuestra ac-titud de denuncia y combate contra las institucionesy las jerarquías religiosas que juegan un rol reaccio-nario en mantener el statu quo, de la tarea pacientede persuasión hacia las masas obreras y populares denuestra visión materialista del mundo y de las rela-ciones sociales que caracterizan una época históricadada. Esto tiene consecuencias programáticas, como

por ejemplo la política de los bolcheviques hacia lospueblos de oriente del ex imperio zarista, a los que laUnión Soviética les garantizaba sus plenos derechosde autodeterminación nacional, respetando sus tra-diciones culturales.

Aunque en el �mundo occidental� las iglesias y lasjerarquías religiosas no gobiernan directamente en nin-gún país, en los últimos años estamos asistiendo a unaumento considerable del poder eclesiástico y de suinfluencia en la vida política. Los ejemplos abundan.

En Estados Unidos, la derecha cristiana tiene ungran peso en el gobierno de George Bush, sumándoseal clima reaccionario y a los ataques a las libertadesdemocráticas, con campañas contra el derecho al abor-to, contra el carácter laico de la educación y contra lalibertad sexual �como por ejemplo contra el matrimo-nio entre personas del mismo sexo. Esta ofensiva serepite por ejemplo en la política de la Iglesia Católicaen el Estado Español, que se veía favorecida por elanterior gobierno de Aznar.

El propio Bush se siente �inspirado por Dios� yjustifica sus políticas imperialistas con términos como�cruzada� y �eje del mal�, que recuerdan las guerrasreligiosas. Incluso ideólogos norteamericanos hablande una �guerra de civilizaciones� y ubican a los pue-blos musulmanes como la �amenaza� a la �democra-cia occidental�.

La Iglesia Católica sigue siendo un importante fac-tor de poder a favor de sostener el orden capitalista,como lo demostró claramente el extinto papa JuanPablo II con su rol en el proceso de restauración delcapitalismo en Polonia y los estados de Europa delEste.

El sionismo, aunque se define más por su caráctercolonial y proimperialista que por ser un movimien-to teocrático, surgió con el objetivo de fundar un es-tado exclusivamente judío, y en 1948 su empresaculminó en la fundación del Estado de Israel sobre labase de la limpieza étnica de la población palestina,dando lugar a un enclave racista que justifica suspolíticas expansivas y la opresión contra el pueblopalestino con el �reclamo bíblico� sobre el conjuntodel territorio palestino. Los partidos religiosos tie-nen un peso importante y sus simpatizantes son ma-yoritariamente colonos que viven en los asentamien-tos en los territorios ocupados, verdaderos grupos dechoque contra la población palestina.

Pero la religión también ha sido tomada como ban-dera por movimientos que de una forma distorsionadaexpresan la bronca de los oprimidos, tal es el caso delas direcciones islámicas que hoy vemos actuar, porejemplo, en la lucha palestina o en la resistencia ira-quí contra la ocupación norteamericana.

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El carácter reaccionario de las direccionesconfesionales

El fracaso histórico del nacionalismo burgués árabedio lugar al auge del fenómeno conocido como �Islampolítico�, que tomando un discurso antinorteamericanoy antisionista está logrando audiencias importantes enlos sectores más radicalizados de las masas árabes ymusulmanas, como lo expresa por ejemplo la organiza-ción palestina Hamas o el partido libanés Hezbollah.

La instrumentación activa de la religión para obje-tivos políticos se acentuó a partir de la década del �60para enfrentar las tendencias nacionalistas y secula-res. Esta politización de la religión dio un salto con eltriunfo de la revolución iraní en 1979 que culminó conel establecimiento, luego de liquidar a su ala izquier-da, de un reaccionario régimen teocrático, encabeza-do por el ayatola Khomeini.

Pero mientras que el chiísmo radical surgido de larevolución iraní atraía la simpatía de la juventud ple-beya y marginada que intentaba convertir al islamis-mo en un movimiento antiimperialista, Arabia Saudi-ta, el otro gran polo de irradiación religiosa, aliadoincondicional de Estados Unidos, propiciaba la difu-sión en los países musulmanes de una variante islámi-ca conservadora �el wahabismo- financiando la cons-trucción de mezquitas y madrasas (escuelas religiosaspara la educación de niños de sectores populares), paracontrarrestar la onda expansiva de la revolución iraní.En la década de 1980, este �petro-islam� financió a la�jihad afgana� que tenía como causa la lucha contra laUnión Soviética, que sostenía con las tropas del Ejér-cito Rojo a un régimen prosoviético pero antipopularen Afganistán. Estados Unidos apoyaba y también fi-nanciaba a los militantes de la �jihad� a los que llama-ba los �combatientes de la libertad�, aprovechando elprofundo anticomunismo y el carácter reaccionario deeste movimiento, que después de una década de com-bates obligó a retirarse al Ejército Rojo, lo que acele-ró la caída de la propia Unión Soviética.

Pero los grupos armados islámicos que actuaban enAfganistán bajo la dirección de Osama bin Laden, de-sarrollaron su propia dinámica y posteriormente dieronlugar al surgimiento del reaccionario gobierno talibány a la red Al Qaeda. Esta organización se transformó enel peor enemigo de la monarquía saudita y de EstadosUnidos, que una vez desaparecida la Unión Soviética yliquidado el nacionalismo, no necesitaba más de los ser-vicios de estos grupos islamistas.

Mientras que organizaciones como Al Qaeda, eltalibán o el GIA argelino tienen un carácter completa-mente reaccionario, lo que se ve en la opresión inso-portable hacia las mujeres, en los castigos ejemplares

contra los que no obedezcan completamente las pres-cripciones religiosas, y también en sus métodos terro-ristas que no diferencian en sus blancos a los trabaja-dores y a los civiles, que en general terminan siendolas víctimas de sus atentados, como se vio por ejem-plo en el atentado a la estación de Atocha en Madrid,hay otras organizaciones como Hezbollah en el Líba-no, el Movimiento de Resistencia Islámico (Hamas) yJihad Islámica palestinas, o sectores de la resistenciairaquí, que son parte de movimientos más amplios deliberación nacional, de donde surge su legitimidad,incluso para acciones militares terroristas, como for-ma de enfrentar a potencias muy superiores desde elpunto de vista militar.

Los revolucionarios defendemos a los militantes deestas organizaciones islamistas radicales contra el ata-que de las fuerzas reaccionarias, sean imperialistas o delEstado de Israel. Defendemos el derecho de Irán, comopaís semicolonial, a resistir las presiones del imperialis-mo norteamericano y europeo. Defendemos los derechosdemocráticos de las comunidades musulmanas en occi-dente que sufren el ataque de los gobiernos imperialis-tas, como en Estados Unidos donde los árabes son consi-derados sospechosos y pueden ser detenidos en cárcelesclandestinas y torturados. También defendemos sus de-rechos culturales en países imperialistas que posan de�democráticos� como Francia, que prohíbe en las escue-las el uso del velo a las jóvenes musulmanas.

Como planteamos más arriba, nos pronunciamos ca-tegóricamente por la derrota de Estados Unidos y eltriunfo de la resistencia iraquí, porque consideramosque una derrota del imperialismo fortalece la lucha delas masas oprimidas.

Desde esta posición antiimperialista, combatimosa las direcciones islámicas que persiguen una estrate-gia reaccionaria de establecer un estado teocrático queliquida libertades democráticas básicas y que por lotanto las transforma en enemigas de la liberación delos trabajadores, los explotados y los oprimidos. Lailusión que alimentan de una �comunidad de los cre-yentes� pretende ocultar las obscenas divisiones de cla-ses de las sociedades islámicas, y es enemiga de quela clase obrera a la cabeza de las masas oprimidas dela región enfrente al imperialismo y sus gobiernos lo-cales sirvientes con una política independiente. Todavez que han accedido al gobierno, mostraron su carác-ter de agentes de las clases capitalistas locales y man-tuvieron el sometimiento de la gran mayoría del pue-blo con regímenes represivos. Por lo tanto, más alláde su demagogia social o de las contradicciones quepuedan tener con Estados Unidos, constituyen en lospaíses musulmanes, los principales obstáculos para larevolución obrera y socialista.

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1919191919Manifiesto de la IIIª Conferencia de la FT-CI

La UE es un proyecto de acuerdo interestatal diri-gido por las burguesías imperialistas de los países másfuertes de Europa occidental para competir por el do-minio del mundo y sus mercados, especialmente con-tra el imperialismo estadounidense en su fase de de-clive hegemónico. A diferencia de la vieja CEE, esteacuerdo interestatal está compuesto por países impe-rialistas y países en proceso de semicolonización endistintos grados de Europa del Este.

En esta primera fase de guerra económica, el obje-tivo de la UE es triple. Constituir un bloque arancela-rio y aduanero medianamente compacto frente a lacompetencia exterior y favorecer la concentración ca-pitalista a nivel regional. Aumentar la productividadrelativa del trabajo y bajar los costos de trabajo a ni-vel europeo. Profundizar la penetración imperialistaen su patio trasero semicolonial externo tanto en Áfri-ca, Asia o América Latina e institucionalizar su domi-nio en su patio trasero semicolonial interno con lospaíses recientemente incorporados, presionando a suvez a las repúblicas de la ex URSS y a la misma Rusia.

El carácter de este proyecto es enteramente reac-cionario y antiobrero, buscando utilizar a la mano deobra barata y calificada de los trabajadores del Estepara atacar las conquistas que aún quedan de los tra-bajadores de los países imperialistas europeos, comose viene viendo en los distintos planes de la burguesíadel continente, como la agenda 2010 de Schroeder oel plan de liquidar las 35 horas del gobierno de Chiracen Francia. Estas políticas neoliberales e imperialis-tas de los estados miembros se corresponden con las�directivas� y leyes que se acuerdan en la Comisión yen el Parlamento Europeo, de ahí la hostilidad de lostrabajadores y la indiferencia de muchos de ellos fren-te al actual proceso de construcción de la UE. Estoderivó en el triunfo del voto NO en el plebiscito enFrancia en mayo de 2005, que fue visto por la juven-tud y los trabajadores como una herramienta para re-chazar en bloque este proyecto constitucional antio-brero y antipopular tanto como para sancionar al odia-do gobierno Raffarin, a Chirac y a la Europa del capi-tal con su constitución abiertamente neoliberal. Aun-que haya sido un �NO� heterogéneo tanto desde unpunto de vista social como político - dado que llama-ban a rechazar la �constitución� desde la extrema de-recha de Le Pen hasta la izquierda política y sindical,incluyendo a los trotskistas de LO, la LCR y el PT, oex-ministros socialdemócratas- el voto negativo tieneesencialmente características obreras y populares, adiferencia del NO holandés donde el tono socialcho-

2. CONTRA LA EUROPA DEL CAPITAL, POR LOS ESTADOS UNIDOS SOCIALISTAS DE EUROPA

vinista fue predominante. Esta derrota para el presi-dente Chirac y la clase política francesa abrió una im-portante crisis no sólo en el gobierno sino también enel Partido Socialista, que llamó oficialmente a respal-dar el SI en el plebiscito, cuando la mayoría de su baseelectoral votó por el NO, dejando expuestas sus divi-siones internas y su falta de liderazgo político.

Esta crisis política en Francia, uno de los ejes de laconstrucción europea, se da en un marco de un estan-camiento económico en los países más fuertes de laUE, de una crisis social -que se expresa en el aumentodel desempleo que ya llega a más de un 10%-, y unacrisis cultural y de identidad frente a los cambios quehan ocurrido en Europa en los últimos años, como laincorporación de los países de Europa del Este. Lacrisis de los de arriba puede ser utilizada por el movi-miento de masas para pasar a la ofensiva.

La otra cara del ataque a las conquistas de los tra-bajadores de los países centrales, es la incorporaciónde los países de Europa del Este, donde queda expues-to su contenido profundamente imperialista. A dife-rencia de la adhesión de Grecia, España y Portugal enla década del �80, que debieron reestructurar sus eco-nomías pero fueron compensadas por una importanteasignación de fondos presupuestarios cercanos a unplan Marshall, ningún país de Europa del Este gozaráde un tratamiento similar. Por el contrario, lo que seprevé es que los montos netos asignados al conjuntode los nuevos miembros serán muy inferiores a los100 mil millones de dólares por año que Alemania,para atenuar los conflictos sociales de su unificación,entregó a los nuevos landers desde la desaparición dela ex República Democrática Alemana en 1989. Nosorprende que con esta política, a pesar de la recupe-ración de los últimos años, muchos países permanez-can por debajo de su nivel de producción de 1989.Peor aún ha sido la carga que ha debido soportar lapoblación producto de la restauración capitalista y queha redundado en la elevación de las tarifas de la elec-tricidad, los alquileres, el transporte, la privatizaciónde los servicios públicos (que en el pasado eran gra-tuitos y ampliamente asociados al empleo en las gran-des empresas) y el aumento de los precios agrícolas,todo lo cual ha significado una importante regresiónsocial. Por su parte, mientras el crecimiento provienedel desarrollo de pequeñas empresas privadas, muchasveces precarias, y de las inversiones extranjeras di-rectas, desde el punto de vista de la creación de em-pleos, todo esto no compensa el desmantelamiento delas grandes empresas. Hay pues un aumento del des-

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3. SUDAMÉRICA: LA REGIÓN MÁS AVANZADA DE LA LUCHA DE CLASES INTERNACIONAL

A pesar de los recambios gubernamentales �pro-gresistas� en varios países con los que la burguesía halogrado contener las tendencias a la emergencia abier-ta del movimiento de masas, Sudamérica sigue siendola región más avanzada desde el punto de vista de lalucha de clases a nivel internacional, con epicentro enBolivia, donde sigue abierto un proceso revoluciona-rio que ya ha derribado dos gobiernos, el de Sánchezde Lozada en 2003 y el de Mesa en junio de 2005.

Aunque más retrasada, la creciente actividad demasas y crisis políticas en Centroamérica �moviliza-ciones antigubernamentales en Nicaragua y Panamá,por un lado, y la intervención imperialista en Haití,por otro�, muestran que la inestabilidad estructural seextiende a prácticamente toda América Latina.

La situación es desigual en América del Sur. En lospaíses del Mercosur, en el marco de una importanterecuperación económica y del efecto político de losrecambios gubernamentales, se mantiene una mayor�contención� del proceso de lucha de clases, aunqueha aumentado considerablemente la lucha reivindica-tiva de sectores importantes de la clase obrera. Estono significa estabilización a largo plazo, ni la resolu-ción de las crisis orgánicas de la dominación burguesa(cuyos mecanismos e instituciones están desgastadostras décadas de aplicación de planes �neoliberales� enel marco de democracias burguesas semicoloniales),ni la interrupción de procesos de recomposición del

movimiento obrero y de masas con expresión en losrealineamientos de franjas de vanguardia como es elcaso de estos dos países.

En los países andinos siguen primando la desesta-bilización y una tendencia mayor a la acción directa ya la intervención del movimiento de masas, comomuestran claramente los procesos de Bolivia y Ecua-dor.

Desde el punto de vista económico, tras varios añosde recesión y colapsos como el de la �convertibilidad�en Argentina, la recuperación económica (que prome-dia un 5% para el conjunto de la región) mejora losnegocios para el conjunto de la burguesía y alivia co-yunturalmente la desocupación, pero no significa una�redistribución� del ingreso, como prometían los pro-gresistas, ni un aflojamiento de la opresión imperia-lista y mucho menos la disminución de la enorme po-larización social y el brutal grado de explotación obre-ra.

A su vez, subsisten fricciones frente a la presióndel imperialismo sobre la región que históricamenteconsidera como su �patio trasero�. EE.UU. está em-barcado en una ofensiva para recomponer su hegemo-nía a nivel mundial, con rasgos cada vez más saquea-dores, intervencionistas y belicistas, como muestraIrak, que incluye como uno de sus puntos de apoyoimportantes disciplinar y avanzar en la recolonizaciónde América Latina. Sin embargo, no está logrando re-

empleo (actualmente del 20% en Polonia), de la pre-cariedad y de las desigualdades regionales y sociales,que afectan especialmente a las mujeres. De ahí la pros-titución, el trabajo en negro y el repliegue en peque-ñas parcelas de tierra, a modo de �seguridad social�.

De esta estructura diferenciada de países, surgendos dinámicas revolucionarias, una más parecida a lade los países semicoloniales donde las consignas de-mocráticas y agrarias son esenciales, y otra donde larevolución proletaria enfrenta al capitalismo más avan-zado. Olvidar este carácter del programa y tomar atoda la UE como una entidad homogénea, como ha-cen los altermundistas, puede llevarnos a una serie dedemandas que no sirvan para desatar la movilizaciónrevolucionaria de las masas y en el peor de los casos ano luchar contra el propio imperialismo, cediendo alas presiones socialchovinistas de la burocracia sindi-cal y la aristocracia obrera.

A pesar de sus avances la UE no es un estado, niestá en proceso de serlo; es una alianza hoy en día

defensiva, en pos de transformarse en ofensiva en re-lación a los EEUU y otros competidores imperialis-tas. Por el momento las contradicciones nacionalesentre los distintos países miembros han pasado a unsegundo plano para posicionarse mejor entre el impe-rialismo estadounidense y de otras regiones, pero estono significa que los países imperialistas de Europa oc-cidental no tengan fundamentalmente intereses con-trapuestos, lo que convierte en utópica la unidad deEuropa en manos de la burguesía. Esto no significaapoyar los proyectos burgueses alternativos a la UE,�nacionales� o �autárquicos� que sólo llevan a embe-llecer a los viejos estados imperialistas. Nuestro obje-tivo es ¡ni la Europa del Capital ni los viejos Estadosnacionales! Por gobiernos obreros revolucionarios. Poruna Europa Unida Obrera y Socialista. La única clasecapaz de unir genuinamente al continente es la claseobrera acaudillando a sus aliados de clase; lo que im-plicará la transformación revolucionaria socialista delcontinente.

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vertir un cuadro de erosión de su hegemonía política yeconómica en América del Sur. EE.UU. ha debido re-nunciar de hecho a su proyecto original de ALCA y aalgunos de sus planteos más ambiciosos, como el es-tatus de �inmunidad� para sus tropas (salvo en Para-guay), no logra aislar a Venezuela y perdió a agentesincondicionales con la caída de gobiernos en Boliviao Ecuador.

Esto, pese a que la competencia interimperialistasobre suelo latinoamericano se ha amortiguado relati-vamente, por la reconcentración de los esfuerzos deEuropa en construir la UE y expandirse hacia EuropaOriental, mientras que en Latinoamérica acuerdan conlos yanquis en la defensa de las trasnacionales, lo quedisminuye su espacio de juego como �alternativa amis-tosa� frente a Washington (sin despreciar las oportu-nidades, como muestran el acuerdo de Zapatero conChávez y otros gestos) y con ello, acota en la coyuntu-ra los márgenes de maniobra de las burguesías nativaspara jugar con las contradicciones interimperialistas.

El disciplinamiento automático con los planes yan-quis que primó en los �90 bajo el �Consenso de Was-hington� es cosa del pasado. Mientras el dominio yan-qui se siente más pesadamente sobre México y Cen-troamérica, sus posiciones al sur del Canal de Panamáse debilitaron. Estos realineamientos polarizan el or-den regional de Estados entre un ala más proyanqui,integrada por Chile, Colombia y algunos otros países,y un ala con un discurso demagógicamente �sudame-ricanista� en torno a Brasil, que se posiciona, ciertoque muy tímidamente, para regatear mejores condi-ciones en su subordinación al imperialismo, aunquesin formar siquiera un bloque unido y con diferentespolíticas nacionales (de hecho se dan constantes rocesentre diversos Estados de la región).

En diversos países y aunque con distinto ritmo eintensidad, maduran �crisis nacionales generales� enlas que se combinan la debilidad estructural de loscapitalismos semicoloniales, las crisis político-estata-les (expresión de las crisis orgánicas de la dominaciónburguesa) y altos niveles de lucha de clases que hanvolcado contra la clase dominante las relaciones defuerzas más generales. Esto es particularmente nota-ble en la subregión andina, que sigue siendo en la pre-sente coyuntura el área de mayor inestabilidad políti-ca y extrema tensión de todos los antagonismos socia-les.

En Bolivia, que combina de manera explosiva elcarácter de rapiña de la expoliación imperialista, laprofundidad de la �crisis nacional general� del capita-lismo más débil y paupérrimo de Sudamérica, la des-composición político-estatal burguesa y el auge de unmovimiento de masas con gran tradición combativa y

radicalidad en los métodos y demandas, se han vividonuevas jornadas de movilización de masas que pusie-ron fin al gobierno de Mesa y frenaron el intento másabierto de la oligarquía cruceña de hacerse con el po-der, tendiendo a reabrir el camino del levantamientode Octubre.

A fines de abril en Ecuador cayó bajo el embatede un nuevo levantamiento el gobierno de Gutiérrez,el ex líder del levantamiento del 21 de enero del 2000,que subió al gobierno como el que �acabaría con lacorrupción y recuperaría la soberanía nacional�, paraalinearse con el imperialismo y la reacción interna.Gutiérrez, incapaz de imponer el giro bonapartistacon que trata de saltar por sobre la madeja de contra-dicciones en que terminó inmerso, sin poder calmara la derecha empresarial y habiendo perdido el apo-yo de la izquierda y el indigenismo con que habíallegado al poder. Su caída ilustra los límites del �pro-gresismo� latinoamericano, allí donde la debilidaddel capitalismo local y la extrema crisis política ysocial acota más los márgenes de maniobra de estetipo de gobiernos de contención.

En Perú, un agonizante Toledo (que subió tras lacaída de Fujimori como el �gobierno de todas las san-gres�, garante de la �transición a la democracia�) so-brevive en medio de un enorme descrédito, cotidianosescándalos de corrupción, la descomposición de supropio partido y una inagotable efervescencia de ma-sas, apostando a llegar a las elecciones gracias al rolde contención y desvío electoral que juegan el APRAy otras fuerzas del régimen, y sobre todo al freno im-puesto por la CGTP y las distintas variantes burocráti-cas, apristas, stalinistas y maoístas.

Es que continúa el ciclo ascendente de la lucha declases a nivel regional. La emergencia de un nuevomovimiento de masas con tendencias a la acción di-recta, a la lucha en las calles, a los piquetes, a los blo-queos, las huelgas, los continuos levantamientos delos explotados que han tirado gobiernos elegidos porel sufragio universal, se han transformado en una cons-tante desde los inicios del siglo XXI. Los puntos másálgidos de estos procesos los han constituido las ac-ciones independientes del movimiento de masas enpaíses como Argentina, que en el 2001 terminó con elgobierno de De la Rúa, la derrota de la asonada gol-pista y del boicot petrolero contra el gobierno deChávez en Venezuela, y sobre todo el ensayo revolu-cionario de octubre del 2003 en Bolivia que volteó algobierno de Sánchez de Lozada, que planteó las ten-dencias a la insurrección y la toma del poder por partede los explotados aunque éstos no lo pudieron resol-ver por problemas de dirección. La profundidad de lacrisis boliviana ha llevado a un nuevo acto de este pro-

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ceso revolucionario en junio de 2005, cuando tras dossemanas de intensa actividad del movimiento de ma-sas, cayó el gobierno de Mesa.

La inestabilidad política y el �clima de revuelta�que recorren el continente, con explosiones de masascomo las señaladas e innumerables luchas obreras,campesinas y populares, son alimentadas por las rei-teradas debacles económicas como consecuencia dedos décadas de aplicación de programas �neolibera-les� de penetración del capital extranjero y agrava-miento del dominio imperialista que han exacerbadoal extremo las contradicciones del capitalismo semi-colonial latinoamericano, los antagonismos sociales ylas crisis políticas que corroen en diverso grado a losregímenes y gobiernos burgueses. Aunque en los dosúltimos años, la región experimentó una importanterecuperación económica impulsada por las materiasprimas al calor de la recuperación de la economíamundial, las tendencias a la inestabilidad se siguenmanifestando, como muestra el nuevo embate de lasmasas bolivianas que derribó al gobierno de Mesa.

Este nuevo ciclo de la lucha de clases en Américadel Sur tiene una característica más urbana, con prota-gonismo destacado de los pobres urbanos y de inci-piente entrada del proletariado, como mostraron losmineros de Huanuni en el Octubre boliviano, las ex-periencias avanzadas de control obrero y la lucha sa-larial en Argentina y los fenómenos de reagrupamien-to de la vanguardia obrera en Brasil. Esto lo distinguede los procesos de la década pasada donde los actoresdominantes eran el campesinado y los pueblos indíge-nas, como fue el caso del levantamiento zapatista de1994, el MST en Brasil, los campesinos en Paraguayy su punto más alto en las movilizaciones que en Ecua-dor derribaron a los gobiernos de Bucaram (1997) yMahuad (2000). Por supuesto, esto no niega que estosaliados estratégicos del proletariado sigan jugando unrol muy importante, como lo demuestran en los paísesandinos, en particular en Bolivia, la participación delos campesinos e indígenas del Altiplano y los cocale-ros del Chapare. Sin embargo, como se expresa en Ar-gentina y Brasil, la recomposición del movimiento demasas se expresa más por una lenta pero sostenida re-cuperación del movimiento obrero industrial y de losservicios, concentrados en las grandes ciudades.

Los recambios de gobiernos �progresistas� bus-can responder a esta situación para recomponer unequilibrio burgués. Ante la crisis y el descontento ge-neralizados del movimiento de masas creados por elsalto en la expoliación imperialista que sufrió la re-gión, las burguesías locales se vieron obligadas a re-currir a un recambio en parte importante de su perso-nal político dejando atrás sus desgastados gobiernos

neoliberales y encaminándose hacia gobiernos de ca-rácter más reformista con el objetivo de contener lastendencias a la radicalización en los casos donde huboestallido de masas o evitar que estos emerjan en luga-res donde los procesos están más atrasados Los go-biernos de Lula, Kirchner o Tabaré expresan distintosproyectos de conciliación de clases para contener eldesarrollo de las crisis nacionales y los procesos demasas, lo que incluye negociar una readecuación delas relaciones entre las distintas fracciones de las cla-ses dominantes y �adecuar� con retoques mínimos lasrelaciones con el capital extranjero y el imperialis-mo.

En Bolivia, luego de octubre, asumió Carlos Mesa,que se vanagloriaba de ser �independiente� de los par-tidos, un gobierno que se caracterizó por su extremadebilidad y que no resistió las enormes contradiccio-nes a las que se vio enfrentado. Aunque con un carác-ter más preventivo, el recambio de personal políticofue más evidente en Brasil, donde por primera vez unex-dirigente obrero ocupa la presidencia de la repú-blica, aunque como representante de un frente de co-laboración de clases, o en el caso de Uruguay el go-bierno de Tabaré Vázquez y del Frente Amplio queasume por primera vez luego de décadas de alternan-cia del viejo bipartidismo. En Argentina el gobiernode Kirchner aparece con un discurso más progresistaaunque sustentado en el aparato tradicional del Parti-do Justicialista (PJ) y favorecido por la recuperacióneconómica.

Por ahora estos gobiernos han tenido éxito en suspolíticas de contención de la lucha de los explotados.Sin embargo su estabilidad puede ser pasajera, ya queno han solucionado ninguno de los problemas estruc-turales que afectan a los países de la región y que lle-varon a grandes estallidos económicos y sociales comofue el caso de Argentina y posteriormente de la econo-mía uruguaya. Ninguno ha solucionado la terrible car-ga que significa el pago de la deuda externa, ni losgobiernos de Lula y Tabaré que continúan en formaortodoxa con los planes del FMI, ni el gobierno deKirchner que se vanagloria de haber solucionado enforma progresista el endeudamiento externo, cuandodespués de la salida del default la deuda externa ar-gentina significa la hipoteca de varias generacionesde argentinos. A pesar de decirse voceros de una su-puestamente renovada burguesía nacional, ninguno haalterado la estructura económica regresiva y semico-lonial de estos países donde es predominante la pene-tración del capital extranjero en su tejido industrial yde servicios. Tampoco han paliado las enormes des-igualdades sociales que se manifiestan en la crecientebrecha de ingresos entre los sectores más ricos y los

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sectores más pobres, o la creciente concentración dela tierra en manos de unos pocos terratenientes y elcreciente empobrecimiento de los campesinos. Y aho-ra el gobierno de Lula se ve sacudido por escándalosde corrupción al mejor estilo neoliberal. Incluso enVenezuela, el gobierno de Hugo Chávez, que se en-cuentra a la izquierda de los gobiernos anteriores (apo-yándose en la liquidación del viejo sistema de parti-dos y con características más populistas como árbitroentre la creciente movilización de las masas y las fuer-zas de la reacción y del imperialismo), sigue pagandopuntualmente la deuda externa y salvo mínimas con-cesiones no ha resuelto el acuciante problema de latierra y la miseria de los pobres urbanos.

Por otra parte, en México, la reciente crisis políti-ca con el intento de proscripción de López Obrador(candidato del centroizquierdista PRD para las próxi-mas elecciones presidenciales) ha vuelto a poner so-bre el tapete la verdadera naturaleza de las políticasde �transición a la democracia� alentadas por el impe-rialismo durante las décadas pasadas. En México, conel paso del viejo priato, tras 70 años, mediante una�transición pactada�, a un régimen más �pluripartidis-ta� acompañado de la subordinación cada vez másaguda de la economía nacional al imperialismo, a tra-vés del TLC-NAFTA, sobreviven todos los males es-tructurales del atraso, la miseria, la explotación y opre-sión sanguinarias sobre los trabajadores, los campesi-nos, los pueblos originarios, y esta �democracia� noha sido más que una estafa a las más elementales ylegítimas aspiraciones democráticas del pueblo traba-jador.

Todos estos elementos reafirman que no hay solu-ción a los males estructurales del capitalismo semico-lonial, ni siquiera conquistas importantes para lasmasas, sea en el terreno económico-social o de las li-bertades democráticas, sea en el terreno de la inde-pendencia nacional, a través de los proyectos refor-mistas, nacionalistas y progresistas, conciliando conla clase dominante y adaptándose a los estrechos már-genes de las �democracias para ricos� semicoloniales,como proponen los Lula, los Tabaré Vázquez, Kirch-ner, Chávez o Evo Morales. Sólo a través de la másamplia, radical y generalizada movilización de masas,con la clase obrera acaudillando la alianza de las ma-sas oprimidas y explotadas y tomando en sus propiasmanos la solución a sus problemas, es como puedenatacarse las demandas más vitales y sentidas de lostrabajadores, los campesinos y el pueblo pobre.

Esto recalca la importancia de demandas en lospaíses de América Latina como el no pago de la deudaexterna, la renacionalización de las empresas privati-zadas bajo control de los trabajadores, la lucha por la

escala móvil de la horas de trabajo frente al flagelo dela desocupación y la escala móvil de salarios frente ala inflación de los productos que componen la canastafamiliar, la expropiación de los grandes latifundios yel reparto de la tierra entre los campesinos, medidasesenciales que la izquierda en su giro a la centroiz-quierda, es decir, en su salto en la integración al régi-men burgués, ha abandonado y que hoy día son parteinsustituible de todo programa que quiera enfrentaren formar consecuente la dominación imperialista, ala que están atadas por mil lazos las débiles burgue-sías nacionales de la región.

Brasil y la estafa del reformismo �obrero�

El gobierno de Lula expresa la estafa de los parti-dos obreros reformistas que, canalizando el descon-tento de las masas trabajadoras tras décadas de ofen-siva burguesa e imperialista, se posicionan como unaalternativa confiable para gerenciar los planes del ca-pitalismo. Su ascenso es producto de la ruptura de lavieja alianza conservadora que sustentó al gobiernoneoliberal de F. H. Cardoso y de los temores de la bur-guesía brasileña frente al posible contagio del defaulty de las jornadas revolucionarias del 2001 en Argenti-na. Gracias a Lula la burguesía brasileña ha evitado el�escenario argentino� y ha garantizado la continuidaddel programa neoliberal. Así, el Partido de Trabajado-res más grande de América Latina, no sólo conformóun �gobierno reformista sin reformas� sino que setransformó en el gobierno de la contrarreforma, conataques brutales a las más importantes conquistas quelos trabajadores brasileños le habían arrancado a laburguesía en décadas de lucha. A seis meses de go-bierno llevó adelante una reforma de la previsión so-cial que ni siquiera el gobierno de Cardoso se habíaanimado a aplicar, y se preparaba para nuevas refor-mas en el campo laboral y sindical cuando fue sacudi-do por los escándalos de corrupción que obligaron ala renuncia de uno de los dos principales ministros deLula, José Dirceu.

En amplios sectores del movimiento de masas co-mienza a cundir la desilusión con Lula y su gobierno.Sus políticas antiobreras y antipopulares contra lostrabajadores y el pueblo pobre, han abierto un procesode reorganización y rupturas en importantes sectoresde vanguardia, tanto en lo político como en lo sindi-cal, que pueden estar preanunciando grandes movi-mientos en el seno de las masas. En las clases mediasque depositaron sus esperanzas en que Lula termina-ría también con el enriquecimiento ilícito de los fun-cionarios, las acusaciones de corrupción golpean pro-fundamente. Un síntoma parcial de estas tendencias a

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la ruptura en el plano político se expresa en el surgi-miento del PSOL, y en el movimiento sindical en rea-lineamientos y rupturas dentro de la CUT, que se trans-formó en guardián de los planes de Lula en el movi-miento obrero, de las cuales es una expresión la for-mación de CONLUTAS (agrupamiento hegemoniza-do por el PSTU). Pero ambos fenómenos corren el pe-ligro de repetir el curso reformista del petismo de adap-tación a la democracia burguesa y a la conciliación declases y de convivencia con la burocracia sindical. Estano es una afirmación literaria. En su segundo encuen-tro nacional el PSOL se negó a votar una enmienda asu resolución nacional que proponía que este partidose declaraba contrario a cualquier tipo de alianzas conpartidos de la burguesía como el PDT o el PSB, todocon el ojo puesto en las futuras elecciones de 2006.Por su parte en CONLUTAS, el PSTU, que es predo-minante, encubre con una retórica izquierdista su ne-gativa a dar una batalla frontal para expulsar a la bu-rocracia sindical de la CUT y sus sindicatos y recupe-rar los mismos como herramientas de lucha para losintereses de los trabajadores.

Comparados con los 48 millones de asalariados,22 millones de ellos organizados en la CUT, y los 53millones que votaron a Lula, se muestra a las clarasque estos fenómenos que se desarrollan en Brasil aúnson muy pequeños. Frente a esto es necesario superarlos planteos impotentes y mezquinos luchando paraque millones de trabajadores avancen en su experien-cia con el petismo levantando políticas transicionalesde masas para que los procesos de ruptura calen hon-do en el conjunto de los explotados.

La demanda para que la CUT y sus sindicatos rom-pan con el gobierno constituye una poderosa arma parabarrer a la burocracia sindical. Es necesario hacer cho-car las aspiraciones de los trabajadores con la políticade esta podrida burocracia. Exigir que rompa con elgobierno y que abra un debate sobre la necesidad deun Partido Obrero Independiente basado en los sindi-catos y en las organizaciones obreras en lucha ayuda-rá indiscutiblemente a la experiencia de las masas conel petismo y será el camino más fácil para barrerla delos sindicatos.

La vanguardia brasileña comienza a reorganizarse.Desde que asumió el gobierno viene librando impor-tantes luchas. Sindicatos rompen con el gobierno y laCUT. Por eso es necesario luchar por un polo nacionalantiburocrático, antigubernamental y anticapitalistaque se transforme en un punto de atracción de los nue-vos sectores que se predisponen a luchar. La CONLU-TAS puede y debe transformarse en ese polo si es ca-paz de levantar la lucha por la independencia de clasey por barrer a la burocracia sindical. Este polo se debe

dirigir a los millones de trabajadores que están orga-nizados en la CUT y en otras centrales sindicales, im-pulsando fracciones revolucionarias en los sindicatos.

Argentina y la lucha por la hegemonía de la claseobrera

Con el telón de fondo de la depresión económicaque más tarde llevaría al default de la deuda externa, endiciembre de 2001 se produjeron las jornadas revolu-cionarias en Argentina que voltearon al gobierno de Dela Rúa. Este hito de la lucha de clases fue resultado dela combinación de la lucha masiva de la clase media(parte de la cual había sido virtualmente expropiada desus ahorros por el congelamiento de depósitos banca-rios) contra el estado de sitio y contra la dirigencia po-lítica tradicional expresada en el reclamo �que se vayantodos�, la batalla de decenas de miles de jóvenes devanguardia conocida como la Batalla de Plaza de Mayo,y un comienzo de estallido de los pobres urbanos quesaquearon grandes comercios y supermercados. Comoconsecuencia de estos acontecimientos el régimen bur-gués vivió un período de zozobra, de debilitamiento dela autoridad estatal y una crisis de gobernabilidad desus instituciones fundamentales expresada en sucesi-vos recambios gubernamentales por un corto períodode tiempo.

Subproducto de estos acontecimientos revoluciona-rios emergieron y se consolidaron nuevos actores so-ciales que pasarían a formar parte del nuevo panoramapolítico abierto tras el 2001: se fortaleció el movimien-to de desocupados conocido como �piquetero� que agru-pó a una fracción de los millones que quedaban sin tra-bajo; surgieron las asambleas populares que expresa-ban los reclamos de los sectores medios pauperizados ypor último, aunque más minoritario, el movimiento delas fábricas ocupadas cuyo emblema fueron las luchasy el control obrero de las fábricas Zanón y Brukman,que sembró un jalón al mostrar cómo luchar frente a loscierres de empresas y los despidos mediante la gestióndirecta de la producción. El límite de este proceso fuela no entrada masiva del proletariado con sus métodosde lucha, debido al rol aterrorizador de la desocupacióny la política traidora de la burocracia sindical. Esta ca-rencia se manifestó en que la alianza de clases entresectores de la clase media y los desocupados expresadaen el grito �piquete y cacerola, la lucha es una sola�,aunque tuvo un carácter progresivo fue incapaz de lle-var adelante una lucha seria contra el Estado burgués;por lo que luego de un primer momento de ascenso fuereabsorbida mediante el comienzo de la reactivacióneconómica para los sectores medios y el clientelismoestatal masivo con respecto a los desocupados. Este re-

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sultado demuestra el rol insustituible de la clase obrerapara hegemonizar la lucha contra el capital y su estado.

Este elemento está ausente en concepciones se-mipopulistas como la del Partido Obrero de Argenti-na, que identificó al piqueterismo como la vanguar-dia del sujeto social revolucionario, concepción queliquida a la clase obrera como unidad y diluye la fuer-za social efectiva de cada uno de sus sectores, abs-trayendo �como si fuera posible- el piquete comofuerza territorial, del poder social que emana de laproducción y los servicios. O peor aún en el caso delpopulismo, oponiendo el �territorialismo� a la cen-tralidad del proletariado.

En segundo lugar porque en nombre de la �esenciarevolucionaria de la pobreza� se abandona la lucha porconquistar a la mayoría de la clase obrera y sobre todosus batallones centrales concentrados en los nudos neu-rálgicos de las relaciones de producción capitalistas.

Luego de un período de inestabilidad, la asuncióndel gobierno de Kirchner con su retórica centroizquier-dista permitió restaurar la autoridad del Estado y ce-rrar los aspectos más agudos de la crisis, aunque éstase mantiene en forma latente. Al calor de la reactiva-ción económica empieza a surgir la clase social queestuvo ausente en las jornadas revolucionarias: la cla-se obrera que ha empezado a luchar por una importan-te recuperación salarial cuyo punto más alto ha sido eltriunfo de la huelga de los trabajadores del Subte en-cabezados por un cuerpo de delegados independientede la burocracia. Este sector está confluyendo con lomás avanzado de la experiencia obrera del períodoanterior como son los trabajadores de Zanon y su he-roica defensa de la gestión obrera de su fábrica, queya lleva más de tres años y es un ejemplo para la van-guardia obrera nacional e internacional, y en dondelos trotskistas que escribimos este manifiesto jugamosun importante rol de dirección.

Sin embargo, este nuevo movimiento obrero queestá surgiendo tiene pendiente resolver las tareas queel 2001 dejó abiertas. En primer lugar, la lucha por lacoordinación de las expresiones más avanzadas de laclase obrera para que estas sean un polo contra el do-minio de años de la burocracia sindical sobre el movi-miento obrero. Aunque localmente y por momentosesta coordinación se ha expresado, como fue el casode la Coordinadora del Alto Valle de Río Negro queagrupó a varios gremios y organizaciones combativasde la provincia de Neuquén, hegemonizadas por Za-non y el sindicato ceramista que encabeza, o en la re-ciente huelga de subterráneos donde confluyeron acti-vistas de ferroviarios, salud, telefónicos, ceramistas,etc., es necesario avanzar hacia una coordinación per-manente de los sectores avanzados de la vanguardia.

Pero esta unidad no alcanza. Es necesario dar un pasosuperior: esto es la lucha por la independencia políti-ca de los trabajadores para que estos puedan hegemo-nizar al conjunto de los sectores explotados de la na-ción oprimida. Por eso está planteado impulsar la for-mación de un gran Partido de Trabajadores basado enlas propias organizaciones de lucha de la clase obrera,los sindicatos, las comisiones internas, los cuerpos dedelegados de las grandes empresas, y por supuesto lasorganizaciones representativas de los desocupados in-dependientes del gobierno. Hablamos de un verdade-ro partido que le arranque la influencia de masas alperonismo, que pueda decidir el curso de los aconte-cimientos en la vida política nacional. Un partido quepueda expresar en el terreno político la fuerza socialde los 10 millones de trabajadores asalariados y losmás de 3 millones de desocupados.

Bolivia y la necesidad de la autoorganizaciónobrera y popular como contrapoder

Bolivia muestra una tendencia recurrente de lasmasas a la lucha y a la acción directa. Desde la �guerradel agua� de 2000 en Cochabamba en adelante las ma-sas bolivianas han mostrado una enorme capacidad decombate y de renovadas energías. Han desarrollado enestos combates innumerables medios y formas de luchacomo el bloqueo de caminos (esencialmente campesi-no) tendiendo el �cerco� sobre la ciudad; el paro activoobrero y popular, con la movilización de masas conver-giendo y presionando sobre los centros neurálgicos delpoder estatal; la insurrección de las barricadas, como�lucha de todo el pueblo� en la disputa por el territorioy buscando impedir las operaciones de las fuerzas esta-tales; y las acciones militares avanzadas, expresión dela insurrección en su aspecto más ofensivo.

El �ensayo revolucionario� de Octubre de 2003marcó un salto cualitativo con respecto con los proce-sos que le precedieron y que tenían como actores cen-trales a los campesinos e indígenas. Esta vez por elcarácter social más urbano, la radicalidad en los mé-todos y un comienzo de entrada en escena de la claseobrera se planteó un enfrentamiento más directo entrelas fuerzas sociales fundamentales de la sociedad bo-liviana, abriendo un proceso revolucionario, lo que lodiferencia del resto de los procesos que hasta ahora sedesarrollaron en América Latina. La combinación dellevantamiento de masas con procesos de insurrecciónespontánea como el de la ciudad de El Alto culminócon la caída del gobierno de Sánchez de Losada y laasunción del gobierno de Mesa en medio de una crisisrevolucionaria abierta en la que se esbozaron algunoselementos embrionarios de dualidad de poderes. Sin

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embargo, las principales direcciones �sobre todo EvoMorales y Felipe Quispe- se opusieron acérrimamen-te a concretar de alguna forma el frente único que lasmasas imponían en las calles y rutas, y sobre todo, aque surgieran formas superiores de frente único demasas democráticamente organizadas que pudieranerigirse en órganos de poder obrero y popular.

Como consecuencia de esto quedó planteada unaamplia desproporción entre la espontaneidad de cien-tos de miles salían a luchar a las calles con una enor-me determinación e iniciativa, y las instituciones exis-tentes del movimiento de masas, que sólo agrupan efec-tivamente a una minoría �la COB- o que por su carác-ter no eran los canales más adecuados para el levanta-miento insurreccional en marcha �como las juntasvecinales-. Las direcciones reformistas y burocráticasdefendieron en todo momento diversas variantes desalidas por dentro del régimen democrático burgués yapoyaron el recambio constitucional y la asunción deCarlos Mesa, desmontando el embate revolucionarioabierto.

No obstante la huida de Sánchez de Losada fue ex-perimentada como un importante triunfo por los sec-tores movilizados.

El gobierno de Mesa tuvo una enorme debilidadproducto de su origen. Durante un primer período in-tentó gobernar apoyándose en las direcciones del mo-vimiento de masas -fundamentalmente el Movimien-to al Socialismo de Evo Morales. El MAS demostróasí su carácter conciliador y defensor del régimen de-mocrático burgués.

El intento de Mesa de romper el estancamiento dela situación, presionado por la derecha reaccionariade Santa Cruz de la Sierra y los intereses del imperia-lismo y las multinacionales petroleras y gasíferas, diolugar a la ruptura de este débil consenso y a una reno-vada situación de tensión entre las clases en los pri-meros meses de 2005 y a la primera renuncia de Mesaen marzo, que intentaba así reunir el apoyo necesariopara garantizar la �gobernabilidad�. El acuerdo porarriba con el viejo Parlamento con el sostén de losdesacreditados partidos que en su momento apoyarona Sánchez de Losada fue de corta duración. Un nuevoembate del movimiento de masas que reclamaban laefectivización de la �agenda de octubre� concretadaen la demanda de nacionalización de los hidrocarbu-ros, puso fin a los 18 meses de gobierno de Mesa, evi-tó que la oligarquía de Santa Cruz se quedara en elgobierno a través de la asunción Hormando Vaca Díezcomo presidente. Mineros y sectores medios de la ciu-dad de La Paz confraternizaron para evitar que se con-solidara un gobierno de la elite cruceña. A diferenciade Octubre de 2003, donde la represión jugó un rol

clave en la radicalización de las masas de El Alto, estavez el Ejército no intervino, ya que esto podría haberderivado en un alzamiento revolucionario.

Se logró nuevamente una salida dentro de los mar-cos constitucionales del régimen democrático burguésy el �vacío de poder� se resolvió con la asunción provi-sional de Eduardo Rodríguez, ex presidente de la Su-prema Corte de Justicia, candidato de la Iglesia, del expresidente Mesa y de Evo Morales. Pero estos meca-nismos están mostrando su agotamiento. Las jornadasrevolucionarias de junio de 2005 demostraron una vezmás que amplios sectores de vanguardia y de masas sien-ten un profundo desprecio hacia el parlamento y hacialas instituciones del régimen político. La burguesía tam-bién está dividida y el sector rico de Santa Cruz quiereimponer también su agenda derechista de avanzar en la�autonomía� de la región, es decir, ser los socios de lasmultinacionales en la explotación de los hidrocarburos.

Este nuevo pico del proceso revolucionario abier-to implicó una experiencia importante para ampliossectores del movimiento de masas, sobre todo en ElAlto que actuó claramente como vanguardia del pro-ceso. En primer lugar, se ha abierto un debate alrede-dor de la idea de la Asamblea Popular como órgano defrente único de las masas movilizadas, como expre-sión del doble poder, cuya conformación fue procla-mada en El Alto por dirigentes de la FEJUVE y laCOB pero sin ninguna política para concretarla ver-daderamente. Al calor de esta discusión se empezó adifundir ampliamente la posibilidad de responder conla autoorganización de las masas a las necesidades decoordinación, abastecimiento, conducción política yautodefensa militar.

En segundo lugar, se han reunido sistemáticamen-te más de 500 juntas vecinales en El Alto, con la parti-cipación de sectores más radicalizados que en algu-nos casos han logrado imponer su política a los diri-gentes conciliadores como Abel Mamani. Por último,trabajadores de la planta de gas licuado de Senkhata,que provee a las ciudades de La Paz y El Alto discu-tieron coordinar con las Juntas Vecinales la distribu-ción a favor de los sectores más necesitados y contralos especuladores.

El MAS de Evo Morales volvió a jugar en esta cri-sis revolucionaria el rol de salvador del régimen quehabía jugado en Octubre del 2003. Consolidándosecomo el principal partido nacional (tal como habíademostrado ya en las elecciones municipales y luego,ratificando su influencia en el movimiento de masasen las movilizaciones de marzo). A nivel nacional, elMAS aparece más consolidado como aparato políti-co, y más integrado al Estado burgués, cumpliendo elrol de pata izquierda del régimen y contención de las

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tendencias más revolucionarias de las masas. Emer-gió de este conflicto con su bancada más unificada yfogueado en las maniobras parlamentarias enfrentán-dose a duchos políticos profesionales de la burguesía.Pero al mismo tiempo, más cuestionado por sectoresavanzados de las masas y con crisis en su propia base,lo que lo obligó a izquierdizar el discurso con posesmás nacionalistas, pero sin poder imponer hegemoníaentre los sectores movilizados (lo que se expresa so-bre todo en El Alto).

La necesidad de crear órganos de poder del movi-miento de masas es un problema estratégico para los fu-turos combates del presente proceso revolucionario enBolivia. De ahí radica la importancia del llamado a unaAsamblea Popular. Es necesario que la COB, la FEJU-VE y COR alteñas, las federaciones de colonizadores delChapare, Yungas y demás organizaciones en lucha, con-voquen con urgencia a una Asamblea Popular para quelos trabajadores y el pueblo puedan discutir, fijar unaposición independiente y un curso de acción, unificandola lucha contra el gobierno y los planes de la reacción yel imperialismo. No se trata de hacer �acuerdos de diri-gentes� sino de coordinar efectivamente, discutiendo yorganizando desde las bases. Es necesario convocar auna Asamblea Popular con representantes de base conmandato de sus asambleas de todos los sectores obreros,campesinos, pueblos originarios, del Altiplano y delOriente, de cada fábrica, mina, barrio popular o comuni-dad, para discutir un programa de acción obrero y cam-pesino ante la crisis nacional y un plan de lucha que cul-mine en la huelga general política con bloqueo nacionalde caminos, retomando el camino de Octubre en la pers-pectiva de un gobierno obrero y campesino, única mane-ra de hacer efectivas demandas populares como la nacio-nalización de los hidrocarburos bajo control de los traba-jadores, y una Asamblea Constituyente verdaderamentelibre y soberana.

En esta perspectiva, el rol de las direcciones refor-mistas se demuestra cada vez más nefasto. Después deOctubre y hasta hoy, el MAS de Evo Morales se colocócomo �pata izquierda� del régimen, apoyando a Mesa ysu política de �reacción democrática�. Hoy vuelve aservir a los intereses de la contrarrevolución, sostenien-do la �salida institucional� y el llamado a elecciones,oponiéndose por todos los medios a que las moviliza-ciones logren abrir camino a la efectiva nacionaliza-ción del gas, esto es, a la expulsión de las petroleras.Todo esto, en nombre de su estrategia de �reformas endemocracia�, es decir, actuando dentro del régimen yconciliando con los empresarios, los terratenientes y lastransnacionales.

El programa y los métodos del reformismo �demo-crático� de discurso indigenista traicionan los intere-

ses más elementales de las masas del campo y la ciu-dad y de la liberación nacional que dicen representar.

Por otra parte, Jaime Solares, ejecutivo de la COBy otros dirigentes, pese a sus discursos �rojos�, vol-vieron a apelar ante el vacío de poder con la renunciade Mesa, al supuesto �patriotismo� de los militarespropiciando una solución �cívico militar�. Esta políti-ca funesta, que ya fracasó en el levantamiento del 21de enero del 2000 en Ecuador (donde todos los indi-genistas, maoístas y otros reformistas apoyaron a Lu-cio Gutiérrez) alimenta ilusiones de que las FF.AA yla Policía boliviana, masacradoras de Octubre, pue-den �ponerse del lado del pueblo�, lo que sólo puedetraer confusión y desarmar a los trabajadores contracualquier amenaza represiva o golpista. Evo, Solaresy otros, a pesar de sus diferencias, coinciden en unaestrategia de colaboración de clases con sectores bur-gueses y de presión sobre el régimen, y son enemigosfrontales de que las masas obreras y campesinas seorienten hacia una salida política independiente.

Es necesario ir forjando al calor de los actuales com-bates una nueva dirección al frente de nuestras orga-nizaciones, que levante una estrategia de movilizaciónrevolucionaria de masas basada en la plena indepen-dencia política de los trabajadores y en la alianza obre-ra, campesina, indígena y popular contra el imperia-lismo y sus aliados.

Hace falta una nueva dirección, obrera y revolucio-naria, al frente de la COB y de los sindicatos. La �mate-ria prima� para ella comienza a formarse en los miles deluchadores y dirigentes de base que al calor de combatescomo los de Octubre vienen haciendo una gran experien-cia política y de lucha. La pelea por un reagrupamientode esta vanguardia en torno a una política de indepen-dencia de clase, para que la clase trabajadora acaudille laalianza obrera, campesina indígena y popular hasta de-rrotar a las transnacionales y sus aliados �nativos� e im-poner por vía insurreccional una salida obrera y campe-sina, es la pelea por poner en pie un gran partido de lostrabajadores, que se nutra de las mejores tradiciones delucha del proletariado y las masas, para plantear un pro-grama revolucionario, socialista e internacionalista.

Venezuela y la necesidad de expropiar a la granpatronal para derrotar al imperialismo

Tras el desmoronamiento del viejo régimen políti-co oligárquico Venezuela ha vivido una enorme pola-rización social y política. Es que la efervescencia delmovimiento de masas ha ocupado el escenario políti-co tras la figura de Hugo Chávez ansiando hacer reali-dad sus demandas y expectativas, ya que durante dé-cadas de neoliberalismo había visto caer cada vez más

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sus condiciones de vida y sus derechos políticos piso-teados. Los pobres urbanos y sectores importantes delos trabajadores se transformaron así en los protago-nistas de un vasto movimiento social sobre los cualesel presidente venezolano se apoya socialmente al mis-mo tiempo que intenta contenerlo con ciertas refor-mas sociales, procurando poner en pie nuevas formaspolíticas institucionales ante el derrumbe del régimenpolítico de los partidos tradicionales.

Sin embargo, aprovechando la crisis económica in-ternacional, la oligarquía que venía de un retrocesopasa nuevamente a la ofensiva. Así, los personeros delantiguo régimen, junto a la burocracia sindical oposi-tora de la Central de Trabajadores de Venezuela y losjefes de las cámaras patronales, azuzando a las clasesmedias que vieron caer su nivel de vida por los tem-pranos fracasos económicos del gobierno, entraron enuna febril actividad política contrarrevolucionaria conel objetivo de apartarlo del poder.

Una vez más será el movimiento de masas, central-mente los pobres urbanos, que con sus masivas accio-nes, saldrán a las calles a hacerle frente a la nuevaembestida de la patronal proimperialista para sacar delpoder a Hugo Chávez. A lo largo del 2002 y comien-zos del 2003, el presidente venezolano tuvo que en-frentar un intento de golpe de estado y un lockout pa-tronal que agudizó la crisis económica que se veníaarrastrando. En ambos acontecimientos, Chávez, susministros y funcionarios quedaron paralizados y conpoca iniciativa. Fue gracias a las movilizaciones con-tundentes de los trabajadores y el pueblo pobre quepudo ser derrotado el golpe y gracias también a la re-sistencia de los trabajadores, que llegaron a controlarla producción en algunas de las instalaciones de la in-dustria petrolera o se opusieron al boicot patronal, quese pudo desarticular la ofensiva golpista. Estas dosderrotas consecutivas en las calles de la oposición pro-imperialista y contando con el apoyo del Alto Mando,es lo que alentó a Chávez a pactar en mayo de 2003 unreferendo revocatorio con la OEA, el grupo de �paí-ses amigos de Venezuela� y la Fundación Carter, quese realizó en agosto de 2004, y del cual salió triunfan-te. Nuevamente el movimiento de masas responderácon una masiva votación alcanzando el triunfo de loscandidatos chavistas en las posteriores elecciones re-gionales y locales donde obtuvo 21 de las 23 goberna-ciones y 239 de las 332 alcaldías, lo que le permitiólegitimarse por medio del voto.

Pero Chávez en ningún momento, tras a las inten-tonas contrarrevolucionarias de la oposición pro im-perialista, se propuso tocar los intereses más sensiblesde la burguesía golpista ni del imperialismo, es decir,su poder económico, sus bancos y sus grandes empre-

sas. Justo cuando era el momento para asestar un durogolpe a la burguesía y el imperialismo. Todo lo con-trario, en vez de proponerse derrotar a la gran patronaly el imperialismo en tierras venezolanas Chávez lla-ma a conciliar constantemente a sectores de la bur-guesía que se muestran �dialoguistas�, ya que su obje-tivo es desarrollar una burguesía nacional funcional asus planes políticos. En ningún momento ha dejadode pagar un solo instante la fraudulenta deuda externacontraída por el viejo régimen oligárquico que conde-na al atraso al país y es un mecanismo de expoliaciónimperialista. Así luego del golpe, Chávez llegó pidien-do perdón y mandó volver a sus casas a las masas quelo trajeron al poder, sentándose luego a �dialogar� conrepresentantes de la oposición, pero con ningún repre-sentante de la clase obrera, ni de los pobres urbanos ycampesinos pobres. Lo cierto es que el presidente ve-nezolano necesita apoyarse en las masas y sus movili-zaciones pero al mismo tiempo necesita impedir queestas adquieran un curso independiente.

Es que Chávez ha venido intentando �elevarse�,por así decirlo, por encima de las clases sociales y ju-gar el rol de árbitro entre los intereses del capital ex-tranjero y nacional, y los del conjunto del capital y lasmasas explotadas, intentando conciliar y armonizarestas fuerzas antagónicas. Por el otorgamiento de cier-tas concesiones al movimiento de masas basado en laalta renta petrolera y la búsqueda de cierta libertad enrelación al capital extranjero es lo que nos permiteafirmar que el régimen de Chávez tiene rasgos bona-partistas sui generis de izquierda. Pero lejos está delos trazos fundamentales que alcanzó este tipo de re-gímenes en casos como el de Cárdenas o de Perón. Adiferencia de este último que se apoyaba en el rol delos sindicatos y la clase obrera en su puja con el impe-rialismo norteamericano, Chávez se apoya en los po-bres urbanos y fundamentalmente en las Fuerzas Ar-madas, lo que le da un carácter más timorato aún conrespecto a estas experiencias que llegaron hasta a na-cionalizar importantes resortes de la economía nacio-nal y tuvieron fuertes enfrentamientos con el imperia-lismo. Por eso el objetivo del presidente de Venezuelaes repautar las relaciones con EE.UU. para negociardesde una mejor relación de fuerzas los términos deintercambio, sin romper los lazos fundamentales de lasubordinación nacional al orden imperialista.

Sin embargo la situación venezolana sigue abierta,pues las contradicciones que engloba preanuncian nue-vos choques entre las clases. El imperialismo permanen-temente amenaza a Venezuela, y la única forma de derro-tarlo es expropiando la burguesía y los intereses del capi-tal extranjero. Pero esta tarea solo la puede hacer la claseobrera hegemonizando y dirigiendo una alianza revolu-

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cionaria con el resto de los sectores explotados, ya queChávez no lo va a hacer por su carácter de clase. Por esoes necesario luchar por la expropiación de los principa-les pulpos capitalistas y poner toda la economía en ma-nos de los trabajadores, los campesinos y los pobres de laciudad y el campo, para organizarla en función de lasnecesidades de las mayorías trabajadoras. Sólo la clasetrabajadora puede acaudillar consecuentemente la luchade la nación oprimida contra el imperialismo.

Por eso, lejos de pregonar la subordinación políti-ca de los trabajadores al chavismo y al tibio programade reformas de la �revolución bolivariana�, como ha-cen la mayoría de las fuerzas de izquierda, es urgentedesarrollar la lucha por una política obrera indepen-diente, consecuentemente contra la reacción interna yel imperialismo, pero explicando pacientemente lanecesidad de no depositar la menor confianza políticaen Chávez y su proyecto nacionalista.

En el plano internacional Chávez ha levantado la ne-cesidad de la �unidad bolivariana�. En todos sus encuen-tros con los gobiernos latinoamericanos lanza esta pro-puesta demagógica y así se la presenta al movimiento demasas. Como marxistas revolucionarios luchamos, pararomper con el atraso y la esclavitud a que nos somete elimperialismo, por una poderosa federación de los paíseslatinoamericanos. Pero no será la retrasada burguesía la-tinoamericana, atada por uno y mil lazos con el imperia-lismo quien cumplirá este objetivo. Estas burguesías nopueden ni podrán desarrollar la unidad latinoamericana.En las últimas décadas hemos visto incluso como handado un salto como agentes del capital extranjero, y comomucho lo que hacen es regatear frente a las exigenciasmás brutales del imperialismo, esperando mejorar lostérminos de intercambio pero para su beneficio, no de lasmasas explotadas del continente y en el marco de la sub-ordinación al imperialismo, sin romper con el cual esimposible siquiera proponerse la superación del atraso,la miseria y demás taras del capitalismo semicolonial.Por eso afirmamos que la lucha contra el imperialismo,que es inseparable de la lucha contra sus aliados locales,las burguesías nativas, sólo puede ser librada consecuen-temente por el proletariado dirigiendo al conjunto de lasmasas oprimidas de sus propios países. Contra la dema-gogia �bolivariana� o �sudamericanista� de nacionalis-tas y reformistas, decimos que la necesaria unificacióneconómica y política de América Latina en una poderosafederación sólo podrá ser realizada por la clase obrera,tomando en sus propias manos y al frente de los explota-dos y oprimidos la lucha continental contra el imperialis-mo. Por eso la principal consigna para alcanzar este ob-jetivo es la lucha por la Confederación de RepúblicasSocialistas de América latina y el Caribe.

Cuba, un punto nodal para los revolucionarioslatinoamericanos

Cuba sigue siendo un Estado obrero, aunque pro-fundamente deformado y debilitado. Las conquistas fun-damentales de la revolución están siendo erosionadas,pero aún no han sido destruidas. El núcleo fundamentalde la economía sigue estando en manos del Estado. Hayenormes obstáculos para el proceso de restauración enlas bases de propiedad heredadas de la revolución, enlas relaciones de fuerza entre las clases, en la concien-cia �igualitaria� y antiimperialista de las masas.

La estrategia norteamericana de subordinar más es-trechamente al mundo semicolonial mediante una polí-tica de fuerza basada en el poderío militar y en la impo-sición de una dominación política más directa �lo quesignifica un salto en el proceso de recolonización deAmérica latina� choca directamente contra la existen-cia misma de un Estado obrero en Cuba, consideradapor los medios dirigentes norteamericanos como un obs-táculo a sus planes regionales. En este sentido, estran-gular a la revolución cubana es una prioridad estratégi-ca para EEUU. Así, forzar la �transición democrática�es uno de los objetivos declarados del imperialismo ypromovido por la �disidencia� interna de derecha paragarantizar el paso lo más ordenado posible hacia la res-tauración capitalista. Por su parte, la Unión Europeapasó a impulsar abiertamente la �transición� y a finan-ciar y promover a los �disidentes�. Desde hace años,España y otras potencias europeas, en el marco de lasrivalidades comerciales interimperialistas que hacíanatractivo al mercado cubano, se han diferenciado de lapolítica yanqui de bloqueo y no sólo practican un am-plio intercambio comercial con Cuba, sino que han alen-tado inversiones de sus monopolios en la isla. En todoeste tiempo reclamaban la �apertura democrática� quepermita la libre organización interna de las fuerzas res-tauracionistas pero manteniendo buenas relaciones di-plomáticas con Castro y sin asumir una línea de apoyoactivo a la oposición como ahora.

La continuidad de las políticas adoptada por Cas-tro no hace sino fortalecer las tendencias procapitalis-tas y debilitar las reservas de la economía nacionali-zada y la energía y disposición de las masas para re-sistir el asedio imperialista. El imperialismo saca par-tido del aislamiento y las concesiones de Castro paraaumentar la presión para forzar el vuelco político ha-cia la �transición�, necesario para abrir de par en parlas puertas a la recolonización capitalista de Cuba.

Sin embargo, lejos de ser inevitable la recoloniza-ción de Cuba, el hecho decisivo es que la revoluciónestá aún viva. Todavía no han podido agotar sus fuerzasni el asedio imperialista ni la desastrosa conducción

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burocrática. Los trabajadores y el pueblo cubano handemostrado a lo largo de cuatro décadas su heroísmo yextraordinaria capacidad de resistencia. En este senti-do, la estrategia imperialista chocará con enormes obs-táculos para imponerse definitivamente. El proletaria-do cubano, la fuerza social decisiva de la isla, necesitaprepararse en esta perspectiva estratégica, es decir, pre-pararse para irrumpir revolucionariamente y tomar ensus propias manos los destinos de Cuba, derrocando ala burocracia que capitula ante el imperialismo y, cadadía que mantiene su dominación, hunde más profunda-mente las conquistas de la revolución.

Ante el asedio imperialista �contra el bloqueo y todaotra forma de agresión� el punto de partida del marxis-mo revolucionario es la defensa incondicional del Esta-do obrero pese a sus graves deformaciones burocráticasy su dirección. En caso de agresión militar estamos in-condicionalmente en el campo de Cuba por la derrota delimperialismo. Pero en ningún caso significaría darle apoyopolítico a la dirección castrista, que está llevando a laruina las conquistas de la revolución, desmoralizando alas masas y abriendo el camino a la restauración del capi-talismo. No es posible separar la lucha contra el imperia-lismo de las tareas de la revolución política dejando éstapara una �segunda etapa�. La defensa de la revoluciónpone en primer plano y tiene por condición la lucha in-transigente contra la dominación de la burocracia y porun régimen de democracia obrera.

En la medida en que las conquistas fundamentalesde la revolución, aunque debilitadas, subsisten, el pro-grama de una nueva revolución será esencialmentepolítico, combinando con aquellas tareas de caráctersocial que surja de la necesidad de combatir a los ele-mentos semicapitalistas y capitalistas que se han de-sarrollado. Los elementos esenciales de nuestro pro-grama apuntarán, naturalmente, a limitar los elemen-tos de mercado y las concesiones a lo compatible conlos intereses de la revolución, la defensa y ampliaciónde las bases de la economía nacionalizada, el fortale-cimiento del proletariado como clase social y políti-camente dominante. Sólo así podrá despejarse el ca-mino para avanzar en la construcción del socialismo.

Es necesaria una revisión radical de la política econó-mica. Los trabajadores tienen derecho a exigir la revi-sión de las concesiones al capital extranjero, de acuerdoa los intereses de la revolución. Debe reimplantarse elmonopolio del comercio exterior. Los trabajadores, a losque se reclama todo el sacrificio y esfuerzo en nombrede la �batalla por la producción� deben tener el derechoa controlar y decidir sobre todas las cuestiones vitales dela producción y el abastecimiento, en la fábrica y nacio-nalmente. Debe elevarse el salario de los trabajadores ydisminuir las desigualdades al mínimo estrictamente com-

patible con las necesidades de la transición al socialis-mo, esto sería posible a expensas de los ingresos de losaltos funcionarios estatales y de los �nuevos ricos�, y delos altos gastos improductivos que provoca la gestión bu-rocrática. Para esto es necesario tirar abajo los privile-gios de la burocracia. La política de reformas debe serreemplazada por una nueva política económica en inte-rés de los trabajadores del campo y la ciudad y el fortale-cimiento de la economía nacionalizada, según el princi-pio de la planificación democráticamente centralizada.

Parte central es la lucha por la legalidad a las co-rrientes que defienden la revolución, y luchar por ple-nas libertades políticas y de organización a las masas.El saneamiento de la economía cubana exige, en pri-mer lugar, la más amplia libertad de organización paralos trabajadores, comenzando por la abolición de todala legislación y los estatutos que consagran el �papeldirigente� del Partido Comunista en los sindicatos ydemás organizaciones de masas. Los obreros deben re-cuperar pleno derecho a la huelga, la autonomía de sussindicatos y el derecho a crear nuevos sindicatos, comi-tés de fábrica u otras formas que deseen. Deben lucharpor la plena libertad de discusión, reunión y prensa paralos trabajadores cubanos. La juventud, tan sensible a laatmósfera de opresión política, debe tener las más am-plias libertades políticas, culturales y de organización.

El monopolio político del Partido Comunista y surol de �partido de Estado� deben terminarse ya. Nohabrá verdadera democracia para las masas trabajado-ras sin derecho a organizarse independientemente delPartido Comunista. Combatir la opresión política delrégimen castrista no significa aceptar la demagogia dela democracia �pura�, es decir burguesa, ariete del im-perialismo para imponer sus planes de �transición� esdecir, de contrarrevolución con maquillaje democráti-co. El bonapartismo burocrático con sus instituciones,como la Asamblea Nacional, debe ser reemplazado poruna genuina democracia obrera y revolucionaria, ba-sada en órganos de poder de los trabajadores, demo-cráticamente organizados de abajo hacia arriba, inte-grados por representantes electos directamente y conmandato de la base, que puedan ser revocados en cual-quier momento y que no ganen más que lo que percibeun obrero calificado.

La política exterior de Cuba debe inspirarse en ungenuino internacionalismo obrero y no en la �coexisten-cia� con el imperialismo y el apoyo a las burguesías �ami-gas� del tercer mundo. Hoy más que nunca el destino dela revolución cubana está ligado al desarrollo de la luchade clases en América latina y el mundo. Los trabajadoresy la juventud cubana necesitan estrechar lazos con los deAmérica latina y Estados Unidos en la lucha común con-tra el imperialismo. El mayor obstáculo en este camino

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3131313131Manifiesto de la IIIª Conferencia de la FT-CI

4. POR LA REVOLUCION OBRERA Y SOCIALISTA Y LA DICTADURA DEL PROLETARIADO

La experiencia histórica de la lucha de la clase obre-ra internacional, desde la Comuna de París hasta la re-volución rusa de octubre de 1917 y las revoluciones delsiglo XX, muestra que la burguesía defenderá a sangrey fuego su poder por medio de la maquinaria represivade su estado. Los trabajadores sólo podrán derrocar alcapitalismo por medio de una insurrección violenta quedivida y derrote al ejército y la policía, que destruya elestado burgués y que sobre sus ruinas establezca su pro-pio poder político, un estado obrero transicional basa-do en los órganos de autodeterminación del proletaria-do y las masas explotadas y el armamento general de lapoblación. Este estado obrero se basa en el estableci-miento de nuevas relaciones sociales surgidas de la ex-propiación y nacionalización de los principales mediosde producción, el monopolio del comercio exterior y laplanificación de la economía y en el curso de la transi-ción al socialismo, extendiendo sus funciones al con-junto del pueblo organizado en soviets, va generandolas bases mismas para su futura extinción. Así como elestado burgués, más allá de sus formas políticas �parla-mentarias o dictatoriales- constituye la dictadura de clasede la burguesía sobre el proletariado y la mayoría ex-propiada de sus medios de subsistencia, el estado obre-ro constituye la dictadura del proletariado, es decir, ladominación política de la clase obrera encabezando unaalianza con el resto de las clases subalternas, sobre laínfima minoría de explotadores, ahora privados de supoder político y económico.

Luego del colapso del stalinismo, la burguesía, a tra-vés de sus partidos políticos, de las direcciones burocrá-ticas de la clase obrera y de ideólogos y académicos, seha encargado de fomentar en las masas el �sentido co-mún� de que no existe otro régimen político-social posi-

ble más que la democracia burguesa, y que toda revolu-ción socialista conduce al �totalitarismo�, igualando ladictadura del proletariado con el régimen de partido úni-co. Incluso teóricos que se llaman �anticapitalistas� y�comunistas� han cedido a esta moda, reemplazando laestrategia de la revolución obrera y la toma del poderpolítico por parte del proletariado, por un seudo �contra-poder� que no se propondría destruir el poder estatal nila propiedad capitalista, y que por lo tanto dejaría intactoel poder burgués.

Desde las filas del marxismo, en lugar de combatirla pesada carga de la herencia stalinista reivindicandolo mejor de nuestra tradición trotskista, del combate amuerte contra el stalinismo y de la lucha por la recu-peración de la estrategia soviética, el SecretariadoUnificado y otras corrientes �trotskistas� menores re-niegan cada vez más abiertamente de la revolución,por la vía de considerar que en la propia sociedad detransición y en el estado obrero anida el totalitarismoburocrático. En su último congreso la LCR ha renun-ciado expresamente a la dictadura del proletariado, sus-tituyéndola por la lucha por la �democracia hasta elfinal�, mostrando su profunda adaptación a la demo-cracia burguesa.

Contra esta adaptación vulgar, sostenemos que ladictadura del proletariado sigue siendo la clave de laestrategia marxista para derrotar a la burguesía. Paralos marxistas revolucionarios la dictadura del prole-tariado es equivalente a un nuevo tipo de democra-cia, la democracia proletaria basada en los órganosde autodeterminación de masas, los soviets o conse-jos de obreros. Esta es la forma política más demo-crática del dominio de la clase obrera, que necesitarádel estado obrero transicional mientras exista el im-

son el castrismo y sus aliados stalinistas y reformistasdel continente, que al servicio de su estrategia de colabo-ración con la burguesía han prostituido la bandera delinternacionalismo proletario. Hoy, la defensa de Cubaexige que sea un puntal de la revolución continental. Launidad económica y política con otros países de la regiónsería el punto de partida para poner fin al aislamiento,pero esto sólo puede realizarse bajo una política de cla-se: ¡los trabajadores tienen que tomar en sus manos lalucha continental por la expulsión del imperialismo bajola consigna de una Confederación de Repúblicas Socia-listas de América latina y el Caribe!

Los trabajadores de Cuba necesitan una nueva di-rección. El Partido Comunista y el régimen no pueden

�autoreformarse�, es necesario tirar abajo la burocraciacastrista. Los sectores proburgueses y proimperialistasde oposición y la Iglesia utilizan las reivindicacionesdemocráticas para tratar de capitalizar el hartazgo antela asfixiante opresión política del castrismo y la durasituación económica. Para combatir estos intentos yayudar al proletariado cubano a tomar en sus manos losdestinos de la revolución hace falta poner en pie unaoposición obrera, marxista e internacionalista, es decir,construir un verdadero partido obrero y revolucionario,armado con el programa de la revolución política paraarrancar el poder a la burocracia e imponer un régimende democracia obrera revolucionaria, en el camino dela construcción del socialismo.

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perialismo y las clases enemigas, y por lo tanto estéplanteada la necesidad de defender la revolución fren-te a los ataques de la reacción burguesa, tanto inter-na como externa.

En su lucha implacable contra el stalinismo, Trotskydesarrolló en la década de los �30 las bases de un progra-ma revolucionario para la sociedad soviética, y para lasociedad de transición en general, mostrando claramenteque había una alternativa al stalinismo y que el dominioburocrático no era inevitable. Este programa, cuyos pila-res básicos son la democracia soviética, la planificacióndemocrática de la economía combinada con mecanismosque permitan controlar la marcha del plan como un fun-cionamiento subordinado del mercado y una moneda fuer-te y estable, y la lucha por la revolución socialista inter-nacional, conserva toda su validez en la actualidad a lahora de pensar las líneas estratégicas para una sociedadde transición al socialismo.

La democracia política está indisolublemente liga-da a la democracia económica. Como planteaba Trots-ky para la URSS, �la democracia soviética no es unareivindicación política abstracta o moral. Ha llegado aser un asunto de vida o muerte para el país�. Esto es asíporque en una economía nacionalizada, en la que elmercado sigue existiendo pero progresivamente tieneque ir perdiendo relevancia a medida que avanza la ca-pacidad de planificación, la calidad supone necesaria-mente la democracia de los productores y de los consu-midores que permitan corregir los errores de produc-ción por medio de la crítica y la participación obrera ypopular en el proceso productivo.

La burocracia stalinista liquidó todo órgano de po-der obrero y popular y se apropió de la maquinariaestatal, instaurando una dictadura de partido único queejercía su dominio por medio del terror. Progresiva-mente se fue liberando de todo mecanismo de controlsobre el proceso económico. Sus estadísticas de pro-ducción eran falseadas según las necesidades de lacasta gobernante o de burócratas medios en funciónde alcanzar los objetivos del plan. Para Trotsky, la com-binación de la planificación democrática de los prin-cipales resortes económicos con la acción �regulado-ra� del mercado, constituían un mecanismo que podíacontrolar y en cierta medida realizar el plan, poniendoa prueba la eficacia de los departamentos de planifica-ción a través del cálculo comercial.

Esto se complementaba con una moneda fuerte,estable y convertible, que actuara en última instanciacomo medición objetiva de la productividad del tra-bajo, y como índice del estado real de la economía.

Esta combinación hoy resulta clave para la transi-ción, ya que permitiría usar los mecanismos correcto-res del mercado, teniendo en cuenta sus distorsiones,

para contrarrestar las desproporciones de la economíay tener una estimación comparada con el mercado mun-dial, de la productividad de la economía planificada.

En la sociedad de transición el funcionamiento delos soviets es lo que permite a través del proceso delibre crítica, alcanzar un relativo equilibrio entre lasnecesidades que plantea el desarrollo actual de las fuer-zas productivas, el esfuerzo requerido y la reducciónprogresiva de la jornada de trabajo. A su vez, el proce-so de libre crítica de los consumidores es insustituiblepara alcanzar una calidad aceptable de los bienes yservicios producidos. En un estado obrero transicio-nal revolucionario que busca desarrollar los elemen-tos socialistas presentes en la propiedad nacionaliza-da, la planificación de la economía no tiene nada quever con la �economía de comando� stalinista, sino quecuenta con la participación conciente de productoresy consumidores a través de los concejos obreros.

La experiencia stalinista pervirtió absolutamentela relación entre órganos de frente único de masas �los soviets- y el partido revolucionario, transforman-do a la dictadura del proletariado en dictadura del par-tido stalinista.

Trotsky le opuso a este régimen de partido único,el pluripartidismo soviético como norma programáti-ca, fundamentado en la existencia de otra clases so-ciales no explotadoras en la sociedad de transición,como por ejemplo el campesinado, y en la heteroge-neidad de la clase obrera. Esta misma heterogeneidadsocial es la que plantea en forma aguda la necesidadde un partido obrero revolucionario que persiga con-cientemente la realización de los fines de la revolu-ción y que gane la dirección en los organismos sovié-ticos.

El fracaso del stalinismo mostró la imposibilidadde desarrollar el socialismo dentro de las fronterasnacionales. Si hubiese triunfado la revolución alema-na probablemente el proletariado de ese país avanza-do hubiera asistido a la joven revolución rusa, ahoga-da por el atraso y el cerco imperialista.

La conquista del poder por parte del proletariadoes sólo es el inicio de un proceso de transformación detodos los aspectos de la vida económica, política ysocial de un país, a la vez que un punto de apoyo parala extensión de la revolución socialista en el terrenointernacional, porque sólo derrotando al capitalismoen sus centros será posible el socialismo como pro-yecto de emancipación de la humanidad de la explota-ción y la opresión. Esto permitiría avanzar hacia laconquista definitiva del �reino de la libertad�, que con-siste en una sociedad basada en la desaparición deltrabajo asalariado, la mercancía, la moneda y el esta-do, una sociedad comunista.

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Aunque la lucha de clases y los enfrentamientosentre revolución y contrarrevolución no son los ele-mentos predominantes en la actual situación interna-cional, es evidente que, luego de más de dos décadasde retroceso, estamos atravesando un período de lentay tortuosa recomposición del movimiento de masas, yen particular, un avance en la subjetividad del movi-miento obrero, con desigualdades por países y regio-nes.

En ese marco es que debemos ver el desarrollo denuevos fenómenos políticos y de lucha, que aunquecon distinta dinámica y profundidad, expresan estalenta recomposición.

Entre los ejemplos más recientes podemos seña-lar:

1) el surgimiento en el año 2003 del movimientoantiguerra �con epicentro en los países centrales- queprotagonizó las movilizaciones más masivas de la his-toria moderna contra la guerra imperialista en Irak.

2) la emergencia en Irak de una resistencia armadaa la ocupación norteamericana casi inmediatamentedespués del triunfo imperialista sobre el régimen deHussein que, aunque no ha dado lugar hasta ahora aun movimiento de liberación nacional de masas simi-

lar al que enfrentó Estados Unidos en Vietnam o Fran-cia en Argelia, ha expuesto los límites del uso del po-derío militar norteamericano.

3) la tendencia a la acción directa y a la interven-ción obrera en América Latina, en particular en el ConoSur, que se viene desarrollando en los últimos cincoaños, donde en países como Ecuador, Argentina yBolivia, la movilización de masas derribó a los go-biernos neoliberales abriendo una crisis orgánica enlos regímenes burgueses. Como demuestran los levan-tamientos revolucionarios en Bolivia de octubre de2003 y junio de 2005, Latinoamérica constituye sinlugar a dudas el destacamento de avanzada de la luchade clases internacional.

Estos procesos dan cuenta de que se ha abierto unnuevo período transitorio, marcado por la caída delstalinismo y, más en general, la pérdida de hegemoníade los viejos aparatos contrarrevolucionarios que diri-gieron durante décadas al movimiento obrero y popu-lar. Pero este despertar a la vida política de millonesno implica en sí mismo radicalización y, menos aún,acciones independientes que tiendan abiertamente ala revolución, con la excepción parcial de Bolivia. Pro-ducto de las derrotas previas, de la brutalidad de la

MOVIMIENTO OBRERO,SUBJETIVIDAD Y DIRECCIÓN

1. LA LUCHA DE CLASES Y LAS VIAS DE RECOMPOSICION DEL MOVIMIENTO OBRERO Y DE MASAS

PARTE III

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ofensiva capitalista y de las direcciones reformistas yburocráticas, prima en general una suerte de ideologíadel �mal menor�. En el caso del movimiento antigue-rra esto se manifestó en que mayoritariamente confióen las Naciones Unidas o en la acción de potenciasimperialistas opuestas a la guerra para frenar la ofen-siva norteamericana. Electoralmente se expresó porejemplo en Estados Unidos en la campaña �anybodybut Bush� (cualquiera menos Bush) materializada enel voto por el candidato demócrata Kerry, que habíaapoyado la guerra. Sin embargo, esto no niega la enor-me importancia que ha tenido este movimiento en eldespertar político de miles de jóvenes que hoy siguenexpresando un sector más radicalizado y sensible apolíticas de izquierda.

En América Latina, este grado de inmadurez delmovimiento obrero y de masas, por el momento le hadado un respiro a la burguesía, permitiendo en paísescomo Argentina, un recambio del personal político.

Desde la perspectiva de la revolución obrera y so-cialista, lo más importante a destacar de estos proce-sos, es la emergencia de un nuevo movimiento obreroque en los últimos años viene dando muestras sosteni-das de un cambio embrionario, pero de valor sintomá-tico fundamental, en su subjetividad.

Un nuevo movimiento obrero

El crecimiento de la cantidad de asalariados en lasúltimas dos décadas ha desmentido categóricamentelas tesis del �fin del trabajo� que tuvieron su auge aprincipios de la década de los �90. La clase obrera seha extendido a regiones que anteriormente eran ma-yoritariamente campesinas como por ejemplo los paí-ses del sudeste asiático. Millones de mujeres se hanincorporado a la fuerza de trabajo. Con el crecientepeso de los grandes servicios, como el transporte, laenergía y las comunicaciones, los obreros expulsadosde las fábricas e industrias en las décadas de 1980 y90, fueron reconcentrados en estos sectores que sevolvieron clave para el funcionamiento de la econo-mía capitalista.

Como consecuencia de las contrarreformas neoli-berales, la fuerza de trabajo ha sufrido una importantereconfiguración, caracterizada por una enorme frag-mentación, una disminución de la clase obrera indus-trial, un aumento de los trabajadores desocupados yun crecimiento de un nuevo proletariado de los servi-cios, más joven, precarizado y con muy baja sindicali-zación.

La fragmentación combina trabajos complejos al-tamente intelectualizados como los de informática ycomunicaciones, con la creación en el otro extremo,

de trabajo �descalificado o de baja calificación�, malpago, precarizado, muchas veces en negro y sin nin-gún derecho laboral. El capitalismo en su fase actualtiende a crear ambos tipos de trabajo y a reforzar sudominio en base a la división de las filas obreras.

Esta reconfiguración de la clase obrera, junto conel retroceso de las últimas dos décadas, el colapso delstalinsimo y la pérdida de conquistas que se habíanconseguido como subproducto de la revolución rusade octubre de 1917 y de la lucha de clases a lo largodel siglo XX, permitió el auge de teorías pequeño bur-guesas que, haciéndose eco del triunfalismo capitalis-ta, anunciaron que la lucha de clases era algo del pasa-do y que la clase obrera había dejado de ser el sujetosocial de la revolución, diluida en �multitudes� amor-fas o en movimientos sociales identitarios.

Pero los vaticinios de estos ideólogos sobre unanueva época sin combates de clase no iban a durarmucho tiempo.

En 1995, la huelga de los trabajadores del sectorpúblico en Francia puso en evidencia no sólo que lalucha de clases seguía existiendo, sino también laenorme fuerza social de esta nueva clase obrera que,al paralizar los ferrocarriles y los subterráneos, detu-vo prácticamente la actividad en las grandes ciuda-des por más de un mes.

Esta tendencia de luchas en los grandes serviciosse volvió a manifestar recurrentemente en los últimos15 años, sobre todo en los países avanzados.

En Estados Unidos, la huelga de los trabajadoresde UPS en 1997, la del gigante de la comunicaciónVerizon en 2000, la lucha de los trabajadores portua-rios de San Francisco en 2002 que amenazó con desa-bastecer la Costa Oeste y en 2004 los seis meses dehuelga de los trabajadores de los almacenes de super-mercados, son algunos ejemplos de este fenómeno.

En Europa, además de los conflictos en compañíasaéreas en distintos países, como los de Air France yAlitalia, el ejemplo más destacado fueron los sectorescombativos de trabajadores de las empresas de gas yelectricidad (GDF y EDF) de Francia, que enfrentaronla privatización parcial de esos servicios en 2004, a pe-sar de la traición de la burocracia sindical. Esta luchaincluyó medidas tan radicales como la de cortar la luzen edificios públicos y barrios aristocráticos y reconec-tar el servicio eléctrico interrumpido por falta de pagoen barrios pobres, mostrando simbólicamente el enor-me poder social de este proletariado. Estas luchas detrabajadores de servicios estratégicos tienden a superara las burocracias sindicales como muestran las huelgas�salvajes� de los transportistas de Milán en 2003 y lade los trabajadores postales en Inglaterra en 2004.

Aunque la intervención del proletariado de los ser-

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vicios se viene dando fundamentalmente en los paísescentrales, también se han desarrollado importantescombates de este sector de la clase obrera en paísessemicoloniales. Por ejemplo en Argentina, a pesar dehaber sufrido una derrota aplastante a comienzos delos �90 con las privatizaciones, hoy los trabajadoresde los grandes servicios públicos privatizados �ferro-viarios, telefónicos, aeronáuticos y trabajadores delsubterráneo- son la vanguardia del movimiento obre-ro, tanto en sus métodos de lucha como en las tenden-cias al surgimiento de delegados y dirigentes antibu-rocráticos y a una mayor democracia sindical.

Este proceso de recomposición en las grandesconcentraciones de los servicios, parece estar antici-pando procesos similares en los trabajadores de laindustria, sector que más sufrió los golpes de las re-estructuraciones neoliberales. En algunos países secombina ya con experiencias avanzadas de sectoresde vanguardia de la clase obrera industrial, tanto des-de el punto de vista de la lucha reivindicativa comode elementos de reorganización sindical antiburocá-tica.

En Italia, los trabajadores de la FIAT en 2003 prota-gonizaron una gran lucha contra los cierres de plantas.En marzo de 2005 los trabajadores de Citroen en Fran-cia consiguieron una importante victoria en una luchade un proletariado joven que desbordó a la direcciónburocrática.

En Bolivia, donde la lucha de clases es más aguda,destacamentos avanzados del proletariado minero ju-garon un rol central en el ensayo revolucionario deoctubre de 2003 y en el levantamiento de junio de 2005.

En Argentina, la recuperación de fábricas por partede sus trabajadores frente a los cierres y despidosque se desarrolló entre 2001 y 2002, muestra esteavance en la subjetividad. En particular, la experien-cia del control obrero de la producción en Zanon, unhecho inédito en el movimiento obrero mundial delos últimos años, constituye lo más avanzado de esteproceso y ya se ha transformado en un hito a nivelinternacional.

Aunque más atrasado con respecto a las luchas y ala acción directa, esta recomposición se empieza a veren la experiencia política del proletariado brasilero conel PT y el gobierno de Lula, que está dando lugar afenómenos antiburocráticos como CONLUTAS.

Con estos elementos queremos señalar que, si bienlos trabajadores no ocupan aún el centro de la escena,hay tendencias incipientes pero significativas hacia larecomposición de su subjetividad, que tienen una impor-tancia fundamental para la perspectiva de refundar unmovimiento obrero clasista, combativo y en perspectiva,revolucionario.

Estrategia soviética, independencia de clase ypartidos obreros revolucionarios

Desmentir las tesis del �fin del trabajo� no es másque un primer paso en el reconocimiento de la reali-dad empírica de la existencia de la clase obrera como�clase en sí�. Sin embargo, quienes sostienen estas teo-rías las contraponen a una cierta visión marxista vul-gar, según la cual la clase obrera sería un todo homo-géneo e indiferenciado, cuya unidad política sería ex-presión mecánica de su situación común en el procesoproductivo. De ahí se deduce que la actual fragmenta-ción de la clase obrera refutaría la estrategia marxistaque se basa en el proletariado como la fuerza socialcon el poder suficiente para derrocar al capital. Nadamás lejos de la realidad. En contra de las teorías enboga que dividen al proletariado según dicotomías rí-gidas: los que hacen trabajo material y los que hacentrabajo �inmaterial�, intelectual/manual, ingresos ba-jos/ingresos más altos, sector servicios/sector indus-trial y decenas de divisiones más, reafirmamos la de-finición clásica según la cual un obrero es quien vivede un salario que le impide acumular capital y que poresta condición de explotación bajo el mando del capi-tal, la clase obrera es la clase más homogénea de lasociedad. Pero esto no quiere decir que neguemos susdiferencias internas. Por ejemplo Trotsky planteaba amediados de los años �20 que �El proletariado encar-na una unidad social poderosa que en período de lu-cha revolucionaria aguda se despliega de modo plenopara conseguir los objetivos de la clase en su totali-dad. Pero en el interior de esta unidad hay una diver-sidad extraordinaria, diría incluso que una dispari-dad nada despreciable. Entre el pastor ignorante yanalfabeto y el mecánico especializado hay un grannúmero de niveles de culturas y de calificaciones y deadaptación a la vida diaria. Cada capa, cada gremio,cada grupo está compuesto en última instancia de se-res vivos de edad y temperamento distintos, cada unode los cuales posee un pasado diferente. Si tal diversi-dad no existiera, el trabajo del Partido Comunista parala unificación y educación del proletariado sería muysencillo. Sin embargo, ¡qué difícil es esa tarea, comovemos en Europa occidental! Podría decirse que cuan-to más rica es la historia de un país, y por tanto lahistoria de su clase obrera; cuanto más educación,tradición y capacidad adquiere, más antiguos gru-pos contiene y más difícil es constituirla en unidadrevolucionaria� (�No sólo de política vive el hom-bre�).

A diferencia de otras corrientes, la FT viene preci-sando las respuestas programáticas y prácticas para in-tentar superar la enorme fragmentación del proletaria-

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do entre trabajadores ocupados y desocupados, contra-tados y permanentes, sindicalizados y no sindicaliza-dos, peleando por su unidad con demandas transitoriascomo el reparto de las horas de trabajo y la escala móvilde salarios. Esta pelea por la unidad de las filas obreras,empieza a nivel de los lugares de trabajo, con la organi-zación de comités de fábrica, comisiones internas y cuer-pos de delegados que tienden a unificar democrática-mente a todos los sectores y que enfrenta a los sindica-tos burocráticos. Es clave la lucha por expulsar a lasburocracias sindicales y por la recuperación de los sin-dicatos como verdaderos órganos de combate de los tra-bajadores, basados en la democracia obrera.

Contra el corporativismo del sindicalismo pelea-mos por la mayor coordinación en las luchas obreras ypor que el proletariado vaya conquistando hegemoníaen el conjunto de los explotados, ganándose primeroel apoyo de otros sectores, por ejemplo en el caso dehuelgas en los servicios públicos, teniendo una políti-ca activa hacia los usuarios, y más en general, toman-do como propias las reivindicaciones de las clases ex-plotados y oprimidas por el capital, y de esa forma irpreparándose como clase dirigente del conjunto de lasociedad contra la explotación capitalista.

En esto reside la clave de la estrategia soviética,que embrionariamente anticipa el poder del proleta-riado, expresando no sólo la coordinación de secto-res y el rol dirigente de la clase obrera, sino el ejerci-cio efectivo de la democracia obrera, con la libertadde tendencias y el debate de estrategias en el senodel movimiento obrero. Ligado a esto, impulsamosel pleno desarrollo de las tendencias más de izquier-da de nuestra clase como por ejemplo el control y lagestión obrera en Zanon, que, como �escuela de pla-nificación�, prepara a la clase obrera para las tareasde dirección.

Estas medidas programáticas y organizativas tien-den a superar tanto la división interna como la profun-da crisis subjetiva, que se expresa en que la clase obreracarece de independencia política y permanece atadaal estado burgués por la vía de la burocracias sindica-les y los partidos patronales. Su objetivo es dar pasosen la ruptura con los partidos burgueses y reformistas,y en poner en pie partidos obreros revolucionarios,que mediante un sistema de demandas transitorias, seacapaz de unir a las distintas capas de la clase obrera yde los sectores explotados y oprimidos, tras la estrate-gia de la toma del poder político.

El incipiente proceso de recomposición de la sub-jetividad obrera parte de una situación de retrocesode más de dos décadas y de una crisis de direcciónrevolucionaria de dimensiones históricas.

Desde fines de la Segunda Guerra Mundial, la sub-jetividad del movimiento obrero internacional fuemoldeada por direcciones reformistas, centralmentela socialdemocracia y el stalinismo, y en los paísessemicoloniales el nacionalismo burgués. Durante losaños del boom de la postguerra, la clase obrera enlos países centrales y en algunas semicolonias prós-peras, consiguió conquistas importantes �salariales,sociales, estado de bienestar. Incluso el capital fueexpropiado en países de Europa del este y China dan-do lugar a nuevos estados obreros burocratizados. Sinembargo los grandes aparatos reformistas �los sindi-catos dirigidos por la burocracia, los aparatos parti-darios como los Partidos Socialistas, los Partidos Co-munistas o el Partido Laborista británico- fueron li-mando las mejores tradiciones revolucionarias del

movimiento obrero.El fin del boom económico y los procesos revolu-

cionarios de fines de los �60 y mediados de los �70,pusieron en cuestión la hegemonía del reformismo,dando lugar a una oleada de radicalización política enamplias franjas de la vanguardia obrera y juvenil. Elensayo revolucionario de 1968-81 se extendió a lospaíses centrales y semicoloniales; incluyó procesos derevolución política en estados obreros burocratizadosy en su punto más alto llevó a la derrota militar delimperialismo en Vietnam.

Pero este gran ascenso obrero y popular puso demanifiesto la aguda crisis de dirección revoluciona-ria. Esos procesos fueron aplastados de forma sangrien-ta en América Latina y en los países del este europeo,o fueron contenidos y desviados en los países centra-les, gracias al auxilio que prestaron a los regímenesburgueses los PS y los PC -y en el mundo semicolo-nial las direcciones nacionalistas burguesas y peque-ñoburguesas.

2. SUBJETIVIDAD Y CRISIS DE DIRECCIÓN REVOLUCIONARIA

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3737373737Manifiesto de la IIIª Conferencia de la FT-CI

La ofensiva neoliberal y el giro a la derecha de lasdirecciones reformistas

Después de algunos años de inestabilidad que si-guieron a la derrota norteamericana en Vietnam, elimperialismo logró recomponerse y pasó nuevamenteal ataque en los �80 y los �90. Estos años de ofensivaneoliberal inaugurada con los gobiernos de Reagan yThatcher, implicaron derrotas de gran magnitud parael movimiento obrero que llevaron a la pérdida de con-quistas materiales, a una disminución de la capacidadlucha, y a un importante retroceso en la organizacióny la conciencia de clase.

El triunfo británico en la guerra de Malvinas en 1982llevó a un mayor sojuzgamiento del mundo semicolonialy facilitó la derrota en 1984 de la heroica lucha de losmineros ingleses que habían resistido por más de un añoel cierre de las minas.

A comienzos de los �90, la victoria norteamericanacontra Irak en la primer guerra del Golfo redobló laofensiva capitalista que se continuó durante toda ladécada y reforzó el sentimiento de que era imposiblederrotar al imperialismo.

La falta de intervención obrera y de una perspecti-va de clase favoreció el desarrollo de fenómenos polí-ticos completamente aberrantes y reaccionarios comopor ejemplo las direcciones nacionalistas que encabe-zaron algunas luchas por la autodeterminación nacio-nal �Bosnia, Kosovo, etc.-, o las distintas variantes defundamentalismos islámicos en Medio Oriente quelograron audiencias de masas tomando las banderasdel antinorteamericanismo.

Las direcciones tradicionales del movimiento obre-ro capitularon o directamente fueron cómplices de laspolíticas neoliberales. Mientras la sindicalización caíaa niveles históricamente bajos, y los gobiernos pro-mulgaban leyes antisindicales, las burocracias refor-mistas llegaron incluso a transformarse en socios me-nores en los procesos de privatizaciones.

Con la implosión de la URSS y los regímenes sta-linstas entre 1989-91, el marxismo fue brutalmentedesacreditado y la idea de la revolución socialista fueborrada del imaginario de los explotados. Los buró-cratas gobernantes en esos países compitieron entre sípara transformarse en los nuevos burgueses.

Los Partidos Comunistas europeos, que desde ladécada del �70 con el giro eurocomunista habían aban-donado incluso toda retórica de clase, completaron sutransformación en partidos directamente socialdemó-cratas y de centroizquierda. En algunos casos fueronparte de coaliciones de gobierno �social-liberales�como en Francia e Italia.

La socialdemocracia, que se alterna en el gobiernoen gran parte de Europa con los partidos o coaliciones

de derecha, se transformó en agente directo de la apli-cación de las políticas neoliberales, lo que la hizo prác-ticamente indistinguible de los partidos de la derechatradicional. A mediados de los �90 recuperó su espacioelectoral con los gobiernos de la llamada �tercera vía�.Pero fueron estos gobiernos reformistas los que másavanzaron en el proyecto imperialista de la UE, tratan-do de liquidar conquistas obreras y persiguiendo un pro-grama de privatizaciones y de reforma de la seguridadsocial y los sistemas jubilatorios.

El gobierno laborista de Tony Blair, electo en 1997tras casi veinte años de gobiernos conservadores, escontinuador del thatcherismo. Su alianza con EstadosUnidos en la guerra de Irak aceleró la crisis del La-bour Party con su base obrera, dando lugar al surgi-miento de una burocracia sindical partidaria de los vie-jos esquemas de negociación. El fenómeno de crisisllega también al electorado de clase media que habíaganado en los últimos años. La socialdemocracia ale-mana está pasando por una crisis similar con el inten-to del gobierno de Schroeder de aplicar la llamada�agenda 2010�.

En los últimos años, este giro a la derecha provocóun profundo descontento con los gobiernos socialde-mocrátas, que se viene expresando electoralmente enla oscilación de la base de los partidos reformistas, ensu gran mayoría obrera, que desde los �80 alterna en-tre votarlos contra el fortalecimiento de los partidosde la derecha y castigarlos por sus políticas guberna-mentales.

Esta situación ha llevado en ciertos casos a polari-zaciones electorales con el fortalecimiento de varian-tes de extrema izquierda y de derecha. La expresiónmáxima de esta situación fue la crisis del PS francésen las elecciones presidenciales del año 2002, lo quellevó a que la segunda vuelta se definiera entre la de-recha tradicional de Chirac y la derecha xenófoba delFrente Nacional de Le Pen.

En América Latina, las direcciones nacionalistasburguesas, como el peronismo en Argentina, han sufri-do un profundo descrédito al haberse transformardo enejecutores de las políticas neoliberales. Eso no quieredecir, por ejemplo, que la clase obrera argentina hayasuperado la conciencia de colaboración de clases quedurante décadas le ha inculcado el peronismo, pero síque se ha abierto un período de crisis de estos partidosy su base histórica, mayoritariamente obrera y popular.Esta crisis está dando lugar al surgimiento de nuevasmediaciones como el chavismo y el populismo, que sefortalecen con su retórica antinorteamericana en el mar-co del posibilismo generalizado del movimiento de ma-sas. Estos constituyen obstáculos importantes para avan-zar en la independencia de clase y en la construcción deuna alternativa obrera y revolucionaria.

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El giro a la derecha de la socialdemocracia y el sta-linismo abrió un espacio a su izquierda, que expresa ladesilusión de amplios sectores y su rechazo a las viejasdirecciones reformistas, pero sin radicalización políti-ca ni desarrollo de tendencias centristas progresivashasta el momento.

A nivel internacional, al calor del movimiento an-tiglobalización, se creó el Foro Social Mundial, hege-monizado por organizaciones reformistas comoATTAC partidarias de la �humanización� del capita-lismo. Transcurridos cinco años de la primera reunióndel FSM en Porto Alegre, éste mostró su carácter decobertura del reformismo socialdemócrata y sus go-biernos, como el de Lula en Brasil.

Desde el punto de vista de las organizaciones polí-ticas, en este espacio no revolucionario, intentan de-sarrollarse partidos reformistas de izquierda que re-claman ser �anticapitalistas�.

Un modelo de este nuevo tipo de partido �anticapi-talista� es el Scottish Socialist Party (Escocia), impul-sado por un sector escindido de la tendencia trotskistaThe Militant, luego llamada Socialist Party, donde par-ticipan grupos socialdemócratas, ex laboristas, nacio-nalistas escoceses de izquierda, y también grupos quese reclaman revolucionarios como el Socialist Wor-kers Party. Otro paradigma es Rifondazione Comunistaen Italia, fundado a principios de los �90 por un sectorresistente del viejo PCI al giro abiertamente centroiz-quierdista de la mayoría de ese partido y pequeñosgrupos trotskistas que han permanecido en sus filaspor más de diez años, incluso cuando Rifondazionefue parte de la alianza de gobierno del Olivo. Este par-tido, que fue presentado por grupos como el SWP bri-tánico como un �ejemplo�, concretó en su VI Congre-so un giro categórico a la derecha, dejando abierta laposibilidad de formar parte de un futuro gobierno decentroizquierda.

Estas organizaciones, al ser �amplias� desde el puntode vista programático, es decir, no revolucionarias, pue-den tener también una base social-electoral más extendi-da, como muestran el �éxito� del SSP escocés, del Blo-que de Izquierda en Portugal o de la Alianza Roja Verdeen Dinamarca.

Un sector importante de grupos y corrientes que ha-blan en nombre del trotskismo o tienen sus orígenes enla Cuarta Internacional, como el Socialist Workers Par-ty británico y la LCR francesa (la sección más impor-tante del Secretariado Unificado), viene tratando decapitalizar esta crisis del reformismo clásico con su baseelectoral, a través de una política oportunista de impul-

sar partidos o movimientos �amplios� que les permitanconfluir en una organización común �o en frentes elec-torales- con las alas de izquierda del reformismo. Estegiro a la derecha se ha acelerado sobre todo con la emer-gencia del movimiento �no global� �y posteriormenteantiguerra, como muestra la la coalición electoral RES-PECT impulsada y conformada por el SWP inglés jun-to a sectores burgueses de la comunidad musulmana deese país.

La justificación de la LCR o del SWP para estapolítica oportunista, es que las organizaciones de laizquierda revolucionaria, por la fortaleza del stalinis-mo y la socialdemocracia, estuvieron confinadas du-rante décadas a ser pequeños grupos, aislados delmovimiento de masas, y que hoy, a pesar de no haberradicalización política, la existencia de movimientossociales, como el movimiento no global, presentan laoportunidad de superar esta situación y de evitar elpeligro �sectario�. Para esto se proponen construir unanueva medicación a la que ven ligada a todo un perío-do histórico.

Estas construcciones amplias, �anticapitalistas ypluralistas�, que aparecen de hecho como un atajooportunista ante la dificultad real para construir parti-dos obreros revolucionarios, expresan la profundaadaptación política y programática de estas corrien-tes, que constituyen el ala derecha del llamado movi-miento trotskista, al régimen democrático burgués. Elejemplo extremo de esta adaptación lo constituye lasección brasilera del SU, Democracia Socialista, queno sólo formó parte del gobierno municipal de PortoAlegre durante años, sino que uno de sus dirigentes,Miguel Rosetto, es Ministro de Desarrollo Agrario enel gobierno capitalista de Lula. El SU volvió así a lanefasta tradición �ministerialista� de la socialdemo-cracia de comienzos del siglo XX, violando todo prin-cipio elemental de no participar en gobiernos burgue-ses.

El descontento con las políticas neoliberales de Lulay la expulsión del PT de cuatro diputados estadualespertenecientes a grupos que se reivindican trotskistas,entre ellos la DS, llevó a la formación del PSOL (Parti-do Socialismo y Libertad) que constituye un experimen-to �avanzado� de la construcción de partidos ampliospoliclasistas adaptados al régimen democrático-liberal.

Estos partidos �anticapitalistas� tienen como pun-to de delimitación la oposición al �neoliberalismo� oal guerrerismo de Bush, no tienen ningún criterio declase ni composición social obrera, por lo que son atodas luces proyectos de partidos pequeño burgueses,

3. POR LA RECONSTRUCCIÓN DE LA IV INTERNACIONAL

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adaptados a la democracia capitalista, partidarios dela colaboración de clases directa por medio de la par-ticipación en sus filas o en frentes electorales de polí-ticos patronales.

La retórica �socialista� está al servicio del merocrecimiento electoral y de ir ampliando su lugar comoizquierda del régimen burgués. Hablan de un �socia-lismo� sin revolución, a la manera del viejo reformis-mo socialdemócrata, que nada tiene que ver con ladestrucción del estado burgués y la instauración de unestado obrero, sino con conseguir pequeñas reformasmanteniendo el régimen de explotación capitalista.

Hay otras organizaciones trotskistas que rechazanesta política cuasi reformista y que mantienen formal-mente el programa revolucionario, como LutteOuvrière en Francia, el PSTU en Brasil, y el CRCI �agrupamiento internacional en el que participa el Par-tido Obrero de Argentina. Nuestra corriente les ha plan-teado una campaña común contra el�ministerialismo�del SU, rescatando un principio ele-mental de clase de no participar en gobiernos capita-listas. Sin embargo, estos se han negado, de hechopermitiendo que Rosetto siguiera por más de dos añosen el gobierno sin que desde la izquierda provoque-mos una crisis en la DS y el SU.

Es que estos grupos, aunque con un discurso másde izquierda, tienen como prioridad el fortalecimientode sus propios aparatos políticos en los espacios a iz-quierda que surgen dentro del régimen, y no que laclase avance, aunque sea un paso, hacia una estrategiarevolucionaria. Por esto son partidos que oscilan en-tre la autoproclamación sectaria y el oportunismo po-lítico, entre el sindicalismo y el electoralismo, sin pre-sentar una alternativa de clase internacionalista y re-volucionaria ni una práctica política que busque hacercarne en un sector del proletariado el programa deltrotskismo. Por ejemplo el Partido Obrero en Argenti-na ha dado un salto en su adaptación al régimen de-mocrático burgués estableciendo una colateral �pique-tera� mediante la administración de planes sociales delestado. El grupo italiano Proggeto Comunista, vienesiendo parte desde hace más de una década de RC,con lo que más que un entrismo ha aportado en la cons-trucción de un partido reformista de izquierda de co-laboración de clases.

El PSTU viene tratando de hegemonizar burocráti-camente un fenómeno todavía embrionario de rupturapolítica con el gobierno de Lula, con una orientaciónsindicalista para CONLUTAS que no permite que losmiles de obreros de vanguardia se transformen en laavanzada de la lucha por expulsar a la burocracia sindi-cal que sigue dirigiendo sindicatos de millones de tra-bajadores.

En esta nueva etapa, en la que los trabajadores co-mienzan a dar muestras de una recuperación en su sub-jetividad, en la que la ofensiva imperialista es repu-diada y resistida por millones en el mundo, en la queha vuelto a estar planteado el internacionalismo, en laque para avanzar cualitativamente es necesario rom-per con la direcciones reformistas y populistas que his-tóricamente han llevado al desastre, se nos plantea lanecesidad más imperiosa que nunca de dar pasos ade-lante en la reconstrucción/refundación del PartidoMundial de la Revolución Socialista, la Cuarta Inter-nacional.

Nuestra corriente, la Fracción Trotskista por la CuartaInternacional viene sosteniendo que no es suficientetener programas generales correctos y hablar del socia-lismo y el internacionalismo. La prueba de una organi-zación revolucionaria consiste en que ese programa seconcrete en su práctica política, en que pelee por serparte de la clase obrera y por dirigir a sus sectores máscombativos, impulsando el desarrollo de las experien-cias más avanzadas de nuestra clase transformándolasen lecciones programáticas para las combates futuros.Como por ejemplo la experiencia de control obrero enZanón en Argentina, la pelea por el desarrollo de lastendencias antiburocráticas y por la independenciapolítica en los fenómenos que ya está dando el nuevomovimiento obrero en Argentina y en Brasil. O nuestraintervención y las conclusiones político organizativassacadas del proceso revolucionario en Bolivia. Porquesólo un trotskismo que se construya y se mida en lalucha de clases puede ser la base de la reconstrucciónde un movimiento obrero revolucionario e internacio-nalista.

Somos concientes que constituimos una tendenciarevolucionaria dentro del movimiento trotskista y que larefundación de la Cuarta Internacional y de partidos obre-ros revolucionarios nacionales no será producto del de-sarrollo evolutivo ni de nuestros grupos ni de otras co-rrientes que hablan en nombre del trotskismo, sino quesurgirá de la fusión con elementos revolucionarios de lavanguardia obrera y popular. A nivel internacional cons-tituimos un polo ideológico, político y organizativo quese propone recrear el marxismo revolucionario y trans-formar en programa las principales experiencias de laclase obrera internacional.

En ese marco, creemos que debemos poner todasnuestras fuerzas en la perspectiva de recuperar lo mejorde las tradiciones revolucionarias de la clase obrera,debemos demostrar la superioridad de nuestro progra-ma y nuestra estrategia y la miseria de los que, en suafán de obtener un cargo parlamentario o sindical, con-cilian con los reformistas.

Desde la Fracción Trotskista por la Cuarta Interna-

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cional presentamos este Manifiesto Programático paradiscutir con los obreros avanzados que comienzan aser concientes del poder social y político del proleta-riado para luchar contra el capital, con los jóvenes quehan hecho su experiencia con las direcciones refor-mistas, y con todos aquellos honestos militantes deorganizaciones de izquierda que ven la necesidad deresistir el curso derechista de sus direcciones.

Estamos dispuestos a debatir y a avanzar en lamedida de lo posible con todas aquellas corrientes y

militantes trotskistas que reivindiquen programática-mente y en su práctica política la tradición y el lega-do revolucionario del trotskismo, para dar pasos con-cretos por medio de la experiencia común, de comi-tés exploratorios o comités de enlace, según el gradode convergencia que tengamos, hacia la reconstruc-ción de la Cuarta Internacional como expresión delestado mayor de los explotados del mundo capaz dedirigir a la victoria los próximos procesos revolucio-narios.