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¿Son ruinas o piedras? En un cuento Julio Cortázar le hacía decir a un personaje que las Malvinas eran unas “islas de mierda, llenas de pingüinos”. Otro escritor, Carlos Gamerro, autor de la novela Las islas, se atreve, en cambio, a afir- mar que las Malvinas “son, junto con las manos de Perón, el rodete de Evita, la son- risa de Gardel y la melena de Maradona, uno de los íconos nacionales”. 50 Los dife- rentes modos de pensar aquel territorio adquieren mayor gravedad en un fragmen- to del documental Locos de la bandera, rea- lizado por familiares de los caídos en Malvinas. En una escena el narrador cami- na por las islas rodeado por un paisaje tan bello como desolado, se agacha, toma una roca del suelo y se pregunta: “¿Es una pie- dra o es una ruina?”. Las islas Malvinas son un archipiélago ubicado en el Mar Argentino, en el océano Atlántico, entre los 50º y los 52º de latitud Sur, y entre los 57º y los 61º de longitud Oeste, a más de 700 km de la costa santa- cruceña y fueguina, sobre la plataforma continental submarina de la República Argentina. Además de las dos islas centra- les, Gran Malvina y Soledad, hay cerca de doscientas islas e islotes. El clima es frío y húmedo, con vientos que pueden alcanzar hasta los 150 km por hora. La fauna mari- na es variada y rica. A principios de los 80 había allí unas 360 ovejas por cada uno de los 1.800 kelpers que poblaban las islas. La vegetación es esca- sa y no hay yacimientos petrolíficos considerables. Esta descripción geográ- fica casi nada dice sobre el sentido que las islas tienen para los argentinos. Para entenderlo hay que buscar en otras fuentes, vinculadas a la cultura y a la política. Los investigadores Rosana Gubern y Federico G. Lorenz, en los libros que acompañan nuestro análisis ¿Por qué Malvinas? De la causa nacional a la guerra absurda y Las guerras por Malvinas, respectivamente–, coinciden en señalar que las islas tienen más de ruinas que de piedras y contribuyen con una vas- tedad notable de fuentes a entender por qué esto es así. Gubern se concentra en revelar qué pasó con Malvinas previamente a la guerra. ¿Cómo se construyó el símbolo entre 1833, cuando las islas fueron ocupadas por Gran Bretaña, y el momento de la guerra? ¿Qué discursos acompañaron las demandas por la soberanía que los sucesivos gobiernos argen- tinos hicieron frente a sus pares ingleses y ante los organismos internacionales? El recorrido que realiza la autora deja en claro que, a diferencia de lo que suele creerse, no fueron solamente la escuela y el nacionalis- Historia argentina reciente | 91 50 Carlos Gamerro, “14 de junio, 1982, tras un manto de neblina”, en Página/12, 16 de junio de 2002. Malvinas en el imaginario nacional

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¿Son ruinas o piedras?

En un cuento Julio Cortázar le hacíadecir a un personaje que las Malvinas eranunas “islas de mierda, llenas de pingüinos”.Otro escritor, Carlos Gamerro, autor de lanovela Las islas, se atreve, en cambio, a afir-mar que las Malvinas “son, junto con lasmanos de Perón, el rodete de Evita, la son-risa de Gardel y la melena de Maradona,uno de los íconos nacionales”.50 Los dife-rentes modos de pensar aquel territorioadquieren mayor gravedad en un fragmen-to del documental Locos de la bandera, rea-lizado por familiares de los caídos enMalvinas. En una escena el narrador cami-na por las islas rodeado por un paisaje tanbello como desolado, se agacha, toma unaroca del suelo y se pregunta: “¿Es una pie-dra o es una ruina?”.

Las islas Malvinas son un archipiélagoubicado en el Mar Argentino, en el océanoAtlántico, entre los 50º y los 52º de latitudSur, y entre los 57º y los 61º de longitudOeste, a más de 700 km de la costa santa-cruceña y fueguina, sobre la plataformacontinental submarina de la RepúblicaArgentina. Además de las dos islas centra-les, Gran Malvina y Soledad, hay cerca dedoscientas islas e islotes. El clima es frío yhúmedo, con vientos que pueden alcanzarhasta los 150 km por hora. La fauna mari-na es variada y rica. A principios de los 80

había allí unas 360 ovejaspor cada uno de los 1.800kelpers que poblaban lasislas. La vegetación es esca-sa y no hay yacimientospetrolíficos considerables.

Esta descripción geográ-fica casi nada dice sobre elsentido que las islas tienenpara los argentinos. Para entenderlo hayque buscar en otras fuentes, vinculadas a lacultura y a la política. Los investigadoresRosana Gubern y Federico G. Lorenz, enlos libros que acompañan nuestro análisis–¿Por qué Malvinas? De la causa nacional ala guerra absurda y Las guerras porMalvinas, respectivamente–, coinciden enseñalar que las islas tienen más de ruinasque de piedras y contribuyen con una vas-tedad notable de fuentes a entender porqué esto es así.

Gubern se concentra en revelar qué pasócon Malvinas previamente a la guerra.¿Cómo se construyó el símbolo entre 1833,cuando las islas fueron ocupadas por GranBretaña, y el momento de la guerra? ¿Quédiscursos acompañaron las demandas por lasoberanía que los sucesivos gobiernos argen-tinos hicieron frente a sus pares ingleses yante los organismos internacionales? Elrecorrido que realiza la autora deja en claroque, a diferencia de lo que suele creerse, nofueron solamente la escuela y el nacionalis-

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50 Carlos Gamerro, “14 de junio, 1982, tras un manto de neblina”, en Página/12, 16 de junio de 2002.

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mo doctrinario de derecha los responsablesde convertir a Malvinas en una causa“nacional y popular”. En su construcciónsobresalen los nombres de intelectuales libe-rales como Paul Groussac, del socialistaAlfredo Palacios y de los historiadoresnacionalistas Rodolfo y Julio Irazusta, entretantos otros.

También se destacan muchos textos poé-ticos y literarios. Entre ellos, los versos escri-tos por Atahualpa Yupanqui titulados La her-manita perdida. El cantor, que había sido unhombre del Partido Comunista, los compusoen 1971 durante una estadía en París: “Vinoa verme un empresario inglés y me preguntócuánto cobraba por dar cuatro recitales enInglaterra. Yo le respondí: ‘Las islasMalvinas’. Han pasado ya tres años y el hom-bre no ha contestado aún... Puede estar segu-ro de que yo no cantaré en ese país, mientrasno nos devuelvan nuestras islas”.51

El libro de Lorenz avanza sobre las dis-putas que existieron con posterioridad a laguerra. “¿Qué guerra terminó en las islasMalvinas el 14 de junio de 1982? ¿Qué gue-

rras comenzaron ese mismo día?”, se pre-gunta el autor. Para responder, les da la voza aquellos que vivieron la experiencia de laguerra, los excombatientes, a quienes hacehablar a través de entrevistas y del desmenu-zamiento de las revistas y los documentosque produjeron las asociaciones de diferen-tes regiones del país. También pone enjuego una variada cantidad de fuentes quedurante los años 80 debatieron en torno delsentido de Malvinas: documentos militares,canciones de rock, películas, novelas, análi-sis de intelectuales y consignas políticas lepermiten interrogarse sobre la posguerra yese proceso que llevó por nombre “desmal-vinización”. “En relación con otros camposde estudio de la historia reciente, las refle-xiones sobre la guerra de 1982 siguen ancla-das en el contexto de los ochenta, pero ni eldiscurso radical, ni el victimizador, ni elpatriótico son suficientes para entenderla. Silos desaparecidos están recobrando el rostrohumano y político que tuvieron, no pode-mos decir lo mismo de quienes combatie-ron en las islas por una causa que considera-ron legítima, al igual que miles de compa-triotas. La guerra y sus protagonistas oscilanentre dos extremos inaccesibles a la discu-sión: el limbo de las víctimas, o el panteónatemporal de los héroes y mártires de lapatria. En la década del 80, las agrupacionesde excombatientes buscaron salir de la tram-

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51 Norberto Galasso, El canto de la patria profunda, Ediciones del Pensamiento Nacional, Buenos Aires, 1996,p. 157.

LA HERMANITA PERDIDA

“De la mañana a la noche/ de la noche a la mañana/ en grandes olas azu-les/ y encajes de espumas blancas/ te va llegando el saludo/ permanen-te de la Patria./ Ay, hermanita perdida/ Hermanita: vuelve a casa.../Amarillentos papeles/ te pintan con otra laya/ Pero son veinte millones/que te llamamos: hermana.../ Sobre las aguas australes/ planean gavio-tas blancas./ Dura piedra enternecida/ por la sagrada esperanza./ ¡Ay,hermanita perdida!/ Hermanita: vuelve a casa./ Malvinas tierra cautiva/de un rubio tiempo pirata./ Patagonia te suspira./ Toda la pampa tellama./ Seguirán las mil banderas/ del mar, azules y blancas/ Pero que-remos ver una sobre tu piedra clavada./ Para llenarte de criollos./ Paracubrirte la cara./ Hasta que logres el gesto/ tradicional de la patria./ ¡Ay,

hermanita perdida!/ Hermanita: vuelve a casa.”Atahualpa Yupanqui, 1971.

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pa de la ‘causa legítima en manos espurias’inscribiendo su experiencia de guerra en lalucha por un país mejor, en el encuentro fra-ternal con otros explotados, marginados yperseguidos. En ese sentido, Malvinas fue,en una situación concreta y que no tuvo quever con la guerra sino con sus consecuen-cias, una oportunidad para pensar un pro-yecto de país. Acaso ése sea su principalpotencial simbólico: constituir, por lo quesignifica y no por su materialidad, un espa-cio de vinculación.”52

El cenotafio: un polémico lugar de memoria

El visitante se interroga sobre qué ocu-rre con ese espacio de vinculación descrip-to por Lorenz. La película está atravesadapor el clima de fin de siglo, el individualis-

mo asocial, el repliegue del Estado, la cen-tralidad de la lógica de mercado y, tal comodice el historiador Eric Hobsbawm, la des-trucción del pasado, la dificultad para vin-cular la experiencia contemporánea con lade las generaciones anteriores. Los perso-najes de la película tienen vínculos débilescon los relatos que construyeron el sentidode la Nación; sus vidas son testimonio delfracaso de esos intentos. El pasado aparecedesdibujado, no hay con él una relaciónorgánica, no es un legado donde encontrarsentidos posibles para las acciones futuras.Tanto es así que la película lo dice de formaliteral a través del personaje de ElsaBerenger, la dueña de la pensión y tal vez lamás vital del filme. Con la astucia que ledan sus saberes populares se gana la vidatirando las cartas y adivinando el futuro, y,

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52 Federico G. Lorenz, Las guerras por Malvinas, Edhasa, Buenos Aires, 2006, p. 327.

LA GUERRA Y LA GLORIA

“La guerra de Malvinas dejó una enorme cantidad de muertos en el terri-torio helado que se fue a reconquistar. Esos muertos fueron víctimas,pero no del ejército hiperprofesional británico que fácilmente los masa-cró, sino de una junta militar que los envió a morir como parte de un planmacabro para mantenerse en el poder [...] Hay una dolorosa paradoja quelos excombatientes de Malvinas deben sobrellevar: sufrieron y murieron(no por la soberanía y la gloria de la patria, como quisieron hacerlo ycomo reconfortaría creer que lo hicieron) sino como parte de un proyectoantidemocrático, bélico-político que buscó limpiar con una ‘guerra lim-pia’ los horrores de la ‘guerra sucia’. Esto no le quita la dignidad a ningu-no de los caídos. Al contrario, los queremos más por haber caído comovíctimas de la debacle de un régimen tenebroso. Muchos argentinosquieren y abrazan a los argentinos de Malvinas porque –consideran– sonlos ‘otros desaparecidos’, las ‘otras’ víctimas de la dictadura.Quienes murieron en esa guerra no murieron por la causa justa: murieron comoparte del plan de una junta macabra. Esto no quita honor ni jerarquía al padeci-miento de los caídos, pero les quita gloria. Cosa que los vuelve más entraña-bles, más queribles para muchos de nosotros, que no sólo abominamos de laguerra sino muy especialmente de la junta genocida que la impulsó...”

La guerra y la gloria, José Pablo Feinmann, coguionista de la película Elvisitante, Página/12, 31 de marzo de 2002.

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a través de ellos, busca restablecer vínculosentre los personajes: conversa con uno, leceba un matecito a otro, ofrece consejos, leprende velas al amor, oficia de celestina ypara convocar al pasado apela a precariassesiones espiritistas. El diálogo con los fan-tasmas, en tanto legado generacional, sereduce a una pantomima tragicómica.

En la película la relación con el pasadotambién se representa de otros modos. Eldirector elige filmar algunas escenas en elcenotafio de la plaza San Martín, en la ciu-dad de Buenos Aires. Pedro sueña con eselugar, más bien tiene una pesadilla en la queconcurre al monumento y encuentra sunombre en la enumeración de los caídos. Enotra escena va a visitar el cenotafio paraconstatar que allí está el nombre de suamigo muerto en Malvinas. La imagen dePedro, con su mano ortopédica colgando,parado frente al cenotafio, es desoladora.¿Cuánto queda allí del intento de hacer delas islas la metáfora de la Nación? ¿Cuántosobrevive de los sentidos en pugna quehicieron de Malvinas una causa del fervorpopular? Frente al monumento, que fuepensado como un lugar de la memoria,Pedro no encuentra alivio ni reparación,está tan solo como cuando se “atrinchera”en su habitación o como cuando lo visitanlos fantasmas. La historia de la construccióndel cenotafio permitirá vislumbrar mejor elcontraste sugerido en esta escena.

El cenotafio, conocido comoMonumento a los Caídos en la Guerra deMalvinas e Islas del Atlántico Sur, se inau-

guró en 1990, durante la primera presiden-cia de Carlos Saúl Menem, quien mantuvouna política contradictoria en relación conMalvinas: tomó la causa como cuestión cen-tral en su discurso de campaña y se acercó alas asociaciones de excombatientes, peroabandonó los reclamos por la soberanía enpos de la rearticulación con Europa, la rea-pertura de la embajada británica en BuenosAires y la llegada de inversores ingleses. La“desmalvinización” que el gobierno de RaúlAlfonsín había desplegado para evitar quelas fuerzas armadas recobrasen su prestigio,es perpetuada por Carlos Saúl Menem perobajo la picardía del doble discurso.

El monumento es un muro de mármolrosado opaco de dos metros de alto porveinticinco de largo, donde están exhibidasveinticinco planchas de mármol negro bri-llante; cada una lleva grabados veintiséisnombres de combatientes caídos en lasislas. Estos aparecen sin grado militar niorden alfabético “para sugerir que –másallá de los orígenes, historias, jerarquíamilitar o circunstancias de su sacrificio–fueron igualados por la muerte”, explica-ban en 1989 los integrantes de la comisiónencargada de la construcción. Además delo descripto, el monumento tiene distintoselementos que completan la simbologíapatriótica: los escudos de las veintitrés pro-vincias argentinas, la Ciudad de BuenosAires y la República Argentina; una escara-pela y un mástil con la bandera. Está muybien iluminado y siempre resguardado porla figura de un granadero.

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Está ubicado al pie de la barranca de laplaza San Martín, en una zona turística yhabitada por sectores de clase media y alta,justo enfrente de la ex plaza Britannia–rebautizada Fuerza Aérea desde 1982–donde se levanta la conocida Torre de losIngleses. Previamente a la construcción delcenotafio existió un acalorado debate entorno del proyecto. El gobierno quisoresolverlo con rapidez; los bloques partida-rios del justicialismo aprobaron la ley queproponía la construcción y se armó unacomisión para decidir el formato y la ubi-cación. Las voces opositoras surgieron nibien se dio a conocer el emplazamiento.Salieron al cruce los vecinos del lugar, aso-ciaciones de arquitectos y medios decomunicación de variada orientación ideo-lógica. El libro de Rosana Gubern recogemuchas de estas opiniones, que nos permi-ten seguir indagando en los sentidos enpugna que rodean la cuestión Malvinas.

García Vázquez, el ex presidente de laSociedad Argentina de Arquitectos, envióuna carta al diario Clarín, el 21 de mayo de1990, en la que decía: “Sí, estoy en desa-cuerdo con su ubicación y con la forma deeste cenotafio. Es lógico que una construc-ción de este tipo se levante en un lugartranquilo, propicio a la meditación, al res-peto y a la rememoración que merece todohomenaje. El lugar de la tranquilidadrequerida se coloca en uno de los sectores

más conflictivos y contaminados de la ciu-dad [...] Por otra parte, ¿es válido colocar elmonumento a pocos metros de la Torre delos Ingleses, cuando nuestro gobierno vecon alborozo la reanudación de las relacio-nes con Gran Bretaña? Además, con estaobra se mancilla simbólica y físicamente lafigura del Libertador, ya que la plaza quelleva su nombre está protegida por estrictasnormas que procuran mantener su concep-to de patrimonio histórico y urbano, loque en el presente caso ha sido tirado porla borda irrespetuosamente”.53

En una entrevista publicada en la revis-ta Gente el 17 de mayo de 1990,Quiñones, un excombatiente integrante dela comisión, respondía que no considerabaque el lugar elegido reavivara el odio hacialos ingleses: “Creo en la madurez de los

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UNA PLAZA COMO CAMPO DE BATALLA

La plaza donde está la Torre de los Ingleses, ubicada frente al cenotafiode la plaza San Martín, fue también territorio de disputa. En los primerosaños de la posguerra, las organizaciones de excombatientes la eligieronpara recordar el aniversario del 2 de abril. Allí se manifestaron, acompa-ñados por las juventudes políticas y otras organizaciones sociales. La pri-mera de esas convocatorias, en 1983, estuvo plagada de consignasantiimperialistas y antiproceso que retomaban mucho del lenguaje polí-tico de los años 60 y 70. En la segunda, en 1984, de los cánticos se pasóa la acción: se volteó una estatua de Lord Georges Canning –primerministro británico acusado de perjudicar los intereses argentinos– queestaba ubicada en esa plaza y se la arrojó al río de la Plata.

53 Citado en Rosana Gubern, ¿Por qué Malvinas? De la causa nacional a la guerra absurda, Fondo de CulturaEconómica, Buenos Aires, 2001, p. 146.

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ciudadanos. Además el monumento noreivindica la guerra: recuerda a los muer-tos. [...] La nación rinde homenaje a quie-nes llevan en su cuerpo o en su memorialas huellas del combate. No olvide, ade-más, que la Torre de los Ingleses no fueregalada por el gobierno británico sino porlos residentes ingleses en el país”.54

La polémica en torno del cenotafio ins-tala algunas preguntas centrales a la horade trabajar con el pasado reciente: quérecordar y cómo recordar. La memoria esun territorio de conflicto. Dice ElizabethJelin: “La memoria contra el olvido o con-tra el silencio esconde lo que en realidad esuna oposición entre distintas memoriasrivales, cada una de ellas incorporando suspropios olvidos. Es en verdad: memoriacontra memoria”.55

Aquellas voces que se oponían a la cons-trucción del cenotafio y sugerían llevarlo aun lugar tranquilo para que los familiareslloraran a sus muertos en paz, estaban pro-poniendo otra forma del recuerdo, estabandiciendo que había que sacar a esos muer-tos del centro de la ciudad. De algunamanera, insinuaban que los muertos erande sus familiares y no de la Nación. En elmismo sentido puede leerse la negativa aque el cenotafio se emplace en un espacioque lleva el nombre de San Martín. ¿Sepodía incluir en la genealogía de la patria

una batalla perdida que para muchos,incluso, era “absurda”? “La localización delMonumento a los Caídos en un ‘territorionacional’ y bajo el monumento ecuestredel ‘Padre de la patria’ sugería que SanMartín prohijaba a los apellidos/nombresde las placas. Este linaje en que los ‘héroes’o ‘caídos’ de Malvinas descendían, inclusotopográficamente, del mismo padre eraprecisamente el blanco central de los críti-cos, quienes también podían considerarsehijos suyos.”56

Para Gubern la estrategia de Menem alconstruir el monumento en esa plaza erade una astucia notable: “El monumento alos caídos en Malvinas ponía en evidenciael doble juego de la estrategia presiden-cial, apelando al parentesco como vía deintegración a la Nación y a la Nacióncomo restauración del parentesco [...]Menem trataba de restaurar la Nacióncomo casa de todos los argentinos, empla-zando el monumento en un espacio sim-bólico de la argentinidad [...] Sin aludir alas Fuerzas Armadas ni al Proceso,Menem destacó esta reintegración ubi-cándose como mediador-conciliador através de la memoria, término que hastael momento reivindicaba públicamente labúsqueda de los desaparecidos entre 1976y 1983. No casualmente aludió, en su dis-curso inaugural, al título del informe de la

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54 Ibídem, p. 151.55 Elizabeth Jelin, Memorias en conflicto, Puentes, agosto de 2000. 56 Rosana Gubern, ob. cit., p. 154.

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CONADEP, cuando señaló que el monu-mento debía ser considerado ‘no sólocomo la conmemoración de un aconteci-miento remoto y lejano’ sino que debíaservir para que ‘nunca más reneguemos denuestros momentos de gloria’ y para que‘ningún compatriota sufra de amnesiacolectiva, o de olvido casual frente a quie-nes se jugaron la vida por la patria y parala patria”.57

El parentesco que Menem buscó restau-rar es puesto en jaque por los personajes deEl visitante. Pedro parece no tener familia,no hay mención de sus padres ni otrosparientes. La familia que arma con Telma esdébil y carece de intensidad, es más produc-to del desamparo que del deseo. “Ésta esuna película de soledades más que deamor”, dijo Valentina Bassi en una entrevis-ta sobre el filme. Los únicos vínculos quePedro sostiene y que parecen tener algo dehistoria son aquellos que mantiene con suscompañeros de Malvinas, aunque tambiénestán atravesados por cierta fragilidad, por-que en ningún momento de la película élpuede decir “nosotros los excombatientes”.Frente al cenotafio, Pedro está solo, desam-parado. No puede cerrar el círculo queMenem intentó trazar ni tampoco quedanen él rastros del compromiso que llevó a lasasociaciones de excombatientes a derrum-bar la estatua de Canning y a corear consig-nas antiimperialistas.

Si las Malvinas fueronuna de las metáforas quelos argentinos construye-ron para pensar la vida encomún, el personaje dePedro puede leerse comometáfora de los despojos deese proyecto colectivo.

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57 Rosana Gubern, ob. cit., p. 155 y 156.

DEL GAUCHO RIVERO AL OPERATIVO CÓNDOR

Los historiadores nacionalistas dicen que fue el primer héroe deMalvinas; los historiadores liberales, en cambio, lo pintan con desprecio.Lo cierto es que el gaucho Rivero tiene estatura mítica. Antonio Rivero,entrerriano, fue llevado a Malvinas en 1829 por el gobernador LuisVernet, el delegado del gobierno argentino que tenía como función esta-blecer una colonia en las islas. Dos años después, en 1833, frente a laocupación británica, Rivero y un grupo de gauchos quedaron anclados enMalvinas como los únicos pobladores criollos. Ese mismo año decidieronrebelarse. Algunos atribuyen el motivo de la rebelión a causas meramente económi-cas: los gauchos se alzaron porque el despensero se negaba a aceptarlos vales de la administración Vernet. Para otros, en cambio, los impulsóun espíritu patriótico que les alcanzó para recuperar las islas por un tiem-po pero no para vencer a los refuerzos ingleses que arribaron ante la noti-cia del levantamiento. El fin de la historia es trágico: los gauchos caenuno a uno y Rivero es conducido a Londres como prisionero.El nombre de Rivero volvió a la escena pública en 1966, durante la dicta-dura de Juan Carlos Onganía, cuando los diarios informaron que un grupode jóvenes de entre 18 y 35 años había desviado un avión DC-4 de la líneaaérea estatal en vuelo regular a la Patagonia hacia Puerto Stanley. Los jóvenes que llevaron adelante esta aventura, conocida comoOperativo Cóndor, eran simpatizantes del peronismo y se definían comonacionalistas. Lo primero que hicieron cuando aterrizaron en Malvinas,además de plantar siete banderas argentinas, fue bautizar el aeropuertocon el nombre de Antonio Rivero.

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Ex combatientes: sujeto nacional ausente

En una de las ediciones del ProgramaCine y Formación del Ministerio deEducación de la Nación, se proyectó El visi-tante ante un grupo de docentes del nortede la Argentina. No bien terminó, una pro-fesora, visiblemente enojada, dijo: “Lo quele pasa a este muchacho no tiene nada quever con lo que viven los excombatientes delnorte argentino. Éste es un psicótico ciuda-dano. A nosotros no nos identifica”. Otrade las presentes, una mujer salteña, le con-testó: “Lo que acabás de decir demuestraque esta película sí habla de nosotros por-que, en realidad, lo que pretende mostrar esque nadie quiere hacerse cargo ni de los quemurieron ni de los que volvieron. Todosdecimos: ‘Son de otros’. De los porteños, delos milicos, de sus familias. Lo que no pode-mos decir es: ‘Son nuestros’”.

Las cifras de las muertes vinculadas aMalvinas apuntalan la respuesta de ladocente salteña; si en la guerra hubo cercade 1.100 heridos y 649 muertos (la mitadde ellos en el hundimiento del buque “gene-ral Belgrano”), en la posguerra la cifra desuicidios supera los 300 casos.

En el libro De chicos a veteranos, RosanaGubern dice que los excombatientes son “elsujeto nacional ausente”. Define allí que setrata de un sujeto “liminal”, ubicado en elmargen, porque no está encuadrado en el

sistema clasificatorio con que opera el senti-do común de los argentinos. “Desafiando elsistema de clasificación corriente de losargentinos todas las partes que contribuye-ron a forjar la identidad de los ex soldadosde Malvinas coincidían en que éstos no eranni adultos ni niños, ni militares ni civiles, nide la derecha ni de la izquierda, ni de la dic-tadura ni de la democracia. Es decir: todoscoincidían en atribuirles una condiciónliminal o marginal, tanto en el desarrollodel ciclo vital como en el ámbito institucio-nal. Sin embargo, esta identidad liminal dereintegración pendiente no se presentabacomo resultado de un conflicto internacio-nal sino entre argentinos.”58

Esta condición señalada por Gubern semanifiesta claramente a la hora de querer

El lugar de los jóvenes

57 Rosana Gubern, ob. cit., p. 155 y 156.58 Rosana Gubern, De chicos a veteranos, Ides, Buenos Aires, 2004, p. 227.

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nombrar a quienes fueron a pelear aMalvinas: ¿son excombatientes, veteranos,“chicos de la guerra”, víctimas de la dicta-dura, pichones de milicos, ciudadanos deuniforme? Los cánticos que surgieron en lasmanifestaciones a principios de los 80encuentran formas para nombrarlos:“Galtieri, borracho, mataste a los mucha-chos”, “Milicos muy mal paridos, digan quéhan hecho con los desaparecidos, la deudaexterna, la corrupción, son la peor mierdaque ha tenido la nación. Qué pasó con lasMalvinas, esos chicos ya no están, no debe-mos olvidarlos y por eso hay que luchar”.

Gubern extrae de ensayos, artículos ytextos académicos tres formas de presentara los conscriptos que pelearon en Malvinas:como protagonistas no entrenados delhecho bélico, como retrato del patriotismode los argentinos y como víctimas del auto-

ritarismo del régimen. Estas representacio-nes no condicen con los testimonios de lospropios soldados, quienes narran la expe-riencia bélica atravesada por dilemas yparadojas.

Daniel Terzano, excombatiente y autorde 5.000 adioses, ofrece su testimonio enel libro Partes de guerra y habla sobre esosdilemas de la experiencia bélica: “Teníados sensaciones que pueden parecer con-tradictorias: por un lado pensaba que sitenía que llegar a algún enfrentamiento,así, solo, la probabilidad de que me mata-ran era altísima. Lo más probable era queme mataran rápido, pero si podía herir auno lo iba a herir y si podía matar a cienlos iba a matar. Hasta donde pudiera,mucho o poco, iba a tratar de atravesar loque se me pusiera adelante. Era como asu-mir la condición de un guerrero, ‘vendercara la derrota’ o algo así, pero muy pro-fundamente. No era por patriotismo nipor defender la bandera, era yo el que mequedaba ahí, como una máquina de vivirtodo lo que pudiera. Y había algo de iden-tidad masculina puesta en juego en eso.No en el sentido más banal, el del heroís-mo hollywoodense que convierte a un tipoen un ser superior, indestructible, sino unasensación muy profunda: haber visto quecomo varón podía ser un héroe, simple-mente porque no iba a claudicar tan fácil.Y es que la guerra plantea esa paradoja.Hay algo terrible y también algo de gran-deza ahí, y son aspectos que ni siquierapueden deslindarse, se superponen, son la

LOS PICHICIEGOS

Entre el 11 y el 17 de junio de 1982, Rodolfo Fogwill escribió la novela Lospichiciegos, visiones de una batalla subterránea. En ella imagina a ungrupo de soldados desertores que, para no pelear contra los ingleses nicaer bajo las órdenes de los militares, organiza una comunidad paralelaque vive bajo tierra y se maneja con sus propias reglas, muchas de lascuales son más despiadadas que las de la propia guerra. Aquí reproduci-mos un fragmento de la novela.“Y el tipo hablaba. Que éramos como el ejército de San Martín.‘Heroicos’, repetía. Que la batalla terminaba, que ahora se iba a ganar laguerra por otros medios, porque la guerra tenía otros medios. ‘La diplo-macia, la contemporización’, decía, y que nosotros íbamos a volver a losarados y a las fábricas (imaginate vos las ganas de arar y fabricar que tra-ían los negros), y que ahora, luchando, nos habíamos ganado el derechoa elegir, a votar, porque íbamos a votar (imaginate las ganas de ir a votary de elegir entre alguno de esos hijos de puta que estaban en los minis-terios con calefacción mientras abajo los negros se cagaban de frío) y queíbamos a participar de la riqueza del país, porque ahora se iba a compar-tir o a ‘repartir’, dijo, y que ése era otro derecho que los soldados seganaron en la guerra, y uno lo oía y pensaba: ‘¿por qué no empezará élrepartiendo el paraguas?’, porque la garúa finita atravesaba la tela berre-ta de los gabanes que habían dado, y no era un chiste venirse sano de laguerra para morir de pulmonía en un cuartel lleno de vagos que nuncavieron chiflar un misil.”

Fogwill, Rodolfo, Los pichiciegos, Sudamericana, Buenos Aires, 1998.

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misma cosa. ¿Cuánto hay de locura en elheroísmo? ¿Cuánto de heroísmo y cuántode bajeza hay en la guerra? Quien no havivido la guerra es más simplista, la justi-fica o la demoniza. En cambio, quien hapasado por esa experiencia sabe que esmucho más compleja, tan compleja que aveces uno no sabe qué decir. Es un lío laguerra. Dios nos libre de las patrias quenecesitan guerras, pero para entender lacomplejidad de las pasiones extremas quepuede desatar la guerra hay que vivirla.Siempre recuerdo esa escena de Patton enla que el general ve un campo arrasado,con tanques incendiados, con cientos dehombres muertos colgando de camiones yjeeps, y dice: ‘Que Dios me perdone, peroamo todo esto’. ¿Cómo explicar algoasí?”.59

Los chicos de la guerra

Uno de los combates iniciales por lasformas de nombrar a quienes fueron aMalvinas surgió con la primera películaque se hizo sobre la contienda, Los chicos dela guerra, dirigida por Bebe Kamin en1984. Se trató de una película muy exitosaque, junto con La historia oficial (LuisPuenzo, 1985) y La noche de los lápices(Héctor Olivera, 1986), dejó una marcamuy fuerte en el imaginario colectivo en sudoble papel de constructora de sentido yexplicación histórica sobre la dictadura.

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59 Graciela Speranza, Fernando Cittadini, Partes de guerra, Norma, Buenos Aires, 1997, p. 203.

SAY NO MORE

En los 70 Charly García, en una canción que hacía mención de las fuerzas delorden, decía: “Si ustedes son la patria, yo soy extranjero”. En abril de 1982,mientras componía la música de la película Pubis angelical, se enteró deldesembarco argentino en Malvinas y de un tirón escribió las canciones deYendo de la cama al living. El disco está imbuido del clima Malvinas (No bom-bardeen Buenos Aires, Superhéroes y Vos también estabas verde). Es la obrade un tipo encerrado en una ciudad en guerra, que no puede moverse–“yendo de la cama al living, sientes el encierro”–, que descree de los moti-vos de esa guerra y que sospecha que se acabaron definitivamente los idea-les setentistas. Dice en Canción de 2 por 3: “Yo no quiero vivir así, repitiendolas agonías del pasado con los hermanos de mi niñez. Es muy duro sobreviviry aunque el tiempo ya nos ha vuelto desconfiados tenemos algo para decir:no es la misma canción de 2 por 3, las cosas ya no son como las ves”.

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Los chicos de la guerra se realizó sobre labase del libro del mismo nombre, escritopor Daniel Kon, un periodista que, en eseentonces, tenía 25 años y que, apenas ter-minada la guerra, entrevistó a ocho solda-dos clase 62 y publicó sus testimonios. Ellibro logró evadir la censura y se transfor-mó en un suceso editorial: tuvo siete edi-ciones entre agosto y diciembre de 1982.Tanto la película como el libro muestran alos soldados como víctimas de la dictadu-ra, los presentan como jóvenes a los que ungobierno dictatorial les robó la inocencia através del acto demencial de la guerra. Enaquel contexto –fin de la dictadura, reaper-tura de la experiencia democrática– lanarración de la guerra de Malvinas teníacomo finalidad impugnar más aún elaccionar aberrante de la dictadura.

La película de Kamin fue criticada poralgunas agrupaciones de excombatientesque no compartían la forma en la que ellosaparecían representados. “El Centro de ExSoldados proponía una discusión ideológi-ca a partir de la experiencia de la guerra ycuestionaba a sus realizadores por haberla

eludido. Sobre todo, refutaba el apelativode ‘chicos’ [...] La experiencia bélica es laque ha hecho hombres a los jóvenes cons-criptos, hombres que a la vez se consideranseñalados para participar –o encabezar– unproceso de construcción que califican de‘redención’. Sin embargo, el elemento másirritante a ojos de los jóvenes veteranos erala visión que la película transmitía sobreellos y de sus días en las islas, porque ata-caba la base de su identidad como grupoconstruida a partir de la guerra. Lo quesobre todo reprochaban a la película era laforma peyorativa en la que se describía alos jóvenes, a partir de tratar superficial-mente su experiencia de guerra y sus con-vicciones:

‘Omiten en los personajes principalesla amalgama de situaciones o característi-cas que pueden identificar a la generalidadde los que combatimos [...] Para cada unode nosotros la trinchera era la extensión denuestras personalidades [...] Allí teníamos

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OTRAS DOS PELÍCULAS

¿Por qué hay tan pocas películas sobre la única guerra que la Argentinaprotagonizó durante el siglo XX? Hay quienes dicen que cuando los pue-blos no actúan, a los intelectuales les cuesta pensar. Y, podemos agre-gar, que a los cineastas se les vuelve difícil filmar. Desde la posguerra enadelante, Malvinas se transformó en un tema en el límite de lo pensable.De ahí que los filmes sobre la cuestión sean escasos, cosa que no ocurrecon otros temas de la historia argentina reciente, ya que sí hay muchaspelículas, ficcionales y documentales, sobre los años 60 y 70.Durante 2005 se estrenaron dos películas sobre Malvinas: Iluminadospor el fuego (Tristán Bauer) y Locos de la bandera (Comisión deFamiliares de Caídos en la Guerra de Malvinas, dirigida por JulioCardoso). La primera está basada en el libro homónimo escrito porEdgardo Esteban, un periodista que fue combatiente en Malvinas. Locos de la bandera es un documental que busca visibilizar las voces defamiliares y sobrevivientes de Malvinas. Tiene el mérito de asumir lasaristas más complejas de la cuestión y de mostrar el impacto de la pos-guerra en las diferentes geografías argentinas.

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las fotos de nuestros seres queridos, asícomo banderines del club de nuestra pre-ferencia y todo lo que nos vinculara alresto de nuestra sociedad. En cambio parael realizador de esta película la trinchera escomo un refugio, sólo un escondite paraun soldado temeroso. Para esta visión estáausente el orgullo que sentimos por ir auna guerra en defensa de nuestra sobera-nía’ (Centro de Ex Soldados Combatientesde Malvinas, Documentos de Post Guerra,1986).”60

La incomodidad por el epíteto “chicos”se manifestó ni bien los soldados volvieronde Malvinas: venían de pelear en una gue-rra pero para la ley eran menores de edad,por ejemplo, para comprar una propiedad.En enero de 1983, una carta de lectores deClarín, planteaba el tema en estos térmi-nos: “¿Cómo se los emancipa entonces? Sison mayores para ir a la guerra, ¿podemosconsiderarlos menores para adquirir uninmueble o para llegarse hasta un banco aponer unos pesitos a plazo fijo? Todos elloshan adquirido la mayoría de edad ante lanación entera. Dejaron de ser chicos. Sonhombres”.61

La condición liminar en El visitante

El visitante trabaja sobre ese malestar dela indefinición de un modo radical: ¿cómopuede ser que un chico que va a la guerra y

tiene la facultad de matar no haya todavíadebutado sexualmente? A partir de esteinterrogante la película se hace cargo de lacondición liminar de los excombatientes.Tiene como virtud el no estereotiparlos nirepresentarlos de un único modo. ¿Sus per-sonajes son chicos o adultos? ¿Militares ociviles? ¿De derecha o de izquierda?

A Malvinas fueron a pelear los cons-criptos de las clases 62 y 63, o sea que afines de los 90, cuando transcurre la histo-ria de El visitante, los personajes ya tienentreinta y seis años. Aun sabiendo que lajuventud no depende sólo de la fecha denacimiento sino también de lo que cadacultura instituya como tal, podemos decirque en nuestra sociedad se considera queuna persona de treinta y seis años es adul-ta. Sin embargo, hay escenas de la pelícu-la que ponen en duda la adultez de Pedroy también la del personaje interpretadopor Alejandro Awada. Por ejemplo, por elmodo en que se vinculan con el trabajo.“Éste es un laburo de pendejos”, dice elpersonaje de Awada. El trabajo que hacecomo cajero de un supermercado y reposi-tor de mercadería no parece ser un empleodigno para un treintañero. Tampoco pare-ce adulta la relación que establece con suempleador, un estereotipado supermerca-dista chino con quien se vincula a travésdel escamoteo.

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60 Federico G. Lorenz, Las guerras por Malvinas, Edhasa, Buenos Aires, 2006, p. 217.61 Rosana Gubern, De chicos a veteranos, Ides, Buenos Aires, 2004, p. 48.

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Pedro trabaja de taxista. Lo hace concierto desinterés, no aprovecha las posibili-dades que le da ser propietario de un autoni se muestra interesado en explotarlo paraprogresar económicamente. Hace lo justo ynecesario para sobrevivir en el presente, nohay en su actitud una proyección de futuro.

Además de esta suspensión de la madu-rez, hay que señalar que el trabajo de taxis-ta instala a Pedro en un mundo de vínculosfrágiles, transitorios. El crítico GonzaloAguilar destaca la cantidad de taxis y taxis-tas que aparecen en las películas de los años90. Para él simbolizan los lugares de preca-riedad, característicos de las sociedadesactuales, en las que las instituciones moder-nas –Estado, escuela, familia– perdieronsolidez. “Los taxis son el emblema de estoscontratos transitorios que siempre están apunto de quebrarse, cuando no son traicio-nados por alguno de los implicados.”62

En este punto debemos recordar que, enlos primeros años de la posguerra, losexcombatientes subían a los medios detransporte público de las ciudades para con-seguir ingresos a través de la venta (bolsas deresiduos, calcomanías con el dibujo de lasislas, su periódico) y para volverse visibles yconstruir un sentido positivo acerca de laguerra. Esa presencia estaba atada a unaidentidad colectiva: el uniforme, las boinaso el carné recordaban que eran “excomba-tientes” y desde allí interpelaban. Pedro el

taxi nos habla de un corrimiento: si en losaños 80 se creyó posible el encuentro conotros hasta en espacios públicos tan fugacescomo un tren o un colectivo, en los 90 esailusión se ha desvanecido.

Por último, podemos señalar que tam-poco hay adultez en el modo en que Pedrose vincula con Telma. La forma en queconcretan la salida, los preparativos y elencuentro mismo nada tienen de maduro.Aunque tampoco se trata de una salidaentre dos jóvenes, que se podría imaginarmarcada por la excitación o el nerviosismo,sino más bien de la actitud mansa de quienya nada espera.

La condición liminar también apareceen el momento de determinar la ideologíade los excombatientes del filme. El contras-te más fuerte se da entre Pedro y los con-ductores del programa de radio“Combatientes”, quienes se posicionan

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62 Gonzalo Aguilar, Otros mundos, un ensayo sobre el nuevo cine argentino, Santiago Arcos Editor, BuenosAires, 2006, p. 44.

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públicamente desde su identidad malvine-ra. Hablan de “héroes de la patria”, “sobe-ranía”, “regar el suelo de las islas con san-gre”: sostienen un discurso vehemente queles permite armar un relato sobre su propiaexperiencia de guerra. Uno de ellos, elnovio de Olga, hasta presenta algún matizfanático, sugerido en la escena en la queentrevista a Pedro e insiste, con muy pocotacto, en preguntarle sobre la muerte deRaúl. La inscripción ideológica de estosexcombatientes no puede definirse en lostérminos clásicos de derecha o izquierda.Por un lado, presentan rasgos de un discur-so nacionalista acrítico pero, a la vez, porejemplo, se usa como cortina musical eltema Sólo le pido a Dios de León Gieco, unacanción emblemática de aquellos añoscuyas estrofas dicen que la guerra es “unmonstruo grande y pisa fuerte toda la pobreinocencia de la gente”.

El visitante incluye una escena que per-mite pensar otra de las formas de las subje-tividades juveniles de los 90. Si las categorí-as de izquierda y derecha no alcanzan para

pensar a los excombatientes, tampoco sonsuficientes para entender las identidadesjuveniles de fin de siglo. Los consumos cul-turales, principalmente los musicales, pue-den ofrecer algunas pistas para acercarse aesas identidades. Una noche, Pedro y suamigo van a escuchar un recital deAlmafuerte, el grupo de heavy metal quecompuso la canción que sirve de cierre de lapelícula. El amigo de Pedro se siente atraí-do por las chicas y se entusiasma por ladureza de la música, tanto que en unmomento decide acercarse al escenario ymezclarse con los cuerpos que saltan, bai-lan, gritan, se chocan y comparten la situa-ción festiva del recital. “Fui elegido para

MALVINAS: ¿DE DERECHA O DE IZQUIERDA?Durante la guerra de Malvinas, la comunidad de exiliados argentinos resi-dentes en México se fracturó. Sus integrantes, provenientes de diferen-tes organizaciones políticas, se habían puesto de acuerdo para denunciarel accionar terrorista de las juntas militares, pero no pudieron lograr con-senso en torno de Malvinas. Para algunos era la posibilidad de avanzaren la lucha antiimperialista y regresar a la política; para otros, en cambio,era sinónimo de apañar a la dictadura. El militante peronista Jorge Giles, en ese entonces preso político, prota-gonizó la acción más insólita vinculada a este desacuerdo. Según cuentael libro de Federico Lorenz, Giles y sus compañeros redactaron una cartadirigida al director del penal. En ella decían que los presos estaban dis-puestos a donar sangre y a ir a pelear a la guerra. El director hizo llamara Giles a su despacho, pidió que le sacaran las esposas, se cuadró frentea él y le dijo: “Me emocionó mucho la carta que me mandaron, y quierocharlar con usted porque el gesto de ustedes es invalorable”. Sin embar-go, después agregó: “No me olvido que somos enemigos y por lo tanto novamos a pedirles nada”.

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cantarte por quienes quieren olvido restar-te, grave, pesado, mas no inconsciente; yote lo mando, excombatiente...”, entona convoz gutural Ricardo Iorio, el cantante delgrupo. Pedro, en cambio, no logra integrar-se a la fiesta y se retira del lugar. Tampocoesta comunidad juvenil –que algunos auto-res han leído como sustituto de las viejaspertenencias de clase o de espíritu nacio-nal– puede darle amparo, ni siquieradurante el tiempo que dura una canción.

Ni chico ni adulto, ni de derecha ni deizquierda, ni integrado a la comunidadnacional ni contenido entre sus pares:Pedro no logra salir de su condición fantas-mal, está vivo pero actúa como un zombi.Sobre el final de la película, cuando parecehaber encontrado un lugar propio, en el

campo y con su familia, el pasado vuelve:sobre la mesa ve el cortaplumas de suamigo caído en Malvinas. ¿No hay escapa-toria posible? ¿No hay lugar a donde huir?¿No hay otra que ser un visitante?

“La herencia no es nunca algo dado, essiempre una tarea. Permanece ante noso-tros de modo tan indiscutible que, antesmismo de aceptarla o renunciar a ella,somos herederos, y herederos dolientes,como todos los herederos”, escribe JacquesDerrida. Todos somos herederos dolientesde Malvinas. Recordar y rediscutir entorno de sus sentidos en pugna es una delas formas de no dejar a Pedro –y a todoslos Pedros– a solas con sus fantasmas. Esuno de los modos de reconstruir ese “lugarpropio”, el lugar utópico de la justicia.

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Actividades

1. El relato histórico recupera procesos totales y en muchasocasiones instituye héroes. Los testimonios, en cambio,constituyen relatos fragmentarios, con protagonistasindividuales que no buscan relatar historias heroicas sinoque están marcados por los matices; son intentos de res-tablecer la memoria. A continuación transcribimos el tes-timonio del periodista chubutense Nahuel Machesich,quien durante la guerra era apenas un niño. A partir deesa lectura sugerimos que se piensen actividades paratrabajar con la producción de ejercicios de memoria.¿Qué propuesta de escritura haría? ¿Qué preguntas for-mularía para guiar ese trabajo? ¿Hacia dónde apuntaría lareflexión? Tener en cuenta lo trabajado en el módulo.

Un ejercicio de memoria“Sonia, una amiga, me propone un desafío: ‘¿Cuál es tu pri-

mer recuerdo sobre un hecho de la política nacional?’. Noes difícil detectar ese momento, lo tengo sumamente pre-sente. Es un recuerdo sobre la dictadura, mi único recuer-do sobre la dictadura. Es raro porque no recuerdo la asun-ción de Alfonsín y, poco y nada, la de Menem.

“Es un recuerdo de Malvinas. Yo tenía 4 años recién cumpli-dos. Rawson, como tantas otras ciudades patagónicas,vivía días de guerra. Cada tanto y a modo de entrena-miento, se hacían sonar las sirenas de los bomberoscomo señal de toque de queda. Todavía tengo en mis

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oídos esa sirena. Yo, me acuerdo, me ponía el casco,agarraba el rifle de juguete y me iba a refugiar –junto atodos mis vecinos– al departamento de la planta baja. Laciudad quedaba a oscuras. ‘Papá, ¿por qué apagan lasluces?’ ‘Es para que los aviones ingleses no nos vean’,me contestaba. Me acuerdo de la sonrisa de mis vecinosal mirarme vestido de soldadito. Me acuerdo en un rin-cón de ese departamento iluminado por un par de velas.A veces, también, me acuerdo debajo de la cama (peroeso no sé si es cierto o si lo inventé con el paso del tiem-po). No me acuerdo asustado. En realidad, no puedorecordar qué sensaciones pasaban por mi cabecita deniño. Me acuerdo la pantalla del televisor amarilla enseñal de alerta. Me acuerdo en el rin-cón del departamento mirando yescuchando cómo los adultos habla-ban de la guerra. Y me acuerdodesesperado porque hablaban muyfuerte y los ingleses nos podían escu-char. Seguramente, habré pensado:‘¿De quién nos estamos escondiendosi están todos a los gritos?’.

“Otro recuerdo sobre la guerra es cuando mi mamá hacíabombas de crema y tortas de chocolate para los solda-ditos que estaban en una base militar cerca de Trelew.Es más, me acuerdo el día que fuimos con mi papá a lle-várselo. Hacía frío y me acuerdo que nos pasaron a bus-car en una camioneta. Si hasta creo que me acuerdo delas caras de los soldaditos. Caras de miedo. 4 añostenía, ¿cómo me puedo acordar tan claramente de eso?¿Cuánto recuerdo y cuánto imagino? ¿Cómo funciona lamemoria?”

Nahuel Machesich, Los balbuceos de la memoria(Reflexiones íntimas sobre las formas de contar el geno-cidio), texto inédito, 2003.

2. En una de las escenas de la película El visitante, el pro-tagonista sueña con el cenotafio ubicado en la Plaza SanMartín en la cuidad de Buenos Aires. En otra escena, lova a visitar para buscar allí el nombre de su amigo caídoen combate. Tal como se contó en el cuerpo central delcuadernillo, la construcción del cenotafio, inaugurado en1990, fue motivo de varias polémicas. Las formas públi-cas de la memoria, que dejan sus marcas en los territo-rios donde se yerguen, no son inocentes. Los monumen-tos, las estatuas, los nombres de calles, suelen ser terre-nos de disputa sobre esas formas del recuerdo.

En relación con esto y teniendo presente la propuesta delcuadernillo, les sugerimos proponer a sus alumnos:

– Realizar un relevamiento de las marcas de Malvinas quehay en el lugar donde viven (barrios que lleven el nombreMalvinas, calles con los nombres de los caídos, monu-mentos en plazas, plaquetas, estatuas, museos, etc.).Puede ser un relevamiento fotográfico o una descripciónde esos lugares.

– Hacer una pequeña investigación sobre el modo de cons-trucción de esos lugares. En el caso de ser monumentos,¿qué forma tienen? ¿Qué representación hay en ellos deMalvinas?

– Formular una breve encuesta entre las personas queviven cerca de esos lugares para saber si conocen susentido.

– Presentar un informe que dé cuenta de los datos releva-dos y realizar un análisis a partir del marco teórico traba-jado en el cuadernillo.

En función de esta propuesta de trabajo, si usted sugirierarealizar las actividades que siguen a sus alumnos, ¿cómoorganizaría el trabajo? ¿Qué orientaciones daría? ¿Cómopropondría realizar la presentación de trabajos? ¿Quéaportes brindarían estas actividades a la comprensióndel tema Malvinas?

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3. La antropóloga Rosana Guber, en su libro De chicos aveteranos señala que la identidad de los excombatienteses “liminar”, marginal, porque según explica no estáencuadrada en el sistema clasificatorio con que opera elsentido común de los argentinos. Escribe en ese libro:“Desafiando el sistema de clasificación corriente de losargentinos, todas las partes que contribuyeron a forjar laidentidad de los ex soldados de Malvinas coincidían enque éstos no eran ni adultos ni niños, ni militares ni civi-les, ni de la derecha ni de la izquierda, ni de la dictadurani de la democracia”. Esta situación “liminar” dejó a losexcombatientes fuera de lugar, con serias dificultadespara vivir en comunidad y establecer vínculos con otros.

Seleccionar escenas de la película que permitan analizar lacondición “liminar” de la que habla Rosana Guber.

4. En el rock argentino hay varias canciones que hablansobre la guerra de Malvinas. Algunas fueron escritas a lapar de la guerra o apenas ésta terminada; otras se com-pusieron con posterioridad, durante los años noventa.Las hay críticas, inocen-tes, irónicas, pacifistas ynacionalistas. Tambiénhay algunas interesadasen darles voz a losexcombatientes; entreéstas se destaca El visi-tante, el tema que elgrupo Almafuerte com-puso para la películaque estamos trabajando y que incluyó en su disco Afondo blanco, editado en 1999.

Proponemos trabajar sobre las letras de algunas cancionesde rock. Sugerimos, en la medida de lo posible, escu-charlas y después detenerse en el análisis. Las formas

musicales –los arreglos, lo instrumentos, los timbres–contribuyen a generar el sentido del texto.

El análisis puede estar guiado por algunas preguntas: ¿quérepresentación de Malvinas aparece en la letra? ¿Sehabla de la guerra, del territorio, de los soldados, delapoyo civil a la guerra, de la dictadura? ¿La canción esirónica, crítica, descriptiva?

Para contribuir al análisis les brindamos algunos elemen-tos contextuales de los grupos que compusieron las can-ciones.

El banqueteNos han invitadoa un gran banquete,habrá postre helado,nos darán sorbete.

Han sacrificado jóvenes ternerospara preparar una cena oficial,se ha autorizado un montón de dineropero prometen un menú magistral.

Es un momento amablebastante particular,sobre temas generalesnos llaman a conversar.

Los cocineros son muy conocidos,sus nuevas recetas nos van a ofrecer.El guiso parece algo recocido,alguien me comenta que es de antes de ayer.

Pero ¡cuidado!,ahora los argentinos andamos muy delicadosde los intestinos...

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Esta canción pertenece al grupo Virus y fue compuesta enel año 1982 por Julio Moura y Roberto Jacoby. Está inclui-da en el disco Recrudece. Este grupo tenía una posturacrítica de la dictadura militar y contraria a la guerra deMalvinas, tanto que se había negado a participar en elFestival de la Solidaridad Latinoamericana, un conciertoque reunió a destacados músicos populares con la fina-lidad de “exigir la paz en Malvinas; recaudar víveres yropas para los combatientes; y agradecer la solidaridadde los países latinoamericanos”.

Julio Moura habló sobre el tema en el libro Virus, una gene-ración (Fernando Sánchez y Daniel Riera, 1994, Ed.Sudamericana, Bs. As): “Creo que fue una propuesta atodos los grupos en general, que nosotros sentimoscomo muy desagradable. No tenía nada que ver connada, de repente éramos enemigos de los Beatles. Setrató de hacernos creer que era para ayudar a la recupe-ración de las Malvinas, pero terminó siendo un fraude.Nosotros queríamos que se terminara la guerra, que notenía sentido más allá de que creyéramos que las islasson argentinas. Mandar a los chicos allá y subirte a unescenario para especular, era horroroso...Lamentablemente, el momento no dio para decir todoesto porque si decías algo te daban un palazo en lacabeza”.

Reina madre Sonriendo, despidió a su madre, iba al sur del Atlántico. Elreino le ordenaba, es que unos salvajes osaron molestar elorden imperial y pagarán.Tanques, aviones, barcos y municiones. Madre: estatetranquila, el mundo así camina. Son del sur de la tierra.¿Qué nos podrán hacer?, somos distintos, somos mejores.Pero madre, ¿qué está pasando acá? Son igual a míy amaneste lugar, tan lejos de casa, que ni el nombre recuerdo.¿Por qué estoy luchando? ¿Por qué estoy matando?Hoy la Reina pasea en los jardines y el sol besa las rosas,la vida le sonríe, el parlamento cuida que todo siga igual,que nada perturbe su calma.Luego tendrá una premier de cine de un director famoso,que cuenta los flagelos de la guerra y los hombres y ella seemocionará, y aplaudirá su gran final.Pero madre, ¿qué está pasando acá? Eran igual a mí y amaneste lugar, tan lejos de casa, que ni el nombre recuerdo.¿Por qué estuve luchando? ¿Por qué estuve matando?

Esta canción pertenece a Raúl Porchetto. Está incluido enel disco Reina madre, editado en 1983. El músico sí par-ticipó en el Festival de la Solidaridad Latinoamericana. Elhistoriador Sergio Pujol, en el libro Rock y dictadura, cró-nica de una generación (1976-1983) (Emecé, BuenosAires, 2006), describe qué pasó en aquel Festival:“Entre los que fueron al festival de la SolidaridadLatinoamericana no hubo expresiones eufóricas nimucho menos. Desde el césped de Obras pudo notarsela desazón de los músicos y la consternación de losoyentes, aunque algunos vitoreaban al país y a susmúsicos favoritos. Era difícil poder pensar en otra cosaque no fuera en esos miles de chicos, de la misma edaddel público reunido, que estaban en Malvinas con 15 gra-dos bajo cero, mal calzados y mal alimentados en medio

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de una guerra que no habían elegido y representando aun gobierno que nadie había votado. Era imposible aso-ciar el encuentro al sentido festivo que solían tener losrecitales. Gieco cantó Sólo le pido a Dios y cuando termi-nó todo se fue corriendo a su casa, como si acabara dehacer algo en contra de su voluntad; no veía la hora dedejar todo eso atrás y empezar la segunda parte de suexploración del país. Spinetta tocó lo suyo, no sin antesaclarar que estaba ahí por la paz, no por la guerra. Lomismo hizo Miguel Cantilo al entonar Gente del futuro.Edelmiro tocó rock and roll con Ricardo Soulé, pensandoque al menos los que allí estaban recibirían un poco dealiento. [...] Para el final, Charly García, David Lebón, RaúlPorchetto, León Gieco, Nito Mestre y Tarragó Ros hicieronAlgo de paz”.

El visitante Olvidar yo sé bien que no podés como la sociedad olvida

que fuiste obligado a marchar, en su defensa. Recordando el mal momento atrincherado en tu habita-

ción; soledad, humo y penumbras despertares de ultra-tumba. Apocalipsis del sustento interior andar sin encon-trarle alivio al tormento desesperante, mórbida afliccióndel visitante y su castigo. Fui elegido, para cantarte porquienes quieren olvido restarte, grave pesado más noinconsciente yo te lo mando excombatiente. Grave pesa-do más no inconsciente yo te lo mando excombatiente.Para vos. Apocalipsis del sustento interior andar sinencontrarle alivio al tormento desesperante, mórbidaaflicción del visitante y su castigo. Fui elegido, para can-tarte por quienes quieren olvido restarte, grave pesadomás no inconsciente yo te lo mando excombatiente.Grave pesado más no inconsciente yo te lo mandoexcombatiente. Para vos.

Esta canción pertenece al grupo Almafuerte, una banda deheavy metal liderada por Ricardo Iorio, bajista, composi-tor y cantante. Iroio es un uno de los personajes centra-les de la historia de ese género en la Argentina. Integrólas bandas V8 y Hermética. Suele definirse como “nacio-nalista” porque, según afirma, “un tema muy importante

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al cual pocos le prestan atención es que la bandera no essólo de los policías y militares. No. Es de todos nosotros,de los que compran el pan, de la persona común”.Entrevistado por la revista El Biombo en abril de 1997,ante la pregunta “¿Qué entendés por nacionalismo?”,respondió:

“El nacionalismo es una palabra muy complicada en estepaís porque son muchos los intereses creados por comu-nidades extranjeras que nos succionan. Ser nacionalistaes tirarse en contra de ellos, es transmitirle a los másjóvenes el amor hacia la tierra donde Dios nos dio nacer”.

5. La vuelta a la naturaleza es una idea utópica que rondadesde siempre a los movimientos juveniles. Los románti-cos ansiaban volver a ella como un modo de rehuir las

complejidades de la gran ciudad, que encarnaba lo peorde la racionalidad técnica. Los hippies también imagina-ron comunidades autogestivas en armonía con la natura-leza.

En el final de la película Pedro y su nueva familia se van a

vivir al campo buscando tranquilidad y lo que Telma

explica como una infancia mejor para su hija, “llena de

olores y experiencias para recordar”. Sin embargo, el

final de la película parece sugerir que no hay escapatoria

posible, no hay lugar a donde huir. Podríamos decir que,

al no encontrar ese lugar, un hogar propio, uno siempre

es un visitante.

¿Qué preguntas formularía para analizar esta escena final

con los estudiantes?

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