maestro discipulo
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Aquel que no se apega al yo ni se detiene ante el conocimiento sensible, aquel en
quien las acciones y la comprensión se responden mutuamente, es un verdadero
maestro.
Después de haber encontrado el verdadero maestro deben abandonarse todas las
relaciones. Es el símbolo del brazo cortado de Eka. Hay que abandonar, tener el
espíritu decidido. No perdáis vuestro tiempo. Continuad vuestros esfuerzos y practicad
Zazen, San-pai con el maestro. No discutáis, no os enfadéis, continuad practicando
Gyoji, Dokan.
Vuestro espíritu debe ser no-espíritu, sin nada: Mushotoku, aunque tengáis dudas. Así
no sufriréis por el demonio, por la crítica de los otros o por la locura de los imbéciles. A
veces, los amigos nos influyen mal y nos llevan a la vida equivocada. Los amigos
idiotas se vuelven demonios.
Cuando Eka encontró a su verdadero maestro se cortó el brazo. Debéis sentir,
comprender por vosotros mismos. Y cuando hayáis decidido, debéis continuar
siempre. Es difícil continuar. A veces estamos enfadados y queremos huir. Aunque el
maestro se enfade con vosotros, debéis hacer San-pai y continuar. Es Raihai Tokuzui:
obtener la médula del maestro. Raihai es prosternarse, alcanzar la médula
prosternándose en San-pai. El Zen incluye Zazen y Raihai. Raihai es el
comportamiento a través del cuerpo, practicando con sinceridad sin ningún
formalismo. Raihai no es una prosternación para Dios. Significa volverse unidad con lo
divino y así la naturaleza humana se vuelve Ku. El propio cuerpo se vuelve uno con los
demás.
Cuando se practica el Satori supremo perfecto, es difícil recibir la instrucción de un
verdadero buen maestro. Un verdadero maestro puede ser indiferentemente hombre o
mujer. Debe ser solamente una gran persona, más allá de los héroes. Debe ser una
persona del Satori: ni una persona del pasado, ni una persona del presente; está más
allá del tiempo, tanto del antiguo como del moderno. Tal es su verdadero aspecto
fundamental de verdadero maestro que da su médula. Sólo él puede prodigar
verdaderos beneficios. Jamás lo gobernará un pensamiento personal o proveniente de
los otros.
Puesto que habéis encontrado el verdadero maestro, debéis abandonar todas las
antiguas relaciones y no dejar que el tiempo pase en vano. Debéis concentraros en
practicar la Vía con esfuerzo. Con el pensamiento o el no pensamiento, e incluso con
sólo la mitad de este espíritu. Debéis practicar como si tuvierais que apagar el fuego
que arde en vuestra cabeza. Al practicar así, los malos amigos que os engañan y
critican no podrán perturbaros. La historia del patriarca que se cortó el brazo y alcanzó
la médula del maestro no es la historia de un hombre distinto de vosotros. Ya sois el
maestro que ha abandonado cuerpo y espíritu.
El gran maestro es un gran servidor. Debe pensar en sus discípulos sin cesar.
A cada uno debe impartirle una enseñanza y una educación particular. A través de una
oportunidad, de una ocasión justa, este método apunta a darle a cada uno la fe
verdadera y a aumentar la vitalidad de las raíces del espíritu
La educación consiste en conducir al discípulo al borde del río. ¿Dónde está el río?
¿Dónde puede beberse agua pura? La vaca lo ignora, el granjero tiene que llevarla. El
maestro, por su educación, por su Zazen, sus conferencias, sus Kusen, sólo
acompaña al discípulo.
Repetir, repetir, es muy importante en la educación. Es difícil estar despierto…
Continuar, repetir. Al cabo de cierto tiempo, la vaca conocerá el camino que la lleva al
río e irá a beber sola.
Por favor, despertad de la embriaguez de las ilusiones, de los pecados, de todas la
ebriedades de este mundo y entrad en esta vasta comunidad cósmica. Será entonces
la comunidad de los Buda auténticos.
Y finalmente tendréis que ayudar a todo los seres sensibles, a todos los que deben ser
salvados. Tal es el sentido de una verdadera Sangha, de una verdadera Sesshin, de
una verdadera comunidad.
El maestro lo comprende todo, pero quiere mirar el espíritu de su discípulo. Si el
discípulo tiene fe, la línea de separación, la dualidad, la diferencia y las oposiciones se
vuelven unidad, unidad entre maestro y discípulo, sin ninguna oposición.
El maestro es el maestro, El discípulo es el discípulo, Pero el maestro también
es el discípulo. El discípulo también es el maestro.
Si las palabras del discípulo perturban al maestro, éste no puede comprender la
voluntad y la conciencia de aquél. Pero también, si las palabras del maestro perturban
al discípulo, éste caerá en el abismo.
Así como el desacuerdo lo conducirá al impasse de la duda. Una educación fuerte es a
veces necesaria. La compasión no está hecha solamente de ternura. Dar un golpe de
Kyosaku es también un acto de compasión.
Haciendo Zazen calmadamente en el Dojo, apagando todo mal aspecto con un espíritu
tranquilo, obteniendo solamente un espíritu sin deseo. Este placer está más allá de los
placeres de los cielos y el paraíso., Mientras tanto el mundo persigue provechos
sociales, honores, bellas vestimentas, comodidad, pero estos placeres no son la
verdadera paz.
Corréis y permanecéis insatisfechos hasta la muerte. Revestir el Kesa y el hábito
negro, practicar Zazen. Concentrarse con un solo espíritu, que a veces permanece y
que, otras, se mueve, ver con nuestros ojos de profunda sabiduría interior. Poder
observar y reconocer íntimamente el verdadero aspecto de toda acción y toda
existencia, poder observar el equilibrio, comprender y reconocer con un espíritu
perfectamente tranquilo; si sois así, a vuestra más elevada dimensión espiritual en
este mundo no podrá compararse ninguna otra.
Taishen Deshimaru, extracto del libro El anillo de la Vía.