madre trinidad de la santa madre...

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Roma, 10-4-1997 ALMA MÍA, ¡NO TE MIRES...! Llena, inundada e invadida del santo temor de Dios, temblorosa y asustada, y con el úni- co deseo de glorificar al Ser Infinito, que, como bandera de amor, campea en lo más íntimo y profundo de mi corazón, quiero expresar hoy [...] algo de la terrible y espantable vivencia que tuve el 24 de enero de 1960. ¡Gracia incalculable que el Señor me conce- dió, para mantenerme siempre en la verdad de mi nada, la ruindad de mi pequeñez y aplas- tada por mi miseria, ante la grandeza insonda- ble de la riqueza infinita del que se Es, ultra- jado y menospreciado por el «no» de la criatura ante el Creador! [...] [...] El día 24 de enero de 1960, durante uno de mis ratos de oración [...], de pronto, en un momento, llena de sorpresa expectante, empe- cé a intuir, penetrar y comprender la grandeza de los Ángeles de Dios, creados con una na- turaleza perfectísima para participarle de una manera muy profunda y muy elevada; siendo levantados a una sublimación tan alta para, so- brepasados y subyugados por la hermosura de 35 Paseo de la Dirección, 5. 28039 Madrid Imprime: Fareso, S.A. Depósito Legal: M. 20.665-2008 ISBN: 978-84-612-4191-0 (Librería-Espiritualidad) Santa Sede : Congregación para el Clero www.clerus.org www.laobradelaiglesia.org [email protected] E-mail: infor Tel. 91.435.41.45 Tel. 06.551.46.44 quez, 88 Via Vigna due Torri, 90 C/. Veláz MADRID - 28006 ROMA - 00149 LA OBRA DE LA IGLESIA © 2008 LA OBRA DE LA IGLESIA DICIÓN 2ª E Madrid, 2-2-2005 Vicario General Joaquín Iniesta Calvo-Zataráin Imprímase: Censor edo Viña, Julio Sagr Nihil obstat: El misterio de la fe dado en sabiduría amorosa" "Luz en la noche. Extracto del libro: Fundadora de La Obra de la Iglesia Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia

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Roma, 10-4-1997

ALMA MÍA, ¡NO TE MIRES...!

Llena, inundada e invadida del santo temorde Dios, temblorosa y asustada, y con el úni-co deseo de glorificar al Ser Infinito, que, comobandera de amor, campea en lo más íntimo yprofundo de mi corazón, quiero expresar hoy[...] algo de la terrible y espantable vivencia quetuve el 24 de enero de 1960.

¡Gracia incalculable que el Señor me conce-dió, para mantenerme siempre en la verdad demi nada, la ruindad de mi pequeñez y aplas-tada por mi miseria, ante la grandeza insonda-ble de la riqueza infinita del que se Es, ultra-jado y menospreciado por el «no» de la criaturaante el Creador! [...]

[...] El día 24 de enero de 1960, durante unode mis ratos de oración [...], de pronto, en unmomento, llena de sorpresa expectante, empe-cé a intuir, penetrar y comprender la grandezade los Ángeles de Dios, creados con una na-turaleza perfectísima para participarle de unamanera muy profunda y muy elevada; siendolevantados a una sublimación tan alta para, so-brepasados y subyugados por la hermosura de

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Paseo de la Dirección, 5. 28039 MadridImprime: Fareso, S.A.Depósito Legal: M. 20.665-2008ISBN: 978-84-612-4191-0

(Librería-Espiritualidad)Santa Sede: Congregación para el Clero www.clerus.org

[email protected]: infor

Tel. 91.435.41.45 Tel. 06.551.46.44 quez, 88 Via Vigna due Torri, 90C/. Veláz

MADRID - 28006 ROMA - 00149

LA OBRA DE LA IGLESIA

© 2008 LA OBRA DE LA IGLESIA

DICIÓN2ª EMadrid, 2-2-2005Vicario GeneralJoaquín Iniesta Calvo-ZataráinImprímase:

Censoredo Viña, Julio SagrNihil obstat:

El misterio de la fe dado en sabiduría amorosa""Luz en la noche.

Extracto del libro:

Fundadora de La Obra de la Iglesia

Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia

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Penetrando y comprendiendo mi alma queaquel Ángel tan hermoso estaba siendo levan-tado por la voluntad de Dios y su mano omni-potente a una sublimidad tan grande en parti-cipación del mismo Dios, para que le poseyera,que no había hermosura como su hermosurani belleza más resplandeciente entre los demásÁngeles; porque no había quien participara yreflejara al Infinito como él, al derramarse elAmor Eterno sobre aquella criatura, embelle-ciéndola, ennobleciéndola y llevándola a parti-cipar en aquel grado de sus perfecciones infi-nitas.

Y poseía a Dios ¡tanto, tanto, tanto! que, almirarse y verse tan hermoso, tan sublimado ylevantado por el mismo Dios; en un acto decomplacencia desordenada, ensoberbeciéndoseal verse tan hermoso, todo su ser angélico, enuna locura de insensatez espeluznante e in-comprensible, exclamó:

«¡¿Quién como yo...?!».

Y, volviéndose descaradamente hacia el Infi-nito Creador que tanto se había derramado so-bre él, dijo: «No te serviré»1.

Por lo que mi alma, sobrecogida por cuan-to estaba viendo y comprendiendo ante el gri-to de rebelión de aquella Luz tan Bella; llenade terror, ¡de pronto! contempló que, ante lainsensatez inimaginable e inconcebible de

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su Rostro, desplomados de amor, adorarle enreconocimiento de profunda reverencia, ento-nando cánticos de alabanza ante la infinita ycoeterna Santidad de Dios.

Y, ¡de pronto!, apareció ante mi mirada espi-ritual un Ángel que, sobresaliendo entre todosen su hermosura por la capacidad de partici-pación de Dios a la cual estaba siendo levanta-do por el mismo Dios en ascensión gloriosa paraposeerle, se le denominaba «Luz Bella», recibi-da de la Luz Infinita que sobre él tan luminosa-mente se desbordaba desde los infinitos y to-rrenciales Manantiales de la Divinidad.

El cual [...], ante la expectación de mi almallena de sorpresa y admiración, ¡subía..., su-bía..., subía...! por encima de los demás Ánge-les, en la participación de la vida divina, a unaaltura inimaginable, como en un ascendimien-to de predilección por parte de Dios.

De forma que mi alma lo contemplaba lle-na de respeto por aquel ascendimiento en queestaba siendo levantado en lanzamiento velozde elevación tan subida, que le veía ascender,sublimado por encima de los demás Ángeles,hacia la posesión, en participación, del mismoDios; siendo ésta tan esplendorosa y tan alta,que no había luz como su luz recibida del Soldivino.

Por lo que «Luz Bella» se denominaba aque-lla criatura llena de los resplandores del Soleterno.

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1 Jer 2, 20.

Alma mía, ¡no te mires...! Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia

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turados–; viviendo en la desesperación del quetodo lo ha perdido ¡y para siempre! por la re-belión de la criatura ante el Creador.

El cual, derramándose en el esplendor de sumagnificencia infinita y para alabanza de su glo-ria, los creó a su imagen y semejanza para quele poseyeran siendo un himno de reconocidaalabanza, dando gloria al Padre, gloria al Hijoy gloria al Espíritu Santo.

Y cuando mi espíritu se encontraba sobre-cogido de terror y espanto, todo tembloroso yacongojado por cuanto acababa de contemplarde la precipitación de Luzbel al Abismo que fuecreado en aquel instante como consecuenciadel «no» de la criatura en rebelión contra suCreador; ¡llena de sorpresa y sobrecogida depavor!, comencé a ver que mi alma iba siendolevantada por Dios y llevada ¡por el mismo ca-mino por el que había visto subir a Luzbel enparticipación de Dios, y del que le vi caer porsu soberbia, al rebelarse contra la Excelenciainfinita del Dios tres veces Santo en su: «¡¿Quiéncomo yo?!»; «¡no te serviré!»...!

Y ¡despavorida, horrorizada y temblando...!,me veía subir... y subir... y subir..., ¡por el mis-mo camino y de la misma manera!, en trans-formación de Dios, a la participación de su vidadivina.

Y cuando llegué al grado de participaciónde Dios al que Él había determinado levantar-

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aquel: «¡¿quién como yo?!», «no te serviré»; enese mismo instante, aquel ser tan encumbrado,perdiendo toda su hermosura y quedando mons-truosamente ensombrecido y ennegrecido, cayó,con la rapidez de un rayo y como en un gritode alarido terrorífico de desesperación agónica,desde la altura a la cual había sido levantado,a un Abismo profundísimo e insondable, de ne-gruras terribles y espeluznantes; que se abrióen aquel mismo instante ante la rebelión deaquella criatura contra su Creador que lo ele-vó, en un derramamiento amoroso de su po-der y su bondad, por encima de los demás Án-geles a tanta participación de la misma vidadivina.

Invadida de terror y espanto, y toda con-mocionada, le vi desaparecer, lleno de deses-peración, con la rapidez de un rayo en aque-lla profundidad profunda del cráter de aquelVolcán abierto que se tragó a la Luz ennegre-cida, que había sido tan Bella, en las profun-didades de su tenebrosidad; mientras que Luz-bel, convertido en un diablo espeluznante, enuna amargura indecible de desesperación eter-na, se perdía en aquel Abismo abierto para ély para los que, como él, tan dislocada e in-sensatamente le dijeran a Dios: «no te serviré»;

quedando separados para siempre de la po-sesión del Infinito Bien, –con la que hubieranllenado todas las capacidades que Dios pusoen su ser para que le poseyeran en el gozo di-chosísimo de la felicidad de los Bienaven-

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Madre Trinidad de la Santa Madre IglesiaAlma mía, ¡no te mires...!

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sublimidad de la Santidad santísima de mi Trini-dad Santa, desde la bajeza de mi nada:

¡¿Quién como Dios, que está a infinita dis-tancia de todo lo creado; que es El que se Es,el único al que se le debe toda alabanza, ho-nor y gloria en el Cielo, en la tierra y en elAbismo...?!

¡¿Quién como Dios...?! [...] ¡¿Quién comoDios, que tiene en sí, por sí y para sí, el po-derío de potencia infinita de estarse siendocuanto es en resplandores coeternos de consus-tancial Santidad...?! [...]

¡¿Quién como Dios, que hace temblar a losÁngeles del Cielo y a todo lo que es creado,por la magnificencia esplendorosa del que sees la razón de ser de su misma divinidad, es-tándosela siendo y teniéndosela sida, y razónde ser de todo cuanto ha sido, es y será; sién-dose el infinitamente Distinto y Distante detodo lo que no es Él...?!

Porque..., ¡¿qué tiene que ver la criatura conel Creador, lo humano con lo divino, las cosascreadas con el Increado...?!

¡¿Quién como Dios, que tiene en sí, en suseerse eterno, la capacidad infinita y consus-tancial de serse y estarse siendo cuanto es y sumisma subsistencia, por la infinitud de su sufi-ciencia infinita que le hace ser Dios, el únicoDios en posesión absoluta de su ser increadoy eterno, por tenerse sido y siéndose en sí elpoderío infinito y coeterno de serse su mismarazón de ser...?!

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me, se grabó en lo más profundo de mi espí-ritu –dejándome sobrecogida de terror– comouna frase sin palabras, que quedó y ha queda-do inscrita y lacrada como a fuego para todami vida en la médula más profunda de mi ser:

«Esto quiero hacer contigo. Pero no te mires,porque, si te miras, como cayó él, caerías tú».

Entendiendo, en penetración y despavoridacomprensión, que si me miraba ensoberbeciday desordenadamente en complacencia, podíacaer en la insensatez de Luzbel, cegada por milocura, y llegaría a la situación a la que él lle-gó con todas sus consecuencias [...].

¡Oh, [...] ¡¿cómo podré explicar [...] lo queesta pobre, miserable, desvalida y despreciablecriatura experimentó en todo su ser...?!;

quedando sellada y como marcada para todami vida, impregnada y saturada de un santo te-mor de Dios, que lo considero una de las gra-cias más grandes que el amor misericordiosodel Padre Celestial ha podido conceder a mipobre, pecadora y desvalida alma, para, comodice la Escritura, «con temor y temblor obrarnuestra propia santificación»2.

Y que me hace vivir, ante la excelsitud infi-nita del que me creó sólo y exclusivamentepara que le poseyera, en un himno de alaban-za; exclamando [...], llena de reverencia, ado-ración, amor y respeto, ante la excelencia de la

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2 Flp 2, 12.

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tación de su infinito poder, en el gozo dicho-sísimo de su misma vida divina: Ángeles, Arcán-geles, Querubines, Serafines, hombres...?!

Y todo aquello que Él deseara hacer, ¡po-tencia le sobra para poderlo realizar sólo conel deseo de su voluntad y el hálito de su bocaen manifestación creadora!

¡¿Quién como Dios que tiene la plenitud desu serse Creador, no por lo que haya queridocrear, sino por la potencia infinita que, en suserse Creador, se es y tiene, de hacer cosas fi-nitas a imagen de su misma perfección...?!

Potencia que es lo mismo de rica, exube-rante y pletórica, si creara que si no creara.

Teniendo Dios su grandeza, no en lo quehaya hecho, sino en el poder creador de sufuerza que Él se es de por sí para manifesta-ción de su gloria. Pues poderío le sobra parapoder realizar todo cuanto pueda desear.

La criatura no es nada más que la expresión,en realidad existente, de una voluntad majes-tuosa del Ser Infinito que, derramándose encreación, la hace a imagen de su misma per-fección para gloria de su Nombre. [...]

Por lo que mi alma ha quedado penetrada,invadida e inundada durante toda mi vida deun santo temor de Dios, que me hace repetirdesde lo más profundo e íntimo de mi cora-zón:

«Alma mía, no te mires ni para bien ni paramal. Porque, si te miras, como cayó Luzbel, po-drías caer tú».

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¡¿Quién como Dios que es, en sí, por sí ypara sí, todo cuanto puede ser en su señoríoinfinito; pudiéndose ser y estándoselo siendotodo cuanto, en infinitud, infinitamente pue-de ser en el instante sin tiempo de la Eterni-dad...?!

Eternidad que Él mismo se es sin tiempo,sin principio, sin lugar, sin fronteras; sin quenadie le pueda poner ni quitar nada a la ex-celencia subsistente de su ser, siéndose Diospor la perfección coeterna de su divinidad.Pues, por su capacidad y en su capacidad di-vina, encierra, por su subsistencia eterna, la po-tencia de serse Dios.

¡Dios es Dios por tener en sí su misma ra-zón de ser por su ser suficiente, en suficien-cia y subsistencia infinita en un acto coeterno,perfecto e infinitamente abarcado de vida tri-nitaria!

¡¿Quién como Dios que, por su seerse eter-no, es capaz de ser el Creador de interminablese insospechados mundos y criaturas, según a suvoluntad le plazca para la manifestación de sugloria...?!

¡¿Quién como Dios que es Creador irrum-piendo en creaciones que manifiestan el es-plendor del poderío de la sublimidad magnífi-ca de sus infinitos atributos y perfecciones; yque, en un reventón de sabiduría amorosa, sacade la nada seres creados a su imagen y seme-janza, capacitándoles para que puedan llegar aparticiparle, por una benevolencia en manifes-

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Recordando también el día 8 de marzo de1956, cuando, de muy distinta manera, estandohaciendo oración ante la exposición eucarísti-ca del Santísimo Sacramento en el Convento delos Ángeles Custodios, Jesús mostró a mi po-bre, asustada y desvalida alma lo que queríahacer conmigo y a través mía, para la mani-festación del esplendor de su gloria; de formaque, aunque aparecería yo, sería Él el que lorealizaría todo descaradamente, tras la pobrezade mi debilidad.

Por lo que vivo suspirando anhelante, en mibúsqueda incansable e insaciable de dar gloriaa Dios y vida a las almas, por el Día eternodonde contemplaremos a Dios sin poderleofender ni poderle perder para siempre.

Ya que, al contemplarle cara a cara en el Díade las Bodas eternas, nos transformaremos, antela luz de su semblante, de claridad en claridaden aquello que contemplamos.

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