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MADRE Cada renglón que escriba, será impropio, acabaré hojas y hojas descontento, insatisfecho, nunca seré tan exacto, tan lógico, tan humano, tan simple, remotamente resultaré tan humilde, tan entregado, tan reflexivo. No seré mínimamente tan bondadoso, tan cuidadoso, tan experimentado, tan clarividente, tan nutritivo, tan avanzado en los reflejos históricos, de experiencia y referencias de vida. Jamás soñaré con lavar los platos, o con el néctar de un manjar que apreciaran sólo desconocidos, y dudo que mis camisas serían impecables si tus manos estuvieran lejos de la lavadora llamada entusiasmo. ¡Fuera palabras y frases bordadas!, madre, MADRE, te quiero recompensar en vida el sol de mis ojos y el cordón umbilical del ser cariñoso, la genética humilde y el carácter emprendedor, constante, bueno. Y lo haré llamando a las cosas por su nombre: mi cuerpo actual, madre, sólo tiene tus nutrientes naturales, originales; lo demás, lo que soy, obedece a la mística de tus plegarias por mí. Del resto, toallas con hielo sobre la cabeza, sobre la migraña de mi imperfección, y también recuerdos diminutos, y a la vez esbeltos, ropita fabricada en la madrugada para el niño de sus ojos, el niño de pueblo, de madre con cinco y de pueblo. También, historias de chocolate escondido. ¿Quién se lo ha comido?, tú reclamabas. ¡Que lo diga alguien, porque estaba envenenado! Y salí yo clamando lo que tuve: lección de madre. Por eso mi ser, esta luna tuya en el mundo que soy yo, madre, sólo responde al hecho civilizado, honesto, condescendiente, recíproco, sólo considero el afecto, los ojos afectivos, cariñosos, tiernos, sólo soy eso, MADRE, sólo tu hijo, nada más. © Jesús Benítez

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Page 1: MADRE - jesusbenitez.com€¦ · mi cuerpo actual, madre, sólo tiene tus nutrientes naturales, originales; lo demás, lo que soy, obedece a la mística de tus plegarias por mí

MADRE

Cada renglón que escriba, será impropio, acabaré hojas y hojas descontento, insatisfecho, nunca seré tan exacto, tan lógico, tan humano, tan simple, remotamente resultaré tan humilde, tan entregado, tan reflexivo.

No seré mínimamente tan bondadoso, tan cuidadoso, tan experimentado, tan clarividente, tan nutritivo, tan avanzado en los reflejos históricos, de experiencia y referencias de vida.

Jamás soñaré con lavar los platos, o con el néctar de un manjar que apreciaran sólo desconocidos, y dudo que mis camisas serían impecables si tus manos estuvieran lejos de la lavadora llamada entusiasmo.

¡Fuera palabras y frases bordadas!, madre, MADRE, te quiero recompensar en vida el sol de mis ojos y el cordón umbilical del ser cariñoso, la genética humilde y el carácter emprendedor, constante, bueno.

Y lo haré llamando a las cosas por su nombre: mi cuerpo actual, madre, sólo tiene tus nutrientes naturales, originales; lo demás, lo que soy, obedece a la mística de tus plegarias por mí.

Del resto, toallas con hielo sobre la cabeza, sobre la migraña de mi imperfección, y también recuerdos diminutos, y a la vez esbeltos, ropita fabricada en la madrugada para el niño de sus ojos, el niño de pueblo, de madre con cinco y de pueblo.

También, historias de chocolate escondido. ¿Quién se lo ha comido?, tú reclamabas. ¡Que lo diga alguien, porque estaba envenenado! Y salí yo clamando lo que tuve: lección de madre.

Por eso mi ser, esta luna tuya en el mundo que soy yo, madre, sólo responde al hecho civilizado, honesto, condescendiente, recíproco, sólo considero el afecto, los ojos afectivos, cariñosos, tiernos, sólo soy eso, MADRE, sólo tu hijo, nada más.

© Jesús Benítez