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Nº 58 - MAYO 2016 Fotógrafo del mes: Fabian Biondi EL Turismo religioso La Costa Brava VIAJE VIRTUAL A EGIPTO

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Luz y Tinta es la revista de la red social de fotografía Moldeando la luz.

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Nº 58 - Mayo 2016

Fotógrafo del mes: Fabian BiondiEl Turismo religioso

La Costa BravaViajE Virtual a Egipto

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PROMOTORJosé Luis Cuendia, “Guendy”

DIRECTORFrancisco Trinidad

COLABORADORESEugenio R. Meco, Pepe Haro Castaño,

Ma Bernarda Ballesteros, Carlos Flaqué Monllonch, Glyn Griffits, Ricardo Gon-

zález “Completu”, Salvatore Grillo, Javier Madroñero, Narciso del Río, Juanjo Ga-llardo, Monchu Calvo, Antonio Ramón Ferrera, Cristina Capracci, Gustavo Ve-lázquez, Cora Coronel, Justín del Barrio,

Arturo de las Liras, Juan José Alonso, Ilona Gogh, Jan Puerta, Albino Suárez,

Gloria Soriano, Ildefonso Robledo,José Manuel Gonzalo, José Mª Ruilópez, Juan Depunto, Juan José Pascual, Viviana Genta, Nadima, Antonio Martínez, Án-geles Pereira Perera, Claudio Serrano.

DIRECTOR DE FOTOGRAFÍAJosé Luis Cuendia

DIRECTORA DE COMUNICACIÓNLola González

DISEÑO y MAQUETACIÓNFrancisco Trinidad

www.moldeandolaluz.com

Reservados todos los derechos de repro-ducción total o parcial tanto del texto

como de las imágenes. Las imágenes es-tán protegidas por las leyes de copyright

internacionales.Para cualquier consulta o sugerencia

contacte con nuestro correo electrónico

[email protected]

Moldeando la Luz es miembro de la Royal Photographic Society

Año VI.- Núm. 58 - Mayo 2016 ContenidoFotógrafo del mes: Fabian Biondipor Francisco Trinidad ..............................................................................................7

Las pasiones vivientes en España o el turismo religiosopor José Luis Cuendia, “Guendy” ..........................................................................9Marta Izquierdopor Eugenio R. Meco .........................................................................................21Mi doblepor F.T. ..................................................................................................................29Una boda y dos campanadaspor Gloria Soriano ..............................................................................................33El viajepor Monchu Calvo ..............................................................................................39Viaje virtual al Egipto de Ramsés IIpor Juan Depunto ...............................................................................................43Sin diferenciaspor Ricardo González “Completu” .................................................................51Ferenc Badacsonyipor Ilona Gogh ....................................................................................................57Levi van Veluw ..........................................................................................63Ionut Caras ...............................................................................................69Entrevista con Jorge Alonso Molina ....................................................81“Movilizaciones Mineres” de Fernando Rodríguez ..........................85La Costa Bravapor María Esther Rodríguez ............................................................................91Caravana de sueñospor Nadima/Claudio Serrano ..........................................................................97

Nuestra foto de portada: Luis GiL Ruiz

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Presentación

Elecciones, de nuevoCamino de las urnas de nuevo. Ya resulta cansino para muchos españoles que

al margen de la fotografía tenemos como todo el mundo nuestras inquietudes polí-ticas como españoles, y en lo que nos afecta a todos esta inestabilidad política. Está claro que por ahora el claro vencedor de la situación política es el señor Mariano Rajoy. Nunca antes en la vida política había sido tan rentable no hacer nada, para muchos el Presidente de los sobres y del “sé fuerte, Luis” parecía políticamente muerto. El parlamento que le tenía que haber retirado se va a casa de nuevo y hoy es él el que sigue a pesar de su poderosa indolencia llena de ineficacias, pero no po-demos obviar que todo esto ha sido posible por obra y gracia de sus competidores.

Y como esto no creemos que lo puedan arreglar unas nuevas elecciones, a los que algunos con interés por tapar sus fracasos las llaman la segunda vuelta, nosotros proponemos un ejercicio para olvidarnos de lo que está sucediendo en la política de nuestro país, y que los ciudadanos no nos merecemos. Así pues, para relajarnos y calmar nuestra impotencia ante estos vergonzosos acontecimientos os proponemos lo siguiente: Juntar unas ochenta fotografías propias, es decir tu-yas. (Si no tienes ochenta fotos sin gente, utiliza ochenta imágenes con personas en todas ellas).

Toma una hoja de papel blanco y divídela en seis columnas: Línea, figura, for-ma, textura, patrón y color. Luego, mira con ojo crítico las fotografías una por una. Examínalas con cuidado y marca la columna del elemento que domine la compo-sición en cada caso. Probablemente al final del ejercicio una columna, o a lo mejor dos, presentarán más marcas que las otras, porque cada uno de nosotros de forma consciente prefiere ciertos elementos gráficos a otros. Tanto el contenido como la disposición de tus fotografías muestran un aspecto de tu personalidad, suponiendo que, naturalmente, los motivos por los que fotografías salen de tus sentimientos y reacciones frente al mundo que te rodea, y que simplemente no está imitando el estilo de otro fotógrafo.

Fíjate ahora en las columnas con menos marcas. Representan tus “debilidades” por lo que deberías coger la cámara y salir con el propósito de crear imágenes que intenten superarlas. Utiliza tu teleobjetivo, con o sin zoom. Este objetivo reduce la perspectiva, lo que a la vez mejora el diseño visual, ya que se elimina el factor de la profundidad. Como he dicho antes, el teleobjetivo reduce el ángulo de visión, esto te ayudará a concentrarte en los elementos visuales específicos que quieras destacar.

Quien lo haga comprobará que es muy útil y ello le ayudará a dominar de esta manera los principios básicos del diseño, una experiencia muy liberadora. Estos principios te permitirán trazar el rumbo y surcar el mar de las ideas, ya que nuestros políticos no las tienen para gobernar, al menos busquemos nosotros las nuestras en lo que más nos gusta, la fotografía, y dominar los principios básicos del diseño es fundamental.

Las fotografías logradas también dependen del orden. Y los elementos que proporcionan ese orden a la composición fotográfica son línea, forma, textura, pa-trón y color: los elementos gráficos. Todas las fotografías, tanto las buenas como las malas, contienen al menos uno o varios de estos elementos independientemen-te del tema. Todos ellos tienen un enorme valor simbólico, sobre todo la línea, la textura y el color. Pueden producir la impresión de ser duros o blandos, agrada-bles u hostiles, fuertes o débiles, agresivos o pasivos. La mayoría del tiempo, vemos y utilizamos estos elementos de manera inconsciente. Nuestra memoria y nuestras experiencias vitales afectan nuestra sensibilidad ante los componentes visuales, lo que a su vez influye en cómo los usamos en las composiciones.

No hay que olvidar que muchos lugares en Mayo se ponen preciosos.

José Luis Cuendia, “Guendy”

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Fotógrafo del mes de Mayo

Fabian Biondi

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Fabian Biondi —como muchos argentinos, con apellido de pro-cedencia italiana, por los flujos migratorios del siglo pasado— vive la fotografía desde la pasión, como él mismo nos dice: “Para mi la fotografía es una pasión. Desde que empecé con ésto veo el mundo de forma diferente. En realidad, veo lo que antes no veía. Como so-lemos decir acá: la fotografía me abrió la cabeza.” Y en sus fotos se transmite esta pasión. Tanto en las macros, como en la foto callejera, como en la foto de estudio.

Aunque son muy pocas las macros que nos expone en Moldeando la luz—en realidad, en número proporcional a su muestra total—, se aprecia en esas pocas su afición a esa técnica y a través de flores e insectos apreciamos su capacidad de observación, que se traslada a otras fotografías, en las que le gusta destacar algunos detalles. Son muy significativas algunas fotos artísticas en las que recrea los ojos de las modelos aplicando esta técnica macro que está en el origen de su afición fotográfica.

Tampoco son muchas las fotos callejeras, aunque a ellas llega mu-chas veces por derivación de las fotos artísticas, y es que en Mol-deando nos ofrece lo último de su producción, esas fotos artísticas en las que se emplea a fondo y con las que pretende trasladarnos su visión del mundo.

Quiero entender que en sus fotos artísticas sigue dos caminos, aunque ambos confluyen finalmente. En primer lugar, la foto de es-tudio con todos sus riesgos; y además, el fotomontaje que traslada fotos de estudio a espacios naturales en los que a veces arriesga com-posiciones que intentan transmitir sensaciones de soledad y movi-miento.

Dentro de sus fotos artísticas, Fabian Biondi rinde una suerte de homenaje al desnudo femenino, sin cruzar nunca la linea invisible, y por eso tan fácil de pasar, que separa el desnudo artístico de otras proposiciones que nada tienen ver con el arte y se quedan en el mero

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recreo visual. Biondi nos muestra toda la belleza del cuerpo femeni-no, sin caer en la vulgaridad y sin abandonar en ningún momento la capacidad de sorpresa. Para ello, utiliza escorzos y ángulos inéditos, se centra en composiciones que muchas veces descubren un toque erótico que, sin car en lo zafio o abandonarse a lo vulgar, ganan en intensidad con su capacidad de sugerencia.

Para ello, sorteando las muchas dificultades de la foto artística, que descansa en una buena iluminación y la complicidad de la mo-delo, nos muestra sus fotos desde el respeto —nunca arriesga con un desnudo integral— , con una acreditada sensibilidad, para mos-trarnos toda la belleza de sus composiciones en las que se transmi-ten por igual sentimientos y sugerencias. Como más sorprendentes, quisiera destacar esas composiciones en las que traslada las modelos a espacios abiertos, puentes o playas, en las que los desnudos femeni-nos adquieren una especial dimensión.

Técnicamente, las fotos de Fabian Biondi combinan la toma di-recta con el fotomontaje, así como el blanco y negro y el color, sin que se advierta una tendencia clara hacia el color o la escala de gri-ses, eligiendo en cada caso una u otra posibilidad en función quizás de la apuesta que el fotógrafo quisiera transmitir en el momento de su realización o acaso de su personal estado de ánimo.

Francisco Trinidad

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Las pasiones vivien-tes en España

o el turismo religiosopor José Luis Cuendia, “Guendy”

El turismo religioso es una forma como otra cualquiera de viajar y conocer, al tiempo que éste está de alguna forma ligado a los lugares santos según las diferentes creencias. He visto este tipo de manifestaciones en diferentes países y con diferentes creencias religiosas, budistas, musulmanas, cristianas... un concepto actualmente muy ligado y relacionado con la forma de hacer turismo, ¿religioso? Según quien.

En Birmania los creyentes acuden como ríos de gente a contemplar la pagoda Kyaiktiyo sobre la roca dorada (golden rock), situada a las afueras de la ciudad de Rangún (Yangon). Cuentan en el país que esa roca y su pagoda ha sido construida sobre un pelo de Buda.

Por otro lado la peregrinación a La Meca, en el oeste de Arabia Saudita, es uno de los cinco pilares del Islam que todo fiel debe cumplir al menos una vez en su vida si tiene los medios para ello, y comporta varias etapas.

La tradición de las peregrinaciones tiene también un fuerte arraigo en la cris-tiandad, al margen de la veneración de sus lugares sagrados que son muchos, Jeru-salén, Roma o Lourdes. El Camino de Santiago hoy en día es el primer Itinerario Cultural Europeo y Patrimonio de la Humanidad, es una de las más antiguas y principales vías de peregrinación de la cristiandad. Desde el descubrimiento del sepulcro del Apóstol Santiago, innumerables peregrinos se han puesto en camino hacia Compostela, para venerar sus reliquias, conformando así toda una cultura jacobea a lo largo de Europa.

En España puede que el fenómeno que se vive más claramente en relación con la liturgia religiosa sea el de la Semana Santa, independientemente de que en esta

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época muchas gente al margen de las creencias religiosas aprovecha estas vacacio-nes para hacer desplazamientos de ocio y descanso.

Uno de los fenómenos que más está aumentando en nuestro país son las pa-siones vivientes, cuyos orígenes están muy ligados a la forma de celebrar esta festividad religiosa en algunos países de la América Latina.

Hasta hace bien poco las tradiciones semanasanteras de nuestro país se limita-ban a Sevilla, Málaga, a la musicalidad de Valladolid, a la religiosidad austera de Zamora, si bien en los últimos años y debido a la gran difusión mediática y como no al trabajo de grandes fotógrafos como Cristina Rodero, han sido conocidas otras como la de los “empalados” de Valverde de la Vera en Extremadura, o las “tamborradas” de Calanda, gracias al director de cine aragonés Carlos Saura que inmortalizo esta práctica propia de la localidad natal del también director de cine Luis Buñuel.

Precisamente hace unos años viajé a Calanda para ver “romper la hora”, mo-mento en que comienza la tamborrada, de esta manera descubrí con cierto y asom-bro y satisfacción desde el punto de vista religioso “La representación de la Cruz” en Alcorisa, pues aprovechando la ocasión me encontraba haciendo por Teruel la Ruta del Tambor y el Bombo, y es que Alcorisa es uno de los nueve pueblos que forman la citada ruta.

Desde hace unos años, se escenifica la Pasión o Drama de la Cruz, que pro-tagonizan los propios alcorisanos (mas de 300 personas) en las faldas del monte Calvario, hasta culminar la representación en la cima del mismo con la crucifixión.

Y es que, para mí, fue verdaderamente impresionante, ver a personas de carne y hueso del propio pueblo interpretando los distintos papeles de los que hace si-glos fueron protagonistas de la auténtica pasión de Cristo. Me sentí con mi cámara en sentido inverso al del protagonista de la película “La rosa púrpura del Cairo” cuando el galán de esa ficción (Jeff Daniels) se fija en la espectadora (Mia Farrow) y se sale literalmente de la pantalla.

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Personalmente me considero una persona agnóstica a pesar de tener una formación dominica, que me aportó otros muchos valores. Precisamente el pasado fin de semana me reuní en Valladolid con viejos compañeros del curso de 1963 del Colegio de Arcas Reales, 50 años después, pero bueno, ese es otro tema del que algún día escribiré en Luz y Tinta, pues ha sido otra de mis grandes vivencias para recordar. Como decía anteriormente desde mi agnosticismo es obvio que no planteo este relato desde el punto de vista que lo haría un “meapilas” Se puede ser ateo, agnóstico, católico o no serlo, pero es evidente que acudir a una de estas representaciones es una experiencia única que se mantendrá siempre viva en la memoria. Siempre que se haga con rigor y que la teatralidad no caiga en el ridículo.

Digo esto, porque después de la experiencia de Alcorisa, me enteré de que en un pueblo de Asturias en la localidad de Villanueva de Oscos se celebraba un Vía Crucis Viviente y dada mi afición por la fotografía y a recorrer en estas fechas los pueblos con mayores tradiciones semanasanteras, en esta ocasión llevé una gran decepción, las comparaciones con la experiencia anterior pueden resultar odiosas. Me resultó grotesco ver al Cristo en la Cruz con chirucas, entre otras chapuzas. Por ello, estas cosas o se hacen bien o no se hacen, pues se corre el riesgo de caer en un profundo ridículo.

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Este año, mi afición fotográfica me llevó al pueblo cántabro de Castro Urdiales, localidad que es otra de las que tienen fama por su “Pasión Viviente”. A Castro Urdiales, siempre merece la pena girar una visita, sea o no Semana Santa. Pasear por esta villa medieval y disfrutar de su buena gastronomía ya justifica con creces su visita. En esta ocasión el espectá-culo religioso cuenta con un entorno natural perfecto para escenificar el juicio de Pilatos, la flagelación de Jesús, la libe-ración de Barrabás y el Ecce Homo, las caídas, el encuentro con María de Magdala y el encuentro de Jesús con su madre.

El Vía Crucis por las calles del casco histórico de la ciudad es impresionante, participan en esta representación más de mil personas ataviadas con las ropas de la época, soldados romanos, leprosos, sumos sacerdotes, fariseos, saduceos, no falta detalle en esta gran representación que se viene celebrando y cada vez con más auge desde 1983. La Pasión Viviente de Castro Urdiales está declarada Fiesta de Interés Nacional. Una magnifica puesta en escena por personas no profesionales, pues todos los papeles están representados por los habitantes del pueblo.

El final termina con la representación de la crucifixión desde una magnifica Atalaya desde la que se puede divisar el mar Cantábrico.

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Marta Izquierdopor Eugenio R. Meco

Queridos seguidores de Luz y Tinta, lectores y amigos: Quiero deciros que ya me quedan pocas chicas por publicar, más algunos compromisos que tengo por ahí pendiente, es hora de tomarme un pequeño descanso y a partir de ahora solo atenderé las sesiones de pago, son muchas las horas que uno pasa delante del ordenador editando y hay que empezar a dosificar este tiempo, sobre todo en aquellos trabajos que se hacen bajo la denominación TFCD, pues del altruismo solo no se vive.

Además tengo algo abandonado mis trabajos de diseño gráfico que es una de mis grandes pasiones. Atenderé los compromisos que he adquirido y compaginaré los trabajos del diseño gráfico con mis tranquilos paseos, eso sí, acompañado siem-pre de alguna de mis cámaras, pues no quiero que en mis paseos se me escape uno de esos momentos irrepetibles, o los bellos atardeceres de mi tierra.

No me despido de Luz y TinTa, pues de alguna manera forma parte de mí y yo de ella, ya desde el momento en que se gestó, cuando Guendy me habló del pro-yecto editorial, le dije que contara conmigo; en una primera parte quise compartir con los lectores de la revista mis conocimientos sobre el diseño gráfico, haciendo honor a los principios y filosofía de la red social de fotografía Moldeando la luz, con aquello tan hermoso de “lo que yo sé, tú lo sabrás”. Durante estos últimos años he estado compartiendo con todos simpatizantes de la revista Luz y TinTa, mis sesiones de modelos. Por ello, quiero que esto no se me tome como un adiós, senci-llamente un hasta luego, pues siempre que tenga algo que ofrecer y que yo piense que tiene la calidad que se merece la revista, ahí estará a vuestra disposición.

Lo dicho, seguiré con esta temática de sesiones de glamour hasta terminar mi repertorio que ya toca a su fin, tampoco descarto el iniciar la colaboración con cualquier otro tema relacionado con el arte fotográfico. Tiempo, al tiempo, Dios dirá.

Hoy os presento a una de mis últimas modelos, se trata de la bella Marta Izquierdo, que como otras muchas procede de Yusra Modas. Cuando mi amigo

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Javier me la envió para ver si le daba el visto bueno, no dude ni un instante, ya que me pareció una chica preciosa con una fotogenia a la que se le podía sacar muy buen partido. La prueba es que todo el equipo quedamos muy satisfechos con el resultado de la sesión, modelo, estilista y yo como fotógrafo.

Marta solo había hecho una sesión con anterioridad, pero quién lo diría; se des-envolvía como una auténtica profesional y veterana, en el mismo instante en que oía el click que delataba el disparo de la cámara, ya estaba en una pose diferente, sin necesidad de guiarla para nada. Se comportaba como pez en el agua, sus mo-vimientos eran delicados, cuidados y estudiados como si de una bailaría de ballet se tratara. Indudablemente fue una grata experiencia, un placer trabajar con ella, sería Marta una de las excepciones que podría hacer algún día, si me entrara el gusanillo, ese veneno que nos inyecta la fotografía ante la necesidad de volver a realizar algún TFCD, sin duda ella sería una de mis preferidas.

Marta es de esas chicas que parece que ser modelo es algo que le sale de un modo natural…, lo he podido comprobar, es de esas personas que se crece como persona, porque no pierde tiempo en concentrarse en lo superficial, lo más impor-tante es todo lo que lleva dentro.

Os dejo con su mirada dulce, con su sonrisa que contagia, con toda su persona-lidad que os puedo asegurar que es de las grandes.

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Mi doblepor F.T.

A la memoria de Fernando Vela. Los caballos de ajedrez saben por qué

Lo he leído alguna vez y he oído comentar muchas veces la posibilidad de que todos tengamos un doble en esta vida, generalmente en lugares apartados de nues-tra residencia habitual. Yo en cambio tuve la suerte de conocer al mío.

Se llamaba Horacio y lo conocí lógicamente por casualidad en un pueblo de León donde vivían unos tíos míos con los que fui a pasar unos días cuando cumplí los diecisiete años. Cuando llegué, mis primos me dijeron que en el pueblo había un chaval que era clavado a mi y me lo presentaron al día siguiente. Efectivamente, nos parecíamos mucho, tanto en el rostro como en la contextura física, teníamos la misma edad y fuimos objeto de bromas de sal gruesa sobre las andanzas sexuales de nuestros padres. A nosotros aquellas bufonadas nos dejaban bastante fríos. A mi me preocupaba más, ya que habíamos tenido la posibilidad de conocernos, el saber algo de su vida y sobre todo de sus gustos que, pude comprobar inmediata-mente, en nada se parecían a los míos. Nuestro carácter, además, era totalmente opuesto: él era reposado y paciente mientras que yo he sido siempre un manojo de nervios desbordado.

Aparte del parecido físico y de que compartíamos los mismos apellidos, por otra parte tan frecuentes, Fernández García, solo encontramos una afición común, el ajedrez, aunque nuestro juego era lógicamente muy diferente. Horacio era pura estrategia: más que jugar dibujaba sus partidas con trazos finos, desplegando sus piezas armoniosamente y buscando el dominio del centro del tablero. Yo he sido siempre un jugador agresivo, de puro desgaste, arriesgando siempre en los inter-cambios y forzando sacrificios que incluyan algún tipo de celada.

En aquellos pocos días que permanecí en su pueblo solo en dos ocasiones tuvi-mos ocasión de jugar una partida en uno de los bares del pueblo, mientras nuestros compañeros, más dado al vino y a los billares se mofaban de nuestra afición. Pero

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años más tarde fueron muchas las tardes que pasamos ante el tablero. Y es que, para nuestra sorpresa, coincidimos en la misma tienda durante nuestro período de Milicias Universitarias en Montelarreina.

Nuestra sorpresa fue grande cuando nos encontramos en la misma tienda, pero mayor fue la de nuestros compañeros que desde un principio nos creyeron gemelos. Por más que insistimos y por más que nuestro acento nos delatara —él era leonés y yo asturiano— no atendieron a ninguna de nuestras explicaciones, así que una tarde, mientras jugábamos una partida de ajedrez, nos dio por urdir una historia que les endilgamos con total desenvoltura y desvergüenza. Puesto que por más que insistíamos seguían considerándonos gemelos, a los otros trece com-pañeros de tienda les contamos que efectivamente lo éramos, pero que nuestros padres habían fallecido en un accidente siendo nosotros niños y desde entonces vivíamos cada uno con una abuela. La verdad no les servía y sin embargo esta burda patraña la aceptaron como lo más natural.

Horacio y yo nos reíamos de la situación y, por las tardes, en el tiempo libre, ju-gábamos al ajedrez o nos acercábamos a Toro o a Zamora a compartir unos vasos de vino peleón y sobre todo mucha charla sobre lo humano y lo divino. Mientras algunos de nuestros compañeros dedicaban las tardes a estudiar de cara a sep-tiembre, nosotros teníamos todo el tiempo a nuestra disposición, salvo aquellos inevitables ratos que empleábamos en escribir a la familia.

En aquellas charlas me contó su vida y sus planes y conoció los míos. Él estu-diaba Clásicas y pretendía ser profesor de Griego, mientras que yo me prepara-ba para perito industrial por la rama eléctrica, deseando conseguir el título para empezar a trabajar en la empresa de mis padres. Una tarde, después de dejar el tablero de ajedrez, me confesó tímidamente que le gustaba una compañera de cur-so, con la que a veces coincidía también estudiando en la biblioteca, y que habían salido alguna tarde a tomar un café en la Plaza Mayor de Salamanca. Nada serio de momento, pero con una especie de chisporroteo —fueron sus palabras textuales— que le hacía presentir momentos mejores.

Después de terminar el periodo de instrucción en Montelarreina, no volvimos a vernos hasta muchos años después, en que volvió a reunirnos la casualidad. Nos habíamos escrito de vez en cuando, él desde Madrid donde ejercía en la Univer-sidad de Alcalá de Henares y yo desde Asturias, anunciándonos hechos puntuales de nuestras vidas, como nuestras bodas o el nacimiento de nuestros hijos. Luego las cartas se espaciaron, como deshilachando el tiempo, y perdimos el contacto. Yo seguía por la prensa sus actividades, sus éxitos editoriales, su creciente prestigio como catedrático y, acaso por el lejano reflejo de nuestro parecido, me enorgullecía como si fueran triunfos propios.

Hace tres años volvió a reunirnos el azar en esta residencia en la que paso mis últimos días. Ingresé un viernes por la tarde, desconcertado y cansado, con tantos años a cuestas que se me hacía pesado el caminar. Fuera había dejado a mis hijos, a mis nietos y a mis ya escasos amigos de tertulia y ahora me tocaba mirar hacia adelante, esperando la última vuelta del camino, el horizonte eterno. El domingo,

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a mediodía, todavía no me había sacudido del todo la depresión, rumiando la pro-pia angustia ante el futuro, cuando me encontré a Horacio camino del comedor. Nos quedamos mirando el uno al otro, nos reconocimos al instante y nos dimos un abrazo silencioso, rubricado por ojos húmedos y una tensión nerviosa que acabó estallando atropelladamente en preguntas y respuestas que resumían toda una vida.

Horacio ya no era mi doble o al menos nuestro parecido se había desvanecido quizás tiempo atrás. Su pelo se mantenía casi intacto, con un color blanco que señalaba a las claras el próximo salto del Rubicón, mientras que yo llevaba calvo desde tres décadas atrás; y además nuestras arrugas, tan abundantes en rostros de más de ochenta años, habían seguido recorridos diferentes y habían dibujado aspectos muy distintos. Nadie podría considerarnos gemelos, como recordábamos de aquel verano en Montelarreina, y sin embargo nosotros sentíamos la misma camaradería, idéntico afecto, como si no hubiera pasado el tiempo, como si se hu-biera detenido el calendario y pudiéramos disfrutar de una tarde perenne en la que la charla y el ajedrez fueran los auténticos protagonistas.

Y durante estos tres últimos años esa ha sido la pauta, la charla y el ajedrez. Charlábamos de todo, poniéndonos al día de nuestras vidas, recordando para el otro lo que no habíamos compartido y explicándole cómo y a veces por qué había pasado aquel tiempo. Al ajedrez le dedicábamos casi todas las tardes, menos las de los domingos en que venían a visitarnos nuestras familias, que a veces reuníamos en la cafetería o dando un paseo por el jardín de la residencia. A mí venían a verme mis dos hijos y mis tres nietos, alternándose para no dejarme solo ninguna tarde de domingo. A Horacio solía visitarle una hija que vivía en Oviedo, razón que le había obligado a trasladarse a esta residencia, y muy de cuando en cuando, un hijo con tres nietos de otros tantos matrimonios que alborotaban como diablos.

El resto de la semana, estrechando nuestra amistad y burlando la soledad, nos refugiábamos en nuestras partidas de ajedrez, reposadas, eternas. A veces levan-tábamos la vista del tablero y nos dejábamos invadir por la nostalgia, desplegando recuerdos que se incardinaban en los silencios de la partida como en una taracea. Hasta que el miércoles de la semana pasada, en una más de las apuestas de Hora-cio por la defensa siciliana, y mientras me tenía el centro dominado, asfixiando mi desarrollo con su total dominio de la situación, tomó su caballo negro y, cuando creí que iba a cambiarlo por uno de mis alfiles, se desplomó en su silla y ya no hubo manera de recuperarlo. Murió con el caballo en la mano y la mirada ausente, como pensando, ensimismado quizás en uno de aquellos recuerdos que yo no había com-partido y cuya necesidad de relatarme había venido a interrumpir nuestro último juego, aquel que acentuaba mi silencio en una residencia de ancianos insensible al paso del tiempo. Así que si Horacio había sido en realidad mi doble, me había dejado en total soledad y con la única esperanza de continuar nuestra partida más allá de la laguna Estigia, en ese espacio en el que no corre el tiempo y en el que las ventanas se abren de par en par al infinito.

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Una boda y dos cam-panadas

por Gloria SorianoA modo de prólogo

El relato de este mes, escrito hace dos años, fue publicado en abril de 2016 por el Taller de Escritura Clara Obligado. Forma parte de una antología de cuentos de nuevos narradores (sesenta y uno en esta ocasión) agrupados bajo el título Olas y con temáticas de lo más diversas.

En “Un embarazo, dos campanadas” hay una mirada a las raíces. Unos orígenes comparables a un paisaje árido que vibra con la luz o los recuerdos.

Son imágenes de tierra removida. Silbidos de viento como tañidos de vida y muerte. Muros derribados. Inocencias perdidas. Y las vidas, ligadas por la dureza del pasado, se apiñan como sarmientos tras la poda.

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Una boda y dos cam-panadas

El eco de Felícitas la perseguía, dos embarazos, dos campanadas ¿Cuándo se vie-ron por última vez? ¿Fue hace tres años? No, casi cuatro. Después de tanto tiempo, esa llamada. El display tartamudeaba sobre su cabeza los minutos restantes para el próximo tren. Beatriz se alegró de que fueran dos. Llegaría a tiempo para telefo-near al taller de pintura. Dos embarazos, dos campanadas. “Próximo tren llegará en: 02 min.” Ya está tardando. Dos embarazos, dos campanadas, el primero a los diecisiete “Próximo tren llegará en: 01 min.”. Menos mal. Dos embarazos, dos campanadas, ninguno buscado. “Próximo tren va a efectuar su entrada en la estación, dejen salir antes de entrar, dejen salir…” La primera puerta del segundo vagón se colocó, como siempre, frente a Beatriz. De un paso entró en el compartimento.

El pelo dócil, largo hasta la mitad del cuello; un camino recto entre reflejos y canas a la izquierda; al otro lado, una horquilla sobre un mechón; rostro limpio; ojos brillantes. Su cuerpo oculto en un abrigo de paño con cuello de piel sintética. Cuando el tren reinició la marcha, se desabrochó el botón de arriba. Debajo, un pañuelo de seda. La deformidad de un juanete en el pie derecho manchaba su im-pecable imagen.

Ya ves, lo que no me pase a mí, a esta edad y de penalti. El tren se detuvo en la penúltima estación. Solo una más. Se imaginó en casa, sin zapatos. Sentarse en el sofá, película, ensalada y pijama de algodón. Dos embarazos, dos. A la cinta de video le ha vencido el plazo. Pero lo primero sería llamar al taller.

Y el tren salió del túnel, y los mástiles empezaron a sucederse, uno, dos, tres… Después del treinta y cinco siempre regresaba la obscuridad del subterráneo. Esta vez detuvo la cuenta en el veintidós, dos y dos, embarazos, campanadas. Y para mañana mercado, piscina, los ejercicios de inglés, la tarde en el taller de pintura (si abren), o si no, la exposición del Greco. Ya ves, es mi sino, soltera y embarazada.

Un año antes Beatriz había dejado el trabajo. Una herencia reordenó su vida. Pero Felícitas no estaba en este nuevo orden, ni en el inmediatamente anterior. Pertenecía a una etapa de juegos infantiles. Pasaban años sin verse, sin ningún contacto. De pronto un reencuentro casual, un saludo cariñoso y un resumen de los últimos acontecimientos: resido en, compré una casa, los viajes, el trabajo, la

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pareja… Todo muy por encima. Por eso esta llamada inusual, y su mensaje, la sorprendieron tanto.

Me caso por él, está ilusionado con ser padre, formar una familia. Unos pincha-zos fustigaban la articulación prominente y enrojecida del pie derecho de Beatriz, mientras los dedos de sus manos desprendían la piel rugosa del aguacate. Como comprenderás, a mí, a estas alturas, seguir como estamos me basta. Bandeja, vaso de agua, servilleta. A veces convivimos y es agradable, pero a veces necesito más espacio. Lo mejor, cada uno en su casa. A la base de lechuga le añadió también brunoise de tomate, nueces, dos embarazos, dos campanadas. Yo no pensaba casarme, pero él quiere, y a Alejandro le entusiasma ser el padrino. Ya ves, mi hijo llevándome al altar. Sal, aceite, vinagre. La boda una cosa discreta, en el pueblo, sólo la familia, las amigas. Y Beatriz, con la cena dispuesta, se sentó en el sofá. La idea de estar incluida en la agenda de amistades para una boda discreta, la envolvió como un torbellino.

Unos años después de nacer Alejandro, Felícitas se había trasladado a la ciudad De carácter abierto y franco, hacía relaciones con rapidez. Ninguna amistad de los últimos veinticinco años asistiría a la celebración. Los convidados de hoy parecían sacados de una lista del ayer, confeccionada cuando soñaba con casarse con el pa-dre de su hijo, y su mundo era el pueblo.

Una ceremonia sencilla, la familia, las amigas. Dos embarazos, dos campanadas. Las amigas, las amigas. Beatriz se sobrecogió con el recuerdo lejano de compañeras, que fueron íntimas en el ir y venir de su vida, y que ahora, con la pérdida de lo coti-diano, eran sombras. En el pueblo, solo la familia, las amigas, las amigas de la infancia. Lugares recurrentes donde se pregona el fin de la inocencia. Memorias de tañidos de vida y muerte. Una marca de identidad. La infancia. Un derecho preferente.

Al son de canciones infantiles, raíces engalanadas para una boda brotaron so-bre el cemento. Los convidados, reunidos en el patio de la escuela, parecían un manojo de sarmientos apiñados después de una poda. Un sentimiento de pueblo ligado por la dureza del pasado, los acunaba. Los silbidos del viento repetían: a tapar la calle, que no pase nadie. De pronto Beatriz se sobresaltó. En la televisión estaba congelada la última escena de la película, y se escuchaba un zumbido. Des-conectó el video y se acostó.

Gloria Soriano, julio 2014

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El viajepor Monchu Calvo

Allí teníamos aquel enorme barco y la mar inmensa ante nuestros ojos. Yo me pegué a mi compañero, mientras con miedo subíamos por aquella frágil pasarela, que oscilaba mientras caminábamos por ella. En la cubierta, atestada de viajeros, un marinero de cara azotada por mil vientos, nos pidió el pasaje. Con una indica-ción nos señalo un grupo de gentes, y luego todos en tropel le seguimos a la sala inferior, Ésta no disponía de ninguna comodidad, ni siquiera de camarotes. Los pa-sajeros nos distribuiamos en centenares de literas dispuestas en los entrepuentes de las bodegas. El colchón no era otra cosa que un saco lleno de yerba seca, y por almohada teníamos unos pedazos de corcho unidos entre sí por unas cintas y cu-biertos de lona, a los cuales llamaban salvavidas, además a cada persona le dieron una manta o cobertor para cubrirse. Despues de dejar nuestras pertenencias enci-ma de las camas, nos fueron llamando para darnos a cada viajero un plato de loza y un tarrito también de la misma materia, juntamente con un tenedor y una cuchara.

El sonido potente de la sirena nos indicó que el barco estaba listo. A las cinco zarpó el Alfonso XIII. A causa de la lluvia y niebla consiguiente no me fue posible admirar nuestras costas. Con el corazón lanzo un adiós a los míos, a la Santina de Covadonga y a Asturias. Unas lagrimas peleaban por asomarse a mis ojos, mientras aprieto fuerte la mano de mi amigo, como si con ello lo hiciese también a las de mis padres.

El viaje a partir de ahora fue desarrollándose con la rutina diaria de las comi-das. Cada uno iba a buscar su comida en el plato, la cual era bastante buena con-sistiendo en carne de buey y de cerdo, patatas, garbanzos, arroz, habas, bacalao y algunas otras sustancias alimenticias bien condimentadas por un viejo y divertido cocinero español; ¡y que apretones llevábamos cuando íbamos a buscarla! con dos horas de anticipación ya la mayor parte de nosotros provistos del servicio de mesa que nos habían dado rodeábamos la cocina cuando apenas había principiado a her-vir la comida y antes de empezar a repartirla cada uno empujaba a los demás para llegar primero al caldero que contenía el rancho; ¡cuántos con el apuro se quema-ban las manos viéndose por este motivo a tirar con plato y comida! Los que como

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a mí no les gustaba el pan comíamos el primer plato a toda prisa no haciendo caso aunque la comida de tan caliente como estaba llevase consigo pedazos de piel del paladar o de la garganta pues nada se sentía con tal que llegásemos al reenganche, como allí se decía cuando se volvía por otro plato de comida. Por la mañana nos apresurábamos a buscar el café armados cada uno con su tacita, en la cual nos daban también el té al anochecer. Cuando a alguno se le rompía alguno de los ser-vicios de mesa robaba a otro lo que necesitaba, este hacía lo propio con los demás, y así sucesivamente todos de modo que todo se volvía robos de platos y tazas, viéndose uno obligado a guardarlos con más cuidado que si fuesen oro si no quería exponerse a tener que esperar a que alguno de sus amigos comiese para luego servirse él de sus utensilios y para que le prestasen era menester que la amis-tad fuese íntima. Yo también fui víctima de un robo de esta clase pues aunque tuve buen cuidado de guardar el plato bajo el colchón de mi cama, esto no impidió que

Con el buen tiempo subíamos a la cubierta superior y admirábamos la inmensidad del océano, si no éramos muchos y no causábamos alboroto, los marineros solían dejarnos un rato. En una ocasión vimos un pez enorme a lo lejos. Expulsaba agua por su lomo, y después se zambullía con gran estruendo. Nunca más volví a ver lo que llamaban ballena.

En Argentina, Belgrano, 1940

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me lo robaran viéndome por esto obligado a servir la comida y bebida en la tacita que a lo sumo tendría capacidad para medio cuartillo; en esta situación estuve dos días pero luego comprendí la necesidad de hacer como los demás y en efecto, fingiendo irme a dormir a mi camarote desde él robe un plato de unas alforjas que cerca de mí tenían colgadas unos leoneses y con esto salvé la situación.

Algunos lo pasaban muy mal con el mareo y las vomitonas eran continuas. Grupos de niños corrían desenfrenados y jugaban incansables.

Algunas noches organizábamos bailes, pues alguien previsor saco la gaita de su macuto, y por lo menos disfrutábamos de la música de nuestra tierra.

Con el buen tiempo subíamos a la cubierta superior y admirábamos la inmen-sidad del océano, si no éramos muchos y no causábamos alboroto, los marineros solían dejarnos un rato. En una ocasión vimos un pez enorme a lo lejos. Expulsaba agua por su lomo, y después se zambullía con gran estruendo. Nunca más volví a ver lo que llamaban ballena. En la vieja enciclopedia donde estudiamos en la escuela, me acuerdo de un grabado donde se representaba una. Ya era un viajero con “experiencia” marítima.

El día veintisiete avistamos Buenos Aires. El barco hizo sonar varias veces la sirena. Estábamos muy nerviosos y ansiábamos tocar terreno firme.

Pisamos tierra argentina en la dársena norte del gran puerto rioplatense. Allí un sin número de carros esperaban para recoger nuestros equipajes. Muchos se dirigían al gran hotel de emigrantes que se situaba no muy lejos. Era un edifi-cio imponente con cientos de ventanas. Nosotros apelotonados procurábamos no perder de vista nuestras pertenencias, mientras nos dirigíamos a validar nuestros documentos ante unas largas mesas ocupadas por funcionarios.

Se iniciaba una nueva vida en aquel inmenso país, que para algunos de nosotros se convertiría en nuestra segunda y definitiva patria.

A lo lejos sentí unas voces que me llamaban por mi nombre. Mire emocionado y me sentí lleno de alegría. Ya no estaba solo, y un abrazo me hizo tranquilizarme, mientras las lágrimas hacían brillar mi cara en la nueva tierra prometida, que me acogía como uno mas de los suyos. Me despedí emocionado de mi amigo y com-pañero de viaje.

Ahora solo quedaba cumplir mis sueños, sin olvidar nunca las tierras verdes y los montes de la mas hermosa tierra que me vio nacer. Asturias

Algo de este relato lo recogí de testimonios de emigrantes, pero la mayor parte de boca de mi abuelo, Manuel Calvo, que allá fué en 1925.

https://youtu.be/jaBGCSGNz4Y Documental sobre emigración a Argentina

Con el rabel que amenizaba las fiestas, en Buenos Aires

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Viaje virtual al Egipto de Ramsés II

por Juan Depunto

¡Gloria all’Egitto, ad Iside che il sacro suol protegge! Al Re che il Delta regge inni festosi alziam! Gloria! Gloria! Gloria al Re! Gloria! Inni alziam, ecc!

Marcha triunfal de AidaLetra de Antonio Ghislanzonipara la ópera de G. Verdi

Hay veces en las que por una u otra razón, como problemas de seguridad (acor-darse de los días de la primavera árabe de 2011 y las subsiguientes revueltas y contrarrevueltas, con episodios como el derribo del avión ruso con más de 200 pasajeros), falta de presupuesto, precariedad de salud, etc., no se puede ir al lugar deseado. Entonces el viajero puede poner en marcha otras alternativas, como so-ñar, leer libros de egiptología o reportajes del sitio al que gustaría ir (como los 4 magníficos y reales sobre Egipto publicados por J.L. Guendy en esta revista1). También se puede verlo en vídeos, ir a un museo (exceptuando el mejor que es el de El Cairo, quedan Londres, París, Berlín y en Lisboa el de la Fundación Gulben-kian), o... ¡ir a una exposición al respecto! Lo más frecuente suele ser lo contrario: visitar una exposición sobre un sitio puede incitar a realizar luego el viaje a ese sitio.

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La última opción ha sido la del paseante que esto escribe, que ha tenido varios intentos fallidos para ir físicamente a la tierra de los faraones. Por supuesto que las visitas a esta exposición han reforzado sus ganas de ir realmente a Egipto, lo que realizará en cuanto se le presente la ocasión y se tranquilice la zona, fundamental-mente porque, aunque estén muy bien reproducidas las piezas, les falta el olor del lugar, algo irreemplazable de momento.

En Sevilla se ha instalado desde hace ya unos meses una curiosa exposición, “Ramsés, rey de reyes”, compuesta por copias de obras de la época de Ramsés II rea-lizadas muy fidedignamente por el artesano egipcio Hany Mostafa, al que le ayuda su colaborador Amr Gaber, como coorganizador de la exposición.

La exposición tiene carácter itinerante y larga duración, pues su organización corre a cargo de ellos dos, teniendo que pagar los costes del local, mantenimiento y transporte. La entrada cuesta 7 euros por término medio. Por las mismas ra-zones económicas el espacio es reducido, lo que dificulta, por superposición, las fotografías tomadas. Sin embargo el entorno es monumental: nada menos que el Pabellón de la Navegación, de la pasada Exposición Universal del 92, que se conserva tal cual espléndidamente, entre el río Guadalquivir y la flamante Torre Pelli, recién terminada.

En el mundo hay muchos museos de copias, generalmente por razones docentes: Así, durante la II República Española, los jóvenes de las Misiones Pe-dagógicas (de la Institución Libre de Enseñanza) llevaban en un camión, por los pueblos de España, las copias del Museo del Prado; no eran las pinturas originales, pero sirvieron para que muchas gentes conocieran por primera vez estas obras. El paseante vio un museo en Bilbao, en el pasado verano del 15, cuando iba de ruta por la ciudad recorriendo sus vidrieras, pues en ese museo de copias de esculturas clásicas, había también hermosos ejemplares de estos cristales coloreados y pinta-dos, formando parte de la estructura del edificio. En noviembre del mismo año, se inauguró en Sevilla una exposición fotográfica sobre las copias, y así podríamos seguir con un largo etcétera.

Y es que el mundo de la copia tiene toda una filosofía a sus espaldas y natural-mente no estoy hablando de copias fraudulentas que pretendan hacerse pasar por el original. Así, el Museo de Arte de Karlsruhe (Alemania) plantea una curiosa pregunta: ¿Qué se considera hoy día original? ¿Puede una copia tener el mismo valor? Los comisarios de la exposición abogan por una nueva visión del concepto de “copia” 2. Y en la Galería de Arte del Palacio Municipal de Puebla (México) se

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dice:…”pensar en que el arte no deja de ser copia de una copia es una manera de situarse en una perspectiva histórica o temática” 3. Todo esto viene a intentar ha-cer ver que el mundo de la copia puede tener sus razones para existir dignamente.

Para el paseante, el Egipto de Ramsés II es la apoteosis de esta civiliza-ción que extendió sus dominios en todo el oriente medio: desde Libia por occiden-te a Siria por oriente, inclusives. Una civilización que comienza entre 3.000 y 5.500 años antes de Cristo (aunque cada vez parece concretarse más al tercer milenio “solamente”) en cuyo seno situamos a Ramsés II, que reinó de 1.279 a 1.213 a.C., es decir nada menos que 66 años4, llegando a vivir cerca de 90 años.

Perteneciente a la XIX dinastía5, fue un rey guerrero. Su carrera empezó pron-to: a los 14 años fue nombrado corregente, al poco controlaba buena parte del ejército y a los 20 años heredó el trono. Recuperó los territorios perdidos de Siria librando la gran batalla de Qadesh contra los hititas. Acalló revueltas en Canaá, intervino en Nubia y Libia, y ganó la importante batalla naval del Delta del Nilo a los piratas.

A pesar de los dispendios que cuestan las guerras, durante su reinado Egipto disfrutó su época de mayor esplendor. La prosperidad económica favoreció el de-sarrollo de las artes, las letras, las ciencias y la realización de grandes construc-ciones. Estas grandes obras fueron en muchas ocasiones nuevas, pero también re-formó y agrandó otras ya existentes y dotó a todas de abundantes estatuas. La que quizás fuese más importante y permitió establecer unas nuevas condiciones en la política egipcia fue la edificación de la nueva capital, en el norte, construida sobre la ciudad de los hicsos, Avaris, que fue nombrada como la “La ciudad de Ramsés”.

Vivió indiferente al pueblo, manteniéndolo en una pobreza relativa, aunque en comparación con otros países del entorno sus gentes podían sentirse afortunadas dada la prosperidad del país. Favoreció el enriquecimiento de las clases altas y también tuvo fama de mujeriego (más de 200 esposas e innumerables hijos), mega-lómano, déspota y tirano cruel.

Murió con cerca de noventa años y fue enterrado en el Valle de los Reyes, en tumba edificada por él, el “Ramesseum”. Su momia, descubierta en 1881, muestra un hombre viejo, muy alto, con la cara alargada y una nariz prominente. Fue el último gran faraón hasta tal punto que su momia, que reposa actualmente en el museo de El Cairo, cuando viajó a París en 1976, fue recibida con honores milita-res reservados a grandes jefes de estado.

Su figura ha sido utilizada en múltiples obras literarias y en películas famosas como “Los diez mandamientos” (1956, aunque según la egiptología más ortodoxa

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el faraón que coincidió con Moisés y José no fue Ramsés si no su hijo y sucesor Merenptah), “Faraón” (1966), “El príncipe de Egipto” (1998) o “Exodus”.

La pieza más importante de la exposición es quizás el Templo de Abú Sim-bel dedicado al faraón. Es una pieza hecha en madera y fibra de vidrio a escala reducida (1/5,5) que al autor le costó cinco años de trabajo y más de cien visitas al templo original6. En el enclave arqueológico de Abú Simbel además de este templo, dedicado a sí mismo por quien ordenó su construcción, Ramsés II, está el que éste dedicó a su esposa favorita, la reina Nefertari, del que el artesano Mostafa ha reproducido a escala su fachada y que también se expone en la muestra. Ambos se edificaron en el siglo XIII a.C. Tras la desaparición de la civilización de los faraones, estos templos quedaron enterrados en arena, lo que los preservó, y en el siglo XIX de nuestra era fueron descubiertos por el explorador suizo Burckhardt. Posteriormente, en el s. XX, con motivo de la construcción de la presa de Asuán en el Nilo fue necesario transportarlos unos cuantos centenares de metros más arriba para evitar su inundación.

La exposición comienza con la fachada del templo y sus cuatro estatuas, que representan a Ramsés II. Al igual que en el original, una de ellas está partida por la mitad (como consecuencia de un terremoto). Miden seis metros de alto (las ori-ginales 33). Entrando por esta fachada pasaremos por tres salas consecutivas. La primera dedicada a lo terrenal, con nuevas estatuas de Ramsés II de características divinas; en la pared hay bajorrelieves dedicados a la batalla de Qadesh y otros mo-tivos. La segunda sala está dedicada a lo divino, y la última es el Santuario, que en el original tiene la peculiaridad de que en dos días del año, cada seis meses, al pe-netrar los rayos solares hasta el Santuario del fondo iluminan las caras de Amón, Ra y Ramsés II (que también se consideraba como un dios), quedando sólo la cara del dios Ptah en la sombra, pues era el “Dios de la oscuridad”.

Luego se entra en una gran sala en la que está el resto de la muestra, incluida la gran fachada de 6 metros de alto por 14 de ancho del templo de Nefertari. Los muchos elementos de exposición, más de sesenta piezas, se exponen en un redu-cido espacio, lo que los desluce un tanto. La componen (además de los templos) naves reales, estatuas (de Ramsés, de su esposa, otras varias), mobiliario, joyería y diversos utensilios (como el vaso canopo para guardar las vísceras en los prepara-tivos de la momificación) que pueden observar en las fotografías.

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1. J.L. Guendy. http://moldeandolaluz.com/profiles/blogs/luz-y-tinta-no-19-20-21-24.

2. http://www.dw.com/es/el-arte-de-la-copia3. http://exposicionesimacp.com/exposiciones/2014/lacopia/4. Historia Universal, tomo 2, Ed. Salvat y El País. Madrid 2004.5. https://es.wikipedia.org/wiki/Rams%C3%A9s_II6. M. Sánchez Mellado, en http://www.periodismodeviajes.org/2014/02/28/

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Sin diferencias por Ricardo González “Completu”

¿Cuánto me cobras por hacerme el reportaje fotográfico de mi hijo, para un evento que tiene el mes que viene? Esta es la pregunta que se hace siempre y, una vez contestada en números de €, empieza el regateo, como si fuéramos fotógrafos de mercadillo ambulante.

Y a continuación: ¿Tienes estudio? No, porque me sale más barato alquilar que poseer, pero ¿por qué no miras primero mis fotografías y luego lo valoras? Te enseño mis trabajos y después decides.

Estas son las conversaciones más normales del mundo en el que nos rodeamos. Luego se puede o no llegar a un acuerdo.

En el mes de mayo, empieza el ritual católico de la Primera Comunión.Nuestros padres hicieron esta comunión al igual que todos sus compañeros,

con las manos unidas y los dedos hacia arriba y los pulgares a la altura de la boca; pero lo más inquietante es que nosotros y nuestro hijos, también tuvimos la misma estampa. Si vemos una foto de nuestro compañero y edad de escuela, es idéntica a la nuestra. Quiero decir que, si pusiéramos las tres fotos en blanco y negro y envejecidas, no sabríamos quién es el padre, el hijo y el espíritu santo, porque en la fotografía son iguales.

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Hace ochenta años, el que podía hacerse una foto sería con algún icono católico de fondo y el chaval delante. Hace cincuenta años, esto era así por imposición. El niño sentado y la niña de rodillas o de pie. Hace treinta años era así, porque no reconocíamos otras formas de fotografía, más que la del telón de fondo con la copa sagrada y el niño delante, arrodillado y las manos pegadas cerca de la boca.

Ahora se puede cambiar y tener alguna foto especial, de ese día festivo y que representa para el pequeño de la casa, algo mas que ser el anfitrión de la fiesta.

Pero sigue habiendo padres, que quieren foto de estudio, con fondo religioso, y la silla, el jarrón y el crucifijo.

Por favor, papás, dejemos a los niños/as disfrutar de la fiesta. No los sentemos en un estudio delante de dos focos, después del sufrimiento de la mamá y la abuela repeinando durante dos horas, sacudiendo constantemente el traje, y los aterra-dores pensamientos de “ me falta el pañuelo, la doblez del pantalón, la pulsera, el librito, súbete la manga y que se vea el reloj…”

Los pequeños son muy inquietos y necesitan expansión y que sean ellos mis-mos, no imponérselo porque nos creamos que lo sabemos todo. En las bodas, como ya somos “mayores”, ya nosotros decidimos para nosotros mismos lo que quere-mos y no pedimos consejo ni al padre, ni a la madre, ni al perrito que nos ladre. Y menos a los abuelos o a las suegras.

Somos tan felices que nos atrevemos a meternos en el agua de la playa y rebo-zarnos abrazados a nuestra pareja, mientras nos hacen fotos.

Pero, ¿cuál es la diferencia entre la fiesta de la comunión y una boda?El fotógrafo tiene un papel muy importante en todos estos asuntos. Otra cosa

es que se diga, ponte aquí, mira para la cámara, levanta un poco más la vista, zas, fogonazo, y ven mañana a por las fotos” Y lo cojonudo de esto es que pagamos, y nos vamos todos felices y diciéndole al muchacho “ya verás qué guapo has salido”.

Desde luego que no tengo nada en contra de los estudios, porque yo también los uso y son muy recurrentes. En algunos eventos he coincidido con la estilista y maquilladora de novias, aparte de caracterizaciones de cine y publicidad. En esto último es donde conocí a Tania Rico, a la que hice algunas fotos promocionales en su salón de belleza en Gijón y entre otras fotos, a sus particulares detalles de bodas y otros eventos.

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Quedan muy bonitos los detalles de unas botellas con arenas de colores di-ferentes y mezclarlos en una central, como símbolos de “algo de mi, algo de ti y todo en unión en otra botella”. Los anillos entrelazados en un corazón. En nuestra fiesta, nos tenemos que atrever a todo y olvidar el qué dirán los de afuera.

Como por ejemplo el saquito personalizado, atado a la muñeca de la novia, donde se puede leer “Aquí llevo mi ropa interior”. Pero que cuando miras a tu alre-dedor, también ves los saquitos a la hermana, a la madre, a una amiga, a la abuela y a unos amigos del novio mirando las arrugas de las faldas por la parte de atrás, a ver si no hay marcas y rayas de interiores.

En este sector es todo un mundo de imaginación que Tania pudo mostrar y yo hacerle las fotos pertinentes y mejorar mis ideas de reportajes.

Podría poner infinidad de fotos que afirman mi teoría, pero de algunas no ten-go la autorización y otras han pasado tiempo y no sé si están divorciados o como contactar con ellos. Por lo tanto, no pregunto y no pongo.

Ya comenté en otro número de Luz y TinTaque en una boda los novios querían hacer unas fotos en un lavadero antiguo, con goteras, sin luz y, que además si llovía habría barro antes de entrar y al salir, con todo el resto de inconveniente de las caídas de novios y mirones. Unos días antes hablé con unos parapentistas que se ofrecieron muy gustosamente a servir de fondo fotográfico para la boda y que los novios no sabían de esta experiencia. Todos quedamos contentos con el reportaje, pero imperó el dominio del fotógrafo.

Hoy día si queremos podemos cambiar el fondo en una foto de exterior pero, hoy no se trata de eso; pero podemos hacerlo habiendo leído el resto de los artícu-los de nuestra Revista.

En mi reportaje de la comunión simplemente le dejé al padre del chaval una de mis cámaras (porque llevo varias en cada reportaje), comentándole que disparara a lo que se le ocurriera, con los previos ajustes hechos por mi, y para ese momento. Yo también quería ver esos momentos desde fuera.

En mi trozo de Luz y Tinta, no se trata de ser el mejor, sino el que mejor se lo pasa y si no, estoy confundido de sitio.

Ahora con las nuevas tecnologías, todos somos fotógrafos y ya había dicho que he visto reportajes de bodas con móviles telefónicos. Pienso que a veces no haría falta hacer montaje fotográfico si acondicionamos previamente el ambiente que luego se va crear.

Hacernos amigos de las personas a fotografiar, que sepan como somos, que no somos serios para nada y que lo que hacemos lo hacemos porque nos gusta y sin pensar en el dinero y que el amor a la fotografía está por encima del reportaje. Solo así conseguiremos hacer buenos y mejores reportajes exclusivos y seguros.

Claro que este reportaje ha llevado edición, pero que lo que se hizo, cualquiera que haya leído estas revistas anteriores lo podría hacer también, perfectamente.

Es difícil hacerse con los consentimientos de los padres, para publicar fotos de menores y más si salen publicadas antes del evento familiar. Pero en esta ocasión, han dado los permisos y lo aprovecho, para compartirlo en nuestra Revista.

Como podemos ver, la fiesta de la Comunión, empezó con la fotografía y ade-más de un día inolvidable para el chaval y su familia, también lo fue para mí.

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FoTógraFos Húngaros ConTemporáneos. ii

Ferenc Badacsonyipor Ilona Gogh

La historia del arte fotográfico húngaro se remonta a siglos atrás, siendo inter-nacionalmente reconocidos los nombres de sus máximos exponentes como Bras-sai, Robert Capa, Andrè Kertész, para nombrar solo los más conocidos entre los cientos de la lista, cuyo trabajo y estilo aún hoy son seguidos por muchos.

Sin embargo, en estas últimas décadas se ha ido cambiando mucho alrededor de la fotografía, y muchas cosas incluso dentro de la misma fotografía. El cambio de la técnica analógica a la digital —la naturaleza radical en la realización y pre-sentación— resultó ser no tan solo un cambio técnico, tal vez conlleve toda una nueva interpretación del medio.

Badacsonyi Ferenc es un ejemplo de esa nueva generación cultivada en los más altos niveles.

Nació en 1971 en Budapest. Su amor el arte envolvió toda su vida, mas llegó a la fotografía —según su propia confesión—, por un camino enrollado. Obtuvo

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varios diplomas universitarios de Historia y Estética, la música tampoco le fue ajena, tomando parte en grupos musicales con instrumentos de percusión y gui

tarra, y aprendió pintura de forma autodidacta siguiendo los estilos impresio-nista y expresionista en óleo.

A partir de los años 2000 le dedicaba cada vez más atención a las fotografía, hasta que le ganó terreno a la pintura y terminó por completo a dedicarse a ella.

Terminó varios cursos de fotografía artística contemporánea con Maestros de renombre, como Tamás Imre, János Eifert, Katalin Baricz e István Géza Molnár. Siguió sus estudios para conocer las tendencias neovanguardistas, y por supuesto aprendió a dominar tanto la técnica analógica como la digital, obteniendo final-mente bajo la dirección de Imre Drégely su diploma de fotógrafo.

En sus inicios solo realizaba fotos en blanco y negro, composiciones abstrac-tas; más tarde fotos documentales de forma autónoma, llegando a realizar en la actualidad cada vez con mayor frecuencia también fotografías conceptuales con-temporáneas en colores.

Sus fotografías se caracterizan por la fuerza, el énfasis de la composición y su tema principal aparece sistemáticamente dentro del medio compositivo, siendo capaz con esta visión, de elevar a un nivel artístico hasta sus imágenes de reporta-je autónomas. Según sus propias palabras, le agrada encontrar y reflejar aquellos momentos, formas, composiciones convencionales que componen una imagen úni-ca en un momento dado, y sin embargo la mayoría de la gente en su vorágine de ida y vuelta pasa a su lado sin percatarse de ello.

En sus imágenes atraen la atención con frecuencia las formas geométricas, cuyas líneas aparentemente sencillas poseen un significado mucho más complejo por su inmutabilidad, su regularidad y atemporalidad.

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Ferenc Badacsonyi cumple funciones en el Ministerio de Educación, siendo representante gubernamental, y su actividad fotográfica lo ejerce meramente por placer durante su tiempo libre.

Sus fotos han sido seleccionadas y expuestas en varias ocasiones por diferen-tes organizaciones fotográficas, y galardonadas como Fotógrafo del Año en 2012, 2013, 2014 y 2015.

Cuando lean estas líneas ya estará abierto en el Museo de Artes de Budapest, del 23 de abril al 26 de junio el Salón Nacional 2016 – Cuadros y pixeles, Arte Foto-gráfico y más, donde igualmente han sido seleccionados para exponer trabajos de Ferenc Badacsonyi.

http://www.mucsarnok.hu/exhibitions/index.php

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Levi van VeluwSeguimos con los trabajos de los diferentes autores en relación con el cuerpo

humano. Este mes se trata del fotógrafo holandés Levi van Veluw, que ha reinven-tado el autorretrato. Mientras otros ven el rostro como la imagen, él lo ve como un lienzo o como un marco sobre el que montar materiales y objetos, El archivo fotográfico de cada uno de los trabajos, fotografiado por el mismo Levi, es una parte integral del proceso.

Normalmente, la cabeza que aparece en los retratos de Levi suele ser la suya, le pone capas de moqueta, grava, bloques de madera, musgo e incluso vacas en miniatura, aplicando estos materiales a nuevos contextos y, al hacerlo, plantea preguntas sobre las cualidades de la vida diaria. En su serie “Material Transfer” (Transferencia de materiales), Levi completó tres retratos en veinticuatro horas: uno de su cabeza cubierta de moqueta barata gris, otro con piedras y el tercero con trozos de madera. La serie revela una preocupación por la materialidad, los patrones y las texturas, “El trabajo que se ve no es un retrato”, explica Levi, “sino una imagen rica en información de color, forma, textura y contenidos”. En “Lands-capes” (Paisajes), Levi reinterpreta de forma radical la pintura tradicional de pai-sajes. Utiliza hierba, árboles, riachuelos y animales. Levantándolos de su lienzo bidimensional para transportarlos a otro tridimensional: el contorno de su cabeza, Levi estaba “en el paisaje”, literalmente. Según el artista, en gran parte, el proceso trata del control: “Tomar el control de su medio y, por tanto, el control de la vida”.

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Ionut CarasEs uno de nuestros moldeadores de la luz que hacen que el retoque digital

valga la pena. Caras Ionut –a quien en Moldeando la luz conocemos como Ionut Caras– nació

en Rumanía a finales de los años 70 y se dedica actualmente a la fotografía. Es amante de las cosas que suceden a su alrededor por lo que siempre tiene una cámara para capturar momentos, para luego convertirlos en sueños en imágenes positivas de todo lo que se desea.

Su trabajo, dicho por él mismo, está inspirado por la pasión que adquirió por el clima frío y sus colores. Ionut utiliza también el tema de los sueños como algo recurrente con sus dos polos, el positivo o bueno y el oscuro o misterioso. Sus imá-genes son por lo general fantásticas, mostrando lados humanos bastante poéticos.

Caras Ionut, artista y fotógrafo rumano, ha creado una maravillosa serie de imágenes surrealistas que inspiran recuerdos y fantasías oníricas. Su uso de imágenes naturales, colores suaves y efectos atmosféricos nebulosos nos ayuda a imaginar que estamos recordando vaga-mente o incluso experimentando el sueño de alguien. Sueños, imágenes, creaciones de reco-nocimiento mundial en el mundo de la fotografía creativa que a partir de este mes compartirá con todos nosotros en Luz y TinTa. Vaya por delante nuestro agradecimiento y felicitación.

A partir del próximo mes, sus imágnes llevarán el comentario de alguien que subraye su dimensión artística. De momento, nuestro director está buscando quien se ocupe de esta noble tarea.

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Entrevista con Jorge Alonso Molina

En el número anterior de Luz y Tinta publicábamos una semblanza de Jorge Alonso Molina a ravés de la cual se explicitaba una relación apa-sionada con la fotografía. Anunciábamos entonces, y publicamos ahora, una entrevista con el propio Jorge Alonso. Sus palabras iluminan su obra y ofrecen las suficientes sugerencias como para iniciar una reflexión profunda sobre la fotografía y lo que realmente significa en manos de un artista.

¿Cómo llegaste al mundo de la fotografía?

El descubrimiento de la fotografía para mi llegó de la mano de uno de mis me-jores amigos, Ramón Sariego, en aquella época trabajaba en el estudio de su sue-gro, el fotógrafo profesional Ángel Criado padre de mi querida amiga Ana Criado. Fue en aquellos años 70 y de la mano de ambos donde tuve mi primer contacto con la imagen fotográfica. Pero Ramón Sariego sería determinante en mi desarrollo profesional con el mundo de la imagen, a él le debo tanto mis primeros pasos como

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los conocimientos técnicos en una época de un hermetismo total, cuando el lab-oratorio de un profesional estaba lleno de secretos, como auténticos alquimistas.

¿Cuáles y cómo fueron tus primeras fotos?

Mis primeras fotografías fueron algunos paisajes, sobre todo porque en ese tiempo practicaba la escalada y las excursiones a la montaña eran habituales. Se trataba de imágenes realizadas en los Picos de Europa, paisajes impresionantes a los cuales casi nunca hacía justicia, pasarían muchas horas de estudio y trabajo hasta poder conseguir resultados lo suficientemente satisfactorios, aunque debo confesar que nunca fue un tema, el de el paisaje, que me entusiasmara.

¿Con qué equipo fotográfico y artístico trabajas?

Mi equipo es el suficiente, si digo que me da igual el tipo o la marca de la cámara, aquellos que no me conozcan pensarán cualquier cosa sobre mí, pero la realidad es esa, desde hace tiempo entendí que las imágenes no dependen tanto del equipo que pueda tener como de mi propia intención e imaginación, así pues desde mi vieja Mamiya 330 pasando por la moderna 5D o los rotuladores carboncillo, acuarela o cualquier cosa con la que pueda realizar un dibujo me sirve. La cámara fotográfica no es más que la evolución del propio pincel, se trata de un pincel tan sofisticado que los grandes Maestros del Renacimiento no habrían imaginado.

¿Qué interacción estableces con esteequipo fotográfico?

La interacción que establezco con mi equipo y mis herramientas de trabajo es una relación abierta y de un intercambio continuo, diría yo, es casi humana aunque esto pueda sonar extraño, puedo enamorarme de una cámara, un lápiz, ciertos so-portes o papeles y establecer una relación de aprendizaje tan íntima e intensa que es prácticamente humana.

¿Cómo y con qué complementas tus tomas fotográficas?

Mis imágenes nacen para ser observadas sobre soportes como la madera o los papeles de grabado, soportes con peso, contundentes, para poder habitarlos, utilizar los sentidos, olerlos, verlos y tocarlos, el carácter que un soporte deter-minado confiere a una imagen es la emoción que me hace vibrar, las pantallas son importantísimas en cuanto a la difusión de las obras y es uno de los avances más importantes en esta era, pero reconozco que el lienzo en el bastidor es una de las cosas mas apasionantes que le pueda ocurrir a nuestro trabajo.

Como Luz y Tinta es una revista digital debo preguntar por el papel de la informática en la actual fotografía.

Las nuevas tecnologías y como éstas han influido en el mundo de las artes, especialmente en el desarrollo de la técnica fotográfica ha sido espectacular, so-bre todo para alguien como es mi caso que vengo del mundo de la química, la informática, lo digital y esa increíble convivencia con los soportes analógicos es la manera como alcanza la madurez la imagen, y me gusta omitir fotográfica porque al final lo que comunica, cuenta, vive, perdura y emociona es la imagen, da igual que se trate de un dibujo, una pintura, un grabado, un carboncillo o una fotografía, algo que he aprendido en la era digital es que lo que realmente me interesa son las imágenes, imágenes que me sirven para contar historias, historias dormidas o

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historias que me emocionan y me da igual que me las cuentes en un dibujo o una foto, porque lo que realmente me emociona son esas imágenes que me regalas.

Y la última, la pregunta imposible: ¿qué es para tí la fotografía?

¿Qué es para mi la fotografía amigo Paco? Creo sin temor a equivocarme que este hecho es común entre tú, yo, y entre todos los amigos que habitan en ella. La fotografía se convierte en algo más que un medio de expresión artístico, es la ma-teria que prolonga la existencia del propio artista, y esa es la forma en que sientes y vives la imagen, un instante efímero marcado por la velocidad del obturador, un momento que te hace estremecer, que relata una forma de mirar, de entender mirar.

Al margen quedan los silencios,la soledad tendida,las manos frías,al margen la propia vida.

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“Movilizaciones Mi-neres” de Fernando

RodríguezFernando Rodríguez González, natural de Laviana, lleva más de media vida

alrededor de la fotografía. Se inició en los ochenta y después de varios talleres y cursos fundó en 1989, junto con un grupo de amigos la Asociación Juvenil de Fo-tografía “Contraluz”, consiguiendo montar un laboratorio y estudio desde donde se organizaron concursos, talleres, exposiciones, homenajes, charlas....

En 1996 comienza a trabajar en el diario La Nueva España, desarrollando su actividad en la edición de Las Cuencas, además de colaborar en otros periódicos de carácter local y nacional, revistas y proyectos editoriales diversos.

Forma parte de la Asociación Profesional de Fotoperiodistas Asturianos y de la Asociación Fotográfica Asturias a Contraluz. A lo largo de su vida, ha partici-pado en una larga lista de cursos y talleres, de exposiciones y proyectos solidarios y también ha recibido varios premios.

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La Exposición “Movilizaciones Mineres” se realizó para participar en las Jornadas “Octubre Rojo” organizadas por IU de Palma del Rio (Córdoba) donde acompañaba la charla de Lisardo Suárez sobre el mismo tema y el corto “Al llau del pozu”, de Marino Franco. Se trata de 26 imágenes que en su mayoría están fechadas en el 2012, y recogen lo vivido en esos momentos: huelgas, encierros, enfrentamientos, manifestaciones, la marcha negra…, incluyendo también alguna foto de las movilizaciones que se realizarón durante las negociaciones del plan de la minería 2006-2012 y, como epílogo, la gran manifestación en defensa del sector, que tuvo lugar en Langreo en 2014.

Una vez vuelta a Asturias la exposición empezó a rodar por distintos luga-res, como la sede de la Asociación Cultural Valle de Lantero, en San Martín del Rey Aurelio, El hospital Valle del Nalón en Langreo, el Centro Cultural Valley de Castrillón, La Casa de Cultura de Riaño, en Langreo, el Ateneo de Turón, en Mieres, el Cafe de Macondo en Gijón y el CIDAN de Laviana… y tiene previstos nuevos destinos. Todas estas exposiciones han sido subrayadas por el éxito más indiscutible.

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EXPOSICIÓN MOVILIZACIONES

MINERAS

01- Auditorio, Palma del Río, Córdoba. Del 12 al 16 de octubre de 2015. Organizada por IU-PCE de Palma del Río dentro de las jornadas “Octubre Rojo”.

02- Centro Social de Lantero, Lantero, SMRA. Del 26 de noviembre al 8 de diciembre de 2015. Organizada por la Asociación Cultural Valle de Lantero y Ayuntamiento de San Martín.

03- Hospital Valle del Nalón, Riaño, Langreo. Del 15 de diciembre de 2015 al 8 de enero de 2016. Organi-zada por Gerencia del Area VIII de Sanidad y Servicio de atención al usuario.

04- Centro Cultural Valey, Piedras Blancas, Castrillón. Del 11 al 26 de enero de 2016. Organizada por IU de Castrillón.

05- Casa de Cultura de Riaño, Riaño, Langreo. Del 1 al 19 de febrero de 2016. Organizada por Asociación de Vecinos de Riaño y Ayuntamiento de Langreo.

06- Ateneo Obrero de Turón, La Veguina, Mieres. Del 20 de febrero al 4 de marzo. Organizada por Ayun-tamiento de Mieres.

07- Café de Macondo, La Calzada, Gijón. Del 5 al 15 de marzo. Organizada por Cafe de Macondo08- CIDAN, Pola de Laviana, Laviana. Del 16 de marzo al 1 de abril de 2016. Organizada por Ayuntamiento

de Laviana.09- Casa de Cultura Pozu Entrego, El Entrego, SMRA. Del 6 al 29 de abril. Organizada por Izquierda Unida

de San Martín.10-Escuelas Dorado, Sama, Langreo. Del 4 al 20 de mayo. Organizada por el Ayuntamiento de Langreo.11-Sede de CCOO del Nalón, La Felguera, Langreo. Desde el 25 de mayo al 3 de junio. Media exposición (13

fotos). Organizada por CCOO Nalón12- Cafe Chafariz, Gijón. Desde el 25 de mayo hasta 15 de junio. Media exposición (13 fotos). Organizada

por Ateneo Obrero de Gijón.13-Centro de Creación Escenica Carlos Alvarez-Novoa, La Felguera, Langreo. Desde el 1 al 31 de octubre.

Organizada por teatro Kumen.

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La Costa BravaUna mezcla de culturas

por María Esther Rodríguez

La Costa Brava se extiende, a lo largo de 214 Km, por el Mar Mediterráneo en la provincia de Gerona, que pertenece a la Comunidad autónoma de Cataluña en España.

La zona geográfica que ahora conocemos como Costa Brava, ha sido, desde hace siglos, una zona de paso y asentamiento para numerosos pueblos y culturas, y la gran cantidad de restos históricos de la zona son un excelente testimonio de este hecho.

Los primeros vestigios de actividad que nos encontramos pertenecen a los pobladores del Paleolítico. Muchos milenios después, desde los griegos, fenicios, cartagineses, romanos, etc... Otros pueblos lucharon por conquistar esta zona para poder a someter La Península Ibérica (Hispania). Estos pueblos que, en su día dominaron el mundo conocido por siglos, al mismo tiempo que luchaban para conquistar la deseada península, también dejaban sus conocimientos y por eso esta costa, es un lugar excepcional para conocer el pasado de estas civilizaciones: sus costumbres, sus construcciones y su cultura.

El nombre, parece que se lo dieron los marineros y también los agricultores que trabajaban en la tierra adentro, por los abruptos y escarpados acantilados que penetran en el mar y muchas de estas localidades, de la región costera, eran pequeños pueblos de pescadores de casas encaladas y estrechas callejuelas llenas de encanto con sus playas y sus pequeñas calas de arena dorada.

Hoy en día, ya está todo muy estudiado y documentado pero, si se van a visitar estos pueblos de La Costa Brava, con curiosidad y sin perjuicios, para conocer di-chas culturas, se pueden ver las huellas que aquellas civilizaciones dejaron en esta costa privilegiada de España.

La Costa Brava comienza en el precioso pueblo de Blanes y en una roca que se llama Sa Palomera y termina en Portbou en la frontera francesa.

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Entre estos dos puntos, podemos encontrar pueblos preciosos llenos de encanto con callejuelas estrechas, plazas en donde se baila la sardana los domingos, pequeños torreones, escalinatas que llegan hasta el mar, playas y calitas privadas, castillos u otras construcciones; todas estas cosas justifican una visita con tiempo a estas costas. Blanes, donde comienza La Costa Brava, es el pueblo más grande de esta costa y es muy conocido el campeonato de fuegos artificiales que se celebra en el mes de Agosto, considerado uno de los más importantes de Europa; realmente es un es-pectáculo de una gran belleza. Y también tiene dos magníficos jardines botánicos de una gran hermosura: el llamado Marimurtra es uno de los jardines botánicos más importantes y bonitos de Europa y ha sido declarado Bien Cultural de interés nacional por la gran cantidad de especies de plantas que posee. Son 4.000 hectá-reas las que se pueden visitar, con 3.000 especies de plantas de clima mediterráneo. Marimurtra es un jardín que creó un alemán llamado Carl Faust, a mediados del siglo pasado, y que era un hombre muy apasionado, generoso y muy amante de la naturaleza y quiso dejar en Blanes, un lugar para la ciencia y el ocio del prójimo.

Además de este pueblo, que casi es una pequeña ciudad, con todos los servicios importantes para vivir, podemos visitar muchos otros pueblos bellísimos como LLoret de Mar y sus jardines de Santa Clotilde, Tossa de Mar con su castillo medieval al que hay que subir para disfrutar de unas vistas admirables, Calella de Palafrugell, Ampurias con las ruinas griegas más importantes de España, en el Golfo de Rosas.

Portlligat en Cadaqués, donde Salvador Dalí vivió durante muchos años. Hay que visitar el Museo de Portlligat, el Museo de Figueras y el Castillo de Púbol, si queremos conocer un poco mejor a este gran pintor catalán, padre del surrealismo, conocido mundialmente y que es patrimonio nuestro.

Bagur, Pals, San Feliu de Gíxols, Selva, Pal etc…No los voy a nombrar todos, porque son muchas poblaciones las que hay en esta costa catalana y, en todos ellas, hay algo interesante por descubrir.

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Escultura de una sardana, símbolo del folklore catalán.

Abajo, Castillo de Tossa de Mar

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A la derecha, la roca de Sa Palomera.Abajo, Blanes

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En varios de estos pueblos se cantan habaneras en sus playas e incluso hay concursos de estas canciones de ultramar traídas por los llamados indianos, que eran los hombres y mujeres que se iban a hacer fortuna al otro lado del Atlántico, sobre todo a Cuba, y volvían con dinero para construir bellas casas, unas cuantas semillas de palmeras y las habaneras. La habanera fue tan popular en la España del siglo XIX, que en muchas de las zarzuelas más famosas de nuestros composi-tores, siempre estuvo presente el cálido balanceo de una habanera.

Hoy en día, estos pueblos están invadidos por turistas que, en algunas oca-siones, no respetan esta cultura milenaria, y por las nuevas construcciones que producen un cambio geográfico indeseable y que en algunas universidades euro-peas se estudia como asignatura, llamada Geografía Humana. A pesar de todo esto, siempre merece la pena visitarlos para conocer su pasado, su cultura, su gastro-nomía, o para darse un baño en cualquiera de sus playas de arenas doradas y sus aguas cristalinas.

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Caravana de sueñospor Claudio Serrano

Nunca dejan de sorprenderme las fotos de Nadima, aun después de varios meses viendo docenas de fotos suyas y de sumergirme en su mundo, un mundo amplio, poliédrico, de variadas —casi se diría, infinitas— propuestas en las que combina la sugerencia del paisaje con el atrezzo general de sus ‘historias’ fotográ-ficas. Porque en realidad, estas series que viene publicando Luz y Tinta, y que me han concedido el honor de comentar, son historias en el sentido más puro, quizás cuentos fotografiados de los que lo único que se nos da son las imágenes. Por eso me sorprendo y cada mes me angustia más enfrentarme a ellas. Unas veces, porque no sé cómo y qué comentar y solo el auxilio de la poesía puede venir en mi ayuda. Otras, por todo lo contrario, son tantas las sugerencias, tantas las ideas que brotan en la visión de estas fotos que resulta difícil seleccionar una o un par de ellas para cubrir este folio que se me tiene asignado.

Este mes es de los últimos. Esta serie, que la propia Nadima titula “Caravan”, caravana, con todo lo que ello implica, remueve todos mis sentimientos, me lleva a un mundo de recuerdos y me enfrenta a varias contradicciones. La primera de ellas, es cultural. Cuando rememoro algún tipo de caravana, me llegan imágenes de las caravanas del desierto africano, con tuaregs a lomos de camello sorteando la arena abrasadora, o bien aquellas caravanas del Oeste americano con los indios acechando en todas las cañadas o los bandidos emboscados en todos los desfilade-ros. Nadima, sin embargo, en estas fotos nos presenta una caravana entre la nieve, sospecha uno que en las estepas siberianas que en su día recorriera Miguel Stro-goff y aquellos cosacos incansables. Con unas vestimentas, además, que recuerdan todas las imágenes que acumulan los recuerdos de pieles contra el frío, un frío que parece acentuarse en los ojos brillantes de las modelos.

Rebuscando en el desván de los poemas, encuentro unos versos de Guillermo Valencia que, aunque nacidos para otro entorno, definen la escena: “Dos lángui-dos camellos, de elásticas cervices,/ de verdes ojos claros y piel sedosa y rubia,/ los cuellos recogidos, hinchadas las narices...” Aunque, ya digo, en otro contexto:

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“Son hijos del Desierto: prestoles la palmera/ un largo cuello móvil que sus vai-venes finge...”

Aunque quizás lo que recuerdan estas imágenes de Nadima son aquellos ver-sos, inolvidables, de don Antonio Machado, al que tantas veces cito y tantas más citaré, pues son versos son un resumen de la vida, en este caso de estas caravanas que se enfrentan al camino con la resignación del que busca tras la aurora un nue-vo día y tras los desmontes un mundo nuevo: “He andado muchos caminos,/ he abierto muchas veredas;/ he navegado en cien mares,/ y atracado en cien riberas./ En todas partes he visto/ caravanas de tristeza...” Y más adelante, rotundo:

Nunca, si llegan a un sitio, preguntan a dónde llegan. Cuando caminan, cabalgan a lomos de mula vieja,

y no conocen la prisa ni aun en los días de fiesta. Donde hay vino, beben vino; donde no hay vino, agua fresca.

Son buenas gentes que viven, laboran, pasan y sueñan, y en un día como tantos, descansan bajo la tierra.

Aunque quizás estas modelos de Nadima no nos transmiten esta tristeza que traslada el poeta, sino tal vez un gesto de esperanza, como si se asomaran al hori-zonte, como si pensaran en la recompensa del camino andado, del que queda por andar y de la esperanza del retorno y el reencuentro con lo que están a punto de dejar: Son buenas gentes que viven, laboran, pasan y sueñan...

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Manda tus preguntas a:[email protected]

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Este mes traemos algunas preguntas sobre la marcha… y de distinto signo.

P. ¿Crees que siempre hay una foto por hacer, en cada situación o de cada persona?

R. Siempre hay una foto por hacer. Unas son más difíciles de encontrar que otras. Con frecuencia doy vueltas alrededor de un lugar, o miro a mi sujeto y digo “Mierda, mierda, mierda. Si aquí estuviera un magnifico fotógrafo, él encontraría la imagen magnifica. Pondría el sitio patas arriba y haría de esto, algo grande. To no puedo encontrarla- ¿Dónde está? ¿Desde qué ángulo? ¿Con que luz? ¡Mierda¡”

Algunas veces terminaré de disparar sin haberla encontrado todavía y esto me fastidia. Me iré a la cama esa noche y volveré al sitio otra vez tratando de encon-trarla en mi mente. Esto me estimula a ser un mejor fotógrafo sabiendo que algún otro puede meterse allí y darme una patada en el culo.

Siempre hay una buena foto por hacer. Siempre. Tiene que ser. No me preocupa cuán aburrida, gorda, fea, estúpida, mala o grosera una persona o un lugar puedan ser, siempre hay por hacer una foto interesante.

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P. Tengo un espacio pequeño de 2 metros y medio de alto por dos metros de ancho en mi casa que me gustaría usar como un pequeño estudio de retratos. ¿Es este espacio sufi-ciente para utilizar algunos fondos blancos? ¿Cuál sería la mejor manera de resolver esto?

R. No. Si pruebas, vas a soltar un montón de groserías y maldiciones. Puede que consigas ajustados primeros planos, pero la amplitud completa va a ser una pesadilla. En dos metros de ancho y dos metros y medio de alto en el techo, vas a tener momentos difíciles para controlar la difusión de la luz por todos los sitios, a menos que pintes el techo y las paredes de gris oscuro o negro. Es como si estuvieras disparando dentro de un panel difusor.

6x6m con 3 metros y medio de techo, es más o menos el área más pequeña con la que yo haría un trabajo con fondo blanco.

Puede hacerse con menos. Es mucho más que un dolor en el culo, a medida que los metros cuadrados encogen y el techo se cae.

Sin embargo tu mejor apuesta es ir adelante…y probar. ¡Es tu casa¡ Tu estas ahí todo el día. Yo no estoy allí. Coge una persona. Presenta tus luces. Dale la oportunidad. Descubrirás que puedes lograrlo, es mucho mejor hacerlo que pensar en hacerlo.

Hay ciertas cosas en la fotografía que exigen el correcto equipo o el correcto espacio para lograrlo. Puedes hackear todo a la vez, o encadenar obscenidades por horas mientras intentas hacer algo. Algunas veces te acercarás mucho. Algunas veces lo lograrás. Sin embargo, muchas veces tendrás que imaginarte cómo dispa-rar algo que sea diferente. Te dices, “Me gustaría disparar a toda la longitud con fondos blancos aquí, pero no puedo. Tengo que resolver algo más”.

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P. ¿Cuál es tu filosofía cuando compras un equipo? ¿Ahorras y compras lo mejor de una vez, o compras ahora lo que puedes y después ya compras algo mejor?

R. Gasta el dinero de una vez. Obtendrás lo que pagas. Confía en mí. Prefe-riría disparar durante un año con un objetivo sencillo f1.8 de 50mm de 150 euros, que añadir a mi bolsa un objetivo kit de mierda f4-5.6 de 200 euros. Preferiría tener un objetivo usado de f1.8 de 85mm que un objetivo barato con zoom f2.8 de Tokina/Tamron/Sigma. He tenido objetivos de fabricantes de terceros y, aunque sea una ganga, con el tiempo nunca alcanzan a sus equivalentes de fabricantes originales.

No compres equipos baratos. Ahorra dinero. No tienes que tener siempre lo mejor, espera a conseguir el 85mm f1.8 en vez de comprar cualquier objetivo bara-to. No tienes por qué tener el f1.2, lo tendrás cuando tengas experiencia.

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