lujo de pensar

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El lujo de pensar Aquel día rondaba en mí una duda de las muchas que tengo. Aparecían ante mis ojos calles, hospitales, escuelas, iglesias, bancos y masas de concreto que se extendían a lo largo de la costa de Guaymas. Todos aquellos objetos se conjuntaban para armar una interrogante que exigía la explicación de su procedencia. Esclarecer el origen de todos estos objetos, me parecía una buena forma de pasar las vacaciones de invierno y para tal labor era necesario material bibliográfico. Naturalmente reflexioné sobre los lugares a los que podría acudir para obtener información y me sorprendió la escases de mis opciones. Dos librerías y una biblioteca. A lo que mi pensamiento se detuvo para cuestionar algo que era de más evidente. ¿Cómo que dos librerías y una biblioteca para una población de casi doscientos mil habitantes? Indagar en unas ideas me habían llevado a otras más interesantes. ¿Cómo una ciudad puede excluir con tanta efectividad a la lectura? Y era tan efectiva la exclusión que nadie se preguntaría ¿por qué Guaymas tiene tan solo dos librerías? Es más, pienso que pocos se interesan en saber si las librerías existen en Guaymas. En la radio (medio más citado de difusión local) nunca se preocuparían por una población lectora, pues estaban muy enfocados en generar la catarsis colectiva del repudio, simular el efecto de una acción que pretende combatir las irregularidades de una ciudad y que solo se estanca en palabrería, saliva gastada y un robo de tiempo inmenso. No defiendo a los libros, porque leer mucho no es sinónimo de sabiduría. Lo que me sorprendía es que la sociedad ni siquiera tenga conocimiento del potencial que se puede adquirir al obtener buenas lecturas que indaguen sobre los objetos que se propongan conocer. Un libro bien seleccionado, que nos atraiga por lo que analiza o expresa en sus letras, indagará mejor que cualquier medio audiovisual en la complejidad de cualquier tema. Uno podría preguntarse ¿De dónde viene el dinero con que construyen mi ciudad? ¿Cómo funciona la economía? ¿Cómo funciona la política?¿Por

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Page 1: Lujo de Pensar

El lujo de pensar

Aquel día rondaba en mí una duda de las muchas que tengo. Aparecían ante mis ojos calles, hospitales, escuelas, iglesias, bancos y masas de concreto que se extendían a lo largo de la costa de Guaymas. Todos aquellos objetos se conjuntaban para armar una interrogante que exigía la explicación de su procedencia. Esclarecer el origen de todos estos objetos, me parecía una buena forma de pasar las vacaciones de invierno y para tal labor era necesario material bibliográfico.

Naturalmente reflexioné sobre los lugares a los que podría acudir para obtener información y me sorprendió la escases de mis opciones. Dos librerías y una biblioteca. A lo que mi pensamiento se detuvo para cuestionar algo que era de más evidente. ¿Cómo que dos librerías y una biblioteca para una población de casi doscientos mil habitantes? Indagar en unas ideas me habían llevado a otras más interesantes.

¿Cómo una ciudad puede excluir con tanta efectividad a la lectura?

Y era tan efectiva la exclusión que nadie se preguntaría ¿por qué Guaymas tiene tan solo dos librerías? Es más, pienso que pocos se interesan en saber si las librerías existen en Guaymas. En la radio (medio más citado de difusión local) nunca se preocuparían por una población lectora, pues estaban muy enfocados en generar la catarsis colectiva del repudio, simular el efecto de una acción que pretende combatir las irregularidades de una ciudad y que solo se estanca en palabrería, saliva gastada y un robo de tiempo inmenso.

No defiendo a los libros, porque leer mucho no es sinónimo de sabiduría. Lo que me sorprendía es que la sociedad ni siquiera tenga conocimiento del potencial que se puede adquirir al obtener buenas lecturas que indaguen sobre los objetos que se propongan conocer. Un libro bien seleccionado, que nos atraiga por lo que analiza o expresa en sus letras, indagará mejor que cualquier medio audiovisual en la complejidad de cualquier tema.

Uno podría preguntarse ¿De dónde viene el dinero con que construyen mi ciudad? ¿Cómo funciona la economía? ¿Cómo funciona la política?¿Por qué el amor? ¿Por qué la mentira? ¿Porque hay ricos y pobres? Así, una infinidad de preguntas que una región con doscientos mil habitantes pueda tener pero que lamentablemente nadie en sus medios inmediatos adquirirá una respuesta sólida que calme el cosquilleo, la rasquera, de las dudas que normalmente una persona se hace al pasar la vida diaria. Principalmente porque no existen medios tangibles para saciar la hambruna de dudas, por lo que el pueblo de Guaymas decide obtener sus respuestas por otros medios.

Abrumado por estas ideas acudí a una librería recién inaugurada, la cual con trabajo soportaba cuatro estantes de libros en un ancho de no más de cinco metros. Paradójicamente justo al lado , divididos por una línea de pintura, estaba un negocio que vendía muchos objetos con fines de magia y esoterismo.

Page 2: Lujo de Pensar

Las personas me dijeron que llevaba años en funcionamiento y me pareció increíble con cuanta habilidad estaban distribuidas figuras, velas, líquidos. Además de objetos para solucionar problemas de amor, economía, relaciones sociales, buena fortuna y hasta para colmar nuestras malas intenciones sobre los demás.

Como ya había comentado la polaridad de estas tiendas librería/esotérica me pareció paradójica. Por una parte ambas solucionan problemas a nuestras inquietudes. Es decir, tanto la tienda de libros como la esotérica vende sus productos para solucionar problemas o bien para decorar nuestro hogar con figuras o nuestra mente con una buena novela.

Sin embargo la diferencia fundamental es que una de estas tiendas no posee un método eficiente para solucionar los problemas a las cuestiones sociales. Una librería tiene naturalmente productos que indagaran por medio de un método razonable y real, problemas de la vida cotidiana como la estructuración política , económica, social y las relaciones entre estas. Aquello ayudará al lector a formar un criterio más amplio y profundo respecto a los temas que le interesen. En cambio una tienda esotérica te vende un método estéril de razón el cual solo calmará nuestras pasiones que en el fondo son ansias de conocimiento real.

Pregunté por más tiendas como estas y me dieron señal de aproximadamente unas diez. Una simple conclusión socrática para tales hechos. Las personas se dirigen más por las pasiones que por la razón y se piensa que esto es correcto. Cuando no hay cosa más hermosa que indagar en nuestras pasiones y encontrar razones para estas. Es decir, el sentimiento que nos provoca la pobreza debe entenderse con el conocimiento de esta y así con los demás objetos ideológicos en los que estamos inmersos. En una librería encontraremos –por lo menos- intentos de una indagación lógica que será examinada por el lector y sometido al criterio de este. Los objetos esotéricos no ofrecen eso, se nos imponen y estas exigen despojarnos de nuestra razón y dinero.

Aunque el despojo del dinero es alto, resulta más caro el despojo de nuestra razón. No es que esté en contra de las tiendas esotéricas, al contrario me parecen un referente cultural como cualquier otro y por tanto bueno. El problema reside en lo que declaran ser: solucionadores de problemas reales y cuando la solución pide despojarnos de nuestra razón ya no puede ser fiable.

En esta brevísima indagación concluí en que: en efecto, Guaymas posee más tiendas que exigen despojarnos de nuestra razón que aquellas que indagan en esta. Este acontecimiento material , diez tiendas en contra de dos librerías, se resume en una población que ignora las razones de sí , ya sea por falta de bienes materiales o bien por adoctrinamiento , que ello corresponde a la vida cultural, aspecto que merecería otra divertida indagación.