luis vélez de guevara. el diablo cojuelo

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LUIS VÉLEZ DE GUEVARA EL DIABLO COJUELO EDICIÓN DE RAMÓN VALDÉS ESTUDIO PRELIMINAR DE BLANCA l'ERIÑÁN

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Lus Vélez de Guevara. El diablo cojuelo. Edición de Ramón Valdés. Estudio preliminar de Blanca Periñán. Barcelona: Crítica, 1999. [Edición digital de la RAE.]

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Page 1: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

LUIS V É L E Z DE G U E V A R A

EL D I A B L O C O J U E L O

E D I C I Ó N DE R A M Ó N VALDÉS

E S T U D I O P R E L I M I N A R DE B L A N C A l ' E R I Ñ Á N

Page 2: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

Contiene el estudio preli­minar, el texto, las notas al pie y la tabla de la edición publicada en 1999 por Edi¬ torial Crítica y en la cual figuran el prólogo, el aparato crítico, las notas comple¬ mentarias y otros materiales

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L A V I S I Ó N D I S P A R A T A D A

El pastelón de Madrid, con su relleno de sabandijas racionales desnudas y grotescas, «pepitoria humana de manos, pies y cabezas» visto por los prota­gonistas desde lo alto de la torre de San Salvador al levantar el Cojuelo el hojaldre de los techos, es una de las presencias del imaginario barroco que más ha hecho reír a jóvenes estudiantes y a adultos, así como el final de la novela, con la entrada del diablillo en el bostezo del escribano. Lo escribía una persona decepcionada y madura, una conciencia que pretendía contar algo más del mundo y decirlo de modo distinto respecto a sus escritos prece­dentes. Se coloca pues, en la curva existencial de su autor, como un mo­mento de reflexión, una especie de punto de llegada a la fase de senectu-te, en una postura paralela a la que Lope adoptaba con su Tomé de Burguillos cuando acudía al registro de la burla y al filtro de la ironía para expresar estados de ánimo velados por la melancolía propia de quien está de vuelta de todas las cosas. Sin la complejidad ético-existencial ni la grande­za artística del apreciado amigo y maestro, Vélez elige también un alter ego del todo especial para pronunciarse alfinal de su vida, focalizando as­pectos no centrales en su producción precedente—volcada hacia ficciones am­bientadas en épocas históricas que debatieran cuestiones relativas al honor

femenino-. Se dirige para ello a otro modelo formal y lo hace enfatizando el cambio para confesar un agotamiento amargo de la palabra teatral que le tiranizaba. Es probable que la causa verdadera no fuera el cansancio del ver­so sino más bien la hipertrofia degenerativa de las comedias de aparato, fór­mula a la que siempre se plegó en busca de éxito garantizado y que va a sa­tirizar dentro de la novela en el divertido momento de la locura del poeta (Tranco IV). Del teatro se pasa a la prosa. O mejor dicho, de la comedia a este divertissement saturnal que es El Diablo Cojuelo.

La alternativa no podía ser distinta. Su reconocido "buen humor", qui­zás la peculiaridad más determinante de su estilo, que le había valido reco­nocimientos en la corte y alabanzas de colegas —«quitapesares» lo llamó Cervantes-, reflejaba una tendencia hacia la facetudo que debía estar bien anclada en predilecciones personales pero al mismo tiempo en cultos conoci­mientos normativos: los escritores de la época tenían presente la poética del genus en que encauzar "decorosamente" el propio sistema estilístico-retó­rico. Incapaz de tonos acres, en su ocaso desencantado, su opción de la for­ma novela caía en las mismas coordenadas de la comedia. Mucho se ha es­crito sobre la reversibilidad de los dos géneros. Algo más creo que se puede decir para enmarcar adecuadamente el texto que aquí se presenta.

I X

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X B L A N C A P E R I Ñ Á N

La identidad del binomio comedia=novela estaba plenamente calada en

la conciencia de los autores, aunque no sancionada en las preceptivas. Pero

la circulación de ¡as ideas era grande, como es bien sabido,, sobre todo en las

discusiones de Academia, y si en territorio peninsular carecemos de declara­

ciones programáticas, sí que se conocían las italianas. No me parece inútil

recordar, como único ejemplo, la opinión que Francesco Boncianipresenta­

ba en 15J4 en sus Lezioni sopra il comporre delle novelle. Ya se había

comentado abundantemente el dictado aristotélico sobre la comicidad, des­

gajándolo de su contexto en la Poética y concediéndole dignidad de docu­

mento autónomo a mediados de siglo, por parte tanto de Robortelli (que se

había pronunciado en el De salibus, en 1548) como de Maggi (que lo trató

en su De ridiculis, del 1550). Se reelabora el principio cardinal según el cual

la risa se basa en turpitudo y deformitas, observando además que lo risi­

ble resulta potenciado cuando las cosas salen, sorprendentemente, al revés de

lo esperado, por medio de la des-ilusión de las expectativas; ese engaño pro­

ducido por el reconocimiento, es en la comedia el pendent de la peripecia

trágica, requiriendo personajes y estilo mediocres. Pudiendo residir la feal­

dad y deformidad tanto en el cuerpo como en el alma, y en lo extrínseco, a

esta última categoría va la atención de la escritura cómica, sobre todo al su­

mársele la triunfante instancia de la admiratio. De manera explícita se teo­

riza que si al turpis se le agrega singularidad y estupor, se obtiene mayor

efecto en la comicidad.

Cada vez con más claridad se define la "fealdad" y "deformidad" de las

cosas, o por sí mismas, o por el modo en que se expresan, es decir por su ca­

lidad de mentiras artísticamente válidas. Ha quedado asentado un hori­

zonte de expectativas, ¡a conciencia de un código lingüístico-retórico de lo ri­

sible cuyos puntos cardinales venían a ser: que lo ridículo requiere, además

de fealdad y deformidad, novedad sorprendente; que la originalidad puede

consistir intrínsecamente en la cosa representada o en el modo de ser expre­

sada; esa des-armonía puede surgir tanto del tejido verbal mismo (por caco­

fonía, hipérbole, juego del vocablo), como de los contenidos (por expresión

de cosas fuera de lugar, discrepantia, sub absurdiaj; que las formas mix­

tas con varias deformidades producen mayor placer; y que condición necesa­

ria de la risibilidad será la mediocritas en el registro expresivo.

En i<;j2 Bernardo Pino Cagli, en una Breve considerazione intor-

no al componimento della commedia dei nostri tempi, registra el

cambio de postura necesario por parte del autor para adecuarse a las nuevas

exigencias del gusto (del vulgo). La imitatio no estará ligada al nivel hu­

milde y bajo de los personajes, ni a la obscenidad de los contenidos, sino que

el principio de lo feo y deforme se centrará en «lo que no presenta las partes

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proporcionadas y correspondientes, de cuya correspondencia nace la belleza,

que no es más que orden y proporción de las partes»; lo turpis vale tanto en

las cosas materiales corporales «que ve el ojo», como «en las intelectuales

consideradas por el intelecto». Creo que en claras letras se está mostrando la

vía maestra que lleva al triunfo de la agudeza.

Dos años después, Boncíani, en el documento señalado, reporta come­

dia y novela a la auctoritas de Luciano postulando para ambas, como de­

nominador común, «el modo representativo del diálogo y que se imiten ac­

ciones ridiculas, que son las causadas no por los malvados sino por los

necios que se dejan engañar». En sus premisas se remonta a la distinción

platónica entre dichos que inducen a la risa por su densa brevedad y los que

la causan por la simplicidad (kataghelaston), para afirmar que lo cómico

—en la comedia como en la novela- se ha de basar en esta última categoría.

Que es el enredo. De causas muy variadas (nos engaña el caso, nosotros

mismos, la astucia ajena...), se des-enmaraña por la anagnorisis que con­

duce al cambio de la situación en lo contrario de lo que parecía, y que esfuen­

te del máximo placer, tanto en la comedia como en la novela. La comicidad,

pues, más que estar basada en contenidos representativos de los vicios o tur-

pitudo moral, ha pasado a ser construcción intelectual, juego con la expec­

tativa. La creación del mecanismo del enredo valora, más que la sustancia

del nudo, el placer del desciframiento, cuando es la constitución misma de

las cosas, como dice Boncíani, lo que produce la falacia puesto que «están or­

denadas de manera que por ellas mismas originan tal efecto».

La necesidad de persuasión, tan profundamente sentida desde finales del

siglo, se adueña de todo tipo de técnicas de la convicción que plasmen tanto

contenidos como formas y que conduzcan con éxito a enfatizar la oposición

apariencia/realidad; de ahila infinita variación temática del des-engaño en

cuanto fórmula funcional, estructura portante del siglo, que realiza plena­

mente la tensión y su caída. La poética del nudo con peripecia y anagnori­

sis será una configuración perfecta del engaño a través de la ignorancia, que

complica para después aclarar. Eso es tanto la comedia como la «novela cor­

ta». La burla, en el sentido que tuvo en la época, perseguido y descrito en el

libro de Monique foly, define por igual los desenredos que ocupan el amplio

espacio de una pieza teatral como las breves cristalizaciones de un chascarri­

llo. El alargamiento del ámbito que va del nudo al desenlace, espacio de la

expectativa, es el terreno de cultivo de la novela barroca tras el triunfo de

la estética liberadora de la mezcla de estilos, según el principio omnipresente

de la variatio, que es variedad en las ideas y en la expresión con tal que la

red de correspondencias —gracias a la hidra del concepto y sus dimensiones

generativas— aten lo diverso con lo uno, como tan eficazmente ha descrito

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Aurora Egido. Lo grotesco y lo sublime se intercambian las reglas, las téc­

nicas de la comicidad y de la agudeza confluyen definitivamente. Para so­

brevivir, manteniendo su índole diversa, la comicidad de primer grado ha de

intensificarse.

De ahí el triunfo, en la comedia, de jácaras, bailes, mojigangas, nue­

vas creaciones una vez que elgracioso no es ya la figura del humor sino que

han copiado su estatuto incluso los personajes protagonistas. Su desmesu­

rada dilatación invade los terrenos de la expresión artística no siendo ne­

cesariamente portadora de sentido o vehículo de sátira. Será comicidad

"intencional" en tantos casos, pero igualmente presentará carácter "inge­

nuo", de juego literario, de burla por la burla a través de lo grotesco, pura

técnica de deformación para realizar el turpis et deformis; finalidad y no

instrumento, en una ostentación del lenguaje convertido en la mejor ma­

teria de lo risible. Instancia moralizante en un caso, lúdica, de solo entre­

tenimiento en otro, según el peso de la función eutrapélica. En una dosi­

ficación variadísima de los dos niveles se construye gran parte de la

literatura aurisecular.

Que de la forma novela "no corta" se hubiera apoderado una figura

"risible" como la del picaro es otraprueba más que confirma la identidad del

binomio comedia=novela como lugar propio de la comicidad. El antihéroe

recogía, junto con tantos otros materiales procedentes de tradiciones folclóri-

cas y paródicas, nada más y nada menos que del ilustre Teofrasto una mez­

cla de varios ethé o caracteres plenamente risibles, siendo el principal el de

"la abyección moral" que supone probar los más distintos y humildes oficios

(dice el carácter VI: «.. .sabe tener venta, garito, y no desdeña oficio por as­

queroso que sea, como pregonero, cocinero o jugador de dados...»). A me­

diados del XVI el personaje se combinaba de manera definitiva con el es­

quema narrativo de la peregrinatio para dar lugar, con inusitada fuerza

invasora, al nuevo género de la picaresca. Bien se ha demostrado que de la

fusión de un carácter y un esquema literario surgió, en manos del anónimo

autor del Lazarillo, un prodigioso momento artístico, obra de gran moder­

nidad al pensar desde dentro, con desdoblamiento del yo, al personaje "in­

decoroso". Pero a lo largo de los decenios, la fórmula se había ido afirman­

do y modificando en su sentido más extemo, caminando bajo la dirección

estética apuntada, hacia un reforzamiento de la comicidad, tanto por des­

mesurado incremento de lo risible en los personajes y situaciones como en la

escritura de los mismos. En la exacerbación de ambos niveles se ve clara­

mente la razón de la escritura deformante y deformada de la Pícara Justi­

na y del Buscón, por citar los casos más llamativos de interrelación sígnica

de la des-armonía a principios del XVII.

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Vélez, cuando decide escribir su pieza nueva, da un giro de tuerca per­

maneciendo dentro de su registro preferido, el de ridiculis; la dinámica de

sus orientaciones interiores lo mantiene en las estructuras de la comicidad

para llevar adelante su nueva reflexión sobre el mundo. De la fórmula no­

vela concedió su preferencia, no a la "corta", lugar de la transgresión en el

terreno de lo amoroso y de las relaciones parentales, con su ejemplaridad a

contrario; eligió la forma novela larga itinerante con protagonista risible.

En ese avantesto —por decirlo con término bien precisado por Maria

Corti— compuesto de códigos múltiples, encuentra el lugar mental sobre el

que seguir algunas líneas de inspiración. Y se decidió por el doble protago­

nista para concebir un viaje sin alejarse de su fórmula preferida que había

sido la modalidad representativa dialogada. Inventará el discurso fingido

entre dos seres heterogéneos que, a través de la palabra, no serán los usuales

compañeros de un itinerario picaril más sino una revisitación de la quête,

una exploración de las dobleces del mundo en un viaje iniciático, con una

mayéutica al revés en la que un diablo irá enseñando a mirara un joven que

no ve las verdades profundas del mundo, revelándole el principio de reali­

dad. Hacia ese polo lo llevan —y lo está señalando y escondiendo a lo largo

de toda la novela— modelos analógicos bien presentes (y no texto-fuente):

toda la tradición lucianesca generadora de la sátira menipea, antigua y re­

ciente, la de los viajes con guía, la picaresca, la sátira contemporánea y has­

ta el Quijote mismo.

Una vez centrada su brújula, Vélez se prepara las herramientas con que

cincelar su idea según el principio de potenciación de lo turpis et deformis,

con añadidura de abundante admirado. Al elegir como mentor a un diabli­

llo, se coloca en un círculo concéntrico más restringido del avantesto, el que

remite explícitamente a la narrativa ultramundana (como el Icaromenip-

po, el Pasquín del infierno de Pérez, a los Sueños de Quevedo, a los dis­

cursos y vejámenes de academias que bien conocía) en la que encuentra una

visión sorprendente de la realidad subvertida. Por eso, como en todos ellos, la

perspectiva de su protagonista será desde «la otra vida», según el título de las

primeras ediciones de la novela; con ese marbete Vélez alude a la humani-

dad por debajo de las apariencias, distinta de la aprehensible gracias a la pers­

pectiva deforme del deforme ser supranatural que lo descubre. Se une a todos

sus modelos para ofrecer una mirada alterada, desde lo alto de torres, azote­

as, vuelos; un "viaje de la visión" como lo ha definido la crítica, en el que

tres instancias se articulan: el estudiante que mira, el diablo que da su inter­

pretación peculiar, el autor implícito que orienta la visión del mundo.

Según la innegable autonomía del significante, es posible que a Vélez se

le fuera rellenando su idea de "objetos literarios", bien insertables en lafá-

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di estructura de la "brocheta" o "pincho" que la fórmula narrativa del via­

je comporta. El diseño central se convertirá en una gigantesca "agudeza

compuesta": un diablillo familiar, rescatado de una redoma, donde le tiene

prisionero un astrólogo, por un estudiante que va huyendo de unos alguaci­

les a causa de las consabidas cuestiones de honra malentendida, le ofrece

agradecido a su liberador sus servicios especiales de enseñanza, protección y

ayuda. Ante la rebelión que supone haberse escapado de la redoma, parte de

los infiernos otra persecución al propio Cojuelo, de manera que se establece

una doble fuga en paralelo, que se concluirá, de manera inesperada con la

vuelta al estado inicial de los dos actantes. Tal desengaño es el eje portante

de la novela.

Esta simple fábula se va llenando repetidamente de la figura estructural

por excelencia que es la fuga, con su pareja especular, la búsqueda, gene­

rando redundantes nudos temáticos del tipo: obstáculo/fuga/nueva situación

de peligro/salida del peligro de modo mágico. A partir de la mitad de la no­

vela, cuando para evitar ser descubiertos por alguaciles y demonios perse­

guidores la acción se desplaza de Madrid a la más lejana Andalucía, el es­

quema cambia algo: los actantes, aun manteniendo la misma relación

sabio-discente, no sólo van a ver el mundo y comentarlo, sino que van a ac­

tuar en él. Puesto que han de hacerlo de manera críptica, la elección cae en

Sevilla, ciudad que, por encima de las descripciones idealizantes, es espacio

babélico, laberinto en el que perderse: «dicen que es Sevilla lugar tan confu­

so, que no nos hallarán', si queremos, todos cuantos hurones tiene Lucifer y

Belcebú» (VII). Las secuencias se complican, articulándose a caballo entre

dos capítulos (VII con VIH y IX con X) e incluyendo, en un juego de ca­

jas, escenas más amplias como marco de las acciones de los protagonistas,

junto a materiales de tan peculiar naturaleza como unapremática, y varia­

dos resortes descriptivos.

Y para reforzar la calidad de lo grotesco, Vélez organiza la "situación

posible" de la fuga diabólica echando mano de las técnicas del disparate.

Puesto que los servicios propios de la índole del protagonista son supra físi­

cos, mágicos van a ser los desplazamientos con que agasaje al compañero

Cleofás para observar el mundo desde especiales perspectivas. Al final de las

variadas aventuras, el diablo desaparecerá por arte de magia, quedando el

joven estudiante des-engañado de las falsedades del mundo gracias a cuan­

to ha aprendido a observar, y de la existencia misma del peculiar guía que

ha sido el Cojuelo; y el lector, del "mundoposible" al que ha asistido en el

tiempo que ha durado la lectura de la ficción narrada. Bien se puede definir

a esta ficción como un lúdico "macro disparate", que autoriza la acogida en

su estructura del principio de la acumulación heteróclita, por hilvanamien-

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to, de cualquier tipo de transgresiones del mundo sensorial. Habiendo per­

dido referencialidad mimética la ficción central, el mundo posible de la vi­

sión diablesca permite que las escenas oteadas, desde lo alto como desde lo

bajo, sean tanto reales como alegóricas, directas o fantásticas: junto a edifi­

cios, prados, calles, ríos, la percepción mágica del diablo permite ver lo que

ven en los espejos los presumidos y fatuos cortesanos; tan "posible" es ad­

mirar el rollo de Ecíja al vuelo como la fuente de la Plaza Mayor vista a tra­

vés de un espejo, o la cabalgata de la diosa Fortuna.

Con rigurosa linealidad temporal, la narración procede por una espacia-

lidad igualmente sensata: es la lógica externa del disparate, aparentemente

correcta. Dentro van las visiones deformadas de una humanidad risible. Los

"objetos literarios" que menos justificación tienen, a los ojos del lector mo­

derno, son sin duda los largos pasajes epidícticos sobre la nobleza que llenan

especialmente el tranco VIII y en parte los VI, VII y IX, mal digeridos

siempre por las diversas posturas críticas que han intentado interpretar la no­

vela. El principio de la variatio y la necesidad de rellenar para exorcizar el

horror vacui, típico del hombre barroco, lo permitían sin dificultades a lec­

tores avezados a misceláneas y silvas de todo tipo. La corografía y escritura

sublimadora de los festejos lo exigían.

No es pura casualidad que por los mismos años aparecieran dos textos

que resultan extremadamente próximos en algunas de sus más interesantes

peculiaridades, uno en Amberes y otro en Madrid, las dos capitales del Im­

perio, e/Estebanillo González y el Cojuelo. Ambos han sufrido una va­

loración poco correcta a la zaga y ala sombra siempre del mucho más famo­

so Buscón. Acusada la primera novela -como el Cojue lo- de falta de

unidad en el tratamiento de la intriga, solamente sus modernos editores le

han devuelto el lugar que le corresponde al haberla colocado en las precisas

coordenadas estéticas barrocas para su definitiva comprensión. "Epígonos"

en la serie de los picaros literarios, se ha dicho de ambas, respecto de un ca­

non establecido a partir de la suma de invariantes desprendida del conjunto

del Lazarillo más el Guzmán, marcados por las operaciones definidas de

"disolución " de la fórmula, las que llevaron a la caída de sus rasgos más per­

tinentes. Pero analizar las piezas exclusivamente sobre este patrón reducti-

vo es error hermenéutica, sobre todo a la luz de la conciencia del eclecticismo

característico de la novela del XVII, que toma formas diegéticas preexis­

tentes, descontextualizándolas, para narrar según principios estructurantes

híbridos, mixtos, extraordinarios.

Aquí interesa resaltar que en ambas novelas se asiste a la visión defor­

mada, en una prosa de difícil lectura -turpis et deformis ella misma— de la

realidad por parte de dos personas deformes, en una mezcla poderosa de

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veras y burlas disparatadas. Ambos textos son realizaciones funcionales del

des-engaño a través de la mentirosa fórmula del "libro de entretenimiento",

como los dos se presentan. Estebanillo ofreciendo la visión del enano bufón

que recorre las cortes itinerantes de la Europa atormentada por la primera

conflagración "mundial" de la modernidad; el disforme Cojuelo, ofrecien­

do su visión diablesca de la sociedad como modalidad de lectura a sus desti­

natarios para que fuera un entretenimiento a "trancos", como los del cojo

protagonista, que han de interpretarse como momentos de pura relajación.

El ludismo de la fachada es portador de ideología cargada de intocables cer­

tezas oficiales; pero dentro de ellas se pueden solapar visiones críticas de dis­

conformidad, según una hábil instrumentalización de la eutrapelia. En el

Estebanillo, sin duda más cercano al modelo picaresco, desde el final de

una laberíntica carrera, el truhán con su facundia histriónica narra sus mil

ocupaciones risibles, comenta el mundo, satiriza la vida militar pero ensal­

za subliminalmente a un militar caído en desgracia, el comandante y co­

mitente Octaviarlo Piccolomini. El Cojuelo, más cercano al esquema del

viaje con guía, presenta las más detestables figuras que pululan en la corte,

y subliminalmente habla, de manera afable, desde una diversidad que es la

de las vivencias del Vélcz converso.

Idealmente también se les acerca, en el mismo decenio, el otro viaje con

guía de un doble-yo por los males de la sociedad en un mundo real alegori­

zado, El Criticón. En los tres se asiste a la misma dilatación de la tensión

narrativa según técnicas de la agudeza que coinciden con las de la comicidad

disparatada. Variedades temáticas son los mesones como encrucijadas y lu­

gares de la burla, la visita a la casa de los locos, con repaso de vistosos tics so­

ciales, la vergüenza en los linajes, las locuras de los arbitristas, etc. Esa vi­

sión satírico-burlesca de la realidad en la que los personajes-espejo reflejan

núcleos fundamentales del microcosmos del seiscientos, simbólicos y emble­

máticos, funciona al mismo tiempo como burla de la literatura: se "narrati-

vizan" las academias para insertar crítica anticulterana, las fiestas popula­

res con justas, procesiones, mascaradas, los encuentros con ciegos que cantan

romances, con compañías de cómicos etc. Es un retrato de la impregnación y

transcendencia de la literatura en la vida de la época, filtrada a través de dis­

tintos grados de palimpsestes, en un juego constante de intertextualidad y

alusividad, según una virtuosa teatralización de y sobre la escritura.

Juego. Clave del siglo, con la disimulación y la prudencia. Juego en

cuanto cifra a través de la que expresarlos engaños del mundo, la falibilidad

de la percepción directa, la imposibilidad de ta mirada simple, inocente, sin

segundas; instancia que muestra y esconde, que elabora modelos modificán­

dolos voluntariamente para que el destinatario lea de una manera peculiar,

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para que descodifique activamente y llegue a apoderarse del mensaje—serio,

importante o leve— a través del placer de la lectura.

Sin temor alguno se puede afirmar que Vélez supo llevar en su novela el

juego a niveles de gran complejidad y finura construyéndose, como marca

personal, la teatralización no sólo de la escritura en los aspectos elocutivos,

sino de la operación inventiva global. Es cuanto se percibe si se focaliza de cer­

ca la interrelación ingeniosa que establece la inventio con los niveles de dis-

positio y elocutio.

Para la forma del contenido se trataba de elaborar, en complicidad con el

destinatario, materia conocida para que se percibiera bien el remite a la tra­

dición al mismo tiempo que el peculiar tratamiento de la misma. Al elegir el

mundo de lo sobrenatural, Vélez estaba trabajando, en primer lugar, sobre

un tema muy de su gusto; en El embuste acreditado ya había tratado la

personificación del demonio (donde había explicitado que «supuesto que

hay opinión / que al demonio cuerpo da», v. 1304), citando hechos mila­

grosos, como señalaron Spencer y Schevill, que consideran rasgo caracterís­

tico del autor su familiaridad y su preferencia por lo prodigioso; de la misma

manera, en El diablo está en Cantillana se había medido con el pacto dia­

bólico y había manifestado simpatía por la mujer poseída, la enferma men­

tal no castigable. Se había reído en sus versos de la redoma de vinagre (v. 837),

llamándola ya allí «cárcel de un demonio I a mi obediencia sujeto" (v. 1188),

y había rozado los mismos motivos en La abadesa del cielo y La corte

del demonio. Por otra parte, sus lectores bien sabían, como él, que el dia­

blo era figura ambigua: in primis era ridiculum por su deformidad sor­

prendente, horrible en sus facciones y deforme en las extremidades; su vis

maligna estaba en todos presente, era el adversario perpetuo del reino de

Dios, de presencia cotidiana. Figura debatida a lo largo de los siglos, su

existencia estaba admitida por la ortodoxia: el espíritu del mal está permi­

tido y previsto por la providencia divina como instrumento de tentación para

ofrecer la posibilidad de redención a través del ejercicio del libre albedrío. La

teología y la ciencia describían su plena licitud. Ahí están las brillantes pá­

ginas de Martín del Río, Ciruelo, Torquernada, tan citadas, para ilustrar

la familiaridad del hombre de la época con la figura, sobre todo en sus rela­

ciones con la magia y con la nigromancia. Vélez sabe orquestar de manera

sumamente articulada en su arquitectura textual las mil facetas que el tema

ofrecía. Sobre todo en su vis cómica.

El diablo sale de una redoma, rasgo pertinente que remite al topos más

trillado, y alude, según fabliaux y miniaturas medievales, a un Virgilio

servidor del diablo, adepto a las artes mágicas, que rompía una botella con­

tenedora de demonios y hacía ver reflejado en un espejo sucesos futuros del

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imperio romano (algo muy parecido hará el protagonista en el tranco VIII).

Recluido por un astrólogo en un obscuro studiolum, tal y como se describía

a estas figuras, a medias entre realidad y magia, el Cojuelo se va a permitir

en la novela los poderes que son los que realmente se creía que poseía el dia­

blo: volar y hacer volar a otra persona así como transformar algo en algo, ha­

cerse y hacer invisibles, en una palabra alterar la visión y la fantasía. El hilo

conductor de las acciones de un diablo serán, por lo tanto en la novela, "dia­

bluras", y eso van a ser sus trancos o capítulos.

El «espíritu», que vive «en los dos mundos», juega con su ambigua na­

turaleza, «se destose» al tomar la palabra para leer su soneto en la Acade­

mia sevillana (IX); se proclama «español por la vida, y con quien vengo,

vengo» a la hora de discutir, en un divertido chascarrillo transformado en

narración, con individuos de nacionalidades rivales (V). No es Satanás sino

uno de los diablos menores («demonio más por menudo soy, aunque me

meto en todo; yo soy las pulgas del infierno, la chisme, el enredo, la usura,

la mohatra», I), que se vanagloria de ser el inventor de los bailes.

Según esa definición (en la que se acumulan quince variedades de ellos),

satírica por supuesto respecto del problema de la pecaminosidad y de la lici­

tud de los mismos, queda connotada su actividad «profesional» en la nove­

la, que será la de inquietar. Su naturaleza es una mezcla entre «demonio

luchador», categoría de la que decía Martín del Río «que incitaban a los

hombres a la lucha», y demonio meridiano, «cuyo deleite consiste en ator­

mentar a los hombres». De ahí su predicado narrativo, su continua movili­

dad, su imposibilidad de inacción, que es la razón misma de su insosteni­

ble prisión en la redoma: «que éste a cuyos conjuros estoy asistiendo me tiene

ocioso sin emplearme en nada, siendo yo el espíritu más travieso del infier­

no» (I). Solamente con Cleofás, en agradecimiento devoto por el favor de

haberlo rescatado de su «Argel de vidro», se porta de manera tranquilizan­

te y protectora; con el resto del mundo se dedica a su constante actividad que

es meter cizaña. Esa es la razón de ser de su viaje nocturno al llegar al me­

són de la Sevillana «. ..Éntrate dentro y pide un aposento y que te aderecen

de cenar, que a mí me importa llegarme esta noche a Constantinopla a al­

borotar el serrallo del Gran Turco y hacer degollar doce o trece hermanos que

tiene, por miedo de que no conspiren a la Corona, y volverme de camino por

los Cantones de los esguízaros y por Ginebra a otras diligencias deste modo,

por sobornar con algunos servicios a mi amo, que debe de estar muy indig­

nado contra mí por la travesura pasada; que yo estaré contigo antes que den

las siete de la mañana» (IV). Ni duerme: «madrugó sin dormir, dejando al

compañero en Triana, para espiar en Sevilla lo que pasaba... revolviendo

de paso dos o tres pendencias en el Arenal» (X), ni es capaz de reposar: tras

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E S T U D I O P R E L I M I N A R X I X

un largo viaje aéreo «se había agradecido al sueño el tal don Cleofás, de­

jando al compañero de posta como grulla de la otra vida» (VI). Si meter ci­

zaña y volar son sus prácticas preferidas, también podrá conceder prestacio­

nes profesionales de tipo brujeril, y lo hará en el disimulado sortilegio de la

visión a través del espejo narrada en el tranco VIII.

Para la expresión de las empresas mágico-demoníacas Vélez pone a dis­

posición del autor implícito su pericia en el uso del disparate literario, en el

que encontraba mil recursos con que representar su "mundo posible", sobre

todo a través de figuras clave como el cuadro-tipo de la "visión " y el del "ca­

tálogo heteróclito".

Está bien claro que Vélez ofrece indicios para una posible lectura de su

"discurso" en esta clave. «Escrito con particular capricho» dice en la Dedi­

catoria que está, y ya sabemos que capricho era el "grutesco" o "dispara­

te pictórico" en la época, relleno fantasioso de los espacios, paralelo en pin­

tura y arquitectura de la poesía del dislate, una modalidad de concebir «fuera

de las reglas ordinarias y comunes», como lo define Autoridades. De ma­

nera caprichosa empieza su novela, con un prólogo dirigido a quien no iba

a leerlo, a los pobladores de los corrales declaradamente analfabetos («pues

casi ninguno de vosotros sabe deletrear») de quienes pretende escabullirse; la

carta al lectoría había rubricado con fórmula típicamente disparatada: «De

Madrid, a los que fueren entonces del mes y del año, y tal y tal y tal», uni­

dos heteróclitamente en la firma «El autor y el texto». «Peregrina y capri­

chosa» se define la Premática leída por Cleofás en la Academia en el tranco

final, en la que, junto a momentos de crítica literaria satírica y divertida se­

gún la técnica propia de los vejámenes, incluye elementos claramente dispa­

ratados, como la inicial cosificación de mitologemas («Ypor que se celebren

y publiquen con la solemnidad que es necesaria, sirviendo de atabales los

cuatro vientos y de trompetas el Músico de Tracia —tan marido que por su

mujer descendit ad inferos— y Arión —que, siendo de los piratas con quien

navegaba arrojado al mar por roballe, le dio un delfín en su escamosa espal­

da, alson de su instrumento, jamugas para que no naufragase» X) y el tex­

to que está a punto de leer el Engañador—alias el Cojuelo- cuando irrum­

pen el alguacil con doña Tomasa y su acompañante, iba a ser una de las

formas preferidas de disparate, precisamente un Pronóstico o perogrullada

dirigido a «Perico el de los Palotes».

Llamativa técnica del disparate, de origen carnavalesco, la más extendi­

da en la escritura grotesca, es siempre la subversiva humanización de lo ob-

jetual y la inversa cosificación de lo humano: también Vélez incluye, con

voluntad de que sean percibidos, algunos momentos de esa clara naturale­

za; por ejemplo, la escena en que el extranjero, rico y avaro, duerme meti-

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X X B L A N C A P E R I Ñ Á N

do en el talego de sus doblones («y comenzando a desatolle, saca el tal es-

tranjero —que estaba dentro del, guardando su dinero, por no fialle de na­

die— la cabeza, diciendo: "Señores ladrones, acá estamos todos"», II); y del

mismo tipo de "capricho" es, en el momento de la confusión final, la lucha

en plena boca del alguacil, «a agujazos y a dedalazos», para sacar al Co­

juelo, que se ha metido en ella «calzado y vestido», entre los diablillos y una

cuadrilla de sastres —quizás vengadores del soneto satírico que les había di­

rigido en la academia- que se quedan de rehenes «para unas libreas que ha­

bían de hacer a Lucifer a la festividad del nacimiento del Antecristo» (X).

También en un figón son «asadores y torteras» los que pelean junto con los

ociantes (IV). Y toda una inversión "caprichosa" es la «ropería» de los li­

najes donde uno se puede vestir un abuelo porque el suyo no le viene bien,

o se «llega a volver un agüelo suyo de dentro afuera y de atrás adelante, y a

rernendallo con la agüela de otro» (III), como lo es la cabalgata misma de

Fortuna (VII) en la que todo va invertido: los filósofos como caballerías, los

escritores como lacayos, y el monóculo Polifemo como guía en la injusta re­

partición de las mercedes.

Un catálogo heteróclito son los tres primeros trancos, donde se pasa re­

vista a oficios, caracteres humanos, figuras de la locura, "visiones" crítico-

satíricas de unidades situacionales breves expresadas en condensado concep­

tismo; catálogo son las ristras de alabanzas de la nobleza, por mucho que se

haya interpretado esa anatomizarían del género epidíctico como un satírico

ritual a la retórica (Peale 1983), al igual que la sarta de nombres de pobres

(X). Vélez cita en un paso además, como firma diríamos, la famosa fórmu­

la disparatada de las «trescientas cosas más», tan conocida en la poesía del

nonsense, al describir a la mujer con «mal de madre» cuyo marido «no ha

dejado ruda en la vecindad, lana ni papel quemado, escudilla untada con

ajo, ligaduras, bebidas, humazos y trecientas cosas más» (II).

El mecanismo con que se entrelaza la coherencia inventivo-argumen-

tal con la disposición del desorden, se basa en buena medida en unapecu-

liar elocutio, la que juega con el corpus de la fraseología incluyente el lema

"demonio" o sus posibles contingencias; con lo que los tres niveles retóricos

se dan la mano ingeniosamente.

Nada más cerciorarse el estudiante, al entrar en el studiolum, de que la

voz que oye por segunda vez es verdadera, exclama «¿quién diablos sus­

pira aquí?» (I). La divertida interrogación lleva en sí una dilogía en función

gemela a la «ironía trágica»,—stricto sensu dramaturgia)—, que usa frases

significantes in praesentia anticipando al mismo tiempo situaciones sucesi­

vas (in absentiaj. En este caso, el primer valor del término es puro refuer­

zo articulatorio coloquial de la pregunta, y el segundo es avance de la natu-

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E S T U D I O P R E L I M I N A R X X I

raleza del personaje que está a punto de aparecer, el ser infernal y todas sus

futuras acciones,

Al ir incluyendo en los trancos II y III a los varios personajes satiriza-

bles de la villa y la corte, aparecen en mezcla coherentemente heteróclita, fi­

guras ligadas al mundo demoníaco: es la primera la «hipócrita a lo moder­

no», mujer con ribetes de maga, es decir de nicodémicas prácticas; el travieso

Cojuelo aprovecha la ocasión para insertar una divertida digresión narcisis-

ta: teme ser reconocido por el cabrón-diablo al que van a celebrar la bruja y

su compañía en los encuentros nocturnos del sabat, jactándose de «una bo­

fetada» y de «palabras mayores» habidas con él; queda introducida gracias

a una expresión modificada sub specie diabólica: «que también entre los

diablos hay libro del duelo, porque el autor que le compuso es hijo de veci­

no del Infierno».

La "relación " del viaje dentro del viaje—la ida a Constantinopla ya alu­

dida—se expone bajo el mismo prisma: los herejes ginebrinos son «demo­

nios de si mismos», y su territorio es «el juro de heredad que más seguro te­

nemos en el infierno después de las Indias» (V). Al acercarse a Roma, el

diablo justifica "sorprendentemente" el elogio de la ciudad y sus templos,

puesto que no debiera por su naturaleza incompatible con la esfera de lo ce­

leste, diciendo que «aun los demonios, por cabeza de la Iglesia militante,

veneramos su población» (V); ante otra relación descriptiva de la catedral de

Sevilla, comenta la voz diabólica «salgámonos delta, que aun con las rela­

ciones ni los pensamientos no podemos los demonios pasealla» (VII).

El tratamiento divertido -y satírico— de la contraposición (folclórica) en­

tre cuatro bebedores, se concluye con otra interpretación al trasluz de lo dia­

bólico, en este caso de la famosa taumaturgia del monarca francés al afirmar

el Cojuelo que el rey de Castilla tiene la virtud de «sacar demonios, que

es más generosa cirugía que curar lamparones» (V). Y la misma justificación

aguda tiene el presentarse tan disgustado, en el mismo tranco, contra el au­

tor de comedias porque «es el peor representante del mundo y hace siempre

los demonios en los autos del Corpus, y está perdigado para demonio de

veras y para que haga en el infierno los autores si se representaren come­

dias, que algunas hacen estas farándulas, que aun para el infierno son ma­

las». Lo que canta el ciego en la plaza de Córdoba es, por supuesto, la «Re­

lación muy verdadera que trataba de cómo una maldita dueña se había

hecho preñada del diablo, con una letrilla contra los demonios» (VI),y la

Prernática de la Academia quedará igualmente salpicada de chispas diabó­

licas: el discurso, preparado durante la noche por Cleofás, empieza presen­

tando a O feo, «que desciende a los infiernos», como el pronóstico del En­

gañador va dirigido a Perico el de los palotes, Protodemonio (X).

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X X I I B L A N C A P E R I Ñ Á N

Aunque «demonios hembras», gemelas de las «diablas» quevedescas,

pululan por doquier, una adquiere especial función diabólica en el tranco

VIII, la «güéspeda» Rufina María, iniciada en nigromancia, que sube a la

azotea con un espejo de cuerpo entero en el que, por arte mágica, el Cojue­

lo le enseñará, a ella y a don Cleofás, lo que pasa en ese mismo momento

en la Calle Mayor de Madrid, «que esto sólo un demonio lo puede hacer,

y yo». La coherencia de la ida a la azotea debía ser reconocida por los lecto­

res ejercitados, sabedores de que era el lugar donde subían las ancianas acu­

sadas de brujería.

Como se habrá notado, la técnica elocutiva de que más usa Vélez es la

de nombrar lo diabólico para obtener, a través de metáfora o analogía, efec­

to hiperbolizante; así están trabajadas cantidad de expresiones, sobre todo

por modificación de un segmento de frase o paremia, del tipo «irse al in­

fierno en coche y alma» (II), o «que camino del infierno, tanto anda el

cojo como el sano» (1), perfectamente funcional a valencias satíricas. Cuan­

do el alboroto es muchísmo parece «algún demonio que se ha perdido» (II).

En la exaltación visionaria que tanto hace reír a los huéspedes de la venta,

el poeta «amenazó a hacer una de todos los diablos» (IV). Con esta fun­

ción diabólico-hiperbólíca se definen personajes, como el casamentero (II), o

a uno entre los locos que es «demonio casado, que se volvió loco con la con­

dición de su mujer» (III).

De gran efecto ponderativo resulta el desahogo del Cojuelo cuando, al

salirse de la calle de los espejos en la que ha mostrado cantidad de despre­

ciables cortesanos, tiene náuseas, «que con tener estómago de demonio y

no haberme mareado las maretas del infierno, me le han revuelto estas sa­

bandijas» (III). Resultado similar tiene el decir del Cardenal Infante que

«ha dado al infierno las mayores entradas de franceses y holandeses», alu­

diendo a las víctimas de laguerra de religión que lo veía protagonista, y para

ensalzar a su imperial esposa dirá «que hasta los demonios celebramos sus

grandezas» (VIII).

Está claro que la elocutio ingeniosa es el motor de las determinaciones

causales, siendo la cristalización lingüística la que genera o concluye la se­

cuencia narrativa: la fuga volando ante el ventero se justifica «porque lo que

del diablo es, el diablo se lo ha de llevar» (IV). Pero el ápice de la elocutio

inventiva, momento de máxima diversión de la fábula, está construido so­

bre un equívoco de acción, pensado desde el principio puesto que tiene

que ver con el título mismo de la novela y jugado como su conclusión. En el

garito de los pobres, de manera paralela al modelo cervantino del R i n c o -

nete, Vélez, variando una vez más la modalidad del catálogo, pinta la ini-

crosociedad de los mendigos que vive en la oscuridad una reglamentada y

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E S T U D I O P R E L I M I N A R X X I I I

"risible" organización social, jugando onomásicamente con la descripción

de los personajes. Uno de ellos es el cojo Piedepalo, apodado por su morali­

dad el diablo cojuelo. Según la técnica ya vista consistente en el contacto

entre dos planos situacionales distintos a través de un elemento de equivoci-

dad, en el preciso momento en que entran -aunque invisibles- Cleofás y el

diablillo, unapobra está diciendo por su cuenta, en otro contexto: «Ya vie­

ne el Diablo Cojuelo» (IX) refiriéndose al ladrón Piedepalo; el estudian­

te cree que por ellos lo dice, sintiéndose atrapado; el camarada le aclara que

se trata de un tullido «que trae unapierna de palo y una muleta en la mano

y se viene quitando la montera, y entre ellos le llaman el Diablo Cojue­

lo por mal nombre», añadiendo como comentario «que es un bellaco, mal

pobre, embustero y ladrón y estoy harto cansado con él y con ellas porque le

llaman así, que es una sátira que me han hecho con esto, y que yo he senti­

do mucho». Poco después llegan al garito los tres diablillos perseguidores y

preguntan: «¿Quién es aquí el Diablo Cojuelo?». En este caso buscan al

verdadero, al auténtico Cojuelo que —invisible- se escapa llevándose tras sí

al camarada Cleofás, mientras que, redoblado equívoco de acción, entregan al

Piedepalo o segundo Cojuelo, delatado sin escrúpulos por algunos colegas,

aunque otros saldrán en su defensa y acabará la escena en apaleamiento ge­

neral, cual paso entremesil.

La especial atención concedida por Vélez a los elementos que redondean

el disparate ingenioso la revelan el cuidado y la finura con que trata los mo­

mentos de magia, en coherencia con lo diabólico, brujuleando entre las cons­

tricciones de la verosimilitud.

Nada más haber saltado el estudiante del tejado a la buhardilla, mar en

que naufraga como buen Leandro, el lector percibe la visión del estudiante,

el bufete de un astrólogo, pintado como confusa oficina (I), propia de

quien «tiene su punta de la mágica negra» (I). El primer suspiro que oye le

parece «imaginación o ilusión de la noche»; pero al percibirlo por segunda

vez, comenta el autor implícito, le pareció «que no era engaño de la fanta­

sía». En los dos casos se detecta una perfecta sintonía terminológica con las

definiciones que se daban en los tratados serios de los efectos de lo misterio­

so, de los engaños de los sentidos por obra diabólica.

Apariencia de sueño acompaña a las situaciones más "sorprendentes",

como en el tranco V, cuando al salir volando por la ventana, «elgüesped,

que parecía que lo soñaba, se volvió santiguando», es decir haciendo un cla­

ro gesto de conjuro; ante otra fuga en el capítulo siguiente, los testigos se que­

dan «suspensos y atribuyendo la agilidad de los nuevos volatines a sueño»

(VI). En la «pila de los dones» Cleofás comenta que «todo le parecía que lo

iba soñando», y le contesta el Cojuelo que «algo tiene de eso este fantástico

Page 18: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

X X I V B L A N C A P E R I Ñ Á N

aparato» (III), truco narrativo de tipo cervantino que deja en entredicho y

duda ambigua al lector. Del mismo cariz es opinar de la casa de los locos que

es lugar «soñado al parecer» (III), y visión entresoñada resulta la cabalgata

de la Fortuna y su cortejo subversor ya que «el estudiante se incorporó en­

tonces, supliendo con bostezos y esperezos lo que le faltaba por dormir»

(Vil). Ya decía Martín del Río que el demonio «todo lo que no puede pro­

ducir deforma verdadera tratará de imitarlo a través del engaño de la fanta­

sía», dado su poder de trastornarla; por eso se sirve con frecuencia de super­

ficies reflectantes. Por eso —y no sólo como caricatura gestual «para entrar

más de rebozo»—, el Cojuelo y Cleofás, al ingresar en la reunión de litera­

tos, se ponen anteojos, tanto la primera como la segunda vez (IX y X). Los

espejos de alinde, como las redomas o los círculos, atraían a los demonios...

De alguna manera, gracias a todos esos juegos al escondite con la verosi­

militud, se tranquiliza al lector, al mismo tiempo que se le comunica, con el

voyeurismo divertido, la ilusión de una visión mágica.

Y mientras los llevaba a cabo, bastante se debió divertir Vélez. Por ejem­

plo, variando la expresión de los vuelos de los protagonistas: en pago del res­

cate salen por la buharda «como si los dispararan de un tiro de artillería»

(barón de Münchaussen anunciado) (I), o «flechados de sí mismos» (V), y

al escapar de la barabúnda en la plaza cordobesa «levantándose por el aire,

parecieron cohetes voladores» (VI). Por la ventana del mesón salen el Co­

juelo y Cleofás sin pagar la cuenta, exclamando el último: «Lindos atajos

sabes», y respondiéndole el diablo «Somos gente de buena maña», puesto

que sus postas «comen alas de viento por cebada» (VIH). Caminan «lim­

piándose el polvo de las nubes» o «tragando leguas de aire», reconociendo

burlescamente de vez en cuando: «descansemos un poco, que es mucho pa­

jarear este, y nos metemos a lechuzas silvestres» (VI).

En esos guiños con la verosimilitud, en esas creaciones de lo «confuso» y

en la ingeniosidad de las operaciones retóricas creo que consiste el máximo

valor de la novelita veleciana, unido a sus sapientes entrelacements, a ve­

ces metanarrativos («se deja para esotro tranco» VIII; «Dejemos a nuestros

caballeros... y volvamos a nuestro astrólogo», IV), siempre ingeniosos (de

clara sinécdoque entre «puchero humano de la corte» y «piélago racional» en

el que flotan las ballenas-coches, entre 1 1 y lll). El placer de los usuarios, la

percepción de las múltiples técnicas empleadas intencionalmente por el au­

tor, sería mayor o menor en proporción directa con sus niveles de cultura li­

teraria; la dinámica de la deseodificación depende siempre del sistema de

competencias del destinatario con quien se establece una clara complicidad.

Quizás no todos percibieran, por ejemplo, en la visión de la cabalgata de la

corte, que el retrato de la familia real, presentado como «disparate fiable»

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E S T U D I O P R E L I M I N A R X X V

(VIII), sin la alabanza grandiosa concedida a tantos nobles y dentro de la

brujería del espejo, recibe subliminarmente connotación negativa, según la

presentación disimulada del Vélez que expresaba vivencias de converso.

En conclusión, las mismas vaguedades, voluntariamente ambiguas, que

dejan imprecisado el tratamiento de lo supranatural en el Coloquio de los

perros, o en el episodio del vuelo de Clavíleño, o la Cueva de Montesinos,

allí donde sepultan posibles mundos que tienen que ver con lo mágico pro­

digioso, que es lo inquietante, son las percibidas en esta novela. En esa ilus­

tre compañía queda legítimamente el Cojuelo.

Del modelo quevedesco, insistentemente señalado, Vélez se distancia

por la mayor amplitud narratológica concedida a su historia, respecto de las

escenas únicas, aunque de contenido homogéneo, que son cada uno de los

Sueños; amplitud articulada gracias a un uso ágil y estratégico de su gra­

mática narrativa. También se diferencia de los otros textos que le son casi

gemelos en la deformación del vehículo expresivo; aun con su fuerte carga de

dificultades conceptistas, resulta más legible que La picara Justina y que el

Estebanillo, por una menor densidad en el juego con los valores referencia-

les del lenguaje. Sobre todo en ¡a segunda parte.

Sin duda alguna, en la hipertrofia de los niveles ingeniosos queda la cul­

pa de que a Vélez se le escapara de las manos la novela; aunque nos deja­

ra, como en el caso de sus hermanos citados y como bien han dicho plumas

más autorizadas, una espléndida obra de arte del lenguaje. Se la encontró

Lesage, y la hizo más novela, pero transmitió a la posteridad un diablo des­

naturalizado y despojado de su alquimia juguetona, en un cosido de histo­

rietas sacadas de distintas obras picarescas. A las exageraciones disparata­

das, tan bien ligadas, había consignado Vélez el hechizo de su viaje, que es

nuestro viaje textual, viaje mágico posible «cuando crear curiosidad sor­

prendente y agradar eran efectos válidos por sí mismos, en sintonía con una

estética de lo artificioso capaz de resolverse en arte como evasión y/o creación

de mundos posibles» (M. Corti). Y con su tropelía nos brinda su último

pensamiento sobre la humanidad descifrada, fruto de ese «temperamento ra­

cionalista y contemplativo» que se le ha reconocido en su etapa final (Pea­

le), en una senectud que es distancia de las vivencias más impactantes y ma­

durez artística, ingredientes insustituibles para acrisolar un retrato risible de

la vida marcado por la levedad, aun dentro de los excesos barrocos.

B L A N C A P E R I Ñ Á N

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E L D I A B L O C O J U E L O

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Los signos ° y D remiten respectivamente a las Notas complementarias y a las entradas del Aparato crítico.

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[ P R E L I M I N A R E S ]

S U M A D E L P R I V I L E G I O

Tiene privilegio por diez años Luis Vélez de Guevara para impri­mir un libro intitulado El Diablo Cojudo, como más largamente consta de su original, despachado en el oficio de Antonio de Alosa Rodarte, en veinte y seis días del mes de setiembre de mil y seis­cientos y cuarenta.

T A S A

Tasaron los señores del Consejo este libro intitulado El Diablo Co­

judo, a cuatro maravedís y medio cada pliego, el cual tiene diez y ocho, que al dicho precio monta dos reales y ocho maravedís y me­dio en papel.' Despachóse en el oficio de Miguel Fernández, en 17 de diciembre de 1640 años.

Este libro intitulado El Diablo Cojuelo está bien y fielmente impre­so con su original. En Madrid, a 16 de diciembre de I640.

Doctor don Francisco Murcia de la Llana1

' La tasa de los libros se establecía en

papel, es decir, sin encuadernar, y así se

almacenaban; el precio final del libro

subía según la encuademación que hi­

ciera el librero para la ven ta . 0

2 Hijo homón imo del famoso c o ­

rrector del Quijote, que había testado a

su favor en 163 5.

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A P R O B A C I Ó N D E L M U Y R E V E R E N D O P A D R E

M A E S T R O F R A Y D I E G O N I S E N O ,

D E L A O R D E N D E S A N B A S I L I O E L G R A N D E

Esta novela que se intitula El Diablo Cojuelo, escrita por Luis Vélez de Guevara, y que me manda censurar el señor Licenciado don L o ­renzo de Iturrizarra, Vicario General desta villa de Madrid, 3 etc., no sólo no tiene cosa alguna que se oponga al católico sentir de nuestra sagrada fe y buenas costumbres por que se pueda negar la l i ­cencia que el autor pide para estamparla, pero antes muchas de mu­cha moralidad y enseñanza, escritas con la sazón y variedad que de tal ingenio se podía esperar. Merece la licencia que pide porque este linaje de escritos es difícil de encuadernar con lo honesto y re­catado de nuestras cristianas leyes, 4 y Luis Vélez ha sido en éste glo­riosa excepción desta universal dolencia, pues entretiene sin ofen­der y enseña sin escandalizar. Este es mi parecer. En San Basilio de Madrid, setiembre, 5, de 1640.

Fray Diego Niseno5

3 desta: la contracción de preposicio­

nes con artículos, adjetivos e incluso

pronombres es uno de los rasgos l in­

güísticos de la época; en el Cojuelo se

encontrará del, destos, desta, dellos, etc.

También , por el contrario, a veces per­

manecían separadas combinaciones

hoy contractas: de el, a el...° 4 encuadernar, 'adecuar, acomodar ' . 0

5 Fray D i e g o Niseno, destacado

enemigo de Quevedo , obstaculizó la

publicación de sus Juguetes de la niñez y

censuró negativamente el Discurso de

todos los diablos, lo que puede explicar la

referencia a los peligros que entrañan

estas sátiras. Esta aprobación es el más

temprano de los preliminares: el 5 de

septiembre de 1640 el Cojuelo ya estaba

escrito; entre esta fecha y el 1 7 de d i ­

ciembre (tasa) se cumplieron los d iver­

sos trámites administrativos, saliendo el

libro de imprenta en 1 6 4 1 . 0

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A P R O B A C I Ó N D E L P A D R E F R A Y J U A N P O N C E

D E L E Ó N , L E C T O R J U B I L A D O D E L A O R D E N

D E L O S M Í N I M O S , C A L I F I C A D O R

D E L C O N S E J O S U P R E M O D E L A S A N T A

Y G E N E R A L I N Q U I S I C I Ó N Y V I S I T A D O R

D E L A S L I B R E R Í A S D E E S P A Ñ A Y R E I N O S

D E S U M A J E S T A D

M . P . S.

Por orden de Vuestra Alteza he visto una novela cuyo título es El

Diablo Cojuelo, autor Luis Vélez de Guevara, en cuyo discurso se manifiesta lo que alcanza el arte y la malicia, y lo que, por salir esta de sus límites, estraga a la verdad y pureza, en cuyo abono en to­dos tiempos se hallan hombres que con el celo della se oponen a la injuria que con violencia introduce el mundano atrevimiento, enseñando con sus escritos la fuerza con que persuade la mentira aunque con fingidas apariencias se represente diferente de lo que es. En este libro no hay proposición sujeta a censura cristiana, ni política, ni cosa que le impida a no poder correr seguramente, 6

llevando con esto suficiente crédito, y más acompañando el asumpto desta novela el sazonado gusto de su autor, 7 mereciendo por él particular estimación, por haber puesto la naturaleza en su ingenio la elegancia del estilo, la suavidad del decir, la adverten­cia en el colocar, la atenta circunspección en las palabras, y todo con tal modo que deja suspensa la razón sobre a cuál de estas par­tes se deba con más justificación la primacía. En todo este discur­so, con arte superior se corre la cortina a los conocidos engaños deste mundo, de modo que para penetrarlos con sutileza no ne­cesita nuestra nación de salir de sus estendidos límites, pues den­tro de sí cria sujetos que, aun en sueños y burlas, la dejan supe­riormente ilustrada. Por lo cual es muy justo que, siendo Vuestra Alteza servido, estos discursos o trancos se impriman seguros de

' 'que le impida circular con seguri­

dad'. E l uso de no con verbo de sentido

negativo era aceptado en la época (véa­

se V I , n. 62). 7 asumpto: en el siglo XVII los grupos

cultos como -mpt-, -pt-, -gn-, -ct-, -ce­

se comportaban sin uniformidad: en el

Cojuelo aparecen tanto asumpto, baptis-

1110, disignio, acto c o m o asuntos, cautivo,

seta, o juridición.0

s

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6 E L D I A B L O C O J U E L O

que no perderán por leídos el lugar que se les debe, bastándoles por recomendación el aplaudido nombre de su autor. Del con­vento de la Vitoria de Madrid, Orden de los Mínimos de San Francisco de Paula, a 15 de setiembre de 1640 años.

Fray Juan Ponce de León

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Excelentísimo señor: La generosa condición de Vuestra Excelencia, patria general de

los ingenios, donde todos hallan seguro asilo, ha solicitado mi des­confianza para rescatar del olvido de una naveta en que estaba,8 en­tre otros borradores míos, este volumen que llamo El Diablo Co-

juelo, escrito con particular capricho 9 por que al amparo de tan gran Mecenas salga menos cobarde a dar noticias de las ignorancias del dueño; a cuya sombra excelentísima la Invidia me mirará ociosa, la Emulación muda y desairada la Competencia: que con estas segu­ridades no naufragará esta novela y podrá andar con su cara descu­bierta por el mundo. Guarde Dios a Vuestra Excelencia como sus criados deseamos y hemos menester.

Criado de Vuestra Excelencia que sus pies besa, Luis Vélez de Guevara

naveta: 'cajón de escritorio 1 . 9 'originalidad, rompiendo con las reglas ' . 0

7

Page 27: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

P R Ó L O G O A L O S M O S Q U E T E R O S D E L A C O M E D I A D E M A D R I D 1 0

Gracias a Dios, mosqueteros míos —o vuestros—, jueces de los aplausos cómicos por la costumbre y mal abuso, que una vez toma­ré la pluma sin el miedo de vuestros silbos, pues este discurso del Diablo Cojuelo nace a la luz concebido sin teatro original, fuera de vuestra juridición, 1 1 que aun del riesgo de la censura del leello está privilegiado por vuestra naturaleza,12 pues casi ninguno de vosotros sabe deletrear, que nacistes para número de los de más 1 3 y para pes­cados de los estanques de los corrales, esperando, las bocas abiertas, el golpe del concepto por el oído y por la manotada del cómico, y no por el ingenio. Allá os lo habed con vosotros mismos, que sois corchetes de la Fortuna,' 4 dando las más veces premio a lo que aun no merece oídos, y abatís lo que merece estar sobre las estrellas. Pero no se me da de vosotros dos caracoles:'5 hágame Dios bien con mi prosa' 6 entretanto que otros fluctúan por las maretas de vuestros aplausos,'7 de quien nos libre Dios por su infinita misericordia. Amén, Jesús.

1 0 Los mosqueteros -soldados y chus­ma diversa- constituían el público más ruidoso y temido de los corrales de c o ­medias (con sus silbos podían hundir una obra). El prólogo violento dirigido «al vulgo» fue habitual en el Siglo de Oro , como luego otro «al lector discre­to» en un tono más benévolo , que tam­bién Vélez incluirá. 0

' 1 El Diablo Cojuelo, al ser concebido sin teatro original (modificación burlesca de concebida sin pecado original), es decir, por no ser teatro, queda fuera de la jurisdic­ción de los mosqueteros. 0

12 privilegiado: 'exento ' (para su uso metafórico, VI I , n. 48); leello: la asimila­ción rl>ll fue habitual en el siglo XVI , pero su frecuencia en el Diablo Cojuelo (criollo, repetille, acaballa, etc), mediado el XVII, constituye ya una excepc ión . 0

'para formar parte de los que están de más'; número: 'grupo ' . La desinencia -Síes en nacistes refleja la latina -stis y no

evolucionaría a la actual -steis hasta fi­nes del x v i i . 0

14 Allá os lo habed: 'Allá vosotros ' . Se llamaba corchetes a los auxiliares de la justicia que retenían al preso, «porque asen c o m o estos ganchudos» ( C o v a -rrubias). Los mosqueteros son corchetes de la Fortuna caprichosa, pues con sus reacciones provocan el éxito o fracaso de una comed ia . 0

1 5 'no me importáis nada, un c o m í -n o ' . 0

1 La frase equivale a decir que pres­cinde de dudosas recompensas ajenas. 0

1 7 'otros se inquietan por vuestras ruidosas reacciones'; fluctuar: 'vacilar la embarcación por el movimien to de las olas del mar'; mareta, 'oleaje antes o después de la borrasca' y, f iguradamen­te, ' rumor de la muchedumbre antes o después de agitarse'. Aprovecha Vé lez el sentido literal y metafórico en el uso de ambas palabras.

8

Page 28: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

C A R T A D E R E C O M E N D A C I Ó N

A L C Á N D I D O O M O R E N O L E C T O R

Lector amigo: yo he escrito este discurso —que no me he atrevido a llamarle libro— pasándome de la jineta de los consonantes a la brida de la prosa 1 9 en las vacantes que me han dado las despensas de mi fa­milia y los autores délas comedias por Su Majestad. 3 0 Y , como es El Diablo Cojuelo, no lo reparto en capítulos, sino en trancos;2 1 suplí-cote que los des en su leyenda, 3 3 porque tendrás menos que censu­rarme y yo que agradecerte. Y , por no ser para más, ceso, y no de rogar a Dios que me conserve en tu gracia. 2 3

De Madrid, a los que fueren entonces del mes y del año, y tal y tal y tal.

El autor y el texto.

18 candido: ' ingenuo ' y 'blanco* por

oposición a moreno 'negro ' o, en len­

guaje germanesco, 'astuto'. Q u e v e d o

encabezó prólogos con epítetos pareci­

dos: «Al lector, como Dios me lo depa­

re, candido o purpúreo, p ío o cruel,

benigno o sin sarna» (El mundo por de

dentro).0

jineta y brida son dos estilos de

montar a caballo, siendo el segundo

más cómodo y suelto, como la prosa

frente a los consonantes ('versos con

rima') a que obliga la comedia. 2 0 vacantes: 'vacaciones'; despensas:

'gastos'; autores de las comedias por Su

Majestad: 'directores de compañías tea­

trales de título', que eran las más i m ­

portantes, sólo unas pocas nombradas

por el Conse jo R e a l , frente a las infe­

riores compañías de la legua.0

2 1 'saltos'. La caprichosa originali­

dad empujó a los autores del Siglo de

O r o a llamar a los capítulos, depen­

diendo del argumento de la obra, «ali­

vio», «crisis», «cama», «patraña»...; aquí

se llaman trancos, 'saltos', porque el

Diablo C o j u e l o los da de un lado a

o t r o . 0

2 2 lec tura ' . 2 3 ceso, y no de rogar a Dios: el aprove­

chamiento de una misma palabra en

dos oraciones, elidida en la segunda

(zeugma) es muy habitual en el Cojuelo

y en su época . 0

9

Page 29: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

D E D O N J U Á N V É L E Z D E G U E V A R A

A S U P A D R E 2 4

S O N E T O

Luz en quien se encendió la vital mía, de cuya llama soy originado, bien que 3 5 la vida sólo te he imitado, que el alma fuera en mí vana porfía;

si eres el Sol de nuestra Poesía, viva más que él tu aplauso eternizado, y, pues un vivir solo es limitado, no te estreches al término de un día.

Hoy junta en el deleite la enseñanza tu ingenio, a quien el tiempo no consuma, pues también viene a ser aplauso suyo.

Y sufra la modestia esta alabanza a quien, por parecer más hijo tuyo, quisiera ser un rasgo de tu pluma.

2 4 F u e J u a n V é l e z d e Guevara ( 1 6 1 1 - aunque no destacó tanto c o m o su

1675) autor de algunos entremeses y dre.°

varios dramas destinados a la corte, 2 5 ' a u n q u e ' 0

10

Page 30: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

T R A N C O I

Daban en Madrid, por los fines de julio, las once de la noche en punto, hora menguada para las calles1 y, por faltar la luna, juridición y término redondo de todo requiebro lechuzo y patarata de la muerte. 3 El Prado boqueaba coches en la última jornada de su pa­seo, 3 y, en los baños de Manzanares, los Adanes y las Evas de la C o r ­te, fregados más de la arena que limpios del agua, decían el Ite, río es,4 cuando don Cleofás Leandro Pérez Zambullo, hidalgo a cuatro vientos, caballero huracán y encrucijada de apellidos,5 galán de no­viciado y estudiante de profesión,6 con un broquel y una espada,7

1 'hora aciaga, peligrosa para las ca­

lles': una orden de 1639 permitía tirar

las aguas sucias por las ventanas a las

once en verano; aprovecha también el

sentido astrológico de hora menguada

('hora infeliz') para luego continuar la

dilogía con término, 'momento en que

un planeta tiene mayor poder de in ­

f lu jo ' . 0

" 'por la oscuridad total (faltar la luna)

dominio (término redondo) de todo re­

quiebro nocturno (lechuzo) y represen­

tación (patarata) de la muerte'; requiebro

lechuzo, aparte del 'requiebro noctur­

no ' de galanes o busconas, puede i m ­

plicar 'nial suceso', pues la lechuza era

pájaro de mal agüe ro . 0

3 boqueaba: 'expiraba, daba los últi­

mos suspiros', prosopopeya aplicada al

Prado, que empezaban a abandonar a

esa hora los coches que acostumbraban

a pasear por él, siendo la última jornada

tanto 'último día en la vida del paseo'

como 'último viaje de los coches ' . 0

4 La costumbre de bañarse en el

Manzanares en verano hacía de los cor­

tesanos, por ir desnudos, Adanes y Evas;

fregados más de arena que limpios del agua,

por ser miserable el caudal del río (mo­

tivo burlesco habitual en la época), lo

que explica también el Ite, río es, calca­

do en latín macarrónico del «Ite, missa

est» que se dice al acabar la misa, o sea

' ¡Ea , se acabó el río!' y que continúa la

alusión religiosa y jocosa de Adanes y

Evas.0

5 don Cleofás... apellidos: los cuatro

nombres del personaje tienen, res­

pect ivamente , resonancias judías , pa ­

ganas, cristianas plebeyas y moriscas,

de ahí encrucijada de apellidos e hidalgo a

cuatro vientos, que parodia la expres ión

«hidalgo por los cuatro costados»

—por las cuatro líneas genealógicas de

los abuelos—y podría significar 'h idal­

go falso, sin casa solariega, a la i n t em­

perie de los cuatro vientos ' (Rodr íguez

Mar ín ) . La insistencia en el v iento

—caballero huracán— indicaría una falsa

nobleza, 'hinchada o inexis tente ' .

Po r supuesto, el don an tecediendo a

estos nombres tiene un sentido bur ­

l e s c o . 0

6 noviciado, profesión: téngase p re ­

sente la dilogía de ambas palabras: ' n o ­

vato, nov ic io ' , 'of ic io , profesión rel i­

g i o s a ' . 0

7 broquel: 'pequeño escudo redon­

do ' . Cleofás, c o m o estudiante, tenía

prohibido portar armas. 0

1 I

Page 31: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

1 2 E L D I A B L O C O J U E L O

aprendía a gato por el caballete de un tejado, huyendo de la justi­cia,8 que le venía a los alcances por un estrupo que no lo había co ­mido ni bebido, que en el pleito de acreedores de una doncella al uso estaba graduado en el lugar veintidoseno, 9 pretendiendo que el pobre licenciado escotase solo lo que tantos habían merendado; 1 0 y como solicitaba escaparse del «para en uno son» 1 1 -sentencia difini-tiva del cura de la parroquia y auto que no lo revoca si no es el v i ­cario Responso, juez de la otra vida—,'2 no dificultó arrojarse desde el ala del susodicho tejado, como si las tuviera, a la buharda' 3 de otro que estaba confinante, nordesteado de una luz que por ella es­casamente se brujuleaba,'4 estrella de la tormenta que corría, en cuyo desván puso los pies y la boca a un mismo tiempo, 1 5 saludán­dolo como a puerto de tales naufragios y dejando burlados los mi­nistros del agarro 1 6 y los honrados pensamientos de mi señora doña

8 aprendía agato como gato que va por

el caballete del tejado ('línea donde se

unen las dos vertientes'), y c ó m o d o ,

'ladrón' —en lenguaje de gemianía—

que huye de la justicia. 9 'la justicia le perseguía (venía a los

alcances) por un estupro que no había

cometido (comido ni bebido), pues era el

vigésimo segundo que había disfrutado

de la pretendida virginidad de la don­

cella a la moda y uso'; estrupo: ' v io la­

ción de doncella o virgen' (forma con

metátesis normal en el XVII); al uso: 'a la

moda' , pero uso también en su sentido

propio; en el pleito de acreedores el j uez

otorgaba un lugar (graduación) a los

acreedores para que satisfacieran sus

deudas; veintidoseno o 'vigésimo segun­

do' , la forma arcaica concurría con la

moderna . 0

1 0 escotase solo...: 'pagase él solo —ca­

sándose— lo que muchos habían m e ­

rendado —la pretendida virginidad—'.

La alusión burlesca al estupro como

merienda había comenzado más arriba

(comido ni bebido) y es correlativa al uso

del verbo escotar.0

! 1 Alusión al refrán «Para en uno son

los dos», que se aplicaba a los recién ca­

sados. 0

1 2 El responso, 'rezo por los difuntos',

es vicario o 'representante' de la Muer te

(juez de la otra vida), la única que puede

disolver el ma t r imon io . 0

1 3 'buhardilla'. 14 nordesteado de: 'desviado hacia el

rumbo nordeste por. . . ' ; escasamente se

brujuleaba: 'se divisaba, se veía con difi­

cultad'. Aprovecha Vélez ahora el l éx i ­

co marinero, c o m o antes e l jur ídico, en

su j u e g o de ingenio para narrar las an­

danzas de don Cleofás, lo que en cierto

modo recuerda el principio de las Sole­

dades de G ó n g o r a . 0

15 gobernar por una estrella, 'guiar la

nave según ese punto ' ; correr tormenta

significa continuar la navegación a pe ­

sar del temporal; puso los pies y la boca...:

'besó la tierra'. 1 6 'alguaciles' o 'corchetes ' (véase

Prels., n. 1 4 ) , llamados así burlesca­

mente porque «agarran» al delincuente,

pero además es posible una intención

satírica ya que la misma expresión la

había aplicado Q u e v e d o a los alguaciles

por su cor rupc ión . 0

Page 32: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

T R A N C O I 13

Tomasa de Vitigudino,' 7 doncella chanflona que se pasaba de no­che como cuarto falso,1 8 que, para que surtiese efecto su bellaque­ría, había cometido otro estelionato más"J con el capitán de los j i ­netes a gatas que corrían las costas de aquellos tejados en su demanda 2 0 y volvían corridos de que se les hubiese escapado aquel bajel de capa y espada que llevaba cautiva la honra de aquella seño­ra mohatrera de doncellazgos, 2 1 que juraba entre sí tomar satisfa-ción deste desaire en otro inocente chapetón de embustes donce-lliles, 2 2 fiada en una madre que ella llamaba tía, liga donde había caído tanto pájaro forastero.2'

A estas horas, el estudiante, no creyendo su buen suceso y des­hollinando con el vestido y los ojos el zaquizamí, 2 4 admiraba la re­gión donde había arribado por las estranjeras estravagancias de que estaba adornada la tal espelunca, 2 5 cuyo avariento farol era un can-

17 Tomasa es nombre burlesco, pues

en lenguaje de gemianía alude a la

«buscona por excelencia que " toma"

todo lo que le dan o puede sacar con

engaños y peticiones» (Léxico Margina-

lismo). E l principal defecto de las m u ­

jeres en la sátira áurea es este: piden,

toman y quitan. Véase V I I I , n. i . Viti­

gudino: población de la provincia de Sa­

lamanca. 0

1 chanflón es una 'moneda falsa difí­

cil de pasar por su tosquedad'. Usado a

veces como adjetivo, sirve aquí para

calificar como 'falsa doncella' a doña

T o m a s a . 0

estelionato: 'delito consistente en

vender lo que ya no se tiene en propie­

dad': doña Tomasa volvió a vender una

virginidad que ya no poseía. Aunque

todo pueda parecer pura broma, es

cierto que se hacían escrituras consta­

tando la virginidad de las doncellas y su

venta a un galán (o a más de uno frau­

dulentamente, como es el caso) . 0

2 0 jinetes... que corrían las costas: «jine­

tes o corredores de la costa» eran los

guardacostas que las defendían de la p i ­

ratería mora; los alguaciles que persi­

guen a don Cleofás son jinetes a gatas

porque van 'a gatas sobre el caballete

del te jado ' . 0

2 1 corridos: 'avergonzados' enlaza con

el anterior corrían; manteniendo los

atributos del caballero — capa y espada—

Cleofás es presentado como bajel pirata

que secuestra la honra de doña T o m a ­

sa, continuando la metáfora marinera

que seguirá hasta el párrafo siguiente al

hablar de la región donde había arribado;

mohatrera: 'estafadora' . 0

2 2 entre si: 'para sí '; chapetón: 'novato,

inexper to ' . 0

2 3 madre que ella llamaba tía: así se lla­

maba a las alcahuetas; liga: a la vez

'alianza', entre la alcahueta y la busco­

na, y 'trampa, materia viscosa con que

se cazan los pájaros'; un pájaro es al­

guien 'astuto, sagaz' pero, al ser tam­

bién forastero, es 'ajeno a dicha trampa y

alianza' . 0

2 4 deshollinando con el vestido ('lim­

piando') y los ojos ( 'escrutando, miran­

do atentamente') el zaquizamí ('des­

v á n ' ) . 0

2 5 ' cueva ' , latinismo de uso cultera­

no; estranjeras ('extrañas') y estravagan­

cias, escritas con el grafema s, conforme

a la pronunciación de la x latina desde

Page 33: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

•4 E L D I A B L O C O J U E L O

dil de garabato2 6 que descubría sobre una mesa antigua de cadena papeles infinitos mal compuestos y desordenados, 2 7 escritos de ca­racteres matemáticos, unas efemérides abiertas,1 8 dos esferas y algu­nos compases y cuadrantes: ciertas señales de que vivía en el cuarto de más abajo algún astrólogo dueño de aquella confusa oficina y embustera ciencia; 2 9 y llegándose don Cleofás curiosamente —como quien profesaba letras y era algo inclinado a aquella profe­sión—10 a revolver los trastos astrológicos, oyó un suspiro entre ellos mismos que, pareciéndole imaginación o ilusión de la noche, pasó adelante con la atención papeleando los memoriales de Euclides y embelecos de Copérnico. 3 ' Escuchando segunda vez repetir el sus­piro, entonces, pareciéndole que no era engaño de la fantasía, sino verdad que se había venido a los oídos, dijo con desgarro y ademán de estudiante valiente: «¿Quién diablos suspira aquí?»; respondién­dole al mismo tiempo una voz entre humana y estranjera:'2

- Y o soy, señor Licenciado, que estoy en esta redoma," adonde me tiene preso ese astrólogo que vive ahí abajo, porque también tiene su punta de la mágica negra y es mi alcaide dos años habrá.' 4

—Luego ¿familiar eres? —dijo el estudiante.3 5

—Harto me holgara yo —respondieron de la redoma— que entra-

época medieval, a la que tienden inclu­

so los cultismos. 0

2 0 'candil con g a n c h o ' . 0

"7 mesa de cadena: 'mesa p legable ' . 0

efemérides: 'libros de notas relativas

a los movimientos de los astros'.

Los ataques satíricos a la astrolo-

gía, en consonancia con la prohibición

y persecución inquisitorial, fueron tan

insistentes que pudieron tener mayor

efecto incluso que los tratados de teó­

logos y filósofos. Efemérides, compa­

ses, esferas, etc. (trastos astrológicos), son

habituales signos de identificación e x ­

terna de los astrólogos en sus retratos l i ­

terarios. 0

3 0 Aunque la charlatanería que g e ­

neraba ocasionara su rechazo, la astro-

logia formó parte, jun to a la astrono­

mía, del bagaje de muchos sabios

humanistas. 0

31 embelecos: 'engaños'. Los límites

entre astrología y astronomía eran aún

confusos en el siglo XVII y las teorías de

Copérn ico ( 1 4 7 3 - 1 5 4 3 ) , expuestas en

su De revolutionibus Orbium Ccelestium

( 1 5 4 3 ) , fueron declaradas heréticas en

1 6 1 6 por la Inquisición tras ser asumi­

das y defendidas por G a l i l e o . 0

3 2 'no natural, sobrenatural ' . 0

3 3 'vasija de vidrio de fondo ancho y

cuello estrecho'. 3 4 'tiene un poco (punta) de n igro­

mante (mágica negra) y es mi carcelero

(alcaide) hará (habrá) dos años'. Le llama

alcaide porque lo tiene preso en la redo­

m a . 0

Los astrólogos judiciarios recurrí­

an, para acertar sus pronósticos, a la n i ­

gromancia; mediante pacto diabólico

obtenían la ayuda de un demonio fami-

liar—'auxiliar'— que, según creencia p o ­

pular, tenían encerrado en redomas o

anil los. 0

Page 34: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

T R A N C O I 1 5

ra uno de la Santa Inquisición"5 para que, metiéndole a él en otra de cal y canto, me sacara a mí desta jaula de papagayos de piedra azu­fre.' 7 Pero tú has llegado a tiempo que me puedes rescatar, porque este a cuyos conjuros estoy asistiendo me tiene ocioso sin emplear­me en nada, siendo yo el espíritu más travieso del infierno.

Don Cleofás, espumando valor, , s prerrogativa de estudiante de Alcalá, le dijo:

-¿Eres demonio plebeyo u de los de nombre? —Y de gran nombre' 9 - le repitió el vidro endemoniado— y el más

celebrado en entrambos mundos.

-¿Eres Lucifer? —le repitió don Cleofás. —Ese es demonio de dueñas y escuderos —le respondió la voz. -¿Eres Satanás? -prosiguió el estudiante.

—Ese es demonio de sastres y carniceros —volvió la voz a repe­tirle.

—¿Eres Bercebú? -volvió a preguntarle don Cleofás. 4 0

Y la voz a responderle:

—Ese es demonio de tahúres, amancebados y carreteros.4' -¿Eres Barrabás, Belial, Astarot? -finalmente le dijo el estu­

diante.

—Esos son demonios de mayores ocupaciones —le respondió la voz—: demonio más por menudo soy, 4 2 aunque me meto en todo. Y o soy las pulgas del infierno, la chisme, el enredo, la usura, la mo­hatra;4' yo truje al mundo la zarabanda, el déligo, la chacona, el bu-

3 familiar de la Inquisición: 'ministro

del Santo Oficio ' ; zeugma dilógico

irreverente siendo la primera acepción

utilizada 'demonio auxiliar de nigro­

mante ' . 0

3 7 «obra de cal y canto, la que es firme y

dura» (Covarrubias); papagayo, 'delator

al servicio de la justicia ' , en gemianía;

piedra azufre: se asociaba, por su mal

olor, al Infierno.

• 'rebosando va lo r ' . 0

«Nombre quiere decir algunas v e ­

ces la fama, que los antiguos decían

nombradla» (Covarrubias). 4 0 Bercebú, 'Belcebú ' , por confusión

habitual de / r / y / 1 / a final de sílaba o

palabra. 0

4 1 Vélez aprovecha burlescamente la

teoría teológica de que los diablos se

«especializaban» en determinados pe­

cados. Irreverente, otorga bajas ocupa­

ciones a Satanás, Lucifer y Be lcebú ,

mientras se creía que uno de ellos era el

monarca infernal. 0

4 2 Tras decir que es demonio de gran

fama, reconoce ser más por menudo

('más plebeyo') que Belial (virrey) o

Astarot (gobernador, según Fausto),

etc, —«diablos mayores»— porque, efec­

tivamente, entre los diablos hay órde­

nes y grados . 0

4 3 pulgas: 'nervios ' ; chisme: 'cotilleo

malintencionado'; mohatra: 'engaño,

fraude'. Algunas palabras, c o m o chisme,

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1 6 E L D I A B L O C O J U E L O

llicuzcuz, las cosquillas de la capona, el guiriguirigay, el zambapa-lo, la mariona, el avilipinti, el pollo, la carretería, el hermano Bar­tolo, el carcañal, el guineo, el colorín colorado; 4 4 yo inventé las pandorgas, las jácaras, las papalatas, los cornos, las mortecinas, los tí­teres, los volatines, los saltambancos, los maesecorales, 4 5 y, al fin, yo me llamo el Diablo Co judo . 4 6

—Con decir eso -dijo el estudiante— hubiéramos ahorrado lo de­más; vuesa merced me conozca por su servidor, 4 7 que ha muchos días que le deseaba conocer. Pero ¿no me dirá, señor Diablo C o ­judo , por qué le pusieron este nombre, a diferencia de los demás, habiendo todos caído desde tan alto que pudieran quedar todos de la misma suerte y con el mismo apellido? 4 8

—Yo, señor don Cleofás Leandro Pérez Zambullo, que ya le sé el suyo, o los suyos -di jo el Cojue lo- , porque hemos sido veci ­nos por esa dama que galanteaba y por quien le ha corrido la jus ­ticia esta noche (y de quien después le contaré maravillas), me llamo desta manera porque fui el primero de los que se levanta­ron en el rebelión celestial y de los que cayeron y todo; 4 9 y como los demás dieron sobre mí, me estropearon, 5 0 y ansí quedé más que todos señalado de la mano de Dios 5 ' y de los pies de todos los diablos y con este sobrenombre, mas no por eso menos ágil para todas las facciones que se ofrecen en los Países Bajos , 5 2 en cuyas

o más adelante rebelión y otras muchas,

aún alternaban su géne ro . 0

4 4 yo truje ('traje') al mundo la zara­

banda, el déligo,...: son todos bailes con­

siderados descompuestos y lascivos, in­

decentes; por supuesto, inventados en

el inf ierno. 0

4 5 yo inventé...: diversos tipos de m ú ­

sicas profanas, juegos y espectáculos ca­

llejeros. 0

4 6 Su mismo nombre evoca un dia­

blo enredador o t ravieso. 0

4 7 Aunque fuera fórmula de cortesía

habitual en la época, debe tenerse pre­

sente que don Cleofás habla con un

diablo, pudiendo entonces interpretar­

se como «pacto diabólico»; véase P ró ­

logo, § 5-4 8 ' sobrenombre' , aparte de ' nom­

bre ' y 'apellido', c o m o ya se ha dicho. 4 9 ' también'; al principio del parla­

mento usa el diablo le con valor acusa­

tivo (ya le sé); el fenómeno del leísmo,

c o m o el laísmo y loísmo comenzó a g e ­

neralizarse en el x v i . 0

5 0 estropear significaba, precisamente,

'maltratar a uno dejándole lisiado'. 5 1 C o m o señalados por la mano de Dios

se aludía a los 'lisiados'. E l uso del dicho

aquí es irónico, pues se refiere al diablo,

permitiendo además el chiste del para­

lelismo que vendrá a continuación. E l

adverbio ansí era ya forma anticuada o

dialectal y daba paso a así.° i2facciones, Países Bajos: ambos, posi­

blemente, usados dilógicamente: ' ac ­

ciones de guerra' o 'amotinamientos'

en los Países Bajos: 'Flandes, Holanda.. . '

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T R A N C O I 17

impresas nunca me he quedado atrás,5 3 antes me he adelantado a todos, que, camino del infierno, tanto anda el cojo como el viento; 5 4 aunque nunca he estado más sin reputación que ahora en poder deste vinagre, 5 5 a quien por trato me entregaron mis propios compañeros, 5 ' ' porque los traía al retortero a todos, como dice el refrán de Castilla, 5 7 y cada momento a los más agu­dos les daba gato por demonio. 5 8 Sácame deste Argel de vidro, 5 9

que yo te pagaré el rescate en muchos gustos, a fe de demonio," 0

porque me precio de amigo de mi amigo, con mis tachas buenas y malas/"

—¿Cómo quieres -dijo don Cleofás, mudando la cortesía con la familiaridad de la conversación- 6 3 que yo haga lo que tú no puedes siendo demonio tan mañoso?

—A mí no me es concedido —dijo el espíritu—, y a ti sí, por ser hombre con el previlegio del baptismo"3 y libre del poder de los conjuros con quien han hecho pacto los principes de la Guinea in-

o 'el Infierno'. T o d o ello sin descartar

el posible sentido sexual de Países Bajos,

pues el Diablo Co jue lo era constante­

mente requerido por su eficacia en los

conjuros hechícenles para atraer a

amantes. 0

53 impresas: 'empresas'; algunas voca ­

les presentaban estas vacilaciones en sí­

labas no acentuadas, fenómeno al que

responde también, en este tranco, difi-

nitiva, previlegio, o en otros sepoltura, ci­

menterios, azulea, etc.° 5 4 Variación jocosa del refrán «Ca­

mino de Santiago tanto anda el cojo

como el sano» (Correas). 5 5 vinagre alude al astrólogo por su

carácter —'persona de mal g e n i o ' - y a la

vez al líquido en que se conserva el dia­

blo en la redoma. 5 6 trato: ' traición'. Vue lve al lengua­

j e guerrero y diplomático: facciones, Pa­

íses Bajos, impresas, trato, etc. 5 7 traía al retortero a todos: 'marea­

ba a todos con engaños ' ; refrán: ' d i ­

c h o ' . 0

5 8 Variación jocosa del dicho «Dar

gato por liebre» (Correas), 'engañar dan­

do una cosa por otra'. 5 9 Argel: 'prisión' por antonomasia,

pues en Argel había por entonces m u ­

chos españoles cautivos; aquí se refiere

a la redoma en que está preso el d iablo . 0

, 0 Parodia de la fórmula a fe de caba­

llero —usada para jurar o afirmar algo

con vehemencia—, cuya pretenciosidad

había sido objeto de sátira y burla desde

el siglo X V I . ° 1 ' con mis virtudes o defectos'. R e ­

sultan paradójicas y burlescas estas e x ­

presiones de hombría de bien en boca

de un d iablo . 0

0 2 cortesía: 'trato cotíes'; familiaridad:

'confianza', tuteando al diablo. Podría

también aludir a la relación entre un ni­

gromante y su demonio «familiar».

Cleofás aceptará las propuestas y apro­

ximaciones del Co jue lo y, sin duda, en

un proceso inquisitorial se le habría

considerado nigromante por tener pac ­

to y amistad con el diablo. 3 'bautizado'; baptismo es forma eti­

mológica.

Page 37: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

18 E L D I A B L O C O J U E L O

fernal/'4 Toma un cuadrante de esos y haz pedazos esta redoma, que luego, en derramándome, me verás visible y palpable. 6 5

N o fue escrupuloso ni perezoso don Cleofás y, ejecutando lo que el espíritu le dijo, hizo con el instrumento astronómico gigote del vaso, 6 6 inundando la mesa sobredicha de un licor turbio, escabeche en que se conservaba el tal diablillo; y, volviendo los ojos al suelo, vio en él un hombrecillo de pequeña estatura, afirmado en dos mu­letas, sembrado de chichones mayores de marca, 6 7 calabacino de tes­ta y badea de cogote, 6 8 chato de narices, la boca formidable y apun­talada en dos colmillos solos —que no tenían más muela ni diente los desiertos de las encías—, erizados los bigotes como si hubiera barba­do en Hircania, 6 9 los pelos de su nacimiento ralos, uno aquí y otro allí, a fuer de los espárragos, legumbre tan enemiga de la compañía que si no es para venderlos en manojos no se juntan; 7 0 bien hayan los berros, que nacen unos entrepernados con otros, como vecindades de la corte (perdone la malicia la comparación). 7 1

Asco le dio a don Cleofás la figura,72 aunque necesitaba de su favor para salir del desván, ratonera del astrólogo en que había ca­ído huyendo de los gatos que le siguieron (salvo el guante a la me-

' 4 libre...: 'libre de los conjuros del as­

trólogo, con quien han pactado los prín­

cipes del Infierno', llamado Guinea infer­

nal porque está habitado por negros

demonios. Los nigromantes pactan con

los príncipes infernales y por eso les de­

ben obedecer los demonios familiares. 0

5 luego: 'enseguida'; en derramándo­

me: el gerundio introducido por en se

usaba para indicar la inmediatez de una

acción tras otra. 0

6 6 gigote: 'trozos, picadillo' propia­

mente era un 'guisado en que se pica la

carne en trozos muy pequeños ' , y se

usaba, traslaticiamente, como hoy hacer

picadillo.0

' 7 'desmedidos, e x c e s i v o s ' . 0 0

6 8 calabacino: 'calabaza pequeña' que

se usaba para echar vino; badea: 'melón

grande y de mala calidad'. 6 9 Comparac ión con los recios b i ­

gotes de los tigres de Hircania, los más

fieros según Plinio, a quien seguían los

l i teratos. 0

7 0 a fuer de los espárragos: ' c omo los es­

párragos'. El modo en que crece el es­

párrago originó dichos cuales «Solo

como el espárrago en el yermo» y que

más de un autor recurriera a él c o m o

imagen de soledad. La caricatura del

Diablo Co jue lo sigue una técnica que

procede del «apodo» del siglo XVI y se

desarrolla desde inicios del XVI I , con

cultivadores ilustres c o m o Q u e v e d o

(recuérdese la dueña Quintañona del

Sueño de la Muerte).0

7 1 Hay que perdonar la imagen inde­

corosa de entrepernados. Igual que se

apodó y caricaturizó a personas, se hizo

con ciudades: así Q u e v e d o en su poesía

o López de Ubeda en La picara Justina

( 1 6 0 5 ) 0

7 2 'cuerpo, aspecto': según los trata­

distas, todos y cada uno de los feos y r e ­

pelentes rasgos de los demonios delata­

ban su depravación . 0

Page 38: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

T R A N C O I 19

táfora); 7 3 y, asiéndole por la mano el Cojuelo y diciéndole: «Va­mos, don Cleofás, que quiero comenzar a pagarte en algo lo que te debo», salieron los dos por la buharda como si los dispararan de un tiro de artillería,7 4 no parando de volar hasta hacer pie en el ca­pitel de la torre de San Salvador, 7 5 mayor atalaya de Madrid, a tiempo que su reloj daba la una, hora que tocaba a recoger el mundo poco a poco al descanso del sueño (treguas que dan los cuidados a la vida, siendo común el silencio a las fieras y a los hombres; medida que a todos hace iguales); habiendo una priesa7" notable a quitarse zapatos y medias, calzones yjubones, basquinas, verdugados, guardainfantes, polleras, enaguas y guardapiés, 7 7 para acostarse hombres y mujeres, quedando las humanidades menos mesuradas 7 8 y volviéndose a los primeros originales, que comen­zaron el mundo horros de todas estas baratijas.™ Y engestándose al camarada, 8 0 el Cojuelo le dijo:

—Don Cleofás, desde esta picota de las nubes, 8 1 que es el lugar más eminente de Madrid, malaño para Menipo en los diálogos de Luciano, 8 2 te he de enseñar todo lo más notable que a estas horas

7 3 'perdóneseme la metáfora, que va

sin mala intención': salvo el guante era

fórmula de disculpa por dar la mano sin

quitarse el guante, conociéndose la bue­

na intención. La disculpa viene al caso

porque, el desván es ratonera en la metá­

fora, y los alguaciles, gatos; estos han sali­

do mal parados, ya que en lenguaje ger-

manesco gato significa ' ladrón' . 0

74 t ~ > , canon .

7 5 capitel: 'pináculo' . La iglesia de San

Salvador estaba próxima a la calle y pla­

za M a y o r y la Puerta de Guadalajara, y

su torre era, al parecer, bastante eleva­

da. La capacidad del diablo de llevar

por los aires personas era confirmada

por tratadistas y también por testimo­

nios «históricos»: el doctor Torralba

confesó en un proceso inquisitorial ha­

ber viajado a lomos de un espíritu fami­

liar a R o m a para ver el saqueo de

1 5 2 7 . 0

7 6 ' teniendo una prisa' (uso y forma

arcaicos) . 0

7 7 Loa jubones vestían la parte supe­

rior del cuerpo; el guardainfante era el

armazón que se ponía, con las diversas

enaguas y polleras, para dar vo lumen

bajo la basquina o 'falda plisada de m u ­

cho v u e l o ' . 0

? s 'respetables, graves, compuestas ' . 0

7 9 horros de... baratijas: 'desnudos de

vanas vestiduras', aunque puede tener

un valor más genérico: 'libres de vani ­

dades ' . 0

8 0 'encarándose, volv iendo el rostro

hacia el camarada'. S l picota: 'especie de horca o columna

alta donde se ahorcaba o exponía a la

vergüenza pública a los delincuentes',

significando también por asimilación, 'la

parte superior en punta de alguna torre o

montaña muy alta', sentidos ambos

aprovechados por Vélez: por la altura y

porque servirá para exponer y satirizar a

vicios y viciosos. Véase V I , n. 38.

' 3 malaño para: fórmula introductora

de un término de comparación anto-

Page 39: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

2 0 E L D I A B L O C O J U E L O

pasa en esta Babilonia española,8 3 que en la confusión fue esotra con ella segunda deste nombre. 8 4

Y levantando a los techos de los edificios, por arte diabólica, lo hojaldrado, se descubrió la carne del pastelón de Madrid como en­tonces estaba, patentemente, 8 5 que por el mucho calor estivo esta­ba con menos celosías y tanta variedad de sabandijas racionales en esta arca del mundo, que la del diluvio, comparada con ella, fue de capas y gorras. 8 6

nomástico presentado como inferior;

Men ipo de Gadara (s.III a .C) , filósofo

cínico, protagoniza varios diálogos de

Luciano de Samósata ( 1 2 5 - 1 9 2 d . C ) ,

entre otros el karomcnipo, en el que ve

la tierra desde la luna y satiriza los vanos

y ridículos afanes humanos . 0

3 «Al lugar de gran población y de

mucho trato, adonde concurren diver­

sas naciones, decimos, por encarecer el

tráfago grande que hay, y la confusión,

que es una Babilonia, especialmente si

con esto concurren vicios y pecados

que no se castigan» (Covarrubias). Por

supuesto, el origen del apodo es bíblico

(Génesis, X I , 1 - 9 ) . 0

8 4 Fórmula hiperbólica de c o m p a ­

ración —habitual en la época y en el

Cojudo- en que el término que posee

determinada cualidad por antonoma­

sia {Babilonia: 'confusión') es colocado

en segundo lugar frente al término ac­

tual que se quiere ponderar {Madrid, la

corte).

5 'a la vista'; quitar la hojaldre al pas­

tel, metafóricamente, «significa descu­

brir algún enredo, trampa o maraña,

que tratándose de ella se hizo patente y

conocida» {Autoridades). C o m o dice

Arellano, la metáfora es doblemente

peyorativa, pues el pastel —y especial­

mente su relleno— era comida de ínfima

calidad (véase más adelante, I I I , n. 4 8 ) . 0

8 6 variedad...: arca del diluvio o de Noé

se decía de 'la que contenía muchas y

muy diversas cosas', pero la de N o é fue

de capas y gorras, 'de menor categoría'

—capas y gorras era vestimenta de estu­

diantes pobres - que esta arca del mundo,

que contiene mayor variedad de saban­

dijas racionales 'personas que, c o m o sa­

bandijas, v iven y se crían en la putrefac­

ción' . La alusión a las sabandijas racionales

y al arca del diluvio continúa la metáfora

del pastelón de carne, pues era habitual

burlarse del contenido de dichos paste­

les, que llevaban de todo menos carne

de calidad. 0

Page 40: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

T R A N C O I I

Quedó don Cleofás absorto en aquella pepitoria humana de tanta diversidad de manos, pies y cabezas' y haciendo grandes admira­ciones dijo:

-¿Es posible que para tantos hombres, mujeres y niños hay lien­zo para colchones, sábanas y camisas?2 Déjame que me asombre que entre las grandezas de la Providencia divina no sea esta la menor.

Entonces el Cojuelo, previniéndole, le dijo: -Advierte que quiero empezar a enseñarte distintamente,3 en este

teatro donde tantas figuras representan,4 las más notables, en cuya variedad está su hermosura.5 Mira allí primeramente cómo están sentados muchos caballeros y señores a una mesa opulentísima, acabando una media noche, que eso les han quitado a los relojes no más/1

Don Cleofás le dijo: —Todas estas caras conozco, pero sus bolsas no, si no es para ser­

villas.7

—Hanse pasado a los estranjeros, porque las trataban muy mal es­tos príncipes cristianos —dijo el Cojuelo—, y se han quedado, con las caponas, sin ejercicio. 8

1 pepitoria: 'guisado con alas, pescue­

zos y patas de aves'; aquí alude a la

'masa confusa de gente {humana)1 que

vive en la corte; metáfora habitual en el

lenguaje ingenioso áu reo . 0

" La oración subordinada, que hoy

exigiría subjuntivo, se construía en in­

dicat ivo. 0

3 'por partes, de modo sistemático'

«para que mejor se perciba y entienda»

(Covarrubias). 4 figuras: 'dramatis personae, personajes

representados', con el sentido de 'perso­

nas que engañan con su apariencia, hi­

pócritas'; alude a los temas tópicos del

Teatro del Mundo , la apariencia y la

realidad, Engaño y Desengaño, como El

mundo por de dentro de Q u e v e d o . 0

T ó p i c o recurrente cuya más famo­

sa formulación, continuamente citada,

fue la de Serafino Aqui lano en un v e r ­

so de su soneto 48 («E per tal variar na­

tura é bella»). 0

6 media noche: cena que, en días de

ayuno religioso, se hacía esperando a

esa hora, sorteando así el precepto; eso

les han quitado a ¡os relojes no más: 'sólo

eso les han quitado a los re lo jes ' . 0

7 Cortésmente se decía de personas

desconocidas «no la conozco si no es

para servirla». Refe r ido a las bolsas de

los caballeros, indica burlescamente la

pobreza o tacañería de estos. 0

llaves caponas: 'llaves honoríficas e

inútiles—no abrían ni cerraban-' , la alu­

sión Índica aquí que las bolsas de los

nobles, aunque sirvan para presumir,

no se usan, no contienen ya nada. S o ­

bre los extranjeros como acaparadores

de dinero, véase abajo, n. 2 4 . 0

2 1

Page 41: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

2 2 E L D I A B L O C O J U E L O

-Dejémoslos cenar -dijo don Cleofás-, que yo aseguro que no se levanten de la mesa sin haber concertado un juego de cañas para cuando Dios fuere servido, 9 y pasemos adelante, que a estos mag­nates los más de los días les beso yo las manos, 1 0 y estas caravanas las ando yo las más de las noches,'' porque he sido dos meses culto ver­gonzante de la proa de uno de ellos 1 2 y estoy encurtido de excelen­cias y señorías solamente buenas para veneradas."

—Mira allí —prosiguió el Cojuelo— cómo se está quejando de la orina un letrado tan ancho de barba y tan espeso, que parece que saca un delfín la cola por las almohadas.' 4 Allí está pariendo doña Fáfula, y don Toribio, su indigno consorte, como si fuera suyo lo que paría, muy oficioso y lastimado; y está el dueño de la obra a pierna suelta en esotro barrio, roncando y descuidado del suceso.' 5

Mira aquel, preciado de lindo, o aquel lindo de los más preciados, cómo duerme con bigotera, torcidas de papel en las guedejas y el copete,' 6 sebillo en las manos y guantes descabezados, y tanta pasa

y El juego de cañas consistía en una ba­

talla simulada de cuadrillas a caballo en

que se usaban lanzas de madera. Vi s to ­

so entretenimiento de nobles, a modo

de torneo, que fue censurado c o m o

signo de ociosidad por moralistas y satí­

ricos c o m o Q u e v e d o . 0

1 0 El besamanos era acto reverencial

con que se reconocía el vasallaje y for­

ma de saludo algo lisonjera. 0

11 caravanas: 'diligencias y cortejos

necesarios para obtener un beneficio' ,

aunque el sentido original 'misiones

corsarias en galeras' puede ser también

aprovechado, pues dichas caravanas las

hace en la proa de los coches, también

llamados, metafóricamente, galeras.0

' 2 La proa o 'parte delantera' de los c o ­

ches era reservada a los criados o devotos

del poderoso dueño del coche; culto ver­

gonzante es remedo de la expresión po­

bre vergonzante, 'que pide con ve r ­

güenza y disimulo' , indicando con culto

que 'usa en sus peticiones y adulacio­

nes, un estilo culto o cultista, afectado',

de moda en ambientes cortesanos.

Puede ser nota autobiográfica: Vélez

tenía fama de pedigüeño en la corte,

aunque ingen ioso . 0

3 encurtido: 'avinagrado: ma lhumo­

rado, harto'; excelencias y señorías: trata­

mientos reservados a nobles y altos car­

gos. 1 4 espeso: ' sucio ' . Diversos grupos

profesionales (filósofos, médicos, letra­

dos) usaron la barba desde época clásica

c o m o signo de prudencia o sabiduría y,

también desde entonces, los satíricos

atacaron tal uso c o m o falsa apariencia

que ocultaba osadía e ignorancia . 0

' 5 Toribio (nombre de intención bur­

lesca: 'cornudo' ) asiste al parto de su

mujer doña Fáfula oficioso y lastimado

('solícito y compadecido ' ) c o m o si pa­

riera un hijo suyo mientras el verdade­

ro padre duerme a pierna suelta, 'sin cui ­

d a d o ' . 0

1 E l lindo ( 'hombre presumido y

afeminado') duerme con bigotera, ' p r o ­

tector para que el bigote no se descom­

ponga ' , y torcidas de papel ( 'bigudíes, la­

minillas de p l o m o forradas de papel ')

Page 42: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

T R A N C O I I 23

en el rostro que pueden hacer colación en él toda la cuaresma que viene. ' 7 Allí, más adelante, está una vieja, grandísima hechicera, ha­ciendo en un almirez una medicina de drogas restringentes para re­mendar una doncella sobre su palabra, que se ha de desposar maña­na.' 8 Y allí, en aquel aposentarlo estrecho, están dos enfermos en dos camas, y se han purgado juntos, y sobre quién ha hecho más cursos, como si se hubieran de graduar en la facultad,"' se han le­vantado a matar a almohadazos. Vuelve allí y mira con atención cómo se está untando una hipócrita a lo moderno, para hallarse en una gran junta de brujas que hay entre San Sebastián y Fuenterra-bía, 2 0 y a fe que nos habíamos de ver en ella si no temiera el riesgo de ser conocido del demonio que hace el cabrón, 2 1 porque le di una bofetada a mano abierta en la antecámara de Lucifer sobre unas pa­labras mayores que tuvimos, 2 2 que también entre los diablos hay li­bro del duelo, porque el autor que le compuso es hijo de vecino del Infierno.2 3 Pero mucho más nos podemos entretener por acá, y más si pones los ojos en aquellos dos ladrones que han entrado por un

para rizar las guedejas ( 'mechones de

cabellos sobre las sienes') y levantar el

copete o ' tupé' . Estos usos de los lindos,

atacados por satíricos y moralistas, fue­

ron limitados por diversas pragmáti­

cas . 0

1 7 Para cuidar la piel se untaba sebillo

en las manos - o enguantes descabezados,

sin la punta de los dedos— y una crema a

base de uva pasa (así llamada) en la cara,

de la que este lindo se puso tanta que,

para toda la Cuaresma, habría colación:

'refacción que se tomaba de noche los

días de ayuno' consistente «en un poco

de pan y dos o tres docenas de pasas»

(Rodr íguez M a r í n ) . 0

' drogas restringentes: se usaban para

estrechar el sexo de las mujeres y hacer­

las pasar por vírgenes doncellas; remen­

dar virgos y doncellas es ocupación típi­

ca de hechiceras y alcahuetas, c o m o

Celestina; es doncella ( 'virgen') sobre su

palabra: irónica aclaración. 0

9 cursos: 'deposiciones' , y también

'cursos académicos ' . 0

2 0 La bruja (hipócrita pues oculta su

condición y se presenta c o m o beata)

recuerda a una mujer a la moda (a lo mo­

derno) cuando se unta sus ungüentos,

que le sirven para volar al lugar del

aquelarre. Fuenterrabía fue famosa por

el proceso a sus brujas (161 i ) . °

E l demonio , transfigurado en m a ­

cho cabrío en los aquelarres, era adorado

por los concurrentes según descripcio­

nes conservadas en procesos inquisito­

riales y tratados. 0

2 2 bofetada a mano abierta: el golpe

dado en el rostro a mano abierta era

considerado una afrenta; palabras mayo­

res, las 'injuriosas, ofensivas ' . 0

2 3 libro del duelo se refiere, genérica­

mente, a los muchos tratados sobre

puntos de honor y desafíos que circula­

ron, así como al conjunto de normas

que regulaban; dice que el autor es hijo

de vecino - ' n a t i v o ' - del Infierno porque

los duelos fueron prohibidos por la

Iglesia Católica en el Conc i l i o de

Trento ( 1 5 6 3 ) . 0

Page 43: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

24 E L D I A B L O C O J U E L O

balcón en casa de aquel estranjero rico con una llave maestra, por­que las ganzúas son a lo antiguo, y han llegado donde está aquel ta­lego de vara y media estofado de patacones de a ocho, 2 4 a la luz de una linterna que llevan, que por ser tan grande y no poder arranca-lie 2 5 de una vez por el riesgo del ruido, determinan abrille y henchir las faltriqueras y los calzones, 2 6 y volver otra noche por lo demás; y comenzando a desatalle, saca el tal estranjero —que estaba dentro del guardando su dinero, por no fraile de nadie— la cabeza, diciendo: «Señores ladrones, acá estamos todos», cayendo espantados uno a un lado y otro a otro, como resurrección de aldea, y se vuelven ga­teando a salir por donde entraron. 2 7

—Mejor fuera —dijo don Cleofás— que le hubieran llevado sin de­satar en el capullo de su dinero por que no le sucediera ese desaire, pues cada estranjero es un talego bautizado, que no sirven de otra cosa en nuestra república y en la suya, por nuestra mala maña. Pero ¿quién es aquella abada con camisa de mujer, 2 8 que no solamente la cama le viene estrecha, sino la casa y Madrid, que hace roncando más ruido que la Bermuda 2 9 y, al parecer, cámaras de tinajas, y come gigotes de bóvedas? 3 0

" 4 E l talego o 'saco' mide más de m e ­

tro y medio (la vara equivalía a 8 3 5 mm)

y está relleno de patacones de a ocho: ' re­

ales de plata de a ocho ' . El episodio,

que plasma la idea de que los extranje­

ros (genoveses sobre todo) eran res­

ponsables de la ruina económica de E s ­

paña, refiere un hecho usual: el

acaparamiento de moneda de plata,

con que obtenían sustanciosos benefi­

cios mediante operaciones muchas v e ­

ces ilícitas. 0

2 5 «Al que sacamos con fuerza de al­

gún lugar decimos haberle arrancado»

(Covarrubias). 2 faltriqueras: 'bolsillos'.

"7 acá estamos todos: frase hecha que

dice la persona que se presenta inespe­

radamente; aquí tiene su gracia, pues el

rico parece contarse entre los ladrones;

cayendo espantados...: alusión, común en

la época, a la escena de autos sacramen­

tales sobre la Resur recc ión de Cristo en

que se desmayaban espantados los

guardias del sepu lc ro . 0

2 l abada: ' r inoceronte ' . A p o d o habi­

tual para la mujer go rda . 0

9 Así se llama la principal de las islas

Bermudas, en la época temida por ma­

rineros y famosa aun en tierra por sus

huracanes, razón del símil hiperbólico

con el ruido de los ronquidos . 0

3 0 cámaras de tinajas es regido por hace

más ruido roncando que; se refiere al rui­

do que hacen las tinajas por el calor y la

fermentación cuando están vacías o a

punto de colmarse; come gigotes de bóve­

das: hipérbole sobre la base de «comería

piedras» (Correas), siendo \os gigotes de

bóvedas, 'cascotes de bóvedas derruidas'

o 'guisados en ollas grandes c o m o b ó ­

vedas' . Juega Vélez con bóvedas y cáma­

ras, las habitaciones donde so almace­

nan las tinajas. 0

Page 44: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

T R A N C O I I 25

—Aquella ha sido cuba de Sahagún 3 1 y no profesó —dijo el C o -juelo— si no es el mundo de agora, que está para dar un estallido,3 2

y todo junto puede ser siendo quien es, que es una bodegonera tan rica, que tiene, a dar rocín por carnero y gato por conejo a los es­tómagos del vuelo, 3 3 seis casas en Madrid, y en la puerta de Guada-lajara más de veinte mil ducados; 3 4 y con una capilla que ha hecho para su entierro y dos capellanías que ha fundado se piensa ir al cie­lo derecha: que aunque pongan una garrucha en la estrella de V e ­nus y un alzaprima en las Siete Cabrillas, me parece que será impo­sible que suba allá aquel tonel, 3 5 y como ha cobrado buena fama se ha echado a dormir de aquella suerte. 3 6

—Aténgome —dijo don Cleofás— a aquel caballero tasajo que tie­ne el alma en cecina, 3 7 que he echado de ver que es caballero en un hábito que le he visto en una ropilla a la cabecera, y no es el mayor remiendo que tiene, 3 8 y duerme enroscado como lamprea empa-

3 1 «Al que tiene gran tripa y es bebe ­dor decimos ser una cuba. T u v o n o m ­bre ['fama'] la cuba de San Segundo, vulgo Sahagún, la cual cabía tantas mil cántaras» (Covarrubias) . 0

3 2 ' A pesar de ser abada —se sobreen­tiende equívoco con abadesa— y que ha­bía monasterio en Sahagún, no profesó el mundo religioso, sino el de ahora, pues c o m o él está para estallar'; agora era ya forma arcaizante en el siglo XVII, reservada a la lengua literaria, mientras en la lengua hablada se había impuesto ahora, que aparece con igual frecuencia en el Cojuelo.0

3 3 a dar...: 'dando unas carnes por otras, estafando a los clientes pasajeros'; a + infinitivo tenía valor de gerundio. La acusación de dar carnes de ínfima calidad por otras mejores («gato por l ie­bre») era tópico satírico-folclórico contra bodegoneros, venteros y paste­leros. Los bodegoneros tenían su esta­blecimiento en la ciudad y p roporc io­naban a precio módico platos guisados y un trozo de pan a multitud de pobres; tenían fama de gordos . 0

3 4 «tiene 20.000 ducados invertidos en negocios o en un banquero radicado en la Puerta de Guadalajara» (Arellano), que, desaparecida desde el incendio de 1 5 8 2 , cedió su nombre al lugar que ocupaba, donde había ricos mercade­res: plateros, usureros, inversores, etc. Respec to a la cantidad de dinero, piénsese que el ducado era moneda de o r o ; en 1 6 1 Ó las rentas de la O r d e n de Montesa importaban 23.000 duca­dos y en 1 6 3 7 se calculaba el valor de la hacienda de la Casa de Palma en unos 3.500 ducados . 0

"garrucha: 'polea ' ; alzaprima: 'palan­ca para move r o levantar grandes p e ­sos'; Siete Cabrillas: 'constelación este­lar de las Pléyades ' .

3 ' Alusión al refrán «Cobra buena fama y échate a dormir, para perderla» (Correas).

3 7 Aténgome: 'Más m e llama la aten­ción, prefiero'; tasajo y cecina: 'carne seca, enjuta', aludiendo a su de lgadez . 0

3 t echar de ver: 'percibir, advertir ' ; el hábito ('insignia de la orden de caballe­ría') le ha servido c o m o remiendo po r -

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26 E L D I A B L O C O J U E L O

nada, porque la cama es media sotanilla que le llega a las rodillas no más. 3 9

—Aquel —dijo el Cojuelo— es pretendiente, y está demasiado de gordo y bien tratado para el oficio que ejercita. 4 0 Bien haya aquel tabernero de corte, que se quita de esos cuidados y es cura de su vino, que le está bautizando en los pellejos y tinajas, y a estas horas está hecho diluvio en pena con su embudo en la mano, 4 1 y antes de mil años espero verle jugar cañas por el nacimiento de algún prín­cipe. 4 2

-¿Qué mucho -dijo don Cleofás— si es tabernero y puede em­borrachar a la Fortuna?

- N o hayas miedo -dijo el Cojue lo- que se vea en eso aquel al­quimista que está en aquel sótano con unos fuelles inspirando una hornilla llena de lumbre, 4 3 sobre la cual tiene un perol con mil va­riedades de ingredientes, muy presumido de acabar 4 4 la piedra filo­sofal y hacer el oro; que ha diez años que anda en esta pretensión, por haber leído el Arte de Reimundo Lulio y los autores químicos que hablan en este mismo imposible. 4 5

que lo ha cosido sobre algún roto de su

vieja ropilla: 'chaleco que se vestía so ­

bre e l jubón ' . Y a en 1 6 1 7 advertía Suá-

rez de Figueroa que los caballeros de

hábito eran «muchos, y no pocos p o ­

bres». 0

3 9 La sotanilla, efectivamente, era hu­

milde prenda que sólo llegaba hasta las

rodillas. 0

4 0 El pretendiente de una renta, cargo,

hábito u oficio era figura común en la

corte y en la sátira. Su aspecto famélico

podía conmover al benefactor, lo que

explica la observación del Diablo C o ­

jue lo ; demasiado iba siempre seguido

por de cuando funcionaba como adver­

b i o 0

4 1 El tabernero es cura de su pino por­

que lo bautiza al aguarlo: chiste de or i ­

gen folclórico con amplio eco en la

sátira áurea; y es diluvio —imagen proce­

dente de Quevedo— por 'diluviar sobre

el vino, echarle mucha agua'; en pena

porque, siguiendo la coherente cadena

de motivos religiosos —cura, bautizar, di­

luvio—, recuerda, por hacerlo solo y de

noche, un alma en pena.0

4 2 antes de mil años ( 'pronto') el ta­

bernero formará parte de la nobleza

—jugar cañas era entretenimiento propio

de esta (véase arriba, n. 9)—. La sátira a

estos gremios —bodegoneros, taberne­

ros...— les adjudica un rápido ascenso

social gracias al enriquecimiento con

sus estafas, lo que no deja de ser exage ­

ración sin una gran base rea l . 0

4 3 inspirando: ' infundiendo aire'.

44 Í * > o

conseguir . 4 5 hablan en: 'hablan de, sobre ' . R a ­

món Llul l tuvo fama de alquimista y

de haber conseguido la piedra filosofal,

materia prima del oro artificial. E l fue­

go y los repugnantes e innumerables

ingredientes usados son siempre m e n ­

cionados en la sátira de los a lquimis-

Page 46: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

T R A N C O I I 27

- L a verdad es —dijo don Cleofás- que nadie ha acertado a hacer el oro si no es Dios, y el Sol, con comisión particular suya. 4 í i

- E s o es cierto —dijo el Cojuelo-, pues nosotros no hemos salido con ello. 4 7 Vuelve allí y acompáñame a reír de aquel marido y mu­jer, tan amigos de coche, que todo lo que habían de gastar en ves­tir, calzar y componer su casa lo han empleado en aquel que está sin caballos agora, y comen y cenan y duermen dentro del, sin que ha­yan salido de su reclusión —ni aun para las necesidades corporales— en cuatro años que ha que le compraron; que están encochados, como emparedados, y ha sido tanta la costumbre de no salir del, que les sirve el coche de conchas como a la tortuga y al galápago, que en tarascando cualquiera dellos la cabeza fuera del, 4 8 la vuelven a meter luego como quien la tiene fuera de su natural, y se resfrían y acatarran en sacando pie, pierna o mano desta estrecha religión;4'-1 y pienso que quieren ahora labrar un desván en él para ensancharse y alquilalle a otros dos vecinos tan inclinados a coche que se con­tentarán con vivir en el caballete d e l . 5 0

-Esos -dijo don Cleofás- se han de ir al infierno en coche y en alma. 5 '

—No es penitencia para menos —respondió el Cojuelo—. Dife­rentemente le sucede a esotro pobre y casado que vive en esotra casa más adelante, que después de no haber podido dormir desde que se acostó con un órgano al oído de niños tiples, contraltos, terceruelas y otros mil guisados de voces que han inventado para llorar,5 2 ahora

4 6 Puede referirse a los reflejos de los

rayos del Sol , o a la antigua creencia de

que el Sol engendraba en la Tierra el

mineral . 0

4 7 'no lo hemos conseguido ' . 4 8 tarascando: 'sacando, estirando'; 0 el

símil de la tortuga es tópico y el verbo ta­

rascar es creado a partir de tarasca, especie

de serpiente gigante que desfilaba en las

fiestas del Corpus y que, alargando y en­

cogiendo el cuello velozmente, quitaba

las caperuzas a los paisanos. 0

4 y 'estrecho y rígido modo de vida' ,

uso jocoso , pues se aplicaba a la vida re­

l igiosa. 0

>0 labrar, 'construir'; caballete: ' techo' .

5 1 Variación jocosa de «en cuerpo y

en alma». La pasión por los coches—nu­

merosísimos en el Madr id del XVII—

fue atacada por moralistas y satíricos y

limitada por legisladores al considerar­

los causantes de ruina económica y

moral así c o m o forma de usurpación

socia l . 0

5 2 órgano vale aquí 'canto de coro ' ,

que se compone de las distintas mane­

ras (guisados) de voces, entre ellas las ter­

ceruelas, probablemente las más agudas.

El pobre y casado es figura tópica de la l i­

teratura burlesca; en su soneto «A un

hombre casado y pobre» dice Q u e v e d o

que, c o m o tal, «fue mártir». 0

Page 47: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

28 E L D I A B L O C O J U E L O

que se iba a trasponer un poco, le ha tocado a rebato un mal de ma­dre de su mujer, 5 3 tan terrible que no ha dejado ruda en la vecindad, lana ni papel quemado, escudilla untada con ajo, ligaduras, bebidas, humazos y trecientas cosas más, 5 4 y a él le ha dado de andar en cami­sa un dolor de ijada con que imagino que se ha de desquitar del do­lor de madre de su mujer.5 5

—No están tan despiertos en aquella casa —dijo don Cleofás— donde está echando una escala aquel caballero que, al parecer, da asalto al cuarto y a la honra del que vive en él: que no es buena se­ñal, habiendo escaleras dentro, querer entrar por las de fuera.

—Allí —dijo el Cojuelo— vive un caballero viejo y rico que tiene una hija muy hermosa y doncella, y rabia por dejallo de ser con un marqués, que es el que da la escalada, que dice que se ha de casar con ella, que es papel que ha hecho con otras diez u doce y lo ha re­presentado mal; 5 6 pero esta noche no conseguirá lo que desea, por­que viene un alcalde de ronda, 5 7 y es muy antigua costumbre de no­sotros ser muy regatones en los gustos, y como dice vuestro refrán, si la podemos dar roma, no la damos aguileña. 5 8

-¿Qué voces —dijo don Cleofás- son las que dan en esotra casa más adelante, que parece que pregonan algún demonio que se ha perdido?

- N o seré yo, que me he rescatado -dijo el Cojuelo—, si no es que

5 3 'le han despertado violentamente,

cual alarma por ataque enemigo (le ha

tocado a rebato), las quejas de su mujer

por una inflamación de matriz (mal de

madre)''. 5 4 Era lugar común el escándalo que

se armaba en la vecindad a causa del mal

de madre; este se aliviaba inhalando o lo ­

res fuertes de hierbas como la ruda, ajos,

humazos —'humos de papel o lana que­

mados'— o atándose cuerdas —ligaduras—

en los brazos o los muslos; y trecientas co­

sas más es latiguillo proverbial de am­

plia fortuna literaria. 0

5 5 dolor de ijada (normalmente 'de rí­

ñones') juega con dolor de madre.0

5 6 papel: 'escritura de casamiento'

-véase I, n. 1 9 - y 'papel de comedia'; lo

ha representado mal, en el sentido de que

no lo ha cumplido. Algunos editores

modernos, sin embargo, han entendido

que se debía reintegrar un no (no lo ha re­

presentado mal), pues 'había salido con el

engaño ' . 0 El uso de la disyuntiva w aún

no se había fijado en el X V I I . 0

5 7 Estos alcaldes de ronda patrullaban

por la noche para evitar desórdenes y ac­

tuaban con el mismo poder jurídico que

los alcaldes ordinarios durante el día.°

'somos m u y esquivos (regatones)

en favorecer gustos, y por eso si p o d e ­

mos dar algo peor, no lo damos mejor ' ;

gustos: aparte del sentido propio, tam­

bién tenía el de 'deleites sexuales' . El

diablo, antes os la dará roma que aguileña:

las mujeres romas o 'chatas' tenían fama

de pecadoras, y de discretas las de nariz

agui leña. 0

Page 48: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

T R A N C O I I 29

me llaman a pregones del infierno 5 9 por el quebrantamiento de la redoma; pero aquel es un garitero 6 0 que ha dado esta noche ciento y cincuenta barajas y se ha endiablado de cólera porque no le han pagado ninguna y se van los actores y los reos con las costas en el cuerpo, tras una pendencia de barato sobre uno que juzgó mal una suerte,6 1 y los mete en paz aquella música que dan a cuatro voces en esotra calle unos criados de un señor a una mujer de un sastre que ha jurado que los ha de coser a puñaladas.6 2

- S i yo fuera el marido -dijo don Cleofás- más los tuviera por ga­tos que por músicos. 6 3

-Agora te parecerán galgos -dijo el Cojuelo- porque otro com­petidor de la sastra, con una gavilla de seis o siete, 6 4 vienen sacando las espadas, y los Orfeos de la maesa,6-5 reparando la primera invasión con las guitarras, hacen una fuga de cuatro o cinco calles.6 6 Pero vuelve allí los ojos: verás cómo se va desnudando aquel hidalgo que ha rondado toda la noche, tan caballero del milagro en las tripas como en las demás facciones, pues quitándose una cabellera, queda calvo; y las narices de carátula, chato; y unos bigotes postizos, lam­piño; y un brazo de palo, estropeado, que pudiera irse más camino de la sepoltura que de la cama. 6 7 En esotra casa más arriba está dur­miendo un mentiroso con una notable pesadilla, porque sueña que

5 9 'me llaman, pregonando mi n o m ­

bre, desde el infierno'. 6 0 'propietario o director de un gari­

to o casa de j u e g o ' . 1 una pendencia de barato: 'una pelea

de propina' —uso jocoso de barato: 'p ro­

pina que daban los jugadores a los mi ro­

nes'— tras el ju ic io polémico de un mi­

rón sobre la suerte o 'resultado de un

juego ' ; actores y reos: 'acusadores y acusa­

dos' han salido con las costas 'costas del

ju ic io y de las barajas impagadas', y tam­

bién costas de la pelea en el cuerpo . 0

6 2 Obsérvese el j u e g o sastre / coser a

puñaladas ('acribillar, dar muchas puña­

ladas ' ) . 0

13 gatos: ' ladrones' (en lenguaje ger-

manesco) de la honra del sastre, se en­

tiende. Puede ser incluso que se trate

de verdaderos ladrones que se hacen

pasar por rondadores de la sastra para

huir tras el robo, c o m o ocurre en varios

entremeses. 0

gavilla: 'junta de bellacos'. 6 5 Orfeos: 'músicos' , recurridísima

antonomasia; maesa: por ser mujer de

un maestro de oficio (macse), recibe el

nombre de maestra o maesa, al igual que

sastra.0

1 reparando: 'resistiendo'; fuga: 'hui­

da', aprovecha también el sentido de

'composición musical ' . La huida de los

músicos que dan la serenata es escena

tópica . 0

6 7 caballero del milagro en las tripas: 'sin

oficio ni beneficio, v ive y mantiene las

apariencias de milagro ' ; ...como en las

demás facciones: a pesar de ser calvo,

chato, lisiado (estropeado), etc., gracias

a los postizos (cabellera: 'peluca' ; carátu­

la: 'máscara') , «milagrosamente» se r e ­

m o z a . 0

Page 49: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

30 E L D I A B L O C O J U E L O

dice verdad. Allí un vizconde, entre sueños, está muy vano porque ha regateado la excelencia a un grande. 6 S Allí está muriendo un fu­llero 6 9 y ayudándole a bien morir un testigo falso, y por darle la bula de la Cruzada le da una baraja de naipes, 7 0 por que muera como vivió, y él, boqueando, por decir «Jesús», ha dicho «flux».71 Allí, más arriba, un boticario está mezclando la piedra bezar con los polvos de sen. 7 2 Allí sacan un médico de su casa para una aplopejía que le ha dado a un obispo. 7 3 Allí llevan aquella comadre para partear a una preñada de medio ojo que ha tenido dicha en darle los dolores a es­tas horas.7 4 Allí doña Tomasa, tu dama, en enaguas, está abriendo la puerta a otro que a estas horas le oye de amor.

—Déjame —dijo don Cleofás—; bajaré sobre ella a matarla a coces. —Para estas ocasiones se hizo el ¡tate, tate! —dijo el Cojuelo—, que

no es salto para de burlas.7 5 Y te espantas de pocas cosas: que sin este enamorado murciégalo hay otros ochenta para quien tiene reparti­das las horas del día y de la noche. 7 6

—¡Por vida del mundo -dijo don Cleofás- que la tenía por una santa!

'ha evitado (regateado) tratar a un

grande de excelencia' , trato potestativo

a diferencia del obligado señoría. Evitar

el sometimiento a la nobleza superior

es vanidad usual de la inferior que sati­

rizan los literatos. Sirva de ejemplo el

escudero del Lazarillo (III), que aban­

dona su tierra o se esconde por no ve r ­

se obligado a saludos protocolarios hu­

millantes. 0

6 y ' jugador que hace trampas'. 7 0 testigo falso: 'el que jura una m e n ­

tira a sabiendas'. La popular bula de la

Cruzada comportaba diversas indul­

gencias para sus poseedores, incluso la

absolución de pecados . 0

7 1 boqueando: 'dando sus últimos sus­

piros, muriendo ' (véase I, n. 3); flux:

suerte ganadora en el j u e g o de naipes

de la quínola o la primera consistente

en reunir cuatro cartas de un mismo

palo; por extensión, hacer flux es 'aca­

barse una cosa, expi rar ' . 0

7 2 La piedra bezar se extraía de las en­

trañas de cierta cabra montes de A m é ­

rica y se creía en sus propiedades cura­

tivas, c o m o en las de la planta de sen,

con que se elaboraban unos polvos usa­

dos c o m o purgante . 0

7 3 aplopejía: 'embolia cerebral, apo­

plejía' (forma con metátesis) atribuíale

a excesos dietét icos. 0

7 4 preñada de medio ojo: expresión j o ­

cosa —construida sobre tapada de medio

ojo, que aludía a las mujeres que cubrían

con un manto la mitad de su ros t ro-

con la que se alude a una mujer, tal vez

prostituta, que ha ocultado su embara­

zo, por eso dice que ha tenido dicha

('suerte') en parir de noche, sin que na­

die se en tere . 0

7 5 tate, tate: ' ¡quieto, para!'; para de:

'para', combinación de preposiciones

usual entonces . 0

7 6 murciégalo (forma etimológica) de­

nota la condición nocturna del amante;

quien era usado también con valor p lu-

ral.°

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T R A N C O I I 3 1

—Nunca te creas de ligero 7 7 —le replicó el diablillo—. Y vuelve los ojos a mi astrólogo, verás con las pulgas y inquietud que duerme: 7 8

debe de haber sentido pasos en su desván y recela algún detrimen­to de su redoma. Consuélese con su vecino, que, mientras está ron­cando a más y mejor, 7 9 le están sacando a su mujer, como muela, sin sentillo, aquellos dos soldados.8 0

—Del mal, lo menos —dijo don Cleofás—, que yo sé del marido ochodurmiente que dirá, cuando despierto, lo mismo. 8 '

-Mira allí -prosiguió el Cojuelo- aquel barbero que, soñando, se ha levantado y ha echado unas ventosas a su mujer y la ha quemado con las estopas las tablas de los muslos, 8 3 y ella da gritos, y él, desper­tando, la consuela diciendo que aquella diligencia es bueno que esté hecha para cuando fuere menester. Vuelve allí los ojos a aquella cua­drilla de sastres que están acabando unas vistas para un tonto que se casa a ciegas, 8 3 que es lo mismo que por relación, con una doncella tarasca, fea, pobre y necia, y le han hecho creer al contrario con un retrato que le trujo un casamentero,8 4 que a estas horas se está levan­tando con un pleitista que vive pared y medio del,85 el uno a cansar

7 7 'Nunca creas tan fácilmente las

cosas'. 7 8 Hasta el siglo XVIII no se genera­

lizó el uso de e ante i— inicial en el len­

guaje escrito, aunque ya había defendi­

do tal criterio Juan de Valdés en su

Diálogo de la lengua.0

7 9 'a placer, a conciencia ' . 0

sacando: también con el sentido de

'quitando' a su mujer, que, malévola­

mente comparada con la muela, lleva a

recordar el refrán «Al que le duele la

muela, que se la saque», por eso tam­

bién tiene doble intención sin sentillo:

'sin oírlo el marido' y 'sin dolerle'. 8 1 Del mal, lo menos: dicho referido

—recordando una facecia tradicional— a

la mujer (el mal), cuya desaparición c e ­

lebrará aquí el marido, a quien se llama

ochodurmiente aludiendo a los «siete dur­

mientes de Efeso» (que según la leyen­

da durmieron 196 años), como se hacía

en la época para apodar a los dormilo­

nes . 0

8 2 'el ancho de los muslos ' . Los bar­

beros, aparte de rapar barbas y cabe­

llos, aplicaban ventosas y hacían san­

grías, formando parte, j un to a médicos

y boticarios, de los «matarifes» satiriza­

dos. Las estopas o 'hilos de l ino ' se que ­

maban en el interior del vaso o ventosa,

hacían el vacío y aspiraban la piel, e x ­

trayendo la sangre y los malos h u m o ­

res.

8 3 vistas: 'regalos que se hacen recí­

procamente los novios ' ; enlaza luego,

aprovechando el sentido usual, con a

ciegas.0

8 4 trujo: 'trajo'. Casarse por relación,

' informe, descripción del casamentero'

es c o m o casarse a ciegas por la man ipu­

lación que hace de la realidad; tarasca:

'monstruosa, fea' o bien ' insaciable,

voraz ' , por alusión al monst ruo de las

fiestas del Corpus (véase arriba, n. 48 a

este t r anco) . 0

8 5 'v ive en la casa contigua' , de la

que le separa sólo una pared.

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32 E L D I A B L O C O J U E L O

ministros y el otro a casar todo el linaje humano; que solamente tú, por estar tan alto, estás seguro deste demonio, que en algún modo lo es más que yo. Vuelve los ojos y mira aquel cazador mentecato del gallo,8'' que está ensillando su rocín a estas horas y poniendo la esco­peta debajo del caparazón8 7 y deja de dormir de aquí a las nueve de la mañana por ir a matar un conejo que le costaría mucho menos aunque le comprara en la despensa de Judas. 8 8 Y al mismo tiempo advierte cómo a la puerta de aquel rico avariento echan un niño que por partes de su padre puede pretender la beca del Antecristo, y él, en grado de apelación, da con él en casa de un señor que vive junto a la suya, 8 9 que tiene talle de comérselo antes que criallo, porque ha días que su despensa espera el domingo de casi ración. 9 0 Pero ya el día no nos deja pasar adelante, que el aguardiente y el letuario son sus primeros crepúsculos,9' y viene el Sol haciendo cosquillas a las estrellas, que están jugando a salga la parida,9 2 y dorando la pildora del mundo, tocando al arma a tantas bolsas y talegos y dando rebato a tantas ollas, sartenes y cazuelas, y no quiero que se valga de mi in­dustria93 para ver los secretos que le negó la noche: cuéstele brujule-allo por resquicios, claraboyas y chimineas.9 4

Y volviendo a poner la tapa al pastelón, se bajaron a las calles.

mentecato: 'atontado, poseído por

el gallo' , ya que se levanta para cazar

con sus primeros cantos ° 8 7 'cubierta para la silla del caballo'. 8 8 Tópica alusión a Judas por ser este

furriel de los apóstoles; sisón y ladrón, los

alimentos de su despensa serían los más

caros; la sátira, sin embargo, va dirigida

también contra los despenseros en gene­

ral, pues en el siglo XVII las despensas de

señores y embajadores, beneficiándose

de la ausencia de impuestos en sus c o m ­

pras, se convirtieron en fraudulentos lu­

gares de venta a precios abusivos de los

alimentos y vino que acaparaban. 0

s < 9 E l niño puede pretender la beca

('insignia') del Antecristo po r ser hijo

de cura: se creía que el Anticristo

- h o m b r e diabólico perseguidor de la

Iglesia católica- debía nacer de la unión

de cura y monja. E l rico, en grado de ape­

lación, 'apelando la «condena» que le

ha caído' , deja al niño a la puerta del

v e c i n o . 0

9 0 'hace días que su despensa espera

algo de comida ' ; domingo de casi ración:

variación jocosa de domingo de Cuasi-

mpdo, siguiente a la Pascua de R e s u ­

rrección, en que ya no hay que ayunar

tras la Cua re sma . 0

9 1 letuario: 'mermelada o confitura

de frutas' que, acompañada de aguar­

diente, solía tomarse como desayuno.

Vendedores ambulantes o establecidos

la pregonaban desde horas tempranas. 0

9 2 J u e g o infantil en que, empuján­

dose todos, uno es echado del corro y

entra otro en su lugar. 9 3 'maña, artificio'; dar rebato, tocar al

arma: aquí usados consent ido figurado:

'previniendo al ataque a las bolsas y a

entrar en acción a ol las . . . ' . 0

9 4 brujuleallo: 'mirarlo, atisbarlo' (véa­

se I, n. 14) .

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T R A N C O I I I

Y a comenzaban en el puchero humano de la corte a hervir hom­bres y mujeres, unos hacia arriba y otros hacia abajo y otros de tra­vés, 1 haciendo un cruzado al son de su misma confusión,2 y el pié­lago racional de Madrid a sembrarse de ballenas con ruedas, que por otro nombre llaman coches,' trabándose la batalla del día, cada uno con disinio y negocio diferente, y pretendiéndose engañar los unos a los otros, levantándose una polvareda de embustes y mentiras que no se descubría una brizna de verdad por un ojo de la cara;4 y don Cleofás iba siguiendo a su camarada, que le había metido por una calle algo angosta, llena de espejos por una parte y por otra, donde estaban muchas damas y lindos mirándose y poniéndose de dife­rentes posturas de bocas, guedejas, semblantes, ojos, bigotes, brazos y manos, haciéndose cocos a ellos mismos. 5 Preguntóle don C leo ­fás qué calle era aquella, que le parecía que no la había visto en M a ­drid, y respondióle el Cojuelo:

—Esta se llama la calle de los Gestos, que solamente salen a ella es­tas figuras de la baraja de la corte,6 que vienen aquí a tomar el gesto con que han de andar aquel día y salen con perlesía de lindeza, 7

unos con la boquita de riñon, otros con los ojitos dormidos, roncan­do hermosura, y todos con los dos dedos de las manos índice y me-

' Nó tese el parecido de este c o ­

mienzo con el del tranco anterior y sus

imágenes gastronómicas para retratar

la confusión de la corte (pepitoria hu­

mana, pies, cabezas, puchero humano,

hervir).0

" cruzado: 'mudanza en que los que

bailan se cruzan y vuelven a su lugar'. Se

le escapan a Vélez aquí un par de oc to­

sílabos entre la prosa (haciendo un cru­

zado al son / de su misma confusión);

esto, que se consideraba un descuido tí­

pico de versificadores, volverá a ocurrir

en el tranco V I I . ° 3 La imagen del piélago racional, 'mul­

titud, mar de gentes', provoca después la

de ballenas con ruedas ('coches'); ballenas

quizá se refiera también a las mujeres

con sus aparatosos vestidos. 0

4 N i aun pagando mucho (un ojo de la

cara) se encontraría una brizna de v e r ­

dad. La confusión y las engañosas in­

tenciones de sus habitantes son tópicos

del retrato de la co r t e . 0

s cocos: 'gestos, carantoñas'. Sobre es­

tos lindos, véase II , n. l 6 . ° 6 A la imaginaria calle de los Gestos

sólo salen las figuras ('lindos y damas r i ­

dículos' por su afectación) de la baraja

('confusión, contienda') de la Cor te .

Ingeniosa frase dilógica, pues enlaza fi­

guras (sota, caballo, rey) con la baraja de

na ipes . 0 0

7 Sus gestos parecen perlesía ('paráli­

sis y espasmos musculares') más que c o ­

quetería.

33

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34 E L D I A B L O C O J U E L O

ñique levantados, y esotros de Gloria Patri* Pero salgámonos muy apriesa de aquí, que con tener estómago de demonio y no haberme mareado las maretas del infierno,9 me le han revuelto estas sabandi­jas, que nacieron para desacreditar la naturaleza y el rentoy. 1 0

Con esto, salieron desta calle a una plazuela donde había gran concurso de viejas, que habían sido damas cortesanas," y mozas, que entraban a ser lo que ellas habían sido, en grande contratación unas con otras. Preguntó el estudiante a su camarada qué sitio era aquel, que tampoco le había visto, y él le respondió:

-Este es el baratillo de los apellidos, que aquellas damas pasas true­can con estas mozas albillas por medias traídas,12 por zapatos viejos, valonas,1 3 tocas y ligas, como ya no las han menester;1 4 que el Guz-mán, el Mendoza, el Enríquez, el Cerda, el Cueva, el Silva, el Cas­tro, el Girón, el Toledo, el Pacheco, el Córdoba, el Manrique de Lara, el Osorio, el Aragón, el Guevara y otros generosos apellidos los ceden a quien los ha menester ahora para el oficio que comienza, y ellas se quedan con sus patronímicos primeros de Hernández, Mar­tínez, López, Rodríguez, Pérez, González, etc., porque al fin de los años mil, vuelven los nombres por donde solían ir. 1 5

-Cada día -dijo el estudiante— hay cosas nuevas en la corte. Y a mano izquierda entraron a otra plazuela al modo de la de los

Herradores, donde se alquilaban tías, hermanos, primos y maridos como lacayos y escuderos para damas de achaque que quieren pa­sar en la corte con buen nombre y encarecer su mercadería. 1 6

boquita de riñon: 'fruncida'; ojitos

dormidos, 'semicerrados' , visaje que ri­

diculiza Vélez al añadir roncando hermo­

sura; levantados dos dedos... y esotros de

Gloria Patri, es decir, inclinados c o m o

los fieles mientras rezan el Gloria Pa­

tri0

y maretas: 'mareas', en sentido figu­

rado también 'alborotos'. 1 0 nacieron para desacreditar la naturale­

za: por su amaneramiento y sus artifi­

cios para mejorarla; . . .y el rentoy: su re­

buscada gesticulación supera a la

empleada en el rentoy, j u e g o de cartas

en que los compañeros se hacen c o m ­

plicadas señas (como en el mus).° 1 1 Eufemismo con que se aludía a las

prostitutas de cierta ca tegor ía . 0

1 2 'Este es el mercadiílo (baratillo) de

los apellidos, que aquellas damas viejas

(arrugadas c o m o uvas pasas), intercam­

bian con las mozas novatas y de piel ter­

sa (como las uvas albillas) por prendas

usadas (traídas)'. Obsérvesela dilogía de

albillas y el j u e g o con pasas.0

1 3 'prenda de adorno que se ponía en

el cuel lo ' . 1 4 'porque (como) ya no las necesi­

tan ' . 0

1 5 Variación del refrán «Al cabo de

los años mil, vuelven las aguas por do

solían Ír».° 1 1 E n la plazuela de los Herradores al­

quilaban los servicios de parientes, la-

Page 54: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

T R A N C O I I I 35

A la mano derecha deste seminario andante estaba un grande edificio,' 7 a manera de templo sin altar, y en medio del una pila grande de piedra llena de libros de caballerías y novelas, y alrededor muchos muchachos desde diez a diez y siete años y algunas donce-lluelas de la misma edad,' 8 y cada uno y cada una con su padrino al lado, y don Cleofás le preguntó a su compañero que le dijese qué era esto, 1 9 que todo le parecía que lo iba soñando. El Cojuelo le dijo:

—Algo tiene de eso este fantástico aparato, pero esta es, don Cleo­fás, en efeto, la pila de los dones, y aquí se bautizan los que vienen a la corte sin él. 2 0 Todos aquellos muchachos son pajes para seño­res, y aquellas muchachas, doncellas para señoras de media talla,2' que han menester el don para la autoridad de las casas que entran a servir, y agora les acaban de bautizar en el don. Por allí entra agora una fregona con un vestido alquilado, que la trae su ama a sacar de don, como de pila, 2 2 para darla el tusón de las damas, porque le pa­gue en esta moneda lo que le ha costado el crialla,2 3 y aun ella pare­ce que se quiere volver al paño, según viene bruñida de esmeril. 2 4

- U n moño y unos dientes postizos y un guardainfante pueden hacer esos milagros -dijo don Cleofás-. 2 5 Pero ¿qué acompaña-

cayos y escuderos falsos las damas de

achaque, prostitutas que pretendían pa­

sar por damas. 0

1 7 La alusión al seminario es irónica,

pues en él se enseñaban a los niños las

buenas costumbres. 0

1 La lectura de libros de caballerías y

novelas (pastoriles, sentimentales, etc)

era tenida por vana ocupación e inclu­

so peligro moral y social en la época . 0

1 9 «No tachará de defectuosa la e x ­

presión quien esté advertido de que so­

lía decirse preguntar por pedir, de lo cual

hay en el Quijote muchos ejemplos»

(Rodr íguez M a r í n ) . 0

2 0 E l uso extendido del título h o n o ­

rífico de don, del que en principio sólo

podía disfrutarla nobleza, es tema habi­

tual en la sátira áurea que refleja una

realidad social . 0

"' 'de menor relieve, de medio

pelo ' , que, para aparentar querían cria­

dos con don.0

" sacar depila: 'apadrinar en un bau­

tizo'; por tanto sacar de don, como de

pila: 'apadrinar en la adquisición del

don ' . 2 j Le da el don, que para estas damas

es la distinción social más preciada,

como si se tratara del tusón o ' toisón de

oro ' , para quele pague en esta moneda, es

decir, c o m o tusona o 'prostituta de ca­

tegoría', lo invertido en criarla. 0

2 4 'parece querer volverá dedicarse al

paño de limpieza pues viene manchada,

maquillada (bruñida) con polvos de es­

meril' (polvo negruzco para pulir, bru­

ñir metales), y también volver al paño, 'a

guardarse c o m o oro en paño, y mante­

ner su honra ' . 0 '"' • 2 5 Sobre los milagros que hacen los

postizos, véase I I , n. 67 y sobre guardain­

fante, armazón que'da vuelo a la falda, I,

n. 77 .

Page 55: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

E L D I A B L O C O J U E L O

miento -prosiguió diciendo- es este que entra agora, de tanta gen­te lucida, por la puerta deste templo consagrado al uso del siglo? 2 6

-Traen a bautizar -dijo el Cojuelo— un regidor muy rico, de un lugar aquí cercano, 2 7 de edad de setenta años, que se viene al don por su pie, 2 8 porque sin él le han aconsejado sus parientes que no cae tan bien el regimiento. 2 9 Llámase Pascual, y vienen altercando si sobre Pascual le vendrá bien el don, que parece don estravagante de la iglesia de los dones. 1 0

- Y a tienen ejemplar 3 1 —dijo don Cleofás- en don Pascual, ese que llamaron todos loco y yo Diógenes de la ropa vieja, 3 2 que an­daba cubierta la cabeza con la capa, sin sombrero, en traje de pro­feta, por esas calles.

—Mudáranle el nombre a mi parecer —prosiguió el Cojuelo— por no tener en su lugar regidor Pascual, como cirio de los regidores. 3 3

—Dios les inspire —dijo don Cleofás— lo que más convenga a su regimiento, como la cristiandad de los regidores ha menester. 3 4

- E n acabando de tornar el señor regidor -dijo el Cojue lo - el agua del don, espera allí un italiano hacer lo mismo con un elefan­te que ha traído a enseñar a la Puerta del Sol.

—Los más suelen llamarse —dijo el estudiante— don Pedros, don Juanes y don Alonsos. N o sé cómo ha tenido tanto descuido su ayo

2 'uso seglar o civil, no religioso' . 27 lugar, 'pueblo ' , menor que villa y

mayor que aldea. 2 8 «Irse por su pie a la pila. Los que,

adultos y de edad, se van a bautizar por

su pie, y dáseles en el rostro de ser m o ­

ros ojudíos» (Correas). La var iac iónjo-

cosa irse por su pie al don (ya usada por

Quevedo) , satiriza la tardía adquisición

de una nobleza comprada. 0

2 9 regidor/regimiento: ' conce ja l /con­

cejalía'. En un privilegio de 1638 se

exigía a los regidores de ciudades, villas

y lugares ser «hijosdalgo de sangre». 0

3 0 Pascual era nombre vulgar y sonaba

ridículo precedido de don (reparo que

aparece también en otras obras). Juega

con la polisemia de don, 'dádiva', título

de honor y abreviatura de dómine, 'cléri­

go ' , y estravagante: 'extraño' y 'clérigo

que no pertenece a ninguna diócesis ' . 0

3 1 ' e jemplo ' . 3 2 Se refiere a Pascual de la Cor t e y

Vinor re , popular loco que aparece en

varias obras de la época; le llama Dió­

genes de la ropa vieja: ' segundo D i ó g e ­

nes ' (ropa vieja era la que se vendía usa­

da, de segunda mano) por la sabiduría

del filósofo cínico y del loco frente a

o t ros . 0

3 3 'para no tener en su pueblo regi­

dor Pascual, igual que no tienen cirio

de los regidores ' . L o que sí había, en

cambio , era cirio Pascual: Ahí está el

chiste. 3 4 cristiandad: ' g r emio de los fieles',

aquí de los regidores. Sostiene la corres­

pondencia conceptual con términos

religiosos (don, estravagante, cirio Pas­

cual).

Page 56: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

T R A N C O I I I 37

o naire, 3 5 como lo llaman los de la India Oriental; plebeyo debía de ser este animal, pues ha llegado tan tarde al don. ¡Vive Dios que me le he de quitar yo, porque me desbautizan y desdonan los que

veo! 3 6

—Sigúeme —dijo el Cojuelo— y no te amohines, que bien sabe el don dónde está, que se te ha caído en el Cleofás como la sopa en la miel. 3 7

Con esto, salieron del soñado —al parecer— edificio, y enfrente del descubrieron otro, cuya portada estaba pintada de sonajas, gui­tarras, gaitas zamoranas, cencerros, cascabeles, ginebras, caracoles, castrapuercos, pandorga prodigiosa de la vida, 3 8 y preguntó don Cleofás a su amigo qué casa era aquella que mostraba en la portada tanta variedad de instrumentos vulgares, «que tampoco la he visto en la corte, y me parece que hay dentro mucho regocijo y entrete­nimiento».

—Esta es la casa de los locos —respondió el Cojuelo— que ha poco que se instituyó en la corte, entre unas obras pías que dejó un hom­bre muy rico y muy cuerdo, donde se castigan y curan locuras que hasta agora no lo habían parecido. 3 9

-Entremos dentro —dijo don Cleofás— por aquel postiguillo que está abierto y veamos esta novedad de locos.

Y diciendo y haciendo se entraron los dos, 4 0 uno tras otro; pa­sando un zaguán, donde estaban algunos de los convalecientes pi­diendo limosna para los que estaban furiosos,4' llegaron a un patio cuadrado, cercado de celdas pequeñas por arriba y por abajo, que cada una dellas ocupaba un personaje de los susodichos.

3 5 'cuidador, domador ' ; puede ha­

ber un j u e g o : don/naire: donaire, 'burla,

gracia ' . 0

3 6 me desbautizan: 'me enfadan, m e

irritan'; desdonan: 'quitan el don ' o

'aburren' . D Efectivamente, ante el abu­

so del don algunos nobles renunciaron a

su uso leg í t imo. 0

3 7 Alusión al refrán «Cayóle la sopa

en la miel», usado cuando algo sucedía

muy oportunamente. Estas observa­

ciones sobre la calidad de Cleofás, así

como las de más adelante respecto a su

linaje, tienen sentido bur lesco. 0

3 8 sonajas... castrapuercos: instru­

mentos ruidosos que simbolizan la l o ­

cura, de manera que el alboroto su­

mado por ellos es la pandorga de la

vida.0

3 9 E l recurso a la casa de locos ( 'mani­

comio ' ) para satirizar una serie de per­

sonajes o arquetipos tiene más de un

precedente literario en obras de muy

diversos géneros y tonos . 0

4 0 diciendo y haciendo: ' inmediata­

mente, dicho y h e c h o ' . 0

4 1 ' locos violentos' , a los que se tenía

encadenados o enjaulados.

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38 E L D I A B L O C O J U E L O

A la puerta de una dellas estaba un hombre muy bien tratado de vestido, 4 3 escribiendo sobre la rodilla y sentado sobre una banque­ta, sin levantar los ojos del papel, y se había sacado uno con la plu­ma sin sentillo. El Cojuelo le dijo:

-Aquel es un loco adbitrista, que ha dado en decir que ha de ha­cer la redución de los cuartos y ha escrito sobre ello más hojas de papel que tuvo el pleito de don Alvaro de Luna. 4 3

-B ien haya quien le trujo a esta casa -dijo don Cleofás-, que son los locos más perjudiciales de la república.

-Esotro que está en esotro aposentillo -prosiguió el Cojue lo- es un ciego enamorado, 4 4 que está con aquel retrato en la mano, de su dama, y aquellos papeles que le ha escrito, como si pudiera ver lo uno ni leer lo otro, y da en decir que ve con los oídos. En esotro aposentillo lleno de papeles y libros está un gramaticón que perdió el juicio buscándole a un verbo griego el gerundio. Aquel que está a la puerta de esotro aposentillo, con unas alforjas al hombro y en calzón blanco, le han traído porque, siendo cochero, que andaba siempre a caballo, tomó oficio de correo de a pie. Esotro que está en esotro de más arriba con un halcón en la mano es un caballero que, habiendo heredado mucho de sus padres, lo gastó todo en la cetrería y no le ha quedado más que aquel halcón en la mano, que se las come de hambre. Allí está un criado de un señor que, tenien­do qué comer, se puso a servir. Allí está un bailarín que se ha que­dado sin son bailando en seco. 4 5 Más adelante está un historiador que se volvió loco de sentimiento de haberse perdido tres décadas de Tito Livio . 4 6 Más adelante está un colegial cercado de mitras probándose la que le viene mejor, porque dio en decir que había de

4 3 'muy cuidado, a t i ldado ' . 0

4 3 El adbitrista (grafía usual) propone

en su arbitrio o 'proyecto ' —más vo lumi­

noso que el pleito de don Alvaro de Luna,

valido de Juan II— la reducción de m e ­

tal precioso en la aleación de las m o n e ­

das de cuatro maravedís (cuartos) en b e ­

neficio de la empobrecida Corona

española; arbitrios y arbitristas protago­

nizaron más de una página de la sátira

del Siglo de O r o . ° 4 4 Igual que ocurre con el arbitrista

que le precede, este enamorado con el re­

trato, así como el gramaticón ocupado en

nimiedades, el caballero ocioso, el criado,

el letrado, el rico avariento, etc., que apa­

recen más adelante, son arquetipos que

constituyen un canon satírico, residiendo

la originalidad más en el ingenio y agude­

za de cada autor para retratarlos con dos

rasgos que en el vicio que lo caracteriza o

su mera presencia en la obra. 0

4 5 «Bailar sin son. Dícese de los que

vanamente hablan o hacen algo sin

t iempo ni sazón» (Correas). 4 6 E l historiador romano T i to L iv io

dividió en décadas su Historia de Roma

(Ab urbe condita librí CXLII).

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T R A N C O I I I 39

ser obispo. Luego, en esotro aposentillo, está un letrado que se des­vaneció en pretender plaza de ropa, y de letrado dio en sastre, y está siempre cortando y cosiendo garnachas. 4 7 En esotra celda, sobre un cofre lleno de doblones, cerrado con tres llaves, está sentado un rico avariento que, sin tener hijo ni pariente que le herede, se da muy mala vida, siendo esclavo de su dinero y no comiendo más que un pastel de a cuatro, ni cenando más que una ensalada de pepinos, y le sirve de cepo su misma riqueza. 4 8 Aquel que canta en esotra jaula es un músico sinsonte, que remeda los demás pájaros y vuelve de cada pasaje como de un parasismo.4 9 Está preso en esta cárcel de los delictos del juicio porque siempre cantaba,5 0 y cuando le roga­ban que cantase, dejaba de cantar.

-Impertinencia es esa casi de todos los desta profesión. —En el brocal de aquel pozo que está en medio del patio, se está

mirando siempre una dama muy hermosa, como lo verás si ella alza la cabeza, hija de pobres y humildes padres, que, queriéndose casar con ella muchos hombres ricos y caballeros, ninguno la contentó y en todos halló una y muchas faltas y está atada allí en una cadena por que, como Narciso, enamorada de su hermosura, no se anegue en el agua que le sirve de espejo, 5 1 no teniendo en lo que pisa 5 3 al sol ni a todas las estrellas. En aquel pobre aposentillo enfrente, pintado por defuera de llamas, está un demonio casado, que se volvió loco con la condición de su mujer. 5 3

Entonces don Cleofás le dijo al compañero que le enseñaba todo este retablo de duelos: 5 4

4 7 plaza de ropa: 'puesto de juez ' , por

ser ropa la toga que vestían los magistra­

dos; lo que en cambio consigue este l e ­

trado es cortar y coser c o m o sastre esa

ropa o garnachas (que también así se lla­

maban las togas que vestían jueces y

consejeros). 0

4 8 Los pasteles de a cuatro eran unas

empanadillas rellenas de carne picada

de ínfima calidad (conforme a su pre­

cio: cuatro maravedíes), comida de p o ­

bres. Los pepinos, por otro lado, eran

considerados alimento de poca calidad

y especialmente indigestos. 0

4 9 músico sinsonte: 'cantor' (sinsonte:

'pájaro exótico de canto melodioso ') ;

parasismo: ' p a rox i smo ' . 0

5 0 Usa la forma y sentido e t imológi­

cos de delictos ('faltas, omisiones') y j u e -

ga con su sentido habitual (por esos de­

lictos está en esa particular cárcel que es el

manicomio) . 5 1 El bello Narciso, c o m o se sabe,

tras despreciar a la ninfa E c o , se enamo­

ró de su propia imagen reflejada en el

agua y se ahogó en ella (Ovidio, Meta­

morfosis, III , 3 3 9 - 5 1 0 ) . 5 2 'despreciando ' . 0

5 3 condición: 'fuerte carácter ' . 0

5 4 'espectáculo de penas y desgra­

cias'; se apodaba retablo de duelos a quien

sufría muchas desgracias. 0

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40 E L D I A B L O C O J U E L O

—Vamonos de aquí, no nos embarguen por alguna locura que nosotros ignoramos, porque en el mundo todos somos locos, los unos de los otros."

El Cojuelo dijo: -Quiero tomar tu consejo, porque, pues los demonios enloque­

cen, no hay que fiar de sí nadie. 5 6

-Desde vuestra primera soberbia —dijo don Cleofás— todos lo estáis, que el infierno es casa de todos los locos más furiosos del mundo.

—Aprovechado estás57—dijo el Cojuelo—, pues hablas en lengua­je ajustado.

Con esta conversación salieron de la casa susodicha y, a mano derecha, dieron en una calle algo dilatada que por una parte y por otra estaba colgada de ataúdes,5 8 y unos sacristanes con sus sobrepe­llices paseándose junto a ellos, 5 9 y muchos sepultureros abriendo varios sepulcros, y don Cleofás le dijo a su camarada:

-¿Qué calle es esta, que me ha admirado más que cuantas he vis­to, y me pudiera obligar a hablar más espiritualmente que con lo primero de que tu te admiraste?

—Esta es más temporal y del siglo que ninguna —le respondió el Cojuelo-, y la más necesaria, porque es la ropería de los agüelos, 6 0

donde cualquiera, para todos los actos positivos que se le ofrece y se quiere vestir de un agüelo porque el suyo no le viene bien o está traído, se viene aquí y por su dinero escoge el que le está más a pro­pósito. 6 ' Mira allí aquel caballero torzuelo, 6 2 cómo se está proban-

5 5 embarguen: 'aprisionen'; todos so­

mos locos... a ojos de los otros: el refrán

aparece c o m o moraleja del episodio

que aquí finaliza, subrayando la locura

y vanos afanes del género h u m a n o . 0

5 6 'nadie puede confiarse, estar tran­

quilo ' . 5 7 'nada se te escapa, aprendes'; la

construcción con participio es usual . 0

5 8 'tapizada, cubiertas de ataúdes las

paredes ' . 0

5 9 sobrepelliz: 'prenda con anchas

mangas de lino blanco que se viste so­

bre la sotana'. 6 0 agüelos, por abuelos, es forma v u l ­

garizante que responde a la tendencia

común desde la Edad Media de la vela­

rización de / b / y / h / ante / u e / . ° 6 1 C o m o si de ropa vieja se tratara, en

esta ropería se exponen y cambian los

abuelos, es decir, 'el linaje', para conse­

guir los actos positivos ('dictámentes posi­

tivos tras exigentes probanzas de l impie­

za de sangre'). El abuelo propio no le

viene bien si pertenece a linaje converso,

porque cuestiona su «limpieza de san­

gre», o está traído si tiene un apellido muy

'usado', como «Pérez», que, con ser de

cristiano viejo, es poco distinguido. 0

6 2 'de baja condic ión ' o ' p i ca ro ' . 0

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T R A N C O I I I 4 1

do una agüela que ha menester; y esotro, hijo de quien él quisiere, se está vistiendo otro agüelo y le viene largo de talle. Esotro más abajo da por otro agüelo el suyo, y dineros encima, y no se acaba de concertar, porque le tiene más de costa al sacristán, que es el rope­ro. 6 3 Otro a esotra parte, llega a volver un agüelo suyo de dentro afuera y de atrás adelante, y a remendallo con la agüela de otro. 6 4

Otro viene allí con la justicia a hacer que le vuelvan un agüelo que le habían hurtado y le ha hallado colgado en la ropería. Si hubieres menester algún agüelo o agüela para algún crédito de tu calidad, a tiempo estamos, don Cleofás Leandro, que yo tengo aquí un rope­ro amigo que desnuda los difuntos la primera noche que los entie-rran y nos le fiará por el tiempo que quisieres.

—Dineros he menester yo, que agüelos no —respondió el estu­diante—: con los míos me haga Dios bien, 6 5 que me han dicho mis padres que deciendo de Leandro el animoso, el que pasaba el mar de Abido «en amoroso fuego todo ardiendo» y tengo mi ejecutoria en las obras sueltas de Boscán y Garcilaso. 6 6

—Contra hidalguía en verso —dijo el diablillo— no hay olvido ni cnancillería que baste, ni hay más que desear en el mundo que ser hidalgo en consonantes.6 7

—Si a mí me hicieran merced 6 8 —prosiguió don Cleofás—, entre Salicio y Nemoroso se habían de hacer mis diligencias, que no me habían de costar cien reales; que allí tengo mi Montaña, mi Galicia, mi Vizcaya y mis Asturias.6 8

>3 tiene más de costa: 'tiene que pagar

también'. La connivencia de los sacris­

tanes en estos procesos de ennobleci­

miento era notoria, pues ellos llevaban

los libros de bautismos y matrimonios,

el «registro civil» de la época . 0

6 4 Es decir, ha variado el orden de

sus apellidos y les ha añadido otro para

darles lustre. 6 5 ' tengo suficiente'; véase Prels.,

n. 1 6 . 6 6 Leandro, personaje mitológico

enamorado de He ro , atravesaba cada

noche nadando el estrecho que separa

las ciudades de Sesto y Abido para v e r ­

la; en amoroso juego todo ardiendo es el se­

gundo verso del soneto X X I X de Gar ­

cilaso sobre Leandro, aducido por don

Cleofás, con la Historia de Leandro y

Hero, de Boscán, c o m o ejecutoria ( 'do­

cumento que certifica su nobleza').

T o d o este pasaje es burla de algunos

genealogistas y familias que incluían en

sus linajes héroes famosos remontán­

dose hasta Hércules, Adán , Ca ín y

A b e l . . . 0

6 7 Contra hidalguía... no hay chancille-

ría que baste: los fiscales de las chancillerías

('tribunales, audiencias') se oponían de

oficio a cualquier demanda de hidal-

gu í a . 0

1 Se entiende merced de un hábito de

cabal lero. 0

6 9 Salicio y Nemoroso son los protago-

Page 61: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

42 E L D I A B L O C O J U E L O

—Dejemos vanidades agora —dijo el Cojuelo—, que ya sé que eres muy bien nacido en verso y en prosa, y vamos en busca de un fi­gón 7 0 a almorzar y a descansar, que bien lo habrás menester por lo trasnochado y madrugado, y después proseguiremos nuestras aven­turas.

nistas de la Égloga I de Garcilaso; Mon­

taña: territorio que se extendía por la

zona de la Cordillera cantábrica y ac­

tual provincia de Santander, era lugar

de procedencia que implicaba hidal­

guía al que se aludía, c o m o aquí, por

antonomasia. 0

7 0 'casa de comidas' .

Page 62: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

T R A N C O I V

Dejemos a estos caballeros en su figón almorzando y descansando, que sin dineros pedían las pajaritas que andaban volando por el aire y al Fénix empanado, 1 y volvamos a nuestro astrólogo regoldano y nigromante enjerto,2 que se había vestido con algún cuidado 3 de haber sentido pasos en el desván la noche antes y, subiendo a él, ha­lló las ruinas que había dejado su familiar en los pedazos de la redo­ma y mojados sus papeles y el tal espíritu ausente; y viendo el estra­go y la falta de su demoñuelo, comenzó a mesarse las barbas y los cabellos y a romper sus vestiduras, como rey a lo antiguo. 4 Y estan­do haciendo semejantes estreñios y lamentaciones, entró un dia­blejo zurdo, mozo de retrete de Satanás, diciendo que Satanás su señor le besaba las manos;5 que había sentido la bellaquería que ha­bía usado el Cojuelo, que él trataría de que se castigase, y que entre tanto se quedase él sirviéndole en su lugar. Agradeció mucho el cuidado el astrólogo y encerró el tal espíritu en una sortija de un to­pacio grande que traía en un dedo, 6 que antes había sido de un mé­dico, con que a todos cuantos había tomado el pulso había muer­to. 7 Y en el infierno se juntaron entre tanto, en sala plena, 8 los más graves jueces de aquel distrito, y haciendo notorio a todos el delito del tal Cojuelo, mandaron despachar requisitoria para que le pren­diesen en cualquier parte que le hallasen. Y se le dio esta comisión a Cienllamas, demonio comisonario que había dado muy buena

1 Esas exquisiteces imposibles de

atender - c o m o las pajaritas ('pájaros')

que están volando o la mítica ave fé­

nix— se requerían a venteros y f igone­

ros en tono de b roma . 0

2 regoldano: 'que echa regüeldos,

eructos', también posiblemente 'van i ­

doso ' ; enjerto: 'injerto', es decir, 'por

demás'; aprovecha también otros senti­

dos: la castaña silvestre es menos buena,

por producir eructos —de ahí regolda­

na—, que la injerta, más refinada. 0

3 'preocupación, recelo' . 4 Se rasgan las vestiduras, por e j em­

plo , los reyes que aparecen en las Escri­

turas (II R e y e s , I, 11, y IV R e y e s ,

X I X , i ) . ° 5 mozo de retrete: 'ayuda de cámara';

besar las manos era cortesía obligada al

comienzo de todo mensaje verbal. El

ataque a los zurdos, de procedencia fol-

clórica, es un mot ivo recurrente en la

sátira áurea. 0

' Los demonios familiares, auxiliares

de nigromantes, eran encerrados en

sortijas o redomas; véase I, n. 3 5 . 7 Los médicos usaban sortijas porque

se creía en el poder curativo de las p ie ­

dras preciosas. Aquí , conforme al tópi­

co satírico, el médico es asesino y la

sortija, mortífera. 0

'sesión plenaria'.

43

Page 63: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

44 E L D I A B L O C O J U E L O

cuenta de otras que le habían encargado; y llevándose consigo por corchetes a Chispa y a Redina, demonios a las veinte, 8 y subiéndo­se en la muía de Liñán, 1 0 salió del infierno con vara alta de justicia en busca del dicho delincuente.''

En este tiempo, sobre la paga de lo que habían almorzado, habían tenido una pesadumbre1 2 el revoltoso diablillo y don Cleofás con el figón, en que intervinieron asadores y torteras," porque lo que del diablo es, el diablo se lo ha de llevar,'4 y acudiendo la justicia al albo­roto, se salieron por una ventana, y cuando el alguacil de corte, con la gente que llevaba, pensaba cogellos, estaban ya de esotra parte de Getafe, en demanda de Toledo, y dentro de un minuto en las venti-llas de Torrejón, y en un cerrar de ojos, a vista de la puerta de Bisa­gra,' 5 dejando la Real Fábrica del Hospital de Afuera a la derecha mano.' 6 Y volviéndose el estudiante al camarada, le dijo:

-Lindos atajos sabes; mal haya quien no caminara contigo todo el mundo mejor que con el Infante don Pedro de Portugal, el que anduvo las siete partidas del.'7

—Somos gente de buena maña —respondió el Cojuelo. Y , cuando estaban hablando en esto, llegaban al barrio que lla­

man de la Sangre de Cristo, y al Mesón de la Sevillana, que es el mejor de aquella ciudad.' 8 El Diablo Cojuelo le dijo al estudiante:

" J u e g a con la expresión correos a las

veinte, los correos que debían hacer

veinte leguas cada día; corchetes: ' aux i ­

liares'. Los nombres de los demonios

parecen burlescos: Chispa se usaba para

motejar al ' inquieto, colér ico ' y Redina

puede ser nombre proverbia l . 0

1 0 La muía de Liñán debe ser el aire,

aunque es alusión oscura . 0

" La vara alta, alzada, indicaba que

quien la llevaba actuaba en misión y ca­

lidad de ministro de justicia, y tenía au­

toridad para ejercerla. 0

' " 'riña, disgusto'.

figón se llamaba en el siglo XVII

también al ' f igonero' que guisaba la c o ­

mida; asadores y torteras: 'varillas para

asar y cazuelas planas para hacer tortas',

aquí usadas corno armas. 0

1 4 Parece refrán, aunque no se ha ha­

llado en ningún refranero antiguo (sí en

modernos) u otras obras coetáneas. 1 5 Las ventillas de Torrejón, construi­

das para atender a los pasajeros de viaje

a Andalucía, dieron origen a Tor re jón

de la Calzada (provincia de Madrid) ;

puerta de Bisagra: famosa puerta por la

que se entraba en T o l e d o desde Madr id

y los campos de la Sag ra . 0

1 fábrica: 'edificio ' . El Hospital de

San Juan Bautista u Hospital de Afuera

(así llamado por levantarse extramuros

de la ciudad) quedaba a la derecha l le­

gando de M a d r i d . 0

1 7 ' anduvo todas las partes del m u n ­

do' . E n un libro de viajes se describían

los del infante don Pedro de Portugal

por todas o las siete partidas ('partes') del

mundo; mal haya: véase I, n. 8 2 . 0

' 8 Efectivamente, era mesón de cali­

dad: en él se alojó el Príncipe de Gales

y su séquito en su visita a España de

Page 64: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

T R A N C O I V 45

—Esta es muy buena posada para pasar esta noche y para descan­sar de la pasada. Éntrate dentro y pide un aposento y que te adere­cen de cenar, que a mí me importa llegarme esta noche a Constan -tinopla a alborotar el serrallo1 0 del Gran Turco y hacer degollar doce o trece hermanos que tiene, por miedo de que no conspiren a la Corona, 3 0 y volverme de camino por los Cantones de los es-guízaros y por Ginebra a otras diligencias deste modo, 2 1 por sobor­nar con algunos servicios a mi amo, que debe de estar muy indig­nado contra mí por la travesura pasada; que yo estaré contigo antes que den las siete de la mañana.

Y diciendo y haciendo, se metió por esos aires como por una viña vendimiada, 2 2 meando la pajuela a todo pajaróte y ciudadano de la región etérea,2 3 a fuer de los de la jerigonza crítica, 2 4 y don Cleofás se entró a tomar posada, que aunque estaba llena de mu­chos pasajeros que habían venido con los galeones y pasaban a la corte, con todo, al güésped nuevo hicieron cortesía, porque la per­sona de don Cleofás traía consigo cartas de recomendación, como dicen los cortesanos antiguos.2 5

Convidáronle a cenar unos caballeros soldados aquella noche, preguntándole nuevas de Madrid, y, después de haber cumplido con la celebridad de los brindis por el R e y —Dios le guarde—, por sus damas y sus amigos, 2 6 y haber dado las aceitunas con los palillos car­ta de pago de la cena, 2 7 se fue cada uno a recoger a su aposento, por-

1623 y Cervantes situó allí la acción de

La ilustre fregona.0

1 9 'palacio rea l ' . 0

2 0 H o y se omitiría el no, usado en­

tonces con verbos que significaban te­

m o r . 0

2 1 'por el estilo'; esguízaros: 'suizos'. 22 «Entrarse como por viña vendimiada

es lo mesmo que entrarse con libertad,

porque después de cogido el esquilmo

no hay qué guardar» (Covarrubias); di­

ciendo y haciendo: 'dicho y h e c h o ' . 0

23 meando...: 'desafiando y aventa­

jando a todo pájaro y habitante del cie­

lo ' ; mear la pajuela era, en un principio,

modo de afrenta en las peleas entre ni­

ños y luego la frase se hizo proverbial;

contrastan ambas expresiones, una v u l ­

gar y otra culta, c o m o se subraya ense­

guida . 0

2 4 ' c omo dirían los de la jerga culte­

rana'; se refiere, burlescamente, a la e x ­

presión culterana ciudadano de la región

etérea.0

2 5 Así se decía de quien tenía cuali­

dades, por su carácter o aspecto, para

hacerse est imar. 0

26 celebridad puede referirse a las par­

tes de una celebración - l o s brindis- , las

personas celebradas —el rey, etc.—, y su

misma alabanza. 2 7 carta de pago: ' recibo de la cantidad

que se satisface a quien se debía', impl i ­

caba el final de un trato, igual que las

aceitunas y los palillos de dientes daban

término a la cena . 0

Page 65: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

4 6 E L D I A B L O C O J U E L O

que habían de tomar la madrugada para llegar con tiempo a Ma­drid, 2 8 y don Cleofás hizo lo mismo en el que le señaló el güésped, sintiendo la soledad del compañero en algún modo porque le traía tan entretenido;2 9 y haciendo varios discursos sobre el almohada, se quedó como un pajarito,3 0 jurando al silencio de las sombras, como lo demás del mundo, el mesón de la Sevillana el natural vasallaje con el sueño, que solas grullas, los murciégalos y lechuzas estaban de posta a su cuerpo de guardia,3' cuando, a las dos de la noche, unas te­merosas voces que repetían «¡Fuego, fuego!» despertaron a los dor­midos pasajeros con el sobresalto y asombro que suele causar cual­quier alboroto a los que están durmiendo, y más oyendo apellidar fuego 3 2 —voz que con más terror atemoriza los ánimos más constan­tes—, rodando unos las escaleras por bajar más apriesa, otros saltando por las ventanas que caían al patio de la posada, otros, que por las pulgas u temor de las chinches, dormían en cueros, como vinagre, hechos Adanes del baratillo,33 poniendo las manos donde habían de estar las hojas de higuera, siguiendo a los demás y acompañándolos don Cleofás con los calzones revueltos al brazo y una alfajía34 que, por no encontrar la espada, halló acaso en su aposento, como si en los incendios y fantasmas importase andar a palos ni a cuchilladas,35

natural socorro del miedo en las repentinas invasiones.

Salió, en esto, el güésped en camisa, los pies en unas empanadas de Fregenal, 3 6 cinchado con una faja de grana de polvo el estóma­go y un candil de garabato en la mano, 3 7 diciendo que se sosegasen,

2 8 tomar la madrugada o la mañana:

'madrugar ' . 0

2 9 soledad: 'ausencia'; añoraba don

Cleofás al C o j u e l o . 0

3 0 'se quedó dormido' ; discursos:

'pensamientos'; el almohada: se emplea­

ba el ante sustantivo femenino con v o ­

cal inicial, átona o tónica . 0

3 1 Se decía de las grullas que quedaba

una de guardia mientras las demás dor­

mían; de posta... cuerpo de guardia: 'de

guardia en el lugar asignado para la mis­

ma'. El adjetivo solas puede ir seguido

directamente del nombre, como aquí , 0

sin necesidad de interponer artículo. 0

32 apellidar, 'gritar, llamar pidiendo

ayuda ' . 0

33 en cueros: 'desnudo' y 'en odres de

cuero ' como vinagre; son Adanes por ir

desnudos (véase I, n. 4), añadiendo con

del baratillo ('del mercadil lo ' , véase III ,

n. 12) un matiz despectivo, c o m o si

hoy se dijera «de pacotilla», «de saldo». 0

3 4 'listón de madera de una puerta o

ventana' . 35 acaso: 'por casualidad'; fantasmas:

'visiones' . 3 6 Fregenal era famosa por el curtido

del cuero. Los zapatos son empanadas de

Fregenal y los pies su re l l eno . 0

3 7 El gordo mesonero va cinchado

(cincha: 'faja de cáñamo o esparto para

muías o caballos') con una faja (también

es fajado el animal con banda de distin-

Page 66: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

T R A N C O I V 47

que aquel ruido no era de cuidado, que se volviesen a sus camas, que él pondría remedio en ello. Apretóle don Cleofás, 3 8 como más ami­go de saber, que le dijese la causa de aquel alboroto, que no se ha­bían de volver a acostar sin descifrar aquel misterio. El güésped le dijo muy severo que era un estudiante de Madrid que había dos u tres meses que entró a posar en su casa, y que era poeta de los que hacen comedias, y que había escrito dos que se las habían chillado en Toledo, y apedreado como viñas, 3 0 y que estaba acabando de es­cribir la comedia de Troya abrasada, y que sin duda debía de haber llegado al paso del incendio y se convertía tanto en lo que escribía que habría dado aquellas voces; 4 0 que por otras experiencias pasa­das sacaba él que aquello era verdad infalible como él decía; que para confirmallo subiesen con él a su aposento y hallarían verdade­ro este discurso.

Siguieron al güésped todos de la suerte que estaban y, entrando en el aposento del tal poeta, le hallaron tendido en el suelo, des­pedazada la media sotanilla, revolcado en papeles y echando espu­marajos por la boca, y pronunciando con mucho desmayo: «¡Fue­go, fuego!», que casi no podía echar la habla, porque se le había metido monja. 4 ' Llegaron a él muertos de risa y llenos de piedad to­dos, diciéndole:

-Señor licenciado, vuelva en sí y mire si quiere beber o comer algo para este desmayo.

Entonces el poeta, levantando como pudo la cabeza, dijo: - ¡ S i es Eneas! ¡Y Anquises, con los Penates y el amado Ascanio!

¿Qué aguardáis aquí, que está ya el Ilion hecho cenizas, y Príamo, Paris y Policena, Hécuba y Andrómaca han dado el fatal tributo a

to color de pelo) de grana de polvo: 'de

color rojo del polvo de la grana o c o ­

chinilla'; garabato: 'gancho ' . 3 'le instó don Cleofás ' . 0

3 5 Aprovecha el doble sentido de

apedrear: 'tirar piedras' o 'caer granizo'.

Véase más abajo, n. 58. 4 0 paso: ' lance ' . Ca lderón y Z a b a l e -

ta escribieron una comedia titulada

Troya abrasada, basada también en los

hechos de la guerra de T roya ; se estre­

nó en 1 6 4 3 , pero la alusión de Vélez ,

si no a simple casualidad, podría res­

ponder a una redacción previa de Z a -

baleta . 0

41 no podía echar el habla: 'estaba sin

aliento' porque se le había metido monja

( 'como monja, el habla se había retira­

do, enclaustrado'); pero hay otro j u e g o

ingenioso: «monjas llaman los mucha­

chos a aquellas centellas pequeñas que

quedan cuando queman un papel, y se

van apagando poco a poco» (Autorida­

des); el poeta, al abrasarse Troya , ha tra­

gado una monja de estas y, atragantado,

no puede hablar.

Page 67: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

4« E L D I A B L O C O J U E L O

la muerte, y a Elena, causa de tanto daño, llevan presa Menalao y Agamenón? ¡Y lo peor es que los mirmidones se han apoderado del tesoro troyano! 4 2

—Vuelva en su juicio —dijo el güésped—, que aquí no hay almi­dones ni toda esa tropelía de disparates que ha referido, y mucho mejor fuera llevalle a casa del Nuncio, 4 3 donde pudiera ser, con bien justa causa, mayoral de los locos, 4 4 y metelle en cura, que se le han subido los consonantes a la cabeza como tabardillo. 4 5

—¡Qué bien entiende de afectos el señor güésped! —respondió el poeta, encorporándose un poco más.4"

- D e afectos ni de afeites —dijo el güésped— no quiero entender, sino de mi negocio; lo que importa es que mañana hagamos cuen­ta de lo que me debe de posada y se vaya con Dios, que no quiero tener en ella quien me la alborote cada día con estas locuras: basten las pasadas, pues comenzando a escribir recién llegado aquí la co ­media del Marqués de Mantua, que zozobró y fue una de las silbadas, fueron tantas las prevenciones de la caza y las voces que dio lla­mando a los perros Melampo, Oliveros, Saltamontes, Tragavien­tos, etc., y el «¡Ataja, ataja!» y el «¡Guarda el oso cerdoso y el jabalí colmilludo!»,4 7 que malparió una señora preñada que pasaba del Andalucía a Madrid del sobresalto; y en esotra del Saco de Roma —que entrambas parecieron cual tenga la salud—4" fue el estruendo

4 2 Personajes y sucesos de la guerra

troyana descritos por Virg i l io en la

Eneida (II); Menalao, por asimilación,

en lugar de «Menelao»; Penates: d iv i ­

nidades protectoras de la familia; mir­

midones: aqueos a las órdenes de A q u i -

les. 4 3 Así se llamaba el manicomio de

To ledo por haberlo fundado el nuncio

Francisco Ortiz, casa de locos en que

no raras veces la sátira recluye a los poe ­

tas. 0

4 4 mayoral: 'capataz, j e fe ' . 4 5 Los 'versos' (consonantes) le han

afectado a la cabeza como tabardillo: f ie­

bre tifoidea que producía manchas y

pústulas «subiendo» hasta la cara. 4 6 El éxtasis y furor poético son

c o m o una fiebre para el poeta, por eso

dice al tabernero que entiende de afec­

tos, término preciso con que en la ora­

toria se aludía a las pasiones anímicas

(del oyente, del orador o del mismo

personaje) . 0

4 7 «¡Guarda el oso cerdoso!»: ' ¡Atento

al oso peludo! ' (adjetivación tópica).

En El marqués de Mantua (h. 1600), tra­

gicomedia de L o p e de Vega que r e c o ­

ge la tradición romanceril y legendaria,

hay escenas de caza, un perro llamado

M e l a m p o y un personaje con el n o m ­

bre de O l i v e r o s . 0

4 S Es decir, 'malas o faltas de ju i c io ' ;

era frase hecha usada para la compara­

ción y también la maldición o buenos

augurios. U n a comedia de J u a n de la

C u e v a llevaba por título El saco de

Roma.°

Page 68: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

T R A N C O I V 49

de las cajas49 y trompetas, haciendo pedazos las puertas y ventanas deste aposento a tan desusadas horas como estas, y el «¡Cierra, E s ­paña!», «¡Santiago, y a ellos!»,5 0 y el jugar la artillería con la boca como si hubiera ido a la escuela con un petardo, 5 ' o criádose con el basilisco de Malta, 5 3 que engañó el rebato 5 3 a una compañía de in­fantería que alojaron aquella noche en mi casa, de suerte que, to­cando al arma, se hubieron de hacer a escuras unos soldados peda­zos con otros, acudiendo al ruido medio Toledo con la justicia, echándome las puertas abajo, y amenazó a hacer una de todos los diablos;5 4 que es poeta grulla que siempre está en vela y halla con­sonantes a cualquiera hora de la noche y de la madrugada. 5 5

El poeta dijo entonces: -Mucho mayor alboroto fuera si yo acabara aquella comedia de

que tiene vuesa merced en prendas dos jornadas por lo que le debo, que la llamo Las tinieblas de Palestina, donde es fuerza que se rompa el velo de el Templo en la tercera jornada, 5 6 y se escurezca el sol y la luna, y se den unas piedras con otras, y se venga abajo toda la fábrica celestial con truenos y relámpagos, cometas y exhalacio­nes, en sentimiento de su Hacedor; que por faltarme los nombres que he de poner a los sayones no la he acabado. 5 7 ¡Ahí me dirá vue­sa merced, señor güésped, qué fuera ello!

—Vayase —dijo el mesonerazo— a acaballa al Calvario, aunque no faltará en cualquiera parte que la escriba o la representen quien le crucifique a silbos, legumbre y edificio. 5 8

4 9 ' tambores' también llamados así,

sobre todo los de la guerra. 50 ¡Cierra, España!: ' ¡ A l ataque, E s ­

paña!'. Santiago, patrón de España, era

invocado en las batallas ya en tiempos

del C id , hasta el punto de significar,

por metonimia, ' acomet ida ' . 0

s l jugar la artillería significa específi­

camente 'dispararla', al añadir con la boca

queda claro que el poeta imitó su ruido. 5 3 Se llamaba basilisco a un cañón de

gran calibre y longi tud. 0

5 3 'hizo creer que atacaban' (véase II ,

n. 93). 54 una de todos los diablos: 'una triful­

ca, un alboroto' . Episodios c o m o estos

abundan en la sátira de los poetas: H o ­

racio se autorretrata gesticulando y gr i ­

tando poseído por la ficción, y el furor

poético del buscón don Pablos provoca

incidentes parecidos . 0

55 poeta grulla, 'nocturno ' , c o m o la

grulla (véase n. 31 a este tranco); conso­

nantes: ' ve rsos ' . 0

5 se rompa el velo: 'se derrumbe el te­

cho ' ; es un aparatoso efecto escénico,

como se verá. 57 sayones: 'verdugos ' . Es tópico en la

sátira del mal poeta que tropiece con

problemas nimios c o m o este para la r e ­

solución o ejecución de la comed ia . 0

5 8 E l mesonero impreca al poeta

aprovechando la materia de la c o m e ­

dia: por eso lo condena al calvario y a la

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E L D I A B L O C O J U E L O

—Antes resucitan con mis comedias los autores 5 9 —dijo el poeta—; y para que conozcan todos vuesas mercedes esta verdad y admiren el estilo que llevan todas las que yo escribo, ya que se han levanta­do a tan buen tiempo, quiero leelles esta.

Y diciendo y haciendo, tomó en la mano una rima de vueltas de cartas viejas cuyo bulto se encaminaba más a pleito de tenuta que a comedia, 6 0 y arqueando las cejas y deshollinándose los bigotes dijo, leyendo el título, de esta suerte:

—Tragedia Troyana, Astucias de Sinón.6' Caballo griego, Amantes adúlteros y Reyes endemoniados. Sale lo primero por el patio, sin haber cantado, el Paladión, con cuatro mil griegos por lo menos, armados de punta en blanco, dentro del.62

—¿Cómo —le replicó un caballero soldado de aquellos que esta­ban en cueros, que parece que se habían de echar a nadar en la co ­media- puede toda esa máquina entrar por ningún patio ni coliseo de cuantos hay en España, ni por el del Buen Ret i ro , 6 3 afrenta de los romanos anfiteatros, ni por una plaza de toros?

—¡Buen remedio! —respondió el poeta— Derribaráse el corral y dos calles junto a él para que quepa esta tramoya, que es la más por­tentosa y nueva que los teatros han visto; 6 4 que no siempre sucede hacerse una comedia como esta, y será tanta la ganancia que podrá muy bien a sus ancas sufrir todo este gasto. 6 5 Pero escuchen, que ya

crucifixión y añade a los normales ob ­

sequios de un público descontento (sil­

bos y legumbre) el edificio, o sea, ape­

dreamiento con los cascotes del techo

desplomado. 0

5 9 'directores de compañías teatra­

les'. Nótese el verbo resucitan, coheren­

te con el tema de la comedia. 6 0 rima: 'montón ' ; cartas: 'hojas de

papel ya escritas', por eso usa las vueltas

o 'dorsos' . E l pleito de tenuta se hacía

para obtener la posesión provisional de

los frutos y rentas de un mayorazgo;

era largo y su legajo voluminoso: la sá­

tira tacha a los malos poetas de prolífi-

cos .° 1 Sinón, con sus astucias, convence

a los troyanos de que metan el caballo

lleno de enemigos en Troya . 6 2 patio: en el corral de comedias ven­

dría a ser la actual 'platea'; sin haber can­

tado: antes que comenzara la obra solían

cantar los músicos; Paladión: aquí, 'el

caballo de Troya ' ; armados de punta en

blanco: 'de pies a cabeza y las armas de­

senvainadas' . 0

3 máquina: 'mole , enorme ingenio

mecánico ' . E l Col iseo del B u e n R e t i ­

ro, inaugurado en 1640, estaba dotado

para las más aparatosas escenografías. 0

6 4 tramoya: 'máquina' . La solución

de derribar el corral y dos calles carica­

turiza las reformas a veces necesarias en

los corrales para habilitar la maquinaria

escénica y puede ser recuerdo burlesco

de la leyenda troyana, en que se derri­

ban los muros de T roya para introducir

el caba l lo . 0

65 a sus ancas: 'a su costa'; la ganancia

cubrirá sobradamente los gastos. 0

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T R A N C O I V 51

comienza la obra, y atención, por mi amor: «Salen por el tablado, con mucho ruido de chirimías y atabalillos,66 Príamo, rey de Tro­ya, y el príncipe París, y Elena, muy bizarra en un palafrén,6 7 en me­dio, y el rey a la mano derecha (que siempre desta manera guardo el decoro a las personas reales), 6 8 y luego, tras ellos, en palafrenes negros, de la misma suerte, once mil dueñas a caballo». 6 9

—Más dificultosa apariencia7 0 es esa que esotra —dijo uno de los oyentes—, porque es imposible que tantas dueñas juntas se hallen.

-Algunas se harán de pasta -dijo el poeta- y las demás se juntarán de aquí para allí;7 1 fuera de que si se hace en la corte, ¿qué señora ha­brá que no envíe sus dueñas prestadas para una cosa tan grande, por estar los días que se representare la comedia, que será por lo menos siete u ocho meses, 7 2 libres de tan cansadas sabandijas?73

Hubiéronse de caer de risa los oyones, 7 4 y de una carcajada se lle­varon media hora de reloj al son de los disparates del tal poeta, y él prosiguió diciendo:

—No hay que reírse, que si Dios me tiene de sus consonantes,75 he de rellenar el mundo de comedias mías, y ha de ser Lope de Vega —prodigioso monstruo español y nuevo Tostado en verso— niño de teta conmigo. 7 6 Y después me he de retirar a escribir un poema he-

} > Las chirimías (similares al oboe) y

los atabalHlos ('tambores') anunciaban la

entrada de personajes importantes. 0

6 7 'caballo manso' usado para entra­

das y desfiles; bizarra: aquí, 'galante, c e ­

remoniosa ' . 0

) l Les presenta y hace comportarse

conforme a su categoría. La alusión al

decoro, un tópico más en la sátira al mal

poeta, era de hecho una preocupación

real y fundada: una obra en que no se

guardara el decoro podía ser hundida

por el púb l ico . 0

9 N o le bastan al poeta la nueva tra­

moya, trompetas y tambores, caballos:

sube también al tablado una m u c h e ­

dumbre, exagerada hasta el absurdo, de

once mil dueñas; el número puede alu­

dir a las once mil vírgenes mártires ma­

tadas por los hunos. 7 0 'aparición, entrada, efecto escé­

n i c o ' . 0

7 1 'desde ahora para en tonces ' . 0

7 2 E l poeta es optimista, ya que las

obras solían representarse c o m o mucho

cinco o seis días seguidos . 0

73 cansadas: 'fastidiosas, pesadas' (sa­

bandijas: véase I, n. 86). Las dueñas eran

mujeres de edad que, al quedar viudas,

entraban a servir en casas para dar respe­

tabilidad: velaban por la honradez de la

señora y vigilaban al resto de los criados.

Su orgullo, chismorreos y misma fun­

ción las hicieron enojosas y uno de los

blancos predilectos de la sátira áurea. 0

7 4 oyones: adaptación burlesca de

'oyentes' , calcada de mirones. 7 5 Modificación jocosa del refrán

«Dios nos tenga de su mano en invierno

y en verano, y en todo tiempo del año»,

o de otros refranes y dichos por el estilo. 0

7 6 L o p e de Vega , monstruo ( 'prodi­

gio') y nuevo Tostado en verso (por lo

prolífico), será niño de teta ('simple afi-

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52 E L D I A B L O C O J U E L O

roico para mi posteridad, que mis hijos o mis sucesores hereden, en que tengan toda su vida que roer sílabas.77 Y agora oigan vuesas mer­cedes. .. —amagando a comenzar, el brazo derecho levantado, los ver­sos de la comedia, cuando todos a una voz le dijeron que lo dejase para más espacio,7 8 y el güésped, indignado, que sabía poco de filis,79

le volvió a advertir que no había de estar un día más en su posada. La encamisada, pues, de los caballeros y soldados se puso a me­

diar con el güésped el caso, 8 0 y don Cleofás, sobre un Arte poética de Rengifo que estaba también corriendo borrasca entre esotros lega­jos por el suelo, tomó pleito homenaje al tal poeta, puestas las ma­nos sobre los consonantes,8' jurando que no escribiría más come­dias de ruido, sino de capa y espada,8 2 con que quedó el güésped satisfecho; y con esto se volvieron a sus camas, y el poeta, calzado y vestido, con su comedia en la mano, se quedó tan aturdido sobre la suya, que apostó a roncar con los Siete Durmientes, a peligro de no valer la moneda cuando despertase.83

donado ' ) comparado con él. Alfonso

de Madrigal «el Tostado», obispo de

Avila ( 1 4 0 0 - 1 4 5 5 ) , adquirió fama p ro ­

verbial en este aspecto, llegando a de ­

cirse «escribir más que el Tostado»; sólo

la edición de su voluminosa obra o c u ­

pó 24 tomos in folio y fue una impor­

tante empresa de Es t ado . 0

7 7 roer sílabas, tal vez sobre la base de

roer huesos, con el sentido de 'tener de

qué mantenerse': de su poesía. T a m ­

bién es tópica en la sátira contra los

poetas esta alusión a los poemas heroi­

cos, que los autores nunca acababan de

escribir. Véase X , n. 6 4 . 0

7 1 Para cuando hubiera 'más t iem-

p o \ ° 7 9 'no se andaba con delicadezas, fi­

nuras': filis venía a ser la exquisitez de

trato, la buena crianza, elegancia, etc.° 80 encamisada: alude burlescamente al

hecho de ir todos semidesnudos, en ca­

misa, y por la noche, pues encamisada,

propiamente, era «estratagema de los

que de noche han de acometer a sus ene­

migos y tomarlos de rebato, que sobre las

armas se ponen las camisas, por que con

la oscuridad de la noche no se confundan

con los contrarios» (Covarrubias).

' 1 E l Arte poética española (Salaman­

ca, 1592 ) de R e n g i f o gozó de gran é x i ­

to pero también fue satirizada por el

uso que se hizo de su Silva de consonan­

tes c o m o diccionario de rimas por par­

te de los poetas mediocres; de ahí que

don Cleofás tome pleito homenaje ( j u ­

ramento') sobre sus páginas al nefasto

poe t a . 0

S2 comedias de ruido: las que captaban la

atención del público con aparatosas es­

cenografías, sobre todo las comedias de

santos o mitológicas; comedias de capa y

espada: las que requerían menos tramo­

ya: bastaban la capa y la espada del prota­

gonista. 0

3 Según la leyenda ya citada de los

siete durmientes de Efeso (véase I I ,

n. 8 i ) , al despertar estos tras dormir 196

años, su habla, ropas y monedas causa­

ron extrañeza a sus conciudadanos.

Aqu í , según Arel lano, se esconde tam­

bién una maliciosa alusión a la inestabi­

lidad monetaria que España sufría en la

época (véase I I I , n. 4 3 ) . 0

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T R A N C O V

Dentro de muy pocas horas lo fue de volverse a levantar los güés-pedes al quitar, haciendo la cuenta con ellos de la noche pasada el güésped de por vida,' esperezándose y bostezando de lo trasnocha­do con el poeta, y trataron de caminar,2 ensillando los mozos de muías y poniendo los frenos al son de seguidillas y jácaras y brin­dándose con vino y pullas los unos a los otros, ribeteándolas con ta­baco en polvo y en humo, 3 cuando don Cleofás también despertó, tratando de vestirse, con algunas saudades de su dama, que las malas correspondencias de las mujeres a veces despiertan más la volun­tad;4 y antes que diesen las ocho, como había dicho, entró por el aposento el camarada en traje turquesco, con almalafa y turbante5

—señales ciertas de venir de aquel país—, diciendo:

-¿Heme tardado mucho en el viaje, señor licenciado? El le respondió sonriéndose:

—Menos se tardó vuesa merced desde el cielo al infierno, con ha­ber más leguas, cuando rodó con todos esos príncipes que no han podido gatear otra vez a la maroma de donde cayeron. 6

—¿Al amigo, señor don Cleofás —respondió el Cojuelo—, chinche en el ojo, como dice el refrán de Castilla?7 ¡Bueno, bueno!

-Pocos hay —respondió el estudiante— que en ofreciéndose el chiste miren esos respetos; pero esto lo digo yo en galantería y la amistad que hay ya entre nosotros.8 Mas dejando esto aparte, ¿cómo nos ha ido por esos mundos?

1 Los huéspedes son: al quitar, 'pasa­

jeros, fugaces'; y de por vida, 'perma­

nente': el mesonero. Vélez ha jugado

con conceptos jurídicos para eliminar

la ambigüedad de huésped; el censo podía

ser al quitar, ' redimible ' o de por vida, ' v i ta l ic io ' . 0

" 'hicieron lo necesario para ponerse

en marcha' . 3 seguidillas y jácaras (canciones aira­

das), beber vino y lanzarse pullas (bro­

mas obscenas) y fumar y aspirar tabaco

son aficiones poco loables de los mozos de muías (sátira tópica) . 0

4 T ó p i c o que se encuentra, por

ejemplo, en Ovid io : «El amor aumenta

con el dolor del desdén» (Metamorfosis);

saudades: 'soledades de ausencia, año­

ranzas de su dama ' . 0

5 'vestido a lo turco, con turbante y

manto de lino que cubría todo el cuer­

po (almalafa)'.

' 'subir a la cuerda floja', es decir, al

C ie lo . 7 «De amigo a amigo, chinche en el ojo:

cuando uno que profesa ser amigo de

otro no le hace obras de tal» (Covar ru-

b i a s ) ° s La burla de Cleofás es indicio de su

amistad: «de amigo a amigo una burla,

53

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54 E L D I A B L O C O J U E L O

—Hice todo a lo que fui y mucho más —respondió el genízaro re­cién venido— y si quisiera me jurara por Gran Turco aquella buena gente; 9 que a fe que alguna guarda mejor su palabra y saben decir verdad y hacer amistades que vosotros los cristianos.

—¡Qué presto te pagaste! -dijo don Cleofás-. Algún cuarto de­bes de tener de demonio villano. 1 0

- E s imposible -respondió el Cojuelo— porque decendemos to­dos de la más noble y más alta Montaña de la tierra y del cielo, y aunque seamos zapateros de viejo, en siendo montañeses todos so­mos hidalgos; que muchos dellos nacen como los escarabajos y los ratones, de la putrefacción."

—Bien sé que sabes Filosofía —le dijo don Cleofás— mejor que si la hubieras estudiado en Alcalá, y que eres maestro en primeras l i ­cencias. 1 2 Dejemos estas digresiones y acaba de darme cuenta de tu jornada.' 3

- C o n el traje del país, como ves -respondió el diablillo—, por ensuciallos todos como cierto amigo que, por desaseado en estre­mo, ensució el de soldado1, el de peregrino y estudiante,1 4 volví por los Cantones, por la Bertolina y Ginebra, y no tuve que hacer nada en estos países, porque sus paisanos son demonios de sí mismos, 1 5 y

que no pase desta, se permite», aclara

Covarrubias tras explicar el refrán re ­

cién mencionado.

genízaro: 'soldado de la guardia im­

perial turca'; Gran Turco: 'Su l tán ' . 0

10 ¡Qué presto te pagaste!: ' ¡Qué pron­

to te cobraste mi deuda, me devolviste

la pulla!'; cuarto: 'abuelo, ascendencia'

—véase I, n. 5—; villano: 'de baja condi­

ción ' , por maleducado. 11 decendemos todos..: alude jocosa­

mente a la caída de los ángeles del cielo;

sobre la hidalguía de los montañeses, véa ­

se III, n. 69; el dellos se refiere a los zapa­

teros, oficio vil al que la tradición satírica

atribuye un fraudulento enriqueci­

miento y acceso a la nobleza; ratones y

escarabajos eran parte de las sabandijas

que, se creía, nacían de la inmundicia

(véase I, n. 86 ) . 0

12 maestro era el más alto título de es­

tudios en Filosofía, equivalente de

'doctor ' , y primero en licencias, en la U n i ­

versidad de Alcalá, era el mejor a lumno

de cada promoción, que recibía p r ime­

ro la graduación. 13 t - - j

viaje . 1 4 Parece referencia a una facecia o

dicho que subraya la diversidad de las

aventuras. E l traje de peregrino puede ser

el de viaje (elegante) o peregrinaje reli­

gioso (esclavina, gran sombrero, buen

calzado, bordón y rosario); el de estu­

diante era manteo y bone te . 0

15 son demonios de sí mismos po r ser

herejes. E l valle de la Bertolina o ' V a l -

telina' , paso obl igado de los Alpes en

la ruta de las tropas españolas, ocas io ­

nó constantes conflictos en que fue

determinante la rel igión protestante

de los grisones, que lo dominaban;

Ginebra, cabeza del protestantismo,

era considerada ciudad herética y l i ­

ber t ina . 0

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T R A N C O V 55

este es el juro de heredad que más seguro tenemos en el infierno después de las Indias.'6 Fui a Venecia, por ver una población tan prodigiosa que está fundada en el mar, y de su natural condición tan bajel de argamasa y sillería que, como la tiene en peso el piéla­go Mediterráneo, se vuelve a cualquier viento que le sopla. 1 7 Estu­ve en la plaza de San Marcos platicando con unos criados de unos clarísimos esta mañana y, hablando en las gacetas de la guerra,' 8 les dije que en Constantinopla se había sabido, por espías que estaban en España, que hay grandes prevenciones della, y tan prodigiosas que hasta los difuntos se levantan, al son de las cajas,'0 de los sepul­cros para este efeto, y hay quien diga que entre ellos había resucita­do el gran Duque de Osuna; y apenas lo acabé de pronunciar, cuando me escurrí por no perder tiempo en mis diligencias. 2 0 Y , dejando el seno Adriático, me sorbí la Marca de Ancona, y por la Romanía, a la mano izquierda, dejé a Roma, porque aun los de­monios, por cabeza de la Iglesia militante, veneramos su población. Pasé por Florencia a Milán, que no se le da con su castillo dos blan­cas de la Europa. 2 1 Vi a Genova la bella, talego del mundo, 2 2 llena de novedades, y, golfo lanzado, toqué a Vinaroz y a los Alfaques, pasando el de León y Narbona. 2 3 Llegué a Valencia, que juega ca­ñas dulces con la primavera; 2 4 metíme en La Mancha, que no hay

' juro de heredad: 'derecho perpetuo

de propiedad'; las Indias occidentales

eran consideradas lugar propicio al en­

riquecimiento corrupto . 0

1 7 Venecia fue considerada una re ­

pública traicionera dispuesta a cual­

quier pacto, incluso con infieles moros

o herejes holandeses. 0

' 8 clarísimos: título nobiliario vene ­

ciano; gacetas: 'noticieros semanales'. 1 9 ' tambores de guerra'.

2 0 E l D u q u e de Osuna, virrey de S i ­

cilia y Ñapóles, auspició diversos pla­

nes contra Venecia, como la famosa

Conjura . Fue odiado por los venecia­

nos —que incluso quemaron su efigie—,

y por eso el Diablo Cojuelo escapa (me

escurrí) apenas pronuncia su nombre,

no por atender sus asuntos (Arel lano) . 0

2 1 En Milán, dominio español, esta­

ba el castillo Sforza, hecho fuerte, por

eso no se le dan dos blancas ('no le impor­

ta un comino, nada') del resto de E u r o -

pa.° 22 Genova la bella es denominación

proverbial; también se llama a la ciudad

talego ('saca de dinero') del mundo pues,

como decía Quevedo , el oro de las In­

dias «viene a morir en España / y es en

Genova enterrado». 0

2 3 'sin hacer escalas en puertos (golfo

lanzado) superé el golfo de L e ó n y N a r ­

bona y paré luego en los puertos de los

Alfaques y Vinaroz ' , importantes en­

tonces . 0

2 4 Aprovecha jugar cañas (véase I I ,

n. 9) y cañas dulces o 'de azúcar', uno de

los principales productos de Va lenc i a . 0

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E L D I A B L O C O J U E L O

greda que la pueda sacar;25 entré en Madrid y supe que unos pa­rientes de tu dama te andaban a buscar para matarte, porque dicen que la has dejado sin reputación; y lo peor es lo que me chismeó Zancadilla, demonio espía del Infierno y sobrestante de las tenta­ciones: 2 6 que me andaba a buscar Cienllamas con una requisitoria; y soy de parecer, para oviar estos dos riesgos, 2 7 que pongamos tie­rra en medio. Vamonos al Andalucía, que es la más ancha del mun­do; y pues yo te hago la costa no tienes que temer nada, 2 8 que con el romance que dice:

Tendré el invierno en Sevilla y el veranito en Granada, 2 9

no hemos de dejar lugar en ella que no trajinemos. Y volviéndose a la ventana que salía a la calle, le dijo: -Hágote puerta de mesón. Vamos y sigúeme por ella, don C l e -

ofás, que hemos de ir a comer a la venta de Darazután, que es en Sierra Morena, veinte y dos o veinte y tres leguas de aquí. 3 0

—No importa —dijo don Cleofás—, si eres demonio de portante, aunque cojo."

Y diciendo esto, salieron los dos por la ventana flechados de sí mismos, 3 2 y el güésped, desde la puerta, dándole voces al estudian­te cuando le vio por el aire, diciendo que le pagase la cama y la po­sada, y don Cleofás respondiendo que en volviendo del Andalucía cumpliría con sus obligaciones; y el güésped, que parecía que lo so­ñaba, se volvió santiguando y diciendo:

—Pluguiera Dios, como se me va este, se me fuera el poeta, aun­que se me llevara la cama y todo asida a la cola. 3 3

25 greda: j a b ó n quitamanchas', chiste

tópico con el nombre de la r eg ión . 0

26 sobrestante: 'capataz'. 2 7 oviar. 'obviar, evitar'. 2 8 hago la costa: ' pongo los m e ­

d i o s ' . 0

2 9 Debió ser copla popular; la cita en

un entremés Quiñones de B e n a v e n t e . 0

3 0 La venta de Darazután D existió

realmente, aunque distaba de To ledo

unas diez leguas, lo que hace suponer

un error del cajista o del propio Vélez .

El uso del verbo ser para indicar situa­

ción local (es en Sierra Morena) pervivió ,

aunque excepcionalmente, hasta muy

avanzado el siglo XVII . Sierra Morena se

llamaba entonces a un amplio grupo de

cadenas montañosas que incluía los

Montes de T o l e d o . 0

31 deportante: 'de paso ligero, ve loz ' ,

se aplicaba en rigor a las caballerías

(aquí parece conservar ese .sentido j o ­

cosamente: el diablo hace de muía), y

por extensión a personas. 0

3 2 'disparados por sí mismos' . 3 3 y todo: ' también' .

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T R A N C O V 57

Y a en esto, el Cojuelo y don Cleofás descubrían la dicha venta y, apeándose del aire, entraron en ella pidiendo al ventero de c o ­mer, y él les dijo que no había quedado en la venta más que un conejo y un perdigón, 3 4 que estaban en aquel asador entretenién­dose a la lumbre.

—Pues trasládenlos a un plato —dijo don Cleofás—, señor ventero, y venga el salmorejo, 3 5 poniéndonos la mesa, pan, vino y salero.

El ventero respondió que fuese en buen hora, pero que espera­sen que acabasen de comer unos estranjeros que estaban en eso, porque en la venta no había otra mesa más que la que ellos ocupa­ban. Don Cleofás dijo:

—Por no esperar, si estos señores nos dan licencia, podremos c o ­mer juntos, y ya que ellos van en la silla, nosotros iremos en las ancas. 3 6

Y sentándose los dos al paso que lo decían, fue todo uno, 3 7 tra-yéndoles el ventero la porción susodicha, con todas sus adherencias y incidencias,3 8 y comenzaron a comer en compañía de los estran­jeros, que el uno era francés, el otro inglés, el otro italiano y el otro tudesco, que había ya pespuntado la comida más aprisa a brindis de vino blanco y clarete, y tenía a orza la testa,39 con señales de vómi­to y tiempo borrascoso, tan zorra de cuatro costados que pudiera temelle el corral de gallinas del ventero. 4 0 El italiano preguntó a don Cleofás que de adonde venía 4 1 y él le respondió que de Madrid. Repitió el italiano:

—¿Qué nuevas hay de guerra, señor español? Don Cleofás le dijo:

3 4 'pollo de perdiz'.

'salsa con que se adereza el cone ­

j o ' . 3 6 Se decía que la mesa o la olla su­

frían ancas si había comida suficiente

para personas con quienes en principio

no se contaba; además distingue las si-

lías de las ancas de un banco; juega con

estos sentidos y el propio de la caballe­

ría: unos montan en la silla y otros en la

grupa (las ancas).0

3 7 'a la vez, al mismo t i empo ' . 0

3 8 Se llamaba anherentes a la guarni­

ción que acompañaba un plato. A l ha­

blar Vélez de la susodicha porción, así

c o m o de sus •adherencias y incidencias

—términos propios de las escrituras—,

está jugando con la jerga jurídica ( R o ­

dríguez M a r í n ) . 0

3 9 'escorada, inclinada la cabeza'

como una embarcación, por efecto de

la borrachera (frase hecha); pespuntado:

' rematado, acabado ' . 0

4 0 zorra de cuatro costados: 'borracho

por completo ' . Tan to la dilogía con zo­

rra (pudiera temelle...) c o m o la referencia

al tudesco ('alemán') borracho son luga­

res comunes . 0

41 de adonde: 'de dónde' ; la preposi­

ción a— perdió su fuerza semántica. 0

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58 E L D I A B L O C O J U E L O

—Agora todo es guerra. —Y ¿contra quién dicen? —replicó el francés. —Contra todo el mundo —le respondió don Cleofás—, para po ­

nerlo todo él a los pies del R e y de España. —Pues a fe —replicó el francés— que primero que el rey de Espa­

ña... Y antes que acabase la razón el gabacho, 4 3 dijo don Cleofás: —El R e y de España...

Y el Cojuelo le fue a la mano, 4 3 diciendo: —Déjame, don Cleofás, responder a mí, que soy español por la

vida, y con quien vengo, vengo, 4 4 que les quiero, con alabanzas del R e y de España, dar un tapaboca a estos borrachos, 4 5 que si leen las historias della hallarán que por R e y de Castilla tiene virtud de sacar demonios, que es más generosa cirugía que curar lamparones. 4 6

Los estranjeros, habiendo visto callar al español, estaban muy falsos,47 cuando el Cojuelo, sentándose mejor y tomando la mano, 4 8

y en traje castellano (que ya había dejado a la guardarropa del vien­to el turquesco), les dijo:

—Señores míos, mi camarada iba a responder, y a mí, por tener más edad, me toca el hacello; escúchenme atentamente, por cari­dad. El R e y de España es un Generosísimo Lebrel que pasa acaso solo por una calle y no hay gozque en ella que a ladralle no salga, 4 5

sin hacer caso de ninguno hasta que se juntan tantos que se atreve uno, al desembocar della a otra, pensando que es sufrimiento y no desprecio, a besalle con la boca la cola; entonces vuelve y, dando una manotada a unos y otra a otros, huyen todos de manera que no saben dónde meterse, y queda la calle tan barrida de gozques y con

4 3 Denominación insultante: los

franceses «se afrentan cuando los llaman

gabachos» (Covarrubias). 4 3 'le in terrumpió ' . 0

4 4 Máx ima proverbial que indica la

obligación, según las leyes del honor,

de tomar partido por la persona con

quien se v a . 0

4 5 tapaboca: en rigor 'bofetón en la

boca' , se usó con el sentido figurado de

'argumento con que se obliga a callar al

contrincante ' . 0

4 6 Se creía, en efecto, que el R e y de

Francia podía curar los lamparones o es­

crófulas y, c o m o ocurre aquí, tal poder

se ridiculizaba frente a la virtud exor -

cista de los reyes castellanos. 0

4 7 'engañados, confiados', creyén­

dose vencedores en la batalla dialécti­

c a . 0

4 8 ' tomando la palabra ' . 0

4 0 gozque: 'perril lo ' —tal vez perro

salchicha—, vulgar y molesto. Es fábula

que aparece en fray Luis de Granada,

López de Ubeda y otros autores; pare­

ce de origen c lás ico . 0

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T R A N C O V 59

tanto silencio, que aun a ladrar no se atreven, sino a morder las pie­dras de rabia. Esto mismo le sucede siempre con los reyes contra­rios, con las señorías y potentados, que son todos gozques con Su Majestad Católica; pero guárdese el que se atreviere a besarle la cola, que ha de llevar manotada que escarmiente de suerte a los de­más que no hallen dónde meterse huyendo del.

Los estranjeros se comenzaron a escarapelar5 0 y el francés le dijo: - ¡ A h , bugre, coquín español!5 1

Y el italiano: -¡Forfante, marrano español!5 2

Y el inglés: -¡Nitesgut español!53

Y el tudesco estaba de suerte que lo dio por recibido, 5 4 dando permisión que hablasen los demás por él en aquellas cortes.

Don Cleofás, que los vio palotear y echar espadañadas de vino y herejías contra lo que había dicho su cantarada,55 acostumbrado a sufrir poco y al refrán de «quien da luego, da dos veces», 5 6 levan­tando el banco en que estaban sentados los dos, dio tras ellos, 5 7 ade­lantándose el compañero con las muletas en la mano, manejándo­las tan bien que dio con el francés en el tejado de otra venta que estaba tres leguas de allí, y en una necesaria de Ciudad Rea l con el italiano, por que muriese hacia donde pecan, 5 8 y con el inglés de ca­beza en una caldera de agua hirviendo que tenían para pelar un puerco en casa de un labrador de Adamuz; y al tudesco, que se ha­bía anticipado a caer de bruces a los pies de don Cleofás, le volvió al Puerto de Santa María, de donde había salido quince días antes, a dormir la zorra. 5 9 El ventero se quiso poner en medio y dio con él

5 0 'alborotar', la escarapela es una

'riña vulgar ' que empezaba con malas

palabras. 0

51 bugre: 'marica'; coquín: 'bribón'

(insultos franceses). La escena, según

los editores, está inspirada en la de La

hora de todos entre un español y tres

franceses ( X X X I ) . 0

52 Forfante: del italiano fufante, ' la­

drón, sinvergüenza'; marrano: aquí, j u ­

dío ' ; insulto preferido por los extranje­

ros para atacar a los españoles. 0

53 Nitesgut es palabra difícil de iden­

tificar, aunque reaparece en otras obras

puesta siempre en boca de extranjeros.

Podría ser en inglés nittygoose: 'piojoso

menteca to ' . 0

5 4 ' lo dio por bueno, admi t ido ' . 0

55 palotear: 'hablar m u c h o y conten­

der'; espadañadas: ' v ó m i t o s ' . 0

56 sufrir, 'aguantar'; luego: ' inmedia­

tamente'. «Quien presto da, dos veces

da» (Correas) . 0

5 7 'fue a por ellos, les a come t ió ' . 0

5 8 necesaria: 'letrina'; dice porque mu­

riese hacia donde pecan pues los italianos

tenían fama de sodomitas . 0

5 9 'borrachera'; véase arriba, n. 40.

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6 o E L D I A B L O C O J U E L O

en Peralvillo, entre aquellas cecinas de Gestas, como en su centro. 6 0

Volviéronse con esto a sentar a comer de los despojos que había dejado el enemigo muy de espacio, 6 ' y estando en los postreros lan­ces de la comida, entraron algunos mozos de muías en la venta lla­mando al güésped y pidiendo vino, y tras ellos, en el mismo ca­rruaje, una compañía de representantes que pasaban de Córdoba a la corte, con gana de tomar un refresco en la venta. 6 2 Venían las da­mas en jamugas, 6 3 con bohemios, 6 4 sombreros con plumas y masca­rillas en los rostros, los chapines, con plata, colgando de los respal­dares de los sillones;6 5 y ellos, unos con portamanteos sin cojines y otros sin cojines ni portamanteos, 6 6 las capas dobladas debajo, las valonas en los sombreros, 6 7 con alforjas detrás, y los músicos con las guitarras en cajas, delante, en los arzones, 6 8 y algunos dellos ciclanes de estribos y otros eunucos, 6 9 con los mozos que le sirven a las an­cas, unos con espuelas sobre los zapatos y las medias y otros con bo­tas de rodillera, sin ninguna; 7 0 otros, con varas para hacer andar sus cabalgaduras y las de las mujeres. Los apellidos de los más eran va-

J 0 E n Peralvillo, cerca de Ciudad

R e a l , la Santa Hermandad (véase abajo,

n. 94) dejaba los cadáveres de los ajusti­

ciados al aire, como cecinas: 'carne seca

curada al aire y al sol'; Gestas es el mal

ladrón crucificado con Cristo, por eso

cecinas de Gestas: 'cadáveres de ladro­

nes', entre los que el ventero se halla

como en su centro, 'en su elemento, en su

lugar', por ser, también él, l adrón . 0

6 1 La forma contracta despacio no

acabó de imponerse hasta ya entrado el

siglo XVII I . ° 6 3 refresco: 'bebida o alimento ligero

que se toma para luego continuar ca­

mino ' . 6 3 'cómodas sillas de montar con res­

paldo y brazos que usaban las mujeres'. 6 4 'pequeñas capas que cubrían hasta

la cintura'. 6 5 Los chapines, eran unos chanclos

con altísima suela de corcho , c o m o los

coturnos griegos, sobre la que se

montaba una sandalia en que se in t ro­

ducía el pie, ya calzado en una especie

de babucha; se confeccionaban lu jo­

samente, según la moda, con tiras de

p la ta . 0

6 6 cojines: 'bolsas de viaje ' ; portaman­

teos: 'maletas ' . 0

6 7 Llevaban las valonas ('adornos para

los cuellos') puestas en los sombreros

para que no se estropearan con el aje­

treo del v i a j e . 0

Partes delantera o trasera, en for­

ma de arco, de la silla de montar. 6 9 ciclan: 'que tiene un solo testículo',

por tanto, jocosamente ciclanes de estri­

bos, 'que llevaban un solo estribo', y eu­

nucos, 'que no llevaban ninguno' . P u e ­

de haber segunda intención también en

lo que sigue: los eunucos llevan los m o ­

zos a las ancas . 0

7 0 Las botas con rodillera, que cubrían

media pierna, se usaban para viajar; las

espuelas se debían poner con las botas,

no con zapato y media. Vélez retrata la

impropiedad del atuendo de los c ó m i ­

cos para el viaje. E n mozos que le sirven,

el le tiene valor p lura l . 0

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T R A N C O V 6l

lencianos y los nombres de las representantas se resolvían en M a ­rianas y Anas Marías, hablando todos recalcado, con el tono de la representación.7' La conversación con que entraron en la venta era decir que habían robado a Lisboa, 7 2 asombrado a Córdoba y escan­dalizado a Sevilla, y que habían de despoblar a Madrid, porque con sola la loa que llevaban para la entrada, de un tundidor de Écija, 7 3

habían de derribar cuantos autores entrasen en la corte. Con esto se fueron arrojando de las cabalgaduras, y los maridos, muy severos, apeando en los brazos a sus mujeres, llamando todos al güésped,

y él de nada se dolía. 7 4

La autora se asentó en una alombrilla 7 5 que la echaron en el suelo; las demás princesas, alrededor; y el autor andaba solicitando el re­galo de todos, como pastor de aquel ganado. Y dijo el Cojuelo:

—Con el señor autor estoy en pecado mortal de parte de mis ca-maradas.7<í

—¿Por qué? —dijo don Cleofás. Respondió el diablillo: —Porque es el peor representante del mundo y hace siempre los

demonios en los autos del Corpus, y está perdigado para demonio de veras 7 7 y para que haga en el infierno los autores si se representa­ren comedias, 7 8 que algunas hacen estas farándulas que aun para el infierno son malas.

71 hablando recalcado, es decir, con én­

fasis y pronunciación exagerada, c o m o

se hacía en la época para representar

obras teatrales. 0

7 2 'habían fascinado al público de

Lisboa' , utilizando el verbo robar en el

sentido de robar corazones ('seducir, ha­

cerse querer ') . 7 3 Puede tratarse de un personaje

real, de una irónica alusión a los «oficia­

les» que cultivaron la poesía, que real­

mente existieron, o incluso vejamen de

sí mismo, pues Vélez era de Écija y se

satirizaba a los malos poetas y plagiarios

tildándolos de sastres o zapateros. 0

7 4 Cita del romance anónimo que

dice: «Mira Ñ e r o de Tarpeya / a R o m a

cómo se ardía; / gritos dan niños e v i e ­

jos / y él de nada se dolía». 0

75 autora: la mujer del autor ( 'direc­

tor de la compañía ' ) ; alombrilla: ' a l ­

fombr i l la ' . 0

?ñ estar en pecado: 'estar muy enfada-

d o ' . 0

7 7 perdigado: 'listo, preparado' , senti­

do figurado de perdigar, del que tam­

bién aprovecha su sentido literal ('asar

una perdiz u otra ave ' ) , puesto que, al

actuar c o m o demonio en los autos, se­

guramente ya había sido «asado» en lla­

mas . 0

7 8 Es decir, si en este mundo es autor

('director de compañía teatral', véase

Prels., n. 20) y hace papeles de d e m o ­

nios, en el infierno será demonio y re ­

presentará a los autores.

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6 2 E L D I A B L O C O J U E L O

—Uno he visto aquí —dijo don Cleofás— entre los demás compa­ñeros, que le he deseado cruzar la cara,™ porque me galanteó en A l ­calá una doncella, moza mía, que se enamoró del viéndole hacer un rey de Dinamarca.

—Doncella —dijo el Cojuelo— debía de ser de allá; 8 0 pero si quie­res —prosiguió— que tomemos los dos venganza del autor y del re­presentante, espera y verás cómo lo trazo; porque agora quieren repartir una comedia con que han de segundar en Madrid, y sobre los papeles has de ver lo que pasa.8'

Al mismo tiempo que decía esto el Cojuelo, el apuntador de la compañía sacó de un alforja los de una comedia de Claramonte, 8 2

que había acabado de copiar en Adamuz el tiempo que estuvieron allí, diciendo al autor:

-Aquí será razón que se repartan estos papeles entretanto que se adereza la comida y parece el güésped. 8 3

El autor vino en ello, porque se dejaba gobernar del tal apunta­dor como de hombre que tenía grandísima curia en la comedia 8 4 y había sido estudiante en Salamanca, y le llamaban «el Filósofo» por mal nombre. 8 5 Y llegando con el papel de la segunda dama a Ana María, mujer del que cantaba los bajetes y bailaba los días del C o r ­pus, 8 6 habiéndole dado la primera dama a Mariana, la mujer del que cobraba y que hacía su parte también en las comedias de tramoya, 8 7

arrojándole, dijo que ella había entrado para partir entre las dos los primeros papeles, y que siempre le daban los segundos, y que ella podía enseñar a representar a cuantas andaban en la comedia, por­que había representado al lado de las mayores representantas del mundo, y en la legua la llamaban Amarilis, segunda deste nombre. 8 8

1 9 'señalarle el rostro a cuchilladas',

por venganza y con intención infama­

toria.

Es decir: no de acá, poniendo en

cuestión su doncellez (de hecho se lla­

maba a las prostitutas marcas y marcadas).

También es alusión burlesca a la donce­

lla de Dinamarca del Amadís? 1 segundar, 'repetir', en este caso re­

presentar la obra por segunda vez. E l

reparto de los papeles de la comedia en­

tre los actores de la compañía se debía

hacer conforme a lo especificado en sus

contratos (primera, segunda dama, pr i ­

mer, segundo galán, gracioso. . . ) . 0

3 Andrés de Claramonte ( 1 5 8 0 -

1626) fue representante y escritor de

comedias c o m o Deste agua no beberé o

El honrado con su sangre. 8 3 'aparece, se hace ver el v e n t e r o ' . 0

8 4 curia: 'experiencia ' . 8 5 ' a p o d o ' . 0

86 bajetes: 'composiciones para barí­

tono ' . 8 7 parte: 'papel ' ; comedias de tramoya:

'aparatosas' (véase IV, n. 82). 88 en la legua: 'entre los cómicos de la

legua, de compañías ambulantes'; Ama-

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T R A N C O V

Esotra le dijo que no sabría mirar lo que ella con su zapato repre­sentaba, respondiéndole esotra que de cuándo acá tenía tanta so­berbia, sabiendo que en Sevilla le prestó hasta las enaguas para ha­cer el papel de Dido en la gran comedia de don Guillen de Castro, echando a perder la comedia y haciendo que silbasen la compañía/ 9

—Tú eres la silbada —dijo esotra— y tu ánima. 9 0

Llegando a las manos y diciéndose palabras mayores, y tan gran­des que alcanzaron a los maridos, 9 ' y sacando unos con otros las es­padas, comenzó una batalla de comedia, metiéndolos en paz los mozos de muías con los frenos que acababan de quitar. Y dejándo­los empelotados, 9 2 se salieron don Cleofás y el Cojuelo de la venta al camino de Andalucía, quedándose abrasando a cuchilladas la compañía, que fuera un Roncesvalles del molino del papel 9 3 si el ventero no llegara con la Hermandad en busca de los dos que se fueron para prendellos, 9 4 con escopetas, chuzos y ballestas;95 y ha­llando esta nueva matanza en su venta, y jarros, tinajas y platos he­chos tantos en la refriega,96 los apaciguaron y prendieron a los dichos representantes para llevarlos a Ciudad Real , habiendo de tener otra pelaza9 7 más pesada con el alguacil que los traía a Madrid por orden de los arrendadores con comisión del Consejo. y S

rilis fue el nombre artístico de la famosa

actriz María de Córdoba, amante del

Duque de Osuna —se d i jo - y mujer de

Andrés de la Vega, director y empresa­

rio de una compañía de comedias. 0

9 Guillen de Castro, en efecto, es­

cribió (entre i ó 13 y 1616) Dido y Eneas;

esta comedia, admirada por L o p e de

Vega , hizo famosa a la actriz Angela

Dido , que por eso tomó este nombre. 9 0 Frase hecha para responder a un

insulto o ataque verba l . 0

9 1 Es decir, que una llamó a otra

puta, palabra mayor o 'injuriosa' que,

efectivamente, alcanzaba al marido

(cornudo); véase II , n. 22 9 'alborotados, enzarzados en plena

pelea'. 93 Roncesvalles: 'gran estrago' por

alusión al que allí causó Bernardo el

Carpió a los franceses; se desgarraban

los cómicos las ropas como lo haría un

molino para hacer la pasta del papel; j u e ­

ga además, con el papel de comedia, que

ha ocasionado la pe lea . 0

9 4 los dos que se fueron sin pagar, re­

cuérdese, son Cleofas y el Co jue lo . La

Santa Hermandad, policía y tribunal que

perseguía los delitos en el campo, v ig i ­

laba caminos y ventas . 0

95 chuzos: 'vara larga con la punta ar­

mada con un hierro punzante'. 9 tantos: 'añicos', rigurosamente las

'piedrecitas usadas c o m o fichas para

apostar en el j u e g o ' . 0

9 7 'riña, disputa'. y S Las compañías estaban obligadas

por contrato a acudir a la Cor te en el

caso de que esta quedara sin comedian­

tes; su presencia era requerida por los

arrendadores de los corrales, que acu­

dían al Conse jo de Castilla, el cual emi­

tía la orden y comisionaba a un alguacil

para su cumpl imiento . 0

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Page 84: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

T R A N C O V I

En este tiempo, nuestros caminantes, tragando leguas de aire como si fueran camaleones de alquiler,' habían pasado a Adamuz, 2 del gran Marqués del Carpió, Haro y nobilísimo decendiente de los se­ñores antiguos de Vizcaya y padre ilustrísimo del mayor Mecenas que los antiguos ingenios y modernos han tenido, y caballero que igualó con sus generosas partes su modestia.' Y habiéndose sorbido los siete vados y las ventas de Alcolea, 4 se pusieron a vista de C ó r ­doba por su fértilísima campiña y por sus celebradas dehesas game-nosas,5 donde nacen y pacen tantos brutos, hijos del Céfiro más que los que fingió la antigüedad en el Tajo portugués; 6 y entrando por el Campo de la Verdad 7 —pocas veces pisado de gente desta calaña— a la Colonia y populosa patria de dos Sénecas y un Lucano, 8 y del padre de la poesía española, el celebrado Góngora, a tiempo que se celebraban fiestas de toros aquel día yjuego de cañas, acto positivo que más excelentemente ejecutan los caballeros de aquella ciudad, 9

' tragando leguas de aire ( 'volando')

corno camaleones (se creía que estos se ali­

mentaban con aire) de alquiler (cual mu-las de alquiler, usual medio de transpor­

te en la época ) . 0

~ Adamuz , en el norte de la p rov in­

cia de C ó r d o b a . 0

3 partes: 'cualidades'. Los aludidos

son Diego de Haro, V Marqués del

Carpió , y su hijo Luis Méndez de

Haro, que se distinguió como mecenas

y sería valido de Felipe IV ( i 6 4 3 - 1 6 6 1 )

tras la caída de su tío Gaspar de G u z -

mán, C o n d e - D u q u e de Ol ivares . 0

sorbido 'recorrido' (juega con el sen­

tido literal, pues sorben el agua de los va­dos que atraviesan en el camino). En A l -

colea (a dos leguas de Córdoba) un gran

puente atravesaba el Guadalquivir y en

sus proximidades había dos ventas. 0

5 'gamonosas'; es decir, dehesas don­

de abunda el gamón, especie de j u n c o

silvestre. 0

6 brutos: aquí, 'caballos'; hijos del Cé­

firo: 'hijos del viento, veloces ' ; luego se

sobreentiende: 'más veloces, o con más

verdad hijos del viento, que los caballos

que fingió la antigüedad del Ta jo por ­

tugués' (según los clásicos las yeguas de

la zona de Lisboa quedaban preñadas

del viento y los potros que parían eran

tan veloces c o m o él, si bien morían a

los tres años) . 0

7 Campo de la Verdad: tal nombre se

debe a la frase «al campo salgo, donde

se sabrá la verdad», dicha por Alonso

Fernández cuando toda Córdoba creía

que este la iba a entregar a los m o r o s . 0

8 Colonia: 'Córdoba ' . «Llamóse Co­lonia patricia porque viniendo a poder

de los romanos, la habitaron los más

principales dellos» (Covarrubias). En

esa época nacieron en ella Séneca «el

Viejo» y «el Joven» y Lucano . Nótese la

importancia de la inmediata alusión a

Góngora . 9 Corridas de toros y juegos de cañas

son acto positivo, 'demostrativo de n o -

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66 E L D I A B L O C O J U E L O

y tomando posada en el mesón de las Rejas, ' 0 que estaba lleno de forasteros que habían concurrido a esta celebridad, se apercibieron para ir a vellas, limpiándose el polvo de las nubes; y llegando a la Corredera," que es la plaza donde siempre se hacen estas festivida­des, se pusieron a ver un juego de esgrima que estaba en medio del concurso de la gente, que en estas ocasiones suele siempre en aque­lla provincia preceder a las fiestas, a cuya esfera no había llegado la línea recta ni el ángulo obtuso ni oblicuo, 1 2 que todavía se platica­ba el uñas arriba y el uñas abajo de la destreza primitiva que nues­tros primeros padres usaron,' 3 y acordándose don Cleofás de lo que dice el ingeniosísimo Quevedo en su Buscón, pensó perecer de risa, bien que' 4 se debe al insigne don Luis Pacheco de Narváez haber sacado de la obscura tiniebla de la vulgaridad a luz la verdad deste arte y del caos de tantas opiniones las demonstraciones matemáti­cas desta verdad.' 5

Había dejado en esta ocasión la espada negra un mozo de M o n -tilla,'6 bravo aporreador,' 7 quedando en el puesto otro de Los Pe -droches, no menos bizarro campeón, y arrojándose entre otros que la fueron a tomar muy apriesa, don Cleofás la levantó primero que todos, admirando la resolución de el forastero, que en el ademán les pareció castellano, y dando a su camarada la capa y la espada como

bleza' por ser entretenimientos propios

de dicha clase social (véase II , n. 9 y III ,

n. 6 1 ) . 1 0 Situado en la calle de la Herrería,

principal vía de Córdoba que coincidía

con la que iba de Madrid a Sevilla, de­

bió de ser uno de los mejores mesones

de la c iudad. 0

'' Corredera, amplia plaza cordobesa;

se llamaban así las plazas de muchos lu­

gares donde se hacían estas celebridades o

'celebraciones' de gran concurrencia. 0

12 esfera: 'círculo en que se combate' o

'dominio'; juega luego con la línea recta

ni el ángulo obtuso ni oblicuo, terminología

de la opaca teoría moderna de la esgri­

ma, basada en la geometría euclidiana. 0

'3 el uñas arriba y el uñas abajo: 'giros

de mano y espada hacia arriba y abajo',

viejos movimientos de la destreza primi­

tiva o 'esgrima antigua', frente a los más

complejos del nuevo arte de la destreza o

destreza verdadera.0

1 4 'aunque' . 1 5 Q u e v e d o ridiculiza en el Buscón

(II, 1) las teorías científicas sobre la des­

treza de la espada de Luis Pacheco de

Narváez . Vélez , no obstante, defiende

la verdad casi esencial de tales teorías,

c o m o el mismo Pacheco las presentaba,

lo que no es de extrañar si se considera

que recibió lecciones de esgrima de é l . 0

"' espada negra: 'espada de esgrima';

estas espadas se llamaban así por ser de

color oscuro. 17 aporreador era término despectivo

con que los practicantes de la nueva es­

grima se referían a los que la practica­

ban intuitivamente, usando la fuerza y

no el cerebro, dando golpes y porrazos.

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T R A N C O V I

es costumbre, puso bizarramente las plantas en la palestra. En esto, el maestro, con el montante, barriendo los pies a los mirones, abrió la rueda, 1 8 dando aplauso a la pendencia vellorí (pues se hacía con espadas mulatas);1 9 y partiendo el andaluz y el estudiante castellano uno para otro airosamente, corrieron una ida y venida sin tocarse al pelo de la ropa, 2 0 y a la segunda, don Cleofás, que tenía algunas re­velaciones de Carranza, 2 1 por el cuarto círculo le dio al andaluz con la zapatilla un golpe de pechos, 2 2 y él, metiendo el brazal,2 3 un tajo a don Cleofás en la cabeza, sobre la guarnición de la espada; y con­virtiendo don Cleofás el reparo en revés con un movimiento acci­dental,2 4 dio tan grande tamborilada al contrario, que sonó como si la hubiera dado en la tumba de los Castillas.2 5 Alborotáronse algu­nos amigos y conocidos que había en el corro, y sobre el montante del señor maestro le entraron tirando algunas estocadillas veniales al tal don Cleofás, que con la zapatilla, como con agua bendita, se las quitó, 2 6 y apelando a su espada y capa, y el Cojuelo a sus mule-

1 8 El montante era una espada ancha y

larga, con gran puño, que usaba el M a ­

estro de armas, empuñándola con am­

bas manos, para separar a los conten­

dientes o, como aquí, para apartar a los

mirones, abriendo (a rueda donde se ha­

bía de combatir. I y aplauso: 'solemnidad', aquí; vellorí:

'paño gris parduzco'; califica así la pen­

dencia aludiendo al color de las espadas

negras (mulatas es variación jocosa) usa­

das para la esgrima. 0

2 0 'sin tocarse, sin herirse mínima­

mente ' , es frase hecha . 0

Je rón imo de Carranza fue uno de

los precursores de la moderna esgrima,

c o m o reconoce Pacheco de Narváez

en su Libro de las grandezas de la espada en

que se declaran muchos secretos de que com­

puso el Comendador Gerónimo de Carran­

za, título que tal vez explique el uso de

revelaciones.

" D o n Cleofás toca a su adversario

en lo que la teoría de la esgrima lla­

maba cuarta parte del círculo, 'el pecho ' ,

por eso luego dice que le da con la za­

patilla —'protección de cuero en la pun­

ta de la espada negra'— un golpe de pe-

dios.0

3 'armadura del brazo', metonimia,

por 'brazo' . 2 4 reparo: 'movimiento de defensa';

revés: 'golpe diagonal que hiere en la

parte derecha'; movimiento accidental, el

hecho hacia delante. Todos son térmi­

nos de la esgrima. 25 tamborilada: 'golpe en la cabeza o

la espalda'; además de este sentido

aprovecha también el de 'ruidoso y

fuerte golpe en el suelo' . Se contaba

que en la tumba de los Castillas se oían

fuertes golpes al morir uno de ellos.

Este episodio del Cojuelo podría haber

inspirado a Zabaleta el j u e g o de esgri­

ma que describe en su Día de fiesta por la

tarde0

2 6 C o m o pecados, las estocadas son

veniales —'no mortales'— y don Cleofás

se libra de estas con su zapatilla —alusión

metonímica a la 'espada'— del mismo

modo que persignándose con agua ben­

dita se quitan los pecados veniales . 0

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68 E L D I A B L O C O J U E L O

tas, hicieron tanta riza en el montón agavillado, 2 7 que fue menester echalles un toro para ponellos en paz, tan valiente montante de Sie­rra Morena, que a dos o tres mandobles puso la plaza más despeja­da que pudieran la guarda tudesca y española, 2 S a costa de algunas bragas que hicieron por detrás cíclopes a sus dueños,2" encaramán­dose a un tablado don Cleofás y su camarada, muy falsos,3 0 a ver la fiesta, haciéndose aire con los sombreros, como si tal no hubiera pasado por ellos; y acechándolos unos alguaciles, porque en estas ocasiones siempre quiebra la soga por lo más forastero,3' habiendo dejarretado el toro, 3 2 llegaron desde la plaza a caballo diciéndole:

-Señor licenciado y señor Cojo, bajen acá, que los llama el se­ñor Corregidor. 3 3

Y haciendo don Cleofás y su compañero orejas de mercader, 3 4 co­menzaron los ministros o vaqueros de la justicia a quererlo intentar con las varas, y agarrándose cada uno de la suya, a vara por barba, di­jeron a los tales ministros, quitándoselas de las manos de cuajo:3 5

—Sígannos vuesas mercedes si se atreven a alcanzarnos. Y levantándose por el aire parecieron cohetes voladores, y los

dichos alguaciles, capados de varas, 3 6 pedían a los gorriones favor a

" 7 'se ensañaron, hicieron tanto des­

trozo, estrago (riza), en el montón reu­

n i d o . . . ' 0

2 8 Siguiendo con términos de esgri­

ma, es el ' toro' montante y sus 'embesti­

das con los cuernos' son mandobles, 'es­

tocadas dadas con las dos manos'. Era

función específica de los soldados de las

guardias reales (española y alemana)

despejar la plaza para la corrida, mien­

tras el mantenimiento del orden de ­

pendía de seis alguaciles. 0

2 9 Las bragas, 'calzones que cubrían

hasta la rodilla', destrozadas por las cor ­

nadas del toro hacen por detrás ciclopes a

sus dueños al mostrar sus ojos únicos (los

traseros). 0

3 0 'confiados, engañados' (véase V ,

n. 47) . J ' Varía el refrán «Siempre quiebra la

sogaporlo más delgado, por el que menos

puede» (Correas), aludiendo a la condi ­

ción de forasteros del Cojue lo y don

Cleofás en Córdoba . 3 2 Se desjarretaba al toro, es decir, se

le cortaban los tendones de las patas tra­

seras para que, al andar ya cojeando, el

pueblo se divirtiera ensañándose con

é l . 0

33 Corregidor: alcalde nombrado por

el rey, funcionario superior del conce-

j o . 0

3 4 'haciéndose los sordos, no dándo­

se por enterados'. 3 5 Los ministros de justicia parecen

vaqueros al usar sus varas {véase IV, n. 11)

para acosar c o m o si fuesen ganado al

Co jue lo y don Cleofás; estos cogen una

vara cada uno (por barba) arrebatándo­

selas (quitándoselas de cuajo) a los algua­

ciles, para volar sobre ellas, tal c o m o los

tratadistas admitían que hacían las bru­

j a s . 0

3 'desprovistos de varas', agudeza al

estilo de adanes y eunucos de estribos

(véase V , n. óo).

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T R A N C O V I 6 9

la justicia, quedándose suspensos y atribuyendo la agilidad de los nuevos volatines a sueño, haciendo tan alta punta los dos halcones, salvando a Guadalcázar, del ilustre marqués deste título del claro apellido de los Córdobas, que dieron sobre el rollo de Eri ja , 3 7 di-ciéndole el Cojuelo a don Cleofás:

—Mira qué gentil árbol berroqueño, que suele llevar hombres como otros fruta.38

-¿Qué coluna tan grande es esta? - l e preguntó don Cleofás. - E l celebrado rollo del mundo - l e respondió el Cojuelo. 3 9

-Luego ¿esta ciudad es Erija? - le repitió don Cleofás. -Esta es Erija, la más fértil población de Andalucía —dijo el dia­

blillo—, que tiene aquel sol por armas a la entrada de esa hermosa puente, cuyos ojos rasgados lloran a Genil , 4 0 caudaloso río que tie­ne su solar en Sierra Nevada, 4 1 y después, haciendo con el Darro maridaje de cristal, viene a calzar de plata estos hermosos edificios, y tanto pueblo de abril y mayo. 4 2 De aquí fue Garci Sánchez de B a ­dajoz, aquel insigne poeta castellano,4 3 y en esta ciudad solamente se coge el algodón, semilla que en toda España no nace, además de otros veinte y cuatro frutos, sin sembrallos, de que se vale para ven­der la gente necesitada.4 4 Su comarca también es fértilísima: M o n -tilla cae aquí a mano izquierda, habitación de los heroicos marque­ses de Priego, Córdobas y Aguilares, de cuya gran casa salió para honra de España el que mereció llamarse Gran Capitán por anto-

3 7 Son Cleofás y el Cojuelo 'volat i­

neros' (volatines) por el salto que dan, o

halcones que, haciendo tan alta punta,

'volando tan alto y lejos', salvando ('su­

perando') Guadalcázar, irán a caer a

Ecija. Era entonces II Marqués de G u a ­

dalcázar Francisco Fernández de C ó r ­

doba. E l rollo de Ecija era una gran c o ­

lumna de cuatro o cinco metros de

altura y tres palmos de diámetro con un

león sosteniendo el escudo de la ciudad

en la punta . 0

3 gentil árbol berroqueño: 'notable ár­

bol de piedra berroqueña'. E n el rollo o

'picota' se colgaba y descuartizaba a los

delincuentes. 0

3 9 E l rollo de Ecija era 'celebrado

por todo el mundo, famoso ' . 0

4 0 La puerta de la ciudad, con el es­

cudo que tiene un sol por armas, estaba

en el puente que cruzaba el río G e m í . 0

4 1 solar, en rigor, 'el suelo de la casa

antigua, de donde descienden los h o m ­

bres nobles' , aquí referido al lugar del

manantial del río Geni l . 4 2 'poblamiento, vegetación de pr i ­

mavera ' ; estas imágenes tan gongorinas

del río (maridaje de cristal, calzar de plata:

expresiones similares aparecen en el

Polifemo o las Soledades) tienen raigam­

bre clásica e italiana. 0

4 3 Y a en el Siglo de O r o fue estima­

do entre los grandes poetas con su c o ­

pla castellana. 0

4 4 La fertilidad de Ecija y su comarca

fue celebrada por propios y ext raños . 0

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70 E L D I A B L O C O J U E L O

nomasia, y hoy a su marqués ilustrísimo se le ha acrecentado la casa de Feria, por morir sin hijos aquel gran portento de Italia, que ma­logró la Fortuna de envidia, cuyo gran sucesor, siendo mudo, ocu­pa a grandezas en silencio elocuente las lenguas de la Fama. 4 5 Más abajo está Lucena, del Alcaide de los Donceles, Duque de Cardo­na, en cuyo occéano de blasones se anegó la gran casa de Lerma. 4 0

Luego Cabra, celebrada por su sima, tan profunda como la anti­güedad de sus dueños, pregona con las lenguas de sus almenas que es del ínclito Duque de Sessa y Soma y que la vive hoy su entendi­do y bizarro heredero. 4 7 Luego Osuna se ofrece a la demarcación destos ilustres edificios, blasonando con tantos maestres Girones la altivez de sus duques; 4 8 y veinte y dos leguas de aquí cae la hermo­sísima Granada, paraíso de Mahoma, que no en vano la defendie­ron tanto sus valientes africanos españoles, de cuya Alhambra y A l ­cazaba es alcaide el nobilísimo Marqués de Mondéjar, padre del generoso Conde de Tendilla, Mendozas del Ave María y credo de los caballeros.4 9 N o nos olvidemos, de camino, de Guadix, ciudad antigua y celebrada por sus melones, y mucho más por el divino in­genio del doctor Mira de Mescua, hijo suyo y Arcediano. 5 0

Cuando iba el Cojuelo refiriendo esto, llegaron a la Plaza Mayor de Erija, que es la más insigne del Andalucía, y junto a una fuente

4 5 Alonso Fernández de Córdoba y

Figueroa «el Mudo», V Marqués de

Priego, heredó el ducado de Feria tras

morir en 1 6 3 4 su yerno, G ó m e z Suá-

rez de Figueroa, III Duque , goberna­

dor del Milanesado, y, aún niño, su

nieto, IV D u q u e , en 1 6 3 7 . Las alusio­

nes a las lenguas que cubrían el cuerpo

de la fama y al silencio elocuente son

tópicas . 0

4 0 Varias herederas de la casa de L e r ­

ma se casaron con miembros de la casa

de Cardona, con lo que se traspasaron

varios títulos; occéano es forma hipercul-

ta que responde a razones puramente

gráficas. 0

4 7 'discreto y valiente heredero' . La

sima de Cabra era famosa por su gran­

deza y profundidad. E l ducado de Ses­

sa, era el título más importante de la

mencionada casa de los Córdobas . 0

4 ' s Los duques de la casa de Osuna,

entre quienes figura Pedro Tél lez G i ­

rón —véase V, n. 20—, eran maestres de

la Orden de Calatrava. 4 y D e b e referirse a Iñigo López de

M e n d o z a y M e n d o z a , V Marqués

de M o n d é j a r y a su hijo Iñigo L ó ­

pez de Mendoza y Vergara, V I I I C o n ­

de de Tendilla. La capitanía general de

la Alhambra y el marquesado fueron

concedidos a esta familia por Carlos V .

Les llama Mendozas del Ave María por

figurar en su escudo dicha inscr ipción. 0

5 0 Antonio Mira de Amescua ( 1 5 7 4 -

1644) destacó c o m o autor de dramas

religiosos, c o m o El esclavo del demonio o

La mesonera del cielo y fue arcediano en

Guadix desde 1 6 3 2 . Voluntariamente o

no, resulta un poco jocosa su alusión

tras la menc ión de los famosos melones

de G u a d i x . 0

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T R A N C O V I 71

que tiene en medio de jaspe, con cuatro ninfas gigantas de alabas­tro derramando lanzas de cristal,51 estaban unos ciegos sobre un ban­co de pies y mucha gente de capa parda de auditorio,5 2 cantando la «relación muy verdadera» que trataba «de cómo una maldita dueña se había hecho preñada del diablo, y que por permisión de Dios había parido una manada de lechones»,53 con un romance de don Alvaro de Luna 5 4 y una letrilla contra los demonios que decía:

Lucifer tiene muermo, 5 5

Satanás, sarna, y el Diablo Cojuelo tiene almorranas. Almorranas y muermo, sarna y ladillas, su mujer se las quita con tenacillas.

El Cojuelo le dijo a don Cleofás: -¿Qué te parece los testimonios que nos levantan estos ciegos y

las sátiras que nos hacen? 5 6 Ninguna raza de gente se nos atreve a nosotros si no son estos, que tienen más ánimo que los mayores in­genios; pero esta vez me lo han de pagar, castigándose ellos mismos por sus propias manos, y daré de camino venganza a las dueñas por­que no hay en el mundo quien no las quiera mal, y nosotros las te­nemos grandes obligaciones porque nos ayudan a nuestros embus­tes, que son demonias hembras. 5 7

Y sobre la entonación de las coplas metió el Cojuelo tanta ciza­ña entre los ciegos que, arrempujándose primero y cayendo dellos

5 1 La fuente, que ya no está, databa al

parecer del siglo X V I . 0

5 2 Es decir que el auditorio estaba for­

mado por muchos labradores o trabaja­

dores, cuyo atuendo era la capa parda. 5 3 N o eran raras estas «relaciones

muy verdaderas» sobre partos extraor­

dinarios y otras patrañas en el reperto­

rio de los c iegos . 0

5 4 Los romances sobre este persona­

j e —véase III , n. 43— fueron numerosos

y populares. 0

55 muermo se llamaba al catarro de

los animales. 5 6 La queja del diablo sobre las burlas

(sátiras) y acusaciones infamatorias que

les hacen (testimonios que les levantan)

con estas coplas, que m u y bien podían

ser realmente de ciegos, recuerda las

protestas del demonio en El alguacil en­

demoniado de los Sueños quevedescos . 0

5 7 Tirso de Mol ina las l lamó «diablas

viudas» y Quiñones de Benavente ,

«diabli-dueñas»; aunque su función era

velar por la respetabilidad, se les acha­

caba ser aliadas del d iab lo . 0

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en el pilón de la fuente y esotros en el suelo, 5 8 volviéndose a juntar, se mataron a palos, dando barato de camino a los oyentes, que les respondieron con algunos puñetes y coces. 5 9 Y como llegaron a Erija con las varas de los alguaciles de Córdoba, pensando que tra­ían alguna gran comisión de la corte, llegó la justicia de la ciudad a hacelles fiesta y a lisonjéanos con ofrecerles sus posadas, y ellos, va­liéndose de la ocasión, admitieron las ofertas, con que fueron rega­lados como cuerpos de rey; 0 0 y preguntándoles qué era el negocio que traían para Erija, el Cojuelo les respondió que era contra los médicos y boticarios y visita general de beatas/'1 y que a los médi­cos se les venía a vedar que, después de matar un enfermo, no les valiese la muía por sagrado 6 2 y que, cuando no se saliese con esto, por lo menos a los boticarios que errasen las purgas, que no pudie­sen ser castigados si se retrajesen en los cimenterios de las muías de los médicos, que son las ancas/'3 y que a las beatas se les venía a qui­tar el tomar tabaco, beber chocolate y comer gigote. 6 4

Parecióle al Alguacil Mayor, que no era lerdo y tenía su punta de hacer jácaras y entremeses, que hacían burla dellos/ 5 y quiso aga-

5' cayendo dellos... y esoíros...: ' cayen­

do unos... y otros. . . ' . 0

'puñetazos y patadas'. E l barato o

'propina' son los golpes (véase II , n. 61);

el episodio de la pelea de ciegos perte­

nece a la tradición folclórica. 0

6 0 Alude al dicho, recogido por C o ­

rreas, «Regalado y tratado como cuer­

po de rey»; ese es el sentido propio de

regalar: 'agasajar como a un rey' . 61 visita: ' inspección'; las beatas, que

en la época hacían legión, vestían hábi­

to religioso y llevaban, en principio,

una vida recogida y piadosa, aunque se­

glar; se reunían en beateríos e incluso

predicaban, adquiriendo cierta rele­

vancia en la vida rel igiosa. 0

6 2 H o y se eliminaría el no: 'se venía a

vedar que les valiese la muía por sagra­

do' . La sátira tilda a los médicos de ase­

sinos y los retrata sobre sus muías, don­

de parecería que toman asilo como

asesinos en sagrado, 'en una iglesia', pues

siempre quedan impunes sus «asesina­

tos». 0

3 'en caso de no conseguirse lo an­

terior, al menos se pretendía vedar la

impunidad de boticarios aunque (si)

la buscaran en la grupa de las muías de

médicos ' . Si las muías eran iglesias, las

ancas o 'grupa' son cementerios - p o r en­

tonces anexos a las iglesias—, conti­

nuando así en la tópica asociación sa­

tírica de estas profesiones con la

muer t e . 0

6 4 Po lo de Medina satirizó la g loto­

nería de las dueñas (tipo p róx imo a la

beata) en su silva «A una dueña muy

golosa». La afición al tabaco y al c h o c o ­

late—que se tomaban considerando que

no quebrantaban el ayuno— llegó a ser

tan desmedida que se consideró v ic io , e

incluso se escribió al propósito algún

tratado. 0

65 tenía su punta: 'tenía un poco , sa­

bía a lgo ' (véase I , n. 34) . C o m o autor

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rrallos para dar con ellos en la trena y después sacudilles el polvo y batanalles el cordobán/' 6 por embelecadores, embusteros y alguaci­les chanflones;67 y levantando el Cojuelo una polvareda de piedra azufre y asiendo a don Cleofás por la mano, se desaparecieron en­tre la cólera y resolución de los ministros ecijanos, dejándolos to­siendo y estornudando, dándose de cabezadas unos a otros sin en­tenderse, haciendo los neblíes de la más obscura Noruega puntas a diferentes partes;6 8 y dejando a la derecha a Palma, donde se junta Genil con Guadalquivir por el vicario de las aguas, 6 9 villa antigua de los Bocanegras y Portocarreros, y de quien fue dueño aquel gran cortesano y valiente caballero don Luis Portocarrero, cuyo corazón excedió muchas varas a su estatura,70 y luego a la Monclova, bosque deliciosísimo y monte de Clovio, valeroso capitán romano, y po ­sesión hoy de otro Portocarrero y Enríquez, no menos gran caba­llero que el pasado,7' y a la hermosa villa de Fuentes, de quien fue marqués el bizarro y no vencido don Juan Claros de Guzmán el Bueno, que después de muchos servicios a su rey murió en Flandes con lástima de todos y envidia de más, 7 2 hijo de la gran casa de M e -dina-Sidonia, donde todos sus Guzmanes son Buenos por apelli­do, 7 3 por sangre y por sus personas esclarecidas, sin tocar al pelo de

de entremeses y jácaras (véase V , n. 3)

debía tener cierto ingenio y entender

de estas burlas. 6 6 trena: 'cárcel' en lenguaje germa-

nesco; como sacudilles el polvo y batana­

lles el cordobán: 'azotarlos'; batanar es

propiamente 'sacudir con un mazo lla­

mado batán' y cordobán la 'piel curtida

del cabr i to ' . 0

6 7 'alguaciles falsos'; embelecadores:

'embaucadores'; véase I, nn. 18 y 3 1 . 6 8 Si antes hacían alta punta (véase

arriba, n. 37) , ahora hacen puntas a di­

ferentes partes, es decir, vuelan de un

lado a otro, c o m o neblíes, 'halcones

peregrinos' , los más estimados en la

cetrería, que proceden de Noruega , a

cuya oscuridad aluden numerosos au­

tores . 0

A las orillas de la villa de Palma del

R í o , cercana a Écija, desemboca el G e ­

nil en el Guadalquivir.

7 0 Debe referirse Vélez al II C o n d e

de Palma del R í o , Luis Fernández P o r ­

tocarrero; Juan R u f o cita en sus Apoteg­

mas (núms. 185 y 239) a este personaje,

aludiendo a su ingenio y también a su

baja estatura. 0

7 1 Este otro Portocarrero y Enríquez,

de otra rama de la familia, debe de ser

Antonio Portocarrero de Guzmán y de

la Vega Enríquez, I C o n d e de la M o n ­

c l o v a . 0

7 2 D o n J u a n Claros de Guzmán el

Bueno , II Marqués de Fuentes, murió

en diciembre de 1 6 3 9 de unas fiebres

cuando servía c o m o general en

D u n q u e r q u e . 0

7 3 Tanto por el apodo «el Bueno»,

que acabaron heredando y se convirtió

en un apellido más, c o m o por el signi­

ficado de Guzmán, que «parece haber

traído origen de Alemania, porque la

lengua de aquel país goudman ogousman

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la ropa a Marchena, 7 4 habitación noble de los duques de Arcos -marqueses que fueron de Cádiz—, de quien hoy es meritísimo se­ñor el excelentísimo Duque don Rodrigo Ponce de León, en quien se cifran todas las proezas y grandezas heroicas de sus antepa­sados,75 columbrando desde más lejos a Villanueva del R í o , de los marqueses de Villanueva, Enríquez y Riberas, y hoy de don Anto­nio Álvarez de Toledo y Beamonte, marqués suyo y Duque de Güéscar, heredero ilustre del gran Duque de Alba, Condestable de Navarra, 7 6 llegaron de un vuelo los dos pajaretes de camarada, 7 7

no siendo esta la mayor pareja que habían corrido, 7 8 al pie de la cuesta de Carmona en su dilatada, fértil y celebrada vega, donde les anocheció, diciéndole don Cleofás al amigo:

-Camarada, descansemos un poco, que es mucho pajarear este, y nos metemos a lechuzas silvestres; que la serenidad de la noche y el verano brindan a pasalla en el campo.

—Soy de ese parecer—dijo el Cojuelo—: tendamos la raspa en este pradillo junto a este arroyo,™ espejo donde se están tocando las es­trellas, porque aguardan a la madrugada visita del Sol, Gran Turco de todas esas señoras.8 0

Y don Cleofás, poniendo el ferreruelo S l por cabecera y la espa­da sobre el estómago, acomodó el individuo, 8 2 y estando boca arri-

vale tanto c o m o "buen hombre"» ( C o -

varrubias). 7 4 sin tocar al pelo de la ropa: 'sin tocar'

(véase arriba, n. 20). 7 5 D o n R o d r i g o Ponce de L e ó n

( 1 6 0 2 - 1 6 5 8 ) , IV D u q u e de Arcos y S e ­

ñor de Marchena, sería Virrey de V a ­

lencia y Ñapóles y tenía su habitación o

'residencia' en Marchena. U n antepa­

sado homón imo suyo fue Capitán G e ­

neral en la guerra de Granada y privado

de los R e y e s Católicos. Enr ique IV

concedió en 1 4 7 1 el marquesado de

Cádiz a esta casa, que lo gozó durante

tres generaciones; la ciudad volv ió al

dominio real tras el descubrimiento de

Amér i ca . 0

7 6 A n t o n i o Álva rez de T o l e d o y

Beaumont , V I Marqués de Villanueva

del R í o , IV D u q u e de Huesear , 0 here­

dero de Fernando Álvarez de Toledo ,

V I D u q u e de A l b a . 0

7 7 'acompañándose en el v i a j e ' . 0

7 8 Correr parejas era un j u e g o de ca­

balleros en que iban cabalgando dos a la

par, a veces incluso dándose la mano o

saltando de un caballo a otro. Aqu í es

usado indicando que han recorrido

juntos una gran distancia. 0

7 9 tender la raspa: 'echarse a dormir o

descansar'; locución vu lga r . 0

' 0 se están tocando las estrellas: 'se arre­

glan el pelo las estrellas' c o m o concubi­

nas del Gran Turco o 'Sultán' , que es el

Sol . La imagen recuerda tópicos litera­

rios del crepúsculo . 0

Si i

capa corta con un pequeño cue ­

llo y sin capucha'. 8 2 'se acomodó ' , ya que individuo «se

toma también por la propia persona, y

así se dice cuidar del individuo, mirar o con­

servar el individuo» (Autoridades).0

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T R A N C O V I 75

ba paseando con los ojos la bóveda celestial,8 3 cuya fábrica porten­tosa al más ciego gentil obliga a rastrear que la mano de su artífice es de Dios, y de gran Dios, 8 4 le dijo al camarada:

—¿No me dirás, pues has vivido en aquellos barrios, si esas estre­llas son tan grandes como esos astrólogos dicen cuando hablan de su magnitud, 8 5 y en qué cielo están y cuántos cielos hay, 8 6 para que no nos den papillas cada día con tantas y tan diversas opiniones, 8 7

haciéndonos bobos a los demás con líneas y coluros imaginados, 8 8

y si es verdad que los planetas tienen epiciclos, 8 9 y el movimiento de cada cielo, desde el primer móvil al remiso y al trepidante,9 0 y dónde están los signos de estos luceros escribanos,9 1 por que yo de­sengañe al mundo y no nos vendan imaginaciones por verdades? 9 2

El Cojuelo le respondió: —Don Cleofás, nuestra caída fue tan apriesa que no nos dejó re­

parar en nada; y a fe que si Lucifer no se hubiera traído tras de sí la tercera parte de las estrellas, como repiten tantas veces en los autos

8 3 ' recorriendo con los ojos, miran­

do con detenimiento ' . 0

8 4 rastrear: metafóricamente, ' indu­

cir'. R e c o g e Vé lez un tópico de la l i ­

teratura mística que procede de las

Sagradas Escrituras: «Caeli enarrant

gloriam De i , / et opera manuum eius

annuntiat firmamentum» (Salmos,

X V I I I , 2 ) . 0

8 5 Las estrellas se clasificaban según

su magnitud sobre una escala de seis. 8 6 Los cielos eran siete según las teo­

rías de mahometanos y judíos, ocho se­

gún Aristóteles, Ptolomeo defendía

que eran nueve, y los teólogos escolás­

ticos, once. Esta última teoría, la más

aceptada en la época, situaba el firma­

mento de las estrellas en el cielo octa­

v o . 0

8 7 no nos den papilla: 'no nos engañen

como a b o b o s ' . 0

8 8 Los coluros imaginados son las dos

circunferencias imaginarias que divi­

den verticalmente la esfera celeste en

cuatro «gajos» pasando sobre los polos y

equinoccios (coluro equinoccial), y los

polos y solsticios (coluro solsticial).

8 9 Según la teoría geocéntrica, los

planetas describían una doble órbita:

una alrededor de la tierra, y otra —epici­

clo— alrededor de un determinado pun­

to de la primera órbita, explicando así

los movimientos observados que no

encajaban con su simple órbita y que se

debían en realidad al hel iocentr ismo. 0

9 0 Sólo determinados cielos se m u e ­

ven en el sistema cristiano-ptolemaico:

el cielo cristalino, noveno , tiene un

movimiento casi imperceptible, tem­

bloroso (trepidante), que m u e v e las es­

feras inferiores. E l déc imo cielo es el

primer móvil que, ligero c o m o el pensa­

miento humano, da una vuelta en

veinticuatro horas, mientras que el un ­

décimo cielo, el empíreo, permanece

remiso, es decir, i n m ó v i l . 0

9 1 Se refiere a los signos del Zod íaco

y, con luceros escribanos, a los astros que,

según la Astrología, escriben con sus

movimientos el destino de los h o m ­

bres, tópico de amplísima tradición. 0

9 2 La curiosidad de Cleofás recuerda

la tradición de la sátira menipea, en que

un personaje le cuenta a otro las verda-

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7 6 E L D I A B L O C O J U E L O

del Corpus, 9 ' aún hubiera más en que haceros más garatusas la As -trología. 9 4 Esto, todo sea con perdón del antojo del Galileo y el del gran don Juan de Espina, cuya célebre casa y peregrina silla son ideas de su raro ingenio; 9 5 que yo hablo de antojos abajo, como de tejas,9 0 y, salvo la óbtica destos señores antojadizos,9 7 que han des­cubierto al Sol un lunar en el lado izquierdo, y en la Luna han lin­ceado montes y valles, y han visto a Venus cornuta,9 í i lo que yo sé decir: que el poco tiempo que estuve por allá arriba, nunca oí nom­brar la Bocina, el Carro, la Espica Virginis, la Ursa Mayor ni la Ursa minor, las Pléyades ni las Helíades, 9 9 nombres que los de la Astrolo-gía les han dado, y esa que llamaron Vía Láctea y ahora los vulgares Camino de Santiago, por donde anda tanto el cojo como el sano, 1 0 0

que, si esto fuera así, yo también, por lo cojo, había de andar aquel camino, siendo hijo de vecino de aquella provincia.

Y a en estas razones últimas se había agradecido al sueño el tal don Cleofás, dejando al compañero de posta, como grulla de la otra vida, 1 0 1 cuando un gran estruendo de clarines y cabalgaduras le des­

des del universo contrastándolas con las

patrañas de los científicos, como ocurre

en el Icaromenipo de Luciano. 9 3 El motivo procede del Apocalipsis

( X I I , 4) y aparece, efectivamente, en

muchos autos sacramentales. 0

9 4 hacer garatusas: 'engatusar, embau­

car'. Sobre la sátira de la astrología, véa ­

se I, n. 2 9 . 0

95 antojo del Galileo: 'anteojo, teles­

copio de Gali leo ' , que le permitió nu­

merosos descubrimientos. Juan de E s ­

pina fue un curioso personaje de la

época, con sus puntas de músico,

mago, científico y coleccionista. 0

9 6 Modificación burlesca del dicho

hablar de tejas abajo: 'no meterse en teo­

logías quien no lo ent iende ' . 0

9 7 El equívoco a partir del doble sen­

tido de antojo es tópico (véase X , n. 8);

óbtica: el mantenimiento del grupo cul ­

to con confusión de la consonante im­

plosiva que etimológicamente corres­

pondía se explica por la relajada

pronunciación e insegura grafía de es­

tos grupos, que se puede observar tam­

bién en Addante (VII , p. 88) o dragináti-

co ( IX , p. 106 y X , p. 1 1 9 ) . 0

0 linceado: 'visto desde lejos, como

linces', participio utilizado quizás con

intención, ya que Galileo pertenecía a la

Accademia dei Lincei, que costeó algu­

na de sus publicaciones. Véíez está al c o ­

rriente de los descubrimientos de Ga l i ­

leo, que observó la mancha solar, el

relieve de la luna y las fases de Venus (por

eso cornuta: 'creciente o menguante ' ) . 0

9 9 Son todas constelaciones estelares:

la Bocina es la Osa M e n o r y el Carro, la

Osa Mayor ; la Espica Virginis es una es­

trella de primera magnitud en el signo

de V i r g o . 0

1 0 0 La mención de la constelación

por su nombre vulgar da pie al recuer­

do del refrán referido a la rutajacobea y

al chiste que s igue . 0

' o l de posta, como grulla: 'sóbrela grulla

como centinela', véase IV, nn. 3 1 y 55 .

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T R A N C O V I 77

pertó sobresaltado, recelando que se le llevaba a otra parte más de­sacomodada el que le había agasajado hasta entonces, pero el dia­blillo le sosegó, diciendo:

—No te alborotes, 1 0 2 don Cleofás, que estando conmigo no tie­nes que temer nada.

—Pues ¿qué ruido tan grande es este? —le replicó el estudiante. —Yo te lo diré —dijo el Cojuelo— si acabas de despertar y me es­

cuchas con atención. 1 0 3

1 0 3 ' N o te alteres'. 1 0 3 Es esta una situación típica de la

sátira menipea: recién dormido, C l e o ­

fás se despierta —así ocurre en El sueño o

el Gallo de Luciano— con una visión en

que el Cojue lo actuará c o m o guía (re­

cuérdense los Sueños quevedescos, al­

gunos cantos de El Crótalo», etc.).

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T R A N C O V I I

El estudiante se incorporó entonces, supliendo con bostezos y esperezos lo que le faltaba por dormir, y prosiguió el diablillo di­ciendo:

- T o d o este estruendo trae consigo la casa de la Fortuna, que pasa al Asia Mayor a asistir a una batalla campal entre el Mogor y el Sofí para dar la victoria a quien menos la mereciere.' Escucha y mira; que esta que pasa es su recámara,2 y en lugar de acémilas van mer­caderes y hombres de negocios que llaman, cargados de cajas de moneda de oro y plata, con reposteros bordados encima con las ar­mas de la Fortuna, 1 que son los cuatro vientos y un harpón en una torre moviéndose a todos cuatro, 4 sogas y garrotes del mismo me­tal que llevan, y con ir con tanto peso, van descansados a su pare­cer. Esta tropa inumerable que pasa ahora mal concertada es de ofi­ciales de boca: cocineros, mozos de cocina, botilleres,5 reposteros, despenseros, panaderos, veedores 6 y la demás canalla que toca a la bucólica. 7 Estos que vienen agora a pie, con fieltros blancos tercia­dos por los hombros, son lacayos de la Fortuna, que son los mayo­res ingenios que ha tenido el mundo, entre los cuales va Homero, Píndaro, Anacreonte, Virgilio, Ovidio, Horacio, Silio Itálico, L u -cano, Claudiano, Estacio Papinio, Juvenal, Marcial, Catulo, Pro-percio, el Petrarca, Sanazaro, el Taso, el Bembo, el Dante, el Gua-rino, el Ariosto, el caballero Marino, Juan de Mena, Castillejo,

1 El Mogor ('gran Mogo l ' ) y el Soft

eran los soberanos de las dinastías india

y persa, en guerra por entonces. La in­

justa Fortuna es tema predilecto del

Barroco; basta recordar las alegorías de

Quevedo en La hora de todos o Gracián

en El Criticón.0

" 'equipaje o aparato de camino para

el servicio de algún personaje'. 3 repostero: 'paño cuadrado con las ar­

mas del señor que se pone sobre las acé­

milas'. Los ricos mercaderes y hombres

de negocios son retratados como acémi­

las ('muías de carga'), igual que los ava­

rientos en los Emblemas de Alc ia to . 0

4 Los vientos y el harpón o 'veleta'

simbolizan la mutabil idad de la F o r ­

tuna . 0

5 Los botilleres se encargaban de lo r e ­

lacionado con la bebida (copas, vinos,

agua, etc.) en las grandes casas reales o

nobiliarias, a cuya semejanza se descri­

be aquí la de la For tuna . 0

' Los veedores controlaban las cuentas

del despensero, acompañándole inclu­

so a la compra para que no hubiera

fraudes (véase II , n. 88).° 7 ' y el resto de la chusma (canalla) r e ­

lacionada con las cosas de comer y

beber' . Se dice «bucólica por lo que toca

al comer» (Correas), c o m o si derivara

de boca.0

79

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8o E L D I A B L O C O J U E L O

Gregorio Hernández, 8 Garci Sánchez, Camoes y otros muchos que han sido, en diferentes provincias, príncipes de la Poesía.

-Por cierto que han medrado poco -dijo el estudiante-, pues no han pasado de lacayos de la Fortuna. 9

—No hay en su casa —dijo el Cojuelo— quien tenga lo que me­rece.

-¿Qué escuadrón es este tan lucido, con joyas de diamantes y ca­denas y vestidos lloviendo oro y perlas —prosiguió el estudiante— que llevan tantos pajes en cuerpo que los alumbran con tantas ha­chas blancas,1 0 y van sobre filósofos antiguos, que les sirven de ca­ballos, de tan malos talles, que los más son corcovados, cojos, man­cos, calvos, narigones, tuertos, zurdos y balbucientes?

-Estos son —dijo el Cojuelo— potentados, príncipes y grandes se­ñores del mundo, que van acompañando a la Fortuna, de quien han recibido los estados y las riquezas que tienen, y con ser tan podero­sos y ricos, son los más necios y miserables de la tierra.

- ¡Buen gusto ha tenido la Fortuna, por cierto! -dijo don C l e o -fás— ¡Bien se le parece que tiene nombre de mujer, que escoge lo peor!"

—Primero lo debieron a la Naturaleza' 2 —respondió el Cojuelo, y prosiguió diciendo-: Aquel gigante que viene sobre un dromeda­rio, con un ojo, y ése ciego, solamente en la mitad de la frente, con un árbol en las manos de suma magnitud, lleno de bastones, mitras, laureles, hábitos, capelos, coronas y tiaras, es Polifemo, que, des­pués que le cegó Ulises, le ha dado la Fortuna a cargo aquella es­carpia de dignidades para que las reparta a ciegas, 1 1 y va siempre

8 el caballero Marino: Giambattista

Marino ( 1 5 6 9 - 1 6 2 5 ) , «el Góngora ita­

liano»; Gregorio Hernández: famoso tra­

ductor de la Eneida de Virgil io en el s i­

glo X V I . ° 9 La pobreza de los poetas es un ras­

go tan común en su retrato como el de

la locura que aparecía en el tranco I V . ° 10 en cuerpo: 'sin capa ni otras prendas

por encima del vestido'; hachas blancas:

'velas grandes de cera blanca', mejores

que las amarillentas, de sebo.

" se le parece: 'se le v e ' . E n la alegoría

de la Fortuna incluida en El Criticón de

Gracián, el Favor, primer ministro de la

Fortuna, siempre «escogía lo peor: en

viendo un ignorante, le llamaba y deja­

ba mil sabios». 0

1 3 Se refiere el Co jue lo al buen o mal

aspecto de unos y otros, y c o m o buen

maestro en Filosofía sabe que la belleza,

salud, fuerza, etc. son dones de la Natu­

raleza (vicaria de Dios) y no de la For ­

tuna (a ella se pueden atribuir riquezas,

alcurnia. . . ) . 0

1 3 La ceguera es uno de los atributos

típicos de la Fortuna, por eso aquí en­

carga al cegado Pol i femo el reparto de

dignidades; escarpia: 'alcayata o clavo

grande para colgar cosas ' . 0

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T R A N C O V I I 8l

junto al carro triunfal de la Fortuna, que es aquel que le tiran cin­cuenta emperadores griegos y romanos, y ella viene cercada de fa­roles de cristal, con cirios pascuales encendidos dentro dellos, sobre una rueda llena de arcaduces de plata que siempre está llenándolos y vaciándolos de viento, y esotro pie en el elemento mismo, ' 4 que está lleno de camaleones que le van dando memoriales y ella rom­piéndolos.' 5 Ahora vienen siguiéndola sus damas en elefantes con sillones de oro sembrados de balajes, rubíes y crisólitos. 1 0 La prime­ra es la Necedad, camarera mayor suya, y aunque fea, muy favore­cida.' 7 La Mudanza es esotra, que va dando cédulas de casamiento, y no cumpliendo ninguna. Esotra es la Lisonja, vestida a la france­sa de tornasoles de aguas,'8 y lleva en la cabeza un iris de colores por tocado y en cada mano cien lenguas. Aquella que la sucede, vesti­da de negro, sin oro ni joya, de linda cara y talle, que viene llorosa, es la Hermosura: una dama muy noble y muy olvidada de los favo­res de su ama. La Envidia la sigue y la persigue, con un vestido pa­jizo bordado de basiliscos y corazones.

—Siempre esa dama —dijo don Cleofás— come grosura, que es halcón de las alcándaras de palacio.' 9

—Esotra que viene —prosiguió el Cojuelo—, que parece que va preñada, es la Ambición, que está hidrópica de deseos y de imagi­naciones. 2 0 Esotra es la Avaricia, que está opilada de oro y no quie­re tomar el acero porque es más bajo metal. 2 ' Aquellas que vienen

1 4 La rueda —'noria'— de la Fortuna

llena y vacía los arcaduces o cangilones

de viento, es decir, de nada, de vanida­

des, y posa su otro pie sobre el viento

mismo: nunca es firme.0

E l camaleón simboliza al preten­

diente y adulador porque se mantiene

del viento —o falsas promesas de los p o ­

derosos— y cambia de color según la

conveniencia . 0

16 balaje: 'rubí de color morado' ; cri­

sólito: ' topacio' . 17 camarera mayor: 'consejera, perso­

na de confianza del rey', aquí de la F o r ­

tuna. 0

18 tornasoles de aguas: 'telas con visos y

reflejos' que simbolizan su falsedad; a la

francesa: alude a la moda, pero también

a la hipocresía y volubilidad de la pol í ­

tica de Francia, enemiga de España

(Arellano) ° 1 9 La envidia se suele representar

como aquí, con el color amarillo, c o ­

miendo su propio corazón (grosura: 'v is­

ceras'); Vé lez la asocia al ambiente cor ­

tesano (alcándara: 'la percha donde se

ponen los halcones ' ) . 0

2 0 hidrópica: ' sedienta ' . 0

2 1 La tez amarillenta, de moda en ­

tre las mujeres, se conseguía al comer

barro —la Avar ic ia lo sustituye por

o r o - , lo que provocaba la opilación

( 'obstrucción de los conductos de los

humores ' ) ; el r emedio era tomar el ace­

ro, agua o v ino donde se había met ido

hierro al rojo v i v o . La sed de oro es

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con tocas largas y antojos, sobre minotauros, son la Usura, la S imo­nía, la Mohatra, la Chisme, la Baraja, la Soberbia, la Invención, la Hazañería, dueñas de la Fortuna. 3 3 Los que vienen galanteando a estas señoras todas y alumbrándolas con antorchas de colores dife­rentes son ladrones, fulleros, astrólogos, espías, hipócritas, mone­deros falsos, casamenteros, noveleros, corredores, 3 3 glotones y bo­rrachos. Aquel que viene sobre el asno de oro de Lucio Apuleyo es Creso, mayordomo mayor de la Fortuna, 2 4 y a su mano izquierda, Astolfo, su caballerizo mayor. 3 5 Aquellos que van sobre cubas con ruedas y velicómenes en las manos, 2 6 dando carcajadas de risa son sus gentileshombres de la copa, que han sido taberneros de corte primero. 2 7 Aquella escuadra de selvajes que vienen en jumentos de albarda son contadores,3 8 tesoreros, escribanos de raciones, admi­nistradores, historiadores, letrados, correspondientes, agentes de la Fortuna, 2 9 y llevan manos de almireces por plumas y por papel pie­les de abadas.3 0 Tras dellos viene una silla de manos, bordada de tro-

antiguo topos de la sátira contra la ava­

r i c ia . 0

2 2 Mohatra: 'fraude, estafa'; Baraja:

'confusión, riña' —véase III, n. 6—; In­

vención: 'engaño'; Hazañería: 'falsos m e ­

lindres'. Anteojos y tocas son atributos

arquetípicos de las dueñas -véase IV, n - 7 3 — i q . u e encarnan estos vicios. Pue ­

de ser recuerdo burlesco de las donce­

llas que se le daban a comer al M i n o -

tauro.°

33 corredores de apuestas o negocios;

monederos falsos: 'falsificadores de m o ­

neda'. 3 4 mayordomo mayor: el pr imero en­

tre los oficiales al servicio del R e y , d i ­

rigía y controlaba a todo el resto. C r e ­

so es siempre aducido en los textos del

siglo de O r o c o m o e jemplo de r ique­

za, seguramente por eso le hace m o n ­

tar el asno de oro de A p u l e y o (aprove­

cha el título de la obra), aunque tanto

Creso , sumido en la desgracia, c o m o

L u c i o transformado en asno son cla­

ros ejemplos de adversa e inicua for­

tuna . 0

3 5 Astolfo es personaje de libros de

caballerías; Vélez le hace caballerizo ma­

yor: encargado de las caballerizas, tenía

el honor de ayudar al señor a montar y

desmontar del cabal lo . 0

3 ) velicómenes: 'copas grandes'. La

conocida imagen de los borrachos con

copas en las manos y sobre cubas p roce ­

de de las bacanales. 0

27gentilhombre de copa, o simplemente

copa era quien se ocupaba de elegir los

vinos y las bebidas del R e y . Sobre los ta­

berneros de corte, véase II, n. 4 1 . ° 3 8 selvajes: 'salvajes', dicho así por in­

flujo de selva; jumentos de albarda: ' m u ­

los de carga'; contadores: ' contables ' . 0

9 raciones: 'sueldos'; correspondientes:

'corresponsales comerciales ' . Son to­

dos oficios necesarios para llevar la

«contaduría general» de una casa noble

o rea l . 0

3 0 abadas: ' r inocerontes' . E n muchas

ocasiones se bromea sobre las plumas

de los escribanos, signo distintivo del

gremio, aludiendo a sus gruesos «erro­

res» y cor rupc ión . 0

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T R A N C O V I I »3

feos, para las visitas de la Fortuna; los silleros son Pitágoras, Dióge-nes, Aristóteles, Platón y otros filósofos para remudar, con camiso­las y calzones de tela de nácar," herrados los rostros con eses y cla­vos. 3 3 Aquellos que vienen agora de tres en tres, sobre tumbas enlutadas, a la jineta y a la brida, son médicos de la cámara y de la familia, boticarios y barberos de la Fortuna. 3 3 Agora cierra todo este escuadrón y acompañamiento aquella prodigiosísima torre andan­te, que es la de Babilonia, llena de gigantes, de enanos, de bailari­nes y representantes, de instrumentos músicos y marciales, de v o ­ces, de algazaras,34 que se ven y oyen por infinitas ventanas que tiene el edificio, coronadas de luminarias y flechando girándulas y cohetes voladores; 3 5 y en un balcón grande de la fachada va la E s ­peranza, una jayana vestida de verde, 3" muy larga de estatura y mu­chos pretendientes por abajo, a pie, soldados, capitanes, abogados, artífices y profesores de diferentes ciencias, mal vestidos, ham­brientos y desesperados, dándola voces y con la confusión no se en­tienden los unos a los otros ni los otros a los unos. 3 7 Y por otro bal­cón del lado derecho va la Prosperidad, coronada de espigas de oro y vestida de brocado de tres altos,38 bordado de las cuatro estaciones del año, sembrando talegos sobre muchos mentecatos ricos, que van en literas roncando,3" que no los han menester y piensan que los sueñan. Ahora sigue todo este aparato una infinita tropa de carros largos, llenos de comida y vestidos de mujeres y de hombres, que es

3 1 La silla de manos (medio de trans­

porte urbano) y los silleteros que se tur­

nan (remudan) lucen las insignias (tro­

feos) y galas requeridas para llevar a

personajes de categoría. 0

3 2 'marcadas, con un hierro al rojo,

las mejillas con una ese y un clavo ' , se­

ñal de esclavo. 0

3 3 Llama tumbas enlutadas a las 'muías

enjaezadas con gualdrapas negras' alu­

diendo de nuevo a la capacidad mortí­

fera de estos oficios (véase V I , n. 62); ji­

neta y brida son dos modos de cabalgar

(Prels., n. 19) ; de la cámara y de la familia:

'de la cámara real y su se rv ic io ' . 0

3 4 La torre de Babilonia, con los bai­

larines, los instrumentos, la algazara,

simbolizan la confusión, otro de los ras­

gos de la casa de la For tuna . 0

35 girándulas: 'ruedas de cohetes que

giran sobre sí mismas'. Los cohetes vola­

dores subían alto, a diferencia de los bus­

capiés.0

3 r jayana: 'giganta'; el verde simboli­

za la esperanza, c o m o se sabe . 0

Imagen tópica, esta de los preten­

dientes gritando alrededor de los pode­

rosos . 0

3 8 E l brocado de tres altos era una rica

tela muy elaborada, bordada a tres ni­

veles: fondo, labor y cuentecillas. 3 9 La litera era vehículo similar a la si­

lla de manos, aunque más lujoso y car­

gado por caballos (uno delante y otro

detrás) en los que se afianzaban dos v a ­

ras laterales.

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8 4 E L D I A B L O C O J U E L O

la guardarropa de la Fortuna; y con ir tantos como la siguen desnu­dos y hambrientos, no les da un bocado que coman ni un trapo con que se cubran, y aunque los repartiera con ellos, no les vinieran bien, que están hechos solamente a medida de los dichosos.

Seguía este carruaje un escuadrón volante de locos a pie y a ca­ballo y en coches, con diferentes temas, 4 0 que habían perdido el j u i ­cio de varios sucesos de la Fortuna por mar y por tierra, unos rién­dose, otros llorando, otros cantando, otros callando y todos renegando della; y no tomaba de otros parecer —diligencia para no acertar nada—, desapareciendo toda esta máquina confusa una pol­vareda espantosa,41 en cuyo temeroso piélago se anegó toda esta confusión, llegando el día (que fue mucho que no se perdiera el Sol con la grande polvareda, como don Beltrán de los planetas).4 2

Subiéndose los dos cantaradas la cuesta arriba a la recién bautiza­da ciudad de Carmona, 4 3 atalaya del Andalucía, de cielo tan sereno que nunca le tuvo, 4 4 y adonde no han conocido al catarro si no es para servirle,4 5 y tomando refresco de unos conejos y unos pollos en un mesón que se llama de los Caballeros, pasaron a Sevilla, cuya G i ­ralda y Torre tan celebrada se descubre desde la venta de Peromin-go el Alto, 4 6 tan hija de vecino de los aires que parece que se desca­labra en las estrellas.

Admiró a don Cleofás el sitio de su dilatada población, y de la que hacen tantos diversos bajeles en el Guadalquivir, valla de cris­tal de Sevilla y de Triana, 4 7 distinguiéndose de más cerca la hermo-

4 0 'manías, locuras'; carruaje: 'carava­na de carros'; volante: 'itinerante', desti­nado a diversas operaciones según las necesidades bélicas.

4 ' Obsérvese que la polvareda espan­tosa es el sujeto de desapareciendo (con valor transitivo) cuyo objeto directo es esta máquina confusa; máquina, aquí, puede referirse tanto a la ' imagina­ción, v is ión ' c o m o al 'aparatoso desfi­l e ' . 0

42 no se perdiera el Sol..: cita burlesca y tópica del romance sobre la muerte de don Beltrán, que decía: «Con la m u ­cha polvareda, / perdimos a don B e l -trane».°

4 3 Felipe IV concedió a Carmona la

categoría de ciudad en 1 6 3 o . 0

4 4 El cielo sereno, 'claro, despejado', nunca tuvo sereno, 'humedad nocturna' (zeugma dilógico).

4 5 Es decir, que no lo han tenido. Sobre esta fórmula de cortesía que V é -lez usa burlescamente, véase II , n. 7.

4 6 Aunque hoy se llama Giralda a la torre de la Catedral de Sevilla, lo es propiamente sólo la figura de la V i c t o ­ria de la Fe que la corona, por eso aquí dice Giralda y Torre. La venta de Pero-mingo estaba en el camino de Córdoba a Sevilla, a tres leguas de esta. 0

4 7 L o p e de Vega, en La esclava de su ga­lán, decía: «Divídese Sevilla, como sa­bes, / por este ilustre y caudaloso río, /

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sura de sus edificios -que parece que han muerto vírgines y márti­res, porque todos están con palmas en las manos, que son las que se descuellan de sus peregrinos pensiles, entre tantos cidros, naranjos, limones, laureles y cipreses-, llegando en breve espacio a Torre-blanca, una legua larga desta insigne ciudad, desde donde comien­za su Calzada y los caños de Carmona, hermosísima puente de ar­cos, por donde entra el río Guadaira en Sevilla, cuya hidrópica sed se le bebe todo, sin dejar apenas una gota para tributar al mar, que es solamente el río en todo el mundo que está previlegiado deste pecho, 4 8 haciendo mayor la belleza desta entrada infinitas granjas, por una parte y por otra, que en cada una se cifra un jardín terrenal, granizando azahares, mosquetas y jazmines reales. Y al mismo tiempo que ellos iban llegando a la puerta de Carmona, 4" atisbo el Cojuelo entrar por ella a caballo, con vara alta y los dos corchetes que sacó del infierno, 5 0 a Cienllamas, y volviéndose a don Cleofás, le dijo:

-Aquel que entra por la puerta de Carmona es comisario de mis amos, que viene contra mí a Sevilla: menester es guardarnos.

- N o se me da dos blancas -dijo don Cleofás—, que yo estoy ma­triculado en Alcalá y no tiene ningún tribunal juridición en mi per­sona5' y, fuera de eso, dicen que es Sevilla lugar tan confuso que no nos hallarán, si queremos, todos cuantos hurones tienen Lucifer y Bercebú. 5 2

Entrándose en la ciudad los dos a buen paso y guiando el C o ­juelo, la barba sobre el hombro, fueron hilvanando calles,5 3 y lle­gando a una plazuela reparó don Cleofás en un edificio sumptuoso de unas casas que tenían una portada ostentosa de alabastro y unos

senda de plata por quien tantas naves / le

reconocen feudo y señorío». 0

4 8 previlegiado deste pecho: 'exento de

este impuesto' . Los acueductos o caños

de Carmona abastecían de agua potable a

Sevilla, y es el río o 'caudal ' de los p ro ­

pios caños el que se agota en Sevilla sin

llegar al mar, y no por supuesto el G u a ­

daira. 0

4 9 Para entrar en la Sevilla amurallada

había trece o catorce puertas. La de Ca r -

mona era el ingreso del camino de M a ­

drid y había sido restaurada en 15 5 0 . 0

50 con vara alta: 'en comisión de just i ­

cia'; corchetes: 'ayudantes'. Véase IV, n. 9

y Prels., n. 1 4 . 51 No se me da dos blancas: ' N o me im­

porta un comino, nada' (véase V , n. 2 1 ) ;

no tiene ningún tribunal...: los estudiantes

matriculados en la Universidad de A l ­

calá gozaban de un fuero jur íd ico espe­

cial y no podían ser juzgados por tribu­

nales ordinarios. 52 hurón: 'persona que hurga en los

secretos o intimidades de o t ros ' . 0

5 3 'con recelo, mirando atrás por si

les seguían (la barba sobre el hombro) to­

maron una calle tras otra ' . 0

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corredores dilatados de la misma piedra. 5 4 Preguntóle don Cleofás al Cojuelo qué templo era aquel, y él le respondió que no era tem­plo, aunque tenía tantas cruces de Jerusalén del mismo relieve de mármol, sino las casas de los duques de Alcalá, 5 5 marqueses de T a ­rifa, condes de los Molares y adelantados mayores de Andalucía, cuya grandeza ha heredado hoy el gran Duque de Medinaceli, por falta de hijos herederos, que aunque fuera mayor no le hiciera más, que por Fox y Cerda es lo más que puede ser. 5 6

—Ya conozco ese príncipe —dijo don Cleofás— y le he visto en la corte y es tan generoso y entendido como gran señor.

Con esta plática llegaron a la Cabeza del R e y don Pedro, cuya calle se llama el Candilejo, 5 7 y atravesando por cal de Abades, s 8 la Borciguinería y el Atambor, llegaron a las calles del Agua, donde tomaron posada, que son las más recatadas de Sevilla. 5 9

En este tiempo, a nuestro astrólogo o mágico se lo había llevado de una aplopejía el demoñuelo zurdo que sostituía al Cojuelo, 6 0 y bajó a pedir justicia a Lucifer en el güeso del alma, sin las monda­duras del cuerpo, del quebrantamiento de su redoma; y doña T o ­masa, no olvidando los desaires de don Cleofás, trataba con otra re­quisitoria de venir a Sevilla con un galán nuevo que tenía, soldado de los galeones, para tomar venganza casándose con el licenciado

54 dilatados: 'largos'. 55 las casas: «las de los hombres ricos

llamamos en plural» (Covarrubias). Se

trata de la famosa Casa de Pilatos, que

construyó en 1 5 2 0 , tras volver de J e r u ­

salén, don Fadrique Enríquez de R i b e ­

ra, D u q u e de Alcalá y Marqués de T a ­

rifa. 5 6 Tras morir Ana María Enríquez

de R i b e r a y Mora , V Marquesa de T a ­

rifa, Condesa de los Molares y D u q u e ­

sa de Alcalá, todos los títulos de esta fa­

milia pasaron a su prima y se

incorporaron a la casa del marido de

esta, J u a n Luis de la Cerda, V I I Duque

de Medinace l i . 0

5 7 Tras ser descubierto un asesinato

cometido por Pedro I de Castilla en

esta calle, y dado que por su calidad re­

gia no se le podía ejecutar, mandó él

mismo colocar en ella una figura de su

cabeza, c o m o si se la hubieran cortado.

La leyenda recuerda las dos facetas que

le caracterizaban en la literatura y que le

comportaron los dos motes con que se

le conocía: «el Cruel» y «el J u s t o » . 0

5 cal: abreviación de calle, usual so­

bre todo en Sevilla. La calle de Abades,

que aún mantiene su nombre, desem­

boca en la Gi ra lda . 0

5 9 La calle del Agua era lugar de

prostitución (recatadas tiene sentido

claramente irónico). Usa el plural calles

porque se refiere a la del Agua y a la in­

mediata del Chorro (Rodr íguez Marín) .

La de Borciguinería era la actual M a t e ­

os G a g o que parte de la Gi ra lda . 0

6 0 aplopejía: 'apoplejía, embolia ' for­

ma con metátesis; demoñuelo zurdo:

véase IV, n. 5.

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T R A N C O V I I «7

Vireno de Madrid la Olimpia de mala mano/" sabiendo que se ha­bía escapado allá. Don Cleofás y su camarada no salían de su posa­da, por desmentir las espías"3 de Cienllamas y de Chispa y Redina, y subiéndose a un terrado una tarde, de los que tienen todas las ca­sas de Sevilla, a tomar el fresco y a ver desde lo alto más particular­mente los edificios de aquella populosa ciudad, estómago de Espa­ña y del mundo que reparte a todas las provincias del la sustancia de lo que traga a las Indias en plata y oro"3 —que es avestruz de la E u ­ropa, pues digiere más generosos metales—,"4 espantándose don Cleofás de aquel numeroso ejército de edificios tan epilogado 6 5

que, si se derramara, no cupiera en toda la Andalucía, le dijo a su compañero:

—Enséñame desde aquí algunos particulares, si se descubren a la vista.

El Cojuelo le dijo: - Y a por aquella torre que descubrimos desde tan lejos discurri­

rás que esa bellísima fábrica6 6 que está arrimada a ella es la Iglesia Mayor, y mayor templo de cuantos fabricó la antigüedad ni el siglo de agora reconoce. N o quiero decirte por menudo sus grandezas; basta afirmarte que su cirio pascual pesa ochenta y cuatro arrobas de cera, y el candelero de tinieblas, de grandeza notable, es de bronce y de tanta ostentación y artificio que si fuera de oro no hubiera cos­tado tanto/' 7 Su custodia es otra torre de plata de la misma fábrica y modelo, su trascoro no perdonó piedra esquisita y preciosa a los minerales, su monumento es un templo portátil de Salomón. 6 8

1 Vireno abandona a Olimpia en el

Orlando Furioso de Ariosto; por eso lla­

ma así a los personajes, aunque dada la

reputación de doña Tomasa añade de

mala mano, 'de mala calidad', expresión

aplicada primero a pinturas de poco

mérito y luego usada en otros contex­

tos . 0

' 3 'zafarse' . 0

6 3 Gracián llama a Sevilla «estómago

indigesto de la plata» procedente de In­

dias. 0

6 4 La avestruz traga y digiere todo

cuanto le arrojan, incluso metales. 0

6 5 'maravillándose don Cleofás de

aquella multitud de edificios tan con­

centrada', pues epilogo, por ampliación,

vale lo mismo que ' resumen' y ' c o n ­

currencia de muchas cosas al mismo

t i e m p o ' . 0

' 'construcción, edificio' . 6 7 Vélez , siguiendo el modelo re tó­

rico de la alabanza de ciudades, destaca

los mismos elementos de Sevilla (y de

su catedral) que otros predecesores su­

yos c o m o Morgado (en su Historia de

Sevilla), Lope de Vega , Agustín de R o ­

jas, Fernández de R ibe ra , etc. 6 8 La custodia fue realizada por J u a n

de Arfe . El trascoro de la catedral, dise­

ñado por M i g u e l de Zumárraga, fue

acabado en abril de 1 6 3 4 . 0

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88 E L D I A B L O C O J U E L O

Pero salgámonos della, que aun con las relaciones ni los pensa­mientos no podemos los demonios pasealla, y vuelve los ojos a aquel edificio que se llama la Lonja, cortada del pemil de San L o ­renzo el Real, diseño de don Felipe II/"-' y a mano derecha della está el Alcázar, posada real y antigua de los reyes de Castilla, fértil alber­gue de la primavera de quien es ilustrísimo Alcaide el Conde D u ­que de Sanlúcar la Mayor (gran Adtlante del Hércules de España, 7 0

cuya prudentísima cabeza es el reloj del gobierno de su monar­quía) 7 ' que, a no estar labrado el Buen Retiro, fábrica de inimitable ejemplar por el edificio, los jardines y estanques,7 2 tuviera este pa­lacio sevillano la primacía de todas las casas reales del mundo, po ­niendo en primer lugarel real salón que la majestad del rey don F e ­lipe IV el Grande ha copiado de su divina idea, donde todas las admiraciones vienen cortas y las mayores grandezas enjaguadas.7 3

Más adelante está la Casa de la Contratación, que tantas veces se ve enladrillada de barras de oro y de plata.7 4 Luego está la casa del bi­zarro Conde de Cantillana, gran cortesano, galán y palaciego, airo­so caballero de la plaza, crédito de sus aplausos y alegría de sus re­yes; que esto confiesan los toros de Tarifa y Jarama cuando

'9 Lonja: 'lugar donde tratan merca­

deres y comerciantes' , pero también

' loncha' del pemil de San Lorenzo por ser

obra del mismo arquitecto de San L o ­

renzo del Escorial, Juan de Herrera;

alude a la vez burlescamente a la muer­

te de San Lorenzo, asado c o m o pemil

en la parrilla. 0

7 Se trata de Gaspar de Guzmán,

más conocido como C o n d e - D u q u e de

Olivares, privado de Felipe IV. La alu­

sión mitológica es oportuna (Atlante y

Hércules sostienen la bóveda celestial),

pues además de expresar el auxilio del

privado en la carga del gobierno, se te­

nía a Hércules por antepasado de los re­

yes españoles y por eso se les llamaba a

ellos así.°

7 1 E l reloj es también símbolo de la

privanza, pues la labor del privado,

c o m o las ruedas de un reloj que lo ha­

cen funcionar, no debe verse. Nótese la

lisonja de Vélez al C o n d e - D u q u e en

un momento en que este era ya contes­

tado por la nobleza cortesana. 0

7 2 E l Palacio del B u e n R e t i r o estaba

ya construido (labrado) en 1 6 3 3 ; las

obras, comenzadas c o m o mera amplia­

ción de las estancias de Felipe IV en el

Monasterio de San J e rón imo , acabaron

incluyendo nuevos y sobrios edificios y

fabulosos jardines y estanques. 0

7 3 Metátesis común por enjuagadas:

'resumidas' o 'glorificadas' . G E n el Sa ­

lón de R e i n o s del Palacio del B u e n

R e t i r o se colgaron cuadros que resu­

mían y glorificaban las grandezas o ha­

zañas bélicas que la monarquía españo­

la había realizado durante el reinado de

Felipe I V . ° 7 4 La Casa de Contratación de S e v i ­

lla supervisaba el comercio con las In­

dias y registraba el oro procedente de

ellas. 0

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T R A N C O V I I 89

cumplen con sus rejones, como con la parroquia. 7 5 Luego está, jun­to a la puerta de Jerez, la gran Casa de la Moneda, donde siempre hay montones de oro y de plata, como de trigo, 7 0 y junto a ella el Aduana, tarasca de todas las mercaderías del mundo, 7 7 con dos bo­cas, una a la ciudad y otra al río donde está la Torre del Oro y el muelle, chupadera de cuanto traen amontonado los galeones en los tuétanos de sus camarotes. A mano derecha está la puente de Tria-na, de madera, sobre trece barcos. 7 8 Y más abajo, en el margen ce­lebrado del río, las Cuevas, monasterio insigne de la Cartuja de San Bruno, que con profesar el silencio mudo, vive a la lengua del agua. 7 9 A estotra parte, sobre la orilla de Guadalquivir, está Gelves, donde todos los romances antiguos de moros iban a jugar cañas, 8 0 y hoy de sus ilustres condes y del gran Duque de Veragua, hijo y re­trato de tan gran padre

que es, para no tener a mundos miedo,

Portugal y Colón, Castro y Toledo. 8 1

—Soltáronsete —dijo don Cleofás— los consonantes,8 2 camarada. —Cuidado fue, y no descuido —respondió el Cojuelo—, porque

me deba más que prosa el dueño destas alabanzas. Y prosiguió diciendo:

7 5 Juan Vicentelo de Leca y Álvarez

de To ledo , C o n d e de Cantillana, fue

famoso toreador; esto confiesan...: los

toros de Jarama y Tarifa (los más cele­

brados) cumplen con los rejones c o m o

un fiel con la parroquia y entonces con­

fiesan la habilidad del Conde de Cant i -

Hana.° 7 6 C o n el oro llegado directamente

de las Indias, la Casa de la Moneda de

Sevilla era la más activa de España y la

que más moneda acuñaba. 0

7 7 Se llamaba tarasca al 'glotón insa­

ciable' por alusión a la tarasca que traga­

ba las caperuzas de los transeúntes en la

procesión del Corpus (véase II, nn. 48

y 84). 0

7 8 E l fondo arenoso del Guadalqui­

vir impidió la construcción de un

puente de piedra entre Sevilla y Triana

hasta 1 8 5 2 . 0

7 9 lengua, además del uso tópico y

metafórico que viene dado en este con­

texto (lengua del agua: 'orilla') ofrece

luego, en su sentido propio, la antítesis

con silencio mudo (aludiendo al que p ro ­

fesan los cartujos). El monasterio de las

Cuevas estaba a la orilla del río en la

parte de Triana, fuera de la c iudad . 0

, S o E n los romances del moro Gazul

suele aparecer el mot ivo de ir a Gelves

a jugar cañas (sobre el juego de cañas véa ­

se II , n. 9). 0

s 1 Apellidos del V I C o n d e de Gelves

y V D u q u e de Veragua, Pedro Ñ u ñ o

C o l ó n de Portugal y Castro, cuyo pa­

dre había muerto en 1 6 3 6 . 0

' 3 'versos', ya que el elogio del D u ­

que de Veragua le ha salido en endeca­

sílabos rimados: que es... miedo / Toledo,

que en las ediciones antiguas, por cier­

to, iban en texto corrido.

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90 E L D I A B L O C O J U E L O

-Al l í es el Alamillo, donde se pescan los sábalos, albures y so­llos, 8 3 y más abajo cae el Algaba, de los esclarecidos marqueses des-te título, de Árdales, y condes de Teba, Guzmanes en todo. 8 4 D e esotra parte cae el Castellar, de los Ramírez y Saavedras,S 5 y a la vuelta, Villamanrique, de las Zúñigas de la gran casa de Béjar, cuyo último malogrado marqués fue Guzmán dos veces Bueno, sobrino del gran Patriarca de las Indias, capellán y limosnero mayor del Rey 8 " (cuya generosa piedad se taracea con su oficio y con su san­gre) y hermano del gran Duque de Sidonia, cuyo solio es Sanlúcar de Barrameda, corte suya, que está ese río abajo, siendo Narciso del Occéano y Generalísimo del Andalucía y de las costas del mar de España, a cuyo bastón y siempre planta vencedora obedece el agua y la tierra, asegurando a su R e y toda su monarquía en aquel pro­montorio donde asiste, para blasón del mundo. 8 7 Y pues ya llega la noche y destas alabanzas no puedo salir menos que callando para encarecellas, dejemos para mañana lo demás —bajándose del terra­do a tratar que se aderezase la cena y a salir un poco por la ciudad a su insigne Alameda, que hizo y adornó con las dos colunas de Hér­cules el Conde de Barajas, Asistente de Sevilla y, después, de Cas­tilla dignísimo Presidente. 8 8

3 Entre estos peces, eran famosos

los sábalos del Alamillo porque, siendo

marinos, subían hasta esta zona del

Guadalquivir para desovar en prima­

v e r a 0

8 4 Eran Guzmanes en todo porque

descendían de dos líneas de los G u z ­

mán unidas en el siglo XVI : Brianda de

Guzmán, IV Condesa de Teba y III

Marquesa de Árdales, casó con Francis­

co de Guzmán, I Marqués de la Algaba.

Véase también V I , n. 7 3 . 0

5 Castellar era condado de esta fa­

milia desde 1539 . 0

1 ' Alonso Pérez de Guzmán el B u e ­

no, capellán real y limosnero mayor,

era tío del I X Duque de Med ina -S ido -

nia y de su hermano el malogrado M a r ­

qués de Villamanrique, muerto antes

que su padre; el marquesado era p r o ­

piedad entonces de Josefa Manr ique de

Z ú ñ i g a . 0

8 7 Gaspar Pérez de G u z m á n y San-

doval, I X Duque de Medina-Sidonia ,

tenía a su cargo la defensa de toda la

zona del Atlántico andaluz . 0

' ' Francisco Zapata de Cisneros (m.

1 5 9 2 ) , I C o n d e de Barajas, Asistente de

Sevilla (presidente del cabildo de desig­

nación real, con atribuciones políticas y

jurídicas) y luego Presidente del C o n ­

sejo de Castilla bajo Felipe II , convirt ió

la Laguna de Sevilla en el jardín de la

Alameda de Hércules en 1 5 7 4 , a cuya

entrada se conservan aún las dos c o ­

lumnas de Hércu les . 0

Page 110: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

T R A N C O V i l i

Y a , para ejecutar su disignio, había tomado doña Tomasa —que siempre tomaba, por cumplir con su nombre y su condición—' una litera para Sevilla y una acémila en que llevar algunos baúles para su ropa blanca y algunas galas, con las del dicho galán soldado, que, metiéndose los dos en la dicha litera, partieron de Madrid como unos hermanos, con la requisitoria que hemos referido. 3 Y a nues­tro astrólogo no le habían dado sepultura sobre las barajas3 de un tes­tamento que había hecho unos días antes y descubrieron en un es­critorio unos deudos suyos, y estaba la justicia poniendo en razón esta litispendencia.4 Y el Cojuelo y don Cleofás, que habían dor­mido hasta las dos de la tarde por haber andado rondando la noche antes, la mayor parte della por Sevilla, después de haber comido al­gunos pescados regalados5 de aquella ciudad y del pan que llaman de Gallegos, 6 que es el mejor del mundo, y habiendo dormido la siesta —bien que 7 el compañero siempre velaba, haciendo diligen­cias para lisonjear a su dueño en razón de su delito—, se subieron al dicho terrado como la tarde antes y, enseñándole algunos particu­lares edificios a su compañero de los que habían quedado sin refe­rir la tarde antes en aquel golfo de pueblos," suspiró dos veces don Cleofás y preguntóle el Cojuelo:

—¿De qué te has acordado, amigo? ¿Qué memorias te han divi­dido esas dos exhalaciones de fuego desde el corazón a la boca? 9

—Camarada —le respondió el estudiante—, acordóme de la Calle Mayor de Madrid y de su insigne paseo a estas horas, hasta dar en el Prado.

1 E l nombre alusivo y el j u e g o con

tomar son tópicos en la sátira áurea de la

mujer, tachada siempre de codiciosa y

pedigüeña: otros autores las llaman Ma­

riquita o Quiteña.0

«como unos hermanos, es decir

c o m o unos cuadrilleros de la Santa

Hermandad que fuesen con requisito­

ria en busca de algún malhechor» ( R o ­

dríguez Marín) , pero también c o m o

cofrades de la vida picaresca, sin descar­

tar una irónica alusión a la relación en­

tre ambos . 0

3 'por las riñas, discrepancias ' . 0

4 'pleito pendiente' ; deudos: 'parien­

tes'. 5 'deliciosos, exquis i tos ' . 0

6 Puede aludir a la calle Gallegos,

donde tal vez hubiera un horno, a G a ­

llegos (comarca zamorana de la Tierra

del Pan), o a la borona, pan de maíz que

se hace y hacía en Ga l ic ia . 0

7 'aunque' . s golfo de... 'multitud de.. . ' , expre ­

sión poét ica . 0

9 Vé lez parodia el lenguaje propio

91

Page 111: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

92 E L D I A B L O C O J U E L O

—Fácil cosa será verle—dijo el diablillo—tan al vivo como está pa­sando agora. Pide un espejo a la güéspeda y tendrás el mejor rato que has tenido en tu vida; que aunque yo, por la posta, 1 0 en un abrir y cerrar de ojos te pudiera poner en él (porque las que yo conozco comen alas del viento por cebada)," no quiero que dejemos a Se­villa hasta ver en qué paran las diligencias de Cienllamas y las de tu dama, que viene caminando acá, y me hallo en este lugar muy bien porque alcanzan a él las conciencias de Indias. 1 2

A este mismo tiempo subía a su terrado Rufina María, que así se llamaba la güéspeda, dama entre nogal y granadillo, por no llamar­la mulata,1 3 gran piloto de los rumbos más secretos de Sevilla' 4 y al-faneque de volar una bolsa de bretón' 5 desde su faldriquera a las ga­rras de tanta doncelliponiente como venían a valerse della. ' 6 Iba en jubón de holanda blanca acuchillado, ' 7 con unas enaguas blancas de cotonía, 1 8 zapato de ponleví con escarpín sin media,' y como es usanza en esta tierra entre la gente tapetada,2 0 que a estas horas se su­bía a su azotea a tocar de la tarántula2' con un peine y un espejo que

de la poesía l í r ica. 0

10 por ¡a posta: puede referirse tanto al

medio utilizado ('los caballos del c o ­

rreo') como a la rapidez con que le p o ­

dría transportar. 0

1 1 Las postas (el antecedente de las es

posta), 'caballos del servicio de correo ' ,

que conoce el Co jue lo comen, por c e ­

bada, alas del viento; es decir, que vuelan

y son velocísimas, y por eso podría p o ­

ner en un abrir y cerrar de ojos a Cleofas en

él (el P rado) . 0

1 2 Las corruptas conciencias de In ­

dias llegan (alcanzan) a Sevilla por el c o ­

m e r c i o . 0

1 3 El granadillo es un árbol de la India

de madera oscura. Vélez parodia los

eufemismos empleados para aludir a

negros y mulatos, que tanto abundaban

en Sevi l la . 0

14 rumbos j uega con su sentido m a ­

rí t imo (piloto de los...) y su sentido ge r -

manesco de 'trampas, engaños, pel i­

g ros ' . 0

15 alfaneque: 'halcón'; volar una bolsa es

'seguirla' (cual halcón que sigue a su pre­

sa) o simplemente 'robarla'; bretón: ' fo­

rastero' o también 'inexperto, despreve­

n ido ' . 0

1 6 Es decir, desde la faldriquera o 'bo l ­

sillo' del forastero a las manos de la don­

celliponiente, 'doncella novata en la mala

vida' , neologismo calcado de barbipo­

niente: 'muchacho al que empieza a sa­

lir la barba' y ' n o v a t o ' . 0

17jubón: 'vestidurajusta y ceñida que

se pone sobre la camisa y se abrocha

con las calzas'; holanda: 'tela fina'; acu­

chillado: 'abierto a trechos por los que se

ve otra tela de diferente c o l o r ' . 0

l l 'tela de algodón labrada'. I y ponleví: 'zapato de tacón alto',

moda francesa; escarpín: 'funda pequeña

de tela blanca con que se cubre el pie ' ,

se ponía debajo de la media. 2 0 'de color ' , denominación burles­

ca; en sentido propio, cuero tapetado era

el ' o s c u r o ' . 0

3 1 'a arreglar el pelo con los dedos',

que parecen caminar c o m o una araña. 0

Page 112: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

T R A N C O V I I I 93

podía ser de armar;3 2 y el Cojuelo, viendo la ocasión, se le pidió con mucha cortesía para el dicho efeto, diciendo:

-Bien puede estar aquí la señora güéspeda, que yo sé que tiene inclinación a estas cosas.

—¡Ay, señor! —respondió la Rufina María-, si son del nigroman­cia, me pierdo por ellas, que nací en Triana y sé echar las habas y andar el cedazo mejor que cuantas hay de mi tamaño, 3 3 y tengo otros primores mejores, 2 4 que fiaré de vuesas mercedes si me la ha­cen, 3 5 aunque todos los que son entendidos me dicen que son dis­parates.36

—No dicen mal -dijo el Cojuelo—, pero con todo eso, señora Rufina María, de tan gran talento se pueden fiar los que yo quiero enseñar a mi cantarada.37 Esté atenta.

Y tomando el espejo en la mano, dijo: —Aquí quiero enseñalles a los dos lo que a estas horas pasa en la

calle Mayor de Madrid; que esto sólo un demonio lo puede hacer y y o . 3 8 Y adviértase que en las alabanzas de los señores que pasaren, que es mesa redonda, que cada uno de por sí hace cabecera, y que no es pleito de acreedores, que tienen unos antelaciones a otros. 3 6

- ¡ A y , señor! —dijo la tal Rufina-, comience vuesa merced, que será mucho de ver; que yo, cuando niña, estuve en la corte con una dama que se fue tras de un caballero del hábito de Calatrava que vino a hacer aquí unas pruebas, 3 0 y después me volvieron mis pa-

" espejo de armar: 'espejo de tamaño

suficiente como para verse de cuerpo

entero' . 33 de mi tamaño: 'de mi categoría';

echar las habas: sortilegio adivinatorio

en que las habas, que simbolizaban a las

personas, se echaban entre diversos ob ­

jetos y, por su proximidad a unos u

otros, se adivinaba el futuro; el cedazo se

clavaba en unas tijeras y se le pregunta­

ba (con frecuencia sobre objetos desa­

parecidos) a lo que respondía andando o

' g i rando ' . 0

"4 primores: 'habilidades'.

~5 me la hacen: el antecedente es mer­

cedes, es decir, 'me hacen la merced '

(este zeugma para abreviar la fórmula

cortés fue usadísimo). 0

2 6 E l escepticismo ante estas hechi­

cerías no era raro en la época; incluso la

misma Inquisición condenó levemente

a las hechiceras, y más por embaucado­

ras que por nigromantes . 0

3 7 N o se entiende bien a qué se re­

fiere los: ¿los primores? ¿quienes voy a

mostrar?... 2 E l ver en los espejos sucesos que

ocurren lejos es una de las artes de ni­

gromancia . 0

A diferencia de la mesa redonda,

símbolo de la igualdad, en el pleito de

acreedores, el j uez establecía una prela-

ción (véase I, n. 9). E l uso pleonástico

del que era aceptado. 0

3 0 caballero del hábito de Calatrava, es

decir, de dicha orden militar, una de las

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9 4 E L D I A B L O C O J U E L O

dres a Sevilla, y quedé con grande inclinación a esa calle, y me hol­garía de volverla a ver, aunque sea en este espejo.

Apenas acabó de decir esto la güéspeda, cuando comenzaron a pasar coches, carrozas y literas, y sillas," y caballeros a caballo, y tanta diversidad de hermosuras y de galas que parecía que se habían soltado abril y mayo y desatado las estrellas.32 Y don Cleofás, con tanto ojo, 3 3 por ver si pasaba doña Tomasa, que todavía la tenía en el corazón, sin haberse templado con tantos desengaños. ¡Oh pro­clive humanidad nuestra, que con los malos términos se abrasa y con los agasajos se destempla!3 4 Pero la tal doña Tomasa, a aquellas horas, ya había pasado de Illescas en su litera de dos yemas. 3 5

La Rufina María estaba sin juicio mirando tantas figuras como en aquel Teatro del Mundo iban representando papeles diferen­tes,3 6 y dijo al Cojuelo:

—Señor güésped, enséñeme al R e y y a la Reina, que los deseo ver y no quiero perder esta ocasión.

—Hija - le respondió el Cojuelo—, en estos paseos ordinarios no salen Sus Majestades; si quiere ver sus retratos al vivo, presto llega­remos a donde cumpla su deseo.

—Sea en hora buena —dijo la tal Rufina, y prosiguió diciendo—: ¿Quién es este caballero y gran señor que pasa agora con tanto luci­miento de lacayos y pajes en ese coche que puede ser carroza del Sol?

El Cojuelo le respondió: —Este es el Almirante de Castilla donjuán Alfonso Enríquez de

Cabrera, Duque de Medina de Rioseco y Conde de Módica, terror de Francia en Fuenterrabía.

—¡Ay, señor! —dijo la Rufina—. ¿Aquel nos echó los franceses de España? Dios le guarde muchos años. 3 7

más importantes; pruebas de limpieza de

sangre, necesarias para ingresar en la

misma. 3 ' Las carrozas eran los coches de ca­

ballos más suntuosos; para las sillas de

manos y literas, véase V I I , nn. 3 1 y 39 . ° j 2 Tópicos poéticos habituales en los

panegíricos nobil iarios. 0

3 3 'con tanta atención' o incluso 'tan

expectante y ansioso ' . 0

'4 proclive: 'propenso a alguna cosa,

especialmente a lo malo' ; es tema de la

lírica amorosa; véase V , n. 4. 35 de dos yemas puede significar, fa­

miliarmente, 'de la crema y nata', aun­

que no se ha encontrado ningún uso

paralelo que lo conf i rme . 0

3 A lude nuevamente al tema del

tbeatrum mundi, que ya apareció en el

tranco II (véase I I , n. 4), pero aquí más

como bello espectáculo que causará ad­

miración. 3 7 Enj i l l ió de 163 8 el ejército francés

cruzó la frontera española y sitió Fuen-

Page 114: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

T R A N C O V I I I 95

- É l y el gran Marqués de los Vélez —respondió el Cojue lo- fue­ron los Pelayos segundos, sin segundos, de su patria Castilla. 3 8

-¿Quién viene en aquella carroza que parece de la Primavera? -preguntó la Rufina.

—Allí viene -dijo el Cojue lo - el Conde de Oropesa y Alcaude-te, sangre de Toledo, Pimentel y de la real de Portugal, príncipe de grandes partes;3" y el que va a su mano derecha es el Conde de Luna, su primo, Quiñones y Pimentel, Señor de la casa de Benavi-des en León, hijo primogénito del Conde de Benavente, que es Luna que también resplandece de día. El Conde de Lemos y A n -drade, Marqués de Sarria, pertiguero mayor de Santiago, 4 0 Castro y Enríquez, del Gran Duque de Arjona, viene en aquel coche, tan entendido 4' y generoso como gran señor. Y en esotro, el Conde de Monterrey y Fuentes, Presidente de Italia,4 2 que ha venido de ser Virrey de Ñapóles, dejando de su gobierno tanto aplauso a las dos Sicilias4 3 y sucediéndole en esta dignidad el Duque de las Torres, 4 4

Marqués de Liche y de Toral, Señor del castillo de Aviados, sumi­ller de corps de su Majestad, 4 5 Príncipe de Astillano y Duque de Sa-bioneta, que este título es el más compatible con su grandeza; a quien acompaña, con no menos sangre y divino ingenio, en Italia, el Marqués de Alcañizas, Almansa, Enríquez y Borja. Allí viene el Condestable prudentísimo Velasco, gentilhombre de la cámara de

terrabía, que dos meses después era l i ­

berada por las tropas del Almirante de

Castilla Juan Alonso Enríquez de C a ­

brera . 0

3 sin segundos, 'sin parangón' (pon­

deración tópica de origen clásico). E l

Marqués de los Vélez era virrey de N a ­

varra en la época del asedio de Fuente-

rrabía. E l autor sigue la retórica propia

de estos panegíricos al comparar con

personajes célebres a los nobles de su

época (sobre los que aparecen a partir

de aquí se ofrecen datos en la nota

complementaria).° 3 5 'cualidades, dotes personales'. 4 0 Ca rgo honorífico de la catedral de

Santiago de Compostela que ostenta­

ban miembros de la alta nobleza. 4 ' 'sabio, discreto'. 4 2 Es decir, 'Presidente del Consejo

de Italia', órgano de gobierno, en la

Cor te , que entendía en asuntos de E s ­

tado, gracia y hacienda de las posesio­

nes españolas en Italia. 4 3 Se llamaba así, por razones histó­

ricas, a los reinos de Sicilia y Ñapóles. 4 4 El Duque de Medina de las Torres

relevó al C o n d e de Monter rey en n o ­

viembre de 1 6 3 7 . O Vélez es descara­

damente lisonjero, o es irónico: el v i ­

rreinato del conde de Monterrey , que

se negaba a abandonar el cargo, fue

muy confl ic t ivo. 0

4 5 «Empleo sumamente honorífico

en Palacio, a cuyo cargo está la asistencia

al R e y en su retrete ['habitaciones priva­

das'] para vestirle y desnudarle y todo lo

perteneciente a la cama Real» (Autorida­

des). Sólo se comentarán los cargos no

anotados ya en el tranco anterior.

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9 6 E L D I A B L O C O J U E L O

Su Majestad, con su hermano el Marqués del Fresno. El Duque de Híjarle sigue, Silva y Mendoza y Sarmiento, Marqués de Alenquer y Ribadeo, gran cortesano y hombre de a caballo grande en en­trambas sillas,46 que, por el último título que hemos dicho, tiene previlegio de comer con los Reyes la Pascua deste nombre. Va con él el Marqués de los Balbases, Espinóla, cuyo apellido puso su gran padre sobre las estrellas. Allí va el Conde de Altamira, Moscoso y Sandoval, gran señor y caballero en todo, caballerizo mayor de Su Majestad de la Reina. Allí pasa el Marqués de Povar, Aragón, con don Antonio de Aragón, su hermano, del Consejo de Ordenes y del Supremo de la Inquisición. 4 7 Los que atraviesan en aquel coche agora son el Marqués dejódar y el Conde de Peñaranda, del C o n ­sejo Real de Castilla, ambos Simancas de la jurispericia como de la nobleza.415

-¿Quién son aquellos dos mozos que van juntos —preguntó R u ­fina—,49 de una misma edad y al parecer que llevan llaves doradas?5 0

- E l Marqués de la Hinojosa -respondió el Cojuelo- , Conde de Aguilar y Señor de los Cameros, Ramírez y Arellano, es el uno, y el otro es el Marqués de Aytona, favorecedor de la música y de la poesía, que heredó hasta la posteridad de su padre; entrambos ca­maristas.5'

- ¿Qué coche es aquel tan lleno que va espumando 5 2 sangre ge­nerosísima en tantos bizarros mozos? —preguntó la tal güéspeda.

- E s del Duque del Infantado —dijo el Cojuelo—, cabeza de los Mendozas y Sandoval de varón, Marqués de Santillana y del Cene-te, Conde de Saldaña y del Real de Manzanares, hijo y retrato de

4 6 Es decir, hábil cabalgando a la j i ­

neta y a la brida; véase Prels., n. 19. 0

4 7 El Consejo de Ordenes se ocupa­

ba del gobierno y la justicia en los terri­

torios de las órdenes militares, de la

concesión de encomiendas, oficios,

dignidades y hábitos de las órdenes, así

como de las causas contra sus caballe­

ros. El Consejo de la Inquisición esta­

blecía el funcionamiento, procedi­

miento judicial y competencias penales

de la Inquisición. 0

4 8 Alude a los archivos de Simancas;

archivo es aquí, metafóricamente, la per­

sona que guarda sigilosamente los secre­

tos. E l Consejo R e a l de Castilla era ór­

gano de gobierno judicial y administra­

tivo, columna del Estado, y sus m i e m ­

bros eran preponderantemente juristas. 0

4 9 ¿Quién son...?: era habitual el e m ­

pleo del pronombre singular con valor

plural . 0

5 0 Las llaves doradas daban acceso a la

cámara real, y por tanto quienes las te­

nían y exhibían en sus pretinas eran ca­

balleros o gentiles hombres de la cáma­

ra del rey o la re ina . D O

5 1 'gentiles hombres o caballeros de

la cámara rea l ' . 0

5 2 ' rebosando' .

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T R A N C O V I I I 97

tan gran padre. Los que van con él son el Marqués de Almenara, el más bizarro galán y bien visto de la corte, hijo del gran Marqués de Orani, el Almirante de Aragón, perfecto caballero, el Marqués de San Román, caballero de veras, heredero del gran Marqués de Velada, rayo de Oran, de Holanda y Gelanda," y su hermano el Marqués de Salinas, que iguala el alma con el cuerpo, copias vivas de tan gran padre, y don Iñigo Hurtado de Mendoza, primo del Duque del Infantado, grandes caballeros todos y señores que ellos solos pueden alabarse a ellos mismos con decir quién son, que to­das las lenguas de la Fama no bastan.5 4 Va con ellos don Francisco de Mendoza, gentilhombre cortesano, favorecido de todos y dies­tro en entrambas sillas de la espada blanca y negra. 5 5

—¿Qué tropa es esta que viene agora a caballo? —preguntó la R u ­fina.

—Si pasan a espacio,5" te lo diré —dijo el Cojuelo—. Estos dos pri­meros son el Conde de Melgar y el Marqués de Peñafiel, que lle­van en sus títulos sus aplausos; don Baltasar de Zúñiga, el Conde de Brandevilla, su hermano, hijos del Marqués de Mirabel, y que lo parecen en todo; 5 7 el Conde de Medellín, Portocarrero de varón, y el Príncipe de Arambergue, primogénito del Duque de Ariscot; el Marqués de la Guardia, que tiene título de ángel; el Marqués de la Liseda, Silva y Manrique de Lara, y Diego Gómez de Sandoval, co­mendador mayor de Calatrava, Marqués de Villazores, Añover y Humanes; don Baltasar de Guzmán y Mendoza, heredero de la gran casa de Orgaz; Arias Gonzalo, primogénito del Conde de Pu-ñonrostro, imitando las bizarrías de su padre y afianzando las imita­ciones de su muy invencible agüelo. Allí vienen el Conde de M o ­lina y don Antonio Mesía de Tovar, su hermano, siendo crédito recíprocamente el uno del otro. Y entre ellos don Francisco L u -zón, blasón deste apellido en Madrid, cuyo magnánimo corazón

'Zelanda'. Oran fue «presidio» o

plaza española en el Norte de África.

Holanda y Zelanda eran provincias de

los Países Bajos limítrofes de Flandes con

las que tuvo España constantes conflic­

tos. 0

5 4 El cuerpo de la Fama estaba cu ­

bierto de lenguas para difundir las op i ­

niones; véase V I , n. 45.

Hombre de ambas sillas, aparte del

sentido propio (véase arriba, n. 46 a este

tranco), el modismo se aplicó por e x ­

tensión a las personas diestras en dos

habilidades; aquí significa 'diestro con

la espada de combate (espada blanca) y la

de esgrima (espada negra)'.0

5 6 ' despac io ' . 0

5 7 Es decir, que 'parecen hijos suyos

no sólo físicamente sino en todas las

cualidades'.

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98 E L D I A B L O C O J U E L O

hallará estrecha posada en un gigante. Va con él donjosef de Cas-trejón, deudo suyo, gran caballero, y ambos sobrinos del ilustrísi-mo Presidente de Castilla. 5 8 En este coche que les sigue viene el Duque de Pastrana, cabeza de los Silvas, estudioso príncipe y gran señor, con el Marqués de Palacios, mayordomo del R e y y decen-diente único de Men Rodríguez de Sanabria, Señor de la Puebla de Sanabria, mayordomo mayor del rey don Pedro; el Conde de Gra-jal, gran señor, y el Conde de Galve, su hermano del Duque, mol­de de buenos caballeros y en quien se hallara, si se perdiera, la cor­tesía. Los demás que van acompañándole son hombres insignes de diferentes profesiones, que este es siempre su séquito. Viene ha­blando en otro coche, con el Príncipe de Esquilache, su tío, y con el Duque de Villahermosa don Carlos, su hermano, este del C o n ­sejo de Estado de Su Majestad, 5 9 y esotro, príncipe de los ingenios. Va con ellos el Duque mozo de Villahermosa, don Fernando, en quien lo entendido y lo bizarro corren parejas/'0 y don Fernando de Borja, comendador mayor de Montesa/" de la cámara de Su M a ­jestad, con veinte y dos cursos de virrey, que se puede graduar de Catón Uticense y Censorino. 6 2 Allí viene el Marqués de Santa Cruz, Neptuno español y mayordomo mayor de la.Reina Nuestra Señora. 6 ' Aquel es el Conde de Alba de Liste, con el Marqués de Tábara y el Conde de Puñonrostro. Y tras ellos el Duque de N o ­chera, Héctor napolitano y Gobernador hoy de Aragón/ ' 4 En ese coche que se sigue viene el Conde de Coruña, Mendoza y Hurta-

5 8 D i e g o de Castejón (o Castrejón)

fue nombrado Presidente del Conse jo

R e a l y Supremo de Castilla (véase arri­

ba, n. 48) en jun io de 1640, fecha a te­

ner presente para la datación de la obra.

E l Consejo de Estado era el conse­

j o «supremo» por la universalidad e i m ­

portancia de las materias que trataba, si

bien carecía de capacidad resolutiva o

precisas atribuciones administrativas m

judiciales. Era órgano consultivo que

asesoraba al rey, aunque en la práctica,

durante los valimientos de Lerma y

Olivares, estos lo sometieron a su servi­

cio d i rec to . 0

6 0 'se igualan y compiten entre sí'

(uso metafórico; para el sentido propio,

véase V I , n. 7 8 ) . 0

6 1 ' comendador mayor de la Orden

de Montesa ' , una de las grandes órde­

nes militares. > 2 Ca tón Censor ino ( 2 3 4 - 1 4 9 a .C.)

y Ca tón Uticense (95-46 a.C.) fueron

tribunos romanos recordados en el S i ­

glo de Oro por su buen gobierno, aus­

teridad, prudencia, gravedad y sabidu­

r ía . 0

6 3 El Marqués de Santa C r u z es

comparado con el dios del mar por sus

hazañas bélicas marítimas. 6 4 Héctor es héroe por antonomasia

por su defensa de Troya . E l gobernador

de Aragón debía mantener el orden y

suplir al virrey en la R e a l Aud ienc i a . 0

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T R A N C O V I I I 99

do de las Nueve Musas, honra de los consonantes castellanos,6' en compañía del Conde de la Puebla de Montalbán, Pacheco y Girón. Allí, el Marqués de Malagón, Ulloa y Saavedra, y el Marqués de Malpica, Barroso y Ribera, y el de Frómista, padre del Marqués de Caracena (celebrado por Marte castellano en Italia),66 y el Conde de Orgaz, Guzmán y Mendoza, de Santo Domingo y San Ilefonso, todos mayordomos del R e y . Aquel que va en aquel coche es el Marqués de Floresdávila, Zúñiga y Cueva, tío del gran Duque de Alburquerque, que hoy está sirviendo con una pica en Flandes, 6 7

Capitán General de Oran, donde fue asombro del África levantan­do las banderas de su rey veinte y cinco leguas dentro de la Berbe­ría. Allí va el Conde de Castrollano, napolitano Adonis. 6 8 Allí va el Conde de Garcíez, Quesada y andaluz gallardo; el Marqués de B é l -mar, el Marqués de Tarazona, Conde de Ayala, Toledo y Fonseca; el Conde de Santisteban y Cocentaina y el Conde de Cifuentes, di­vinos ingenios; el Conde de la Calzada, y tras él, el Duque de Pe ­ñaranda, Sandoval y Zúñiga. Y en esotro coche, don Antonio de Luna y don Claudio Pimentel, del Consejo de Ordenes, Castor y Pólux de la amistad y de la generosidad.6"

—¡Ay, señor!, aquel que pasa en aquel coche —dijo la Rufina—, si no me engaño, es de Sevilla, y se llama Luis Ponce de Sandoval, Marqués de Val de Encinas, y como que me crié en su casa.

El Cojuelo respondió:

—Es un muy gran caballero y el más bienquisto que hay en esta tierra ni en la corte, que no es pequeño encarecimiento. Y aquel con quien va es el Marqués de Ayamonte, estirado título de Casti­lla y Zúñiga de varón; 7 0 y no menos que él es ese que viene en ese coche, el Conde de la Puebla del Maestre, que tiene más maestres en su sangre que condes, mozo de grandes esperanzas, y lo fuera de

5 'versos castellanos'. 6 6 El Marqués de Caracena era a la

sazón Gobernador y Capitán General

del Estado de Milán, de ahí la mención

al dios de la guerra. 6 7 La pica, un tipo de lanza, era el

arma de los soldados llamados piqueros

en la infantería española del siglo XVII .

Se entiende, pues, que sirve en el

cuerpo de infantería en Flandes, c o m o

efectivamente hizo el D u q u e de A l ­

burquerque en 1 6 4 0 . 0

6 8 Adonis, el j o v e n griego amado

por Venus, aludido c o m o prototipo de

belleza. 6 9 Pólux no quiso aceptar la inmor­

talidad que le ofrecía Zeus si Castor de­

bía permanecer en el Infierno, y por

eso estos personajes mitológicos s im­

bolizaban la amistad. 0

7 0 estirado: 'principal, digno de esti­

mación y aprecio'.

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mayores posesiones si tuviera de su parte la atención de la Fortuna. Allí pasa el Conde de Castrillo (Haro, hermano del gran Marqués del Carpió), Presidente de Indias,7' y tras él, el Marqués de Ladra­da y el Conde de Baños, padre y hijo, Cerdas de la gran casa de M e -dinaceli. Esotro es el Marqués de los Trujillos, bizarro caballero. Y tras ellos el Conde de Fuensalida, con don Jaime Manuel, de la cá­mara de Su Majestad y hermano del Duque de Maqueda y Najara, que hoy gobierna el tridente de ambos mares. 7 2

—Dígame vuesa merced, señor licenciado —dijo la Rufina—: ¿qué casas sumptuosas son estas que están enfrente destas joyeras? 7 3

-Son del Conde de Oñate 7 4 -dijo el diablillo-, timbre esclareci­dísimo de los Ladrones de Guevara, 7 5 Mercurio mayor de España y Conde de Villamediana, 7 0 hijo de un padre que hace emperadores y es hoy Presidente de Ordenes. 7 7

—Y aquellas gradas que están allí enfrente —prosiguió la tal R u f i ­na María— tan llenas de gente, ¿de qué templo son, o qué hacen allí tanta variedad de hombres vestidos de diferentes colores?

—Aquellas son las gradas de San Felipe —respondió el Cojuelo—, convento de San Agustín, que es el mentidero de los soldados, de adonde salen las nuevas primero que los sucesos. 7 8

—¿Qué entierro es este tan sumptuoso que pasa por la calle M a ­yor? —preguntó don Cleofás, que estaba tan aturdido como la mulata. 7 9

7 1 'Presidente del Conse jo de In­

dias*, que desde la Cor te se ocupaba del

gobierno y administración de justicia

en las Indias occidentales. 0

7 2 El Duque de Maqueda era C a p i ­

tán General de la Armada del M a r O c é ­

ano desde 1 6 1 8 .

Puede entenderse ' joyerías' o,

metafóricamente fundas ( 'coches') de

joyas ( 'nobles ' ) . 0

7 4 Situada en la calle Mayor , era una

de las casas más distinguidas de la n o ­

bleza madrileña. 0

75 timbre esclarecidísimo: 'insignia, dis­

tintivo ilustre, de claro l ina je ' . 0

7 6 C o n Mercurio, mensajero de los

dioses, alude Vélez al cargo de Cor reo

M a y o r que disfrutaba, por derecho

propio, el C o n d e de Vi l lamediana . 0

7 7 El V C o n d e de Oñate, participó,

por su condición de embajador español

en Viena, en la elección del R e y de R o ­

manos y luego Emperador del Sacro Im­

perio R o m a n o Germánico Fernando

III, al que se menciona más abajo; Presi­

dente de Ordenes, es decir, del Consejo de

Ordenes (véase n. 47 a este tranco). 0

7 ' s Las gradas del convento agustino

de San Felipe eran el mentidero madri­

leño donde se reunían los ociosos a in­

ventar los bulos que corrían por la cor ­

te y comentar y transformar las noticias

que los correos traían a la casa del C o n ­

de de Oñate, al otro lado de la ca l le . 0

7 9 Pasaje enmendado con respecto a

las ediciones antiguas, donde aparece

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—Este es el de nuestro astrólogo —respondió el Cojuelo—, que ayunó toda su vida para que se lo coman todos estos en su muerte y, siendo su retiro tan grande cuando vivo, ordenó que le paseasen por la calle Mayor después de muerto en el testamento que halla­ron sus parientes.8 0

—Bellaco coche —dijo don Cleofás— es un ataúd para ese paseo.

—Los más ordinarios son esos —dijo el Cojuelo— y los que ruedan más en el mundo. 8 ' Y ahora me parece —prosiguió diciendo— que es­tarán mis amos menos indignados conmigo, pues la prenda que soli­citaban por mí la tienen allá, hasta que vaya estotra mitad, que es el cuerpo, a regalarse en aquellos baños de piedra azufre.82

—¡Con sus tizones se lo coma! 8 3 —dijo don Cleofás. Y la Rufina estaba absorta mirando su calle Mayor, que no les

entendió la plática; y, volviéndose a ella, el Cojuelo le dijo:

—Ya vamos llegando, señora güéspeda, donde cumpla lo que de­sea; que esa es la Puerta del Sol y la plaza de armas de la mejor fru­ta que hay en Madrid. 8 4 Aquella bellísima fuente de lapislázuli y ala­bastro es la del Buen Suceso, 8 5 adonde, como en pleito de acreedores, están los aguadores gallegos y coritos gozando de sus antelaciones para llenar de agua los cántaros.8" Aquella es la Victo-

de la siguiente manera: sumptuoso —pre­

guntó don Cleofás—, que pasa por la calle

mayor -que estaba tan aturdido como la

mulata.0

Vélez se hace eco de las críticas

erasmistas a los entierros suntuosos que

formulaban también, por ejemplo, V i -

llalón en El Crotalón o Quevedo en El

mundo por de dentro.0

' Es decir: 'los coches más ordina­

rios son esos y los que más ruedan por el

mundo ' . Opor tuno recuerdo estoico

tras el desfile de vanidades recién pre­

senciado: «Cotidianamente ante nues­

tros ojos pasan entierros de conocidos y

desconocidos» (Séneca) . 0

regalarse: 'derretirse'; baños de pie­

dra azufre: los del infierno, se entiende. 8 3 Variación jocosa del dicho «con su

pan se lo coma» (Correas), dado que se

habla del infierno.

8 4 En la Puerta del Sol , en el lado del

Conven to de la Victoria, había plaza o

mercado de fruta. Por ser el lugar don­

de «formaban» los cajones de fruta o

por su aspecto de instalación provis io­

nal la llama plaza de armas ( 'campamen­

to militar' o 'plaza donde se forma y

hace instrucción mil i tar ' ) . 0

8 5 La fuente se situaba delante de la

iglesia del Hospital R e a l de Cor te , l la­

mado del Buen Suceso, del que tomaron

el nombre tanto la iglesia c o m o la p ro ­

pia fuente. U n o de los orgullos del M a ­

drid barroco eran sus numerosas fuen­

tes, muchas de costosa y bella factura. 0

8" coritos: 'asturianos, cántabros'. Los

aguadores, que repartían agua por las

casas, procedían efectivamente, en su

mayoría, del norte y llenaban sus cánta­

ros en las fuentes por riguroso orden de

llegada, c o m o exigían los bandos m u -

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ria, de frailes mínimos de San Francisco de Paula, 8 7 retrato de aquel humilde y seráfico portento que en el palacio de Dios ocupa la silla de nuestro soberbio príncipe Lucifer; 8 8 y mire allí enfrente los re­tratos que yo la prometí enseñar.

Sin estar la dicha mulata en la plática que hacia don Cleofás ha­bía dirigido el tal Cojuelo, y diciendo:

—¡Qué linda hilera de señores, que parece que están vivos! —El R e y nuestro Señor es el primero —dijo el Cojuelo. - ¡Qué hombre está!8'-' —dijo la mulata—. ¡Qué bizarros bigotes

tiene y cómo parece rey en la cara y en el arte! ¡Qué hermosa que está junto a él la Reina nuestra Señora! ¡Y qué bien vestida y toca­da! ¡Dios nos la guarde! Y aquel niño de oro que se sigue luego, ¿quién es?

—El Príncipe nuestro Señor -dijo don Cleofás—, que pienso que le crió Dios en la turquesa de los ángeles.'-"3

—Dios le bendiga -replicó Rufina- , y mi ojo no le haga mal; 0 1 y viviendo más que el mundo, nunca herede a su padre; y viva su pa­dre más siglos que tiene almenas en su monarquía. ¡Ay, señor! -prosiguió Rufina-, ¿quién es aquel caballero que, al parecer, está vestido a la turquesca, con aquella señora tan linda al lado, vestida a la española?

—No es —dijo el Cojuelo— traje turquesco; que es la usanza hún­gara, como' 2 ha sido rey de Hungría; que es Ferdinando de Austria, cesáreo Emperador de Alemania y R e y de Romanos, y la Empera­triz su esposa María, Serenísima Infanta de Castilla, 9 3 que hasta los demonios —volviéndose a don Cleofás— celebramos sus grandezas.

nicipales para evitar los conflictos que a

pesar de esas medidas frecuentemente

se desataban; pleito de acreedores: véase

arriba, n. 2 9 . 0

8 7 La iglesia del convento de la V i c ­

toria, fundado en 1561 y derribado en

1 8 3 6 . 0

8 8 Quevedo aludió a este hecho en

su «Glorioso túmulo a la Serenísima In­

fanta sor Margarita de Austria»; «La silla

más excelsa, más gloriosa, / que perdió

el serafín amotinado / premió a Fran­

cisco la humildad». 0

9 ' ¡Qué hombre, qué valiente está

pintado! ' . 0

y 0 turquesa: ' m o l d e ' . 0

9 1 C o m o Ruf ina es hechicera, p o ­

dría hacerle mal de ojo con sólo mirar­

lo y alabarlo. 0

0 2 t , n

porque . 9 3 Fernando de Habsburgo, R e y de

Hungría, fue elegido R e y de R o m a n o s

en diciembre de 1 6 3 o y, tras la muerte

de su padre en 1 6 3 7 , le sucedió c o m o

Emperador del Sacro Imperio R o m a ­

no Germánico . Había casado en 1 6 3 1

con la Infanta María, hermana de Fel i ­

pe IV .

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T R A N C O V I I I I03

—¿Quién es aquel de tan hermosa cara y tan alentadas guedejas 9 4

—preguntó la mulata- que está también en la cuadrilla vestido de soldado, tan galán, tan bizarro y tan airoso que se lleva los ojos de todos y tiene tanto auditorio mirándole?

—Aquel es el Serenísimo Infante don Fernando —respondió el Cojuelo—, questá por su hermano gobernando los estados de Flan-des y es Arzobispo de Toledo y Cardenal de España, 9 S y ha dado al infierno las mayores entradas de franceses y holandeses que ha teni­do jamás después que se representa en él la eternidad de Dios, 9" aunque entren las de Jerjes y Darío, 9 7 y pienso que ha de hacer dar grada a mujeres de las luteranas, calvinistas y protestantes que si­guen la seta de sus maridos, tanto, que los más de los días vuelve el dinero el purgatorio. 9 8

-Gana me da, si pudiera —dijo la mulata— de dalle mil besos. —En país está —dijo don Cleofás— que tendrá el original bastante

mercadería de eso; 9 9 que esta ceremonia dejó Judas sembrada en aquellos países. 1 0 0

- ¡Oh , cómo me pesa -dijo la Ruf ina- que va anocheciendo y encubriéndose el concurso de la calle Mayor!

—Ya todo ha bajado al Prado -dijo el Cojue lo- y no hay nada que ver en ella; tome vuesa merced su espejo, que otro día le ense­ñaremos en él el río de Manzanares, que se llama río porque se ríe de los que van a bañarse en él, no teniendo agua, que solamente tie-

9 4 'levantados, vigorosos m e c h o ­

nes ' . 0

9 5 E l Cardenal Infante Fernando de

Austria ( 1 6 0 9 - 1 6 4 1 ) , hermano de Fel i ­

pe IV, era Cardenal y Arzobispo de

Toledo desde su niñez, así como G o ­

bernador y Capitán General del ejérci­

to de Flandes desde 1 6 3 4 , donde em­

prendió campañas militares contra

Holanda y Francia. 9 6 después que: 'desde que ' . España

estaba en guerra con los holandeses

desde 1 6 2 1 y desde 1635 con Francia.

E n agosto de 1636 el ejército del C a r ­

denal Infante había llegado al alcance

de París. Obsérvese el léxico del espec­

táculo teatral: entradas, representa...0

97 las deJerjes y Darío: 'inmensas mul ­

titudes'; Heródoto explicaba en sus

Historias que el rey persa Jerjes, hijo de

Darío I el Grande, al reunir a su ejérci­

to, v io que este se extendía por el mar,

costas y val les . 0

9 8 Cont inúa la alegoría teatral: el te­

atro del infierno está tan concurrido

que se da grada ('asientos laterales') a las

mujeres herejes para desahogar el corral

y el purgatorio devuelve el dinero po r ­

que no se hace en él representación al

faltar púb l i co . 0

9 9 E l original es el infante, que ha ser­

vido de 'modelo ' para el retrato. 0

1 0 0 Alude al beso de judas y al uso de

besarse en público c o m o saludo, gesto

de cortesía mal visto en la España de la

época . 0

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ne regada la arena, 1 0 1 y pasa el verano de noche, como río navarris-co , 1 0 2 siendo el más merendado y cenado de cuantos ríos hay en el mundo.

- E l más caudal del es -dijo don Cleofás—, pues lleva más hom­bres, mujeres y coches que pescados los dos mares. 1 0 3

- Y a me espantaba yo -dijo el Cojue lo - que no volvías por tu río. 1 0 4 Respóndele eso al vizcaíno que dijo: «O vende puente, o compra río». 1 0 5

- N o ha menester mayor río Madrid -dijo don Cleofás-, pues hay muchos en él que se ahogan en poca agua, y en menos se aho­gara aquel regidor que entró en el ayuntamiento de las ranas del Molino Quemado. 1 0 6

- ¡Qué galante eres —dijo el Cojuelo—, don Cleofás, hasta contra tus regidores!

Bajándose con esto de la azutea, y la Rufina protestando al C o ­juelo que le había de cumplir la palabra el día siguiente. Todo lo cual y lo que más sucediere se deja para esotro tranco.

1 0 r E l poco caudal del Manzanares

fue mot ivo de múltiples burlas y chistes

(véase I, n. 4). 1 0 2 E l navarrisco, moneda navarra, no

pasaba, 'no se aceptaba', a no ser de n o ­

che, cuando no se veía; como mala

moneda, el Manzanares sólo pasa de

noche en verano porque de día está

s e c o . 0

103 el más caudal del es: 'es el más cau­

daloso del mundo ' por los coches y

gentes que van a merendar y cenar al

río en las noches estivas. 0

1 0 4 'no defendías a tu río, no restau­

rabas su fama ' . 0

1 0 5 M u c h o s de los chistes sobre el

Manzanares se burlaban de la despro­

porcionada d imensión del puente de

Segovia («la puente segoviana»), cons­

truido en 1 5 6 4 , para tan escuálido

r ío .° 1 0 6 Era el M o l i n o Q u e m a d o uno de

los lugares que frecuentaban los madri­

leños en verano para divertirse; se aho­

gan en poca agua: quizás alude burlesca­

mente a que lo hacen en v ino , es decir,

se emborrachan, cosa habitual al pare­

cer en el M o l i n o Q u e m a d o . N o se han

encontrado datos que permitan aclarar

la alusión al reg idor . 0

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T R A N C O I X

Y saliéndose al ejercicio de la noche pasada,1 aunque las calles de Sevilla en la mayor parte son hijas del laberinto de Creta, 2 como el Cojuelo era el Teseo de todas, sin el ovillo de Ariadna llegaron al Barrio del Duque, que es una plaza más ancha que las demás, ilus­trada de las ostentosas casas de los duques de Sidonia, 3 como lo muestra sobre sus armas y coronel un niño con una daga en la mano, 4 segundo Isac en el hecho —como esotro en la obediencia— el dicho, que murió sacrificado a la lealtad de su padre, don Alon­so Pérez de Guzmán «el Bueno», Alcaide de Tarifa, 5 aposento siempre de los asistentes de Sevilla y hoy del que con tanta aproba­ción lo es, el Conde de Salvatierra,6 gentilhombre de la cámara del señor Infante Fernando y segundo Licurgo del gobierno. 7 Y al en­trar por la calle de las Armas que se sigue luego a siniestra mano, en un gran cuarto bajo cuyas rejas rasgadas8 descubrían algunas luces, vieron mucha gente de buena capa" sentados con grande orden y uno en una silla con un bufete delante, una campanilla, recado de escribir y papeles, 1 0 y dos acólitos a los lados, y algunas muj eres con mantos, de medio ojo," sentadas en el suelo, que era un espacio que hacían los asientos, y el Cojuelo le dijo a don Cleofás:

1 Esto es, saliendo a callejear y ron­

dar por Sevilla. E l uso del pronombre

reflexivo con verbos intransitivos,

c o m o salir, es típico de la época . 0

" La Sevilla del Siglo de Oro conser­

vaba rasgos de una ciudad musulmana,

con estrechas y tortuosas calles y nume­

rosos callejones sin salida. 0

3 ilustrada de las casas: 'realzada, en­

noblecida por el palacio'. Aunque el

nombre era Plaza del Duque , se c o n o ­

cía comúnmente con el de Barrio del

Duque.0

4 amias y coronel: 'escudo y cimera o

corona heráldica'. 5 En 1294, cual Abraham dispuesto a

sacrificar a Isaac, Alonso Pérez de G u z ­

mán «el Bueno», por no ceder Tarifa a

los moros, que tenían como rehén a su

hijo, les arrojó desafiante su daga para

que lo mataran, hecho reflejado en el

coronel del e scudo . 0

6 García Sarmiento de Sotomayor , II

Conde de Salvatierra, fue asistente - ' c o ­

rregidor, gobernador'— de Sevilla entre

1634 y 1 6 4 2 . 0

7 Tópica alusión al famoso legislador

y gobernador de Esparta . 0

8 ( i- , o amplias .

9 'de calidad, reputada ' . 0

10 bufete: 'mesa plegable portátil'; re­

cado de escribir: todo lo necesario para

e l l o . 0

11 de medio ojo o «tapadas» (como tam­

bién se las llamaba), es decir, cubierto

con un manto un lado del rostro, de­

jando a la vista, un solo ojo, a pesar de

ser moda prohibida . 0

105

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E L D I A B L O C O J U E L O

—Esta es una academia de los mayores ingenios de Sevilla, que se juntan en esta casa a conferir cosas de la profesión y hacer versos a diferentes asumptos;1 2 si quieres, pues eres hombre inclinado a esta habilidad, éntrate a entretener dentro, que por güéspedes y foraste­ros no podemos dejar de ser muy bien recibidos.

Don Cleofás le respondió: —En ninguna parte nos podemos entretener tanto; entremos no­

rabuena.

Y trayendo en el aire,' 3 para entrar más de rebozo, el diablillo dos pares de antojos, con sus cuerdas de guitarra para las orejas (que se los quitó a dos descorteses, que con este achaque palian su des­cortesía,1 4 que estaban durmiendo, por ejercella de noche y de día), entraron muy severos en la dicha academia, que apatrocinaba, con el agasajo que suele, el Conde de la Torre, Rivera y Saavedra y Guzmán, y cabeza y varón de los Riveras. ' 5 El presidente era A n ­tonio Ortiz Melgarejo, de la insignia de San Juan, ingenio eminen­te en la Música y en la Poesía, cuya casa fue siempre el museo de la Poesía y de la Música. 1 6 Era secretario Alvaro de Cubillo, ingenio granadino que había venido a Sevilla a algunos negocios de su im­portancia, excelente cómico y grande versificador, con aquel fue­go andaluz que todos los que nacen en aquel clima tienen;' 7 y Blas de las Casas era fiscal, espíritu divino en lo divinó y humano. Eran, entre los demás académicos, conocidos don Cristóbal de Rozas y don Diego de Rosas, ingenios peregrinos que han honrado el poe­ma dragmático, y don García de Coronel y Salcedo, fénix de las le­tras humanas y primer Píndaro andaluz. 1 8

1 2 Aunque no se sabe si esta acade­

mia literaria existió realmente, sí se or­

ganiza como las que tuvieron su auge

en la España del XVII : se repartían fun­

ciones entre sus miembros (presidente,

fiscal...), se encargaban composiciones

sobre un tema, etc.° 13 en el aire: 'con gran presteza'. 1 4 C o n el achaque, 'pretexto ' y 'en­

fermedad' que les obliga a l levarlos an­

tojos ('anteojos', que se ajustaban a las

orejas con unas cuerdas) disculpan

cumplir las cortesías (véase al propósito

II , n. 68).° 1 5 Pedro de R i v e r a , C o n d e de la

Tor re y hermano del D u q u e de Alcalá

Femando Afán de R i v e r a (muerto en

1 6 3 7 ) , persona relevante en Sevi l la . 0

1 6 Antonio Ortiz Melgarejo , nacido

en 1 5 8 0 , presbítero del hábito de San

Juan , amigo de L o p e de Vega , fue acti­

v o académico y recogió los cuentos de

Juan de A r g u i j o . 0

' 7 A l v a r o d e Cubi l lo (h. 1 5 9 6 - 1 6 6 1 ) ,

poeta y autor de comedias c o m o Las

muñecas de Marcela o El señor de las No­

ches Buenas, que incluyó en El enano de

las Musas ( 1 6 5 4 ) . 0

1 primer Píndaro andaluz, 'primer

poeta andaluz', aludiendo por antono-

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T R A N C O I X 107

Levantáronse todos cuando entraron los forasteros, haciéndolos acomodar en los mejores lugares que se hallaron, y, sosegada la aca­demia al repique de la campanilla del presidente, habiendo referi­do algunos versos de los sujetos1 9 que habían dado en la pasada, y que daban fin en los que entonces había leído con una silva al Fé ­nix que leyó doña Ana Caro, décima musa sevillana, 3 0 les pidió el presidente a los dos forasteros que, por honrar aquella academia, repitiesen algunos versos suyos, que era imposible dejar de hacer­los muy buenos los que habían entrado a oír los pasados. Y don Cleofás, sin hacerse más de rogar, por parecer castellano entendi­do 2 ' y cortesano de nacimiento, dijo:

- Y o obedezco con este soneto que escribí a la gran máscara del R e y Nuestro Señor, 3 3 que se celebró en el Prado alto, junto al Buen Retiro, tan grande anfiteatro que borró la memoria de los an­tiguos griegos y romanos.

Callaron todos y dijo en alta voz, con acción bizarra 3 3 y airoso ademán, desta suerte:

S O N E T O

Aquel que, más allá de hombre, vestido de sus propios augustos esplendores, al Sol por virrey tiene y en mayores climas su nombre estrecha esclarecido; 3 4

aquel que, sobre un Céfiro nacido entre los ciudadanos moradores

masía al lírico griego. Salcedo Corone l

(m. 1 6 5 1 ) es hoy recordado por su edi­

ción comentada de la obra de Góngora ,

al que también imitó c o m o poeta.

Poco más se sabe, aparte de lo dicho

por Vélez, de los demás académicos . 0

1 9 'temas'. 3 0 Ana Caro Mallén, poetisa y auto­

ra de El Conde de Partinuplés, que parti­

cipó con Vélez en la Academia burles­

ca de 1 6 3 7 celebrada en la Cor te (véase

arriba, n. 22) , destacó como dramatur-

ga y cronista; décima musa: es frase tópi­

ca para referirla a escritoras o damas

doctas. 0

3 1 'discreto'. 3 3 Se confunden aquí ficción y reali­

dad: el rey participó en una máscara

(vistoso ejercicio ecuestre nocturno)

en 1 6 3 7 , y Vélez , en la Academia B u r ­

lesca que formó parte de las celebracio­

nes, le dedicó el soneto que Cleofás lee

a continuación, así c o m o las «Premáti-

cas y Ordenanzas» del tranco X . ° 3 3 'declamación enérgica y elegante' . 0

2 4 climas: el espacio entre los parale­

los. Los que domina el R e y son m a y o ­

res que los del propio Sol.

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io8 E L D I A B L O C O J U E L O

del Betis, a quien más que pació flores plumas para ser pájaro ha bebido; 2 5

aquel que a luz y a tornos desaña en la mayor palestra que vio el suelo cuanta le ve estrellada monarquía; 2 6

es, a pesar del bárbaro desvelo, Filipo el Grande, que, arbitro del día, está partiendo imperios con el Cielo.

Aplaudiéndolo toda la academia con vítores y un dilatado estruen­do festivo, y apercibiéndose el Cojuelo para otro, destosiéndose como es costumbre en los hombres, siendo él espíritu, dijo deste modo:

A U N S A S T R E T A N C A B A L L E R O Q U E N O Q U E R Í A

C O R T A R L O S V E S T I D O S D E S U S A M I G O S ,

R E M I T I É N D O L O S A S U M A S E B A R R I L E T E 3 7

S O N E T O

Panfilo, ya que los eternos dioses,' por el secreto fin de su juicio, no te han hecho tribuno ni patricio con que a la dignidad del César oses,

razón será que el ánimo reposes haciendo en ti oblación y sacrificio, que dicen que no acudes a tu oficio estos que cortan lo que tú no coses. 2 8

Los ojos vuelve a tu primer estado, las togas cose y de vestillas deja,

2 5 'sobre un veloz caballo nacido en­

tre los del Guadalquivir , del cual más

que pacer flores, ha bebido plumas'.

Usa Vélez imágenes y leyendas ya alu­

didas: los caballos veloces hijos del

viento que pacen gamones (VI , n. 5) o

comen alas del viento (VIII , n. 1 1 ) . 2 6 'aquel que desafía a toda la estre­

llada monarquía que le ve a luz y vue l ­

tas (tomos)'; palestra: ' lugar donde se lu­

cha' o la ' lucha' misma (cu l t i smo) . 0 0

2 7 Aunque parece referirse al sotasas-

tre, masebarrilete es palabra sin docu­

mentar, compuesta de mase, 'maestro'

—con intención irónica— y barrilete, un

tipo de nudo marinero, lo que aludiría

a lo burdo de sus labores (Arel lano) . 0

2 8 cortar de vestir, aparte del sentido

propio, significaba, figuradamente, 'cri­

t icar ' . 0

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T R A N C O I X 109

que un plebeyo no aspira al consulado. Esto, Panfilo, R o m a te aconseja;

no digan que de plumas que has hurtado te has querido vestir como corneja.2"

El soneto fue aplaudido de toda la Academia, diciendo los más noticiosos 3 0 della que parecía epigrama de Marcial o en su tiempo compuesto de algún poeta que le quiso imitar, y otros dijeron que adolecía del doctor de Villahermosa, divino Juvenal aragonés, 3 ' pi­diendo el Conde de la Torre a don Cleofás y al Cojuelo que hon­rasen aquella junta lo que estuviesen en Sevilla y que dijesen los nombres supuestos con que habían de asistilla, como se usó en la Corusca y en la Academia de Capua, de Ñapóles, de R o m a y de Florencia, en Italia, y como se acostumbraba en aquella. 3 2 Don Cleofás dijo que se llamaba «el Engañado» y el Cojuelo «el Enga­ñador».3 3 Sin entenderse el fundamento que tenían los dos nom­bres y repartiendo los asuntos para la academia venidera, nombra­ron por presidente della al «Engañado» y por fiscal al «Engañador» (porque el oficio de secretario no se mudaba), haciéndoles esta l i ­sonja por forasteros y porque les pareció a todos que eran ingenios singulares. Y sacando una guitarra una dama de las tapadas, tem­plada sin sentirlo,3 4 con otras dos cantaron a tres voces un romance excelentísimo de don Antonio de Mendoza -soberano ingenio

2 y Para embellecerse, se viste de

plumas ajenas y hace el ridículo. La fá­

bula esópica, m u y citada, se aplicó

c o m o burla a los usurpadores sociales

así c o m o a los plagiarios, a los que ade­

más se llamaba poetas-sastres y contra

quienes también podría ir dirigido el

s o n e t o . 0

3 0 'entendidos, eruditos cortesanos'. 0

adolecía: 'parecía'; tal vez jugando

con el sentido propio del verbo llama

luego doctor al Rector de Villahermosa,

Bar tolomé Leonardo de Argensola

( 1 5 6 2 - 1 6 3 1 ) , famoso poeta y autor de

unas Rimas de sabor clásico —por eso le

llamaban Juvenal aragonés- donde con

frecuencia citó y tradujo a Marcial y

Horacio 0

3 2 Las academias españolas se enor­

gullecían de imitar a las italianas (la Co­

rusca mencionada es la Crusca, de F l o ­

rencia). C o m o en ellas, se repartían

cargos y temas, y se usaban pseudóni­

mos en que abundaban anagramas,

nombres pastoriles, clasicistas, s imbóli­

cos o simplemente disparatados. 0

3 3 D o n Cleofás es engañado por doña

Tomasa, y el Cojue lo , diablo, p romue­

ve los engaños que, bajo cuerda, pre­

tenden hacer los hombres, y engañán­

dolos él, luego los descubre . 0

3 4 'afinada sin o í r lo ' . «Es gentil enca­

recimiento, pues el oír templar un ins­

trumento fue siempre cosa harto m o ­

lesta» y muy criticada por los autores de

la época (Rodr íguez M a r í n ) . 0

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1 10 E L D I A B L O C O J U E L O

montañés y dueño eminentísimo del estilo lírico, a cuya divina música vendrán estrechos todos los agasajos de su fortuna-, 3 5 con que se acabó la academia de aquella noche, dividiéndose los unos de los otros para sus posadas, aunque todavía era temprano, porque no habían dado las nueve. Y don Cleofás y el Cojuelo se bajaron hacia el Alameda con pretexto de tomar el fresco en la Almenilla, baluarte bellísimo que resiste a Guadalquivir para que no anegue aquel gran pueblo en las continuas y soberbias avenidas suyas. 3 6 Y llegando a vista de San Clemente el Real , que estaba en el camino a mano izquierda, convento ilustrísimo de monjas, que son seño­ras de todo aquel barrio y de vasallos fuera del, patronazgo magní­fico de los Reyes, fundado por el Santo R e y don Fernando porque el día de su advocación ganó aquella ciudad de los moros, 3 7 le dijo el Cojuelo a don Cleofás:

—Este real edificio es jaula sagrada de un serafín, o Serafina, que fue primero dulcísimo ruiseñor del Tejo , 3 8 cuya divina y estranjera voz no cabe en los oídos humanos y sube en simétrica armonía a so­licitar la capilla impírea, prodigio nunca visto en el diapasón ni en la naturaleza,39 pero no por eso previlegiada de la envidia. 4 0

A estos hipérboles iba dando carrete4' —verdades pocas veces eje­cutadas de su lengua— cuando, al revolver 4 3 otra calle, pocas veces paseada a tales horas de nadie, oyeron grandes carcajadas de risa y aplausos de regocijo en una casa baja, edificio humilde que se indi-

3 5 Antonio Hurtado de Mendoza ,

Secretario del R e y , poeta lírico y dra­

mático y amigo de Vélez, con quien

compartió autoría de comedias y parti­

cipó en diversas academias. 3 6 Efectivamente, más de una vez se

desbordó el Guadalquivir. Para paliar

las inundaciones había una muralla en

la plaza de la Almeni l la . 0

3 7 Decía Morgado en su Historia de

Sevilla que este monasterio era «el más

antiguo y primero que de monjas en

ella fue fundado después de ganada de

poder de los moros». 0

3 serafín: ángel del segundo coro c e ­

lestial; se aplicaba también a personas

con hermosos dones. E n 1 6 3 2 tomaba

el hábito, en el monasterio de San C l e ­

mente, Ana María Serafina, hija de

unos lisboetas, que debe ser el aludido

ruiseñor del Tejo, 'Ta jo ' , en portugués

(Rodr íguez Mar ín) . °

capilla intpírea: ' coro divino ' , pues

el cielo empíreo es la morada de Dios ;

el quadruvium v igente distinguía: m ú ­

sica mundana, humana e instrumental

(diapasón), que revelan y permiten

la ascensión del alma a la música d i ­

v i n a . 0

4 0 'exenta de envidia, de ser envidia­

da'; véase V I I , n. 48. 4' dar carrete: en sentido recto 'dar se­

dal', aquí figuradamente 'soltando, lar­

gando'; hipérbole presentaba alternancia

de género en la época . 0

4 2 ' tomar, volver , g i ra r ' . 0

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T R A N C O I X 1 1 1

ciaba de jardín 4 3 por unas pequeñas verjas de una reja algo alta del suelo, que malparía algunos relámpagos de luces escasamente co ­nocidos de los que pasaban.4 4 Y preguntóle al Cojuelo don Cleofás qué casa era aquella donde había tanto regocijo a aquellas horas. El diablillo le respondió:

-Este se llama el garito de los pobres, que aquí se juntan ellos y ellas después de haber pedido todo el día, a entretenerse y a jugar, y a nombrar los puestos donde han de mendigar esotro día, 4 5 por que no se encuentren unas limosnas con otras. Entremos dentro y nos entretendremos un rato; que sin ser vistos ni oídos, haciéndonos invisibles con mi buena maña, 4 6 hemos de registrar este cónclave de San Lázaro. 4 7

Y con estas palabras, tomando a don Cleofás por la mano, se en­traron por un balconcillo que a la mano derecha tenía la mendiga habitación, porque en la puerta tenían puesto portero por que no entrasen más de los que ellos quisiesen y los que fuesen señalados de la mano de Dios;4* y bajando por un caracolillo 4 9 a una sala baja, algo espaciosa, cuyas ventanas salían a un jardinillo de ortigas y mal­vas, como de gente que había nacido en ellas,5 0 la hallaron ocupada con mucha orden de los pobres que habían venido, comenzando a jugar al rentoy 5 ' limetas de vino de Alanís y Cazalla, 5 2 que en aquel lugar nunca lo hay razonable,5 3 y algunos mirones, sentados tam­bién y en pie. La mesa sobre que se jugaba era de pino, con tres pies y otro supuesto, que podía pedir limosna como ellos, un candelero

• 4 3 'parecía ser j a rd ín ' . 0

4 4 escasamente conocidos, en el sentido

de que apenas se veían. 4 5 'el día s iguiente ' . 0

4 6 Una de las habilidades del diablo

era la de hacerse invisible, según reco­

nocían los tratadistas. 0

4 7 'hemos de ver esta junta de p o ­

bres'. Se llamaba Lázaro al 'pobre an­

drajoso' por alusión al mendigo del

Evangel io, como Hospital de San Láza­

ro al dedicado a curar la peste y la tina.

Podría también ser referencia literaria

al Lazarillo, implicando la picara c o m ­

posición del cónclave. Pérez de Herre­

ra da noticia de la existencia de juntas

de mendigos y gentes de mal vivir en su

Amparo de pobres.0

4 l S ' l isiados' , aunque juega también

irónicamente con su sentido literal,

pues se refiere a tan miserables pe r ­

sonajes en esos términos ( como en I,

n. 5 1 ) . 4 y 'escalera de caracol' . 50 «Nacido en las malvas se decía de

quien procedía de familia pobre o in­

cluso de padres desconocidos. G ó n g o -

ra añadió a la frase hecha la muletilla y

criado en las ortigas.0

5 1 J u e g o de naipes (véase III , n. 10). 0

52 limeta: 'botella de vientre ancho y

corto, y cuello bastante largo'; los vinos

de Alanís y Cazalla, en la provincia de

Sevilla, eran celebradísimos. 0

5 3 'nunca mediocre, mediano ' , sino

sólo superior, exce len te . 0

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1 1 2 E L D I A B L O C O J U E L O

de barro con una antorcha de brea, y los naipes con dos dedos de moho hacia cecina, 5 4 de puro manejados de aquellos príncipes, y el barato que se sacaba se iba poniendo sobre el candelera. 5 5 Y a esto­tra parte estaba el estrado de las señoras, sobre una estera de esparto de retorno del ivierno pasado, 5 6 tan remendados todos y todas que parece que les habían cortado de vestir de jaspes de los muladares. 5 7

Y entrando don Cleofás y su compañero y diciendo una pobra, fue todo uno: 5 8 «¡Ya viene el Diablo Cojuelo!». Alteróse don Cleofás y dijo a su camarada:

—¡Juro a Dios que nos han conocido! 5" —No te sobresaltes —respondió el diablillo—; que no nos han cono­

cido ni nos pueden ver, como te previne; que el que ha dicho la po­bra que viene es aquel que entra agora, que trae una pierna de palo y una muleta en la mano y se viene quitando la montera, y entre ellos le llaman «el Diablo Cojuelo» por mal nombre, 6 0 que es un bellaco, mal pobre, embustero y ladrón, y estoy harto cansado con él y con ellos porque le llaman así, que es una sátira que me han hecho con esto y que yo he sentido mucho; pero esta noche pienso que me lo ha de pagar, aunque sea con la mano del gato, como dicen.6 1

—Muy grande atrevimiento —dijo don Cleofás— ha sido querer­las apostar contigo, 6 2 siendo tú el demonio más travieso del infier­no, y no te la hará nadie que no te la pague.

—Estos pobres —dijo el Cojuelo—, como son de Sevilla, campan también de valientes y reñirán con los diablos;6-1 pero no se alabará,

5 4 'dos dedos de mugre (moho) que,

por su grosor, parecía cecina'; la antorcha se

componía de tres o cuatro velas con sus

mechas, unidas por capas de cera y retor­

cidas, de modo que ofrecía mucha luz.° 5 5 E l barato, 'propina' que los gana­

dores darían luego a los mirones, se iba

separando en el candelera . 0

5 Era el estrado una tarima que se al­

zaba del suelo un palmo, lujosamente

cubierta con alfombras en invierno

(¡fiemo es forma etimológica y popular)

y esteras en verano, donde se sentaban

las señoras sobre coj ines . 0

5 7 ' con vestidos tan remendados que

parecían hechos con harapos de colores

(la piedra de jaspe es de diversos colores)

recogidos en vertederos (muladares)' ° 5 ' Y entrar el Co jue lo y su compa­

ñero, y decir una pobra.. . , fue todo a la

vez ' (véase V , n. 37) ; pobra: femenino

j o c o s o . 0

5 9 El sobresalto hace que don C l e o ­

fás suelte un juramento blasfemo —pe­

nado por la ley— que cuadra bien con su

apicarado y osado carácter. 0

6 0 'apodo, alias' (véase V , n. 8 5 ) . 0

6 1 Alusión al refrán «Sacar la brasa

con la mano del gato», 'Sacar la brasa con

mano ajena', sin correr r iesgos. 0

6 2 'querer rivalizar contigo ' . 3 campan de valientes: 'se jactan de

valientes', c o m o buenos sevillanos, se­

gún corría fama . 0

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T R A N C O I X 1 1 3

si yo puedo, éste de haber salido horro desta chanza;"4 que en el mundo se me han atrevido solamente tres linajes de gente: repre­sentantes, ciegos y pobres; que los demás embusteros y gente deste género pasan por demonios como yo.

En esto, se había acomodado o sentádose en el suelo «el Piede-palo», «Diablo Cojuelo» segundo deste nombre, diciendo muchas galanterías a las damas, y entró «el Murciégalo», llamado así porque pedía de noche a gritos por las calles, con «Sopaenvino»,"5 que le había encontrado agazapado en una taberna y sacado por el rastro de los mosquitos que salían del, como de la cuba de Sahagún/"5

Convidóles con su asiento «el Chicharro» y «el Gallo»: el uno, que cantaba pidiendo por las siestas en verano y despertando los liro­nes/' 7 el otro mendigaba por las madrugadas; y tomando el suelo por mejor asiento, porque cualquiera cosa más alta los desvanecía, y estando en esto, entró un pobre en un carretón a quien llamaban «el Duque», y todos se levantaron -ellos y ellas- a hacelle cortesía, y él, quitándose un sombrerillo que había sido de un carril de un pozo, dijo/' 8

—Por mi amor, que se estén quedos y quedas, o me volveré a ir. Temieron el disfavor/"' y llegándole el muchacho que le traía el

carretón a la mesa donde se jugaba, pidió cartas. «Faraón», que era uno de los del juego, llamado desta suerte porque pedía con plagas a las puertas de las iglesias,70 y «el Sargento», nombrado así porque tenía un brazo menos, 7 ' le dijeron que los dejase jugar Su Excelen­cia, que estaban picados, 7 2 que después harían lo que les mandaba;

' 4 'libre, sin pagar la bur la ' . 0

5 Era costumbre tomar vino ha­

ciendo sopas, mojando pan. El mote

alude a lo impregnado que estaba este

personaje del licor, como hoy se mote ­

ja esponja al bebedor . 0

" 6 «Sopaenvino» había bebido tanto

que de él, como de la enorme y famosa

cuba de Sahagún -véase II , n. 3 1 - , salían

los mosquitos a los que tanto gusta el

vino (lugar c o m ú n ) . 0

" 7 Se refiere a la expresión «dormir

c o m o un lirón», 'dormir mucho ' . Pel i ­

groso hábito, mendigar a voces a la sies­

ta ('hora de la siesta'), según se relata en

el Guztnán de Alfarache.0

" 8 El sombrerillo había servido para

proteger de inclemencias la garrucha

de un pozo y ahora, ya viejo, era útil

para demostrar pobreza y mendigar . 0

6 9 'caer en desgracia, perder el favor

del poderoso, causarle e n o j o ' . 0

7 0 plaga era tanto la 'Haga' c o m o el

' lamento que se entonaba para pedir

lastimándose de ella'; el mote lo asocia

además, en dilogía, a las siete plagas de

E g i p t o . 0

7 1 Seguramente pedía c o m o mutila­

do de guerra, algo corriente entonces si

se atiende a Pérez de Her re ra . 0

72 «¿Pícase? A él le costará caro. C u a n ­

do uno se pica en el j u e g o , le adivinan

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1 1 4 E L D I A B L O C O J U E L O

viniéndose «el Duque» con «el Marqués de los Chapines», que era un pobre que andaba arrastrando, y de la cintura arriba muy galán y estaba entreteniendo las damas, diciendo:

—Con Vusía me vengo, que está más bien parado. 7 3

Y a ninguno de los dos les habían las damas menester para nada. «La Postillona», llamada deste nombre porque pedía a las veinte

limosna, no dejando calle ni barrio que no anduviese cada día, 7 4

tuvo palabras con «la Berlinga», tan larga como el nombre, que ha­bía sido senda de Esgueva a Zapardiel, 7 5 sobre celos del «Duque»; y «la Paulina», que apellidaban ansí porque maldecía a quien no le daba limosna, 7 6 se picó con «la Galeona», que llamaban desta suer­te porque andaba artillada de niños que alquilaba para pedir, 7 7 sobre haber dicho unas palabras preñadas7 8 al «Marqués» sin dar causa Su Señoría a ello, metiéndose «la Lagartija» y «la Mendruga» a revol­verlas más, y «el Piedepalo» a las vueltas con «las Fuerzas de Hércu­les»,71' que eran dos pobres, uno sobre otro, que a no meterse «Zam­palimosnas» —que era el garitero— de por medio, y «Pericón el de la Barquera» y «Embudo el Temerario», «Tragadardos», «Zancayo», «Peruétano» y «Ahorcasopas»,8 0 hubiera un paloteado entre los po ­bres y pobras de los diablos.8' «El Duque» y «el Marqués» interpu-

su pérdida. Picarse es tomar enojo y c ó ­

lera de perder, y porfiar a jugar por des­

quitarse» (Correas). 73 más bien parado: 'bien puesto, arre­

glado', incluso 'mejor ' , pero también

'quieto ' (irónico, pues se refiere a un

paralítico); Vusía: abreviación de Vues­

tra Señoría, trato que se daba a marque­

ses, como Excelencia a duques (uso pa­

ródico de títulos y cortesías dado el

ambiente) . 0

74 Postillón: j ine te que muestra el ca­

mino a los correos'; los correos a las vein­

te recorrían veinte leguas diarias. El

mote alude pues a las largas distancias

que caminaba pidiendo. 75 larga: 'alta'. 'Medía tanto como la

senda de la Berlinga', que iba del río de

Zapardiel al de Esgueva, en Valladolid. 0

76 apellidaban: ' l lamaban' así porque

una Paulina era el 'edicto de e x c o m u ­

nión', y por extensión, la 'retahila de

maldiciones o injurias' dirigidas contra

a lguien. 0

7 7 Cual galeón armado de cañones

(artillado), «la Galeona» lleva a niños al­

quilados para pedir; práctica de que

también daba cuenta Pérez de Herrera

en su Amparo de pobres.0

7 8 'por haber dicho unas palabras

con segunda in tenc ión ' . 0

7 6 andar a vueltas: 'reñir o luchar' ;

fuerzas de Hércules se llamaban los que

hacían torres humanas . 0

S o Algunos apodos pueden explicar­

se: zampalimosnas: 'pobre desvergonza­

do e importuno ' ; embudo: 'trampa; en­

gaño, especie de embuste'; zancajo: 'roto

en el zapato o media ' , se aplicaba tam­

bién a la apersona pequeña o de mala fi­

gura' ; peruétano: se usaba para aludir a

una altura extraordinaria, pues su senti­

do propio es 'pera l ' . 0

81 paloteado se usaba con el sentido

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T R A N C O I X 1 1 5

sieron sus autoridades, y para quietallo de todo punto inviaron por un particular, que trujo luego «Piedepalo», para pagarlo de bone­te, 8 2 que fueron unos ciegos y una gaita zamorana que muy cerca de allí se recogían,8-5 que fue menester pagárselo adelantado por que se levantasen, y se concertó en treinta cuartos, y dijo «el Duque» que no se había pagado tan caro particular jamás, por vida de «la D u ­quesa».8 4 Y al mismo tiempo que entró «Piedepalo» con el particu­lar, se entró tras ellos «Cienllamas» con la vara en la pretina, 8 5 y Chispa y Redina con él, preguntando:

-¿Quién es aquí el Diablo Cojuelo? Que he tenido soplo 8 6 que está aquí en este garito de los pobres y no me ha de salir ninguno deste aposento hasta reconócenos a todos, porque me importa ha­cer esta prisión.

Los pobres y las pobras se escarapelaron viendo la justicia en su garito, 8 7 y el verdadero Diablo Cojuelo, como quien deja la capa al toro, dejó a Cienllamas cebado con el pobrismo, 8 8 y por el caraco­lillo se volvieron a salir del garito él y don Cleofás.

—Este es —dijo «el Duque», señalando a «Piedepalo»—; que noso­tros, ni hombres como nosotros, no hemos de defender de la justi­cia a hombres tan delincuentes —tomando venganza de algunos embustes que les había hecho en las limosnas de la sopa de los con­ventos.8"

Y agarrando con él Chispa y Redina, comenzó a pedir iglesia a grandes voces «Piedepalo», que en un bodegón hiciera lo mismo, queriendo dalles a entender que era ermita y no garito donde esta­ban, y que todos y todas habían venido a hacer oración a ella. 9 0 El

burlesco de 'riña, pelea con golpes' y su

sentido propio era: 'danza rústica eje­

cutada con palos ' . 0

8 3 'y para calmarlo del todo, envia­

ron a Piedepalo a por algún entreteni­

miento privado (particular), que este

trajo inmediatamente y pagarían entre

todos pasando la gorra (de bonete)' 0

8 3 'se retiraban a domiir ' . Cantando

sus famosas coplas, los ciegos solían pedir

por la calle acompañados de instrumen­

tos y de perrillos que hacían gracias. 0

8 4 U n o de los juramentos más c o ­

munes fue y sigue siendo por la vida de

seres queridos. 0

8 5 Se entiende: la vara de justicia, en la

pretina o 'cinto ' para desembarazar las

manos . 0

8 6 ' información delatoria, chivata­

zo ' , en lenguaje germanesco, c o m o

h o y . 0

87 escarapelarse: 'alborotarse' (véase

V , n. 50). 8 8 cebado: 'ensañado', c o m o se ceba

el toro con la capa . 0

8 9 E n las puertas de los conventos se

repartía sopa para los pobres . 0

9 0 pedir iglesia: ' reclamar la inmuni­

dad del territorio sagrado'; la adverten­

cia de Vélez (en un bodegón hiciera lo mis-

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I I Ó E L D I A B L O C O J U E L O

tal Cienllamas y Chispa y Redina comenzaron a sacalle arrastran­do, diciéndole, entre algunos puñetes y mojicones:5"

—No penséis, ladrón, que os habéis de escapar con esos embus­tes de nuestras manos, que ya os conocemos.

Entonces «el Marqués», metiendo las manos en los chapines, 9 2

dijo: -¿Por qué hemos de consentir que no contradiga «el Duque»

que lleve preso un alguacil a un pobrete como «el Cojuelo»? ¡Por vida de «la Marquesa», que no lo ha de llevar!

Y haciéndose los demás pobres y pobras de su parte, 9 3 y apagan­do las luces, comenzaron con los asientos y con las muletas y bor­dones a zamarrealle a él y a sus corchetes a escuras, 9 4 tocándoles los ciegos la gaita zamorana y los demás instrumentos, a cuyo son no se oian los unos a los otros, acabando la culebra con el día y con desa­parecerse los apaleados.9 5

mo, queriendo dalles a entender...) es bur­

lesca, pues de hecho, el garito, c o m o la

taberna, se conocían en ellenguaje ger-

manesco como ermita.0

9 1 'puñetazos y puñadas en la cara'. 9 2 Queda claro ahora el porqué del

mote: para arrastrarse calza las manos

en chapines (véase V , n. 65) .° 93 haciéndose...: 'poniéndose de su

parte, tomando su partido'. 9 4 bordones: 'bastones'; zamarrealle:

'maltratarlo v io len tamente ' . 0

95 culebra: 'paliza en la oscuridad', en

lenguaje ge rmanesco . 0

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T R A N C O X

En este tiempo llegaban a Gradas su camarada y don Cleofás, 1 tra­tando de mudarse de aquella posada porque ya tenía rastro dellos Cienllamas, cuando vieron entrar por la posta, tras un postillón, dos caballeros soldados vestidos a la moda; y díjole el Cojuelo a don Cleofás:

—Estos van a tomar posada y apearse a cal de Bayona o a la Paje-ría,2 y es tu dama y el soldado que viene en su compañía, que por acabar más presto la jornada dejaron la litera y tomaron postas.3

-¡Juro a Dios -dijo don Cleofás- que lo he de ir a matar antes que se apee y a cortalle las piernas a doña Tomasa! 4

—Sin riesgo tuyo se hará todo eso —dijo el Cojuelo— ni sin tanta demostración pública; gobiérnate por mí agora, que yo te dejaré satisfecho.

—Con eso me has templado -dijo don Cleofás—, que estaba loco de celos.

- Y a sé qué enfermedad es esa, pues se compara a todo el infier­no junto —dijo el diablillo—.5 Vamonos a casa de nuestra mulata: al­morzarás y commutarás en sueño la pendencia; y acuérdate que has de ser presidente de la academia, y yo fiscal.

-¡Pardiez! 6 -dijo don Cleofás-. Todo se me había olvidado con la pesadumbre, pero es razón que cumplamos nuestras palabras como quien somos.

Y habiéndose mudado de la posada de Rufina otro día a otra de la Morería, 7 más recatada, pasaron los que faltaron para la academia

1 Las gradas de la catedral sevillana

eran mentidero, lugar de comercio y de

encuentro de los picaros. 0

cal de o 'calle de ' Bayona era una

algo estrecha, cercana a la catedral, con

grandes y cómodas casas, así c o m o una

de las más lujosas posacias de la c iudad . 0

3 Las postas eran caballos que se dis­

ponían a lo largo de los caminos no

sólo al servicio de los correos (véase

V I I I , n. i ]) , sino también de los c o ­

munes viajeros; era el medio de trans­

porte más rápido. El postillón los gu ia­

ba y acompañaba para encargarse de

los cabal los . 0

4 Frase amenazadora c o m ú n . 0

5 La tópica comparación aparece

con frecuencia, por ejemplo, en los

versos de Lope de V e g a . 0

6 Forma eufemística de juramento

por D i o s . 0

7 otro día: 'al día siguiente'; la Morería:

así llamada por pertenecer al adarvejo,

barrio habitado por los moros hasta su

definitiva expulsión en 1503 por los

R e y e s Ca tó l icos . 0

1 1 7

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n 8 E L D I A B L O C O J U E L O

en estudiar y escribir los sujetos que les habían dado, y en hacer don Cleofás una oración para preludio della, como es costumbre y obli­gación de las presidencias de tales actos; y llegado el día, se adere­zaron lo mejor que pudieron, y al anochecer partieron a la palestra donde les esperaban todos los ingenios con admiraciones de los su­yos y, con los mismos antojos de la preñez pasada,8 se fueron sen­tando en los lugares que les tocaban. Y haciendo señal con la cam­panilla para obligar al silencio, don Cleofás —llamado «el Engañado» en la academia— hizo una oración excelentísima en verso de silva, cuyos números1' ataron los oídos al aplauso y desataron los asom­bros a sus alabanzas. Y en pronunciando la última palabra, que es el dixi, volviendo a resonar el pájaro de plata,1 0 dijo:

- Y o quiero parecer presidente" en publicar agora, después de mi oración, unas premáticas que guarden los divinos ingenios que me han constituido en esta dignidad —leyendo desta manera un pa­pel que traía doblado en el pecho:

« P R E M Á T I C A S Y O R D E N A N Z A S Q U E S E H A N

D E G U A R D A R E N L A I N G E N I O S A A C A D E M I A S E V I L L A N A

D E S D E H O Y E N A D E L A N T E . 1 2

»Y por que se celebren y publiquen con la solemnidad que es ne­cesaria, sirviendo de atabales'3 los cuatro vientos y de trompetas el Músico de Tracia -tan marido que por su mujer descendit ad infe­

ros-'4 y Arión -que, siendo de los piratas con quien navegaba arro­jado al mar por roballe, le dio un delfín en su escamosa espalda, al son de su instrumento, jamugas' 5 para que no naufragase—,"5 etcoe-

s antojos: 'anteojos', pero también

'antojos, caprichos' del embarazo (pre­

ñez), dilogía recurrente en el Cojudo

(VI , n. 97) y las comedias de Vélez; pre­

ñez pasada, por semejanza con vez (pa­

ronomasia), se refiere a la anterior se­

sión de la Academia, donde ya habían

usado los dichos anteojos. 0

9 'versos' o 'cadencias ' . 0

1 0 'la campanilla'; se llamaba lengua

de plata al badajo.

' 1 'dar muestras de ser presidente'.

'" R e p r o d u c e Vélez aquí las premáti­

cas - 'pragmáticas, leyes'— que compuso

c o m o presidente de la ya citada A c a d e ­

mia Burlesca de 1 6 3 7 . Las pragmáticas

paródicas eran molde conocido y de

éxito seguro. E l referente inmediato

son las Premáticas del desengaño contra los

poetas güeros de Q u e v e d o , también in­

cluidas luego en el Buscón.0

1 3 ' tambores' . 1 4 C o n un verso del C r e d o alude al

descenso de Orfeo (Músico de Tracia) a

los infiernos para rescatar a Eu r íd i ce . 0

1 5 'sillas para montar ' .

' ' Ar ión , «habiendo ganado mucha

suma de dinero con el arte de tañer y

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tus, et Amphion Thebane conditor urbis,'7 y pregonero la Fama, que penetra provincias y elementos, y secretario que se las dicte, Virgi­lio Marón, príncipe de los poetas, digan desta suerte:

»Don Apolo, por la gracia de la Poesía, R e y de las Musas, Prínci­pe de la Aurora, Conde y Señor de los oráculos de Delfos y Délo, Duque del Pindó,' 8 Archiduque de las dos Frentes del Parnaso' 0 y Marqués de la Fuente Cabalina, etc., 2 0 a todos los poetas heroicos, épicos, trágicos, cómicos, ditirámbicos, dragmáticos, auristas, en-tremeseros, bailinistas y villancieres,2' y los demás del nuestro domi­nio, ansí seglares como eclesiásticos, salud y consonantes.2 2 Sepades cómo, advirtiendo las grandes desórdenes y desperdicios con que han vivido hasta aquí los que manejan nuestros ridmos, 2 5 y que son tantos los que sin temor de Dios y de sus conciencias componen, es­criben y hacen versos, salteando y capeando de noche y de día los estilos,24 conceptos y modos de decir de los mayores, no imitándo­los con la templanza y perífrasis que aconseja Aristóteles, Horacio y César Escalígero y los demás censores que nuestra Poética advier­ten,2 5 sino remendándose con centones de los otros y haciendo mo-

cantar, se volvía a Cor in to , patria suya,

y los marineros en cuya nave pasaba, no

contentos de quitarle lo que llevaba,

determinaron echarle en la mar. P id ió­

les que hiciesen gracia de dejarle tocar

su instrumento y cantar, a cuya a rmo­

nía acudieron los delfines, los cuales le

recogieron, y llevándole uno de ellos

sobre sus espaldas, le sacó hasta el puer­

to de Corinto» (Covarrubias) . 0

' 7 'y junto a estos, Anfión, fundador

de la ciudad de Tebas ' , que para levan­

tarla hizo moverse a las piedras al son de

su lira. E l verso procede del Arte poética

de Horacio . A continuación nombrará

pregonera a la Fama, tópico que respon­

de a la función de esta. 0

' M o n t e consagrado a A p o l o y las

musas, en Tesalia, en la península helé­

nica.

" J 'las dos cumbres del monte Par­

naso ' . 0

2 0 Fuente de Hipocrene o de la ins­

piración poética, llamada también caba­

lina porque la hizo brotar con su pata el

caballo mi to lógico Pegaso en el monte

Helicón. La relación de títulos parodia

las que encabezaban pragmáticas rea­

les, de las que recoge otros formulis­

m o s . 0

2 1 A lude con neologismos jocosos a

los autores de autos sacramentales, en ­

tremeses, bailes, y villancicos; dragmáti­

cos es hipercultismo (véase V I , n. 9 7 ) . 0

2 2 Parodia de la fórmula Salud y gra­

cia, siempre seguida en estos bandos del

sepades —'sabed'— que aparece a conti­

nuación . 0

2"' Cul t ismo, con el sentido e t imoló­

gico de 'versos' , que concurría con las

formas ritmo o rhythmo.0

2 4 capeando: ' robando' . Los capeadores

eran ladrones de capas, «habilidad» muy

extendida a juzgar por los textos . 0

2 5 Giul io Cesare Scaligero, huma­

nista autor de un famoso comentario de

la Poética de Aristóteles (Poetices libri sep-

tem, Lyon , 1561) en que estudia en p ro -

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hatras de versos, 2 6 fullerías y trapazas;27 y para poner remedio en esto, como es justo, ordenamos y mandamos lo siguiente:

«Primeramente se manda que todos escriban con voces castella­nas, sin introducillas de otras lenguas, y que el que dijere fulgor, libar,

numen, purpurear, meta, trámite, afectar, pompa, trémula, amago, idilio, ni

otras desta manera, ni introdujere posposiciones desatinadas,28 que­de privado de poeta por dos academias, y a la segunda vez confisca­das sus sílabas y arados de sal sus consonantes, como traidores a su lengua materna.2'7

»Iten,'° que nadie lea sus versos en idioma de jarabe ni con gár­garas de algarabía en el gútur, 3' sino en nuestra castellana pronun­ciación, pena de no ser oídos de nadie. 1 2

»Iten, por cuanto celebraron el Fénix en la academia pasada en tantos géneros de versos y en otras muchas ocasiones lo han hecho otros, levantándole testimonios a esta ave y llamándola hija y here­dera de sí propia y pájaro del Sol , 3 3 sin haberle tomado una mano ni haberla conocido si no es para servilla, 3 4 ni haber ningún testigo de vista de su nido, y ser alarbe de los pájaros, pues en ninguna región ha encontrado nadie su aduar,3 5 mandamos que se ponga perpetuo silencio en su memoria, atento que 3 6 es alabanza supersticiosa y pá-

fundidad el problema de la imitación:

aquí se alude al viejo debate entre c ice­

ronianos y anticiceronianos sobre la

conveniencia de imitar o emular con el

circunloquio (¡tcrífrasis).0

2 6 'estafas de versos'. Se llamó centón

a las obras compuestas de cláusulas y

sentencias de otros autores unidas sin

arte; de hecho, el sentido originario de

la palabra era 'manta remendada ' . 0

2 7 'fraudes de versos, trampas, esta­

fas ' . 0

2 8 Cultismos léxicos y sintácticos

(posposiciones: 'hipérbatos'), de los que

tanto gustó el «culteranismo» y que fue­

ron tan satirizados. 0

217 «Arar las casas y sembrarlas de sal, y

aun las ciudades, cuando han cometido

traición, es cosa sabida y muy antigua»

(Covarrubias). E n la satírica «Adjunta»

al Viaje del Parnaso cervantino se aran

con sal los campos de batalla donde

murieron los malos poetas. 0

3 0 'item, además': se usaba en los d o ­

cumentos anunciando los diversos te­

mas o artículos en que se dividían. 3' algarabía: propiamente, 'lengua ára­

be' , coloquialmente, 'lengua ininteli­

gible ' ; gútur. 'garganta', la t inismo. 0

32 pena de: 'so pena de ' . ° 3 3 Tras morir en llamas, el ave fénix

renacía de sus cenizas (hija y heredera de sí

propia, expresión tópica) y llevaba los

restos de la madre a la ciudad del Sol. En

esta sátira de las poesías al fénix pudo V é -

lez inspirarse en el romance de Quevedo

que inicia «Ave del yermo, que sola...». 0

3 4 Se decía cortésmente de alguien a

quien no se conocía (véase I I , n. 7) . 35 alarbe: aquí, 'beduino, nómada' ;

aduar: 'tienda de campaña ' . 0

3 6 'puesto que ' . °

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jaro de ningún provecho para nadie, pues ni sus plumas sirven en las galas cortesanas ni militares, ni nadie ha escrito con ellas, ni su voz ha dado música a ningún melancólico, ni sus pechugas alimen­to a ningún enfermo, que es pájaro duende pues dicen que le hay y no le encuentra nadie, 3 7 y ave solamente para sí; finalmente, sospe­chosa de su sangre, pues no tiene agüelo que no haya sido quema­do, 3 8 estando en el mundo el pájaro celeste, el cisne, el águila, que no era bobo Júpiter, pues la eligió por su embajatriz,3 9 la garza, el neblí, la paloma de Venus, el pelícano, afrenta de los miserables, 4 0 y finalmente, el capón de leche, con quien los demás son unos pica­ros; 4' este sí que debe alabarse, y mátenle un fénix a quien sea su de­voto cuando tenga más necesidad de comer. Dios se lo perdone a Claudiano, que celebró esta necedad imaginada, 4 3 para que todos los poetas pecasen en él.

siten, porque a nuestra noticia ha venido que hay un linaje de poetas y poetisas hacia palaciegos, que hacen más estrecha vida que los monjes del Paular, 4 3 porque con ocho o diez vocablos so­lamente, que son crédito, descrédito, recato, desperdicio, ferrión," des­mán, atento, valido, desvalido, baja fortuna, estar falso, explayarse, quieren expresar todos sus conceptos y dejar a Dios solamente que los entienda, mandamos que se les den otros cincuenta voca­blos más de ayuda de costa, 4 5 del tesoro de la academia, para va­lerse dellos, con tal que si no lo hicieren, caigan en pena de men-

37 pájaro duende: como los duendes, no se deja ver. E l chiste procede del mencionado romance de Quevedo , que la llama «ave duende» (v. 6 i ) . °

j 8 Alusión burlesca que implica la as­cendencia judía: ya que todos los ante­pasados (agüelos) del ave fénix han sido quemados cabe sospechar que fueran penados por judaizantes. E n su roman­ce Q u e v e d o llama a la fénix «descen­diente de quemados» (v. 39).

3 9 Forma calcada del italiano, habi­tual en la época. Decían los poetas que el águila fue designada reina del resto de las aves por Júpiter , figuraba en su estandarte y portaba sus rayos, por los que no era her ida . 0

4 0 E l pelícano simbolizaba la piedad

porque, se decía, alimentaba a los p o -lluelos con su propia sangre por el callo bermejo de su p e c h o . 0

4 1 Corona la enumeración de aves míticas comparándolas burlescamente con un exquisito manjar, el capón de le­che: 'pollo castrado y cebado con salva­do y harina amasada con leche ' .

4 2 E l poeta Claudio Claudiano (307-404) dedicó al ave un poema titulado Phoenix.0

4 3 Los cartujos del monasterio del Paular de Segovia, con vo to de silen­cio.

4 4 'expresión o ademán de enojo ' . 4 5 'ayuda para gastos', especie de so ­

bresueldo, equivalente a las 'dietas' o 'gratif icación' . 0

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guados y de no ser entendidos, como si hablaran en vascuence. 4 < í

»Iten, que en las comedias se quite el desmesurarse los embaja­dores con los reyes y que de aquí adelante no le valga la ley del mensajero; 4 7 que ningún príncipe en ellas se finja hortelano por ninguna infanta,48 y que a las de León se les vuelva su honra con chirimías, por los testimonios que las han levantado;4 1 1 que los laca­yos graciosos no se entremetan con las personas reales si no es en el campo o en las calles de noche; 5 0 que para querer dormirse sin qué ni para qué no se diga: "Sueño me toma", ni otros versos por el consonante, como decir a rey, "porque es justísima ley", 5 ' ni a pa­

dre, "porque a mi honra más cuadre", 5 2 ni las demás " A furia me provoco", 5 3 ' A q u í para entre los dos" y otras civilidades, 5 4 ni que se disculpen sin disculparse diciendo:

Porque un consonante obliga a lo que el hombre no piensa. 5 5

Y al poeta que en ellas incurriere de aquí adelante, la primera vez le silben, y la segunda sirva a Su Majestad con dos comedias en Oran. 5 6

4 6 menguados, 'deshonrados'; era ha­

bitual la alusión burlesca al vasco y al

castellano hablado por vascos por ser

incomprensibles para el resto de los es­

pañoles . 0

4 7 La inmunidad del mensajero en su

embajada, se entiende, como reza el di­

cho: «Mensajero sois, amigo, no mere ­

céis culpa, no».° 4 8 Así ocurre en El príncipe Viñador,

del propio Vélez, y El hombre por su pa­

labra y El soldado amante, de Lope de

Vega y antes en comedias de G i l V i ­

cente (Don Duardos), Torres Naharro

(Aquilana)... 4 9 D e nuevo, Vélez hace vejamen

de sí mismo: el mot ivo aparece en sus

comedias El Príncipe viñador, La monta­

ñesa de Asturias y El Conde don Pero Vé­

lez. T a m b i é n Q u e v e d o aludió en sus

Sueños a los poetas que deshonraban a

reinas e infantas con testimonios 6 1 -

5 0 Hasta aquí el artículo hace burla

de los problemas del decoro; véase IV,

n. 68. 5 1 Fue paronomasia recurridísima en

el teatro, la prosa y aforismos. Estas r i­

mas fáciles eran tan tentadoras para los

poetas, que las usaban aun sin venir al

caso (sin qué ni para qué, frase hecha) . 0

2 ' convenga, se ajuste ' . 0

5 3 'me enfurezco'; el verbo provocar

ofrecía rimas fáciles con poco, loco, toco,

y por ello era muy usado. 0

5 4 'lugares comunes, frases manidas'

o 'bordonci l los ' . 0

5 5 Famoso verso de L o p e de Vega c i ­

tado, en más de una ocasión en tono de

broma, para disculparse los poetas por

obligarles la rima tirana a decir lo que

no querían o habían pensado. Los des­

propósitos que se achacan a la rima son

mot ivo tópico de la sátira. 0

5 «Servir con dos comedias en Oran,

como con dos lanzas, que era condena

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siten, que los poetas más antiguos se repartan por sus turnos a dar limosna de sonetos, canciones, madrigales, silvas, décimas, roman­ces y todos los demás géneros de versos a poetas vergonzantes que piden de noche, 5 7 y a recoger los que hallaren enfermos comentan­do o perdidos en las Soledades de don Luis de Góngora; 5 8 que haya una portería en la academia por donde se dé sopa de versos a los poetas mendigos. 5 9

siten, que se instituya una Hermandad y Peralvillo contra los poetas monteses y jabalíes. 6 0

siten, mandamos que las comedias de moros se bauticen dentro de cuarenta días o salgan del reino.

siten, que ningún poeta, por necesidad ni amor, pueda ser pas­tor de cabras ni ovejas, 6' ni de otra res semejante, salvo si fuere tan hijo pródigo que, disipando sus consonantes en cosas ilícitas, que­dare sin ninguno sobre qué caer poeta; 6 2 mandamos que, en tal caso, en pena de su pecado, guarde cochinos.6-'

siten, que ningún poeta sea osado a hablar mal de los otros si no es dos veces en la semana.

siten, que al poeta que hiciere poema heroico no se le dé de pla­zo más que un año y medio, y que lo que más tardare se entienda que es falta de la musa;6'4 que a los poetas satíricos no se les dé lugar en las academias, y se tengan por poetas bandidos y fuera del gre-

que solía imponerse a algunos nobles»

(Rodr íguez M a r í n ) . 0

57 poeta vergonzante, calcado de pobre

vergonzante, 'el que pedía disimulada­

mente ' (como culto vergonzante, véase

II, n. 12).° 5 8 Alude a Pellicer, Salcedo Coronel

y otros comentaristas que se esforzaron

en explanar - c o n mayor o menor é x i t o -

las dificultades de la poesía gongorina. 0

5 9 C o m o se hacía en los conventos

con los pobres (véase I X , n. 89). 60 poetas monteses y jabalíes son los que

se anunciaban en el párrafo inicial, que

saltean en el desmonte y roban, es de­

cir, los que plagian. La Santa Herman­

dad perseguía a los delincuentes, que

ejecutaba en Peralvillo (véase V , nn. 60

Y 9 4 ) °

1 Las modas literarias pastoril y

morisca habían sido satirizadas por

Q u e v e d o en las Premáticas ya citadas,

así c o m o por Cervantes y L o p e de

V e g a . 0

«No tiene sobre qué caer muerto»;

el dicho conserva su sentido tras la feliz

modificación burlesca por la tópica p o ­

breza del poe ta . 0

3 Alusión a la parábola evangélica

en que el dilapidador hijo pródigo aca­

ba como porquerizo (Lucas, X V , 1 1 -

32) . 6 4 U n buen poema épico, por lo su­

blime del asunto, parecía requerir a su

autor un largo periodo de compos i ­

ción; de ahí nació esta burla que tam­

bién hace Cervantes en el Viaje del Par­

naso y el Coloquio de los perros.0

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mió de la Poesía noble, y que se pregonen las tallas de sus conso­nantes, como de hombres facinerosos a la república. 6 5 Que ningún hijo de poeta que no hiciere versos no pueda jurar por vida de su padre, porque parece que no es su hijo.

»Iten, que el poeta que sirviere a señor ninguno muera de ham­bre por ello. 6 6

»Y al fin, estas premáticas y ordenanzas se obedezcan y ejecuten como si fueran leyes establecidas de nuestros príncipes, reyes y em­peradores de la Poesía. Mándanse pregonar por que venga a noti­cia de todos.»

Celebradísimo fue el papel del «Engañado» por peregrino y ca­prichoso, 6 7 sacando, al mismo tiempo que le acababa, otro del pe­cho «el Engañador», llamado así en la academia y en los tres hemis­ferios,6 8 y fiscal de la presente, que decía desta manera:

« P R O N Ó S T I C O Y L U N A R I O D E L A Ñ O Q U E V I E N E ,

A L M E R I D I A N O D E S E V I L L A Y M A D R I D , C O N T R A

L O S P O E T A S , M Ú S I C O S Y P I N T O R E S .

C O M P U E S T O P O R " E L E N G A Ñ A D O R " ,

A C A D É M I C O D E L A I N S I G N E A C A D E M I A D E L B E T I S ,

Y D I R I G I D O A P E R I C O D E L O S P A L O T E S , 6 ' 7 P R O T O D E M O N I O 7 0

Y P O E T A D E D I O S T E L A D E P A R E B U E N A » 7 '

interrumpiendo estas últimas razones un alguacil de los veinte, 7 2

guarnecido de corchetes (y tantos que, si fueran de plata,7' pudie-

65 talla: 'recompensa ofrecida para

capturar un delincuente'. Los facinerosos

eran, precisamente, hombres de cate­

goría que habían cometido graves deli­

tos contra la república con cierta impu­

nidad. Se condenaba a la sátira en su

faceta de invectiva, como forma de

murmuración, no a la sátira asermona­

da horaciana. 0

66 ninguno: 'a lguno' se diría hoy. In­

cumplían este artículo muchos poetas

de la Corte , entre ellos Vélez a lo largo

de toda su v ida . 0

67 peregrino y caprichoso: ' ingenioso,

raro, original' (véase Prels., n. y) . 6 8 Cuéntese también el hemisferio

infernal.

6 9 Era apodo de bobos y nec ios . 0

7 0 Uso burlesco del prefijo proto- so ­

bre la base de protonotario o protomédico,

así llamados por ser preeminentes en su

oficio; se encuentra también en C e r v a n ­

tes, Quevedo , Góngora . . . 0

7 ' Frase derivada de un cuentecillo

tradicional en que un médico ignoran­

te repartía las recetas al azar entre los

enfermos diciendo «Dios te la depare

buena». La parodia del pronóstico as­

trológico fue género literario menor de

cierto éxito desde el siglo X V . ° 7 2 El Alguacil M a y o r de Sevilla tenía

a sus órdenes veinte alguaciles a caballo, a

los que aquí se a lude . 0

7 3 Juega con los sentidos de corchetes

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ran competir con la capitana y almiranta de los galeones cuando vuelven de retorno con las entrañas del Potosí y los corazones de los que los esperan y los traen), 7 4 doña Tomasa y su soldado, como entraron por la posta, para estar a la vista de la ejecución de su re­quisitoria. La academia se alteró con la intempestiva visita y el atre­vido alguacil dijo:

-Vuesas mercedes no se alboroten, que yo vengo a hacer mi ofi­cio y a prender no menos que 7 5 al señor presidente, porque es or­den de Madrid y la he de hacer de evangelio. 7 6

Palotearon 7 7 los académicos y don Cleofás se espeluzó tanto cuanto, 7 8 y el fiscal, que era el Cojuelo, le dijo:

- N o te sobresaltes, don Cleofás, y déjate prender, no nos perda­mos en esta ocasión; que yo te sacaré a paz y a salvo de todo. 7"

Y volviendo a los demás, les dijo lo mismo, y que no convenía en aquel lance resistencia ninguna; que si fuera menester, «el Enga­ñado» y él metieran a todos los alguaciles de Sevilla las cabras en el corral. 8 0

—Hombre hay aquí —dijo un estudiantón del Corpus—81 gradua­do por la Feria y el pendón verde, 8 2 que si es menester no dejará oreja de ministro a manteazos,8' siendo yo el menor de todos estos señores.

('ministros de justicia' y 'broches'; véa ­

se Prels., n. 14) , como Quevedo en sus

poesías. 0

7 4 pudieran competir 'con la plata que

traen de las Indias (entrañas del Potosí) las

naves donde van los comandantes (capi­

tana y almiranta) que dirigen la flota'.

Obsérvese el j uego entrañas/corazones.

La mención del cerro del Potosí se con­

virtió en un tópico para aludir por anto­

nomasia a la plata y riqueza de las Indias.

7 5 'precisamente, nada menos que ' . ° 7 6 'de verdad, sin falta'. Juega tam­

bién con el sentido religioso de orden y

ser de Evangelio: 'haber recibido las ó r ­

denes de d iácono ' . 0

7 7 'Se alborotaron' (véase V, n. 55). 7 8 'se asustó un tanto, se le erizaron

los cabellos'; tanto cuanto era italianismo

de uso generalizado. 0

7 9 'te sacaré libre de peligro' .

' 0 «Meterle las cabras en el corral. P o ­

ner a uno miedo y apretarle en pen­

dencia o con amenazas de daño en la

persona o hacienda, a imitación del

pastor que mete las cabras y ganado en

el corral cuando tiene miedo del lobo»

(Cor reas ) . 0

1 Estudiante valiente y corpulento

c o m o los gigantones del Corpus; aunque

este personaje no había sido menciona­

do antes, hay que considerar que algu­

nas academias literarias admitían la p re ­

sencia de púb l i co . 0

2 En Sevilla, en 1 5 2 1 , se rebeló la

chusma en el barrio de Feria, l levando

por bandera un estandarte verde, de

donde quedó la locución de la Feria y el

pendón verde para aludir a la 'chusma

pendenciera'; hería o feria significó tam­

bién ' hampa ' . 0

1 3 E l mantear era castigo humillante.

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126 E L D I A B L O C O J U E L O

El alguacil trató de su negocio sin meterse en más dimes ni dire­tes, deseando más que hubiese dares y tomares, 8 4 y doña Tomasa es­tuvo, empuñada la espada y terciada la capa, 8 5 a punto de pelear al lado de su soldado, que era, sobre alentada, muy diestra, como ha­bía tanto que jugaba las armas, 8 6 hasta que vio sacar preso al que le negaba la deuda libre de polvo y paja. 8 7 El Cojuelo se fue tras ellos, y la academia se malogró aquella noche y murió de viruelas locas. 8 8

El Cojuelo, arrimándose al alguacil, le dijo aparte, metiéndole un bolsillo en la mano de trecientos escudos:

—Señor mío, vuesa merced ablande su cólera con este diaquilón mayor, 8 ' que son ciento y cincuenta doblones de a dos. ' 0

Respondiéndole el alguacil, al mismo tiempo que los recibió: —Vuesas mercedes perdonen el haberme equivocado, y el señor

licenciado se vaya libre y sin costas, más de las que le hemos hecho; que yo me he puesto a un riesgo muy grande habiendo errado el golpe."

El soldado y la señora doña Tomasa, que también habían regala­do al alguacil, por más protestas que le hicieron entonces, no le pu­dieron poner en razón, y ya a estas horas estaban los dos camaradas tan lejos dellos, que habían llegado al río y al Pasaje, que llaman, por

Amenaza mantear la oreja de un ministro

de justicia, es decir, al ministro (por si­

nécdoque), o bien, incluso cortarle la

oreja, como se hacía con los ladrones

reincidentes. 0

8 4 'sin meterse en más discusiones,

deseando trato y n e g o c i o ' . 0

5 'envuelta la capa en el brazo'; se

hacía para poder manejar más cómoda­

mente la espada. Recuérdese que doña

Tomasa va vestida de soldado. 8 'era, además de valiente, muy há­

bil con las armas, porque hacía mucho

que se ejercitaba'; todo con doble sen­

tido (estar armado: 'excitado sexual-

mente' , espada, 'pene' , pelear, 'acto se­

xual ' , e tc . ) . 0

8 7 'libre de embarazos'. Cleofás, al fin

preso, le había negado la deuda sin em­

barazos (nótese la antítesis: preso/libre). 8 8 'viruela que se manifiesta con gra­

nos mayores que los normales'; aplica­

do a la interrupción prematura de la

academia por ser enfermedad infantil

que llegaba a causarla m u e r t e . 0

1' diaquilón: 'emplasto para ablandar

tumores' , aludiendo al ' soborno ' , habi-

tualmente llamado untura. Era conoc i ­

da la buena disposición de los alguaciles

a los arreglos si mediaba una bolsa de

dinero (bolsillo) bien l lena . 0

' ° Los doblones podían ser de a dos, de

a cuatro o de a ocho escudos de oro; estos

constituían la unidad monetaria más

fuerte y, al ser de oro, su valor real au­

mentaba conforme se emitía más m o ­

neda de vellón: 150 doblones o 300 es­

cudos son una fuerte suma, si se tiene

presente que un General de Artillería

cobraba 200 escudos mensuales y un

oficial 1 2 . 0

" ponerse a riesgos: 'exponerse a ries­

gos, arriesgarse'; habiendo errado el tiro:

'habiéndome e q u i v o c a d o ' . 0

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donde pasan de Sevilla a Triana y vuelven de Triana a Sevilla;' 1 2 y tomando un barco, durmieron aquella noche en la calle del Alto­zano, calle mayor de aquel ilustre arrabal,9 3 y la Vitigudino y su ga­lán se fueron muy desairados a lo mismo a su posada, y el alguacil a la suya haciendo mil discursos con sus trecientos escudos, y el C o -juelo madrugó sin dormir, dejando al compañero en Triana, para espiar en Sevilla lo que pasaba acerca de las causas de los dos, revol­viendo de paso dos o tres pendencias en el Arenal. 9 4

Y el alguacil despertó más temprano con el alborozo de sus do­blones, que había puesto debajo de las almohadas, y metiendo la mano no los halló, y levantándose a buscallos, se vio emparedado de carbón, y todos los aposentos de la casa, de la misma suerte, por­que no faltase lo que suele ser siempre del dinero que da el diablo, 9 5

y tan sitiado desta mercadería que fue necesario salir por una ven­tana que estabajunto al techo, y en saliendo se le volvió todo el car­bón ceniza; que si no fuera ansí, tomara después por partido 9 6 dejar lo alguacil por carbonero si fuera el carbón de la encina del infier­no, 9 7 que nunca se acaba, amén, Jesús.

El Cojuelo iba dando notables risadas entre sí, sabiendo lo que le había sucedido al alguacil con el soborno. Saliendo en este tiempo por cal de Tintores a la plaza de San Francisco, 9 8 y habiendo anda­do muy pocos pasos, volvió la cabeza y vio que le venían siguien­do Cienllamas, Chispa y Redina; y dejando las muletas, comenzó a correr, y ellos tras él, a grandes voces diciendo:

-¡Tengan ese cojo ladrón!

9 " Morgado da noticia en su Historia

de Sevilla de «muchos barqueros que v i ­

ven de solo pasar gente de una a otra

banda en el Pasaje de Sevilla a Triana,

aun con estar pocos pasos por cima la

puente». 0

9 3 Se refiere Vélez a una calle que

derivaba en la plaza del Altozano

(adonde llegaba el puente de barcas de

Triana), la más importante del barr io . 0

9 4 Famosa zona portuaria a orillas

del río, entre la Puerta R e a l y la T o ­

rre del Oro , adonde concurrían los sol­

dados de galeras, picaros, corchetes y

maleantes de diversa especie . 0

9 5 Era creencia popular que los teso­

ros obtenidos por medio de duendes,

trasgos o diablos se convertían en car­

b ó n . 0

9 6 'por ventajoso, conven ien te ' . 0

9 7 «Alude a la conseja según la cual

en medio del infierno hay una encina

de cuyas ramas se hace todo el carbón

que allí se consume, sin que se amen­

güe jamás en este menester la leña de

aquel gigantesco árbol» (Rodr íguez

M a r í n ) . 0

9 8 E n esta plaza se situaban los j u z g a ­

dos y la cárcel, y así, era normal encon­

trar en ella letrados y gente de mal vivir .

La de Tintores iba de esta plaza a la ca­

lle de la Pajería. 0

Page 147: Luis Vélez de Guevara. El diablo cojuelo

128 E L D I A B L O C O J U E L O

Y cuando casi le echaban las garras Chispa y Redina, venía un escribano del número" bostezando y metiósele el Cojuelo por la boca, calzado y vestido, tomando iglesia, la que más a su propósito pudo hallar. 1 0 0 Quisieron entrarse tras él a sacalle deste sagrado Chispa, Redina y Cienllamas, y salió a defender su juridición una cuadrilla de sastres,101 que les hicieron resistencia a agujazos y a de-dalazos, obligando a Cienllamas a inviar a Redina al infierno por orden de lo que se había de hacer; y lo que trujo en los aires fue que, con el escribano y los sastres, diesen con el Cojuelo en los infiernos. Ejecutóse como se dijo, y fue tanto lo que los revolvió el escriba­no, después de haberle hecho gormar al Cojuelo , 1 0 2 que tuvieron por bien los jueces de aquel partido 1 0 3 echallo fuera y que se vol ­viese a su escritorio, dejando a los sastres en rehenes para unas l i ­breas que habían de hacer a Lucifer a la festividad del nacimiento del Antecristo; tratando doña Tomasa, desengañada, de pasarse a las Indias con el tal soldado, y don Cleofás de volverse a Alcalá a aca­bar sus estudios, habiendo sabido el mal suceso de la prisión de su diablillo, desengañado de que hasta los diablos tienen sus alguaciles y que los alguaciles tienen a los diablos, 1 0 4 con que da fin esta nove­la y su dueño gracias a Dios porque le sacó della con bien, supli­cando a quien la leyere que se entretenga y no se pudra en su le­yenda, 1 0 5 y verá qué bien se halla.

Laus Deo & Beatae Virgini Mar i s . Sub correctione Sanctas Matris Ecclesiae

Romanas.

9 9 'notario' sería h o y . ° 1 0 0 tomando iglesia...', ' refugiándose

en la inmunidad del territorio sagra-

do'(véase V I , n. 62 y I X , n. 90); satíri­

ca suposición, que los escribanos son

«sagrados» para los diablos: se decía de

ellos que no tenían alma. Acorde a la

antigua idea de que el alma se escapa­

ba por la boca, se creía que los d e m o ­

nios poseían los cuerpos penetrando

por sus or i f ic ios . 0

1 0 1 A propósito de la sátira a los sas­

tres, véase III , n. 44.

102gormar: 'devolver , vomi ta r ' . 0

1 0 3 'distrito judicial ' . 1 0 4 Hay una referencia implícita al

Alguacil endemoniado de Q u e v e d o , una

sátira de los alguaciles y una especie de

divertida paradoja, pues los diablos tie­

nen sus alguaciles ('tienen quienes les

persiguen' y 'poseen sus almas'), del

mismo m o d o que los alguaciles tienen

( 'detienen' y 'contienen en sus ende­

moniados cuerpos') a los diablos. 1 0 5 'no se enfade ni aburra con su

lectura'.

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TABLA

L A V I S I Ó N D I S P A R A T A D A I X

por Blanca Periñán

P R Ó L O G O

1. Una vida en la corte y la literatura x x i x 2. Proceso y fecha de composición de

El Diablo Cojuelo X X X 3. A propósito del género X X X V

4. Estructura y sentido X L V I I

5. La nigromancia y la tradición del Diablo Cojuelo L V I I I

6. El estilo L X V I

7. Historia del texto L X X X I

E L D I A B L O C O J U E L O

Preliminares 3 Tranco I 1 1 Tranco II 21 Tranco III 33 Tranco IV 43 Tranco V 53

Tranco V I 65 Tranco VII 79 Tranco VIII 91 Tranco I X 105 Tranco X 1 1 7

A P A R A T O C R Í T I C O 129

N O T A S C O M P L E M E N T A R I A S 1 3 5

B I B L I O G R A F Í A 359

Í N D I C E D E N O T A S 4 1 1

431