luis suarez -franco y la iglesia

Upload: gio-zi

Post on 10-Feb-2018

219 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • 7/22/2019 Luis Suarez -Franco y La Iglesia

    1/408

  • 7/22/2019 Luis Suarez -Franco y La Iglesia

    2/408

    Luis Surez Fernndez

    L

    FRANLas

    BIBLIOTHECAHOMOLEGENS

    Homo Legens, 2011

    Paseo de la Castellana, 36-38 28046Grupo Intereconoma

    www.homolegens.com

    EDITIO PRIMAISBN: 978-84-92518-68-5Depsito legal: M. 5.712-2011

    OMNIA PROPRIETATIS IVRA VINE CVI LICEAT SINE SCRIPTA

    TOTVM VEL PARTIM EXSCRIMVLTLPLICARE NEQVE EXEMPSANCITVR.

    Todos losderechos reservados.Queda rigurosamente prohibida la

    comprendidos la reprografa, el tratampblico sin permiso previo y por escrito

    BIBLIOTHECAMATRITI - MM

    68

    F r a n c o y l a I g l e s i a

    is Surez Fernndez

    O Y LA IGL

    relaciones con el Vaticano

    Diseo de la cubierta: Eva Olaya

    Madrid

    NDICANTVR.EDITORIS LICENTIA QVAVIS VIA RATIONEERE, NE LVCIS QVIDEM OPE AVT COLSRIA QVAEDAM MERITORIA PVBLICE D

    eproduccin total o parcial de este libro por cualquiiento informtico y la distribucin de ejemplares medel editor.

    HOMOLEGENSI

    PGINA | 2

    SIA

    VE VNC LIBRVM VELPVTATRO ADHIBITO

    ISTRIBVERE LEGIBVS

    er medio o procedimiento,diante alquiler o prstamo

  • 7/22/2019 Luis Suarez -Franco y La Iglesia

    3/408

    Luis Surez Fernndez F r a n c o y l a I g l e s i a PGINA | 3

    INTRODUCCIN

    Advertencia previa a mis lectores. Este libro es un plagio, aunque no incurre en delito ya que se

    trata de emplear una obra que yo mismo he redactado y publicado bajo el ttulo de Franco crnicade un tiempo. En consecuencia, todo el aparato crtico sobre el que este nuevo texto debe buscarseen los seis volmenes que forman dicha obra. Pero en este tiempo me ha parecido que reviste ciertautilidad hacer un resumen de todos los datos que se refieren a las relaciones entre Iglesia y Estado,ya que se estn produciendo divergencias en la opinin de los autores que pueden afectar alconocimiento objetivo. Se incluyen, en consecuencia, documentos que, a mi juicio, resultanimprescindibles. Trato de ceirme a la norma de alejarme de cualquier juicio de valor, atenindomea lo que los historiadores deben proporcionar; es decir, un relato bien explicado de los sucesos, ydejando al lector la tarea de extraer las consecuencias.

    En 1931, al sustituirse en Espaa la Monarqua por la Repblica, la Iglesia trat de mantenerbuenas relaciones con el Estado cuya legitimidad reconoca, conservando en Madrid la nunciatura.

    Salvo algunas excepciones como Mgica y el cardenal Segura, que ms tarde se presentaran comocontrarios a Franco, los obispos se mantuvieron dentro de esta lnea y lo mismo hicieron lasorganizaciones apostlicas. Pero dicha oferta fue rechazada y desde mayo de ese ao comenzaronviolentas persecuciones que alcanzaran especial gravedad en octubre de 1934 y, despus, durante laGuerra Civil. Se suprimi la Compaa de Jess, se implantaron normas de un laicismo radical y sedeclar oficialmente que Espaa haba dejado de ser catlica en el sentido que se le daba a estapalabra durante la Monarqua. El Concordato de 1851 fue suspendido, algo que tambin convena ala Santa Sede, pero el Gobierno se reservaba una ltima palabra en el nombramiento de los obispos,a los que poda expulsar como sucedi con Mgica o Segura o negar la residencia, como sehizo con Pildain.

    En consecuencia, al producirse el alzamiento del 18 de julio de 1936, la Iglesia se encontr enuna situacin de hecho: gozaba de proteccin y libertad en el bando que se llamaba a s mismonacional, pero tena cerradas todas las puertas en la zona republicana donde miles de personasmurieron por el solo hecho de ser catlicas. Hubo una excepcin en Vizcaya, en donde, sinembargo, cuarenta y cinco sacerdotes fueron asesinados al no hallarse amparados en las filas delseparatismo. En los primeros meses de la guerra, antes de que Franco llegara al poder, los militarestambin juzgaron sumariamente y ejecutaron a nueve sacerdotes que llevaban el uniforme de losgudaris.

    La Santa Sede se mostr al principio muy dubitativa respecto al Alzamiento, tratando demantener la nunciatura en Madrid y alguna frmula de reconocimiento. No pudo conseguirlo: todoslos obispos de la zona republicana fueron asesinados salvo el de Menorca que falleci de muerte

    natural y Vidal y Barraquer, que fue rescatado por el presidente de la Generalidad, Companys. Lainfluencia comunista fue muy notable y pudo anunciar que la Iglesia haba dejado de existir. Enconsecuencia, hemos de partir de un hecho: no tuvo opcin. A pesar de todo, el Vaticano esperhasta la cada de Bilbao ya en el verano de 1937 para designar un representante diplomticoante la Junta de Defensa.

    El obispo de Salamanca y futuro primado, Pl y Deniel, defini entonces la Guerra Civil comouna cruzada ya que estaba en juego la fe cristiana. El arzobispo de Toledo, Gom, redact con suscolegas espaoles una carta conjunta que fue aprobada por el Papa, explicando a los otros preladosde Europa lo que estaba sucediendo. En los sectores polticos sumados al Alzamiento predominabanlos grupos catlicos, monrquicos y tradicionalistas. Estos reclamaron que, al suprimirse laRepblica, deba ser observado el Concordato. Desde esta perspectiva, la Junta de Defensa y luego

    el primer Gobierno, comenzaron a devolver a la Iglesia todas aquellas condiciones favorables.Especialmente se produjo la restauracin de la Compaa de Jess, que pas a desempear un papelde gran importancia. Los obispos no ocultaban, de cuando en cuando, la angustia que les produca

  • 7/22/2019 Luis Suarez -Franco y La Iglesia

    4/408

    Luis Surez Fernndez F r a n c o y l a I g l e s i a PGINA | 4

    ver que tambin en la zona nacional se cometan violencias. Pero en este aspecto su influencia fueescasa, salvo en lo referido a la salvaguardia del clero.

    La Santa Sede rechaz rotundamente la demanda de restablecer el Concordato porque no querael retorno al derecho de presentacin que permita al Rey nombrar obispos y grandesbeneficiados. Franco y sus consejeros resistieron un cierto tiempo, pero en 1943 acabaronaceptando la frmula propuesta por el Vaticano de las seisenas, que explicaremos con detalle,

    de modo que al Estado quedaba nicamente el recurso de escoger entre los tres propuestos, no alprimero, como era norma, sino al segundo. Por otra parte haba el temor de que como consecuenciade la victoria se implantase en Espaa un rgimen totalitario. Su insistencia en este punto fue eficaz.El totalitarismo, como Lenin lo define, consiste en someter el Estado a la voluntad del Partido. Aqusucedi lo contrario: el Movimiento fue sometido al Estado. Es ms correcto definir el nuevorgimen como autoritarismo.

    Ahora bien, este autoritarismo estaba sometido a la doctrina social y moral de la Iglesia, lo quedaba al Vaticano una indudable influencia. Fue esta la que permiti disolver los acuerdos culturalescon el Reich, que se consideraban peligrosos para la fe catlica. Influy tambin para que a pesar dela propaganda periodstica Espaa no incurriese en la persecucin contra los judos; al contrario, sesalvaron directamente las vidas de varios millares de ellos, poniendo en peligro incluso a nuestros

    diplomticos. Y cuando, en los aos en torno a 1956, Arrese intent montar una Constitucin departido nico, los cardenales, siguiendo rdenes de la Santa Sede, lo impidieron. A esta forma degobierno se asignaba una rigurosa confesionalidad catlica que constaba incluso como segundoartculo en los Principios Fundamentales del Movimiento. Algunos autores recurren al trminonacional-catolicismo, pero sera ms correcto hablar de un catolicismo nacional ya que al primerode ambos trminos se asignaba la condicin de sustantivo y no calificativo.

    Desde 1951, las cosas comenzaron a cambiar. Muchos clrigos pretendan que la Iglesia debatener sus propios sindicatos, fuera de la Organizacin Sindical, y que la ausencia de censura seaplicase tambin a la prensa diaria de signo catlico. Se extendi una onda de resistencia a laautoridad de los obispos a quienes se acusaba de estar al servicio del Rgimen. Esta es la razn deque en nuestro trabajo hayamos tenido que establecer dos partes separadas por la fecha de 1953,firma del nuevo Concordato. En este documento, la Iglesia obtena todas las ventajas y el Estadoconservaba nicamente aquella especie de facultad selectiva que le otorgaban las tercenas.

    El Concilio Vaticano II seal la libertad religiosa es decir, la ausencia de mencin de laconfesionaldad del Estado como una condicin indispensable para el crecimiento de la Iglesiaque estaba llegando a los ltimos rincones del mundo. Pablo VI, que no quera renunciar a losderechos reconocidos, pidi a Franco que espontneamente renunciara al derecho de presentacin.Pero el Jefe del Estado se neg: el concordato era documento fundamental aprobado por las Cortesy, en consecuencia, su modificacin, a la que se mostraba dispuesto, tena que hacerse mediante lanegociacin de un nuevo texto con idntico requisito. Las relaciones con el Vaticano seendurecieron, y de esto vamos a tratar a continuacin con detenimiento.

    Aparte de algunos extremistas que reclamaban una especie de sumisin de la Iglesia al Estado, laopinin catlica se dividi en dos bandos: de un lado, aquellos que crean que para asegurar elfuturo en la transicin era indispensable contar con un concordato, y de otro, quienes pensaban quetal firma sera una especie de apoyo al Rgimen que estaba condenado a desaparecer cuando Espaaentrase en la Comunidad Europea. Al final, ganando tiempo, triunfaron los segundos. Esimprescindible reconocer que ambas partes tenan sus razones. El Pontificado no neg nunca elagradecimiento que deba a Franco, pero intent crear un futuro que diese a la Iglesia libertad.Ninguna de las dos propuestas poda evitar tambin los inconvenientes.

    Aqu no se hace un juicio; trataremos de explicar las razones de unos y de otros, seguros de queel conocimiento detallado permitir a muchos formarse un juicio correcto de cmo fueron las cosas.Es importante el conocimiento de estas relaciones, puesto que han sido importantes para la vida

    espaola y de modo especial para la Iglesia, que est muy necesitada en nuestros das de que se digay se ensee la verdad.

  • 7/22/2019 Luis Suarez -Franco y La Iglesia

    5/408

    Luis Surez Fernndez F r a n c o y l a I g l e s i a PGINA | 5

    PRIMERA PARTE

    EL TRAZADO DE UNAS RELACIONES COMPLETAS

    I. ACTITUD DE LA IGLESIA ANTE EL ALZAMIENTO

    1. La conducta de Franco a lo largo de sus casi cuarenta aos de ejercicio del poder, incluyendo en elladocumentos privados como su testamento, se ajusta a la conviccin de que Espaa era y deba se-guir siendo catlica. Y l se comport en todo momento como tal. A este respecto se situaba enla lnea opuesta del Presidente don Manuel Azaa, que haba interpretado el acontecimiento del 14de abril como un giro radical afirmando que Espaa ha dejado de ser catlica. Estas palabras no

    han sido correctamente interpretadas ya en su da, pues se referan al final de una forma de Estado,la Monarqua catlica, pero los que comulgaban con sus ideas entendieron que era precisoperseguir y destruir a la Iglesia y, as, desde pocas semanas ms tarde, se inici una persecucinviolenta que ni siquiera fue frenada desde las alturas gubernamentales. Ces en parte al triunfarLerroux en 1933, pero desde la victoria del Frente Popular y antes con la Revolucin de octubre enAsturias, se recrudeci. De modo que los republicanos entendieron que la Guerra Civil deba tenerun matiz religioso: cerraron o destruyeron las iglesias, persiguieron y asesinaron al clero y a losreligiosos y en agosto de 1936 los procuradores espaoles que asistan en Mosc al Congreso de losSin Dios que aceptaba la tesis marxista de es cientficamente demostrable que Dios noexiste pudieron resumir su victoria diciendo: Hemos suprimido sus sacerdotes, las iglesias y elculto de modo que la Iglesia ha sido completamente aniquilada.

    Sin embargo, como demuestra la documentacin ahora proporcionada por los ArchivosVaticanos, claramente examinada por Vicente Crcel Orti, tanto la Santa Sede como la jerarquaespaola haban aceptado la legalidad de la Repblica ofrecindose a colaborar con ella. Lasupresin del Concordato vigente fue aceptada por el Vaticano sin protesta, ya que pona fin a unavinculacin entre el Altar y el Trono que no pareca muy adecuada en pleno siglo XX. La oferta fuerechazada, la Constitucin incluy clusulas persecutorias y las persecuciones se afirmaron, comoarriba indicamos. En 1933, los obispos espaoles se vieron obligados a publicar un documento dedenuncia pues no se trataba a la Iglesia como a persona jurdica respetada, sino como a unpeligro. Cuando Segura, arzobispo de Toledo, fue expulsado de Espaa, el Vaticano se limit a

    disponer el nombramiento de un nuevo primado, Isidoro Gom.La Iglesia no tuvo participacin en el alzamiento militar si bien la mayora de los catlicos sesum a l, partiendo de la experiencia vivida. El Vaticano trat de mantener la nunciatura a pesar deque su iglesia fue terriblemente saqueada, y retras el reconocimiento de la Junta de Defensa queformaron los militares. Pero se encontr ante un hecho: mientras que en la zona que a s misma sellamaba nacional el culto catlico segua funcionando y las fuerzas sublevadas o incorporadas almovimiento contaban con capellanes y servicios religiosos, en el lado de enfrente bastaba con serconsiderado como activo catlico para ser conducido a la muerte; ni siquiera los muy ancianos o losmuy jvenes pudieron escapar a este destino. Todos los obispos existentes en zona republicanafueron asesinados, excepto dos, el balear que estaba ciego y hospitalizado, y falleci de muertenatural y el de Tarragona, Vidal y Barraquer, que fue salvado en el ltimo momento por

    Companys y enviado al destierro en Italia.Nos encontramos, pues, en una situacin de hecho en que no se permiti a la Iglesia elegir. Habauna excepcin: el Pas Vasco, gobernado ahora por Jos Antonio Aguirre, el nacionalista, a quien

  • 7/22/2019 Luis Suarez -Franco y La Iglesia

    6/408

    Luis Surez Fernndez F r a n c o y l a I g l e s i a PGINA | 6

    apoyaban bastantes clrigos. Aqu las iglesias siguieron funcionando, aunque ello no impidi quevarias decenas de sacerdotes fueran asesinados por las milicias marxistas que apoyaban a losseparatistas en el poder. Siete sacerdotes sobre esto volveremos fueron condenados a muerte yejecutados por los militares en la primera etapa de la guerra. El 6 de agosto de 1936, el obispo dePamplona, Marcelino Olaechea, y el de Vitoria, Mateo Mgica, que haba sufrido destierro por losrepublicanos, decidieron publicar una carta conjunta explicando a sus sbditos vascos el error que

    estaban cometiendo al unirse a quienes proyectaban simplemente la destruccin de la Iglesia. Esposible que en la redaccin de esta carta interviniera Gom, que se haba salvado al hallarsedisfrutando de unas vacaciones en Tarazona y hall refugio en Pamplona, refugio a la sazn paramuchos perseguidos. En Navarra dominaban los carlistas incorporados al alzamiento. Aguirre, porsu parte, sostena que aquella no era una guerra religiosa sino una ilegtima sublevacin contra laRepblica a la que l deba defender.

    Como ahora no haba nuncio en Espaa y la Santa Sede se abstena de pronunciarse en relacincon el alzamiento, Gom, primado de Toledo y cabeza de la Iglesia espaola segn la tradicin,hubo de asumir en aquellas circunstancias difciles la representacin de toda ella, contactando conlos militares e informando a la Secretara de Estado. La carta del 6 de agosto estaba dirigidanicamente a los dirigentes vascos y a sus fieles. En Bilbao se dijo que se trataba de una fal-

    sificacin y algunos sacerdotes separatistas tranquilizaron a sus dirigentes afirmando que excedancon ello las funciones que corresponden a los obispos. Mgica entonces se acerc a los micrfonosde Radio Vitoria y pronunci estas contundentes palabras: Nos, con la autoridad de que noshallamos investidos, en la forma categrica de un precepto que deriva de la doctrina clara eineludible de la Iglesia, os decimos non licet. Sin embargo, como en uso de sus funcionesintentara defender tambin a aquellos de sus fieles que militaban en el nacionalismo vasco, notardara en chocar con los militares, segn indicaremos ms adelante.

    2. En este momento, la Junta de Defensa segua presidida por el general Cabanellas y Franco no eraotra cosa que el jefe del Ejrcito de frica, el ms importante en aquella ocasin. El 13 de agosto,

    cuando era evidente que se haba pasado de un alzamiento a una guerra civil, Gom remiti aPacelli el primer informe acerca de la situacin. A la jerarqua no se le haba concedido la menoropcin: desde las elecciones de febrero, el propsito del Frente Popular era acabar con la Iglesia yesto sucedera en el caso de que obtuviese la victoria. Tales eran los hechos incontrastables: en unbando se permita el culto catlico con toda amplitud y en el otro se suprima de un modo radical.No trataba el cardenal de presentar un panorama idlico: una guerra civil incurre siempre enviolencias en ambos bandos. Haba en el informe tres preocupaciones.

    En primer trmino el caso del gobierno nacionalista vasco que se declaraba catlico, incurriendoen contradiccin ya que si triunfaba la causa a la que apoyaba, sin duda el catolicismo seradesarraigado tambin all. Las persecuciones haban comenzado en 1931 y significaban,

    especialmente ahora, daos considerables, de modo que el gran problema futuro iba a serprecisamente la reconstruccin. Tambin la situacin interna en el bando nacional suscitabapreocupaciones, ya que eran muy fuertes las influencias paganizantes, es decir, nazis segn laexpresin de la Iglesia, que venan del centro de Europa y que aspiraban a imponer un laicismo delEstado como ciertos sectores falangistas preconizaban. Falta ver el alcance que se dar a estaproposicin. Es importante recordar que a finales de agosto el Fhrer haba ordenado a VonBlomberg prestar toda la ayuda a Franco la mencin de la persona era expresa para que pudieraconseguir la victoria, ya que Francia y sobre todo la URSS se haban convertido en patrocinadoresde los que a s mismos se consideraban rojos.

    Tambin Gom mostraba especial confianza en Franco, pues se comportaba en todos losaspectos como catlico practicante retornando, en cuanto de l dependa, a la confesionalidad del

    Estado. Sin embargo, al posesionarse de la Jefatura del Estado el 1 de octubre de 1936, Francoincluy en su discurso un texto que pareci mal a Gom, porque vea en l una inclinacin hacia eselaicismo: El Estado nuevo, sin ser confesional, respetar la religin de la mayora del pueblo

  • 7/22/2019 Luis Suarez -Franco y La Iglesia

    7/408

    Luis Surez Fernndez F r a n c o y l a I g l e s i a PGINA | 7

    espaol, sin que esto suponga intromisin de ninguna potestad dentro del Estado. Preocupaban a lajerarqua, y de modo especial al Vaticano, las lneas de crecimiento de las corrientes quefomentaban el totalitarismo. La presencia de unidades alemanas e italianas poda significar unainfluencia poltica, como en la otra zona el apoyo de la URSS significaba un crecimiento del PartidoComunista, que hasta entonces haba sido poco significativo. Sin embargo, en la Junta Tcnica quesustitua a la de Defensa asumiendo funciones de gobierno, el predominio de los catlicos era

    absoluto. Cuando Franco se instal en Salamanca, hizo uso del palacio episcopal que le cedi elobispo Enrique Pl y Deniel, y all diariamente el P. Bulart celebraba misa a la que el Generalsimoasista. Una de las primeras decisiones consisti, lgicamente, en el restablecimiento de la Compa-a de Jess. Es importante recordar aqu que cuando Jos Antonio Primo de Rivera fue ejecutado,llevaba en su mano un crucifijo y lo hizo como catlico.

    La hermana de Jos Antonio, que consigui llegar a la zona nacional, imprimira un fuerteespritu religioso a la Seccin Femenina; en esta tarea se vera especialmente ayudada por unbenedictino, fray Justo Prez de Urbel, historiador de relieve. Ante las protestas de los obispos,Franco orden modificar el texto del discurso de Burgos que se envi a la prensa, de modo que laconfesionalidad permaneciera. Haban transcurrido dos meses y medio desde el alzamiento y elVaticano segua sin negar legitimidad a la Repblica, aunque iba tomando buena nota de los

    tremendos daos que la Iglesia catlica sufra.Antes de solicitar una entrevista con Franco, Gom haba vuelto a Toledo (3 de octubre), ahora

    en poder de los militares, y pudo hacer una evaluacin de los daos sufridos: aquella dicesis, porlas circunstancias que acompaaron a la lucha, haba sido una de las ms duramente tratadas, demodo que el porcentaje de mrtires alcanzaba aqu niveles muy elevados Gom dio cuenta de todoello al cardenal Pacelli en un nuevo informe fechado el 24 de octubre. Pero este documento sepropona otro objetivo ms importante: tranquilizar a la Santa Sede respecto a la influencia de naziso fascistas. La nueva Junta Tcnica estaba formada exclusivamente por rigurosos catlicos sin queentrasen en ella los falangistas. De una manera especial se refera a Franco como catlico prcticode toda la vida. Y aada: Mi opinin personal es que ser un gran colaborador de la obra de laIglesia desde el alto sitio que ocupa. Volva a insistir en su desconfianza respecto a Falange porquevea crecer la influencia de la ideologa que en trminos vaticanos se calificaba de neopaganismo.

    3. Preocupaba de un modo especial a la Santa Sede el problema del Pas Vasco. Como Juan Pablo Fusie Ignacio Olabarra han aclarado, el PNV se haba presentado al comienzo de la Repblica como unpartido autonomista, cristiano y popular semejante a lo que iba a significar luego la democraciacristiana: Pero se hallaba en abierta ruptura con la CEDA porque en 1934 esta haba hecho fracasarun proyecto de Estatuto que finalmente sera aceptado el 1 de octubre de 1936 por unas Cortesreducidas al Frente Popular, el mismo da precisamente en que Franco asuma la Jefatura delEstado. Indalecio Prieto haba conseguido de este modo que el Gobierno de Aguirre se mantuvieradentro de la Repblica. Pero las divisiones en la poblacin vasca eran muy profundas. lava se

    situ al lado del alzamiento, y Guipzcoa pudo ser pronto dominada por los militares, de modo queAguirre haba conseguido consolidarse nicamente en Vizcaya. Pero este Gobierno, pese al fracasode Mgica, a quien los republicanos consideraban un viejo carlista, segua considerndose catlico.

    Cuando Jos Antonio Aguirre prest juramento como primer lehendakari el 6 de octubre de1936, utiliz una frmula en que manifestaba su obediencia a la Iglesia Catlica. En realidad seconsideraba ya presidente de un pas independiente que estableca una alianza con otro Estado, laRepblica espaola. La Junta de Defensa, que haba tomado medidas drsticas contra los clrigosque figuraban en las filas de su ejrcito, reclam de Mgica una condena radical que este, pese a lasinsistentes demandas, no poda extremar. Y entonces decidi la expulsin del obispo, como anteshaba hecho el gobierno de la Repblica. Profundamente irritado, el prelado abandon Espaa el 14

    de octubre, y desde este momento se sum a la opinin de los nacionalistas combatiendo a Franco ya su gobierno militar.El clero vasco que no se haba sumado a los nacionalistas fue encarcelado y se le impidi ejercer

  • 7/22/2019 Luis Suarez -Franco y La Iglesia

    8/408

    Luis Surez Fernndez F r a n c o y l a I g l e s i a PGINA | 8

    sus funciones. Aguirre envi a Roma a un cannigo de Vitoria, Alberto Onaindia que acabaraadoptando el seudnimo de Padre Olaso, con un documento en que trataba de convencer a laSanta Sede de que los vascos no haban hecho otra cosa que defenderse de la agresin de losmilitares sublevados contra el legtimo gobierno de la Repblica: No creemos deca que losvascos hayan de ir unidos con quienes pretenden privarlos de sus derechos y conculcar sus tradicio-nales costumbres y tradiciones. Sin embargo, eran muchos los vascos que militaban en las brigadas

    navarras. Cuando Onaindia lleg a Roma, haca prcticamente un mes que Po XI se habadeclarado en contra de la Repblica. Fue en la audiencia pblica en Castelgandolfo, donde muchosfugitivos espaoles se hallaban presentes cuando calific a los rojos de fieras salvajes y cruelesdesprovistos de la misma naturaleza humana, aun la ms miserable (14 de septiembre de 1936).Por primera vez se haba calificado de mrtires a las vctimas de la persecucin espaola.

    Este era el problema serio con que se enfrentaba Franco en el momento de asumir el poder.Como la Junta de Defensa, pensaba que Mgica deba completar sus intervenciones haciendoexpresa condena del nacionalismo, pero sustitua el trmino exigencia por el de ruego, esta vez antelas autoridades romanas. Mgica no poda hacerlo, pues ello significara una injerencia de suautoridad puramente eclesistica en una cuestin poltica. Antes de que Franco fuera proclamado,una de las ltimas decisiones tomadas por la Junta de Defensa haba sido reclamar la expulsin del

    obispo. Gom, aunque juzgaba peligroso enfrentarse con las fuerzas militares, nica garanta,consideraba tambin intolerable que la Junta de Defensa tomara tal decisin. l propona queMgica viajara a Roma buscando a travs de la Secretara alguna clase de negociacin. Fracas.Mgica culpara a Gom porque no le haba defendido. Pero el cardenal tampoco poda meterse enun callejn sin salida: condenar a los nicos que en aquellos momentos defendan a la Iglesiaresultaba un contrasentido imperdonable. Pacelli pensaba que la nica salida razonable era unanegociacin en que hiciesen algunas concesiones a Aguirre a cambio de deponer las armas. Seintent en los meses siguientes, pero Onaindia no se mostraba menos riguroso: el Estatuto deGuernica, reconocimiento de una semiindependencia, era condicin indispensable.

    El modelo vasco tuvo imitadores. La Generalidad de Catalua y el Consejo de Asturias y Len yPalencia de Belarmino Toms actuaban con el mismo grado de independencia. Se emiti inclusomoneda propia. La situacin era muy seria. Cuando a finales de octubre, Gom celebr la primerade sus entrevistas con Franco, le present datos de los que aquel no tena noticia. Nueve sacerdotesvascos que formaban en las compaas de gudaris, capturados por la columna de Alfonso Beorlegui,formada en su mayor parte por carlistas tambin vascongados, haban sido condenados a muerte yejecutados sin que Fidel Dvila hubiese accedido al indulto que Gom le haba solicitado. Solo unade estas ejecuciones haba tenido lugar despus del 1 de octubre. Franco se irrit la noticiadestrua uno de sus principales argumentos y contest al primado: Tenga su eminencia laseguridad de que esto queda cortado inmediatamente.

    Gom no pudo informar a la Santa Sede de esta conversacin hasta el 8 de noviembre, pero lacarta lleg a Roma despus de que algunos religiosos y eclesisticos nacionalistas hubieran

    comunicado estas noticias en la Secretara de Estado; alegaban que no haba diferencia entre unbando y el otro. El Papa, que cuando recibi a Mgica se mostr bastante fro era la segunda vezque provocaba un conflictoacept las explicaciones de Gom. A Roma llegaron adems otrasnoticias: en el territorio gobernado por Aguirre, las milicias rojas haban asesinado a cuarenta ysiete sacerdotes de modo que la comparacin numrica tambin en este caso resultaba significativa.Franco cumplira en este punto su palabra. Los castigos que en adelante se dispusieron para el cleronacionalista se acomodaban a los preceptos del derecho cannico, implicando sobre todo el trasladoa otras dicesis. La propaganda nunca lograra superar la enorme diferencia en el nmero devctimas. Sin embargo, es preciso tener en cuenta las terribles secuelas del odio. Franco,cumpliendo la palabra dada a Gom, envi un telegrama a los mandos militares, el 6 de noviembre,prohibiendo juzgar a eclesisticos. Pues bien, los dos ltimos de la lista fueron ejecutados en la

    madrugada del 7, como si no se hubiese recibido la orden.

  • 7/22/2019 Luis Suarez -Franco y La Iglesia

    9/408

    Luis Surez Fernndez F r a n c o y l a I g l e s i a PGINA | 9

    4. En el bando nacional, la principal atencin a los asuntos relacionados con la Iglesia, corresponda,como es de suponer, a los tradicionalistas. Y estos, defensores a ultranza de la Monarqua catlica,entendan que haba de restablecerse el Concordato de 1851, denunciado por la Repblica, algo queni Po XI ni Pacelli estaban dispuestos a admitir. En la nueva coyuntura que se estaba viviendo, elllamado derecho de presentacin en el fondo, nombramiento directo por parte del Jefe de Estadoentraaba un peligro. El cardenal Segura, que reclamaba su restauracin, pensaba de la mismamanera. Gom, no; estaba de acuerdo con la lnea vaticana y lo importante era conseguir una

    renovacin en la preparacin y personalidad de los obispos.

    Franco envi a Roma al marqus de Magaz, todava en calidad de agente oficioso. Como elembajador de la Repblica, Luis Zulueta, haba abandonado su puesto, el marqus pudo instalarseen el palacio de la plaza de Espaa el 12 de octubre, izando la bandera bicolor en un da tansealado para su pas. Ms violencia tuvieron que ejercer los agregados militares para expulsar aIgnacio Aguirre de Crcer, embajador ante el Quirinal. Magaz crea que su misin tena nicamentedos lneas: obtener el reconocimiento de la Santa Sede y restablecer la vigencia del concordato.Pero Pacelli, que contaba con el apoyo de Vidal y Barraquer y tambin el de Gom, vea las cosasde otro modo. Un reconocimiento prematuro de la legitimidad del gobierno de Franco poda causarmucho dao a los catlicos que an estaban en la zona roja, y el retorno del sistema derepresentacin no era en modo alguno aceptable.

    El 20 de septiembre de 1936, Gom escribi a Pacelli comunicndole su intencin de viajar aRoma para dar cuenta de sus gestiones y a su vez recibir directrices. Pero los cambios acaecidos, finde la Junta de Defensa y Jefatura asumida por Franco, le movieron a retrasar dos meses el viaje.Antes de marchar envi a su secretario, Luis Despujol, a Burgos y a Salamanca para aclarar lapostura de las nuevas autoridades sobre tres puntos: a) la libertad de la enseanza religiosa enrelacin con la civil; b) qu atencin espiritual iba a otorgarse a las fuerzas armadas, y c) el retornode Vidal y Barraquer a Espaa. En los dos primeros, la respuesta fue muy satisfactoria, pues sehara cuanto la Iglesia reclamase. Pero en el tercero, tanto Sangrniz como Joaqun Bau, catlicosde tendencia tradicionalista, respondieron negativamente. Vidal estaba considerado como

    nacionalista y haba tratado de negociar en todo con la Repblica de modo que su retorno enaquellos momentos poda resultar contraproducente; no pareca bien que un cardenal fuesereprobado desde los sectores radicales del alzamiento.

    Gom, vuelto a Pamplona public una carta pastoral, El caso de Espaa, cuyo texto no fuepreviamente consultado con nadie, y que trataba de fijar, a los ojos del mundo catlico europeo,cul era la posicin de la jerarqua. Sus argumentos coinciden con los que en Roma expondra alPapa. El comunismo internacional haba puesto en marcha un plan para sustituir, mediante el FrentePopular, la Repblica por una dictadura marxista. El alzamiento militar se lo haba impedido. LaGuerra Civil, aunque salpicada, como todas, por violencia y crueldad, era la ltima esperanza quequedaba a la Iglesia para sobrevivir, de modo que haba que poner la atencin en la caridad y entodo aquello que pudiera favorecer el restablecimiento del catolicismo. La Santa Sede an no haba

    roto sus relaciones con la Repblica, si bien la nunciatura era solo una casa y la iglesia de San Mi-guel estaba seriamente daada.Tras dos das de viaje, Gom lleg a Roma el 10 de diciembre e hizo entrega a Pacelli de un gran

    paquete de documentos que corroboraban lo que iba a exponer. En la zona roja, la Iglesia estabasufriendo la persecucin ms cruel y sistemtica de todos los tiempos. No era conveniente restaurarel Concordato de 1851, aunque s abrir negociaciones para fijar los puntos principales de larelacin, entre los que el cardenal colocaba, en primer trmino, la educacin catlica. Se podaconfiar en Franco, que era un catlico que cada da asista a misa y rezaba el rosario, aunque sugestin se hallaba limitada por las difciles circunstancias. Explic a Pacelli que el falangismo noera nazi, pues sus miembros tienen considerable fondo de fe cristiana y de sentido de patria, sibien le preocupaban mucho dos aspectos, la creciente influencia nazi y fascista, y la copiosa llegada

    a sus filas de socialistas y sindicalistas que podan cambiar las cosas. En cuanto a Franco, eraenemigo irreconciliable de la Masonera. No haba otra legitimidad para l que la que naca delcatolicismo.

  • 7/22/2019 Luis Suarez -Franco y La Iglesia

    10/408

    Luis Surez Fernndez F r a n c o y l a I g l e s i a PGINA | 10

    Gom, en sus primeras conversaciones con el secretario de Estado no ocult que le preocupaba elfuturo por las corrientes que en Europa se estaban detectando. No haba duda desde luego de que lasleyes antirreligiosas de la Repblica iban a ser derogadas, pero no estaba conforme con la polticamarcada por Magaz. A su juicio alguna responsabilidad de lo ocurrido deba atribuirse al clero que,en lugar de volcarse sobre la vida de piedad, la caridad y la renovacin intelectual, se habapreocupado con exceso de la poltica. Aun sin mencionar nombres, era indudable que no se

    conformaba con las lneas de conducta de Mgica, Segura o Vidal. Cuando la guerra llegase a suterminacin, la Iglesia tendra que enfrentarse con una doble tarea: la de una mejor formacin de losfuturos sacerdotes en los seminarios y la de movilizar a los laicos a travs de una poderosa AccinCatlica. Eran palabras que a Pacelli le gustaba or.

    El 12 de diciembre de 1936, Gom fue recibido en audiencia por el Papa y descubri deinmediato algunos matices: el Vaticano estaba muy preocupado por las derivaciones de la polticainternacional y no poda reducirse a contemplar el entusiasmo de quienes en la Guerra Civil veanun alzamiento en favor de la religin. Era el momento en que empezaba a comprobarse el peligroque significaba Hitler, incumplidor del concordato y por consiguiente colocndose fuera de la ley.Mgica apoyaba ahora a los nacionalistas vascos y denunciaba las ejecuciones de sacerdotes. Gomtambin reprob estos actos, pero explicando que haban sido decisiones unilaterales de algunos

    jefes militares que los haban detenido con las armas en la mano; todo esto estaba ahora prctica-mente resuelto. Por su parte, Vidal y Barraquer, sin negar las violencias, segua confiando en algunaclase de acuerdo con la Generalidad que permitiera poner las cosas en su sitio. Tambin descubriel primado que por parte del clero francs se estaban ejerciendo presiones que presentaban comolegtimo al Gobierno de la Repblica y a los sublevados como peligrosa plataforma para laexpansin del nacionalsindicalismo.

    5. Al regresar a su residencia, el cardenal tom la pluma y escribi un largo informe que hasta el 15 dediciembre no fue puesto en manos de Pacelli. Parta de un dato esencial: la Iglesia no es unorganismo poltico sino una comunidad de fieles, Cuerpo mstico de Cristo cuya cabeza visible es

    el sucesor de Pedro, y no puede perderse por los pasillos de la diplomacia. Lo que se estabajugando en Espaa era algo ms que una cuestin poltica. Si no se hubiese producido elalzamiento, ese Gobierno legtimo de la Repblica segn aconsejaban los franceses seratan solo una copia del rgimen imperante en la Unin Sovitica. Era esto deseable para ladiplomacia vaticana o para los catlicos franceses? El argumento era tan contundente que Pacellillev las pginas al Papa y convino con l en la necesidad de ofrecer a Franco un mensaje dealiento.

    Este mensaje iba acompaado por una bendicin apostlica al Jefe del Estado. Prcticamentevena a decir que aunque la Iglesia ha de estar con la autoridad contra la anarqua y con la religincontra el atesmo, hacer un reconocimiento radical en estos momentos poda significar un dao

    irreparable para los catlicos que an se hallaban bajo dominio de la Repblica. No sabemos si sereferan a los vascos o a los catalanes que estaban ya organizando una Iglesia en el silencio o a losmiles que permanecan en las crceles o escondidos, a veces en condiciones infrahumanas. El da 19de diciembre, Pacelli entreg a Gom un documento de gran importancia: era la credencial, firmadapor el Papa, que le aseguraba la calidad de representante oficioso del Vaticano. Las instruccionesque se le dieron eran tambin claras: ir discutiendo y restaurando uno a uno los artculos del viejoconcordato que la Iglesia necesitaba para su libertad. La autoridad del primado de Espaa seconsolidaba. Incluso tras el nombramiento de un nuncio, recurrira a la convocatoria de unaConferencia de metropolitanos que l presida con gran rigor.

    En reciprocidad, Magaz pasaba a ser representante oficioso del gobierno de Burgos. No sabemoshasta qu punto fue informado de estas conversaciones; en su despacho del da 21 se mostraba

    cariacontecido porque el primado no iba por la lnea que l esperaba. El 22 hizo un comentarionegativo: eso de nombrar un representante oficioso era una especie de falacia de la diplomaciavaticana, que segua manteniendo a monseor Sericano en Madrid como si estuviese encargado de

  • 7/22/2019 Luis Suarez -Franco y La Iglesia

    11/408

    Luis Surez Fernndez F r a n c o y l a I g l e s i a PGINA | 11

    la nunciatura. Y en Pars, Luis de Zulueta segua titulndose embajador de Espaa ante la SantaSede y no le desmentan. Magaz estaba de acuerdo con las lneas de un viejo tradicionalismo.Atribua al Vaticano la idea de contar con un observador en cada uno de los bandos para poderseguir la poltica que ha desarrollado la Accin Catlica siguiendo las inspiraciones del Vaticano ydel nuncio monseor Tedeschini, iniciada ya en los ltimos tiempos de la Monarqua en Espaa, lapoltica, en una palabra, de la democracia cristiana, que tanto ha contribuido al derrumbamiento de

    Espaa.Estas palabras reflejaban un sentimiento que compartan los tradicionalistas, tan importantes enel bando nacional y que deseaban el retorno a la alianza entre el Altar y el Trono, as como lavigencia del concordato, algo que el Vaticano y de modo especial Pacelli no estaran dispuestos aasumir. En el Anuario Pontificio de 1937 segua figurando Luis de Zulueta como embajador deEspaa ausente, al lado de Silvio Sericano, encargado de negocios en Madrid ad interim, pero yase mencionaba a Gom y a Magaz en su nueva condicin de encargados oficiosos.

    6. Podemos decir que en las relaciones entre la Iglesia y el rgimen de Franco existe una especie deprlogo que concluye cuando se publican las dos encclicas que condenan expresamente a los dos

    totalitarismos, el nazi y el comunista. No se trataba an de llegar a un reconocimiento oficial, peroen la bendicin remitida al Generalsimo figuran unas palabras de las que debemos tomar buenanota: a Franco, lo mismo que a cuantos contribuyen a la obra de salvacin del honor de Dios. Nose trataba de bendecir un sistema hacia el que el propio Gom formulaba reservas, sino a laspersonas que dentro de l estaban sirviendo a la Iglesia. En su mensaje de Navidad, el Papa semostr ms expresivo an. Espaa se vea envuelta en un proceso revolucionario del que elcatolicismo es vctima inocente ya que en donde el marxismo se impone, el cristianismo, en elfondo todas las religiones, es perseguido. Y la persecucin espaola superaba en crueldad a cuantasse haban conocido.

    Algunos historiadores insisten en decir que en principio la poltica de la Iglesia, guiada porTedeschini y Vidal y Barraquer, segua buscando, in extremis, un entendimiento con la Repblica,pero esto ya no era posible. Se abra paso el propsito de Gom: aceptar y aprovechar las nuevascircunstancias para consolidar la fe catlica, haciendo que el nuevo rgimen que de la guerra iba asurgir, se comprometiera con la Iglesia y no al contrario. Se trataba simplemente de apoyarse en unaactitud pasiva, frente a la persecucin, que los republicanos no estaban dispuestos a detener,sacando de los males tambin buenos resultados. A diferencia de la Junta de Defensa, Franco semostraba ahora ms comprometido con el catolicismo, que vena profesando desde sus orgenes.

    El 29 de diciembre de 1936, Franco y Gom celebraron una larga e importante entrevista. ElGeneralsimo adquiri dos compromisos: todas las libertades y privilegios de que la Iglesia habagozado en Espaa le seran reconocidos; en adelante, cualquier decisin que se adoptara y quepudiera afectar a la Iglesia sera negociada previamente con la jerarqua. Cuando Gom le plante el

    caso del obispo Pildain, rechazado por la Repblica, contest que habida cuenta de que noaparecen contra l cargos probados de carcter poltico y haberse hecho el nombramiento conanterioridad al actual Movimiento Nacional se le iba a reconocer plenitud de funciones dentro desu dicesis de Las Palmas de Gran Canaria. Pildain, que proceda del nacionalismo vasco, semostrara reticente ante el nuevo rgimen. En cambio Franco recomend a Gom que pidiera aMgica que continuara en el extranjero, pues no poda garantizar que se produjesen reaccionesadversas contra l si regresaba a Vitoria.

    Gom dio cuenta de lo que haba conseguido en esta primera negociacin a los dems obisposespaoles, dentro o fuera de Espaa, y recibi respuestas que demostraban la satisfaccin por lasgestiones. El primado no se mostraba excesivamente optimista; habra que librar nuevas batallasantes de conseguir que la Iglesia recobrara en Espaa su posicin. Hemos de destacar un prrafo de

    la carta de Vidal y Barraquer, que haba fijado su residencia en Italia. Rogaba a Gom se digneexpresar, verbal y reservadamente, solo a la persona cerca de la cual ejerce su misin altsima esdecir, a Franco mis salutaciones y homenajes de simpata y afecto y mis sinceros votos de que se

  • 7/22/2019 Luis Suarez -Franco y La Iglesia

    12/408

    Luis Surez Fernndez F r a n c o y l a I g l e s i a PGINA | 12

    logre cuanto antes alcanzar y establecer en nuestra Espaa una paz sincera y perdurable. Yconclua mego a Dios por el triunfo de la causa de la Iglesia. Desconozco la respuesta de Mgica.An no se haban extremado los odios hacia los nacionalistas vascongados.

    El 31 de diciembre de 1936, el general Gil Yuste, que actuaba como secretario de Guerra,dispuso el restablecimiento de las vicaras castrenses en la forma en que se hallaban reconocidas enel extinto concordato. Gom pas una nota a Franco (3 de enero de 1937): era menester no

    precipitarse, pues este era un asunto que se estaba tratando en Roma y no era posible reactivar elconcordato. Al mismo tiempo orden a Gregorio Modrego, que estaba manteniendo contactos conlos catlicos de Madrid, corriendo con ello grandes riesgos, que en su calidad de obispo se hicieracargo de la vicara castrense, designando a dos sacerdotes de su entera confianza para que leayudasen en este cometido; se deba dar asistencia espiritual a las tropas nacionales. El 23 defebrero, en uno de sus informes a Roma, Gom aadi que tras un nuevo contacto con Franco elasunto estaba resuelto. La Iglesia seleccionara y designara a los capellanes de las FuerzasArmadas.

    Esto no era absolutamente cierto. La Junta Tcnica, que estaba influida por los informesdesfavorables que Magaz enviaba desde Roma, destacando especialmente que no se tomabanmedidas contra los catlicos vascos, trat de oponer dificultades. De modo que hasta el 6 de mayo

    no se cerr el pleito. Franco reconoci en Modrego el Vicario General Castrense y tambin elderecho de este la misin, mejor de ir seleccionando el cuerpo de capellanes. Un triunfo deRoma que en este punto permita que se diera al olvido el concordato.

    7. Es muy significativo que la decisin del Vaticano de establecer plenas relaciones diplomticas conel rgimen de Franco tuviera lugar despus de la conquista o liberacin de Vizcaya. El gobiernocreado por Aguirre, aunque ahora se haba reducido en el espacio, segua presentndose comocatlico y esto influa en muchos sectores europeos. La publicacin de las dos encclicas Mitbrennender Sorge, condenando el nazismo, y Divini Redemptoris, que anatematizaba alcomunismo guardan cierta relacin con la decisin tomada en Salamanca el 22 de marzo de

    1937: fijando las posiciones en el centro para inmovilizar al enemigo, se iba a emprender laofensiva en el norte, comenzando por el Pas Vasco. La vanguardia en esta ofensiva corresponderaa las brigadas tradicionalistas que contaban con vascos y navarros, nuevos cruzados de la Causaque rezaban el rosario todas las tardes e invocaban la misericordia de Dios incluso sobre susenemigos.

    En todo el territorio republicano, incluyendo las provincias vecinas de Vizcaya, el culto religiosoestaba suprimido, aunque no faltaban valientes que, en secreto, trataran de impartir los sacramentos.Vizcaya era una excepcin: seguan abiertas las iglesias y un sector del clero, nacionalista desdeluego, poda celebrar los oficios. Para el Vaticano esta situacin significaba perplejidad. Hastadnde deban llevarse las decisiones condenatorias sin provocar una revuelta interna? Los vascos

    contaban en este caso con el apoyo de sectores catlicos franceses. En marzo y junio de 1937Franois Mauriac y Jacques Maritain publicaron sendos manifiestos sosteniendo que la Repblicadeba ser defendida porque sostena y significaba la democracia, mientras que los militaresconducan al pas hacia el totalitarismo fascista mucho las preocupaciones que para el futuro deFrancia poda significar una alianza entre Alemania e Italia, que combatan juntas en la guerra deEspaa.

    El 22 de diciembre de 1936, el presidente Aguirre haba pronunciado un discurso, que fuereproducido por la prensa extranjera. Sostena la tesis de que la guerra [...] no es una guerrareligiosa como ha querido hacerse ver; es una guerra econmica y de tipo econmico arcaico. Setrataba de un recurso a la propaganda, pero hemos de sealar un dato que tambin a la Santa Sedellam la atencin. Ese discurso fue prohibido por el Gobierno de la Repblica a los peridicos de su

    zona. Es clara la idea: no era aceptable desde su punto de vista que no se tratara de una guerrareligiosa; en diciembre de 1936, la destruccin de la religin formaba parte de sus objetivosprincipales.

  • 7/22/2019 Luis Suarez -Franco y La Iglesia

    13/408

    Luis Surez Fernndez F r a n c o y l a I g l e s i a PGINA | 13

    Gom, tras recabar la autorizacin del Vaticano, envi una carta a los obispos del mundo entero(10 de enero de 1937). Hizo llegar una copia de la misma al presidente Aguirre sugiriendo que lahiciese publicar en Bilbao: Negamos en redondo que esta sea una guerra de clases. Por elcontrario, es el amor al Dios de nuestros padres, el que de acuerdo con la tesis del cardenal hamovido a la Espaa pobre y campesina a alzarse en armas mientras que el odio a Dios predicadopor los marxistas, se haca dueo de la Espaa rica. Reprochaba a Aguirre que guardara silencio

    sobre lo que estaba ocurriendo en el territorio dominado por su Repblica: Leemos que ya hanardido algunos templos en Vizcaya. A ltima hora anuncia la radio el asesinato de algunossacerdotes por los comunistas.

    El primado no poda ni tampoco pretenda soslayar la cuestin de los sacerdotes vascos juzgadosy ejecutados por los militares. Aquellos sacerdotes sucumbieron por algo que no cabe consignar eneste escrito ya que se trataba de una persecucin poltica y no religiosa, pero la jerarqua no callen este caso. Si no acudi con l a la tribuna clamorosa de la prensa es porque hubiera sidomenos eficaz y sin duda poco conveniente para la Iglesia mezclarse en cuestiones polticas: Peroyo puedo sealarle el da y el momento en que se trunca bruscamente el fusilamiento desacerdotes. Hay aqu cierto tono de orgullo, pues era l quien haba conseguido detener,definitivamente, tales violencias. En cambio, deje que le pregunte a mi vez, seor Aguirre: por

    qu su silencio, el de usted y el de sus adictos, ante esta verdadera hecatombe de sacerdotes yreligiosos, flor de intelectualidad y santidad de nuestra clereca, que en la Espaa roja han sidofusilados, horriblemente maltratados por muchos miles, sin proceso, por el nico delito de serpersonas consagradas a Dios?. El cardenal presentaba una cifra: 201 sacerdotes haban sido sa-crificados en su dicesis de Toledo y careca de datos acerca de otras dicesis

    Las palabras del cardenal resultaban evidentemente muy duras, pero no poda actuar de otromodo ya que estaba siguiendo las directrices de las autoridades vaticanas, que deseaban lograr quelos nacionalistas vascos, dueos del poder, abandonasen el campo de la Repblica, terribleperseguidora, buscando alguna clase de acuerdos. Gom apuntaba en esta lnea a su convencimientode que si los comunistas llegaran a apoderarse de Vasconia tambin aqu la Iglesia sera erradicada.Por eso el mensaje conclua con esta propuesta: Busque coincidencias y excogite medios y halleuna frmula eficaz y suave de devolver a su pueblo la paz perdida. Gom saba que muchos de losaltos dirigentes del alzamiento rechazaban de plano cualquier negociacin. La guarnicin de Bilbaohaba sufrido muy duras represalias precisamente por haber confiado en que no llegara a producirseuna alianza entre nacionalistas y marxistas.

    8. Franco, en cambio, hubiera preterido alguna clase de capitulacin, para l muy ventajosa. En suentrevista con el cardenal, el 29 de diciembre de 1936, se quej de la pasividad de la Sede romanaporque una desautorizacin pontificia poda resultar decisiva para que los vascos, que se declarabancatlicos, renunciasen a la lucha. Pero l estaba nicamente dispuesto a garantizar personas ybienes mientras que Aguirre exiga, como condicin indispensable el mantenimiento del Estatuto

    que en octubre de 1936 aprobaron las Cortes de la Repblica compuestas exclusivamente pordiputados del Frente Popular. Esto era algo que el Generalsimo no poda ni quera admitir. En estemomento, los nacionales controlaban ya las tres cuartas partes del territorio vascongado.

    Las cosas resultaban ms complejas de lo que algunos altos eclesisticos imaginaban. Gominform detalladamente a Pacelli de su entrevista del 29 de diciembre, y el secretario de Estado, enun importante documento del 11 de enero, destap una parte al menos de lo que eran los propsitosvaticanos. Estaba dispuesto a actuar como intermediario para el logro de una capitulacin, pero estoexiga que se hiciesen concesiones que pudieran despertar el agradecimiento de los nacionalistas.Solo as era posible una intervencin ya que como el Gobierno vasco de Bilbao est ms quenunca controlado por los comunistas en realidad figuraban en l cinco peneuvistas, tres

    socialistas, un comunista y dos republicanos es de temer que tambin un acto de la Santa Sedequedara sin efecto o quizs empeorara la situacin multiplicando todava ms las vctimas. Setrata de un argumento importante que el propio Pacelli explicaba as: Otra cosa sera si el general

  • 7/22/2019 Luis Suarez -Franco y La Iglesia

    14/408

    Luis Surez Fernndez F r a n c o y l a I g l e s i a PGINA | 14

    Franco se decidiese a hacer alguna concesin a las aspiraciones de los vascos. Se estabaincurriendo en algunos contrasentidos pues si era cierto que los marxistas controlaban la situacin,de nada serviran las concesiones a los autonomistas. Por otra parte, todos los colaboradores deFranco coincidan en la necesidad de hacer tabla rasa de la legislacin republicana y en especial dela separatista. Espaa tena que ser una, grande y libre.

    Franco conoci el documento de Pacelli, prcticamente dirigido a l, y extrajo una consecuencia:

    qu gran crdito lograra el Vaticano ante los separatistas vascos y tambin ante los catalanes si porsu mediacin lograban afirmar la autonoma. Por eso la respuesta que dio a Gom fue muy fra: noera ni prudente ni factible aquella propuesta. En el Cuartel General de Salamanca se baraj otraopcin: liberar Vizcaya lo antes posible haciendo desaparecer aquel Gobierno. Pero el 30 deenero de 1937, la Secretara de Estado ampli su propuesta: la Santa Sed se declaraba dispuesta aenviar una carta al clero vasco exigiendo la ruptura con el Frente Popular si Franco se decidaofrecer generosas condiciones en relacin con la autonoma del territorio. Esta era precisamente lapropuesta que Gom deba presentar en el Cuartel General. Por esta va se segua retrasando el reco-nocimiento de la nueva Junta de Defensa.

    Gom inform a Pacelli (4 de febrero) que cumplira puntualmente las rdenes, pero que creamuy difcil que los militares aceptasen tales condiciones; acababa de llegar la noticia de que el 4 de

    enero, como represalia por un bombardeo, las milicias haban asaltado las crceles bilbanasasesinando a 280 personas, de modo que no se crea que los nacionalistas pudieran controlar lasituacin. Pacelli deslizaba en las instrucciones una nueva idea, la de que fuesen los obisposespaoles quienes tomasen la iniciativa de redactar una carta colectiva explicando a sus colegas delextranjero cul era la verdadera situacin que se estaba dando en Espaa. Gom acept en principiola idea: si la jerarqua espaola se mostraba unnime, sus argumentos pesaran sobre los demssectores de la Iglesia catlica.

    El primado, en su calidad de representante oficioso de la Santa Sede, plante estas cuestiones aFranco en dos entrevistas celebradas los das 12 y 16 de febrero. El lapso se explica porque elGeneralsimo quera meditar cuidadosamente la respuesta. En ella parta de una afirmacin: elPartido Nacionalista Vasco no representaba al pueblo vasco; aun aceptando como buenos los datoselectorales de febrero del 36, apenas si una tercera parte de sus moradores lo haba apoyado y eranmuchos los que militaban ahora en el alzamiento, aparte de que Aguirre era obedecido en solo unade las tres provincias. Se apoyaba en una ley que haban aprobado las Cortes despus de que laderecha hubiera sido violentamente excluida de ellas. Deba desengaarse la Santa Sede: aunsuponiendo que los nacionalistas estuviesen dispuestos a una capitulacin por separado, sus aliadosmarxistas, verdaderos dueos de la situacin, no se lo consentiran.

    Pacelli acept estos argumentos y en su despacho de 27 de febrero, sin modificar sus ideas, hizoa Gom otro encargo: deba conseguir que las autoridades militares extremasen su clemencia conlos nacionalistas vascos ya que a fin de cuentas se trataba de catlicos a los que la Iglesia debaproteger. Gom, que ya haba conseguido impedir las represalias contra el clero, recibi tambin de

    Franco una confidencia con el empeo de que la transmitiera a Roma: Mola y los otros directoresdel Movimiento se mostraban especialmente irritados con los peneuvistas porque estos al principiohaban ofrecido su colaboracin, pero luego fueron atrados por Indalecio Prieto y de ah lastremendas represalias contra los militares en Bilbao.

    Aquel ao, la Cuaresma comenzaba el 10 de febrero; faltaban exactamente cuarenta das paraque Franco firmara la orden de su Estado Mayor: adelante a por Vizcaya. El cardenal decidipublicar una de sus cartas pastorales, aquella que lleva por ttulo La Cuaresma de Espaa. Envano buscaramos en ella resentimiento. Cuando la guerra concluyese, deca Gom, todos, en uno uotro bando, tendrn oportunidad de comprobar los quebrantos que han sufrido. Pero al mismotiempo ser la hora de reflexionar, pues un drama como este no es otra cosa que consecuencia delpecado. No sealaba, como hace siempre la izquierda, a los del lado de enfrente, sino a todos, a los

    polticos que sembraron el odio entre los ciudadanos, a los ricos que solo pretendan acumularbeneficios, y a los obreros que se dejaron arrastrar por doctrinas del odio que solo podan conducir asu propia destruccin. Una guerra es, tambin y sobre todo, tiempo de penitencia que obliga a

  • 7/22/2019 Luis Suarez -Franco y La Iglesia

    15/408

    Luis Surez Fernndez F r a n c o y l a I g l e s i a PGINA | 15

    meditar sobre los propios errores. Y conclua: Cuando la contienda haya llegado a su fin, loscatlicos se encontrarn ante la verdadera prueba: de la respuesta moral que sean capaces de dardepender el futuro de Espaa. Toda esta doctrina, que forma parte de la raz catlica, erarechazada absolutamente por el marxismo, pero tampoco en el otro bando abundaban los queestaban dispuestos a escucharla.

    En los aos siguientes, mientras las sombras de los totalitarismos se extendan por Europa,

    penetrando tambin en los otros Estados, la Iglesia iba a encontrarse ante una perspectiva muydolorosa que reclamaba la convocatoria de un Concilio. Po XII comenz a prepararlo. En el casoespaol, la situacin era ms delicada todava: es difcil que las vctimas de la violencia se decidan asuperarla, recurriendo a esa verdadera y fructuosa penitencia, que es condicin indispensable para lacondonacin de daos.

    9. Desde el 31 de marzo de 1937 estaba en marcha la ofensiva sobre Vizcaya, que iba a demostrar quelos nacionales superaban en calidad militar a los nacionalistas, que contaban con mayor nmero desoldados. Javier de Salas, gran especialista en el tema, seal que por primera vez se otorg al armaarea una especie de independencia en la accin. Pero esto significaba italianos y alemanes. Estaba

    al mando de la Legin Cndor un primo del Barn Rojo, Wolfram von Richthofen. Fueron lositalianos los causantes del gran error del bombardeo de Guernica, pese a que la propaganda culp alos alemanes. Aunque no fue el peor de los bombardeos sufridos, hizo un terrible dao a la causa deFranco, porque se estaba dando la sensacin de que se extremaba la dureza en relacin con losvascos. Y fueron vascos y navarros los que tomaron posesin de la villa foral montando guardia entorno al rbol, signo de las antiguas libertades forales.

    No estamos en condiciones de sospechar que el error de Guernica, incrementado por lasmanifestaciones que se hicieron desde el bando nacional, haya influido en las relaciones con elVaticano. Por otra parte, los brigadistas navarros y vascos del carlismo hicieron de la conquista dela villa y de la custodia del rbol un signo de victoria. Magaz, desde Roma, vena informando de lainfluencia que catlicos vascos y franceses estaban adquiriendo en eI Vaticano. El 7 de abril, tressemanas antes del bombardeo, Gom explicaba en uno de sus despachos a Pacelli donde estaba laposibilidad de error. No era correcto hacer caso de los catlicos franceses; aunque no les gustase,Franco iba a ganar la guerra. l estaba manteniendo relaciones muy cordiales con el Generalsimo,pero si la Iglesia se empeaba en mantener la posicin ambigua, poda favorecer, dentro delMovimiento, aquellas corrientes que deseaban que el rgimen poltico espaol derivase hacia elnacionalsocialismo. Si triunfaba el Frente Popular, como deseaban aquellos consejeros, la Iglesiasera barrida. De modo que a esta le convena prestar apoyo a Franco, para afirmar el predominiocatlico y evitar los dos peligros que sobre ella se cernan. Por otra parte la cada de Bilbao lepareca inminente, a pesar de los desesperados esfuerzos de Aguirre. Pronto no habra nada quedefender.

    El 1 de mayo de 1937 pudo Gom comunicar a Pacelli la gran noticia; a punto de extinguirse elcatolicismo separatista, Franco, unilateralmente, haba puesto en vigor aquella clusula delconcordato que determinaba que los delitos cometidos por sacerdotes solo podan ser castigadosmediante un acuerdo con el prelado de la dicesis correspondiente, en este caso Vitoria. Pacellifelicit a Gom y le anim para que continuara sus gestiones en favor de los vascos (6 de mayo).Gom estaba ya consultando con los otros metropolitanos y algunos obispos para que le ayudasenen el empeo de conseguir que la Santa Sede hiciese reconocimiento oficial del gobierno militar,ahora que se haban superado las disidencias con la Falange hedillista. Solo hubo una vozdiscrepante, la de Ilundain, que argumentaba que esto poda conducir a un recrudecimiento de laspersecuciones en la zona roja. Presion al mismo tiempo a Franco para que se enviara un telegramaa Magaz (8 de mayo) garantizando por escrito que se respetara la vida de los vascos prisioneros y

    tambin su libertad, a menos que pesaran sobre ellos delitos comunes.El 9 de mayo Pacelli recibi a Magaz en su despacho oficial: sobre la mesa tena el informe deGom y una copia del telegrama que haba recibido el representante diplomtico. Antes de entrar en

  • 7/22/2019 Luis Suarez -Franco y La Iglesia

    16/408

    Luis Surez Fernndez F r a n c o y l a I g l e s i a PGINA | 16

    el despacho, Magaz se encontr con el antiguo embajador de la Repblica, Pita Romero, que leofreci su ayuda. Parece bastante significativa la coincidencia. El secretario de Estado, segnMagaz, estuvo ms cordial y abierto que en otras ocasiones. Explic cules eran las dos principalespreocupaciones a la hora de pasar de un reconocimiento de facto, que ya exista, a otro de iure: alpublicar la encclica Mit brennender Sorge, la Santa Sede haba roto prcticamente sus relacionescon el nacionalsocialismo, que era condenado, aunque no con Alemania; tema que, dadas las

    presiones del Partido sobre Falange Espaola, se tachara a la Iglesia de enemiga de Alemania. Porotra parte se tema que una negativa radical hacia la Repblica incrementara la dureza de lapersecucin. Esta, como sabemos, era la tesis de Vidal y Barraquer, que abrigaba esperanzas de unrestablecimiento del catolicismo en Catalua.

    Pocos das ms tarde, Tedeschini, Maglione y Canali explicaron a Magaz que se haba celebradouna reunin de la Comisin de Asuntos Ordinarios y que en ella se haba llegado a una decisinimportante. El reconocimiento de iure deba producirse cuando se conocieran los resultados de lamisin encomendada al cardenal Pizzardo, relacionada con el problema vasco. Naturalmente, estollevaba a la conclusin de que la poltica vaticana se hallaba supeditada a esos esfuerzos. Unos dasantes, en todo caso con anterioridad al 21 de mayo, en una de sus entrevistas con Franco, elcardenal, sin mencionar la encclica, que en Espaa se estaba silenciando, abord el problema que

    de manera especial preocupaba a la Iglesia catlica: la prensa, influida profundamente por lasagencias alemanas, estaba desarrollando una germanofilia excesiva. Prometiendo influir paraconseguir cierta moderacin, el Generalsimo pronunci una frase que resuma su poltica: Noconsentir en Espaa tendencia alguna que se concrete en un sentido de racismo pagano, de formahitleriana; cada pas tiene su tradicin y su historia y las nuestras son profundamente elaboradas porel catolicismo; no podemos apartarnos de la postura que ello nos impone. Gom se encargara deque una versin espaola de la famosa encclica condenatoria del nazismo se difundiera por Espaa;hubo de emplear una traduccin francesa porque l no manejaba el alemn.

    10. Trataremos de explicar hasta donde nos lo permite la documentacin disponible, que en la

    actualidad se procura olvidar el curso de las negociaciones que, por iniciativa vaticana,pretendan lograr un entendimiento en forma de capitulacin con condiciones, y se intentaron conel nacionalismo vasco. El 23 de enero de 1937 un religioso que operaba en nombre de la nunciaturaen Pars, tom contacto con la embajada italiana en aquella capital, en relacin con ampliar lasnegociaciones acerca del intercambio de prisioneros, a un verdadero acuerdo de paz. El agenteoficioso del Gobierno vasco, Jos Mara de Izaurieta, se haba adelantado a tomar contacto con lanunciatura. De hecho, antes del 11 de febrero de 1937, el nuncio Valeri e Izaurieta habanconvenido en utilizar los servicios del embajador italiano Cantaluppo para averiguar, por vaitaliana, qu condiciones estaba dispuesto a ofrecer Franco en caso de una negociacin de paz porseparado.

    As pues, en los momentos anteriores al comienzo de la ofensiva, hubo contactos de los que noestamos muy bien informados pero en los que la Iglesia mostraba un gran inters, entre otrasrazones porque quera apartar a los peneuvistas que se declaraban catlicos de ese crimen de hechoque era ayudar a los rojos. El jesuita padre Pereda y Antonio Gonzlez, que militaban en elMovimiento nacional, consiguieron establecer contacto con Julio Juregui y descubrieron que elprincipal obstculo vena del lado de los colaboradores de Aguirre: haban conseguido su objetivo,el Estatuto de Guernica, que era ms que una simple autonoma foral, y no estaban dispuestos arenunciar. En San Sebastin, Jos Mara de Areilza tuvo una conversacin con el cnsul italianoCavalcantti y le dijo que la mediacin de un pas tan significativo como Italia poda dar paso a unasolucin. Pero vino despus el bombardeo de Guernica, que los nacionalistas presentaron como laseal de que en nada poda confiarse: iban a ser cruelmente destruidas las libertades vascas. Pacelli

    decidi entonces dar un paso adelante enviando nuevas instrucciones a Gom.Este viaj a Vitoria para celebrar, en una sala del Hotel Frontn, una conversacin con Mola. ElVaticano quera saber, en aquellas vsperas del avance sobre Bilbao era el 6 de mayo cules

  • 7/22/2019 Luis Suarez -Franco y La Iglesia

    17/408

    Luis Surez Fernndez F r a n c o y l a I g l e s i a PGINA | 17

    eran las condiciones que los militares estaban dispuestos a otorgar. El general formul seiscondiciones que solo se referan al trato que se dara a los prisioneros y a las facilidades a losdirigentes para que se exiliasen. Pero en presencia de Gom tom el telfono para comunicar aFranco lo que haba ofertado. Y el Generalsimo aadi otras dos condiciones que eran, desde supunto de vista, una concesin a las gestiones de la Iglesia: a) En el orden poltico se conceder aVizcaya la descentralizacin administrativa en forma anloga a otras regiones favorecidas (sin

    duda pensaba en Navarra), y b) En el orden social se ofrece una justicia progresiva dentro de lasposibilidades de la economa nacional, segn el espritu de la encclica Rerum novarum.Durante el mes de mayo la lnea escogida por Franco no vari. El da 31 de dicho mes Fidel

    Dvila entreg a Gom un documento firmado en que se incluan las ocho condicionesmencionadas, pero aadi de palabra que en todo caso Aguirre tendra que exiliarse garantizndoselas condiciones para la salida. Ya el da 7 aquella propuesta de capitulacin fue transmitida alVaticano. En consecuencia, Pacelli, el da 8 curs un telegrama a Aguirre por la va de Pars, con laesperanza de que el lehendakari aceptase las condiciones que podan ahorrar muchas vidashumanas. Tanto el dirigente vasco como el P. Alberto Onaindia, que pilotaba a los catlicos vascos,sostuvieron que nunca haban recibido semejante comunicado. Los peridicos republicanos en susnmeros del 10 de mayo, y los vascos del da 12 (se trataba de Euzkadi Roja y de El liberal)

    insistieron en que la noticia de la mediacin vaticana era una falsificacin de la propagandaenemiga. En sus memorias, Largo Caballero nos revela que efectivamente recibi dos telegramas, el8 y 12 de mayo, pero que los conserv en secreto por razones de estrategia. Gom, teniendo noticiade que el P. Onaindia se hallaba en San Juan de Luz, le pidi que all le esperase para poderconversar. Pero cuando el primado lleg a la ciudad francesa supo que el sacerdote se habaausentado, rehuyendo la entrevista. Llegamos de este modo a la conclusin de que los nacionalistasrehuyeron cualquier posible acuerdo porque la independencia del Pas Vasco era, para ellos,objetivo prioritario.

    Ahora don Manuel Azaa haba fijado su residencia en Barcelona y comenzaba a recoger notaspara su importante libro sobre la guerra que titulara Veladas de Benicarl. Estaba ya convencido deque era imposible ganarla y su prolongacin significaba el incremento en los daos. Como a todaslas personas con fuerte experiencia, la contienda civil vena a significar dura violencia y represaliasque las autoridades no estaban en condiciones de frenar. Es siempre cmodo para la propagandaculpar a los que ocupan los primeros puestos sin comprender las limitaciones que, en la prctica,rodean el ejercicio del poder. El 12 de mayo se celebraba en Londres la coronacin de Jorge VI y elGobierno de la Repblica iba a estar representado en aquel acto por don Julin Besteiro; elpresidente le encomend que sondeara a Anthony Eden sobre ese tema concreto de hasta qu puntoera posible una mediacin que lograra superar el drama espaol mediante una paz negociada paraevitar que existieran vencedores y vencidos. Es significativo que, para aquel evento, el Vaticanohubiera escogido al cardenal Pizzardo, a quien Pacelli haba dado el encargo de ocuparse delproblema de los catlicos en Vasconia y tambin en Espaa.

    Los alemanes, a travs de sus servicios de informacin, tuvieron noticias, probablemente vagas,acerca de estas gestiones. El embajador Von Faupel celebr una entrevista con Franco el 22 demayo para plantear dos cuestiones. La primera era que, segn los nazis, haba una excesivaintromisin vaticana. Franco le tranquiliz; no habra negociaciones y precisamente al da siguientese iba a cursar la orden de asalto sobre Bilbao. La segunda se centraba en la encclica Mitbrennender Sorge, que los alemanes declaraban intolerable. Franco le explic que haba pedido aGom que guardara silencio tanto sobre la encclica como sobre la respuesta alemana. Lo cual noera exactamente cierto, pues su texto ya estaba circulando por las publicaciones eclesisticas.

    11. Fracasado el intento de entrevistarse con Onaindia, Gom continu viaje a Lourdes donde estaba

    previsto su encuentro con Pizzardo. Le aguardaba una profunda decepcin. Pizzardo, muy influidopor los catlicos franceses, crea que una victoria de los nacionales significara la influenciadecisiva de los nazis y fascistas, que se atribuiran la victoria, de modo que para la Iglesia lo msconveniente era una paz negociada y de ella haba tratado en Londres con Anthony Eden. La

  • 7/22/2019 Luis Suarez -Franco y La Iglesia

    18/408

    Luis Surez Fernndez F r a n c o y l a I g l e s i a PGINA | 18

    propuesta era que se consiguiera un alto el fuego, encargndose el Comit de No Intervencin denombrar un gobierno neutral, el cual organizara elecciones generales, salvando as la democracia ytambin la Repblica. Gom se qued de una pieza: esto era lo que se responda a las decenas demillares de mrtires. Puestos en la mentalidad del primado, que acababa de comprobar cmo elclero de su dicesis haba sido cruelmente barrido, se comprende su desolacin ante esta propuesta,avalada por la Masonera.

    Gom explic a Pizzardo que, de acuerdo con las instrucciones recibidas de Roma, no podaentrar en cuestiones polticas y s nicamente formular tres preguntas decisivas. Ya no le quedabaduda de que la ausencia de Onaindia era deliberada. Quera que se le aclarase si la Santa Sedeestaba dispuesta a otorgar el reconocimiento a Franco y a su Junta Tcnica, qu leyes deban sersuprimidas segn criterio de la Iglesia, y qu se propona hacer para la salvacin de los catlicosvascos ahora que se anunciaba para plazo muy breve la conquista de Bilbao. Sin que nada se lehubiese aclarado, el primado regres a Pamplona, donde tena fijada su residencia y desde aquenvi por escrito a Pizzardo un juicio acerca de de su lnea de conducta. Un armisticio en estemomento salvara a los rojos de una derrota inexorable y hara creer a los catlicos espaoles que laIglesia los abandonaba. Pizzardo haba pedido en Londres que se le entregase una lista con los

    sacerdotes y religiosos que estaban an en zona roja para tratar de protegerlos. Con cierta irona sepreguntaba el primado si se trataba de facilitar la tarea de los perseguidores que no deseaban otracosa que poder localizar a los que estaban ocultos.

    El 23 de mayo, los nacionales, que conocan las brechas del cinturn de hierro de Bilbao,iniciaron el duro ataque. El da 31 de dicho mes, Dvila visit a Gom para convencerle de que nohaba trminos para la negociacin: Franco haba ofrecido otorgar a Vizcaya el mismo rgimenforal que tenan lava y Navarra, provincias fieles, y no poda ir ms lejos. Pero desde Francia el P.Onaindia animaba a los vascos catlicos como l, a apurar la resistencia haciendo de Bilbao unnuevo Madrid. De hecho, los nacionalistas se afirmaban en una posicin: el Estatuto de Guernicaera reconocimiento de un derecho al que no se poda ni deba renunciar, pues ms pronto o mstarde habra que volver a l. Gom segua insistiendo cerca del Cuartel General tratando de

    conseguir nuevas condiciones y garantas para los vascos. De acuerdo con los datos electorales, solouna tercera parte de la poblacin vascongada estaba a favor de los nacionalistas.Gom, que preparaba entonces la carta colectiva de los obispos, trataba tambin de convencer a

    la Santa Sede de que Franco era ltima esperanza para la libertad de la Iglesia y no deba seridentificado con los nazis y los fascistas totalitarios. Esto resultaba sin duda difcil. Uniformes,desfiles, saludo brazo en alto y, sobre todo, la propaganda de los peridicos dominada ntegramentepor las agencias alemanas hacan pensar que detrs de todo ello estaban tambin los movimientosque en Alemania e Italia, por ahora, gozaban de un prestigio que se iba comunicando a otros pases.Sin embargo, hemos de apuntar un dato: la conducta observada por Franco, su sumisin a lospostulados de la Iglesia y las condiciones que haba llegado a ofrecer, incrementaron la confianzaque Pacelli comenzaba a depositar en el Generalsimo. No era tanto decidir que le gustase o no: sin

    duda tena razn Gom de que aquella era la suprema esperanza de la Iglesia. Haba queaprovecharla. El Gobierno de Valencia cerraba hermticamente sus puertas y la persecucinreligiosa tampoco ceda un pice. Un catlico vasco estaba incluido en l, Manuel de Irujo, pero susadvertencias y peticiones caan en el vaco.

    Se cerraba de este modo el primer captulo. La Iglesia, que no haba intervenido en el alzamientomilitar, se haba convertido en la vctima principal de la zona roja. El Vaticano intent mantenerrelaciones con ambos bandos, admitiendo incluso la posibilidad de una paz negociada. Pero LargoCaballero haba dejado claras las cosas: nunca, para nada, el retorno a la religin. Por consiguienteno quedaba otra alternativa que someterse a las autoridades del otro bando que afirmaban sudisposicin a seguir la doctrina y las orientaciones de la Iglesia, librando una batalla distinta: evitarque el totalitarismo pudiera extenderse tambin a Espaa.

  • 7/22/2019 Luis Suarez -Franco y La Iglesia

    19/408

    Luis Surez Fernndez F r a n c o y l a I g l e s i a PGINA | 19

    II. ESTABLECIMIENTO DE RELACIONES OFICIALES

    1. Desde enero de 1937, el Vaticano, que se senta apremiado por la mala voluntad de Hitler y por eltemor a una posible reaccin de los sectores eclesisticos vascos afines al nacionalismo, renunci ala idea, formulada en principio, de hacer una declaracin oficial acerca de las persecuciones en lazona roja espaola. En lugar de esto Pacelli pas a Gom el encargo de conseguir de los obisposespaoles una carta colectiva que, dejando a un lado las cuestiones polticas, explicase a suscolegas de Europa cules eran las circunstancias. Se trataba de ensear, con todos los miramientosy la mayor delicadeza que reclama tan delicado caso, la verdad sobre la cooperacin de loscatlicos con los comunistas. La referencia era, sin duda, a la situacin que se viva en el PasVasco.

    El 23 de febrero, despus de haber consultado a los obispos que vivan en la zona libre, elprimado respondi que una carta referida en concreto al problema vasco, pareca inoportuna: anestaba vigente la que Mgica y Olaechea escribieran al comienzo de la guerra y a la que sussbditos directos estaban obligados. En cambio sera oportuno que se redactase una carta colectivade todos los obispos explicando no solo cul era la situacin sino especialmente qu medidas debantomarse para la restauracin de la Iglesia en Espaa. Dicha carta debera ser examinada y aprobadapor el Vaticano. No poda tratarse de un gesto unilateral de los prelados espaoles Gom dabamucha importancia a que firmasen todos sin excepcin.

    El 10 de marzo Pacelli respondi. Haba consultado con el Papa y todos estaban conformes conlas dos propuestas, suspender las referencias al problema vasco y redactar, en cambio, esa cartacolectiva que deba despejar las dudas de los obispos europeos. Gom trat de ganar tiempo. Todos

    los obispos de la zona nacional estaban indudablemente de acuerdo, pero l estaba interesadoespecialmente en conocer las opiniones de los dos que se hallaban en el exilio, Vidal y Barraquer,cardenal de Tarragona, y Mgica de Vitoria, expulsado por los militares que no le permitan volvera su sede. Barraquer, desde Italia, respondi negativamente el 16 de marzo: una carta de este tipopoda perjudicar a sus fieles que an estaban en la zona roja, endureciendo una persecucin, que seestaba tratando de superar. Mgica, el 17, dijo que le pareca bien, pero por las mismas razones,convena esperar.

    Vinieron luego las negociaciones con los vascos de que hemos hablado, causa de que todos losasuntos relacionados con el Vaticano, sufrieran una demora. Sin embargo, cuando Gom seentrevist con Pizzardo en Lourdes saba que contaba con el respaldo de todos los obispos a la horade denunciar la persecucin desatada y solo dos de ellos opinaban que era preciso dejar pasar un

    poco de tiempo antes de hacer la pblica manifestacin de su condena. En la entrevista que elprimado celebr con Franco, entre los das 10 y 12 de mayo de 1937 supo que el Generalsimoestaba seguro de la inmediata cada de Bilbao y que comprenda bien que el Vaticano demorara elreconocimiento hasta que no hubiera catlicos tolerados en la zona roja. Pero mostraba supreocupacin por la actitud favorable a los republicanos que mostraba la prensa de Francia yBlgica. Fue entonces cuando Gom le comunic el proyecto de carta conjunta que sera enviada atodos los obispos de la cristiandad para evitar errores y falsas interpretaciones. Cuando el texto yaestaba prcticamente decidido por los metropolitanos, Vidal y Barraquer hizo una propuesta acordecon la situacin de las dicesis catalanas: era preferible una comunicacin privada a todos loscardenales y obispos del mundo a fin de darles a conocer todo lo que atae a la situacin religiosade nuestra Patria y a los horrendos crmenes en ella cometidos contra todo lo ms santo y sagrado.

    El 8 de junio de 1937 el primado dio cuenta a Pacelli que, hecha la consulta, haba una decisinafirmativa respecto a la publicacin de la carta colectiva; tena en su poder todas las indicaciones delos obispos y por consiguiente estaba en condiciones de redactar el borrador. De hecho este fue

  • 7/22/2019 Luis Suarez -Franco y La Iglesia

    20/408

    Luis Surez Fernndez F r a n c o y l a I g l e s i a PGINA | 20

    remitido a la Secretara de Estado y a los obispos para que hiciesen sugerencias o rectificaciones.De todas formas no se publicara otro texto que el que Pacelli aprobara o enmendara.

    Faltaban apenas horas para la conquista de Bilbao, cuando el 18 de junio, Gom recibi untelegrama del Vaticano: haba que presionar a los vencedores para que ahorrasen vidas humanas.Con l en la mano el cardenal lleg al despacho de Franco que le asegur que el caso de Mlaga nose repetira; haba cursado rdenes a Dvila en tal sentido y depositaba en l su confianza. Respecto

    a los sacerdotes comprometidos con el separatismo nada se hara sin previo acuerdo con laautoridad eclesistica competente. Los datos de que disponemos son reveladores: 300 ejecucionesen el Pas Vasco y 2.000 en Asturias, marcan una muy clara diferencia. Cuando la Radio Nacionaldio la noticia de la cada de Bilbao, cerr la emisin entonando el Gernikako Arbola, para ayuda alos tradicionalistas. Esto no impidi juicios adversos como el que se calificase a Vizcaya yGuipzcoa de provincias traidoras para diferenciarlas de lava y Navarra que iba a conservar suadministracin foral.

    2. La Santa Sede no tena ms remedio que reconocer que Franco, incluso en el espinoso temaplanteado por sus negociaciones con los nacionalistas vascos, haba mostrado un grado apreciable

    de concesiones. Surga ahora el problema de los nios vascos que haban sido evacuados enespecial a Inglaterra para librarlos del dao de la guerra. El Vaticano actu tambin en este temapara que regresaran a su tierra y hubo de reconocer que ni en este caso ni en el de los sacerdotespolitizados, se le haban puesto inconvenientes. Ms an: Magaz, que era considerado comodemasiado spero, fue recibido en audiencia por el Papa el 22 de junio para despedirse pues se leenviaba a Berln. De todo esto, as como de sus conversaciones con Franco sobre una posiblenegociacin de paz como proponan los britnicos inform Gom el 25 de junio. Ya no existaGobierno vasco salvo en el exilio.

    En una larga conversacin, celebrada el 18 de junio, el Generalsimo haba desengaado a Gomrespecto a las perspectivas de una negociacin como indicara Pizzardo. No estaba dispuesto a hacerconcesiones de modo que la guerra solo poda terminar con la rendicin sin condiciones del FrentePopular; se modo que las facilidades ofrecidas en Vascongadas eran una excepcin debida al intersde la Iglesia y no se repetiran en modo alguno. El 8 de julio Gom recibi un telegrama de Pacelli:el Vaticano estaba ahora decidido a reconocer la legitimidad del gobierno de Franco, pero antesquera precisar cul sera la suerte de los sacerdotes que figuraban en el bando vencido. Gom sepuso rgido: sin duda en Roma ignoraban los treinta nombres de sacerdotes asesinados bajo el poderde Aguirre en realidad se trataba de cuarenta y siete que no podan compararse con los castigosejecutados en el otro bando. Y recordaba que haba llegado a un acuerdo con los militares: lossacerdotes separatistas seran simplemente incardinados en otras dicesis con acuerdo de susobispos y seguiran desempeando sus funciones pastorales.

    Es importante dar estas noticias sin hacer juicios de valor ya que posteriormente se han dado

    versiones que no responden a la realidad. No se han reconocido los grandes servicios que Gomprest en aquellas circunstancias tanto a la Iglesia como a los valores humanos. Antes de queconcluyera el mes de junio, el primado haba recibido las observaciones insignificantes de losobispos al texto de la carta colectiva que se fech el 1 de julio y fue publicada el da 9 del mismomes. Siguiendo las tesis de Pl y Deniel (Las dos Ciudades) se reconoca la legitimidad delAlzamiento frente a la violencia revolucionaria, pero no se ocultaban las preocupaciones por el tipode Rgimen que pudiera implantarse. Claramente se reconoca que no haba para la Iglesia otraesperanza que la victoria del bando nacional, lo cual significaba tambin el comienzo de fuertestrabajos para la restauracin del reino de Dios.

    Durante los siguientes veinte aos, la Iglesia ofreci un respaldo firme al Movimiento nacionalevitando de este modo que incurriera en el totalitarismo neopagano que se estaba difundiendo por

    Europa: el catolicismo pasaba a ser, sobre todo en la Seccin Femenina, doctrina medular; deacuerdo con esta situacin, Espaa se librara del gran dao de la persecucin a los judos, aunqueno de la que se practicaba contra la Masonera, ya que esta era considerada en los medios catlicos

  • 7/22/2019 Luis Suarez -Franco y La Iglesia

    21/408

    Luis Surez Fernndez F r a n c o y l a I g l e s i a PGINA | 21

    como el mayor peligro. La carta colectiva recibi el respaldo de novecientos obispos del mundo en-tero entre los que destacaban el de Pars, cardenal Verdier, el de Westminster y el P. Ledochowskique era general de los jesuitas. No faltaron las resistencias del clero vasco: en octubre de 1937 sepublic en Pars un folleto que firmaba un sacerdote bajo el seudnimo de ngel Zumeta, al cualcalific Pacelli de aseveraciones calumniosas. Es importante destacar que el texto de la cartacolectiva haba sido revisado y ratificado por la Secretara de Estado. La actitud de Vidal y

    Barraquer era muy distinta: el 21 de febrero haba escrito a Pacelli, deseo vivamente que triunfeFranco y le explic cmo por medio de Gom haba hecho llegar a este su adhesin. Todava el 29de septiembre y luego el 31 de marzo de 1938 haba dejado por escrito bien expresado supensamiento que coincida con el de la Santa Sede: la nica esperanza estaba en la victoria deFranco.

    Para el bando republicano la situacin presentaba tambin perspectivas preocupantes. Negrndecidi entregar la cartera de Justicia a un catlico vasco, Manuel de Irujo, con el intento de queestableciera contacto con la Nunciatura, que an segua en Madrid a cargo de un mero secretario,Ariz Elcarte, pero los radicales izquierdistas lo hicieron imposible. Se autoriz a los vascosrefugiados en Barcelona a celebrar culto en una sola iglesia a la que los otros fieles no se atrevan aasistir. Pero tanto en Madrid como en Barcelona se estaba reorganizando el culto privado utilizando

    domicilios que no estuviesen bajo el peligro de los registros. En Madrid fue nombrado vicario JosMara Garca la Higuera que a travs de la embajada francesa mantena contacto con su obispo EijoGaray. Uno de los domicilios empleados era curiosamente el de Fernando de los Ros, ahoraembajador en Estados Unidos y cabeza de la Institucin Libre de Enseanza; su casa, en Diego deLen 25 estaba dotada de capilla privada.

    Irujo fracas en sus gestiones y al final hubo de presentar su dimisin: era imposible que elFrente Popular rectificase. El ministro estableci contacto con Vidal y Barraquer y con el vicario deeste que actuaba en Barcelona, Torrent, el cual le explic que para sus fieles era preferible seguircomo hasta ahora con un culto privado cada vez ms frecuente sin incurrir en el peligro quesignificaba declararse catlicos practicantes. De hecho, esta era entonces la situacin. La tendenciaen nuestros das, incluso desde sectores catlicos, a criticar la actitud de apoyo de la Iglesia almovimiento constituye un error. Desde marzo de 1936 se haba reanudado la persecucin religiosa,reactivada y las autoridades republicanas en ningn momento aceptaron una rectificacin de talmodo que a la Iglesia no le quedaba otra opcin. Decretos del Gobierno Giral, de 17de julio y 12 deagosto haban dispuesto la suspensin del culto catlico en todo el territorio y la confiscacin deiglesias y edificios religiosos para dedicarlos a tareas de inters pblico. Pocos de estos edificiosescaparon al incendio y la destruccin. Imprudentemente Azaa coment estos decretos diciendo:ahora es cuando, de veras, se ha proclamado la Repblica. El presidente Aguirre, el 1 de octubre,ante las Cortes que le entregaban el Estatuto, se refiri a las persecuciones contra los catlicos dedeterminada significacin, pero aclar su postura: condenamos porque no tenemos ms remedioque condenar, aunque comprendemos muchas veces los excesos propios de las muchedumbres.

    La propaganda republicana presentaba a la Iglesia como responsable de las injusticias sociales demodo que era imprescindible acabar con ella para conquistar la libertad. Ms de siete mil iglesias yedificios religiosos fueron destruidos en Catalua contando siempre con la autorizacin de lasautoridades. Un periodista pregunt a Companys si era posible el restablecimiento del culto catlicoen Espaa y l respondi que no vea cmo, ya que no quedaba sitio donde celebrarlo. Lapersecucin religiosa en Valencia comenz con la llegada de una Comisin especial creada enMadrid el 21 de julio. No se juzgaba las conductas sino la fe. Los religiosos ms benefactoressufrieron la ms dura persecucin. La Iglesia, aunque predicase luego el perdn, no poda olvidarque se trataba de verdaderos mrtires de la fe, procediendo a canonizaciones numerosas que ancontinan. Los nacionalistas vascos trataran de sostener otro argumento: haban sido vctimas desus propios errores al escoger el bando equivocado. No faltaron, sin embargo, los conversos al

    marxismo como el cannigo de Crdoba, Jos Manuel Gallego Rocafull, o el vicario de San Ginsde Madrid, Leocadio Lobo, que hicieron fuera de Espaa propaganda en favor del Frente Popular.

  • 7/22/2019 Luis Suarez -Franco y La Iglesia

    22/408

    Luis Surez Fernndez F r a n c o y l a I g l e s i a PGINA | 22

    3. Para el Papa la cuestin se presentaba con absoluta claridad La persecucin religiosa en Espaaalcanzaba lmites difciles de superar. Negrn estaba comprendiendo los daos que para laRepblica significaba aquella actitud pero no estaba ya en condiciones de rectificarla. Por su parteFranco haba conseguido modificar el maximalismo que al principio le reclamaron lostradicionalistas: sustituy a Magaz en Roma, un diplomtico bilbano de nombre glorioso, Pablo deChurruca, marqus de Aycinena. El 26 de junio, retomando el hilo de sus propios informes, hizouna advertencia al Vaticano: cuanto ms se retrasara el establecimiento de un nuncio en Salamancamayor sera el peligro de una infiltracin nacionalsocialista en Falange. Haba que prestar apoyo aFranco que no pretenda otra cosa que intensificar cada vez ms el sentido cristiano de lalegislacin y de la vida social. Tomado Bilbao ya no era necesario ganar ms tiempo.

    Aquel ao 1937 era Santo Compostelano por coincidir la fiesta del 25 de julio con un domingo.Gom estaba en aquella ciudad cuando recibi un telegrama anunciando que el nuncio,