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CULTURA Manuel Leguineche cuenta su historia Últimos de Filipinas : ¿Héroes o locos ? . ~)!!!-Casi un año después de rendirse España, ellos seguían combatiendo . . Empezaron 54 y acabaron 33 . Vivieron en condiciones inhumanas . MIGUEL ÁNGEL DEL ARCO 110 de diciembre de 1898 se firmaba en París el tratado de paz entre Espa- ña y Estados Unidos . Por él, España entregaba Filipinas a los americanos y recibía a cambio 20 .000 millones de dólares . Pero un puñado de soldados espa- ñoles ni se enteraron . No había entonces emisoras de radio y el desconocimiento, el patriotismo y la disciplina hicieron que re- sistieran en el pequeño pueblo filipino de Baler casi un año más . Se hicieron fuertes en la iglesia y allí aguantaron enfermeda- des, tifones, hambre, intentos de soborno y toda clase de calamidades . Vestíanharapos, remendaban la bandera y enfermaban por comer sólo arroz . Hasta el 2 de junio de 1899 no se dieron por enterados de que la guerra había terminado . Fueron Los últimos de Filipinas, una extra- ña mezcla de héroes y locos que convirtie- ron aquel pueblo en una suerte de nueva Numancia . El escritor y periodista Manu Leguineche cuenta su historia en Yo te di- Cada vez que una delegación les decía que la guerra había terminado pensaban que era una estratagema para que se rindieran 1041 TIEMPO 2 MARZO 1998 ... (El País Aguilar) . Ha buscado sus hue- llas en el mismo Baler, ha hablado con los descendientes y consultado las cartas de aquellos soldados que sobrevivieron en condiciones inhumanas . Un relato entre la historia, el viaje y el testimonio . Nadie puede entender cómo aquel pu- ñado de locos aguantaron tanto . Carecían de víveres, de municiones y de medicinas . Empezaron 54 y terminaron 33 . Muertos por enfermedad, por los disparos o fusila- dos por deserción . A aquel pueblo perdido llegaban delegaciones explicando que la guerra hacía tiempo que había acabado, pero el comandante en jefe, el teniente Martín Cerezo, testarudo, pensaba que eran estratagemas, trucos para que se rin- dieran . Los asaltantes, por su parte, tam- poco encontraban la manera de vencer la resistencia de los españoles . Llegaron a

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CULTURA

Manuel Leguineche cuenta su historia

Últimos de Filipinas :¿Héroes o locos?.~)!!!-Casi un año después de rendirseEspaña, ellos seguían combatiendo.

.

Empezaron 54 y acabaron 33 .Vivieron en condiciones inhumanas .

MIGUEL ÁNGEL DELARCO110 de diciembre de 1898 se firmabaen París el tratado de paz entre Espa-ña y Estados Unidos . Por él, Españaentregaba Filipinas a los americanosyrecibía a cambio 20.000millones de

dólares . Pero un puñado de soldados espa-ñoles ni se enteraron . No había entoncesemisoras de radio y el desconocimiento, elpatriotismo yladisciplina hicieron que re-sistieran en el pequeño pueblo filipino deBaler casi un año más . Se hicieron fuertesen la iglesia y allí aguantaron enfermeda-des, tifones, hambre, intentos desoborno ytoda clase de calamidades . Vestíanharapos,remendabanlabanderayenfermabanporcomer sólo arroz . Hasta el 2 de junio de1899 no se dieron por enterados de que laguerra había terminado .Fueron Los últimos deFilipinas, una extra-

ña mezcla de héroesy locos que convirtie-ron aquel pueblo en una suerte de nuevaNumancia . El escritory periodista ManuLeguineche cuenta su historia en Yo te di-

Cada vez que unadelegación les decíaque la guerra habíaterminado pensabanque era unaestratagema paraque se rindieran

1041 TIEMPO2 MARZO 1998

ré. . . (El País Aguilar) . Ha buscado sus hue-llas en el mismo Baler, ha hablado con losdescendientes y consultado las cartas deaquellos soldados que sobrevivieron encondiciones inhumanas . Un relato entrelahistoria, el viaje yel testimonio .Nadie puede entender cómo aquel pu-

ñado de locos aguantaron tanto . Carecíande víveres, de municiones y de medicinas .Empezaron 54 y terminaron 33 . Muertospor enfermedad, por los disparos o fusila-dos pordeserción . A aquel pueblo perdidollegaban delegaciones explicando que laguerra hacía tiempo que había acabado,pero el comandante en jefe, el tenienteMartín Cerezo, testarudo, pensaba queeran estratagemas, trucos para que se rin-dieran . Los asaltantes, por su parte, tam-poco encontraban la manera de vencer laresistencia de los españoles . Llegaron a

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Los combatientesde Baler soporta-ron todas las pe-nalidades . Arriba,los hermanosPérez Egido. Suscartas hanayudado al autor

mostrarles mujeres desnudas paraver si asísacaban de quicio a los sitiados . Martín Ce-rezo propuso a sus soldados entonar can-ciones regionales para resistir. Así que ca-davez que aparecía una tentación, Asturiaspatria querida.Desde España pocos podían entender la

resistencia de aquel grupo de locos . Por esolos periódicos empezaron a manejar hipo-tesis descabelladas . Llegaron a publicarqueMartín Cerezo habría matado, ayudadopor los frailes, al anterior comandante enjefe, Enrique de las Morenas, para quedar-se con todoel dinero de la plaza . Fue unadelas muchas acusaciones infundadas .

Los valientes de BalerLos documentos y testimonios que ha reu-nido Leguineche mencionan las malas re-laciones del jefe del puesto con elmédico Rogeho Vigil de Quiñones .Algo pasó entre ellos . Pero caben to-das las interpretaciones porque"los militares callaron por milita-res, los frailes por frailes y los sol-dados porque eran unos manda-dos", explica el autor. El médico sehabría opuesto a un fusilamiento .El tenienteMartín Cerezo sólo ac-

cedió a rendirse cuando cayó en susmanos un ejemplar del periódico 1ElImparcial seis meses después de lafirma del Tratado de París . Los 33que quedaron fueron recibidos co-mo héroes y les colgaron medallasy coplas : "NiBilbao niNumancialniLepanto ni Geronal con ser grandesepopeyas/ pueden hundirte en lasombra./ Yo bien quisiera ser el 33/no querría más gloria/ que ser unvaliente/ de los deBaler" .En los años 40, una película pa-

triótica y grandilocuente mostró lahistoria de aquel grupo de españo-les de andrajosos uniformes y pa-trióticas pasiones . Allí se cantaba una canción, con letra de Enrique Llovet, que da tí-tulo al libro de Leguineche : "Yo te diré/ porquémi canción . . . "Armando Calvohacía enel filme de comandante enjefeyGuillermoMarín era elmédico . Uno delostestimoniosrecogidos porLeguinechees el del nieto deaquel médico, al que no le gustó nada laelección de Marín para encarnar la figurade su abuelo . Recuerda que su padre ase-guraba que el abuelo era mucho más altoyfuerte que el calvo ybajito actor.

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"Yo te diré...", laverdadera historia

ManuelLeguineche"El desastre del 98 tuvoconsecuencias positivasen el plano económico"M. A. del A.¿Qué queda hoy en el pueblecito deBaler?Está la iglesia talycomo la construye-

ron los españoles . También quedanva-rias lápidas en los sitios donde se pro-dujeron los combates.

¿Haymemoria del episodio?Poca . Es un pueblo muyaislado y hanpasado cienaños . Recuerdan, másque la resistencia, la épo-caanterior, cómo sevivía,los misioneros . La gentete ve como a unbicho ra-ro cuando preguntas poraquella historia .¿Cómo ve las celebracionesdel centenario del 98?Hay invasión de libros yexposiciones, pero yocreo que se está tomandocon la calma necesaria .Los historiadores estánde acuerdo en que el de-sastre tuvo consecuen-cias positivas, incluso enel plano económico hu-bo una repatriación decapitales desde CubayFi-lipinas .¿Quéaporta su libro?Las tres corrientes de in-

vestigación que he empleado . Tengo lasuerte de haber contado con las cartasde la hija deJosé Pérez Mateos, en lasque contaba en qué condiciones fuerona Filipinas y cómo vivían . Decían "Estatarde ha habido toros" para referirse alfusilamiento depatriotas filipinos . Ade-más, he encontrado los poemas de cam-paña del soldado VíctorMuñozyel dia-rio de una niña crecida enManila cuan-do el desastre.

TIEMPO 2 MARZO 1998 / 105

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Culturay Espectáculos

Jueves, 19 de agosto de 1999Canarias?

Estos son los 33 miembros del destacamento de Baler que, tras sobrevivir a la última aventura colonial española, volvieron a nuestro país .c

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El rostro de los últimos de FilipinasEl Museo Nacional de Antropología muestra, tras una profunda investigación, quiénes eran los miembrosdel destacamento de Baler " Se aportan datos biográficos y se desentraña qué fue de los que vivieron

ANTONIOROJASMadrid

" El mito de los últimos de Fili-pinas ha sobrevivido a lo largode todo un siglo . La hazañabélica de los defensores deBaler, que resistieron durantemeses el asedio de las tropasenemigas entre 1898 y 1899, enlo que fue la última página dela aventura colonial española,es hoy motivo de una interesan-te exposición . El Museo Nacio-nal de Antropología de Madrid(C/Alfonso XII, 68), presenta,desde el pasado 22 de julio yhasta el próximo 19 de septiem-bre, Los rostros del mito . Con-texto histórico y biografías delos últimos de Filipinas, que tra-ta de responder, entre otras, acuestiones tales como ¿quiéncomponía el destacamento deBaler?, ¿qué hicieron en lasislas Filipinas? o ¿cómo les fuea los 33 supervivientes al regre-sar?

Estructurada en siete sec-ciones -Los ibéricos en Oriente,La Colonia, La Guerra, ¿Quiénes quién?, La primera década,La vida sigue y Filipinas sigloXX-, la muestra va explicando,a través de distintos panelesinformativos, ilustrados conreproducciones de fotografías

de época, la historia del lejanoarchipiélago desde la llegadade los ibéricos hasta la actua-lidad, deteniéndose con profu-sión en los tiempos en que estu-vo bajo la administración espa-ñola y en los años de la con-tienda bélica que condujo alterritorio asiático a dependerde los Estados Unidos .

En diferentes vitrinas se handispuesto objetos, armas y úti-les que tratan de acercar al visi-tante la cultura de unas islascaracterizadas por su grandiversidad -física, cultural ylingüística-: sombreros, trajes

Entre los 33 supervivientesdelsitio de Baler, repatriadosa España el 1 de septiembrede 1899 como auténticoshéroes y con el reconoci-miento a su valor del Gobier-no filipino, había dos solda-dos originarios de las IslasCanarias . Elprimero de ellos,Eustaquio Gopar Hernández,había nacido en la localidadmajorera de Tuineje en 1876 .Originariamente labrador,después de su vuelta ejercióde tendero primero y luego

tradicionales, utensiliosdomésticos realizados conmateriales como madera, con-cha, asta, coco, barro cocido obambú, y armas defensivas y deataque procedentes en sumayoría de la cordillera deLuzón .

Detallado seguimiento

Al mismo tiempo, se ha rea-lizado un pormenorizado estu-dio biográfico de los hombresque componían el destacamen-to de Baler, aportándose datosrelativos a su edad, ocupación

Dos canarios supervivientesde alcalde . Murió el 25 deoctubre de 1963 a los 87 añosde edad .

Sobre el segundo comba-tiente canario, llamado JoséHernández Arocha, se sabealgo menos. Nacido el 18 deseptiembre de 1876 y tam-bién labrador, como lainmensa mayoría de la tropareclutada para los destaca-mentos coloniales, al parecerera de La Laguna . Se desco-noce la fecha de su falleci-miento .

laboral, procedencia geográfi-ca . . . Además, se ha seguido elrastro posterior de los supervi-vientes tras su regreso a Espa-ña . Así, por ejemplo, entreotras informaciones, se ha lle-gado a la conclusión de que die-ciocho de ellos vivieron laGuerra Civil .

También se insiste en poneren su lugar la veracidad histó-rica del mito, alimentado por laprensa yla literatura de la épo-ca y, posteriormente, por elcine . Aunque desde siempre seha hablado de-los últimos deFilipinas para referirse a losdefensores de Baler, despuésde su vuelta quedaron en elarchipiélago varios miles demilitares españoles más, quefueron repatriados en los pri-meros años de este siglo. Porsi fuera poco, en 1905 la rela-ción de desaparecidos seguíasiendo altísima .

Del mismo modo, se abordael tema de la mortandad entrelos reclutas . A pesar de lo quese pueda creer, la inmensamayoría de las varias decenasde miles de soldados españolesmuertos en Cuba y Filipinas lofueron por enfermedades tropi-cales . Sólo un 5% de ellos falle-ció por heridas causadas porarmas .

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Una iglesia parauna hazaña

El templo donde los `últimos de Filipinas'realizaron su gesta es patrimonio artístico

EFE /Baler (Filipinas)

" La iglesia de Baler, dondelos célebres últimos de Filipi-nas realizaron una delas haza-ñas más memorables de la his-toria de España, ha sido decla-rada Patrimonio ArtísticoNacional .

El batallón de Cazadoresdestinados en Baler defendie-ron desde este templo la ban-dera española frente a los ata-ques de los rebeles tagalosdurante 337 días, cuando lametrópoli había perdido supreciada colonia .

El embajador de España enFilipinas, Delfín Colomé, viajóayer hasta esta remota locali-dad, a 180 kilómetros al nortede Manila, donde recibió lagratitud del pueblo filipino,que más de un siglo despuésde la rocambolesca gesta ha

incluido en su patrimonio esteedificio . Desde el altar de laiglesia, Colomé reconoció suemoción por encontrarse enBaler, un lugar común en lahistoria de España y Filipinasy donde ondearon las bande-ras de ambos países como sím-bolo de cooperación y her-mandad . Situada en una bahíade aguas transparentes y pla-yas repletas de cocoteros, laciudad de Baler se mostróagradecida por, la visita delemisario y sus ciudadanos seesforzaron en recordar algu-nas palabras en español paradar la bienvenida al embaja-dor. La iglesia posee una placaen la fachada principal quehace mención a la hazaña deestos hispanos, que recibiránun homenaje gracias a ladonación de los ciudadanosespañoles.

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Jesús Marqués Martín Cerezo, delante de su parroquia, el templo Ecuménico.

El nieto del general Martín CerezoElpárroco del templo Ecuménico es descendiente del líder de los últimosde Filipinas un capitán que obtuvo la máxima condecoración militar

Á

Lngeles Arencibia

Las Palmas de Gran Canaria

Cuenta que debía tener sieteu ocho años el día que fue consus compañeros del colegio avisitar el Museo del Ejército, enMadrid, donde vivía entonces.Los empleados del Museo delEjército, al menos en aqueltiempo, eran soldados retiradosy mutilados de guerra . Él seacercó a uno de ellos y le dijoque quería ver a su abuelo. Pen-saron que era nieto de algunode los empleados. Al poco searmó una fiesta tremenda : "¡Esel nieto del general MartínCerezo!"

Saturnino- Martín Cerezo,jefe del destacamento de Baler,se hizo un lugar en la historiael 2 de junio de 1899, el díaque por fin creyó que la guerrade España con Filipinas habíaterminado y se rindió . Aquel díaacabaron once meses de asedioa una iglesia donde un puñadode soldados resistieron hasta ellímite. Desde entonces se -lesconoce como Los últimos deFilipinas . -

El nieto del general se llamaJesús Marqués Martín Cerezoy es el párroco del templo Ecu-ménico de Playa del Inglés des-de hace trece años . Un repor-taje publicado en LA PROVIN-CIA sobre Eustaquio GoparHernández, el majorero de losúltimos de Filipinas, decidió alsacerdote a ponerse en contactocon los descendientes de quienfuera asistente de su abuelodurante el asedio a la iglesia deBaler.

Jesús Marqués, que tenía 18meses cuando falleció su abueloel 2 de diciembre de 1945,recuerda que una de las sinto-nías de su infancia era el Yote diré . . ., reproducida por una

vieja gramola de los tiem-pos de La voz de su amo.Jesús Marqués asistió consu familia al estreno de lapelícula que popularizó lacanción y en la que elgalán Armando Calvoencarnaba a su abuelo .Era aún un niño perorecuerda un palco ymucha gente a su alrede-dor en uno de los cinesde la Gran Vía madrileña.

El párroco del temploEcuménico es nieto de- lasegunda mujer de MartínCerezo, una cubana lla-mada Felicia Bordallo deLa Oliva, que falleció con92 años . El general habíanacido en 1866 en Mia-jadas (Cáceres), en el 88fue llamado a filas y llegóa ser sargento en Málagadonde murió su primeraesposa, Fuensanta Matos,al dar a luz a su primerahija, que también falleció .

Piensa la familia quequizás fue a consecuenciade aquella tragedia por loque Martín Cerezo pidió el tras-lado a Filipinas. Marchó comoteniente segundo y regresócomo capitán de los héroes deBaler. Fue recibido por la reinaregente María Cristina, y reci-bió, entre otros muchos hono-res, la Gran Cruz Laureada deSan Fernando, máxima conde-coración militar, lo que le valióuna pensión de la que aún hoydisfruta la última de sus hijasque queda con vida.Una calle de Madrid lleva su

nombre, pero no hay un monu-mento que conmemore, ahorahace cien años, la gesta deaquellos valientes . Sin embargo,y según afirma su nieto Jesús,no era el general amigo deparafernalias sociales y hasta

El general Saturnino Martín Cerezo .

evitó un amago de hacerle mar-qués de Baler. "Era un hombresencillo y un ejemplo es suentrevista con la reina regente,cuando le dice : `Majestad, sólohe cumplido con mi deber",subraya.La mayor pena en la vida del

general fue la muerte de su úni-co hijo, Saturnino. Nino, comolo llamaban en casa, fue una delas víctimas de Paracuellos delJarama. Los milicianos lo fue-ron a buscar a casa en el 36y nunca más se supo de aqueljoven de 18 años . El héroe deBalerjamas se repuso .Tampoco pensó jamás que

uno de sus nietos iba a hacersecura en Canarias Jesús Mar-qués se ordenó en Lanzarote-

OSCAR

ni que pasado un sigloiba a `reencontrarse' através de los descen-dientes de ambos consu fiel asistente deBaler, el majoreroEustaquio Gopar.Dice el sacerdote

que "en todas las fami-lias hay `un histórico",es decir, alguien que sepreocupa de rescatarlos recuerdos familia-res. En su caso, el `his-tórico' es su hermanoÁngel, que prevépublicar una ediciónrevisada de El sitio deBaler (Notas y recuer-dos), el diario que elabuelo escribió a suvuelta de Filipinas.Un ejemplar de la

primera edición deldiario, que ha sido ree-ditado varias veces yhasta prologado porAzorín, fue regaladopor Martín Cerezo asu asistente majorero .La familia del general

aún guarda la carta que Eus-taquio Gopar envió desde Tui-neje a Madrid, a su antiguocapitán, para agradecerle elregalo .

Dice Jesús Marqués quecuando su abuelo comprendióque la guerra había terminadoy se rindió en Baler, temió quelo fusilaran por haber continua-do batallando cuando Españaya había capitulado . Lejos deeso, Martín Cerezo recibió las -máxima condecoración militar ya su muerte dejó "muy biensituada a la familia" .

El nieto recuerda sentarse ensus rodillas, jugar con el ros, elsable, y contemplar aquel granóleo del abuelo .

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HÉROES A LA FUERZAHISTORIA " EL MITO DE LOS ÚLTIMOS DE FILIPINAS, CONTADO POR SUS DESCENDIENTES

TEXTO : MALÉN AZNÁREZ

Cuando llegaron a Baler, una pe-queña aldea fundada por losfranciscanos en el noreste de Ma-nila (Filipinas), el 12 de febrerode 1898, eran 50 soldados, tresoficiales, un médico y un sanita-

rio, mal armados y pertrechados . Su mi-sión era defender un pequeño puesto enel que poco antes había sido diezmadoun destacamento español a manos delos independentistas filipinos, los kati-puneros . Las cosas, en plena insurrec-ción, tampoco le fueron bien al nuevodestacamento, que acabó recluido en lapequeña iglesia del poblado, el únicoedificio de piedra y gruesos muros quepodía ofrecer resistencia a los tagalos .Cuando salieron, el 2 de julio de 1899,sólo lo hicieron 33 hombres . En el sue-lo de la iglesia quedaban sepultados 19,la mayoría por beriberi . Dos habían sido

ejecutados sumariamente por traidores .Otros cuatro habían desertado . La resis-tencia de Baler fue oficialmente la "ha-zaña heroica" de unos españoles que lu-charon en condiciones numantinas con-tra los insurrectos . Sin comida, apenasropa, mal armados, heridos, enfermos ytotalmente aislados de los suyos, resis-tieron 11 meses después de que el Ejér-cito colonial hubiera capitulado en Ma-nila y oficialmente las Filipinas ya nofueran de los castilas.

La historia del franquismo, proclivea exaltar las gestas militares y patriotas,llevó la de Baler a su cumbre con la pelí-cula Los últimos de Filipinas . Estábamosen 1945 y se acercaba el cincuentenariode la pérdida de la última colonia es-pañola .

El éxito de la película en la Españaautárquica de la posguerra fue total, y

Parte de los33 soldadossupervivientesde Baler, conuna filipina, trassu llegada aManila . A laderecha, listade fallecidosen el encierro,hecha por elmédico Vigil deQuiñones .

desde entonces, los héroes de Baler pa-saron a ser para todo el mundo "los úl-timos de Filipinas", por obra y gracia deEnrique Llovet, guionista de la película .Pero ni fueron los últimos de Filipinasni tampoco los últimos en volver.Cuando llegaron a España, todavía que-daban en la ya ex colonia miles de sol-dados prisioneros cuyo regreso se iríaprolongando durante los primeros añosdel nuevo siglo . Pero la película recreó,con notable falta de rigor histórico, in-genuidad rayando en lo naify una exal-tación de los valores "de la raza" al gus-to de la dictadura, el mito oficial del"batallón de la fama". Pasados sus efec-tos, un espeso silencio cayó sobre loshéroes de Baler, que a los pocos añosfueron olvidados . Se convirtieron en unminúsculo incidente dentro de la pérdi-da de unas colonias que nadie quería re-

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AL CUMPLIRSE UN SIGLO DEL RENDIMIENTO DE LOS SOLDADOS ESPAÑOLES EN BALER .

cordar. El tiempo les cubrió de polvo ."El mito ha ido en picado, y hoy no sonmás que el argumento de una mala zar-zuela . Pero es una pena que se pierdanuestra historia contemporánea", diceXavier Brisset, un documentalista galle-go que ha estudiado durante varios añoslas biografías de aquellos 33 supervi-vientes y reconstruido sus vidas al regre-so de Filipinas, a través de entrevistaspersonales con sus descendientes, en al-gunos casos los 22 hijos todavía vivos .

Producto de esta investigación, ycuando se cumple el centenario del ren-dimiento de Baler, es la exposición que_se inaugurará el próximo día 22 de julioen el Museo Nacional de Antropologíade Madrid . Los rostros de un finito ofrecela otra cara del heroísmo, la vida cerca-na de unos jovencísimos soldados, en sumayoría campesinos, artesanos y obre-

ros que carecían de las 2.000 pesetas queles podían librar del obligatorio serviciomilitar en ultramar. En otros casos setrataba de voluntarios movidos por lasimple supervivencia, las 50 pesetas quepagaban a pie de barco por enrolarse enel ejército, o los sustitutos pagados porlos hijos de la burguesía . Todos se vie-ron metidos en una guerra de la quenada entendían y en las antípodas desus hogares . Unas veces, la mayor parte,perdieron la vida por enfermedades tro-picales . Otras, como sería el caso de Ba-ler, se convirtieron en héroes a su pesar.

"Nosotros pensábamos que los deBaler eran gente sencilla, fácil de en-gañar, pero cuando entras en contactocon el ser humano, te das cuenta de queno coincide para nada con este esquema .La historia oficial creó un mito : noexistían individuos, era un colectivo mo-

nolítico de héroes, un colectivo singularpero muy unánime . Y lo que hemos des-cubierto es que no fue así . Había bas-tantes diferencias entre ellos . Algunoseran partidarios de rendirse, y tambiénhubo desertores . Unos pensaban quepor encima de todo había que cumplir eldeber militar, y otros, la mayoría, segúnhemos deducido, se dejaban llevar o pla-neaban una salida más razonable", co-menta Brisset, tras varios años de con-versaciones con los familiares . "Hay bas-tantes coincidencias en las penurias quepasaron a la vuelta y en la falta de reco-nocimiento oficial . Y también en quefueron unos héroes a la fuerza, porquede allí no podían moverse".

"Mi madre y mis tías suelen repetirque fueron héroes por cojones", cuentael periodista Jesús Valbuena, orgullosísi-mo biznieto del palentino Jesús García

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Quijano, cabo de Baler y el primero encaer herido justo antes del encierro en laiglesia -al que se sumaron el párroco ydos frailes-, el 30 de junio de 1898 .

Valbuena reconoce que la historia desu bisabuelo, oída desde pequeño en elpueblecito de Viduerna, al amor de lalumbre y en medio de contradiccionesfamiliares, le ha cambiado la vida . Desdeniño se propuso ir a Filipinas y saber siera el biznieto de un héroe o de un po-bre desgraciado . Y a los 24 años, la mis-ma edad que tenía su bisabuelo, aterrizóen el lejano Baler, justo el sitio que esco-gió Francis Ford Coppola para rodarApocalypse now, y donde estuvo a puntode enloquecer, para revivir la historia fa-miliar de primera mano . "Hay que darsecuenta de dónde está, en plena selva, enel otro extremo del planeta, es el vértigode Asia ; todavía hoy tardas 12 horas enllegar desde Manila . . . Para ellos debióde ser terrible" . Ironías del destino,como a su bisabuelo una bala, a él un ac-cidente de moto le dejó cojo nada másllegar a Baler, donde, al grito de `icastilamatapobres!", le quisieron dar una pali-za. "Así pude revivir mejor toda la odi-sea . Para mí, viéndolo desde hoy, aque-llo fue el Vietnam español, y una verda-dera tragedia para miles de familias" .

Valbuena, que tiene en el salón de sucasa la foto de "los últimos de Filipi-nas", que enseña a su hijo Adrián, dedos años, mientras le inicia en la histo-ria, repite algo que se ha cuestionadomuchas veces : "Como joven español,yo me pregunto : ¿quiénes fueron los úl-timos soldados del imperio español? Yme encuentro con 33 chavales malnutri-dos, de origen humilde, como mi bisa-buelo, que era un campesino, y que tie-nen una vivencia sin parangón para unser humano . Yo creo que lo más heroi-co que hay en la vida es sobrevivir a loque te toca, y a ellos les tocó algo muyextraordinario, pero se limitaron a so-brevivir, pese a la negligencia de las au-toridades militares y civiles, pese al olvi-do deliberado . El suyo fue un heroísmomanipulado y agridulce" .

¿Qué pasó realmente dentro de losmuros de la iglesia del poblado en esos11 meses? La historia oficial, relatada enel libro El sitio de Baler por el propio te-niente Martín Cerezo, al mando del des-tacamento tras la muerte por beriberi delcapitán Las Morenas, habla de días de su-

s4

"I:UEiON HÉROES

POR COJONES'°, DICE

EL BISNIETO DEL

CABO GARCIA

QUIJANO, EL

PRIMERO EN CAER

HERIDO,

ENCIERRO

El teniente Martín Cerezo :para unos, un paranoico,obcecado y duro ; para otros,un militar reglamentista quesólo cumplió con su deber.

frimiento, angustia y dolor, con pincela-das dignas de una película de Berlanga .Cercados por un enemigo que tenía sustrincheras casi en la puerta de la iglesia,con escasas armas, sin municiones de al-cance para contestar a los cañonazos, yapenas comida -acabaron comiendotodo lo que se movía o volaba : ratas, ser-pientes o perros-, con el goteo de muer-tos por beriberi y disentería, con las fuer-tes lluvias de los monzones y una hume-dad que todo lo pudría, con losuniformes hechos harapos, en penosascondiciones higiénicas y en un ambienteirrespirable, exhaustos y acosados por lostagalos, que les instaban a rendirse una yotra vez, al tiempo que les repetían queManila lo había hecho en agosto, el te-niente, un novato, se empeñó en resistir.

Cierto que Martín Cerezo nada sabía en-tonces del simulacro de batalla pactadoentre el general Jáudenes y el almirantenorteamericano Dewey para salvar lacara de la rendición . Previamente, decla-rada la guerra a España con la disculpadel hundimiento del Maine en Cuba,Dewey había liquidado a toda la Armadaespañola en el Pacífico . España había fir-mado un armisticio con Estados Unidos,con quien acordaría poco después elpago de 20 millones de dólares por liqui-dar la colonia .

El teniente rechazó a los distintosemisarios, curas, militares y extranjeros,que les informaban de los hechos y queél se negó a creer a la espera de una co-municación o rescate oficial . "Ellos pen-saban que ningún ejército del mundodeja abandonado a un destacamento, yque si el suyo se había rendido, les en-viaría un correo oficial informando deque se había acabado la guerra . Pero esemensaje no llegó . Llegaron varios, peroése no", dice el organizador de la expo-sición .

U

n hecho refleja el opresivo am-biente vivido en aquel encierro :ante el goteo de muertes por be-riberi y disentería, se hizo una lis-ta de enfermos . Cuando alguienmoría, le tachaban y ponían en

cabeza al que estaba más grave, y enton-ces le preguntaban dónde quería que leenterraran. En medio de este panorama,todavía realizaron salidas desesperadas,como la que fuera, en palabras de Bris-set, "la última conquista del imperio es-pañol en Oriente", hecha por 14 solda-dos hambrientos, encabezados por elcabo Olivares, un chaval de 22 años deCaudete (Albacete) . El objetivo fue lahuerta vecina a la iglesia, con un luju-riante surtido de calabazas y naranjos, laúltima esperanza de supervivencia paralos españoles, ante la carencia de vegeta-les frescos y vitamina B1, que ocasiona-ba el beriberi. Lo consiguieron, y el pri-mero en superar la enfermedad fue elmédico Vigil de Quiñones, que estabamuy enfermo ya .

"Mi abuelo estaba herido gravemen-te por una esquirla de un cañonazo, quele produjo un boquete en un costado enel que entraba un puño, que él se auto-curaba con la ayuda de un espejo", diceahora su nieto de igual nombre, Rogelio

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Cabo Jesús GarcíaQuijano, el primerherido grave .

Loreto Gallegotenía 20 años alirse voluntario .

Los sitiados de Baler tenían cerca una playa, pero el acceso a la misma estaba cortado por la desembocadura de un río que

controlaban los filipinos . En la imagen, una playa similar, con palmeras hasta el borde del mar y algunas cabañas .

España movilizó enla contienda coloniala unos 350 .000soldados . Una jurade bandera (arriba) yarco de bienvenidaen Manila .

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Soldados españolesdisfrazados de indígenas deuna etnia filipina . Imágenespara enviar a la familia.

Españoles prisioneros de los tagalos, liberados por tropas estadounidenses en Bagnanen diciembre de 1899 . Varios miles fueron regresando a España en los años siguientes .

Tropas españolas desfilan en Manila, a finales de 1896 . Empiezan a llegar refuerzos ante las primeras escaramuzas rebeldes .

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Vigil de Quiñones, que reivindica el pa-recido físico con el médico . "Además dela herida, cayó enfermo de beriberi, ygracias a los brotes de calabaza y hierbasque consiguió Olivares, pudo curarse . Élpensaba que era una epidemia, perotenía muy claro que el único modo decurarla era con vegetales frescos . Así quele pidió que consiguiera alguno comofuera . Como agradecimiento, regaló alcabo su reloj, que luego éste le devolvióen España, en la posguerra, al tiempoque le pedía un poco de tabaco".

Vigil de Quiñones, nieto, reconoceque la historia de Filipinas ha pesadomucho en la familia . Su madre, que asiste silenciosa a una larga conversación so-bre el tema, sólo abre la boca para decirque está "harta de Filipinas, después detantos años" . Pero Rogelio, que recogióla antorcha tras la muerte de su padre,muestra todos los documentos de suabuelo, que guarda cuidadosamente, y elreloj devuelto por Olivares, que extraede una caja fuerte . "Mi abuelo nuncaquiso volver a hablar del tema, en todasu vida, ni en casa ni en el ejército . De-bió de pasarlo muy mal" .

igil de Quiñones era un médicocivil de 31 años cuando seapuntó voluntario para ir a Fili-pinas "tras un despecho amoro-so" . Su nieto admite las posiblesdiferencias que se ha repetido

existían entre él y el teniente Martín Ce-rezo . "Era muy religioso y debió de llevarmuy mal que aquél ejecutara a dos sol-dados sin decir nada a nadie y sin darlesayuda religiosa, pese a que tenían curas" .

El personaje de Martín Cerezo, aquien muchos han acusado de paranoia,empecinamiento u obcecación en la re-sistencia, y otros tantos han defendidocomo un militar de obediencia absolu-ta, que únicamente cumplía con su de-ber tras el bando del general Augustí deresistir y fusilar a los desertores, es unade las figuras con más claroscuros de lahistoria . Brisset afirma que cuando seembarcó voluntario, a los 32 años, "lle-vaba en una mano las humildes alhajasde su esposa, que acababa de morir departo, y en la otra el reglamento militar.No tenía nada que perder, estaba deses-perado, y llevó la lógica militar a su ex-tremo . Nunca dejó de vigilar a sus sol-dados".

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Y LLEVÓLA LOGICA MILITARA SU EXTREMO.

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El médico Rogelio Vigil deQuiñones no quiso volver ahablar nunca más en su vidade los sucesos de Baler. A suvuelta ingresó en el Ejército .

Quizá por eso, cuando vio a un sol-dado con un historial de desertor reinci-dente en posición sospechosa cerca deuna ventana, lo encarceló junto a dosimplicados más . Cerezo les puso en uncepo en el batisterio de la iglesia, con-vertido en prisión dentro de la prisión .Y en junio de 1899, cuando ya planeabala huida general y consideró que nopodía llevarse a los prisioneros, pegó untiro en la cabeza a dos de ellos . El terce-ro había conseguido huir. Nunca searrepentiría . Su ya anciana hija Pilar,que vive en Madrid, ha vuelto a re-cordárselo a Xavier Brisset : "Hizo loque tenía que hacer siendo militar, cum-plió con su deber". Murió en 1945, sien-do el general demás edad de Franco, ydespués de haber recibido, igual que el

fallecido capitán Las Morenas, la Lau-reada de San Fernando .

A1 día siguiente de la ejecución,Martín Cerezo se convenció, tras la lec-tura detenida de un periódico español,de que efectivamente Manila se habíarendido ya . Por primera vez reunió a lossoldados en una asamblea . La mayoríadecidió salir, y Martín Cerezo pactó conel enemigo filipino las condiciones de larendición . "Lo que contó Cerezo en sulibro parece que es bastante cierto, perono 1o contó todo", dice Brisset . "Allí pa-saron cosas que no sabemos bien", man-tiene el conocido periodista Manu Le-guineche, autor de Yo te diré. . . La verda-dera historia de los últimos de Filipinas,libro del que se hicieron cuatro edicio-nes en 1998 . "Yo estoy dispuesto a com-prenderlo todo, pero el empecinamien-to de este personaje en la resistencia esun poco como la conquista de lo inútil .Ortiz Armengol, que ha investigado eltema, dice que Martín Cerezo era muyduro de carácter".

Leguineche, que conoce bien Filipi-nas desde sus tiempos de corresponsalen la guerra de Vietnam, apunta que he-chos como el de Baler nos resultan hoysurrealistas, "pero quizá juzgarlos conmentalidad de ahora no tiene sentido .Entre la exaltación del patriotismo y elfactor religioso, eran frailes-soldadosdispuestos a convertir aquello en Sa-gunto o Numancia, y tuvieron la terri-ble presión de los curas y mandos mili-tares . Para unos fueron unos locos ; paraotros, unos héroes, pero el libro deMartín Cerezo es texto obligado en lasacademias militares de Estados Unidos".

El ex embajador en Filipinas PedroOrtiz Armengol, que ha dedicado 50años de su vida a estudiar aquel país,"que lleva en la sangre", mantiene queBaler fue "un hecho insólito que mere-ce ser conocido", pese a que lo calificade error militar. "Martín Cerezo cum-plió con lo que creía su deber, pero fueuna equivocación, una obcecación ga-rrafal, eso no puede ponerse en duda" .Ortiz Armengol, que acaba de publicarel libro Letras de Filipinas, con datos iné-ditos sobre la enseñanza que dejó Es-paña en Filipinas, comparándola con lade Holanda en Indonesia, mantiene queallí hicimos "un esfuerzo de honestidady mentecatez . Acertamos en unas cosasy nos equivocamos en otras".

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Tras el rendimiento, los de Baler fue-ron tratados con todo respeto por el pre-sidente filipino Aguinaldo, que les con-sideró "amigos y no prisioneros". (Agui-naldo comenzaría enseguida la luchacontra Estados Unidos, la nueva poten-cia colonial, que le costaría más de200.000 muertos) . De la investigaciónoficial, realizada por las autoridades es-pañolas ante las acusaciones hechas alcomportamiento extremo de Martín Ce-rezo y los rumores de que habían mata-do al capitán Las Morenas, salieron con-vertidos en héroes . "Mi bisabuelo decíaque lo que había pasado allí nunca se sa-bría . Yo creo que a la salida hubo unpacto entre caballeros, y, cuando decla-raron, todos estuvieron de acuerdo enno crear problemas", dice Valbuena .

Los ya héroes de Baler, "el destaca-mento de la fama", volvieron a España,donde fueron recibidos con discursosoficiales y algún homenaje, y donde seles concedió la Cruz de Plata al MéritoMilitar y una pensión de 7,50 pesetasmensuales, que después se elevaría a 60pesetas . Algunos se beneficiaron con tra-bajos como carteros, porteros de Ayun-tamiento o carabineros, pero la mayoríano salieron de la pobreza . "Alguno pusouna tienda, o una taberna, y otros si-guieron como campesinos . El últimomurió en 1964, llegó a ver el gol de Mar-celino, que es el nuevo mito efímero dela España de los sesenta, que empieza acreer en otros valores", dice Brisset .

"iCagüen Chus! ¡qué vicio tenéis! Sihubierais comido hierbas como yo",decía el cabo Jesús García Quijano a sushijos, poco antes de que, al comenzar laguerra civil, un avión franquista tiraseuna bomba sobre el campo que arabacon varios familiares y le dejara destri-pado, aunque no muerto . "A la vueltatuvo que comenzar un itinerario de dosaños, de despacho en despacho, paraque le dieran la pensión de inválido a laque tenía derecho", dice hoy su biznie-to . "Mi padre, que tenía adoración porel suyo, se movió muchísimo para quepusieran una placa en la casa de Sevilladonde vivió, y su nombre al hospitalmilitar. Y, la verdad, me gusta ver en elMuseo del Ejército un retrato suyo, y sa-ber que está enterrado en el mausoleode los héroes de Cuba y Filipinas", dicehoy el nieto del médico Vigil de Quiño-nes . "Nuestro padre estaba muy desen-

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"AL VOLVER ESTABAMIIV Frgr"$p,nllano

ó

DECÍA QUE MUCHABANDA DE MÚSICA,PERO QUE LESMANDARON A CASACON UNASGALLETAS DURAS"

Una nativa de clase alta . EnFilipinas había una grandiversidad étnica y lingüística.

gañado cuando volvió . Decía que mu-cha banda de música, mucha fanfarro-nada, pero les mandaron a casa conunas galletas duras", dicen hoy José yEmilio, los hijos de José Martínez Sou-to, de Almeiras (A Coruña) .

La mayoría, apunta Brisset, vivieronla guerra civil con verdadero horror . Al-guno perdió el empleo que le habíandado, y a otros les quitaron las pensio-nes por no ser adictos al régimen . Fran-co nombraría tenientes honorarios a losmás adictos en 1945 . Lo primero le pasóal valenciano Loreto Gallego, un chavalde 20 años, campesino y analfabeto,que fue voluntario a Filipinas para susti-tuir a un rico y que acabó siendo porte-ro del Ayuntamiento de su pueblo, Re-quena . "Eso fue la perdición de la fami-lia, porque empezaron las envidias . Secreían que todo lo que teníamos veníadel Ayuntamiento", dice su hija Patroci-nio, maestra jubilada . Ella y su hermana

María recuerdan cómo, ya muerto supadre, las autoridades del pueblo pidie-ron permiso a su madre para hacerle unbusto, y ella se negó . "No quiero que lacabeza de mi marido ande mañana ro-dando por el suelo", decía .

Algo parecido le paso a José JiménezBerro, de Almonte (Huelva), un excelen-te tirador, que solía contar cómo acaba-ron en el encierro comiéndose la perritadel capitán Las Morenas cuando éste fa-lleció . "En la guerra civil le encarcelaron,y le soltaron cuando se dieron cuenta deque era uno de Baler ; pero como repre-salia, por no decir dónde estaban sus hi-jos, le quitaron la pensión, que nuncavolvió a cobrar", recuerda su nieto Die-go Torres Díaz . "En su vejez nos decíaque todas las guerras son estúpidas". "Yocreo que acabaron convertidos en unospacifistas a ultranza", dice el organizadorde la muestra .

firma Xavier Brisset, que destacala colaboración constante queha tenido del investigador filipi-no Exequiel Sabarillo, un espe-cialista del tema "desde el otrolado", que esta exposición será la

primera revisión del mito de Baler."Cualquier texto de 1900 se seguía edi-tando igual en 1960 . Y en lo que se haescrito recientemente del 98 ni se toca elasunto . Baler no tiene el menor valor enla guerra de Filipinas, nadie se ha preo-cupado de aquellos 33 seres humanos,salvo pequeñas biografías locales" ."Todo lo que se haga para mover unpoco la historia con motivo del aniver-sario puede estar bien para iluminar al-gunas zonas oscuras y, sobre todo, paraque los jóvenes se enteren de los he-chos", dice Leguineche, que confiesaque, al pensar en Filipinas, todavía sien-te "la sensación de lo que pudo habersido y no fue . Me duele ese desencuen-tro que todavía te encoge un poco elalma . Del paso de los castilas quedansólo cuatro iglesias barrocas resquebraja-das por los terremotos . Como ellos di-cen ahora, fueron 300 años de conventoy 50 de Hollywood . . .".

La guerra en Filipinas fue indisocia-ble del conflicto antillano, y en generalde la agónica situación de España de fi-nes del siglo XIX y del comienzo del ex-pansionismo imperialista de EstadosUnidos . La insurrección filipina de agos-

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Soldados filipinos al servicio de España contemplan, tras la toma de unpueblo, los muertos katipuneros . Filipinas perdería luego unos 250.000hombres en su lucha contra el nuevo poder colonial, Estados Unidos,a quien España liquidaría la colonia por 20 millones de dólares .

Escolares de colegios religiosos, entre sus familiares . Se hablaban 80lenguas, pero a la Iglesia católica no le interesó extender el castellano .

Las órdenes religiosas, enFilipinas desde el siglo XVI,dueñas de grandeslatifundios, tuvieron uncontrol enorme sobre losnativos y la colonia .

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to de 1896 surge cuando la metrópolilleva ya año y medio de lucha en Cuba .Pero mientras en el caso de "la perla dela Corona española", la relación con laPenínsula no se perderá en ningún mo-mento, con Filipinas, marcada por la le-janía, la situación será muy distinta ."Con Cuba existían unos lazos afectivosy de tipo cultural, y por supuestolingüístico, que no había con Filipinas",afirma el historiador Rafael Núñez Flo-rencio, especialista en movimientos so-ciales y políticos de los dos últimos si-glos . "La colonización allí fue muchomás superficial y además estaba lastradapor el peso de las órdenes religiosas-dueñas de los latifundios agrícolas- .Fue una colonización clérico-militar, yen el momento en que se pierde Filipi-nas se pierde todo", concluye .

a historiadora del Consejo Supe-rior de Investigaciones Científicas(CSIC) María Dolores Elizalde, es-pecialista en historia colonial ypolítica exterior del XIX, mantieneque hay hechos importantes,

como los conceptos económicos quehubo siempre detrás de la permanenciaen las colonias, que han sido sistemática-mente soslayados . "Con `los últimos deFilipinas' se nos ha vendido mucho laidea de la patria, el honor y el sacrificio,pero detrás de eso había un contexto queexplicaba lo que sucedía, y eso no se nosha contado nunca . Aparecen los moroscomo unos malísimos que se rebelancontra los pobrecitos soldados españoles,y hay que preguntarse qué hacían allíesos soldados . El propio Martín Cerezodice en su libro que estaban allí para con-trolar la recaudación de impuestos".

Núñez Florencio, que ironiza : "Co-nocemos mejor la historia de EstadosUnidos por los westerns

que nuestras epopeyas",insiste en que es impor-tante recuperar el pasa-do huyendo de los tópi-cos y la manipulaciónpolítica . "Hay que asu-mirlo y entenderlo en elcontexto en el que suce-dió, aunque sólo seapara ver lo que hemoscambiado" . No es bas-tante conocido, dice, loque era la cuestión mili-

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La iglesia de Baler donde losespañoles se encerraron yresistieron 11 meses tras larendición de Manila . Dentroquedaron 18 muertos .

tar a finales del XIX, "el ir a aquel mata-dero de las colonias y la conmoción quesupuso para toda una clase social". Re-calca el historiador que cuando se hablade un "ejército de pobres", no es unametáfora, ni demagogia, sino algo muyreal . "No tenían nada que ver con losmuchachotes que ahora van a la mili

bien alimentados y cui-dados . La talla media deaquellos soldados eraun poco superior a 1,50metros . Era gente es-quelética y en muy ma-las condiciones físicas .Se embarcaban y, de lanoche a la mañana, seencontraban sin adapta-ción alguna en un me-dio físico hostil en elque terminaban cami-nando descalzos".

La exposición, repartida en tres salasdel Museo Nacional de Antropología,se inicia con un recorrido histórico desde la llegada de los españoles a Filipinasen el siglo XVI, y desarrolla la eco-nomía, la diversidad cultural de las islas,la guerra y el sitio de Baler, para dete-nerse en los defensores y sus descen-dientes . Con aportaciones de distintosespecialistas, se beneficia de los atracti-vos fondos del museo, que presta obje-tos y fotografías poco conocidas de lacolonia en el siglo XIX .

La antropóloga y directora del mu-seo, Pilar Romero de Tejada, afirma que,como experta en población filipina, leparece muy interesante dar a conocercómo fue esa población olvidada pornosotros . "No soy la comisarla de la ex-posición, pero creo que será novedosa einteresante, porque hay muy pocos es-pañoles que conozcan la historia de lacolonia, al margen de la famosa pelícu-la . Se suele decir que el idioma españolse ha perdido en Filipinas, pero, a dife-rencia de Cuba, nunca se habló . Allíhay 80 lenguas propias, y a los curas noles interesó nunca que se hablara unalengua única porque perdían poder so-bre la población, ésa fue la realidad . Es-tuvieron totalmente controlados por laIglesia" . "La muestra puede servir paraquitar retórica y acercarnos a la realidadcon todo su heroísmo . Porque lo curio-so es que detrás de toda la retórica hubomucho heroísmo y una concepción delconcepto del deber hasta límites extre-mos . Creo que es bueno hacer una re-cuperación histórica de estos hombres,por ellos mismos y como paradigma detoda una generación que luchó por loque creía", concluye Elizalde .

Hoy, una placa en la iglesia de Ba-ler, escrita en inglés, es el único recuer-do de la estancia de los españoles . A ellase unirá pronto un monumento, erigidopor suscripción popular, y un homenajein situ, que organiza la Fundación Tave-ra. El acto supondrá la vuelta de los es-pañoles, la de los descendientes de losfalsos "últimos de Filipinas", ya más cer-ca de los hombres que del mito .

La exposición Los rostros de un mito'se podrá visitar,del22 de julio al 15 de septiembre, en el Museo Nacio-nal de Antropología de Madrid. Las imágenes de estereporta]e, quefiguran en el catálogo de la misma, perte-necen al Museo delEjército, Archivo Generalde la Ad-ministración, /Museo Oriental de Valladolidy MuseoMacional de Antropología.

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en captada en enero de 1900 en Filipinas por el fotógrafo Lafuente Cimarro de los supervivientes del asedio de Tayabas al ser liberados -co-

mo muestra el cartel que sostiene uno de ellos- por las tropas de Estados Unidos . En el centro, Mariano Mediano, que prometió no afeitarse la

barba hasta quedar libre . Había sido capturado un año y medio atrás .

LOS VERDADEROS Ú70 MAGAZINE

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TEXTO DE Eduardo Martín de Pozuelo v Santiago Tarín

ara Mariano Mediano, la guerra de Filipinas no terminó en 1898 . Él fue uno

de los olvidados de aquella contienda, uno de los miles de soldados españoles

que quedaron cautivos de los tagalos, que padecieron sufrimientos durante más de

un año a miles de kilómetros de su casa y que tampoco recibieron la comprensión de

las autoridades de su país, que les regatearon sueldos, atenciones y honores. Han si-

do tan ignorados que ni siquiera hoy es fácil conocer cuántos fueron ycuál fue su his-

toria . Ahora se cumple un siglo de que aquellos militares regresaron a Barcelona, re-

patriados por Estados Unidos en los vapores de la Trasatlántica, la naviera del mar-

qués de Comillas. Hace cien años que volvieron los auténticos últimos de Filipinas.

La historia española reza que 1898 fue el año del desastre: cuando se perdieron las

últimas guerras coloniales y Cuba, Filipinas y Puerto Rico se independizaron. Pero mien-

tras Cuba sigue viva en la memoria, Filipinas ha desaparecido prácticamente del ima-

ginario colectivo . Este olvido es extensivo a las tropas que allí lucharon y que, en su

mayor parte, pasaron un verdadero calvario tras la derrota . De hecho, hablar de es-

ta lejana contienda evoca a los protagonistas de la gesta de El Baler, recuperados por

el cine en "Los últimos de Filipinas" y considerados por la historia los postreros sol-

dados que permanecieron en el archipiélago. Pero hubo otros miles que quedaron ex-

traviados en las selvas filipinas, de quien casi nadie se preocupó y a los que incluso

el Gobierno dio por muertos. Y el caso es que muchos regresaron del olvido años des-

pués; volvieron derrotados y humillados a sus casas, ahora hace un siglo . Su peripe-

cia sólo se guarda en el seno de las familias, que mantienen vivo el recuerdo de aquel

abuelo que peleó en la guerra del Pacífico y que fue prisionero de los tagalos .

Mariano Mediano fue uno de ellos. Nacido en Peralta de la Sal (Huesca) el 13 de abril

de 1874, se alistó en el Ejército y, tras diversos destinos, fue enviado a Filipinas en 1897.

Entonces tenía 23 años, estaba casado y ya era padre de dos hijos. Partió para las is-

las el 18 de junio, embarcando en Barcelona en el vapor "Covadonga". Él era un ofi-

cial, un profesional en aquel Ejército colonial formado por jóvenes procedentes en su

mayoría del medio rural y que no podían comprar su redención del servicio militar. El

historiador Juan L . Francos describe en su libro "Muerte al Castila" lo que costaba no

ir a parar a las colonias. La redención valía 1 .500 pesetas, 2.000 si se hacía faltando

diez días para embarcar rumbo a los restos de aquel imperio . Toda una fortuna si se

tiene en cuenta que el periódico costaba 15 céntimos, una peseta ira¡ cine, lo mis- ->

_TIMOS DE FILIPINAS12 MARZO 2000 71

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mo que un kilo de garbanzos. Un duro bastabapara desayunar, comer, ir al teatro y comprar undiario, y 25 pesetas permitían darse una cena delujo en el mejor restaurante de Madrid, conchampaña incluido .

Mariano Mediano y otros miles de soldados es-pañoles recorrieron un largo camino desde suspueblos hasta Filipinas, un lugar lejano y desco-nocido para todos ellos . "La guarnición españo-la allí fue pequeña", explica Josep Maria Delga-do, director del departamento de humanidadesde la Universidad Pompeu Fabra, de Barcelona,y director del grupo de investigación sobre Cu-ba y Filipinas. "Había 10.000 o 15.000 soldados,si contamos los batallones filipinos. A partir del

" eiice a44ía , de ea d~oftit

72 MAGAZINE

año 1896 se incrementó el envío de tropas, pe-

ro no debieron superar los 20.000 hombres sin

tener en cuenta la Marina ." Tampoco hay datos

exactos sobre el número de bajas, señala Del-

gado, "pero debía de ser relativamente pequeño

porque la guerra fue corta. Hubo más por las pe-

nalidades que afrontaban las tropas coloniales,

como el cólera o la malaria, que por la guerra" .

Jóvenes españoles como Mediano conocieron

esas penalidades . El historiador Francos ha re-

cogido en su libro las memorias de uno de aque-

llos soldados, Víctor Muñoz, natural de Orche

(Guadalajara), y que partió hacia el archipiélago

a los 19 años porque no podía disponer de aque-llas 1.500 pesetas que le libraban de la milicia . A

pesar deser prácticamenteanalfabeto, Muñoz es-

cribió sus memorias de guerra en unos versos

que describen los padecimientos del Ejércitocolonial: "En la isla de Filipinas/aún todos nos de-fendemos/y de diez mil hombres que hay/cincomil están enfermos. ( . . .) En agua estamos meti-

dos/y descalzos todos vamos/aquí nadie puedeestar/y sin embargo aguantamos./El ranchomengua mucho,/no hay agua para beber./¡Comoquieres, Nuestra España/que te pueda defender!" .

Mariano Mediano no dejó unos versos, ni si-quiera unas notas . Pero sus nietos han recopila-do la tradición oral de su familia : escarbando en

los recuerdos y escudriñando los archivos mili-

tares han sabido que en mayo de 1898 era se-

gundo teniente del batallón de cazadores expe-

dicionarios número 12, destinado en Tayabas, is-

la de Luzón, al sur de Manila . En junio de ese año

se ordenó concentrar todas las fuerzas militares

en la fortaleza . Allíse congregaron 22 oficiales y

448 soldados, al mando del comandante Joaquín

Pacheco . El 15 de junio, la guarnición española es-

taba completamente cercada e incomunicada .

Las notas del comandante Pacheco permiten

reconstruir lo ocurrido en Tayabas . La guarnición

española resistió el envite de los tagalos hasta

que el 15 de agosto -un día después de que ca-

pitulara Manila y sin conocer este extremo- no tu-

vieron más remedio que rendirse. Al final del ase-

MEDIO MILLAR DE ESPAÑOLES

de la guarnición de

Tayabas resistieron

durante dos meses el

asedio de casi quince mil

tagalos, armados con

fusiles y quince cañones

dio, habían fallecido 27 hombres;17 de ellos, por

heridas de guerra, y 10, por enfermedad . Cua-

renta y tres desertaron durante el cerco y otros

101 tras la rendición . Es decir, que quedaron en Ta-

yabas 280 supervivientes, 105 en el hospital .

El sitio de Tayabas fue un auténtico calvario pa-

ra el medio millar de españoles que integraban

la guarnición . Pacheco conoció durante las con-

versaciones para la rendición que lostagalos su-

maban 7.000 hombres con armas blancas y

otros 7.800 con fusiles . En dos meses de asedio

dispararon 500.000 cartuchos y contaban con

quince cañones que hicieron fuego más de 300

veces . Los tagalos confesaron 1.600 bajas.

ero no solamente fue el fuego enemigo

lo que atizó el infierno de Tayabas : tam-

bién las enfermedades (293 soldados tuvieron

que pasar por la enfermería para ser atendidos

de diversas dolencias), la falta de agua y, sobre

todo, el hambre ; la terrible hambruna que pa-

decieron los cercados. Pacheco relató que se co-

mieron todos los animales domésticos-caballos,

perros, vacas, gatos- y hasta cerdos que se ha-

bían alimentado de cadáveres y que propagaron

enfermedades . Al final, no había casi ni arroz.

Ni con la rendición terminaron los sufrimien-

tos de los soldados españoles. Los descendien-

tes de Mariano Mediano han podido reconstruir,

por lo que su abuelo contó a sus hijos y por al-

gunos documentos de los archivos del Ejército,

que los militares de Tayabas fueron llevados a

Lucban y encerrados en el fuerte Santiago, en

unos calabozos ubicados en el cauce del río Da-

go . Cuando las aguas subían, los cautivos debían

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mantenerse a flote. Los más bajos se ahogarony Mediano se salvó porque su altura (1,77) le per-mitía estar de pie, con e! agua en la barbilla . Deesa época es la larga barba que luce en la fotoque abre estas páginas y que juró no afeitarsehasta ser libre.

Esa barba le causó algunos problemas. La re-volución filipina fue especialmente cruel con lossacerdotes, tal como relata Manuel Leguinecheen su libro "Yo te diré", hasta el punto de que al-gunos fueron asados como animales. La causade esta inquina hay que buscarla, según el cate-drático Josep Maria Delgado, en que la Iglesia erauna potencia económica. Pues bien, la largabarba hacía que los tagalos confundieran a Me-diano con un fraile. Hasta en tres ocasiones le sa-caron de¡ calabozo, le llevaron al patio de armas,

le vendaron los ojos y simularon fusilarle.Malcomiendo y en pésimas condiciones, Ma-

riano Mediano soportó el cautiverio . Mientras, enEspaña, las familias de los soldados presionabanpara que se localizara a los militares perdidos . ElGobierno de Madrid creó una comisión á talefecto, dirigida por el general Jaramillo, pero losdatos eran confusos. Ni siquiera Eugenio MonteroRíos, presidente de¡ Senado y de la delegación es-pañola que negoció la paz con Estados Unidos,supo dar cifras concretas. En su libro "Tratado de

París", que recoge las conferencias que pro-nunció el propio Montero Ríos sobre la materiaen 1904, señala que el número de presos en Fi-lipinas se situaba entre 10.000 y 12.000, pero sinmás concreción . Por su parte, el historiadorJuan Jiménez Mancha, en un artículo publicadoen la revista "La Aventura de la Historia", facili-ta varias estadísticas sobre el particular. La pri-mera, oficial española de la época, barajaba el nú-mero de 9.159 cautivos; de ellos, 8.200 militares .Otro dato es el revelado por el líder de la revo-lución José Aguinaldo en una carta : 11 .000 sol-dados . Jiménez Mancha también explica quelos presos vivieron hacinados, con menguadas ra-ciones de alimento y escasez de medicamentosy algunos obligados a trabajar para los filipinos.

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Las tropas españolas que llegaban a combatir a Filipinas desfilaban en Manilabajo un ar-

co de triunfo repleto de consignas patrióticas y banderas españolas .

Mariano Mediano tuvo que esperar para ser li-

bre y afeitarse la barba . Aguardó un año y medio,

hasta quee! 13 de enero de1900 una columna de¡Ejército de Estados Unidos liberó el fuerte don-

de estaba recluido . El Baler, considerado el últi-

mo bastión español en Filipinas, se había rendi-

do el 2 dejunio de 1899, casi un año después deTayabas, que capituló en agosto de! 98 . Sin em-

bargo, los supervivientes de El Baler regresarona España el 1 de septiembre de 1899, es decir, seismeses antes que los de Tayabas.

Ni Mariano ni sus compañeros sabían que suguerra había terminado y que ahora los tagalos

se enfrentaban con los norteamericanos, con

más crueldad y ensañamiento por ambas partes .

A los soldados y prisioneros que permanecían en

Filipinas sólo les quedaban el sufrimiento, la an-

gustia y una clara sensación de olvido . El cate-

drático Josep Maria Delgado hace hincapié en es-

te abandono: "Los soldados estuvieron mucho

tiempo sin cobrar. Y cuando volvieron no se les

trató mucho mejor. Incluso se les regateaba si pa-

garles en devaluada moneda filipina o española .De hecho, ese es uno de los factores de resenti-

miento posterior de¡ Ejército hacia el poder civil" .

Mariano Mediano conoció este olvido y por ->

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Arriba, soldados españoles cauti-

vos en Batangas son vigilados

por tagalos, en diciembre de

1899 . Abajo, los resistentes de El

Baler, considerados durante mu-

cho tiempo los últimos de Filipi-

nas, aunque regresaron a España

un año antes que los militares de

Tayabas.

74 MAGAZINE

ello jamás recogió tres medallas que le conce-

dieron por méritos de guerra. Víctor Muñoz,

aquel joven que escribió su campaña filipina en

verso, resumíó su sentimiento en una simple

estrofa : "No le pido más a Dios/que me dé valor

para ir/a ver mi España querida/que allí quisiera

morir" .

Mariano Mediano fue llevado por los esta-

dounidenses a Manila y embarcado, a su cargo,

en el vapor "Isla de Panay" el 25 de enero de

1900. Ese fue el último año de repatriaciones ma-

sivas de prisioneros de la guerra de¡ 98 . Así lo

asegura la monografía sobre la Compañía Tra-

satlántica escrita por Carlos Llorca Baus y pu-

blicada por el Ministerio de Defensa y así lo opi-

na Josep Maria Delgado, aunque hay estadillos

militares que dan cuenta aún de la llegada de un

oficial en 1901 . En cualquier caso, el "Isla de Pa-

nay" arribó a Barcelona el 22 de febrero de

1900 . Al ser el último caso de repatriación masiva

de prisioneros, el suceso mereció la atención de

la prensa. Así, la edición de¡ 23 de febrero de "La

Vanguardia" detalló que a bordo de¡ vapor via-

jaban 980 militares y 150 ex empleados civiles.

El periodista que cubrió la noticia explicó cómo

alguno de los ex cautivos tenía tantas ganas de

llegar a casa "que se zambulló en el agua hasta

la cintura" . El aspecto de los presos era descrito

de esta forma: "Entre los enfermos, vimos un te-

niente con un muslo amputado y la otra pierna

rígida como las muletas deque se servía para mo-

verse; varios soldados consumidos por la anemia,

con la boca lacerada por el escorbuto ; otros con

las piernas tan débiles que no podían sostener-

las, y todos con la expresión de extrañeza de¡ que

se sorprende de su propia menguada resistencia,

y con la mirada gris de¡ que ha llegado al estado

de aparente indiferencia a que conduce la acción

tenaz de¡ infortunio" .

Hace ahora un siglo, Mariano Mediano y sus

compañeros de cautiverio regresaron a España .

Con ellos viajaban sus recuerdos, sus angustias

y sus padecimientos, además de esa sensación

de ser los olvidados de una guerra lejana y per-

dida que nadie quería recordar; una suerte de

Vietnam hispano en el que fueron abandonados

a su fortuna. De hecho, ya en España, Mariano se

enteró de queel Ejército daba por muertos a los

defensores de Tayabas . De toda aquella amarga

experiencia sólo quedaban un pequeño mono,

que murió al poco de llegar a la Península, y las

secuelas físicas de¡ cautiverio . Dejó la milicia y vi-

vió en Zaragoza y Barcelona . Tuvo cinco hijos, 13

nietos y 41 biznietos . Falleció a los 49 años, la no-

chebuena de 1923. En su entierro, una banda mi-

litar le rindió honores . Su esposa, Josefina, cada

vez que recordaba la vida militar de Mariano, rom-

pía a llorar por los sufrimientos de su marido allá

en las islas . Siempre dijo que le falló el corazón

por lo ocurrido en la lejana Filipinas . Ahora, sus

nietos quieren que su abuelo Mariano reciba

aquellas medallas que se ganó en unajungla de

Tayabas y que jamás recogió, porque sus com-

patriotas le habían olvidado . o

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Una imagen para la h.'.s.w

Esta histórica foto del fusilamiento de José R.iza.l (con traje negro, a la izquierda) procede de los fondos del Museo del Ejército,

no se ha publicado jamás y sólo ha podido verse en una exposición sobre el 98 . No se conoce quién fue su autor.

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El documento

LA EJECUCIÓNQUE ANUNCIÓEL DESASTRE

La muerte de José Rizal fue el desencadenante del levantamien-

to tagala contra la presencia española en Filipinas . Rizal, médico,

político y escritor, fue fusilado en Manila en enero de 1896 por sol-

dados filipinos, vigilados asu vez por tropas españolas. De ese he-

cho quedó una foto histórica, tomada por un autor desconocido y

que está depositada desde hace pocos años en los archivos del Mu-

seo del Ejército. Ahora, por primera vez, se publica esa imagen.

Este hombre vestido de negro que mira al frente, dando la espalda al pe-

lotón de fusilamiento, es José Rizal, el mártir de la independencia filipina,

cuya ejecución el 30 de diciembre de 1896 prendió la mecha de la suble-

vación contra los españoles.José Rizal (Calamba,1861-Manila 1896) fue escritor, médico y político. Cur-

só sus primeros estudios con los jesuitas en Filipinas y después se trasla-

dó a España, donde se licenció en Filosofía y Letras y Medicina por la Uni-

versidad de Madrid . Autor de dos novelas críticas contra el colonialismo ("No-

li me tangere" y "El filibusterismo"), fundó un partido político, la Liga Fili-

pina, y en España se relacionó con los federalistas, como el catalán Pi i Mar-

gall, de quien fue amigo personal. Sus actividades públicas y su petición de

que Filipinas abandonara el régimen colonial para integrarse en las insti-

tuciones motivaron que fuera perseguido por las autoridades españolas.

Por coincidencias de la vida, José Rizal inició su último viaje en el mismo

vapor que tomó Mariano Mediano, años después, para dejar atrás su cau-

tiverio filipino y regresar a casa: el "Isla de Panay" . En este buque se em-

barcó el 3 de septiembre de 1896 para dirigirse a Barcelona, desde dondetenía previsto partir hacia Cuba para afincarse allícomo médico militar -

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y olvidarse de sus cuitas . El capitán de la nave era en esa ocasión An-tonio Fernández, más conocido entre sus colegas como "el Manche-go", según consta en los anales de la compañía naviera .

Los últimos días del político filipino fueron narrados por el periodistaWenceslao Retana en su libro "Rizal", que fue editado por la bibliote-ca popular de "UAveng" en 1920, al precio de 50 céntimos. Desde Ma-nila, el "Isla de Panay" se dirigió a Singapur para hacer escala. Allí, Ri-zal recibió un consejo : que se quedara en esta ciudad, que así termi-narían sus problemas, porque Singapur no estaba bajo jurisdicción es-pañola . Pero su contestación fue tajante: %o; fugitivo, no". Al dejaratrás la última etapa, Port Said, Joan Utor, un catalán que viajaba enel mismo barco y que había hecho amistad con Rizal, le avisó de queel capitán Fernández había recibido un telegrama en el que se orde-naba la detención del político filipino nada más poner pie en Barcelona.Utor y Rizal se abrazaron y el médico rompió a llorar.José Rizal fue encarcelado en la fortaleza de Montjiüc tras ser arres-

tado y, poco después, el buque de guerra "Colón" le devolvió a Filipi-nas, donde quedó preso en el castillo de Santiago, en Manila . Some-tido a consejo de guerra, fue acusado injustamente de ser el inspira-dor del Katipunan, una sociedad secreta independentista. Rizal escogiócomo defensor al primer teniente de artillería Luis Taviel de Andrade,amigo de su familia, quien le defendió "dignamente", en opinión delperiodista Wenceslao Retana .Condenado a muerte, su orden de ejecución fue firmada por el go-

bernador de Filipinas, Camilo G . De Polavieja, quien puso su rúbrica eneste texto: "Manila, 28 de diciembre de 1896 . Conforme con el ante-rior dictamen, apruebo la sentencia dictada por el consejo de guerraordinario de plaza en la presente causa, en virtud de la cual se impo-ne la pena de muerte al reo José Rizal Mercado, la que se ejecutarápasándole por las armas a las 7 de la ma-ñana del día 30 del actual" . Polavieja lle-vaba menos de dos semanas en el cargo yno hizo nada por perdonar la vida de Rizal,comotampoco movieron un dedo ni los no-tables de la isla o el arzobispo Nozaleda, se-gún explica Retana . Tan sólo su familia y Pii Margaf pidieron el indulto.

78 MAGAZINE

JOSÉ RIZAL FUE FUSILADO

de espaldas .. oue era la

suerte deparada a los

traidores, aunque él

pidió que no fuera así

porque no se

consideraba traidor a nadie

El periodista y escritor Manuel Leguineche, en su libro "Yo te diré",reproduce una de las cartas que Rizal escribió horas antes de ser fu-silado. Iba dirigida a su familia y decía así: "Dad gracias a Dios que meconserva la tranquilidad antes de mi muerte. Muero resignado espe-rando que con mi muerte os deje en paz. ¡Ah! Es mejor morir que vi-vir sufriendo. Consolaos . Os recomiendo que os perdonéis unos a otroslas pequeñeces de la vida. Enterradme en tierra, ponedme una piedraencima y una cruz. Mi nombre, la fecha de mi nacimiento y la de mimuerte. Nada más . Nada de aniversarios" .

José Rizal entró en capilla el 29 de diciembre. Al día siguiente, ves-tido con su traje negro y bombín, recorrió a pie la distancia que se-paraba el castillo de la explanada de Bagumbazo . Se mantuvo sere-no, ajuicio de Retana, quien narró cómo se despidió de su defensory de los jesuitas, y exclamó: "Perdono a todo el mundo : muero sin te-ner el más pequeño resentimiento contra nadie" .A Rizal le fusilaron de espaldas, que era la suerte deparada a los trai-

dores . Fue así aunque solicitó expresamente que no se cumpliera lasentencia de esta forma, porque no se consideraba un traidor a nadie.También pidió que no le dispararan a la cabeza, pero un soldado ledes-cerrajó el tiro de gracia en el cerebro. Minutos antes de cumplirse lasentencia, se le acercó el médico militar Ruiz Castillo, quien dijo : "Com-pañero. ¿Me permitís el pulso?" . Rizal extendió el brazo izquierdo y elgaleno dijo : "Lo tenéis muy bien" .

José Rizal y Mercado fue ejecutado a primeras horas del 30 de ene-ro de 1896 por un pelotón de fusilamiento compuesto por ocho sol-dados filipinos del 70 regimiento de infantería Magallanes, que a su vezeran vigilados por otros españoles para el caso de que los primerosno hicieran fuego . En la foto pueden verse las dos hileras de militares,los curas y el público que llenaba el lugar, en ocasiones vestidos co

mo si fueran a una fiesta . Tras recibir los im-

pactos, el cuerpo de Rizal giró y cayó con el

rostro hacia el sol . Después de la ejecución, sedieron vivas a España y a ¡ajusticia, y la tro-

pa desfiló ante el cadáver al son de la "Mar-

cha de Cádiz" . En su última noche, Rizal es-

cribió un poema que concluye con la frase:

"Morir es descansar". o