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CUADERNOS DE HISTORIA HABANERA DIRIGIDOS POR EMILIO ROIG DE LEUCH5ENRIÑG HISTORIADOR DE LA CIUDAD DE LA HABANA 44 LOS PltIMEltOS MOVIMIENTOS REVOLUCIONARIOS DEL GENERAL NARCISO LOPEZ (1848 - 1849) MUNICIPIO DE LA HABANA ADMINISTRACION DEL ALCALDE DI. JOSE DIAl GARRIDO 1950

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  • CUADERNOS DE HISTORIA HABANERA DIRIGIDOS POR

    EMILIO ROIG DE LEUCH5ENRIG HISTORIADOR DE LA CIUDAD DE LA HABANA

    44

    LOS PltIMEltOS MOVIMIENTOS REVOLUCIONARIOS

    DEL GENERAL NARCISO LOPEZ

    (1848 - 1849)

    MUNICIPIO DE LA HABANA

    ADMINISTRACION DEL ALCALDE DI. JOSE DIAl GARRIDO

    1950

  • .

    NOTA PRELIMINAR

    La Oficina del lIistoriaor de la Ciudad de La Habana r la Socie-dad Cubana de Estudios Histricos e Internacionales, a fin de dejar ,~

    completamente esclarecidos todos los hechos, antecedentes r comecuen [!t

    les al 19 de mayo de 1950, iniciaron el mircoles da 21 de septiembre o/" de 1949 un Cursillo conmemorativo de los Primeros Movimientos Re ~l

    Ivolucionarios del general Narciso Lpez (18481849J, preparatorio a su vez de la conmemoracin del Centenario de la Bandera de Cuba, que se celebra en el ao en curso de 1950, el cual estuvo distribuido en nueve lecciones qlte se dieron en la citada Oficina, planta baja del antiguo Palacio de Lombillo, en la Plaza de la Catedral, todos 101 ~ mircoles .mbsiguientes.

    En concordancia con este propsito se abri adems una matricula, absolutamente gratuita, para un nmero limitado de cien personas, l4J cuales fu.ero,,: inscriptas en la Oficina del Historiador de la Ciudad, habiendo sido necesario ampliar ese nmero hasta el de 233, debido a la gran cantidad de solicitu.dcs recibidas dentro del plazo fijado al efecto. ti

    ~ De acuerdo con el temario dispuesto por la Oficina del Historiador ~.J

    de la Ciudad, y la Sociedad Cubana de Estudios Histricos e Inter ; nacionales, las lecciones versaron sobre los asuntos que a continuacin se expresan, e.~tando su desarrollo a cargo de los profesorel curOl nombres tambin se consignafl, miembros totlos ellos de la Sociedad Cubana de Estudios Histricos e Internacionales:

    Septiembre 21.-Cuba a mediados del siglo XIX: Mario Cuiral Moreno.

    Septiembre 28.-La Conspiracin de la Mina de la Rosa Cubana: Manuel l. Mesa Rodriguez.

  • 8 CUADERNOS DE HlSTOIUA HAnANERA

    Octubre 5.-EI Cluh de La Habana en la~ e(ln~piracione5 de In po. ca: TIorten.,ia Piclrart!o.

    Octubre 12.-Los emigrados cubanos (,ll 105 E!'tallos Unidos (18rIR 1849): Enrique Gay.Calb.

    Octrtbre 19.-EI Consejo de Organizacim y Gobierno Cubanos y IR Junta Promovedora de los Intereses Polticos de Cuba: Herminio t Portell JIil. !

    Octubre 26.-La Bandera y el Escudo de Cuba: Enrique Gay.Calb. I

    I \Noviembre 2.-Independencia y anexin en las conspiraciones de

    18481849: Fernando Portllondo. Noviembre 9.-Los Estados Unidos y las potencias europeas ante

    las conspiraciones de 18481849: Jo! L. Franco. NOI,iembre 16.-Las expediciones de Cat Island y de Round Island: IHernrinio Portell Vil. Terminada! la! conferencia! en la ltima citada fecha, !e efectu I

    el mircole! !igltientc. 2.3 de nOl'if'mbre, Ilna !e!in fill(ll de clalMura, en la cual hicieron U!O de la palabra: el hi!toriador Manuel ,. Me!a Rodrguez, a nombre de lo! profe!ore!, para hacer un re!umell de lo! tema! tratado$ por 10$ di!ertante$; la Srta. Rebeca Alorale$, a nombre de 10$ alumno$; y finalmente, el Dr. Em.ilio Roig de Leuch!enring, en .'u doble carcter de lIi$toriador de la Ciudad y Pre!idente de la Sociedad Cubana de E!tudio$ lItricm e 1nternacionale!, quien de.' pu$ de ualar la importancia y el intcr! de 10$ a!untO$ tratado!, en relacin con 10$ primero$ movimiento$ revolucionario! del general Narco Lpez, hizo entrega en nombre dcl Alcalde Municipal de La l/abana, Nicol$ Ca$tellano.' Ril'ero, de 10$ Certificado! de A.,i$tencin corre$pondiente$ a lo! 162 alumno.' matriculado$ qrte concurrieron a $iete, por lo lIIC/lO$, de la$ llueve leccione.' dcl cllr"illo, la! cuale! .,e in$ertan por $11. orden en el pre!ellte Cuaderno.

    A toda$ la! conferencia$ a!i$ti un pblico nrtmerO$O, que llen lo! amplio$ portale! del antiguo Palacio de Lombillo y en $U mayor parte la Plaza de la Catedral; y de todo! lo! actO$ efectuado! !e hizo eco la Pren$a habanera, que p~blic exten$a$ infornracione! !obre lQ$ tema! tratado$ y dedic bondado$o$ elogio$ a todo$ los profe!ore$ que par ticiparon en el cur$illo.

    EMILIO UOIG DE LEUCHSENRlNG

    Historiador de la Ciudad de La Habana

    REVALORACION DEL CENTENARIO DE LA BANDERA DE CUBA

    Por EMILIO ROIG DE LEUCHSENRING

    Historiador de la Ciudad de La Habana y Presidente de la Sociedad Cubana de Estudios Histricos

    e Internacionales

    Ha sido empeo, inalterablemente perseguido por la Oficina del His-toriador de la Ciudad de La Habana y la Sociedad Cubana de Estudios Histricos e Internacionales, desarrollar el conocimiento y estimular el estudio de la historia de Cuba, ms all del crculo de los especia-listas, hasta el corazn mismo del pueblo, a fin de que ese conocimiento lleve a la reafirmacin permanente de la fe cubana en la evolucin histrica rle la nacionalidad y estimule el ms !lano patriotismo, ve-lando por que nuestra historia no sea tergiversada o falseada y difun-diendo, consecuentemente, cuantos estudios hemos credo indispensables realizar, de re"aloracin de nuestro pasado colonial, revolucionario libertador y repuhlicano, rectificando falsos conceptos populares y de seudo!l especialistas, y errores de interpretacin, aclarando dudas y salvando algunos injustos olvidos en que hasta ahora se haba venido incurriendo.

    En concordancia con esos propsitos y labores, al aproximarse la fecha n que se conmemora uno de los ms trascendentales acon. tecimientos nacionales --el primer centenario de la bandera- hemos podido comprobar la existencia de lamentable confusionismo sobre la exacta significacin de esa efemrides, por lo que nos creemos obli. gados a fijar cules son los hechos ms relevantes y merecedores de !ler tomados como primordial motivo que rija los diversos actos que han de llevarse a cabo al rendir eJ adecuado homenaje a nuestra en. sea patria, ya que nos cahe la gloria de que, a poco de haber sido !lta creada por quien es lino de los protomrtires de nuestra indepen. dencia -Narciso Lpe1.- en lo recoJeto de la modesta vivienda que

  • JO C\IAl)EItNOS 1)10: rtlSTOHI \ 11\ 1l\\'EH \

    en el forzoso exilio, por sus acliddade!' revolucionarias, ocupaba el patriota l\Iiguel Tcurbc Toln, recibi la mxima consagracin como lbaro venerado que haba de ser por lodo un pueblo, al ondear, a lo~

    vientos de la libertad, en accin revolucionaria y en tierra cubana, alzada por las mismas manos del inmortal patricio que al plasmarla en colores y smbolos, dej trazados programas y caminos que haban de constituir 1I0rmas fundamelltalr.s de la lucha libertadora entonces

    I'RIMEHOS MOVIMIENTOS ItEVOLUCIONARIOS DE NARCISO LPEZ 11

    Cul de esos momentos es el de excepcional significacin y tras-cendencia y, por lo tanto, el que debe ser escogido cimeramente, como eje de la conmemoracin del centenario?

    El Dr. Gay Calb nos lo dir en rotunda conclusin:

    Pllra el historiador cubano, la presencia de la bandera en ac cin (Je armas. .. en la ciudad de Crdenas, por tal hecho legti. mamente proclamada... Ciudad Bandera, es de esas tres (apari-

    lf

    ,comenzada, y de la nueva nacionalidad que por ella se conquistara. Tenemos de la historia, precisa concepcin dinmica y construc- t

    tiva y la hemos entendido y divulgado, por solne la simple tarea ~ erudita, narrativa o apologtica, en la trascendente funcin social que f le corresponde desempear en los tiempos contemporneos, pues, como proclam no hace mucho un ilustre historiador mexicano -Jaime Torres Bodet-, "la historia, aun cuando se expresa entre continuos zozobras y sobresaltos, es siempre, una insistente, terca y magnfica afimlacin"; afirmacin que para nosotros los cubanos ha de proyectarse hacia la ms exacta valoracin de nuestra lucha revolucionaria, de cerca de dos siglos, por conquistar una patria de libertad, democracia, justicia, cultura y civilizacin.

    ciones) la de ms relieve, como acto de afirmacin de voluntad y de la decisin que tdo un pueblo tena de conquistar su inde-pendencia. Las de Nueva York y Nueva Orleans se convertan en episodios romnticos ante la heroica firmeza de los invasores.

    As lo dejaron proclamado los patriotas integrantes de la Cmara Constituyente de Cuimaro cuando en la segunda sesin pblica, cele-brada por dicha Asamblea el 11 de abril de 1869, escogieron como bandera que deba simbolizar la revolucin en toda la Isla, "la bandera que levantaron anteriormente Lpez y Agero".

    Y la seleccin de ese acontecimiento ha merecido ya sancin inter-nacional, pues el Tercer Congreso Histrico Municipal Interamericano, celebrado en la ciudad de San Juan, Puerto Rico, del 12 al 18 de

    Por que eso es para nosotros la historia, al situarnos frente a la t abril de 1948, ratificando resolucin del Congreso anterior, efectuado efemrides del centenario de nuestra bandera, lgicamente hemos de destacar, de la serie de hechoB que ese acontecimiento nos ofrece, en Nueva Orleans, nmero VI en 1947, adopt los siguientes acuerdos: aquel de ms destacada repercusin en el largo proceso independen- "RESOLUCION LXVIII I

    I

    1

    II

    tista cubano. Y ese hecho es, sin duda alguna, su primera aparicin, "CONSIDERANDO: Que el diecinueve de mayo de 1950 se cumen tierra cubana, hecha flamear por su creador Narciso Lpez, en

    pie el Primer Centenario de la bandera de Cuba, triunfando enuna accin blica que marca tambin el inicio de la obra libertador.:! la primera accin de guerra que sirvi de ensea a los cubanos,

    a la que Ilallan dc con!'ngrar!'e, ofrcnlliJlldolc el l'acrificio (le sus vidas, con la loma de la ciudad de Crdenas por la expedicin mandada "arins gf'ncracioncs de CII"UIl"!', Cllllt8l1l1" n Sil vez con In ~cllcros"

    participacin de nohilsilllos hijos de Iml dos Amricas.

    Bien lo ha sabido comprender as nuestro ilustre compaero el

    por el General Narciso Lpez y que haba sido organizada en 1. ciudad de Nueva OdeawJ.

    "CONSIDERANDO: Que Cuba se apresta a conmemorar digna mente el Centenario de la Bandera y el Congreso de la Repblica,Dr. Enrique Gay Calb, a quien podemos considerar el apologista las Sociedades patriticas y eruditas, el Ayuntamiento de Cr. denas y el Pueblo Cubano, en general, colaboran desde ahora en

    por antonomasia de nuestra handera, en estos das de la rememoracin de su centenario. ese empeo glorioso y nobilsimo.

    En reciente }' notable discurso, consagrado a esa efemrides, relata "CONSIDERANDO: Que la Ciudad de Crdenas,. moderna, proel nacimiento de la bandera en los primeros das de junio de 1849, gresista, culta, industriosa y rica, en cuyas cercanas se encuentra su aparicin en pblico en Nueva York y Nueva Orleans y "su pre- la famosa playa de Varadero y que cuenta con notable museo sencia en Cuba como pabelln de las tropas de Narciso Lpez, el 19 histrico, biblioteca pblica, grandes edificios y excelentes aloja-

    mientos, se dispone a conmemorar con toda solemnidad el Cente-de mayo de 1850".

  • 12 U',\UERNOS In; IIISTOIUA If,\BANERA

    nario (re la UaIHlera 'tue el 19 (le mayo ,le 1::50 ln'nlOlb \ clnrio~a

    por ~1I3 calle.._

    "CONSIDL:ItANDO: Quc d Segllllllo Congre,;o Ilislricll i\lunI.:.i pal interamericano. celebrado en Nlleva Orlealls, aprob a Cr denas como Sede Suplente del actual Congrc8o, en el ca!'!o de que i!'te no pudiera celebrar~e en San .lIlAn. t

    r,

    i ~

    1, 'TEHCEH CONGHESO IIlSTOIUCO ~lUNIClPAL

    INTERAMEIUCANO

    Hesuelve:

    "Primero: Hecomcndar al prximo IV Congreso al'ruehe (le finitivamente que el Quinto Congreso, que ser el de 1950, tenga Ilugar en la Ciudad de Crdenas, Cuba, como parte de la conme moracin continental del Primer Centenario de la Bandera (le Cuha.

    "Segllndo: Que el Instiluto Interamericano tic Historia l\hmi cipal, conjuntamente con la Sociedad Colombista Panamericana queden eucargados de la organizacin de ese Quinto CongreM."

    El hecho (le la creacin de uuestra hamlera ha tenido digna con memoracin en nuestra Hepblica.

    Nos encontramos en a(I(~cnuda (Jisposicin para festejar el prximo ao, tal como lo ha resnelto el Tercer Congreo;o Histrico Municipal Interamericano y tambin el Sptimo Congreso Nacional de Historia, el primer centenario de la fecha' en que onde nuestra bandera en Cuba, que fu el 19 de mayo de 1850, izada en el ediricio del go hierno de Crdenas por las fuerzas expedicionarias de Narciso Lpez.

    y este acontecimiento excepcional ha (te tener, igualmente, exeep cional rememoracin, )"11 que, con la celebracilll (leI IX Congreso Nacional (le Historia y .leI V Congreso Histrico Municipal Intera mericano, cOlUmgrados a t,'!"a efemi-rides cubana, hemos de ver unidos a los representantes de todas las naciones del Continente, para rendir homenaje fraternal de identificacin a la bandera que desde Narciso Lpez tremol como smbolo de las luchas libertadoras cubanas y fu-reconocida oficialmente al constituirse esta Isla en estado indepen. diente y soberano, como Repblica de Cuba.

    1

    t

    CUBA A MEDIADOS DEL SIGLO XIX

    Por MARIO GUIRAL MORENO Dc In Sociedad Cubana de Estudios Histricos

    e Internacionales

    No cs fcil poder encerrar dentro del estrecho mareo de una con-ferencia, un cnadro de tan amplios horizontes como el que nos pro-ponemos esbozar, al abrir este Cursillo conmemorativo de los primeros esfuerzos revolucionarios del general Narciso Lpez, que inicia hoy la Oficina del Historiador d(: la Ciudad de La Habana, en conexin con la Sociedad Cubana de Estudios Histricos e Internacionales, para Iratar de describir -a manera de introduccin- cul era la situacin de Cuba a mediados (leI siglo XIX, en todos sus varios aspectos -poltico, internacional, social, econmico, cultural y material- y poder a~ apreciar el estado del pas en aquella poca, de la cual nos separa el lapso justo de una centuria, as como la condicin que hab~

    llegado a alcanzar el pueblo cubano en el ao 1850, que ha de ser el eje cronolgico de nuestro estudio.

    A fin de no distraer el tiempo en disquisiciones superfluas, ms o menos dilatorias, entraremos de lleno en el desarrollo del tema, co-menzando por examinar la situacin poltica de Cuba en los aspectos interno y externo, dado que, por ser entonces nuestra patria una colo-nia o posesin dependiente de Espaia, su suerte tena que estar nti-mamente ligada a la de la Metrpoli; y, por hallarse situada en vir-tud de su posicin geogrfica, dentro de la rhita norteamericana, as! en lo poltico corno en lo econmico, es forzoso tambin estudiar cul era, en aquella poca, la actitud del Gobierno de los Estados Unidos con relacin a Cuba, y recordar asimismo la influyente posicin en que se hallaha colocada Inglaterra con respecto al problema de la esclavitnd, demandando de E!lpaa el cumplimiento de los convenios

  • I

    14 CIIJ\DEIINOS DE HISTOUL\ IL\IlA"'EII,\

    concertados enlre ambas nacioucs para impedir la continuacin de In lraln ,le negros .1[I"icu 110:; al IraH~S dc los mares autiJIanos y, de manera especial, en lo concerniente a esta Isla.

    Gobernaba la Colonia al comenzar el ao 1850, con las facultades extraordinarias concedidas desde 1825 por el rey Fernando vn a los Capitanes Generales de Cuba y Puerto Rico, para que pudieran actuar cual si fueran gobernantes de plazas sitiadas, don Federico Honeali, Conde de Alcoy, nombrado Gobernador General de la Isla en 1848, como sucesor inmediato del Conde de Lucena, don Leopoldo O'Donnell, mantenedor durante todo su perodo, de una poltica represiva, des-ptica y cruel, estando ligada su execrable memoria a los sangrientos sucesos ocurridos en el quinquenio de 1843 a 184;J, durante el cual se descnbri, o se ilH'ent la llamada Conspiracin de la Escalera, que fu ahogada en sangre y utilizada como razn o pretexto para que varios centenares de infelices esclavos y negros libres fueran ini cuamentc atormentados o muertos, siendo su ms destacada vctima, como es sabido, el poeta mestizo Gabriel de la Concepcin Valds, Plcido, inmolado en la ciudad de Matanzas en el mes de junio de 1844, sin que de nada le sirvieran para poder salvar la vida las reite radas alegaciones de su inocencia, hechas por l durante la tramita cin del proceso y contenidas finalmente en las estrofas de su inmortal plegaria A Dios, ni las veladas delaciones infamemente arrancada'! a sus labios con promesas engaosas e incumplidas.

    El ambiente poltico en la Colonia era sin duda, por aquella poca de la hemicenturia mil ochcntista, como es lgico suponer, en extremo desgarrador para nuestro puehlo y lllUY hostil respecto de la Metr-poli, contra la cllal Ilah:lIIse exleriori1.ado ya, casi descle los albores del siglo, profundos scntimienlos dc illcon[onniducl y rebelda, en diversas conspiracioncs y algunos nteutos revolucionarios, revela-dores del ansia cxistente en nuestro pueblo por alcanzar la Iihertad y lograr su separacin poltica de Espaa.

    Cul era, a su vez, por entonces la situacin interna de la Metr. lOli r la actitud que sta mantena respecto de las Colonias americanas que aun retena bajo su dominio, despus de la gran desmembracin sufrida por el imperio colonial hispano, al emanciparse de su tutela casi todos los paises que aqulla poseia ell nuestro Continente? Bas tar para apreciar lo primero -la situacin interna de Espaa-, recordar que en ella reinaha doa Isabel 11, "seora de viva imagi-

    ~ ,r.~

    '. l

    I'JUMEIIOS l\IOVlMIENTOS REVOLUCIONARIOS DE NARCISO LPEZ 15 ,i nacin y de senlirnientos ardientes", al decir de un insigne historiador espaol; persona siemprc dispuesta a "poner embarazos incesantes a la tranquilillad y expedita marcha del gobierno", a juicio de su propio Primer Ministro el Marqus de Miraflores; y "la ms inocente de todas las Ueinas", segn la llam el general Narciso Lpez en 1841,

    ...al tomar Ilosesin del cargo de Teniente Gobernador de Trinidad, empleando sin duda tal calificativo en un sentido irnico, pues es cosa bien sabido que la primognita del rey Fernando VII y su se gunda esposa doa Mara Cristina, era una mujer casquivana y diso luta, cuyos reales amoros ejercan gran influencia en todos sus actos y decisiones, porque la necesidad de dar expansin a su temperamento t

    'Jsensual -inflatisfecho dentro del vnculo matrimonial que la una al rey consorte. don Francisco de Ass-, pesaba ms en su nimo gue el deber de velar por la felicidad de su patria y el bienestar de sus bdjlQo

    Mantenase, por otra parte, en la Metrpoli espaola, desde el ao 1848, la dictadura del general Ramn Mara Narvez, en medio de las conmociones Ilroducidas por frecuentes sublevaciones y pronun ciamientos militares; las continuas conspiraciones de los progresistas y de sus mismos correligionario~, los ultraconservadores vulgarmente llamados moderados; la guerra civil en Catalua durante los aos 1848 y 1849, Y no pocas dificultades de carcter internacional, a las cuales tenan que agregarse las interminables disensiones y querellas existentes entre los augustos esposos, la reina y el rey consorte, cons-tantemente enemistados y en abierta pugna, ante el escndalo de la Corte y la nacin.

    Para tener una idea aproximada de la confusa situacin poltica que exista en la Metr{lpoli espaola, de la cual era Cuba por entonces Ilna depcndencia sometida a la ms inicua explotacin, bastar sea lar que, mientras los elementos reaccionarios se mostraban temerosos de que el socialismo se propagara en la Pennsula "para producir -segn decan- los males ms inauditos", el Gobierno conservador de Narvez daba muestras de una gran doblez, queriendo halagar a los liberales con engaosas ofertas y una hueca palabrera, completa. mente contraria a la verdad que la realidad de los hechos demostraban.

    Prueba elocueute de lo que decimos es que, en tanto el ilustre peno sador y escritor Donoso Corts le escriba al Ministro de Prusia en Madrid, Conde de Raczynski, dicindole: "Jams me han engaado

  • \

    I f

    16 ,f Cl1\lIEH'iOS IlE IllS'fOHI\ IBBANER.\ I'IUMEHOS 1I10\'lMlENTOS IlEVOLUCIONARlOS DE NARCISO LPEZ 17 I

    las apariencias ele tranquilidael r de ntll1la ('n E~paia. La lIaClOn, eorro!l!plda Ilaf'ta lo:" IIletuno!", ahajo y arrikl. debe fatalmeute sn cmnLir un da dc una mallera de olm", PI propio

    liberal qne el gobierno actual de Espaia. Todos los hombrcs que le componen se burlan, ell la illtimidad, de la!' palabras libertad y garanta~, pero no cesan de proeiamarlas santas en !'ns discursos y en sus manifestaciones oficiales", observacin hec1.a por el sagaz di. plomtico que as pona de mauifiesto la contradiccin, rayana en hipocresa, con que proceda el Gobierno del Duque de Valencia.

    En los finales de la Legislatura del afio 1849, un fausto suceso vino a alegrar el decado espritu de los espaoles, al poner el Gobierno en conocimieuto de las Cortes que S. 1\1. la Heina estaba en cinta, hecho que por lo regular prodnce gran regocijo en todos los paise.o; de r gimen monrquico, por lo qlle l significa en relaci6n con la perdura. bilidad de la dinasta reinante; pero que en este caso -y recordamoR el snceso como un sntoma revelador del estado de perturbacin exis-tente por aquella poca en la Corte hispana- fu un motivo ms de grave dificultad poltica, por pretender el Rey consorte que se le pero mitiera "ejercer la regellcia, dnrante la preez de su augusta esposa"; pretensin de!latina(la a la que se 01'u!'oo el gencral Narvez, elltoll-ces jefe del gobierno, pndiendo venc~rla al fin, despus de ~ral\(les

    esfncrzos.

    Si nos hemos (Ietenido algunos instantes en llar ulla sucinta idea elel estado poltico existente (:n la ex Madre Patria al mediar el siglo XIX, ha sido tan solo con el propsito de seiialar la imposibilidad de qne Cnba pudiera teller. por aqnella {-poca, esperanza algulla de mejorar !'n silnaci(n poltica. administrativa y ecolllll.ca, demandando reformas y concesiones (le nna Metr6poli cuyo Gobierno se hallaba en un estado de completa elescomposici6n, bajo todos los aspeclos: minado por las intrigas polticas, castrenses y palaciegas; careciente de moral en la conducta de los sobcranos; combatido por fuerzas antagnicas en constante pugna, e incapaz de mantener para s, esto es, para sn propio pueblo, nna Administracin liberal, eficiente y honrada.

    Dosqnejado ra, a {!ralldes rasgos, el cuadro poltico qne premleca en Cuba r en Espaa a mcdiados de la .!tima centuria, merecedor de

    las quejas y protestas que, contra esa situacin intolerable, se fol' mulaban por parte de la Colonia, es fcil llegar a concebir, por deduce cin 16gica, cul tenia que ser el estado de nimo de nuestro pueblo, en presencia de tan dolorosas circunstancias, vindose impulsado por la necesidad a redoblar sus esfuerzos y sns luchas para emanciparse de Espaa.

    Es de tcner en cuenta. por otra parte, que al mediar el siglo XIX el pueblo cubano llevaba ya ms de cuarenta aos realizando ardorosos

    (1empeos por lograr la consecucin de ese propsito, y que durante las tres dcadas que podramos llamar intermedias en la primera mitad de la .1tima centuria (18101840), habanse mantenido casi sin in terrupcin las actividades conspiratorias: de carcter independen. tista unas, y las otras de finalidad antiesclavista, contribuyendo todas ellas a producir en el pas un estado de grave perturbacin, moral y Rocial, que reflejaba bien a las claras el espritu de rebelda pre dominante cn todos los sectores de la poblacin cubana, hlanca y negra, contra el yugo opresor de la Metrpoli.

    Recordemos, en cfecto, que ya en 1809 el patriota bayams Joagun Infante participaba activamente en la consniracin masnjca del cjtado liW. redactando poco despus cl primer Proyecto de C0n3tituci6n para la J~la de Cuba; y -que en 1812, despus de abortada la conspiracin de Romn de la Luz. pariente de Don Pepe. el gran educador. la lJl: blevacin encabezada por el negro libre Jos Aotooio ApoQte -a quien se 1m llegado a considerar por algunos como "el protomrtir de la libertad civil y de la reivindicacin obrera" -haba demostrado el estado de desesperacin en que se hallaba la poblacin negra, y su firme propsito de luchar por conseguir la emancipacin de los esclavos, si bien la verdadera tendencia de este movimiento revolucio nario permanece an eu el misterio, sin haherse podido comprobar de manera cierta cI carcter racisf.a flue, acaso injustamente, se le atribuye.

    Afios ms tarde, en 1823, habase descubierto la Conspiracin de los Sole., y Rayo~ de Bolvar, fraguada sigilosamente desde mucho ticmpo atrs, y que hizo fracasar el general Francisco Dionisio Vives, ClltOIlC('S Gobernador de la Colonia, quien decret el destierro de la mayora dc los comprometidos e impuso a los restantes, fuertes pe-llas pecnlliarias, en castigo de sus empeos separatistas.

    Coincidiendo casi con estas actividades conspiratorias, haba sur

  • 18 Cl'.\IJEItNOS IlE JlISTUIUA 1!\8Al\EH:\ J'R1MEHUS MO\'li\fIENTOS RE"OLUCIONARIOS DE NARCISO LPEZ 19

    gido el propsito acariciado por el patriota trinitario Jos Aniceto tista que, aun cuando ha sido considerado como una continuacin o hnaga y el ilustre camagiieyano Gaspar Betancourt Cisneros; El Luga. derivacin (le la Compiracin del Aguila Negra, tuvo sin embargo la reo. (le interesur cn la eml'rc!'\n .fc imlcl'cndi7.Ur a Culta, al Lihertador caracterstiea (Ic ~cr el (mico iniciado en el mismo territorio de lar,Bolvar, quien haba ya convocado el Congreso (le Panam, Metrpoli.cuyas

    sesiones, iniciadas el 26 de junio (le 1826, con el fin de preservar la y llegamos a In quinta y ltima dcada de la citada hemicenturia .,1 paz entre los nuevos Estados del Continente y procurar la emanci pacin de Cuba y Puerto Rico -de acuerdo con los fines perseguidos por la JUllta Promotora de la Libertad Cubana, constituida en la ciu dad de Mxico el ao anterior-, fracasaron lamentablemente ante la actitud hostil del Gobierno norteamericano, que de un modo resuelto se opuso a la consecucin de aquellos planes. cediendo al inters de Estados del Sur, los cuales mostrbanse temerosos de que los nuevQs pases independizados decretasen la abolicin de la esclavitud, mano

    1,

    ttI

    1(18411850), dUI'8nte la cual tuvieron su culminacin los mayores esfuerzos hasta entonces realizados en favor de la independencia de nuestra Isla, de sn incorporacin a los Estados Unidos y de la libertad de los esclavos.

    As vemos que, en el trienio de 1841 a 1843 se produceri la suble-vacin de los negros esclavos en La Habana y la de las dotaciones de varios ingenios pertenecientes a la jurisdiccin de Matanzas siendo ahogadas en sangre ambas sublevaciones, las cuales sirvieron de mo-

    tenida hasta entonces con rigor en el territorio de dichos Estado~ ( tivo para que se realizaran las ms horripilantes crueldades por parte de las autoridades y los Fiscales de la impiadosa Comisin Militar, y de base o pretexto para que se incoara en el ao siguiente (1844) la "Causa de conspiracin de la gente de color contra los blancos", conocida vulgarmente con el nombre de COrl.3piracin de la E3calera. }IOr haberse utilizado sta -sobre todo en Matanzas--- como instru mento del suplicio a que fueron sometidos centenares de infelices esclavos y negros libres, a quienes se logr arrancar, por medio del

    sureos.

    Sin que semejante fracaso debilitara el espritu patritico de nuestro pueblo, y sirvindole por el contrario de poderoso acicate para pero severar en sus empeos libertadores, haba surgido casi inmediata mente despus, en la ciudad de Mxico, la muy vasta Compiracin del Aguila Negra, descnbierta en 1830 por el Gobierno espaiol, que no tard en apresar a casi todos los comprometidos residentes en

    It

    I esta Isla, entregndolos a la Comisin Militar Permaneute ---odiosa y cruel institucin creada por el general Vives- y cuyo resultado fu que numerosos patI'otas de La Habana, Matauzas, Camagey y Oriente fueran deportados o tuvieran que pagar onerosas multas.

    La expulsin de los Diputados cubanos enviados a las Cortes es paiolas en 1837, privndose a esta Isla de toda representaciu ante el Congreso de la Metrbpoli, haba sido un nuevo motivo de agravio, que hizo redoblar los esfuerzos de nuestro pueblo por conseguir su separacin de Espaa. Heanudronse stos en la ciudad de Cdiz por el insigne prcer Jos Antonio Saco, el general Narciso Lpez y algu. nos otros cubanos residentes en la Pennsula, cuyas actividades fueron motivos para que la Comisin Militar -por mandato del general Tacn. entonces Gobernador de Cuba- iniciara la causa conocida con el nombre de la Cadena Triangular r Soles de la Libertad, la cual -como ha dicho nuestro querido compaiero el ilustre historia dor Herminio Portell Vil-, no ha sido hasta ahora estudiada e investigada con el detenimiento que demanda ese movimiento separa.

    flagelo, falsas declaraciones en perjuicio de los dems presuntos como prometidos en la conspiracin, y, de un modo singular, contra los cubanos blancos de alto relieve social a quienes el Gobierno de la Colonia encart en el proceso que, por ser distinto al iniciado en Matanzas, se llam la "Causa de La Habana", yen la cual fueron implicados, perseguidos, presos y juzgados 46 hombres de color, y 34 personas blancas, contndose entre stas -no obstante lo absurdo (le la acusacin-, cubanos de tan alta jerarqua intelectual como Jos de la Luz y Caballero, Domingo del Monte, ausente en Pars, Pedro Jos Guiteras, Benigno Gener, Manuel Martnez Serrano, Flix M. Tanco, Martn Mueses y otros muchos cuyo nico delito consista en haberse signifieado como decididos abolicionistas y contrarios al inhumano negocio de los traficantes negreros, mereciendo destacarse el hecho de que, segn datos fidedignos, el nmero de las personas encartallas en las diversas causas instrudas por la Comisin Militar en toda la Isla excedi de 4,000, entre individuos blancos y de color, oe los cuales 98 fueron condenados a muerte, cerca de 600 a presidio

  • 1'lUUEilOS MOVl:lIIE~TOS RE\'OLllCIONARIOS DE NARCISO LPEZ 2120 CL'AlJEII:'\OS \Ir. IIISTORL\ Il.\nANERA

    y ms de 400 a destierro, muriendo no menos de 300 acusados durante la sustanciacin de los procesos, vctimas en su mayora de los azotes a que fueron sometidos, suicidados otros muchos por no poder resi3' tir los sufrimientos producidos por las torturas, y mchos tambin espantados ante la enormidad de las falsas imputaciones que les haban llido arrancadas o atribudas por los Fiscales, bajo la aplicacin como binadll lIel ltigo y la escalera.

    A partir de entonces, la gallarda figura del general Narciso Lpe1. ,iene tl ser el eje central de todas las conspiraciones y movimientos revolucionarios realizados en el transcurso de la expresada dcada, en favor de la independencia de Cuba, pues l es el que aparece casi !'!iempre como el jefe supremo (re los conjurados o como figura prin. cipal entre todos lo!'! participantes en dichos intentos separatistas.

    De acuerdo con el estudio qlle "enimos haciendo, y ante la necesidad de citar, por lo menos, los ms importantes hechos de carcter poltico acontecillos en los finales de la primera mitad del siglo XIX, nos limitaremos a enumerarlos simplemente, ya que cada uno de esos grandes episodios de nuestras luchas independentistas ser motivo de un detenido estudio y acucioso anlisis por parte de los distinguidos compaeros que tienen asignado un turno en el desarrollo de este cursillo, cuyo objeto es -segln antes dijimos- enjuiciar los pri. meros esfuerzos revolucionarios realizados por el general Narciso Lpe1. en 1848 y 1849, observados a un siglo de distancia y con oca. sin de conmemorarse el Centenario de su acaecimiento.

    Pero, antes de referirnos a los ms notables esfuerzos realizados en avor de la emancipacin de nuestra patria por el ilnstre venezo-1:11I0 con quien tiene contr'afla Cuba una inmensa deuda de gratitud, fl"e no ha sido hasta altom dehidalllente valorada, es conveniente insistir eu sealar el error en que incurren quienes han afirmado que sns actividades conspiratorias r revolucionarias en favor de la emano cipacin de nuestra Isla comenzaron a partir dl momento el; que su rival e implacable enemigo el general 'Donnell le priv de todo maudo como militar y de los altos cargo!'! que vena ejerciendo en la Colonia, pues tal aseveracin implica una flagrante inexactitud y merece el ms rotundo ment..., como ya lo ha hecho brillantemente nuestro querido amigo el Dr. Porte 11 Vil , su ms documentado I,igrafo.

    No hay que olvidar, en efecto, que ya desde el Ao 1834 el Club

    I I de los Ilabanaos. orsanizado por los cubanos residentes en Madridl.

    con el propsito de recabar libertades y beneficios para Cuba. con taba el general Narciso Lpez entre los concurrentes a sus reupiones; que en 1837, hallndose en Espaa, el ilustre caraqueo habase mos

    f trado un viril defensor de los derechos de los Diputados cubanos .. ni , ser stos excludos del Parlamento espaol, cuando trat de conseguir

    t

    ~ que lodos los 'militares de origen americano que figuraban en los ejrcitos de la l\lctrpoli renunciaran en masa a sus grados y honores, como una protesta colectiva -cuya repercusin hubiera sido ex lraordinaria eu el caso de haberse producido-- contra aquel hecho, deprimente e injusto que por esa misma poca, y a consecuencia de sus estrechas relaciones con el Club de 103 Habaner03, cuyas activi dades fueron denunciadas como subversi\f8s, se vi implicado en las dos causas incoadas -una en Espaa y otra en esta Isla- al descu brirse la Conspiracin de la Cadena Triangula.r y Sol.e3 de la Libertad, a la (Iue antes nos referimos, considerndosele desde entonces por la Metrpoli como un elemento sospechoso, dispuesto a participar en nuestros movimientos revolucionarios independentistas; y que al vol ver a esta Isla a fines de 1841, llamado por su amigo y protector el Capitn General Jernimo Valds, se incorpor definitivamente a la causa de la emancipacin de Cuba, consagrando a ella sus actividade3 hasta el momento fatdico en que por lIcsgracia perdi la vida, 11 manos del verdugo.

    No debe olvidarse, adems, el antecedente de haber permutado en ' el mismo ao de su llegada a Cuba, el cargo de Teniente Gobernador de Matanzas por el de Comandante General del Departamento Cen-tral y Teniente Gobernador de Trinidad, lugar cuyo alejamiento ~e

    la capital favoreca ]a realizacin de sus planes revolucionarios, para los cuales IIcgara a contar en aquella patritica villa con numerosos y act\'os colaboradores, aparte de la gran popularidad que le pro-porcionaron sus obras beneficiosas al pueblo, su trato cordial y sus estrechas relaciones de amistad con los trinitarios de ideas ms avan zadas; causas determinantes, unas y otras, de su relevo a principios del ao 1843, y de que, una vez privado del cargo, tuviera que aban donar, muy a pesar suyo, aquella poblacin, en la cual haba conee bido sus primeros planes independentistas y sembrado la simiente de futuros movimientos revolucionarios.

    Fu all, y por esa poca, cuando se busc su participacin en la::!

  • l 22 CUADERNOS DE HlSTORL\ HABANER.\

    actividades antiesclavistas que diriga desde La Habuna el Cnsul inglfs !\fr. David Turnhull, cuyo Secretario y agente, el Vicecnsul Mr. Francis Hos Cocking, haca propaganda abolicionista por el in terior de la Isla, habiendo estaclo a fines de 1842 en Trinidad, donde -segn parece-- hizo entrega a Narciso Lpez de una misteriosa carta cuyo contenido se ha llegado a conocer -despus de haberse ignorado durante largo tiempo- por tina copia qne obtuvo de ese documento el Encargado de Negocios de Espaa en Caracas.

    El relevo del caudillo venezolano como Teniente Gobemador de Trinidad y su posterior nombramiento de Presidente de la Comisi6n Militar Ejecutiva Pemlanente, lejos de interrumpir sus propsitos re volucionarios, sirvironle de ocasin para intensificarlos, permitindole moverse con entera libertad y viajar por toda la Isla sin despertar sospechas, visitando distintos lugares de la regin occicJental, en los cuales procur explorar el estado de nnil1lo de sus moradores, en relacin con sus planes revolucionarios.

    El inesperado relevo del general Valds y su sustitucin por el Leo-pardo de Lucena -don Leopoldo O'DonneIl- determinaron, como es sabido, poco tiempo despus de I1egar ste a Cuba en Octubre de 1843, la cesaci6n clefinitiva de Narciso Lpez en todo cargo de jerarqua oficial. quedando relegado a la situacin de cuartel, con la consi-guiente disminucin de sus emolumentos; mas este cambio de situa ci6n, en vez de producirle contrarie(lad, lo recibi aqul con regocijo, puesto que, al estar desligado de toda funcin responsable en el Gobierno de la Colonia, poda dedicarse a la vida privada, en activi dades que le permitieron proseguir con mayor libertad sus propsitos conspiratorios y revolncionarios.

    Dedicado sucesivamente a la indnstria azucarera en la jurisdiccin de Cienfuegos ; al fomento de cafetales en Yuelta Abajo y por lti mo, a la explotacin de minas en las provincias de Pinar del Ro y Santa Clara, logr con gran inteligencia aparentar ante el Gobierno que todas sus actividades estaban concretadas a la minera, y desorien tando as a las autoridades, que desconocan lo que en realidad tra maba y gestionaba el ilustre caraqueo, pudo ste desarroIlar mejor sus planes, en conexin con los conjurados existentes en las ciuda-des de Matanzas, Crdenas, Cienfuegos, Sancti Spritus y Trinidad, y preparar en el coto minero de San Fernando y Santa ROJa, que l posea en la regin de Manicaragua, Las Villas, la gran ConJpiracin

    l'RIMEROS MOVIMIENTOS REVOLUCIONARIOS DE NARCISO LPEZ 23 I.

    de la Mina de la Rosa Cubana, respecto de la cual nada habremos ~ o

    de decir, porque sobre ella disertar con amplitud, en fecha prxima, nuestro estimado amigo y compaero el Dr. Manuel 1. Mesa Rodrguez, 1 quien os dar a conocer el resultado de las investigaciones por l reali~

    zadas en ese magnfico acervo que es nuestro Archivo Nacional. en relacin con la gnesis de este importante movimiento revolucionario, de tendencia francamente independentista, y no anexionista. como errneamente se ha credo y dicho por algunos, acaso alentados por el propsito de restar mritos a la gloria del valeroso hijo de Venezuela ii y gran senidor de Cuba.

    No nos detendremos tampoco a sealar el carcter anexionista que tuvo la conspiracin del ao 1848, iniciada por el Club de La HabaJuJ y mantenida durante todo el ao siguiente por el Consejo CubfJllO. de New York, el peridico La Verdad. que se editaba en dicha ciudad. y la Sociedad Libertadora de Puerto Prncipe. en desacuerdo con la tendencia independentista que tuvo desde sus inicios el movimiento preparado por Narciso Lpez en Las Villas y defendido por la /un14

    ,Patritica promovedora de los intereses polticos de Cu6e, porque todos esos aspectos sern objeto tambin de ulterior examen y trata-miento en el desarrollo de este Cursillo; pero no sera posible, sin embargo, dejar de incluir en la rpida enumeracin que venimos ha ciendo de los ms importantes hechos ocurridos en los finales de la i

    :-1

    expresada hemicenturia, una especial referencia -aunque ella sea muy breve-- a la creacin de la bandera cubana, diseada en New York bajo la inspiracin de Narciso Lpez y en presencia suya, por Miguel Teurbe Toln, a principios de junio de 1849 -hace justa-mente un siglo- y al hecho de haber sido izada por primera vez en Cuba, el 19 de mayo de 1850, por los expedicionarios del Creole, que comandaba el propio creador de la bandera, esa bellsima ensea que haba de ser oficialmente reconocida, medio siglo despus, como el pabelln nacional de la Repblica.

    Antes de continuar en la exposicin de este breve relato de ante-cedentes, es forzoso recordar, sin embargo, que el primer ocaso de nuestra estrella solitaria, despus del da memorable en que aquella bandera fu agitada por la brisa cubana en la ciudad de Crdenas, al mediar el siglo XIX, ocurri con motivo de la segunda expedicin trada a esta Isla por el general Narciso Lpez a bordo del Pampero, en 1851, desembarcada en le costa norte de Pinar del Ro, y cuya

  • 24 Cl'.\IlEH:XOS IlE IIISrOHL\ IIARAM':H.\

    clllminarn fn, tras In ({olorosa jornada dc Las Pozn~ y el glorioso comltatc ,leI Cafctal ,lc Fras. In captura tIel valeroso jefc expedicio. nario, cado prisionero de las tropas e!.'paolas y condenarlo a muerte en garrote, hacindosele subir al patbulo, en el campo de La Punta, el 19 de septiembre del citado ao, precisamente a mediados del siglo que, acaso por un justo designio de la Providencia, no haba de terminar sin que fuera arriada para siempre, en Cuha y en Amrica, la bandera roja y gualda. smbolo de la ~ecular dominacin espaola, hajo In cual se cometieron en esta Isla r en todo el Continente, tantos IlOrrores, oprobios e injusticias.

    Polticamente, pues, Cuba se hallaba sometida al mediar el siglo XIX, a un rgimen absolutista, desptico y cruel, que alcanz su maror gra\'edad al llegar a esta Isla, el 20 de noviembre de 1850 y hacerse cargo del Gobierno de In Colonia, el general Jos Gutirrez ,re la Concha, quien con sns dos inmediatos antecesores don Len Federico Roncali y don Leopoldo O'l)onnell, forma In triloga de los gohernantes hispanos para quienes el cadalso y el fusilamiento fueron los nicos medios adecuados como castigo, a los cubanos que luchahan en favor de la independencia de su patria y, en general, a cuantos tenan aqu la osada de amar la libertad, pedir justicia y reclamar derechos.

    AR vemos cmo el tristemente clebre general Concha, en el breve lapso de diecisis meses que dur su primer perodo de gobierno (1850.1852), tuvo levantado el patbulo en La Habana, y en COII tinua actividad a los pelotones de fusilamientos en el interior de la Isla, Riendo ejecutados en ese tiempo el norteamericano William Crittcnden y 50 compaems suyos de la expedicin del Pampero, cruelmente fusilados en las faldas del Castillo de Atars, tres serna. nas antes de que muriera cn garrote el general Narciso Lpez, jefe \'aleroso y ahnegado de aquella infortunada expedicin; ell tanto que, en Puerto Prncipe eran pasados por las armas los patriotas Joaqun de Agero, Fernando Zayas, Jos Toms Betancourt y Miguel Bena\-ides, y seis das despus en Trinidad, Isidoro Armenteros, Ra. fael Arcs y Fernando Hernndez Echerri; continuando el general Concha durante su segundo perodo de gobierno, estos actos de exce. silo rigor, que tuvieron apropiado remate con la ejecucin en garrote del ilustre cataln don Ramn Pint y el valeroso Francisco Estram

    I'HlIIfEHOS MOVIMIENTOS REVOLUCIONARIOS DE NARCISO LPEZ 25

    pes, mrtires todos ellos del ideal separatista en el primer lustro de la segunda mitad del siglo XIX.

    La agobiante situacin poltica que prevaleca en Cuba por esta poca pudo observarla, con verdadero asombro, el notable literato, ;". historiador y explorador francs Xavier Marmier, quien despus de fe correr casi todos los principales pases del mundo, visit el nuestro a mediados del pasado siglo, dando a la publicidad en 1852 una valiosa coleccin de Carta3 $obre Amrica -cuatro de ellas dedicadas a esta Isla-, en las cuales hizo una descripcin, muy interesante y bastante exacta en cuanto a las apreciaciones y los datos que contiene, de 10 que era Cuba en 1850. Marmier se sorprendi de que esta Isla pero maneciera sometida "a un rgimen de gobierno tan absoluto como el de Felipe 11 o del emperador Nicols", "El gobernador de Cuba -deca en una de sus cartas- est investido de una especie de sobe-rana absoluta. Ningn funcionario puede aqu rivalizar con l, nin gn organismo local puede oponerse al ejercicio de su voluntad",., "~ dos palabras, este gobernador tiene en sus manos todos los en granes de la administracin y puede, a su voluntad o a su capricho, mandar a detener, exilar o encarcelar a un ciudadano sin que se le pueda oponer la ms mnima ley de habea& corpw."

    No es de extraar, pues, que en presencia de un rgimen tan des ptico y cruel como lo era el mantenido entonces por la Metrpoli en esta Isla, nuestro pueblo, o algunos de sus principales dirigentes,

    . decepcionados ante la contemplacin de tantos infortunios; conven cidos ya de la gran verdad sostenida por el Padre Flix Varela, desde los aos 1824 y 1825, en las pginas de su peridico El Habanero, de ser necesaria la separacin definitiva de Cuba, de su Metrpoli, dese chando toda esperanza de lograr libertades y beneficios al amparo de su soberana; resueltos a romper de todos modos el cruento yugo de la dominacin hispana, y pensando que la manera ms rpida de conseguir este propsito era interesar en la empresa libertadora '" la gran Repblica norteamericana, volvieran 105 ojos hacia ella en 105 aos 1848 y 1849, dispuestos a laborar en favor del anexionismo, a pesar de no haber sido ste, en momento alguno, un sentimiento natu ral de nuestro pueblo, sino solamente una solucin subsidiaria a la legtima aspiracin de la independencia, o un supremo recurso de ms fcil consecucin para hacer cesar la dominacin espaola en esta Isla, con todos sus males y funestas consecuencias.

  • 26 CUADERNOS HE HlSTOIUA HARANERA

    En cuanto a 111 actitud que hasta entonces haban asumido los Esta. (los Unidos respecto de Cuba, son ya bien conocidos los diversos inci-dentes de la poltica norteamericana, ocurridos durante la primera mitad del pasado siglo. pues todos ellos fueron expresados por nues. tro fraternal amigo r compaero el Dr. Emilio Roig de Leuchsenring, Presidente de la Sociedad Cubana de Estudios Histricos e Internacio. nales, en el enjundioso y documentado estudio que, con el ttulo (le Los Estados Unidos contra. Cuba Libre, present en 1947 al Sexto Congreso Nacional de Historia, el cual aprob ntegramente y por unanimidad las conclusiones de ese trabajo. Pero no es posible dejar de recordar ahora que, precisamente con motivo de las actividades revolucionarias de Narciso Lpez en territorio norteamericano, duo rante los aos 1849 y 1851, encaminadas a organizar las dos grandes expediciones con que trat de invadir a Cuha para liberarla riel do-minio de Espaa, sus proyectos se vieron destrudos, primero bajo la Administracin del Presidente Zacaras Taylor, y ms tarde durante el perodo de su substituto Millard Fi1lmore, al ser advertidos todos los ciudadanos norteamericanos, por proclamas que suscribieron los Secretarios de Estado respectivos, John M. Clayton y W. S. Derrick, de que el proyecto de Narciso Lpe1., adems de ser "criminal en alto graclo", comprometa el honor nacional; de que aquellas actividades revolucionarias, cuya finalidad era alcan1.ar con el concurso de cuba. 1I0!'! y norteamericanos la independencia de esta Isla, eran "criminales y hostiles preparaciones contra una potencia amiga", y de que tales expediciones slo podan considerarse "como aventuras de latrocinio y saqueo", merecedoras de "la reprohacin del mundo civilizado", adems de ser contrarias al derecho

  • 28 CU.\DERNOS lJF. IIISTORlA HABANERA

    caba en el ,merto de La Ilabana, a bordo del pontn ingls Rodney, teniendo facnltades aqulln p3m conocer de todos los cnsos en que los buques negreros eran sorprendidos antes de llegar a Cuba, hecho que no solamente afectaba a los comerciantes contrnbandistas, sino tambin a las altas autoridades de la Colonia, pues es bien sabido que todos los Capitanes Generales -sin otra excepcin que la del general Jernimo Valds, quien se neg a participar en los beneficios del inmundo comercio de esclavos- cobraban media onza de oro por cada cabeza de negro que se lograba desembarcnr en esta Isla.

    Motivo asimismo de agravio para el Gobierno de la Gran Bretaa haba sido la expulsin en 1842, del Cnsul ingls en La Habana, Mr. Tumbull, acusado por la Metrpoli de realizar actividades cons-piratorias en favor del abolicionismo; viniendo a agravar la tirantez existente en las relaciones entre ambos pases, la expulsin del Minis. tro britnico en Espaa, Mr. Bulwer, a quien el Gobierno conservador de Narvez entreg los pasaportes, hacindolo salir de Madrid el 18 de mayo de 1848, por inmiscuirse ostensiblemente en la poltica interior de la Pennsula. A esta actitud --como es sabido-, lord Palmerston correspondi dando a su vez los pasaportes al Ministro espaol en Londres, don Francisco Javier Istriz. As quedaron rotas las rela ciones diplomticas entre las dos naciones, permitiendo este hecho al Gobierno ingls, alentar con ms libertad que ha~ta entonces, las acti-vidades de los progresistas, republicanos y carlistas espaoles contra el aborrecido Gobierno de Isabel n.

    Para poder apreciar el inClemento que tuvo la trata durante la pri. mera mitad de In l,ltima centurin, bnstara cotejar la8 cifras correspon-diente!' a los varios censos de poblacin efectuados en la citada hemi". centuria, y estudiar desde el punto de vista tnico esas dfras, que tanto alarmaron a la poblacin blanca de la Isla.

    Segn el censo de 1827. hecho en poca de Vives, Cuba contaba con 704,487 habitantes, de los cuales 311,051 eran blancos, 106,494 negros libres y 286,942 negros esclavos, representando la poblacin blanca el 44% y la negra el 56% del total de habitantes. El nmero de los es-clavos era cuatro veces y media mayor que los existentes a fines del siglo XVIII, en tiempos de don Luis de las Casas.

    El censo de 1841, efectuado catorce aos despus, vino a demostrar que la poblacin insular ascenda ya a 1.007,624 individuos, de los cuales 418,211 pertenecan a la raza blanca; 152,838 eran persona"

    rmMEItOS MOVIMIENTOS REVOLUCIONARIOS DE NARCISO LPEZ 29

    (le color libres, y 436,495 negros csclavos, estando la poblacin blanca y negra en In proporcin del 41'5% y 58'5%, respectivamente.

    El aumento considerable de esta ltima, que no poda atribuirse exclusivnmente al exceso por natalidad, era una prueba evidente de haber continuado la trata en grandes proporciones, entre los citados aos; como continu despus con mayor intensidad, a partir de la llegada a esta Isla del general O'Donnell, uno de cuyos primeros actos fu r"establecer el pago de la consabida media onza de oro por cada negro importado, cuyo cobro haba quedado abolido durante el mando de su antecesor, el honrado general Valds. y no solamente fueron negros africanos los trados a esta Isla en buques contrabandistas, l!Iino que, para suplir la falta de brazos advertida en las labores agrcolas a partir del ao 1345, se implant una nueva esclavitud: la de los asiticos, contratados aparentemente como colonos, pero que al llegar a Cuba perdau su condicin de hombres libres, vindose sometidos a !a misma servidnmbre que los africanos y sujetos a los castigos COl'-poralee; que sus patronos tenan el derecho de aplicarles; pero este este nuc"o rgimen de esclavitud hubo de fracasar, por que los 34,650 asiticos importados -segn los datos que consign el seor Rmulo Lachataer en un notable estudio de etnografa afrocubana publicado por el Dr. Fernando Ortiz en el ao 1939- resultaron ineptos para los trabajos del camno, adems de dar "con su flojedad, insubordi-nacin y perversas inclinacipnes nn ejemplo pernicioso a la esclavitud" de los negros africanos.

    Cuba posea ciertamente, a mediados del siglo XIX, una gran ri-que1.a -que por diversas causas lleg a su mayor auge en 1856-, la clIal prodnjo extraordinario asombro en el nimo del escritor fran-cs l\'larmier, ya citado; pero esa riqueza se asentaba, como hemos visto, en nn ominoso sistema de esclavitud, y estaba amasada con el sudor y la sangre de centenares de miles de negros bozales, cruel mente nrrnncallos por la violencia o el engao a sus tribus africanu, y trados a Amrica como si fueran piaras de ganados, a bordo de los bques negreros --n los cuales tenan lugar con frecuencia las ms horripilantes escena5--, para trabajar sin remuneracin alguna bajo el ltigo de los mayorales y en beneficio exclusivo de sus amos.

    A esta ~ran infamia, que no solamente exista en Cuba, sino tamo bin ell olros pa!'f's DlUY alIelantados y que !;e consideraban aparen-temente lihr~!;, porque lal sistema de explotacin era el producto de la

  • i

    11.

    'JO CllMIERNOS IJE HISTORIA HABANERA PlUMEROS MOVIMIENTOS REVOLUCIONAmOS DE NARCISO LPEZ 31 '!

    ,~

    pocn a que nos referimos, se debi en gran parte el desarrollo que adquirieron uueRtras principales actividades agrcolas e iudu!ltriales, especialmente In azucarera, tubncalera, cafetalera y miuera, as como el inusitado crecimiento de nuestras poblaciones y !IUS notables pro-gresos urbauos, representados estos ltimos principalmente por la con!'ltruccin de grandes vi\'iendas, calificadas de palacios por sus dueo!'l, quienes parecan empeiados en hacer ostentacin de su opu-lencia, compitiendo en el tamao y lujo de sus propiedades y en la vida fastuosa de que hacan alarde ante la admiracin de propios y extraos.

    . Segn el censo de 1841, en Cuba existan por entonces 226 pobla ciones, 1,238 ingenios, 1,838 cafetales y 42,549 fincas rsticas. La Habana contaba con 136,379 habitantes, de los 'cuales 61,168 eran blancos, 35,259 negros libres y 39,952 esclavos, estando por 10 tanto en minora la poblacin blanca. Le seguan por su orden: Santiago de Cuba, Puerto Prncipe, Matanza!', Trinidad, Sandi Spritus, Gua-nabacoa, Santa Clara, Baramo y Cienfuegos, sin que la mayor de estas poblaciones, o sea la c~pital de Oriente, sobrepasara de 24,000 habi tantes. Datos oficiales publicados seis aos despus, en 1847, nos (licen que en Cuba existan entonces 13 ciudades, 8 villas, 102 pueblos, 14 aldeas, 102 caseros, 74 parroqnias,83 auxiliares y 173 capillas.

    En cuanto 8 la extensin territorial {le la Isln, e!l bueno sealar que de las 740,775 caballeras de tierra que ella comprende, 549,082 es-taban cubiertas de bosques, y slo 191,693 eran productivas, corres-pondiendo 99,612 a terrenos con pastos naturales, 17,404 a los que tenan pastos artificiales, y nicamente las 65,677 restantes se hallaban dedicadas al cultivo.

    A fin de completar esta iuformacin, recordaremos que por aquella poca (1846), segn datos publicados por don Carlos Bahello con la autorizacin del Intendente General de Hacienda, haba en Cuba, 1,442 ingenios, sin contar los que por ser muy pequeos no fueron tenidos en cuenta al hacer la relacin, con superficie aproximada de 30 caballeras cada uno, como promedio; dotaciones que variaban de 90 a 360 hombres, y capacidad para producir, el que ms, 15,000 cajas de azcar; que, segn don Ramn de la Sagra, el valor de un ingenio con capacidad para producir 1,000 cajas, 3,259 barriles de miel r 70 pi(las de aguardiente, no exceda de 8170,000, teniendo uu CO!'lto de operncin que se calculaba en 813,634, cantidad reducida

    cuya pequea cuanta slo resulta explicable al recordar que en aque-\ ~Jla fecha un Mayoral ganaba -:durante todo el perodo de la zafra-

    '1'700, un Mayordomo 1300, un Mdico 8200 y un Maestro de az-car 8700, ca'!culndose el valor de cada esclavo en '400; cifra esta . '1

    ltima que luego aument extraordinariamente, pues en 1863 se esti-maba por don Jacobo de la Pezuela el valor de cada esclavo en cantidades que variaban entre 1700 y 81,000. A pesar del. bajo costo t!

    de produccin, debido a la gran economa que representaba el trabajo hecho por los esclavos, la produccin azucarera de Cuba en 1850 slo lleg a 223,145 toneladas de 2,240 libras, y la exportacin no sobrepas de 19.993,808 arrobas.

    De acuerdo con las cifl'86 de poblacin correspondientes al ao 1841, que hemos dado con anterioridad, los 436,495 negros esclavos

    I,existentes en esta Isla por aquella poca, tasados a un valor mnimo

    ~

    de 1300, representaban un capital de 1130.948,500 y veinte aos des-pus, en 1863, cuando el valor de cada esclavo haba llegado a ser de 11,000, los 150,000 esclavos empleados en los cortes de caa y fabricacin del azcar .representaban un capital de '150.000,000, dentro del total de 1239.000,000 calculado como valor representa-tivo, en conjunto, de la citada industria, incluyndose en esta ciCra, adems del precio de las dotaciones, el de las tierras, construcciones, maquinarias, ,-ehculos de transporte, animales, etc.; de donde resulta que el vaJor exclusivo de los esclavos era casi las dos terceras partes de la cifra global en que se valuaba el capital representado por la industria azucarera.

    Estos datos son elocuentes, y bastan para poder apreciar 10 que significaba, desde los punios de vista econmico y social -y tambin, por derivacin, dentro del orden poltico--, la existencia de la escla-vitud en esta Isla, as como la influencia que ella ejerca inevitable-mente en el espritu mercantilista, utilitario y comercial, de los nume-rosos cubanos y espaoles que, por tener cimentadas sus riquezas y sus negocios en la servidumbre a que estaban sometidos los negros africanos y sus descendientes, hacan oscilar su pensamiento y sus sentimientos de acuerdo con las conveniencias pel'8onales, entre ~I

    inters de mantener a Cuba bajo la soberana espaola; el de aspirar a la absoluta independencia de la Isla; o el de laborar por su anexin a los Estados Unidos, tema este ltimo que, con relacin a las cons-

    ~i

  • 32 CUADERNOS IlE IIISTOIUA HABANERA

    pi raciones de 1840 y 1849, ser estudiado en una leccin Jlosterior de este cursillo.

    En los aspectos cultural y material, Cuba tena muy poco que en vidiar, en los mediados de la ltima centuria, a los dems pases de este Continente: nuestras instituciones culturales, docentes, cientficas y literarias, a pesar de la hostilidad con que la Metrpoli espaola miraba los problemas relativos a la educacin, haban llegado a al canzar un alto nivel, merced al infatigable esfuerzo de un gran nmero de cubanos ilustres, pertenecientes a la generacin surgida en el lapso comprendido entre los aos fiuales del siglo XVIII y el primer tercio del siglo XIX, los cuales se hallaban entonces en la plena madurez de sus facultades intelectuales, dispuestos a producir los ms sazonados frutos en beneficio de la patria amada, a la que con tanto fervor y entusiasmo servan.

    Obsrvese, en efecto, que la mayora de los hombres que en aquelb poca representaban, o aspiraban a representar a Cuba, siendo los portavoces de sus ideales y aspiraciones, eran personas de una slida preparacin y alta jerarqua mental, como lo demuestra el hecho de haber llenado, casi todos ellos, muchas pginas de grata recordacin en la IJistoria de la cultura cubana durante el siglo XIX. En el ao 1850, al mediar la ltima centuria, vivan y laboraban activamente en favor de los ideales patriticos, cientficos, literarios o artsticos, teniendo como punto fijo de sus orientaciollE;s el anhelo de hacer cesar en esta Isla el poder tirnico de Espaa y de lograr, en una u otra forma, la consecucin de nuestra independencia, varones tan ilustres como el Padre Flix Varela, Jos Antonio Saco, Jos de la Luz y Cahallero, Domingo del Monte, Gaspar Hetancourt Cisneros, El Lu gareo, Francisco de Fras, Conde de Pozos Dulces, Eusebio y Pedro Jos Guiteras, Jos Aniceto Iznaga, Jos Mara Snchez Iznaga, Alonso de Betancourt, Juan Manuel Macias, Felipe Poey, Sebastin Alfredo de Morales, Anacleto Bermdez, Porfirio Valiente, Rafael Mara Men dive, Pedro de Santacilia, Cirilo Villaverde, Miguel Teurbe Toln, Leopoldo Turla, Antonio Bachiller y Morales, Miguel Aldama, Jos l\Jorales Lemus, Domingo de Goicura y los cinco grandes patriotas que haban de ser los prximos mrtires del ideal independentista: Joaqun de Agero, Isidoro Armenteros, Narciso Lpez, Ramn Pint ) Francisco Estrampes, ejecutados todos ellos durante el primer lustro de la segunda mitad del pasado siglo, destacndose entre los ms va

    l'RlMEROS MOVIMIENTOS REVOLUCIONARIOS DE NARCISO LPEZ 33

    liosos paladines integrandes de tan brillante plyade, el ilustre prcer caraqueo Narciso Lpez, cuya gran confianza en los anhelos patri ticos de nuestro pueblo lo hizo fracasar, acaso, en algunas de SUl5 nobles empresas, sin que.esa fe se entibiara nunca, ni siquiera en los momentos de subir las gradas del patbulo, hacindole exclamar pocos momentos antes de perder la vida por amor a nuestra patria: "Mi muerte no cambiar los destinos de Cuba".

    En sntesis, }' para concluir: el pueblo cubano, a mediados del lliglo XIX haba emprendido ya, con decisin inquebrantable, la ruta que haba de conducirlo a la anhelada meta de sus grandes ideales y patriticos destinos. Por su consecucin luchaban y moran en tonces, con valor extraordinario, muchos hombres a quienes slo guiaba el deseo de aniquilar el dominio de Espaa sobre la Isla llubyugada, como el nico medio viable de conseguir libertad, bienes-tar y justicia; y Cuba tena ya su bandera: la ensea tricolor de la estrella solitaria, creada por Narciso Lpez y por l hecha ondear la primera vez en nuestro territorio, como el smbolo de una gran espe ranza, que haha de convertirse en realidad el 20 de mayo de i902, al Iler izada en los mstiles de nuestras fortalezas como pabelln de la Repblica, cumplindose as la profesa hecha por el creador de esa bandera, de que su muerte, y la de todos los otros cubanos inmolados en liras del ideal independentista, no cambiara los des tinos de nuestra patria; porque los pueblos ---es Corzoso reconoce!lo--son invencibles cuando existe un ideal que los impulsa, una Ce que los alienta y una esperanza que los conforta, estando resueltos a luchar llin medir la calidad del esfuerzo, ni arredrarse ante la magnitud del sacrificio.

  • LA CONSPIRACION DE LA MINA DE LA ROSA CUBANA

    Por MANUEL 1: MESA RODRIGUEZ De la Sociedad Cubana de Estudios Histricos

    e Internacionales

    No podramos empezar a tratar el tema de esta ocasin sin refe-rimos, por ser de justicia, al Dr. Herminio Portell Vil, quien al ocuparse de Narciso Lpez en el tomo 1 de la nierilsima obra sobre el esforzado peleador, ha tratado, como era natural, el asunto que hoy nos trae ante ustedes. Es bueno aclarar, sin embargo, que los ca minos seguidos son diferentes, nun cuando el material utilizado, en parte, pueda ser el mismo que l empleara antes y que acaso ha sido trabajado tilmbin por algn otro. He dicho que los caminos IOn diferentes, porque Portell Vil busca},a esencialmente a Lpez, y a m me interesaba el hecho y los dems personajes que no fueran pre-cisamente Lpez. Debo decir tambin, por va de ilustracin, que trabaj con las cinco piezas del proceso de 1848, olvidndome de cuanto haha ledo hasta entonces sobre la materia, tomando mis notas Jlersunales. Despus he vuelto sobre los otros trabajos para conven cerme o rectificar, segn los casos. No vengo ahora tampoco con afn polmico a sostener ste o aqul punto de vista. Creo que la misin que nos ha encomendado la Sociedad Cubana de Estudi05 Histricos e Internacionales es ms bien, en esta ocasin, de propsito estimulador, con nimo de que los oyentes se interesen por un ayer en que pudiera hoy repetirse como en los versos famosos: "todo tiem po pasado fu mejor".

    La "Conspiracin de la Mina de la Rosa Cubana" es un antecedente, un puntal, un hito en el empeo de la liberacin de Cuba, cuyo primer jaln se clav en 1810 con Romn de la Luz Snchez Silveira. Su

  • 36 Cl' ..\IIER'WS In: 1l15Tolll.\ IL\B.\M;IL\

    fracaso 110 iufluy lIegalimmentc, 110 produjo desmayo ell el nimo de los patriotas, sino por el contrario, aglutin elementos "isp~rso!l,

    fij lIuevos rumbos y di 11lIC\"as seiales de a('cin en ]850 y 1851, Yaun despus, en 1855.

    El centro de esta conspiracin, de modo m;s ostensible, lo es Ia regin de Villaclara. La conteml'laciilll del mapa de la Provincia nos pOlle en preseneia de nn trapezoide cnyos vrtices podramos fijar en Ciellfllegos, San Fernando {Te Camarones, Manicaragua y Trinidad. En ese espacio se mueve la accin del acontecer que nos proponemos resear brevemente, pues como ya dijimos al hablar de Isidoro de Armenteros en la Acadcma de la Historia de Cuba, todo sto ba de ser expuesto in-extenso en nuestro libro titulado La Revolucin de Trinidad que aspiramos a puhlicar. No puedo entrar ahora tampoco en una explicacin del panorama poltico de Cuba en aquella jloca, toda \"ez que este tema ha sido tratado ya en la conferencia anterior; y para no interferir a otros compaeros cuyos temas n desarrollar es tn enlazados con ste que a m me ha tocado, de iutento doy de lado ti algunas cuestiones que de otro modo sera oportuno tratar.

    Entrando, pnes, en el tema, diremos que desde 1846 el subsuelo se mina nuevamente y que en La Habana ---de lo cual os hablar con acierto la doctoro Pichardo- ya existen grupos de inquietos conspiradores, aunque con distintos motivos o tendencias, como ha afirmado y expuesto el doctor PortelI Vil, que aspiran a un mejo ramiento del pas, pero sin que estn bien definidos los perfiles de 8U anhelar y mucho menos dc los rumbos a seguir despus de logrado el objetivo final, mal ste que siempre ha aparecido en nuestras luchas liheradoras. Fuera (le La Hahana lamhin hay seales de inquietud, y las epstolas de la poca dejnn traslucir que se piensa y se siente que no estn fras las cenizas ele 1823 y de umo.

    Ya est 10L1s que dicho en Iihros y conferencias, qu fu y se pro ponan los organizadores de los "Soles y Hayos de Bolvar" y los comprometidos en "El AguiJa Negra". Las cartas de Del Monte, Saco, Jos Luis Alfonso, El Lugareo, Luz y otros muchos, que ya han sido usadas para sbrayar hechos y pensamientos, nos advierten cmo todos los mO\'illlientos se han sucedido en el espacio y en el tiempo co uel ritmo que lgicamente tenan marcadas las circunstancias.

    Narciso Lpez fu el eje de la conspiracin del 48, de sto no hay dudas, pero l solo no poda poner en movimiento todo un acontecer

    I'Hll\IEltOS :\IO\"IMIE~TOS nEYOJ.l'CIO:"ARIOS DE NARCISO LPEZ 31

    dc tanta importancia como era el de expulsar de la Isla de Cuba la dominacin espalola. Diez y siete personas ms, aparentemente -aca so muchas ms-, de tanto relieve y relaciones en su medio como las que tuviera Lpei, figuraron como principales procesados en la causa que la Comisin Militar Ejecutiva Permanente radic con el nme ro 146 y que hoy en el Archivo Nacional corresponde al legajo 84, Nmero 1, compucsto de cinco piezas y un anexo con traducciones de articulos de peridicos en ingls.

    De ah que, a mi entender, aun esperan su lugar prominente en la historia y las hiografas oportunas D. Jos Mara Snchez bnaga, el Licenciado D. Jos Gre orio Diaz de Ville as, ran abo ado

    olemista el Licenciado . Rafael Fernn ez e Cu t Fr nc' co Diaz de ViIlegas, profesor y excelente matemtico, posiblemente tamo bin D. Ladislao Landa, y los licenciados D. Antonio Guillermo Sn. chez y D. Gabriel Montiel, que fueron los que en el proceso llevaron la peor parte, pues sufrieron prisin y molestias hasta el final de la sentencia Que se dict el 3 de marzo de 1849. Los otros enCIMados fueron D. Pedro Manuel Snchez bnaga, D. Jos Joaqun Verdaguer. D. luan Bautista Enterna, D. Francisco Poveda, D. Jos Gonzlez Abreu, D. Francisco Casto, D. Lucas Castro, D. Alejo Iznasa, D. Pedro Izoaga Hernndez y el pardo Rafael Pavn, quienes fueron exone rados pronto y eliminados del proceso, por sobreseimiento, a mitad de las actuaciones.

    En este procedimiento el desfiJe de testigos ru extraordinario; pasaron de doscientas las declaraciones, en algunos casos hubo quien declar tres veces.

    Los antecedentes de la causa se van a explicar por la declaracin que presta el Comandante de Caballera D. Juan Trespalaeios y Len. Ayudante de Campo del Capitn General de la Isla D. Federico Ron cali, Conde de Alcoy.

    ,-El da 13 de julio declara Trespalacios:

    que ha venido conduciendo desde Cieofuegos a los pruoa D. 198e Snchez hnaga y Licenciado' D. Jose Gregorio Diaz de ViHegu.

  • 33 Cl'.\DEH'WS UF. IIISTOI:I\ It.\JJ\:'\ERA

    Hasta aqu la primera parte de la declaracin del Ayudante del Capitn General, que queda corroborada plenamente con la decla racin que presta despus, y en la que ms tarde se ratifica D. Pedro Gabriel Snchez, declaracin a la que habremos de referirnos. Ahora observemos que el Comandante Trespalacios dice que fu llamado

    l'R1MEIWS 1\I0\'IMlgNTOS HEVOLUCIOl'lARIOS DE NARCISO LPEZ 39

    por el Brigadier Herrera Dvila, porque quera que l oyera lo que se le iba a comnnicar para que rpida y exactamente Be lo comunicara a su vez al Capitn General. Se haba hablado del asunto con He-rrera Dvila antes de trasladarse a la casa de D. Pedro Gabriel Sn chez? Todo parece decir que s. Ms adelante veremos que Herrera Dvila era muy posible que estuviera enterado de todo antes de l. ~

    denuncia. .,~

    Ya estamos, eso s, en presencia de que el denunciante de la cons-piracin ru, y est su declaracin a fojas 33 r. y siguientes de la primera pieza de la causa, D. Pedro Gabriel Snchez, hecho que puso en claro en su ya citada obra el Dr. Portell Vil, pero que, sin "em. bargo, aun hay quien tranquilamente diga que se supone o que no fIe sabe quien denunci la conspiracin, porque al leer algunas cartas publicadas, o el libro Iniciadores r Primeros Mrtires de la Revolu- 1 cin Cuballa, toman como definitivo lo que all se dice. sin saber lo '1

    que ya se ha dilucidado.

    Quiero aprovechar la oportunidad, antes de proseguir, para txpre-sar que el Dr. PorLell Vila seala como escenario de la conspiracin toda la provincia de Santa Clara y yo hablo del trapezoide formado ~

    ,~por Cienruegos, San Fernando de Camarones. Manicaragua y Trini- h ~ero yo me estoy refiriendo al espacio final del hecho, ya que propiamente deberamos considerarlo a travs de todos los lugares en que en la Isla se encendi con ms o menos fuerza la lmpara de los afanes libertadores.

    PorteIl dice tambin' cules eran los contactos que Lpez mantuvo. aunque afirma que la conspiracin "se debi principal y exclusiva. mente a Narciso Lpez", y esto parecer tambin en contradiccin con lo que hemos dicho, de que l slo no poda hacer todo el movi miento. pero no la hay, pues he reconocido que Lpez fu BU alma dirigente, aunque con l estaban en Trinidad. de acuerdo con lo que afirma Francisco Puig y de la Puente, generalmente conocido con el pseudnimo de Julio Rosas, en su obra El Cafetal Azul, Mariano Iznaga, Jos Isidoro de Armenteros, Rafael Arcs y otros muchos; como los 11aba en Cienfuegos, en Matanzas. en San Fernando y en la misma Habana, donde los miembros del Club de La Habana, entre ellos Jos Antonio Echeverra, que espera la gran biografa hace tiempo, pues era uno de los hombres de ms varia actividad. de ms constantes empeos en la cultura y en las luchas por la independencia,

  • f

    ,10 Cl'\J)ERNOS HE JIl5TOIlL\ HAnANERA

    fu 'tuicn conjuntumellte con 1\1allud 1. dc Carrer puso a Ll'ez en nmtacto con otros conspinulorel'.

    Volvamos sobre la declaracin, brevemente, y fijmosnos en que 1de Labra en la siguiente forma: ~~i

    Rosa Cubana 6 de Julio de 1843. :,'Sr. D. Hamon M' de Labra

    Amigo mio: me han entregado su of'l eire p' all; no tengo aqui otro papel que este y pro eso no observa la etiqueta su afmo. q.b.s.m.

    Narc"o Lpez (Rbrica)

    En la casa de Entenza se practic un registro y se encontraron pa-F;

    peles que luego fueron entregados mediante la siguiente acta: ~~;;,

    Imbentario delos impresos y demas papeles encontrados enla Casa que servia de morac;la en la Villa de Cienfuegos al Mcmo. ~'l

    Sor. General de Caballeria D. Nareiso Lopez y me han sido en 1 tregRdos enesla misma fecha por el Esmo. Sor. Capn. Gral. eme buellos en un pauelo de seda. ~J

    ~~ 3- Tres ojas economicas de cienfuegos con r.3 ~'

    ~I j4- Cuatro numeros del Correo de Ultramar con r. 21 ~l

    6~ Seis entregas de Martin el Espsito con f. 20 ~

    3- Tres Yd. de variedades con r. 10 ~

    ~

    1- Uno Vd. de los parientes pobres con r. 4 W31- Treinta y un periodicos Correo de Trinidad con f. 60, ijl

    una con un pedaso menos 13-- Trece entregas del Eco de Europa con r. 25 f 1- Un boletin de Modas con f. 2 I1- Una oja suelta como adieion de un periodico con f. 1 ~ 1- Una Yd. titulada Cannen con f. 1 ~.Ji 1- Una entrega dela Novela los dos Soles de Toledo con f. 2 ~

    t

  • I'R1MEJ:OS MOVIMIENTOS REVOLUCIONARIOS DE NARCISO LPEZ 43,1,2 f:('.\flEIPWS !JI' 11 ISTII/H\ "\llA :'.;1':11.\

    1- Una Yd. (lela No\'ela escrila ltn V con r. 2 )-- Una carta sohrecartada al Escmo. Sor. Gral. (le Caba-

    lIeria D. Narciso L0l'ez firmada por Jos Vicente Almeida, con lm pedazo de impreso que se refiere al contenido de ella.- Capn- tachado no vale.- .. , ...

    Cuyo documentos sonlos mismos que ha recibido el Sor Fiscal en un pauelo de seda de manos del Excmo. Sor Cap". Gral., de que yo el Secretario certifico, y )lara COlIl;tancin lo firm (Hcho Seor fiscal con migo el Secretario.

    Zu.r;ta lIlanl. Roig (Rbrica) (rbrica)

    La carta de referencia y el recorte de peridico no aparecen unido!! al sumario, y las dems pie1.as se perdieron con toda seguridad, pues como pie1.as de conviccin andaran (le UII lado a otro con el pauelo de seda. si es qne el pauelo no le gUl't a algnno y se lo qued como recuerdo.

    Lpez inmediatamente emprende, de~plls de la citacin para recio bir rdenes superiores, la sorprendente marcha al travs de todas las zonas que van de sur a norte desde la provincia de Santa Clara a la de Matanzas, para escapar a los Estados Unidos ms tarde. No hay tiempo de describir aqu todo lo recorrido; baste decir que, como Ileala Portell Vil y aparece en la causa, sall del caballo al tren en marcha, se rasur, salud en Crdenas al Teniente Gobernador Quintayros, en l\1atan1.as al Gobernador Falgueras, con quien come tranquilamente, para embarcarse, pocos momentos despus disfra zado de marinero en el vapor Neptu.ne, acompaado de Perico Velazeo.

    Yo he hecho antes una observacin, llamando acaso la atencin sobre el hecho de qne algunos lII:s estahan comprometidos, }' qlle "mehos no aparecieron en la l'!'wcnll por call:;:as qne (leRde lllego Rer (\ifcil, !'in ms docllmentos a la mallO, llegar a demostrar. Yo tengo muchas sospechas en Cll8l1tO a Herrera Dvila, 1'01' ejemplo, de que ste conoca lo qne Lpez pensaba y se propona. Eran amigos, amigos de tal ndole que en asuntos de negocios poda Lpez con vertirlo en receptor de correspondencia para darla a determinada persona. Vamos a verlo inmediatamente. A fojas 749 de la causa hay una carta cuyo contenido es el siguiente:

    Mina Rosa Cullana, 5 de julio de 134.8. Sr. D, Juan Herrera Davila

    Muy estimado amigo: como creo a Nueve Yglesias una persona estimable y s que vd tambien lo aprecia en tal concepto me

    dirijo a vd con el obgeto de que le haga pasar del modo que su natural amabilidad le dicte, el mal rato que deve pasar cuando vea pro la adjunta carta, que hemos sido el ohgeto de una burla; desengao que considero p' el cruel, atendido el embullo que tenia con la mina, y sus compromisos hasta cierto punto con el publico, solo pr haber firmado o autorizado anuncios, q aun que de tan buena f, en su caracter delicado, que creo haber como prendido deve hacerlo sufrir mucho.

    Hucgo a vd me haga el favor al mismo tiempo de decirle, que retirando los Sanchez y y( nuestro compromiso de acciones p' la sociedad proyectada cesa mi compromiso de estar alla el dia 8.

    Siempre SIl afmo. amigo q.b.s.m. Narciso Lpez

    (rbrica)

    La calta est dirigida "Al Sor Brigadier Dn. Juan Herrera Dvila. Gobernador de Trinidad",

    Comellcemos por ver que, si nos ajustamos a la declaracin de Tres-palacios, ste dice que Herrera Dvila tena mucho inters en que l oyera la declaracin para que expresara textualmente lo odo al Ca pitn General. De lo que le dice Herrera Dvila a Trespalacios se desprende que ya saba de qu le iban a hablar, qu era lo que haba en el asunto; posiblemente Surcz del VilJar, abogado de Snchez, ya lo haba puesto en antecedentes. Juan Herrera Dvila, aunque militar espaol, haba nacido en Santiago de Cuba. Era, como se ha visto por la carta anterior, bastante amigo de Narciso Lpez. Cuando por de nuncia del pOltador de la carta hasta la mano del Teniente Goberna dor, Cristbal Zurita se entera de la existencia de la tal carta y se la reclama al Gobernador, ste Don Juan Nepomuceno Herrera Dvila, Albear, Rafaelini, Hernndez y Soto, Caballero de las Reales Ordenes de Sall Fernalldo de Primera Clase y de San Hermenegildo, se apre sura a decir al Fiscal en el oficio en que acompaa la carta que se le reclama, que aparece a fojas 748: "que da la casualidad que conserva la carta" y se empea despus en hacer notar que "la misma no tiene relacin alguna con el proceso que se investiga"; adems, aade que en la carta de Lpez a Juan Nueve Iglesias se refera a un qumico Hamado CaHos Roca y que el ensayo que haban practicado con el seor Casaseca, del mineral, no haba resultado ninguna plata. Y aade ms,

    que los anuncios de que se tr~ta deben ser los que se insertan en el peridico Correo de esta Ciudad, como descubridor de la mina,

  • H IX \IIEH'liOS IIE HISn'ltl.\ 11 \11 \:\EII \ I'HllIIF.HoS lIIonmE"iTOS HE\"()U'CIO;I;,\RIOS DE NARCISO LPEZ 45

    y Ilue aun ('nmillo el conlpllido (le la nI rla nn 1ielle la menor nlusir'm ni concxi()J1 con la cansa que V. S. inslruye y pneslo que ha l'ilIa y 111 ("on~crYa ori.;irml, rllllsic1t>r:l ncccsnrio y l'oll\'cnicJlle !Jue o"..e ell el 8u\llariu.

    Efeclh'amenle, Carlos Hoca era IIllO de los llumicos que por en lonces fOn La Habana lrahajaba COll D. Jos Luis C.asaseca, y puede ser (fue le fuera encomeudado a slos el amlisis de los minerales de cualquiera de las minas, pero l. por flu ahora le parece a Herrera Dvila necesario y cOll\'eniente que la carta ollre en el sumario, y hasla ese momento la mantu\'O oculla? Por qu no expuso desde el 6 de julio que recibi la carla para l y para Nue..'e Tglesias, que la haba recibido, y csper hasla el 19 de sepliemhre en flue el Fiscal se la reclam? .Por qu su iulers pu llamar la alencin en el sen tido de (fue la carta no tena nada que ..'el' con el proceso? Se nos antoja que el 111imo prrafo de la carta licne muchas interpretacio nes. Desde IUl'go, faltan algu~los antecedentes para llegar a conclu-siones definitivas, pero ohsrvcse lIue es Herrera Dvila el encargado de decirle que los Snchez, fijmosnos bien, Snchez -qu Snchez? los Snchez hnaga?- Y Lpez han retirado su compromiso de accin, acciones para la sociedad proyectada; fijmosnos lambin que ya desde el ", esl hecha la denuncia y que Jos Mara Snchez Iznaga est en- que Narciso Loje7. procedenle de Cienfuegos llego por la noche lerado y se lo IIl1 conlt1nica

  • !16 Cl'ADEnNOS DE IIJSTORI.\ IJ,'R\l'>ER.\ PRIMEROS MOVIMIENTOS REVOLUCIONARIOS DE NARCISO LPEZ 47

    aios y enfermo, Lpcz no habra de ndtllr10 para que monlara a caballo r 8C alzara con ellos, lodo lo ms podria ser que su aquiescen. cia le diera fuerzas para operar dentro de las vastas exlensiones ele las tierras de los Snchez, manejndose mejor.

    Villaverde, en la carta a Manuel de la Cruz publicada en la p-gina 106 del tomo 13 de la Revi,ta Cubana, dice que se poda contar con los dedos de la mano los criollos a quienes Lpez comunic su propsito. Pudiera ser. Mas no lo creemos. Si revisamos el nmero de personas que Portell Vil menciona en su libro, y que cita Julio Rosas en El Cafetal Azul, as como los qlle aparecen en la causa, que estaban en relacin con Lpez y sus proyectos, el aserto de Villaverde no es muy exacto; adems la expresin misma de Don Pedro Gabriel rst diciendo que Lpez contaba con los criollos, pero que eran stos quienes no comprendan sus planes o tenan miedo a la aventura, aunque no obstante, bueno es decir que cubanos o venezolanos que se haban arraigado en CuLa r sentan en criollo, eran algunos ms de una mano los que en 1848 estaban trabajando por la independencia de Cuba, y, hasta acaso por una anexin que, como dice don Manuel Mrquez Sterling en la pgina 42 de su libro La Diplomacia en nue,-tra Hi,tor;a, es un "anexionismo que ocupa en la historia patria un captulo de honor". Desde luego que est hablando del grupo de cubanos que no encontraban por el momento otra solucin, y a los que Saco derrot con sus formidables argumentos.

    En este proceso es curioso observar el hecho de que, por cada pero sona que declara, hay necesidad de tomarle declaracin a tres y cuatro ms, y as parece una cadena de cosas que en efecto no hacen sino complicar lo que en el fondo slo era ya un aborto infeliz.

    Jos Mara Snchez lznnga en las varias (ledaracione!'l que presta ee produce cada vez de un modo distinto. Un estudio psicolgico quiz acusara inconsistencia, o inversamente exceso de perspicacia. En la primera de sus declaraciones, si es verdad que dijo lo que aparece en el sumario, afirma (lile:

    El crilerio que anlecede no nos parece muy exacto en boca de Lpez, s en cambio en la de Snchez bnaga, hacendado y dueo de esc1avos~

    porque lo preocupaba ms el problema negro que el de la gobema. cin del pas por sus naturales. No hay que olvidar que Jos de la Luz haba dicho ya cuatro aos antes "que en el problema del negro lo menos negro era el negro". Su padre, don Pedro Gabriel Snchez, asegur "que su nimo al denunciar este hecho era servir al Pas y libertar a su familia de una catstrofe y muy particularmente a su hijo D. Jos Snchez 1znaga". La catstrofe era sin duda la emanci pacin de los esclavos, por una parte, y el que su hijo estuviera como prometido, por otra, porque con toda seguridad no alcanzaba al hacen-dado D. Pedro la capacidad para medir aqullas y otras frases de Lpez a las que l tanto temiera, y porque adems, segn ya lo observ Portell Vil al hablar de esto, D. Pedro "se meaba de miedo" en opio nin de Lpez cuando se le hablaba de estas cuestiones, lo cual evi dencia a su vez que no fu entonces la primera ocasin en que se trat de las posibilidades de poner fin a la dominacin espaola, y ms si es verdad tambin que Lpez les haba afirmado "que se contaba con 5,000 hombres del Ejrcito Americano de los que se retiraban de la Repblica Mejicana".

    A D. Jos Gregorio Daz de Villegas le incautaron seis grandes bullos conteniendo papeles de su bufete de abogado, y adems, como medida precautoria segn una diligencia que aparece a fojas 62, "se hicieron excavaciones en el piso, por si hubiere alguna ocultacin de papeles". Entre tanto vino a La Habana, conducido junto con Snchez Iznaga bajo la custodia del Comandante Trespalacios, y estuvo re-cludo en el Castillo del Prncipe; despus fueron ambos retomados a Trinidad y como retenidos e incomunicados,' estuvieron con Juan Bautista Enten88 que tambin haba sido preso, en el Convento de San Francisco en Trinidad, de donde pasaron ms tarde a la Crcel pblica. La incomunicaein a que estaban sometidos se les levant el da 28 de julio por disposicin del Fiscal.

    Al mismo tiempo en Cienfuegos eran detenidos Francisco Poveda Armenteros, Jos Joaqun Verdaguer, Francisco Daz de Villegas .y otras personas. A Poveda se le interroga con insistencia para que explique su amistad con el General Lpez, con Isidoro de Armenteros, D. Juan B. Entensa y D. Jos Mara Snchez Iznaga. A Verdasuer, adems de stos, se le apremia para que explique sus relaciones con

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    el Licenciado D. .los Gregorio Daz de Villcgas y con el tamiJin Lic. Antonio Guillermo Snchez, y asimismo con Francisco de Zayas Bazn y D. Ca;;imiro Jimeno. ;;ujetos todos pstos ({tiC', eomo Lpr.; y Snchez Iznaga, constituan para los e8paoles individuos no afectos en absoluto al gobierno metronotilano. Sera larp;o aqu entrar ppr la maraa de cosas que aparecen en el proceso, ya que una serie de pleitos entre familias por intereses de propiedadcs sirven en parte para medir la responsabilidad cn la conspiracin que pue

  • 1,

    50 CUADERNOS DE HISTORIA HABANERA

    D. Perlro Gabriel se ha valido del Lic. Surez del Vi1Ior para ponerse en contacto con Herrera Dvila. lo cual est afirmado ms adelante por Surez del ViJJar en la pgina 131 vuelta, aunque aadiendo que l no asisti al momento mismo de la declaracin.

    Los hermanos Castro, Alejo hnaga y Pedro Antonio bnaga Her nndez fueroll apre~adoA en Casilda cuando pretendan embarcarse en el pailebot espaol Doloritas, en el que adems les ocuparon al gunas armas que pertenecan a elJos. El ;:apitn del pailebot D. Ale jandro Mux declar que l era natural de Catalua, de treinta y cuatro aos de edad y vecino de Trinidad, de ejercicio piloto mercante y que tena el buque alistado para darse a la vela conduciendo para Kingston, Jamaica, a los cuatro pasajeros que se han referido, y que el pailebot le haba sido arrendado por el Regidor D. Camilo Marn, ignorando con qu objeto hacan el viaje dichos sujetos, y que como le presentaron los pasaportes listos, l se dirigi a la Comandancia de Marina con diez pasaportes que le haban dado primero, pero que despus fu lJamado a la residencia de la seora Juana Hemndez, )

    1: donde cucurri y habl con D. Camilo, quedando convenido en que los dems no podan ir y que solamente iran los cuatro pasajeros1 que han sido presos, aunque a l le manifestaron que toda la familia pensaba marcharse de viaje, pero que no lo hacan las seoras por la poca comodidad que haba en el pailebot. Y aade que nadie le haba indicado la direccin del viaje, ni tocar en tal o cual puerto o reunirse por el camino con alguna otra persona.

    Es curioso tambin cmo se repartieron las armas de caza y las pistolas de tiro al blanco que lJevaban los viajeros, responsabilizn. dO!le con la propiedad, y dando peregrinas explicaciones de cmo se haha perdido la lJavc de la caja de las pistolas, las cuales estaban encerradas y cargadas.

    Nos nos referiremos al caso de los pasquines ocupados y que figu. ran el causa, y en 1011 cuales se habla de independencia, a la que se dan vivas, as como tambin a Lpez. El texto de esos pasquines ha sido reproducido por el Dr. PortelJ Vil en el tomo 1 del1ibro Narciso l,pez r su poca. Lo que s he de decir es que dichos pasquines estn ejecutados en un estilo nico y con una caligrafa de nio de primer grado. La ocupacin del pasqun colocado a la puerta de la Comi satia motiv el correspondiente atestado, cuyo documento levant el

    I'RmEROS PofOVUIIENTOS REVOLUCIONARIOS DE NARCISO LPEZ 51

    despus notable historiador de Sancti Spritus Don Rafael Flix Prez, asistido de Nicols de Llano y de Jos Mara Serrano.

    A fojas 328 se abre un incidente para averiguar el objeto que tema que D. Pedro Manuel Snchez reclutara hombres para el General Narciso Lpez, as como el objeto del fogueo de un cabalJo. Recur. dese lo que antes ha declarado Pedro Manuel Snchez. Ahora en un psimo escrito del Capitn Pedneo del Partido de Banao se dice lo que antes hemos mencionado, y por ello declaran un D. Manuel Be-tancourt, D. Clemente Obregn, Jacinto Salinas y otros, pero sobre todo un sujeto nombrado Mateo Luis Prez, que es un chismoso que sabe la vida y milagros de cuanto ser humano hay por los alrededo-res, sin perdonar a nadie las horas a que comen y se acuestan y hasta quin fogueaba un caballo para prepararlo para el General Lpez. Este Mateo es el que dice saber que Pedro Manuel reclutaba trabaja-dores para IJcvarlos a la mina de San Fernando, y otras cuestiones ms que en definitiva se quedan en el aire, pero que s da lugar a que a Pedro Manuel Snchez lo detengan, lo lleven al Cuartel del Re-gimiento de la Unin y ms tarde lo trasladen al Convento Cuartel de San Francisco.

    , En' Sancti Spritus detienen a un joven llamado Jos de los Santos Vzquez, quien declara que fu preso en el hato de D. Juan Bcquer, porque segn cree le habl D. Pedro Manuel Snchez Iznaga para ver si quera. trabajar en la Vuelta Abajo, si bien haba desistido de ir en vista de que su padre no lo haba autorizado, pero que de lo dems no sabe nada. Esto no se ha aclarado en el proceso, pero si es coincidente que uno acuse a Snchez de reclutar hombres para J..pez~ y que otro diga que 1(; oCreci trabajo en Vuelta Abajo, y que l declare en la causa que no mantiene relaciones de amistad con Lpez, aunque como es natural lo conoce por ser amigo de su familia.

    En este tiempo ya los detenidos estn instando para que se les re-suelva su situacin; pero se ha metido en el proceso como Asesor un Flix Cascajares que, por lo que se odvierte, es persona de malas entraas, leguleyo ms que abogado y hombre cuya moral es bien pobre, pues advertido por algunos de los perjudicados que el tal asesor es su enemigo personal por cuestiones de otra ndole, tal por ejemplo como en el caso de D. Jos Gregorio Daz de ViJJegas que ha sido defensor del presunto autor de la muerte del suego de Cascajares: ste, actuando de juez y parte, informa oviesamente sobre la recusacin

  • 52 CU\OERXOS I)E mSTORlA II,\BAXERA

    r argumento de tan ahsurda mtlnem que por l, si lo dejaron, y:, ilabra fusilado a todos los detenidos }' mejor si stos ~ron 'os Daz de Villegas. Los informes de Cascajares dan lugar a que, hahiendo sido puestos en Iihertad pro\'isional algunos de los detenidos se les \'uelva a recluir en prisiclll, as como o agl'8\'ar lo situacin de los dems.

    El Dr. l\latamoro!l, que hasla mefliados del proccso haba escapado indemne, aunque con toda seguridad era conspirador, fu denunciad.) por el habanero D. Joaqun