los pajaros

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Las personas pájaro viven en una isla que se desliza sobre las nubes, oculta y protectora de la codicia de las personas terrestres. Ellos tienen una sociedad propia y costumbres tan antiguas que gran parte de sus orígenes ha quedado olvidado. Las personas pájaro han olvidado cómo bajar volando hasta la tierra y usan sus picos para comer hasta ponerse gordos como gallinas. La abuela a veces cuenta que su madre tenía un plumaje sedoso y un pico brillante, pero es difícil de creer para todos porque ahora los picos de las personas pájaro picotean semillas y se abren para cantar canciones. Cuando a un niño o niña pájaro le sale su pico, su familia y conocidos celebran su paso a la adultez. Pero él, que ya ha escuchado sus propios gorgojeos saliendo del punto calvo que le ha quedado al caérsele las plumas hace una semana, está aterrado de la celebración que planean sus padres desde esa mañana, cuando se abrió la grieta que marca la abertura de su pico en medio de su cara emplumada e infantil. -Al fin vas a poder comer solo, imagínate no tener que levantarte tan temprano para desayunar.- le dice su madre Su padre cacarea afirmativamente y se limpia las cáscaras de alpiste. -¿No podría ser que no hiciéramos nada?- pregunta desesperanzado. A ninguno de sus amigos le ha salido el pico, ni se le ha caído el plumaje de esa zona. ¿Por qué tenía que pasarle a él primero? Puede hablar y comer, aunque no por su cuenta, pero de todas formas le parece un capricho y inútil y vergonzoso, se dice camino a la escuela. Ya de por sí es difícil fingir que la caída de las plumas se debe a la falta de magnesio. Con la celebración, no habrá vuelta atrás. Uno esperaría que la llegada al colegio fuera a través del tráfico aéreo, pero las personas pájaro no vuelan. Todo es convenientemente cercano, y extender las alas es agotador. -A mi prima le salió su pico el mes pasado- dice alguien entre risas.- Yo, creo que preferiría morirme. Se ve muy tonto tener algo así en el centro de tu cara. El pobre niño pájaro se tapa la zona calva de la cara, mortificado. Al volver a casa, su padre está saliendo al correo con las invitaciones para la celebración. Le lanza una mirada que pretende transmitirle que está orgulloso de él, pero le parece que fuera una mirada de pena. Tal vez puedo sacarme el pico antes de que salga y así no habrá ninguna fiesta que dar.Piensa mirándose al espejo con un pesado alicate en la mano. Pero, cuando a todos les salga y a mi no, seré un fenómeno.-Oye.- lo sobresalta el graznido de su abuela.- sé que a ustedes los jóvenes les gusta su cara plana. Pero si te quedas sin pico, no podrás volar. Él sonríe con sorna. Su madre ya le ha dicho que la abuela está un poco chiflada.

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Cuento original sobre una cultura ficticia de pájaros que tratan de recordar tradiciones como el uso de su pico.

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Page 1: Los Pajaros

Las personas pájaro viven en una isla que se desliza sobre las nubes, oculta y protectora de la codicia de

las personas terrestres. Ellos tienen una sociedad propia y costumbres tan antiguas que gran parte de

sus orígenes ha quedado olvidado. Las personas pájaro han olvidado cómo bajar volando hasta la tierra

y usan sus picos para comer hasta ponerse gordos como gallinas.

La abuela a veces cuenta que su madre tenía un plumaje sedoso y un pico brillante, pero es difícil de

creer para todos porque ahora los picos de las personas pájaro picotean semillas y se abren para cantar

canciones. Cuando a un niño o niña pájaro le sale su pico, su familia y conocidos celebran su paso a la

adultez.

Pero él, que ya ha escuchado sus propios gorgojeos saliendo del punto calvo que le ha quedado al

caérsele las plumas hace una semana, está aterrado de la celebración que planean sus padres desde esa

mañana, cuando se abrió la grieta que marca la abertura de su pico en medio de su cara emplumada e

infantil.

-Al fin vas a poder comer solo, imagínate no tener que levantarte tan temprano para desayunar.- le dice

su madre

Su padre cacarea afirmativamente y se limpia las cáscaras de alpiste.

-¿No podría ser que no hiciéramos nada?- pregunta desesperanzado. A ninguno de sus amigos le ha

salido el pico, ni se le ha caído el plumaje de esa zona. ¿Por qué tenía que pasarle a él primero? Puede

hablar y comer, aunque no por su cuenta, pero de todas formas le parece un capricho y inútil y

vergonzoso, se dice camino a la escuela. Ya de por sí es difícil fingir que la caída de las plumas se debe a

la falta de magnesio. Con la celebración, no habrá vuelta atrás.

Uno esperaría que la llegada al colegio fuera a través del tráfico aéreo, pero las personas pájaro no

vuelan. Todo es convenientemente cercano, y extender las alas es agotador.

-A mi prima le salió su pico el mes pasado- dice alguien entre risas.- Yo, creo que preferiría morirme. Se

ve muy tonto tener algo así en el centro de tu cara.

El pobre niño pájaro se tapa la zona calva de la cara, mortificado.

Al volver a casa, su padre está saliendo al correo con las invitaciones para la celebración. Le lanza una

mirada que pretende transmitirle que está orgulloso de él, pero le parece que fuera una mirada de

pena.

“Tal vez puedo sacarme el pico antes de que salga y así no habrá ninguna fiesta que dar.” Piensa

mirándose al espejo con un pesado alicate en la mano. “Pero, cuando a todos les salga y a mi no, seré

un fenómeno.”

-Oye.- lo sobresalta el graznido de su abuela.- sé que a ustedes los jóvenes les gusta su cara plana. Pero

si te quedas sin pico, no podrás volar.

Él sonríe con sorna. Su madre ya le ha dicho que la abuela está un poco chiflada.

Page 2: Los Pajaros

-Abuela, nadie vuela. Ni siquiera tú.

La abuela grazna ligeramente indignada.

-Mis abuelos llegaron a esta isla en el cielo volando. Las personas pájaro volábamos como las gaviotas,

pero al encontrar esta isla llena de semillas, ya no era necesario y dejamos de cuidar nuestras alas. –

Explicó la abuela.

Él la siguió por la casa por cortesía. Llegaron al cuarto de la abuela, donde ella le indicó con un gesto de

su pico que se sentara en la mecedora. Se agachó y extrajo un pesado volumen de debajo de su cama.

Pasó las páginas dando jalones a cada una con su fino pico hasta que llegó a la sección deseada.

-Cuando la vida no era tan cómoda, no tener alas ni pico era una sentencia de muerte. Hay demasiados

enemigos en la superficie, debajo del manto de nubes.- le contó la abuela. Él desvió su mirada de la

ventana y trató de imaginárselos.

-Huíamos de ellos volando, como los bichos?

-Exacto,- se sentó junto a él sobre la mesedora y puso el libro sobre su regazo.- Mi madre me dijo que el

día que te sale tu pico, empieza tu vida. Que si a otra persona también le sale ese mismo día, significa

que tienen que amarse y estar juntos.

-Meh.- descartó el niño pájaro, enrojeciendo bajo sus plumas. Ya estaba pensando en una niña pájaro de

cara verde que le gustaba mucho.

-Yo no creo que sea meh.- contradijo la abuela, y señaló con una larga pluma de su ala donde empezó a

leer en voz alta.

“Además de comer, la función más importante del pico está en el cuidado de las plumas. Ningun

instrumento creado por los hombres pájaro puede imitarlas propiedades del pico como herramienta de

mantenimiento y arma de combate durante el vuelo. Se recomienda acicalar las plumas una vez al día

para que estas no pierdan su elasticidad y resistencia al aire.”

El niño miró a su abuela incrédulo. Según su padre, en su juventud había sido una importante

investigadora, pero ese tipo de teorías le habían quitado toda su credibilidad. La miró con compasión.

-Mira.- le dijo la abuela parándose y sacando el ala por la ventana. Las plumas se torcieron al viento y

algunas salieron volando. Volvió a meter el ala y se la acercó al pico, hurgando y azuzando las plumas

hasta que quedaron lisas y peinadas. Al volver a sacar el ala, las plumas estaban unidas ofreciendo

resistencia al viento. El niño pájaro abrió los ojos con sorpresa.

-¿Y si hago eso por todo mi cuerpo…?

-Podrás volar, sí.- respondió la abuela con majestuosidad.

El día de la fiesta amaneció despejado. Aunque no le parecía posible que unas plumas peinadas fueran

capaces de levantar su cuerpo, el niño pájaro sintió una emoción muy parecida al vértigo cuando se vio

Page 3: Los Pajaros

al espejo y descubrió que el pico había salido durante la noche. Antes de que sus padres vinieran a darle

el desayuno, abrió el pico y azuzó sus plumas como la abuela le había mostrado la vez anterior.

Quedaron lisas y amarillas, y sintió que eran más ligeras sin los desperdicios acumulados que había

sacado.

-Buenos días, pichón.- lo saludó su madre. –Te vez muy guapo. ¿Tanta hambre tenías que te comiste la

basura de tus plumas?

Aprender a comer de nuevo fue fácil. Cada vez, el niño pájaro sentía más urgencia de probar la teoría de

su abuela. Al ver a su hijo ansioso, su padre le dijo:

-Supongo que aun no sabes, pero los verdes no pueden venir hoy porque tienen su propia fiesta. A su

hija le ha salido su pico hoy también, igual que a ti. Vaya coincidencia, ¿no?