los origenes del hombre - lejeune

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Descripción natural y sobrenatural de los origenes profundos del ser humano en concepción de unidad sustancial de alma y cuerpo

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  • L O S O R I G E N E S D E L H O M B R E (*)

    POR

    JRME LBJEUNE ( * * )

    Lo que los hombres, con la ayuda de sus mayores lumbreras haban podido descubrir, esta religin se lo enseaba a sus hijos.

    PASCAL.

    Es un gran honor y una gran felicidad el poder pronunciar

    en Notre Dame de Pars estas sencillas palabras: Mis queridos y

    amados hermanos. Honor porque esta hermandad nos viene de

    Dios que nos hizo a su imagen, y felicidad porque la biologa

    moderna nos ayuda a reconocer nuestro comn origen.

    Lejos de ser una utopa sociolgica, esta hermandad es un

    hecho de la naturaleza. Dios cre al hombre ish e isha,

    (*) El domingo, 10 de octubre de 1982, el profesor Jrme Lejeu-ne inaugur el ciclo anual de conferencias en Notre Dame, de Pars, con un texto admirable: que L'homme nouveau, del 19 de diciembre de 1982, public ntegramente, con este comentario: Merece la pena, no slo leerlo atentamente, sino tambin meditarlo. Responde a un gran nmero de "preguntas inevitables". Por ese inters tan actual lo hemos tradu-cido y publicamos en castellano, con algunas notas explicativas de los traductores.

    (**) Jrme Lejeune es doctor en Medicina y Ciencias Naturales; pro-fesor de la Facultad de Medicina de Pars; profesor de Gentica Funda-mental de la Universidad Ren Descartes, de Pars; jefe de servicio del Hpital des Enfants Malades; miembro de la Academia Pontificia de las Ciencias. En Verbo hemos tenido el honor de publicar otras dos im-portantsimas aportaciones del mismo profesor: Mensaje de vida (nme-ro 133-134, pgs. 309-321) y Manipulaciones genticas. Los aprendices de brujo (nm. 189-190L pgs. 1.201-1.222).

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  • JRME LE JEU NE

    hombre y mujer, l los cre. Y si nuestra especie est muy es-

    pecializada en uno u otro sexo, la naturaleza humana es plena-

    mente comn a los dos, incluso por su origen, como veremos

    enseguida.

    En nuestra poca, materialista como las anteriores, puede

    parecer fuera de lugar conciliar los datos de la Revelacin con

    las hiptesis basadas en hechos cientficos. Ambos modos de co-

    nocimiento son esencialmente distintos. Uno de ellos nos es

    dado gratuitamente y se expresa en un lenguaje potico que el

    corazn comprende con alegra; el otro, obtenido laboriosamen-

    te, es un razonamiento difcil que la razn comprende con di-

    ficultad.

    A medida que han ido variando las teoras explicativas, estas

    dos vas han parecido, una veces confirmarse y otras veces con-

    tradecirse, cuando de hecho lo que deben las dos es llevarnos

    a la verdad.

    El concordismo.

    Con el fulminante desarrollo de las ciencias fsicas y biol-

    gicas, algunas diferencias parecen haberse acentuado y, hasta una

    poca reciente, algunos espritus eminentes intentaron estable-

    cer una precaria tregua apoyando el concordismo. El ingenio

    desplegado fue muy notable. Desgraciadamente, el mtodo em-

    pleado llevaba a redondear los ngulos, unas veces limando las

    asperezas de la ciencia, otras rebajando las cimas de lo revelado.

    Por ejemplo, en la belle epoque del determinismo de La-

    place, para explicar la aparicin del Sol y de la Luna en el

    cuarto da de la Creacin, se propona que la descripcin era

    un reportaje efectuado desde la Tierra: la cubierta de nubes te-

    na que haber sido disipada para detectar la presencia de dos

    grandes luces; conjetura ingeniosa cuyo motivo no lo era. En

    efecto> no se imaginaba que la luz pudiera preceder a la exis-

    tencia del Sol.

    O t r o ejemplo, en la poca triunfante del neodarwinismo,

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  • LOS ORIGENES DEL HOMBRE

    hace 10 20 aos, se intent hacer de Adn no un ser real,

    sino un trmino genrico para nombrar a una tribu de futuros

    homnidos en evolucin. Se sostena, en esa poca, que slo una

    poblacin poda derivar insensiblemente de una especie hacia

    otra en un tiempo extremadamente largo.

    En los dos casos se torturaba el texto (los hechos son mu-

    cho ms resistentes), para acordar, mal que bien, el mensaje re-

    tocado con la teora reinante.

    Frente a los fracasos repetidos de esta manera de actuar, se

    fue instalando una progresiva separacin; del concordismo de

    antao se pas a la indiferencia, para llegar hoy al discordis-

    mo triunfante.

    El discordismo.

    Un gran nmero de personas considera al hombre como una anomala sin causa, cuyo destino y cuyo deber no estn escritos en ninguna parte, como un objeto incomprensible para siempre, derivado fortuitamente de un universo impasible.

    Esta forma de ver las cosas se corresponde exactamente con lo que, en el mtodo experimental, se llama hiptesis nula, y es bueno partir de ella. N o hay ideas preconcebidas, ni respuestas definitivas; interroguemos los hechos y ellos sern los que nos digan si la hiptesis nula es en verdad aceptable o si los hechos repetidos nos fuerzan a rechazarla. Entonces, y slo entonces, ela-boraremos modelos ms precisos, que aceptaremos a modo de inventario, ya que los hechos de observacin tienen siempre la primaca sobre las bellas teoras. En la ciencia, como se suele decir, el hombre plantea los problemas y es la naturaleza quien tiene las soluciones.

    Sin embargo, algunos tericos han planteado, en principio, que nada puede ser conocido si no se comienza afirmando que el mundo no tiene proyecto y que las vas de evolucin del uni-verso y de la vida no son sino caminos de los que no se cono-ce el final. De aqu se deriva la opinin absoluta de que toda

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  • JRME LE JEU NE

    revelacin no puede ser sino falsa e incluso de que todo hecho

    que pudiera observarse sera inadmisible si slo conduce en el

    sentido de lo sagrado.

    Es el discordismo de orgullo.

    Una reaccin muy reciente a esta posicin extrema se va di-

    bujando en algunos medios, sobre todo en los Estados Uni-

    dos (1). La escuela creacionista afirma, por de pronto, que como

    los sabios no saben casi nada (lo que desgraciadamente es casi

    cierto, pero casi solamente), habra que tomar la Escritura al

    pie de la letra. Y s es preciso aadir algo a ella. Para evitar

    las contradicciones recusan, por principio, todo lo adquirido por

    la ciencia, presente o futuro.

    Es el discordismo desesperado.

    Finalmente, y es, tal vez, la tendencia ms a temer, pues

    la misma exageracin de las dos primeras impide que stas se

    extiendan demasiado, se puede ver un movimiento de retraimien-

    to dibujado en algunos creyentes. Temiendo la fuerza de la con-

    troversia buscan unos temas que estiman ms protegidos, aca-

    llando sin ms una parte de lo revelado, pensando preservar el

    resto.

    Este discordismo de habilidad no es nada caritativo, pues ten-

    dera a privarnos de un mensaje pleno de vida, del cual nuestra

    poca est tan necesitada.

    Es, por ello, muy urgente, y es lo que les propongo esta

    noche, poner las cartas sobre la mesa y ver si, en efecto, es

    cierto que existe una contradiccin flagante e irreductible entre

    los hechos observados y la enseanza revelada.

    E l principio de los tiempos.

    Comencemos, si ustedes quieren, por el libro del gnesis

    que tomaremos el primer da. Dios dijo: Fiat lux, Que la

    luz sea y la luz fue. Recuerdo que, en mi juventud, el abad

    (1) Posiblemente, Jrme Lejeune, se refiere al Institute for Cration Research y a Evolution Protest Mouvement.

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  • LOS ORIGENES DEL HOMBRE

    Lematre, ilustre presidente de la Academia Pontificia de las

    Ciencias obtuvo, con mucha razn, la conclusin que se deduca

    de la huida de las galaxias. Hubble (2) haba demostrado que

    las galaxias se van separando tanto ms de prisa cuanto ms

    lejos estn de nosotros; una nube de polvo expandindose hacia

    el infinito es lo que demostrara la separacin del espectro hacia

    el rojo. El abad Lemaltre (3) dedujo que si este movimiento

    tena lugar desde hace mucho tiempo (los astrnomos cuentan

    en miles de millones de aos), hara falta, sin duda, que en el

    instante precedente todo estuviese reunido en un volumen ms

    pequeo. Llevndolo al extremo, propona que el universo en-

    tero vena de una materia hiperdensa: el tomo primitivo

    El discordismo de orgullo se rebel vigorosamente, pero ms

    tarde el tumulto se apacigu, ya que ninguna hiptesis haba

    podido resistir la acumulacin de los hechos. El universo haba

    comenzado.

    Ms tarde los radioastrnomos (4) descubrieron la radiacin

    (2) Entre 1928 y 1930, Hubble y Humansou, utilizando el telescopio de Mont Wilson (California) y midiendo la distancia y la velocidad a la que se alejan las galaxias ms lejanas, establecieron la ley de Hubble, se-gn la cual las galaxias se alejan entre s y de la nuestra a velocidades crecientes a medida que la distancia es mayor. En esto coincidan con lo que De Sitter, a partir de las ecuaciones de la teora de la relatividad de Einstein, haba establecido como un universo en expansin.

    (3) El sacerdote belga y fsico terico Lematre, trabajando con las ecuaciones de Einstein, elabor un modelo de universo en expansin (bg bang). Ms tarde Gamow y sus colaboradores, Alpher y Hermn, deduje-ron la existencia de una bola de fuego primigenia de energa pura, a par-tir de la cual, a medida que se iba enfriando y expandiendo, se iran con-densando las partculas elementales y ms tarde los primeros tomos de hidrgeno y helio. Estos sern la materia prima para la formacin de to-mos ms pesados, y a partir de ellos sucesivamente se originaran las ga-laxias.

    (4) En 1965, los radioastrnomos norteamericanos, Penzias y Her-mn, detectaron la presencia de una extraa y dbil radiacin procedente del espacio y de una intensidad igual para todas las direcciones del es-

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  • JRME LE JEU NE

    uniforme, a tres grados Kelvin, eco enfriado, debilitado, del

    inmenso acontecimiento que marc el principio del tiempo y del

    espacio. Un consenso poco habitual se estableci; el universo

    haba comenzado y baca de ello, tal vez, unos 12.000 millones

    de aos.

    En realidad hoy se habla del big bang (el gran boum) y

    no de la Creacin. Los fsicos son honestos y tienen toda la ra-

    zn al no mezclar los gneros.

    Como presenta Lebnitz los modelos de universo son inde-

    finidos, pero los tericos ajustan cada da ms las condiciones

    que marcaron en el origen una avalancha de energa tan sbita

    y enorme.

    Pero no se pueden variar a voluntad los parmetros que re-

    gulan el curso de los astros por la gravitacin, o el comporta-

    miento de los tomos por las fuerzas atmicas. Ms de esto y

    menos de aquello y pronto se hace imposible salir del big bang

    inicial a las estrellas y los planetas, y a las leyes fsico-qumicas

    que permiten, por ltimo, a los seres vivos canalizar la energa

    para animar a la materia . . . y a los hombres observarlo.

    Ello no significa que, como imaginaba Engels, la materia

    est cargada de espritu hasta el punto que apareciese irremisi-

    blemente en algn punto del universo. Basta, pero es preciso

    que las leyes de la naturaleza no nos impidan existir.

    Este principio antrpico definido por Carter, obliga a los

    tericos que intentan describir estos primeros instantes, a pen-

    sar en el universo teniendo al hombre en perspectiva. La lgica

    es irrefragable.

    paci. Ambos radioastrnomos recibiran, afos ms tarde, el Premio Nobel de Fsica.

    La historia que recoge los diferentes pasos que se fueron sucediendo hasta corroborar la teora del big bang se encuentra recogida en: Jastrow R., God and the astronomers, W. W. Norton and Company, New York-London.

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  • LOS ORIGENES DEL HOMBRE

    Las formas de la vida.

    Llegamos a la vida y a la evolucin.

    En todo el Gnesis, el verbo crear no es empleado ms que

    con dos finalidades: el universo al principio y el hombre al final.

    Entre los dos, del tercero al sexto da, Dios dice: Que la tierra

    se cubra de vegetacin (y he aqu los vegetales), que las aguas

    se llenen de seres vivos (y he aqu los peces, los reptiles y

    ms tarde las aves), que la tierra produzca seres vivos segn

    su especie (y he aqu los animales superiores). Este resumen

    fulgurante nos cuenta la misma historia y en el mismo orden

    que la que est registrada en los inmensos cementerios que son

    las capas geolgicas acumuladas en el curso de las eras geol-

    gicas. El Gnesis y la paleontologa nos dicen la misma cosa.

    Una pregunta se insina entonces en el espritu del lector: Cmo

    el autor antiguo ha podido aprender esto? La ciencia no tiene

    respuesta.

    Pero aqu ningn discordismo tiene lugar. Ninguna hiptesis explicativa puede contradecir el texto que justamente no nos dice cmo han aparecido las diferentes especies.

    El error de los creacionistas es aadir al texto. La fijeza de las especies, dicen ellos, se opone a toda evolucin. Pero esta permanencia de las especies sin cambios, durante decenas de millo-nes de aos (las bacterias modernas pueden compararse a las de los tiempos ms antiguos, los insectos que nos rodean son los mismos que en el perodo terciario), esta persistencia de las es-pecies no es un dogma revelado, es un hecho de observacin.

    La dificultad planteada no viene de la Biblia que describe

    la evolucin, viene de la paleontologa y de la gentica; de aqu

    la complejidad de las teoras evolutivas que deben tener en cuen-

    ta a la vez la remarcable fijeza de las especies y la aparicin

    sucesiva de las diversas formas de vida.

    La tarea no es fcil, se est lejos de terminarla, de aqu la

    acritud de las controversias.

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  • } BROME. LEJEUNE

    El neodarwinismo.

    Puesto que la especie se estanca y la vida evoluciona, como lo haca ver Bergson, se debe buscar un modo de pasar de una especie a otra, y para rodear el obstculo, lo mejor sera, tal vez, hacerlo de forma insensible. Es la hiptesis de Darwin, re-tomada y modificada en la teora sinttica de la evolucin o neodarwinismo.

    Darwin consideraba que si ocurren pequeas variaciones, el

    medio, es decir, las condiciones de vida, el clima, la alimenta-

    cin y todo el medio ambiente, incluyendo los competidores y

    los depredadores, produciran una especie de criba, las variacio-

    nes favorables seran trasmitidas a la descendencia y los porta-

    dores de variaciones desfavorables no tendran ninguna posteri-

    dad. Y al cabo de bastante tiempo, lo que antes era una rareza

    se convertira en el carcter ms frecuente. Repetido sucesivamen-

    te sobre muy pequeos cambios, este fenmeno terminar en que

    dos grupos idnticos al principi, divergen progresivamente, si

    se reproducen en unos medios incluso ligeramente diferentes.

    Claro est que algunos grupos que viven en medios muy

    constantes no sufrirn ningn cambio: he aqu la fijeza de las

    especies, otros que viven en medios muy variables darn nue-

    vas formas: he aqu la evolucin.

    El modelo es seductor: sobre todo porque sabemos que el mensaje gentico llevado por los cromosomas puede sufrir mu-taciones, trasmisibles a la descendencia y capaces de provocar pequeas variaciones. La mayor parte de ellas son desfavorables, pero algunas son buenas, los ganaderos lo saben bien.

    Ajustando las ecuaciones para tener en cuenta el tamao de

    las poblaciones y llamando seleccin natural, no slo al efecto

    del medio, sino tambin al grado de ajuste de la novedad en el

    estado al cual ha llegado la especie precedente, se llega a la pro-

    posicin: los mejores adaptados tienen ms descendientes y los

    ms acabados terminan por reemplazar a los dems.

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  • LOS ORIGENES DEL HOMBRE

    L a produccin controlada.

    Un ejemplo grosero extrado de la vida cotidiana es el de los automviles. Cada ao se presenta un nuevo modelo. El juicio de los clientes hace aqu el papel de la seleccin natural. Y es, finalmente, el modelo menos costoso, el ms acabado, en una palabra, el mejor adaptado en su categora, el que ser producido en mayor nmero de ejemplares y acaparar el mercado.

    Llevando el razonamiento al extremo, se puede resumir toda la evolucin por el juego de dos fuerzas: la mutacin, por un lado, que aporta las novedades, y la seleccin, por otro, que separa el buen grano de la cizaa. A veces ocurren algunas pe-queas variaciones que son neutras, que no dan lugar a la accin de la seleccin natural, como lo ha demostrado Kimura. Esto aade un poco de fantasa pero no cambia nada el esquema.

    Como las mutaciones son fortuitas, en el sentido de que sus efectos no tienen ninguna relacin con el medio al cual debe adaptarse el organismo, se llega a la tosca proposicin, ante la cual Monod no retrocedi (5): que todo en la naturaleza es fruto del azar y la necesidad, segn el dicho de Demcrito.

    Pero si slo el azar, corregido por la seleccin, es la causa de la evolucin, habra que admitir que las especies han salido ganando un gran nmero de veces. Cuando un jugador gana muy a menudo, se acaba por sospechar que posee una martingala, o bien que los dados estn marcados.

    Es un poco a lo que responda el primer ensayo de La-marck (6). Para bordear la dificultad, haba propuesto que la

    (5) Jacques Monod junto con Franois Jacob y Andr Lwoff recibi, en 1965, el Premio Nobel de Fisiologa y Medicina por sus trabajos sobre regulacin gentica (teora del opern). En 1970 public El azar y la ne-cesidad, Barrai Editores, en el cual presenta como tesis que todo lo que tiene lugar en la naturaleza es fruto del azar y la necesidad, negando gra-tuitamente toda otra posibilidad.

    (6) Jean Baptiste Pierre Antoine de Monet, Caballero de Lamarck (1744-1829), parta del hecho de la conformacin de los animales al g-

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  • JRME LE JEU NE

    funcin crea al rgano. Se conoce demasiado el argumento del cuello de la jirafa. A fuerza de estirar la cabeza, los descendien-tes alargan su cuello.

    Esta va es impracticable. Existe una separacin entre las clulas reproductoras y el

    resto del cuerpo. Mil experiencias han demostrado que los ca-racteres adquiridos no se heredan.

    Volvamos a los automviles. Supongamos que un particular modifica su vehculo. Sera del todo imposible que este cambio pudiese, a distancia, corregir bruscamente los planos de mon-taje que los ingenieros conservan cuidadosamente en la fbrica.

    La reproduccin de los seres vivos se parece a una fbrica. El mensaje de vida est minuciosamente escrito, en un lenguaje minsculo en el interior de los cromosomas y las modificacio-nes del cuerpo no pueden cambiar esas instrucciones.

    Sin embargo, los modelos de automviles se suceden. Los ingenieros sacan la leccin de las averas y accidentes para me-jorar su mquina. Si cambiaran, de cualquier forma, una pieza u otra, la fbrica quebrara.

    Entonces, en la evolucin, dnde est el ingeniero?

    Aqu debo hacer una confesin importante y con muchas consecuencias, y que los tericos no se plantean voluntariamente: no sabemos nada.

    L a ingeniosidad de lo vivo..

    Puede estar en el ser vivo?

    Una suposicin d esta naturaleza hubira pasado por absurda no hace ms de diez aos. Se pensaba, en efecto, que al igual que las bacterias, todos los seres vivos lean su mensaje paso a paso deletreando.

    ero peculiar de su vida. La diferencia de su teora (la que posteriormen-te se ha llamado lamarckismo) con el pensamiento darwiniano es patente: ste parte de la diversidad de los animales de una especi para que los mejor adaptados sobrevivan; Lamarck piensa que las diferencias adaptati-vas se originan como respuesta al medio y que se hacen heredables.

    648

  • LOS ORIGENES DEL HOMBRE

    Pero hoy sabemos que despus de una primera transcripcin del texto original (del A D N al A R N ) , el organismo se conduce como un montador de cine. Cuando se han grabado kilmetros y kilmetros de pelcula y se quiere hacer un largometraje, al-guien toma unas tijeras, corta los pasajes intiles y pega las secuencias que se explican por contraste o por complemento.

    Los organismos superiores actan de esta manera. Conocemos las tijeras y las enzimas para pegar e incluso las seales nece-sarias para escoger las secuencias. Pero cmo y por qu esta lec-tura colectiva est reservada a los seres organizados, queda por descubrir.

    E l organismo superior no se contenta con adelantar la cinta como un magnetfono que reproduce una sinfona. El es a la vez ejecutante y recreador.

    n este caso es muy posible que se nos escape todava, por completo, el mecanismo ms importante, el que pone en marcha y construye lo vivo.

    Tomemos un ejemplo sencillo.

    Evolucin y metamorfosis.

    Se dice que el primer pez que reforz sus aletas se iz pe-nosamente sobre la playa y conquist los continentes. Las pier-nas fueron mejorando a lo largo de milenios, sus descendientes se convirtieron en animales de cuatro patas. E l resumen parece bueno, pero no dice nada sobre el mecanismo.

    Para que nos demos cuenta de ello veamos el huevo de la rana. De l sale un renacuajo que, con sus branquias, sus aletas, su lnea sensitiva lateral es, bajo todos los aspectos, fisiolgicos y anatmicos, indiscutiblemente un pez, Y , un buen da, sin mutacin ni seleccin, pierde su cola, le crecen las patas, se in-venta los pulmones y se convierte en un tetrpodo.-No en al-gunos milnes de aos, sino bajo nuestros ojos, en un tarro.

    Aparentemente, al principio, ha encontrado en su mensaje cmo se construye un pez y tras un efecto que ha podido produ-

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  • JRME LE JEU NE

    cir la hormona tiroidea, parece releer febrilmente sus planos

    para encontrar las instrucciones de montaje que hacen de l un

    tetrpodo. Este renacuajo sabe ms que nosotros.

    L a f o r m a y la diferenciacin.

    Se puede ir an ms lejos. Toda la gentica nos ensea que los caracteres de cada uno, sus rasgos particulares, el perfil de su cara, el color de su piel o de sus cabellos, estn exactamente definidos por el mensaje primitivo contenido en el huevo fecun-dado. Volvmoslo a encontrar algn tiempo despus. En el or-ganismo ya formado cada clula se ha convertido en un engra-naje que cumple exactamente una labor especializada. Unas ha-cen los huesos, msculo o sangre, y otras van a asociarse para construir una red increblemente complicada, ms potente que cualquier ordenador que se haya concebido, para construir el cerebro.

    Esto es lo que vemos, nos falta comprenderlo; es la biolo-ga de maana.

    Por ello es ftil pretender que hemos descubierto el meca-nismo de la evolucin. Es preciso decirlo francamente: el neo-darwinismo es la nica hiptesis que se ensea actualmente, no porque sea la buena, sino porque nos falta todava el eslabn ms necesario a todo nuestro razonamiento. N o son los fsiles los que faltan, sino el ingeniero de la mquina, ese es el eslabn que falta.

    E l mensaje ordenado.

    Parece del todo evidente que el orden en el cual las instruc-ciones son utilizadas tiene, en s mismo, una importancia. Noso-tros sabemos, de hecho, que las molculas de A D N que llevan estas inscripciones no flotan en la clula como los fideos en un cuenco de sopa. Minuciosamente contenidas, como una cinta mag-netofnica en su minicassette, forman estos bastoncillos, los cro-

    650

  • LOS ORIGENES DEL HOMBRE

    mosomas, que se ven al microscopio. Con las recientes tcnicas,

    cada uno de ellos es reconocible, no slo por sus dimensiones,

    sino por su estructura interna de bandas diversamente coloreadas.

    Sera como las definiciones del diccionario que estn recogi-das en cada tomo que nosotros buscamos por el ttulo al dorso de la encuademacin; de la misma forma, los genes estn ali-neados sobre los cromosomas, pero cada especie ha escogido una reparticin particular de los tomos de su enciclopedia.

    Una especie, un cario tipo, resume groseramente el paciente trabajo llevado a cabo en los ltimos cinco aos.

    Ms que los genes particulares es esta presentacin, este es-tilo, lo que resume la diferencia entre una especie y otra.

    La especie de los cromosomas.

    Un ejemplo familiar, el del asno y el caballo, nos lo har comprender. El mulo nacido de una yegua y de un borrico est perfectamente conformado y, para determinadas cualidades de habilidad y resistencia, es superior sus dos progenitores. Las diferencias genticas no son, por tanto, una barrera, pero el h-brido no puede procrear. Los cromosomas del caballo son dife-rentes a los del asno y en el momento de la maduracin de las clulas reproductoras no pueden aparearse exactamente dos a dos, para repartirse en los vulos y los espermatozoides.

    Esta esterilidad de los hbridos explica que una manipula-cin cromosmica , sea desfavorable en su aparicin. Un sujeto, llevando lado a lado el modelo ancestral y el modelo manipulado, tendr algunas dificultades para aparearlos; Algunas clulas re-productoras no recibirn un patrimonio equitativo. Y la descen-dencia sufrir por ello.

    Pero si la novedad est presente en dos ejemplares, la fecun-didad reaparecer. JEs necesario, por tanto, absolutamente, llegar lo ms pronto posible a este estado homocigtico (7).

    (7) En las especies diploides (los cromosomas se pueden agrupar por parejas, siendo los dos miembros de cada pareja iguales), la formacin de

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  • JRME LE JEU NE

    El medio ms rpido sera que el primer portador de la no-vedad, con doble ejemplar, se reprodujese consigo mismo por autofecundacin. Esto es posible en los vegetales. Y todas las especies nuevas que se han fabricado hasta hoy lo han sido por este procedimiento.

    E n los animales superiores la separacin en dos sexos se opone a esta prctica. La nica forma de llegar al resultado de-seado sera que el portador primero se cruzara con sus descen-dientes, para llegar lo ms deprisa posible y al precio de varios fracasos, a dos individuos, macho y hembra, portadores homo-cigotos del cromosoma manipulado.

    La solucin ptima sera obtener, de golpe, una pareja as constituida. La patologa de ciertos gemelos nos ofrece en este punto una indicacin preciosa.

    A partir de un huevo fecundado macho portador de 46 cro-mosomas con un X y un Y , se llega, excepcionalmente, a que la divisin en dos gemelos idnticos, se acompae para uno de ellos de la prdida del cromosoma Y , que determina la mascu-linidad. Uno de los gemelos persiste en su volverse muchacho, el otro, no habiendo recibido ms que un cromosoma X y no un cromosoma Y , se desarrolla como una hembra imperfecta.

    Una chica joven que padeca esta afeccin se quejaba de un malestar extrao, no osaba, deca mirarse en un espejo, porque en l vea a su hermano. Extraordinaria intuicin, muy femenina por otra parte, presenta, profundamente, una realidad biolgi-ca, entonces totalmente desconocida. Con un cromosoma Y de menos, ella era. precisamente un fragmento de su hermano del cual se derivaba.

    Partir de una hembra imperfecta parecera un principio im-posible, si no se supiera que en el caso de algunos ratones, por

    las clulas sexuales o gametos, se produce por un proceso llamado meioss, una de cuyas fases presenta a los cromosomas apareados dos a dos. F' mulo, al presentar cromosomas del caballo y del asno, no puede aparear-los convenientemente y, por tanto, es incapaz de producir gametos via-bles. La solucin sera llegar al estado de homodgosis para los cromosomas o, lo que es lo mismo, que stos fueran iguales.

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  • LOS ORIGENES DEL HOMBRE

    ejemplo, la hembra portadora de un solo cromosoma X es fe-

    cundada normalmente y que, incluso en nuestra especie, algunas

    mujeres portadoras de un solo X han engendrado (8).

    Extraer la hembra del varn es una posibilidad muy real y

    un medio expeditivo para contornear la mayor dificultad de las

    teoras evolutivas.

    La experiencia no se ha intentado an, incluso en el caso

    de los ratones, porque aunque sabemos manipular los genes, no

    sabemos todava manejar los cromosomas a nuestro antojo. Pero

    (8) Los gemelos idnticos o monocigticos son aquellos cuyo origen se encuentra en un solo vulo fecundado o cigoto. Son debidos a que despus de producida la primera mitosis del cigoto, las dos clulas resul-tantes, gracias a la exactitud de la mitosis al proporcionar a cada clula hija una serie similar de genes, tienen el poder de producir una persona completa. Lo normal es que esas dos clulas permanezcan juntas y al seguir dividindose por sucesivas mitosis den lugar a un solo individuo, pero si se separan, cada clula dar lugar a una persona completa. Estas dos personas tendrn exactamente los mismos genes, sern del mismo sexo y tendrn los mismos rasgos hereditarios.

    En algunos casos la divisin ocurre ms tarde, cuando el embrin est formado por varias clulas, en el estado de mrula, pero el resultado ser el mismo.

    En el caso que cita Jetme Lejeune, a partir de un cigoto macho, y, por tanto, con un cromosoma X y un cromosoma Y, se podran formar por un proceso como el descrito dos gemelos idnticos, cada uno con un cromosoma X y un cromosoma Y y, por tanto, ambos de sexo masculino.

    Pero puede ocurrir que esta divisin traiga consigo la prdida para uno de ellos del cromosoma Y, originndose dos gemelos, tino de ellos normal y de sexo masculino, y otro con slo 45 cromosomas y de ellos un solo cromosoma X . Este tipo de constitucin cromosmica (45X0) constituye el llamado sndrome de Turner.

    Las mujeres Turner suelen presentar una estatua ms baja de lo nor-mal y con gran frecuencia un gran pliegue de la piel, a ambos lados del cuello, dndole un aspecto de esfinge y retraso mental. Desde el punto de vista sexual suelen ser estriles, ya que debido a que presentan una tasa hormonal insuficiente no presentan la madurez sexual, razn por la cual los rganos sexuales permanecen en estado infantil. Lo que no im-pide, como apunta Lejeune, que con un adecuado tratamiento hormonal pueda producirse, en algunos casos, que la madurez sexual sea posible y con ella la posibilidad de procrear. ;

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  • JRME LE JEU NE

    permtanme decirles una confidencia, y es que si la historia de

    Adn y Eva no fuera tan conocida, ese procedimiento promete-

    dor parecera revolucionario.

    La evolucin de los primates.

    Veamos lo que sabemos de la evolucin de los primates, los ms parecidos a nosotros. En mayo ultimo algunos grandes es-pecialistas han discutido de ello en la Academia Pontificia de las Ciencias, es por ello por lo que Ies voy a contar algo al respecto.

    Hace uno, dos o tres millones de anos, un bullicio extraor-dinario apareci en el seno de los primates, en una vasta zona que iba de Kenia a Asia pasando por Palestina. Algunas formas nuevas se sucedieron rpidamente en las capas geolgicas. El esqueleto corresponde a un ser hbil y erguido, cuya capacidad craneana sobrepasa largamente a las de los grandes monos an-tropoides actuales. La causa de estos cambios se nos escapa. Las formas se suceden y el conjunto da la impresin de estarse pre-parando un acontecimiento importante.

    El hombre como nosotros.

    Hace cuarenta mil aos, cien mil todo lo ms, parece ser, hace sbitamente su aparicin el hombre como nosotros, nuestro an-cestro, nuestro semejante. Hasta donde se puede decir hoy, los diferentes fsiles conocidos, C r o Magnon o Neanderthal, perte-necen a nuestra especie.

    N o somos, verdaderamente, los ltimos en llegar. Aqu , el texto del Gnesis, emplea la palabra crea, Yahv, tom una costilla, volvi a cerrar-la carne a su sitio y de esa costilla toma-da del hombre conform una mujer y se la dio como compa-era. Entonces ste exclam: De esta forma es el hueso de mis huesos y la carne de mi carne, la que ser llamada mujer, porque ella fue sacada del hombre. Aqu tocamos un profundo misterio.

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  • LOS ORIGENES DEL HOMBRE

    La gentica nos demuestra perfectamente que haca falta po-

    ner en marcha la consanguinidad ms estrecha, incluso, para ir

    ms deprisa, fabricar una pareja nica y , tal vez, sacar la hem-

    bra del macho; pero cmo podamos suponer que hubiera hecho

    falta una intervencin tan especial, absolutamente singular, para

    la emergencia de nuestra especie.

    Un curioso fenmeno.

    El hombre es un curioso fenmeno. Sabe sostenerse de pie, fabricar instrumentos, utilizar un lenguaje y estos rasgos son uti-lizados, a menudo, para definirlo. Sin embargo, parece probado que formas anteriores andaban ya sobre dos pies hace uno o dos millones de aos, que los primeros trozos de piedra tallados son, quizs, casi tan antiguos. E incluso, para el Homo habilis, al-gunos piensan que las huellas dejadas sobre el endocrneo por las zonas de Broca y de Vernicke, permiten evocar la posibilidad anatmica de centros primitivos de lenguaje.

    Pero an hay algo ms importante que el instrumento rudi-mentario o incluso un sistema de comunicacin, la superioridad absoluta, la completa novedad del hombre, esto es, ser la nica criatura capaz de sentir una clase de connivencia entre las leyes de la naturaleza y su sentimiento de ser. La facultad de admirar no existe nada ms que en el hombre. N o est en la memoria de un jardinero el haber visto a un perro oler una rosa. Jams un chimpanc ha contemplado una puesta de sol o el esplendor de un cielo estrellado.

    E l que primero supo qu deba morir y construy tumbas, el que socorri a su semejante herida, l cur, lo aliment y protegi su debilidad durante largos aos, los fsiles nos lo prue-ban, el que descubri el arte ms all de la tcnica, ese que es como nosotros y no tiene ms de cien mil aos, posee una chis-pa de amor inteligente.

    Que haya hecho falta una intervencin divina, el cientfico no lo sabe, pero no se sorprendera por ello.

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  • JRME LE JEU NE

    Adems, Wallace (9), que descubri la seleccin natural; se sorprendi, en primer lugar, que el grueso cerebro del hombre haya sido favorecido. Adems de la dificultad que imprime a todo parto, cual es la ventaja inmediata de tan potente mquina para la supervivencia de todos los das.

    Antes que la facultad de descifrar el universo nos aporte al-guna cosa (y esa alguna cosa es enorme, nosotros desencadena-mos la fuerza atmica y visitamos otros planetas), es necesario una acumulacin de saberes a lo largo de centenares de genera-ciones. Pero, cmo pudo la seleccin natural anticipar todo esto?

    Se puede admitir, es la hiptesis nula, que se trata de un epifenmeno que se acrecienta con el perfeccionamiento, pero esto equivale a decir que toda progresin del espritu viene acom-paada, invariablemente, de un lento reconocimiento de lo que fue su origen.

    La costilla de Adn.

    Volvamos all un instante. El texto del Gnesis es preciso. Menciona la costilla de Adn, ms exactamente las dos costillas, ya que la palabra es plural. E n perfecto francs, un par de costi-llas. Por qu unir nuestra aparicin a este pequeo hueso pla-no? Sin ninguna interpretacin, s puede citar simplemente un hecho recogido en todos los manuales: nuestros ms prximos primos, los chimpancs y los gorilas, tienen 13 pares de cos-tillas y nosotros no tenemos ms que 12.

    Estara fuera de lugar reconstruir un nuevo concordismo so-bre los hechos que acabamos de citar. Por una razn, siempre la misma, que la ciencia evoluciona y las teoras pasan, mientras que la verdad permanece.

    (9) Alfred Russell Wallace lleg a las mismas conclusiones que Dar-win, e incluso se adelant a ste en lo concerniente a la evolucin de los seres vivos por seleccin natural, pero siempre se opuso a que el hombre hubiera surgido por un proceso evolutivo, defendiendo en este punto la accin directa de Dios.

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  • LOS ORIGENES DEL HOMBRE

    Ms sencillamente, se puede decir que el discordismo de nues-

    tros das no es ineluctable y ms an que puede no ser ni si-

    quiera probable.

    El jardn.

    E l tiempo pasa, y nuestro pasa) por los caminos de la vida ha sido ya demasiado largo. Sin embargo, sera una pena cerrar el libro sin visitar el jardn y el rbol de la vida. Ustedes lo ha-rn por s mismos, un simple bilogo no es el mejor gua.

    Me acuerdo de una discusin sobre el origen de nuestra es-pecie en la que yo expona el mecanismo que nos sugiere la ge-ntica, el expediente de la pareja nica. Un sabio que me contra-deca me espet: Pongamos que ha obtenido usted su bpedo desnudo, sin colmillos, sin uas y admirando. Qu hara usted para protegerle del primer predador que llegara?. C o n su per-miso, le respond, yo le situara en una reserva cuidadosamente protegida, en un agradable jardn. Y luego tendra buen cui-dado de que ingiriera algn producto txico que pudiera entor-pecerle la mente.

    A ello no supe qu responder. N o puedo imaginar cmo algn veneno podra paralizar las

    conexiones que enlazan la red afectiva a la red intelectual y fuese capaz, al mismo tiempo, de modificar en todos los cromo-somas y definitivamente las instrucciones primitivas que dictan justamente la disposicin de las partes del cerebro.

    Y , sin embargo, este fallo en el origen, esta dificultad de abarcar a la vez lo pasional y lo lgico, eso que hace tan raro los momentos en los que admiramos, este fallo existe verdaderamen-te. Los filsofos lo piensan, cada uno de nosotros lo siente, el corazn y la razn no viven, como se suele decir, en buena in-teligencia. Es nuestra condicin de hombre.

    Con ello volvemos a nuestra constatacin del principio: lo revelado habla al corazn, la experiencia y la razn, podemos percibirla al mismo tiempo?

    Esto ha ocurrido por lo menos una vez.

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  • JEROME LE JEU NE

    Un signo en el cielo.

    Hace ya cerca de dos mil aos una delegacin de astrno-mos, venidos de Oriente, lleg a Jerusaln. Haban observado en el cielo un signo en movimiento que, segn sus clculos, de-ba ser el anuncio de una buena nueva. Ellos haban deducido la direccin a tomar sin saber donde buscar.

    El rey manda a sus consejeros que, como l, no compren-dan nada pero teman alguna cosa: una buena nueva no es ne-cesariamente agradable al poder establecido. La conferencia hu-biese quedado ,en ese punto, pero los telogos de la poca, inte-rrogados tambin para no dejar nada al azar, respondieron in-mediatamente que haban notado en el relato de un profeta me-nor una frase que deca: Y t, Bethleem Ephrata, no eres la menor de los villorrios de Judea. De t nacer el pastor de Is-rael, cuyo origen se remonta a los tiempos ms antiguos, a los das de la eternidad.

    Ir a Bethleem. E l consejo era bueno y los magos sintieron una gran alegra cuando el signo del cielo se par. Ellos descu-brieron entonces el hecho ms admirable: la criatura concebida con la perfeccin misma, por la accin del Espritu, haba dado nacimiento al nuevo Adn. Vieron a la Virgen y al Nio.

    L o maravilloso de esta historia es, a la vez, que es verdadera y que es, al mismo tiempo, una forma de apologa sobre las sanas relaciones de la ciencia y de la fe.

    Los magos no pusieron ni un momento en duda la compe-tencia de los sabios, ellos decidieron ir a ver. Pero lo ms con-movedor puede ser el hecho de que los doctos, por su lado, no hicieron siquiera el amago de dejar sus libros e ir a ver. Claro est, yo no estaba en ese momento y esta precisin puede pa-recer inventada. Sin embargo, conociendo a Mateo, que cuenta de forma tan bonita, pienso que no hubiese dejado de describir-nos a Herodes y a toda su corte, saliendo con sus majoretes y torciendo el cuello para intentar llegar a ver lo que los magos admiraban.

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  • LOS ORIGENES DEL HOMBRE

    Creedme, no hicieron nada de el lo. E hicieron bien por otro

    lado, ya que no hubiesen visto l o q u e los sabios discernieron.

    H a c e falta, en efecto, para descifrar la naturaleza una gran pa-

    ciencia.

    A s , cada uno, haciendo concienzudamente su labor , escu-

    chando al otro, sin protestar p e r o tambin sin esconder nada de

    su conocimiento asegurado, esa conjuncin de esfuerzos condujo

    a unos hombres de buena voluntad hasta la verdad, la ms ele-

    vada.

    E n cuanto al poder polt ico, perfectamente i luminado p o r la

    f e y advert ido por la ciencia, h izo c o m o de costumbre, invoc la

    razn de Estado y masacr a los inocentes. Nuestra poca sabe

    d e ello bastante.

    L a biologa molecular esta ah para ensearnos que la natu-

    raleza humana nos es dada e n el origen. L a tcnica ms reciente,

    la fecundacin extracorporal, nos demuestra, y en nuestra poca,

    q u e el ser l lega a la v ida en el momento de la concepcin. L o s

    sonar ms sofisticados nos permiten ver al nio, todava en el

    v ientre de la madre, l levar a cabo, a los dos meses de edad, una

    especie de baile l leno de gracia y juventud.

    P o r su lado el magisterio nos ha repetido la misma cosa, el

    mismo mensaje inalterable porque es la verdad.

    Y , mientras tanto, el poder po l t i co . . .

    Entonces acogemos en nosotros esa revelacin terrible que

    N u e s t r o Seor, E l mismo nos trasmite, ese decreto incomprensi-

    b l e y que, sin embargo, entra p o r los ojos, esa decisin de

    Dios , que hizo el cielo y la tierra e hizo todas estas cosas tan

    oscuras a los sabios y a los hbiles y se las revel a los nios.

    Traduccin y notas: VICENTE JOS FERNNDEZ BURGUEO ENCARNACIN LZARO M A R J

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