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  • LOS ORGENES DE LAIZQUIERDA ECUATORIANA

  • ALEXEI PEZ CORDERO

    LOS ORGENES DE LAIZQUIERDA ECUATORIANA

    Fundacin de investigaciones Andino AmaznicasAbya Yala

    2001

  • LOS ORIGENES DE LA IZQUIERDA ECUATORIANAAlexei Paez Cordero

    1er. Edicin: Fundacin de Investigaciones Andino Amaznicas (FIAAM)Santa Prisca y Carlos Ibarra. Ed. Gmez. Of. 504Quito-EcuadorTelefax: (593) 2 572629e-mail: [email protected]

    Ediciones Abya Yala12 de Octubre 14-30 y WilsonCasilla 17-12-719Telfonos: 562 633/506 247e-mail: [email protected]@abyayala.orgQuito-Ecuador

    Diagramacin: Abya-YalaEditing

    ISBN: 9978-04-716-6

    Abya Yala EditingQuito-Ecuador

  • PREFACIO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

    INTRODUCCIN GENERAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

    Captulo IEL CONTEXTO: Ecuador 1895-1930

    1.1. Introduccin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 231.2. El cacao y la poca cacaotera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25

    1.2.1. La poca cacaotera y la regionalidad. . . . . . . . . . . . . . . . . 271.2.2. Las ciudades: el nuevo escenario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31

    1.3.- Las clases sociales y los grupos sociales . . . . . . . . . . . . . . . . . 331.3.1. Los gremios quiteos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 351.3.2. Los gremios costeos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 361.3.3. Los sectores medios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 381.3.4. El indigenado y el campesinado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39

    1.4.- El Estado y su modernizacin espasmdica . . . . . . . . . . . . . . 411.4.1. La crisis de lealtad: burocracia, ejrcito y modernizacin . 431.4.2. Los espasmos de la modernizacin politica y social . . . . . . 441.4.3. Los esbozos de la organizacin partidaria y la modernizacin 471.4.4. La diferenciacion funcional del Estado . . . . . . . . . . . . . . . 49

    Captulo II EL SOCIALISMO, AMRICA LATINA Y EL MUNDO

    2.1. Introduccin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 572.2. Marxismo y Anarquismo en Amrica Latina . . . . . . . . . . . . . . 582.3. Marx y Amrica Latina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 602.4. La Internacional Comunista y Amrica Latina . . . . . . . . . . . . 612.5. Las relaciones organizativas de la IC en Amrica Latina . . . . 632.6. El VI Congreso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 662.7. Las consecuencias. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 732.8. Nota Final . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 76

    ndice general

  • Capitulo III CULTURA POPULAR Y PROTOSOCIALISMO3.1. Introduccin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 833.2. 1922: Actores e Ideologa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 863.3. Mito y movimiento social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 923.4. Ideologa terica, ideologa popular . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 98

    Captulo IVEL PARTIDO SOCIALISTA ECUATORIANO: 1926-1931

    4.1. Introduccin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1054.2. La arqueologa imaginaria de la izquierda . . . . . . . . . . . . . . . . 1074.3. Los primeros grupos organizados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1094.4. La Asamblea Nacional Socialista: fundacin del PSE . . . . . . . 113

    4.4.1. Esquema organizativo del PSE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1144.4.2. Manifiesto, Programa.Lnea General. . . . . . . . . . . . . . . . . 1144.4.3. Los temas ideolgicos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1184.4.4. El Interregno: 1926-1928. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 120

    4.5. La divisin del PSE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1244.6. Nota Final. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 129

    CONCLUSIONES. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139

    APNDICE METODOLGICO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 155

    BIBLIOGRAFA. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 159

    6 / ALEXEI PEZ CORDERO

  • Para Karla y Gregorio

  • Este trabajo fue realizado como Tesis de postgrado para la Facul-tad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Sede Ecuador, el ao de1989, en el contexto del Diploma Superior en Ciencias Sociales, conmencin en Ciencias Polticas, que la Sede realiz los aos de 1987 y1988. Desde entonces han pasado tres aos, hasta la revisin final queel autor hizo de este texto, revisin que no cambi los contenidos, pe-ro que intent mejorar aspectos puramente formales del texto. En estelapso, el autor termin su Maestra en Ciencias Polticas (1989-1991)en la misma FLACSO-Ecuador, y tom cursos en el programa de Ph.Den Ciencias Polticas de la Universidad de York, en Toronto, Canad.

    Evidentemente, el nivel de la formacin actual del autor le haceobservar con cierta distancia algunos de los elementos tericos y cier-tas interpretaciones contenidas en este texto, pero consider tambinque el trabajo deba permanecer en su forma original, ya que expresa-ba un momento de reflexin y la culminacin de una temtica que ha-ba venido trabajando durante los aos ochenta, referida a la izquierday el movimiento obrero ecuatorianos.

    Cuando se finaliz este escrito, en mayo de 1989, el deterioro dela situacin de los pases denominados socialismos reales era impre-sionante; al momento de esta ltima revisin general al texto (diciem-bre de 1992), la desconstitucin del sistema social en aquellos pases hafinalizado, tomando la forma de un retorno a la economa de mercado,al capitalismo. El comunismo, que hace 75 aos, mediante el PartidoBolchevique, realiz la Revolucin de Octubre, parece haber ido a pa-rar al basurero de la historia, dejando tras de s una secuela de frustra-cin y desesperanza.

    Las lites dominantes y los Estados Occidentales no pueden dejarde expresar su regocijo ante la cada del Bloque del Este, y los cantostriunfales del capital resuenan por todas partes. Sin dejar de reconocerel carcter extremadamente autoritario, incluso brutal, del Estado queel estalinismo logr consolidar en esos pases, quedan al menos dospreguntas que hacer, la primera hace relacin a inquirir si aquella ex-periencia fue realmente una expresin del socialismo y sus valores, y la

    Prefacio

  • segunda se concentra en la cuestin de si la cada de estos regmenes sa-craliza automticamente al capitalismo y sus inequidades.

    En esta lnea de reflexin, la respuesta es en ambos casos, para elautor, negativa: el socialismo no puede consistir en la exaltacin del do-minio del Estado sobre la sociedad, en la negacin de los derechos po-lticos de las personas y la implementacin de un sistema corrupto eineficiente, que cre las condiciones de nuevas inequidades sociales yformas de estratificacin, protegidas por el manto del discurso ideol-gico que legitimaba la dominacin en nombre de los ideales socialistas.

    Asimismo, el quiebre de aquel modelo autoritario de sociedad nohace ms deseable que antes el modelo de desarrollo propuesto por elcapitalismo, al menos en lo que la experiencia latinoamericana puedeconstatar. Durante los aos ochenta hemos asistido a la ejecucin delos llamados ajustes estructurales, el desmonte de los sistemas pro-teccionistas y de seguridad social, la orientacin creciente de la socie-dad a satisfacer las demandas del mercado. En estos aos se han hechoms evidentes que nunca las consecuencias funestas de estas polticas,que han colocado a una nocin abstracta, ideologizada del mercadopor encima de los intereses de las grandes mayoras, reduciendo sus yapobres niveles de vida, cerrando los canales de participacin poltica,congelando la posibilidad de crear alguna vez un autntico sistema de-mocrtico y destruyendo la capacidad institucional para resolver lasdemandas de los pobres, para buscar un desarrollo ms equitativo, unasociedad ms justa.

    En este contexto, la utopa socialista sigue teniendo sentido, y lacada de los socialismos reales presta la base para redimensionar elproyecto, para enfatizar a su interior los contenidos democrticos, losaspectos libertarios, el respeto a la diversidad y autonoma de la socie-dad y de los individuos.

    El anarquismo plante un posible modelo alternativo a la estato-latra propia de los socialistas autoritarios. Sin embargo, el beneficio deinventario que se puede hacer del conjunto de ideas socialistas tambinafecta al anarquismo y sus propuestas: no es imaginable pensar en ladesaparicin absoluta del Estado, as como tampoco del Mercado, perose puede sostener con cierta seguridad la necesidad de hacer que los dosmecanismos de organizacin econmico-poltica se subordinen a losintereses de la sociedad, a la bsqueda de equidad y a la satisfaccin delas necesidades bsicas de la poblacin, que incluyen aspectos de am-

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  • pliacin del consumo de bienes econmicos, alimentacin, educacin,salud, vivienda al igual que derechos polticos en crecimiento perma-nente, participacin ampliada en la toma de decisiones.

    Este trabajo, evidentemente, no poda prever las consecuenciasque el derrumbe ms que simblico del muro de Berln trajo para elconjunto del movimiento socialista mundial. Tampoco este prefaciopuede pretender absolver aquellas cuestiones, pero el sentido de estatesis apunta hacia aportar algunos elementos para una redefinicinglobal del proyecto socialista, que lo haga viable y permita el desarro-llo de un pensamiento autoreflexivo sobre su historia y prcticas, paraas poder proyectarse con nuevo sentido hacia el futuro.

    Finalmente, el autor debe expresar su reconocimiento a muchaspersonas que participaron de alguna manera en la construccin de es-te trabajo, entre ellas, primeramente, Amparo Menndez-Carrin,quien logr hacer de un conjunto de notas desordenadas un texto conhilacin, y quien dedic parte de su tremenda capacidad de trabajo endirigir esta tesis y formar acadmicamente a su autor; Adrin Bonilla,amigo entraable, con quien discutimos muchas veces los temas queinteresaban a nuestros trabajos, los dos guiados por la misma inquie-tud crtica y compartiendo experiencias acadmicas y personales; aBruce Bagley y Heinz Sonntag, maestros y amigos, por el tiempo quededicaron a este trabajo y a su autor, Javier Ponce Leiva, quien apoyen todo lo posible al autor, permitiendo que use tiempo de trabajo enla generacin de este texto, a mi hija Karla, y a mi hijo Gregorio.

    Muchos otros amigos y colegas que apoyaron al autor, proporcio-nndole datos, interpretaciones o simplemente su amistad y vocacincrtica, entre ellos, Jaime Durn Barba, con quien se inici en la inves-tigacin de la historia del Movimiento Obrero Ecuatoriano, Pablo yXavier Andrade, Freddy Rivera y Milton Luna. Otros innumerablesamigos que tambin deberan ser mencionados, en particular AlfredoKattn y Celso Fiallos, con quienes discutimos mucho de sus propiasexperiencias personales en la izquierda.

    LOS ORGENES DE LA IZQUIERDA ECUATORIANA / 11

  • El propsito del presente trabajo es dar cuenta de los procesos so-ciales y polticos que dieron origen a la izquierda marxista en Ecuador,procesos que acaecieron a principios de siglo, particularmente durantelos aos veinte y treinta. Tambin se propone entender las razones porlas que la izquierda marxista sufri su primera diferenciacin, entre so-cialistas y comunistas.

    La izquierda ecuatoriana ha tenido una presencia continua en lasociedad desde aquellos aos; la importancia de comprender los pro-cesos formativos de este sector, de reconocer los puntos de inflexinterica, polticas, planteamientos y prcticas se vuelve muy relevantepara entender los procesos polticos globales, la cultura poltica y lastransformaciones institucionales que se dieron en el pas hasta nues-tros das.

    En efecto: la izquierda impuls en gran parte los procesos de am-pliacin normativo-institucional desde los veintes, tanto por va de laaccin partidaria directa como por medio de su gran influencia en lasorganizaciones sociales, los primeros sindicatos de trabajadores y cam-pesinos y la prioridad que dio a la organizacin de los estratos socialessubalternos. Tambin tuvo una presencia significativa en el sistema po-ltico, especialmente durante las dcadas del cuarenta y cincuenta, ca-nalizando partes importantes de las demandas de aquellos sectores su-balternos que contribuy a organizar.

    Sin embargo de lo anterior, la izquierda marxista ecuatoriana nopudo articular un proyecto societal de largo alcance ni provocar unatransformacin integral acorde con el sentido que postul tericamen-te: se limito a ser un actor relativamente menor, es decir no hegemni-co, pero importante, y a mantener su influencia poltica sobre los gru-pos subalternos, sin poder expandirla al conjunto de la sociedad, parade esta manera carecer de la posibilidad de constituirse en una alterna-tiva viable de poder.

    En parte estas limitaciones pueden ser atribuidas a los procesosde divisin y a la carencia de una perspectiva terica capacitada para

    Introduccin general

  • interpretar las complejidades de la sociedad nacional, en cuyo diagns-tico la izquierda ecuatoriana ha avanzado hasta hoy muy poco.

    Si bien las divisiones al interior de la izquierda tuvieron como re-ferente terico las discusiones internacionales, se debe sealar que es-tas fueron en realidad funcionalizadas a procesos interiores de diferen-ciacin que se encontraban en curso, o preexistentes al interior de lasfuerzas conformantes de este sector poltico; con ello se intenta evitarel percibir las contraposiciones entre las fracciones de la izquierda mar-xista ecuatoriana como si hubiesen sido simplemente el resultado delmero reflejo especular de aquellas diferencias presentes en el contextointernacional.

    Por el contrario, en estos procesos de diferenciacin poltica esperceptible una apropiacin del discurso terico externo para darcuenta de la problemtica interna y legitimar as determinadas posicio-nes polticas: las divergencias se encuadraron en torno a referenciastericas internacionales, y por ello no se desarroll un pensamientoque pudiese dar cuenta endgena de estas diferencias y que, por ello,pudiese aportar a una mejor comprensin de la sociedad, comprensindestinada a posibilitar su transformacin en sentido socialista.

    En lo que se refiere a la interpretacin de los procesos de consti-tucin de los diversos partidos de la izquierda marxista, se ha tendidoa priorizar un acercamiento principalista. El fundamentalismo te-rico1 y la adscripcin a un modelo universalista y acabado relevara alos intelectuales orgnicos, entendidos en la acepcin gramsciana deltrmino, de la necesidad de realizar un anlisis explcito de los procesosy dinmicas constitutivas de la sociedad, de los actores, las relacionesentre los mismos y sus opciones polticas, y consecuentemente impi-dieron elaborar una interpretacin de las prcticas diversas y la multi-plicidad de escenarios en las que los sectores de izquierda tuvieron queactuar.

    Los trabajos existentes acerca del proceso de constitucin y la pri-mera diferenciacin de la izquierda marxista ecuatoriana se han some-tido en general a un esquema interpretativo relativamente inflexible eincluso ideologizado, que tiende a alojar apologas de las estructuraspartidarias en que militase el investigador, como es el caso de los traba-jos de Pedro Saad, Manuel Agustn Aguirre, Oswaldo Albornoz y ElasMuoz Vicua, entre otros que sern ampliamente citados a lo largo deeste trabajo.

    14 / ALEXEI PEZ CORDERO

  • Por ello el anlisis acadmico de los procesos polticos relevantesa la constitucin de la izquierda ecuatoriana y sus implicaciones cons-tituye un desafo de confrontacin pendiente. Este trabajo se sita en lalnea de analizar sistemticamente tanto los referentes contextuales-es-tructurales como las dinmicas sociales y culturales que son significa-tivas para comprender estos procesos, desde una perspectiva prove-niente de las Ciencias Polticas.

    A esto se aade el hecho de que desde la misma izquierda, recien-temente, a raz de la crisis del bloque del Este, se ha subrayado la nece-sidad de resignificar el discurso terico y los objetivos prcticos del so-cialismo en la actualidad. Las distinciones maniqueas entre reforma yrevolucin, el nfasis estatista del marxismo, el economicismo y elreduccionismo de clase han sido criticados por diversos autores, lagran mayora de ellos provenientes de la tradicin intelectual marxista,precisamente en la lnea de dar cuenta de un proyecto socialista queasuma crticamente sus orgenes y las experiencias histricas ligadascon l, para as dar paso a un modelo democrtico viable.

    Sin embargo, mucho antes de la crisis de los llamados socialis-mos reales se haban cuestionado algunos de los aspectos cuasi tras-cendentales (en un sentido religioso) del marxismo, tales como la mi-sin histrica atribuida al proletariado como agente social de la trans-formacin propuesta por el socialismo, o la misma nocin de necesi-dad histrica, central en la teleologa revolucionaria.

    Este proceso de cuestionamiento y reconstruccin, realizado a laluz de nuevas opciones polticas y tericas se ve profundizado enorme-mente por la influencia de los fenmenos internacionales y los sucesosque acaecen actualmente en los antes llamados socialismos reales, queorillan con mayor dramatismo a una revisin radical de todos los su-puestos hasta ayer considerados axiomticos y sobre los cuales se basa-ron y legitimaron las prcticas de la izquierda marxista, en particularde los sectores comunistas, en todo el mundo.

    Los cambios contemporneos en la evaluacin y percepcin delproyecto socialista se suman a las crticas a la teora y prctica ortodo-xas de la izquierda marxista, cuestionamientos que datan de la pocade Stalin, e incluso antes, pero que muy recientemente se han conden-sado en tendencias transformadoras de la cultura poltica de la izquier-da marxista. Estos procesos indudablemente abren espacio para la bs-queda de nuevos enfoques interpretativos de sus etapas de formacin,

    LOS ORGENES DE LA IZQUIERDA ECUATORIANA / 15

  • as como para entender sus implicaciones en la comprensin del papelque este actor ha tenido en el proceso poltico del Ecuador hasta nues-tros das.

    Enmarcadas en las condicionantes anteriormente descritas, du-rante los ltimos aos han aparecido nuevas tendencias de investiga-cin, que si bien se han manifestado en especial en los estudios sobrehistoria del movimiento artesanal, obrero y popular, contribuyen tam-bin a resignificar los procesos sociales y polticos que dieron origen ala izquierda marxista. Estos trabajos han priorizado el anlisis institu-cional, tanto en lo que se refiere a los orgenes del movimiento obrero,como en lo que hace relacin a la izquierda, es decir, se han focalizadoesencialmente las instituciones partido y sindicato para dar cuentade estos procesos; un anlisis detenido e interrelacionado de las formasy estructuras sociales y culturales especficas, de los debates relevantes,de los contenidos del discurso, de la diversidad de orgenes sociales, re-gionales y de intereses que confluyen en la izquierda marxista ecuato-riana, no aparece, sino marginalmente, en la literatura existente2

    Estos vacos en el debate forman parte algunos de los interrogan-tes centrales de este trabajo, que al proponerse indagar acerca del pro-ceso de constitucin de la izquierda ecuatoriana concede importanciafundamental al anlisis de la constitucin y prcticas de los actores,tanto en el plano discursivo como en la accin, ms que a intenciona-lidades atribuidas apriorsticamente desde un anlisis supuestamenteestructural. Por ello, el trabajo que se presenta en las pginas siguien-tes presta especial atencin al contexto social especfico que enmarca yproduce (parcialmente) a los actores, sus referencias culturales. Tam-bin se argumenta en torno a las implicaciones de la diversidad origi-naria y de intereses que confluyeron en el primer Partido SocialistaEcuatoriano (PSE), fundado en 1926, en su proceso de constitucin ydiferenciacin posterior.

    Para lograr lo anterior, primariamente habra que distinguir dosfuentes: orgenes sociales internos e influencias externas, fundamental-mente de orden terico, cuyo proceso de relacin y posible unificacinfue harto conflictivo, segn se argumenta en el trabajo. Estos conflictostuvieron una profunda y evidente influencia tanto en las modalidadesde constitucin como en la diferenciacin primaria de la izquierdaecuatoriana3.

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  • Se argumentar que el primer PSE se constituy originariamentecomo el punto de contacto entre la revuelta popular, sus simbologas yexpectativas, por una parte, representadas en el movimiento social de1922, y la ideologa terica (Rud, 1980), representada en el anarquis-mo inicialmente, de manera fugaz, y luego en el marxismo, por otra.Esta ltima, con el paso de los aos ir cobrando preeminencia y oscu-reciendo al primer elemento endgeno del socialismo originario,hasta hacerlo casi desaparecer, simtricamente a la constitucin y mo-nolitizacin del leninismo en su versin estalinista.

    La ideologa terica asumida por el PSE -el marxismo de los vein-tes-, radicalmente marcado por la experiencia sovitica, tampoco sepresenta en toda la poca de manera homognea. Por el contrario, sepercibe a su interior una diferenciacin creciente entre una expectati-va nacional y su anlisis correlativo de las fuerzas, agentes y sentidode la transformacin socialista, y otra perspectiva internacional, consus propios diagnsticos, sujetos y propuestas. Ello genera tensionesque desembocan en la divisin entre socialistas y comunistas, por lomenos en esta primera fase de la izquierda marxista4

    Para la elaboracin de este trabajo se han consultado de maneraprivilegiada tanto fuentes provenientes del marxismo-historicismo(Thompson, Rud), como del postmarxismo en la Ciencia Poltica (La-clau), la filosofa poltica y sociologa, centrndose tericamente el an-lisis en las fuentes marxistas y postmarxistas. Se ha consultado tambinde manera exhaustiva los trabajos previos sobre el tema en Ecuador yla literatura latinoamericana sobre la historia poltica de la izquierdasocialista de la poca. (Caballero, Godio, Alba entre otros). El trabajose sustenta adems en indagaciones de fuentes primarias (documentosy actas, peridicos, declaraciones, memorias, hojas volantes); comple-mentariamente se recogieron seis testimonios personales de actores dela poca, a fin de articular una visin global, en lo posible. (Ver anexometodolgico, infra).

    El trabajo plantea y desarrolla los siguientes argumentos centrales:(1) La izquierda ecuatoriana en sus orgenes aparece como resultado

    de un proceso endgeno a la sociedad nacional, cuya manifestacinms destacada es el movimiento social de 1922 en Guayaquil, enel que emergen los elementos populares de cuestionamiento alorden existente, integrados a un discurso ambiguo, que toma la

    LOS ORGENES DE LA IZQUIERDA ECUATORIANA / 17

  • forma de anarquismo para las dirigencias artesanales y gremia-les del momento;

    (2) En este punto se integran las acciones autnomas de protesta po-pular con elementos previos provenientes de las prcticas socialesy las concepciones y cultura tradicionales, arcaicas de los acto-res populares, social e histricamente situados. Por ello, para en-tender el proceso en su complejidad global se hace necesario pe-netrar, aunque sea someramente, en las simbologas y sustratosculturales preexistentes del movimiento gremial y popular;

    (3) Este proceso se inserta en un contexto en el que se presenta un es-pacio nacional embrionario, es decir en proceso de conforma-cin, que acota diversos campos sociales y por tanto diferenciadospara los actores a nivel regional;

    (4) Lo anterior se expresa en el primer PSE, y la accin de este no pue-de ser entendida sin acudir a una explicacin que tome en cuentala regionalidad y fragmentacin de la sociedad y espacios nacio-nales embrionarios;

    (5) Por otra parte, es necesario atender a la importancia de la relacindel PSE con la Internacional Comunista, en referencia a la divi-sin entre socialistas y comunistas, ya que a lo largo de este traba-jo se argumenta que esta relacin aporta al desdibujamiento de lasrelaciones del PSE tanto con las bases sociales populares, produc-toras del movimiento de 1922, como con la intelectualidad prove-niente de los sectores medios, haciendo que el partido priorice elacceso ideolgico a la definicin del proyecto socialista, sobre labase de esquemas y valores que emanan de la Internacional Co-munista (IC, Comitern o III Internacional);

    (6) Al divorciarse el PSE de sus referencias sociales y optar por elmodelo cominteriano, su discurso se dirige hacia actores socialesinexistentes, generndose as interpelaciones que no encuentran alos sujetos sociales a los que supuestamente se destinaban, cayen-do as el discurso en un creciente vaco societal;

    (7) Por otra parte, a raz de su ligazn ntima con el discurso de la IC,el PSE opt por un modelo organizativo homogneo y homoge-neizante, en medio de una sociedad profundamente heterogneay fragmentada, impidiendo que se exprese la diversidad y se cons-truya un discurso y esquema partidarios que respondiesen a lasnecesidades nacionales, abrindose as el campo a una concepcin

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  • monoltica y esttica, cuya permanencia en la izquierda ecuato-riana es constante hasta nuestros das.

    El trabajo consta de cuatro captulos y un apartado de conclusio-nes. En el capitulo primero se describe el contexto y las condicionantesestructurales que enmarcan a la izquierda ecuatoriana en sus primerasfases: el proceso de conformacin de las urbes, los momentos de con-solidacin, ampliacin y modernizacin espasmdica del Estado5 alo largo del perodo 1895-1930, poca relevante a los objetivos del es-tudio; en este captulo se presenta tambin un recuento analtico-des-criptivo de los actores sociales subalternos y su activacin poltica enel mismo perodo.

    En el segundo captulo se introduce el anlisis de las relacionesdel pensamiento marxista, particularmente la versin leninista y esta-linista de la IC, con respecto a Latinoamrica, para as dar cuenta tan-to de las transformaciones de la percepcin de este organismo, comode sus procesos interiores (en tanto afectaron las polticas de la izquier-da latinoamericana), y las caracterizaciones que la izquierda marxistaecuatoriana adopt acerca de nuestro continente y pas, las cuales in-fluyeron directamente en las prcticas polticas que llev a cabo.

    En el tercer captulo se analizan los procesos constitutivos de laizquierda en la perspectiva de ser una opcin societal y poltica gene-rada endgenamente, focalizando la atencin en los aspectos cultura-les, las interacciones entre ideologa, simbologa, mito, teora y pue-blo, cuando aparece la izquierda como actor poltico relevante en el es-cenario nacional.

    El ltimo captulo se dedica a analizar el primer PSE (1925-1931), su conformacin, los fenmenos y procesos que llevan a su di-visin, lo cual se inscribe dentro de lo que denominamos anlisis ins-titucional, que en este trabajo se entiende como complementario conel captulo anterior, el cual enfatiz en una lectura cultural del proce-so poltico.

    En el apartado correspondiente a las conclusiones se presentan ensu integridad los elementos desarrollados previamente, relacionndo-los tanto con el proceso histrico global de la izquierda como con losproblemas actuales que esta enfrenta y las discusiones tericas en pro-ceso, para as dar cuenta de las implicaciones que esta tesis tiene respec-to a la comprensin actual de la izquierda ecuatoriana. Se acompaa

    LOS ORGENES DE LA IZQUIERDA ECUATORIANA / 19

  • un apndice metodolgico, que presenta de manera sinttica el proce-so de construccin de este trabajo.

    Finalmente, algunos conceptos bsicos a ser utilizados en este tra-bajo deben ser explicitados en sus significado, para evitar confusiones allector. Por clases subalternas o estratos subalternos se entiende a lossectores sociales que no se encuentran inscritos en el bloque de poder,es decir, aquellos grupos que se encuentran desplazados tanto de la dis-cusin de las opciones polticas que se abren, cuanto en la toma de de-cisiones final, y que se encuentran en una relacin de subordinacin res-pecto a las lites econmicas y sociales: subordinacin que se manifies-ta en la existencia de relaciones de dependencia de estos sectores subal-ternos respecto a los grupos o sectores hegemnicos en el plano social,poltico y econmico, sea en relacin a la estructura de la propiedad o alEstado, caracterizados por un status social jerrquicamente inferior.

    Se utiliza esta nocin correlativamente con la de grupo social su-balterno, ya que el tipo de insercin y relacin con los grupos y claseshegemnicas no slo se da en el espacio de la produccin (dependen-cia econmica) sino tambin en el plano de las identidades sociales au-toreferidas (dependencia ideolgica), como por ejemplo sera el casode los llamados sectores medios o clase media, cuya identidad sub-jetiva no se corresponde con una identidad simtrica a nivel de la pro-duccin. (Laclau, 1986: 126-130)

    Por modernizacin se entiende a tres planos distintivos de cam-bio: social, econmico y poltico, en los cuales a) a nivel econmicoexiste penetracin y desarrollo de relaciones mercantiles crecientes y elaparecimiento de la industria, aunque sea incipiente; b) se desarrollanlos grupos sociales conexos con una creciente importancia de las urbesen las funciones de control y reproduccin del sistema social global:existen fenmenos de movilidad social y creacin de nuevos actores so-ciales; y, c) a nivel poltico implica y designa el proceso de racionaliza-cin, diferenciacin funcional de las estructuras del Estado y la amplia-cin (aunque sea limitada tambin) de la participacin poltica, paraenglobar en la produccin de legitimidad a los nuevos estratos socialesproducidos por las modernizaciones econmicas y sociales. (Hun-tington, 1973)

    Este concepto requiere ser despojado de toda connotacin teleo-lgica, y debe ser ubicado mas bien como una serie de transformacio-nes que no llevan a un estadio superior, ms desarrollado de las re-

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  • laciones polticas (en contraposicin con un estado tradicional pre-vio), sino como una adaptacin reactiva y transformacin tendencial(matizada) hacia formas sociales de relacin propias de la penetracincapitalista, del despliegue del mercado y sus correlatos institucionales.

    En este trabajo, el concepto integracin se utiliza para denotarel proceso por el cual se construye un espacio comn entre grupos so-ciales y economas regionales antes dbilmente articulados entre s,aunque coexistentes en una misma formacin poltica. Esto implica unproceso de relacin creciente y un estado de diversidad entre diferen-tes microsociedades. As, integracin, en el caso ecuatoriano, se conci-be como el proceso de construccin (tarda) del espacio nacional (De-ler, 1987), de fusin de los escenarios adyacentes en un escenarioconcurrente de carcter nacional.6

    Notas:

    1 Por fundamentalismo terico o principalismo se designa un modelo de apropiacinde la teora que enfatiza los contenidos dogmticos de la misma, concibindola no comoun todo en movimiento, ni como una creacin histrica, sino como una suerte de cono-cimiento de carcter universal, transhistrico, donde los principios -o ncleos normati-vos de la teora- no se pueden cuestionar, y donde solo cabe una interpretacin de los mis-mos, correcta, revolucionaria, verdadera.

    2 Habra que aadirse el hecho de que en el anlisis se ha partido de una suerte de telos,en el cual los procesos reales han sido inscritos a la fuerza, perdindose toda posibilidadde entender el fenmeno como prctica poltica no predeterminada. Este telos se remitea la teora marxista del proletariado y la teora leninista del partido, locus privilegiado deaquel telos.

    3 Para efectos de este trabajo, se supone que la izquierda tiene una etapa fundacional, quees la que se aborda aqu. Otras etapas de diferenciacin poltica acaecen en la denomina-da poca refundacional (Bonilla, 1989), en los aos sesenta, bajo otras condicionantes.

    4 Dos cuestiones deben ser puntualizadas en lo referido a la ideologa terica original: enel primer PSE confluyeron no slo marxistas, sino tambin liberales radicalizados y sec-tores artesanales anarquistas y catlicos (costa y sierra). La segunda cuestin es que parala poca a que hace referencia este trabajo el Partido Comunista (PCE) no haba desarro-llado un discurso sobre lo nacional, que proceder a esbozar a mediados de los aostreinta, cuando una nueva poltica se establece al interior de la Internacional Comunista(IC). Los sectores socialistas, por su parte, tenan una visin an bastante nebulosa y po-co clara de lo nacional, visin que se aclara al calor de las disputas interfraccionales, den-tro del primer PSE.

    5 Tema que se ampliar posteriormente en este trabajo.6 Otros conceptos importantes sern desplegados en su significacin a lo largo del trabajo,

    donde corresponda.

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  • 1.1. Introduccin

    El impacto social y poltico de las transformaciones liberales, su-mado al crecimiento de la exportacin de cacao, a lo largo de las dosprimeras dcadas del siglo, son elementos de gran importancia paraentender las transformaciones que sufre el Ecuador en la etapa com-prendida entre 1895 y 1930, poca en la que aparece la izquierda socia-lista (anarquista y marxista) en el pas.

    Los intensos procesos migratorios, secuelas de la lucha liberal enbusca del poder y de las medidas de los gobiernos liberales despus de1895, se vieron tambin favorecidos por un contexto econmico ex-pansivo, hasta fines de la dcada del diez.

    Esto permiti el desarrollo de la urbe de Guayaquil (aunque Qui-to tambin tiene tasas altas de crecimiento en los mismos aos), desa-rrollo que implic la transformacin de antiguos sectores sociales, co-mo el artesanado, el cual en estos aos sufre una intensa diferenciacinsocial interna, con el desarrollo simultneo de procesos de acumula-cin de capital y proletarizacin, todo lo cual incide sobre las solidari-dades gremiales dentro del taller, as como signific el aparecimientode otros nuevos sectores sociales: trabajadores dependientes de las in-cipientes industrias de servicios, sectores urbanos relacionados con laexportacin de la pepa de cacao en sus fases terminales, entre otros.

    En este captulo se analiza los procesos econmicos, sociales y po-lticos relevantes para la comprensin del contexto en el cual emerge laizquierda ecuatoriana, contexto signado por el auge y la cada del ca-cao, por el crecimiento rpido de las urbes principales -Quito y Guaya-quil-, los procesos de diferenciacin social en general y al interior de losgremios y organizaciones artesanales. Por ello se penetrar tambin enel proceso de emergencia de los denominados grupos medios o cla-ses medias, relacionado a su vez con el crecimiento de las urbes y la ex-portacin. Tambin la integracin primaria del espacio nacional y laampliacin y modernizacin espasmdica del Estado en dos momen-tos clave de estos aos: 1895 y 1925.

    Captulo IEl contexto: Ecuador 1895-1930

  • Durante el perodo que se estudia a continuacin, el acceso a laparticipacin y decisin poltica, al Estado, se encuentra limitado a lossectores terratenientes tradicionales, agroexportadoores, bancarios yotros grupos emergentes que provienen de la revolucin liberal, articu-lados al poder militar de las montoneras que se transforman en ejrci-to regular.

    La cada de Los Alfaros y su posterior quema por parte de la po-blacin enardecida permite la consolidacin de los grupos agroexpor-tadores y bancarios en el poder estatal, aunque con la participacin deotros actores polticos, tales como los grupos terratenientes serranos,que haban sido desplazados del ejercicio directo del poder en 1895,con los cuales la fraccin plutocrtica encuentra puntos de acuerdo,que permiten su participacin limitada y subsumida en el Estado.

    Los sectores subalternos, por su parte, si bien carecen an de es-pacios de representacin poltica, ya desde fines del siglo XIX van cons-truyendo sus organismos sociales, los que a principios de siglo se en-contraban enmarcados en el gremialismo artesanal, pero que sufren uncreciente proceso de sindicalizacin durante el perodo que se estudia.Hacia fines de la dcada del diez y principios de la del veinte, estos sec-tores se activan polticamente, presentando sus demandas de manerascontinua y creciente al Estado, y presentndose en el escenario del Esta-do Oligrquico como grupos cuestionadores, articulados a las ideolo-gas socialistas, el anarquismo inicialmente y el marxismo despus.

    La cada de la plutocracia liberal, originada en la crisis del cacao yel cuestionamiento social de las clases y sectores subalternos (gremiosen transformacin a sindicatos, sectores radicalizados de la incipienteclase media y movilizaciones indgeno-campesinas) son los procesoseconmicos, sociales y polticos en los que se inscriben los orgenes delPSE, fundado en 1926, en el contexto de los efectos inmediatos de la lla-mada Revolucin Juliana, con la que algunos militantes del PSE estu-vieron cercanamente relacionados.

    De esta manera, los fenmenos estructurales de cada de la eco-noma agroexportadora, el aparecimiento y organizacin primaria denuevos grupos y sectores sociales, por efecto de fenmenos migratoriostanto como demogrficos, sumados a las transformaciones cualitativasde algunos de los viejos actores sociales populares, activa polticamen-te a amplios estratos y sectores poblacionales, los proyecta al escenario

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  • poltico, el cual sufre asimismo un proceso de ampliacin, a raz de laJuliana y el quiebre de la dominacin liberal-plutocrtica.

    Es importante tambin el nfasis en las diversidades regionalesque conforman el escenario nacional de la poca, el cual se presentafragmentado y pobremente integrado. En este sentido, los actores so-ciales y polticos se expresarn en formas de lucha, ideologas y discur-sos diferenciados, de acuerdo a los espacios regionales particulares enque se insertan.

    1.2. El cacao y la poca cacaotera

    Como se ha dicho, la poca en la que se origina la izquierda ecua-toriana se corresponde con el auge y cada de la agroexportacin ca-caotera, cuando emergen poderosos sectores sociales y econmicos li-gados a esta actividad, quienes organizaron los primeros bancos delpas y consolidaron el tipo de insercin del Ecuador en el mercadomundial, como productor de mercaderas de agroexportacin.

    Si bien el cacao ya era un producto de exportacin a fines del si-glo XVIII, fue en la poca republicana cuando el empuje de esta activi-dad impregna definitivamente la economa, la realidad social y la pol-tica de una manera central. A fines del siglo XIX los sectores agroex-portadores ligados al mercado mundial pueden plantearse el objetivode redefinir el equilibrio poltico nacional -cuyo eje era el poder terra-teniente de la sierra y el control de la fuerza de trabajo en la haciendaserrana- a su favor, mediante un acceso privilegiado y control del po-der estatal.

    Una de las caractersticas fundamentales del pas para aquel en-tonces radicaba en la fragmentacin regional: La entidad poltica quesurgi de la independencia fue un territorio sin nacin, fragmentadopor intereses y poderes locales. La Iglesia era la nica institucin es-tructurada que mantuvo vnculos en y abarc, ms o menos, todo el te-rritorio, formadora de las lites regionales y que evangelizaba a los in-dios, a pesar del distinto tipo de apropiacin cultural que del cristianis-mo hacan las etnias. (Arcos, 1986:280)

    La fragmentacin de los grupos regionales de poder era una rea-lidad que se extendi a lo largo de todo el siglo XIX, y que incluso has-ta nuestros das no se ha entendido en sus implicaciones globales. Ha-

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  • cia 1895, cuando la revolucin liberal llev a Alfaro al poder, el nivel deintegracin espacial del pas era extremadamente limitado. El caminode Guayaquil a Quito era largo, primitivo. El flujo y circulacin de mer-cancas entre las distintas regiones, reducido a fracciones diminutas, elmismo mercado nacional pareca un sueo (Ayala, 1976) y la lgica delenfrentamiento poltico se encontraba impregnada sustantivamente deesta realidad.

    El emerger de una economa exportadora regional en la Costa, li-gada al mercado externo, perfila una diferenciacin importante en elinterior de los sectores dominantes: por una parte quienes se encontra-ban vinculados a la hacienda serrana tradicional, latifundistas rela-cionados a la Iglesia como estructura, tanto ideolgica como poltica-mente (la Iglesia era el mayor latifundista del pas), proteccionistas ysin vinculaciones directas con el mercado mundial; por otro lado se en-contraban los agroexportadores, propugnadores de una poltica libre-cambista y de la apertura al mercado mundial, razn por la cual se en-frentaron a los terratenientes y sus aliados, reclutados entre los sectoresartesanales, de intereses tambin proteccionistas. (Cfr. Ayala, 1988 yDurn, 1988: 176)

    Los sectores populares tambin se diferenciaban de acuerdo a lascaractersticas econmicas y sociales de la regin a la que pertenecan1.En la sierra norte, sierra sur y regin agroexportadora se presentan dis-tintas conformaciones sociales. En la primera, por ejemplo, pervivenelementos comunitarios en simbiosis con la hacienda tradicional (Ar-cos, 1986: 172); en la segunda se encuentran sectores de pequeos ymedianos propietarios, a ms de una produccin que intermitente y li-mitadamente se articulaba al mercado mundial, va exportacin de cas-carilla o sombreros de paja toquilla (Cfr. Ayala, 1976 y Maiguashca,1988) durante los aos veinte y treinta del presente siglo. En la zonaagroexportadora se impulsaban relaciones salariales, aunque la fuerzade trabajo se encontraba an sometida a controles precapitalistas, quedieron paso creciente a relaciones salariales. (Quintero, 1980: 43 y s.s, yChiriboga, 1988: 80)

    El crecimiento extensivo de la plantacin y exportacin cacaoteraabri paso en las dcadas finales del siglo pasado a una concentracincreciente del poder econmico, lo que implic una dinamia focalizadaen las zonas exportadoras, proceso que se procede a analizar a conti-nuacin.

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  • 1.2.1. La poca cacaotera y la regionalidad

    Para comprender la conformacin de los polos de poder y loscentros urbanos del Ecuador de principios de siglo, es necesario teneruna perspectiva de la evolucin de la articulacin cacaotera al merca-do mundial, y la dinamia econmica que imprime al pas, cuestionesambas que marcaron profundamente la estructura social, poltica yeconmica en las primeras dcadas de este siglo.

    El volumen de la exportacin de cacao asciende vertiginosamen-te a fines del siglo XIX y principios del XX. En el ao de 1884 la pro-duccin fue de 184.578 quintales, mientras que en 1916 creci a1.079.252 quintales (Chiriboga, 1988: 110). La masa de dinero con quecuentan los sectores exportadores por efectos de este incremento im-presionante va, igualmente, creciendo de forma exponencial. Si a prin-cipios del auge exista en Guayaquil una sola casa comercial que cana-lizaba la exportacin de cacao y traa bienes importados, entre 1870 y1900 se fundan algunos bancos para cubrir un mercado en expansin.

    El capital comercial se complejiza al crecer y ampliarse los circui-tos comerciales y surgen nuevas instituciones financieras vinculadas alos grupos emergentes: en 1867 se funda el Banco del Ecuador; en 1885el Banco Internacional, antecesor del Banco Comercial y Agrcola(1894). En 1871 se funda el Banco de Crdito e Hipotecario, en 1888 elBanco Territorial y simultneamente abren sus puertas muchas casasde exportacin e importacin. El capital extranjero no jug un mayorpapel en el despegue del sistema financiero, ya que, segn Chiriboga(1988: 60-72) los nuevos grupos defendan sus propios espacios deacumulacin.

    La existencia de gran cantidad de dinero circulante, sumada a losbajos precios de los alimentos en el mercado internacional, posibilitanla importacin de alimentos para el consumo en la zona cacaotera dela costa. Si se considera adems los bajsimos aranceles de importacin,la importacin masiva de artculos tanto primarios como elaboradospor va del puerto de Guayaquil, poda constituirse en un elemento dis-locador de la produccin alimenticia y textil serrana. As, el nico ele-mento que protega a la produccin serrana, era, contradictoriamente,su desvinculacin con el mercado costeo, la inexistencia de un mer-cado nacional integrado, en parte gracias al largo y complicado trayec-

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  • to de Guayaquil a Quito, por lo menos hasta la terminacin del ferro-carril en 1908. (Chiriboga, 1988:73)

    La dinamia centrada en Guayaquil y la necesidad de mejorar la in-fraestructura portuaria para facilitar las labores de exportacin de lapepa de oro, amn de la disponibilidad de dinero, en el contexto deun creciente comercio de importacin y exportacin, hicieron posibleque el Estado lance desde fines del siglo XIX un programa de mejorasal puerto, que incluy la construccin del Malecn, calles, avenidas ams de programas de salud, tendientes a erradicar paulatinamente lasenfermedades que asolaban la ciudad.

    Para la misma poca empiezan a realizarse inversiones en reasmanufactureras, limitadas, y en industrias primitivas, pero que a me-diano plazo transformaron la fisonoma social del puerto. Este fenme-no de inversin se increment desde 1914, cuando la amenaza de unacrisis en la exportacin de cacao se visualizaba como inminente. SegnChiriboga (1988: 87-88), pueden diferenciarse dos tipos de actividadindustrial, segn el origen del capital invertido en ellas:

    ...para 1909 se haban instalado nueve ingenios azucareros...adi-cionalmente promocionaron industrias del calzado, fsforos y cerveza(industrias vinculadas a los exportadores cacaoteros)... Por otro lado es-tn aquellas industrias ligadas a los importadores ... galletas, fideos,chocolate y cigarrillos...2

    A estas empresas antes descritas habra que aadirse otras de ser-vicios pblicos: electricidad, tranvas, telfonos, lanchas, etc. Se debeanotar tambin la expansin permanente de la frontera agrcola, que serelaciona con la curva ascendente de las exportaciones, atribuible no amejoras tecnolgicas, sino a crecimiento territorial de los cultivos y usoextensivo de mano de obra. (Quintero, 1980: 51)

    La sierra central (espacio de transicin entre sierra norte y sierrasur) se encontraba ms vinculada a la costa y a su mercado, participan-do por esta razn, aunque de manera limitada- del auge cacaotero, loque no sucedi ni con la sierra norte ni con la sierra sur. Sin embargo,poco a poco, fenmenos de arrastre van involucrando tambin a lasotras regiones serranas, implicando procesos de modernizacin pun-tual de algunas haciendas, desarrollo del comercio y aparecimiento degrupos de comerciantes en nmero creciente, aparicin de fbricas(molinos, textiles, cervecera), bancos regionales, y apertura de casas de

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  • importacin, dependientes por lo general de matrices costeas dedica-das a esta lnea de negocios. (Chiriboga, 1988: 90)

    Desde 1908, ao de la terminacin del ferrocarril, y ms an des-de 1914, los circuitos comerciales internos se incrementan, especial-mente en lo referido a la circulacin de alimentos. As, se abre un am-plio mercado para los productos serranos, por efectos del alza sorpre-siva de los precios internacionales de los alimentos, a raz de la prime-ra guerra mundial. Este proceso coincidi con los primeros sntomasde una inminente crisis de la agroexportacin cacaotera, por lo que susefectos fueron, a pesar de amplios, ms limitados de lo que se poda es-perar. Evidentemente, la presencia del ferrocarril dinamiza profunda-mente la posibilidad de la ampliacin del comercio interregional. (Chi-riboga, 1988: 91, nota 46)

    Esta ampliacin va en ambos sentidos: sierra-costa y costa-sierra;es as como ciertos productos costeos, particularmente el azcar, pe-netran en el mercado serrano desplazando al azcar colombiano sinrefinar, que era el que se consuma antes de la inauguracin del ferro-carril. Gracias a ste, la expansin del mercado de azcar costea lleghasta la frontera norte del pas.

    En este proceso de integracin comercial y mercantil, diversos es-pacios regionales encuentran comunicacin entre s, y se potencian lasactividades productivas, especialmente en las haciendas situadas a losmrgenes de la lnea ferroviaria, particularmente aquellas aledaas a lacapital, Quito, que manifestaban un cierto espritu de empresa, al de-cir de diplomticos extranjeros de la poca. (Arcos, 1986: 277-278)

    Contemporneamente a la primera guerra, se abre la crisis del ca-cao, aunque ya se percibe cierto temor en los exportadores nacionales,a causa de los altibajos del mercado, desde fines de la primera dcadadel siglo. En 1916 y 1917 las colonias africanas de Inglaterra y Franciaempiezan a enviar su cacao directamente al mercado europeo, con loque las exportaciones ecuatorianas sufren un severo golpe.3

    La cada de la exportacin cacaotera provoca reordenamientosreactivos en la economa, de carcter puramente monetario, que per-mitan mantener la ganancia en sucres para los exportadores: se produ-cen devaluaciones sucesivas en la relacin sucre-dlar, de acuerdo a losaltibajos de los mercados cacaoteros y la cotizacin del producto en elmercado internacional. La crisis del cacao proyecta sus efectos en todos

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  • los mbitos: econmicos, sociales y polticos. (Carbo, 1978 y Pez,1986: 52-54)

    Sin embargo, los signos de la crisis son variados: no solo implicala desarticulacin de un modelo de acumulacin, sino que tambinabre espacio para un proceso de diversificacin incipiente de la produc-cin, que de todas maneras ya se poda percibir antes, pero con menorintensidad. En el anlisis de las caractersticas de esta diversificacin sedebe, nuevamente, tomar en cuenta la regionalidad: en la costa, la cri-sis se manifiesta tanto en la intensificacin de la produccin primariade artculos diferentes al cacao, y tambin en la produccin secundaria;en la sierra norte -en el espacio rural- se presenta un proceso incipien-te de modernizacin y de subdivisin hacendataria que dar origen auna embrionaria y muy limitada clase media rural con vnculos mer-cantiles. Hay tambin un modesto pero significativo proceso de indus-trializacin sustitutiva: entre 1900 y 1920 se formaron 53 estableci-mientos industriales, mientras que entre 1920 y 1930 se forman 66 em-presas, cifra que en los treinta asciende a 141 empresas nuevas. (Mai-guashca, 1988: 6-8)

    Esta diversificacin se evidencia tambin en otros datos: hasta1920 las exportaciones costeas ocupan del 60 al 80% del total nacio-nal de exportaciones; hacia 1946 su importancia se reduce a menos del50% del total: es perceptible un proceso creciente de descentralizaciny dinamizacin de la economa en todo el pas, cambios que son de or-den tanto cuantitativo como cualitativo, ya que esta diversificacin eco-nmica origina la dinamizacin de las diferenciaciones sociales, todo locual abre grietas en el modelo de dominacin. Estas grietas se manifies-tan en los estratos obreros y campesinos en la forma de una crisis dela autoridad paternal, mientras que entre los estratos medios, emplea-dos-burcratas, habra tomado la forma de una crisis de lealtad (Mai-guashca, 1988: 11-12).

    En la sierra norte, la diversificacin social abrir paso al emergerde un sector social de asalariados fabriles. La industria en la sierra nor-te, durante esta poca ha sido pobremente estudiada, salvo la rama tex-til, que cubra la mitad de los establecimientos, ms o menos (19 de 41)y exportaba productos hacia Colombia. (Maiguashca, 1988: 10)4

    En la sierra sur destaca la produccin de los llamados panamahats, que incrementaron los ingresos monetarios de sectores campesi-nos y urbanos de manera significativa, reemplazando as la lgica labo-

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  • ral hacendataria con una produccin artesanal que se realizaba en elmercado exterior. (Maiguashca, 1988:11)

    As pues, la crisis cacaotera abri un variado campo de posibili-dades econmicas. Los efectos a largo plazo de las reformas liberales yla construccin del ferrocarril tambin aaden su fuerza particular afenmenos y dinmicas integradoras del espacio nacional, generadorasde un embrin de mercado nacional, todo lo que en el campo de lo po-ltico implic y revirti en la crisis del modelo plutocrtico, y la posi-bilidad de establecer un proyecto modernizante del Estado y la institu-cionalidad, en 1925, mediante la denominada Revolucin Juliana(Pez, 1986: 71-72).

    1.2.2. Las ciudades: el nuevo escenario

    Los cambios acaecidos entre 1895 y 1930 tienen repercusionesdemogrficas y espaciales: las ciudades empiezan a manifestar un cre-cimiento importante, crecimiento que favorece la generacin de nue-vos grupos sociales de carcter netamente urbano, que se manifiestanen un espacio relativamente moderno5.

    Como ya se ha sealado anteriormente, durante esta poca se en-cuentran en marcha una diversidad de procesos productivos, que se co-rrespondan con las disimilitudes de los estadios de desarrollo entre lasregiones. Ello implicaba la existencia simultnea de gran variedad derelaciones sociales de produccin, lo que supona a su vez pluralidad desujetos sociales, bajo la hegemona del capital comercial (Plit, 1982:19), por lo que la renta cacaotera en su circulacin

    ...bajo la forma de mercancas, como capital dinerario y masaque irriga todo el sistema econmico, constituye el terreno de forma-cin de un conjunto de clases urbanas a lo largo del siglo XIX y comien-zos del XX, ubicadas mayormente en Guayaquil. (Plit, 1982: 22)6

    Para explicar el crecimiento poblacional de Guayaquil, un factorfundamental a ser considerado es la migracin interna, impulsada porla presencia de una economa monetaria y salarial en la costa, a lo quese sumaba la psima situacin del agro serrano y los efectos de las pol-ticas liberales, tales como la abolicin del concertaje (1918), la democra-tizacin relativa de la enseanza. Por otra parte, la produccin agroex-

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  • portable en su realizacin econmica produce la diversificacin de lasfunciones urbanas, lo cual aade fuerza al proceso en marcha, conjun-tamente con los factores antes mencionados: el desarrollo del comercioy la formacin de un sistema bancario, el desarrollo de actividades eco-nmicas de carcter terciario y el surgimiento de incipientes industrias,las que a su vez implicaban transformaciones tecnolgicas, nuevas ma-quinarias y procesos tcnicos (Rojas y Villavicencio, 1988: 24)7.

    En el caso de Quito, la ciudad tambin asiste a un proceso de cre-cimiento bajo nuevos patrones a principios de siglo. El estilo de creci-miento radial-concntrico, tradicional en la ciudad, da paso a un mo-delo de expansin urbana longitudinal, que abre nuevos espacios f-sicos, que transforman la fisonoma de la urbe y relocalizan a distintoslos grupos sociales. En 1900 se haba formado la Empresa de Luz Elc-trica, que en 1906 se asoci con capitales extranjeros, y en 1908 se do-ta de agua potable a la ciudad, presumiblemente a sectores limitados dela misma. (Vsquez, 1988: 218 y s.s.)

    En lo que hace relacin con el desarrollo industrial de la capital,un testimonio de 1915 seala la presencia de industrias textiles, cuyamaquinaria haba sido trada a lomo de indio, antes de la inaguracindel ferrocarril. Estas fbricas se encontraban en Chillo, Quito y Otava-lo. Como era de suponerse, el mayor desarrollo -constata el observa-dor- se produce a raz del funcionamiento del tren ...que facilit la en-trada al interior de toda clase de maquinaria Haba tambin fbricasde cerveza y cigarrillos, a ms de

    ...algunos talleres para aserrar, cepillar y moldear la madera pormedio de mquinas...una fundicin que trabaja hierro y bronce y unafbrica de calzado... (Vsquez, 1988: 214).

    Tambin es importante el crecimiento numrico de las hectreasurbanizadas en Quito, menor pero cercano al crecimiento de Guaya-quil en la misma poca (Cfr. Carrin, 1987). El cambio de carcter delcrecimiento (radial-concntrico a longitudinal) expresa a su vez un he-cho social en el que los nuevos grupos urbanos -y tambin las lites do-minantes tradicionales- redistribuyen su locacin en el espacio urbano,obedeciendo a nuevas lgicas sociales 8.

    No hay que descuidar el hecho de que Quito a inicios de siglo, en-tre 1900 y 1922, cuadruplica su superficie y su poblacin prcticamen-te se duplica, a lo que se debe aadir la consideracin del carcter espe-

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  • cial de la ciudad, en tanto capital y eje burocrtico del Estado. (Cfr. Ca-rrin, 1987; Bonilla y Pez, 1988: 76)

    De esta manera queda conformado el espacio fsico y las condi-ciones previas al aparecimiento de grupos sociales propios de concen-traciones urbanas relativamente grandes (en relacin a las condicionesde la poca). El incremento de la densidad poblacional en un nuevo es-cenario urbano presta asimismo la fundamentacin para que los nue-vos grupos sociales urbanos articulen sus primeras manifestacionespolticas.

    1.3. Las clases sociales y los grupos sociales

    Los primeros aos de este siglo fueron muy importantes en laconstitucin de los sectores subalternos y el aparecimiento inicial deuna estructura de clases de tipo moderno en nuestro pas. Duranteestos aos los procesos de diferenciacin y cambio social, resultado dela urbanizacin y la penetracin de lgicas propias del capitalismo enla economa, producen transformaciones intensas en los grupos subal-ternos, tal como sucede en los gremios, algunos de los cuales se trans-forman en sindicatos durante estos aos.

    La conformacin de una intelectualidad popular se posibilitaen este contexto 9: una intelectualidad y movimiento social desde aba-jo que cuestionan el modelo de solidaridad tradicional existente en eltaller, ya que las lgicas de diferenciacin social producidas por la ex-pansin del mercado y la lgica capitalista, irrumpen en este espacio,destruyendo los sustentos materiales y simblicos del apoyo mutuo ar-tesanal, abrindose as un espacio de conflictividad creciente en el in-terior del mundo artesanal.

    El proceso de disolucin de la solidaridad tipo patriarcal (Cfr.Maiguashca, 1988) se refleja tambin al interior del actor social artesa-nal10. Esta transformacin implica una diferenciacin a nivel organiza-tivo e ideolgico de los intereses de Maestros artesanos, Operarios yAprendices. As se va construyendo (por va de la intelectualidad popu-lar gremial) una conciencia e identidad autoreferida, que ir cargandosus tintes reivindicativos, pasando del nfasis en la ayuda mutua alcuestionamiento abierto de la estructura jerrquica al interior del ta-ller, conforme avanza la dcada de los diez. Simtricamente con lo an-

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  • terior, se produce el ingreso de las ideologas socialistas en el pas, en ra-zn de la integracin creciente del Ecuador en el sistema mundial, y lacorrespondiente ampliacin e internacionalizacin (an bastante limi-tada) que ello supone para la sociedad ecuatoriana. (Cfr. Pez, 1986)

    El proceso de crecimiento de los escenarios urbanos, a ms de im-plicar un aumento sustantivo de las aglomeraciones populares, provocatambin una diferenciacin social que fortific a los antes muy dbilessectores medios, tanto en trminos de su presencia numrica, como enreferencia a su presencia en los aparatos estatales burocrticos. Estosgrupos se encontraban en una situacin perifrica en relacin al sistemapoltico durante los gobiernos liberal-oligrquicos hasta 1925. La exclu-sin relativa de estos sectores posibilita a su vez el desarrollo de una in-telectualidad cuestionadora, vinculada fuertemente -en las dos primerasdcadas- al liberalismo radical, inicialmente, y posteriormente al socia-lismo terico, en particular al recientemente conocido marxismo. Aquse puede resaltar una gran diferencia con los sectores artesanales radica-lizados, especialmente costeos, que se relacionan con el anarquismocomo tradicin socialista principal, antes que con el marxismo.11

    El surgimiento de los grupos medios y la transformacin de lossectores artesanales se relaciona con la diversificacin productiva y elinicio del desarrollo de un mercado nacional, cuyas races pueden en-contrarse en la dinamia econmica posibilitada (contradictoriamente)tanto por el auge como por la crisis cacaotera . Por supuesto, este cre-cimiento y presencia de nuevos actores no fue homognea en todo elespacio nacional: la fragmentacin regional defini diversos escena-rios sociales, pero al mismo tiempo existan lgicas integradoras, queaunque primitivas, esbozaban la posibilidad de constitucin de un es-cenario de rango nacional, donde se pudiesen expresar y procesar losconflictos y demandas que la nueva organizacin social emergente im-plicaba a nivel global.

    En lo que se refiere a los sectores subalternos, esta fragmentacinse manifestaba claramente en la ndole diversa, en el espacio ideolgi-co, organizativo y de identidad, de los mismos, de acuerdo a la reginen que se encontrasen. En el caso de la organizacin gremial, esta erade distinto tipo en Quito y Guayaquil; por otra parte, la presencia delllamado problema indgena en la sierra la diferenciaba netamente dela costa en este aspecto. No es menos importante tampoco el sealarque estas diversidades de conformaciones histricas e ideolgicas revir-

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  • tieron en las discusiones que se realizaron dentro del movimiento gre-mial en referencia al posible carcter de las primeras organizaciones ar-tesanales de nivel nacional.

    Se encuentran dos lgicas que se presentan de manera simtrica,aunque con relaciones contradictorias: orgenes diversos, demandasrelativamente distintas, por una parte; organizacin a nivel nacional -o tendencias hacia la creacin de organizaciones nacionales-, por otraparte. De esta manera la fragmentacin de los sectores subalternos di-ficultaba la generacin de un proyecto socialista que los interpelase in-distintamente como sujetos privilegiados -y unitarios, es decir concierta homogeneidad- en el discurso contestatario. 12

    1.3.1. Los gremios quiteos

    Los orgenes del movimiento gremial serrano, en particular quite-o, se encuentran directamente vinculados a la Iglesia Catlica y sus or-ganizaciones mutuales, gremios adscritos a las cofradas eclesiales (Pez,1986: 32). En 1892 fue fundada la Sociedad Artstica e Industrial de Pi-chincha (SAIP), de carcter gremial. Inclua organizaciones de artistas(msicos, escultores, pintores), sastres, plateros, carpinteros, zapateros,hojalateros, herreros y mecnicos, talabarteros, sombrereros y peluque-ros; en 1896, la SAIP fue clausurada en razn de su filiacin conserva-dora, que le hizo chocar con el recientemente constituido poder liberal.En su origen, la SAIP se relacion directamente con los sectores poste-riormente agrupados en el Centro de Obreros Catlicos (COC), here-dero de la tradicin gremialista de la Iglesia, fundado en 1906.

    La SAIP fue una federacin compuesta fundamentalmente porMaestros de los talleres artesanales quiteos, que trataban de defenderla produccin artesanal nacional frente a la importacin de manufac-turas y la baja de barreras arancelarias postuladas por los librecambis-tas. Estas demandas del mundo artesanal confluan con los intereses dealgunos sectores terratenientes, ya que el espritu del progreso les ha-ba llevado a impulsar un incipiente desarrollo industrial, por lo queresulta ingenuo afirmar que estos sectores fueron simplemente instru-mentalizados por los dirigentes polticos conservadores, quienes man-tuvieron la direccin de la SAIP de manera prcticamente total desde1895 hasta 1925. (Durn, 1988: 174-177 y Luna, 1988: 1-20)

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  • 1.3.2. Los gremios costeos

    En Guayaquil, las organizaciones obrero-artesanales tienen comoantecedente a las asociaciones de beneficencia, con las que a veces seconfunden. Desde 1896 se organizan los distintos grupos de tipgrafos,panaderos, sastres, peluqueros y abastecedores de mercado: se funda laSociedad Hijos del Trabajo y la Confederacin Obrera del Guayas(COG), bajo los auspicios de un dirigente gremial de origen cubano:Miguel Albuquerque y Vives, quien fue calificado como anarquistapor la prensa catlica de la poca, cuando en realidad era un liberal ra-dicalizado, un tanto jacobino. (Pez, 1986: 34-36)13

    Las organizaciones guayaquileas son pragmticas, ya que suacento se coloca en la ayuda mutua, la instruccin y la recreacin de lossocios. Las organizaciones quiteas, por su parte, ...mantuvieron has-ta 1925 un discurso principista, abstracto, en defensa de los principioscatlicos, mientras las organizaciones porteas pasan de un pensa-miento de orden mutualista y proalfarista hacia un pensamiento anar-quizante y posteriormente socialista (Durn, 1988: 177-180). Las orga-nizaciones serranas consideraban la huelga como un mecanismo dis-rruptor de la comunidad laboral, la cual era concebida como la uni-dad armnica de maestros, operarios y aprendices, en tanto que los gre-mios guayaquileos haban empezado a usarla ya desde fines del sigloXIX para impulsar sus reivindicaciones.

    Luego de la revolucin liberal aparecieron en la costa ecuatorianaalgunos dirigentes gremiales de origen extranjero (como el caso de Al-buquerque), con vagas ideas socialistas y anarquistas. En la prensa gre-mial del Guayaquil finisecular aparecen algunos signos de rebelda, co-mo en el caso de la publicacin El Obrero, de la Sociedad Tipogrfi-ca del Guayas, donde aparece el trmino socialismo como smbolo deredencin (Albornoz, 1972: 92 y Pez, 1989: 33-37).

    En 1909 se celebr el Primer Congreso Obrero Nacional, al queacudieron 28 representaciones. La sede del Congreso fue Quito; once delas 28 representaciones correspondan a Consejos Municipales, 20 te-nan su base regional en la sierra mientras las ocho restantes provenande la Costa, representando a tres provincias de esta regin. Trece de lasdelegaciones integraron algn doctor entre sus miembros, pero nin-guna de las cinco delegaciones del Guayas tenan esta caracterstica.14

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  • Asimismo, las representaciones guayaquileas tampoco prove-nan de los gremios artesanales clsicos: dos de ellas eran de asalaria-dos, otras dos de pequeos comerciantes y la restante de trabajadoresen general. Esto evidencia grandes diferencias entre las organizacionesrepresentadas en el Primer Congreso Obrero Nacional, de acuerdo alos clivajes regionales y el grado de desarrollo de las economas urba-nas en cada caso.15

    En el Segundo Congreso Obrero Nacional, celebrado en 1920,apareci el problema del contenido y sentido de la palabra obrero yde quienes podan ser los representantes legtimos de los trabajado-res16. A este II Congreso solo podan asistir quienes fuesen previamen-te calificados en su condicin de obreros, lo cual desplazaba a losdoctores de la posibilidad de asumir representaciones gremiales.Otro punto muy importante fue la discusin sobre la relacin de losobreros con los sectores populares: mientras los artesanos quiteos sequeran diferenciar claramente de los otros grupos populares, los tra-bajadores guayaquileos se identificaban con ellos.17

    Tanto costeos como serranos manifestaban una identidad deprincipios en lo referido a la necesidad de la redencin de la raza in-dgena, desde una perspectiva paternalista, ya que los indgenas noeran siquiera tomados en cuenta al momento de conformarse las So-ciedades Protectoras de la Raza Indgena planteadas en el Congreso(Durn, 1988: 182-191). Este tema es clave, ya que en aquellos aos seprodujo un incremento sustancial del conflicto social en el agro serra-no: se puede entonces percibir un distanciamiento entre las percepcio-nes de los sectores artesanales urbanos respecto a los grupos subalter-nos citadinos, de acuerdo a sus orgenes regionales, pero simultnea-mente una actitud de incomprensin compartida respecto a lo indge-na; los grupos subalternos urbanos y rurales se encuentran distancia-dos. En el caso de los artesanos asistentes al II Congreso Obrero, ellosparticipaban del diagnstico tradicional de las lites dominantes acer-ca de las etnias.18

    Tanto las organizaciones artesanales como obreras y las asocia-ciones de empleados (dependientes del Estado) carecan de espaciosorganizativos de integracin a nivel nacional: la regionalidad era elmarco, tanto ideolgico como organizativo, para su desarrollo. Inclusola Institucin Militar, las Fuerzas Armadas, no eran percibidas comoun aparato de carcter nacional, ya que la alta proporcin de oficia-

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  • les provenientes de la sierra Norte, en particular de Quito, implicaba eldominio regional sobre la Institucin. (Maiguashca, 1988: 27)

    Las organizaciones de las clases subalternas no rebasan entoncesel marco de lo regional. Esta fragmentacin y localismo que caracteri-za al incipiente movimiento obrero-artesanal es indicativa de la multi-plicidad de intereses existentes, dependientes de las diversas articula-ciones sociales en cada espacio particular. Si miramos en perspectiva,esto implica la coexistencia de diversos proyectos societales subalter-nos19. Esta circunstancia tendr importantes repercusiones cuando seconforma el primer Partido Socialista Ecuatoriano (PSE) y se produce-posteriormente- un proceso de homogenizacin y bolchevizacin, queno puede dar cuenta de la diversidad de sectores sociales y proyectossocietales en los sectores subalternos de la sociedad y menos organizarsu presencia poltica concertada en la escena nacional.

    1.3.3. Los sectores medios

    Entretanto, los procesos de expansin urbana, la ampliacin delas redes y circuitos comerciales, la diversificacin de la economa y elcrecimiento y diferenciacin del Estado posibilitan el aparecimiento desectores medios, cuyo peso poblacional va ascendiendo dentro delmundo urbano de la poca.20

    La influencia intelectual y moral de la Reforma Universitaria deCrdoba21 impact profundamente en estos sectores, particularmenteen la recientemente nacida intelligentsia de la clase media. A esto sesuman las experiencias de la Revolucin nacionalista china de Sun-Yat-Sen, y muy particularmente aquellas provenientes de la RevolucinMexicana y la Revolucin Rusa, como trasfondo contextual. Todo elloprovoca una serie de respuestas sociales en la intelectualidad latinoa-mericana, que inicia una suerte de marcha al pueblo, 22 en la que laclase media emergera como lder de los movimientos nacional-popu-lares y revolucionarios en Amrica Latina. (Aric, 1980a: XLIII)

    La complejizacin producida en la sociedad ecuatoriana exiga denuevas modalidades de flujo de poder, de organizacin institucional yde interaccin social. La crisis del cacao, en sus mltiples efectos, abripaso a una poca de creciente conflicto social, que se expres en el cues-tionamiento de los sectores artesanales, las insurrecciones campesinas,

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  • los intentos armados de algunos grupos polticos (la aventura de Jacin-to Jijn y Caamao en 1924) y los movimientos al interior de las Fuer-zas Armadas, institucin que haba crecido significativamente durantelas primeras dcadas del siglo.

    Los sectores populares, aunque de manera espasmdica y seg-mentada, intentaron nuevas vas de expresin, al igual que los gruposmedios (empleados, intelectuales y estudiantes), proceso en el cual lle-garon a fuertes enfrentamientos con el Estado y los grupos sociales do-minantes, que se expresaron claramente en el carcter de las luchas so-ciales de los aos veinte y treinta.

    Maiguashca seala la influencia profunda que tuvieron los cua-dros militares en la formacin de la mentalidad de los sectores mediosen los aos veinte y treinta. Este importante grupo de empleados de-safi ...por otras vas...la relacin secular entre dominantes y domina-dos, tal como lo hicieron en otras formas, los artesanos, los obreros fa-briles y los trabajadores rurales (1988: 22).

    As, el grupo de empleados militares se transform en el eje socialde las peticiones de racionalizacin del Estado, que por supuesto im-plicaba primeramente la burocratizacin de la carrera militar, en uncontexto en que las relaciones patrimoniales y clientelares impregna-ban a la institucin armada23 El choque entre el sistema clientelar y losempleados militares se produjo con particular fuerza dentro de los gru-pos de nuevos cuadros de la oficialidad, que pugnaban por establecerla carrera en base al mrito individual y mediante canales instituciona-les y reglamentados. El clientelismo reinante creaba condiciones quebloqueaban la posibilidad de transformar y racionalizar a la institu-cin, lo que llev a la oficialidad baja y media a impulsar un proyectode carcter reformista, la Revolucin del 9 de julio de 1925.

    1.3.4. El indigenado y el campesinado

    La situacin del campesinado y del indigenado se diferenciabaclaramente de la de los sectores sociales antes descritos (artesanos ygrupos medios): tradicionalmente ligadas a la hacienda serrana, las co-munidades haban logrado establecer una suerte de simbiosis [asim-trica] con ella; la hacienda fue, de esta manera ...un complejo meca-nismo donde operaban poderes contrapuestos y paradgicamente

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  • complementarios: el de la comunidad indgena y el del terrateniente.(Arcos, 1986: 272)

    Lo anterior, por supuesto, no niega la existencia de una explota-cin inclemente, pero directamente asociada al plano simbitico, y porello marcada de particularidades y especificidades que la diferencian dela relacin feudal en sus formas clsicas: ...una relacin de poder queno es, por cierto, la del amo y su vasallo (Ibid: 273).

    El espritu del progreso 24 de los hacendados serranos, la entre-ga a la Asistencia Social de las haciendas que haban pertenecido a lasrdenes religiosas, revertidas en gran parte al Estado por medio de laley de Manos Muertas (1906), y posteriormente alquiladas a arrendata-rios privados, son procesos que rompieron en gran medida el planosimbitico comunidad-hacienda, lo que, asimismo, provoc la reaccinindgena. Es por ello que no debe sorprender que en medio de esta l-gica de articulacin y resistencia de las comunidades, una de las reivin-dicaciones que se levantaron fuera el retorno al huasipungo 25 o a for-mas de relacin precapitalistas en el espacio hacendatario. Entre 1910 y1925 se contabilizan 11 grandes levantamientos indgenas, de los cua-les los ms conocidos son los levantamientos en Azuay, en 1923 y 1925y el de Leyto en 1923. (Albornoz, 1971: 71-82)

    Pues como lo seala con fuerza Aric, la realidad indgena era unelemento central de lo peruano -y de lo ecuatoriano tambin-, pero lacaracterstica de las intelectualidades de ambos pases es haberse cons-tituido a espaldas de esta realidad.(1980a: XLIII-XLV)

    El Estado Republicano se constituy sobre bases polticas, ideol-gicas e institucionales que mantenan inmodificada la herencia colonialy que instalaba de hecho un sistema cuasi medieval de estamentos je-rrquicamente organizados. (Aric, 1980a: XLIV) 26

    En este contexto, el discurso modernizador de la clase media y elmodelo latifundario-empresarial de los hacendados del progreso en-contr al indigenado como el mayor lastre histrico para consolidar elavance del capitalismo y la modernidad; instituyendo de esta maneraun anlisis -desde las lites- que implicaba la apologa del progreso tc-nico y que defina al indio como paradigma de ...perversin y estupi-dez, vagancia y estulticia (Arcos, 1986: 273).

    De esta manera se identifican modernidad y racismo dentro deldiscurso de las lites, tanto al interior de los grupos emergentes comode los dominantes, pero con una particularidad proveniente de la tra-

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  • dicin catlica que define a este racismo de una manera especial: el in-dio es, a pesar de todo, hermano en Cristo. Arcos seala, no sin iro-na, que esto estaba motivado tambin en necesidades pragmticas, yaque los indgenas eran ...la nica e insustituible fuerza de trabajo. As,la sociedad defini a lo indio como un arquetipo negativo de la pro-pia cultura nacional (Ibid: 274).

    En esta situacin, diversas gamas de sujetos sociales y grupos so-ciales se instituan (es decir se reconocan a si mismos como tales) plu-ralmente, de modo concurrente con frecuencia, pero muy pocas vecesde manera recproca, lo que produjo la parcelacin extrema de con-ciencias y conflictos, como analiza Carlos Franco (Cfr. 1983) en refe-rencia al caso peruano, anlisis que puede ser extendido a nuestro pas,donde tambin coexistan

    ...movimientos indgenas milenaristas, rebeliones antilatifundis-tas, movilizaciones bajo el mando de caciques polticos locales, deman-das regionalistas y anticentralistas, dirigidas por los seores de la tierra,reclamos por el salario y/o por la determinacin de la jornada de traba-jo, protestas circunscritas localmente contra la presencia de compaasextranjeras, levantamientos contra el fisco. (Franco, 1983: 141)

    Todo ello expresaba la heterogeneidad de condiciones de vida, in-tereses y conciencia de los diversos grupos sociales. Los sectores socia-les subalternos, probables portadores de lo nacional, se deban inter-pelar recprocamente, se deban sumar para conseguir tanto la cons-truccin de la nacin como para lograr ampliar los espacios de parti-cipacin poltica e impulsar la bsqueda de un proyecto societal alter-nativo. Se requera para ello de una alianza interclasista, interregional eintertnica para conseguir estos objetivos, como haba planteado Ma-ritegui. (Ibid ant.: 152-153)27

    1.4. El Estado y su modernizacin espasmdica

    El trmino mismo modernizacin se presta a muchos cuestio-namientos, pero no tanto en lo que se refiere a su capacidad explicati-va de algunos aspectos de los procesos sociales y polticos28, sino entanto prescribe una visin de sentido, teleolgica, cargada de valoressesgados respecto al deber ser de la sociedad.

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  • El proceso de modernizacin como tal es resultado del juegodiverso de las fuerzas sociales y polticas, especfico en cada sociedad,es decir, histricamente situado. Las formas de quehacer tradicional(tipo ideal contrapuesto a lo moderno) no son necesariamentereemplazadas por las nuevas modalidades modernas de accin pol-tica, sino que se enlazan con ellas, reproducindose a su interior, nosiendo de ninguna manera parte de un proceso histrico con un sen-tido definido que deba descartarlas. Esto es an ms relevante en el ca-so de las sociedades capitalistas tardas, perifricas, en las que el des-pliegue de la modernidad29 se relaciona con la penetracin del capita-lismo y no con un desarrollo endgeno del mismo, como es el caso dela sociedad ecuatoriana.

    La penetracin de la modernidad (y de sus lgicas) debe ser con-cebida como un proceso complejo, que no denota avance ni destinoa futuro, sino que se relaciona con una adaptacin funcional a las lgi-cas del capitalismo, la penetracin del mismo al interior de la sociedadnacional, la articulacin de esta al mercado mundial y las consecuen-cias sociales, econmicas y polticas que produce este proceso.

    Todo proceso modernizador tiene su desafos, especficos a la si-tuacin nacional en la que se inscribe. En lo que se refiere al caso ecua-toriano, la integracin escasa del espacio nacional, tanto geogrfica co-mo polticamente, a inicios de siglo, implic la existencia de un fuerteclivaje regional y la presencia de un poder fragmentado, en una grancantidad de microsociedades, laxamente articuladas a nivel regin, yan menos relacionadas con un escenario global, de rango nacional.

    Por ello, en la primera dcada del siglo no se puede encontrar ple-namente desarrolladas a ninguna de las fuerzas consideradas aliados-clave de las posibles tendencias modernizadoras: la burocracia civilcentralizada no exista, as como tampoco (an) un ejrcito con preten-siones modernizantes (Huntington, 1972: cap.3). Estos grupos empie-zan a cobrar fuerza y actuar a finales del perodo al que se hace referen-cia en este trabajo, en un contexto de crisis de lealtad (Cfr. Maiguash-ca, 1988) al Estado liberal-oligrquico y los mecanismos de dominacinpoltica del mismo, lo que a su vez implicaba una crisis de legitimidad.

    A pesar de lo anterior, en la poca a que este trabajo se remite sepuede encontrar dos momentos claros de expansin (diferenciacinfuncional) y racionalizacon del aparato estatal, intentos de moderniza-cin que no llegaron a cobrar la amplitud propuesta por sus propulso-

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  • res: en la primera fase liberal, durante el perodo 1902-1910, y a raz dela revolucin juliana (1925). En estos momentos se puede observar loque podra denominarse modernizacin espasmdica del Estado yaque estas coyunturas aparecen como impulsos frustrados en su gradode amplitud y profundidad, a pesar de la gran significacin que tuvie-ron en su momento.

    1.4.1. La crisis de lealtad: burocracia, ejrcito y modernizacin

    Con respecto a los grupos bsicos que las teoras de la moderni-zacin ubican como centrales para apoyar un proceso de moderniza-cin del Estado, la burocracia y el ejrcito -o la institucin militar-, ca-be realizar algunas precisiones. A raz del proceso de diversificacin es-tatal que acaeci entre 1900 y 1910, los empleados estatales empezarona constituirse como un grupo con personalidad propia (Maiguashca,1988: 19). Estos empleados se articularon a redes clientelares, en pri-mera instancia, para garantizar condiciones favorables para sus ascen-sos burocrticos 30, dentro de la lgica propia del modelo liberal-oli-grquico.

    Pero desde 1920, el cuestionamiento a esta orientacin parti delos propios empleados estatales, los cuales se vieron afectados en susintereses por la depreciacin monetaria creciente y el impacto de lamisma sobre los grupos de ingresos fijos, a resultas de la crisis cacaote-ra; as se produjo la ya mentada crisis de lealtad que segn Maiguash-ca (1988: 19 y s.s) ser uno de los elementos fundamentales que permi-ten comprender el comportamiento de los grupos burocrticos y mili-tares en los veinte y treinta. A esta crisis de lealtad se suma otra crisis, deautoridad paternal, que afectaba a los estratos artesanales e indgenasy campesinos, grupos subalternos no ligados directamente al Estado.

    En el caso de la Institucin Militar, el ejrcito que apareci a razde la revolucin liberal se encontraba igualmente marcado por el cau-dillismo y caciquismo en su organizacin institucional. Como la mismaRevolucin Liberal, estaba conformado por una coalicin de fuerzas dediversas proveniencias e intereses, desde las montoneras costeas hastalos ejrcitos informales de los liberales serranos, como puede ser ejem-plificado en los casos del coronel -posteriormente general- Julio Andra-de o los ejrcitos del coronel Carlos Concha en Esmeraldas y Manab.

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  • Los intentos de modernizacin de la institucin militar seranmas bien tempranos, ya que en 1897 se propuso, por va del mismo ge-neral Andrade, uno de los caudillos militares, entonces legislador, unproyecto de modernizacin que no pudo ser llevado a cabo, mante-nindose el modelo cacical, que vinculaba totalmente al ejrcito a lasbanderas polticas civiles, con el apoyo del mismo Eloy Alfaro, quiencontaba con los pronunciamientos como un recurso constante pararesolver los permanentes impasses polticos y posibilitar de esta mane-ra su propio proyecto. 31

    Desde el bloque modernizador liberal, la subsecuente racionali-zacin del ejrcito era contradictoria con la posibilidad misma del ejer-cicio del poder, ya que la coalicin alfarista era bastante endeble en tr-minos polticos, y su posibilidad de definir a su favor las situaciones co-yunturales implicaba necesariamente la capacidad de maniobrar la c-pula militar, sobre la base del despliegue de solidaridades personales yno institucionales.

    1.4.2. Los espasmos de la modernizacin poltica y social

    El primer gobierno de Alfaro, hasta 1900, manifest incapacidadpoltica de llevar a cabo los postulados liberales, las transformacionesradicales propuestas en 1895. Se argument, en primera instancia, quelas transformaciones deban esperar para no asustar al pueblo fanti-co e ignorante; sin embargo, los sectores ms radicales del liberalismoseguan propugnando la transformacin, dividindose as el partido li-beral en dos alas: radical y moderada. Esta escisin es visible desde elCongreso de 1896, en el que:

    ...si se estudia con detenimiento el diario de los debates, se pue-de ver con claridad que empiezan a esbozarse dos bandos bien defini-dos (al interior del Partido Liberal, N.D.A.): uno que quiere una realreforma poltica y otro que se opone a todo paso en ese sentido, argu-mentando la necesidad de la cautela. (Albornoz, 1971: 5)

    Las primeras reformas que plante Alfaro en el poder fueron di-rigidas a negociar las nuevas relaciones entre Iglesia y Estado, y tambina posibilitar la construccin del ferrocarril: parece que Alfaro no quisoen realidad romper con la Iglesia, sino solamente obligarla a que acep-

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  • te las reformas liberales (Ayala, 1988: 126). La ms radical redefinicinde las relaciones entre estas dos instituciones sera llevado a cabo en elgobierno de Leonidas Plaza Gutirrez, entre 1901 y 1906.32

    Plaza, en su primer gobierno, llev a cabo las transformaciones li-berales mediante un acuerdo entre los diversos sectores: controlabatanto al ejrcito como al Parlamento, mediante una entente a la quehaba llegado, tanto con sus opositores dentro del liberalismo comocon los sectores conservadores, acuerdo que hizo que entregue

    ....varios cargos pblicos y hasta secciones enteras de la admi-nistracin seccional a conservadores dispuestos a colaborar. Esto se viocomo una contradiccin, puesto que en el gobierno de Plaza se efec-tuaron las reformas ms radicales del Estado Laico, ante varias de lascuales el propio Don Eloy haba dudado, por considerarlas muy tem-pranas. (Ayala, 1988: 129-130)

    De esta manera, las transformaciones logradas en el plano polti-co, en la relacin Iglesia-Estado cerraron el paso a las transformacionessociales liberal-radicales, ya que Plaza ofreca garantas al latifundismoserrano para poder concentrar su ataque especficamente contra laIglesia Catlica: ya no se habla de la abolicin del concertaje como rei-vindicacin central e impostergable del liberalismo, sino que -por elcontrario- esta reforma se condicionaba a los intereses terratenientes.(Ibid: 130)

    El bloque liberal que haba ascendido al poder en 1895, con elapoyo de los sectores agroexportadores costeos y de algunos sectorespopulares movilizados al calor de la alfarada33, sobre la base de un pro-yecto poltico democrtico-radical, que pona su acento en la reivindi-cacin del derecho a la posesin de la tierra y la supresin de las insti-tuciones como el concertaje, fue reemplazado por una alianza de inte-reses entre los sectores dominantes clsicos, sobre la base de la acepta-cin de un programa de modernizacin poltica limitada y la congela-cin de los procesos de modernizacin social inducidos desde el Esta-do. (Ayala, 1988: 120-123)

    Sin embargo las bases de este nuevo modelo de ejercicio del poder,las posibilidades de que este acuerdo se estabilice, eran an dbiles, porlo menos hasta 1912. En 1906, Alfaro retom el poder, luego de la lla-mada campaa de los 20 das, un tpico pronunciamiento militar quele abre paso al Estado, con el apoyo coyuntural de diversos sectores:

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  • Alfaro triunf esta vez contra el grueso de la burguesa (agrooex-portadores cacaoteros, banqueros costeos, importadores, N.d.A.) y ellatifundismo, con el respaldo del Ejrcito, de amplios grupos populares(especialmente artesanos guayaquileos, N.D.A.), de los intelectualesradicales del liberalismo, as como con el apoyo de un sector minorita-rio de la burguesa34 con intereses en la industria y, desde luego, la ayu-da definida de la compaa del Ferrocarril, dirigida por Mr. Harrnman.Es preciso adems anotar que Don Eloy recibi aqu el apoyo coyuntu-ral de un sector del latifundismo serrano, con intereses en la industriay necesitado de proteccionismo. (Ayala, 1988: 132)

    As pues, la atribucin de intereses estructuralmente definidos oecuaciones simplistas (burguesa igual proyecto modernizador; lati-fundistas igual rea