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LOS MÚSICOS MORELIANOSY SUS ESPACIOS DE ACTUACIÓN,

1880-1911

Alejandro Mercado Villalobos

LOS MÚSICOS MORELIANOSY SUS ESPACIOS DE ACTUACIÓN,

1880-1911

Alejandro Mercado Villalobos

Gobierno del Estado de MichoacánSecretaría de Cultura

H. Ayuntamiento de Santa Ana MayaCentro de Investigaciones en Geografía Ambiental, UNAM

(Distribuidor)

Ilustración de portada: Jaime Nunó, autor del Himno Nacional, con la Banda deArtilleríaEl Mundo Ilustrado, Tomo II, México, Domingo 6 de octubre de 1901.Diseño de portada e interiores: Anaximandro Gutiérrez Tovar

Esta obra arbitrada por pares académicos se privilegia con el aval de las insti-tuciones coeditoras.

Los músicos morelianos y sus espacios de actuación, 1880-1911.Alejandro Mercado VillalobosEmail: [email protected]

Primera edición 2009Morelia, Michoacán, MéxicoDerechos reservados conforme a la ley

© GOBIERNO DEL ESTADO DE MICHOACÁN SECRETARÍA DE CULTURA

H. AYUNTAMIENTO DE SANTA ANA MAYA

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO, CAMPUS MORELIACENTRO DE INVESTIGACIONES EN GEOGRAFÍA AMBIENTAL(Distribución)

ISBN [Morevallado]

Impreso en México/Printed in Mexico

A mi abuelo SusanoA don Daniel SaucedoA don Carlos Bautista

Agradecimientos

El primero de estos va hacia Dios por permitirme el acercamiento a mis dosgrandes pasiones: la historia y la música, y por darme lo más preciado delmundo, la salud.

Una investigación sin la familia a un lado no es posible, máxime si setrata de soportar ausencias constantes a casa como esposo y padre. Por talmotivo, dedicó este trabajo a mis cuatro mujeres, quienes han estado al pen-diente de mis logros y aun más, los han hecho, como en realidad son, suyos.Gracias Flor, Ale, Ceci y Sofi.

Esta investigación contó con varios apoyos institucionales, sin los cua-les hubiese sido imposible culminar el proyecto.

En este sentido, agradezco a la Lic. Ramona Polino Coronado y a suequipo de trabajo de la Secretaría de Cultura de Michoacán; ellos, en 2005, meofrecieron todo el apoyo para lograr la presente investigación. De aquél proyec-to, se logró Los músicos morelianos y sus espacios de actuación, 1880-1910, que en la presente edición del Programa de Coinversiones, contó con laayuda del Mtro. Jaime Hernández Díaz, Secretario de Cultura, y de un grupoextraordinario de colaboradores, entre ellos, agradezco de manera especial a laLic. Selma Paola Sánchez Pérez, Jefa del Departamento de Programas Esta-tales.

Por otra parte, agradezco al Lic. Antonio Sosa López, Presidente Munici-pal de Santa Ana Maya el apoyo otorgado en esta edición, en especial al Lic.Anaximandro Gutiérrez Tovar, encargado de la Oficina de Comunicación Socialdel H. Ayuntamiento, quien se encargo del diseño de interiores y de la portada.

Finalmente, un apoyo institucional importante ha sido el del Centro deInvestigaciones en Geografía Ambiental, Campus Morelia, de la UniversidadNacional Autónoma de México, donde se realizó la revisión final y enriqueció enmucho el trabajo. En este caso, agradecer de forma especial al Mtro. PedroSergio Urquijo Torres, quien ha sido partícipe del buen término del texto queusted tiene en sus manos.

El estudio de la música y los músicos ha sido en extremo importantepara mí.

Desde que decidí dedicar tiempo suficiente al tema, supe que me enfren-taba a un reto enorme, transitado desde antes por extraordinarios investigado-res. Así, en mi camino por lograr la consecución de este esfuerzo, las observa-ciones hechas por el Dr. Álvaro Ochoa Serrano me permitieron ubicar detallesimportantes y más aun, empaparme de las ideas de un investigador de la músi-ca y los músicos que, “aunque no sepa ni tocar la puerta”, como él mismo hadicho a sus alumnos, consigue, en cada uno de sus trabajos iluminar el caminoque ha seguido la construcción de la historia de la música, además, ha presta-do su excelente pluma y realizado con ella el texto que aparece en la cuarta deforros de este libro, un gesto que nunca olvidaré.

Quiero agradecer también al Mtro. Sergio García Ávila, quien fuera miasesor de tesis de licenciatura y quien supo, en esa oportunidad, orientarme demanera adecuada para lograr el buen término de aquél trabajo, que sustenta engran medida el que se contiene en las siguientes páginas.

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De manera particular quiero agradecer al Dr. Gerardo Sánchez Díaz, quienha estado al pendiente de éste proyecto desde sus inicios. Él es uno de losmayores impulsores de la investigación histórica en Michoacán; a él dedicotambién este trabajo, que representa una pequeña contribución a la historia dela música en la entidad.

Finalmente, un agradecimiento a aquellos que han dedicado parte de sutiempo al estudio de la música en Morelia. Gracias inolvidable polígrafo Marianode Jesús Torres, músico y Licenciado Ramón Martínez Avilés, y musicólogoMiguel Bernal Jiménez, e historiadores actuales, Napoleón Guzmán Ávila yRicardo León Alanís; e historiadoras Juana Martínez Villa y Rosalba Mier Suárez.

Gracias en especial a tres historiadores excelentes, y mejores amigos.A Jorge Amos Martínez Ayala, por la pasión y entrega en el resguardo de

la música tradicional mexicana, y por las ricas charlas que hemos tenido acer-ca del arte, de nuestra música.

A Miguel Ángel Gutiérrez López, con quien compartimos el gusto por elarte de Euterpe, y con quien hemos debatido la importancia del rescate de lainvestigación musical.

A ellos dos, les debo mucho más, ya que me hicieron importantes obser-vaciones, que enriquecieron la presente investigación.

A Antonio Ruiz Caballero, con quien participo el placer de ejecutar uninstrumento musical, además, de compartir el interés por la investigación histó-rica.

En fin, vaya este trabajo por aquellos amantes de Euterpe, músicos ypúblico, que hicieron y han hecho del estudio de la música una pasión, y deltrabajo musical un jolgorio.

Alejandro Mercado VillalobosMorelia, Marzo de 2009

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Introducción

Morelia surgió a la modernidad luego de décadas de luchas intestinas. Duranteaños, facciones de personajes sobresalientes en la política nacional, pelearondenodadamente por conseguir implantar un sistema político determinado poruna convicción de grupo, negando la posibilidad de una vida pacífica y estable,de desarrollo social, económico y cultural. A partir de la llegada de Porfirio Díaza la presidencia de la República, en 1876, y mediante una política de concilia-ción y atosigamiento regional, la paz por fin tocó a las puertas de México.Entonces se reanudaron los programas administrativos en algunos casos y seproyectaron otros nuevos, encaminados a la concertación social y al desarrolloen casi todas las ramas de la administración pública.

En cuanto a la música en nuestro país, desde la naciente República sehabían organizado proyectos de instrucción y difusión del arte de Euterpe, estomediante la creación de asociaciones musicales. Orgullosamente para losmorelianos, José Mariano Elízaga, músico virtuoso nacido en Valladolid en 1786,fue precursor de la enseñanza musical en México, después de él siguieronotros personajes de la vida musical mexicana, quienes organizaron diversasasociaciones musicales a lo largo de la primera mitad del siglo XIX y parte de lasegunda, hasta el logro mayúsculo musical en el país, la creación del Conser-vatorio Nacional de Música.

En Morelia, la música había estado en una situación casi monolíticadurante la mayor parte del periodo colonial, definida por la limitante que daba ladirección musical por parte de la Iglesia. En este contexto, el desarrollo musi-cal estaba circunscrito a la actividad en templos y capillas, aunque algunosestudios recientes señalan la incursión del músico sacro, aquél dedicado ex-clusivamente a la música religiosa, en eventos mundanos, como las corridasde toros. Luego, con triunfo del movimiento de independencia, la música seliberó hacía formas e instrumentos no conocidos hasta entonces más que porreferencias documentales. Con el paulatino trance hacía un sistema políticoestable, la música caminó poco a poco hacia la conformación de un músicolocal, versado en el solfeo y en los estilos y formas determinadas por la músicaoccidental.

Hacia la mitad del siglo XIX se observan en Morelia los primeros indiciosde organización asociativa musical. Aparece y funciona la asociación musicaldel Sr. Botello entre 1846 y 1847, que inicia el movimiento de este tipo en laciudad. A partir de entonces, se registran varias corporaciones filarmónicas,destacando la dirigida por el músico Ramón Martínez Avilés hacía la década de1860, que vaticinan lo que sería la música en años posteriores. Precisamente,fue en el porfiriato donde se dispuso el “caldo de cultivo” necesario para que lamúsica en Morelia adquiriera tintes específicos y un desarrollo como nunca enla historia de la ciudad. ¿Qué sustenta tal afirmación?, el respaldo de los docu-mentos de la época, la prensa en especial, que enuncian una enorme variedadde actividades y programas musicales durante el porfiriato moreliano, así comola actuación en dichos programas de una cantidad significativa de bandas demúsica de viento, orquestas y grupos de cuerda, y también de músicos solis-tas, tanto hombres como mujeres.

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Bajo esta perspectiva, Los músicos morelianos y sus espacios de ac-tuación, 1880-1911 es un tema que surge a razón de dos intereses: uno perso-nal, relacionado a mi afición a la música, que me ha llevado a la necesidad deexhibir la actividad de un individuo que, en actuación en conjunto o como solis-ta, se convirtió en el punto de enlace entre mundos disímiles de la sociedad. Yotro historiográfico, alusivo a la ineludible obligación del estudio de un gremioque, como cualquier otro, merece un examen concienzudo y amplio, máxime sise trata de un grupo social negado hasta ahora al análisis histórico en unaépoca de desarrollo sin igual en el sentido artístico; muy pocas son las investi-gaciones dedicadas a la música en las regiones del país.

Desde este panorama, la música estudiada a través de sus ejecutantesse convierte en un tema interesante e inédito en la historiografía local. Esto esasí porque, si bien existen algunos trabajos dedicados al estudio de la músicaen la ciudad de Morelia, cierto es que en ellos no se ha tocado el tema desde laperspectiva del individuo y su actividad profesional, en más, la historiografíaexistente al respecto aborda el asunto a partir del estudio de la música, que nodel músico, y desde la óptica del examen de las instituciones musicales, queno de la actividad en si. En relación a lo anterior y pese a lo interesante quesuena hasta ahora el tema de la investigación del músico y la música queejecuta, justificar un ensayo como el que aquí presentamos requiere de unaapreciación historiográfica que sustente la novedad del mismo.

Al respecto, se tienen referencias de estudios sobre la historia de lamúsica porfiriana. El polígrafo Mariano de Jesús Torres y el músico RamónMartínez Avilés, publicaron, cada uno desde su particular estrado periodístico,una “Historia de la música en Michoacán y Morelia”. En dichos artículos, cadauno de ellos plasmó su visión acerca del tema; no obstante, coincidieron enuna historia que daba mayor importancia a la música relacionada al gusto delas elites, menoscabando la música de las mayorías, es decir, aquella queaglutinaba a amplios sectores sociales. Décadas después, apareció un breveensayo de un autor por demás importante en la música en Morelia. En unaedición fechada en 1962, Miguel Bernal Jiménez escribió La música en Valla-dolid de Michoacán, una obra dedicada, entre otras cosas, a legitimar la gran-deza histórica del actual Conservatorio de las Rosas de Morelia; se trata másbien de justificar la antigüedad de dicha institución, más que mostrar parte de lahistoria de la música vallisoletana.

Hasta ese momento y en años posteriores, los estudios sobre la historiade la música fueron realizados por periodistas, músicos y musicólogos; exis-ten algunas referencias sobre la música en Morelia en publicaciones relaciona-das con temas culturales, realizadas por éstos últimos pero son intentos másbien ligeros. Años después, los ensayos sobre temas musicales fueron orienta-dos por historiadores, quienes dieron al examen del tema musical un nuevoenfoque.

Desde la perspectiva del oficio del historiador, se publicaron algunos es-tudios sobre la historia de la música y las instituciones encargadas de la ins-trucción musical. En 1993 apareció El Conservatorio de las Rosas, obra coordi-nada por Napoleón Guzmán Ávila, en cuyas páginas se hace un recuento de lahistoria de la institución desde su antecedente más antiguo, el Colegio de San-

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ta Rosa María de Valladolid, hasta la actualidad. En dicho estudio participanademás los historiadores Ricardo León Alanís y Gerardo Sánchez Díaz, inves-tigadores expertos en temas michoacanos.

A este esfuerzo se sumó, años después, el de varios historiadoresegresados de la Facultad de Historia de la Universidad Michoacana de SanNicolás de Hidalgo, quienes encaminaron sus trabajos y tesis de licenciaturarespecto al tema de la música y la fiesta en la ciudad de Morelia. De estosintentos, dos pertenecen a historiadores que tienen nexos con el trabajo musi-cal, es decir, ostentan la profesión de músico, particularidad que distingue susinvestigaciones respecto al manejo del lenguaje musical y al conocimiento deinstrumentos musicales. El primero de estos, en orden de aparición, es el deMiguel Ángel Gutiérrez López con Los estudios musicales en la UniversidadMichoacana, 1917-1940, en el que aborda el panorama educativo musical en lamáxima casa de estudios de Michoacán desde una óptica interpretativa y críti-ca. Dicho trabajo, publicado bajo el auspicio del Archivo Histórico de la Univer-sidad Michoacana en 2002, representa un modelo de investigación musicalbien logrado, donde se evoca los detalles de la instrucción musical, y suslogros y limitantes dentro del contexto de una universidad recién creada comotal, y en un contexto político nada sencillo.

Por otra parte, el estudio de la música colonial vallisoletana llevado acabo por Antonio Ruiz Caballero en la tesis La música religiosa en Valladolid deMichoacán durante el siglo XVIII, denota el examen de la música desde lavisión del historiador-músico. Utilizando las herramientas del oficio, se hace unestudio del contexto colonial vallisoletano donde se inserta la música que seejecuta al interior de conventos, capillas y por supuesto la catedral, todo a partirdel análisis del coro musical, centro fundamental del desarrollo de la música enlas ordenes religiosas, encargadas para entonces del avance de la música. Eltrabajo presenta una novedad importante, el análisis de la actividad musical enuna época inédita en estudios de este tipo y sobre todo, el examen de losmúsicos y las formas de música que ejecutaban, así como las prácticas musi-cales no sólo de curas sino también de religiosas, ampliando el estudio a laactividad artística de la mujer.

Finalmente, dos investigaciones ilustran aun más el panoramahistoriográfico musical de Morelia. Uno, de Juana Martínez Villa, titulado Fies-tas cívicas y diversiones públicas en Morelia, 1891-1910, hace un análisis delos pormenores del fandango urbano, en el que entrelaza forzosamente la músi-ca como corolario de los festejos sociales; y otro, de Rosalba Mier Suárez,titulado Ignacio Mier y el movimiento musical en Morelia (1897-1972), que apartir de la vida de un músico sobresaliente analiza el desarrollo de la músicaen Morelia desde los años finales del siglo XIX y hasta la muerte del Sr. Mier. Labase de dicha investigación ha sido el archivo particular del personaje en cues-tión, de ahí que se comience el estudio en 1897, año en que inicia la documen-tación respecto a la música en dicho acervo. En términos generales, como suautora señala, se pretende el rescate de la vida y obra de un músico, y losespacios institucionales donde se formó y participó, dando de esta manera unanoción particular del devenir de la música en la ciudad.

Por último, se publicó hace apenas dos años un trabajo coordinado por

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Jorge Amós Martínez Ayala, titulado Una bandolita de oro, un bandolón decristal… Historia de la música en Michoacán, en cuyas páginas se hace unrecuento del devenir de la música desde la época colonial hasta la actualidad.Una innovación en este caso es el examen de la música contemporánea, cono-cida como grupera. Este es un intento bien estructurado y elaborado por histo-riadores, dos de ellos músicos, Gutiérrez y Caballero, sin embargo, no se abor-da lo tocante al desarrollo musical durante el porfiriato, época de avance sinigual en el terreno de la música. De cualquier manera, significa una propuestainteresante, que pretende responder el devenir histórico de la música desde laperspectiva del historiador.

En conclusión, la historiografía referente a la historia de la música hasido escrita por tres tipos de creadores: aquellos pertenecientes al periodo delporfiriato, que se interesaron en representar una realidad influida por la percep-ción de los propios autores; a estos siguieron los músicos y musicólogos, cuyaapreciación ha sido interesante aunque insuficiente; y finalmente los historiado-res, quienes han venido a examinar la música desde una visión crítica einterpretativa.

En este contexto historiográfico, ¿dónde se ubica la presente investi-gación?, ¿qué novedad contiene?, al respecto, diremos lo siguiente.

Como señalamos unas líneas arriba, los estudios de la música que sehan hecho hasta ahora, en específico los realizados por historiadores, evocantrabajos de investigación que examinan el tema a partir de las institucionesencargadas de la formación del músico, de algún espacio de actuación enparticular o de referencias biográficas de músicos sobresalientes, no obstante,ha hecho falta el estudio de la música desde la perspectiva del trabajo musical.

En cuanto a nuestro estudio, proponemos el examen de la música apartir del análisis de la actividad del músico, de las formas musicales1 ejecuta-das por éste, y de los grupos y asociaciones por él formados. Además, la ideaes dar mayor énfasis en los espacios de actuación del músico porque es ahí endonde en efecto se desarrollaba la música, no en el aula. También, se abordaun aspecto no tomado en cuenta en trabajos anteriores: el asunto de la músicacomo posibilidad laboral; al respecto, examinamos al músico asalariado, queya existía, y al que trabajaba cobrando por evento, en esto también, hablamosdel músico que ejecutaba por diversión y esparcimiento.

A partir de todo esto, se pretende examinar al músico desde una ópticadiferente, buscando también un objetivo inédito, el examen de la instrucciónmusical impartida en tres instituciones oficiales e identificar, con base en laidea de enlazar lo que se estudia con lo que se aplica, a los músicos egresadosde dichas instituciones en el campo de trabajo.

Una investigación como esta requiere por supuesto de fuentes de infor-mación suficientes, sobre todo aquellas que permitan vislumbrar la actividadcotidiana del músico. De estas, las bibliográficas han aportado muy poco, yaque, como se ha señalado, inexisten ensayos particulares acerca del objeto deestudio propuesto. En términos generales, las fuentes bibliográficas han apo-

1 Entendemos “formas musicales”, a los diferentes tipos de piezas musicales que ejecutaron los músicos morelianos delperiodo. De esta manera, encontramos oberturas, marchas, walses, polkas y canciones, entre otras. Debo advertir que a lolargo del texto se usará la palabra “género” como sinónimo de “forma”.

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yado datos acerca de músicos en particular, como en el caso de Jesús C.Romero y su estudio sobre José Mariano Elízaga; referencias históricas demúsicos, grupos musicales, formas y estilos musicales.2

En el caso de las fuentes de archivo, ha sido importante el acervodocumental contenido en el Archivo Histórico de la Universidad Michoacana(AHUM), y el Archivo General e Histórico del Poder Ejecutivo de Michoacán(AGHPEM). En el primero de estos encontramos lo relacionado a la academiade música del Colegio de San Nicolás, en el caso del segundo, lo referente a laEscuela de Artes y Oficios y a la Academia de Niñas. Por otra parte, el reposi-torio más importante para la conformación de esta investigación han sido lasfuentes hemerográficas. En las páginas de diversos periódicos y revistas existeun vasto compendio de noticias respecto a la vida musical de Morelia. Apare-cen publicados programas musicales en diversos escenarios: plazas, jardines,teatros, escuelas públicas y privadas y casas particulares, y en diversas moda-lidades de ejecución musical: conciertos, serenatas, audiciones, tertulias yjamaicas. Además, la prensa publicitó al grupo musical y al músico, especial-mente a los directores, encargados de cuidar la excelencia musical de lasdistintas asociaciones filarmónicas que funcionaron en Morelia durante la épo-ca presidencial de Porfirio Díaz.

Por otra parte, el libro se estructura en cuatro capítulos. En el primerose hace un examen de las instituciones oficiales donde se educaron gran partede los músicos morelianos. En un intento por comprobar la eficacia y amplitudde la instrucción musical, incluimos esta parte con objeto de identificar la co-rrespondencia entre lo que se estudiaba en instituciones formales y lo que seaplicaba en el campo de trabajo. En la medida posible, hacemos referencia amúsicos egresados de escuelas públicas actuando en diversos eventos artísti-cos.

Mientras tanto, en el segundo capítulo nos enfocamos al examen de lascostumbres y tradiciones musicales en Morelia, a formas y estilos musicalesque se desarrollaron durante el periodo y sobre todo, a clases de grupos musi-cales aparecieron en la ciudad. Esto permite percibir el desenvolvimiento de laactividad musical en relación a las preferencias del público por concreta asocia-ción filarmónica, así como la predilección del músico por formar determinadogrupo.

Por su parte, el tercer título aborda lo relacionado a la actividad del músi-co en distintos escenarios sociales, así como las formas de actuación y losdiversos eventos en los que participó el filarmónico moreliano. Esta parte esnodal en el desarrollo del trabajo debido a que pretende rescatar la figura delmúsico en su parte actuante, es decir, verle en plena actuación musical conobjeto de descubrir las maneras de ser del músico a la hora del trabajo, ya seaen conjunto o en solista, en el escenario público o en el privado, en la músicade banda de viento o en la orquesta, o en la comodidad de la sala de estar delas casonas o en el patio de una iglesia o jardín público. En concreto, el capítu-

2 Hablar de “estilos musicales” nos lleva a la propia ejecución personal de un grupo musical, es decir, del sello propio enla actuación, pues por el mismo concepto de la música, cada director imprimía un carácter diferente en una misma piezamusical.

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Finalmente, el cuarto tramo del trabajo está encaminado a examinar laposibilidad dual de la música: su viable utilización como sustento económico ysu motivación como actividad de pasatiempo. En el primer caso, es novedososaber que existió el músico asalariado, verbigracia la Banda de Música de lasFuerzas del Estado, y aquél que percibía honorarios sólo mediante la contrata-ción eventual en grupo o solista. También, resulta interesante el conocimientode una parte de los músicos morelianos, hombres y mujeres, que se dedicaronal oficio sólo por diversión, un sector que tenía cubiertas sus necesidades eco-nómicas por otras actividades o, como en el caso de la mayoría de las mujeresmúsico, por tener resuelta la vida mediante la manutención del marido o elpadre. Este capítulo termina con el examen de nombres de músicos sobresa-lientes así como de grupos destacados que no limitaron su actuación sólo a lacircunscripción de Morelia.

Siguiendo la idea de que el historiador debe adentrarse a la vida de lospersonajes que estudia para comprender sus acciones sociales, ha sido fácil lapercepción de la actividad del músico moreliano debido a mi dual profesión(historiador-músico). A mi paso por las bandas de música en Michoacán, pudeasistir a las fiestas patronales de innumerables pueblos michoacanos, y comoejecutante, a incontables audiciones y serenatas, además, desfilé por las ca-lles de numerosas comunidades en conmemoraciones cívicas, incluyendo porsupuesto las de la ciudad de Morelia. Desde esta óptica el análisis histórico hasido diferente, único, no sin el peligro de una influencia inconsciente de mipasión por el arte de Euterpe, pero siempre con la idea de un examen interpretativodel devenir del músico moreliano.

Mi visión de historiador y trompetista, profesión ésta última de que me hevalido como medio de vida por más de veinte años, me ha permitido ver almúsico desde una perspectiva muy especial, determinada por el oficio del his-toriador por supuesto, pero con la mirada de un amante y ejecutor de la música.

lo señalado cumple con la encargo de legitimar la actividad del músico morelianoen relación a su función social, que sirvió de centro de unión entre mundosdisímiles de la sociedad.

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“En la política orquesta,Cuando las nubes se agitan todos quieren tocar juntos

Y en buen tiempo, ser solistas”

(Periódico La Libertad, Morelia, 1894 )

«Tocata»

CAPÍTULO I

LA EDUCACIÓN MUSICAL ENMORELIA

d c

El antecedente obligado, la educación musical en México, una alterna-tiva laica

Luego del triunfo del movimiento de Independencia, el arte en México se orientóhacía espacios ya determinados por las costumbres culturales del pueblonovohispano, sólo que en la libertad que dio la autonomía política, en el sentidoliberalizante del arte hacia formas que solemos llamar profanas, es decir, lacontraparte del arte sacro. En la música, el tránsito del arte musical sagradohacía la apertura popular, al espacio público, se dio de forma paulatina y variadadurante varias décadas del siglo XIX, hasta llegar a convertirse la plaza o eljardín, el teatro o el patio escolar, en sala de concierto multitudinario.

En la Nueva España, la música se había desarrollado hacía la actividadmusical de capilla, un género que se encontraba, como lo estuvo en Europadurante siglos, determinado por cánones religiosos. No es raro entonces, afir-mar que la música y la enseñanza de ésta se circunscribieron específicamenteal culto católico, con todo y lo que esto implicaba, entre otras cosas, la ausen-cia de libertad creativa; la sumisión del músico a instrumentos musicales deter-minados; y la restricción de este a contados espacios laborales y de actua-ción.1

No obstante la orientación artística hacía la música religiosa, elsincretismo cultural, y la llegada al país de instrumentos profanos -al respectode su procedencia popular, como la guitarra, la vihuela, o instrumentos de alien-to como la trompeta y el trombón, entre otros-, provocaron el surgimiento deuna música propia, quizá influida por la tradición musical occidental pero surgi-da del imaginario creativo musical novohispano. En este sentido, a finales delsiglo XVIII pueden observarse indicios de la aparición de un género de música alque podemos llamar popular,2 que nació en el seno de los sectores socialesnovohispanos más pobres. Así, Yolanda Moreno Rivas3 confirma la aparición delas llamadas canciones del país, en términos propios de la historiadora, osonesitos de la tierra, según se afirma en Historia Documental de México,4 queejecutaba aquél músico lírico, sin conocimiento vasto del solfeo ni materiasinherentes al arte musical, en cantinas y barrios pobres, a partir de la décadade 1780 específicamente. La restricción que tuvo este tipo de música fue tal,que bajo pena de multa económica y cárcel, el ejecutante de este nuevo génerose mantuvo en el anonimato.

1 Durante décadas, en el territorio de la Nueva España, sólo en las catedrales de la ciudad de México y Valladolid se enseñaba la músicade una manera quizá estructurada, aunque la actividad musical era limitada a la música sacra. Ver al respecto: Miguel Bernal Jiménez,La música en Valladolid de Michoacán, Morelia, Ediciones de Schola Cantorum, 1962, pp. 6-15.2 El término popular es muy ambiguo aplicado a la música, en definición de diccionario, signa un sentido de pertenencia al pueblo, que tieneaceptación y fama en la mayoría de la gente. La pregunta es si podemos aplicarlo a la música que se tocaba en México decimonónico. Entérminos estrictos, podemos afirmar que la música ejecutada durante el Porfiriato era popular en el sentido de que estaba abierta, salvolos casos de las tertulias privadas, al grueso de la población, pues mayormente se ejecutaba en espacios públicos, como plazas y jardines,bosques o paseos, sin embargo, la música que se tocaba, que eran piezas de corte europeo de distintos periodos de desarrollo de la músicaoccidental, no estaba vedada sólo a sectores sociales de baja escala económica, al contrario, participaba la sociedad en su mayoría,incluyendo la elite moreliana, que, como veremos en capítulos siguientes, asistía a los eventos artísticos públicos aunque desde su propiaposición social.3 Yolanda Moreno Rivas, Historia de la Música popular mexicana, México, Alianza Editorial Mexicana, Consejo Nacional Para la Culturay las Artes, 1979, p. 9.4 Sonecitos de la tierra es una frase utilizada por el Bachiller José Paredes, Ministro del Coro de la Catedral Metropolitana, quien en undocumento fechado en 1796 informaba a un superior acerca de las costumbres que se habían adoptado en templos a la hora de la misa. Enpleno acto litúrgico, el organista llegaba a tocar “seguidillas, tiranas, boleras y otras composiciones gentilicias”. Miguel León Portilla (et.al), Historia Documental de México, México, UNAM, Tomo I, 1974, pp. 413-415.

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Fue sólo hasta la emancipación del país de la metrópoli española quela música en México desarrollo tintes personales, determinados por una identi-dad propia, adquirida conforme se instalaba el sentimiento nacional en los ám-bitos de la sociedad. Así, la música se fue forjando a la vez que el nacionalis-mo, su desarrollo estuvo relacionado a las luchas sociales del pueblo mexica-no; es por esto que durante la segunda mitad del siglo XIX, la marcha, formamusical militar, fue parte indispensable de las serenatas y audiciones musica-les que se escucharon en México, ejecutadas principalmente por las bandasde música de viento, que proliferaron en medida extraordinaria a finales de di-cha centuria.

Por supuesto que el desarrollo de la música mexicana no ocurrió porazares del destino, en Europa sucedía un fenómeno importante al respecto, loque tuvo consecuencias en nuestro país –con sus distancias desde luego-, yfue la transformación del músico cortesano al músico libre; es decir, el trasladodel músico del palacio aristocrático al salón musical burgués. Con esto, seliberó el intelecto musical de los compositores occidentales y su producciónmusical se definió por nuevas tendencias, que tuvieron que ver con ritmos espe-cíficos, muchos de ellos venidos de influencias musicales determinadas, comola música popular europea.5

A partir de la época de la República Restaurada (1867-1876), el país viocambios trascendentales, los cuales alcanzaron por supuesto el ámbito socialen el que se desarrollo el arte nacional. A la par del impulso a la música, se fuetrasformando el entorno físico en diversas ciudades del país, el cual se convirtióen escenario insustituible de la ejecución musical social. En Morelia, por ejem-plo, se había comenzado la reconstrucción en algunos casos, y la remodelaciónen otros, de los paseos y diversiones urbanos, que habían estado deteriorándo-se durante años, debido a las continuas luchas intestinas por las que pasó elpaís. Las guerras habían hecho de las plazas y jardines lugares poco atendidospor los gobiernos en turno, no obstante, luego del triunfo de los liberales, en1867, en lo que fue el primer periodo de paz significativa en el país, la ciudadresurgió del letargo obligado y nuevos vientos otearon el horizonte. En estecontexto, pronto apareció la exigencia natural del pueblo con relación a la mú-sica, a lo que los pocos músicos que había en la ciudad respondieron con laorganización de varios grupos de aliento y cuerda.6

Ya entrado el porfiriato, las formas y estilos musicales que no habíanacabado de ubicarse en el gusto del público mexicano tuvieron, por fin, determi-naciones artísticas específicas, dando a cada uno de ellos un lugar y espacioen los distintos estratos sociales mexicanos. En Morelia, ciudad cultural, lamúsica se diversificó en varios géneros, definidos por supuesto por el público,el cual, mediante una exigencia inconsciente, provocó el auge de un variedadespecial de música, la popular, ejecutada en espacios abiertos y en diversas

“seguidillas, tiranas, boleras y otras composiciones gentilicias”. Miguel León Portilla (et. al), Historia Documen-tal de México, México, UNAM, Tomo I, 1974, pp. 413-415.5 Otto Mayer Serra, Panorama de la música mexicana, México, El Colegio de México, 1941, pp. 20-24.6 Ya desde entonces venían grupos musicales foráneos a Morelia, y se daban encontronazos artísticos conlos grupos de la ciudad, tal es el caso de la llamada “Orquesta de León”, que venía del Estado vecino deGuanajuato, la cual se presentó en varias ocasiones en el Hotel Oseguera, actual Hotel Juaninos. En eselugar, las “jamaicas” (así se les llamaba a los bailes populares), hacían propicia la guerra musical, por parte deMorelia, el grupo que enfrentó con mayor frecuencia a la de León, fue la “Orquesta Santa Cecilia”.

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manifestaciones musicales: obertura, fantasía, marcha, wals, polka, entre otras;determinada por cánones europeos en contenido y forma pero de estilo particu-lares. Para esto, el grupo musical de banda de viento, así como los cuartetos yquintetos de cuerda, y por supuesto la orquesta, se presentaron como el recep-táculo en donde se resguardó la música que el pueblo moreliano gustó escu-char a todo lo largo del periodo porfirista.7

Mientras tanto, a partir de la necesidad de contar con músicos que seencargaran de este aspecto social, surgieron escuelas encargadas de llevar acabo la profesionalización de la música. En 1824, José Mariano Elízaga8 , mú-sico prodigio nacido en Valladolid en 1786, organizó la primera asociaciónfilarmónica mexicana en la capital del país, y luego, en 1828, abrió la primeraescuela de música laica del México independiente. Después de él, otros inten-tos se llevaron a cabo hasta culminar con la creación en 1866, del Conservato-rio de música de la Sociedad Filarmónica Mexicana, que ratificó Porfirio Díaz el25 de Enero de 1877 como la máxima casa de estudios musicales del país.

En Morelia, la enseñanza de la música se mantuvo tan anquilosadacomo en el periodo virreinal, de las pocas instituciones en donde se impartía laclase de música, la línea seguía siendo la música sacra, y la limitante principalera la poca apertura, tanto hacía el estudio de nuevos géneros musicales comode alcance numérico; eran pocos los jóvenes que tenían acceso a la instruc-ción musical.

En 1869 se creó la Academia de Música del Colegio de San Nicolás,institución que se presentó de inmediato como una opción de instrucción musi-cal estructurada, en donde el estudiante tenía acceso a una enseñanza prácti-ca y concreta. Y aunque su actuación fue discreta los primeros años de sufuncionamiento, figuró en el porfiriato como un espacio de excelencia en laenseñanza de la música; tiempo después, en 1885, se creó la Academia deNiñas de Morelia, escuela en cuyo plan de estudios se incluyó la música comomateria obligada y cuyo destino sería la enseñanza de la mujer para su prepa-ración como rectora de la educación de la niñez michoacana. También, quizásiguiendo el ejemplo de lo que sucedía en la capital del país, se fundó en 1886

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la Escuela de Artes y Oficios, institución encargada de enseñar en sus aulasoficios de carácter práctico, que incentivaban el autoempleo en actividades comocarpintería, herrería, zapatería, fotografía, entre otros, y en la que se inauguróuna clase de música de altos vuelos, por el alcance que tuvo, en 1887.

De esta manera se proyectó, para el periodo porfirista, una enseñanzaen el arte de la música de carácter público, cuyo objetivo fue acercar a lajuventud michoacana a una noble actividad, que complementaría su prepara-ción académica y le permitiría, si así fuera el caso, un medio laboral futuro.

La Academia de Música del Colegio de San Nicolás

El panorama educativo, social, político, y cultural michoacano, fue distinto apartir de la creación del Colegio de San Nicolás, mucho más luego de la eman-cipación de éste de la tutela eclesiástica, asunto en el que tuvo que ver elinsigne michoacano Melchor Ocampo en el año de 1847;9 años después, conmotivo de la guerra de intervención, el colegio cerró nuevamente sus puertas,para reiniciar otra vez con el triunfo del bando liberal en 1867. A partir de enton-ces, el plantel laboró con una fe firme en la educación como sustento de socie-dades modernas,10 en este sentido, durante el resto de la década de 1860, seproyectó un programa de estudios que incluía materias como gramática caste-llana, etimología latina, sintaxis, matemáticas, física, derecho natural y de gen-tes, público eclesiástico y civil, botánica, dibujo, química, farmacia, pintura,teneduría de libros, y los idiomas inglés, francés e italiano, y se incluyó, en1869, una academia de música.

Los motivos para incorporar una cátedra de música en el colegio noson del todo claros. En nuestras investigaciones, no hemos encontrado debateacerca de la inclusión de las clases de música en la casa de Hidalgo, noobstante, creemos que fue el mismo gobernador del Estado, que para eseentonces era el licenciado Justo Mendoza,11 el que determinó de manera direc-ta la inclusión del área de música en el colegio, asunto que debió ser así por-que, para finales de 1860, a falta de una Ley de Instrucción Pública, el encarga-do de establecer y/o suprimir cátedras en el plantel era precisamente el jefe delejecutivo estatal.12

El objetivo de agregar una actividad como la música en una institucióncuya actividad docente había seguido en el pasado áreas científicas y sociales,que no artísticas, parece claro: ofrecer a los estudiantes la posibilidad de hacermás completa su formación académica, con la inclusión de clases de músicade nivel teórico-práctico y en horarios extraordinarios, que no interfirieran conlas demás actividades. En un primer momento, la escoleta musical fue dis-

9 Pablo G. Macías, Aula Nobilis, Monografía del Colegio de San Nicolás de Hidalgo, México, EdicionesVanguardia Nicolaita, 1940, pp. 94-95.10 El término “sociedades modernas” aparece relacionado al desarrollo social sustentado en los avancestecnológicos, propios del siglo XIX, muy ligados al ámbito de la educación. En otras palabras, lo modernosignificaba estar en consonancia con los paises industrializados y socialmente avanzados. Para México, losejemplos eran Francia e Inglaterra, entre los más importantes.11 En relación a los Gobernadores michoacanos decimonónicos ver: Ma. Teresa Carmona León, Alicia BadajozCarrillo (coordinadoras), Gobernadores de Michoacán, Catálogo Fotográfico, 1824-1962, Morelia, Gobierno delEstado de Michoacán, 2003.12 Amador Coromina, Recopilación de leyes, reglamentos y circulares expedidas en el Estado de Michoacán,Morelia, Imprenta de los hijos de I. Arango, Tomo XIX, pp. 305-306.

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puesta sólo para los alumnos inscritos de manera regular en la casa de Hidal-go, a la postre, el aula musical estuvo al alcance de cualquier joven interesadoen aprender los secretos del arte de Euterpe.13

Las clases de música se proyectaron con un programa que incluía laenseñanza del solfeo y de varios instrumentos musicales: piano, violín, flauta,saxhorn y bombardones, esto mediante un plan de estudios definido por elprofesor encargado de la academia, Don Luis I. de la Parra.14 Este personaje,uno de los músicos más sobresalientes del periodo porfirista moreliano, seencargó de enseñar la música utilizando varios métodos: el Bertini para el estu-dio del piano, el Gomis, para el canto, el Delfinalar para el violín, el Tulour, parala flauta y el Bernoy para los instrumentos a pistón, con este panorama acadé-mico, las clases se iniciaron con 108 alumnos en su primer año.15

El desarrollo de la clase de música tuvo un primer tropiezo o ajuste,desde el punto de vista en que se mire, en la década de 1870, y es que sesuprimieron varios instrumentos, subsistiendo sólo el violín y el piano, estodebido probablemente a la relación de éstos con las altas esferas sociales,quedando en el olvido aquellos relacionados con la banda de viento.

Mientras esto sucedía en la cátedra de música, a nivel institucional seplanteaba la reorganización del colegio mediante la redacción de un nuevo re-glamento, el cual debía reestructurar y adecuar los estudios al contextomichoacano, muy distinto al pasado reciente. Dicho reglamento apareció en1880 y con él, la permanencia de la cátedra de música, aunque con la noticiade que ahora los alumnos que asistieran a las clases no tenían obligación deaprobar el curso; con esto, se definía a la actividad musical en el colegio ensentido de mero complemento, sin el carácter de cátedra.

Meses después, producto de debates y horas de trabajo por parte delos miembros de la junta de superiores del colegio, apareció la Ley de Diciem-bre de 1881,16 luego de su aprobación por parte de los poderes Legislativo yEjecutivo del Estado. Dicha ley, entre otras cosas, estableció la obligación deofrecer a los jóvenes michoacanos estudios especiales, que más que carreras

13 Diosa griega de la música.14 Luis I. de la Parra nació en Pátzcuaro Michoacán en 1831, desde niño tuvo dotes para la música, así lo vieronsus padres, que le apoyaron en su formación musical. Durante años fungió como organista y maestro decapilla de la Catedral de Morelia, fue profesor de música del Colegio de San Nicolás y de la Academia deNiñas, así como maestro de música de hijos de selectas familias morelianas; fue duro y disciplinado a la horade enseñar la música, lo que le valió aquello de “llueva o truene, Parra viene”. Entre sus actividades musicalesfigura la composición, también, incursionó en la política, siendo diputado suplente en el Congreso de Michoacánen 1885, y propietario en 1887, murió en la ciudad de México en 1898. Mariano de Jesús Torres, El OdeónMichoacano, Periódico Exclusivamente Musical y Literario, Morelia, Imprenta del Redactor Mariano de JesúsTorres, 1900, p. 146.15 Auguste Bertini (1780-1830) fue un compositor francés cuyo apellido era famoso; en su familia habíamúsicos de alto nivel. Entre su haber, figuran 36 Fantasías y tres Sonatas dedicadas a Hyden. Entre otrascosas, creó un New Sistem For Learning and Acquiring Extraordinary Facility on all Musical Instruments(London, 1830); en 1855, apareció una recopilación de sus ejercicios para piano: Bertini´s Self-teachingCatechism or Music for the Piano Forte (London, 1855). The new Groves Dictionary of music and Musicians,London, McMillan Publishers Limited, Volumen II, 1980, p.639. El método Gomis para canto, fue creado porJosé Melchor Gomis y Colomber (1791-1836). Músico y compositor español, a los siete años figuraba en elcoro de la Catedral de Valencia y a los catorce, era ya asistente de maestro de canto; fue director de bandasmilitares en Valencia y Barcelona (1811 y 1817 respectivamente). Su Méthode de solfége et de chant, vio laluz en 1825, formando parte importante del programa de la clase de música del Colegio de San Nicolás. Ibid.,Volumen VII, p, 520. Por su parte, Jean-Louis Tulou (1786-1865), fue un reconocido flautista francés,ejecutante extraordinario que dio gloria a Francia en innumerables ejecuciones magistrales. En 1835 surgió suMéthode de flúte (Mainz), el cual fue herramienta de cabecera en la clase de flauta de la casa de Hidalgo, Ibid.,Volumen XIX, p, 251.

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ofrecieran cursos prácticos que prepararan al estudiante para el trabajo a cortoplazo, esto debido a la alta deserción escolar del momento. Entre estas opcio-nes estaba la música, que la ley ratificó como una actividad indispensable parael proyecto educativo del Colegio de San Nicolás; en este sentido, se estable-ció que la escoleta musical se diera a todo aquél interesado en aprender lossecretos de la música sin más trámite que la asistencia a clase, sin distinciónde rango social, y con el único requisito de acatarse a la disciplina de estudio ynormas del profesor. Además, se adjuntó a la clase de solfeo una de cantosuperior, que ampliaba el alcance académico de la asignatura.

A partir de este instante, las clases de música tomaron un tinte socialmás específico, un espacio de enseñanza por encima de limitantes matriculareso sociales, no obstante, debemos decirlo, muy a pesar de que la intención delgobierno era alcanzar con la música a un mayor número de michoacanos y,sobre todo, a jóvenes de escasos recursos, tal y como lo afirman varias fuentesoficiales, lo cierto es que los más beneficiados no fueron aquellos, sino losalumnos inscritos de manera regular en el colegio.17

Los resultados del funcionamiento de la academia se hacían evidentesen cada oportunidad que tenían los jóvenes músicos de demostrar lo aprendido.En mayo de 1882 por ejemplo, con motivo de la restauración del antiguo edificiodel colegio, se llevó a cabo un concierto en el que participaron varios estudian-tes de la trinchera artística del profesor Parra, entre estos, aparecen JoséCarranza, Antonio Verduzco, José Gómez, Manuel Guerrero y una orquestaformada por alumnos, dirigida por el titular de la clase.18 Aprovechando oportuni-dades como esta, que hacía evidente el avance que la academia de músicatenía entonces, el profesor Parra propuso un proyecto en 1883, que pretendíala creación de un cuarteto de cuerdas, un curso completo de armonía, compo-sición, instrumentación y discurso melódico,19 lo que significaría un paso ade-lante en el desarrollo de la clase. No obstante, a pesar de lo interesante de lapropuesta, en términos académicos, las autoridades del colegio no aprobaronel plan y sólo asignaron a un profesor más para la clase de canto superior.20

Esto apareció como un duro revés al progreso de la instrucción musical delcolegio, ya que seguramente era el paso siguiente hacía la profesionalizaciónde la clase de música y quizá a su elevación al rango de carrera en la matrículade la casa de Hidalgo.

Mientras esto sucedía en el plano administrativo, los jóvenes músicosdel colegio se esforzaban por destacar en el medio artístico moreliano, la pren-sa de la época da cuenta de ello. No había evento oficial, como las entregas depremios en escuelas públicas o eventos sociales variados, en el que no parti-cipara algún alumno nicolaíta, lo que reflejaba el desarrollo de su academia demúsica, más aún, la asistencia constante y la dedicación de los alumnos pro-

16 Amador Coromina, Recopilación de leyes…, Tomo XXVI, pp. 11-16.17 Algunos documentos oficiales, como las Memorias de Gobierno, afirman la intención de las autoridadesestatales por favorecer a hijos de campesinos, obreros y artesanos, y con ellos, la posibilidad de aprender unoficio como la música, que les permitiera un medio de subsistencia a corto plazo. Ver a manera de ejemplo:Memoria de Gobierno de 1887, Morelia, Imprenta del Gobierno, Anexo número 29, 1887, p. 219.18 Bonavit, Julián, Fragmentos de la historia del Colegio Primitivo y Nacional de San Nicolás de Hidalgo, Morelia,Talleres de la Escuela Industrial Militar “Porfirio Díaz”, 1910, pp. 170-171.19 Archivo Histórico de la Universidad Michoacana (En adelante: AHUM), Fondo Gobierno, Sección InstrucciónPública, Serie Colegio de San Nicolás, Subserie Leyes, Decretos y Reglamentos, Caja 1, de 1843 a 1883.20 Amador Coromina, Recopilación de leyes…, Tomo XXVII, pp. 11-12.

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yectó la escoleta musical hacía senderos académicos importantes, prueba deello son las calificaciones de los alumnos de la clase de música, muchas delas cuales superaban las de otras asignaturas que se impartían de maneraobligada al interior del plantel.21

Hasta este momento, ser partícipe de la enseñanza musical en el cole-gio resultaba una oportunidad única, en donde los alumnos tenían la posibilidadde estudiar el arte de Euterpe sin descuidar otras actividades, ya fueran estu-dios al interior del plantel o en su caso, el trabajo en casa o fuera de ella. Hayque resaltar algo importante en todo esto y es el apoyo del colegio para con lasclases de música, que iba desde la adquisición continua de materiales inheren-tes a la actividad artística, así como la compra de música impresa e instrumen-tos, o incluso, el mejoramiento del área de estudio.

Por otra parte, de la planta docente, además del Sr. Parra, que fue eltitular de la academia hasta su muerte, otros profesores aportaron lo suyo en laenseñanza musical, entre estos destacan Ramón Martínez Avilés, Encarna-ción Payén, León Girón, Francisco Guzmán, Teodoro Arrillaga y Francisco deP. Lemus, entre otros.22 Las enseñanzas de estos músicos sólo fue posiblegracias al apoyo económico que se le otorgó al plantel a lo largo de su existen-cia; en este sentido, los dineros destinados a la academia aumentaron, de 600pesos anuales en la década de 1870, a 800 para la última del siglo XIX, con lavariante de que de este recurso el profesor titular pagaría un ayudante, lo que alparecer no funcionó porque en 1893 el suelto del titular de la clase volvió a los600 pesos anuales y se destinaron 200, anuales también, para el ayudante.23

La estructura académica en el Colegio de San Nicolás se iba arreglan-do de acuerdo al contexto de la última década decimonónica. En 1892 se creóla cátedra de historia universal, materia obligada para los alumnos que estudia-ban la carrera de derecho, luego, en 1895, la escuela de medicina se separó delplantel físicamente y seis años después igual suerte pasó con la de jurispru-dencia.24 En lo que respecta a la academia de música, las cosas no cambia-ron, las clases siguieron dándose de manera regular y en horarios extraordina-

21 Ver al respecto de calificaciones de los alumnos de la academia de música: AHUM, Fondo Gobierno,Sección Instrucción Pública, Serie Colegio de San Nicolás, Subserie Academia de Música, libro 18. Estascalificaciones pueden cotejarse con las de otras carreras contenidas en las Memorias de Gobierno, al respectode observar lo que afirmamos arriba.22 Destacan por su trayectoria: Ramón Martínez Avilés, nacido en Tacámbaro Michoacán, Licenciado enderecho de profesión y músico de oficio, Avilés se destacó por su prolífica vida musical, formó varios gruposmusicales entre los que destaca la Orquesta Santa Cecilia, fue profesor de música del Colegio de San Nicolásy del Colegio de Santa Rosa María de Valladolid, entre sus dotes musicales más destacados figura lacomposición; en este sentido, el maestro incursionó en varios géneros musicales: oberturas, marchas,himnos, walses, polkas, mazurcas, danzas y canciones. Mariano de Jesús Torres, Diccionario histórico,biográfico, geográfico, estadístico, zoológico, botánico y mineralógico de Michoacán, Morelia, Tipografíaparticular del autor, Tomo III, 1915, pp. 192 y 242. En diciembre de 2007, apareció publicado un trabajo nuestrosobre el Lic. Avilés. Alejandro Mercado Villalobos, “Ramón Martínez Avilés. Músico, director y periodista”, en:Álvaro Ochoa Serrano, Michoacán. Música y músicos, México, El Colegio de Michoacán, 2007, pp. 255-273.El Capitán Encarnación Payén nació en la ciudad de México en 1843, hizo carrera en la milicia destacando enla dirección musical de banda de viento, formó parte de las bandas de la artillería de Mina, 1er. Activo deCelaya, 9º de caballería, 6º de infantería, 3er ligero de Toluca, 3er ligero de Querétaro, 3er ligero de Colima, 16de infantería y 14 de la misma arma. Vino a Morelia con tiradores de Matamoros y se quedo prácticamente enese lugar el resto de su vida. Destacó con la banda de música del 8vo. regimiento, la cual ganó innumerablespremios en México y el extranjero, esta banda se nutrió durante las décadas de 1890 y 1900, de músicosmorelianos, salidos de la trinchera artística de la Escuela de Artes y Oficios de Morelia. Mariano de JesúsTorres, El Odeón Michoacano...,pp. 90-91.23 Ver al respecto: Amador Coromina, Recopilación de leyes…, Tomos XXX, p. 79; XXXI, pp. 163-164; y XXXII,pp. 120-122.

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rios.El funcionamiento del colegio se regía por las leyes educativas estata-

les, que de vez en cuando se decretaban en busca de ajustar la instrucción alos tiempos que se vivían, varias de estas surgieron hacía la década de 1890, Laprimera, la de diciembre de 1894, aunque separó los estudios preparatorios delos profesionales, no cambió la marcha de la academia de música, como tam-poco lo hizo una similar dos años después, luego, a finales de 1896 apareció unnuevo reglamento interno del colegio, el cual, de igual manera que las dos leyesanteriores, no modificaba el trabajo de la clase de música, sólo reafirmaba sucarácter como materia accesoria, sin necesidad de trámites ni examen obliga-do,25 al respecto, sólo aquellos estudiantes de música que lo pedían eran exa-minados a fin de año por una junta de tres personas. Estos alumnos eran losque se anotaban en los registros oficiales, por tal motivo, los datos sobre losasistentes a la escoleta musical son incompletos y no sabemos a cienciacierta la cantidad ni el tipo de alumnos que asistieron a la clase de música delcolegio.

La primera década del siglo XX llegó sin mayores cambios con relaciónal funcionamiento de la academia, la cual aparece como una parte académicamás del colegio, y aunque se mencionan a algunos grupos musicales emana-dos de su clase de música, lo cierto es que el actuar musical de los músicosnicolaítas fue casi siempre en solitario, pocas veces se escuchó en Moreliagrupos compuestos exclusivamente de músicos de la casa de Hidalgo, aunquesí, estos figuraron en los eventos artísticos al lado de músicos notables, comoel maestro Avilés, Francisco Lemus o Juan B. Fuentes, entre otros.

A lo largo de la década de 1900, la escoleta musical en San Nicolássiguió sin cambio alguno y sólo las participaciones musicales públicas de susalumnos ejemplifican la vida que tenía por ese entonces la academia de músi-ca, el 8 de mayo de 1903, junto a uno de los mejores músicos morelianos de laépoca y profesor de la academia para ese entonces, Juan B. Fuentes,26 variosalumnos ejecutaron piezas musicales en el festejo del padre de la patria, luego,en 1904, el llamado Sexteto Michoacano incorporó a un joven músico venido dela trinchera artística nicolaíta.27

En 1908, apareció una nueva ley de instrucción que no modificaba,como ya era costumbre, las cosas en la clase de música, pero establecía unhecho interesante, aunque no tan significativo para el desarrollo de la acade-mia, y era la obligación de asistencia a la cátedra de música a aquellos alum-nos que cursaran la carrera de profesor de instrucción primaria;28 un mes des-pués, apareció una reforma a la misma ley, que sólo mencionaba algo relacio-nado al estudio del armonium, de ahí en más, nada se mueve en la escoletamusical de la casa de Hidalgo.

24 Julián Bonavit, Fragmentos…, pp. 174 y 177.25 Ver: Amador Coromina, Recopilación de leyes…, Tomos: XXXIII, pp. 53.54, y XXXIV, p. 44, 83, 90 y 93.26 Oriundo de Guadalajara, Jalisco (1869), el profesor Juan B. Fuentes se desarrollo como un músico influidode la escolástica francesa del siglo XIX. Como compositor, varias fueron las obras han permitido traspasar eltiempo, entre estas, la Sinfónica mexicana, sobre temas folklóricos aparece como la más importante. Compu-so además, obras para canto y piano, y publicó varios manuales de solfeo y armonía. Simón Tapia Colman,Música y músicos en México, México, Panorama Editorial, 1991, p. 31.27 La Libertad, Año 11, Tomo 11, Núm. 20, Morelia, 15 de mayo de 1903, p. 2.; La Libertad, Año 11. Tomo 11,Núm. 45, Morelia, 6 de noviembre de 1903, p. 2.; La Libertad, Año 12, Tomo 12, Núm. 54, 18 de noviembre de1904, p.1.

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Para 1910, en el edificio del Colegio de San Nicolás se destinabanvarios espacios para el estudio de la música, en la planta baja estaban reserva-dos dos salones para tal efecto, en uno se estudiaba el español y el violín a lavez, y en otro el solfeo y el piano, mientras que en la planta alta había cincosalones para el estudio y práctica del piano, para lo cual se disponía de seis aocho instrumentos de este tipo. En la planta docente estaba Antonio Aulet,quien daba las lecciones de violín, y Juan B. Fuentes, que se encargaba delestudio del piano y de la práctica del solfeo. En cuanto a los alumnos, 43estaban inscritos en solfeo, 34 en piano, 10 en armonía y 27 en violín, mientrasel total del colegio ascendía a los 892 alumnos.29

Concluyendo, la academia de música de Colegio de San Nicolás llevóa cabo una función social importante: la preparación académica de la juventudmichoacana; en este marco, se pretendió la apertura a otras posibilidades deinstrucción, con materias complementarias, como la música, que hicieran com-pleta la educación. La parte que correspondió a la academia de música delColegio estuvo dirigida hacia la excelencia, enmarcada por la disciplina y cons-tancia, valores inculcados por aquél excelente músico michoacano, el Sr. Pa-rra, que supo encender en los alumnos Nicolaítas el amor a la música, arte porel cual estos consagraron muchas horas de estudio y dedicación.

En este contexto educativo musical apareció otra escuela, en cuyo senose cultivó el arte de Euterpe como en ninguna otra institución en la entidad, yque sería el orgullo de la administración estatal: nos referimos a la Escuela deArtes y Oficios de Morelia.

La Escuela de Artes y Oficios, dos épocas

Si en alguna parte se estudió la música en la era porfiriana, fue en la Escuela deArtes; en esa institución, oficial por supuesto, la instrucción musical se estudióa la par de varias actividades artesanales, que preparaban al individuo al trabajoa corto plazo, todo con objeto de incentivar la producción y el autoempleo.Algunos ensayos mencionan el antecedente más remoto de la escuela en 1872,año en que surgió un proyecto que pretendía el establecimiento de “…una es-cuela de artes que enseñe a la juventud desvalida y le de medios de subsisten-cia con los cuales puedan acrecentar la riqueza pública”;30 no obstante, desde1868 se había propuesto una escuela, con el carácter de correccional, en don-de se trabajaría el ramo textil con la meta de incentivar la industria de la seda enla entidad. Ambos proyectos nacieron y murieron con más pena que gloria, elprimero por falta de fondos, el segundo por una mala administración y unadirección educativa que poco pudo hacer por llevar la institución hacia la exce-lencia. De hecho, en la escuela no se hacía otra cosa más que producir, que-dando los alumnos reducidos al nivel de obreros, sin la posibilidad de aprenderun oficio de verdad, tal y como era el proyecto inicial.31

Ya entrado el porfiriato, en 1885 se realizó un nuevo intento por estable-cer una Escuela de Artes, en esa ocasión las cosas resultaron mejor que en el

28 Amador Coromina, Recopilación de leyes…, Tomo XL, pp. 12-15. Se reafirma en esta ley, específicamenteen el artículo 24, la no obligatoriedad del examen para los alumnos de la academia de música. Ibid, pp. 19-28.29 Julián Bonavit, Fragmentos para la historia…, pp. 183-214.30 Amador Coromina, Recopilación de leyes…, Tomo XIX, pp. 127-129.

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pasado y finalmente nació una institución bien estructurada, en donde ademásde promover la enseñanza de varios oficios ligados a la producción artesanal,se instituyó el estudio de la música, encaminada al género de banda de músicade viento; aunque también, a inicios del siglo XX se creó una orquesta, queincluía instrumentos de cuerda.

En Morelia, el propósito de echar a andar un proyecto fallido en elpasado era una idea romántica que se mantenía en el ánimo de las autoridadesestatales. Al fin, el 12 de agosto de 1882 apareció la ley número 36 que facultabaal Ejecutivo para el establecimiento de una “…Escuela de Artes y Correccional”en Morelia,32 la cual comenzó labores el 15 de septiembre de 1885 en el edificiode la Compañía de Jesús, actualmente Palacio Clavijero. La escuela inició cla-ses con los talleres de: herrería, carpintería, hojalatería y encuadernación, ade-más de una clase de dibujo y una escuela de primeras letras, su organizacióninterna establecía dos tipos de alumnos: 1) los considerados presos, que eranindividuos recluidos por algún delito menor; y 2) los reclusos, jóvenes confina-dos por petición de sus padres o tutores, los cuales pretendían corregir en ellosalguna mala conducta.33

Un año después de puesta en funcionamiento, se incluyó una acade-mia de música bajo la dirección del capitán Encarnación Payén. Las condicio-nes en que quedó establecida la escoleta musical fueron similares en algunoscasos a la del Colegio de San Nicolás, en este sentido, en la de artes tambiénse instituyó la música como materia accesoria y se dispusieron horarios ex-traordinarios de escoleta musical que no interfirieran con la actividad en losdemás talleres; pero algo si fue distinto, en la de artes y oficios se cultivo elestudio de la música orquestal y de banda de viento, bajo la enseñanza deinstrumentos de aliento y percusión.34 A decir del reglamento de la escuela(1887), la clase de música se disponía, a juicio del profesor, a todo aquél alum-no apto para la enseñanza musical. El nivel de enseñanza que se dispuso fue lainstrucción teórico-práctica, es decir, la adquisición de conocimientos teóricosmusicales a la par de la ejecución del instrumento y, por último, las horas deescoleta podrían variar de acuerdo a las obligaciones de los alumnos en losdemás talleres.35

Por supuesto, para echar a andar las clases de música era necesariocontar con la infraestructura necesaria en lo tocante a instrumentos y materia-

31 Al respecto del proyecto de 1872, ver: Archivo General e Histórico del Poder Ejecutivo de Michoacán, (Enadelante: AGHPEM), Fondo Secretaría de Gobierno, Sección Instrucción, Serie Escuela de Artes y Oficios,Caja 8, Expedientes 1,2 y 4. La primera Escuela de Artes del país apareció en la ciudad de México el 18 de abrilde 1856, en el proyecto no se incluyó la música, solamente se establecieron varios talleres sobre diversasramas de la producción artesanal. Manuel Dublán y José María Lozano, Legislación Mexicana, México,Imprenta del Comercio, Tomo 8, 1911, pp. 149-151.32 AGHPEM, Fondo Secretaría de Gobierno, Sección Instrucción, Serie Escuela de Artes y Oficios, Caja 8,Exp. 5, fojas 2,4 y 12.33 La edad de los alumnos aceptados no podría ser mayor a los 20 años. Ibid, fojas 22-24.34 Instrumentos de aliento son aquellos en cuya ejecución se utiliza el aire para producir el sonido, mediante lavibración de los labios para el caso de los metales, y las cañas, para las maderas. En esta familia se incluyentrompetas trombones, sax horn, barítono, y tuba; y clarinetes, oboes, fagots, y flautas. Por su parte, losinstrumentos de percusión son aquellos en cuya ejecución se utiliza el golpe directo a un parche, que para laépoca porfirista era de piel de vacuno curtido, aquí se incluye la tambora y la tarola; además de los platillos,los cuales están construidos, al igual que los instrumentos de aliento, de una aleación de cobre con zinc,denominada latón.

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les; el espacio físico ya estaba destinado. Entonces, el gobierno gastó unasuma considerable para proveer a la academia de todo lo necesario, de hecho,el gasto fue mayor para la clase de música que para cualquier otro taller delplantel. Para 1887 se recibieron un total de 87 instrumentos, papel pautado ydiversos métodos musicales, entre los que se encontraban el Arban, el Eslavay el Romero;36 con este bastión de materiales, los más de cien alumnos conque contaba la clase de música cada año tenían para practicar y aprender lossecretos del arte de Euterpe.

Los primeros años de funcionamiento de la academia fueron de duroaprendizaje, poco o nada se supo en la prensa en un inicio acerca de losalumnos-músicos de la Escuela de Artes, no obstante, el trabajo, basado en laconstancia y disciplina, rindió frutos, tanto que para la última décadadecimonónica, los periódicos dedicaban bastante espacio en sus páginas paradar cuenta de la actividad de los jóvenes músicos de la trinchera artística de laescuela; ejemplo de esto fue el egreso, a principios de 1890, de 22 jóvenes, loscuales pronto se incorporaron a las filas de varias instituciones musicales delpaís; de estos, 8 pasaron a formar parte de la ya famosa banda del 8vo. Regi-miento, comandada por el capitán Payén, 12 se incorporaron a la banda demúsica de las fuerzas del Estado y el resto tuvo acomodo en distintas asocia-ciones musicales del país.37

Hacía 1894, la Escuela de Artes y Oficios de Morelia tenía otro nombre, a partirde esa fecha se le conoció como Escuela Industrial Militar “Porfirio Díaz”,38 encuanto a las razones del cambio, las fuentes aducen a las mismas justificacio-nes que llevaron al gobierno a crear la escuela en 1885, más bien, creemos queuno de los motivos fue vanagloriar a Porfirio Díaz y a la vez aumentar el apoyo alplantel. A este respecto, se incluyeron a los que ya existían, los talleres dezapatería, fundición, carrocería, litografía y topografía, mientras tanto, para elárea de música se compraron varios instrumentos musicales y se proyectó lacreación del batallón Morelos y una banda de música.39

En términos generales, la clase de música continuó luego del cambiode nombre sin mayores modificaciones internas, no obstante, el aumento dealumnos, producto de la creación de nuevos talleres y, sobre todo, de la convo-catoria a los ayuntamientos para que enviaran becado a un joven a la escuela,hizo de la clase de Euterpe un área concurrida. En este sentido, el promedio de

35 Véase reglamento completo en: AGHPEM, Fondo Secretaría de Gobierno, Sección Instrucción, SerieEscuela de Artes y Oficios, Caja 8, Exp. 5, fojas 120-130.36 Memoria de Gobierno de 1887, Morelia, Imprenta del Gobierno, 1887, Anexos, Número 44. De los instrumen-tos referidos, todos pertenecen a la familia de aquellos considerados de viento y percusión, necesarios parala formación de banda de viento y orquesta. El Arban es uno de los más importantes métodos hoy en día parael estudio de los instrumentos a pistón, como la trompeta, el trombón de émbolos y los sax horns; mientrasque el Eslava es un método específico para el estudio del solfeo, que es el lenguaje en que se lee la música,por cierto, en la actualidad se sigue utilizando en la formación de músicos de banda de viento en Michoacán.37 Memoria de Gobierno de 1892, Morelia, Imprenta del Gobierno, 1892, Anexos, Número 38.38 En la ley número 7 de 14 de diciembre de 1892 se dispuso el cambio, pero fue hasta septiembre de 1894 quela escuela comenzó labores con el nuevo nombre y estructura interna. AGHPEM, Fondo Secretaría deGobierno, Sección Instrucción, Serie Escuela de Artes y Oficios, Caja 8, Exp.5, fojas 134-136. AmadorCoromina, Recopilación de leyes..., Tomo XXXII, pp. 16-17.39 Memoria de Gobierno de 1892-1894, Morelia, Imprenta del Gobierno, 1894, pp. 128-143. En 1897 hubo otraadquisición de instrumentos musicales, en esa ocasión, se mandaron traer directamente de Alemania 17instrumentos para la banda y orquesta. Memoria de Gobierno de 1900, Morelia, Imprenta del Gobierno, 1900,p. 150.

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alumnos asistentes a la clase del músico Estanislao Romero, quien se encar-gó de la academia a partir de 1894, fue mayor al 70 por ciento del número totalde educandos, cifra que sólo se podía comparar a la registrada en la clase dedibujo, que al igual que la de música, atraía mucho a los jóvenes estudiantes.40

En relación al tema de las becas, la intención del gobierno era ampliarla instrucción de la juventud michoacana mediante un apoyo económico, porello se proyectó la inclusión de al menos un joven de cada ayuntamientomichoacano; para esto, se facilitó la venida de un niño a hacer estudios en laEscuela Industrial, al cual sólo se le exigía ser de escasos recursos, buenasalud y haber cursado la instrucción de primeras letras. Por supuesto que elplan era hacer extensiva la educación, no obstante, el alcance real del proyectofue poco en relación al número de estudiantes en edad escolar en el estado,que ascendía a varios cientos, aunque de igual forma, el gobierno justificaba lalimitada convocatoria con base a que esos pocos alumnos provincianos, luegode culminar su instrucción, volverían a sus municipios a “…propagar los conoci-mientos adquiridos”.41

El segundo lustro de 1890 fue de preparación y organización intensivade los músicos de la escuela, a partir de la creación de la banda de música, lasnoticias en periódicos como La Libertad, y el Periódico Oficial del Estado,entre otros, dan cuenta del actuar de estos en el contexto musical moreliano ysobre todo ejemplifican la calidad y excelencia que los músicos demostrabanen cada actuación. Curiosamente, se menciona la rivalidad que surgió entre laBanda de Música del Estado, creada en septiembre de 1882, y la de la EscuelaIndustrial, al grado de que los encontronazos musicales entre estos dos gruposeran muy esperados y comentados por los habitantes de Morelia. En muchasocasiones, y pese a la mayor experiencia de la música del Estado, la prensaotorgaba el gane musical a los alumnos de la Industrial. En este caso, lasnotas no tienen elementos de juicio musical ni aparecen firmadas por un exper-to en la materia, lo que no permite inferir que fuera mejor una de otra, creo quela porras periodísticas a la Banda de la Escuela Industrial tenían más origen, denuevo, en vanagloriar la labor del gobierno de Aristeo Mercado en el ramo deeducación.

No obstante las rencillas musicales, a la hora de festejar a la patria, launión entre estas y otras bandas de música era posible, así fue en septiembrede 1898. En esa fecha se reunieron las bandas de música oficiales que habíaen la ciudad, la de la Escuela Industrial, la de las fuerzas del Estado, y la del 6ºRegimiento, las tres, dirigidas por la batuta del profesor Juan B. Fuentes, dieronun concierto de antología que nunca olvidarían los que estuvieron allí presen-tes.42

A inicios del nuevo siglo, la escuela se había hecho merecedora de unafama de excelencia que le acompañaría el resto del periodo de estudio, para

40 Para ver el nuevo reglamento de la escuela, y sobre todo las condiciones particulares en que esta quedóorganizada, ver: Amador Coromina, Recopilación de leyes…, Tomo XXXII, pp. 3-44. Existe un original delreglamento en: AGHPEM, Fondo Secretaría de Gobierno, Sección Instrucción, Serie Escuela Industrial Militar“Porfirio Díaz”, Caja 11, Exp. 3. Otros maestros ofrecieron sus conocimientos musicales a los alumnos de laescuela en años distintos, entre estos figuran Eustorgio Peñaloza, Juan B. Fuentes y Román Guerrero.41 AGHPEM, Fondo Secretaría de Gobierno, Sección Instrucción, Serie Escuela de Artes y Oficios, Caja 8,Exp. 2, foja 2.

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1901, los halagos hacia sus logros educativos por parte de la opinión públicaeran evidentes.43 En música, ese año se creó una orquesta, compuesta porcuatro secciones bien estructuradas, que incluyó instrumentos de cuerda; porcierto, sus integrantes participaban también en la banda de música, con lo quela experiencia de los jóvenes músicos aumentó considerablemente.

Ya señalamos antes que la clase de música era muy solicitada y con-currida, lo que se explica en el carácter mismo del oficio: es muy atrayente. Eneste caso, muchos de los estudiantes comenzaron a dar mayor atención a laescoleta musical que a sus responsabilidades en sus respectivos talleresartesanales, por lo que las autoridades del plantel decidieron modificar las re-glas de educación internas para el área de música. De esta manera se determi-nó que el ingresó a la clase de música quedaría limitado a los alumnos quehubiesen cursado por lo menos tres años; esto tuvo origen también en la inten-ción de aumentar la calidad de los estudios de música, al contar entre lospracticantes con jóvenes de edad suficiente para asimilar las técnicas de eje-cución de los instrumentos de aliento y, sobre todo, en condiciones físicasóptimas.44

A mediados de 1900, la academia de música de la escuela concentrógran parte de la atención del pueblo moreliano, y es que los jóvenes músicos deahí egresados sabían colocarse en diversos grupos musicales de la entidad. Deesta manera y durante el resto de la época porfirista, la escuela cultivó en susaulas a numerosos ejecutantes que se ganaron la vida mediante el uso de porlo menos dos oficios, la música y otro, aquél que les llevó a ingresar en laEscuela Industrial. La idea de formar gente productiva, versada en oficios prác-ticos que favorecieran el autoempleo, hizo de la escuela un garante de peso a lahora de mostrar la manera de apoyar la educación en el estado. En 1903 sedotó la clase de música con un entarimado para la práctica grupal y en 1904 seincluyeron los talleres de fotograbado, fundición y el vaciado de yeso, lo cualhizo más atractiva la enseñanza.

El resto de la década de 1900 fue rico en noticias de la práctica musi-cal en la Escuela Industrial. La prensa es prolija en reseñar eventos variadosdonde los alumnos expusieron su arte; muchas veces se les incluyó comoprotagonistas de las fechas importantes, como el 15 y 16 de septiembre, porejemplo. De esta manera, tenemos el caso de una institución modelo en elpaís, que amplió las posibilidades de instrucción de la juventud de una regiónrica en arte y tradiciones.

A término del porfiriato se habían sentado sólidas bases de la enseñan-za musical en Morelia, la academia de música del Colegio de San Nicoláspromovía la instrucción musical de corte un tanto más tradicional, con instru-mentos clásicos, mientras que en la Escuela Industrial se evocaban ejecucio-

42 La Libertad, Año 6, Tomo 6, Núm. 39, Morelia, 20 de septiembre de 1898, pp. 2-3.43 Se decía en la prensa de la época que la escuela industrial se había convertido en un plantel modelo yprecursor de la música y que los alumnos allí educados estaban capacitados para la ejecución de la músicamás difícil y variada. La Libertad, Año 9, Tomo 9, Núm. 22, Morelia, 31 de mayo de 1901, p. 3.44 AGHPEM, Fondo Secretaría de Gobierno, Sección Instrucción, Serie Escuela de Artes y Oficios, Caja 8,Exp. 2, foja 147. La edad de ingreso a la escuela, según el reglamento interno que regía desde 1894, era deentre 8 a 10 años; se expendió luego de los 10 a 14. A esa edad, los dientes no están lo suficientementefirmes, luego de la muda de ellos, por lo que se recomienda el inicio de la práctica de un instrumento de aliento,ya sea de boquilla circular o de caña, luego de cumplir 12 o 13 años.

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nes en banda de viento y orquesta, de corte social más amplio. En ambosestablecimientos, la música se cultivaba como complemento académico paralos alumnos, aunque de manera más precisa en torno al aspecto laboral en elcaso de la antigua Escuela de Artes y Oficios, que siguió funcionando en eledificio de la Compañía muchos años después de establecido el gobierno ema-nado de la Revolución.

En este panorama, algo hacía falta para hacer grande la labor del go-bierno en cuanto a la instrucción, y era el asunto de la mujer y su atencióneducativa. Desde que se había cerrado el Colegio de Santa Rosa María deValladolid producto de las luchas entre liberales y conservadores, la niñezmichoacana se había quedado en el olvido, salvo por las academias y escuelasparticulares, inalcanzables para el grueso de la población. Así, a sabiendas dela importancia de la mujer en la educación de la sociedad, desde la casa y enlas aulas, el gobierno proyectó la creación de una escuela dedicada a la ense-ñanza de la fémina moreliana, en la que el estudio de la música fue materiaobligada. De esto nos encargaremos a continuación.

La Academia de Niñas

En la sociedad del porfiriato, la mujer fungía como una persona destinada alhogar, aunque en su seno descansaba el fomento de valores a los niños y niñasde México. Durante décadas, siglos incluso, la instrucción de la mujer secircunscribía a limitados espacios, la mayoría de ellos destinados sólo a unaspocas niñas, que generalmente provenían de familias acaudaladas, que estu-diaban las primeras letras en academias particulares o de corporaciones reli-giosas. En dichos lugares, la instrucción estaba orientada a ser un mero com-plemento de formación, que prepararía a la mujer a llevar de mejor manera unhogar. En este contexto, la instrucción se encaminó hacía planes y programasde estudio que incluían asignaturas como economía doméstica, bordado, labo-res manuales, entre otras. A pesar todo esto, en ciudades como Morelia seabrieron espacios que trataron de llevar el progreso que publicitaba el régimenmediante la enseñanza, en este plan se incluyó a la mujer michoacana, que ala postre se convertiría en el hilo conductor de la instrucción pública en el esta-do de Michoacán.

El antecedente de la instrucción estructurada de la mujer en la entidadlo encontramos en el siglo XVIII. En 1743 se creó el Colegio de Santa RosaMaría de Valladolid, una institución organizada y dirigida por el clero michoacano,que promovía la instrucción pero que limitaba el acceso al plantel sólo a aque-llas niñas de origen español, comprobable mediante fe de bautismo y de legíti-mo matrimonio; esto por supuesto dejaba fuera de preparación académica algrueso de la población femenina en edad escolar, no obstante, el colegio seconvirtió en un espacio importante por varias razones; una de ellas, que era elúnico sitio en donde la mujer vallisoletana podía instruirse; otra, porque en susaulas se instituyó un programa que incluía no sólo asignaturas inherentes a lainstrucción elemental sino algunas de aspecto complementario, como la músi-ca. Así, se abrió la posibilidad de que la mujer incursionara en arte de Euterpe,aunque esta inmersión en la música fuera destinada de manera exclusiva alculto católico, que consignaba a los músicos mujeres a cubrir los espacios

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musicales requeridos en las parroquias y capillas vallisoletanas.45

El colegio dedicó parte de su instrucción al culto de la música en variosinstrumentos: órgano, piano, violín, arpa y asignaturas como canto llano y no-ciones generales de la música, las niñas aprendieron bajo un estricto sentidode responsabilidad y su instrucción se orientó a formarlas como ejecutantes,sin el ánimo de promover en ellas la creación artística.

El colegio tuvo un desarrollo modesto durante la segunda mitad delsiglo XVIII y vio el inicio del movimiento de Independencia y su posterior triunfosin que existieran grandes cambios en su devenir, de hecho, la escuela pasódesapercibida casi por completo hasta la aparición de las Leyes de Reforma.Fue entonces cuando principió el ocaso para el antecedente más antiguo delactual Conservatorio de las Rosas de Morelia. Epitacio Huerta, liberal indiscuti-ble, mando cerrar el colegio a mediados de la década de 1861, y a pesar de losruegos por parte de las autoridades de la escuela al Ejecutivo estatal y federal,el plantel se clausuró bajo la idea de establecer en el país la instrucción enpleno control del Estado, sin la influencia religiosa.46 Hubo una segunda oportu-nidad para el colegio, ya que durante la intervención francesa volvió a funcionarun breve tiempo; no obstante, al triunfo definitivo del bando liberal, se mandóclausurar el plantel por parte del gobierno, dejando al garete la instrucción delas niñas michoacanas.

La falta de un espacio de formación académica de nivel medio en elestado, aunado a la necesidad de incluir a la mujer en el proyecto educativomichoacano y de hacerla partícipe del desarrollo social, llevó a que el gobiernomichoacano planteara un proyecto educativo destinado a la preparación acadé-mica de la niñez femenina. El 6 de octubre de 1885, apareció un decreto quemandaba, mediante la ley número 2, artículo 2º, el establecimiento de unaAcademia de Niñas en la ciudad de Morelia; se especificó una instrucción denivel secundaria y de perfeccionamiento y un plan de estudios que incluía ma-terias como: moral, urbanidad, economía doméstica, lectura, gramática caste-llana, pedagogía, aritmética razonada, principios de álgebra y geometría, dibujoy pintura, francés, inglés, música, geografía, historia patria, costura, bordados,flores y otros trabajos de mano.47 La clase de música se instituyó bajo la premi-sa de hacer más completa la instrucción de la mujer michoacana; al interior delas aulas de la escuela se escucharían año con año las notas musicales emiti-das por las niñas, las cuales aprendieron el arte de Euterpe del reconocido LuisI. de la Parra, que fue destinado de inmediato para dirigir los destinos de laescoleta musical.

El objeto de crear una escuela de este tipo respondía a varias cuestio-

45 Ver al respecto de la fundación y desarrollo del colegio a: Gloria A. Carreño, El Colegio de Santa Rosa Maríade Valladolid, 1743-1810, Colección Historia Nuestra, México, Departamento de Investigaciones Históricas,Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1979.46 Ver al respecto: Gerardo Sánchez Díaz, “La casa de las rosas en los siglos XIX y XX”, en: Napoleón GuzmánÁvila (Coordinador), El Conservatorio de las Rosas, Morelia, Fernández Cueto Editores, 1993, pp. 59-61. Lasautoridades del colegio mandaron una carta al Presidente de la República, Sebastián Lerdo de Tejada, y algobernador del estado de Michoacán, Epitacio Huerta, que hablaba acerca de la necesidad de contar con unespacio de instrucción para la mujer, labor que hacía el Colegio de Santa Rosa hasta esos años, en esa cartarogaban al Ejecutivo Estatal y Federal su intervención en el asunto de la clausura del colegio, no obstante laescuela fue cerrada definitivamente en 1870. Ibid, pp. 59-63.47 Amador Coromina, Recopilación de leyes…, Tomo XXVIII, pp. 27-28. En 1868, el ayuntamiento de Moreliahabía propuesto un proyecto de creación de una escuela para niñas, que por diversas razones no se llevó acabo.

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nes que tienen que ver con la intención del gobierno de proveer a la mujer unaoportunidad para su crecimiento académico, además de “…suministrarle otrosmedios compatibles con su sexo, para que puedan en caso necesario, lograr lasatisfacción de sus necesidades a costa de menores afanes y sacrificios”;48

esto se lograría mediante una férrea disciplina y orden en la instrucción puestaen marcha a través de normas específicas. Al respecto, el reglamento de 1 demayo de 1885, que salió a la luz pública cuatro días antes del inicio de clases,establecía cuestiones tales como: edad mínima 7 años, primaria terminada yestudios a realizarse en 5 años en los cuales la música sería materia obligada;se implantaron los métodos musicales de Hilarión Eslava para el solfeo, el deAsioli para canto superior y el de Bertini para el estudio del piano.

Las clases de música se especificaron como obligadas, no obstante, sedispuso en el artículo 18 del reglamento que la enseñanza musical se dieraespecialmente a aquellas que reunieran los dotes necesarios para la música,como los son cierta afinación natural en la voz y oído, así como algún grado dedestreza mental, y las que no reunieran estos requisitos a juicio del profesorpodrían omitir sus estudios en el área de música, sin que esto afectara de fondosus estudios.49

El primer año de clase fue un éxito. Un suceso de trascendencia eneste caso fue la celebración de los primeros exámenes a finales del año de1886; se nombraron sinodales para tal efecto y las pruebas se realizaron públi-camente, con lo que se ensalzó la labor de la escuela. Para el examen demúsica, el profesor Parra preparó un catalogo de preguntas50 que, en mi opi-nión como músico, aparece muy completo, pues contiene conocimientos ge-nerales que corresponden a las nociones que deben tener los alumnos de lasactuales escuelas de música en México, al menos del primer año. Así lascosas, el resto de la década de 1880 se distinguió por ser tiempo de siembramusical; como es lógico, los primeros años fueron de mero aprendizaje, sinembargo, pocos meses bastaron para que las jóvenes músicos de la escuelaaparecieran en los eventos artísticos morelianos, lo que fue más evidente lasdos últimas décadas del porfiriato.

Una de las pocas modificaciones que observó la clase de música du-rante los primeros años de vida fue el nombramiento de un ayudante, quesorprendentemente fue una mujer y alumna de la misma escuela; así, NataliaFlores, quien había participado en el evento de inauguración de la Academia, seconvirtió en la ayudante del Sr. Parra, lo que permitió a éste un respiro, y es quela cantidad de alumnas asistente a música superaba el ciento cada año, lo queresultaba en una carga muy pesada para un solo profesor.51

Hacía 1890, el desarrollo de la clase de música había seguido unamarcha ascendente, las alumnas cada vez relucían más sus dotes de artistaen eventos públicos y se registraba una asistencia constante a la escoletamusical; de hecho, se observa un aumento considerable en la actividad musicalde la escuela durante la última década decimonónica, que puede entenderse

48 Memoria de Gobierno de 1886, Morelia, Imprenta del Gobierno, 1886, pp. 47-49.49 Ver reglamento completo en: Amador Coromina, Recopilación de leyes…, Tomo XXVIII, pp. 29-34. AGHPEM,Fondo Secretaría de Gobierno, Sección Instrucción, Serie Academia de Niñas, Caja 1, Exp. 1 fojas 77-89.50 Ver el examen completo en: AGHPEM, Fondo Secretaría de Gobierno, Sección Instrucción, Serie Academiade Niñas, Caja 1, Exp. 1 fojas 126-136.

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por dos razones: por un lado, el Primer Congreso Pedagógico Nacional realiza-do en 1889 mandaba el estudio obligado de la música;52 así mismo, el desarro-llo natural de la clase artística era tal que provocaba el aumento de dicha acti-vidad en la escuela. Una cosa u otra, el hecho es la atracción de la músicahacía las alumnas, las cuales hicieron de la escoleta musical una de las áreasmás activas de la escuela.

Para 1892, se limitó la clase de música a sólo aquellas alumnas quehabían terminado el primer año.53 Como sucedió en su momento en la Escuelade Artes, en la de niñas esto se aplicó como medida para que las alumnasatendieran bien sus obligaciones escolares, y es que la música era tan populary la asistencia de las colegialas tan numerosa que éstas desatendían otrasasignaturas. La medida pudo ser provocada también por dos razones, la prime-ra fue la creación de una escuela de instrucción primaria anexa a la academiay, la segunda, la convocatoria a los ayuntamientos para pensionar a una alum-na por cada uno de ellos. Esto obligadamente aumentaría el número de estu-diantes de la escuela, y por supuesto la cantidad de candidatas para la clasede música; además, el desarrollo mismo de la academia provocaba cambios,que como los enunciados, tenían que ver con un progreso natural de la institu-ción, que a la par significaba el funcionamiento estructurado y ordenado delplantel.

Fueron 25 los ayuntamientos que respondieron a la convocatoria,54 conlo que la instrucción de nivel medio para la mujer michoacana se amplió; asímismo, la música vio una oportunidad única para alcanzar a más niñas, lascuales llegarían a promover la música en sus municipios luego del término desus estudios en Morelia.

A partir de todo esto, casi trescientas alumnas ingresaron a la escuelalos primeros años de la década de 1890, poco más del ciento de ellas, asistiríaa la clase de música, dirigida desde el fallecimiento del Sr. Parra por Juan B.Fuentes. A estas alturas y durante el resto del periodo porfiriano, se escucha-ron noticias de las niñas de la clase de música; en 1895, en la ceremonia deentrega de premios a las mejores alumnas del plantel, figuran Elodia Palacios yNatalia Flores en la parte musical ejecutando algunas piezas;55 luego, a finalesde siglo, figuran varias de ellas, actuando en conjunto en una orquesta típica,que representaría a la academia en las ceremonias de entrega de premios deescuelas públicas de la entidad.56

En la primera década del siglo XX se dieron varios cambios al plantel.En 1901 sucedió la trasformación de la escuela de primeras letras anexa a laacademia, en Escuela Práctica Pedagógica. Un año después se reestructura-ron los estudios en el sentido de dividir la carrera de profesoras de instrucción51 Ibid, fojas 69-73. Aducimos que Natalia Flores contaba con estudios previos de música antes de su entradaa la academia, ya que su participación en el evento de apertura así lo demuestra, aparece además otra alumnaen dicho evento, Luisa Mesa. Gaceta Oficial, Tomo I, Núm. 66, Morelia, 9 de mayo de 1886, p. 1.52 Silvia Figueroa Zamudio, “La Academia de Niñas de Morelia”, en: Ziranda Uandani (Papel que habla),Publicación de los Archivos del Poder Ejecutivo, No. 25, Morelia, Gobierno del Estado de Michoacán, 2001,pp.32-33.53 AGHPEM, Fondo Secretaría de Gobierno, Sección Instrucción, Serie Academia de Niñas, Caja 1, Exp. 1,fojas 91-92.54 Los requisitos eran simples: de 6 a 14 años de edad, buena disposición y de humildes condiciones socialesasí como buena salud. Amador Coromina, Recopilación de leyes…, Tomo XXXI, pp. 90-92. AGHPEM, FondoSecretaría de Gobierno, Sección Instrucción, Serie Academia de Niñas, Caja 1, Exp. 7, fojas 1-6.55 La Libertad, Año 2. Tomo 2. Núm. 4, Morelia, 27 de enero de 1895, p. 1. Las dos jóvenes participaronejecutando obras de Albertini y Gottschak. La Libertad, Año 3, Tomo 3, Núm. 6, Morelia, 7 de febrero de 1895,p. 2.

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primaria en tres niveles, lo que empezó a aplicarse en 1903, año en que laAcademia de Niñas se convertía en Escuela Normal para Profesoras.57 Aunadoa estos cambios, la clase de música fue materia obligada en dos de los nivelesde la educación de primeras letras, es decir, en elemental y superior, su prácti-ca, aunque no se amplió en el sentido de profesionalizar el estudio de la músi-ca, si se instituyó como fundamental en la preparación de las futuras profeso-ras.

Mientras tanto, una de las noticias más gratas de la última época de laAcademia de niñas fue la creación de una estudiantina, formada por unas trein-ta alumnas, las cuales ejecutaban instrumentos como guitarra, mandolina, vio-lín, bandolón, bajo, violonchelo y la bandurria; esto comprueba que las clasesde música no se limitaron al estudio del solfeo y piano, como se dispuso en elreglamento, sino que se dejó la libertad al profesor de que, a petición de lasalumnas, les enseñara otros instrumentos musicales.58

En 1908 apareció una nueva Ley de Instrucción en el Estado, la cual nomodificó en nada el funcionamiento de la escuela. Un año después, se hizo unareforma a esta ley, en la que se establece la inclusión del estudio del armoniuma las alumnas dedicadas al estudio del profesorado de nivel elemental, que seestudiaba en tres años. Luego, en diciembre de 1910 apareció otra ley similarque sólo reconoció y reafirmó los estudios que se venían haciendo en la escue-la.59

Hasta este momento, el funcionamiento de la academia fue estructura-do y con buenos resultados; sin embargo, la lucha revolucionaria haría su parte,que inició en Michoacán en Santa Clara, Penjamillo y en la sierra de Charapan,lugares en donde se sublevaron varios grupos en contra del régimen de DonPorfirio. Como resultado del movimiento armado, el plantel cerró sus puertas en1911 dejando a la deriva la instrucción de la mujer, que a pesar de vivir en uncontexto nada favorable a su desarrollo intelectual, incursionó en la educaciónsuperior y participó en la enseñanza de la juventud, lo que significó ubicar a lamujer como protagonista de la sociedad michoacana.

El espacio de formación que se abrió en Morelia para la mujer fue úni-co, significó un modelo para México y un orgullo de la administración pública deMichoacán. El epílogo después de comenzada la Revolución en 1910 no fue elmás afortunado, empero, las bases se habían establecido, la mujer michoacanaiba a ubicarse en los años venideros como la rectora de la educación elemen-tal, un lugar que le ha pertenecido desde entonces.

56 La Libertad, Año 5, Tomo 5, Núm. 6, Morelia, 9 de febrero de 1897, p. 2.57 La instrucción se dividió en Rudimentaria, elemental y superior. Silvia Figueroa Zamudio, “La Academia deNiñas…”, p. 35.58 Las noticias de la estudiantina aparecen en La Libertad hacía 1894, y puede observarse su actuar en laprensa de la época. La Libertad, Año 3, Tomo 3, Núm. 11, Morelia, 12 de marzo de 1894, p. 4.59 Recopilación de leyes, decretos, reglamentos y circulares que se han expedido en el Estado de Michoacán,Formada y anotada en las oficinas del Archivo General y Público, Morelia, Talleres de la Escuela IndustrialMilitar “Porfirio Díaz”, Tomo XL, p. 9, 356-358, leyes de 1908 y 1909 respectivamente. Ibid, Tomo XLI, pp. 30-31, ley de 1910.

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«Venga la banda», Música de Artillería.

CAPÍTULO II

LA MÚSICA EN MORELIAd c

La música en sus fines sociales

El porfiriato aparece, en el contexto de la historia moderna de México, comouno de los momentos fundamentales de desarrollo de varios aspectos de lasociedad mexicana. En cuanto a música se refiere, el periodo significó un pro-ceso de transculturación de formas artísticas provenientes del Viejo Continen-te. Así, la música fue definida por estilos particulares y específicos, siemprebajo la influencia de las formas clásicas europeas pero con el carácter propio,local.

Bajo el lema Orden y Progreso, Porfirio Díaz buscó construir un país“moderno” a cualquier costo, de ahí que, en lo político, hubiese decidido adop-tar una especie de “monarquía republicana”, un neoiturbidismo solapado, se-gún afirmó Luis González y González,1 en el cual, el gabinete del GobiernoFederal y el de los estados incluidos se componía de allegados al presidente;lo mismo sucedía con los miembros del poder legislativo y judicial, la mayoría,envejecieron con el héroe militar.2 De esta manera, las redes de poder queconstruyó don Porfirio le sirvieron para controlar el país durante más de tresdécadas.

Este control tuvo diversos modos de aplicación, uno de ellos fue el eco-nómico. En este sentido, México había vivido gran parte del siglo XIX bajo lazozobra de la guerra y la pobreza extrema; así, una de las necesidades de lagente era la estabilidad económica. En este caso, se impulsó un plan originadoen la necesidad de sanear las finanzas públicas, realizando una recaudaciónordenada de impuestos y favoreciendo la inversión extranjera, teniendo cuidadode no dar cabida a un solo inversor.

La llegada de capital de los Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Alema-nia, Italia y Bélgica, entre otros, abrió la posibilidad de desarrollo económico, ysobre todo la vuelta de México al orden internacional. Con esta ayuda y, másimportante aun, con el apoyo decidido del presidente, se favoreció la llegada deadelantos tecnológicos, como el telégrafo, el teléfono y la luz eléctrica. Seampliaron la red de ferrocarriles y se arreglaron vías de comunicación terres-tres; además, se impulsó el establecimiento de la banca nacional. A todo esto,se extendió además la educación a mayor cantidad de mexicanos, con la crea-ción de un mayor número de escuelas públicas de primeras letras, de Artes yOficios y para mujeres, y se impulsó el estudio de la ciencia y las artes, entreellas, por supuesto, la música.3

El desarrollo del arte de Euterpe no fue casual durante el porfiriato, losantecedentes se remontan al virreinato y las décadas posteriores al triunfo de

1 Luis González y González, “El liberalismo triunfante”, en: Historia General de México, Versión 2000, México,El Colegio de México, pp. 668-669. Algunos biógrafos de Porfirio Díaz refieren su mandato como un sistemapolítico que nada tuvo que ver con una dictadura. José López Portillo y Rojas, Elevación y caída de PorfirioDíaz, México, Editorial Porrúa, 1975, pp. 323-333.2 Uno de los ejemplos cercanos lo tenemos con Aristeo Mercado, quien fungió como gobernador de Michoacándesde principios de 1890 y hasta que la Revolución le hizo dejar el poder, en los primeros meses de 1911.3 En este panorama sin embargo, no todo era desarrollo, ni este alcanzaba a todos los sectores, en las zonasrurales, que significaban la mayoría en el país, el progreso no llegaba como en las ciudades. Mientras que losterratenientes se beneficiaban del nuevo estado de cosas, los comuneros de las zonas indígenas nacían yvivían al margen de los supuestos beneficios porfiristas y bajo ninguna ley aplicable; mientras que los peonesde las haciendas, aunque vivían un tanto mejor que los indígenas, trabajaban por un salario que apenas lesalcanzaba, señala el historiador Luis González, para frijoles y tortillas. Luis González y González, “El liberalis-mo...”. pp.681-684.

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independencia, empero, el inicio importante de la música en México, que aglutinóa las mayorías, lo encontramos desde la República Restaurada. Durante esteperiodo se comenzó a atender los espacios públicos, que fueron los escenariosnaturales de ejecución artística en las ciudades por ejemplo, algo que favorecióla expresión artística y el surgimiento de una cantidad importante de asociacio-nes musicales. Las principales ciudades mexicanas fueron objeto de una aten-ción no ofrecida a lo largo del siglo XIX; al respecto, las calles, las plazas, losjardines y paseos urbanos, vieron un renacimiento exclusivo, encaminado areestablecer los puntos de reunión social.

En Morelia, mientras tanto, la mejora substancial de espacios citadinosestuvo relacionada con la intención de pensar de ellos no sólo como lugares detránsito de personas, sino como espacios de diversión y esparcimiento, auna-dos a la necesidad de convertirlos en centros de comercio en manos de particu-lares; de esta manera, la ciudad experimentaría cambios hacia facetas nuncaantes vistas, en cuyo contexto se situaron los bienes y servicios, como laseguridad y las mejoras materiales, incluyendo la reforestación de áreas espe-cíficas como el bosque de San Pedro, actual bosque Cuauthémoc, y el paseode la Calzada de Guadalupe, por decir algunos.4

En 1868, un plan encaminado al embellecimiento urbano fue llevado acabo por el arquitecto belga Guillermo Wodon de Sorine. Este personaje fueresponsable de la reestructuración del bosque de San Pedro y las calles ycallejuelas aledañas al lugar; además, se proyectó el arreglo de la fuente de lasplazuelas de San José y de las Rosas, remodelada ésta última durante elsegundo ayuntamiento moreliano de la República Restaurada. Se niveló el pisode todo el jardín y se embelleció su vista con el plantío de árboles en su interior;finalmente, la plaza principal de Morelia, la de los Mártires, fue objeto de cam-bios en su estructura, muy acordes al embellecimiento urbano que se estaballevando a cabo de forma general en la ciudad. En este lugar se construyeroncuatro fuentes y apareció un nuevo jardín lleno de plantas de todo tipo, donadaspor los mismos vecinos de la ciudad quienes, a la par de las autoridades,lograron hacia el año de 1876 la culminación del arreglo del corazón social deMorelia.

4 Ver al respecto a José Alfredo Uribe Salas, Morelia, los pasos a la modernidad, Morelia, Instituto deInvestigaciones Históricas, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1993, pp. 9-11 y 46. Moreliafue una ciudad organizada y estructurada en cuarteles, estos albergaban todo el entramado social queconvivía bajo cuatro de estos, emulando a los puntos cardinales. En el primer cuartel se ubicaban la Plaza dela Paz, la Catedral, la Plaza de los Mártires, los portales Allende, Aldama y Matamoros, el Palacio de Justicia,la cárcel penitenciaria, el templo de San Agustín y su mercado, la Academia de Niñas, el Palacio Municipal, elMonte de Piedad, el templo de la Merced, la Plazuela de Carrillo y la de la soterraña, las capillas delPrendimiento, Santo Niño, Soterraña y la de Santa Catarina. En el segundo cuartel estaba el Palacio deGobierno, los portales de Iturbide e Hidalgo, el Colegio de San Nicolás, el templo de la Compañía, la Escuelade Artes y Oficios, la plazuela y templos del Carmen, las Rosas y la estación del ferrocarril. Por su parte, enel cuartel tercero figuraba el hotel antiguo de Michoacán, la plaza y templo del Sr. San José, el templo de lasMonjas Catarinas, el cuartel de las Tropas Federales, los colegios de Guadalupe, el Seminario y el de SanIgnacio y la garita de Santiaguito. Finalmente, en el cuarto se encontraban el hotel Oseguera, que aparecemucho en la época porfirista como espacio de fiesta pública, el templo de la Cruz, el templo y mercado de SanFrancisco o de la Constitución y la plazuela de Capuchinas, el Hospital Civil y el templo de la Columna.Mariano de Jesús Torres, La Lira Michoacana, Morelia, Imprenta del redactor, p. 149. Esta organización semantuvo hasta 1895, luego de esa fecha, los barrios de San Juan y Guadalupe se convirtieron en los cuarteles5to y 6to respectivamente. Ibid., Michoacán en el siglo XIX…, pp. 175-179. Según Juan de la Torre, para 1883,Morelia contaba con 21 templos y capillas, 3 colegios, 9 escuelas públicas 2 teatros, 14 plazas y plazuelas yuna plaza de toros. Juan de la Torre, Bosquejo histórico de la ciudad de Morelia, Morelia, UniversidadMichoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1986, p. 48.

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A partir de este momento, es posible observar el surgimiento de unatradición netamente porfirista, ya que la gente, al ver los trabajos en la plaza ysobre todo al participar de una manera u otra en la mejora sustancial de lamisma, comenzó a visitarla por las tardes de descanso; así, los jueves y do-mingos, en un inicio, se convirtieron en días específicos en los que la genteacudía a pasear por el lugar. Las autoridades municipales, en apoyo de lasestatales por consecuencia, mandaron que la banda de música del 17º Regi-miento de Infantería, apostada en la ciudad, amenizara dichos días.5 De estamanera, la tradicional serenata popular dejaba atrás los privados eventosvirreinales de carácter exclusivo religioso y las restricciones sociales de lasprimeras décadas del México independiente.

Todo esto sucedía a la luz de un periodo que se caracteriza por variosaspectos generales: las nuevas corrientes de pensamiento que influían definiti-vamente en las artes, como la música; las innovaciones técnicas, que dieron ala ciudad un toque moderno, con las limitaciones de la época en este sentido;y, uno más, el grado de desigualdad que se manifestaba en las contradiccionesde la puesta en marcha de programas de mejoras sociales, económicas y deembellecimiento urbano, que contrastaban con la realidad de un sector empo-brecido y analfabeta de la sociedad moreliana. No obstante, en comparación alpasado reciente, la situación del entorno físico de las ciudades no se igualabade ninguna manera, ya que el arreglo a los espacios era notorio y favorecíacomo nunca la vida cultural y lo que esto llevaba consigo, como el desarrollo dela actividad musical. En este sentido, las fiestas y tradiciones, unas nuevas yotras provenientes del pasado reciente mexicano, hacían de la música unaespecificidad de la época.

En términos generales, la música en la época porfiriana pasó por cua-tro etapas, a decir de Moisés Gonzáles Navarro: el predominio de conciertoscompuestos por arias operísticas en primer lugar; la preferencia por el piano yel violín, ejecutados por solistas que recurrían al repertorio de Chopin principal-mente; una mayor atracción de la música de cámara en particular, con obras decompositores como Hyden y Beethoven; y por último, el desplazamiento deldominio hacía la música sinfónica con el propio Beethoven y, en menor grado,Tchaikowski.6 A esta clasificación, haría falta un tipo de música que se fortale-ció de manera importante, la música de las mayorías, que entendemos mejor ysimplemente como música popular. Las formas musicales fueron variadas, perodestacó el hecho de que la música que durante el pasado virreinal y primerasdécadas decimonónicas se escuchó sólo en espacios cerrados, ahora apare-ció en los públicos, aunada a estilos propios de los grupos musicalesdecimonónicos, entre ellos las bandas de música y las orquestas.

Lugares centrales de la vida social mexicana, como el Zócalo o la Ala-meda, en la ciudad de México, o la plaza de los Mártires en Morelia, significa-ron puntos de encuentro de la sociedad en su conjunto, que presionó de mane-ra inconsciente a las autoridades –la sola frecuencia de la gente que paseabaen determinados días y horas específicas por las plazas es prueba de ello-,

5 Xavier Tavera Alfaro, Morelia en la época de la República Restaurada, 1867-1876, Morelia, Instituto Michoacanode Cultura, El Colegio de Michoacán, Vol. 1, 1988, pp. 186-191.6 Moisés Gonzáles Navarro, “El porfiriato, la vida social”, en: Daniel Cosío Villegas, Historia moderna deMéxico, México-Buenos Aires, Editorial Hermes, 1990, p. 774.

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para que se programaran eventos musicales que hicieran amenos los momen-tos de paseo social.7 Ante esto, la música, como fenómeno social, se convirtióen un alma suplementaria de la sociedad y las asociaciones musicales en elvínculo de esta con el arte, por su parte, los espacios públicos se convirtieronen puntos de sociabilidad y práctica asociativa popular.

Música, fiesta y tradiciones

Es factible pensar en que la música hacía posible eliminar las diferencias so-ciales en torno a algún concierto específico, esto fue así en cierta medida,sobre todo en audiciones y serenatas en plazas y jardines; sin embargo, lamúsica se diversificó, al menos en espacios urbanos específicos.

La elite de la ciudad prefirió los conciertos y tertulias familiares, ejecu-tados principalmente en espacios privados, como el teatro y casas de particu-lares. En este caso, de la música se encargaron grupos musicales de confor-mación variada, desde conjuntos de cuerda y aliento, que podía ser de más de20 músicos, hasta solistas, muchos de estos, como es el caso específico deMorelia, provenientes no sólo de la capital del país sino del extranjero. Fuecomún en la antigua Valladolid la puesta en escena de óperas y conciertos conmúsicos y cantantes europeos, que ejecutaron principalmente en el TeatroOcampo.

Mientras esto sucedía en lo privado, en la calle se llevaba a cabo unaactividad musical constante, ejemplificada por la audición y la serenata en lospaseos y diversiones citadinos; en este caso, la banda de música de vientoacompañó cada festejo, convirtiéndose en el grupo musical protagonista de laplaza y el jardín. El sello popular de la fiesta pudo destinarse sólo el público desectores pobres, no obstante, la gente que asistió a las serenatas a la luz de latarde-noche fue en amplio margen de la sociedad moreliana. Así, la música seconvirtió en el punto de enlace de ambos mundos sociales, y cumplió su come-tido de ser el fermento de identidad cultural moreliana, o al menos parte de ella.

Varios fueron los espacios de expresión musical en Morelia, algunosya tradicionales y otros que se harían comunes a lo largo del porfiriato. Entrelos más significativos aparece por supuesto la Plaza de los Mártires –actualPlaza de Armas–, podemos decir, la de mayor importancia de la ciudad deMorelia. En ella se llevaron a cabo los principales eventos cívicos y sociales,confluyendo en ese espacio las más importantes autoridades municipales yestatales y el grueso de la población, incluyendo la minoría selecta y los secto-res medios y bajos, entre estos tenemos a obreros y jornaleros del campo,artesanos y otros actores sociales.

Otro punto de relevancia urbana fue la Plaza Melchor Ocampo, ubicadaen la parte oriental de Catedral de Morelia. Llamada en la época virreinal Jardínde San Juan de Dios, y luego Jardín de la Paz, ese sitio, al igual que otros, fueescenario de confrontaciones musicales entre diversos grupos artísticos, entreellos, destacó siempre la banda de música de viento, no sólo compuesta demichoacanos sino muchas veces, provenientes de otros estados. Como ya seseñaló, se afirmaba en la prensa porfirista en reiteradas ocasiones los encon-7 Esta presión inconsciente determina incluso el desarrollo de la música en cuanto a formas y estilos, así lodemuestra la historia de la música, en su relación con la sociedad. Ver al respecto a: Ellie Siegmeister, Músicay sociedad, México, Siglo Veintiuno Editores, 1999.

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tronazos musicales entre asociaciones musicales morelianas con un grupooriginario de León Guanajuato, la llamada “Orquesta de León”; esos choquesartísticos fueron comunes en esa plaza para deleite de los morelianos, sindejar de lado otros espacios, como el Jardín de la Compañía, actual PalacioClavijero; el Jardín de las Rosas, situado en el primer cuadro de la ciudad; yotros, como el Jardín Azteca, ubicado a un costado del Templo de San Diego; oel significativo paseo de Guadalupe, es decir, la Calzada de Guadalupe. Porcierto, al sur de la citada Calzada, aparece el que quizás sea el principal espa-cio de campo para diversas actividades sociales de la época, el Bosque de SanPedro. En su perímetro se llevaron a cabo eventos de diversa índole, desdecarreras de caballos, hasta las vistosas batallas de flores -de imitación france-sa-, coronadas por la música de banda de viento. Finalmente, el espacio rele-vante por excelencia fue la calle principal de Morelia -actual Avenida Madero-,en la que se llevaron a cabo innumerables desfiles militares con toda pompa; enellos, participaron autoridades civiles y militares, además de escuelas y aso-ciaciones que sirvieron para legitimar el orden establecido mediante la transmi-sión de valores culturales, representados en símbolos patrios.

Otras plazas y jardines de menor relevancia existieron al lado de capi-llas y templos y en ellos se realizaban fiestas en conmemoración de algúnsanto patrón, aunque los principales espacios de desarrollo de la música fue-ron, como ya se señaló, la Plaza de los Mártires, la Calzada de Guadalupe y elBosque de San Pedro. En todos ellos, el músico moreliano expresó su sentirmusical a la vez que se ocupó de obtener, mediante su trabajo, un ingresoeconómico para el sostén familiar.

Las fuentes hemerográficas son ricas en información al respecto de losgustos de la sociedad moreliana del porfiriato. Hacía 1880 para dar un ejemplo,aparece una mención en el Periódico Oficial que hace relevancia a la músicacomo actividad social, al respecto, se afirma lo bien vista y recibida que eradicha actividad en la ciudad.8 Esta referencia indica el grado de aceptación queel arte de Euterpe había logrado, lo que va a explicar el “jolgorio” musical que seobserva a lo largo del periodo porfirista y el porqué la música tuvo, en general,un lugar preponderante en lo social moreliano.

De entre las actividades sociales en los que la música formaba parteactuante y constante, sería difícil encontrar alguna sin inherencia a la música;sin embargo, destacan dos formas específicas: la música popular, en el sentidode la música de las mayorías, y la música religiosa.

En el primer caso, tanto el género como la música de este tipo conta-ban con espacios varios y ejecutantes concretos, como ya hemos ejemplificadoen este apartado, las plazas, jardines, bosques, paseos, calles y cualesquieralugares urbanos y no tan urbanos, se utilizaban para llevar a cabo audiciones,serenatas, conciertos, o simplemente actuaciones musicales; la característicadel hecho es la participación activa del grueso del pueblo moreliano, de estamanera, en orden de importancia oficial, aparece la festividad cívica, una de lasactividades oficiales más importantes de la sociedad moreliana del porfiriato.

Al respecto, se festejaban entonces el 5 de febrero, en alusión al ani-versario de la promulgación de la Constitución Federal de 1857; el 5 de mayo,aniversario del triunfo obtenido por el ejército mexicano sobre las tropas france-sas en puebla en 1862; el 15 y 16 de septiembre por el inicio del movimiento de8 Periódico Oficial, Año III, Núm. 177, Morelia, 20 de agosto de 1880, p. 4.

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independencia; y el 27 de ese mismo mes por el triunfo definitivo de la misma;además del 30 se septiembre, en conmemoración al nacimiento del generalísimoDon José María Morelos y Pavón; estos, entre otros, como los festejos denacimiento o muerte de personajes de la talla de Mariano Matamoros, fusiladoen el portal que lleva su nombre en el centro de la ciudad en 1814, o el nataliciode Don Miguel Hidalgo y Costilla, el 8 de mayo, fueron los festejos más impor-tantes que se llevaban a cabo en la ciudad.

La especificidad de los eventos cívicos estaba siempre engalanada porla más selecta organización y pompa que el gobierno del estado podía hacer.La participación de músicos morelianos era más que significativa; destacaba elhecho de que siempre en estos casos la música de las bandas y otros gruposmusicales apareció como indispensable, como corolario de engrandecimientode la fiesta. Las celebraciones comenzaban al alba, la música militar acompa-ñaba los honores a la enseña nacional, luego, había recorrido por las calles,desfile al medio día y serenara por la tarde y noche; muchas veces se organiza-ba una corrida de toros por la tarde.

Otra forma de participación del músico moreliano en su actividad socialera precisamente la serenata y la audición. Al respecto, como ya hemos seña-lado, los paseos y diversiones urbanos se convertían en grandes salas de con-cierto cada vez que se conmemoraba alguna fecha de importancia general, yafuera un evento cívico o cualquier cosa que tuviera que ver con fiesta y conme-moración tenía por escenario la plaza, el jardín, el portal o un escenario espe-cial y significativo del periodo porfiriano en Morelia, el Teatro Ocampo.9 En suinterior se llevaron a cabo innumerables eventos de gala musical, desde lassimples ceremonias de entrega de premios a alumnos de escuelas públicas yprivadas, hasta grandiosos conciertos de ópera, zarzuela y música con solis-tas nacionales y extranjeros. Cabe decir que en el Ocampo se presentaronvarios de los mejores músicos e intérpretes de México y de Europa, que comoveremos más adelante, y quienes hicieron época en la historia musical de laciudad.

Era común que el Teatro Ocampo sirviera como escenario de excelen-cia musical para ambos mundos de la sociedad de Morelia: la elite y las mayo-rías. Sucedía en este contexto, que la minoría selecta moreliana, si bien permi-tía la participación un tanto activa del grueso del pueblo en espacios cerradoscomo el teatro, o incluso la fiesta grande urbana como el caso de las ceremo-nias de gala en el centro de la ciudad, es cierto que dicho grupo hacía susfiestas privadas en casonas de la vieja Valladolid. La prensa de la época publi-caba este tipo de eventos a detalle, en los cuales participaban de manera ex-clusiva miembros de la clase gobernante y de la elite moreliana, y en los que lamúsica era el centro de atención. Gracias a estas reseñas, podemos dar cuen-ta de la manera en que la música se diversificaba como actividad de ocio sinánimo de lucro. Músicos de entre lo más granado y escogido de la ciudadacudían a la ejecución de obras cuyas notas habían sido escritas en el viejocontinente, y que en tertulias privadas eran también realizadas por señoritas yseñoras provenientes de familias de más abolengo. Éstas ejecutaban al pianoobras que les permitían exponer al público selecto su arte musical. Las tertu-

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lias, como se les solía llamar, se llevaban a cabo con regularidad, llenando laspáginas de los periódicos en la sección de la gacetilla, algo parecido a lo quehoy conocemos como la “sociales”. Como comúnmente sucedía en una ciudadpequeña, los pormenores de la alta sociedad se conocían en diversos sectoresdebido a que las noticias eran comunicadas por medios informales.

Mientras esto sucedía en círculos cerrados, en las calles y paseosurbanos se llevaban a cabo con regularidad sorprendente innumerables audicio-nes musicales. En este contexto, se llevaban a cabo serenatas en honor alGobernador del Estado, por ejemplo, en alusión a fechas significativas comolas ya citadas ceremonias cívicas; o en conmemoración de la visita de algúnpersonaje de la política nacional como en el caso del mismo Presidente de laRepública u algún otro notable de gran calado, o simplemente, por algún acon-tecimiento social que involucrara a la sociedad de Morelia. Ejemplo de esto erael Día de Árboles, evento que reunía a la población en torno a la idea, propuestapor el gobierno, de plantar árboles en algún punto determinado de la ciudad;esto comenzó en tiempos de Aristeo Mercado y era, como ya lo señalaremos,todo un acontecimiento de alcance cultural, en donde la música era parte indis-pensable.

De entre las actividades populares por excelencia se encuentran lascorridas de toros y las peleas de gallos, eventos en los que si bien la música noera parte indispensable, era común que se invitara a algún grupo musical aamenizar los eventos. Las corridas de toros contaban con un escenario biendeterminado, la plaza ubicada a un costado de la capilla de San Juan. Estelugar, inaugurado en 1844, albergaba hasta un total de 8 mil personas, lo quenos da idea del arraigo de estas actividades –sin saber a ciencia cierta si ellleno era total cada vez que había evento–; mientras tanto, las peleas de gallosse llevaban a cabo en un local denominado “hipódromo”, que se ubicaba a uncostado del templo de San Agustín. Ambas prácticas fueron comunes duranteel porfiriato y sólo una suspensión por parte del gobierno hacia estas activida-des -ocurrida en tiempos de Mariano Jiménez y cuya razón fue la barbarie de sugénesis-, mermó en parte la organización de corridas y peleas durante algúntiempo. Luego se permitieron nuevamente, siendo actividades recreativas degran peso entre la clase mayoritaria de la sociedad moreliana; de hecho, duran-te la suspensión de estos eventos, las corridas y las peleas siguieron llevándo-se a cabo en la clandestinidad y sólo eventos circenses se vieron en el hipódro-mo. Al respecto, era característica de la época la puesta de globos aerostáticosen donde no pocas veces sucedían percances que terminaban con la muerte delos aeronautas.10

10 Al respecto del desarrollo de estas actividades ver a: José Alfredo Uribe Salas: Morelia, los pasos a lamodernidad…, pp. 54-55.; y a María Teresa Cortés Zavala, “la vida social y cultural de Michoacán durante elsiglo XIX”, en: Enrique Florescano (coordinador), Historia General de Michoacán, Volumen III, El siglo XIX,Morelia, Gobierno del Estado de Michoacán, Instituto Michoacano de Cultura, 1989, pp. 325- 384.

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Otro tipo de eventos populares eran los bailes públicos11 y los matrimo-nios. En estos, la música era obligada. En el caso específico de las unionesconyugales, la fiesta era llevada a cabo ya fuera en algún recinto privado, comolas casonas de la antigua Valladolid si la boda era entre personas de la minoríaselecta moreliana, o en un espacio de barrio, para el caso de un enlace entregente de sectores campesino u obrero, por ejemplo, que dicho sea de paso,podía ser el patio trasero de la casa de los novios o en su defecto algún sitioadecuado. Los bailes públicos, por su parte, se organizaban en lugares muyespecíficos según fuera el caso de la fiesta social, como los portales Matamo-ros y Allende, y el Hotel Oseguera -edificio que se ubica en la actualidad a uncostado de la Plaza Melchor Ocampo, en el centro de la ciudad-, o en algunacasa particular, en ocasión de los bailes de gala, o por el contrario, como diji-mos antes, el baile se organizaba en salones o en terrenos habilitados para talefecto.

Finalmente, hubo un tipo de fiesta relacionada de manera exclusivacon la religión católica, al respecto, las fiestas en honor de algún santo patronode iglesias y capillas fue pretexto para la participación de músicos morelianos.El día de Santiago, las verbenas y fiestas decembrinas en honor a la virgen deGuadalupe, el 15 de agosto en Santa María, entre otras más, aparecen comofiestas religiosas en donde la música era fundamental. Muchos eran los gruposmusicales beneficiados con las fiestas religiosas y muchos los eventos de estetipo en la ciudad. Recordemos que Morelia desde el virreinato, tuvo en su haberurbano templos y capillas por doquier, en cuyo calendario particular se contem-plaba el festejo a su santo patrono, venerado en ellos.

No todo en la música en Morelia estaba aceptado. Los eventos popula-res como las corridas de toros o las peleas de gallos, o más específico, lasfiestas de carnaval -en donde cada febrero aparecían en las calles los toritos depetate-, no eran aceptadas por un sector de la sociedad. En la prensa de laépoca es posible observar los argumentos condenantes, pues se considerabaque esas actividades no iban de acuerdo con la dignidad y el sentimiento,decían, de la personalidad humana.12

En otras cosas, bajo un contexto de música y tradiciones, la sociedadmoreliana porfiriana se desarrolló bajo preceptos culturales bien definidos. Lamúsica, hemos señalado arriba, encontró campos fértiles de desarrollo en lospaseos y diversiones urbanos, a la vez, surgía un gremio de trabajadores de lamúsica que, junto a aquellos que realizaban la actividad como mero pasatiem-po, se encargaron de dar placer musical al público moreliano de las dos déca-das finales del siglo XIX y la primera del XX.

Hemos visto cómo se arreglaron los espacios urbanos para el arte y ladiversión. Ahora, señalemos la manera en que surgió el músico citadino queejecutaba el piano, el trombón, la trompeta, el clarinete, el violín, el contrabajo,la tuba, entre otros.11 En la prensa de la época se habla casi de forma común de la realización de bailes o jamaicas. Se trataba deeventos populares donde la gente iba a bailar al son de alguna orquesta, y en salones adecuados para tal fin.Por lo general, había empresarios que se dedicaban a organizar las veladas como negocio, por lo que secobraba la entrada tal y como se hacía en los conciertos del Teatro Ocampo por ejemplo.12 Esta afirmación es observable en varios comentarios que aparecen en la prensa moreliana de la segundamitad decimonónica, especialmente en aquellas publicaciones cuyos encargados de edición provenían de laalta esfera social de la antigua Valladolid.

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Resulta difícil imaginar que la música haya surgido a partir de la exi-gencia social inconsciente, tal y como lo sostiene Ellie Siegmeister, y, en estecaso, que el músico haya definido su participación en el arte de Euterpe deacuerdo a esas exigencias. Creemos que si bien la música pudo desarrollarseen parte como un acuerdo involuntario entre el músico y el gusto del público –si algún género o forma musical no es del agrado del auditorio no persiste en eltiempo-, lo cierto es que el músico eligió su instrumento y el tipo de músicaque ejecutó con relación al alcance suyo de acuerdo a la enseñanza musical,los medios de adquisición de un instrumento y del sector social proveniente.

El músico moreliano decimonónico hizo aparición de manera evidentea mediados de ese siglo. En 1847 se sabe de la existencia de una “asociaciónmusical” ya estructurada, compuesta por músicos locales y de otros estados,en concreto de Guanajuato. Resulta común ver en los años posteriores a diver-sos grupos musicales -en los que destaca la banda de música-, los cualesiniciaron el proceso de conformación del gremio musical en la ciudad. Asocia-ciones como la Sociedad Filarmónica Santa Cecilia, creada por el músico Ra-món Martínez Avilés hacía 1860 y diversas bandas de música -la del gobiernodel Estado, que se organizó desde 1881; las de escuelas oficiales, como la deArtes y Oficios; y las bandas de música militares, que venían acompañando aldestacamento federal en turno-, y grupos de cuerda variados, inundaron demúsica los paseos y diversiones urbanos durante el porfiriato en Morelia.

La aparición de grupos musicales no es una cuestión que haya sucedi-do al azar. A partir de una necesidad social, surgieron instituciones de enseñan-za, oficiales y privados, de entre los que destacan la tradición familiar de músi-ca popular, base de la banda de viento en grado considerable.

En el primer capítulo hemos visto como las academias de música delColegio de San Nicolás y de la Escuela de Artes y Oficios, junto a la Academiade Niñas, hicieron de la instrucción musical una actividad inherente a los estu-dios primarios y secundarios, y favorecieron además la creación de gruposmusicales. Estos espacios educativos inauguraron el establecimiento de unainstrucción estructurada, y aunque de carácter complementario según los re-glamentos al respecto, en la práctica significaron más que un mero comple-mento, comprobable con sólo observar la manera en que los músicos surgidosde esas instituciones aplicaron sus conocimientos. Muchos de ellos, comoveremos en el capítulo IV, lograron escalar a otras esferas del arte musicalformando parte de grupos musicales de renombre en la capital del país y otrosestados, y además, presentándose en la mayor parte del territorio nacional,incluso en el extranjero.

En el Colegio de San Nicolás, la música que se enseñaba estaba fun-damentalmente encaminada a complementar los estudios de los alumnosnicolaítas. Esto limitaba en mucho la educación musical; por fortuna, se exten-dió la invitación a todo aquel que quisiera aprender el arte sin traba alguna másque la asistencia regular. Aquí estriba un hecho singular del trabajo de banda deviento y otras catervas musicales como orquestas y grupos de cuerda. El asun-to de la enseñanza de la música en espacios familiares, como señalamospárrafo arriba, significó la posibilidad de la práctica musical sobre la ejecuciónestricta del instrumento que, complementado con la enseñaza del solfeo en la

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clase del Sr. Parra, por ejemplo, tendría por resultado la preparación del músicopara el trabajo en conjunto. En pocas palabras, la posibilidad que dio la apertu-ra de la clase de música en el Colegio de San Nicolás produjo un desarrollo dela música evidente en grupos musicales que ejecutaban música para las mayo-rías. La apertura de los estudios musicales en San Nicolás favorecieron a jóve-nes que asistían a la enseñanza de la música teórico-práctica impartida en lacasa de Hidalgo para luego, así lo creemos, aplicar los conocimientos musica-les en el terreno funcional. Esto surge de la observación de que en la academiade música del Colegio, la mayor asistencia de alumnos registrados aparece enla clase de solfeo, y una disminución importante al respecto en piano y violín,cátedras estas dos últimas en las que aparecen nombres de jóvenes que estu-diaban alguna carrera y que asistían a la clase de música como pasatiempo;cosa distinta en solfeo, ahí vemos a estudiantes de la música que no sabemossi estudiaban alguna carrera en el colegio, se trata de jóvenes que seguramenteasisten a la clase con el único objetivo de aprender el lenguaje de la música,para luego aplicarlo en la práctica en la ejecución de algún instrumento enbanda de música, orquesta o grupo de cuerda. Resulta complicado el estudiono estructurado del solfeo, cosa que sí es posible en una escuela como el casode la casa de Hidalgo, no así la práctica del instrumento, que puede ser llevadaa cabo de manera mas sencilla a nivel familiar.

Por su parte, en la Escuela de Artes y oficios, la música que se practi-caba era aquella aplicada a la banda de música de viento en particular; porsupuesto que el favorecer un estilo en especial hizo surgir músicos especializa-dos, cosa que para la época era toda una innovación. La clase de música eraimportante frente a los demás talleres que funcionaban en la escuela y repre-sentaba en mucho la calidad y el prestigio de la misma, es por esto que losrecursos destinados al área de música fueron tales, que superaban los de losdemás talleres. La banda creada en la escuela fue una de las bases musicalesde la entidad y promovió músicos a otras latitudes.

La Academia de Niñas, mientras tanto, fue una institución con un sen-tido estricto y único de la enseñanza encaminada a la mujer. En una sociedadmachista, la academia aparece como un “oasis” de conocimiento femenil don-de la música se cultivaba de manera estructurada, en busca de proveer a lajoven de una herramienta efectiva de desarrollo académico y social, que en elfuturo pudiera ayudarle a sostener económicamente un hogar; es por esto queademás de materias inherentes a la instrucción de la mujer, se incluyó la músi-ca como complemento. Resulta interesante conocer el hecho de que variasjóvenes graduadas, procedentes del interior del estado, se encargaron de difun-dir la música en sus lugares de origen, dando una importante justificación delfuncionamiento de la academia.

Como hemos visto, el músico que ejecutó en Morelia durante el porfiriatose educó en escuelas públicas. Un sector minoritario aprendieron a tocar pianoo violín en academias particulares, empero, estas fueron pocas y no tenían unplan de estudios estructurados, ni tampoco tenían una visión en conjunto deservir a la transformación de la sociedad de la época; su origen, más bien, fuela oferta educativa a los hijos e hijas de las principales familias morelianas. Deesta manera, el Estado ofreció espacios de instrucción más completa que en el

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pasado, otorgando la oportunidad de educación en áreas que no habían sidoexplotadas antes, lo que aparece en el plan general del gobierno como unameta originada en el lema de don Porfirio: Orden y Progreso.

En cuanto a la música estudiada y ejecutada durante el periodo, pode-mos decir que lo común fue la fiesta pública, la que se llevó a cabo en lasplazas y jardines, de ahí que tanto el estudio de la música en las escuelascomo el tipo de instrumentos enseñados, tuvieron fin en organizar grupos demúsica de viento, adecuada para los espacios abiertos. Iremos a continuación,al mundo de las variedades musicales que se cultivaron y ejecutaron en laciudad de Morelia del porfiriato.

Música y Músicos, el arte de Euterpe

La música en Morelia se definió por géneros bien marcados. En Euterpe, unperiódico de contenido exclusivamente musical dirigido por el músico RamónMartínez Avilés, se mencionan tres formas musicales que aparecen en elporfiriato: “…la música sagrada que se canta en las iglesias, los conciertosespirituales y comprende: el canto llano, los coros, los cantos que se admitenacompañamiento de órgano en las misas, oratorios, etc., que emplean todoslos recursos de la ciencia musical”; la “… música dramática, que admite todoslos tonos y que comprende la ópera, ópera cómica y el baile, abrazando tam-bién las oberturas, los recitativos (sic), los aires y las cavatinas, los dúos, tríosy cuartetos, los trozos de conjunto, los coros, los finales”; por último la “...mú-sica de concierto y de salón, a la cual pertenecen las sinfonías, los quinteto,sonatas, conciertos, aires variados, fantasías, caprichos, las cantatas, noctur-nos, romances, canciones”.13 En esta última categoría incluimos la música delas mayorías. Haría falta sólo complementar el asunto con la música militar, dela cual se afirma que “…ha tomado poco a poco a las precedentes sus compo-siciones adoptándolas a sus usos”.14

Por su parte, en el Odeón Michoacano, Mariano de Jesús Torres señalaun tipo de música que denomina canciones de estrado, al referirse a melodíassimples dedicadas principalmente a la mujer, a sus amoríos o sus desdenescon relación a los hombres. A este tipo de música se agregan las cancionesrancheras, cuyas letras se referían al mexicano en determinadas situaciones.Finalmente, mencionan los cantares populares diversos, que por el título sabe-mos que se tratan de canciones sobre temas variados. En esta descripción, elpolígrafo michoacano asienta un tipo de música que remite a una actividaddeterminada por el gusto de una parte del público moreliano. Estos cantospopulares, como los denomina el periodista, se ejecutaban mediante el acom-pañamiento de la guitarra, instrumento heredado a México por España, de ahíel origen mismo de las canciones, que sin embargo tomarían, en nuestro país,

13 Euterpe, Año I, Núm. 20, 8 de enero de 1893, p. 2.14 Idem.15 EL periodista publica una serie de referencias relacionadas a los tipos de música que hemos citado. Endistintas páginas de su obra se encuentran impresas diversas canciones que ejemplifican la música que seejecutaba en Morelia; al final de la edición aparece un estudio sobre la música en Michoacán, en donde dacuenta de grupos y músicos que actuaban en la antigua Valladolid.

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el sello de la casa.15

La realidad de la música de las mayorías es particular y concreta en socieda-des específicas. Tratándose de la actividad musical en México, algunos espe-cialistas coinciden en que la música nacional contemporánea adquirió su espe-cificidad a partir de la década de 1880, esto por razones relacionadas a lallegada de los adelantos tecnológicos por un lado, y la paz y el desarrollosocial, por el otro. El impulso de la música en ciudades como Morelia sucedióde una manera similar a lo acontecido al respecto en la capital del país, laburguesía capitalina, aunque se refugió en la ideología elitista en la ópera italia-na, se desplegó al género popular y como sucedió en consecuencia suya en elcontexto moreliano, los paseos y diversiones citadinos observaron el desarrollodel músico versado en la música de banda de viento, que para la era porfirianafue el grupo que ocupó predominantemente los espacios urbanos públicos.16 Alrespecto, la banda de música17 posibilitó el desarrollo de una actividad musicalal aire libre, y por su naturaleza de “sonido fuerte”, la música de viento se hizodueña de la plaza, el jardín, el portal y todo aquél espacio urbano habilitado porel pueblo para el paseo y esparcimiento.

Varios grupos de banda de viento participaron en la actividad musicalen Morelia, algunos llegaron acompañando las fuerzas militares acantonadasen la ciudad por mandato federal y algunas otras se crearon a partir de unaorden institucional.

De entre las bandas de música militares destaca sobremanera la del8vo. Regimiento. Esta música apareció en la ciudad a finales de la década1880, logrando su máximo esplendor artístico en la década siguiente. Muchasnoticias periodísticas dan cuenta del actuar de la banda, la cual, dirigida magis-tralmente por el capitán Encarnación Payén, participó en los mejores escena-rios del país y en varios en el extranjero. Por su parte, el municipio de Moreliacontó a principios de la década de 1880 con una banda de música propia,organizada al interior del destacamento de seguridad local. En ese entonces,las Fuerzas del Estado se componían de un Batallón y un Regimiento, la Ban-da de Música estaba enlistada a Primer Batallón, y fue conocida como Bandade Música de las Fuerzas del Estado o simplemente, Banda de Música delEstado. Esta agrupación es quizá una de las bandas musicales más antiguasde México que aun sobreviven, pues la actual Banda de Música de la Direcciónde Seguridad Pública del Estado de Michoacán es la misma organización quedio su primera audición aquél 31 de agosto de 1882 frente a la casa del gober-nador Pudenciano Dorantes.

La fecha exacta de la fundación de la banda es confusa; Mariano deJesús Torres señala 1881 como año de creación de dicha música, no obstante,el Periódico Oficial señala septiembre de 1882 como fecha de inicio de la acti-vidad musical de la banda; la cuestión en sí no es más importante que la apa-rición misma de la banda, es probable que el afamado polígrafo moreliano hayaseñalado los inicios de la banda en cuanto a organización, búsqueda de ele-

16 Al respecto de la vida social y cultural en México ver: Moisés Gonzáles Navarro, “La vida social”…,17 La banda de música surgió a partir de la invención del pistón (Alemania 1818) aplicado a instrumentos comola trompeta, la tuba, el sax horn, el barítono o el trombón, y cuyo carácter militar le viene de la utilización deinstrumentos de aliento en la guerra (cornos-trompetas).

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mentos e instrumentos musicales, y música impresa, sueldos y demás cues-tiones relacionadas a la conformación de una banda de música, mientras que elPeriódico Oficial señale la primera audición musical de la organización. El he-cho es que la Banda de Música del Estado de Michoacán fungió como protago-nista indiscutible de toda clase de eventos sociales, desde programas cívicoshasta serenatas y audiciones.18

A mediados de la década de 1880 apareció la Escuela de Artes y Ofi-cios, y a la currícula de asignaturas se incluyó la música, como ya sabemos.El taller correspondiente se presumió de eficacia y calidad, misma que encon-tró campo de práctica con la creación de la banda de música de la escuelajunto al denominado Batallón Morelos, cosa que sucedió hacía 1894. La bandafuncionó como un garante de la calidad de la enseñanza musical en Morelia; laejecución de la misma fue tal que al poco tiempo de su creación se le daba eltérmino de excelente, y por si fuera poco, llegó a ser una de las mejores delcentro del país, más aun, significo la cantera musical más importante del perio-do y junto a una orquesta, creada en 1901,19 representan las organizacionesmusicales más significativas del porfiriato en cuanto a la representación delapoyo institucional a la educación musical en la entidad.

En relación a lo anterior, del Colegio de San Nicolás de Hidalgo surgie-ron músicos que formaron algunos grupos musicales, aunque casi siempreéstos actuaron en solitario: en eventos públicos de entrega de premios, audi-ciones en espacios un tanto privados, como el Teatro Ocampo, tertulias familia-res, entre otros; no obstante, se tienen noticias de la creación de alguna or-questa, un cuarteto de cuerdas e incluso una banda de música de alumnos dela casa de Hidalgo, sin embargo, pocas noticias aparecen al respecto en lasfuentes de información del periodo, aunque sí aparecen varias actuaciones delos alumnos nicolaítas en distintos eventos artísticos, tanto públicos como pri-vados.

Por su parte, de la Academia de Niñas se sabe de la creación de unaestudiantina, según una nota periodística, por iniciativa propia de las alum-nas.20 Aparte de esto, parece que las alumnas no tuvieron espacio para formarotros grupo musicales, quizá debido a su condición de género, recordemos queel contexto porfirista se caracterizaba por ser altamente machista y aunque erabien vista la participación femenina en eventos públicos oficiales, es probableque no fuera de la misma manera en cuanto a la organización de ésta en grupos

18 La nota periodística menciona que muchos de los integrantes de la banda provenían de la orquesta musicalSanta Cecilia, creada y dirigida por Ramón Martínez Avilés. Periódico Oficial, Año VIII, Núm. 383, Morelia, 2de septiembre de 1882, p. 3. Al momento de la aparición de la Banda del Estado, había otras dos bandas demúsica en la ciudad, la del Batallón Federal núm. 1 y la 1ª de Cuerpo de Caballería. Idem. El primer director dela Banda del Estado fue Brígido Carrillo, otros más fueron Agapito Marín, Manuel Arceo, Lorenzo Arguimbau,Antonio Gálvez y Estanislao Romero, esto hacia 1915. Mariano de Jesús Torres, Diccionario..., Tomo I. p. 253.19 La orquesta fue dotada de 60 instrumentos y desde su aparición fue blanco de críticas positivas con relacióna su funcionamiento, de hecho, durante el resto del periodo le quitó espacio en las noticias periodísticas a labanda de música de la escuela, sin que esta desapareciera de los escenarios urbanos por supuesto. LaLibertad, Año 9, Tomo 9, Núm. 30, 26 de julio de 1901, p. 5.20 La Libertad, Año 3, Tomo 3, Núm. 11, Morelia, 12 de marzo de 1895, p. 4. Aparecen otros grupos de este tipoen la entidad, en 1884 se mencionaba la actuación de una estudiantina promovida por un tal señor Almazán,compuesta de jóvenes que paseaban por las calles de la ciudad entonando alegres canciones, ver: XavierTavera Alfaro, Morelia, la vida cotidiana durante el porfiriato, alegrías y sinsabores, Morelia, Instituto Nacionalde Antropología e Historia, Centro Regional Michoacán, Morevallado Editores, 2002, p. 89.

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cuyo carácter no fuera institucional o con fines de distracción.Debemos afirmar que diversos y variados grupos musicales se forma-

ron en Morelia, muchos de estos de efímera vida, causas por la que no apare-cen en las noticias de la prensa local más que en alguna línea difusa o pobremención.

Entre los que aparecen como grupos de estructura firme está la Bandade Música Mariano Jiménez, dirigido por Encarnación Payén, que debutaría el23 de octubre de 1886 en el Teatro Ocampo; durante algún tiempo aparece enlos escenarios urbanos, principalmente en eventos que tienen que ver con laelite moreliana.21

Concluyendo el recuento de los grupos musicales con más actuacióndurante el porfiriato en Morelia, diremos que los citados no fueron todos, apare-cen más en la entidad pero son pocos los que como los enumerados hicieronhistoria por su permanencia y actuación musical. Hubo varios intentos por for-mar grupos musicales no sólo en Morelia sino en otras regiones del estado,muchos se quedaron en eso y otros rindieron frutos. En 1895 se proyectó laformación de una banda de música en la cárcel penitenciaria por iniciativa delgobernador michoacano, Aristeo Mercado, bajo la idea de que “…la música nosólo ocupa y divierte, sino que también moraliza, despertando en el corazónmás duro, sentimientos dulces y delicados”.22

En Santa Ana Maya, por ejemplo, se formó una banda de música con25 jóvenes bajo el liderazgo del cura del pueblo, de nombre Daniel Rodríguez;23

de la misma manera, se sabe de bandas de música en la región de Paracho yel resto de la meseta purépecha. Por desgracia, no es posible el estudio profun-do de la música en regiones diferentes a la capital de Michoacán por falta defuentes de información.

A continuación, observaremos al músico y su actuación musical en elespacio público y privado, y en sus diferentes facetas musicales de ejecución.

21 Gaceta Oficial, Año 11, Núm. 12, Morelia, 17 de octubre de 1886, p. 3. De entre los integrantes de la bandafiguran: Encarnación Payén como director, clarinetes: Agustín Martínez Anaya, José Joaquín Segura, Luis G.Páramo, Francisco de P. Lemus –uno de los músicos con más trayectoria del periodo- y Félix V. Alva;Saxofones: Alto en Bb, Salvador Vallejo, alto en Eb, Gilberto Bernal, tenor en Bb, Agustín García Real ybarítono en Eb, Manuel Vallejo; en los pistones , Eduardo M. González, Pedro Luna y Nemesio Ponce, bugles:Joaquín Macouzet y Ernesto Arreguín, trombones: Manuel García, Luis Lorenzana y Alberto Lemus, sax horn:Manuel Macouzet, Ramón Murguía, Carlos Ortiz Bernal y Luis Morfín, sax horn barítono: Alberto Oviedo y JuanVallejo, bajo sólo en Bb: Jesús Tapia, contrabajo en Eb: Manuel Luna y Emilio Sáenz, contrabajo en Bb:Francisco de P. Córdova, tambora: Francisco de P. Monge, tarola: Felipe Torres, platillos: Joaquín Mendoza ycon el triángulo: Salvador Oviedo. Gaceta Oficial, Tomo I, Núm. 96, 22 de agosto de 1886, p. 3. Las letras queaparecen al lado de los instrumentos se refiere a su afinación, de acuerdo a la escala musical. Do, Re, Mi, Fa,Sol, La, Sí, que en letras se representa así: C, D, E, F, G, A, B. De esta manera, Bb significa Sí Bemol,mientras que Eb, Mi Bemol.22 La Libertad, Año 3, Tomo 3, Núm. 30, Morelia, 23 de julio de 1895, p. 2. Al parecer, el proyecto sobreviviócuatro años después, ya que encontramos una nota periodística en la que se hace mención a una academiade música que funcionaba en la cárcel penitenciaria dirigida por Eustorgio Peñaloza. La Libertad, Año 7, Tomo7, Núm. 29, Morelia, 18 de julio de 1899, p. 3.23 La Libertad, Año 5, Tomo 5, Núm. 47, Morelia, 23 de noviembre de 1897, p. 3.

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«Fiesta y jolgorio»

CAPÍTULO III

EL MÚSICO Y SU ACTUARCOTIDIANO

d c

Fiestas morelianas

El pueblo de Morelia era bullicioso, adepto a la fiesta social. Sin embargo, ensu historia reciente, nunca había estado en posibilidad de divertirse de la mane-ra en que lo hizo durante el periodo que gobernó el país Porfirio Díaz. La guerray sus consecuencias, entre estas el empobrecimiento de las arcas del gobier-no, habían hecho imposible a lo largo del siglo XIX ofrecer al ciudadano espa-cios públicos de diversión; tampoco se habían creado escuelas de música,mucho menos, se habían organizado asociaciones musicales en cantidad sufi-ciente. Existieron algunos grupos musicales desde mediados decimonónicosen Morelia, por supuesto, pero como hemos visto, eran contados y con músi-cos viejos, muchos de ellos ni siquiera eran michoacanos, lo que nos habla dela falta de escuela musical la entidad.

A partir de la República Restaurada y especialmente durante el porfiriato,la música se desarrolló de forma extraordinaria, siempre siguiendo la pauta quemarcaba el público. Al respecto, la sociedad de Morelia se divertía en diversosespacios, según hemos visto, y en diversos tipos de fiesta, según veremos acontinuación.

Uno de ellos, que aparece en la prensa local como magnífico, eran laentrega de premios que tenían lugar en las escuelas públicas, como por ejem-plo las de estudios primarios, la Academia de Niñas o el colegio de San Nico-lás, que son las instituciones que aparecen en este tipo de ceremonias en lasnotas oficiales. Estos eventos se llevaban a cabo una vez al año y tenían elobjeto de premiar a los mejores alumnos de las escuelas subsidiadas por elgobierno; en cada uno de ellos, la participación de grupos musicales era obliga-da.

Antes de comenzar actividades la Academia de Niñas, la mujer yafiguraba en las entregas de premios. En 1885, Inés Plancarte, Francisca Bernal,Luisa Monge y Elena Torrentera hicieron gala de sus dotes musicales en elcolegio de San Nicolás y además sorprendieron cuando fueron acompañadaspor de la banda de música del 8º Regimiento, la del capitán Payén. Un añodespués se incluyó a la Banda de Música del Estado en la entrega de premiosen San Nicolás, en la que participaron algunos alumnos de la clase de músicadel colegio; se otorgó además una medalla de honor a Encarnación Payén porsu destacada trayectoria musical.1

A lo largo del porfiriato se llevaron a cabo un sinnúmero de programasen los que la música estuvo siempre presente. Al respecto del colegio de SanNicolás, los principales eventos se organizaron por el aniversario de don MiguelHidalgo y Costilla y en honor a don Melchor Ocampo; además de diversasoportunidades musicales en que se organizó alguna velada para dar cuenta delos adelantos de los alumnos de su clase de música. Incluso, se llegaron arealizar solemnidades artísticas por razones no tan comunes, como lo fue enfebrero de 1898 en que se organizó un festejo en el salón del colegio en distin-ción de los individuos que viajaron a Atlanta y Chicago a exponer los productosdel Michoacán. En esa ocasión, participó una orquesta dirigida por Juan B.

1 Gaceta Oficial, Tomo I, Núm. 15, Morelia, 8 de noviembre de 1885, p. 1.; Gaceta Oficial, Año 11, Núm. 116,Morelia, 31 de octubre de 1886, p. 3.

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Fuentes así como las jóvenes Concepción Jiménez y Jesús Díaz, alumnas dela Academia de Niñas.2

De igual manera, sucedía en las escuelas públicas año con año laentrega de premios, cuyo objeto era incentivar a los niños y jóvenes al estudio,por supuesto que cada ceremonia se acompañaba con música, ya fuera debanda de viento o de orquesta, que era lo más común, o con algún grupo decuerda que en ocasiones aparece en las noticias al respecto. Además del cole-gio de San Nicolás y las escuelas de primeras letras existentes en la ciudad,los eventos de entrega de premios más sonados por su organización y galanurafueron los de la Academia de Niñas, institución publicitada en el porfiriato porser el ejemplo del apoyo del gobierno a la educación de la mujer.

Como ya hemos señalado, el primero de estos fue magnífico y se llevóa cabo en el Teatro Ocampo; para esto, se gastaron 63 pesos en varios menes-teres necesarios para la parte musical, y entre otras cosas, algunas piezas demúsica, la afinación y traslado de dos pianos, la iluminación del teatro paraensayos por cuatro noches y la gratificación a dos músicos, un violinista y unpianista.3 A partir de entonces, cada año se llevó a cabo la entrega de premiosde esa institución, siempre con la presencia de lo más notable del gobierno yde la sociedad moreliana, así como de las principales asociaciones musicaleslocales. A la década siguiente de creada la academia, la entrega de galardonesse llevó a cabo con la participación de las mismas alumnas de la clase demúsica del plantel, lo que demostraba los adelantos que habían alcanzado lasjóvenes músicos.

El glamour con que se celebraban los eventos de entrega de premiosen la Academia de Niñas se incrementaba conforme transcurría el periodoporfiriano; el programa del 7 de febrero de 1899 no deja dudas de ello. Aquellaocasión participó la orquesta típica de la academia así como la Banda de Músi-ca de la Escuela Industrial y otra orquesta, dice la nota periodística, formadapor 65 músicos dirigidos por Juan B. Fuentes.4 Entrado el siglo XX, una nuevaceremonia se llevó a cabo en la recién creada Escuela Práctica Pedagógica,anexa a la academia, esto en 1903. En esa ocasión, participaron los jóvenesmúsicos, Ignacio Bremontz y Luis Mier, alumnos del colegio de San Nicolás.5

Como hemos visto hasta ahora, el pueblo de Morelia aprovechaba cual-quier pretexto social y público para hacer fiesta de ello, incluso en ocasión dedifundir un beneficio relacionado con el medio ambiente urbano, nos referimosal Día de Árboles. Se trataba de reforestar diversas zonas del entorno de laciudad, una actividad común en Morelia desde tiempos de Pudenciano Dorantes,pero que se estableció de manera oficial el 14 de agosto de 1891;6 eran tiem-pos ya de Aristeo Mercado.

Esa fiesta pública en particular, se organizaba en el mes de julio porser tiempo en que las lluvias se habían regularizado lo suficiente para garantizarel crecimiento de los árboles, con los años, la simple diligencia se convirtió entodo un acontecimiento en el que participaban varios sectores de la sociedad.

2 La Libertad, Año 6, Tomo 6, Núm. 6, Morelia, 8 de febrero de 1898, p. 2.3 El evento fue el 15 de enero de 1887. AGHPEM, Fondo Secretaría de Gobierno, Sección Instrucción, SerieAcademia de Niñas, Caja 1, Exp. 1, foja 184.4 La Libertad, Año 7, Tomo 7, Núm. 6, Morelia, 7 de febrero de 1899, pp. 1-2.5 La Libertad, Año 11, Tomo 11, Núm. 45, Morelia, 6 de noviembre de 1903, p. 2.6 Memoria de Gobierno de 1900, Morelia, Imprenta del Gobierno, 1900, p. 181.

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Así, escuelas públicas y pueblo en general acudían al llamado del gobierno,que incluía la música; para tal efecto, participaban la Banda del Estado demanera oficial y por invitación, la de la Escuela Industrial.

La manera en que se llevaba a cabo el evento lo vemos en la prensa dela época. En el periódico La Libertad de 1895, para citar un ejemplo, estápublicado un programa relacionado a la actividad en cuestión. Son cinco lospuntos de la orden del día: “1º, a las dos y media de la tarde se situará la bandadel Estado en la plaza de los Mártires; 2º, En la misma plaza serán recibidaspor el Ayuntamiento las comisiones de todos los gremios invitados; 3º, reunidala comitiva, se nombrará una comisión que pasará a la casa del C. Gobernadora invitarlo para que se sirva presidir la fiesta; 4º, presente el primer magistradodel Estado, continuará su marcha la comitiva hacía la garita del poniente, don-de se hará la plantación; 5º, en este lugar permanecerá la música referida hastalas seis y media de la tarde”.7

No siempre se llevaba a cabo el sembrado de árboles en un lugar deter-minado, la plantación se daba en distintas zonas de la ciudad de Morelia y susalrededores. Un año antes de la cita referida, el lugar elegido fue la loma deSanta María, en esa fecha, la Banda del Estado se ubicó en la Calzada deGuadalupe, de ahí partió la música y la gente reunida, hacía Palacio de Gobier-no para hacer el protocolo de invitar al Gobernador a encabezar la plantación;un dato curioso de ese día es que varios de los músicos de la Banda del Estadollegaron tarde al evento; la razón, una supuesta falta de organización interna. Elcaso no pasó desapercibido para la prensa moreliana, que en una nota señalóque ya en camino hacia la casa del ejecutivo estatal, varios músicos se incor-poraron al desfile a medida que sacaban el instrumento del estuche.8

Así era como se llevaba a cabo el día de árboles, actividad que de seruna necesidad estética y de salud para la sociedad urbana o conurbana, por loque representa en cualquier época la reforestación, se convirtió en todo unacontecimiento en donde la música fue un condimento indispensable. A partirdel año de 1896, se incorporó al festejo la Banda del Batallón Morelos, y juntoa la música del Estado, tocaban desde el inicio de la actividad hasta muyentrada la tarde; casi siempre había música luego de la plantación, hasta esode las seis o seis y media de la tarde, hora en que se daba por terminada lafiesta.

El pueblo de Morelia del porfiriato aparece siempre, como vemos, unidoestrechamente a la diversión y el esparcimiento, los años de lucha por el poderpolítico imposibilitaron siempre el descanso popular, que como hemos observa-do hasta aquí, se daba en plazas y paseos urbanos, siempre acompañadoscon música. Podemos afirmar en este momento, que de una simple reuniónsocial en un espacio determinado –la plaza, el jardín, el paseo, el bosque-,surgía toda una festividad que llegaba a convertirse en tradición con el paso deltiempo.

La fiesta no termina aquí, eran muy comunes también las llamadas“jamaicas”: bailes populares en donde amplios sectores de la sociedad acudíana divertirse al son de una buena orquesta. También, se organizaban fiestas,

7 La Libertad, Año 3, Tomo 3, Núm. 27, Morelia, 2 de julio de 1895, p. 3.8 La Libertad, Año 2, Tomo 2, Núm. 30, Morelia, 28 de julio de 1894, p. 3.

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según el caso de quien se tratase, a la hora de ocurrir enlaces matrimoniales,en lo que era para el músico otro espacio de actuación.

Con relación a los bailes, de los que hablamos antes, sabemos quedesde mediados de siglo XIX estos se llevaban a cabo en salones especialmen-te destinados para tal efecto, son famosos para el periodo los encontronazosmusicales entre alguna orquesta foránea y otra local. Los bailes se organiza-ban por varias razones, la más usual era simplemente con objeto de lograr ladiversión de los ciudadanos y la generación de alguna ganancia, para esto,algunos empresarios se encargaban de rentar salones y arreglarlos, contrata-ban música y, mediante el pago de una entrada, que la mayoría de las vecesera módica, la gente podía acudir a divertirse en un ambiente ordenado.

Había otro tipo de bailes, no tan populares como los que hemos seña-lado y que se organizaban para un pequeño sector de la sociedad moreliana. Alrespecto, Mariano de Jesús Torres afirma que estos no eran de hecho unatradición del porfiriato, señala que desde mediados de siglo eran comunes bai-les en honor de determinado acontecimiento importante, como el onomásticode algún alto funcionario Federal o Estatal, o por la visita de uno de estos a laciudad de Morelia, en 1889 por ejemplo, la ciudad se vistió de gala para recibiral presidente Porfirio Díaz. En esa ocasión, el gobierno y parte de la sociedad,se desvivieron por atender al héroe de la patria, para lo cual organizaron unrecibimiento sin igual y “…para la noche del 25 (de noviembre) se dispuso unlujosísimo baile en el Palacio de los Supremos Poderes del Estado al queasistió los más granado y selecto de la sociedad moreliana, en traje de rigurosaetiqueta”.9

A mediados de la década de 1890, existían en la ciudad espacios biendefinidos para el baile público y privado. Muchas veces, los hoteles acondicio-naban algún lugar para rentarlo como salón; por ejemplo, el hotel Oseguera,10

ubicado en parte este de la actual plaza Ocampo. En ese lugar, ocurrieronnumerosos bailes que están plenamente registrados en la prensa. Debemosseñalar que en estos espacios lo común era la orquesta, que hizo suyo ese tipode escenarios. Para el periodo en cuestión hablamos de una mezcla de instru-mentos de aliento y de cuerda, como violines, chelos y contrabajo, sobre unabase de instrumentos de percusión. No es que la banda de música no pudieratocar la música que se ejecutaba en los salones, como el wals o la polka,sucedía que la música de viento se ajustaba más a los espacios abiertos,mientras que el carácter suave y romántico de la orquesta se prestaba para laconvivencia social en lugares cerrados.

Los bailes eran comunes en varios espacios urbanos. Mariano de Je-sús Torres señala el portal Matamoros y el de Allende se utilizaban para llevar acabo bailes de gala en los que participaba una parte de la sociedad moreliana,mientras que en lugares como la Soterraña, Capuchinas, el Carmen, San José9 Mariano de Jesús Torres, Diccionario…, Tomo I, p. 249. No sólo se llevaban a cabo bailes de gala en honorde Don Porfirio, también se dedicaba este tipo de eventos a su esposa, en 1894, se organizó en Morelia unevento por el natalicio de la señora Carmen Romero Rubio de Díaz, realizado en la Academia de Niñas. LaLibertad, Año 2, Tomo 2, Núm. 27, Morelia, 9 de julio de 1894, p. 3.10 Se dice que en este lugar se llevaban a cabo noche a noche animadas tertulias en las que participabanseñoras y caballeros de la sociedad moreliana, amenizando la afamada Orquesta de León. La Libertad, Año 3,Tomo 3, Núm. 8, Morelia, 19 de febrero de 1895, p. 4. También se menciona en la nota un salón de baile ubicadoen el hotel Michoacán, por desgracia no se menciona la ubicación de entonces, en donde la orquesta de Celayahacía los honores en los bailes que ahí se organizan. Idem.

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o el barrio de Guadalupe, por decir algunos, ocurrían con regularidad bailesorganizados para otros sectores de la sociedad. En fin, el baile se prestabapara el esparcimiento social con la utilización de la orquesta como grupo musi-cal concreto, es importante señalar en este sentido, que el músico morelianodel porfiriato tenía un carácter especial, la versatilidad, es decir, lo mismo apa-recía actuando en una banda de música de viento como en una orquesta. Prue-ba de esto es que, en la Banda de Música del Estado, trabajaban músicos quepertenecían a la orquesta “Santa Cecilia” de Martínez Avilés, o por ejemplo, enla orquesta de la Escuela Industrial figuraban músicos que tocaban también enla banda del Batallón Morelos, de la misma institución.

Por su parte, los matrimonios se llevaban a cabo mediante una cere-monia religiosa seguida de una recepción, en donde se reunían los contrayen-tes junto a familiares y amigos, que en una comida o cena festejaban el acon-tecimiento. Estos eventos son por desgracia poco publicitados en la prensa dela época y sólo algunos enlaces matrimoniales, en los que participa algún per-sonaje destacado de la sociedad moreliana, se publicaban en las páginas de laprensa, no obstante, sabemos que los matrimonios eran para el músico morelianouna oportunidad de empleo, ya que se contrataba un grupo musical para ame-nizar el evento; así sucedió en la boda del músico Juan B. Fuentes, en la cualse contrató una orquesta que hizo los honores tanto en la ceremonia religiosa,como en el baile posterior.11

Las fiestas morelianas se complementaban entonces con bailes entorno al esparcimiento y diversión de sectores sociales específicos, para esteúltimo caso, la música es un tanto diferente a la música de la fiesta cívica o laserenata pública, es quizá la orquesta la asociación protagonista de este tipode eventos, aunque el músico viene siendo el mismo, sólo se intercambia de unambiente musical a otro.

La fiesta cívica

Este festejo social-político-patriótico nació por orden institucional. Fue el go-bierno el que promovió este tipo de eventos, sobre todo, para conmemorar lasjustas heroicas de los personajes históricos mexicanos. La fiesta patria no eraotra cosa que la conmemoración de algún acontecimiento de relevancia nacio-nal. Las fechas más relevantes por las cuales se hacía fiesta en Morelia eran,como ya hemos apuntado, el 15 y 16 de septiembre, el 30 de ese mismo mes,el 5 de febrero, el 5 de mayo y el 2 de abril por el triunfo definitivo del ejércitomexicano sobre las huestes francesas en 1867. Cabe destacar que duranteaños se festejaba también el 27 de septiembre como fecha de culminación dela independencia de México, pero fue suprimido finalmente.

La conmemoración comenzaba con el bando, llamado así al edicto omandato solemne que consistía en un pequeño pero significativo desfile en elque las más altas autoridades del gobierno transitaban por varias calles de la

11 La Libertad, Año 6, Tomo 6, núm. 32, Morelia, 9 de agosto de 1898, p. 3. Originario de Guadalajara, Jalisco,en donde nació en 1869, Juan B. Fuentes desarrollo la música influido por la escolástica francesa del siglo XIX,como músico ejecutante, figura en la historia musical mexicana como excelente. Como compositor, destacansus obras sobre temas folklóricos así como algunas para canto y piano, y varios manuales de solfeo yarmonía. Simón Tapia Colman, Música y músicos en México, México, Panorama editorial, 1991, p. 31.

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ciudad con el objetivo de ubicar en los lugares tradicionales –los más significa-tivos y concurridos de la ciudad–, el programa festivo en el que se señalaba adetalle el orden de los festejos. Mariano de Jesús Torres nos da detalles delhecho:

“…salen en carroza los munícipes en traje de etiqueta, esto es, sorbe-te levita negra, corbata y guantes blancos, etc.[…]”, “…marcha la tropa forma-da y van las bandas tocando durante la travesía: al llegar a cada esquina dondese fija impresa la disposición que se publica, el clarín da el toque de ordenanza,la comitiva se detiene y los soldados presentan sus armas, y sigue la marchahasta el lugar donde salió que es el Palacio Municipal. Las calles que recorreen Morelia el bando son las siguientes: saliendo la comitiva del Palacio Munici-pal, situado en la antigua factoría, sigue rumbo al oriente, por la calle del comer-cio, el costado sur de la plaza de los mártires, frente a los portales de Allendey Aldama, continua por la antigua calle de infantes, costado sur de la plaza dela paz, toma por la calle de Iturbide y San Francisco, a voltear por la de la cruz;en seguida toma la calle Nacional, rumbo el poniente, a pasar por el costadonorte de la plaza de la paz y la de los mártires, frente al Palacio de gobierno yde los portales Iturbide y de hidalgo; sigue por la calle de San Nicolás, voltea ala de Santa María, a entrar a la factoría de donde salió. Generalmente sale elbando la antevíspera de las solemnidades cívicas, cuando se publican algunasadiciones a la constitución, bien sea la general o la del Estado, las leyes queno tienen ese carácter no se publican con esta solemnidad. Al salir el bando serepica en la catedral”.12

El bando y la generalidad de la fiesta cívica eran organizadas por lajunta patriótica, un grupo de personas del pueblo de Morelia que establecían yestructuraban todo lo referente a los festejos. Este organismo tiene su origenen un reglamento del 25 de agosto de 1848 y funcionó hasta el 1 de julio de1893, fecha en que el gobernador Aristeo Mercado derogó las juntas para man-dar que fuera el Ayuntamiento de la ciudad el encargado de la organización delas festividades patrias.13 De cualquier manera, los festejos siguieron llevándo-se a cabo con la misma galanura, aunque a decir de algunos, con una marcadadiferencia clasista; no es extraño entonces que para los festejos del centenariode la independencia de México, afirma Xavier Tavera Alfaro, hubiera dos celebra-ciones al mismo tiempo, la del pueblo y la de la oligarquía y su gobierno.14

El bando daba inicio al festejo. Hay que hacer notar que en el bandoparticipaba siempre una banda de música militar; generalmente era aquellaperteneciente al batallón federal militar acantonado en la ciudad, no obstante,para mediados de la década de 1880 y a lo largo del porfiriato, aparece en laescena musical la Banda de Música del Estado, y a partir de su creación, labanda de la Escuela de Artes y Oficios como corolario del bando solemne y detodo el resto de los eventos cívicos.

Para examinar de cerca el festejo patrio, veamos primero el más galan-te de todos por su importancia, es decir, el aniversario de la independencia deMéxico.

12 Mariano de Jesús Torres, Diccionario…, Tomo I, pp. 254-255.13 Amador Coromina, Recopilación de leyes…, Tomo XXXII, p. 137.14 Xavier Tavera Alfaro, Morelia, la vida cotidiana…, pp. 93-94.

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El día 15 de septiembre de 1880 la ciudad de Morelia lucía pletórica de fiesta,era el inicio de una década que prometía mucho para la entidad. El bandomandaba que se iluminaran los edificios públicos y se invitaba a los vecinos aadornar la fachada de sus casas,15 por la tarde noche se ubicaron en la Plazade los Mártires la música militar y de cuerda, que tocaron hasta poco antes delas once de la noche, hora en que el gobernador, que para ese año era OctavianoFernández, pronunció el grito que conmemoraba el inicio de la gesta de inde-pendencia. Salvas y vítores se escucharon mientras que las campanas de lostemplos de la ciudad hacían un repique constante, al acto, las bandas militaresrecorrían las calles de la ciudad inundando de alegría al pueblo de Morelia.

El día 16, al alba, hubo repique, salvas de artillería y música con elizamiento de la bandera nacional, a continuación, las bandas de música milita-res hicieron un recorrido por las principales calles de Morelia invitando a lagente a prepararse para que en punto de las nueve de la mañana diera inicio alpunto central de la conmemoración, el acto solemne. Se dirigieron entoncesdesde el Palacio de Gobierno al Portal Matamoros16 las principales autoridadesestatales y municipales, y se acomodaron en un templete previamente prepara-do, y se instaló también una orquesta que sería la encargada de interpretarhimno nacional y de un par de intervenciones musicales. En actos como este,el protocolo que se seguía era que la orquesta tocaba una pieza, para actoseguido escuchar al orador oficial que hacía la mención referente a la gestaheroica, luego otra pieza de música, una composición literaria y, para finalizarde manera más que solemne y patriótica, el Himno Nacional.

La participación de los músicos era obligada desde un día antes ydurante todo el 16. A las cuatro de la tarde se ubicaban generalmente en laCalzada de Guadalupe y en el jardín de la Plaza de los Mártires; también, seaprovechaba el festejo para hacer el corte del listón de alguna obra pública siera el caso, que para aquél año de 1880, fue la inauguración de una escuelapara adultos en el antiguo Colegio de San Nicolás.17

Las fiestas de ese año en particular y durante el resto de la década de1880, se caracterizaron por ser brillantes pero no de gran pompa como suce-dería a partir de la llegada de Aristeo Mercado al poder, en 1891. Es cierto quedurante el gobierno de Mariano Jiménez (1885-1891), se lució la ciudad a lahora de festejar el aniversario de la independencia, empero, fue superado eneste sentido cuando ocupó el cargo el llamado “Porfirito”.

En 1894 y los dos años siguientes, la fiesta cívica era un tanto diferentea la de la pasada década por una cuestión especial: el carácter que le veníadando el gobernador del Estado como fiesta de unos cuantos. A pesar de esto,el pueblo en general participaba de manera activa. Además, durante este tiem-po apareció en la escena musical moreliana la banda del Batallón Morelos de laEscuela Industrial Militar “Porfirio Díaz”.

Al igual que en años anteriores, el día 15, el gobernador se reunió a las

15 En 1895, como incentivo para que la gente decorara sus casas para el festejo patrio se instituyó un premiopara las mejores al respecto, 25, 50 y 100 pesos serían las cantidades otorgadas a las tres casas mejoradornadas. La Libertad, Año 3, Tomo 3, Núm. 35, Morelia, 27 de agosto de 1895, p. 3.16 Dicho portal era utilizado desde hacía años para conmemorar las fechas más importantes del calendariourbano, como dato curioso, hubo en el portal una tienda que vendía repertorio musical, muy adecuado quizápara el lugar. Mariano de Jesús Torres, Diccionario…, Tomo II, p. 145.17 Periódico Oficial, Año III, Núm. 184, Morelia, 14 de septiembre de 1880, pp. 1-2.

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diez treinta de la noche con el más alto nivel de funcionarios del gobierno paradirigirse al pueblo y vitorear la independencia nacional, seguido esto de salvasde artillería, repiques y el recorrido de las bandas de música. Al día siguiente,ocurrió el despertar de la sociedad con la música de la banda de viento queanunciaba el izamiento del lábaro patrio, siempre al son de las notas del HimnoNacional. Luego, el acto solemne en el Portal Matamoros, que dio paso aldesfile. En la exhibición militar, figuraron las bandas de música del Estado y dela Escuela Industrial. Ese día se llevaron a cabo, como era costumbre en esetipo de eventos, la inauguración de varias obras públicas, cosa que le dabalucimiento a la labor de gobierno; por cierto que para las fiestas de ese año y elsiguiente, la música, que comenzó como era costumbre a las cuatro de latarde, no terminó sino hasta casi la media noche.18

Como ya se ha dicho, la Banda de Música de la Escuela Industrialfiguraba al poco tiempo de su creación de entre las mejores músicas de laentidad, ejemplo de esto es que con el paso de los años iba quitandoprotagonismo a otras bandas que actuaban en Morelia. En 1896 se encargó delconcierto del día 15 de septiembre, cosa que no se otorgaba a cualquier grupomusical por la excelencia del evento, el programa no fue del todo ambiciosomusicalmente hablando, debido quizá a la todavía inexperiencia de la banda.Se tocaron tres marchas, una polka, una fantasía y un vals, entre otras piezasde poca dificultad.19 Dos años después, para celebrar el 15 y 16 de septiembrese llevó a cabo una magna audición matutina por parte de tres bandas de músi-ca: la del Estado, la del Batallón Morelos de la Escuela Industrial y la del 6ºregimiento. Cuatro fueron las piezas que ejecutaron juntas las músicas aquéldía en la Plaza de los Mártires, la primera fue la marcha triunfal “Porfirio Díaz”dirigida por el teniente Daniel Camarena, seguida por “Silvia” bajo la batuta deEustorgio Peñaloza, en tercer lugar se escucharon las fantasías de “EnriqueVIII” y “Fausto”, dirigida por Estanislao Romero, y finalmente, “La Bohemia”,tercer acto de Puccini bajo la dirección del profesor Juan B. Fuentes. Paraculminar el evento, las tres bandas se reunieron nuevamente por la noche paradeleitar al público con piezas que ejecutaron al unísono.20

La fiesta grande, como se percibía en la prensa a los festejos de Inde-pendencia, siguieron su curso normal la década de 1900, y sólo fueron diferen-tes las fiestas del Centenario; no todos los días un país cumplía cien años deser independiente. Desde la preparación del festejo se observaba un cuidadoespecial.21 El domingo 4 de septiembre de 1910, se llevó a cabo el bando conla participación de la Banda de Música del Estado y el acompañamiento sonorode las campanas de catedral, además de 21 cañonazos de salva; el 6 se inicia-ron oficialmente las fiestas del centenario con un desfile de niños acompaña-dos por las bandas militares del Estado, la del Batallón Morelos y la del 5ºRegimiento de la Federación; el jueves 8, ocurrió una manifestación patriótica,

18 La Libertad, Año 2, Tomo 2, Núm. 37, Morelia, 15 de septiembre de 1894, p. 1.19 La Libertad, Año 4, Tomo 4, Núm. 41, Morelia, 15 de septiembre de 1896, p. 3.20 La prensa de la época hizo mención de la audición catalogándola de grandiosa. La Libertad, Año 6, Tomo 6,Núm. 39, Morelia, 20 de septiembre de 1898, pp. 1-2. Este evento quizá no fue nuevo ya que se habíaprogramado una audición de las tres bandas para el onomástico de Porfirio Díaz en 1897. La Libertad, Año 5,Tomo 5, Núm. 37, Morelia, 14 de septiembre de 1897, p. 1.21 Desde mediados de 1909 ya estaba conformada la junta patriótica que habría de encargarse de organizar loreferente a las fiestas del centenario.

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es decir, un evento en donde se hacía un recorrido por lugares en donde tuvoque ver algún suceso relacionado a la independencia de México; para tal efec-to, se develaron placas conmemorativas destacando una dedicada a MarianoMatamoros. El domingo 11 el gobernador inauguró en la Academia de Niñasuna exposición de obras manuales hechas por las alumnas del plantel; el 12,niños y niñas, acompañados por bandas militares, se dirigieron al Colegio deSan Nicolás par hacer ofrendas a Miguel Hidalgo; el día 13 se llevó a cabo unaalborada musical con la participación de bandas militares. Ese día, un coro deniñas cantó una composición de Esther Tapia de Castellanos y música deRamón Martínez Avilés, el “Himno a Hidalgo”; y para culminar la noche, se llevóa cabo una serenata musical en el jardín de la paz por parte de músicosmorelianos.

El día 15 todo fue fiesta. Como era costumbre, la alborada y recorridode las bandas de música sucedió de la manera de siempre aunque con uncarácter especial. Repiques y veintiún cañonazos se escucharon, a las diez sedeveló una placa en el Monte de Piedad por haber estado allí Miguel Hidalgo,hubo carreras de caballos en el bosque de San Pedro, y corrida de toros por latarde -ambos eventos fueron amenizados por música de banda de viento-, por lanoche, la serenata se llevó a cabo en la Plaza de los Mártires y en la Plaza dela Paz, esto desde las ocho de la noche hasta poco antes de que el gobernadorsaliera al balcón de Palacio a dar los vítores a los héroes de la independencia,y de paso honrar el natalicio de Porfirio Díaz.

El 16 las cosas no fueron menos espléndidas. A las seis tuvo lugar elizamiento de la bandera, a las nueve el recorrido hacía el templete ubicado enun extremo de la Calzada de Guadalupe, con la participación de la mayoría delos sectores sociales morelianos, y por supuesto las autoridades estatales ymunicipales. La comitiva estuvo escoltada magistralmente por las bandas demúsica del Estado y de la Escuela Industrial Militar “Porfirio Díaz”. Al arribo delGobernador al lugar establecido para el evento, la música interpretó el HimnoNacional mientras que los funcionarios se acomodaban para escuchar el dis-curso oficial a cargo del Lic. Enrique Domenzáin, a continuación, se escuchóuna pieza de música, luego una poesía alusiva a la fecha, otra pieza musical yel Himno Nacional para terminar la solemnidad; enseguida, las personalidadesregresaron a Palacio de Gobierno para presenciar el desfile, el cual estuvoengalanado por las bandas de música militares. Por la tarde hubo corrida detoros y música en la glorieta central del bosque de San Pedro y por la nocheuna espléndida serenata de ocho a once en la Plaza de los Mártires, acompa-ñada de fuegos artificiales y el ya consabido repique de campanas.22

La fiesta del Centenario no fue distinta de otros años más que por dosrazones: la grandeza de la fiesta en sí, y porque hubo de hecho dos fiestas,una, la organizada por el Estado y otra, la que llevaron a efecto varios sectoresdel pueblo, esto porque el gobierno de Aristeo Mercado, de acuerdo con el Dr.Alfaro, se había convertido en una oligarquía que favorecía sólo a una pequeñaparte de la sociedad moreliana. De esta manera, a partir del 18 de septiembrede 1910 y hasta finalizar el mes, se llevaron a cabo innumerables eventos,todos ellos afirma la prensa de la época, mejores quizá que los del 15 y 16 de

22 Los detalles de la fiesta del centenario pueden consultarse en el Periódico Oficial, de los días de 4, 5, 15 deseptiembre y 6 y 20 del mismo mes de 1910.

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ese mes. En esos días tuvo mucho trabajo la música del Estado, la de laEscuela Industrial y la del 5º Regimiento, por las mañanas eventos varios comoinauguraciones y donaciones de caridad, mientras que por las tardes, reunio-nes y tertulias públicas en las plazas principales de Morelia.23

Otro festejo cívico importante era el 30 de septiembre, natalicio deMorelos. La fiesta se organizaba casi de la misma manera que la de Indepen-dencia. La gente adornaba sus casas lo mejor que podía y, como era costum-bre, las bandas de música militares participaban en el izamiento del lábaropatrio al amanecer. Había recorridos y el desfile cívico, así como las serenatasy audiciones en los paseos y diversiones citadinos. Es interesante de pronto laparticipación de otros grupos musicales en este tipo de festejos, en 1886 porejemplo, aparecen dos músicas de cuerda que contribuyeron al engrandeci-miento del festejo, la del Sr. Miguel Villaseñor y la de Nemesio Ramírez, lascuales colaboraron en esa ocasión de manera gratuita.24

La conmemoración por el natalicio de Morelos se llevaba a cabo siem-pre de la manera que hemos examinado; es decir, el formato de festejo seiguala continuamente, había recorrido de bandas militares y serenatas en lasplazas y jardines. Para las fiestas del centenario, la fiesta a Morelos se preten-día espléndida, no obstante, al no llegar el monumento ecuestre encargado aItalia y dedicado al Generalísimo, la fiesta se dio como de costumbre pero sin elbroche de oro que hubiese significado la inauguración de la representaciónecuestre.25

En otro asunto festivo, dos fechas cívicas presentaban una coyunturahistórica: el 5 de mayo y el 2 de abril. La primera, más conocida por el pueblode México, es el aniversario de la Batalla de Puebla, justa en donde el ejércitomexicano derrotó a las huestes francesas, poco se reconoce aun en la actua-lidad que el triunfo de aquél día sólo fue momentáneo, ya que las fuerzas fran-cas se repusieron y tomaron la capital del país tiempo después, lo que dio pasoal Imperio de Maximiliano. No obstante, el 2 de abril de 1867 se libró una nuevabatalla entre el ejército francés y el mexicano, el mismo Porfirio Díaz encabezóla embestida de las fuerzas nacionales, que de una vez por todas derrotaron alejército francés, que por orden de Napoleón, estaban ya en retirada.

La conmemoración del 5 de mayo era desde luego significativa ydándosele el orden e importancia que merecía. Los primeros años del porfiriatosin embargo fueron no muy lúcidos hacia este festejo debido a los pocos recur-sos con que contaba el erario público. Debemos pensar que se daba prioridada las fiestas de septiembre en estos casos, al menos eso es lo que podemosconcluir del análisis que hemos hecho hasta ahora. Hacia el segundo lustro dela década de 1890 la cosa cambió al respecto. Los festejos del 5 de mayofueron más lucidos, más aun a finales del siguiente quinquenio, donde la carac-terística especial de los festejos fue la participación de las bandas de música,destacando por mucho la banda del Estado y la de la Escuela Industrial.26

Si bien la Batalla de Puebla del 5 mayo era un hecho histórico sobresaliente, loera aun más para el porfirismo el 2 de abril, sobre todo porque el Presidente de

23 Ibid.24 Gaceta Oficial, Año 11, Núm. 108, Morelia, 5 de octubre de 1886, p. 3.25 La efigie de Morelos llegó tiempo después de que Aristeo Mercado dejara el poder. Xavier Tavera Alfaro, Lavida cotidiana…, p. 133.

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la República había sido partícipe de la contienda de armas; por tal motivo, elfestejo era siempre espectacular. La fiesta tomó un tinte especial en 1895, eseaño, por parte del Congreso de la Unión, se otorgó a Porfirio Díaz una condeco-ración especial por su participación en la batalla. En Morelia hubo bando so-lemne y un programa festivo no diferente a otras celebraciones cívicas, lo que síse distinguió fue el momento de la entrega de la presea a don Porfirio. A partirde las diez de la mañana, la música se ubicó en la Plaza de los Mártires y tocóhasta el medio día en que se escucharon entonces 21 cañonazos de salvaindicando que la hora estaba próxima, el pueblo esperó a que, vía telegráfica,llegara la noticia del momento exacto en que el C. presidente del Congreso dela Unión, el General Mariano Escobedo, le impusiera al presidente de la Repú-blica la condecoración, ese fue el momento culminante del festejo en Morelia.Por la tarde y hasta entrada la noche, las músicas del Estado y de la EscuelaIndustrial se ubicaron en la Calzada de Guadalupe y en la de los Mártires. Todoterminó con salvas y vítores, como era costumbre.27

Como tradición, ya en eventos cívicos, los años siguientes la fiestasiguió el mismo formato. Durante la década de 1900 y hacía el final del porfiriato,la celebración del 2 de abril fue similar. La única diferencia era la inauguraciónde alguna obra pública. En 1906 por ejemplo, el gobernador michoacano seencargó de poner la primera piedra para la construcción de un hospicio demujeres, ubicado en la Plazuela de Capuchinas, en lo que era el Hospital Civilde la ciudad. Aristeo Mercado se dirigió entonces al Portal Hidalgo a inaugurarel pavimento de ladrillo de cemento, a la vez que las bandas del Estado, la delBatallón Morelos y la del 7º Batallón Federal acompañaban el festejo. Por latarde un desfile que partió desde el norte de la Plaza de Armas hacía el parqueJuárez terminó en una demostración de ejercicios militares por parte de losbatallones Morelos e infantería, que a decir de la prensa de la época resultaronmuy vistosos. De la misma manera que en años anteriores, la fiesta terminócon música hasta bien entrada la noche. Así se festejaba en Morelia el 2 deabril.28

Quizá el festejo cívico menos fastuoso era la fiesta del 5 de febrero,fecha que conmemoraba el aniversario de la promulgación de la Constitución de1857. Durante el porfiriato se siguió el formato acostumbrado para eventos deese tipo. La participación de las bandas de música fue grandiosa como siem-pre, y de vez en cuando, aparecían grupos de cuerda en los festejos.

Las fiestas de la patria sucedían en consonancia a los tiempos, elporfiriato era un periodo de gloria política en donde se exaltaba el nacionalismoy todo lo que se relacionara con el pasado histórico mexicano. Los festejoseran fastuosos y, exceptuando quizá los primeros años del periodo, aquellos enque el erario no permitía más que modestia festiva, de mediados de la décadade 1880 y el resto del periodo, la fiesta cívica en Morelia fue grandiosa. Laparticipación de músicos morelianos era indispensable destacando la banda de

26 Para observar la característica de los festejos se debe consultar la prensa de la época, para esto,recomendamos ampliamente los periódicos La Libertad y el Periódico Oficial, sobre todo porque rescatan lasnoticias culturales y cívicas con todo detalle, incluyendo, por supuesto, las notas musicales.27 La Libertad, Año 3, Tomo 3, Núm. 14, Morelia, 2 de abril de 1895, p. 4. Tres años después destaca laparticipación de la banda de música del 6º regimiento de las fuerzas federales, también por supuesto lasbandas ya conocidas del Estado y del batallón Morelos. La Libertad, Año 6, Tomo 6, Núm. 14, Morelia, 5 de abrilde 1898, p. 3.28 Periódico Oficial, Tomo XIV, Núm. 27, Morelia, 5 de abril de 1906, p. 6.

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música de viento por su carácter fuerte, adecuada a la ejecución al aire libre,así como también algunas orquestas conformadas por instrumentos de aliento,percusión y cuerda.

La conclusión en el examen de la fiesta cívica nos remite a dos cues-tiones: la primera es que se seguía un formato específico pero se permitíanvariantes especiales con relación a horarios y espacios físicos. La Plaza de losMártires, el portal Matamoros y la calle principal frente al Palacio de Gobiernoeran lugares insustituibles para los festejos y la música era un elemento inhe-rente a la fiesta. Por otro lado, una cuestión especial del festejo cívico es quesu carácter social cambió con el paso de los años. Durante la década de 1880fue popular e incluyente mientras que a partir de la llegada de Aristeo Mercadose convirtió en una especie de fiesta dedicada a la diversión de la oligarquíamoreliana, por eso se ha mencionado que hubo años en los que se organizarondos fiestas, la del gobierno y la del pueblo, tan vistosas ambas pero con unaparticipación social más popular la segunda.

Además de la fiesta cívica, existían otros eventos de corte oficial: losaniversarios de la ciudad, música y fiesta por motivo de elecciones, ya fueranestatales o federales o las giras del gobernador en las que participaba general-mente la Banda de Música del Estado. Estos festejos no eran tan fastuososcomo los anteriores, aunque se les daba la importancia debida, sobre todoaquellos relacionados con elecciones políticas.

Si bien encontramos en la prensa de la época una gran cantidad deartículos que detallan las fiestas cívicas, algunos festejos, como los aniversa-rios de la ciudad, aparecen de una manera muy somera, lo que ubica a cadacelebración urbana en un lugar de importancia concreta. El aniversario de Moreliase celebraba durante el porfiriato siguiendo el formato de la fiesta cívica, desdeel alba se escuchaba en la ciudad la música de viento que tocaba todo el día enlas plazas principales. Como era costumbre, las bandas de las fuerzas federa-les y la del Estado cubrían la parte musical los primeros años del periodo, y lade la Escuela Industrial hizo lo propio a partir de 1894.

Digamos que había preferencias en orden de importancia a la hora dehacer algún festejo social-cívico, no obstante, cuando se trataba de celebrar lasreelecciones de don Porfirio o del gobernador Mercado, en Michoacán, la pren-sa oficial se desvivía en elogios; como es lógico, era el Periódico Oficial el quese encargaba de la crónica más detallada.

En 1880 Porfirio Díaz dejó el poder pues había terminado su periodo degobierno; tomó su cargo entonces el General Manuel González. En esa oca-sión, hubo repiques, salvas de artillería y música de banda de viento en Moreliadesde la mañana hasta la noche. Cuatro años después, al regreso de donPorfirio al máximo puesto político, la fiesta que se dio fue más sonada. Ademásde lo acostumbrado, música y espectáculo, se organizó un bando solemne quefue custodiado musicalmente por la Banda del Estado. De esta manera, lasreelecciones del presidente de la República se llevaron a cabo con gran pompa,especialmente por parte de la oligarquía de ciudades como Morelia. Más aun, ala llegada de Aristeo Mercado al gobierno, los festejos fueron cada vez másfastuosos, tal y como hemos observado.

En 1896 por ejemplo, la fiesta que se organizó duró doce días, la sal ypimienta de esto la hicieron la banda del Estado y la del batallón Morelos, lascuales se alternaron para dar las serenatas y audiciones en plazas y jardines

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de la ciudad. En otros escenarios mientras tanto, se llevaron a cabo varioseventos: funciones de zarzuela en el Teatro Ocampo; corrida en la plaza detoros; y bailes populares en la explanada Morelos y en la de la Paz. Finalmenteel martes 8 por la noche, todo fue fiesta en honor a don Porfirio.

Como sucedía en casos como este, el gobierno Estatal aprovechabapara inaugurar alguna obra pública con objeto de legitimar su labor administra-tiva, en esa ocasión hubo una magna serenata luego de la inauguración delpavimento del paseo de San Pedro, para lo cual la Banda de Música del Esta-do, dirigida por Estanislao Romero, preparó un programa musical especial, yentre oberturas y marchas, polkas y walses, la audición cerró con broche deoro los festejos por la reelección del presidente Díaz.29

Si bien, los festejos por las reelecciones de don Porfirio eran grandio-sos, las actividades políticas en el estado no se quedaban atrás. Laspostulaciones a gobernador por ejemplo se llevaban a cabo siempre de maneragrande, especialmente en las reelecciones de Aristeo Mercado. Desde mesesantes de la fecha de término del mandato, varias organizaciones sociales con-formadas por círculos de personas de la alta sociedad generalmente, los llama-dos clubes, organizaban tertulias musicales en donde proponían la reeleccióndel Sr. Mercado. De esta manera, cuando llegaba la hora de las eleccionessucedía sólo la ratificación del “porfirito” por otro periodo de gobierno, a lo quenadie por supuesto objetaba nada.30 Así, la justificación de la reelección searreglaba con tiempo, contando con el apoyo de grupos allegados a la oligar-quía mercadista, y mientras tanto, el grueso del pueblo moreliano se quedabaal margen de los hechos, y no le restaba más que participar cuando tenía laoportunidad de hacerlo aunque su futuro quedara en manos de unos cuantos,tal era la realidad del porfiriato.

En fin, la fiesta cívica ejemplifica la idiosincrasia cultural del pueblomoreliano de la época de Don Porfirio, desde la preparación de los festejos, elciudadano participaba con el adorno de sus casas, la presencia física en elbando, los recorridos con la banda de música, el acto solemne, los desfiles, yasea como participante o espectador, las corridas de toros, inauguraciones deobras públicas, serenatas en las plazas públicas y los conciertos en el TeatroOcampo, entre otros.

La fiesta se llevaba a cabo con grandeza debido quizá al ansia delpueblo por la diversión después de años de lucha intestina. La sociedad estabaávida de reencontrarse con su pasado histórico reciente, buscando reafirmar elnacionalismo al festejar a los próceres que forjaron la nación durante los añosdifíciles de entre 1810 y 1876. Uno de ellos, aun vivo, era presidente de laRepública, que motivaba honores, el que justificaba el derroche y la tertulia.

29 Ver al detalle las fiestas de la reelección de Díaz en: La Libertad, Año 4, Tomo 4, Núm. 52, Morelia, 1 dediciembre de 1896, pp. 2-3. Luego de la serenata hubo corrida de toros y música por la tarde y noche en laPlaza de los Mártires: La Libertad, Año 4, Tomo 4, Núm. 53, Morelia, 8 de diciembre de 1896, p. 3.30 Un ejemplo de esto puede verse en: La Libertad, Año 3, Tomo 3, Núm. 36, Morelia, 3 de septiembre de 1895,p. 4.

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«Compositores morelianos. Himno a Hidalgo, de Ramón MartínezAvilés». Archivo personal de la Mtra. Ana María Martínez.

Fiesta pública, la serenata musical

Si algo definió al contexto cultural de Morelia fue la utilización del espaciourbano como escenario musical. Fue común que los paseos y diversionescitadinos se convirtieran en sala de concierto a distintas horas del día y eneventos varios. Hemos visto ya que la sociedad moreliana convertía con facili-dad cualquier espacio físico para crear la costumbre de pasear y escucharmúsica al mismo tiempo; de estos lugares, varios destacan por ser los preferi-dos de los morelianos. Ejemplifiquemos la cuestión con el escenario más im-portante de todos, la Plaza de los Mártires, conocida también como Plaza deArmas.

Antes de que Porfirio Díaz llegara la presidencia de la República, mu-cho antes de que la paz permitiera a la sociedad moreliana acudir los domingosy días festivos a los paseos y diversiones urbanos, la Plaza de los Mártires yaera considerada el espacio físico más importante de la ciudad. En ese lugar sereunía el pueblo para celebrar cualquier acontecimiento o para enterarse desucesos trascendentales para la vida pública moreliana, muchas veces relacio-nados con el destino de México.

Hacía 1880, con algunos años ya de estructura política y social en elpaís, se comenzaron a organizar de manera cotidiana eventos musicales enMorelia. En septiembre de ese año se mandó una orden para que hubiera mú-sica las noches de lunes y viernes, de las ocho a las diez, dice la nota, “…cuandohaya buen tiempo.”31 Se sabe que los días de serenata en el kiosco de la plazavariaron de tiempo en tiempo, pero lo más común era que los jueves y domin-gos la música tocara de manera cotidiana. Ejemplo de esto es que el 2 de juliose programó una serenata a cargo de la banda de música del 2º Regimientofederal. La música, dirigida por Juan Cerda, ejecuto piezas variadas como elpaso doble Rey de los mares, de Gurtner, la obertura Nabuconodosor, de Rossini,el gran vals los Labios de fuego, de Blancheteau, la gran fantasía Hernani, deVerdi, esto en la parte formal; siguió la polka Auf Urlaub, de Otto Heyer, Bon-dad, un Schotis de Miguel Ríos Toledano, la mazurca La Perla de la Habana, ypara finalizar una danza de Gil M. Espinoza, titulada Dímelo más quedo.32

El programa aparece completo en el sentido de que se ejecutaron va-rios géneros musicales, lo que dio versatilidad a la audición; ocho días des-pués, con un programa musical diferente, la propia banda acudió de nuevacuenta a la plaza para cumplir con el mismo objetivo.33

Esto aparenta una tendencia social a promover la fiesta musical en unespacio libre, en una sociedad que aunque se pretendía igualitaria seguía sien-do clasista, y que a pesar de eso, se aceptaba que las mayorías acudieran aescuchar música sin distinción. Ese carácter especial tiene la música, unir lasociedad en torno a una serenata musical, en un escenario inigualable para elperiodo en cuestión, la Plaza de los Mártires de Morelia.

La de Armas significó mucho en el Morelia del porfiriato. Fue el espacio

31 Periódico Oficial, Año III, Núm. 186, Morelia, 21 de septiembre de 1880, p. 4.32 Periódico Oficial, Año IV, Núm. 265, Morelia, 2 de julio de 1881, p. 3.33 Periódico Oficial Año IV, Núm. 267, Morelia, 9 de julio de 1881, p. 4. Durante el resto de ese año fue comúnque la banda del 2º Regimiento cubriera los eventos musicales en la Plaza de los Mártires, recordemos que ladel Estado aparece hasta finales de octubre de 1882.

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más concurrido por la sociedad moreliana. En sus jardines se estrenaron gru-pos musicales variados en su composición instrumental y se tocaron piezasmusicales inéditas. Tal fue el caso del compositor José Rodríguez Sámano,conocido como Pepe el “Cháchara”, al que en 1894 le ejecutaran Amelia, unapieza de su inspiración.34

Los años que siguieron fueron de fiesta y algarabía en cuanto a serena-tas se refiere en la de los Mártires, durante 1895 la Banda de Música del Esta-do hizo suya la plaza al tocar en ese lugar por mandato superior los martes,jueves y domingos,35 haciendo competencia fuerte con la del batallón Morelos,que también hacía lo propio en ese espacio cuando era requerida. De hecho,surgió una rivalidad musical importante entre estas dos bandas de música lasdos décadas finales del porfiriato, como hemos dicho, con la diferencia de quelos de la del Estado eran músicos con experiencia tras de sí, recordemos quela mayoría de ellos venían de otros grupos musicales como la orquesta del Sr.Martínez Avilés, mientras que la de la Escuela Industrial eran jóvenes que nopasaban de los veinte años, muchos eran todavía niños, lo que le daba a losenfrentamientos musicales una carácter especial que atraía al público morelianode la época; había noticias de la superioridad musical de la de la EscuelaIndustrial aunque puede ser que era por alabar a la institución, subsidiada por elEstado.

La serenata tenía un objetivo, en ocasiones era cumplir con la sociedadal darle un espacio de esparcimiento, como los ejemplos que acabamos decitar; y en otras, se requería vanagloriar a los representantes del gobierno,especialmente en el contexto político nacional en donde se aplicaba aquello dequedar bien con el Jefe del Ejecutivo y sus allegados. En este sentido, la audi-ción musical se ofrecía en veces al Sr. Gobernador. En 1894, para citar unejemplo, se brindó una serenata en honor de Aristeo Mercado en donde partici-paron, la recién creada banda de la Escuela Industrial y la del Estado. Un añodespués, un acto similar ocurrió en la citada Plaza de los Mártires con unprograma musical ejecutado por la del Estado; luego, de la misma manerasucedió en 1897 con motivo del cumpleaños del gobernador. En esa ocasión,participaron la banda de la Escuela Industrial y la del 6º de Caballería, la prime-ra dirigida por Eustorgio Peñaloza y la segunda por Daniel Camarena, el eventofue grande y contó con la participación de dos de los mejores músicos de laentidad, Ramón Martínez Avilés y Juan B. Fuentes. La banda de las fuerzas delEstado también estuvo presente por la noche frente a la casa del mandatarioestatal, mientras que en la de los Mártires la del batallón Morelos hacía lopropio.36

Así, la fiesta era grande en la plaza principal de la ciudad, aunquecomo se dice coloquialmente, “no sólo ahí hacía aire”. En otros espacios, como

34 La Libertad, Año 2, Tomo 2, Núm. 13, Morelia, 31 de marzo de 1894, p. 4.35 La Libertad, Año 3, Tomo 3, Núm. 53, Morelia, 24 de diciembre de 1895, p. 4.36 La Libertad Año 5, Tomo 5, Núm. 36, 7 de septiembre de 1897, pp. 1-2. Para el caso de la serenata de 1894ver: La Libertad, Año 2, Tomo 2, Núm. 2, Morelia, 13 de enero de 1894, p. 3. En 1895, el programa musical fuegrandioso, fueron diez los números musicales de esa ocasión, marchas, fantasías, walses, polkas y hastauna danza se pusieron ese día. Es de rescatarse del caso la participación de una música de cuerda, la cual vinode Acuitzio del Canje, así como la orquesta de León, que fue invitada especialmente para agradar al Sr.Gobernador. La Libertad, Año 3, Tomo 3, Núm. 36, Morelia, 3 de septiembre de 1895, p. 4.

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el paseo de San Pedro y la Calzada de Guadalupe, o la Plaza de la Paz, pordecir algunos, la música hacía acto de presencia, unas veces por la exigenciapropia de la gente, otras por días festivos. Sucedía al respecto, que la gente, alacudir a algún espacio a descansar de las labores cotidianas, hacía de lospaseos una costumbre que sólo resultaba completa con música; en varias oca-siones se mandó que las bandas de música cubrieran las tardes de esparci-miento de la sociedad moreliana.37

La serenata musical no sólo se circunscribió al espacio del jardín o laplaza pública. Hubo un escenario por demás soberbio donde el academicismose mezcló con el arte de Euterpe, estamos hablando del Colegio de San Nico-lás, un lugar en donde tuvieron lugar incontables eventos artísticos; unos bajo elpretexto de conmemorar alguna fecha importante, y otros, con objeto de mos-trar a la sociedad moreliana los adelantos que en materia musical mostrabanlos alumnos de la trinchera artística de Don Luis I. de la Parra.

En 1881 se llevó a cabo una “…solemnidad en honor de MelchorOcampo”, el evento tuvo la participación de una orquesta formada por alumnosde la academia de música del colegio quienes, dirigidos por supuesto por el Sr.Parra, presentaron lo mejor de su repertorio, ejemplificando además los adelan-tos conseguidos.38

Durante la década de 1880, la clase de música del colegio dio muchode que hablar. En 1882 se llevó a cabo una gala musical para conmemorar lareapertura del histórico edificio de San Nicolás, ocurrida el 21 de mayo de eseaño. La velada musical estuvo presidida por el gobernador Pudenciano Dorantes,el cual estuvo presente en punto de las veinte horas treinta minutos.

El programa se estructuró en tres partes, en la primera, una orquestadirigida por Luis de la Parra ejecutó la obertura Semiramis; luego, la SeñoritaLuisa Mesa cantó la Fantasía Aurora; enseguida, el discurso oficial del Sr.Gobernador y acto seguido, la respuesta por parte del Lic. Jacobo Dorantes, alfinal de esta ronda musical, se escuchó el Himno Nacional; a Pilar Briz tocó elturno entonces, cantando el fragmento de la ópera Mariano Failero; y a conti-nuación, el alumno José Carranza ejecutó al piano las variaciones de la óperaBelisario; y finalmente, la Srita. Francisca Bernal cantó la Aria Ah por lui I´anima.

La segunda parte de la velada comenzó con la Obertura de Campanone,ejecutada por el alumno Antonio Verduzco y la Srta. María Ojeda; en seguida,al violín, un ex alumno del colegio, el Lic. Felipe Rivera, acompañado al pianopor el alumno José Gómez, interpretó la Fantasía D´Aland; la Cavatina Viene f´af afrenta de la ópera Macbeth, que siguió al orden del programa, fue cantadapor la Srta. Luisa Monge, acompañada por dos pianos; una Oda, recitada por elalumno de jurisprudencia, Agustín Martínez continuó enseguida; y luego, unVals para concierto de Tito Mallet, ejecutado por la Srta. María Gutiérrez; acontinuación, una poesía interpretada por Mariano de Jesús Torres; y para fina-lizar la segunda ronda, un paso brillante sobre motivos del Trovador, ejecutadospor los alumnos Manuel Guerrero y José Gómez.

La tercera y última parte tuvo cuatro intervenciones. Comenzó con la37 El último año del siglo XIX por ejemplo, se mandó que la Banda del Estado tocará en las tardes, especialmen-te el domingo, en el paseo de San Pedro para deleitar a la gente que acudía a descansar a ese lugar. LaLibertad, Año 7, Tomo 7, Núm. 13, Morelia, 2 de marzo de 1899, p. 3.38 Periódico Oficial, Año IV, Núm. 258, Morelia, 8 de junio de 1881, p. 3.

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Cavatina Come por me sereno de la Sonámbula, cantada por Luisa Monge;luego, un fragmento de la ópera I Masda nieri Tu el mio Carlo del Seno Volasti,cantado por la Srta. Ortiz de Bernal; a continuación, el Éxtasis y el Beso,cantados, el primero por la Srta. Monge, y el segundo por la Sra. Ortiz deBernal; y para finalizar el magno evento la orquesta, dirigida por el Sr. Parra,ejecutó el Himno Nacional Mexicano, dando por terminada la velada que inau-guraba el tradicional edificio del Colegio de San Nicolás.39

Así era la manera de festejar del pueblo de Morelia, cosa que se repitió alo largo del periodo; quizá los eventos musicales no fueron todos tan fastuososcomo el mencionado arriba, pero si, con la observancia de una organización yejecución musical muy bien cuidada. En 1883 tuvo lugar un “acto práctico”,como se le llamaba entonces a una audición musical de alumnos, en el salónde la academia de música; un año después, en el mismo escenario tuvo lugarotro evento similar y en 1886, de nueva cuenta se escuchó en Morelia noticiasde la academia de música del colegio.

Por supuesto que todos los eventos contaron con la participación dealumnos de San Nicolás, destacan esos años Carlos Murguía, RómuloValenzuela, Luis Acha, José Monge y Jesús Zamora, entre otros, acompaña-dos en ocasiones por músicos experimentados como el mismo Sr. Parra oLeón Jirón.40

De esta manera, el Colegio de San Nicolás se convirtió en un espaciode ejecución musical extraordinario, con la característica de ser un escenarioexclusivo para los alumnos de su academia de música y para algunos artistasconsolidados, esto puede parecer elitista aunque no era así por supuesto, yaque los eventos eran dirigidos a todo público, y aunque la gente que asistía eraselecta, las puertas de la institución estaban abiertas al público en general.

La década siguiente fue de esplendor para la música en el colegio. Losalumnos más aventajados participaban de manera más continua no sólo eneventos al interior de la casa de Hidalgo sino en otros, invitados por otras insti-tuciones a participar musicalmente, mientras tanto, el edificio de San Nicolásse convirtió en un espacio en donde la música encontró su mejor ejecución enmanos de jóvenes amantes del arte musical, noticias abundan en los periódi-cos de la época, que ejemplifican la actividad musical en el colegio, empero, demencionarlas todas, se necesitaría una colección de varios tomos para cubrirlos hechos, es por eso que sólo ofrecemos algunos ejemplos.

Sin duda, los pretextos bastaban para organizar eventos musicales enla casa de Hidalgo, y aunque a partir de la muerte de Luis de la Parra puedepensarse que disminuiría su calidad, lo cierto es que las audiciones continua-ron. En 1893, un año después de la muerte del Sr. Parra se acompañan lasfiestas de septiembre con conciertos en la casa de Hidalgo41 y así, se siguióescuchando hasta la década siguiente los eventos musicales, principalmenteuno, de gran importancia histórica para México pero sobre todo para el colegio,el aniversario de don Miguel Hidalgo y Costilla, el 8 de mayo.

39 Julián Bonavit, Fragmentos… pp. 170-171.40 Periódico Oficial, Año IX, Núm. 503, Morelia, 31 de octubre de 1883, p. 4.; Periódico Oficial, Año X, Núm. 604,Morelia, 25 de octubre de 1884, p. 3.; Periódico Oficial, Año XI, Núm. 113, Morelia, 21 de octubre de 1886, p.3.41 Euterpe, Año II, Núm. 34, Morelia, 8 de septiembre de 1893, p. 8.

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«Fiesta del pueblo»

Lo más popular, la fiesta del pueblo

Si se trata de fiesta se debe citar al populacho, esto es, acudir a la fiesta “delpueblo”, que se llevaba a cabo en tres maneras: las corridas de toros, laspeleas de gallos y el carnaval del mes de febrero.

Para el caso de la fiesta brava, esta se llevaba a cabo en la capital delpaís y en varios estados de la República, no sin el rechazo de amplios sectoresde la población, incluso, en la ciudad de México se organizaron asociacionesciviles como La Sociedad Protectora de Animales, o la llamada Liga Antitaurina,que criticaban a la fiesta atribuyéndole males sociales ligados a la barbarie.

El ataque a las corridas de toros es antiguo, en 1567, el Papa Pío V, ensu bula De Animalum Salute señalaba que estos eventos eran “…diversionescrueles y torpes, propias de los demonios, no de los hombres”,42 siglos des-pués, León XIII (1810-1903) iba más allá de esto y promulgaba la excomunión atoreros y espectadores, y más aun, advertía a aquellos clérigos que gustabande participar en las corridas de toros para que se abstuvieran de asistir y muchomás, de torear.43 A todo esto, el pueblo justificaba su participación de la maneramás simple posible, en Morelia del porfiriato se afirmaba que “…mientras supadre, que no era santo le permitiera ir a los toros, no le afectaba que lo prohi-biera el padre santo”, esto lo atestiguaba un joven asistente al coso urbano,otro señalaba que “…era aceptable determinado tiempo de purgatorio por asis-tir a una corrida”.44

Las corridas de toros eran comunes durante el porfiriato, y al igual quelas peleas de gallos o las fiestas del carnaval, los festejos eran amenizadoscon música y amenazados por la “gente de bien”. En Morelia, se ordenó lasuspensión de la fiesta brava el 26 de abril de 1888 bajo la justificación de quesu costumbre ponía en peligro a los espectadores y promovía la barbarie, loúnico que esto provocó, es que sucediera algo similar a lo ocurrido en la capitaldel país cuando allá se suspendió la fiesta en 1891.45 La gente acudió entoncesa centros cercanos a la ciudad a presenciar corridas de toros. Tiempo después,en mayo de 1893,46 conscientes las autoridades de que la fiesta taurina eraalgo difícil de eliminar de la costumbre social, se permitió de nuevo la organiza-ción de festejos, en parte quizás porque eran amplios sectores sociales losafectos a los toros. En 1899 por ejemplo, se llevó a cabo un festejo que fueorganizado por “…un grupo entusiasta de jóvenes de la mejor sociedad moreliana”,quienes advirtieron que “…rara vez se ha visto la plaza tan literalmente llena portodas las clases sociales”; en aquella ocasión, la parte musical corrió a cargode la banda del 6º Regimiento y la del Estado.47

42 La Libertad, Año 2, Tomo 2, Núm. 17, Morelia, 28 de abril de 1894, p. 1.43 La Libertad, Año 2, Tomo 2, Núm. 14, Morelia, 7 de abril de 1894, p. 2. En ese año se menciona en el Distritode Pátzcuaro a un “padrecito” que gustaba de participar en la fiesta brava de torero y lanzador.44 La Libertad, Año 2, Tomo 2, Núm. 16, Morelia, 21 de abril de 1894, p. 4.45 Las corridas de toros en la capital mexicana se reanudaron en el año de 1900, y aunque las críticascontinuaban siendo severas, hubo incluso publicaciones dedicadas a la fiesta brava. Moisés GonzálezNavarro, “El Porfiriato. Vida social”, en: Daniel Cosío Villegas, Historia Moderna de México, México, EditorialHermes, 1957, pp. 727-745.46 Amador Coromina, Recopilación…, Tomo XXXII, p. 60.47 La Libertad, Año 7, Tomo 7, Núm. 22, Morelia, 30 de mayo de 1899, p. 3.

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«a los gallos»

Los festejos taurinos se organizaban de dos maneras: por parte de em-presarios particulares, que eran individuos que atendían la fiesta como negocio;y por organizaciones sociales o grupos civiles, que mediante una obra de cari-dad o a beneficio de alguna institución, montaban una corrida de toros. Lamúsica, como es de esperarse, era necesaria al respecto, siendo la banda demúsica de viento el grupo que se ajustaba a la fiesta. Por otra parte, la maneraen que se pagaba al músico en las corridas de toros era de dos maneras: porun lado, las bandas militares pertenecientes a instituciones del gobierno muni-cipal o federal, acudían a cubrir los eventos taurinos por orden superior; y otrasveces, era el empresario quien cubría el costo de la música. De cualquier ma-nera, el arte de Euterpe resultaba ser indispensable.

Debemos decir que la fiesta brava era un espacio nada agradable detrabajo para el músico debido a que se hacía costumbre que el público le insul-tara, tal y como queda asentado en una nota periodística del año de 1894, enque se señala cómo la gente, incluyendo jóvenes “decentes”, gritaban insultosa la Banda de Música del Estado que amenizaba en aquella ocasión la corridade toros48 . Estamos seguros que los agravios verbales de la gente no eran otracosa que bromas que el público acostumbraba proferir a los músicos en even-tos taurinos, los improperios son menos que eso, eran una costumbre quevemos que estaba arraigada en el porfiriato y que el músico aceptaba como unapráctica cotidiana; eran simples gajes del oficio.

El coso taurino era posiblemente la entrada al mundo de los eventosmás populares de la sociedad moreliana, y junto a las peleas de gallos, repre-sentaban dos mundos disímiles pero representativos de las fiestas popularesmorelianas. Al respecto, las peleas de gallos era una actividad que, a diferenciade las corridas de toros, contaba con un público más ligado a sectores socialesdel barrio urbano. Las peleas se llevaban a cabo en un lugar llamado Hipódro-mo, ubicado a un costado del ex convento de San Agustín, esto hasta su prohi-bición en 1888; posteriormente, hacía 1893, se organizaron en un terreno nom-brado el desierto.

En el caso de las peleas de gallos no se publicita mucho la música enlas fuentes de la época, aunque es necesario afirmar la presencia de algúncancionero popular; por desgracia, la prensa oficial del porfiriato sólo hace men-ción a las peleas de gallos cuando le critica como actividad bárbara, empero,no son pocas las notas que destacaban la gran participación de un sectorsocial específico, y de la manera en que se divertía en estos eventos, donde, sedecía, había música.

Por otra parte, existía otra actividad que era producto de severoscuestionamientos por parte de un sector de la sociedad moreliana, pero que ala vez reunía a amplios grupos sociales, el carnaval. Realizado en el mes defebrero, la fiesta del carnaval y el torito de petate 49 , que es su representacióngráfica y física, era una fiesta pagana que según investigaciones recientes,

48 La Libertad, Año 2, Tomo 2, Núm. 2, Morelia, 13 de enero de 1894, p. 3.49 Mariano de Jesús Torres ejemplifica la animadversión de parte de la sociedad moreliana hacía la fiesta deltorito de petate. Con la frase “Decididamente, merecemos todavía que nos conquisten…”, comienza unartículo en el que refiere la repulsión que el carnaval provocaba en la minoría selecta moreliana. JuanHernández Luna y Álvaro Ochoa Serrano (compilación y notas), Costumbres y fiestas morelianas del pasadoinmediato, Morelia, UMSNH, Colmich, 1991, pp. 155-162.

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había llegado a Tarímbaro por esclavos negros provenientes del continente afri-cano, esto durante el siglo XVII.50 El carnaval, como fiesta pública, no era algoexclusivo de Michoacán, ya que se llevaba a cabo en distintos lugares del país,en un formato que requería de la participación del pueblo en desfiles con carrosalegóricos, con gente que salía a las calles cantando y bailando, y cuyo rostrocubrían con máscaras de colores a la vez que las bandas de música y estu-diantinas tocaban durante el festejo. El carnaval, sabemos, se organizaba enciudades como Monterrey, Mérida, Guadalajara, San Luis Potosí, Guanajuato,Puebla, Oaxaca, Querétaro, Jalapa y por supuesto, Morelia, sin embargo, laparticipación del torito de petate le daba su significación especial al jolgoriomichoacano, único en todo el país. Para esto, se fabricaba un toro con unabase de carrizo, se le forraba de petate y se adornaba con papel de china dediversos colores hasta formar una bien coloreada figura taurina. También habíamúsica. Lo común es estos casos era la chirimía y el tambor, sin embargo, eltorito de petate podía ofrecer un grupo más variado, compuesto por varios ins-trumentos, una trompeta, un trombón, algún clarinete y un par de instrumentosde percusión, acompañaba el baile por las calles de la ciudad a la vez que trespersonajes danzaban: un hombre, en un armazón que se parecía a un jinete enun caballo, otro vestido de charro y otro de mujer, denominado la “maringuía”.Con este cuadro, el torito salía a la calle danzando mientras que el picador ensu caballo acometía en su contra, a lo que el charro y la maringuía, que a veceseran varios, bailaban al son de la música compuesta para este fin.

La importancia que el carnaval tiene para nosotros es la participaciónde músicos en la fiesta, podemos afirmar que la actuación de músicos morelianosera indispensable. En 1884 se menciona que las fiestas de carnaval se habíanllevado a cabo con orden y civilidad, permitiéndose que en calles excéntricasde la ciudad hubiera toritos de petate.51 Sin embargo, la fiesta fue objeto deseveras críticas por aquél sector de la sociedad moreliana identificada con laburguesía urbana, que no veía en la fiesta más que tradiciones bárbaras, inade-cuadas para la grandeza de la ciudad y de sus habitantes, incluso, el peligro dela clausura de la fiesta del carnaval por parte de las autoridades municipalesestuvo siempre presente, no obstante, la década final decimonónica significóun renacimiento del caso. En 1895, las fiestas del carnaval se retomaron conmucho ánimo y participación social, al grado de que las esquinas se adornaron”…con papeles multicolores, toros, gallos y zarzuelas […], a la vez que en lascalles los bailes y las mascaradas abundan al son de las estudiantinas queamenizan la fiesta, la plaza de los mártires se rodea de jacalones de blancalona y se instalan loterías y se llevan a cabo toda clase de juegos permitidos, lafiesta se generaliza […], hace años que no se lleva a cabo algo así.”52

Así, en toda la ciudad se anunciaba la fiesta, y mientras que el cosotaurino se vestía de gala con la presencia de matadores y matadoras, debemos

50 Ver al respecto a: Jorge Amós Martínez Ayala, ¡Epa! Toro prieto. Los toritos de “petate”.Una tradición deorigen africano traída a Valladolid por los esclavos de lengua bantú en el siglo XVII, México, InstitutoMichoacano de Cultura, 2000.51 Periódico Oficial, Año X, Núm. 536, Morelia, 27 de febrero de 1884, pp. 3-4.52 La Libertad, Año 3, Tomo 3, Núm. 7, Morelia, 12 de febrero de 1895, pp. 1-2. La Libertad, Año 3, Tomo 3,Núm. 8, Morelia, 19 de febrero de 1895, p. 2.

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decir que en Morelia de la época de don Porfirio se presentaron mujeres lidian-do toros; en los días de carnaval se escuchaba la algarabía por las calles de laciudad.

El festejo religioso

Si bien las leyes liberales limitaron la fiesta religiosa a espacios que no exce-dieran el atrio de las iglesias y capillas, el porfiriato significó el comienzo de unanueva etapa en las relaciones entre la Iglesia y el Estado. Porfirio Díaz, luegode ser un férreo defensor del liberalismo mexicano, cambió su política hacía laestrategia de la conciliación y la tolerancia, decía: “…no tengo política, ni amo-res, ni cultos”, todo en relación a su postura de respeto, muchos afirman, deeclecticismo.53

La fiesta religiosa tuvo de esta manera el libre arbitrio para festejar lasfechas importantes en el calendario católico, el pueblo aceptó y participó porsupuesto en las fiestas patronales, las cuales se insertaron en la tradiciónsocial y cultural de la ciudad con los tintes específicos de un periodo de fiestay jolgorio.

El año de festejo católico comenzaba el 6 de enero con la llegadasimbólica de los reyes magos, siguiendo a continuación con el 2 de febrero, porel día de la Candelaria, aunque la fiesta grande era sin duda la Semana Mayor.En esa conmemoración del catolicismo moreliano, la música, aunque discreta,estaba presente; Mariano de Jesús Torres muestra a detalle la manera en quese llevaba a cabo dicha celebración durante el siglo XIX.

Todo iniciaba el martes santo con una procesión que comenzaba en latarde-noche y en la que “…una buena música iba dejando oír sus tristes ymajestuosas armonías”, luego, en la mañana del jueves, se llevaba a cabo eltraslado del santo Cristo de la capilla de San Juan, el trayecto era acompañadocon música, esta vez de viento, y por la tarde, llegaban de las capillas de laciudad y de los pueblos vecinos algunas procesiones, las cuales traían cadauna “…su respectiva música: algunos solamente pito y tambor, y otros chiri-mías y violines, extraordinariamente desafinados, otros música de viento verda-deramente atroz, y sólo el señor de San Juan que presidía la procesión traíauna buena música”.54 A continuación, se realizaba la visita a los monumentos,la gente entonces visitaba la Catedral, los tempos del Sagrario, el de las Ro-sas, el de San Agustín, y otros recintos católicos como el de las Catarinas, laCruz, San Juan de Dios, el Carmen, el del Tercer Orden, la Compañía, SanJosé, la Merced, San Francisco y otros más modestos como el del Prendi-miento, la Soterraña y la Columna. El viernes santo era acompañado por unamúsica patética y a la vez majestuosa dice el Sr. Torres, que iba tocando duran-te la travesía, luego, durante la procesión del santo entierro, una música, ahorasí bien escogida, tocaba constantemente. El sábado de gloria, participaba la

53 Luis González, “El liberalismo…, p. 667. Porfirio Díaz aplicó aquello de estar bien y Dios y con el diablo yaque a pesar de haber sido liberal fue evidente su amistad con la Iglesia. José López-Portillo y Rojas, Elevacióny caída…, p.348.54 Juan Hernández Luna y Álvaro Ochoa Serrano (compilación y notas), Costumbres y fiestas…, pp. 165-182.El relato que realiza Don Mariano es lo que comúnmente se llevaba a cabo en Morelia, aunque advierte que parala época porfirista este no era así del todo, en relación a la solemnidad del evento.

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música de viento en la procesión que comenzaba a las diez de la mañana, yfinalmente, el domingo de resurrección, la fiesta se hacía profana con cartelesde corrida de toros en el coso moreliano, peleas de gallos, o incluso títeres.55

La Semana Santa era un festejo en el que participaba la mayoría delpueblo moreliano, el cual comenzaba su intervención en la festividad religiosadesde una semana antes, toda vez que se ubicaban en la Plaza de la Paz lasmúsicas de viento que acompañaban la tradicional venta de flores, destacandoal respecto, la participación de la banda de música de las Fuerzas Federales,la del Estado y la de la Escuela Industrial; de manera especial durante las dosdécadas finales del porfiriato.

Otra celebración religiosa importante era la del día de San Juan. Nueva-mente, Mariano de Jesús Torres nos ofrece la mejor reseña de la festividad.Desde el amanecer, dice, la gente acudía a bañarse al río grande debido a lacreencia de que ese día el agua estaba bendita, y además, se pensaba que lescrecía el cabello a las mujeres. La música militar amenizaba la ducha matutinaen el puente que une la calzada de Santiaguito. Mucha gente acudía a bañarsemientras que muchos vendedores asistían con sus productos e inundaban elpaseo con los más variados antojitos, y entre ollas de tamales y atole, té,chocolate, café y aguardiente, la música de viento amenizaba la mañana, aun-que no era la única que participaba ese día. A lo largo del río se ubicaban variasmúsicas de cuerda que entonaban “alegres melodías”. Un dato que destaca enla reseña del polígrafo es que no todos los grupos sociales acudían al festejomatutino; sólo las mayorías de la sociedad moreliana se daban cita a la tradi-cional mañana de San Juan en el río grande.

Mientras esto sucedía allí, en la ciudad ocurría algo similar, quien nohabía asistido al río a bañarse lo hacía en los baños públicos, en los que en nopocas ocasiones había también música. Como era de esperarse, en la capillaque lleva el nombre del santo festejado la fiesta se organizaba en grande. Seadornaba por fuera del templo con “…gallardetes y cortinas, y en el interior conflores naturales, esferas, pájaros y además suficiente cera y demás adornos.Toca una música regular, la concurrencia es numerosa y a la hora de costum-bre hay ruedas de cohetes que arden entre el alegre repique de las campanitasdel templo. En la noche hay fuegos artificiales, y a pesar de que los difuntosreposan en sus tumbas en el panteón que está junto a la capilla, la música, elgriterío de los vendedores, etc., aumentan el bullicio”.56

Otra de las fechas significativas del calendario religioso era el 15 deagosto, día en que se celebraba la fiesta de la asunción de la madre de Cristo.En esa oportunidad, las familias morelianas acudían a la loma de Santa María,lugar donde la fiesta se realizaba año con año.Son varias las cuestiones que tiene de importancia el festejo, por un lado estála participación de amplios sectores de la sociedad moreliana, destacando so-bre todo parte de la elite de la ciudad. Al respecto, la gente hacía suya la fiestasegún su posición social; el jornalero y su familia por ejemplo, acudían a laplaza o jardín a escuchar la música y a comer en los numerosos puestos de

55 Idem.56 Ibid, pp. 133-141.

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comida, ubicados en las calles aledañas al centro del lugar, mientras que lafamilia acomodada festejaba en privado, en alguna casona de los ricos delpueblo. A todo esto, la música de viento tocaba en el jardín principal, a la vezque en las calles se escuchaba un sinnúmero de músicas de cuerda y músicossolistas que ejecutaban las canciones que les eran solicitadas por el público.Un detalle interesante y nada extraño, es que en alguna casona: “…los músi-cos han comido también, en el pequeño corredor de la casa se les dispuso unamesa improvisada, y como se les consignaron suficientes botellas de cerveza yun cántaro de pulque, los discípulos se Paganini bebieron a todas sus anchu-ras, hasta ponerse en tono de orquesta”.57

Por su parte, el día de todos los santos se festejaba con bombo yplatillos. Como sucedía en otras fiestas, ya fueran profanas o religiosas, laintervención de músicas y músicos era común; para ese día en especial, sepreparaba una verbena musical en las principales plazas y paseos de la ciudad,destacando el bosque de San Pedro y la Plaza de los Mártires. En estos luga-res, las bandas de música ejecutaban piezas muy bien escogidas, mientrasque en el Teatro Ocampo se organizaba algún evento especial para la ocasión,como la puesta en escena de alguna obra de teatro o una función de zarzuela,a la vez que se organizaba una corrida de toros en el coso urbano.

Si en alguna festividad religiosa la música era indispensable, era en eldía de de Santa Cecilia, el 22 de noviembre, la patrona de los músicos. Comomarcaba la tradición, la fiesta daba comienzo con una solemnidad religiosaamenizada por una música de cuerda, luego, en las plazas principales de laciudad había música de viento. Para dar un ejemplo de la magnitud de la fiesta,citemos la referencia al respecto que hace el músico Ramón Martínez para elaño de 1892. En esa ocasión hubo un concierto, en el que: “…se puso la misade Giorza. Los versos de la tercia fueron los del maestro Benito Ortiz, a granorquesta. El Sr. D. Manuel Alejandre, tenor, cantó el Domine Deus, el Sr. JoséBernal, barítono, el Qui Sedes, con el Sr. Enríquez, tenor. Entre las personasque no son de nuestra sociedad y tomaron bondadosamente parte en la fiesta,están los Señores Eduardo Ortiz y Antonio Aulet, violinistas, Tomás Rico, quetoca trompa, Antonio Gálvez, clarinete, Juan Méndez, contrabajo, Serafín Sosa,bajo en mi bemol, Gorgonio Caballero, flauta, y el joven Rafael Valenzuela”,éste último resulta ser un viejo alumno del Colegio de San Nicolás, continua,“…en el ofertorio la orquesta ejecutó la obertura Pique Dame, de Soupé, dirigidapor el Lic. Martínez Avilés”, luego, por la noche, “…se dio serenata en el kioscode la plaza principal por la banda del batallón del Estado y la orquesta SantaCecilia [y], ejecutándose las piezas más escogidas, algunas músicas de cuer-da, accediendo a nuestra invitación tocaron en la misma plaza”.58 Debemosseñalar que esta descripción tiene que ver con parte de la realidad de la fiestade Santa Cecilia, esto porque se menciona sólo a un grupo de músicos, direc-tores y afamados ejecutantes, aunque en otros lugares de la ciudad, muchosotros practicantes de la música hacían lo suyo en el mismo sentido.

Diciembre era el periodo de fiesta religiosa más solemne luego de la

57 Ibid., pp. 111-112. Para examinar el relato completo ver las páginas 95-120 de la misma publicación.58 Euterpe, Año I, Núm. 17, Morelia, 23 de noviembre de 1892, pp. 1-2.

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Semana Mayor. El mes entero se aprovechaba para llevar a cado algunos even-tos de relevancia católica y por supuesto, la celebración a la Virgen deGuadalupe. El festejo guadalupano comenzaba el 7 y 8 en el barrio de SanJosé, por las noches se iluminaba su plazuela y las calles aledañas mientrasque la música de viento amenizaba el paseo de cientos de morelianos queacudían al tradicional llamado. Días después, en San Diego, la fiesta de lamadre de Cristo se llevaba a cabo con toda solemnidad los días 11 y 12, y paraengalanar la fiesta, se disponían las músicas a lo largo de la calzada mientrasque la gente paseaba y se divertía, luego de haber hecho la visita religiosa queobligaba la tradición.

También, el festejo religioso tenía lugar cuando se llegaba el día defiesta de algún santo patrono de determinada capilla o iglesia, en ocasionescomo esa, las actividades religiosas como misas, rosarios y procesiones defieles, eran seguidas por la verbena popular en el atrio mismo de los templos ycapillas, y como era costumbre, se contrataban bandas de música para tocar,en ocasiones, todo el día.

Bien, hasta aquí hemos examinado la mayor parte de los espacios deactuación del músico moreliano, sabemos de su actividad en paseos y jardi-nes, en plazas de toros, en salones públicos y privados; sin embargo, nos faltaun espacio importante para la cultura musical de Morelia, el Teatro Ocampo.

El Teatro Ocampo y la gala musical en Morelia

El Teatro Ocampo se construyó entre 1828 y 1829 con el nombre de Coliseo, ya partir de entonces, fue el espacio cultural más importante de Morelia, juntocon la Plaza de los Mártires.59 En Música, en el Ocampo se realizaron todo tipode eventos artísticos, desde óperas y zarzuelas, conciertos de solistas y engrupo, y hasta ceremonias de entrega de premios por parte de las escuelaspúblicas de la entidad. En pocas palabras, el Teatro Ocampo fue el espaciomás refinado de la música en Morelia, un escenario que, aunque pueda parecerexclusivo para ciertos grupos sociales, fue concurrido sin restricciones por lamayor parte del pueblo de Morelia. El espacio se convirtió entonces, no sólo ensala de concierto, también se utilizó para realizar veladas literario-musicales ycomo escenario de otros eventos no tan relacionados al arte musical, comoespectáculos de prestidigitación.

Durante el porfiriato, el Ocampo fue el lugar idóneo en donde la fiestapública continuaba, prueba de esto es que, paralelamente a los festejos patriosdel mes de septiembre, se organizaban conciertos vocales e instrumentalescon objeto de dar grandiosidad a la conmemoración. Incluso en los eventospolíticos, como las postulaciones de gobernantes o la reelección de alguno deellos, el Teatro Ocampo era el espacio en donde se llevaba a cabo el protocolopolítico, con fondo musical casi siempre.

59 La gente lo rebautizó con el apellido del insigne liberal michoacano a partir de su muerte, ocurrida el 3 de juniode 1861. Ver al respecto a: Raúl Arreola Cortés, Breve historia del Teatro Ocampo, Colección Nuestras RaícesNo. 8, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Instituto de Investigaciones Históricas,Instituto Michoacano de Cultura, Morevallado Editores, 2001.

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El 15 de septiembre de 1895 tuvo lugar un evento artístico significativo.Ese día, a las ocho y media de la noche, el Ocampo estuvo listo para llevar acabo el programa anunciado.60 Ejecutaron, una orquesta formada por el músicoJuan B. Fuentes, que ejecutó obras de autores europeos, la estudiantina delinternado de la Academia de Niñas, y varios músicos solistas, como RamónMartínez Avilés, Juan B. Paulín, Estanislao Romero, Eduardo Ortiz, Carmen yPaz Menocal, Guadalupe Ortega y Esther Ortiz de Tovar, además de AdolfoGarcía y el Lic. Luis B. Valdés, participando el primero con una poesía, y elsegundo con un discurso.61 Meses antes, se había llevado a cabo un eventopolítico organizado por los llamados Clubes del pueblo de Morelia, con objetode manifestarse a favor de la postulación de Porfirio Díaz para otro periodo degobierno. En esa ocasión, hizo debut una nueva banda de música, formada porEncarnación Payén, la cual se estrenó en enorme concierto de gala, a la vezque a las puertas del Ocampo hacía los honores musicales la Banda de Músicadel Estado.62

El Teatro Ocampo se utilizó cotidianamente como sala de concierto.En esta modalidad, se proyectaron diversos programas, que iban desde la sim-plicidad de una velada literario-musical, hasta la organización de conciertosinstrumentales y vocales, en cuya participación se incluía a no pocos músicosprovenientes de las escuelas de enseñanza pública locales.

Desde su reconstrucción, en la década de 1870, el Ocampo se posicionócomo un espacio artístico y literario por excelencia, un lugar en donde la socie-dad tenía la oportunidad de cultivar y disfrutar del arte. Sin embargo, no siemprela gente asistía a los eventos. En no pocas ocasiones el teatro estaba vacío,por esto, de vez en cuando, periodistas como Mariano de Jesús Torres lanza-ban su crítica en contra de la sociedad moreliana en este sentido. En variosartículos periodísticos de distintos años, el polígrafo señalaba cómo las gradasde primera clase aparecían vacías, o al menos, sin lleno total a cada función deteatro, zarzuela u ópera, y afirmaba cómo las gradas de la parte superior, lasentradas cuyo costo era menor, casi siempre se llenaban.

De entre los eventos más sonados y concurridos en el Ocampo, desta-can las funciones de música instrumental y vocal, las que en ocasiones ibanacompañadas de actos literarios. En enero de 1882 se organizó un conciertomusical calificado de “magnifico” por la prensa. A las ocho en punto de la no-che, la velada comenzó con la participación de una orquesta dirigida por Luis I.de la Parra, la cual dio inicio al evento con una obertura; a continuación, partici-paron varios músicos hombres y mujeres, que hicieron del momento inolvida-ble, de entre estos figuran: Pilar Paz, Concepción Iturbide, Luisa y Ángela Estrada,Soledad Macouzet y María Ojeda al piano, Dolores Vallejo, Luisa Monge yFrancisca Bernal de Ortiz a la voz, y Joaquín y Luis Macouzet, Manuel Anciola,José y María Iturbide al violín. Meses después, otro concierto de magnitud

60 Siempre que se preparaba algún concierto en el Teatro Ocampo, la publicidad del evento se llevaba a cabocon música por las calles de la ciudad, para esto, el programa anunciado era colocado con música de fondo,en el portal Iturbide, luego, poco antes de que comenzara el festejo, con música, era regresado al teatro. MaríaTeresa Cortés Zavala, “La vida social…, en: Enrique Florescano, Historia general…, Volumen III, p. 339.61 La libertad, Año 3, Tomo 3, Núm. 38, Morelia, 17 de septiembre de 1895, pp. 2-3.62 La libertad, Año 3, Tomo 3, Núm. 29, Morelia, 16 de julio de 1895, p. 4.

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similar fue tema de opinión en la prensa local, y en junio, se programó unafunción donde hubo comedia y baile y en donde la señorita Rafaela Gonzálezcantó la cavatina de la ópera el Barbero de Sevilla; un mes después, perocantando una obra distinta, la misma señorita González participó en una fun-ción dramático-musical de un autor europeo, y también, una obra del Lic. MartínezAvilés; luego, en septiembre, en un concierto vocal e instrumental, Luis Conti,el Sr. y la Sra. Crosti, la señora Quesada de Bonilla y el Sr. Gregorio Aguilar, asícomo el músico Eduardo Unda, ejecutaron piezas escogidas en una función enla que participaron no sólo los músicos dedicados de lleno al arte de Euterpe,sino aquellos que actuaban como aficionados.63 Algo interesante del caso queenunciamos, es la participación de algunos alumnos de varias escuelas públi-cas, e incluso, de individuos comunes de la sociedad moreliana, que no sededicaban de manera profesional a la música.

En noviembre de 1885 se organizó un concierto en honor de la bandade música del 8vo. Regimiento, que durante el porfiriato tuvo una actuacióninmejorable. En esa ocasión, participaron algunos jóvenes músicos de la trin-chera artística del Colegio de San Nicolás, entre estos actuaron José y Benig-no Gómez, y José Monge, los cuales tuvieron acción en la primera parte de latertulia junto con dos músicos de experiencia probaba, como lo eran RamónMartínez Avilés y Francisco Gómez, mientras que la parte complementaria es-tuvo a cargo de la banda de música del 8vo., misma que acompañó al solista dela noche, al capitán Encarnación Payén, quien ejecutó la Serenata de Schubertal pistón, un instrumento parecido a la trompeta.64

En 1886 tuvieron lugar dos eventos, el primero de ellos en mayo, quetuvo que ver con el concierto de inauguración de la Academia de Niñas, y elsegundo en octubre, con la creación de la Banda de Música “Mariano Jiménez”.

El primero estuvo presidido por el Sr. Gobernador Jiménez y la Sra.Alvírez, quien fungía como directora de la escuela. El programa se proyectó en16 números musicales, en los cuales, la participación de señoritas de la socie-dad moreliana fue la parte interesante. Aparecieron actuando: Carlota Escuderoy Espronceda, Guillermina García Manzo, Rosa Parra, Natalia Flores, Francis-ca Elizarrarás, Inés Plancarte, Paz Iturbide, Elvira Espronceda, Elena Torrente-ra y Ana Sámano, además de Alberto Castañeda, Arturo Luckhaus, FernandoFierro, Jesús Solórzano, el violinista oaxaqueño Pedro L. Manzano, y los jóve-nes Rómulo Valenzuela y Luis Acha, alumnos de San Nicolás; al final, se escu-charon las notas del Himno Nacional, ejecutado por la banda de música del8vo. Regimiento, quien participó durante el concierto con la fantasía Fausto.65

Meses después, el 17 de octubre, se celebró la primera audición de la banda de

63 Periódico Oficial, Año VIII, Núm. 316, Morelia, 4 de enero de 1882, p. 3. Ibid., Núm. 363, 24 de junio, p. 4.Ibid., Núm. 372, 26 de julio, p.3. Ibíd., Núm. 390, 27 de septiembre, p. 4.64 Gaceta Oficial, Tomo I, Núm. 21, Morelia, 29 de noviembre de 1885, p. 1. El instrumento de pistón tiene quever con varias posibilidades: puede ser la trompeta, o al bugle, llamado también fliscorno, ambos instrumentosfuncionan en base a tres pistones que determinan el curso del aire en su viaje por los tubos hacía el pabellóndonde se escucha el sonido, la presión coordinada de estos da las distintas notas musicales en una combina-ción de velocidad de aire, controlada por la vibración de los labios, y la posición de los dedos. Puede ser quese refiera también al sax horn o al corno francés, de sonido pastoso y suave, o al barítono, de sonidointermedio entre el anterior y la tuba, que es el instrumento que emula los sonidos graves en una banda demúsica de viento.65 Gaceta Oficial, Tomo I, Núm. 66, Morelia, 9 de mayo de 1886, p. 1.

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música “Mariano Jiménez”, dirigida por el capitán Payén.66

Como el Ocampo era visto también como espacio político, en octubre de 1892se llevó a cabo un evento de legitimación política. Para esto, varios clubes yasociaciones civiles se unieron para honrar al gobernador michoacano AristeoMercado. En esa ocasión, se organizó una velada con la participación de varias“señoritas muy distinguidas” y músicos de renombre, destacando María MartínezCabrera, Matilde Patiño, Natalia Flores, Luisa Mesa, Guadalupe Morfín, el in-signe Ramón Martínez Avilés, Juan B. Paulín, Gilberto Garduño, Rafael Martínez,Francisco Martínez, Antonio Reyes, Lorenzo Arguimbau y el Sr. Arturo Guerre-ro; las piezas, como sucedía en estos eventos, fueron de corte europeo conarreglo de algún músico local, caso específico en esa ocasión de la obra deMeyerbeer, la gran marcha Shiller, que fue instrumentada por el Sr. Arguimbau.67

En este tenor, los eventos en el Teatro Ocampo se llevaron a cabocotidianamente durante el porfiriato, que sería imposible enumerar aquí, poresto, sólo citamos aquellos que a nuestro criterio dan ejemplo de la actividadmusical en el antiguo Coliseo. Los conciertos sucedían con la cotidianeidad dela vida cultural moreliana, no sólo en fechas significativas, como las conmemo-raciones cívicas o aniversarios, o conciertos de diversa índole, sino también enocasión de alguna causa noble. En 1896, para citar un ejemplo, se organizó unconcierto vocal e instrumental a beneficio de un cantante de apellido Goribar,que estaba entonces en desgracia económica. Un año después, tuvo lugar unconcierto filantrópico organizado por una asociación civil moreliana en la queparticiparon de manera altruista varios músicos, que ejecutaron obras de auto-res como Beethoven, Mendelson, Schubert, Verdi y Mozart, entre otros.68

De entre los eventos más sobresalientes, en cantidad y calidad, luegoquizá de los conciertos, figura la organización de zarzuelas, género españolartístico que combina partes musicales, vocales y habladas, y que se extendióprácticamente durante todo el porfiriato. A este respecto, varias eran las com-pañías que hacían temporada en el Teatro Ocampo. Los precios de las entra-das variaban en cantidad, lo que al parecer permitía el acceso a amplios secto-res de la sociedad moreliana, aunque esto estaba definido por la calidad de lacompañía que hacía temporada en el Ocampo. Cosa distinta sucedió con lasfunciones de ópera, género que, a diferencia de la zarzuela, que es un estiloderivado de aquella, se requería de una organización más compleja por ser unavariedad artística en la que se acompañaba un drama con una instrumentaciónmayormente elaborada, por lo que se necesitaba de la participación de másindividuos y por supuesto, de un mayor presupuesto. En Morelia, la ópera sellevaba a cabo en el Ocampo no con tal frecuencia como la zarzuela, aunquecon cierta regularidad, y debido a que muchas veces los costos de las entradasno eran módicos, el espectáculo quedaba exclusivo a ciertos sectores socia-

66 Gaceta Oficial, Año 11, Núm. 112, Morelia, 17 de octubre de 1886, p. 3. Esta banda no figuró mucho en lasfiestas morelianas del porfiriato, quizá porque Payén estaba muy ocupado con la banda del 8vo. Regimientoo por la falta de recursos. De cualquier manera aparece el resto del año de 1886 en varias audiciones en laciudad capital y en el interior del estado.67 Euterpe, Año I, Núm. 14, Morelia, 8 de octubre de 1892, p. 2.68 La Libertad, Año 4, Tomo 4, Núm. 34, Morelia, 28 de julio de 1896, p. 3.; La Libertad, Año 5, Tomo 5, Núm.1, 5 de enero de 1897, p. 4.

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les, incluso, algunas personas que en funciones de zarzuela ocupaban general-mente un asiento de primera, pagaban uno se segunda en los de ópera.69

Una característica de las funciones de zazuela fue la participación de músicosmorelianos. Lo que se acostumbraba era que las compañías foráneas contrata-ban a algún músico local para que organizara la música en el evento, por su-puesto que no siempre la función exigía de un grupo numeroso, por lo regular serequerían de unos cuantos músicos para cubrir la parte musical, que a vecesera sólo piano y violín; casi siempre se encargaba a algún músico consolidadoen el arte de Euterpe, como Martínez Avilés, o Eduardo Unda, para que organi-zaran lo relacionado a la música. Por cierto, debemos decir que además de lasbuenas críticas que la prensa de la época hacía a la actividad de zarzuela en elTeatro Ocampo, también observamos con cierta regularidad notas que señalanlo malo de la música de tal o cual función; obvio que no todo era enorme,artísticamente hablando, en el escenario del antiguo Coliseo.

Por otra parte, no siempre había música en el Ocampo ya que en oca-siones se organizaban las llamadas veladas literarias, que eran funciones endonde se combinaba el discurso poético y retórico con la puesta en escena denúmeros musicales. No pocas veces, estos eventos se llevan a cabo en honorde algún individuo distinguido de la sociedad moreliana, o en conmemoraciónde alguna fecha importante. Durante la época dorada del activismo culturalmoreliano, este tipo de eventos era común. El domingo 22 de febrero de 1893,se llevó a cabo una función del tipo que estamos ejemplificando, esa noche,varios amigos del finado Lic. Gabino Ortiz organizaron un programa en el quehubo parte literaria y musical, en el segundo caso, tocó a la banda de músicadel 8vo. Regimiento hacer los honores, una orquesta, y particularmente al mú-sico Lorenzo Arguimbau, quien al cristalófono, instrumento a base de tuboshuecos de distintos tamaños que al toque directo produce sonidos, hizo actode participación como solista.70 Un año después, en otro ejemplo de la combi-nación de música y literatura, se verificó en el Ocampo una velada artístico-literaria, como se decía en ese entonces, en esa ocasión el motivo fue el festejodel aniversario de la independencia de México. La noche del 14 de septiembre,a las ocho y treinta minutos, dio comienzo el evento en el que participaronvarios músicos y algunos aficionados, que hicieron de la noche todo un éxito;por cierto, en ocasiones como esa, la Banda de Música del Estado se ubicabaal frente del teatro para amenizar entrada de la gente, y al final, como eracostumbre, tocaba el Himno Nacional Mexicano.71

Otra de las características de los eventos realizados en el Ocampofueron las ceremonias de entrega de premios de escuelas públicas oficiales.Puede pensarse que la importancia de estos acontecimientos era poca o inclu-so rebasada por otros festejos, no obstante, dado que la instrucción pública erauno de los ramos que más se atendían, por pensar que ésta era la manera máspronta de llegar a la modernidad y al progreso, los programas de fin de cursosy entrega de premios a los alumnos más destacados se convirtió en una forma

69 Ver al respecto a: Xavier Tavera Alfaro, Morelia, la vida cotidiana…, pp. 58-66.70 Euterpe, Año I, Núm. 23, Morelia, 22 de febrero de 1893, p. 6.71 Ver programa completo en: La Libertad, Año 2, Tomo 2, Núm. 36, Morelia, 8 de septiembre de 1894, p. 3.

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de publicitar la labor del gobierno. Por esta razón, se daba particular atención aestos eventos, especialmente aquellas ceremonias que destacaban a los me-jores alumnos del Colegio de San Nicolás, de la Escuela de Artes y Oficios ylas alumnas de la Academia de Niñas. En ocasiones como estas, era el mismogobernador quien presidía los eventos, acompañado por las principales autori-dades del gobierno y de los planteles educativos.

La participación musical resultaba indispensable en una sociedad tanbulliciosa como la moreliana, en 1883, la entrega de premios a los mejoresalumnos del Colegio de San Nicolás fue magna, según la nota periodística de 7de noviembre, publicada en el Periódico Oficial. El programa de ese día, com-puesto de doce números musicales, se caracterizó porque solamente partici-paron alumnos de la clase de música de la casa de Hidalgo, a diferencia deotros eventos, incluso del mismo colegio, en que se invitaba a músicos ajenosal mismo.72

La década siguiente fue la más iluminada por la fiesta y el jolgorio, en loque respecta a las entregas de premios, los eventos se organizaban con lamayor pulcritud y calidad, buscando destacar la excelencia institucional entodos sentidos. Resultaba notoria la participación femenina en la parte musical,en 1896 por ejemplo, se llevaron a cabo las ceremonias de entrega de premiosa las escuelas oficiales, el 22 de febrero tocó el turno a la Academia de Niñas yel 23 a la Escuela Industrial “Porfirio Díaz. Lo sobresaliente de esto, fue laintervención de alumnos del Colegio de San Nicolás y de la Academia de Niñas,así como la participación del músico Martínez Avilés. En aquella ocasión actuóuna orquesta foránea, de Tacámbaro, que ejecutó Campanote y Leona Vica-rio.73

Así, el Teatro Ocampo fue sinónimo de fiesta y excelsitud, y representóel espacio social de mayor categoría en términos de expresión cultural. En suescenario desfilaron un grupo innumerable de músicos, tanto aquellos que sededicaban al arte de Euterpe como oficio, como alumnos y alumnas principian-tes, e incluso aficionados, siempre en la búsqueda de la participación espontá-nea, misma que tenía un solo objetivo, enaltecer las instituciones y la sociedaden su conjunto.

72 Periódico Oficial, Año IX, Núm. 504, Morelia, 7 de noviembre de 1883, p. 2. El programa completo de esanoche puede consultarse en: Ibíd., Núm. 506, 14 de noviembre de 1883, pp. 1-2.73 La Libertad, Año 4, Tomo 4, Núm. 8, Morelia, 25 de febrero de 1896.

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«Porfirio Díaz en festejo patrio», El Mundo Ilustrado, 1901.

CAPÍTULO IV

EL ARTE DE EUTERPEd c

La música, un maravilloso pasatiempo

El arte musical en México se definió a partir de determinaciones específicaspropias y de una muy marcada influencia europea, los valores musicales emu-laron a los de occidente en contenido y forma, y en el caso de la músicamexicana, ésta adquirió patrones de ejecución influenciados por las costum-bres nacionales que, mezcladas con las europeas, forjaron la identidad musicalnacional.

Al igual que en Europa, la actividad musical en México se diversificó endos vertientes: como mera actividad de pasatiempo por una parte; y como posi-bilidad laboral, por otra.

En el primer caso, la música se aprendía con el único objetivo de apli-car dichos conocimientos de manera informal, sin buscar algún beneficio másque la atención a un gusto personal. Muchos jóvenes, principalmente mujeres,acudieron a escuelas privadas para aprender los secretos de la música. Laenseñanza tenía lugar en los mismos hogares de los profesores y profesoras,con la característica de que el costo de la instrucción resultaba inalcanzablepara la mayor parte de la sociedad, es por esto que los alumnos que asistían aeste tipo de establecimientos provenían generalmente de las mejores familiasde la ciudad, lo que determinaba al tipo de gente que practicaba la música confines de esparcimiento.

La instrucción musical que se impartía en escuelas privadas, era untanto limitada al solfeo y a un par de instrumentos musicales, que generalmen-te fueron el violín y el piano. Con este tipo de instrucción, los músicos seadentraron a un campo de acción que se dispuso involuntariamente como ex-clusivo a un sector de la sociedad bien determinado, sin dejar de lado que enestos espacios se educaron parte de los músicos que luego dirigieron las ban-das de música, orquestas y otros grupos musicales, esto en el ámbito de lamúsica popular. En este contexto, las casonas de familias morelianas acomo-dadas se utilizaron como espacio para presentar algún espectáculo literario-artístico, toda vez que se celebraba algún acontecimiento de importancia so-cial. La tertulia, como se llamó a este tipo de actividades, fue en esencia unacto social en donde se reunía un grupo de familiares y amigos para atestiguarlas habilidades musicales de jóvenes y señoritas, que eran hijos e hijas depersonajes sobresalientes de la sociedad de Morelia. En ocasiones, estosmúsicos actuaban en público, como en el portal Matamoros y el Colegio deSan Nicolás por ejemplo, cuando se celebraba algún acontecimiento sobresa-liente, pero nunca en los paseos y jardines públicos, salvo como espectadores.

El campo de acción de la música, vista y actuada como pasatiempo,se desarrollaba así debido quizás a una necesidad inherente al estatus socialdel músico. Esto se explica al entender que en un conglomerado social tandiverso como el moreliano, los grupos sociales determinaban sus áreas cultu-rales con la diferencia que daba la cuestión académica y económica, y aunqueen los paseos y jardines se reunía la mayor parte de la sociedad a la hora delfestejo patrio por ejemplo, cada sector social guardaba para sí su espacio enparticular, por esto, hemos visto como los puntos de esparcimiento eran diver-sos, así como el carácter de los eventos y programas artísticos.

El círculo social de elite era exclusivo para las familias de abolengo

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morelianas, las cuales determinaban su posición por herencia o por adquisiciónde rango, en este caso, algunas personas lograron, gracias a su preparaciónacadémica, ascender socialmente y entrar al mundo de la minoría selectamoreliana. En este caso, varios de los músicos que alternaron su vida socialcon las prósperas familias vallisoletanas, fueron aquellos que alcanzaron unnivel de fama considerable gracias a la actividad musical. Esto se dio especial-mente en músicos directores, líderes de orquesta, banda de música, o solistassobresalientes, que por lo regular hicieron giras al interior del país, y algunos, alextranjero. En este grupo están músicos como Ramón Martínez Avilés, Luis dela Parra, Encarnación Payén, Lorenzo Arguimbau, entre otros.

La prensa de la época destacaba la tertulia como forma de expresiónde determinado grupo social. En la Gacetilla de los periódicos aparecían conti-nuamente noticias al respecto de estas reuniones en las que se señalaba conlujo de detalle los nombres de los asistentes, haciendo hincapié en su escalasocial especialmente si los individuos mencionados ostentaban algún cargo enla administración pública. También, se distinguía con mención especial a susesposas, varias de las cuales participaban de manera directa en la parte musi-cal o literaria al igual que sus hijos e hijas, que muchas veces eran el centro deatención cuando ejecutaban alguna pieza musical, ya fuera como solistas ocon acompañamiento de algún músico experimentado.

Estas reuniones se organizaban por diversos motivos que iban desdela celebración de algún onomástico de gente destacada del medio social, polí-tico o cultural, o por enlaces matrimoniales, en los que la ceremonia de com-promiso se llevaba a cabo generalmente con una velada músico-literaria. Tam-bién, las tertulias se organizaban por razones políticas, como la toma de pose-sión del cargo de gobernador del Estado por ejemplo, o por la designación dealtos mandos en la administración pública; o simplemente, por el mero gustode reunión social, e incluso, muchas veces se realizaban a la par de festejossociales que conmemoraban alguna fecha de significación pública; verbigracia,las fiestas cívicas.

La prensa moreliana del periodo es rica en este tipo de expresionessociales. Las notas periodísticas relatan de manera específica la manera deser de este grupo social, como hemos señalado, comienzan mencionando alos asistentes, y algo muy importante, su rango social, para luego hacer men-ción de su acompañante. En ocasiones la lista se ve onerosa, al parecer, laintención es publicitar hasta el cansancio la presencia de la elite, copiando eneste sentido a la sociedad del Distrito Federal, que publicitaba sus fiestasvanagloriándose de ser una sociedad culta y refinada. En este tenor, en Moreliase copiaba hasta las llamadas batallas de flores, como las de Niza, en Paris,que regularmente se llevaban a cabo en el Bosque San Pedro.

Como hemos señalado antes, a cada cambio de gobernador sucedíaun festejo, no sólo en las calles de la ciudad sino también en las casonas defamilias acomodadas. En 1881 por ejemplo, para conmemorar la toma de pose-sión de Pudenciano Dorantes se llevó a cabo una fiesta en la casa número 1 dela plazuela de San Diego. En esa ocasión, a la que asistió lo más selecto de lasociedad moreliana, participaron, en la parte artística: “…las músicas de los

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cuerpos militares y la orquesta Santa Cecilia”,1 este evento quizá fue diferenteal que se daba en tertulias más privadas, en donde la parte musical era cubiertapor solistas, hombres y mujeres. En este tipo de acontecimientos donde parti-cipa el jefe del Ejecutivo estatal, puede verse la intención por mantener lasrelaciones entre grupos hegemónicos de la sociedad moreliana y el gobierno, loque le daba mayor importancia a las reuniones de este tipo.

A partir de la década de 1890, la fiesta privada se hizo algo cotidiano,ejemplo de esto puede observarse en el festejo que se realizó la noche del 20de abril de 1892 en honor a Aristeo Mercado. En esa ocasión, la reunión seorganizó en todo detalle distinguiéndose por su participación lo selecto de lasociedad moreliana, la cual tuvo a bien asistir luego de que la invitación, envia-da personalmente en fino papel impreso, fuera entregada con la anticipacióndebida.2

Por otra parte, una de las actividades musicales más publicitadas en laprensa porfirista fue la instrucción musical privada. En este caso, los profeso-res realizaban eventos musicales de manera casi frecuente, cuyo objeto eramostrar los adelantos de sus alumnos, a la vez que justificar el gasto quehacían sus padres al pagar la instrucción. En mayo de 1893, uno de estosconciertos tuvo lugar en la casa del Lic. Félix Lemus Olañeta, audición organi-zada por el maestro de música D. Francisco Lemus con alumnos de su acade-mia. La nota periodística señala que la demostración fue grandiosa, al grado deque varios músicos de renombre que asistieron al evento quedaron sorprendi-dos por los adelantos de los músicos.3

Así, la fiesta privada se realizaba con cierta regularidad, con el únicoobjeto de mantener y ensalzar relaciones sociales de amistad, incluso, la tertu-lia tuvo otra aplicación, la de ser punto de reunión a la hora de realizar o mante-ner relaciones de poder y negocios. En la recta final del siglo XIX, el director delBanco de Londres en Morelia ofreció un baile en las instalaciones de la sucur-sal, en cuya ocasión participó “una orquesta”, y se invitó a gente del mediopolítico y social de la más alta esfera urbana, en lo que se convirtió, señala laprensa de la época, en un acontecimiento memorable.4

La fiesta privada no se limitaba a tertulias en casonas y conciertos degala en el Teatro Ocampo, existía también un festejo relacionado con las unio-nes matrimoniales. En este caso, la fiesta se llevaba a cabo en un entornofamiliar y privado si la pareja que se unía pertenecía al sector social de abolen-go; en este caso, los detalles iban desde una ceremonia religiosa fastuosa,para lo cual se contrataba algún grupo de cuerda para que cubriera la partemusical, y luego, una cena en algún salón bellamente adornado, en donde lafiesta se amenizaba con las notas de una orquesta, dirigida por algún músicode renombre.

Hasta aquí, la música que se ejecutaba como pasatiempo cubría variasactividades sociales, y los músicos que se encargaban de ello hicieron del artede Euterpe toda una pasión; aunque diremos que había cierta crítica hacía la

1 Periódico Oficial, Año VII, Núm. 287, Morelia, 21 de septiembre de 1881, p. 3.2 Euterpe, Año II, Núm. 27, Morelia, 22 de abril de 1892, pp. 7-8.3 Euterpe, Año II, Núm. 28, Morelia, 8 de mayo de 1893, pp. 7-8.4 La Libertad, Año 5, Tomo 5, Núm. 53, Morelia, 4 de enero de 1898, p. 3.

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falta de músicos que cultivaran el canto en la ciudad, lo que hizo que un grupode jóvenes se reuniera en casa de algunas señoras distinguidas con objeto depromocionar el canto entre la juventud moreliana.

Concluyendo, la música vista como mera diversión fue parte indispen-sable de la expresión cultural en Morelia, y si bien, es cierto que sólo un sectorde la sociedad se dedicó a cultivar la música en este sentido, es verdad tam-bién que los músicos que actuaron en alguna tertulia privada, o en un evento degala un tanto pública, formaron parte importante del desarrollo de la música enla antigua Valladolid.

Hasta aquí lo referente a la ejecución de la música por diversión, enseguida, un aspecto necesario en el examen de la música en Morelia, la músi-ca en su aspecto laboral, asunto fundamental para entender al músico morelianoy su oficio.

La música, una alternativa laboral

Así como la música se estudiaba y ejecutaba como entretenimiento, tambiénse aprendía y utilizaba como medio de subsistencia. De este lado estaba elgrueso del gremio musical, el músico de fila, que vivía y trabajaba en la músicaal margen de la fama y del triunfo personal.

Resulta complicado ubicar al músico en relación al aspecto laboralporque no existen datos concretos sobre dicha actividad, sólo cifras generales,sin embargo, lo que aparece en las fuentes locales nos permiten examinar elcaso, aunque debemos advertir, de manera no tan profunda.

Un referente para examinar la cuestión de los oficios en Morelia y sumunicipalidad, es sin duda el Diccionario..., de Mariano de Jesús Torres. En eltomo II, el polígrafo michoacano nos ofrece datos interesantes al respecto, yaunque estos se ubican temporalmente en los últimos años del porfiriato, resul-tan reveladores para la cuestión que nos interesa.

El Sr. Torres detalla una serie de actividades laborales en las que, se-ñala, se ocupa el moreliano porfirista. De entre los oficios destaca la albañilería,a la que menciona la cantidad de 3 mil 081 individuos dedicados a ella, 3 mil058 alfareros, 5 mil 176 obreros de establecimientos industriales, 5 mil 363arrieros, 4 mil 258 carpinteros, 4 mil 445 zapateros, 3 mil 481 panaderos, un mil171 herreros, un mil 060 pescadores, un mil 192 filarmónicos, incluyendo a 47cantantes,5 esto de entre una lista de veinte oficios diferentes. Aparecen tam-bién cigarreros (1, 069), canteros (516), coheteros (375), lavanderos (1, 664),matanceros (1, 096), sombrereros (1, 265), empleados particulares (833), sas-tres (1, 715), talabarteros (837), y curtidores (1, 197); que forman parte de untotal, señala el Sr. Torres, de 40 mil 042 habitantes de la ciudad de Morelia, de67 mil 683 que existían en el municipio.6

La lista resulta necesaria para ubicar al músico en el contexto laboralde Morelia; es decir, en los oficios de que se encarga gran parte de su socie-

5 No sabemos porqué la distinción a los cantantes si filarmónico es aquél que ama la música. Seguramente,el píngo Torres consideraba filarmónico a sólo aquellos que ejecutaban algún instrumento musical externo alcuerpo humano; recordemos que la voz humana también es un instrumento.6 Mariano de Jesús Torres, Diccionario…, Tomo II, pp. 226 y 229.

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dad. Observamos que, de los trabajos que más número de trabajadores presen-ta, destacan los quehaceres relacionados con la producción en general y lageneración de los bienes y servicios, lo que tiene razón de ser en el desarrollode la industria y los negocios. En este entono, la música aparece como una delas actividades de medio tramo, como un oficio que se ubica numeralmente a lapar de trabajos como el de herrero, pescador, sastre, curtidor o sombrerero, esdecir, en el intermedio del orden social laboral.

Durante el porfiriato, la música fue una actividad muy solicitada, quedebía cubrir un sinnúmero de eventos sociales de todo tipo. El 5 de mayo de1882, se llevó a cabo la conmemoración de la batalla de Puebla, en ese día serecordaba a los héroes que participaron en la lucha, a personajes como elpropio Porfirio Díaz. Por supuesto que la fiesta musical era un asunto obligado,es por esto que se organizó para la ocasión un evento artístico en donde parti-ciparon una orquesta y un grupo de cuerda; para esto, y es un dato que nosconcierne de manera especial, se pagó a la primera un total de 25 pesos,mientras que a la cuerda, la cantidad de 6 pesos.7

Meses antes se había organizado un evento en el Teatro Ocampo y enla plaza de toros de la ciudad, esto en apoyo de: “…los damnificados deMonterrey”. Los gastos de los festejos de ese día fueron por el pago a la músi-ca, que aparece de la siguiente manera: 12 pesos a la orquesta, un peso con25 centavos a un pianista que participó en el evento, y 27 pesos a la orquestade Martínez Avilés, y a la música de Ramón Cerda; por cierto que en esaocasión, las músicas habían cobrado sólo la mitad de los acostumbrado, estoporque se trataba de un evento benéfico.8

Observamos que los honorarios del pianista, que actúa sólo son de unpeso con 25 centavos, dato que podremos equiparar más adelante con la nómi-na de otras profesiones. En este momento sólo señalamos que, en compara-ción a los músicos de la banda o de la orquesta, el salario es parecido, ya quehaciendo la división posible entre el número aproximado de integrantes de di-chas agrupaciones, la primera fluctúa entre los 35 a 40 elementos, la segundaentre los 20 o 25, los músicos de la orquesta estarían ganando lo mismo que elpianista, esto por presentación.

En la ciudad trabajaban un gran número de músicos que formaban losdistintos grupos de cuerda y de viento, de los cuales sin embargo, se conocepoco de su nombre y trayectoria. Esto es así porque se escribía en la prensasólo de los directores o los músicos virtuosos en la ejecución del instrumento,los demás se encuentran prácticamente en el anonimato. Entre los que desta-can en este sentido, aparecen compositores, guitarristas, pianistas y violinis-tas.

Digamos que la música era un buen negocio si se sabía apreciar suactividad, al respecto, el músico no sólo componía y ejecutaba, sino que hacíacomercio con música impresa e instrumentos. A mediados del periodo porfirista,Francisco de P. Lemus, de quien ya hemos visto actividad artística en el planode la ejecución, adquirió una máquina con todo lo necesario para imprimir par-

7 Periódico Oficial, Año VIII, Núm. 365, Morelia, 1 de julio de 1882, p. 3.8 Periódico Oficial, Año VIII, Núm. 318, Morelia, 11 de enero de 1882, p. 3

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tituras musicales, lo que representó una oportunidad de editar composicionesde músicos locales.9 Hacía años que en el portal Matamoros se había ubicadouna tienda de música impresa, con la peculiaridad de que en esta se vendíansolamente originales de música europea, ahora, con la oportunidad que ofrecíael Sr. Lemus, podía el compositor local publicar su obra y difundirla en serie.Exactamente no sabemos que pasó con el negocio, pues no aparece en laprensa en años posteriores, sin embargo, conociendo lo aguzado del Sr. Lemuscomo músico y comerciante es seguro que consiguió el éxito de su negocio.

A lo largo del porfiriato, incontables grupos y asociaciones filarmónicasvisitaron la ciudad, el Teatro Ocampo era casi siempre el escenario en donde sellevaban a cabo los eventos artísticos; los grupos de zarzuela fueron siemprelos más comunes, además de que eran muy gustados por el público moreliano.Pensamos de pronto que cada compañía de estas venía acompañada de supropia música, pero no es así, muchas veces traían consigo a un grupo demúsicos, otras veces no, entonces, como señalamos antes, para cubrir la par-te musical de las funciones, las compañías contrataban a músicos locales paraeste efecto, lo que significaba un campo de trabajo, y aunque sólo un puñadode músicos, la mayoría de ellos allegados a los afamados directores morelianos,lograban acceder a este tipo de empleos temporales, esto no dejaba de ser unaposibilidad laboral importante.

La zarzuela era un género mucho más ameno para la sociedad en suconjunto, en términos musicales, que la ópera, y fue más fácil para el empresa-rio traer a la ciudad un espectáculo que podía generar ganancia, y que pudieraatraer a todo aquél que quisiese divertirse. Durante el periodo porfirista se lleva-ron a cabo innumerables eventos de este tipo, y las compañías que se encarga-ban de la puesta en escena eran foráneas en su mayoría, muchas veces, algúnintegrante de alguna de estas, deslumbrado por la belleza de la ciudad y de lacalidez de su gente, se quedaban a vivir de manera definitiva, al menos esto lesucedió al músico Eduardo Unda, de quien sabemos vivió en la calle de lasbonitas, letra B, en lo que actualmente es Morelos Sur, entre Aldama y Fuentede los Remedios.10

La música permitía al músico la adquisición de un pago, que debido ala génesis propia de la actividad no representaba un salario en toda la extensiónde la palabra, como puede ser el sueldo de un obrero, o un empleado de Ayun-tamiento por ejemplo, ya que percibía honorarios en ocasión de trabajo y nadamás, lo que era la característica de la música como actividad laboral. Es poresta razón que el músico tenía altibajos en su desarrollo económico, ya que eltrabajo no era igual en cantidad todo el año. Había temporadas de innumerablesprogramas y festejos, y otras, como la temporada de cuaresma y semanasanta, en donde el músico se quedaba prácticamente sin trabajar. Éste teníabrega asegurada en varios momentos a lo largo del año, como la época poste-rior a la semana santa y cuaresma, que era un periodo en donde se llevaban acabo la mayor cantidad de enlaces matrimoniales y en donde al músico se le

9 La Libertad, Año 4, Tomo 4, Núm. 26, Morelia, 23 de junio de 1896, p. 3.10 Periódico Oficial, Año IX, Núm. 423, Morelia, 20 de enero de 1883, p. 3. Arturo Carranza Arróniz, Nomenclaturade Morelia…, p. 24.

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contrataba para la parte musical; o las fiestas religiosas, los bailes populares,y por supuesto los festejos patrios, sin incluir los espacios más mundanos,como las cantinas y pulquerías, a cuyos lugares acudía el músico lírico, aquélsin conocimiento del solfeo, a ganarse unos centavos, vihuela en mano.

En este panorama, resulta complicado hacer la separación de las posi-bles clases de músicos que trabajaban en las fiestas morelianas. No podría-mos hacer distinción del músico sacro del popular, es decir, aquél dedicado alámbito religioso y este que participa en eventos sociales, tal y como sí puedehacerse para finales del virreinato. Violinistas, pianistas, guitarristas, ejecutantesde alientos y percusión, y cantantes, todos ellos inspirados por la música euro-pea y, por supuesto, la de compositores locales, hicieron de la música un artede sobrevivencia, muy a pesar de las dificultades del periodo en términos de laevidente desigualdad social.

El músico ganaba dinero por tres frentes: en primer término la educa-ción, que se presentaba como la manera más cómoda de vivir de la música, yaque el profesor no sufría de las penurias del trabajo musical de campo, como laactuación en los desfiles, fiestas patronales de parroquias y templos, o lasfiestas populares, entre otros, en donde el desvelo era común. Segundo, elpuesto de director de orquesta o banda de música, que al igual que la posiciónde profesor de escuela, era un trabajo cómodo, incluso, había músicos que a lavez que eran profesores de alguna institución, dirigían una banda de música deviento, o una orquesta, o incluso un grupo de cuerda. Es el músico de quehemos hablado en el apartado anterior, que tenía nexos con las selectas fami-lias de la ciudad, el que muchas veces componía por el placer de hacerlo y,finalmente, está el músico de fila, aquel que pertenecía a algún grupo musicalde manera permanente o que simplemente era invitado ocasional, ese que siem-pre actuaba en el anonimato que daba el trabajo en conjunto, ya que siempreque se mencionaba la actuación de algún grupo musical, se hablaba de lo bienque había tocado aquella orquesta o música de viento, dignamente dirigida portal o cual director. En estos términos, dicho músico difícilmente podía trascen-der más allá de su instrumento, casi siempre su nombre era desconocido,aunque por fortuna no su trabajo.

De estas tres posibilidades, la que más refleja la vida del músico resul-ta ser la última, esto porque sólo una minoría de los músicos morelianos sededicaban a la enseñanza de la música o a la dirección y composición musical.De cualquier manera, la actividad docente significaba un ingreso más que mo-desto para algunos músicos, tales como Luis I. de la Parra, en su calidad deprofesor de la academia de música de San Nicolás y de la de niñas durantemuchos años; o Ramón Martínez Avilés, Teodoro Arrillaga, Antonio Arias y An-tonio Aulet, todos, maestros en distintas épocas de San Nicolás; o Encarna-ción Payén y Eustorgio Peñaloza para el caso de la de Artes. El profesor demúsica ganaba en promedio 600 pesos anuales, algo así como 1 peso con 60centavos por cada día del mes,11 sueldo que tuvo alguna variación con el pasode los años, y que nos habla de la diferencia notable entre lo que ganaba el

11 El promedio de salario por día resulta de la división de la cantidad mensual por treinta días.

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músico en su actividad docente y en su papel como ejecutante. Mientras que elmúsico de fila cobraba entre un peso y 30 o 40 centavos por actuación, canti-dad similar al músico asalariado en bandas de música dependientes del gobier-no.12

En la Escuela de Artes y Oficios por su parte, el profesor de músicaganaba, dependiendo del año en cuestión, entre los 55 y hasta los 70 pesosmensuales, entre uno ochenta y dos pesos treinta centavos por día de trabajo,y el ayudante de la clase, que en ocasiones de exceso de matrícula se contra-ta, algo así como 40 pesos cada mes, que equivalía a un peso con treinta y trescentavos. El sueldo del de música, en comparación a los salarios de otrosprofesores del mismo plantel, se ubicaba en un punto intermedio, sólo supera-do por dos o tres talleres, especialmente de aquellos que se encargaban deactividades que para la época eran trascendentales para el desarrollo de laactividad artesanal y tecnológica, como tipografía y topografía, herrería, litogra-fía e incluso, latonería. En lo que corresponde al Colegio de San Nicolás, elsueldo del profesor no variaba en mucho a los ya mencionados, en mayor omenor medida, son similares, lo que nos indica un nivel de igualdad entre sala-rios de profesores de instrucción pública, en el ramo de la música por supues-to.

Mientras tanto, para los directores de orquesta resulta complicado exa-minar el salario debido al carácter itinerante de su actividad. Podemos señalarque estos se ubicaban en dos grupos: en el primero figuran aquellos que diri-gían algún grupo musical perteneciente a una escuela de carácter oficial, comoen el caso de la de artes, o a alguna banda de música de gobierno local, comola de las fuerzas del Estado o la del destacamento militar; mientras que en elsegundo aparecen los que mandaban grupos de música independientes; esdecir, que no pertenecían a ninguna corporación del gobierno. Ejemplo de estoes la orquesta “Santa Cecilia”, del Lic. Ramón Martínez Avilés, o varios gruposde cuerda, de los que no sabemos mucho por desgracia, pues no aparecen confrecuencia en las fuentes periodísticas.

Por otro lado, y para cerrar el bloque de músicos que laboraban enMorelia, ubiquemos al músico de fila. Debemos señalar primero que de éstedifícilmente se conocen sus nombres y apellidos, ya que sólo se le contabiliza-ba en relación al número de integrantes en las distintas asociaciones musica-les que funcionaban en la ciudad. En este contexto, resulta complicado el exa-men del individuo en particular por las razones expuestas, no obstante, existendatos concretos sobre una agrupación, la Banda de Música de las Fuerzas delEstado, que habrá de darnos la dimensión aproximada de la cuestión laboraldel músico porfirista.

Para ubicarle diremos que funcionaban en Morelia, en la cuestión de laseguridad pública, el llamado Primer Batallón de Michoacán, y el denominadoPrimer Regimiento de Michoacán. Ambos cuerpos se encargaban de cuidar elorden en la entidad, apoyados si era necesario por el destacamento federal

12 Los datos y cifras sobre sueldos del profesor de música de la Academia de Niñas, pueden consultarse enla recopilación de leyes de Amador Coromina durante los años de estudio. En ese lugar, el profesor de músicatuvo, en ocasiones, un ayudante, que ganaba en promedio 66 centavos por día de trabajo.

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acantonado en la ciudad. Dentro del primer batallón funcionaba la banda demúsica, que era considerada como la banda oficial del Estado de Michoacán.El músico que trabajaba ahí, tenía participación principalmente en eventos quetenían que ver con actos oficiales, es decir, aquellos que se relacionaban con lahistoria cívica de México, y se organizaban en la ciudad o al interior del Estado.De entre los eventos a que era llamada la banda estaban las ceremonias cívi-cas, la apertura de cursos y entrega de premios de escuelas públicas, esto porla parte oficial, y serenatas, audiciones y recorridos por la ciudad en ocasión defestejos sociales.

Resulta sumamente complicado saber la cantidad exacta que percibíaun músico como salario mensual, como hemos señalado anteriormente, por-que se carece de las fuentes al respecto, sin embargo, tanto en las Memoriasde Gobierno como en la Recopilación de leyes y decretos, hecha por AmadorCoromina, hay señalamientos al respecto que nos apoyan bastante. En lo querespecta a las memorias, desde 1881, fecha de que se tienen noticias delproyecto de la banda de música (aunque esta aparece actuando hasta el añosiguiente), y hasta 1885, se registra el gasto de varios materiales para la ban-da, como lo son instrumentos, vestuario y música impresa, y en cuanto a losintegrantes, estos aparecen en los registros engrosando las filas de la tropa,sin distinción aparente como músicos.13 En 1886, se menciona un dinero quepercibe el director de la banda, de nombre Agapito Marín, en: “…recibos buenacuenta de la música del batallón” en cantidad de 43 y 57 pesos, sin mencionarmayores detalles al respecto todavía.14

Para este año y el siguiente, encontramos datos sumamente intere-santes respecto al avance laboral, en cuanto al salario corresponde para lamúsica del Estado. Al parecer, al músico de la banda le pagaban de acuerdo alnúmero de actuaciones musicales hasta ese momento, ya que se mencionandistintas cantidades como: “…gratificación a la del cuerpo…”. Para los mesesque van de marzo a diciembre de 1886, se señalan 138, 44, 141, 144, 226, 146,144, 148, 135 y 159 pesos respectivamente, y para los de enero y febrero delsiguiente año 112 y 133.15 Del examen de estos datos, concluimos que a lamúsica del Estado se le pagaba como compensación por los “servicios oficia-les” a que asistía, nótese que abril es el mes donde la cantidad es menor, cosaque se explica porque en ese mes ocurría la semana santa, que era un tiempoen donde la música tenía menor actividad en todo el año. Esto era ocasionadoporque en cuaresma no había enlaces matrimoniales, bailes y demás festejossociales que en otras temporadas daban trabajo a los grupos musicales de laciudad.

En la siguiente década, se distingue la aparente separación de losmúsicos de la banda de la tropa en general, en la memoria de gobierno de 1892-94, figura un anexo que habla del vestuario, clases y cantidad de elementos dela banda. Se registran en el documento entre 43 y 44 individuos, sin incluir al

13 Memoria de Gobierno de 1885, Morelia, Imprenta del Gobierno, 1885, Anexos, Número 38.14 Ibid, 1886, Anexos, Número 49.15 Ibid, 1887, Anexos, Número 21. Para este momento se señala la existencia de un “fondo común” en dondese ubican los gastos que ocasiona la música del Estado.16 Ibid, 1892-1894, Anexos, 86 y 87.

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director, el músico Lorenzo Arguimbau, de quien hemos tenido noticias ante-riormente, quien fue sustituido a finales de julio por Antonio Gálvez.16 El año de1894 y hasta el final del periodo porfirista, se destinaron a la banda de músicala cantidad de 8 mil pesos anuales, que, divididos en doce meses, y estos a suvez en treinta días, nos dan un promedio de cincuenta centavos por día detrabajo a cada músico, tomando en cuenta la cantidad de 44 elementos que seregistran en 1894.17 Esto significaba un sueldo mayor que los soldados de lasfuerzas a donde pertenecía la banda ya que estos, según lo registra la Memoriade Gobierno del periodo de 1900 a 1904, ganaban menos de la mitad por esemismo periodo de tiempo,18 lo que ubica al músico en una posición de escala-fón más arriba que la tropa, que nos da idea del desarrollo laboral que tuvo elmúsico de dicha agrupación a lo largo del periodo de estudio.

Finalmente, podemos concluir que el músico porfirista ganaba entre 1treinta y hasta poco más de dos pesos por día de trabajo, aunque esto teníaque ver con dos formas laborales. Como ya hemos señalado, figuraba el músi-co que no percibía un salario fijo, a manera de nómina, que ganaba algo asícomo 1 peso con veinticinco centavos y hasta 1 cuarenta por actuación, ignora-mos la cantidad de eventos que realizaba en un mes; y el músico asalariado,que percibía entre 1 sesenta hasta dos pesos con treinta centavos por día detrabajo; los que pertenecían a la del Estado fueron en realidad los que ganabanmenos dinero que otros empleados de la música en este sentido, pero tenían laventaja de tener un ingreso relativamente seguro.

En comparación con otras profesiones, el oficio de la música era se-mejante a puestos de trabajo en general, de nivel medio, por ejemplo, un profe-sor de música ganaba lo mismo que el secretario del Ayuntamiento de Moreliaen 1880, de igual manera que con un inspector de carnes, es decir, 600 pesosanuales, algo así como un peso con sesenta y seis centavos por día de trabajo,mientras que un músico de la banda de música del Estado percibía un salariosimilar al de un administrador de vacunas del ayuntamiento, o de un guardabos-ques; y un poco menos que un “escribiente interino del abasto de carnes”, o un“sobrestante de la obra pública”.19

En base a todo esto, podemos concluir que el músico se ubicaba demedia tabla hacía abajo en términos socioeconómicos, algunos, como los quese dedicaban a la instrucción o a la dirección artística, estaban en una escalasuperior, pero el músico de fila, que conformaba el grueso del gremio musical,aparece en la sociedad moreliana laboral a la altura de oficios que le ubicanapenas en un nivel medio, con tendencia clara hacía la parte inferior de la esca-la laboral que se percibía en la sociedad moreliana del tiempo de gobierno dePorfirio Díaz.

17 El gasto destinado a la música del Estado puede verse en: Amador Coromina, Recopilación…, tomos delXXXII al XL.18 Memoria de Gobierno de 1900-1904, Morelia, Imprenta del Gobierno, 1904, p. 153.19 José María Rivera, secretario del Ayuntamiento, ganaba 600 pesos anuales (julio de 1880); FranciscoDomínguez, escribiente del abasto de carnes, 180 anuales (diciembre de 1882); Emilio Gonzáles, sobrestantede la obra pública de la ciudad, 300 pesos anuales (junio de 1884), Pedro Morales, guardabosque, 240 pesosanuales (agosto de 1892); José María Cavallero (sic), inspector de carnes, 600 anuales (diciembre de 1892);y finalmente, el Doctor Antonio Verduzco Silva, administrador de vacunas, 192 anuales (junio de 1894).AHMM, registro de los despachos del empleado, Ramo Gobierno, Libro 225, Morelia, Secretaría del Ayunta-miento de Morelia.

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Los músicos morelianos y su proyección artística

Luego de observar el desarrollo de la educación musical en Morelia, y de ver loslineamientos, programas, límites y alcances de la misma, y de examinar elactuar del músico en la plaza, el jardín o el teatro, entre otros, y además, dehaberle encontrado en acción en el ámbito del pasatiempo y el laboral, esnecesario hacer una última escala y terminar con el tema de la proyecciónmusical de los músicos morelianos. En esta cuestión, no siempre los músicosy sus asociaciones filarmónicas traspasaron los límites estatales, muchos nisiquiera conocieron otro escenario que el espacio urbano, pero otros si.

Hemos visto en páginas anteriores cómo varias asociaciones musica-les aparecieron en la escena artística citadina, y otras simplemente dejaron deaparecer, al menos en la prensa de la época. De entre las más significativasdestacamos, en relación a su proyección artística: la Banda de Música del 8vo.Regimiento, la banda del Batallón Morelos, y la similar de las Fuerzas delEstado. También, destacó en el periodo la orquesta como forma musical grupal,al respecto, fue líder indiscutible Ramón Martínez Avilés y su orquesta SantaCecilia, y la orquesta de la Escuela de Artes y Oficios, en su nueva connotaciónde Industrial Militar “Porfirio Díaz”, o alguna otra de acción más bien discreta,como la de Bernardino Loreto, que asomó en la escena musical moreliana en1897, incluso, aparecieron algunos grupos de cuerda formados quizá de mane-ra circunstancial por músicos profesores de las escuelas públicas.

Todos estos grupos musicales tuvieron una vida importante en Morelia,y dejaron rastro indeleble por su paso en la historia cultural de la ciudad, sinembargo, hubo algunos que traspasaron los límites urbanos llegando incluso alextranjero, y aunque esto fue esporádico y único, ya que sólo la banda del 8vo.

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Los músicos porfirianos de Morelia se caracterizaron por su versatilidady calidad musical, ya lo hemos señalado, y esto les permitió su proyecciónartística. El mejor ejemplo sin duda es la banda de música del 8vo. Regimiento.Esta llegó a Morelia como parte de la suplencia que de tiempo en tiempo suce-día con los destacamentos militares federales acantonados en la ciudad. Cadapelotón militar traía consigo su banda de música y en uno de esos venía aque-lla, que en el futuro sería la más importante de la ciudad por dos motivos: unoporque su calidad musical fue mayor que cualquier grupo musical de este tipoen la entidad, y dos, porque en sus filas transitaron varios músicos morelianos,egresados todos de la Escuela de Artes y Oficios, de la que Don Encarnaciónhabía sido profesor de música.

Luego de que el capitán Payén obtuvo el puesto de director de la ban-da, esta se ubicó como una de las mejores de México, ejemplo de esto es quefue designada en varias ocasiones para que representara al país en el extranje-ro, de donde trajo siempre galardones de excelencia. Hacia la segunda mitaddel periodo porfirista, específicamente en la década de 1890, Euterpe, revistade música y variedades, dirigida por el músico Ramón Martínez Avilés, participóa la sociedad moreliana acerca de los pormenores de la incursión de la del 8vo.Regimiento en Europa, en esa ocasión, la revista aludió a la calidad y triunfosde dicha música. Para mejor ejemplo de esto, he aquí un texto que, literalmen-te, ilustra la actuación de la banda.

“…Todas las noticias que nos suministran los diarios mas populares e importantes

«Mariano de Jesús Torres», Hemeroteca Pública Universitaria.

20 Euterpe, Año I, Núm. 16, Morelia, 8 de noviembre de 1892, pp. 5-6.21 Ibid, p. 8.22 La Libertad, Año II, Núm. 37, Morelia, 22 de octubre de 1893, p. 7.23 La Libertad, Año 2, Tomo 2, Núm. 17, Morelia, 28 de abril de 1894, p. 4. La banda de música había estadoen la capital del país mientras que el regimiento de soldados del 8vo. se debatía en Guerrero contra unalzamiento militar.

105de la capital de España y las cartas privadas que han enviado los compatriotas nuestros queforman la célebre música militar, que con tanto acierto dirige nuestro querido amigo, elmaestro Encarnación Payén, nos demuestra que el mejor éxito ha coronado los esfuerzos delos notables artistas y que en la Madre Patria han merecido el tributo que se concede al genioy al arte. Sentimos de veras no poder transcribir lo que dicen los periódicos tan ilustradoscomo La Época, El Heraldo, El Imparcial y el Liberal, de Madrid, para que se vean loshonoríficos conceptos que han merecido nuestros amigos, los artistas que en otras ocasio-nes han llamado la atención en los Estados Unidos. Triunfo completo ha alcanzado el Sr.Payén y por ello debemos enorgullecernos, pues nuestra patria figura honrosamente en lacapital de España. A Morelia corresponde gran parte de estos honores pues como es sabido,la mayoría absoluta de los músicos de la celebrada banda son hijos de esta capital y en laEscuela de Artes hicieron sus estudios artísticos bajo la dirección del maestro Payén queaquí todos estimamos como se merece. De todas las glorias del Sr. Payén la que ha conquis-tado en España es la más grande e inmarcesible, porque es elogiado y aplaudido en unanación donde hay gusto por el arte y en donde, si no existen las primeras notabilidadeseuropeas, hay costumbre de oír músicas italianas y alemanas, que son las primeras delmundo. Por lo mismo, el juicio que tanto honra a la banda del 8vo. Regimiento, emitido enMadrid, es competente y en nada tiene de apasionado, siendo del todo imparcial e irrecusable.Celebramos con todo corazón que México figure así en Europa, demostrando que entrenosotros se cultiva el divino arte con provecho. Felicitamos a nuestro amigo muy apreciableel Sr. Payén, y a los músicos de su aplaudida banda; nos felicitamos nosotros por la honraque artistas tan ameritados dan a la patria, al Estado y a Morelia. Creemos que la música del8vo. visitará algunas de las principales capitales de España para luego volverse a América ytocar en la Exposición de Chicago. En todas partes recogerá laureles el maestro Payén y losartistas que le acompañan: lo deseamos, sinceramente, por honor a México”.20

En estas líneas se perciben dos cosas, la exaltación en sí de la bandade música como ejemplo de calidad musical que representaba dignamente alpaís, y algo más, que eran músicos morelianos los encargados de obtener lagloria para la entidad. Sobran los comentarios en este caso ya que las palabrasexpresan el más puro sentido de orgullo y pertenencia por parte de la opiniónpublicada hacía el capitán Payén y sus músicos.

En la misma fecha de la noticia anterior, Euterpe exaltaba los éxitos nosólo de la del 8vo. Regimiento sino de otras bandas de música mexicanas,entre ellas la del 24 Batallón, que se encontraba en esos momentos en gira porCalifornia, y también la de Ingenieros en Chicago.21 Como vemos, no sólo la del8vo. incursionaba en el extranjero sino otras más, de distintos lugares del país,lo que nos indica que el músico mexicano traspasaba los límites nacionales.

Casi un año después de la actuación de la del 8vo. Regimiento enEspaña, en octubre de 1893, la banda estaba en Chicago por orden del gobier-no federal en ocasión de la Exposición Columbia, en la cual, señala la nota, “hasido muy aplaudida”.22 Meses después, en abril, Payén y sus músicos estabande regreso en Morelia. En ocasión de su llegada, y en términos de admiración,Euterpe felicitaba “a los habitantes de la antigua Valladolid, quienes decía, muchotiempo estuvieron privados de tan excelente música. ¡Salud maestro Payén!”.23

El ejemplo de la banda de música del 8vo. Regimiento es bien ilustrati-vo de la proyección del músico moreliano, al cual tocó la oportunidad de repre-sentar a la entidad y al país en lugares por demás difíciles por la crítica musical.No por nada, Euterpe señalaba al contexto musical europeo como muy compli-

carse en puestos sobresalientes en bandas de música de la capital y de variosEstados del interior, pero no son más que menciones generales, sin datosconcretos que nos permitan ejemplificar casos en particular, aunque lo quehemos visto hasta ahora nos da pie para afirmar que la proyección del músicono fue necesariamente limitada a la entidad, de eso podemos estar seguros.

El músico moreliano trascendió los límites de la ciudad y el estado,incluso del país. En este sentido, la proyección artística no sólo fue importanteen la incursión del músico en regiones distantes, también tuvo que ver con elefecto de su actividad en lo local y el apoyo al desarrollo de la cultura en laentidad. En todo esto, el músico participó desde mediados del siglo XIX, épocaen que sucedió la aparición de una asociación musical, la primera registradapor el periodismo moreliano, y compuesta de músicos que se dedicaban a laactividad con fines distintos a la tradición, y que rompían con la costumbre decircunscribir a la música al espacio sacro, llevándolo a la plaza pública. Marianode Jesús Torres, en el tomo I del Diccionario, hace un recuento de las asocia-ciones musicales que funcionaron en Morelia durante el siglo XIX. Entre 1846 y1847 apareció la asociación musical del Sr. Antonio Botello, quien parece ser elfundador de la primer orquesta, llamémosle grupo musical de conjunto, que seregistra en la ciudad; dos años después, señala el píngo Torres, surgió otraagrupación musical que hacía escoleta en la calle del tapón;26 luego, en 1850,Don Bernardino Loreto organizó un grupo musical y ese mismo año, el profesorManuel Miranda, que era oriundo de Celaya, creó también su sociedadfilarmónica, casi al mismo tiempo que aparecía la del maestro Benito Ortiz.27

24 La Libertad, Año 5, Tomo 5, Núm. 23, Morelia, 8 de junio de 1897, p. 4.25 Periódico Oficial, Año X, Núm. 590, Morelia, 3 de septiembre de 1884, p. 3.26 Que en la actualidad es la calle Antonio Alzate, entre Virrey de Mendoza y Vasco de Quiroga. Arturo CarranzaArróniz, Nomenclatura…, p. 29.27 Mariano de Jesús Torres, Diccionario…, Tomo I, pp. 184-185

106cado, debido a que la gente acostumbraba escuchar las mejores músicas delmundo, y en ese entorno, era de orgullo que la del 8vo. consiguiera un papelrelevante.

La banda del 8vo. Regimiento no estuvo siempre en Morelia, comohemos señalado, las bandas de música militares venían y se iban con el regi-miento que acompañaban, por esta razón, la que comandaba el capitán Payénse despidió de los morelianos el 8 de junio de 1897, partiendo hacía la ciudadde Guadalajara, a donde fue dictada la orden de su establecimiento. En sulugar llegó el 6to. de caballería, que por supuesto traía su propia banda demúsica, de hecho, en una nota más que elocuente, se afirma, “llegó la ban-da”.24

Sin duda que el tema de la del 8vo. no es el único que se dio en relacióna la proyección musical de los cultivadores del arte de Euterpe, tanto en el paíscomo en el extranjero, está por ejemplo el caso de la música de Paracho,compuesta de guitarras, que en 1884 viajó a los Estados Unidos para participaren la exposición de New Orleans como representante de Michoacán,25 sinembargo, el caso de la música de Payén es el único documentado. Existennoticias, tanto periodísticas como oficiales, de que varios músicos morelianospudieron colo

107Todas estas asociaciones musicales fueron el antecedente de los grupos musi-cales porfiristas, a los que les heredaron la versatilidad de tocar en ambosmundos musicales, la Iglesia y el escenario popular.

Como hemos dicho, pocos fueron los músicos de los que la prensa seocupaba en mencionar, que siempre fueron aquellos cuya fama musical lesprecedía, entre estos, figuran: Francisco de P. Lemus, músico que puede cata-logarse como de primera clase por su excelencia en la actividad musical. Fungiócomo profesor de piano y solfeo del Seminario de Morelia, antes de su clausu-ra, y dio clases también de música en el ámbito particular; María del Río de DelRío por su parte, fundó una academia de canto y piano, a la que acudieronprincipalmente jóvenes de las principales familias de la ciudad; Francisco A.Buitrón, al igual que la señora del Río, fundó una academia de música, queimpartía clase de solfeo y piano, y en ocasiones violín; Esther Ortiz viuda deTovar, figuró en el periodo como profesora de canto; Luis I. de la Parra mientrastanto, fue para el periodo porfirista el gran maestro de la enseñanza musical,que a la vez ejerció la ejecución en lo sacro y popular; Lorenzo Arguimbau, otromúsico sobresaliente, dirigió la banda de música del Estado y también dioclases de música; Juan B. Fuentes, fue el gran músico urbano, que aparecíaconstantemente en eventos musicales de todo tipo, y además, fue un importan-te profesor de música; Ramón Martínez Avilés mientras tanto, figuró como unode los mejores músicos ejecutantes del periodo porfirista, que además de serprofesor de música de diversas escuelas, fue director musical y compositor.Eduardo Ortiz, eclesiástico, Juan Ortega González, abogado, y Eduardo Unda,músicos de experiencia probada, sobresalieron del periodo porque, además desu actividad musical, dieron clase de música en el Colegio de San Nicolás, elúltimo sin embargo, resultó más conocido por su participación continua eneventos artísticos a lo largo del periodo; también, destaca Daniel Torres, quienfue alumno del Sr. Parra y fundó una escuela de música para niños pobres, dela que por desgracia no tenemos mayor información; asimismo, EstanislaoRomero y Eustorgio Peñaloza, junto con Encarnación Payén, además de serdirectores de banda de música destacados, fungieron como profesores de lacátedra de música de la Escuela de Artes y Oficios, el primero fue además,director de la banda del Estado. Entre todos estos músicos experimentados,figuran también los alumnos más destacados de la Escuela de Artes y Oficios:Daniel Espinoza, Rafael Valenzuela, Gregorio Morrás, J. Bremontz y LuisGuzmán, quien puede que sea pariente de Francisco Guzmán, quien fueramaestro de violín de San Nicolás, al igual que León Girón y Teodoro Arrillaga.

Igualmente, aparece en la escena artística urbana Samuel Pérez, queademás de pianista, era compositor; también, Vicente Alvarado, compositor aligual que Manuel Miranda, quien al violín, logro trascender los límites del Esta-do, de hecho, se dice que este músico llamó la atención en cualquier parte quese presentó, dando conciertos como solista en las innumerables funcionesreligiosas que tuvo a su cargo como primer violín, además, en Euterpe28 sedestaca su labor como “copista”, es decir, aquél que duplica a mano partituras

28 La revista le dedica grandes elogios a este músico michoacano, al que le nombra de excelente. Euterpe, AñoI, Núm. 6, Morelia, 8 de junio de 1892, pp. 6-7.

Finalmente la Banda de Música del Estado, formada por músicos quese instruyeron en el periodo porfirista. Destaca el ya citado Ramón Hernándezcomo subdirector, asimismo Cenovio Medina, Jerónimo Maldonado, PánfiloRodríguez, Francisco Guzmán, José Alcaraz, Salvador Román, Tomás Prado,Enrique Soto, Ladislao Padilla, José Rentería, Abraham Sánchez, PedroValdovinos Francisco G. Silva, Timoteo Carrillo, Secundino Salguero, MarianoC. Silva, Simón Esparza, Juan Contreras, Jesús Maldonado, Samuel Ruiz,Guadalupe Núñez, Baldomero Gaona, Pedro Rodríguez, Pedro Jacaro, SidronioLópez, Casimiro Ayala, José Domínguez, el ya citado Martín Mercado, IgnacioBarriga, Silvino Román, Julio Montero, Jesús García, quien probablemente seaaquél que se menciona en varios eventos de San Nicolás, Martín Sánchez,Albino Espinoza y Teófilo Pérez.

Podemos observar que varios músicos mencionados aparecen en dis-tintas asociaciones filarmónicas, lo que nos habla del intercambio de un grupoa otro que existe en el gremio musical, y la versatilidad de los músicos de tocaren orquesta, banda de viento o en un grupo de cuerda. Así, el músico morelianoque vivió la época de Porfirio Díaz tuvo un desarrollo sin igual en la historia de lamúsica en Morelia.

Como nunca en la historia de Morelia, el arte de Euterpe destacó comouna de las actividades culturales más importantes de la ciudad y el músicofungió como el artífice de la fiesta y el jolgorio. Muchos de estos ni siquieraalcanzaron la gloria del reconocimiento personal, la mayoría estuvo siempre enel anonimato que daba el trabajo de conjunto, desde donde argumentaba sulegitimidad artística al momento de la serenata o el festejo patrio por ejemplo.En esta parte, la final de nuestra investigación, hemos querido mencionar a

musicales para su conservación. Algunos otros músicos destacaron en Morelia,como Antonio Aulet o Ignacio Bremauntz, quienes casi al finalizar el periodocrearon un octeto, formado por los citados Sres. Juan B. Fuentes, VicenteAlvarado, y los músicos Ignacio Mier, Encarnación López, Rogelio Nombela yFelipe Aguilar, además de la aparición por esas fechas de un cuarteto de saxo-fones, compuesto por Ramón Hernández, quien figuraría años después comosubdirector de la banda de música del Estado, Julio Montero, Ignacio Barriga yMartín Mercado.

Por su parte, la vieja y tradicional sociedad filarmónica Santa Cecilia,que desde los años de 1860 hacía acto de presencia en la ciudad, también hizoeco en la época de Don Porfirio con su orquesta, formada por cinco secciones,compuestas por Francisco Guzmán y Francisco Villalobos, José Flores y Mi-guel Romero en los primeros violines; Luis Morrás, Ramón Guzmán, AntonioGonzález y Joaquín Vargas en los segundos; Braulio Ochoa en la viola; Fran-cisco Martínez Cabrera en el Violonchelo; Ramón Ballesteros y Aurelio Gaonaen los bajos; Antonio Espinoza y Nicolás Negrete en las flautas; E. Romero enel clarinete; Rafael López en el oboe; Carlos Castañeda y José Medrano en lastrompetas, al barítono Francisco Gutiérrez; Domingo Sousa, Felipe Madrigal yCayetano Valdez en los trombones, Domingo Campos en el pistón, y CandelarioEstrada en los timbales, con la dirección por supuesto del Lic. Martínez Avilés.29

29 Euterpe, Año I, Núm. I, Morelia, 26 de marzo de 1892, p. 8.

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109sólo algunos, a los pocos que aparecen en los registros periodísticos y losescasos trabajos que provienen de la época, con objeto de que sus nombrestrasciendan, y más aun, puedan ser indicio que permita atar cabos en futurasinvestigaciones sobre la música en la entidad. Finalmente, debemos decir queel músico moreliano fue grande en el escenario y sencillo en su vida cotidiana,su trabajo no fue fácil en el marco de una sociedad que exigía divertirse, poresto, desarrolló facetas que cubrieron las necesidades de su público, el cual lereconoció de la única manera que fue posible, con el aplauso.

Conclusiones

La música en Morelia del porfiriato observó tres aspectos esenciales: 1) unainstrucción musical estructurada y dirigida por el Estado; 2) el desarrollo delarte musical en consonancia a la exigencia del público, lo que le imprimió alejercicio musical una función social; y 3) una dualidad de fines en cuanto a suaplicación práctica.

Por lo que respecta a la educación musical, esta fue dirigida y contro-lada por el gobierno, quien buscó ante todo proveer a los jóvenes morelianos, eincluso a algunos estudiantes del interior del Estado, una herramienta de traba-jo que les permitiera la “elevación del espíritu” y el desarrollo de la creatividadartística, en una actividad que no era de fácil aprendizaje, es cierto, pero que seenseñaba y aprendía con mucho gusto y en un ambiente de disciplina y aten-ción. En el sentido social, la instrucción musical se proyectó con objeto dellenar los espacios que la música necesitaba, de esta manera, mientras que enla academia del Colegio de San Nicolás se aprendía el piano y el violín, en laEscuela de Artes se estudiaban los secretos de la ejecución de los instrumen-tos de aliento, a la vez que en la Academia de Niñas se cultivaba el oficio de lamúsica con la practica de instrumentos de cuerda.

La práctica de la música coincidió con las necesidades socialesporfirianas del pueblo de Morelia. La función social del músico tuvo tal importan-cia en este sentido, que la música fue el punto central de la fiesta urbana a lahora del festejo patrio, la serenata o audición, la verbena o el baile, o incluso, lamisa y la fiesta patronal. Esta importancia hizo relevante al músico, que fueconsiderado fundamental en el concierto de lo social en Morelia, y la prueba deello es que no existe noticia social en la prensa porfiriana que no incluya a loscreadores del arte de Euterpe.

La banda de música se proyectó hacía los espacios abiertos, en dondelució majestuosa al son de los acordes de los instrumentos de aliento y percu-sión, mientras que la orquesta se apropió de los lugares cerrados, en dondehizo gala del toque romántico que surge de la combinación de la cuerda con elaliento, además, el grupo pequeño, el cuarteto, quinteto y hasta el octeto decuerda y alientos, que prefirió las ceremonias solemnes no tan públicas, hizosuyo el espacio destinado a festejos de gala, en donde había la necesidad decubrir de manera exquisita el servicio musical.

La figura indiscutible en todo esto fue el músico, aquél individuo quehizo posible la apertura de espacios de instrucción musical oficiales, la forma-ción de grupos variados de música, y el desarrollo general del arte de Euterpeen la ciudad. Dos fueron las maneras que utilizaron para este logro: la dedica-ción a la música desde el ámbito de la tertulia, en relación a la mera actividadde recreación, y la relación música-trabajo. En el primer caso, la música permi-tió al ejecutante el acercamiento a un arte que le permitió desarrollar la parte desu ser creativo, el impulso del intelecto cultural del individuo hacía una formaperfecta de expresión humana. Por otra parte, la música ofreció a su practican-te la posibilidad de obtener un beneficio a través del cobro de honorarios por dosvías: por servicio musical o por salario directo, lo que le permitió vivir de laactividad musical, aunque quizá no de una manera holgada, en términos econó-

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micos.En fin, la música fue entendida como la actividad cultural más impor-

tante de la era porfiriana, prueba de ello son las innumerables noticias periodís-ticas, que reflejan una ciudad plena de desarrollo social, junto con lo cual seobserva la música, un arte que se convirtió en el condimento esencial de la vidapública.

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Figueroa Zamudio, Silvia, “La Academia de Niñas de Morelia”, en: Ziranda Uandani(Papel que habla), Publicación de los Archivos del Poder Ejecutivo, No. 25,Morelia, Gobierno del Estado de Michoacán, 2001.

Heredia Correa, Roberto, “Tres reformas educativas en torno a 1833”; en: Rela-ciones, Revista de historia y sociedad, Número 16, Zamora, El Colegio deMichoacán, otoño de 1983.

Gaceta Oficial, Periódico Oficial del Estado de Michoacán de Ocampo, Morelia,Imprenta del Gobierno, 1880-1886.

La Libertad, Periódico de política y variedades, Morelia, Imprenta de la EscuelaIndustrial Militar Porfirio Díaz, 1886-1901

La Voz de Michoacán, Periódico Político y Literario, Morelia, Impreso por Igna-cio Arango, 1842.

Periódico Oficial, Periódico Oficial del Estado de Michoacán de Ocampo, Morelia,Imprenta del Gobierno, 1880-1906

Euterpe, Revista Quincenal de Música, Literatura y Variedades, Morelia, Im-prenta del Gobierno en la Escuela de Artes, 1892-1894.

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ÍNDICE:

AGRADECIMIENTOS 9INTRODUCCIÓN 11

CAPÍTULO I.LA EDUCACIÓN MUSICAL EN MORELIA

El antecedente obligado, la educación musical en México,una alternativa laica 22La Academia de Música del Colegio de San Nicolás 25La Escuela de Artes y Oficios, dos épocas 30La Academia de Niñas 35

CAPÍTULO II.LA MÚSICA EN MORELIA

La música en sus fines sociales 42Música, fiesta y tradiciones 45Música y músicos, el arte de Euterpe 52

CAPÍTULO III.EL MÚSICO Y SU ACTUAR COTIDIANO

Fiestas morelianas 58La fiesta cívica 62Fiesta pública, la serenata musical 72Lo más popular, la fiesta del pueblo 77El festejo religioso 81El Teatro Ocampo y la gala musical en Morelia 84

CAPÍTULO IV.EL ARTE DE EUTERPE

La música, un maravilloso pasatiempo 93La música, una alternativa laboral 96Los músicos morelianos y su proyección artística 102

CONCLUSIONES 110FUENTES CONSULTADAS 113

Los músicos morelianos y sus espacios de actuación, 1880-1911De Alejandro Mercado Villalobos,

Se terminó de imprimir en marzo de 2009,En los talleres gráficos de Fondo Editorial Morevallado,

Con un tiraje de 1,000 ejemplares.