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NOTA EDITORIAL Estimados Lectores: Comenzando con el ciclo lectivo del 2014 hemos decidido lanzar el número 24 de nuestra revista. Es un orgullo para nosotros contar con el aporte de nuevos autores, lo que implica poder colaborar con el enriquecimiento permanente de la Psicología Humanística y el Counseling. Los invitamos a leerla y compartir sus reflexiones en nuestro Facebook de Holos Sánchez Bodas. Escriben en esta edición: - Andrés Sánchez Bodas - Argentina. Psicólogo. - Antonio Briones - Chile. Psicólogo. - Gabriela Correa - Argentina y México. Counselor. - Santiago Koval - Argentina. Lie. en Comunicación. - Scott Hinkle - Estados Unidos. Doctoren Counseling. Estamos recibiendo artículos para el próximo número. Los interesados en publicar pueden escribirnos a nuestro mail [email protected] . Agradecemos a los que han colaborado en este número y a nuestros lectores les deseamos un excelente inicio del 2014. Lie. Lucrecia Sánchez Berneman Dirección Editorial

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NOTA EDITORIAL

Estimados Lectores:

Comenzando con el ciclo lectivo del 2014 hemos decididolanzar el número 24 de nuestra revista. Es un orgullo paranosotros contar con el aporte de nuevos autores, lo que implicapoder colaborar con el enriquecimiento permanente de laPsicología Humanística y el Counseling.

Los invitamos a leerla y compartir sus reflexiones en nuestroFacebook de Holos Sánchez Bodas.

Escriben en esta edición:

- Andrés Sánchez Bodas - Argentina. Psicólogo.- Antonio Briones - Chile. Psicólogo.- Gabriela Correa - Argentina y México. Counselor.- Santiago Koval - Argentina. Lie. en Comunicación.- Scott Hinkle - Estados Unidos. Doctoren Counseling.

Estamos recibiendo artículos para el próximo número. Losinteresados en publicar pueden escribirnos a nuestromail [email protected] .

Agradecemos a los que han colaborado en este número y anuestros lectores les deseamos un excelente inicio del 2014.

Lie. Lucrecia Sánchez BernemanDirección Editorial

La condición humana en la era tecnocientífica

Deseos, necesidades y representaciones sociales

Un estudio exploratorio

Por Santiago Koval

La desvalorización delmundo del hombre crece enproporción directa a lavalorización del mundo delas cosas.

Karl Marx, Manuscritoseconómico-filosóficos de

1844.

El determinismo tecnológico (la noción de que el factor técnico determina, de

forma causal y unidireccional, los cambios sociales y culturales) parte del error

de suponer que los inventos surgen aislados de su medio, es decir, que los

objetos técnicos no son sociales. La compleja relación que se establece entre

técnica y sociedad ha sido estudiada de manera profunda por Patrice Flichy,

sociólogo y comunicólogo francés que ha sostenido que el determinismo

tecnológico no tiene precisamente en cuenta el hecho de que en la arquitectura

técnica de cualquier ingenio están ya implicadas las representaciones de la

sociedad que lo produce. Desde esta perspectiva, la técnica nace embebida en

lo social: los usos y prácticas sociales (en suma, las necesidades, deseos y

anhelos humanos) están, desde un comienzo, insinuados en las matrices

tecnológicas (Flichy 2006).

Esto supone aceptar, entre otras cosas, que los inventos técnicos no

determinan los cambios sociales, sino que, al revés, las transformaciones

Doctorando en Sociedad de la Información y el Conocimiento de la Universitat Oberta de Catalunya.Magister en Investigación de Mercado y Data Mining por la Alma Mater Studiorum - Università diBologna. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de San Andrés. Investigador ydocente de la Universidad de Buenos Aires. Autor de La condición poshumana: camino a la integraciónhombre-máquina en el cine y en la ciencia (Editorial Cinema, 2008) y Manual para la elaboración detrabajos académicos. Investigar y redactar en el ámbito universitario (Grupo Editorial Temas, 2011).

Número 24 - Marzo 2014- www.revistaenfoquehumanistico.com 1

sociales prefiguran las características y los usos de la tecnología. Entre técnica

y sociedad no existe un determinismo causal; antes bien, se establece entre

ambas una relación dialéctica de mutuo condicionamiento o de interproducción.

Los objetos técnicos, en tanto, dicen cosas acerca de nosotros mismos. Esto

es: si en los inventos técnicos hay implicadas representaciones sociales, una

observación atenta a las características de nuestros dispositivos podría

permitirnos ensayar un diagnóstico acerca del modo en que nos constituimos

como seres humanos, acerca de la forma en que nos percibimos a nosotros

mismos y respecto de la manera en que interactuamos socialmente con los

otros. La técnica es una expresión de la condición humana.

Al respecto, la era tecnocientífica en que hemos ingresado

aceleradamente desde la década de 1970 se presenta, probablemente, como

un espacio de observación privilegiado. Las metáforas que describen nuestro

actual estado tecnológico no hacen otra cosa que celebrar, desde una mirada

positivista, las bondades del progreso tecnocientífico. Así, se han instalado

definiciones genéricas usadas para describir un nuevo paradigma en el que la

tecnología forma parte esencial de nuestra sociedad, y esto con beneficios

pretendidamente utópicos, entre otras: "Aldea global", "Sociedad de la

Información", "Sociedad del Conocimiento", "Sociedad Red", "Era

Posindustrial".

Paralelamente al surgimiento de estas metáforas de lo humano basadas

en una definición de la técnica (esto es, a las definiciones técnicas de lo

humano), han surgido paradigmas alternativos basados en lo social que ubican

al ser humano en una posición un tanto menos positivista y que suponen que

las relaciones sociales contemporáneas distan de ser utópicas; por el contrario,

proponen la idea de que la condición humana estaría atravesando, en un

contexto transitado por las llamadas Tecnologías de la Información y el

Conocimiento, un estado de vacuidad existencial marcado por el ritmo

acelerado de un mercado de consumo capitalista. Entre otras, se han sugerido

nociones como las de "Sociedad del espectáculo" (Debord 2003 [1967]), "Era

del vacío" (Lipovetsky 2002 [1983]), "Homo consumens" (Fromm 1984),

"Sociedades insatisfechas" (Heller 1988) y "Modernidad líquida" (Bauman

Número 24 - Marzo 2014- www.revistaenfoquehumanistico.com 2

1999), que describen, en conjunto, un nuevo estadio de humanidad definido por

un vacío de deseos y satisfacciones que se centra, particularmente, en el

individualismo, en la difusión de las prácticas del ocio, en la profusión de los

simulacros y las representaciones icónicas, en la falta de ideales utópicos, en

las relaciones humanas superfluas y mediadas, y en el consumo frívolo y

conspicuo de bienes y servicios.

A propósito, cabe recordar que los productos de la técnica son, en una

de sus dimensiones constitutivas, objetos de consumo y, como tales, objetos

de deseo fabricados por un sistema de producción industrial. Objetos

producidos, en tal sentido, por un modelo orientado a generar una perpetuación

en las insatisfacciones humanas; un esquema de consumo que apunta a que

los deseos se vean constantemente postergados; que genera, en tanto, su

propia permanencia a partir de una extensión indefinida del deseo (Heller 1988;

Williams 1992).

Tenemos hoy a nuestro alcance un conjunto de objetos de consumo que

cargamos a todo momento como partes accesorias de la identidad:

computadoras, teléfonos móviles, pantallas, dispositivos de memoria,

aplicaciones lúdicas, terminales telemáticas, grabadoras, filmadoras y cámaras

fotográficas; todos, a un tiempo, accesibles a través de una red informática que

cubre, con su manto reticular, gran parte de las sociedades industriales

contemporáneas. Se trata de la consolidación de una pantalla ubicua (Levis

1999) que ha quedado instalada, de este modo, a partir de la difusión masiva

de dispositivos puestos en circulación comercial a fin de funcionar como

soportes omnipresentes de la interacción humana; una interacción celebrada,

indefectiblemente, como el triunfo democrático de un sistema mediático de

alcance global.

¿Qué dice, pues, nuestra técnica contemporánea acerca de nosotros

mismos? ¿Qué dice de nuestros deseos, necesidades y representaciones? En

su estudio de la tecnología contemporánea, Flichy (2006) ha reconocido que

nuestros inventos técnicos contemporáneos (principalmente, el ordenador

personal, los teléfonos móviles e Internet) expresan una tendencia social al

individualismo conectado: células atomizadas que acceden de forma individual

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a una red de relaciones; terminales informáticas dispuestas con ordenación

reticular a través de nodos distribuidos de conexión.

Soledades humanas, podríamos decir, puestas en común (comunicadas)

a través de relaciones mediadas por una máquina universal que son, en tanto

tales, efímeras, transitorias, volátiles, recortadas e intermitentes. Soledades en

masa: seres humanos configurados a partir de un proceso de personalización

(Lipovetsky 2002 [1983]) que tiende a hacer prevalecer a un yo aislado cuya

única razón de existencia es la realización de sus deseos personales. Seres en

proceso de realización individual que desean estar inminentemente solos pero

que necesitan, para su consumación, del vínculo con el Otro. Sociedad del

aislamiento intolerable anticipada, premonitoriamente, por Gilles Lipovestky en

1983:

"«Déjame sola», deseo y dolor de estar solo. Así

llegamos al final del desierto; previamente atomizado y

separado, cada uno se hace agente activo del desierto,

lo extiende y lo surca, incapaz de «vivir» el Otro. No

contento con producir el aislamiento, el sistema

engendra su deseo, deseo imposible que, una vez

conseguido, resulta intolerable: cada uno exige estar

solo, cada vez más solo y simultáneamente no se

soporta a sí mismo, cara a cara. Aquí el desierto ya no

tiene principio ni fin" (Lipovestky 2002 [1983], 48).

De esta forma, sobre la base de una soledad que exige, no obstante, un anhelo

voluntario de intersubjetividad, se han hecho habituales los espacios de

interacción simultánea a través de dispositivos omnipresentes: entornos

conectivos que demandan la presencia de un Otro interpelado, a un tiempo,

presente-ausente en la otra punta del canal técnico. Herramientas de

mensajería instantánea devenidos objetos de consumo globalmente accesibles

que dan lugar, por su propia naturaleza técnica, a relaciones casuales,

irreflexivas, efímeras y ligeras. Dispositivos que capturan, a vuelo de pájaro, la

Número 24 - Marzo 2014- www.revistaenfoquehumanistico.com 4

expresividad irrefrenable de un sentimiento individual que brota en cada acto

humano, un expresionismo ubicuo defendido hoy como socialmente deseable.

En tanto, mediadas por el dispositivo técnico omnipresente, nuestras

relaciones humanas contemporáneas se expresarían, técnicamente, a través

de lo que podemos llamar, siguiendo a Baudrillard (1978), el simulacro de la

presencia. Simulacro en fin, porque en ellas el Otro no se hace presente:

solamente está siendo restituido por el aparato; con todo, simulacro de una

presencia que aspira a ser, lo más que puede, indicialmente reivindicada.

Dispositivos de comunicación simultánea1 que generan la ilusión de una

instantaneidad que solo existe en la relación interpersonal presencial; que

aspiran, de alguna forma, a disimular la ausencia de un Otro necesariamente

incompleto; que buscan recuperar, pues, la carne negada del Otro.2

Sociedades organizadas, técnicamente, alrededor de simulacros de

presencias. Sociedades que pretenden recuperar, a través del artificio, los

lazos humanos que hemos perdido. Sociedades contemporáneas que,

inadvertidamente, han errado el camino: no conformes con buscarlo a la

manera natural (esto es, en el vínculo humano cargado de cuerpo), hemos

optado por recomponer al Otro a través de canales artificiales que no hacen

más que alejarlo y devolverlo encogido, que acaban por recortar,

inevitablemente, su verdadera condición humana.

1 En particular, a través de algunas de las aplicaciones comercialmente difundidas, entre otras: Whatsapp,Skype, Blackberry Messenger, Facebook Messenger.2 En este sentido, es dable pensar que en los mensajes instantáneos que circulan a través de nuestrosdispositivos contemporáneos lo que importa no es tanto el mensaje en sí mismo, sino, más bien, larestauración de una instantaneidad que se ha perdido: la recuperación de una pureza que solo existe en lacomunicación cara a cara.

Número 24 - Marzo 2014- www.revistaenfoquehumanistico.com 5

Bibliografía

• Bauman, Zygmunt. 1999. Modernidad líquida. Buenos Aires: Fondo de

Cultura Económica.

• Baudrillard, Jean. 1978. Cultura y simulacro. Barcelona: Editorial Kairós.

• Debord, Guy. 2003 [1967]. La sociedad del espectáculo. Valencia: Pre-

Textos.

• Flichy, Patrice. 2006. "El individualismo conectado. Entre la técnica

digital y la sociedad", Telos n° 68.

• Fromm, Erich. 1984. Sobre la desobediencia y otros ensayos. Buenos

Aires: Paidós.

• Heller, Ágnes. "Sentirse satisfecho en una sociedad insatisfecha. Dos

notas". En Heller, Ágnes y Ferenc, Fehér. 1988. Políticas de la

postmodernidad. Ensayos de crítica cultural. Barcelona: Península, pp.

162-197.

• Lipovetsky, Gilles. 2002 [1983]. La era del vacío. Buenos Aires:

Anagrama.

• Levis, Diego. 1999. La pantalla ubicua: comunicación en la sociedad

digital. Buenos Aires: Ciccus/La Crujía.

• Marx, Karl. 2004. Manuscritos económico-filosóficos de 1844.

Introducción y traducción de Miguel Vedda. Buenos Aires: Ediciones

Colihue.

• Williams, Raymond. 2004 [1960]. "El sistema mágico". Revista Telos no.

61.

Número 24 - Marzo 2014- www.revistaenfoquehumanistico.com

© Santiago Koval 2013

Doctorando en Sociedad de la Información y el Conocimiento(Universitat Oberta de Catalunya)

[email protected]

www.santiagokoval.com

La condición humana en la era tecnocientífica

Deseos, necesidades y representaciones sociales

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Número 24 - Marzo 2014- www.revistaenfoquehumanistico.com

revista \ /Enfoqge A

Humanísticoes un-a publicación de Holos Sánchez Bodas

Buenos Aires-Argentina

ALGUNAS CONSIDERACIONES ACERCA DE LA ORIENTACIÓN COMUNITARIA1

MSc. Vivían López González2

CENTRO DE INVESTIGACIONES PSICOLÓGICAS Y SOCIOLÓGICAS

Conceptualización del término Orientación Comunitaria

La Orientación, que en sus orígenes se enfocaba a la determinación y evaluación de

capacidades o aptitudes para el desempeño de determinado empleo (González &

Lessire, 2009), en la actualidad se extiende a disímiles áreas: profesional, educativa,

vocacional, familiar, sexual, personal, laboral y comunitaria.

Sin embargo, para comprender qué se entiende por Orientación Comunitaria, es

preciso clarificar la definición de comunidad.

Numerosas han sido las definiciones que se han formulado respecto a este término.

Algunas, inscritas en la corriente funcionalista, toman en consideración solo los

aspectos comunes tales como: lugares, actividades e intereses compartidos que

aglutinan a los miembros de la comunidad, por los cuales se perciben y son percibidos

con identidad propia. Mientras que, otras hacen énfasis en aspectos como: la

delimitación espacial, el sistema de relaciones sociopolíticas y económicas y la

similaridad de características socio psicológicas de sus miembros.

En correspondencia con esta última posición, González y Lessire (2009), llevan a cabo

experiencias de orientación comunitaria en Venezuela entendiendo la comunidad como

"...una agrupación de personas, relacionadas entre sí por valores, intereses y

necesidades comunes, pero además con el criterio de convivencia y proximidad física o

territorial. De ahí que, aquellas personas que aun habiendo nacido en la zona, se

1 Artículo publicado en: Caudales 2011. Publicación digital bianual del Centro de Investigaciones Psicológicas ySociológicas (4ta ed.). La Habana: Publicaciones Acuario.

2 Dirección de correo electrónico: vivianlopez(q)infomed.sld.cu; viviancips(q)ceniai.inf.cu

1

Número 24 - Marzo 2014- www.revistaenfoquehumanistico.com

hayan separado de la misma y no habiten en ella, no pueden ser considerados como

miembros de esa comunidad" (p.134).

De manera similar, en Cuba, en la década de los 90, el Grupo para el Trabajo

Comunitario Integrado, formado con el objetivo de coordinar esta labor en todo el país;

define comunidad en términos de espacio físico-ambiental, geográficamente delimitado,

donde tienen lugar un sistema de interacciones sociopolíticas y económicas que

producen un conjunto de relaciones interpersonales sobre la base de necesidades. Se

concibe además como portadora de tradiciones, historia e identidad propias que se

expresan en identificación de intereses y sentido de pertenencia, que diferencian al

grupo que integra dicho espacio de los demás (García & Martín, 1997).

Ello no quiere decir, sin embargo, que la comunidad sea homogénea, sino que al

mismo tiempo comprende la diversidad de grupos, instituciones y organizaciones que la

integran.

Otras definiciones (Arias, 1995; Fuente, Sorín, Tovar, 1990 citado en Cabrera, Agostini,

Suárez, & Camón, 1997) resultan más completas al considerar a la comunidad como

un sistema. Desde esta perspectiva, es entendida como una unidad social que forma

parte de una organización mayor, atravesando por la determinación de la sociedad a la

cual pertenece y, al mismo tiempo, con una relativa independencia de esta última, lo

que la singulariza. Está constituida, a su vez, por otros subsistemas como: las

organizaciones e instituciones, los grupos, los individuos, que interactúan entre sí en un

determinado territorio.

"La singularidad de la comunidad que da lugar a una realidad psicológica, viene dada

por el sentido que sus vínculos cotidianos revisten para el hombre real, enfatuándose

el momento del sujeto, como aquel que las protagoniza" (Tovar, 1994, p. 87). Esos

vínculos, a decir de Tovar, se construyen en una práctica social concreta en torno a

determinadas esferas de su vida cotidiana. De ahí que sus miembros comparten

configuraciones subjetivas (representaciones, valores, normas, necesidades,

vivencias), determinadas por el sentido psicológico que dichas relaciones y prácticas

cotidianas revisten para ellos.2

Número 24 - Marzo 2014- www.revistaenfoquehumanistico.com

Estas aristas de la conceptualización del término comunidad tienen diversas

implicaciones teórico-metodológicas para la conducción y efectividad de procesos de

transformación en este ámbito.

La comunidad deberá de ser movilizada a participar, con un papel protagónico, en

tareas y acciones relacionadas con sus necesidades y problemáticas reales

(reconocidas o no). Es imprescindible identificar recursos y potencialidades que se

encuentran en ella, y aprovechar los sistemas de apoyo natural con que cuenta la

comunidad; entendiéndose por estos: maestros, sacerdotes, grupos de autoayuda,

líderes comunitarios, médicos de familia, trabajadores sociales, etc. La programación

de acciones o actividades deberá concebirse con un carácter dinámico, flexible, de

manera que, durante el proceso de transformación, se pueda asimilar la incorporación

de nuevos problemas detectados o necesidades, dado el carácter dinámico que tienen

estas últimas. El papel del orientador debe ser considerado desde una concepción

basada en la relación sujeto-sujeto, lo cual significa, como señala Tovar (1994, p. 88):

"...una relación donde cada quien conserva su identidad, la cual es mediada por el

coloquio en el que se involucran las partes desde sus saberes respectivos".

Las acciones de transformación pueden tener lugar a nivel de la comunidad como

unidad social; pero también en cualquiera de los subsistemas que integran la misma -

individuos, grupos, organizaciones, instituciones-, considerando tanto la identidad

propia como la interacción con otros elementos integrantes de la comunidad a la cual

pertenecen (Sánchez, 1991). La intervención en uno de los subsistemas incluso puede

convertirse en un agente de cambio social, multiplicador y dinamizador de experiencias

de transformación al resto de la comunidad.

En consonancia con ello, por ejemplo, el Modelo Educativo Bolivariano venezolano

concibe a la escuela como: "...el centro del quehacer comunitario, donde todo el

personal que la integra debe implementar acciones que permitan dar respuesta a los

problemas sociales del contexto inmediato y en consecuencia a los problemas del

Estado. Es a través de la escuela donde se debe dinamizar a la comunidad,

desarrollando la cultura de la participación mediante los proyecto de aprendizaje y

3Número 24 - Marzo 2014- www.revistaenfoquehumanistico.com

comunitarios" (Ministerio del Poder Popular para La Educación [MPPE], 2004 citado en

Camargo, 2009, p.27).

En tal sentido, González y Lessire (2009) reflexionan acerca de la necesidad de que la

dimensión comunitaria de la Orientación sea abordada desde la escuela, "...como

centro desde donde se puede irradiar una verdadera acción que involucre el desarrollo

del individuo en su comunidad; y el desarrollo económico-social-cultural-espiritual de la

comunidad misma como ente donde se desarrolla el individuo. Esta perspectiva

supone considerar (...) la escuela, no como único espacio donde se aprende; sino que

la formación integral de los individuos y la creación de ambientes educativos

favorables al sano desarrollo le corresponde al trabajo compartido, cooperado y

comprometido de la escuela, la familia y la comunidad" (p.130).

Esta consideración acerca del papel de la escuela como actor social, agente de

cambio, y la educación como responsabilidad compartida con la comunidad de la cual

forma parte, se evidencia en una experiencia de transformación psicosocial en un

barrio de la capital cubana.

Dicha experiencia se llevó a cabo en escolares, a través del deporte coletivo, con el

propósito de propiciar comportamientos favorables: sociales, morales, y relativos a la

salud, y el mejoramiento de la calidad de vida. Las actividades deportivas, realizadas

con fines educativos, concebidas inicialmente en el ámbito de la escuela, se fueron

extendiendo de manera progresiva al escenario comunitario con la labor de

investigadores-facilitadores, profesores, entrenadores deportivos, actores claves de la

comunidad y promotores deportivos comunitarios voluntarios -fundamentalmente

padres y madres-. De esta forma, la comunidad, lidereada por un grupo gestor, y la

escuela, como facilitadora del proceso de transformación, se hicieron copartícipes de la

formación de niños y niñas (Zas, López, & García 2010).

Precisamente, una de las estrategias empleadas en la implementación de programas

comunitarios -en particular en el ámbito de salud (Batliner, 1999; Román, Linsday,

Moore & Shoemaker, 1999)- es la multiplicación de las acciones a través de

promotores voluntarios, como expresión del papel protagónico de la comunidad y del4

Número 24 - Marzo 2014- www.revistaenfoquehumanistico.com

aprovechamiento de sus recursos y potencialidades.

¿Qué se puede entender entonces por Orientación Comunitaria? ¿Es una dimensión

de la Orientación? ¿Es una forma de transformación psicosocial? ¿Es una relación

profesional de ayuda?

La Orientación Comunitaria se inserta en un campo de acción, en el que confluyen

experiencias, desde diferentes denominaciones o referentes conceptuales, que

comparten como finalidad la transformación social, y el bienestar humano, en el

escenario comunitario. Entre estas, por solo citar algunas, se encuentran: trabajo

comunitario, Educación Popular, Psicología Comunitaria, etc. ¿Cuál sería entonces su

especificidad?

La Orientación Comunitaria, entendida como una dimensión de la Orientación, más que

una especialidad de la misma (González & Lessire, 2009), tiene como propósito, según

Gómez y Suárez (2008 citado en González & Lessire), buscar la integración social

comunitaria y se visualiza en la socialización comunitaria y la participación de las

comunidades en la solución de sus problemas, siendo la Orientación Educativa la

encargada de dinamizar ese proceso.

Se derivan de lo anterior tres ¡deas fundamentales: una que supone que aún cuando la

Orientación Comunitaria es una dimensión de la Orientación, al tener como escenario

de transformación a la comunidad, está sujeta a regularidades y particularidades que

son propias de este espacio; otra que advierte acerca de la necesidad de entenderla

desde la participación; y, por último, que tiene una función educativa. Ahora bien, cuál

sería su especificidad, que la distingue de otras prácticas afines en el escenario

comunitario.

Para Calviño (2010), la Orientación Comunitaria, desde una aproximación psicosocial,

es una forma de intervención o acción profesional psicosocial. Esta última comprende

formas de atención, asistencia o acompañamiento, que se ofrece a la población, por

personal especializado -psiquiatras, psicólogos, trabajadores sociales, educadores-. Es

un proceso de intervención que puede tener lugar a nivel personal, grupal o

5Número 24 - Marzo 2014- www.revistaenfoquehumanistico.com

comunitario, "...que busca favorecer en los participantes el restablecimiento,

reforzamiento o desarrollo de su nivel óptimo de desempeño "sociopersonal". Se trata

de la formación y optimización de capacidades (competencias, habilidades,

disposiciones, etc.) para lograr bienestar y crecimiento personal en las condiciones

reales de su vida (familiar, grupal, institucional, comunitaria), tanto en el registro

simbólico como real de sus espacios cotidianos. El énfasis está puesto en el sistema

de relaciones vinculares" (p. 178).

Esta posición, que centra el objeto de la aproximación psicosocial en los procesos de

interacción, que pone de manifiesto el carácter bidireccional de la relación entre el

individuo, el grupo, la comunidad y la sociedad, es compartida también por Alvis (2009).

Según este autor, este tipo de intervención busca promover procesos de intervención

social-comunitarios. Privilegia -aún cuando se reconoce que, de acuerdo a la

naturaleza de algunas problemáticas o necesidades psicosociales, se hace necesaria

la intervención asistida o "dirigida"- la participación activa, el empoderamiento, y la

toma de decisiones por parte de los participantes en la construcción del cambio social;

desde una perspectiva de desarrollo de sus capacidades y potencialidades. Para ello,

se advierte como necesaria la presencia de una ayuda psicosocial, profesional y

técnica, que tenga como objetivo la potenciación de los recursos, tanto personales

como comunitarios, la formación y la educación.

La profesionalidad no está dada solamente por el hecho de que se requieran

conocimientos científicos y recursos técnicos y, por tanto, adiestramiento, preparación y

formación especial, sino también por la necesidad de sistematizar y conceptual ¡zar las

prácticas.

La Orientación en el escenario comunitario no solo supone una práctica profesional,

sino que además, implica la realización de acciones multidisciplinarias e

interdisciplinarias que comprenden, por ejemplo: trabajadores sociales, sociólogos,

psicólogos, dirigencia comunitaria, instituciones educativas, sanitarias, entre otras

(Camargo, 2009).

6Número 24 - Marzo 2014- www.revistaenfoquehumanistico.com

Puede ser comprendida entonces la Orientación Comunitaria como una actuación de

carácter profesional; que cumple diversas funciones, además de la remedial y de

apoyo, la educativa, de crecimiento, desarrollo; y cuyo rol se centra en la facilitación de

los procesos de cambio psicosocial. Está sujeta, por tanto, a exigencias profesionales y

personales que propicien la efectividad, sustentabilidad, potenciación, multiplicación de

las acciones y efectos.

La Orientación Comunitaria, desde una dimensión psicosocial, no solo es una

actuación profesional, sino que además es una relación de ayuda (Calviño, 2010).

¿Cuáles serían entonces las implicaciones que conlleva esta comprensión: qué

entender por "relación" y por "ayuda" en este ámbito de intervención?

Es una relación, en tanto, es una forma de interacción, de vínculo, de contacto humano,

que tiene implicaciones: emocionales, intelectuales, actitudinales, compromisos,

acuerdos; es construida sobre la base de una ética de las relaciones interpersonales;

que también supone el establecimiento de determinados límites y clarificación de roles.

Ayudar significa facilitar, y que los actores reales, los miembros de la comunidad, sean

los protagonistas de la experiencia.

Así, a decir de Calviño (2010), la ayuda debe estar encaminada a "...favorecer un

mejor ajuste de las relaciones sujeto - grupo - condiciones de existencia. Un ajuste sin

duda crítico constructivo, no para reproducir las mismas condiciones que favorecen la

aparición de su demanda, sino para transformarlas partiendo del establecimiento de un

"estar en condiciones personales (grupales, comunitarias, institucionales)" de promover

dicha transformación" (p.183).

De manera que, la Orientación Comunitaria tiene como finalidad facilitar un mejor

desempeño (funcionamiento, ajuste o gestión) e integración de la comunidad y sus

integrantes (individuos, grupos, instituciones); e incrementar la capacidad de desarrollo

para afrontar, solucionar problemáticas psicosociales en el entorno comunitario y lograr

su bienestar; desde la participación, crítica y constructiva, de los involucrados en el

proceso de transformación.

7Número 24 - Marzo 2014- www.revistaenfoquehumanistico.com

Desde esta perspectiva, el orientador comunitario, cumple esencialmente un papel de

facilitador de los procesos de transformación psicosocial.

Rol del orientador comunitario

El desarrollo exitoso de las acciones de orientación comunitaria depende en gran

medida del rol del orientador, de su adecuación a las exigencias de la tarea y a las

circunstancias en que esta tiene lugar.

El papel del orientador puede ser conceptualizado también desde el rol de actor social.

Los actores sociales -de acuerdo con reflexiones compartidas en el Taller CIPS 2010

"Escenarios y alternativas para la transformación social" (Braffo, 2010)-, son sujetos

diversos, con capacidad de generar cambios sociales, con un compromiso y

responsabilidad social, conciencia crítica y autocrítica, disposición a solucionar

problemas y acometer proyectos; con habilidades para la comunicación, fomentar (y

participar de) aprendizajes sociales, articular actores sociales, brindar apoyo,

confianza; entre otras características. Comprende tanto sujetos individuales como

colectivos, entendidos como: líderes a diferentes instancias y organizaciones, grupos,

instituciones (religiosas, científicas, académicas, etc.).

Cuando el orientador no tiene conciencia de su rol, no reflexiona, no conceptualiza sus

intervenciones, la experiencia, ni se cuestiona a sí mismo constantemente en su

actuación profesional, puede, lejos de facilitar los procesos, no favorecerlos, o incluso

obstaculizarlos.

Facilitar, por tanto, no es simplemente "dejar hacer" o solo esperar que

espontáneamente las cosas ocurran. La Orientación Comunitaria, "...implica el trabajo

de vinculación de la acción de las y los profesionales de la Orientación con la

comunidad, mediante una intencionalidad transformadora que permite aprovechar los

elementos del entorno y contribuir a potenciar la acción educativa, fomentando el

sentido de comunidad y la conciencia comunitaria para buscar satisfacer sus

necesidades..." (Camargo, 2009, p.27).

8Número 24 - Marzo 2014- www.revistaenfoquehumanistico.com

Pero, es preciso aclarar que "responsabilidad social" e "intencionalidad

transformadora" no significan tener control y responsabilidad absolutos con todo lo que

ocurre en el proceso de transformación psicosocial, lo que llevaría a una comprensión

inadecuada del sentido de responsabilidad.

Entender la Orientación Comunitaria como relación profesional de ayuda supone

establecer un tipo de relación propiamente dicha con los actores de la comunidad en

términos de compromisos y responsabilidades compartidas, cada cual desde el rol que

asuma desempeñar (orientador, líder o promotor comunitario, etc.), lo cual genera

desarrollo y autonomía.

Davis (2011) advierte que cuando no se tiene claridad del sentido de la

responsabilidad, se puede presuponer que el hecho de que las cosas no salgan como

se espera depende solo del trabajo del orientador. Ello, en gran medida, obedece a

que cuando se va a las comunidades se crean vínculos de dependencia con las

personas de esa comunidad, se asumen actitudes paternales con ellos. Crear

dependencia, emocional y de trabajo, en las personas es algo muy común, al punto

incluso de sentir orgullo de esa dependencia, en lugar de fomentar alianzas,

colaboración. De ahí que, solo si se promueve y facilita la independencia y la

autonomía, el trabajo será productivo, creador de capacidades y herramientas en las

personas para seguir su camino, de manera sostenible.

¿Quiere esto decir, entonces, que el orientador, en su rol de facilitador, no puede

equivocarse, cometer errores?

La Orientación, como actuación profesional, en cualquiera de los ámbitos en que se

trabaje, está sujeta a una serie de requerimientos profesionales y personales, entre los

que se encuentran competencias intelectuales, teóricas, metodológicas y competencias

para la conducción del proceso. Conjuntamente con estas, el orientador debe

desarrollar la capacidad para darse cuenta de sus errores, cambiar y trabajar en su

auto corrección.

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Cuando trabajamos y participamos en procesos humanos debemos ser capaces de

reflexionar sobre cómo nos sentimos, nos pensamos e interactuamos en ellos, cómo

estamos viviendo lo que hacemos. Ello significa estar abiertos no solo al aprendizaje

acerca de la experiencia, sino también sobre nosotros mismos desde lo profesional y lo

personal.

Toda relación profesional de ayuda involucra un tipo de vínculo orientador-

orientando(s), un contacto humano, en el que hay: implicaciones emocionales,

intelectuales, actitudinales; compromisos, acuerdos; interés mutuo en un objetivo o

tarea común; que suponen también determinados límites. En la relación, aún cuando

es de tipo profesional, intervienen peculiaridades subjetivas de las personas que en ella

se involucran, a lo que no está ajeno el orientador. Esto hace que, por ejemplo, se

depositen: características personales, modos de relacionarse (autocrático,

democrático), valores, referentes sociopolíticos, culturales, etc. Pero, teniendo en

cuenta su rol de facilitador, todo lo que sea dilemático, problemático en el orientador,

que transgreda los límites de la relación, que interfiera en el cumplimiento de sus

funciones, debe ser puesto bajo control (Calviño, 2000), y la labor de orientación

comunitaria no está al margen de ello.

En tal sentido, Davis (2011) señala que los miembros de las comunidades no son

amigos o familiares, sino que son parte del trabajo que realiza el facilitador. De manera

que, si se rompen las fronteras, los límites, el orientador se convierte en parte del

problema y pierde las perspectivas y, por tanto, su rol.

El orientador comunitario, por tanto, necesita también de la supervisión (ya sea

organizada de manera individual o grupal) como vía para clarificar incidencias,

personalizaciones, que afecten su desempeño profesional.

El rol del orientador tiene también implicaciones éticas, construidas desde una ética de

las relaciones interpersonales, toda vez que la Orientación Comunitaria, se concibe

como un tipo de relación profesional de ayuda. En este sentido, Calviño (2010)

advierte: "Las prácticas profesionales, vinculadas a las disciplinas sociales y humanas,

tienen como exigencia la autoformación, la autopreparación y estudio sometido a la10

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más estricta disciplina autorregulada. En ellas no se trata de aprender y aprehender un

conjunto de operaciones técnicas. Se trata de un proceso de autoeducación en cuya

base está la responsabilidad personal, la constante profundización de los

conocimientos y el auto mejoramiento como seres humanos..." (p.202).

¿Cuáles serían entonces las tareas o acciones del orientador en su rol de facilitador?

Entre las tareas o acciones que realiza el profesional de la Orientación en el escenario

comunitario, se identifican en la literatura especializada: planificar; asesorar; mediar

(Camargo, 2009; González & Lessire, 2009); sensibilizar; comunicar; formar, capacitar;

intermediar y coparticipar en la construcción de intermediaciones (Calviño, 2010).

Por solo comentar acerca de algunas de ellas:

La planificación, diseño u organización de programas, proyectos, acciones y

actividades, es pertinente en la medida que tenga como punto de partida tanto la

perspectiva de los orientadores o investigadores -en tanto contribuye a la toma de

conciencia de necesidades, problemas, potencialidades; como la participación de la

comunidad.

Comprender la Orientación Comunitaria como un tipo de intervención psicosocial

significa que las acciones de planificación por parte del profesional están atravesadas

también por la comprensión de la complejidad de los sistemas sociales. En tal sentido,

Espina (2010) apunta acerca de la necesidad de entender que "...los sistemas

complejos tienen la cualidad de la emergencia, la posibilidad de aparición de

cualidades nuevas, no contenidas en la historia del sistema, ni explicadas por sus

cualidades precedentes: el surgimiento de lo inesperado y no previsible" (p.25). Implica

entonces que, si queremos introducirnos en la transformación social, debemos partir

desde la ¡dea de "...los cambios planificados tienen un límite o una zona caótica y de

incertidumbre. No todo puede ser sometido a control" (p.26).

La sensibilización es concebida como el proceso mediante el cual se favorece la toma

de conciencia, de los individuos, grupos, instituciones, comunidad, acerca de sus

necesidades, problemas y resistencias a los procesos de cambio. Mientras que la

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función educativa, instructiva, de capacitación o formativa, es concebida no solo para

los actores de la transformación psicosocial, sino también para los orientadores

involucrados en el proceso (Calviño, 2010).

La comunicación es una de las herramientas que facilita y complementa las acciones

de orientación psicosocial en el ámbito comunitario. Ella posibilita multiplicar el impacto

de las acciones educativas y del poder de convocatoria de facilitadores, coordinadores

y líderes comunitarios, a los miembros de la comunidad, para su participación en las

diversas acciones. En este sentido, se reconoce el aporte de las televisoras y radios

comunitarios (Calviño, 2010). A decir del mismo autor: "...la Orientación psicosocial

bajo el instrumental de los medios de comunicación [radiales, televisivos, gráficos, etc.]

supone el dominio de un conjunto de habilidades profesionales y técnicas que

trascienden el campo de la Psicología. Por lo que, como tendencia, (...) supone (...) la

constitución de equipos de trabajo interdisciplinarios (...)[, al tiempo que,] en la función

de comunicadores, los profesionales enfrascados en tareas de Orientación psicosocial

comunitaria necesitan de la aprehensión (y aprendizaje) de un "estilo de comunicación"

coherente con los principios y sustentos de las acciones psicosociales" (p.198).

La labor de los orientadores comunitarios debe comprender, además de sus funciones

como comunicadores, la facilitación del aprendizaje, la apropiación de habilidades y

herramientas para la comunicación por parte de los propios actores, de manera que se

potencien los recursos humanos y materiales de la comunidad y se propicie la

sostenibilidad de las acciones comunicativas. Como señala Camargo (2009), la

sistematización de los procesos de cambio deberá estar apoyada en la planificación de

los proyectos y en las innovaciones tecnológicas comunicacionales como herramientas,

bajo un enfoque de construcción colectiva.

De manera similar, la función de mediación supone no solo la intermediación o

negociación asistida ante situaciones conflictivas, dilemáticas; sino también la

facilitación de aprendizajes para la intermediación de los propios actores comunitarios

(Calviño, 2010).

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¿Cuáles serían las competencias necesarias para que el orientador sea capaz de

desempeñar su rol?

Entre las competencias que debe tener un orientador, y en particular, para su

desempeño en el ámbito comunitario, se reconocen -sobre la base de las competencias

básicas para la Orientación establecidas durante la Conferencia Internacional sobre

Calidad en Orientación, celebrada en Berna, Suiza, en septiembre 2003, auspiciada por

La Asociación Internacional de Orientación Educativa y Vocacional (AIOEP)-: un

conjunto de habilidades, conocimientos, capacidades y actitudes necesarias para la

comunicación, el diagnóstico, la evaluación, la facilitación, la labor de promotor, la

mediación, la planificación, etc. Por solo solo citar algunas de las más importantes

(AIOEP, 2003 citado en Camargo, 2009; González & Lessire, 2009):

- Establecer contacto con miembros de la comunidad, en particular con actores

claves.

- Diagnosticar, evaluar necesidades, recursos humanos y materiales de la comunidad.

- Trabajar junto con la comunidad para diseñar, implementar y evaluar proyectos,

planes de acción en diferentes esferas; económica, social, educativa, etc.; teniendo

en cuenta el uso efectivo de los recursos de acuerdo a las necesidades, y la

identificación de brechas entre las metas propuestas y la capacidad para lograrlas.

- Trabajar y cooperar con redes e instituciones nacionales e internacionales (en

particular identificadas estas últimas como proveedoras de recursos para la labor de

orientación).

- Promover la participación y la conciencia comunitaria.

- Facilitar, con acciones educativas, los procesos de cambio en la comunidad.

Pero, cuáles serían entonces el rol, las competencias o funciones del multiplicador o

promotor, gestor o líder comunitario, teniendo en cuenta que, en este caso, no se

trataría de una actividad profesional propiamente dicha. Esto es un tema que merece

una reflexión futura. No obstante, en el contexto de la conceptualización de

Orientación Comunitaria antes compartida, este es un asunto que necesariamente

implica de una construcción conjunta con la comunidad, en función de sus

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expectativas, recursos y potencialidades. Esta deberá ser entendida en términos de:

cuál es el modelo o perfil de promotor qué se necesita, cuál es el que realmente es

posible; con cuáles personas contamos, cuáles son sus posibilidades y

potencialidades; y cuáles serían los retos para su formación.

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Population-Based Mental Health Facilitation (MHF):A Grassroots Strategy That Works

J. Scott Hinkle

The World Health Organization (WHO) estimates that at least 450 million peopleworldwide live with unmet mental health problems. Additionally, one in fourpeople will experience psychological distress and meet criteria for a diagnosablemental health disorder at some point in their Uves. This data speaks to the needfor accessible, effective and equitable global mental health care. Available mentalhealth resources are inequitably distributed, with low- to middle-income countriesshowing significantly fewer mental health human resources than high-incomecountries. The need to proactively address this care-need gap has been identifiedby WHO and various national organizations, including NBCC International (NBCC-I). NBCC-I's Mental Health Facilitator (MHF) program addresses the global needfor community-based mental health training that can be adapted to reflect thesocial, cultural, economic and political climate of any population, nation orregión.

Keywords: global, mental health, international, mental health facilitator, MHF,population, community, WHO

Developing and promoting mental health services at the grassroots level while alsomaintaining a global perspective is, to say the least, an overwhelming task. TheNational Board for Certified Counselors' International división (NBCC-I) has respondedto this task in two delibérate steps. Initially, NBCC-I collaborated with the World HealthOrganization's (WHO) Department of Mental Health and Substance Abuse to establishthe global Mental Health Facilitator (MHF) training program. The MHF programaddresses the international need for population-based mental health training that can beadapted to reflect the social, cultural, economic and political realities of any country orregión. Once the program was effectively addressed by WHO and NBCC-I as a viablestrategy to reduce mental health issues on a global basis, NBCC-I independentlydeveloped a curriculum and implementation method that has begun to make apromising global impact (Hinkle, 2006, 2007, 2009, 2010a, 2010b, 2012a, 2012b,2012c, 2013; Hinkle & Henderson, 2007; Hinkle & Schweiger, 2012; Schweiger &Hinkle, 2013).

For years the global burden of mental disorders on individuáis, families, communitiesand health services has been considerably underestimated (Chisholm et al., 2000;Murray & López, 1996a, 1996b; Ustün & Sartorius, 1995). Resources for mental,neurological, and substance use disorders have been slow in development, insufficient,constrained, fragmented, inequitably distributed, and ineffectively implemented (Becker& Kleinman, 2013; Chen et al., 2004; Gulbenkian Global Mental Health Platform

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[GGMHP], 2013a; Hinkle & Saxena, 2006). While mental and neurological disorderscomprise only 1% of deaths worldwide, they account for 8-28% of the disease burden(GGMHP, 2013a; Murray et al., 2012; Prince et al., 2007; WHO, 2004a), with themajority of these disorders occurring in low- to middle-income countries.

Mental Health: An International Problem

Most mental disorders are highly prevalent in all societies, remain largely undetectedand untreated, and result in a substantial burden to families and communities. Althoughmany mental disorders can be mitigated or are avoidable, they continué to beoverlooked by the international community and produce significant economic and socialhardship. Moreover, in all countries there is an enormous gap between the prevalenceof mental disorders and the number of people receiving care (Becker & Kleinman, 2013;Saraceno et al., 2007; Weissman et al., 1994; Weissman et al., 1996; Weissman et al.,1997; WHO, 2010a, 2010b). In less-developed countries, more than 75% of personswith serious mental disorders do not receive treatment (Demyttenaere et al., 2004).Unfortunately, psychiatry's best efforts at training physicians to provide mental healthcare within the global context are simply too small for such a large, global problem(Furtos, 2013; Hinkle, 2009, 2010b, 2012b, 2012c; Patel, 2013). The focus has been toolong on medicine and not on local communities (Patel, 2013). In fact, every person'shealth care is local (Unützer, 2013). The major issue with the current provisión of careis, therefore, the limited size and training of the community health care workforce(Becker & Kleinman, 2013).

Globally, one in four people will experience psychological distress and meet criteriafor a diagnosable mental disorder at some point in their lives (WHO, 2005). Thisominous data speaks to the need for accessible, effective and socially equitable mentalhealth care (Hinkle & Saxena, 2006). WHO estimates that more than 450 million peopleworldwide live with mental health problems; these numbers are no doubt bleak. Morespecifically, WHO estimates that globally more than 154 million people suffer fromdepression, 100 million are affected by alcohol use disorders, 25 million haveschizophrenia, 15 million experience drug abuse, and nearly one million people dieeach year by suicide (Saraceno et al., 2007). Depending on the source, unipolardepression has been estimated to be in the top four causes of loss of disability-adjustedlife years across the six socially diverse continents (Murray & López, 1996a, 1996b; Voset al., 2012).

Furthermore, it has been estimated that as many as 25% of all primary careconsultations have a mental health component (Goldberg & Huxley, 1992; Warner &Ford, 1998; WHO, 2006a). Mental disorders are related to a range of problems, frompoverty, marginalization, and social disadvantage to relationship issues such as divorce,physical conditions such as heart disease, reductions in economic productivity, andinterruption of child and adolescent educational processes (see Alonso, Chatterji, He, &Kessler, 2013; Breslau et al., 2013). At the developmental level, at least 10% of children

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are considered to have mental health problems, but pediatricians and general medicalpractitioners are not typically equipped to provide effective treatment (Craft, 2005). Withmental disorders contributing to an average of 20% of disabilities at the societal level,the evidence is clear that these disorders pose a major challenge to global health(Alonso, Chatterji, et al., 2013; Alonso, Petukhova, et al., 2013). Moreover, theassociated economic burden exceeds that of the top four non-communicable diseases(i.e., diabetes, cardiovascular, respiratory and cáncer; Bloom etal., 2011).

Unfortunately, most international mental health systems are dominated by custodialpsychiatric hospitals that deplete resources for treatments with little efficacy (WHO,2005). In contrast, governments and nongovernmental organizations (NGOs) shouldscale up services for community mental health with programs that reflect credibleevidence of effectiveness (see Patel, 2013; Patel, Araya, et al., 2007). Murthy (2006)has indicated that there is no global community mental health blueprint to achieveuniversal mental health access, and that effective community workforce strategies needto be matched to each country's unique situation. It is an ecological fallacy to try tounderstand people and mental health issues outside the environments in which theyexist (Galea, 2013). Thus, a radical shift is urgently needed in the way mental disordersare managed, and this clearly includes community-based care that can be effectivelyimplemented via non-health as well as health sectors (GGMHP, 2013a, 2013b; Hinkle,2012b).

Global Community Mental Health

Serious mental disorders are generally associated with substantial role disabilitywithin the community. About 35-50% of mental health cases in developed countries andapproximately 75-85% in less-developed countries have received no treatment in the12 months preceding a clinical interview. Due to the high prevalence of mild and sub-threshold cases, the number of untreated cases is estimated to be even larger. Thesemilder cases, which can be found in communities all over the world, require carefulconsideration because they are prone to progress to serious mental disorders (WHO,2010a, 2010b; WHO World Mental Health Survey Consortium, 2004).

It is important to note that in most low- to middle-income countries, communityworkers are often the people's first line of contact with the health care system (Anand &Bárnighausen, 2004; Hongoro & McPake, 2004). However, there is a long history ofissues with the sustainability of community programs (Walt, 1988), and the lack ofcommunity service providers with the necessary competencies to address needsremains the most significant barrier to the provisión of mental health services. Althoughhuman resources are the crucial core of health systems, they have been a neglecteddevelopmental component (Hongoro & McPake, 2004), particularly in the field of mentalhealth. WHO's "Mental Health Atlas" (2005) specifies a critical global shortage of mentalhealth professionals (e.g., psychiatrists, psychiatric nurses, psychologists, socialworkers, neurologists). Similarly, an informal international survey of clinical mental

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health, school, and career and work counselors by NBCC-I indicated that theprofessional counselor workforce has yet to be adequately identified on a global scale(Hinkle, 2010b). Moreover, extant mental health services are inequitably distributed;lower-income countries, where behavioral risk factors tend to cluster among people oflower socioeconomic status, have significantly fewer mental health human resourcesthan higher-income countries (Coups, Gaba, & Orleans, 2004; WHO, 2005; WHO WorldMental Health Survey Consortium, 2004).

In low- to middle-income countries, human resources are clearly limited, and thequality and productivity of the existing workforce is often challenged. Investment inhuman resources for community mental health care is insufficient in absolute terms aswell as in distribution (Hongoro & McPake, 2004). For instance, the global average forphysicians is 170 per 100,000 people, but in Nepal and Papua New Guinea there havebeen as few as five doctors for this ratio (WHO, 2004a). In 2003, approximately 36% ofdoctors' posts and 18% of nurses' posts were unfilled around the world (Bach, 2004).Moreover, general practitioners are not typically adept at providing mental health care,including detection, referral and management of mental disorders (Chisholm et al.,2000). Therefore, partnerships between formal primary and informal community healthcare systems need to be more prevalent, effective and integrated.

Two facets for integrating mental health into primary care are (a) financial andhuman resources and (b) collaboration with non-health sectors. NGOs, communityworkers and volunteers can play a significant role in supporting formal primary caresystems for mental health. For example, village health workers in Argentina, India andthe Islamic Republic of Irán have been trained to identify and refer people for medicalassistance. Even countries that have adequate services, like Australia, use localinformal services to support mental health patients (see WHO, 2006b). Becausepsychiatric hospital beds are extremely limited, the demand for mental health serviceswithin communities becomes even more critical (Forchuk, Martin, Chan, & Jensen,2005). Furthermore, early detection and treatment of mental disorders and co-occurringemotional and behavioral problems not only decreases the chance of lower physicalhealth later in life, but also associated costly hospitalizations (Alonso, Chatterji, et al.,2013; Alonso, Petukhova, et al., 2013; Scott et al., 2013).

An urgent, radical change in the way mental disorders are managed andmonitored—one that moves away from lengthy institutional hospitalizations and towardpopulation-based mental health care in the community—is needed (GGMHP, 2013a,2013b; Hinkle, 2009). The need to proactively address this care-need gap from a praxis,or practical, rather than a theoretical approach has been repeatedly identified by WHOand various national and international organizations, including NBCC-I (Hinkle &Schweiger, 2012). Communities in developing countries have historically lackedopportunities for mental health training, skill development, and capacity building(Abarquez & Murshed, 2004); however, long years of training are not necessary forlearning how to provide fundamental help for people who are emotionally distressed.

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Volunteer community workers are a large untapped community resource of potentialservice providers for people suffering from problems associated with mental health(Hoff, Hallisey, & Hoff, 2009). Chan (2010) has reported that "there is a widely sharedbut mistaken ¡dea that improvements in mental health require sophisticated andexpensive technologies and highly specialized staff. The reality is that most of themental, neurological and substance use conditions that result in high morbidity andmortality can be managed by non-specialist health-care providers" (p. i¡¡). The researchhas substantiated that it is feasible to deliver psychosocial-type interventions in non-specialized health care settings (WHO, 2010a, 2010b). Enhancing basic communitymental health services, both informally and formally, is a viable way to assist the never-served. The MHF program is part of a grassroots implementation trend that has alreadybegun in communities around the globe (e.g., Canadá, Europe, África, Asia, UnitedStates; see Hinkle, 2007, 2013; Hoff, 1993; Hoff et al., 2009; Marks & Scott, 1990;McKee, Ferlie, & Hyde, 2008; Mosher & Burti, 1994; Patel, 2013; Rachlis & Kushner,1994).

A Brief Review of Grassroots Community Mental Health ApproachesUnfortunately, governmental psychiatric hospitals have a long history of human

rights violations and poor clinical outcomes (Hinkle, 2010b). They also are costly andconsume a disproportionate amount of mental health care monies. In contrast, informalcommunity caregivers are not generally part of the formal health care system; examplesinclude traditional healers, professionals such as teachers, pólice and variouscommunity workers, NGOs, consumer and family associations, as well as laypeople.Informal care is typically accessible because it is an integral part of the community.However informal, this care should not replace the core of formal mental health serviceprovisión (Saraceno et al., 2007; WHO, 2010a, 2010b), but serve as a grassroots,adjunctive care system.

For example, beginning as early as 1963, the work of Rioch et al. portrayedcommunity paraprofessionals serving as in- and out-patient "therapists." Similarly, as farback as 50 years, Albee (1967) reported that the dearth of manpower in mental healthservices could be lessened by the use of paraprofessionals who could arrange forneighborhood outreach and basic psychiatric evaluations (Hiñes, 1970).

Likewise, in 1969 Vidaver suggested the development of mental health technicianswith generalist skills for lateral and vertical mental health employment mobility. Vidaver(1969) further commented that community colleges were able to train local communityhelpers for a vanety of informal roles in mental health services without years of highereducation. Interviewing (i.e., communication), consultaron, and community liaisontechniques (i.e., referral) were depicted by Vidaver as important general skills forcommunity helpers. One year later, Lynch and Gardner (1970) developed a trainingprogram with the goal of training laypeople to be "helpers in a psychiatric setting" (p.1476), emphasizing communication skills training with a focus on the "front line of

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operation" (p. 1475) provided by paraprofessionals and professionals providing backupservices.

Also in 1970, the U.S. military addressed mental health manpower shortages byincreasing the use of paraprofessional specialists who were taught entry-level skills tohelp soldiers in need (Nolan & Cooke, 1970). Training included conducting interviews,collecting historical, situational and observational data, and developing referral skills toconnect the soldier with professional mental health resources. Identifying commonmental health problems and relating to problems in a realistic way were included in thetraining. Program evaluations indicated that trainees "quickly and confidently transposetheir course-acquired skills to the job situation" (Nolan & Cooke, 1970, p. 79).

More recently, basic psychological first aid programs have been effective inBangladesh, where psychosocial support is used in emergency situations (Kabir, 2011).As well, nurses and health care staff have been trained as mental health facilitators inthe United Kingdom to recognize depression, anxiety, stress, drug and alcoholproblems, grief reactions, and domestic violence; make referrals; and provide supportand aftercare. These nurses also assist people with co-occurring disorders and providmental health promotion in the schools. Furthermore, the nursing profession in theUnited Kingdom has noted that community mental health care is a particular problemárea, resulting in the development of the mental health assistant practitioner as acreative practice strategy to reduce the costs of services as well as improve multi-professional communication based on local needs (Warner & Ford, 1998; Warne &McAndrew, 2004).

Although implementing such grassroots community mental health programs is noteasy, global health care organizations have demonstrated greater need to developinnovative uses of informal mental health assistants and facilitators to establishcommunity mental health services (Warne & McAndrew, 2004). In the long run, if thegap in mental health services is sufficiently closed, it must include the use of non-specialists to deliver care (Eaton, 2013; Eaton et al., 2011; Hinkle, 2006, 2009). Suchnon-specialized workers will have received novel training in identifying mental stress,distress and disorders; providing fundamental care; monitoring strategies; and makingappropriate referrals (see Becker & Kleinman, 2013; Hinkle & Schweiger, 2012; Hinkle,Kutcher, & Chehil, 2006; Jorm, 2012; Saraceno et al., 2007).

The Mental Health Facilitator Training Program

Existing data speaks loudly to the need for accessible, effective and equitable globalmental health care. However, a common barrier to mental health care is a lack ofproviders who have the necessary competencies to address basic communitypsychosocial needs. This barrier has been clearly identified by WHO and variousnational and international organizations, including NBCC-I (Eaton, 2013; Hinkle, 2006,

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2009, 2012c; Hinkle & Saxena, 2006; Patel, 2013; WHO World Mental Health SurveyConsortium, 2004; WHO, 2005, 2010a, 2010b).

General MHF Background Information and RationaleIn 2005, officers from NBCC-I met with the director of the WHO Department of

Mental Health and Substance Abuse to discuss the challenges of international mentalhealth care. As a result of these meetings, WHO selected 32 international mental healthprofessionals to evalúate NBCC-I's proposed MHF program, with almost 100%supporting its development. Subsequently, the curriculum and master training guidewere completed by NBCC-I in 2007. Drafts of the curriculum and proposed teachingmethods were piloted on two occasions in México City with mental health professionalsfrom Europe, the Caribbean, África and the United States. Additional subject matterexperts facilitating pilot development included mental health professionals fromMalaysia, Canadá, Trinidad, St. Lucia, Turkey, India, México, Botswana, Romanía andVenezuela.

The resulting MHF training program draws on a variety of competencies derived fromrelated disciplines, including but not limited to psychiatry, psychology, social work,psychiatric nursing, and counseling. Its eclectic programming and internationalcomposition allowed for a flexible training model with expertise drawn from globalpractices. Because MHF training is transdisciplinary, traditional professional helpingsilos are not reinforced; skills and competencies are linked instead to population-basedmental health needs rather than professional ideologies. Thus, individuáis with MHFtraining (MHFs) can effectively identify and meet community mental health needs in astandardized manner, regardless of where these needs are manifested and how theyare interpreted. Mental health and the process of facilitating it is based on developingcommunity relationships that promote a state of well-being, enabling individuáis torealize their abilities, cope with the normal and less-than-normal stresses of Ufe, workproductively, and make a contribution to their communities.

The MHF training program was first taught in Lilongwe, Malawi in 2008 and hassince been taught approximately 108 times by 435 trainers, including 181 mastertrainers in 20 countries. The MHF program recently expanded to provide mental healthassistance in more established countries, as manifested in the program's currentpopularity in the United States (Schweiger & Hinkle, 2013). This expansión also marksthe completion of an educators' edition of the MHF curriculum for use in schools with afocus on students, teachers and schooling.

To date, the MHF training program has been implemented globally to enhancemental health care at various levéis. At the formal, primary health care level, generalmedical practitioners provide acute and long-term treatment to individuáis with a varietyof mental disorders, supplemented by the efforts of individuáis with MHF training. MHFsalso augment specialized services by functioning within a mental health care team toprovide support, targeted assistance, referral and follow-up monitoring (Paredes,

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Schweiger, Hinkle, Kutcher, & Chehil, 2008). Likewise, informal community care ischaracterized by community members without formal mental health education ortraining providing much-needed services. At this level, nonclinical forms of mentalhealth care such as psychological support or strategic problem solving by communityleaders, family groups, and local elders (including indigenous healers) are emphasized.MHF training has been used to bridge the gap between formal and informal mentalhealth care where MHFs work within both systems and do so simultaneously (Hinkle,Kutcher, & Chehil, 2006). With due respect to horizontal and vertical considerations,MHFs have augmented traditional, formal inpatient services by working with mentalhealth teams to provide family support and education, monitor follow-ups, and providepractical "in the trenches" assistance (see Figure 1). This is where informal care,including self-care, becomes critical (Murthy, 2006).

Figure 1. Modified WHO Pyramid Framework: MHF (Hinkle, 2013b)

Contextualizing the MHF Program

Most importantly, it is ill-advised to attempt to understand people outside theirenvironments; people must be considered within the characteristics of their respectivepopulations (Galea, 2013). The MHF program is designed to be flexible so local expertscan modify components of the training to reflect the realities of their situation. Localstakeholders then identify and include specific competencies in their MHF trainings. Asa consequence, consumers and policymakers ensure that MHF trainings provideculturally relevant services to the local population. Furthermore, the MHF trainingcurriculum was conceived as a dynamic document and is revised once each year basedon input from local institutions and individuáis who provide MHF training. Thiscontextual, organic approach grounds the MHF program in the principie that mentalhealth care is a combination of both universally applicable and context-specificknowledge and skills (Furtos, 2013; Hinkle, 2012a; Paredes et al., 2008). The programconsists of integrated knowledge ranging from basic mental health information andpromotion to specific, local, culturally relevant helping strategies. The global MHFprogram provides equitable access to quality first-contact interventions, including butnot limited to mental health advocacy, helping skills, and monitoring and referral, all ofwhich respect human dignity and rights, and meet local population needs.

Individuáis receiving MHF training represent a broad cross section of the community.Diverse trainee backgrounds increase the possibility of addressing the various gaps inlocal mental health care, which helps local policy makers, service providers, NGOs andcommunities meet mental health needs without costly infrastructural investments.Moreover, contextualized MHF training facilitates further development and delivery ofcommunity-based care consistent with WHO recommendations for addressing the gapin global mental health services.

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Bottom-Up vs. Top-Down Community Strategies

It is commonly known that top-down approaches across public services generallyhave limited success. Conversely, long-term strategies that enhance the successfulimplementation of public mental health services are best when they are centrallyfacilitated from a locally directed, bottom-up approach (Rock, Combrinck, & Groves,2001). From both a service delivery and administrative perspective, a bottom-upstrategy has its advantages. One obvious benefit is that it requires local stakeholders toarticúlate objective and verifiable goals that use a "common currency" (p. 44) orterminology (Rock et al., 2001).

Similarly, MHFs have the advantage of serving as community leaders developing"upstream" versus "downstream" care, as well as providing important links toprofessional mental health care (Hinkle, Kutcher, & Chehil, 2006; Hoff et al., 2009;McKinlay, 1990). MHFs working in communities apply primary prevention principies byanticipating mental health services for people who may be vulnerable. For instance,MHFs in Bhutan provide drop-in peer assistance for young people challenged by rapidchanges in their society. When MHF services are available at the secondary preventionlevel, people with mental health issues can often avoid disruptive and costlyhospitalization. MHFs can assist with reducing long-term disabling effects amongpeople recovering from a mental disorder by appiying tertiary prevention measures fromthe bottom up (Hinkle & Saxena, 2006; Hoff et al., 2009). Furthermore, governmentaldirection from the top needs to intersect with community efforts from the bottom (Isaac,2013; see Figure 1); and once programs are vetted from the top, they need to bediverted to bottom-up management (Eaton, 2013).

Although community mental health programs may achieve local success, few havebeen systematically scaled up to serve the needs of national populations. Despite thearray of treatments for mental health, little evidence exists regarding their feasibility andeffectiveness when integrated into routine care settings among low- and middle-incomecountries. Even though bottom-up approaches offer advantages, they also requireoutcome measurements, something that mental health workers have found traditionallyburdensome (Rock et al., 2001). For example, evidence-based mental healthinterventions for people exposed to conflict and other disasters are weak, especially forstrategies implemented in the midst of emergencies (Patel, Araya, et al., 2007). Only asmall fraction of the clinical research triáis regarding mental health treatment have beenadministered in low-income countries, resulting in a dearth of knowledge abouttreatment effectiveness in poor, culturally diverse settings (Becker & Kleinmen, 2013).Consequently, the MHF process is currently undergoing an evaluation in two diversecountries on two sepárate continents to seek evidence for the effectiveness of thistraining program. This is a critical step in the program's continued development,because empirical evaluation of lay health workers' implementation of communitymental health services in low- and middle-income countries has been historically

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insufficient (Lewin et al., 2005). However, if the global strategy is to only collect moreinformation and add to data resources, there will continué to be a gap in humanresources.

As planned, individuáis seeking MHF training have represented a broad crosssection of local society, ranging from school teachers and principáis to businessowners, clergy and neighborhood workers. MHF volunteers are also pólice officers,neighborhood workers, community leaders, NGO employees, elders and indigenoushealers. In fact, such healers in Malawi, África have learned to apply their first-contactmental health skills to identify, assess, support and refer people in need of acute mentalhealth care through the MHF program. This diversity of trainee backgrounds at thegrassroots level increases possibilities for addressing as many gaps as possible incommunity mental health care. Indeed, grassroots efforts emanate from the groundlevel (Eaton, 2013; Hinkle, 2010b, 2012a; Hinkle & Schweiger, 2012; Schweiger &Hinkle, 2013).

The Global MHF Partnership

Partnerships among NGOs, governments, agencies and academia can make adifference in the mental health workforce capacity by integrating global expertise withlocal knowledge (Fricchione, Borba, Alem, Shibre, Carney, & Henderson, 2012; WHO,2009). As countries recognize the dearth of community health services and attempt todevelop fundamental services with a mental health focus, the MHF training program isappealing because of its emphasis at the "street" or "trenches" level (Hinkle, 2012a).This is a critical component of the MHF training program since local stakeholdersalways have more at stake in risk reduction and capacity building than agencies outsidethe local neighborhood, village or barrio (Abarquez & Murshed, 2004). For example,MHF training has benefited the people of México City who have had historically limitedaccess to mental health services (Suck, Kleinberg, & Hinkle, 2013a).

The initial stage of the MHF training process identifies local partners who have thewillingness and ability to increase local mental health care capacity. NBCC-I negotiatesMHF training with partners such as educational institutions, government agencies,NGOs, prívate companies or other entities capable of managing a training. An idealglobal partner has the capacity and ability to maintain the MHF program and promotecontinuing mental health education. NBCC-I and respective training partners identifymaster trainers who can train more trainers, ensuring a multiplier effect (NBCC-I, 2013).In countries where English is not a primary or spoken language, it is necessary totransíate and adapt the MHF curriculum and materials. Thus far, MHF partnershipshave resulted in the curriculum being translated into 10 languages: Arabic, BahasaMalaysian, Bhutanese (Dzongka), Chínese, Germán, Greek, Japanese, Portuguese,Spanish and Swahili.

The MHF Curriculum: General Features

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NBCC-I has responded to the care-need gap challenge, and developed andstandardized the MHF curriculum drawing on a variety of competencies derived fromrelated mental health disciplines within a cultural context. General, nonclinical, first-responder forms of community mental health care such as basic assessment, socialsupport and referral are included in the MHF curriculum. Similar models that includeassessment, advising, agreement on goals, interventions, support and follow-up havebeen used successfully in mental health care (Fiore et al., 2000; Hinkle, 2012b, 2012c;Whitlock, Orleans, Pender, & Alian, 2002). Currently there are MHFs on five continents,with new trainings being coordinated almost weekly. In developing the curriculum, aneclectic group of professional contributors allowed for a flexible training model withexpertise drawn from various international practices. The training consists of 30 hoursthat can be taught on consecutive days, or divided into its 20 modules and taught overseveral weeks, depending on the needs of the local community (Hinkle & Henderson,2007). As local stakeholders are identified and trained using the MHF curriculum, theybecome the foundation on which to build community mental health care.

The MHF training includes a certifícate of completion for anyone successfullycompleting the program, and additional certificates of completion for trainers and mastertrainers. Trainers are required to hold a bachelor's degree or its equivalent, and mastertrainers must have a master's degree or its equivalent in a mental health-relateddiscipline. One affirming by-product of the training is the identification of individuáis whodesire more training and education in mental health services. For example, the MHFprogram in Bhutan has led to specified substance abuse training in severalcommunities, as well as two students seeking gradúate studies in counseling in theUnited States.

Specific Features of the MHF CurriculumThe MHF curriculum is based on the universality of mental stress, distress and

disorders (Desjarlais, Eisenberg, Good, & Kleinman, 1995; Hinkle & Henderson, 2007).MHF training includes numerous topics such as basic helping skills, coping with stress,and community mental health services. The program consists of fundamental,integrated mental health knowledge and skills ranging from community advocacy andcommitment, to specified interventions such as suicide mitigation. Also included in thecurriculum are segments on working with integrity and not providing services outside thelimits of training and experience (Hinkle, 2010a; Reyes & Elhai, 2004). In general, MHFsare taught that negative and unhealthy assumptions about life and living contribute toadditional mental and emotional stress (Browne & Winkelman, 2007; Feiring, Taska, &Chen, 2002; Sonne, 2012).

More specifically, the curriculum begins with a section on the benefits of investing inmental health, cost-effective interventions, impacts of mental disorders on families,barriers to mental health care, confidentiality and privacy, and the goals of the MHFprogram. Understanding perspectives regarding human feelings, effective nonverbal

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and verbal communication, and using questions effectively in the helping process alsoare covered in the curriculum, as well as how to assess problems, identify mental healthissues, and provide support (Hinkie & Henderson, 2007). Making effective referrals is acrucial segment of the curriculum because this skill also serves the purpose of steeringpeople to physicians for co-occurring physical disorders such as diabetes, heart diseaseand chronic pain (Gureje, 2013).

MHF trainees also learn how to effectively end a helping relationship—an essentialskill taught to mental health workers for the past 40 years (Hiñes, 1970; Hinkie &Henderson, 2007). MHFs learn that the helping process involves joining with the personseeking assistance, identifying specific concerns, assessing the level of difficulty,surveying the possibilities, solving problems and making choices, and referring to moreformal care where appropriate. This is accomplished within a simple frameworkemphasizing personal strengths and mitigation of significant stress.

Following the basic helping skills section of the curriculum, which emphasizes theage-old but important phenomena of human development and diversity, traineesconcéntrate on the abilities, needs and preferences that all people possess and howthese are integrated in various cultures (Eider & Shanahan, 2007; Huston & Bentley,2010; Lerner, 2007). A section on understanding various types of encountered problemsintroduces trainees to the concept of a balanceó, less balanceó, little balanceó, or offbalance mental health continuum, alongside how to solve problems and set goals withpeople experiencing difficulty coping with life (Hinkie & Henderson, 2007). Similarly,trainees learn about stress, distress and basic mental disorders including anxiety andpost-traumatic stress disorder (PTSD), depression and mania, psychosis andschizophrenia, substance abuse and dependence, delirium and dementia, mentalretardation (intellectual disability), chronic pain, and epilepsy. Child reactions to trauma(van Wesel, Boeije, Alisic, & Drost, 2012) and child maltreatment (Wekerle, 2011) alsoare covered in the MHF curriculum, which emphasizes helping children and adolescentsin the least restrictive environment and as cióse to their communities as possible (Hinkie& Henderson, 2007).

Preventing suicide and effectively dealing with an actual suicide are two topics ofrelevance covered in MHF training. Suicide is a leading cause of death in low- andmiddle-income countries, especially among young people (WHO, 2006a). Self-poisoning using pesticides is common, with estimates of 300,000 of these deaths a yearin the Asia-Pacific región alone (Patel, Araya, et al., 2007), validating the need forsuicide's inclusión in the curriculum.

In the 1990s, humanitarian organizations began to recognize the increased need forpsychosocial support after various types of disasters (Barran, 2004; Wells, 2006).Disasters result in tremendous loss of property, resources and life. In addition, political,economic and social disruptions are common consequences that have mental health-related implications. Therefore, information about assisting individuáis and families in

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the aftermath of disasters is included in the MHF curriculum (Hinkle & Henderson, 2007;Wells, 2006). The MHF training also emphasizes ways to assist with situations involvingdomestic violence, refugees, migrants and victims of human trafficking and war, as wellas other unfortunate forms of crisis.

Stress-related disorders, as depicted in the MHF curriculum, go largely untreated inmany áreas of the world, especially when crises and disasters strike. It is all too oftenthe scenario that an earthquake, typhoon, hurricane or human-made crisis hasoccurred, and limited or no mental health care services are available following theevent. Attempts to provide assistance in the aftermath of these disasters have comefrom governmental responses, NGOs, and community and religious organizations, but itis important to note that even professional mental health workers receive cursoryinstruction in disaster interventions (Hinkle, 2010a). The need for greater mental healthresponse services is apparent; MHFs from Lebanon to Liberia have assistedcommunities following civil war and refugee crises, and MHFs in China have assisted inthe aftermath of a major earthquake using the basic mental health training they receivedfrom the MHF curriculum.

Regardless of their génesis, many mental health-related concerns are largelydependent on problem-solving abilities, a focus on cultural valúes regarding mentalhealth functioning, and social and economic support (Hinkle et al., 2006; Hoff et al.,2009), all of which are addressed in the MHF curriculum. Studies from stress-relatedliterature suggest that a fundamental problem-solving coping approach is generallyassociated with positive outcomes (Benight, 2012; Taylor & Stanton, 2007), whereasavoidant-related coping is associated with negative outcomes (Littleton, Horsley, John,& Nelson, 2007); thus the emphasis on problem-solving skills in the MHF curriculum.

Lastly, consulting with helping professionals during mental health emergencies andrecognizing the importance of self-care when working in crisis situations also are part ofthe MHF curriculum. The curriculum culminates with the all-important localcontextualizing of what trainees have learned during their MHF training (Hinkle &Henderson, 2007; Sonne, 2012).

Potential Limitations

Unfortunately, organizational, cultural, and professional concerns coinciding with theoften ambiguous role and purpose of mental health care can beset the expanding use ofcommunity helpers and may have an unintended impact on role identities among thegeneral health workforce (see Warne & McAndrew, 2004). Possibly complicatingmatters further, the MHF program is a set of concepts and skills, not a professionaldesignation. One concern associated with the MHF program is therefore its potential forpropagating invisibly and resulting in new worker roles that cause confusión withinstandardized health care. Although "the potential of the fully visible and verbalparaprofessional to effect changes in the delivery of psychiatric care is vast" (Lynch &

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Gardner, 1970, p. 1478), it could become problematic in some locations if MHFs are notstrategically blended into community health services. It has long been known thatwithout a viable, transparent strategy, the utilization of MHFs could make for strainedrelationships in places where the program is not fully vetted. Furthermore,organizational structures that are not flexible or willing to pursue institutional changeand innovation may have more difficulty accepting the MHF program (Hinkle, 2012b).Therefore, local and global political and networking skills are critical to the MHFprogram's sustainability.

Working conditions and available remuneration for community programs and workersraises several questions that will need to be addressed at some point (Hongoro &McPake, 2004). For instance, could municipalities and governments make MHF a jobclassification with an upwardly mobile career ladder within existing mental healthservices? Where financial incentives are not possible, could ad hoc benefits such asaccess to more training be feasible? How will MHF trainings be sustained incommunities over time? Will volunteers be able to conduct the MHF program withlimited resources? Additionally, for the program to be sustainable, trainers must haveincentives to train more MHFs as community service providers. Without trainersteaching more programs, it is likely that a multiplier strategy will have limited success.

Another potential criticism of the MHF program is that the quality and safety of carecould be compromised using community workers. However, the more critical pointremains that providing basic assistance is much safer and salubnous than providing nocare at all (see Hongoro & McPake, 2004). As in mental health nursing, supervisión andmentohng of MHFs will at some point become an issue (Eaton, 2013; Warne &McAndrew, 2004). Furthermore, supportive supervisory relationships are importantbecause supervisors are perceived as role models (Thigpen, 1979) in addition toproviding needed guidance for informal community mental health workers.

Future MHF training strategies will need to incorpórate continuing communityeducational development in mental health. Twinning or pairing universities in developingcountries with those in less-developed countnes is one method for increasing continuingeducation efforts. Distance learning can be an effective delivery method as well.However, twinning and distance education are all too often not core interests indeveloping nations, which tend to lack expertise in managing such partnerships (seeFricchione et al., 2012; Hongoro & McPake, 2004).

Conclusión

For the MHF program to proliferate, it will take not only training, education andimplementation in often less than optimal working conditions, but also savvy negotiationof often poorly managed political systems that experience some level of corruption andinability to impact the universal stigma that plagues mental illness. To manage theprogram effectively, the global MHF strategy will need to continué to be accessible from

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the bottom up and maintain an uncomplicated implementation process. Patel (2013) hasadvocated that community mental health must be simplified, available where peoplelive, locally contextualized, affordable and sustainable. The MHF program has met all ofthese criteria with the exception of sustainability, and only more time will tell the level ofprogram longevity.

Advances in alleviating the costs of mental disorders have been limited and slow incoming (Becker & Kleinman, 2013). It is abundantly obvious that the challenges ofunmet mental health needs negatively impact societies and economies around theglobe. Becker and Kleinman (2013) have recently reported that "according to virtuallyany metric, grave concern is warranted with regard to the high global burden of mentaldisorders, the associated intransigent, unmet needs, and the unacceptable toll ofhuman suffering" (p. 71). The burden of mental disorders at the social and individuallevel is comparable to that of physical disorders and substantially impacts the capital ofall countries. Social factors are critical to the promotion and prevention of mental health(GGMHP, 2013b). Furthermore, children exposed to adult mental health disordersamong their caregivers, as well as emotional psychological trauma, are predicted tohave higher risks of mental disorders in adulthood, further compounding the problem(Chatterji, He, & Alonso, 2013; Patel, Araya, et al., 2007; Patel, Flisher, Hetrick, &McGorry, 2007). WHO (2010a, 2010b) has recommended bridging the care-need gap;however, this will not occur while services are embedded in professional silos ratherthan being population-centered (Chatterji & Alonso, 2013; Hinkle, 2012c).

The need to address workforce issues affects the quality and quantity of internationalmental health services (Warne & McAndrew, 2004); there is a clear link between humanresources and population health. Community and family caregiving for mental disorders,often uncompensated, has a "tremendous valué from a public health perspective by wayof offsetting the costs and services of expensive and critically shorthanded healthcareprofessionals" (Viana et al., 2013, p. 134). At the American Psychiatric Association'sannual convention in 2013, Galea reported that the social aspects of mental health arenot a sideshow, but at the very core and not being paid attention to. Unfortunately, noteven the laudable efforts of the WHO or United Nations have been able to bringcountries that are in desperate need of basic mental health care together effectively.Sadly, psychiatry alone cannot do enough in the global context; world mental health is asocial issue (Galea, 2013) and much larger than any one profession (Furtos, 2013).This reality underscores the need for urgent development of grassroots communitymental health programs.

For over 40 years, community mental health workers have known that a keycomponent of any program's design is its ability to be flexible (see Lynch & Gardner,1970). Flexibility allows for the modification and contextualization of programs by localleaders to reflect realities of current social contexts and circumstances (Furtos, 2013;Rock et al., 2001). As aforementioned, this approach grounds the MHF program on theprincipie that mental health care is a combination of basic, universally applicable and

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context-specific knowledge and skills. Supportive social networks in the communityresult in less need for expensive professional treatments and hospitalizations (Forchuket al., 2005). Moreover, grassroots approaches will aid global attempts atdeinstitutionalization.

Governments of low-income countries are constrained by a lack of resources. In fact,in 85% of low-income countries, essential psychotropic medications are not available(Becker & Kleinman, 2013); monies for mental health care are disproportionately lackingeven though their associated burden is tremendous (WHO, 2004a). Wider, horizontalapproaches to global community health care have been successful in the managementof childhood illness (Gwatkin, 2004) and can likewise be successful in general mentalhealth care. Furthermore, the benefits of essential psychotropic medications can begreatly enhanced by adjunctive psychosocial treatments including population-basedmodels of mental health care (Patel, Araya, et al., 2007; Patel, Flisher, et al., 2007).

In summary, the MHF program is making an impact from Bhutan to Berlín and fromBotswana to Bulgaria. Its training process provides equitable access to first-responderinterventions including mental health promotion, advocacy, monitoring and referral, andthe implementation of community MHF training furthers the development and delivery ofcommunity-based care consistent with WHO's recommendations for addressing globalmental health needs. The population-based, transdisciplinary MHF training modelprovides countries with a workable human resource development strategy to effectivelyand equitably bridge the mental health need-care service gap, one country at a time.

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Dr. J. Scott Hinkle is the Director of Professional Development at NBCC-I. Forfurther information on the MHF program, please contact Adriana Petrini [email protected]. The author appreciates editorial contributions from LauraJones, Katherine Clark, Ryan Vale, Traci Collins, Allison Jones, and Keith Jones.

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A versión of this article was originally presented at the World Mental HealthCongress, August 28, 2013, Buenos Aires, Argentina (Spanish: "Facilitación deSalud Mental (MHF): Una Estrategia Comunal"). Correspondence can beaddressed to J. Scott Hinkle, NBCC, 3 Terrace Way, Greensboro, NC 27403,[email protected].

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MENTE-CUERPO: La vía de la enfermedad y de la sanación.

Por Antonio Briones.

Aproximaciones actuales

La investigación más actual confirma la fuerte interdependencia que existe

entre los niveles físico y psicológico del funcionamiento humano. Más

específicamente, las evidencias muestran que cuando existe una tensión aguda,

se produce una respuesta masiva de descarga del sistema nervioso simpático. La

activación del sistema nervioso y la de hormonas dentro del cuerpo actúan para

aumentar la velocidad del corazón, la presión de la sangre, la tensión muscular,

aumentar la memoria y la agilidad mental, abrir los bronquios en los pulmones y

comprimir los vasos sanguíneos necesarios para ayudar a combatir, a la vez que

se aumenta la capacidad de coagulación de la sangre. Otra posible reacción a

estas situaciones de tensión aguda se ha llamado respuesta "Possum" y consiste

en una alteración masiva del sistema parasimpático. En esta forma de respuesta,

la presión de la sangre y el corazón disminuyen, pudiendo causar un desmayo, los

músculos se relajan y el estómago secreta más ácido. La llave determinante por la

cual una de estas dos sendas se activa, depende de la interpretación personal de

la situación. Si pareciera que la pelea o la huida es posible, se producirá la

respuesta de lucha. Si uno se siente impotente para pelear, escapar o alterar la

situación, entonces es más posible que aparezca la respuesta Possum. Ambas

respuestas son "arquetípicas" bastante poderosas e intensas y orientadas hacia la

supervivencia. Sin embargo estas respuestas no vienen sin un precio, ya que

implican una demanda significativa de las células y órganos del cuerpo. Ahora

bien, la mayor parte de las situaciones que amenazan la sobrevivencia de los

animales duran menos de veinte minutos. Si el animal sobrevive al desafió,

generalmente es seguido por un período de relajamiento o reposo. Con un período

de recuperación, el daño es mínimo y el cuerpo es capaz de recuperarse así

mismo. Desafortunadamente para los seres humanos existen formas inapropiadas

de sobre actividad como respuesta a la tensión que persiste por largos períodos

Número 24 - Marzo 2014- www.revistaenfoquehumanistico.com 1

de tiempo. De este modo, estados de miedo, hostilidad, impotencia y

desesperación, pueden llevar a la falta de equilibrio en los sistemas endocrino,

inmune o nervioso, con disturbios resultantes en un nivel físico y psicológico.

La pregunta que surge es, ¿porqué que los efectos negativos de ciertas

tensiones pueden continuar por largo tiempo después que la situación de tensión

ha pasado?. La respuesta puede obtenerse a partir de la dinámica del

"aprendizaje dependiente del estado".

Mente y cuerpo están ligados a través de una red de sistemas de

comunicación de moléculas mensajeras Estas moléculas son producidas y

transmitidas por el cerebro, sistema nervioso periférico, sistema inmune, sistema

endocrino y región gastro-intestinal. Tienen la capacidad de pasar por entre las

membranas de las células del cuerpo y logran el acceso directo o indirecto al

núcleo celular. Una vez en el núcleo, pueden modular la expresión de ciertos

genes. Estas proteínas son el equivalente de las memorias, asociaciones,

conductas habituales, y emociones. De este modo, estas células ayudan a regular

todas las funciones del cuerpo, incluyendo la conducta, el aprendizaje,

metabolismo y crecimiento, existiendo distintos niveles de intercambios de

información y retroalimentación, que permiten promover un ambiente estable

capaz de responder a los cambios y desafíos con rapidez. Estos procesos de

aprendizaje y adaptación ocurren continuamente dentro de las células del cuerpo.

Esta es la forma en que se aprende y crece, sin embargo, estos procesos varían

cuando el aprendizaje se produce en estados de intensa emocionalidad,

produciéndose memorias de condición dependiente.

Las memorias de condición dependiente, dependen y se ven limitadas por

la condición psicofisiológica en que fueron adquiridas. De este modo, sólo se

puede recordar o tener acceso a este tipo de aprendizaje y memoria en cierto

estado fisiológico, o cuando están ligadas con un símbolo que se asocia a ese

estado. Por tanto, el aprendizaje que se ha producido en una condición límite o en

estados físicos y emocionales intensos, presenta gran dificultad para ser

recordado cuando la persona se vuelve a encontrar en un modo normal de

funcionamiento. Este fenómeno se produce debido a que en los estados intensos

se incrementan la liberación de moléculas mensajeras. Cuando la crisis ha

pasado, disminuye la secreción de hormonas y la liberación de moléculas

mensajeras, volviendo a su estado habitual. Por otra parte, estas substancias,

antes liberadas, son rápidamente metabolizadas y sacadas de la proximidad de

las células. De este modo, lo que rodea las células nuevamente se acerca a una

condición más normal y los aspectos de los genes que estaban descubiertos por

estas sustancias son cubiertos otra vez "la adrenalina por ejemplo no solo activa

una gama de respuestas de reacción, sino que también modula la retención de la

memoria". Esta es una razón por la que los recuerdos y sucesos relacionados con

la tensión son tan profundamente integrados o aprendidos en nuestro ser. Y

también explica, porqué nuestra memoria se vela después de una situación

intensa, poco después del suceso.

Aunque nuestra habilidad para acceder al material codificado es de estado

dependiente, la síntesis de la proteína para estas emociones y modelos de

conducta pueden continuar aún después que la persona ha vuelto a un estado

físico y emocional más normal. Las células pueden seguir generando

neuropeptidos que codifican modelos de ansiedad, tensión, miedo o abandono.

Cuando la tensión inicial ha amainado el medio ambiente de la hormona

extracelular, vuelve a la normalidad, esto dificulta el acceso a las conductas y

emociones generadas en el momento de la crisis. Lo que ha sido llamado

represión, puede en este momento ser un estado obligado de memorias, dado que

estas son verdaderamente inaccesibles a la conciencia normal, no existiendo

camino de acceso a ellas. El sentimiento familiar de: "no sé por qué tengo esa

sensación, pero la tengo..." es frecuentemente una manifestación de este estado

de amnesia dependiente. El modelo que genera este sentimiento, no es accesible

a una memoria de acceso corriente.

Algunos programas internos de codificación, continuamente pueden

producir reacciones inadecuadas en un nivel físico, mental o emocional. La

ansiedad generalizada y continua, y la tensión experimentada por sujetos con

Número 24 - Marzo 2014- www.revistaenfoquehumanistico.com 3

desordenes de estrés post traumáticos es un ejemplo de esto. Ciertas tensiones

(especialmente aquellas que inducen a alguna forma de trance o disociación)

pueden producir "algo en nuestro interior", debido a que se asocia un tono

psicológico emocional a las células de nuestro organismo.

Si hay suficientes componentes de miedo, abuso, rabia, soledad, etc.,

literalmente se pueden convertir en la química del cuerpo. Después que la

experiencia intensa ha pasado muchos aspectos de nuestra vida se pueden sentir

más normales, pero algo dentro puede que nunca parezca normal. Por un lado

esto es parte de nuestro cuerpo, pero puede parecer extraño a nuestra forma

habitual de ser. Puede experimentarse como: "algo interno con vida propia", y de

alguna manera la tiene.

Aún si en el presente, la persona se siente relativamente estable

emocionalmente, es posible que estos moldes, aprendidos en el pasado, estén

contribuyendo a afectar la salud creando condiciones atávicas de mal

funcionamiento. Entre las condiciones físicas que principalmente se relacionan

con estados emocionales intensos se encuentran: tensiones crónicas de la

musculatura que se activa con los estados de vigilancia; secreciones hormonales

por encima de lo normal cronificadas; problemas con la cortisona, diabetes y

respuesta inmune reducida: alteraciones en los reguladores estomacales (acidez,

ulceras, gastritis, reflujo); alteraciones de la adrenalina y noradrenalina que

pueden producir presión sanguínea elevada y dolor al corazón; alteraciones en

las hormonas sexuales, en la menstruación, ovulación y endometriosis; alteración

en el funcionamiento del sistema inmunitario; susceptibilidad a las infecciones

aumentada; aumento de respuestas a la alergia (alergia a la comida, fiebre de

heno, asma); auto inmunidad a enfermedades (lupus, reumatismo, artritis):

aumento de riesgo en /o cáncer progresivo; asma, colon irritable; vejiga espástica;

compresión crónica de la circulación de la sangre en áreas corporales específicas;

infecciones que se repiten; dificultades en la curación de heridas y fracturas.

Aproximaciones terapéuticas para curar problemas de condición atávica.

A pesar de todo esto, hay personas que habiendo tenido durante periodos

importantes, alguno de los síntomas enumerados, pueden quedar curados a partir

de lo que denomina una "sensación de cambio". Existen tres niveles generales de

intervención, que la mayor parte de las terapias promueven en el intento de

influenciar este proceso.

1.- Entrenamiento de modelos nuevos más sanos, para intentar anular el

antiguo modelo de condición dependiente.

Una respuesta natural al sentirse mal es hacer o decirse a uno mismo

cosas que lo hagan sentir mejor (afirmaciones positivas, poder de la voluntad,

hablarse a sí mismo). Hasta cierto punto, algunos lo que encuentran de ayuda, sin

embargo no cambia el proceso de continuar codificando el antiguo modelo de

tensión inducida. Otros pueden encontrar que "el tratar de sentirse mejor"

realmente intensifica el sentido de conflicto interno. También sucede que, incluso

estos modelos disfuncionales de condición inducida que se hayan con frecuencia

fuertemente arraigados, son interpretados como "una tendencia autodestructiva",

más que ser reconocidos por lo que son.

La comprensión del fenómeno de condición dependiente proporciona una

buena oportunidad para reflexionar acerca del sufrimiento que puede causarse al

utilizar en forma inadecuada semi-verdades tales como "tú elegiste tu

enfermedad" o "no te estás mejorando por que no lo deseas suficientemente". El

uso de este tipo de afirmaciones de poder, voluntad, etc. tiene cierto valor al

intentar crear modelos más sanos, pero es incapaz de revertir el anterior "lavado

de cerebro celular", especialmente si estas afirmaciones son hechas en el estado

de conciencia habitual y si los modelos de disfunción que fueron "aprendidos" no

son accesibles conscientemente. Estos aprendizajes no fueron "elegidos", y

puede ser extremadamente difícil y doloroso acceder a la condición de memoria

dependiente asociada con los mencionados estados emocionalmente intensos.

Estas interpretaciones mal entendidas frecuentemente llevan a que las personas

sientan culpa por su enfermedad. Ahora que se sabe como estos estados se han

formado, no parece adecuado contribuir a agregar más culpa y padecimiento en

estas situaciones al repetir estos lemas tan poco iluminados.

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2.- Desconectar los estímulos de la respuesta atávica que elicitan

Las modalidades como la PNL (programación neuro-linguistica)

frecuentemente se usan para cambiar las asociaciones que disparan los

síntomas. Por ejemplo, una persona con fobia a las arañas puede aprender a

desconectar la "araña" con la reacción de pánico. De esta forma se elimina la

araña como disparador de síntomas, resultando un tratamiento adecuado para

muchas personas y situaciones. Sin embargo, a no ser que esas modalidades

sean usadas como un vehículo para acceder a la condición dependiente pertinente

más que al síntoma a eliminar, no se abrirá lo que queda del modelo negativo

inicial, y no habría un re-aprendizaje en "la memoria celular".

3.- Recodificar, los programas disfuncionales actuales, en un nivel celular.

Este enfoque sugiere que la única forma para terminar este proceso en sus

raíces es volver a acceder al ambiente químico /hormonal inicial (generalmente

asociado con sentimientos y emociones) bajo el cual el aprendizaje original tuvo

lugar. Esto permite el acceso a los genes que aún están codificándose por las

proteínas que han sido liberados en la respuesta de la tensión inicial. También

ofrece la oportunidad de remplazar el programa inicial disfuncional por uno

diferente.

Ahora Bien, hay varios caminos para volver a tener acceso al proceso de

codificación de estado dependiente:

a.- Tratar de recrear condiciones emocionales parecidas (asumiendo que la

bioquímica seguirá el conjunto).

b.- Tratar de cambiar las características y campo del foco atencional trasladándolo

a otro aspecto del malestar.

c- Tratar de acceder a la condición inicial por alguna de sus asociaciones, como

por ejemplo a través de: Visualizaciones, ciertos acercamientos por el trabajo del

cuerpo, terapia de conversación e hipnosis.

Frecuentemente, durante este proceso de curación, se produce cierta

catarsis y relajo emocional al salir a flote los recuerdos "reprimidos". Sin embargo,

este modo de curación es muy delicado. En este proceso es importante, no sólo

que la persona se abra a esa condición emocional / bioquímica, sino que también

es importante recibirla con apertura, aceptación y respeto. El objetivo, idealmente

es que se produzca un nuevo aprendizaje en el que la tensión y las asociaciones

que elicitan se unieran con la energía autopropulsada que se podría llamar

metafóricamente "proteínas de bondad", de manera que no se produzca un

aumento de tirantez, aflicción y enfermedad en un, ya, afligido cliente.

Durante el proceso de curación las personas pueden ingresar a estados en

los cuales quedan vulnerables a muchas influencias (nuevamente están abiertos a

un nuevo aprendizaje de condición dependiente) y pueden ser inadvertidamente

re-traumatizados o re-programados con asociaciones poco sanas. Hay, por lo

menos, dos etapas en el proceso de curación en que esto puede ocurrir.

En primer lugar, se puede infligir un trauma en los intentos de volver al

cliente a un estado análogo al traumático original para comenzar la curación. Por

ejemplo, los métodos basados en revivir la experiencia original, corren el riesgo

de fomentar la patología o de introducir una nueva, dependiendo de la técnica que

se emplea para animar al cliente a revivirla. En este intento, pueden agregarse

tensiones al cuerpo y /o la mente tanto del cliente como del sanador. Esto es

especialmente posible en las aproximaciones más agresivas y directas (atacando

al "adulto" sin un intento de ayudar "al niño que hay dentro"). En mi opinión,

mientras más empatica y aceptadora es la aproximación, menor es la posibilidad

de herir.

En segundo lugar, hay que tener en cuenta que durante la experiencia de

curación (mientras se está en la condición celular alterada), se puede incurrir

inadvertidamente, en traumas.

DESDE UNA PERSPECTIVA DE FOCUSING

Focusing ofrece un camino excelente para acceder a estos difíciles y

necesitados lugares. Estando atentos a la sensación sentida y dejándola que se

desarrolle. De esta manera se comienza a tener acceso al aprendizaje de la

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condición atávica respetando el propio ritmo de cada persona. El permanecer con

la sensación sentida genera similares condiciones a esas que crearon el ambiente

celular de la tensión inicial. Al irse desplegando la sensación sentida, sus propias y

únicas células afectadas, codifican la senda en cada individuo y dan la

oportunidad de aflojar sus sentimientos originales, creencias y modelos

disfuncionales y a ser cambiados por "programas de aprendizaje" más positivos,

las emociones, actitudes y creencias presentes durante el proceso de curación.

La aproximación desde el focusing es uno de los procesos más "orgánicos"

y no manipulativos disponibles.

La profundidad y velocidad al "entrar en un problema" es regulada por el

cliente, la sensación sentida por si misma, y las otras sensaciones sentidas del

cuerpo (los lugares que quieren ir más lento o tienen miedo de otro lugar. Adentro

también son respetados más que empujados a la resistencia").

El focusing, respeta a toda el sistema corporal no sólo un aspecto que está

llorando para ser curado a la posible expensa de otro.

Además de que la sensación sentida otorga una sensación física de

"integración". Se va dando espacio para todas las modalidades capaces de

acceder a la condición de material anudado, como por ejemplo; imaginación,

sensación, emoción, identidad, conducta, lenguaje y símbolos. Incluyendo la

interacción entre estas modalidades y la mente perceptiva dentro de un ambiente

relajado permitiendo un campo de atención abierta que libera los problemas de su

condición de apego al pasado, aun cuando la sensación de cambio no ocurre en

una sesión, como "todo momento de apertura es una oportunidad para volver a

enamorarse", simplemente tomando el tiempo para atender a la sensación sentida

esta comenzara a hacer decrecer la naturaleza del material anudado, facilitando la

curación.

Poniendo la atención en la sensación sentida y preguntándole qué necesita,

se permitirá a los problemas codificados que se desplieguen sanándose así a su

propio ritmo y manera. Nada de tentativas forzadas, para "crear una situación",

que necesitan ser llevadas al cuerpo del cliente durante la sesión de focalización.

En resumen, nada extra se añade "los lugares más frágiles y afligidos se abren a

su propio ritmo". No hay intención de empujar o hacer focusing forzadamente para

que haya una respuesta prematura, ya que esta sería otra forma de violencia, que

de otra manera podría ser inyectada en sus células y psiquis. Esta extrema

seguridad también permite a estos frágiles lugares que dejen su coraza protectora

y se den entrada a si mismos, permitiendo el alivio o la curación.

El focusing no sólo permite un efectivo acceso y curación de material de

condición atávica, también permite el cultivo y desarrollo de una actitud amistosa,

aceptadora, curiosa y orientada a más y más experiencias de la vida.

El otro punto importante es respecto a la cautela del terapeuta, cómo las

cualidades de permiso, respeto, conocimiento de la intención positiva y la

afectuosa atención ofrecida. Están dentro de las más promovedoras de alivio y

protectoras del ambiente que uno puede ofrecer a las personas que tienen estos

afectados y tensionados lugares. Aunque no haya una curación física profunda, el

focusing frecuentemente ofrece al cliente "una experiencia celular de bondad,

presencia y aceptación". Esto cultiva una base experiencial que puede ser

accedida y ofrecida a uno mismo y a otros en sus tiempos de aflicción.

En el plano bioquímico, las proteínas y aprendizaje codificado en las células

del cuerpo en tiempos de tensión se mueven más lejos de los modelos de

aflicción, tensión, agresividad y abandono. La actitud de focusing hace liderar la

bondad, empatia, compasión y segundad en el cuerpo-mente. De esta forma la

sensación de bienestar se extiende, ofreciendo curación a un cada vez más

extendido dominio de la experiencia.

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Maravillosa Congruencia

Por: María Gabriela Correa

Clr (Argentina-México)

En los orígenes de la psicología humanista, diversos autores claves, entre ellos

Carl Rogers, destacaron la importancia que la congruencia o autenticidad tiene

para la salud integral de las personas.

Según C. Rogers, "Existe un estado de congruencia cuando las experiencias

simbolizadas de una persona reflejan todas las experiencias reales del

organismo. Cuando estas vivencias simbolizadas no representan todas las

reales, o si son negadas o distorsionadas, hay una falta de correspondencia

entre el yo como es percibido y el yo real. En tal situación hay incongruencia y

una posible desadaptación... Cuando el autoconcepto es congruente con las

experiencias del organismo, la persona está libre de la tensión interna y

adaptada desde el punto de vista psicológico".

Les contaré a continuación, una simpática historia que ejemplifica en hechos el

acto de ser congruente:

El semáforo se puso amarillo justo cuando él iba a cruzar en su automóvil y,

como era de esperar, hizo lo correcto: Se detuvo en la línea de paso para los

peatones, a pesar de que podría haber rebasado la luz roja, acelerando a través

de la intersección.

La mujer que estaba en el automóvil detrás de él estaba furiosa. Le tocó la

bocina por un largo rato e hizo comentarios negativos en alta voz, ya que por

culpa suya no pudo avanzar a través de la intersección... y para colmo, se le

cayó el celular y se le regó el maquillaje.

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En medio de su pataleta, oyó que alguien le tocaba el cristal del lado. Allí,

parado junto a ella, estaba un policía mirándola muy seriamente. El oficial le

ordenó salir de su coche con las manos arriba, y la llevó a la comisaría donde la

revisaron de arriba a abajo, le tomaron fotos, las huellas dactilares y la pusieron

en una celda.

Después de un par de horas, un policía se acercó a la celda y abrió la puerta.

La señora fue escoltada hasta el mostrador, donde el agente que la detuvo

estaba esperando con sus efectos personales:

- "Señora, lamento mucho este error", le explicó el policía. "Le mandé a bajar

mientras usted se encontraba tocando bocina fuertemente, queriendo pasarle

por encima al automóvil del frente, maldiciendo, gritando improperios y diciendo

palabras soeces. Mientras la observaba, me percaté de que:

De su retrovisor cuelga un rosario,

Su carro tiene en la defensa una calcomanía que dice: "¿Qué haría Jesús en mi

lugar?",

Su tablilla tiene un borde que dice "Yo escojo la Vida",

Otra calcomanía que dice: "Sigúeme el domingo a la Iglesia"

Y, finalmente, el emblema cristiano del pez.

Como es de esperarse, supuse que el auto era robado."

En términos sencillos y adaptado a "la vida misma", definimos congruencia como

la práctica de SER el que uno ES en realidad.

En la práctica terapéutica (persona-persona) la congruencia se define por lo

tanto, en la importancia de SER el que uno ES en la relación (consultante-

terapeuta) coherentemente, sin construirse máscaras o fachadas que oculten los

verdaderos sentimientos que circulan en la misma.

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El terapeuta Centrado en la Persona, debe estar "abierto a sus experiencias", en

plena conexión consigo mismo, sin abortar nada de ellas, debe reinventarse

"aprender de manera natural" a utilizar este recurso, para después, con sumo

cuidado ponerlo en práctica y a disposición del vinculo de ayuda.

Mientras la pretensión terapéutica de este enfoque sea facilitar cambios y

desarrollar lo personal del individuo, en los encuentros persona a persona serán

más adecuados para esta finalidad, dar un enfoque auténtico a diferencia de

aquellos en donde el profesional se escuda en un "personaje". Si bien sabemos

que la disposición de la autenticidad vivida en la relación de ayuda, debe

expresarse con sumo cuidado, a finde evitar que se transforme en un encuentro

coloquial donde la terapia se transformaría en un "autenticidio" en el nombre de

la autenticidad.

Carl Rogers, dijo al respecto: "En cuanto al terapeuta, lo que el experimenta

está abierto a su cociencia, y puede ser vivido en la relación, y puede ser

comunicado si es apropiado".

Es obvio que apela a la responsabilidad para encontrar el momento oportuno

para comunicar o no, la experiencia que sucede en la relación de ayuda.

Lo importante es no negarla, sino aceptarla en forma transparente, y aunque no

la transmitamos de inmediato, se filtrará en una relación de libertad experiencial.

Dijo Carl Roger: "Creo que la autenticidad del terapeuta en la relación es el

elemento más importante. Cuando el terapeuta es natural y espontaneo parece

ser mas efectivo.

Probablemente sea una "humanidad entrenada", como propone uno de nuestros

terapeutas, pero en el momento es la reacción natural de ésta persona. Por lo

tanto, nuestros terapeutas, tan distintos entre si, logran buenos resultados de

maneras muy diferentes. Por ejemplo, a un terapeuta le resulta mas efectivo un

estilo impaciente, práctico, del tipo "pongamos las cartas sobre la mesa", porque

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así esta siendo el mismo más abiertamente. Para otro puede ser un enfoque

mucho más amable y más obviamente cálido, ha reforzado profundamente y

extendido mi propio punto de vista de que la persona que es capaz de ser

abiertamente el mismo en ese momento, tal como es capaz de ser en sus

niveles más profundos, es el terapeuta efectivo.

Quizás ninguna otra cosa tenga mucha importancia."

En nuestros tiempos y en otros también la mayoría de las personas utilizan

máscaras, se ocultan detrás de personalidades que idealizan o pretenden ser.

Esta actitud de aparentar algo que en realidad no son puede convertirse en algo

patológico.

Por ello mismo, Carl Rogers hace énfasis en que una persona con una actitud

congruente, suele ser una persona sana. Ya que se muestra tal como es,

independientemente del lugar.

Así avistamos que el counselor es congruente cuando está siendo abierto la

persona que ES en respuesta a su consultante; cuando la manera en que está

actuando refleja lo que está experienciando interiormente, cuando en respuesta

a su consultante, ES lo que experiencia y no una defensa o una simulación.

Si por otra parte simula ser inteligente, competente o bondadoso, esta siendo

falso en relación con su consultante, es decir su comportamiento externo no es

congruente con lo que está sucediendo en su interior.

Y así como sucede con la empatia y la consideración positiva incondicional (de

las que hablaremos luego en otros artículos), la congruencia hace que sea más

fácil para el consultante confiar en el counselor y en todo el proceso de

counseling. Ya que si el consultante reconoce en el counselor congruencia,

entonces sabrá que la respuesta que reciba de él puede ser aceptada como

abierta y honesta.

Debemos entender que la congruencia del counselor se relaciona con el objetivo

propio del counseling (al menos implícitamente), ya que el consultante se esta

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esforzando por ser congruente, buscando interiormente la coherencia y

capacidad de manifestar sus sentimientos y respuestas de una manera directa y

precisa en lugar de esconderlos o disfrazarlos.

La congruencia crea pues, una secuencia interactiva única en el proceso de

counseling. Ésta forma de trabajar del counselor fomenta la apertura del

consultante facilitando y acelerando, en ciertos casos el proceso de terapia

breve en la cual pueden compararse las realidades fenoménicas del consultante

y del counselor.

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MI POSICIÓN TERAPÉUTICA

Lie. Andrés Sánchez Bodas

Este artículo pretende sintéticamente describir mi postura como terapeuta. En él,parto de la obviedad que cualquier tipo de ayuda psi, terapia, análisis, counseling,no debe descuidar la importancia de comprender que quien tenemos delantepidiéndonos ayuda necesita: explorarse, conocerse, revisarse y adquirir mayorinformación sobre sí mismo.Es desde aquí que planteo un escuchar al otro desde el otro y entregarnos alfacilitar la adquisición de un mayor conocimiento experiencial, fuente y posibilidadde un abrir el juego de la percepción y desde allí poder elegir lo más librementeque se pueda, la vida que se desea vivir.Los conceptos que se podrán leer surgen de mi experiencia, la cual me muestraque, en toda consulta, sea cual fuere el tema/conflicto/problema, que trae lapersona, en su demanda de ayuda, explícita o implícitamente, está la pregunta porsu Mismidad (aquello que es esencial y constitutivo de cada uno de nosotros) ylas ganas de liberar deseos adormecidos que traban y/o dificultan su vida.

Pregunta que surge de su condición humana, condición de existente, que sale desí para mirarse como un ente que se pregunta por el ente que se Es, siendo laúnica especie que se hace esa pregunta.

Esta es nuestra manera de estar con él mundo, nuestra esencia, la del ser unexistente que sale de si, para estar con el otro constituyéndose en relación.

Existir es estar en permanente búsqueda del sentido que hacemos y somos, y enese transitar nos vamos haciendo en texturas, en entramas del Ser, desde lamismidad, eligiendo y transformándonos.

El cuerpo marca el camino, lo organismico elige en el acontecer que estemos,plenos de variables que influyen al unísono (quiasmas) y que emergen enconductas/vivencias y comportamientos, que se tramitan como una transducción.

La pulsión vital/ tendencia auto actualizante, compele y pugna por expresarse enun despliegue como seres vivos que nos personalizamos, en y hacia un procesode génesis que conlleva el individuo que empezamos siendo, a laindividualización/personalización.

Instancias que en nuestro caso, suponen dos niveles:

1- Pulsión/tendencia que se despliega en todo organismo para superar laentropía y seguir viviendo.

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2- Pulsión/tendencia que en lo humano es atravesada por la simbolización queconlleva la posibilidad de elegirse y buscar su lugar en y con el mundo alcual se fue "arrojado".

3- Pulsión/tendencia como energía/conatus que como una voluntad de poder,"elan vital", coraje de existir y de ser, que tiende a la vida y conlleva lanecesidad de sentir y revisar cada acontecer y suceso que existimos.

Vivencias que cuando son hechas palabras, racionalmente reconocidas comotales (significadas), constituyen nuestros sentimientos y deseos.Transito vital que en ciertas circunstancias se traba, se frena, se auto impide, sesiente amenazado y se defiende replegándose, haciendo síntomas, generandodificultades, angustias, miedos, tristezas que se anquilosan, problemascomunicacionales, confusiones existenciales, desde las cuales el organismo comoun todo expresa lo que le pasa y la persona que lo porta necesita pedir ayuda.Por ello toda terapia, sea cual fuera la línea, posee como base la adquisición demayor información sobre sí mismo; debo aclarar que cuando digo información, nome refiero solamente a datos o elementos de índole cognitivo/racional, sino queremito a un acercamiento experiencial que incluye todo.Todo lo que el cuerpo que portamos ha incorporado y está a nuestra disposición,para hacer con ello, lo que decidamos hacer cuando nos adueñemos de nuestramismidad.Adueñarse de la mismidad, implica integrar, en forma transductiva, en el presenteque siempre estamos viviendo, la individual subjetividad que somos desde quenos concibieron hasta el hoy que estamos siendo, el imaginario futuro quedevendrá, que será siendo presente cuando sea.

Nos sabemos seres esencialmente sentimentales, en tanto significamos lo que elcuerpo mamífero que nos posee nos data emociones, que simbolizamos dándoleun sentido reflexivo.

Es en esa instancia, donde como seres vivos llevados hacia la concreción denuestros potenciales deseos humanos, se unen: la historia que nos antecede yque hoy es memoria, con el presente que es experiencia vital, haciendo futuro conla capacidad imaginaria que poseemos.

Esto es posible, porque nuestra constitución biológica nos ha dotado de lapercepción, que no solo nos permite captar el todo y dar significados, sino, sobretodo conectarnos, como y desde la especie que somos, para superar la entropía ygenerar negentropía/sintropia.

Parto de la ¡dea que somos materia viva que se constituye como una estructura,

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que denominamos organismo y que se "alimenta" de entropía negativa, es decirliberándose a sí mismo de aquella entropía que inevitablemente se produce porser materia.Los organismos se organizan de tal manera, que logran superar la entropía,logrando mantener un orden preexistente, generando entropía negativa, evitandoasí evitar rápidas degradaciones y desarrollar su potencial.La posibilidad de producir orden a partir del orden es una cualidad de lo vivo,característica que se observa como un "mecanismo" desde el cual logra absorber"material" del medio ambiente "metabolizarlo" y devolverlo degradado, unadegradación que no es absoluta en tanto sirve a otras materias vivas paraabsorberlo y sostener sus vidas.Para lograrlo se alimenta de negentropía (entropía negativa) librándose de lainevitable entropía que produce mientras vive.Es así que nos encontramos con un intercambio energético diferente a lo no vivoen el cual la entropía prevalece y deteriora paulatinamente, dado que lo vivo seauto sostiene en interacción con lo vivo y en lo que denominamos el ecosistema,en y desde el cual se genera una espiral recursiva de sostenimiento mutuo.Esta manera de sostenerse que se denomina homeodinamia y evita lahomeostasis propia de lo no vivo que conlleva a un equilibrio inerte. Aquí estamosante un enigma que todavía la ciencia no ha podido descifrar, este que hace verun tipo de materia que además de desplegarse en si misma se procrea y continúaen otro individuo de la misma especie.Es por ello que aparecieron ¡deas que pretendieron explicarlo, tales como atribuirloa una "fuerza vital", "elan vital", "pulsión de vida", "tendencia actualizante",conceptos que han basado en la observación empírica a través de la cual sepercibe que: cuando un organismo vivo logra interactuar adecuadamente con sumedio ambiente, siendo lo adecuado aquello que le es útil en función de suprogramación natural, tiende a vivir positivamente.Conceptos que como tales son abstracciones que ayudan a comprender pero queno implican verdades, solo metáforas para explicar la experiencia misteriosa de lavida.Sabemos, eso sí, que los vegetales, los animales y entre estos últimos nosotros,son seres naturales y reproducen las leyes de la naturaleza de acuerdo a supropia naturaleza, aquella que los entrama en concordancia desde y con lascaracterísticas de la estructura orgánica que posee.Es así que el ser humano sale al mundo con cuatro vivencias organísmicaspotenciales básicas:

1- De alegría al sentir que alcanza lo que necesita2- De amor al encontrar el contacto que lo preserva.3- De tristeza al sentir una pérdida de lo que espera.4- De miedo al sentirse amenazado en su integridad.

Vivencias que sustentan toda la vida psíquica en tanto constituyen la mismidadbasal, el inter juego de las cuatro constituye nuestro ser experiencial y nuestrodevenir existencial inevitablemente las transita.

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A su vez el humano que esta denominado como sapiens sapiens, además delograr sobrevivir y procrearse como cualquier otro ser vivo, adquiere por sobre elprimer "sapiens" que es propio de los primates más desarrollados, un segundo"sapiens" que remite al poseer cerebro superior o neocortex.Este componente propio de los humanos le posibilita tener la potencialidad deadquirir la capacidad de:

- Auto conocerse (saberse y preguntarse a sí mismo)- Hablar (adquirir el lenguaje secundario)- Imaginar (percibir imágenes y proyectarse)- Percibir (dar sentido a las sensaciones y las emociones)- Razonar (reflexionar lógicamente)- Simbolizar (significar y valorizar)

Desde todas estas vivencias básicas y cualidades, propias del cuerpo que posee yle brinda, sale al mundo objetal y social que lo antecede, con el cual se irá coconstituyendo.Ese cuerpo, que sigue las leyes de la naturaleza, posee una impronta cuaternaria:

- Biológica- Social- Psíquica- Espiritual

Una impronta que lo hace ser naturalmente no natural, en tanto, desde su posiblecreatividad puede elegirse y proyectarse más allá y más acá de lo dado,agregando a la satisfacción de sus necesidades para poder sobrevivir, laexpresión de su cualidad deseante que lo pro mueve como el humano que es.

- Porque piensa decide y elige.- Porque percibe, simboliza y significa sus emociones es un ser sentimental.- Porque busca sale al mundo, vive en presente, recuerda y existe (va hacia).- Nace producto del deseo de padres, ha vivido una vida fetal que va

haciendo las bases de quien será, se contacta con el otro como otro queaún no se sabe a sí mismo.

- Busca dar su afecto y ser afectado en los contactos con sus semejantes.- Todo ello y más, fundamentalmente: porque Desea.

Mientras deseamos estamos vivos y existimos reorganizando el mundo que nostoca y fundar creativamente al quienes somos.

Esta "fundación" se logra, gracias a que el cuerpo en el que somos mientrasestamos vivos, posee la posibilidad de ser transductivo, es decir podertransformar una señal, un dato, una experiencia, en otra de distinta naturaleza,emoción en sentimiento, una vivencia pre reflexiva en otra reflexiva, un dato de lamemoria en un presente que la vivencie de otra manera, un proyecto imaginario

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en conductas actuales, un trauma o conflicto en una experiencia de aprendizajepositivo.A su vez en ese proceso irá integrando, cada uno a su modo el cómo tramitemomentos alegres, tristes, de miedo y de amor.En tanto tenemos esa posibilidad podemos aspirar a cambios y transformaciones,de no tenerla estaríamos hechos de una manera, predeterminados por nuestrahistoria, condenados a ser como nos hicieron.Es así que una manera de entender la rigidez perceptual que a veces nos invadeen algunas áreas de nuestras vidas y que nos producen malestares, síntomas ypatologías, es pensarlo desde el habernos disminuidos en nuestra capacidadtransformadora y por ello quedarnos estancados.Si quedamos estancados, la pulsión vital, la tendencia al desarrollo, se frena, elorganismo hace ese registro y nos avisa desde sus dolores físicos y/o psíquicos.Es interesante observar como el psiquismo no es ni pura interioridad ni puraexterioridad, sino permanente diferenciación e integración y que lo que llamamosconciencia, es un acto transductivo que liga al sujeto y el mundo desde lo que sedenomina subconsciencia, siempre y cuando se sostenga el organismo como unsistema meta estable.Me apoyo en la ¡dea que somos una entrama, un quiasma, que fluye y se muestraen la interacción individuo/mundo como una totalidad resultante de múltiplesvariables que se hacen uno en la persona/individuo en constitución permanente.Es así que lo que se denomina la intimidad del individuo, no está en la concienciapura de la clásica psicología, ni el inconsciente freudiano, sino en el espaciointermedio (meta estable) que llamamos subconsciente o preconsciente, donde seexpresa lo afectivo/emotivo, siendo un estado intermedio entre lo pre- reflexivo y loreflexivo propio de la mismidad enlazada con el otro que es el mundo.

Está muy claro para mí que "somos seres en y con el mundo", que al significar lasemociones nos hacemos sentimentales y desde esto, que nos acerca la zonaintermedia en donde prima la afectividad/emotividad, emerge la importancia delconcepto de experiencia.

Este concepto engarza todo lo que venimos diciendo, allí todo lo que somos se daen un presente vivido, es así que todo análisis de lo que denominamos loindividual debe dirigirse a ese punto central, un quiasma donde se constituye loque denominamos lo individual.Lo individual, ¿qué es lo individual?: es todo aquello que se hace indiviso en tantopartes que se han integrado y hacen un todo que funciona de una manera que lohace ser lo que es, más que la suma de las partes, siendo estas todo en símismas, pero al estar unidas de una modo han constituido otro todo en sí.

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El individuo que sentimos que somos, sin olvidar aquí la noción de sí mismo quedesde hace solo unos quinientos años se le llama Yo. Noción que en laantigüedad no existía en tanto se pertenecía a agrupaciones, se era lo que era entanto participación en un conjunto y desde que hace unos quinientos años seestableció (la ¡dea de Yo) nos hace creer que somos lo que no somos, y nos alejade la mismidad y de los otros.Es por ello que insisto en que somos un cuerpo, una integración de órganos, quese relacionan sistémicamente con otros órganos, cada uno inter vinculado porcélulas, y ellas constituidas por elementos físico químicos que las hace ser lascélulas que son.Desde ese cuerpo que hace nuestra conciencia de sí, vamos perteneciendo a ungrupo humano, una familia, una sociedad, un barrio, un país, el mundo, vanadosindivisos en tanto constituidos por personas, que tienen una historia, un presente yun proyecto juntos, adquieren una identidad de funcionamiento que lo hacen ser loque son.A su vez estamos y somos en el universo que conocemos, desde lo más pequeñoque por ahora se llama quarks, hasta los planetas, el sol, las estrellas y el todoque por ahora sabemos, lo hacen ser el universo en sí.En esa entrama se va generando la individuación que nos hace percibir quesomos siendo individuos, en tanto constituidos por todas las partes de nuestrocuerpo, de nuestro entorno, de nuestra familia, de nuestra historia, del grupo alcual pertenecemos, del mundo, del momento histórico en que nacimos y estamos,ese todo: entramados en una membrana móvil desde donde vivimos en y con losdemás siendo nosotros en sí mismos al mismo tiempo.Es por ello que, pensando en lo que es un encuentro terapéutico, acuñé elconcepto de empatia vincular como ¡dea nodal del mismo, ¡dea que lleva a larelación de ayuda, desde un comienzo de dos supuestos individuos, sea uno deellos una persona, una pareja, una familia o un grupo, con otro supuesto individuo,el terapeuta, hacia una instancia que también tiempo atrás nomine comoconfluencia de conciencias, en donde la relación si, se hace indivisa mientrasdura.Para ser más claro, si bien hay consultante/s- consultado y esos son roles quedeben estar bien diferenciados, la ¡dea de empatia vincular implica observar larelación terapéutica como un vínculo tripartito que se auto constituye poco a pococomo tal.Aquí, hablamos de tres instancias: Consultante/s- Consultado- Relación.

- Instancias que fluyen, que se interconectan y las intervencionesprofesionales se dirigen a las tres, a veces haciendo figura en una de ellasy otras en las demás.

- A veces la intervención profesional se dirige al discurso, relato, vivencia delconsultado, unas a una puesta en común de lo que le acontece alprofesional en ese vínculo, y otras a lo que genera en ambos lo que pasa yse experiencia allí, en el encuentro.

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- Esta ¡dea cambia el concepto de relación terapéutica, ya no es desde unalguien que cuenta, otro que escucha e interviene (al principio, debe serasí, es inevitable), sino que lleva hacia un espacio de experienciacompartida y comprometida que como dije anteriormente, nominé comoconfluencia de conciencias.

Si este modo se instala, podremos lograr que las personas que consultanpuedan:- Conocerse mejor- Contactarse con su propia experiencia y entramarse con su mismidad,

como si fuera la mismidad de los otros-nosotros y la nostridad de estosotros-nosotros como si fueran su propia mismidad.

- Generar que la conciencia pre reflexiva se signifique de una nueva maneray lograr un acercamiento a eso deseado en la mismidad y darle cabida en loconcreto de la vida que existimos.

Si reflexionamos ese proceso desde una base ideo- filosófica montada en la nodirectividad, podemos incorporarlo en lo que denomino "conversacionespersonalizantes", desde donde facilitamos personalizar el problema, el sentimientoy la meta.Personalizar el problema es darse cuenta que nos pasa y nominarloPersonalizar el sentimiento es ir hacia la vivencia emocional/sentimental quesucede y acontece en la relación terapéutica (en ambas partes)Personalizar la meta es tener claro adonde se desea ir y facilitarlo, camino queempieza en la primer consulta y luego se va desgranando en aspectos queflorecen en lo vincular.No debemos desconocer que el sustento de toda consulta (y de todo proceso quepretenda ser profundo) está en el de caminar hacia los deseos no reconocidos, nopercibidos, negados, dificultados, trabados, distorsionados por el diario vivir,excluidos por el temor a existir, y que por lo tanto nos priva de la dicha, delencuentro de un sentido que exprese la alegría de existir.

Facilitar que el que consulta se exprese en libertad, que fluya en el autoreconocimiento experiencial y cognitivo, puede favorecer acercar lo yoico (elpersonaje) vinculado a las satisfacción de necesidades, a lo mismico (la persona),desde donde emerge lo deseante en tanto sentido vital, expresado en y desde lanoción de sí mismo, como palabras y conductas ligadas a las pasiones que deexpresarse nos hace sentir más plenos.Esta búsqueda de plenitud, de expresión de lo deseante, del apasionarnos, esbueno canalizarla desde la aceptación de lo que soy y tengo, y ayudar a un darsecuenta la insatisfacción que producen aquellos deseos basados en la carencia.

De esta manera podemos comprender el mal estar y el bien estar, el primero en elmarco de vivencias de tristeza/bajón anímico/ miedo, el segundo en alegría/

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subida anímica y amor.Desde lo triste y el miedo se visualizan búsquedas desde la carencia, desde lasalegres y el amor, de un presente que se acepta y se refuerza, que desde eseaceptar lo que vivo, genera nuevas búsquedas de instancias que nos apasionen ynos lancen a una vida más plena.Instancias, sucesos, acontecimientos, hechos, que nos permitan conectarnos conel mundo siendo seres en y con el mundo y para con la vida.Estamos ante mi modelo de ayuda que se apoya en la DescripciónFenomenológica, seguimiento del discurso/relato que apunta al abrir la percepciónen la revisión de los constructos que como las capas geológicas, que conforman latierra, están allí, en trazos que parecen ocultos, pero no, están entrelazados en loque se ve, solo ayudemos a percibirlo y develarlo, están allí, a la mano del queconsulta, no sospechemos de eso.Lo que se ha denominado oculto, por debajo, reprimido, no dicho, negado,escotomizado, no aprendido, perturbado, hecho síntoma, nosotros los vemos"trazados" "facetados", en el hoy que somos, están aquí en la carne, por ello,dejemos que el cuerpo hable, que describa con la palabra y el gesto, que comoinsisto, describa y encuentre que experiencia tramita con lo que vivencia.

Este "trazado" tiene pliegues como telas superpuestas y/dobladas sobre símismas, es también parecido a las capas geológicas, algunas son más antiguasde distintos materiales y en un recorte de una montaña están más abajo, en esopodríamos decir que son más profundas.

Eso se da fijamente en la materia no en los seres vivos en general y mucho menosen nosotros los humanos donde todo está aquí presente, ni más abajo, ni másarriba, ni atrás ni adelante.

No niego, por esto, que el pasado nos ha estado constituyendo, y tiene que vercon lo que lo que somos hoy, así como también el futuro, el proyecto nos hace elser que somos hoy.

- El pasado es memoria.- El futuro imaginación.- El presente un fluir de lo que se experiencia que integra y que hace ser lo

que somos cada día.

Lo que vale tomar (sin negar el pasado vivido ni el futuro proyectado) está en laexperiencia de hoy y a ello dediquemos la escucha y nuestras intervenciones.Esta experiencia del hoy que somos siempre se articula en un punto intermedioentre variables extremas, por ejemplo:

- Lo triste lo alegre- El miedo el amor- Lo oculto lo manifiesto

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La mismidad la yoicidad

Entre esas dicotomías, en un intermedio que las incluye transita la vida humanacon todas sus variables y cuando "la balanza" se inclina demasiado hacia uno delos extremos sufrimos o gozamos mucho.Nuestras intervenciones deben dejar fluir lo intermedio, deben orientarse hacia allí.

- Entre lo triste y lo alegre están los sentimientos cotidianos.- El miedo nos aleja del otro, el amor nos encuentra con el otro.- Si nos llevamos solamente hacia lo desconocido nos alteramos, si solo

estamos en lo conocido vivimos una vida pobre, sin creatividad.- Si nos dejamos estar solo en lo mísmico tendremos problemas socio

adaptativos, si nos atrapa lo yoico seremos una máscara inauténtica.

Se nos consulta, se nos demanda ayuda, por algún tipo de sufrimiento yentregarse profesionalmente a una mismidad compartida ayudará, casi siempre, arevelar el sentido vital que no puede expresarse.Todo sufrir existencial deviene entre las cuatro vivencias más arriba mencionadas(alegría, amor, tristeza, miedo) en su inevitable inter juego.

Más aún, estoy convencido que todo aquello que llamamos "sano" o "enfermo"emerge de allí, del cómo se hace figura o fondo alguna de ellas, y sobre todo delcómo logramos o no, amar y ser amados.Para ello he constituido un modelo de la ayuda, que surge de mi trabajoprofesional iniciado en 1973.Un modelo que hoy podría describir como Relacional Holistico FenomenológicoExistencial.Un modelo que posee esencialmente una actitud y una metodología que lasustenta.Un modelo que basa su praxis en la Descripción Fenomenológica centrada en larelación, que podemos encuadrar en tres áreas/momentos de intervención:

1- De contacto: Atmósfera y Marco Actitudinal2- Referenciales: Encuadre- Orientación- Asesoramiento3- Metodológicas Multimodales Integrativas: Verbales-Experienciales-

Imaginarias

En síntesis:

- Estemos presentes, en contacto con el nosotros que generamos.

- Ofrezcamos autenticidad relacional.

- Confiemos en nuestras intuiciones, sean eidéticas y/o

experienciales.

- Escuchemos lo que sucede en el encuentro desde lo que he

denominado empatia vincular.

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No pretendamos "curar", confiando en la autocorrección ecológica.

No busquemos causas ni porqués, recordando que somos

quiasmáticos y que la relación terapéutica también lo es.

Intervengamos con la totalidad de lo que somos profesionalmente, a

saber:

a- Con recursos lingüísticos

b- Con recursos corporales

c- Con recursos imaginarios

Todos a disposición del encuentro del que somos parte y todo, con

un rol, el de ofrecernos para que el otro se contacte con la mayor

información experiencial posible sobre sí mismo y el contexto en el

cual vive, desde allí elija ser y hacer aquello que lo haga sentir bien

sin dañar ni ser dañado.

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