Los grupos de voluntarios de la Parroquia lo forman quienes, delegados por la comunidad

parroquial, se dedican a los demás.

Hemos de estar muy agradecidos a los dones que Dios nos da. Todos nuestros voluntarios son dones de Dios.

La crítica es inevitable, pero quienes no están dispuestos a echar una mano no tienen derecho a criticar a los voluntarios si no están dispuestos a trabajar.

Cuando alguien se dedica a criticar a los otros da la impresión de que él mismo (la Parroquia somos todos, y por supuesto él) se autoexcluye, sin estar dispuesto a echar una mano.

Todos cometemos errores. Gracias a Dios no somos perfectos. Eso nos permite ser humildes y pedir perdón.

Los voluntarios de Cáritas están trabajando desinteresadamente porque se han sentido llamados por Jesús.

Los voluntarios no tenemos pues, más recompensa que la satisfacción interior y el reconocimiento a su labor por parte de la comunidad. Normalmente admiramos a los de afuera, de otra parroquia, de otros países, de otras ONGs. Pero quizá no lo hacemos con los que tenemos cerca.