los grandes deberes cívicos...los grandes deberes cívicos carta pastoral que dirig ae sus...

23
Los grandes deberes cívicos CARTA PASTORAL QUE DIRIGE A SUS DIOCESANOS EL OBISPO DE CONCEPCION D. GILBERTO FUENZALIDA GUZMAN 19 3 6 Imp. "San Francisco". — P. Laa Casas.

Upload: others

Post on 26-Dec-2019

16 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: Los grandes deberes cívicos...Los grandes deberes cívicos CARTA PASTORAL QUE DIRIG AE SUS DIOCESANO ELS OBISPO DE CONCEPCION D. GILBERT FUENZALIDO GUZMAA N 19 3 6 Imp. "Sa Francisco"n

Los grandes deberes cívicos

C A R T A P A S T O R A L

QUE DIRIGE A SUS DIOCESANOS EL OBISPO DE CONCEPCION

D. GILBERTO FUENZALIDA GUZMAN

19 3 6 Imp. "San Francisco". — P. Laa Casas.

Page 2: Los grandes deberes cívicos...Los grandes deberes cívicos CARTA PASTORAL QUE DIRIG AE SUS DIOCESANO ELS OBISPO DE CONCEPCION D. GILBERT FUENZALIDO GUZMAA N 19 3 6 Imp. "Sa Francisco"n

LOS GRANDES DEBERES CIVICOS

I

Necesidad de formar una per-fecta conciencia cívica

La ignorancia religiosa es uno de los mayores males de nuestros tiempos y causa de la ruina y perdición de innu-merables almas.

El desconocimiento de nuestros deberes privados ocasio-na nuestra ruina particular; pero el desconocimiento de los deberes cívicos acarrea la rjiina de la sociedad entera.

Esos deberes son gravísimos: por la autoridad de donde emanan, que es Dios; por el objeto a que se refieren, que es la Nación; por los fines a que están ordenados, que es el bien común do los ciudadanos.

Dios ha proclamado esos deberes en los Santos Libros; la Iglesia, depositaría de la revelación, no cesa de enseñar-los por medio de los Romanos Pontífices; los obispos, por toda la tierra, los comunican a los fieles.

Y, sin embargo, esos deberes son aún desconocidos. La conciencia cívica de los católicos no está formada. Son innu-merables los que al cumplimiento del deber prefieren un có-modo abstencionismo y dejan el camino expedito a los enemi-

Page 3: Los grandes deberes cívicos...Los grandes deberes cívicos CARTA PASTORAL QUE DIRIG AE SUS DIOCESANO ELS OBISPO DE CONCEPCION D. GILBERT FUENZALIDO GUZMAA N 19 3 6 Imp. "Sa Francisco"n

gos de la Iglesia y de la sociedad, para que tomen las rien-das del Gobierno y acumulen ruinas sobre ruinas.

La Asamblea de los Cardenales y Obispos franceses ha estimado tan grave y tan funesta esta falta de conciencia cívica de los fieles, que, para remediarla, acaba de. publicar un Catecismo sobre los Principios Católicos de Acción Cívi-ca, y lo está haciendo llegar a manos de todos los ciudadanos franceses.

Entre nosotros la necesidad es aún mayor. Para contribuir, siquiera en parte, a su remedio, van en-

caminadas estas instrucciones, que dirigimos a los buenos ca-tólicos de nuestra amada diócesis.

II

£1 Autor de la sociedad

Todas las criaturas han salido de las manos del Creador y están sometidas a su imperio soberano.

Todas las cosas han sido hechas por El y sin El no se ha hecho cosa alguna de cuanto existe (1).

La sociedad civil es también obra de Dios. Dios la instituyó cuando puso en el fondo de nuestra na-

turaleza la necesidad de asociarnos para conseguir nuestro perfeccionamiento y nuestro fin temporal.

"El hombre, dice León XII[, está naturalmente orde-" nado a vivir en comunidad política, porque, no pudiendo " en la soledad procurarse todo aquello que la necesidad y. " el decoro de la vida corporal exige, como tampoco lo con-" ducente a la perfección de su ingenio y de su alma, ha si-" do providencia de Dios que haya nacido dispuesto al tra-" to y sociedad con sus semejantes, ya doméstica, ya civil; " la cual es la única que puede proporcionar lo que basta " a la perfección de la vida" (2).

Dios la instituyó cuando puso en la sociedad una auto-ridad, que se deriva de la suya, capaz de obligar en concien-cia a' los subditos. Por lo que decía San Pablo: No hay potes-tad que no provenga de Dios y Dios ha establecido las que

(1) (Juan, I). (2) (Inmortale Del).

4

Page 4: Los grandes deberes cívicos...Los grandes deberes cívicos CARTA PASTORAL QUE DIRIG AE SUS DIOCESANO ELS OBISPO DE CONCEPCION D. GILBERT FUENZALIDO GUZMAA N 19 3 6 Imp. "Sa Francisco"n

hay en el mundo. Por lo cual, quien desobedeciese a las po-testades, a la ordenación de Dios desobedece (1).

Siendo, pues, la sociedad civil creatura de Dios, está obligada a cumplir los deberes que le impuso su Creador. " Los hombres, dice el Papa León XIII, no están menos suje-" tos al poder de Dios unidos en sociedad que cada uno por " sí; ni está la sociedad menos obligada que los particulares " a dar gracias al Supremo Hacedor que la formó y la com-" paginó, que pródigo la conserva, y benéfico, le prodiga " innumerables copias de dádivas y afluencia de haberes in-" estimables" (2).

III

Deberes de la sociedad para con Dios

Dios impuso a la sociedad civil deberes fundamentales, a cuya observancia está vinculada la consecución de su pro-pio fin.

Esos deberes se refieren a Dios, fuente y origen de la sociedad, y al bien común de los ciudadanos, finalidad supre-ma de la misma sociedad.

Para con Dios tiene la sociedad los deberes que tiene pa-ra con El toda creatura racional: Reconocerlo, rendirle el culto debido, obedecer sus leyes, servirlo, darle gracias.

"Así como no es lícito descuidar los propios deberes " para con Dios, el primero de los cuales es profesar de pa-" labra y de obra, no la religión que a cada uno acomoda, " sino la que Dios manda y consta con argumentos ciertos " e irrefutables ser la única verdadera, de la misma suerte " no pueden las sociedades políticas obrar en conciencia co-" mo si Dios no existiese; ni volver la espalda a la Religión " como si les fuese extraña; ni mirarla con esquivez ni des-" den, como inútil y embarazosa; ni, en fin, otorgar indife-" rentemente carta de vecindad a los varios cultos; antes " bien, y por el contrario, tiene el estado político obligación " de admitir enteramente, y abiertamente profesar, aquella

(1) Rom. xrrr. (2) (Inmortale Dei)

5

Page 5: Los grandes deberes cívicos...Los grandes deberes cívicos CARTA PASTORAL QUE DIRIG AE SUS DIOCESANO ELS OBISPO DE CONCEPCION D. GILBERT FUENZALIDO GUZMAA N 19 3 6 Imp. "Sa Francisco"n

" ley y práctica del culto divino que el mismo Dios ha de-" mostrado que quiere" (1).

Y puesto que la única religión verdadera es la que vino a enseñar el Divino Maestro, Nuestro Señor Jesucristo, y que confió a su Iglesia para que la enseñara a todas las naciones a través de los siglos, los deberes que el Estado tiene para con Dios debe ejercitarlos en concreto con Cristo y su Igle-síaí.

De allí las obligaciones gravísimas de reconocer la so-beranía social de Cristo; de facilitar a la Iglesia el desem-peño de su misión; de asegurarle amplia libertad; de defen-der todos sus derechos; de amparar sus enseñanzas; de reci-bir su sana y benéfica influencia en la familia, en la forma-ción de la juventud, en la beneficencia, y en todas las civiles instituciones.

No hay para el Estado auxilio semejante al que ofrece la Iglesia. "Obra inmortal de Dios Misericordioso es su Igle-" sia, la cual, aunque de por sí y por su propia naturaleza " tiende a la salvación de las almas y a que alcancen la fe-" licidad en los cielos, todavía, aún dentro del dominio de " las cosas caducas y terrenales, procura tantos y tan seña-' ' lados bienes, que ni más en número, ni mejores en calidad, " resultarían si el primero y principal objeto de su institu-" ción fuese asegurar la prosperidad de esta presente vi-" d a " (2).

IV

Deberes de la sociedad para con los ciudadanos

No menos graves son los deberes que Dios impuso a la sociedad civil, respecto de los ciudadanos.

Dios señaló a la sociedad un fin especial y su voluntad soberana es que ese fin se realice.

Para realizar ese fin comunicó su propia autoridad a las autoridades sociales y dio a éstas normas claras y precisas. No pueden usar arbitrariamente del poder, sino que deben

(1) (Inmortale Dei). (2) (Inmortale Dei).

6

Page 6: Los grandes deberes cívicos...Los grandes deberes cívicos CARTA PASTORAL QUE DIRIG AE SUS DIOCESANO ELS OBISPO DE CONCEPCION D. GILBERT FUENZALIDO GUZMAA N 19 3 6 Imp. "Sa Francisco"n

ceñirse a la voluntad del que se lo confió. No lo recibieron para beneficio propio, ni por satisfacer ambiciones y codicias, sino para emplearlo todo entero en beneficio de la comunidad.

¡ El bien común! he aquí la razón de ser, el objetivo prin-cipal, la aspiración suprema, la meta y fin último de la auto-ridad civil.

Pero ¿en qué consiste el bien común? Consiste en que la comunidad de los asociados logre al-

canzar aquella perfección humana, aquella prosperidad, pro-greso y bienestar que aisladamente no podrían jamás conse-guir ni las familias ni los individuos.

Perfección humana, y por lo tanto digna del hombre, que no es sólo cuerpo sino alma inmortal, y cuerpo y alma desti-nados a un gloriosísimo fin eterno. Luego la sociedad debe ayudarlo a conseguir ese fin supremo, estimulándolo al cum-plimiento de sus deberes, facilitándole la práctica de la vir-tud, apartándolo de los vicios y de todo lo que es obstáculo pa*a su altísimo fin.

No es el hombre para la sociedad, sino la sociedad para el hombre.

No es la sociedad el fin último del hombre, sino un medio para que el hombre consiga su fin completo, temporal y eterno.

Ese bien común general abarca varios otros bienes par-ticulares que no pueden faltar en una sociedad bien organi-zada. Enumeremos entre otros: Primero. El reconocimiento, respeto y defensa de los derechos inalienables de la familia y de los individuos, pues el hombre no viene a la sociedad a perder sus derechos, sino a consolidarlos y a garantirlos; Segundo. La ayuda y cooperación de la sociedad al desarro-llo intelectual, físico y moral de los ciudadanos, y al progreso y perfeccionamiento de las ciencias, artes y oficios; Tercero. La conservación del orden público, que permita un trabajo tranquilo y fructífero; Cuarto. La ordenación de las relacio-nes sociales bajo el régimen de la justicia y caridad cristiana, y como consecuencia la armonía y cooperación de las clases sociales; Quinto. La suficiencia de recursos materiales, para que a ningún ciudadano le falte siquiera aquel mínimum de bienestar que se requiere para el ejercicio de la virtud.

Cuando todos estos bienes existan en la sociedad habrá en ella orden, progreso, bienestar, prosperidad: entonces se

7

Page 7: Los grandes deberes cívicos...Los grandes deberes cívicos CARTA PASTORAL QUE DIRIG AE SUS DIOCESANO ELS OBISPO DE CONCEPCION D. GILBERT FUENZALIDO GUZMAA N 19 3 6 Imp. "Sa Francisco"n

conseguirá la felicidad temporal, que es el fruto del verdade-ro bien común.

V

La sanción divina

Tal fué el plan de Dios respecto de la sociedad civil. Dios la formó para que en ella encontrara el hombre la

paz y felicidad Temporal y una ayuda para su felicidad eterna.

Fijó normas para que, ajustándose a ellas, consiguiera esa doble finalidad.

Impuso a las autoridades civiles preceptos gravísimos en favor de la multitud y amenazó con castigos no menos graves a los que lo quebrantaran. El será el vengador de los sufrimientos que causan al pueblo los malos gobernantes.

Escuchad, (oh Reyes, dice el Señor, y estar atentos; apren-ded vosotros, oh jueces todos de la tierra; dad oído a mis pa-labras, vosotros que tenéis el gobierno de los pueblos y os gloriáis (del vasallaje de muchas naciones. Porque la potestad os la ha dado el Señor: del Altísimo tenéis esa fuerza, el cual examinará vuestras obras, y escudriñará hasta los pensamien-tos. Porque siendo vosotros |unos ministros de su reino, no juzgasteis con rectitud, no observasteis la ley de la justicia, ni procedisteis conforme a la voluntad de Dios. El caerá so-bre vosotros espantosa y repentinamente; pues aquellos que ejercen potestad sobre otros serán juzgados con extremo ri-gor. Porque con los pequeños se usará de compasión, mas los grandes sufrirán grandes tormentos. (Sab, VI).

VI

Triste situación actual

lSe ajusta la sociedad civil a ese plan que Dios le trazó? ¿Se observan las normas y leyes que Dios le impuso? Pero mejor puede preguntarse: ¿Cuál de ellas no ha sido

quebrantada y conculcada? ¡Qué triste camino ha recorrido la sociedad, hasta llegar

8

Page 8: Los grandes deberes cívicos...Los grandes deberes cívicos CARTA PASTORAL QUE DIRIG AE SUS DIOCESANO ELS OBISPO DE CONCEPCION D. GILBERT FUENZALIDO GUZMAA N 19 3 6 Imp. "Sa Francisco"n

al espantoso desorden actual! ¡Cómo ha irritado la justicia divina, hasta merecer los castigos que hoy padece!

¡Bien común, paz, prosperidad, felicidad temporal! ¿Qué queda de todo eso en la sociedad?

Desconoció a su Creador y se rebeló contra El. Borró su santo nombre de las Constituciones, de las leyes y de los juramentos. Desconoció a la Iglesia y atropello sus sagrados derechos. Miró con desprecio sus enseñanzas, sus preceptos, sus sacramentos, su culto. Contrarrestó su acción benéfica y procuró impedir su influencia en todas las actividades socia-les. Hizo del laicismo su aspiración suprema.

Y después de desconocer los derechos de Dios, desconoció los de los hombres. ' ' Desde que el Estado, dice León XIII, re-' ' husa dar a Dios lo que es de Dios, por una consecuencia ne-" cesaría, rehusa también dar al ciudadano lo que por derecho " le corresponde como hombre, pues, quiérase o no, los ver-" daderos derechos del hombre nacen precisamente de sus " deberes para con Dios. De donde se sigue que el Estado " faltando al fin principal de su institución, llega en reali-" dad a negar lo que es la razón de su propia existencia. " Estas verdades superiores son tan claramente proclamadas " por la voz misma de la razón natural, que se imponen a " todo hombre que no esté cegado por la violencia de la pa-" sión".

El Estado, pues, negando los derechos de Dios, negó tam-bién los de los ciudadanos. Despreció los que tiene la persona humana para ser respetada y amparada en la prosecución de su fin supremo, y en la práctica de sus deberes religiosos; negó los que tiene la familia para constituirse cristianamente y ser sostenida en su estabilidad y santidad matrimonial; los de los niños, para ser educados cristianamente; los de los obreros para ser respetados en su dignidad de hombres cris-tianos, tratádos como hermanos y remunerados y asistidos con justicia y caridad.

VII

El trabajo por la alta política

Trabajar activa y eficazmente porque el Estado vuelva a ser lo que Dios quiso que fuese; porque reconozca a su Ha-

9

Page 9: Los grandes deberes cívicos...Los grandes deberes cívicos CARTA PASTORAL QUE DIRIG AE SUS DIOCESANO ELS OBISPO DE CONCEPCION D. GILBERT FUENZALIDO GUZMAA N 19 3 6 Imp. "Sa Francisco"n

cedor Supremo y cumpla los deberes que a El lo ligan; por-que se someta a la Soberanía de Cristo y acate con docilidad las enseñanzas de su Iglesia; porque encamine sus activida-des en la prosecución del verdadero bien común; porque res-pete en toda su amplitud, los derechos de las familias y de los ciudadanos; porque introduzca la armonía y concordia en las relaciones sociales, sobre la base de la justicia y la ca-ridad, con preferente atención a las clases más desvalidas y, por lo tanto, más necesitadas de protección y ayuda: tal es la grave obligación que en los momentos actuales tienen todos los católicos.

Esta es la verdadera, la grande, la esencial política, en las que todos debemos tomar parte, por mandatos expresos del Jefe Supremo de la Iglesia.

En esta nobilísima política hemos de trabajar con todas nuestras fuerzas. "Los católicos, dice nuestro actual Pontí-" fice en su carta al Episcopado Argentino, están obligados " a procurar con todas sus fuerzas, que la vida íntegra de la " república se regule por los principios cristianos". ¿Cómo " podríamos desentendernos de las cosas más grandes e im-" portantes?, dice el mismo Pontífice en sus discursos a los " Hombres Católicos en 30 de Octubre de 1931, ¿cómo po-" dríamos desentendernos de aquellas cosas en que el deber " de caridad es mayor, y de las que dependen los mismos " bienes que Dios nos ha ctedo, bienes domésticos y privados, " intereses de la misma Religión"?

Una y otra vez declara el Papa que, "después del culto " de Dios, que es el deber religioso, no hay deber mayor que " el de trabajar por esa alta política, que es la cristianiza-" ción de la sociedad".

"Deben los católicos, dice en otro documento, conocer " y establecer los fundamentos y base de una buena y verda-" dera y grande política, dirigida al supremo bién cimún de " la "polis", de la "civitas", al público bienestar, que es la " "suprema lex" a que deben tener las actividades sociales. " Y haciéndolo así cumplirán los católicos uno de los gran-" des deberes cristianos, ya que cuanto más grande e impor-" tante es el campo de trabajo, tanto más obligatorio es el " trabajo. Y es tan amplio el campo de la política, que toca " los intereses de la sociedad toda, y aun bajo este aspecto " es también el campo de la más vasta caridad, de la cari-

10

Page 10: Los grandes deberes cívicos...Los grandes deberes cívicos CARTA PASTORAL QUE DIRIG AE SUS DIOCESANO ELS OBISPO DE CONCEPCION D. GILBERT FUENZALIDO GUZMAA N 19 3 6 Imp. "Sa Francisco"n

" dad política, de la que se puede decir que nada la supera " fuera de la Religión".

VIII

Fundamentos de ese trabajo

Según las enseñanzas pontificias, cuatro grandes virtu-des nos obligan a trabajar incesantemente por el triunfo de esa elevada política: el amor a Dios, la piedad filial para con la Iglesia, la caridad paterna y la justicia social.

En primer lugar, el amor a Dios. Si lo amamos, debemos interesarnos por su gloria, no sólo por la que le tributen los individuos, sino por la que deben tributarle las naciones. No podemos mirar con indiferencia que los Estados desconozcan a su Señor y Rey, que le nieguen el vasallaje y sumisión de-bidos y que lo priven de la gloria que toda creatura debe a su Creador. La soberanía social de Cristo no es sólo un dog-ma de nuestra fe; es también un precepto que nos obliga a trabajar por su establecimiento.

En segundo lugar, la piedad que debemos a nuestra San-ta Madre la Iglesia nos impone el precepto de ayudarla y defenderla cuando los Estados modernos desconocen su mi-sión, conculcan sus derechos, persiguen a sus ministros y le arrebatan su libertad, pretendiendo someterla a oprobiosa esclavitud.

En tercer lugar, nos obliga la caridad para con el próji-mo, el amor fraterno, tanto más urgente cuanto más vasto es el campo donde debe ejercitarse. Es la caridad social, que se extiende, no a un grupo solo, sino a la sociedad entera.

Finalmente, nos obliga a trabajar en esa alta política la justicia social. Somos miembros de la sociedad y como ta-les tenemos que trabajar por ella; somos participantes de sus beneficios y con nuestro trabajo hemos de retribuirlos.

IX

Dirección práctica del trabajo

¿Cómo cumpliremos prácticamente con este tan grave deber de trabajar eficazmente por esa elevada política?

11

Page 11: Los grandes deberes cívicos...Los grandes deberes cívicos CARTA PASTORAL QUE DIRIG AE SUS DIOCESANO ELS OBISPO DE CONCEPCION D. GILBERT FUENZALIDO GUZMAA N 19 3 6 Imp. "Sa Francisco"n

¿Bastará sólo con que la defendamos y pregonemos sus ventajas, su necesidad, su urgencia, por nuestras conversa-ciones, por la prensa, por la tribuna, por todos los medios de propaganda que estén a nuestro alcance?

Todo esto es útil, pero no basta. El trabajo eficaz consiste en llevar al gobierno y direc-

ción del país personas que implanten los principios y doctri-nas de la sana política.

Es evidente que, para que se dicten leyes cristianas, es preciso que haya legisladores cristianos; que, para que se administren honradamente los caudales públicos, ha de ha-ber administradores honrados; para que los gobiernos proce-dan con justicia y rectitud, ha de haber gobernantes rectos y justos; para que se respeten los derechos de las familias y de los ciudadanos, para que se distribuyan las cargas sociales con equidad, y se promuevan las virtudes públicas y priva-das, y se afiancen el orden, la paz y la armonía social, y rei-nen la justicia y la caridad, en una palabra para que se pro-mueva eficazmente el bien común de la sociedad, es necesa-rio, es indispensable que los que han de promoverlo lo co-nozcan, lo amen y se sacrifiquen por él.

Para enmendar los rumbos de una sociedad que marcha extraviada, para introducir las reformas necesarias, para or-denar lo que está desordenado, ninguna acción es más eficaz que la que puedan ejercitar los conductores de la misma so-ciedad .

Esto no se discute. Por eso cuando las constituciones de los pueblos ponen

en manos de los ciudadanos la elección de los que han de re-gir y gobernar la nación, surge para los mismos ciudadanos el deber más grave, el de mayor trascendencia, el de mayor responsabilidad, porque del cumplimiento de ese deber de-pende la suerte de la sociedad entera.

Todos los grandes motivos que nos obligan a trabajar por la elevada política, a saber: el amor a Dios, la piedad para con la Iglesia, la caridad paterna y la justicia social, nos obligan a elegir dignos ciudadanos que rijan la repú-blica.

¿Qué son los partidos políticos, sino agrupaciones de ciudadanos que, de acuerdo en un programa común, se propo-nen realizarlo por medio del gobierno? ¿Cuál es la aspiración

12

Page 12: Los grandes deberes cívicos...Los grandes deberes cívicos CARTA PASTORAL QUE DIRIG AE SUS DIOCESANO ELS OBISPO DE CONCEPCION D. GILBERT FUENZALIDO GUZMAA N 19 3 6 Imp. "Sa Francisco"n

suprema de los partidos y de las combinaciones de partidos,, sino elegir entre los correligionarios o aliados la mayoría de los legisladores y gobernantes? Nadie duda de que el partido que es dueño del gobierno tiene asegurada la reali-zación de su programa.

De allí la importancia suma que para la sociedad y para la Iglesia tiene el triunfo de.un partido o de otro, es decir, la realización de un programa o de otro.

X

Los partidos políticos

Los partidos políticos son un fruto espontáneo de la so-ciedad. Nacen de la misma facultad que tienen los ciudadanos para influir en el bien común y de la diversa manera de con-cebir y de realizar ese mismo bien.

"Todos los ciudadanos, decía el Cardenal Aquiles Ratti " poco antes de ser elegido Sumo Pontífice, están obligados " a trabajar por el bien común; mas, como se trata de cosas " opinables y ninguno puede tener la pretensión de ser infa-" lible, es natural que se produzcan divergencias entre los " que sinceramente tienden a ese mismo bien común: de " aquí nacen los diversos partidos políticos. Pero estos par-" tidos degeneran en facciones si pierden de vista el bien " común, para preferir el interés de ciertos individuos y de " ciertas clases con detrimento de las otras, o, lo que sería " mucho más funesto, si combatieran los principios cristia-" nos, que constituyen para la familia humana la mejor ga-" rantía de paz y de progreso" (1).

No debemos pretender que no haya partidos políticos, pues, como dice Pío XI la doctrina de la Iglesia no reprueba estas instituciones políticas, como no reprueba ninguna insti-tución conforme al derecho y a la razón (2); pero debemos lamentar la degeneración de muchos partidos políticos y su transformación en facciones o partidos sectarios.

Y no hemos de contentarnos con sólo el lamento; hemos de tomar respecto de ellos la actitud que la Iglesia con tanta claridad nos prescribe,

(1) Ratti, A los fieles de Lombardía. (2) Pió XI UW Arcano.

13

Page 13: Los grandes deberes cívicos...Los grandes deberes cívicos CARTA PASTORAL QUE DIRIG AE SUS DIOCESANO ELS OBISPO DE CONCEPCION D. GILBERT FUENZALIDO GUZMAA N 19 3 6 Imp. "Sa Francisco"n

XI

Las tres categorías de partidos

Es un gravísimo error, y al propio tiempo es gravísima injusticia, inculpar indistintamente a todos los partidos po-líticos del triste estado a que ha llegado la sociedad civil.

Hay partidos a quienes ésta les debe profunda gratitud, porque noblemente lucharon siempre por su bien; y hay par-tidos que labraron su ruina. Hay, pues, que distinguir y dar a cada cual lo que le corresponde.

La Iglesia nos obliga a hacer esta distribución y para •ello nos encarga conocer los programas que los partidos Ge proponen realizar.

Siguiendo esta norma, los partidos políticos se dividen •en tres categorías: 1.a, los partidos cuyos programas contie-nen puntos contrarios a las enseñanzas de la Iglesia o a sus derechos: son los partidos anticristianos; 2.a, los partidos que se proponen reformas de orden puramente político que no afectan ni a las doctrinas ni a los derechos de la Iglesia: son los partidos meramente políticos; 3.a, los partidos cuyos pro-gramas respetan y defienden las doctrinas y los derechos de la Iglesia: son los partidos cristianos.

Para que un partido pueda ser calificado anticristiano "basta que contraríe cualquiera de las doctrinas o derechos de la Iglesia, pues todos exigen igual respeto y adhesión. Mere-cen, pues, ese triste nombre los que sostienen el laicismo, el materialismo, la lucha de clase, el divorcio, la enseñanza laica, así como los que desconocen los derechos de la familia cris-tiana, de los padres para educar a sus hijos, de la moralidad pública, o defienden un concepto del Estado contrario al concepto cristiano.

XII

Normas de la Iglesia respecto de cada categoría

Para con cada una de estas clases de partidos la Iglesia nos señala deberes claros y precisos, que ligan nuestra con-

14

Page 14: Los grandes deberes cívicos...Los grandes deberes cívicos CARTA PASTORAL QUE DIRIG AE SUS DIOCESANO ELS OBISPO DE CONCEPCION D. GILBERT FUENZALIDO GUZMAA N 19 3 6 Imp. "Sa Francisco"n

ciencia. Es absolutamente necesario conocerlos y practicar-los.

Respecto de los partidos anticristianos, la Iglesia nos manda oponernos a ellos, luchar contra ellos y luchar en el terreno político, uniéndonos estrechamente todos los católi-cos, manteniéndonos estrechamente unidos, cortando genero-samente toda causa de discordia y no perdiendo nunca de vista que la causa que defendemos es la causa de Dios, de su Iglesia y del supremo bien de la patria.

"Todo católico, dice León XIII, debe ciertamente obe-diencia filial a la Iglesia cuando ésta declara que la adhe-

" sión a un partido determinado es contraria a las obliga-"" ciones de conciencia de un católico. Es falso pretender "" servir al bien común por un medio que la autoridad reli-

giosa juzga en oposición con la Religión, elemento supre-" mo de bien común" (1).

"Es bastante arduo el deber de los obispos y del clero, dice el Cardenal Gasparri, cuando entre los partidos se

•" enciende la lucha religiosa. En este caso es deber estricto "" de los obispos y del clero inculcar a los fieles la necesidad

de tomar posiciones contra los partidos hostiles a la Igle-sia y de mantenerse unidos, aun sacrificando el propio pa-recer, a fin de que mediante el trabajo organizado y cons-

" tante, como se expresaba el Sumo Pontífice León XIII, lo-gren conseguir que las instituciones y las leyes se inspiren

*' en las normas de la justicia y que el espíritu y la virtud " benéfica de la Religión penetre por todo el organismo de " la república" (2).

" Y la necesidad de esta unión es tan grande, prosigue " diciendo el mismo Cardenal, que como escribía Pío X, no " hay otro camino para lograr que vuestros fieles puedan " librarse de las dificultades que cada día van siendo mayo-*' res y para preparar mejores tiempos a la Iglesia. De lo " contrario, si no se unen y trabajan los católicos, sucederá, " como ya lo preveía el citado Sumo Pontífice León XIII, " que fácilmente se apoderarán de los negocios públicos per-" sonas cuya manera de pensar puede no ofrecer grandes " esperanzas de saludable gobierno. Lo cual, por otra parte,

(X) León XIII, Cum multa. (2) Cardenal Gasparri. Carta al Obispo de Concepción.

15

Page 15: Los grandes deberes cívicos...Los grandes deberes cívicos CARTA PASTORAL QUE DIRIG AE SUS DIOCESANO ELS OBISPO DE CONCEPCION D. GILBERT FUENZALIDO GUZMAA N 19 3 6 Imp. "Sa Francisco"n

" estaría unido con no pequeño daño de la Religión Cris-" tiana, porque precisamente podrían mucho los enemigos " de la Iglesia y muy poco sus amigos".

"La Iglesia ha recibido de Dios, dice León XIII, el man-" dato de oponerse a las instituciones que dañen a la Reli-" gión. Además la Iglesia tiene la misión de hacer continuos " esfuerzos para penetrar con la virtud del Evangelio las " leyes y las instituciones de los pueblos" (1).

La Iglesia se opone a los partidos anticristianos y manda a sus hijos que luchen contra ello^, precisamente para defen-der las enseñanzas que recibió de su Divino Fundador y dar cumplimiento a su misión sobrenatural. No hace obra polí-tica sino religiosa. "En este caso, dice nuestro actual Sumo " Pontífice Pío XI, la Iglesia interviene. Es que la política " ha tocado a la Religión; ha tocado al altar. Y nosotros " defendemos el al tar" (2).

En vista de estas y de muchas otras declaraciones de la Santa Sede, el Episcopado chileno, en su última circular so-bre las relaciones de la Iglesia con la política, decía termi-nantemente: "Ningún católico puede en conciencia y sin fal-" tar gravemente, pertenecer a partidos cuyos programas " contengan doctrinas contrarias a la Religión-".

XIII

Los partidos meramente políticos

Así como es sumo el interés que la Iglesia tiene por todo lo que se refiere a su divina misión, que es salvar las almas mediante la práctica de las enseñanzas de Cristo, así es gran-de su desinterés y su despreocupación por los negocios de orden puramente temporal que en nada afecta al espíritu es-piritual.

Ella no interviene en manera alguna en los partidos me-ramente políticos.

"Cuando la lucha política se agita entre diversos parti-" dos, pero sin dañar en lo más mínimo los derechos de la

(1) León XIII. Sapientiae Christianae. (2) Pió XI. Discurso al 4.o Congreso de Juventud Católica.

16

Page 16: Los grandes deberes cívicos...Los grandes deberes cívicos CARTA PASTORAL QUE DIRIG AE SUS DIOCESANO ELS OBISPO DE CONCEPCION D. GILBERT FUENZALIDO GUZMAA N 19 3 6 Imp. "Sa Francisco"n

" Iglesia, los Obispos deben impedir cuidadosamente que la " religión llegue a ser un instrumento de un determinado " partido ,siendo la Iglesia madre común de todos los fieles, " ministra y de caridad". Así se expresa el Cardenal Gas-parri en su Carta de 7 de Junio de 1922.

Y en seguida hace una preciosa declaración, que jamás hemos de olvidar cuando interpretamos cetros documentos eclesiásticos: "Por tanto, dice, en este caso, el clero, como tal, debe observar la más estricta neutralidad; y este es el verdadero sentido en que la Santa Sede ha prohibido muchas veces rigurosamente a los eclesiásticos la intervención en las cuestiones políticas". En este caso, es decir, cuando las cues-tiones que dividen a los partidos son asuntos de orden pura-mente político, que 110 afectan en lo mínimo al orden espiri-tual, que no se oponen a ninguno de los derechos de la Igle-sia y cuya solución ha quedado sujeta, por declaración de la misma Iglesia, al libre juicio de los ciudadanos.

A esos partidos se refiere el gran León XIII cuando dice en su encíclica Sapientiae Christianae: "La Iglesia re-" husa por derecho y por deber ponerse al servicio de los " partidos y plegarse a la exigencia mudable de la política... " Celosa de su propio derecho y respetuosísima del derecho " ajeno, se estime obligada a permanecer indiferente res-" pecto de las distintas formas de gobierno y de las institu-" ciones civiles de los Estados cristianos sin que repruebe " ningún sistema de gobierno, con tal que respete la reli-' ' gión y la disciplina cristiana de las costumbres''.

A esos partidos se refiere el Concilio Plenario America-no, cuando ordena: "Absténgase prudentemente el clero de " las cuestiones que se refieren a cosas meramente políticas " o civiles, y sobre las cuales, dentro, de los límites de la " doctrina y de la ley cristiana, caben distintas opiniones".

A esos mismos partidos, que en nada ofenden ni a las en-señanzas ni a los derechos de la Iglesia, se refiere el Cardenal Pacelli cuando establece en la primera de sus normas: "He-" raidos de la paz de Cristo y de la caridad Que une y her-" mana, deben los Obispos mantenerse ajenos a las vicisitu-" des de la política militante y a las luchas y divisiones que " de ellas se siguen, y abstenerse, por lo tanto, de hacer pro-" paganda en favor de un determinado partido político". Palabras que el Episcopado chileno interpretaba diciendo:

17

Page 17: Los grandes deberes cívicos...Los grandes deberes cívicos CARTA PASTORAL QUE DIRIG AE SUS DIOCESANO ELS OBISPO DE CONCEPCION D. GILBERT FUENZALIDO GUZMAA N 19 3 6 Imp. "Sa Francisco"n

"El clero debe mantenerse al margen de los partidos políti-' ' eos, pues su misión, como tal, es más alta e independiente; " pero, por cierto, su actitud no podrá ser neutral o indife-" rente ante partidos que sean abiertamente contrarios a la " religión".

La Iglesia y el clero se desinteresan de las luchas de los partidos meramente políticos, pero permiten a los segla-res católicos que militen en ellos y resuelvan libremente sus cuestiones como mejor crean convenir al bien común; y no sólo que militen en ellos, sino que funden otros partidos con tal que los derechos de Dios y de la Iglesia queden a salvo. "Debe dejarse a los fieles, dice el Cardenal Pacelli, la liber-tad que les compete como ciudadanos, de constituir particu-lares agrupaciones políticas y militar en ellas, siempre que estas den suficientes garantías de respeto a los derechos de la Iglesia y de las almas.

XIV

Los partidos cristianos

Ya hemos visto la actitud de la Iglesia ante los partidos anticristianos y ante los partidos meramente políticos: de franca oposición a los primeros y de neutralidad e indiferen-cia respecto de los segundos. ¿Cuál será su actitud respecto de los partidos cristianos? Estos son los que se inspiran en las doctrinas de la Iglesia; los que la defienden en el terreno político; los que trabajan por realizar la política elevada, la esencial, la que contempla en la sociedad los derechos de Dios y de los ciudadanos; los que se proponen como ideal el orden social cristiano.

La Iglesia ve en estos partidos una ayuda poderosa para su causa; unos cooperadores para establecer la soberanía so-cial de Dios; unos auxiliares para conseguir que se dicten leyes cristianas y que, como decía. León XIII, ' ' el espíritu " y la virtud benéfica de la religión penetre por todo el or-" ganismo de la sociedad".

Para esos partidos la Iglesia tiene su aprobación, su gra-titud y sus mejores bendiciones.

"La Acción Católica, lo mismo que la Iglesia, dicen los " Obispos del Uruguay, en reciente Pastoral, está fuera y

18

Page 18: Los grandes deberes cívicos...Los grandes deberes cívicos CARTA PASTORAL QUE DIRIG AE SUS DIOCESANO ELS OBISPO DE CONCEPCION D. GILBERT FUENZALIDO GUZMAA N 19 3 6 Imp. "Sa Francisco"n

" por encima de los partidos políticos y se distingue de-" ellos, pero distinción de los partidos no es separación». " ni es indiferencia, respecto de la orientación moral o reli-" giosa de éstos, porque es evidente que la Iglesia puede to-" mar también respecto de los partidos una actitud de re-" probación y condenación cuando entran en conflicto con " los principios de la religión y de la moral cristiana; o de " aprobación, cuando se ajustan en su programa y en su ac-" tividad a las enseñanzas de la Iglesia".

"Juzgamos, prosiguen diciendo, que sería a todas luces. " injusta y por ende inexplicable la indiferencia equidistan-" te de la Acción Católica respecto de todos los partidos po-" líticos, así de los que encarnan una polítiva laicista y ag-" nóstica, cuyos frutos en las costumbres sociales, tarde o " temprano, serán anticristianos; como de los partidos que " actúan con una ideología religiosa y parten de un recto " concepto de la vida humana. Mucho más inexplicable aun, " si el aislamiento entre la Acción Católica y los partidos, " no hiciera distingos entre aquellos que son francamente " hostiles a la Iglesia y a sus enseñanzas, y aquellos que " favorecen la misión religiosa de la Iglesia" (1).

"Los católicos que cooperen a la elección de candidatos " que inspiren sólidas garantías de respeto a los derechos " de Dios y de la Iglesia, y de sus divinas enseñanzas y que-" contribuyeren en forma organizada a la defensa de la " Iglesia y sin omitir sacrificios, merecerán, dicen los Obis-" pos chilenos, nuestro aplauso y nuestra gratitud" (2).

Conviene observar que en los programas de los partidos católicos hay dos clases de materia: una que se refiere a la política general y esencial, es decir, a la realización del bien común por medio de leyes e instituciones conforme a los prin-cipios cristianos, y otra que se refiere a la política contin-gente, es decir, a la aplicación en concreto de tales o cuales medidas, para cuya realización hay que tomar en cuenta las variadas y a veces complejas circunstancias que las rodean. De estas circunstancias dependen muchas veces el resultado conveniente o inconveniente del proyecto mismo.

La Iglesia da normas generales, pero la aplicación en

(1) Carta Pastoral sobre la Acción Católica. (2) Circular del Episcopado de Chile sobre las relaciones de la.

Iglesia con la Politica.

Page 19: Los grandes deberes cívicos...Los grandes deberes cívicos CARTA PASTORAL QUE DIRIG AE SUS DIOCESANO ELS OBISPO DE CONCEPCION D. GILBERT FUENZALIDO GUZMAA N 19 3 6 Imp. "Sa Francisco"n

concreto y para cada situación particular, la deja al pru-dente y recto criterio de sus hijos.

Así por ejemplo, la Iglesia enseña los grandes principios de la moral social cristiana, afirmados solemnemente por León XIII y Pío XI, y que persiguen la elevación y protec-ción de los humildes, la colaboración de clases, la paz y ar-monía de la sociedad. Estos grandes principios no son discu-tibles.

Pero cuando se viene a una medida concreta, a un pro-yecto determinado, cuyos resultados dependen en gran parte de las circunstancias peculiares de cada país, la Iglesia deja la solución definitivá al dictamen de los ciudadanos confian-do en su cristerio y en su patriotismo.

Y en tales casos, Ella se limita a pedir a sus hijos que conserven la caridad, la paz, y la concordia; que eviten todo cisma y división; que se mantengan estrechamente unidos en velar por los intereses supremos de Dios y de las almas.

XY

El voto electoral

"Los Sagrados Pastores, dice el Cardenal Pacelli, deben *" formar la conciencia de los fieles, educándolos en los prin-'" cipios en que tendrán que inspirarse en el ejercicio de sus " derechos civiles, y procurando que sean oportunamente " instruidos, por ejemplo, acerca de la naturaleza del voto, " de la responsabilidad que importa, de la obligación de va-"" lerse de esta arma en defensa del orden social y de " la culpabilidad del abstencionismo político en momentos de " peligro para la patria y la Iglesia, y de otros semejantes " argumentos".

Es lo que ahor^ estamos haciendo; los momentos actuales -son de verdadero peligro para la patria y para la Iglesia.

El voto es el primero y principal medio práctico que te-nemos para cumplir con el sagrado y urgente deber de traba-jar por el verdadero bien social.

Todos los motivos que nos imponen ese deber, nos impo-nen también la obligación del voto. Dios, Autor y Rey del Estado; la Iglesia, cuya divina misión se extiende a la socie-dad; la caridad, que debe ejercitarse en el bien de todos,

20

Page 20: Los grandes deberes cívicos...Los grandes deberes cívicos CARTA PASTORAL QUE DIRIG AE SUS DIOCESANO ELS OBISPO DE CONCEPCION D. GILBERT FUENZALIDO GUZMAA N 19 3 6 Imp. "Sa Francisco"n

pues todos son hermanos nuestros; la justicia social, que nos urge a retribuir lo que de la sociedad recibimos y a intere-sarnos por el cuerpo de que somos miembros, nos están pre-gonando y urgiendo la obligación de votar y de votar en con-formidad con el deber.

No hay mayor bien que podamos hacer al Estado que el de proveerlo de buenos gobernantes y legisladores; y esto sólo se consigue por medio del voto.

No hay tampoco mayor mal para una nación que el de ser gobernada por los enemigos del verdadero bien social.

No sólo la patria sufre las consecuencias de un mal go-bierno : la religión, el culto divino, los hogares cristianos, la paz social, la moralidad pública, las almas, sufren también esas terribles consecuencias.

De nadie ha recibido la Iglesia mayores daños que de los malos gobiernos. ¿No han sido las legislaciones inspiradas por el sectarismo, las que han desorganizado los hogares, pervertido la educación de la niñez, fomentado los vicios, corrompido las costumbres, impedido a la Iglesia su misión salvadora ?

Y en los momentos presentes ¿no vemos en otras naciones la horrible persecución desencadenada contra lo que más amamos, por haber descuidado los católicos el cumplimiento de sus deberes cívicos?

El católico que se abstiene de votar cede el campo al enemigo y se hace responsable ante Dios de la muchedumbre de males que caerán sobre la Iglesia y sobre la patria.

Sólo la falta absoluta de conciencia cívico-cristiana pue-de explicar la facilidad con que muchos católicos se abstienen de cumplir el deber electoral o la ligeresa con que, por cual-quier motivo insignificante, dan su voto a los partidos con-trarios a la Iglesia.

¡Cómo se ha difundido esta lepra del abstencionismo po-lítico !

Pensar, dice el Padre Coulet, que en 1902 el año en que fué elegida la Cámara Francesa que rompió ¿on el Vaticano, que negó la autorización a las comunidades religiosas y confiscó sus bienes, hubo más de dos millones de abstenciones, no siendo la diferencia entre el block vencedor y la oposición de más de doscientos mil votos (1).

(1) Ir'Eglise et le probleme politique.

21

Page 21: Los grandes deberes cívicos...Los grandes deberes cívicos CARTA PASTORAL QUE DIRIG AE SUS DIOCESANO ELS OBISPO DE CONCEPCION D. GILBERT FUENZALIDO GUZMAA N 19 3 6 Imp. "Sa Francisco"n

En la última elección de España, que dió el triunfo a los elementos más exaltados y extremistas, cuyos crímenes y excesos tienen consternada a la Nación, se abstuvieron de vo-tar cerca de un millón de los partidos del Orden.

Entre nosotros, a juzgar por las inscripciones electorales, el número de los que se abstienen de votar es también enor-me.

El pecado que comete el que se abstiene de cumplir el deber de votar es de suyo grave, porque coopera a graves males que recaen sobre la religión y la patria. Y puede, esta gravedad aumentar y llegar a ser gravísima, cuando la elec-ción es ásperamente disputada entre los verdaderos servido-res del bien público y los que amenazan su destrucción y ruina.

XVI

Conclusión

Si los católicos cumplieran los deberes políticos que Dios les ha impuesto; si informaran su conciencia en las normas tan claras y precisas que la Iglesia les señala; si prescindie-ran de toda división interna y sacrificaran las cuestiones me-ramente temporales en obsequio de los supremos intereses de Dios y de la patria; si marcharan estrechamente unidos en< el terreno político y se mantuvieran firmes en esa unión, tendrían asegurado el triunfo.

Los católicos, que defienden el orden social cristiano son la inmensa mayoría del país.

¿Por qué no ocupan en la legislatura y en el gobierno el lugar que les corresponde? Porque muchos aun no tienen una convicción íntima del valor del voto, ni una conciencia firme y clara de la responsabilidad que trae consigo.

¡Con cuánta razón decía Möns. Gouraud que el deber electoral es en la hora presente el primero de los deberes de los católicos!

"La acción electoral, dice, debe ser lo primero en la acti-" vidad católica: nadie puede poner esto en duda. Convcn-" cerse a sí mismo y convencer a los demás de la existencia " de este deber, ha de ser el primer acto del católico en esta " materia. Se nos ha puesto en la necesidad de defendernos

22

Page 22: Los grandes deberes cívicos...Los grandes deberes cívicos CARTA PASTORAL QUE DIRIG AE SUS DIOCESANO ELS OBISPO DE CONCEPCION D. GILBERT FUENZALIDO GUZMAA N 19 3 6 Imp. "Sa Francisco"n

y de confundir los intereses religiosos con los intereses " electorales del país. Se nos ha obligado y forzado a ver

en el deber electoral no sólo un deber cívico, sino un de-" ber religioso. El deber electoral es el primer deber de los " católicos en la hora presente" (1).

Cumplid, pues, como buenos católicos, con este primero y principal de vuestros deberes.

Marchad unidos, disciplinados, obedientes a las órdenes de vuestros jefes: en la unión y en la disciplina está la fuerza.

No deis vuestros nombres a partidos cuyo programa no consulte, además del respeto a la Iglesia y a sus enseñanzas, una defensa verdadera y sólida de todos sus derechos. Así lo prescriben vuestros Pastores.

No os dejéis seducir, por promesas de reconstruir la so-ciedad y de crear una nueva patria, por caminos diversos de los que Dios ha trazado. Si el Señor no la reconstruye, iodo trabajo será vano. Ni creáis a los que os halagan diciéndoos que, para esa reconstrucción social, se valdrán también de la Iglesia, a la que defenderán de sus peores enemigos y uti-lizarán su acción moralizadora, pero subordinándola a su dirección y manteniéndola alejada de la política. La Iglesia no renunciará jamás a su independencia, ni tendrá otra fuente de inspiración que la del Espíritu que la vivifica.

No olvidéis las palabras del Sant9 Pontífice Pío X cuan-do decía: "Hay muchos que, llevados por el amor de la paz, " que es la tranquilidad del orden, se agrupan para formar " lo que ellos llaman el partido del orden. ¡Esperanza vana, ' ' cuidados perdidos! De partidos de orden, capaces de traer " la paz en medio de la turbación presente, no conozco sino " uno sólo: el partido de Dios" (2).

Seguid ese partido; luchad por él; conquistadle el triun-fo. La paz y la felicidad volverán a esta tierra.

Y para que os mováis a este trabajo con más ardor, es-cuchad el mensaje que nos acaba de enviar nuestro Santísimo Padre Pío XI, desde la grandiosa Exposición Mundial de la Prensa católica, palabras paternales con las cuales termina-remos esta Carta.

(t i Möns. Gouraud. Pour l'Action Catolique. (2) Pío X. E supreml.

23

Page 23: Los grandes deberes cívicos...Los grandes deberes cívicos CARTA PASTORAL QUE DIRIG AE SUS DIOCESANO ELS OBISPO DE CONCEPCION D. GILBERT FUENZALIDO GUZMAA N 19 3 6 Imp. "Sa Francisco"n

Dirigiéndose a millares de representantes de los diarios católicos de todo el mundo, les pidió que trasmitiesen a sus lectores el pensamiento que llenaba su alma de dolorosa in-quietud, por los espantosos males que veía venir sobre la hu-manidad, y dijo:

"El principal, el más grande y el más general de los pe-ligros que nos amenazan es el comunismo en todas sus for-mas y gradaciones. Porque amenaza y ataca, ya descarada, ya hipócritamente: la dignidad individual, la santidad de.la fa-milia, el orden y la seguridad del civil consorcio, y sobre todo, la religión, hasta la abierta y organizada lucha contra Dios, y particularmente contra la Religión Católica y la Ca-tólica Iglesia.

Peligro grande, total y universal: universalidad que se proclama, y se invoca, y se procura, y se promueve por medio de una propaganda siempre activa, y tanto más peligrosa cuando, como ahora se practica, toma una actitud menos vio-lenta y en apariencia menos impía, para poder penetrar en ambientes menos accesibles y conseguir convivencias increí-bles, o al menos silencios y tolerancias de inestimables ven-tajas para el mal y de funestísimas consecuencias para la causa del bien.

Diréis, amadísimos hijos, que habéis visto al Padre Co-mún de todos los redimidos, al Vicario de Cristo, profunda-mente preocupado y adolorido por este máximo peligro que amenaza a todo el mundo y que ya en diversas naciones pro-duce daños gravísimos.

Diréis, amadísimos hijos, que el Padre Común no cesa de señalar el peligro que muchos, demasiados, parecen igno-rarlo o no quieren reconocer su gravedad y su inminencia".

Que la bendición del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo descienda sobre vosotros y permanezca con vosotros para siempre.

Dada en Concepción, 16 de Julio de 1936, día de Nuestra Señora del Carmen, Patrona y Reina de Chile, bajo cuya protección ponemos el cumplimiento de esta Pastoral.

t GILBERTO, Obispo de Concepción

Jorge Vásquez M. Secretario suplente