los fisicos del siglo xviii

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LOS SERES VIVOS Y LA HISTORIA NATURAL DE LOS SIGLOS XVII Y XVIII Capítulo III Los seres vivos y la historia natural de los siglos XVII y XVIII Los antecedentes fijistas de la historia natural ara la “filosofía natural”, aquello que rodeaba al hombre era c extraordinariamente diverso 1 . La historia natural, como parte de esa disciplina, daba testimonio de ese mundo sorprendente. Los minerale los océanos, todos los seres vivientes eran su objeto de estudio. fascinantes, los que m!s dieron lu"ar a especulaciones y an!lisis fueron justamente los “seres vivos”. P #$ué son los seres vivos% &ntes del si"lo '()) este concepto es inmerso en la creencia de que lasespecies de plantas y animales eran inmutables. *n el relato del +énesis, se dice “-i o ios a los ser se"/n su "énero, a las bestias y serpientes y animales de la tierra especie” 0 la vida, pues, era una “creaci2n de ios”. 3ero adem!s era 1 ebo insistir aquí en lo dicho en la p!"ina 0 de la )ntroducci2n hablar de “l hombre” s2lo es posible si se asume la ima"en antropocéntrica que prevalecía ent filósofos naturales . 4ustifico el título de esta se"unda secci2n s2lo desde esa perspectiva usaré /nicamente en el contexto de la “filosofía natural”. 0 5anta 6iblia 7versi2n de 8asiodoro de 9eina:, +én.1 0;. <=

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Filosofía de la ciencia

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Los seres vivos y la historia natural.

El pensamiento econmico y el paradigma evolutivo: mundos opuestosLOS SERES VIVOS Y LA HISTORIA NATURAL DE LOS SIGLOS XVII Y XVIII

Captulo III

Los seres vivos y la historia natural de los siglos XVII y XVIII

Los antecedentes fijistas de la historia natural

P

ara la filosofa natural, aquello que rodeaba al hombre era complejo y extraordinariamente diverso. La historia natural, como parte de esa disciplina, daba testimonio de ese mundo sorprendente. Los minerales, las rocas, los ocanos, todos los seres vivientes eran su objeto de estudio. De ellos, los ms fascinantes, los que ms dieron lugar a especulaciones y anlisis fueron justamente los seres vivos.

Qu son los seres vivos? Antes del siglo XVII este concepto estaba inmerso en la creencia de que las especies de plantas y animales eran inmutables. En el relato del Gnesis, se dice: Hizo Dios a los seres vivientes segn su gnero, a las bestias y serpientes y animales de la tierra segn su especie; la vida, pues, era una creacin de Dios. Pero adems era una Creacin en la que cada ser viviente haba sido hecho segn su especie. No es raro que tal imagen coincidiera con los conceptos aristotlicos y platnicos que en la edad media se haban adaptado al dogma cristiano, dando lugar a la conviccin de que las especies estaban fijas. Este modo de pensar se ha denominado fijismo .

En un mundo donde todas las especies vivientes eran inmutables, lo que poda hacerse era una descripcin de las creaturas; no existan ms que historias de los organismos: en ellas se describa a la planta o al animal no slo en trminos de sus rganos y morfologa, sino que tambin se inclua todo lo que se les pudiera relacionar: sus virtudes, las leyendas, lo que decan los antiguos, etc. Poco despus la historia natural incorpora otros enfoques, pero la concepcin fijista queda intacta. Con la historia natural nace un nuevo mtodo para conocer a los seres vivos; en primer trmino, se recupera el sentido original (griego) de la palabra historia: la narracin de algo que fue visto, precisamente por aquel que lo vio . Quien hace historia natural deja de lado el papel del historiador tradicional; ya no se dedica a recopilar documentos, a repetir y enlazar los signos y las palabras alrededor de algo. El naturalista deja de ser un erudito que repite conocimientos del pasado, su labor es ahora la de "poner, por primera vez, una mirada minuciosa sobre las cosas mismas y transcribir todo lo que recoge, en seguida: con palabras lisas, neutras y fieles." (Foucault, 1963).

En esta tarea, las palabras dejan de tener el papel preponderante: la historia natural se sustenta en "documentos" que son las cosas mismas. Los herbarios, las colecciones zoolgicas y los jardines botnicos son lugares donde los seres vivos se describen sin ningn intermediario, donde las plantas y los animales se aproximan unos a otros de acuerdo a sus rasgos comunes, a sus estructuras visibles, en una ordenacin que en s misma los describe, dejando a las palabras en el modesto sitio de la nominacin. Los seres vivos son objetos, entidades delimitadas que se autoperpetan siempre de la misma manera. Como se ve, detrs de esto permanece como gua la idea de creacin; la inmutabilidad de las especies es tan incuestionable que a nadie se le ocurre siquiera dudar de ella.

Dentro del desarrollo de la ciencia occidental, la aparicin de las primeras colecciones biolgicas (herbarios, jardines botnicos, colecciones zoolgicas) se da como una consecuencia vinculada por completo al modelo de realidad que entonces se manejaba: la idea de que el mundo poda conocerse comparando la multiplicidad de lo existente. Lo que existe, por supuesto, era producto de un acto divino de creacin; en ese acto surge lo diverso: el mundo se constituye de objetos que pueden ser conocidos. La comparacin de esta multiplicidad inmutable poda lograrse a travs de dos vas: la medida y el orden. As, el conocimiento de los objetos del mundo se resguardaba de interpretar con ligereza las percepciones. Descartes ofrece, con su mtodo, un camino para deslindar las figuras de la imaginacin de las ideas claras y distintas: Haba necesidad de universalizar el instrumento de conocimiento; los meros sentidos no bastaban; era necesario potenciarlos y someterlos a orden y medida. Un espejo de esta concepcin es la taxonoma de Linneo. Recordemos que Carlos Linneo elabor su sistema de clasificacin confiando en la conviccin de que tras los nombres de los seres se encontraba una clave del orden natural determinado por Dios. Por eso su modelo de ordenacin jams podra hablarnos de evolucin (como algunos incorrectamente han llegado a pensar), pues en la evolucin se supone el cambio, y Linneo, por principio, crea en la inmutabilidad de las leyes divinas. En su sistema slo se hara evidente la scala naturae. Los taxnomos seran, entonces, hombres dedicados a leer en los signos del mundo sensible parte del intrincado y perfecto mundo ideado por Dios.

La taxonoma precede a la historia natural. As, los primeros historiadores naturales ya contaban con todo un sistema filosfico para enfocar sus observaciones sobre un mundo de mltiples objetos creados por Dios.

Si un ser vivo era una creatura de Dios, cmo poda conocerse? En responder al enigma del conocimiento de lo que es un ser vivo, los naturalistas empearon casi todas sus investigaciones.

El problema de cmo conocer a los seres vivos

Durante todo el siglo XVII los seres vivos pueden ser conocidos y analizados ante todo por su estructura visible. El conocimiento de las cosas se establece sobre sus relaciones, sus identidades y sus diferencias. Si lo que se busca y lo que se encuentra forma parte de una naturaleza determinada, la comparacin es entonces clara y sencilla. De otro modo, sera necesario un prolongado anlisis de los objetos para deducir la naturaleza comn detrs de la complejidad de las proporciones. Esa bsqueda de una naturaleza va a crear problemas. Como vimos en los captulos iniciales, el nominalismo de Ockham tan fundamental para el pensamiento moderno haca insostenible el pensar en cosas como una naturaleza. Sin embargo, Hume y Locke iniciaron la parte objetiva de sus enfoques partiendo precisamente de ese concepto. Aunque ambos hablaron en su momento de la naturaleza humana y aunque lo hicieron de un modo ms bien metafrico (recordemos que para Hume la naturaleza humana es una idea y l asegura que las ideas no son sino meras copias de datos que llegan con menor vivacidad a la conciencia), la bsqueda de naturalezas por parte de los historiadores naturales coincidi con el esquema aristotlico. Por otro lado, como se dijo en el apartado anterior, la idea de una creacin divina como origen de todos los seres vivientes en la que exista una progresin cada vez ms perfecta que culminara en el hombre, haca pensar en otro concepto aristotlico muy bien aceptado por el tomismo: la gran cadena del ser, la scala naturae. As, en el caso de los primeros naturalistas del siglo XVII, el conocimiento de los seres vivos se abord, ms que desde un enfoque rigurosamente emprico, desde una perspectiva aristotlica con metodologas empricas. Repito, eso traera problemas que van a llegar a un punto crtico que por fin se resolver en la obra de Darwin.

Cul fue la vertiente emprica de este temprano enfoque? El anlisis metdico de lo que se percibe en un ser vivo. Para establecer el anlisis y la comparacin, todas las cualidades que los sentidos pueden reconocer en los objetos no tienen el mismo valor. Descartes considera muchas de las ideas de cualidad como oscuras y confusas. El calor, el fro, los colores, los olores, los sabores, en fin, la crudeza de nuestras percepciones opaca lo que se podra concebir con ideas claras y distintas.

Con la fsica surge la confianza de que el Universo slo se puede aprehender a travs de lo visible. Cuando vemos un astro no lo tocamos ni lo probamos ni lo olemos. De ah el privilegio del que gozarn todos los objetos accesibles a la vista y sometidos al anlisis metdico de la ciencia. La ciencia escudriara la multitud de objetos que existen en el teln de fondo del tiempo y el espacio. An no llegaba el agudo anlisis de Kant; as que, siguiendo la tesis de Newton, tiempo y espacio seran tambin objetos, en el sentido de su presencia; pero seran de un tipo nico, pues dentro de ellos se desarrollaban los fenmenos de la naturaleza .

Slo a finales del siglo XVII, se rechazan definitivamente todas las analogas dudosas, todos los lazos invisibles, todas las similitudes sospechosas que no son evidentes para todo el mundo -dice Linneo- y que slo se introducen para peor gloria del arte. Es entonces cuando puede desarrollarse la historia natural, que tiene por objeto la estructura visible de los seres vivos y su clasificacin como meta.

Para hacer historia natural se consider necesario, en primer lugar, observar a los seres y describirlos. Describirlos es decir dar testimonio de lo que la mirada distingue en un ser, rechazando todo aquello que no aparece a los sentidos sin el recurso de una lupa (Tournefort, citado por Jacob, 1970). Es cuestin de reducir este ser a su aspecto visible y traducir en palabras su forma, tamao, color y movimiento. La descripcin debe dejar de lado los detalles; por el contrario, no debe silenciar ninguna de las notas singulares, ninguno de los elementos esenciales. Debe ser precisa y concisa, pues es insensato -dice Linneo- abundar en demasa all donde poco basta (Linneo, citado por Jacob, 1970).

La historia natural exige pues cualidades particulares. Para ser naturalista, es necesario primero ser capaz de renunciar a las imgenes a priori y saber observar. Pero no basta con mirar. Hay que ver lo que interesa y nada ms. El naturalista no puede contentarse con examinar un organismo en su conjunto. Le es necesario analizarlo, estudiar las partes, retener lo esencial de sus caractersticas. En lo que respecta al objeto de estudio, debe prestarse a las exigencias del anlisis.

Sin lugar a dudas, la planta es ms sencilla de detallar que el animal; est, como indica Jacob, menos tapizada de pasiones y de signos secretos. Por sus movimientos, el animal cambia sin cesar de forma. En su inmovilidad, la planta despliega permanentemente sus formas y dibujos ante el observador. Tras la cubierta del animal se oculta una zona de misterio; bajo el pelo, la pluma o el caparazn se percibe confusamente el mundo secreto de los rganos, toda la maquinaria de las entraas. En la planta, en cambio, nada queda en la sombra. Todos los rganos estn expuestos a la mirada, toda su funcionalidad se hace patente. Y es obvio, observa Tournefort, que se comprende mejor la estructura de una mquina y que se sabe ms fcilmente el nmero de piezas que la componen cuando se conocen las funciones a las que cada pieza est destinada. El ideal cartesiano de la mquina animal ser ms fcilmente accesible al estudiar una planta.

A primera vista, la estructura de un animal, o incluso de una planta, constituye una arquitectura muy compleja. Es difcil comparar las formas en su conjunto. Pero cuando se saca la red de semejanzas y de diferencias, no de los organismos en su conjunto, sino de sus partes despus de su anlisis, entonces la complejidad se convierte en simplicidad. Lo que es visible en una planta se decompone en un juego de lneas, de superficies y de volmenes. La estructura de conjunto se reduce a una reunin de figuras ms o menos geomtricas. A condicin, sin embargo, que estn convenientemente elegidas las cualidades que hay que observar, pues todas las propiedades visibles no ofrecen la misma garanta de generalidad. El color, por ejemplo, est demasiado sujeto a variaciones de un individuo a otro. La descripcin debe ser hecha mediante la utilizacin de los solos trminos del arte, si bastan dice Linneo describiendo las partes segn el Nmero, la Figura, la Proporcin y la Situacin. No debe, as pues, compararse tal planta con tal otra, sino el nmero de sus estambres, la forma de sus clices, la situacin de sus anteras, las proporcin de sus estambres y de sus pistilos. A fin de cuentas, cualquier planta puede representarse como una reunin de elementos de nmero y proporcin determinados. Cada uno de estos elementos puede variar hasta el infinito de combinaciones. La botnica se convierte en una especie de combinatoria de posibilidades casi ilimitadas y la zoologa aspirar a lo mismo. Con estas dos ciencias, la taxonoma, esa ciencia fundada por Linneo, tendr la materia prima para dar cuenta de una diversidad inmensa pero finalmente cognoscible.

Cul es el sentido de esa multiplicidad de exquisitas estructuras?, porque la diversidad no slo se da entre las especies, sino tambin en la arquitectura corporal, en su multitud de formas. Y por cierto que cada forma en el cuerpo o las producciones de un ser vivo tiene una funcin, cmo explicar por ejemplo la asombrosa perfeccin matemtica de las celdas de un panal de abejas, o el ajuste asombroso de las estructuras florales en relacin a las partes anatmicas de los animales que les sirven como polinizadores? La anatoma la ciencia que inventariaba las estructuras internas de cada ser viviente y la fisiologa la ciencia que se encargaba de descubrir las funciones mecnicas de cada pieza de la mquina animal fueron las fracciones clave de una corriente de pensamiento que prevalecera por mucho tiempo en la mente de los cientficos y que de un modo muy extrao, lograba coexistir con el empirismo: la teologa natural.

La teologa natural

Hacia 1724 John Rayabord un enigmtico problema que se les present a todos aquellos que crean en la inmutabilidad de las especies. Si bien era cierto que las estructuras podan definir con precisin a las distintas especies de la creacin, cmo explicar entonces las eventuales variedades que podan encontrarse a nivel local?, seran esas pequeas diferencias suficientes para definir a una nueva especie? Ray razon que diferencias tan pequeas no permitan pensar en una especie distinta, ya que Dios habra creado en un solo acto a todas las especies conocidas y la labor del naturalista era, precisamente, descubrir esas unidades bsicas en la diversidad del mundo viviente. Habra sido ridculo agregar nuevas especies a la lista cada vez que alguien descubriera una ligera variacin. Tales diferencias seran tan slo el producto del efecto continuado de las condiciones locales sobre la forma original. Pero Dios se habra asegurado de que tales modificaciones jams oscurecieran las caractersticas de las formas creadas originalmente por l. As pues, segn Ray podan establecerse distinciones en los casos en que pasara lo anterior: las especies seran las entidades originales creadas por Dios, mientras que las variedades seran las modificaciones encontradas dentro de la especie como resultado de unas condiciones ambientales diferentes a las del momento de la creacin. Eso planteaba dos cosas: por un lado, cierta flexibilidad adaptativa en cada especie; por otro, una estrecha relacin entre la forma de cada estructura y la funcin. Las formas anatmicas eran as el producto de un diseo preestablecido por Dios. Como en una mquina, los caracteres de cada ser vivo tenan una finalidad utilitaria: ningn carcter era superfluo, todos servan de algo en la complejidad de la mquina animal.

Siguiendo los argumentos de Ray, William Paley rene en una obra muchas de las convicciones prevalecientes entre los naturalistas del siglo XVIII. Publicada en 1802 su Natural Theology, haciendo uso de numerosos ejemplos, mediciones y esquemas todos ellos considerados evidencia para cumplir con los requerimientos del emprismo nos dice que cada parte del cuerpo de un animal es til para su peculiar modo de vida y que esa adaptacin universal de la estructura a la funcin ilustra la benevolencia de un Dios que se preocupa por sus creaturas. De este libro proviene la conocida parbola del relojero padecida como prueba irrefutable por muchos de los que estudiamos en escuelas confesionales y que dice que tal como la intrincada estructura de un reloj evidencia al relojero que lo construy, as la complejidad increble de los seres vivientes proclama sin dudas la omnipotencia de su diseador: Dios.

La teologa natural tuvo un valor prctico que le dio mucho prestigio. Cuvier, el gran paleontlogo francs, aseguraba sin ningn reparo que para l era suficiente encontrar un solo diente fosilizado para reconstruir en todos sus detalles, el esqueleto ntegro de su poseedor. Lo curioso es que una afirmacin tan aventurada fue en numerosas ocasiones muy precisa. Sin embargo, el misterio de la vida permaneca intacto y el enfoque de la teologa natural pareca dejar en artculo de fe todo intento de aproximacin a lo que se pudiera decir de la vida. Pareca muy lejano el da en que los grandes logros de la fsica de Newton pudiesen llegar, an plidamente, al terreno de las explicaciones sobre la vida. Los cientficos tenan que conformarse con los avances empricos que se daban en el campo de la fisiologa. Si algo se poda explicar era el funcionamiento mecnico de los seres vivos, pero la vida, como fenmeno, permaneca muy alejada de la mano de la ciencia.

Debo insistir aqu en lo dicho en la pgina 2 de la Introduccin: hablar de lo que rodea al hombre slo es posible si se asume la imagen antropocntrica que prevaleca entre los filsofos naturales. Justifico el ttulo de esta segunda seccin slo desde esa perspectiva histrica y lo usar nicamente en el contexto de la filosofa natural.

Santa Biblia (versin de Casiodoro de Reina), Gn.1:25.

Al respecto San Agustn es elocuente (Confesiones XI, iv; XIII. xxx. Ciudad de Dios XVI, vii). Recordemos tambin una de las muchas consecuencias de aquella adaptacin del pensamiento clsico al esquema cristiano: la polmica entre nominalistas y realistas, que en sus races nos remite a las diversas interpretaciones del concepto aristotlico de especie y de la visin platnica de las ideas.

Toms de Aquino, 1952, Summa Theologica, Parte I, Cuestin LXXII, rplica a la objecin 3.

Jacob, F. 1970. La Logique du vivant: Une histoire de lhrdit. Ed. Gallimard, p.128. Templado, J. 1982. Historia de las teoras evolucionistas. Ed. Alhambra, Espaa, p. 7.

En este sentido, la palabra historia se usaba desde la visin aristotlica, es decir que se le equiparaba con el conocimiento, por ejemplo: Del Cielo III 1: sobre el conocimiento de la naturaleza; o Del Alma I 1 conocimiento del alma. (citados por Papavero y Llorente, 1994 en Principia Taxonomica, Vol. 2 p. 61)

The first historians were the logographers of Ionian cities, men who carried their inquiry () to a study of things in the way seemed by those who seen things: that is the greek sense of the word. ( Jacob, E.F. y J. T. Shotwell, 1956, Enciclopdia Britannica, Vol. 11, p. 594)

Linneo crea que los nombres de las especies deban darse modestamente y con mesura: Yo alabo los nombres dados a las plantas por los antiguos romanos, pero tiemblo al ver la mayora de los creados por las autoridades modernas, porque stos son en su mayora un mero caos de confusin, cuya madre fue la barbarie, el padre el dogmatismo y la nodriza el prejuicio. (Linneo, C. Selected botanical papers en: Bojrquez Castro, Luis. 1973. Antologa de Biologa. UNAM, Mx. pp. 66-68.

Labastida, J.,1987, Produccin, ciencia y sociedad, Mxico, ed.Siglo XXI, p. 176.

Jacob, E.F., 1970. La Logique du vivant: Une histoire de lhrdit. Ed. Gallimard, p. 44.

Linneo crea que la meticulosidad y la modestia de su mtodo no slo impedan la proliferacin catica de nombres, sino que hacan posible que a la planta se la conozca por su nombre y recprocamente al nombre por la planta; es el efecto del carcter propio de una y otro, trazado en aquella, escrito en ste (1751. Philosophia Botanica. Wheldon and Whesley / Stechert Hafner Service Agency, 1966, p. 246); me parece que esta cita expresa una conviccin muy prxima a los realistas medievales.

Todas las especies, tanto en su nmero, cuanto en su forma, fueron en principio, creadas por Dios. (Op.cit., p. 247)

Templado, J. 1982. Historia de las teoras evolucionistas. Ed. Alhambra, Espaa,p. 18.

Idem.

Hume, D. 1977. Tratado de la Naturaleza Humana. Coleccin Sepan Cuntos No. 326. Ed. Porra, Mxico.

Locke, J. 1960. Two Treatises of Government, Cambridge University Press.

Hume, op. cit. I, 1, p. 15.

Coleman, W. 1983. La Biologa en el Siglo XIX. Breviarios, Fondo de Cultura Econmica. Mxico, pp. 119, 163, 177.

Toms de Aquino, 1952, Summa Theologica. Parte I, Cuestin LXX, artculo 3; Cuestin LXXI y en particular Cuestin LXXII, rplica a la objecin 1.

Labastida, J. Op. cit. pp. 164-178.

Jacob, F., Op. cit. p. 43

Morris, R. 1986. Las flechas del tiempo. Editorial Salvat, Barcelona, pp. 41-50.

Linneo, C. Selected botanical papers en: Bojrquez Castro, Luis. 1973. Antologa de Biologa. UNAM, Mx. pp. 66-68.

Linneo, C. 1966, Philosophia Botanica. Wheldon and Whesley / Stechert Hafner Service Agency, p. 343.

Op.cit., p. 330

cfr. Jacob, F. 1970. La Logique du vivant: Une histoire de lhrdit. Ed. Gallimard.

Citado por Jacob, F., Op. cit.

Descartes, Tratado del Hombre, citado por Coleman, W., Op. cit. p.203 y por Labastida, J. Op. cit. p.119.

Ver nota 20 en esta seccin.

Linneo, C. 1966, Philosophia Botanica. Wheldon and Whesley / Stechert Hafner Service Agency, p. 267

Ray, J. 1973, Synopsis Methodica Stirpum Britannicum, reimpreso junto con la Flora Anglica de Linneo, en Londres (1973) por la Ray Society

Op. cit.

La mquina animal de Descartes, tan agradable y apaciguante a la razn, fue siempre un argumento persuasivo para los pensadores de la modernidad, particularmente para los primeros fisilogos. Sin embargo, la sospechosa irrefutabilidad de los argumentos teleolgicos fundados en esa idea, fue analizada con agudeza por algunos filsofos. Kant, en su Crtica del Juicio, anota que la bsqueda de causas finales en torno los seres organizados, es nicamente, un impulso inherente a la razn, aunque su carcter de verdad sea algo en lo que nunca llegaremos a tener argumentos definitivos, por motivos subjetivos de la especie particular y de la limitacin de nuestro entendimiento (Crtica del Juicio, 82).

Paley, W. 1970, Natural Theology: Or Evidencies of the Existence and Attributes of the Deity Collected from the Appearances of Nature. Londres, Faranborough, Gregg.

Cuvier citado por Buffetaut, E. 1992, Fsiles y hombres. Barcelona, ed. Plaza &Jans, pp. 117-118.

En el caso del dinosaurio del Cretcico Iguanodon, Cuvier hizo una reconstruccin muy exacta con apenas unos cuantos huesos de la pelvis y del crneo. De hecho, pudo predecir, por ejemplo, la posicin bpeda del animal. En su prediccin subyaca, por supuesto, la confianza de la teologa natural de que a toda forma corresponde siempre y por necesidad una funcin.

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