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LosCuentosFantásticos(cuatrovolúmenespublicadosentre1814y1815,delosqueaquíseincluyeunaselección),llevabanunprefaciodeJeanPaul,elfamosoautordeLos sueños y popularizador del romanticismo. Están escritos a lamanera de «LosMarchen»,bajola influenciadeNovalis.SonlaobramáscompletadeHoffmannytuvieronunenormeéxitoapartirdelacomposicióndeOffenbach.Enestoscuentos«vonCallotsManier»,Hoffmannseplanteasuobsesiónprimordial,laposibilidaddedominarlosdosprincipiosantagonistasdelarte:elsueñoylarealidad.

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E.T.A.Hoffmann

CuentosfantásticosePubr1.3

Titivillus09.11.2019

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Títulooriginal:PhantasiestückeinCallotsmanierE.T.A.Hoffmann,1815Traducción:JosepLleonartRetoquedecubierta:PiolinEditordigital:TitivillusePubbaser2.1

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MADEMOISELLEDESCUDÉRY

EnlacalledeSaintHonoréselevantabalacasitaenquevivíaMagdalenadeScudéry,conocidaporsusversosllenosdedonaireyporlaconsideraciónquemereciódeLuisXIVydelaMaintenon.

Yaavanzada lanoche—enelotoñode1680—seoyeronen lapuerta reciosyvehementesgolpesqueresonaronen todoelvestíbulo.Bautista,queenel reducidotrendecasadelaseñoritaejercíaalavezdecocinero,criadoyportero,habíaidoalcampoconpermisodesuamaparaasistiralabodadeunahermana,demaneraquela única que velaba en la casa aquella noche era laMartiniére, la camarera de laseñorita.Oyólasrepetidasllamadas,yseleocurrióenseguidaque,ausenteBautista,quedabaenlacasaconlaseñoritasinauxilioninguno.Seagolpabanensumenteloscasos de violencia, de asalto de morada, los robos y los homicidios que en aquelentoncessufríaParís,ydioporciertoquealgúngrupodeperturbadores,enteradosdelas circunstancias de la casa, era el que alborotaba y esperaban solamente que lapuerta se abriera para llevar a cabo algún intento perverso contra su dueña.Temblorosa, atemorizada y maldiciendo a Bautista, a su hermana y a la boda, sequedóquietaensuhabitación,mientrascontinuabanresonandolosgolpesdadosalapuerta,yenmediodeellosleparecióoírllamarunavoz:

—¡Abrid!¡OslopidoporCristo!¡Abrid!ConcrecientetemorseapresurólaMartiniéreacogerelcandelabro,conlavela

encendidayseprecipitóalvestíbulo.Lavozdelquellamabasehizomásinteligible:—¡PorelamordeCristo,abridme!—Esevidentequeunbandoleronohabladeestemodo—pensólaMartiniére—.

Es tal vez una persona que busca refugio en la casa demi señorita, a quien sabeinclinadaahacerbuenasobras.Peroseamosprecavidas.

Abrióunaventanaypreguntóalqueestabaabajoquiéneraelqueenplenanochese atrevía a llamar tan ruidosamente, despertando a todos; hizo las preguntasahuecandolavozydándoleeltonomásvaronilposible.Alresplandordelosrayosdela Luna, que rasgaban ahora unas nubes obscuras, descubrió la presencia de unafiguraalta,envueltaenunacapadecolorgrisclaro,yconelaladelsombreroalniveldelosojos.

—¡Bautista,Claudio, Pedro!—empezó a llamar laMartiniére, para que el queestaba abajo se enterara—. ¡Levantaos y ved al mentecato que va a hundirnos lapuerta!Peroeldeabajorespondióconunavozblanda,casisuplicante:

—¡Ay, Martiniére, amada señora, bien la conozco, por más que se esmere enfingirotravoz!SéqueBautistaestáenelcampoyquehaquedadosolaenlacasaconlaseñorita.Notemanada.Ábrameconfiadamente.Hedehablarconsuseñoritasinperderunminuto.

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—¿Pero, se figura—replicó la camarera—quevaadarle audiencia sinmásnimás,enplenanoche?Ustedignoraqueestádurmiendohaceratoyquepornadaladespertarédelprimersueño,queeselmásdulce,yelquetantonecesitaasuedad.

—Estoyenterado—replicóelqueestabaabajo—dequesuamaacabadedejarenestosmomentoselmanuscritodesunovelallamada«Celia»,enelquetrabajatanafanosamente,yqueahoraestáescribiendounosversosqueseproponeleermañanaen el círculo de la marquesa deMaintenon. La conjuro, señoraMartiniére, a quetenga compasión y me abra la puerta. Sepa que de ello depende el salvar de laperdición a un desgraciado; que dependen de estemomento en queme es precisohablarconsuamaelhonor,lalibertadylamismavidadeunhombre.Piensequelacóleradesuamapesaríaeternamentesobreustedsiseenteraradequefueusted laqueechótansinrazónaldesgraciadoqueveníaapedirleasistencia.

—Pero—dijo la camarera— ¿por qué venir a hablar de lamisericordia demiseñoritaaunahoratanintempestiva?Volvedmañanaporlamañana.

Elqueabajoesperabareplicóenestostérminos:—¿Quéleimportanaldestino,devastadoryprontocomolaluzdelrayo,eldíani

lahora?¿Eslícitoaplazarlamisericordiacuandolasalvacióndependedelinstante?Deme entrada y nada tema del mísero que, sin amparo, abandonado de todos,perseguido, acosado por un destino singular, viene a mendigar a su señora que lesalvedelpeligro.

Martiniéreoyócómosu interlocutor, alpronunciar estaspalabras sollozabaconprofundapena;suacentoeraeldeunjoven,quedulcementesefiltrabaenelcorazón.Y la camarera se sintió tan conmovida, que sinmás vacilaciones fue a buscar lasllaves.

Apenashuboabierto,lafiguraenvueltaensucapagrisseprecipitóalinterioryatravesóelvestíbulo,instandoconvozdesgarradoraalaMartiniére:

—¡Llévemeasuseñora!Atemorizada,lacamareralevantóelcandelero,cuyoresplandorseproyectósobre

lacaradeljoven,lívidacomoladeunmuerto.Presadelterror,laMartiniéreestuvoapuntodedarconsucuerpoenelsuelo,cuandoelforasteroabriólacapaydeentrelosplieguesdelvestidoalaalturadelpechosacóunpuñal.Elhombrelamirabaconojoscentelleantesyrepetíacadavezconmayorvehemencia:

—¡Llévemeasuseñorita,ledigo!LaMartiniérevioentoncestodoelpeligroquecorríaaquéllaaquienhonrabaala

vezcomodueñaycomosegundamadrefielyabnegada;yestaideadespertóensuánimounaenergíadelaqueellamismanosehabíacreídocapaz.Cerrórápidamentela puerta de la habitación, que su señora había dejado entreabierta, y poniéndosedelantedijoconenérgicadecisión:

—Realmente,suconductadesalmadaenestehogardesmienteeltonosuplicantecon que ahora mismo se lamentaba. Tengo un desengaño al ver que no es ustedmerecedordelacompasiónqueenmalahorahadespertadoenmí.Ahoramiseñorita

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nopuederecibirleynolohará.Sinolemueveunaintenciónmalvada,laluzdeldíano debe avergonzarle; por lo tanto, vuelva usted mañana y exponga su demanda.Ahorasalgausteddeestacasa.

Elhombrelanzóungemido,mirófijamentealaMartiniéreconexpresióntrágica,yechómanoalpuñal.Enlomásíntimo, lacamareraencomendósualmaalSeñor,peropermaneciófirmemirándolealosojosyapretómáslaespaldacontralapuertaquedabaaccesoalashabitacionesdesuama.

—¡Déjemehablarconsuseñora,ledigo!—insistióelvisitante.—Haga loquequiera—replicó laMartiniére—queyonoabandonarémisitio.

Puedellevaracaboeldelitoquehaempezado,peroencontrarálamuerteafrentosaenlaplazadelaGréve,comosusmalvadoscamaradas.

—¡Ah!—gritóel joven—.Tenéis razón, laMartiniére:miaspectoymisarmassondeunladrónyunasesino.¡Pero,miscamaradasnohansidojuzgados;nolohansido!—ydiciendoestolecentelleabanlosojos,yapretandoelpuñalseacercóalapobremujer,poseídaporunmiedomortal.

—¡Jesús!exclamó,esperandoelgolpefatal.Peroenelmismoinstanteseoyóenlacalleunrumordearmasyherraduras,queanunciabanlaproximidaddelarondamontada.

—¡Laronda!…¡Laronda!¡Socorro!¡Socorro!—gritólaMartiniére.—Mujer perversa, quieres mi perdición… Todo se acabó… Todo… Toma:

entregaestoalaseñorita,hoymismo,mañanasiquieres—mientrasmurmurabaestoenvozbaja,elintrusohabíaarrebatadoelcandelerodemanosdelacamarera,matadolaluzylehabíapuestoenlasmanosuncofrecito—.¡Porlasaluddetualmadaestecofrecilloalaseñorita!—ledijo,ysaliócorriendodelacasa.

LaMartiniéresehabíadesplomado; levantóseaduraspenas,yanduvoa tientashaciasuaposento,enelqueextenuada,incapazdepronunciarniunapalabra,sedejócaerenunsillón.Oyóluegoelruidodelallavequehabíadejadoenlacerraduradelapuertadelacalle.Acababandecerrarlayseoyeronunospasosleveseinsegurosquese acercaban a la habitación. Inmóvil en un rincón, sin fuerzas para levantarseesperabalopeor;perocuálfuesusorpresacuandoalabrirselapuerta,reconocióalresplandorde la lámpara al honradoBautista.El color de su rostro era cadavérico,parecíacompletamentedesencajado.

—Por todos los santosdel cielo, señoraMartiniére,dígame, ¿quéhapasadoenestacasa? ¡Quémiedo! ¡Quéespanto!Nosé loque fue,pero lociertoesquealgopoderosome arrancó amí de la fiesta de la boda. Llego a la calle, pensando: LaseñoraMartiniéretieneelsueñoligeroymeoirási llamoalapuertasuavementeyme abrirá. Y de pronto veo que se acerca una numerosa patrulla, gente a pie y acaballo,armadoshasta losdientes,ymedetienen,ynoquierensoltarme.Pero,porsuertemía,Desgrais,el tenientede la«Maréchaussée»,quebienmeconoce, figuraentreellos,yexclamaaltiempoquemeponenlalinternabajolasnarices:

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—¡Vaya! ¿Adónde vas a estas horas de la noche, Bautista? Anda a tu casa yguárdala tanbiencomopuedas.Aquínoestásseguro.Estamismanochepensamoshacerunabuenapresa.

No puede figurarse, señoraMartiniére, cómo me han llegado al corazón estaspalabras.Yluego,llegoalumbral,yunhombreembozadosaleprecipitadamentedelacasa,enelmismoinstantequeentrabayo,conunpuñaldesenvainadoenlamano,meempujayechaacorrer…y lapuertadeentradaestáabierta, con la llaveen lacerradura…¿Quésignificatodoeso?

Yalibredelterror,laMartiniérecontóaBautistalosucedido.Juntossefueronalvestíbuloyhallaronelcandelabroenelsuelo,talcomoquedócuandoelforasteroloarrojóensuhuida.

—Meparececlarísimoquesepreparabaunroboyquiénsabesielasesinatodenuestra señorita —dijo Bautista—. Según me cuenta usted, el hombre sabía queestabansolasustedylaseñoritayqueellaestabatodavíaescribiendo.Seguramenteera uno de los bribones malditos que se introducen en las casas astutamente parainformar a los otros de lo que pueda ser útil a sus planes diabólicos.En cuanto alcofrecito, señoraMartiniére,entiendoqueesconvenienteecharloalSena,dondeelaguaseamásprofunda.¿Quiénnos respondedequeal abrirlonosucedaanuestrabuena señorita algún percance en que le vaya la vida?Dios sabe si caeríamuertacomo sucedió al viejo marqués de Tournay al abrir una carta que le entregara undesconocido.

Después de larga deliberación acordaron aquellos leales servidores contar aMademoiselledeScudéry,cuandose levantara, todo losucedidoy tambiéndarleelmisterioso cofrecito para que lo abriera con todas las precauciones.Analizadas lascircunstanciasdelaaparicióndelsospechosoforastero,creyeronquepodíaandarenel juego algún singular misterio, que ellos no eran quién para juzgar, antes bienestaban obligados a confiar a su ama lo sucedido y dejar que ella descubriera laverdad.

***

NocarecíandefundamentolassospechasdeBautista.EnaqueltiempoParíseraescenariodelasmáspavorosasfechorías,yelmásdiabólicodelosdescubrimientosveníaafacilitarlosmediosparaejecutarlas.

Glaser,unboticarioalemán,elmejorquímicodesutiempo,seocupaba—comoes frecuente entre los de su ciencia— en experimentos de alquimia. Se proponíahallar lapiedra filosofal.Seasocióconélun italiano llamadoExili.Pero,aéste laalquimia le servía de pretexto: lo que le interesaba y aprendió con celo fue acombinar, cocer y sublimar lasmaterias venenosas que con tan buenas esperanzasmanejabaGlaser,y logróalfinlapreparacióndeunvenenosutil,sinolornisabor,quepodíamatarenelacto,obienmatandolentamentenodejabarastroenelcuerpo

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humano,yburlabatodoelconocimientodelosmédicos,loscuales,nosospechandoel veneno, tenían que atribuir la muerte a una causa natural. A pesar de susprecauciones,Exilinopudoevitarelhacersesospechosodelaventadevenenos,ylellevaron a laBastilla. Encerraron después en elmismo cuarto al capitánGodin deSainte-Croix, el cual había vivido largo tiempo con lamarquesa deBrinvilliers enrelaciones que fueron la vergüenza de la familia, y finalmente, como sea que elmarido se mostrara insensible al delito de su esposa, el padre de ésta, Dreuxd’Aubray, queocupabaun cargo importante enParís, consiguió separar a la parejadelincuentepormediodeunmandatode arresto contra elCapitán.Pasional él, sincarácter, con una piedad ficticia, e inclinado desde joven a toda especie de vicios;envidioso, vengativo hasta la fiereza, nada podía servir mejor al Capitán que eldiabólicosecretodeExili,queledabaelpoderdeaniquilarasusenemigos.Sainte-CroixseconvirtióenelmásaplicadodiscípulodeExiliyno tardóen igualarle;demanera que al salir de la Bastilla se hallaba capacitado para continuar trabajandosolo.

La Brinvilliers, unamujer degenerada, se transformó enmonstruo por obra deSainte-Croix. Instigada por él, envenenó a su padre, al que en la vejez prodigabamalvadamentehipócritascuidados;envenenóluegoasusdoshermanos,yporfinasu hermana.Al padre con ánimo vengativo y a los otros en perspectiva de la ricaherencia. La historia de toda una serie de envenenamientos nos da el ejemplo decómocrímenesdeestaclaselleganaserunapasiónirresistible.Sinotrafinalidadquela satisfaccióndeunapetito, comoelquímicoquehaceexperimentos, lasvíctimasfueronamenudopersonascuyavidaocuyamuerteeranindiferentesalenvenenador.Lamuerte repentinadeunaseriedepobresasiladosenelHótel-DieudespertómástardelasospechadequelospanesquelaBrinvilliers,bajocapademisericordia,solíarepartir allí todas las semanas, encerraban un veneno. Y es cosa probada queconteníanvenenolospastelesdepichónqueofrecíaasusinvitados.VíctimasdeesosdiabólicosbanquetesperecieronelcaballeroDuGuet,yotraspersonas.Sainte-Croix,su asistente La Chaussée y la Brinvilliers lograron envolver largo tiempo bajoimpenetrablesvelossusescalofriantesdelitos.Peroeleternopoderdeterminóquelosdelincuentes,pormañasqueemplearan,fueranjuzgadosyaenlatierra.

Eran tan sutiles los venenos que preparaba Sainte-Croix, que si durante sumanipulaciónelpolvo—poudredesuccessionlollamabanlosparisienses—quedabaaldescubierto,unasolaaspiraciónbastabaparacaermuertoal instante.Contraesteriesgo, Sainte-Croix usaba unamáscara de delgado cristal durante sus operacionesquímicas. Un día se le cayó la máscara cuando se disponía a agitar el polvotransvasadoenunfrasco,yalaspirarlosedesplomóenunamuerte instantánea.Noconociéndoseleherederoslostribunalesseapresuraronasellarsusbienes.EncerradoenunacajasehallótodoeldiabólicoinstrumentaldequedisponíaelmalvadoSainte-Croix, y además las cartas de la Brinvilliers, que no dejaban duda acerca de susdelitos.SerefugióéstaenLieja,bajoeltechodeunconvento.Allísepresentóundía

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Desgrais,agentedela«Maréchaussée»,bajoeldisfrazdesacerdote.Logróentrarenrelaciónconaquelserhorrible,laBrinvillierslediocitaenunjardínsolitariodelosalrededores,yapenasapareció,losesbirrosdeDesgraislarodearon,yeldisfrazadoenamoradorsetransformódeprontoenelagentedela«Maréchaussée»,laobligóasubir a un coche que esperaba junto al jardín, y el coche, rodeado de los esbirros,saliódirectamentehaciaParís.LaChausséeyahabíasidodecapitadoanteriormenteylaBrinvillierstuvoigualmuerte.Despuésdelaejecuciónfuequemadosucadáveryaventadaslascenizas.

Losparisinosrespiraron.Elmonstruoquedirigíaelarmahomicidaimpunementecontraenemigosoamigosnoerayadeestemundo.PeroprontosedescubrióqueelingeniomalvadodeSainte-Croixhabíacaídoenmanosdeunossucesores.Comouninvisible fantasma, se introdujo el crimen en los círculos más íntimos como sólopuedenformarloselparentesco,elamorylaamistad,yescogíarápidoysegurosusdesdichadasvíctimas.Elquehoygozabadebuena salud,vacilabaaldía siguiente,débilyenfermo,ynopodíasalvarledelamuertetodalacienciadelosmédicos.Lariqueza,uncargoventajoso,unamujerhermosaotalvezdemasiadojovenbastabanpara que el afortunado fuera perseguido a muerte. La más horrible desconfianzarompíaloslazossagrados.Temblabaelmaridoantelaesposa,yelpadreanteelhijo,ylahermanatemíaalhermano.Quedabanintactosencimadelamesaelguisadooelvino ofrecidos por el amigo a los amigos, y donde reinaban antes la alegría y elplacer, se cruzaban ahora miradas enfurecidas en busca del asesino disimulado.Veíanse padres de familia ansiosos, comprando víveres en sitios apartados, yguisándolos ellos mismos en cualquier bodegón, temerosos de alguna traicióndiabólicaque recelabanenelhogar.Asíy todo, resultabanaveces inútiles lasmásescrupulosasprecauciones.

Paraencauzar eldesordenqueganabamás terrenocadadía, elReynombróuntribunalespecial,exclusivamentedestinadoalainvestigaciónyaljuiciodeaquellosmisteriososdelitos.Eralallamada«CámaraArdiente»,quecelebrabasussesionesnolejosdelaBastilla,bajolapresidenciadeLaRegnie.Durantemuchotiempo,porceloquepusieranenelasunto,susafanesresultaronestériles.FuereservadoaDesgraiseldescubrimientode losmás recónditos rinconesdel crimen.Vivía en el suburbiodeSaintGermainunaancianallamadaVoisin,dedicadaalosconjurosyalaadivinaciónde la suerte. Asistida por sus compañeros Le Sage y LeVigouréx, logrómeter elmiedoenelcuerpoaunapersonasquenopodríamosllamardébilesnicrédulas.Pero,ibamáslejos.DiscípuladeExili,comoSainte-Croix,elaborabaaligualqueaquélelsutilvenenoquenodejabarastro,prestandoapoyoenestaformaahijosmalvados,ávidosdelpatrimoniooamujeresdestacadasquecodiciabanotroesposomásjoven.Desgraispenetróenelsecreto,lamujerconfesósuculpa,yla«CámaraArdiente»lacondenóalahogueraenlaplazadelaGréve.Seencontróensudomiciliounalistadetodas laspersonasque sehabíanacogidoa sus servicios, yde aquíqueno sólo sesucedieranlasejecuciones,sinoquecrecierantambiénlasgravessospechasacercade

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personasdealtorango.Así,corriólavozdeestarentratosconladiabólicamujer,laduquesadeBouillonylacondesadeSoissons,cuyosnombresconstabanenlalista;yno escapó a igual acusación el mismo Francisco Enrique de Montmorency yBoudebelle, duque de Luxemburgo, par y mariscal del reino. También a éstepersiguió la temible «CámaraArdiente». Se presentó por propia iniciativa para serarrestadoenlasprisionesdelaBastilla,dondeelodiodeLouvoisydelaRegnieletuvoencerradoenunamazmorrade seispiesdeancho.Pasaronmesesantesno sepusoenclaroqueelúnicodelitodelDuqueselimitabaahaberseprestadounavezaqueLeSagehicierasuhoróscopo.

No se puede negar que la ciega oficiosidad del presidente La Regnie llevó aalardes de fuerza abusivos y a ciertas atrocidades. El tribunal se convirtió en uninstrumentodeterror.Lamáslevesospechaacarreabaseverosencarcelamientos,yamenudo era la arbitrariedad la que decidía la condena de un hombre amuerte. Elaspecto antipáticoy el ánimomalignodeLaRegnie contribuyeronaquepronto leodiaran aquellosmismos que él debía amparar o vengar. Al ser preguntada en unjuicioladuquesadeBouillonsihabíavistoaldiablo,respondió:

—¡Enestemomentomepareceverle!MientraslasangredeculpablesysospechososchorreabaenlaplazadelaGréve,

yporfinsehacíancadadíamásraroslosenvenenamientos,sepresentóunadesdichaenotra formaquesembróunavezmáselpánico.Unabandadecriminalesparecíahaberse propuesto acaparar todas las joyas. La rica alhaja recién compradadesaparecíaprontodemodoincomprensible,porbienguardadaqueestuviera.Perolopeoreraquecualquieraqueconellaseadornaranopodíasalirdenochesinoestabadispuestoacorrerel riesgodequeenunaencrucijada,oaladentrarseenunacallemaliluminada,lerobaran,otalvezleasesinaran.Losquevíctimasdeunaagresiónescapabanconvidaasegurabanquehabíancaídosinsentidosbajounsúbitogolpeenlacabeza,yquealvolverensísehabíadadocuentadelroboydequesehallabanenunsitiodistintodeaquélenquehabíansidoagredidos.Lasvíctimassinvidaquesedescubríancasitodaslasmañanasenlavíapúblicaoenlosinteriorespresentabanlamismaherida;unapuñaladaenelcorazón,delaqueelagredidocaíasinpoderdarunpasomásnipronunciarunasílabasiquiera.

Comosiestuvieranconjuradosconlosespíritus,conocíanlosbriboneselsitio,lahoraylascircunstanciascontodaprecisión.Amenudoundesventuradonollegabaalacasadondeleesperaban,yotrasvecescaíaenelmismoumbraldelamansióndelaamada,quetropezabahorrorizadahorasdespuésconelcadáverensangrentado.

En vano Argenson, director de Seguridad, ordenaba arrestos bajo la menorsospechayLaRegnierabiabaenbuscadeconfesionesqueleaclararanelasunto.Elrastrodeloscriminalesnoaparecía.Sóloteníaalgunaeficacialaprecaucióndesalirarmadohasta losdientesydehacerseacompañarcon luces;asíy todo,enalgunoscasos,mientras el criado era acosado o herido, el señor caía asesinado y las joyasdesaparecían.

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Es digno de notar que a pesar de lasmuchas investigaciones en las tiendas dejoyería, recorridas barrio por barrio, no se recobrara ni una sola de las alhajasrobadas,niselograraorientaciónninguna.

LlegabaalcolmolacóleradeDesgraisalverquesusastuciasnopodíannada.Elbarriodelaciudaddondeélsehallabaparecíaestarasalvo,mientrasenlosrestanteselroboyelhomicidioestabanalacechodepreciosasvíctimas.

Desgrais tuvo la idea genial de multiplicarse en varías figuras; esas variaspersonificacionesdeDesgraiserantansemejantesenelandar,elademán,elhabla,lafigura y el rostro, que ni losmismos esbirros hubieran sabido puntualizar cuál deaquellosDesgraiseraelauténtico.Él,entretanto,conriesgodelavidaseintroducía,sinnadiequeleacompañara,enlasmadriguerasmásinverosímiles,yseguíadelejosa aquél o al otro de quienes sospechaba que podían llevar una joya. Pero aquél aquienélvigilabanoeraatacado.Alparecerloscriminalessehabíanenteradodetalesmedidas,yDesgraisestabadesesperado.

Una mañana se presentó Desgrais al jefe de Seguridad La Regnie, pálido,descompuesto,fueradesí.

—¿Quépasa?¿Quénoticiashay?¿Estánsobrelapista?—lepreguntó,sindarletiempoahablar.

—¡Ah, señormío!—empiezaDesgrais, balbuceandode ira—. ¡Ah, señormío!Ayer por la noche cerca del Louvre, el marqués de La Fare fue asaltado en mipresencia.

—¡Cielosytierra!—gritabagozosoLaRegnie—.¡Yaesnuestro!—Déjeme concluir —le interrumpe Desgrais con una sonrisa amarga—.

Permítamequepuntualiceloquepasó…Yo,depie, juntoalLouvre…Sientoenelpecholaspenasdelinfierno.Ylosdiablosseburlandemí…Descubrocercademílafigura de un transeúnte; su paso es vacilante, y vuelve la cabeza comopara ver sialguien lesigue.Nosedacuentademipresencia.Ala luzde la lunareconozcoalmarquésdeLaFare.Noeracosainesperadaverlepasarporallí;yosabíahaciadóndeseescurría…Apenassehaalejadodemídiez,docepasos,saltaotrafigura,comosibrotara del suelo, que derriba al Marqués y se precipita inmediatamente sobre elcuerpo tendido. Instintivamente, enmedio de la sorpresa del instante, que pone enmismanoslasuertedelhomicida,doyungrito,intentosalirdelescondrijo,peromeenredoenlacapaydoyentierra.Enéstas,elhombresehaescabullidoenalasdelvientoyyoporfío,me levanto,corrodetrásdeél,yenmediodemicarreradoyeltoquedealarma…Oigoenlalejaníalossilbatosdelarondaalcontestarmeyprontose anima el cuadro: tintineo de armas, fragor de herraduras a los cuatrovientos.«¡Aquí! ¡Aquí!… ¡Desgrais!… ¡Desgrais!…»—resuenan las voces por lascalles…Ymisojosnocesandeperseguiralquecorredelantedemía la luzde lalunayque,paradespistarme,correoraenunadirecciónoraenotra.Al llegara lacalle Nicasie parece que ha perdido fuerzas, y yo templo las mías y redoblo lavelocidad…Sólomeaventajadeunosquincepasos.

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—¡Yaessuyo!—prorrumpeLaRegnie—.Leechalamano…Lleganlosesbirros—gritaLaRegnieentusiasmado,conlosojoscentelleantes,mientrascogeelbrazodeDesgraiscomosifueraeldelmismoasesino.

—¡Quincepasos!—prosigueDesgraisconlavozveladayelalientocortado—.Aquincepasosdemíbrincaaquelhombre,ypropiamentedesapareceen lassombrascomosielmuroseabrieradeprontoparadarlepasoysecerraradenuevo.

—¿Desaparece a través de una pared? ¡Está usted loco! —grita La Regnie,retrocediendo dos pasos—. Puede usted llamarme loco —continúa Desgrais,pasándoselamanoporlafrente,comoparaahuyentarmalospensamientos—.Puedellamarmesuseñoríadesatinadoyvisionario,perohasucedidotalcomolecuento.Yoquedocomopetrificadoalpiede lapared…Pero llegaunarondasinalientoyconellaelmarquésdeLaFare,quevuelveaestarallí,enpie,conlaespadaenlamano.Encendemos las antorchas, palpamos la pared en todos sentidos ni un vestigio depuertaodeventana,nilamenorrendija,sólounsólidomurodepiedradelpalacio,queseapoyaeneldeunacasaenlaqueviveninquilinos,sobrelosquenopesalamenor sospecha. Ya ve usted con qué exactitud me han quedado grabados losdetalles.Eselmismodiabloelquehaceburladenosotros.

CirculóportodoParíslahistoriadeDesgrais.Lascabezasestabanatiborradasdemagia, conjuros y pactos con el diablo, encarnados en la anciana Voisin, LeVigoureuxyel tandiscutidosacerdoteLeSage.Ycomoestáennuestranaturaleza,persistenteatravésdelasedades,quelainclinaciónalosobrenatural,aloprodigioso,llegueavencersobreeljuicio,seprestófenadamenosquealaideadeque,talcomolohabíadichoDesgrais—pormásquelodijeraenelcalordelairacundia—eldiabloprotegíaen realidada losmalvadosque lehabíanvendido susalmas.Comopuedesuponerse, era bastante lo que bordaban encima de la historia de Desgrais. Seimprimióydivulgóatodovientolanarración,encabezadaconungrabadoalboj,enelqueaparecíaunahorripilantefiguradeldiablosumergiéndoseenlatierraalospiesdelatemorizadoDesgrais.Nohacíafaltamásparaintimidaralagenteydescorazonara los esbirros, que salían ahora temblandopara sus rondas nocturnas, no sin llevarcolgadosalcuellounosamuletos,yrociadosdeaguabendita.

Argenson que vio el fracaso de la «CámaraArdiente», se presentó ante elReyparaproponerlelacreacióndeuntribunalqueconmásampliasatribucionessiguierael rastro de los delincuentes y les castigara. El Rey, persuadido de que ya eranampliosendemasíalospoderesotorgadosala«CámaraArdiente»yconmovidoporel horror de las innumerables ejecuciones llevadas a cabo bajo la influencia deLaRegnie,sedesentendiódelplan.SeescogióotromedioparainteresaralRey.Enlasestancias de la Maintenon, donde el Rey solía pasar las tardes y algunas vecestrabajabarodeadodelosministroshastamuyavanzadalanoche,lefueentregadaunapoesía en nombre de los galanes amenazados, en la que se lamentaban de que alintentarponerenprácticaloquedictalagalantería,haciendopresentealaamadadeunosregalosobligados,corrieranelriesgodepagarloconlavida.Eshonoryplacer

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darlasangreporlaamadaenlaluchaentrecaballeros,perounacosamuydistintaesverseexpuestoalaacometidasolapadadelasesino,contralacualnohayarmasquevalgan.QueLuis,estrellapolardetodoamorygalanía,sedignaraconsuluzrasgarla noche obscura y desenmascarar el negro misterio que se amparaba en ella. Eldivinohéroequehabíaderribadoasusenemigosnosenegaríaahoraadesnudarelacero resplandeciente, y nuevoHércules contra la hidra de Lerna, nuevoTeseo enlucha con el Minotauro, vencería al monstruo temible que devoraba tal placeramorosoyteñíasiniestramentetodaalegríaconvirtiéndolaenpenaprofundayenlutosinconsuelo.Sibiensetratabadeunasuntomuyserio,noescaseabanenlapoesíapresentadaaLuisXIVlasgalasnarrativasaldescribirelcaminodelenamoradohacíalaamada,ycómoelmiedomataengermenelplacerdelamásbellaaventuragalante.Además de la gracia particular de los giros, el final se desplegaba en ampulosopanegíricoenhonordeLuisXIV.Todoestoerainfalibleparaqueelmonarcaleyeraconvisiblecomplacencia lapoesía.Sinquitar losojosdelpapel,sevolviódel ladodondeestabalaMaintenon,leyóunavezmásenvozalta,ylepreguntóluegoconlasonrisa en los labios, qué opinaba de los deseos de los arriesgados amantes. LaMaintenon, fiel a su seriedad, y tiñéndose como siempre de un cierto tono pacato,opinabaquetalesdevaneosyaventurasnoerandignosdeparticularsalvaguardia,sinqueesoobstaraaquelosabominablesdelincuentesfueranmerecedoresdemedidasespeciales con vistas a su total desaparición. No quedó contento el Rey con estaambigua respuesta; dobló el papel, y se disponía a entrar en el cuarto inmediato,donde trabajaba el secretario de Estado, cuando volvió al azar la mirada haciaMademoiselle de Scudéry, que se había sentado en una butaca no lejos de laMaintenon.AellasedirigióelRey,dejandoasomardenuevoensubocaymejillaslasonrisaquesehabíaapagado,ydesplegandodenuevoelmanuscrito,dijoenuntonodevozsuave:

—LaMarquesapareceignorarlasgalanteríasdenuestrosenamoradosyesquivalarespuesta.Perousted,señorita,¿quéopinadeestasúplicapoética?

La Scudéry se levantó respetuosamente y mientras un pasajero rubor, comopúrpura vespertina, cubría sus mejillas de ordinario pálidas, dijo con una leveinclinaciónybajandolosojos:

Unamantquicraintlesvoleursn’estpointdigned’amour.

El Rey, sorprendido del espíritu caballeresco de estas breves palabras, queechabanalsuelotodoaquelpoema,exclamóconresolución:

—¡Por SanDionisio, que tiene razón, señorita!No dictaré ninguna disposiciónciega que caiga sobre los inocentes como sobre los culpables para proteger lacobardía.QueArgensonyLaRegniehaganlosuyo.

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***

TodosloshorroresdelaépocaparecíanhablarporbocadelaMartiniérecuando,alamañanasiguiente,narrabaconvivoscoloresasuseñoritaloquehabíaacontecidoaquellanocheyponíaensusmanos,temblorosayvacilante,elcofrecitomisterioso.Tanto ella como Bautista, el cual, desde un rincón, muy pálido, desfogaba sustemores y su encogimiento atormentando al gorro de noche entre los dedos,encarecieronalaseñoritaque,portodalacortecelestial,noabrieraelcofrecillo,anosercon todas lasprecaucionesdebidas.LaScudéry,sospesandoyobservandoen lamanoelenigmáticopresente,dijosonriendo:

—¡Veisfantasmaslosdos!Losmalvadosasesinosquecorrenporahífuerayque,comodecísvosotrosmismos,espíanelinteriordelascasas,sabentanbiencomoyoycomovosotrosquenosoyunamujerrica,quenohayenmicasatesoroningunoporelquevalgalapenamatar.Sidemividasetrata,¿quépuedeimportarleanadie lamuertedeunapersonadesetentaytresañosquenuncahaperseguidoanadie,anoseralospicarosyagitadoresqueellamismacreóensusnovelas?¡Unapersonaquecomponeversosmediocres,incapacesdedespertarlaenvidia,yquenodejaráenelmundootrobienqueelajuardeunaviejasolteraquevisitalacortedetardeentarde,yunpardedocenasdelibrosbienencuadernadosconsusentalladurasdoradas!Ytú,Martiniére,yapuedescargarlamanoenladescripcióndelintruso,queyonocreerénuncaquevinieraconmalosfines.

—Entonces…LaMartiniérehabíadadotrespasosatrásyBautistacaíacasiderodillas,conun

¡ay!ahogado,altiempoquelaseñoritaapretabaunbotóndeaceroyquelatapadelcofrecito se levantaba ruidosamente. ¡Y cuál no sería la sorpresa de la Scudéry!Centelleaban dentro del cofrecito dos brazaletes de oro con rica pedrería y unagargantilla.Sacóeladerezodelcofrecito,ymientrasponderabalaadmirablelabordelagargantilla,laMartiniéreojeabalosricosbrazaletesynosecansabadedecirquenilamismaMontespánposeíajoyassemejantes.

—¿Peroquésignificaesto?¿Aquéviene?—decíaMademoiselledeSecudéry.Inmediatamentesediocuentadeunahojitadepapelenel fondodelcofrecillo,

queseguramentedescifraríaelenigma.Dirigióalcielosusojosysedejócaercasidesvanecidaenelsillón.LaMartiniéreyBautistacorrieronasustadosasocorrerla.

—¡Quéignominia!—exclamabaellaconunavozqueelllantoahogaba—.¡Quévergüenza! ¡Que tengaqueocurrirmeestoamiedad!¿Esquecometíelpecadodeobrar con tanta ligereza como si fuera una chiquilla irreflexiva? ¿Es posible,Diosmío,queunaspalabrasdichasmedioenbromahagancaerenlasospechadeunpactonefandoalaquehasidofielalavirtudyasuscreenciasdesdelainfancia?

Apretándose los ojos con el pañuelo sollozaba y gemía de tal manera que laMartiniéreyBautista,desconcertados,nosabíancómoconsolarenaqueltranceasubuenaama.

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LaMartiniérehabíarecogidodelsuelolahojita,cuyotextoeraéste:

«Unamantquicraintlesvoleursn’estpointdigned’amour».

Vuestro espíritu agudo, señora, ha salvado de una fiera persecución a losque, usando del derecho del más fuerte, nos apoderamos de unos tesorosdestinadosaserignominiosamentedisipados.Aceptad,porfavor,enpruebadenuestroagradecimiento,estas joyas.Son lomásvaliosoquedemucho tiempoacáhemospodidoobtener,ysibiensoismerecedora,honorabledama,dejoyasmuchomás preciosas, os las ofrecemos suplicando que nos otorguéis vuestraamistadyunamablerecuerdo.

«LosInvisibles»

—¿Cómoesposible—exclamóMademoiselledeScudéry,yamediorecobradoelánimo—llevaratalpuntoladesfachatezylaprovocación?

Unsolesplendorosoanimabaelrosasubidodelascortinasdesedadelaventana,y teñía de rojo las luces de los brillantes puestos al lado del cofrecillo abierto. Ladamasecubriólacarahorrorizadaparaevitarlavistadeaqueladerezoquizáhúmedodelasangredelasvíctimas,yordenóalaMartiniérequeloretirara.Éstametióenelcofrecillo los brazaletes y la gargantilla, y después de cerrarlo pensó que lo másacertadoseríaentregaraquellasjoyasaljefedeSeguridadyexponerlepuntualmentela escena de la angustiosa aparición del joven, y cómo le hizo llegar a manos elcofrecillo.

Mademoiselle de Scudéry se puso en pie y empezó a andar lentamente por lahabitación,coordinandolasideaspararesolverelasunto.MandóluegoaBautistaquefuera por una silla de manos, y a laMartiniére que la vistiera. Estaba decidida avisitarsinperdertiempoalamarquesadeMaintenon,queataleshorassabíaellaqueestabasolaensushabitaciones,ysalióllevandoelcofrecilloqueconteníalasjoyas.

LaMarquesanopudodisimularsupasmoalvertanpálida,descompuestayconpasoalteradoalaque,apesardesuedad,eralaencarnacióndelaplomo,eldonaireylaamabilidad.

—DígameporDios,¿quésucede?—fueronsusprimeraspalabrasaladama,que,angustiada,fueradesí,lograbaapenastenerseenpie.

LahizosentarlaMarquesa,yporfin,dueñaotravezdesuvoz,refiriólaScudéryquéconsecuenciashabíatenidolainsanaagudezaconqueseleocurriócorresponderalasúplicadelosarriesgadosamantes.CuandolaMarquesasehuboenteradopuntopor punto del suceso, dio su opinión:Mademoiselle de Scudéry se había dejadoimpresionar excesivamente por la singularidad del caso. El oprobio de una raleasemejantenopodíanuncacaersobreunánimosanoynoble.Formuladoestejuiciopidióaladamaquelepermitieraverlasjoyas.LedioScudéryelcofrecilloabierto,ylaMarquesanopudo reprimir, al verlas, una exclamaciónde admiración.Sacódel

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cofrecillolagargantillaylosbrazaletesyacercándosealaventanaserecreabaenverjugarenellas la luzdeldía,oponiéndolasmáscercade losojosno secansabadealabarlapreciosalabordelorfebreensusmásfinosdetalles.

—¿Nocreeusted,señorita—dijo,volviéndosedeprontoaladama—,queestosbrazaletesyestagargantillasóloescapazdelabrarlosReneCardillac?

EraentoncesReneCardillacelorfebreparisinoquesabíamásdesuoficio,a lavezqueunodeloshombresmásingeniososylacriaturamássingulardesutiempo.De tallamásbienpequeña, anchode espaldas y fuerte demúsculos, pasabade loscincuentaaños,pero su fuerzayagilidaderan lasdeun joven.Deaquelvigorquebienpodríamosllamarexcepcionaldabantambiénseñalsupelorojizo,naturalmenterizadoy su rostro enjuto.Si nohubiera sido conocido en todoParís comohombredesinteresadoysindoblez,siempreprontoaprestarayuda,lasingularexpresióndesusojosverdes,pequeñosyhundidos,pudierahaberlehechosospechosodeastuciaymalquerencia. Como queda dicho, era Cardillac en su oficio el más hábil, nosolamenteenParís,sinotalvezentretodossuscontemporáneos.Conocedorafondodelanaturalezadelaspiedraspreciosas,sabíatratarlasycombinarlasdemaneraqueunagemaquehabíaparecidoinsignificanteresultabamagníficaalsalirdeltallerdeCardillac. Recibía los encargos con manifiesto entusiasmo, y eran ventajosos susprecios hasta lo inverosímil si consideramos lo valioso de su trabajo. Una vezencargadalajoya,noteníapuntodereposoyseleveíatrabajardedíaybuenapartedelanocheensutaller.Algunasveces,yaterminadacasilalabor,ledesagradabalaforma,leentrabandudasacercadeladisposicióndelosmateriales,oapropósitodeun detalle insignificante, y hallaba motivo en ello para echar en el crisol todo lolabrado y fundirlo de nuevo. Así cada joya se convertía en la más depurada obramaestra,quedejabapasmadoalcliente.Peroeradifícilobtenerlaentrega;recurríaacienpretextosparahaceresperarunasemanatrasotra,unmestrasotro,alquehabíadadoelencargo,yenestasituacióndenadaservíaofrecerleeldobledelopactado.Cuandoalfinnoteníamásremedioquecedera lapresióndelclienteyentregar laalhaja,nopodíareprimirlasseñalesexterioresdelamáshondaaflicciónyaundelacóleraquehervíaensuánimo.Siporacasolaobraeraexcepcional,ysucostesubíaamillares por lo rico de la pedrería o por el refinamiento en el labrado del oro, eracapazdecorrerdeunladoaotrocomoundemente,maldiciendosutrabajoytodoloquelerodeaba;perobastabaquealguienfueraasuencuentrogritando:

—¡Por Dios, Rene Cardillac, no se negará a hacer una gargantilla para miprometida;algonovisto!

Obien:—Necesito unas pulseras…—y Cardillac se detenía, le brillaban los ojillos y

preguntaba,frotándoselasmanos:—Vamosaver.Elclienteseñalabaunacajita:—Tengoaquíunaspiedras,nadadeparticular,peroensusmanos…

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Cardillacnoledabatiempodeterminarlafrase,lequitabalacajitadelasmanos,sacaba lapedreríaque, realmente,novalíamucho, laexponíaa la luzyexclamabaentusiasmado:

—¿Aesollamacosaordinaria?¡Deningunamanera!Déjeloenmismanos.¡Quépreciosidad! Y si no le viene de un puñado de luises, voy a añadir un par depiedrecitasquelealegraránlosojoscomolaluzdelmismoSol.

—Austed le confío todo,maestroRene—decía el cliente—ypago loquemepidaporsulabor.

Sinhacerdistinciónentreunciudadanodelcomúnounseñordelacorte,maeseRene le echaba los brazos al cuello sin rodeos, le estrujaba, en un abrazo, sedeclarabadichosoyprometíatenerapuntosuobradentrodeochodías;precipitábaseluegoensutaller,yseponíaaltrabajoconverdaderafuria,yalosochodíaslaobradearteestabaterminada.Peroheaquíquealcomparecerelquelahabíaencargado,gozoso y dispuesto a pagar la joya al precio fijado, nuncamuy caro, y llevársela,Cardillacsemanifestabadisgustadoyletratabarudamente,casiprovocativo.

—Recuerde,maestro,quemañanaesmiboda.—¿Yquémeimportaamísuboda?Vuelvadentrodeunpardesemanas.—Pero¿noestáaquílajoya?Lapagoyhedellevármela.—Puesyoledijoquenoladoyporterminadaamigustoynopuedoentregársela

hoy.—Yyoledigoquesinomeladahoymismo,apesardequeestoydispuestoa

pagarleeldobledeloconcertado,nodebeextrañarlequeacudaaArgensonparaquelemandesusesbirros.

—¡AsíleatormenteSatanásconuncentenardetenazascandentes,ycarguesobrelagargantillatresquintalesparaqueseahoguelanovia!

YconsemejantesamenazasCardillachundíalajoyaenlafaltriqueradelnovio,leagarrabaporunbrazoyleechabacontalímpetuquelehacíarodarescaleraabajo,yreía luegoconunarisadiabólicaalverpor laventanaalpobre jovenquesalíaa lacallecojeandoysangrandoporlanariz.

Otracosaincomprensibleeraquenopocasveces,enmediodelentusiasmodeunnuevoencargo,mirabadeprontoalcliente,dandomuestrasdeauténticaexcitación,conjurándoleentresollozosyruegosconmovedores,yennombredelaVirgenydetodos los santos, a que le permitiera abandonar la labor encomendada. Algunaspersonas muy bien vistas en la corte, y merecedoras de la pública consideración,habíanofrecidoenvanoelevadassumasparaposeersiquieralamássencillamuestradel talento de Cardillac. Éste, alguna vez, se postraba a las plantas del Rey y lesuplicaba que le permitiera negarse a la petición.Con lamisma actitud evitaba unencargocualquieraquelellegaradelaMaintenon,yconmuestrasdeabominaciónydeterrorsoslayóelencargodelamismaconsistenteenunasortijaadornadaconlosemblemasdelarte,quedestinabaaRacine.

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—Apostaría —dijo la Maintenon— a que si mando llamar a Cardillac paraaveriguaraquiénfuedestinadoeladerezo,saldráconunaexcusacualquieraparanocomparecer. Tal vez tema un encargo y no esté dispuesto a trabajar para mí. Sinembargo de algún tiempo acá parece haberse enmendado de su extravagancia y sutestarudez;oigodecirquetrabajaconmásahíncoquenuncayqueentregalalaborsindemora,aunquedisgustadoysinmirarlacara.

La Scudéry, a quien interesaba también mucho que aquellas joyas pasaran amanosdesudueñolegítimo,opinóqueeraacertadollamarinmediatamenteaaquelhombreraro,diciéndolequenosetratabadeunencargo,sinoparaquedierasujuiciosobreunas joyas.Dando curso a la idea, laMarquesamandóbuscar aCardillac, ycomosiésteestuvierayaencamino,alospocosmomentosentrabaenlaestancia.

AlnotarlapresenciadelaScudérydiomuestrasdeconfusión,ycomohombreaquien lo inesperado sorprende y olvida las conveniencias sociales, se inclinóprofundamentedelantedelahonorabledama,ynoseleocurrióhastadespuéssaludara la Marquesa. Ésta, señalando el cofrecillo, que resplandecía encima de la mesacubierta de un tapete verde obscuro, le preguntó si aquellas joyas eran obra suya.Cardillac lasmiró apenas, ymientras fijaba sus ojos en laMarquesa se apresuró acolocarenelcofrecillolaspulserasylagargantillayloapartóluegoimpetuoso.

—En verdad—dijo, mientras resbalaba por su cara rubicunda una sonrisa derencor—,esprecisoreconocermuymaleltrabajodeReneCardillacparacreerquealgúnotroorfebreseacapazdelabrarjoyascomoéstas.¡Claroquesonobramía!

—Entonces—prosiguiólaMarquesa—digo,¿aquiénibandestinadas?—Amí solo—repusoCardillac—.Podráparecer raro—continuó,mientras las

dosdamaslemirabanasombradas,laMarquesarecelosa,yangustiadaMademoisellede Scudéry—, podrá parecerle raro, señora marquesa, pero así es. Seleccioné mismejorespiedrasúnicamenteporamoralabellezadelaobraytrabajéllenodegozoconmás cuidado que nunca. Hace poco tiempo que el aderezo desapareció demitallerdeunmodoincomprensible.

—Demos gracias a Dios —exclamó la de Scudéry, brillando en sus ojos laalegría;ylevantándosedelsillónconlaprontitudylaagilidaddeunamuchacha,seacercóaCardillacylepusolasmanossobreloshombros—.MaestroRene—ledijo—,recobreloqueleperteneceylefuerobadoporunosmalvados.

Yacontinuaciónledescribiótodolosucedidoconaquellasjoyas.Cardillacoyóelrelatoconlosojosbajos,sinunafrase,limitándoseamonosílabosdeexclamación,oraconlosbrazosenlaespalda,oraacariciándoselabarbillaylasmejillas.

Cuando laScudérydio por terminado el relato, luchando con los pensamientosquehabíadespertadoenél,sinquedieraconlasolución,Cardillacsefrotólafrente,suspiró,sepasólapalmadelamanoporlosojoscomopararetenerlaslágrimas,ycogiendoelcofrecilloque ladama lepresentaba,puso lentamenteuna rodillaenelsueloydijo:

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—A usted, noble y digna dama, destinó la suerte este aderezo. Ahorame doycuentadequeallabrarlopensabaenusted,quetrabajabaparausted.Noseniegueaaceptarya llevaresas joyascomo lomejorquehasalidodemismanosdemuchotiempoacá.

—Ea,maestroRene—exclamó la deScudéry, ya en tonodebroma—. ¿Sientabienamiavanzadaedadadornarmeconpiedraspreciosas?¡Cómopudoocurrírseleobsequiarmeconunaderezotancostoso!¡Vaya,vaya,maestro!SifuerayohermosacomolamarquesadeFontangesypersonaricanolorehusaría;peronosientanestaspompasaunosbrazosmarchitos,noesebrillanteaderezoaunagargantatapada.

EntretantoCardillacsehabíapuestoenpieyhablabacomofueradesí,conlosojosextraviados,yforzandoalaScudéryatomarelcofrecillo:

—Sea bondadosa conmigo, señorita, y acepte las joyas. ¡Usted no sabe quéprofunda veneración profeso a su virtud y a sus relevantes méritos! Acepte mimodestoregalocomomuestradelanheloquememueveaprobarlemirespeto.

Lamarquesa deMaintenon, venciendo las vacilaciones de la señorita Scudéry,tomóelcofrecillodelasmanosdeCardillac.

—¡PorDios,señorita!Nohaceustedmásquehablardeloavanzadodesuedad.¿Quétienenqueverlosañosysupesoconnosotras:ustedyyo?¿Noprocedeustedporventuracomounajovenfácilalrubor,quedebuenaganaalargaríalamanoparatomarladulcefrutaqueleofrecensilasmanosylosdedospudieranignorarlo?NodesdeñelaofrendaquelehaceelexpertomaestroRene,yqueotrosmilnopuedenobtenercontodoeloroytodaslassúplicas.

La Maintenon consiguió que Mademoiselle de Scudéry se hiciera cargo delcofrecillo.Cardillacsepostróunavezmás,ybesólaorladelvestidoylasmanosdelaScudéry,gimiendo,suspirandoyllorando.Diounsalto,ysalióprecipitadamente,comoloco,dandoconlassillasylamesa,haciendovibrarasupasolasporcelanasyloscristales.

—Por Dios, ¿qué le sucede al buen hombre? —exclamó Mademoiselle deScudéryalverunaescenatanchocante.

PerolaMarquesasoltóunarisaclara.—Esevidente,señorita—dijo—,queelmaestroReneestálocamenteenamorado

deustedy,comoesdeprotocoloenlagalantería,comienzaaponersitioasucorazónconricospresentes.

Y forzando la broma pidió a su amiga que no se mostrara cruel con eldesesperadoamante;yésta,dandosueltaalbuenhumorquehabíadespertadohallómotivoparaextenderseenunsinfíndeagudasocurrencias.Pretendióque,silascosasllegabanatalpunto,sedaríaporvencidaynotendríamásremedioquedaralmundoel inauditoejemplodeunanoviadesetentay tresaños,deabolengo irreprochable,que se casa con un orfebre. LaMaintenon se declaraba dispuesta a ser ella quientrenzara la corona de la novia, y la aleccionara sobre los deberes de una amahacendosa.

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ComoMademoiselle de Scudéry se levantara para despedirse de la Marquesa,dejandoahoralasbromas,dijomuyseriaalcogerelcofrecillo:

—Leaseguro,señoramarquesa,quenomeadornarénuncaconesasjoyas.Seancualesfuerenlascircunstancias,esunarealidadelhechodequeestuvieronenmanosdeaquellosmalhechoresdiabólicos,queatrevidoscomoelmismodemonio,robanyasedian talvezenalianzaconél.Mehorroriza la sangrequeparecebrillarenesasjoyasdeslumbrantes.Además,hedeconfesarquelaconductadeCardillactieneparamí una ambigüedad rara y angustiosa.Me parece sospechoso. No puedo evitar elpresentimiento siniestro de que detrás de todo eso se esconde un secreto terrible yabominable,ycuandorepasoloshechosescenaporescenamepierdobuscándoloenvano,ynoaciertoavercómoseaposiblequeactotanperversotengarelaciónconelhonradomaestroRene,queesmodelodebuenosyreligiososcuidados.Enfin,nomeatreveré,comohedicho,aponermeestasjoyas.

LaMarquesa la tratóde escrupulosa en extremo;pero al pedirle su amigaque,profundizandoen laconciencia, respondierasinceramentequéharíaellaenuncasosemejante,respondiólaMarquesa,formalyconvencida:

—AntesqueponermeesasjoyaslasecharíaalSena.ElcasodelmaestroRenedioeltemaaladeScudéryparaunosversosllenosde

graciaqueleyóalReyenlaveladasiguiente,enlashabitacionesdelaMaintenon.Acosta de maese Rene, y venciendo el escalofrío del terror, supo pintar con vivoscolores en aquella poesía el cuadro regocijante de la setentona novia del orfebre.BastedecirqueelReynocesabade reír, jurabaqueBoileau-Despreauxhabía sidosuperado y que la poesía deMademoiselle de Scudéry era la más chispeante decuantasjamássehubieranescrito.

Habían pasado unos meses cuando quiso el azar que la Scudéry atravesara elPont-Neuf en el coche de cristales de la duquesa de Montansier. El estilo de losgraciososcochesdecristaleseratodavíaunanovedad,tantoque,alaparecerporlascallesunodeellos,lostranseúntessearremolinabanasualrededor.Asísucedióconlosmirones delPont-Neuf, que rodearon el coche enque iba laScudéry, haciendodifícileltrotedeloscaballos.Depronto,ladamaoyóinjuriasyblasfemiasysediocuentadequeunhombreseabríapasobruscamenterepartiendocodazosypuñadashasta llegar a la portezuela del coche, que abrió con impetuosa decisión. Echó unpapelenelregazodeladama,yrepartiendodenuevogolpesyempujones,ynosinrecibirlos a su vez, desapareció lo mismo que había venido. La Martiniére, queacompañabaasudueña,dioungritodeespantoalveralhombreenlaportezuela,ycayódesvanecidacontraelrespaldodelasiento.Envanotiróladamadelcordónparallamar la atención del cochero, el cual fustigó comoun endemoniado los caballos,queseencabritabanconlaespumaenlaboca,yporfinhacíanretumbarelpuenteenuntrotenervioso.LaScudérysacóelfrasquitodelassalesensocorrodelacamarera,que acabó abriendo los ojos, y con el cuerpo tembloroso y crispados los brazos,

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asiéndosea losdesuama,murmuraba, reflejandoensupálido rostroel temory laangustia:

—¡Virgen santa!, ¿quépretendería esehombre siniestro? ¡Era él! ¡Sí, elmismoqueenaquellanochedeespantoleentregóelcofrecillo!

Ladamacalmóasupobrecamarera,diciéndolequenohabíasucedidonadamalo,yque lo que importaba ahora era saber lo que contenía el papel.Lodesplegóy eltextoeracomosigue:

«¡Un azar funesto, que usted podría remediar,me empuja al borde de unabismo!Laconjuroaustedcomounhijoasumadre,aquienestáunidoporloslazosdelmástiernoamor,paraqueenvíeamaeseReneCardillac,concualquierpretexto, por ejemplo para recomponerlas, las pulseras y la gargantilla querecibiópormimediación; considerequedeellodependenelbieno talvez lavidadeusted.Sinolocumpledentrodeldíademañanaentraréensucasa,ymesuicidarédelantedeusted».

—Ahora tengo la seguridad —dijo la dama— de que si bien ese hombremisteriosopertenece a lapartidademalvados ladronesy asesinos, nomedesea enparticularningúndaño.Siaquellanochehubierapodidohablarconmigoquiénsabequésiniestra relacióndecircunstanciassemehubieraaclarado,de laquenopuedotenerahoralamenoridea.Seacomosea,yocumpliréloquesemepideenestahoja,siquieraseaparadesprendermedeesasjoyas,quemeparecenuntalismándelpropiodiablo. Cardillac, fiel a su inveterada costumbre, no las soltará de nuevo tanfácilmente.

Decidiópresentarsealdíasiguienteeneltallerdelorfebreconelcofrecillo;peronoparecíasinoquetodoslostalentosdeParíssehubieranconjuradoaquellamañanaparaasediarlaconversos,obrasdeteatroyanécdotas.ApenasLaCapelleacababadedar fin a una escena dramática, y aseguraba con aires de zorro que eclipsaría aRacine,cuandoaparecióésteylerevolcóconunpatéticoperíodo,hastaqueBoileauproyectó sus focos sobre el obscuro cielo de lo trágico, ya cansado de oír hablareternamente de la columnata del Louvre, por donde intentaba llevarle elarquitectónicodoctorPerrault.

En esto, dieron las doce del día. La Scudéry estaba citada por la duquesa deMontansierysevioforzadaaaplazarparaeldíasiguientelavisitaalmaestroReneCardillac.Unsingulardesasosiegolaapenaba.Continuamentelaperseguíalafiguradeaqueljovenyparecíapugnarparacobrarformaensuespírituunveladorecuerdo.Aquelrostro,aquellosrasgosloshabíavistoyaantes.Ensuligerosueñolaturbaronangustiosasvisiones,yleremordíahaberobradoconindiferenciacasidelictivaalnotender lamano al desdichado que bordeaba el abismo y le pedía auxilio.Como sihubiera estado en su mano desviar un acontecimiento terrible, un crimenirremediable,alamañanasiguienteordenóquelavistieranysalióencocheprovistadel cofrecillo.En dirección a la calleNicaise, donde habitabaCardillac, había una

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insólitaafluenciadegente,queentregritosyalborotoseagolpabafrentealacasadelorfebre.Contenidosaduraspenasporlaguardiamontada,intentabanforzarelpasoyunasvocesairadasclamaban:

—¡Amarradle!¡Hacedlepedazosaesemalditoasesino!DeprontoapareceDesgrais,rodeadodenumerososagentes,queleabrencamino

entrelacompactamultitud.Saltalapuertayanteelpopulachoindignadoapareceunhombreencadenado.Nobienladamahatenidotiempodehacersecargodelcuadro,llegaasusoídosungritodedesesperación.

—¡Adelante!¡Adelante!—gritaalcochero,fueradetino.Éstehacedarunavueltahabilidosayrápidaaloscaballos,seabrepasoentrelos

gruposyseparadelantedelportaldelacasadeCardillac.AquílaScudéryvealospies deDesgrais a una joven hermosa como la luz del día.Despeinada y amediovestir,conunmiedoterribleylaaflicciónenelrostro,rodeaconambosbrazossusrodillas.

—¡Esinocente!Osdigoqueesinocente—clamaeneltonodesgarradorquenacedelsufrimientomortal.Desgraisysusesbirrosporfíanenvanoparaarrancarladeallí.

Un muchacho rudo y robusto agarra con sus manos groseras a la desdichada,arrebatándola de las rodillas de Desgrais, y la suelta con tal fuerza, que la infelizcriatura rueda por los escalones y da con su cuerpo comomuerto en la calle. LaScudéryyanopuedecontenersemás:

—Decidme,ennombredeDios,¿quéhasucedido,quésignificatodoeso?—lesincrepa,abriendolaportezueladelcoche,yapeándoseenmediodelgrupo.

La gente cede respetuosamente paso a la digna dama. Al ver cómo un par demujerescompasivaslevantanalajoven,laobliganasentarseylefrotanlafrenteconunlíquidobalsámico,ladamaseacercaaDesgrais,yrepiteconenergíasupregunta.

—¡Unhorror!—lerespondeDesgrais—.HanhalladoaReneCardillacmuertodeunapuñaladaestamañana.OliverioBrusson,suoficial,eselasesino;lehanllevadoalacárcelahoramismo.

—¿Ylajoven?—preguntólaScudéry.—EsMadelon,lahijadeCardillac.Elasesinoerasunovio.Deaquísullanto,sus

continuosgemidosysusprotestasdequeOliverioesdeltodoinocente.Enelfondoestáenteradadelasunto,yhedemandarlatambiénala«Conciergerie».

Aldeciresto,DesgraislanzóalajovenunamiradademalvadoregocijoquehizoestremeceralaScudéry.Recobrabaelalientolamuchacha,peroincapazdehablarodehacerelmenormovimiento,permanecíatendidaenelsuelo,conlosojoscerrados,ynoacertabanadieensierapreferiblellevarlaalacasaoasistirlaallímismohastaque abriera los ojos. La Scudéry, profundamente conmovida, miraba con ojosarrasadosdelágrimasalaangelicalcriaturayconsiderabaconhorroraDesgraisyasusagentes.

Se oyeron sordos rumores en la escalera. Bajaban el cadáver de Cardillac. Ladama,decidida,exclamó:

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—Mellevoconmigoalamuchacha,yusted,Desgrais,yacuidarádelodemás.Unrumordeaprobaciónrecorrióelgentío.Lasmujereslevantarondelsueloala

joven, y cienmanos se tendieron para ayudarlas; como flotando en el espacio fuellevadaalcoche,mientrasbrotabandeloslabioslasbendicionesdirigidasaladignaseñoraquearrebatabalainocenciaaltribunaldelcrimen.

Serons, elmédicomás famosodeParís, fue el que consiguió con sus cuidadossacar aMadelon de lamodorra y la inmovilidad en que había permanecido variashoras. Mademoiselle de Scudéry completó lo que el médico había comenzado,proyectandolaslucesbenignasdelaesperanzaenelalmadelamuchacha,hastaquelaimpetuosacorrientedelaslágrimaslahuboaliviado.Aintervalos,cuandolograbadominar sudolor lacerante,contó la joven,entrehondossollozos,elcaso talcomohabíasucedido:

Amedianochelahabíadespertadounsuavellamaralapuertadesuhabitaciónyla voz de Oliverio que la instaba a levantarse en seguida, porque su padre estabamuñéndose.Habíasaltadodelacamayabiertolapuerta,azorada.Oliveriopálidoydescompuestoelsemblante,andabadelanteella,llevandounaluzyandandoconpasoinseguro.Eneltallerestabatendidoelpadre,conlosojosinmóviles,enelestertordelaagonía.Madelonsehabíaabrazadoaél,yfueentoncescuandosediocuentadelacamisa ensangrentada. Cariñosamente, Oliverio la había apartado del moribundo,para lavar con un bálsamo la herida de la parte izquierda del pecho.Momentáneamente,Cardillacparecióreanimarseunpoco;habíacesadoelestertorymiró a su hija y luego a Oliverio con el alma en los ojos, cogió la mano de lamuchacha, la juntó con la de Oliverio, y así unidos las estrechó entre las suyas.Callabanambosderodillasjuntoalacamadelpadre,yésteseincorporó,dandounavozaguda,paracaerdenuevodeespaldasyentregarsualmaaDiosconunhondosuspiro.

Ambosrompieronensollozosylamentos,yOliveriorefiriócómo,ainstanciasdesupatrón,lehabíaacompañadoenunpaseonocturno,duranteelcualéstehabíasidoagredidoen supresencia,ydijoqueélmismo, congranesfuerzo,había llevadoelpesadocuerpoacasa,sinsospecharquelaheridafueramortal.Alrompereldía,losvecinos,alarmadosporelruidoyelllantodelanoche,habíanvistoelcadáver,yderodillasjuntoaélaMadelonyOliverio,desolados.Cundieronlosrumores,yalcabodepocopenetróen lacasa la«Maréchaussée»,yse llevarona lacárcelaOliverio,comoautordelamuertedesuamo.

Enestepuntodelrelato,Madelondescribiódeunmodoemocionantelavirtud,lalealtady la religiosidadde suamadoOliverio,ycómohabíahonradosiemprea sumaestro cual si fuera su propio hijo, y cómoCardillac le había correspondido concreces,yestabadispuesto,apesardesupobreza,ahacerdeélsuyerno,reconociendosuhabilidadysulealtad.TodoestorebosabadelalmadeMadelon,ycomoresumenafirmóqueauncuandoOliveriohubieraapuñaladoaCardillacantesusojos,ellalo

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atribuyeramásbienaunaalucinaciónsatánicaqueaunhechoreal,porquenopodíasercapazOliveriodeundelitotanhorrible.

Conmovida la dama en lomás íntimo por los pesares deMadelon, inclinada acreeraciegasenlainocenciadeldesdichadoOliverio,apelóatodaslaspruebas,yseconfirmóloquelamuchachahabíarelatadoacercadelasrelacionesdomésticasentremaestroyoficial.LosinquilinosylagentedelvecindarioestabanconformesenqueOliveriohabíasidomodelodemoralidad,religiosidadylaboriosaconducta,yenquenadie conocía de él nadamalo; pero, al referirse al terrible suceso se encogían dehombros,conviniendoenquealgoincomprensiblehabíaenello.

Antela«CámaraArdiente»Oliverionegó—asílosupoMademoiselledeScudéry—conlamássincerafirmezayfranquezaevidente,asegurandoquesumaestrohabíasidoatacadoenlacalle,ensupresencia,yhabíasidoapuñalado,peroqueéllehabíallevadotodavíavivoacasa,dondeexpiróalcabodepoco,todolocualcoincidíaconelrelatodeMadelon.

LaScudéryquisooírunayotravezhasta lasmásdetalladascircunstanciasdelfatalsuceso.Escrutabaescrupulosamenteacercadelaposibilidaddealgunariñaentreelmaestroysuoficial,ositalvezéstenoeradeltodoajenoalosarranquesdecóleraqueaveces acometencomouna locura ciega auna losmás apacibles, provocandoactosqueparecenexcluirtodolibrealbedrío.PerobastábaleoírconquéentusiasmohablabaMadelondelafelicidaddomésticaenquelostresvivíanparaahuyentardesumentecualquier sombrade sospechasobreelculpadodehomicidio.Examinándolotodominuciosamente y partiendo del supuesto de queOliverio fuera el asesino deCardillacapesardequetodohablabaafavordesuinocencia,laScudérynohallabaenelreinodeloposibleningúnmóvilquehubierapodidoinducirleatalacción,quesólotendíaadestruirsufelicidad.

—Espobre,perohábilensuoficio—sedecía—.Sehacaptado lasimpatíadelmás famoso maestro; ama a su hija y el maestro favorece esta inclinación; lasperspectivas de bienestar, de felicidad, para toda una vida no pueden ser másrisueñas.Pero,aunaceptandoqueexcitadoalairaporDiossabequémotivosllegaraaagredirmortalmenteasubienhechor,asupadre,seríaincomprensiblelahipocresíaconquesecondujorealmentedespués.

Convencida de la inculpabilidad de Oliverio, Mademoiselle de Scudéry sepropusosalvaralinocentemuchachoalprecioquefuera.

Le pareció lo más aconsejable, antes de acudir a pedir gracia al mismo Rey,dirigirse al jefe de Policía La Regnie, exponerle todas las circunstancias queabonaban la inocencia de Oliverio, y suscitar así en su alma un íntimoconvencimientofavorablealacusado,quehallaríaenlosjuecesunecobienhechor.

LaRegnierecibióaladamaconlasaltasatencionesaqueledabaderechoelserhonradaporelmismoRey.Oyóconcalmatodoloquelemanifestabaapropósitodelascircunstanciasabominablesdelcrimen,asícomolasdelavidadeOliverioydesucarácter.Unasonrisafina,casimaliciosa,fuelaúnicamanifestaciónaparentedeque

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nohacíaoídossordosalasprotestasrociadasdelágrimas,alencarecimientodequeeljuez, lejos de ser el enemigo del acusado, prestase atención a todo lo que pudieraalegarse en su favor. Cuando callóMademoiselle de Scudéry, secando sus últimaslágrimas,yaexhausta,tomólapalabraLaRegnie.

—Dice muy bien con su nobleza de alma, señorita, que, impresionada por elllanto de una joven enamorada, crea usted todo lo que ella le expone, al punto dehacérseleimposibleconcebirlaideadesemejantecrimen,perootrocantareseldeljuez, acostumbrado a arrancar el antifaz de la osada hipocresía. No entra en misobligaciones el informar a cualquiera queme lo pida de lamarcha de un procesocriminal.Señorita,yocumplomideberymeimportaporquela«CámaraArdiente»noconocemás castigoque la sangrey el fuego.Peronoquisiera, señoramía, queustedmevieracomoaunmonstruodedurezaydecrueldad;permítame,pues,que,en pocas palabras, le ponga claramente ante los ojos el delito sangriento del jovenmaleante que—gracias seandadas al cielo—ha caído enmanosde la justicia.Sumismoespírituperspicazseráluegoelquerenuncieaunabenevolenciaquelahonraa usted, y que a mí no me sentaría bien. Veamos con calma. Una mañana ReneCardillac aparece asesinadodeunapuñalada.No tienemás compañíaque la de suoficialOliverioBrussonyladeunahija.EnelcuartodeOliverioseencuentra,entreotrosobjetos,unpuñalteñidodeunasangrereciente,queseadaptaperfectamentealaherida.

Oliveriodice:—Cardillachasidoagredidoenmipresenciaporlanoche.—¿Seráqueintentabanrobarle?—Nosé.—¿Ibas con él y no has podido defenderle del ataque del asesino, ni agarrar a

éste,nipedirsocorro?—Elmaestroandabaaunosveintepasosdelantedemíyyoleseguía.—Pero¿porquérazónatantadistancia?—Asíloqueríaelmaestro.—¿Quéesloquelellamabaalacalleataleshoras?—Nopodríadecirlo.Élnoacostumbrabasalirdespuésdelasnuevedelanoche.EnestepuntoOliverioenmudece,seinmuta,estallaensollozos,ysehacefirme,

invocandolomássagrado,enqueCardillacsalióaquellanoche,comohadichoyqueencontróenellalamuerte.Yahorafíjeseustedbien,señorita,sehademostradohastallegaralamáscompletaconvicción,queCardillacnosaliódecasaaquellanoche.LoquepretendeOliverio,dequesalióconél,esunaimposturadescarada.Lapuertadelacasatieneunasólidacerradura,quehaceunruidoinconfundiblealabriroalcerrar,y el ala de la puerta rechina escandalosamente en sus goznes, circunstancia quehemos comprobado experimentalmente, convenciéndonos de que el ruido se oyedesdeelpisomásaltodelacasa.Haymás;enelpisobajo,inmediatoalapuertadelacalle,viveelancianoClaudioPatruconunasirvienta,unapersonadeunosochenta

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años, pero sana y dispuesta. Oyeron ambos cómo Cardillac, fiel a su costumbrebajabalaescaleraaquellanoche,alpuntodelasnueve,cerrabalapuertayponíalabarramuy ruidosamente, y cómo subía luego, rezaba en voz alta la oración de lanocheyfinalmentecerrabalapuertadesudormitorio.ElnombradoClaudiopadecedel insomnio propio de la ancianidad. Tampoco lograba conciliar el sueño aquellanoche.Alrededordelasnueveymedialaancianasirvientaencendiólaluzysesentóalamesacercadesuamo,conunviejolibroqueleíamientraselviejo,abismadoensuspensamientos, tanprontosesentabaenelsillóncomoselevantabaydabaunospasos, esperando con el cansancio cobrar el sueño. Hasta ese punto todo habíapermanecido tranquilo. Pero, un poco más tarde de las doce se oyeron pasosprecipitados, el golpe de un cuerpo pesado que caía, y unos gemidos ahogadosinmediatamentedespués.Ambosfueronpresadeunextrañomiedo.Elterrordelactohorriblequeacababadecometerseinvadiólaestancia.Ylaluzdelamañanaaclaróloquehabíacomenzadoenlastinieblas…

—Pero, por lo más santo —le interrumpió la Scudéry— ¿cómo puede ustedimaginar, después de las circunstancias que ampliamente le he expuesto, una actoinfernaltanfueradejuicio?

LaRegniecarraspeó,yluegorepuso:—Cardillacnoerapobre…Poseíapiedraspreciosasdegranvalor…—Pero, todo esto ¿no pasaba a la hija?—observó la Scudéry—. ¿Ha olvidado

ustedqueOliverioibaaseryernodeCardillac?—Tenía tal vez el compromisode repartirse el botíno asesinabapor cuentade

otros…—dijoLaRegnie.—¿Repartir?…¿Asesinar?…—interrogóladamaasombrada.—Sepa,señoramía—prosiguióel jefedeSeguridad—queOliverioyahubiera

regadoconsusangrelaplazadelaGrévesisuactofueraindependientedeltenebrososecreto que hasta hoy flota amenazador sobre París. Es evidente que Oliveriopertenecealapandillasiniestraque,burlandotodaslasinvestigacionesdelajusticia,todos sus afanes, ha logrado cometer tantas fechorías con seguridad y escapado alcastigo. A través de él todo se aclarará, es preciso que se aclare. La herida deCardillacesidénticaaladetodoslosquehansidoasesinadosyrobadosporlascalleso en sus moradas. Pero lo más significativo es que desde que Oliverio está en lacárcelhancesadolosasesinatosylosrobos.Haylamismaseguridaddenochequededíaenlascalles.PruebasuficienteparainferirqueOliveriocapitaneabatalvezalosasesinos. No quiere declarar todavía, pero existen medios para hacerle hablarforzandosuvoluntad.

—¡Y Madelon! —exclamó la dama—. ¡La más leal, la más inocente de lascriaturas!…

—¿Quiénmeasegura—dijoLaRegnieconunasonrisavenenosa—quenotieneparte en la banda?No son para su padre las lágrimas, sino para el bribón que haentradoeneljuego.

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—¿Cómopuedehablarasí?…—¡Bah!—prosiguió La Regnie—. Recuerde el caso de la Brinvilliers. Tendrá

ustedqueperdonarsitalvezdentrodepocotiempomeveoobligadoaapoderarmedesupupilayconducirlaala«Conciergerie».

LaScudérysintióunescalofríoaloíresasospechahorrible.Leparecíacomosidelante de aquel hombre temible no pudieran quedar en pie ni la lealtad ni virtudninguna, y como si espiara el homicidio en el fondo de los pensamientos másrecónditos.Selevantó.

—Seaustedhumano—fueronlasúnicaspalabrasquelogrósacardelagarganta.Respirabaconfatigaysentíaelcorazónoprimido.Albajar laescalera,hasta la

que la había acompañado el jefe de Seguridad, con ceremoniosa gentileza, se leocurrióunaideasingular,sinellamismaexplicárselo:

—¿MeseríapermitidoveraldesdichadoOliverioBrusson?Eljefelaobservóalgodesconcertadodepronto;pero,recobrandoluegoaquella

sonrisarepelentetansuya,dijo:—Sipuedemásenusted,señoramía,lavozdelsentimientoqueloquenuestros

ojos han comprobado, si no le es odioso el cuadro de todos los grados de laabyección,seleabrirándentrodeunashoraslaspuertasdela«Conciergerie»,yverácaraacaraaeseOliverio,cuyodestinotantoleinteresa.

Mademoiselle de Scudéry no podía verdaderamente convencerse de laculpabilidaddeljoven.Todoleibaencontrayningúnjuezenlatierrahubieraobradode otromodo que La Regnie ante tan decisivas realidades. Pero el cuadro de unafelicidad doméstica, tal comoMadelon lo había pintado con losmás vivos coloresantesusojosborrabacualquiersospechademaldad,demodoquelaScudérypreferíaaceptarunenigmainexplicableacreerenalgoquerepugnabaasuconciencia.

Tomó la resolucióndeoírdenuevoporelmismoOliverio todo lo sucedidoenaquellanochefatal,ypenetrarenloposibleelsecretoquetalvezquedabaocultoalosjueces,porqueelocuparsedeellolesparecíadepocaimportancia.Enllegandoala«Conciergerie»laacompañaronaunaposentograndeeiluminado,ypocodespuésoyó un tintinear de cadenas. Oliverio Brusson fue conducido allí. No bien le vioencuadradoenelmarcodelapuerta,laScudérydesfalleció,yalrecobrarelsentidoOliverio había desaparecido. Exigió con vehemencia que la acompañaraninmediatamente al coche. No soportaría estar un momento más entre aquellasparedes,moradadelainfamia.AlaprimeraojeadahabíareconocidoenOliverioaljovenqueenelPont-Neufleechóporlaportezueladelcochelacartasuplicante,elmismo que le había traído el cofrecillo de las joyas. No había duda: la sospechahorribledeLaRegnieseconfirmaba.OliverioBrussonformabapartedelapandilladecriminalesyseguramentehabíamatadotambiénalmaestro.

¿YMadelon?Mademoiselle de Scudéry, como nunca afligida bajo la garra delpoderdemoníacoenqueantesnocreía,llegóadudardetodaaparienciadeverdadydiocursoalahorriblesospechadelacomplicidaddeMadelonydesuparticipación

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enaqueldelitosangriento.Comosuelesucederennuestroespíritucuandosurgeanteélunaimagenybuscaansiosamenteloscoloresmásvivosparapintarla,laScudéryencontró en las circunstancias del hecho abundantemateria paramantener aquellasospecha. Muchos indicios que hasta ahora había apreciado como pruebas de lainocencia y de la pureza, los veía como síntomas ciertos de criminalidad y deestudiadahipocresía.Aquellapenadesgarradorayaunlaslágrimaspodíanprocedernoprecisamentedelmiedoaverderramarlasangredelamado,sinodeltemordecaerellabajolamanodelverdugo.Conelpropósitodelibrarsedelaserpientequehastaentonceshabíaabrigadoen su seno,bajódel cocheyentróen lacasa.Madelon seechóasuspies.UnángeldelSeñornohubieralevantadosusojoscelestesconmayorsinceridad, ni juntado más piadosamente las manos sobre el pecho inquieto paraimplorarauxilioyconsuelo.Poniendoenlavoztodalagravedadylacalmadequeeracapaz,ledijoladama:

—Anda. No llores por el asesino al que espera el justo castigo por susabominaciones.YquelaVirgenSantateguardedesentirsobretimismaelpesodeunhomicidio.

—¡Ahora veo que todo está perdido! —gritó Madelon, y con un alaridodesesperadorodóalsuelo.Ladamaladejóalcuidadodesucamarerayseretiró.

Conelalmaherida,aisladadetodoloterrenal,hubieraqueridonoviviryaenunmundoamasadoconelengañoinfernal.Acusabaaldestinodehabersebefadodeella,manteniendoyrobusteciendosufeenlavirtudylalealtad,paraaniquilarahora,ensuvejez,labellailusiónquehabíasidoluzdesuexistencia.

OyócómolaMartiniéresellevabaaMadelon,queselamentabaentresuspiros:—¡Ah,ellatambién!Losinfameslaengañan…¡Miserabledemí!¡Desgraciado

Oliverio!EsosacentosmovieronelcorazóndeMademoiselledeScudéryyrenacieronen

su interior la feciegaen la inculpabilidaddeOliverioy laesperanzadevislumbraralgúnsecreto.Movidaporlosmásencontradossentimientos,fueradesí,exclamaba:

—¿Quéespírituinfernalmehaenzarzadoenesahistoriaabominablequeacabaráconmivida?

EnestemomentoentrabaenlahabitaciónBautista,pálidoyaterrado,anunciandola visita deDesgrais. Desde el repugnante proceso de laVoisin, se consideraba lapresenciadeDesgraisenunacasacomopresagiodeunaacusación.DeaquíelterrordeBautista.

—¿Quétepasa?—lepreguntóladama—.¿NoesciertoqueelnombreScudéryconstabaenlalistadelaVoisin?

—¡Jesús Dios!—respondió Bautista, temblando—. ¿Por qué decís tales cosasseñora?¡Pero,Desgrais,eseterribleDesgrais,nosabeesperarydicequelahadeverahoramismo!

—Bien—dijoladama—.Queesehombretantemidoentreenseguida,queyonoletemo.

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—El jefe de Seguridad —dijo Desgrais apenas traspasado el umbral—, elPresidente LaRegnieme delega, señoramía, para hacerle una petición, que no leharíasinolefueranconocidossuvirtudysusánimos,ysinoestuvieraenmanosdeusted elmedio últimopara sacar a la luz del día un enojoso delito de sangre, y siustedmismanohubierayaparticipadoeneseprocesoquela«CámaraArdiente»havisto,yqueatodosnoscortaelaliento.OliverioBrussonestámediolocodesdequelavioaustedenla«Conciergerie».Asícomoparecíadispuestoareconocersuculpa,vuelveahoraajurarporlomássagradoqueestotalmenteinocentedelasesinatodeCardillac,aunqueestádispuestoasufrirlamuerte,silamereciera.Observe,señora,que esta última afirmación se refiere sin duda a otros delitos que tiene sobre laconciencia.Peronoselepuedearrancarniunapalabramás,ynisiquieralaamenazade la tortura ha tenido la menor eficacia. Nos ruega con vehemencia que lepermitamostenerunaconversaciónconusted.Sóloaustedestádispuestoahacerunaconfesión.Dígnese,pues,veraBrusson,señora,paraoírloquedeclare.

—¡Cómo!—exclamóella,indignada—.¿Hedeseryoquiensirvadeinstrumentoal tribunal?¿Pretendenqueprofane laconfianzadeesedesgraciadopara llevarlealpatíbulo?¡No,Desgrais!NiaunqueBrussonfueraunmalvadoasesino,¿cómopodríayojamásengañarletanvilmente?Susecreto,enconfesión,quedaríaencerradoenmipechocomounsagradodepósito.

—Tal vez—replicóDesgrais, conuna sutil sonrisa—mudará usted de opiniónuna vez haya escuchado al reo. Un día aconsejó usted al jefe de Seguridad queprocediera humanamente. Ahora él da muestras de esa humanidad, accediendo alcaprichodeBrusson,comoúltimorecurso,sinapelaralatortura,paralacualelreoestámásqueensazón.

LaScudéryseestremeció,yDesgraissiguiódiciendo:—Tengaenconsideración,señoramía,queevitaremosentrardenuevoenaquella

mansiónquetanmalimpresionadaladejó.Sinturbarelsilenciodelanoche,OliverioBrusson, como cualquier persona en libertad, será conducido a presencia de usted.Sin que le espíen, aunquevigilado, podrá hablar con usted sin reservas.Deque laseguridaddeustedquedagarantizadaynadahadetemer,respondoyoconmivida.Habladeustedconverdaderadevoción.Juraqueloqueleprecipitaalamuerteeseldestinofunestoquehadecididoquenopudierahablaranteriormenteconusted.Unavezlehayahablado,deusteddependedeclararloqueustedquieradeloqueBrussonleconfíe.¿Quiénpodríaobligarlaamás?

Meditabunda,conlamiradapuestaenelsuelo,sintiéndoseobligadaaobedeceraun más alto poder que le confiaba la confesión de un secreto terrible, y comoprisioneradeloslazosmágicosenloscualeshabíacaído,sedecidiódepronto,ydijodignamente:

—Diosmeconcederáeltinoylafirmezaquenecesito…TraedaBrusson.Estoydecididaahablarconél.

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ComotiempoatrásalpresentárseleBrussonconelcofrecillo,seoyóllamaralapuertadelacasadeMademoiselledeScudéry.AbrióBautista,yaenteradodeaquellavisitanocturna.LadamaseestremecióaloírlospasoslevesyelsordorumorquelepermitieroncolegirquelosguardiasquehabíantraídoaBrussonserepartíanporloscorredoresdelacasa.

Porfinseentreabriólapuertadelcuarto.EntróDesgraisydetrásdeélOliverioBrusson.Nollevabagrilletesniataduras,yvestíacorrectamente.

—ÉsteesOliverioBrusson,señora—dijoDesgraisinclinándoserespetuosamenteysaliódelahabitación.

Brusson se arrodilló delante de la dama, y levantó ambas manos en actitudsuplicante.Laslágrimascorríanporsusmejillas.Pálidaysinarticularunapalabra,lemiraba la dama y en las facciones y el dolor, resplandecía una expresión pura delealtadysinceridaddeánimo.CuantomásdeteníalamiradaenelrostrodeBrusson,másvivamenteevocabaladamaelrecuerdoborrosodealgunapersonamuyquerida,yolvidabatodasospechadequeelqueestabaderodillasdelantedeellapudieraserelasesinodeCardillac.

—Bien, Brusson. Dígame lo que sea—le pidió en un tono de lamás piadosabenevolencia.

Sinlevantarse,suspiróélenlomáshondodesustristezas,dijoluego:—¡Noble y venerable señora! ¿Tan totalmente se ha borrado de su alma mi

recuerdo?Observándoleconmásempeño,laScudérylerespondióque,enefecto,descubría

en sus rasgos un parecido con alguna persona amada, y que únicamente a esteparecidodebía agradecerque ellahubieravencido la repulsiónpor el criminaly leescuchara con calma en aquellosmomentos.Brusson, heridopor estas palabras, sepusorápidamenteenpie,ymirandosombríamentealsuelo,retrocedióunpasoydijoconvozvelada:

—¿HaolvidadoustedcompletamenteaAnaGuiotya suhijoOliverio, elniñoquetantasvecesmeciósobrelasrodillas?

—¡Diostodopoderoso!—exclamóMademoiselledeScudérycubriéndoselacaraconambasmanosyechandoatráslacabezasobreelsillón.

Motivos tenía para sentirse turbada. AnaGuiot, hija de un hombre de la clasemedia venido a menos, se había criado en casa de la Scudéry, la cual le habíaprodigado cuidados maternales. Ya mayor, tuvo un pretendiente llamado ClaudioBrusson. Era el joven un experto relojero, que se ganaba holgadamente la vida enParís,yAnasintióporélunafectosinceroquemereció laaprobación francade laque la cuidó de niña. Supo entenderse la joven pareja y vivían felices en la calmadoméstica, felicidadquevinoaafirmar todavíamáselnacimientodeunmuchachoprecioso,vivoretratodesumadre.

MademoiselledeScudéryhizodelpequeñoOliveriounídoloyhoras,hastadíasenteros, se lo quitaba a lamadre para acariciarle y cuidarle, de tal manera que el

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pequeñoseacostumbróaellaconquienseencontrabatanbiencomoconsupropiamadre.Habíanpasadotresañosdelnacimientocuandolaenvidiaprofesionaldesuscolegasdeterminóqueeltrabajodelbuenrelojerodecrecieracadadíamás,yllegóaunpuntoqueapenasleproducíaparaalimentarseélylossuyos.Leentrólanostalgiade su bellaGinebra natal, y la familia salió para aquella ciudad sin hacer casodelincondicionalapoyoquelaScudérylesgarantizaba.Anaescribió todavíaunpardecartas a laque tantos cuidados lehabíaprodigado,y luegovinoel silencio, loquehizosuponeraMademoiselledeScudéryquetalvezlasdichasdelhogardeBrussonhabíanborradoelrecuerdodetiempospasados.

VeintitrésañossecumplíanahoradesdequeBrussonhabíasalidodeParís.—¡Quéhorror!—exclamóladama,yarecobradoelánimo—.¿Erestú,Oliverio?

¡ElhijodemiAna!…Dueñodesímismo,tranquilamente,Oliveriorespondió:—¡Claroestá,señoramía,quenopodíaimaginarustednuncaqueaquelniñoque

usted acariciaba como la más tierna de las madres, aquel niño a quien mecía yregalabacongolosinasprodigándole losnombresmáscariñosos, tendríaqueverse,unavezllegadoalajuventud,enpresenciadeusted,acusadodeuncrimenhorrible!No soy irreprochable; la «CámaraArdiente» podría acusarme legalmente de algúndelito,pero, tancierto comohedemorirbienconDios, aunque fuera amanosdelverdugo,niyomatéaldesdichadoCardillac,nituveparteensumuerte.

AldeciresaspalabrasOliverioexperimentabaunaconmocióncomosilatierrasehundieraasuspies.Silenciosamente,MademoiselledeScudéry le señalóunsillón,sobreelcual,congestocansado,sesentóOliverio.

Ydijo:—Nomehafaltadotiempoparaprepararmeaestaentrevista,queconsiderocomo

el último favor del cielo que se reconcilia conmigo, y captar toda la calma y lapresenciadeespíritunecesariasparanarrarlelahistoriademiterrible,demiinauditadesgracia. Otórgueme la piedad de escucharme tranquilamente, por mucho que eldescubrimiento de un secreto, que seguramente no pudo sospechar, la sorprenda yllegueahorrorizarla…¡OjalámipobrepadrenohubierasalidonuncadeParís!EnmirecuerdoborrosodeGinebraveoamispadresymeveoamíenel llanto,oigosuslamentaciones, y me doy muy bien cuenta de cómo más tarde viví los azares denuestramiseria.Mipadre sevioburladoen todas sus esperanzas.Apesadumbrado,murióalpuntoenquehabíalogradovermecomoaprendizenuntallerdeorfebrería.Mimadrehablabamuchodeusted en aquel entoncesy estabadispuesta a referirletodas sus cuitas, pero le faltó el ánimo como suele suceder a los que viven en laindigencia.Lafalsavergüenza,quetantasvecesroeelalmadelosdesheredados,leimpidió dar curso a su propósito. Pocosmeses después de la muerte demi padremuriótambiénella.

—¡MipobreAna!—exclamóladeScudérydominadaporelpesar.

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—¡DoygraciasaDiosdequenohayadepresenciarlamuertedesuhijoqueridoamanosdelverdugo,cubiertodeignominia!

Estaspalabras lasdijoOliverioenvozmuyclaray fijandoen laaltura losojosextraviados.Afueraseoyeronrumoresdeinquietudypasosendiversasdirecciones.

—¡Oh, oh!—dijoOliverio con una sonrisa amarga—. ¡Desgrais despierta a sugentecomosiyopudieraescapardeaquí!…Prosigamos.Mimaestrometratabaconseveridad,sintenerencuentaqueyotrabajabacomoningunoymilaboracabóporsuperarlasuya.Sucedióundía,queunclientevinoanuestrotallerparaadquirirunaderezo. Yo estaba trabajando en una gargantilla preciosa y el cliente, con rostroamable, golpeándome la espalda y resiguiendo con lamiradami trabajo,me dijo:«Amigo,esunalaborexcelente.Enrealidad,noséquiénpudieramejorarlaanoserRene Cardillac, que es sin duda alguna el mejor orfebre del mundo. Junto a éltendrías que trabajar; te recibiría con palmas en su taller, porque sólo tú puedesponerte a su lado y únicamente de él puedes todavía aprender algo». Estasafirmacionesnocayeronensacoroto.YonoaguantémásenGinebra:parecíaquemeempujaban hacia fuera. Logré desentenderme de mi amo y llegué a París. ReneCardillacmerecibiófríamente,casidiríaconrudeza.Yoinsistíhastalograrquemeconfiaraunencargodepocamonta;eraunasortija.Cuandolepresentélaobrafijóenlos míos sus ojos pequeños y centelleantes, como si quisiera penetrar en misintenciones más profundas.«Eres un oficial listo, bien dispuesto —me dijo—. Tepagaré bien; confío en que quedarás contento demí».YCardillac hizo honor a supromesa. Pasé un tiempo cerca de él sin haber visto aMadelon, que estaba en elcamposegúncreo,encasadeuna tíadeCardillac.Volvióal fin. ¡Podereternodelcieloquécambiosehizoenmíalversufiguraangelical!¿Haexistidonuncaunserquehayaamadocomoyo?…Yahora…¡Oh,Madelon!

Cortó sus palabras la pesadumbre, y tapándose la cara con ambas manos,prosiguióunavezvencidoslossollozos:

—Madelon me miraba con buenos ojos. Entraba a menudo en el taller y yoadivinabasuafecto.Pormuchoqueelpadrevigilara,nuestrosfurtivosapretonesdemano eras señales de un pacto que Cardillac parecía ignorar. Mi intención eracaptarme ante todo su favor, llegar a lamaestría enmi oficio y pedir entonces lamano deMadelon.Unamañana, al ir a ponerme ami labor,Cardillac se enfrentóconmigo,luciéndoleenlosojossombríoslacólerayeldesprecio:«Yanonecesitodetuarte—comenzó—.Saldelacasaahoramismoyquenoteveanuncamás.¡Notedeboexplicaciones,perohasdesaberqueestápuestademasiadoalta ladulcefrutaquepretendesalcanzar,pobrearrapiezo!».Quisehablar,peroélmecogióconmanoduraymeobligóapasarlapuertadeunempujón,dandoconmicuerpoenelsuelo,ehiriéndomeenlacabezayenunbrazo.

Abandoné la casa furioso, con el alma desgarrada, hasta que en un suburbiolejano de París, el de SaintMartín, encontré a un conocido que me acogió en subuhardilla.Peronohallabareposo.Salíadenocheymeescurría,rondandolacasade

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Cardillac,forjándomelaideadequeMadelonoiríanosécómomisquejasysuspirosyqueencontraríamaneradeasomarsealaventanaparahablarmeensecreto.Enmicerebro se cruzaban los más desesperados planes, de cuya realización esperabaconvencerla.JuntoalacasadeCardillac,enlacalleNicaise,selevantaunaparedaltacon una hornacina y una estatuamedio destruida, empotrada en ella. Junto a estaestatuameencontrabayounanoche,mirandohaciaarriba,acechandolasventanasdelacasaquedanalpatioquelaparedencierra.Depronto,medoycuentadequehayluzencendidaenel tallerdeCardillac.Sonlasdocedelanoche.Cardillacnosolíavelarnuncaaestahora;seacostabapuntualmentealasnueve.Sientoloslatidosdemicorazón.Presientoalgúnmal,perotengolaesperanzadepoderentrar.Desaparecela luz. Me arrimo a la estatua dentro de la hornacina. De pronto doy un saltoatemorizado, porque he sentido que la estatua se mueve como si tuviera vida. Alreflejopálidode lanochemedoycuentadeque lapiedragira lentamentesobresubase, y detrás de ella se escurre una obscura forma humana, que empieza a andarcalleabajoconpasoligero.Meacercodeunbrincoalaescultura.Vuelveaestarensusitiodeantes,formandopartedelapared.Instintivamente,comoimpelidoporunafuerzainterior,voysiguiendolaspisadasdelquesealeja.Alpasarbajounacapillitade la Virgen, aquella forma humana vuelve la cabeza, y el reflejo de la luz de lalámpara se proyecta sobre su rostro. EsCardillac.No sabría describir elmiedo, elhorror, ni el irresistible hechizo que me empuja hacia su figura espectral desonámbulo.Notengoportalalmaestro,sincontarconquenoestamosenlunallena,épocaenquesemejantehechizosueleprivardelsueño.DesapareceporfinCardillacen las sombras,pero aloíruncarraspeobreve,quenopuede sermásqueel suyo,conozcoquehaentradoenundeterminadosoportal.¿Quésignificatodoeso?¿Quédesigniolemueve?—mepregunto,llenodeestupor,mientrasmeocultoafavordelasombra de las casas. Al cabo de un rato veo acercarse a un hombre que andacanturreando, tocado de un flamante penacho y con tintineantes espuelas en lostacones.ComoeltigresobresupresaseprecipitaCardillacdesdesurincónencimadel hombre, que se desploma instantáneamente con el estertor de la muerte en lagarganta.Salto,dandounalaridodeterrorhastadondeestáCardillac.«¿Quéesesto,maestro?» —gritó yo—. «¡Maldito!» —ruge Cardillac—. Y echa a correr ydesaparececonlarapidezdelrayo.Sintino,andandoaduraspenas,meacercoalqueestá tendidoenel sueloymearrodillo juntoaél,por sihayesperanzadesalvarle;perotodoindiciodevidahadesaparecido.Sobrecogidodemortalterror,apenasmehe dado cuenta de que la «Maréchaussée» me rodea. Alguien da voces:«¡Ea,muchacho!, ¿qué estás haciendo? ¡Otro que ha caído!… ¿Serías tú también de lapandilla?…¡Anda!¡Anda!…».Mientrassecruzanesasexclamaciones,mesujetanyyocasinoaciertoabalbucearqueestálejosdemícometerunactosemejante,yqueme dejen en paz. Uno de los de la ronda me acerca a la cara la linterna y dicesoltandolarisa:«¡PerosiesOliverioBrusson,elquetrabajaconelhonradomaestroCardillac…! ¡Cómo va amatar hombres por esas calles!… ¡Vaya ocurrencia! ¿Es

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propiodeasesinoslamentarsesobreelcadáveryentretenerseparadejarseprender?…¿Cómohasido,mozo?…Cuentasintemor».Ycumplíloquemepedían.«Muycercade mí—dije— saltó un hombre encima del que allí está tendido, le dio el golpemortalyaloírmisgritosemprendiólafuga,rápidocomoelrayo.Yyomeinclinabaahorasobreelcaídoporsihabíaesperanzasdesalvarle».«Nohijo,mío—diceunodelosquehanlevantadoelcuerpo—.Laherida,comodeordinario,esunapuñaladaalcorazón».«¡Demonio!—dice otro—.Lomismoque el caso de anteayer.Llegamostarde».Ysealejaronllevándoseelcadáver.

Nosabríaexplicarmissensaciones;eracomoeldespertardeunsueñofatídico,ocomosifueraasalirdelsueñoparaasombrarmedelafantasmagoría…¡Cardillac,elpadredemiMadelon,unmalvadoasesino!…Sinfuerzascaísobrelasgradasdeunsoportal.Alboreaba.Un sombrero de oficial ornado de un penacho precioso, yacíasobreelpavimento.EldelitosangrientodeCardillaccometidoamivista,enelsitioqueahoraocupabayo,medioechadoenelsuelo,meparecíaevidente,claro,comolanuevaluzdelamañana.Yhuídeaquelsitio,horrorizado.

Vuelto ami buhardilla, aturdido, como demente, oigo abrir la puerta. EsReneCardillac.«EnnombredeCristo¿quéquieredemí?»—legrité.Sindarimportanciaamiactitudniamispalabras,andaunospasoshaciamí,conunasonrisareposadayafablequeacrecientamiíntimarepulsión.Cogeuntaburetemediorotoysesientaamilado.Yonotengoánimosniparaincorporarmeenlayacijasobrelacualmehedejadocaer.«Ea,Oliverio—comienza—,¿cómoteva?…¡Pobremuchacho!…Meprecipité torpemente cuando temandé salir demi casa.Te echo demenosmuchasveces.Precisamenteestosdíasvoyaponermeauntrabajoquenopodrérealizarsintuayuda.¿Quémedicesdeveniratrabajardenuevoenmitaller?¡Callas!Sí;bienlosé. Te ofendí.Quise darte a entender que estaba airado contigo a propósito de tusambiciones respecto amiMadelon.Pero luegohamaduradoenmí la ideay estoyconvencidodequecontudestreza,tulaboriosidadytulealtad,nopuedodesearenelmundomejor yerno que tú.Ven, pues, conmigo y procuramerecer como esposa aMadelon».

Las palabras de Cardillac me desgarraban el corazón y su maldad me hacíatemblar.Noacertéaformularunarespuesta.«¿Titubeas?—prosiguióélenun tonoáspero, mientras me perforaba con sus ojillos centelleantes—, ¿titubeas?… No tedigoqueseahoymismo;talveztienesotrascosasqueteocupen.Talvez…unavisitaaDesgrais. ¿O quizá quieres ser presentado aArgenson o a La Regnie? Cuidado,muchacho,quelasgarrasquepretendesecharcontraotrosnoteprendanatimismoytedespedacen».

Enestepuntomiánimosublevadonopuedemenosquedesahogarsedeprontoenpalabras,yreplicoqueaquellosquetenganalgocomúnconlosnombresqueacabadepronunciar,acausadelasatrocidadesquehayancometido,seentiendanconellos.Yono tengo nada que ver con eso. Y Cardillac prosigue: «Hablando con propiedad,Oliverio,eltrabajarenmitallertehonrará.Soyreputadoelmásfamosoorfebredela

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época, y considerado en todas partes, tanto por mis dotes artísticas como por milealtad e intachable conducta. Cuenta que cualquier calumnia contra mí caería derechazosobre lacabezadelcalumniador.Ypor loquese refiereaMadelon,puedoasegurarte que a ella sola debes agradecer mi condescendencia. Te ama con unavehemencia que no hubiera sospechado en un ser delicado como es ella. No biensalistedemicasaseechóamispies,abrazómisrodillasymeconfesóentrelágrimasquenopodíavivirsinti.Yopenséquetodoeraimaginación,comosuelesucederalasmuchachas inexpertas que darían la vida por la primera cara simpática que lesmirasonriendo.PeroenmiMadelonesunarealidad.Languidecía,estabaenferma,ysi yo quería disuadirla de sus quimeras no hacíamás que repetir tu nombre. ¿Quéteníayoquehacersinoqueríadejarlaenladesesperación?Ayernocheledijequeledabamiconsentimientoyquetellamaríahoy.Enunanocheparecehaberflorecidocomounarosayteesperatransportadadeamor».

Queeleternopodercelestialmeperdone,peroniyomismopodríadecircómomeencontrédeprontoencasadeCardillac,enpresenciadeMadelon,quesollozaba,yestrechándome en sus brazos repetía mi nombre y hacía protestas de su afecto,mientras yo, en el colmodel embeleso, juraba por laVirgen y todos los santos nosepararmedeellanuncamás.

Conmovido al recuerdo de este momento decisivo, Oliverio se vio obligado ahacer una pausa.Mademoiselle de Scudéry, horrorizada por la criminalidad de unhombrequeellahabíaconsideradohastaentoncescomoencarnacióndelavirtudylahonradez,exclamó:

—¡Qué espanto! ¡Así, pues, Rene Cardillac formaba parte de la pandilla deasesinosyladronesquehacedelaciudadunamadriguerainmunda!

—Nosehabledepandilla,señorita—dijoOliverio—.Noexistetalpandilla.EraCardillac,élsolo,quienescogíalasvíctimasycaíaencimadeellasconunaasiduidadmalvada.Aestacircunstancia,ladenotenercompañeros,esdebidalaimpunidadconque logró llevar a cabo sus fechorías, y la dificultad en seguir una pista… Pero,permitaqueacabeysabrálossecretosdelquefuealavezelmásmalvadoyelmásdesdichadodeloshombres…Desdeaqueldía,cualquierapuedeimaginarlasituaciónen que me hallaba respecto a mi maestro. El paso estaba dado y no era posibleretroceder. A menudo me parecía ser cómplice de los asesinatos de Cardillac, yúnicamenteelamordeMadelonmehacíaolvidarlaíntimacongojaquemetorturaba.Enmishorasdetrabajoeneltaller,alladodelviejo,nopodíamirarlealacara,ycasinopronunciabaniunapalabraenpresenciadeaquelhombreabominable,quededíaparecíaposeertodaslasvirtudesdeunpadrecariñosoydeunbuenciudadano,yseenvolvía en los velos de la noche para llevar a cabo sus crímenes; Madelon, lacriatura piadosa, limpia de conciencia como un ángel, le profesaba una verdaderadevoción.Me sentía traspasado el corazón al pensar que cuando elmalvado fueradescubierto,ella,despertadaalarealidad,sufriríalamáscrueldesesperación,víctima

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inocente de las infernales astucias de su padre, y esto bastaba para hacermeenmudeceraunqueparaellotuvieraquesufrirlapenaquemerecíaelcriminal.

Sibienmeenterabadelossucesosporlasconversacionesdelagente,elmóvildelosdelitosdeCardillacyelmododerealizarloseranparamíunenigma.Lasoluciónno se hizo esperar. Un día noté en Cardillac, que generalmente y excitando mirepugnanciasolíabromeary reírmientras trabajaba,unaseriedadyunretraimientoqueempañabansuordinariobuenhumor.Deprontoechóaunladolajoyaenlaqueestabatrabajandocontalviolenciaquelasperlasrodaronsobrelamesa,sepusoenpieymehablóconvehemencia:«Oliverio—medijo—,entrenosotrosdoslascosasnopuedenquedarasí;laposiciónesinsostenible.LoqueescapóalafinaastuciadeDesgraisydesusesbirros,elazar lohapuestoen tusmanos.Mehasvistoenmisactividades nocturnas, a las que mi nefasto destino me empuja, sin que yo puedaresistir.Ytambiénatilamalaestrellateimpulsóaseguirmispasos,teescondióenlassombrasydioatuspisadasunatalligerezasilenciosa,queyomismo,queenlanochemás obscura veo tan bien como si tuviera ojos de tigre y percibo elmenorruido,inclusoelvolardeunmosquito,nomedicuentadetupresenciaaquellanoche.Tu mala estrella te ha hecho volver a mi lado. En tu situación ya no puedestraicionarme. Has de saberlo todo». «¡Nunca seré tu compañero, hipócrita,malvado!».Estas palabras estuve a punto de replicarle, lleno de ira y repugnancia,pero la misma indignación que en mí promovían sus palabras me agarrotaba lagarganta, y un sonido inarticulado fue mi sola contestación. Cardillac volvió asentarseensusitiodetrabajo;sesecóelsudordelafrente,ycomosileconmovieraunrecuerdodelpasado,comenzó:«Haysabiosquedangranimportanciaalasrarasimpresionesaqueestánsujetas lasmujeresencinta,yhablandelasombrosoinflujode esas impresiones vivas e involuntarias en el que va a nacer. De mi madre mecontaronunasingularhistoria.Enelprimermesdelembarazodequeyodebíanacercontemplaba juntoconotrasmujeresunabrillante fiesta cortesanaque sedioenelTrianon.Selefueronlosojoshaciauncaballerovestidoalaespañola,conunajoyaradiantecolgadadelcuello.Comofascinadaporelbrillode laalhaja,mimadrenoacertabaaquitardeellalamirada.Todosusercodiciabaaquellapiedrairisadaqueleparecía un bien más que terrenal. Ya unos años antes, siendo mi madre todavíasoltera,aquelcaballerohabíapuestositioasuvirtud,perofuerechazadoconhorror.Mi madre le reconoció, pero esta vez le pareció que el resplandor de la pedreríaconvertíaalcaballeroenunserdelamáselevadanaturalezayuncompendiodetodahermosura. Diose cuenta el caballero de las miradas de fuego de mi madre, yfigurándose que esta vez sería más afortunado que antaño, buscó la ocasión dealternarconellaylogróapartarladelosconocidosyllevarlaaunsitiodesierto,yallíporlafuerza, laestrechóvehementementeentresusbrazos.Entretantomimadresehabíaapoderadodelajoyaqueelcaballerollevabacolgadasobreelpecho,peroenelmismo instante, el caballero, arrastrando a mi madre en la caída, se desplomóexánime. Probó en vano mi madre de desprenderse de los brazos crispados del

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cadáver,quefijabaenellalosojosqueyanoveían,yalreclamodesusagudosgritosacudieron los paseantes y la arrancaron de los brazos del pérfido caballero. Esasimpresionespostraronamimadreenellecho.Setemióporsuvidayporlamía;perose restableció y el parto fue lo feliz que cabía esperar. Pero los terrores de aquelmomentoaciagorecayeronsobremí.Habíaasomadomimalaestrellaysusdestellosprendieronenmi ser,poseídodesdeelvientredemimadredeunade laspasionesmásinsanas.Yaenlaniñezestimabaporencimadetodolosdiamantesyeloro.Estainclinaciónfueconsideradacomouncaprichodeniño,peroprontosemanifestóconmayortrascendenciaydeniñoaúnrobabaoroojoyasdondelasvieraalalcancedelamano.Distinguíainstintivamente,comoelmásexperto,loqueerafalsoyloqueeradeley.Micodiciainnatatuvoquedoblegarsebajoloscastigosseverosdemipadre.Escogílaprofesióndeorfebreparapodervivirenmediodelosobjetosdeoroylaspiedraspreciosas.Sóloestomeatraía.Trabajabaconpasiónyfuiprontoelprimeroen el oficio. Siguió a éste un período, en el cual mi pasión innata, tanto tiemposofocada, surgió en todo su vigor, devorándolo todo. Apenas había terminado yentregadounaobra,caíaenunainquietud,quesecebabaenmisueño,enmisaludyenelgocedevivir.Díaynochelapersonaparalacualhabíatrabajadosepresentabaantemisojos,adornadaconmisjoyasyunavozsusurrabaamisoídos:“Estajoyaestuya.Tómala,recóbrala…¿Dequélesirvenaunmuertolosdiamantes?”.Mediporfinalasartesdelrobo.Teníaentradaenlamansióndelospoderososynotardéensacar provecho de cada oportunidad; no había cerradura que resistiera a miingeniosidad y pronto volvía a sermía la joya salida demismanos…Pero no secalmaba con esto el desasosiego. Aquella misma voz fatal se dejaba oír,provocándome: “¡Ah! ¡Ah!… ¡Unmuerto luce tu joya!”. Un odio inexplicable seproyectabademíhaciaaquéllosparaquieneshabíalabradounajoya.Sí.Seagitabaenelfondodemisentrañasunfurorhomicidacontraellosquemehacíatemblaramímismo…Enmedio de estas circunstancias, compré la casa donde vivo. Cerramostratosconelpropietarioenestemismocuarto,yparacelebrarlodescorchamosunabotella sentados en estamisma habitación.Yamuy avanzada la noche, a punto dedespedirme,elvendedormehablóenestostérminos:“MaestroRene,eshoradequele ponga en el secreto de un detalle de esta casa”. Acercándose a un armarioempotradoenlapared,empujólatabladelfondo,penetróenuncuarto,yseagachópara levantaruna trampa.Deallí,bajandoporunaescalerillaestrechayempinada,llegamos frente a una portezuela, que el dueño abrió, y salimos al patio. Empujóentoncesunhierroquehabíaenunpuntodeterminadodelaparedyunapartedeéstagiró inmediatamentesobresímisma,dejandounhuecoa travésdelcualuncuerpohumanopodíaescurrirsecómodamentehasta lacalle.“Oliverio—medijoenaquelpunto el maestro—, cuando quieras te enseñaré esta obra de ingenio, queseguramenteidearonlosfrailesdelconventoqueantiguamentehuboaquíparaentrarysalirsecretamente.Setratadeunaplanchademaderarevocadaporfuera,alacualseadaptaunacolumnaestatuaria tambiéndemadera,peroque imita lapiedra,yel

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conjuntogirasobreunosgoznesocultos”.Noséquésiniestrasideasmeembargaronalavistadeaquellainstalación,como

premeditadapara ocultar unoshechosque eran todavía unmisterio paramí.Habíaentregado,nohacíamucho tiempo,unaderezopreciosoauncaballerode la corte,aderezo que yo sabía que iba destinado a una bailarina de la Ópera. Me sentíaatormentado, por doquiera me acompañaba el espectro de la muerte, y Satánmurmuraba algo a mi oído. Volví a entrar en la casa y sudando de angustia merevolvía en la cama; imaginaba al caballero que en posesión de la joya, iba aofrecérselaalabailarina.Saltéfuriosamentedelacasa,meembocéenlacapaybajéporlaescalerillasecreta,atraveséelmuroquesalealacalleNicaise…Veoacercarseaquelcaballero…Esél…Lesaltoencima;éldaungrito,pero,agarrándolefuerteporlaespalda,lehundoelpuñalenelcorazón…¡Lajoyaesmía!…Consumadoelhechoexperimentéundescanso,unasatisfaccióncomonuncahubierasentido.Elespectrohabíadesaparecidoycallaba lavozdeSatán. ¡Ahora sabía loquemimalaestrellaexigíademí,ymeeraforzosocederoperecer!…¿Comprendesahoramiprocederymiansia,Oliverio?Noporquemeveaarrastradoahacerloinevitabledebescreerquehaya renunciado a los sentimientos de piedad, de compasión, que están en lanaturaleza del hombre. Tú sabes la violencia que he de hacerme para entregar untrabajoycómomeniegoatrabajarparaaquélloscuyamuertenoquiero.Perocomosielespectroquemeacongojaexigierasangre,hedeusarelpuñalcontraelposeedordelajoya,yéstavuelveamismanos».

Una vez terminado este largo relato de su vida, maese Cardillac me llevó alsótano y me brindó el espectáculo de la colección de sus joyas, ante las cualesdesmereceríanlasdelmismoRey.Cadaalhajallevabasuetiqueta,enlacualconstabaelnombredelquehizoelencargoyenquéfechahabíasidorecobradapormediodelhomicidio, hurto o robo. «El día de tu boda,Oliverio—me dijo a continuación—prestarásjuramentopuestalamanosobrelaimagendeCristocrucificadodequeamimuertetodaestariquezaseráaniquilada,convertidaenpolvo,porlosmediosqueasuhora te daré a conocer. No quiero que ninguna criatura humana, y menos aúnMadelonytú,entreenposesióndeloquefueadquiridopormediodelcrimen».

Preso en el laberinto de los delitos, roído por el amor y la repugnancia, por elgozoyelhorror,semepodíacompararenaquellosmomentosalcondenadoaquienunángelllamahaciaarribaconunadulcesonrisa,almismotiempoqueSatánletienefuertemente asido entre las garras candentes, convirtiéndose así la amorosa sonrisadelángel,reflejodelabienaventuranza,enlamáscrueldesustorturas.Penséenlahuida, en el homicidio… ¡Pero,Madelon!…Censúreme, noble dama, condenemiflaqueza,miincapacidadparavencerlapasiónquemeatenazaaladelincuencia.¿Novoyapagarloconunamuerteafrentosa?

UndíavolvióCardillacasucasadeunhumorexcepcionalmentealegre.Acaricióasuhija,mededicólasmásamablessonrisas,bebiódurantelacomidaunabotelladevinoañejo,lujoqueúnicamentesepermitíaenlasfestividadesocelebraciones,yno

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cesabadecantarodereír.Suhijanoshabíadejadosolos,ymedisponíayoaentrareneltaller,peroCardillacseopuso:«¡Quita,muchacho!NosehablehoydetrabajoybebamosunsorbomásalasaluddeladamaquedescuellaentretodaslasdeParísporsus bondades». Después de chocar los vasos y él vaciar el suyo,me dijo: «Dime,Oliverio,¿notegustanestosversos?»:

Unamantquicraintlesvoleursn’estpointdigned’amour.

YmecontóloqueenlashabitacionesdelaMaintenonhabíasucedidoentreustedyelRey,yasegurótambiénqueanadiehabíaveneradotantocomoaustedyquelasaltasvirtudesquelaadornabanerancapacesdeeclipsarsumalaestrella,detalmodoque, aun viéndola lucir una de sus joyas, el espectro maligno, sugeridor depensamientos delictivos, no podría ya nada en él. «Oye, Oliverio—me dijo— ladecisiónquehetomado.MecomprometíhacemuchotiempoalabraryengastarlaspiedrasdemicolecciónparaunosbrazaletesyunagargantilladestinadosaEnriquetadeInglaterra.Esunademislaboresmásperfectasymedesgarrabaelcorazónpensarquemehabíadeseparardemiobrapredilecta.

No dudo de que estás enterado de la desgraciada muerte de esa princesa,asesinada.Laalhajaquedóenmismanosyquieroofrecerlacomopruebaderespetoygratitud,ennombredelaperseguidabanda,aMademoiselledeScudéry.Asípresentoal mismo tiempo la prueba elocuente de su triunfo aMademoiselle de Scudéry, yavergüenzo a Desgrais y a los que le asisten… Y serás tú quien le llevarás esteregalo». Al pronunciar Cardillac el nombre de usted, señorita, me pareció que sedescorríanunosvelosnegrosyaparecía el cuadro felizy ricamentecoloridodemiinfancia. Sentía el alma bañada de consuelo y veía un rayo de esperanza queahuyentabalosespíritusdelastinieblas.Cardillacdebiódarsecuentadelaimpresiónque me habían causado sus palabras y debió interpretarlo a su manera. «Mi planpareceserde tuagrado—medijo—.Puedoasegurartequeen lomáshondodemialmaselevantaunavozmuydistintadelaqueexigevíctimasyconvierteaunoenanimaldepresanuncasatisfecho.¡Cuántasvecesmeheextrañadodemímismo!Unmiedoíntimo,eltemordeunalgorealmenteespantoso,cuyosescalofríoslleganaunpasadoremoto,mesobrecogeconviolencia.Entoncesmeparececomosiloquemimalaestrellallevaacabonopudieratenérseleencuentaamialmainmortal,quenoparticipaenello.EnunestadodeánimosemejantedecidílabrarunapreciosacoronaengastadadediamantesparalaVirgendelaiglesiadeSanEustaquio;perocadavezque me ponía a la obra me asaltaba con más fuerza aquel temor incomprensible.Ahora me parece como si hiciera devotamente la ofrenda a la misma virtud, a lamismasantidad,pidiéndolesupoderosa intercesión,en lapersonadeMademoiselledeScudéry,a laqueofrezco la joyademayorbellezaquehaya labradoen todamivida».

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Unavezenteradodelordendomésticodeusted,meinstruyóCardillacdelahorayde la formaenquedebíaponeren susmanosel aderezo,queencerróenun ricocofrecillo.Yomesentía llenodedicha,yaqueelcielomeseñalaba,pormediacióndelcriminalCardillac,elcaminoparasalvarmedelinfiernoenqueestabasufriendounahorribletortura.ContraelparecerdeCardillac,meproponíapresentarmeausted,decididoaecharmeasuspiesencalidaddehijodeAnaBrusson,ydepupilodeustedcuandoniño,ydescubrirletodolosucedido.Estabasegurodeque,conmovidaporladesdicha inconmensurable de la inocente Madelon, guardaría usted el secreto. Suespírituclarividentehallaríaseguramentemediosmáseficaces,queyonoacertabaaconcretar,parasalvaraMadelonysalvarmeamí,desviandolamaldaddeCardillac.De esto estaba yo seguro en lomás hondo demi conciencia, con una conviccióncomparablealafeenelconsoladorsocorrodelaVirgenSantísima.Biensabeusted,señora, que aquella nochemi propósito fracasó.No perdí la esperanza de sermásafortunado otra vez. En esto cayóCardillac en un descorazonamiento absoluto. Seescurríadeun ladoaotro, turbado,con lamiradaperdidaenelvacío.Murmuraba;susmanosinquietasparecíanlucharparadeshacersedealgunafuerzacontraria,ysuespírituparecíatorturadoporcontradictoriospensamientos.Leviunamañanaenteraen ese estado; por fin se sentó a la mesa de trabajo, se levantó al poco rato conenfado,seacercóalaventanaycomosihablaraconelespaciodijoconvozgraveysombría: «¡Quisiera que Enriqueta de Inglaterra hubiera lucido mis joyas!». Estaspalabrasme aterrorizaron, conociendo que su espíritu errabundo era solicitado unavez más por el espectro abominable del crimen y que la voz de Satán volvía ahablarlealoído.Yvilavidadeustedamenazada.SólopodríasalvarseenelcasodequeCardillac recobrara las joyas.Crecía a cada instante elpeligro.Entonces salí aencontrarlaaustedenelPont-Neuf,meacerquéasucocheyleechéporlaventanillalacarta,conjurándolaaquedevolvierasindemoraaCardillaceladerezo.Ustednocompareció, y creció mi temor hasta la desesperación, cuando al día siguienteCardillac estuvo hablando sin cesar de aquellas joyas preciosas que le habíanobsesionadodurante la noche.Nohay duda de que se refería a las que estaban enmanos de usted, y me pareció seguro que meditaba algún crimen para la nocheinmediata.Midebererasalvarlaausted,atodacosta.Cuando,despuésdelaoracióndelanoche,elmaestroseencerrócomodecostumbre,bajéporunaventanaalpatio,meescurríatravésdelapartemovedizadelmurallónymeaposténomuylejos,enelsitio más sombrío. No tardó en aparecer Cardillac, escurriéndose a lo largo de lacalle,yyoseguísushuellas.IbaendirecciónalacalledeSaintHonoré…Yosentíalatirmicorazón.DeprontonotéqueCardillachabíadesaparecido.Decidíapostarmealapuertadesucasa.Comootrodía,cuandolacasualidadmehizoespectadordelasesinatocometidoporCardillac,veoahoraacercarsecanturreandoaunoficial,quepasacerca,sindarsecuentademipresencia.Pero,enelmismoinstante,unafiguranegradeunsaltoseechaencimadeél.EsCardillac.Intentoevitarelcrimen,dandovoces,altiempoquemeacercoaellosymedoycuentadequenoeseloficialsino

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Cardillacquienyaceenlaagonía.Eloficialsueltaelpuñal,desenvainalaespadayseacercaamíprontoa la lucha,creyéndomecómplicedeCardillac,perono tardaenconvencersedeque,sinhacerlecaso,estoyexaminandoalherido,quetienetodavíaunúltimoalientodevida.Despuésdeapoderarmedelpuñal,mecargoelcuerpoalaespaldaycondificultadlollevohastaeltaller,porelcorredorsecreto.Lorestanteyalo conoce usted, noble señora, y de todo ello puede deducir que mi único delitoconsisteennohaberdelatadoalpadredeMadelonalostribunales,dandoasífinasusfechorías…Estoylimpiodetodocrimensangrientoynohaytorturaquefueracapazde hacerme declarar los delitos de Cardillac. No quiero que, a despecho de lavoluntadeternaquehaocultadoalahijaloshechossangrientosdelpadre,seanéstosvengadosrevolviendouncadáverqueyacebajotierra.No.Quelaamadademialmame llore como caído sin culpa y el tiempo aliviará su pena; ¡pero esta pena seríainvenciblesiellallegaraaenterarsedelosactosabominablesdeunpadretanamado!

CallóOliverioybrotódesusojosuntorrentedelágrimas.PostradodelantedelaScudéry,lesuplicó:

—Estoy seguro de que reconoce usted mi inocencia. Tenga piedad de mí, ydígameahoraquéesdeMadelon.

LadamallamóalaMartiniéreyalpocoratoMadeloncorríahaciaOliverioyleechabalosbrazosalcuello.

—Estoyseguradequetodovabien,melodiceelverteaquí,yasabíayoquelamásnobledelasdamastesalvaría.

NosecansabaMadelonderepetirestaspalabras,yOliverioolvidabasudesgraciaysesentíalibreyventuroso,ajenoatodoloqueantesleamenazaba.Eraconmovedoroírles contar lo que habían padecido el uno por el otro. Y volvían a abrazarse yllorabandelprodigiodeversedenuevoreunidos.

SiMademoiselledeScudérynohubieratenidoyaanteselconvencimientodelainculpabilidad de Oliverio, se hubiera convencido ahora, al contemplarles en labienaventuranza,unidaslasalmas,olvidandoelmundoquelesrodeaba,suslástimasysuspenasinenarrables.

—¡No!—sedecía—.Únicamenteuncorazónlimpioescapazdeunafelicidadtalenelolvido.

Losrayosdelalbasequebrabanenlaventana.DesgraisdiounosgolpecitosalapuertadelahabitaciónpararecordaraBrussonqueeratiempodequesalieraconél,ya que a una hora más avanzada se expondrían a la pública curiosidad. Y losenamoradostuvieronquesepararse.

Los presentimientos funestos que embargaban el ánimo de Mademoiselle deScudérydesdelaprimeraentradadeOliverioensumorada,ahoratomabancuerpoenformapavorosa.VeíainocentealhijodesuqueridaAna,yasíytodoenvueltoenunasuntoaconsecuenciadelcualnoeradepensarquepudierasalvarsedeunamuerteinfamante.Yella rendíahomenajealheroísmodel joven,que se resignabaamorirbajo el peso de delitos ajenos antes que descubrir un secreto cuya revelación

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acarrearía lamuerte de su adorada.En todo el reinode lo posible nohalló ningúnmedio para substraer el pobremuchacho al severo tribunal. Tenía conciencia así ytododequenodebíaahorrarningúnsacrificioparaevitarlainjusticiaqueclamabaalcieloyestabaapuntodecumplirse.Imaginabasoluciones,planes,querayabanenlaquimera,ylosdesechabaluegoconlamismaprontitudconqueloshabíaconcebido,y cada vezmás se desvanecían las últimas sombras de esperanza. Pero la infantilconfianza incondicional deMadelon, que la hacía hablar como una iluminada delamado que sería declarado inocente dentro de poco, y la abrazaría como esposa,renovaba la fe deMademoiselle de Scudéry. Para hacer algo positivo escribió unaextensa carta a La Regnie, en la que le decía que Oliverio Brusson le habíamanifestado de unmodo que no dejaba lugar a dudas su completa inocencia en lamuerte deCardillac, y que únicamente la decisión heroica de que su secreto fueraenterradoconélleimpedíaconfesaraltribunalloquenosolamentelelibraríadelasospechadequehabíaasesinadoaCardillac, sino tambiéndequepertenecieraa laodiosabandadecriminales.

MademoiselledeScudéryhabíapuestoenjuegotodosucaudaldepasiónardienteydeagudaelocuenciaparaablandareldurocorazóndeLaRegnie,quienalcabodepocashorasrespondíaalacartaconotraenlaqueledecíacómosealegrabadequeOliverioBrussonsehubierajustificadoplenamentecercadesunobleprotectora.Encuanto a lo que se refería a la heroica decisión de llevarse a la tumba un secretorelacionado con el hecho en cuestión, lamentaba que la «Cámara Ardiente» nopudierahacerhonoraestesilencioyantesbienprocuraríaromperloconlosmediosmás enérgicos. Así, pues, confiaba en que dentro del plazo de tres días estaría enposesióndedichosecreto,queaclararíalosrarossucesos.

Mademoiselle de Scudéry no ignoraba lo que quería significar el terrible LaRegniealmencionaraquellosmediosquequebrantaríanelheroísmodeBrusson.Yanocabíadudadequelatorturasecelebraríaeneldesdichado.LaScudéryllegó,enmediodeansiasmortales,aladecisióndequeparadartiempoaltiempolomejoreraconsultar a un abogado. A la sazón el más famoso de París era Pierre Arnaudd’Andilly. Sus profundos conocimientos y su perspectiva corrían parejas con sunoblezaysumoral.MademoiselledeScudérysedirigióaélyleexpusotodoloqueeraposiblesinvulnerarelsecretodeBrusson,creyendoqueD’Andillyseinteresaríaporelinocente;peroviodefraudadasuesperanzadelmodomásáspero.D’Andillylahabíaescuchadodelprincipioal finconmuchacalma,y luegohabíadicho, con lasonrisa en los labios, plagiando a Boileau: Le vrai peut quelquejois n’étre pasvraisemblable.

Quiso demostrar a la Scudéry que las más sorprendentes razones de sospechacontraBrussonabonabanelprocederdeLaRegnie,quien,lejosdemerecereldictadodecruelyprecipitadoseportabaconperfectalegalidad;mástodavía,nopodíaobrarde otra manera sin faltar a los deberes de un juez. Y él mismo, D’Andilly, no searriesgaba,niconlamásbrillantedefensa,asalvardelatorturaalsospechoso.Esto

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únicamente era posible al mismo Brusson, ya confesando sinceramente toda laverdad, ya al menos por medio del detallado informe de las circunstancias querodeabanalasesinatodeCardillac.Sólodespuésdeestohabríaocasióndeintervenirfavorablemente.

—MepostraréalospiesdelRey—dijoladeScudéry—.Implorarésuperdón.Estabafueradesíyelllantomedioahogabasuspalabras.—Nolohaga—dijoelabogado—.¡PorDiosnodéestepaso,señora!Ahorreeste

desesperadorecurso,puessifracasarahabríaustedperdidoparasiempreelfavordelRey.Ésteno indultaránuncaaun reodeeste tipo.Sería exponersealmásamargoreproche del pueblo. Queda la posibilidad de que Brusson halle manera de hacerolvidar la sospecha, sea descubriendo el secreto, sea en otra forma. Entonces sepodríarecurriralabenevolenciareal,porqueelReypodríajustificarunaclemenciarazonable. De grado o por fuerza,Mademoiselle de Scudéry hubo de aceptar laopinióndelexpertoD’Andilly.Cavilandoentrepenasypreguntándoseennombredela Virgen y de los santos qué debía hacer para salvar al desdichado Oliverio, laencontrólanocheensuhabitación,cuandoentrólaMartiniéreanunciandoalcondedeMiossens,coroneldelaGuardiaReal,quedeseabahablarleconurgencia.

—Perdone, señorita —dijo el visitante inclinándose con dignidad militar— sivengo a molestarla tan a destiempo. Nosotros, los soldados, somos así. Con unaspocaspalabrasmeharéperdonar.EsOliverioBrussonquienmedelega.

LaScudéry,enlaexpectacióndeloquelequedabaporsaber,exclamóanhelante:—¡OliverioBrusson,elmásdesdichadodeloshombres!¿Quétieneustedquever

conél?—Ya sabía yo —dijo Miossens, sin dejar de sonreír— que el nombre de su

protegidolograríaqueustedprestaraoídoaloquevengoadecirle.Nohaynadiequeno esté convencido de la culpabilidad de Brusson. Usted señora, naturalmente, noparticipa de esta convicción y defiende la opinión contraria, la cual no tiene másapoyoquelaprotestamismadelacusado.Micasoesmuydistinto.NadiepuedeestarenteradocomoyodelainocenciadeBrussonrespectoalamuertedeCardillac.

—¡Hable,hablepronto!—gritó ladeScudérycon la luzde laesperanzaen losojos.

—Soyyo—dijoMiossensrecalcandosuspalabras—,yomismo,quienderribóalviejoorfebreenlacalledeSaintHonoré.

—¡Válgame los santos!, ¿usted? ¿Ha dicho que usted mismo? —exclamó ladama.

—Y yo le aseguro, señora—prosiguióMiossens—, que estoy orgulloso demiacto. Sepa que eraCardillac elmalvado, el hipócrita bellaco, que al amparo de lanocheasesinabayrobabasinquenadiepudieracazarle.Niyomismosabríaexplicarcómosedespertóenmílaíntimasospechacontraelviejovillanocuando,mostrandouna rara inquietud,me entregó el aderezo que le había encargado y quiso saber aquién lo destinaba, y luego sonsacó astutamente ami ayudade cámara a qué hora

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solía yo hacer mis visitas a una determinada dama… De tiempo acá me habíallamado la atención que las desdichadas víctimas de la más repugnante codiciapresentabantodasunaheridaigual.Estomellevóalaconviccióndequealcriminalleerafamiliarelgolpeinstantáneoymortaldenecesidad,yquecontabaconello.Sile fallaba el golpe, la lucha pasaba a ser de igual a igual, y esto me movió aprecaverme en una forma tan sencilla que no comprendo cómono se les ocurrieraantesaotrosque,comoyo,sehubieransalvadodelgolpe.Meprocuréunacotaqueme cubría el busto por debajo de la ropa, una coraza de acero. Cardillac mesorprendióporlaespaldaymesujetóconunafuerzadetitán;perosubiendirigidopuñalresbalóestavezenelaceroyenelmismoinstanteyoleclavéelpuñaldequeibaprovisto.

—¿Yguardósilencio?¿Nodenuncióelcasoalostribunales?—Permítame, señorita, que le haga notar —dijo Miossens— que semejante

denuncia, si no me perdía inmediatamente, me hubiera enredado en el másabominable de los procesos. ¿Imagina usted que La Regnie, que husmea en todasparteseldelito,mehubieracreídoalacusaryodecriminalaCardillac,consideradocomomodelodeprobidadydevirtudes?¿Quéhubierasidodemísilaespadadelajusticiasehubiesevueltocontramibuenaintención?

—¡Imposible! —exclamó la de Scudéry—. ¡Una persona de su linaje, de sucargo!…

—¡Ah!—prosiguióMiossens—, acordémonos del mariscal de Luxemburgo, aquienelcaprichodehacerseecharelhoróscopoporLeSagelehizosospechosodeserenvenenadorylellevóalaBastilla.¡No,porSanDionisio!Nofíoniunahoradelibertad ni la punta de mi oreja al fogoso La Regnie, el cual de buena gana nosdegollaríaatodos.

—Pero,encambio—leinterrumpióMademoiselledeScudéry—,empujáishaciaelcadalsoalinocenteBrusson.

— Inocente…—replicó Miossens— ¿llama usted inocente, al compañero delmalvadoCardillac?¿Alquelesecundabaensusfechorías?¿Alquehamerecidolamuertecienveces? ¡Ah,no!Leasegurominoble señora,quesu sangrenocorreráinjustamente. Si ahora le descubro las verdaderas circunstancias del caso essuponiendoqueusted,sinponermeenlasmanosdela«CámaraArdiente»,sabrádeunmodouotrasacarprovechodemirevelaciónenfavordesuprotegido.

EncantadaladeScudéryalvertandecisivamenteconfirmadosuconvencimientodelainocenciadeBrusson,notuvoreparoenconfesaralCondequeyaconocíaloscrímenesdeCardillac,y todolosucedido,ya lavezinstarleaquefueraconellaahacer una visita a D’Andilly, a quien se proponía, bajo juramento de discreción,confesartodalaverdad.D’Andillyaconsejaríaloqueconveníahacer.

UnavezlaScudéryhubonarradoloshechosaD’Andilly,éstequisoenterarsedelosmásinsignificantesdetalles.MuyenparticularpreguntóalcondeMiossenssifue

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CardillacquienleatacóysipodríareconoceraOliverioBrussoncomoalquesellevóacuestaselherido.

—Además de haber reconocido muy bien al orfebre a la luz de la luna —respondió Miossens—, he visto también el puñal que hirió a Cardillac y que LaRegnie tieneensupoder.Eselmío; sedistingueporel fino labradode lacruz.Eljoven sehallaba solamente aunpaso, demodoquepudeprecisar cadaunode susrasgos,pueshabíaperdidoelsombrero.Enfinlereconoceríaalpuntosileviera.

D’Andillycallabaconlamiradafijaenelpavimento.Luegodijo:—Si seguimos los procedimientos legales es evidente que Brusson no podrá

escapardelasmanosdelverdugo.PorrespetoaMadelonnoquieredelatarasupadrecomo asesino. Y más vale que no declare, porque aun suponiendo que llegara aprobarlorevelandoelsitiodelasalidasecreta,yaunqueeltesorodejoyasvolvieraalasmanos que las pagaron, estomismo le llevaría a lamuerte por complicidad.Ysucedería lo mismo si el condeMiossens explicara a los jueces el suceso en queperecióelorfebre.

El conde Miossens —opinó— debe dirigirse a la «Conciergerie», pide unaentrevistaconOliverioBrussonyreconoceenélalapersonaquesellevóelcuerpodeCardillac.Va luegoaencontrar aLaRegnie,y le expone:«En la calledeSaintHonoréviaunhombrequecaíaalsueloheridodemuerteviolenta.Yoestabaenpiemuycercadelcadávercuandootrohombreacudiódepronto,seinclinóycargósobresuespaldaelcuerpo,alverquetodavíaestabavivo.HereconocidoaquelhombreenOliverioBrusson».El relatoda lugaraunnuevo interrogatorioaBrusson,yaunaentrevista con Miossens. Resumiendo, se aplazan las torturas, y siguen lasindagaciones.EslahoraoportunaparapresentarsealRey.Alaclarividenciadeusted,señora, a su agudeza de espíritu queda confiada la realización de esta parte delprograma. Yo estimo que sería oportuno descubrir al Rey todo el secreto. Ladeclaración del conde Miossens vendría a reforzar las de Oliverio Brusson. LasinvestigacionesprivadasenlacasadeCardillacnoseríantampocoestériles.Nounasentencia, sino una decisión del mismo Rey, dictada por una voz interior, ha deconstituirlabaseparaquedondeeljuezdebecastigardicteelfallolaclemencia.

SiguiópuntualmenteMiossens loqueD’Andillyhabíaaconsejadoy sucedióenrealidadloqueéstepreveía.AhorallegabaelmomentodeacudiralRey,yésteeraelpuntomásdifícil, ya que elmonarca sentía contraBrusson tal repugnancia, que leconsiderabael ladróny asesinoabominableque tanto tiempo tuvoen la angustia atodo París, y en cuanto se le recordaba aquel ruidoso proceso, su cólera no teníalímites.LaMaintenon,fielasuprincipiodenohablaralReydecosasdesagradables,senegóa todamediación,demodoqueel destinodeOliverioquedóenmanosdeMademoiselledeScudéry.Traslargasmeditacioneséstatomóunadecisión.Sepusoun vestido de seda negro, se adornó con el rico aderezo labrado por Cardillac, secubrió con un velo igualmente negro y así se presentó en las habitaciones de laMaintenon,precisamentealahoraenqueelReysolíaestarallí.Lanoblefiguradela

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dama,aquientodoshonraban,eradeunamajestadquenopodíamenosquedespertarprofundorespetoaunentreelpúblicodistraído,acostumbradoafrecuentarantesalas.Todosleabrieronpaso,yelmismoReyselevantóadmiradoyseacercóaella.Lasluces de los ricos diamantes de la gargantilla y de los brazaletes parecíandeslumbrarle.

—¡Virgensanta!—exclamó—.¡ÉstasdebenserlasjoyasdeCardillac!Y,dirigiéndoseluegoalaMaintenon,añadióconunasonrisaamable:—Vea,señoramarquesa,lobienquelesientaanuestrahermosanoviaellutopor

suprometido.—Señor—replicólaScudéry,comosisiguieralabroma—.Nolesentaríaauna

noviaapenadaunatavíotanbrillante.No;nadatengoqueverconelorfebreynomeacordaríamásdeél,anoserporquevuelveyvuelveamimentelavisiónhorribledesucuerpomuertoamanoairada.

—¿Cómo?…¿Vioustedalpobrediabloasesinado?EnpocaspalabraslaScudérydescribió,sinmencionarparanadaaBrusson,cómo

lacasualidad lahabía llevadofrentea lacasadeCardillac,precisamenteapocodehabersidodescubiertoelatentado.HablódeldolorlocodeMadelon,delaprofundaimpresiónque leprodujo la actitudde aquella criatura angelical y cómo salvó a ladesdichadade lasmanosdeDesgrais, entre los alaridosde aprobaciónde lagente.PintóalovivoyconcrecientepasiónlasescenasconLaRegnie,conDesgrais,conelmismo Brusson. Transportado por el vigor vital que ardía en la descripción de laScudéry,elReynoseacordabayadequeeltemaencuestióneraelodiosoprocesodel abominable Brusson, y sin contestar palabra alguna sólo desahogaba enexclamaciones entrecortadas su íntima emoción.Y antes de que tuviera tiempo dereflexionarsobreloinauditoqueacababadeescuchar,incapazdeponerenordenlasideas,laScudérysehabíaechadoyaasuspiesimplorandoclemenciaparaOliverio.

—¡En qué raro asunto se hametido, señorita!—exclamó elRey, invitándola aque se sentara—. ¡No salgo demi sorpresa! ¡Qué horrible historia! ¿Quién puededemostrarlaverdaddeesteespantosorelatodeBrusson?…

—¿Nobastan—prorrumpiólaScudéry—elrelatodeMiossens,lasindagacionesenlacasadeCardillac,yelíntimoconvencimientoylapurezadealmadeMadelon,quehansuscitadoigualvirtudeneldesdichadoBrusson?

ElRey,queibaacontestar,volviólacabezaaloírunruidoenlapuerta.Louvois,quetrabajabaenlasalainmediata,lemiróintrigado.ElReyselevantóysiguiendoaLouvoissaliódelahabitación.LaScudéryylamarquesadeMaintenonconsideraronpeligrosaestainterrupciónporqueelReypodíahabersidosorprendidoyseguardaríadecaerporsegundavezenlatrampa.PeroalcabodeunosminutoscompareciódenuevoelRey,paseónerviosamenteporlasala,yconlosbrazoscruzadosalaespaldasepusodelantedeladamaydijoenvozbaja,sinmirarla:

—QuisieraveraMadelon

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—… Señor—respondió la de Scudéry—, ¡con qué gracia colmáis a la pobrecriatura!Dichosaacudiráapostrarseavuestrospies.

Yconestaspalabras,tanágilcuantosusenvaradasfaldaslepermitían,seasomóala puerta para anunciar que el Rey se dignaba recibir a Madelon Cardillac.Presintiendoestagracia,Mademoiselle deScudéry había venido conMadelon, queesperabaalladodelacamareradelaMarquesa,conunbrevememorialenlasmanosdictado por D’Andilly. Al poco rato estaba a los pies del Rey. El miedo y laconsternación,eltímidorespeto,elamorylapenanacíanbullirlasangreentodaslasvenasdeladesdichadaysusmejillasseteñíandepúrpura.Comoperlasrodabanlaslágrimas desde sus sedosas pestañas hasta su pecho terso como los lirios. Ante laimponderable belleza de aquella criatura angelical, el Rey parecía asombrado. Lalevantócondelicadezay luegohizounmovimientocomosi fueraabesar lamanoqueteníaentrelassuyas.Seapartóycontemplóalagraciosacriatura,cuyamiradabrillantedelágrimasdelatabalamásprofundaemoción.

—¿NotieneunparecidosorprendenteconLaValliéreestamuchacha?—susurróla Maintenon al oído de Mademoiselle de Scudéry—. El Rey saborea dulcesrecuerdos.Haganadoustedlapartida.

PormuchoquelaMaintenonprocurarahablarenvozbaja,elReyparecióhaberlaoído;lasangrelehabíasubidoalacara,sumiradaeravaga,yunavezleídalasúplicaqueMadelonlepresentabadijoentonobenévolo:

—Quierocreerquetú,amablecriatura,estásconvencidadelainculpabilidaddetuamado,peronodesoigamosloqueopinasobreestepuntola«CámaraArdiente».

Yconunlevemovimientodelamanodespidióalaquesedeshacíaenlágrimas.MademoiselledeScudérysediocuentaconzozobradequeelrecuerdodeLaValliérehabía hecho mella en su juicio, por insignificante que aquel nombre pareciera deprontoenlabiosdelaMaintenon.¿Sacrificaríaenarasdelabelleza,obienlesucedíalo que al despertado bruscamente de un sueño, al ver desvanecidas las formasmágicasquecreyóreales?TalveznoveíaahoraasuLaValliére,sinoaSorLuisadelaMisericordia,elnombrenostálgicoqueéstallevabaenelconventodecarmelitas.LoúnicoquequedabaasualcanceeraesperarconcalmalasdecisionesdelRey.

Entretanto se había hecho pública la declaración del conde Miossens ante la«CámaraArdiente».Comolagenteespropensaadejarsellevarconfacilidaddeunextremoaotro,elmismoaquienmaldecíancomoalmástemibledeloscriminales,yal que amenazaban con despedazar antes que llegara al cadalso, era ahoraconsiderado comouna víctima inocente de una bárbara justicia.Los vecinos no seacordaban hasta ahora de su conducta virtuosa, de su gran amor aMadelon, de sufidelidad y de su abnegación total para con el viejo orfebre. Agrupábanse confrecuenciaalpiedelpalaciodeLaRegnie,dandovoces:

—¡DevuélvenosaOliverioBrusson!¡Esinocente!Y apedreaban las ventanas, obligando a La Regnie a buscar el amparo de la

«Maréchaussée»paraquelelibraradelasirasdelpueblo.

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Pasaron días sin que la Scudéry tuviera la menor noticia del proceso. AcudiódesesperadaalaMaintenon,queledijoqueelReyguardabasilenciosobreelasuntoyqueno era aconsejable recordárselo.Al preguntar laMaintenon, conuna sonrisasingularalaScudéryquésehabíahechodelaVilliére,ladamaseconvenciódequeen lo más íntimo de la orgullosa mujer se agitaba un enojo por determinadascircunstanciasquepudierantransportaralsentimentalmonarcaaunterrenoenelcualellanodominaba.Nopodríacontar,pues,conlaMaintenon.

Finalmente, con la ayuda deD’Andilly, logró sacar en claro que el Rey habíatenido una larga entrevista privada con el conde Miossens y también que, pocodespués,Bontems,elayudadecámaraenquienelRey teníamayorconfianzayencuyas manos ponía importantes encargos, había estado en la «Conciergerie» parahablar con Brusson y, finalmente, que el mismo Bontems, en compañía de otraspersonas, había entrado en la casa de Cardillac y permanecido en ella largo rato.ClaudioPatru,inquilinodelpisobajo,asegurabaquedurantetodaaquellanocheoyórumores,yqueseguramenteOliverioestabaentrelosreunidos,pueshabíareconocidoperfectamente su voz. Era evidente que el mismo Rey había ordenado unasinvestigaciones para coordinar las circunstancias del asunto, pero resultabaincomprensiblelatardanzadeladecisión.LaRegnieprocuraríaportodoslosmediosnosoltar lapresaque teníaentre losdientes,yestadisposiciónechabaaperderengermentodaesperanza.

Había pasado alrededor de un mes cuando la Maintenon mandó citar aMademoiselleScudéry,anunciándolequeelReydeseabaverlaensushabitaciones.

La dama sentía hasta la garganta los latidos del corazón, y sabía que iba adecidirse la suerte de Oliverio. Así se lo comunicó a Madelon, que rezabafervorosamentealaVirgenyalossantosparaquesedignarandespertarenelReyelconvencimientodelainocenciadeOliverio.

PeroelReyparecíahaberolvidadoelasuntoy,comotantasveces,seentreteníaen animados diálogos con laMaintenon yMademoiselle de Scudéry, y no soltabasiquiera una palabra que hiciera referencia al pobre Brusson. Por fin, comparecióBontems,seacercóalReyylecomunicóalgoenvoztanbajaquelasdosdamasnoseenterarondenada.LaScudéryestabainquieta.ElReyselevantó,seacercóaellaybrillándolelosojoslehablóasí:

—Lafelicito,señorita;suprotegido,OliverioBrusson,estáenlibertad.Derramando lágrimas, incapazde formularuna frase,Mademoiselle deScudéry

quisoecharsealospiesdelRey,queseloimpidió.—¡Vaya,vaya,señorita!Haríaustedbuenpapelcomoabogadoymegustaríaque

patrocinaraustedmispleitos.PorSanDionisio,quenadieenlaTierraresistiríaasuelocuencia.Pero—prosiguióconmayorseriedad—¿quiénnosaldríasanoysalvodecualquiera acusación ante la «Cámara Ardiente» o ante todos los tribunales delmundosilotomasebajosuamparolavirtudpersonificada?

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Por finMademoiselle de Scudéry recobró el habla y se prodigó en ardientesprotestasdegratitud.ElReylainterrumpióparaadvertirlequeensupropiacasalaestabaesperandounagradecimientomayortodavíaqueelquepudieraexigirleél,yaque seguramente en aquellosmomentos el felizOliverio estaba abrazando ya a suMadelon.

—Bontems—concluyóelRey—ledarámilluises,queenminombreentregaráusteda lamuchachacomodote.QuesuBrusson,quenomerece tanta felicidad,secaseconella;peroluegoqueabandonenParís.Éstaesmivoluntad.

***

LaMartiniére salió a recibir a su ama con apresurados pasos, y detrás de ellaBautista,radiantesdegozolosdos,ydandovocesdejúbilo:

—¡Aquíestá!¡Libre!¡Québuenapareja!OliverioyMadelonseecharonalospiesdeMademoiselledeScudéry.—Me decía el corazón que usted, y sólo usted, podía salvar a mi novio —

exclamabaMadelon.—La fe en usted,madremía, estuvo siempre arraigada enmi alma, a pesar de

todo —exclamaba Oliverio; y ambos besaban las manos a la dignísima damaderramando cálidas lágrimas.Y volvían a los abrazos y hacían protestas de que elgozomásqueterrenaldeaquellosmomentoslescompensabadelaspenasindeciblesdelosdíaspasados,yjuraronnosepararsenuncaelunodelotrohastaquelesllegaralamuerte.

Alcabodepocosdíassecelebrósuuniónanteelaltar.AuncuandolavoluntaddelReynohubierasidoésta,OliveriohabíapensadoabandonarParís,dondetodolerecordaba la época horrible de las fechorías de Cardillac y donde una casualidadcualquiera podía revelar el secreto, ahora en poder de varias personas, ymalignamentedestruirparasiemprelafelicidaddesuvida.Inmediatamentedespuésde la boda salieron para Ginebra, acompañados de las bendiciones de la Scudéry.Allí, ricamente instalado con el dote deMadelon, y poseedorOliverio de una raradestrezaensuoficio,asícomodelasvirtudesquehacenelbuenciudadano,suvidatranscurrió felizmente y sin angustias. Vio cumplidas las esperanzas que su padrehabíavistofrustradas,hastaquelamuertelealcanzó.

Al cabo de un año de haber salidoBrusson de París, apareció una declaraciónpública,firmadaporHarlaydeChauvelon,arzobispodeParís,yporelabogadodelParlamento, Pierre Arnaud d’Andilly. Explicaba su contenido cómo un pecadorarrepentido,bajosecretodeconfesión,entregabaalaIglesiaunricotesorodejoyasrobadas.Todosaquellosquehastaelfindelaño1680,yseñaladamentepormediodeasalto criminal en lavíapública,hubieran sidodesposeídosdealguna joya,debíanpresentarse en el despacho de D’Andilly, y en el caso de que la descripción quehicierandelobjetoque leshabía sido robadocoincidieraexactamentecon laalhaja

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recobrada, y si no cabía duda respecto a la legitimidad de la reclamación, le seríadevuelta.Muchos que figuraban en la lista de Cardillac no como asesinados, sinoaturdidosúnicamenteporlaagresióndelalucinadoorfebre,sepresentaronundíatrasotroalabogadodelParlamento,ynosinsorpresarecobraronlasjoyasqueleshabíansidorobadas.ElrestopasóaltesorodelaiglesiadeSanEustaquio.

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ANTONIACANTA

Aquella noche, los miembros del regocijado Club Serapion habían comparecidopuntualmente en casa de Teodoro. El viento invernal corría en anchas ráfagas, seretorcíaentorbellinoyconlágrimasdenieveatizabaloscristalesmalaseguradosensusribeteadasemplomaduras.Menosmalqueresplandecíaen lahabitación,debajodelrevellíndelaviejachimenea,unaanchasoleradebrasas;sucálidaluzacariciabaconinnumerablesreflejoslosmueblesseverosdeobscurocolorquecontrastabanconla rebosante alegría de sus dueños. Pronto humean las pipas y los reunidos secolocan,enordendeedad,alrededordelavasijadelponchedelaamistad,lamidaporlas llamas. No falta nadie. El decano tiene allí a todos sus invitados. La copa deBohemiasellenaypasademanoenmano,laconversaciónagotasusrecursosyserenuevandecaboacabodelaveladaelponcheylasanécdotas,hastaque,exaltadaslasimaginaciones,lleganalaszonasmáselevadasdelaexcentricidad.

—QueridoTeodoro—exclamadeprontounodelosreunidos,jovialvividor—,laconversaciónvaadecaersi túno laatizasconunade tushistorias,peroalgoraro,¿meentiendes?,algoqueseaalmismotiemposentimental,fantásticoyantinarcótico.

—Brindemos—diceTeodoro—yvoyacomplaceros.Se tratadeunaanécdota,no poco chocante, de la vida del consejero Krespel. Ese digno personaje, que haexistidocomovosotrosycomoyo,era,nohayduda,elhombremássingularqueentodoslosdíasdemividahayavisto.LlegabayoalasaulasdelaUniversidaddeH…con el propósito de cursar Filosofía, cuando corrían de boca en boca por allí lasparticularidadesdelconsejeroKrespel.¡Quéhombremásdesconcertante!Sabed,porotra parte, que el consejero Krespel gozaba en aquella época de una reputaciónexcepcionalcomosabiojuristayporsudestrezacomodiplomático.

UnodelospequeñospríncipesquereinabanalasazónenAlemania,hombrecuyavanidad excedía todo límite, le había llamado a su residencia para confiarle laredaccióndeunamemoriaconvistasajustificarsusderechossobreciertoterritoriolindanteconsusestadosqueestabadispuestoareclamarantelacorteimperial.TanbuenéxitotuvoelasuntoqueelPríncipejuró,enmediodesuregocijo,concederenrecompensaasufavoritoloquemásdeseara,porexorbitantequefuera.ElhonradoKrespel,quesehabíapasadotodalavidalamentándosedenotenercasaasugusto,quiso que le construyeran una a su capricho, pagando el Príncipe, desde luego. ElSerenísimohabíallevadolagenerosidadaadquirirtambiénasucostaelterrenoqueel Consejero indicara. Pero éste se contentó con un jardín, nomuy extenso, a laspuertasdesuresidencia,enunsitiodelomáspintoresco.

Desde aquel momento Krespel no descansó; intervino en el acarreo de losmateriales de construcción, y él en persona, cubierto de una extravagante

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indumentariadeconfecciónpropia,undíatrasotrodesleíalacal,cribabalaarenayponíaenhileralosladrillos.

Paranada se leocurrió llamaraunarquitecto,nipareceque sepreocuparaportenerunplano.Amanecióundía,yelhombresellegóalaciudaddeM…paraelegirunmaestroalbañilexperto,ylerogóquedesdeeldíasiguientemandaraasujardínelnúmero de jornaleros suficiente para construir su casa. El maestro albañil, queintentaba regateos a propósito de la dirección de la mano de obra, veía visionescuandoKrespelleaseguró,muyformal,queholgabanlasprevencionesyquetodosearreglaría sin disputa, porque no había dificultad, ni podría haber divergencianinguna.Cuandoelmaestroconstructorllegóalsitioindicadoconsushombres,vioabiertaunazanjaenformadecuadradoregular;yKrespelledijo:

—Aquí deben echarse los cimientos de mi casa; y luego levantad las cuatroparedesdelrecinto;levantadhastaqueyoosdiga:«Basta».

—Pero…¿sinpuertas,niventanas,nitabiques?…¿Lohapensadoustedbien?—exclamabaelalbañil,mirandoaKrespelcomosemiraaunloco.

—Ea,buenhombre, limíteseacumplir loque lepido—respondióelConsejeroconfrialdad—.Cadacosaensutiempo.

La certeza de que le pagarían generosamente decidió al albañil a emprender laconstrucciónquetanabsurdaleparecía.Conalegreprestezasepusieronalatarealosjornaleros, calentándose lagargantaacostasdelpropietario, trabajando incansablesdíaynoche,ycomiendoybebiendoasusaboraexpensasdelConsejero,queestabasiemprevigilando.Lascuatroparedessubían,subían,hastaqueunamañanaKrespeldijo a los obreros: —¡Basta!—. Obedecieron ellos al unísono como verdaderosautómatas, y bajando de los andamios fueron a alinearse en círculo alrededor deKrespel, y se quedaron mirándole con aire zumbón como diciendo: «Y ahora,maestro,¿quévamosahacer?».

—¡Sitio! ¡Dejen pasar! —exclamó el Consejero, al cabo de una pausa dereflexión.

Corrióinmediatamentehaciaunextremodeljardín,inclinólacabezacongestodedescontento,volvióluegoapasoscontadoshastallegaralpiedesuscuatroparedes,yrepitiólapantomimaacadaladodelrecintohastaque,deimproviso,comoalempujedeunaidealuminosa,agachólacabezaysefuehaciaunpuntodelapared,gritandocontodassusfuerzas:

—¡Amí,amí,muchachos!¡Cogedlosazadonesyabridmeaquíunapuerta!Yluegosepusoadibujarlacontizaenlapared,ensusexactasdimensiones.Fue

cosadeunosmomentos.Entróporellaen lacasa,ysonreíacomoencantadodesuobramaestra.Peroelpatrónalbañil lehizopresentequelaalturadelasparedesnopasabadeladeunacasadedospisos.CirculabaKrespel,seguidodelostrabajadoresarmadosdemartillosyazadas.Estabaentodo:medía,calculaba,dabaórdenes:

—Aquí una ventana, seis pies de altura, cuatro de ancho… Aquí una muypequeña;trespiesdealto,dosdeancho…

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Ylapalabraseconvertíainmediatamenteenobra.Ahorabien,amigosmíos,enelplenodeesteincidentedelcualhablabantodos,

llegabayoaH…yenrealidadnadahevistotanregocijantecomoloscentenaresdemirones que apretaban las narices contra la verja del jardín de Krespel, y quevitoreabancadavezquesedesprendíaunapiedraoqueseabríaen lapared,comopor ensalmo, otra ventana. Por el mismo estilo fueron ejecutados los trabajosrestantes de la famosa construcción, sin que les precediera un plan o unrazonamiento, a medida de las corazonadas de maese Krespel. La chispeantesingularidaddelaempresa,elíntimoconvencimientodequetodosaldríaamedidadelasmejoresesperanzas,yporencimadetodolagenerosidaddelconsejeroKrespel,manteníandespiertoelafándesusobreros,graciasacuyaactividadconstantelacasaquedó pronto terminada. Por fuera presentaba la más rara irregularidad, ya queningunaventanaseparecíaalaotraycadaunodesusdetallessedesentendíadelosrestantes;vistapordentro era, enverdad, lamás cómodade todas lashabitacionesimaginables, y hube de reconocerlo yo mismo cuando, al cabo de unos días dealternarconél,maeseKrespelmehizoloshonoresdesunuevaestancia.Pusoremateasuoriginalidadconunconvitedeceremonia,alqueúnicamentefueronadmitidoslos varios tipos de obreros que habían colaborado en la edificación. Este convitedebió de ofrecer el más original de los cuadros. En él devoraron los platos másrebuscados unas bocas no acostumbradas a apreciar tales refinamientos. Desobremesa,lasesposasylashijasdeaquellabuenagenteimprovisaronunbaile,enelcual no dejó de participar el señor Krespel. Cuando las piernas empezaron aflaquearleechómanoaunviolín,ysedivirtióviendobrincarasusconvidadoscomoverdaderostíteres,hastaqueluciólaaurora.

Unmartes,diconelseñorKrespelencasadelprofesorM…Figuramásextrañaque ladeKrespelaquellanochenocreohaberlavistoenmivida.Cadaunodesusmovimientos llevaba impresouna torpeza tal,queme teníaconelalmaenunhilo,esperando de un momento a otro cualquier percance. Pero según parece losanfitrionesya estaban familiarizados con sus cosas,y el amade la casanoparecíaextrañarse en lo más mínimo al verle tan pronto agitado cerca de un grupo deporcelanachinacomobalanceandolaspiernasdelantedeunespejo,comoagitandolospuñosbordadosmientrashacíaprestidigitaciónabasedeunaspiezasdecristal,alasquehacíadarvueltasunatrasotraalaluzdelasvelas.Elcuadrocambiódurantelacena.Krespelhabíapasadodelacuriosidadalacharlamásviva;saltabasincesarde una idea a otra, y de todo hablaba, voluble y con una voz alternativamentequejumbrosa, velada, decidida o lánguida. Se habló demúsica y de un compositorquesehabíapuestodemoda.Krespelsonreíaydijoporfinconunacentosibilante:

—¡Quisieraquecienmillonesdediablosse llevaranal fondodel infiernoaesemusicastro!

Perodeprontoprorrumpióconvozdetrueno:—¡Esunserafínenlaarmonización!¡Eselgeniodelcanto!

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Aldecirloseleempañabanlosojosdelágrimasfurtivas.Paranotacharledeloco,más bien que distraído, convenía recordar que una hora antes había hablado conentusiasmodeunacantantecélebre.Alserservidounplatodeliebre,Krespelpusoaparteloshuesosyreclamólaspatas,quelahijadelProfesor,unaencantadoraniñadecincoaños, le trajoalegrementealcabodeunosmomentos.Loschicosdeaquelhogar parecían sentir un gran cariño por el Consejero, y no tardé en descubrir elmotivo cuando después de la cena vi a Krespel sacar del bolsillo una caja queconteníauntornodeacero,conelcualempezóamoldearloshuesosdelaliebreenforma de una serie de juguetes minúsculos, que sus amiguitos, rodeándole a trespasos,serepartieronentregritosdejúbilo.

Depronto,alasobrinadelProfesorseleocurriópreguntar:—¿Yquésehahecho,queridoseñorKrespel,denuestrabuenaAntonia?ElConsejeropusolamismacaraqueungolosoquehamordidoenunanaranja

agria.Enunasúbitamuecasus faccionesseobscurecieron,y teníaunaspectomuydesagradablecuandorespondióentredientes:

—¿Nuestra…nuestraqueridaAntonia…?El Profesor, que se dio cuenta del efecto que la desgraciada pregunta había

causado, dirigió a su sobrina unamirada de reconvención, y comopara distraer almalhumoradoKrespel,lepreguntó,animadamente:

—¿Cómovanlosviolines?—altiempoqueestrechabaamistosamentelasmanosdesuinvitado.

DesaparecieronlasarrugasenelrostrodeKrespel:—Inmejorablemente,queridoProfesor.Mehepuestoyaadesmontar el célebre

Amati, el violín que he adquirido hace poco por una feliz casualidad. Espero queAntoniapondrálorestante.

—Antoniaesunacriaturaquemerecetodocariño—repusoelProfesor.—Escierto,¡comounángel!—exclamóKrespel,sollozando.Ycogiendobastón

ysombrerosalióprecipitadamente,contodaslasaparienciasdeunhombredesolado.EstararezameimpresionóypedíalProfesoralgunosdetallesacercadelahistoria

delConsejero.—¡Ah!—me dijo—. ¡Es un hombremuy raro! Es tan diestro en construir un

violíncomohábilenredactarunescrito.Unavezhadadoelúltimotoquealviolínlopruebaduranteunahoraodos,arrancandodeélunamúsicaquedeleitaeloído; locuelgaluegoalladodelosotros,yallíqueda.Siacasotienenoticiadelviolíndeunejecutantecélebre, loadquiere, lo tocaunasolavez, lodesmontapiezaporpiezayechalosfragmentosenunarca,queyatienecasicolmada.

—Pero¿enquérelacionesestáconAntonia?—preguntéconimpaciencia.YelProfesormerespondiócongravedad:—El Consejero vivía años atrás en una casa aislada de la calle X…, con una

ancianaamadellaves.Lorarodesuscostumbresexcitólacuriosidaddelvecindario,y él, para desmentirlos, podríamos decir, se puso a cultivar el trato de algunos

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conocidos, y se le vio en los salones, donde se captó muchas simpatías por suinesperada amabilidad. Le creían soltero, y no hablaba nunca de su familia. Másadelante se ausentódurante unosmeses.El día de su regreso se notó en la casa elreflejodeunailuminacióninsólita,yprontounavozfemeninaencantadoramezclabasusacordesalosdelacompañamientodeclavicordioyviolínvigorosamentepulsado.Se paraban en la calle los transeúntes, y los vecinos escuchaban asomados a lasventanasaquellamúsicayaquelloscantosquebrotabanenelencantosilenciosodelanoche.Seríanlasdocecuandocesóelcanto;fueentonceslavozdelConsejerolaqueseimpuso,rudayautoritaria,alternandoconotravozmasculina,queparecíahacerlecargos.Devezencuando interrumpían ladiscusión los lamentosdeuna joven.Ungritopenetrantedeéstapusofinalacrisis;peroseoyótodavíaenlaescaleraunruidosingular, como de cuerpos que chocan, y salió un joven de la casa, llorando,precipitándosehaciaunasilladepostaqueleesperabaapocospasos,ytodovolvióaquedarensilencio.

Los curiosos se preguntaban qué secreto se encerraría en aquella dramáticaescena.AldíasiguienteKrespelestabatranquiloysereno,comodeordinario,ynadieseatrevíaainterrogarle;peroelamadellavesnopudoresistiralatentacióndedeciraloídoaquienquisieraescucharla,queelseñorConsejerohabíallegadodelviajeconuna joven que era una hermosura y se llamaba Antonia. Había más. Un jovenperdidamente enamoradodeAntonia les había seguido en el viaje y luegohasta lacasa,yhabíasidonecesarioparaecharlequeelConsejeropusieraenjuegotodosucaudaldeindignación.EncuantoalasrelacionesentreAntoniayelseñorConsejero,laancianalasignoraba.DetodosmodosnosupocallarqueelseñorKrespelteníaalajoven odiosamente secuestrada, que no cesaba de vigilarla y que ni siquiera lepermitíaladistraccióndecantaracompañándosealclavicordio.

Unasolavezselahabíaoídocantar,yesterecuerdoseconvirtióenleyendadelbarrio, aureolada demaravilla, pretendiendo queAntonia era una cantante única yqueningunaotradelasquesepresentanenescenalasuperaríajamás.

Mecausó tal impresión loqueelProfesormecontaba, imperabaenmissueñoscontalfuerza,que,locamenteenamorado,nopensémásqueenlosrecursosdequemevaldríaparaentrarenlacasadeKrespel,veralamisteriosaAntonia,ydespuésdejurarle amor eterno, sustraerla a su tirano. En perjuicio de mi novela, las cosastomaron un rumbo muy pacífico. Apenas hube hablado un par de veces con elConsejero en casuales encuentros y halagado su manía hablándole de violines, élmismomeinvitóaquelehicieraunavisitaensucasa.

Diossabeloquesentí.Fuecomosisemeabrieranlaspuertasdelcielo.ElseñorKrespelsometióamiexamentodosycadaunodesusviolines,ymehizoobservarlosmásmínimosdetalles.¡Ylosviolineseranmásdetreinta!Habíaunodemuyviejahechura,colgadoamayoralturaquelosotrosyadornadodeunacoronadeflores.Measeguró Krespel que se trataba de la obra maestra de un constructor de nombre

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desconocidoyquesusnotasteníansobrelossentidosunpodermagnéticoirresistible,obligandoalsonámbuloarevelarlosmássecretospensamientos.

—Nomehesentidonuncaconarrestos—medecía—paradesmontareseviolínyestudiar su estructura. Es como si encerrara una vida de la cual yo sería como elasesino. Bien pocas veces he tocado en él, y únicamente para mi Antonia, queexperimentaaloírlolasmásdulcessensaciones.

Recorriómisvenaselescalofríodelmisterio,pensandoenAntonia.—MibuenseñorConsejero—ledije,conelacentodelamásamableinsinuación

—,¿nomeharíaustedelfavordetocarloparamíunosinstantes?Krespel se revistió de ironía, y con voz nasal, apoyando en cada sílaba, me

respondió:—No,mibuenseñorestudiante.Suactitudmedesconcertóynosupequéreplicarle.EntretantoKrespelpersistía

enenseñarmelascuriosidadesdesucolección.A punto de despedirnos, sacó de un cofrecillo un papel plegado y me lo dio,

diciendoentonocasisolemne:—Joven, es usted amante de las artes; acepte lo que le doy, como precioso

recuerdo.Y sin esperar la respuestameempujó suavemente endirecciónalumbralyme

cerró lapuerta en lasnarices.Desplegadoelpapel, viquecontenía el cabodeunacuerda quinta y esta inscripción: «Fragmento de la cuerda quinta que el divinoStamitz había puesto a su violín cuando dio su último concierto». A pesar de ladespedida algo extravagante con que me había obsequiado el Consejero, no superesistiraldeseodevolverasucasa,yestuveacertado;enelmomentoenquellegué,Antonia, al lado deKrespel, se ocupaba en ordenar las piezas de un violín que éldesmontaba. Era una joven extremadamente pálida, que un soplo de aire hubieraruborizadoyqueapagadoelruborvolvíaaunablancurayaunafrialdaddealabastro.Me sorprendió notar aquel día en Krespel una naturalidad y una cordialidad quecontrastabanvivamenteconloscelostiránicosdequeelProfesormehabíahablado.ConverséparticularmenteconAntoniadelantedeél, sinquedemostraradesagrado.Desdeaqueldíamisvisitasfueronfrecuentesybienacogidas,hastallegaralafrancayamableintimidad,adespechodeloschismosos,queentodobuscanpretextoparaurdirsusmalicias.

LasrarasocurrenciasdeKrespelmedivertían,peromeesforzosoconfesarqueelimánquemeatraíaalacasaeraAntonia,yqueúnicamenteporconsideraciónaellatoleraba yo el carácter de Krespel, que a momentos resultaba francamenteinsoportable. Cada vez que yo llevaba la conversación al tema musical, se poníacomoungatoenfurecido,yquierasquenodebíadarle la razónencuantodijera,ysalirconlasorejasgachas.

Una noche le encontré de un humor muy feliz; había descubierto en su viejoviolín de Cremona un secreto que importaba mucho al arte. Aprovechándome de

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aquellos momentos de viva satisfacción, logré por fin que hablara de música.Pusimosenteladejuicioeltalentofanfarróndeunacatervadevirtuosos,aquieneslamasaadmiraba.KrespelreíamisagudezasyAntoniafijabaenlosmíossusgrandesojos.

—¿Noescierto—ledije—queniparaelcantoniparaelacompañamientosigueustedelejemplodeningunodenuestrospretendidosvencedoresdedificultades?

Lasmejillaspálidasdelamuchachasebañarondeundelicadotinteencarnado,ycomosialgoelectrizantehubierarecorridotodosuser,abrióloslabios.¡Ibaacantar!Inmediatamente, Krespel, empujándola hacia atrás, y cogiéndome a mí por unhombro,megritóenvozestridente:

—¡Caballero!¡Caballerito…!Yvolviendoalosmodalesceremoniososdeotrasveces,añadió:—Soydemasiadocortéstodavía,miqueridoseñorestudiante,pararogaraldiablo

que le rompa lacrisma;pero,comoustedve,bastan las tinieblasque reinanafuerapara que pueda rompérsela sin que yo me moleste en hacerlo echándole escaleraabajo.Así,pues,hágameunfavor:vuelvaalsitiodedondehavenido,yconserveunbuenrecuerdodesuamigo,si…entiéndame…siporacasonoleencuentraustedencasaotravez.

Diciendoestomeabrazócomoenlaprimeravisitaymepusofuera,sinqueyopudieradirigiraAntoniaunasolamiradadeadiós.

ElProfesornodejóperderlaocasióndehacerburlademí.MedijoyrepitióqueminombrequedababorradoparasiempredeloslibrosdelConsejero.Pocoapoco,laausencia y el alejamiento atenuaron la violencia de la pena que me tenía con lamuerteenelalma.LafiguradeAntoniaylaideadeaquelcantodelcieloquenomehabíasidoposibleoírseborraban,sevelaban tenuementeconlasmisteriosas tintasdeunsueñoabismadoenelfondodemialma.

Dos años después estaba yo de viaje por el sur deAlemania.Mi itinerariomellevabaacruzarlaciudaddeH…Unasensacióndecongojameoprimíaelpechoamedidaquemeacercabaaaquellaciudad.Anochecíaysedestacabanenelhorizonteloscampanarios,envueltosenlabrumaqueprecedealanochecerrada.Deprontomefaltóelaire,yhubededecidirmeabajardelcarruajeyseguirlacarreteraandando,yaquellasensaciónadquiríacadavezuncaráctermásextraño.Creíaoírenelespaciolosacentosdeuncantodulceyfantástico;distinguíaunasvocesquesalmodiaban.

—¿Qué será? ¿Qué será?—grité para mí mismo con un acento de temor quellamólaatencióndeotrocaminantequeacertabaapasar.

—¿Noveustedalláalaizquierdaelcementerio?—dijoelhombre—.Acabandeenterraraalguien.

Enesto,lacarreteraenpendientedominabaelcementerioyviefectivamentequeacababandeechar lasúltimaspaletadasde tierraaunafosa.Descorazonado,semeantojó que en aquella sepultura se encerraba toda una vida de felicidad y deesperanza.CercadelasprimerascasasdelaciudadencontréalprofesorM.apoyado

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enelbrazodesusobrina;volvíanambosdelalúgubreceremonia;pasaroncercademísinvermeymedicuentadequelajovenestaballorando.

Mefueimposiblefrenarlaimpacienciaquemedevoraba.Mandéaunlacayoconel equipaje a una fonda de que tenía recuerdo, y corrí desesperadamente hacia lacasita de Krespel. Al abrir la verja del jardín vi pasar por la avenida de tilos alConsejero,gesticulandocomoundesesperado,enmediodedospersonasenlutadas.

Llevabael trajegrisqueélmismosehabíacortado, segúnelmásextravagantemodelo;lamismaindumentariaqueantaño,anoserellargocrespónquecolgabadeltricornio exiguo, y el cinturónnegroque le ceñía el vientre yprendidodel cual sebalanceabaunarcodeviolínenlugardeespada.Suaspectoeraescalofriante.

—¡Estáloco!—medecíayo.LoshombresqueleacompañabansesepararonenelumbraldelacasitayKrespel

lesabrazóriendo,conunarisaquenopasabadelagarganta.Ellossedespidieron,yalvolversenotaronmipresencia.

—Bienvenido,señorestudiante—medijoKrespel—.Ustedsímecomprenderá.Ycogidodelamanomellevóalcuartodondeteníalaristradeviolines,estavez

cubiertosdeuncrespónnegro.Unofaltaba:eldelmaestrodesconocido;unacoronadeciprésseñalabaelsitioqueantañoocupaba.Comprendíeldrama.

—¡Antonia!¡Antonia!—exclaméconvocesdedelirio.YKrespel seguíaplantadodelantedemí,petrificados losojosycon losbrazos

cruzados.—Cuandoellaexpiró—medijo,conunavozquepretendíacontenerlaemoción

—,elalmadeaquelviolínemitióalromperseunanotadedolorylatablaarmónicaseresquebrajó.Elviejoinstrumento,alquetantocariñotenía,nopudosobrevivir;loheencerradoensuataúd.

Así me habló el Consejero. Alterados los rasgos, con la voz ronca y cascada,preludióunacancióngrotescayeraunacosahorribleverlesaltarsobreunpie,deunoaotroladodelcuarto,mientrasalrededordesusombreroflotabaelcrespóndeluto,que se enredaba en las cuerdas de los violines, y al rozarme la cara arrancódemigargantaungritoagudo.Entoncessedetuvo.

—¡Muchacho!…¡Muchacho!…¿Porquégritaustedasí?¿AcasohavistoalgunavezelÁngeldelaMuerte?Eselquevadelantedetodosenlosentierros…

Dichas estas palabras se situó en el centro del cuarto, y levantando con ambasmanoselarcodeviolíncolgadodesucinturón,lorompióconensañamientoyechólospedazoslejosdesí.

—¡Ahoraestoylibre!¡Libre,libre!¡Bastayadeviolines;noharéniunomás!El desventurado Krespel aullaba esas frases en un tono infernal; y después

empezódenuevoarecorrerelcuartoandandoenunpie.Heladodeespantointentélahuida,peroélmedetuvoconbrazonervioso.

—Puede quedarse, señor estudiante; no atribuya a la locura mis convulsiones.Todoesomevieneencimaporqueelotrodíamandéquemecortaranunabata,bajola

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cualqueríaparecermealDestinooaDios.Eldesventuradomedeclaróunaseriedeextravaganciasporelestilo,hastaque

agotadoporlaexaltacióncayócomomuerto.Acudióamisvoceslaancianaamadellaves,yledejéensusbrazos.

AlverdenuevoalprofesorM.lesostuvemiopinióndequeelconsejeroKrespelestabaloco.

—Yoopinolocontrario—merespondió—.Lafermentacióndelpensamientoqueenotroconsumiríaelcerebro,ennuestropobreamigosedesahogabapormediodelaactividad.Ladesordenadaagitaciónqueagotabasusnerviosesloquelehadesalvar.Lamuerte repentina deAntonia ha sido como el rayo que le cayera encima. Perodejemosquepasenunosdías,talvezunosolo,yapuestoaqueporsímismovolveráaencariñarseconsushábitosyconlavidacotidiana.

Aldíasiguiente,Krespelsehabíacalmadocasiporcompleto,aunquedevezencuandorepetíaquenuncamásmontaríaunviolín,nisiquieralotendríaenlasmanos.LaprediccióndelProfesorserealizaba.

A mí en particular todo esto no me dilucidaba el misterio que envolvía lasrelacionesquetuvieraAntoniaconelconsejeroKrespel.Cuantasmásvueltasledaba,máspodíaenmílainstintivacreenciadequehabíaexistidoentreaquellosdosseresalgo odioso. No me conformaba a dar el adiós a aquella ciudad antes de haberprovocadolasexplicacionesquetalvezacarrearíanlarevelacióndealgopunible.Meibaexcitandocadavezmás,hastaquedecidívolveralgabinetedelConsejero.Estabatranquilo,sentadoantesumesitadetrabajado,torneandounosjuguetes.

—Hombre abominable—éste fuemi saludo—¿cómopuedeustedgozardeunmomento siquiera de bienestar, sintiendo en el corazón el gusano roedor? ¿No lereprochanadalaconciencia?

Aunqueperplejo,elConsejerosostuvolamiradademisojos,yabandonandoeltornoreplicó:

—¿Quésignificadotieneloquemeestádiciendo?Tomeustedasiento,querido.Sudespreocupación, sumismaamabilidadme irritabany le acuséabiertamente

delamuertedeAntonia,jurándolequeenmicalidaddeabogado,pondríaenjuegotodosmisrecursosparaprovocarunainvestigaciónjudicialacercadelascausasdetalcrimen.Miexaltaciónacabódesahogándoseenuntorrentedepalabras.Al terminarobservé que el Consejero no había cesado de sostener con toda tranquilidad mismiradas.

—Es usted joven e impulsivo —me dijo, poniendo en la voz una gravedadsolemnequemeconfundía—.¿Conquéderecho, joven,seatreveapenetraren lossecretosdeunavidaquedesconoce?Antonianoviveya.¿Quéimportalorestante…?

Habíaalgoprofundamente tristeen lacalmadeaquelhombre.Avergonzadodemi insensatez, apelé a la generosidad de su corazón para queme confiara algunosdetallesdelavidadeaquelángelqueremovíaenmílasfuentesdelllanto.Mecogió

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delamano,mellevóhastaelbalcónymeconfióunahistoriadelaqueúnicamentepuedorecordarloquehacereferenciaaAntonia.

YadejovensehabíainiciadoenelConsejeroKrespellaaficiónapasionadaquelellevaba a adquirir a toda costa los violines de los viejosmaestros. Esta afición lehabíaconducidoaItalia.EnelTeatrodeSanBenedettodeVeneciaoyóalafamosacantatrizAngelaX…Nomenosquesu talentoartístico,deslumbrealConsejerosubelleza,yseunióconellaenmatrimoniosecreto.Pero,ángeldelaescena, labellacantatriz era el diablo en el hogar. Al cabo de innumerables escenas borrascosas,Krespel optó por refugiarse en el campo, donde consolaba sus cuitas pulsando unexcelenteviolínconstruidoenCremona.Perolasignora,celosacomobuenaitaliana,corrió a su retiro para seguir atormentándole sin compasión. Un día entró en elpabellóndeverano,dondeKrespelestabaimprovisando,engolfadoenlosmundosdelamúsica,apoyólalindacabecitasobreelhombrodelmaridoylemiróconelamorenlosojos.ElConsejero,quevagabaporunaszonasideales,hacíarevolotearelarcocontantoardor,queéste,sinélintentarlo,rozólagargantasatinadadeÁngela.Dioella un brinco furioso, le increpó llamándole bestia tedesca, y en un arranque decólera learrebatóelviolíndeCremonay loestrellócontraelmármoldeunamesaquehabíaenlasala.

QuedóelConsejero—comosueledecirse—depiedra,yluego,porunodeesosmovimientosnerviososqueescapanalanálisis,todosucuerposecrispó,yarrojóporlaventanadesupropiacasaalabellacantatriz,huyendoluegohaciaAlemania.Pero,por el camino, al recordar aquel extraño suceso, si bien había obrado sinpremeditación, le asaltaron los remordimientos; contribuiría también a ello elrecuerdodecómolaseñoralehabíaarrulladoúltimamenteconladulceesperanzadela paternidad. Imagínese, pues, su grata sorpresa cuando, al cabo de ocho mesesrecibióenunextremodeAlemaniaunacartarebosandoternura,enlacualsumujerquerida,sinhacer lamásmínimamencióndelaccidentedelavilla, leanunciabaelnacimiento de una hija, y le instaba a que volviera a Venecia. Receloso Krespel,temiendoqueletendieranunlazo,mandótomarinformesysupoqueefectivamentelabellaitaliana,alserechadaporlaventanatuvolasuertedecaersobreunmacizodefloresycéspedquehabíansuavizadolacaída,yqueencuantoalosresultadosdelvuelodeaquelruiseñor,elúnicoconocidoerauncambiofelizensugenio.Habíancesado los antojos y los arranques de cólera. El remedio conyugal resultabamaravilloso. La noticia caló tan hondo en el buen Consejero, que hizo engancharinmediatamente los caballos a su berlina. Pero cuando ya estaba en el carruajecambiódeopinión:

—¡Diablo! —se dijo—. Si la dama no estuviera curada del todo, ¿he deexponermeaecharlaunasegundaverporlaventana?

Eraunapreguntadifícildecontestar.Subió, pues, a su casa, puso una carta muy extensa a su querida esposa,

felicitándoladequesuhijitatuvieracomoél,unamotitadevellodetrásdelaoreja,y

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luego… no se movió de Alemania. Cruzáronse otras cartas. De Venecia a H…revoloteaban como bandadas de tórtolas las protestas de cariño, los planes paramañana, las lamentacionesy losdulces ruegos.Yciertodía,ÁngelasepresentóenAlemania; y dejó pasmados con su arte a los concurrentes del teatro de F… Lesobrabanunosañosparaquelallamaranjoven,pero,aunasí,encendióalgunapasión,procuró a más de uno la dicha que anhelaba y causó con estas cosas muchashabladurías.

Entre tanto, laniñadeKrespelhabíacrecido.La llamabanAntonia,y lamadrepresentíaenellaunacantantedesumismacategoría.Sabiendotancercaalossuyos,Krespel ansiaba ir a abrazar a su hija, pero le retenía el temor a las locuras de suseñoraynosedecidíaaabandonarsusviolines,quenuncalecontrariaban.

Unmúsicojovendegranporvenir,quebrillabaenaquelentonces,seenamoródeAntonia.Llamadoadarsubeneplácito,Krespelsedeclaróencantadodequesuhijase uniera con un artista sin rival en el violín, y esperaba de un día a otro laparticipaciónde laboda, cuando recibióuna carta enlutadayde letradesconocida,anunciándolequeÁngelaacababademorirdepleuresía,precisamenteeldíaanterioralseñaladoparalabodadeAntonia;lenotificabatambiénquelaúltimavoluntaddelacantatrizhabíasidoqueKrespelacudierainmediatamenteparahacersecargodelahuérfana.

Elnovio,quenosehabíaseparadodeAntoniaduranteeldolorosotrance,estabapresentealallegabadeKrespel.UnanocheenquesereunieronyKrespelsoñabaconladifunta, se sentóAntoniaalpianoycantóunamelodía.Hubiérasedichoaloírlaque latía en su garganta el alma de lamadre, Krespel sollozaba, dominado por laemoción;selevantóyestrechóenlosbrazosalamuchacha.

—No, hijamía—exclamaba—. ¡Sime amas deja de cantar! ¡Seme rompe elcorazón!¡Nocantesnuncamás!

Ellaposólargoratoensupadrelosojosbrillantesdelágrimas,enelensueñodeuna dicha que iba a desvanecerse. Se desbordaban sus bucles comoun torrente deébanoencimadeloshombrosdenieve,ysutalleseinclinabacomounlirioapuntode quebrarse. Krespel lloraba al verla tan bella, atormentada por el instinto queacababaderevelarleelporvenir.SeacentuabalapalidezenelrostrodeAntonia,yélhabíadescubiertoensusrasgosunoqueeramortal,ycontemplabaaterrorizadoaquelgermenqueiríadesarrollándose.

—No,amigo,no—decíaalcabodeuntiempoalfamosodoctorR.—Lasmanchasrojasqueasomanasusmejillascuandocantanosonefectosdela

animación…Seránloqueyametemía.—No he de ocultarle mis inquietudes —respondía el Doctor—. Sea que la

muchachasehayaesforzadoenelcanto,odebidoaundefectoorgánico,yoentiendoqueesebrillosonorodelavoz,queestáporencimadelasfacultadesdesuedad,esunindiciodepeligro,ynoleconcedoniseismesesdevidasilepermiteustedquecante.

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Temblandobajoestaamenaza,elConsejeroveíalasuertedesuhijacomoladelarbustoembellecidoporlasprimerasfloresyqueunamanosinpiedadsedisponeacortarde raíz.Se resolvióaseñalaraAntonia losdoscaminosparasuporvenir:eluno conducía en poco tiempo a la tumba, pasando por el casamiento y lasseducciones de la vida artística; el segundo conservaría al padre anciano la hijaquerida, suúnicogozoy supostrera felicidad.Antonia sehizocargodel sacrificioqueleimplorabasupadre,yleabrazósinacertaradecirleenpalabrasloquesentía.KrespeldespidióalnovioydosdíasmástardellegabaaH.consuhija,únicotesorode suexistencia.Peroelnovionopodía renunciar tan fácilmentea ladichaque sehabía prometido, y siguiendo las huellas deKrespel le alcanzó en el umbral de lanuevaresidencia.ElConsejerolerechazócondureza.

—¡Que le vea otra vez almenos!—exclamóAntonia—. ¡Que le oiga una vezmás,ynomeimportaluegomorir!

—¡Morir!¡Morir!Hijamía,ereselúnicoserquemereconciliaconestemundo.Seacomotúquieres.¡Pero,sillegarasamorirnomaldigasalmenosatudesdichadopadre!

El sacrificio era decisivo. El joven músico se vio obligado a acercarse alclavicordio,yAntoniacantó.TeníaKrespellamiradapendientedesuhija,hastaquevio aparecer en los pómulos las manchas rojas que contrastaban con su palidez.Entoncesinterrumpióelconciertoconviolencia, invitandoalmúsicoconelgestoaqueseretirara.Alverlepartir,Antoniadioungritodesgarradorycayódesvanecida.

—Porunmomento—medecíaKrespel,despuésdecontarmeestatristehistoria—creíquemipobrehijahabíamuerto.Empujéporlaespaldaalmalditonoviohacialacalle.

—¡Váyase! ¡Pero,pronto! ¡No sé cómono lehundouncuchillo en el corazón,parareanimarlaydevolverelcolorasusmejillasconlasangredeusted!

Debía ser tan terriblemi aspecto al decirle estas palabras, que el jovenmúsicosaliócorriendo,comoalocado,paranovolvermás.

Lamuchachahabía abierto losojos al cabodeun rato;yvolvióa cerrarlos.Elmédico, llamado con urgencia, afirmó que el accidente, aunque grave, no tendríaprobablemente peores consecuencias.Antonia pareció restablecerse casi del todo alospocosdías.Suamorfilialofrecíaelmásconmovedorespectáculo.Abnegada,conadmirableresignación,soportabalasmaníasylosantojosdesupadre,yleayudabacon angelical paciencia a desmontar los viejos violines que iba adquiriendo y afabricarlosdenuevo.

—No,padremío—ledecíaamenudoconunasonrisamelancólica—,novolveréacantar,yaqueestoteaflige.Miúnicodeseoesviviryrespirarparati.

YKrespelsesentíadichosodeoírla.Aladquirirelviolínfamosoquemástardehabíadeserencerradoenelataúdde

Antonia,ydisponerseadesmontarlo,lajovenlemirócontristeza.—¿Éstetambién?—lepreguntó.

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YKrespel oyó en su interior una voz que le instaba a salvar aquel violín y aservirsedeél.Nobienempezóatocarlo,lajovendiounaspalmadas.

—¡Pero,siesmivoz!—exclamaba—.¡Vuelvoacantar!Y, en efecto, las notas del violín maravilloso parecían rodar como perlas del

empíreo. Krespel estaba conmovido; el arco creaba prodigios bajo sus dedos. YAntoniavolvíasonriendoasuidea.

—¡Padre,quisieracantar!Yélarrancabadelinstrumentodeliciosasvariaciones.PocosdíasantesdemisegundoviajeaH…,alConsejerolehabíaparecidooír—

era una noche de calma— que el clavicordio recobraba su alma en el cuartoinmediato, y reconoció la pulsación del pretendiente de Antonia recorriendorápidamente las teclasdemarfil. Ibaa levantarse,perounamanodehierroparecíaatenazarle.Leparecióluegoquelavozdesuhijamurmurabadébilmente,comoenlalejanía, y poco a poco las modulaciones eran más cercanas, en un crescendofantástico,ycadaunadelasvibracionesleheríacomounaflechaenelcorazón.Depronto,unaaureolaazuladarasgólastinieblasenqueestabasumidalahabitación.YKrespelvioasuhijaenlosbrazosdesupretendiente.Suslabiosseunían,yapesarde ello el canto celeste continuaba. Bajo el dominio de un miedo y una angustiasobrenaturales, el consejeroKrespel permaneció en su inmovilidad hasta la aurora,paralizadoelpensamientoporunatorpezadeplomo.

Cuandoelprimerrayodeluzsedeslizóentintasrosadasatravésdelascortinasdesucama,selevantócomodeunsueñopenosoycorrióalcuartodeAntonia.

Laviotendidaenelsofá,caídoslospárpados,juntaslasmanosyconunasonrisadulce,perofija,querozabasuslabiospálidos.

Parecíaelángeldormidodelavirginidad.SualmahabíavueltoaDios.

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ELTONELERODENUREMBERG

I

Aprincipiosdemayodel año1580, elhonorablegremiode tonelerosde la ciudadlibredeNuremberg se reunía, segúncostumbre,paracelebrar su fiestaanual.Pocoantesdeestasolemnidadhabíapasadoamejorvidaelsíndicodelacorporación,yeraprecisoelegirunsucesor.PorunanimidadrecayólaelecciónenmaeseMartín.

Nohabíaotrotanconocedordeloficiocomoél.Lostonelessalidosdesusmanoseran, a la par que sólidos, finamente acabados; y no tenía rival para montar unabodegasegúnlasreglasgremiales.Prosperabadedíaendíasureputación,ycadavezeranmásnumerosossusclientesentrelagentericaydistinguida;graciasaléxitoquele favoreció en todas sus empresas, gozaba de una fortuna considerable para unhombre de su clase. Al hacerse pública la elección demaeseMartín, el consejeroPaumgartner,quepresidíalaasamblea,sepusoenpie.

—Vuestraelección—dijo—,misqueridosamigos,esacertadísima.Anadiepodíaser conferida tanmerecidamente esta dignidad.MaeseMartín goza del aprecio detodos,ylosqueleconocendantestimoniodesudestrezaenlaprofesión.Apesardesusriquezas,haconservadoloshábitosyelgustodeltrabajo,ysuconductaentodoesunmodelodignodeelogio.Saludemos,pues, anuestroqueridomaeseMartínyfelicitémosle por habermerecido la elección unánime, que es honra y galardón detodaunavidadehonradezydelaboriosidad.

Terminadosudiscurso,elconsejeroPaumgartnerdiounospasosconlosbrazosabiertoshaciaelrecipiendario.PeromaeseMartín,levantándoseporpuracortesíaycon gran dificultad a causa de su corpulencia y obesidad, devolvió sin másceremonias la reverencia al Consejero, y se dejó caer de nuevo en el sillón,importándolepocoalparecerlosabrazosfraternalesdelseñorJacobusPaumgartner.

—Y,pues,maeseMartín—lepreguntóelConsejero—,¿noestáustedsatisfechodenuestraelección?

Él, echando atrás la cabeza y dándose en la panza golpecitos rítmicos con losdedos,pareciórecogerseenmediodelsilenciodelaasamblea,ytomólapalabra:

—DignoseñorPaumgartner,¿cómonomesentiríasatisfechodelajusticiaquesemehace?¿Ydóndehallaríamosaunhombretanhostilasímismoquedesdeñaraelpremiolegítimodesusafanes?¿Dóndesehavistoqueserechacealdeudorqueundíavieneanosotrosdispuestoasaldar todosopartedesusatrasos?¿Cuálhasido,mis queridos colegas —prosiguió, de cara a la asamblea— el motivo que os hainspiradolaideadeescogermeamí?¿Quéobligacionesdeberécumplir?Siparanodesmerecer de esa distinción es preciso conocer al detalle los secretos del oficio,puedoalabarmedehaberdadopruebasdeelloalconstruir,sinayudadelfuego,un

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toneldedoscargas,unaobramaestraquetodosvosotrosconocéis.Ysi loquehayquehacerparaagradarosestenerbuenosdoblonesycosaspreciosas, llegadosamicasaypodréissaciarvuestrasmiradasenelplacerdecontarsacosdeoroyvajillasdeplatadeunpesoregular.Osabriréarcasyarmarios.Siparahalagarvuestravanidad,el que habéis elegido ha de atraer el humilde respeto de la gente sencilla y laconsideración de los prohombres, preguntad a la flor de los ciudadanos de nuestraNuremberg,preguntadalobispodeBambergquéopinión tienen formadademaeseMartín.Notemo,graciasaDios,nicomparaciónnicrítica.

Unavezhuboterminado,satisfechodesudiscurso,maeseMartínserepantigóensu sillón, con la cabeza echada atrás y tecleando una vezmás sobre su panza dioalrededorunasmiradas, que solicitaban los aplausos; luego, al verque el auditorioguardabasilencio,exceptoalgunosaccesosdetosquetraducíanconbastanteclaridadeldescontentodealgunosdeloscompañerosdelgremio,añadióalgunasfrasesparareconquistarlosespíritusqueacababadezaherirconsuorgullo.

—Osdoylasgraciasmássinceras—lesdijo—porestaelecciónqueoshonra,yaquetodosestáisposeídosdelsentimientodequeladignidaddesíndicodebíarecaeren justicia sobre un hombre que ha realzado tan esplendorosamente la respetablecorporacióndetoneleros.Todossabéisquecumplirécelosamentelosdeberesquemeatañen.Cadaunodevosotroshallaráenmía todashoraselconsejoo laasistenciaquenecesite.Defenderécomopropioslosprivilegiosdetodos;yparasellarelpactodecompañerismoquehadeunirnosos invitoaunbanquetedeamistadque tendrálugar el domingo. Mientras vaciamos alegremente unas botellas de añejoJohannisberg, concertaremos las medidas que sea preciso tomar para asegurar laproteccióndelosinteresesgenerales.

Estaamableimprovisacióncausóunefectomaravilloso.Losrostrossepusieronradiantesyuncorodevocesselevantóenruidosasaclamacionesqueponíanenlasnubeslacapacidad,losméritosylalibertaddemaeseMartín.Unoaunoseacercaronalnuevosíndicoparaabrazarle,yélsoportabaimpávidoaunosyllegabainclusoaotorgaraotroselfavordeestrecharlelacallosamano.

II

AldignoconsejeroPaumgartnerleveníadepasolacasadondevivíaeltoneleroparallegar a la suya.Al ir a despedirse en el umbral de la casa de este último,maeseMartín,quitándoseelcasquetedepielyhaciendounainclinacióntanprofundacomoselopermitíasuobesidad,dirigióalConsejeroestaspalabras:

—¿No podría tener el honor de recibir por unos momentos en mi humildedomicilioamiqueridoseñorConsejero?Mesentiríadichosodequemepermitieradisfrutarunratomássupreciosaconversación.

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—Afemía,maeseMartín,meseríamuygratohacerunaltoensucasa.Pero,hede decirle que es usted excesivamente modesto al hablar de la suya. Como si nosupiéramosqueesehumildedomicilio,comolollama,eselqueofreceunconjuntomás vistoso de muebles y de objetivos valiosos, cuya rareza y elegancia son laenvidia de los más acaudalados ciudadanos de Nuremberg. Apuesto a que no lodespreciaríaungranseñor.

No eran exageradas las alabanzas que el Consejero dedicaba a la morada demaese Martín. Ya al abrir la puerta, el zaguán, de refinada arquitectura, daba laimpresión de un saloncito de fantasía. El pavimento de madera hábilmentecombinadoimitabaelmosaico;lasparedesencuadrabanpinturasnodesprovistasdeméritoyunaseriedearcastalladasporlosmejoresartíficesdelaépocasealineabanalolargodeellas.

A lahoraenquevemosentrara losdospersonajes,elcalorerasofocanteyunairecaldeadooprimíaelaliento.MaeseMartínrecibióasuhuéspedenunahabitacióndispuestaamododecomedor,pordondecirculabaelairefresco,yenlacualseveíanunmobiliario y unas vajillas que prometían espléndidos festines.Al entrar, la vozsonoradelanfitriónllamóaRosa,suhijaúnica,quecompareciódiligente.

LasmásbellascreacionesdeAlbertoDureronohabríanlogradounconjuntodegraciasfemeninastancumplido;imagíneseunbustoflexibleydelicadocomoeltallode un lirio blanco, unasmejillas en que las rosas semezclaban al alabastro, unoslabiosdotadosdetodaslasseduccionesyunamiradallenademisteriosamelancolía,alasombradeunospárpadosorladosdepestañasdeébanocondulcesreflejosdelalunademayo,yestadescripciónnoosdarámásqueuntenuedestellodetodoslosatractivos de aquel ser joven e interesante, conmás de ángel que demujer. Era labellaMargaritadelFaustorediviva,talcomolaconcibióelpintorCornelius.

LaencantadoraRosahizoasupadreunareverenciainfantilylebesólamanoconunrespetollenodeternura.ElrostrodelancianoPaumgartnersecubriódeuncálidorubor,ydelrescoldoyacasiapagadodesupasadajuventudbrotaronalgunaschispas.ElhonradoConsejerosereanimóporuninstante,asemejanzadeunpálidoreflejodesol poniente que antes de desvanecerse tiñe con una última llamarada el paisajeotoñal.

—Enverdad,maeseMartín—exclamó—poseeustedun tesoroquevale todoslosquepueda reunirunhogar; sinuestrasviejasbarbas seestremecendeplacer alcontemplarsusencantos,¿quésensaciónnoproduciráentrelajuventud?AseguraríaquesuRosadistraealosjóvenesdelvecindariodesusdevocionesenlaiglesia,yqueenlasreunionesdondelasmuchachasmariposean,vanaellatodaslasgalanteríasylos ramos de flores. Apostaría a que para casarla con lo mejor de lo mejor deNuremberg, mi queridomaeseMartín, no tendrá ustedmás cuidados que el de laeleccióndelcandidato.

Lejos de complacerse en las alabanzas del Consejero,maeseMartín frunció elentrecejo,másbiendescontento,yunavezhuboordenadoasuhijaquesacarauna

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botella de sumejor vinodelRin, dijo al entusiastaPaumgartner, quenodejabadevistaaRosamientrascumplíaelmandatodesupadre,encarnadacomounacerezayconlosojosbajos:

—Tieneustedrazón,señorConsejero;hedereconocerquemihijaestádotadadeunabellezanotable,yhedeañadirqueposeeotrascualidadesmuydignasdeaprecio.Peronosonestascosasparahabladasdelantedeunamuchacha.EncuantoalaflordelosjóvenesdeNuremberg,nopiensoenellaparaelegirunyerno.

Rosa,quevolvíaaentrarenlahabitación,pusosobrelamesaunabotellaydosvasossoberbiamentetallados;losdosviejostomaronasientofrenteafrente,ymaeseMartíncolmabalosvasosdesulicorpreferido,cuandoresonóenlacalleeltrotedeuncaballo.CorrióRosaparaverloqueera,yvolvióanunciandoasupadrequeunviejohidalgo,EnriquedeSpangenberg,queríaverle.

—BendigaDiosestedía—exclamóeltonelero—,yaquemetraeelmásnobleygenerosodemisclientes.Setrata,sinduda,dealgúnencargoimportante.ElseñordeSpangenbergesunhombredignodequeselerecibabien.

Y al decir esto, elmaestro tonelero salió al encuentro del visitante con toda laagilidadquelepermitíansusviejaspiernas.

III

El vino deHochheim centelleaba en las facetas del cristal de Bohemia, y los trespersonajessintieronprontocorrerporsusvenasunarenovadavitalidad,ysepusieronacontarsinescrúpulohistorietasintencionadas,hastatalpuntoqueelbustodemaeseMartín,sacudidoporruidosascarcajadas, flotabadeacáparaalláporencimadesuenorme vientre, y que el consejero Paumgartner sentía desarrugar su rostroapergaminado.

ProntovolvióaentrarRosaconunalimpiayelegantecanastillademimbre,delaquesacóunosmantelesblancoscomolanieve,pusolamesaenunsantiaménynotardó en aparecer una apetitosa cena. Ni Paumgartner ni Spangenberg lograbanapartar los ojos de la admirable joven, la cual les invitó con la más dulce voz acompartir con su padre los manjares que ella en persona había guisado. MaeseMartín,hundidoenelsillónyconlasmanosjuntassobreelabdomen,lacontemplabaconelorgullodeunpadreidolátrico.

Cuando Rosa se disponía a retirarse discretamente, el viejo Spangenberg selevantódesuasientoconlaprontituddeunjoven,ycogiendoalajovenporeltalleexclamóconlosojosempañadosenlágrimas:

—¡Ángelquerido,criaturacelestial!La besó dos o tres veces en la frente y volvió a acomodarse en su asiento,

abismadoennostálgicasreflexiones.

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PaumgartnerpropusovaciarunvasoenhonordeRosa.—Le digo, maestro —exclamó—, y seguramente el digno señor Spangenberg

compartemiopinión,queelcielolehaconcedidounbienimponderableenestahija,queyoimaginoanotardaresposadealgúnaltopersonaje,ciñendounadiademadeperlas,yllevadaenunabellacarrozaornadadeilustresblasones.

—No comprendo, señores—respondiómaeseMartín—, cómo insisten ustedestantoenhablardealgoqueamí,quesoyparteinteresada,nomepreocupapoconimucho.Rosanohacumplidoaúnlosdieciochoaños,yaestaedadunajovennodebepensarendejarasupadreporunmarido;cuandollegueeldía,Diossabeloqueleespera.Pero,deunacosapuedoresponder,yesqueninoblenihombredelcomún,aunqueamontonaralasmayoresriquezas,tendráelmenorderechoalamanodemihijasiantesnohadadopruebasde lamayorpericiaen lamismaprofesiónqueyohonro y cultivo desde hacemedio siglo. Sólo le pediré, después de ello, que logrecaptarseelamordemihija,cuyainclinaciónnopretenderéforzarnunca.

SpangenbergyelConsejeromirabanamaeseMartínconlosojosencandilados.—Así, pues —dijo uno de los dos, después de una pausa—, ¿su hija queda

condenadaanounirsemásqueconunartesanotonelero?—¡AsíloquieraDios!—afirmómaeseMartín.—Pero —insistió Spangenberg—, si un maestro en otra profesión, o bien un

artista de reconocidomérito, le pedía su mano, y si ella le amaba, ¿qué decidiríausted?

—Joven,diríaalpetimetre—replicóelmaestrohundiéndosemásensusillón—,enséñeme usted ante todo, comoobra de examen, un hermoso tonel de dos cargascomoelqueenmismocedadesfabriquéconestasmanos.Ysinoseveíaconarrestosparasatisfaceraundeseotanlegítimo,nodiréqueleechasedemalamanerademicasa,perosílerogaríacontodoslosmiramientosquenopusieranuncamáslospiesenella.

—No obstante —replicó Spangenberg—, si el enamorado le respondíahumildemente que no está en sus manos ofrecerle una labor semejante, pero encambio son obra suya los planos que han servido para la construcción de la casamagníficaqueselevantaaltivamenteenlaesquinadelaPlazadelMercado,nocreoqueunaobrasemejanteledesmerecieradelamejordecualquierotraprofesión.

—PorDios,midignohuésped—exclamóel tonelero—,no se afane tantoparaconvertirme a unas ideas que no tienen por ahora ninguna utilidad, y a las cualesdaríabienpococréditollegadoelmomento.Quieroqueelmaridodemihijaejerzamimismaprofesión,yquelahonrecomoyolahehonrado,porquesostengoqueeslamejordelasprofesiones.Notodoconsisteenponerelcercoauntonel,sinotambiénensaberacondicionarymejorarlosvinosqueguarda.Parahaceruntonelsegúnlasreglas conviene calcular y medir atinadamente su cabida, y se necesita asimismohabilidadmanualparajuntaryafirmarsólidamentelasduelas.Soyelmásfelizdelosmortales cuando oigo de cabo a cabo de una jornada los clip-clap, clip-clap del

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martillodemis alegresoficiales.Y luego, terminada la construcción, en el actodepulir el tonel, de darle elegancia, cuandoya sólo falta ponerlemimarca, nohe denegarqueestoyorgullosodemitrabajo,comodebeestargozosoDiosdelacreación.Ha hablado usted antes de la profesión de arquitecto; pero, cuando la casa estáedificada, el primer palurdo que dormía encima de sus doblones puede adquirirla,asentarseenella,ydeloaltodesusbalconesburlarsedelartistaquepasaapieporlacalle.¿Yquélediremosalpalurdo?Mientrasqueennuestrooficiodamosmoradaalamásgenerosa,lamásnobledelascriaturas.¡Vivaelvinoyvivanlostoneles!Nosévernadasuperior.

—¡Aprobado! —dijo Spangenberg, vaciando su vaso—. Pero todos estosargumentos tanbellosybienexpuestosnobastanademostrarquemierror sea tangrande, ni queusted tenga razón en absoluto.Supongamosqueunhombrede razailustre,deprincipescanobleza,seacerqueparapedirleenmatrimonioaRosa…Hayhorasenlavida,maeseMartín,enqueloscerebrosmásobstinadosreflexionandosveces antes de dejar escapar ciertas ocasiones que no vuelven a presentarse tanfácilmente.

—Pues, bien—exclamó secamente el tonelero, levantándose a medias, con elcuello erguido y la mirada encendida—, diría al gaznápiro de ilustre raza y deprincipesca nobleza: Caballero, si fuera usted constructor de toneles podríamoshablar,pero…

—Pero—leinterrumpióelricohidalgo,quenoseconformabaconperderelhilode su idea— ¿si cualquier día algún joven y brillante gentilhombre se acercara austed,rodeadodetodoelesplendorquesuriquezaysucategoríapuedendardesí,insistiendoenhacersumujerdelaniña…?

—Lecerraríaenlasnaricespuertasyventanas,triplicaríalascerradurasylediríaporelojodelallave:Llameaotrapuerta,arroganteseñor.Noflorecenparaustedlasrosasdemijardín.Nodudodequemibodegaymisducadossonmuyasugusto,yustedquisiera,amásdeeso,haceramihijaelhonorde llevársela. ¡Llameustedaotrapuerta,galán…!

Estaspalabrashicieronsubirelruboralafrentedelviejohidalgo.Decodossobrelamesa,parecióreflexionarunosinstantes,yañadióluegoenvozbajaycaídoslospárpados,conunasomodeemociónmalreprimida:

—Maese Martín, en sus asuntos es usted difícil de convencer. Pero oigamostodavía su última palabra. Supongamos que el joven caballero de quien acabo dehablarfueramipropiohijo,yqueyoleacompañaraanteustedparaqueformulasesupetición.¿Tambiénnosdaríacon lapuertaen lasnaricesycreeríaquenosatraeelcebodesubodegayducados?

—NopermitaDiosquetenganuncadeustedunaideasemejante,midignoseñor—replicó el tonelero—. Les recibiría como ustedes merecen, y me pondría a lasórdenesdetanrespetablesvisitantes.Encuantoamihija,selorepito…Pero¿aquéperder tiempo, díganme, en semejantes problemas? Hemos olvidado el vino en

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discusionesquenotienennadaqueverniconelmomentoniconnuestrosaños.LesruegoquedejemosaunladolosyernosimaginariosyelporvenirdeRosa,ybebamosa la salud del hijo de usted, que es, según dicen, el mocito más elegante deNuremberg.

LosdosinterlocutoreschocaronsusvasosconeldelconsejeroPaumgartner,quedesdehacía rato leshabía estadoescuchandoen silencio,ydijoSpangenberg, algocohibido:

—NovayaustedacreermaeseMartín,queloqueacabamosdehablardebasertomado en serio; por mi parte no pasa de pura chanza, ya que, como ustedcomprenderá,mihijo, amenosqueenloquecieradeamorporalgunamuchacha,nipuede ni debe elegir esposa que no sea de entre las más nobles familias. No eranecesarioacalorarse tantoendemostrarqueaRosano leconvendría,ni replicarmecontantaaspereza.

—Lo mismo digo yo —replicó vivamente el maestro tonelero—. Yo tambiénbromeaba;encuantoalaasperezaqueustedmereprocha,nohahabidotal,ysimehe mostrado demasiado orgulloso, le ruego que me lo perdone en atención a miposición.Eselorgulloprofesional.Nohallaríaustedentodalacomarcauntonelerode mi categoría, que profesa su oficio sin charlatanismo y sin preocuparse de lascríticas. Y la mejor garantía de mis aptitudes es el contenido de esta botella queacabamosdevaciar,yqueestoydispuestoahacercambiarporotrallena.

Spangenberg le dejó sin respuesta. Parecía molesto, o engolfado en un íntimoensueño.EldoctoconsejeroPaumgartnerintentódesviarlaconversación.Perocomosuelesucederdespuésdeunaexaltadapreocupación,losespíritustensosendemasíaserelajarondepronto.Deimproviso,elancianoSpangenbergselevantódelamesa,llamóasuscriadosysaliódelacasasinunadiósysinhablardevolveraellaalgúndía.

IV

AmaeseMartínledolióverlepartirdeestemodo,yaltiempoquePaumgartneribatambiénaretirarseledijo:

—¿Sabe usted que no sé explicarme por qué se ha molestado tanto el señorEnriquedeSpangenberg?

—QueridoMartín—respondió el Consejero—, es usted el hombremás buenoqueconozco;yesnaturalquetengaapegoaloquelehaprocuradohonoresybienesdefortuna;perocuidequeestesentimientonoledesvíealgunaqueotravez.Yaestamañana en la asamblea de losmaestros de la corporación ha hablado usted de unmodo que puede crearle enemigos. Por independiente que usted sea, ¿quégenerosidadhayenrebajaralosotros?Ynotetambiénloqueacabadesuceder.No

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creoquepensaratomarenseriolaspalabrasdeSpangenberg,ynoobstante,¡conquéasperezahatratadodecodiciososycasiventajistasalaspersonasdelanoblezaquepudieran pensar en obtener la mano de la hija de usted! ¿No era preferibleresponderleloquealaparquemáscortésesmásverídico,oseaquesiéllehicieraunaproposición tal vezusted se retractaría de sus cerradosprejuicios?Despuésdeestoladespedidahubierasidomuchomásgrata,ynoporellosecomprometíaustedanada,niquedabanvulneradoslosqueustedllamasusprincipios.

—Convengo en que he podido equivocarme, querido Consejero —dijo maeseMartín—,peronomenegaráqueesediablodehombremehaobligadoahablarmásdelacuenta.

—Además —prosiguió Paumgartner—, ¿qué mosca le ha picado para que seempeñeustedenquehadeserprecisamenteuntoneleroelquesecaseconsuhija?¿NoesherirlasmássagradasleyesdelaProvidenciaelponercondicionesalosmássinceros afectos de una joven? ¿No teme para usted y para su hija los peoresresultados?

—Bien veo—respondió el toneleromoviendo la cabeza— que debí decirle laverdaddesdeelprimermomento.¿Hacreídoustedquemiresolucióndenoaceptarparamihijamásmaridoqueuntonelerosedebeaunamorprofesionalexagerado?No;nadadeeso.Hayunmotivooculto.Tomeustedasiento,miqueridoPaumgartner,yescúchememientrasbebemossinprisaselrestodelabotellaqueSpangenberghaabandonadoenunarranquedemalhumor.

Paumgartnernoentendíanadadelasatencionesdequeseveíacolmadoymotivoteníaporqueno se aveníancon loshábitosdel tonelero.Éste sindejarle tiempodeanalizarlo,empezósurelato:

—OtrasveceslehecontadocómomipobremujermurióaldaraluzamiRosa.Vivíaconnosotros,sipuede llamarsevivira laexistenciaque llevaba,unaancianaabuela plagada de achaques, y para colmo de sus males paralítica. Un día Rosadormíaenlosbrazosdelamadeleche,enelcuartodelaabuela,yyocontemplabaaquella criatura tan querida, con sombría ymudamelancolía, ymiraba luego a lapobre paralítica. De pronto, la faz descolorida y arrugada de ésta se tiñe de levepúrpurayellaextiendelosbrazos,comosiacabaradeobrarseunmilagro,yarticulaestas palabras: «¡Rosa,mi buenaRosa!». La nodriza le pone delante la criatura, yfiguraosmisorpresamezcladademiedosoasombro,aloírquelaabuelitaentonaconvoz clara y vibrante una canción a la manera de Hans Berchler, el mesonero delEspíritudeEstrasburgo:

«Tiernacriaturademejillasderosa,quejustificantunombre,escuchamiconsejo.Dejaaunladoelorgullo,nocritiquesanadieyguárdatedelosdeseosvanos.PrestaoídoamispalabrassiquieresquelaflordeladichaseabraenelcaminodetuvidayqueDiosteotorguesubendición».

Unavezterminadalacanciónyotrasdelmismoestilo,laabueladejóensucunaala niña, y acariciándole la cabecita angelical con su mano demacrada y llena de

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arrugas, murmuró unas palabras que no pude comprender, aunque por la actitudadivinéqueestabarezando.Yvolvióacaerenlamodorra.Cuandolanodrizasalíadelcuartoconlaniña,laabuelitadabaelúltimosuspiro,sinagonía.

—¡Quéhistoriamásrara!—dijoPaumgartner,unavezmaeseMartínhubodadofin a la anécdota—.Pero, explíqueme, se lo ruego, qué relación ve usted entre loscantos de la abuelita y el porvenir de Rosa, a la que usted se empeña en dar poresposaauntonelero.

—Nomediráustedquenocomprenda—exclamóeltonelero—quelasvirtudesmodestas que pidió la abuela aRosa, no se compaginanmás que con un hogar dediestros y honrados trabajadores. La vieja hablaba también en sus canciones de lacasita limpia,delaireperfumadoydeunosangelitosconalasde fuego.Nomenoselegantequeaquellacasitalimpiaresultaeltonelqueunoficialfabricaparalograrelgrado de maestro; las ondas perfumadas son los vinos generosos que lo llenan; ycuandorebulley fermentaelvino, lasburbujasquesubendel fondoa lasuperficie¿no se le figuran a usted los angelitos de alas encarnadas? Créame, aquí está elsentido de las palabras misteriosas que mascullaba la abuela. Y como que mesatisface la interpretación, he decididoqueRosa nopodrá casarsemás que conuntonelero.

—Pero¿creeustedquebastainterpretaracaprichounaspalabrassinimportancia,y resistirse en cambio a dejarse guiar por las inspiraciones oportunas de laProvidencia?Mejor que nosotros sabe ella lo que puede hacernos felices. Lomásjusto y juicioso, enmi opinión, sería dejar que el corazón de su hija diese con elhombredignodesersuesposo.

—¡Músicacelestial!—exclamómaeseMartín,dandounpuñetazosobrelamesa—.Hedicho,ylorepito,queRosaestádestinadaaserlaesposadelmejortoneleroquemeseadadodescubrir.

EldoctorPaumgartnersesentíamovidoalaréplicacontralaobstinaciónsingulardeltonelero,perotuvoelbuensentidodereprimirse.Allevantarseparasalir,ledijo:

—Lashorasgalopan;dejemosnuestrosvasosvacíosynuestrasdiscusiones,quenolosonmenos.

Cuandoasomabanalacalle,unamujerjoven,acompañadadecincomuchachos,seacercaba.

—¡Diosmío!—exclamóRosa—.¡HabrámuertoValentín,yahívienensumujeryloschicos!

—¡Cómo!—exclamómaeseMartín—¡Quéespantosodesastre!Eraelmáshábildemisoficialesyelmáshonradoqueheconocido.Selastimóconladoladerahaceunos días. La llaga se enconó y probablemente la gangrena y la fiebre se habránllevadoalpobremuchachoensusmejoresaños.

Ycomolaviudadeploraralaamenazadelamiseriaquepesabasobreloschicos,exclamómaeseMartín:

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—Pero ¿puede usted imaginar que yo les abandone después que sumarido hamuertoestandoamiservicio?No,buenamujer;nosucederáasímientrasvivamaeseMartínyleconserveDiossufortuna.Desdehoylestengocomodefamilia.Mañanairáustedaestablecerseconloschicosenmitaller,pasadoelquellamanPortaldelasDamas.Allílesverétodoslosdías.Seráustedcomoamadegobiernoenlomío,yyocuidaré de la instrucción de sus hijos, de manera que lleguen a ser obrerosinteligentes y capaces. El padre de usted, que en susmejores años trabajabamuybien,viveaún,yaunquehoysusfuerzasnolepermitentrabajarengrande,nodejarádeserútilenalgo.Yseantodosustedesbienvenidos.

Fuetalelgozodelapobreviudaaloírestasproposiciones,queestuvoapuntodecaersinsentidosdelaemoción.MaeseMartínleestrechólasmanosafectuosamente,mientraslosmuchachos,alosqueRosacolmabadecaricias,larodeaban,asiéndoseasus vestidos. El consejero Paumgartner no pudo retener una gran lágrimamientrasexclamaba:

—Maestro,esustedunhombreúnico;seacualseaelhumorenqueselehalla,nohaymaneradeenfadarseconusted.

Ysesepararon.

V

Sobre un altozano verde, desde el cual la mirada se pierde en lejanía entre loshorizontes floridos, ¿veis a ese joven bizarro, sentado, con las ropas sencillas deobrero,quenadaquitanasubuenaspecto?SunombreesFederico.

El Sol, medio hundido en la púrpura del atardecer, jaspea de tonos rosados elfondodelcielo.AlolejosseproyectanenlosaireslasalmenasdentelladasdelarealciudaddeNuremberg.Elsilencioreinaen lacampiñadesierta,yseextiendencadavezmáslassombras.Eljovenobrero,apoyadoensusacodeviaje,pareceinterrogarcon el alma en los ojos las profundidades del valle; mientras su mano arrancadistraídamentelospétalosdeunasmargaritas,quesellevaelsoplodelabrisa.Pero,pocoapoco,aquellosojossevelanyseensombrecen,elpechoseagita,henchidoporuna secreta emoción y brotan gota a gota las lágrimas de sus párpados mediocerrados.Pero,desúbito,pareceanimarlealgúnnuevopensamiento,porqueyerguelacabeza, abre losbrazos comopara recibir a un ser querido, y suvoz frescaypuraimprovisaunade esas ingenuas endechasque loshijosde laviejaAlemania sabeninventarcontantagracia:

«Vuelvoaverte,midulcepatria.Noporestarlejostehaolvidadomicorazónfiel.Celajesdepúrpuraqueaureoláisloshorizontesdemipatria,devuestrosenoparecennevarhojasderosa.Saltaenmipecho,corazón,puescadapasomeacercamásalarosa de mis amores. Crepúsculo de oro, tálamo del cielo, dulces claridades

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vespertinas, sed losmensajerosque llevéisa laqueamo las lágrimasdelgozoyelbesodellegada.Ysiacasomoríaantesdeverla,ymirosatempranaospreguntabaquéhasidodemí,lediréisqueensuamorheamortajadomicorazón».

Después de cantar estas estrofas, Federico sacó de su mochila de viaje unpedacito de cera, que ablandó al calor del pecho, modeló una gentil rosa de cienhojas, y repitió todavía el canto a media voz mientras se ocupaba en su delicadotrabajo,sinhacercasodeotrojovenquesehabíadetenidodelantedeélyseguíaconmuchointeréssulabor.

—Oiga,amigo—dijoel recién llegado—,¿sabeustedqueesmuy lindo loqueestámodelando?

Federicolevantólosojosylosfijóenelcaminanteconexpresiónapacible.—¿Cómopuedeusted, querido señor—ledijo—, encontrar algúnmérito en lo

queesparamíunpasatiempo?—¡Diablo!—insistióeldesconocido—.Si llamapasatiempoa laobraqueestá

modelandoenestosmomentos,contangraciosaperfección,debeustedserunartistadefama.Yoalmenosmesientodoblementeencantadoporestacoincidencia,puesalavezquemeconmueveladeliciosacanciónqueentonaustedtanbien,alestilodeMartínHaescher,admiro ladestrezaconquefijausted lo idealde laforma.¿Hastadóndevausted?

—Tengoa lavistael términodemiviaje—respondióFederico—.Vuelvoamipatria, vuelvo a la ciudad deNuremberg. Pero va a ponerse el Sol y he de buscardóndecobijarmeenlaaldeacercana.MañanalaauroramehallarásobreelcaminodeNuremberg.

—Siendo así podemos acabar la jornada juntos —dijo el desconocido—.CompartiremoslahabitaciónestanocheymañanaentraremosjuntosenNuremberg.

A estas palabras, Reinhold, que éste era el nombre del joven, se tumbó en elcéspedalladodeFedericoysiguióhaciéndolepreguntas:

—¿Noesustedartistaplatero?Porloquelehevistomodelar,podríasuponersequeordinariamentetrabajaenoroyplata.

—Queridoseñor—respondióelaludidosinlevantarlosojosqueteníafijosenelsuelodesdehacíaunmomento—,nisoydignodelbellonombredeartista,nicapazde llevar a cabo todo lo que usted supone; sepa que no soymás que unmodestotrabajador, un tonelero, y que voy a Nuremberg ansioso de trabajar al lado de unmaestrodeloficiocuyafamaseextiendeportodaAlemania.Nimoldeofigurasnilascincelo;dispongolosarosparalostoneles,sencillamente.

—Pero —exclamó Reinhold— ¿me cree usted tan necio que desdeñe suprofesión? Y ahora le diré —una confidencia vale otra— que yo también soytonelero.

Federicomidióconlamiradaalpersonajequeasílehablaba;porlasaparienciasno se le hubiera creído un obrero; su calzón negro era de fino paño con unosacuchillados de terciopelo; llevaba al cinto una ancha daga, se tocaba con un

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sombreroadornadoconunalargapluma.Hubiérasedichoqueeraunriconegociante,pero,porotraparte,habíaentodasuposturaunnoséquédeexcéntricoydecidido,queexcluíasemejantesuposición.AtendiendoalasdudasdeFederico,Reinholdsacódesusacodeviajeundelantaldetoneleroyunadoladera.

—Ya ves, amigo —dijo a Federico—, que no he mentido; soy, como tú, unsencilloobrero.Comprendotusorpresaalvermetanespléndidamentetrajeado.BastedecirquevengodeEstrasburgo,dondelosmásmodestosoficialestonelerossetratancomopríncipes.Sibienesciertoqueantañoquisesalirmedelcauceparaentregarmealaazarosacarreradelasartes,hoy,curadodeestafantasía,noveonadaporencimademiprofesióndetonelero,yhepuestoenellamisesperanzasparaelporvenir.Pero¿enquéestáspensando,compañero?Teveotristeyparececomositusojostemieranentrever el futuro. Hace poco cantabas con un acento melancólico, y yo, bajo eldominiodeuna fascinación rara, creíaque tus suavesmelodías salíandemipechoparapasaraltuyo.Meparecevertucorazónfrancocomounlibroabiertodelantedemí. Puedes confiar en mí sin reservas; y ya que ambos vamos a permanecer enNuremberg,hagamosdesdeahoraunpactodesólidaamistad.

Federicoechólosbrazosalcuellodesunuevoamigo.—Sí; cuanto más te veo —prosiguió—, más simpático me pareces. Una voz

secretavibraenmíqueparece responderal francoreclamode tuamistad.Quisieraque tu espíritu y el mío se compenetraran, porque hay cosas que sólo el corazóncomprende,ypenasdecuyoalivioélsóloposeeelsecreto.Escucha,pues,lahistoriadelosescasosacontecimientosdemivida.Desdelaadolescenciahabíasoñadoenlasglorias del artista; aspiraba a la dicha de igualar a Pedro Fischer o a BenvenutoCellini en el arte de fundir y cincelar los metales. Mis ensayos de joven fueronpresididosporeltalentodeJuanHelzschuer,elplateromáscélebredemipatria.LevisitabaconfrecuenciaTobíasMartín,el tonelero,que llevabaconsigoasuhija, lagentilRosa.Meenamorédeella,sinhallarexplicaciónalmisteriodeesteafecto.SalídemipaísyfuiaAugsburgoparaacelerarelprogresodemiaprendizaje,peroapenasmeencontrélejosdelaquesehabíaposesionadodemicorazónydemipensamiento,conlaimagencelestedeRosaenlosojos,eltrabajosemehizopesado,hastiador,ysólo pensaba en losmedios para llegar a la felicidad soñada. Tuve noticia de quemaeseMartín había declarado a todos los vientos que únicamente al toneleromáshábildelaciudadconcederíasuhija,yrenunciédeunavezamivocaciónartísticaparaconvertirmeenunobrero.HoyvuelvoaNurembergparapediramaeseMartínquemeacepte entre susoficiales.Pero amedidaquemeacerco al términodemisansias, pensando enRosa, a quien los años transcurridos deben haber embellecidomás,latimidez,eltemordequemedesoiganluchanenmialma,yaqueignorosisoyamadoysipuedoesperaraserloalgunavez.

ReinholdhabíaescuchadolahistoriadeFedericoconsilenciosaatención.Alcabodelaconfidenciavolvióahablar,perosufisonomíadelatabaunadolorosaansiedad,queseesforzabavanamenteencombatir.

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—¿Escierto—dijoalfin—loquemeafirmas,dequeRosanotehadadonuncaesperanzas?

—¡Nunca! —exclamó Federico—. Cuando partí de Nuremberg era muy niña.Peropuedosuponersinjactanciaquenoledesagradaba.Cuandocortabaparaellalasflores más hermosas del jardín de Holzschuer, me lo agradecía con una sonrisaangelical;pero…

—¡Porloquedices—exclamóReinhold—hayunrayodeesperanza!Lodijoenunaexplosióndevivacidadquehizoestremecerasuamigo.Sehabía

erguidoentodasuestatura,yladagaresonabaenelcintoysusojosrelucían.—¡PorDios!—leinterrumpióFederico—.¿Quétepasa?Y delante de aquella figura poco antes tan dulce y ahora tan agitada, no pudo

defenderse de un escalofrío de temor, y al retroceder un paso topó con el saco deviajedeReinhold,haciendoresonarunamandolinaqueformabapartedelequipaje.

—¡Maldito compañero! —gritó Reinhold dirigiéndole una mirada fiera yamenazadora—.¡Vasarompermimandolina!

Ysacandoel instrumentoempezóapulsar lascuerdas tanbruscamente,que laspusoenpeligroderomperse.Deprontoseprodujounareacciónensusmovimientos;calmado de su fiebre, volvió a guardar la mandolina en el saco, se lo cargó a laespaldaytendiólamanoaFederico.

—Vamos,hermano—ledijoafectuosamente—.Lleguemosprontoalaaldea.Elcanto es remedio infalible para ahuyentar a los fantasmas que podrían salimos alpaso.Bajemosalvalleycanta,canta…¡Mecomplacetantooírte!

El azul severo del cielo se veía sembrado de miríadas de estrellas de oro, yrozaba,lasaltashierbaselrumorosovientecillonocturno.

Huíanlosarroyosmurmurandoalolargodelasriberas,ylasvocesdelasoledadsedilatabanengemidosdeórganobajolasbóvedasdelosbosques.

FedericoyReinholdbajaronlentamenteporelcaminoquellevabaalaaldea.Cuandollegaronalaposada,ReinholddiounabrazoaFederico,yllorólargorato

lágrimasardientes.

VI

Cuando Federico despertó al día siguiente, no viendo en su lecho de heno alcompañero, creyó que había emprendido solo el camino, cuando de pronto se lepresentóReinholdconelsacoalaespaldayvestidodeotromodoquelavíspera.Nolucíayalaflotanteplumaenelsombrero,niladagacortayanchaenelcinto,yvestíaunacasacadeburgués,decortemuyordinario.

—¿Qué,noteparezcoahoraunbuenyfrancoartesano,talcomoyoquieroser?—ledijo—.Meparecequeparaunenamoradohasdormidomuyapiernasuelta.El

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solhahechoyaunabuenacarrera.¡Arriba,muchacho,ánimoybuenaspiernas!Absorto en sus planes, Federico respondió apenas a las palabras de Reinhold,

electrizado por una alegría singular, que no paraba de hablar, arrojando al aire susombreroyhaciendocabriolascomounloco.Yafueradelaaldea,lamelancolíadeFedericosefueacentuandohastaqueelmuchacho,deteniendoelpaso,exclamó:

—Debuenaganadejaríadeandar.Latristezameoprimeanopodermás.Déjamedescansarunpocoalasombradeestosárboles.

Y al decirlo se dejó caer sobre el musgo como aniquilado. Reinhold se sentótambiényvolvióaltemadeldíaantes.

—Anoche—dijo— debí causarte extrañeza. Al hablarme de tu amor y de tustemores para el porvenir, sentía una agitación que a mí mismo no me explicaba;bullíamicerebroypeligrabadeenloquecer,sialencontrarte,comopormilagro, tucanciónnomehubieracalmadoyconsolado.Estamañanamehelevantadogozosoycon buenos ánimos; se han disipado los fantasmas, y he recobrado la calma y laserenidaddeespíritu.Olvidadodetodolodemás,noveosinolafelizcasualidadquedeterminónuestroencuentro,ymepropongoser fiela lasimpatíaqueexperimentéportidesdeelprimermomento.Laamistadesundondelcieloysusfrutosnotienenprecio.Yvoyacontarte,apropósitodeeso,unahistoriaconmovedoraquevivíenItalia, en la épocademis estancias en aquel país.Escuchabien.Acontecióqueunnoble príncipe, amante de las artes y esclarecido protector del verdadero talento,había ofrecido un premio considerable a lamejor ejecución en pintura de un temamuy interesante, pero cuyos detalles estaban erizados de dificultades. Dos artistasjóvenes, unidos por una leal amistad, que habitaban y trabajaban en común, sepresentaron al concurso. Para tentar el éxito reunieron sus mejores dotes enimaginación y en conocimientos prácticos. Elmayor, que era elmás hábil para eldibujoylacomposición,hizoelbocetoenunabrirycerrardeojos.Anteesapruebadeunespíritudotadoparalacreación,elmásjovensesintiódescorazonadoyhubieratiradolospincelessisuamigonolehubieraanimadoconenérgicosconsejos.Cuandoempezabaapintarlatela,elmásjovensedesquitódesdeelprimerdíaconlafinuradelapinceladaylacienciadelcolorido,quellevabatanlejoscomopudieraexigirsealmásexpertoartista.Deestaasociacióndedostalentosresultóqueelmásjovendelos dos amigos presentó al concurso un cuadro de exquisita perfección de línea,mientras el otro, por su parte, logró unamaravilla de ejecución comonunca habíarealizado. Terminadas las dos obras, los dos artistas se abrazaron felicitándose aporfía por el buen éxito que mutuamente se prometían. Él más joven se llevó elpremio.

—¿Cómopuedoaceptaryoel laureldeoro?—exclamaba—.¿Qué seríademiobrapersonalsinlosconsejosylosretoquesdemiamigo?

Peroelmayorlerespondía:—¿No me has ayudado tú con los más atinados consejos? En cada una de

nuestras obras hemos reunido lo que poseíamos entre los dos de experiencia y de

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imaginación para llegar a un éxito común. El triunfo de uno de nosotros no es deningunamaneraunaderrotaparaelotro.Lagloriacubresiempreadosamigoscomonosotros con un mismo laurel. ¿Y no crees, Federico, que el pintor tenía razón?¿Podránnuncaloscelosteneraccesoalasalmashonradas?

—¡Claro que no!—exclamó Federico—. Por eso nuestra amistad nació en elmismomomento que nos reunió, y dentro de algunos días nos ocuparemos en losmismos trabajosy enunamismaciudad. ¿Quién sabe si a no tardar rivalizaremos,cuidandocadaunodefabricar,lomejorquepueda,sinfuego,unmagníficotoneldedoscargasparaganarlacategoríademaestro?QueDiosguardedelarastreraenvidiaaaqueldelosdosqueobtengaelmenornúmerodevotos.

—¡Cómo!¿Envidia?—replicóReinhold,conalegrevivacidad—.Sólopidoquecadaunodenosotrospresteayudaasucompañero.Teadviertoqueenlo tocanteadibujo,conocimientodelasmedidasycálculodelacapacidad,hallarásenmílasmáspositivas instrucciones; además por lo que atañe a la elección de la calidad de lamadera,descansaenmí;yo teguiaréen tu trabajoconverdaderocelo,ynoporelhechodehabercomunicadoaunamigolossecretosdemiarte temeréquemiobrapuedaresultarmenosperfecta.

—¡Ah, querido Reinhold!—le interrumpió Federico— ¿a qué viene hablar enestos momentos de obra maestra y de rivalidades? ¿Acaso ha llegado la hora dedisputarnoslabellaRosa?…¡Enmipobrecerebrovanrevueltaslasideas!

—¿Pero,quiénhahabladodeRosa?—dijoReinhold,soltandounacarcajada—.Creo que estás soñando con los ojos abiertos. ¡Ea! Prosigamos adelante, que nohemosllegadotodavíaaltérminodenuestrocamino.

Federico y su amigo volvieron a emprender la marcha. Pararon en la primeraposadaquehallaronenunodelosbarriosextremosdelaciudad.

—Yahora,¿aquiénofrezcomisbrazos?—dijoReinhold—.AnoserquetúmehagaselfavordepresentarmeamaeseMartín.Porqueyonotengoconocidosenlaciudad.

—¡Buena idea! —respondió Federico, faltándole tiempo para demostrar sugratitud—.Iremoslosdosahablarconél.Atuladonosentirétantoelmiedoynometurbarécomosifuerasolo.

Despuésdeacicalarse,salieronambosdelaposada,dispuestosahacerunavisitaamaeseMartín. Era domingo, y precisamente el día señalado por el rico toneleroparacelebrarconunbanquetelacategoríagremialalaquelehabíanelevado.Eranpocomás omenos las doce cuando nuestros dos jóvenes andantes entraban en sucasa,dondetintineabanlosvasosylasvajillas,yalegrabanelairelasocurrenciasdelosconvidados.

—Malmomentoparavisitas—exclamóFederico.—Al contrario—observó Reinhold—. En medio del júbilo que excita el vino

generoso, los hombres son más tratables. Apostaría cualquier cosa a que maeseMartínvaarecibirnosmuybien.

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Y efectivamente, el tonelero, al cual se habían anunciado, salió a recibirlos,sintiendoalparecerlosefectosdelvinoenelandar,yconlasmejillasrubicundas,yreconocióinmediatamenteaFederico.

—¿Erestú,buenmuchacho?—exclamó—.¡Bien,bien!…¿Hasaprendidoyalanobleprofesióndetonelero?RecuerdoqueeselocodelseñorHolzschuer,cuandoyolehablabadeti,pretendíaquehabíasnacidoparacincelarfigurasybalaustrescomolostenemosaquíenlaiglesiadeSanSebaldoyenAugsburgo,encasadeFugger.Amíningunodeesoscuentosmecausabasensación,ytefelicitoporhabertomadoladecisiónmássana.¡Milvecesbienvenido!

Yaldecirestolediounestrechoabrazo.ElpobreFedericorecobróelánimoconesas muestras de afecto del tonelero, y se apresuró a aprovechar la ocasión parasolicitarsuadmisión,ytambiénladesucompañeroenlostalleresdelmaestro.

—Una vez más celebro vuestra llegada —insistió el tonelero— ya queactualmente llueven encargos y los buenos operarios son raros. Descargaos de lossacosdeviajeyacompañadme.Elconvitetocaasufin,peroalgoquedayRosaseencargarádetrataroslomejorquesepa.

Yentraronlostresenelcomedor.Rodeaban la mesa los venerables maestros del gremio de toneleros, en plena

animación, bajo la presidenciadel digno consejeroPaumgartner.Estabanya en lospostresyborboteabaentornasolesdeoroelvinodelRinservidoengrandesvasos.Laconversaciónylasrisasformabanunalegrecoroquehacíaretemblarlosvidrios;pero al aparecer maese Martín entre los dos compañeros, que presentó a losconcurrentes,todaslasmiradasfueronaellos,ysehizoelsilenciocomoporencanto.Reinholdpaseabaasualrededorunamiradasegura,peroFedericoconlosojosbajos,parecía turbado. El tonelero les colocó al cabo de la mesa, y aquel sitio, el máshumildeunmomentoantes,seconvirtióenenvidiablelugardepreferenciaalsentarselalindaRosaentrelosdosnuevosconvidados,alosquecuidódeofrecerlosmejoresvinosylosmásdelicadosplatos.

Al lado de aquella graciosa criatura, Federico lograba apenas contener suemoción, y con los ojos fijos en el plato lleno, porque no le era posible probarbocado,decíamentalmenteunsinfíndecosastiernasalaamada.Reinholderamuydistinto;vividor, segurodesímismo, sabíaapreciar todas lasgentilezasde laniña.Rosanopodíadefendersedeun íntimoplaceraloírledetallar los incidentesdesusviajes; leparecíaver surgir en formas reales las anécdotasquecontabade suvida.Instintivamente su corazón se dejaba seducir por el encanto de aquel carácterexcéntrico,ynoteníanifuerzapararetirarlamanoqueReinholdhabíacogidovariasveces,apretándoladeunmodomuysignificativo.

Entretanto, instado por su amigo, Federico acabó por beber un vaso entero devino del Rin. El calor de este líquido le subió a la cabeza y le soltó la lengua;animáronsesusvenasylasangrecorríaconmásrapidez.

—¡Diosmío,quéfelizmesiento!¡Québienestarinefable!

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LahijademaeseMartinnopudocontenerunasonrisamaliciosa.—Rosa—prosiguióFederico—¿sería atrevido creer que seha acordadodemí

algunavez?—¿Cómo podía olvidarle? —respondió la joven—. Recuerdo los días de mi

infancia, cuando le agradaba jugar conmigo, y he conservado cuidadosamente elcestillodehilodeplataquemediounavezporNochebuena.

—¡Amada Rosa! —exclamó Federico, olvidado de todo lo demás. Sus ojosardían,ysentíaoprimidoelpecho.

—Esperaba su vuelta con impaciencia—prosiguió Rosa—. Pero, lo que no séimaginarnicomprenderescómo,habiendoejecutadoyaentoncesobrastanacabadas,bajo la tutela demaeseHolzschuer, haya podido abandonar la carrera de artista ytransformarseenunsimpleoficialtonelero.

—¡Pero si lo hice por usted! —le interrumpió Federico con entusiasmo—.¡Únicamenteporustedmehesacrificado!

Apenas lo había dicho se sonrojó y se turbó como si hubiera soltado unaafirmaciónextemporánea.Realmentehabíaalgodeimprudenciaenelfondodeestaconfesiónaquemarropa.Ruborizadaasuvez,Rosaquelohabíacomprendidomuybienbajólosojos,ynoselaoyómáshastaqueunafelizcoincidenciavinoasacarladeaquellaembarazosasituación.ElseñorPaumgartner,golpeandolamesaderobleconsucuchilloparaquecesaranlasconversaciones,anunciabaquemaeseVollard,elmásnotabledelosmaestroscantoresdelaciudad,ibaaentonarunacanción.

El aludido se levantó al punto, tosió, escupió, se sonó, se pavoneó, y con vozllenaysonoraatacóuncantonacionalcompuestoporHansVogelgesang.TodosloscomensalessesentíanelectrizadosyelmismoFedericorecobróelaplomopropiodela juventud. Luego que maese Vollrad hubo cantado diversas piezas, invitó a losconcurrentes a que a su vez quisieran cantar. Reinhold fue por su mandolina, ydespuésdeunossuavesacordessedesplegóenesteLied:

«¿Dóndeestálafuentecillaquedaelbuenvino?Enlassombrasdeuntonel.De allí salen las ondas de oro que se transforman en el vino que rebulle ennuestrosvasos.¿Quiénhacreadoelpreciosoenvasedeamableschorrosáureos?Elartedeltoneleroessucreador.¡Eltoneleroseregocijaalbebersuvino,ysonloscompañerosdeltoneleroelvinogenerosoyelamorcastoypuro!».

Vivosaplausoscubrieronlavozdelquecantaba,peroentodoelauditorionadieparecíagozar comomaeseMartín; sinhacer casodel comentario llenode celosdeVollrad, empeñado en sostener que el método de Reinhold participaba de lasimperfeccionesdeHansMüller,llenóelmayordelosvasosquehabíaenlamesaylevantándoloexclamó:

—¡Acércate,buencompañeroyalegremaestrocantor;bebeuntragoenelvasodemaeseMartín!

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Reinholdobedeció y al volver a su sitio instó envozbaja aFedericopara quedieraaconocertambiénsusméritos,cantandoloqueeldíaanteriorlehabíacantado.

—¡Vetealdiablo!—murmuróFederico,conunademándeimpaciencia.Sinhacerlecaso,Reinholdselevantóyanuncióenvozalta:—Venerables maestros y señores, aquí está mi querido amigo Federico, que

dominamejorqueyounrepertoriodebaladasycancionesconlasqueosregalaría,sino fuera que el polvo del caminoque acabamos de hacer le ha puesto algo ronco.Será,pues,silopermiten,paralapróximareunión.

AestaspalabrascolmarondeatencionesycumplidosaFederico,yalgunoshuboentre aquella buena gente que pretendían, aún sin haberle oído, que su voz estabamuy por encima de losméritos de su amigoReinhold.MaeseVollrad, después deembucharunenormevasodevino,pretendióqueelmétododeReinholdseparecíademasiadoalinsulsogéneroitalianoyqueeldeFederico,encambio,erafielaltiponacional alemán.En cuanto amaeseMartín, se había hundido en su sillón, con lacabezaechadaatrás, segúnsuhábito,ygolpeándosemesuradamente labarrigaconlosdedosexclamó:

—Señores míos, verdaderamente ahí tenemos a mis oficiales, los alegrescompañerosdemesaydetrabajodemaeseTobíasMartín,eltoneleromásafamadodeNuremberg.

Los asistentes no hallaron nada que rectificar a esta declaración, y después deahogar en el fondo de sus vasos lo poco que les quedaba de razonamientos y deequilibrioenlaspiernas,sesepararonconpasovacilanteparadirigirsecuantoantesalacama.AFedericoyaRenholdmaeseMartin lescedióensucasauncuartitodemuybuenver.

VII

Al cabo de unas semanas de prueba,maeseMartín había notado en Reinhold unaaptitud poco común en el arte de medir y calcular con ayuda del compás y laescuadra,peroencambioleveíapocodispuestoparaeltrabajodetaller,enelcual,encambio,Federicosedemostróinfatigable.Amboseranigualmenterecomendablespor su buena conducta, y de sol a sol hacían del trabajo un embeleso bordado dealegrescanciones,delascualesReinholdteníaunricorepertorio.CuandoFederico,mirandodesoslayoaRosa,poníaenlavozunacentomelancólico,Reinholdrompíaacantarunestribillomalicioso:

«¡Niuntonelesunlaúd,niunlaúdesuntonel!».

YelviejoMartín,quenoveíaenellomalaintención,permanecíaalgunasvecesunratoconelmartilloenalto,sindescargarelgolpeenladuela,yreíaconsurisade

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hombreobeso.PerolagentilRosa,quecomprendíaalgomás,sabíainventarmilyunpretextospararondarporeltaller.

Un día, maeseMartín entró en su taller del Portal de las Damas con ademáncompungido.Susdosoficialespredilectos estabanajustandounbarril.Separó conlosbrazoscruzadosdelantedeunodeellos.

—Misbuenosamigos—lesdijo—,estoysatisfechodevuestrocomportamientoydevuestra labor,y asíy todomuypreocupado.Meescribenque lasvendimiasdelRin superarán este año todos los resultados obtenidos hasta la fecha; un famosoastrólogo ha presagiado la aparición de un cometa, cuyo calor está llamado apromoverunafertilidadprodigiosa; losfrutosdelavidseveráncentuplicados;yeladmirablemeteoronovolveráaaparecerhastapasadosotrostressiglos.Imaginadlaenormidad de trabajo de taller que esto representa. Para comenzar, el venerableobispodeBamberg,elmásfinocatadordeAlemania,meencomiendalaconstruccióndeuninmensotonel.Solos,nopodremoscontantoencargocomonosvieneencima;porestomeveoprecisadoatomarotrooficialqueseadiestro,activoycelosocomovosotrosmismos.LíbremeDiosdecontrataranadiedequienno tenga losmejoresinformes. ¡El tiempo apremia! ¿Qué vamos a hacer para quedar bien servidos?¿Vosotros, no conoceríais algún otro oficial? Dondequiera que se encontrase lemandaríamosavenir,yencuantoaljornalnomeduelenprendas.

Apenashabíaterminadodedecirestaspalabras,seabrióruidosamentelapuertadeltallerycomparecióunjovendeaventajadaestatura,decididoybizarro,quegritóconvozestentórea:

—¡Hola!¿EsésteeltallerdemaeseMartín?—Éstees—respondióelmaestroandandounospasosalencuentrodelforastero

—.Pero,noesparaentrarenél,mozo,amaneradeundiablodispuestoaarremetercontratodoyvoceandodeestamanera.Éstenoesmododeentrarenlascasas.

—¡Ah, ahí—repuso el joven—! ¿Sería usted acasomaeseMartín en persona?Vientrehinchado,triplesotabarda,unosojosqueechanllamasyunanarizcubiertadegranos… Exactamente como me lo han descrito. ¡Maese Martín le saludo conveneración!

—¿YquédiablopretendeusteddemaeseMartín?—lepreguntóel tonelero,demalagana.

—Soyoficial tonelerodeciertomérito—repusoel joven—yandoenbuscadetrabajo.

Retrocedióunospasosel tonelero, sorprendidoalverqueunmozode tanbuentalantesepresentabaprecisamentecuandoleeranecesario.Lemiródepiesacabeza,y viéndole sano y vigoroso se apresuró a pedirle certificados de losmaestros bajocuyasórdeneshubieratrabajado.

—Nolostengoahora—replicóeljoven—perolospediréycreoqueselospodrédardentrodeunosdías.Interinamenteesperoquebastaráqueempeñemipalabradehombrehonradoydebuenoperario.

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Y sin dar tiempo al maestro a hilvanar una respuesta, el nuevo oficial,dirigiéndoseaunextremodeltaller,dejóenelánguloelsombreroyelsacodeviaje,sepusoenmangasdecamisa,yciñósudelantaldetrabajoexclamandodeuntalantedecidido:

—¡Vaya,maeseMartin!¿Conquéempezamos?Sorprendidodeestaentradaenfuncionesqueparecíaexcluirhastalaposibilidad

de una negativa, el tonelero reflexionó breve rato, y dirigiéndose de nuevo alforasteroledijo:

—Yaquetantaconfianzatieneensímismo,compañero,dépruebasdesuaptitudahoramismo.Empuñeladoladerayacabedepulirmesobreestebancolosarosparaafirmarestebarril.

Elreciénllegadosepusoalaobrayprontohuboyaterminadolapiezaqueeracomolapruebadelexamen.

—¿Qué le parece a usted, maestro? —dijo con su jovialidad característica—.¿Dudatodavíademiscapacidades?Peroveamosunpocolasherramientasdequesesirvenporaquí.

Yloremoviótodo,examinandocadaobjetoconojosdehombreentendido.—Maestro—exclamabadevezencuando—,hágameelfavordeesemartillo…

¿Noesmásbienunjuguetedesuschicos?Yestadoladeradiminuta,¿seráparausodeaprendices?

Conmanovigorosa,hizodarvueltasaunenormemartillo,delqueReinholdnohubiera podido servirse y que Federico levantaba con dificultad, y con no menossolturaseentretuvoenjuegosmalabaresconladoladerademaeseMartín.Porrematedeproezashizobailarunpardegrandestonelesconlamismafacilidadquesijugaraconunoschirimbolos,yluego,cogiendoconambasmanosunaduelamacizaquelagarlopanohabíaadelgazadotodavía,exclamó:

—Esdebuenamaderaderoble,peroquebradizacomoelvidrio.Ypasandodelaspalabrasalaobra,rompióladuelacontraelcantodeunapiedra

deafilar.—¡PorlasreliquiasdeSanSebaldo,bastayadepruebas,compañero!—exclamó

maeseMartín—.Nofueracasoque,dejándolehacer,merompieralosfondosdeestetoneldedoscargasyquedestrozatodoeltaller.¡Capazseríadehundirlacasa!¡Nopretenderá usted que vaya a pedir a guisa de doladera, la espalda de Rolando, elpaladín,queseconservaenlaCasadelaVilladeNuremberg!

—¿Yporquénosiesohubieradecomplacerle?—respondióeljoven,dirigiendoaltonelerounamiradallenadefuego;peroprontobajólosojos,yprosiguió,convozmásapacible—Miúnicaideahasido,queridomaestro,quetalvezpudieranecesitarparasustrabajosdemayorenvergaduraunobrerovigoroso;peroquizápensaráustedque he pasado los límites de lo permitido. Le ruego queme lo perdone y quemepermitaquedarmeensucasaatrabajarcontodoelrigorquequieraustedexigirme.

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El toneleroMartín ibadesorpresaensorpresa.La transiciónapacibledel jovenoficial le causaba una sensación indefinible. Los rasgos y los ademanes de aquelhombreerantrasuntodeunalmahonrada,quenodejabalugaradudas.Habíaensufisonomíaunparecidoconladealguienqueensupasadoconocióyveneró,sinqueel recuerdo llegaraaconcentrarse.Accediópor final ruegodel joven,con laúnicacondicióndequerespondierandeéllosmaestrosencuyostallereshabíaaprendidoeloficio.

Mientras se estaba arreglando este asunto, Reinhold y Federico terminaban subarrilycomenzabanaponerlelosaros.ParaanimarsealtrabajoentonaronunLieddeAdánPuschmann.PeroConrado,taleraelnombredelnuevocompañero,lesincrepó:

—¿Quégalimatíasesese?¡Diríaseunmillónderatonesqueinvadeneltaller!Sipretendéiscantarquealmenosseademaneraqueelcantoestimulealtrabajo.Voyadaroselejemplodeloquedebieraser.

Yconvozdetruenosepusoaaullarunacancióndecazadoresqueterminabaengritosinarticuladosqueremedabanalaperfecciónoralosladridosdeunajauríaqueselanzatraslapiezaoralasexclamacionesdeloscazadores,ycontalvigorquelacasatrepidaba.MaeseMartínsetapabalasorejas,yloschicosdelaseñoraMarta,laviuda de Valentín, abandonaban sus juegos y corrían a guarecerse debajo de unmontóndeviruta,yRosa,queacertabaaentrarenlacasa,temióunadesgraciaaloíraquellosgritosinauditos,cuyacausaignoraba.EncuantoConradosediocuentadelapresenciadelahijadelmaestrocesódecantar,yacercándoseaellaconlamásnobleactitudyelacentomásamable,ledijo:

—¡Oh, mi encanto, qué claridad celeste ha iluminado esta pobre cabaña deobreros al entrar usted en ella! A saber que estaba usted tan cerca me hubieraabstenido de herir sus oídos con mi canción salvaje. Y vosotros —prosiguió,dirigiéndoseaMartínyalosdoscompañeros—¿nocreéisquedebemosimponerunmomento de silencio a los martillos mientras esta joven querida permanece entrenosotros?Aquínocabemásqueladulzuradesuvoz,ynodeberíamossoñarenotraocupaciónqueladeatenderasusmásmínimosdeseosyobedecerloshumildemente.

ReinholdyFederico cambiaronunasmiradas, que eran testimoniode cómo lesdescontentaba el requiebro. En cuanto a maese Martín soltó una de susacostumbradascarcajadasyrespondió:

—¡Pardiez, Conrado!Me parece usted el pájaro más singular que jamás hayametidolapataenmicasa.Entrausteddispuestoahacerlopolvotodobajosupiedegigantemalcriado;acontinuaciónnosvuelvelocosconsusaullidos,yparacolmodelocurassedirigeaRosacomoaunaprincesa,conelademányconellenguajedeungranseñor.Creoquemejorquemitaller,leconvendríaunaceldaenelmanicomio.

—Su hija querida —respondió Conrado sin que aquel reproche algo vivoparecierahacerlemella—, suamadaRosaes,bienpuedodecírselo, lacriaturamásgraciosa y más noble del universo; quiera el cielo que no sea insensible a los

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homenajes del más galante heredero de alcurnia que un día u otro pondrá a susplantassuamorysusblasones.

MaeseMartínseconteníaconambasmanosloscostadosparanoestallar,pero,adespechodesusesfuerzosunarisahoméricaseapoderódeél,yseremovíacomounendemoniadosobresubancodetrabajo.Alrecobrarlapalabra,exclamó:

—Sin reparos, compañero, dedique ami Rosa los nombresmás preciosos quepueda imaginar; no seré yo quien lo impida, antes al contrario; pero lo que lerecomiendoesquenodejeholgarelmartillo,queel trabajoapremiaylagalanteríadebecederelpaso.

LaalusiónllegóalalmadeConrado,querespondióconfingidafrialdad:—Tienerazón.Yvolvióasulabor.Rosa se había sentado cerca de su padre, encima de un barril que Reinhold

acababadepasarporladoladeraparahacerlomáselegante,yqueFedericosehabíaapresuradoaacercara la joven.ElmaestrorogóasusdosoficialespredilectosquecantaranparaRosa lacanciónque tan rudamentehabía interrumpidoConrado;éstepermaneciómudo,sinprestaratenciónaotracosaqueasutrabajo.

Unavezterminadoelcanto,eltonelerotomónuevamentelapalabra:—Elcielooshadotadodetalento,compañeros;nosabéishastaquépuntollega

mi pasión por el canto.Antaño tomémuy en serio la profesióndemaestro cantor,peroenpagodemisesfuerzosúnicamentecosechépullasde toda ley,porqueunasveces falseaba las claves o el compás, y otras, si bien cantaba afinadamente porcasualidad, mezclaba unas con otras las melodías. Me satisface ver que lo hacéismejor que vuestro patrono, y será para mí un gusto oír elogiar a los oficiales deTobíasMartín que han logrado un éxito en lo que para él ha sido un fracaso. Elpróximo domingo los maestros dan un concierto en la iglesia de Santa Catalina,ambospodríaistomarparteenélyhacerunpapeldelucimiento,yaqueunapartedelasesiónseconsagraaloscantoresforasterosquetenganabiencantardelantedeunaconcurrenciaselecta.Así,pues,miseñorConrado—prosiguiómaeseMartín—sileesgratoobsequiaralosoyentesconaquellacanciónsalvaje,puededarseestegusto.

—¿Aquéhacerburlademí,queridomaestro?—respondióConrado,sinlevantarlos ojos—Cada cosa en su sazón; he aquí por qué he resuelto tumbarme sobre elcéspedaqueldía,mientrasdurelareunióndelosmaestroscantores.

Loqueeltonelerohabíaprevistosecumplió.Reinholdsubióalatarimaycantóvariasvecesa satisfacciónde todos.Ycuando llegó lavezdeFederico,éstepaseópor la asamblea una ancha mirada velada de melancolía, que llegó al corazón deRosa, y con la voz graciosamente modulada entonó una canción de EnriqueFrauenlob, que mereció nutridos aplausos, ya que los entendidos reconocieronunánimementequeeljovenforasterolessuperabaatodos.

Alatardecer,cuandotocabaasufinelconcierto,maeseMartín,transportadoporelbuenéxitodesusoficialespredilectos,lespermitióacompañarle,alladodesuhija,

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aunapraderadelasqueciñenlaciudad.Rosaandabaágilyretozonaentrelosdosjóvenes; Federico, enorgullecido por los elogios que delante de ella le habíanprodigado losmaestros cantores, sepermitió susurrar al oídodulcespalabras, cuyaintenciónamorosanodejabalugaradudas,sibienellahacíacomosiloignorarayseocupaba, al parecer, de Reinhold, quien llevó la audacia o la desenvoltura hastaapoderarse como por azar de aquel brazo, el más lindo y bien torneado que hayaexistidojamásenuncuerpofemenino.Unavezenlapradera,términodelpaseo,sereunieronconotrosgruposjuvenilesquehallabandiversiónenunsinfíndejuegosydeejerciciosenqueelvigorfísicodecidíalavictoria.EltoneleroMartín,nomenoscurioso que los demás, se abrió paso a codazos para ver más de cerca al felizvencedor,objetodelosinterminablesvítoresdelaconcurrencia.ÉstenoeraotroqueConrado,quesellevabatodoslostrofeosenlacarrerayenlalucha,ysedemostrabaelmás certero entre los tiradores.En aquelmismomomentoConrado, elevando lavoz, retabaauncombateaespadaa losmáshábilesdesusrivales.AtodosvencióConrado,quedeestemodosellevótodosloshonoresdelajornada.

Iba el sol a su ocaso y las llamas rosadas del crepúsculo se extendían en elhorizontecomounabarreradeoro.El tonelero,Rosay losdosartesanossehabíansentado cerca del chorro de una fuente que regalaba al césped frescor y fertilidad.ReinholdsehabíapuestoarelatarmúltiplesrecuerdosdelabrillanteItalia,entantoqueFederico estaba pendiente de lasmiradas deRosa, en silencioso recogimiento.Conradohabíavenidoconelpasotardodelhombrequevacilayquerecelaalgo.

—Vaya,Conrado,acérquesedeunavez—lehabíagritadomaeseMartín—.Hasidoparaustedunatardedeéxitosfrancosyhalagüeños.Miparabién.Mesatisfaceverdistinguirseentodoamisoficiales.Aquítieneustedsitio:¡Acérquese!

Lejosdesentirsehalagadoporestacordialidad,Conradodejócaersobresupatrónunamiradaorgullosaydisplicente.

—Noesaustedaquienbuscaba,ypuedecreerquenonecesitaríapermisoparasentarmeasu ladosisemeocurriera.Hevencidohoya todos losquehanqueridocompetirconmigo,yahoraquierosuplicarasuhermosahijaquemeotorguecomopremiodemivictoriaelramoperfumadoqueadornasupecho.

YaldecirlopusohumildementelarodillaenelsuelodelantedeRosaylacubriódeunamiradaardiente.

—Bella Rosa —le dijo luego— no me niegue este favor tan sencillo, peropreciosoparamí.

LahijademaeseMartínnopudonegarseaunruegotancortés.—Es muy justo —le dijo— que un caballero de sus méritos obtenga algún

recuerdodeladamadesuspensamientos.Paraustedeselramo,pero¡mirecómosehanmarchitadoyalasflores!

Conrado prendió en su sombrero aquellas flores después de cubrirlas de besosardientes.Elpadrenoparecíadarimportanciaaesteprimertiento.

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—Ea—dijo—bastadeniñerías,queyahaanochecidoyeshoradequevolvamosacasa.

Pasóéldelante,Conradoenlazó subrazoalde la jovenconunagalanteríaquecontrastabasingularmenteconlasmanerasbruscasqueleeranhabituales,yReinholdyFedericosiguieronenúltimotérminoconademándesabrido,teñidodemalhumor.Ylospaseantesdecíanalverles:

—¡Fíjense,ahívaelacaudaladotoneleroTobíasMartínysusbravosoficiales!

VIII

Desdelaauroradeldíasiguiente,lalindaRosa,sentadaaunladodelaventanadesucuartito, soñaba dulcemente en la tarde anterior. La labor de tapicería se le habíacaídodelasrodillas,susmanosblancassurcadasdeazuladasvenassehabíanjuntadocomoparaorar,y sucabezagraciosa se inclinabasobre supecho. ¡Quiéndiríaporqué regiones vagaban sus recuerdos! Tal vez le parecía oír resonar las tiernascancionesdeReinholdydeFederico,opreferíaacasoimaginarasuspieselbizarroConrado que le pedía de rodillas, con lamirada ardiente y la voz acariciadora, elpremiodelasvictoriasobtenidasenlosjuegosdeldíaanterior.Dejabadebalbucearunasnotasparasusurrarunassílabasentrecortadas,comodequiensueña.

—¿Quiereustedelramo?Unojoperspicazhubierasorprendidoensusmejillasun reflejodeun rosamás

subidoquedeordinarioydebajodelospárpadoscasicerradosunosvagosdestellosque hacían palpitar sus pestañas de ébano, y hubiera adivinado el secreto de lossuspirosquehenchíansufinocorpiño.Pero,heaquíquelaseñoraMarta,laviudadeValentín,entróenelcuartito,yRosa,sobresaltadaenelensueñodesusrecuerdos,seapresuróacontarledetalladamentelafiestadeSantaCatalina,yelpaseoalatardecerpor entre lasmatas en flor.Al cabo de la importante narración, la señoraMarta ledijo,sonriente:

—Quierocreerqueeresdichosa,miqueridaRosa,depoderelegirentrelostresgalanes.

—¡PorDios!¿Hadichoustedtresgalanes?—¿Yporquéno?—insistíaMarta—.¿Aquétantosmisteriosapropósitodeun

asuntoquesaltaa lavista?¿Creesquepasadesapercibidoelhechodeque los tresoficialesdemaeseMartínestánprendadosdeticonverdaderapasión?

—¡Nomehablemásdeeso!—lainterrumpiólajoven,conlosojosbañadosdellanto.

—Vamos, niña —repuso Marta, estrechando a Rosa en sus brazos—, no meoculteslaverdad.Nopuedehabertepasadoporaltoquelostresjóvenessedistraendeltrabajocuandoaparecestú,yquesusmartillosnodanenelclavoporqueponen

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en ti lamirada. ¿Acasono sabemosqueunamuchacha sedacuenta en seguidadeesascosas?BiensabestúqueReinholdyFedericoreservansusmásbellascancionespara lashorasenque tú te sientasa trabajaral ladode tupadre.¿YnohasnotadotampocoelcambioquesehaobradoenConrado,antestanbruscoydestempladoensusmodales?Cadamiradatuyahaceaunhombrefeliz,yadoscelosos.Nomedirásquenoseaagradableverenamoradosdetiatresjóvenes,acualmásapuesto.Ysiundíateacercarasamíconmirasymedijeras:Aconséjeme,señoraMarta¿cuáldelostresmerecemimanoymisafectos?,¿sabesloquerespondería,queridaRosa?Escogetú misma y harás tu felicidad. Si fuéramos a discutir el mérito, Reinhold me esbastante agradable, Federico también y Conrado igualmente, aunque en cada unohallaríamosalgúndefecto.Cuando lesveode lamañanaa lanoche trabajandocontanbuenosánimos,piensoapesarmíoenmipobreValentínymedigoque,sinoeramáshábilqueelloseneloficio,seentregabaaélmásseriamente.Sóloseocupabademanejar la doladera o de ajustar según el arte las duelas, mientras que los tresoficiales de maese Martín se me antojan una gente que se ha impuestovoluntariamenteunatarea,yqueacariciaunplanqueyonoveotodavíaclaramente.Con todo, criatura, si quieres creerme tu preferido sería Federico. Entiendo que esgenerosoynoblecomoeloro,ytambiénmepareceelmássencilloyelmáscercanoanuestromododeserensusmaneras,sulenguajeysulíneadeconducta.Yademásme cautiva el progreso lento, silencioso, de su tímido amor. Hay en él laincertidumbre y el candor de un niño. Se atreve apenas a dirigirte la mirada; sesonroja cuando le hablas. Estas cualidades, querida, valen más que otras que lasexcedenenbrillantez;yheaquíporquéestemuchachomeatrae.

AloírhablarasíalaseñoraMarta,nopudocontenerRosadosgrandeslágrimasque brillaban en sus ojos hacía un rato. Se levantó y se acercó a la ventana paraapoyarseensualféizar.

—Amo a Federico, es cierto —dijo con una graciosa mueca— pero ¿no estambiéndignodesernotadoReinhold?

—Tienesrazón—exclamólaseñoraMarta—.Hemosdeconfesarquedelostres,es el de figuramás aventajada.Nunca he visto otros ojos que centelleen como lossuyos cuando te miran; pero hay un no sé qué de raro y de afectado en toda supersona que me causa un malestar indefinible. Me digo que un tal oficial hacedemasiadohonoraltallerdemaeseMartín.Cuandohabladiríasequehaymúsicaenlo que dice, y cada una de sus palabras te transporta más allá de la vida real; siintentas reflexionar sobre lo que acaba de decir, habrás de confesar que no hascomprendido nada. Por lo que a mí atañe, le considero como a un ser de unanaturalezadistintadelanuestra,yhecho,enciertomodo,paravivirdentrodeotrasleyes.EncuantoaConrado,elbruscoConrado,esunamezcladepretensionesydeorgullosoquedesdicendeldelantaldecuerodeunsimpleartesano.Cadaunodesusgestosesimperativo,comosituvieraelgobiernodelacasa;y,efectivamente,desdeque está aquí, elmismomaestro ha sentido los efectos de su ascendiente, hasta el

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puntodedoblegardelantedeélsuvoluntaddeacero.Siolvidamoslopocogratodesutemple,esporlodemáselmejordeloshombres,ymuyleal;llegaríaadecirqueprefiero su rudeza, su cerrilidad, a la exquisita elegancia demodales deReinhold.Debehaberservidoenlamilicia,porqueconocemuybienelmanejodelasarmasyescapazdeunosejerciciosquenosonpropiosdequiennohubierasidohastaahoramásqueunobscuroobrero…Peromeparece,queridaRosa,queteveodistraída,acien leguasde loqueestoydiciendo.Vamosaver.Tú, ¿cuálde los trespreferiríasparanovio?

—Esmuchopreguntar—respondiólajoven—.TodoloquepuedodecirleesqueaReinholdnolejuzgocomoustedhace.

AloírestolaseñoraMartasepusoenpie,ymoviendolamanocongestoamable,resumió:

—Basta.Así,pues,seráReinholdelnovio.Estocambiatodasmisideas…—Leruego—exclamóRosa,acompañándolahastaelumbral—,lesuplicoqueno

hagasuposiciónningunasobrelodichoporque,¿quiénpuedeasegurarloqueseráelmañana?QuelaProvidenciadecida.

Desde hacía unos días una rara actividad animaba el taller del tonelero.MaeseMartin se vio obligado, para atender a todos los encargos que iban llegando, areclutar otros aprendices y jornaleros, y de la aurora a la noche los martillazoslevantaban un ruido ensordecedor. Habíase confiado a Reinhold el cálculo de lacapacidaddelgrantonelencargadoporSuAltezaelpríncipeobispodeBamberg.Aesta labor de inteligencia y reflexión, Federico y Conrado le habían prestado elauxilio de la fuerza y destreza de sus brazos, y gracias a su celo se logró unaejecucióntanperfectaquemaeseMartínnocabíaensídegozo.Bajosuinspecciónlos tres compañeros cuidabande colocar los aros, y losmartillos se enarbolabanycaíanacompasadamente,mientrasel ancianoValentín,el abuelode loshuerfanitos,pulía las duelas y la buenaMarta compartía las horas entre las faenas caseras y lavigilanciadeloschicos.

Eratalelruidoeneltaller,quenohabíannotadolospasosdelseñorHolzschuer.ElprimeroendarsecuentadesuentradafuemaeseMartín,quesedirigióaélparapreguntarlequédeseaba.

—Dos cosas —respondió Holzschuer—. Ante todo, ver a mi antiguo alumnoFederico, al que encuentro trabajando de lo lindo, y luego rogar a usted, queridomaestro,quemandeconstruirparamibodegaun tonelde losmásgrandes. ¡Toma!Segúnveo,estánterminandounoquemeconviene.Digaelprecio.

Reinholdquedespuésdeuncortodescansovolvíaasulabor,oyólaspalabrasdelseñorHolzschuer,yrespondió,poniéndoseenlugardelmaestro.

—Abandoneustedestaidea,queridoseñor;setratadeunencargodelrespetablepríncipeobispodeBamberg,ynoslohapagadoya.

—En verdad, nome es permitido cedérselo—reafirmómaeseMartín—.Bastafijarseen loescogido,en loacabadode la laborparacomprenderqueel tonel iráa

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unabodegadepríncipe.¿Nosehafijadousted?Nopiensemásenél,comoyalehaadvertido mi compañero. Le prometo para después de la vendimia un tonel quesiendomássencilloleservirálomismo.

El viejoHolzschuer, amoscado por los pretextos delmaestroMartín, le replicóbruscamentequesudinerovalíatantocomoelorodelpríncipeobispodeBamberg,yque ya sabría él proveerse en otro sitio ymás ventajosamente, de unos toneles nomenosbienfabricados.Altonelerolecostabacontenersucólera;forzadoacallarenpresencia del señor Holzschuer que gozaba en Nuremberg de una gran autoridad,devoró su despecho, y miró alrededor buscando un pretexto cualquiera paradesahogarse,cuandoConrado,quenoestabamuyatentoalaconversación,empezóadarle nuevamente al martillo, para ceñir las duelas con los aros. Volvió la cabezamaeseMartín,ygolpeandoelpavimentoconelpie,leincrepó:

—¡Animal, estúpido! ¿Estás loco? ¿No comprendes que vas a romper el tonelmásfinoquehayasalidodelostalleresdeNuremberg?

—¡Oh! ¡Oh!—dijoConrado—.Mimaestrillo se incomoda. ¿Y,porqué, simedieralagananopuedoyoromperelfamosotonel?

Yvolvióasusviolentosmartillazos,demaneraque,saltandoelaroprincipalporculpadeungolpedescentrado,todalamáquinaquedódesajustada.

—¡Perocondenado!—aullómaeseMartín,rebosandorabia;yarrebatandodelasmanosdelviejoValentínunaduelaqueésteestabapuliendoconelcepillo,descargóunrudogolpesobrelaespaldadeConrado,dejándoleaturdido;perodespuésdeestaprimera impresión relampaguearon los ojos del joven, y rechinando los dientesexclamóconvozronca:

—¡Toma!Habíacogidoladoladeramásgrandequeteníaneneltallerylalanzócon todas sus fuerzas contra el maestro. Federico tuvo escasamente tiempo paraapartarse,yelaceroafilado,cuyochoquehubieraabiertoelcráneodelanciano,sólole alcanzó el brazo.Brotaba sangre de la herida; el tonelero perdió el equilibrio, ydandountumboporencimadelbancodeunodelosaprendicesdioconsucuerpoenelsuelo.

Todoscorrieronpara sujetaraConrado,cuyo furor sehabíaexasperadodelantedel mal que acababa de hacer. Acrecentadas sus fuerzas por la cólera, se le veíadispuesto a quitarse de delante cualquiera resistencia; enarbolando la doladeraensangrentadaibaadescargarunsegundogolpe,cuandoacudióRosa,pálidacomolamuerte,aloírlabarahúnda.SuaparicióndesarmóaConrado,quien,arrojandolejosde sí la doladera, cruzó los brazos sobre el pecho y permaneció unos momentosinmóvil como una estatua. Después una íntima conmoción le hizo volver en sí, ydandodeprontounaullidodesgarradorsaliódisparado.Nadielepersiguió.

Losquehabíansidotestigosdelaescenaayudaronaponerseenpiealherido,yreconocieron que, por suerte, la doladera sólo había rozado las carnes. El viejoHolzschuer,refugiadodetrásdeunmontóndetablas,sedecidióareaparecerysoltóunadiatribacontralosoficiosqueponíanenmanosdelagentecomúninstrumentos

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mortíferos, y aconsejó a Federico que abandonara el taller y volviera a su primeroficio,alartedefundirycincelarlosmetales.EncuantoamaeseMartín,alvolverensíyverquehabíasalidodelapuroconpocomásqueelsusto,selimitóalamentarsedelperjuiciocausadoaltoneldeSuAltezaelpríncipeobispodeBamberg.

Después del suceso,maeseMartín y el señorHolzschuer se fueron en silla demanos,yFedericoyReinholdvolvieronapiealaciudad.Porelcamino,yacasidenoche,oyeroncercadeunsetounavozgemebunda,quelesparecióreconoceryunalto espectro se levantó de una zanja, tan bruscamente, que los dos amigosretrocedieronasombrados.EraConradoquienlessalíaalpaso.Desoladodesuactoydelosresultadosirreparablesquesuponíaparasuporvenir,lesdijo:

—¡Adiós, amigosmíos! ¡Adiós!Nomeveréismás.Sóloos ruegoquedigáisaRosaquelaamo,yprocuradquenomaldigamimemoria.Decidlequeguardarésuramo sobre el corazón toda mi vida. ¡Adiós, adiós, mis buenos camaradas! —ydesaparecióacampotraviesa.

—ElpobreConradonoparecemalhombre—dijoReinholdasuamigo—.Perohayenélalgoraroymisterioso,ysuconductanopuedejuzgarsesegúnlasreglasdelamoralordinaria.Talvezconeltiempoconoceremoselsecretoquenosoculta.

IX

DesdeaquellafechareinabaneneltallerdemaeseMartínelaislamientoylatristeza.Reinholdhabíaperdidosuaficiónaltrabajoysepasabahorasenterasencerradoensucuarto;maeseMartínllevabaelbrazoencabestrilloysólodetardeentardeabríalabocaparamaldeciralmalvadoforastero.NiRosanilaseñoraMartaconsuschicosse atrevían a permanecer en el taller donde había tenido lugar aquella sangrientaescena.Yasícomo,alaproximarseelinvierno,seoyealgunasveceselhachadeunleñador solitario que rompe el silenciode los bosques, ahora se oía de sol a sol elmartillodeFederico,que sinayuday lentamente ibadando remateal tonelparaelobispodeBamberg.

Lamelancolíayelabatimientosecebabanenelalmadel joven.RosanoponíalospieseneltallerdesdequeReinhold,bajopretextodeenfermedad,permanecíaensuhabitación,ydeestodeducíaFedericoqueerasuamigoelpreferidodelajoven.Anteriormenteyalehabíaparecidoobservarquereservabaparaélsusmásgraciosassonrisas y sus mejores palabras. No cabía duda. Llegado el domingo, en vez deaceptarlainvitacióndemaeseMartíncasicuradodelaherida,aunpaseoconRosapor las afueras de la ciudad, salió solo, bajo el peso de todas las congojas de supensamiento, hacia el collado donde por primera vez había visto a Reinhold. Setumbóenelcésped,ysedioasoñarenlasdecepcionesdesuvida.Lasesperanzassehabíanborradounatrasotracomoestrellaserrantes,yllorósobrelapraderacuajada

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deflores,queseinclinabanbajoelrocíodelaslágrimas,comoapenadasdesudolor.Y luego, sin que pudiera explicarse cómo, los suspiros que la brisa se llevabaconvirtiéronseenpalabrasysepusoacantarsupena,comohubierapodidocantarsugozo:

«¿Adónde has huido, estrella de mis esperanzas? ¡Cuán lejos estás de mí! Tudulcebrillosehaborradoparaalegrarotrasmiradasquetereclamaban.¡Levantaos,tormentasnocturnas,menosterriblesquelasdemicorazón!¡Sembradamialrededorlatristezayelluto!Misojosestánanegadosdelágrimasysangramipobrecorazón.¿Por qué murmuráis tan tiernamente, olorosos bosques? Nubes de oro, velos delespacio,¿aquébrillarconalegresdestellos?¡Ay,podréisderramarsobremi tumbavuestrosaromasyvuestrasclaridades!¡Latumbaesmiúltimaesperanzaporqueenellaencontraréelsueñoapacibledelaeternidad!».

LavozdeFederico iba reanimándoseamedidaquecantaba.Sintióenelpechooprimidoalgúnalivio,ysullantoeramenosamargo.Elvientodelanochesusurrabaenel follajede los tilos jóvenes, losecosmisteriososquecirculanbajo losgrandesbosqueshacíanllegarasuoídounosacentosdulcescomopalabrasdeunserquerido,yelhorizonteceñidodebrumasdeoroypúrpurasparecíainstarleaqueemprendieralassendasdeunporvenirmásrisueño.Federicosepusoenpie,yvolvióabajar lapendientebordeadadefloresqueconducíaalaciudad.Yamáscalmado,evocabaotroatardecerenqueseguíaelmismocaminoalladodeReinhold,haciendoprotestasdeamistad perdurable.Recordando también la historia que entonces le contó aquél, apropósito de los dos pintores italianos, la expresión de sus ojos cambió como porencanto. Una luz de dolorosa certidumbre bañaba su pasado. Se persuadía de queReinhold había amado a Rosa, y que fue este amor lo que le había devuelto aNuremberg, bajo el techo de la casa del tonelero. La narración de la rivalidadamistosa de los dos pintores por obtener el laurel de oro le parecía simbolizar larivalidad amorosa de la cual Rosa sería el galardón. Las palabras de Reinhold levolvíanalamemoriaycobrabanunsentidoqueantesnoselehabíamanifestado.

—Entredosamigos—sedijoasímismo—nopuedenprosperarnielrencornilaenvidia.Será,pues,a ti,amigocordial,a timismoaquienacudiréparasabersihallegadolahoradequerenuncieatodaesperanza.

Conestospensamientos llegóFedericoalumbralde lahabitacióndeReinhold.Pesaba un gran silencio en el espacio que el sol iluminaba con sus alegres rayos.Empujólapuerta,queestabaentornada,yentró,peroapenashabíaandadodospasosquedócomoclavadoenelsuelo,inmóvilcomounaestatua.Rosa,enlaplenituddesusencantos,leapareciómagistralmentepintadaenunretratodetamañonatural;eltientoylapaletaapoyadosenelcaballetedabanindiciosdeuntrabajoreciente.

—¡Rosa!¡Rosa!¡Dioseterno!—suspiróFederico.En elmismomomento sintió que alguien le ponía lamano en la espalda. Era

Reinhold.

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—¿Quéopinasdeesteretrato?—lepreguntócariñosamente,conunasonrisadefelicidad.

—¡Eresunhombremuysuperioramí;erestodounartista!—respondióFederico,abrazándole—.Ahoraloveoclaramente.Túmereceselpremioqueyofuilobastantelocopara intentar disputarte.Porqueyo tuve tambiénunbello propósito de artista.Me había encariñado con la idea de fundir una estatuita de plata fina a la divinasemejanza de Rosa. Ahora conozco lo insensato de mi orgullo. ¡Eres tú el únicoafortunado,elcreadordelaobramaestra!Reparacómoseanimasusonrisaconunavida celeste. ¡Los ángelesdebenmirar así!Hemos luchado losdosparaobtener lomismo, pero son tuyos, Reinhold, el triunfo y el amor. A mí no me queda másremedioqueabandonarestehogaryestapatria.Conozcoquenohedevernuncamása Rosa; no lo soportaría. ¡Perdóname, amigo! ¡Emprenderé hoy mismo mi tristeperegrinaciónporelmundo,sinllevarconmigonadamásquemiamorymipobreza!

ConestaspalabrasFedericoibaasalir,peroReinholdseloimpidióconamistosaviolencia.

—Túnosaldrásdeaquí—ledecíaconafectuosainstancia—,porquetodopuederesolversedemodomuydistintodecomo tú imaginas.Nohedeocultartepormástiempoelsecretodemivida.Bienvestúquenohenacidoparasertonelero,ylavistadeestecuadroteofrecelapruebadequenosoydelosúltimosentrelospintores.EnlosprimerosañosdemijuventudrecorrílasciudadesdeItaliaparaestudiarlasobrasdelosgrandesmaestros.Mitalentodesarrolladoabasedeunanaturalvocación,hizoqueprogresararápidamente.Prontovinoamílafortunadelbrazodelagloria,yhastaelduquedeFlorenciamefavoreció.Enaquellaépocayoignorabatodavíaloquehaproducidoelgenioalemán,yhablabasinconocimientodecausade la frialdad,deldesabrimiento de unDurero o de un Cranach, cuando cierto día un negociante encuadrosmepusodelanteunatelanomuygrandedelviejoAlberto:eraunaMadona,cuyocaráctersublimeycuyaacabadaejecuciónme transportaron.Enmediodemientusiasmocomprendíenseguidaquehabíaalgomejorquelagraciaamaneradadelgénero italiano, y me decidí a recorrer los talleres de los pintores célebres deAlemaniaparainiciarmeenlossecretosdesuscreaciones.AmillegadaaNurembergelprimerobjetoqueimpresionómisojosfueRosa.MeparecióverenlarealidadalabellaMadona deAlbertoDurero.Brotaba enmi alma un amor inmenso, como unincendio.Todolodemásqueenelmundoexistíaseborródemipensamiento,ymeparecióqueelarte,miocupaciónexclusivahastaentonces,noteníaapartirdeaquelmomento otra misión que la de reproducir hasta el infinito los rasgos del divinoobjeto demi pasión.Busqué losmedios para introducirme en lamorada demaeseMartín.Meresultódelomásdifícil.Lasastuciasdequeordinariamentesevalenlosenamoradosnohacíanalcaso.IbaaanunciarmeabiertamentecercadeTobíasMartíny a pedirle la mano de su hija, cuandome enteré casualmente de que el honradoartesano había decidido formalmente que sólo aceptaría como yerno al más hábiltonelero de la comarca. No perdí el ánimo ante aquel obstáculo. Partí para

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Estrasburgo,dondeaprendíelpenosooficio,dejandoalcuidadodelaProvidencialarecompensa de mis esfuerzos. De lo restante tienes ya noticia. Una sola cosa mequedapor revelarte, y es quenohacemucho, enun accesode humor feliz,maeseMartínmevaticinóquebajosusauspiciosllegaríaaserunfamosotonelero,yqueleseríagratovermeundíacasadoconsulindahija,quenomemirabaconindiferencia,segúnél.

—¡Ah,bienloveo,esatiaquienama!—leinterrumpióFederico—.Paraellayonosoymásqueunmodestoobrero,yencambio,haadivinadoentielartista.

—¡Vaya, querido hermano, estás delirando!—repusoReinhold—; no tienes encuentaqueRosanosehapronunciadohastalafechaporninguno.Sémuybienqueseha portado conmigo afablemente, pero de esto al amor hay un buen trecho.Prométeme,hermano,quepermanecerásaquíotros tresdías,enperfectacalma.Hedejadoaunladolostoneles,peroesquedesdequemeocupodeestapintura,todoloquemedistraedeellamefastidia,ymesientocadavezmenosdispuestoaproseguirenlastareasabrumadorasdeunobrero.

Estoydecididoaecharatodoslosdiablosladoladerayelmartillo.DentrodetresdíaspodrérevelartesinceramentelasdisposicionesdeRosa.Simeama,continuarásturuta,yveráscómoeltiempocuratodaslaspenas,aunlasquepartenelcorazón,comovulgarmentesedice.

YFedericoleprometióqueesperaría.Tresdíasmástarde,alanochecer,Federicovolvíalentamentealaciudad,después

de su jornadade trabajo.No sin inquietud evocaba algunas torpezas que le habíanvalido reprimendas de parte del maestro. Había notado también que éste parecíapreocupado,comoremovidoporunaíntimatristeza,yhabíapodidoentresacardesusconversacioneslostérminos«cobardeintriga»…,«bondadmalrecompensada».Perono le había dado a él en particular ninguna explicación, y Federico no sabía quépensar de ello cuando encontró cerca de los portales de Nuremberg un hombre acaballo.EraReinhold.

—¡Ah!—exclamóéste—.Llegasapropósito.Hededecirtemuchascosas.Y,poniendopieatierraycogiendoconunamanolabridadesucaballo,mientras

con la otra estrechaba la de su amigo, echaron a andar por entre los campos. LoprimerodequeFedericosediocuentafuequeReinholdllevabaelmismotrajequeeldíadesuprimerencuentro.Elcaballo,enjaezadocomoparaunalargaruta,llevabaalagrupalavalijadelasropas.

—Considératefeliz,amigo—dijoReinhold,conunavozdelaquesetraslucíaunnoséquéderudoyamargo—.Considératefelizdemanejaratusanchaslagarlopayel martillo. Yo abandono desde estos momentos el reino de los toneles; acabo dedespedirmedelabellaRosaydelrespetablemaestro,supadre…

—¡Cómo! —exclamó Federico, estremeciéndose como si el rayo hubieraestalladoporencimadesucabeza—.¿TeponesenmarchacuandomaeseMartínteaceptacomoyernoycuandoRosateama?

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—Unafantasíamásdetucerebrodehombreceloso—dijoReinhold—.SóloséqueRosamehubieraaceptadoporobedienciaasupadreoportemordeél,peroelcorazónnoentiendedeimposiciones,yeldeRosanolatepormí.Siasínofuera,yohubiera llegadoaser tanbuentonelerocomocualquierotro:seisdíasde lasemanacepillando, poniendo aros, calculando capacidades, y el séptimo dándomeimportanciay luciendo lasgraciasdemiesposaenunbancode la iglesiadeSantaCatalina o de San Sebaldo y luego, al caer la tarde, paseando buenamente por elcéspedenflor.

—Nohagasburla—repusoFederico—de las costumbres sencillasyapacibles.Ladichacirculasinostentacióndentrodeloscaucesordinarios.

—Tienes mil veces razón —replicó Reinhold—, pero no me interrumpas. Hehallado laoportunidaddeconfesar aRosamiafecto,y séque supadreconsentiríanuestra unión. Al decírselo he visto asomar lágrimas a sus ojos, y he sentido eltemblor de su mano dentro de la mía. Como evitando mi presencia, me harespondido: «Señor Reinhold, yo obedeceré las órdenes de mi padre». Me heguardadodehacerlemáspreguntas,porqueunaclaridadsúbitahailuminadomialmay he reconocido, afortunadamente, que el amor a la hija del tonelero era un purosueñodemientusiasmo.NoamabaaRosa,sinoaunseridealdequeellamehabíaofrecidouna copia queyo, conpasiónde artista, no cesabade crear de nuevo.Hecomprendido que estaba enamorado del retrato, de una visión, de una bellezafantástica,yhevislumbrado,conunsentimientodeasqueodemímismo,ellastimosoporvenirquemeesperabacuandomehabríacargadoencimaeltítulodemaestroeneloficioyelpesodeunhogardoméstico.Loqueyoamabaen la lindaRosaeraunaimagen celeste, adornada en mi interior de un destello divino, y que mi arte estállamadoavitalizarenlascreacionesquesembraréamialrededor.Elsinodelartistaes adelantarse al porvenir sin pararse en el camino para coger las flores. ¿Cómopodría yo renunciar a los triunfos del arte y pisotear los laureles quemepromete?¡Salve,tierradelasartesydelgenioclásico,ohRoma,quemellamasenlalejanía!¡Prontovolveréaverte!

Así llegaron losdosamigosaunsitioenqueelcaminosebifurcaba;Reinholdsiguióeldelaizquierda.

—¡Adiós!—dijoaFederico,abrazándole—.Adiós,amigo.Separémonos.¿Quiénsabesiseráparasiempre?

Reinhold montó en su caballo, lo espoleó, y sin volver la vista atrás dejó aFederico,quepermaneció largo ratoenaquelsitioclavados losojosen lacarreteradesierta, y volvió luego a casa con el corazón oprimido, agitado por sordospresentimientos,sintiendolasemejanzadelaseparaciónconlamuerte.

X

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Al cabo de un tiempo, maeseMartín, taciturno, daba la última mano al tonel delobispodeBamberg.Federico,conmovidoporlapartidadeReinhold,trabajabaasuladosinpronunciarunasolapalabra.Porfin,elmaestroarrojóelmartillo,cruzólosbrazosydijoamediavoz:

—Yano tenemos aReinhold; ha seguido el camino deConrado.Era un pintorcomohaypocos,peroteníalapretensióndeburlarme.¿Quiénadivinaríaunzorrotaldebajo de su aspecto tan franco? El pájaro ha abandonado el nido; que al menosFedericopermanezcafiel:valemuchoparaeltrabajoynoespretencioso.Quiénsabeloquepuedesuceder.Sillegarasaser,muchacho,unhábilmaestroeneloficio,ysisupierasagradaramiRosa…veríamos,veríamos…

Y al decir esto recogió el martillo y volvió a su tarea. Las palabras del viejotonelerohabíandespertadoenFedericounacálidaemociónquerecorríatodosuser,pero almismo tiempoun indefinible descorazonamiento le quitaba toda esperanza.Rosaquenohabíapuestolospieseneltallerdesdehacíamuchosdías,comparecióahora,conelrostrobañadodeunatristezamaldisimulada,conseñalesdelágrimasrecientes.

—Lacausadesullanto—sedijoFederico—eslapartidadeReinhold.Yestaidealepartíaelcorazón,yleimpedíaalimentaresperanzas.Entretantoel tonelgigante sehabía terminado,ydelantede suobrael tonelero

sentíarevivirlaalegríadeantaño.—Sí, hijo mío —dijo a Federico, golpeándole amistosamente la espalda— si

lograsconstruirunapiezaqueseasemejeaésta,ysiagradasaRosa,serásmiyerno,lo cual no te impedirá practicar el arte del canto y reunir así una excelente doblefama.

Comoseaquedetodaspartesllovíanencargosparasutaller,maeseMartínsevioobligado a reclutar dos nuevos oficiales de probada destreza, pero tocante a laconducta todos ellos eran unos verdaderos perdularios, bebedores y turbulentos engradomáximo.Enel tallerdel tonelero resonabanahorabromazosycanciones tangroserasqueRosahubodeabstenersedevolveraél.Federicosesentíaaislado.Alverla de paso algunas veces suspiraba, poniendo en lamuy amada unamirada defuegoconlaqueparecíadecir:

—YanoeslamismaRosadelosdíasdeReinhold,tanbuenayencantadora.Perolajovenbajabalosojosysuruborparecíacontestar:—SeñorFederico¿tienealgoquedecirme?Eranunosinstantesnomuyfrecuentesenqueelpobrejovenquedabasinvozy

como petrificado y Rosa desaparecía como el relampagueo sin malicia de ciertasnochesdeveranoquelosojosadmiranfugazmente.

MaeseMartínnocesabadeinstaraFedericoparaquesedispusieraaprepararlaobraquehabíade lograrle lacategoríademaestro.Habíaseleccionadoélmismolacantidad suficiente de tablones de roble sin venas ni nudos, que contabanmás decinco años al abrigo de la humedad o de la sequedad excesivas. Únicamente el

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anciano Valentín estaba autorizado para prestar ayuda a Federico. El pobremuchacho, ya hastiado de aquel oficio que le forzaba a codearse con los nuevoscompañeros de taller, se desanimaba, le faltaba la seguridad en la empresa, cuyofracasodisipatodassusilusionesdefelicidad.Unvagoinstintoquenopodíadefinirlerepetíasintreguaqueestabacondenadoasucumbirbajoelpesodesutarea,ydeprontosesentíaavergonzadodehabersesometidoaunalabormanualquerepugnabaalasdelicadezasdesualmadeartista.LadesgraciadeReinholdnoseborrabadesumemoria. Para substraerse a la obsesión dolorosa de sus temores, fingía de vez encuandounaindisposición.AbandonabaeltallerycorríaalaiglesiadeSanSebaldo,dondepermanecíaentregadohorasenterasalacontemplacióndelasobrasmaestrasdelcinceldelmaestroPedroFischer.

—¡Dios eterno!—exclamaba—. ¿No es la suma felicidad en la tierra imaginarcosastalesytenerensílafuerzaderealizarlas?

Ycuando,alsalirdeesoséxtasis,larealidadleamarrabaalasduelasylosarosdeltallerdeltonelero,cuandopensabaqueseríaRosaelpremiodeunmiserabletonelfabricadoconmásomenosingeniosidad,sentíaarderensusangreladesesperaciónytemíaperder lacabeza.Ensueños leaparecíaReinholdy leponíadelantemodelosinimitables,cuyarealizaciónhubierainmortalizadoaquienlosecharaenunmolde.EnesosmaravillososdibujoselmotivoinvariableeralafiguradeRosa,enelmarcode lasmás preciosas combinaciones de flores y de follaje, que parecían animarse,reverdecery florecer, y elmetal reflejaba comoun límpido espejo la imagende lajovenadorada;Federicoleteníalosbrazos,dándolelosnombresmáscariñosos,perocuandocreíatenerlaalalcancedelasmanos,elcuadroficticiosedisolvíacomounabruma.Al despertar, el pobre Federico detestabamás todavía su triste porvenir detonelero. Un día se le ocurrió ir a confiar sus cuitas al que fue su maestro, JuanHolzschuer.Encantadodeverdenuevoasualumnopredilecto,pusoadisposicióndeFederico su taller para cincelar una obra de pequeñas dimensiones, para la queFederico venía reuniendo desde hacía tiempo el oro y la plata. Con tal fervor seentregó a la obra, que llegó a abandonar casi por completo el taller del famosotonelero,ypasaronmesessinquesevolvieraahablardesuobramaestra,llamadaarivalizarconeltoneldelobispodeBamberg.Peroamanecióundía,ymaeseMartínle dio tanta prisa que, quieras queno, tuvoquemanejar denuevo la doladera y elmartillo. Ya en marcha la obra, quiso maese Martín examinar lo hecho pero seencendióencóleraalavistadelaspiezas.

—¿Qué es eso? —exclamaba—. ¡Vaya chapucería, mi pobre Federico! Ni unaprendiz de tres días tallaría lamadera de esemodo. ¿Quédiablo te hamovido lamanoparaecharaperder lamejormaderade roblequeyohaya tenidodesdehacemuchotiempo?¿Yeséstatuobramaestra…?

Federico no soportó los reproches exagerados del maestro. Echando lasherramientasalextremoopuestodeltaller,exclamó:

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—Bien, maestro, hemos concluido. ¡No; ni que me fuera la vida, ni que estosignificara mi hundimiento en la peor miseria, no trabajaré en ello un día más!Renuncioaestaprofesiónabominable,para lacualnohenacido. ¡Tambiényosoyartista!Tambiényoamoconpasión,condelirio,asuhija.Poramormeconformabaapasar por tan odiosa prueba.Ahora veo que hemalogradomi propia dicha y todaesperanza. Esto serámimuerte, peromoriré artista y dejaré algún recuerdo demiexistencia. Ahora mismo volveré a casa de mi digno maestro Juan Holzschuer, aquienenmalahoraabandoné.

EnlosojosdeltoneleroseencendieronunasllamasrojascuandooyóaFedericooponersecontalvivezaasusplanes.

—¡Ah!,¿tútambién?—exclamó—.¿Tambiéntúmeengañabas?¡Esmejorqueloconfieses,tunante!¡Fueradeaquí!¡Fuera!

Y,sindarletiempodesincerarse,leagarróporlasespaldasylearrojófueraentregrandesaplausosdeoficialesyaprendicesquehabíansidotestigosdelaescena.ElancianoValentín,juntandolasmanos,yconlafrentepensativa,dijoamediavoz:

—¡Yametemíayoqueenestemuchachohabíaalgoporencimadelascualidadesdeunobrerovulgar!

La señora Marta, tan encariñada con Federico, y los chicos, a quienes solíarepartirgolosinas,noseconsolabandesupartida.

XI

Eltallerdeltoneleroparecíamástristequenunca,ylosoficialesreciéncontratadosno hacían sino aumentar las preocupaciones delmaestro.Obligado a velar por losmenores detalles, maese Martín pasaba el día atosigado, y la noche turbado porinsomnioscrueles.

—¡Ah,Reinhold…!¡Ah,Federico…!—repetía—.¿Porquémehabéisengañadodeestemodo?Yonoexigíamásqueunosobreroslaboriososydehonestaconducta.

Se le veía agotado, y estuvo a punto varias veces de sacrificar su oficio yresignarsealanguidecerhastaperderlavida.

Unanocheestaba sentadodelantede su casa, engolfadoen tristes cavilaciones,cuando vio llegar al señor Paumgartner acompañado de JuanHolzschuer. Adivinóque iban a hablarle de Federico. Paumgartner empezó a deshacerse en loanzas deljovenartista,yambosacabaronencareciendoacualmáslasexcelentesfacultadesdeFederico,alcualaugurabanunbrillanteporvenir.Rogaronaltoneleroquedesistierade sus prejuicios y que no dejara de conceder lamano de su hija a un joven quedespuésde todoera capazdehacerladichosayhonrar a su suegro.El tonelero lesdejó hablar, y luego se quitó lentamente el gorro de piel y respondió con todatranquilidad:

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—Señoresmíos, su interéspor loque a esemozo se refiere es tangrande,quebienhedeperdonarlesalgo,siquieraparacorresponderalasolicitudconqueaboganpor él. Pero no puedo, en principio, renunciar a mis designios. En lo que alcasamientoatañe,nopodráhabernuncanadadecomúnentreFedericoymihija.

Comoapoyaraencadasílabaalformularestasafirmaciones,Rosaseprecipitóenlahabitación,pálida,temblorosa,ypusosobrelamesaunabotelladelfamosovinodeHochheimytresvasos.

—Entonces—repusoelseñorHolzschuer—¿hededejarqueesepobreFedericoseausente,comoensudesesperaciónharesuelto?Apesardetodo,veausted,queridomaestro,estalabordecincelquehallegadoatérminoenmitaller,delantedemí,ydígame, si seatreve,quenohayenelmuchacho lapastadeungranartista.Esunrecuerdodedespedidaqueleruegapermitaquedediqueasuhija,siella loacepta.Pero¡fíjesequéfinuradetrabajo!

YelseñorHolzschuersacódelbolsillounacopadeplatadeliciosamentelabrada,yeltonelero,quesepreciabadeserhombredebuengusto,sepusoaexaminarlaportodoslados.Erarealmenteunapequeñaobramaestra;larodeabanramosdevidyderosal, y de cada rosa abierta surgía una figurita de ángel, cincelada con graciaperfecta; el fondo interior, chapado de oro, tenía por ornamento otras figuritassemejantes, y cuando se vertía en ella un chorro de vino dorado, los ángelessonrientesparecíanagitarsecomoparasubiralasuperficie.

—Hedereconocerqueesunalaborexquisita—dijomaeseMartín—ymequedoconlacopa,supuestoqueFedericoacepteenbuenosducadoseldobledesuvalor.

Aldeciresto llenó lacopay lavaciódeunsorbo…yheaquíque lapuerta seabrió en aquel momento, y Federico, casi desfigurado por el sufrimiento y laslágrimasvertidas,apareció,inmóvil,enelumbraldelasala.Suactituderaladeunreoquesedisponeaescucharel fallo.FueRosaquienprimerosediocuentadesupresencia;dioungritodesgarradorycayócomomuertaensusbrazos.

Altonelerolehabíaresbaladodelosdedoslacopa,yponiendoenFedericounamirada impertérrita, comosihubieravistounaaparición,dijo, levantándose,con lavozconmovida:

—¡Rosa!Dime,Rosa,¿amasaFederico?—Másqueamivida—respondiólapobrecriaturaconlavozquebrada.—Pues bien—dijo el tonelero no sin esfuerzo—, yo te perdono, muchacho…

Abrazaatuprometida…¡Sí,sí,atuprometida!PaumgartneryelviejoHolzschuersemirabanestupefactos,yprosiguióelpadre

envozalta,perocomosihablaraconsigomismo:—¡Dios de los cielos, es así como debía llegar a cumplirse la profecía de la

abuela!¿Notenemosaquíenrealidadlimpiacasitaylosángelesdealasfulgurantes?…¿Yquéesestacopasinountonelenpequeño?Todosecumpleamaravilla,yaqueasímeesdadoconsentirsinforzarmivoluntad.¡Debíhaberlovistoantes!

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Fulminado por el gozo, Federico tuvo apenas la fuerza de estrechar másfuertementesobresucorazónalalindaRosa.

—Miqueridomaestro—exclamó, ya dueñode símismo—¿será cierto que sedignaaceptarmeporyernoymepermiteejercermiarte?

—Desdeluego—respondióelviejo—.Sehacumplidoenti laprediccióndelaabuela.Huelgayaelacabartuobrademaestría.

—No,queridomaestro—replicóFederico—.Permitidmequenorenuncieaella.Alcontrario;estoydispuestoaterminarmitoneldedoscargas,queofreceréaustedcomo testimoniode respetoa laprofesiónqueustedhace ilustreyvolveré luegoamiscrisoles.

—Este buen pensamiento te honra —dijo maese Martín con entusiasmo—Termina,pues, tuobramaestra.Eldíaque ledeselúltimomartillazo seráelde tuboda.

Federicoechóelrestoensuobra,yeltonelinmensoquesaliódesusmanosfueelpasmodetodoslosmaestrosdelgremio.

EltoneleroMartínllegabaalcolmodesujúbiloprofesional.Sefijóeldíadelaboda,y lapiezadeprueba,colmadadevinogenerosoyadornadadeguirnaldasdeflores,fuecolocadaenelumbraldelacasa.Losmaestrostoneleros,acompañadosdesus familiares y conducidos por el digno consejero Paumgartner, y los maestrosorfebressereunieronenbrillantecortejoparaasistiralaiglesiadeSanSebaldo.Alponerseenmarcha,un ruidodeherradurasyunosacordesdemúsica llegabana lacasa de maese Martín. Éste, corriendo al balcón, reconoció al señor Enrique deSpangenbergalladodeunjovenybrillantecaballero,conelaceroalcintoylatocaadornadadeplumasflotantesydepiedraspreciosas.Cabalgabacercadeljovenunadamadebellezaadmirable,ydetrásdeesostrespersonajesibaunnumerososéquitodecriadosvestidosdedistintoscolores.Cesarondetocarlosinstrumentosmúsicos,yelviejoSpangenberg,levantandolacabeza,exclamó:

—¡Eh!Noespor subodegaquepasopor aquí.Espor la bodade suhija. ¿Sedignarárecibirme,queridomaestro?

Algoconfusoporelrecuerdoqueevocabanestaspalabras,maeseMartínbajócontodalaprestezaquelepermitíansuspiernasyrecibiócongrandessaludosasunoblevisitante.Lahermosadamayelcaballeroseapearondesuscaballosyentraronenlacasa. Pero, apenas el honrado tonelero hubo puesto los ojos en el joven hidalgo,retrocediótrespasos,vacilando.

—¡Cielos!—exclamó,juntandolasmanos—.¡EsConrado!—Elmismo—dijoeljoven,sonriendo—.SoyConrado,suoficialdeotrosdías.

Perdone, querido maestro, cierta herida cuyo recuerdo no se ha borrado de micorazón.Aqueldíahubierapodidomatarle,porquemehabíatratadoconrigor.

El tonelero le aseguró que fue una suerte que la doladera no hiciera más querozarle la carne, y rogó luego a sus huéspedes que entraran en la sala, donde sehallaban reunidaspara laceremonia losnoviosy susamistades.Lapresenciade la

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belladamafuesaludadaconunmurmullodeadmiración.TodossedieroncuentadequeerapasmososuparecidoaRosa:hubierapodidotomárselasporgemelas.

Conrado se acercómuy galante a la hija del tonelero, y le habló con exquisitagraciaenestostérminos:

—Permita, querida joven, que Conrado participe hoy de su felicidad; dígnesedecirlequeolvida susbruscos arranquesdeotrosdías, yque losperdona comohahechosupadre.

YcomoRosanoacertaraacontestarymaeseMartínylosinvitadossemirabanaturdidos,elseñorSpangenbergtomólapalabraparaponerfinalasituación:

—¿No le parece un sueño? Sí, éste esmi hijo Conrado y ésta su encantadoranovia,cuyonombreesRosa,elmismodelalindahijademaeseMartín.¿Recuerda,queridomaestro,aqueldíaenqueconversandoconustedal ladodeunabotelladelmejor vino añejo, le pregunté si negaría lamanode suRosa a todos, incluso amihijo?Teníaparaellomisrazones.Esecasquivanoenloquecíaporella,hastaelpuntode queme obligó, para no desesperarle, a encargarme yo del asunto.Cuando, conintencióndecurarle,ledescribíelrecibimientoqueustedmehabíahecho,ylepintésurarocaprichoenrelaciónconelquedebíasersuyerno,miConradonohallómejorsoluciónquecolarseeneltallerdeustedparavermásdecercaaRosaconeldesigniodesubstraerlaelmejordíaasututela.Tuvoustedlasuertedequeungolpededuelaenlasespaldasrompieselasalasaaquelamor.Mefelicitodeello.Mihijo,paranoserdeltodoinfielasuprimerainclinación,sehaprendadodeunanobleherederaquelleva el nombre de Rosa, como la hija de usted, y además tiene con ella un granparecido.

EnestepuntolanoblejovenseacercóaRosa,lepusouncollardeperlasdegranvalor,ysacandodelsenounsaquitodefloresmarchitas:

—Tomeusted—ledijo—,ésteeselramoqueofrecióustedundíaaConradoyqueélhaguardadoconcariño.¿Nolemolestaráaustedquemelohayadado?Segúnmedijoesdelomáspreciadoqueposeía.

Laspálidasmejillasdelahijadeltonelerosetiñerondepúrpura.—¡Ah, noble dama—dijo a media voz—, es usted la única a quien el joven

hidalgodebíaamar!Estoyseguradeque laconocióantesdepensarenmí.Loquepudohacermemerecedoradesuatencióndurantecortotiempoerasolamentequeminombre era el mismo de usted, y que algunos demis rasgos eran parecidos a lossuyos.Eraelrecuerdodeustedloqueenmíbuscaba.Pero,noleguardorencor.

Aldisponerseelcortejoasalirde lacasadel toneleroMartín,unapuesto jovenque vestía con elegante soltura rico traje de corte italiano, se echó en brazos deFederico:

—¡Reinhold!¡MiReinhold!—exclamóelnovio,ylosdosamigosseabrazaron.Martínysuhijaparticipabandeestegozo.

—¿No te dije —exclamó el artista— que la dicha resurgiría al golpe de tumartillo?Llegoatiempodecompartircontigoeljúbiloytetraigomiregalodeboda.

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Comparecierondoscriados,ydescubrieronalosojosmaravilladosdelconcursouna pintura magnífica que representaba a maeseMartín con Reinhold, Federico yConradotrabajandoenel toneldestinadoalpríncipeobispodeBamberg,enelactodeaparecerRosaenmediodeellos.

—Heaquítuobramaestra—dijoFedericoconlasonrisaenloslabios—.Lamíaquedaabajo,colmadadevino.Perootraveréistodavíasitenéispaciencia.

—Meheenteradodetodo—repusoReinholdytejuzgomásdichosoqueyo.Séfiel a tu arte, que se avienemejor que el mío con la vida sosegada y los hábitossedentariosdeunabuenapareja. ¡Ladicha, amigomío,hadebuscarseúnicamenteporcaucesrazonables!

Enel festínnupcial,Federico se sentó entre lasdosRosas, y frente a élmaeseMartín, que tenía a sus lados a Conrado y Reinhold. A los postres, el consejeroPaumgartner llenó la copa de plata cincelada, obra de Federico, y bebió el primersorboenhonordemaeseMartínydesusanimososoficiales.Yluegolacopadiolavuelta entre los convidados, que festejaron hasta la aurora los ricos licores de laexcelentebodegadelmaestroentrelosmaestrostoneleros.

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LAPUERTATAPIADA

I

EnlasorillassolitariasdeunlagodelNorteseventodavíalasruinasdeunaantiguafincaquellevaelnombredeR…Unosáridosbrezaleslarodeanporentero;cierranelhorizonte por uno de sus lados las aguas tranquilas y profundas, y por el otro unbosquedepinosquecuentansiglosremedaenmediodelanieblaunosbrazosnegrosdeespectros.Uncielosiempreenlutadocobijacomoúnicosmoradoresunospájarosdefúnebreaspecto.Auncuartodehoradelcamino,cambiadeprontoladecoración:surge una aldea risueña en medio de unos prados salpicados de flores; y en unextremodeestaaldea,nolejosdelamanchaverdedeunbosquedealisoslosvecinosseñalan al viajero los cimientos de un castillo que uno de los señores de R…proyectaba levantar en aquel oasis la naturaleza pródiga. Quizá poco dispuesto acompartir con losmochuelos el caserón familiar, el barón Roderich de R… no sepreocupóde continuar la construcciónde lamansiónde recreo comenzadapor susantecesores.Sehabía limitadoa llevaracaboalguna reparaciónen lospuntosmáscastigados, para encastillarse en la antigua finca con un grupo de servidores, nomenostaciturnosqueél,ymatabaeltiemporecorriendoacaballolasorillasdellago;raramente se le veía en la aldea de sus vasallos, demanera que su nombre habíapasado a ser una especie de «coco» para asustar a los chicos. Había mandadodisponer por encima de la atalaya, una especie de azotea provista con todo elinstrumentaldeastronomíaconocidohastaaquellafecha,yallísepasabaavecesdíasy noches enteros, en compañía de un intendente, que compartía todas susextravagancias.

En la comarca le atribuían extensos conocimientos en artesmágicas, y algunosllegabana afirmarque lehabíanexpulsadodeCurlandiaporhabersepermitido sinrebosotenerrelacionesilícitasconelespíritumaligno.

Sentía Roderich por el caserón de los suyos un afecto supersticioso; pararestablecersuimportanciafeudalsedecidióaerigirloenmayorazgo.Pero,nisihijoHuberto,nielactualposeedordelaprimogenitura,quesellamabaRoderichcomosuabuelo, compartían las ideas de su pariente y habían arraigado en sus dominios deCurlandia,dondelavidaeramásllevaderaynotansombría.ElbarónRoderirchdabahospitalidadadoshermanasdesupadre,venerablesruinasdelamásrancianobleza.Lascocinasocupabanlaplantabaja;unaespeciedepalomardestartaladodabaabrigoaunmonterocasiinválido,quehacíalasvecesdeguardián,ylosservidoresrestanteshabitaban en la aldea con el señor intendente.Todos los años, a fines de otoño, elcastillosalíadelsilenciolúgubrequepesabasobreélcomounamortaja,yvibrabanlos viejos muros al ladrido de las jaurías. Las amistades del barón Roderich

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festejabanalegrementelascaceríasenqueselesponíanatirolobosyjabalíes.Hastaseis semanas se prolongaban las partidas, y durante este tiempo el mayorazgo seconvertía en posada pródiga para todos. De ningúnmodo descuidaba el Barón suseñorío y asesorado por el abogado V… administraba justicia a sus vasallos. Degeneraciónengeneración,lamismafamiliasehabíaencargadodelosasuntoslegalesdeR…

En el año 179…, el digno abogado, cuya cabeza entrecana contaba yamás desesentainviernos,medijoundíaconunasonrisasutilmenteirónica:

—Primo—yoera sobrino segundodel abogado,perome llamabaprimopor elhechodellevaramboselmismonombredepila—,mesientotentadoallevarteaR…ElvientoNorte,elgratofrescordelasaguasylasheladastempranascomunicaránatus órganos algo del vigor que necesitas para consolidar tu salud. Allá podrásprestarmemásdeunservicioenlaredaccióndelasactasquevanamontonándose,ytendrásparadistraerteloscotosdecaza.

Sabe Dios cómo me llenó de júbilo la proposición de mi tío-abuelo. Al díasiguientecorríamosenunaberlina,bienequipados,yconbuenosabrigosdepieles,através de una comarca cuyo carácter agreste se acentuaba cuanto más nosacercábamos al lado Norte, entre nieves y bosques de pinos interminables. Parahacerme el viajemás agradable,mi tíome contaba anécdotas de la vida del barónRoderich—el fundador del mayorazgo—. Sirviéndose de pintorescas figuras, meponía en el secreto de los hábitos y de las aventuras del viejo señor de R… y selamentabadequeesegustoporlavidaagrestellegaraaabsorbertodalainteligenciadel heredero actual, un joven que era antes de carácter más bien amable, y denaturaleza enclenque.Memanifestó, por lo demás, queme encontraríamuy amisanchasenelcastillo,yacabódescribiendolashabitacionesaambosdestinadas,quedabanporunladoalaantiguasaladelasaudienciasdelosseñoresdelcastilloyporelotroalahabitacióndelasdosdamasaqueantesmehereferido.

Era ya noche cerrada cuando llegamos al territorio de R…La aldea estaba defiesta; resonaba lamúsicaen lacasadel intendente, iluminadadearribaabajo,y laúnicaposadarebosabadegozososconvidados.Yvolvimosaemprenderelviajeporlacarreterayacasiintransitableacausadelanievequelacubría.Uncierzoheladorizabalasaguasdellagoyhacíacrujirelramajedelospinosconruidosiniestroylasiluetadelcaserón,conlosrastrillosechados,serecortabaennegroenmediodeunaespeciedemardeniebla.Reinabaenelinteriorunsilenciodemuerteynoasomabaniunrayodeluzalasventanas,quemásbienparecíantroneras.

—¡Ea!¡Franz!¡Franz!—gritabamitío-abuelo—.¡Levántate!Noscaeencimalanieveynosiríamuybienunbuenfuego.

Unperroguardiánfueelprimeroenresponderanuestrallamada,yhastaalcabodeunratonoseoyóningúnindiciodevidahumanaenelinterior;losreflejosdeunaantorcha agitaron las sombras, rechinaron pesadamente en la cerradura unas toscasllaves,yelviejoFranznosdirigióun:

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—¡Buenasnoches,señorletrado!¡Bienvenido!…Pero¡quétiempodeldemonio!Conunamalalibrea,queparecíabailarsobresucuerpomísero,malcalzado,nos

dabalabienvenidaunafiguradelasmáscómicas.Impresaensusarrugadasfaccionesse veía una sumisión embobada, y su oficioso recibimiento llegaba casi a hacerolvidarsufealdad.

—Midignoseñor—dijo—,nada tenemosapuntopararecibirausted;hielaenloscuartos,noestánpuestaslascamasy,además,elvientohacesonarsusesquilasdeLevante a Poniente a través de los cristales rotos. Ni con la lumbre encendida sepuedesoportar.

—Ytúviejopícaro—exclamómitío,sacudiendolanievedesuabrigodepieles—,¿nopodrías,yaqueereselguardiándeestacasa,velarporlareparacióndeloqueestéaveriado?Dices,tandesenvuelto,quemicuartoestáinhabitable.

—Casi, casi —respondió Franz, haciendo una reverencia hasta el suelo encorrespondenciaamiestornudo—.Elcuartodelseñorabogadoseencuentraaestashorassembradodeescombros.Hacetresdíasquesehundióelpavimentodelasaladeaudienciasaconsecuenciadeunasacudidaimponente.

Mi tío se disponía a lanzar una exclamación de asombro, pero se refrenó yvolviéndoseamíycalándosemáshondoelcasquetedepieldezorro:

—Primo —me dijo—, veremos de arreglarnos como se pueda. En principio,procuremosevitarlaspreguntasqueserefieranaestemalditocastillo,porqueseríancapaces de innovarnos cosas mil veces más desesperadoras. Veamos —insistiódirigiéndoseaFranz—.¿Nopodráhabilitarnosotrocuarto?

—Noshemosadelantadoaloqueelseñorpide—replicóconvivacidadelviejoservidor;yabriendoéllamarcha,nosllevó,porunaescalerilladecaracolaunalargagalería,iluminadaporunasolaantorchaqueprestabaformasfantásticasalosobjetosmáscomunes.

Alllegaralcabodelagalería,queseramificabaenmúltiplesángulos,nosguióatravés de varias salas, húmedas, sin unmueble, y abriendo una última puerta nosintrodujo en un salón, en cuya chimenea ardía un generoso fuego. La vista de lasllamasme confortaba, ymi tío paseaba alrededor unamirada en la que se agitabaalgoinquietante.

—¿Eséstalasalaqueenlosucesivohadeservirparalasrecepciones?Franz adelantó unos pasos hacia uno de los ángulos del salón, y a la luz de la

antorchaquellevaba,distinguísobrelaparedunrastroblanco,altoyancho,queporsusproporcionesparecíaunapuertatapiada.

Luego Franz se afanó en preparar lo que necesitábamos. Puso la mesa, muydiligente,ydespuésdeunacena reparadora,mi tíopreparóunponchecalientequebebido hasta la última gota había de proporcionarnos un largo y reposado sueño.Franz,unavezterminadosuservicioseretiródiscretamente.Laluzdedosvelasylasllamasqueseextinguíanenlachimeneaprodigabanlosmáscaprichososreflejosenla decoración gótica de la sala. Adornaban las paredes unos cuadros que

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representabancaceríasoescenasdeguerra,ylosparpadeosdelasllamasparecíandarmovimiento de vida a los personajes de aquellos cuadros. Noté unos retratos defamilia,detamañonatural,queseguramenteperpetuabanlosrasgosdelosmiembrosmás significados de la estirpe de los señores feudales de R… Las viejas arcas yarquimesasadosadasalasparedes,quelosañoshabíanpatinado,dabantodavíamáscarácter a la mancha blanca cuyo aspecto me había sorprendido. Sencillamente,supusequehabíaexistidoallíunapuertadecomunicación,quemástardehabíasidotapiada,sinquecuidaranadiededisimularaquellalabordealbañilechandoencimaunacapadepinturaquecorrespondieraconeldecoradodelasala.Bastanteocupadaestaba mi imaginación, y más que la realidad vivía unos sueños heterogéneos.Poblabaelcastillodeaparicionesporencimadelonatural,creándomeunambientedemiedo.Hastaquelacasualidadolaoportunidadquisieronque,echandomanoamibolsillo,dieraconunlibroqueeraenaquelentonceselinseparabledelajuventud—me refiero al «Visionario»—. Esta lectura estimuló con creces la actividad de miimaginación.Engolfadoenunmedioalucinantemotivadopor lasescenasqueenlalectura pasabanpormis ojos,mepareció oír unos pasos ágiles, que atravesaban lasala.Azuzandoeloídopercibounsordogemido,quecesadepronto,paravolverseaoír inmediatamente. Diríase que alguien escarba en el muro detrás de la manchablancaparecidaaunapuerta tapiada.Nohayduda,allídetrásestáencerradoalgúnmíseroviviente.Voyagolpearelsueloconelpieycesaráelruidoobienelcautivodará señales de vida… ¡Oh, terror! No cesan de escarbar con verdadera furia…Aparte de este ruido, todo permanece en silencio, la sangre parece helarse enmisvenasymeasedianlasideasmásincoherentes.Estoycomoclavadoenlasilla—nomeatrevoamoverme—cuandolagarramisteriosadejaporfindeescarbaryvuelvenaoírselospasos.Melevanto,comoimpulsadoporunresorte,ysinmásluzqueladeuna antorcha a punto de extinguirse, ando hacia el extremo de la habitación. Depronto siento una corriente de aire helado en lasmejillas, y en el mismo instanteasomalaLunapordetrásdelanube,yveoiluminarsetemblorosamenteelretratodeunhombreenpie,decararepulsiva,ymerodeanunasvoces,quenosoncomolasdelatierra,murmurandoestaspalabrasmuyparecidasalsollozo:

—¡Noadelantesunpasomás!¡Vasacaerenelabismodelmundoinvisible!Lasalaseestremececonelruidodeunapuertaquesecierraconviolenciayoigo

unospasosquecorrenalolargodelagalería,yluego,abajo,lasherradurasdeunoscaballosquehierenlasbaldosasdelpatio.Sehalevantadoelrastrillo…Salealguien,yapocovuelveaentrar…¿Esrealidadounsueñodemiespírituendelirio?Mientrasestoybregandoconmisdudas,oigoamitíoquesuspiraenelcuartoinmediato.¿Sehabrá despertado? Con el candelabro en la mano entro en su cuarto. Estabarevolviéndose contra la congoja de un sueño cruel; le estrecho la mano para quedespierte,ydaungritoahogado,peromereconoceenseguida.

—Gracias, primo—medice—.Tenía una terrible pesadilla, en la que figurabaeste aposento mezclado a unos viejos sucesos que en él he vivido. Pero ¡bah!…

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Volveréaprobarsimeduermo,yserámejor.Conestaspalabrassearropóbien,sesubióelembozohastacubrirselacara,yen

efectomeparecióqueconciliabanuevamenteel sueño.Pero, apenashubeapagadolascandelasymehubevueltoamiexiguacama,oíquemidignotíomurmurabaenvozbajaunasplegarias,ymaquinalmentehicecomoél.

Aldíasiguientenoslevantamosmuytempranoyentramosenfunciones.Haciaelmediodíanoshicimosanunciara lasdosdamas.Laantesalafuelarga.Unaancianajorobada con un vestido de seda de color de hoja seca nos acompañó a sushabitaciones.Lasdoscastellanasquevestíanalamodadeantaño,memirabanconunpasmotancómicoqueestuveapuntodeecharmeareírensusbarbas;peromitíoseapresuróadecirlesconsujovialidadhabitualqueyoeraunjovenversadoenLeyesque estaría de temporada en R…La faz de aquellas dos antiguallas femeninas sealargó de tal modo que hacía sospechar que no confiaban mucho en mi porvenirprofesional. En resumen la visita no me satisfizo gran cosa. Agitado por losincidentes queme habían ocurrido en la noche anterior, creía recordar a una brujadisfrazada de oropeles, como los que daban a las damas de R… un aspecto degonfalones.Sus figuras,macilentas, sus,ojillosbordeadosdeun rojode sangre, sunarizpuntiagudaysuacentogangoso,únicamentepodíanpertenecer lógicamenteaunosseresescapadosdeotromundo.

Llegó el ocaso de esta primera jornada. Sentados ambos en el cuarto de mipariente,conlaspiernascruzadas,ycalentándonoslospiesalamordelalumbre,mepreguntómitío,elexcelenteabogado:

—¿Qué diablo te tiene embrujado desde ayer? No te apetecen ni comida nibebida,yponesunacaraqueparecesunsepulturero…

Mecreíeneldeberdeconfesarle loquecausabamimalestar.Amedidaque lehablaba,laseriedaddesurostroibaenaumento.

—¡Qué rareza!—medijo—.Todo lo queme estás contando lo he visto yo ensueños lanochepasada.Hevistoun inquietante fantasmaqueentrabaen tucuarto,quesearrastrabahastalapuertatapiada,yquerascabaenellacontalfurorquesusdedosquedabandesgarrados;y luegobajóalpatio,mandóensillaruncaballode lacuadra,ylovolvióalestabloalpocorato.Hastaquenovolvíenmínologrévencerel íntimo horror que nace hasta de los más insignificantes tratos con el mundoinvisible.

Nomeatrevíaahacerciertaspreguntasalanciano.Yélmedijo:—¿Tendrás bastante valor para esperar a mi lado, con los ojos abiertos, la

próximavisitadelfantasma?Sinvacilaraceptélaidea.—Pues,bien,aguardemoslanoche—concluyó—.Tengofeenlabuenaintención

quemeimpulsaalucharcontraelgenioadversoaestecastillo.Seacualfuereeléxitodemipropósitoquieroqueparticipestútambiéndeloquepuedaacontecerparaquedes testimonio de ello, y espero con la ayuda de Dios quebrantar el hechizo que

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mantienealejadosdeestafincaalosherederosdeR…Sisucumbieraenlaempresamequedará,porlomenos,lasatisfaccióndeinmolarmeaestabuenaintención.Yencuantoa ti,primomío,ningúnpeligro teamenazaen loquesuceda.Elespíritudelmalnopodránadacontrati.

Franznosatendiócomoeldíaanterior.Nosregalóconunacenaexcelenteyunbuenjarrodeponche,yseretiróluego.Unavezsolosvimosenelcielolalunallenaen todo su esplendor; oíamos silbar el viento en torbellinos por encima de losbosques,ydeminutoenminuto lasvidrierasparecíandarquejas removidasensusmarcosdeplomo.Mitíohabíapuestosobrelamesasurelojderepetición.Aldarlasdoce…lapuertaseabrióconestrépito,yvolvieronaoírselospasosquerozabanelpavimento,comolanocheanterior.Mitíopalideció,pero,sincederalaflaqueza,selevantóysevolvióhaciaelladodedondeprocedíaelruido,conelbrazoizquierdoapoyadoenlacadera,yextendiendolamanoderechaenactitudheroica.Alrocedelospasossemezclabanahoraunossollozos,yluegoseoyórascarconfuerzacontralapuertatapiada.Mitíoseadelantóyllamóenvozalta:

—¡Daniel!¡Daniel!¿Quéhacesaestashoras?Respondió a la llamada un gran lamento, seguido de la caída de un cuerpo

pesado.—¡PidegraciaalpiedeltronodeDios!—exclamómitíoconunacentocadavez

másanimado—.YsielSeñornoteperdonasaldeestoslugaresdondenohaysitioparati.

Hubiera dicho que un gemido prolongado se perdía afuera mezclándose a losmurmullos del viento.Mi tío volvió pausadamente a su sillón cerca de la lumbre.Teníaunnoséquédeiluminado,conlosojoscentelleantescomoascuas,yconlasmanosjuntasy lamiradapuestaenalto,parecíaorar.Despuésdeunbrevesilenciomedijo:

—Ea,primo,¿quéteparecedetodoloquevasucediendo?Dominado por el terror y el respeto, me arrodillé ante el anciano y cubrí sus

manosdelágrimas.Mediounfuerteabrazoyañadió:—Ahoraadescansar.Seharestablecidolacalma.Y tenía razón;nadamás turbó lasnoches,yen losdíasque siguieronconseguí

volveraexperimentarloqueeslafrancaalegríaenlacualmásdeunavezpagabanlafiestalasancianasbaronesasconsusridiculeces,sibien,porlodemás,eranbastantebuenaspersonas.

A poco de instalarnos enR… llegó nadamenos que elmismo barónRoderichacompañadodesuesposa,yllegóconelloslaservidumbreprecisaparalaépocadelascacerías.Acudieronengrannúmerolosinvitadosyelcastilloparecíaadquirirunafisonomía festiva,muydiferentede sus trazas enel restodel año.ElBarónvinoasaludamos,contrariadoalparecerenlosprimerosmomentosacausadelcambiodecuartoaquehubieradeverseobligadoelseñorabogadodeV.Alponerlosojosenlapuerta tapiadasusemblantesepusosombríoysepasó lamanopor la frentecomo

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paraahuyentarunpenosorecuerdo.IncrepóseveramentealpobreFranzporquenoshabíadestinadounashabitaciones tandestartaladas,y rogóami tíoquemandaraydispusieradetodoelcastillo,comosiestuvieraensucasa.MedicuentadequelosmodalesdelBarónpara con su abogadono solamente eranmuycorteses, sinoqueibanentreveradosdeseñalesdeunrespetocasifilial,quepodíahacersuponerentreambos relacionesmás íntimas que las que apreciaba la gente.Amí no alcanzabanesas demostraciones de cordialidad; el Barónme trataba con creciente altanería, yestoy seguro que, a no ser por la intervención tutelar de mi pariente, nuestrodesacuerdosehabríatraducidoenalgunaescenadeacrimonia,yaúndeviolencia.

LaesposadelbarónRoderichdeR…mehabíacausadodesdebuenprincipiounaimpresiónquenodejabadecontribuiraqueyosoportaraconpaciencialasasperezasdel castellano. Serafina resultaba un delicioso contraste con sus dos ancianasparientas,queyaempezabanaacabarmelapaciencia.Subelleza,realzadaportodaslasseduccionespropiasde la juventud teníaunsellode idealidadsorprendente.Meparecióunángeldeluz,máspoderosoquecualquierexorcismoparaecharfueraalosgeniosmalignos que rondaban el castillo. La primera vez que la adorable criaturatuvo a bien dirigirme la palabra fue para preguntarme cómo me iba la sombríasoledad deR…Me sobrecogieron de talmanera el encanto de su voz y la celestemelancolíadesusojosdeensueño,quenohallémásrespuestaqueunosmonosílabosincoherentes.Debíparecerle elmás tímidoy elmás torpede los adolescentes.Lasviejas tías,convencidasdemiscortosalcances,sepropusieronencomendarmealasbondadesdeladama;lohicieronconunaoficiosidadtancargadadeorgullo,quenopudemenosquededicarlesalgunoscumplidosquerayabanensarcasmo.Desdeaqueldíavinoaunirsealapenaquemehacíasentirmiposicióndeinferioridad,elcalordeunapasión;pormuyconvencidoqueestuvieradelalocuradeunsentimientotal,meera imposibleresistirleyprontoseconvirtióenunaespeciededelirio.Durantemislargos insomnios llamaba a Serafina en los transportes de la desesperación. Unanochemitíodespertósobresaltadoaloírmismonólogosextravagantes.

—Primo,¿hasperdidoelseso?Siteagradatieneseldíaparasentirteenamorado—megritódesdesucama—.Lanocheesparadormir.

LoqueyotemíaeraquemitíohubieraoídoelnombredeSerafinaescapardemislabios,yquemeecharaunaseriareprimenda;perosuconductaenelcasofuedelomásreservadoydiscreto.Aldíasiguiente,cuandoentramosenlasaladondeestabanreunidostodosparalaaudienciadejusticia,dijoenvozalta:

—QuisieraDiosquetodosycadaunosepanvelarconprudenciasobresímismos.Y,comoyomesentaraasulado,seinclinóhaciamíyañadió:—Primo,procuraescribirsinquese turbeelpulsoparaqueyopuedadescifrar,

sinestropearmelavista,tusgarrapatosjudiciales.Mi tío se sentaba a lamesa a la derecha de la bellaBaronesa, y no dejaba de

despertarcelosenalgunosestapreferencia.Yo,segúnsepresentara laoportunidad,iba de un lado a otro entre el cuadro de convidados, que solía componerse de

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oficiales,delaguarniciónvecina,quenosponíanapruebaenlasproezasdelabebiday de la charla. Durante una cena, la casualidad me acercó a Serafina, de la quesiempremehabíamantenidoadistancia;yoacababadeofrecerelbrazoasudamadecompañíaparapasaralcomedor,cuandoalvolvernosparalossaludosderúbricamedicuenta, congrato sobresalto,dequeestabacercade laBaronesa.Conunadulcemiradamepermitióquemesentaraasulado,ydurantelacena,quedejécasiintacta,entréúnicamenteenconversaciónconladamadecompañía,perotodoloquesemeocurríadedelicadoydeamable sedirigíaa laBaronesayaella iban tambiénmismiradas.Despuésdelacena,alhacerSerafinaloshonoresdelasala,seacercóamí,ycomoelprimerdía,conlamismagraciosaafabilidad,mepreguntósilaestanciaenel castillome era agradable.Respondíle, lomejor que supe, que al principio aquelagreste lugarmehabíaparecidomásbien enojoso, pero el aspectohabía cambiadodesdelallegadadelseñorBarón;yque,sivalíamivoto,únicamentesuplicaríaquesemeexcusaradetomarparteenlaspartidasdecaza.

—Creo haber oído decir—observó la Baronesa— que es usted músico y queescribeversos.Amílasartesmeagradanconpasiónyhelogradoalgúnresultadoenelarpa;peroesunplacerdelquemeveoprivadaporqueamimaridoledesagradalamúsica.

Me apresuré a replicar que la señora Baronesa podría permitirse el gusto dededicarsealamúsicadurantelaslargaspartidasdecazadesumarido.Eraimposiblequeentreelmobiliariodelcastillonoseescondieraalgúninstrumentodemúsica.NolevalióalaseñoritaAdelaida,ladamadecompañía,jurarquenadierecordabaquejamás hubiera resonado en R… otra música que la de los cuernos de caza y losladridosdelasjaurías.YoinsistíaenmiideacuandoacertóapasarFranz.

—He aquí el último hombre, que yo sepa —exclamó la señorita Adelaida—,capazdedarunasoluciónatinadaalosasuntosmásembarazosos;desafíoaquienlehagapronunciarlapalabra:«imposible».

Lellamamos.ElbonachóndeFranz,despuésdehaberdadomilvueltasentrelosdedosasugorro,acabóporrecordarquelaesposadelseñorIntendente,quevivíaenlaaldeavecina,teníaunclaveconelqueenotrotiemposeacompañabaparacantarcon acento tan patético que al oírla no había quien no llorara como si se hubierafrotadolosojosconunacortezadecebolla.

—¡Unclave!¡Tendremosunclave!—exclamólaseñoritaAdelaida.—Sí —dijo Franz—, pero sufrió un percance; el organista de la aldea quiso

ensayarenéluncánticodesucomposiciónydislocóelinstrumento…—¡Diosmío!—exclamaronaunavozlaBaronesaysudama.—Demanera—continuóFranz—quefueprecisollevarelclavealaciudadpara

componerlo.—¿Pero,noestaráyareparado?—leinterrumpióconvivezalaseñoritaAdelaida.—Sinduda,nobleseñorita—replicóFranz—,ylaesposadelseñorIntendentese

verámuyhonrada,encantada.

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En estemomento elBarón se paraba delante del grupo, y pasó luego adelante,mientrasdecíaasuesposa:

—¿Qué hay, querida? Parece ser que el viejo Franz no desmiente su fama dehombrederecursos.

LaBaronesanohallórespuestayFranzpermanecíacomoclavadoenelsueloconlosbrazoscaídos.Lasviejas tías llegaronpocodespuésyse llevaronaSerafina; laseñoritaAdelaidalassiguió,yyonomemovídelsitio,soñandoenlafelizcasualidadquemehabíadeparadounaconversacióntangrata,yrenegandodelbarónRoderich,a quien sólo podía concebir como a un tirano brutal, indigno de una mujer tanadmirable.Allíme hubiera quedado plantado a no ser pormi tío, queme buscabahacíaun ratoymedijo, golpeándome la espalda, con subondadosavozy en todoamistoso:

—Primo,primo,notemanifiestestanasiduocercadelaBaronesa.Dejaparalosinsensatosquenotienenenquéocuparselapeligrosaprofesióndesuspirante.

Yo lehiceun largodiscursoparaprobarlequenomehabíapermitidonadaquepasaradeloslímitesdelodecoroso;peroélseencogiódehombros,atiborrólapipayempezóahablarde lapartidadecazadeldíaanterior.Unanochehubobaileenelcastillo. La señorita Adelaida había tenido la ocurrencia de reclutar una banda demúsicosambulantes.Mitío,amigodelacomodidad,seacostóalahoradetodoslosdías. Pero la juventud y el amor hacían que yo bendijera la ocasión del baileimprovisado.AcababadeacicalarmecuandoFranzllamóamipuerta,anunciándomequehabíantraídoelclavedelaseñoradelIntendenteenuntrineo,yquelaBaronesahabíamandadocolocarloensucuarto,dondemeesperabaconsudamadecompañía.Júzguese del estremecimiento de felicidad que circulaba en todo mi ser al oír lainvitación.Embriagadode amorydedeseos, corrí al ladodeSerafina.La señoritaAdelaidanocabíaensídegozo,perolaBaronesa,yavestidaparaelbaile,estabaenpie,másbiensilenciosayenactituddemelancolía,cercadelacajaqueencerrabaeltesorodeacordesqueenmicalidaddemúsicoydepoetayoteníaquedespertar.

—Teodoro —me dijo llamándome, como es costumbre en el Norte, por minombre de pila—, aquí tenemos el instrumento esperado. Dios quiera que cumplaustedloprometido.

Me acerqué al clave, pero apenas había levantado la tapa, se rompieronruidosamente varias cuerdas, y las enteras debían ser de tan mala calidad queúnicamentelograbanproducirunsonidoofensivoaloídomenosexigente.

—Aseguraría que el organista ha querido ensayar una vez más —exclamó ladamadecompañía,conunaalegrecarcajada.

PeroSerafinanocompartíasuhumorrisueño.—¡Fatalidad! —dijo a media voz—. ¡Está visto que aquí no podré nunca

procurarmeniunsoloplacer!Pero, rebuscando en la caja del clave, tuve la suerte de dar con un juego de

cuerdasderecambio.

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—¡Estamos salvados! —exclamé—. ¡Paciencia y ánimo! Ayúdenme; prontoestaráarreglado.

La Baronesa ayudó a la tarea con sus dedos delicados, mientras Adelaidadesenvolvía cada una de las cuerdas, a medida que yo iba indicándolas por losnúmerosdelclaveaquecorrespondían.Despuésdemásdeunadocenadepruebas,coronónuestraperseveranciaunéxitocompleto.Comoporencantoserestableciólaarmonía;faltabapocoparaqueelinstrumentoquedaseafinado,yestecelo,esteamoral arte ejerciéndose en común habían hecho desaparecer las distancias. La bellaBaronesa participaba ingenuamente de la dicha de un éxito prometedor de gratasdistracciones.Elclaveseconvirtióenalgocomounvínculoactivo;seborraronmitimidezymidesmañayquedóelamor,elamorquedominabatodomiser.Preludiéenelacariciadoinstrumentounadelastiernassinfoníasquetanpoéticamentepintanlaspasionesdelmundomeridional.Serafina,enpiedelantedemí,meescuchabacontodaelalma;mellegabanlosrayosdeluzdesusojosylosescalofríosqueagitabansu seno; volaba alrededor de mí su aliento como el beso de un ángel y mi almaascendía al empíreo. De pronto su semblante pareció inflamarse, sus labiosmurmuraron unas notas cadenciosas, olvidados de tiempo; mis dedos recorrían elinstrumento, y fui recordando nota por nota la melodía, en tanto que la voz deSerafinaprorrumpíaenmúsica,comounrepiquedecampanillasdecristal.

Eraunverdaderoalardededivinapoesía,unocéanodearmonías,enelcualseengolfabamicorazónrogandoaDiosquenosllevaraasureino…Alsalirdeléxtasis,medijoSerafina:

—Leagradezcolahoraqueledeboyquenoolvidaréjamás.Me tendió la mano, y yo caí de rodillas para besarla. Me parecía sentir la

cobracióndesusnervios;perolafiestalareclamabaydesapareció.Mitíomeacogióconexpresiónmásseveraquenunca.Noignorabalosdetalles

demientrevistaconlaBaronesa.—Muchotiento,primo—medijo—,porquetedeslizassobreunhieloquebradizo

queocultaunabismoinsondable.¡Queeldemoniosellevelamúsicasihadeservirteúnicamente para cometer necedades y sembrar la perturbación en la vida de unamujer inclinada a lo romántico!Mucho tiento, porque no haynada tan cerca de lamuertecomounenfermoquesecreesano.

—Pero,tío—ledije,dispuestoasincerarme—,¿mecreeríaustedcapazdesoñarsiquieraenabusardelabenevolenciadelaBaronesa?

—¡Qué fantoche eres!—exclamó él hiriendo el suelo con el pie—. ¡Si por unminutocreyeratalcosayatehabríaechadoventanaabajo!

LavueltadelBarónhabíacambiadoelaspectodelascircunstancias,ypormuchotiemponuestra tareaprofesionalnomepermitióacercarmeaSerafina.Peronuestrotratosereanudópocoapoco.Ladamadecompañíacumplióamenudoelencargodehacerme llegarmisivassecretasdepartedesuseñorayen las frecuentesausenciasdelBarónnosreuníamosalrededordelclave.Lapresenciadeladamadecompañía,

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cuyocaráctererabastanteadocenado,nos impedía,porotraparte, laposibilidaddeuna excursión hacia el país del sentimentalismo. Serafina abrigaba en su alma unfondodetristezaqueminabalentamentesuvida.

Unmediodía,noaparecióalamesa.LosconvidadosseapresuraronapreguntaralBarónsilaindisposicióndesuesposaeraonoinquietante.

—¡De ningún modo! —respondió el castellano—. El aire estimulante de estacomarca, sumado a la ronquera que puede resultar del abuso de las sesionesmusicalesdebenserlacausadesuindisposición;peroescosapasajera.

Aldecir estoelBarónmemiróde soslayoconexpresiónmuysignificativa.LaseñoritaAdelaidacomprendiólaalusiónhastaelpuntoderuborizarse.Nolevantólosojos,perosuposturaparecíaindicarmequeenlosucesivoseríaprecisotomarnuevasprecaucionesparanoexcitarloscelosdelBarón,delcualeradetemeralgunamalapartida. Se apoderó demi espíritu una viva ansiedad; no sabía qué decidir.El aireamenazador, revestido de sorna, del Barón, me irritaba más todavía porque miconciencia estaba tranquila; pero temía los arrebatos del Barón cerca de Serafina.¿Era aconsejable salir del castillo? Renunciar a Serafina me parecía un sacrificiosuperioramisfuerzas.Supequetodoelgrupoibaasalirparalacazadespuésdelacomida;yanunciéamitíoqueyoseríatambiéndelapartida.

—¡Enhorabuena!—me dijo el anciano—.Es un ejercicio propio de tu edad, ypuedesdesdeluegodisponerdemifusilydemicuchillodecaza.

Partimos. En el bosque vecino se señalaron los apostaderos para cercar a loslobos.Caíalanieveencoposespesos,ycuandoeldíaibahaciaelocasoseabatiólabrumaencimadetodo,demodoquenoseveíaningúnobjetoaseispasos.Yosentíamásfríoacadamomento,ybusquéabrigoenlomásfrondosodelbosque;despuésdeapoyareneltroncodeunpinomifusil,volvíamissueñosapropósitodeSerafina.Pero,heaquíquesuenanunosdisparossucesivos,depuestoenpuesto,yadiezpasosdelaespesuraenquebusquéabrigoveoplantadounloboenorme;apunto,disparo,me falla el tiro…yel lobocorrehaciamí;peronopierdo la serenidady reciboalanimalenfurecidosobrelapuntademicuchillodecaza,hundiéndoleelacerohastalaguarda.Acudeasusaullidosunodelosmonteros,repliégansehacianuestroladoloscazadores,yelBarónvienehaciaamiencuentro.

—¿Estáustedherido?—No,señor—lerespondo—;mimanohasidomáscerteraquelacarabina.Diossabeloselogiosquemevalióaquellaproeza.ElBarónseempeñabaenque

meapoyara en subrazopara lavuelta al castillo.Unmontero sehizocargodemifusil.EstasatencionesqueelseñordeR…meprodigabameconmovieronenelalma,ydesdeentoncesformédeélotrojuicio.Viqueerahombredebienyenérgico;peronopor ello logré dejar de pensar enSerafina.Convencidode que las distancias sehabíanacortado,concebílasmásaudacesesperanzas.Cuandoporlanoche,radiantede orgullo, conté a mi tío la aventura, se contentó con decirme compasivamente:«Diosdemuestrasupoderporlamanodelosdébiles».

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Hacía mucho rato que había sonado la hora de recogerse cuando, al cruzar lagaleríaparairamicuarto,semeponedelanteunafigurablanca,conunalamparitaenlamano.EralaseñoritaAdelaida.

—Buenasnoches,grancazadordelobos—medijosoltandolarisa—.¿Porquépaseaustedsinluznicompañía,comounespectroauténtico?

Al oír las últimas palabrasme estremecí de pies a cabeza, recordando las dosprimerasnochesdemiestanciaenelcastillo.Yellasediocuentadelaimpresión.

—Pero ¿qué le pasa?—exclamó, cogiéndome la mano—. Tiene la mano fríacomo elmármol. Venga conmigo a que le devuelva salud y vida. La Baronesa sedesviveaguardándole.

Sinresistencia,perotambiénsingozo,medejéllevar.Unafatalpreocupaciónmedominaba.Alvernosentrar,laBaronesaseadelantóunospasoshaciamíeinicióunaexclamación, que ahogó en su garganta antes de acabar, como herida por unasospechafatal.Lecogílamano,quenoretiróyselabesé;yelladijo:

—Teodoro,¿cómolehaocurridoirdecaza?¿Cómopuedemanejarlasarmasypuedematarlamanoquecreaunosacordesdetantadulzura?

Penetróhastamialmaeltimbredesuadoradavoz,senublaronmisojos,ynisécómosucedió,peroaldespertaralarealidadmeencontrésentadoalladodeSerafinaenelsofá,ylecontémiraraaventuradecaza.Alenterarsedelasatencionesdesumarido, que contrastaban acentuadamente con su envaramiento habitual, meinterrumpió,yconlavozmásamablequenuncamedijo:

—Teodoro, no conoce usted todavía al Barón; es aquí únicamente donde sutemplesemuestratanpocograto.Todaslasvecesquevienelepersigueunaideafija:queestecastillovienellamadoaserteatrodealgunacatástrofeterribleparanuestrafamiliayparasupropia tranquilidad.Seobstinaencreerqueunenemigo invisibleejercesobreestafincaunpoderqueseconvertiríatardeotempranoenunadesgraciainmensa.Cuéntansecosasextraordinariasdelhombrequeinstituyóestemayorazgo,ypuedo asegurar, por mi parte, que el castillo encierra un secreto de familia; lapavorosa tradición sehace realidad;un fantasma frecuenta el castilloy asedia a supropietariodemodoque todospermanecenaquípoco tiempo.Cadavezquevengoconmimaridovivoenunterrorcontinuo,ysóloalartedeusteddeboestavezalgúnalivio,quenosécómoagradecerledignamente.

Esta confidencia me dio ánimos y le conté a mi vez las aprensiones queexperimentaba;ocultándole lospormenoresdemasiadohorriblesviquesu rostrosecubría de una palidezmortal, y entendí que era preferible revelárselo todo a dejarrienda suelta a la imaginación. Cuando le refería lo de la garra misteriosa queescarbabadetrásdelapuertatapiada,Serafinaexclamó:

—¡Sí,sí,enesemuroseencierraelmisteriofatal!Yescondiendolacaraentrelasmanos,cayóenunaprofundareflexión.Hastaeste

puntonomedicuentadequeAdelaidasehabíaretirado.Niyoreferínadamás,niSerafina decía una sola palabra. Hice un esfuerzo para levantarme y acercarme al

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clave.Algunosacordesquedeélarranquélasacarondesuabatimiento;meescuchóapaciblemente mientras yo cantaba una tonada triste como nuestras almas, y viinundarsedelágrimassusojos.Mearrodilléasuspies,yellaseinclinóhaciamíyseunieronnuestros labiosenunbesoceleste; luegosealejódemisbrazos,yyaenelumbraldelcuartosevolvióymedijo:

—QueridoTeodoro,sutíoesunhombredigno,quehaactuadosiempre,creoyo,como protector de esta casa. ¡Dígale, se lo ruego, que rece todos los días pornosotros,paraqueDiosquieraguardarnosdetodomal!

Ladamadecompañíavolvíaaestarenlahabitación.YonosabíaquéresponderaSerafina; estaba tan conmovido, que seguramente hubiera dicho sandeces. LaBaronesametendiólamano.

—Hastalavista,queridoTeodoro—medijo—.Noolvidaréestanoche.Encontré ami tío durmiendo.Yo tenía los ojos llenos de lágrimas; el amor de

Serafinameoprimíadolorosamenteelcorazón,ymissollozosfueronalpocoratotanprecipitadosytanvehementes,quemiparientedespertó.

—Decididamente, primo, padeces de locura, diría yo. Hazme el favor de ir aacostarte,pero¡vivo!

Este vulgar apostrofe me devolvió, con algo de aspereza, a la vida real. Noquedabamásremedioqueobedecer.Unosinstantesdespuésoíuniryvenirdepasos,ruidodepuertas al abrirseo cerrarse,y luego rumordepasos en lagalería.Llamóalguienamipuerta.

—¿Quiénes?—preguntéconvozdepocosamigos.—SeñorLetrado—respondierondesdefuera—.¡Pronto!¡Levántese!EralavozdelviejoFranz.—¿Hayunincendio?—pregunté.Aloírlapalabraincendio,mitío,saliendodelsueñodiounbrincoysedispusoa

abrir.—¡Apresúrese, por Dios!—decía Franz—. El señor Barón le llama; la señora

Baronesaestágrave.Elpobreservidorteníalacaralívida.Acabábamosdeencenderunaantorcha.—¿Podríahablarinmediatamenteconusted,queridoV…?EralavozdelBarón.—¡Diablo!—exclamómitío—.¿Quévasahacer?—Verlaunavezmás,decirlequelaamo,ymorirluego—respondíconunavoz

quebradayprofunda.—Hubiera debido suponerlo—replicómi severo pariente, cerrando la puerta y

guardándoselallaveenelbolsillo.Enlaembriaguezdelacóleraquisehacersaltarlacerradura,pero,volviendoen

mí,alaideadelasconsecuenciasquepudieraacarrearmicorazonadaresolvíesperarconpacienciaquevolvieramitío,decididoporotraparteaescurrirme,costaraloquecostaraasíqueestuvieradevuelta.LeoíhablarconelBarónaciertadistancia,pero

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sinquepudieradistinguirelsentidodelaspalabras;enellassemezclabaminombre.La ansiedad se me hacía intolerable. Por fin, el Barón se alejó. Mi tío quedóestupefactoalhacersecargodemiestadodedelirio.

—¿Hamuerto?—gritéalverle—.Voyabajar;laveréahoramismoysiintentaimpedirlomelevantolatapadelossesosdelantedeusted.

Mitío,impasible,midiéndomeconunamiradafría,medijo:—¿Acasocreesquedoytantovaloratuvidayquelaamenazadequetevalesha

de impresionarme?Tú, ¿quépapel representas cercade la esposadelBarón? ¿Quéderecho tienesparaocuparunsitioenelcuartodeundifunto,cuyoumbral teestávedado,ahoramásquenunca,despuésdeturidículaconducta?

Sinconsuelo,aniquilado,medejécaersobreunsillón.—Ahora—prosiguiómitío—mecumpledecirtequeelpretendidoriesgodela

Baronesa no era más que una nadería. Has de saber que a la señorita Adelaidacualquier cosa le hace perder el tino, y entonces tienen que acudir las dos tíasancianasyprodigaralapobreSerafinasuscuidadosysuselixires;peroluegotodoacabaenundesmayooenunacrisisdenervios,queelBarónatribuyealosefectosdelamúsica.Ahora,pues,queestásalparecermástranquilo,voyafumarunapipa,con tu permiso, y después ni por todo el oro delmundo renunciaría a reanudar elsueño hasta el amanecer.Mira, primo—insistió, después de una pausa, y echandounadensabocanadadehumo—,teaconsejaríaquenotomesenseriolacategoríadehéroe que te están colgando, a raíz de tu aventura de la caza de lobos. Un pobrediablocomotúseexponeavecesamalostrances,cuandoporpuravanidadpretendesalirde suesfera.Recuerdoqueenmis tiemposdeestudiante tuveamistadconunjovendecaráctersencillo,apacibleysiempreigual.Elazarleenredóenunlancedehonor,yseportóconunafirmezaquedejóatodosestupefactos.Desgraciadamente,eléxitoylaadmiraciónquelerodearondehalagosdierondeprontounnuevosesgoasucarácter,yelquehabíasidosencilloyformalseconvirtióenuntipopendencieroyfanfarrón… Resumiendo, un día insultó a un camarada sólo por el gusto de labravata; pero le mataron como a una mosca. Si te cuento esta historia, primo, esúnicamenteparaocuparenalgoeltiempo;peropodríaserquellegadalaoportunidadteaprovechara.Yahora,aversilogramosdormirunpardehoras.Lapipaestávacíayelalbatodavíatardará.

Enestemomento,lavozdeFranznosanunciabaelestadodelaenferma.—LaseñoraBaronesaseharepuestodeltododelaindisposición,queatribuyea

unapesadilla.Aloírleibaasoltarunaexclamacióndejúbilo,perosellómislabiosunamirada

demitío-abuelo.—Perfectamente—dijo a Franz—. Es lo que esperaba para recobrar el sueño,

porqueamisañoselinsomnioesperjudicial.¡QueDiosnosguarde,yacabelanocheenpaz!

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Franzseretiró,ysibienseoíancantarlosgallosenlaaldeavecina,elabogadosearropódenuevohastalasnarices.

Muy de mañana bajé con paso silencioso para pedir a la señorita AdelaidanoticiasacercadelasaluddemiqueridaSerafina.PeroenelumbraldiconelBarón;midiendomicuerpodearribaabajoconunamiradapenetrantemepreguntóconvozahogada:

—¿Québuscaustedporaquí?Nome fue difícil frenar la emoción y sobreponiéndome contesté con bastante

aplomoquedeseabainformarmedelasaluddelaseñoraBaronesa,departedemitío.—Todo va bien—respondió fríamente el Barón—. Como otras veces, sólo ha

sidounataquedenervios.Estádescansando;yesperoquehoymismolaveremosenelcomedor.Dígaleesto.Puederetirarse.

El tono de la respuesta delataba impaciencia, como si el Barón estuviera másinquietodeloquedemostraba.Saludéeibaaretirarme,peroélmecogiódelbrazo,meechóunamirada,queyojuzguéfulminante,ydijo:

—Hedehablarle,joven.Eltonoqueimprimióasuspalabrasmemovíaenaquellosmomentosahacerlas

mástemiblessuposiciones.Meveíaenpresenciadeunmaridoquehabíaadivinadoloqueenmisafectossucedía,yquealparecersedisponíaaexigircuentarigurosadeloquepudieraofenderle.Miúnica armaerauncuchillitoprimorosamente labrado,regalodemitío;lopalpabaenelfondodelbolsillo.Eraunmomentosupremo,yunasensación de seguridad reaccionó en mí. Seguí al Barón, decidido, si las cosastomabanunsesgotrágico,avendercaramivida.Unavezensucuarto,elBaróncerrólapuertaconcautela,paseóvariasvecessuextensión,yacabóparándosedelantedemí,conlosbrazoscruzadossobreelpecho:

—Joven,hedehablarle—replicó.Puseeneltrancetodamienergíaycontesté:—Espero señor Barón, que lo que va a decirme no necesitará por mi parte

ningunaexigenciadereparación.ElBarónmemiró,comosinohubieracomprendidobien,bajólosojos,yvolvióa

pasearelcuartodeuncaboaotro,conlasmanosjuntasalaespalda.Levidescolgarsufusilyexaminarlacarga;bajolaaprensióndelpeligrosentíarderlasangre,yconlamanohundidaenelbolsilloabríamicuchillitoyadelantéunpasohaciaelBarón,afindequenopudieraapuntar.

—Bonitaarma—dijoél.Y dejó el fusil en un ángulo.Yo no sabía qué actitud tomar, cuando elBarón,

volviéndosehaciamí,mepusolamanoenelhombroymedijo:—Teodoro, esta mañana debo resultarle algo excéntrico. Efectivamente, las

congojasdeanochemehantrastornado.Lacrisisnerviosademimujernohasidoensímismainquietante,perohayenestecastillonomeexplicoquégeniofatídicoque

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ponecresponesdelutoentodoloqueunove.EslaprimeravezquelaBaronesaseencuentraenfermaaquí,ylaculpadeesascrisislatieneusted.

—Verdaderamente—dijeyocontodacalma—nomeexplico…—Quisiera—meinterrumpióél—queeseclave infernalsehubiera rotoenmil

pedazoselmismodíaqueentróenestacasa.Desdeelprimerdíadebíhabervigiladolo que aquí está pasando.Mi esposa es de complexión tan delicada que el menorexcesoenlassensacionespuedecausarlelamuerte.Yohabíahechoelpropósitodetraerlaconmigo,paraqueelclima tonificante juntocon losejerciciospropiosde lavida en el campo promovieran en ella una reacción favorable; pero usted parecehaberse propuesto enervarla más todavía con sus lánguidas melodías. Como si noestuvieraybastantepredispuestaporsuexaltadaimaginaciónaexperimentarpenosassacudidas,llegaustedyleasestaunrudogolperefiriendoensupresencianoséquéperegrinahistoriadealmasenpena.Loséporsu tío,demodoquenopuedeustednegarlo.Loquelepidoesquemerepitaloquepretendehabervisto.

ElgiroquehabíatomadolaconversaciónmetranquilizólobastanteparaquemefueradadoobedeceralasórdenesdelBarón.Lasúnicasinterrupcionesamidetalladorelatofueronalgunaqueotraexclamaciónque inmediatamentereprimía.Cuando ledescribí la escena del poderoso conjuro demi tío al fantasma invisible, levantó alcielolasmanosjuntasexclamando:

—Sí, él es genio tutelar de la familia, y cuandoDios le llame, quiero que susrestosreposencontodosloshonorescercadelosdemisantepasados.

Ynotandomisilencio,mecogiólamanoyprosiguió:—Joven,esustedquieninvoluntariamentehasidocausadelostrastornosdemi

esposa.Deustedlehadevenir,pues,lacuración.Sentíqueelrubormesubíaalacara.ElBarón,quemeobservaba,sonrióalver

miperplejidadyenuntonoquelindabaconlaironía,continuó:—Nosetratadeunaenfermapeligrosa;ylediréelservicioquepiensopedirle.

La Baronesa se encuentra bajo la influencia de la música, y suprimirla sería unacrueldad.Le autorizo, pues, a continuar, pero le exijo que cambie el génerode laspiezasqueejecuteparaella.Concierteunaseleccióngraduadadesonatas,cadavezmásenérgicas;combinehábilmenteloalegreyloserio;yantetodohábleleamenudodelaapariciónqueyaleharelatado.Quesefamiliariceconlaidea,yacabarápornodarleimportancia.Ustedmecomprende,¿noescierto?Confíoenquecumpliráustedexactamentemisdeseos.

Después de darme estas instrucciones se despidió de mí. En la confusión deverme juzgado como a un ser tan inofensivo, incapaz de despertar los celos de unhombre con mis asiduidades cerca de la mujer más hermosa que fuera posibleimaginar,serompíamisueñodeheroísmoymeencontrabaalniveldelniñoqueensusdiversionestomaenseriosucoronadepapeldorado.

Persuadidodequehabíahechounaescapatoria,mitíoesperabaconimpacienciamiregreso.

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—¿Dedóndevienes?—mepreguntóencuantomevio.—Vengo—ledijeserenamente—deconversarconelBarón.—¡Ay de nosotros! —dijo el digno abogado—. ¡Cuando te advertí que eso

acabaríamal!Lacarcajadaconquemitíoacompañólaafirmaciónmedabaunapruebapatente

dequeportodaspartesseburlabandemí.Sufríamucho,peromeguardémuybiendeexteriorizarlo.Teníatiempopordelanteparavengarmedelosquemedabantanpocaimportancia.LaBaronesaasistióalacomida.Sublanquísimovestidosehermanabaconlapalidezmatedesusmejillas.Sufisonomíairradiabacomonuncalamássuavenostalgia.Antesupresenciaelcorazónsemederretíaenelpecho.Yo,noobstante,adespechodesudivinabellezaexperimentabaalgodeadversohaciaella,algode lacólera que elBarónmehabía inspirado.Meparecía como si aquellos dos seres seconfabularan para abusar de mi credulidad. Me parecía ver traslucir en los ojosveladosdeSerafinaunnoséquédeirónico,ytodalaamabilidadconqueantesmehabíaacogidomedolíaahoracomounembusteodioso.Cuidémuybiendealejarmelo más posible de ella y me senté entre dos militares, con los cuales chocamosrepetidamentenuestrosvasoscolmados.Haciaelfindelacomida,uncamareromepusodelanteunabandejallenadealmendrasendulce,ymesusurróaloído:

—DepartedelaseñoritaAdelaida.Enlamayorleíestaspalabrastrazadasconlapuntadelcuchillo:—¿YSerafina?Sentíunacorrientedefuegoenlasvenas.MiréfurtivamenteaAdelaida,yellame

hizounaseñacomodiciendo:—¿SeolvidausteddebeberalasaluddeSerafina,señorbebedor?Inmediatamente acerqué el vaso a los labios, lo vacié de una vez, y al dejarlo

sobre la mesa me doy cuenta de que la bella Baronesa y yo hemos bebido en elmismo instante. Las miradas se cruzan; pasa una nube delante de mis ojos, y elresquemordemiingratitudmeremuerdeenelalma.YanotengoderechoadudardequeSerafinameama;midichaestáapuntodeconvertirseen locura.Peroheaquíque uno de los comensales se levanta, y como es costumbre en elNorte, proponebeberalasaluddelacastellana.Noséquédespechobulleenmicerebro;levantoelvasoymequedorígidoe inmóvil.Fueronunos instantesdefascinaciónenquemeparecióqueibaacaeralospiesdelaamada.

—¡Ea!¿Quéesperausted,amigo?—meadviertemivecino.Estaspalabrasrompenelhechizo;misojosvuelvenaverclaramentelosobjetos.

PeroSerafinahadesaparecido.Alsalirdelcomedormiembriaguezsehabíahechotanimperiosaquemesentía

impulsadoasalirdelcastillo,ysinhacercasodelostorbellinosdelhuracánnidelanieve que caía en espesos copos,me eché a correr entre lasmatas que bordean ellago.Gritabacontodasmisfuerzas:

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—¡Cómohacebailareldiabloalnecioquepretendíacogerelfrutovedadoeneljardíndel amor…!Ycorríahastaperder el aliento.SabeDiosdóndehubiera idoaparar si una voz conocida, que me llamaba por mi nombre en el bosque no mehubieraretenido.EraladeljefeforestaldeR…

—¿Cómoleva,queridoseñorTeodoro?¿Aquédiablosviene,hundiendolospiesenlanieveyexponiéndoseapillarunenfriamientomortal?Lehebuscadoportodoslados;elseñorabogadoleestáaguardandoenelcastillohacedoshoraslargas.

Vuelto a las sendas del sentido común al recuerdo de mi tío, seguí como unautómataalguíaqueélhabíamandadosalirenmibusca.

Encontréami tíoenlasaladeaudiencias,yaocupadoensusgravesfunciones.Esperaba que iba a reprenderme, pero él, siempre bondadoso, dio muestras de lamayorindulgencia:

—Primo—medijo, sonriendo—,has hechomuy santamentepaseando el vino,pero en lo sucesivo ten más juicio, que no es edad la tuya para permitirte talescalaveradas.

Viendo que no le respondía y que, semejante a un escolar que ha incurrido enalgunafalta,procurabadesviarledesutema,poniéndomealtrabajo.

—Cuéntamealmenos—insistiómitío—loquehasucedidoentreelBarónytú.Leconfesésinreservaslosucedido.—Muybien—meinterrumpióél,yaenteradodeloquedeseaba—;¡ahíesnada

lamisiónqueelBarónteconfía!Ysuertetienedequesalgamosmañanadeaquí.Aestaspalabrasmeparecióqueibaacaerme.Peroaldíasiguientemitíocumplía

loqueacababadeafirmar,ydesdeentoncesnohevistonuncamásaSerafina.Pocosdíasdespuésdelasalidadelcastillo,eldignoabogadosufrióunosaccesos

degotamuyviolentos.Eldolorleconvirtióenunhombremalhumoradoytaciturno;apesardetodasmissolicitudesydelosauxiliosdelamedicina,laenfermedadfuedemal en peor. Una mañana me mandó llamar con urgencia. Acababa de sufrir unataquemás grave que los anteriores, en el que había llegado casi a lamuerte. Leencontré en cama, apretando en la mano una carta; reconocí la escritura delintendente de los dominios de R… Pero, mi dolor era tan grande, que vencíacualquiera curiosidad.Temblaba creyendovermorir a aquel ancianodemi sangre,tan querido y queme había dado pruebas de tan sincero afecto. Por fin, tras unashorasdeangustia,pudomáslavida:elpulsovolvióalatirylarobustezdelancianovencióalasasechanzasdelamuerte.Pocoapocosealejóelpeligro,peromitíopasóunos meses todavía sin moverse apenas, confinado en su cama de enfermo. Lasacudidahabíaquebrantadodetalmanerasusalud,quesevioforzadoaabandonarsusfuncionesdeadministradordejusticia.DesaparecieronmisesperanzasdevolveraR…Elpobreenfermonotolerabaotroscuidadosquelosmíosyparadescansardelos sufrimientos no conocía mayor consuelo que el conversar conmigo. NuncahablabadenuestraestanciaenR…,niyomeatrevíaarecordársela.Cuandoacostadecuidadosydelargosdesveloshubelogradodevolveramitíounasaludaparente,

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despertóenmicorazónelrecuerdodeSerafina,rodeadodeunencantomáspoderosoquenunca.

Un día, al abrir una carpeta que había usado durante mi estancia en R…, sedeslizó de ella algo blanco: era un lazo de seda que ataba unmechón de pelo deSerafina;alexaminarestaprendadeunafectoqueelhadohabíarotoapenasnacido,viunamancharojizaenellazo.

¿Era sangre? Y, si tal era, ¿no presagiaba algún acontecimiento trágico? Miimaginación se entregó a las suposiciones más infaustas pero yo no disponía deningúnmedioniparacomprobarmissospechasniparaponerlestérmino.

Entretantomitío-abuelorecobrabalasfuerzaspasoapaso,conelbuentiempo.En una noche tibia le había llevado a pasear bajo los olorosos tilos de nuestro

jardín.Élteníaelhumorrisueño.—Primo —me dijo—, mi fortaleza es todavía bastante firme, pero no he de

engañarme acerca del mañana: esta recuperación de salud es parecida a los vivosdestellos de una lámpara que va a extinguirse.Antes de entrar en el sueñoúltimo,cuyainminenciasiento,debosaldarcontigounadeuda.BienteacuerdasdenuestratemporadaenR…Pesasobrelosseñoresdelcastillounahistoriademisterio,enlaque estuviste a punto de vertemezclado por tu falta de prudencia…Ahora que elpeligro ha pasado, óyeme: antes que lamuerte nos separe quiero revelarte hechosextraños,decuyoconocimientotalvezsaquesprovechoconeltiempo.

Yheaquíloquemecontómitío,hablandodesímismoentercerapersona.

II

Durante una noche borrascosa del año 176…, los habitantes del castillo de R…despertaronsobresaltadosporunasacudidasemejantealterremoto.Losservidoresdela sombría finca reconocieron con pavor todas las dependencias, para averiguar larazóndeaquelfenómeno,peronopudieronhallarningúnvestigiodedestrucción,ylaantigua residencia de la familia deR…volvió a su calma secular. PeroDaniel, elviejomayordomo,elúnicoquesubióalasaladelosCaballeros,adondeseretirabatodas lasnocheselbaróndeR…despuésdesus trabajosdealquimia,a losqueseentregaba con fervor, quedó aterrorizado a la vista de un lamentable espectáculo;entrelapuertadelcuartodeDoderichyladeotrocuarto,habíaunatercerapuertaquedabasalidaaloaltodelatorrecilla,yallíteníaelseñordeR…supabellónparalosexperimentosquehemosdicho.

AlabrirDanielestapuertaunaráfagadevientoapagólaantorchaquellevabaenlamano;unosladrillossedesprendierondelmuroyconunrumorbroncocayeronalabismo.ADanielleflaquearonlaspiernasycayóderodillasexclamando:

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—¡Misericordia! ¡Nuestro buen señor ha perecido de muerte terrible! Losdesolados servidores volvieron a poco llevando en brazos el cuerpo exánime, lovistieronconsusmejoresgalasylopusieronenlacapillaardienteerigidaenelcentrode la sala de los Caballeros. Del examen sobre el terreno resultó que la bóvedasuperior de la torre se había hundido interiormente; el peso de las piedras queformaban la clave había roto el pavimento, las vigas arrastradas en elderrumbamientoderrocaronbajosupesounapartedeparedmedianera,yatravesaronlasplantas interiores,demodoquealabriren laobscuridad lapuertadelsalónerainevitable que quien pretendiera poner el pie en la torre se abismara a unaprofundidaddemásdecienpies.

El viejo barón Roderich había presagiado la fecha de su muerte y lo habíaanunciado a su hijo primogénito,Wolfgang, al cual pasaba el mayorazgo de R…RecibidoenVienaelmensajedesupadre,eljovenhidalgosehabíapuestoencaminosindemora,yalallegadaviocruelmenteconfirmadoaquelanuncioycayócasisinsentidoalladodellechomortuorio:

— ¡Pobre padre!—exclamó con voz quebrada por los sollozos, tras una largapausadesilenciosaimpotenciaydedesesperación—.¡Pobrepadre!¡Elestudiodelosmisteriosdeluniversonohapodidodartelacienciaqueprolongalavida!

Yacelebradoslosfuneralesdelviejocastellano,eljovenbarónquisoqueDaniellecontara losdetallesdelhundimientode la torre,ycomoelmayordomosolicitarasusórdenesparallevaracabolasreparaciones:

—¡Nunca!—habíadichoWolfgang—.¿Amíquémeimportaestaviejamoradadondemipadregastabaenobrasdemagialostesorosaqueyoteníaderechocomoheredero? Yo no creo que la bóveda de la torre viniera abajo por efecto de unaccidente ordinario; mi padre ha perecido víctima de la explosión de sus crisolesmalditos en los que disolvía mi fortuna. No saldrá de mi bolsa ni un florín parareponersiquieraunapiedraaestetristecaserón.Prefieroqueacabendeconstruirelpabellónderecreoqueempezóalevantarenelvalleunodemisantepasados.

—Pero—observóDaniel—¿quévaaserdelosantiguosy lealesservidoresdeque es albergue esta finca? ¿Habremos de verles mendigando el pan de lamisericordia?

—Y a mí ¿qué? —replicó el heredero—. ¿De qué me servirán todos esosvejestorios?Encambio,daréacadaunodeellosunagratificaciónproporcionadaaltiempoquehayanduradosusservicios.

—¡Aydemí!—selamentabaDaniel,elmayordomo—.¡Vermedespedidoamisañosdelacasadondeesperabaquemishuesosreposaríanenpaz!

—¡Perromaldito!—rugióWolfgang levantando el puño contra él—.Hipócritacondenado, ¿qué favores esperas de mí? ¿Crees engañarme, después de habersecundadoamipadreenlossortilegiosquetragabandíatrasdíalomássaneadodemi patrimonio, y después de haber instado el corazón de un viejo a todas lasextravaganciasdelacodicia?¿Nomereceríasquetemataraapalos?

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ElmiedodeDanielllegóalcolmoysearrastróparahumillarsealospiesdesunuevoseñor,elcuallehizorodaralsuelosincompasióndeunaviolentapatada.Elmíseromayordomoahogóungritoenlagargantacomounafieraheridademuerte,yse levantóaduraspenas,echandounamiradadesoslayo,cargadadeodioyseddevenganza,ysinrecogersiquieraunbolsodemonedasdeoroqueelbarónWolfganghabíadejadocaer,comoparaaliviodelosmalostratosimpuestosasuservidor.

El nuevo propietario de R… creyó conveniente, como primera providencia,compulsarelestadodelasrentasenelmayorazgoconlaayudadesuabogadoV…,mitío-abuelo.Terminadoesteexamen,quesellevóacaboconminuciosocuidado,elabogadoquedóconvencidodequeelviejobarónRoderichnopodíahabergastadoeltotal de las rentas anuales de su dominio; y como entre sus papeles únicamente sehabían hallado unos valores insignificantes en letras de cambio, resultaba evidenteque el numerario debía de estar oculto en algún sitio, del cual sin duda poseía elsecreto elmayordomoDaniel, confidente del difunto. El barónWolfgang contó alabogadolaescenaviolentaenmediodelacualhabíadescargadounosgolpessobreDaniel, y le expuso su temor de que éste, para vengarse, se negara a descubrir elescondrijo en que probablemente estaban los ducados. El señor abogado, comohombredebuensentidoylegistaderecursos,hábilenhacercantarlapalinodiaalagente, aconsejó tranquilidad a Wolfgang, y le declaró que él se encargaba deinterrogar a Daniel. A los primeros tientos respondió Daniel con una sonrisasardónica:

—Por Dios, señor administrador de justicia, no crea que voy a hacer ningúnmisteriodelparaderodeunosmiserables escudos.Buenacopiode ellos encontraráustedenunacuevaquelindaconeldormitoriodemipobreseñor.Ysileinteresaelresto—añadióconluminososreflejosdecolordesangreenlosojos—seríaprecisobuscarlosentrelosderribosdelatorre.¡Apuestocualquiercosaaquesepodríasacardeallíorobastanteparacomprarunaprovincia!

Siguiendoestasinstrucciones,seexcavóysalióalaluzunarcagrandedehierro,colmadadepiezasdeoroydeplata,yunpergaminoenrolladodebajodelatapaenqueconstaban,depuñoyletradelviejobarón,lassiguientespalabras:«Despuésdemimuerte, elherederodelmayorazgodeR…retirarádeeste fondo lacantidaddecientocincuentamilducados,yesmiúltimavoluntadquelosempleeparaconstruiren el ángulo occidental de este castillo, y para reemplazar a la torre que hallaráderruida,unfaroquedeberáencendersetodaslasnochesparailuminaralosviajerosdellago».

Iba firmado este original testamento con el nombre y las armas de Roderich,baróndeR…,yllevabalafechadelanochedeSanMiguelde176…

Unavezverificadoelrecuentodelosducados,WolfgangsevolvióaDaniel:—Hassidounfielservidor—ledijo—ymeduelehabertetratadoconviolencia,

sin razón ninguna. Para resarcirte, te deseo que sigas aquí en tus funciones demayordomo. Se dará cumplimiento al deseo de que tus huesos reposen en este

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castillo;pero,antesqueestosuceda,sabequesiemprequetehagafaltadineropuedesbajartealacuevaysacarloamanosllenas.

Unroncogemidofue laúnicarespuestadeDaniel.Elabogadoseestremecióaloíreltonoexcepcionaldeestavozqueparecíasollozarenunalenguainfernal:

—Noquieroparanadatuoro.Estusangreloquequiero.Wolfgang,deslumbradoalavistadeaquelmontónderiquezaqueresbalabaentre

susdedos,nohabíaobservadolaexpresiónequívocadeDanielalencorvarse,conelacobardamiento de un perro apaleado, para besar lamano de su señor y darle lasgraciasporsusbondades.

CerróelarcaWolfgang,yguardándoselallaveenelbolsillosaliódelacueva.—¿Sería muy difícil —dijo a Daniel con la frente sombría—, descubrir los

tesorosenterradosenlasruinasdelatorre?Mudo,Danielabriólapuertaquesalíaalatorre;apenasabierta,untorbellinode

vientoproyectóenlasalaunaesteladenieve,yselevantódelabismounmochueloque después de algunos vuelos circulares volvió a sumergirse en él, amedrentado,dando unos gritos lúgubres. El Barón se adelantó hasta el borde del abismo, y nopudoreprimirunestremecimientoal sondearcon losojossunegraprofundidad.Elabogado, temiendo los efectos del vértigo, obligó a Wolfgang a que retrocediera,mientrasDanielcerrabaatodaprisalapuertafatalyselamentaba:

—¡Así es!… Allí yacen enterrados, a pedazos, los instrumentos de la elevadacienciademihonradoseñor,objetosdegranprecio.

—¡Pero tú me hablabas —observó el Barón— de tesoros en monedas, decantidadesconsiderables!

—¡Oh!—replicóDaniel—loquequisedeciresquelostelescopios,lasretortas,loscírculosyloscrisolesdebieroncostarleundineral…Nosénadamás.

Ynadamáspudosacarsedelmayordomo.El barónWolfgang gozaba de tener a su disposición el dinero suficiente para

atender a los gastos de la nueva edificación, a la que deseaba dar cumplimiento.Llamóaunarquitectodefamaparadiseñarlosplanosaelegir;peronosedecidíaporningunoyoptópordibujarélmismounbocetodelaelegantemorada.Porlodemás,no le dolieron prendas, y pagaba liberalmente a los obreros encargados de laedificación.

Danielparecíaolvidarsusresquemores,yseportabaconelBarónconunrespetoyunadiscreciónevidentes.

Untiempodespuésdeestosacontecimientos,lavidaapacibledelosmoradoresdeR…fueturbadaporlapresenciadeunnuevopersonaje,Huberto,elhermanomenorde Wolfgang. Su inesperada visita causó una impresión singular al titular delmayorazgo;mantuvoadistanciaasuhermanoensusefusiones,ylellevósinningunaamabilidadauncuarto,enelquepermanecieronencerradosunashoras.Despuésdeuna larga entrevista salió Huberto visiblemente consternado, y montó a caballo,dispuestoapartir.ElabogadoV…,enlaconfianzadequeelacercamientonopodía

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menos de restablecer la concordia entre los dos hermanos, demasiado tiempodivididospor lasdisensiones familiares, rogóaHubertoqueprolongarasuestanciaunashorasalmenos,yWolfganguniósusruegosalosdelabogado.

—Espero—dijoasuhermano—quecederásdentrodepocoalareflexión.Pareció que estas palabras calmaban la agitación de Huberto, que optó por

quedarseenelcastillo.AlanochecersubiómitíoalcuartodeWolfgangparaconsultarleapropósitode

undetalledeordenadministrativorelativoalmayorazgo.Dominadoporunaviolentaansiedad, recorriendo el cuarto a largos pasos, Wolfgang parecía presa de unaobsesión.

—Mihermano—dijo—hallegadohacepocoymehadadonuevaspruebasdelaaversión,originadaporasuntosdefamilia,quemeprofesadesdehaceaños.Hubertomeodiaporquesoyrico,yélhadevoradocomounverdaderopródigocasi todasufortuna.Meacosacomosifuerayoelresponsabledesuslocuras,peronopuedoniquierodesprendermeenlomásmínimodelasrentasdelmayorazgo,aunque,comobuenhermano,consentiríaencederlelamitadquemepertenecedeunvastodominioque mi padre poseía en Curlandia. Este sacrificio permitiría a mi hermano hacerfrentealasdeudasquehacontraído,ysacardelaescasezasumujerysushijos,queactualmente sufren las consecuencias de su imprevisión y sus desórdenes. Pero,figúrate,mi queridoV…, que este pródigo singular ha descubierto, no sé con quésortilegios, la existencia del arca que encierra los ciento cincuentamil ducados, ypretendeobligarmeaque leceda lamitad. ¡Unrayomepartaantesqueceder;ysiacasoélmeditaalgunamalapartidacontramí,queDiosmeguardeyhagafracasarsusintenciones!

NoperdonómedioselabogadoparapresentaraWolfganglavistadesuhermanobajounaspectomenosodioso.PorfinelBarónleconfióelencargodenegociarunatransacción con Huberto, y el abogado puso en esta misión un celo ilimitado.Huberto, acosado por la necesidad apremiante de dinero, aceptó las ofertas deWolfgang,peroexigiódoscondiciones:laprimera,queWolfgangañadiríaasupartede la herencia un suplemento de cuatro mil ducados, destinados a calmar lasinstancias de los acreedores más encarnizados; la segunda, que le sería permitidoprolongarporalgunosdíaslaestanciaenR…alladodesuqueridohermano.

AestaúltimapeticiónrespondióWolfgangconvivezaquenopodíaacceder,tantomáscuantoquesumujerestabaapuntode llegaralcastillo; tocantea ladonación,prometióaHubertodosmilpiezasdeoro.Aloír elmensajedelabogado,Hubertofrunciólascejas.

—Reflexionaré—dijo—,pero,provisionalmente,meheinstaladoaquíydeaquínomemuevo.

Elabogadoagotósus recursosparadisuadirledesuresistenciaa losdeseosdelBarón. Huberto no sabía resignarse a ver el mayorazgo enmanos de un hermanoprivilegiado gracias a los derechos de primogenitura. La ley se le antojaba

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soberanamente injusta, y más dura de soportar que una injuria la generosidad deWolfgang.

—¡Así, pues—exclamó—, mi hermano me trata como a un mendigo! No loolvidaréjamás;yesperoqueabriráprontolosojosalasconsecuenciasdesumododeprocederparaconmigo.

Cumpliendo lo dicho, Huberto se instaló en una de las alas del viejo caserón.Salíadecaza,acompañadoalgunasvecesdeDaniel,elúnicodelosmoradorescuyotrato parecía convenirle. En retiro casi absoluto, evitaba sobre todo los encuentroscon su hermano. No tardó el abogado en concebir sospechas y desconfiar de laexistencia misteriosa de Huberto. Éste entró una mañana en su habitación paraanunciarlequesuspuntosdevistahabíancambiado,yestabadispuestoaabandonarR…parasiempre,contaldequeleabonaranalpuntolasdosmilmonedasdeoro.Segúndijo,partiríaaldíasiguienteporlanoche.SaldríaacaballoparalaciudaddeK…, en la que pensaba establecer su morada, y pediría que le fuera librada lacantidad convenida por medio de una letra de cambio dirigida al banquero IsaacLazarusdeaquellaciudad.LanoticiacausógransatisfacciónaWolfgang.

—Miqueridohermano—dijomientrasfirmabalosdocumentospertinentes—haabandonadosusenojosasdisposicioneshaciamí.Porfinserestableceentrenosotroslabuenaarmonía,o,porlomenos,supresenciadejarádeperturbarestecastillo.

AlanochesiguienteelabogadoV…despertósobresaltado;seoíaungemido,unalamentación.Unavezincorporadoaguzóeloído;perotodopermanecíaensilenciosacalma.Sedecidióacreerquehabíatenidounapesadilla,yparaapaciguarelánimosaltódelacamayseacercóalaventana.Alcabodeunosminutosderespirarelairefrescodelanoche,vioabrirseelpesadoportalón,yoyórechinarsusgoznes.Daniel,el mayordomo, provisto de una linterna sorda, sacaba de las cuadras un caballoensilladoylollevabaalpatio.Otrohombre,envueltoensuabrigodepieleshastalosojos, salió del castillo: era Huberto. Estuvo conversando unos minutos con elmayordomo,acompañandolaspalabrasdegestosmuyanimados,yenseguidavolvióa entrar en el castillo.Daniel condujo nuevamente el caballo a la cuadra, la cerró,comotambiénelpesadoportalón,yseretirócautamente.

El abogado hizo toda clase de suposiciones a propósito de la suspensión de lapartida preguntándose por qué razonesHuberto había cambiado de plan. ¿Existiríaentreélyelmayordomoalgúnvínculodecomplicidadparaalgúncrimen?Todaslassuposiciones eran igualmentepeligrosas e inquietantes; senecesitabanuna extremasagacidad y una vigilancia infatigable para desenmascarar los proyectos solapadosquepudieranurdiraquellasdospersonas, laúltimade lascualessobre todo,maeseDaniel,seibarevistiendoalosojosdelabogadodeunnimbomaléficoinquietante.V…pasólorestantedeaquellanocheenmediodeesassingularesreflexiones,yalnacer el día, cuando probaba de conciliar el sueño oyó un denso rumor de vocesconfusas y de gente que corría en todas direcciones, y un grupo de criadosdesatinadosllamóasuhabitaciónparaanunciarle,conlamayorconsternación,queel

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barónWolfganghabíadesaparecido,sinquenadiesupieraloquehabíasidodeél.Ala hora de costumbre se había acostado, pero luego debió levantarse, en bata yllevando una antorcha, ya que esos objetos habían desaparecido del sitio queocupabanlavísperaensuhabitación.Alaluzdeunaideasúbitaqueleacongojabacruelmente, el abogado V… recordó la escena de que había sido testigo casualaquellanoche;recordóasimismolalamentaciónquehabíaoído,yllenaelalmadelasmásfúnebresimpresiones,corrióalasaladeCaballeros.¡Lapuertaquecomunicabaconlatorreestabaabierta…!Elabogadoseñalóconelíndiceelabismodelatorre,ydijoalosservidores,heladodeespanto:

—¡Aquíencontrólamuerteanochenuestrodesgraciadoseñor!Efectivamente, a través de una espesa capa de nieve, amontonada durante la

nocheencimadelosescombros,seveíaasomarunbrazorígidoentrelaspiedras.Alcabodehorasdetrabajoycorriendolospeoresriesgos,selogróalfin,pormediodeescaleras de mano atadas entre sí, sacar el cadáver del barónWolfgang; apretabatodavíaconlamanocrispadalaantorchaquelehabíaalumbradohastaallí;todossusmiembrosaparecíanhorriblementedislocadosporlacaídaydesgarrados.

Uno de los primeros que acudió fue Huberto, con todas las huellas de ladesesperación en el rostro. Dejaron el cadáver deWolfgang encima de una mesagrande,lamismaenquesehabíaexpuestoeldelancianoRoderichuntiempoantes.Hubertoseechósobreelcadáverllorandoyexclamó:

—Hermano,nosoyyoquienhayapedidoalosdemoniosquemeacosabanestavenganzafatal.

Elabogado,queestabapresente,nodescifróelmisteriodeestaspalabras,perouninstinto irrefrenable le señalaba aHuberto como asesinodel titular delmayorazgo.Unashorasdespuésdeestaescenadedolor,Hubertofueasuencuentroenlasaladeaudiencias.Pálidoyextenuado,sesentóenelsillónderobleyempezóahablarconunacentoquelaemociónhacíatembloroso.

—He sido enemigo de mi propio hermano —le dijo— por culpa de una leyabsurdaqueenriquecealhijomayordelacasaenperjuiciodeloshijosrestantes.Unadesgraciapavorosahapuestofinasusdías.Hagovotosparaquenoseauncastigodelcieloaladurezadesucorazón.Hemeaquítitulardelmayorazgo.Diossabecómoestecambiodefortunaafligemialma;desdehoynoexisteladichaenelmundoparamí.Encuantoaustedseñorabogado,leconfirmoplenamenteenloscargosypoderesqueenvidademipadreydemihermanolefueronconfiados;puederegirsegúnsucriterioestedominio,yatenderamisintereses.Yomedespidodelcastillo;nopodríavivirniundíamásenelquehasidoteatrodeunossucesostandeplorables.

Sin decir más, se levantó Huberto y abandonó la sala. Dos horas más tardecabalgabaariendasueltaporlacarreteradeK…

Seguíasucursolainvestigacióndelascausasquepudieranhaberdeterminadolamuertedeldesventuradobarón.Laopiniónmáscomúneraque,habiéndoselevantadoparasacaralgúnlibrodelabiblioteca,soñolientoaún,equivocólapuerta,abriendola

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delcentro,quedabaalabismo;perolasuposiciónnoprosperó,yaquelapuertadelatorresolíaquedarcerradaconllaveyfuertementeasegurada,demodoqueelabrirlarequeríatiempoyfuerzas.¿Cómosetomaría,pues,enseriolasuposicióndequeelcastellano pudiera caer en semejante error? El abogado se perdía en un laberinto,cuando Franz, el servidor predilecto deWolfgang, que escuchaba su soliloquio, leinterrumpió:

—¡Noesenestaformaquehasucedidoladesgracia,señorabogado!Pero,delantede los testigosnopudoobtenersedeélnielmásmínimorayode

luz. Declaró que solamente hablaría al abogado y bajo promesa de secreto. Másadelanteenunaentrevistamisteriosa,refiriócómoeldifuntohablabaconfrecuenciade los tesoros enterrados según él debajo de los escombros de la torre; afirmótambiénquehabíapedidolallaveaDaniel,yqueconfrecuenciaibaenplenanocheaasomarsealabismocomoparasoñarasusaborenlasriquezasinmensasquesusedde oro le hacía suponer enterradas en aquellas honduras. Probablemente le habíanasaltado el vértigo durante una de esas peregrinaciones nocturnas y había caído alabismo.Daniel,queparecíaelmássensibledetodosalhorrordelaccidente,propusoquesemandaratapiarlapuerta;ysuparecerfuepuestoenobrainmediatamente.

Investidode sumayorazgo,Hubertovolvióa suCurlandia,dejandoal abogadoV… todos los poderes requeridos para administrar la finca deR…Se renunció alproyectodeconstruccióndeunnuevocastillo,yúnicamenteseacudióasostenerlosrestosdelantiguo.

Bastantesañosdespuésdeestossucesos,HubertoreaparecióundíaenR…Eraaprincipiosdeotoño.Durante subrevepermanencia tuvovarias entrevistasprivadasconelabogado,lehablódesumuertecercanayleanuncióqueeltestamentoestabaya en manos de los magistrados de la ciudad de K… Cumpliéronse suspresentimientosmurióunañomás tarde.Suhijo,que llevabaelmismonombredepila que él, se dirigió a R… para tomar posesión de la herencia. El joven señorparecía inclinado a todos los vicios, y desde su entrada en R… se granjeó laanimosidaddecuantosvivíanenlafinca;elprimeractodevoluntadveníallamadoasoliviantar a todos, cuando se irguió el abogado, declarando que se oponíaformalmentealaejecucióndelasórdenesquehabíadadoaqueljoveninsensatohastaqueseabrieraeltestamento,elúnicoquepodía,dentrodeciertoslímites,conferirlelosderechosqueahorapretendíaatribuirse.

El joven castellano estaba lejos de esperar una resistencia tal de parte de unhombreque,asusojos,noeramásqueuncriadodeprimeracategoría.Nolevalieronal jovenHuberto sus transportes de cólera; el abogado hizo frente a la borrasca, ymanteniendo valerosamente la intangibilidad de sus atribuciones llegó a ordenarlequeseretiraradeR…hastalafechaseñaladaparalalecturadeltestamento.AlostresmesesseabrióésteenK…enpresenciadelosmagistrados.Ademásdelostestigosindispensables,elabogadoV…veníaconun jovendebuen talanteaunquevestidocon sencillez, que hubiera podido pasar por su secretario. El futuro poseedor del

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mayorazgosepresentóconairearrogante,yreclamólaprontalecturadeldocumento,puesnolesobrabaeltiempo,segúndijo,paraperderloenneciasformalidades.

En el testamento, el difunto barón, Huberto de R… declaraba que no habíaposeídonuncaelmayorazgocomoverdaderotitular,yquelohabíaregidoeninterésdel hijo único de su hermano Wolfgang de R… Como su abuelo, este hijo deWolfgang llevaba el nombre de Roderich, y únicamente él podía heredarlegítimamente el mayorazgo. Refería además el testamento que en una de susestanciasenGinebra,elbarónWolfgangsehabíaunidoenmatrimoniosecretoconunamuchachadelanobleza,perosindote.Alcabodeunañoquedóviudoyconunhijo, a quien nadie podía discutir la legitimidad de su nacimiento, y que estaballamado, por lo tanto, al título del mayorazgo. Huberto, para justificar su silencioconstanteapropósitodeesta revelación,alegabaqueunpactoentreWolfgangyélhacíadeestesilenciounaobligaciónsagrada.Yaleídoeltestamento,elabogadoV…selevantó,ypresentandoalosmagistradoseljovenqueleacompañaba,lesdijo:

—Señores,heaquíalbarónRoderichdeR…,hijolegítimodeWolfgangdeR…yporderechodeherenciaseñordelmayorazgodeR…

Anonadado,comosihubieraestalladounrayoporencimadesucabeza,Hubertotardó un rato en reaccionar; tendió convulsivamente el brazo amenazador hacia eljovenquetaninesperadamentelearrebatabalafortuna,yseprecipitófueradelasalacontodoslossíntomasdeserpresadeunaccesodelocura.Entretanto,obedeciendoalapeticióndelosmagistrados,Roderichpresentólosdocumentosqueestablecíansuidentidad, así como unas cartas de su padre a la esposa. Pero, en los primeros,Wolfgangaparecía comohombredenegocios, conel seudónimodeDeBorn,yencuantoalascartas,sibienlasemejanzadelaletraeradefácilverificar,llevabanporúnicafirmalainicialW.Asuntoimportante,quedilatóladecisióndelosjuecesyfuemotivodeunaescrupulosainvestigación.Enteradodeloquesucedía,Hubertodirigióinmediatamenteuna reclamación a la regencia del distrito para que, sin demora, lepusieran en posesión delmayorazgo, a falta de pruebas suficientes favorables a suadversario. El tribunal decidió que así se cumpliría si dentro de un corto plazo eljovenRoderich no había aportado testimonios irrefutables de la legitimidad de suspretensiones.

ElabogadoV…hizounminuciosoestudiode ladocumentaciónqueobrabaenpoderdeWolfgangdeR…Unanoche—seríanlasdoce—estabasentadoenelcuartodeldifuntobarón,enfrascadoenlaconsultadeantiguoslegajos.Afueralucíalalunaconunfulgorsiniestro,ysusreflejoslívidossurcabanlasparedesdelaespaciosasalainmediata,cuyapuertaestabaabiertadeparenpar.Depronto,unrumordepasosenlaescalerayeltintineodeunmanojodellaveslesacarondesuocupación.Sepusoenpieydiounospasospor lasalaaguzandoeloído…Unapuertaseabrióyentróconpasovacilante,amediovestir,unhombrepálidoytransfigurado,quellevabaunalinternasordaenlamano.V…reconocióaDaniel.Ibaahablarle,cuandofijándosemejoren losrasgosdelviejomayordomosediocuentadequeobrabaencompleto

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sonambulismo,yaqueandabaconlosojoscerrados.Dirigióseelsonámbulohacialapuerta tapiada, dejó en el suelo la linterna, escogió una llave de las que llevabacolgadasalcintoysepusoaescarbarlapuerta,dandoroncosgemidos;unosinstantesdespuésaplicóeloídoa lapared,comoparaescucharalgo,ycongesto imperativoparecióquererhacercallaraalguien.Alcabodeesasmisteriosasdemostracionesseinclinópararecogerlalinternaysealejóporelmismocamino.Elabogadolesiguiódisimuladamente. Daniel bajó, fue a abrir la puerta, ensilló un caballo, le condujohasta el patio del castillo, y luego, inclinando la cabeza en la postura de unpalafreneroqueescuchalasórdenesdesuamo,volvióelcaballoalacuadraysubiódenuevoasucuarto,quecerrócuidadosamenteconllaveycerrojo.Estaescenararapromovió en el espíritu del abogado la sospecha de que se había cometido en elcastillouncrimenqueDanielhabíapresenciado,ydelqueacasohabíasidocómplice.

Al anochecer del día siguiente, al presentarse Daniel para recibir órdenes delabogadoéstelecogióambasmanosyleobligóasentarseenunsillónfrenteaél.

—¿Quémedice—lepreguntó—delresultadodelembrollolegalentreHumbertoyeljovenRoderich?

—¡Vaya! ¿Amí quéme importa quemande en el castillo el uno o el otro?—respondióDanielparpadeandoybajandolavozcomotemerosodequealguienmásleoyera.

—¿Pero, qué le pasa, Daniel? Está temblando como si hubiera cometido uncrimen—repusoelabogado—.Sediríaquehapasadoustedunanocheagitada.

Portodarespuesta,Danielselevantócondificultadysedisponíaasalir,contorvamirada,peroelabogadolehizosentarporfuerzayleincrepóseveramente:

—¡No salga,Daniel!Dígameahoramismoquéhizo anoche.Máspropiamente,démeunaexplicacióndeloquevieronmisojos.

—PorDios,¿quéesloquevio?—preguntóelancianoconunescalofrío.Elabogadolerelatólaescenaqueyaconocemos.Aloírle,elviejomayordomo,

estupefacto, sehabía acurrucadoen su sillóny se tapaba la cara conambasmanosparaevitarlamiradafiscalizadoraqueleinterrogaba.

—Pareceser,Daniel—prosiguióelabogado—,queseleocurre,precisamentedenoche, hacer una visita a los tesoros que el anciano barón Roderich habíaamontonadoenlatorre.Lossonámbulosrespondenconsinceridad,cuandoestánbajolosefectosdelaccesoalaspreguntasqueseleshacen;lanochequevienevamosaplaticarsobreestosasuntos.

Amedidaqueelabogadohablaba,crecíalaturbacióndeDaniel,yalasúltimaspalabrasdeV…dioungritoagudoycayóenunsíncope.Avisadoslosservidores,lellevaronasucamasinconocimiento,ydeestacrisispasóaunestadodecompletoletargo,queduróunashoras.

Aldespertarreclamóalgodebeber,despidióalcriadoencargadodevelarleyseencerróensucuarto.

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A la noche siguiente, como cavilara el abogado sobre lamanera de servirse deDaniel para obtener una prueba decisiva del presunto crimen, se oyó un ruido devidriosalromperse.Corrióalaventana:undensovaporsalíadelcuartodeDaniel,cuyapuertahubodeserforzadaparapodersalvarle.Lehallarontendidoenelsuelo;rotaasuladoseveíalalinterna,quehabíaabrasadolascortinasdelacama,yanoserporlosprontosauxilios,lehubieranconsumidolasllamasdelincendio,puesparallegaraDanielfueprecisoromperlapuerta,aseguradacondosenormescerrojos.Elabogado se hizo perfectamente cargo de que el viejo había querido asegurarse laimposibilidad de salir del cuarto en medio de su crisis de sonambulismo, pero elinstinto ciego había podido más que la voluntad. Al encontrar un estorbodesacostumbradodespertódejandocaeralsuelolalinternaqueocasionóelincendio;el temor le había privado del uso de los sentidos. Vuelto en sí, sufrió Daniel unagraveylargaenfermedad,queledejósumidoenunestadodedebilidadalarmante.

El abogado, siempreenbuscade laspruebasqueestablecieron losderechosdeRoderich,suprotegido,hurgabaunanocheenlosarchivosdeR…Danielentróenelcuarto,midiendolospasos,conlastrazasdeunespectro,fuedirectamentealamesa-escritoriodelabogado,dejóencimadeellaunacarteradecueroobscuro,ycayóderodillas,exclamando:

—¡HayunJuezenelcielo!¡Quisieratenertiempodearrepentirme!Yabandonólaestanciatanlentamentecomohabíaentrado.La cartera obscura contenía documentos importantísimos de puño y letra del

barónWolfgangymarcadosconsusello;enellosquedabaclaramenteestablecidalalegitimidad de su hijo, y a su través podía seguirse la historia de su casamientosecreto. Se trataba de unas pruebas indiscutibles. Huberto se vio obligado areconocerlas,ydeclaróante los juecesquerenunciabaa todassuspretensionesa laherenciade su tíoWolfgangdeR…Despuésdeestadiligenciadejó laciudady lacomarca,y seoyódecirquehabíapartidoparaSanPetersburgoyque servía enelejército ruso,conelcualhabíasidoenviadoaPersia.Despuésdeestasnoticias,sumadre y su hermana se ocuparon de restablecer el orden en sus dominios deCurlandia. Roderich, locamente prendado de la hermana de Huberto, siguió a lasdamasensusfeudos,yelabogadoV…salióparaK…,quedandoelcastillodeR…másdesiertoymássombríoquenunca.

Desde laescenade lacartera,Danielhabía recaídoa talpunto,que fueprecisotraspasarsusatribucionesaotromayordomo.LesucedióFranz,enjustarecompensade sus fieles servicios. Poco tiempo después los asuntos del mayorazgo quedarondilucidadosdeltodo,ysecumplieronlasformalidadeslegalesconelasesoramientodel abogado V…, que no descansó hasta ver al joven Roderich instalado en susposesionesya salvodecualquier temorparaelporvenir.Pronto se tuvonoticiadeque su competidor Huberto había perecido en una batalla contra los persas, y enconsecuencia sus bienesdeCurlandia pasaron a la bellaSerafina, suhermana, quecompartíaelamordeRoderichyqueprontoseunióaélconloslazosconyugales.

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LosesponsalestuvieronefectoenR…aprincipiosdenoviembredelmismoañoy no se ahorraron medios para dar a la ceremonia el esplendor que requerían elelevado rango y la riqueza de los futuros esposos. El abogado V…, que seconsiderabaañoshacomoinseparabledelosseñoresdeR…,habíareservadoparasumorada el antiguo dormitorio del viejo Roderich, pareciéndole el sitio más apropósitoparavigilarlossecretosdelaconductadeDaniel.Unanoche,elBarónysuabogado,alrededordeunamesapuestadelantedelenormebrasero,trabajabanenlacontabilidad de las rentas del dominio. Afuera roncaba el huracán con verdaderafuria, crujían los abetos del bosque, y losmurmullos del viento se quebraban y seretorcíangimiendoenlasgalerías.

—¡Quéespantodetiempo,yquébienseestáaquí!—exclamóV…— ¡Sí, sí, espantoso! —repitió maquinalmente Roderich, a quien nada había

logradohastaentoncesdistraerledesuscálculos.Se levantó entonces para acercarse a la ventana y observar los efectos de la

tormenta,perodeprontovolvióacaersobreelsillón,con labocaentreabiertayelbrazo tendidohacia lapuerta,queacababadeabrirseparadarentradaauna formahumanalívidaydescarnada,quehubieraaterradoalmásvaliente.

EraDaniel.Aúnmáspálidoqueélyconfebrilesmovimientos,alveralancianomayordomo,queescarbabalapuertatapiada,elbarónRoderichseprecipitóhaciaél,voceando:

—¡Daniel!¿Aquévieneaestashoras,Daniel?El mayordomo dio un alarido, y cayó de espaldas; quisieron levantarle, y el

desdichadoerayacadáver:—¡Dioseterno!—exclamóRoderichjuntandolasmanos—.¡Aquécrimenmeha

llevadounmomentode terror!Estehombre era sonámbulo; y ¿porventuranonosdicen losmédicosque el llamar aunapersona en ese estadopor sunombrepuedeacarrearlelamuerte?

—¡Barón—dijo gravemente el abogado—,no se acuse del castigodel hombrequeacabademorir;eraelasesinodelpadredeusted…!

—¿Demipadre?…—Sí,señor;alhablarle, lamanodeDios lehacaídoencima.El terrordeusted

procededel instinto de odiosa repulsiónque se apodera de nosotros a la vista o alcontacto de unmalvado. Las palabras que ha dicho aDaniel, y que le han heridocomounrayo,sonlasúltimasprecisamentequeeldesventuradopadredeustedhabíapronunciado.

YponiendoantesusojosunescritoselladoyfirmadoporHuberto,hermanodeWolfgang deR…, empezó a descorrer a la vista deRoderichmisteriosos velos deodio y venganza: la carrera de desdichas de la familia deR…Era una especie deconfesión, en la que el mismo Huberto, padre del que había muerto en Persia,declarabaquelaanimosidadcontrasuhermanoWolfangdatabadelestablecimientodelmayorazgodeR…Esteactodelavoluntaddesupadre,queleprivabaaéldelo

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mássaneadodesupatrimonioydabatodaslasventajasalhermanomayor,habíasidolasemilladeunrencorquenadalograríaextinguir.Desdeaquellaépoca,cediendoaun afán irresistible de venganza, Huberto había concertado conDaniel losmediosmáseficacesparafomentarladesuniónentreWolfgangyelancianobarónRoderich,quien,coneldeseodedarlustrealnuevomayorazgoproyectabaparasuprimogénitounmatrimonioqueleemparentaraconunadelasmásantiguasfamiliasdelpaís.Enmediodesusobservacionesdelosastros,habíallegadoalaconviccióndequeensucurso venía señalado este casamiento, de manera que cualquier otra elección quepudieraformarWolfganghubierasidoparaélcausademortaldisgustoymaldición.Wolfgang,locamenteenamorado,enGinebra,deunajovendenoblelinajeperosindote,esperabaqueconeltiempollegaríaaconvencerasuancianopadreylograríahacerle aprobar su casamiento secreto con la mujer adorada. Entretanto, el viejobarón, que vio en las constelaciones signos de sumuerte próxima, había escrito aGinebraparaordenaraWolfgangqueacudierainmediatamenteasulado.Pero,alallegada,supadrehabíamuerto,comosehavistoenelcomienzodeestahistoria.Mástarde, cuando Huberto llegó a R… para arreglar el asunto de la sucesión con suhermano,Wolfgangleinformósinreservadelmisteriodesucasamiento,yledeclarósugozoporhaberrecibidoeldoncelestedeunhijoyporpoderdescubrirasuesposamuy amada que el negociante «DeBorn», con el cual había unido su destino, eranadamenosqueelricoypoderosoherederodelosbaronesdeR…LeconfiótambiénsupropósitodevolveraGinebraparallevarseconsigoalaBaronesa.Perolamuerteleimpidióelviaje.Hubertosacóprovechodeestamuerteparahacervalersuderechoalasucesióndirectaenelmayorazgo,yaquenadaestablecíalosderechosdelhijodeWolfgang;peroteníaunnaturalfondodelealtad,yprontoseapoderódesuespírituelremordimiento. Un incidente que juzgó providencial acabó de despertar en él untemor de castigo del cielo. Tenía dos hijos de doce y once años que estaban encontinuodesacuerdo.Undíaelmayordecíaalotro:

—Tú eres un miserable, mientras que a mí me verás algún día señor de R…Entonces,mi queridohermanito, tendrás que acercarte humildemente para pedirmealgoconquécomprarteunjubónnuevo.

Irritado por esta burla, elmenor le asestó una cuchillada, cuyas consecuenciasfueronmortales.Huberto,aterrorizadoporestadesgracia,mandóaSanPetersburgoal único hijo que le quedaba, el cual entró en uno de los cuerpos de ejército a lasórdenes del general Suvarof. La pena que le roía el alma llevó aHuberto a seriasreflexiones.Con escrupulosa solicitud recogió los fondosdelmayorazgo, ybajo elnombresupuestodeunparientedelnegocianteDeBornmandóaGinebraabundantessocorrospecuniariosparasubveniralasnecesidadesdelhijodeWolfgang,muyjoventodavía. En cuanto a la muerte de Wolfgang, había permanecido mucho tiempovelada por un horrible misterio, que la enfermedad de Daniel permitía por finvislumbrar.

HeaquícómoseexplicabaenlaconfesióndeHuberto:

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Lanoche en que iba a partir,Daniel, intentando sin duda sacar provecho de laanimosidadquedividíaalosdoshermanos,lehabíaretenidoenelmomentodeponerelpieenelestriboparahacerleverquenoeracasodeabandonarde talmodounaherenciamagníficaalascodiciasdeWolfgang.

—¿Quéhedehacer,pues?—habíaexclamadoHuberto,iracundo,ydándoseunapalmada en la frente y acompañando las palabras con un gesto amenazador de sucarabina,habíaexclamado—:¡Yquenohayasabidohallarlaoportunidad,enmediodelaconfusióndeunapartidadecaza,parahacerletragarplomo!

—¡Felicítesedenohabercedidoatalimprudencia!—replicóDaniel,apretándoleelbrazo—.Pero,suponiendoquenotuvieraustedlaresponsabilidaddelosmedios,¿estaríadispuestoarecobrarlaposesióndeestastierras?

—¿Cómono?—murmurósordamenteelembravecidoHuberto.—¡Quédese,pues!—ledijoDaniel—.¡Estáustedensusdominios,baróndeR…,

yaquesuantecesorhamuertoanoche,aplastadoentrelosescombrosdelatorre!Eldramafatídicoserealizóenestaforma:Daniel,obstinadoenhacerseconuna

buena cantidad en dinero, sin contar las dádivas del nuevobarón, había observadoqueWolfgangveníatodaslasnochesameditaralbordedelabismoqueabrióundíalacaídadelaclavedelabóvedadelatorre.Unanoche,cuandoyaestabaenteradodelapróximapartidadeHuberto,sehabíaapostadoenunángulosombríodelasaladelosCaballeros,alahoraenqueWolfgangsolíacircularporaquelsitio;ycuandoeldesventuradoBarónabrió lapuertade la torre, lehabíaempujadopor laespaldaalabismo.

Subajacodiciaalcanzaba,pues,larealizacióndesusanhelos,ysuodiosehabíasaciadoenlavenganza.

Dolorosamente conmovido por tan horribles revelaciones, el barónHuberto nopodíavivirenaquelcastillocubiertoporunvelosangriento.VolvióasustierrasdeCurlandiayúnicamenteibaaR…enlaépocaotoñaldelacaza.

YFranz,elnuevomayordomocontabadurantemiestanciaenR…que,cuandohabía luna llena, la sombra de Daniel se veía vagar a través de las galerías y lasampliassalasdelcaserón.

Tal fue laversióndemi tío-abuelo, el abogado.Yoarriesguéuna interrogaciónacercadeSerafina.

—Primo—medijoelbuenanciano—,eldestinocruelquepesabasobreelhogardeK…nosehaapiadado tampocode lapobre joven.Dosdíasdespuésdenuestrapartidasedespeñóduranteunasalidaen trineoyse rompióelcráneo.ElBarónnologróconsolarsedeesapérdida.Primo,novolveremosnuncamásaR…

Conestasúltimaspalabraslavozdemitíoseanegóenlaslágrimas,ymedespedídeéldescorazonado.

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Pasaron los años. El abogado dormía en la tumba hacía tiempo. La guerra yNapoleónasolabanelNorte,yyovolvíadeSanPetersburgopor la costa.AlpasarcercadelapequeñaciudaddeK…,distinguíalolejosunallamacomodeluzestelar.A medida que me acercaba iba acentuándose mejor lo que parecía una hoguera.Preguntéalpostillónsinoseríaaquellounincendio.

—No,señor—merespondió—;eselfarodeR…¡ElfarodeR…!Elnombredespertóuntorrentederecuerdosenmialma.Veíaa

mi adoradaSerafina rodeada de una pálida aureola.Me hice acompañar a la aldeadonde había morado el Intendente del dominio, y pedí que me anunciaran a éste.Quitándoselapipadeentreloslabios,unhombrequevestíalalibreareal,medijo:

—Señor,elintendentedelosdominiosdeR…yanoexiste.EsastierraspasaronalaCorona,almorirsinherederoselúltimobaróndeR…,hacedieciséisaños.

Quisesubiralcaserón;únicamenteviallíunasruinas.Losmásricosmaterialessehabíanempleadoenlaconstruccióndeunfaroelegidosobrelaroca.Uncampesinoqueencontréenlaladeradeunbosquedeabetosmecontó,muyimpresionado,queenlasnochesdelunallenaaparecíanamenudounassombrasqueseperseguíanentrelas ruinas dando lamentos. ¡Alma de mi Serafina! —dije para mí—. Nunca másvolveréaverteenestossitios.¡DiostellamóaÉlparaunirtuvozalasdeloscorosangélicos!

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ErnestTheodorAmadeosHoffmannnacióenKönigsbergen1776.Tantosuaspectofísico como su imaginación fueron calificadas de excéntricas por suscontemporáneos.Fuedirectordeorquesta,compositordeóperas,directorde teatro,severocatedráticoenDresde,bohemiodesaforadoenBerlín.Suvidadesenfrenadalellevó a unamuerte prematura en 1822. Su predilección por los temas de horror lehacen una especie de precursor de Poe y escribe impulsado por una necesidad desublimarsusobsesionesqueleemparentanconlossurrealistas.LaobradeHoffmannes una increíble galería de marionetas, fantoches ridículos y personajes grotescos:mandrágoras, vampiros, salamandras, demonios y dobles.ThomasMann reconocióen Hoffmann a uno de sus maestros y Baudelaire fue uno de sus más fervorososlectores.

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