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Los Cuadernos de Asturias MEDICINA CREENCIAL EN ASTURIAS: EL AGÜEYAMIENTO Inmaculada González Carbajal A nte el enunciado «medicina creencia!» suele hacerse un gesto interrogativo. Los procedimientos curativos existen desde siempre, y en el acontecer histó- rico del hombre se han ido delimitando y concre- tando hasta llegar a conrmar en nuestros días la ciencia que llamamos Medicina. Una medicina que sólo empezó a ser científica a partir de un momento determinado, sin desterrar por ello a otras rmas de enfrentarse al hecho de la enr- m ad; y estas otras rmas de entender, curar y ahvmr la enfermedad, aunque no sean reconocidas rmal y académicamente. No es raro oír cómo mucha gente cansada de andar de médico en mé- dico, termina yendo a un curandero (englobando en este término tanto al que lo es propiamente, co o al .que se dedica tan sólo a arreglar huesos, o mcluso al que es médico naturista) contando en muchas ocasiones lo bien que les e, con medios (tanto teóricos como prácticos) más bien escasos. Es necesario señalar también y tener en cuenta, que el concepto de enrmedad no es unívoco, ya que puede ser contemplado desde una tendencia puramente organicista, o bien, desde una tenden- cia no organicista (o al menos no solamente orga- nicista). La actitud ante la enrmedad está relacionada con el concepto que se tenga de la misma; así podemos decir, que para un concepto puramente organicista cabe una actitud empírica o racional, pero cabe también hablar de una actitud creencia! f ndamentada como su nombre indica, en la capa� c1dad de creer del ma humana, y en la poderosa eficacia del ejercicio de tal capacidad sobre las diversas actividades psicosicas. Dicha actitud creencia! está más en consonancia con un con- cepto de la enrmedad que va más allá de la única y exclusiva competencia de lo orgánico en la gé- nesis de la misma. Las prácticas de la medicina popular, que r- man parte de la historia y la cultura de cada pue- blo, que pertenecen al acervo tradicional de cada región, estando a veces entremezcladas con la su- perstición, 1 mag a,¡ la religión y el esoterismo, pueden servir de eJemplo de una actitud creencia! de la medicina. En lo que conrma la cultura del pueblo astu- riano, encontramos una importante y amplia muestra de prácticas y creencias que pueden per- fectamente englobse dentro de una actitud 82 creencia! ante el hecho de la enrmedad y la curación de la misma. La medicina popular asturiana es un hecho de interés polivalente. En sus conceptos y prácticas se envuelve y entremezcla con lo filosófico, lo religioso, lo lklórico y con hechos tropológi- cos diversos. Tiene relación a veces con la magia, a veces con la superstición; ésta última tiene un papel muy importante en este aspecto creencia! de la medicina. La tradición asturiana es rica y prolí- fica en creencias supersticiosas, algunas de las cuales sólo han llegado hasta nosotros a través de la huella que han dejado en el campo de la litera- tura. Otras, aún siguen vigentes en el alma del pueblo. Todavía hay quien no corta las uñas en día de «R» para que no le salgan pellos; o quien tiembla l oír el canto _ de la coruxa (lechuza), porque piensa que es senal de muerte. El hombre de hoy sigue conservando ideas de carácter su- persticioso. Por ello a veces utiliza amuletos para precaverse del mal o se somete a la práctica de algún rito para curar enrmedades. En este aspecto un tanto supersticioso de la medicina creencia! asturiana hay un hecho que es particularmente conocido y pticularmente di- ndido y extendido en nuestros días: se trata de la creencia popular en «el mal de ojo o agüeya- miento». Creencia que no sólo es común a otras regiones españolas, sino que aparece en culturas muy diversas, siendo a la vez conocida desde an- tiguo (citada ya entre autores griegos y romanos). Es sin embargo una creencia que tiene entidad propia dentro de nuestra cultura, y así, no sólo tenemos rerencia de ella a través de nuestra literatura (poesías de José Caveda y Nava), sino que ha pasado en muchas ocasiones, a rmar pte de nuestra peculiar manera de hablar: «¿Es- taré agüeyado?» dice uno cuando las cosas le van mal. «Tendrás que ir a que te pasen el agua», puede contestar otro. Y si bien ambos se entien- den, porque en esencia saben a qué se refieren lo más probable es que ninguno de los dos cono�ca con cierta prondidad el significado de lo que habla. Esta creencia del agüeyamiento se ndamenta, en la energía negativa que hay cuando una per- sona tiene malos deseos sobre otra, y es la envi- dia, la que de especial rma causa este ecto. El Padre Fray Benito Jerónimo Feijoo considera esta creencia como una superstición y la define como «acción de dañar a otro con la vista», con la añadidura de que «el scinante mire al scinado con ecto de embidia» (1). En este agüeyamiento hay vias ses: - Agüeyamiento propiamente dicho (ectuado por brujas o personas embrujadas, por envidia o codicia). - Prevención del mal, mediante el uso de amuletos y la enunciación de ciertas ases. - Los síntomas de que una persona o animal está ectada por el mal.

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Los Cuadernos de Asturias

MEDICINA CREENCIAL EN ASTURIAS: EL AGÜEYAMIENTO

Inmaculada González Carbajal

Ante el enunciado «medicina creencia!» suele hacerse un gesto interrogativo. Los procedimientos curativos existen desde siempre, y en el acontecer histó­

rico del hombre se han ido delimitando y concre­tando hasta llegar a conformar en nuestros días la ciencia que llamamos Medicina. U na medicina que sólo empezó a ser científica a partir de un momento determinado, sin desterrar por ello a otras formas de enfrentarse al hecho de la enfer­m��ad; y estas otras formas de entender, curar y ahvmr la enfermedad, aunque no sean reconocidas formal y académicamente. No es raro oír cómo mucha gente cansada de andar de médico en mé­dico, termina yendo a un curandero (englobando en este término tanto al que lo es propiamente, co_mo al .que se dedica tan sólo a arreglar huesos, o mcluso al que es médico naturista) contando enmuchas ocasiones lo bien que les fue, con medios(tanto teóricos como prácticos) más bien escasos.

Es necesario señalar también y tener en cuenta, que el concepto de enfermedad no es unívoco, ya que puede ser contemplado desde una tendencia puramente organicista, o bien, desde una tenden­cia no organicista (o al menos no solamente orga­nicista).

La actitud ante la enfermedad está relacionada con el concepto que se tenga de la misma; así podemos decir, que para un concepto puramente organicista cabe una actitud empírica o racional, pero cabe también hablar de una actitud creencia! f1:1ndamentada como su nombre indica, en la capa� c1dad de creer del alma humana, y en la poderosa eficacia del ejercicio de tal capacidad sobre las diversas actividades psicofísicas. Dicha actitud creencia! está más en consonancia con un con­cepto de la enfermedad que va más allá de la única y exclusiva competencia de lo orgánico en la gé­nesis de la misma.

Las prácticas de la medicina popular, que for­man parte de la historia y la cultura de cada pue­blo, que pertenecen al acervo tradicional de cada región, estando a veces entremezcladas con la su­perstición, 1� mag�a,¡ la religión y el esoterismo, pueden servir de eJemplo de una actitud creencia! de la medicina.

En lo que conforma la cultura del pueblo astu­riano, encontramos una importante y amplia muestra de prácticas y creencias que pueden per­fectamente englobarse dentro de una actitud

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creencia! ante el hecho de la enfermedad y la curación de la misma.

La medicina popular asturiana es un hecho de interés polivalente. En sus conceptos y prácticas se envuelve y entremezcla con lo filosófico, lo religioso, lo folklórico y con hechos antropológi­cos diversos. Tiene relación a veces con la magia, a veces con la superstición; ésta última tiene un papel muy importante en este aspecto creencia! de la medicina. La tradición asturiana es rica y prolí­fica en creencias supersticiosas, algunas de las cuales sólo han llegado hasta nosotros a través de la huella que han dejado en el campo de la litera­tura. Otras, aún siguen vigentes en el alma del pueblo. Todavía hay quien no corta las uñas en día de «R» para que no le salgan pellejos; o quien tiembla �l oír el canto_ de la coruxa (lechuza),porque piensa que es senal de muerte. El hombre de hoy sigue conservando ideas de carácter su­persticioso. Por ello a veces utiliza amuletos para precaverse del mal o se somete a la práctica de algún rito para curar enfermedades.

En este aspecto un tanto supersticioso de la medicina creencia! asturiana hay un hecho que es particularmente conocido y particularmente di­fundido y extendido en nuestros días: se trata de la creencia popular en «el mal de ojo o agüeya­miento». Creencia que no sólo es común a otras regiones españolas, sino que aparece en culturas muy diversas, siendo a la vez conocida desde an­tiguo (citada ya entre autores griegos y romanos). Es sin embargo una creencia que tiene entidad propia dentro de nuestra cultura, y así, no sólo tenemos referencia de ella a través de nuestra literatura (poesías de José Caveda y Nava), sino que ha pasado en muchas ocasiones, a formar parte de nuestra peculiar manera de hablar: «¿Es­taré agüeyado?» dice uno cuando las cosas le van mal. «Tendrás que ir a que te pasen el agua», puede contestar otro. Y si bien ambos se entien­den, porque en esencia saben a qué se refieren lo más probable es que ninguno de los dos cono�ca con cierta profundidad el significado de lo que habla.

Esta creencia del agüeyamiento se fundamenta, en la energía negativa que hay cuando una per­sona tiene malos deseos sobre otra, y es la envi­dia, la que de especial forma causa este efecto.

El Padre Fray Benito Jerónimo Feijoo considera esta creencia como una superstición y la define como «acción de dañar a otro con la vista», con la añadidura de que «el fascinante mire al fascinado con efecto de embidia» (1).

En este agüeyamiento hay varias fases:

- Agüeyamiento propiamente dicho ( efectuadopor brujas o personas embrujadas, por envidia ocodicia).

- Prevención del mal, mediante el uso de amuletosy la enunciación de ciertas frases.

- Los síntomas de que una persona o animal estáafectada por el mal.

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«Agüeyadora».

&!,__ ____________________ ...,. «Cigua».

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- Los actos para su curación, pasando el agua yutilizando para ello el alicornio (2).

El agüeyamiento se atribuye sobre todo a lasbrujas (la creencia en ellas es una de las supersti­ciones más arraigadas en Asturias), por la facultad que tienen de ocasionar males al prójimo con el simple hecho de la mirada. También se piensa que sin ser una bruja auténtica, lo pueda ocasionar alguna mujer vieja y envidiosa.

Estas agüeyadoras podían ser personas comple­tamente normales en lo familiar, religioso, social y profesional, aunque después de conocerlas se po­día pensar que sus ojos eran más brillantes de lo normal o estaban torcidos o hablaban con segun­das intenciones. Se entremezclaban con la gente, transitando por callejas y antojanas, y aunque su preferencia era el medio rural, no despreciaban por ello a los pescadores y sus embarcaciones. Las imaginaba la fantasía popular como viejas apergaminadas, con cara llena de arrugas, encor­vadas, sin dientes o un solo colmillo, de mirada intensa y centelleante. Se cree que el poder malé­fico lo tienen en un solo ojo, «el ojo malo» (3).

De manera especial están expuestos a este mal los niños o jóvenes con excelente salud y hermo­sos a la vista. Curiosamente también el amor ex­cesivo podría producir este lastimoso efecto, y no sólo mirando; más aún, alabando al sujeto. Así un niño puede quedar agüeyado si se le pondera de­masiado sin decir a la vez: «Dios lu guarde».

No sólo las personas son objeto del agüeya­miento. También los animales pueden sufrir sus consecuencias, sobre todo las vacas, las cuales cuando son víctimas del agüeyamiento en vez de dar leche dan sangre. Por eso, al entrar en cuadras y establos debe decirse: «San Antonio lo guarde» (y este San Antonio no es el de Pádua, sino San Antón Abad, llamado también Santantón el del gochín, ya que suele llevar un cerdo a su lado, como Patrón que es de los animales domésticos).

Se exorciza este mal de ojo mediante amuletos, campanillas, cruces, una castaña india (cuando explota es señal de que pasó el mal de ojo), bolsas con distintos elementos, la cigua o higa de azaba­che u otra figura que signifique irrisión y despre­cio. Sin embargo el método fundamental, cuando el mal ya está hecho, es lo que se llama «pasar el agua».

En los bautismos asturianos, la madrina solía colocar al ahijado amuletos, para precaver el mal de ojo, como los Evangelios, la medalla de San Benito ó la cigua de azabache.

Una muestra de estar agüeyado es cuando se rompe la cigua de azabache que se le había puesto al niño como amuleto preservador. Si el que se le puso son los Evangelios, caso -de que haya sido agüeyado, aumentarán de tamaño, penetrando en el corazón y matando a la criatura.

Las mozas se defendían de las miradas maléfi­cas rodeándose el cuello con collares de coral, y también cuando se creían objeto de miradas mal intencionadas, de soslayo, que talmente parecía se

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clavaban en las entrañas, juntaban las manos ha­ciendo una cruz con sus dedos índices (4).

Los mozos como más eficaz preservativo po­nían en el dedo pulgar un anillo de cuerno de ciervo, o también otros diversos objetos, como llevar en el bolso del pantalón una cabeza de ajo y una hoja de lloreda (laurel), o poner cosido en el interior de la chaqueta o chaleco una bolsita de trapo o badana con excremento de cerdo (5).

Sin embargo, el amuleto más típico contra el mal de ojo es la cigua o higa de azabache. Se la llama también Puñerín o Puñesín. Tiene la forma de un puño y es una mano cerrada en la que asoma el pulgar entre los dedos índice y medio. El gesto que representa también se hace con la mano ante aquellas personas que sospechamos puedan ocasionar este mal.

La higa representa el sexo femenino, es un sím­bolo de «la madre» y al colgarlo al cuello o la muñeca no se busca otra cosa que la protección y la defensa contra los malos espíritus (6).

Otro amuleto muy utilizado en Asturias contra el agüeyamiento es la medalla de San Benito, y junto con ella, la Santa Regla de San Benito.

Según esta Santa Regla el origen de la Medalla o Cruz, está ligado con la devoción grande que el Santo tenía para con la Santa Cruz, sirviéndose de esta señal bendita para vencer las tentaciones y evitar los lazos del demonio. Dicha medalla pre­senta en su reverso una cruz y alrededor de la misma unas letras.

La Santa Regla dice respecto al uso de la meda­lla, que suelen colocarla los fieles en las paredes, cimientos y puertas de sus casas y asimismo, pue­den arrojarla en el agua que se da a las personas y animales enfermos para que recobren la salud.

Otro amuleto también utilizado contra el agüe­yamiento son los Evangelios, minúsculo librillo de unos dos centímetros y medio que va metido en una especie de encuadernación de seda, raso o satén y se anuda a la ropa del niño.

Cuando el agüeyamiento estaba hecho, el mé­todo más rápido y eficaz, pero a la vez el más difícil de llevar a la práctica, es coger a la persona causante y obligarla a decir: «Dios te bendiga» (si es un niño), «San Antonio te guarde» (si es un animal).

Mas como esto no es fácil, el otro camino que queda es ir a una desagüeyadora para que pase el agua por el alicornio ( disco de asta de ciervo usado para el desagüeyamiento. Se relaciona con el Unicornio, animal mitológico con cuerpo de caballo y un cuerno en la frente al que se le consideraba con poder antitóxico, aparte de sim­bolizar la castidad).

Este rito del desagüeyamiento o de pasar el agua por el alicornio es antiguo y milenario y los arcanos poderes para poder realizarlo, pasan de una a otra generación.

En nuestros días hay pocas hechiceras auténti­cas, es decir, convencidas de haber recibido de sus antepasados los arcanos poderes para conjurar

MEDALLA DE SAN BENITO

Anverso.

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Reverso.

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y poder pasar el agua. Teniendo conocimiento deuna, pude recoger, de manera indirecta, el ritomás auténtico, tal como ha llegado a nuestrosdías.

El agua para el desagüeyamiento deberá llevarlapreferentemente la persona enferma o alguien ensu nombre. Si el agüeyado es un animal, entonceshay que llevar algunos pelos del mismo, preferen­temente del rabo.

La hechicera coge el agua y la echa en una taza;a continuación manda a la persona que haga laseñal de la cruz, al tiempo que también la haceélla, pero tres veces y con el alicor. Seguidamenteambos rezan un Padrenuestro.

Después, reza la hechicera el Credo en voz alta,y en voz baja susurra algo que no se puede descu­brir. Reza el Credo con el ali cor entre los dedosíndice y pulgar, haciendo cruces sobre el agua,tocando los bordes de la taza. En el preciso mo­mento en que dice: «su Unico Hijo», deja caer eldisco de hueso dentro del agua, en tanto conti­núa el Credo hasta su fin. Observa entonces lasburbujas que se producen en el agua, y mientras,musita palabras ininteligibles. Según las caracte­rísticas de las burbujas se puede saber si se tratade una agüeyadura o no; si así fuera, las burbujasno son otra cosa que los güeyos de las brujas quehicieron el mal.

Se espera entonces que el agua quede en reposo y los ojos desaparezcan. Cuando así sucede la·hechicera enciende la cocina y sobre la llama de­rrama tres veces el agua, y otras tantas veces diceeste conjuro:

«Esta agua ha de quemar como el mal ha de marchar»

Conjurada el agua y quemada, la hechicera laecha en una botella, a la cual si no queda llenaagrega agua, ya que no puede quedar nada vacíohasta el tapón, para que no pueda entrar cosadistinta en tanto se empiece a curar la agüeyadura.De este «agua del alicor» debe tomarse un tragoen ayunas durante nueve días, comenzando al díasiguiente, y cada ?ía debe rellenarse_ la botella,pues el agua no pierde los poderes siempre quehaya en la botella más que lo que se agrega.

Este rito ofrece algunas variaciones. En algunossitios la hechicera echaba sal junto con el agua,quemando ambas en el fuego, y empleando la si­guiente fórmula:

«Ni quemo el aguani quemo la salquemo los ojos que me hacen mal»

En otros lugares el conjuro es éste:¡Bruxes marchai! Dos ojos te vieron

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y un corazón maloDios te bendiga y el Espíritu SantoDios te crió salten los ojos de quien te agüeyó (7).

Esta creencia sigue teniendo gran vigencia ennuestros días. Si bien en otros tiempos sólo seatribuían al agüeyamiento los males de niños yjóvenes, que estando previamente sanos comen­zaban a adelgazar y empalidecer, ahora, va a pa­sar el agua el que está enfermo, el que sufre deamores o el que no tiene trabajo, confiando en queal beber el agua del cuerno su situación mejorará.Por ello, en cualquier barrio de nuestras grandes opequeñas ciudades nos podemos encontrar conalguna «hechicera», que por una cantidad variablepasa el agua, resultando que un alto porcentaje delas personas que a ella acuden, por las más diver­sas causas, están agüeyadas. Hoy día abundanestas pseudohechiceras en cuyas manos caen enocasiones personas crédulas e ingenuas espíritusdébiles y angustiados por temor de enfermedadesy miedo a desgracias, tensiones ambientales, te­rrores de sueños o encadenamientos de hechoscon apariencia misteriosa por efecto psicológico, yasí acuden a gente que después de aprender algu­no� ritos y conjuros, llegan a la osadía de utilizarcomo alicor trozos de cuernos de cualquier bicho,o incluso, discos de madera de boj. Y es que, locreamos o no, la capacidad de autosuges- �tión, de creer con fuer�a. en algo determi- �nado puede obrar prodig10s. �

BIBLIOGRAFIA

(1) Telenti, Amalio. «Aspectos médicos en la obra de FrayBenito Jerónimo Feijoo». Tesis doctoral. B.I.D.E.A.

(2) Castañón, Luciano. «Supersticiones y creencias en As-turias». Oviedo 1981. Ayalga ediciones. Pág. 139.

(3) Testimonio de Marino Busto García. Carreño.(4) Testimonio de Marino Busto García. Carreño.(5) Testimonio de Marino Busto Gar�ía. Ca1:eño.(6) Cabal, Constantino. «El sacerdocio del diablo». Madnd

1928. Edic. de la Excma. Diputación de Asturias. Pág. 213. (7) Testimonio de Marino Busto García. Carreño.