los acuerdos bélicos en la antigua grecia

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CURSO 2011-2012 Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia. El Mediterráneo en la Antigüedad Clásica. Casero Rodríguez, Luis Eduardo Domínguez Guerrero, Víctor Manuel García-Page Alonso, Néstor Herraiz Crespo, Jorge Organero Merino, Ángel 14/12/2011

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Libro para conocer como eran los acuerdos en Grecia.

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Page 1: Los Acuerdos Bélicos en La Antigua Grecia

CURSO 2011-2012

Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

El Mediterráneo en la Antigüedad Clásica.

Casero Rodríguez, Luis Eduardo

Domínguez Guerrero, Víctor Manuel

García-Page Alonso, Néstor

Herraiz Crespo, Jorge

Organero Merino, Ángel

14/12/2011

Page 2: Los Acuerdos Bélicos en La Antigua Grecia

Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

II

Índice.

I Introducción. (Por Luis Eduardo Casero Rodríguez)Pp. V-VI

II Los Más Antiguos Convenios Bélicos. (Por Luis Eduardo Casero

Rodríguez) Pp. VII-XX

Convenio que regula el combate singular.

Origen del procedimiento.

Propuesta y aceptación del combate.

Negociación y Ratificación del acuerdo.

El combate y sus consecuencias.

Conclusiones.

El Convenio entre Calcide y Eretria sobre la Prohibición del uso de

Armas Arrojadizas.

La guerra Lelántica.

Motivos del convenio.

El convenio y sus condiciones.

Conclusiones.

III Los Convenios para el cese de Hostilidades. (Por Ángel Organero

Merino y Néstor García-Page Alonso.) Pp. XXI-XLXXI

Acuerdos de Tregua. (por Ángel Organero Merino.)

Primeros convenios de tregua.

Diferentes tipos de tregua.

Tregua para la recogida de los muertos en combate.

negociación del acuerdo de tregua.

cierre de la tregua.

duración de la tregua.

actos permitidos durante la tregua-.

Causas para la existencia de esta tregua, el por qué de su

obligatoriedad.

Otros tipos de tregua.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

III

Treguas para la deliberación o para realizar consultas a un tercero.

Tregua para la retirada de uno de los bandos contendientes.

Tregua para el cese de hostilidades durante períodos de tiempo

prolongados.

Conclusiones.

La Tregua Sagrada. (Por Néstor García-Page Alonso).

Origen.

Funcionamiento.

Ejemplos de tregua sagrada. La tregua olímpica.

Conclusiones.

El Armisticio.

Armisticio general.

Negociación del acuerdo.

Condiciones usuales del acuerdo.

Cierre del armisticio.

Armisticio local.

Negociación del acuerdo.

Condiciones usuales del acuerdo.

Cierre del armisticio.

Ejemplos de armisticios.

Conclusiones.

VI Convenios de Capitulación. (Por Víctor Manuel Domínguez

Guerrero) Pp. LXV-LVXXII

Terminología de los acuerdos de capitulación.

Consideraciones preliminares.

La negociación del convenio.

Condiciones de la capitulación.

Convenios de capitulación del Imperio Persa y Lidio.

Cierre de la capitulación.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

IV

Conclusiones.

V Convenios de Índole Especial. (Por Jorge Herraiz Crespo). Pp.

LVXXII-LVXXXVI

Características y terminología.

Los diferentes tipos.

Convenios de paso.

Convenios de concesión de libre retirada.

Convenios para el intercambio de prisioneros.

Convenios sobre utilización de puertos marítimos.

Otros acuerdos especiales.

Conclusiones.

VI Bibliografía. P.LVXXXVII

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

V

I. Introducción.

El presente trabajo es un estudio de una parte de los procedimientos establecidos

en la antigua Grecia para la regulación de las relaciones entre ciudades durante los

conflictos armados: los acuerdos bélicos. Reciben este nombre los convenios concluidos

durante las hostilidades entre dos bandos beligerantes, cerrados normalmente en el

mismo campo de batalla por los comandantes militares y por las autoridades civiles,

para la reglamentación de determinadas situaciones bélicas. Tales acuerdos presentan

peculiares características que los diferencian de los llamados tratados internacionales, se

trata de acuerdos que en general se negocian y estipulan por comandantes militares, y

además entran inmediatamente en vigor y no necesitan esperar a la ratificación de los

gobiernos comprometidos en éstos. Llama poderosamente la atención la circunstancia de que a pesar de haber

existido entre los griegos sistemas organizados y coherentes de actuación y repre-

sentación en la vida política, el mundo de la civilización helénica careció por completo

de formas reconocidas y sancionadas por todos los griegos para la regulación de los

contactos de política exterior de una polis con otra.

la razón de esta incongruencia se debe a que durante mucho tiempo el estudio de

la historia había centrado sus esfuerzos en analizar las circunstancias políticas de un

determinado período como hechos aislados, y no como reflejo y resultado coherente de

un sistema y estructura definidos. En el campo de las instituciones se desarrolló una

extendida costumbre a considerar deficientes y exóticos aquellos sistemas de reglas que

no encajaban con la mentalidad de la época moderna, lo cual dio lugar a este estudio.

Empezó a reconocerse que desde el momento en que empieza a desarrollarse un centro

de cultura con un cierto nivel de civilización o un estado, de alguna importancia,

aparecen simultáneamente relaciones con el mundo exterior, que toman en el acto la

forma de todo un sistema de instituciones

Hay muchas lagunas en el estudio de las instituciones griegas relativas a las

relaciones internacionales entre las distintas ciudades. Y una de ellas es la que toca al

estudio de los convenios bélicos.

La primera dificultad es la ausencia de cualquier orientación bibliográfica en

este sentido. Es posible encontrar en las obras dedicadas a las formas sociales y políticas

de las ciudades griegas algunos apartados que se refieren a las instituciones de la guerra

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

VI

entre ellas, pero éstos presentan siempre una forma sumaria y basan sus conclusiones a

partir de unos pocos testimonios antiguos, que suelen coincidir con los hechos históricos

más relevantes de un período y que en su mayoría no informan más que parcialmente de

algunas de tales instituciones.

Se pudo iniciar un estudio de los convenios desde una base puramente

documental. El instrumento de trabajo natural e inmediato para llevar a cabo esta tarea

era la consulta directa de las fuentes griegas, literarias y epigráficas.

Es necesario realizar esta labor mediante la lectura directa de los testimonios

griegos, entre los que se demostraron de especial interés todos los historiadores

(Heródoto, Tucídides, Plutarco, Jenofonte, Diodoro, y también todos los recogidos en

sus fragmentos por Jacoby), aunque para ciertos casos hubo que considerar la obra de

los poetas líricos, trágicos y cómicos. De gran utilidad fueron los escritores de temas

tácticos y militares, como Polieno y Eneas Táctico, y el romano Frontino. La epigrafía

desempeña un papel primordial para el conocimiento de las condiciones impuestas por

una ciudad a otra después de un acuerdo de capitulación, pero sobre todo es el principal

apoyo para el estudio de la tregua sagrada en inscripciones conservadas en los

santuarios griegos y recogidas tanto en las grandes colecciones epigráficas como en los

estudios dedicados a temas específicos o regiones concretas.

Con base a los de convenios hemos procedido al estudio del sistema de

funcionamiento de cada uno de ellos, destacando la originalidad propia de todos ellos y

el papel que esta institución desempeñó en las relaciones entre los pueblos griegos, y en

su extensión con los pueblos con que éstos entraron en contacto.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

VII

II. Los Más Antiguos Convenios Bélicos

Convenio que regula el combate singular

Se trata del más antiguo convenio de la historia de la civilización griega. Este

convenio venía precedido de un convenio bilateral, un convenio preliminar que regula

las condiciones del encuentro y de carácter obligatorio. El resultado de tal combate seria

vinculatorio para toda la comunidad.

El esquema para la reproducción del combate era:

- Proclamación en el campo de batalla.

- Aceptación del reto.

- Conversaciones para fijar las reglas del combate y las condiciones finales que se

compromete a aceptar el vencido.

- Ratificación solemne del convenio.

- Combate singular.

- El vencido acepta las condiciones estipuladas, entrando en vigor el estado de

paz.

Este convenio podría ser como una especie de armisticio en el cual el periodo de

negociaciones es sustituido por una lucha armada, dictando previamente cada uno de los

contendientes condiciones a su oponente. Finalizado el enfrentamiento armado termina

también el conflicto. Este combate singular tendría un carácter jurídico por el previo

contrato en el cual un pueblo se comprometía a aceptar las consecuencias de la

reglamentación de la lucha determinadas antes por el acuerdo.

Origen del procedimiento

La decisión de solucionar un conflicto por medio de un combate singular, es una

de las primeras manifestaciones institucionales atestiguadas en el desarrollo de algunos

pueblos indoeuropeos, y responde al deseo de reducir los males de la guerra para evitar

inútil derramamiento de sangre. Este procedimiento aparece en la tradición de los

grupos étnicos como un arcaico procedimiento jurídico que intentaba dar una rápida

solución práctica y que ayudase a la cohesión del grupo. Este combate tenía un carácter

exclusivo para los conflictos internacionales.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

VIII

El origen del combate singular hay que buscarlo en el antiguo sistema de

solidaridad familiar y gentilicia desde cuya esfera de aplicación trascendió al campo de

las relaciones entre diferentes ramas o pueblos, lo cual no debe confundirse con la

ordalía o juicio divino. La ordalía fue una institución incorporada a los sistemas legales.

El combate singular sin embargo era aplicado en la medida en que lo deseaban los

contendientes. Lo que confiere al combate singular un carácter jurídico es el convenio

previo por el cual ambas partes se comprometían por un juramento a aceptar como

vinculante el resultado de dicho combate.

No consideraban que la divinidad fuera a ayudarles a quienes llevaran la razón,

si no que el grupo confía en que si se cumplen las normas del convenio, la habilidad y

destreza de su representante se impondrá a la del oponente. La asistencia divina, se

reducía a sancionar el juramento y a castigar al perjuro si se llegara el caso según las

fuentes de la época.

Socialmente el duelo convencional tiene sus bases en un sistema gentilicio y

patriarcal en el que se ha producido ya una división en clases. Las necesidades de una

economía agrícola y ganadera estaban compensadas con la división del trabajo y la

estructura de la propiedad. Casi no se desarrolla el comercio como una actividad

autónoma, solo aparece ligado a expediciones terrestres o marítimas cuya finalidad era

el pillaje y el saqueo de poblaciones.

Las causas de los enfrentamientos presentaban características especiales, las

adquisiciones de tierras de cultivo, la defensa por la fuerza de la propiedad de los

mismos, se llevan a cabo dentro de un estricto orden de normas aristocráticas, por lo que

las clases populares eran relegadas.

El combate singular fue un procedimiento aristocrático, por lo que este combate

singular fue utilizado en el cambio del segundo al primer milenio a.C., usado para

dirimir la propiedad de territorios y producir cambios de dinastía.

A medida que finaliza la época arcaica, el duelo convencional cayó en desuso en

todo el ámbito de la cultura griega.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

IX

Propuesta y aceptación del combate

El sistema a seguir en esta etapa, era siempre el mismo. Se encontraban los

ejércitos frente a frente para dirimir su disputa por las armas se adelanta uno de los

combatientes, el que quiere celebrar el combate, para declarar a sus enemigos que se

haya dispuesto a resolver el conflicto por el enfrentamiento singular.

La propuesta era de tipo personal siempre, sin la ayuda de intermediarios como

podrían ser por ejemplo un heraldo. El autor de la proclamación solía ser un miembro de

la nobleza, el rey que conducía al ejército o incluso un guerrero que por su valor tenía

un lugar preponderante entre los suyos. Solo en el ejemplo más reciente que se conoce,

el combate entre trescientos agravios y otros tantos lacedemonios en el siglo VI a.C., la

propuesta no partió de los contendientes.

También solía declararse desde el primer momento la finalidad con la cual se

desafiaba al contrincante, para dirimir en el combate entre ambos el objeto del litigio

señalando también el resto de las condiciones que tendrían que cumplir el bando

derrotado.

La propuesta la recogía un igual del que la había ofrecido, dirigida normalmente

a un voluntario. En la práctica, el consejero del ejército era quien decidía quien había de

ser el representante en el combate; como por ejemplo los Heraclidas querían penetrar en

el Peloponeso e Hilio desafió en combate singular a uno de sus oponentes, el consejo

peloponesiano eligió a Equemo, rey de Tegea para la lucha.

La elección solía recaer sobre uno de los guerreros que encarnase los ideales de

la nobleza en su más alto grado. En la guerra que a finales del siglo VII a.C. enfrentó a

los atenienses con los mitilenios la propuesta de combate fue realizada por el ateniense

Frión, que fue olimpiónico, y por los mitilenios fue escogido Pítaco a quien se le

contaba entre los siete sabios.

Cuando los contendientes se hallaban vinculados con las causas que habían

promovido el conflicto, uno de ellos desafiaba personalmente al otro, llamándolo por su

nombre e indicando su predisposición a enfrentarse a él para resolver por la lucha la

disputa que origino el conflicto.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

X

En el instante en que se hacia la propuesta, se hacían también las concesiones

que debían hacerse si el autor de ella era derrotado o lo que obtendría en caso de vencer.

La persona hacia quien iba dirigido el llamamiento salía de las filas y aceptaba el

combate y sus consecuencias.

Es importante señalar que en los casos en que en el combate interviene más de

un representante hay ciertas particularidades, ya que no existe proclamación personal,

sino los consejos militares son los que toman las decisiones de mutuo acuerdo. Cuando

la propuesta no era aceptada, no se emitía ninguna respuesta, todos los combatientes

permanecían en sus puestos hasta que su contrincante veía que no aceptaban el combate.

Negociación y Ratificación del acuerdo

Negociación.

Tras la aceptación del combate se hacía precisa la estipulación material del

acuerdo que se hacía en dos actuaciones.

En la primera serie de conversaciones, eran establecidas las normas concretas

por las cuales se tenía que regir la lucha entre los representantes. En la descripción del

sistema del convenio para celebrar el combate entre Paris y Menelao se encuentra el

ejemplo más fiel del procedimiento.

Según el esquema trazado por Homero en su tercer libro de la Ilíada, se puede

reconstruir con aproximación la primera fase de las negociaciones del convenio.

La primera y más importante regla que se establece es la de que ambos

contendiente combatirían solos, sin recibir ninguna ayuda de los compañeros de armas.

El incumplimiento de esta regla es la más grave violación del acuerdo, lo cual rompe

automáticamente el pacto y atraería sobre los culpables la cólera de los dioses que velan

por los juramentos.

Las armas utilizadas por ambos contendientes debían ser las mismas, y tenían

que establecerse de antemano en las conversaciones. Normalmente se combatía con

jabalina, espada y escudo, lo cual constituye el armamento del soldado en la época

arcaica. La utilización durante el combate de armas arrojadizas que fueran escondidas

previamente para el factor sorpresa, era una violación del contrato.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XI

La última regla se refería al lugar de celebración del combate. Los contendientes

debían situarse en un lugar fijo señalado previamente, a una distancia equitativa de los

ejércitos a los cuales representaban. Para esto se determinaba cuales eran las posiciones

que se iban a ocupar ambos ejércitos y cada combatiente ofrecía la espalda a sus

compañeros en el momento de la lucha.

Para que todas las normas fueran cumplidas debidamente cada parte elegiría a un

director y juntos debían no solo medir el espacio entre ejércitos pasa señalar el punto de

combate, sino también algunos momentos antes del combate, efectuaban el sorteo ara

indicar cuál era el k lanzaba primero, esto solo se hacía en caso de que se usara jabalina.

El proceso del sorteo consistía en depositar dos suertes diferentes (seguramente

dos guijarros de distinto color) identificados con cada uno de los combatientes en el

interior de un casco. Uno de los directores del encuentro, agitaba el casco asta k uno de

los guijarros salía despedido del casco. El guerrero a quien correspondiera el guijarro

seria quien lanzase primero.

Establecidos todos los puntos terminaba la fase de las negociaciones, y pasaban

a continuación los jefes militares a discutir las consecuencias del combate. En esta

segunda etapa las conversaciones eran para que ambas partes expusieran sus

condiciones, las cuales debía aceptar el derrotado, procurando la equidad de sus

exigencias. Las condiciones solían coincidir en muchos casos. Se solía pedir la

propiedad en litigio y que la parte contraria renunciara a la posible reclamación en lo

sucesivo. Siempre se añadía la condición de que ambas partes aceptarían el resultado del

combate y cumplirían las pautas establecidas.

Esta es por tanto la fase más importante del convenio, el núcleo de todo el

procedimiento que acompaña al combate singular, la razón de ser de tal institución.

Gracias a este sistema, en lugar de esperar a la batalla, tras la cual el vencedor

impondría sus exorbitadas condiciones, ambas partes se anticipan tal posibilidad

manifestándose mutuamente sus condiciones y el oponente demostraría si tiene la fuerza

militar suficiente como para reclamar y adquirir tales territorios y si el desafiado tiene la

suficiente fortaleza como para defender sus posesiones. Así pues se evita un

derramamiento de sangre y se mitigan al máximo los horrores de la guerra.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XII

La clausula fundamental del acuerdo se refería a la posesión en propiedad del

objeto del litigio, este quedaba o pasaba a las manos del vencedor, perdiendo o no

lográndolo el que había sido derrotado.

En los casos más recientes que se conocen, la propuesta del combate no

prosperó, por lo que el acuerdo nunca tuvo lugar, pero si se conocen las clausulas sobre

las consecuencias de la lucha. De estos se puede comprobar que la condición básica de

los acuerdos era la que determina la parte triunfante en el combate adquiriría

automáticamente la posesión del objeto de litigio que se trato siempre de la posesión de

un territorio o ciudad excepto en el caso de Menelao y Paris.

Esta clausula del convenio llevaba aneja una segunda condición que ofrecía dos

variantes, si el vencido había disfrutado de la posesión del territorio, se comprometería a

no reclamarlo en lo sucesivo, entregando su posesión al vencedor. Si por el contrario

había pretendido, alegando ciertos derechos, adueñarse de la región o ciudad, se

comprometía en esta clausula del convenio a retirarse del territorio sin intentar volver a

conquistarlo por la fuerza.

Esta clausula a veces era completada o ampliada con otras disposiciones

estipuladas en la negociación.

Así la segunda fase de negociaciones llegaba a su fin cuando ambas partes

habían fijado y aprobado las condiciones a cumplir. Aun así todas estas negociaciones

habían sido conducidas por vía oral, y no se reflejaban en ningún documento escrito, así

que el siguiente paso era la aprobación solemne de todo lo estipulado intercambiando

garantías firmes de la fidelidad de la palabra dada.

Ratificación.

La ratificación constituía la ceremonia última y necesaria para la entrada en

vigor del convenio. Esta ceremonia se componía de una libación, juramento e

imprecación, que era lo que confería al acuerdo su fuerza obligatoria. Este sistema de

sanción divina del acuerdo tiene su origen muy antiguo, posiblemente indoeuropeo. Este

acto no podía faltar en la ratificación de los convenios que regulaban un combate

singular y su resultado.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XIII

El acuerdo era ratificado por aquellas personas que lo habían negociado. Sin

embargo al igual que con armisticio general, la ratificación del convenio era

competencia del poder ejecutivo. Las máximas autoridades son las que realizan la

ratificación del convenio, los diferentes reyes antes de la época más primitiva hasta los

comienzos del primer milenio a.C. y a continuación desde la época arcaica los primeros

magistrados y la asamblea de la ciudad.

Cada una de las partes estaba compuesta por una coalición, los jefes de cada uno

de los pueblos que forman parte de la alianza se suman con su presencia a las

ceremonias de ratificación del convenio.

No era necesario por tanto la presencia de los guerreros que iban a combatir, este

convenio limita las operaciones bélicas a un solo y decisivo enfrentamiento armado es

un acto de política exterior que ha de ser obligatoriamente refrenado por la suprema

autoridad del gobierno. Solamente en el caso de que la persona que representa a su

pueblo en la lucha singular sea al mismo tiempo una de las autoridades políticas.

El cierre del convenio no se realizaba privadamente, sino en público con

presencia de los componentes de los dos ejércitos. Todos ellos habían depuesto las

armas y desde las filas esperan la conclusión del acuerdo y el desarrollo del combate.

Las negociaciones tenían lugar en tierra de nadie. Una vez finalizado el ritual llegaba el

momento de preparar los detalles materiales del encuentro. Los que habían intervenido

en la ceremonia de cierre se retiraban a sus posiciones y eran los comisarios o directores

lo que emprendían jurídicamente el cometido asignado. Mientras los soldados revestían

sus armas los comisarios delimitaban el área entre las filas de los ejércitos, señalaban un

lugar en el centro para el inicio del combate, y designaban cual de los dos debía lanzar

primero al ser armas arrojadizas.

El combate y sus consecuencias

Cumplidos todos los requisitos se procedía a la celebración del combate, lo cual

daba fin al conflicto y las clausulas del convenio debían ser cumplidas, entrado en vigor

como si se hubiese procedido a la conclusión de un tratado de paz.

Para que las condiciones surgiesen efecto era necesario que las reglas fuesen

respetadas. Una vez que ambos guerreros habían revestido las armas y se hallaban

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XIV

dispuestos para la lucha avanzaban hacia el lugar de la lucha, solos y tomaban posición

frente a frente.

El combate era llevado a cabo con las armas fijadas en el acuerdo, y no se

permitía la utilización de ningún otro tipo de instrumento accesorio. Cualquier

infracción de esta regla o de la anterior, era causa de nulidad del convenio invalidando

el resultado que se hubiera dado en el combate singlar. También era ilegal el ataque

contra uno de los combatientes procedente de un miembro del bando contrario que se

hallase en las filas de su ejército contemplando el desarrollo de la lucha.

El combate no debía necesariamente acabar con la muerte de uno de los

contendientes, sino que debía acabar con el reconocimiento de la derrota por parte de

uno de ellos cuando este rehusaba continuar la lucha o emprendería la huida. Sin

embargo no existía un criterio fijo para el caso de que los dos guerreros cayesen heridos

en el enfrentamiento. Así ocurrió por ejemplo en encuentro entre Eteocles y Polínice, al

término del cual se suscitó una tremenda polémica entre agravios y tebanos, reclamando

ambos la victoria para su bando.

El combate solía acabar con la muerte de uno de los contendientes, de manera

que no pudiese suscitarse reclamación alguna ante la evidencia de la derrota. Así ocurrió

en la mayoría de los encuentros, la parte vencida aceptó sin paliativos el resultado,

facilitando con su actitud el cumplimiento de las condiciones del convenio y el

subsiguiente establecimiento del estado de paz. Hubo enfrentamientos que acabaron con

la puesta en práctica de las estipulaciones acordadas en el convenio.

No en todos los encuentros se logro llegar a un resultado que satisficiese a las

partes contendientes por considerar que una de las dos partes había violado las

condiciones pactadas durante el transcurso del combate. En este caso la guerra

comenzaba a seguir su curso y era necesario el choque entre ejércitos para determinar su

resultado.

Los problemas y disconformidades casi nunca fueron solventados por nuevas

negociaciones, normalmente ambas partes prefirieron, amparándose en la clausula que

proclamaba la ruptura del convenio si se producían irregularidades en el combate, dar

por invalido el resultado y continuar el conflicto por otros medios.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XV

Esto no significa que el combate singular fuese ineficaz, a pesar de los

numerosos ejemplos en que no se pudo resolver el conflicto, hay muchos e los que si se

ha llegado a resolver aceptando los resultados tras el combate.

El acuerdo regulador del combate se rebeló como un magnifico sistema para la

resolución de diferencias por medio de la negociación llevando a la práctica su misión

para la que fue concertado, que actuase decisoriamente entre los litigantes para otorgar

el objeto debatido a quien triunfase y el derrotado acatase el resultado ya que se obligo

por juramento a hacerlo. En la mayoría de los casos el resultado fue aceptado, cuando la

sanción divina era la única fuerza externa que podía mantener los acuerdos humanos,

pues la religión común entre las sociedades de aquel periodo, jugaba un papel

preponderante

Conclusiones.

El recurrir a un combate singular entre los representantes elegidos de dos grupos

enfrentados por un conflicto, estableciendo previamente un convenio bélico por el que

se acordaban no sólo las condiciones del encentro entre los dos guerreros sino también

las obligaciones a que se comprometían los vencidos, fue en la historia del pueblo

griego un procedimiento típicamente arcaico.

En la gran mayoría de los casos conocidos remontan a las edades heroica y

homérica, habiéndose conservado únicamente tres ejemplos de la aplicación de este

sistema en los siglos VIII, VII y VI a.C. El origen de esta institución, proviene de las

relaciones privadas, desde la que se utilizó en el terreno de las diferencias públicas

como un método para disminuir la crueldad de la guerra y salvaguardar los intereses

étnicos de las diferentes minas o pueblos.

Al mismo tiempo el combate singular se destaca como un sistema esencialmente

aristocrático, puesto que la elección del representante de un grupo tiene por fuerza que

recaer en un miembro de la clase dominante cuya nobleza de sangre le permitiera

afrontar con gallardía el ritual de la lucha y poner de manifiesto las altas cualidades

guerreras de su estirpe. Hasta tal punto es básica esta dependencia que en cuanto el

elemento popular comienza a participar en las tareas de gobierno de las ciudades

griegas, el combate singular desaparece casi por completo de la escena bélica griega.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XVI

La participación de la aristocracia queda patente en siete de los casos que se

conocen. Son muchas las razones que contribuyeron a la caída en desuso de esta

institución y a su posterior desaparición del ámbito cultural griego. Primeramente, la

evolución paralela, experimentada por la primitiva sociedad griega, frente al

aislacionismo característico de los pueblos primitivos como lo era el griego, el paulatino

desarrollo de la convivencia entre diferentes grupos étnicos, el surgimiento de ideas

filosóficas y morales en las comunidades más avanzadas políticamente, que son acep-

tadas o adaptadas por el resto, el abandono de una economía agraria y de pastoreo que

no conocía el intercambio, siendo sustituida por un comercio marítimo cada vez más

intenso, la flexibilidad e introducción de nuevas normas de guerra, el fenómeno de la

colonización, en definitiva, son los factores causantes de que el mundo de las ciudades

griegas transforme sus esquemas de vida conformándolos a tendencias y actitudes

generales, helénicas, válidas para todas ellas.

Además, durante los momentos finales de aplicación es cuando con más

frecuencia los convenios que regulaban el combate y su desarrollo fueron ineficaces,

porque se cometieron actos de deslealtad que violaban el acuerdo y a menudo el bando

vencido, para paliar su derrota, impugnaba el resultado, podría aducirse que tales hechos

se conjugaron para desacreditar estos enfrentamientos singulares. Sin embargo no pudo

ser ésta la única causa que contribuyera a disminuir el valor del combate singular,

puesto que las irregularidades cometidas en el transcurso de la lucha o a la hora de

cumplir las obligaciones contraídas al firmar el acuerdo no hay que achacarlas a la

estructura de la institución, que es perfecta y responde a una extraordinaria finalidad,

sino que son fallos imputables a la naturaleza humana, que confiaba cada vez menos en

los métodos minoritarios.

hubo sobre todo una razón más seria y profunda, a medida que se constituyen los

esquemas políticos de las ciudades griegas, que se forma el espíritu de la democracia, se

hace más patente que el azar de un encuentro, que afecta solamente a dos hombres, no

puede decidir la suerte de toda una comunidad. En caso contrario se aceptaría la

utilización de un residuo aristocrático, que no encajaba en la mentalidad popular de la

época clásica en Grecia, en donde la victoria era el resultado de una tarea y esfuerzo

comunes de todos los componentes de la polis.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XVII

Todo esto significa que en el siglo V a.C. el combate singular no es más que un

recuerdo de épocas legendarias y antiguas, que no tiene ya cabida en las estructuras

democráticas generales que regían las manifestaciones de la guerra. Por otra parte su

eficacia se había mostrado, en los últimos siglos de aplicación, bastante reducida,

poniendo al descubierto que su empleo no hacía más que retardar el choque definitivo

entre los dos ejércitos, ya que las diferencias latentes entre las fuerzas que se enfren-

taban obedecían a causas políticas y económicas que, a los ojos de los combatientes, no

podían ser modificadas por el simple resultado de un encuentro entre dos hombres, sino

que requerían la acción conjunta de todo el poderío militar para, una vez derrotado el

adversario, proceder a adaptarlas a las propias conveniencias.

Pero al mismo tiempo otra circunstancia pudo influir en el progresivo

desempleo de este sistema. En efecto comenzado el Siglo VI a.C. hace su aparición una

nueva institución en las relaciones internacionales griegas, que al principio se combinó

con la monomachía como un intento pacífico por poner rápido fin a los conflictos, se

trata del arbitraje en el mundo griego que puede ser considerado como el único medio

conocido en la época para evitar la guerra. El combate singular, que había exigido el

sacrificio de uno de los dos contendientes cuando menos, resuena ya como un eco

lejano en las obras de Heródoto y Tucídides. El progreso cultural de Grecia relegó al

olvido una importante tradición que, si ya no tenía razón de ser en el avanzado mundo

de las formas políticas, legales y sociales helénicas, había desempeñado sin embargo un

brillante papel en el primitivo proceso de la civilización griega.

El Convenio entre Calcide y Eretria sobre la Prohibición del uso de

Armas Arrojadizas.

La guerra Lelántica

Una de las primeras guerras de la que hay noticia que se enfrentaron entre sí

diferentes comunidades griegas es la que se suscito en época arcaica en la isla de Eubea

y que tuvo como protagonista a Cálcide y Erétria, la conocida como guerra Lelantica.

Este conflicto se dio por anotarse la posesión de la fértil llanura de Lelanto.

La cronología tiene numerosos problemas aunque se acepta por la mayoría de

los estudios que el conflicto tuvo lugar en los últimos años del siglo VIII a.C. y la mitad

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XVIII

del siglo VII a.C. Como aliadas de cada una de ellas combatieron diferentes ciudades de

Grecia, Mileto ayudo a Eretria y los samios a Cálcide, también se asociaron beocios y

Tesalios.

Motivos del convenio

El exceso de población obligo a la isla de Eubea a buscar nuevos territorios a

colonizar para el traspaso de familias agrícolas y el fomento de comercio con nuevos

territorios. Entre las ciudades que ocuparon se encontraba Mileto, la aliada de Eretria en

el conflicto lelantico, que representa los principios de la competencia e intercambio

comercial opuestos a los sistemas de beocios u tesalios, que compartían con Cálcide. El

parentesco étnico pudo jugar un papel en ellos pero había más motivos.

Con Calcide se encontraba la aristocracia de Grecia central que por su

identificación con los esquemas sociales que rigen la isla no pueden observar impasibles

como sus subordinados seculares se adueñan de los recursos tradicionales de la vida de

los nobles, Mileto al contrario sus ideas filosóficas y morales sobre el valor inapreciable

de la libertad y la autonomía políticas en la realización del espíritu interhelenico

influyeron mucho en Eretria, que pronto desde antes del siglo VI a.C. destaco como uno

de los adalides de la democracia.

Cuando Mileto se convierte en firme defensora de la independencia griega en

Asia Menor frente al imperio presa, encabezando la rebelión contra Darío I, Eretria

acude con cinco naves, unidas a las veinte de Atenas para sumar fuerzas a su antigua

aliada. Una vez llegados a las manos, se produjo un problema. El grupo aristocrático

que condice Calcide sigue apegado a un sistema de lucha arcaico que permite solo la

participación de la nobleza en el desarrollo de los combates y que exige el cumplimiento

de condiciones rituales para su práctica.

Por el contrario habiendo sido habiendo sido eliminada la oligarquía

terrateniente de Eretria, el nuevo estrato popular que se hace cargo de la contienda ni se

haya capacitado para ejercer tal genero de combate ni desea amoldarse a este sistema,

pues necesita contar con la participación de los componentes de la ciudad al completo.

Por tanto los modelos de ejército y combate de ambas facciones diferían mucho y

entraban en conflicto por su antagonismo.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XIX

El enfrentamiento de dos sistemas tácticos absolutamente opuestos e

irreconciliables se hacía necesario el establecimiento de un acuerdo que unificase los

criterios por los que se rigiese la lucha, y se hacía necesario estipular ciertas condiciones

de lucha que garantizasen una igualdad en los medios utilizados, permitiendo el

combate con caballos y a pie pero con armas convencionales para el encuentro cuerpo a

cuerpo y no autorizándose el uso de aquellas que hieran a distancia.

El convenio y sus condiciones

Como paso previo al inicio de las hostilidades, ambas partes debieron de

mantener conversaciones sobre el tema, que prosperaron en el acuerdo bélico acerca del

sistema y medio del combate.

El convenio estipulo según las fuentes, estas condiciones:

1. No era licita la utilización de armas arrojadizas a distancia (dardos, lanzas:

άδήλα βέλη, ηηλεβόλα), así como de instrumentos para lanzar otras 8arcos,

hondas: έκηβόλα, ηοξα, ζθενδοναί).

2. Se permitía la utilización de la caballería como fuerza de ataque del ejército, y

naturalmente para trasladar material y hombres al campo de batalla en carros,

como el empleo de espada y lanza sin ser soltadas de la mano y en la lucha

cuerpo a cuerpo (ξίθοζ, έκ σειπορ, ζςζηαδόν).

Este acuerdo tuvo que ser aprobado, puesto que su aplicación afectaba al

desarrollo total de la guerra y su posible desenlace, y fue objeto de una atención

especial por los órganos de gobierno de cada ciudad que decretaron que dicho texto

fuese grabado en piedra para legitimar su contenido

Estrabón ha transmitido que en el Amarintio, templo de Artemisa que se hallaba

cerca de Eretria se conservaba una estela que daba fe del acuerdo. Se pidió una copia

para cada ciudad para situarla en el templo o ágora de la misma. Esto respondía al deseo

de generalizar del modo más extenso posible el conocimiento de lo estipulado. No se

sabe si la estela de Estrabón es la de Eretria o es una única que está situada en ese

templo que sería venerado por ambas gentes. El convenio había sido jurado por los

representantes de las dos ciudades y la situación de este en un lugar sagrado significaba

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XX

que la divinidad titular del templo ejercía su tutela directa para que fuese fielmente

respetado asumiendo la tarea de castigar al perjuro que incumpliese las condiciones.

Conclusiones.

La celebración de los diferentes combates en la guerra lelantica de acuerdo con

las normas establecidas en el convenio supuso la modificación del sistema de lucha

tradicional característico de la aristocracia, que había tenido vigencia en Grecia des de

la mitad del segundo milenio a.C., y que había mantenido casi inalterable, si

exceptuamos a las ciudades griegas de Asia menor, hasta el siglo VII a.C.

El papel desempeñado por el elemento popular en la formación de cuerpos

hoplitas y de caballería, como refiere Plutarco, potencia al máximo la idea comunitaria

de participación en la lucha, lo que más adelante será aceptado como u principio básico

de la democracia, en donde el éxito o fracaso de las empresas políticas es siempre

resultado de un esfuerzo común.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XXI

III. Los Convenios para el cese de Hostilidades.

Los acuerdos de tregua

Primeros convenios de tregua

El acuerdo de suspensión de hostilidades puede ser el más antiguo compromiso

solemne que establecieron los griegos en sus relaciones internacionales, aunque la

forma más antigua de acuerdos bélicos lo constituyen los convenios derivados de la

esfera privada que se aplican a la resolución de diferencias por la vía pacífica entre dos

pueblos. De este modo, el acuerdo que regula el combate singular cumplía la función de

una tregua, pero al mismo tiempo era el resorte que abría un período de paz.

No obstante el acuerdo de tregua es indudable que presenta también una gran

antigüedad. Aunque las fuentes escritas no nos hubieran legado un considerable número

de testimonios en tal sentido, es claro el papel primordial de estos convenios en los

enfrentamientos armados de las primitivas sociedades. En estas sociedades es

primordial el papel del parlamentario que con un signo de inviolabilidad en la mano se

encarga de comunicar al adversario la solicitud de tregua es una constante. Signos como

agitar pieles atadas al extremo de un bastón, o ramas verdes de un árbol o grandes

hierbas son signos y símbolos que notifican las intenciones pacíficas y son siempre

respetados.

La guerra en sus primitivos estadios no era llevada siempre a sus últimos

extremos, ya que la comunidad se preocupa básicamente de la protección del individuo

y de causar el menor número de daños posible para la sociedad. Por estos motivos, en

Grecia hasta los albores de la época clásica fue utilizado el procedimiento de la

resolución de disputas mediante el combate singular, sustituido poco a poco desde el s.

VIII a. C. por el sistema del arbitraje. De todos modos, la larga serie de enfrentamientos

bélicos que desde el II milenio a. C. se venían produciendo en los territorios griegos

eran cada vez por motivos de más compleja índole. Los convenios de tregua debieron de

hallar una temprana aplicación puesto que sus fines se justificaban plenamente con el

deseo de humanizar la lucha.

Las honras fúnebres tributables a los caídos lograron imponer reglas rígidas e

inmutables, como una obligación piadosa y sagrada. Los convenios de tregua se

empleaban en la mayoría de los casos con esa finalidad, solo cuando la organización de

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XXII

la guerra resulta más compleja vemos aparecer las primeras treguas establecidas con

fines distintos a este.

En cuanto a los ejemplos de tregua cerrada con el objetivo de recoger a los

soldados muertos y poder darles sepultura los encontramos en la edad heroica ya,

reflejados en la Ilíada. Aunque todavía antes se pueden encontrar convenios de este tipo

por ejemplo en los detalles de la tradición griega acerca de la expedición contra Tebas.

Es posible seguir las líneas generales de los hechos que nos conservan las versiones de

las hazañas de Heracles y Teseo. De acuerdo con la leyenda Adraste, el rey de Argos,

que había sido el único superviviente de los siete caudillos que marcharon contra Tebas,

se dirigió a Atenas en busca de ayuda rogando a los atenienses que colaborasen en la

tarea sagrada de enterrar a los seis hombres sin sepultura a las puertas de la ciudad

beocia por orden de los tebanos. En esta leyenda, en una versión antigua, fue el mismo

Adraste quién persuadió a los Tebanos para que permitiesen la inhumación de los

héroes argivos.

Sobre la reacción ateniense a la solicitud de Adraste, que fue atendida

personalmente por el héroe nacional Teseo, tenemos dos versiones: la más antigua de

ellas, la pacífica, por la cual Teseo había conseguido convencer a los tebanos sin

necesidad de recurrir a las armas, para recuperar los cuerpos y enterrarlos en Eleusis. El

autor parece ser Esquilo, puede que inspirado en la rehabilitación de los héroes y

leyendas atenienses emprendida por Cimón y recomendada por el oráculo de Delfos.

La otra versión, más extendida, es la guerrera, por la cual Teseo y los atenienses

tuvieron que recuperar los cuerpos de los argivos tras una lucha encarnizada. Los

atenienses pudieron tomar Tebas, pero Teseo lo prohibió porque habían acudido

únicamente a cumplir la ley sagrada del enterramiento. Esta versión es anterior en

algunos años a que escribiera Heródoto, quizá en los primeros años de la guerra del

Peloponeso, puesto que ya era conocida por este. Atenas, al fundar su imperio marítimo,

quiso proclamar bien alto sus derechos a la supremacía: tanto en la escultura como en la

pintura se representaban los hechos de Teseo.

Esta versión pronto comenzaría a hacerse popular, pero no bastaba el hecho de

que los muertos hubiesen sido devueltos por la persuasión, por lo que se introdujo la

modificación de que la ciudad impía había cedido por la fuerza de las armas. Heródoto

parece haber tomado esta variante de los lugares comunes de la elocuencia ática, pero es

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XXIII

sobre todo la tragedia de Eurípides la que desarrolló hasta sus últimos extremos el

hecho: el veredicto de Eurípides hacia la actitud tebana es muy severo en las

Suplicantes, y en ello pudieron influir ciertos acontecimientos de la guerra del

Peloponeso. Esta versión pasó a ser en la oratoria un desarrollo obligado de todo elogio

de Atenas y sus hombres.

Junto a la versión tebana, antigua y recogida por Píndaro, en la que nada

intervienen los atenienses, sino solamente Adraste, están las dos elaboradas por los

atenienses, la pacífica y la guerrera. La fijación estaría sobre el s. V a. C., el relato de la

participación de Teseo en la recuperación de los cuerpos tendría la misma antigüedad o

aún mayor que la versión tebana, aunque ciertamente la intervención de Teseo para

rescatar los cadáveres no tuvo nunca lugar. Sabemos de la existencia de una tradición

que proclamaba a Heracles como la primera persona que devolvió a los muertos

enemigos mediante un acuerdo de tregua, y era esta una versión muy extendida al decir

de Plutarco. Las tradiciones que concernían a Heracles y los Heraclidas presentan

muchas analogías y a menudo se entrecruzan con las referentes a Adrasto. La leyenda

ateniense no tuvo inconveniente en ir relacionando a Adrasto con Teseo y atribuir a su

héroe nacional la inspiración y el mérito de haber conducido a Tebas a observar los

sentimientos de justicia y humanidad hacia los muertos, reduciendo el papel de Adrasto.

De este modo un extranjero, Adraste, llega a Atenas a solicitar asistencia al héroe

Teseo, al igual que en otros muchos episodios de la leyenda acudían extranjeros a

Heracles con estas peticiones. Era por tanto una oportunidad no despreciable para hacer

rivalizar a Teseo con Heracles y compartir sus hazañas con las del hijo de Zeus.

No conocemos el momento histórico en el que se efectuó la transferencia de la

atribución de la primera tregua conocida de la Heracleida a la Teseida. El relato llegó en

esta forma hasta el siglo XI a. C. y Esquilo introdujo la variante del enterramiento de los

cadáveres en Eleusis. De la noticia de que Heracles fue el primero que devolvió a sus

enemigos no conocemos los orígenes, ni podemos encontrar un lugar para ella en la

relación de empresas acometidas por el héroe. Aunque parece ser la más antigua

información sobre el convenio de suspensión de hostilidades que ha llegado hasta

nosotros. Por último se produce, en un estadio de evolución de la Teseida que no

podemos determinar con seguridad, pero que muy bien pudo ser durante la formación de

los ciclos épicos, la atribución a Teseo de un acuerdo de tregua con los tebanos

mediante el que se le permitió recoger los cuerpos de los argivos para darles sepultura.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XXIV

Antes del último tercio del II milenio a.C. se había constituido la costumbre de

devolver y reclamar a los muertos en combate. Esta costumbre, por la participación de

tebanos, argivos y atenienses, podía ser por tanto conocida y practicada tanto en el

Peloponeso como en Grecia meridional y central.

El ejemplo de suspensión de hostilidades que conocemos por la Ilíada nos

plantea el problema de si su aplicación refleja una etapa primitiva en la transmisión del

poema o por el contrario pertenece a un momento reciente, en la que la obra adopta su

forma definitiva, como pretende H. Weil. La primera de las soluciones parece ser más

exacta, pues junto al uso del convenio se nos ofrece en el resto de la obra una imagen de

trato cruel y despiadado con los cadáveres, que responde a cuestiones de estructura del

poema, y contra el que se alzan las voces de los mismos combatientes y del poeta. La

sepultura acordada por los tebanos a los guerreros caídos ante la ciudad fue un hecho de

capital importancia en la historia de las costumbres griegas.

Antes de la finalización del II milenio a. C. volvemos a encontrar otro acuerdo

de tregua con este fin, convenido por atenienses y peloponesios para la devolución del

cuerpo del rey Codro, con el que según la tradición acabó la lista real de Atenas. Del

mismo modo los tracios y beocios cerraron un convenio de suspensión de hostilidades

cuya finalidad más probable era sepultar a los caídos, auque también la retirada de los

tracios, primer ejemplo de este uso antes del I milenio a. C.

Se puede concluir que hacia el final del II milenio a. C. se había fijado ya en

toda Grecia en procedimiento consuetudinario del establecimiento de convenios que

hacían cesar las hostilidades en casos determinados, pero especialmente para recoger los

cadáveres de los combatientes y tributarles las ceremonias fúnebres. Este

comportamiento es una regla interhelénica de forzoso cumplimiento.

Diferentes tipos de tregua

Los diversos enfrentamientos bélicos que tuvieron lugar de los siglos VI al IV a.

C., nos muestran la imagen del convenio de suspensión de hostilidades como uno de los

sistemas más perfecta y asiduamente aplicados, que en el curso de todo conflicto

armado habían de llevar a cabo las partes beligerantes con la finalidad de establecer o

procurarse concesiones de tipo humanitario, que no alteran en ningún caso la marcha de

la guerra. Las obligaciones piadosas debidas a los muertos representa la forma más

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XXV

antigua de los convenios de esta naturaleza. Aunque existen distintos posibles motivos

para llevar a cabo treguas. Los casos de tregua que se realizaron con motivo distinto a

dar sepultura a los muertos crearon precedentes que sirvieron para ocasiones

posteriores, en las relaciones bélicas entre pueblos griegos y con pueblos enemigos del

norte de Grecia y de Asia Menor. Por tanto se deben analizar distintos tipos de tregua.

Tregua para la recogida de los muertos en combate

Es el ejemplo más antiguo de aplicación de convenios de tregua. Hay dos

modalidades, con algunas variantes:

En primer lugar, cuando el acuerdo establecido por los contendientes tiene lugar en

tierra firme. Es el caso más frecuente, ya que la otra variante tiene lugar cuando en la

guerra entran en juego las fuerzas navales de ambos bandos. El esquema de

funcionamiento de esta tregua era el expuesto a continuación:

-Negociación del acuerdo de tregua: era fácilmente negociable. Se llevaba a cabo

siempre esta negociación por medio de un heraldo, el cual, con la garantía

proporcionada por su inviolabilidad reconocida por todos, como persona sagrada

protegida por Hermes, trasladaba al adversario la petición de sus jefes y regresaba a

continuación a su propio campo para comunicar la respuesta. El heraldo era la única

persona con capacidad de transmitir mensajes durante los momentos de actividad bélica.

Los parlamentarios o negociadores también necesitaban ir acompañados por un heraldo,

que extendía sobre ellos su inviolabilidad.

Las funciones del heraldo permanecieron invariables desde el II milenio a. C. hasta

la época clásica y se hallaban ya delimitadas antes del I milenio a. C. El más antiguo

ejemplo lo proporciona la Ilíada. En ella, el heraldo Ideo recibe el encargo de trasladarse

al campo aqueo para transmitir proposiciones de tregua para recogida de los muertos y

también de paz. El papel de Ideo se limita a dar cuenta exacta de las proposiciones de

Príamo y los troyanos a la asamblea de los griegos. Ideo transmite las ofertas troyanas

utilizando los mismos términos que Príamo (I1. VII, 362-263 y 372-378 = 381-397), sin

cambiar una sola expresión. Es un simple transmisor del mensaje establecido por

Príamo y por los jefes troyanos. Ideo permaneces entre los aqueos mientras estos

deliberan acerca de la oferta troyana; la oferta es la propuesta de paz a cambio de la

devolución de los tesoros que Paris trajo consigo, pero sin entregar a Helena. Esta oferta

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XXVI

no es aceptada por ningún caudillo griego, pero sí se llega a un acuerdo en la tregua.

Ideo regresa a Troya dando cuenta de la respuesta griega (I1. VII, 397-417).

Tucídides también refiere durante la guerra del Peloponeso dos casos de actuación

de los heraldos. En el 426 a. C., atenienses y acarnanios, sus aliados, en una operación

conjunta derrotaron a lacedemonios y ampraciotas, y al día siguiente a los ampraciotas

de Idómena. El heraldo que los ampraciotas vencidos en el primer encuentro

desplazaron junto a sus adversarios fue enviado para solicitar en nombre de sus jefes la

recogida de los cadáveres. También durante el incidente de la ocupación de Delion por

los atenienses los encargados de transmitir a los beocios la petición de Atenas de de que

entregasen por medio de una tregua a los soldados caídos fueron dos heraldos,

regresando el primero de ellos a Atenas a indicación de un heraldo beocio que encontró

en el camino, que le aseguró que no conseguiría nada de sus compatriotas antes de que

el mismo hubiese regresado de Atenas. El segundo de ellos sí llegó a Beocia, dando

cuenta de la propuesta ateniense. Los beocios se negaron a conceder la tregua.

Por tanto, la función del heraldo era comunicar a una y otra parte las decisiones

tomadas por sus superiores, no tenía en ningún caso potestad para negociar. Su papel

era puramente pasivo, es simplemente el instrumento a través del cual se negocia.

-Cierre de la tregua: cuando la parte contraria da su asentimiento para que se realice

el acuerdo, el heraldo que había acudido a solicitarlo lo comunica a las autoridades de

su ejército y podía por tanto procederse a la conclusión de la tregua.

Pero antes de que se llevase a cabo la tregua se solían realizar dos operaciones

previas a la entrega de los cadáveres de los soldados del enemigo. La iniciativa de la

tregua partía siempre del ejército derrotado, ya que el ejército vencedor permanecía en

posesión del campo de batalla, pudiendo rendir con toda libertad los últimos honores a

sus propios soldados, y disponer a su gusto de los restos de todo tipo.

Los dos actos que proseguían a la victoria eran despojar a los muertos enemigos

de sus armas y objetos personales que llevasen consigo, e incluso vestidos y prendas

de abrigo. El segundo de estos actos era la erección de un trofeo, que poseía un

carácter netamente jurídico, no es una institución muy antigua, ya que parece que es el

resultado de las batallas entre hoplitas, cada vez más frecuentes a partir del s. VII a. C.

Es una costumbre de derecho aceptada por todos los griegos, el trofeo es la marca del

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XXVII

triunfo, y el tope que los vencedores imponen a los vencidos prohibiéndoles ir más allá

de él bajo pena de incurrir en el pecado de hybris. Este trofeo se dedica a Zeus, el

vencedor reconoce que el triunfo se debe menos a sus propios méritos que a la ayuda del

dios todopoderoso. El trofeo podía ser construido en dos casos: si se había aniquilado al

adversario de tal forma que era imposible esperar una contraofensiva; o si el vencido

decidía solicitar al contrario una tregua para la recogida de los muertos, lo que

significaba que no tenía fuerzas suficientes para recuperar a sus soldados muertos por

medio de las armas. El trofeo se realizaba con materiales perecederos, nunca duraderos,

para que del vencido desapareciera más pronto el recuerdo de la derrota y evitar

posteriores discordias. Consigue rebajar en el vencedor la soberbia y la arrogancia, y el

vencido debía respetar el trofeo constituido por el enemigo.

En cuanto al despojo de los cadáveres de los enemigos, este se debe realizar antes

del cierre de la tregua. La erección del trofeo sin embargo no se debía realizar

necesariamente antes del cierre del convenio de cese de hostilidades. Los materiales con

los que había de ser construido, que eran las armas de ataque y de defensa de los

enemigos derrotados, se hallaban ya en poder del vencedor.

Finalizadas las gestiones del heraldo, y tras haber despojado el vencedor los cuerpos

de los enemigos, se cerraba la tregua. Se realizaba una ceremonia de compromiso mutuo

por medio de la libación, y la acompañaba un juramento, como sanción divina a la

obligación que se contraía, al acto del establecimiento de este acuerdo.

La potestad para cerrar con el adversario los acuerdos de tregua correspondía

siempre al jefe supremo del ejército que había tomado parte en la batalla, sin necesidad

de que se realizase ninguna consulta al poder civil del estado. La tregua era en Grecia

un acuerdo exclusivamente militar, no afectaba al curso de la contienda ni tampoco

resultaban de él implicaciones políticas.

Tenemos varios ejemplos de este hecho. La tregua homérica es cerrada por el

comandante supremo de la coalición aquea, Agamenón, y por Príamo, que ostenta la

máxima autoridad militar y también el máximo poder civil de la comunidad troyana.

En cuanto a Esparta, es un caso particular. La facultad de concluir los convenios

correspondía a aquel de los dos reyes que participase en la campaña. A partir del año

418 a. C. esta competencia se limitó por el gobierno espartano a causa de lo ocurrido

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XXVIII

con el rey Agis, que concedió un armisticio a Argos sin contar con la opinión del resto

de los estrategas espartanos ni aliados, que habían considerado aquella como una

ocasión extraordinaria para acabar con los argivos, que se hallaban en inferioridad

militar. Esto llevó a un profundo descontento de los espartanos, y los éforos decidieron

instituir consejeros sin los cuales el rey no podía conducir a su ejército en campaña. Un

ejemplo de lo citado en Esparta lo constituye el rey Pausanias II de Esparta, que en el

año 395 a. C. convino una tregua con los tebanos en condiciones desfavorables para su

país, teniendo que retirar el ejército del territorio de Beocia, a pesar de la oposición de

los treinta consejeros que llevaba consigo. Pausanias en su regreso a Lacedemonia fue

procesado por alta traición, incoado por los éforos, y condenado a muerte. Salvó su vida

huyendo a Tegea.

Cuando el mando del ejército lacedemonio era confiado a alguien que no era uno de

los dos reyes, caso en el que no era nunca la totalidad del ejército, sino cuerpos

especiales con una finalidad concreta, la competencia para decidir treguas estaba en

manos de esta persona. Un caso de esto es la tregua establecida por los espartanos con

los habitantes de Estratos en el 429 a. C., en el que es cerrada por el navarca Cnemo.

También cuando Brasidas es destacado a la costa tracia con un grupo de tropas

espartanas se desplaza con poderes para establecer acuerdos, cerrando una tregua con

los atenienses de Torona.

Otro caso de interés es el de la tregua de suspensión de hostilidades convenida por

los atenienses y los acarnanios con los peloponesios en 426 a. C. En este caso, caídos en

el encuentro bélico los dos primeros comandantes de los espartanos, Euríloco y

Macario, se hizo cargo del mando un tercer jefe, Menedaio, que concluyó el convenio

para la recogida de los muertos.

En los pueblos y ciudades de gobierno democrático u oligárquico, pero que elegían

los estrategos entre los ciudadanos, confiaban a estos estrategos las tareas de dirigir el

ejército y la flota, cumpliendo con la mayor exactitud posible las directrices y fines que

la asamblea ciudadana se proponía para cada campaña, aunque para llevar a cabo su

función con la mayor eficacia tenían facultades para ordenar las operaciones de guerra

que más conviniesen a los intereses de su patria. Por ejemplo Nicias es quien establece

la tregua con los corintios, o Epaminondas, que desempeñaba el cargo de beotarca,

equivalente al de estratego dentro de la liga beocia, la cierra con los espartanos.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XXIX

Si eran varios los estrategos que dirigían las operaciones del ejército, participaban

todos ellos en la conclusión del convenio. Por ejemplo, el espartano Menedaio realiza la

tregua con Demóstenes y los estrategos acarnanios; o los acuerdos de suspensión de

hostilidades que se celebraron entre los atenienses y los siracusanos en Sicilia eran

puestos en vigor mediante el compromiso de los estrategos atenienses en conjunto y el

de los siracusanos, a quienes más tarde se les uniría el general espartano Gilipo.

La competencia para realizar estos acuerdos recaía en el comandante supremo del

ejército en cada situación, o en su subordinado si este falta. El estratego recibía un

número de tropas con la misión de llevar la guerra contra un determinado pueblo o

ciudad, pero cómo desarrollar esta misión es algo que se deja por entero a su albedrío.

Este comandante militar no incurría en responsabilidad por llevar a cabo el convenio,

pero sí podía verse procesado por haber omitido el realizarlo.

Cerrado el convenio, la suspensión de hostilidades entraba en vigor. Una vez

reunidos los cadáveres recibían el tributo de las honras fúnebres, como se debe a

hombres que han luchado valerosamente. Aunque las tareas de levantamiento de los

caídos por parte de los vencidos, podía verse alterada en algún momento por diferentes

imposiciones de los vencedores. Por ejemplo, tras la batalla de Leuctra, Epaminondas,

para evitar que los lacedemonios hicieran pasar inadvertida la magnitud de su derrota,

concedió la tregua de forma separada a cada una de las ciudades que lucharon junto a

Esparta, para que al recoger a sus compatriotas pudieran observar que el mayor número

de muertos pertenecía a los espartanos, a los que se les permitió finalmente recoger sus

cuerpos por un acuerdo de tregua.

Los caídos eran inhumados en el mismo lugar aprovechando la tregua, de corta

duración. Aunque, si el encuentro había tenido lugar en las cercanías de alguna ciudad,

y las tropas derrotadas procedían de ella, los cuerpos recibían sepultura en el solar

patrio. En algunos casos los vencidos también podían llevarse consigo los cadáveres de

sus compañeros para inhumarlos en otro lugar, como hicieron por ejemplo los

atenienses derrotados en el territorio de Éfeso en el 409 a. C. Los atenienses se

dirigieron a Notion, en donde los sepultaron. Otro ejemplo es el de los lacedemonios en

el 4118 a. C. trasladando los muertos de Mantinea a Tegea.

-Duración de la tregua: no poseemos excesivas referencias para cada caso en

particular, pero sí podemos deducir que se trataba de treguas con una duración

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XXX

temporalmente escasa. Se ofrecían dos posibilidades a los combatientes: o bien dejar el

tiempo suficiente al enemigo para recoger los cadáveres y en su caso enterrarlos; o bien

determinar un plazo de tiempo exacto para llevar a cabo las tareas de recogida e

inhumación de los cadáveres. La primera de las soluciones ofrecía mayor comodidad al

vencido, pero podía prolongar excesivamente la tregua, por lo que resultaba en la mayor

parte de las veces elegida la segunda modalidad.

Esta práctica se podía aplicar de dos formas: si la batalla había tenido lugar en los

primeros momentos del día, considerando que aun quedaban horas de luz para recoger

los cuerpos, la tregua se cerraba para el resto de la jornada y la noche, y el acuerdo

expiraba al amanecer del día siguiente; si el combate finalizaba con el día ya avanzado,

la tregua duraba toda la jornada posterior a la batalla.

El acuerdo en ciertos casos era muy breve dado que los vencidos se retiraban

inmediatamente después de recoger a los muertos, y los llevaban consigo para darles

sepultura. Un ejemplo que se conserva demuestra que el período de tregua podía ser de

mayor duración, de este modo el general lacedemonio Brasidas, a quién los atenienses

derrotados en Torona habían solicitado la concesión de una tregua para la recogida en

inhumación de los cadáveres de un día de duración, concedió dos días para llevar a cabo

la labor. También cabe decir que en las ocasiones en las que el ejército derrotado salía

muy mal parado y se retiraba apresuradamente a un lugar seguro, el cierre del acuerdo

sufría lógicamente retrasos, y el heraldo solía llegar al comienzo del segundo día tras la

batalla, cerrándose el acuerdo para el resto de la jornada.

-Actos permitidos durante la tregua: la finalidad de este convenio era

exclusivamente poder llevar a cabo la recogida y enterramiento o cremación de los

muertos, aunque se podían llevar a cabo otros actos de naturaleza militar. Se podían

llevar a cabo sobre todo dos tipos de acciones lícitas:

-Llevar a cabo trabajos de fortificación de las posiciones ocupadas. Tenemos una

antigua muestra en la tregua establecida entre troyanos y aqueos. Era normal llevar a

cabo estas fortificaciones en tiempo de tregua, Una prueba es el hecho de que cuando

Néstor propone a la asamblea de los aqueos que se celebre el acuerdo con los troyanos,

lo hace no solo con el fin de recoger a los muertos, sino también para asegurar las

posiciones ocupadas. Otro ejemplo es el realizado por el general lacedemonio Brasidas

y los atenienses, tras la toma de Torona por los espartanos y sus aliados. La guarnición

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XXXI

ateniense de la ciudad se refugió en el fuerte de Lecito, y Brasidas cerró con ellos una

tregua de dos días con la finalidad de recoger a los muertos, pero aprovechada por

ambos para fortalecer sus posiciones.

-Llevar a cabo movimientos de tropas. Solía tratarse de la retirada inmediatamente

después de la recogida e inhumación de los caídos en la batalla a posiciones más

seguras, en dirección a una ciudad aliada o buscando la protección de algún cuerpo del

ejército en zonas no muy alejadas, para evitar que el adversario asestara un nuevo golpe

a los vencidos al espirar la tregua. Por ejemplo, los lacedemonios en la tregua que

realizaron con los habitantes de Estratos se retiraron al territorio de los enfadas. Los

atenienses también aprovecharon este tipo de acuerdos con este fin. Otro ejemplo es la

actitud entre los lacedemonios y los arcadios en la tregua concluida en el 365 a. C.,

retirándose los lacedemonios, según Jenofonte, inmediatamente tras recoger a sus

muertos. En estos casos la retirada era rápida para conseguir mayor distancia con el

enemigo ante un posible nuevo ataque.

Otro caso es la tregua que se estableció por los tebanos con Pausanias II de Esparta

en el 395 a. C. Los tebanos habían derrotado en Haliartos a los lacedemonios del

general Lisandro, muerto en la batalla. Pausanias solicitó a Tebas recoger a Lisandro y

sus hombres, aunque con la oposición de muchos de los espartanos que preferían

hacerlo por las armas. A cambio de esta entrega de los muertos, exigieron los tebanos

que los espartanos se retirasen a Beocia y regresasen al Peloponeso, y así se llevó a

cabo. Se cerró la total suspensión de hostilidades con los tebanos, que les marcaron la

ruta a seguir para salir de Beocia, no pudiéndose apartar de esta ruta si querían que se

respetase la tregua. Otro convenio similar se llevó a cabo tras la batalla de Leuctra, pero

a diferencia del anterior fueron los mismos lacedemonios, y no los tebanos, quienes

después de su derrota solicitaron a sus adversarios una tregua para la recogida de los

muertos y a su vez cerrar la tregua para retirarse al Peloponeso.

En segundo lugar, en cuanto a los acuerdos establecidos tras una batalla naval,

poseemos información menos precisa que en tierra firme, aunque el funcionamiento

sigue siendo similar. La oferta parte también del vencido, y se realiza para proceder a

salir con las naves en busca de los que perecieron. El acuerdo se cerraba por el jefe

supremo de la flota. Una vez establecido el acuerdo entre los dos comandantes el

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XXXII

vencedor levantaba un trofeo en la zona de la costa desde donde los barcos habían

zarpado a dirigirse para su encuentro con el enemigo.

Esta tregua también tiene otra finalidad más práctica, facilitar la recogida de los

restos del naufragio de las naves, tanto los cascos del barco como los utensilios de

navegación, ya que era posible su reutilización. Por ejemplo, los atenienses tras su

encuentro naval de Naupacto, devolvieron los muertos y los restos del naufragio a los

lacedemonios por la tregua establecida. Aunque los vencedores se podían reservar el

derecho de recoger para ser aprovechados por ellos mismos los restos del naufragio. Es

lo que hicieron los atenienses tras los combates navales junto a Pilos y Cinosema, ya

que a Atenas en estos casos le interesaba que el enemigo contara con pocas fuerzas

navales. Además los restos también servían al bando vencedor para ofrecer un presente

conmemorativo en cualquiera de los santuarios griegos más concurridos.

En el mar, la tregua se cerraría con gran rapidez por las circunstancias especiales de

las batallas navales, para que los cadáveres no se dispersaran, ni los restos de las

embarcaciones. Y en cuanto a la duración del acuerdo no conservamos detalles, aunque

no excedería de un día. Tras el combate, el vencido no efectuaba operación alguna por

un tiempo, ni se retiraba, únicamente se limitaba a quedar inmovilizado en el puerto en

el que se refugió reparando los daños y esperando la desaparición de la flota del

enemigo.

Causas para la existencia de esta tregua, el por qué de su obligatoriedad.

En Grecia, el respeto al cuerpo de los difuntos era una parte esencial de los ritos

piadosos profesados por los griegos a sus muertos. Las ceremonias llevadas a cabo

durante las honras fúnebres proceden de la tradición griega más antigua, y se hallaban

ya fijadas en el II milenio a. C. Dar sepultura a los muertos o bien quemarlos era un

deber inexcusable y sagrado para la familia del difunto, o en su defecto para el estado,

que debía asumir esta obligación si no lo podía hacer nadie más. La exposición del

muerto sobre un gran lecho, las lamentaciones fúnebres con cantos luctuosos, plañideras

y mujeres enmarañándose en pelo y golpeándose el pecho y la cabeza, la inhumación o

cremación del cadáver, constituyen un cuadro conocido de la tradición griega.

Estas prácticas, y las creencias en la vida de ultratumba, son patrimonio de los

primeros pobladores de Grecia y fueron tomando forma definitiva progresivamente con

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XXXIII

las aportaciones de los grupos étnicos que fueron penetrando en territorio griego. El

respeto a los muertos se hallaba en la conciencia helénica desde épocas muy antiguas.

Hay una serie de problemas de fondo que debieron plantearse en el II milenio a. C.

Tanto en la Tebaida como en el ciclo troyano, la Ilíada especialmente. La fuerza de la

composición literaria se basa en la pugna entre las acciones que desencadena el impulso

desmedido en incontrolado de los sentimientos negativos y el límite que la nobleza de

espíritu impone al hombre de forma comunitaria. Por ejemplo, el episodio de Polínice y

los argivos yaciendo sin sepultura a las puertas de la fortaleza tebana justifican los

esfuerzos de Adrasto, y en la tradición de Atenas, de Teseo. El poeta de la Ilíada opera

con situaciones límite, a punto de traspasar el umbral de las reglas establecidas, para

sobrecoger el ánimo del oyente, pero la acción negativa no llegará a producirse, siendo

esta la lección moral que debe aprender el hombre. Homero se encarga de censurar, por

ejemplo, las intenciones de Aquiles con el cadáver del troyano Héctor.

El respeto a los muertos ya era algo consagrado por las creencias religiosas y

costumbres sociales de los griegos. Cuando el heraldo Ideo se desplaza a la asamblea

aquea para transmitir la solicitud de tregua por parte de Troya, Agamenón responde que

no puede oponerse a que los guerreros fallecidos reciban los últimos honores. Otro

ejemplo de ello son los funerales de Héctor y Patroclo. Tras la muerte de Héctor a

manos de Aquiles, al alma de Patroclo viene a hablar a su amigo para reconvenirle por

no llevar a cabo aún las honras fúnebres con su cuerpo ni haber efectuado la cremación,

lo que le obliga a vagar sin rumbo, viéndose rechazado por las otras almas y sin poder

penetrar en la morada de Hades. Este fundamento es el principal por el cual los griegos

no podían permitir que un cuerpo humano pudiera quedar insepulto. De este modo,

siguiendo con el ejemplo anterior, los combates de troyanos y aqueos por los cuerpos de

los caídos en combate sólo se debían a la intención de conseguir sus armas.

En esta línea, Claudio Eliano nos ha transmitido el texto de una ley ática de

considerable antigüedad, en la que se ordena que toda aquella persona que encuentre el

cadáver de un hombre debe cubrirlo con tierra y situar su cuerpo y su sepultura siempre

mirando hacia poniente. El respeto a los muertos, y el deber de entregar sus cuerpos, es

en palabras de Eurípides una antigua regla consuetudinaria instituida por la divinidad.

No se trata de una ley decretada por los hombres, sino que tiene el valor de uso,

costumbre o norma de conducta, que ligaba a los griegos unos con otros al haber

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XXXIV

establecido y acatado estas leyes. Son por tanto estas costumbres, como indica

Sófocles, leyes no escritas, que se utilizaban como normas generales en las relaciones

mutuas entre estados, pero no habían recibido forma escrita, sino que constituían una

sólida tradición arraigada en el pueblo griego. Estas leyes tenían el valor de reglas

inmutables, en contraposición a las promulgadas por el poder estatal, cuya

promulgación se atribuía a los dioses o a tradiciones desconocidas. Además, tenían la

misma fuerza de obligatoriedad para todos los estados griegos. La no observancia o

atentado contra estos principios comunes a todo griego era causa, en el plano del juicio

humano, de acarrearse vergüenza manifiesta reconocida por toda la opinión pública, así

como severos reproches. En el aspecto religioso, las reglas no escritas llevan consigo

además su propia sanción, como consecuencia natural e inevitable en caso de que sean

violadas, con el consiguiente castigo de los dioses.

Estos principios no consisten solamente en proporcionar la recogida y

enterramientos de los cadáveres, sino también en no dar muerte a los prisioneros que lo

suplican, ni a los suplicantes, en proteger los lugares santos y consagrados a una

divinidad, y en respetar el derecho de la ciudad a la libertad y autonomía interna y en

sus relaciones exteriores, sobre todo comerciales. Junto a estos principios, la conciencia

griega formuló las “normas reconocidas por todos los hombres”, que no obligaban solo

a los helenos sino también a la totalidad del género humano. Estas reglas se hallan

formuladas ya en el s. V a. C., pero sobre todo a partir del s. II a. C., por medio de

Diodoro y Polibio, estas reglas van reemplazando poco a poco a las reglas propias de

los helenos.

El deber de entregar a los muertos era una norma que ligaba a los helenos, pero no a

todos los hombres. La solicitud de que los cadáveres de los combatientes fuesen

entregados para recibir sepultura se hallaba respaldada por las reglas comunes de la

costumbre griega, era por lo tanto sagrada y con arreglo a justicia (Euríp., Suppl. vv. 65

y 123). Eurípides resume esta actitud helénica cuando hace que Teseo responda al

heraldo de Tebas que dejando sus muertos sin sepultura los tebanos creen hacer daño a

los argivos, pero es en realidad a toda la comunidad griega a la que vejan y ofenden

(Suppl. 537 s.), considerándose los griegos incursos en la cólera y castigo de los dioses.

Por otro lado, en el caso de que uno de los dos bandos combatientes no pudiese o no

tuviese preocupación por recoger y enterrar a sus hombres caídos, correspondía a la otra

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XXXV

parte llevar a cabo esta tarea. Esto lo llevaron a cabo los griegos con los persas tras

Maratón (Pausan. I, 32, 5) y Platea (Heród. IX, 83-84; Pausan. IX, 2, 5). Lo mismo hizo

Filipo de Macedonia tras la batalla de Queronea, dando sepultura a los cadáveres

atenienses, y Alejandro, enterrando a los enemigos caídos en la batalla de Isos (Diod.

XVII, 40, 1). Por Pausanias (IX, 32, 9) tenemos conocimiento del reproche al espartano

Lisandro por no enterrar a los soldados atenienses caídos en Egospótamos.

El deber era mayor si se trata de recoger a los propios muertos y sin resistencia del

adversario. La tregua era siempre concedida, o debía serlo. Hay un testimonio

importante, el juramento de los atenienses antes de la batalla de Platea, en el que tanto

estos como el resto de griegos antitebanos se comprometían, entre otras cosas, a no

dejar a ningún camarada caído en combate sin sepultura, en previsión de que los persas

lo impidieran.

Aunque en ciertas ocasiones no se pudo llevar a cabo, como por ejemplo en la

retirada del ejército ateniense comandado por Nicias y Demóstenes en Sicilia, que

tuvieron que poner a salvo a los supervivientes e iniciar la marcha sin dar sepultura a los

caídos frente a los siracusanos, y abandonar a los enfermos y heridos, como narra

Tucídides. Otro ejemplo son los sucesos ocurridos tras la batalla de las Arginusas en la

asamblea ateniense, que produjeron consecuencias trágicas, y tuvieron su origen en el

hecho de que una vez concluida la batalla naval una tempestad impidió recoger a los

náufragos atenienses y a los fallecidos, y sus cuerpos no pudieron recibir sepultura.

Sin embargo se podía rechazar la solicitud de tregua para recoger a los muertos en el

caso de que los vencidos hubiesen cometido actos sacrílegos o profanado un santuario.

Este fue el argumento de los tebanos para su negativa a devolver los cuerpos de los

atenienses caídos en Delion. Y este mismo argumento se empleó por la liga helénica

para no conceder el acuerdo a los focidios tras la segunda guerra sagrada, ya que habían

saqueado el santuario de Delfos (Tucíd. IV, 97-99); Diod, XVI, 25). Lo que se ignora es

si en estas circunstancias correspondía al vencedor dar sepultura a los fallecidos, o era

lícito k permanecieran insepultos. Es el único caso en el que se justificaba la negativa a

devolver los cadáveres, aunque los tebanos fueron siempre reacios a cerrar estos

convenios sin obtener compensaciones a cambio.

Por último, y ya en el plano político, algunas ciudades podían dejar sin sepultura

tanto a sacrílegos como a culpables de traición, a quienes en Esparta y en Atenas se

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XXXVI

arrojaba, tras su ejecución, al fondo de escarpadas simas. En Atenas se trataba del

Báratro, y la costumbre al parecer es antigua.

Otros tipos de Tregua.

Tregua para la deliberación o para realizar consultas a un tercero.

No es una forma de tregua muy frecuente en comparación con el uso tan difundido

que tuvo siempre la tregua acordada para la recogida y enterramiento de los muertos.

Esta tregua la hallamos siempre en situaciones que son muy comprometidas para uno de

los bandos beligerantes, ya sea porque se encuentra asediado por el adversario o porque

este ya ha ocupado una parte del recinto de la ciudad.

La negociación del convenio difería del anterior. La tregua solía proponerse por

parte de uno de los emisarios de la ciudad sitiada, a los que acompañaría un heraldo, que

se entrevistaba con los jefes del ejército que atacaba la ciudad (cf. Tucíd. II, 71-72). La

solicitud respondía a una propuesta previa del enemigo, que requería a estos una

capitulación, o la entrega de la ciudad. El acuerdo en este caso se realizaba para permitir

deliberar acerca de estos requerimientos.

La tregua era cerrada por el comandante en jefe del ejército que asediaba la ciudad,

y por parte del bando sitiado por parte de las primeras autoridades civiles del estado

(Pol. II, 4), ya que estando estas presentes la autoridad militar no podía hacer uno de su

competencia.

En cuanto a la duración de este convenio podía variar, pero siempre era breve. Por

ejemplo, en la tregua entre Harpado y los focenses para deliberar estos sobre la

capitulación de la ciudad, Heródoto nos da la referencia de que el cese de hostilidades se

realizó por un día. Otro acuerdo de este tipo es el que realizaron los tebanos y los

plateenses, que no hubiera sido de mayor duración, solo que en este caso no se cumplió

el plazo de vigencia, ya que durante las negociaciones los plateenses comprobaron que

el número de tebanos del interior de la ciudad era menor del que se creía, por lo que

decidieron atacar por sorpresa a los tebanos. En último lugar otro ejemplo interesante es

el de la duración acordada para la tregua entre los lacedemonios y los plateenses. El

motivo de la solicitud de este convenio por parte de Platea era el de dirigirse a Atenas

para consultar si se debían aceptar las condiciones que propuso Arquídamo y guardar

neutralidad durante la guerra o bien entregar la ciudad a los lacedemonios para su

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XXXVII

custodia. Por tanto, se trataba de una consulta para recibir órdenes de la cabeza de la

liga, Atenas. La duración de la tregua sería el número de días necesario para llegar a

Atenas con la consulta y regresar a Platea con la respuesta, por lo que les fue fijado el

número de días en que se debía realizar. El camino se podía realizar en un solo día, pero

se debió fijar en dos el número de días convenientes para su realización. La duración

final de la tregua finalmente sería de entre cuatro y seis días.

Esta tregua de los platenses con los lacedemonios nos informa acerca de los actos

permitidos durante la vigencia de la tregua. Los plateenses rogaron al rey de Esparta,

Arquídamo, que no devastase los campos mientras rigiese el acuerdo. Por tanto, estas

operaciones dirigidas contra las propiedades y campos de cultivo de los sitiados, sí se

podían llevar a cabo, y se realizaban para que los sitiados no realizaran acopio de

provisiones durante la tregua y pudieran resistir más tiempo.

Tregua para la retirada de uno de los bandos contendientes.

En esta ocasión se nos plantea un problema de interpretación de terminología griega.

Se trata de saber si un acuerdo persigue como fin esencial una suspensión de

hostilidades que haga posible la retirada de las tropas, en cuyo caso sí sería una tregua, o

bien si el convenio ha sido establecido con la única intención de retirar el ejército,

habiendo sido acordado por ambas partes que durante el trayecto las actividades bélicas

de los que se retiran cesen, así como las dirigidas contra ellos, encontrándonos en este

caso con un “convenio bélico especial”.

El segundo caso es mucho más frecuente, y se tratará más adelante. Se cerraban

normalmente este tipo de convenios especiales a continuación de una tregua.

Únicamente conservamos un ejemplo de una tregua en la que al mismo tiempo que

se establece la recogida de los muertos, también se estipulase, sin cerrar otro acuerdo

por separado, la retirada de una de las partes beligerantes. Este ejemplo es el de la

tregua que se cerró en el 395 a. C. por lo tebanos con el rey de Esparta Pausanias II, en

la que los beocios impusieron a los lacedemonios, a cambio de la concesión de sus

muertos, la retirada de Beocia. Se fijó también en este acuerdo la ruta que debían seguir

los espartanos para su retirada. En este sentido Jenofonte (Hell. III, 5, 24) refiere como

el ejército no podía penetras en los campos beocios. Las tropas atenienses que acudieron

en ayuda de los beocios controlaron muy posiblemente el paso de los lacedemonios por

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XXXVIII

el territorio del Ática, hasta que llegaran finalmente al istmo de Corinto (cf. Jenof., Hell.

III, 5, 16-17).

Tregua para el cese de hostilidades durante períodos de tiempo prolongados.

Este tipo de acuerdos constituye un grupo interesante dentro de los diferentes tipos

de tregua, por sus características especiales. La finalidad concreta de estos convenios

era interrumpir las actividades bélicas entre los dos combatientes, para, en calma en las

operaciones de guerra, preparar su política militar en un futuro próximo. Esta forma de

tregua se acerca al armisticio general, pero la diferencia estriba en que ninguna de las

dos partes tiene intención de emprender conversaciones para la paz, como en el

armisticio. El acuerdo es cerrado por las primeras autoridades del estado, y la tregua es

únicamente un aplazamiento convenido del conflicto.

De este modo, un ejemplo la tregua llevada a cabo por los atenienses con los

beocios en el 421 a. C., o la mantenida por los calcídeos con Atenas desde el 417 a. C.,

renovables estas dos treguas cada diez días. La misión de estas treguas era establecer

una situación legal para regir el cese de hostilidades con estos pueblos, que no habían

suscrito la paz de Nicias, al contrario que otros aliados de los peloponesios.

Otro caso es el de la tregua entre Dercílidas y Farnabazo del 399/8 a. C., que fue

convenida por cuatro meses y renovada posteriormente por otros cuatro meses, y tiene

su fundamento en las condiciones especiales que se presentaban al ejército griego

trasladado a Asia Menor. Dercílidas, ante la proximidad del invierno, decide establecer

sus cuarteles lejos de las ciudades griegas, para lo que necesitó que el persa Farnabazo

accediese a una tregua que facilitaba además al espartano para retirarse a zonas

habitadas por pueblos bárbaros para obtener sustento para el invierno. También

garantizaba el acuerdo la suspensión de las hostilidades entre el sátrapa y las ciudades

griegas aliadas de Dercílidas. Posteriormente el lacedemonio renovó la tregua por cuatro

meses, para emprender una expedición sin obstáculos desde Asia Menor hasta el

Quersoneso tracio, en ayuda de las ciudades aliadas de Esparta en su lucha frente a los

tracios, y también conseguir para las ciudades griegas de la costa eolia y jónica una

situación no hostil con los persas. Estos ocho meses fueron aceptados por el persa

Farnabazo, ya que el sátrapa estaba también interesado en conseguir refuerzos y atraerse

a los griegos de la costa frente a la amenaza de Esparta.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XXXIX

Estas treguas tenían también un cierre característico. Las negociaciones previas eran

llevadas a cabo por medio de una embajada, acompañada de un heraldo. De esta manera

se lleva a cabo en la tregua ateniense con los beocios, y de la misma forma actúan los

corintios al desplazarse a Atenas acompañados de los beocios para intentar conseguir

ellos mismos una tregua similar. En el caso de la tregua con los calcídeos no conocemos

con precisión en que momento fue cerrada, pero pudo ser hacia el año 417 a. C., y

tampoco conocemos el sistema seguido, pero presumiblemente fue el estratego Nicias si

le fue conferida la competencia en Atenas. En el caso persa, Dercílidas envió delegados

junto a Farnabazo para la negociación del convenio.

Cuando ambas partes llegan a un acuerdo, se procede al cierre de la tregua. La

ceremonia de la conclusión del acuerdo se llevaba a cabo en una de las ciudades, y no

en el escenario de la lucha, por lo que eran las primeras autoridades estatales las que

asumían la función de cerrar en nombre de la ciudad el acuerdo. Tucídides es quién

relata el caso de la tregua con los beocios, y en el caso de la solicitud denegada a los

corintios, las cuestiones referentes a la tregua fueron llevadas directamente por los

atenienses. Por parte de beocios y corintios fue enviada a Atenas una delegación de

negociadores constituida por primeras autoridades y dotada de poderes plenos para

establecer y cerrar el convenio. En cuanto al caso de la tregua con los calcídeos, no

poseemos noticias acerca de las personas que intervinieron en la conclusión del acuerdo,

auque serían personas con competencia de sus propios gobiernos. En cuanto al caso de

Dercílidas, es distinto por la circunstancia de la actuación en Asia Menor, ya que en

estos casos se dejaba en mano del general todo lo relativo a los acuerdos con el

contrincante. El modo de llevar a cabo la tregua era exclusiva competencia del general

espartano, por lo que cerró la tregua sin necesidad de tener que informar a su gobierno

posteriormente. Por su parte, el persa Farnabazo, como el resto de sátrapas, podía

efectuar en su territorio los acuerdos que viera necesarios para su defensa.

En cuanto a la duración de este tipo de treguas, también es un caso particular.

Suelen ser muy prolongadas, pudiendo estar vigentes por varios años, más que si se

tratase de un armisticio. Aunque ninguna de las partes deseaba que el convenio

representara un obstáculo para los planes si se decidía en una situación determinada

retomar las hostilidades, por lo que los convenios se llevaban a cabo por plazos

renovables. Por ejemplo, este es el método empleado por los atenienses con los beocios

y los calcídeos, con los que la tregua era renovada cada diez días. De esta forma, era

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XL

posible mantener en sucesivas etapas una relación pacífica prolongada. Además,

psicológicamente este sistema ofrecía la ventaja de disfrutar de una situación de hecho y

legal plenamente ausente de actos bélicos, pero a su vez cada diez días recordaba a los

contendientes que quedaban cuestiones que zanjar entre ellos.

El procedimiento que se seguía para renovar la tregua nos ofrece escasa

información. En el caso de los atenienses con los beocios, no presentaba problemas la

renovación, ya que era sencillo para un pequeño grupo de plenipotenciarios de ambas

partes encontrarse en un punto determinado o en una de las ciudades. En cuanto a la

tregua con los calcídeos, tampoco era difícil, ya que la zona de operaciones calcídea se

limitaba al norte de Grecia, y el convenio de tregua solo afectaba a guarniciones

atenienses de la Calcídica y sus cercanías, como son Esciona, Torona y Sermila, en las

cercanías de Olinto esta última, que era una de las ciudades más importantes de los

calcideos. Dercílidas y Fanarbazo establecieron el convenio por cuatro meses, y tras

concluir el invierno se alargó por otros cuatro, en similares condiciones. En cuanto a las

dos treguas de los atenienses que eran renovables cada diez días, se llevaron a cabo

durante largo tiempo. La cerrada con los beocios en el 421 a. C. se hallaba aún en

renovación en el año 415 a. C., año en el que Nicias habla ante la asamblea ateniense y

se refiere a ella. En cuanto a la tregua con los calcídeos del 417 a. C., esta tuvo menor

duración, ya que aunque en el 415 a. C. se debía hallar aún aplicada, sin embargo tuvo

que haber finalizado antes de la campaña emprendida por los atenienses frente a

Amfípolis a las órdenes del estratego Evetión un año más tarde, en la que participó

también el rey macedonia Perdicas II.

En último lugar, hay que tratar las actividades permitidas durante el período en el

que el acuerdo estaba vigente. Estas actividades permitidas eran de nuevo la recogida y

enterramiento de los muertos, las operaciones militares de tipo posicional, la retirada de

las tropas y la fortificación de puntos clave. También era posible además efectuar

expediciones y ataques contra otros pueblos, aunque fuesen vecinos o aliados de

aquellos con quién se estableció la suspensión de las hostilidades. Por ejemplo, en el

416 a. C. los atenienses procedieron al desembarco en Metona, y junto a los desterrados

macedonios refugiados en Atenas, devastaron el territorio de Perdicas II de Macedonia.

Los calcideos, pese a ser aliados del rey macedonio, y de que los lacedemonios, también

aliados, se lo habían indicado, rehusaron acudir en ayuda de su vecino para no romper la

tregua renovable que sostenían con Atenas. Otro caso es el persa, ya que Dercílidas, tras

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XLI

su acuerdo con Fanarbazo, llevó a cabo una expedición frente a algunos pueblos

bárbaros vecinos de la satrapía, campaña que repitió también, tras renovar la tregua, con

los tracios que eran limítrofes del Quersoneso.

Conclusiones

A modo de conclusión, cabe destacar que este era un acuerdo bélico ampliamente

utilizado en Grecia, negociado en la mayoría de las ocasiones en el escenario de la

lucha, por parte de los jefes supremos de las partes beligerantes. Solamente en el caso

de que el acuerdo tenga lugar en una ciudad intervienen las primeras autoridades civiles.

El acuerdo produce una suspensión de las hostilidades que no es extensible a todos

los frentes de la guerra, y el cese de las hostilidades, excepto en el caso de las treguas

prolongadas, suele ser de duración muy breve.

Este convenio es el primer ejemplo de los conocidos en la época moderna como

acuerdos de tregua o suspensión de hostilidades. Esto significa que muchos siglos antes

de que el pueblo romano formulase principios aplicables a las relaciones con los

pueblos con quienes entraron en contacto, Grecia ya conocía en la práctica y la doctrina

reglas consuetudinarias de carácter interestatal que se hallaban delimitadas ya en su

esfera de aplicación, a modo del ordenamiento mundial del derecho bélico de hoy en

día. Por tanto, gran parte de las formas y principios característicos que rigen las

relaciones y el tráfico internacional, pese a ser determinadas por los maestros del

Derecho en los siglos XVI y XVII, tienen sus raíces en el mundo de los estados griegos

y en la herencia que recibió Roma a través del helenismo a través de estos, siendo

nosotros de este modo herederos del mundo clásico en estas normas de cultura.

La Tregua Sagrada.

La llamada Tregua Sagrada formaba parte de los procedimientos de los que

formaba parte los actos establecidos por motivo de las festividades religiosas más

importantes de la antigua Grecia. A partir del siglo IV A.C también formo parte de

algunas fiestas con carácter local, a las que mediante esta tregua se pretendía que

obtuvieran más prestigio y difusión entre el resto de ciudades griegas. Los promotores

de las fiestas religiosas no se limitaban a recomendar a los griegos que cumpliesen las

recomendaciones de los dioses, sino que de algún modo habitualmente se enviaban a

altos representantes de la administración de los santuarios y templos para cerrar

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XLII

acuerdos con distintas ciudades griegas que estaban de acuerdo con establecer esta

tregua. Estas ciudades se comprometían a observar fielmente el periodo convenido de

suspensión de hostilidades y actos de violencia contra personas y propiedades.

Aunque este tipo de acuerdos podía realizarse en momentos en que había un

estado de paz, la finalidad del mismo estaba en prevenir la posible erupción de actos

bélicos o violentos justo para el momento en que se está desarrollando la fiesta o en sus

vísperas de celebración. Puede ser considerado por esta última razón también como un

convenio anticipado de suspensión de hostilidades, hecho con la finalidad de que sea

efectivo si se llegan a desencadenar actos bélicos o violentos, lo que no dice que

necesariamente se produzcan.

ORIGEN

La costumbre de interrumpir los conflictos bélicos por una duración variable de

tiempo para dar ocasión a la celebración sin contratiempos de las festividades más

relevantes de las ciudades griegas imbuidas en algún conflicto bélico remonta

seguramente a las primeras etapas que siguieron a las grandes migraciones étnicas.

Unos primeros momentos que ya asentaron a las distintas ramas del pueblo griego asi

como a sus centros y cultos.

La tregua sagrada derivo del principio religioso que traían las poblaciones

indoeuropeas que ocuparon la Helade. Este principio se basaba en la conmemoración de

la mitad amistosa, bondadosa y pacifica del primer nivel de los llamados ``dioses

soberanos`` indoeuropeos, que se oponía a la mitad violenta, belicosa y temible de estos

mismos dioses. En un primer momento esta conmemoración tuvo un aspecto restringido

solo a tribus y ramas concretas, careciendo de una proyección política que alcanzase al

resto de los pobladores y pueblos de Grecia. Una proyección que si alcanzaron en estos

primeros momentos gracias a oportunas decisiones diplomáticas y económicas los

cuatro grandes santuarios griegos, sobre todo el de Olimpia.

Los ejemplos existentes en las fuentes, son los que reúnen mayor antigüedad y

parecen indicar que la tregua sagrada, establecida por motivo de la celebración de

alguna fiesta, era un procedimiento potestativo y según las circunstancias esta fiesta

podía ser declarada o no y aceptada mediante un convenio entre ciudades que estaban en

periodo de guerra o en periodo de paz. La tregua era llevada a cabo durante la

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XLIII

celebración de fiestas de carácter local en sus comienzos, pero un poco más tarde

algunas ciudades como Olimpia a la que siguieron e imitaron otras, como Corinto o

Delfos, en un deseo de universalizar todo lo posible y extender a los confines

determinadas celebraciones religiosas. Realizaron una más que intensa propaganda y

divulgación de fiestas y juegos que daba lugar a que cada cierto número de años, la

conmemoración a una divinidad, ya se convirtiera en una fiesta de carácter panhelénico.

Esto se debió tanto a la oportunidad que proporcionaban estas fiestas para hacer

contactos comerciales y políticos, como a que no se celebraban en un solo lugar y se

hacían alternativamente celebraciones en santuarios de prestigio de todo Grecia. Esto no

significaba en ningún caso que las treguas sagradas de carácter local desaparecieran.

Estos convenios locales no solo no desaparecieron sino que siguieron existiendo junto a

los establecidos para las grandes fiestas panhelénicas.

FUNCIONAMIENTO

Un tiempo antes de la fiesta un grupo especial de funcionarios del santuario en el

que iba a tener lugar una fiesta se desplazaba hasta diferentes ciudades griegas para

anunciar la próxima celebración de la fiesta y recoger en ellas compromisos solemnes

de las autoridades de esas ciudades respecto a la vigilia de normas y actitudes hacia ese

santuario y sus celebraciones de juegos y fiestas.

Estos funcionarios especiales eran dos. El primero de ellos estaba aplicado

desde época muy antigua a enunciar una fiesta que comportaba la tregua sagrada, su

misión también tenía un carácter político. Su misión política era estar dotados para

concluir y aceptar de las ciudades los acuerdos de tregua para la duración de la fiesta.

Estos funcionarios están atestiguados en las grandes fiestas panhelénicas asi como para

otras festividades de menor rango. El segundo de ellos aparece muy utilizado a partir

del S.IV A.C para designar a los emisarios enviados por el santuario para dar a conocer

en toda Grecia la celebración de una nueva fiesta o la repetición de otra ya existente.

Fiesta que puede llevar implícita en algunos casos la proclamación de una tregua

sagrada. Aunque este segundo fue sustituyendo al primero, en especial a partir del

periodo helenístico, todavía en el S. I a. C todavía existía este personaje contrapuesto al

segundo como un personaje que tenía como misión transmitir una propuesta de tregua

sagrada durante una determinada festividad de una ciudad.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XLIV

La tarea de estos dos funcionarios especiales portadores de la tregua sagrada,

comenzaba con larga antelación a la celebración de fiestas y juegos. La práctica seguida

era distinta según cada caso particular de cada santuario. En el resto de casos la labor

del anuncio de la tregua y de la fiesta era llevada a cabo por funcionarios religiosos del

santuario que organizaba la celebración. También la elección podía recaer sobre

ciudadanos que eran distinguidos en la ciudad por su reconocida dignidad, estos eran

habitantes de la ciudad o polis en cuyo territorio se hallaba el santuario y sus

dependencias principales. La fecha de salida de estos funcionarios no era la misma, sino

que cada cual comenzaba su marcha en una época diferente, de acuerdo con la distancia

a recorrer entre los lugares que se proponían para ser visitados. Antes de emprender su

viaje se preparaba con minuciosidad el plan de este viaje, primeramente se visitaría a las

ciudades que tenían unas mejores relaciones con la administracion religiosa del

santuario, especialmente los posesores de las casas del tesoro.

También la visita se extendería a ciudades no muy alejadas de estas o con las

que el santuario quería establecer contactos seguros, de esta manera cada una de las

teorías recibía como asignación una ruta fijada de antemano en la cual se incluían

regiones enteras de Grecia. Los enviados recibían además de las máximas autoridades

religiosas del santuario, exactas instrucciones para el cumplimiento de su misión. Estas

indicaciones debían ser lo más exactas posibles e insertadas en cartas. En una de estas

cartas se anotaba la personalidad del Teoro entre las ciudades que iba a visitar, en otra

se indicaba la ruta a seguir y se les indicaba los lugares y personas donde recibirían

alojamiento, siéndoles entregado igualmente cartas de recomendación para ellas. Otras

cartas contenían la invitación oficial dirigida a cada ciudad para que aceptase la tregua

sagrada y enviase una representación a la fiesta, junto a estas les eran entregados

borradores y guías del discurso que debían mantener ante la asamblea de las ciudades

que visitaran. Los gastos que producían los enviados eran pagados por la administracion

del santuario.

A su llegada a las ciudades se dirigían al personaje o ciudadanos a los que

llevaban los escritos de recomendación de los sacerdotes del santuario. En caso de que

en ese lugar no hubiera nadie ligado al santuario especialmente se recurría a visitar a las

principales autoridades civiles del lugar. Tras esto, los ciudadanos los presentaban los

escritos ante el consejo de la ciudad, que tomaba buena nota de su presencia y de la

misión que habían venido a cumplir para incluirlo todo en el orden del día de una

Page 45: Los Acuerdos Bélicos en La Antigua Grecia

Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XLV

próxima asamblea. Se podía incluso para este fin convocar una asamblea extraordinaria

para facilitar el cumplimiento del cometido del Teoro.

Ante la asamblea el jefe de la misión desarrollaba las indicaciones dadas en

borrador por los Teocolos o Hierofantes del santuario. Se solía seguir un orden más o

menos fijo, poniendo de manifiesto los favores y la benevolencia de cada divinidad

particular, la celebración justa de una gran celebración religiosa en su honor, recordando

lazos de parentesco y amistad que hayan existido con la ciudad en la que se está y

pasando en ultimo termino a invitar oficialmente a la asamblea popular a enviar unos

representantes a la fiesta. Este es el esquema que debían seguir los Teoro junto a una

buena oratoria que lograra persuadir a cada ciudad para que asistiera a la fiesta.

El anuncio de la fiesta y la invitación eran hechos en nombre de la divinidad, no

del santuario o de la ciudad en cuyo territorio esta se encontraba. Una vez cumplida la

intervención ante la asamblea se limitaban a esperar la respuesta de la misma a la

invitación. La contestación se hacía por medio de un decreto que era votado por el

consejo y la asamblea en el que la ciudad declaraba su conformidad o no con la

aceptación de la fiesta. Los Teoros además de este anuncio iban mas alla en su misión,

debían intentar lograr que la administracion del santuario gozase también de

determinadas prerrogativas por las cuales tendrían como resultado que la afluencia de

visitantes a la fiesta fuera más numerosa y se realizase con toda seguridad lo que haría

que su prestigio aumentara sin duda.

El sistema seguido por los enviados del santuario en la forma y en la finalidad

era muy parecido al que se utilizaba en las embajadas ordinarias entre ciudades griegas

para establecer negociaciones de cualquier índole. La explicación venia en el hecho de

que no solo se anunciaba la festividad sino que se proponía también a las asambleas de

las ciudades visitadas que suscribieran diversos compromisos, que tenían fuerza y

legalidad de acuerdos interestatales. Uno de estos compromisos y más importante para

las autoridades del santuario era que este y la región donde se ubicaba el santuario

fuesen reconocidas como propiedad de la divinidad y ser libre del pago de tributos y

exacciones. Las autoridades religiosas del santuario se preocupaban especialmente de

que fuera garantizada en todas partes la inmunidad y la libre disposición de bienes y

territorios propios. Al mismo tiempo este reconocimiento del santuario suponía una

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XLVI

renuncia al derecho de reclamar la extradición de los que se acogían allí como

suplicantes.

Otro ente de compromiso para las autoridades religiosas del santuario era la

tregua de armas que los Teoros solicitaban implícitamente en el acuerdo a cada ciudad,

para que acordasen un periodo de tiempo suficiente para que se celebrara pacíficamente

la festividad y la libre circulación y retirada de visitantes. La tregua sagrada protegía

eficazmente a la persona y bienes de quienes iban a tomar parte en la fiesta. A partir de

periodo helenístico además se estableció un compromiso solemne de no atentar nunca

contra la seguridad personal o patrimonial de los visitantes del santuario durante la

celebración de la fiesta.

No era preciso un anuncio especial de la tregua si su duración y su inicio eran ya

conocidos por todos y se mantenía firme de una vez para siempre. Pero si se considera

que los meses por los que se regía la administracion religiosa de un santuario variaban

fácilmente de un año para otro, podría pensarse que era difícil que las ciudades griegas

poder pasar sin un anuncio rápido y exhaustivo del inicio y duración de las treguas y de

las festividades. Es conocido que cada ciudad incluso perteneciente a ramas étnicas

iguales, se regían por distintos sistemas de nomenclatura y calculo de meses. Por estas

razones y por tratarse de cuestiones de gran relevancia como la guerra o la paz, los

Teoros y su función eran fundamentales ya que comparaban la fechación propia del

santuario con la de cada uno de los lugares visitados, de manera que quedasen bien

entendidas en el calendario de cada ciudad las fechas en las que ese año se regiría la

tregua sagrada de la fiesta que anunciaban.

A la par los Teoros llevaban a cabo en cuanto a la tregua sagrada una misión

muy importante como era el reconocimiento y aceptación de la tregua sagrada por una

ciudad. Este acto se convertía en un acto diplomático, negociado por los emisarios y que

constituía un autentico compromiso internacional en la política exterior de la ciudad.

Por esta razón el camino seguido durante el anuncio de la fiesta fue similar que cuando

se negociaba un acuerdo internacional en la asamblea popular. Los Teoros actuaban

como embajadores de una de las partes, presentando oficialmente su propuesta al

consejo y a la asamblea. Oídas en estos sus proposiciones deliberaban estos órganos de

gobierno acerca de la conveniencia de aceptar o rechazar lo que proponían estos Teoros.

Normalmente se aceptaba siempre la tregua sagrada propuesta y los requisitos

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XLVII

implícitos a la misma, pero no era forzoso que se aceptara. Eso sí, decir no, no era muy

digno a ojos del resto de Grecia y esta actitud de intransigencia fue perdiéndose.

Después de ser aceptado el compromiso en la asamblea, se hacía constar la

decisión en el decreto emitido por tal motivo. En el decreto debía figurar igualmente la

notificación de las restantes ceremonias que debían acompañar a la solemne clausura del

compromiso. El acuerdo se acompañaba de libaciones y de un juramento de las

autoridades de la ciudad con el que se formalizaba el compromiso. Significaba que la

ciudad en cuestión se había comprometido con responsabilidad propia a observar la

tregua sagrada durante la fiesta anunciada para ese año. El acuerdo no era válido para

treguas de fiestas sucesivas que anunciase el santuario, solo para la ocasión en que se

acordó. Estas son las razones por las que los Teoros debían salir antes de cada fiesta

para negociar con distintas ciudades el reconocimiento de la tregua sagrada y que estas

la aceptaran.

La ciudad debía custodiar el documento del acuerdo y depositarlo en un archivo.

Los emisarios del santuario tomaban nota de él o se les daba una copia del decreto. Una

vez cumplida su misión los Teoros regresaban a su lugar de origen con las respuestas de

las ciudades invitadas a la festividad. Ya en el santuario se confeccionaba la lista de las

ciudades que habían aceptado participar, anotando aparte el reconocimiento o no de la

sagrada tregua. A vista del informe, las autoridades del templo se encargaban

frecuentemente de que el contenido fuese perpetuado grabándose en piedra. Asi se hacía

cuando una ciudad aceptaba por primera vez su asistencia a la fiesta y su conformidad

con los reglamentos de la misma. Asi el santuario estaba dispuesto en cualquier

momento de conocer los compromisos firmados por cada ciudad para con la fiesta.

También las ciudades participantes conocían ya el alcance de las obligaciones

contraídas y la fecha de inicio y final de esta. Una vez que se iniciaba el tiempo

marcado para la tregua sagrada cada ciudad con antelación mandaba poco antes del

inicio una embajada en nombre de la ciudad que asistía a los actos oficiales como

ofrendas, libaciones, procesiones, juegos, etc.…El primer acto al comenzar era la

aportación de ofrendas y libaciones en el altar de los dioses, estas se anunciaban por el

heraldo como simbólica renovación del estado de paz impuesto entre los participantes.

Respecto a las obligaciones contraídas por quienes aceptaban y

cumplimentaban los acuerdos para la tregua sagrada debemos destacar varios puntos de

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XLVIII

interés. Uno de estos importantes puntos era que quedaban prohibidos cualquier acción

bélica por parte de cualquiera que había ya suscrito el acuerdo de tregua sagrada aunque

fuera hacia otra ciudad que no hubiera suscrito aceptar la fiesta y la tregua y con más

razón si era frente a otra que si lo había suscrito. Sin embargo podían repeler el ataque si

eran atacados por otra ciudad o liga que no hubiera hecho lo mismo, sin infringir por

ello el convenio de tregua. Dentro de esta prohibición también estaba los movimientos

de tropas con ánimos ofensivos, aunque finalmente no tuviera lugar ningún conflicto.

La prohibición de conflictos bélicos se hallaba en vigor durante todo el trascurso de

tiempo de la tregua sagrada.

No bastaba con la simple interrupción oficial de las hostilidades, se hizo

recomendable la medida de extender la protección a cuantas personas acudiesen como

participantes o visitantes de la festividad. Por ello la duración de la tregua sagrada se

ampliaba un tiempo antes y después de la celebración para que estas personas pudieran

regresar a casa con toda seguridad asi como durante su estancia en el lugar de la fiesta.

También se protegía de cualquier ataque con esta tregua sagrada a propiedades y bienes

de estas personas. En época helenística se reforzó aun más estos aspectos para

garantizar una completa seguridad. Cualquier infracción de las presentes obligaciones

era castigada con dureza. Junto a estas medidas de seguridad, el santuario se reservaba

el derecho a excluir en todo momento de la fiesta a personas o ciudades por ciertas

razones políticas o de índole religiosa que no concordaban con las manifestaciones del

espíritu helénico.

Ejemplos de Tregua Sagrada. La tregua olímpica.

El ejemplo más antiguo que se conserva de tregua sagrada data de unas fechas

del II milenio A.C. Proporciona una interesante información sobre los inicios de este

procedimiento para el establecimiento de treguas sagradas. Gracias a una sencilla

historia sobre la historia del amor entre dos personajes llamados Pieria y Frigio, que

vivían en dos ciudades enfrentadas por una guerra, se tienen noticias del conflicto que

después de su fundación enfrento a Miunte con su metrópolis Mileto. Miunte fue

fundada por un grupo de jonios de Mileto, la contienda surgió a raíz de ciertas

diferencias con sus antiguos compatriotas. No fue una lucha encarnizada sin cuartel ni

mucho menos, ya que con motivo de la celebración en Mileto de una fiesta denominada

``Neleida``, se proclamaba al parecer una tregua con carácter sagrado para facilitar la

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

XLIX

asistencia de la población jonia a la festividad. La fiesta se hallaba colocada bajo la

protección de la diosa Artemisa. Según Plutarco, durante esa guerra también tuvieron

lugar otras celebraciones de índole religiosa por las que se estableció también esta

tregua sacra. Esta tregua, era al parecer de muy corta duración debido a que su

condición era de fiesta local y no de fiesta panhelénica.

Otro ejemplo, este de gran magnitud para la historia de la Grecia antigua fue la

celebración de la Fiesta Olímpica y el establecimiento de una tregua sagrada que se

convertiría en general para toda la Helade durante el tiempo de su celebración. A

comienzos del milenio I a.C se llevo a efecto una reorganización de la fiesta de Olimpia,

que hasta ese momento había siso una fiesta de carácter local. Sobre esta reordenación

hay diversas versiones que plantean un problema cronológico. Según el autor clásico

Flegòn, fueron Ifito de Elide, Cleostenes de Pisa y Licurgo de Lacedemonia, quienes

movidos por el deseo de implantar paz y concordia entre los pueblos griegos, decidieron

modificar la antigua fiesta que se estaba olvidando y organizar una nueva competición

en Olimpia. La consulta hecha en el Oráculo de Delfos se declaro favorable con la idea

y aconsejo que todas las ciudades que quisieran tomar partido en la fiesta debieran

establecer una tregua. Se produjo un anuncio general por toda Grecia y se tomo nota por

escrito de todas las normas que iban a regir desde entonces en la fiesta y juegos

olímpicos. Pero esta no será la única versión, en un debate historiográfico que se ha

extendido durante largo tiempo y en el que se han originado gran cantidad de hipótesis

al respecto.

Las normas para la nueva fiesta y el establecimiento de la denominada ``tregua

olímpica`` fueron grabadas en un disco circular de bronce, las letras estaban grabadas en

el mismo también en forma circular. Fue denominado como ``Disco de Ifito``, ya que a

este personaje se le reconoce la reorganización de la fiesta y juegos olímpicos, partiendo

de la antigua fiesta. Esta restructuración del festival olímpico se inauguró al parecer en

la fecha del 776 a.C. La fiesta de Olimpia y su tregua sagrada tuvieron al parecer en un

inicio solo local dentro del Peloponeso, pero sin embargo estos quedaron abiertos a

todas aquellas ciudades que quisieran participar en ellos a cambio de someterse a las

normas señaladas en el Disco de Ifito. Entre las normas era indispensable convenir una

tregua por la duración de la fiesta olímpica. Asi poco a poco los juegos, a la vez que

fueron adhiriéndose al acuerdo primitivo, adquirieron un carácter y una expansión

panhelénica hasta lograr reunir para época Clásica, a casi todos los griegos del

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

L

continente, de Asia Menor, las islas, Sicilia e Italia, asi como los de las colonias de

Occidente hasta las del Mar Negro.

Conclusiones.

Como conclusiones para este punto de interés como es la tregua sagrada

establecer que esta tuvo sus orígenes más remotos en la época arcaica griega, época en

las que se limitaba únicamente a fiestas locales. Con estos valores y sentido esta tregua

perduro en toda la historia de Grecia ligada ante todo a celebraciones particulares y

exclusivistas propias solo de un determinado pueblo o ramo, incluso de una única

ciudad. Presenta este sistema la diferencia que la tregua es el resultado de una

convicción sagrada, arraigada en el espíritu religioso de sus practicantes por mando del

culto a ciertos dioses y no de un acuerdo realizado entre varios personajes. Se producía

la tregua después de una decisión unilateral que no tenía por qué afectar al otro

adversario. La primera fiesta que si abandono este ámbito de restricción fue la

celebración de las olimpiadas que a través de su reorganización en el siglo VIII a.C. se

vio reforzada de un carácter panhelénico. Contribuyendo la tregua sagrada a darle una

mayor estabilidad y solemnidad de la que tenía anteriormente. Siguiendo el modelo

olímpico, otros santuarios griegos extendieron su radio de acción a través de la

celebración de festividades que llevaban implícita una tregua sagrada.

Este sistema de tregua sagrada logro regular a través de acuerdos convenidos en

base a creencias religiosas, los enfrentamientos militares durante largas temporadas. Sin

embargo su eficacia no fue siempre brillante ni mucho menos. La tregua sagrada fue

una institución positiva si pero nada más que en ocasiones aisladas, en las que coincidía

un estado general en Grecia de buenas relaciones con la ciudad de la que dependía el

santuario. Para el periodo helenístico surgieron un número de fiestas considerables que

imitaban a las cuatro grandes fiestas panhelénicas, pero después de Alejandro Magno se

redujeron drásticamente. La tregua sagrada acabó tras esta época por mantenerse como

un residuo de la tradición pero sin operatividad alguna. Se acabo convirtiendo en los

casos que subsistió en una paralización o descanso corto para las actividades

mercantiles, políticas, etc., durante un breve periodo en el que duraba la fiesta. La

tregua sagrada oficial de los cuatro grandes juegos helénicos para esta época helenística

fue violada repetidas veces y manejada por las altas instancias de poder a su antojo

como un elemento más de su poder.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

LI

Si es cierto por otra parte que la tregua sagrada y su institución si funciono bien

en sus momentos más antiguos, al menos hasta el siglo V a.C en las Guerras Medicas,

cuando se crearon lazos de paz y amistad entre los griegos frente al enemigo común. La

base religiosa de la institución es evidente que no fue suficiente para mantener la

cohesión entre quienes en ella participaban, pero fue un claro exponente de cómo la idea

religiosa puede influir sobre los pueblos a la hora de la búsqueda de la paz. Para

finalizar anotar las analogías que surgieron a lo largo de la historia con esta tregua

sagrada griega. Una analogía sucedió en el mundo árabe asi como en el mundo

medieval cristiano con la llamada ``Tregua de Dios`` mediante la que la iglesia quería

impedir las guerras intestinas de la Europa medieval. Surgió en Francia y se extendió

mas tarde a casi toda Europa. Se aseguraba con ella o más bien se pretendía asegurar la

paz en ciertas épocas del año.

EL ARMISTICIO

Los términos utilizados para la designación del armisticio son similares a los que

se emplean para referirse a la simple suspensión de hostilidades o a la tregua sagrada.

La aparición de esta figura institucional de acuerdo bélico es más posterior a las dos

anteriormente citadas. Estas tienen sus raíces hundidas en el II milenio a. C, mientras

que el armisticio se presenta durante el S.VII a.C. aproximadamente, a mediados de este

siglo. Para denominarla no es extraña la elección de ciertos vocablos que servían para

expresar una suspensión temporal de los actos bélicos con motivo de la realización de

determinadas acciones que exigían un cese de las hostilidades. El armisticio no era sino

uno más de este tipo de convenios.

En este apartado sobre el armisticio distinguiremos y trataremos por separado los

dos tipos de armisticio más importantes y frecuentes como fueron el armisticio de

carácter general y el armisticio de carácter local. Incidiremos pues a continuación en

las características más importantes de cada uno.

Armisticio General

El armisticio general se trata de un acuerdo que tiene como finalidad suspender

las hostilidades durante un largo periodo de tiempo y así facilitar el inicio de

conversaciones entre las partes enfrentadas en un conflicto con vistas a la redacción de

un tratado de paz duradero y definitivo. Este armisticio general se caracteriza porque

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

LII

suspende las actividades hostiles en todos los frentes de la guerra y como tal en sí

mismo es un acto político que solo puede ser concluido y aprobado por las principales

autoridades del estado. El contenido de esta institución podría ser válida incluso hoy en

día. Las condiciones que contienen este tipo de acuerdos siempre se cumplen

exactamente en este tipo de armisticios.

Negociación Del Acuerdo

Los contactos previos al acuerdo se iniciaban a través de un heraldo, el cual

comunicaba el deseo de una de las partes de llegar a tal acuerdo para entablar unas

conversaciones para llegara a la paz. En este primer encuentro ya ocurría a veces que

este heraldo no realizaba solo esta misión meramente comunicativa, sino que era

también acompañado por una comisión de personas elegidas especialmente por la

ciudad o liga de ciudades que se proponía a solicitar el armisticio. La explicación de

esto podía estar en la necesidad que sentía el autor principal de la propuesta de ofrecer

buenos argumentos a sus adversarios para que decidiesen la conveniencia de celebrar el

convenio. Que mejor para ello que enviar esta delegación de prohombres que podía

exponer desde un inicio las condiciones de paz que sus compatriotas o aliados estaban

dispuestos a ofrecer si la petición era aceptada y tenía lugar finalmente el armisticio.

En algunos casos podía seguirse un sistema de carácter mixto, después de la

llegada del heraldo solicitando el armisticio la otra parte destacaba una delegación para

conocer exactamente las razones de esa actitud y juzgar sobre la conveniencia de las

mismas. Pudiendo en su lugar si era oportuno, anunciar bajo qué condiciones iban ellos

a su vez a proponer la paz. Asi de este modo las dos partes conocían ya de antemano si

era una ventaja concluir el acuerdo y podían por consiguiente aceptarlo o rechazarlo sin

la necesidad de emprender conversaciones de paz que ya se sabía que no podrían ser

admitidas.

Una vez puestas de acuerdo las dos partes sobre la oportunidad de concluir el

convenio y decididas estas a ello, había que proceder a la elección de dos delegaciones,

una por cada contendiente, para que se reuniesen en un lugar determinado

conjuntamente y discutiesen cuales debían ser las condiciones por las que sus relaciones

se iban a regir durante el periodo de interrupción de las operaciones de guerra, las

clausulas del armisticio. La elección podía recaer de nuevo en las personas que habían

acompañado al heraldo para solicitar de la otra parte la conclusión de un armisticio.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

LIII

Existía también un sistema diferente utilizado en otroras ocasiones. Este

consistía en que una de las partes elaboraba por su cuenta una relación de las

condiciones por las que estaba dispuesta a cerrar el armisticio. Esta relación era

transmitida al adversario a través de una embajada, que se desplazaba con esa finalidad

hasta el centro o ciudad de la confederación a la que se proponían tales condiciones. Asi

pues la parte que recibía la propuesta no necesitaba haber formado ninguna delegación,

sino que directamente ante la asamblea popular o el órgano consultivo de la liga, la

embajada procedente del otro contendiente exponía sus premisas, de manera que el

armisticio podía ser concluido sin más si la asamblea o el consejo de la confederación

estimaba como buenas las condiciones transmitidas.

Este sistema tenia la particularidad de que si la ciudad ante cuyas máximas

autoridades los embajadores de la otra parte exponían su propuesta no aceptaba alguna

de las condiciones expuestas, no tenían los delegados capacidad para admitir la

supresión de la condición y volver a negociar una nueva condición. Esto hacia

indispensable que el proyecto de condiciones del armisticio tuviese que ser remitido a

sus superiores para ser nuevamente reelaborado y nuevamente vuelto a ser presentado

frente a la asamblea del bando adverso, cuando estuviese acabado, habiendo tenido en

referencia las objeciones que puso a la propuesta inicial. Asi se operaba con más

tranquilidad para encontrar rápidamente entre las dos partes las condiciones por las que

las relaciones entre ambos se regirían durante el periodo de vigencia del armisticio. Las

dos partes deseaban que el convenio empezase a funcionar cuanto antes para asi poder

pasar a tratar el acuerdo para la definitiva paz.

Condiciones Usuales del Acuerdo

Estas condiciones podían ser múltiples, naturalmente las condiciones que las dos

partes habían negociado en el convenio conseguían que pasaran a formar parte de las

clausulas a observar durante el mismo. Estas clausulas se pueden reducir

fundamentalmente a tres, que son las que se encuentran con más constancia en los casos

que nos transmiten las fuentes con mayor o menor precisión:

La primera de estas tres importantes clausulas será la Clausula uti possidetis.

Cada una de las partes mantendrá durante el armisticio las mismas posiciones que

ocupaba en el momento en que el mismo sea clausurado. Se trata del mantenimiento de

un statu quo por parte de los ejércitos en las líneas que ocupaban y de las fuerzas de

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

LIV

ocupación en las ciudades o puntos fortificados que hayan ido ganando durante la

guerra mediante conquistas o capitulaciones.

La segunda será la Clausula acerca de la suspensión de hostilidades y

protección de los parlamentarios. Los parlamentarios designados por cada uno de los

bandos, con la finalidad que durante la duración del armisticio lleven a cabo las

conversaciones para encontrar un tratado para la paz que deje satisfecho a ambas partes,

pueden desplazarse con libertad de un lugar a otro, ir al encuentro de la delegación

contraria o marchar a su ciudad para recibir instrucciones de sus autoridades principales,

siendo protegidos con inmunidad contra cualquier acto de violencia de uno u otro

bando. Esta libre circulación no era disfrutada por ejemplo por los ejércitos, a no ser que

se estipulase algo contrario, para evitar que pudiese este ejército de uno u otro lado

ocupar una posición mejor a la que tenía en el momento del cierre del acuerdo. Por otra

parte si se permitía fortificar las posiciones y recibir ayuda material o en tropas de

refuerzo, siempre que para ello no hubiera la necesidad de pasar por medio de una zona

tomada por el adversario.

La tercera será la Clausula Temporal. Mediante esta clausula ambas partes

determinaban la duración exacta del armisticio. Se expresaba esta duración de manera

muy cuidada en días, meses o incluso años. En el caso de que el armisticio fuese

convenido por dos ciudades o ligas que tuvieran diferentes calendarios, se señalaba

exactamente la fecha del comienzo del acuerdo y de la suspensión de las hostilidades en

ambos calendarios. Esta situación fue muy frecuente. Cuando la diferencia entre los

calendarios no existía, bastaba únicamente con señalar una sola fecha, que coincidía con

el mismo día para ambos contendientes. El armisticio se clausuraba en el día señalado

en el texto del acuerdo y se comenzaba a calcular el periodo de validación desde ese

momento mismo. Según las costumbres griegas, la fecha de entrada en vigor contaba ya

como un día entero.

Además de estas tres imprescindibles clausulas en este tipo de acuerdos

generales, las condiciones que una y otra parte podían reconocer en el convenio son

muy variopintas. La casuística es verdaderamente importante y variaba según las

necesidades de cada bando a la hora de ponerse a negociar el armisticio. Las

negociaciones y conversaciones hechas para lograr entablar definitivamente las

condiciones del armisticio no deben ser confundidas con las que justo después de entrar

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

LV

en vigencia el convenio con la suspensión de hostilidades, emprendían ambas partes a

través de delegaciones para discutir los puntos del tratado para la paz, motivo clave este

ultimo por el que había tenido lugar el armisticio.

Cierre del Armisticio

Cuando ya se habían estipulado las condiciones del convenio y las dos partes se

mostraban conformes con lo expuesto en el mismo, se procedía al cierre formal del

armisticio. El sistema seguido era similar al de la tregua, a través de las solemnes

libaciones y apoyadas estas en la sanción divina del juramento. Este era el sistema

seguido cuando el acuerdo había sido negociado por dos delegaciones, una por cada

bando en litigio y formadas por personas plenipotenciarias para concluir el armisticio.

Si cuando una de las comisiones de uno de los bandos se había trasladado hasta el

centro político o ciudad del consejo de una liga, para exponer ante una asamblea o un

consejo las condiciones del armisticio y estas eran aceptadas totalmente o modificadas

en sucesivas consultas de la comisión a su gobierno, el cierre del convenio tenía lugar

después de una sesión de la asamblea de la confederación en la que se dictaba un

decreto en el que se ratifica y concluye el acuerdo propuesto por la embajada.

Este modo de proceder es lógico si se tiene en cuenta que el armisticio general

como acto político, ha de ser clausurado por la suprema autoridad de un estado. Si es

llevado a cabo en una ciudad, debe ser la asamblea como primer órgano ejecutivo, quien

a través de un decreto acepte el compromiso. Ello demuestra igualmente que la

embajada que se traslada hasta esa ciudad para cerrar el convenio está en posesión de

sus plenos poderes para cerrar el armisticio en nombre de las autoridades supremas de

su gobierno o confederación. Al mismo tiempo que la asamblea reconoce por decreto su

compromiso, se titulan a unos representantes de la misma para que en lugar del órgano

ejecutivo presten juramento ante la embajada de plenipotenciarios para el cierre de lo

enviado por el bando contrario.

La clausura del convenio tenía lugar el mismo día que se había fijado como

fecha de comienzo del armisticio y de la suspensión de las acciones bélicas. Todas las

negociaciones y ceremonias se habían hecho en los centros o ciudades de alguno de los

dos bandos litigantes, por ello era necesario con grande urgencia constituir una

comisión de armisticio que partiese con celeridad para comunicar a los comandantes de

los dos ejércitos, que permanecieran en los diversos frentes desarrollando aun

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

LVI

operaciones de guerra, que el armisticio había sido finalizado y que debían paralizar

toda acción militar durante el tiempo acordado en el armisticio. No existían varias

comisiones para este fin sino que se encargaba de su comunicación a una sola comisión

elegida por ambos bandos.

A esta comisión le correspondía comunicar a los comandantes cuando se cerró el

acuerdo exactamente e informarles de su contenido. Asi en caso que alguna de las

acciones militares hubiera sido cometida en los días transcurridos entre la fecha de

cierre del acuerdo y la llegada de la comisión, fuesen reparadas de inmediato para no ser

consideradas como una violación del tratado de paz. Una vez las operaciones militares

habían cesado en todos los frentes y el convenio ya regía a todos los efectos, las

delegaciones de ambos bandos elegidas para traer la paz comenzaban a actuar. Tendrán

estas ahora frecuentes contactos con sus respectivos gobiernos para fijar condiciones

similares del tratado futuro. Si se llegaba a algún acuerdo antes de que expirara el

tiempo del armisticio, el tratado de paz conseguido podía ser ya firmado de inmediato,

pasando desde ese mismo instante a regirse mediante el las relaciones entre ambos

contendientes.

Al contrario, si las delegaciones no lograban hacer efectivas sus conversaciones

y esfuerzos para un tratado pacifico y no se veía solución a esta situación, se esperaba a

que terminara el plazo impuesto por el armisticio para reemprender de nuevo las

acciones bélicas. También era posible por cualquier razón que se considerara oportuna

prolongar el armisticio algún tiempo mas, en este caso ambas partes hacían de común

acuerdo una renovación por un periodo de tiempo igual o inferior del armisticio.

Armisticio Local

Es un acuerdo de suspensión de hostilidades cerrado con una finalidad similar a

la del armisticio general, permitir a ambos bandos en litigio iniciar conversaciones con

vistas de llegar a un posible tratado de paz. A diferencia del armisticio general se

produce solo el cese de operaciones militares en un sector limitado de la guerra,

continuando las acciones con normalidad en el resto de los frentes. A su vez otra

característica de este armisticio local es que el acuerdo puede ser cerrado y negociado

por el comandante del ejército sin necesidad de llamar a consultas a su gobierno.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

LVII

La razón de existir de este convenio junto al armisticio general se explica por la

circunstancia de que en multitud de ocasiones en Grecia un ejército sufría una severa

derrota o temía sufrirla inminentemente, lo que lleva a su comandante a comunicarlo a

su gobierno. A su vez en el resto de escenarios de la guerra la situación seguía siendo la

normal en una guerra, esto inclina al bando que teme por su derrota a solicitar el

armisticio al comandante del ejército enemigo con la justificación de que quieren

entablar un acuerdo de paz. De este modo logran que el adversario no aproveche a favor

que le haya concedido o vaya a concederle su victoria, ya que las acciones quedan

interrumpidas, y pueden asi dedicar todo el tiempo que dure el armisticio a dirigir sus

esfuerzos diplomáticos para obtener del enemigo una paz mas honrosa.

Negociación Del Acuerdo

La negociación siempre era llevada a efecto o por los comandantes de ambos

ejércitos, o solo por uno de ellos con las autoridades del otro contendiente. El primer

caso se producía cuando uno de los comandantes o los dos estaban preparados por su

gobierno para iniciar por iniciativa propia la apertura de conversaciones de paz sin

informar ni solicitar permiso previo. El segundo de los casos es el que mas se encuentra

documentado en Grecia, la iniciativa solía partir del gobierno del bando que deseaba, a

causa de las circunstancias, hablar sobre la paz, proponiéndose un armisticio al

comandante enemigo. Teóricamente este no podía negarse a la demanda, primero

porque vista la situación de partida, sabía que su oponente estaba en inferioridad de

condiciones y estaría dispuesto a ofrecer a su patria ventajosas condiciones de paz. En

segundo lugar porque no podía arriesgarse a que, habiendo denegado la solicitud de la

otra parte, cambiase para su patria el signo de la guerra y su fortuna, algo que haría

recaer sobre él la indignación de sus conciudadanos y aliados.

Ambas partes para ponerse en contacto la una con la otra y empezar a negociar

el armisticio, lo hacían con similares elementos que en el armisticio general. Mediante

un heraldo y una embajada.

Condiciones Usuales del Acuerdo

Estas condiciones son en esencia las mismas que se estipulaban para los

armisticios generales. Las dos primeras clausulas del acuerdo no presentan ninguna

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

LVIII

diferencia respecto al armisticio general pero la tercera por razón de la naturaleza del

mismo convenio local está configurada de un modo diferente:

La primera clausula será la Clausula uti possidetis. Para este caso afectara

únicamente a la parte de las operaciones en la cual ha tenido lugar el armisticio. Ambas

partes mantendrán sus posiciones iniciales en el momento de cerrarse el convenio,

paralizándose toda acción de guerra. No se permite intentar posicionarse de manera más

ventajosa que la otra parte pero si reforzarse en las posiciones que ya se poseen.

La segunda clausula será la Clausula de Suspensión de Hostilidades y

Protección de Parlamentarios. En esta se especifica con claridad la prohibición total de

cualquier ataque armado de una parte contra la contraria. También se acuerda que los

parlamentarios del bando que solicita el armisticio gocen de inmunidad para hacer

traslados hasta la ciudad o centro político de la liga donde tienen que presentar sus

demandas. Se consideraba normal que estos embajadores fueran acompañados de

algunas personas del país hacia donde se dirigían, siendo estas nombradas por el

comandante del ejército que había aceptado el armisticio.

La tercera clausula será la Clausula Temporal. Sera la que presente diferencias

respecto a la tercera clausula del armisticio general. Esta se verá en cuanto a las

condiciones. El armisticio local será en teoría indefinido, no posee plazo fijo de

expiración, su término estará subordinado al cumplimiento de un requisito. Este

requisito será el regreso de los embajadores que han ido a ofrecer la paz. El armisticio

podía acabar antes si se llegaba a un acuerdo de paz, pero la condición del acuerdo

estaba siempre prevista como si esto no fuera a suceder, como asi ocurrió en

prácticamente todos los armisticios que se conservan hoy en día. Estos solían terminar

con el regreso de las embajadas sin haber logrado el objetivo de convencer al enemigo

de llegar a un acuerdo pacífico.

Señalar como fundamental en este punto que el armisticio local solía incluir una

condición que no aparecía en el general. Se trata de la denominada Clausula de

Garantía que consiste en que la parte que está en ventaja obliga a aceptar al solicitante

del armisticio como indicio de buena fe y garantía, que este no ha solicitado el convenio

con la idea de aprovecharse de la suspensión de la guerra para preparar planes ocultos y

sin tener nunca intención de llegar a un entendimiento pacifico.

Page 59: Los Acuerdos Bélicos en La Antigua Grecia

Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

LIX

Cierre del Armisticio

El cierre del acuerdo tenía lugar con similares solemnidades a las del armisticio

general. Sin embargo no precisaba del refrendo de las máximas autoridades de un

estado, sino que era cerrado y entraba en vigencia con el mero cumplimiento de las

formalidades por parte del comandante del ejército. Por parte del bando solicitante, con

fin de proponer la paz durante el convenio, solía ser cerrado por las autoridades civiles

máximas. El comandante del ejército podía delegar en algunas personas de su plena

confianza el poder para que cerraran el acuerdo en su nombre.

Ejemplos de Armisticios

En las siguientes líneas pasaremos a exponer algún o algunos ejemplos

destacados de armisticios que se dieron a lo largo de la historia del mundo griego

antiguo. Estos ejemplos nos han llegado a través de las numerosas fuentes escritas, de

diversos autores clásicos de gran relieve histórico, que han podido conservarse y

llegarnos hasta la actualidad para su conocimiento y estudio.

Un ejemplo característico de armisticio fue el firmado entre las potencias de

Esparta y Atenas en el año 425 a.C., en el contexto de la Guerra del Peloponeso. Este

armisticio lo conocemos gracias al autor clásico Tucidides, fue un historiador y militar

que vivió durante el siglo V a.C y que escribió mucho sobre la Guerra del Peloponeso.

En este armisticio en primera instancia los embajadores espartanos se dirigieron

ante la asamblea ateniense para proponer un tratado de paz. La finalidad era concluir un

tratado de paz y que los atenienses dejaran salir libres a los espartanos retenidos en la

isla de Esfacteria. Atenas por su parte propuso: la rendición de los hombres de

Esfacteria para ser conducidos a Atenas, que los espartanos devolvieran a los atenienses

las plazas de Nisea, Pegas, Trezene y Acia, por último los atenienses tras la restitución

de estas plazas dejarían libres a los soldados espartanos de Esfacteria y se firmaría un

tratado de paz por la duración que se decidiese en común acuerdo por ambas potencias.

Los embajadores espartanos no dieron respuesta a la petición ateniense, sino que

solicitaron que se nombrarse una comisión para discutir con calma los puntos concretos

de acuerdo. A ello se opuso Cleon, pretendiendo que si los embajadores tenían algo más

que añadir, debían hacerlo ante la asamblea. Ante la situación de intransigencia de

Atenas, los espartanos abandonaron Atenas sin haber podido llegar a un acuerdo con

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

LX

Atenas. En una afortunada operación de la guerra del Peloponeso la flota ateniense

logro aislar en la pequeña isla de Esfacteria frente a Pilos, a 420 hoplitas espartanos. A

la vista de la desesperada situación de los soldados y sin la posibilidad de un rescate con

garantías, las autoridades lacedemonias decidieron desde Pilos ponerse en contacto con

los generales atenienses Demóstenes, Eurimedonte y Sófocles. Pretendían negociar un

armisticio con Atenas que afectase solo al frente de Pilos, asi sería posible enviar una

embajada con plenos poderes a Atenas para intentar llegar a un acuerdo de paz para

poner a salvo a los hoplitas atrapados en la isla.

Los generales atenienses aceptaron y se firmo un armisticio por el que cada parte

se obligaba a una serie de compromisos mutuos: Los Lacedemonios se comprometían a

concentrar todas las naves de guerra que habían participado en la bahía de Pilos asi

como el resto de sus embarcaciones largas que tenían en Laconia para entregárselas en

depósito a Atenas. También se comprometían a no lanzar ataques contra Pilos ni por

tierra ni por mar. Los Atenienses por su parte se comprometían a permitir a los

lacedemonios que suministraran alimentos a los hombres de la isla. La ración entregada

diaria seria de dos quenices áticos de harina de cebada, dos cotiles de carne y vino, la

ración para los hilotas seria la mitad. Los envíos serian controlados por los atenienses,

comprometiéndose los espartanos a no realizar envíos a escondidas. Se comprometían

igualmente a no lanzar ataques contra el ejército asediado de la isla, pero si podían

mantener el bloqueo a la isla pero sin desembarcos en ella.

En conjunto acordaron que: Los embajadores lacedemonios encargados de ir a

negociar la paz a Atenas serian transportados a su ida y vuelta en una triere ateniense,

que el armisticio terminaría en el momento de regreso de Atenas de los embajadores

espartanos, a su llegada los atenienses devolverían las naves a Esparta en el mismo

estado en que las recibieron, en caso de incumplirse cualquier condición la parte

contraía podría considerar sin más roto el armisticio desde ese momento. Con estas

condiciones se firmo el armisticio, los espartanos entregaron las naves a los atenienses y

estos a su vez permitieron la diaria entrega de víveres a los soldados de la isla y llevaron

a sus embajadores hacia Atenas.

La duración total del armisticio fue de veinte días según nos informa Tucidides.

Después de la conclusión del mismo los atenienses se negaron a entregar las naves a

Esparta por incumplimiento del tratado, alegando ligeras y mas que dudosas

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

LXI

infracciones del tratado. Los espartanos se vieron obligados a retirarse sin conseguir su

objetivo y denunciando el proceder de los atenienses como un atentado al derecho.

Otro ejemplo de armisticio también recogido en las fuentes a través del afamado

autor clásico Tucidides y también por otro laureado autor clásico como fue Polibio, fue

el efectuado hacia el año 424 a.C entre las colonias sicilianas de Camarina y Gela. Nos

ilustra que un tiempo antes de la primera incursión de Atenas en la isla de Sicilia con

veinte naves dirigidas por los estrategos atenienses Laquete y Careades, hacia el verano

del año 427 a.C, había estallado una guerra en la isla que enfrentaba por un lado a

Leontinos, Region, Naxos, Catania y Camarina, y por el otro a Siracusa y las demás

ciudades dorias de la isla siciliana, junto a Locros y las islas Eolias. Atenas acudió a

Sicilia al recibir el aviso para ayudar a Leontinos y Region que eran ciudades con las

que había firmado tratados de alianza a mediados del S.V a.C. Con estos tratados

Atenas pretendía reforzar su posición en la isla siciliana y obstaculizar los envíos de

trigo hacia la peninsula del Peloponeso.

En un principio las operaciones no marcharon mal para Atenas y sus aliados en

la zona. Devastaron las islas Eolias, capitularon Milas y Mesina que pasaron a engordar

las fuerzas de las filas de la coalición de Atenas junto a Leontinos y Region. También la

coalición derroto a Locros y a petición de sus aliados en la isla, se envio al estratego

Pitodoro con mas naves de refuerzo y se dispuso para que también marcharan mas naves

al mando de los generales atenienses Sófocles y Eurimedonte.

Pero a comienzos del año 425 a.C las cosas empeoraron para Atenas y sus

aliados en Sicilia, ya que perdieron Mesina y sufrieron otros reveses más. El principal

problema era el planteado por Camarina, la única ciudad doria de Sicilia que luchaba

del lado ateniense, que casi se había decidido ya por cambiarse a abrazar la causa de

Siracusa. Esto obligo a los atenienses a desplazarse a Camarina. Después no se sabe

ciertamente lo que ocurrió exactamente, pero en el 424 a.C, las ciudades de Camarina y

Gela negociaron un armisticio. Al parecer fue la única solución que encontró Camarina

para escapar sin rasguños de la alianza con Atenas. El armisticio en principio se firmo

solo entre ambas ciudades dorias que eran vecinas de la costa sur de Sicilia y que

estaban en bandos enfrentados. Según Polibio la propuesta la hizo primero Gela,

agotada por la larga guerra y que fue aceptada con gran algarabía por Camarina. Su

finalidad era discutir las condiciones para el acuerdo de paz definitivo, para lo que se

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

LXII

enviaron mensajeros al resto de ciudades sicilianas que estaban inmersas en la guerra y

que eran aliadas de una y otro ciudad, para anunciar sus respectivos propósitos, de

modo que al poco tiempo todas pusieran fin a las hostilidades y suscribieran con

unanimidad el armisticio.

En Gela se reunieron embajadores de toda Sicilia para discutir la posible paz

general que se pretendía. Si consiguió el armisticio poner de acuerdo a todos los

participantes de la contienda, aconsejados por el siracusano Hermocrates, que

auspiciaba la unión de todas las ciudades sicilianas para hacer fuerza común frente a

Atenas y sus intereses imperialistas en la región . El armisticio fue sustituido por un

tratado de paz que aceptaba el statu quo y regulaba la cesión de la plaza de Morgantina

a Camarina, que indemnizo a Siracusa por ello con una cierta cantidad de dinero. Los

aliados de Atenas, con la aprobación de los generales atenienses, la asociaron al tratado

de paz. Asi se cerró el armisticio con la entrada en vigor de la paz en la zona y los

atenienses que se habían suscrito al acuerdo respetaron la paz y abandonaron Sicilia con

sus naves.

Conclusiones.

Como conclusiones para este punto del armisticio establecer que es uno de los

convenios de los que más información se conserva y además una información que se

conserva bastante completa. Mediante esta es posible reconstruir con muy buena

aproximación cómo funcionaba esta institución. Los dos armisticios que más trasmiten

las fuentes son el general y el local. Con la información que se conserva es posible

estudiar las características propias de ambos así como sus diferencias y similitudes. Se

trata de una institución relativamente más reciente si se tiene en cuenta otros tipos de

convenios como la tregua o la tregua sagrada. Surgió hacia el S.VII a.C. pero no fue

más frecuente hasta el V A.C, que es cuando las fuentes lo mencionan más

frecuentemente. El lenguaje del armisticio sin embargo es parecido al de los acuerdos

anteriormente citados.

En cuanto a sus características concluir que el armisticio general es un

convenio bélico de naturaleza más política, siendo decidido y cerrado por las máximas

autoridades civiles de la ciudad o confederación. Supone el cese total de las hostilidades

en todos los escenarios y frentes de la guerra, siendo trasmitido por una comisión de

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

LXIII

armisticio. Con una duración más bien variable, días, meses o años según el plazo

fijado. Por su parte el armisticio local no precisara de la intervención de autoridades

civiles, puede ser negociado y cerrado por un comandante del ejército. Su efecto debe

ser el suspender las operaciones de guerra pero solo en un sector aislado del escenario

general de la guerra. Su duración era ilimitada, sin plazo fijo de tiempo, terminaba solo

cuando las conversaciones de paz hubieran terminado sin tener un resultado positivo y

los embajadores encargados de entablarlas hubieran regresado a casa.

No todo son diferencias entre ambos armisticios, también guardan similitudes

como tener en común una finalidad primordial como es la obtención de una parada de

las acciones bélicas para poder iniciar negociaciones para un tratado de paz que ponga

fin al conflicto. Así como también mantener una parte de sus condiciones primordiales

como eran mantener el statu quo en las posiciones ya ocupadas por las tropas de ambas

partes en el momento del cierre del armisticio, asegurar el cese total de las actividades

bélicas durante el mismo así como garantizar una completa inmunidad a los

parlamentarios que deben discutir las bases para el futuro tratado de paz.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

LXIV

VI Convenios de Capitulación.

Terminología de los acuerdos de capitulación

Los acuerdos de capitulación también supondrán una parte importante en lo que

respecta a los acuerdos bélicos. En este capítulo del trabajo, pues, se desarrollará las

características que los conformaban, así como se pondrán de manifiesto algunas de las

muy variadas situaciones en las que se utilizaron. Precisamente a este respecto, se puede

mencionar que el acuerdo de capitulación fue el más usado de todos los que existían en

Grecia. Su aparición es relativamente reciente, o al menos no poseemos fuentes que nos

hagan participes del caso contrario. No tenemos más que un ejemplo anterior al siglo VI

a.C, y existen serias dudas sobre su autenticidad. Resulta además bastante evidente,

además de la falta de evidencias documentales, que estos acuerdos no existieran en

periodos arcaicos, en sociedades guerreras de costumbres más primitivas.

La aparición de los convenios de capitulación es producto de una evolución de la

cultura griega, tanto a nivel social como a nivel político. Así, este tipo de convenios no

son otra cosa que una manera de reducir la crueldad inherente del conflicto bélico.

La capitulación supone un acuerdo formal, mediante el cuál las dos partes que se

hayan inmersas en un conflicto estipulan conjuntamente unas determinadas condiciones

que van a regular la situación que a continuación del acuerdo o en un futuro habrá de

disponerse en lo que respecta a las personas o sucesos entre los diferentes

contendientes. Su principal función consistía en transmitir la soberanía, propiedad…

sobre un territorio o conjunto de personas mediante un proceso legal que la totalidad del

mundo griego había reconocido como válido.

Será un convenio de carácter solemne, de modo que, a modo de certificarlo de

una manera sacral, se cerraría mediante las llamadas libaciones de seguridad, que ambos

bandos se comprometerán a observar mediante una serie de juramentos.

Para llegar al acuerdo final, por tanto, se necesitará de la celebración de unas

ceremonias que eran las mismas que se llevaban a cabo cuando se celebraba la

conclusión de una tregua, tregua sagrada, armisticio o un tratado de paz o alianza.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

LXV

Esta igualdad en lo que respecta a las ceremonias, como ya he mencionado, nos

muestra por tanto que estos diversos acuerdos estaban emparentados en diferentes

elementos.

Consideraciones preliminares

Se puede afirmar que la capitulación es un convenio de un carácter equivalente a

la tregua o el armisticio, además de por lo mencionado anteriormente (características

comunes, al fin y al cabo) en tanto que es un convenio que repercute directamente sobre

el curso de la guerra. Puede producir diversos efectos, que pueden ser dispares, puede

suponer tanto el fin de un conflicto, como el producir un aplazamiento del conflicto, e

incluso el que el bando que en el acuerdo aparece como el que capitula no sufra ningún

tipo de perjuicio más allá de ceder alguna posición al enemigo a fin de salir indemne.

Existe por tanto una variedad amplia de consecuencias que se pueden extraer de este

tipo de acuerdos. Tanto es así que en algunas ocasiones, en el momento de firmarse el

acuerdo de capitulación, ninguno de los dos bandos imagina cuál puede ser el resultado

que, más adelante en el transcurso de la guerra, puede producir en ambos contendientes.

Existen numerosos ejemplos de lo mencionado, pero quizá el más evidente de ellos será

el que sucedió durante el transcurso de la guerra del Peloponeso: la capitulación de 200

soldados espartanos en la isla Efacteria. Este suceso, aparentemente sin una gran

relevancia, pondría posteriormente a Atenas (nada menos que diez años después del

suceso referido) en ventaja en la paz de Nicias.

Otro ejemplo de una gran relevancia será la capitulación de los atenienses en

Sicilia en el año 413 a.C.

El primer ejemplo en concreto nos puede servir para comprender por tanto lo

importantes que podían llegar a ser este tipo de convenios, tanto en el momento en que

eran suscritos como a posteriori, teniendo en cuenta las ventajas o desventajas que uno u

otro bando podía contraer derivándose de ellos. En cualquier caso, y según nos

muestran la mayoría de testimonio de que disponemos, estos convenios de capitulación,

pese a estar completamente extendidos por toda Grecia, no duraron un gran número de

años, antes al contrario: la mayoría de los casos duro un periodo de tiempo bastante

corto.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

LXVI

En cuanto a las formas en las cuales se podía presentar los convenios de

capitulación según su contenido serían las siguientes: incondicional y estipulada.

Está última consistirá en que el acuerdo es convenido con condiciones por

ambas partes. Incondicional es aplicable cuando solamente una de las partes se entrega

sin restricciones y sin lograr nada a cambio del acuerdo que está suscribiendo. La parte

que recibe la entrega del enemigo, por otro lado, siempre imponía en estos acuerdos una

cláusula de gran importancia: el gobierno del bando que recibía la capitulación tendría

el derecho de decidir cuál sería la suerte que el adversario recibiría, en tanto que no

hubiera sido acordada con anterioridad, y que este se comprometería a aceparla con

independencia de cuál fuera la decisión que se tomara.

En cualquier caso ambos tipos son exactamente iguales exceptuando lo

mencionado, y los propios griegos no ejercían distinciones entre el uno y el otro, ya que

ambos son el resultado de un contrato o un compromiso jurado que servía como una

ligazón entre el vencedor y el bando que resultaba vencido y por tanto tenía que

capitular.

Esta es precisamente una de las grandes diferencias entre los acuerdos de

capitulación con el acto de rendición o entrega de un ejército, la entrega de una

ciudad… sin que exista previamente un acuerdo entre ambos bandos. En este caso el

vencedor no tiene ninguna obligación que deba respetar con respecto a los vencidos y

podía tomar cualquier tipo de decisión sin deber respetar ningún tipo de norma o

consideración previa. Ejemplo claro también de esta diferenciación entre los acuerdos

de capitulación y la derrota de una de las dos partes sin ningún tipo de acuerdo es, por

ejemplo, las ciudades que eran tomadas a la fuerza o a traición durante algún conflicto.

Estas tenían que ser devueltas a sus dueños originales si se firmaba un tratado de paz

entre ambas partes. No era así en lo referente a las ciudades que habían tenido que

capitular en ese mismo conflicto. Estas quedaban en propiedad de uno y otro

contendiente según se había dispuesto en los acuerdos de capitulación, ya que se daba

por hecho que la soberanía había sido transmitida libre y legalmente mediante el

acuerdo que se había establecido, y por tanto aquella ciudad debía ser y de hecho era,

por derecho, de su nuevo poseedor.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

LXVII

La negociación del convenio

En lo que respecta a la situación en la que estos convenios podían darse lugar,

podían ser muy distintas. La propuesta de acuerdo podía llegar desde cualquiera de los

dos bandos durante un conflicto, ya que las conversaciones se podían iniciar desde

ambas direcciones. Tanto desde el bando que estaba venciendo en la contienda pero

que, por muy diferentes motivos, no quería tener que gastar más tropas o desgastarse en

continuar con las hostilidades, o en cambio la parte que iba perdiendo, ya que pese a que

saldría en clara desventaja después de acordar la capitulación (perdida de tropas,

ciudades o puestos avanzados) podía al menos conservar la vida ante un enemigo que

tenía todas las de ganar. Era pues una manera también de elegir un mal menor, algo que

permitiera a ambas partes acordar un final del conflicto.

Las relaciones se establecían por medio de un heraldo, que comunicaba al otro

bando la decisión de sus superiores (ejemplo de esto es el procedimiento seguido por los

estrategos Cleón y Demóstenes en el conflicto con los espartanos en la isla Efacteria que

se ha referido con anterioridad, en el cuál los espartanos resistían y los atenienses tenían

la certeza de que todos ellos serían muertos por las tropas de Atenas, pero como esta

ciudad deseaba tomar prisioneros en dicho conflicto, envío un heraldo a fin de comenzar

las discusiones para llegar a un acuerdo1), aunque también se podía enviar desde un

principio una embajada acompañada del mencionado heraldo (ejemplo de esto es el

sistema seguido por los atenienses en el 404 a.C contra los espartanos. Viendo que

estaban los atenienses totalmente sitiados enviaron una embajada, que los

lacedemonios descartaron, pero los atenienses enviaron después otra delegación de diez

hombres que tenían plenos poderes y que tenían plena potestad para aceptar cualquier

condición que los espartanos les quisieran imponer).

Cuando los embajadores volvían, y si no les habían dado plenos poderes como

en el caso ateniense, comunicaban las condiciones que la otra facción les había

propuesto al gobierno de la ciudad, y este decidía si debían o podían ser aceptadas o no.

Condiciones de la capitulación

Un caso extremo en los convenios de capitulación era la entrega total de una de

las partes a la otra, que puede decidir completamente lo que quiere hacer con ella.

1 Tucídides (IV, 37 ss)

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

LXVIII

Puede parecer que esto ponía a una de las dos partes en clara desventaja con

respecto a la otra, y que no parecen extraerse muchos elementos positivos de esta

concesión total. No obstante, la razón para llevar a cabo esta capitulación no estaba

carente de lógica. Tanto así, que aunque a simple vista no parece algo muy ventajoso,

fue una de las actividades más repetidas y llevadas a cabo dentro del sistema bélico

griego. La lógica de esta actividad estriba en que se confiaba que al capitular el bando

vencedor tuviera un trato más humano con el bando que había capitulado que si lo que

tenía lugar era una derrota total, forzando a ambos bandos a desgastarse, y por tanto

siendo mucho más inclemente el final del conflicto puesto que el bando vencedor

llevaría hasta el final las consecuencias de un asedio o una victoria. Además, y siempre

siguiendo esta tradición, la facción vencedora procuraba no adoptar medidas que fueran

de una gran severidad, por varios motivos, entre ellos que se vería desprestigiada si

incurría en estas actividades, y también, por supuesto, teniendo en cuenta que podía

despertar rencores en el resto de griegos, que más tarde al situarse la facción

mencionada en el otro lado del acuerdo podían seguir en su contra las mismas

actividades igual de crueles que las que ella había llevado a cabo. Algunas de las

condiciones que se imponían, pues serían las siguientes:

-Ejecución de todos o parte de los capturados.

-Retención en prisión de soldados o miembros de la ciudad que se hubieran apresado.

-Venta como esclavos de los prisioneros que se poseían.

-Transplante de ciudadanos y soldados para que se asienten en otro lugar.

-Entrega de rehenes.

-Retorno a la ciudad de aquellos que se hallaban en el exilio o los que estaban

desterrados.

-Entrega y pérdida del territorio y/o la ciudad.

-Ocupación de la ciudad y emplazamiento de una guarnición.

-Instauración en la ciudad de un gobierno adicto al régimen de quien ha impuesto la

capitulación.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

LXIX

-Destrucción de toda la ciudad, con la conocida salvedad de destruir los templos, por

supuesto, y orden de que todos sus habitantes se dispersen teniendo que vivir a partir de

ese momento en núcleos reducidos.

-Derribo de las murallas y fortificaciones.

-Confiscación de todas las naves que poseía la ciudad que capitula.

-Control económico, político y judicial de la ciudad que capitula.

-Pago de un tributo regular.

-Pago de una indemnización de guerra.

-Disolución de una liga u obligación de abandonarla a la ciudad que ha tenido que

capitular.

Entre otras muchas que también podían darse y de hecho se daban habitualmente.

Eran condiciones muy estrictas, pero no eran todas elegidas con la misma

asiduidad, normalmente se preferían aquellas condiciones que servían como sujeción y

control en el plano militar y complementado con el plano político, de modo que se

aseguraban la adhesión de la ciudad que había tenido que capitular a los intereses y

soberanía del vencedor del conflicto.

Esto se daba cuando una de las dos partes estaba venciendo con tanta

superioridad que el acuerdo de capitulación hacía que se colocara en un espacio

predominante en las negociaciones, pero, como es lógico, también se dieron situaciones

en las que una de las dos facciones estaba en superioridad con respecto a la otra, pero no

con la suficiente claridad como para exigir al adversario la entrega total de la totalidad

de su ejercito. En estas situaciones se negociaba un contrato mediante el cuál, a cambio

de la entrega de una ciudad o posición aventajada en la guerra se concedía la concesión

de la libre retirada de todas las personas que se hallaban en el interior de la ciudad o

lugar fortificado o parte de las misma mismas. También solía darse alguna concesión

relativa a bienes u objetos de uso, posesiones...que los que dejan la ciudad pueden

llevar:

-Una capa y un vestido.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

LXX

-Las armas.

-Las tropas mercenarias.

-Bienes personales.

-Las tropas mercenarias.

-Un número de armas.

-Una determinada suma de dinero.

En ciertos casos, incluso, se recoge que la libre retirada se concede a mujeres y

niños. Aunque, por supuesto esta retirada era establecida bajo condiciones muy firmes,

que por ejemplo, dejaban claro la ruta por la cuál los ciudadanos debían abandonar la

ciudad y demás, sin poder abandonarla ni un solo momento, a riesgo de romper las

condiciones del convenio de capitulación. Igualmente, mientras se hallaban en retirada,

estaban protegidas por el mismo convenio, y no podían ser atacadas o ultrajadas bajo

ningún concepto, y así mismo ellos tampoco podían atacar a nadie y no podían llevar a

cabo actos hostiles2.

Pese a que podían darse todos los casos anteriores lo más habitual era que

solamente se permitiera a los que tenían que abandonar la ciudad que portaran los

objetos indispensables, a fin de que, aunque habían tenido que dejar atrás sus hogares

pudieran asentarse con la mayor prontitud en un nuevo lugar, pero no con la suficiente

rapidez como para suponer un problema a corto o medio plazo, puesto que aún no

disponían de los medios necesarios para volver a suponer una amenaza3.

Los casos en que se aceptó la condición de que se pudieran retirar con armas,

barcos o mercenarios resultaron ser, curiosamente, tiranos. El por qué se permitió a

estos tiranos que partieran con tantas libertades tiene diferentes puntos de vista, pero

parece ser que en el afán por librarse de la tiranía cualquier condición que estos

impusieran era aceptada siempre y cuando se marcharan pronto y cuanto más lejos

mejor.

2 Como ejemplo de esto, mencionar la indignación que supuso en todo el mundo griego cuando

Iságoras y Cleomenes en su retirada de Atenas habiendo capitulado se hicieron con Eleusis. Se interpretó

como una traición y una falta ante lo que habían acordado en el convenio de capitulación. 3 Ver para un mayor acercamiento a estos problemas que sufrían los grupos de ciudadanos al tener

que abandonar su ciudad y tenían que buscar un nuevo lugar en el que vivir: vid. F. HAMPL, Poleis ohne

Territorium, Klio XXXII, 1939, pp. 1 ss.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

LXXI

Existían también ciertas capitulaciones que resultaban muy equilibradas, pues

las fuerzas que llegaban al acuerdo estaban tremendamente igualadas y por tanto la base

sobre la que se podían negociar las concesiones de uno u otro bando era muy libre,

puesto que ambas partes podían tener sino el mismo interés, uno muy semejante por que

el conflicto terminara rápidamente. Ejemplo de esto podía ser el caso de Acanto y

Amfípolis con el general espartano Brasidas. Estas dos ciudades tenían un gran interés

en separarse del ámbito de influencia ateniense, que además poseía en ellas una

guarnición permanente, mientras que por su lado el general mencionado también tenía

para sus planes una clara intención de poseer esas dos ciudades. Así pues, Brasidas les

propuso unas condiciones de capitulación que eran bastante moderadas debido a que, a

efectos prácticos, ambos buscaban lo mismo con esta capitulación: desembarazar a estas

ciudades del control de Atenas. De este modo, Brasidas concedió la libre retirada a

quienes decidieron abandonar la ciudad llevando sus pertenencias, y a los que se

quedaran (incluso siendo de origen ateniense) que podrían mantener todas sus

propiedades sin ningún tipo de agravio. Lo que consiguió el general lacedemonio en

este intercambio de intereses fue que ambas plazas participarían con tropas en el ejército

de Brasidas y que tendrían que sustituir la guarnición ateniense que anteriormente había

existido por una guarnición espartana.

Convenios de capitulación del Imperio Persa y Lidio

Una vez hablado a nivel general de los convenios de capitulación en el conjunto

de Grecia, es interesante centrarse en las particularidades que en estos dos reinos

adyacentes al ámbito que estamos estudiando, puesto que al ser estamentos limítrofes

fueron muchas las situaciones en las cuales se dieron situaciones susceptibles de ser

reguladas con diversos convenios. A rasgos generales, se podría decir, que estos dos

reinos siempre tuvieron como objetivo expandirse a costa de los intereses de los propios

griegos (ejemplo evidente de ello son las guerras Médicas).

Esta política de anexión por parte de los lidios y persas solía tener una diversa

serie de estrategias, normalmente basadas en la aplicación de medidas económicas,

políticas y militares muy similares entre sí.

El reino lidio, tanto con Aliates y principalmente con Creso llevaron a cabo una

estrategia muy concreta en lo referido al Asia Menor. Obligaron a las distintas ciudades

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

LXXII

de la zona a aceptar convenios de capitulación muy ventajosos para sus intereses. Se

basaban principalmente en las siguientes medidas para las ciudades que capitulaban:

-Derribo de las murallas y demás construcciones de carácter defensivo.

-Las acrópolis debían ser desalojadas por la población local, incluidos los civiles, a los

cuales se les obligaba a vivir en la parte baja de la ciudad, puesto que estas acrópolis

pasarían a estar ocupadas por guarniciones de carácter lidio.

Estas guarniciones además se establecerán por toda la ciudad que será

literalmente ocupada.

También se llevaban a cabo otras medidas de carácter práctico, no tanto a nivel

de estrategia u organización de ciudades, que podían ser tales como:

-La imposición de un tributo que solía estar adecuado al número y calidad de las tierras

que poseía la ciudad.

-Aportación de un número de tropas al ejercito lidio como ayuda militar.

Estas eran en la mayoría de las ocasiones las imposiciones que se efectuaban en

las ciudades que habían capitulado. Los reyes lidios, por su parte, permitían que la

ciudad mantuviera una parte de su administración y de su clase política en lo

concerniente a su organización interna. Si bien es cierto que en numerosas ocasiones el

gobierno de la ciudad era desarrollado por un amigo o familiar del monarca lidio que

servía a los intereses de este, a modo de tirano o de gobernador impuesto por el rey ante

el cual habían tenido que capitular. En las pocas ocasiones que sucedió que alguno de

estos gobernantes títeres no siguieron las directrices que desde el centro del reino lidio

le llegaban fue directamente apartado del gobierno de la ciudad4.

Dicho lo cual, este tirano no tenía más que cumplir cuando así era necesario con

las condiciones que la ciudad había contraído en el convenio de capitulación, y mientras

lo hiciera adecuadamente no tendría más que seguir gobernando la ciudad bajo sus

propios designios.

4 Un buen ejemplo de esto es la capitulación de Éfeso con Creso, reteniendo el rey los bienes de

Píndaro así como a su hijo para evitar así que este intentara de nuevo hacerse con el poder.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

LXXIII

Interesante también es el caso del Imperio Persa. A grandes rasgos utilizó un

método muy similar al utilizado por los monarcas lidios en su ámbito. Los persas lo

utilizaron tanto en Asia Menor como en Egipto, Libia… Debido a la enorme extensión

que poseía el imperio persa se debía de seguir una organización que hiciera que todas

las diversas provincias, algunas alejadas entre sí por cientos de kilómetros, tuvieran

agilidad y velocidad suficiente para desarrollar sus actividades contributivas y de

aportación de tropas al ejercito aqueménida. Así, se intentó siempre que tuvieran una

suficiente agilidad para que pudieran participar activamente en la economía persa.

Los acuerdos de capitulación bajo el régimen persa tienen bastante que ver con

esto. Todo general persa, incluido el Gran Rey, cuando comenzaba su expedición o

campaña hacia un territorio (e incluso antes de partir, como requisito previo que nos

muestra bien a las claras la organización persa en lo que se refería a estas situaciones)

solicitaban la capitulación de dicho territorio, país o ciudad, reconociendo su

dependencia con respecto del monarca persa. De este modo, y previamente a ningún

tipo de derramamiento de sangre o desplazamiento de tropas que resultaba costoso y

pesado, tanto para el territorio que debía acogerlas como para el propio ejército persa, se

intentaba esta vía que podía solucionar el conflicto aún antes de derramarse una gota de

sangre. Si el territorio aceptaba las condiciones que el Gran Rey le proponía en este

convenio, evitando que tuviera que existir una lucha armada, recibía un trato de favor

por parte del monarca. A este respecto se puede mencionar la capitulación de Mileto en

el 547 a.C. Así, esta ciudad recibió un trato de favor con dentro del imperio persa, ya

que se vio exenta de tener que pagar tributos, y además tuvo una interesante libertad

tanto administrativa como a nivel político. Únicamente se vio obligada a prestar

efectivos militares cuando así fue requerido. En cualquier caso, y dicho lo cual, el hecho

de haber capitulado con anterioridad a la llegada del propio ejército le supuso toda una

serie de ventajas en el seno del imperio aqueménida.

No obstante, no era precisamente lo más habitual que estas capitulaciones fueran

aceptadas con tanta facilidad por parte de los griegos, salvo en muy contadas ocasiones.

Era mucho más habitual que lo mencionado anteriormente que la capitulación

solamente fuera aceptada en ocasiones de causa mayor. Esto es: cuando el ejército persa

ya había iniciado el ataque o estaba a punto de iniciarlo contra una ciudad. Los persas

por su parte no aceptaban la negociación del contrato, por tanto no existía la posibilidad

de que los griegos pudiesen aportar algún tipo de cláusula o condición. De este modo

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

LXXIV

los aqueménida dejaban en la ciudad un gobernante de su confianza o controlada por

alguien que de la organización imperial que tuviera un rango más alto, como podía ser

por ejemplo un sátrapa. Estos gobernantes impuestos eran siempre y en toda situación

fieles a la monarquía persa, y por tanto no tenían ningún problema de insurrección o

similar. Además imponían un tributo a la ciudad o territorio que había capitulado y la

obligación de participar con tropas al ejercito aqueménida.

Esta ultima cláusula impuesta por los persas resulta además muy interesante,

puesto que es algo recurrente a lo largo de gran parte de la historia de los

enfrentamientos de los persas con los territorios griegos encontrar a las ciudades griegas

que estaban en el Asia Menor (Mitilene, Samos…) luchando en el bando persa en

numerosas batallas, en contra de sus propios compatriotas griegos (algo que es muy

destacable especialmente en lo que respecta a las batallas navales). Esto, que puede

chocar a primera vista, es algo que encuentra fácil explicación con estos convenios de

capitulación que obligaban a dichas ciudades a aportar tropas y demás elementos

militares cuando el imperio aqueménida así lo exigía, con total independencia de quien

fuera el enemigo.

Cierre de la capitulación

El convenio de capitulación era acordado por el jefe militar de un ejército, así

como también por el dirigente de una ciudad o territorio. Cuando se trataba de un

convenio entre dos ejércitos eran los dos comandantes o jefes militares de los

mencionados ejércitos los que llevaban a cabo el convenio. Volviendo a hacer

referencia al caso de los espartanos en la isla de Esfacteria, podemos ver como, si el jefe

militar había desaparecido en el transcurso de la batalla o por cualquier otro suceso, la

responsabilidad del convenio pasaba a su inmediato inferior, de modo que un ejercito

siempre tuviera la capacidad de aceptar, rechazar o proponer un convenio de

capitulación con independencia de las bajas que pudieran haber tenido lugar. En este

caso en concreto, tuvo que ser Estilifón, que no era al comienzo de la batalla el hombre

de más grado en la expedición espartana, quien tuvo que decidir con respecto a la

propuesta ateniense, ya que en el momento en que fue hecha era el de mayor grado de el

conjunto de los 200 lacedemonios. Epitadas, el originario líder de la expedición había

muerto, y el que había sido designado como su sustituto, Hipagretas, se hallaba

gravemente herido en aquel momento.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

LXXV

En algunos casos, y cuando la ciudad que estaba recibiendo el sitio era de gran

importancia para los intereses del gobierno a la que representaba el ejercito el jefe

militar de dicho ejercito recibía órdenes concretas de lo que debía intentar conseguir con

el acuerdo de capitulación, ya que se podría decir que en ese caso los intereses del líder

del contingente se ven supeditados a los intereses de la ciudad o facción que le ha

enviado a la guerra.

Resulta obvio que cuando la situación era la de un ejército que sitiaba una

ciudad (y exceptuando lo anteriormente mencionado), el convenio debía suscribirse ente

el líder militar del contingente militar y las autoridades de la ciudad que se veía sitiada.

Por parte de la ciudad el acuerdo era tomado en consideración por las autoridades de la

misma. Como ejemplo de esto se puede ver lo que sucedió en Atenas en el 404 a. C,

ejemplo este que ya ha sido referido. En este caso, dos embajadas fueron a Esparta a

negociar la capitulación de Atenas. A su vuelta, estas transmitieron a la asamblea

ateniense sus condiciones, que se reunió en asamblea especial, y decidió que aceptaba

las condiciones que Esparta había decidido imponer para la capitulación.

Conclusiones

Habiendo estudiado en profundidad los acuerdos de capitulación, se puede

apreciar con claridad lo más importante que estos suponían: una regulación del arte de

la guerra que hacía que las contiendas fueran mucho más justas y equitativas, en tanto

que efectuaba una regulación. Serían por tanto una manera de hacer menos cruenta la

guerra y sus batallas, dando posibles soluciones a las situaciones que podían ocurrir, de

modo que nunca se llegara a una consecuencia tal como la derrota total (con la perdida

de efectivos humanos que eso supondría).

Así era una forma clara de que la guerra tuviera una serie de regulaciones que la

hicieran mucho más humana. Esto resulta evidente en tanto que estos convenios

aparecieron cuando la sociedad griega ya estaba más desarrollada, cuando alcanzó la

madurez que necesitaba para llegar a la conclusión de que estos convenios eran

necesarios.

De este modo, no solamente la sociedad griega disponía de ellos, sino también

otras facciones que se encontraban dentro del ámbito griego como por ejemplo el

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

LXXVI

imperio persa también disponían de estos convenios y hacía activo uso del mismo en

muy numerosas ocasiones.

Además el carácter sacral de estos convenios hacía que todos los griegos se

cuidaran muy mucho de romperlo, pues a los ojos de los dioses esto era algo impío.

Esto, por supuesto, no impidió que se llevara a cabo en algunas ocasiones, pero en la

menos de ellas, en la mayoría de los casos se cumplía a rajatabla.

El “alivio” del recrudecimiento de las acciones bélicas hace que, la gente de a

pie como pueden ser por ejemplo niños o ancianos, que sin la existencia de este tipo de

convenios así como de otros tendrían unas consecuencias muchos más severas, puesto

que el llevar hasta sus últimas consecuencias estas acciones hacía que estos sectores de

la población fueran los más indefensos.

Podemos ver pues en ellos una muestra más de la evolución de la cultura griega,

que llegó a afectar incluso al sector de la guerra y los conflictos armados.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

LXXVII

V. Convenios de Índole Especial.

Características y terminología.

Dentro de este grupo englobamos a todos aquellos acuerdos bélicos que no se pueden

incluir dentro de ninguno de los tipos estudiados hasta ahora. Estos convenios especiales son

menos numerosos pero ello no implica que tengan un carácter de gran originalidad e

importancia ya que son testimonio del alto grado de funcionamiento y de la amplia gama de

recursos que en sus instituciones bélicas alcanzó la civilización griega.

Por lo tanto los convenios especiales son el resultado y reflejo de que los problemas

prácticos que provocaba la compleja organización militar en Grecia hallaron siempre una

solución pacifica. Estos acuerdos se llevaban a cabo por distintas situaciones que han ido

cambiando en cada época y mucho más con la modernización de la guerra. Esta es la razón de

que actualmente solo se recuerden algunos de estos convenios, como la evacuación de civiles,

heridos, cambio de prisioneros, sin tener en cuenta y olvidando que la antigua Grecia poseyó un

sistema ordenado para el establecimiento de estos acuerdos.

Estos convenios, a excepción de casos extraordinarios, son fácilmente clasificables

dentro de un tipo definido, lo que demuestra que la utilización de estos acuerdos era un

procedimiento institucional conocido y usual.

Todos estos acuerdos bélicos se establecían por el sistema tradicional, al igual que la

tregua, el armisticio o la capitulación. La negociación se llevaba a cabo por medio de un heraldo

o mensajero especial, tal y como informan las fuentes. Conforme a las condiciones que se

establecían en cada acuerdo es posible hacer varios grupos.

Con respecto a la terminología, hay que tener en cuenta que este tipo de acuerdos tendrá

la misma naturaleza que los demás, es decir, se trata de un compromiso de respetar lo acordado

que además es establecido mediante libaciones y jurado por ambas partes ante la presencia de

los dioses griegos.

Por tanto el término para definir este tipo de acuerdos será siempre el mismo, ζπονδαί,

puesto que sirve para definir los actos que se llevan a cabo al final de cada acuerdo.

Los diferentes tipos.

Convenios de paso

Las razones por las cuales se llevan a cabo son siempre las mismas y es que un ejército

necesita atravesar por un territorio para llevar a cabo una misión más allá de éste o para escapar

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

LXXVIII

de algún peligro o simplemente mejorar su situación. Tal convenio puede estar motivado por la

comodidad de evitar un rodeo pero en ocasiones el acuerdo es indispensable bajo riesgo, en caso

de no hacerlo, de graves peligros para el ejército.

. El caso más claro es el convenio de los acarnanios y los amfiloquios con los

ampraciotas en el año 426-425 a.C.5. Este convenio se llevo a cabo tras la desastrosa expedición

emprendida por el espartano Euríloco contra Acarnania y los amfiloquios (aliados de Atenas),

que fue desastrosa para los ampraciotas, aliados de Euríloco. A pesar de ello un grupo de

ampraciotas y peloponesios consiguieron refugiarse en el territorio de los agreos y desde allí

negociaron un acuerdo con acarnanios y amfiloquios una vez que los atenienses y su estratego

Demóstenes habían abandonado la región. Por este acuerdo se permitía a los ampraciotas y

peloponesios que se retirasen libremente, atravesando la región de Acarnania, con la garantía de

no ser atacados durante el camino.

Además el territorio debía de ser cruzado sin hostilidades, y puesto que la entrada de un

ejército en otro país, a no ser de que se tratara de un aliado o amigo, era una invasión

considerada como casus belli, se hacía indispensable el establecimiento de un acuerdo con los

ocupantes del mismo para que se comprometiesen a permitir el paso sin actos bélicos, clausura

que suscribía también quien solicitaba el paso. Esto obligaba a quienes llevaban a cabo el

camino a no tomar del país por el que circulaban más que aquello que les ofrecido en mercado,

y en caso de que este no existiera o los habitantes de la zona no quisieran dárselo sólo entonces

podían cogerlo ellos mismos de los campos y núcleos habitados sin violar el convenio. Así se

desprende del convenio de paso entre Tiribazo y la expedición griega de los Diez mil en el año

401 a.C.6, por el cual Tiribazo permitía el paso de las tropas griegas por su satrapía siempre y

cuando los griegos se comprometieran a no incendiar las casas a su paso y a no tomar más que

los víveres estrictamente necesarios. Este convenio sin embargo fue rápidamente violado.

Otro ejemplo es el convenio de concesión de paso entre Cambises y los árabes del 525

a.C.7 Cambises dirigió su ejército contra Amasis para invadir Egipto. Una vez en el desierto

sirio, en la franja de Gaza, surgió el problema de la falta de agua. Fue entonces cuando gracias a

la ayuda de un mercenario, Fanes, el rey persa de dio cuenta de que debía concertar un acuerdo

con el rey de los árabes. Según dicho acuerdo los árabes no considerarían a los persas sus

enemigos y además les concederían derecho de paso a través de su territorio y les permitirían

usar sus pozos de agua, para lo que seguramente dispusieran algunos guías.

5 Tucídides, III, 114, 2.

6 Jenofonte., Anáb. IV, 4, 6

7 Herodoto. III, 4, 3.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

LXXIX

Otro ejemplo serian los convenios establecidos por Agelisao con Eropo de Macedonia y

Medio de Larisa, ambos en el año 394 a.C. Estos convenios tenían por objetivo atravesar una

serie de regiones tras la apremiante llamada que había recibido de su patria este rey

lacedemonio para acudir a Beocia.

El acuerdo era cerrado por los jefes del ejército de cada parte o, por uno de los bandos,

por la suprema autoridad del país o territorio que se va a atravesar. Así los jefes militares de los

ampraciotas tuvieron que negociar el convenio con los generales de los acarnanios y

amfiloquios que habían luchado poco antes contra ellos junto al estratego ateniense

Demóstenes; lo mismo hicieron los generales griegos de la expedición de los Diez mil cerrando

el acuerdo con Tiribazo, que como sátrapa disponía de autonomía en su territorio para cerrar

todo tipo de acuerdos bélicos.

Convenios de concesión de libre retirada

Se trata de un acuerdo idéntico en cuanto a su finalidad al anterior, pero se diferencia

porque mientras que el convenio de paso es establecido entre dos partes enfrentadas entre sí, es

decir, que no se hallan unidad por alianza o amistad, pero tampoco en relaciones abiertas de

guerra, este otro convenio es estipulado siempre después de que la guerra ha sido comenzada y

las tropas han medido sus fuerzas o se encuentran a punto de hacerlo.

La explicación de la existencia de este convenio la explican las mismas fuentes. De esta

manera después de una dura batalla o incluso antes de haberse enfrentado, los contendientes

llegan a la conclusión de que es más sensato parar en ese momento. Uno de ellos considera que

es más sensato esperar otra ocasión más favorable, o bien sabe que recibirá ayuda de algún

aliado y prefiere retirarse hasta que llegue su oportunidad, pero en su camino de regreso no

desea hallar hostilidades y por eso propone el cierre de un convenio que le garantice el regreso

seguro a casa. Su adversario por otra parte sigue temiendo a su oponente e igualmente confía en

tener otra ocasión y por ello está también interesado en llevar a cabo el convenio. Por lo tanto el

equilibrio de fuerzas y el respeto mutuo es lo que origina que este convenio tenga lugar. El

acuerdo es negociado y cerrado por los comandantes de los dos ejércitos, que pueden hacerlo

por medio de los delegados. Un ejemplo claro es el convenio llevado a cabo entre las tropas

griegas de los Diez mil y el rey persa Artajerjes II, en el año 401 a.C.8, que temeroso de la firme

resolución de los helenos a no entregar las armas y luchar hasta el final, decidió esperar una

ocasión más propicia para aniquilarlos y concluir con este convenio de libre retirada, que pronto

fue violado. El convenio fue negociado por el sátrapa Tisafernes, fue jurado y dieron su mano

8 Jenofonte., Anáb. II, 3, 25 ss

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

LXXX

diestra este mismo personaje y el hermano de la mujer del Gran Rey en nombre de éste; por

parte de los griegos juraron y dieron su mano derecha los estrategos y locagos del ejército.

Lo que más interés ofrece en este tipo de acuerdos son sin embargo las condiciones

estipuladas por las que se rige la marcha del ejército cuya seguridad ha sido garantizada. Como

la concesión de libre retirada constituía en ocasiones una de las condiciones establecidas en un

acuerdo de tregua, que de este modo extendía la suspensión de hostilidades a la retirada del

ejército contrario, podemos también basarnos en algunos de los casos de tregua que contuvieron

tal cláusula. El testimonio más importante para ello es el convenio de los Diez mil y Artajerjes

II.

Una vez cerrado el convenio se suspendían inmediatamente las hostilidades, y el

ejército que había logrado la concesión de la libre retirada podía, si lo deseaba, iniciar la marcha

cuando quisiera. Un ejemplo de ello es el convenio entre los tebanos y los peloponesios en el

año 371 a.C, por el cual los lacedemónios emprendieron el camino nada mas haber cerrado el

convenio, saliendo de noche, porque no confiaban en la palabra de los tebanos.9

Las obligaciones y compromisos de cada parte en el convenio eran:

1) quienes otorgaban la libre retirada garantizaban la ausencia de hostilidades durante el

trayecto; se comprometían también a proporcionar provisiones si el camino era largo mediante

la apertura de mercados, permitiendo en caso de que esto no fuera posible, que el ejército los

tomase de los campos, pero sin causar ningún daño.

2) quienes por el acuerdo se beneficiaban de esta retirada se obligaban igualmente a

observar una estricta suspensión de las hostilidades; a adquirir mediante pago los víveres que les

fueran proporcionados, o a tomarlos de las zonas que atravesasen sin producir daño alguno,

además de mantenerse en la ruta que había sido acordada.

Esta última obligación obedecía al hecho de que quien concedía el convenio deseaba

saber exactamente en qué lugar se hallaba el ejército que se retiraba en cada momento de su

recorrido. Jenofonte nos indica como los tebanos vigilaban el paso de los espartanos que se

retiraron después del convenio de tregua de 395 a.C, en que les fue concedida esta condición,

devolviendo al camino a aquellos que se apartaban ligeramente de él y penetraban en los

campos.

En el caso del acuerdo de Artajerjes II con la expedición griega de los Diez mil no sólo

les fue señalada a los helenos una ruta hasta las costas de Asia Menor, sino que también les

fueron proporcionados guías. Por ello los griegos tuvieron que esperar algunos días a que

9 Jenofonte., Hell. VI, 4, 25

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

LXXXI

Tisafernes regresase del lado de Artajerjes para conducirlos hasta la costa de Asia Menor, ya

que temían que si emprendían el camino sin esperar a los guías persas serian acusados de haber

violado el convenio. A la llegada del sátrapa se inicio la marcha, cumpliendo ambas partes las

obligaciones del acuerdo, hasta que Tisafernes traicionó a los griegos capturando y matando a

una parte de sus generales y capitanes, rompiendo en ese momento el acuerdo.10

Convenios para el cambio de prisioneros.

Se trata de un tipo de acuerdo muy simple, pero que sin embargo no fue muy utilizado

en Grecia. Esto hecho se debe a que las costumbres internacionales griegas consideraban al

prisionero de guerra como propiedad jurídica del vencedor, que podía por ello matarlo, venderlo

como esclavo, cambiarlo por objetos o bienes, exigir un rescate, etc. Por ejemplo el tratamiento

que recibieron los atenienses después de su capitulación en Sicilia.

Pero al lado del valor económico del sujeto en tales condiciones, se hallaba su valor

político, del que es buena muestra lo ocurrido por los prisioneros espartanos de la isla de

Esfacteria en manos de los atenienses.

Por estas razones los prisioneros solían ser conservados y sólo a cambio de unas

ventajas sustanciales se consentía su devolución. Desde este punto de vista, los convenios

10

Jenofonte., Anáb. II, 4, 9-28; 5, 1-41.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

LXXXII

realizados para el cambio de prisioneros también ser concertarían con unas ventajosas

compensaciones, es decir los prisioneros no son canjeados por hombres en las mismas

circunstancias, retenidos por el bando contrario, sino que a cambio de ellos se exige siempre una

compensación más elevada. Ejemplo de ello es el convenio entre Hipócrates de Gela y Siracusa,

Corinto y Corcira de 493-492 a.C.11

. Este acuerdo se debió a la derrota, casi completa de no ser

por las fuerzas de Corinto y Corcira (Corinto además era la metrópoli de Siracusa y Corcira), en

la batalla del río Heloro que enfrentó a los siracusanos y a las tropas del tirano Hipócratres de

Gela. Sin embargo, gran parte del ejército siracusano cayó prisionero del tirano de Gela. Ante

esta situación Corinto y Corcira temiendo que en su ausencia consiguiera Hipócrates hacerse

con el control de Siracusa, decidieron intervenir como mediadores para alcanzar un acuerdo

entre ambas ciudades. A cambio de prisioneros siracusanos, Hipócrates logró la cesión de la

ciudad de Camarina, que pertenecía a Siracusa. Los habitantes de Camarina fueron trasladados a

Siracusa y la ciudad fue entregada vacía a Hipócrates, que encabezó como fundador una nueva

colonia que de Gela se trasladó a Camarina y volvió a dividir en lotes la ciudad.

11

Herodoto. VII, 154, 2-3. Tucídides. VI, 5, 3. Diodoro. XI, 76, 5.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

LXXXIII

Otro convenio similar se daría en al año 447 a.C. entre atenienses y beocios12

.

Aprovechando la presencia del ejército espartano en Grecia central, grupos de beocios hostiles a

Atenas ocuparon una serie de plazas e incitaron al resto del país a sublevarse. Los atenienses

actuaron con rapidez y enviaron un ejército al mando de Tólmides que tomó y saqueo Queronea,

instalando allí una guarnición. Sin embargo no pudieron evitar que se unieran a los beocios

otros grupos enemigos de Atenas. Todo ello concluyó en la derrota de las tropas de Tólmides en

Coronea, y gran parte de su ejército cayó prisionero de los beocios. Ante esta situación Atenas

tuvo que concluir un convenio por el cual se comprometía a retirar a todos sus hombres de

Beocia, incluyendo las guarniciones de ciudades como Queronea, recibiendo a cambio la

garantía de no ser hostilizados en su retirada y además les serían devueltos los prisioneros

hechos en la batalla de Coronea.

Lo mismo ocurriría con el rey espartano Agelisao que tuvo que comprometerse en el

convenio cerrado con Medio de Larisa, del año 394 a.C.13

, a no causar ningún daño a su paso

por el territorio de la ciudad, y a cambio Medio restituiría a los dos consejeros del monarca

lacedemonio, a los que había retenido, concediendo además libertad de paso por la región de

Larisa, aunque sus tropas siguiesen hostigando a los espartanos en su marcha por el resto de

Tesalia, como indica Jenofonte.

Convenio sobre utilización de puertos marítimos.

Este tipo de convenios es de los más interesantes, ya que nos permite saber sobre las

convenciones usadas en la guerra naval. Este tipo de acuerdo era negociado y cerrado por el jefe

de la escuadra, que por necesidades técnicas necesitaba parar por algún tiempo en un puerto

extraño.

El acuerdo tenía como finalidad dar refugio por un periodo de tiempo breve a naves de

un país no amigo ni aliado en época de guerra, las cuales solicitaban este convenio para proteger

a sus navíos de las inclemencias del tiempo y para efectuar reparaciones y aprovisionarse de

víveres.

Hay que destacar como particularidad el hecho de que estos convenios se llevan a cabo

con naves enemigas por ciudades que de algún modo se hallan ligadas a un bando en lucha. Hay

varios ejemplos que ilustran este hecho, uno de ellos es el convenio entre los cranios, de la isla

de Cefalonia, y Corinto en el año 431 a.C.14

Sobre este convenio sólo sabemos, gracias al texto

de Tucídides, que una expedición corintia se dirigía contra Acarnania y que al regresar a su

12

Tucídides. I, 113, 3. 13

Jenofonte., Hell. IV, 3, 3 ss.; Ages. II, 2 ss.; Pausanias. III, 9, 13. 14

Tucídides. II, 33, 3.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

LXXXIV

hogar hicieron una parada en la isla de Cefalonia justo en la zona de los cranios. La naturaleza

del acuerdo permitiría a los corintios la reparación de sus embarcaciones y conseguir los víveres

necesarios. Sin embargo este acuerdo fue roto por los cranios que incluso llegaron a matar a

algunos de los corintios, que se vieron obligados a irse con rapidez en sus embarcaciones. La

explicación de este hecho serian las diferencias surgidas en el momento de aplicar las cláusulas

del convenio y no el hecho de que los cranios, junto con el resto de la isla de Cefalonia, se

hubiesen sometido a Atenas.

Otro ejemplo es el convenio especial entre Teos y Atenas en el 412 a.C.15

, por el cual

Diomedonte, al mando de diez naves, llego a la ciudad de Teos, en el litoral de Asia Menor, y

firmó con sus habitantes un convenio por el que la ciudad concedía a los atenienses permiso

para fondear en su puerto, en el que podrían reparar sus naves averiadas y conseguir víveres,

todo ello a pesar de que Teos estaba ligada de un modo u otro, que desconocemos, a la alianza

del Peloponeso. Ambos ejemplos atestiguan como ambas ciudades participaban de un modo

marginal en la guerra, seguramente mediante la aportación de tropas o dinero, pero que

conservaban su autonomía política para decidir el cierre de un acuerdo bélico con otro estado.

Otros acuerdos especiales.

Debido a las situaciones que se planteaban durante los conflictos armados, se buscaba la

posibilidad de una solución pacifica mediante el cierre de una serie de convenios para cada caso

determinado.

Un ejemplo de ello, similar además a un convenio de capitulación, aunque sin embargo

sus términos son invertidos, ya que no fueron los asediados los que tuvieron que abandonar la

ciudad. En efecto se trata del convenio entre jonios y eolios del año 688 a.C.16

, que se produjo

por la ciudad de Esmirna, después de que sus habitantes hubieran albergado a un grupo de

jonios, habitantes de Colofón, expulsados de su hogar tras un alzamiento fallido. Estos

refugiados aprovecharon que toda Esmirna se había marchado de la ciudad para hacerse dueños

del lugar. Los eolios de Esmirna, junto al resto de ciudades eolias, intentaron recuperar

mediante asedio la ciudad, pero los jonios intervinieron también a favor de los colofonios,

llegándose a un acuerdo por el cual Esmirna pasaba a manos de los jonios de Colofón que se

habían encerrado en ella, los cuales se comprometían a devolver a los eolios todos los objetos

muebles que en Esmirna se encontraban. Estos eolios que se habían quedado sin patria se

repartieron entre las otras once ciudades eolias de Asia Menor, acogiéndoles como ciudadanos.

15

Tucídides. VIII, 20, 2. 16

Herodoto. I, 150. Pausanias. VII, 5, 1.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

LXXXV

En último lugar un episodio de la guerra ateniense en Sicilia dio lugar a un convenio

especial. Después de la capitulación de las tropas del ateniense Demóstenes con los siracusanos

en el año 413 a.C.17

, fue alcanzada la parte del ejército que conducía el estratego Nicias, al que

también indujeron para que capitulara. Sin embargo Nicias no creyó que Demóstenes había

capitulado y por ello se realizó un convenio por el cual se permitía a un solo jinete ateniense

retroceder hasta encontrarse con el ejército de Demóstenes y comprobase la verdad. El convenio

fue cumplido por ambas partes, y el jinete regresó para verificar la capitulación del ejército de

Demóstenes.

Conclusiones.

Estos convenios especiales no sólo son una muestra de la clara especialización de los

acuerdos bélicos, sino también un extraordinario testimonio del complejo sistema organizativo

dentro de las instituciones que regulaban las relaciones entre los distintos estados griegos que se

encontraban en guerra.

Este tipo de convenios son relativamente recientes y más frecuentes a partir del siglo V

a.C. Su función vendrá determinada por la complejidad, cada vez mayor, que ira adquiriendo la

guerra a partir de época clásica, con nuevas situaciones que se resolverán por medio de una serie

de acuerdos pacíficos.

El sistema de funcionamiento de estos convenios especiales es el mismo para todos los

acuerdos, lo más atrayente será sin duda la originalidad de los problemas que resuelven, por

ejemplo ayudar al paso de un ejército a través de un territorio ajeno sin necesidad de usar la

violencia por medio de un acuerdo; la posibilidad de retirada a un ejército, con garantías de que

no sufrirá ataques de su adversario durante el camino, con el fin de no mantener una lucha

encarnizada que tenga consecuencias desastrosas para ambos contendientes; se acepta incluso el

cambio de prisioneros, algo muy poco frecuentes en la antigua Grecia, exigiendo a cambio altas

compensaciones; se permite a las naves de otro estado fondear en los puertos de ciudades

autónomas, a través de un acuerdo, para reparar las naves y conseguir víveres a pesar de estar

incluso alineadas en el bando opuesto. Por lo tanto todos estos tipos de convenio, junto con

algunos otros más especiales, son la muestra de una conciencia de todos los griegos para

humanizar la guerra y hacerla lo más llevadera posible.

Por lo tanto de estos convenios bélicos se puede extraer que por un lado tienen un

carácter humanitario, que tiene en cuenta el valor de la persona que forma parte de la

comunidad y, que aunque este separada de los demás griegos por razones políticas y de origen,

17

Tucídides. VIII, 82, 2-3.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

LXXXVI

es consciente de ese pensamiento interhelénico. Por otro lado una vertiente más práctica que

trata de crear un sistema organizativo que haga posible la resolución de los problemas que

planteaban las diferentes situaciones de la guerra. Por ejemplo los acuerdos de tregua son la

mejor opción para la recogida e inhumación de los muertos, que tiene su origen en la costumbre

religiosa griega del respeto necesario a un difunto, y que además se dio con igual fuerza en

todas las épocas. Incluso alrededor de este respeto a los muertos, se llego a crear un

pensamiento colectivo según el cual se consideraba una grandísima falta de respeto denegar la

solicitud de inhumación para un cadáver; otro ejemplo más característico del periodo arcaico,

donde predominó una sociedad aristocrática, se observa como el combate singular es el más

frecuente. A través de este tipo de convenio se buscaba evitar el derramamiento de sangre,

puesto que para resolver un conflicto se acordaba que solamente dos hombres expondrían su

vida.

Los convenios constituyeron en su funcionamiento un conjunto homogéneo. Esto es

evidente tanto por el uso de una terminología común para designarlos, ζπονδαί, pero que en

cada caso ha sabido desarrollar sus propias características y consecuencias, sino también que

todos se tratan de un sistema que permite los contactos internacionales durante los conflicto

bélicos y que por ello se requiere una gran flexibilidad y rapidez en su ejecución. En efecto,

todos los convenios, pueden ser negociados y cerrados en el mismo lugar donde se produce la

batalla por las autoridades militares, obligando de esta manera a la ciudad griega que lo había

establecido a cumplirlo. El cierre de estos convenios, como el de los tratados, es el mismo por

medio de libaciones de seguridad y sancionado por juramento, teniendo como testigo a los

mismísimos dioses griegos, que además eran comunes entre los griegos.

Los convenios son por tanto la muestra de la capacidad griega para crear un sistema que

permitiese el contacto entre las diferentes ciudades griegas en épocas de guerra, además de

poder adaptar estos convenios a cada época.

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Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.

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Bibliografía

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