lo real y el pluralismo ontológico1

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  • 8/16/2019 Lo Real y El Pluralismo Ontológico1

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    Contenido

    Lo Real y el Pluralismo ontológico .................................................................................. 2 

    La fantasía está del lado de la realidad ............................................................................. 3 

    Pluralismo ontológico constitutivo ................................................................................... 5 

    Referencias ....................................................................................................................... 9 

     Resumen

    En este breve ensayo se busca defender la pertinencia de la co-existencia de múltiples

    racionalidades éticas y epistémicas fundadas en el reconocimiento de un pluralismo

    ontológico que, siguiendo a Lombardi y Pérez Ransanz (2012), se opone a lo que las

    mismas autoras identifican bajo el nombre de realismo metafísico, lo que a su vez

     permita sentar las bases para postular el carácter constitutivo del acto ético como

     postura inevitable en la construcción de espacios éticos y epistémicos basados en el

    diálogo, el respeto y el reconocimiento recíproco.

    Palabras clave: pluralismo (ontológico, ético y epistémico), esquema conceptual, Real,realidad, objeto trascendental.

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    Lo Real y el Pluralismo ontológico

    Mauricio Márquez Murrieta

    La lógica específica del mundo social, esel de una “realidad” que es el lugar  de unalucha permanente por definir la realidad.

    El hecho de que estemos implicados en elmundo es la causa de lo que hay deimplícito en lo que pensamos y decimosacerca de él.

    Pierre Bourdieu 

    Hasta hace no demasiado tiempo, predominaba una noción del conocimiento  – 

     junto a las posturas éticas y estéticas que de él se hacen derivar  –   que de manera

    generalizada se sostiene en una noción de verdad por correspondencia que pretende, por

    decirlo de alguna manera, la posibilidad de llegar a demandar “autoridad de patente

    sobre lo Real”, respaldándose una postura realista que Lombardi y Ransanz (2014) han

    definido como realismo metafísico1 , el cual:

    (…) no sólo acepta la existencia de una realidad externa e independiente del sujeto, sino que

    concibe esa realidad como un mundo “ya hecho”, es decir, como una totalidad de componentes

    últimos, con propiedades y relaciones esenciales, estructuradas en categorías y clases

    ontológicas absolutas, [y que además, asume] el supuesto de que es posible conocer, al menos

    aproximadamente, ese mundo “ya hecho”, el cual sólo admite una única descripción verdadera

    (…)[que] depende de una ontología última y fundamental 2 (Lombardi y Ransanz:2012:20-21).

    Frente a este realismo metafísico, se han erigido, a muy grandes rasgos, básicamente

    dos conjuntos de posturas: los que agrupan a las posiciones que defienden un realismo

    1 Lombardi y Ransanz (2012:20-21) agrupan bajo éste término tanto el realimso metafísico  propiamente

    dicho, como el realismo gnoseológico, bajo el supuesto que aquí compartimos de que ambas formas de

    realismo “suelen ir de la mano”. 2 Cursivas añadidas.

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    mínimo que “admite una realidad externa cuya existencia es totalmente independiente

    del sujeto cognoscente”  (Lombardi y Ransanz, 2012:20), pero que no está plenamente

    constituida ni forma parte de un mundo “ya hecho” dependiente de una ontología última

    y fundamental; y, los que agrupan las posiciones que de forma general se ubican bajo el

    término “idealismo” y que sostienen que no existe ninguna realidad externa al sujeto

    cognoscente.

    En este ensayo argumentaremos que el realismo metafísico no es sólo insostenible sino

    que, más importante aún, tiene consecuencias éticas, estéticas y epistémicas que

    consideramos incompatibles con un universo social diverso y plural caracterizado por el

    respeto y el reconocimiento recíprocos en el que impere el diálogo argumentativo para

    la resolución de diferencias y la construcción de proyectos sociales incluyentes y

    sostenibles.

    La fantasía está del lado de la realidad

    Slavoj Zizek (1992, 1998, 1999, 2001) sostiene, siguiendo a Lacan, que “la fantasía está

    del lado de la realidad”, estableciendo con ello una distinción entre la realidad   y lo

     Real . ¿A qué se refiere con ello?

    Básicamente se refiere a que no sólo la relación entre el ser humano y el “agregado

    caótico”, “la nada informe”, “lo dado”,  la “multiplicidad no sintetizada”,  el “objeto

    trascendental”, está irremediablemente mediada por el lenguaje (de Zan, 2002), tal y

    como ya lo advirtiera entre muchos otros Wittgenstein, y a que  –  dando una o incluso

    dos vueltas de tuerca adicionales – esta mediación lingüística nunca es perfecta y genera

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    una brecha constitutiva e ineludible entre “las palabras y las cosas”, sino que además

    ese mismo “agregado caótico”, ese “objeto trascendental” que constituye lo Real

    informe y preontológico es generado por la misma “espada que infligió la herida”, por

    decirlo poéticamente. Es decir, que “lo dado” en su misteriosa pluralidad sincrónica es

    el resultado del corte con el Unwelt, con nuestra inmersión en el mundo  preontológico

    tras el descarrilamiento abismal mediante el cual el homínido que algún día fuimos se

    hizo hombre (Morin, 1974).

    Hegel postuló explícitamente que esa “noche del mundo” era preontológica: el orden

    simbólico, el universo de la palabra, logos, sólo emerge cuando esa introspección del puro Yo“debe entrar también en la existencia, convertirse en un objeto, oponerse a su interioridad para

    ser externo; retornar al ser. Esto es el lenguaje como poder de nombrar […] A través del

    nombre, nace del Yo el objeto como entidad individual”. En consecuencia, debemos tener

     presente que para que el objeto “nazca del Yo” es necesario, por así decirlo, empezar borrando

    la pizarra, borrar toda la realidad, en cuanto ella aún no ha “nacido del Yo”3, atravesando la

    “noche del mundo”. Esto finalmente nos conduce a la locura como idea filosófica intrínseca en

    el concepto de la subjetividad 4 (Zizek,2001:45)

    Esto significa que nuestra realidad   ya es siempre una especie “formación sustitutiva”

    mediante la cual intentamos conectarnos con un mundo que, paradójicamente, es

     producto del mismo corte radical, y que toda ontología está irremediablemente

    atravesada por un hiato constitutivo, por esa mínima diferencia que la separa de lo Real

    informe que “siempre escapa a la simbolización”  precisamente porque es el resto no

    simbolizado producto de esa misma simbolización, como “objeto trascendental” que

     pone en marcha la construcción de nuestra realidad y la constitución de los objetos

    fenoménicos de las cosas tal y como se no presenta.

    3

     Cursivas en el original.4 Énfasis añadido.

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    Pluralismo ontológico constitutivo

    Podemos complementar esta lectura de la constitución ontológica de la realidad que

    hace Zizek desde una postura que enfatiza el lado objetivamente subjetivo de dicha

    constitución, con la de Lombardi y Pérez Ransanz que se centran en el lado,

    subjetivamente objetivo.

    En el espacio de discusión del realismo expuesto brevemente más arriba, éstas autoras

    afirman que

    Sobre la base de [la] distinción entre las diferentes formas que asume el realismo, pueden

    ubicarse fácilmente las posiciones que se sitúan a la zaga de la filosofía kantiana. Sin duda,

    Kant rechaza el realismo metafísico en la medida en que ni los objetos de la experiencia ni su

    estructura categorial son independientes del sujeto. No obstante no se trata de un idealismo

     puesto que admite un realismo mínimo: no sólo existe una realidad independiente del sujeto,

    sino que ésta interviene de un modo ineludible como condición de posibilidad, en la

    constitución de la ontología (Lombardi y Pérez Ransanz, 2012:21-22).

    Las filiación kantiana de su pluralismo ontológico permite a estas autoras establecer

    dos puntos esenciales que coinciden con lo expuesto más arriba del pensamiento de

    Zizek: primero, que toda ontología se constituye mediante la conjunción de la realidad

    independiente y un esquema conceptual, en tanto que “sistema de categorías y

    conceptos” (Lombardi y Pérez Ransanz, 2012:84); y, segundo, que tal ontología se

    constituye sobre el fondo del objeto trascendental, objeto que “parecería estar ligado a la

    materia prima de la experiencia, la “multiplicidad no sintetizada”, a la cual se le da

    forma vía las intuiciones y los conceptos del entendimiento” (Lombardi y Pérez

    Ransanz, 2012:26), los cuales se ubican en los esquemas conceptuales socialmente

    construidos antes que en un sujeto trascendental universal.

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    El pluralismo así construido, tiene la ventaja, desde nuestra lectura, de remitirnos a la

     pluralidad de esquemas conceptuales y racionalidades desde las que toda ontología se

    construye a partir del encuentro de los co-sujetos de conocimiento lingüísticamente

    constituidos con el objeto trascendental  – agregado caótico  que se corresponde

    estrictamente con el sujeto vacío de la “noche del mundo” hegeliana. Esa negatividad  

    que hace coincidir al hombre con el otro, con los otros, en su mismísima escisión y

    vaciamiento de sí:

    es esta noche, esta vacía nada, que en su simplicidad lo encierra todo, una riqueza de

    representaciones sin cuento, de imágenes que no se le ocurren actualmente o que no tiene

     presentes. Lo que aquí existe es la noche, el interior de la naturaleza, el puro uno mismo,

    cerrada noche de fantasmagorías: aquí surge de repente una cabeza ensangrentada, allí otra

    figura blanca, y se esfuman de nuevo. Esta noche es lo percibido cuando se mira al hombre a

    los ojos, una noche que se hace terrible (Hegel en Zizek, 2001:40).

    Así como, remitirnos, como lo expone magistralmente Hegel en el pasaje anterior, a que

    esta realidad preontológica, este “agregado caótico” de imágenes y figuraciones sin

    consistencia ontológica, constituyen el todo al que todos nos remitimos y sobre el cual

    operamos los recortes conceptuales del que emergen –  por estar y no estar ahí al mismo

    tiempo –  las diversas ontologías que nos vemos obligados a construir para relacionarnos

    con ese mundo al que el ser humano no ha cejado de intentar encontrarle un principio

    ordenador y orientador que le otorgue un significado y que oriente su existencia y su

    relación con él; algo que lo corone sobre la cima de la certeza y le permita dejar atrás el

     perplejo caminar por la selva de incertidumbre al que lo condenó la conciencia de su

     separatidad  y mortandad.

    El pluralismo ontológico constituye, en este sentido, la piedra de toque sobre la que se

     pueda sostener un pluralismo ético, epistémico, estético y social, que no sólo reconozca

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    la inconmensurabilidad de los diversos esquemas conceptuales y las ontología que con

    ellos se construye, así como la posibilidad de distintas e incluso contradictorias posturas

    sobre la “realidad”, sino que incluso reconozca el estatus ontológico de diversos agentes

    sociales además del individuo, tales como los colectivos, las comunidades, los pueblos,

    etcétera (Pettit, 2003; Donato, 2009).

     No se trata solamente de que sea imposible conocer la verdad  –  problema

    espistemológico – , sino de plantear que la propia realidad  –  problema ontológico  –  no

    tiene una esencia única en su origen ni responde a ninguna lógica intrínseca absoluta.

    Parafraseando a Marx, no debemos tomar como la lógica inmanente a las cosas del

    mundo, las cosas de la lógica que utilizamos para entender racionalmente ese mundo.

    Que busquemos principios para comprender la vida y darle un sentido, no implica que la

    vida tenga en su origen un principio que la dote de sentido.

    De ello no se desprende que sea imposible establecer conexiones empíricas y

    verificables con nuestro exterior, o negar la posibilidad de plantear principios de

    conocimiento para entender y tener acceso a la realidad. El pluralismo ontológico

     plantea que la realidad no tiene una lógica ni un sentido trascendentes y únicos que

    aguarden pasivamente a ser encontrados. No es sólo que toda concepción del mundo, en

    su origen, esté irremediablemente atravesada por una visión del mundo y por el sesgo

    inherente a un observador cualquiera  – y a la cultura y disciplina a las que pertenece  – ,

    sino que lo real mismo no responde a una lógica subyacente y esencial. Como Zizek

    (2001) lo plantea, no es sólo que el sujeto sesgue irremediablemente la realidad que

    intenta conocer, sino que ella misma está escindida y atravesada por lo contradictorio,

    aleatorio y lo impredecible (Morin,2010). Ese carácter elusivo de la realidad es lo que

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    Lacan llama lo Real, aquello que escapa permanentemente a la simbolización y

    amenaza en todo momento cualquier pretensión de certidumbre.

    El pluralismo ontológico, entonces, significa aceptar la incertidumbre constitutiva e

    inherente al conocimiento y al sentido, lo cual a su vez requiere de la renuncia a

    cualquier pretensión de certeza absoluta o a cualquier principio o lógica trascendentes

     por medio de los cuales afirmar una realidad y un sentido últimos, mediante un punto de

    vista infalible.

    La crítica de fondo al realismo externalista se dirige contra su compromiso con categorías y

    clases ontológicas absolutas. La tesis externalista de que ciertos enunciados, los verdaderos5,

    describen el mundo de una manera que es independiente de toda perspetiva conceptual, supone

    el compromiso con una esctructura de categorías y clases que sólo podría ser la del punto de

    vista [imposible] del Ojo de Dios, [o el famoso demonio de Laplace] (Lombardi y Pérez

    Ransanz, 2012:30-31)

    Significa sostener que toda representación está irremediablemente trastocada y no pueda

    demandar autoridad de patente sobre lo Real. En adelante, cualquier intento de dotar de

    sentido a la vida y explicarla, tendría que reconocer su incompletud, su falibilidad y la

    ineludible incertidumbre que mora en su mismo centro. En palabras de Morín,

    El nuevo cosmos le aportó al observador una incertidumbre insuperable (…) esta nueva visión

    del mundo, hace surgir en su corazón mismo el misterio. Se abre [el conocimiento] ante lo

    desconocido, lo insondable, en lugar de refrenarlo, exorcizarlo. Por primera vez una visión del

    mundo no se cierra sobre sí misma en una autosuficiencia explicativa (Morin, 2010:87-88)

    5 Cursivas añadidas.

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    Referencias

    Bourdieu, P. (1991).  El Sentido Práctico. Madrid, Taurus Ediciones, Taurus

    humanidades.

    Lombardi, O. y A.R. Pérez Ransanz(2012).  Los múltiples mundos de la ciencia. Un

    realismo pluralista y su aplicación a la filosofía de la ciencia. Buenos Aires,

    Paidos, Col. Espacios del saber 20.

    Morin, E. (1974).  El paradigma perdido. Ensayo de bioantropología, Madrid: Ed.

    Kairos.

    Morin, E. (2010). El Método I. La naturaleza de la naturaleza, Madrid: Ed. Cátedra.

    Pettit, P. (2003) “Groups with Minds of Their Own”, en Schmitt, F.S. (ed) 

    Socializing Metaphysics. Lanham, Rowan & Littlefield Publishers, Inc.

    De Zan, J. (2002).  Panorama de la ética continental contemporánea. Madrid, Akal,

    Col. Historia del pensamiento y la cultura 66.

    Zizek, S. (1998).  Porque no sabe lo que hacen. El goce como factor político. Buenos

    Aires, Paidos, Col. Espacios del saber 8.

    Zizek, S. (2001). El espinoso sujeto. El centro ausente de la ontología política. Buenos

    Aires, Paidos, Col. Espacios del saber 20.