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8/16/2019 lo que merece ser recordado http://slidepdf.com/reader/full/lo-que-merece-ser-recordado 1/10 28 | Clepsidra | 29 “Lo que merece ser recordado…”. Conictos y tensiones en torno a los proyectos públicos sobre los usos del pasado en los sitios de memoria 1 “What Deserves to be Remembered...”. Conicts and Tensions about Public Projects on Uses of the Past in Sites of Memory RESUMEN En este texto me interesa mostrar la génesis de un campo de discusión entre los actores que participan de los organismos de derechos humanos y el Estado en relación a la imposición de la noción de memoria focalizada en los sitios de memo- ria (ex centros clandestinos de detención, archivos, centros culturales); y analizar, además, los momentos que llevaron a construir la idea de que los ex centros clandestinos de de- tención debían ser el núcleo de la institucionalización de las memorias. Para esto, primero recorreré brevemente la gene- ración de las políticas públicas a partir de la llegada de un nuevo presidente al poder en el año 2003, para luego foca- lizar el análisis en un sitio de memoria concreto, el Archivo Provincial de la Memoria de Córdoba. Interesa observar de manera general estos cambios y cristalizaciones para poder enfocar la comprensión a partir de la generación de políti- cas que gravitan en torno a los sitios de memoria. Palabras clave: Estatización;proyectos públicos; luchas de memoria; sitios de memoria. Key words: Statization; Public Projets; Disputes of Memory; Sites of Memory. * Doctora en Antropología Cultural por la Universidad Federal de Río de Janeiro, Brasil. Profesora e investigadora de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) e Investigadora del CONICET en el Museo de Antropología (UNC). Es autora del libro No habrá ores en la tumba del pasado. La experiencia de reconstrucción del mundo de familiares de desaparecidos (2001). Actualmente se desempeña como Directora del Archivo Provincial de la Memoria de Córdoba, Argentina. ABSTRACT In this paper I want to show the genesis of a eld of di scus- sion among human rights organizations and State in rela- tion to the way in which a concept of memory focused on memory sites (former clandestine detention centers, archi- ves, cultural centers) is imposed. I analyse the moments that contributed to enforce the idea that the for mer secret deten- tion centers should be the core of the institutionalization of memories. To do that, I rst briey examine public policies taken by the new president in 2003, and then I focus on a specic site of memory, Archivo Provincial de la Memoria (Córdoba). I am interested in observing changes and crys- tallizations in order to understand the creating of policies around sites of memory. Ludmila Da Silva Catela* DOSSIER “ESPACIOS DE MEMORIA: CONTROVERSIAS EN TORNO A LOS USOS Y LAS ESTRATEGIAS DE REPRESENTACIÓN” Clepsidra. Revista Interdisciplinaria de Estudios sobre Memoria, ISSN 2362-2075, Nº 2, octubre 2014, pp. 28-47 1 Agradezco los comentarios y sugerencias que los evaluadores han aportado para mejorar y tornar más comprensible este artículo. Una versión anterior titulada “Esas memorias... ¿nos pertenecen? Riesgos, debates y conictos en los sitios d e memoria en torno a los proyectos públicos sobre los usos del pasado reciente en Argentina” fue debatida en el Foro: ¿Qué es legítimo hacer en los Sitios de Memoria?: http:// memoria.ides.org.ar/archivos/2344.

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“Lo que merece serrecordado…”. Conictos

y tensiones en torno a losproyectos públicos sobre losusos del pasado en los sitiosde memoria 1

“What Deserves to beRemembered...”. Conictsand Tensions about PublicProjects on Uses of the Pastin Sites of Memory

RESUMEN

En este texto me interesa mostrar la génesis de un campo dediscusión entre los actores que participan de los organismosde derechos humanos y el Estado en relación a la imposiciónde la noción de memoria focalizada en los sitios de memo-ria (ex centros clandestinos de detención, archivos, centrosculturales); y analizar, además, los momentos que llevarona construir la idea de que los ex centros clandestinos de de-tención debían ser el núcleo de la institucionalización de lasmemorias. Para esto, primero recorreré brevemente la gene-ración de las políticas públicas a partir de la llegada de un

nuevo presidente al poder en el año 2003, para luego foca-lizar el análisis en un sitio de memoria concreto, el ArchivoProvincial de la Memoria de Córdoba. Interesa observar demanera general estos cambios y cristalizaciones para poderenfocar la comprensión a partir de la generación de políti-cas que gravitan en torno a los sitios de memoria.

Palabras clave:Estatización; proyectos

públicos; luchas de memoria;

sitios de memoria.

Key words:Statization; Public Projets;

Disputes of Memory; Sites of

Memory.

* Doctora en Antropología Cultural por la Universidad Federal de Río de Janeiro, Brasil. Profesora e investigadora de la

Universidad Nacional de Córdoba (UNC) e Investigadora del CONICET en el Museo de Antropología (UNC). Es autora

del libro No habrá ores en la tumba del pasado. La experiencia de reconstrucción del mundo de familiares de desaparecidos (2001).

Actualmente se desempeña como Directora del Archivo Provincial de la Memoria de Córdoba, Argentina.

ABSTRACT

In this paper I want to show the genesis of a eld of di scus-sion among human rights organizations and State in rela-tion to the way in which a concept of memory focused onmemory sites (former clandestine detention centers, archi-ves, cultural centers) is imposed. I analyse the moments thatcontributed to enforce the idea that the former secret deten-tion centers should be the core of the institutionalization ofmemories. To do that, I rst briey examine public policiestaken by the new president in 2003, and then I focus on aspecic site of memory, Archivo Provincial de la Memoria

(Córdoba). I am interested in observing changes and crys-tallizations in order to understand the creating of policiesaround sites of memory.

Ludmila Da Silva Catela*

DOSSIER “ESPACIOS DE MEMORIA: CONTROVERSIAS EN TORNO A LOS USOS Y LAS ESTRATEGIAS DE REPRESENTACIÓN”Clepsidra. Revista Interdisciplinaria de Estudios sobre Memoria, ISSN 2362-2075, Nº 2, octubre 2014, pp. 28-47

1 Agradezco los comentarios y sugerencias que los evaluadores han aportado para mejorar y tornar más comprensible este artículo. Unaversión anterior titulada “Esas memorias... ¿nos pertenecen? Riesgos, debates y conictos en los sitios d e memoria en torno a los proyectospúblicos sobre los usos del pasado reciente en Argentina” fue debatida en el Foro: ¿Qué es legítimo hacer en los Sitios de Memoria?: http://memoria.ides.org.ar/archivos/2344.

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Territorios de memoria

Un monumento a la pacicación nacional. Un espacio verde. Unlugar de reconciliación. Estas ideas y palabras se anudaban en eldecreto presidencial 8/98 del 6 de enero, rmado por el entoncespresidente de la Nación Carlos Menem. Allí donde había funcio-nado el mayor centro clandestino de detención (CCD) del país, laESMA, se construiría “un monumento como símbolo de la convi-vencia democrática y la voluntad de la conciliación de los Argenti-nos” 2. Con este decreto comenzó una batalla por la memoria y seinauguró un momento bisagra en relación a la necesidad de preser-var como sitios de memoria los lugares que habían sido centros clan-destinos de detención. Rápidamente los familiares de desaparecidospresentaron un recurso de amparo y en diciembre del año 1998 la IICámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federalarmó que la intencionalidad de demoler la ESMA se contraponía“al interés de toda una sociedad” y su demolición “impediría cono-cer el destino de los desaparecidos y, en caso de haber fallecido, lascircunstancias que determinaron el hecho, así como el lugar dondese encuentran sus restos (...) [Afectaría también el derecho] de lacomunidad toda a conocer la verdad histórica” 3.

En ese momento llamé a estas disputas “territorios de memorias”.Esta noción abría los sentidos y las clasicaciones sobre el pasado enclave de conicto 4. Enfatizaba la conquista, el litigio, la extensiónde las fronteras y sobre todo la disputa. Allí donde el Estado habíaimpuesto con decretos y leyes el perdón y el olvido, diversos grupose instituciones respondían con una batalla por la memoria y la ver-dad. Esta batalla estaba centrada en diversos pilares, entre otros: lademanda constante de justicia, la “recuperación” de los ex-CCD y laapertura de los archivos de la represión. Se demandaba una políticapública de memoria que respondiera a estas luchas históricas. En estetexto me interesa mostrar la génesis de un campo de discusión entrelos actores que participan de los organismos de derechos humanos yel Estado en relación a la imposición de la noción de memoria focali-

zada en los sitios de memoria (ex-CCD, archivos, centros culturales);y analizar, además, los momentos que llevaron a construir la idea deque los ex-CCD debían ser el núcleo de la institucionalización de lasmemorias. Para esto, primero recorreré brevemente la generación delas políticas públicas a partir de la llegada de un nuevo presidente alpoder en el año 2003, para luego focalizar el análisis en un sitio dememoria concreto, el Archivo Provincial de la Memoria de Córdoba .Interesa observar de manera general estos cambios y cristalizacionespara poder enfocar la comprensión a partir de la generación de polí-ticas que gravitan en torno a los sitios de memoria.

Estatizar la memoria

El cambio de siglo se caracterizó en Argentina por años de cri-sis política y económica. Las fechas 19 y 20 de diciembre de 2001generaron un quiebre en la historia del país. En relación con eltema de la construcción de las memorias de la represión, el año2001 funcionó como una bisagra. Los nuevos grupos afectadospor la represión en plena democracia –recordemos que 39 jóve-nes fueron asesinados dur ante las manifestaciones públicas en todoel país 5 – se apropiaron de los símbolos y las estrategias creadosdurante los años setenta, estableciendo lazos y continuidades conla represión del pasado y con las organizaciones de derechos huma-nos. Así, otras madres usaron pañuelos, otros grupos convocaron alas Madres para defenderse, nuevas marcas que señalaban muertesde jóvenes manifestantes se sumaron a los pañuelos estampados enel piso de la Plaza de Mayo.

En relación con el gobierno nacional y los provinciales, duranteestos años comenzaron a nacer diálogos y propuestas conjuntasentre los estamentos del Estado y los organismos de derechoshumanos para crear instituciones de memoria y monumentospúblicos que recordasen a los desaparecidos. Si durante los añosnoventa el discurso dominante desde el Estado fue el de la reconci-liación, a partir del cambio de siglo comenzaron a abrirse brechasen un contexto todavía adverso. En el a ño 2000 fue creada en LaPlata la Comisión Provincial por la Memoria , instituida por ley 6, quesirvió en adelante como un modelo a seguir que se replicó en ins-tancias provinciales y municipales de todo el país 7. Poco a pocolas memorias subterráneas 8 fueron accediendo a espacios de poderpara comenzar un singu lar proceso de transformación que llevó aposicionarlas como memorias dominantes.

Esto se reforzó y se visibilizó de manera contundente en el año2003 con la llegada de u n nuevo representante al gobierno nacio-nal. Uno de los elementos más signicativos de este período es lapropia gura del presidente. Néstor Kirchner, cuando hablaba de

la dictadura, se posicionaba como un agente comprometido con esepasado. Usaba la noción de generación como un lugar de memoria(Nora, 2009) al focalizar su experiencia y pertenencia identitariaa grupos políticos peronistas como elemento de solidaridad, com-prensión y compromiso con el pasado 9.

A partir del inicio de este siglo, comenzó a gestarse una polí-tica estatal de la memoria que representaba principalmente a lasvíctimas del terrorismo de E stado. Esta política emanó del Estadonacional y de los gobiernos provinciales, y estuvo acompañada porel movimiento de derechos humanos, quienes le pusieron el sello ypasaron a “institucionalizar la memoria”. Si el retorno de la demo-

2 Verbitsky, Horacio. “Regalo deNochebuena”, Página/12 , 24 dediciembre de 1998. Disponible en:www.pagina12.com.ar/1998/98-12/98-12-24/pag09.htm

3 Ibid.

Dossier | “Lo que merece ser recordado…”. Conictos y tensiones en torno a los proyectos públicos... | Ludmila Da Silva Catela

4 Me reero aquí a la nociónclásica de Durkheim sobre las clasi-caciones en tanto formas de dividiry ordenar el mundo, aceptando quetoda clasicación implica un ordenjerárquico del que ni el mundosensible ni nuestra conciencia nosofrecen modelo alguno, ya que nosencontramos muy lejos de poderclasicar espontáneamente o natu-ralmente. Dicho en otras palabras,las maneras de observar y analizar elpasado constituyen una construcciónsocial poblada de representacionescolectivas.

5 Durante las manifestacionesdel 19 y 20 de diciembre de 2001,sólo en la zona céntrica de la ciudadde Buenos Aires murieron cincopersonas, 227 resultaron heridasde distinta gravedad y cerca de 300fueron detenidas a raíz del estadode sitio que declaró el presidente De

la Rúa. A partir de ahí se iniciaronmúltiples procesos judiciales para in-vestigar los crímenes. Las víctimas entodo el país fueron 38 (http://www.infojusnoticias.gov.ar/nacionales/represion-del-19-y-20-el-cels-y-los-familiares-piden-que-se-haga-el-jui-cio-1921.html). Pueden consultarselos datos y breves biografías sobre losasesinados el 19 y 20 de diciembrede 2001 en http://19y20.wordpress.com/asesinados/.

6 En la ciudad de La Plata, la Cá-mara de Diputados de la Provinciade Buenos Aires creó por mediode la Ley 12483 del año 2000 laComisión Provincial de la Memoria(CPM), un organismo público confuncionamiento autónomo y autár-

quico. La CPM está integrada porrepresentantes de los organismos dederechos humanos, el sindicalismo,la justicia, la legislatura, la univer-sidad y diferentes religiones. Entresus múltiples actividades desarrollainvestigación y difusión a partir deáreas: Publicaciones, Archivo de laDirección de Inteligencia de la Poli-cía de la provincia de Buenos Aires(DIPBA), el proyecto “Memorias enlas Escuelas” o “Jóvenes y Memo-rias”, el Museo de Arte y Memoriay la maestría en Historia y Memoria.Puede consultarse la Ley de creaciónen www.comisionporlamemoria.org.

7 Las políticas municipales y pro-vinciales que replicaron el modelode comisiones de memorias no serealizaron de manera idéntica encada lugar, pero en general, aunquedependan del Poder Ejecutivo, laidea de conformación de una Co-misión con múltiples representantesgarantiza la autonomía funcional. Porejemplo, en Córdoba (Ley 9286),Chaco (Ley 5582), Mendoza (Ley8003) prevén algún grado de auto-nomía y/o autarquía como una de lascondiciones de las políticas de estasComisiones. Sin embargo, los Archi-vos provinciales de la memoria comoen el caso de Santa Fe, Chubut, LaPampa, La Rioja, entre otros, o elMuseo de la Memoria de Rosar io,

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cracia se caracterizó por la búsqueda de los rastros del horror – de los cuerpos de los desaparecidos en las fosas comunes– y porla demanda de juicio y castigo, las conmemoraciones por los 20años del golpe se inauguraron con la producción de las “pequeñasmemorias y sus marcas locales” (Da Silva Catela, 2006) en frenta-das a diversas políticas estatales de clara intencionalidad de borra-dura y olvido. Se puede decir que, a los 30 años del golpe, en el año

2006, se celebró un momento de “memorias monumentales” (DaSilva Catela, 2011) con la creación de instituciones como archivos,centros culturales, memoriales, sitios cuya característica generales que centran sus relatos sobre el terrorismo de Estado tomandocomo eje temporal la periodización consagrada 1976-1983. Así, lasmemorias que durante mucho tiempo fueron subterráneas pasa-ron a ser “ociales”, reconocidas y tomadas como ejes de políticaspúblicas.

Se pueden distinguir por lo menos cinco acciones que caracteri-zan estas políticas de la memoria:

1- La creación de un nuevo feriado nacional. El 24 de marzoes declarado como “día nacional de la Memoria por la Verdad y la

Justicia”.

2- La fecha pasa a formar parte del calendario escolar, lo queobliga a que las escuelas primarias y secundarias organicen actosconmemorativos. Para esto el gobierno nacional aporta diversosmateriales pedagógicos: publicaciones, manuales, videos desarro-llados desde el programa Educación y Memoria del Ministerio deEducación de la Nación.

3- La i nauguración de manera ocial de la reconversión de ex-CCD en sitios de memoria. Se inicia esta política pública con lacreación del Espacio para la Memoria y la Promoción de los DerechosHumanos ex-ESMA ; seguido de la creación de una Red Federal deSitios de Memoria bajo la órbita del Ministerio de Justicia y Dere-chos Humanos y protegida por la Ley 26691 que declara sitios dememoria a todos los ex-CCD del país.

4- La creación del Archivo Nacional de la Memoria, instituciónque posteriormente se replicó como modelo en archivos provin-ciales de la memoria y secretarías de derechos humanos donde noexistían.

5- La reescr itura del prólogo para el libro Nunca Más.

Esta política de estatización de la memoria tiene una clara ambi-ción fundacional , al mejor estilo de invención de una nueva tra-dición en la que el Estado asume que las políticas de memoriasno colocan en foco las políticas de reconciliación. Así la memo-ria de los familiares, compañeros de desaparecidos y todos aque-

llos que compartían una memoria colectiva pasaron, por primeravez, a disputar junto con el Estado una memoria dominante. Sinembargo, debe decirse que en la última etapa esta memoria convivecon memorias subterráneas (especialmente las locales y con menospoder para imponerse en el espacio público, como son las de cam-pesinos y obreros) y con memorias de-negadas (aquellas portadaspúblicamente por las denominadas “víctimas de la guer rilla”) 10.

La memoria institucionalizada: sitios, archivos, centros culturales

La creación de museos, archivos, centros culturales y sitios dememorias en el inicio de este siglo en Argentina ha generado unsinfín de discusiones y debates en torno a cómo deben ser estosespacios, en manos de quiénes deben estar, cómo deben ser susrelatos y fundamentalmente quiénes deben llevar adelante talesproyectos. Sin embargo, hasta el presente hay menos discusionesen torno a lo que implica el momento posterior: aquel donde unavez puestas en movimiento las memorias son lanzadas al espaciopúblico.

Las preguntas que surgen son: ¿qué papel ocupan los sitios de

memoria en tanto productores de sentido, símbolos y signicadospolíticos en el espacio público? ¿Cuáles son los conictos y lasbatallas de memoria?

A partir de la experiencia de trabajo en una institución como elArchivo Provincial de la Memoria de Córdoba (APM) pretendoanalizar algunos momentos de conicto (acciones con las imáge-nes de los desaparecidos, exposiciones con documentos sensibles,incorporación a los archivos de memorias no dominantes, etc.) ydebates generados en torno a sus usos. Para ello, haré foco en lassituaciones de crisis que permiten visibilizar las formas de legitima-ción para imponer puntos de vista y mecanismos de cristal izaciónde sentidos para controlar, a su vez, qué se debe decir, quiénespueden hacerlo, cómo, para qué y para quiénes 11.

Antes de iniciar el análisis de las escenas, daré cuenta breve-mente de la génesis de la conformación del APM. El Archivo y laComisión Provincial de la Memoria de la provincia de Córdoba 12 fueron creados –con autonomía y autarquía funcional– por la LeyProvincial 9286, en el contexto de las conmemoraciones por los 30años del golpe militar. Para su funcionamiento fueron destinadastres antiguas casonas localizadas en pleno centro de la ciudad deCórdoba, entre el Cabildo histórico y la Catedral de la ciudad. Enestas casonas había f uncionado el Departamento de Informacionesde la Policía de la Provincia de Córdoba (D2) como centro clan-destino de detención desde 1974 hasta 1980. La Ley 9286 creó

dependen, funcional y políticamente,del poder Ejecutivo, más especíca-mente de las Secretarías de DerechosHumanos locales.

8 Utilizo la noción de “memoriassubterráneas” de Michel Pollak(2006).

9 Durante su gestión, el 14 dejunio del 2005, la Suprema Cortede Justicia de la Nación declaró lainvalidez y la inconstitucionalidad delas leyes de Punto Final, ObedienciaDebida y los indultos. Esto signicóque todos aquellos agentes delEstado implicados con la represión,asesinato, tortura y desapariciónpodían ser juzgados y encarceladospor crímenes de lesa humanidad.

10 En relación a las memoriasmilitares y de sus familiares puedeverse el trabajo de Salvi (2013).En relación a las diferencias entrememorias dominantes, subterráneasy de-negadas puede consultarse DaSilva Catela (2011).

11 Es necesario aclarar que elArchivo Provincial de la Memoria(APM) es a la vez un archivo y unsitio de memoria. A lo largo del textoutilizo ambas nociones indistinta-mente. Sin embargo, para aquellosque lo visitan y para los propiostrabajadores la noción dominantepara referirse a esta institución es: “elarchivo”.

12 La Comisión Provincial de laMemoria de Córdoba, órgano polí-tico que regula las políticas de me-morias de los sitios de la provincia,está conformada por 5 integrantesde los organismos de derechos hu-manos (Familiares, HIJOS, Abuelas,Asociación de ex presos políticos y elSERPAJ) y un representante del Po-der Judicial, uno del Poder Ejecutivoy uno del Poder Legislativo.

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un archivo sin documentos y un sitio de memoria sin contenidomuseográco.

Uno de los mayores desafíos f ue trabajar esta doble signicación:archivo/sitio de memoria. Por un lado, es un espacio de memoria,un lugar donde sucedieron hechos de violencia, tortura, humilla-ciones y maltrato de todo tipo a militantes políticos, religiosos, sin-dicales, hombres y mujeres de la cultura, la educación y de manera

simultánea a detenidos comunes, a prostitutas, a homosexuales, agitanos y testigos de Jehová. Como archivo cuenta en la actuali-dad con un gr an acervo documental ligado a la represión policial ymilitar durante los años sesenta y setenta que ha sido recuperadoa partir del relevamiento de todas las comisarías de la provincia deCórdoba. Por medio de actas de guarda de documentos, estos hansido trasladados a la sede del APM donde luego de un proceso deconservación y catalogación se los ha puesto a la consulta pública.También alberga acervos de la Universidad Nacional de Córdoba,Servicio Penitenciario, Arzobispado de Córdoba, Colegio Carbó,hospitales, entre otros. El acervo documental cuenta con dona-ciones privadas (cartas, diarios íntimos, cuadernos de la cárcel) yotros tipos de documentos como revistas, panetos, etc. Asimismo,

a través de la creación de un área de historia oral, se constituyó unarchivo que alberga más de un centenar de entrevistas que plas-man el otro lado de la represión: las luchas populares, políticas,culturales, religiosas que se sostuvieron antes, durante y despuésdel terrorismo de Estado.

Para poder dar cuenta de las políticas y objetivos del sitio dememoria y del archivo, una gran variedad de profesionales encaranel trabajo d iario: arquitectos, antropólogos, abogados, historiado-res, comunicadores, archiveros, cineastas, informáticos, psicólo-gos, pedagogos, etc. En esta composición hay quienes vienen delmundo de la militancia en derechos humanos y quienes forjaron sucompromiso con el tema desde el mundo académico. Este equipomultidisciplinar junto a una dinámica de trabajo horizontal, conreuniones semanales en las que se discute la agenda de actividades,hace que los debates sobre la administración y puesta en escenadel pasado transcurran entre problematizaciones y momentos dereexión sobre el lugar que un trabajador ocupa en la deniciónde los relatos del sitio de memoria. A di ferencia de otros lugares ymuseos, donde muchas veces las decisiones sobre las exposicionesy los contenidos del museo las toman los técnicos, una comisión denotables o una mesa de trabajo, en esta institución se toman colec-tivamente.

Algunas de las cuestiones que serán desarrolladas en este textoestán atadas a la posibilidad de comprensión de la tensa deni-

ción de lo “necesario”, lo “legítimo” y lo “representable” entre lospropios trabajadores del sitio. Dicho en otras palabras, me interesaremarcar las dimensiones políticas que subyacen en las interpre-taciones y evaluaciones previas o posteriores a un conicto, a lasque son sometidas las acciones públicas en un sitio de memoria enrelación a lo que “merece ser recordado”. Por otro, remarcaré lanoción de “administración del pasado”, retomando aquí lo que tan

bien ha señalado Mario Rufer (2010), que entiende este conceptocomo un proceso inestable, heterogéneo pero sobre todo desigualen la lucha por la jación y regulación del pasado. Si bien adminis-trar signica gestionar, se incorpora también la idea de “una apro-piación social de las formas de ordenar, manipular y tratar de jar,mediante recursos diferenciados, el acceso y la signicación de lasnarraciones sobre el pasado” (Rufer, 2010: 35) 13. Para poder com-prender estos procesos de gestión del pasado, el análisis incluirá ensu mirada las representaciones, creencias y pre-nociones sobre lascuales se sustentan las propuestas generadas al interior del sitio dememoria y que logran sostenerse en el tiempo.

¿DE QUIÉN SON ESAS FOTOS?

Todos los días jueves el Pasaje Santa Catalina se puebla de 700fotografías de desaparecidos y asesinados de la provincia de Cór-doba, que son colgadas entre las paredes de la Catedral y el Cabildohistórico. Esos mismos días el sitio recibe visitas de escuelas. Laestrategia central de la pedagogía de la memoria del APM es quelas visitas comiencen sobre el Pasaje, frente al memorial a los des-aparecidos y asesinados, para dar cuenta, entre otras cosas, de lovisible y urbano que era el espacio donde funcionó el CCD. Estaestrategia de usar el espacio público que rodea al APM se cruzacon los riesgos de enfrentar in situ conictos de memorias y opo-siciones a los sentidos que este espacio impone en la esfera de lopúblico en la voz de hombres y mujeres que transitan la ciudad.En una oportunidad una mujer interpeló a los gritos a todos losque participaban de la actividad callejera denominada “Ronda dela Memoria” armando: “los asesinados por la subversión no tie-nen derechos humanos”. Quienes se encargan de llevar adelantelas políticas pedagógicas del sitio han transitado estas agresionesde diferentes maneras. Inicialmente, discutían a viva voz; con elpaso del tiempo y con una reexión productiva sobre estos eventos,han transformado estas interpelaciones en una política de acciónpedagógica, usando estas frases y palabras para provocar en losestudiantes preguntas sobre sus propias posturas, identidades ymemorias en relación al terrorismo de Estado. Luego, estas accio-

13 El debate sobre la gestión/admi-nistración del pasado ha generadodiversas reexiones y ha sido abor-dado desde muchos puntos de vista,sobre todo en el campo de estudiosfrancés. Sin embargo, para el con-texto argentino las publicaciones quereexionen sobre las tensiones po-líticas en el día a día de los sitios dememoria es aún escasa. En este textono me interesa hacer un balance oestado de la cuestión teórica sobre lagestión del pasado, sino de maneracontraria parto de un caso especícoque permitirá, a futuro, generar otraspreguntas en términos comparati-vos. Señalaré aquí los trabajos deFeld (2014a y 2014b) y de Feld yMessina (2014) en torno al uso delas imágenes y los testimonios parael caso ESMA; los trabajos de Gu-glielmucci (2013) y Guglielmucci yScaraffuni (2013) sobre las tensionesen la institucionalización de los espa-cios de memoria en Buenos Aires yUruguay y los intercambios de ideasque generó el Foro “¿Qué es legítimohacer en los Sitios de Memoria?”,disponible en: http://memoria.ides.org.ar/archivos/2344.

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nes episódicas intentan traducirse en los materiales y las produc-ciones escritas y visuales que se realizan para el uso público 14.

Los cuestionamientos sobre las fotografías de los desaparecidosen el Pasaje Santa Catalina no sólo son producidos por quienesintentan empujar otras signicaciones y demandan la incorpora-ción de otras memorias que consideran denegadas, como las delas víctimas de las “acciones subversivas”. También hubo, y hay,

discusiones al interior del APM en relación a quién se incluye o noen estas “tiras del recuerdo”. ¿Hay lugar allí para los asesinados?¿Los ajusticiados dentro de las las guerrilleras también puedentener su espacio? Las disputas pueden darse en torno a la legiti-midad o autoridad para usar la imagen del desaparecido, puedenser planteadas a partir de cuestionamientos puntuales en relaciónal origen de u na fotografía privada que devino pública. La hija deun desaparecido interpeló a la institución indagando: “¿Quién lesdio permiso para colgar esa foto de mi padre desaparecido que estájunto a mi mamá que está viva?”. Los debates más intensos se dancon las categorías de personas muertas que no están denidas cla-ramente, o sobre las que pesan d iversas interpretaciones familiaresen torno a cómo y dónde deben ser recordadas en relación al origen

de su muerte.Dos ejemplos sir ven para expresar la variedad de situaciones alas que una i nstitución se enfrenta cuando hace uso colectivo de lasmemorias individuales. Entre las fotos que se cuelgan los jueves,está la de un joven militante del ERP. Para el APM esta personafue desaparecida, según consta en las denuncias de la CONADEP.Para una prima del joven, fue ajusticiado por sus propios compa-ñeros. De esta manera, su imagen no debería estar colgada juntoa los desaparecidos. El segundo episodio que reveló las tensiones alas que se ven expuestas las representaciones públicas de la memo-ria está relacionado con la muerte de un niño de 6 años. El niñofue asesinado en un enfrentamiento en la calle entre la policía ymilitantes políticos. El padre de este niño pidió al A PM que retirela foto y el nombre de su hijo ya que afectaba y entristecía a todasu familia. Luego de diversos encuentros con el padre, nalmenteaccedió a mantener el recuerdo de su hijo. Sin embargo, esta situa-ción generó una serie de preguntas en relación a qué hacer f rentea estas demandas, si priorizar la idea del recuerdo como políticainstitucional o respetar la voluntad individual o familia r.

Si los conictos sobre el pasado se actualizan una y otra vez, elpresente es un lugar inestable. En los usos retóricos de los objetivosy misiones de los sitios, archivos y centros culturales de la memoriala consigna de tejer puentes entre el pasado y el presente es casi de

sentido común. Ahora bien, ¿cómo estos lazos son tejidos y puestosen acción en una institución pública de estas características?

El 19 de febrero de 2012, a la salida del Baile de Cuarteto,Facundo Rivera Alegre desapareció en la ciudad de Córdoba.Nada se sabe sobre Facundo desde ese d ía. Muchas son las acusa-ciones, todas dirigidas a la policía. Facundo era un pibe de barrio;era “sobrino de desaparecidos”, identidad que nunca usó o por lo

menos nunca utilizó como carta de presentación. Facundo desapa-reció a la salida de un baile de cuarteto. No importan las causasde su desaparición, sino el silencio del E stado. Viviana Alegre, sumadre, como las Madres hace más de treinta años atrás, recurrióa los organismos de derechos humanos en búsqueda de apoyo yvalidó su demanda en su condición de familiar de desaparecido,ya que su hermano fue secuestrado en 1976. Apeló a los lazos desangre para ser escuchada e i ncluida en una lucha sin rupturas conel pasado.

Dentro del APM se debatió cuál sería el rol institucional frentea esta desaparición. En la reunión de los lunes, surgieron d iversasideas, hacer un sticker para poner en los colectivos, un v ideo, unamesa redonda. Se planteó también sumar a las fotos de los jueves

la foto de Facundo, diferenciándola por el uso del color frente a lasotras que son en blanco y negro. Frente a esto se generó una brevediscusión pero ecaz para pensar la d ifícil relación entre el pasadoy el presente, lo sagrado y lo profano. Entre los que se opusierona esta idea, los argumentos variaron entre: “no es lo mismo, nopodemos mezclar las fotos de los jueves con la de Facundo”, “losdesaparecidos son una cosa y Facundo otra”. La discusión llegó asu n cuando el argumento esgrimido fue que el memorial de lasfotos no nos pertenecía: “Cuando tornamos públicas las fotos en elPasaje Santa Catalina, dejaron de ser nuestras y debemos pensarqué es lo que pueden producir en los familiares de los desapareci-dos. Ese memorial es de ellos. Esas memorias no nos pertenecen” 15.

Los debates en torno al uso público de las fotos de desaparecidosy asesinados en el Pasaje Santa Catalina revelan que las deman-das que se construyen en función de la denición sobre qué seincluye y qué se excluye giran en relación con una noción central ygeneral que es la de “víctimas”. Tanto quienes lo hacen desde “elotro lado”, argumentando que sus memorias denegadas tambiéndeben ser incluidas, como quienes apelan a los lazos de sangre ode militancia para disputar con la institución los sentidos que sequieren imprimir públicamente y esbozan que “deberían ser con-sultados”, ponen en evidencia que la disputa no es por las fotos ensí mismas sino por controlar ese lugar de memoria que es cada unade esas imágenes en el espacio público. Pienso acá en el sentido

14 Pueden consultarse los materia-les producidos por el área de educa-ción del APM en www.apm.gov.ar.

15 La propuesta de colgar su fotofue así dejada de lado y se suplantópor un video que se difundió porCanal 10 , de la Universidad Nacio-nal de Córdoba, y un sticker pararepartir en los medios de transportede la ciudad.

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dado por Pierre Nora (2009) a la noción de “lugar de memoria”y cómo cada tira de fotos se transformó en un lugar de memoriaque encierra “un máximo de sentidos en el mín imo de signos” yaque, como espacios de disputa, “no viven sino por su aptitud parala metamorfosis, en el incesante resurgimiento de sus signicacio-nes y la arborescencia imprevisible de sus ramicaciones” (Nora,2009: 33).

Cada uno de estos episodios revela diversos n iveles de interpela-ción al sitio de memoria y a sus tr abajadores en relación a los siem-pre arbitrarios recortes y selecciones de los procesos de memoria.Una posibilidad sería no responder a estas cuestiones, no tornarlasbuenas para pensar, no incluirlas en la difícil tarea de la admi-nistración del pasado. La otra posibilidad es asumir que menosque armar “la memoria”, el desafío es asumir la confrontaciónconstante con el pasado y las memorias que surgen de su interpre-tación. El caso de Facundo demuestra las sutilezas de la desigualjerarquía que pesa sobre las víctimas, muchas veces reproducidapor las instituciones como denegación, sin notarlo o reconocerlo.En el extremo, demuestran los mecanismos de invisibilización enel espacio de las conmemoraciones, que al nal de cuentas son las

que regulan lo que se debe recordar y lo que se debe olvidar osilenciar 16.

¿SE PUEDE HOMENAJEAR A UN TRAIDOR? FORMAS DE CLASIFICACIÓN Y LUGARES SAGRADOS

Una de las celdas de lo que fue el CCD donde hoy funciona elsitio de memoria representa, por medio de una máquina de escr ibiry un breve testimonio, parte de la vida de un secuestrado acusadode “quebrado”, “colaborador” y “traidor”. Charlie Moore es unagura “incómoda” en la memoria sobre la represión policial enCórdoba. Militante del ERP, su gura detona los análisis simplis-tas sobre el pasado reciente. Muchos de los que estuvieron secues-trados en el CCD contemporáneamente con Moore cuestionan yrechazan la presencia de esta memoria en el museo. Sin embargo,la historia del Departamento de Informaciones de la Policía deCórdoba –D2 durante los años 1974-1978– sería dif ícil de contarsi no se incluyera al “personaje” controvertido y ambiguo llamadoCharlie Moore.

“Carlos Raimundo Moore, alias Charlie Moore, había sido integrante delERP, por lo menos hasta medidos de 1974. Todo indicaba que como miem-bro del ERP había participado del copamiento de la Fábrica Militar de Pól-vora y Explosivos de la Ciudad de Villa María en agosto de 1974 (…), a los

pocos meses de esa acción, el d ía 13 de noviembre de 1974, Moore fue dete-nido en un allanamiento ilegalmente realizado por el personal de la Div isiónde Informaciones (D2) de la Policía de la Provincia de Córdoba, junto asu esposa Mónica Cáceres. Unos meses después fue condenado a muertepor el ERP acusado de haber delatado a sus compañeros y de encontrarsecolaborando con los integrantes del D2. Permaneció un total de seis añosprisionero en el D2. Finalmente el 13 de noviembre de 1980 se f ugó. Cruzóla frontera del país y solicitó protección diplomática en Brasil. Al llegar alBrasil, el 15 de noviembre realizó una extensa declaración en la que denun-ció una ca ntidad impresionante de delitos que se cometieron dentro del D2.Finalmente y luego de esta declaración fue asilado junto a Mónica Cáceresen Inglaterra” (Robles, 2010: 33-34).

Cuando se pensó en el guión del sitio de memoria D2, la gurade Moore aparecía una y otra vez en los testimonios de quienes loacusaban de haber sido quien los había tortu rado o de aquellos queaseguraban haber escuchado su voz o simplemente de compañerosde militancia que se lo encontraron en el D2 en calidad de secues-trados. Era u na memoria fantasmagórica. Mucha de la informacióncon la que se contaba para conocer lo que había sido el D2 proveníade su declaración ante la ACNUR en San Pablo en 1980. La celdaen la que Moore vivió junto a su pareja Mónica Cáceres, donde

fue concebida y posteriormente bautizada su hija Natalia Moore,estuvo “vacía de contenido” hasta la aparición del libro de MiguelRobles. Luego de haber publicado el libro con un sello editorial delAPM y de haber leído hasta los más mínimos detalles relatados porMoore sobre el D2, se tomó la decisión de intervenir la celda dondevivió durante cuatro años para relatar el “caso Moore” por mediode un dispositivo muy simple, una máquina de escribir como laque él usaba en el CCD para desarrollar las tareas que le pedía elpersonal policial y una proyección con parte de su declaración antela ACNUR. Esta intervención llevó mucho tiempo de discusión,conictos y reexiones en relación a las nociones con las cualeshabíamos conocido inicialmente a Moore quienes debatíamos: trai-dor, quebrado, torturador 17. Por otro lado, también sabíamos queera imposible comprender el D2 como centro clandestino de deten-ción sin incluir esta gura ambigua y gris, producto de la expe-riencia concentracionaria. Tanto la publicación del libro como laintervención en la celda no fueron fáciles y se dieron en función deun eje central de discusión: la necesidad de comprender a las vícti-mas en el campo, sin que eso sign ique justicar sus acciones. Sinembargo, algo precedía a esta reexión y era una noción compar-tida por la mayoría de quienes trabajamos sobre el relato del sitio:todo hombre y toda mujer secuestrado/a i legalmente y torturado/aen un CCD era una víctima. Fue este el piso del cual partimos.

16 En la fachada del APM, jóvenesartistas colocaron una foto de Facun-do Rivera Alegre como homenaje. El23 de mayo de 2014 fue removidapor el equipo de limpieza de lamunicipalidad de Córdoba. Ante losreclamos formales e institucionalesdel APM la respuesta recibida fue lasiguiente: “El intendente de Córdobamandó a dejar limpio, limpito, todoel Pasaje Santa Catalina, para el 25de mayo. Este cartel ensuciaba lasparedes”. El área de educación delAPM resolvió colocar el siguien-te cartel: “En este lugar estaba lafoto de Facundo Rivera Alegre. Lamunicipalidad mandó a arrancarlopara que el Pasaje esté ‘limpio’ en el

Día de la Patria. ‘Sin Facundo no hayNunca Más’” (https://twitter.com/alegre_vi). Los artistas que original-mente decidieron pegar esa imagende Facundo volverán a reponerlasobre las paredes del APM.

17 Durante el año 2010 un depósitodel APM fue incendiado intencio-nalmente. En dicho depósito estabanalmacenadas las cajas con el librode Moore. Si bien no tenemos unahipótesis certera sobre quiénesocasionaron el incendio, no es casualque sólo se quemaron esos libros.

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Descubrir una intervención efímera en el sitio de memoriaen torno a la celda de Moore concentró varios de los debates enrelación a las representaciones dentro de un museo de sitio y susriesgos. Un día, dos ex militantes del ERP ingresaron al sitio dememoria a interpelarnos por Moore. ¿Cómo era posible que unlugar destinado a homenajear a las víctimas termine homenajeando

a un traidor? No siempre buscan explicaciones quienes interpelan.Este era el caso. Luego de una larga charla con el equipo de inves-tigación estas personas decidieron intervenir a su modo y dejar sen-tado su descontento. Dieron vuelta la placa que señalizaba la celday escribieron lo siguiente en un libro destinado a contar experien-cias sobre el exilio:

“Charlie Moore fue personalmente a secuestrarme y me golpeó en estemismo lugar [el álbum se encuentra en lo que era la cocina del ex-CCD].Charlie fue más que un traidor al PRT: fue un “servicio” in ltrado desde elprincipio, él y su mujer. Y tuvo la suerte de escapar ileso a dos ajusticiamien-tos. VERDAD Y JUSTICIA! Gracias a Charlie pasé 10 años exilado” 18 .

Esto motivó una serie de charlas internas y la decisión del equipo

que trabaja en el proyecto “Los tiempos del exilio” de ar rancar lahoja del álbum, no por el contenido del mensaje, sino porque suescritura no respetaba la propuesta del álbum colectivo sobre elexilio19.

Dar vuelta el cartel, intentar borrar la presencia de Moore en elcampo, o arrojarlo a la categoría de “servicio”, puede parecer unacto de resistencia “inocente”. Sin embargo, me atrevo a arriesgarque estas acciones parecen querer mantener una idea de “pureza”de las víctimas, si n grises; sin abrir la comprensión o la explicacióna que la situación límite de la experiencia concentracionaria incluyenecesariamente lo ambiguo y lo impuro, porque justamente era esala lógica del campo. Más que avanzar sobre las heridas producidasen los campos de concentración pareciera que la demanda es por

mantener una historia de categorías polares: mártires/traidores,héroes/colaboradores, fuertes/débiles. Pero el pasado siempre estáen riesgo y en disputa. Construir espacios de memoria signicapoder debatir y desarmar los discursos gloriosos, exponer la trage-dia de los campos de concentración, lugares generadores de ambi-güedades destinadas a desarmar a l “otro” hasta la inhumanidad ytransformarlo en culpable. El peligro que se corre es no decir nada,y allí donde nada se dice abiertamente, nada se incorpora ni secomprende su complejidad 20 .

LAS SUTILEZAS DEL (DES)INTERÉS. OTRAS ALTERIDADES

Desde su creación el APM ha buscado, rescatado y puesto a dis-posición pública centenares de documentos de la represión. Grancantidad de este material “sensible” se utiliza para causas judicialeso para dar respuesta a diversas solicitudes de las víctimas o susfamiliares. Entre esas series documentales, se encuentran las rela-tivas a fotos policiales. Una decena de álbumes de fotografías que

registran y construyen las nociones de un “otro” peligroso: extre-mistas, homosexuales, prostitutas, gitanos, entre otras categorías.Durante toda la década del setenta, la mirada policial ha regist radoimágenes de diversa índole y formato. Estas fotografías, de maneracontraria a la de los jueves, necesitan de la indagación, investiga-ción y de la decisión institucional de tornarlas objetos museográ-cos y así hacerlas públicas; pero, sobre todo, del diálogo y contactocon aquellos que han quedado plasmados en dicho papel fotográ-co. Las resoluciones sobre qué mostrar, para qué y cómo no sedan sin tensiones, cuestionamientos y rechazos, tanto por parte dequienes deben liberar esas i mágenes como de aquellos que trabajancotidianamente con ellas.

Enfrentarse al pasado implica, también, reconocer otras vícti-

mas menos legitimadas, desconocidas, ignoradas. El acceso a losdocumentos de la represión revela muchas veces lo que las memo-rias dominantes han silenciado. Una vez que se accede a este tipode conocimiento sobre el pasado reciente, que nos abre nuevosinterrogantes, es interesante preguntarse en torno a los olvidos ysilencios. El D2 fue durante la década del setenta un espacio derepresión cuyos objetivos no fueron sólo los militantes políticos,los grupos guerril leros, los sindicalistas, los luchadores sociales. ElD2 tenía el sello policial y sus acciones se ampliaban a quienes eranconsiderados como un “mal social”. Así, prostitutas, homosexua-les, pobres y en menor medida testigos de Jehová y gitanos, fueronfocos de represión, secuestro, humillación, tortura y muerte.

Si bien estos acontecimientos transcurrieron en el mismo espa-

cio donde funcionó el CCD, estas experiencias no tienen todavíaun lugar de enunciación pública ni una propuesta en el relato delsitio de memoria. Aunque estas memorias subterráneas son traídasuna y otra vez al debate colectivo, son difíciles de incorporar. Osea, sin negarlas, se da una cierta dicultad para integrarlas al focodominante: la violencia política. Por un lado, hay que considerar ladicultad del acceso a estas comunidades. Por ejemplo, los testigosde Jehová, a quienes se convocó en relación a la prohibición de suspublicaciones durante la última dictadura militar, negaron su inte-rés en participar por no tener claro “cuáles eran las intenciones del

18 Los subrayados y las mayúscu-las se encuentran en el original delescrito.

19 El álbum está expuesto enuna sala de exposición permanen-te donde se reexiona sobre lasexperiencias de exilio. La apuesta esque quien desee contar una historiadebe hacerlo a partir de una imagenfotográca y un relato escrito con supropia letra en el álbum. En ningunaoportunidad, salvo en la relatadaarriba, se usaron las páginas paradejar mensajes de ningún tipo, sinoque se respetó la propuesta de la sala.

20 El aporte de Ana Longoni(2007) sobre la gura del traidores fundamental para entender estosdebates. Es necesario decir que lapropia lectura del libro y la visita deAna Longoni al sitio de memoriafueron centrales en las discusionesque los trabajadores de este sitiotuvieron y tienen en relación a losgrises que genera este tema a la horade pensar cómo, para qué y de quémanera representar a estas gurasen el espacio público, en el relato yguión de un espacio de memoria.

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APM en relación con ellos”. En diversas oportunidades se invitó a lacomunidad gitana de Córdoba a conocer el á lbum de fotos policialesdedicadas enteramente a “Gitanos”, sin embargo esto nunca se con-cretó. Ya sea por la distancia ideológica (en el caso de los testigos de

Jehová) o por alteridades radicales (como en el caso de los gitanos)no hay una apropiación de los sentidos y signicados construidos en

el sitio que permitan (todavía) un diálogo sobre y con estos grupos.Bastante diferente es la situación con los grupos catalogados

por la policía como prostitutas y homosexuales. Ambas comunida-des, más cercanas por militancia y sensibilidades y acercamientosideológicos con los organismos de derechos humanos, compartene interpretan que en el sitio de memoria hay un espacio para con-quistar que sienten como propio. En él estuvieron presos durantelos años setenta, y la alteridad no es tan radical porque se compar-ten muchas de las banderas levantadas en nombre de los derechoshumanos. Este es el caso de José.

Por segunda vez en estos años, José entra a lo que fue el CCDen el que estuvo preso durante los años ochenta por “homosexual”,según él mismo recuerda. En su primera visita, armó: “Hoy sólo

puedo entrar y salir de este lugar, todavía no puedo contar mi expe-riencia”. Pasaron cinco años y José volvió al APM a hacer de suexperiencia una historia de vida, una narrativa pública, una acciónmilitante sobre su condición homosexual. Fue entrevistado por elárea de h istoria oral, esa historia hoy ocupa una de las coleccionesdenominada “Diversidad sexual” y puede ser consultada pública-mente. También este emprendedor de memorias organizó dentrode la “Semana de la diversidad sexual” una mesa redonda titulada:“De eso no se habla. Análisis de la persecución policial y del terro-rismo de Estado en relación con las minorías”. Lo interesante fueque demandó un espacio en el APM para realizarla.

Las estrategias de personas de comunidades minoritarias ydominadas en relación con las memorias “legitimadas” sobre el

pasado reciente muestran los mecanismos creados para aprovecharuna coyuntura estatal y producir una relectura política de acon-tecimientos del pasado que permanecen en el presente, medianteel uso de los símbolos y las acciones ya establecidas y legitimadasen el horizonte de la esfera pública. Desde una acción propositivay sutil, este tipo de acciones y demandas pugnan también por unrelato “más amplio” de los que el sitio de memoria reconoce, aceptay produce. Considero que este tipo de acciones de memoria poneen debate la manera en que algunos grupos le reclaman a la historiaser incluidos y que sus relatos sean audibles en el presente.

MOSTRAR EL HORROR. LOS DILEMAS DE LA REPRESENTACIÓN

El relato sobre el pasado incluye en el sitio de memoria lo que allípasó. Desde diversos soportes y dispositivos se intenta transmitirlas formas en las que el terrorismo de Estado se manifestó, ima-ginando los públicos que visitan el lugar. El sitio tiene exposicio-nes permanentes y temáticas como: biblioteca de libros prohibidos,vidas para ser contadas, escrache, identidad. Una vez al año, en el

contexto del 24 de marzo, se planica una exposición temporaria,en la medida de lo posible utilizando los fondos documentales delAPM. Durante el año 2012 y 2013, se montó la muestra “Instantesde verdad” que intentó, a t ravés de imágenes fotográcas de época,representar y mostrar la represión en el D2. Una vez decidida laexposición y su relato, debíamos elegir las imágenes, todas prove-nientes de un libro policial denominado “Registro de Extremistas”en el que se consigna una fecha, un nombre y el número de unnegativo relativo a un secuestrado. Dichos negativos están custo-diados por el APM desde el año 2010, cuando fueron solicitadosa la Justicia Federal. Una gran cantidad corresponde a secuestrosclandestinos realizados por el D2 y muestra situaciones del cauti-verio de hombres y mujeres dentro de esta dependencia policial.

Todos sabemos que las prácticas de violencia sufridas sobre loscuerpos de los secuestrados políticos precisan i mágenes y la capa-cidad del que testimonia de situar sus recuerdos en espacios y tiem-pos que actúan como soportes materiales de la memoria para quesu testimonio sea “creíble”. Cada una de las personas que estuvie-ron secuestradas retuvo en su recuerdo corporal, sensorial audi-tivo, detalles de los edicios que, aunque no veían, sentían y toca-ban. Escalones, cantidad de pasos para i r al baño, bancos, patios ohabitaciones cubiertas, sonidos de puertas o rejas, sensaciones deintemperie o de asxia. Estos detalles, que muchas veces en la vidacorriente pueden pasar inadvertidos, se convirtieron en mojones dememoria de la experiencia concentracionaria.

Entre los relatos y las imágenes fotográcas se conforma una

especie de calidoscopio sobre las situaciones de represión dentro delos centros clandestinos de detención. Las vendas adquieren dimen-sión visual, los golpes dejan de ser una abstracción y la sensación deintemperie se puede gracar claramente. De esta manera, cuandoun acervo fotográco “muestra” lo que i nnumerables testimoniosrelatan, el deber de mostrarlas se impone. Si bien en el momento depensar la muestra “I nstantes de Verdad” había una decisión sobreel uso de dichas imágenes, en el momento de “hacerlas públicas”surgió una serie de conictos. Voy a señalar aquí solo dos. El pri-mero estaba relacionado con el uso público de la imagen de un des-

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aparecido o sobreviviente sin su consentimiento o el de la familia.El segundo di lema se relacionaba con nuestros propios límites enrelación a “no querer reproducir el horror”. Estos dos conictosentraban en contradicción con la necesidad y la decisión de queesas imágenes se tornasen públicas.

En las discusiones sobre la representación del horror intentamosdar vuelta la pregunta e interrogarnos sobre qué era lo que revela-

ban. De allí nació la noción de pensarlas como “instantes de verdad”,fragmentos del paso de miles de hombres y mujeres por el centroclandestino de detención. Es interesante que a pesar de que lo queellas “describen” ya fue relatado en diversas oportunidades por lostestigos y sobrevivientes, enfrentarnos a la imagen cruda de alguienfotograado luego de una sesión de golpes puede tornarnos incapa-ces de analizarlas. Poder salir del espanto es realizar un esfuerzo decomprensión de la experiencia concentracionaria sin caer en el riesgode banalizarla. ¿Qué re-velan? ¿Cómo debemos contemplarlas, asu-mirlas, describirlas? ¿Para qué? ¿Para quiénes? ¿Cómo deben serdifundidas, analizadas, usadas? Una de las cuestiones centrales dereexión en torno a estas imágenes dice menos sobre el uso y su cir-culación durante la dictadura, y más sobre las propias condiciones deexistencia en la actualidad. De esta manera, el riesgo que corremos,como dice Didi-Huberman (2004), es pretender de ellas “toda la ver-dad”. No dejan de ser restos, fragmentos arrancados de una fracciónde segundos de la v ida de esas personas. Por otro lado, lo que vemos,aunque impactante y extremo, es todavía demasiado poco en compa-ración con lo que sabemos. Así, el gran desafío fue no relegarlas ennombre del horror sino poder colocarlas en contexto y reconocerlascomo parte de la producción de la noción de un “otro” a partir de lamirada de los agentes de las fuerzas de seguridad en su accionar clan-destino y extremo. Esas imágenes muestran. Y el desafío fue incluir-las, a pesar de la dicultad que nos provoca la reexión sobre el mal.

Aquí también se produce una doble tensión en relación a la auto-rización o no de las personas registradas para difundir sus imáge-nes. En el APM cuando se “devuelven/restituyen” estas imágenes,se solicita la posibilidad de liberar su uso para nes pedagógicos ehistóricos. La gran mayoría pide “un tiempo para pensar”; otrosrechazan esta idea porque no quieren reproducir una imagen sobresí mismos en la que no se reconocen, o argumentan cuestionesfamiliares, muchas veces relativa a la protección de sus hijos. Así,es interesante observar cómo las mismas personas que han relatado,testimoniado y escrito sobre su tortura y sus vivencias en los CCD,a la hora de difundir su imagen, preeren no hacerlo. Otros, encambio, liberan su uso con la esperanza de que se transforme en

una “enseñanza” de lo que allí pasó; se despojan de la preocupaciónindividual para conformar una memoria más colectiva y ejemplar.

A modo de conclusión

Este recorrido por algunos conictos desatados en relación a lainestable situación de representar el pasado en un sitio de memoria y

gestionar los conictos que se pueden generar en el espacio públicointentó poner en debate las dicultades que aparecen cuando sepercibe el uso del pasado en el presente, con tonalidades y relieves,temporalidades diversas y miradas no siempre concordantes. Entreotras cuestiones, y de manera general, considero que estas escenasnos colocan frente a formas de administración del pasado, perotambién al modo en que ese pasado es registrado y validado en laarena pública. Por otro lado, evocan las asimetrías en los lugares deenunciación y en la manera de establecer diálogos con los saberes ylos capitales culturales que cada individuo que interpela lo públicocarga y puede utilizar para validar su demanda. Finalmente,ponen en tensión y muestran los r iesgos a los que una instituciónse expone cuando decide ampliar la noción de memoria, salirse dela mera enunciación literal sobre lo que allí pasó, proponer nuevossentidos de indagación, dialogar con los hombres y mujeres quevivieron el campo de concentración e incluir otros relatos menoslegitimados y establecidos en la memoria dominante. Esa apertura,si bien expone a riesgos constantes, ayuda a pensar. Abrir es poneren riesgo lo establecido, lo legitimado, lo cristalizado y asumir losconictos y debates que esto genera. Estas experiencias relatadasno dejan de ser micro-acciones, muchas veces imperceptibles, perobuenas para pensar lo simple que es armar que la memoria debeser pensada en plural, que el patrimonio es de todos y que estosespacios construyen miradas abiertas y democráticas, y lo complejo que es poner estas consignas en acción, reexivamente, es decirabiertas a la crítica, la duda, la exploración y todo aquello que man-tenga un estado de debate permanente sobre lo público, lo social, locultural, lo político.

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