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Factótum 9, 2012, pp. 43-122 ISSN 1989-9092 http://www.revistafactotum.com Lo a priori trascendental en Kant (una investigación lógico-conceptual) David Coble Sarro Doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid (España) E-mail: [email protected] Resumen: Lo a priori es lo independiente de la experiencia, y se caracteriza por su necesidad y universalidad (frente a las generalizaciones empíricas). Lo a priori trascendental, objeto de este artículo, es el sistema de reglas que efectúan la unidad de las representaciones empíricas (intuiciones, conceptos y juicios) en el tiempo. Tales reglas son condiciones subjetivas de toda determinación, ya sea empírica, a priori trascendental o a priori no trascendental. Palabras clave: Kant, a priori, a priori trascendental. Abstract: The a priori is what is independent of experience, and it is characterized by its necessity and universality (as opposed to empirical generalization). The transcendental a priori, subject matter of this paper, is the system of rules that carry out the unity of empirical representations (intuitions, concepts and judgments) within the time flow. Such rules are subjetive conditions of any determination, be it empirical, transcendental a priori or non-transcendental a priori. Keywords: Kant, a priori, trascendental a priori. 1. Introducción El presente trabajo es una investigación de naturaleza lógico-conceptual sobre la filosofía de Kant, en sus conceptos y principios fundamentales; y en ella se trata, como primer objetivo, de clarificar al máximo posible y de establecer con rigor el concepto de lo a priori trascendental, y en segundo lugar, se trataría de establecer desde el concepto así dado la posición y el papel que este juega en toda la construcción conceptual que nos ofrece Kant, especialmente en la teoría del conocimiento y de la realidad, o sea, en lo que el llama la doctrina del Idealismo trascendental. Se trataría, por tanto, de ver cuál es la implementación o aplicación de este concepto y del principio fundamental que le es inherente, a saber, la existencia de reglas que están en el sujeto, que son anteriores e independientes de toda experiencia y que vienen a constituir esta experiencia. Así trataremos de ver, y de reconstruir, lo que Kant denomina “ensayo de considerar las reglas en mí” como legislación previa y constitutiva de toda experiencia humana; que es el ensayo de una Filosofía trascendental donde lo a priori trascendental, como conjunto de elementos o principios a priori, permitiría tanto explicar la existencia de conocimientos sintéticos a prior en las ciencias, que están nos muestran y cuya existencia es incuestionable, es decir, la existencia de juicios sintéticos a priori en las partes puras de las ciencias, y especialmente en la Física pura y en la Matemática pura (no aplicada), 1 como también permitiría salir a la metafísica del campo de batalla y disputas interminables en el que se halla inmerso, para tener por fin un camino seguro en el conocimiento racional sintético a priori por meros conceptos, o sea, en la satisfacción de la antigua pretensión de un conocimiento de principios fundamentales y originarios de la realidad, precisamente con 1 Puras en el sentido de racionales y a priori, independientes de y anteriores a la experiencia; precisamente como principios de tales ciencias, aplicaciones inmediatas de los principios trascendentales; así Kant nos dice en la Crítica de la Razón Pura -en adelante CRP- que la ciencias naturales (como la Física y la Biología contienen algunos principios a priori). CC: Creative Commons License, 2012

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Factótum 9, 2012, pp. 43-122ISSN 1989-9092http://www.revistafactotum.com

Lo a priori trascendental en Kant (una investigación lógico-conceptual)

David Coble Sarro

Doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid (España)E-mail: [email protected]

Resumen: Lo a priori es lo independiente de la experiencia, y se caracteriza por su necesidad y universalidad (frente a las generalizaciones empíricas). Lo a priori trascendental, objeto de este artículo, es el sistema de reglas que efectúan la unidad de las representaciones empíricas (intuiciones, conceptos y juicios) en el tiempo. Tales reglas son condiciones subjetivas de toda determinación, ya sea empírica, a priori trascendental o a priori no trascendental.Palabras clave: Kant, a priori, a priori trascendental.

Abstract: The a priori is what is independent of experience, and it is characterized by its necessity and universality (as opposed to empirical generalization). The transcendental a priori, subject matter of this paper, is the system of rules that carry out the unity of empirical representations (intuitions, concepts and judgments) within the time flow. Such rules are subjetive conditions of any determination, be it empirical, transcendental a priori or non-transcendental a priori.Keywords: Kant, a priori, trascendental a priori.

1. Introducción

El presente trabajo es una investigación de naturaleza lógico-conceptual sobre la filosofía de Kant, en sus conceptos y principios fundamentales; y en ella se trata, como primer objetivo, de clarificar al máximo posible y de establecer con rigor el concepto de lo a priori trascendental, y en segundo lugar, se trataría de establecer desde el concepto así dado la posición y el papel que este juega en toda la construcción conceptual que nos ofrece Kant, especialmente en la teoría del conocimiento y de la realidad, o sea, en lo que el llama la doctrina del Idealismo trascendental. Se trataría, por tanto, de ver cuál es la implementación o aplicación de este concepto y del principio fundamental que le es inherente, a saber, la existencia de reglas que están en el sujeto, que son anteriores e independientes de toda experiencia y que vienen a constituir esta experiencia.

Así trataremos de ver, y de reconstruir, lo que Kant denomina “ensayo de considerar las reglas en mí” como legislación previa y

constitutiva de toda experiencia humana; que es el ensayo de una Filosofía trascendental donde lo a priori trascendental, como conjunto de elementos o principios a priori, permitiría tanto explicar la existencia de conocimientos sintéticos a prior en las ciencias, que están nos muestran y cuya existencia es incuestionable, es decir, la existencia de juicios sintéticos a priori en las partes puras de las ciencias, y especialmente en la Física pura y en la Matemática pura (no aplicada),1 como también permitiría salir a la metafísica del campo de batalla y disputas interminables en el que se halla inmerso, para tener por fin un camino seguro en el conocimiento racional sintético a priori por meros conceptos, o sea, en la satisfacción de la antigua pretensión de un conocimiento de principios fundamentales y originarios de la realidad, precisamente con

1 Puras en el sentido de racionales y a priori, independientes de y anteriores a la experiencia; precisamente como principios de tales ciencias, aplicaciones inmediatas de los principios trascendentales; así Kant nos dice en la Crítica de la Razón Pura -en adelante CRP- que la ciencias naturales (como la Física y la Biología contienen algunos principios a priori).

CC: Creative Commons License, 2012

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principios a priori, anteriores e independientes de la experiencia en cuanto principios de esta, lo que constituye su estructura y esencia misma; así se vería realizada la Metafísica como Ciencia Reina, o ciencia de los primeros principios, la Ciencia del ser en tanto que ser de Aristóteles. Por tanto, veremos como Kant resuelve estos dos problemas, y cómo estos son la motivación básica que le conduce a plantear la hipótesis copernicana o el ensayo de considerar las reglas en mí, como legislación interna de la naturaleza humana (legislación trascendental).

Parte de este ensayo, el de considerar que el objeto se ha de amoldar al sujeto legislador y no al revés, es el el concepto de representación, pues con él y en él se materializa la hipótesis trascendental de un sujeto legislador que impone sus reglas, en tato la representación es la experiencia que el sujeto humano tiene de la realidad entorno y de sí mismo, como algo mediado por su propia naturaleza y legislación, y en tanto que el sujeto nunca puede tener noticia de las cosas externas (e internas) que no sea el modo en que estas le afectan, pues en el hombre la receptividad de cosas es afectividad o capacidad de ser afectado y ello desde la propiedad formal de ser afectado del ser humano, o sea, desde las formas a priori de la sensibilidad (formas o modos formales de ser afectados o formas de la afectabilidad). Como veremos, este es el punto clave en el que se apoya el ensayo de una legislación y filosofía trascendental, pues la hipótesis de una legislación trascendental, o de la adaptación del objeto al sujeto, se apoya y depende de la limitación fundamental del sujeto para tener noticias de las cosas y de sí mismo, de otro modo que el de ser afectado de alguna manera por estas y por sí mismo; es decir, el de entrar en interacción con estas; así toda noticia de una cosa u objeto, todo conocimiento o aprehensión del mismo -podríamos decir-, será una representación del mismo, y esta es el modo en que nos afecta,2 pues las cosas sólo se nos hacen presentes en tanto nos afectan de algún modo.3

En consecuencia, aplicando el principio de tal ensayo, se plantea y da respuesta a otros problemas teóricos, como el de

2 O sea, el modo en que nos afecta (afección) según el modo o propiedad formal de ser afectados. En el sujeto humano la única manera en que se nos dan objetos es la intuición, y en este la intuición es sensible.

3 Esta misma idea de un conocimiento objetivo como interacción con el objeto está presente en distintos autores, de manera muy clara en Spinoza, Leibniz, Nietzsche y Marx.

explicar la naturaleza y límite del conocimiento humano, la existencia y posibilidad de un concepto general de conocimiento que sería el núcleo de una doctrina del conocimiento,4 así como sus clases y fuentes, y cómo estás fuentes radican en facultades o poderes de la naturaleza humana y son las que definen la naturaleza y límites de cada clase de conocimiento; asimismo y en base a su radicación en facultades bien diferenciadas en su naturaleza y funciones, cómo estos están entretejidos y subordinados en sus tareas propias, y cómo el uso propio y límite de cada una impone un tipo de conocimiento y un tipo de límite. O sea, veremos cómo o si, en definitiva, da un concepto general de conocimiento, y si desde este ofrece los conceptos de distintas clases de conocimiento, y sus relaciones. Mas concretamente, intentaremos establecer si Kant ofrece un concepto de conocimiento como conocimiento de juicios analíticos y de juicios sintéticos, o sea, que incluye tanto el conocimiento analítico como el conocimiento sintético; o bien un concepto de conocimiento restringido a los juicios sintéticos, donde el conocimiento quedaría definido desde el concepto de síntesis o enlace de representaciones. Y aún más, habrá de establecerse si el conocimiento sintético abarca lo a priori, y si todo lo a priori o si solo lo a priori puro, y si todo este o solo lo a priori trascendental. En su momento, veremos que Kant sostiene la existencia de un conocimiento trascendental, cuya síntesis constituye lo que llama sistema de conocimientos a priori (no meramente trascendental) o Sistema de la Razón Pura; y, asimismo, sostiene la existencia de un conocimiento de lo a priori puro no trascendental, ejemplificado por los juicios sintéticos a priori de la Geometría y la Aritmética.5

El conocimiento quedará limitado a lo sintético, como una determinación o pensamiento de un objeto, de acuerdo con

4 Toda la doctrina trascendental de Kant viene a parar a esta cuestión de qué es el conocimiento en el sujeto humano, y junto a esta, a la cuestión de que es la realidad objetiva para este tipo de sujeto, qué son los objetos y las relaciones objetivas: en definitiva, una teoria de la representación humana..

5 Como veremos, Kant sostendrá que del conocimiento a priori puro ( su existencia) es mostrado por las matemáticas; donde tenemos un ejemplo brillante del avance en el conocimiento de juicios a priori sintéticos y puros (sin conceptos empíricos); pero también tenemos el conocimiento de lo a priori sintético puro trascendental, principios a priori que pueden ser demostrados trascendentalmente, en cuanto condiciones necesarias de la existencia de representaciones y de la experiencia como enlace de estas según tales principios (los principios a priori de la sensibilidad y del entendimiento, y los principios regulativos de la razón -ideas e ideales trascendentales-).

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una regla conceptual o concepto, que tiene validez objetiva; por tanto a todo pensamiento de algo con el que se añade algo nuevo a un objeto o concepto, de modo que con los juicios analíticos no tendríamos conocimiento, por cuanto en estos nada se añade a lo pensado en el concepto, sino tan solo se realiza una explicitación de lo que ya está pensado. Así el conocimiento será definido sobre el concepto de extensión en la determinación o pensamiento de algo, requiere pensar algo nuevo. Concretamente veremos el concepto de conocimiento empírico como contrapuesto a todo conocimiento a priori, definido por Kant como el conocimiento de lo que nos es dado por la intuición sensible empírica,6 así como las distintas clases de lo a priori y los respectivos conceptos de conocimiento, a saber, lo a priori no puro y los juicios sintéticos a priori no puros, lo a priori puro, y dentro de este lo a priori puro trascendental y lo a priori puro no trascendental. El conocimiento empírico como determinación de objetos dados por la intuición sensible empírica, será un conocimiento de las representaciones intuitivas de tales objetos, y las generalidades empíricas son diferenciadas netamente de las generalidades a priori, como juicios totalmente heterogéneos respecto a su fuente y naturaleza; pues las generalidades empíricas serán generalidades hipotéticas obtenidas por inducción desde la repetición de casos semejantes; Kant las llama generalidades arbitrarias7 y las distingue con rigor de las generalidades universales y necesarias o juicios universales a priori: en suma, las primeras proceden de la experiencia, mientras que las segundas son independientes y constitutivas de las experiencia; sobre esto, resulta ocioso insistir en el craso error de entendimiento de la filosofía trascendental, el de confundir los dos tipos de juicios y representaciones, al decir que los enunciados generales de la ciencia (todos ellos) son juicios sintéticos a priori.8

6 En el hombre toda intuición es sensible (intuición sensible), pero no toda es empírica, pues, como vermos, las hay puras no trascendentales (en las matemáticas), y puras trascendentales (espacio y tiempo).

7 En su lugar expondremos en qué sentido Kant las califica de generalidades hipotéticas y arbitrarias, y las razones últimas de que no puedan ser universales y necesarias.

8 Este es un tipo de error que revela a las claras la falta de entendimiento de Kant, y que me he encontrado en algunos estudiantes de oposiciones, y lo que es más grave, en algunos profesores; pues estos más que cualquier otros tienen la obligación insoslayable de conocer los fundamentos y principios de las teorías, e impedir que circulen tales errores, desde su

posición de profesionales y maestros de filosofía.

Es esencial en el entendimiento de la filosofía trascendental, percibir que el conocimiento queda definido de un modo genérico como una representación intelectual (conceptual) o mediada, sobre una representación intuitiva o inmediata; ya que será el pensamiento de la determinación conceptual de una representación intuitiva en cuanto es objetivo o verdadero (o el pensamiento de una representación conceptual -pensamiento de pensamiento- que pueda reducirse a reprentación intuitiva. El conocimiento se constituye en el plano de las determinaciones conceptuales,9 como una determinación (pensamiento) de un objeto cualquiera (dado por algún tipo de intuición). Así, en el conocimiento empírico se determinan intuiciones empíricas (dadas por objetos empíricos, ya externos ya internos), mientras que en las matemáticas se determinan intuiciones puras (círculo, triángulo), objetos dados al parecer, a falta de más explicaciones, por una intuición pura espontánea; y en el conocimiento trascendental lo que tenemos es la expriencia empírica como un todo junto a las intuiciones puras matemáticas, como una totalidad intuitiva determinada por los principios a priori formales, que son pensados precisamente como condiciones formales de toda intuición posible (propiedades genéricas).

La Razón Pura quedará definida como la facultad de los principios a priori, y la Metafísica se convertirá en Ciencia de la Razón Pura, en ciencia de los elementos a priori y de la Razón Pura como su fuente; donde se tratará de establecer los elementos a priori en sus clases y fuentes, su naturaleza; así como el carácter propio respecto a lo que depende y se extrae desde la experiencia intuitiva no pura (sensible pero empírica), lo no a priori, lo a posteriori.10 Una parte primera, fundamental

9 O sea, en el plano de los juicios, pues juicio no es sino el pensamiento de algo (una representación cualquiera, intuitiva o conceptual) como subsumido bajo un concepto (es esta subsunción o determinación).

10 O sea, lo que se extrae de la experiencia intuitiva por la que se nos dan objetos (su modo de afectarnos) y que no sería la experiencia sin más, pues esta comprendería, en atención a la cohencia de conceptos y términos, la intuición pura en las matemáticas. Lo a posteriori es un elemento contrapuesto y heterogéneo respecto de lo a priori. Sorprendentemente algunos profesores afirman que Kant dice que las leyes de las Ciencias Naturales son todas ellas juicios sintéticos a priori, cuando sólo lo son los principios de tales ciencias, que constituyen la parte pura de las mismas como aplicación de los principios trascendentales a ese campo de la experiencia. Kant dice expresamente que las generalidades empíricas de las ciencias naturales son hipotéticas y arbitrarias (sobre todo desde el mismo concepto de lo a priori como lo independiente de y anterior a la experiencia, o sea, la definición). Como veremos, este planteamiento es mantenido al desplegar una doctrina de la Razón Pura como condición de

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y necesaria de esta Ciencia será la Crítica de la Razón Pura, como propedéutica (preparación) para realizar el proyecto de un conocimiento de todo lo a priori, es decir referente a lo a priori, que incluirá tanto los distintos elementos o principios a priori, como su naturaleza, sus fuentes y sus relaciones funcionales; así como su función en el conocimiento empírico y matemático; por lo que la Crítica será un estudio de las posibilidades de aplicación de lo a priori, y desde ello un estudio de la naturaleza del conocimiento en general, de su posibilidad, y de sus límites, pero también de sus clases y relaciones; y por tanto un estudio de la Facultad de la Razón Pura, como facultad cognoscitiva superior, de su naturaleza y desde esta de su función y límite propio.11

La crítica de la Razón Pura dará un esbozo de la Ciencia de la Razón Pura, o filosofía trascendental, y por ende del Sistema de la Razón Pura, totalidad integrada de todos los conocimientos a priori; indicando la naturaleza, tipos y funciones de lo a priori, y de modo esencial la naturaleza, función y límite de lo a priori trascendental: los principios a priori de la intuición (sensibilidad), del entendimiento y de la Razón (lo que constituye la intuición pura, el entendimiento puro y la Razón pura). La totalidad de los principios a priori de la sensibilidad y del entendimiento constituirán el Órganon de la Razón Pura, la parte nuclear del Sistema, y que será, a su vez, la parte fundamental de la filosofía trascendental. Esta es entendida como un estudio de las condiciones y posibilidad de la experiencia, del darse los objetos y de sus determinaciones; o sea, las condiciones de su representación intuitiva y de su conocimiento progresivo. Así el Órganon viene dado por la Estética y la Analítica trascendental; mientras que la Dialéctica trascendental (la segunda parte de la Lógica trascendental) y la Doctrina trascendental de Método, sumadas al Órganon constituirían la Crítica de la Razón Pura; y esta parte crítica de la Ciencia de la Razón Pura, o Ciencia Critica, viene a coincidir con la Filosofía trascendental; pues, como ya hemos apuntado, es un estudio fundamental y esbozo del conocimiento a priori, y de todo conocimiento y experiencia, ya que en el

unidad y progreso en el conocimiento, o sea, en el avance del entendimiento. Aquí tenemos un craso error en la apreciación de conceptos fundamentales -definiciones, y en su aplicación; con lo que falta todo entendimiento del autor.

11 Es decir, la tarea propia de la Razón Pura, que como se expondrá en la Dialéctica trascendental consistirá en el uso propio, regulativo e inmanente de los principios a priori de Razón Pura (el principio supremo de la unidad sistemática y sus concreciones o especificaciones en ideas trascendentales).

estudio de lo a priori trascendental, se dan las condiciones y límites de toda experiencia posible y conocimiento posible en el sujeto humano.12 Así la Critica de la Razón Pura realizará el ensayo trascendental, el ensayo de ver las reglas en mí, como legislación anterior y constitutiva de toda experiencia y conocimiento.

Así el conocimiento (en sentido general) será un conocimiento de fenómenos o representaciones intuitivas cualesquiera, como determinación de estas (conforme a reglas conceptuales o conceptos, representaciones intelectuales); y no habrá conocimiento empírico en cuanto conocimiento de generalidades empíricas -determinaciones de conceptos- por cuanto extraídas de las experiencia, y sólo de enunciados singulares; y asimismo un conocimiento de lo trascendental, en cuanto determinación del objeto constituido por la totalidad de representaciones intuitivas empíricas (ya externas ya internas) y puras; de la que se tiene un conocimiento de su condiciones de posibilidad, que es el llamado conocimiento trascendental, con el que se piensa y determina la experiencia en general, en sentido general, que no es más que el darse objetos por intuición,13 y cabe pensarse como una determinación del sujeto en cuanto actividad de representación. Este es un tipo especial de conocimiento en cuanto a la función filosófica que cumple, y en cuanto al modo de obtenerlo: por vía trascendental, deducido en cuanto es algo exigido como condición sine quanom, o sea, sin la que no podría darse el sujeto empírico y fenoménico (deducción trascendental). Asimismo el conocimiento de lo a priori puro no trascendental, ejemplificado por y reducible a los juicios matemáticos -pues sólo en las matemáticas se dan juicios sintéticos a priori puros no trascendentales- también tiene su objeto, en este caso las intuiciones puras formales derivadas o construidas sobre la intuición pura fundamental, la del espacio y el tiempo como condiciones formales de intuición o receptividad (afectabilidad). Los conceptos matemáticos construidos y exhibidos de este modo original y completo, serán las formas sensibles de carácter general u objetos sensibles generales, y también esquemas o entidades híbridas a la vez sensibles y

12 De todo darse objetos y de toda determinación de los mismos (que será una determinación de sus representaciones o apariencia fenoménica), en el ser humano, que es el referente de toda la investigación sobre el conocimiento.

13 Por tanto, experiencia en Kant es ante todo o primariamente un darse objetos por intuición (facultad de darse objetos cualesquiera); el ordenamiento conforme a conceptos es algo necesario pero secundario respecto a la intuición.

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racionales o formales; o sea, objetos dados en una intuición (en este caso pura) que son pensados y determinados por conceptos en los juicios matemáticos.

En la doctrina trascendental del método Kant propone una doctrina negativa como legislación preventiva de errores e ilusiones trascendentales, como consecuencia de subrepciones y anfibiosis o confusión y mezcla de facultades y representaciones; precisamente como un medio de evitar tales confusiones y usos ilícitos, marcando el lugar trascendental de cada representación en su fuente o facultad inherente (tópica trascendental); y ello señalando la naturaleza y tarea propia de cada facultad, y con ello su límite y uso propio y legítimo: uso conforme a la naturaleza de la facultad o lugar trascendental. Y así, resumirá o recogerá los resultados complementarios de la Estética trascendental, la Analítica trascendental, y de la Dialéctica trascendental; de esta última, esencialmente la Reflexión y la Anfibología trascendental, pues en estas doctrinas se establecen los fundamentos del Método trascendental como doctrina negativa y preventiva: los conceptos de búsqueda de fundamentos de objetividad (reflexión trascendental),14 y los conceptos de tópica (o lugar) trascendental y de anfibología.15

Para acabar, tan solo añadir que en el presente artículo también se quiere poner de relieve, con especial énfasis, la continuidad de problemáticas y conceptos de las doctrinas de Kant respecto a las de Hume; especialmente respecto al concepto de Metafísica como Ciencia de la naturaleza humana, y al entendimiento humano como parte estable de la imaginación, con sus principio asociativos a priori, principios que el sujeto impone con motivo de la experiencia regular, y que no son extraídos según testimonio explícito de Hume de la experiencia, porque estas incitan al entendiendo (o sea, a la imaginación y por tanto a la naturaleza) a la aplicación de los mismos, la naturaleza humana es el elemento explicativo o principio irrebasable desde el que se explican las asociaciones y creencias humanas; esta es el principio de todo el movimiento ilustrado del s. XVIII. Es por ello sorprendente que nos encontremos

14 Este sobre el concepto previo de reflexión, y por tanto como una clase de esta.

15 Todas las ilusiones dialécticas en los distintos argumentos dialécticos (sofisticas) se fundan en una subrepción, poner una representación en el lugar de otra, y esta en una anfibiosis (Kant dice 'anfibología') o mezcla y confusión de conceptos (representaciones); que precisamente la reflexión trascendental puede descubrir y deshacer.

en la Critica de la Razón Pura con la afirmación de que Hume no distingue dos tipos de juicios bien diferentes, los juicios a priori y los juicios de experiencia, y de que pretende extraer la ley de causalidad desde la experiencia, reduciendo una ley objetiva como regla a priori a un mero principio de asociación subjetiva sin validez objetiva posible; ya que el mismo Hume nos explica con claridad que su posición es la de considerar la asociación causa-efecto como una asociación natural del entendimiento, principio del entendimiento fundado en la imaginación como parte de la naturaleza humana, que ante la sucesión regular de dos impresiones, se ve suscitado o estimulado a un sentimiento de conexión, y desde este a una idea de conexión que brinda la imaginación ante aquel sentimiento; nos dice machaconamente que la idea de conexión no puede proceder de la experiencia que tan solo nos muestra la conjunción o sucesión de tales impresiones: aquí la laguna y error de apreciación de Kant es grave y sorprendente; y así Hume dirime con claridad lo que nos ofrece la experiencia de lo que procede de nosotros: lo a priori innato o dinamismo asociativo como conjunto de principios de la naturaleza humana, expresiones de esta misma en el campo del conocimiento. La creencia natural es precisamente la adhesión que nace de la naturaleza humana, y en última instancia de la naturaleza como principio regulativo de toda vida y acontecimiento.16 Esta hace valer sus derechos, su punto de vista práctico y supremo, haciéndonos creer para poder ser conducidos a buen puerto en nuestra orientación en el mundo, pues “la naturaleza no le ha dejado a este respecto opción alguna, pensando sin duda que se trataba de un asunto demasiado importante para confiarlo a nuestros inseguros razonamientos y especulaciones” (Hume, TNH, 187, cf. 183). A esto podemos añadir que la solución que Kant da al problema de la inducción y de los juicios generales, no es muy diferente de la de Hume, por cuanto en ambos se niega la posibilidad de certeza en estos enunciados, pero se los admite como juicios probables e hipótesis; y habría una diferencia fundamental en el hecho de que Kant da una solución trascendental donde el entendimiento está abocado a una búsqueda incesante de generalidades más universales, como condiciones de otra dada; mientras que por el contrario en Hume, pese a todo su escepticismo en lo que respecta al conocimiento humano, afirma la existencia

16 En el movimiento ilustrado la naturaleza juega el mismo papel que el Deus ex machina en el movimiento racionalista.

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de un orden legal o uniformidad legal cuando nos habla del curso regular de la naturaleza.17

2. El legado de Hume

Ahora vamos a exponer con algún detalle lo que entendemos por herencia de Hume de problemáticas y conceptos, así como de soluciones; en cuanto se pueda justificar objetivamente sobre los textos y desde la fijación rigurosa de conceptos, la existencia de semejanzas y continuidad entre los elementos de tales autores.

Sin menoscabo de la originalidad del planteamiento kantiano, que es enorme pero nunca puede ser total, podemos admitir una dependencia y continuidad fundamental respecto de Hume en el concepto de naturaleza humana legisladora o subjetividad legisladora anterior a toda experiencia fenoménica y constitutiva de la misma, y por ello susceptible de calificarse de a priori en el sentido preciso que le da Kant; y ello porque en Hume encontramos un concepto de entendimiento como parte estable de la imaginación, y, por tanto, como parte de la naturaleza humana; así el entendimiento suministra los principios de asociación que en su conjunto e integración constituyen lo que se da en llamar dinamismo asociativo. Estos principios de asociación natural son fuerzas o capacidades subjetivas de asociación fundadas en la naturaleza humana, como parte y proyección de esta, como su manifestación; y son diferenciables de los principios y asociaciones filosóficas, que están al arbitrio del hombre en cuanto tiene libertad y posibilidad de hacer comparaciones. De modo que es claro y está fuera de toda disputa que las asociaciones naturales, los principios de asociación natural, son principios anteriores a toda experiencia fenoménica en el sentido de Leibniz, no los podemos reconocer antes de la experiencia, pero sí con motivo de esta; pues la experiencia de tener impresiones -dice Hume- da la oportunidad a la naturaleza humana, a la imaginación estable o entendimiento, a proyectar e imponer sus principios, y consiguientemente a organizar la experiencia, tejiendo la red de relaciones fenoménicas, o sea, las relaciones entre impresiones. En esta imposición y

17 Deformado y mal entendido en aspectos fundamentales de gran importancia, como es el confundir su escepticismo gnoseológico, con su convicción en la existencia de un orden natural, curso natural, en la naturaleza; a pesar de que sólo podamos aproximarnos a él con hipótesis de principios obtenidos inductivamente y por analogía (inducción analógica).

proyección de los principios del entendimiento humano, la naturaleza impone -como ya hemos indicado- su derecho y prerrogativa;18 las asociaciones naturales de semejanza, contigüidad espacio-temporal, y de causalidad (causa-efecto), concretan o encarnan el derecho supremo de la naturaleza, son su proyección misma, y son por ello calificadas como objetos de creencia natural; y en este concepto contrapuesto expeditiva y contundentemente al concepto de creencia racional, se expresa el derecho y función de la naturaleza, frente al derecho y función de la razón (como facultad argumentativa deductiva).

El análisis filosófico y racional de Hume pone de manifiesto la insuficiencia y límite infranqueable de la Razón en cuanto facultad de deducción o razonamiento deductivo; Hume insiste en que esta facultad es impotente en la extracción de juicios generales (sintéticos y no formales), y en que en todo paso de unos casos dados a una totalidad de casos no dados, y en general el paso de lo dado a lo no dado (en la experiencia),19 no es un paso deductivo o basado en una argumentación deductiva, y precisamente en este sentido no es un paso racional.20 Aquí lo que hay es otra forma diferente de argumentación y tránsito, a saber, un paso inductivo o inducción; en la que desde la experiencia de una serie de casos dada, se pasa a una serie de casos no dada, en función de los principios de asociación natural. En el caso de la causalidad, la experiencia repetida de conjunción (o sucesión espacio temporal) de impresiones, nunca ofrece una asociación causa-efecto, o conexión entre las impresiones, pues el concepto de causalidad no es más que el de conexión, y este a su vez el de unión o unidad necesaria. Pero Hume nos explica con insistencia que de la experiencia nunca podemos extraer la idea de conexión (causalidad o poder), pues esta lo único que nos ofrece es la conjunción de

18 Como también hemos señalado, este es el interés práctico y supremo de la vida, de la orientación en el mundo, la supervivencia y la vida placentera.

19 Este es el principio empirista que ofrece Hume, la experiencia como origen y como fundamento del conocimiento, no sólo como punto de arranque sino como árbitro y juez en el conocimiento humano. Desde el punto de vista racional-deductivo, sólo esta justificado lo que se puede inferir desde la experiencia o desde lo fundado en último término en la experiencia.

20 Es importante destacar el sentido preciso en que Hume afirma que el tránsito no es racional, o sea, no deductivo; pero en otro sentido es racional, tomando este término en una acepción más amplia como expresión de integración y dependencia de elementos; o sea, como vinculación en un orden natural independiente del que tenemos un atisbo.

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las impresiones, que una cosa sigue regularmente a otra, que en el pasado o en la serie del tiempo dada una cosa siempre ha seguido a otra; en suma, una serie de casos de conjunción (sucesión espacio-temporal) pero nunca una unidad necesaria o conexión, por tanto esta idea debe proceder de otra fuente distinta, y de la naturaleza humana misma, del interior mismo del hombre, pues no hay mas fuentes posibles. Como ya hemos indicado, la idea de causalidad, la idea de conexión, procede del entendimiento y constituye uno de los principios de asociación natural.

La idea de conexión, de unidad necesaria, surge a propósito de la experiencia, con motivo de esta, cuando la repetición de casos de conjunción, despierta un sentimiento o impresión de conexión, suscitado por la imaginación (la propia naturaleza humana), y desde este surge la idea correspondiente de conexión.21 Es, por tanto, totalmente errónea y sorprendente, la afirmación kantiana de que Hume trata de derivar el principio de causalidad de la experiencia, reduciendolo a un principio de asociación subjetiva, y la afirmación de que, en definitiva, confunde dos tipos de juicios sintéticos muy distintos, heterogéneos, respecto de su fuente, naturaleza y fundamento, o sea, los juicios de empíricos con los juicios a priori; pues como acabamos de ver, Hume deriva el concepto de conexión de la naturaleza humana, como idea del entendimiento (parte estable de al imaginación o facultad de ideas), y nos habla expeditivamente del principio de causalidad como de un principio de asociación del entendimiento humano, como un derecho de la naturaleza.

Se puede apreciar, con toda claridad, la semejanza fundamental en los dos planteamientos de estos autores, en el concepto de entendimiento como fuente de conceptos (elementos) a priori; la categoría de causalidad en Kant, no es más que una articulación del concepto de conexión o asociación causa-efecto de Hume, concepto del entendimiento y con carácter formal, aunque Hume no lo caracterice así de modo explícito, pues el concepto de principio de asociación conlleva implícitamente el concepto de la forma de la asociación; que en el caso de la asociación de causalidad es la continuidad espacio-temporal de las impresiones. Aquí tenemos también el origen

21 Cfr. Hume (ICH, 74 y 75). La idea de conexión (causalidad) surge desde la repetición de casos semejantes, pero su fuente es la mente o pensamiento, pues las cosas se sienten conectadas en el pensamiento. En la experiencia no observamos ningún caso de conexión, solo que un acontecimiento sigue a otro.

y motivación del la idea kantiana de determinación espacio-temporal de los fenómenos (representaciones intuitivas), como concepto fundamental en la concepción del conocimiento; y de la concepción del principio trascendental original de la unidad de la apercepción; así como el componente fundamental en la concepción o definición de los principios a priori del entendimiento como determinaciones de este principio originario.

La misma concepción de las ideas trascendentales, denominadas también conceptos de razón, se apoya y es deudora en gran medida de la concepción y planteamiento de Hume respecto a las ideas de la imaginación; pues estas son percepciones a la que no les corresponde una impresión sensible; y en el caso de la idea de conexión, Hume nos dice que se deriva de la impresión o sentimiento de conexión suscitado por la repetición de casos semejantes, que no se deriva de los sentidos. Es un sentimiento originario de la naturaleza humana, como parte de su textura afectiva, pero no una impresión de los sentidos externos, como debería ser para poder decir que la idea de conexión se deriva de la experiencia del mundo externo; experiencia que es fenoménica pues Hume también nos dice que lo que no presentan los sentidos no puede tomarse como algo en sí mismo, sólo se toma por tal en la actividad del hombre común, ocupado y atrapado en la perspectiva de la vida y sus exigencias prácticas; pero en filosofía y desde el punto de vista de la razón esto es inadmisible; nunca estaría justificado deductivamente el paso desde lo que nos es inmediatamente presente, como contenido de conciencia, percepción, a algo distinto de este contenido inmediato. Ya Galileo, y todo el escepticismo desde la antigüedad griega, nos advierten de la imposibilidad de hacer esta deducción (paso), y esto corrobora lo que nos enseña la misma experiencia al mostrarnos que muchas de las llamadas cualidades de los objetos son realmente experiencias subjetivas, dependientes del sujeto y relativas a él.22

La diferencia respecto de Kant está no tanto en el planteamiento trascendental, que a su manera encontramos en Hume, como en la precisión al diferenciar tipos de representaciones en Kant; ya que este diferencia netamente las representaciones intuitivas (sensibles en el ser humano) de

22 Para Hume todas las cualidades, tanto las llamadas secundarias, como las llamadas primarias, son subjetivas, radican en el sujeto, y no tienen base objetiva para considerarse como algo en sí mismo, existente como tal a parte fuera del sujeto.

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las representaciones intelectuales o conceptuales, entre representaciones inmediatas de cosas en sí mismas (como el modo en que nos afectan) de representaciones mediatas o referidas a otras representaciones cualesquiera (inmediatas o mediatas).23 Pero en el caso de Hume, en claro contraste, no encontramos una distinción clara entre representaciones intuitivas u originales y representaciones conceptuales, pues las impresiones sólo se diferenciarían de las ideas en ser percepciones más vivaces, por su grado de vivacidad, y así esta dicotomía básica no se correspondería con la dicotomía intuición y concepto. Hume mismo niega la existencia de conceptos o universales, y solo admite la existencia de nombres generales, y esto es congruente con la doctrina de la diferencia en grados de vivacidad; aunque también habría de considerarse la fuente de ambos tipos de percepciones, pues nos dice que unas son originales y las otras derivadas de las primeras, y en la que encuentran su fundamento y justificación. Para Hume hemos de desembarazarnos de cualquier idea, y razonamiento y doctrina basado en ella, como superchería y sofisma, precisamente por cuanto no vaya acompañada de la impresión correspondiente. En esta exigencia de impresiones originales, radica el principio empirista que nos ofrece Hume; este es el criterio y juez de conocimiento que adopta Kant, siguiendo a Hume en ente punto fundamental. Como veremos Kant hace suya la exigencia de impresiones, cuando requiere la existencia de objetos (algo que nos afecte) para la existencia de conocimiento, y claramente al definir el conocimiento como determinación conceptual, o mediante reglas conceptuales, del objeto fenoménico (de la intuición sensible); y en definitiva, al exigir un objeto a toda forma de conocimiento, no solo al conocimiento empírico, sino también al conocimiento trascendental, y al conocimiento de lo a priori puro no trascendental. En Hume, como en Kant, también existe una afirmación explícita de que “la impresión es el único modo en que se nos da el objeto externo” (cfr. Hume, TNH, 144), esta es considerada como un dato irreductible, pero se admite la existencia de un objeto externo que incide en nosotros, y es la causa, o cuando menos

23 Las representaciones mediatas o conceptuales pueden serlo de representaciones intuitivas, con lo que tenemos una determinación de estas y los llamados juicios singulares (subsunción de un objeto o fenómeno bajo un concepto), o bien de otras representaciones conceptuales, con lo que tendríamos los llamados juicios generales (subsunción de un concepto bajo otro concepto).

cocausa, de la impresión sensible; de modo que en definitiva el mundo fenoménico de las impresiones apunta, como en Kant, a una esfera objetiva, de objetos, indeterminada y de la que solo tenemos noticia en el efecto o impresión que produce en nosotros, o sea, mediante algo subjetivo.

En Hume también puede reconocerse un planteamiento trascendental, o cuando menos los elementos fundamentales del mismo; en cuanto que los principios de asociación tienen el efecto de constituir una trama de impresiones, que de otro modo quedarían aisladas y sin referencia recíproca. Esta trama o asociación múltiple de impresiones e ideas, es lo que Hume llama constelaciones de percepciones, que en virtud de fuerzas de afinidad en la naturaleza humana, nunca aparecen aisladas; estas fuerzas son como las fuerzas de atracción de Newton, y en la concepción del mundo y del conocimiento científico de este Hume tiene precisamente su modelo: la inducción, y el resto de las reglas del filosofar, los principios de parsimonia y simplicidad de la naturaleza.

Así la fuerza de atracción es un principio y un límite de explicación, como tal principio,24 tanto en la naturaleza humana como en la naturaleza en general, pues aquella es parte de esta y la ejemplifica en sus principios generales o cósmicos. Hume no plantea su doctrina como un planteamiento trascendental de un modo explícito, no obstante los principios de asociación del entendimiento integran la experiencia para el sujeto, y le permiten una orientación exitosa en la vida, de modo que la naturaleza satisface su derecho supremo en forma de creencias naturales que son admitidas como probables y de modo hipotético. Pero al mismo tiempo sostiene la doctrina de la existencia de un curso natural o curso regular en la naturaleza, esto es, la doctrina de una regularidad de fondo independiente de carácter estructural que se puede reconocer a partir de la experiencia, y sostiene que esta es objeto de creencia natural y no racional, en el sentido preciso de que no puede ser deducida desde la experiencia, pero no en el sentido de una irracionalidad como falta de toda razón y arbitrariedad.

Y Hume, en efecto, afirma que esta creencia natural en asociaciones naturales está sostenida en una poderosa razón, y así en el sentido esencial del término no es

24 Un hecho inexplicable, del que no podemos dar razón alguna, sino solo constatar su existencia y dar las reglas en que tiene lugar, lo que constituiría una parte esencial de lo que Hume llama Geografía Humana.

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irracional; esta es la razón de la pertenencia de la naturaleza humana al orden natural (naturaleza) y a la exigencia racional de una armonía en este orden. Hume afirma que la causalidad (conexión) como el resto de asociaciones naturales no puede ser justificada como deducción o argumento deductivo racional; pero al mismo tiempo sostiene que esta es objeto de creencia natural, precisamente porque ha de existir un curso regular de la naturaleza, y la naturaleza no puede habernos constituido al margen de sí misma, introduciendo una desarmonía o disociación entre sus fines generales y la constitución y capacidad de la naturaleza humana; de modo que, en efecto, ha de existir una creencia natural para que la naturaleza (el orden natural o cósmico) satisfaga sus derechos y fines prácticos: en breve, la naturaleza humana como parte de la naturaleza ha de estar equipada de modo que pueda al menos atisbar el curso regular de la naturaleza, aunque solo de un modo hipotético y probable, sin poder salir de este círculo.25 Pero sin llegar a alcanzar la certeza y el conocimiento deductivo, podemos -según Hume- avanzar desde la experiencia hacia principios más generales, conel razonamiento analógico e inductivo o argumento experimental sobre cuestiones de hecho, estrechando el campo de las semejanzas, y ello hasta donde nos sea posible según nuestra capacidad.

En Hume como en Newton, y en toda la ciencia moderna, existe de fondo una creencia (natural en Hume) en un curso y orden natural, al que apuntan los principios inducidos, y que explicarían estos; y esto a pesar de que se plantee el llamado problema del círculo inductivo, pues desde un punto de vista deductivo ni los principios inducidos pueden conducir al orden regular general-cósmico, ni este conduce a aquellos; la inducción analógica de principios regulares presupone ya un orden regular general. No obstante según Hume, no solo se trataría de una creencia natural que satisface un interés práctico (natural), sino que hay una convicción racional sobre este orden natural: en suma, la regularidad que observamos como dada en la experiencia (regularidad observada) ha de apuntar a una regularidad o curso regular no observado, que permitiría explicar la existencia de la primera, y que también desde el punto de vista de la razón es irrenunciable e inevitable, como lo es

25 La certeza y el conocimiento quedan restringidos al ámbito de las ciencias formales, o sea, a los razonamientos formales, o por comparación de meras ideas (la Lógica y las Matemáticas), a las relaciones de ideas que Hume contrapone explícitamente a las cuestiones de hecho (de existencia).

como objeto de creencia natural. Por tanto, en Hume no encontraríamos el planteamiento trascendental y el giro copernicano de Kant, donde la experiencia es constituida en su trama por principios a priori,26 pues en Hume los principios de asociación (e ideas, de la imaginación en que se apoyan) son reglas en el sujeto, pero no coinciden con las reglas que hay en mí que ensaya Kant, pues son principios objeto de creencia natural que reflejan el curso natural real e independiente; mientras que los principios trascendentales de Kant serían principios a priori puros constitutivos y regulativos de la experiencia, condiciones de la misma y del orden natural o naturaleza, que es el conjunto de los fenómenos ordenados bajo leyes a priori (reglas a priori o necesarias, trascendentales); y este orden natural, al parecer, sería un orden humano, para el sujeto humano, y en este consiste el ensayo trascendental o giro copernicano: el ensayo de considerar las reglas en mí, como legislación a priori que el sujeto humano impone a las cosas para constituir un orden natural como proyección y producto suyo.27

Es claro que en Hume no existe tal ensayo y doctrina trascendental, aunque sí algunos elementos fundamentales para realizar este ensayo. El ensayo trascendental sería el ensayo de un sujeto legislador productivo.

Para acabar con esta sección, diremos que la atribución de psicologismo a Hume, resulta ser una total aberración y falta de entendimiento de su doctrina, esto es, una sorprendente ausencia de consideración de sus conceptos fundamentales y principios. Así es, en efecto, si por tal se entiende una doctrina que justifica la validez objetiva y certeza de los juicios generales sobre existencia, cuestiones de hecho, pues Hume nunca afirma que estas proposiciones sean objeto de conocimiento, ni que queden legitimadas como conocimientos desde la creencia natural; no se trata de una justificación o fundamentación psicológica del conocimiento sino de la creencia en el acontecimiento, la convicción subjetiva e instintiva en este; y esta entendida como justificación desde la naturaleza humana; ni lo psicológico como actividad mental de producción y manipulación de ideas, de carácter autóctono e aislada del resto de la naturaleza, sino precisamente como parte de

26 De la sensibilidad, el entendimiento y la Razón como facultad y fuente de todos lo principios a priori.

27 Precisamente Kant nos dice que la Razón no es meramente una facultad de descubrimiento o razonamiento, sino que esencialmente es una facultad, instancia o poder legislativo, una legislación en sí misma, como parte de la naturaleza humana, que constituye la experiencia y el orden natural (que queda por tanto como algo ajustado al sujeto legislador y relativo a este).

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esta, y en definitiva como manifestación de esta. Si por psicologismo se entiende una reducción a lo mental así concebido, es manifiesto -por todo lo expuesto aquí- que es del todo inapropiada. En Hume es la naturaleza, y la naturaleza humana como parte del curso natural, lo que fundamente la creencia natural en los juicios generales de existencia, como si fueran ciertos y constituyesen conocimientos; es decir estos pasan por ser juicios ciertos desde el punto de vista práctico o punto de vista de la naturaleza y su derecho inalienable, pero tomados como probables desde el punto de vista de la filosofía y del científico; es decir, desde el punto de vista de la reflexión racional donde se exigen condiciones de verdad. Es muy importante destacar que la probabilidad de la que nos habla el filósofo y científico es creída (objeto de adhesión) de un modo racional, no como una creencia natural o convicción instintiva que es irracional.

3. El problema del conocimiento a priori y el giro copernicano

Ahora entramos de lleno en nuestra investigación sobre la filosofía trascendental28 como un conocimiento (o creencia racional a modo de hipótesis teórica29) centrado en el concepto de lo a priori puro trascendental, o legislación a priori; sujeto trascendental legislativo integrado por el conjunto de principios o elementos a priori (conceptos y juicios a priori). La filosofía trascendental con su giro copernicano ha de entenderse desde su finalidad e interés en explicar la existencia de juicios a priori, anteriores e independientes de la experiencia en las Ciencias naturales (como la Física y la Biología) y en las Ciencias matemáticas (como la Aritmética y la Geometría), y como un intento de dar una nueva dirección a la

28 Aquí trataremos de ofrecer el sentido cabal del giro copernicano (revolución copernicana) y de la filosofía trascendental o del ensayo kantiano de tal filosofía; desde las motivaciones kantianas fundamentales y efectivas, esto es, desde lo que realmente le mueve a realizar el ensayo de considerar las reglas en mí (sujeto legislador o legislación a priori). Estas son, en suma, la necesidad teórica de explicar la existencia del conocimiento a priori en las ciencias naturales y en la Matemática, así como la necesidad de ofrecer un camino seguro la Metafísica como conocimiento de principios a priori primeros y fundamentales; que como veremos dependerán de la elaboración y fijación, exhibición, de un concepto de conocimiento.

29 Esta se da, en efecto, como una hipótesis teórica, en cierto sentido al modo de Newton y la ciencia experimental; pues Kant la introduce para poder explicar la existencia del conocimiento a priori (en al ciencia natural y en las Matemáticas), y en general para poder explicar, y decir, qué es el conocimiento, o cómo ha de ser este, atendiendo a una noción de conocimiento previa o contenido conceptual mínimo.

Metafísica, Ciencia Reina, que se muestra como un campo de batalla interminable.

La filosofía trascendental se construye sobre las distinciones críticas; en primer lugar y ante todo, en la distinción esencial entre fenómeno y noúmeno; esto es, entre representación intuitiva para un sujeto y en un sujeto, y cosa en sí misma de la que no tenemos mas noticia que su afección en nosotros, el modo en que nos afecta según nuestra capacidad de ser afectados,30 pues según Kant la sensibilidad es el único medio por el que intuimos objetos, es decir, por el que se nos dan objetos:

“[T]odo pensar tiene que hacer referencia, directa o indirectamente [mediante ciertas características] a intuiciones y, por consiguiente, (entre los humanos), a la sensibilidad, ya que ningún objeto se nos puede dar de otra forma.” (Kant, CRP, B 33)31

Entonces bajo la categoría de fenómeno caén todas las intuiciones, y hay que deducir que un fenómeno es una intuición; y asimismo, que las intuiciones puras matemáticas (círculo...) son fenómenos -a tenor de la definición, como intuición-; y Kant no aclara de qué objetos proceden estas intuiciones matemáticas, y parece confundirlas con los objetos mismos, negando así su propia doctrina de la intuición sensible o afectabilidad.32 Pero no percibimos a los objetos mismos, en sí mismos, o como sean en sí mismos al margen de toda interacción y afectación, receptividad, sino precisamente en cuanto nos afectan los percibimos, y lo que percibimos es el modo en que nos afectan; y esto es lo que se denomina fenómeno o representación intuitiva sensible. Esta es una clase de representaciones junto a las

30 Afectabilidad o sensibilidad, o receptividad. 31 La intuición es precisamente la receptividad o facultad de

recibir objetos. En el sujeto humano coincide con la sensibilidad, ya que en esta no existe mas intuición que la sensible. Kant dirá que la intuición intelectual no es un concepto contradictorio y se puede admitir como posible en seres diferentes a los humanos: “El efecto que produce sobre la capacidad de representación un objeto por el que somos afectados se llama sensación. La intuición que se refiere al objeto por medio de una sensación es calificada de empírica. El objeto indeterminado de una intuición empírica recibe el nombre de fenómeno. Lo que, dentro del fenómeno, corresponde a la sensación, lo llamo materia del mismo. Llamo, en cambio, forma del fenómeno aquello que hace que lo diverso del mismo pueda ser ordenados en ciertas relaciones. Las sensaciones sólo pueden ser ordenadas y dispuestas en cierta forma en algo que no puede ser, a su vez, sensación. Por ello, la materia e de todo fenómeno nos viene dada únicamente a posteriori.” (Kant, CRP, B 34)

32 Recordamos que para Kant la intuición es la facultad por la que son dados objetos (algo distinto de la representación, y que es lo representado), y que en el hombre es sensible, o sea, requiere afectabilidad.

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representaciones intelectuales o mediatas, por lo que se aprecia fácilmente que en cualquier caso ser trata de lo mismo esencialmente, o sea, de representaciones como algo opuesto a cosas en sí; y asimismo puede apreciarse con igual claridad que la distinción más esencial u originaria no es la de fenómeno y cosa en sí misma, sino la de representación y cosa en sí misma, ya que el concepto de representación expresa mejor que el concepto de fenómeno a algo que nos ofrece algo. En todo caso Kant pone el énfasis en la distinción u oposición entre fenómeno como representación intuitiva sensible, y cosa en sí misma; pero este énfasis no impide que de modo implícito y congruente con sus principios, esté sosteniendo una distinción crítica -la que en rigor cabría llamar esencial y originaria- entre representación y lo representado, es decir, entre las representaciones intuitivas y conceptuales por un lado, y las cosas en sí mismas y sus relaciones por otro; pues el concepto de representación parece más fuerte gonseológicamente que el de fenómeno (apariencia).33 Y así lo fenoménico no son las representaciones intuitivas, sino estas y sus relaciones, en suma, los elementos fenoménicos y su trama. Esta trama es lo que constituye la experiencia humana y lo que llamamos naturaleza en general, y esta es la que en definitiva se contrapone a lo nouménico, las cosas en sí mismas y sus relaciones.34

Por tanto, para Kant, lo nouménico, las cosas en sí mismas y sus relaciones, son lo incognoscible en cuanto tales; pues solo se puede conocer, esto es, pensar objetivamente, la determinación de algo, en cuanto es objeto para nosotros, o sea, en cuanto se nos da de alguna manera al sujeto (se intuye), y en el caso del ser humano en cuanto se le da por intuición sensible (la única posible en el hombre); de modo que lo que no nos afecta de algún modo al entrar en interacción (relación) con el sujeto, no puede ser intuido o percibido, y permanece como algo enteramente inexistente, de lo que no tenemos noticia alguna ya que no entra en relación con el sujeto de algún modo: sin afectividad no hay receptividad.

De esta suerte, sobre el cauce que abre esta distinción se edifica toda la teoría trascendental, donde precisamente se dibuja

33 En el conocimiento lo que tenemos es un negocio de representación, y esta incluye a lo fenoménico como representación intuitiva; por tanto como un caso suyo, si bien un tipo fundamental (fundante).

34 Que cabría denominar relaciones nouménicas, siguiendo el espíritu de Kant; aunque no hemos encontrado esta expresión en la Crítica de la Razón Pura.

la distinción al establecer las condiciones o principios a priori de todo experiencia posible, o sea, de las representaciones sensibles (fenómenos en sentido restringido) y sus enlaces sintéticos. Y así la doctrina trascendental, constituida por la Estética, la Lógica y el Método trascendentales viene a ser la implementación del proyecto teórico configurado ya en esta distinción crítica originaria,35 y la concreción o desarrollo en detalle de la misma.

Kant nos dice que:

“Sean cuales sean el modo o los medios con que un conocimiento se refiera a los objetos, la intuición es el modo por medio del cual el conocimiento se refiere inmediatamente a dichos objetos y es aquello a que apunta todo pensamiento en cuanto medio. Tal intuición únicamente tiene lugar en la medida en que el objeto nos es dado. Pero éste, por su parte, sólo nos puede ser dado [al menos a nosotros, los humanos] si afecta de alguna manera a nuestro psiquismo.” (Kant, CRP, B 33)

La intuición es, pues, el modo en que se dan los objetos en tanto que es la referencia inmediata al objeto de conocimiento; y Kant parece sugerir que el objeto de concoimiento es la misma intuición; ya que a lo que apunta el pensamiento es a esta intuición, no a la cosa en sí misma, pues esta aunque entra en relación con nosotros y nos afecta de algún modo, no es ni puede ser el objeto, si por objeto se entiende lo que es determinado (por un concepto), y lo que es determinado es la afección del objeto y no el objeto mismo. Así, el pensamiento siempre lo es de, y se dirige a, esta intuición aunque su referencia última sea el objeto, que la produce en cuanto afecta la sensibilidad; pero la intuición como facultad de darse objetos, es referencia inmediata o representación inmediata del objeto que nos afecta (pues en el hombre toda intuición es sensible y requiere afectación), de modo que sería más coherente y claro decir que lo pensado en el conocimiento es el objeto no la intuición (representación) de este, y a fin de cuentas la objetividad del concocimiento se funda en el objeto, no en una intuición sin objeto que por definicón es imposible en el hombre. Así el conocimiento no es otra cosa que el pensamiento verdadero del objeto (de la cosa en sí, lo representado).

35 Originaria no el sentido de ser la primera en el orden de la exposición literal, sino en el sentido de ser lo primero en el orden conceptual y sistemático, o sea a todas luces desde el punto de vista teórico.

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Y asimismo Kant nos da una definición de sensibilidad como afectividad o receptividad, al decir que:

“La capacidad (receptividad) de recibir representaciones, al ser afectados por los objetos, se llama sensibilidad. Los objetos nos vienen, pues, dados mediante la sensibilidad y ella es la única que nos suministra intuiciones.” (Kant, CRP, B 33)

Esto ha de interpretarse como que el objeto, la referencia del pensamiento, es la afección misma, y esta afección nos la da la sensibilidad como capacidad de ser afectados (por lo externo y lo interno); a esta afección la podemos llamar intuición -nos dice Kant- porque la sensibilidad es el modo humano en que se dan los objetos, y la facultad de dar objetos es lo que Kant llama intuición o receptividad, y como ya hemos indicado, la capacidad de recibir objetos en el ser humano es sensible; así, en suma, la intuición es sensible, o la receptividad es sensibilidad.

A la intuición sensible36 también la llama fenómeno en cuanto la intuición no está determinada por las leyes del entendimiento, o sea, en cuanto no está ordenada respecto a las otras intuiciones. Fenómeno es la intuición indeterminada (Kant, CRP, B 34). Y lo llama fenómeno, según la acepción tradicional del este término, a saber, la de lo que se muestra o aparece a un sujeto considerado como tal aparecer o en su aparecer a la conciencia; en contraposición a algo que pueda existir por sí mismo, o cosa en sí misma; de suerte que así constatamos que la distinción crítica originaria no es la de fenómeno y noúmeno, sino la de lo fenoménico y lo nouménico, pues es una consecuencia inmediata de las definiciones (intuición y cosa en sí). Las cosas en sí mismas no pueden ser determinadas de ningún modo por conceptos (no pueden ser pensadas) y son incognoscibles tomadas en sí mismas, o sea, al margen de nos afecten y cómo nos afectan; aunque puede interpretarse que pueden ser pensadas en cuanto nos afectan, rspecto al modo de afectacnos.

Es importante destacar que hay en Kant una ambigüedad en el empleo del término 'objeto', en cuanto lo utiliza tanto para

36 O sea, a la intuición, pues para Kant, en el caso del sujeto humano, intuición es lo mismo que intuición sensible; ya que para este toda intuición es sensible (y esto comprende, pues, a las empíricas externas e internas y a las puras ya trascendentales ya no trascendentales; el círculo del que hablan los juicios de la geometría es una intuición sensible y además pura; y el espacio y el tiempo son intuiciones sensibles puras trascendentales -de la sensibilidad pura y trascendental).

referirse a la intuición sensible, como para referirse a las cosas en sí mismas, como puede apreciarse cuando nos dice, por ejemplo, que “el efecto del objeto sobre la capacidad de representación es la sensación o materia”, por objeto ha de entenderse la cosa en sí misma, de la que tenemos una representación en cuanto nos afecta. El concepto de representación apunta en definitiva a que Kant, de algún modo, admite la existencia de cosas (externas o internas), de algo indeterminado, que es lo que nos afecta de algún modo y de lo que tenemos noticia en cuanto nos afecta, por ello se justifica el introducir el concepto de representación y se reconoce su posición y función central en toda la doctrina trascendental; pues con el se llama la atención de lo que tenemos es un índice de algo que no está presente como tal, y del que su afección en nosotros, en nuestra sensibilidad, es por tanto, una re-presentación. Y en todo caso no ha de olvidarse que el conocimiento recae sobre las representaciones o fenómenos, intuiciones sensibles. Y así Kant introduce, desde aquí, la doctrina de que el conocimiento empírico es un conocimiento fenoménico, pues este recae -según Kant- sobre fenómenos, o es una determinación o pensamiento verdadero de fenómenos. La afirmación de que la intuición es una referencia inmediata del objeto ha de entenderse como que la afección de lo externo (o de lo interno), sea lo que sea en sí mismo, es la referencia inmediata a este algo externo, cosa en sí, inmediata precisamente porque es la afección de la misma sobre nosotros (nuestra sensibilidad); en suma, es un índice de esta cosa en sí, en cuanto causa o co-causa de la misma, lo que determina tal afección.

Aquí nos encontramos, por un lado, con la doctrina de que existe un conocimiento empírico que lo es de fenómenos o afecciones en nosotros, producidas por algo externo o interno; doctrina en la que es fundamental la afirmación de que los fenómenos no nacen autóctonamente en la sensibilidad, como productos meramente subjetivos, sino que resultan de nuestra interacción con el medio entorno al organismo, y en el fondo nos dan una noticia de este, aunque de un modo indirecto.37 En suma, los fenómenos no son alucinaciones

37 En el fondo lo que encontramos en la doctrina de Kant, es una variante de la doctrina de la armonía universal, pero también de la doctrina de la naturaleza como un todo del que el hombre forma parte, el curso natural de Hume del que el hombre (la naturaleza humana forma parte), y en el que está integrado de un modo armonioso según el interés y fin supremo do la naturaleza.

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sino los modos en que el medio externo (e interno) nos afecta, y un índice de algo exterior aunque totalmente indeterminado. Pero también con la doctrian general sobre el concimiento como algo que necesita de intuiciones (objetos dados por esta) que pueden darse por interacción empírica (ya con objetos externos ya con nosostros mismos), o por una generación espontánea en el caso de los objetos matemáticos; en estos no nos queda claro si hay una afectación por algo aunque sea subjetivo.

La otra distinción fundamental, la que opone lo empírico con lo que pone el sujeto, con lo a priori trascendental, se funda en la distinción originaria entre lo lo fenoménico y lo nouménico; lo a priori puro constitutivo de la experiencia, como condición de la misma,38 ahonda en la distinción entre cosas en sí mismas y sus representaciones; precisamente en cuanto lo a priori trascendental es la condición de toda representación para el sujeto, y más en concreto es un tipo de representación, representación pura o representación a priori pura, como condición formal de toda representación en general, ya se trate de representaciones inmediatas o intuitivas sensibles, o de representaciones mediatas o conceptuales, o sea, representaciones intelectuales.39 Así lo trascendental es la condición fundamento de toda representación empírica, esto es, de todo lo fenoménico; es decir, tanto de los fenómenos o intuiciones sensibles, como de

38 Condición sin la cual no puede haber experiencia.39 Estas referirían inmediatamente a intuiciones o fenómenos

en el sentido de que son determinaciones de los mismos, y mediatamente a objetos o cosas en sí mismas. Kant no deja claro este punto de la inmediatez y mediatez de las representaciones, a pesar de ser fundamental y crucial, como criterio en el que se apoya la definición y diferenciación de tipos básicos de representaciones (intuitivas o inmediatas e intelectuales o mediatas); no obstante, puede deducirse lo que afirma o, cuando menos, debería afirmar, si es coherente con su planteamiento conceptual básico. Así, si nos dice que la intuición o fenómeno es una representación inmediata como afección de algo externo (indeterminable e incognoscible), es claro que la referencia o lo representado es la cosa externa, la cosa en sí misma; pues no tiene sentido hablar de una representación inmediata de sí misma, de la intuición (esto rompe el sentido de los conceptos introducidos); por tanto ha de tratarse por necesidad de una representación inmediata de la cosa en sí misma, y esto precisamente en cuanto es una afección suya en nosotros (en la sensibilidad). Así el concepto y los juicios serán representaciones mediatas de este mismo algo externo, pues representan mediatamente intuiciones, o sea, las representan en cuanto las someten a reglas de unidad (las unen en clases), y esta representación no está mediada por otra (una representación intermedia que actúe como puente y enlace), de modo que la definición de estas como representaciones mediatas ha de referirse por fuerza (lógica) a las cosa en sí mismas, o sea, las representan a través de, o por medio de, representaciones intuitivas, ya que al representar estas representaciones intuitivas, también representan lo que representan ellas (pero de modo mediato o en virtud de estas).

las relaciones y trama de relaciones de estas representaciones sensibles, la experiencia en general o naturaleza. Esta es precisamente definida como el conjunto de los fenómenos en cuanto sometidos a reglas necesarias y objetivas (leyes); según podemos apreciar en el siguiente pasaje:

“Entendemos por naturaleza (en sentido empírico) el conjunto de los fenómenos considerados en su existencia de acuerdo con reglas necesarias, es decir, de acuerdo con leyes. Hay, pues, ciertas leyes que son a priori y que son las que hacen posible una naturaleza. Las leyes empíricas solo pueden existir y ser encontradas mediante la experiencia y como consecuencia de esas leyes originarias, que son las que hacen posible la misma experiencia.” (Kant, CRP, B 263)

El giro y ensayo trascendental, por tanto, se concreta en la idea de lo a priori, como reglas que existen en mí, como legislación constitutiva de la experiencia; o sea, en cuanto constituyen al sujeto legislador al que se ha de adaptar, por hipótesis, el objeto de conocimiento y toda la experiencia, ya que la hipótesis copernicana de la que nos habla Kant en la filosofía, es la hipótesis que invierte la relación de los términos en el conocimiento y concepción de una realidad, pues aquí ya no se trata más de una realidad preexisten tente e independiente al sujeto, que esta halla de descubrir, sino de la realidad que el sujeto sujeto humano impone en un acto de auto posición, o ponerse a sí mismo. Se trata, así, de la hipótesis de considerar al objeto como adaptado al sujeto y regido por este, el sujeto legislador; y esto es lo que nos propone Kant cuando nos dice:

“Se ha supuesto hasta ahora que todo nuestro conocer debe regirse por los objetos. Sin embargo, todos los intentos realizados bajo tal supuesto con vistas a establecer a priori, mediante conceptos, algo sobre dicho objetos -algo que ampliara nuestro conocimiento- desembocaban en el fracaso. Intentemos, pues, por una vez, si nunca adelantaremos más en las tareas de la metafísica suponiendo que los objetos deben conformarse a nuestro conocimiento, cosa que concuerda ya mejor con la deseada posibilidad de un conocimiento a priori de dichos objetos, un conocimiento que pretende establecer algo sobre estos antes de que nos sean dados. Ocurre aquí como con los primeros pensamientos de Copérnico. Este, viendo que no conseguía explicar los movimientos celestes si aceptaba que todo el ejército de estrellas giraba alrededor del espectador,

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probó si no obtendría mejores resultados haciendo girar al espectador y dejando las estrellas en reposo. En la metafísica se puede hacer el mismo ensayo, en lo que atañe a la intuición de los objetos. Si la intuición tuviera que regirse por la naturaleza de los objetos, no veo cómo rodela conocerse algo a priori sobre esa naturaleza. Si, en cambio, es el objeto (en cuanto objeto de los sentidos) el que se rige por la naturaleza de nuestra facultad de intuición, puedo representarme fácilmente tal posibilidad.” (Kant, CRP, B XVI – B XVII)

Como podemos apreciar la hipótesis revolucionaria de considerar el objeto como regido por el sujeto, se apoya en la noción de lo a priori que pone el sujeto, y este a priori no es más que el sujeto y legislación que conforman toda experiencia y conocimiento. Pero también se ve con claridad, que la hipótesis de lo a priori trascendental (hipótesis copernicana) se apoya, tal como venimos justificando, en la distinción originaria y fundamental entre lo fenoménico y lo nouménico, o como hemos ya explicado, entre lo que es representación y lo nouménico; entre algo que nos afecta de algún modo, y su representación que es por definición algo condicionado o relativo (primero como afección sobre nuestra sensibilidad, y luego como determinación conceptual de esta afección).. Lo a priori como regla en mí, como legislación del sujeto, no es más que el concepto de lo que pone el sujeto para su representación; y de esta suerte, lo a priori trascendental (legislación del sujeto) viene a ser su potencia pura y constitutiva de representación, en suma, la parte pura de la representación o representación pura (intuitiva, intelectual, y racional).

Así el conocimiento lo es del objeto condicionado, como afección en el sujeto según sus propia legislación, según la condición formal del este o capacidad pura de representación; pues el concepto de conocimiento de lo incondicionado, de la cosa en sí, es un concepto auto-contradictorio; donde se plantea el conocimiento de algo que no nos es dado de ninguna manera, que no nos afecta o entra en relación con nosotros de alguna manera, y que por ello no puede ser pensado, o sea, considerado como determinado por un concepto, y por ende, no puede ser conocido.40

40 Ser conocido, como ya hemos indicado y justificaremos sobre los textos, consiste en ser pensado con verdad, o determinación conceptual verdadera (pensamiento verdadero).

Así lo sostiene Kant, cuando nos caracteriza la Metafísica existente hasta el momento, como un intento de la Razón especulativa de avanzar en el conocimiento de lo incondicionado, la cosa en sí, pero este conocimiento es imposible al tratar de extenderse en un terreno suprasensible, más allá de todo objeto dado (sin objeto alguno). En este se trata de conocer a priori objetos que no son dados en la experiencia, y en general se trata del problema de conocer a priori objetos; pero esto es imposible a no ser que consideremos el objeto como regido por las facultades de conocimiento (por el sujeto).

“Pues lo que nos impulsa ineludiblemente a traspasar los límites de la experiencia y de todo fenómeno es lo incondicionado que la razón, -necesaria y justificadamente, exige a todo lo que de incondicionado hay en las cosas en sí, reclamando de esta forma la serie completa de las condiciones. Ahora bien, suponiendo que nuestro conocimiento empírico se rige por los objetos en cuanto cosas en sí, se descubre que lo incondicionado no puede pensarse sin contradicción; por el contrario, suponiendo que nuestra representación de las cosas, tal como nos son dadas, no se rige por éstas en cuanto cosas en sí, sino que más bien esos objetos, en cuanto fenómenos, se rigen por nuestra forma de representación, desaparece la contradicción.” (Kant, CRP, B XX)

El conocimiento a priori solo es posible, y solo puede ser explicado, como conocimiento de lo que pone el sujeto antes de todo conocimiento y receptividad; y el conocimiento de algo que no nos es dado es un concepto contradictorio, pues se trata de conocer algo incondicionado, que no nos afecta de ningún modo, y solo podemos conocer lo que entra en relación con nosotros y nos afecta de alguna manera, o sea, lo que está sujeto a alguna condición (lo condicionado). De las cosas solo podemos tener un conocimiento a priori en cuanto representaciones o afecciones según reglas en el sujeto (como objetos condicionados), y lo que conocemos a priori de ellas es lo que pone el sujeto, esto es las reglas a priori. Podemos advertir, con toda claridad, que el ensayo de una legislación a priori (reglas en mí), se concreta en la hipótesis de un conjunto integrado de principios (elementos) a priori, que tienen su fuente en la Razón. Efectivamente, esta es definida como la facultad de todos los principios del conocimiento a priori, como principios trascendentales, pues permiten explicar el

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conocimiento a priori, y en definitiva, todo conocimiento y experiencia. Por esto, la hipótesis copernicana, ensayo trascendental de una legislación en mí, se concretan en la hipótesis de una facultad pura de representación, o sea, en esta y en su fuente en el sujeto; y así la Razón Pura es la fuente de esta representación pura,41 pues los principios de lo a priori (de lo todo lo a priori, en todos sus tipos), son los principios trascendentales, lo a priori puro constitutivo o legislación del sujeto, y estos son por tanto los principios de todo conocimiento y experiencia (como legislación del sujeto que conforma el objeto, la experiencia, y el conocimiento). En suma, la legislación trascendental del sujeto es la legislación en la representación del sujeto, y esta es la representación pura trascendental, que conforma toda representación (el curso de esta), y así, la Razón Pura es la facultad de esta representación pura, y la fuente de legislación trascendental (constitutiva y regulativa), o simplemente, es esta misma legislación. En definitiva, la filosofía trascendental viene a ser una ciencia y conocimiento sobre la Razón Pura, o sea, es una Ciencia de la Razón Pura.

Desde esto se entiende que aquí Kant con la expresión Razón Pura, no se refiere a la facultad especial de principios a priori como ideas e ideales trascendentales, o sea, como facultad de principios de síntesis y unidad de los conocimientos (reglas) del entendimiento; esto es, no se refiere a la facultad cognoscitiva superior, que ha de diferenciarse de la facultad de reglas o pensamientos (entendimiento) y de la facultad de representación intuitiva pura (sensibilidad pura); sino que se refiere, al conjunto de todas estas facultades, ya que la definición de Razón Pura, refiere, claramente y sin duda alguna, a todos los principios a priori, como fundamentos formales de representación, y por tanto, esto incluye a los que Kant llama principios a priori de la sensibilidad, que constituyen la intuición pura cuyo estudio compete a la Estética trascendental; a los principios a priori del entendimiento, que constituyen el entendimiento puro, y estudiados por la Lógica trascendental; así como a los principios a priori de la razón, los principios de unidad de reglas según principios, que son estudiados en la Dialéctica

41 Que es lo a priori puro trascendental o constitutivo, a distinguir de lo a priori en general, de lo a priori no puro -independiente de la experiencia, pero que contiene conceptos empíricos-, y de lo a priori puro no trascendental (lo a priori en las matemáticas), tal como ya hemos señalado, pero habrá de ser justificado sobre los textos.

trascendental. Es innegable que Kant utiliza la expresión principios a priori, y es innegable, asimismo, que lo hace para referirse genéricamente a todo elemento a priori, como fundamento o principio (en el sentido preciso y aristotélico de ser lo primero de lo que depende algo).42

En definitiva, por principio a priori hemos de entender todo elemento de la legislación del sujeto, toda parte pura y primera en toda clase de representación, y es indudable que cada una de estas clases y campos de representación tienen sus principios a priori; esto es así en conformidad con la definición kantiana de Razón Pura como facultad y fuente de todos los principios a priori, y queda patente con las definiciones que da de Estética trascendental, de Lógica trascendental (dentro de esta de Analítica trascendental), y de Dialéctica trascendental de la Razón Pura.43

La filosofía trascendental no es introducida por Kant para justificar la universalidad y necesidad en los juicios sintéticos generales de la ciencia natural (leyes científicas), y por tanto no resuelve el problema de la inducción; ya que la doctrina trascendental establece una separación entre lo a priori y lo empírico, en un primer momento; y después, dentro de lo a priori, entre lo a priori puro y lo a priori no puro, y dentro de lo a priori puro, entre lo trascendental y lo que no es trascendental; y así, los juicios generales de la ciencia natural (a excepción de los principios en estas ciencias, que constituyen su parte pura) no son juicios sintéticos a priori, de ningún tipo, pues dependen de y son extraídos desde la

42 O sea, respectivamente, los principios a priori que constituyen la representación intuitiva pura (parte pura de la representación intuitiva o sensible), los principios a priori del pensamiento o representación intelectual que constituyen el pensamiento puro o representación intelectual pura, y los principios a priori de unidad de los pensamientos (y conocimientos), ideas e ideales de la Razón Pura, como pensamientos puros de totalidad o unidad perfecta (acabada e incondicionada), que como veremos pueden ser considerados como pensamientos formales de unidad perfecta de reglas y conocimientos (y de condiciones de objetos en definitiva).

43 O sea, es el mismo Kant el que da explícitamente un concepto de principio a priori (trascendental) para referirse a todo fundamento o elemento trascendental, como se ve en las respectivas definiciones de las partes de la filosofía trascendental, que veremos en su lugar; y no es, por ello una interpretación plausible o necesaria del mismo desde su planteamiento conceptual, sino lo que este literalmente nos dice. La filosofía trascendental se funda en el proyecto e hipótesis de una representación a priori pura legisladora, y esta filosofía se desarrolla en un sistema de conocimiento trascendental (de principios a priori) como parte propedéutica en la Ciencia de la Razón Pura o Crítica de la Razón Pura; pues, como veremos, esta parte crítica desarrolla el esbozo de la Ciencia de la Razón Pura, respecto a la naturaleza, posibilidad, y extensión del conocimiento a priori (y del conocimiento en general).

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experiencia. Estos son reconocidos explícitamente por Kant como hipótesis o juicios problemáticos, como generalidades empíricas obtenidas como extensiones arbitrarias desde la repetición de casos semejantes; de modo que admite la repetición como elemento fundamental en la introducción de hipótesis, que nunca pueden constituir leyes o juicios universales y necesarios, ya que la universalidad y necesidad está reservada a lo a priori (lo independiente de la experiencia, en cualquiera de sus clases).

Desde esto puede verse que no es, en definitiva, la solución del problema de la inducción lo que motiva a Kant para introducir la filosofía trascendental; pues la introducción de hipótesis más generales de nuevos enlaces nunca elimina la posibilidad de excepciones, ya que nunca salimos de la esfera de la experiencia sensible, y así las extraemos desde esta y dependen de esta; se trata siempre de juicios empíricos. Lo que la motiva es la explicación del conocimiento (juicios) sintético a priori, y del conocimiento en general, y especialmente la posibilidad de dar un camino seguro a la Metafísica como especie de conocimiento a priori, de ampliación del conocimiento sintético de modo racional, por meros conceptos. Así, lo que queda explicado y justificado en la esfera de lo empírico, es la introducción de hipótesis de juicios sintéticos generales empíricos (generalidades empíricas) en cuanto aplicación y proyección de formas lógicas trascendentales, esto es, de los conceptos puros y principios del entendiendo, y de los conceptos puros de la razón (ideas o conceptos de razón), y de los objetos o ideales que las determinan en el espacio y el tiempo (ideales trascendentales de la Razón).44

4. Lo a priori trascendental y la Ciencia de la Razón Pura

El concepto de lo a priori trascendental puede ser considerado como el concepto central y, en algún sentido, como el concepto fundamental, de la filosofía trascendental o sistema de conocimiento trascendental, que ha de distinguirse del Sistema de la totalidad de conocimientos a priori (o Sistema de la Razón Pura). Es central en cuanto es el concepto de lo a priori constitutivo de la experiencia en general, como principio o condición a priori de esta; o sea, como reglas en mí, que

44 Las ideas y los ideales trascendentales de la Razón Pura, respectivamente.

constituyen una legislación del sujeto (el sujeto trascendental o Razón Pura); y es fundamental en el sentido de que es el concepto sobre el que se desarrolla la Ciencia de la Razón Pura, y la filosofía trascendental o crítica como parte propedéutica. Esta ciencia se concreta en la doctrina general del Idealismo trascendental, o Realismo trascendental, que es la doctrina filosófica que afirma la existencia de una legislación a priori del sujeto sobre el objeto, o sea, la hipótesis copernicana.

Pero este concepto no es básico en el sentido de ser un concepto primitivo u original, y podemos ver con claridad, que supone y está construido sobre el concepto previo (teórica y lógicamente) de lo a priori; el mismo Kant define los conceptos según este orden constructivo y lógico imperativo, cuando nos define lo a priori como lo independiente de la experiencia, y desde este introduce los conceptos de lo a priori puro y lo a priori no puro donde existen conceptos empíricos.

“Pero, aunque todo nuestro conocimiento empiece con la experiencia, no por eso procede todo él de la experiencia. En efecto, podría ocurrir que nuestro mismo conocimiento empírico fuera una composición de lo que recibimos mediante las impresiones y de lo que nuestra propia facultad de conocer produce (simplemente motivada por las impresiones) a partir de sí misma.” (Kant, CRP, B 1)

Asimismo, establece lo que entiende por conocimiento a priori y conocimiento a priori puro; ambos en oposición al conocimiento a posteriori, posible mediante la experiencia:

“Consiguientemente, al menos una de las cuestiones se hallan más necesitadas de un detenido examen y que no pueden despacharse de un plumazo es la de saber si existe semejante conocimiento independiente de la experiencia e, incluso de las impresiones de los sentidos. Tal conocimiento se llama a priori y se distingue del empírico, que tiene fuentes a posteriori, es decir, en la experiencia. […] En lo que sigue entenderemos, pues, por conocimiento a priori, el que es absolutamente independiente de toda experiencia, no el que es independiente de ésta o aquella experiencia. A el se opone el conocimiento empírico, el que sólo es posible a posteriori, es decir, mediante la experiencia. Entre los conocimientos a priori reciben el nombre de puros aquellos a los que no se ha añadido nada empírico. Por ejemplo, la proposición «Todo cambio

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tiene su causa» es a priori, pero no pura.” (Kant, CRP, B 2-3)

Y nos da la universalidad estricta o necesidad como criterio de los juicios a priori (de lo a priori), pues es necesario establecer un criterio que distinga lo a priori de lo empírico, después de haber establecido esta distinción fundamental; dejando claro que la universalidad empírica no es nunca una universalidad estricta o a priori, característica restrictiva de lo a priori:

“Se trata de averiguar cuál es el criterio seguro para distinguir el conocimiento puro del conocimiento empírico. La experiencia nos enseña que algo tiene éstas u otras características, pero no que no pueda ser de otro modo. En consecuencia, si se encuentra, en primer lugar, una proposición que, al ser pensada, es simultáneamente necesaria, tenemos un juicio a priori. Si, además, no deriva de otra que no sea válida, como proposición necesaria, entonces es una proposición absolutamente a priori. En segundo lugar, la experiencia nunca otorga a sus juicios una universalidad verdadera o estricta, sino simplemente supuesta o comparativa (inducción), de tal manera que debe decirse propiamente: de acuerdo con lo que hasta ahora hemos observado, no se encuentra excepción alguna a ahora o aquella regla. Por consiguiente, si se piensa un juicio con estricta universalidad, es decir, de modo que no admita ninguna posible excepción, no deriva de la experiencia, sino que es válido absolutamente a priori. La universalidad empírica nunca es, pues, más que una arbitraria extensión de la validez: se pasa desde la validez en la mayoría de lo de los casos a la validez en todos los casos, como ocurre, por ejemplo, en la proposición «Todos los cuerpos son pesados».” (Kant, CRP, B 3-4)45

Como venimos señalando, la distinción entre lo puro y lo empírico es la distinción entre lo a priori puro y lo empírico (lo no a priori); y esta es una de las distinciones críticas, no la única, ya que al menos la distinción entre lo a priori, tanto puro como no puro, y lo empírico puede ser considerada como una distinción crítica y fundamental (lógicamente) respecto de la distinción entre lo a priori puro (lo puro mencionado en el texto) y lo empírico; y esto es así porque, en definitiva, el concepto de independencia de la experiencia es fundamental, expresa el rasgo básico de todo lo a priori, y por ello lo

45 Kant no se expresa aquí con coherencia, pues la distinción planteada sería entre lo a priori (cualquier a priori, no sólo lo a priori puro) y lo no a priori (lo a posteriori o empírico).

define. En realidad, juicios como el de que 'todo cambio tiene su causa' depende de la experiencia, constituyen una parte de lo a priori (lo a priori no puro); contienen conceptos que sólo podemos extraer de la expereincia (el cambio es un concepto empírico); de modo que a la postre, la distinción crítica básica y originaria sería entre lo que es a priori y lo que es empírico (a posteriori), y la distinción entre lo a priori puro y no puro (así como la distinción entre lo a priori puro trascendental y no trascendental) son distinciones derivadas respecto de aquella, tal como nos dice Kant en el texto citado.

En todo caso, y pese a este grado de ambigüedad en los términos introducidos, se define y destaca con claridad lo a priori puro trascendental: a priori puro que constituye la experiencia como condición de la misma, o sea, como legislación constitutiva de la misma. Está constituida por el conjunto de principios (fundamentos) a priori dados por la Razón Pura, que es definida precisamente como facultad de todos los principios del conocimiento a priori:

“De todo lo anterior se desprende la idea de una ciencia especial que puede llamarse la Crítica de la razón pura, ya que razón es la facultad que proporciona los principios del conocimiento a priori. De ahí que razón pura sea aquella que contiene los principios mediante los cuales conocemos algo absolutamente a priori.” (Kant, CRP, B 24)

La Razón es la “facultad que proporciona los principios del conocimiento a priori”; es decir, suministra aquellos principios del conocimiento que vienen dados antes de toda experiencia y conocimiento; y así suministra principios del conocimiento de un modo a priori, en contraposición a la experiencia, que suministra principios del conocimiento a posteriori (desde la experiencia y no antes y con independencia de esta), o sea, las sensaciones como materia de la intuición, y los juicios empíricos como base para otros juicios empíricos. Materia y forma son ambos principios del conocimiento, o sea condiciones del mismo; o si se prefiere, las dos fuentes de las que surge el conocimiento y la experiencia misma. Asimismo, desde el texto se aprecia que la Crítica de la Razón Pura será la parte propedéutica de la Ciencia de la Razón Pura o Filosofía trascendental,46

46 O sea, la Critica de la Razón Pura es parte propedéutica de la Ciencia de la Razón Pura, y es filosofía trascendental; aunque daría en realidad un esbozo de tal (sólo los principios trascendentales fundamentales).

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que es la idea de una Ciencia de la Razón Pura de la que la Ciencia Crítica da un esbozo y plan completo, o sea, da una idea completa y arquitectónica de esta Ciencia, sin ser ella misma. La Ciencia de la Razón Pura es el resultado de la aplicación exhaustiva de los principios ofrecidos por la Crítica.47 Es, por tanto, una preparación necesaria para la Razón Pura, para su uso natural y legítimo; en ella se dará un esbozo de la Ciencia de la Razón Pura, por cuanto se establecerá la naturaleza, número y extensión, o aplicación, de los principios del conocimiento a priori derivados de la Razón Pura. Se establecerá por lo tanto, el carácter de lo a priori trascendental en relación a lo a priori no trascendental, su naturaleza en relación a su fuente u origen y a tenor de su función de su función propia; así como las distintas clases de principios según distintas clases de facultades cognoscitivas, y la aplicación de estos diferentes tipos de principios, en relación con su fuente y tarea propia o connatural, o sea, conforme a su naturaleza; así como las relaciones entre estos principios en conformidad con su naturaleza y función.

En suma, se trataría de establecer un sistema funcional de principios a priori, donde el conjunto de los principios de la intuición y el entendimiento puros, que es lo que Kant denomina Órganon de la Razón Pura, son los principios del conocimiento que la Razón da a priori y tienen el carácter de principios a priori básicos, y que cabría llamar principios del sistema de filosofía trascendental, y por ende, del Sistema de la Razón Pura en el sentido de ser la parte fundamental de estos sistemas; pero sin olvidar que el resto de principios de la Razón Pura (ideas e ideales), son igualmente principios a priori trascendentales o principios del conocimiento a priori. Este Órganon, y la filosofía trascendental en general, se diferencia diferencia a su vez, como parte y esbozo, del conjunto de todos conocimientos a priori o Sistema de la Razón Pura.48 El Órganon es el esbozo

47 Y asimismo el Sistema de la Razón Pura, que como conjunto completo de conocimientos a priori (cualesquiera), ha de derivarse de los principios dados por la Ciencia de la Razón Pura, incluídos los de su parte crítica.

48 Aquí cabría pensar que se incluyen aquellos principios que no son condiciones generales de la experiencia y del conocimiento, pero cabe considerar como principios del conocimiento, aunque no del conocimiento en general como condiciones generales. Pero Kant parece referirse al conocimiento en general cuando nos habla de los principios del conocimiento dados a priori (por la Razón). Pues estas condiciones generales o principios trascendentales es lo que nos permite explicar el conocimiento a priori, la posibilidad de conocer a priori en la Matemática y en la Ciencia natura pura, así como explicar el conocimiento en general.

arquitectónico que nos da la Crítica de la Razón Pura, como propedéutica que establece en una primera aproximación, el número, tipo y extensión de los principios (a priori); pues establece dos tipos de principios a priori, los de la intuición y los del entendimiento; mientras que el Sistema de la Razón Pura es un desarrollo de la Ciencia de la Razón Pura (y por tanto, de la Crítica), que comprende todo conocimiento a priori, incluído el trascendental como condición de todo conocimiento. Así lo establece Kant al decirnos que:

“Un órganon de la razón pura sería la síntesis de aquellos principios de acuerdo con los cuales se pueden adquirir y lograr realmente todos los conocimientos puros a priori. La aplicación exhaustiva de semejante órganon suministraría un sistema de la razón pura. Ahora bien, este sistema es muy apetecido y queda todavía por saber si es posible también [aquí], y en qué casos, ampliar nuestro conocimiento. Por ello podemos considerar una ciencia del simple examen de la razón pura, de sus fuentes y de sus límites, como la propedéutica del sistema de la razón pura. Tal propedéutica no debería llamarse doctrina de la razón pura, sino simplemente crítica de la misma.” (Kant, B 24-25)

Y cuando nos habla de la Ciencia especial llamada Crítica de la Razón Pura, que al darnos una idea completa de la Ciencia y Sistema de la Razón Pura, solo ha de ofrecernos los conceptos y principios básicos de esta ciencia, pero no lo principios derivados que serían igualmente principios trascendentales; ya que esta Crítica solo ha de dar los principios trascendentales fundamentales, que son los que configuran la estructura del Sistema completo de principios trascendentales (o Filosofía trascendental o Sistema de conocimiento trascendental), pues Kant refiere las categorías que ofrece en la Analítica trascendental como categorías primarias. En consecuencia, es evidente que el Órganon de la Razón Pura constituye la parte primera y arquitectónica de la filosofía trascendental; un esbozo de esta, no toda ella.49

El Órganon es el conjunto de principios básicos para el conocimiento a priori puro -como dice Kant, expresamente-, pero también, por lo que podemos deducir, para todo conocimiento; ya que los principios a priori de la sensibilidad y los del

49 El Órganon es la parte primera, y esbozo -podemos inferir- de la filosofía trascendental o Crítica de la Razón Pura; que a su vez es el esbozo de la Ciencia (y Sistema) de la Razón Pura.

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entendimiento son condiciones generales para toda experiencia y conocimiento posible, y son por tanto, la parte central o esbozo de la Filosofía trascendental. Esta es el conocimiento del modo de conocer en cuanto es posible a priori, y este ha de ser -como ya hemos dicho- un conocimiento de los principios a priori de todo conocimiento a priori, y en general de todo conocimiento. Pues, en definitiva, las condiciones formales que hacen posible el conocimiento a priori son las que hacen posible la experiencia y todo conocimiento. Y, por ello, puede ser considerado como el resultado de esta parte propedéutica (Crítica de la Razón Pura); y coincide con el desarrollo mínimo y propedéutico de la filosofía trascendental (el plan completo de esta), ya que esta es la investigación de los principios a priori de todo conocimiento, lo a priori puro trascendental, como condiciones del conocimiento a priori y de toda experiencia, pensamiento y conocimiento; en suma, de toda representación. Esto es así desde que Kant introduce el concepto de conocimiento trascendental como el conocimiento que tenemos del modo de conocer en cuanto este es posible a priori; o sea, como el conocimiento del conocimiento a priori que es el conocimiento de sus principios o condiciones formales a priori.

“Llamo trascendental a todo conocimiento que se ocupa, no tanto de los objetos, cuanto de nuestro modo de conocerlos, en cuanto que tal modo ha de ser posible a priori. Un sistema de semejantes conceptos se llamaría filosofía trascendental.” (Kant, CRP, B 26)

Pues de lo que se trata es de explicar cómo es posible el conocimiento a priori en general, y especialmente el conocimiento a priori que nos muestra la Matemática y la Ciencia natural pura o racional; y esto nos arrastra a dar una explicación de cómo es posible el conocimiento y la experiencia en general, pues los principios de aquel son los principios de esta. Así, el conocimiento del modo en que conocemos a priori es el conocimiento de los principios a priori de la Razón Pura, que es la facultad de los principios a priori, para el conocimiento y la experiencia en general. Estos principios a priori no son, por tanto, ni los principios a priori específicos de la Matemática no los especícos de la Ciencia natural pura, ni son como estos,50 pues se trata de principios o

50 Es decir, son a priori puros, pero no son condiciones o reglas formales generales para toda experiencia y conocimiento. Solo estas últimas son trascendentales y constituyen las “reglas

reglas a priori que pone el sujeto como condiciones formales de toda experiencia y conocimiento. Considerando esta circunstancia y función cognoscitiva general, Kant los refiere, aunque solo sea de modo implícito, como principios a priori trascendentales, y, explícitamente, nos habla de su conocimiento como de un conocimiento trascendental. Este constituye un conocimiento de la Razón Pura, de su fuente, y es una parte del Sistema de la Razón Pura como conocimiento completo y articulado de lo todo lo a priori.51

Puede deducirse, con dificultad, como corolario (consecuencia inmediata), que la Filosofía trascendental es el conjunto entero del conocimiento trascendental, lo que Kant llama Sistema de conocimiento trascendental, del que el Órganon de la Razón Pura (dado por la Crítica) es una parte nuclear y primera, precisamente por ser el conocimiento trascendental inmediato y fundamental; o sea, los principios a priori de la intuición y del entendimiento humanos, que son la base para el conocimiento a priori y para toda experiencia y conocimiento; y son la parte primera y fundamental del conocimiento trascendental (filosofía trascendental), los principios trascendentales básicos que dan el plan arquitectónico trascendental, y desde los que se podría realizar una derivación y exposición completa y exhaustiva de todos los principios trascendentales, esto es, del Sistema completo de Filosofía trascendental, de los que aquellos son su idea completa o esbozo.

“La filosofía trascendental es la idea de una ciencia cuyo plan tiene que ser enteramente esbozado por la crítica de la razón pura de modo arquitectónico, es decir, a partir de principios, garantizando plenamente la completud y la certeza de todas las partes que componen este edificio. [Es el sistema de todos los principios de la razón pura.] El hecho de que esta crítica no sea por sí misma filosofía trascendental se debe tan sólo a que, para constituir un sistema completo, debería incluir un análisis exhaustivo de

en mí” o “legislación de la naturaleza” que hay en mí. Los principios a priori de las matemáticas y de la Ciencia natural (racional) son aplicaciones o proyecciones de lo a priori trascendental, y por ello aplicaciones que caen dentro del ámbito de lo a priori (lo absolutamente a priori o absolutamente independiente de la experiencia, o sin mas, lo independiente de la experiencia) que como se puede apreciar claramente comprende como parte lo a priori trascendental.

51 O sea, como puede apreciarse, la filosofía trascendental o ciencai de la Razón Pura, es parte del Sistema de la Razón Pura; pues el sistema de conocimiento trascendental es parte del sistema de conocimiento de lo a priori. En suma, lo a priori trascendental es una parte de lo a priori.

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todo el conocimiento humano a priori.” (Kant, CRP, B 27)

Así la Ciencia de la Razón Pura trata de los principios a priori que la Razón Pura suministra, y coincidiría con la Filosofía trascendental, pues la Crítica -afirma Kant -da un esbozo de esta y de la Ciencia de la Razón Pura. Hay coincidencia si la Filosofía trascendental se ocupa de los principios a priori que son condiciones de toda experiencia y conocimientos posibles; y estos tienen su fuente en la Razón Pura. Estos principios son elementos a priori (fundamentos a priori, conceptos a priori y juicios a priori -sintéticos-), en el sentido de ser principios primeros o principios generales para toda experiencia y conocimiento (determinación); y así Kant puede decir que estos constituyen una Metafísica o Teoría del ser, en el sentido de la ciencia del ser en cuanto ser de Aristóteles; ya que son los primeros principios en cuanto principios trascendentales. Así queda justificado tomar a la Ciencia de la Razón Pura como Metafísica, por cuanto es la facultad que suministra estos principios a priori trascendentales; aunque ahora con un nuevo sentido, trascendental, pues en estos principios tenemos un conocimiento a priori de los principios generales de la experiencia, estructura metafísica de la misma, pero en un sentido trascendental, como principios de la Razón Pura o como legislación del sujeto, donde el sujeto legislador construye y amolda el entorno indeterminado a su legislación, las reglas que hay en mí, y que no solo rigen la experiencia sino que la hacen posible (la regulan en cuanto la constituyen; o sea, se autorregula en su experiencia y conocimiento).

La Filosofía trascendental es caracterizada como Ciencia teórica de la Razón Pura, por tratar del uso teórico de la Razón Pura, es decir, los principios a priori del conocimiento. Este uso es la tarea de satisfacer el interés teórico del conocimiento, donde se responde a la pregunta ¿qué puedo conocer?, que se corresponde con uno de los intereses (fines) de la Razón. Así el Principio de la Moralidad es un principio a priori de la Razón Pura, y pertenece a la Ciencia de la Razón Pura, como ciencia de los principios a priori en general; pero no es un principio a priori trascendental, no pertenece al conocimiento trascendental, a la Ciencia de la Razón Pura en su uso teórico. Ya que contiene conceptos empíricos, como el de felicidad y virtud, y el mismo de moralidad, por lo que se trata de un principio de Razón formal y a priori en su

uso y legislación practica, pero no es un principio a priori puro (sin conceptos extraídos de la experiencia) por lo que ya, desde esta falta de condición, no puede ser un principio trascendental y teórico;52 de ser puro el principio podría serlo o no, pues la pureza no garantiza por sí misma el carácter trascendental. Los juicios de las matemáticas (Geometría y Aritmética) son juicios a priori puros, pero no son trascendentales.

Así Kant nos dice que las Matemáticas nos muestran ejemplos de juicios a priori puros, pero hay otros juicios a priori puros que pueden ser demostrados desde la propia experiencia, como condiciones de la misma, y estos son los principios trascendentales:

“Podríamos también, sin acudir a tales ejemplos para demostrar que existen en nuestro conocimiento principios puros a priori, mostrar que éstos son indispensables para que sea posible la experiencia misma y, consiguientemente, exponerlos a priori.” (Kant, CRP, B 5)

La Metafísica es la ciencia del conocimiento por conceptos mas allá de toda experiencia, sin objeto empírico; trata de ser un conocimiento de los conceptos de alma, mundo y Dios; de los conceptos de Razón, según una espontaneidad, tendencia intrínseca a la naturaleza de la razón [Cfr. Kant (CRP, B 18 y 199)] ; pero esto constituye un problema insoluble. Está constituida sobre el problema de la Razón Pura, el problema del conocimiento a priori por meros conceptos, que es insoluble en cuanto que pretende un conocimiento de objetos que no nos son dados en la experiencia; de modo que en el conocimiento a priori así planteado nunca habrá avance, sino controversia interminable, al pretender un conocimiento más allá de la experiencia (de objetos no dados), que por ello no pueden ser pensados o determinados. La Metafísica como conocimiento a priori, de principios a priori generales constitutivos de la experiencia, sólo lo puede ser como ciencia de la razón pura, y como ciencia de esta en su uso teórico, o sea, como conocimiento o filosofía trascendental; es decir, como un conocimiento a priori de principios generales constitutivos pero en el sentido de constitución por el sujeto legislador (sujeto trascendental).

52 Cfr. “[E]l principio Supremo de la Moralidad no pertenece a la Filosofía trascendental, es un principio a priori no puro, contiene conceptos empíricos, y la filosofía trascendental la Ciencia teórica del uso de la razón pura, la que trata sobre el uso teórico de la Razón Pura.” (Kant, CRP, B 29)

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Así concebida, la Metafísica podrá por fin entrar por un camino seguro y avanzar, aunque aquí ya no se tratará de un conocimiento supraempírico (sobre objetos no dados), sino o de un conocimiento trascendental o de una creencia o convicción con base subjetiva suficiente. Respecto a los principios de la sensibilidad pura, el entendimiento puro, Kant nos habla de conocimiento trascendental, y en realidad nos habla de conocimiento trascendental para referirse a todos los principios a priori como condiciones de la experiencia posible; pero, parece hasta donde podemos observar, que introduce una ambigüedad conceptual, al introducir la doctrina de las ideas e ideales trascendentales como creencias,53 o postulados teóricos de la razón pura, como principios regulativos exigidos por el uso empírico de la razón, y para el avance del conocimiento empírico.54 No se ve con claridad, como aquí pueda hablarse al mismo tiempo de conocimiento trascendental y de creencia, a no ser, lo que nos parece ser el caso, que en el concepto de creencia, tal como es definido, se comprenda el concepto de conocimiento trascendental; pues el concepto de convicción con fundamento subjetivo suficiente, o sea, lo que no es conocimiento (convicción con fundamento subjetivo y objetivo suficiente), pero tampoco mera opinión (sin fundamento alguno) parece incluir la noción de un conocimiento trascendental. Pero además, tenemos la doctrina declarada abiertamente de que el conocimiento tiene dos fuentes y requiere un objeto, fundamento objetivo; o sea, no solo el conocimiento empírico sino toda clase de conocimiento, pues -como ya hemos indicado- el conocimiento es definido como el pensamiento o determinación verdadera de algo (Cfr. Kant, CRP, B 131). Así Kant nos dice que podemos realizar el ensayo de considerar el conocimiento y el objeto como regidos por el sujeto, y no el conocimiento y el sujeto como regidos por el objeto, por un objeto totalmente independiente del sujeto y el conocimiento, que ha de ser descubierto.

Y nos dice, además, que:

“En efecto, podría ocurrir que nuestro mismo conocimiento empírico fuera una

53 Convicciones con fundamento subjetivo suficiente pero fundamento objetivo insuficiente (Kant, CRP, B 850).

54 O sea, como veremos y justificaremos textualmente más adelante, como reglas a priori que prescriben al entendimiento proseguir indefinidamente, en sus determinaciones, generalidades hipotéticas-arbitrarias y conocimientos (Kant habla expresamente de conocimientos, pero el sentido de los conceptos lo incluye todo en el ámbito de la experiencia) y conocimientos, como proyecto del entendimiento.

composición de lo que recibimos mediante las impresiones y de lo que nuestra propia facultad de conocer produce (simplemente motivada por las impresiones) a partir de sí misma. En tal supuesto, no distinguiríamos esta adición respecto de dicha materia fundamental hasta tanto que un prolongado ejercicio nos hubiese hecho fijar en ella y nos hubiese adiestrado para separarla.” (Kant, CRP, B 1-3)

En este pasaje establece el concepto de conocimiento empírico, como el que surge de la composición entre materia o impresión (que en otra parte define como el efecto inmediato sobre sobre la sensibilidad) y la forma sensible que añadiría el sujeto (intuición pura); esta es la intuición empírica que es pensada objetivamente desde conceptos empíricos. Kant nos habla claramente de un concepto de conocimiento como pensamiento verdadero, o determinación conceptual o intelectual de algo dado, represenación intuitiva u otra representación conceptual (concepto), de modo que se sostiene que el conocimiento requiere de un objeto (cosa indeterminada), pues no es otra cosa (según el concepto introducido) que la determinación o pensamiento verdadero de un objeto, o en último término de este, y así todo conocimiento exige por definición un objeto. Esto es lo que se sostiene cuando nos explica que no podemos conocernos a nosotros mismos, pues nos falta el objeto o intuición correspondiente, y que sólo tenemos conocimiento del sujeto empírico y fenoménico, que es el modo en que nos afectamos a nosotros mismos [Cfr. Kant (CRP, B 156]. Pero, de este modo, define el conocimiento en general, como determinación de un objeto o representación intuitiva cualquiera; y así el conocimiento quedaría reducido a conocimiento empírico. Por aquel ha de entenderse este. Pero esto no es así si consideramos que también propone un conocimiento trascendental y en general un conocimiento a priori dado en forma de juicios a priori, donde no hay objeto o intuición empírica. En las matemáticas tenemos un conocimiento sobre objetos o intuiciones puras construidas sobre las intuiciones puras del espacio y el tiempo; o sea, sobre conceptos construidos de forma original sobre la intuición pura, no sobre intuiciones empíricas. De este modo cabe pensar que Kant nos ofrece un concepto de conocimiento como determinación sobre una intuición (objeto) cualquiera, ya sea empírica o a priori pura o no pura); o más exactamente, de una representación cualquiera, que de ser

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intelectual, ha de resoverse en determinación de una representación sensible.

Pero el panorama conceptual respecto a una noción general de conocimiento se complica, pues por otro lado, se nos habla claramente de un conocimiento trascendental, ya de una Filosofía trascendental, ya, dentro de esta, de un Órganon de la Razón Pura; asimismo de un Sistema de la Razón Pura. Kant nos propone, de modo explícito y sin lugar a dudas, un conocimiento a priori que según nos dice y por los conceptos que pone en juego, solo puede serlo de lo a priori o de lo que pone el sujeto.55 Ya que en esta variante de conocimiento no vemos cual sea la intuición que es pensada o determinada por conceptos; a no ser que se consideren las categorías y las ideas de la Razón Pura, como conceptos con los que se piensa un sujeto empírico o sucesión de fenómenos; pero no se trataría de conceptos empíricos con los que se piensa y determina una intuición empírica; pero que pueden ser considerados como determinaciones a priori de tal serie empírica. Así en el conocimiento a priori tendríamos un conocimiento de propiedades formales y generales sobre la experiencia en general, sobre la serie empírica, y por tanto sobre una intuición en general. Se adecua a una definición de conocimiento como determinación sobre una intuición cualquiera. Esta parece ser la única vía para conservar la distinción -que Kant introduce- entre conocimiento empírico y conocimiento trascendental (y en general conocimiento a priori), y al mismo tiempo tener un concepto de conocimiento que los abarque y satisfaga la condición de ser un pensamiento objetivo o determinación de una intuición cualquiera. La solución está en considerar que en el caso del conocimiento a priori la determinación sobre la intuición empírica es a priori y expresa una condición formal de esta.56

55 Y esta es según se ve, la principal motivación, o cuando menos la primera, para hacer el ensayo de una legislación en mí; que permite la posibilidad de un conocimiento a priori. Los objetos considerados como “cosas en sí mismas” hacen imposible todo conocimiento a priori, pero tomados como fenómenos o afecciones dan entrada al conocimiento a priori; precisamente de lo a priori, lo que nosotros ponemos. Y esto constituye la nueva orientación de la Metafísica, como un camino seguro para el conocimiento racional por conceptos (al margen de la experiencia) o conocimiento a priori, que de otro modo resulta totalmente inviable.

56 Así es inexacto, y falso, decir que para Kant las dos fuentes del conocimiento son la intuición sensible (la experiencia) y el entendimiento. Lo cierto es que las dos fuente del conocimiento son la intuición (sensible o a priori) y el entendimiento; y las dos fuentes del conocimiento empírico son la intuición empírica y el entendimiento tanto en su uso puro como empírico, pues aquí se trata de pensar fenómenos (o representaciones empíricas en

El conocimiento empírico es, o puede entenderse como, la determinación que tenemos sobre objetos dados como intuiciones sensibles (afecciones de lo externo indeterminable e incognoscible), pero desde este pasaje no es posible saber si se está refiriendo al conocimiento en general por cuanto es determinación de un fenómeno, o si se está refiriendo al conocimiento empírico como clase de conocimiento contrapuesta al conocimiento a priori, y dentro de este al trascendental. Con todo, desde el conjunto de los textos es claro que diferencia un conocimiento que cabe llamarse empírico por depender y ser extraído de la experiencia, que llama conocimiento a posteriori, y un conocimiento a priori, y dentro de este un conocimiento trascendental; pero, en definitiva, todo conocimiento, ya sea empírico a posteriori, o trascendental, o a priori de cualquier clase, parece requerir de un objeto que determinar (pensar), y como en el ser humano el objeto sólo viene dado por la intuición sensible57

(pura o empírica), se concluye que todo conocimiento es conocimiento intuitivo; y podría decirse que es fenoménico o empírico en el sentido -con todas las precauciones necesarias- de referir en ultimo término a la experiencia fenoménica empírica ya que toda intuición pura apunta a la intuición empírica en cuanto es la forma de esta. Pero la referencia objetiva viene dada por la intuición en general, ya sea pura o empírica. En las Matemáticas tendríamos -segun Kant- un conocimiento sobre la intuición pura, sobre intuiciones puras (círculo, recta, cuadrado, número real, matriz, sumatorio, límite, etc) que son intuiciones obtenidas a priori (construidas originalmente) sobre las intuiciones puras originarias o trascendentales (espacio y tiempo).58

general, intuiciones empíricas o conceptos empíricos) mediante conceptos empíricos. En el conocimiento trascendental se trata de una determinación de la experiencia en general, de los fenómenos en su existencia y ordenamiento, en cuanto se trata de propiedades formales generales, y así cabe pensar que las fuentes son, de alguna manera, la intuición sensible que nos ofrece la serie empírica de fenómenos (sujeto empírico) y el entendimiento en su uso, tanto puro, que nos ofrece las condiciones formales generales de la experiencia o lo que se puede pensar de esta a priori (pensamiento o determinación a priori), como empírico forjando conceptos empíricos.

57 La intuición es la facultad por la que se nos dan objetos, y es definida por Kant como al facultad de objetos o receptividad, que en el hombre coincide con la sensibilidad, pues en este sólo se da la intuición sensible; y no sabemos si se da la intuición intelectual en otros seres distintos, pues este concepto no es autocontradictorio, es posible y problemático, pensable. Este último es un concepto o pensamiento problemático, se corresponde con el modo problemático de pensamiento.

58 Éstas son, claramente y por definición, intuiciones sensibles puras, o representaciones intuitivas (sensibles en el hombre) independientes de la experiencia (a priori), puras por no contener conceptos o elementos empíricos (extraídos desde la intuición

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Así todo conocimiento (ya empírico, ya a priori en sus diversas variantes) exige un objeto, pues por definición es el el pensamiento o determinación objetiva de tal objeto; aunque esto se puede apreciar más claramente en el conocimiento empírico-a posteriori; pero también en el conocimiento trascendental de los principios de la sensibilidad y el entendimiento puro, que tienen como objeto al sujeto empírico; o sea, son las representaciones puras y propiedades formales que hacen posible la experiencia, las condiciones de la serie dada e indefinida de fenómenos; y hacen posible a esta serie como trama articulada de tales fenómenos, síntesis fenoménica o serie fenoménica dada; por tanto esos principios a priori son trascendentales en cuanto determinaciones (o sea, propiedades) de esa serie empírica o sujeto empírico, pues este es la experiencia que se hace posible; de este sujeto o serie empírica se predican los conceptos trascendentales, o sea, es determinado por estos, pensado o subsumido bajo estos; a fin de cuentas la doctrina trascendental afirma que el sujeto empírico fenoménico (como conjunto y trama de intuiciones sensibles) es la proyección o determinación del sujeto trascendental, de la legislación del sujeto (las reglas que hay en mí) a la que se conforma el objeto, que es definido por aquello a lo que apunta todo pensamiento (Cfr. Kant, CRP, B 34), y en el hombre es dado por la intuición sensible (la única posible).

En el caso de los principios a priori de la Razón Pura, entendida como facultad específica de principios de unidad de reglas (como Facultad de principios, cfr. Kant, CRP 356),59 es decir, como fuente de las ideas

empírica o experiencia), pero no son condiciones generales de la intuición empírica, no son principios a priori de la Sensibilidad o Receptividad. Llamar al espacio y al tiempo “intuiciones puras” resulta inapropiado e introduce una gran ambigüedad, pudiendo dar lugar a equívocos, y, en todo caso, entorpece la captación del sentido; que, pese a todo y desde la consideración atenta de los conceptos introducidos, queda totalmente claro. Kant nos dice: “El espacio no es un concepto discursivo o, como se dice, un concepto universal de relaciones entre cosas en general, sino una intuición pura. [...] De igual forma, tampoco los principios geométricos (por ejemplo, que dos lados juntos en un triángulo son mayores que el tercero) derivan nunca de los conceptos generales de línea y triángulo, sino de la intuición y, además, a priori, con certeza apodíctica.” (Kant, CRP, B39). O sea, los juicios a priori son pensamientos sobre la línea y el triángulo como intuiciones a priori y puras, no como conceptos generales o universales obtenidos desde la experiencia.

59 Donde claramente se usa el término 'principio' en un sentido más restringido que al definir la Razón como facultad de los principios del conocimiento a priori y del conocimiento, la Estética trascendental como doctrina e investigación de los principios a priori de la sensibilidad, y la Lógica trascendental como la investigación y conocimiento de los principios a priori del pensamiento (del entendimiento).

trascendentales e ideales trascendentales,60

verosímilmente cabe pensar que refiere al sujeto empírico, de la que estas ideas e ideales61 son determinaciones conceptuales (pensamientos) precisamente como propiedades (cualidades) formales que hacen posible ese sujeto o serie empírica; hacen posible este objeto complejo (experiencia), que es el objeto fenoménico y único del conocimiento, que por hipótesis copernicana) se piensa como si estuviera conformado al sujeto. Pero en el caso de las ideas e ideales de la Razón Pura no habría conocimiento trascendental, en el sentido de que estas no refieren a objetos, son meras ideas, y solo son conceptos o pensamientos problemáticos, para proyectar y regular la experiencia (el entendimiento), y son por tanto, postulados o hipótesis de la razón en su uso teórico; por tanto, hipótesis racionales teóricas que cabría llamar creencias racionales, aunque Kant no use esta expresión, y que son referidas de un modo vago como parte de un conocimiento trascendental, ya que son principios a priori del conocimiento y la experiencia, aunque a título de representaciones puras de Razón problemáticas, admitidas como si existiesen realmente los objetos meramente pensados.62

60 Por tanto, no en el sentido genérico que se sugiere al hablarnos de una facultad de todos los principios a priori del conocimiento a priori (y del conocimiento en general), que comprendería los principios de la sensibilidad (intuición) pura, del entendimiento puro, y las ideas e ideales (trascendentales) de la Razón, conceptos (puros) e Razón o meros conceptos de unidad o totalidad incondicionada y perfecta; que como veremos, son todos ellos concreciones o determinaciones del principio a priori original de la apercepción pura, y el principio supremo de la unidad de razón, que realiza, concretándolo el principio original de la apercepción pura, que equivale al principio a priori de afinidad, y viene a ser este mismo.

61 Objetos ideales o ideas en concreto, determinadas espacio-temporalmente, como análogo de un esquema a priori de determinación, para poder aplicar, o sea, pensar, los pensamientos y conocimientos del entendimiento (conceptos u juicios) como confluyendo -en el avance indefinido y constante del entendimiento- en estas ideas de unidad incondicionada (que prescriben ese avance continuo al entendimiento mostrándose como una meta a alcanzar pero que nunca se alcanzará (focus imaginarium o punto ideal del convergencia); para poder pensar las reglas o conceptos del entendimiento bajo las ideas de totalidad incondicionada -como veremos más adelante de modo problemático e hipotético como principios regulativos o reglas de avance en la experiencia y el conocimiento.

62 O sea, las ideas de unidad incondicionada y perfecta en las series regresivas de fenómenos (como veremos, según una síntesis, enlace, progresivo y no acumulativo de fenómenos) y las correspondientes objetos ideales (ideales trascendentales), son objetos no dados en la experiencia, que solo nos da una síntesis o serie empírica progresiva y condicionada (la experiencia o naturaleza), sino objetos concebidos solo en idea, desde la absoluta espontaneidad de la Razón, que la razón se da a sí misma (por tanto objetos meramente pensados, pero no en el sentido de objetos dados, en la intuición sensible, que son pensados bajo conceptos pero no de modo verdadero).

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5. La Estética trascendental

Por todo lo expuesto hasta el momento, aunque sea a modo de indicación y explicación preliminar adelantada, por exigencias de conexión sistemática,63 queda asentado con claridad que lo a priori trascendental es una parte, clase, de lo a priori en general, concretamente la de lo a priori puro que es condición de la experiencia (y del sujeto empírico), y por ello determinación de la misma y en definitiva del conocimiento; integrando este una parte fundamental del Sistema de la Razón Pura o sistema de conocimientos a priori; o sea, la Ciencia de la Razón Pura o conocimiento (filosofía) trascendental viene dado en esbozo por la Crítica de la Razón Pura, la Ciencia Crítica que es la parte preliminar y necesaria de aquella; ya que al darnos el esbozo arquitectónico del conocimiento a priori trascendental(y, a la postre, de todo el conocimiento), nos da el sistema de conocimiento trascendental en su estructura y límites; pero también, por añadidura, la estructura y extensión del conocimiento a priori.

Este Sistema de conocimiento trascendental (Sistema trascendental) es el de los principios del conocimiento a priori, y de toda experiencia y conocimiento, derivados de la Razón Pura; entendiendo 'principio' en el sentido propio de fundamento o condición.64 Y este conocimiento trascendental viene dado primeramente (abocetado) por la Crítica de la Razón Pura, ciencia crítica y parte propedéutica, donde se han de investigar y establecer los principios, en lo que respecta a su naturaleza y clase, número y extensión o aplicación (función o tarea propia o connatural). Y esto es lo que realiza Kant en la Doctrina trascendental del los elementos, y en la Doctrina trascendental del Método, en su obra La Critica de la Razón Pura. En la Estética trascendental, en la Lógica trascendental (Analítica y Dialéctica trascendental), y en la Doctrina trascendental del Método, se lleva a cabo el proyecto crítico y trascendental en su boceto

63 La justificación de algunas afirmaciones ha exigido adelantar al introducción de algunos conceptos y doctrinas; desde las que se ilumina el sentido de esas afirmaciones; así la explicación cabal del sentido y motivación de la hipótesis copernicana, ensayo trascendental, exige adelantar el concepto de lo a priori trascendental; y la explicación o justificación, de carácter general y no cabal o sistemática, de la Ciencia de la Razón Pura, de la Filosofía trascendental, y de la nueva concepción u orientación de la Metafísica, ha exigido adelantar conceptos y doctrinas (aunque de modo general y sinóptico).

64 El concepto aristotélico de lo que es primero y de lo que depende algo; aunque no viene definido de este modo, desde estas propiedades intensionales.

(plan arquitectónico) de una doctrina de los principios del conocimiento a priori y del conocimiento, respecto a su fuente y naturaleza, clases y número preciso, funciones propias y relaciones concomitantes a estas tareas: es a este conjunto trabado de conocimientos lo que se refiere, con más propiedad, como idea arquitectónica de un Sistema de conocimiento trascendental, forma más imprecisa y ambigua, como conocimiento trascendental.

Como ya hemos señalado, este conocimiento trascendental (o su boceto), lo es sobre las condiciones de la experiencia y del conocimiento, y estas han de ser condiciones de la representación en el ser humano, de todas las clases de representación que se dan en este, y, en definitiva, de la misma experiencia como representación compleja o serie sintética de representaciones. Por tanto ha de entenderse como el conocimiento de las representaciones puras a priori, formales, como condiciones formales de toda representación intuitiva ya a priori ya empírica (incluyendo las representaciones intelectuales que se puedan resolver en aquellas, y de todo concepto y juicio (pensamiento) empíricos; o sea, de las condiciones formales o representaciones a priori formales puras, que el sujeto impone como legislación, con la que se constituye cada representación intuitiva y cada representación conceptual (concepto), pero también el enlace de estas (juicio), y así toda la experiencia como trama sintética de todas las representaciones intuitivas sensibles, por medio del los conceptos empíricos y sus relaciones.

La Estética trascendental es la investigación y doctrina de los principios de la sensibilidad, esto es, de la representación intuitiva o inmediata (sensible en el hombre); aquí lo que se ha de establecer es la condición y parte formal pura de la representación, las representaciones intuitivas puras (intuiciones puras), como condiciones y legislación a priori del sujeto en la sensibilidad o facultad de receptividad, por la que se nos dan objetos en tanto que nos afectan; y que por tanto se reduce una facultad de ser afectados según la propiedad formal (legislación) de la sensibilidad, o sea, de la afectabilidad, término que Kant no emplea, pero que expresa bien su concepto.

Así Kant nos dice que:

“Sean cuales sean el modo o los medios con que un conocimiento se refiera a los objetos, la intuición es el modo por medio del cual el conocimiento se refiere

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inmediatamente a dichos objetos y es aquello a que apunta todo pensamiento en cuanto medio. Tal intuición únicamente tiene lugar en la medida en que el objeto nos es dado. Pero éste, por su parte, sólo nos puede ser dado [al menos a nosotros, los humanos] si afecta de alguna manera a nuestro psiquismo. La capacidad (receptividad) de recibir representaciones, al ser afectados por los objetos, se llama sensibilidad y ella es la única que nos suministra intuiciones. Por medio del entendimiento, los objetos son, en cambio, pensados y de él proceden los conceptos. Pero, en definitiva, todo pensar tiene que hacer referencia, directa o indirectamente a intuiciones y, por consiguiente (entre los humanos), a la sensibilidad, ya que ningún objeto se nos puede dar de otra forma.” (Kant, CRP, B 33)

Asimismo aclara lo que entiende por sensación y fenómeno:

“El efecto que produce sobre la capacidad de representación un objeto por el que somos afectados se llama sensación. La intuición que se refiere al objeto por medio de una sensación es calificada de empírica. El objeto indeterminado de una intuición empírica recibe el nombre de fenómeno. Lo que, dentro del fenómeno, corresponde a la sensación, lo llamo materia del mismo. Llamo, en cambio, forma del fenómeno aquello que hace que lo diverso del mismo pueda ser ordenado en ciertas relaciones. Las sensaciones sólo pueden ser ordenadas y dispuestas en cierta forma en algo que no puede ser, a su vez, sensación. Por ello la materia de todo fenómeno nos viene dada únicamente a posteriori.” (Kant, CRP, B 34)

Es importante destacar que Kant se mueve en la dicotomía tradicional platónico-aristotélica, dándole una nueva fuerza y sentido teórico, donde la forma es el ordenamiento de la materia, pero en este caso con un sentido trascendental, como forma a priori o representación pura intuitiva, intuición pura que conforma la sensación, o sea, la afección del objeto o cosa externa desconocida en cuanto tal (sin relación al sujeto o sin afectarle de modo alguno); esta representación pura intuitiva es la condición formal o principio de la sensibilidad, por tanto, la condición formal a priori para poder ser afectados, pues aunque Kant no lo expresa muy claramente, viene a afirmar que la sensación o afección del objeto externo (cosa en sí) no puede darse sino en cuanto ordenada por la forma o intuición pura; o sea, la sensación, materia de la intuición, no se da por una parte en un

primer momento, y después sobre esta actúa la representación pura formal, sino que hemos de pensar que la sensación se da ya ordenada, o sea, la afección sobre la sensibilidad (sensación o materia) se da en cuanto está ordenada por la forma de la intuición. Y así la materia solo se da en cuanto dada, ordenada, junto a la forma de la intuición (intuición pura), y en el todo de la intuición sensible, compuesta de materia y forma. Es también muy importante percibir que el concepto de afección es fundamental, pues desde este se concibe la materia de la intuición, como afección informe, y la intuición pura, como forma de la afección, y solo podemos tener referencia a objetos externos (o internos) en las intuiciones empíricas por medio de sensaciones (afecciones).

En este texto, Kant establece también, con claridad, lo que entiende por 'fenómeno', a saber la intuición indeterminada; por lo que ha de entenderse la intuición como afección ordenada; y el fenómeno como intuición que no es determinada por ningún concepto en un juicio; como intuición aislada o no enlazada a ninguna otra. Así la sensación es la afección indeterminada, y el fenómeno es la intuición empírica indeterminada conceptualmente,65 de modo que, como advertimos anteriormente, Kant estable una distinción -aún de modo no muy claro y poco coherente, pero reconocible- entre fenómeno como intuición sensible aislada, y lo fenoménico como referencia a todo fenómeno y trama de fenómenos, ya se trate de la relación entre dos fenómenos (intuiciones) o la totalidad de la trama de los fenómenos, como el conjunto total de la experiencia y el conocimiento dados, y no dados o experiencia y conocimiento posibles. Así el fenómeno es el elemento de construcción de la experiencia, ofrecido por la sensibilidad al entendimiento y la Razón, para la construcción de esta, como primera síntesis por vía trascendental, que da la base para la elaboración sintética posterior de la experiencia (que es una labor incesante).

Así Kant llama fenómeno a la intuición (sensible) no pensada bajo un concepto (subsumida y determinada por este), de la que la intuición pura o representación intuitiva pura es la forma a priori, la forma de la sensibilidad que se haya en el psiquismo; a esta forma o condición formal la llama Kant principio a priori de la sensibilidad, y la Estética trascendental es la

65 Kant hablará del pensamiento como de una determinación conceptual, y esto no excluye que pueda introducir un concepto de determinación para la sensación, en el sentido de ordenamiento o conformación.

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Ciencia de todos los principios a priori de la sensibilidad:

“Las representaciones en las que no se encuentra nada perteneciente a la sensación las llamo puras (en sentido trascendental). Según esto, la forma pura de las intuiciones sensibles en general, donde se intuye en ciertas relaciones toda la diversidad de los fenómenos, se hallará a priori en el psiquismo. Esta forma pura de la sensibilidad se llamará igualmente intuición pura. La ciencia de todos los principios de la sensibilidad a priori la llamo estética trascendental. Tiene que existir, pues, esa Ciencia, y ella constituye la primera parte de la doctrina trascendental de los elementos, en oposición a aquella otra ciencia trascendental.” (Kant, CRP, B 34-36)

Y de modo claro y expeditivo, establece el concepto de intuición y forma a priori de la intuición desde los conceptos de representación, afección y receptividad, como afección, receptividad, y representación de un objeto externo66 (cosa en sí u objeto indeterminable sin relación alguna a nosotros); por tanto, como representación, o señal de algo a lo que apunta la afección (intuición) como su causa (principio); dejando claro que se trata, en definitiva, de representaciones de estos objetos externos (o internos) en cuanto nos afectan; de suerte que la forma de la intuición o representación es la forma o modo de ser afectados, o modo (forma) de la receptividad:

“El espacio no es más que la forma de todos los fenómenos de los sentidos externos, es decir, la condición subjetiva de la sensibilidad. Sólo bajo esta condición nos es posible la intuición externa. Ahora bien, dado que la receptividad del sujeto, cualidad consistente en poder ser afectado por los objetos, precede necesariamente a toda intuición de esos objetos, es posible entender cómo la forma de todos los fenómenos puede darse en el psiquismo con anterioridad a toda percepción real, es decir, a priori, y cómo puede ella, en cuanto intuición pura en la que tienen que ser determinados todos los objetos,

66 Puede pensarse que Kant emplea aquí el término 'objeto' de modo ambiguo e inapropiado, si se considera la etimología de este, o sea, la de algo que está ante el sujeto; y como argumenta Nietzsche, este algo externo no cabría ser llamado ni cosa en sí, ni objeto, por cuanto estas expresiones significan algo determinado de algún modo, pero Kant nos habla de la cosa en sí como algo indeterminado e indeterminable, por no tener relación alguna con el sujeto. No obstante, en Kant, queda claro lo fundamental, que es distinguir algo externo indeterminado de su afección en el psiquismo, o sea, la intuición sensible, representación intuitiva (inmediata) precisamente de aquello.

contener, previamente a toda experiencia, principios que regulen las relaciones de esos objetos. Sólo podemos, pues, hablar del espacio, del ser extenso, etc., desde el punto de vista humano. Si nos desprendemos de la única condición subjetiva bajo la cual podemos recibir la intuición externa, a saber, que seamos afectados por los objetos externos, nada significa la representación del espacio. […] La forma constante de esa receptividad que llamamos sensibilidad es una condición necesaria de todas las relaciones en las que intuimos objetos como exteriores a nosotros y, si se abstrae de tales objetos, tenemos una intuición pura que lleva el nombre de espacio.” (Kant, CRP, B 42-43) Para Kant quedaría justificado hablar de

una representación de objetos externos, y por tanto, de objetos externos, al poder decirse que en algún sentido este algo externo es un objeto pata nosotros, en cuanto nos afecta y se nos da; o sea, se le puede llamar objeto, aunque no se nos dé en lo que es en sí mismo, lo que es imposible y absurdo, ya que solo se puede dar algo en tanto que entra en relación con nosotros (nos afecta), y lo que se da de el es su afección en nosotros, y así se nos da en cuanto nos afecta; pero se nos da aunque en un sentido indirecto o mediato, nunca en lo que sea en sí mismo, pero sí en cuanto a su existencia como principio (causa) de la afección. En suma, las intuiciones son afecciones sobre el psiquismo (sobre la sensibilidad), y son representaciones de objetos externos (algo externo indeterminado) en cuanto causas de estas, y los dan respecto a su existencia en cuanto han de ser causas.

Este es el punto esencial y la base teórica en la que se apoya toda la doctrina trascendental, a saber, las intuiciones como afecciones de cosas externas a la sensibilidad (algo externo o interno), o la creencia (doctrina racional -cabría decir-) de que las intuiciones sensibles, las mismas sensaciones como materia de la intuición, no es algo producido en el organismo de modo autógeno o endógeno, como meros acontecimientos subjetivos y orgánicos, sino que son acontecimientos en el sujeto en cuanto este se relaciona, interactúa con el entorno, con lo externo al organismo,67 y

67 Que como ya hemos explicado, en gran medida, es por sí mismo y en sí mismo, algo indeterminado por principio o e indeterminable, ya que lo determinado solo es concebible en relación a un sujeto (organismo) que entra en interacción con el entorno (o consigo mismo), y esta se lo apropia y lo conforma, lo concibe desde su perspectiva, en cuanto es afectado por este entorno indeterminado, y en cuanto el organismo proyecta sus facultades, fuerzas plásticas diría Nietzsche, sobre este entorno. Por tanto el concepto de lo determinado, y el del determinación,

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este produce un efecto sobre el mismo,68

una afección; y así todo pensamiento y conocimiento, en definitiva toda la articulación de la experiencia, se produce sobre esta afección, sobre el resultado de la interacción del sujeto humano con el entorno indeterminado. La experiencia, el pensamiento, y el conocimientos son objetivos, pueden calificarse de tales, precisamente en el sentido de que la intuición sensible es una referencia inmediata (representación intuitiva o inmediata) de algo externo, como principio de la afección; en definitiva estas tienen un carácter objetivo, por cuanto refieren a cosa externas que no se dan y no pueden darse en sí mismas, y estas constituyen la esfera de referencia de todo pensamiento y objeto.

Objeto es aquello a lo que apunta todo pensamiento (determinación conceptual), pero la intuición es el modo en que se nos dan objetos, y las intuiciones son representaciones inmediatas de objetos, como afecciones de estos (pues el efecto es una señal de la causa); es, pues, ineludible pensar que la referencia última u objetos referidos en definitiva, son los objetos (cosas en sí mismas) que nos afectan. Esto es así, aunque Kant nos hable por otro lado, y confundentemente, del conocimiento como conocimiento fenoménico, siempre como conocimiento en los límites de la experiencia; pues con esto quiere decir que el conocimiento requiere de un objeto como intuición, requiere de una intuición (sensible en el hombre), que cabe llamarse objeto o referente de todo pensamiento (y conocimiento o pensamiento verdadero); pero también hay que reconocer, en virtud de la doctrina de que el único medio por el que se nos dan objetos y de que estos nos son dados como afecciones de cosas externas sobre nosotros, que son estas cosas u objetos que nos afectan las que constituyen el referente último y objetivo.

La expresión “la intuición sensible es el único medio por el que se nos dan objetos”, es ambigua al no aclarar si se trata de objetos que son intuiciones, u objetos que son referidos por medio de intuiciones como la causa de la mismas. Pues al decir eso, se puede entender o que las intuiciones son ellas mismas los objetos a los que se refiere

en Kant, comprende o se construye como actividad de un sujeto y de interacción de este con un medio entorno (y consigo mismo); o sea, en las relaciones entre fuerzas y tendencias, en la relación entre organismo y medio, y es por tanto el concepto de una relación (un tipo de relación). Tenemos claramente una doctrina relativista de la determinación, y por tanto de la experiencia y del conocimiento.

68 Véase más arriba la definición que da Kant de sensación como efecto, y por ello como afección sobre la sensibilidad.

todo pensamiento, o bien que ellas -como decimos- son una referencia a objetos que nos afectan. En realidad, desde todos los conceptos introducidos, Kant admite, y de alguna manera confunde ambas, cuando menos en algunas ocasiones; pero en todo caso, queda claro -por todo lo dicho aquí- que si consideramos las intuiciones como objetos del pensamiento lo hacemos como representaciones de objetos externos, causas de la afección, y estos son la referencia última objetiva; y, por tanto, lo que da una validez y carácter objetivo al pensamiento.

El espacio y el tiempo son las dos formas a priori, condiciones formales, de la intuición sensible (de la sensibilidad); ellas constituyen la parte pura formal de la representación intuitiva (intuición empírica, sensible en el sujeto humano) o representación pura en las representaciones intuitivas (intuiciones). El espacio es la forma de todas las intuiciones (fenómenos) externos, mientras que el tiempo es la forma general de toda intuición, la forma tanto de los fenómenos externos como de los fenómenos internos.69 Por tanto, como hemos explicado, son los dos modos de la receptividad o afección de objetos, los dos modos en que nos afectan los objetos (lo externo o interno indeterminado). Así, por ejemplo, todo efecto sobre la sensibilidad de un objeto externo (cosa en sí), lo que Kant llama sensación, es tal efecto70 en cuanto se

69 Kant habla de fenómenos, pero alude indiferentemente a las intuiciones como tales, determinadas o indeterminadas (pensadas o no en juicios, como enlazadas a otras) y a las intuiciones como no determinadas (pensadas) a las que llama fenómenos.

70 Que también puede llamarse, y de hecho es llamado en la tradición filosófica, impresión, que alude al concepto de la huella o impronta física que un cuerpo deja sobre otro al entrar en contacto con el, como el sello sobre la cera. Hume es quizá el autor que maneja este concepto con más claridad y profusión teórica; como Kant, propone el concepto de efecto de algo sobre algo; aunque este algo sea una fuente desconocida, y la impresión o intuición sean considerados, por lo menos en algún sentido, como elementos irreductibles e últimos. Hume nos habla de impresiones como datos primeros, percepciones originales o contenidos mentales inmediatos, pero admite su procedencia del exterior como efectos, como se admite en todos los autores racionalistas. No es cierto -como pretenden muchas exposiciones académicas, que titulan la doctrina del Psicologismo- que la corriente de las percepciones formen como un islote mental, mera actividad o dinámica mental autógena, con una desvinculación e independencia total del entorno; pues, como ya también se ha explicado aquí, para Hume el organismo humano (como todo otro organismo) es parte de la naturaleza, pertenece al curso natural de la realidad, en el que ha de estar adaptado funcionalmente, en armonía, para no admitir una parte de la naturaleza como desvinculada de esta misma (lo que es manifiesto absurdo; pues se quiere ver algo como al mismo tiempo perteneciendo a la naturaleza, como parte suya, y también como algo fuera de la naturaleza, que no es parte de la misma); y así como si una parte de la naturaleza, que se reconoce indudablemente como tal, pudiese ser parte de esta y no satisfacer o amoldarse a los designios y fines prácticos de esta (a su legislación).

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amolda a la condición formal del ser afectado, al modo de la receptividad.

“Así, pues, en la estética trascendental aislaremos primeramente la sensibilidad, separando todo lo que en ella piensa el entendimiento mediante sus conceptos, a fin de que no quede más que la intuición empírica. En segundo lugar, apartaremos todavía de esta última todo lo perteneciente a la sensación, a fin de quedarnos sólo con la intuición pura y con la mera forma de los fenómenos, únicos elementos que puede suministrar la sensibilidad a priori. En el curso de esta investigación veremos que hay dos formas puras de la intuición sensible como principios del conocimiento a priori, es decir, espacio y tiempo.” (Kant, CRP, B36)

Para establecer que el espacio es una condición de toda intuición externa, primero establece que se trata de una representación a priori pura, en lo que llama exposición metafísica del concepto de espacio; y luego, sobre esta y ya sentado que se trata de una representación a priori y pura, o sea, no extraída desde la experiencia y sin contener elementos empíricos, nos explica que esta ha de ser condición de toda representación (intuición) empírica, esto es, un principio a priori de la sensibilidad; y el mostrar a este como tal, es lo que llama exposición trascendental del concepto de espacio.

La exposición trascendental es, por tanto, la preparación teórica para introducir la doctrina del espacio como principio de la sensibilidad; pues es esencial percatarse de que el concepto de representación pura (intuitiva en este caso) no conlleva ni implica de por sí que sea un principio de representación; como podemos ver claramente si nos atenemos a los respectivos conceptos, y el de representación pura es el de una representación absolutamente a priori, sin incluir conceptos (elementos) empíricos. Así los conceptos matemáticos consisten en representaciones a priori puras, pero no son principios ni del conocimiento a priori ni del conocimiento y la experiencia posible, o sea, no son principios trascendentales, son conceptos construidos de modo original y completo sobre las intuiciones puras del tiempo y el espacio,71 que son por tanto

71 De aquí que las matemáticas es el conocimiento racional por construcción de conceptos, que no ha de confundirse con el conocimiento racional por (mediante) conceptos. Hay una diferencia en el modo de obtener los conceptos (de modo original sobre una intuición pura derivada de la intuición pura trascendental -que suele acaparar la denominación de intuición pura, aunque esto sea una imprecisión que puede originar confusiones conceptuales que han de mantenerse con rigor,

representaciones a priori puras que Kant diferencia de las representaciones a priori no puras en las ciencias naturales, en las partes racionales de estas (como principios racionales inmediatos de las mismas), como el principio 'todo cambio ha de tener una causa', que es un juicio sintético a priori que contiene el concepto empírico de espacio. Y dentro de las representaciones a priori puras, tenemos las que cumplen una función trascendental como condiciones de toda experiencia y conocimiento, y aquellas que siendo a priori y puras no son principios del conocimiento y la experiencia en general, y de esta tenemos cuando menos las representaciones matemáticas.

De modo que todo principio de la experiencia ha de ser una representación a priori pura, como condición necesaria para ser un principio trascendental, pero no es una condición suficiente, y por ser tal ya es un principio de la Razón Pura, algo que puede actuar como principio a priori, pero que no es un principio trascendental; pues -como hemos dicho- el concepto de representación a priori pura no conlleva el concepto de principio trascendental, si no atenemos a las definiciones dadas por el mismo Kant, y al hecho de que nos encontramos con lo a priori puro no trascendental en las matemáticas (con intuiciones puras, como el triángulo y el círculo, derivadas de las intuiciones puras trascendentales -espacio y tiempo-, sobre las que se construyen originalmente y de modo completo, exhaustivo, los conceptos; de suerte que sobre estos pueden obtenerse juicios sintéticos a priori, juicios universales y necesarios, o sea, juicios evidentes por sí mismos desde las definiciones, o sea, axiomas.72 Y así actuarían (por ejemplo el círculo, como representación pura) como principios a priori para otros conocimientos matemáticos, sin ser principios a priori trascendentales.73

La cuestión queda totalmente zanjada en el sentido que hemos indicado; y es el propio Kant el que nos habla de las representaciones matemáticas (intuiciones,

aunque a la postre se produzcan reducciones).72 La exhaustividad es una propiedad exclusiva de los

conceptos matemáticos, que son construidos de modo original y completo al fundarse sobre impresiones puras no trascendentales, que son concrecciones (manifestaciones concretas) de las intuiciones trascendentales (espacio y tiempo).

73 Pudiera haber una falta de coherencia conceptual, o cuando menos semántica, o bien ambigüedad, cuando Kant define al Razón Pura como facultad de principios a priori de conocimiento, pues no queda claro si se trata de principios a priori trascendentales o bien de principios a priori de conocimiento cualesquiera en el sentido de un juicio a priori que sirve de base a priori a otro juicio (por tanto, principio a priori de este).

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conceptos y juicios matemáticos) como ejemplos que muestran la existencia de lo a priori puro, pero que este puede demostrarse al mostrar que hay representaciones a priori puras que son condiciones de posibilidad de la experiencia, es decir lo a priori puro como a priori trascendental; o sea, nos dice, abiertamente y sin ambigüedad alguna, que lo a priori puro no es, coincide en el concepto con, lo a priori trascendental, sino que puede serlo o no, que está integrado por dos clases.

De modo que en la exposición metafísica del concepto de espacio, Kant establece el concepto de espacio como un concepto no empírico, como un concepto no extraído de la experiencia empírica; pues el espacio es uno, no es el concepto universal del partes en el espacio, se trata de una unidad a priori; y apunta ya, en esta exposición metafísica que el espacio como intuición pura es un principio de la sensibilidad, o sea, un principio trascendental; ya que nos dice que esta representación pura es la base de toda intuición externa, condición a priori de todo fenómeno externo.

“El espacio no es un concepto empírico extraído de experiencias externas. En efecto, para poner ciertas sensaciones en relación con algo exterior a mí (es decir, con algo que se halle en un lugar del espacio distinto del ocupado que se halle en un lugar del espacio distinto del ocupado por mí) e, igualmente, para poder representármelas unas fuera [o al lado] de otras, y, por tanto, no solo como distintas sino como situadas en lugares diferentes, debo presuponer de antemano la representación del espacio. En consecuencia, la representación del espacio no puede estar, pues, tomada de las relaciones del fenómeno externo a través de la experiencia, sino que si esta experiencia externa misma es posible, lo es solamente solamente a través de una relación pensada.” (Kant, CRP, B 38-39)

Y en la exposición trascendental justifica la afirmación de que esta representación pura (el espacio) es un principio del conocimiento a priori, o sea, una representación intuitiva pura trascendental, no un concepto, pues ningún concepto extraído de la experiencia puede pensarse como conteniendo una multitud de representaciones; y en la representación del espacio se piensan infinitas partes del espacio como conectadas y subsumidas bajo esa representación común. Solo como representación intuitiva (intuición) puede actuar como tal representación común y

originaria de toda representación obtenida desde la experiencia.

“El espacio se representa como una magnitud dada infinita. Se debe pensar cada concepto como una representación que está contenida en una infinita cantidad de diferentes representaciones posibles (como su característica común), y que, consiguientemente, las subsume. Pero ningún concepto, en cuanto tal, puede pensarse como conteniendo en sí una multitud de representaciones. Así es, no obstante, como se piensa el espacio, ya que todas sus partes coexisten ad infinitum. La originaria representación del espacio es, pues, una intuición a priori, no un concepto.” (Kant, CRP, B 40)74

Y respecto del espacio como condición formal subjetiva o en mí, que hace posible toda intuición externa, no como propiedad en la cosa de modo que habría de pensarse el fenómeno como cosa en sí misma, y así no habría manera de explicar la posibilidad y existencia mostrada de juicios sintéticos a priori puros y no puros; nos dice:

“a) El espacio no representa ninguna propiedad de las cosas, ni en sí mismas ni en sus relaciones mutuas, es decir, ninguna propiedad inherente a los objetos mismos y capaz de subsistir una vez hecha abstracción de todas las condiciones absoluta o relativa, puede ser intuida con anterioridad a la existencia de las cosas a las que corresponda ni, por tanto, ser intuida a priori. b) El espacio no es más que la forma de todos los fenómenos de los sentidos externos, es decir, la condición subjetiva de la sensibilidad. Sólo bajo esta condición nos es posible la intuición externa. Ahora bien, dado que la receptividad del sujeto, cualidad consistente en poder ser afectado por los objetos, precede necesariamente a toda intuición de esos objetos, es posible entender cómo la forma de todos los fenómenos puede darse en el psiquismo con anterioridad a toda percepción real, es decir, a priori, y cómo puede ella, en cuanto intuición pura en la que tienen que ser determinados todos los objetos, contener, previamente a toda experiencia, principios que regulen las relaciones de esos objetos. Sólo podemos, pues, hablar del espacio, del ser extenso, etc, desde el punto de vista humano. Si nos desprendemos de la única condición

74 Ahondando en esta posición: “¿Cuál ha de ser, pues, la representación del espacio para que sea posible semejante conocimiento del mismo? Tiene que ser originariamente una intuición, ya que de un simple concepto no pueden extraerse proposiciones que vayan más allá del concepto, cosa que, sin embargo, ocurre en la geometría (ver Introducción V).” (Kant, CRP, B 40-41)

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subjetiva bajo la cual podemos recibir la intuición externa, a saber, que seamos afectados por los objetos externos, nada significa la representación del espacio. Este predicado sólo es atribuido a las cosas en la medida; en que éstas se manifiestan a nosotros, es decir, en la medida en que son objetos de la sensibilidad.” (Kant, CRP, B 42)

Como podemos apreciar, respecto del espacio, hace el mismo tratamiento expositivo, para justificar primero que se trata de una representación originaria, después que esta ha de ser intuitiva (intuición) y no un concepto, y por último que se trata de una intuición a priori y pura, no de una intuición empírica, pues es la condición formal, o forma, de toda percepción externa. Por esta vía, pretende demostrar que se trata de un principio originario de conocimiento, en cuanto intuición pura y originaria, o sea representación intuitiva originaria; ya que la representación originaria no puede ser un concepto (representación intelectual o conceptual), pues de serlo no sería originaria y no podría subsumir a todo concepto espacial extraído de la experiencia, y no podría representar, por esa condición conceptual, a una multitud infinita de partes conectadas entre sí (como es el caso). Ambos, espacio y tiempo son condiciones de posibilidad de los fenómenos, intuiciones de objetos externos o cosas en sí mismas, no son condiciones de posibilidad de cosas en sí (sólo de su representación); son las representaciones intuitivas puras que están a la base de todo fenómeno, o intuición empírica.

Se trata, pues, de las condiciones de las representaciones que tenemos de los objetos externos; y así, “el concepto trascendental de espacio nos recuerda que lo intuido no es una cosa en sí”, es decir, que la intuición no es la cosa en sí u objeto externo, sino que es una intuición o representación de este objeto externo; como ya hemos explicado largamente, la intuición es representación de este objeto externo que nos afecta, y por ser la afección (efecto) que este objeto externo produce en nosotros, lo representa, lo señala, en cuanto su causa. La intuición es afección; y por ello, es decir, por el nexo causal implícitamente admitido por Kant, es representación inmediata, o sea, por definición, es intuición; pero antes que esto y como su fondo teórico y conceptual, podemos apreciar en la misma expresión 'intuición' que esta apunta a lo que se da de un modo inmediato, por medio de algún

contacto o interacción, y en virtud de esto75

Kant puede definir, decir, que la intuición es una representación inmediata, aquello en lo que se nos da un objeto; y en correspondencia con ello, puede decir que la intuición como facultad es la facultad por la que se nos dan objetos (es decir, objetos externos o internos, o algo distinto de nosotros mismos).

El espacio no es la forma o propiedad formal de las cosas externas, sino de los fenómenos o intuiciones de estas cosas externas, de su representación inmediata; en esto consiste la idealidad trascendental de los conceptos de espacio y tiempo; y en esto se basa el concepto de fenómeno, como intuición ideal en el espacio y el tiempo. Y como ya hemos señalado, en esta idealidad, como formas de todas las intuiciones empíricas (fenómenos) se funda toda la doctrina trascendental; toda la filosofía trascendental se construye sobre la doctrina básica de los fenómenos como intuiciones, representaciones inmediatas, de objetos externos en cuanto afecciones de estos mismos; y ello desde la propiedad formal del sujeto (humano) de ser afectado; y así toda la Critica de la Razón Pura, como exposición (abocetada) de los principios del conocimiento a priori (de toda experiencia y conocimiento), o sea, como doctrina trascendental (boceto trascendental), es un desarrollo sobre la doctrina trascendental del espacio y el tiempo.

“En estos casos, lo que originariamente sólo es por sí mismo fenómeno, por ejemplo una rosa, pasa en el entendimiento empírico por una cosa en sí que puede, no obstante, parecer distinta a cada mirada en lo que al color se refiere. El concepto trascendental de fenómeno en el espacio, por el contrario, recuerda de modo crítico que nada de cuanto intuimos en el espacio constituye una cosa en sí y que tampoco él mismo es una forma de las cosas, una forma que les pertenezca como propia, sino que los objetos en sí nos son desconocidos y que lo que nosotros llamamos objetos exteriores no son otra cosa que simples representaciones de nuestra sensibilidad, cuya forma es el espacio y cuyo verdadero correlato -la cosa en sí- no nos es, ni puede sernos, conocido por medio de tales representaciones. Pero tampoco pregunta nadie, en la experiencia, por ese correlato.” (Kant, CRP, B 45)

O esa, lo que solemos llamar objetos externos, no son tales, sino solo representaciones de estos; que nos da la

75 Que sólo es sugerido implícitamente, desde el concepto de afección y efecto; que si son conceptos explícitos en Kant.

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sensibilidad, y con estas representaciones inmediatas (intuiciones) tenemos un índice de los auténticos objetos externos, que no pueden ser conocidos mediante las representaciones, tan solo indicados por estas, como correlato objetivo, el objeto externo o algo externo indeterminado que afecta nuestra sensibilidad, y produce la intuición, afección o efecto, que es intuición o representación en cuanto afección y efecto. Asimismo se puede apreciar en el texto, con toda claridad, que Kant considera la intuición, lo que en la vida cotidiana -según Kant- suele llamarse impropiamente objeto externo, como representación, y obsérvese en el texto que así la llama; y así, la intuición es una representación de su correlato causal (parcialmente), una representación o intuición de la cosa en sí u objeto en sí mismo, del que solo podemos conocer el modo en que nos afecta, o sea, el modo en que se manifiesta. Intuimos, por tanto, este objeto en su apariencia o manifestación fenoménica; y así cunado hablamos de intuición lo que planteamos es la captación de algo que nos afecta, pues toda intuición es una recepción de algo en cuanto afecta de algún modo el psiquismo. Este es un punto de capital importancia y trascendencia, una doctrina esencial de Kant, que suele ser ignorada e incide en una total falta de compresión de este.76 No podemos tener una intuición de este objeto como sea en sí mismo al margen de su relación con nosotros (afección), pues toda intuición es ya una receptividad y una relación; y se trataría por tanto, de un concepto autocontradictorio al plantear la receptividad de algo que no se recibe o nos afecta de algún modo.

“Hemos pretendido afirmar que todas nuestras intuiciones no son más que una representación fenoménica; que las cosas que intuimos no son en sí mismas tal como las intuimos, ni sus relaciones tienen en sí mismas el carácter con que se nos manifiestan; que si suprimiéramos nuestro sujeto o simplemente el carácter subjetivo de los sentidos en general, todo el carácter de los objetos, todas sus relaciones

76 En las exposiciones habituales de lo que sea el fenómeno y la intuición no se explica de ningún modo qué es la intuición realmente, de qué se deriva o cual es su origen y su carácter; no se dice que se trata de una intuición de los objetos en sí mismos en cuanto nos afectan. En suma, no se dice que la intuición es receptividad según una afectación o interacción (relación), o sea, la facultad de recibir o percibir objetos en cuanto nos afectan -tal como dice Kant-, a pesar de que Kant lo expone una y otra vez en la Crítica de la Razón Pura. Esta es una deficiencia gravísima en una exposición de Kant, pues se trata de la concreción básica de la hipótesis de una legislación en mí, y es la doctrina básica que permite entender realmente el sistema kantiano. Véase también CRP, B 67, B70, B72, y B75.

espaciales y temporales, incluso el espacio y el tiempo mismos, desaparecerían. Como fenómenos, no pueden existir en sí mismos, sino sólo en nosotros. Permanece para nosotros absolutamente desconocido qué sean los objetos en sí, independientemente de toda esa receptividad de nuestra sensibilidad. Sólo conocemos nuestro modo de percibirlos, modo que nos es peculiar y que, si bien ha de convenir a todos los humanos, no necesariamente ha de convenir a todos los seres. Nosotros únicamente nos ocupamos de nuestro modo de percibir. El espacio y el tiempo son sus formas puras; la sensación es su materia. Las primeras podemos conocerlas sólo a priori, es decir, previamente a toda percepción efectiva, y por ello se llaman intuiciones puras. A la segunda se debe, en cambio, lo que en nuestro conocimiento se llama a posteriori, es decir, intuición empírica. […] Aunque fuéramos capaces de aclarar al máximo esa nuestra intuición, no por ello estaríamos más cerca del carácter de los objetos en sí mismos. Pues, en cualquier caso, sólo llegaríamos a conocer perfectamente nuestro modo de intuir, esto es, nuestra sensibilidad, pero sometida ésta siempre a las condiciones de espacio y tiempo, originariamente inherentes al sujeto. El más claro conocimiento del fenómeno de los objetos, que es lo único que de ellos nos es dado, jamás nos haría conocer en qué consisten en sí mismos.” (Kant, CRP, B 59)

Y asimismo nos dice de modo claro que las intuiciones, una variedad de tales, quedan referidas a un mismo objeto (externo) cuando son todas ellas afecciones de este objeto, dada la capacidad de la sensibilidad -reconoce implícitamente Kant- de ser afectada en múltiples ocasiones por un mismo objeto externo. Este objeto, como principio o fuente común eterna de las intuiciones es, precisamente, lo que permite unificarlas (en el sentido de proceder de un mismo objeto externo y tener un mismo correlato -un correlato común-), tal como sostiene el mismo Kant:

“El entendimiento es, para decirlo en términos generales, la facultad de los conocimientos. Estos consisten en la determinada relación que las representaciones dadas guardan con un objeto. Objeto es aquello en cuyo concepto se halla unificado lo diverso de una intuición dada. Ahora bien, toda unificación de representaciones requiere unidad de conciencia en la síntesis de las mismas. Por consiguiente, es sólo la unidad de conciencia lo que configura la relación de las representaciones con un objeto y, por ello mismo, la validez objetiva de tales

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representaciones. Consiguientemente, es esa unidad de conciencia la que hace que éstas se conviertan en conocimiento y, por tanto, la que fundamenta la misma posibilidad del entendimiento. Así, pues, el primer conocimiento puro del entendimiento, aquel que sirve de base a todos sus restantes usos y que es, a la vez, enteramente independiente de todas las condiciones de la intuición sensible, es el principio de la originaria unidad sintética de apercepción.” (Kant, CRP, B 137)

Pero inmediatamente después, Kant (CRP, B 138) nos dice que “la unidad originaria de la conciencia es también la condición para ser un objeto para mí, lo que puede dar ha entender fatalmente que la intuición no solo es lo conocido, sino lo que da la referencia objetiva al conocimiento. Esto último, claramente y fuera de toda duda y discusión, no es el caso; pues el conocimiento es objetivo por cuanto de alguna manera refleja el mundo externo (lo indeterminado, lo en sí mismo), y las intuiciones confieren objetividad en cuanto son la afecciones de las cosas externas; son, pues, representaciones de estas cosas externas (algo indeterminado en sí mismo), y así son estas la referencia objetiva. Si decimos que las intuiciones dan una referencia objetiva, no hablaríamos con propiedad, admitiría el propio Kant, pues el concepto de objetividad se refiere a lo que no depende del sujeto, a una existencia independiente, y una referencia objetiva es el concepto de una indicación de este algo externo independiente del sujeto, a pesar de que sea algo completamente indeterminado al margen del sujeto (fuera de toda relación o interacción con este sujeto).

Así la intuición es intuición de la cosa en sí (representación inmediata de esta en cuanto afección de esta); es intuición del objeto en sí mismo; pero con el conocimiento de esta intuición (o sea, pensamiento verdadero sobre la misma), no tenemos un conocimiento de esta cosa en sí misma, sino un conocimiento de la intuición, que es conocimiento del modo en que nos afecta el objeto externo; y así Kant, puede decir que el conocimiento es conocimiento de fenómenos o fenoménico. Con este conocimiento fenoménico (sobre el fenómeno, como determinación o representación conceptual del mismo) tenemos, sin duda, una referencia o indicación a algo externo, una cosa en sí, como correlato causal de la intuición sensible, pero esta indicación no es conocimiento, pues este es una determinación (y verdadera) de un objeto.

La cosa u objeto externo (cosa en sí) no se nos ofrecería -según dice Kant- como objeto del conocimiento (lo conocido), sino la intuición del mismo, a tenor de que nos habla expresamente de conocimiento fenoménico. Kant determina, por definición, la intuición como representación objetiva; algo que hace referencia al mundo externo, lo objetivo en cuanto independiente (y opuesto, por tanto, a lo subjetivo o relativo al sujeto o existente en este), como afección de este; o sea, la doctrina fundamental de la relación del sujeto con el mundo externo, o interacción por medio de la receptividad (intuición) o sensibilidad, por tratarse del sujeto humano.77

En resumen, tener una intuición o representación del objeto externo, como afección, no es lo mismo que, y no ha de confundirse con, la afirmación de que el objeto externo se nos de como tal y podamos tener conocimiento de él, pues el conocimiento, como determinación, recae sobre la intuición.78 El objeto tal como es en sí mismo, nunca puede ofrecerse, la intuición de un objeto en sí es un concepto autocontradictorio y un imposible; ya que todo darse supone entrar en relación con el sujeto, o afectar la capacidad intuitiva (representativa) de un sujeto, y en el caso del sujeto humano, esta capacidad intuitiva es sensible; como ya hemos repetido, el objeto en sí mismo solo puede ofrecerse en cuanto nos afecta, de modo indirecto y representativo, desde el efecto que produce en nosotros.

La teoría de la idealidad de los sentidos afirma, precisamente, que todos los objetos de los sentidos son fenómenos,79 es decir que lo que está presente a los sentidos no es una cosa u objeto en sí mismo (cosa en sí), sino su aparición o manifestación subjetiva y sensible (a través del sentido, como facultad de receptividad o de ser afectado). Sin embargo, y esto es lo esencial, no son meras apariencias subjetivas (contenidos

77 En el caso del ser humano, la receptividad o intuición, capacidad por la que nos es dado el mundo externo, coincide con la sensibilidad, pues en el ser humano la única intuición existente

es la sensible (la intuición es sensible). 78 El conocimiento lo es de la intuición, es una determinación o

representación conceptual de esta, según una síntesis empírica conforme a una determinada síntesis necesaria del entendimiento. Esta representación lo es también del objeto externo, pero de modo mediato (según la definición del concepto como representación mediata, y el carácter fundamental de la intuición (fenómeno) como afección del objeto externo en sí mismo, o sea, como representación o manifestación del mismo (representación inmediata).

79 “La siguiente observación puede servir de modo especial con vistas a confirmar la teoría de la idealidad del sentido, tanto externo como interno, es decir, la teoría de que todos los objetos de los sentidos son puros fenómenos.” (Kant, CRP, B 67)

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mentales endógenos -podríamos decir- sin relación al medio externo), sino que son afecciones de cosas en sí sobre nosotros y por ello intuiciones de estas cosas en sí mismas (representaciones inmediatas de estas). Toda afección de cosas externas (de un objeto en sí mismo) sobre nosotros, esto es, toda intuición o fenómeno, es posible en cuanto en nosotros se dan las condiciones formales de la afección o receptividad; solo porque el sujeto impone sus condiciones formales intuitivas o propiedades formales de ser afectado (de receptividad), representaciones intuitivas puras trascendentales (espacio y tiempo). Así en todo fenómeno externo (intuición externa) hemos de distinguir:

“Lo esencial propio de todo ser humano, que es lo formal, de lo accidental, o las circunstancias empíricas de la intuición, la forma de la materia.” (Kant, CRP, B 66)

En la Geometría tenemos proposiciones sintéticas universales y apodícticas, proposiciones a priori, donde tenemos un conocimiento a priori solo en cuanto se trata de un conocimiento de lo a priori, lo único susceptible de un conocimiento a priori, independiente y no derivado de la experiencia. Ello se debe a que aquí se da este caso, pues tenemos un conocimiento de la forma de la intuición, y con él un conocimiento de las condiciones formales (intuitivas) de todo conocimiento; es decir, tenemos un conocimiento sobre representaciones puras, como el triángulo rectángulo y la circunferencia, que son obtenidas directamente sobre el espacio, y así tenemos un conocimiento sobre objetos puros, objetos formales, que en definitiva es un conocimiento de las forma trascendental (el espacio) de la que derivan y en la que se fundan esos objetos. Las determinaciones del triángulo son determinaciones del espacio, de la condición formal general de todos los fenómenos externos; ya que el triángulo, como la circunferencia, no son más que proyecciones o expresiones concretas, especificaciones, de esta condición formal general.

Tal como podemos apreciar, la doctrina de la Matemática implementa, concreta parcialmente, la doctrina de la idealidad de los sentidos, o sea, en ella tenemos una expresión y una aplicación de tal doctrina (Estética trascendental), de la teoría idealista trascendental del la intuición. Y, con toda claridad, en las Matemáticas se nos revela (muestra) la existencia de lo a priori

puro no trascendental, precisamente como expresión y proyección de lo a priori trascendental; es manifiesto que la circunferencia y el triángulo son representaciones intuitivas a priori puras, que son pensadas en lso juicios geométricos, pero, obviamente, no son condiciones formales generales de todo fenómeno externo.80

Por tanto, Kant explica el conocimiento a priori, los juicios sintéticos a priori que existen en la matemáticas, desde lo a priori trascendental (por tanto puro); pues este es explicado desde los principios del conocimiento a priori de la sensibilidad, y así desde la Crítica de la Razón Pura, que es la parte preliminar de la Ciencia de la Razón Pura, donde se establecen los principios a priori, en su naturaleza, número y extensión (esbozo trascendental). Los principios del espacio y el tiempo, como condiciones formales de todo fenómeno, intuición, pueden ser tomados como principios trascendentales fundamentales; desde ellos se establecen el resto, los principios del pensamiento (entendimiento) y los principios de la Razón Pura como principios regulativos de unidad progresiva.81 Estos últimos concretan la exigencia formal fundamental, forma fundamental podría decirse, de que el fenómeno como afección, se realice en el espacio y en el tiempo, y el principio a priori de la unidad originaria de la apercepción trascendental, expresa en definitiva la condición formal de la afección o receptividad; y así los principios del entendimiento, matemáticos y dinámicos, expresan concretándola, la unidad de la apercepción pura. Esta se admite como principio trascendental, como condición de posibilidad de la conciencia empírica, y la unidad a priori trascendental de la conciencia es expresión de la afinidad trascendental, o exigencia de que toda intuición pertenezca a un mismo sujeto, y pueda ser enlazada con el resto de representaciones de este, pero esta afinidad y unidad trascendental, dependen, y son, en definitiva, una expresión de la exigencia formal fundamental de toda intuición, y, desde ella, de todo pensamiento y conocimiento; es decir, la exigencia de que la afectación del objeto externo se realice según las

80 Del sentido externo o intuición externa. Kant afirmará, de modo más o menos explícito, que son representaciones puras (por tanto a priori) construidas directamente sobre la intuición pura trascendental del espacio; y por lo tanto, de modo original y completo (exhaustivo).

81 De progreso sintético o progreso (avance) de la experiencia, en cuanto reglas a priori de avance del entendimiento en armonía consigo mismo (coherentemente) del que el avance de la experiencia es producto.

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condiciones subjetivas y formales de la sensibilidad. Y como ya hemos dicho, la doctrina de la idealidad de los sentidos, la doctrina de la representación según las condiciones, principios de la sensibilidad, es la base y el centro de la Filosofía trascendental.82

Es obvio, desde la perspectiva de la construcción conceptual y teórica, que la afinidad de los fenómenos, y el enlace de estos para constituir el pensamiento y la propia experiencia como conjunto de enlaces, depende de la idea previa de fenómeno como representación, intuición inmediata, de los objetos externos en cuanto afección de los mismos -según hemos explicado- según el modo subjetivo de la afección.

6. La Lógica trascendental

La lógica trascendental es la doctrina de los principios a priori del entendimiento, esto es, de los principios o condiciones formales de toda determinación de objetos por conceptos, y estas son las representaciones puras del pensamiento, los pensamientos puros. Estos son los principios del conocimiento y de la experiencia, principios de la Razón pura en un sentido general de esta como Facultad de todos los principios del conocimiento a priori, y del conocimiento y la experiencia en general; o sea, como los principios que hallamos en el entendimiento, principios que constituyen el entendimiento puro, y son la contribución del entendimiento a la constitución de la experiencia y el conocimiento.

El entendimiento es tanto la facultad de formar conceptos, representaciones intelectuales o mediatas de objetos externos, e inmediatas de los fenómenos, facultad de conceptos o reglas; como la facultad de pensar las intuiciones, de representarse los fenómenos bajo reglas (conceptos), o sea, la facultad de determinar las intuiciones indeterminadas, denominadas

82 O sea, del conocimiento trascendental (doctrina sistemática) dado en esbozo por la Critica de la Razón Pura como investigación trascendental. Pues es lo que constituye el marco teórico, base teórica que es implementada, concretada en las distintas doctrinas particulares, que son por tanto una proyección de esta doctrina fundamental (pilar del edificio trascendental). Es digno de señalar que en muchas exposiciones académicas no se atiende a este aspecto, ofreciendo por ello una exposición esencialmente deficiente de la filosofía trascendental kantiana, y lo que suele afirmarse, para total sorpresa en los círculos de la enseñanza secundaria, es la doctrina, totalmente inexistente en Kant, de que para este las leyes de la ciencia son todas ellas (al parecer se afirma, si es que en el fondo se afirma realmente algo, o hay un compromiso con algo por medio de un uso reconocible de las palabras) son juicios sintéticos a priori. La incomprensión de Kant resulta, entonces, total.

fenómenos, por conceptos, que son reglas de determinación, de pensamiento; pues todo pensamiento es pensamiento de un objeto, y el objeto es la referencia de todo pensamiento, “es aquello a lo que apunta todo pensamiento”; de modo que el pensamiento no es más que la determinación del objeto y apunta a este objeto para determinarlo o en cuanto trata de determinarlo.

“Todas las intuiciones, en cuanto sensibles, se basan en afecciones, mientras los conceptos lo hacen en funciones. Entiendo por función la unidad del acto de ordenar diversas representaciones bajo una sola común. Los conceptos se fundan, pues, en la espontaneidad del pensamiento, del mismo modo que las intuiciones sensibles lo hacen en la receptividad de las impresiones. [...] Como ninguna representación que no sea intuición se refiere inmediatamente al objeto, jamás puede un concepto referirse inmediatamente a un objeto, sino a alguna otra representación de éste último (sea tal representación una intuición o sea concepto también). El juicio es, pues, el conocimiento mediato de un objeto y, consiguientemente, representación de una representación del objeto. […] Según esto, todos los conceptos son funciones de unidad entre nuestras representaciones. En efecto, para conocer el objeto se utiliza, en vez de una representación inmediata, otra superior, la cual comprende en sí la anterior y otras más; de esta forma se sintetizan muchos conocimientos posibles en uno solo. Podemos reducir todos los actos del entendimiento a juicios, de modo que el entendimiento puede representarse como una facultad de juzgar, ya que, según lo dicho anteriormente, es una facultad de pensar. Pensar es conoccer mediante conceptos. Estos últimos, en cuanto predicados de posibles juicios, se refieren, a su vez, a alguna representación de un objeto todavía desconocido.” (Kant, CRP, B 93-94)

Y poco antes nos dice:

“El conocimiento conceptual es un conocimiento discursivo, no intuitivo; el concepto es representación mediata del objeto, una representación de una representación (concepto o intuición). La intuición es la representación inmediata del objeto, único medio en que se nos dan objetos. […] el juicio es el pensamiento mediato del objeto, una representación de este por conceptos.” (Kant, CRP, B 94) Así queda establecido lo que entiende

Kant por determinación del objeto desde el

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ámbito del entendimiento y juicio, o sea, desde la facultad del juicio; y que esta es una facultad de pensar objetos mediante conceptos. La expresión 'pensamiento mediato de un objeto' ha de entenderse como pensamiento o representación de un objeto por medio de otra representación, que es en definitiva, siempre sensible (intuición o fenómeno); de modo que se concluye con claridad, que la representación mediata lo es del objeto externo (algo externo indeterminado e indeterminable), pues de otro modo no se ve cómo se pueda hablar del concepto como una representación mediata; si el concepto es una unidad de representaciones cualesquiera (intuiciones u otros conceptos), también ha de admitirse que tenemos ante todo y en primer lugar conceptos como síntesis de representaciones intuitivas; los conceptos tienen ante todo la función de pensar intuiciones, como agrupadas entre sí, de modo que el concepto es una representación mediata de objetos externos, pues lo es inmediatamente de representaciones intuitivas, por lo que se deduce, sin perdida, que es representación de los objetos externos, de los que la intuición es representación inmediata (en cuanto afección de este). La mediatez se refiere, por tanto, a los objetos externos, cosas en sí indeterminadas, que aunque no son los objetos de conocimiento, lo que es pensado y determinado por conceptos, es lo que constituye el referente objetivo último, aquello que da validez objetiva a los fenómenos y el conocimiento.

La Lógica trascendental es la Ciencia de las condiciones formales del pensamiento, las formas subjetivas del pensamiento, que Kan también llama pensamiento puro; y así trata de la referencia a priori a objetos en todo pensamiento empírico, precisamente como representación pura intelectual en todo pensamiento, y por ello como condición formal, de todo pensamiento, la forma del pensamiento en general; y esta forma es, en definitiva, el pensamiento en general, o sea, pensamiento puro y formal donde nos representamos a priori todo pensamiento empírico posible, por tanto, si el pensamiento es una representación conceptual de intuiciones, en el pensamiento general o puro, tenemos una determinación a priori de los fenómenos en general; ya que en definitiva, se trata de un pensamiento, que refiere a fenómenos (digamos objetos intuitivos) que trata de conocer (pensar con verdad o adecuadamente); se entiende, sin más, que el pensamiento puro o pensamiento en general es una

determinación a priori del fenómeno, ha de ser una determinación respecto a la forma de su enlace con otros fenómenos.

El pensamiento de una intuición (fenómeno), y de un concepto, es la representación de estos como subsumidos en el concepto, es el pensamiento de una subsunción, y en esta se piensa la intuición y el concepto como parte de una representación que la engloba; de modo que el pensamiento puro o pensamiento en general, como forma de todo pensamiento (del pensamiento en general, también podría decirse, siempre que no se confundan los conceptos). Y al establecer la forma de todo pensamiento establece la forma de todo conocimiento, pensamiento verdadero, o sea, las condiciones formales de la verdad. En la Lógica trascendental sólo se hace abstracción del contenido empírico, no de todo contenido, como ocurre en la Lógica General; en esta última solo se trata de la mera forma del pensamiento, haciendo abstracción de todo contenido, y así se corresponde con el aspecto formal del uso del entendimiento.

“La lógica general es, o bien lógica pura, o bien lógica aplicada. En la primera hacemos abstracción de todas las condiciones empíricas bajo las cuales actúa nuestro entendimiento, por ejemplo, del influjo de los sentidos, del juego de la imaginación, de las leyes de la memoria, de la fuerza de la costumbre, fuentes de prejuicios; más todavía, incluso de todas las causas de que podamos derivar o parezcan surgir ciertos conocimientos. […] Por tanto, una lógica general pura sólo tiene que ver con principios a priori y es un canon del entendimiento y de la razón, aunque sólo en relación con el aspecto formal de su uso, sea cual sea el contenido (empírico o trascendental). […] Como lógica general, hace abstracción de todo contenido del conocimiento del entendimiento, así como de la diversidad de sus objetos, y no tiene que ver sino con la simple forma del pensar; […] La lógica general abstrae, como hemos visto, de todo contenido del conocimiento, esto es, de toda relación de éste último con el objeto. Sólo considera la forma lógica de la relación que guardan entre sí los conocimientos, es decir, la forma del pensamiento en general. Ahora bien, al haber tanto intuiciones puras como empíricas (según demuestra la estética trascendental), podríamos igualmente encontrar una distinción entre el pensamiento puro de los objetos y el pensamiento empírico de los mismos. En este caso habría una lógica en la que no se abstraerla de todo contenido de conocimiento, ya que una lógica que

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únicamente contuviera las reglas del pensamiento puro de un objeto excluiría sólo los conocimientos de contenido empírico. Semejante lógica se ocuparía también del origen de nuestro conocimiento de los objetos, en cuanto que no se puede atribuir tal origen a esos objetos. La lógica general nada tiene, en cambio, que ver con el origen del conocimiento, […] La lógica general solo trata, pues, de la forma intelectual de éstas.” (Kant, CRP, B 77-80)

La Lógica trascendental sólo se ocupa de las reglas del pensamiento puro, de este mismo; y nos encontramos con una división esencial análoga a la existente en la Estética trascendental, entre intuición empírica e intuición pura (trascendental); pues nos encontramos con la división entre pensamiento empírico y pensamiento puro. Aquí por tanto se hace una distinción de las representaciones atendiendo a su origen y función, a diferencia de la Lógica General, donde existe una total indiferencia respecto al tipo de representaciones, respecto a si son empíricas o cumplen una función trascendental; pues solo le concierne la forma de la relación de toda representación, ya sea empírica o trascendental (a priori pura trascendental).

“Semejante ciencia, que determinaría el origen, la amplitud y la validez objetiva de esos conocimientos, tendría que llamarse lógica trascendental, ya que sólo se ocupa de las leyes del entendimiento y de la razón, si bien únicamente en la medida en que tales leyes se refieren a objetos a priori, a diferencia de lo que hace la lógica general, que se refiere indistintamente a conocimientos racionales, tanto empíricos como puros.” (Kant, CRP, B 81-82)

Por tanto, se entiende que la Lógica trascendental se ocupa del pensamiento puro, trata de establecer las condiciones formales o forma de todo pensamiento empírico, que por definición es la forma de toda representación empírica conceptual, o sea, de toda determinación conceptual de las intuiciones y de los conceptos -aunque en definitiva, se trate siempre se una determinación conceptual de las intuiciones, o sea, nos encontramos con juicios singulares-; el pensamiento puro es la forma de la determinación (una de estas formas) de la intuición, y es lo que pensamos a priori del objeto (fenómeno), y esto es un modo de relación, enlace, con otros objetos. Pues toda determinación de una representación (intuición o concepto) es tomar esta como

subsumida o englobada bajo el concepto; o sea, representarla desde una representación conceptual, y toda representación conceptual (intelectual) es tal en cuanto considera la representación representada como enlazada a otras bajo una regla o condición. El pensamiento puro o determinación pura no es mas que la regla, forma, del enlace, es una condición formal de enlace de representaciones empíricas cualesquiera (intuitivas y conceptuales), y esto es lo que pensamos a priori del objeto (fenómeno).

Este pensamiento a priori puro de una representación empírica cualquiera (a la postre de un fenómeno) es trascendental, y no meramente un pensamiento a priori puro (un a priori puro intelectual) como lo son los juicios de la Geometría, porque es una condición para que se de el fenómeno y la experiencia (como enlace no accidental de fenómenos); pues estas representaciones son las formas de los enlaces de los fenómenos (y de los conceptos), y sólo desde ellas es posible la experiencia como enlace sintético (unidad no arbitraria y distinta de un amontonamiento sin criterio y azaroso83) y solo desde ella son posibles los mismos fenómenos, pues estos son posible no solo como afecciones según las condiciones formales de la sensibilidad, sino que son posibles en cuanto pueden darse en unidad con el resto de los fenómenos, o sea en unión que no es mero amontonamiento casual y azaroso, sino unión según reglas objetivas (leyes).

Los pensamientos puros trascendentales, que llamamos conceptos puros del entendimiento o categorías, son las reglas objetivas que hacen posible la experiencia y a los fenómenos mismos, en cuanto estos quedan determinados en sus relaciones con los otros en el tiempo y el espacio, o sea, en cuanto quedan determinados respecto a las condiciones formales fundamentales de la sensibilidad. Los fenómenos son posibles como afecciones en el tiempo y en el espacio, son tales afecciones, y por ello, desde esta condición fundamental -suprema, cabría decir- se entiende que han de tener una posición en el espacio y el tiempo, que es una posición siempre respecto al resto de los fenómenos; más, simplemente, cada

83 Y por tanto irracional o no sujeto a razón o condición alguna; y, además, contrario a la evidencia empírica, la experiencia real que nos encontramos en la vida, que es una serie ordenada en el tiempo y espacio de representaciones, fenómenos y conceptos. Esta es naturaleza, y ha de tener una razón que de cuenta de su orden y unidad; esta razón es para Kant, la legislación subjetiva (del sujeto) o sujeto trascendental, o si se prefiere, la naturaleza humana (como parte de la naturaleza en general).

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fenómeno (representación intuitiva) ha de tener una posición en la serie fenoménica, en la serie de fenómenos en el espacio y el tiempo; y esta posición respecto a los demás no es algo casual ni indeterminado (incondicional), sino que está sujeta a reglas, que son subjetivas como las mismas formas del espacio y el tiempo, y que explican y hacen posible el orden y unidad observada en la serie empírica (en la vida del sujeto humano).84

La Lógica trascendental es una Lógica de la verdad, ya que trata de las condiciones formales de la adecuación del pensamiento a objetos, pues esta adecuación con los objetos (intuiciones) es lo que constituye la verdad; la verdad es el pensamiento verdadero, esto es, la determinación conceptual del objeto (y de la representación empírica en general) en cuanto se corresponde con el objeto, y esto quiere decir que se corresponde con las relaciones (espacio-temporales), observadas en nuestra experiencia, del fenómeno con otros (en general, de las representaciones empíricas con otras representaciones empíricas). Con el pensamiento puro, concepto puro o forma del entendimiento, tenemos la condición (formal) para que el pensamiento o determinación conceptual empírico se adecue a los fenómenos (en general, a otras representaciones empíricas); precisamente porque da la condición del enlace y posición de la representación respecto a otras representaciones, y con esta regla sintética (de unidad o enlace en el tiempo y el espacio) se tiene una condición formal pero objetiva para la adecuación del pensamiento al objeto; es decir, la subsunción o enlace que es pensado se puede corresponder con lo observado en la experiencia, porque lleva en sí la regla o condición formal subjetiva de tal enlace y subsunción. El sujeto mismo, con sus reglas, hace posible el enlace, y este es lo que se piensa; en el juicio se piensa la determinación, posición, de la representación empírica en el espacio y el tiempo.

“Si la verdad consiste en la conformidad de un conocimiento con su objeto, éste tiene que ser distinguido de otros en virtud de tal conformidad. Pues un conocimiento que no coincide con el objeto

84 La hipótesis y ensayo trascendental de considerar las reglas en mí (principios), como si la legislación fundamental y general de la experiencia y la realidad, residiera en mí, se concreta en la doctrina fundamental de la idealidad de los sentidos, las formas de la sensibilidad (intuiciones puras del espacio y el tiempo), y las formas del pensamiento empírico (los conceptos puros y los principios puros del entendimiento).

al que es referido, es falso, aunque dicho conocimiento contenga algo que pueda valer respecto de otros objetos. Un criterio universal de verdad sería aquel que tuviera validez para todos los conocimientos, independientemente de la diversidad de sus objetos. Ahora bien, dado que este criterio hace abstracción de todo contenido (de la relación con su objeto), y dado que la verdad se refiere precisamente a tal contenido, es evidente lo absolutamente imposible y absurdo de preguntar por un distintivo de la verdad de ese contenido cognoscitivo. Queda clara, consiguientemente, la imposibilidad de señalar un criterio de verdad que sea, a la vez, suficiente y universal.” (Kant, CRP, B 83)

El concepto puro es la unidad, enlace, a priori de representaciones empíricas cualesquiera; es el pensamiento puro como forma, o condición formal, de toda representación empírica; y exactamente es una función lógica de unidad a priori; donde por función ha de entenderse, según el sentido habitual matemático, lo que es dado por y depende de esta unidad; y puede pensarse como utilidad o o instrumento del pensamiento, es decir, como aquello por medio de lo cual y si lo cual no nos es posible pensar algo, o sea, determinarlo en su posición (relación) respecto al resto de representaciones empíricas (intuiciones empíricas y conceptos empíricos). El concepto puro es una función lógica formal y a priori, y como tal es un instrumento formal del pensamiento, pero este concepto puro es trascendental solo si es condición formal del todo pensamiento (concepto y juicio) y de todo conocimiento y experiencia, tal como hemos explicado más arriba. Un concepto puro no es como tal un concepto trascendental, solo expresa una unidad a priori que no es necesariamente trascendental.

“Por consiguiente, el mismo entendimiento y por medio de los mismos actos con que produjo en los conceptos la forma lógica de un juicio a través de la unidad analítica, introduce también en sus representaciones un contenido trascendental a través de la unidad sintética de lo diverso de la intuición; por ello se llaman estas representaciones conceptos puros del entendimiento, y se aplican a priori a objetos, cosa que no puede hacer la lógica general. De esta forma, surgen precisamente, tantos conceptos puros referidos a priori a objetos de la intuición en general como funciones lógicas surgían dentro de la anterior tabla todos los juicios posibles. En efecto, dichas

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funciones agotan el entendimiento por entero, así como también calibran su capacidad total. De acuerdo con Aristóteles, llamaremos a tales conceptos categorías, pues nuestra intención coincide primordialmente con la suya, aunque su desarrollo se aparte notablemente de ella.” (Kant, CRP, B 105)

Esto es así de un modo esencial, desde las definiciones que introducen los conceptos de lo a priori puro (en el sentido de no contener conceptos empíricos)85 y lo a priori no puro; y dentro de lo a priori puro, entre lo que siendo tal no es una condición de la experiencia posible, como es el caso de los conceptos matemático (por ejemplo, la intuición y concepto de triángulo) y lo a priori puro que sí lo es, que Kant llama trascendental, y que es el objeto del conocimiento trascendental. Así según los presupuestos conceptuales de Kant, desde las definiciones dadas, ni una intuición pura es trascendental por ser pura (la intuición de triángulo) ni un concepto puro por ser puro es ya trascendental (el concepto de triángulo), y ambos son representaciones puras, una intuitiva y otra conceptual.86

Otras cosa diferente es que a la postre, después de distinguir los conceptos, con sus ámbitos posibles, pueda reducirse un concepto a otro, pero no en el sentido de que sean los mismos conceptos (que tengan las mismas intensiones) sino en el sentido de que resultan equivalentes, por que resulta que la representación pura solo existe como un tipo.

Así podría descubrirse, tras una indagación, que el concepto puro se reduce, o coincide, con el concepto puro que es una condición formal del todo pensamiento empírico, o sea, que la clase que señala el primero coincida con la clase señalada por el segundo; pero esto es algo que se haría posteriormente, desde las definiciones

85 Kant llama absolutamente a priori a lo a priori, cuando nos dice: “a partir de ahora llamaremos a priori a lo absolutamente a priori, no a lo a priori respecto a unas experiencias”. O sea, llama a priori a lo que no depende de experiencia alguna, o lo absolutamente independiente de la experiencia; no a lo independiente de algunas experiencias pero no de otras; como es el caso de juicios que no dependen de la experiencia pero dependen de algún juicio general que ha sido extraído de la experiencia, por lo que en definitiva si depende de la experiencia (aunque no dependa de algunas). Así 'a priori' y 'absolutamente a priori' son expresiones equivalentes.

86 Para Kant, tenemos una intuición de triángulo que no es empírica y no contiene elemento empírico alguno, es por tanto a priori pura; esta es una proyección de la intuición pura trascendental del espacio, condición formal, forma, de todos los fenómenos externos. Es obvio que la intuición de triángulo no es trascendental, pues no es una condición de la experiencia externa, solo de las intuiciones empíricas correspondientes a los distintos triángulos dibujados.

(conceptos) introducidos, y que habría que justificar, o sea, fundamentar teóricamente desde esas definiciones, nunca algo dado por supuesto despreciando aquellas definiciones originales. Es patente, como hemos visto sobre los textos, que Kant no iguala -en intención y de hecho- los conceptos de lo a priori puro y lo a priori puro trascendental; y admite lo primero en las Matemáticas, que según dice -Kant- nos muestran lo a priori puro (lo puro) como ejemplo, pero que podemos también cerciorarnos de la existencia de lo a priori puro demostrándolo como condición de la experiencia en general, y este es un a priori puro pero ahora sí trascendental. Es patente que lo a priori puro trascendental es un caso (clase) de lo a priori puro. Desde el punto de vista del orden en la construcción teórica, el concepto de lo a priori puro es primero respecto al de lo a priori puro trascendental (y respecto de lo a priori puro no trascendental), por ser la clase en que se incluye este, y desde la que se define este.87

El concepto puro, categoría, es pensamiento puro; es la forma del pensamiento empírico como concepto empírico, pues este ya es pensamiento aunque sólo como enlace de representaciones o regla a aplicar; y es también y al mismo tiempo, la forma a priori del juicio empírico en que se aplica esta regla (concepto), o sea, la forma del pensamiento de una representación empírica como subsumida bajo la regla, y por tanto como parte del enlace que esta expone; pues en el juicio se afirma o niega la pertenencia de la representación empírica a una clase de representaciones, afirmando con ello el enlace entre las mismas. Al decir que una representación 'a' cae bajo el concepto 'b', no solo afirmo que está incluida en el grupo (extensión) 'b', sino que afirmo el enlace de ambas en virtud de esa pertenencia; el enlace viene dado como una subsunción de unas representaciones en otras, de representaciones cualesquiera

87 Todo esto debería ser algo obvio, pero en muchas de las exposiciones académicas profesionales en el ámbito de la enseñanza secundaria, debido a la precipitación en el estudio, no aparece por ningún sitio, o lo hace de modo tan vago que resulta irreconocible. Es realmente sorprendente la falta de rigor, y atención mínima -cabria decir- a las definiciones. En lugar de estas se manejan alegremente fórmulas tópicas, que nadie documenta ni justifica, de modo que lo que al final te encuentras ya no es tan solo una exposición insuficiente, sino una total falta de compresión de la filosofía del autor, incomprensión que es disfrazada y ocultada, con frecuencia, bajo expresiones y manifestaciones grandilocuentes, cuando no con actitudes despóticas autoritarias, generándose una apariencia de comprensión.

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empíricas en representaciones conceptuales empíricas (conceptos empíricos).88

Este pensamiento puro, es un concepto puro, o sea, una unidad pura a priori (más exactamente una función de tal unidad); es una función pura del entendimiento en el sentido de ser una función pura del pensamiento, no únicamente en el sentido de ser una función -digamos- matemática de la unidad (resultado de la misma) sino también en el sentido de tarea que ha de cumplir el entendimiento para poder generar pensamientos empíricos; todo pensamiento, ya empírico ya puro, ya como concepto (regla) o como juicio (predicación de ese concepto), es una unidad de representaciones, o también, la representación conceptual (ya en el mismo concepto ya en un juicio donde se predique este) de una unidad. Así Kant, puede hablar de una reducción de las formas de los conceptos empíricos, es decir, de los conceptos puros (categorías), a las formas de los juicios empíricos; pues entre todos estos se pueden reconocer unos modos de predicación, y en estos las formas conceptuales comunes a los conceptos empíricos predicados; o sea se pueden reconocer unas formas típicas y constantes, de número definido, de referir los predicados al sujeto; esto es el modo de predicación que es la forma del pensamiento (empírico), tanto del concepto predicado con el que se piensa el sujeto, como del juicio. Se trata de la misma forma o unidad a priori de representaciones empíricas, de modo que -argumenta Kant- las formas o conceptos puros (categorías) se reducen a las formas (modos) de la predicación, y por ello pueden deducirse desde estas. Por tanto, una vez que son establecidos los modos de referencia, formas típicas de los juicios empíricos, quedan con ellas establecidas las formas de los conceptos empíricos; pues en ambos casos se trata de lo mismo, a saber, la forma a priori de la unidad de representaciones empíricas (síntesis empírica), o unidad a priori que hace posible aquella. Como puede apreciarse, ya con claridad, esta es una función pura a priori, en el sentido de que el entendimiento (puro o parte pura del mismo) realiza una tarea o función formal del unificación (enlace) de representaciones empíricas; pues con el concepto puro suministra la forma de la unificación (unidad o enlace), como forma tomada o derivada de sí, forma

88 Así se trata tanto si se trata de un enunciado singular, subsunción de una intuición bajo un concepto, como en un enunciado general, donde se subsume un concepto bajo un concepto.

trascendental subjetiva que es un producto de su espontaneidad.89

“La función del entendimiento se reduce a la producción de juicios, a juzgar; el concepto como predicado es el pensamiento de un sujeto. Por tanto, es posible deducir las funciones del entendimiento desde las funciones de unidad en el juicio. […] La forma interior del juicio, donde se hace abstracción de todo contenido empírico, es una función del pensamiento reducible a cuatro títulos con tres momentos. Existe una forma en el pensamiento y la predicación, esta forma es el modo de referencia del predicado al sujeto, el modo de predicación o pensamiento. Este es una función de unidad a priori del entendimiento, concepto puro o pensamiento puro.” (Kant, CRP, B 94-96)

Por tanto, el concepto puro es una función lógica del pensamiento, o sea, es -podría decirse para mayor claridad- una función del entendimiento puro para realizar el pensamiento empírico, es decir es la función o tarea de hacer posible la síntesis empírica, suministrando la síntesis (unidad) a priori pura, como forma o condición formal de la misma. Esta es lo que puede llamarse función trascendental del entendimiento (que realiza la parte pura) en el pensamiento empírico, o sea, en la aplicación o función empírica del entendimiento (la de producir conceptos y juicios empíricos, en general, pensamientos empíricos).

“La modalidad de los juicios constituye una especialísirna función de los mismos y su carácter distintivo consiste en no aportar nada al contenido del juicio (ya que, fuera de la cantidad, la cualidad y la relación, no hay nada que constituya el contenido de un juicio) y en afectar únicamente al valor de la cópula en relación con el pensar en general.” (Kant, CRP, B 100)

Y respecto al concepto central de síntesis, o enlace de representaciones cualquiera, Kant nos presenta el concepto de una unidad de una variedad cualquiera de representaciones empíricas:

“Entiendo por síntesis, en su sentido más amplio, el acto de reunir diferentes representaciones y de entender su variedad en un único conocimiento. Semejante

89 Producto de la espontaneidad del entendimiento, pero en definitiva de la Razón Pura como facultad general de todos los principios del conocimiento a priori, y de la experiencia en general.

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síntesis es pura si la variedad no está dada empíricamente, sino a priori (como la variedad en el espacio y en el tiempo). Antes de cualquier análisis de nuestras representaciones, éstas tienen que estar ya dadas, y ningún concepto puede surgir analíticamente en lo tocante a su contenido. La síntesis de algo diverso (sea empírico o dado a priori) produce ante todo un conocimiento que, inicialmente, puede ser todavía tosco y confuso y que, por ello mismo, necesita un análisis. Pero es propiamente la síntesis la que recoge los elementos en orden al conocimiento y los reúne con vistas a cierto contenido. Ella constituye, pues, lo primero a lo que debemos atender si queremos juzgar sobre el origen primero de nuestro conocimiento.” (Kant, CRP, B 103)

Y nos da la definición de concepto puro del entendimiento, que refiere con la expresión 'categoría', precisamente como una síntesis pura de la diversidad; que es el resultado de la imaginación trascendental, que es la facultad que realiza la síntesis u operación de reunir representaciones, y en este caso a priori. El concepto del entendimiento (categoría) da la unidad necesaria -nos dice Kant- a la síntesis (unificación o acto de unificar) pura de la imaginación, como representación de la necesidad en la síntesis; pero así parece introducir una gran ambigüedad, pues parece hablar del concepto del entendimiento ya como el resultado de una síntesis pura de la imaginación, pero Kant nos dice que lo que se reduce a conceptos es la síntesis pura de representaciones por la imaginación.

“Como veremos después, la síntesis es un mero efecto de la imaginación, una función anímica ciega, pero indispensable, sin la cual no tendríamos conocimiento alguno y de la cual, sin embargo, raras veces somos conscientes. Reducir tal síntesis a conceptos es una función que corresponde al entendimiento. Sólo a través de semejante función nos proporciona éste el conocimiento en sentido propio. La síntesis pura, en su representación general, nos proporciona el concepto puro del entendimiento. Entiendo por tal síntesis la que se basa en un principio de la unidad sintética a priori. […] Representaciones diversas se reducen a un concepto por medio del análisis, tema del que se ocupa la lógica general. La lógica trascendental enseña, en cambio, a reducir a conceptos, no las representaciones, sino la síntesis pura de las representaciones. Lo primero que se nos tiene que dar para conocer todos los objetos a priori es lo diverso de la intuición pura; lo segundo es

la síntesis de tal diversidad mediante la imaginación, pero ello no nos proporciona todavía conocimiento. Los conceptos que dan unidad a esa síntesis pura y que consisten sólo en la representación de esta necesaria unidad sintética son el tercer requisito para conocer un objeto que se presente, y se basan en el entendimiento.” (Kant, CRP, B 103-104)

Y claramente nos habla de la igualdad de formas entre el concepto y el juicio:

“La misma función que da unidad a las distintas representaciones en un juicio proporciona también a la mera síntesis de diferentes representaciones en una intuición una unidad que, en términos generales, se llama concepto puro del entendimiento. Por consiguiente, el mismo entendimiento y por medio de los mismos actos con que produjo en los conceptos la forma lógica de un juicio a través de la unidad analítica, introduce también en sus representaciones un contenido trascendental a través de la unidad sintética de lo diverso de la intuición; por ello se llaman estas representaciones conceptos puros del entendimiento, y se aplican a priori a objetos.” (Kant, CRP, B 105)

Se trata, por tanto, como decíamos, de la misma forma de la unidad de representaciones empíricas, de la misma función lógica formal o pura; unidad a priori con el que pensamos a priori los objetos -con la que referimos a priori los objetos, dice Kant, en un modo de expresarse un tanto ambigüo- que es una función lógica pura del entendimiento (función lógica del entendimiento puro). La palabra 'función' Kant la emplea aplicándola a las unidades a priori, al decir que estas “son funciones lógicas del entendiendo”, y no se sabe si está hablando de las unidades como algo que depende de la operación de unir (combinar) las representaciones, que realizaría la imaginación, y por lo tanto empleando la palabra en un sentido matemático; o si se está refiriendo más bien, a que la unidad operada, realizada, por la imaginación trascendental (productiva) es una función del entendimiento, en cuanto este aporta la forma (las formas) de unidad empírica, o sea, la unidad a priori.

Pero en todo caso, y pese a esta ambigüedad en el expresión, y en las mismas definiciones de conceptos, de síntesis, y de síntesis pura, puede admitirse por el sentido de los conceptos básicos, que de lo que se trata es de la función o tarea de síntesis (unidad) del entendimiento por

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medio do conceptos o representaciones mediatas (intelectuales), y especialmente en cuanto da los conceptos puros, o unidades a priori como condiciones formales de las unidades empíricas del mismo entendimiento en su aplicación empírica. El entendimiento tiene dos funciones lógicas complementarias y entrelazadas, que son funciones de unificación (unión o enlace) de representaciones; una función lógica de enlace a priori de representaciones, donde se da la unidad a priori o forma de las unidades (enlaces) empíricas; y la función lógica de enlazar las representaciones empíricas que se funda (es posible) sobre la función lógica pura.

El concepto de función lógica es importante, pues con él se está dando una doctrina de lo que es la lógica; la doctrina de que la unidad de representaciones, el enlace, y en definitiva la igualación de estas es la base de la lógica, como recalca Nietzsche en su doctrina de la logificación del mundo sobre una igualación previa. Esto es patente en la Lógica trascendental, desde las definiciones y conceptos fundamentales aquí presentados; el entendimiento es la facultad de pensar, y el pensamiento siempre es la determinación de un fenómeno (en general, de una representación cualquiera) respecto a una representación conceptual (concepto) que lo subsume; en esta subsunción se expresa una igualación de representaciones: así si digo que 'esto es una casa', como si digo 'los caseríos son casas', como cuando digo 'esto es azul' o 'las amapolas son azules', como cuando digo 'la sed que tengo yo ahora es producida por la falta de agua' o 'la sed (en general) es producida por la falta de agua', en todos estos casos, y en el resto de tipos de juicios (modos de predicación) siempre igualo algo a algo. Igualo primero las representaciones en un concepto, los distintas impresiones de azul en el concepto azul, y después en el juicio igualo una representación particular incluida en el sujeto con un grupo, cuando predico de este que es azul.

Así se entiende que afirme:

“Pero es propiamente la síntesis la que recoge los elementos en orden al conocimiento y los reúne con vistas a cierto contenido.” (Kant, CRP, B 103)

Y asimismo nos dice que:

“Se pueden hacer sobre esta tabla de categorías observaciones atinadas que podrían tener acaso importantes consecuencias en relación con la forma

científica de todos los conocimientos de la razón. En efecto, el que en la parte teórica de la filosofía esta tabla sea extraordinariamente útil, y hasta indispensable, para esbozar el plan completo de toda una ciencia en tanto que se funda en conceptos a priori, y para dividirla matemáticamente de acuerdo con determinados principios, es algo que se desprende con evidencia del hecho de que dicha tabla contiene exhaustivamente todos los conceptos elementales del entendimiento e incluso la forma de un sistema de los mismos en el entendimiento humano.” (Kant, CRP, B 109)

Así tenemos que una clase de lo a priori puro trascendental, la constituyen los conceptos puros del entendimiento, y los llamados principios puros del entendimiento, como modos de predicación y formas a priori de los juicios; principios que son el correlato de los conceptos puros o categorías. Estos conceptos pueden ser primitivos o derivados de los primitivos, y el conjunto de ellos constituye el Sistema completo de los conceptos puros del entendimiento; esta es la tabla de las categorías que -según Kant en este pasaje- nos ofrece un plan completo de toda ciencia, los principios metafísicos o forma de toda ciencia y conocimiento. En este plan se incluiría el sistema de los conceptos puros, o conjunto de relaciones entre ellos, relaciones entre categorías que Kant denomina “principios puros metafísicos”. Por tanto, puede deducirse que para Kant, estas relaciones entre categorías junto con los llamados principios puros del entendimiento constituyen el plan metafísico de la naturaleza y la ciencia, precisamente en cuanto nos dan la forma de estas, su condición formal misma.

Las tres fuentes subjetivas del conocimiento y la experiencia en general, de la que derivan las distintas condiciones formales y objetivas de estos son el sentido, la imaginación y la apercepción. Kant parece querer decir que estas tres fuentes son principios trascendentales que de alguna manera forman un todo, ya que los tres son principios trascendentales que hacen posible la posibilidad de darse fenómenos; y ello a pesar de que nos presente la apercepción pura como un principio o condición formal originaria y suprema de toda combinación (asociación) de representaciones empíricas (de la diversidad); ya que la sensibilidad pura, los principios del espacio y el tiempo, son condiciones intuitivas formales fundamentales y totalmente generales, para que se de cualquier intuición (fenómeno), y como hemos señalado, son una exigencia de

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que todo fenómeno no solo se de en el espacio y/o en el tiempo, sino la exigencia equivalente a que se den en una posición respecto a los demás fenómenos; así toda determinación formal intuitiva fundamental que atañe a la posibilidad misma de los fenómenos -darse según las formas del espacio y/o el tiempo-, es, o al menos conlleva, una exigencia de que estos se den en un ordenamiento (combinación) y en una unidad de todos ellos, o sea, que este sujetos a unos principios subjetivos formales de síntesis y que todos los fenómenos pertenezcan a un mismo sujeto.

“Son tres las fuentes subjetivas de conocimiento en las que se basa la posibilidad de la experiencia en general y del conocimiento de los objetos de esa misma experiencia: el sentido, la imaginación y la apercepción. Cada una de ellas puede ser considerada empírica cuando la aplicamos a fenómenos dados, pero todas son, igualmente, elementos de las bases priori que hacen posible tal aplicación empírica. El sentido representa empíricamente los fenómenos en la percepción; la imaginación en la asociación (y en la reproducción); la apercepción en la conciencia empírica de la identidad que existe entre esas representaciones reproductivas y los fenómenos a través de los cuales se nos habían dado las primeras, es decir, en el reconocimiento.” (Kant, CRP, A 115)

Pero nos habla explícitamente de la unidad de la apercepción pura como principio trascendental supremo, condición de toda representación, que solo lo es en o desde la unidad originaria o unidad de la apercepción, y que es además condición a priori de toda combinación de la diversidad de representaciones. El principio trascendental de unidad de toda diversidad en la representación es lo que llama apercepción pura; y este exige (es la exigencia de) que toda conciencia empírica sea una determinación de la conciencia del yo; y en definitiva, la exigencia de que todo concepto (y todo conocimiento, o pensamiento verdadero u objetivo) sea una determinación del concepto del yo, es decir, que sea una determinación de la unidad originaria de la apercepción pura (la autosuficiencia pura o formal expresada en la idea del yo).

“Tenemos conciencia a priori de la completa identidad del yo en relación con todas las representaciones que puedan pertenecer a nuestro conocimiento. Tal conciencia la consideramos como una

necesaria condición de la posibilidad todas las representaciones, ya que éstas sólo representan algo en mí en la medida en que forman parte, juntamente con todo lo demás, de una misma conciencia y, consiguientemente, han de poder estar, al menos dentro de ésta, ligadas entre sí. Este principio se halla establecido a priori y puede llamarse el principio trascendental de la unidad de todo lo diverso contenido en nuestras representaciones (y también, por tanto, en la intuición). La unidad de lo diverso en un sujeto es la unidad empírica. Por consiguiente, la apercepción pura suministra un principio de unidad sintética de lo diverso en toda intuición posible.” (Kant, CRP, A 116) Y claramente nos dice:

“En relación con la síntesis de la imaginación, la unidad de apercepción es el entendimiento; en relación con la síntesis trascendental de la imaginación, esa misma unidad es el entendimiento puro. En el entendimiento hay, pues, conocimientos puros a priori que contienen la necesaria unidad de la síntesis pura de la imaginación, con respecto a los fenómenos posibles: son las categorías, es decir, los conceptos puros del entendimiento. La facultad humana del conocimiento empírico contiene necesariamente, por tanto, un entendimiento que se refiere a todos los objetos de los sentidos, aunque solo por medio de la intuición y la síntesis de los mismos a través de la imaginación, un entendimiento, pues, al que se hallan sometidos todos los fenómenos en cuanto datos de una posible experiencia.” (Kant, CRP, A 119)

Desde este pasaje, también podemos apreciar que Kant concibe el entendimiento puro como la determinación de la unidad de la apercepción según la síntesis de la imaginación; por lo que ha de entenderse, según parece desde los fundamentos conceptuales, que la unidad sintética necesaria de las categorías es, necesariamente, una especificación o realización de la unidad originaria de la autoconciencia pura (la unidad expresada en la representación del yo); pero estas unidades del entendimiento se realizan, de acuerdo con el texto anterior, como resultado de la operación de la imaginación. Aunque Kant no lo admita explícitamente y no sea del todo claro al respecto, la imaginación es una facultad de síntesis, combinación de una variedad cualquiera de representaciones -tal como expresamente dice-, pero lo es -y esto no lo expone abiertamente y con claridad- en el sentido

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de ser una facultad de carácter dinámico, cuya función es la operación o actividad de realizar la combinación, y así puede decirse que es la facultad de combinar por cuanto realiza las combinaciones, y es por ello una facultad activa o dinámica.90

Esto se aprecia aún mejor, si cabe, contraponiéndola al entendimiento como facultad de síntesis, de combinación, pero no el sentido de ser un poder que realice u opere la síntesis, sino en el de suministrarnos, como hemos visto, las formas o condiciones formales de toda síntesis empírica, y así, aún cuando Kant no lo haga, cabría calificarla de facultad estática de síntesis; de modo que cabría interpretar que el entendimiento puro suministra las formas (pensamientos puros, partes a priori pura de los pensamientos empíricos) o moldes formales para las síntesis empíricas, y que estas se realizan u operan por la acción de la imaginación, en su condición de facultad de síntesis de carácter dinámico (facultad dinámica de síntesis). En el fondo no hay incoherencia o laguna alguna, entre esto último, que se impone y es patente, y la afirmación del texto anterior; ya que la imaginación como facultad dinámica de síntesis cualquiera, está integrada por una parte pura o imaginación trascendental, facultad de síntesis trascendentales, y la parte empírica, o imaginación empírica.

La imaginación trascendental es la que opera (realiza) la combinación o unidad a priori de los conceptos empíricos o combinaciones empíricas; por tanto, ha de decirse que las categorías o síntesis trascendentales, formas necesarias y subjetivas de los conceptos empíricos, son unidades a priori que realiza la imaginación trascendental, pues la unidad trascendental como cualquier otra unidad, es el resultado de la operación combinatoria de la imaginación; ya que la imaginación es la facultad de síntesis de una variedad de representaciones cualesquiera, ya empírica

90 Esto se corresponde con la concepción de Hume sobre la imaginación, como facultad o poder asociativo (de unión), fuente de toda unidad y, así, de los principios de unidad (asociación) que hallamos en nosotros, como responsables de la parte regular observada de esta unidad o asociación de las ideas. Se trata como en Kant, que sigue claramente a Hume en este como en otros conceptos fundamentales, de un poder o facultad fundamental y ciega (un instinto natural de origen desconocido) de la naturaleza humana, que asocia o une las ideas en la mente, de modo arbitrario, o de modo regular según principios de unidad que tienen cualidades asociativas, y que realizan la unión como fuerzas suaves de atracción (pues nada hay mas libre que la imaginación, y las asociaciones según principios como cualquier asociación, podría no darse, dada la libertad de la imaginación que la libera de toda obligación y necesidad en la unión de ideas). No obstante, hay un texto donde nos habla expresamente de la imaginación como facultad activa. Cfr. Kant (CRP, A 118).

ya puras, trascendentales o no trascendentales, y ello en cuanto las combina (realiza la operación de combinarlas). En los conceptos empíricos, la imaginación combina una variedad de intuiciones conforme a las categorías, y por tanto, conforme a unidades o combinaciones a priori necesarias que la propia imaginación ha realizado (combinado); en el concepto empírico la imaginación ha combinado según la unidad que ha realizado ya a priori, en su parte trascendental. En el texto Kant nos dice precisamente que las unidades sintéticas a priori necesarias o categorías, son producto de las síntesis realizadas por la imaginación (unidad sintética)91 como facultad trascendental o productiva (imaginación productiva), y estas síntesis son una determinación de la síntesis o unidad originaria de la apercepción pura.

“Consiguientemente, la imaginación es también una facultad de síntesis a priori. Por ello la denominamos imaginación productiva. En la medida en que esa imaginación no pretende ir más allá de la necesaria unidad en la síntesis del fenómeno, en lo que a la diversidad de éste se refiere, podemos dar tal unidad el nombre de función trascendental de la imaginación.” (Kant, CRP, A 118-127)

La apercepción pura es la autoconciencia o conciencia (percepción) formal que tenemos de la serie fenoménica o sujeto empírico, autoconciencia formal y pura; es la representación pura que acompaña a toda representación consciente (percepción o conciencia) de representaciones empíricas; es la condición formal necesaria para que pueda representarme un fenómeno (o una representación cualquiera) como mío, o sea, para representarlo y considerarlo como parte de una unidad originaria, la expresada por la palabra 'yo'. Así la apercepción pura es la condición formal necesaria de toda apercepción (autoconciencia) empírica; es la representación (autorepresentación) del sujeto empírico en la idea del yo, representación pura formal sin objeto o intuición, por lo que es mera idea o concepto puro, representación conceptual a priori pura y originaria, o principio trascendental supremo y originario; y esta es la forma o condición formal de toda autoconciencia empírica.

91 Ha de distinguirse, tal como lo hace Kant -si bien no con mucha claridad- entre unidad y síntesis; pues la unidad es lo que constituyen sus componentes, y la síntesis es la operación que realiza la unidad; y Kant sostiene que toda unidad es producida por una combinación (acción asociativa de la imaginación).

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La representación que indicamos con el término yo, es la apercepción pura, o sea, la representación de la propia conciencia (autoconciencia), que se expresa en el 'yo pienso'; y esta es la condición necesaria para que pueda darse cualquier representación empírica (fenómeno y concepto), incluida la representación de un fenómeno como mío, como parte de un sujeto empírico. En la representación del yo, identidad del yo, se expresa la unidad originaria de toda representación empírica en nosotros; y en general de toda representación, empírica o pura, pues es el principio formal trascendental originario y supremo, que comprende y unifica en sí todos los principios formales trascendentales; es el principio supremo de toda unidad ulterior (empírica y pura). Toda síntesis es una combinación, que como tal presupone unidad; y la unidad a priori expresada en las categorías, ha de fundamentarse en un principio de unidad superior y anterior. Este es el principio supremo de la unidad originaria de la apercepción pura, o principio supremo de los juicios sintéticos; mediante el cual toda representación puede ser percIbída como mía, y por ello puede ser combinada con otras y así hacer posible el conocimiento. La combinación o síntesis que hace posible el conocimiento solo es posible desde la aprehensión o conciencia de las representaciones, y esta solo es posible desde la autoconciencia original pura (expresada en el 'yo pienso, que ha e acompañar a toda combinación de representaciones). Así la unidad originaria de la autoconciencia pura es el fundamento o principio de toda unidad, y por tanto de todo conocimiento.

“Pero la combinación (conjunctio) de una variedad en general nunca puede llegar a nosotros a través de los sentidos ni, por consiguiente, estar ya contenida, simultánea. Mente, en la forma pura de la intuición sensible. En efecto, es un acto de la espontaneidad de la facultad de representar. […] Con ello haremos notar, a la vez, que no podemos representarnos nada ligado en el objeto, si previamente no lo hemos. Ligado nosotros mismos, y que tal combinación es, entre todas las representaciones, la única que no viene dada mediante, objetos, sino que, al ser un acto de la espontaneidad del sujeto, sólo puede ser realizada por éste. Se advierte fácilmente que este acto ha de ser originariamente uno, indistintamente válido para toda combinación y que la disolución, el análisis, que parece ser su opuesto, siempre lo presupone. […] pero el concepto

de combinación incluye, además de los conceptos de diversidad y de síntesis de ésta, el de unidad e esa diversidad. Combinar quiere decir representarse la unidad sintética de lo diverso. La representación de tal unidad no puede surgir, pues, de la combinación, sino que, al contrario, es esa representación la que, añadiéndose a la representación de la diversidad, hace posible el concepto de combinación. Esa unidad, que precede a priori a todos los conceptos de combinación, no es la categoría de unidad mencionada en §10, ya que todas las categorías se basan en funciones lógicas en los juicios. Pero resulta que en éstos se piensa ya una combinación y, consiguientemente, una unidad de conceptos dados. La categoría presupone, pues, la combinación. En consecuencia, tenemos que buscar esa unidad (como unidad cualitativa, §12) más arriba todavía, es decir, en aquello mismo que contiene el fundamento de unidad de diversos conceptos en los juicios y, consiguientemente, el fundamento de posibilidad del entendimiento, incluso en su uso lógico.” (Kant, CRP, A 130-131)

La apercepción trascendental es una representación a priori de la unidad original según la afinidad trascendental, el principio sintético a priori por el cual toda representación ha de darse junto a las demás, en un orden establecido por reglas necesarias (leyes) subjetivas; por tanto la apercepción trascendental es la autoconciencia pura o trascendental, donde tenemos percepción de nuestras representaciones como pertenecientes a u sujeto empírico, de modo que la conciencia de estas es conciencia de sí (percepción que tiene el sujeto de sí mismo); pero de la forma o condición formal de esta percepción (autopercepción), de la autoconciencia empírica; es decir, para poder representarme una representación como mía, como parte de una unidad empírica entendida como sujeto o actor de estas representaciones (como fuente de estas representaciones), esta tiene que venir acompañada de una representación pura de la unidad necesaria, o sea, de la representación de las representaciones empíricas como pertenecientes a una unidad o serie pura y trascendental, como parte de un sujeto o actor trascendental; y esta representación de las representaciones empíricas como si perteneciesen a mí como un sujeto trascendental, unidad originaria y necesaria con el carácter de actor o como entidad activa y creativa; he de tener una representación de la unidad de toda representación posible. O sea, toda

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representación empírica y apercepción empírica sobre esta, han de estar acompañadas por la representación de la unidad originaria según el principio de la afinidad trascendental (que exige que todas se den en una misma conciencia); y esta representación es una autorepresentación o apercepción a priori pura. Esto lo expresa también Kant, al definir el conocimiento y el objeto, insistiendo en la idea de que la unidad originaria y necesaria de la apercepción pura (representada en esta) es condición de aquellos.

“El principio supremo de la misma posibilidad, en relación con el entendimiento, consiste en que toda la diversidad de la intuición se halla sujeta a las condiciones de la originaria unidad sintética de apercepción. En tanto que dadas, todas las diversas representaciones de la intuición se hallan sujetas al primero de estos dos principios; en tanto que necesariamente combinables en una conciencia, se hallan bajo el segundo. En efecto, si se prescinde de la combinación, nada puede ser pensado o conocido a través de las representaciones dadas, ya que no conllevarían entonces el acto común de apercepción «Yo pienso» ni se unificarían, por ello mismo, en una autoconciencia. El entendimiento es, para decirlo en términos generales, facultad de los conocimientos. Estos consisten en la determinada relación que las representaciones dadas guardan con un objeto. Objeto es aquello en cuyo concepto se halla unificado lo diverso de una intuición dada. Ahora bien, toda unificación de representaciones requiere unidad de conciencia en la síntesis de las mismas. Por consiguiente, es sólo la unidad de conciencia lo que configura la relación de las representaciones con un objeto y, por ello mismo, la validez objetiva de tales representaciones. Consiguientemente, es esa unidad de conciencia la que hace que éstas se conviertan en conocimiento y, por tanto, lo que fundamenta la misma posibilidad del entendimiento.” (Kant, CRP, B 136-137)92

Esta representación trascendental originaria es, por tanto, la forma y condición de toda autorepresentación o autoconciencia empírica; es la parte a priori y pura de toda autorepresentación empírica, de toda

92 Poco antes dice: “En relación, pues, con la variedad que me ofrecen las representaciones en una intuición, tengo conciencia de la identidad del yo, ya que las llamo a todas representaciones mías, que forman, por tanto, una sola. Ello equivale a decir que tengo conciencia a priori de una ineludible síntesis de esas representaciones, síntesis que recibe el nombre de unidad sintética originaria de apercepción. A esta unidad han de estar sometidas todas las representaciones que se me den, y a ella han de ser reducidas mediante una síntesis.” (Kant, CRP, B 135-136)

autoconciencia o apercepción empírica. Si puedo representarme una representación como mía, como perteneciente a una unidad (sujeto o serie empírica) se debe a que puedo representármela como perteneciente a una unidad a priori, a un sujeto puro; esta es la autorepresentación expresada en la palabra yo, que viene dada con la forma lógica general de todo juicio; pues en este se realiza una reducción de las representaciones dadas en él a la unidad objetiva de la apercepción, y en esta forma lógica se expresa la relación de los conceptos, y se indica cual es la naturaleza de esta relación, pues esta viene dada precisamente por la forma lógica categorial, pensamiento puro o determinación a priori del pensamiento. Lo que sea la relación respecto a su naturaleza, carácter lógico, no puede venir dado por la experiencia (contenido empírico), la relación empírica misma viene dada por la experiencia, desde la intuición, o sea, vienen dada por juicios empíricos o contingentes, que sólo nos informan de la relación (unidad de representaciones) en su aspecto empírico.

En los juicios empíricos, la cópula 'es' representa la unidad necesaria misma, la unidad necesaria de la apercepción, o sea, la que esta representa; unidad que se expresa por medio de la unidad necesaria típica del juicio (es decir, a través de esta), que es la unidad expresada en la categoría y modo de predicación subyacentes al juicio empírico. Esto último puede expresarse de un modo conciso, diciendo que la forma lógica categorial93 es la expresión y proyección de la forma lógica originaria y primitiva, la forma de la unidad originaria de la conciencia,94 es la determinación ulterior e inmediata de la unidad y forma primitiva. Como ya hemos visto, Kant afirma esto con toda claridad al decir que “la determinación de la unidad de la apercepción según la síntesis trascendental de la imaginación es el

93 Así podríamos llamar a las forma lógicas que están a la base (como condiciones subjetivas -impuestas por el sujeto-) de los conceptos y juicios empíricos (o contingentes), funciones lógicas de unidad a priori, que Kant denomina categorías.

94 Esta es la unidad a priori trascendental fundamental, que acompaña y está a la base de toda unidad necesaria determinada en el espacio y/o en el tiempo; la unidad representada en la apercepción pura (autoconciencia pura), pues esta es una representación de aquella unidad como condición de que las representaciones empíricas puedan ser consideradas como mías, o equivalentemente, de que las representaciones sean representaciones para mí; y en el fondo se trataría, verosímilmente, de que las representaciones -según Kant- formen una unidad para que puedan ser tomadas como mías, y en definitiva para que puedan existir. La apercepción pura expresa, representa, esta unidad necesaria y originaria, y esta unidad es la base y fuente de toda representación, ya se trate de la autorepresentación o empírica o pura, o de cualquier otra representación, ya sea empírica o pura.

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entendimiento puro”. Así la unidad originaria de la apercepción pura es lo a priori trascendental fundamental, en donde se funda toda representación y elemento trascendental, y en general toda representación y experiencia posible; pues todos los principios trascendentales de síntesis (principios de síntesis a priori), y, en general toda síntesis, se funda en esta unidad originaria, como la regla o principio supremo de toda síntesis.

Este es el principio de todos los juicios sintéticos -nos dice Kant-, de modo análogo a como el principio de contradicción lo es de los juicios analíticos. Lo es tanto de los a priori como de los a posteriori (empíricos), tanto de los a priori puros como de los a priori no puros, tanto de los a priori puros que son condiciones formales de la experiencia como de los a priori puros que no lo son. Así ha de ser, como forma o unidad lógica originaria indeterminada, o unidad en general que expresa o equivale a una exigencia de combinación de representaciones en un orden temporal y/o espacial.

“Por consiguiente, el principio supremo de todos los juicios sintéticos consiste en que todo objeto se halla sometido a las condiciones necesarias de la unidad que sintetiza, en una experiencia posible lo diverso de la intuición.” (Kant, CRP, B 197)

La unidad originaria de la apercepción pura es el principio de toda síntesis, pura trascendental y empírica, precisamente como forma lógica original, que ha de ser progresivamente determinada; primero en las categorías, unidades sintéticas puras necesarias que expresan los modos posibles de ordenamiento de las representaciones en el tiempo y/o en el espacio, los modos de combinación o unidades a priori, y luego las unidades sintéticas empíricas como determinaciones de aquellas formas lógicas. Esta es una unidad indeterminada por cuanto en sí misma no da indicación alguna de las relaciones, posiciones, de las representaciones empíricas en el tiempo; no expresa como pueda ser la ordenación en el tiempo y/o en el espacio, sino que meramente es la regla de que las representaciones se den ordenadas en el espacio y tiempo; por tanto, es la mera exigencia formal, y máximamente formal, de que las representaciones empíricas se den unidas según las condiciones formales de la sensibilidad; o sea, que se den unidas según el orden espacio-temporal de la sensibilidad. Nos dice que han de presentarse ordenadas,

pero no cómo, o cual es la forma del ordenamiento.

La unidad original de la apercepción pura forma parte del conocimiento sintético a priori, porque es la condición formal originaria de la experiencia, o sea, la forma originaria o forma general de la experiencia; y el conocimiento sintético a priori es un conocimiento de estas condiciones formales, desde la condición suprema hasta sus determinaciones. La forma originaria o condición formal suprema es la necesidad para toda representación de darse en el tiempo, esto es, de presentarse según la forma del sentido interno (forma general de toda representación), y de presentarse en un orden y unidad temporal con el resto de las representaciones. En consecuencia, el conocimiento sintético a priori de esta condición formal suprema es la parte esencial de la totalidad del conocimiento de las condiciones formales de la experiencia.

“Ahora bien, según hemos probado antes, el conocimiento sintético a priori sólo es posible en la medida en que expresa las condiciones formales de una experiencia posible. En consecuencia, todos los principios poseen un validez puramente inmanente, es decir, no se refieren más más que a objetos del conocimiento empírico o fenómenos. Mediante el procedimiento trascendental no se consigue, pues, nada con respecto a la teología de una razón meramente especulativa.” (Kant, CRP, B 66-69)

Aquí tenemos el principio supremo de los juicios sintéticos, de todo conocimiento sintético, y por tanto, de toda experiencia; esta es la totalidad o unidad sintética de las representaciones empíricas, tanto intuitivas como conceptuales; y en definitiva, de las representaciones intuitivas (fenómenos), que son las unidades o partes elementales que integran la experiencia; pues esta no es más que la síntesis de estos elementos (intuiciones). La unidad de la apercepción pura, la expresada en el Yo, es la unidad originaria y condición formal suprema de la experiencia, ya que es la forma de la experiencia en general que coincide con la forma del sentido interno (el tiempo). Esta es la forma que ha de tener la experiencia para poder ser tal experiencia, y esto significa que la experiencia como totalidad sintética, solo es posible bajo la condición (formal) de que todas las representaciones intuitivas (fenómenos) se den ordenadas en el tiempo, es decir, que se den unidas en el tiempo. Esta es la necesidad de un ordenamiento o posición en el tiempo;

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primero en el sentido de darse en el tiempo, como forma de toda afección (intuición) o forma general ella sensibilidad; y después, sobre este sentido fundamental, en el sentido de enlazarse o unirse al resto de los fenómenos según una posición relativa en el tiempo, un ordenamiento temporal.

“Para toda experiencia y para su posibilidad nos hace falta el entendimiento. Lo primero que éste hace no es esclarecer la representación de los objetos, sino posibilitar la representación de un objeto en general. Pero esto ocurre gracias a que el entendimiento transfiere el orden temporal a los fenómenos y a su existencia, en el sentido de que asigna a cada uno de ellos -en cuanto consecuencia- una posición temporal determinada a priori con respecto a los fenómenos anteriores. […] El que algo sucede constituye, pues, una percepción perteneciente a una posible experiencia que se convierte en real cuando considero el fenómeno como determinado por lo que a su posición temporal se refiere, es decir, como un objeto que siempre puede, en virtud de una regla, ser hallado en la conexión de las percepciones. Esta regla, que determina según su secuencia temporal, se formula así: podemos hallar en lo que precede la condición bajo la cual sigue siempre es decir, de modo necesario el suceso. El principio de razón suficiente, es, pues, el fundamento de la experiencia posible, es decir, el fundamento del conocimiento objetivo con respecto a su relación en la serie del tiempo. […] Si, por el contrario, el suceso no siguiera necesariamente, una vez puesto lo precedente, tendríamos que tornar tal suceso como un mero juego subjetivo de nuestra fantasía. […] Así, pues, la relación de los fenómenos (en cuanto posibles percepciones) según la cual lo que sigue (lo que sucede) se halla necesariamente determinado en su existencia por algo que precede y definido en el tiempo conforme a una regla; o sea, la relación causa-efecto, constituye la condición de validez objetiva de nuestros juicios empíricos con respecto a la serie de percepciones y, consiguientemente, la condición de su verdad empírica y, por ello mismo, la condición de la experiencia. El principio de la relación causal en la secuencia de los fenómenos posee, pues, validez con anterioridad a todos los objetos de la experiencia (bajo las condiciones de la sucesión), ya que tal principio es, a su vez, el fundamento de posibilidad de esa misma experiencia.” (Kant, CRP, B 245-248)

La unidad originaria de la apercepción pura, unidad en el tiempo, es el principio de toda síntesis (operación de la imaginación

sobre una variedad cualquiera de representaciones), o como dice Kant, principio supremo do los juicios sintéticos, porque viene a ser el tercer elemento que actúa como medio de enlace (unión) entre dos representaciones cualesquiera que no estén unidas en el juicio sobre el principio de no contradicción. En toda síntesis de representaciones se añade algo a cada representación, algo que no es pensado en la representación y que no es parte de la misma; así, en el juicio sintético, el concepto predicado añade algo a la intuición o concepto (en un juicio singular y general respectivamente), algo que se añade desde fuera a la representación pensada o determinada (sujeto) por el concepto. En esta determinación se añade algo, no meramente se piensa lo que ya ha sido pensado o puesto en la representación original; en el juicio analítico tan solo se explicita lo que ya está representado, solo se explica lo que la representación contiene y es; se expone la representación, no en su objeto (lo representado) sino en su contenido mismo.

“En efecto, si el juicio es analítico, sea negativo o afirmativo, siempre debe sernos posible conocer suficientemente su verdad atendiendo al principio de contradicción. Siempre es correcto negar lo contrario de aquello que se halla incluido como concepto en el conocimiento del objeto y que es pensado en él. Tenemos que afirmar necesariamente, en cambio, el concepto mismo del objeto, ya que lo contrario de tal concepto sería contrario al objeto. Debemos, pues, considerar el principio de contradicción como principio universal y plenamente suficiente de todo conocimiento analítico. Pero ni su autoridad ni su aplicabilidad van más allá de un criterio suficiente de verdad. En efecto, el hecho de que ningún conocimiento pueda oponerse a él sin autonegarse hace del principio una conditio sine qua non de conocimiento, pero no le basta para determinar su verdad.” (Kant, CRP, B 190)

Y a continuación nos habla de la unidad originaria de la apercepción como el tercer elemento y principio de los juicios sintéticos, o sea de toda síntesis no originaria o ulterior a la originaria. En la combinación de representaciones, hemos de salir de una representación para poder pensarla como unida a otra distinta; al contrario que en los juicios analíticos, donde no tenemos que salir del concepto y nos limitamos a exponer lo que este contiene sin nunca de este (exposición del mismo).

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“En el caso del juicio analítico, no salimos del concepto dado para decidir algo sobre él. Si el juicio es afirmativo, me limito a añadir a ese concepto lo ya pensado en él. Si es negativo, no hago más que excluir del mismo concepto su contrario. En el caso del juicio sintético, en cambio, me veo obligado a salir fuera del concepto dado para considerar, en relación con éste, algo completamente distinto de lo pensado en él. Esta relación nunca es, pues, ni una relación de identidad ni de contradicción, y por ello no puede descubrirse en el juicio, considerado en sí mismo, ni la verdad ni el error. Una vez concedido que hay que ir más allá de un concepto dado para confrontarlo sintéticamente con otro, hace falta un tercer elemento que es el que permite la síntesis de los dos conceptos. ¿En qué consiste este tercer elemento en cuanto medio de todos los juicios sintéticos? No hay más que un todo en el que se hallen contenidas todas nuestras representaciones, a saber, el sentido interno, y la forma a priori del mismo, el tiempo. La síntesis de las representaciones se basa en la imaginación. La unidad sintética de las mismas (unidad necesaria para el juicio) lo hace en la unidad de apercepción. Es, pues, en el sentido interno, en la imaginación y en la apercepción donde hay que buscar la posibilidad de juicios sintéticos y, dado que estas tres facultades contienen fuentes de las representaciones a priori, habrá que buscar igualmente en ellas la posibilidad de juicios sintéticos puros.” (Kant, CRP, B 195)

Kant afirma esta diferencia fundamental entre los juicios analíticos, entre operaciones analíticas y sintéticas, diciendo que los juicios analíticos son juicios explicativos y que los juicios sintéticos son juicios extensivos. La unidad y condición suprema originaria de la apercepción pura es el tercer elemento, o elemento mediador que permite enlazar dos representaciones distintas y diferenciables (y separables); y este es la forma temporal indeterminada, o exigencia de orden temporal, o posición temporal relativa, en el enlace. La síntesis es posible, y los fenómenos mismos, como ordenamiento de los fenómenos en el tiempo -y de las representaciones empíricas en general-, que es fijación de las posiciones relativas de las representaciones en el tiempo; que no sólo han de darse en el tiempo, en una posición de este según la forma general de la sensibilidad (receptividad), sino que han de tener una posición (temporal) respecto a los demás fenómenos. Y esta exigencia formal es,

como hemos visto, la unidad de la apercepción o forma originaria.

Pero el orden temporal indeterminado, la forma temporal originaria, es principio formal de síntesis indeterminado, o unidad a priori indeterminada; es la forma y elemento general de enlace que subyace a toda forma sintética y a toda síntesis empírica ulterior, que son determinaciones sucesivas de aquella forma y síntesis originaria indeterminada (la unidad de la apercepción). La unidad originaria de la apercepción, como forma temporal indeterminada es el orden temporal indeterminado u orden temporal en cuanto tal (exigencia de orden según el tiempo, forma general de la receptividad); y como tal orden indeterminado no puede ser el elemento mediador que hace posible la síntesis (el tercer elemento), sino que ha de determinarse o concretarse en modos peculiares de síntesis a priori o síntesis necesarias como condiciones de la experiencia y los fenómenos mismos, pero que son aplicaciones o determinaciones inmediatas y no empíricas de la unidad u orden temporal original.

“En este tercer término, cuya forma esencial consiste en la unidad sintética de apercepción de todos los fenómenos, encontramos condiciones a priori de la completa y necesaria determinación temporal de toda existencia en la esfera del fenómeno, condiciones sin las cuales sería imposible la misma determinación empírica del tiempo. Igualmente, encontramos reglas de la unidad sintética a priori mediante las cuales podemos anticipar la experiencia.” (Kant, CRP, B 264)

Este se concreta respecto al modo o forma concreta de la síntesis temporal en las categorías y principios del entendimiento,95

ya que las categorías son las reglas o condiciones formales para la síntesis de las intuiciones, determinando la unidad originaria e indeterminada de la apercepción, y así son el elemento de enlace en los distintos juicios sintéticos, tanto en los sintéticos a priori (en las matemáticas y la ciencias naturales96) como en los empíricos. Siempre se trata de una unidad necesaria o a priori pura, de un pensamiento puro

95 Los conceptos puros y principios sintéticos a priori, como funciones lógicas puras, síntesis puras que son las condiciones formales de la síntesis empírica, de la experiencia, y de los mismo fenómenos.

96 Los que hemos reconocido con toda claridad como a priori puros no trascendentales, y a priori no puros y manifiestamente no trascendentales (por no ser puros; ya que ser puro no implica conceptualmente ser trascendental, pero no ser puro implica no ser trascendental, pues ser puro es una condición necesaria pero no suficiente).

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indeterminado en su contenido material pero determinado respecto al modo de producirse la combinación (síntesis) en el tiempo, ya que cada categoría y principio del entendimiento puro realiza la unidad originaria de la apercepción, que es una unidad totalmente indeterminada respecto al tiempo y por ello cabría decir -aunque Kant no lo admita explícitamente- que es una unidad totalmente indeterminada; pues solo puede serlo en cuanto se establece el modo formal temporal en que se produce esta síntesis en el tiempo, o una determinación empírica por medio de estas determinaciones a priori (formas del entendimiento).

Esto sería así porque sólo es la exigencia o condición de que todos los fenómenos se den ordenados en el tiempo, según una posición relativa de unos respecto de otros97, y como hemos ya indicado, no contiene indicación alguna de cómo realizar la síntesis en el tiempo. Esto se debe a que solo tiene la función de suministrar la forma y unidad esencial en el tiempo, la mera exigencia de ordenamiento en el tiempo; para que esta sea determinada por la imaginación trascendental, que realiza la combinación (operación) a priori pura y da entrada a las unidades puras del entendimiento (categorías y principios),98 con las que se realiza la unidad indeterminada de la apercepción.

Con los principios puros del entendimiento se determina el orden temporal original en los fenómenos, fijando los modos en que tiene lugar el enlace, que son los modos en que se suceden u ordenan las representaciones en el tiempo. El orden

97 Hume nos habla de disposición de los objetos en el tiempo; las impresiones se nos dan en un orden regular o sucesión, y de esta la mente deriva la idea de tiempo. De modo análogo, de la disposición de las impresiones, la mente deriva la idea de espacio. Véase Hume (TNH, I 34 y 35).

98 Como ya hemos apreciado, las formas o funciones lógicas puras (para efectuar los conceptos y juicios empíricos, síntesis empíricas), o sea, lo que Kan también llama pensamientos puros, categorías y principios correlativos, son unidades puras, y resultan de una síntesis de la imaginación trascendental (la imaginación como función de síntesis a priori) sobre la unidad originaria, a la que determina estableciendo los modos de ordenamiento temporal. La imaginación es la facultad de realizar síntesis cualesquiera, efectuando la acción u operación de combinar (unir) de acuerdo con alguna forma, que como unidad puede ser también un producto de la imaginación. Así la imaginación trascendental realiza las síntesis o formas lógicas del pensamiento empírico (pensamiento puros) sobre la forma originaria de la apercepción, que es una unidad y forma admitida por Kant -al parecer- como originaria y previa a cualquier actuación de la imaginación trascendental; mientras que las síntesis empíricas, conceptos y juicios empíricos, surgen como combinaciones (actos de combinar) de la imaginación en su aplicación (función) empírica, que realiza las combinaciones sobre las formas lógicas, síntesis puras necesaria, que ella misma a producido en su función trascendental.

temporal original es la forma original y regla formal suprema de la experiencia, y esta es una unidad en el tiempo totalmente indeterminada respecto al modo en que se pueda realizar el orden temporal.

“Para toda experiencia y para su posibilidad nos hace falta el entendimiento. Lo primero que éste hace no es esclarecer la representación de los objetos, sino posibilitar la representación de un objeto en general. Pero esto ocurre gracias que el entendimiento transfiere el orden temporal a los fenómenos y a su existencia, en el sentido de que asigna a cada uno de ellos -en cuanto consecuencia- una posición temporal determinada a priori con respecto a los fenómenos anteriores. Si no fuera así, los fenómenos no concordarían con el tiempo mismo, el cual determina a priori la posición de cada una de sus partes. […] De ello resulta una serie de fenómenos que, mediante el entendimiento, produce e impone en la serie de las percepciones posibles exactamente el mismo orden y permanente conexión que encontramos a priori en la forma de la intuición interna (tiempo), en la cual todas las percepciones han de tener su posición.” (Kant, CRP, B 245)

“Todo aumento del conocimiento empírico y todo avance de la percepción, cualesquiera que sean sus objetos -fenómenos o intuiciones puras-, no son otra cosa que un ampliar la determinación del sentido interno, es decir, un progreso en el tiempo. Este progreso determina todo sin que se halle, por su parte, determinado por ninguna otra cosa. Es decir, las partes de tal progreso vienen dadas sólo en el tiempo a través de la síntesis de éste; no están dadas antes del tiempo. Esta es la razón de que todo tránsito, en la percepción, hacia algo que sigue en el tiempo constituya una determinación temporal de la percepcón, y como esa determinación del tiempo es siempre y en todas sus partes una magnitud, todo tránsito es igualmente la producción.” (Kant, CRP, B 255)

Los principios del entendimiento, todos sin excepción no solo las analogías, como la analogía de sucesión de fenómenos en el tiempo (principio de causalidad), determinan la unidad temporal original; es decir, realizan la unidad original indeterminada de la apercepción pura en su condición de principios o reglas de unidad a priori; y así todo principio del entendimiento determina la unidad original en el tiempo, que es la unidad temporal indeterminada o unidad cuya forma es el tiempo como forma del sentido interno, forma general de toda

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intuición y de toda la experiencia como ordenamiento delos fenómenos en el tiempo. En las analogías, y especialmente en el principio de causalidad, quizá pueda apreciarse con menos dificultad esta determinación del orden original, pero el entendimiento como facultad de síntesis a priori y de síntesis empírica, ha de determinar la forma originaria de la experiencia, o sea, el tiempo; ha de determinar con cada unos de sus principios a priori la unidad originaria en el tiempo, unidad de todos los fenómenos y representaciones en el tiempo, sin considerar su relación específica. Pues esta es precisamente la fuente o principio de toda síntesis pura o empírica en el tiempo: la unidad de todos los fenómenos reales y posibles. Solo desde esta unidad a priori general e indeterminada respecto al tiempo, es posible que la imaginación aprehenda cada intuición, y que esta pueda entrar en un ordenamiento de representaciones en el tiempo según reglas a priori.

El ordenamiento en el tiempo que realiza cada principio del entendimiento supone esa unidad y orden a priori original, de la que son por ello determinaciones o realizaciones (proyecciones); la unidad original u orden temporal original es el marco que ha de realizarse en cada síntesis del entendimiento, pura y empírica. Así, vemos que el principio de que toda sensación (que todo fenómenos respecto de su materia) es una magnitud intensiva, un grado que recoge una serie de grados anteriores, es la exigencia de una ordenación de los distintos grados o intensidades (sensaciones), que han de formar una serie que se ofrece en el tiempo en una progresión de esas intensidades. Cada sensación es un grado que recoge los grados anteriores, y no es posible un salto en esta serie. Todo grado o intensidad admite una división indefinida, y la intuición es una magnitud continua respecto a su materia (sensación).

Estos son, pues, principios a priori puros y trascendentales, que para Kant nunca deben ser confundidos con los principios materiales o empíricos. Los primeros tienen una necesidad conceptual a priori, y además son trascendentales, mientras que los segundos nunca pueden presentar esta necesidad a priori (nunca expresan una necesidad u obligatoriedad que no admite excepciones), pues son derivados de la experiencia al realizar una síntesis de representaciones empíricas en los juicios particulares y generales; donde se produce una unidad (mediante enlace) según la formas a priori del entendimiento,

precisamente como determinación o proyección empírica de estas. En el juicio empírico el enlace se produce sobre la síntesis (enlace) a priori del entendimiento, que determina la unidad originaria de la apercepción, y es la base del juicio empírico (y de los concepto empíricos); o sea, es una aplicación empírica del principio a priori (forma o función lógica pura), en la que esta forma y unidad pura del entendimiento, se proyecta en un determinado juicio empírico. La categoría y el principio puro (correlativo a ella) del entendimiento son la unidad a priori o lo que se piensa a priori en el juicio, o sea, la forma lógica pura de este, que comparte con todos los juicios empíricos que se hayan obtenido desde esa misma forma lógica (o sea, desde su aplicación o proyección empírica -cabría decir).

En consecuencia, nuevamente se pone de manifiesto lo vano y erróneo, y lo carente de todo fundamento -y hasta obstinado, por cuanto, o desprecia, o ignora la evidencia al respecto-, de tratar de ver en Kant la afirmación de que los juicios de las ciencias naturales son todos ellos juicios sintéticos a priori,99 cuando Kant nos dice, expresamente y de modo contundente en múltiples modos y ocasiones,100 que los juicios empíricos son

99 Con el agravante o inconveniente añadido de que no se declara de qué tipo de a priori se trata; pues en aras a la argumentación y examen de esta afirmación sería totalmente necesario. Aunque desde la perspectiva de las definiciones, como criterios esenciales e irrenunciables para resolver la cuestión, no es necesaria tal declaración de tipo; pues desde estas se aprecia, sin más consideraciones, que lo empírico no puede ser a priori, o sea, algo necesario o independiente de la experiencia. Sólo son a priori los juicios que Kant llama principios de las ciencias, que constituyen su parte pura; por ejemplo el principio: “todo cambio ha de tener una causa”. Este es un juicio que resulta de la aplicación del principio a priori trascendental de causalidad, una determinación inmediata de este que contiene conceptos empíricos, y es lo que Kant llama un juicio a priori no puro. El resto de los juicios de las ciencias naturales (como la Física o la Biología) son juicios empíricos, y entre estos están los juicios empíricos generales (lo que Kant llama expresamente generalidades empíricas); y los juicios empíricos dependen de la experiencia respecto a su formulación y validez; tanto si se trata de un juicio singular como si se trata de un juicio general (hipótesis) es imposible establecer la verdad de estos juicios antes y al margen de la experiencia, y en el caso de los juicios generales (hipótesis de leyes naturales) nunca podemos encontrar una verdad a priori, porque estos nunca nos ofrecen -dice Kant- cómo ha de ser la experiencia sino tan solo cómo ha sido hasta ahora; nunca podemos encontrar necesidad en ellos, nunca podemos encontrar una universalidad estricta y real que no admita excepciones. El craso error de interpretación de Kant salta a la vista.

100 Ya desde las definiciones mismas de lo a priori (independiente de la experiencia, y previo) y de lo a posteriori o empírico (lo extraído o concebido desde la experiencia, y, en consecuencia, lo dependiente de ella). Esta confusión, error tremendo, y grueso, de captación de conceptos en las definiciones, es aún más sorprendente, si cabe, si tenemos en cuenta la advertencia de Kant al respecto; y mas aún, si consideramos las caracterizaciones que nos ofrece de los juicios (sintéticos) empíricos. La falta de entendimiento de Kant, resulta, en consecuencia, total; y totalmente sorprendente -debemos

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síntesis a posteriori desde la experiencia, y dependientes en su formulación y validez de esta, que son juicios materiales donde se enlazan representaciones intuitivas; y que las generalidades empíricas son -en palabras de Kant- generalidades arbitrarias u obtenidas por una extensión arbitraria desde la repetición de casos, y que tienen el carácter de hipótesis, puesto que nunca conllevan la necesidad en el enlace, ya que nos dicen cómo son las cosas de hecho (cómo aparecen) pero nunca cómo deben aparecer (cf. Kant, CRP, B 3-4).

“Todas las leyes de la naturaleza, sean las que sean, se hallan sometidas a superiores principios del entendimiento, ya que las primeras no hacen más que aplicar los segundos a casos fenoménicos especiales. Son, pues, los principios del entendimiento los que suministran el concepto, el cual incluye la condición y el exponente, por así decirlo, de una regla en general. Es, en cambio, la experiencia la que proporciona el caso que se halla sometido a la regla.” (Kant, CRP, B 198)

Y con más claridad nos dice Kant:

“Hay, pues, ciertas leyes que son a priori y que son las que hacen posible una naturaleza. Las leyes empíricas pueden existir y ser encontradas mediante la experiencia y como consecuencia de esas leyes originarias, que son las que hacen posible la misma experiencia.” (Kant, CRP, B 263)

añadir- si nos atenemos a la evidencia de los textos. Esto revela, dicho sea de paso y no sin escándalo, que no se ha realizado un estudio serio de la Critica de la Razón Pura, ni de la Antropología, ni de ninguna otra obra de Kant donde este da conceptos fundamentales (como es el caso de la Antropología, que es en realidad una obra fundamental, por ser un tratado del hombre -la naturaleza humana- donde se presentan los principios fundamentales de la misma, o sea, el planteamiento conceptual esencial). La apelación a otros autores es totalmente inútil, y un verdadero despropósito, si estos no rinden cuentas sobre los textos, y caen en los mismos y groseros errores. Lo mismo da despreciar definiciones y evidencias textuales, que fundarse en alguien que hace lo propio, con la importante diferencia de que, al hacerlo sobre alguien, estás actuando sobre la supuesta autoridad de este, sin contrastar lo que este dice, como si fuera una autoridad al margen de toda exigencia racional y de cotejamiento con las fuentes (y como si esta apariencia de autoridad le invistiese de la propiedad de no equivocarse nunca); de modo que esta apelación revela una claudicación en la propia y autónoma actividad del estudio, y una confianza ciega e impropia, e inaceptable, en el ámbito de la Filosofía: aquí hay que rendir cuentas, tanto en sentido lógico como textual, y no valen las supuestas autoridades por mucho que sea el prestigio, pues este no es lo que fundamenta las afirmaciones sobre un autor (lo hacen sus actuaciones concretas, reconocibles, y contrastables, y que por tanto, han de ser reconocidas y contrastadas pero nunca supuestas -suposición fatal en sí misma, pues aún acorde con la verdad, no da noticia de esta y da lugar a un estado de ignorancia-).

Y claramente nos habla de las leyes empíricas como determinaciones de leyes a priori del entendimiento. Este da la forma lógica, una forma de unidad o unidad a priori entre un conjunto de formas posibles y delimitadas en número -formas de predicación-, con la que el entendimiento en su uso empírico formula un juicio empírico (unidad síntética empírica); en este se proyecta aplicándose la forma lógica, y de este modo la determina, pues la realiza al aplicarla y le da un contenido empírico. El juicio empírico, síntesis empírica, es posible como aplicación de la forma lógica o unidad sintética a priori, por tanto, en cuanto se aplica y realiza aquella; como un molde formal que da la estructura básica de la unidad empírica, y así precisamente la hace posible. Así Kant puede presentarnos los principios puros del entendimiento como principios metafísicos, y el Sistema de los principios del entendimiento como un sistema metafísico, pues aquí tenemos los principios de la experiencia y la naturaleza, lo que está primero y funda la naturaleza en cuanto da su estructura y con esta el mecanismo interno de su regularidad. Así las analogías expresan que todo fenómeno ha de ser parte de una naturaleza, o sea, que ha de estar determinado temporalmente (en el tiempo) respecto a los otros fenómenos; y así solo puede darse en cuanto se ajusta a la unidad a priori de las analogías (unidad por conexión), que son los principios que determinan la existencia de los fenómenos en el tiempo según los modos temporales de este.

“Estas son, pues, las tres analogías de la experiencia. 'No son más que los principios que determinan la existencia de los fenómenos en el tiempo de acuerdo con los tres modos de éste: la relación con el tiempo mismo como magnitud (la magnitud de la existencia, es decir, la duración), la relación en el tiempo como serie (sucesión) y, finalmente, la relación en el tiempo como conjunto de todo lo que existe (simultaneidad). […] Es la regla del entendimiento, único medio en el cual la existencia de éstos últimos puede adquirir unidad sintética desde el punto de vista temporal, la que señala su lugar en el tiempo a cada uno de los fenómenos. Consiguientemente, esa regla determina a priori y con validez universal para todo tiempo. […] Estas analogías, en su conjunto, expresan, pues, lo siguiente: todos los fenómenos se hallan en una naturaleza y tienen que hallarse en ella, pues, de no existir tal unidad a priori, no habría unidad de experiencia y, consiguientemente, no sería posible

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determinar los objetos en esa experiencia.” (Kant, CRP, B 273) Así el mundo fenoménico entero, la

naturaleza y experiencia como sucesión y enlace de fenómenos según reglas objetivas (leyes), es una proyección y determinación de los principios a priori subjetivos (trascendentales). Estos están indeterminados empíricamente, pues son las formas de la experiencia que determinan a su vez la forma o unidad originaria de la experiencia, la unidad totalmente indeterminada respecto al tiempo de la apercepción pura; son formas lógicas indeterminadas empíricamente al carecer de intuiciones (objetos), aunque nos dan la forma de la unidad respecto al tiempo, o sea, realizan o determinan la unidad original en el tiempo totalmente indeterminada, respecto al modo del tiempo. Como es fácil de apreciar, Kant nos dice que cada forma es una determinación a priori de los fenómenos, en cuanto establece o limita lo que este ha de ser antes de darse como realidad efectiva (como fenómeno o enlace de fenómenos); y esta determinación de la unidad originaria, ha de tener que darse en el tiempo o ser parte de una experiencia (naturaleza) como ordenamiento (determinación) en el tiempo, es a su vez determinada por formas a priori y representaciones empíricas donde se proyecta y realiza; pues nos dice que la forma originaria y las formas del entendimiento determinan a priori los fenómenos (y la experiencia), pero también que las formas puras del entendimiento determinan la forma o unidad original, y asimismo que los juicios empíricos (singulares y generales) determinan (son determinaciones) de las formas puras del entendimiento; ya que cada una de estas determina la unidad original temporal, precisamente, determinando la posición de los fenómenos en el tiempo.

Así se concreta la unidad temporal original, la mera exigencia formal y máximamente general de pertenecer a una totalidad en el tiempo; pues las reglas (principios) del entendimiento asignan a priori una posición en el tiempo según un modo del tiempo, y por tanto establecen un modo de enlace o posición temporal que no es todavía empírico. En la síntesis (combinación) empírica se establece la posición temporal de los fenómenos, que es una determinación temporal empírica que resulta de aplicar (proyectar) la determinación temporal meramente formal expresada en la regla del entendimiento. Las

reglas del entendimiento son determinaciones temporales formales de la experiencia por cuanto anticipan y establecen la forma (modo) en que ha de darse cada determinación empírica, o sea, la determinación o posición de cada fenómeno en el tiempo. La unidad original en el tiempo, como exigencia a priori de pertenecer a una unidad en el tiempo, es la determinación formal suprema de la experiencia y de todo fenómeno en esta, pues constituye la condición de ser parte de una unidad en el tiempo o de estar determinado en el tiempo respecto a todo otro fenómeno posible. Esta es una determinación formal trascendental y suprema que opera desde arriba dando el marco de la naturaleza (experiencia) misma, que es precisamente la totalidad de los fenómenos dados y determinados en el tiempo.

Kant divide los principios del entendimiento puro en principios matemáticos y en principios dinámicos, según el modo en que tiene lugar la síntesis o combinación. En los primeros se trata de una síntesis o enlace (y unidad) por composición o acumulación; mientras que en los segundos la síntesis se produce por conexión. En los principios matemáticos, axiomas de la intuición y anticipaciones del apercepción, la síntesis se produce por unión de elementos homogéneos. Estos son los principios puros correspondientes a las categorías de cualidad y cantidad.

Según el axioma de la intuición, todo fenómeno (intuición) es una magnitud extensiva. Esto quiere decir que puede representarse desde sus partes componentes como una extensión de estas; por ejemplo, la recta como una extensión de y desde puntos, o también, el círculo -y en general cualquier fenómeno-. Lo que nos dice Kant es que todo fenómeno o intuición puede considerarse como constituido por una combinación compositiva de intuiciones; y que lo que tenemos aquí es una combinación compositiva extensiva de lo homogéneo, donde caca parte se une (compone) con otra intuición para extender esta, es decir, se pone junto a esta para constituir una intuición más amplia en el espacio y/o el tiempo. Según este principio puro toda intuición es un “agregado de partes” y puede representarse como tal. Este agregado o intuición es una síntesis de la imaginación reproductiva, esto es, de la imaginación en su uso empírico. Se trata de la síntesis sucesiva (empírica) de la imaginación, donde la sucesión expresa el progreso en la aprehensión de la

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experiencia. La experiencia se va construyendo como una extensión o agregado de partes, se va constituyendo en primer término como una combinación (síntesis) compositiva y sucesiva de intuiciones. A este modo primario de constitución a priori compositiva de lo homogéneo Kant se refiere como principio de extensionalidad. Este principio (axioma de la intuición) da la condición de regla a priori para la construcción de figuras en la matemática de la extensión (Geometría).

La síntesis compositiva (por extensión) es una condición formal a priori que determina el orden original de la apercepción pura, la posición de los fenómenos en el tiempo y el orden entre ellos por cuanto todas las partes de un agregado han de situarse en la misma posición en el tiempo. Estas son aprehendidas simultáneamente en lo que respecta a la aprehensión del fenómeno (al darse de este) aunque la síntesis de la misma tiene un carácter sucesivo. Esto es lo que parece seguirse de lo que Kant plantea, aunque no es claro respecto al modo temporal en que se da la intuición; parece en efecto, admitir que se da como un todo, y de modo simultáneo, aunque se trata de un todo obtenido como un agregado o síntesis compositiva y sucesiva de partes, que como tal es una serie en el tiempo. Con todo es claro que este ha de determinar o realizar el orden original en el tiempo, pues este es condición formal original y suprema (la forma general de la experiencia).101

“Llamo magnitud extensiva a aquella en la que la representación de las partes hace posible -y, consiguientemente, precede necesariamente a la representación del todo. Soy incapaz de representarme una línea, por pequeña que sea, trazarla en el pensamiento, es decir, sin producirla gradualmente a partir de un punto. […] Como tiempo y el espacio constituyen la mera intuición de todos menos, todo fenómeno es, en cuanto intuición, una magnitud extensiva, ya que sólo podemos conocerlo en la aprehensión mediante una síntesis sucesiva (desde una parte a otra parte). Consiguientemente, todos los fenómenos son intuidos como agregados (conjuntos de partes

101 El orden en el tiempo es la condición de la experiencia posible, y esta es la realidad o totalidad de fenómenos y relaciones fenoménicas que cabe concebir, precisamente como proyección o manifestación fenoménica (material o empírica) de este principio trascendental supremo (principio de toda combinación y unidad síntética). Schopenhauer diría: la representación del sujeto, de sus formas a priori (espacio, tiempo, y causalidad), la expresión fenoménica de la voluntad humana, y en definitiva de la Voluntad, cosa en sí y principio metafísico, de la que aquella es parte.

previamente dadas). […] En esta síntesis sucesiva de la imaginación productiva se basan, para producir las figuras, las matemáticas de la extensión (geometría) con sus axiomas. Son éstos los que expresan las condiciones de la intuición sensible a priori bajo las cuales, sólo bajo las cuales, puede surgir el esquema de un concepto puro de los fenómenos externos; por ejemplo: «Entre dos puntos no puede haber más que una línea recta»; «Dos líneas rectas no cierran un espacio», etc. Estos son los axiomas que se refieren propiamente a magnitudes (quanta) en cuanto tales.” (Kant, CRP, B 203-204)

El principio puro de anticipación de la percepción es, como todo principio del entendimiento puro, una determinación del orden o unidad original en el tiempo, y como el axioma de la intuición expresa una combinación de fenómenos por composición (combinación de lo homogéneo), pero no de las intuiciones sino de sensaciones, la materia o lo real de la intuición; y nos dice que las sensaciones se componen (en síntesis sucesiva). Este principio nos dice que toda sensación (percepción) es una magnitud intensiva; o sea, que la materia o lo real en la intuición se da con un grado, o equivalentemente, que la sensación es lo que se aprehende en un instante. Que es una magnitud intensiva significa que expresa cuán intensamente, o cuál es la cantidad de influjo de lo externo sobre el sentido; y esto ha de ser la medida (el cuanto) de la afección o sensación, o sea, la cantidad de influjo que se traduce en una cantidad de afección en el sentido. Esta es la sensación o afección que tiene un grado, o cuanto (cantidad o medida) de afección; el cuanto o medida de la intensidad de la actividad sobre el sentido y de la intensidad misma de la afección (sensación). Como puede apreciarse con facilidad, a la base de este principio del entendimiento está la doctrina básica dela idealidad de los sentidos, que afirma que los fenómenos son afecciones y representaciones de algo externo que incide sobre nuestro sentidos según las formas a priori subjetivas de la sensibilidad (modos subjetivos de ser afectados).

La exigencia de que toda sensación sea una magnitud intensiva, no es más que la necesidad de que todo fenómeno sea una afección sobre un sentido, y que esta se de con una intensidad (cantidad específica o grado), pues en el fenómeno la sensación es el efecto sobre el sentido y su intensidad se corresponde con la intensidad de la acción de lo externo sobre el sentido. Así Kant dice que la magnitud intensiva es el grado de

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influjo sobre el sentido; pues la sensación como efecto o materia de la afección (intuición), la afección como materia sin forma, pues el fenómeno es esta materia con forma (afección con forma o configurada) lleva en sí la medida de cuánto ha incidido lo externo (grado de influencia) sobre el sentido (aparato sensorial).

“Teniendo en cuenta que la sensación

no es, en sí misma, una representación objetiva, ni hay en ella intuición del espacio ni del tiempo, es cierto que no le corresponde una magnitud extensiva, pero sí una magnitud (que se origina mediante una aprehensión de ésta en la que la conciencia empírica se acrecienta, en un determinado tiempo, desde nada = 0, hasta llegar a una sensación que posea las dimensiones dadas). Consiguientemente, la sensación obtendrá una magnitud intensiva, en correspondencia con la cual hay que asignar a todos los objetos de la percepción (en la medida en que ésta contenga sensación) una magnitud intensiva, es decir, un grado de influencia sobre el sentido.” (Kant, CRP, B 208)

Y respecto a la sensación como realidad, nos dice Kant:

“Ahora bien, lo que en la intuición empírica corresponde a la sensación es realidad (realitas phaenomenon). Lo que corresponde a la falta de la misma es negación = 0. Sin embargo, toda sensación es susceptible de reducción, de forma que puede disminuir y llegar gradualmente a desaparecer. Entre la realidad fenoménica y la negación, pues, una cadena continua de múltiples sensaciones intermedias posibles. La distancia entre ellas es siempre menor la existente entre la sensación dada y el cero o negación absoluta. Es decir, lo real fenoménico posee siempre una magnitud, pero una magnitud que no se encuentra en la aprehensión, ya que la aprehensión realizada mediante la mera sensación tiene lugar en un momento, y no a través de múltiples acciones, y, consiguientemente, no procede desde las partes al todo. Lo real en el campo del fenómeno, tiene, pues, una magnitud, pero no extensiva.” (Kant, CRP, B 210)

Puede apreciarse que lo que aquí se propone es, en definitiva, una determinación del Principio o regla trascendental Suprema (condición formal suprema). Aquí tenemos los dos principios matemáticos o compositivos del entendimiento puro; y según estos todo fenómeno es una magnitud continua; pues lo es respecto a la sensación o materia, como realidad que se compone o

combina con otras realidades, y lo es respecto de la intuición por cuanto se compone de otras intuiciones, y se combina compositivamente con otras de un modo extensional. En ambos casos se afirma que la experiencia es un continuo respecto a la composición de sensaciones e intuiciones; y esta continuidad determina o expresa a priori el orden en el tiempo; aunque Kant no parece explicar, o no explica explícitamente como lo hace.

El principio de las analogías de la experiencia y el postulado del pensamiento empírico en general, son los otros dos principios puros del entendimiento que determinan la unidad original u orden original en el tiempo. Pero aquí se trata de dos principios puros donde la síntesis (unidad) de fenómenos tiene un carácter diferente, pues en estos principios la síntesis se produce por conexión. Estos son principios que son condiciones formales de la experiencia en cuanto determinan las relaciones de los fenómenos entre sí (las representaciones empíricas en general). El axioma de la intuición y las anticipaciones de la percepción son principios matemáticos que determinan el orden temporal original por cuanto establecen las condiciones formales para la constitución de los fenómenos; por esto Kant también los llama principios constitutivos y estos se refieren a la existencia de los fenómenos (intuiciones). Por el contrario los principios dinámicos solo se referirían a las relaciones de los fenómenos, y no a la existencia de estos. Aquí Kant no se expresa con total claridad, pero el sentido es claro desde sus supuestos conceptuales. Los principios dinámicos en su función de principios trascendentales de la experiencia, como condiciones formales para esta, también son principios y condiciones para la existencia de fenómenos; ya que la regulación formal a priori de las relaciones se traduce y equivale a una regulación de la existencia de los fenómenos mismos. Existe en definitiva una referencia a la existencia, pero no del mismo modo que en los principios matemáticos (constitutivos), pues las condiciones que se ofrecen con los principios dinámicos parecen presuponer las condiciones dadas con los principios matemáticos. O sea, las relaciones entre fenómenos condicionan la existencia de los fenómenos, por cuanto estos han de guardar esas relaciones (formales), pero los fenómenos solo pueden darse d entrada si satisfacen las condiciones formales constitutivas. Por tanto, ambos tipos de principios son condiciones de la experiencia y de los fenómenos mismos como elementos

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de esta, y en ambos casos hay una referencia a la existencia de aquella y de estos, a pesar de que Kant no haga aquí un desarrollo explícito al respecto.

“Los dos principios que llamé antes matemáticos -por justificar la aplicación de las matemáticas a los fenómenos- referían a los fenómenos según su mera posibilidad y enseñaban la manera según la cual podían éstos ser producidos, tanto en lo referente a su intuición como en lo tocante a lo real de su percepción, de acuerdo con las reglas de una síntesis matemática.” (Kant, CRP, B 221)

Es esencial para el entendimiento de lo que Kant propone que se consideren los fundamentos conceptuales que nos ofrece; nos da una definición de síntesis como combinación de una variedad cualquiera de representaciones según una forma o regla, y además nos dice que toda síntesis lo es o por composición de lo homogéneo, o por conexión de lo heterogéneo. Composición es combinación de partes homogéneas que integran una unidad (totalidad) que las engloba y donde aparecen diluidas e indiferenciadas; así las sensaciones son magnitudes intensivas que se componen de otras, de grados de sensación anteriores que integran el nuevo grado (sensación); y análogamente las fenómenos (intuiciones) se combinan en composición para dar entrada a una nueva intuición que es una composición de las intuiciones combinadas donde estas ya no se reconocen. En ambos casos se produce una síntesis por composición conforme a un principio o condición formal a priori del entendimiento puro; estas son síntesis constitutivas donde se dice la magnitud, conforme a las reglas formales de magnitud. Y en todo caso se trata de una síntesis, un tipo de síntesis, donde se determina el orden original en el tiempo, las unidad o forma original y suprema de la experiencia; es patente que todo principio puro ulterior, y, en general, toda representación pura o empírica, ha de ser una determinación (realización) de esta unidad de la apercepción pura, cuando se ha establecido a esta como principio supremo de síntesis o unidad sintética original indiferenciada. Los principios matemáticos han de realizar este orden temporal original. Y si Kant no explica como es esto, en parte lo justifica por su declaración de que la Crítica de la Razón Pura es una Propedéutica de la Ciencia de la Razón Pura (filosofía

trascendental), y un esbozo arquitectónico de esta.102

“De ahí que la determinación de la existencia de los objetos en el tiempo sólo pueda ocurrir mediante su combinación en el tiempo en general y, consiguientemente, sólo mediante conceptos que los conecten a priori. Así, pues, teniendo en cuenta que estos conceptos conllevan siempre necesidad, la experiencia sólo es posible mediante una representación de la forzosa conexión de las percepciones. Los tres modos del tiempo son: permanencia, sucesión y simultaneidad. Para todas las relaciones temporales de los fenómenos habrá, pues, tres reglas en virtud de las cuales podrá determinarse la existencia de cada uno de ellos con respecto a la unidad de todo tiempo. Estas tres reglas precederán a toda experiencia y serán las que la hagan posible.” (Kant, CRP, B 219) Las analogías de la experiencia son

principios formales que regulan a priori los enlaces entre los fenómenos aplicando la categoría de relación; en estas analogías se determina el orden temporal original desde la condición o síntesis a priori dada en la categoría de relación. Esto quiere decir que el orden temporal original indeterminado se concreta en una serie temporal de fenómenos, donde estos se combinan conectándose entre sí, en una unidad necesaria a priori que no es una composición (unidad o combinación compositiva) en la que los elementos combinados se mezclan y fusionan para producir una unidad más amplia; aquí los fenómenos combinados siguen reconociéndose como tales en la unidad que forman. Así según la primera analogía en todo cambio hay algo que permanece constante; el cambio requiere algo (un substrato) que no cambie, y así el cambio es de lo que permanece (de lo permanente). A este algo se lo puede denominar substancia, y esta analogía puede ser llamada principio de permanencia de la substancia. Ya que para poder intuir fenómenos diversos como simultáneos, o como sucesivos en el tiempo, es necesario que exista lo permanente, pues esto es “lo único que puede servir de substrato o soporte a la intuición”.

“Lo que sí poseo es una regla para buscarlo en la experiencia y una

102 La ciencia crítica o parte crítica y preliminar, donde se establecen los principios de la Razón Pura, en sus tipos y naturaleza, número, y función (tarea) y relaciones mutuas conforme a su naturaleza y tipo (fuente o lugar trascendental -como dirá Kant en la Anfibología trascendental y Tópica trascendental).

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característica para descubrirlo en ella. Consiguientemente, la analogía de la experiencia constituirá solo una regla en virtud de la cual surgirá de las percepciones la unidad de la experiencia, no el modo según el que se producirá la percepción misma como intuición empírica en general. Como principio de los objetos (de los fenómenos), esta regla poseerá un valor meramente regulador, no constitutivo. Lo mismo puede decirse de los postulados del pensamiento empírico en general, los cuales se refieren conjuntamente a la síntesis de la mera intuición (de la forma del fenómeno), de la percepción (de la materia de ésta) y de la experiencia (de la relación de esas percepciones). En el sentido de que tales postulados son simples principios reguladores, distintos de los matemáticos, que son constitutivos.” (Kant, CRP, B 222-223)

La primera analogía establece la condición formal o regla a priori de la existencia de un algo permanente que soporte el cambio de los fenómenos, la sucesión de estos en el tiempo y su simultaneidad en el tiempo; de modo que determina el orden y unidad temporal original respecto a la sucesión y simultaneidad, estableciendo la condición formal de estas. Toda simultaneidad y sucesión de fenómenos en el tiempo es objetiva, y no meramente una sucesión subjetiva aprehendida arbitrariamente (aprehensión arbitraria), al darse según la regla necesaria y a priori de tener que ser la manifestación de lo permanente (soporte o substancia). La substancia es la categoría o unidad a priori por conexión que hace posible la experiencia como una sucesión objetiva. La sucesión es necesaria y objetiva, no meramente subjetiva, en virtud de la regla o unidad a priori (categoría y principio correlativo) que es necesaria. En suma, sólo lo necesario puede fundar e introducir lo necesario, y en consecuencia, sólo lo trascendental (lo a priori puro como condición de posibilidad) puede fundar la experiencia, que es la sucesión objetiva y necesaria distinta de una sucesión arbitraria de la fantasía. En esta no hay regla objetiva o necesaria, no hay ley trascendental.103 La sucesión en el tiempo, o realción causal, es necesaria -según Kant- en cuanto sucesión particular (esta o aquella sucesión), pero no

103 “El cambio es un modo de existencia de objeto que sigue a otro modo de existencia; cambia lo que permanece en el cambio.”, Kant (CRP, B 230). “Toda percepción es una determinación de la substancia, modo de existencia. No existe paso del ser al no ser, y viceversa. Esto es el absurdo de un paso temporal no representado […] la substancia es el substrato de toda determinación temporal.”, Kant (CRP, B 231).

como generalidad (que es siempre inductiva y arbitraria).

La segunda analogía es el principio de sucesión temporal según la ley de causalidad; donde se establece que todo cambio se produce según la ley de causa y efecto. Pero todo cambio es una modificación de una substancia, un estado del substrato de determinación temporal; los fenómenos pueden determinarse en el tiempo, en su posición en una serie temporal, porque existe un algo permanente (la substancia) que hace posible el cambio. Así según la segunda analogía todo cambio es una modificación de la substancia que se sigue necesariamente de una modificación o estado previo. La primera analogía establece la condición formal esencial de que todo cambio observable en los fenómenos es una modificación de algo permanente que soporta el cambio observado, y de este modo afirma que todo fenómeno es una determinación y expresión de una sustancia: principio de la permanencia de algo. No hay posibilidad de que el fenómeno surja de la nada, en la serie de fenómenos no hay ni comenzar a ser ni dejar de ser absolutos. Así la ley de causalidad es una regla a priori de sucesión de los fenómenos en el tiempo, que determina el orden temporal original, asignando una posición a cada fenómeno en el tiempo, en cuanto lo toma como modificación de una substancia que se enlaza con otra modificación previa de la misma substancia. Enlaza distintos estados de la substancia (fenómenos) aplicando la categoría de causalidad (relación según causa efecto). Y de este modo reafirma la primera analogía, pues los fenómenos sucesivos han de ser una modificación de algo que permanece.

“Todos los fenómenos se hallan en el tiempo. Sólo en éste, como sustrato (como forma permanente de la intuición interna) podemos representar tanto la simultaneidad como la sucesión. Así, pues, el tiempo, en el cual hemos de pensar la modificación de los fenómenos, permanece y no cambia, ya que forma el sustrato del cual la sucesión y la simultaneidad representan meras determinaciones. Ahora bien, como no podemos percibir el tiempo por sí mismo, habrá que encontrar en los objetos de la percepción, es decir, en los fenómenos, el sustrato que represente el tiempo en general y que nos sirva de punto de referencia al que remitir todo cambio o simultaneidad percibídos en la aprehensión a través de la relación de los fenómenos. Ahora bien, el sustrato de todo lo real, es decir, lo perteneciente a la existencia de las cosa, es la sustancia: cuanto pertenece a la

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existencia sólo puede ser pensado como determinación de la sustancia. En consecuencia, lo permanente, único factor que nos permite determinar todas las relaciones temporales de los fenómenos es la sustancia en la esfera del fenómeno, es decir, lo real del mismo, lo que permanece siempre idéntico en cuanto sustrato de todo cambio. Como esta sustancia no puede, pues, cambiar en su existencia, tampoco puede aumentar ni disminuir su quantum en la naturaleza.” (Kant, CRP, B 224-225)

El principio de permanencia de la substancia, o primera analogía, determina el orden temporal original aplicando la categoría de relación y según el modo temporal de la simultaneidad; ya que se trata de determinar el orden o posición en el tiempo de los fenómenos (pues con este se determina el orden temporal original indeterminado). Desde que se dice que un fenómeno no puede surgir en la serie (sucesión) fenoménica sino como modificación de algo permanente que soporta las modificaciones (substancia o substrato), y que representa el tiempo como substrato y condición de toda relación temporal (sucesión, simultaneidad, y permanencia, que son meras determinaciones del tiempo). Según este principio no hay tránsito entre el ser y el no ser, de él se sigue como consecuencia inmediata que «Nada surge de la nada»; y así afirma que los fenómenos quedan posicionados en el tiempo y respecto a los otros fenómenos de un modo necesario (orden temporal necesario y por ello objetivo). La substancia es lo permanente que como forma o principio subjetivo de unidad de fenómenos solo tiene realidad empírica como forma en el sujeto y como determinación del tiempo, substrato de toda determinación y unidad temporal que es representado por esta categoría.104

La serie misma como serie objetiva no puede existir sino es bajo la condición formal de una substancia (regla a priori y

104 Cfr. “«Nada surge de la nada» no es más que otra consecuencia del principio de la permanencia, o más bien de la perpetua existencia de un verdadero sujeto de los fenómenos. En efecto, si lo que llamamos sustancia en los fenómenos ha de constituir el sustrato propio de toda determinación temporal, tenemos que poder determinar única y exclusivamente desde él toda existencia, tanto en el pasado como en el futuro. […] En efecto, en este último caso desaparecería lo único que puede representar la unidad del tiempo, es decir, la identidad del sustrato, que es donde todo cambio posee una unidad completa. De todas formas esta permanencia no es más que el modo según el cual nos representamos la existencia de las cosas (en el fenómeno).” (Kant, CRP, B 228). Véase también Kant (CRP, B 231) para el concepto de sustancia como sustrato (condición formal) de determinación en el tiempo.

necesaria), como sucesión necesaria de modificaciones de esta sustancia, y por ello como sucesión objetiva (no subjetiva o arbitraria o por azar). Se aprecia que cada modificación excluye al resto para poder surgir en la serie y constituir esta, y supone para poder ser tal (fenómeno o modificación) una relación temporal de sucesión; es decir, una regla necesaria de sucesión. Según todo lo expuesto aquí, el principio de causalidad se funda en el principio de permanencia de la substancia, y determina la sucesión temporal esencial ya introducida por esta analogía (como una sucesión de modificaciones de la substancia), estableciendo que esta sucesión de estados o modificadores de la sustancia ha de darse según la relación causa efecto; pues esta es la ley de sucesión temporal de los fenómenos, que han de ser pensados como estados de la substancia, y así su orden o posición en el tiempo necesaria esta dada por esa ley (principio de causalidad).105 Se concreta o determina ulteriormente la determinación temporal dada por la primera analogía, y en el fondo, parece que el principio de causalidad es superfluo respecto a la primera analogía, pues no parece añadir condición formal nueva. Aunque aparentemente se refiere a toda relación de fenómenos en el tiempo, el hecho es que se refiere a fenómenos que se suceden en el tiempo como modificaciones de una substancia; es claro que se refiere a la sucesión en el tiempo de estados de una sustancia. Parece como si Kant pudiera extrapolar la ley de sucesión temporal considerada respecto a este caso particular hasta todo caso de sucesión de fenómenos en el tiempo; el caso de la sucesión de estados de la sustancia daría la pauta formal en concreto a generalizar en una pauta formal general (el mismo principio de causalidad como ley de sucesión de fenómenos en el tiempo). Es claro que la sucesión de fenómenos como modificaciones (estados) de una sustancia no agota los casos posibles de sucesión de fenómenos;

105 Es decir, el principio a priori de sucesión de los fenómenos en el tiempo, que solo bajo desde una regla a priori y necesaria puede darse como una sucesión necesaria y objetiva. En definitiva, todo se reduce para Kant a la existencia de una regla a priori (parte de una legislación subjetiva) que determina la unidad original en el tiempo (regla suprema), y es esta última y su determinación en la ley de causalidad, las que fundan la necesidad y objetividad. El orden objetivo en el tiempo es el orden dado por la subjetividad (reglas necesarias) y todo orden temporal en los fenómenos es ya un orden necesario, pues el orden temporal de estos solo es posible desde las reglas puras. En suma, hablar de un orden temporal es ya hablar de un orden necesario y objetivo, no arbitrario o producto de la elección consciente o de la fantasía del sujeto, sino un orden que manifiesta su constitución trascendental (legislación en él).

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de hecho enlazamos fenómenos en el tiempo según la regla causa-efecto sin que haya que considerarlos como modificaciones de una substancia, como cuando una esfera maciza golpea a otra y la fragmenta. Ligamos, casualmente, de hecho los dos acontecimientos (fenómenos) distantes en el espacio y asignables a acciones distintas sobre nuestra sensibilidad, o sea, las apariencias de las dos bolas que colisionan; y así según el concepto genérico de enlace de cualesquiera de fenómenos que nos ofrece Kant, hemos de enlazar casualmente tanto las dos bolas que colisionan, como los estados o fenómenos correspondientes a un mismo objeto. El estado de la bola que es arremetida por otra antes y después de la colisión, así como también los dos estados (fenómenos) correspondientes a la bola que arremete. Y solo mediante la ley de causalidad como regla pura y necesaria (subjetiva) pueden los fenómenos aparecer en un orden objetivo no arbitrario, sino necesario y real (no meramente imaginado); por tanto solo como determinados en el tiempo según esta regla de determinación temporal pueden los fenómenos ser una sucesión objetiva, y mas aún, ser una sucesión en el tiempo. Solo lo que se da en el orden del tiempo, según sus determinaciones a priori, es real y objetivo; y así el enlace que se da en la mera fantasía (imaginación sin reglas) sin el concurso del entendimiento (que pone su regla necesaria) no puede ser real. El entendimiento, por tanto, determina en el tiempo los fenómenos dándoles un orden necesario, y la necesidad solo lo es respecto de lo a priori puro o forma lógica subjetiva del enlace empírico.

“Todos los cambios tienen lugar de acuerdo con la ley que enlaza causa y efecto. […] Yo percibo que los fenómenos se siguen unos a otros, es decir, que el estado de las cosas en un tiempo es opuesto al estado anterior. En realidad, lo que hago es, pues, enlazar las percepciones en el tiempo. Ahora bien, el enlace no es obra del simple sentido y de la intuición, sino que es, en este caso, producto de una facultad sintética de la imaginación, la cual determina el sentido interno con respecto a la relación temporal. Pero la imaginación puede ligar los dos mencionados de dos formas distintas, de modo que sea uno o el otro el que preceda en el tiempo. En efecto, no podemos percibir el tiempo en sí mismo, como no podemos determinar el objeto, empíricamente, por así decirlo, lo que precede o que sigue. De lo único que tengo, pues, conciencia es que mi imaginación pone una cosa antes y la otra

después, de que un estado preceda al otro en el objeto. O, en otras palabras, con la mera percepción queda sin determinar cuál sea la relación objetiva de los fenómenos que se suceden unos a otros. Para que ésta sea conocida de forma determinada, hemos que pensar de tal forma la relación entre ambos estados, que quede determinado necesariamente cuál es el estado que hemos de poner antes, cuál el que hemos de poner después y que no los hemos poner a la inversa. Pero un concepto que conlleve la necesidad de unidad sintética puede ser más que un concepto puro del entendimiento, un concepto que no se halla en la percepción y que es, en este caso, el de la relación de causa y efecto. El primero de estos términos determina al segundo en el tiempo como consecuencia, no como a algo que sólo pueda preceder en la imaginación.” (Kant, CRP, B 232-233)

La ley de causalidad es la regla y forma a priori (unidad a priori trascendental) que establece o determinada todo cambio o sucesión de fenómenos, porque determina a priori el surgimiento y desaparición de los fenómenos, bien en cuanto considerados como estados de las substancia, o bien como fenómenos que no pueden pensarse como modificaciones de una misma substancia, por ser distantes en el tiempo. Nos dice que cada cambio o estado tiene una causa en otro estado previo.106 La ley de causalidad determina el orden temporal original según el modo de la sucesión, afirmando que esta está determinada a priori como sucesión de estados de la substancia. Esta sucesión a priori está basada en el principio de permanencia de la substancia (en la categoría de substancia) es la condición formal para todo cambio o sucesión empírica observada y observable. Estas solo son posibles como ordenación en el tiempo según una regla o sucesión a priori, o sea, según una unidad a priori en el tiempo según el modo de la sucesión. El tiempo es la condición sensible para el avance en la serie empírica, pues esta solo es una determinación del orden temporal, según las

106 Cfr.: “Acerca de cómo pueda algo cambiar, de cómo sea posible que en un punto temporal suceda a un estado otro estado opuesto, no poseemos a priori el mínimo concepto. Para ello hace falta conocer las verdaderas fuerzas, conocimiento que sólo puede dársenos empíricamente. Así ocurre, por ejemplo, con el conocimiento de las fuerzas motrices, o lo que es equivalente, con el conocimiento de ciertos fenómenos sucesivos (en cuanto movimientos) que indican tales fuerzas. Pero, vos (en cuanto movimientos) que indican tales fuerzas. Pero, estado que cambie, podemos considerar a priori, de acuerdo con las leyes de la causalidad y con las condiciones del tiempo, la forma de toda modificación, la condición bajo la cual, y bajo la cual, puede tener lugar en cuanto surgimiento de un nuevo estado y, consiguientemente, la misma sucesión : los estados (lo sucedido)”, Kant (CRP, B 252).

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determinaciones del entendimiento sobre este orden original. La ley de causalidad es una ley de continuidad, y por tanto, una Ley de avance (o progreso) en la determinación de los fenómenos en el tiempo, al dar una sucesión a priori u orden temporal a priori en el modo de la sucesión que prohíbe todo inicio y cesación de la serie; ya que estos supondrían un tránsito fuera del tiempo, entre el ser y el no-ser, y esto sería un absurdo no representable.107

Y claramente nos dice que los fenómenos solo pueden hacer referencia a un objeto (ser apariencias de este, podríamos interpretar) si forman una sucesión objetiva, o sea, si forman una sucesión en el tiempo, o, lo que es lo mismo, solo si están determinados en el tiempo según una regla objetiva que establece la necesidad en su sucesión. Si consideramos dos estados de una cosa externa -podríamos decir- estos solo pueden darse y ser tales estados, e índices de un objeto -algo externo- si las percepciones se ajustan a la regla del entendimiento que los determina en el tiempo. Así el principio de causalidad es la regla de sucesión temporal del los fenómenos, pero también la regla por la que estos apuntan a un objeto (por la que son fenómenos de tal). Y así una sucesión de dos percepciones es objetiva (sucesión de afecciones de algo externo), y no mero seguirse de una percepción de otra, porque las percepciones han de darse en el tiempo según una regla a priori; de lo contrario, ni siquiera tendría sentido hablar de intuiciones, es decir, de darse objetos (externos, en cuanto nos afectan).

“Dado, pues, que hay algo que sigue, me veo obligado a relacionarlo con algo que es anterior y distinto, y tras lo cual sigue, de acuerdo con una regla, es decir, de modo necesario; de forma que el suceso, en cuanto condicionado, remite

107 Cfr.: “El cambio es, pues, posible únicamente a través de una acción continua de la causalidad, la cual, en la medida en que es uniforme, recibe el nombre de momento”, Kant (CRP, B 254). También: “[...] Queda así clara la posibilidad de conocer a priori una ley de los cambios según la forma de éstos. No hacemos más que anticipar nuestra propia aprehensión, cuya condición formal debemos poder conocer, de todos modos, a priori, ya que se halla en nosotros previamente a todo fenómeno dado. Consiguientemente, así como el tiempo contiene la condición sensible a priori de la posibilidad de un avance continuo desde lo que existe hasta lo que sigue, del mismo modo el entendimiento es la condición a priori, gracias a la unidad de apercepción, de la posibilidad de determinar de modo continuo, mediante la serie de causas y efectos, todos los puntos de los fenómenos en ese tiempo. Las causas conllevan inevitablemente la existencia de los efectos, con lo cual hacen del conocimiento empírico de las relaciones temporales un conocimiento válido para todo tiempo (universal) y, por tanto, un conocimiento objetivamente válido.”, Kant (CRP, B 255-256).

indudablemente a alguna condición que es la que lo determina. Supongamos un suceso en las condiciones siguientes: no hay nada que lo preceda, nada a lo cual tenga que seguir conforme a una regla necesaria. En este supuesto, toda sucesión de la percepción se hallaría exclusivamente en la aprehensión, es decir, no sería más que una sucesión subjetiva. Quedaría, en cambio, sin determinar de modo objetivo qué es propiamente lo que debiera preceder y lo que debiera seguir en las percepciones. De este modo no tendríamos más que un juego de representaciones, un juego que no se referiría a objeto alguno. Es decir, a través de nuestra percepción no se distinguiría en absoluto un fenómeno de otro, en lo que a la relación temporal concierne, ya que la sucesión en el aprehender es siempre idéntica y nada habría en el fenómeno que la especificara de tal modo, que la convirtiera en una sucesión objetivamente necesaria. No afirmaré, pues, que dos estados consecutivos se siguen en la esfera del fenómeno, sino simplemente que una aprehensión sigue a otra, lo cual no pasa de ser algo algo subjetivo, algo que no determina objeto alguno y que, consiguientemente, no puede tener validez para e1 el conocimiento de un objeto (ni siquiera en la esfera del fenómeno).” (Kant, CRP, B 239)

La experiencia y cada fenómeno solo puede existir desde una regla a priori necesaria que confiera un orden temporal necesario, relaciones o posiciones de los fenómenos en el tiempo determinadas por una una regla necesaria; regla necesaria que impone ese orden y posicionamiento relativo entre fenómenos, de modo que estos no son arbitrarios o pueden no darse, sino que se dan ineludiblemente. Por la regla necesaria (ley) se tiene una sucesión objetiva (necesaria) y no un juego de representaciones (serie meramente subjetiva; producto mental interno sin relación a el mundo externo -o interno-), pues con la ley de sucesión en el tiempo los fenómenos pueden ser considerados como modificaciones de una substancia, algo externo e indeterminado que permanece como soporte de las modificaciones (sus modificaciones o estados).108 Pero este algo permanente, ha de ser el objeto externo o noúmeno, lo que afecta nuestra sensibilidad

108 Kant nos dice: “La sucesión objetiva consistirá, pues, en aquel orden de la diversidad del fenómeno en virtud del cual la aprehensión de una cosa (lo que sucede) sigue a la aprehensión de otra cosa (lo que precede) de acuerdo con una regla. Sólo así puedo afirmar legítimamente que hay una sucesión en el mismo fenómeno y no sólo en mi aprehensión, lo que equivale a decir que no puedo organizar esta última sino precisamente según esa sucesión.”, Kant (CRP, B 238).

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(psiquismo) y produce la sensación según el grado de influjo (intensidad de la acción sobre el sentido), y la intuición (fenómeno determinado) que es la sensación con la forma sensible, la sensación con una posición en el tiempo. Todo fenómeno es por definición una afección, y ha de tener una posición en el tiempo; es una intuición ordenada, y todo fenómeno sería ya -contra Kant- un fenómeno ordenado en el tiempo.

La noción de substancia (categoría de relación) y el principio correlativo de la permanencia de la substancia, refuerza y ahonda en la teoría esencial de la idealidad de los sentidos; pues la noción de algo permanente que soporta los cambios, reintroduce la noción totalmente primera y esencial de algo externo a la representación (indeterminado109) que afecta nuestra psiquismo; ya que los distintos fenómenos serán distintas afecciones de este objeto, pero estas afecciones han de ser también distintas modificaciones de algo permanente (substancia110); y si el fenómeno es tanto afección como modificación, el objeto que afecta y el objeto que es modificado han de ser el mismo: el objeto externo indeterminado (noúmeno) habría de ser la substancia, de acuerdo con lo expuesto. Pero para Kant la substancia es una forma lógica del entendimiento, función lógica de determinación en el tiempo, o sea, de, síntesis empírica, a la que determina precisamente dándole la forma lógica a priori. Pero el noúmeno es un concepto límite no una forma de la sensibilidad, pues expresa la existencia de algo indeterminado que afecta al sentido y a lo que apunta la intuición (y la sensación como materia de la intuición), y Kant no parece admitirlo tan solo como una condición formal; por el contrario, la doctrina esencial del la idealidad de los sentidos, de la intuición como afección (y de la sensación) exige admitir un algo externo a la sensibilidad e indeterminado en el tiempo (empíricamente) y a lo que no podemos asociar intuición alguna, precisamente porque expresa el límite de toda intuición o receptividad (lo que está fuera de la reprewsentación); es aquello a lo que apunta la intuición (y la sensación) como efectos o afecciones suyas, y de este algo no podemos tener más noticia que su modo de afectarnos, nunca de como es en sí

109 E indeterminable por principio, al ser algo en sí mismo al margen de toda relación con la sensibilidad (el sujeto), algo que no interactúa o incide en modo alguno con el sujeto.

110 Sin lo que el cambio en el tiempo es inconcebible, pues tendríamos un tránsito entre el ser y el no ser, por lo que la permanencia de la substancia es una condición formal subjetiva para el cambio observado (sucesión observada de fenómenos).

mismo (de lo que sea en sí mismo al margen de su acción sobre la sensibilidad (sobre nosotros). Precisamente por esto es admitido como existente y como referente objetivo de todo pensamiento y conocimiento, que en definitiva pueden referir a una realidad independiente, desde la intuición o receptividad como capacidad de ser afectados.111

En suma, para que los fenómenos (apariciones subjetivas) sean afecciones y representaciones de un objeto externo (algo indeterminado) han de darse en un orden necesario, según una regla necesaria a priori, pues solo en este orden a priori pueden ser afecciones; pues en definitiva solo pueden ser afecciones de objetos externos (a la intuición) si los objetos externos actúan sobre nosotros, y estos no pueden actuar sobre nosotros (afectarnos) al margen de nuestra receptividad (o modo de ser afectados), conforme a los modos o condiciones formales de la sensibilidad. La referencia objetiva a algo externo, distinto del sujeto e indeterminado, solo es posible desde las reglas formales subjetivas y a priori, y mas concretamente desde reglas que determinan el orden temporal original (de la apercepción), y desde este orden mismo, pero en definitiva, desde la forma del tiempo. El orden temporal original es la forma general de la experiencia, y esta es la forma del tiempo (el tiempo como forma general de los fenómenos, y condición formal sensible esencial). El tiempo es la regla necesaria esencial que hace posible los fenómenos y la experiencia como sucesión objetiva de estos, sucesión en el tiempo de representaciones con un carácter de necesidad, pues se da conforme a reglas a priori de sucesión (los principios del entendimiento como determinaciones a priori de la sucesión temporal empírica). La referencia a objetos externos (referencia objetiva) es posible en y desde la sensibilidad, y desde las reglas del entendimiento; pues la referencia solo es posible como representación en un sujeto, y desde esta representación, y por tanto desde las formas o condiciones a priori de la representación. Es el sujeto trascendental o

111 La idealidad de los sentidos consiste en la afirmación de que el espacio y el tiempo no son algo real sino condiciones formales de la receptividad (intuición sensible en el hombre), pero no en la afirmación de que toda intuición (o fenómeno) sea una apariencia meramente subjetiva sin relación y dependencia del mundo externo, pues lo que la doctrina afirma es precisamente que las intuiciones son afecciones producidas por la acción de lo externo conforme a las propiedades formales de ser afectado en el sujeto (condiciones formales de receptividad) la subjetividad del fenómeno no es equiparable a una mera alucinación o apariencia originada de modo autógeno.

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legislación trascendental (las reglas que hay en mí) lo que hace posible la referencia a objetos (externos), y que estos formen una experiencia o trama con carácter de necesidad, y que en su orden refleje un orden externo; ya que el orden temporal del los fenómenos según reglas a priori reflejaría el orden en que las cosas externas nos afectan.112

“Si investigamos qué propiedad nueva confiere a nuestras representaciones la referencia a un objeto y qué dignidad adquieren mediante tal referencia, observamos que ésta no hace más que obligarnos a ligar esas representaciones de una manera determinada, por una parte, y, por otra, someterlas a una regla. Observamos, a la inversa, que si conferimos significación objetiva a nuestras representaciones ello se debe tan sólo a la necesidad de un determinado orden en la relación temporal de las mismas. La diversidad de las representaciones se sucede siempre de modo consecutivo en la síntesis de los fenómenos. Con ello no representamos ningún objeto, ya que a través de esta sucesión, que es común a todas las aprehensiones, no distinguimos ninguna cosa de otra. Pero tan pronto como percibo, o presupongo que esta sucesión guarda una relación con el estado previo, del cual surge la representación conforme a una regla, me represento algo como suceso o como algo que sobreviene. Es decir, capto un objeto que tengo que situar en un determinado punto del tiempo, un punto que, teniendo en cuenta el estado anterior, no puede ser asignado de otro modo. Cuando percibo, pues, que algo sucede, lo primero que tal representación contiene es que algo precede, ya que precisamente con respecto a ese algo obtiene el fenómeno su relación temporal, a saber, la de existir después del tiempo precedente en el que no existía aún. Pero en esa relación el fenómeno sólo puede obtener ese preciso punto temporal si suponemos algo en el estado anterior, algo a lo que sucede siempre, es decir, según una regla. De ello deduce, en primer lugar, que no puedo invertir la serie, poniendo lo que sucede antes de aquello a lo cual sigue; en segundo lugar, se deduce que, una vez puesto el estado precedente, sigue indefectible y necesariamente ese determinado suceso. Con ello tenemos, pues, que hay un orden entre nuestras representaciones, orden en el que lo presente (en la medida en que ha llegado a ser) remite a un estado anterior como correlato de este suceso dado y, aunque este correlato se halla todavía

112 O sea, como en el caso de Leibniz y a pesar de las diferencias, el orden fenoménico refleja y representa de algún modo un orden externo a la representación e independiente. Kant parece apuntar también a su modo a una armonía preestablecida.

indeterminado, guarda una relación determinante con el suceso como consecuencia suya, conectándolo necesariamente consigo en la serie del tiempo.” (Kant, CRP, B 242-243)

Una representación solo es parte de una sucesión objetiva y ella misma tienen una significación objetiva, si puede determinarse su posición en el tiempo, solo si puede ordenarse según una regla de sucesión o determinación. No basta que considerada aislada sea una afección de algo externo, pues para poder ser tal afección ha de entrar en un orden temporal y necesario; o sea, ha de ser parte de un orden necesario donde se pueden distinguir las representaciones unas de otras, y este es el orden surgido de una determinación en el tiempo según una regla a priori y necesaria, que es lo que determina en el tiempo de modo necesario.113 El fenómeno lo es en cuanto afección de un objeto externo, y al mismo tiempo bajo la condición formal de determinación del tiempo como forma originaria; así, una representación para ser tal (fenómeno en sentido trascendental, que equivale a representación) y por ser tal supone unas reglas necesarias (a priori, formales y subjetivas) de sucesión temporal. Se trata por tanto de que apariencias meramente subjetivas, o modificaciones del sentido (algo interno), puedan tener una referencia objetiva y constituir una sucesión objetiva y necesaria, pues ambas cosas son equivalentes. Solo se es representación (de uno objeto indeterminado) si se cumplen las reglas a priori de ordenamiento en el tiempo, reglas que no solo establecen una condición para que se enlacen los fenómenos, sino para que estos mismo puedan darse como representaciones de objetos (algo desconocido que nos afecta y que es la referencia objetiva o lo que da significación objetiva, y en definitiva, permite el conocimiento como determinación de intuiciones de este algo). Los fenómenos se dan (existen) en estas reglas a priori de orden en el tiempo (de sucesión, de permanencia, y de simultaneidad), y en el tiempo como regla o condición formal y pura sensible (intuitiva). Las reglas del entendimiento puro son determinaciones a priori del tiempo y de la unidad original; es decir, establecen la sucesión, la permanencia, y la simultaneidad como

113La causalidad, por lo que se aprecia, se define como una relación singular o única; la que se da entre las representaciones intuititivas, que son estados singulares y únicos. De poder repetire la misma sucesión (lo que es imposible) debería darse conforme a la misma determinación en el tiempo, determinación singular e irrepetible en el tiempo.

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modos de determinación en el tiempo; ya que estas son ya determinaciones del tiempo como forma general indiferenciada; permanencia, sucesión, y simultaneidad, son formas a priori de de toda determinación temporal empírica (síntesis empírica); resultado de la determinación (regla) a prioriy, y a su vez determianciones de esas reglas (principios o determinaciones a priori), y así determinaciones de la forma original (tiempo u orden temporal) en cuanto lo concretan. Este orden temporal original, es a su vez, una determinación a priori de esas reglas a priori (principios del entendimiento puro), pues es unidad suprema original o principio supremo de síntesis, la condición formal suprema y original que ha de satisfacer (realizar) cualquier síntesis del entendimiento (tanto pura como empírica).

El principio puro de acción recíproca o comunidad de la substancias determina el orden temporal original según el modo de la simultaneidad; da una simultaneidad a priori o forma a priori de toda simultaneidad empírica observada u observable. Este afirma que toda simultaneidad empírica (entre fenómenos y en general entre representaciones empíricas) es la expresión de una acción recíproca entre substancias. De no haber dos substancias que actúan una sobre otra y forman una comunidad (unidad a priori), tan solo habría una causalidad y progreso en el tiempo que impediría toda simultaneidad en las percepciones, solo habría una sucesión de percepciones y una percepción sucesiva; por tanto para que exista simultaneidad empírica (percepción simultánea de dos, o más, fenómenos) tiene que existir una comunidad y acción reciproca entre substancias, o sea, una causalidad doble o en doble sentido (cfr. Kant, CRP, B 258).

Los postulados del pensamiento empírico en general también han de determinar el orden original de apercepción pura, o sea, la unidad indifrenciada en el tiempo, o eqivalentemente, el tiempo mismo como forma general de la experiencia. Y lo hacen determinando las relaciones del conocimiento empírico con las facultades cognoscitivas, ya que estas relaciones son condiciones formales de la experiencia. Cuando se pregunta sobre si el objeto es posible, real, o necesario, se trata de ver cual es la relación de las condiciones materiales observadas en el objeto con las condiciones formales a priori. Queremos -dice Kant- saber si entre estas hay compatibilidad o concordancia, contrariedad o coincidencia; de modo que el objeto

(fenómeno) sea posible, real, o necesario. El postulado de posibilidad dice que un objeto es posible solo si su forma concuerda con la forma general de la experiencia, que es la condición formal de todo fenómeno; esto quiere decir que el concepto del objeto (fenómeno) no es autocontradictorio, y esta es una condición lógica y necesaria para que se de el objeto, pero no es una condición suficiente para que se real; no es una condición de objetividad, y solo se trataría del un objeto pensado (posible).114 Para ello tiene que darse el fenómeno, puesto que con este viene dada la sensación o materia, lo real, que es una referencia a algo externo en cuanto efecto de ese algo. La realidad u objetividad de un concepto, el que este sea una representación de un fenómeno (y representación mediata de algo externo indeterminado) no puede establecerse desde el mismo concepto. Este representa un fenómeno en cuanto este fenómeno es dado en la experiencia, pues solo desde este fenómeno como afección (efecto) puede referir a algo real (externo e independiente). Solo el fenómeno como afección en el sentido da referencia objetiva. La concordancia del objeto con la forma general de la experiencia significa que el objeto externo puede darse (manifestarse) en su afección o efecto sobre la sensibilidad, o sea, puede manifestarse en un fenómeno (manifestación de algo externo indeterminado en cuanto efecto de este sobre el psiquismo); y así el postulado de posibilidad no hace sino reincidir y clarificar la exigencia formal del pertenecer a un orden temporal subjetivo, pues la forma general del la experiencia es este orden o unidad original indiferenciada en el tiempo.

Este postulado no hace sino clarificar el uso de las categorías y la aplicación de los principios del entendimiento, señalando que estos han de ser determinaciones del orden original (la forma general del la experiencia). Y equivale, por tanto, a una restricción

114 Si el concepto se conforma con la forma general del la experiencia es posible y por tanto no autocontradictorio; pero si el concepto no es autocontradictorio no es por ello ya conforme a la forma general de la experiencia. Así para Kant los conceptos o ideas de la imaginación son conceptos sin auto contradicción, pero no son conformes a la forma general de la experiencia, y nunca pueden ser reales, no son posibles. Como se ve, la conformidad con la forma general del la experiencia implica ausencia de contradicción, pero esta no implica conformidad con la experiencia. La imaginación piensa fenómenos que nunca pueden darse en la experiencia, nunca pueden ser reales, y el concepto nunca puede tener referencia objetiva o ser un concepto objetivo (es una idea o mero concepto, mero pensamiento). Así nos dice: “Los conceptos de la imaginación no tienen fundamento en la experiencia, en estos no hay concordancia con las condiciones generales o forma de la experiencia. Son combinaciones arbitrarias del pensamiento sin posibilidad objetiva, aunque libres de contradicción.”, Kant (CRP, B 270).

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formal para la aplicación de las categorías; que solo pueden aplicarse a fenómenos dados en el tiempo, estableciendo el modo a priori de este orden empírico, que ha de ser una determinación del orden original según los modos del tiempo posible.115 y conforme a las determinaciones del entendimiento (categorías) que son las que dan las formas a priori de la unidad originaria. En el orden o síntesis empírica se determinan tanto los principios del entendimiento puro, como el principio supremo de unidad por medio de aquellos, y, por tanto, cabría decir que en la síntesis empírica tenemos un punto en el progreso de determinación de la unidad original (principio supremo de unidad), y como Kant mismo reconoce abiertamente, todo avance en la síntesis empírica y en el conocimiento es un progreso (avance) en la determinación de la unidad original u orden temporal en el tiempo; en este se asignan acumulativamente posiciones para los fenómenos, que quedan progresivamente ordenados en el tiempo, según se van introduciendo más fenómenos y se van enlazando entre sí. La experiencia no es mas que el avance ininterrumpido o progreso en la síntesis (unidad o enlace) de los fenómenos; un avance continuo en la determinación de la unidad original u orden temporal original. Mas brevemente, se trata de un progreso en la determinación de la forma general de la experiencia o del tiempo, forma general de toda intuición o representación intuitiva. El progreso en la serie empírica es un progreso en la labor del entendimiento de trasferir un orden temporal (el orden original) a los fenómenos, asignándoles una posición en el tiempo, en darles la forma general de la experiencia según un modo de unidad temporal (sucesión, permanencia, y simultaneidad).116

Para Kant El Principio de Razón Suficiente es la regla de determinación de todo fenómeno; este nos dice que todo fenómeno tienen su fundamento en la serie empírica. El fundamento de la experiencia es el conjunto de los fenómenos determinados en el tiempo, y este es el fundamento del

115 Los modos a priori del orden temporal original (permanencia, simultaneidad, y sucesión), determinaciones de este orden original que determinan a priori todo orden empírico (que son manifestaciones o proyecciones de estos y de aquel orden original).

116 “Pero esto ocurre gracias a que el entendimiento transfiere el orden temporal a los fenómenos y a su existencia, en el sentido de que asigna a cada uno de ellos -en cuanto consecuencia- una posición temporal determinada a priori con respecto a los fenómenos anteriores, o si no fuera así, los fenómenos no concordarían con el tiempo mismo, el cual determina a priori la posición de cada una de sus partes.”, Kant (CRP, B 245).

conocimiento objetivo. En consecuencia, lo que Kant viene a sostener es que este principio es un principio de carácter general que recoge a todos los principio del entendimiento, como determinaciones, o sea, como especificación, de este principio. El principio de razón suficiente determina el principio supremo de la unidad original; pues al establecer que todo fenómeno tenga su fundamento en la serie de fenómenos, expresa la exigencia de que todos los fenómenos estén ordenados en el tiempo, unidos según algún modo temporal [Cfr. Kant (CRP, B 246)].

Es evidente, por lo que podemos ver, que lo que Kant nos propone en definitiva, es un sistema de determinaciones. La formas a priori subjetivas determinan en su calidad y función de condiciones formales; determinan o establecen a priori lo que es la experiencia, y la posibilidad de esta misma como proyección de la subjetividad sobre las sensaciones. Las representaciones empíricas son determinaciones de las formas subjetivas, pero lo son en un sentido diferente, en cuanto delimitan o concretan la indeterminación de las formas (indeterminación de la forma respecto al contenido). Los principios a priori subjetivos trascendentales establecen la estructura de la experiencia, al determinar la forma general de esta (la unidad original o el tiempo como forma de la intuición, y los modods de esta117), y su posibilidad misma, y así son una determinación a priori y formal de esta -Kant dice: lo que podemos pensar de esta a priori-; pero esta legislación a priori necesita de una determinación empírica, las formas a priori puras han de concretarse o realizarse en unidades o enlaces empíricos (conceptos y juicios empíricos, singulares y generales), o sea, en formas empíricas -cabría decir- o formas concretas.118

117 En definitiva, la forma de toda intuición, condición intuitiva pura y formal de toda intuición, de toda receptividad (afectividad en el hombre) es la forma general de la experiencia. Pues es la condición (propiedad) formal de receptividad, modo formal a priori subjetivo de ser afectados por objetos, y conlleva la forma de toda síntesis; esta forma de la receptividad es ya la forma de la experiencia, pues esta no es sino síntesis sucesiva en el tiempo (avance empírico y temporal), y la forma de la síntesis empírica es la forma de la receptividad (el tiempo o forma de la intuición). Por tanto, se aprecia con claridad que la doctrina de la idealidad de los sentidos, que afirma que toda intuición es una afección en el psiquismo (sentido) según la forma subjetiva de ser afectados es la doctrina esencial de la Filosofía trascendental, en ella se da la hipótesis básica de todo el sistema trascendental, y en ella se prefigura la doctrina de la verdad, el conocimiento y la experiencia; precisamente como proyecciones de aquella doctrina esencial.

118 Aunque Kant no lo exprese así la semejanza con Aristóteles es ostensible; ya que este nos habla de la forma específica como principio de determinación de la materia (lo

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Los principios puros del entendimiento no son juicios o principios empíricos que se obtengan desde la experiencia observada por un proceso de analogías y generalización, donde los elementos comunes permiten extraer principios más generales; aquí no se trata de una inducción analógica que desde la experiencia trata de avanzar hacia principios más generales, pero sin rebasar los límites de la capacidad humana, tal como lo hace Hume y todo el movimiento ilustrado. En este no se renuncia a los principios como juicios generales que regulan y estructuran la realidad, pero aquí ya no se trata de principios impuestos a la experiencia y dados por la razón antes de toda experiencia (principios e ideas innatas) sino de principios dados por la razón desde la experiencia (por una razón experimental); la relación entre experiencia y principios se mantiene pero ahora tiene otro carácter, pues el acento se pone en la experiencia; que es la que regula la obtención de estos principios, la base y criterio para su aceptación, aunque sea de un modo inductivo e hipotético, como juicios probables; pero siempre con un control racional (en un sentido amplio del término).

Los principios de la naturaleza humana que nos propone Hume son principios obtenidos por razonamiento analógico e inductivo119 (por una razón no deductiva y estrictamente formal); aunque puedan ser presentados como principios de la naturaleza humana que pueden ser considerados en algún sentido como principios a priori. Estos no son juicios a priori en el sentido específico que Kant da al término 'a priori', pues no son juicios establecidos independientes de la experiencia. Los juicios a priori de Kant (en general cualquier representación a priori) no son obtenidos al margen de la experiencia, en el sentido de que esta nada tenga que ver y no haya sido tenida en cuenta al establecer los juicios

indeterminado en sí mismo), aunque la forma específica o entidad (substancia) formal es considerada como algo determinado, que no es determinado por la materia; pero admite que la forma específica o forma de la especie (entidad como forma específica) es diferente de la forma concreta. Nos dice en su Metafísica que el ser esfera -por ejemplo- es distinto de el ser una esfera de bronce, y que el ser esfera es el qué es o entidad que determina la materia; de modo que reconoce de algún modo la distinción entre una forma específica, que es la forma en cuanto tal (que define una especie), y la forma en cuanto se da junto a la materia, que es la forma inmanente, y que cabría -por nuestra parte- llamar forma concreta.

119 Al que Hume llama también razonamiento experimental. Este es el tipo de razonamiento que constituye el método científico establecido por Galileo (o al menos depurado y consumado por este), y que se opone al razonamiento y método racionalista o cartesiano, donde los principios son establecidos fuera de la experiencia, desde meros conceptos o ideas de razón, como los productos de la espontaneidad de esta.

sintéticos a priori, sino en el sentido de que no son extraídos desde esta, desde la observación de casos semejantes o repetición, y en este sentido son independientes de la experiencia, es decir, su validez (verdad) no depende de ella, sino que es establecida previamente y con total independencia de ella; y en el caso de los principios trascendentales además como condiciones formales de la experiencia.

Que las categorías y principios puros del entendimiento son determinaciones del orden temporal original (unidad y regla suprema), y que son a su vez determinadas en los juicios empíricos donde se aplican y realizan, es algo que queda manifiesto en la doctrina del esquematismo trascendental. En esta se buscan las condiciones que hacen posible la aplicación de las categorías y principios del entendimiento, atendiendo tanto a la naturaleza de lo empírico como a la naturaleza de las categorías; y se aprecia una heterogeneidad en los dos modos de representación, ya que por un lado tenemos lo formal o síntesis a priori pura sin contenido empírico (sensible) alguno, y por otro lo empírico. Lo primero es lo intelectual puro (lo formal), por otro lo empírico; y para Kant ha de haber un elemento mediador que, siendo a la vez intelectual y sensible, haga posible la aplicación de las categorías. Esto se debe, al parecer según el planteamiento conceptual básico, a que las categorías dan la forma o determinación del orden temporal original (indeterminado), que es una determinación formal de lo sensible respecto al tiempo, o sea, una indicación de cómo tiene que estar ordenado o dispuesto el fenómeno (y cualquier representación empírica) en el tiempo respecto a otro fenómeno; pero esto solo es una indicación de carácter puramente formal, en la que se determina el orden temporal originario indeterminado, y no incluye indicación alguna sobre las condiciones sensibles que han de darse para poder aplicar estas formas de unidad en el tiempo. Así según Kant, y sin dar una explicación clara sobre ello, han de existir condiciones sensibles y a la vez intelectuales a priori; o sea, elementos que sean formales y a la vez sensibles o materiales, donde se reúnan dos elementos totalmente heterogéneos.

Para Kant, la forma y la materia (la sensación), son elementos totalmente distintos; en el sentido de que la forma es el concepto de lo que configura la materia y como tal no puede ni contener ni ser materia; y la materia como lo configurado no puede tener forma antes de recibir

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alguna. Forma y materia preceden de fuentes distintas y han de fusionarse para dar lugar al pensamiento, al conocimiento, y a la experiencia misma (a su totalidad y a cada una de sus partes). El esquema trascendental es el elemento de naturaleza híbrida, a la vez formal y material (intelectual y sensible) que hace posible la aplicación de las categorías y principios del entendimiento puro. Es una forma sensible de la imaginación, la condición sensible y formal que ha de cumplir la síntesis pura del entendimiento como determinación formal del orden temporal original.

La doctrina del esquematismo trascendental resulta obscura y dudosa respecto a su pertinencia y coherencia dentro del planteamiento conceptual general, pero en todo caso es claro que se presenta como una parte de la Lógica trascendental. Esta es la doctrina que trata de establecer las condiciones a priori para realizar juicios empíricos, y que pretende explicar la posibilidad del conocimiento a priori existente en las Matemáticas y las Ciencias Naturales; y los esquemas trascendentales vienen a ser elementos trascendentales, esto es a priori puros con una función formal y constitutiva de la experiencia, pues son parte de las condiciones a priori formales para la unidad de las representaciones. Y lo son como una determinación sensible y pura del tiempo (del orden de las cosas en el tiempo), que es la forma general de la sensibilidad; y de este modo pueden determinar las categorías como determinaciones solo formales del tiempo, que entonces pueden ser aplicadas a las intuiciones sensibles para unirlas (enlazarlas). Los esquemas trascendentales determinan las cosas en el tiempo a priori haciendo referencia a aspectos sensibles del tiempo, y así son reglas de determinación a priori de las cosas en el tiempo.

“Queda clara la necesidad de un tercer término que sea homogéneo con la categoría, por una parte, y con el fenómeno, por otra, un término que haga posible aplicar la primera al segundo. Esta representación mediadora tiene que ser pura (libre de todo elemento empírico) y, a pesar de ello, debe ser intelectual, por un lado, y sensible, por otro. Tal representación es el esquema trascendental.” (Kant, CRP, B 177-178)

Los esquemas trascendentales son condiciones o reglas a priori y sensibles para la determinación temporal a priori expresada en las categorías y principios puros del entendimiento; pues la aplicación de estas

formas lógicas puras del entendimiento (para obtener conceptos y juicios empíricos) requiere que incluyan una indicación sobre las condiciones (circunstancias) sensibles en que se realiza esta aplicación, o sea, las condiciones en que se efectúa el enlace empírico. Para Kant existen unas condiciones sensibles subjetivas y típicas en que se producen los enlaces empíricos -la aplicación de los principios del entendimiento-, y estas han de ser generales para cada uno de los modos de predicación o modos de unidad a priori (del entendimiento). Por ello podrían -según Kant- ser consideradas como formas sensibles, o condiciones sensibles pero formales; es decir, en el fondo, con su doctrina de los esquemas trascendentales como elementos mediadores, Kant afirma que toda síntesis empírica (ya en un concepto, ya en un juicio donde se piensa algo bajo un concepto) se da en unas condiciones sensibles comunes (universales) a toda síntesis empírica análoga que resulte de la aplicación de la misma forma lógica pura.120 Este es un elemento común asociado a una forma lógica, y expresa una referencia típica a un aspecto sensible del enlace empírico en el tiempo; que por ser algo sensible recibe el nombre de 'esquema', pero que tiene algo de formal sin ser una forma pura (una forma del entendimiento); así la palabra 'esquema' nos señala que se trata de algo general pero sensible.

“Hemos visto, además, que el único medio según el cual pueden dársenos objetos es la modificación de nuestra sensibilidad. Hemos visto, por fin, que los conceptos puros a priori deben contener a priori, aparte de la función realizada por el entendimiento en la categoría, condiciones formales de la sensibilidad (sobre todo, del sentido interno) que incluyan la condición universal sin la cual no podemos aplicar la categoría a ningún objeto. Llamaremos a esa condición formal y pura de la sensibilidad, a la que se halla restringido el uso de los conceptos del entendimiento, esquemas de esos conceptos y denominaremos esquematismo del entendimiento puro al procedimiento seguido por el entendimiento con tales esquemas.” (Kant, CRP, B 179)

Kant nos dice que los esquemas no son sino determinaciones a priori del tiempo según los modos de este, y así condiciones generales sensibles para la unidad de fenómenos en el tiempo; o sea, para la

120 O sea, de la aplicación de la misma unidad a priori pura y necesaria del entendimiento, condición formal, que determina la forma o unidad originaria (forma o regla suprema).

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determinación en el tiempo de estos según las categorías.

“Los esquemas no son, pues, más que determinaciones del tiempo realizadas a priori según unas reglas que, según el orden de las categorías, se refieren a los siguientes aspectos del tiempo: serie, contenido, orden y, finalmente, conjunto, en relación todos ellos con la totalidad de los objetos posibles.” (Kant, CRP, B 184-185)

También nos dice que el esquema del concepto puro del entendimiento es una síntesis pura de la imaginación trascendental, conforme a las reglas o conceptos puros. Esto significa que el esquema como síntesis pura pero sensible es realizada por la imaginación -facultad de síntesis cualquiera en cuanto que realiza la acción de unir u operación sintética- tomando como molde formal las formas del entendimiento; es decir, la unidad sensible a priori y trascendental expresada en el esquema trascendental, como cualquier otra unidad que no sea la unidad originaria (y suprema del apercepción pura) ni una forma lógica del entendimiento, necesita de una forma a priori del entendimiento, una función lógica pura de la que es proyección, y es como cualquier síntesis no trascendental una determinación de la unidad originaria. Más brevemente, podemos decir que para Kant los esquemas trascendentales realizan o determinan la unidad originaria, y realizan las unidades o formas a priori del entendimiento.121

“Es simplemente la síntesis pura, conforme a una regla de unidad conceptual -expresada por la categoría- y constituye un producto trascendental de la imaginación, producto que concierne a la determinación del sentido interno en general (de acuerdo con las condiciones de la forma de éste, el tiempo) en relación con todas las representaciones, en la medida en que éstas tienen que hallarse ligadas a priori en un concepto, conforme a la unidad de apercepción.” (Kant, CRP, B 181)

Con el esquema correspondiente la categoría tiene una significación objetiva, pues este esquema es una condición sensible universal y una restricción sensible

121 La unidad originaria de la apercepción determina los esquemas, su unidad sensible a priori, por cuanto da la forma general y suprema de la experiencia (orden en el tiempo totalmente indeterminado respecto al modo); pero los esquemas determinan la unidad originaria, pues concretan esta en unidades sensibles a priori (modos típicos de unidad sensible, de condiciones sensibles).

a la aplicación de la categoría; una condición sensible bajo la cual la categoría como forma lógica pura (unidad pura) puede aplicarse para realizar una síntesis empírica. Esta siempre se da en unas condiciones sensibles que la categoría ha de contemplar para poder aplicarse; y sin esta indicación de unas cualidades sensibles generales, la categoría solo tiene una significación puramente lógica, pues con ella sólo tenemos la forma lógica pura (unidad a priori pura) con la que no se ha podido hacer referencia a objeto alguno (intuición). La categoría puede referir a un objeto en general, y así puede considerarse como un pensamiento puro; pero este es el pensamiento de la forma lógica pura, forma subjetiva a priori y trascendental que es común a una serie de juicios empíricos, pero no puede aplicarse o ser la base lógica y formal para dar entrada a concepto y juicio empírico alguno. No puede aplicarse para realizar síntesis empírica alguna, pues no incluye la condición sensible general de la que participa un grupo (clase a priori -cabría decir-) de síntesis empíricas (el modo sensible común y propio a cada tipo de síntesis empíricas). Por esto permanece sin significación objetiva, y tan solo tiene una significación lógica o formal, como pura forma intelectual que determina el orden de los fenómenos en el tiempo, determinación puramente formal y lógica del orden y unidad temporal original (forma suprema de la experiencia).

“Desde este supuesto, las categorías deberían tener, pues, una significación mucho más amplia e independiente de todo esquema. Es verdad que, incluso tras haber sido eliminada toda condición sensible, los conceptos puros del entendimiento con una significación, pero es la significación meramente lógica de la unidad de las representaciones, sin que pueda atribuirse a dichos conceptos objeto alguno ni, consiguientemente, significación alguna capaz de suministrarnos un concepto del objeto. Así, por ejemplo, si elimináramos del concepto de sustancia la determinación sensible de la permanencia, tal concepto se limitaría a significar algo capaz de ser pensado como sujeto, no como predicado de otra cosa. Esta representación no me sirve de nada, ya que no indica qué determinación posee la cosa que debemos considerar como tal sujeto primario. Si prescindo, pues, de los esquemas, las categorías se reducen a simples funciones intelectuales relativas a conceptos, pero no representan ningún objeto. Tal significación les viene de la sensibilidad, la cual, al tiempo que restringe el entendimiento, lo realiza.” (Kant (CRP, B 186-187)

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La doctrina del esquematismo trascendental nos ofrece un conocimiento de las relaciones de las categorías con la experiencia posible. Nos da las condiciones sensibles para aplicar las categorías, y con estas los principios trascendentales para el uso del entendimiento; en este caso lo a priori puro pero sensible que es una condición formal del uso del entendimiento. De modo que el esquematismo trascendental nos ofrece una exposición sistemática de las relaciones del entendimiento con la sensibilidad. Nos dice, en definitiva -como venimos diciendo- que las formas lógicas del entendimiento (unidades o síntesis puras) han de corresponderse con condiciones sensibles universales o síntesis puras sensibles (esquemas), y solo en virtud de esta correspondencia pueden las síntesis puras del entendimiento aplicarse a la sensibilidad (para realizar síntesis empíricas). Es patente que el conocimiento de esta correlación, como algo sistemático y a priori puro subjetivo y necesario, ha de ser una parte importante del conjunto del conocimiento de lo trascendental (del Sistema de conocimientos trascendental o Filosofía trascendental). Y es una parte muy importante, porque en ella se explica cómo las formas lógicas puras del entendimiento pueden realizar síntesis empíricas, o lo que es lo mismo, cómo pueden las unidades (síntesis) a priori puras del entendimiento hacer referencia a fenómenos y realizar síntesis entre estos, ordenamientos de estos en el tiempo atendiendo a las condiciones (circunstancias) sensibles que se observan regularmente en estos. Estas condiciones sensibles regulares son las que dan pie a introducir unas condiciones sensibles puras (a priori puras) trascendentales, como principios a priori para el uso (aplicación empírica) del entendimiento.

“No cabe duda de que nuestra tabla de categorías nos proporcionará una guía natural y segura para lograrlo. En efecto, es la relación de esas categorías con una experiencia posible la que tiene que constituir todo el conocimiento puro a priori del entendimiento y, si exponemos exhaustiva y sistemáticamente todos los principios trascendentales del uso del entendimiento, será en virtud de la relación de tales categorías con la sensibilidad en general.” (Kant, CRP, B 187)

En la Dialéctica trascendental Kant realiza un estudio de la Razón Pura entendida como facultad de unidad a priori. La razón es una facultad de unidades por

principios, donde estos se aplican sobre las unidades obtenidas por el entendimiento, para unificar los productos de este y en definitiva para permitir su desarrollo continuo y coherente consigo mismo. Así la razón puede definirse también como facultad de inferencia, o sea, la facultad de obtener conocimientos y síntesis de un modo derivativo desde síntesis ya dadas. Así en esta definición lo que nos encontramos es que la Razón es la facultad que realiza la tarea de extender los conocimientos y síntesis empíricas desde lo que ya está dado; ya que la razón no es una facultad de producir conceptos, ni produce juicios (esto es lo que hace el Entendimiento), y no es, por tanto, una facultad de pensar o unificar representaciones empíricas unificándolas en conceptos. Lo que hace la Razón es extraer conceptos y juicios (síntesis y pensamientos empíricos) desde conceptos y juicios ya dados por el entendimiento; es, por tanto, una facultad de síntesis y conocimientos por derivación o inferencia, es una facultad de unidad por medio de conceptos y juicios ya dados. Esto es así en su calidad de facultad de síntesis por principios, pues lo que hace es unificar las reglas (unidades) del entendimiento por medio de principios (reglas de unidad superiores).

La tarea de la razón es el progreso de la experiencia y del conocimiento empírico; su función es empírica y consiste en desarrollar indefinidamente la unidad de los conceptos y juicios del entendimiento (de las reglas) y en coherencia entre sí. En su lado empírico la razón efectúa este progreso de la unidad del entendimiento y avance de la experiencia, mediante inferencias desde las unidades empíricas que le ofrece el entendimiento; pero esta función empírica e inmanente, la propia y única de la Razón solo es posible desde la aceptación de unas síntesis a priori que determinan, y con ello hacen posible, el proceso empírico de unidad por inferencias (proceso de unificación inferencial). Ha de admitirse la existencia de las ideas de la razón pura, como pensamientos puros de una unidad o totalidad incondicionada, que son meras ideas sin un objeto correlativo (pues no hay intuición alguna). Estas son pensamientos problemáticos o no contradictorios, reglas a priori de la Razón Pura para la prosecución de la unidad de la experiencia (regla a priori de progreso empírico); que exigen al entendimiento un avance ininterrumpido en armonía consigo mismo en sus síntesis. Son pensamientos que pueden, e incluso deben, ser admitidos para poder realizar el avance ininterrumpido y coherente de la experiencia. La unificación

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empírica ininterrumpida de los materiales dados por el entendimiento por medio de inferencias -pues la razón en ningún caso crea conceptos ni establece pensamientos desde sí misma- solo es posible por medio de estas reglas a priori de prosecución.

Estas expresan una unidad a priori incondicionada, que Kant llama unidad de razón o unidad sistemática; por el hecho de ser tan solo una unidad pensada o mero pensamiento de unidad acabada al que no corresponde objeto (intuición) alguno, donde todos los fenómenos posibles y dados se articulan en un sistema completo e incondicionado. Esto se basa en el Principio de Razón o exigencia de la Razón, según el cual dadas unas condiciones cualesquiera han de darse también la totalidad de las condiciones, y esta totalidad es incondicionada, y además funda la serie empírica de fenómenos condicionados (su avance).122 Pues la unidad incondicionada es algo que puede ser pensado al carecer de contradicción, y es por ello un pensamiento problemático; pero no es una unidad dada ni una unidad que pueda darse en la experiencia, que tan solo nos ofrece fenómenos condicionados y unidades condicionadas. Precisamente como unidades incondicionadas, realizaciones del principio de unidad de razón (exigencia indeterminada de unidad incondicional o completud en la unidad), las ideas de la razón pura son puntos de convergencia y focus imaginarius,123 al que la unidad del entendimiento (la experiencia y el conocimiento empírico siempre condicionados) siempre tienden sin poder no obstante alcanzarlos; de modo que en virtud de ello son reglas que ordenan proseguir el avance empírico (unidades síntesis condicionadas). Este en un avance empírico ininterrumpido (flujo) que por sí solo podría paralizarse y/o entrar en autocontradicción, y así solo en cuanto avance dirigido hacia una unidad que no puede ser

122 Cfr.: “La razón' exige de acuerdo con el principio de que, si se da lo condicionado se da también la suma de las condiciones y, por tanto, lo absolutamente incondicionado, que constituye el medio que hace posible condicionado. En primer lugar, pues, las ideas trascendental no serán, en realidad, más que categorías extendidas hasta lo incondicionado y podrán formar un cuadro ordenado de acuerdo con los títulos de éstas.”, Kant (CRP, B 436).

123 “Tienen, por el contrario, un destacado uso regulador, indispensablemente necesario, a saber: dirigir el entendimiento a un objetivo determinado en el que convergen las líneas directrices de todas sus reglas. Este punto de convergencia, aunque no sea más que una, idea (focus imaginarius), es decir, un punto del que no parten realmente los conceptos del entendimiento, ya que se halla totalmente fuera de los límites de la experiencia, sirve para dar a esos conceptos la mayor unidad, a la vez que la mayor amplitud.”, Kant (CRP, B 672).

alcanzada (focus imaginarios o destino irreal por ser incondicional y estar por necesidad fuera de la serie empírica, como algo meramente pensado) se evita aquello, y se entiende propiamente que las ideas sean reglas de avance empírico. Es por esto que las ideas trascendentales (unidades incondicionadas), solo pueden ser principios regulativos, pero nunca principios constitutivos. Desde ellas se impone un avance continuo que explica y hace posible el avance continuo (unificación progresiva y coherente del entendimiento en las ciencias y el conocimiento en general) observado, pero no pueden ser tomadas como objetos (fenómenos), ni en general como representaciones intuitivas de las que podamos tener conocimiento, ya que este es una determinación de representaciones intuitivas mediante conceptos (representaciones intelectuales) y mediante las categorías como formas lógicas de estos conceptos (y de los juicios donde estos aparecen). Las ideas trascendentales, como las categorías y en general cualquier forma o condición formal de determinación (de pensamientos y pensamientos verdaderos) no pueden ser determinadas, como lo son las representaciones intuitivas (ya empíricas, ya puras matemáticas); pues son principios de determinación de representaciones intuitivas, lo que permite determinar a estas y dar entrada a pensamientos verdaderos. Son elementos trascendentales con los que se hace posible el conocimiento, la determinación temporal de las fenómenos como determinación o realización del orden temporal original; y ellos mismos no pueden ser conocidos a no ser de modo trascendental como condiciones formales del pensamiento y del conocimiento (y en general de la experiencia y el darse mismo dolos fenómenos); pero de ellos no puede tenerse un conocimiento objetivo como si se trataran de objetos dados por intuición (fenómenos); de las ideas trascendentales, y de toda regla formal pura, ha de decirse que son condiciones para el conocimiento objetivo, en el sentido de que son condiciones para la experiencia y para toda determinación o pensamiento de objetos.

Toda ilusión dialéctica en un conocimiento trascendente, toda apariencia de inferencia y de conocimiento no trascendental sobre lo incondicionado se funda en la confusión de dos tipos de representaciones con carácter y funciones distintas, y de naturaleza heterogénea; la confusión de las formas o representaciones puras (formales) que son principios o reglas a priori de determinación, con

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representaciones empíricas que son lo determinado y ordenado en el tiempo124. Lo que es principio a priori puro de determinación (principio trascendental) no puede ser algo determinado u ordenado en el tiempo; pues es lo que permite la determinación en el tiempo; no puede determinarse o aplicarse a si mismo, siempre es principio de determinación de los fenómenos o afecciones sobre la sensibilidad (intuiciones). A la postre solo podemos tener conocimiento -según Kant- de aquello que afecta de alguna manera a nuestro psiquismo (Kant, CRP, B 33), lo que representa el fenómeno como efecto, aunque el conocimiento sea considerado como una determinación de este efecto (fenómeno) en el tiempo. Por tanto la ilusión dialéctica se funda en la apariencia de tener un objeto, y realidad, donde solo tenemos condiciones y reglas formales de determinación (ordenamiento temporal y determinación de la unidad originaria); y así Kant nos dice que se funda en un creer tener realidad donde no hay realidad alguna, esto es, ni materia (sensación) ni la intuición correspondiente.

La experiencia y naturaleza no es más que el conjunto de fenómenos ordenados temporalmente conforme a principios a priori, y por ello condicionados entre sí. Es siempre una serie sucesiva o sucesión de fenómenos, por tanto, algo inacabado que se desenvuelve continuamente en el tiempo, como continua determinación del tiempo (de la unidad temporal original); la experiencia es un fluir (continuidad en el progreso) o progreso continuo en el tiempo o una determinación progresiva de los fenómenos en el tiempo, y, en definitiva, una determinación del tiempo y de la unidad temporal original.125 La experiencia, y, por tanto, tampoco una serie regresiva de condiciones siempre sucesiva, no debe ser confundida con una serie inteligible o serie meramente pensada, que es unidad acabada e incondicionada; pues esto sería como confundir lo que es una serie siempre condicionada y en progreso (un flujo), como conjunto de fenómenos ordenados conforme a reglas a priori (formas a priori), con una serie de cosas en sí mimas, con la serie misma como cosa en sí misma, algo

124 Y en rigor habría que decir heterogéneas respecto de las representaciones intuitivas o sensibles (no meramente empíricas), siguiendo la corriente conceptual general que ofrece Kant, y no su expresión contextual y literal.

125 La unidad original de la apercepción es y contiene ya la unidad de la experiencia, que es la concreción o determinación de esa unidad temporal o meramente formal (forma general de la

experiencia).

incondicionado que como tal nunca puede ser parte de una serie empírica o temporal. Lo condicionado y fenoménico, como afección sobre el sentido interno es lo dado, serie sucesiva e inacabada, no puede ser al mismo tiempo incondicionada (fuera de toda afección o receptividad al ser afectados). Solo lo condicionado, en cuanto es afección, puede darse, pues en definitiva -como dice Kant- solo lo que nos afecta de algún modo puede darse y la intuición es la receptividad o facultad por la que se dan los objetos (lo indeterminado). La confusión y subrepción entre lo intuitivo e condicionado empírico, con lo incondicionado es -para Kant- la fuente y razón última de la ilusión dialéctica en las inferencias dialécticas; ya que la apariencia de tener un objeto y conocimiento (determinación) de este objeto allí donde no hay tal objeto (realidad) está basada en la subrepción (tránsito inadvertido) y confusión entre representaciones.

“La síntesis de lo condicionado con sus condiciones y la serie entera de éstas (en la mayor) no implicaba ni limitación en virtud del tiempo ni concepto ninguno de sucesión. La síntesis empírica y la serie de las condiciones en el fenómeno (serie que es subsumida en la menor) es, por el contrario, necesariamente sucesiva en cuanto formada por miembros que se siguen unos a otros en el tiempo. Consiguientemente, no podíamos presuponer en este caso, la totalidad absoluta de la síntesis ni de la serie representada por ella de la misma forma que lo habíamos hecho en la mayor. En efecto, en esta se daban todos los miembros de la serie en sí mismos (sin condición temporal). En la menor, en cambio, los miembros de la serie únicamente son posibles mediante el regreso sucesivo, el cual sólo nos es dado gracias a que lo llevamos realmente a cabo.” (Kant, CRP, B 528-529, cfr. B 571)

Las inferencias dialécticas tratadas serían, según lo dicho, una manifestación o ejemplo de ilusión dialéctica,126 provocadas en este caso por tomar las ideas trascendentales, que expresan unidades

126 Apariencia de un conocimiento más allá de la experiencia, que rebasa los límites de esta, por cuanto pretende un conocimiento (determinación o pensamiento verdadero) sobre lo que está fuera de toda experiencia, o curso temporal del fenómenos (orden temporal), precisamente por cuanto se toma lo que está fuera del tiempo (orden temporal), fuera de toda relación con nuestra receptividad, como si fuera determinable en el tiempo, dándole la apariencia de ser un objeto o fenómeno (cuando en realidad se ha establecido que es algo fuera del tiempo y no admite determinación temporal alguna. Y solo lo está lo que se da en la intuición (receptividad según el tiempo), y solo esto es determinable en el tiempo, y ulteriormente puede constituir un conocimiento (pensamiento verdadero).

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completas e incondicionales (series inteligibles), con series empíricas, que son un tipo de objeto -tomando la expresión objeto en un sentido genérico para indicar cualquier fenómeno o unidad de fenómenos en el tiempo de cualquier complejidad-; una unidad de razón es una síntesis a priori completa y solo pensada, como regla de avance empírico (regla de regresión continua) y por tanto, como condición formal para el progreso del entendimiento de modo que este no se detenga en un punto y de modo que este en armonía consigo mismo; o sea, que las distintas unidades condicionadas del entendimiento sean líneas que se armonicen (formen una unidad), desde que son consideradas como si convergieran en un mismo punto (unidad incondicional solo pensada como regla de progreso coherente). Estos puntos ideales de convergencia son las ideas trascendentales, o -según la expresión de Kant- focus imaginarius; y se trata de unidades de razón, completas e incondicionadas, que la razón en su parte o función pura establece para la unificación continua y coherente del entendimiento; como dice Kant, son el proyecto del entendimiento,127 donde la unidad y continuidad de este es adelantada (exigencia de no detenerse en la especificación y homogeneización de la experiencia, sin la cual el entendimiento se pararía sin penetrar más en la naturaleza, investigando propiedades no dadas, de las que se hace abstracción en un primer momento), y respecto a la coherencia de las unidades del entendimiento (armonía consigo mismo).128 En esta labor la razón aplica su principio formal supremo de alcanzar la unidad completa e incondicionada (unidad sistemática), Principio Supremo de la Razón Pura, del que las ideas

127 Cfr.: “Inversamente, la unidad sistemática (en cuanto mera idea) es sólo una unidad proyectada. Hay que considerarla como un problema, no como unidad dada en sí. A pesar de ello, sirve para hallar un principio en la diversidad y en el uso particular del entendimiento y para así guiar y dar coherencia a éste al aplicarse a los casos no dados.”, Kant (CRP, B 673).

128 Cfr.: “El entendimiento constituye un objeto de la razón al igual que la sensibilidad lo es del entendimiento. Unificar sistemáticamente todos los posibles actos empíricos del entendimiento constituye una tarea de la razón, así como el entendimiento enlaza la diversidad de los fenómenos mediante conceptos y la somete a leyes empíricas. […] Ahora bien, dado que todo principio que impone a priori al entendimiento una completa unidad en su empleo, posee también validez, aunque sólo indirectamente, respecto del objeto empírico, los principios de la razón pura tendrán igualmente realidad objetiva con respecto a ese objeto, si bien no para determinar algo en él, sino para indicar el procedimiento según el cual puede el uso empírico y determinado del entendimiento concordar plenamente consigo mismo, procedimiento consistente en que el uso del entendimiento sea, en la medida de lo posible, enlazado con el principio de la completa unidad y derivado de él.”, Kant (CRP, B 692-694).

trascendentales son aplicaciones concretas. La Razón es la facultad de unificar los conocimientos (de unidad por derivación), por cuanto es facultad de extraer lo particular de lo general; y su tarea empírica (inferencia empírica) es posible desde el principio de unidad completa, y sus aplicaciones en las ideas. De modo que la razón pura establece las condiciones formales o reglas para su aplicación empírica, y así la razón es una facultad que solo se ocupa de sí misma, en cuanto se ocupa de su interés único y propio, que es la máxima expansión y coherencia de la unidad empírica (y en general intuitiva129) y del conocimiento, o sea, la unidad y armonía del entendimiento.130

Esta es una unidad o totalidad de las condiciones, o sea, de los fenómenos en una serie regresiva, ya que la razón a pesar de ser una facultad de unidad por medio de inferencias, es también una facultad de dar razón, y sobre esto las síntesis a priori o idea de totalidad incondicionada solo puede darse respecto a la serie regresiva o serie de fenómenos por el lado de las condiciones. En sus inferencias la razón avanza hacia juicios más generales, que constituyen una síntesis mayor pero siempre condicionada por otros fenómenos y síntesis empíricas mayores. En la idea trascendental de una unidad incondicionada se piensa la condición última de toda la serie, que no esta sujeta a otra condición. Esta totalidad incondicionada es solo pensada, mera idea o concepto de razón que expresa una unidad de razón (unidad completa o completud en la unidad), que es mero pensamiento porque ya no forma parte de la serie empírica. Ahora bien, las ideas trascendentales son reglas que exigen una regresión o avance por el lado de las condiciones, imponiendo al entendimiento que busque unidades o condiciones más generales; desde estas se obtiene una mayor unidad donde se unifican los distintos conocimientos empíricos.

El entendimiento progresa en armonía consigo mismo al extender y coordinar sus conocimientos (conceptos y juicios objetivos), persiguiendo una unidad sistemática o completa (unidad de razón o mera idea) que nunca puede alcanzar, pues

129 Unificación de la sintesis del entedimiento sobre la intuición (sensible) cualquiera, ya empírica ya pura (como en las matemáticas); aunque Kant no sea del todo coherente al hablar de serie empírica.

130 Cfr. “La razón pura no se ocupa, de hecho, más que de sí misma, ni puede tener otra ocupación, ya que lo que se da no son los objetos para ser unificados en el concepto empírico, sino los conocimientos del entendimiento para ser unificados en el concepto de razón, es decir, para ser interrelacionados mediante un principio.” (Kant,CRP, B 708)

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es un mero pensamiento formal, unidad solo pensada (un caso de pensamiento problemático131), regla formal de prosecución en la unidad y el conocimiento empíricos. Se trata, pues, de una regla de la razón pura (unidad sintética a priori de razón) para el avance empírico como unidad progresiva o ininterrumpida de los fenómenos en el tiempo, bajo leyes empíricas. Las ideas de razón, la razón misma, tiene como objeto al entendimiento, se ocupa con sus síntesis (reglas) y conocimientos y trata de extender estos continuamente y de modo coherente entre sí:132 de modo que se trata de reglas de avance empírico entendido como avance en la unidad temporal de los fenómenos, siempre mayor, como si se pudiese alcanzar la unidad completa e incondicionada. En sus síntesis condicionadas cada vez más extensas de los fenómenos se persigue la completud en la unidad que es la unidad completa de todos los fenómenos posibles; o sea, la serie completa de los fenómenos posibles. Pero esta serie nunca es algo dado, ni algo que pueda darse (por una intuición o unidad de intuiciones), pues la única serie dada y posible es la serie y unidad empírica; toda unidad dada es una unidad en el tiempo, una unidad empírica, y solo puede dársenos una unidad en el tiempo que es la forma general de la experiencia y condición para que se de un fenómeno y unidad cualquiera de fenómenos. El concepto de una unidad completa en el tiempo es un concepto autocontradictorio (un absurdo) desde el lado de la experiencia, pues se trata de una unidad incondicionada pensada como condicionada; pero no lo es (autocontradictorio) si es pensado problemáticamente como condición formal para las unidad en el tiempo, como concepto no contradictorio en este caso, pues solo se lo piensa como forma no como objeto.

131 Pensamiento posible por no existir contradicción en el concepto, pero que carece de objeto (referencia objetiva).

132 Cfr. “Consiguientemente, la razón sólo se refiere al uso del entendimiento, no en el sentido de que este uso contenga el fundamento de la experiencia posible (ya que la totalidad absoluta de las condiciones no es un concepto aplicable en la experiencia, puesto que ésta nunca es incondicionada), sino para imponerle una proyección hacia cierta unidad de la que el entendimiento no posee ningún concepto, unidad que tiene como objetivo recapitular todos los actos del entendimiento relativos a cada objeto en un todo absoluto. Por ello es siempre trascendente el uso objetivo de los conceptos puros de razón, mientras que el de los conceptos puros del entendimiento tiene que ser, con arreglo a su naturaleza, siempre inmanente ya que se limita a la simple experiencia posible. Entiendo por «idea» un concepto necesario de razón de que no puede darse en los sentidos un objeto correspondiente. Los conceptos puros de razón que ahora consideramos son, pues, ideas trascendentales. Son conceptos de la razón pura puesto que contemplan todo conocimiento empírico como determinado por una absoluta totalidad de condiciones.” (Kant, CRP, B 383-384, véase también B 693)

Las ideas de la razón no son conceptos que la razón extraiga de sí misma, en el sentido de que los crease; ya que la razón no es una facultad de crear conceptos, tan solo los unifica. Las ideas de la Razón Pura son los conceptos del entendimiento despojados de su función empírica de unidad (como formas de unidad), sin sus limitaciones empíricas (liberados de sus límites empíricos).133 Así el concepto del entendimiento deja de ser una regla para la síntesis empírica, formación de conceptos empíricos y juicios empíricos, como forma lógica de la unidad empírica; y pasa a ser el concepto de una unidad completa e incondicionada, que es una regla para la unificación de los conceptos y juicios empíricos del entendimiento; o sea, una regla para que el entendimiento forme sus conceptos (sus unidades empíricas). La categoría expresa una unidad a priori o forma lógica que es una determinación del orden temporal originario, y expresa por tanto un modo de unidad u ordenación en el tiempo, como forma lógica derivada que es una determinación de la forma lógica original (la unidad original, o regla y forma suprema, que da la forma de toda experiencia). Despojada de su función y límite empírico, como forma lógica para una clase (categoría) de conceptos empíricos, ahora la determinación temporal según un modo del tiempo (permanencia, sucesión, y simultaneidad) expresa una unidad completa incondicionada y fuera del tiempo. Ahora ha de tratarse de una permanencia, sucesión o simultaneidad en el tiempo.

La unidad de razón expresada en la idea trascendental es una unidad solo pensada, no dada, pues es una unidad incondicionada y completa, y esto es algo que no se pueda dar en el tiempo; es, por tanto una serie que nunca puede ser hallada en la experiencia, que es una serie de fenómenos en el tiempo (progresión en el tiempo) [Cfr. Kant (CRP, B 527)]. En el tiempo solo se dan unidades incompletas y condicionadas, y toda unidad empírica se corresponde con una serie

133 Cfr. “Con el fin de poder enumerar esas ideas de acuerdo con un principio, con precisión sistemática, hay que observar en primer lugar, que los conceptos puros y trascendentales sólo pueden surgir del entendimiento; que la razón no produce, conceptos, en sentido propio, sino que, a lo más, libera el concepto del entendimiento de las inevitables limitaciones de una experiencia posible, intentando extenderlo hasta más allá de las limitaciones de lo empírico, aunque siempre en conexión con ello. Tal liberación se desarrolla de la siguiente manera: por el lado de las condiciones con las que el entendimiento somete todos los fenómenos de la unidad sintética; al hacerlo convierte la categoría en una idea trascendental, con el fin de conferir una completud absoluta a la síntesis empírica prosiguiéndola hasta lo incondicionado (que nunca encontramos en la experiencia, sino sólo en la idea).” (Kant, CRP, B 435)

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sucesiva o temporal; esta nunca ha de ser confundida con una serie o unidad completa e incondicionada, inteligible o meramente pensada. No ha de confundirse la unidad y serie empírica y temporal, sucesiva e inacabada, con la forma pura que impone la razón para el avance de la unidad empírica (del entendimiento). Así toda ilusión dialéctica y todo razonamiento dialéctico (sofistico o aparente) se basa en la confusión de representaciones heterogéneas, donde se toman representaciones puras trascendentales como si fueran representaciones empíricas, esto es, algo dado. Y esto por medio de una subrepción donde en el lugar donde ha de tenerse una representación pura (de la que se pretende conocimiento), en la segunda premisa del silogismo, se pone una representación empírica que pasa por aquella: de modo que lo deducido sobre esta es adjudicado a la representación pura. Así las ideas trascendentales son sustituidas subrepticiamente e inadvertidamente por series empíricas, y se pretende tener una inferencia y conocimiento134 objetivo (determinación conceptual sobre la idea como si esta fuera un objeto real) sobre la representación pura. Después de establecer la determinación (propiedad) sobre la representación empírica, esta es sustituida, inadvertidamente de nuevo, por la representación pura; que así es lo que se presenta al principio y al final como si fuese la representación a determinar (y finalmente determinada con éxito por medio de y tras la inferencia dialéctica). Surge entonces una apariencia de inferencia y del consiguiente conocimiento trascendente, la persuasión o ilusión (creencia, meramente subjetiva sin fundamento objetivo suficiente) de haber rebasado el límite de la experiencia posible.135 Se cree, pues, tener un conocimiento (determinación) de la idea de la razón -por ejemplo, de la idea de mundo como totalidad incondicionada de fenómenos,136 en la proposición 'el mundo tiene un primer comienzo'-; que sería un

134 Cfr. “En efecto, ni la verdad ni la ilusión se hallan en el objeto en cuanto intuido. Es, pues, correcto que los sentidos no se equivocan, pero no porque juzguen correctamente, sino porque no juzgan en absoluto. Así, pues, la verdad y el error y, consiguientemente, también la ilusión en cuanto conducente al error, sólo pueden hallarse en el juicio, es decir, en la relación del objeto con nuestro entendimiento.” (Kant, CRP, B 350)

135 Cfr. “Entiendo por verdaderos principios trascendentes aquellos que nos incitan a derribar todos los postes fronterizos y a adjudicarnos un territorio nuevo que no admite demarcación alguna. trascendental no es, pues, lo mismo que trascendente. Los principios del entendimiento puro que antes hemos mencionado sólo deben aplicarse empírica, no trascendentalmente, esto es, sobrepasando los límites de la experiencia.” (Kant, CRP, B 351)

conocimiento a priori o por meros conceptos; o sea, lo que se dice que es determinado es una forma o principio lógico, una mera idea, como si fuese un objeto.137

La Dialéctica de la Razón Pura entendida como conflicto de los razonamientos dialécticos donde cada inferencia sobre una idea trascendental (tesis) se opone a otra inferencia (antítesis), es una consecuencia de la ilusión trascendental (apariencia de inferencia y conocimiento, fundada en último término en una apariencia de realidad -de tener realidad, donde solo hay meras ideas-), y en definitiva es un caso de confusión y subrepción de representaciones (cfr. Kant, CRP, B 485-7). Desde esta se da entrada a un sin número de apariencias y contradicciones aparentes de la razón consigo misma. El conflicto de la Razón consigo misma es solo aparente, no es un conflicto real, no hay tal conflicto si prescindimos del supuesto en que se basa, que es el de tomar el conjunto de fenómenos en el tiempo (mundo) como si fuese una totalidad en sí (cosa en sí, cfr. Kant, CRP, B 533),138 pues cada inferencia (tesis o antítesis) es solo aparente, y así un conflicto entre apariencias o ilusiones es también una apariencia o ilusión; y, en definitiva, la Razón no puede estar en contradicción consigo misma, pues ninguna potencia natural lo está si es aplicada conforme a sus principios sin intervención de fuerzas extrañas que le den una dirección desviada. Este también es una ilusión o apariencia surgida de la confusión (y subrepción) de representaciones

136 Véase Kant (CRP, B 480 y 482), respecto al concepto de mundo como conjunto de fenómenos sensibles. Esto se expone a la objeción de que aquí no tenemos el concepto de una síntesis regresiva de condiciones, que solo contempla el tiempo pasado (regresión).

137 Cfr.: “Tenemos ya todo el juego dialéctico de las ideas cosmológicas. Estas ideas no permiten que se dé en alguna experiencia posible un objeto que concuerde con ellas. No permiten siquiera que la razón las piense en consonancia con las leyes empírica universales. Pero tampoco son productos mentales arbitrad. Al contrario, al prolongar ininterrumpidamente la síntesis empírica, la razón se ve necesariamente conducida a ellas, el caso de que quiera liberar de toda condición y abarcar en su totalidad incondicionada lo que, según las reglas e la experiencia, nunca puede ser determinado sino en cuanto condicionado.”, Kant (CRP, B 490), véase también B 525 y B 561.

138 Una totalidad de condiciones incondicionada, como en general cualquier cosa incondicionada, es algo que no se nos da de ninguna manera, pues no entra en relación con nosotros (nos afecta). Lo incondicionado no está sujeto a ninguna condición, no entra en relación con nada; por tanto, tampoco a la condición de un sujeto de conocimiento; pero lo incondicionado con respecto a nosotros no es por ello incondicionado respecto a lo demás, y así por cosa en sí ha de entenderse lo que es incondicionado respecto a nosotros, por no afectarnos de manera alguna. Cuando Kant maneja ideas trascendentales parece referirse a lo incondicionado respecto al sujeto humano, del que este no tiene intuición sensible.

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heterogéneas en naturaleza y función, tomando representaciones empíricas como si fuesen representaciones incondicionadas; o estas por aquellas, o sea, síntesis empíricas (sucesivas y condicionadas, e incompletas) por unidades o series incondicionadas. Donde ha de parecer una idea trascendental, una unidad incondicionada, se pone una unidad empírica, de modo que la unidad incondicionada pasa por ser algo dado y real, que puede ser objeto de determinación y conocimiento (un objeto pensado, como miembro de la serie temporal empírica, con un concepto).139

Y solo hay tres tipos de razonamientos (inferencias) sofísticas, pues solo hay tres tipos de unidades incondicionadas, tres totalidades incondicionadas de condiciones o tres ideas trascendentales; la totalidad incondicionada de condiciones para los fenómenos internos (intuiciones del sentido interno) que se representa con el concepto del 'yo', que es la idea trascendental que trata la Psicología Racional y da lugar al grupo de inferencias denominadas Paralogismos de la Razón Pura; la unidad completa de las condiciones para los fenómenos en general, que es la idea de mundo, que da entrada a las inferencias sofísticas denominadas Antinomias de la Razón Pura (terreno de la Cosmología Racional); y por último, la unidad incondicionada de todas las condiciones, de todos los fenómenos, pensada como un ser necesario y original (cfr. Kant, CRP, B 398). En este caso tenemos las inferencias sofísticas denominadas por Kant “ideales de la razón pura”, y este es el terreno de la Teología Racional, donde tanto se infiere la existencia de un ser de todos los seres, como trata de obtener un conocimiento de este. Cada una de las tres unidades inteligibles o incondicionadas, ideas trascendentales, admite cuatro inferencias sofísticas en sentido positivo o negativo, tesis y antítesis -por tanto dos grupos de cuatro inferencias-; y esto se debe a que cada idea trascendental solo admite determinaciones según cuatro conceptos o modos de darse la síntesis (presuposiciones sintéticas en la serie regresiva, o formas a priori de la regresión), ya según la composición, división, origen, y dependencia

139 Cfr. “Por ello no podéis tampoco decir que sea incierto qué es lo que hay que atribuir al objeto en estos casos. En efecto, ese objeto se halla únicamente en vuestro cerebro y no puede darse fuera de él. Consiguientemente, sólo tenéis que preocuparos de poneros de acuerdo con vosotros mismos y de evitar la anfibología que convierte vuestra idea en una supuesta representación de algo empíricamente dado y, por tanto, en representación de un objeto cognoscible según las leyes de la experiencia.”, Kant (CRP, B 512).

de la existencia (cfr. Kant, CRP, B 442-443). Esto lo dice Kant, cuando habla de cuatro tipos de ideas cosmológicas según cuatro tipos de categorías; pues las ideas cosmológicas son las ideas trascendentales, que pueden llamarse -dice Kant- también ideas cosmológicas en cuanto se refieren a la totalidad de incondicionado de las condiciones (totalidad en el regreso -regressus- o ascenso en las condiciones). Cfr. Kant (CRP, B 444-445).

Las cuatro categorías mencionadas son los cuatro modos en que puede realizarse la unidad incondicionada, pues según parece, como unidad incondicionada por el lado de las condiciones (en el regreso) solo puede determinarse o concretarse según esos cuatro modos dados con esas cuatro categorías. Así, por ejemplo, respecto a la idea trascendental del 'yo' como unidad incondicionada de todas las intuiciones del sentido interno (fenómenos internos), ha de ser pensada objetivamente con los conceptos de ser pensante, lo simple, persona (lo que tiene conciencia de su identidad numérica), y en un concepto en el cuarto paralogismo que no podemos identificar. Reconocemos la intuición sistemática proclamada por Kant en un primer momento, pero no reconocemos fácilmente cómo realiza su programa sistemático; pues en la afirmación de que el alma es simple (segundo paralogismo) puede apreciarse que lo simple responde a la categoría de división (y quizá) a la de composición, pero no vemos que categorías son las formas lógicas de los otros conceptos; y no se ve ni siquiera cuál sea el concepto en el cuarto paralogismo con el que se pretende pensar y conocer el alma (unidad absoluta de las intuiciones internas).

Con todo, queda claro que en todos los Paralogismos se toma al sujeto lógico, la unidad lógica que es condición formal de todo pensamiento, como si fuese una unidad empírica y un objeto, para de este modo poder ser pensado bajo los conceptos empíricos; pero solo se obtiene una apariencia de inferencia y conocimiento (determinación objetiva o pensamiento objetivo con esos conceptos empíricos) pues la unidad y serie empírica, no es ni puede ser la unidad lógica [Cfr. Kant (CRP, B 422), véase también A 354-355]; el yo es la representación pura y formal que acompaña y enlaza toda representación, es la forma de la unidad y autoconciencia empírica.140 El

140 Según esto el yo es la misma apercepción o autoconciencia pura (formal) que acompaña a la autoconciencia empírica; no es la forma de la apercepción, sino esta misma, pues es la representación que acompaña a toda representación y

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sujeto empírico como serie sucesiva y temporal no es la serie completa e incondicionada. Así la inferencia se hace sobre el sujeto empírico introducido en la segunda premisa, no sobre el sujeto lógico, y aparentemente se hace sobre este porque en la segunda premisa se introduce subrepticiamente el sujeto empírico que es tomado por, y confundido con, el sujeto lógico. La subrepción da lugar a una confusión (suplantación) de representaciones que es la base de la ilusión trascendental, creyendo tener realidad (objeto) allí donde solo hay una mera unidad lógica y formal, una condición formal de determinación o pensamiento. Y así, claramente, lo que es condición para conocer objetos no puede ser a su vez un objeto a conocer empíricamente, y solo puede ser conocido de modo trascendental (conocimiento trascendental).

Las contradicciones o afirmaciones contrarias respecto a un mismo concepto (predicado) con el que se trata de pensar y conocer una idea trascendental, en realidad, solo se presentan en las Antinomias de la Razón Pura; o sea, sobre la idea de unidad completa e incondicionada de todos los fenómenos en general (intuiciones externas e internas), lo que Kant llama a veces 'mundo', que no es más que la idea trascendental (de totalidad incondicionada de todos los fenómenos) pensada en concreto, como ideal trascendental (cfr. Kant, CRP, B 556-B 608). Este es la determinación sensible general de la idea trascendental, principio formal sensible que determina la idea y permite su aplicabilidad a las categorías del entendimiento (para el proyecto de expansión y unificación de este). Pero Kant nos habla indistintamente, y con ambigüedad y de modo confundente, de la idea como si se tratase del ideal que la determina, pues la idea trascendental expresa una unidad temporal completa e incondicionada pero totalmente indeterminada respecto a la sensibilidad, o sea, sin indicación alguna de como pueda realizarse la unidad en el tiempo. El ideal trascendental es un análogo a los esquemas trascendentales de las categorías del entendimiento, pues cumple la misma función como principio de determinación sensible en general (condición sensible

conciencia empírica, incluida en esta la autoconciencia. La unidad lógica, el yo, es la unidad formal o forma de la unidad, y por tanto, una unidad que es configuración o disposición de representaciones empíricas, no una unidad en el sentido de una totalidad objetiva o reunión real de elementos (fenómenos). La unidad formal es la representación de una unidad objetiva cualquiera en cuanto expresa la condición formal de la unión; y así expresa la unidad objetiva en cuanto a su forma.

general). En definitiva para Kant, la idea trascendental (como toda idea o mero concepto sin objeto o intuición) puede pensarse en concreto como objeto ideal o idea en concreto; y de hecho la determinación o pensamiento bajo un concepto se plantea sobre el ideal trascendental; sobre el mundo en el caso de las Antinomias de la Razón Pura. Se nos dice en la primera antinomia -pongamos como ejemplo- que el mundo, como totalidad completa e incondicionada, tiene un comienzo en el tiempo (tesis), y que no tiene un comienzo en el tiempo (antítesis).

La razón solo tiene un interés y finalidad y nunca puede haber conflicto entre los diferentes intereses de esta, que son distintos modos o direcciones particulares de ese interese único, de modo que la razón nunca puede estar en conflicto consigo misma; todos estos intereses ha de complementarse y coordinarse entre sí para la satisfacción del interés único del que son expresión y medios (cfr. Kant, CRP, B 694). La razón es la facultad cognoscitiva superior y su tarea es la de lograr la mayor y progresiva unidad de los materiales de la intuición (fenómenos), unificando las unidades del entendimiento (cfr. Kant, CRP, B 359 y B 361), y las ideas trascendentales son principios regulativos o condiciones formales de unidad; tienen una función inmanente y regulativa como reglas de avance para el entendiendo (avance de la unidad de los fenómenos en el tiempo); de este modo tiene una significación objetiva, de la que carecen si son tomados como objetos que podamos determinar y conocer. Esto es totalmente imposible e ilusorio, no podemos conocer (pensar con verdad), o sea, determinar en el tiempo, lo que es condición formal de determinación. Los ideales trascendentales son también principios regulativos, en cuanto son condiciones sensibles pero formales para la aplicación las ideas trascendentales, pues cada unidad incondicionada de la razón solo puede ser concebida desde la intuición, bajo condiciones sensibles, y los ideales son estas ideas concebidas en concreto, objetos ideales o ideas en concreto, que no son más que las ideas determinadas sensiblemente aunque de modo general (cfr. Kant, CRP, B 604).

Los principios de determinación temporal no se determinan asimismos, pues por su naturaleza y fuente no tienen la función de determinarse a sí mismos, de aplicarse a sí mismos; y esto es precisamente lo que se pretende en los razonamientos dialécticos, cuando se trata de pensar una idea

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trascendental (un tipo de principio formal) con conceptos empíricos que conllevan categorías (formas lógicas de unidad o determinación en el tiempo), que suponen a su vez ideas trascendentales o reglas de avance continuo y coherente de las unidades empíricas del entendimiento. Tratar de pensar una idea trascendental (una unidad incondicionada en alguna serie regresiva) bajo un concepto empírico -como objeto dado y determinado en el tiempo según ese concepto- es igual a pretender determinar en el tiempo lo que es principio de determinación (regla de progreso), aplicándole la categoría subyacente al concepto empírico (forma lógica) y la misma idea trascendental como regla a priori (principio) de esta categoría y de toda categoría para que todos los conceptos empíricos y juicios empíricos estén unificados. Si la idea trascendental es pensada por un concepto empírico, y determinada a priori por la forma lógica de este (categoría) también ha de quedar bajo la regla de de avance del entendimiento, y por tanto es claro que la idea trascendental se aplica a sí misma tomada como objeto, pues como objeto ha de quedar ordenada dentro del progreso del entendimiento bajo alguna idea trascendental en su función natural y única. Pero esto es inviable, las ideas trascendentales, y en general toda representación pura y trascendental, no es un objeto a determinar en el tiempo sino una regla o principio de determinación en el tiempo.

La Doctrina trascendental del método expone la existencia y necesidad de un camino a seguir por la Razón Pura para evitar que se salga de los límites de la experiencia, y en su vuelo trascendente caiga en un mar inacabable de razonamientos aparentes (dialécticos o sofísticos), y con ello la filosofía se convierta en un campo de batalla con disputas irresolubles e interminables. Este camino puede ser indicado a priori, como un elemento a priori puro que cumpliría una función formal y empírica. Tendría una naturaleza negativa y preventiva, sería una disciplina o legislación negativa o preventiva que nos evitaría caer en el error y la ilusión de un conocimiento trascendente (especulativo), o sea, la apariencia de tener un conocimiento más allá de los límites de la experiencia [Cfr. Kant (CRP, B 740, B 377, B384)]. El método trascendental constituye una disciplina de la Razón pura como actuación que se exige a priori a la Razón Pura para no seguir un método que no es el suyo; observando un Canon de la Razón

Pura (conjunto de reglas o principios a priori que la Razón se da a sí misma para su uso empírico); con este Canon la Razón se autolimita y trata de satisfacer sus intereses; en suma, satisfacerse a sí mima, ya que la razón solo se ocupa de sí misma. Con ello la razón establece el uso correcto de sus facultades (de sí misma). No hay más uso correcto de las facultades cognoscitivas que su uso natural y propio, y este es su uso en los límites de la experiencia, para la progresiva unidad de las representaciones empíricas (intuiciones) y el conocimiento. Como hemos visto las formas a priori de la intuición y especialmente las formas a priori del entendimiento, y la misma forma original de la apercepción (como forma lógica y regla suprema, condición formal suprema y originaria) no deben ser tomadas como objetos (representaciones empíricas objetivas) que puedan ser conocidos, esto es, pensados bajo conceptos (puros o empíricos) y así determinados u ordenados en el tiempo (integrando la experiencia u orden temporal empírico), ya que son reglas (condiciones, principios) de determinación de los fenómenos en el tiempo.

Las ideas trascendentales, junto con sus ideales (como ideas pensadas en concreto, sensiblemente) pueden ser admitidas como hipótesis regulativas (principios regulativos); y de modo problemático, como conceptos no autocontradictorios que permiten el avance continuo y coherente en la síntesis empírica; pero no deben ser tomadas como hipótesis empíricas u objetivas (conceptos con intuición y objeto), pues, como ha quedado dicho, expresan una unidad completa e incondicionada (totalidad perfecta) que nunca pueda ser parte de la serie empírica siempre sucesiva y temporal, y son, por tanto, meras ideas o conceptos de razón.141

Estos son conceptos que la Razón se da a sí misma para satisfacer sus intereses empíricos (cognoscitivos y prácticos), en su absoluta espontaneidad o creatividad. En consecuencia, la Analítica trascendental (de los conceptos y de los juicios) constituye un Canon de la Razón Pura para el entendimiento (Canon del entendimiento), y la Dialéctica trascendental en sus soluciones de los conflictos dialécticos, o sea, la Doctrina de las Ideas trascendentales como principios regulativos es un Canon de la Razón Pura para el entendimiento respecto a su ampliación y coherencia (ampliación constante del sistema del conocimiento en su avance hacia una unidad sistemática

141 Meros conceptos o conceptos vacíos, sin intuición (objeto) correlativa, aunque carentes de contradicción y admisibles de modo hipotético.

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perfecta solo pensada) [Cfr. Kant (CRP, B 708, B 709, B 721, B 729)]. Y ambos cánones constituyen la parte fundamental del Método trascendental como legislación negativa y preventiva; y esto de modo análogo a como la Lógica General es un Canon (un reglamento) para el pensamiento en general, respecto a la forma en general sin considerar contenido alguno. Para el progreso de la experiencia y el conocimiento solo son necesarias y suficientes las hipótesis empíricas (u objetivas), y las ideas trascendentales sólo son admisibles como hipótesis trascendentales, como parte de un conocimiento trascendental, no como hipótesis trascendentes que pretenden un conocimiento más allá de la experiencia, o sea, una determinación temporal de lo incondicionado e intemporal.

El error de la Metafísica especulativa142

es haber pretendido obtener conocimiento desde un método que no es el suyo, imitando el de las matemáticas; pero aunque en ambos casos se trate de un conocimiento racional, en las Matemáticas se trata de un conocimiento por construcción de conceptos; mientras que en la filosofía el conocimiento se deriva de conceptos dados en la experiencia (por derivación desde conceptos dados). Solo en las Matemáticas los conceptos son construidos de un modo original, completo (exhaustivo), y de un modo a priori; precisamente en una intuición a priori respecto a la magnitud (cantidad) de la intuición, que es lo único que puede pensarse a priori. Y en el fondo esta vana pretensión de tratar de pensar meras formas subjetivas (como si fuesen objetos),143 tiene su explicación última -dice Kant- en una gruesa confusión entre los juicios analíticos con los juicios sintéticos. La operación de extraer propiedades de meros conceptos, ya se trate de los conceptos del entendimiento o de las ideas trascendentales o en general de cualquier forma, es una operación analítica, pues se quiere establecer una propiedad desde el mero concepto, y así la propiedad que se dice conocer del sujeto (concepto formal), el concepto empírico que se predica de él, es algo que ya ha de estar incluido en el concepto del sujeto; este establecer la propiedad no puede realizarse de modo sintético, pues esto es extraerlo

142 Y de todo conocimiento especulativo, donde se pretende conocer algo que está más allá de la experiencia y no se da de

manera alguna. 143 Las formas a priori si pueden ser pensadas, pero solo

como tales y bajo conceptos a priori (otras formas a priori); así, por ejemplo, las categorías del entendimeinto por las ideas de la razón, pues las determinan a priori dándoles una unidad. Esto es un parte de un conocimiento trascendental intrínseco (entre principios a priori).

desde la experiencia y bajo las condiciones formales de esta (los principios a priori de la Razón Pura). Ante esta barrera infranqueable, por subrepción y confusión (arte de apariencias y engaño) el concepto formal (categoría, idea trascendental, forma original suprema, etc) es tomado como concepto objetivo, como si fuese un objeto o algo real que pueda ser determinado por vía sintética -y la ordenación sintética es la única manera de determinar, ambos conceptos son equivalentes-; y al hacer esto una operación meramente analítica desde solo meros conceptos (conceptos sin objeto), es tomada como una operación sintética.144

Esto mismo lo expresa magníficamente Schopenhauer al referirse, con plena justeza, al argumento ontológico como un auténtico y sonoro fiasco (embaucación y engaño), mostrándonos que con este se pretende conocimiento desde el solo concepto sin representación intuitiva alguna, de modo que de cualquier concepto que podamos “fraguar en la mollera” pudiéramos tener un conocimiento real, cuando lo que hacemos es explicitar lo que arbitrariamente (a la carta) hemos puesto en el concepto, pues este lo hemos compuesto a nuestro entera satisfacción sin control empírico alguno, fuera de todo procedimiento y proceso abstractivo regulado desde y en la experiencia intuitiva. Esta es la única garantía y fundamento para poder apuntar a algo real e independiente, al mundo externo, aunque de este no podamos decir cómo es en sí mismo (al margen de su manifestación intuitiva) y sea algo totalmente indeterminado (espacio-temporal y casualmente) para nosotros; con todo la intuición es el índice de este mundo independiente del sujeto, pues es el efecto de la acción de aquel mundo (una afección no autógena) sobre el mismo sujeto.

Como dice Kant, no podemos tener conocimiento objetivo alguno de algo si este algo no nos afecta de algún modo, y este conocimiento lo es del modo en que nos afecta, no de ese algo tal como sea en sí mismo. Pero, a pesar de ello, este algo en sí mismo e indeterminado es lo que da referencia objetiva a nuestro conocimiento, que solo así es objetivo, y no las meras leyes subjetivas.145

144 El estado de vacilación de la Metafísica se debe al indistinción de lo analítico y lo sintético se toma el procedimiento analítico como sintético y se da la ilusión de que analizar conceptos es igual a añadir algo (cfr. Kant, CRP, B 19).

145 En esta postura consiste el principio del Positivismo Lógico, que define al Positivismo o corriente positivista. Esto es algo obvio si se lee a los autores positivistas, especialmente a Moritz Schlick. A pesar de ello, existe una obstinación sorprendente en no querer entender esta doctrina en su sentido íntimo y

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7. Conclusiones

Toda doctrina de Kant es una proyección de la hipótesis o doctrina esencial de considerar “las reglas en mí”, como una legislación a priori pura que rige la naturaleza en el sentido de que la constituye. La hipótesis copernicana consiste en el ensayo de un sujeto que impone sus reglas para constitución de la experiencia y de los fenómenos mismos. No hay naturaleza como un orden objetivo que no sea una proyección de la legislación impuesta por el sujeto.

El ensayo copernicano de una “legislación en mí” tiene su base y centro en la doctrina de la idealidad de los sentidos, según la cual las intuiciones son afecciones de cosas en sí mismas, no estas mismas; y el espacio y el tiempo son intuiciones puras y trascendentales, o sea, representaciones intuitivas a priori y puras que son condiciones formales de toda intuición. Son las propiedades formales de las intuiciones sensibles o receptividad en el ser humano, o sea, las condiciones formales para toda afección sobre los sentidos. En suma, toda intuición (fenómeno) es una afección o efecto de algo externo sobre la sensibilidad (sobre el psiquismo), y esta afección es el único medio por el que se nos dan objetos externos (lo externo como algo independiente), que son un algo totalmente indeterminado que no puede ser conocido (pensado objetivamente) tal como es en sí mismo al margen de su manifestación o acción sobre el sujeto. Esta (la receptividad como afectividad) es la doctrina esencial sobre la que se desarrolla la doctrina de la idealidad del espacio y el tiempo, y sobre esto toda las doctrinas ulteriores (la doctrina trascendental como continuación o desarrollo de la doctrina fenomenista que afirma que las cosas solo nos son dadas o manifiestas en cuantos nos afectan).146

Este ensayo se concreta en la distinción esencial entre lo puro (lo a priori puro) que pone el sujeto, y lo empírico y a posteriori, lo que es dependiente y se origina en la experiencia. Lo a priori puro (o simplemente lo puro) es una especie de lo a priori (de lo absolutamente a priori), de lo que es independiente de la experiencia, y Kant lo refiere como lo absolutamente a priori que

fundamental, queriéndola presentar (a toda costa) como lo que no es, y además pretendiendo hacer escuela y tradición con este craso y sorprendente error.

146 Este es el principio filosófico desde donde se construye toda doctrina ulterior, como proyección del mismo; solo después de admitir que las cosas externas se nos ofrecen en cuanto nos afectan, se introducen el resto de afirmaciones sobre lo que sea el conocimiento, y el modo que tiene lugar la intuición (afección).

no contiene elementos empíricos. Los principios de las ciencias (parte racional de estas) son juicios a priori, pero no puros, pues contienen conceptos empíricos; por ejemplo, “todo cambio tiene su causa”.

Pero lo a priori puro puede ser a su vez de dos tipos; como puro trascendental o condición formal de toda experiencia y conocimiento posible, o como puro no trascendental. Las intuiciones, conceptos, y proposiciones de la Matemática (Geometría y Aritmética) son elementos a priori puros (absolutamente independientes de la experiencia y sin conceptos empíricos), pero no son principios trascendentales. Los conceptos matemáticos son representaciones mediatas construidas a priori de modo original y exhaustivo directamente sobre la intuición pura (tanto trascendental como intuiciones puras matemáticas -cículo, triángulo, etc-); y son determinaciones a priori de estas intuiciones puras matemáticas, de modo análogo a como las intuiciones puras son determinaciones de toda experiencia en general, y el tiempo es la forma general de toda determinación pura y empírica.

Las leyes de la ciencia empírica o juicios generales que no sean principios (parte racional, por ejemplo, Física Racional) son leyes (juicios) empíricos o generalizaciones empíricas obtenidas por una extensión arbitraria (inducción); son “generalizaciones comparativas e hipotéticas” que dependen de la experiencia de la que son extraídos, y nunca pueden ser confundidos con generalizaciones a priori, y mucho menos con juicios trascendentales; no pueden presentar una universalidad necesaria y a priori (sólo una universalidad hipotética), pues nunca nos dicen que la experiencia ha de ser así, sino sólo que hasta el momento la experiencia ha sido así. Confundir las generalizaciones empíricas con juicios a priori necesarios de cualquier tipo es un error común (según puede a preciarse) en profesionales y estudiantes de la filosofía, pero no deja de ser un craso y sorprendente error, que pone en evidencia la total falta de entendimiento de Kant.

Por tanto, la Estética (teoría de la afectabilidad) es la teoría básica; y la Estética trascendental es la doctrina esencial respecto a toda la Filosofía trascendental como Critica de la Razón Pura, y de la Ciencia de la Razón Pura como Sistema completo de conocimiento a priori; ya que en ella se establece la doctrina de la intuición o receptividad como afectación (afectividad), distinguiendo la materia o sensación (lo real en la intuición, efecto

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sobre el sentido sin forma o configuración), y la intuición (sensible en el hombre) como sensación determinada en el espacio y en el tiempo. Pero no es la doctrina esencial o básica, pues lo es la doctrina de la intuición como receptividad de objetos, y esta como afectabilidad.

Por tanto, nos encontramos en Kant con la doctrina básica y totalmente esencial, como fundamento primero o lo primero en la construcción teórico sistemática, de que el conocimiento supone entrar en relación o interacción con algo. Kant nos dice que “no puede haber conocimiento de algo si este algo no nos afecta de algún modo”, y al final lo que tenemos es que conocemos de lo externo (e interno) indeterminado el modo en que no afecta. En la Estética trascendental se establece ya lo que es el pensamiento y el conocimiento, precisamente como determinaciones de las intuiciones en el tiempo.

El concepto de noúmeno es pues un concepto negativo; expresa el “límite de la receptividad” o intuición, que es la capacidad de recibir objetos, la “facultad por la que se nos dan objetos”. De modo que este concepto expresa de modo negativo la doctrina esencial del idealismo de los sentidos, y desde aquí la hipótesis copernicana de una legislación en mí. Expresa la base esencial y núcleo íntimo del ensayo copernicano, o sea, la doctrina de la intuición o receptividad como afectividad sobre el sentido de lo externo indeterminado (aunque según las reglas subjetivas).

El concepto de receptividad o intuición como afectividad deja patente, y fuera de toda duda y discusión, que el carácter objetivo del conocimiento o el pensamiento se deriva del hecho de que el fenómeno o intuición es un efecto (afección) sobre el sentido de algo externo pero totalmente indeterminado. La objetividad supone y consiste o bien en una referencia a algo exterior e independiente del sujeto; o bien en el propio cuerpo como algo en sí (como si fuese una cosa externa más), en cuanto nos afectamos a nosostros mismos.

Con todo, el conocimiento, y en general el pensamiento (verdadero o falso), recae sobre el fenómeno o afección, que es lo determinado en el tiempo según las reglas o principios a priori del entendimiento y la razón; de modo que se puede decir que se trata de un conocimiento fenoménico. Se trata de un pensamiento y conocimiento sobre fenómenos, si bien estos en su carácter de afecciones (efectos) es lo que da en definitiva referencia objetiva; pues,

aunque por esta entendamos fenómeno, y a este fenómeno o intuición le llamemos objeto del conocimiento (de determinación verdadera), este no deja de ser una afección en el psiquismo según las condiciones formales subjetivas, y apunta algo independiente aunque indeterminado como su causa, de la que es representación inmediata. El concepto será definido por Kant como representación mediata de lo externo indeterminado (representación intelectual), ya que es representación inmediata de la intuición (representación inmediata de lo externo indeterminado).

La Crítica de la Razón Pura es la misma Filosofía trascendental (en esbozo) donde se establecen los elementos a priori puros que hacen posible los fenómenos, la experiencia, el pensamiento y el conocimiento; estableciendo su fuente, naturaleza y número preciso, y con ello su función propia, y el modo como se coordinan con el resto de elementos. Así se establecen los principios a priori de la intuición, y los principios a priori del pensamiento (entendimiento), y de la Razón como facultad cognoscitiva superior, como facultad de unidad por inferencias (o sea, el principio general de unidad incondicionada y completa, y sus especificaciones en las ideas trascendentales). El conocimiento de estos principios o reglas subjetivas es el conocimiento de cómo es posible el pensamiento, el conocimiento, y la experiencia misma (y de los fenómenos como partes de esta); este es un conocimiento de las condiciones formales subjetivas o reglas en mí. El conocimiento matemático es una determinación de intuiciones puras no trascendentales (triángulos, círculos, etc), y el conocimiento en general es una determinación de una intuición cualquiera, ya empírica de origen externo o interno (conocimiento empírico), ya pura no trascendental (conocimiento matemático), ya empírica en general y pura no trascendental (conocimiento trascendental como conocimiento de las condiciones formales de todo conocimiento empírico y matemático; no de todo conocimiento, pues incluiría el propio conocimiento trascendental que tiene un fundamento distinto). Así, cuando Kant habla del conocimiento en general (dando un concepto general de conocimiento que subsume al conocimiento empírico y al resto de tipos), lo define como determinación de una intuición cualquiera; de modo que los principios a priori son condiciones y determinaciones de toda intuición, ya empírica de origen externo o interno, ya

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pura no trascendental (triángulo, círculo...), ya como una intuición aislada ya como una totalidad; pues en el conocimiento trascendental se tiene un conocimiento de las condiciones subjetivas de todo conocimiento, no sólo del empírico, sino del matemático, y así es una dterminación formal de toda intuición posible.

La unidad de la apercepción (autoconciencia) pura expresada con el término 'yo' es la unidad y regla formal originaria y suprema; ofrece el tiempo (su forma) como forma general de la experiencia, de toda representación intuitiva empírica o no (o reducible a intuión); así como lo es de toda representación o principio puro como determinación ulterior de esta unidad originaria, es decir, de las categorías y principios del entendimiento puro como determinaciones del orden temporal original según los modos del tiempo (permanencia, sucesión y simultaneidad). Los conceptos y juicios empíricos y toda trama de estos en una teoría empírica, es una determinación o aplicación de los principios del entendimiento puro, y por medio de estos de la unidad originaria y suprema (de la apercepción). Esta es el principio formal supremo, y el centro y base de toda la legislación trascendental (en mí); por tanto la Estética trascendental y la Lógica trascendental son desarrollos o implementaciones de la unidad original, que da el marco teórico esencial. Esta es la representación formal y pura suprema que reside en mí y es producto de la absoluta espontaneidad del sujeto.

La imaginación es facultad de síntesis cualquiera, en el sentido de realizar la operación de combinar o enlazar -facultad activa o dinámica- representaciones cualesquiera (puras y empíricas, intuitivas y conceptuales). La imaginación trascendental produce las unidades a priori expresadas en las categorías según los modos temporales, y produce los esquemas trascendentales como condiciones sensibles generales para la aplicación de las categorías y principios del entendimiento. Las ideas trascendentales de la razón pura, esto es, algunas de las “categorías despojadas de sus límites empíricos” son productos de la imaginación pura (trascendental) como unidades (síntéticas) completas e incondicionadas (absolutas), meras ideas o conceptos de razón.

Las ideas de la Razón pura, como especificaciones del principio de unidad de razón, determinan la unidad original, actuando como principios regulativos de la experiencia; o sea, son reglas de avance

empírico (en general intuitivo) para que la síntesis del entendimiento no se detenga, y todas las líneas de este armonicen entre sí. Por tanto, son reglas a priori para la aplicación empírica de la razón que consiste en unificar las síntesis empírica del entendimiento (conceptos y juicios empíricos) por medio de inferencias. Pero también para unificar las síntesis del entendimiento en las intuiciones matemáticas (Principios del entendimiento matemáticos); ya que la razón es facultad de unidad sistemática para toda aplicación del entendimiento, en este caso para armonizar y promover lo que tiene certeza. Las unidades de razón son focus imaginarius a los que tiende el entendimiento en sus unidades condicionadas e incompletas (todo concepto y juicio empírico) como si pudiera alcanzarlos, de modo que este avance ininterrumpidamente y de modo armonioso (armonía del entendimiento consigo mismo). La unidad de Razón (sistemática) es una unidad meramente pensada (mero concepto) que actúa como regla o principio regulativo para la ampliación constante de la experiencia, permitiendo la proyección de esta en cuanto adelanto de esta respecto a su forma y posibilidad. El proyecto de unificar y ampliar constantemente la experiencia por medio de las ideas trascendentales como focus imaginarius, es la determinación progresiva de la unidad temporal original, y por tanto, la realización siempre inconclusa del proyecto que ya está dado con la misma unidad original; pues esta equivale al proyecto de su determinación ininterrumpida. Todo conocimiento y unidad intuitiva es una determinación de la unidad temporal original indeterminada; y así todo avance en el conocimiento empírico es una progresión en esta determinación.

Como conclusión final, podemos afirmar que toda unidad empírica es una determinación en el tiempo, siempre incompleta y condicionada; todo concepto y juicio empírico es una tal unidad, y está por principio exento de universalidad necesaria. La necesidad solo corresponde a lo a priori, a lo que no depende de la experiencia (las formas o principios subjetivos de determinación). La necesidad se da en la estructura de la experiencia, y en ella misma, por cuanto es una ordenación o determinación de fenómenos en el tiempo, y no un mero juego de representaciones que podría o no haberse dado (producto de la fantasía, donde no hay reglas necesarias, ni límite ni necesidad alguna). Todos los principios subjetivos (entre ellos la

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causalidad) son principios de determinación en el tiempo, y por ello reglas que fundan la objetividad como necesidad en la sucesión empírica observada (y probable en las hipótesis generales o leyes empíricas, que son reglas empíricas de sucesión). La sucesión de fenómenos en el tiempo es, pues, algo necesario; y solo la universalidad expresada en las proposiciones generales empíricas es algo hipotético y no necesario (universalidad hipotética o comparativa). En los argumentos dialécticos o aparentes se trata de pensar y conocer una regla de determinación como si esta fuera una representación empírica que pudiera ser determina en el tiempo; pero, claramente, lo

que es principio de determinación en el tiempo no puede determinarse en el tiempo. Esto constituye una grave confusión de representaciones totalmente heterogéneas por su origen y función; todos los argumento sofísticos se fundan en la ilusión de tener un objeto allí donde solo hay una regla formal subjetiva, creyendo ver realidad donde no hay tal. Esta solo es dada por la intuición o receptividad, que es la que nos pone en relación con un mundo independiente, un algo externo pero totalmente indeterminado e incognoscible en lo que sea al margen de su acción (efecto) sobre nosotros.

Referencias

Kant, I. (2007) Crítica de la Razón Pura. Madrid: Taurus.

Kant, I. (2004) Antropología. Madrid: Alianza.

Hume, D. (2008) Tratado de la naturaleza humana. Madrid: Tecnos.

Hume, D. (2007) Investigación sobre el conocimiento humano. Madrid: Alianza.

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