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Llamamiento a la desobediencia pedagógica. Retrato del padre del aula de 1852 [email protected] https://www.facebook.com/desobediencia.pedagogica Marzo 2014

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Llamamiento

a la

desobediencia pedagógica.

Retrato del padre del aula de 1852

[email protected]

https://www.facebook.com/desobediencia.pedagogica

Marzo 2014

Llamamiento a la desobediencia pedagógica.

Los docentes que escribimos este llamamiento no queremos resignarnos a ser partícipes

necesarios de un sistema educativo cuya crisis permanente y creciente tiende a desdibujar

todas sus funciones menos las de encierro, control y disciplinamiento de niños,

adolescentes y jóvenes. Y esto nos indigna, nos rebela.

No creemos ni en el camino de la desesperanza, de la institucionalización, del “nada

puede hacerse contra este sistema nefasto”, ni en el camino individualista que intenta

ponerle una carita feliz al engranaje de una máquina que tritura futuros.

Creemos que debemos asumirnos como sujetos transformadores, capaces de pensar y

actuar junto a otros, negando el rol que desde los ministerios pretende cosificarnos,

reduciéndonos a enseñadores de programas prescriptivos y obedientes a cuanta directiva

nos bajen.

Quienes militamos o alguna vez lo hicimos, sabemos que nada nos excusa para la inacción.

Ni las “embestidas neoliberales”, ni la claudicación de críticos devenidos en funcionarios,

ni el caleidoscopio siniestro llamado estatuto docente, ni las “soluciones” de un

progresismo cuya mayor profundidad termina en el lema “por más educación pública”.

También sabemos que todas las injusticias no pasan por el salario docente ni por la

desinversión edilicia, y que si no se atacan los núcleos problemáticos, pedir más

presupuesto equivale a potenciar un sistema que aumenta la injusticia social.

A modo de ejemplo, queremos mencionar algunos núcleos problemáticos (nótese que

muchos vienen señalándose hace décadas):

La verticalidad piramidal del sistema se riñe (y gana) con “la formación de sujetos críticos y

autónomos” que nominalmente persigue. El currículum oculto y nunca escrito opera a

pleno.

Contenidos, programas y hasta diseños curriculares que lejos de ser producto de debates

de las respectivas comunidades educativas, son pensados e impuestos por tecnocracias

ministeriales. Aparecen así, como bajada ideológica, propaganda a favor de los alimentos

transgénicos y de la mega minería, por nombrar sólo dos problemáticas que hoy

angustian, enferman y matan a miles de personas.

Y aquí queremos batallar contra dos discursos, muy sensibles al progresismo e incluso

sostenidos por sectores sindicales de izquierda:

a- que en la escuela pública hay pluralidad ideológica y b- que existe un “saber

enseñar” que prescinde de los estudiantes y niega la dialogicidad, la bidireccionalidad del

proceso de enseñanza aprendizaje.

Los docentes taxis, con sus horas dispersas en más de 5 escuelas, inhiben el sentimiento

de pertenencia, la implicación ética, vocacional, humana, y anula con eficacia la

comunicación entre docentes. De manera que el docente asuma como su única opción

funcional en la escuela, ser el superior de sus alumnos y el subalterno de los directivos.

Este mecanismo funcionalista interactuando con una formación docente pauperizada y

mercantil ($ por puntos) promovieron la aparición de docentes que siguen el juego, “total,

¿qué podés esperar de estos negros?”, es una frase no rara de escuchar en una sala de

profesores y maestros.

La inclusión escolar y la terminalidad suelen operativizarse como simple introducción de

cuerpos en los edificios escolares, con la intención de aprobarlos como sea para que las

estadísticas cierren. ¿Hasta cuándo vamos a escudarnos en una obediencia debida? ¿Cuál

es nuestro límite ético?

Falsear las estadísticas, además de ser una política poco inteligente, pues deslegitima y

destruye el valor de las estadísticas mismas, implica en educación el sostenimiento de

mentiras que dañan concretamente a estudiantes. No son pocos los escolarizados que no

han podido alfabetizarse dentro de la escuela y “escapan” de las estadísticas por

diferentes motivos: los problemas de disciplina (y aquí invitamos a pensar a la violencia

escolar como un síntoma del malestar institucional) y/o los tratamientos

psicológicos/psiquiátricos con uso y abuso de psicofármacos. O los desertores escolares

que, “dibujo de matrícula” y flexibilización del régimen de regularidad mediante, pasan a

ser invisibles, porque estadísticamente la inclusión “es un éxito”.

Quienes apuestan a la profesionalización docente muchas veces pretenden que esto

implique la capacidad para enseñar cierta disciplina a cualquier grupo, en cualquier

institución, siguiendo a pie juntillas lo dispuesto por autoridades en estatutos y diseños

curriculares. Si bien la escuela se nos aparece muchas veces como un espacio

contradictorio, no es un lugar “neutral”.

Para esta visión maquínica, el docente es sólo un engranaje más, no es necesario que

exista una comunidad escolar con vida propia ni que los docentes pierdan tiempo

comunicándose entre sí (más que para unificar diseños) ni que el docente investigue junto

con los estudiantes las necesidades de cada grupo (más que para mejorar su “manejo” de

éste) ni siquiera es preciso que el o la docente dialogue con los estudiantes pues enseñar

su disciplina supone que uno sabe y el otro no.

Quienes escribimos el presente texto apostamos a cosas opuestas.

Creemos que los docentes no sólo podemos sino que debemos constituirnos como un

colectivo transformador, capaz de pensar junto a estudiantes y padres qué escuela

queremos, capaz de asumir su papel instituyente, capaz de cambiar radicalmente la

dinámica de la escuela pública basándose en una crítica aguda, despiadada e implacable

de un sistema que parece diseñado para enseñar la aceptación pacífica de la alienación y

la opresión a los hijos de la clase trabajadora.

No estamos hablando de activar gremialmente en sindicatos que, lejos de ser cajas de

resonancia para críticas pedagógicas, se limitan a sostener un consignismo vacío y progre

(ni pretendemos desalentar aquí iniciativas que busquen revertir esta pobre realidad

sindical).

Estamos hablando de encontrar nuevas formas de comunicarnos en la escuela, de

juntarnos a pensar, a reflexionar sobre nuestras prácticas y sobre nuestras problemáticas

cotidianas, de juntarnos para urdir proyectos de articulación no pensados por la

burocracia de “la inclusión y la terminalidad”, para pensar estrategias que permitan una

inclusión real, para revisar críticamente el reinado del discurso jurídico en la escuela, para

cuestionar la pérdida de autonomía de las escuelas a manos de supervisores y

funcionarios de mayor rango y obediencia.

Llamamos a la desobediencia pedagógica de la manera más colectiva posible, negándonos

a asumir el papel pasivo y nefasto de matarifes de la inteligencia y la creatividad,

rechazando sus vacíos e insípidos cursos de capacitación bajo la bandera de la

competencia, para agruparnos entre pares en el sendero de la cooperación y emprender

una educación auténtica, reflexiva, dialógica, capaz de sacudir conciencias y corazones.

Esta tarea es vocacional, es política, es nuestra. Nos la debemos, se la debemos a los

pibes, y la podemos empezar en este ciclo lectivo 2014, es sólo cuestión de hablar con los

compañeros más afines y tramar juntos.

Queremos con este llamamiento inaugurar múltiples instancias de comunicación, de

acción y reflexión, de intercambio de experiencias transformadoras. Nuestra idea consiste

en que podamos organizar, en el menor tiempo posible, un encuentro presencial a partir

de encontrarnos virtualmente en:

[email protected]

https://www.facebook.com/desobediencia.pedagogica

Desobediencia pedagógica. Marzo 2014