llamamiento a la defensa del campus universitario como bien común
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Retomar la necesidad e defender lo público como bien común.TRANSCRIPT
Llamamiento a la Defensa del Campus Universitario como Bien
Común
Es difícil entender la Universidad Nacional sin recurrir a su historia. Mucho más complejo, es lograr
referir la historia de la UN sin relacionarla con la historia del País. Los lugares de memoria, de
identidad de la Universidad Nacional de Colombia, son también lugares de memoria colectiva del
País; un país que tiende a olvidar, a negar y desconocer su historia.
Es esa una razón primera en el llamado a la defensa del campus universitario. No existirá historia
sin tiempo, y ella, como proceso entre personas, en lugares determinados, no puede hacerse,
sufrirse ni parirse sin relación a espacios físicos. Espacios físicos que con el tiempo se impregnan
de los procesos que acunan, y se hacen territorios, patrimonios de la sociedad, bienes comunes en
tanto reflejan el camino que ha tomado la ciencia, la academia y el arte en el País, y como ese
caminar va parejo con la historia de una sociedad que le ha impreso a cada paso el sino de la
época, de los retos y frustraciones de generaciones que a lo largo del tiempo han pasado por el
Campus Universitario. La Defensa del Campus universitario es también la reivindicación de nuestra
memoria colectiva, de un escenario de disputas académicas, artísticas, éticas y políticas de cara al
proceso de construcción de Nación, proceso pocas veces armónico, pocas veces alegre, pero en
todo caso fundamental como clave para transformar nuestro futuro.
Por nuestra memoria, aquella que deriva en nuestra identidad, en la tradición académica bajo la
cual nace la Ciudad Universitaria, entendemos que la Unidad del Campus, su integralidad, es
inherente al proyecto académico que ampara la Universidad Nacional de Colombia. La posibilidad
de construir, superando las diferencias entre las ramas del saber, conocimiento que abra los
caminos de la ciencia, el arte, la política y la cultura a un país que aún clama por encontrar su
camino, y del cual la constante histórica de la UN y su comunidad ha sido entregar hasta la vida
por su construcción, dedicándola a la academia, la cultura o la política – como formas de disputa,
de construcción y de reivindicación del papel de cada uno y cada una en la historia colectiva – con
el único objetivo de refrendar el voto de confianza depositado por la sociedad en ella, al dotarla de
autonomía en su construcción.
Porque en la Universidad las verdades establecidas no quedan en pie. Por su naturaleza y esencia,
no hay axioma, concepto, técnica ni estética que sea invulnerable al ímpetu transformador de la
juventud que la habita, el genio que la mueve, y la creatividad ilimitada que la proyecta. Somos
UN, y en ese camino, hay dos constantes: una comunidad universitaria activa, crítica, rigurosa y
reflexiva que habita un campus, un mismo espacio, en el que comparte un mismo sueño, y un
compromiso común: Sentar los cimientos de la nueva ciencia, el nuevo arte, y la nueva cultura que
dignifique a Colombia, forjar los nuevos hombres y mujeres, los nuevos criterios, que dirijan hacia
caminos ciertos a la sociedad. Es ese el peso de la idea de Universidad Pública, abierta a todos los
sectores sociales y populares del País como esencia de su carácter Nacional.
El ejercicio de la autonomía consiste en abrir caminos propios por parte de la comunidad
universitaria; caminos dictados por el compromiso social de la Universidad, y el avance propio de
la academia. Ese ejercicio, reclamado históricamente por la comunidad universitaria, no ha corrido
al mismo ritmo con los caminos del lucro, de la rentabilidad. Todo llamado a determinar el camino
de la UN por la rentabilidad, el lucro, o la axiomática rentabilidad, es una afrenta a la complejidad
del ejercicio académico, una sustitución de lo esencial de la Universidad, de su función social. Y la
función social de la Universidad, sus fines misionales para con el País, así como su historia, y su
tradición académica y cultural, son quienes deben determinar un ejercicio real de construcción y
manejo democrático del campus universitario. Una mínima condición de autonomía universitaria
refiere al campus, su manejo y construcción colectiva por parte de los actores que le dan vida, le
han dotado de significado, cualquier intención de expropiarlo, cederlo, negociarlo u ocuparlo por
la fuerza, es una traición a al campus universitario como expresión física de la autonomía
universitaria, del proyecto social que encarna y construye la Universidad.
Contrario a la ortodoxia oficial, que en aulas y plazoletas cuestionamos con ánimo universitario; no
es el mercado, ni la fría y plana rentabilidad, el demiurgo de lo real. La historia, como objeto de
conocimiento, como proceso social que vivimos y reconocemos, demuestra que son los actores
sociales, los hombres y mujeres de carne y hueso, quienes hacen la historia, quienes construyen
amaneceres a nuevas épocas. Que traiciona el ánimo académico, la rigurosidad y la verdad
histórica quién eluda su responsabilidad con la Universidad Nacional, refiriendo el peso de la
historia. El peso de la historia recae sobre nuestros hombros, y son por tanto el Gobierno,
directivas y nosotros como comunidad universtaria y la sociedad colombiana, los responsables del
futuro, el presente y la historia de la Universidad Pública. Que el desentendimiento del Estado
para con la financiación estatal a la Educación Pública, la creación de mecanismos
suprauniversitarios de evaluación, control y sanción a beneficio propio y ajeno al camino de la
academia, no son mecanismos creados por manos invisibles; por el contrario, nacen de mentes
conscientes del beneficio que les representan, y que entienden cuanto perjuicio causa en una
sociedad sumida en la violencia, la exclusión política e indecibles penurias económicas.
Largos y difíciles caminos son atravesados por el conocimiento, a menudo franqueados por
intereses económicos, políticos que les cierran, o por el contrario, les impulsan. Pero en ellos, los
hombres y mujeres que se atreven a afrontar las dificultades que a su paso encuentran, son los
que se dignifican, se construyen y trazan, colectivamente, las páginas de la historia, y en nuestro
caso, construyen Universidad, Pública, Nacional. Vivimos juntos el campus, compartimos el camino
de la academia, y en él, la disputa por una Nación Soberana, como base indiscutible de una
Universidad auténticamente Nacional. Este campus condensa la historia, el papel, y el futuro de la
más importante Universidad del País y de su historia. En él, habitan las ideas, la creación, la crítica,
e inteligencia que la historia reclama para su defensa. Por él, nacieron corrientes de pensamiento,
criterios, acciones, y esperanzas, que llenaron de color, de vida – pese a en muchos casos ser
correspondidos con la muerte – barrios, veredas, fábricas, galerías de arte, plazoletas y en suma
cada espacio del País. Es por eso que reconociendo el papel de la Universidad, y en ella, al campus
universitario como expresión de la misma, que anunciamos todo nuestro empeño, ingenio y
compromiso con su defensa; defensa que no es otra cosa sino el reconocer el deber histórico que
como generación nos asiste: defender la integralidad del campus como bien común de la sociedad
colombiana; y avanzar en la construcción de un nuevo modelo educativo, como base de una nueva
Universidad, auténticamente Pública, auténticamente Nacional.
Emprendemos este camino con el entusiasmo de reconocernos hijos e hijas de este campus; con la
convicción de entender que se trata de una campaña colectiva, nacida del reconocimiento de que
esta historia común, y la ciudad universitaria como espacio de encuentro de las ramas del
conocimiento, han forjado un sujeto colectivo consciente, crítico, activo y siempre dispuesto a
aportar en la edificación de una sociedad diferente; hecho que pasa irremediablemente por
defender esa cuna de historia, de arte, de esperanzas y sueños que llamamos nuestro campus. Las
ideas, las personas, que hemos habitado la comunidad universitaria, hoy apelamos a nuestro
deber de defender la Universidad Pública, de construirla y de aunar esfuerzos en resistirnos a ser
la generación que vio perder el campus universitario ante concesiones, comodatos, cesión de
espacios, y expropiaciones. En últimas, refrendamos el compromiso con este espacio, con este
campus, en que sea, siga siendo, el espacio académico por excelencia en el País, el lugar
privilegiado del arte, la ciencia, la técnica, la cultura; espacio para la imaginación, la creación y el
conocimiento.
Ratificamos nuestro compromiso con el País. Llamamos a intelectuales, académicos, profesionales
y comunidades científicas a reencontrarnos y rodear la ciudad universitaria. Al campesino que
labra la tierra, al indígena que defiende su autonomía, afrocolombianos que enarbolan la
resistencia, a los y las trabajadores, a las mujeres que luchan por su dignificación y las
comunidades LGBTI que reclaman su justo reconocimiento de derechos, y en conjunto a todos y
todas las habitantes del País, a construir un espacio común, solidario, amplio y unitario, con un
único horizonte: la defensa del campus como bien común, como escenario de historia y memoria,
necesario para la edificación de País posible. El campus como bien común, para beneficio y
bienestar de las gentes del común. Como espacio físico para el debate, la construcción y el renacer
de esperanzas, razones y argumentos para forjar un Nuevo País, uno con Soberanía, Democracia y
Paz.
Ciudad Universitaria, Mayo de 2013