liturgia la salvación en acciones simbolico sacramentales

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TEMA 6: LITURGIA: LA SALVACIÓN EN ACCIONES SIMBÓLICO-SACRAMENTALES "Para llevar a cabo una obra tan grande" -la dispensación o comunicación de su obra de salvación - "Cristo está siempre presente en su Iglesia, principalmente en los actos litúrgicos”. (SC 7) (Catecismo de la Iglesia Católica, 1088). "Realmente, en una obra tan grande por la que Dios es perfectamente glorificado y los hombres santificados, Cristo asocia siempre consigo a la Iglesia, su esposa amadísima, que invoca a su Señor y por El rinde culto al Padre Eterno" (SC 7; CIC, 1089). CELEBRAMOS LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN EN ACCIONES SIMBÓLICAS. De todo lo dicho hasta aquí se deduce que el plan de Dios es a la vez historia y misterio. Es historia porque se realiza en el acontecimiento Cristo. Es misterio porque la misma y única salvación se presencializa en la persona de Cristo. La Iglesia, y, de modo singular, los signos sacramentales de la liturgia, dejan claro que misterio e historia son inseparables. En efecto, la salvación es un acontecimiento histórico que se perpetúa en el espacio y el tiempo mediante la liturgia. Por otra parte, el acto litúrgico no sólo es un hecho mistérico sino también un acontecimiento de salvación ya que al pertenecer al tiempo de la Iglesia, está también en contacto con el tiempo de Cristo. Y es también un acontecimiento sacramental porque la salvación se realiza de modo distinto al del hecho histórico, como veremos ahora.

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Page 1: LITURGIA LA SALVACIÓN EN ACCIONES SIMBOLICO SACRAMENTALES

TEMA 6: LITURGIA: LA SALVACIÓN EN ACCIONES SIMBÓLICO-SACRAMENTALES

"Para llevar a cabo una obra tan grande" -la dispensación o comunicación de su obra de salvación - "Cristo está siempre presente en su Iglesia, principalmente en los actos litúrgicos”. (SC 7) (Catecismo de la Iglesia Católica, 1088).

"Realmente, en una obra tan grande por la que Dios es perfectamente glorificado y los hombres santificados, Cristo asocia siempre consigo a la Iglesia, su esposa amadísima, que invoca a su Señor y por El rinde culto al Padre Eterno" (SC 7; CIC, 1089).

CELEBRAMOS LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN EN ACCIONES SIMBÓLICAS.

De todo lo dicho hasta aquí se deduce que el plan de Dios es a la vez historia y misterio. Es historia porque se realiza en el acontecimiento Cristo. Es misterio porque la misma y única salvación se presencializa en la persona de Cristo.

La Iglesia, y, de modo singular, los signos sacramentales de la liturgia, dejan claro que misterio e historia son inseparables. En efecto, la salvación es un acontecimiento histórico que se perpetúa en el espacio y el tiempo mediante la liturgia.

Por otra parte, el acto litúrgico no sólo es un hecho mistérico sino también un acontecimiento de salvación ya que al pertenecer al tiempo de la Iglesia, está también en contacto con el tiempo de Cristo.

Y es también un acontecimiento sacramental porque la salvación se realiza demodo distinto al del hecho histórico, como veremos ahora.

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La liturgia es una acción que se expresa mediante gestos simbólicos.

La acción litúrgica no consiste en la reproducción histórica del acontecimiento salvífico. Tampoco consiste en la repetición mimética de unos gestos. La Eucaristía no es la reconstrucción de lo acaecido en el cenáculo o en la cruz. En primer lugar, porque el hecho histórico es irrepetible y, en segundo lugar, porque la acción litúrgica es algo mas que un factor de experiencias psicológicas o emotivas.

La liturgia actúa por vía simbólica. El símbolo unifica indisolublemente el contenido objetivo (significado) con el gesto expresivo (significante).

La liturgia es el símbolo que une conjuntamente las dos formas operativas, histórica y mistérica, de la única acción salvífica de Dios. El hecho de salvación original se hace de nuevo presente no en su realidad física sino en su realidad nueva de misterio o de acto de salvación de Dios, hoy.

Con razón, pues, se considera la Liturgia como el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo. En ella los signos sensibles significan y, cada uno a su manera, realizan la santificación del hombre, y así el Cuerpo Místico de Jesucristo, es decir, la Cabeza y sus miembros, ejerce el culto público íntegro. En consecuencia, toda celebración litúrgica, por ser obra de Cristo sacerdotes y de su Cuerpo, que es la Iglesia, es acción sagrada por excelencia, cuya eficacia, con el mismo título y en el mismo grado, no la iguala ninguna otra acción de la Iglesia

La liturgia es una realidad de orden sacramental y simbólico. Nada de lo que hemos visto en los temas anteriores sería real y efectivo sin la mediación de unos gestos, de unos símbolos y de unas palabras que tienen la finalidad de poner al hombre en contacto vital con la salvación, o sea, con el misterio de Cristo muerto y resucitado. La eficacia salvadora de todos estos medios no depende de los mismos sino del propio Cristo que quiso servirse de este modo humano-divino de presencia para entrar en contacto con todos los hombres de todos los tiempos.

Pero vamos a ver algunos detalles sobre lo simbólico: los símbolos se inscriben en lo sagrado, en ese orden de la realidad que incluye la posibilidad de salvación. Operan lo que la fenomenología llama ruptura de nivel con lo cotidiano: nos introducen en un orden diferente de la realidad.

Son lugares de realización del misterio, lo manifiestan aunque no lo abarcan, ni lo agotan... lo sugieren, invitan a la presencia.

Revelan una modalidad de lo real que no es evidente. Es como ponernos del lado misterioso de la vida, del lado del Misterio. En ellos habla la dimensión sacramental de la vida humana. Por eso, descubre la relación entre los órdenes de la realidad gracias a su polisemia, a su variedad de significados.

Así lo litúrgico hace referencia clara a la existencia en su conjunto. Resuena en el interior de cada persona la vida misma ante Dios. Lo fundamental de la existencia es presencializado ante Dios. El hombre aparece habitado por lo divino. Es, en definitiva, abrir

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al hombre a una realidad divina que le sobrepasa. El hombre se convierte en lugar de contacto de dos mundos, lugar de encuentro con el Misterio de Dios (J. Martín Velasco).

Por eso, la liturgia es una acción memorial (anamnética).

Estamos viendo que la liturgia tiene una eficacia operativa, actúa la salvación, porque reúne en una misma acción el hecho salvífico pasado, presente y futuro.

Y damos un paso más: un factor imprescindible de la liturgia es hacer memoria del acontecimiento de salvación, históricamente acaecido. Sin esta memoria le faltaría a la acción litúrgica su contenido real, la salvación; y el acontecimiento salvífico no pudría llegar a los hombres en su condición histórica.

El papel decisivo del memorial aparece con claridad en la institución de la Eucaristía. Jesús la lleva a su cumplimiento: el memorial-figura de la antigua alianza se convierte en el memorial-realidad de la nueva. Se celebraba la salvación acaecida en la Pascua Antigua (Éxodo) y adquiere toda su novedad en la persona de Cristo, en su entrega (Nueva Pascua). Se presentan unidos dos datos fundamentales: la disposición de cumplir el mismo acto realizado por Jesús y un significado nuevo y definitivo.

Así entendemos que la liturgia cristiana es una celebración de la historia de la salvación. Porque ni los ritos del AT ni los de otras religiones no reveladas justificarían la existencia de una liturgia cristiana. Sólo el misterio de Cristo, acontecimiento nuevo y definitivo, que ofrece al hombre la salvación absoluta, justifica el culto cristiano.

Cristo, al instituir los gestos rituales, la cena eucarística, el baño bautismal, los refería a sí mismo, haciéndolos nuevos, aunque en su estructura material permaneciesen gestos rituales antiguos.

La liturgia de la Iglesia tiene como eje central, la anámnesis-actuación del misterio de Cristo y solo así puede presentarse con todo derecho como la actuación sacramental de toda historia de la salvación.

“La Iglesia es el ámbito en que se hace visible y presente el Resucitado, ausente de la visibilidad histórica. Se hace presente con su persona, su Palabra, sus gestos..., a través de la predicación eclesial, de la Eucaristía.... La Iglesia prolonga de algún modo a Jesús terrestre mediante las acciones eclesiales, lo presencializa, acerca y revela. A través de esas acciones eclesiales que son mediaciones terrestres, encarnatorias, despliega el misterio de la encarnación... así, en medio de su existencia humilde deja que se vislumbre la gloria del Resucitado”. (L. MALDONADO en La acción litúrgica, ed. S. Pablo)

Así pues, la acción litúrgica está fundada sobre el memorial. Y esto significa:

a) la presencia real de Cristo y su misterio pascual;b) la continuación de la obra de salvación de Dios en la historia por su muerte

y resurrección;c) la posibilidad de ser transformados por el Espíritu para lograr identificarnos

con Cristo;d) la posibilidad de ser testigo de Cristo en medio del mundo.

En definitiva, queda claro que el centro es una persona histórica: Jesús, Hijo deDios. Es el sacramento originario: hace visible el amor de Dios. Esto comporta unos

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rasgos de radical novedad para comprender el hecho litúrgico-sacramental:

1. Los sacramentos hacen presente fundamentalmente la presencia de Dios que ha tenido lugar en Cristo y en el que se resume y consuma la manifestación de Dios. Por eso, siempre hay relación a Cristo: Misterio Pascual.

2. La revelación-donación de Dios ha tenido lugar en actos, gestos, palabras de la vida real. Por eso, sin salirse de la misma debe entrar a participar de la vida de Cristo (sin necesidad de mitos o evasiones). Así se opera una especie de sacramentalización de la vida (Maldonado).

3. Globalmente, el cristiano debe interpretar la celebración no como culto sin ética o viceversa. La incorporación a Cristo es sacramentalmente vital: en la vida misma del creyente. Pero esto ya es para tratarlo en otro tema.

El reto para la educación y formación litúrgica puede expresarse con este texto concreto y nos puede ayudar a pensar:

“La educación de Dios es a la vez una educación de palabras y hechos, de dichos y acciones, de promesas y cumplimientos, mandatos y correcciones. Es una educación en la historia... A través de esta metodología se persigue la finalidad misma del año litúrgico: colocar a la comunidad en perenne estado de éxodo: el camino educativo que Dios hace recorrer al hombre tiende a hacerle gustar la libertad auténtica. Dios hace salir (éxodo) a su pueblo de la tierra de la esclavitud para hacerlo entrar en la de la libertad.

El conjunto de las diversas celebraciones que animan la dinámica temporal de la Iglesia tiene como finalidad... hacer accesible a los fieles el Misterio mientras les es comunicado. La visibilidad celebrativa hace posible que lo divino se comunique a la comunidad celebrante, porque el rito tiene la capacidad de objetivar el contenido de la salvación. El tiempo, forma impalpable en la sensibilidad del hombre, recibe toda su riqueza de la libertad divina que se comunica”. (A. DONGHI, Dios educa a su pueblo en el camino del año litúrgico, en el Cuaderno Phase nº 46: Vivir el tiempo como salvación).

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