literatura, escuela, discriminación

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Page 1: Literatura, escuela, discriminación

Literatura, escuela, discriminaciónpor Hugo Blumenthal

Literatura, escuela, discriminación, o cómo utilizar la literatura para acabar con la discriminación en la escuela, desde la escuela. Asunto un tanto paradójico, ese de que se pretenda precisamente buscar el medio de utilizar la literatura con el fin “práctico” de enseñar contra la discriminación, cuando es la literatura, por este mismo proceso, entre otros, una de las principales discriminadas, en la escuela y en la sociedad (el círculo no podía ser más vicioso). La preocupación por lo más útil-tangible, el paternalismo de los valores y el pensamiento, la búsqueda del mínimo esfuerzo... pilares de nuestra escuela social a los que la literatura debe sumarse, echarles una mano, pero sólo una mano (nada más se quiere de ella). No se trata, sin embargo, de salir en su defensa airada. Quizá a pesar de todo sea algo positivo el agravamiento de la discriminación, que hace que la literatura luche por su existencia, escapando a la miopía; siempre más allá de donde alcanza toda consideración social. Es su destino. Discriminación, primera violencia sobre lo otro. Obviamente podemos hallar en la literatura temáticas que respalden la comprensión al otro. Allí hay de todo. Hasta una palabra-otra que clama por ser escuchada, puede hacer de destapa-oídos. El “objeto” mismo de la literatura, el lenguaje ¿acaso no es del otro, siempre, donde el otro se atrinchera? Más allá, aún, de la literatura, en la “simple” lectura, p. ej., lo que trabaja es la abertura hacia el otro. ¿Cómo leer sin proponerse desde el principio a ser afectado por el otro? Leer, escuchar, éste atender al otro: primera humildad. ¿Exagero, quizá? Porque es tan fácil caer en el habito, en la palabra que sólo vuelve sobre sí misma, excluyente de otra palabra... Por supuesto, nuestro tiempo es limitado. Condenados a ser sujetos económicos, sabemos que no podemos aprehenderlo todo, escuchar a todos, debemos tomar decisiones, escoger... en suma, discriminar, inevitablemente, sin conocer eso que discriminamos. Pero precisamente por eso “deberíamos” ser conscientes de nuestra falta, de que nunca es suficiente, que siempre estaremos en falta respecto al otro, a lo otro, nunca posesión colmada, satisfecha de sí. Por eso, más que la especialización de una palabra bajo un rublo temático cualquiera, como “discriminación”, ampliar la gama-universo de la palabra diferente para así ver más allá, lo que nos excede, la falta. También es necesario disentir, ejercer nuestra “otredad.” No dejar al otro desamparado, en pura conformidad consigo mismo. Pensar que nosotros también somos lo posible discriminado. La discriminación quizá este a las puertas de nuestra casa, y si no nos damos cuenta quizá es porque no queremos salir de casa y enfrentarnos con nosotros mismos. Es tan cómoda la casa, no ser discriminado, simplemente ser; pero hasta los muertos son despedazados por los gusanos. Luchar por mi diferencia buscada, deseada, por su respeto. Otra forma de luchar contra la discriminación. Siempre respetando, queriendo la diferencia existente, activa. No se trata sólo de generosidad, don puro, desinteresado. Pensemos que si somos de una forma no podemos ser de otra, y que sólo el otro puede. Eso ¿cómo no aprovecharlo? ¿Y la literatura? ¿Y la escuela? No hablo de otra cosa.

Hugo BlumenthalCali, 1998

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