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    S-JPI

    Olivia Harris y Kate Young

    Antropologa y feminismo

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    MEDITORIAL ANAGRAMA

    BARCELONA

  • Trauccion:Celia Novoa (texto de Harris.Young). Angels Martnez Castells (textos de Lin-ton y Strathern), M.' Jess Izquierdo (texto de Rohrlch-Leavitt), Nuria Pubill(texto de, Barnberger ), Fabin Prieto (textos de Webster/Newto'n, O'Laughliny Sacks), Antonio Desmonts (textos de Ortner y Slade ), Lora Barruti (texto deRosaldo) y Ricardo Pochtar (textos de Edholm y Young)

    Moqueta tlc la coleccin:Argente y Mumbr .

    Portada:Julio Vivas

    INDICE

    Olivia Harris y Kate YoungIntro .'uccin

    Presentacin de los artculos.

    ANDRt';IlNTRISMO y MODELOS MACHISTAS

    Sally LintonLa mujer recolectora: sesgos machistas en antropologa .Ruby Rohrlich-Leavitt, Barbara Sykes y Elizabeth WeatherfordLa mujer aborigen: el hombre y la mujer. Perspectivas antro-

    polgicas

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    SALLy UNTaN

    LA MUJER RECOLECTORA:SESGOS MACHISTAS EN ANTROPOLOGIA

    En nuestra disciplina se ha prestado poca atencin a una an-tropologa del conocimiento, si bien algunos antroplogos se handedicado a estudiar el conocimiento en general, a travs de las diver-sidades de las culturas humanas, pocos han sido Ios que han exa-minado el conocimiento antropolgico en s mismo. Una antropolo-ga del conocimiento debera constar de varias partes. En primerlugar, lo que Peter Berger (1967: 1-18) llam antropologa filos-fica: un estudio de la naturaleza de las especies humanas. Este hasido siempre un tema legtimo de la antropologa, pero nos vemostan a menudo ocupados con diferencias puntuales que olvidamosque estamos estudiando una especie singular. En segundo lugar,cmo sabemos algo, lo que se acepta como prueba, lo que esrealmente, cules son las bases de la racionalidad (Garfinkel, 1960),qu formas se utlizan para adquirir conocimiento, cules son losefectos de las diferencias en la cultura y en la visin del mundo apartir de las cuales conocemos. En tercer lugar, un cuidadosoexamen de las cuestiones que surgen en la antropologa, ya que laspreguntas siempre determinan y limitan las respuestas.

    Deseo hablar en este artculo del tercer punto antes mencionado:la naturaleza de las preguntas antropolgicas. Nosotros somos sereshumanos que estudiamos a otros seres humanos, y no podemosdejarnos al margen de la ecuacin. Intentaremos responder a deter-minadas cuestiones, y no a otras. Nuestra eleccin procede del con-texto cultural en el cual existen la antropologa y los antroplogos.La antropologa, como ciencia acadmica, ha sido desarrollada prin-cipalmente por los varones blancos occidentales durante un perodoespecfico de la historia. Nuestras preguntas estn construidas porlas particularidades de nuestra situacin histrica y por los supues-tos culturales inconscientes.

    Dada la base cultural y tnica de la mayora de los antroplogos,no es en absoluto sorprendente que esta disciplina haya tomadoun rumbo sesgado. Sin embargo, empiezan a aparecer sntomas deque esta ceguera selectiva empieza a ser analizada. Por ejemplo,

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  • en la publicacin Current Anthropology (1968), antroplogos comoKathleen Gough y Gerald Berreman descubren los esfuerzos incons-cientes de los supuestos econmicos y polticos norteamericanosen relacin con nuestra seleccin de los problemas y poblacionesa estudiar. Los grupos minoritarios marginales en este pas estnapuntando al sesgo inherente en los estudios antropolgicos sobreellos mismos, mediante libros tales como el de Vine Deloria, CusterDied for Your Sins. Siempre hemos alentado a los miembros delos grupos minoritarios norteamericanos, y otros extranjeros, aadentrarse en la antropologa a causa de la perspectiva del mundoque ellos pueden ofrecer. La invitacin es cada vez ms aceptada.Como hemos esperado y temido, a la vez, las repercusiones de estanueva participacin se han dejado sentir en la teora, mtodo, inter-pretacin y problema de eleccin, sacudiendo la antropologa hastasus races.

    La perspectiva de las mujeres es, de muchas maneras, igualmen-te extraa a una antropologa que se ha desarrollado y continuadobsicamente a travs de varones. Hay un fuerte sesgo machista enlas preguntas formuladas y en las interpretaciones dadas. Este sesgoha estorbado el pleno desarrollo de nuestra disciplina como elestudio del animal humano (no quiero llamarla el estudio delhombre por razones que se harn evidentes). Vaya demostrar elsesgo machista occidental reexaminando la evolucin del Horno sa-piens desde nuestros ancestros primates no-humanos. En concreto,el concepto del Hombre Cazador desarrollado por SherwoodWashburn y C. Lancaster (1968), entre otros. Esta crtica est hechacon la intencin de superar el sesgo machista que limita nuestro co-nocimiento, limitando las preguntas que formulamos.

    Si bien el sesgo machista puede ponerse tambin de manifiestoen otras reas, la evolucin del homnido es particularmente ade-cuada para mi objetivo, ya que contiene especulaciones e infe-rencias a partir de una pequea cantidad de datos. En este caso, lossupuestos ocultos y las premisas que existen detrs de las especu-laciones y las inferencias son ms "fciles de demostrar. El sesgo ma-chista no slo existe en los medios en los cuales se interpretan losescasos datos, sino en el lenguaje que se utiliza. Demasiadas vecesla palabra hombre se utiliza de forma tan ambigua que es irn-posible saber si se refiere a los machos o a las especies humanas engeneral, incluyendo por tanto a hombres y mujeres. De hecho, sepuede sospechar frecuentemente que, en la mente de muchos antro-plogos, la palabra hombre", que supuestamente debera referirsea la especie humana, es utilizada en realidad exactamente como unsinnimo de varones.

    Este ambiguo uso del lenguaje es particularmente evidente en laredaccin que envuelve el concepto del Hombre Cazador. Washburny Lancaster ponen de manifiesto. que es especficamente el hombreel que caza, que cazar es mucho ms que una simple actividad eco-nmica, y que muchas de las caractersticas en las que pensamoscomo especficamente humanas estn relacionadas causalmente con

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    la caza. Nos dicen que la caza es un modelo total de actividad yde modo de vida: La biologa, la psicologa y las costumbres quenos separan de los simios se las debemos a los cazadores del pasa-do (1968: 303). En esta lnea de razonamiento, si llegamos a sulgica conclusin, debemos estar de acuerdo con Jane Kephart cuan-do dice:

    Dado que slo los varones cazan, y la psicologa de lasespecies ha sido construida por la caza, debemos concluirforzosamente que las mujeres son muy humanas, es decir, nohan contribuido a construir la psicologa bsica de la espe-cie: matar y cazar, y finalmente matar a otros de la mismaespecie. Este argumento implica contribuir a construir laagresin de los varones, as como la supuesta pasividad delas hembras humanas y su exclusin de la principal corrientede desarrollo humano (1970: 5).

    Para apoyar su argumento de que la caza es muy importantepara los varones humanos, Washburn y Lancaster sealan el hechode que muchos varones modernos siguen cazando, a pesar de queya ha dejado de ser necesario hacerlo desde un punto de vistaeconmico. Por mi parte podra aadir que muchos varones. mo-dernos juegan al golf, tocan el violn o hacen de jardineros: esascosas, al igual que la caza, se las ha enseado su cultura. Utilizaruna supervivencia corno evidencia para demostrar un hecho im-portante de la evolucin cultural no tiene mayor validez cuando lohace un antroplogo moderno que cuando lo haca Taylor.

    En relacin a esa condicin de supervivencia, la caza, tanto porimplicacin como por manifestacin directa, es descrita corno unaactividad masculina de la que estn excluidas las hembras. Estaactividad, sobre la que hemos dicho depende la psicologa, la bo-loga ? las costumbres de nuestra especie, es estrictamente mascu-lina. Una teora que deja fuera a la mitad de la especie humanaes una teora desequilibrada. La teora del Hombre Cazador no sloest desequilibrada; lleva a la conclusin de que la adaptacin b-sica humana era el deseo de los varones a cazar y a matar. Estono slo da demasiada importancia a la agresin -que despus detodo slo es un factor de la vida humana-, sino que deriva la cul-tura de la matanza. Voy a sugerir una lectura menos sesgada de laevidencia, que nos brindar un retrato ms vlido y lgico de laevolucin humana, y al mismo tiempo ms esperanzador. En primerlugar tomar la evidencia, discutir la lectura ms tradicional dela misma, y despus ofrecer una reconstruccin alternativa.

    Los datos con los que tenemos que trabajar son una combinacinde materiales fsiles y arqueolgicos, conocimiento de los primatesvivientes no humanos y conocimiento de los humanos vivientes. Dadoque asumimos que los ancestros protohomnidos del Horno sapiensse desarrollaron de forma continuada desde una base de caracte-rtsticas similares a las de los primates no humanos vivientes, los

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  • hechos ms importantes parecen ser los medios en los cuales loshumanos difieren de los primates no humanos, y los medios en loscuales son similares. Las diferencias son las siguientes: mayor pe-rodo de gestacin, nacimiento ms difcil; mayor inmadurez, dadoque los nios humanos estn mucho menos desarrollados al nacer;largo perodo de dependencia en la infancia; ausencia de vello cor-poral; receptividad sexual anual de las hembras, a causa de laposibilidad de gestar un segundo hijo mientras el primero siguemamando o es todava dependiente; bipedalismo erecto; posesinde un cerebro amplio y complejo que hace posible la creacin deelaborados sistemas simblicos, lenguajes y culturas, y que tam-bin hace posible un ser con mayor accin o reaccin con relacinal medio bajo control cortical; que reparte su alimento y finalmen-te, que vive en familias. (Para los objetivos de este artculo definola familia del siguiente modo: una situacin en la cual cada indivi-duo tiene unas responsabilidades y obligaciones definidas hacia unconjunto especfico de los miembros de ambos sexos y de diversasedades. Utilizo esta definicin porque, entre los humanos, la fami-lia es una unidad social, al margen de cualquier relacin biolgica ogentica que pueda existir o no entre sus miernbros.)

    Adems de las semejanzas psicolgicas perfectamente conocidas,encontramos en los primates no humanos las siguientes caracters-ticas: viven en grupos sociales; hay unos estrechos lazos madre-hijo;relaciones afectivas; una gran capacidad para aprender y relacionarpautas de conductas innatas; habilidad para tomar parte en jerar-quas dominantes; un sistema de comunicacin no simblico bas-tante complejo que puede transmitir con considerable sutileza in-formaciones tales como el talante y el estado emocional del indivi-duo y la actitud y status de cada individuo respecto a los demsmiembros del grupo social.

    La evidencia fsil y arqueolgica consiste en varios huesos lla-mados ramapitbecus, australopithecus, Homo habilis, Horno erec-tus, etc.; y artefactos tales como herramientas de piedra que perte-necen a varias tradiciones culturales, la evidencia del uso del fue-go, etc. A partir de esta evidencia podemos hacer inferencias razo-nables sobre la dieta, la postura y locomocin, y los cambios en elcerebro puestos de manifiesto por la mayor capacidad craneal, lahabilidad para hacer herramientas, y otras evidencias de creacincultural. Dado que presuponemos que la complejidad de la .culturamaterial requiere un lenguaje, inferimos los comienzos del len-guaje en algn punto que se encuentra entre el Australopithecus yel Hamo erectus.

    Dados estos datos, empieza la reconstruccin especulativa. Talcomo me ha enseado la antropologa, la historia se desarrolla mso menos de este modo: debido a las presiones de una oscura selec-cin, el protohomnido se ve empujado en direccin al bipedalismoerecto, a causa quizs de las ventajas de tener libres las manos paraacarrear alimentos o para usar herramientas. Al quedar libres lasmanos, le fue posible una mayor manipulacin del medio ambiente

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    en el sentido de instrumentos para la recoleccin y para cazar ali-mentos. Mediante un proceso de realimentacin mano-ajo-cerebro,se increment su coordinacin, eficiencia y habilidad. La nueva con-ducta fue adaptativa, y la presin selectiva empuj ms lejos al pro-tohomnido en las mismas lneas de desarrollo. Cambi su dietadebido al incremento de su habilidad, que le permiti conseguir msprotenas animales. Con ello se seleccionaron cerebros mayores, quehicieron posible la transmisin de informacin referida a la cons-truccin de herramientas y a la organizacin cooperativa de la caza.Si bien se asume que fue seleccionado un mayor tamao del cerebro,tambin se produjo un retroceso: la inmadurez de los nios al na-cer, con un correspondiente incremento en su perodo de depen-dencia, que requera mayor tiempo para aprender al tiempo que estaenseanza se haca necesaria dada la reduccin de los comporta-mientos instintivos y su sustitucin por otros, inventados simblica-mente.

    En este punto podemos descubrir un gran salto lgico. Desdela dificultad para explicar el principio de la tendencia hacia la in-madurez y el mayor tamao del cerebro, la historia salta al HombreCazador. Se supone que las mujeres quedaron ms limitadas consus hijos dependientes y no pudieron seguir al riguroso cazador.Por tanto, permanecieron en el hogar base, recogiendo todo elalimento que podan, mientras los machos desarrollaban las tcnicasde la caza cooperativa, incrementaban sus habilidades de comunica-cin y organizacin a travs de la caza, y llevaban la carne a casapara sus hembras e hijos dependientes. Las prohibiciones de incesto,el matrimonio y la familia (as va la historia) surgieron de la nece-sidad de eliminar la competencia entre los machos por las hem-bras. Se desarroll un modelo del macho cazador como principalsoporte de sus hembras e hijos dependientes (en otras palabras,el desarrollo de la familia nuclear por una razn no aparente). Aspues, los lazos peculiarmente humanos, sociales y emocionales, pue-den ser trazados hacia el cazador que traa a casa el alimento quecomportar. La caza, segn Washburn y Lancaster, implicaba coo-peracin entre machos, planificacin, conocimiento de muchas espe-cies y de amplias reas, y habilidad tcnica (1968: 296). Creen inclu-so descubrir los inicios del arte en las armas del cazador. Sealanque las herramientas de dos caras simtricas aqueulianas son losprimeros objetos hermosos hechos por el hombre. A pesar de queno sabemos para qu se utilizaban estos instrumentos, los citadosautores sealan tautolgicamente que la simetra indica que debanser arrojadizos, ya que la simetra slo hace una diferencia cuandolas irregularidades podran provocar desviaciones en la lnea devuelo. Podra ser perfectamente el intento de producir armas efi-cientes, de gran velocidad, lo que primero diera lugar a hermososy simtricos objetos (1968: 298).

    As pues, mientras los machos estaban fuera cazando, desarro-llando todas sus habilidades, aprendiendo a cooperar, inventandoel lenguaje. inventando el arte, creando instrumentos y armas, las

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  • pobres mujeres dependientes se quedaban sentadas en el hogar basepariendo un hijo detrs de otro (y muchas de ellas muriendo en elproceso), y esperando que los machos trajeran a casa la comida. Apesar de que esta reconstruccin es ciertamente ingeniosa, deja auno con la decidida impresin de que slo la mitad de la especie-la mitad masculina- hizo algo que contribuyera a la evolucin.Aparte de contener cierto nmero de saltos lgicos, el argumentoempieza a ser bastante dudoso a la luz del moderno conocimiento dela gentica y de la conducta de los primates.

    Las habilidades de las que normalmente se habla como necesa-rias para -o desarrolladas mediante- la caza, son habilidadas talescomo la coordinacin, la fortaleza, la buena visin y la habilidadpara planificar, comunicar y cooperar. No he odo hablar de ningunaevidencia que indique que estas habilidades estn contenidas en elcromosoma Y, o que sean arrastradas a la existencia por influenciade este cromosoma Y. De hecho, en cualquier test que podamosimaginarnos (psicolgico, de aptitud, de inteligencia, etc.), tanto losvarones como las hembras consiguen aproximadamente el mismoresultado. La variacin se debe al individuo, no al sexo.

    Cada individuo humano recibe la mitad de sus genes de un va-rn y la otra mitad de una hembra; los genes se ordenan al azar.Es posible que una hembra acabe con todos los genes de sus ances-tras varones, y que un varn acabe con todos los genes de sus an-cestros hembras. La lgica del argumento de la caza nos llevara acreer que toda la presin de seleccin estaba en los varones, dejandoa las hembras simplemente como las rmoras de la especie. El r-pido incremento del tamao del cerebro y la complejidad se debe-ran, por tanto, enteramente a la mitad de la especie; la principalfuncin de la mitad femenina consistira en sufrir y morir en elintento de dar a luz a sus nios varones, de mayor capacidad cra-neal. Una lectura no sesgada de la evidencia nos indica que la pre-sin de seleccin se encontraba presente en ambos sexos, y que lacaza no era de hecho la adaptacin bsica de la especie de la cualbrotaban todos los rasgos que nosotros consideramos especfica-mente humanos. La caza no merece el primer puesto que se le haconcedido en la reconstruccin de la evolucin humana, como inten-tar demostrar mediante la siguiente versin alternativa.

    Describamos la banda de los primates: cada individuo recolectasu propio alimento, y la relacin ms duradera es el lazo madre-hijo. En circunstancias similares podemos imaginar la evolucinde los protohomnidos. Desconocemos cmo se inici en ellos latendencia a la inmadurez y a un mayor tamao cerebral, pero unavez iniciadas estas tendencias, demostraron adaptarse. Para explicarel paso del primate al humano, no podemos simplemente saltar ala caza. La caza no puede explicar su propio origen. Es mucho mslgico creer que, a medida que el perodo de dependencia del niose fue alargando, las madres empezaron a incrementar el mbito de surecoleccin para alimentar tambin a sus hijos todava dependientes.El lazo madre-hijo primates, ya fuerte, empez a extenderse sobre

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    un mayor periodo de tiempo, incrementando la profundidad y elalcance. de las relaciones sociales, y dando lugar al primer repartode alimentos.

    Es un ejemplo del sesgo machista describir a estas mujeresy sus hijos total o principalmente dependientes de los varones enlo que se refiere a su alimento. Entre los cazadores-recolectores mo-demos, incluso en los ambientes marginales donde deben vivir,las hembras pueden recoger normalmente bastante para mantenersea s mismas y a sus familias. En estos grupos la recoleccin significala mayor porcin de la dieta, y no hay ninguna razn para pensarque esto no fuera tambin as en el Plioceno o en el primer Pleis-toceno. En los grupos modernos, tanto las mujeres como los niosrecogen y cazan pequeos animales, si bien por lo general no par-ticipan en las largas caceras. As, pues, podemos imaginarnos ungrupo de protohomnidos en evolucin que recogen y quizs em-piezan a cazar pequeos animales, y en los que las madres recolec-toras son totalmente eficientes tanto para ellas mismas como parasus pequeos.

    Es igualmente sesgado, y totalmente irracional, creer en unprimer o rpido desarrollo de un modelo en el cual un macho esresponsable de surs) hembra(s) e hijos. En muchos grupos pri-mates, cuando una hembra entra en el perodo de celo, inicia elcoito o pone de manifiesto su disponibilidad ofrecindose. La ideade que el macho tiene mucho que decir en la eleccin de unahembra o de que mantiene cualquier tipo de control individual, alargo plazo, sobre ella o 'su cra, es con toda seguridad un inventomoderno que pudo muy bien no producirse en la temprana vida delos homnidos. (El control sexual sobre las hembras a travs delrapto del intento de violacin parece ser un invento humano mo-derno. Las hembras primates no eran violadas, porque aceptabanvoluntariamente durante todo el perodo de celo, y los machos pri-mates parecen no intentar el coito en otro momento, al margen dela capacidad fisiolgica.) De hecho, no me parecen razones sufi-cientes para pensar en el -desarrollo de los lazos de pareja adultamacho-hembra hasta mucho ms tarde. La monogamia a largo plazoes claramente un modelo bastante raro, incluido entre los humanosmodernos, y pienso que es un sesgo tpico del varn occidental su-poner su existencia en la sociedad protohumana. Existe un argumen-to (Morrs, 1967, y otros) que relaciona el desarrollo de la unincomo pareja macho-hembra con el desplazamiento de las caracte-rsticas sexuales hacia la parte frontal del cuerpo, la importanciade esta parte frontal en la comunicacin y el desarrollo del coitocara a cara. Este argumento es insuficiente, en primer lugar porquepresupone que el coito cara a cara es el normal, natural, o in-cluso la posicin ms comn entre los humanos (la evidencia his-trica pone muy en duda este supuesto). Es muy probable que laposicin del coito se inventara despus de que los lazos de la pa-reja se desarrollaran por otros motivos.

    Ms que la pareja sexual adulta macho-hembra, es mucho ms

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  • lgica una relacin de tipo consorte en la evolucin de los horn-nidos. Es incluso una descripcin ms detallada del modelo humanoactual: los varones ms dominantes (jefe, lder, guerrero valiente,buen cazador, etc.) se unen con las hembras ms dominantes (encelo, joven y bella, frtil, rica, etc.) por perodos de tiempo quepueden variar. El cambio de pareja sexual es algo frecuente y co-mn. No tenemos ningn medio para saber cundo las 'mujeresempiezan a ser frtiles cada ao, pero este cambio no es una con-dicin necesaria para el desarrollo de las familias. No necesitamosninguna nocin de paternidad, o de desarrollo de la pareja macho-hembra, o de ningn tipo de matrimonio para poder hablar de fami-lias o de reparticin del alimento.

    El cada vez ms largo perodo de dependencia del nio debireforzar y profundizar el lazo madre-hijo; las primeras familiaspueden haber consistido en hembras y sus nios. En tales grupos,con el paso del tiempo, puede haberse incrementado la importanciadel lazo que las una. La forma de prohibicin del incesto ms uni-versal, y presumiblemente ms antigua, es entre madre e hijo. Seencuentran signos de esta prohibicin incluso entre los actualesmonos. Podra desarrollarse lgicamente desde la familia compues-ta por madre-hijos: dado que el perodo de la dependencia de losnios tenda a hacerse ms larga y se adelantaba la edad de la ma-durez sexual, una madre poda no ser ya capaz de parir cuando suhijo llegara a la madurez. Otro factor que puede haber actuado es lasituacin que encontramos todava hoy en muchos primates, dondeslo los machos ms dominantes tienen acceso a las mujeres fr-tiles...As], pues, un hijo joven, incluso despus de alcanzar la ma-durez sexual, debe todava dejar transcurrir mucho tiempo paraalcanzar la jerarqua masculina, antes de tener acceso a las hem-bras. La duracin de este perodo de espera aumenta la posibilidadde que su madre ya haya dejado de ser frtil para entonces.

    El reparto del alimento y la familia surgieron a partir del lazomadre-hijo. Las tcnicas de cazar grandes animales tuvieron pro-bablemente desarrollos mucho ms tardos, despus de que el mo-delo familiar madre-hijo ya estuviera establecido. Cuando empez lacaza, y el adulto macho llev a su casa alimento para compartir,es muy probable que los primeros que lo recibieran fueran susmadres, y en segundo lugar sus hermanos. En otras palabras, uncazador no comparte el alimento con su mujer o su pareja sexual,sino con aquellos que han compartido su comida con l: su madrey hermanos.

    Se sugiere o implica frecuentemente que los primeros instru-mentas fueron, de hecho, las armas de los cazadores. Los humanosactuales se han acostumbrado tanto a pensar en instrumentos y ar-mas, que nos es muy fcil imaginar la primera criatura parecidaal hombre que cogi una piedra o un palo. Sin embargo, dado queno sabemos en realidad qu uso tenan los primeros instrumentosde piedra tales como las hachas de mano, es igualmente probableque no fueran en absoluto armas, sino ms bien ayudasen la re-

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    coleccin. Sabemos que la recoleccin fue muy importante muchoantes de que las protenas animales pudieran aadirse a la dieta, yan despus continuaron siendo importantes. Los huesos, palos ylas hachas de mano pudieron utilizarse para desenterrar tubrculosy races, o para pulverizar vegetales duros y facilitar as su ingestin.Sin embargo, si en lugar de pensar en trminos de herramientas yarmas, pensamos en trminos de inventos culturales, se nos abre unnuevo aspecto. Pienso que dos de los primeros y ms importantesinventos culturales fueron los recipientes para contener los produc-tos de la recoleccin, y algn tipo de correa o red para acarrearlos nios. Esto ltimo, en concreto, debi ser extremadamente im-portante con la prdida del vello del cuerpo y la creciente inmadu-rez de los recin nacidos, que no podan agarrarse y que cada veztenan menos dnde agarrarse. Puede encontrarse todo el materialque se quiera: enredaderas, correas, cabello humano. Si el nio po-da estar atado firmemente al cuerpo de su madre, ella poda hacersus tareas con mucha mayor eficiencia. Una vez desarrollada latcnica de atar los nios, pudo haberse extendido la idea de acarrearalimentos, e incluso otros tipos de inventos culturales: cuchillas ymolinillos para la preparacin de los alimentos, e incluso armas.Entre los actuales cazadores-recolectores, al margen de la pobrezade su cultura material, los recipientes para alimentos y para niosson siempre artculos importantes de su equipo.

    Un punto importante en el argumento del Hombre Cazador esque la caza cooperativa entre los machos exiga una mayor habilidaden la organizacin social y la comunicacin, y por tanto repercutaen una presin de seleccin para el mayor tamao del cerebro. Pien-so qne largos perodos de dependencia infantil, nacimientos msdifciles, y mayor perodo de gestacin exigen tambin mayor ha-bilidad en la organizacin social y en la comunicacin, creando asu vez una presin de seleccin para incrementar el tamao delcerebro sin necesidad de considerar la caza como una explicacin.La necesidad de organizarse para seguir alimentando despus deldestete, aprender a manejar los lazos socioemocionales mucho mscomplejos que se estaban desarrollando, las nuevas habilidades einventos culturales que rodean una recoleccin ms extensiva, todoello exige un mayor cerebro. Se ha prestado mucha atencin a lashabilidades requeridas para la caza, y muy poca a las habilidadesnecesarias para la recoleccin y la crianza de los nios dependien-tes. Las tcnicas que se precisan para una recoleccin eficiente inclu-yen la localizacin e identificacin de las diversas plantas, un cono-cimiento estacional y geogrfico, recipientes para llevar el alimento,y los instrumentos para su preparacin. Entre los actuales gruposcazadores-recolectores, este conocimiento es extremadamente com-plejo, perfectamente desarrollado, y constituye una parte importantede su equipo cultural. El cuidado de un nio curioso, enrgico perotodava dependiente, es algo difcil y exigente. No slo debe vigilarseal nio, sino que tambin deben ensersele las costumbres, peligrosy conocimiento de su grupo. Para los primeros homnidos, dado que

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  • ,su bagaje cultural y su comunicacin simblica se iban incremen-tando, la tarea de adiestrar al joven requerira una mayor habilidad.La presin de seleccin para un mejor cerebro procede de muchasdirecciones.

    Se ha insistido mucho en el argumento de que la necesaria coo-peracin entre machos, debida a la caza, actuaba como una fuerzareductora de su competencia por las hembras. Creo que la competen-cia por las hembras se ha exagerado demasiado. Fcilmente puedehaber sido manejada en el modo usual para los primates -segnlas relaciones de status del macho, de las que ya hemos hablado-y no necesitan ser descritas como particularmente violentas o ex-tremas. La simiente para la cooperacin masculina ya exista entrelos primates cuando trataban de proteger a su banda de los depre-dadores. Tales peligros pudieron verse incrementados con un des-plazamiento hacia la vida en la sabana, y la ms duradera depen-dencia de los nios. Si se pretende que las races biolgicas expliquenla mayor agresividad de los machos, sera ms provechoso examinarsu funcin como protectores ms que cualquier adaptacin, supues-tamente bsica, a la caza. La nica divisin del trabajo que existeregularmente en los grupos primates es que las hembras cuidan delos nios y los machos protegen al grupo de los depredadores. Lasposibilidades tanto para la cooperacin como para la agresin en losmachos radican en su funcin protectora.

    El nfasis en la caza como un primer factor motor en la evo-lucin de los homnidos distorsiona los datos. Sencillamente, pasardel modelo del primate individual recolector al modelo del cazador-repartidor cooperativo sin que intervengan algunos cambios, suponeun salto demasiado grande. La caza mayor cooperativa slo podrahaberse desarrollado despus de que las tendencias hacia la inma-durez y el incremento del tamao de cerebro ya hubieran empe-zado. La caza mayor se convierte en un desarrollo ms lgico cuan-do es considerada como un producto de un complejo de cambiosque incluyen la reparticin de los productos de recoleccin entremadres e hijos, la profundizacin paulatina de los lazos sociales, elincremento del tamao del cerebro, y los inicios de inventos cultu-rales tales como acarrear a los bebs, acarrear comida y prepararesta comida. La caza no slo necesita el anterior desarrollo de al-gunas habilidades en la organizacin social y en la comunicacin,sino que tambin debe esperar, probablemente, el desarrollo delhogar base. Es difcil imaginar que la mayora o todos los machosprimates adultos de un grupo se marchan en una expedicin de caza,dejando a sus hembras y a los jvenes del grupo expuestos al peli-gro de los depredadores, sin ningn medio de comunicarse paraacudir en su defensa, o como mnimo un medio para decirse Note preocupes, volver dentro de dos das. Hasta que no se desarro-ll este grado de habilidad comunicativa, debemos pensar que todala banda viajaba y cazaba. junta, o simplemente que los machos nosalan en amplias caceras cooperativas.

    El desarrollo de la caza cooperativa requiere, como primera

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    condicin, un incremento del tamao del cerebro. Una vez estable-cida esta tendencia, las habilidades para la caza formaran partede un proceso de realimentacin para la seleccin de mejores cere-bros, ~l igual que otros inventos culturales y desarrollos tales comolas habilidades recolectoras. Por s misma, la caza no logra explicarninguna parte de la evolucin humana y ni siquiera consigue ex-plicarse a s misma.

    La antropologa siempre se ha apoyado en el .supuesto de queel distintivo de nuestra especie es nuestra habilidad para simbolizar,llevar a la existencia formas de conducta e interaccin e instrumen-tos materiales con los cuales regulamos y controlamos lo que nosrodea. Explicar la naturaleza humana como algo que procede deldeseo de los varones de cazar y matar es lo mismo que negar lamayor' parte de la antropologa. Nuestra especie sobrevivi y seadapt a travs del invento de la cultura, en la cual la caza es slouna de sus partes. A menudo se afirma que la caza debe ser con-siderada como la adaptacin natural de la especie, dado que durtanto 'tiempo, nueve dcimas partes de toda la historia humana.Sin embargo,

    iel Hombre Cazador dur tanto tiempo como tal, sin teneruna mayor propensin natural hacia la caza que hacia laprogramacin por computadoras, o tocar el violn, o la gue-rra nuclear, sino porque esto era lo que las circunstanciashistricas le permitieron. Ignoramos la primera premisa denuestra ciencia si nos negamos a admitir que el hombreno es ms naturalmente un cazador que un jugador de golf,ya que despus de la simbolizacin fue posible que nuestraespecie dejara para siempre el nicho ecolgico de la nece-sidad de cualquier adaptacin, e hizo posibles todas las adap-taciones por nuestra parte. (Kephart, 1970: 23.)

    El hecho de que el concepto del Hombre Cazador influyera tantotiempo en la antropologa es un reflejo del sesgo machista de nues-tra disciplina. Este sesgo puede ser puesto de manifiesto en la ten-dencia a equiparar hombre, humano y varn; examinar lacultura casi por entero desde el punto de vista masculino; buscarejemplos en la conducta de los varones y asumir que con esto bastapara obtener la explicacin, ignorando casi totalmente la mitad fe-menina de la especie; y filtrar este sesgo machista en el modernomodelo occidental ideal de un macho que mantiene a una esposadependiente y a un nio pequeo.

    La base de cualquier disciplina no est en las respuestas que ob-tiene, sino en las preguntas que plantea. Como un ejercicio de laantropologa del conocimiento, este artculo intenta formular unasola pregunta: qu estaban haciendo las hembras mientras losmachos estaban fuera cazando? Yo slo puedo plantear esta pre-gunta despus de que he llegado a ser polticamente consciente dem misma como mujer. Es tal el prestigio de los varones en nuestra

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  • sociedad, que una mujer, tanto en la antropologa como en cualquierotra profesin, slo puede hacerse respetar o esperar ser respetadasi contiende con preguntas que los hombres consideran impor-tantes. A pesar de que durante aos han existido mujeres antrop-logas, es muy extrao ser capaz de descubrir cualquier diferenciaentre su trabajo y el del antroplogo varn. Aprender a ser antro-plogo implica tambin aprender a pensar desde la perspectiva mas-culina. Por tanto, no es sorprendente que las mujeres hayan hechoel mismo tipo de preguntas que los hombres. Pero la conscienciapoltica, tanto entre mujeres, negros, indios americanos o cualquierotro grupo, conduce a un reexamen y re evaluacin de los presupues-tos considerados como indiscutibles. Es un proceso difcil desafiarla opinin convencional, y este artculo no es ms que un inicio. Elsesgo machista en antropologa, que he ilustrado en este caso, estan real como el sesgo blanco, el sesgo de clase media y el sesgoacadmico que existen en nuestra disciplina. Nuestra tarea, comoantroplogas, es crear un estudio de la especie humana a pesarde -o quizs debido a, o incluso por medio de- nuestros sesgosindividuales y nuestras perspectivas nicas.

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    RUBY ROHRLICH-LEAVITT, BARBARA SYKESy ELIZABETH WEATHERFORD

    LA MUJER ABORIGEN: EL HOMBRE Y LA MUJERPERSPECTIVAS ANTROPOLOGICAS

    El propsito inicial de este trabajo fue comparar los descubri-mientos de antroplogos masculinos y femeninos sobre la mujeraustraliana, con el fin de ver si existan variaciones basadas en elsexo. Se ampliaron los estudios incluyendo diferencias tericas ymetodolgicas y las ideologas concomitantes, ya que incluso conuna investigacin tan superficial se mostraron unas discrepanciasmuy evidentes, tanto en la lnea como en la calidad de los datosrecogidos en campo.

    Por lo general, se reconoce que el estudio de una cultura desdeuna perspectiva exclusivamente masculina suele ser incompleto. Losetngrafos masculinos utilizan informadores masculinos, sea por ten-dencia o por necesidades culturales, y observan aquellas activida-des que son masculinas o en las que participan ambos sexos, peroraramente aquellas en que participa nicamente la mujer. Una et-nografa parcial ofrece una imagen distorsionada, y queda todavams distorsionada debido a la teora y metodologa androcntricade muchos etngrafos masculinos, que justamente ahora se empiezaa tener en cuenta fundamentalmente por antroplogos. A la mayorade los hombres de esta disciplina les resulta difcil enfrentarse conla realidad, ya que esto cuestionara gran parte de los datos acumu-lados durante ms de un siglo, relacionados con las culturas no-oc-cidentales.

    Se ha prestado poca o nula atencin a la eliminacin del andro-centrismo en la educacin de los antroplogos. La atencin se cen-tra fundamentalmente en eliminar el aspecto etnocntrico que im-plica el supuesto inconsciente de la superioridad sobre la gente no-occidental. Sin. embargo, a; pesar de una formacin deliberada yconcertada con este fin, los antroplogos encuentran casi imposibleliberarse de estos supuestos. Paul Riesman constata en su anlisisde los libros de Castaneda (1972: 7) que:

    La creencia de que todas las personas son humanas no haimpedido que los antroplogos occidentales se sientan supe-

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